III FORO INTERNACIONAL SOBRE III FORO INTERNACIONAL SOBRE Autoridades Dra. Cristina Fernández de Kirchner Presidenta de la Nación Argentina D. Daniel Osvaldo Scioli Gobernador de la Provincia de Buenos Aires D. Juan Gabriel Mariotto Vicegobernador de la Provincia de Buenos Aires Arq. Cristina Alvarez Rodriguez Ministra de Gobierno y Presidenta del Consejo Provincial de las Mujeres de la Provincia de Buenos Aires Ing. Juan José Ciácera Secretario General del Consejo Federal de Inversiones Staff Consejo Provincial de las Mujeres Secretaria Ejecutiva Claudia Prince Asesoras Ejecutivas Andrea Balleto Jorgelina Bertoni Pamela Leclerc Guillermina Gordoa Patricia Pardiñas Agradecimientos: A todo el equipo del Ministerio de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires A todo el equipo del Consejo Provincial de las Mujeres de la Provincia de Buenos Aires A todo el equipo del Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires A todo el equipo del Consejo Federal de Inversiones ÍNDICE Introducción Poder CON Mujeres, Otra Construcción es Posible Página 7 Prólogo Gobernador Provincia de Buenos Aires Un poder con mujeres Daniel Osvaldo Scioli Página 9 Prólogo Presidenta Consejo Provincial de las Mujeres Mujeres, liderazgo y participación política Cristina Alvarez Rodríguez Página 11 Sobre el Foro Página 13 Programa Página 15 III Foro Internacional sobre los Derechos de las Mujeres Paneles Página 17 Organismos de Derechos Humanos y resistencia durante la dictadura Hernáiz, Ignacio Página 23 Discurso, mujer, poder Amelia Valcarcel Página 27 Participación política de la mujer peruana: Desafíos y obstáculos Hilaria Supa Huamán Página 35 Nuevos Paradigmas de justicia Susana Chiarotti Página 41 Claves feministas para la formación de lideresas Marcela Lagarde y de los Ríos Página 51 Liderazgo Cultural e igualdad de género Fréderic Vacheron Página 89 La lucha de Abuelas Estela de Carlotto Página 93 Política y mujeres en América Latina Dora Barrancos Página 95 Ver y hacer ver lo que otros están haciendo invisible Camila Vallejo Dowling Página 101 Documento cierre Camila Vallejo Dowling Página 105 5 INTRODUCCIÓN Poder CON Mujeres, Otra Construcción es Posible El III Foro Internacional sobre los Derechos de las Mujeres: “Poder CON Mujeres, Otra Construcción es Posible” es un espacio que propicia el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, a través del Consejo Provincial de las Mujeres, dependiente del Ministerio de Gobierno, para la reflexión y el análisis sobre los modos de participación y la construcción de liderazgos de las mujeres en los diferentes ámbitos de la vida. En el marco de este encuentro, nos motiva especialmente registrar los avances logrados en materia de igualdad y no discriminación entre mujeres y varones, así como analizar los importantes desafíos futuros para el pleno ejercicio de la ciudadanía y de los derechos políticos de las mujeres. Este año conmemoramos los 20 años de la IV Conferencia Internacional de la Mujer (Beijing+20) en la que 30.000 activistas y representantes de 189 gobiernos acordaron una agenda de alcance histórico para promover el empoderamiento y los derechos de todas las mujeres en todas partes del mundo así como la igualdad entre géneros. Actualmente, la Argentina y el resto de las naciones de la región, ofrecen un marco político renovado para coordinar acciones eficaces en la tarea de reforzar los compromisos entre el Estado y la Sociedad, orientadas a la eliminación progresiva de los obstáculos que aún persisten en desmedro del pleno ejercicio de los derechos de las mujeres. Los logros alcanzados a lo largo de estas últimas dos décadas se inscriben en un cambio cultural notable que entre otras cuestiones involucra una mayor concientización de la opinión pública sobre la desigualdad entre géneros y sobre sus consecuencias en el desarrollo sostenible. Por otro lado se plasman, en la ampliación del acceso de las mujeres a posiciones de prestigio y de valorización de sus capacidades en la vida social. Como así también, en la extensión del marco jurídico internacional avalado por un fuerte compromiso regional y en la inclusión de la agenda de género en los debates sobre la democracia que ha venido impulsando la lucha política de un movimiento feminista pujante. Todos y todas tenemos una función a desempeñar para el logro de la igualdad de género, para la promoción de la participación y liderazgos de las mujeres, para fomentar la eliminación de las normas y actitudes sociales discriminatorias persistentes, así como para prevenir la emergencia de nuevas formas de discriminación. En este contexto, convocamos al tercer Foro sobre Derechos de las Mujeres, con el convencimiento que una vida democrática, no puede desconocer el aporte de millones de mujeres, la riqueza de la diversidad y el diálogo plural como herramienta para hacer visibles las luchas, los avances y los temas pendientes en América Latina, para la participación y liderazgos femeninos. 7 PRÓLOGO Un poder con mujeres Este III Foro nos invita a reflexionar sobre el papel de las mujeres liderando transformaciones en la sociedad para avanzar hacia la igualdad y la justicia social. El Consejo Provincial de las Mujeres, como organismo articulador de las políticas de género, propone este III Foro que nos invita a debatir sobre la construcción de un poder distinto. Un poder con mujeres, en paridad. Estos encuentros refuerzan la visibilidad de cuestiones que no pueden ni deben ocultarse y al mismo tiempo señalan una agenda positiva para ampliar derechos y realizar nuevas iniciativas. Sabemos por experiencia que no es una tarea fácil pero somos optimistas. Como Estado tenemos responsabilidades y estamos decididos y decididas a contribuir a ampliar la conciencia colectiva y lograr cambios a favor. Esta esperanza se reafirma en la figura histórica de Evita y en la actualidad de las grandes transformaciones que ha encabezado nuestra presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. En el ámbito de la ciencia, la educación y las artes tuvimos y tendremos mujeres destacadas. Hasta hace poco era infrecuente imaginar a mujeres en áreas que habían quedado tradicionalmente en manos de varones: la Corte Suprema, las Fuerzas Armadas, gerencias de empresas, jueces de fútbol. En este sentido, en la provincia de Buenos Aires, nuestro gabinete cuenta con la presencia de mujeres a cargo de ministerios, como lo son el de Gobierno con Cristina Álvarez Rodríguez, de Economía con Silvina Batakis y Educación con Nora de Lucía. Durante nuestra gestión hemos llevamos adelante políticas activas con el objetivo de erradicar toda forma de violencia y discriminación hacia las mujeres. Ejemplo de ello son las más de 100 Comisarías de la Mujer que abrimos, se puso en funcionamiento la Oficina Provincial para la lucha contra la trata de personas, la explotación sexual infantil y la protección y asistencia de las víctimas. También el 0800 555 0137 de atención a víctimas de violencia que atiende las 24hs los 365 días del año. O el Plan Integral #MaltratoCero. Puedo asegurar que, en todos estos años de gobierno, construimos una Buenos Aires más justa y con más oportunidades. Una Buenos Aires inclusiva. Renuevo mi compromiso con la lucha por la igualdad. Siempre me van a encontrar trabajando a la par. Daniel Osvaldo Scioli Gobernador de la Provincia de Buenos Aires 9 PRÓLOGO Mujeres, liderazgo y participación política Por tercera vez concretamos un nuevo Foro Internacional sobre los Derechos de las Mujeres. En esta ocasión abordaremos un tema fundamental como lo es el de la construcción del poder desde una mirada de género. “Poder CON Mujeres, Otra construcción es posible” es un título que busca sintetizar nuestra posición frente a la temática del liderazgo de las mujeres y la participación política. Primero porque la historia nos ha demostrado que las mujeres cuando nos juntamos y nos organizamos obtenemos grandes logros, podemos juntas. Y también es una invitación a cambiar los modos de hacer en el mundo, de construirlo. Los anhelos, los sueños, las luchas, las acciones que buscan transformar, torcer el rumbo de esas cosas que no están bien, implican necesariamente participar políticamente. Si me preguntaran por qué me interesa tanto la política, respondería porque es la esencia de nuestra vida y probablemente sea el tema más crucial de nuestra existencia. Se trata de la sociedad en la que vivimos y el sistema de poder que define las maneras, lo permitido y lo prohibido de nuestra conducta. Se trata de decidir quiénes queremos ser y en caso de acceder a lugares de poder qué tipo de poder queremos construir. Por eso en este foro nos preguntamos qué tipo de poder necesitamos ejercer, para construir el mundo que anhelamos. Debemos plantearnos uno que desarticule la opresión, que sea democrático y que construya desde la solidaridad. Si construyéramos el mismo tipo de poder que nos colocó en los márgenes de la historia, el poder autoritario y opresivo de una sociedad hecha a imagen y semejanza de los varones, estaríamos reproduciendo lo que queremos superar. Soy una mujer. Hago política, busco cambiar la sociedad, y aquello que considero injusto. Soy una mujer y en todo este camino descubrí todo aquello que tenemos diferente para ofrecer, todo lo que se nos dificulta, y todo lo que necesitamos acompañarnos para crecer. Las mujeres debemos liderar y crear, debemos tener y construir poder para transformar lo público. No es lo mismo con mujeres que sin mujeres. Esta sociedad tiene el deber, de PODER CON MUJERES. Como nos enseñó Evita: “...Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad. Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha 11 muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país, que es, en definitiva, el destino de su hogar. Ha llegado la hora de la mujer argentina, íntegramente mujer en el goce paralelo de deberes y derechos comunes a todo ser humano que trabaja, y ha muerto la hora de la mujer compañera ocasional y colaboradora ínfima. Ha llegado, en síntesis, la hora de la mujer argentina redimida del tutelaje social, y ha muerto la hora de la mujer relegada a la más precaria tangencia con el verdadero mundo dinámico de la vida moderna”. Arq. Cristina Alvarez Rodríguez Ministra de Gobierno Presidenta Consejo Provincial de las Mujeres Provincia de Buenos Aires 12 SOBRE EL FORO Objetivo general Promover un espacio de reflexión sobre la participación y liderazgos femeninos como parte constitutiva de la vida democrática. Objetivos especificos - Analizar la construcción de poder y la participación política de las mujeres en diferentes ámbitos. - Reflexionar sobre los desafíos en el ejercicio pleno de los derechos políticos, sociales económicos y culturales de las mujeres. - Abordar los obstáculos, aportes y singularidades de los liderazgos femeninos para la construcción de la vida democrática. Ejes de los paneles Mujeres y construcción del poder: Las mujeres en América Latina: situación actual y perspectivas. Organizadas para el cambio: mujeres en los partidos políticos, los movimientos sociales y sindicatos. Mujeres en el gobierno: visión de género en la gobernanza democrática. Liderazgos entrañables: Nuevas formas de ejercer el liderazgo. Experiencias entrañales. Nuevos espacios por conquistar. Participación de las mujeres en la cultura. Derechos culturales y equidad. Perfil de los participantes Funcionarias y funcionarios nacionales, provinciales y municipales; miembros del Poder Judicial y Legislativo, provincial y nacional; académicas y docentes universitarias; referentes ministeriales y referentes municipales ante el Consejo Provincial de las Mujeres; organizaciones de la sociedad civil con trayectoria en la temática; público en general. Metodología El encuentro se realizará en una sola jornada y se estructurará en dos paneles y un conversatorio, en los cuales referentes en la temática harán exposiciones acorde a lo anteriormente descripto. 13 PROGRAMA MARTES 2 DE JUNIO Museo Evita 11:30 Arribo de las panelistas 11:45 Recorrida por el Museo 14:00 Stand up en el auditorio Cristina Banfi MIÉRCOLES 3 DE JUNIO Teatro Argentino 09:00 Acreditaciones 10:00 Acto de Apertura Oradores: Cristina Alvarez Rodriguez Renée Mauricio Valdez Frederic Vascheron Ignacio Hernais Ana María Figueroa Daniel Scioli 11:30 Canta Ana Prada 11:45 Panel 1 Elisavet Ticona (Rosario Ricaldi) Laisy Moriere Dora Barrancos 12.30 Break 13.15 Panel 2 Hilaria Supa Huaman Estela Carlotto 14:45 Conversatorio Marcela Lagarde 15 PANEL 1 Mujeres y construcción del poder Las mujeres en América Latina: situación actual y perspectivas. Construcción del poder desde una mirada de género. Organizadas para el cambio: Mujeres en los Movimientos Sociales, Partidos Políticos y Sindicatos. SUSANA CHIAROTTI ARGENTINA - Moderadora Abogada, con postgrado en Derecho de Familia, (Universidad Nacional de Rosario) y postgrado en Salud Pública y Derechos Humanos (Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard), activista histórica del movimiento feminista y de mujeres, con fuerte actuación y reconocimiento en el área de los derechos humanos de las mujeres en el ámbito nacional, regional e internacional. Es Fundadora y Directora del prestigioso Instituto de Género, Desarrollo y Derecho (INSGENAR), e integra el Comité de Expertos del Mecanismo de Seguimiento de la Convención Belém Do Pará (sobre violencia contra las Mujeres) que integra la Organización de los Estados Americanos (OEA). ELISAVET TICONA BOLIVIA - Panelista Acompañada por Sandra Aliaga - Periodista Secretaria General de ASOMUC. Lideresa de la reciente Asociación de Mujeres Constructoras (Asomuc) de La Paz. LAYSIE MORIERE CANDIDA BRASIL - Panelista Presidenta de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL) Mujeres. Partido de los Trabajadores. Brasil. 17 DORA BARRANCOS ARGENTINA Socióloga y Doctora en Historia (UNICAMP, Brasil), es Investigadora Principal del CONICET y Profesora Consulta de la Universidad de Buenos Aires. Dirige el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, y ejerce la Secretaría de Posgrado de la Universidad Nacional de Quilmes. Posee una obra numerosa dedicada a la historia social y cultural, especialmente a la historiografía de género y de las mujeres; entre sus libros se encuentran Inclusión/Exclusión. Historia con mujeres (2002), Mujeres en la sociedad argentina. Una historia de cinco siglos (2007), y ha integrado la coordinación de la Historia de las Mujeres en España y América Latina, Vol. III y IV # Dirección Isabel Morant (2006). 18 PANEL 2 Liderazgos de las mujeres: Experiencias entrañables Nuevas formas de ejercer el liderazgo. Experiencias entrañales. Nuevos espacios por conquistar. Participación de las mujeres en la cultura. Derechos culturales y equidad. ANDREA BALZANO ARGENTINA - Moderadora Es Máster en Desarrollo Internacional Sostenible, Brandeis University (Becaria OEA) y Licenciada en Ciencias Políticas, Universidad Católica Argentina. Coordina, desde finales del 2008, el Área de Género del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Argentina. Desde allí promueve la igualdad entre hombres y mujeres, a través de la incorporación del enfoque de género y el empoderamiento de las mujeres, tanto en la gestión interna de la oficina, cuanto en el trabajo con las contrapartes. Actualmente impulsa, conjuntamente con Carrefour y la Red Argentina del Pacto Global, el Grupo de Trabajo de “Empresas por la Igualdad”. Con anterioridad, trabajó en organismos internacionales (UNIFEM Región Andina), y organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, en el desarrollo e implementación de políticas públicas de género y desarrollo social. HILARIA SUPA HUAMÁN PERÚ - Panelista Activista quechua por los derechos humanos y de las organizaciones de mujeres indígenas, ex congresista y actual Parlamentaria Andina. Secretaria de la Federación de Mujeres de Anta (FEMCA), en la que fue responsable para la alfabetización de las campesinas y la medicina tradicional. Denunció y se enfrentó a las esterilizaciones masivas que el gobierno de Alberto Fujimori incentivó contra las campesinas peruanas para reducir la población “indígena”. ESTELA DE CARLOTTO ARGENTINA Activista argentina de derechos humanos y presidenta de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo. Ha recibido distintos reconocimientos por su trabajo con Abuelas de Plaza de Mayo, entre ellos el Premio de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y el premio Félix Houphouët-Boigny, otorgado por la Unesco. 19 CONVERSATORIO LILIANA HENDEL ARGENTINA - Moderadora Periodista y Psicóloga. Elegida como una de las tres coordinadoras mundiales de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género. Su trayectoria televisiva comenzó en los ´80 en “Buenas tardes, mucho gusto” de la mano de Ana María Muchnik, también tuvo su espacio en el canal Utilísima junto a Patricia Miccio, hasta que se hizo más popular a través de su columna del mediodía en Canal 13, a partir de 1997 junto a Santo Biasatti (por la que estuvo nominada a los premios Martín Fierro) y por su programa de TN “La noticia en casa”. Trabajo en Canal 9 (Buenas tardes, mucho gusto), y en TELEFE Noticias. Desde febrero de 2014 lleva adelante la columna de violencia de género y familia en la edición del mediodía de Visión 7. MARCELA LAGARDE MÉXICO Académica, antropóloga e investigadora mexicana, representante del feminismo latinoamericano. Es autora de numerosos artículos y libros sobre estudios de género, feminismo, desarrollo humano y democracia, poder y autonomía de las mujeres, etc. Autora de “Aportes para la construcción de liderazgos entrañables”. 20 Organismos de Derechos Humanos y resistencia durante la dictadura Fragmento del texto “Memoria, verdad y justicia. La lucha por los derechos humanos en argentina”, publicado en Política de la memoria: una ética del nunca más, Cuadernos, número 10. Donostia-San Sebastián, Eusko Ikaskuntza, 2012 (p. 30-54). Hernáiz, Ignacio Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos (CIPDH-UNESCO). Unidad de Coordinación. Av. Libertador 8151. 1429 Ciudad de Buenos Aires [email protected] Los resquicios del discurso oficial El discurso del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, bajo circunstancias de dominación casi absoluta, no admitía réplicas. Contradecir sus postulados, según la lógica del régimen, era lo mismo que confirmar sus fundamentos: si alguien cuestiona el discurso del Orden, la Autoridad y los defensores de la Patria, no busca otra cosa que el “caos”, el “desgobierno” y la instauración de la “anti patria” contra el Ser Nacional. Frente a ese discurso monolítico, con un léxico y construcciones metafóricas que eran ensamblados y readaptados en distintos formatos según las instancias de producción simbólica afines al régimen, fueron alzándose voces críticas que lo impugnaban. Eran pocos los resquicios por los que podían filtrarse esas voces. Algunos, en plena vigencia del régimen, se abrían en la prensa masiva, a pesar del contexto adverso en que se desarrollaba la actividad periodística. Fue notable el caso de revista Humor, que utilizó la sátira para operar una estrategia de producción y lectura que se reflejó en un verdadero fenómeno editorial. Muchas ediciones fueron secuestradas, y las amenazas eran moneda corriente. Otra de las manifestaciones culturales de difícil control para el régimen fue el movimiento del rock nacional. Si bien en el apogeo represivo la actividad era mínima e todos los ámbitos, debe destacarse que en muchos casos desde un espacio en “no politizado” de la cultura juvenil artistas y público lograron en muchos casos burlar la censura y elaborar una codificación artística sobre la denuncia y la resistencia ante el terror. Para citar sólo unos pocos ejemplos, entre 1976 y 1978 quien estuviera informado podía escuchar canciones como Sólo le pido a Dios o La navidad de Luis, de León Gieco; las estremecedoras Noche de perros o Los sobrevivientes, de Charly García, o Las golondrinas de Plaza de Mayo, de Luis Alberto Spinetta. Por supuesto, las obras figuraban en las listas de prohibiciones de la dictadura. Pero todas estas manifestaciones, que mostraban la pervivencia de sectores sociales resistentes a la ideología del régimen y hasta alumbraban nuevas formas de enunciar 23 las aspiraciones a una sociedad justa e igualitaria, no tenían organicidad ni objetivos precisos, por lo que constituían signos valiosos de resistencia pero no un movimiento articulado. Primeras luchas, bajo opresión Paralelamente, alimentando de algún modo esas voces disidentes y prestándoles una secreta coherencia y unidad, se iniciaba la acción fundamental de los primeros movimientos y organismos de Derechos Humanos, que comenzaron a denunciar los secuestros y reclamar la “aparición con vida” de los desaparecidos. Los organismos de Derechos Humanos comenzaron a buscar a los detenidos desaparecidos mientras se desplegaba el sistema represivo del régimen, desafiando las prohibiciones. Apelaban a distintos recursos, como cartas, presentaciones de habeas corpus, entrevistas, denuncias en el exterior, recorridas por juzgados y dependencias militares, misas recordatorias. El objetivo de la lucha era denunciar los secuestros y reclamar la aparición con vida de los detenidos desaparecido. Afrontaban un problema difícil de formular: ¿cómo decirle a una sociedad signada por la represión, los mecanismos de control, la censura y la autocensura, lo que estaba pasando? ¿Cómo nombrar la desaparición, hacer presente la ausencia? Las Madres de Plaza de Mayo constituyen un destacado ejemplo de esas luchas. Adoptaron estrategias que se convirtieron en símbolos mundiales de la lucha contra el autoritarismo y la resistencia al terror, más allá de la etapa de la dictadura. Las Madres lograron articular sus reclamos y difundirlos mediante la creación de símbolos específicos, la invención de rituales y la visibilización de los desaparecidos. Los famosos pañuelos blancos, muchos de ellos con el nombre de sus hijos bordados, se han convertido en el principal símbolo de su lucha y de la lucha universal por los DD.HH: El principal ritual de manifestación fueron las conocidas rondas en la Plaza de Mayo, que también se realizaban en plazas de otras localidades del país. Surgieron como un modo de sortear la amenaza de detención, ya bajo el estado de sitio estaba prohibido reunirse en la vía pública. Cuando un grupo de personas osaba reunirse, se oía la consabida orden policial: “¡Circulen!”. Las Madres circularon La acción de las Madres fue a primera intervención pública ante la represión. Algunas de ellas, como Azucena Villaflor, resultaron desaparecidas. El clima de terror y de silencio imperante determinó que en nuestro país, más allá de los señalados “resquicios” en ámbitos artísticos, intelectuales y periodísticos, no tuviesen mayor repercusión. Tras la restitución democrática llegó el reconocimiento a su lucha. Como sostiene el investigador Ulises Gorini, autor del libro La rebelión de las Madres. Historia de las Madres de Plaza de Mayo, las Madres constituyeron un nuevo sujeto político, capaz de crear espacios de resistencia en medio del terror. 24 Otra de las organizaciones de Derechos Humanos que ha ganado un amplio reconocimiento es Abuelas de Plaza de Mayo. Se formó en mayo de 1977, cuando María Eugenia Casinelli -consuegra del poeta Juan Gelman- y otras once abuelas firmaron una carta en pedido de un habeas corpus colectivo, dirigido a la Justicia de Morón. Denunciaban la existencia de bebés desaparecidos y pedían que se suspendieran las adopciones. Desde entonces las Abuelas vienen realizando una imprescindible labor en la recuperación de la identidad de los niños secuestrados por lo militares, que hoy llegan a 105. Además fueron creados otros organismos para denunciar los crímenes de la represión y el terror de Estado, algunos de ellos en la etapa previa a la dictadura. En 1976 se conformó Familiares de Detenidos Desaparecidos por Razones Políticas, con motivo de la desaparición simultánea de 24 personas en Córdoba. También el Servicio Paz y Justicia (SERPAJ), en 1974; el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH); en 1974, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). En 1975 se había conformado la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), a partir de la convocatoria de personas provenientes de distintos sectores sociales y políticos, preocupadas por el aumento de la violencia y el quiebre de la vigencia de los derechos humanos elementales. 25 Discurso, mujer, poder Fragmento de “Sexo y filosofia: sobre mujer y poder”, Anthropos, 1994. Amelia Valcarcel Catedrática de Filosofía Moral y Política de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (U.N.E.D.). Vicepresidenta del Real Patronato del Museo del Prado desde 2004 y miembro del Consejo de Estado desde 2006. Es difícil que los filósofos políticos se pongan de acuerdo en una definición de poder que no sea trivial. Al fin, el término poder, que fue invocado para subsanar las deficiencias del economicismo, no parece desviarse de los callejones sin salida que se trataban de evitar. Es de sobras difuso y en ocasiones paradójico. Intuitivo más que explicativo, poder necesita la contextualización. La teoría feminista intentó llevarla a cabo mediante el constructo conceptual al que llamó patriarcado. El primer ensayo feminista de una teoría del poder Patriarca, patriarcal, patriarcado son términos presentes desde antiguo en nuestra tradición cultural pero cuyo sentido valorativo ha cambiado en los últimos tiempos. Hasta, prácticamente, la segunda guerra mundial, hablar de una sociedad patriarcal o de un concepto patriarcal de vida hacía referencia, a no ser en el caso de bibliografías bastante especializadas, a un tipo ideal y a menudo idealizado de existencia previo a la revolución industrial. Patriarcal era sinónimo de anciano, venerable, sabio, reposado. Aún hoy el Diccionario de la Real Academia Española glosa esta familia de voces en clave de dignidad moral, autoridad moral, comodidad e, incluso, «autoridad y gobierno ejercidos con sencillez y benevolencia». Todavía este sentido valorativo positivo se apega al significado de patriarca cuyo modelo último ha de buscarse en la benigna vida de los patriarcas de Israel. El aspecto descriptivo de estos términos no ha variado mucho, pero su significado valorativo sí lo ha hecho. Tal cambio comenzó a gestarse a mediados del siglo . En 1861 publicó Bachofen Das Mutterrecht, atizando con él la polémica que ocuparía a los llamados antropólogos evolucionistas desde los años sesenta a los noventa del pasado siglo. Bachofen, jurista, no desdeñó hacer una historia de la vida social a fin de procurarse explicación de algunos rasgos peculiares de los sistemas de derecho. Opuso derecho materno y derecho paterno y supuso un estadio previo a la historia escrita cuyo sistema de autoridad habría sido la ginecocracia. El matriarcado en su opinión era primera forma de cultura, una vez sobrepasado el hetairismo o estado de naturaleza. En los albores de la historia, el matriarcado habría sido sustituido por 27 el patriarcado, «vocación superior» que «elevó la existencia humana por encima de las leyes de la vida material». Patriarcado y progreso fueron la misma cosa. El patriarcado es la moderna y perfecta distribución de autoridad que permite la existencia de la civilización. Bachofen influyó bastante en Morgan cuyo Ancient Society recogió este esquema. Con el único tono discordante de sir Henry Maine, cuyo Ancient Law también se publicó en 1861, el matriarcado primitivo hizo fortuna literaria y a él fueron a parar poco a poco los tópicos que de siempre acompañan al paraíso perdido. Románticos como Jules Michelet llegan a interpretar la brujería (la sorcière, 1862) como expresión de la rebeldía de los pobres y las mujeres contra un sistema que a ambos descalifica, a la vez que como pervivencia del igualitarismo antiguo. De este modo, a medida que la historia se va tornando historia de la opresión o de la explotación, su origen supuestamente matriarcal se vuelve más y más apacible. A una sociedad igualitaria y libre, si bien pobre, cooperativa y conciliadora, ha seguido una escalada de injusticia cercana a culminarse. Cuando esto suceda, los buenos tiempos pasados volverán, aunque ya no idénticos. El origen del destierro que es la historia, reposa en el paso de la sociedad matriarcal a la sociedad patriarcal. Esta tesis es mantenida por Engesl en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado¸ obra que consuma el cambio en el significado valorativo del término patriarcado. De su propia cosecha y de los autores en que se inspira (Bachofen, Morgan, McLennan), Engels convierte el patriarcado en el sistema de reparto de bienes y poder por el cual una familia clan sufre las órdenes y desafueros de un patriarca varón, anciano y probablemente insidioso que coarta con su nueva ley la igualdad primitiva. El patriarcado es una toma del poder por parte de los varones en la que no queda muy claro si el determinante es económico (apropiación del excedente y de su productora mujer) o cognoscitivo (conocimiento del varón del papel que desempeña en la generación de los hijos). La forma de esclavitud de la mujer es el matrimonio manogámico; la primera opresión de clases, la del sexo femenino por el masculino. En este esquema, autoridad matriarcal y ninguna autoridad vinieron a significar lo mismo. Matriarca nunca ha sido el natural opuesto de patriarca. Porque a la vez que los decadentistas forjan la figura de la mujer fatal, la devoradora de hombres ataviada con las trazas de la belleza medusea, los utilitaristas y los reformadores sociales de esta misma época (1860-1890) realizan un esfuerzo, paralelo en el tiempo aunque no en la intención, de redefinición de la imagen femenina. Sutart Mill no dudará en designar como femeninos una serie de valores: la dulzura, el agrado, la abnegación, la capacidad de pacto, la diplomacia… valores supervivenciales cuyo concurso es necesario en la sociedad futura. Por lo tocante al pasado imaginaba como Maine que sólo la ley de la superior fuerza, y ésta la tenía el varón, había regido. En el presente, es simplemente escandaloso que «la fatalidad del nacimiento» comporte incapacidades legales de todo tipo para las mujeres. La igualdad entre los sexos es el único horizonte legítimo para una sociedad que, con la opresión de las mujeres, no hace más que «añadir males a los que la naturaleza ya impone». 28 La costumbre de situar un matriarcado en los comienzos de la historia, pese a feministas como Mill, pasó de la primitiva antropología al marxismo y de éste a los pensamientos feministas del siglo . Conservó hasta el presente el carácter antiautoritario que Engels le diera con el añadido de los supuestos valores femeninos victorianos. En consecuencia, el patriarcado se fue vistiendo con opuestos ropajes. Únicamente Weber puso a funcionar el término patriarcado en un sentido restringido, sin ser ni prolijo ni atento, al denominar así a uno de los tipos primitivos –en ambos sentidos, social e histórico– de organización social. Para muchos otros teóricos sociales el esquema jerárquico en que el varón es genéricamente dominante, puesto que no tiene contraejemplos, no llegó siquiera a constituir un rasgo analizable de por sí, sino parte admitida de los marcos generales de estudio. El patriarcado apareció en la literatura o la teoría política progresista o en la feminista y se ignoró en la teoría política conservadora o en la sociología parsoniana. Tan sólo las prédicas totalitarias insistieron una y otra vez en que el fascismo era la recuperación del buen modo tradicional y patriarcal de vida. La verdadera polémica en torno al patriarcado se inicia en los años sesenta de nuestro siglo cuando la teoría feminista comienza a consolidarse. Si Kate Millet puede titular a su más importante obra Política sexual es porque en su formación se aúnan los resultados del comparativismo antropológico de los años treinta con el desmesurado crecimiento del término política que elabora la escuela de Francfort. Y, naturalmente, porque esos mismos son compartidos por sus potenciales lectores-seguidores. Para esta autora, política «es el conjunto de relaciones y compromisos estructurados de acuerdo con el poder, en virtud de los cuales un grupo de personas queda bajo el control de otro grupo». De este modo, la posición subsidiaria de las mujeres se convierte en política, el patriarcado en la política sexual. El patriarcado será definido como una política sexual ejercida fundamentalmente por el colectivo de los varones sobre el colectivo de las mujeres, cuyo origen tendrá dos tipos principales de explicaciones, biológicas o económicas. Su modo de funcionamiento social y simbólico se convertirá en el centro de análisis de la teoría feminista. Su definición tipo, puesto que es a su vez un tipo ideal, se da en clave de sistema. El patriarcado es el sistema de dominación genérico en el cual las mujeres permanecen genéricamente bajo la autoridad a su vez genérica de los varones; sistema que dispone de sus propios elementos políticos, económicos, ideológicos y simbólicos de legitimación y cuya permeabilidad escapa a cualquier frontera cultural o de desarrollo económico. El patriarcado es universal y es, sin embargo, una política que tiene entonces solución política. El feminismo es la alternativa global al patriarcado y a su vez una política. Dependiendo de la incardinación de la necesidad previa o no del socialismo en este esquema, el feminismo se dividió en la década de los setenta en feminismo radical (alternativa global) y feminismo reivindicativo (feminismo socialista en otras terminologías). En ambos feminismos se pretende la desaparición del patriarcado aunque no parecía existir acuerdo en las prioridades ni mucho menos en cuanto al método. 29 Política o naturaleza Como era lógico, frente a una definición política de patriarcado, la reacción fue hacer de él una necesidad biológica. Era fácil criticar la vaguedad de los términos políticos que se empleaban para definirlo puesto que K. Millet, E. Figes, S. Firestone, J. Mitchell, se veían obligados a recurrir a la noción de sistema de autoridad con base económica, pero cuya raíz era biológica en último extremo. Además, la teoría feminista se desenvolvía mejor tratando los textos clásicos o modernos que legitiman al patriarcado que analizando políticamente su funcionamiento. En tema fue rápidamente puesto en contacto con la biología como por lo demás lo han sido muchos venerables conceptos humanistas en los últimos años: la sociobiología utilizada ideológicamente rebaja pretensiones y planteamientos. En Estados Unidos, Goldberg, Trivers, Eysenck, el propio Wilson, reexplicaron lo que la teoría feminista llamaba patriarcado en clave biológica y supervivencial. La literatura de agitación de Goldberg era la más concluyente: admitido que el patriarcado era una estructura real de dominio, lo declaraba inevitable. Su definición corría pareja con la teoría feminista: «por patriarcado entendemos toda organización política, económica, religiosa o social que relaciona la idea de autoridad o liderazgo principalmente con el varón y en la que el varón desempeña la gran mayoría de los puestos de autoridad y dirección». Ahora bien, no hay sociedad en que esto no haya sido así, ni grupo animal superior en que no suceda, por lo tanto, es una necesidad inscrita en la misma evolución de las especies que nada podrá alterar. El patriarcado es natural. Al realizar con tanta desenvoltura el paso del es al debe Goldberg se calificaba de ideólogo en el peor sentido. Ésta fue la crítica que recibió por parte de Priscila Cohn o Ferrater Mora. En este paso fue mucho más prudente Wilson que afirma de cuando en cuando que intenta no concluir normativamente para especie humana sus investigaciones. Sin embargo, es inevitable que el fenómeno se produzca. Sucedió en el cambio de siglo que Darwin degenerara en el darwinismo social gracias, por ejemplo, a Spencer o Spengler que también demostraron el valor supervivencial y el rango de leyes naturales de los rasgos civiles y sociales más repugnantes del primer capitalismo. Política y biología se vienen oponiendo desde hace mucho tiempo. Antes esa oposición fue moralnaturaleza, ahora toma para travestirse la terminología que mejor se acomoda a los tiempos positivistas que hemos vivido. Frente a una política siempre habrá un naturalista de la especie humana presto a desconfirmarla, frente a una política igualitarista, claro está. Otras políticas pueden vivir tranquilas. El pensamiento conservador es muy notable. Se refugia indistintamente en el espiritualismo elevado o en el naturalismo ramplón. Dependiendo de los fines que persiga no tiene inconveniente un mismo autor en traer a concurso argumentos metafísicos o argumentos biologistas. Ciertas actitudes políticas ponen en peligro nuestra alma inmortal y otras son desaconsejables dadas nuestras características animales. En general, parece que el alma sólo sirvió bien a este pensamiento mientras el cristianismo no secularizó políticamente sus contenidos. Como consecuencia de no admitir esa secularización de que surgió el individuo 30 de las modernas sociedades democráticas e igualitarias, el conservadurismo dio en sostener las ideas naturalistas. O almas inmortales, sin embargo, incapaces para ponerse de acuerdo en variar las condiciones de su contrato, o animales condenados a la dominancia, el sexismo, la violencia y la desigualdad. Y en varios casos particularmente esquizoides ambas cosas. Por su esencialismo se les conoce. Ya nada tiene de extraño que la presentación del dominio masculino como política, esto es, sujeto de discusión, pacto y cambio, hiciera que el pensamiento de la restricción de lo político sacara de su arsenal las armas añejas que siempre utilizó contra cualquier igualitarismo. Con todo, el acercamiento de la cuestión a la biología ha determinado la necesidad de un enfoque antropológico más general en la teoría feminista que se aleja ahora tanto de los espejismos matriarcales del sigo , como del economicismo que de sus polémicas marxistas heredara. El retorno a la antropología, por una parte, amplía la perspectiva hermenéutica, permite situar la discusión en torno al concepto mismo de naturaleza o especie humanas y, por otra parte, nos acerca a una modulación del término poder mucho más asequible que la que fuera de recibo durante demasiado tiempo en los círculos de origen. Cambia la idea contracultural y unívoca de poder, inmanejable, si no enemiga, por la mucho más concreta de rango. Poder o rango Para una filosofía política es relevante señalar qué poder considera legítimo, qué mecanismos de poder atribuye al individuo y cuáles a las instancias colectivas, etc. Pese a Russell, poder no se ha constituido como término central de ciencia humana alguna. En los aspectos que el feminismo se conforma como filosofía política perteneciente a la tradición ilustrada, sus asuntos son similares. Sin embargo, el feminismo como antropología es distinto. Debe preguntarse y describir los géneros de poder específicamente patriarcales. No basta con afirmar que colectivamente los varones dominan a las mujeres. Hay que saber cómo, hay que conocer los mecanismos de esa, al parecer, indiscutible dominación. O el feminismo es capaz de alcanzar una visión global o puede pasar de ser calificado como movimiento monocausal a ser entendido en términos de ideología justificativa de la entrada al mercado laboral remunerado de las mujeres de clases medias y medias altas en las sociedades industriales avanzadas. Afirmar que un colectivo de más de la mitad de la humanidad no tiene poder es difícil, máxime cuando ese colectivo tiene en sus manos una gran masa de la toma de decisiones y un espacio específico. Por eso más valdría que se dijera sin rodeos que ese poder no es el poder a que se aspira. Por supuesto, en las esferas en que se las constriñe a vivir, las mujeres tienen poder. Pero para las decisiones fuertes no lo tienen. Esas decisiones son masculinas y la entrada en ellas de algunas mujeres no varía esta calificación simbólica. Es un problema distinto que no cabe tocar 31 aquí si lo que se ha obtenido son conquistas o cesiones de territorio devaluado. En cualquier caso ciertas decisiones que ponen en ejercicio el poder son masculinas las tome quien las tome porque así están tipificadas. Hablo de ejercicios de poder notorios. Las mujeres que se libran al poder de Hestia siguen su ley, tienen su espacio, pero, como es sabido, conforman el espacio simbólico de todas las demás. ¿Qué lo caracteriza? La ausencia de rango en su significado individualista moderno. Para saber quién es una mujer parece que basta con saber que es una mujer. Las preguntas que aclaran las determinaciones de ese ser suelen transcurrir por este orden: casada o no, casada con quién, hija de quién, vieja o joven, madre de quién. Son también las preguntas que caracterizaron a bastantes varones en las sociedades de castas. Ella no es sino como mediación de ese esquema relacional y sólo su mantenimiento dentro de ese esquema cumpliendo su sittlichkeit le asegura el rango. La teoría feminista de los años setenta acudió al concepto cosificación para entender y explicar este fenómeno. Sin embargo, tal cosificación es bastante más imaginativa que real. Imaginativamente, muchos varones se creen o saben superiores a la mujeres, pero han de ceder a la realidad de los rangos: una mujer singular y concreta es el rango andante de su marido, de su familia. Y por medio de ella han de ceder su acatamiento al sistema de pactos en que estén inmersos con los varones que la definen. El adulterio es en cualquier sociedad (excluidos los pequeños brotes individualistas de las capas medias altas de las sociedades avanzadas) una falta de respeto, la ruptura del pacto con el varón cuyo rango es esa mujer seducida. Por supuesto, en el imaginario colectivo masculino casi ninguna mujer tiene rango, basta con repasar cualquier fenomenología de lo pornográfico, pero ese imaginario casi carece de ocasiones de volverse real. En los momentos de quiebra del poder estable constituido, momentos revolucionarios, virtualmente todas las mujeres retornan al grado cero. Cuando Weiss en Marat-Sade aboga por la copulación universal como esencia misma de la revolución, más que dar salida a su estertóreo freudismo, repite uno de esos saberes inargumentados que forman la conciencia masculina: muerta la autoridad, su confirmación es el acceso ilimitado a las otrora inaccesibles. Por lo mismo, se sabe que una situación de nuevo se estabiliza cuando los antiguos demoledores reclaman el rango para sus propias mujeres y se conoce que ya se ha realizado el tránsito cuando, en efecto, el respecto condigno se les concede. En todas estas situaciones la verdadera posición del genérico las mujeres se devela. Sencillamente no son. La mayoría de las mujeres no ignora su frágil estatuto. No una sino varias veces al día están acostumbradas a lo que Pizzorno llama inmersiones, es decir, la caída súbita en un tipo de realidad donde su rango es cero. Les puede ocurrir a menudo si van solas o si se salen de sus espacios acotados. Por ello, la solución normal es que extremen sus medidas de pertenencia y de pertinencia. No hacer lo que no se debe (y ese no se debe es bastante amplio) asegura relativamente de librarse de situaciones indeseables. 32 La costumbre del pacto Adrienne Rich o Virginia Woolf insistieron cada una a su manera en señalar que lo que define al colectivo de las mujeres es que no tienen derecho al tiempo y al espacio. Es notable que ambas hayan acudido a los nombres de los a priori de la sensibilidad. Cualquier investigación en las formas de desarrollo y efectos de la coeducación en nuestras sociedades refrenda sus afirmaciones. Definido un espacio como público o común, si hay concurrencia de varones y mujeres, los varones se lo apropian. Por lo que al tiempo toca, la misma retórica comunicativa de las mujeres da prueba de que ni siquiera disponen al igual que los varones del tiempo lingüístico cuando ese tiempo ha sido conformado como tiempo común. De nuevo los varones lo monopolizan con pertinencia o sin ella. Los varones hacen esto de forma espontánea, sin particular conciencia de abuso. Las mujeres permiten que lo hagan del mismo modo inarticulado, sin hasta hace poco tiempo reacciones agresivas. Pues bien, con idéntica espontaneidad los varones dejan a las mujeres fuera de cualquier tipo de pacto en el que se establece el rango o el dominio. Las mujeres adornadas de los caracteres de la individualidad, aquellas de las que se necesita saber quién son, qué poder poseen (lo que, con todo, la mayoría de los varones sustituye por qué varón las protege), comprueban con relativa frecuencia que son apartadas de la misma forma espontánea y aconsciente de los lugares y tiempos en que se fragua y transmite la jerarquía. A esto suelen referirse muchas cuando expresan que se carrera les cuesta el doble de esfuerzo que a un varón, y no sólo a la doble tarea profesional y doméstica. Hay que estar todo el tiempo al quite significa el deber de ocupar energías suplementarias para ocupar todos los espacios accesibles. En caso contrario, la invisibilidad de las mujeres es superior a la concedida por el anillo de Giges. Las mujeres no se ven. Y si se ven, entonces provocan la reacción aversiva derivada de su sobrepresencia. Dado que por lo común los varones no pactan con las mujeres sino la relación doméstica, a menudo incardinada en la sexual, cualquier otro pacto no suele entrar en su sistema selectivo de percepciones. Cuando por la fuerza del rango individualizado una mujer les hace notar su presencia como igual, esto es, como equipotente, lo advierten como intrusión. La acusación normalizada de muchos varones a mujeres con las que les obliga a pactar la jerarquía de aquéllas es la de parvenues. No sabe mandar significa no sé cómo puedo ser mandado, no tengo canales para decidir si los requerimientos que se me hacen entran dentro de lo que debo aceptar viniendo de quien vienen. Por idéntico motivo las mujeres sistemáticamente disfrazan las órdenes de ruegos. El ejercicio del poder notorio no se les concede y no les resulta fácil. En consecuencia, tampoco admiten su parcela de poder y voluntariamente son hipócritas respecto de su fundamento y su función. El recurso más cómodo es adecuarse a los fantasmas (supuestos) maternales del obedeciendo: sobredulzura o sobredominio. Lo que, en todo caso, 33 revela que todo ello se produce en base a la disfunción sexual es que nada de esto ocurre si una mujer ha de realizar la misma conducta pero sobre otra mujer. Las mujeres no tienen entre sí esas cortapisas y son capaces entonces de solventar las situaciones sin acudir a retóricas simulativas. Ni ocurren tampoco si las decisiones o los mandatos se producen en el ámbito que les está acotado. El En la casa mando yo se expresa por las buenas o con resistencia tozuda cuando un varón pretende también invadir esa esfera que les es particular. La afirmación de que las mujeres sí se conceden entre sí el rango debe, sin embargo, ser matizada. Es obvio que el género femenino no dispone de un cómputo de rango separado y distinto del masculino. Las mujeres se contemplan entre sí según el sistema aceptado, esto es, según su función mediadora en las aquiescencias de poder masculinas. Pero con un sutil detalle a tener en cuenta: son también creyentes en la identidad del género femenino que el sistema simbólico patriarcal encarna. Qué tiene ésa que no tenga yo no puede explicarse sino por los superiores métodos de seducción que posea la otra. Beauvoir magistralmente demostró que la mujer es el Otro para el sexo masculino. Pero no cabe ocultar como a menudo es la Otra cuando las mujeres asumen la identidad defectiva que el patriarcado les atribuye. Esa otra es potencialmente una competidora puesto que puede disputar el rango a que se aspire para una misma o para las mujeres del mismo fuego doméstico. Y sólo puede poseer mayor atractivo físico (lo que siempre se puede negar) o mayor perfidia (lo que siempre cabe afirmar). En la servidumbre es difícil que nazcan virtudes. Los frutos de la servidumbre femenina no podían ser una excepción. Estabilizado el rango por el pacto matrimonial, las mujeres saben que el suyo depende del que tenga el varón a que pertenecen, por lo tanto, lo defienden por lo general contra cualquiera. Es el otro aspecto de la fidelidad. Pero, ¿creen en los rangos masculinos? Sin duda, evaluar creencias es complicado. Aun así no sobra señalar que si nadie es un héroe para su ayuda de cámara las mujeres son ayudas de cámara perfectos y destinados a ello por nacimiento. Normalmente es mucho pedir adoración perfecta a quien nos conoció cerezos, y la crianza, el trato diario y continuado en las tareas supervivenciales y enojosas, poco heroicas, no contribuye a afirmar la fe. Y en ocasiones el ateísmo femenino en sus compañeros y criaturas se dobla de un pigmalionismo sombrío. Doble trampa, pues, ser atrapada en un sistema y creerse su fundadora mendaz. ¿Puede ser algo de lo que antecede argumentado universalmente como deseable para la existencia plenamente humana o hay camino verosímil para vindicarlo? Sencillamente, no. Cuando el feminismo diferencialista dice querer asumir lo que llama femineidad realiza ese tránsito porque ha habido un paso previo, el paso por la consecución de la individualidad, por la renuncia a ese destino fangoso, en palabras de Beauvoir. Las iguales entre sí pueden serlo si no son idénticas entre sí. La sororidad se construye entre individuas que libre y mutuamente se la concedan. 34 Participación política de la mujer peruana: Desafíos y obstáculos Hilaria Supa Huamán Parlamentaria Andina Presentación Hacer política desde las mujeres ha sido una labor en el que se han involucrado millones de mujeres en el mundo preocupadas por los problemas de sus países. Las mujeres hemos intervenido haciendo sentir nuestra posición, fuerza y el deseo de transformación. Hemos expresado nuestra preocupación por la violencia contra la mujer, la inseguridad ciudadana, el feminicidio, el analfabetismo, la desnutrición, las muertes maternas, las esterilizaciones forzadas, entre otros. Asimismo nos preocupamos y actuamos frente a los impactos del cambio climático que tiene otras expresiones en las mujeres. Sabemos que la política en nuestros países, está perdiendo credibilidad. Pero no perdemos de vista que es justamente la política el espacio donde se toman las grandes decisiones que involucran al conjunto de la ciudadanía. Necesitamos recuperar el rol importante de la política en nuestros países y el rol de los partidos políticos y trabajar para darle una mayor dimensión a la democracia y al sistema de representación. Para las mujeres este nuevo período aunque complicado, nos abre la oportunidad de dar pasos más avanzados hacia la igualdad, enfrentando esquemas masculinos que han dominado la construcción de las instituciones de la democracia y el propio Estado. Tomemos en cuenta que millones de mujeres de nuestra región, viven aún situaciones de vulnerabilidad, explotación económica, pobreza, analfabetismo, carencia de documentos de identidad. Por esto debemos redefinir estas relaciones pensando en nuevos espacios y formas de representación política. Aunque sabemos el descrédito de la política, es precisamente, el campo político el anhelado, tanto por hombres como mujeres, pues brinda reconocimiento y honores a quienes se ubican en él y tienen cargos de poder. Y es en este campo en el que tenemos que crear mecanismos de representación más potentes, aunque haya intentos de frenar nuestros avances y éxitos. En el campo regional, hace falta empoderarnos de los mecanismos existentes como el UNASUR, por ejemplo. Las cuotas de participación política de las mujeres Las cuotas de participación política de las mujeres han sido los mecanismos para abrir los espacios de poder. Se les conoce como medidas de “acción positiva” o de “discriminación positiva”. Uno de los primeros países en América Latina en asumir la Ley de cuotas fue Argentina en 1991, con la llamada Ley de cupos femeninos. La historia nos demuestra que la lucha por la igualdad ene frenos: De un lado el del sistema patriarcal y de otro las estructuras de par do poco desarrolladas, justamente el espacio donde las mujeres debemos desarrollarnos y desde donde tenemos logros 35 significa vos, gracias al impulso de mujeres polí cas que forman parte del movimiento de mujeres. La igualdad de oportunidades es un desa o a nivel polí co, económico, social y cultural. Entonces el reto mayor es pasar de la aprobación de normas y leyes a la implementación y cumplimiento de las mismas. Perú En el Perú, las mujeres obtuvimos el derecho al voto en 1955;Ley Nº12391, pero con restricciones y no significó la universalización del voto femenino. El 27% de mujeres eran parte de la población analfabeta que recién ejerció este derecho a partir de la Constituyente de1978. En 1997, el Congreso incluyó la cuota de género en la composición de las listas en la legislación electoral, señalando primero que la lista debe incluir un número no menor de 25% y después fue elevada a 30% de hombres o mujeres. Posteriormente se estableció la cuota de 15% para comunidades nativas y pueblos originarios. En ambos casos se trata de medidas de inclusión. La evolución de esta representación ha sido de la siguiente manera y se nota una disminución en el período actual. La representación parlamentaria femenina, ha significado un avance para la democracia pues se posibilita la representación más equitativa de la composición de la población y han producido reformas legislativas a favor de los derechos de las mujeres, aunque aun son limitadas. Parlamento Andino-Perú Fui elegida como Parlamentaria andina por Perú para el período 2011-2015 y de 5 parlamentarios soy la única mujer y representante indígena. En este período me desempeño como presidenta de la Comisión Tercera, sobre Seguridad Regional y Desarrollo sustentable. El Ejecutivo Al inicio del Presidente Ollanta Humala (2011-2016), se estableció un gabinete paritario, de 18 ministros, había 9 ministras. En el 2014, se nombró a Ana Jara como Primera Ministra, pero ha sido cambiada el mes pasado. Actualmente son seis ministras. La presidenta del Congreso de la República es la Sra. Ana María Solorzano. Representación regional y distrital En el 2014, se ha elegido a UNA PRESIDENTA REGIONAL de 28 años, llamada Yamila Osorio (en total son 25 gobiernos regionales) y 51 alcaldesas han iniciado su mandato 36 en todo el Perú. Otras 2,955 mujeres serán regidoras, una presencia femenina en la política peruana que mejoró en las elecciones regionales y municipales 2014 (Jurado Nacional de Elecciones, 2014). La presencia de autoridades femeninas en las administraciones regionales y municipales abarca solo una cuarta parte de los cargos de elección popular, a pesar de que las mujeres representan más del 50% de la población electoral, (JNE). Para las elecciones regionales y municipales 2014, las candidatas mujeres fueron solo un 38.8% del total inscrito. La mayoría de ellas estuvo en las listas de regidores y no siempre en los primeros lugares. Lo mismo ocurrió con los jóvenes y los indígenas, al no ser debidamente promovidos por las organizaciones políticas. Autoridades regionales En los recientes comicios, 4 mujeres fueron elegidas vicepresidentas de gobiernos regionales, duplicando el número con relación a las elecciones del año 2010. También inician su mandato 65 consejeras regionales frente a 209 consejeros varones que acompañarán y fiscalizarán la gestión ejecutiva de los 25 presidentes regionales para el período 2015-2018. Autoridades municipales En cuanto a municipalidades, de las 195 alcaldías provinciales solo 6 estarán regidas por mujeres. Para el período 2015-2018, fueron elegidas 45 alcaldesas distritales, así como 444 regidoras provinciales y 2,511 regidoras distritales. Cuota de jóvenes Respecto a los jóvenes, una mujer joven (de 18 a menos de 29 años de edad) fue elegida alcaldesa distrital y 19 varones jóvenes fueron elegidos alcaldes distritales. Como regidores fueron elegidos 195 jóvenes en las elecciones provinciales. El balance nacional de los recientes comicios regionales y municipales revela que, en total, fueron elegidos autoridades 1,566 jóvenes de ambos sexos. Cuota nativa En cuanto a la cuota del 15% para comunidades nativas, campesinas y pueblos originarios, en las recientes elecciones regionales y municipales, 132 nativos (23 mujeres y 109 hombres) fueron elegidos para cargos de consejeros regionales y regidores provinciales. A modo de conclusión La lucha por el reconocimiento de la ciudadanía de las mujeres ha sido larga y difícil, más aún, para las poblaciones indígenas y originarias, del cual provengo, y que no cuentan con iguales derechos de los que viven en zonas urbanas, y especialmente una juventud que tiene grandes dificultades para su realización. Las leyes de Cuotas son importantes para el nivel de la representación, pero no garantiza que tengamos representantes mujeres que trabajen por las causas de las mujeres, los derechos humanos, que impriman la perspectiva de género a la acción pública o política, y principios de la democracia y la ética política. La cuota no sólo existe para que se cumpla el derecho a ser elegidas y se espera que la representación actúe en defensa de los grupos vulnerables y vulnerados socialmente. 37 En Perú, muchas mujeres están aún ausentes del debate político nacional, aunque participen en procesos productivos y toma de decisiones en sus propias comunidades. No existen datos precisos acerca de las mujeres indocumentadas, pero la Registro Nacional de Identidad y Estado Civil, RENIEC, en sus proyecciones (2005) habría más de un millón de indocumentados y aún existen más de 300 mil mujeres que no cuentan con su documento nacional de identidad (DNI) lo que las coloca al margen de la elección de sus autoridades y de ser candidatas. Hay que insistir en la sensibilización, en la acción positiva para que exista un número mayor de mujeres dirigentas en el nivel de la toma de decisiones, y proporcionar formación a las mujeres y a las niñas para ocupar puestos directivos y fomentar la autoestima. El sistema de cuotas es un mecanismo que tiene un carácter estrictamente temporal. Las organizaciones de todas las tiendas políticas deben analizar y promover el ingreso de mujeres a los partidos, lo mismo para el ingreso de mujeres indígenas y ampliar así su participación en mayores espacios de poder y de decisión, como candidatos y autoridades electas. Propuestas 1- Donde exista la Ley de Cuotas, perfeccionar la legislación electoral para garantizar la aplicación correcta de la cuota de género y mejorar su eficacia: hacer cumplir las decisiones democráticas al interior de los partidos–y alianzas-; ante situaciones de tacha de candidatos/as, sustitución oportuna por candidato/a del mismo sexo; promoción de mecanismos paritarios, etc. 2- Legislar sobre la aplicación de la sanción de no inscripción de la lista electoral por causa de incumplimiento de la cuota de género. 3- En Perú, legislar sobre medidas especiales encaminadas al logro de la igualdad en los niveles “ejecutivos”, como Gabinetes ministeriales, en presidencias-vicepresidencias regionales. Así también para incrementar la presencia de mujeres en las alcaldías provinciales y distritales, para reducir la brecha de género en los puestos de mayor decisión política en los tres niveles de gobierno. 4- Legislar sobre medidas especiales encaminadas al logro de la igualdad en las instancias de decisión de la administración de justicia y de la magistratura. 5- Legislar sobre medidas especiales para modificar la cultura organizacional de los partidos políticos a fin de garantizar la ubicación de las mujeres en posiciones elegibles, cuando no se aplica el voto preferencial. 6- La propuesta de Ley de alternancia es una posibilidad que se puede adoptar, para garantizar la presencia de mujeres en los parlamentos. Es un tema que debe ser analizado y aprobado en los Congresos. 7- Es importante el financiamiento público efectivo, que contemple la aplicación de la cuota de género en losprogramas de capacitación y campañas electorales. 8- En Perú: Comprometer a los gobiernos regionales y locales, para que en alianza con organizaciones de la sociedad civil, realicen campañas de sensibilización e información 38 sobre la importancia de contar con documentos de identidad como paso previo para el ejercicio de otros derechos; así como para la implementación de medidas de exoneración de pagos, especialmente dirigidas a las mujeres en las zonas rurales y comunidades andinas, amazónicas y afrodescendientes. 9- Difundir y potenciar la Decisión 711 del Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores que crea el Consejo Andino Asesor de Altas Autoridades de la Mujer e Igualdad de Oportunidades, que tiene entre sus objetivos “apoyar al proceso de integración subregional con un enfoque de derechos humanos, de género e interculturalidad, particularmente de las mujeres, que tiendan a la igualdad de oportunidades entre mujeres y varones, la eliminación de la violencia hacia la mujer y la construcción de una nueva sociedad regional más justa y equitativa”. Fuentes: Archivos Congreso de la República de Perú Libro Hilos de mi vida, Hilaria Supa Huamán. Congreso de la República, 2010 Archivo MAM Fundacional http://www.manuela.org.pe/la-mujer-y-el-poder/ http://www.manuela.org.pe/2011-la-agenda-por-la-igualdad/ http://www.manuela.org.pe/biblioteca-digital/ http://portal.jne.gob.pe/prensaypublicaciones/archivonoticias/Paginas/ UNAPRESIDENTAREGIONALY51ALCALDESASINICIANSUMANDATOENTODOELPERU.aspx http://revistasinvestigacion.unmsm.edu.pe/index.php/derecho/article/ viewFile/10558/9730 (Consultada el 11 de mayo de 2012). 39 Nuevos Paradigmas de justicia1 Susana Chiarotti 1. La rebelión de las mujeres frente al derecho La historia de la humanidad de los últimos 4 milenios, escrita en general por varones, permite (a pesar de esto) encontrar, en todos los países, a lo largo de los siglos, ejemplos de mujeres que se rebelaron frente a las normas patriarcales y trataron de cambiarlas. Es probable que las rebeldes hayan sido muchas, solo que no fue registrado. Esas rebeliones fueron en su mayoría castigadas y el castigo mostrado como ejemplar a través de la literatura, el teatro, la pintura, para aleccionar a las mujeres. Un ejemplo claro es el de Antígona2. Ella es emparedada viva en una tumba excavada en la roca, por haber desafiado la ley de la ciudad; por haber quebrantado la prohibición ordenada por Creonte de realizar los ritos fúnebres en el cadáver de su hermano Polinices. Todo el coro de ancianos había prometido respetar la ley dictada por Creonte quien había dejado claro que mientras el gobernara la ciudad, a ninguna mujer se le permitiría quebrantar la ley. Tanto el mito como su representación teatral tenían el propósito de aleccionar a las mujeres y enseñar que la ley del padre debía ser obedecida. En la época posterior a la colonización de América, hubo también muchos ejemplos de mujeres que se enfrentaron a las normas vigentes con coraje, muchas veces a riesgo de sus vidas. En los museos de la inquisición coloniales, como en el de Lima, pueden verse aún instrumentos de tortura destinados a reprimir y controlar a las mujeres, como los artilugios para que se callaran3. Si había que hacerlas callar, era porque hablaban y porque lo que decían, incomodaba En la Europa de la edad media, luego de la mortandad ocasionada por la peste, procrear era una obligación y en función de la repoblación se dictaron numerosos decretos prohibiendo el uso de mecanismos para regular la fecundidad, cuya utilización fue declarada ilegal y además una herejía. Las mujeres que desafiaban esas normas, así como las que conservaban los saberes sobre los partos y/o llevaban una vida más libre e independiente, eran sospechadas de herejía y podían ser condenadas a la hoguera. Murieron miles de mujeres en un genocidio destinado a imponer definitivamente la maternidad sin deseo, el confinamiento de las mujeres en el hogar y su acatamiento de las tareas de cuidado como “su misión”. 1 Este ar culo fue escrito como introducción a un Bole n del CLADEM (Comité de América La na y el Caribe para la Defensa de los derechos de la Mujer, en marzo 2015. 2 An gona es el tulo de una tragedia de Sófocles, basada en el mito de An gona y representada por primera vez en 442 a. C. 3 En el Museo de la Inquisición de Lima hay una máscara que se ajustaba a la cara. Contenía un cuchillo que se introducía en la boca y cortaba la lengua en caso que se moviera. Estaba des nado a las mujeres como cas go por hablar demasiado. 41 Algunas autoras 4 consideran a la maternidad sin deseo como un paso para lograr la “madre patriarcal”, aquella que está dispuesta a sacrificar al hijo para mantener el poder del padre como Yocasta, la madre de Edipo. La rebelión de las mujeres frente a las normas durante la edad media fue reprimida con torturas, persecución y muerte (ahogadas, ahorcadas, en la tortura o en la hoguera). Los estudios de Federici 5 demuestran por otro lado, cómo toda esa represión no era casual sino que tenía como objetivo controlar a las mujeres, desvalorizar el trabajo reproductivo y facilitar la apropiación de ese trabajo de manera gratuita. Siglos después, las mujeres francesas que participaron de la revolución de 1789 y reclamaron la igualdad de derechos, también fueron duramente reprimidas. La guillotina, la cárcel y el exilio fueron las consecuencias de querer redactar una norma que proclamara que las mujeres tenían los mismos derechos que los varones. Deberíamos asombrarnos ante la indiferencia de aquellos revolucionarios a los que no les llamó la atención que más de la mitad de la población quedara fuera de la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano. Aún hoy, cuando las mujeres queremos cambiar la mirada sobre los fenómenos jurídicos, somos vistas con desconfianza. Incorporar la mirada de género en los estudios de derecho es una empresa que hasta la fecha sólo se ha hecho de manera parcial y aislada. Los logros obtenidos se deben más a la voluntad de personas que ponen su esfuerzo para ello que a políticas públicas educacionales. 2. ¿Porqué intervenir en la construcción del derecho? En general, queremos intervenir en el derecho para convertir lo legítimo en legal. Creemos que la igualdad entre los seres humanos, así como una vida sin discriminaciones ni violencia, son aspiraciones legítimas. El paso siguiente consiste en intervenir en el derecho vigente y convertir esas aspiraciones en normas legales, con fuerza jurídica. Los derechos no son un objeto estático, sino más bien un constructo histórico, “una invención humana, en constante y dinámica construcción y reconstrucción”6. Muchos derechos fueron conquistados después de intensas movilizaciones sociales, e incluso, después de que se vertiera mucha sangre. Es frecuente que antes de convertirse en una norma escrita los derechos se reclamen en las calles. En numerosas ocasiones las leyes son el resultado de las luchas y tensiones entre diferentes sectores o grupos dentro de una sociedad o estructura de dominación determinada. 4 Rodrigáñez Bustos Casilda, El Asalto al Hades, la rebelión de Edipo, primera parte. La autora, en una relectura del Edipo, muestra como Yocasta es el modelo de madre patriarcal, aquella que sacrifica a su cría, Edipo y lo manda matar, para salvaguardar a Layo, su esposo, de una amenaza enunciada por la profecía. 5 Federici Silvia, Calibán y la Bruja: Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. 6 Arendt Hannah. Los orígenes del Totalitarismo. Editorial Planeta. Barcelona, 1994. 42 Según Bourdieu “las estructuras de dominación no son a-históricas, sino el resultado del trabajo continuado (histórico por tanto) de reproducción al que contribuyen unos agentes singulares (entre los que están los hombres, con armas como la violencia física y simbólica) y unas instituciones: la Familia, Iglesia, Escuela y Estado”7. El derecho es una herramienta clave en ese sistema de dominación. Desde diversos espacios hemos sentido la necesidad de conocerlo a fondo y utilizarlo para el avance de las mujeres, utilizando distintas estrategias. ¿Cómo aparecemos las mujeres en el derecho? En general, los hombres son la regla, lo general y nosotras la excepción, lo particular, el capítulo especial. Según Pitch, no aparecemos como mujeres sino en cuanto esposas, madres, trabajadoras. “En caso contrario resultan incluidas en las categorías de “individuos”, “personas”, “ciudadanos”. Que estas personas sean presuntos seres masculinos se deriva del hecho de que el género-sexo femenino debe construirse explícitamente. Y ello se produce en primer lugar poniendo bajo tutela el cuerpo femenino potencialmente fértil y a través de la definición y la regulación de lo femenino en función de ese cuerpo”8. Para Pitch el derecho es también una modalidad de sexuación. Es decir, “el derecho contribuye a construir el género, que a su vez define el sexo y contemporáneamente, atribuye a ese género-sexo una sexualidad. A través del derecho se construyen sobre todo, o, mejor dicho, de manera explícita a las mujeres, como si el género-sexo masculino y la sexualidad que le acompaña fuesen obvios, es decir, normales, en el sentido justamente de ser la norma, el estándar de referencia; ... hoy esta construcción resulta quebrada, no unívoca, tal vez auto contradictoria, en cualquier caso sometida a negociaciones y a interpretaciones contradictorias.” En las últimas 4 décadas, numerosas autoras dieron lugar a una producción teórica feminista que revisa el derecho desde distintos ángulos y que nos permite ir develando los mecanismos jurídicos de la dominación patriarcal, a la vez que avanzar en la construcción de otro derecho. 3. La pérdida de la ilusión de la igualdad formal y nuevos paradigmas para alcanzar la igualdad real Cuando revisamos los discursos de las feministas que en las primeras décadas del siglo XX reclamaban el derecho al voto, observamos que había en ellos una ilusión latente: la de que el voto sería la clave para obtener la igualdad y ser plenamente ciudadanas. Sin embargo, a pesar que la obtención del voto femenino fue el puntapié inicial para otros muchos avances posteriores, no trajo automáticamente la igualdad. Las mujeres continuaban con restricciones en el manejo de sus bienes, 7 BOURDIEU, Pierre (2000) La dominación masculina, Barcelona, Anagrama. 8 Pitch, Tamar, Un derecho para Dos. Editorial Tro a. Madrid, 2003. 43 la autoridad sobre los hijos, las posibilidades de trabajar y tomar determinaciones importantes en sus vidas. Luego de obtener el voto se fueron observando, cada vez con mayor claridad, las numerosas leyes que mantenían un estatus subordinado para las mujeres. Lentamente se fueron eliminando las discriminaciones más ostensibles, como el permiso del marido para celebrar contratos de trabajo; la potestad exclusiva del padre sobre los hijos e hijas; el manejo arbitrario del marido de los bienes matrimoniales; la posibilidad del marido de declarar la insania de la mujer; de fijar unilateralmente el domicilio conyugal y muchas otras. Se avanzó también con el acceso al divorcio, que se fue ampliando progresivamente y se dictaron otras leyes que establecieron la igualdad en el matrimonio y prohibieron la discriminación en todos los ámbitos. Aún así, no era suficiente. Incluso contanto con todas esas leyes de igualdad formal no se podía alcanzar un estatus igualitario ni en la economía, ni en la política, ni en la calle, ni en la casa. El problema era más serio: las mujeres partían de un nivel de desventaja tal, que aunque corrieran a la misma velocidad que los varones, siempre permanecerían atrás. Es entonces, ya a finales de la década del 70, cuando las redactoras de la Convención para la Eliminación de todas las Formas de discriminación contra la Mujer (CEDAW) deciden incluir, en la Convención la diferencia entre igualdad formal e igualdad real. La incorporación de la diferencia entre igualdad formal (o de jure) e igualdad real (o de facto), abrió un nuevo panorama conceptual: el de las políticas de acción positiva para facilitar la igualdad de poblaciones en desventaja. A la vez, transformó el paradigma de la igualdad entre varones y mujeres, dándole más contenido, sacándolo del entorno más formalista y afincándolo en el análisis del contexto. El Comité reconoció que un enfoque jurídico o programático puramente formal, no es suficiente para lograr la igualdad de facto con el hombre, o igualdad sustantiva. La Convención requiere que la mujer tenga las mismas oportunidades desde un primer momento y que disponga de un entorno que le permita conseguir la igualdad de resultados. No es suficiente garantizar a la mujer un trato idéntico al del hombre. También deben tenerse en cuenta las diferencias biológicas que hay entre la mujer y el hombre y las diferencias que la sociedad y la cultura han creado. En ciertas circunstancias será necesario que haya un trato no idéntico de mujeres y hombres para equilibrar esas diferencias. El logro del objetivo de la igualdad sustantiva también exige una estrategia eficaz encaminada a corregir la representación insuficiente de la mujer y una redistribución de los recursos y el poder entre el hombre y la mujer. (RG 25, par.8) Por ello, -inspirándose en los avances del Comité para la eliminación de la Discriminación Racial- se incorpora a la Convención el mecanismo de las medidas 44 especiales de carácter temporal (o medidas de acción positiva) para avanzar hacia la igualdad real9. El concepto de “medidas” abarca una amplia gama de instrumentos, políticas y prácticas de índole legislativa, ejecutiva, administrativa, y reglamentaria, como pueden ser los programas de divulgación o apoyo; la asignación o reasignación de recursos; el trato preferencial; la determinación de metas en materia de contratación y promoción; los objetivos cuantitativos relacionados con plazos determinados; y los sistemas de cuotas 10. Concatenado con ese avance la CEDAW incluye otro: complejiza el concepto de discriminación. Ya no bastaba con ver si una ley tenía por objetivo discriminar a una población determinada, sino también registrar si leyes con contenido aparentemente neutro tenían resultados discriminatorios. Se incorpora entonces el concepto de discriminación por objeto (o directa) y discriminación por resultado (o indirecta). Ambas nociones profundizan la cuestión de la discriminación, avanzando por sobre los análisis realizados hasta la fecha y permitiendo la adecuación de cada situación al contexto11. Otro salto conceptual fue el de abrir un hueco en el dique que dividía lo público de lo privado y exigirle al Estado que se haga responsable porque las familias sean igualitarias; la crianza de los hijos y su educación sea compartida entre varones y mujeres y se eliminen los roles estereotipados para ambos sexos12. O sea, que el Estado se haga responsable por las inequidades que ocurren en los hogares. Hay aquí una ruptura de la barrera que dividía lo público de lo privado y hacía que la justicia hiciera caso omiso de las arbitrariedades que tenían lugar en el espacio doméstico. Al exigirle al Estado que sea responsable por lo que ocurra en el hogar, las discriminaciones en el ámbito privado se convierten en asunto público. Se exige al Estado que se interese por cómo se crian los hijos; como se reparten las tareas del hogar; cómo se intercambian las responsabilidades y se lo hace responsable por omisión en caso que no se cumplan estas obligaciones. Comenzaba a resquebrajarse aquí el modelo aristotélico de justicia, que diseñaba un sistema de justicia igualitario para los asuntos públicos y otro autoritario para los asuntos privados que permanecían sujetos a la voluntad del patriarca de la familia. Estos nuevos paradigmas abrieron la puerta a otros planteos, que se plasmaron en el campo de los derechos humanos. 9 CEDAW, ar culo 4. 10 CEDAW-Recomendación general No. 25, sobre el párrafo 1 del ar culo 4 de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, referente a medidas especiales de carácter temporal. 11 El Comité CEDAW define la discriminación indirecta en su Recomendación General 25: “Puede haber discriminación indirecta contra la mujer cuando las leyes, las polí cas y los programas se basan en criterios que aparentemente son neutros desde el punto de vista del género pero que, de hecho, repercuten nega vamente en la mujer. Las leyes, las polí cas y los programas que son neutros desde el punto de vista del género pueden, sin proponérselo, perpetuar las consecuencias de la discriminación pasada. Pueden elaborarse tomando como ejemplo, de manera inadver da, es los de vida masculinos y así no tener en cuenta aspectos de la vida de la mujer que pueden diferir de los del hombre. Estas diferencias pueden exis r como consecuencia de expecta vas, ac tudes y comportamientos estereo picos hacia la mujer que se basan en las diferencias biológicas entre los sexos. También pueden deberse a la subordinación generalizada de la mujer al hombre. 12 CEDAW, ar culo 5. 45 Los cambios propuestos desde el feminismo no se refieren sólo al derecho de fondo (por ejemplo, nuevos abordajes del femicidio/feminicidio), sino también al derecho procedimental o de forma. El derecho procesal también está siendo revisado, especialmente en el área del derecho penal. Temas como la recolección y procesamiento de pruebas; la necesidad de análisis del contexto en que se produjeron los hechos; el valor del testimonio de la víctima de delitos sexuales; la erradicación de estereotipos discriminatorios en el análisis de los casos han sido detectados como de vital importancia para garantizar el acceso a la justicia de las mujeres. En todas estas áreas el feminismo jurídico está haciendo grandes aportes teóricos que contribuyen de manera importante a la construcción de otro derecho, más inclusivo, menos invisibilizante. 4. La ruptura de barreras ancestrales: lo público y lo privado Durante la década del 80, las organizaciones y redes de mujeres de todo el mundo se alían con un objetivo común: Exigir que la violencia contra la mujer sea considerada una violación a los derechos humanos y un obstáculo para el desarrollo. Cientos de mujeres participaron de la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de Viena (junio de 1993) y de los debates previos que tuvieron lugar en las Pre conferencias regionales. Hubo también debates en las universidades y entre las organizaciones de mujeres y de derechos humanos. Hubo muchas reservas por parte de defensores de derechos humanos a nuestros planteos. ¿Para qué declarar los derechos de las mujeres como derechos humanos? ¿Acaso no éramos seres humanos? ¿Sabíamos los peligros que acarreaba declarar la violencia contra las mujeres como violación a los derechos humanos? Era un tema privado, no tenía la misma entidad que la tortura que practicaba la policía, por ejemplo. Otro argumento era que le abriríamos una oportunidad al Estado para la intromisión en la vida privada de las personas y para que los particulares sean responsables de las violaciones a los derechos humanos. Lo que se probó en Viena, con el Tribunal Internacional sobre violencia contra las mujeres que tuvo lugar en el Foro no Gubernamental de la Conferencia, fue que este tipo de violencia era permanente, extendida, grave y afectaba a las mujeres de todo el mundo. También se demostró que si los derechos humanos podían gozarse en el ámbito público y en el privado, también podían ser violados en ambas esferas y que el Estado debía ser el garante del goce y ejercicio de los derechos en todos los espacios. Este cambio de paradigma fue recogido luego en la Convención de Belém do Pará que lo incluye expresamente en su preámbulo, determinando el enfoque para toda la Convención. 46 En otro salto conceptual, bastante audaz, las redactoras de la Convención de Belém do Pará consagran expresamente un nuevo derecho humano: el derecho a vivir una vida libre de violencia13. Este es un derecho complejo. La Convención reconoce expresamente esto al aclarar, en el artículo 6 que este derecho incluye el de ser libre de toda forma de discriminación y el derecho a ser valorada y educada libre de patrones estereotipados de comportamiento y prácticas sociales y culturales basadas en conceptos de inferioridad o subordinación. Se reconoce aquí que la violencia no es un problema aislado, sino que constituye por un lado un síntoma de una sociedad discriminatoria y por otro como la causa de la continuidad de la subordinación. La consagración expresa de este derecho en un tratado constituye un recurso jurídico que aún no ha sido utilizado en toda su potencialidad. Al igual que otras estipulaciones expresas (como la de la Declaración y el Plan de Acción de Viena de 1993, que afirma que los derechos de las mujeres son derechos humanos), son dejados de lado muchas veces por sentir que dicen lo obvio. Ese fue también el reclamo de organismos tradicionales de derechos humanos frente a estos postulados: ¿por qué incluir cosas tan obvias en una Declaración o tratado?; ¿acaso las mujeres no son seres humanos?; ¿acaso no tienen derecho todos los habitantes del planeta a vivir una vida sin violencia? Estos reclamos pretenden minimizar la necesidad de visibilizar a las mujeres en el derecho, tanto nacional como internacional. Que estemos obligadas a decir lo obvio, debería avergonzar a los juristas. La barrera entre lo público y lo privado también es cuestionada también por otros avances que tuvieron lugar en el campo de población y desarrollo. Así, en la Conferencia del Cairo (setiembre de 1994) se incorpora el tema de la sexualidad y la reproducción humanas -temas del ámbito privado- a la consideración de los Estados. Asimismo, se considera al aborto (cuya responsabilidad siempre fue atribuida a las mujeres individuales) como un problema de salud pública. Lo que tradicionalmente era considerado de la esfera privada de los individuos, pasa a convertirse en un tema de responsabilidad del Estado. Estos avances fueron tomado luego por los Comités monitores de tratados para exigir informes a los Estados a la hora de reportar sobre su cumplimiento de los compromisos internacionales. La Convención de Belém do Pará incorpora otro paradigma importante al incorporar expresamente la interseccionalidad en el análisis de los casos de violencia. Así, en el artículo 9, se refiere a casos de discriminación múltiple y la necesidad que el Estado tenga especialmente en cuenta la situación de vulnerabilidad a la violencia que pueda sufrir la mujer en razón, entre otras, de su raza o de su condición étnica, de migrante, refugiada o desplazada. Asimismo, plantea que se debe considerar a la mujer que es objeto de violencia cuando está embarazada, es discapacitada, 13 Convención de Belém do Pará - “Ar culo 3: Toda mujer ene derecho a una vida libre de violencia, tanto en el ámbito público como en el privado”. 47 menor de edad, anciana, o está en situación socioeconómica desfavorable o afectada por situaciones de conflictos armados o de privación de su libertad. Esto obliga especialmente al sistema de justicia que, a la hora de investigar un caso de violencia, tiene que analizar el contexto interseccional en el que la mujer está situada para poder llegar a conclusiones ajustadas a la realidad. 5. El cambio de mirada sobre las estrategias legales: el reclamo de la implementación. Las mujeres de América Latina y el Caribe vivimos en países que, en general, han ratificado la mayoría de los tratados de derechos humanos tanto del sistema universal (ONU) como del regional (OEA). Los Estados de la región también cuentan en la actualidad con constituciones reformadas en fechas recientes, para incorporar los nuevos avances en derechos humanos, pluralismo cultural y en algunos casos legal y las normas sobre equidad de género, entre otras. Asimismo, se han dictado numerosos códigos y leyes que contienen marcos jurídicos renovados, como en el campo de la niñez y adolescencia; la salud reproductiva; la salud mental; los derechos del paciente; derechos de la pareja; reconceptualizaciones de los delitos contra la libertad sexual y muchos otros temas. En la mayoría de esas transformaciones jurídicas, el movimiento de mujeres ha tenido participación activa. También se han hecho esfuerzos gigantescos para que los tratados internacionales sean ratificados a nivel nacional, como en el caso del Protocolo Adicional de CEDAW. Sin embargo, la situación de discriminación contra las mujeres persiste. Se ha constatado que, aunque el marco jurídico actual no sea el ideal, tiene numerosos avances en términos de derechos que, si se implementaran en su totalidad, implicarían cambios importantes para la situación de las mujeres. Pero la mayoría de las normas que nos favorecen no se implementan o se lo hace parcialmente. Muchas de las leyes de violencia que exigen un presupuesto para la puesta en marcha de políticas públicas, no han sido dotadas de fondos. La exigencia de contar con sistemas estadísticos que den cuenta de la situación de las mujeres y las niñas, aún no fue cumplida por ningún país. En algunos países se sanciona la norma principal y se la mantiene sin reglamentar durante años, lo que impide su efectiva aplicación. Esta situación ha hecho que se complejice la mirada sobre las estrategias legales. En la Alianza Intercontinental de Redes que trabajan con Derecho y Desarrollo, hemos mantenido diálogos con redes de Asia y África que han hecho un proceso de revisión similar. Las conclusiones son parecidas. Las colegas asiáticas y africanas también constataron que uno de los principales problemas jurídicos para las mujeres en la actualidad es la falta de implementación de los tratados internacionales en la arena local (lo que las africanas denominan “domesticación de los tratados”) y de la normativa que lograron en los últimos años y por ello se 48 negaron enfáticamente a trabajar para lograr una nueva convención internacional. El eje actual, entonces, se concentra más en la implementación de las normas ya ratificadas o sancionadas, que en la obtención de nuevas normas. Las organizaciones de mujeres están minimizando el rol de la letra de las leyes como elemento transformador de la realidad. A la par de normativas adecuadas se exige un presupuesto acorde, políticas públicas y medidas sociales sostenidas en el tiempo para la implementación efectiva de las normas. 49 Claves feministas para la formación de lideresas Marcela Lagarde y de los Ríos La epistemología feminista es clave para comprender el significado de la práctica política feminista y contribuye al empoderamiento de las mujeres al sustentar con solidez el desarrollo de conocimientos, interpretaciones, capacidades y habilidades de liderazgo feminista de las mujeres. La perspectiva feminista es indispensable para liderar de manera efectiva a favor del empoderamiento y adelanto de las mujeres, y de la igualdad entre mujeres y hombres, en un mundo caracterizado por diversas hegemonías de dominación contrarias a la igualdad y la prosperidad cotidiana de las personas. Son procesos que se potencian al estar articulados entre sí: la hegemonía patriarcal, el capitalismo neoliberal y el neocolonialismo en el marco de la globalización. Ese mismo mundo se caracteriza, también, por las alternativas para enfrentar dicha hegemonía, que propugnan por un nuevo paradigma de democracia y desarrollo solidario e incluyente, y han logrado avances importantes, de manera desigual y parcial, para lograr que sean vigentes los derechos humanos, la justicia, la paz y la libertad. El feminismo es la tradición histórica libertaria protagonizada, de manera mayoritaria, por mujeres rebeldes, insumisas y transgresoras ante la opresión, que han encontrado en utopías modernas humanistas, la razón y el discurso, para su propia liberación. Sin embargo, dichas utopías han sido patriarcales, androcéntricas y excluyentes de las mujeres. Por ello, las feministas han hecho la crítica deconstructiva1 de la modernidad y han develado, desde su condición genérica, incoherencias de la modernidad tales como el patriarcalismo de la democracia con la supremacía de un sujeto, la eliminación de la diferencia, el androcentrismo, la parcialidad, inequidad, e insuficiencia del desarrollo, el monopolio de bienes materiales y simbólicos, de la razón, la verdad, el poder y el progreso, y la destrucción social y de la naturaleza, entre otras. La exigencia feminista de cambio se ha expresado en lo privado y lo público y ha tocado todos los aspectos de la vida social y la cultura. Desde esta perspectiva crítica las feministas han exigido a la modernidad la realización radical de sus postulados: democracia, desarrollo y progreso, en igualdad 1 Para Derrida, la deconstrucción debe “…por medio de una acción doble, un silencio doble, una escritura doble, poner en prác ca una inversión de la oposición clásica y un corrimiento general del sistema. Será sólo con esa condición que la deconstrucción podrá ofrecer los medios para la intervenir en el campo de las oposiciones que cri ca y que es también un campo de las fuerzas no discursivas. … Jonathan Culler agrega: “El prac cante de la deconstrucción opera dentro de los límites del sistema pero para resquebrajarlo…deconstruir un discurso filosófico equivale a mostrar como anula la filoso a que expresa…” Culler, Jonathan: Teoría crí ca después del estructuralismo, pp: 79-80, Cátedra, Madrid, 1982. 79-80 51 y con universalidad. Por eso el feminismo se ha ido constituyendo en un nuevo paradigma. Los movimientos y las mujeres feministas han imaginado, reconocido y exigido otros mundos posibles, otros modos de organización de la sociedad y otros contenidos culturales basados en la igualdad entre mujeres y hombres (y entre todos los desiguales), han realizado acciones en sus vidas personales y en el mundo público, a través de movimientos políticos de género y de su participación en las más diversas luchas de emancipación y procesos de cambio paradigmáticos en cada época, para establecer condiciones en el mundo y en sus vidas de pleno respeto a los derechos y las libertades de las mujeres. Al hacer política, las feministas han participado en desigualdad y bajo discriminación, en los movimientos sociales y políticos de la modernidad. Movimientos revolucionarios, de independencia, anticoloniales, antirracistas, antiimperialistas, antinucleares, obreros, laborales y de clase, estudiantiles y académicos, ecologistas, por la soberanía de sus pueblos, en movimientos antimilitaristas y pacifistas para poner fin a guerras, insurrecciones e invasiones, han participado en movimientos por los derechos civiles y las libertades democráticas y por la vigencia de los derechos humanos. Se han manifestado contra todo tipo de injusticias, violencias, y precariedad, y contra la depredación de la naturaleza y del patrimonio material y simbólico. Los movimientos feministas han propiciado cambios sociales e institucionales desde lo local hasta lo global. Han contribuido a reparar el tejido social dañado, así como a representar las necesidades y los intereses de las mujeres, de otros sujetos de género y otros sujetos sociales, movimientos cuyo contenido específico está cifrado en la denuncia de diversas opresiones y violencias, del sexismo, el racismo y el etnicismo y cualquier forma de dominación sectaria, así como en la búsqueda de la justicia. Los derechos modernos de las mujeres en el mundo entero han emanado del feminismo. Las feministas han contribuido al reconocimiento y ejercicio de la democracia y la vigencia de los derechos humanos, así como a la redefinición y consecución de una ciudadanía renovada con los sujetos emergentes. Por la magnitud de la implicación feminista en la transformación de la modernidad es evidente que las feministas han participado también en los movimientos innovadores artísticos y culturales y han elaborado una obra creativa y diversa en esas esferas. La historia de los diversos feminismos es compleja y amplia, en la actualidad su peso es indiscutible por su contribución a visibilizar situaciones oprobiosas, a establecer condiciones sociales para mejorar la calidad de vida y a la creación de pautas novedosas para la democracia y el desarrollo. Por eso, es imprescindible conocer el pensamiento y la política feminista, la evolución de sus tesis y propuestas, los nuevos conocimientos aportados, los movimientos y las acciones que ha impulsado, así como las transformaciones a las que contribuye en la actualidad. Conocer esa historia en sus diversos relatos sirve de inspiración, por la densidad de su elaboración intelectual y por el compromiso y la enjundia manifiestos en las acciones politicas feministas. Contribuye, también, a la transformación subjetiva de quien lo conoce a su empoderamiento de género. 52 Comprender la diferencia entre pensar y actuar feministamente y pensar y actuar patriarcalmente, es clave para incidir en el avance de las mujeres, la superación de la opresión de género, el mejoramiento de nuestras condiciones de vida, la democratización y el desarrollo de la sociedad. Liderar en la actualidad siendo mujer, coloca a las líderes, aunque no se lo propongan, en el sitio simbólico y político de la representación colectiva de género y requiere del conocimiento de los avances logrados local y globalmente para articular la causa propia a los retos y desafíos de la causa de las mujeres. Es necesario sostener la calidad y la fortaleza de organizaciones, instituciones y movimientos, de cualquier acción política y de los liderazgos de mujeres, personales y colectivos, civiles, profesionales, políticos, artísticos, y culturales, tanto con el bagaje creado por los feminismos, como por su perspectiva filosófico política. La epistemología Pensar de manera feminista requiere conocer hallazgos y aportaciones de la epistemología feminista. La epistemología es el campo del pensamiento que contiene formas de aproximación filosófica, teórica y metodológica a procesos, problemáticas, hechos y temáticas sociales y culturales, políticos, jurídicas sustantivas. La epistemología contiene las maneras en que conocemos, entendemos, interpretamos y analizamos los hechos y procesos en el mundo en el que vivimos y en la historia. Se ubica en ámbitos académicos, científicos, artísticos, en los que se desarrollan formas de conocimiento analíticas basadas en metodologías científicas. Comprende la historia del pensamiento, los descubrimientos y las incógnitas que nos planteamos de manera especializada, quienes nos situamos en esos espacios. En cada época y lugar, la epistemología feminista se ha desarrollado en confrontaciones políticas, en diálogo crítico y reflexivo con otras concepciones e interpretaciones del mundo. Los temas de la epistemología feminista cuentan con relatos e interpretaciones distintas y contrarias en las mentalidades colectivas a través del en el sentido común, de creencias religiosas y de ideologías diversas. Desde luego, dichos temas son materia de intelectuales que los abordan desde otras concepciones y otras epistemologías. Las personas y los grupos tienen formas combinadas y contradictorias de comprender el mundo y la vida, su subjetividad está marcada por el pensamiento y las creencias mágicas y religiosas, por ideologías que no se sustentan en la ciencia y por formas empíricas de conocimiento a las que incorporan algunos rasgos provenientes del conocimiento científico. La subjetividad individual y las mentalidades colectivas, contienen la interpretación que damos a la experiencia vivida, son mezclas dinámicas y estructuradas, más o menos inestables. En suma, las personas comprendemos el mundo a través de una conjunción compleja de ideas, interpretaciones y análisis simultáneos que provienen de 53 distintas épocas del desarrollo de la historia. Nosotras tenemos ideas de diferentes siglos, creemos muchas cosas que no podemos probar y queremos probar cosas imposibles, acudimos a métodos y formas que nos conducen a la prueba y, al mismo tiempo, sostenemos ideas de fe, que no ameritan ser probadas. Vivimos desde ese pensamiento mezclado, sincrético. Así, hay diversas y disímbolas interpretaciones de los acontecimientos de la vida social y de los procesos históricos en los que estamos inmersas, algunas derivadas de la ciencia y otras, de múltiples creencias y formas de ver e interpretar el mundo. Durante siglos, los hechos referidos a las mujeres y los relativos al género han sido interpretados de manera ahistórica, naturalista y escencialista con fines opresivos. Por eso, construir una epistemología con fundamentos científicos ha sido invaluable para el avance de las mujeres en los últimos tres siglos, una epistemología feminista anclada en sólidos conocimientos científicos históricos y filosóficos ha sido un recurso político emancipatorio y de libertad y ha permitido avances de las mujeres en el mundo en condiciones de una gran desigualdad. El segundo sexo, de Simone de Beauvoir2, texto emblemático contiene una epistemología feminista fundada y sistematizada y además su aplicación a diversas materias, con lo que Simone de Beauvoir mostró que conocer, analizar e interpretar desde otro lugar y desde una perspectiva histórico crítica, permite develar lo que creencias, mitos e ideologías, pretendían ocultar o distorsionar y, generar nuevos conocimientos. Al respecto la antropóloga Donna J. Haraway3 sostiene que “… yo, con otras muchas feministas, quiero luchar por una doctrina y una práctica de la objetividad que favorezca la contestación, la deconstrucción, la construcción apasionada, las conexiones entrelazadas y que trate de transformar los sistemas de conocimiento y las maneras de mirar. Pero no podrá lograrlo cualquier perspectiva parcial. Debemos ser hostiles a los relativismos fáciles y a los holismos construidos a base de destacar y subsumir las partes…Resulta incluso posible leer la historia de las revoluciones científicas en los términos de esta doctrina feminista de la racionalidad y de la objetividad. La ciencia ha sido utópica y visionaria desde el principio y ésa es una de las razones por la que <nosotras> la necesitamos”. El feminismo El feminismo es una cultura crítica que conforma un horizonte histórico moderno ilustrado. En sus orígenes se expresa como la crítica al orden patriarcal, a la condición de género de las mujeres y de los hombres, a la desigualdad y la injusticia de género. En la esfera de las ideas, de las ideologías políticas el feminismo se manifiesta como crítica al pensamiento androcéntrico ilustrado y la realiza a través de su deconstrucción, lo que da lugar a un nuevo pensamiento creado por mujeres feministas. 2 Beauvoir, Simone de: El segundo sexo. Obras Completas: tomo III, Aguilar, Madrid, 1981. 3 Haraway, J. Donna: Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza, p: 330, Cátedra, Feminismos, Madrid, 1995. 54 Desde sus inicios y hasta ahora, el feminismo se ha caracterizado por la crítica, las acciones reivindicativas, la exigencia, y también por la elaboración de propuestas, muchas de las cuales han sido consideradas en su momento como utópicas. Sin embargo, a partir de ellas se crearon alternativas reales y concretas a través de acciones políticas, sociales y culturales. La lectura y la escritura, la investigación científica, la academia y las artes, han sido claves para las mujeres como recursos para el desarrollo del pensamiento analítico y crítico surgido de la experiencia producto de contradicciones e innovaciones económicas, sociales y culturales diversas. En sus diversos procesos, el feminismo implica conocimientos ilustrados y, por eso, es indispensable el conocimiento de textos especializados de las feministas, para conocer, en sus fuentes, el pensamiento y las circunstancias que generan sus acciones. Algunas mujeres, aunque no se han denominado feministas, lo han sido al atreverse a dudar del orden establecido: a dudar de la palabra del padre, de los guías espirituales, los intelectuales, los líderes políticos, incluso de científicos, y porque contribuyen a la crítica de la razón patriarcal de los hombres y piensan por su cuenta. Feministas y mujeres rebeldes y críticas, se atreven a dudar de lo dicho, lo establecido, lo creído y se orientan por tener interpretaciones y conocimientos fundamentados, por el análisis crítico y la complejidad. Los aportes de quienes han asumido una identidad feminista y se han avocado a desarrollar teorías, análisis, investigaciones, han impulsado agendas y cambios han tenido una gran incidencia en la crítica de la modernidad excluyente y depredadora. La duda es un recurso epistemológico-político. Si dudamos, tenemos la posibilidad de pensar por nosotras mismas, de crear pensamiento propio, clave para los liderazgos. Los cambios cualitativos en las historia de las mujeres han sido posibles gracias al pensamiento propio, a las opiniones e interpretaciones propias sobre la vida personal y la de otras mujeres, de las relaciones con los hombres, de la sociedad, el Estado, la cultura y el mundo. Los conocimientos generados desde una perspectiva feminista corresponden con esa calidad a tal punto, que se mantienen y ensanchan a pesar de las descalificaciones androcéntricas y patriarcales. Arduos han sido los caminos para la autonomía del pensamiento de las mujeres4. Cada nueva generación de mujeres, cada nuevo grupo de mujeres, cada mujer que incursiona en busca de explicaciones, conocimientos y sentido alternativo al orden imperante, ha debido hacer su propio proceso. Es necesario conocer la historia de las ideas y la política feminista, la antigua y la reciente, analizarla y estudiarla para saber a qué condiciones se enfrentaron quienes nos antecedieron, qué circunstancias enfrentan nuestras contemporáneas, cuáles son los desafíos que se nos presentan y cómo potenciar nuestras acciones. 4 Lagarde y de los Ríos, Marcela: Claves feministas para el poderío y la autonomía de las mujeres. En Claves feministas para mis socias de la vida, pp: 25-130, horas y HORAS, Madrid, 2005. 55 La organización social patriarcal Para conocer la epistemología feminista, la primera categoría que debemos analizar es la categoría de patriarcado, ese es el nombre que le dan las historiadoras, las sociólogas, las antropólogas y las juristas feministas, a formas de organización social específicas basadas en la dominación del género masculino sobre el género femenino. Pero además es, también, la dominación de unos hombres sobre otros hombres, no sólo sobre mujeres; el patriarcado implica una dominación intergenérica y una dominación intragenérica. Es una dominación de sexo-género y edad en la que los hombres adultos y poderosos dominan a las mujeres y a otros hombres con menor poder, en las relaciones y las prácticas sociales y en las instituciones. En cuanto a la dominación de los hombres sobre las mujeres, Celia Amorós plantea que podría considerarse al patriarcado como una especie de pacto interclasista metaestable, por el cual se constituye en patrimonio del genérico de los varones, en cuanto se autoinstituyen en sujetos del contrato social ante las mujeres que son, en principio, las pactadas”5. Como antropóloga utilizo el concepto organización social patriarcal6, para hacer referencia a sociedades concretas. En las sociedades modernas contemporáneas se caracterizan por una organización social patriarcal reformada, parcialmente, desde la perspectiva democrática de género, y en la que se avizoran tendencias hacia posibles formas de organización genérica distintas del patriarcado. Las sociedades premodernas, no ilustradas presentan diversas formas de organización patriarcal tradicional cuya característica es que alcanzan grados extremos de supremacismo masculino y dominación patriarcal sobre las mujeres, combinadas con formas de dominación, de quienes detentan los poderes, basadas en la clase, la raza, la etnia, sobre mujeres y hombres. Las sociedades premodernas se caracterizan por un trato injusto y discriminatorio a las mujeres, en ellas los poderes políticos civiles, religiosos, militares, familiares, clánicos personales e institucionales, son totales sobre las mujeres. En el mundo moderno occidental (en grados distintos por países) los poderes no son totales y las mujeres tenemos mejores condiciones de vida y desarrollo genérico personal y colectivo, aunque mediado y modificado por condiciones de mundo, de clase y otras más, que relativizan y diversifican esta situación. Con todo, para enfrentar y desmontar el patriarcado las feministas de diversas épocas han considerado central la transformación de la sexualidad porque es la base de la dominación genérica patriarcal. Lo que ha estado sujeto a transformaciones parciales es la norma obligatoria de la heterosexualidad y la conformación de las mujeres en seres-para-la-sexualidad, en particular para la maternidad y para el placer sexual de otros. Los modelos estereotipados de género crean el deber ser 5 Amorós Celia: Feminismo: igualdad y diferencia, p: 27, PUEG, UNAM, México, 1994. 6 Lagarde y de los Ríos, Marcela: Género y feminismo. Desarrollo Humano y democracia, pp: 54-56, horas y HORAS, Madrid, 1996. 56 materno y el deber ser erótico-estético, que estructuran modelos y modos de vida de las mujeres expropiadas de subjetividad, como cuerpos-para-otros7. Nuestra sexualidad no es una sexualidad abierta sino especializada en la maternidad y el erotismo para el placer de otros. Como especialistas sexuales, a las mujeres nos corresponde procurar placer sexual a los hombres y ser las madres de los hijos de los hombres. El trabajo de las mujeres está supeditado a ese esquema. En lo privado y en lo público: es un deber cuidar y sostener el desarrollo de los otros, de la familia, de la comunidad. Por eso, elaboré la categoría madresposa, que remite a un destino sexual y de género en la conyugalidad heterosexual obligatoria y naturalizada, y la maternidad como deber ser. Por eso tomé de la denominación patriarcal el concepto putas para convertirlo en categoría analítica y mostrar la heterodesignación genérica estigmatizante a las mujeres como especialistas en el placer erótico de otros8. Y, desde una perspectiva del poder, todo ello vivido por las mujeres en cautiverio9. La dominación patriarcal que genera la opresión de las mujeres se logra a través de formas de expropiación. Se expropia la libertad sexual al prohibir y obligar a las mujeres a cumplir con deberes sexuales a través de la heterosexualidad, condición fundante de la sexualidad patriarcal que obliga y construye sociedades de intercambio y conexión sexual entre mujeres y hombres. Sin embargo, en la actualidad, algunas pautas sociales, culturales y jurídicas de la sexualidad están en crisis. La modernidad trastocada por el feminismo ha incidido en profundas transformaciones de la sexualidad, en particular de las mujeres, de acuerdo con sus condiciones históricas: a mayor modernidad mayor autonomía y libertad sexual, bases para una sexualidad que no está al servicio de los otros, ni bajo dominación. A lo largo del siglo XX y lo que va del XXI, se han puesto las bases de la apropiación de su sexualidad por parte de las mujeres y, con ello, de su transformación en sujetos sexuales y en seres-para-sí. Las claves feministas de la sexualidad han permitido la libertad sexual de las mujeres: la maternidad elegida, el aborto y la contracepción fundamentales en la eliminación de embarazos obligatorios, la posibilidad real de decidir no ser madres o ser madres más tarde (con la eliminación de embarazos adolescentes y muy jóvenes) y ser madres de menor número de criaturas, todo ello ha mejorado la salud, ha eliminado riesgos mortales y mejorado la calidad de la vida. Esos cambios aunados al establecimiento del divorcio y la liberación de tiempo, predestinado a los otros, ha permitido a las mujeres el estudio, el trabajo y la 7 Basaglia, Franca: Mujer, locura y sociedad. Universidad Autónoma de Puebla, 1981. 8 Ídem: Los cauƟverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas, p: 363-637, UNAM, México, 1990, 9 “Cau verio es la categoría antropológica que he elaborado para sinte zar el hecho sociocultural que define el estado y la condición de las mujeres en el mundo patriarcal. Se concreta polí camente en la específica relación de las mujeres con el poder y se caracteriza por su privación de la libertad y su débil poderío”. Ídem , p: 151, UNAM, México, 1990, 57 participación política: se han empoderado frente a los hombres y las instituciones. Sobre todo, se ha modificado la condición de género y ha dejado de ser solo una especialización en la sexualidad. La paulatina eliminación de la heterosexualidad como única vía para la sexualidad de las mujeres y la emergencia de una tendencia social de mujeres que no se relacionan sexualmente con hombres, o con nadie o se relacionan sexual y amorosamente con mujeres, así como el matrimonio entre personas del mismo sexo, les permiten optar por otras vías para realizar la maternidad. Los cambios señalados atañen a unas mujeres y no a otras y además simultáneamente, continúan mecanismos opresivos sobre las mujeres tales como la expropiación, Teresita de Barbieri10 sostiene que se expropian a las mujeres la sexualidad y los productos de las mujeres. ¿Cuáles son los productos de las mujeres? Desde el punto de vista sexual, sus hijos y sus hijas, quienes patriarcalmente son hijos de su padre, pues se impone la monogamia a las mujeres, para tener certeza sobre la paternidad. Con ello se impide que las mujeres establezcan otras parejas sexuales y se asegura que los hijos le sean asignados al cónyuge. La expropiación a las mujeres, se extiende a otros terrenos: también se expropia a las mujeres su trabajo al no considerarlo trabajo. Por eso lo llamamos trabajo invisible. Sobre todo el trabajo derivado de la conyugalidad, la maternidad y la domesticidad convertidas en deber ser de las mujeres. Se considera parte de su naturaleza, de una condición de género patriarcal, significada como natural, casi animal. En un discurso que considera al trabajo como la marca evolutiva humana y define genéricamente sólo al hombre y a los hombres. Se separa y se opone el trabajo físico al trabajo intelectual y creador. Se oculta que en el trabajo y las actividades de las mujeres hay creatividad y un esfuerzo vital que implica a la subjetividad y al cuerpo de manera integral. Al naturalizar las acciones de las mujeres y no considerarlas producto de un esfuerzo vital humano, se produce la invisibilidad del trabajo y de las mujeres mismas como sujeto creador, hasta lograr que la sociedad no las considere trabajo ni como actos creativos, y no les de el tratamiento económico y social que le da a otros trabajos y actividades. Por eso, la invisibilización es un mecanismo ideológico de expropiación y explotación del trabajo de las mujeres. La expropiación a las mujeres abarca el pensamiento, las ideas. Es importante identificar los mecanismos de apropiación del pensamiento y la creatividad de las mujeres. Dicha apropiación-expropiación se da en el ámbito privado: familiar, amistoso, conyugal, y en las esferas del trabajo público: burocrático, empresarial, industrial, agrario, académico y científico, político y artístico, y en el de la comunicación. Se oculta la creatividad intelectual, artística, espiritual de las mujeres de muchas maneras, la principal, es considerar lo que hacen las mujeres como una “ayuda” al verdadero trabajo que hacen hombres y, además, al mantener 10 De Barbieri, Teresita: Trabajo domésƟco, trabajo remunerado. México, UNAM, 1980. 58 a las mujeres en condición social de ayudantes, aprendices, asistentes lideradas, bases, de los hombres. Se expropia la creatividad de las mujeres al atribuir sus actividades y sus productos, al colectivo, como “cosas de mujeres” y, con ello se diluye el aporte y la sabiduría de cada mujer en la producción material e intelectual. Se logra, también, al no reconocer, no citar, no hacer referencia a la autoría de sus creadoras, al aparecer su trabajo con seudónimo o bajo la autoría de algún hombre, un equipo, una institución. Se invisibiliza la creatividad de las mujeres al propiciar el anonimato de la producción, o con usos y costumbres como la autoría jerárquica (se adjudica la autoría al jefe), o tras haber participado en fases previas de creación, con la exclusión de las mujeres de espacios y actividades en que su autoría sería evidente, y con un sin fin de mecanismos, incluidos, desde luego, el plagio y el robo de los productos de la subjetividad de las mujeres. Con la modernidad y conforme se dieron avances de las mujeres en espacios antes prohibidos o no permitidos, en profesiones, oficios o actividades que no eran para las mujeres, los mecanismos patriarcales de expropiación se han actualizado y sofisticado. Las pioneras muchas veces han sido expropiadas, no han podido publicar con su nombre y lo han hecho con nombre de hombre; literatas, músicas, escultoras han publicado con el nombre de sus esposos o amantes, o han inventado seudónimos para ser publicadas y leídas. El anonimato es otro mecanismo de expropiación y, en muchas ocasiones, se apela a la modestia (natural) de las mujeres para que renuncien a reclamar sus ideas como propias. Podemos imaginar la cantidad de mujeres anónimas a quienes les han quitado sus ideas y sus creaciones. Lo constatamos aún en la actualidad11. Los hechos de las mujeres han sido considerados sin valor o inaceptables sólo “porque lo dijo o lo hizo una mujer” o porque lo sostuvo fuera de los espacios legitimados. En cambio esas ideas y obras han sido bien recibidas suscritas, robadas o plagiadas por hombres. El género Es común que al referirnos a las mujeres, la problemática de las mujeres o las alternativas para eliminar las formas de discriminación contra las mujeres, nos refiramos a ello como temas, asuntos o propuestas de género. Lo que ha conducido a que se crea que el género se refiere sólo a las mujeres y fuera sustituible una palabra por la otra. No es así. 11 Joanne Kathleen Rowling, autora de las novelas de Harry Po er, la saga juvenil, con millones de libros traducidos a más de 30 idiomas y llevada con éxito al cine, en 1997, por indicaciones de su editor, firmó su primera novela Harry PoƩer y la piedra filosofal como J. K. Rowling “porque un nombre femenino en la portada atraería menos el interés de los niños”. Con el empo y la fama, Joanne Kathleen apareció en público y ya no oculta que es mujer, pero sigue firmando J. K. 59 El género es un conjunto de atributos asignados a las personas por su sexo, definido históricamente y organizado políticamente por la sociedad. Cada sociedad se organiza para lograr el “tipo” de mujeres y hombres que corresponde a los contenidos de esa formación económico-social-política y cultural. Es preciso también, dar cuenta de las marcas de género, clase, etnia, y otras más que definen a las instituciones del Estado y de la sociedad civil tanto, como a los grupos y personas que las reproducen cotidianamente. Las instituciones, el derecho, el sistema judicial, el de educación, el de salud, las iglesias, los movimientos sociales, los sindicatos, los partidos políticos, la economía, las empresas, la banca, los medios de comunicación no son neutros, se articulan por intereses definidos por esa complejidad y tienen marca de género. La autora de la categoría de género es la antropóloga Gayle Rubin12 y se reconoce también, a la historiadora Joan Scott13, como otra feminista que, de manera simultánea, sintetizó la categoría de género., entre muchas otras que contribuyeron con sus trabajos a esa síntesis cuyas bases articuló Simone de Beauvoir 14 décadas antes. En el inicio del Segundo sexo, Simone de Beauvoir expuso una epistemología de su creación, basada en una perspectiva histórica proveniente de su formación marxista, y la crítica deconstructiva del pensamiento humanista más avanzado de su tiempo, y, en consecuencia, su superación. Con ello sentó las bases de la epistemología feminista que fundamenta a la perspectiva y la teoría de género. Gayle Rubin llamó sistema sexo/género a “…esa parte de la vida social que es la sede de la opresión de las mujeres, las minorías sexuales y algunos aspectos de de la personalidad humana en los individuos…el sistema sexo/género, por falta de un término más elegante. Como definición, un sistema sexo/género es el conjunto de disposiciones por el que una sociedad transforma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana y en el cual se satisfacen esas necesidades transformadas”15. Los contenidos de género varían y se modifican de acuerdo con la dinámica de cada sociedad, hay sociedades que cambian poco y poco cambian los tipos de género. Por centurias repiten el mismo tipo de vida, las mismas normas y deberes y las prohibiciones, enfrentan los mismos problemas, hasta las mismas enfermedades y causas de muerte, la longevidad. 12 Rubin, Gayle: The traffic in women: Notes on the ¨poli cal economy” of sex. En: Reiter, R., Rayna (Ed.) Toward an anthropology of women. Monthley Review Press, 157- 210, New York, 1975. El tráfico de mujeres: notas sobre la economía polí ca del sexo. En: Lamas, Marta (Compiladora): El género: la construcción social de la diferencia sexual, 35-96, PUEG, UNAM, México, 1997. 13 Sco , Joan W.: El género, una categoría ú l para el análisis histórico. En: Lamas, Marta: Ídem: 265-302. 14 Ídem. Como es evidente, la inves gación cien fica, la situación de efervescencia social impulsada por movimientos crí cos al orden social y el desarrollo del feminismo en la academia han conducido, muchas veces en la historia, a este po de coincidencias. El conocimiento es una producción social, colec va e individual y se genera a través de complejas condensaciones. 15 Rubin, Gayle: En Lamas, Marta: Ídem: 159. 60 En cambio, en sociedades que experimentan transformaciones sustantivas, se producen cambios en la organización social de género, en los contenidos específicos asignados a mujeres y hombres, en las prácticas y las relaciones sociales, es decir, en su condición de género, en las identidades y los estereotipos, en los modos de vida. El género como categoría fundada en la sexualidad y a la vez normativa de la sexualidad, forma parte estructural de la organización social y tiene la cualidad de estar presente y combinarse con otras categorías sociales como las de clase, edad, raza, etnia y otras condiciones sociales. Dichas categorías sociales corresponden con atributos que diferencian y asemejan a unas personas con otras, las cuales pueden ser rígidas, permanentes, para toda la vida, o transitorias. Las categorías sociales tienden a asignar deberes, prohibiciones, posiciones sociales, obligaciones y derechos, oportunidades, acceso a recursos, etc. Son marcas y posibilidades de vida. A cada categoría social, corresponde una organización social que es una construcción de atribuciones grupales e individuales y genera modos de vida específicos en espacios o círculos particulares. Con todo, a pesar de las condicionantes, las personas reaccionan, modifican normas, pautas, conductas, costumbres, modos de vivir y de ser. La organización social compleja recorre la sociedad con diferentes especificidades territoriales, de edad, clase, etnia, raza, casta y, en primer término, de género. Y, a pesar de tendencias contemporáneas que suponen la posibilidad de transitar y fluir casi a voluntad, de hecho, son condicionantes sociales de las personas, también la situación jurídica y legal, así como la movilidad y el vínculo territorial. La amalgama de este conjunto de condiciones sociales se produce en cada persona y, desde luego, en cada grupo. Quien comparte más grupos o categorías es más semejante a las personas de esas categorías, tienen entre sí modos de vida más parecidos, así como retos, obstáculos y conflictos similares. La semejanza se da en recursos, bienes, desventajas, brechas, oportunidades y derechos. Mientras menos categorías se comparten las diferencias aumentan. Por eso, una clave del liderazgo feminista en la actualidad es que quien lidera no plantee problemas y alternativas de manera abstracta universal. Rosi Braidotti16 considera que “los desarrollos en la teoría de género muestran que prestar atención al “género” lleva a poner renovado énfasis en la estructura situada, es decir, local del conocimiento. Que uno no pueda hablar de la humanidad en su conjunto, que la posición intelectual o académica no pueda pretender representar valores universales, sino más bien valores extremadamente específicos, de clase, de raza, de edad, específicos de cada sexo, lo que no debe confundirse con una declaración relativista“. De ahí que, además de reconocer la complejidad de condiciones que configuran a las mujeres y a cada mujer, y las relaciones entre mujeres y hombres, quien lidera 16 Braido , Rosi: Sujetos nómadas, pp: 208-209. Paidós, México, 2000. 61 requiere reconocer el entramado complejo de sus propias condiciones de edad, clase, raza, etnia, nacionalidad, condición de legalidad, de capacidades físicas y mentales, y de cualquier otra condición para hablar desde ahí, para liderar con la integralidad de su identidad. Claves metodológicas de la teoría de género Teresa de Lauretis17 denomina performática de género a la asignación y el modelaje de características de género a las personas con base en su sexo. Desde su teoría, la performancia de género, remite a la tecnología del género, evidente u oculta. Sin que nos demos cuenta, se nos asignan características por sexo, femenino o masculino al nacer y a cada paso en la vida. El grupo social en que se nace, crea las condiciones para que cada criatura llegue a ser mujer u hombre de acuerdo con sus propias definiciones, modelos y estereotipos. Y todos los grupos sociales a los que pertenece cada persona a lo largo de la vida, le reclaman las comportamientos acordes con su construcción de género: le heterodesignan. En tanto, construcción social, los atributos de género no son inamovibles. Son características cambiantes en las sociedades dinámicas: a lo largo de la historia en las sociedades o en la biografía de las personas es posible observar cambios impresionantes a nivel individual y social. La condición de género de las mujeres es el conjunto de características asignadas de manera estereotipada, algunas de las cuales, son compartidas por la mayoría de grupos de mujeres en una sociedad determinada. Por eso se puede reconocer la condición de género de mujeres por países o por regiones, como Latinoamérica. O si no comparten semejanzas importantes es posible referirse a un territorio, un país, una cultura y señalar las diferencias genéricas entre las mujeres. La condición de género se conjuga con otras condiciones como la condición étnica en las mujeres indígenas, las mestizas, las ladinas, las afrodescendientes y otras más; con la condición de edad, en las niñas, las adolescentes, las jóvenes, las mayores, las viejas y las ancianas. También hay semejanzas por condición religiosa de género, por ejemplo, entre mujeres católicas, que difieren de las mujeres musulmanas, cuyas semejanzas son mayores entre ellas, y ambas difieren de las mujeres judías. Es posible identificar la condición de género de mujeres migrantes en cualquier parte del mundo o la condición de mujeres profesionistas, o la condición de género de mujeres campesinas y podríamos continuar con todas las condiciones específicas que son marcadas por el género y a su vez marcan al género. Y, al mismo tiempo, es necesario identificar sus diferencias y especificidades. 17 Lauren s, Teresa de: Diferencias. Etapas de un camino a través del feminismo, horas y Horas, Madrid, 2001. 62 Presentar semejanzas de género no significa que las mujeres seamos idénticas, porque cada una es una síntesis peculiar de múltiples configuraciones dinámicas y en proceso, a lo largo de su biografía, enmarcada en la historia. Por eso, otra clave teórica de la epistemología feminista está en reconocer las diferencias de género que a veces no son reconocidas en la sociedad porque la percepción ideologizada sobre las mujeres es de idénticas. Aunque podamos compartir algunas condiciones, las circunstancias y las eventualidades de nuestra vida, y la incidencia de cada una en su definición vital, nos hacen diferentes. Sin embargo, hay una tendencia social e ideológica que presenta a todas como idénticas, en contraste con los hombres de quienes se subraya su género y su especificidad, su personalidad, sus características propias. Las idénticas (las mujeres) es un término opuesto a los iguales (los hombres), de acuerdo con la filósofa Celia Amorós18, quien creó la categoría de las idénticas, para destacar cómo nos definen las ideologías y las normas uniformadoras, homogeneizadoras y patriarcales. “Ser idénticas no nos hace iguales: nos ubica como si todas las mujeres fuéramos la misma, nos hace intercambiables, ya que al ser las mismas todas, cada una puede hacer lo mismo, sentir y pensar, cumplir funciones, de manera idéntica a las otras“19. En cambio, las mujeres modernas reclaman su individualidad y, al mismo tiempo, para avanzar en la eliminación de marcas opresivas de género, muestran su genericidad, es decir, su semejanza entre mujeres por encima de sus diferencias. El doble acento de condición e identidad de género y la afirmación de la unicidad, simultánea a la genericidad, contienen contradicciones complejas, sin embargo, es la vía para construir opciones sociales colectivas para las mujeres como género, que permitan apuntalar, socialmente, la individualidad de cada una. Desde luego, el feminismo ha evidenciado el trato de idénticas, como una forma de anulación, la ha hecho visible y vindica el reconocimiento universal de derechos de género para cada mujer. La clave de género que considera la semejanza, la diferencia y la especificidad, se aplica también entre mujeres y hombres y entre hombres y hombres. Es posible por ejemplo, suponer con prejuicio, que la diferencia entre mujeres y hombres es absoluta y el antagonismo de género y existencial es total entre ambos. Sin embargo, la perspectiva de género compleja, permite develar que entre mujeres y hombres de un grupo puede haber más semejanzas y/o diferencias, que entre mujeres y mujeres de ese mismo grupo, en algunos aspectos de sus condiciones 18 “…el patriarcado como pacto, viene para dis nguir este espacio de los iguales, del espacio de las idén cas. Las mujeres somos ideológicamente el espacio de las idén cas, y en esto la recurrencia ideológica es tal, que parece que la historia no hubiera pasado”. Amorós, Celia: Ídem, 1994, p: 27. 19 Amorós, Celia: El legado de la Ilustración: de las iguales a las idén cas. En: Puleo, Alicia H. (Ed.) El reto de la igualdad de género. Nuevas perspecƟvas en éƟca y filosoİa políƟca, pp: 45-58 Biblioteca Nueva, Madrid, 2008. 63 sociales. Pensar así es de suma utilidad porque permite desmontar prejuicios y estereotipos, y lograr aproximaciones más comprensivas en busca de la igualdad., la reciprocidad y la corresponsabilidad social equitativa. Otra clave epistemológica feminista que se expresa en el lenguaje y en la forma de nombrarnos, es pensar en las mujeres y no en la mujer. Como género, compartimos una condición social pero no tenemos una esencia ni una naturaleza femenina La voz mujeres refiere al plural, ya que somos millones, pero sobre todo a la enorme diversidad entre todas, y a la especificidad concreta de cada una. Las mujeres no somos una abstracción: la mujer. Somos seres de la historia: somos, las mujeres. Cuando una mujer se refiere a “la mujer” y no a las mujeres, utiliza una abstracción cuyo contenido depende de su cultura, no se refiere a las mujeres concretas y se distancia de ellas, de la simbólica “mujer” a la que invoca y de sí misma, en cuanto mujer. Expresa una de las manifestaciones de la enajenación identitaria de género, aunque convoque a mejorar las condiciones de vida de “la mujer”. Al escucharla otras mujeres, no podrán identificarse con ella como mujer porque, al parecer, les habla de algo que no la incluye: abstracto y genérico. En el liderazgo es imprescindible la identificación positiva entre quienes lideran y quienes son lideradas y, en ese sentido, es importante el uso del genérico nosotras cuando lo referido lo amerite. La situación de género es otra clave epistemológica de la perspectiva de género. A nivel teórico las categorías sociales permiten ubicar y clasificar a las personas y los grupos de una sociedad determinada. Sin embargo, en la vida concreta las clasificaciones implican posibilidades de vida, a través de marcas tangibles e intangibles. El conjunto de posibilidades y restricciones de una persona la coloca, por tanto, en una situación específica. Es decir, la situación vital es el resultado de todas las adscripciones sociales de las personas, dinámicas en el tiempo y ubicadas, por eso mismo la situación vital es específica. Por último, la posición de género es la clave epistemológica de la perspectiva de género que refiere al lugar político que cada mujer y las mujeres ocupan en el mundo; permite explicar y comprender la relación entre el dónde y el cómo: La posición de género implica lo relativo al lugar político, desde el que se vive, se piensa, se actúa. Es decir, el ubi, en tanto lugar de referencia20, determina, en gran medida, cómo se vive, se piensa, se actúa. Releva el lugar ocupan las mujeres como género y cada mujer en las estructuras de poder. Los poderes de dominio que se ciernen sobre ella y los poderes que ella detenta en el mundo? 20 Celia Amorós, se refiere al ubi al plantear el análisis del espacio privado “…en oposición al espacio de los pares o iguales, yo propongo llamarlo el espacio de las idén cas, el espacio de la indiscerniibilidad porque es un espacio en el que no hay nada sustan vo que repar r en cuanto a poder ni en cuanto a pres gio ni en cuanto a reconocimiento, porque son las mujeres las repar das ya en este espacio. 64 La posición de género depende de la posición estructural en relación con la síntesis de todas las jerarquías de poder que marcan la vida de cada mujer en cada círculo particular. Cada mujer está posicionada y puede cambiar de posición. Al ligar la semejanza, la diferencia y la especificidad es posible observar que, la condición de género articula las semejanzas y las diferencias como mujeres, mientras que la situación vital y la posición, articulan la especificidad y la diferencia derivadas de otras condiciones. Una clave muy importante de la epistemología feminista de género es el reconocimiento de la diversidad histórica y cultural entre mujeres y hombres, mujeres y mujeres, entre hombres y hombres. Aspectos relevantes de la vida y la cultura son compartidos en mayor medida entre mujeres y hombres de un mismo grupo cultural, que entre mujeres y mujeres de diversos grupos culturales o entre hombres y hombres de diversos grupos culturales. Con todo y las diferencias de género, hay semejanzas intergenéricas entre mujeres y hombres y también hay semejanzas intragenéricas y diferencias intragenéricas21. Y no sólo eso, mujeres y hombres hablantes de un mismo idioma, de una generación, integrantes de una profesión u oficio, o que pasan por situaciones comunes, comparten experiencias, concepciones, prácticas y significados que los unen. Compartir una cultura o una experiencia extraordinaria crea lazos de identificación metagenéricos. Ambos, mujeres y hombres tienen puntos de referencia y el sentido, de lo que comparten. Por ende, se logran identificaciones positivas cruzadas (en sistemas formalmente binarios), con empatía y solidaridad. La diferencia convertida en desigualdad La desigualdad es la consideración valorativa de que una misma, otras personas y grupos, o el propio grupo, son inferiores o superiores por el hecho de ser lo que son. La desigualdad es la base de la discriminación. En cuanto a los géneros, el hecho de ser mujeres, creamos en ello y lo reconozcamos o no, nos inferioriza individual y socialmente. Como la desigualdad es relativa, para que exista alguien inferior tiene que existir alguien superior, por eso en las sociedades patriarcales -y en las más patriarcales en mayor grado-, hay superioridad de género de los hombres: por el hecho de ser hombres están colocados en una jerarquía simbólica y práctica, una posición y una situación social de superioridad en relación a las mujeres. Ellos gozan de un supremacismo de género que implica poderes, aunque también riesgos, y les da, como género, ventajas para vivir. Diversas ideologías patriarcales naturalizan la desigualdad entre mujeres y hombres: conectan causalmente diferencia y desigualdad y plantean que mujeres y hombres son diferentes y por tanto desiguales. Con ello, se justifica la desigualdad por la diferencia y se piensa que es natural. 21 Benhabib, Seyla: El ser y el Otro en la éƟca contemporánea. Feminismo, comunitarismo y posmodernismo, pp: 231270, Gedisa, Barcelona, 2006. 65 Afirman, también, que la igualdad es inalcanzable y, por lo tanto, sólo es posible aspirar a la equidad; Algunas instituciones y organizaciones civiles, promueven la equidad pero no la igualdad, porque no están de acuerdo con ese principio y derecho democrático de mujeres y hombres. Tampoco vindican la libertad, porque no aceptan la libertad como principio ético ni como derecho de las mujeres. Frente a esas concepciones y prácticas, ha avanzado la causa de la igualdad entre mujeres y hombres, impulsada por el feminismo, para lo cual ha sido necesario desmontar formas y mecanismos de dominación, analizar cómo están ligadas y cuál es su peso en la vida de las mujeres. No es lo mismo estar explotada, que vivir una situación de discriminación, o estar excluida, que estar en una situación de riesgo vital por violencia. Son hechos y experiencias diferentes y cada cual tiene su especificidad. Sin embargo, la mayoría de las mujeres del mundo está sujeta de manera simultánea a diversas formas de discriminación. Por eso, no es necesario preguntar si las mujeres viven discriminación o si están en desigualdad. Lo que es necesario preguntar es ¿cómo les sucede? En pos de liderazgos conscientes de las mujeres es preciso que cada quien y sus organizaciones puedan identificar estos procesos y no obviarlos como si no pasaran, o fueran poco importantes, así como no suponer que “las mujeres (actuales, occidentales, indígenas, jóvenes, las otras) ya no viven esas cosas”, y dejar de creer que todas las mujeres, por serlo, viven las mismas cosas, de la misma manera. Lo conducente científicamente es comprender la complejidad y diversidad de las situaciones vitales, sobre todo, si la materia de nuestro trabajo implica intervenir en este tipo de problemas. También es decisivo para nuestra vida personal, desarrollar la capacidad de reconocer cómo nos afecta la dominación, cómo afecta a la democracia, al desarrollo y a la calidad de la vida, y por qué y cómo es preciso enfrentarla personal y socialmente. ¿Igualdad y/o equidad? Para aproximarnos a la diferencia entre igualdad y equidad es necesario conocer la historia de los valores y los principios del feminismo. Históricamente lo primero que surgió como conciencia feminista fue la autoafirmación de las mujeres como mujeres, antes que cualquier otro valor moderno. Las primeras feministas, no se planteaban la igualdad. Se interrogaban por su ser y su existencia. Sor Juana, por ejemplo, no se planteo la igualdad, pero su crítica contiene aspiraciones de justicia de género. Ella sostenía dos principios básicos: la afirmación de las mujeres, como tales, su autovaloración de género, orgullo de género, ella no se comparaba con los hombres. Afirmó que las mujeres somos capaces de pensar, podemos entender, discernir, saber. Sor Juana criticó y afirmó. Hizo la crítica a los “Hombres necios que acusáis a la mujer sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”22. 22 De la Cruz, Sor Juana Inés. Hombres necios que acusáis… En: Obras Completas: 109-110, Porrua, México, 1977. 66 El pensamiento de Sor Juana es moderno. Revirtió el argumento misógino, y acusó a los hombres de ser causantes de aquello que juzgan en las mujeres. No incursionó en la igualdad ni en la equidad. Su planteamiento se centró en la justicia que era el valor y el anhelo más sentido y más utilizado como recurso metodológico crítico. Sentía la injusticia sobre su género y sobre sí por su género. Sor Juana fue acusada por la Inquisición porque siendo mujer y monja pecó de soberbia (entre otros pecados) cuando su voto de obediencia le marcaba el deber de ser humilde como mujer y como monja. Destacan sus objeciones al destino que le deparaba la condición de mujer casada. Sor Juana explicó: “Entreme religiosa, porque aunque conocía que tenía el estado de cosas (de las accesorias hablo, no de las formales) muchas repugnantes a mi genio, con todo, para la total negación que tenía al matrimonio, era lo menos desproporcionado y lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad que deseaba de mi salvación”23. Sor Juana no quería ser, una mujer ocupada de su casa, su señor y sus hijos, destino de la época. Para seguir su camino, salió del mundo y entró al convento. Ella era una teóloga, filosofía, astrónoma, música, matemática, escritora y poetisa. Decía Sor Juana con afirmación y autoestima de género, que “…sería muy interesante ver que las mujeres tan afanadas en la crianza y en la enseñanza de las criaturas podrían ser las maestras en este mundo”. Feministas como Sor Juana han sido identificadas como feministas de la diferencia. Su referente no es la igualdad entre mujeres y hombres, sino la posibilidad del despliegue creativo de las mujeres, lo que implica eliminar exclusiones, deberes de género, discriminación e injusticia. La igualdad surge, en la modernidad, con la Revolución Francesa y con la Ilustración. La igualdad es un valor y un derecho moderno ilustrado, democrático. Los revolucionarios franceses y los enciclopedistas, Voltaire, Rousseau, los ilustrados, incluyeron la igualdad como pacto en el Estado democrático, pero como tenían concepciones androcéntricas y misóginas, y se aliaron para no compartir el nuevo Estado con las mujeres, la igualdad, la libertad y la fraternidad sólo fueron para los hombres24. Fueron la materia de su pacto de reconocimiento político. Con la igualdad y la diferencia exigidas desde entonces por las feministas, también para las mujeres, y más tarde entre mujeres y hombres, es preciso analizar el derecho a la diferencia: aspiramos a la igualdad, pero tenemos derecho a ser diferentes, a ser universalmente respetadas siendo diferentes. Así lo reconoció la Conferencia Mundial de Viena y está expresado en los valores de los Derechos Humanos. Esta diferencia está ligada a la diferencia cultural, identitaria, de región del mundo, de civilización, de pueblo, lo que una considera como su diferencia. Tiene que ser pactado como un derecho universal para que funcione. Por último, tenemos la 23 Ídem: Respuesta a Sor Filotea de la Cruz:827-847, p: 831, 24 Amorós, Celia (Coord.) Historia de la teoría feminista. Universidad Complutense de Madrid, Consejería de la Presidencia, Madrid, 1994 67 diversidad: reconocemos que los principios y los derechos universales abarcan y reconocen la diversidad histórica, cultural, social de las personas, como lo aprobó la Conferencia de Viena y que la diversidad no puede ser esgrimida como justificante de la no aplicación de los Derechos Humanos. La universalidad de los derechos, basada en la unicidad de la condición humana, de cada mujer debe articularse con el reconocimiento de la diversidad. Se trata de construir los Derechos Humanos en esas condiciones diversas y en su universalidad. Virginia Maquieira, sostiene que “La apelación a los derechos humanos de las mujeres es una cuestión global, porque es tanto una respuesta a los fenómenos y condiciones degradantes, que conlleva la globalización como una consecuencia de las nuevas formas de comunicación, de organización social y de acción colectiva junto a la creación de instituciones multilaterales que le dan expresión práctica”. 25 Ciudadanía de las mujeres La desigualdad es la base de toda discriminación. La ciudadanía se construyó con una doble configuración. Por un lado la igualdad entre quienes se reconocen como pares, es un principio de la ciudadanía. En los orígenes de la ciudadanía moderna las mujeres no fueron consideradas ciudadanas. En la actualidad, la ciudadanía de las mujeres contemporáneas modernas es parcial y limitada en grados diferentes. Ante nosotras se discute por qué no podemos ser ciudadanas plenas y quienes tienen poderes para decidir, deciden que todavía no es hora de que tengamos plenos poderes, derechos y responsabilidades. Quienes participamos en movimientos a favor de la ciudadanía de las mujeres y la igualdad entre mujeres y hombres, formamos parte del horizonte cultural que se abrió con quienes hicieron los primeros movimientos reivindicativos de la ciudadanía negada a las mujeres. Olympia de Gouges26, mujer emblemática, luchó en la Revolución Francesa por los derechos civiles y políticos de las mujeres. Olympia de Gouges redactó y publicó Los derechos de la mujer y la ciudadana, como respuesta a la Declaración de Los derechos del hombre y el ciudadano y como propuesta para que el Estado enmendara su falta de género. Con otras revolucionarias, fue encarcelada y llevada a la guillotina, y la presencia política de las mujeres fue prohibida y perseguida en la primera democracia moderna. El Estado democrático quedo configurado por hombres quienes monopolizaron el poder público y también el poder privado, y las mujeres fueron conminadas a la vida familiar, maternal y conyugal y fueron domesticadas, relegadas al ámbito doméstico bajo control patriarcal. El resto de los estados modernos que siguieron el modelo francés, también excluyeron a las mujeres. Quedó establecida la condición de ser hombre para ser ciudadano y poder ocupar los espacios públicos y los poderes del Estado. 25 26 Maquieira, Virginia En: Maquieira Virginia: Mujeres, globalización y derechos humanos: 17, Cátedra, Madrid, 2010. Blanco Corujo, Oliva: Olimpia de Gouges 1748-1793. Ediciones del Orto, Madrid, 2000. 68 En la actualidad, mujeres de diversas latitudes son reprimidas por plantear siquiera su derecho a la ciudadanía. Durante dos siglos y medio mujeres de generaciones diferentes continuamos construyendo una ciudadanía que incluye el voto, pero no está restringida a éste. Hoy nos planteamos la ciudadanía plena, basada en la igualdad sustantiva y estamos aún lejos de alcanzarla27. La des-identificación de género Hay algunas claves específicas para fortalecer el liderazgo de las mujeres que como antropóloga he recogido al escuchar a mujeres funcionarias, periodistas, académicas, campesinas, empleadas, estudiantes, activistas. Una clave interesante para mujeres que estamos en instituciones, en universidades, en organizaciones, es darnos cuenta de que la gente, incluso la que no está de acuerdo con el feminismo, espera que tengamos una actitud favorable y solidaria hacia las mujeres. De cualquier mujer que ejerce un liderazgo la expectativa es tenga un comportamiento y un trato favorables hacia las mujeres. Pero sucede que, en muchas ocasiones, las mujeres que no tienen conciencia de género, hacen lo contrario y se desidentifican como mujeres. La identificación política como mujeres es producto de la conciencia política de género. Donna Haraway sostiene que “No existe nada en el hecho de ser <mujer> que una de manera natural a las mujeres. No existe incluso el estado de ser mujer que, en si mismo, es una categoría enormemente compleja construida dentro de discursos científico-sexuales y de otras prácticas sociales. La conciencia de género, raza, o clase es un logro forzado en nosotras por la terrible experiencia histórica de las realidades sociales contradictorias del patriarcado, del colonialismo y del capitalismo”28. La desidentificación de género no favorece a las mujeres, a ninguna mujer particular, ni al género en su conjunto, porque fortalece mentalidades contrarias a las mujeres. En la política profesional hay un estilo político: la descalificación como una forma tradicional de género, de ganarle puntos a otras personas, la descalificación se concreta en ataques y agresiones. Veamos algunos ejemplos: cuando los medios de comunicación preguntan a mujeres si ser mujer ha sido una ventaja o una desventaja, a muchas mujeres la pregunta las encuentra desubicadas, porque no quieren ubicarse en el género; les parece una necedad que les pregunten algo así y dan respuestas de desplante, de desmarcación y desidentificación de género. Responden con discursos neutros o acusatorios para no reconocer la violencia contra las mujeres como una problemática de género: “Si a algunas les va mal es porque quieren o porque se dejan”. Esgrimen argumentos voluntaristas y plantean que salir de cualquier situación de discriminación u oprobio es un asunto de voluntad individual y personal. 27 Campillo, Neus: Mujeres, ciudadanía y sujeto polí co. En Puleo, Alicia H. (Ed.): Ídem: pp: 147-157. 28 Haraway, Donna: Idem: 264. 69 Con frecuencia mujeres públicas son conminadas a mostrar cuán exitosas son, cuán capaces e inteligentes. La visión de género sobre las desventajas, los obstáculos, la discriminación se elimina con un supremacismo individual: la falsa creencia en que, si se pone empeño, todo saldrá bien y, quien no lo hace es por floja o porque no quiere, por comodidad. Con ello se justifica la opresión de género y se le interpreta como pereza individual, dejadez, falta de voluntad, o, de plano, mala suerte. Cuando millones de mujeres sobreviven con una enorme fuerza de voluntad en condiciones inaceptables. Simone de Beauvoir conceptualizó a las mujeres, a la mujer, como “el segundo sexo”29, como llamó lo que más tarde se denominaría la condición de género de las mujeres. Ella articuló las bases de una epistemología de género, sobre todo en el libro El Segundo sexo. Se refería al segundo lugar social y político, porque las mujeres no ocupamos ni el primer lugar, ni el lugar central en la sociedad. Estamos en la periferia: hay una supremacía de género masculino, y un dominio ejercido políticamente por los hombres. En las sociedades patriarcales, los hombres ejercen y viven una supremacía de género, independientemente de su conciencia; utilizan la superioridad social de género como un poder para desplegarse en el mundo, aprovechar ventajas, usar sus privilegios y ejercer sus poderes a su favor, tanto en el plano individual como en el colectivo. Si se pregunta a hombres si gozan de superioridad de género, si ejercen dominio o control en su accionar en el mundo, muchos dirán que no lo hacen, que no existe ninguna superioridad de género; que, al contrario, los hombres están sometidos a las mujeres, que vivimos en un matriarcado. Esta afirmación es falsa porque nuestra sociedad no está organizada para lograr la dominación de las mujeres en la vida social, en el Estado y en la cultura. Como género, las mujeres no usamos poderes para dominar, expropiar, excluir y violentar genéricamente a los hombres. Una cosa es que, con los cambios modernos a favor del desarrollo de las mujeres, haya mujeres que han avanzado en su desarrollo, que no están excluidas y no son ostensiblemente discriminadas y, por lo mismo se muestran afirmadas. Pero eso no significa igualdad, mucho menos supremacismo de las mujeres sobre los hombres y que no haya discriminación de género. La presencia y la participación pública o los papeles activos de las mujeres en el mundo privado, no son prueba de matriarcado. Tampoco lo es, que haya mujeres poderosas. Las mujeres vivimos en desigualdad de género. Por eso no deben confundirse las expresiones de seguridad, de afirmación o de participación, incluso protagónica en lo público o en lo privado, con la dominación política de género. Poderes de dominio: sexismo, machismo y misoginia Los poderes de dominio son: el poder de expropiar, de excluir, de marginar, el poder de discriminar, de explotar y un poder extraordinario, el poder de violentar. Hacer conciencia sobre estas formas de dominación, diferenciadas y ligadas, ha conformado una dimensión sustantiva en la historia del feminismo: 29 Beauvoir, Simone de: Idem. 70 Develar cómo en cada sociedad y cada época, se han ejercido esos poderes sobre las mujeres y contra las mujeres, y cómo se ha construido la “desigualdad de género”, ha sido clave para proponer medidas para que no suceda más. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos y los logros, la desigualdad de género caracteriza a todas las sociedades contemporáneas, tal como lo ha revelado el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el Informe sobre el Desarrollo Humano de 1994 y lo ha refrendado en todo los informes hasta la fecha30. En el informe de 1994 se presentó, por primera vez, un estudio mundial, realizado en la mayoría de los países, sobre la situación de las mujeres en su relación con los hombres, en la sociedad, en el Estado. Fue la primera vez que se dio un cambio epistemológico de enorme trascendencia ya que se utilizó la perspectiva de género en un estudio comparativo mundial sobre la situación de las mujeres. En el final del siglo XX se probó que “Ningún país trata en igualdad a las mujeres y a los hombres, en la actualidad no existe una sociedad igualitaria de género”31. Desde luego, en el Informe no figuran sociedades en que las mujeres dominen a los hombres y monopolicen poderes. Tampoco en investigaciones históricas y antropológicas se han encontrado pruebas en el presente ni en el pasado. Lo que sí es evidente, es que hay diferentes grados de desigualdad de género en los diferentes países y regiones, en correspondencia con sus niveles de desarrollo. La mayor o menor desigualdad no es resultado de la casualidad, sino de transformaciones sociales muy importantes, para eliminar las causas de la desigualdad. En efecto, hay sociedades en las que las mujeres como género han accedido al desarrollo y participan en la toma de decisiones. Pero aún en esos países, en que la brecha de las desigualdades es menor y se han eliminado variadas formas de discriminación contra las mujeres, la desigualdad relativa y algunas formas de discriminación de género forman parte de la vida social. Los liderazgos actuales de las mujeres deben dejar el discurso supremacista en que se afirma con orgullo que una no ha vivido discriminación “a mí no me ha pasado” como argumento para desmerecer pruebas de discriminación social de género. A pesar de las ideologías antifeministas, la sociedad espera que nos identifiquemos con nuestro género y que no seamos misóginas. Es un contrasentido que quienes convocan a enfrentar las injusticias tengan comportamientos injustos. Se espera que las mujeres no ejerzan violencia verbal contra las mujeres, que no generen desconcierto en torno a las mujeres, aunque, al mismo tiempo, las fuentes sociales educativas y performáticas de género no educan en el respeto, la empatía y la solidaridad con las mujeres. El supuesto es que el respeto entre mujeres debería darse de forma natural. En realidad, la mayoría de nosotras hemos sido educadas con ideas misóginas y machistas, y la sociedad también espera que seamos machistas, defendamos la 30 Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, Informe sobre Desarrollo Humano. ONU, 1994. 31 “Todos los países tratan a sus mujeres peor que a sus hombres, lo cual es desa nado tras tantos años de debate sobre la igualdad entre hombres y mujeres, tantos cambios de legislación de los países y tantos años de lucha”. Ídem: p: 110. 71 supremacía masculina y apoyemos y elijamos a hombres, con el argumento de que son más capaces o son los mejores o que las mujeres no harán las cosas tan bien como ellos. La expectativa y el mandato de género consisten en que las mujeres alentemos y apoyemos el machismo de los hombres y reproduzcamos el patriarcalismo. Por eso es imprescindible analizar la misoginia desde la perspectiva analítica feminista32. Para el feminismo, la misoginia sólo es explicable en la cultura patriarcal. Es un mecanismo político de exaltación prejuiciada contra la mujer, las mujeres y lo femenino. Su función es hacer viable la situación de desigualdad y lograr consenso social a la dominación y el sometimiento de las mujeres. Se las estigmatiza y se fortalece la intolerancia, para que, de antemano, se piense mal de las mujeres, se las enjuicie y, a la vez, se legitimen la discriminación y la violencia. Misoginia: del griego miso, odio y gine, mujer: es el odio contra las mujeres. Odio en sentido amplio: conductas, actos, afectos, percepciones, creencias e interpretaciones negativas sobre las mujeres que se concretan en la descalificación, el descrédito y la incredulidad ante las ideas y los hechos de las mujeres o su invisibilización, al colocar a las mujeres en un sitio reprobado. La misoginia se plasma en rabia social y prácticas odiosas contra las mujeres y sus creaciones. Por prejuicio, la gente está pronta a descalificar, a enojarse con las mujeres a demeritar sus hechos y sus obras, y a justificar agresiones y violencia. El odio iracundo contra las mujeres es una constante. Las personas nacemos con un potencial emocional de ira, de rabia, pero no nacemos con el afecto del odio, aprendemos a odiar. El odio es un afecto conformado por emociones, ideas, valores, creencias e ideologías, son muy complejos: en su base están las emociones educadas con ideas y valores y son enseñadas y aprendidas. La misoginia cuenta con una compleja pedagogía para perpetuarse y actualizarse en la convivencia, a través de redes sociales, las instituciones y los medios de comunicación, y se expresa en las artes, la investigación, el conocimiento científico, las creencias y tradiciones, en el sentido común, Se difunde en diversos espacios como parte de la cultura y de las identidades. Ahora bien, es necesario y posible desmontar y desaprender la misoginia e impulsar subjetividades individuales y mentalidades colectivas basadas en una afectividad y una interpretación empática hacia las mujeres. Es importante saberlo porque nosotras lidiamos con la subjetividad de las y los demás. Parte de lo que sucede en los liderazgos es profundamente afectivo, tanto de quien lidera, como de quienes somos lideradas; La misoginia está presente y mucha gente, antes de que abramos la boca ya está enojada con nosotras, no cree lo que decimos o nos descalifica. A través de la misoginia normalizada se coloca a las mujeres en desventaja intelectual y afectivamente. 32 Lagarde y de los Ríos, Marcela: Iden dad de género y derechos humanos. La construcción de las humanas. En: Guzmán, Laura y Gilda Pacheco (compiladoras.) Estudios básicos de derechos humanos IV, pp: 85-126. San José de Costa Rica, 1996. 72 Mujeres y hombres compartimos versiones y prácticas locales y globales de misoginia social. Con todo, no es lo mismo que los hombres sean misóginos a que las mujeres sean misóginas; ambas misoginias son graves y nos afectan de manera distinta. Hay mujeres que resienten mucho más la misoginia de otras mujeres que la misoginia de los hombres y se quejan cada vez más. Se repiten y difunden prejuicios como el que consiste en afirmar que las principales enemigas de las mujeres son las mujeres. Se trata de un prejuicio misógino escencialista y normalizador, y crea estigma, a pesar de la alarmante violencia de hombres contra mujeres, que conduciría a identificar una enemistad violenta de género, expresión fehaciente de misoginia grave, por parte de hombres. De hecho, si ha habido enemigos de las mujeres, altamente peligrosos, han sido hombres. Para probarlo hay números, estadísticas, instituciones, leyes y políticas públicas diseñadas para erradicar la violencia de género de los hombres contra las mujeres. El feminismo ha visibilizado la violencia contra las mujeres y ha trabajado para erradicarla. Quienes nos oponemos a la violencia contra las mujeres, hemos tenido que construir instituciones, que desarrollar habilidades terapéuticas, de atención, sanadoras y reparadoras de los daños que ocasiona la misoginia práctica instalada en las relaciones de los hombres con las mujeres. Como discurso, la misoginia legitima la violencia contra las mujeres y se justifica al considerar a las mujeres como seres débiles y vulnerables y a los hombres como naturalmente violentos y fuertes, o al definir a las mujeres víctimas propiciatorias, culpables de recibir violencia por incurrir en faltas morales Parte de nuestro liderazgo consiste en entender que la misoginia está presente, que es legítima para ellos o ellas, y que nosotras vemos las cosas desde otro lugar, les damos otra explicación. Para nosotras la misoginia es dañina. Hacer política feminista implica desmontar la misoginia. Nuestras acciones de resistencia, rebeldía y subversión frente a la dominación, las propuestas creativas y las alternativas que hademos en ambientes misóginos son recibidas con afectación misógina. Por ejemplo, cuando proponemos derechos específicos para las mujeres, debemos evitar que éstos se interpreten desde la concepción patriarcal en la que derecho y privilegio van de la mano. En ese discurso los derechos de las mujeres son considerados hostiles y opresivos contra los hombres, son vistos como privilegios inmerecidos de las mujeres. No contamos con una escucha neutra ni ponderada. El rechazo es validado en la tradición o en la norma hegemónica y en las instituciones mismas. Por eso es preciso argumentar las propuestas enmarcadas en la democracia, la ciudadanía y los derechos humanos, y encaminar la escucha a nuestra epistemología lo que conduce a dar otro significado: los derechos son derechos y no son privilegios. 73 Los poderes a los que aspiramos las mujeres no son de dominación, son poderes vitales democráticos. El avance de las mujeres no implica el mundo al revés. La igualdad propugnada es entre mujeres y hombres, no es identidad de género patriarcal. No pretendemos ser como los hombres y hacer uso de los poderes como lo hacen los hombres. Los derechos de las mujeres no son una venganza contra los hombres, ni el cambio del supremacismo de los hombres por el de las mujeres. La igualdad es un principio y un derecho democrático de mujeres y hombres. Al ser educadas en la sociedad y la cultura misóginas las mujeres tenemos una enorme carga misógina. Todas somos misóginas en grados y de maneras distintas, pero podemos dejar de serlo. Por ello, cada una, y cada organización feminista precisan revisar su misoginia y desmontarla, para asumir un liderazgo ético. En la misoginia hay envidia e ira, rivalidad y competencia. Cada quien, la concentra en otras mujeres que están en otro nivel económico y social, otra clase, otra etnia, otra edad, otra condición. Por misoginia, se envidia, rechaza, desprecia o se anhela lo que es la otra. Es posible detectar la misoginia por la intensidad afectiva, por la irascibilidad, los conflictos y la manera de enfrentarlos, y por las conductas dañinas. La misoginia es una política de género patriarcal: cualquier mujer que es misógina contra otras es misógina consigo misma, experimenta sentimientos de vergüenza, inferioridad, baja autoestima de género. La misoginia en las mujeres es una manifestación de baja autoestima de género. Hay quienes tienen alta autoestima de clase, pero son misóginas porque tienen baja autoestima de género. La misoginia se expresa como enemistad entre mujeres y encuentra su nicho de reproducción en la intensa competencia social entre las mujeres, tanto en lo privado como en lo público33. La base de la competencia de género entre mujeres es de índole sexual. Desde lo tradicional la competencia es por ser reconocidas y elegidas por los hombres. También por la pertenencia a espacios redes, vínculos, y por el amor de los demás. Competimos en el ámbito escolar, en el mercado de trabajo, en los espacios de participación y representación, por el liderazgo, por ocupar un lugar preeminente. También competimos por los recursos, las oportunidades, los bienes. Enfrentamos competencia tradicional y moderna de género, pero mezclada. La competencia es devastadora. En cuanto a la competencia y rivalidad con los hombres, aunque se haga creer que competimos con los hombres en condiciones de igualdad, la sociedad nos segrega y primero nos hace competir entre nosotras, para seleccionar a las que compiten con los hombres. 33 Enemistad y sororidad: hacia una nueva cultura feminista. Memoria 25. Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista: México, 1989. 74 El machismo, también nos atrapa, es el complemento inseparable de la misoginia. Consiste en un conjunto de vivencias subjetivas, emocionales, afectivas e intelectuales androcéntricas, de aceptación sobrevalorada del hombre, los hombres, lo masculino, independientemente de méritos, aportes y características. Está presente en la cultura patriarcal y en las mentalidades de mujeres y hombres y consiste, además, en la exaltación de valores, supremacistas de dominación y violencia. Como experiencia, que marca la subjetividad individual de hombres y mujeres y las mentalidades colectivas. El machismo y la misoginia son dos caras del sexismo, dos caras de la misma moneda. El fenómeno abarcador de cualquier supremacismo y cualquier discriminación basados en el sexo, es el sexismo. Forman parte del sexismo también, la lesbofobia, la homofobia, la transgenerofobia y cualquier fobia por opción sexual. En lo público, las mujeres somos doblemente observadas y triplemente enjuiciadas y acusadas: lo que en los hombres es adorno, gracia y parte de su vida, en las mujeres puede llevar a daños y pérdidas irreparables. Por eso son precisos, el autocuidado y la defensa de la libertad. Por ello es preciso entender el espacio en que nos movemos y no dar pie a que nos defenestren por misoginia, tampoco contribuir a defenestrar a otras, ni permitir o hacer valoraciones morales. Entre los derechos humanos aprobados en la Cumbre de Viena (1993)34 se enunció el derecho al respeto de la dignidad, la integridad personal y la condición moral de las mujeres. Las mujeres líderes son objeto de valoraciones morales de su desempeño desde posturas misóginas y con doble moral se alude al honor y la moral. Por eso, desde el paradigma de los derechos humanos se plantea el reconocimiento a la integridad de las mujeres y no su valoración moral. La práctica de un liderazgo de nuevo tipo implica la construcción pública de la integridad personal y la dignidad colectiva. Y, por supuesto, el respeto a la condición moral, aunque no se compartan conductas o creencias morales. 35. A la par, es preciso desarrollar habilidades de defensa, sin misoginia, para enfrentar a mujeres que atacan o para actuar en confrontaciones y conflictos con mujeres. Ser respetuosas de las mujeres es un principio ético cuya práctica permite contrarrestar y desmontar la enemistad entre mujeres y contribuye a la alianza y a la sororidad. La clave de la sororidad surge de una conciencia política genérica de respeto y valoración a las mujeres en transformación. Consiste en una alianza política entre mujeres para cambiar y contribuir a erradicar el patriarcalismo y todas las formas de dominación. Por ello tiene como sustrato la ética y la conciencia feminista. 34 Bunch, Charlo e, Claudia Hinojosa y Niamh Reilly: Los derechos de las mujeres son derechos humanos. Crónica de una movilización mundial. Rutgers-Edumex, México, 2000. 35 Lagarde y de los Ríos, Marcela: Claves feministas para liderazgos entrañables. Ídem, 2005 pp: 159- 329 . 75 Como el feminismo es una cultura abierta, inacabada y plural en la que no prosperan el pensamiento único ni la fe, la alianza sororal es una política y se da por coincidencia de intereses, por sintonía entre mujeres que vindican el pensamiento crítico, constructivo y la libertad. La alianza sórica es puntual, parcial, temporal y debe ser pactada en sus términos para favorecer la actuación conjunta, empoderada, de las mujeres que reconocen de manera recíproca su autoridad. El reconocimiento de la diversidad entre las mujeres y de la especificidad de cada una es el punto de partida de la sororidad. Se realiza a través del diálogo reflexivo y busca sumar, potenciar políticamente en los ámbitos público y privado las acciones para erradicar la opresión de género y sostener los avances en el adelanto de las mujeres. La sororidad se inscribe en las genealogías políticas elegidas por las mujeres y en la historiografía de la causa. Tiene como dinámica la progresividad en relación a lo previo y la custodia política de lo construido por las mujeres en pos de la igualdad, así como de la memoria de rebeldía, subversión y transgresión de las mujeres. Un nuevo paradigma de liderazgo para las mujeres surge con la sororidad. Tiene repercusiones pedagógicas en la sociedad, porque muestra en la práctica, que son posibles la empatía y la solidaridad hacia las mujeres, ya que las mujeres mismas la practicamos y al hacerlo, la instalamos como forma de interacción social y política. El respeto y la valoración a la dignidad y la integridad de las mujeres que vindicamos en la sociedad, lo hacemos real al validar la autoridad de las otras como parte de un poder compartido. Pensamiento crítico y afirmación de género Las primeras feministas desarrollaron el pensamiento crítico y la afirmación de género. Criticaron el orden social y político, el modo de vida, las normas y las creencias. Se rebelaron ante el lugar que la sociedad les había destinado. Tenían más deseos que oportunidades, recursos, posibilidades y derechos. Los deseos de las mujeres, han sido la clave entrañable del feminismo. Por eso es preciso conocer y comprender qué desearon ayer y qué deseamos hoy. Deseo y carencia. Qué tenían como obligación y que no querían, cuál era el deber ser, que no querían ser. La crítica al orden patriarcal siempre ha surgido del propio deseo, opuesto al deber ser establecido e impuesto. Esa crítica vital llevó a las primeras feministas a rebelarse. La rebeldía es una clave política de género y debe ser también un clave política de los liderazgos de nuevo tipo. Aprendamos cómo y por qué han sido rebeldes las feministas. En qué códigos culturales y políticos han manifestado su rechazo a lo que no querían. La conciencia feminista desmontó sueños, mitos y fantasías que han poblado la subjetividad de las mujeres sobre el deber ser. Ha hecho visible cómo los sueños son 76 en realidad mandatos y deber ser de género. Ahora es necesario que hagamos esa crítica y cada una pueda darse cuenta de la mentira social, en que nos envuelven la cultura y el orden social. En cada época ha habido mujeres que se han sentido inadecuadas, no asertivas, discordantes, asintónicas, y esto las hizo ser insumisas, oponerse al deber ser, y definir sus propios parámetros, búsquedas, intereses y necesidades. Las feministas de diferentes épocas y latitudes comparten coincidencias subjetivas: son mujeres atrevidas y osadas dispuestas a cambiar, además de confiar en su propio juicio y en su razón, aún en minoría. Son disidentes. Atreverse a romper normas, disposiciones, creencias, aún sin tener claro qué hay del otro lado, pero en la búsqueda de alternativas. Hacerlo, La sororidad conduce a apelando, además, al cumplimiento de las nuevas normas producto de logros que es necesario hacer vigentes. La rebeldía y la resistencia conducen a las mujeres a hacer la crítica no sólo en el campo del pensamiento, de las ideas, sino una crítica práctica al mundo en que viven. Las ideas, los deseos resignificados, iluminados por mujeres con nuevas aspiraciones y saberes, ideas y perspectivas son la base de la crítica teórica, ideológica y práctica, personal y colectiva que ha cambiado en la práctica social a las sociedades modernas. Además de la construcción social están la reacción personal y social. Mujeres modernas se han resistido individualmente y se han rebelado. Otras no han podido, aunque han querido. La experiencia vivida de las mujeres, luego elaborada por las teóricas, ha sido la base de la dialéctica entre la vida de las mujeres y el pensamiento y la política feminista. No habría feminismo teórico si no hubiese experiencia práctica de las mujeres de a pie que no están haciendo teoría y, a la inversa, no habría cambios profundos en la vida de las mujeres si no hubiese la elaboración teórica, metodológica, simbólica, artística, epistemológica sobre la experiencia y los deseos. El liderazgo de las mujeres desde el feminismo a) Autorización y autoridad de las mujeres En el XI Congreso de Antropología36 llevado a cabo en el País Vasco en 2008, la antropóloga feminista Teresa del Valle37 analizó cómo nos autorizamos unas mujeres a otras, tema primordial en los liderazgos de las mujeres. Lograr el reconocimiento del liderazgo de las mujeres es complejo e implica un doble esfuerzo. Una fuente de reconocimiento y valoración cada vez más señalada, es la autorización que unas mujeres nos damos a las otras. 36 XI Congreso de Antropología. Retos teóricos y Nuevas prácticas. Donos a-San Sebas án. 2008 Irailaren 10-13 Sep embre. 37 Del Valle, Teresa: Procesos de la memoria: cronotopos genéricos. PerspecƟvas feministas desde la antropología social, pp: 243-265., Ariel Antropología, Barcelona, 2000. 77 Que mujeres de autoridad hagan visible la autoridad de otras mujeres ha sido una práctica benéfica en la interacción de las mujeres públicas y en la actualidad, se teoriza políticamente sobre su necesaria ritualización, como lo hace Teresa del Valle. Para construir liderazgos de mujeres es preciso revisar nuestra posición en relación con otras mujeres y cómo las percibimos; cómo las reconocemos; cómo nos comportamos frente a ellas y qué destacamos de las otras mujeres con quienes compartimos espacios y propósitos. Al mismo tiempo, hay que analizar nuestro comportamiento con quienes no compartimos ni concepciones del mundo y de la vida, ni posiciones pragmáticas, políticas, sociales. Las feministas de la diferencia han teorizado de manera profunda la autoridad de las mujeres.38 En ellas destaca el esfuerzo teórico de valorar a las mujeres por sus aportes a la sociedad y a la cultura, como un objetivo filosófico, político y pragmático. Las feministas de la diferencia plantean valorar a las mujeres en un mundo en el que las mujeres estamos en desigualdad y, además, sujetas a formas específicas de opresión. Por eso es fundamental hacer visible quiénes somos las mujeres en un sentido positivo. Ante los prejuicios, surge una ética positiva de comportamiento hacia el hecho femenino y hacia las mujeres. También se requiere dar a conocer las agendas elaboradas por los movimientos feministas y sus logros, así como las políticas de gobierno impulsadas por los movimientos feministas y explicar su importancia, su impacto y su necesidad. Difundir las aportaciones legislativas y políticas. Dar a conocer y hacer cercanas a las líderes contemporáneas que se afanan por mejorar la condición de las mujeres. Ponerles nombre y apellidos y con ello mostrar su sabiduría y sus aportes. En las últimas décadas se han dado aportes significativos a través de investigaciones y publicaciones, literatura, cine, teatro y otras artes, se han generado discursos que dan contenido a la autoridad de las mujeres. Las feministas y otros actores a nivel local e internacional, institucional y civil, han otorgado preseas, creado premios, hecho homenajes en vida, se ha recogido el testimonio de mujeres líderes, se han hecho ejercicios de tutoría para la transmisión vívida de la experiencia, se ha rescatado la memoria de sus aportes y su creatividad. Con su autoridad, se ha empoderado la causa de las mujeres. Con todo, es preciso no confundir autoridad con autoritarismo. Llamar a construir la autoridad de las mujeres no tiene que ver con el autoritarismo ni con propiciar que las mujeres a sean autoritarias. Sino reconocer y valorar los cambios profundos en el adelanto de las mujeres y la igualdad entre mujeres y hombres. Al invocar la autoridad de las mujeres buscamos empoderar sus aportes, autorizarlos, valorar su sabiduría y su quehacer, así como contribuir al prestigio social de las mujeres, Con esta ética aumenta la incidencia de cada una, se desmonta la misoginia, 38 Rivera-Garretas, María Milagros. Nombrar el mundo en femenino. Pensamiento de las mujeres y teoría feminista. Icaria, Madrid, 1994. 78 se contribuye al empoderamiento genérico de las mujeres y a crear un ambiente social en el que se aprecie la autoridad de las mujeres. b) Ubicación para la acción En este reconocimiento debemos saber en qué contexto nacional y global estamos ubicadas; la construcción de la autoridad de las mujeres tiene que realizarse a partir del reconocimiento del país y la región del mundo global en que vivimos. Analizar la situación, reconocer los parámetros, los límites del espacio y saber cómo está normado, permite definir los propósitos, los límites y las posibilidades. La ubicación es clave para construir liderazgos con incidencia. El ubis39 es el sitio, el lugar donde ocupamos una posición: es ese lugar normado, con cultura específica, circunstanciado. Allí hay que aprender a ocupar el espacio. La clave es hacerlo con conocimiento de su estructura y su dinámica, su historia y su situación actual, reconocer y valorar lo construido y, a diferencia de la tradición política, no denostar ni destruir lo anterior y hacer un liderazgo positivo y progresivo. Las mujeres que ejercemos liderazgos, lo hacemos con mujeres y también con hombres. Parte de nuestra tarea es convencer para lograr políticas puntuales a favor de las mujeres y de igualdad entre mujeres y hombres, negociar presupuestos y financiamientos, elaborar programas de investigación académica o de acción política, discutir concepciones de desarrollo relativas a educación, salud, trabajo, y de democracia relativas a la ciudadanía, los derechos y la corresponsabilidad social, el acceso a la justicia y la reforma de las instituciones, convocar movilizaciones civiles y políticas, entre otros temas. Para hacerlo necesitamos colocarnos en una posición de autoridad (dignidad, integridad, respeto, libertad) frente a hombres poderosos con quienes interactuamos y no olvidar que no estamos en igualdad. Ellos suman a sus poderes sociales, los institucionales y el poder de género que los coloca en una posición de supremacía. Por eso debemos identificar el espacio en que estamos y conocer nuestra ubicación para presentarnos y promover iniciativas, escribir, investigar, gobernar, actuar, protestar, exigir, articular, organizar, convocar. Es preciso, también, hacer evidente el compromiso institucional con la causa, con el movimiento en que nos desarrollamos desde una actitud y una práctica de honestidad y transparencia, es decir, proceder con principios éticos democráticos en el desempeño del liderazgo. Con ello contribuimos a desmontar la corrupción, la simulación y la injusticia. Liderar de manera honesta y comprometida y mostrar que es por un compromiso ético y no por naturaleza, evidencia que es posible establecer liderazgos de mujeres y hombres distintos no por el sexo/género sino por la ética política. c) Normar nuestra acción La posición que ocupamos en el espacio de nuestra acción es muy importante 39 Celia Amorós denomina ubis al lugar desde el que se ene la experiencia. Y, en ese sen do plantea: “Si puede hablarse de é ca sexuada es en la medida en que la experiencia é ca siempre se configura como experiencia situada y en un contexto”. Amorós, Celia: Presentación a Feminismo y éƟca, p: 11, Isegoría no.6, pp: 5-16, Consejo Superior de Inves gaciones Cien ficas, Madrid, 1992. 79 para el liderazgo. Para posicionarse en los movimientos, las organizaciones y las instituciones, es importante establecer normas de participación. Donde no hay pautas o no son claras, mujeres rebeldes o disidentes enfrentan dificultades para ejercer liderazgos capaces de convocar, debido a actitudes antinormativas necesarias frente a la dominación, pero que en espacios alternativos pueden obstaculizar el avance de la causa común. Establecer normas y pactos claros, puntuales y confiables y cumplirlos permite avanzar de manera progresiva. Y, para avanzar en espacios tradicionales en las instituciones cuyas pautas son androcéntricas y jerárquicas, es preciso que las líderes sean bilingües, biculturales, es decir, capaces de respetar normas para avanzar en minoría y, al hacerlo, si es posible, cambiar las normas. Canalizar la disidencia y la rebeldía a la creación de alternativas y ser propositivas. Por ello, una cualidad de liderazgo es ser portadoras de críticas y de propuestas, de temas, proyectos y programas y llevarlos a espacios diversos. Como la participación de las mujeres se da generalmente en minoría numérica, y también en minoría filosófico-política en el caso de las feministas, es preciso ser argumentales y traductoras: elaborar nuestras propuestas en el lenguaje de cada espacio e introducir el lenguaje de la perspectiva de género feminista. Es preciso comprender que debido a la temporalidad de las acciones emprendidas por personas y movimientos en pos de cambios de género, implican esfuerzos diversos y complejos, y tiempo. En muchas ocasiones, quienes los impulsan no son quienes los concluyen. Hay procesos que duran años en configurarse, décadas y siglos en concluir. Los derechos de las mujeres, las políticas de desarrollo, la construcción de la democracia y la erradicación de la violencia no se logran de una sola vez. Varias generaciones han participado a lo largo de los últimos dos siglos y medio en la construcción de derechos y condiciones satisfactorias de vida para las mujeres y, a pesar de eso los avances son parciales, los logros son insuficientes. Sin embargo, esa ha sido la manera en que ha sido posible construir alternativas en las circunstancias históricas concretas. Una clave feminista para la acción política es lograr la sinergia de liderazgos, acciones y propuestas40. Los avances dependen de la fortaleza de los movimientos, su agencia, asertividad e incidencia. Cuando los movimientos feministas no asumen la agenda, pueden perderse los avances. En cambio, cuando redes, organizaciones y líderes se apoyan, sostienen el proceso, emprenden acciones conjuntas y potencian sus recursos, dan un paso más y concretan o consolidan partes de esa agenda. Hacen sinergia. d) Definición de nuestro espacio-tiempo Para ejercer liderazgos con efectividad es preciso tener conciencia del espacio en 40 Lagarde y de los Ríos, Marcela: Sinergia y sintonía por los derechos humanos de las mujeres. En: Derechos humanos de las mujeres. Marco jurídico y políƟca de Estado. Red de Inves gadoras Por la vida y la Libertad de las Mujeres, UNIFEM, México, 2010. 80 el que estamos. El tipo de espacio condiciona en gran medida las maneras y las posibilidades de la acción política. Son diferentes las cualidades profesionales, las capacidades y las habilidades sociales de los liderazgos en espacios académicos, de comunicación, en la empresa, el comercio, la comunidad urbana o rural, los partidos políticos, las organizaciones civiles (asociaciones, ongs, fundaciones, redes). Cada espacio tiene su lenguaje, sus normas, sus necesidades, sus retos y sus desafíos. Para ello se invierte tiempo en el aprendizaje del saber hacer y de los conocimientos que requiere la acción. Todo liderazgo implica conocimientos especializados y actualizados, y el manejo político de conocimientos, recursos, oportunidades y capacidades. Una parte sustantiva del liderazgo es su reproducción cotidiana para que se mantenga, así como su renovación. De no hacerse la renovación, el liderazgo se acaba, nadie lidera para siempre. El liderazgo precisa actualizarse de manera cotidiana con personas, grupos e instituciones con las que se interactúa. El liderazgo democrático que promovemos es reflexivo, implica análisis, propuesta y respuesta, y es dialógico, requiere convocatoria, acuerdo y puesta en marcha. No se trata de ejercer un liderazgo autoritario sino, un liderazgo con autoridad. Gran cantidad de liderazgos de mujeres son sociales: comunitarios, escolares, académicos, artísticos, culturales, deportivos, religiosos. Surgen por la necesidad y también, por la creatividad, la asertividad y la capacidad de incidencia de mujeres en esos ámbitos. Liderazgos civiles de mujeres se gestan en la solución de necesidades cotidianas familiares y comunitarias. La formación de género tradicional, habilita a las mujeres en la detección de necesidades y en su satisfacción, la intervención en crisis y la reparación de condiciones de vida, incluso en la resolución de conflictos. Lo que permite a mujeres que actúan en lo público, detectar necesidades, apoyar soluciones, movilizarse y liderar procesos civiles. Sin embargo, en comparación con los hombres, es más difícil para las mujeres alcanzar liderazgos políticos, debido al monopolio masculino de la política, a la desigualdad reforzada entre mujeres y hombres en los partidos políticos, en las instituciones y en cualquier lugar donde se tomen decisiones, se acceda a recursos y se ejerzan poderes importantes. Los espacios de poder político son monopolizados por los hombres y las mujeres sólo son aceptadas en minoría numérica y política. La reducida inclusión de las mujeres en la jerarquía y en las élites políticas limita la participación de las mujeres a pequeños espacios y posiciones. Deben estar subordinadas a los hombres y a las estructuras o representar los intereses políticos de esos hombres y esas instituciones. La política está marcada por una cultura patriarcal que contribuye a reproducir ese orden, por el monopolio de la política por parte de los hombres y por los usos y costumbres, machistas y misóginos, que impregnan las maneras de hacer política. 81 En espacios políticos se han dado liderazgos de algunas mujeres poderosas que ejercen enormes poderes en organizaciones, partidos políticos, gobiernos e instituciones. Algunas, por haber sido las pioneras, o por sus ligas con grupos de poder en su organización o en su institución, hacen política de acuerdo con los usos y costumbres de los hombres y si se puede, mejor que ellos: son supremacistas y jerárquicas, autoritarias, grillas, actúan con doble moral, abuso de poder, corrupción y falta de transparencia, son eficaces para los intereses que representan. Contribuyen al velo de la igualdad, porque cuando se plantea la desigualdad política de las mujeres, son mostradas como prueba de que no sólo hay hombres poderosos. No se analiza que son unas cuantas. Y se afirma que las mujeres pueden si quieres. El argumento continúa, si otras no han ascendido es por incapacidad personal o, por el contrario, las líderes poderosas, son mostradas como mujeres excepcionales. Con todo, por su accionar político antidemocrático, elitista o deshonesto, contribuyen a alentar la misoginia al ser usadas como prueba de que todas las mujeres son así. Se critica la masculinización de las mujeres en la política como si fuera una opción libre y no un ambiente, una normatividad, un lenguaje y unas maneras de comportarse estereotipadas machistamente que impregnan esos espacios. No es que las mujeres se masculinicen, algunas se patriarcalizan, desde su condición de mujeres. Para estar ahí, deben respetar las normas, los usos y las costumbres, imitar a los hombres y desarrollar la versión femenina del estereotipo político machista correspondiente. Por eso, mujeres que se proponen ejercer liderazgos democráticos deben saber que son comparadas, identificadas para mal con esas líderes, por el sólo hecho de ser mujeres y, también, que se cruzarán con ellas en los caminos políticos. Diversas ideologías y prácticas insertas en la cultura política refuerzan la subordinación ideológica y política de las mujeres a los hombres y sus liderazgos. Y, a pesar de ello, avanzan liderazgos de mujeres disidentes e innovadoras que no cumplen con esas expectativas. Lo han logrado por su tenacidad y su capacidad para vencer obstáculos y desventajas de género y por el establecimiento de acciones afirmativas, impulsadas por los movimientos feministas. Se trata de normas y prácticas que propician, aún de manera parcial, la participación de las mujeres, la ocupación de cargos, y el acceso a espacios, recursos y oportunidades. Estas políticas de equidad, Incluyen algunos lugares para mujeres o para “el género” en las estructuras de organizaciones civiles y políticas y en algunas instituciones. Con ello se ha logrado, remontar sólo en parte, la exclusión de las mujeres en la política. Pero también, hay quienes usan esas posiciones para sus propios intereses y designan a mujeres leales que no cubren los requerimientos para el encargo formal. Prevalece el criterio de que cualquier mujer puede ocupar cualquier puesto, puede ser designada para un cargo, incluso puede ser electa, sin considerar sus habilidades, capacidades y su especialidad. 82 Ejemplos sobran: secretarias de la mujer, comisionadas de género, presidentas de organismos y mecanismos de la mujer o de equidad y género, directoras de programas académicos de género, encargadas de transversalizar el género, conductoras de cursos e investigadoras, delegadas a reuniones de alto nivel, técnicas y profesionales que desconocen “el género”, publicistas contratadas para difundir campañas que no tienen formación en género, ni esa perspectiva política. Destaca la contradicción entre el avance del reconocimiento de la urgencia de cambios de género y la creación de espacios e instancias, acciones y programas para lograrlo, y que para enfrentar esa amplia temática de género “el sistema” seleccione a mujeres (y también a hombres) que no están capacitadas. En esos casos, llegan ahí por ser mujeres y algunas de ellas son preferidas por ser incondicionales y no implicar competencia o peligro. No por tener una sólida calificación profesional en la materia o por ser feministas, ni por sus méritos, aunque eso sería lo conducente. En la ocupación de esas posiciones por mujeres, priva el criterio político de las idénticas, aunque no concuerden con la perspectiva de género. Hasta se prefiere que no la tengan. Ocupan el espacio y lideran sin comprometerse con la causa: su recorrido político para llegar ahí no proviene de los movimientos de mujeres y feministas, o de su formación y compromiso, sino de organizaciones civiles, partidos políticos, empresas, grupos de presión, linajes e instituciones. Afirman ser femeninas, no feministas. En general su calidad y perfil profesional y de liderazgo no corresponde con las cualidades, habilidades, conocimientos y destrezas requeridos. El desconocimiento de la agenda civil, gubernamental y política y, en la academia, del estado del arte, echan para atrás avances, rompen la continuidad de contactos y alianzas, pierden oportunidades y recursos, contribuyen a distorsionar el sentido de la política de género, y no actúan de manera progresiva. Este tipo de liderazgo resulta deficiente. Su analfabetismo de género, ha conducido a feministas, a afirmar que “no basta tener cuerpo de mujer, se requiere conciencia de género”. La pérdida es enorme y los fracasos son usados por los detractores del avance democrático de las mujeres y de la igualdad entre mujeres y hombres, como argumento para desacreditar al feminismo, descalificar la política de género, y probar que no son necesarias. A pesar de todo, en el proceso, la mayoría de las mujeres aprenden, desarrollan una conciencia de género y se comprometen con la causa. En esos recorridos se han formado en género, han estado en contacto con organizaciones, instituciones locales e internacionales, han impulsado vindicaciones y acciones, y han realizado aportes significativos. Es común que afirmen que les cambió la vida. Instituciones, organizaciones, partidos políticos que no tienen una verdadera política de igualdad actúan con una gran irresponsabilidad política Es común que partidos políticos que no se han comprometido con las acciones afirmativas, pero 83 deben cumplirlas, las usan en su beneficio para perpetuar el monopolio político masculino. Cumplen con la cuota electoral y, tras ganar las elecciones, el partido hace renunciar a las mujeres electas y las reemplaza por sus suplentes hombres. Las mujeres ocupan el sitio en representación de poderes políticos que las subordinan y las favorecen al mismo tiempo. En esta simulación han incurrido partidos de todas las definiciones ideológico-políticas. Con misoginia mediática se expanden burlas y descalificaciones contra las mujeres electas que renuncian y dan paso a sus suplentes, como si fuera su capricho de mujeres reprobables y no una política institucional. Las acciones afirmativas de género y los derechos de las mujeres, no son reivindicados por otros movimientos democráticos. Pareciera que no les conciernen. Y esto debilita la construcción de la democracia que impulsan al carecer de perspectiva feminista de género, y margina la causa de las mujeres. La perspectiva ideológico-política feminista no forma parte de la agenda política compartida por las fuerzas progresistas. En términos generales, el cumplimiento de las leyes, el seguimiento de las políticas de género obligatorias para los gobiernos, la solución de conflictos e injusticias que afectan a las mujeres, como un sólo campo de acción política, es conceptualizado y reivindicado políticamente sólo por feministas y otros movimientos progresistas de mujeres. Es complicado y conflictivo introducir en algún espacio la perspectiva de género feminista. Sólo evidenciar el lenguaje sexista o no incluyente es considerado como una exageración por quienes se especializan en el espacio público en analizar concienzudamente la realidad, las condiciones sociales, los grandes problemas nacionales, la política de los partidos, los movimientos sociales, incluso la causa de los derechos humanos y no incluyen el análisis de género en sus perspectivas, sus análisis y sus agenda política. En contextos marcados por la invisibilidad política de la problemática de género actúan, en desigualdad, mujeres líderes que son parte de movimientos y actúan civil y políticamente. Contextos conflictivos y hostiles pueden debilitarlas, son un obstáculo para su avance y una desventaja en la competencia política. De manera simultánea, también ejercen liderazgos mujeres feministas que ocupan espacios y cargos, y son profesionales en su tema, incluso, son expertas. Es contrastante observar en unas un compromiso político con sus congéneres y con la perspectiva histórica feminista y en las otras, su esfuerzo por aparecer distantes, neutrales o contrarias a las reivindicaciones de género de las mujeres, oponerse a reconocer la especificidad de género de las mujeres o a considerar como un problema social el supremacismo y la dominación patriarcal de hombres, instituciones, normas, doctrinas. Prestas a afirmar que no han vivido discriminación (para desacreditar a las demás) o, por el contrario, ponerse como ejemplo porque la vencieron con voluntad. Son femeninas por condición e identidad, a-genéricas y antifeministas. 84 En muchos sitios, se exige una alta calificación profesional y política a las mujeres para estar en posiciones de poder y liderazgo. Las mujeres somos medidas con una doble vara en comparación con los hombres, se nos exige más y a las feministas mucho más. Lo mínimo, es ser muy profesional en el campo temático y tener una alta calificación. Además, se multiplican las expectativas: se espera que las mujeres sean demostrativas de sus capacidades, casi a manera de reto se les exige que elaboren propuestas para mejorar, que tengan una actitud propositiva y sean siempre exitosas. Nadie se detiene a analizar la situación de desigualdad y desventaja en la que actúan. e) Liderazgos en equilibrio con la vida de las mujeres En el transcurso histórico el feminismo ha cambiado y ha evolucionado. Desde hace décadas diversos feminismos han cambiado su concepción sobre la acción política feminista y las cualidades de los liderazgos. En el pasado, con matices, se idealizaba a mujeres fuertes, estoicas y sufridas, rebeldes, arriesgadas y valientes, capaces de sacrificarlo todo por la causa, de renunciar a su mundo inmediato: a su condición social, escolar, familiar, conyugal, a la maternidad y a sus hijas e hijos, a sus bienes. El estereotipo ideal implicaba dejar una vida considerada tranquila, en pos de los ideales, vivir de manera precaria, ascética e insegura, y morir por ellos. O hacerlo, precisamente, por la imposibilidad de seguir viviendo una existencia opresiva. Tragedias y sufrimientos indecibles recorren las biografías de mujeres militantes de movimientos civiles y políticos y de mujeres feministas quienes debían mostrar la ruptura de convenciones, particularmente sexuales y amorosas y, además, hacerlo de manera retadora, sin importar las consecuencias. A partir de la experiencia y de la crítica de las violencias, feministas de distintos países y generaciones, sobrevivientes de guerras, insurrecciones, revoluciones, revueltas, represión, cárcel, exilio y refugio, al analizar la historia con perspectiva feminista, ponderan los hechos y propugnan porque el riesgo vital no sea un valor positivo. Porque al vivir, las mujeres no pierdan condiciones de trabajo y de vida, que no empobrezcan ni enfermen. Se ha consolidado la aspiración de ser feministas participar y liderar sin ser heroicas ni temerarias. Valoramos en tan alto grado a cada mujer que, nuestra política es desmontar la cultura sacrificial, de entrega, renuncia y riesgo, que fue dominante en movimientos emancipatorios y llegó a convertirse en un verdadero cautiverio político. El cambio de perspectiva es producto de experiencias devastadoras, pérdidas vitales personales y colectivas incuantificables, que han conllevado la participación de mujeres feministas y de otras expresiones, en movimientos civiles y políticos marcados por violencia, represión y muerte. Este cambio ético político se acompaña de prácticas positivas afincadas en nuestra autonomía política y en el pensamiento propio. Guía a la política feminista la valoración de la vida de las mujeres en sí misma, aunada a la aspiración a una vida libre de violencia incertidumbre y riesgo, en el marco de una buena calidad de 85 vida, responde a la ponderación de la democracia y la paz, convertidas en valores positivos y prioritarios de la cultura feminista. Los avances logrados al impulsar las aspiraciones de género son prueba de las bondades de la vía democrática. La experiencia acumulada de millones de mujeres al participar en diversas esferas de la vida social que han encontrando sus propias maneras y lenguajes, sus propias vías y sus valores. Ya no tienen como parámetro a los hombres heroicos, temerarios y violentos Por el contrario, generaciones de feministas han alimentado la causa de la erradicación de las violencias y sus estereotipos. Por ello resulta indispensable preservar lo construido en la propia vida y en la sociedad, en la historia, lo que otras han hecho antes de nosotras, los cambios que hemos logrado, las instituciones, las normas y las maneras de vivir y de ser, las subjetividades y las mentalidades. Hoy pensamos que las mujeres no debemos estar en riesgo sino que el bienestar41 es deseable y posible en el presente. Con todo sabemos que, a pesar de hacer política con una visión de seguridad, protección, cuidado y empoderamiento, la violencia se cierne sobre mujeres que han sido dañadas en su seguridad y su libertad y algunas de ellas en perdido la vida en defensa de los derechos humanos de las mujeres. Movimientos sociales y políticos de otra inspiración convocan, fomentan y esperan liderazgos temerarios y agresivos. Para el feminismo, esa manera de hacer política retadora, confrontante y riesgosa es contraria a la valoración de la del diálogo, la calidad, la estabilidad, la seguridad y la armonía en la vida de las mujeres. La propuesta es lograr en la vida social el respeto a la dignidad, la integridad y la libertad de las mujeres y un equilibrio entre el esfuerzo de liderar y el empoderamiento de las líderes y sus movimientos. Su desarrollo, la mejoría en su calidad de vida, su avance político y profesional. Vindicamos la participación civil pacífica. f) Lideresas cyborgs Frente a la fragmentación cotidiana y la escisión personal productos de los modos de vida prevalecientes que contienen la doble y triple jornada y el sincretismo de nuestra condición de género, consistente en vivir las contradicciones de ser mujeres premodernas patriarcales y modernas ciudadanas, al mismo tiempo y como amalgama. Tomando como referencia de seres híbridos, cambiantes, como de ciencia ficción a los cyborgs42 de Donna Haraway, somos, una prefiguración de los cyborgs: “Un cyborg es un organismo cibernético, un híbrido de maquina y organismo una criatura de realidad social y también de ficción. La realidad social son nuestras relaciones sociales vividas, nuestra construcción política más importante, un mundo cambiante de ficción. Los movimientos internacionales feministas han construido <la experiencia de las mujeres> y, asimismo, han destapado o descubierto este 41 Lagarde y de los Ríos, Marcela: Claves feministas para liderazgos entrañables. En: Ídem, 2005, pp: 159-292. 42 Haraway, Donna J.: Idem: p: 253. 86 objeto colectivo crucial. Tal experiencia es una ficción y un hecho político de gran importancia. La liberación se basa en la construcción de la conciencia, de la comprensión imaginativa de la opresión, y también, de lo posible. El cyborg es materia de ficción y experiencia viva que cambia lo que importa como experiencia de las mujeres a finales de este siglo. Se trata de una lucha a muerte, pero las fronteras entre ficción y realidad social son ilusión óptica”. Aspiramos a la buena vida al constatar en la mayoría de las sociedades contemporáneas, la pobreza de género y la pobreza vital de la mayoría de las mujeres, aunada al modelo de género impuesto en desigualdad: cuidadoras de otros, eficaces trabajadoras, proveedoras y ciudadanas. Seres del mundo privado, separado del mundo público; contemporáneas de hombres cargados de poderes, recursos, bienes y oportunidades y además, sujetas a ellos y competidoras por poderes, recursos, bienes y oportunidades. Las mujeres y, más las feministas, vivimos conflictos con hombres de nuestro entorno, por el modelo de mundo desigual y excluyente que defienden, frente al nuestro basado en la igualdad y en la inclusión solidaria. Constatamos los avances y el mayor desarrollo y bienestar vital de las mujeres en igualdad, en países y en clases, castas y capas sociales de Alto Desarrollo, y redundan en la creciente aportación económica, social, cultural y política de las mujeres al desarrollo social y democracia, permite a las feministas contemporáneas afirmar con pruebas la razón que nos asiste. Aunque es evidente que aún las mujeres que acceden a mejores condiciones de vida están sujetas a diversas desigualdades, injusticias y opresiones patriarcales de género. Al hacer política, buscamos generar condiciones positivas de participación para las mujeres, para llevar a la práctica estos principios. Y ello porque parte de la sociedad se comporta de manera profundamente dañina y cruel con las mujeres Para lograr avances y cuidar los liderazgos es preciso mejorar las condiciones sociales, culturales, jurídicas y políticas de participación de las mujeres. Cambios en esas esferas están acordes con los principios éticos de liderazgos de mujeres que se deben a la voluntad de grupos, redes y organizaciones feministas que abren espacios para las mujeres y comparten una herencia histórica. La vocación dialógica y reflexiva, la voluntad política argumental han sido distintivas de las feministas, a través del tiempo, primero en el mundo occidental y después global. Es una dimensión subjetiva democrática del feminismo crítico de una modernidad homogeneizadora. No pretendemos la verdad única, entre otras cosas, porque la producción de conocimientos, la investigación, la elaboración de la experiencia empírica, hacen relativamente inestables los conocimientos y las interpretaciones. Así no buscamos homogeneidad ni identidad, tampoco caminar siempre al unísono. Necesitamos que la heterogeneidad y la diversidad se expresen y se respete el disenso, que no se impongan agendas ni puntos de vista únicos, que se respeten los procesos, el sentir y los tiempos de cada movimiento con sus referentes puntuales. Por eso, la convergencia y la sintonía son bienvenidas. 87 Las feministas actuales, herederas de esas tradiciones, tenemos recursos y otros métodos de actuación. Las acciones feministas trascienden el tiempo y la geografía: una acción local puede tener impacto global. La incidencia política en el tiempo y en el espacio y las acciones de las mujeres de unos sitios geográficos, regiones del mundo, culturas diversas y de generaciones diferentes, benefician a las mujeres del mundo (no de manera mecánica) y potencian las acciones a generaciones posteriores. La movilidad moderna ha permitido a mujeres de países distintos viajar y tener convivencia laboral, educativa, cultural y política, encuentro personal y grupal entre mujeres en reuniones multitudinarias y de peso político internacional, en congresos, foros, grupos de pensar. La escritura, la lectura y la traducción de textos, el acceso de libros, videos, cds, películas y, desde luego, el intercambio de cartas, fotografías y panfletos ha dinamizado la formación recíproca. La comunicación instantánea por Internet ha potenciado el fortalecimiento y el surgimiento de redes de intercambio de conocimientos, opiniones y discusiones, la articulación de campañas regionales e internacionales y la globalización de la cultura feminista, conformada, como nunca antes, por la diversidad de sus fuentes concretas y la pluralidad de su problemática y sus alternativas. La diversidad de recursos políticos del feminismo y la transformación subjetiva de las feministas han incidido también, en las capacidades y las habilidades más requeridas relativas al manejo de la información, la exploración y la investigación, la elaboración intelectual, de invención y de conexión de acciones diversas para aproximarnos a nuestros objetivos. Para las feministas, no basta con vivir, es preciso pensar la experiencia. En ese sentido, el feminismo es ilustrado y racionalista, construye historia, memoria, cultura. Con todo, abarca diversas formas de pensar y diversas racionalidades y prácticas políticas. Pensar el mundo, pensar la vida, es analizar el mundo, ver lo oculto, lo negado, aquello rechazado, lo distorsionado, el otro lado de las cosas. Lo invisible. Y, a partir de ahí, resignificar la vida propia, la vida de las y los demás con quienes cada mujer se relaciona, al repensar el mundo Lo que vivimos hoy, aquí, tiene que ver con lo que viven otras mujeres en sus mundos. Las diversas somos semejantes. Hay conexiones sociales y culturales invisibles entre unas y otras y se condensan procesos culturales que se intersectan sin que nos demos cuenta. Si algo destaca en las feministas y en otras mujeres es la capacidad de pensar y actuar sobre su vida y su mundo, desde un tiempo y un lugar, situadas como mujeres en una genealogía política, con una ubicación de género trastocadora. 88 Liderazgo Cultural e igualdad de género Fréderic Vacheron Especialista de Programa de Cultura para el Cono Sur Director de Programa de la Villa Ocampo “Mi única ambición es llegar a escribir un día más o menos bien, más o menos mal, pero como una mujer”. Victoria Ocampo El pasado mes de noviembre tuvimos la oportunidad de organizar en la Villa Ocampo un coloquio sobre Género y Cultura en el cual pudimos reunir a importantes figuras políticas de Argentina así como académicos y representantes de la sociedad civil del Cono Sur para reflexionar en torno a la temática del género, los derechos humanos y la cultura. Este contexto se presentó, por primera vez en Argentina y en la Región, el informe Igualdad de Género, Patrimonio y Creatividad que es la culminación de décadas de reflexión y la materialización del compromiso de la UNESCO para promover los derechos humanos, incluidos los derechos de las mujeres, en la vida cultural. Esta presentación constituyó la primera actividad del nuevo programa de Villa Ocampo de la Unesco. Estrechar los vínculos entre el legado de Victoria Ocampo y los ejes programáticos de la UNESCO es una prioridad tal como el tema de Genero que fue siempre tanto para Victoria Ocampo como para la UNESCO una constante preocupación. Victoria Ocampo, extraordinaria mujer argentina, escritora, defensora incansable de la diversidad cultural y los derechos de la mujer, legó su casa en 1973 a la UNESCO para dar continuidad a su obra. “Además de su doble condición de escritora y de directora de la revista cultural latinoamericana más importante del siglo XX, Victoria Ocampo también fue una pionera en la lucha por la igualdad de género en América del Sur. En la década de 1930 fundó la Unión de Mujeres Argentinas y luchó contra el sometimiento cultural y social de la mujer. Desde las páginas de Sur difundió textos decisivos para el reconocimiento de la mujer creadora,como Un cuarto propio de Virginia Woolf, y otorgó un lugar central a la literatura escrita por mujeres. Su lucha personal abrió un camino nuevo para la mujer no sólo en su país de origen: fue la primera escritora en ingresar en la Academia Argentina de Letras en 1977, tres años antes de que Marguerite Yourcenar obtuviese el mismo logro en la Academie Francaise”(Ernesto Montequin, Curador académico de la Villa Ocampo, marzo 2015). Para UNESCO, la desigualdad arraigada en el género es tanto una cuestión de derechos humanos como una instancia de desarrollo. La equitativa participación de hombres y mujeres en la sociedad no es solamente un derecho legítimo sino también una necesidad social y política para lograr un desarrollo sostenible. 89 Como una de las dos prioridades globales de la UNESCO, la Organización está plenamente comprometida con el logro de la igualdad de género. Para avanzar en esta área, debemos desarrollar una conciencia precisa de los casos en los que la cultura es la causa –en vez de la excusa– de desigualdades. Debemos cuestionar hasta qué punto el prejuicio es producto de la ignorancia, oculto tras las barreras de la tradición. La cultura es diálogo y está en constante evolución. Las prácticas culturales se transforman o se descartan conforme cambian las percepciones de la comunidad. Sin embargo, estructuras más profundas de discriminación insertas en los sistemas e instituciones de la sociedad han demostrado ser considerablemente resistentes. Como advierte la Sra. Farida Shaheed, Relatora Especial en materia de derechos culturales “la tendencia a considerar, en gran medida, la cultura como un impedimento a los derechos humanos de las mujeres es una visión excesivamente simplista y problemática porque distrae la atención de los actores, instituciones, leyes y reglamentaciones específicas que mantienen a las mujeres subordinadas dentro de los sistemas y estructuras patriarcales”. Por estas razones, este informe es más que oportuno y necesario. El consenso internacional en este tema demuestra lo importante que resulta dirigir nuestra mirada hacia la igualdad de género entendida como el derecho de toda persona a vivir una vida satisfactoria de acuerdo con sus propios valores y aspiraciones. Esto a su vez puede convertirse en un catalizador que genere una transformación social con beneficios para todos. El enfoque de la UNESCO para promover la igualdad de género en la vida cultural se basa en un compromiso con los derechos culturales y la diversidad cultural, en conformidad con el marco internacional de los derechos humanos, citando nuevamente a la Sra. Shaheed “nadie puede invocar la diversidad cultural para violar o limitar los derechos humanos”. El informe ‘Igualdad de Género: Patrimonio y Creatividad” representa la primera evaluación mundial de la igualdad de oportunidades en el ámbito de la cultura. Iniciado por el Sector de Cultura de la UNESCO, busca fomentar el debate y el diálogo en el marco de la Agenda de Desarrollo Post-2015 y crear conciencia sobre la necesidad de igualdad de derechos, responsabilidades y oportunidades de mujeres y hombres, niñas y niños, en el ámbito de la vida cultural. Para ello esta publicación reúne investigaciones, estadísticas y estudios de caso basados en el trabajo normativo y programático de la UNESCO y los aportes de expertos que van desde representantes del gobierno hasta artistas, profesionales y grupos de reflexión internacionales con respecto a la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en la cultura. Incluye recomendaciones para los gobiernos, los encargados de tomar decisiones y la comunidad internacional, dentro de los campos de la creatividad y el patrimonio, comenzado así a preparar el terreno para un futuro sostenible. Sin embargo, a pesar de los avances hacia la paridad de género en las industrias culturales, sigue existiendo un techo de cristal que obstruye la participación de las mujeres en los procesos de DECISIÓN y formulación de políticas. Las cifras son claras - Las mujeres representan menos del 10 por ciento de los directores de cine y menos del 15 por ciento de los guionistas internacionalmente. Para citar un ejemplo conocido 90 y bien elocuente, sólo cuatro mujeres en la historia de los premios Oscar han sido nominadas a mejor director y sólo una ha ganado la estatuilla en ese rubro. Hasta la fecha, las mujeres se han visto particularmente marginadas de la vida cultural, frente a numerosas barreras para contribuir y participar en el cine, la producción de teatro, las artes y la música. Muestra de ello es la reivindicación que hace pocos días realizó la actriz Patricia Arquette al recibir el premio Oscar donde reclamó públicamente igualdad salarial y de derechos para las mujeres en Estados Unidos. Esto también se verifica en Francia, donde las mujeres representan menos de una cuarta parte de los directores de cine, de teatro y coreógrafos que trabajan en instituciones con financiación pública, mientras que el 82 por ciento de todos los puestos de responsabilidad en la gestión cultural están ocupados por hombres. Más del 90 por ciento de los técnicos de sonido, camarógrafos y directores de fotografía en Australia y dos tercios de los músicos, productores y fotógrafos en los EE.UU. son hombres. Asimismo, si aplicamos una perspectiva de género a la definición de patrimonio, se advierte no solo la medida en que las mujeres a menudo no son reconocidas o subestimadas, incluso en lo que respecta a su contribución en la creación y recreación del patrimonio. Por ejemplo, la contribución de la mujer al Patrimonio Cultural Inmaterial, en general, es minimizada, ya que se considera, sencillamente, una parte de su papel de género (crianza de los hijos, producción y elaboración de alimentos, fabricación de telas, trabajos en cerámica, etc.) más que una expresión del “patrimonio” que debe ser valorada y salvaguardada. Gracias a la concientización internacional esto poco a poco está cambiando, muestra de ello es el estímulo a la participación de mujeres en la transmisión intergeneracional de los conocimientos y prácticas médicas tradicionales de los Kallawaya gracias a una serie de talleres de fortalecimiento de capacidades que se realizaron en Bolivia, prácticas culturales que se han adaptado en parte por ejemplo los ritos de pubertad Dipo en Ghana, originalmente una pubescente habría estado confinada entre nueve y doce meses, pero actualmente el elemento de confinamiento del ritual ha sido eliminado, si bien se mantiene su importancia social para las mujeres y las niñas de la comunidad. En 2001, cuando se inscribió en la Lista del Patrimonio Mundial a New Lanark, pueblo pequeño de Escocia, donde el idealista y utópico Robert Owen desarrolló un modelo de comunidad industrial a principios del siglo XIX, el Comité del Patrimonio Mundial reconoció los beneficios poco habituales en ese momento, que Owen concedió a la mujer como el derecho a la educación y la escolarización, y viviendas adecuadas, visibilizando así la contribución y el rol de la mujer. Estos ejemplos sobresalientes en todo el mundo deberían recordarnos que garantizar la igualdad de género en los derechos culturales es un derecho humano fundamental y es esencial para forjar sociedades inclusivas y equitativas. No hay desarrollo sostenible posible sin igualdad y cohesión social y esta lucha debe permanecer en el centro de nuestras prioridades. Las barreras de género que limitan la participación de las mujeres en el patrimonio material e inmaterial, así como las menores oportunidades laborales y empresariales 91 que tienen en las industrias culturales y creativas no sólo obstaculizan a las mujeres a desarrollar todo su potencial, sino que también actúan como un freno para el desarrollo global sostenible y la integración social. A lo largo de todo el Informe aparecen ejemplos tomados de las industrias creativas y de diversas prácticas de patrimonio de todo el mundo pero no hay duda de que existen más ejemplos y ahí radica el desafío. La falta de datos culturales desglosados por sexo es un factor que esconde las brechas de género y ese es un reto que a todos nos convoca. Debemos ampliar la investigación en nuestro entorno, en Argentina y en la subregión, para contar con herramientas que permitan crear y desarrollar iniciativas innovadoras, políticas multisectoriales efectivas y programas de sensibilización. Invitamos a las autoridades y a las instituciones especializadas a ayudar la UNESCO en esta labor. Asegurar que todos los miembros de la sociedad puedan participar, contribuir y verse beneficiados de la cultura depende de múltiples asociaciones y alianzas en todos los niveles de la sociedad. En el marco de las celebraciones de los 70 años de la UNESCO hacemos un llamamiento a toda la comunidad internacional a fomentar la igualdad de género a través de la aplicación y puesta en funcionamiento de las convenciones culturales en concordancia con los derechos humanos. Reconocer el potencial y las oportunidades que ofrece la cultura a la igualdad de género y viceversa puede ayudarnos a romper definitivamente el círculo de la desigualdad que nos afecta a todos los países y regiones del mundo. 92 La lucha de Abuelas Estela de Carlotto El golpe cívico militar que usurpó ilícitamente el poder comenzó el 24 de marzo de 1976 y llevó adelante una política de terror: la desaparición, tortura y asesinato de miles de personas de todas las edades. Y, en un hecho inédito, la desaparición de centenares de criaturas secuestradas con sus padres o nacidas en los centros clandestinos de detención a donde fueron conducidas las jóvenes embarazadas. Dichos niños fueron separados de sus familiares y apropiados en general por personas ligadas al poder militar, quienes les sustituyeron su identidad anotándolos como hijos propios. Las Abuelas tuvimos una doble tarea; buscar dos generaciones, nuestros hijos y nuestros nietos. Y en este marco es que salimos en busca de ellos, con miedo, desconocimiento y soledad, pero con una gran resistencia nacida del amor. El terror no nos paralizó. Y fue así que nos fuimos encontrando y sumando acciones y voluntades, con la inocente esperanza de que los seres queridos regresaran al hogar. Ni un solo instante claudicamos o bajamos los brazos. Una apoyando a la otra para no dejar de caminar estos largos y sufridos años. Buscábamos en el barrio, en los jardines de infantes, en los tribunales, en los hospitales, buscábamos alguna señal que nos indicara que ese niño era nuestro nieto. ¿Por qué salimos a la calle nosotras y nos los padres? Porque corrían el riesgo de ser secuestrados. Nosotras les pedimos que se queden en casa, que continúen siendo el sostén económico y la presencia permanente en el hogar. En cambio nosotras éramos subestimadas por los represores por ser mujeres y hasta nos llamaron “locas”. Ellos sufrían la peor parte al esperar nuestro regreso con angustia y sin saber si volveríamos o no. Luego de más de 37 años de búsqueda, de lucha por la verdad, sabemos que nuestros nietos y nietas son los desaparecidos vivos que siguen siendo víctimas de la mentira. Avanzamos siempre por el camino de la Justicia, exigiendo verdad y justicia, sembrando y construyendo memoria. Pero a pesar de nuestras marchas, ruegos y vigilias, se garantizó por leyes por casi dos décadas la impunidad de secuestradores, torturadores, asesinos y apropiadores. Y fuimos obligadas a convivir con ellos. Pero no nos resignamos, seguimos luchando. Persistimos en nuestra búsqueda de verdad y justicia. Y así logramos que por ley se creara la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) y el Banco Nacional de Datos Genéticos, para que el Estado argentino tome la responsabilidad legal de identificar a nuestros nietos. Y logramos incluir en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño tres artículos relativos a la identidad. Desde hace algunos años, cuando nuestros nietos ingresaron en la adolescencia y daban sus primeros pasos “independientes”, implementamos acciones de difusión y comunicación que implicaban dirigirnos hacia ellos. El planteo era: ahora también 93 nuestros nietos van a empezar a buscarnos. Y no estuvimos erradas. La difusión nacional e internacional, la participación activa y solidaria de artistas, deportistas, actores y músicos multiplicaron nuestra palabra para que nuestros nietos la escucharan. En el año 2005 la Suprema Corte de Justicia de la Nación declaró la inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Desde entonces vivimos una etapa histórica. A los genocidas y apropiadores se les terminó la impunidad. Los asesinos –y ahora también sus cómplices civiles– tienen que enfrentarse a la justicia. Las Abuelas pudimos probar a la sociedad que existió un plan sistemático de robo de bebés. Son “delitos de lesa humanidad, implementados mediante una práctica sistemática y generalizada de sustracción, retención y ocultamiento de menores de edad”. Y los juicios por delitos de lesa humanidad se han convertido no sólo en una herramienta para conseguir justicia por los crímenes cometidos hace más de treinta años; sino también en un elemento fundamental a la hora de revisar y reconstruir colectivamente la historia de nuestro país. No hay posibilidad de que la democracia se construya sobre la mentira y el ocultamiento, así como tampoco es posible que alguien se desarrolle y sea feliz desconociendo su identidad. Las Abuelas lo sabemos con certeza porque en cada restitución vemos florecer en nuestros nietos la felicidad y la seguridad que les otorga saber quiénes son. La verdad es reparadora y por ella seguiremos luchando siempre. Para nosotras, la mayor reparación es encontrar a nuestros nietos, que conozcan su historia y se les restituya su identidad. Hasta el momento hemos logrado la restitución de 117 nietos. Y a pesar de nuestra avanzada edad, vamos por más. 94 Política y mujeres en América Latina Dora Barrancos La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) volvió a analizar, en 2011, la situación de la condición femenina en toda las Américas sobre la base de una encuesta efectuada a todos los países, pero que en verdad sólo respondieron menos de la mitad de los 35 estados miembros. La consulta incluyó también a un determinado número de agencias de la sociedad civil y estuvo precedida por reuniones en Santiago de Chile, Buenos Aires y Caracas, ciudades donde se examinaron las prerrogativas obtenidas por las mujeres toda vez que estaban en juego las añejadas recomendaciones para garantizar la igualdad de género en las Américas. “La elección de mujeres como Presidentas o Primeras Ministras en varios países de la región en los últimos veinticinco años – se dice en el citado informe de la Comisión- como Violeta Chamorro (Nicaragua), Mireya Elisa Moscoso (Panamá), Michelle Bachelet (Chile), Cristina Kirchner (Argentina), Laura Chinchilla (Costa Rica), Kim Cambell (Canadá), Janet Jagan (Guyana), Portia Simpson Miller (Jamaica), Kamla Persad-Bissessar (Trinidad y Tobago), y Dilma Rousseff (Brasil), demuestra que el liderazgo político de las mujeres en esta esfera va en aumento” (CIDH/OEA, 2011: ix) Pero más allá de este importante dato y de los avances habidos en las últimas décadas, quedan sabores amargos porque el reconocimiento de las mujeres en la arena política continúa lleno de dificultades. Se ha sostenido (Rodríguez et al., 2002, Barrancos, 2007) que en la mayoría de las naciones latinoamericanas, la politización de las mujeres es una circunstancia que remonta a una larga data. Las mujeres ejercieron influencia, asesoramiento y consejería en todos los tiempos, y hubieran resultado imposibles las luchas anticoloniales y las condiciones de emergencia de nuestros estados sin la participación femenina. Aunque no les fuera reconocido casi ningún derecho, resulta incontestable el carácter peculiar de la politización de las mujeres en nuestros territorios. Los derechos políticos asomaron en momentos diferentes de la historia del siglo pasado, de modo que podrían trazarse tres periodos, a saber: se registra un ciclo precursor en torno de los inicios de la década 1930 -encabezado por Ecuador (1929) y seguido por Cuba, Brasil y Uruguay-; hay un segundo momento que va desde la finalización de la Segunda Guerra hasta 1960 -Costa Rica y Argentina están en este segundo grupo-; y finalmente re registra un último ciclo más reciente que se inicia en los años 60. Paraguay y Guatemala se sitúan en esta última fase. En la década de 1950, Argentina, mostraba una circunstancia sin duda excepcional de movilización política de las mujeres gracias a la figura de Eva Perón. Más allá de las controversias y de los anatemas provocados por esta singular mujer, su frenética construcción de la Rama Femenina del Partido Justicialista, con el deliberado propósito de ser un ariete de la causa del marido, significó que en las primeras elecciones en que pudieron votar las mujeres, esto es en 1951, el Congreso de la Nación tuviera un 95 tercio de su representación (Barry, 2009; Valobra, 2010). La presencia femenina ha sido destacada en mi país pues todas las fuerzas partidarias han contado con cifras significativas de mujeres – en todo el espectro de las ideologías, de la derecha a la izquierda -, y no debe sorprender que en 1991 se sancionara la ¨ley de cupo” –o de cuota como prefiere llamarse –, lo que significa que al menos 30% de mujeres deben integrar las listas partidarias para los órganos representativos, en lugares expectables, es decir con posibilidades ciertas de ser electas. Esta normativa, que de inicio no fue estrictamente acatada (algunas candidatas debieron recurrir a los tribunales internacionales) tuvo un singular “efecto demostrativo” en la región. En efecto, en 1996 México y Paraguay incorporaron la cuota, el primero con el 30% y el segundo con 20%. Ambos países tienen la ventaja de contar con un sistema de elección “cerrado”, esto implica que las listas no pueden modificarse, pero el problema principal que tiene la ley mexicana es que no obliga a un determinado lugar de las candidaturas femeninas. En 1997, Brasil, Panamá, Bolivia, Ecuador se sumaron con el 30%, y también lo hicieron Perú y la República Dominicana pero con un porcentaje menos, 25%. Bolivia y República Dominicana tienen sistemas “cerrados”, y en este segundo grupo de países, sólo Ecuador y Bolivia hacen reserva de lugar expectable para las mujeres. La situación de Venezuela es paradójica porque habiendo sancionado la cuota en 1997, en el año 2000 la rescindió, pero el Distrito de Alto Pure ha determinado la paridad en las candidaturas. Ecuador indica en su Constitución recientemente reformada la paridad en todos los cargos públicos, pero es evidente que se enfrentan problemas de aplicación. Pero pionera en materia de paridad es Costa Rica – que ya tenía cuta de 40%- que en 2009 determinó la igualdad poniéndose de este modo, junto con lo que consagra la reciente Constitución de Bolivia, al frente de los países de la región (CIDH/ OEA, 2011; Htun y Jones, 2000; Bareiro y Soto, 2000; Peschard: 2008; Franceschet, 2008; Archenti y Tula, 2008). También Ecuador se ha sumado a la paridad, pero lamentablemente en ninguno de estos países se ha podido consagrar fácticamente debido a los problemas en el sistema político. Honduras y Panamá también han decidido la paridad representacional. Pero los problemas del sistema político obstruyen el estatuto legal y en verdad todavía en ningún país se cumple con la ley paritaria. Como lo explican las/los expertos, según el informe que tomo como referencia: “la diversidad de las instituciones electorales propias de cada país, da como resultado una variación enorme en el éxito obtenido por, 2011 las leyes de cuota para que se tenga un mayor número de mujeres electas” (Htun, 2000:2 ). En efecto: las mayores garantías para que la ley de cuotas cumpla su cometido tiene que ver con sistema electorales proporcionales y con un sistema de listas cerrado. ¿Por qué se sostiene que estas dos condiciones favorecen la efectiva inclusión de las mujeres? Un sistema proporcional amplía las oportunidades de elección - y no sólo para las mujeres -, y las listas cerradas suponen un soporte mayor, más contundente, de las fuerzas políticas que sostienen la oferta. Los mayores problemas de visibilidad y consolidación de esfuerzos requieren, sin lugar a dudas, el soporte partidario (Archenti, 2002). Debe pensarse que las tachaduras y enmiendas por lo general favorecen a las candidaturas masculinas, ya que los varones han tenido más oportunidades de realizar carreras políticas, aunque debe admitirse que una larga permanencia y exposición también puede constituir un aspecto que lleve a impugnar candidaturas. 96 De acuerdo con las estadísticas de la Unión Interparlamentaria, las mujeres representan actualmente cerca del 23% en los Congresos americanos, siendo la región con mayor porcentaje de mujeres a nivel mundial en este ámbito luego de los países nórdicos. Pero hay diferencias notables entre nuestros países. En Costa Rica, la representación de las mujeres en el Congreso es una de las más altas en la región, a acerca al 39%, mientras que en Brasil, sólo alcanza el 8.6% en la Cámara Baja y 16% en el Senado. Pero en el Senado de nuestras naciones, sólo Argentina (35.2%) y México (19.5%), tienen una representación considerable de mujeres. En general, se observa que las mayores proporciones acceden sólo a la Cámara Baja, lo que debe interpretarse también como una señal de las mayores dificultades para la construcción de peldaños de ascenso en la política por parte de las congéneres. La CIDH, destacó, en el informe que me ocupa de modo central, que no obstante los logros conquistados por las mujeres en la arena cívica, subsistían problemas fundamentales, entre los que se contaban: - “Los prejuicios y estereotipos de género y formas de discriminación presentes en las sociedades americanas que les impiden el acceso a los puestos de poder; que les restringen la posibilidad de opciones de incursionar en el ámbito político; y el desempeño exitoso de sus cargos; - “Las desventajas socio-económicas, como el acceso limitado de las mujeres al financiamiento para las campañas y en la contienda a cargos públicos; - “El desconocimiento de las mujeres de sus derechos políticos, especialmente en áreas rurales y marginadas; - “Las distintas formas de violencia que anulan e impiden el ejercicio de todos los derechos humanos por parte de las mujeres, incluyendo su derecho a incursionar en la vida política, y a ejercer su derecho al voto; - La situación particularmente grave de las mujeres indígenas y afro descendientes, entre otros desafíos” (CIDH/OEA 2011: 4). 97 El mismo informe agrega al considerar los logros habidos, que: “La Comisión nota que todavía persisten desafíos para lograr una participación política igualitaria y plena entre hombres y mujeres en la región. Entre estos desafíos se encuentran: el acelerarla inserción de las mujeres en la vida política de sus países, proceso que se desarrolla todavía de forma desigual a través de las Américas; la implementación de leyes y políticas públicas que promuevan y garanticen la participación y representación efectiva de las mujeres en puestos de toma de decisión; el disminuir los altos grados de subrepresentación femenina en las distintas instancias de poder público, ya sean de carácter representativo o de designación; el implementar medidas para abordar la dicotomía entre los avances desiguales en la incursión de las mujeres en puestos políticos a nivel nacional y local; el combatir prácticas discriminatorias de los partidos políticos que restringen la participación femenina; y el superar la exclusión y escasa representación de las mujeres indígenas y afro descendientes en instancias de decisión” (CIDH, 2011: 18). Poco puede agregarse a estas conclusiones. La arena política ha sufrido significativas transformaciones, los escenarios han cambiado de modo acentuado con el número de mujeres que tienen alguna forma de inclusión en la vida cívica (Bareiro, Soto y Soto, 2007), algunas de las cuales han llegado a la máxima magistratura, pero todavía ralean las oportunidades y falta el reconocimiento. Para las mujeres sigue siendo particularmente difícil la consideración partidaria y más aún la consagración en la vida política. El obstáculo mayor sin duda es el inmarcesible mandato de gerenciar la vida doméstica, la responsabilidad central de ser agente principal de los cuidados (Pautassi y Zibecchi, 2013), Marco Navarro y Nieves, 2013( y tal como he descrito en algunas oportunidades (Barrancos, ) la noción de tiempo representa una clave fundamental y muy diferenciada entre los géneros. La política requiere una sobre dosis de tiempo ya que sus demandas suelen ser integrales. Tal como he sostenido: “Las regulaciones temporales constituyen lo más arquetípico del modelado que estatuyen los trabajos del “ser mujer”: es imposible dar cuenta de la heterogeneidad de lo cotidiano sin dispositivos cronométricos. En verdad el tiempo nunca alcanza a las mujeres, y es decididamente común entre estas el principio de “no perder tiempo”, enunciado que se revela como el ancla de la estructura subjetiva” (Barrancos, 2012). Regularmente el uso del tiempo por parte de los varones en la arena política es discrecional, pueden gastar esa dimensión existencial sin las ataduras de la polimorfia de las demandas domésticas. Es más, la propensión patriarcal no siempre inconsciente, suscita que las cuestiones decisivas ocurran a contrapelo de los horarios más adecuados para las mujeres. He sostenido también que “seguramente muchas se han extenuado en la contienda, han pensado que no tiene sentido “perder el tiempo” para obtener algunas migajas de “empoderamiento” y se han retirado de los escenarios donde se fraguan las carreras políticas. No son pocas las mujeres que habiendo dado pasos en la vida política han decidido que si se trata de perder tiempo debe ser entonces a costa de experiencias más placenteros, o por lo menos, con resultados más tangibles” (Barrancos, 2012) Tal vez como en ninguna otra dimensión de la existencia de las mujeres la subjetividad compartida ensaya un sutil tratamiento de “costo/beneficio”. Además están las hostilidades, las formas explícitas y no tanto del ataque: las representaciones corrientes que portan los improperios son fórmulas arquetípicas que enlazan la 98 condición femenina con las hembras de otras especies animales. Y si no, hagamos un repaso de los brutales enunciados de denostación de la Presidenta. Cuando no alcanza la argumentación, el curso racional de la diatriba –y generalmente no alcanza– no se trepida en el agravio, y el insulto retarda la construcción de la equidad de género y no sólo en la arena política. Bibliografía Archenti, Nélida y María Inés Tula , eds. Mujeres y Política en América Latina. Sistemas electorales y Cuotas de género (Buenos Aires, Heliasta, 2008). Archenti, Nélida y María Inés Tula , eds.“Algunas cuestiones iniciales sobre las leyes de cuotas” en Mujeres y Política en América Latina. Sistemas electorales y Cuotas de género (Buenos Aires, Heliasta, 2008). Archenti, Nélida, “Representación, ley de cuotas y sistemas electorales”, Revista Posdata – nº 6 – 2002 , pp. 1-24. Bareiro, Lina, Soto, Clyde y Soto, Lilian, La inclusión de las mujeres en los procesos de reforma política en Amércia Latina (Washington, BID, 2007). 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Camila Vallejo Dowling Diputada, Chile Un examen breve de la realidad social de nuestro país respecto de las desigualdades y discriminaciones de género, resulta revelador para comprender por qué es tan importante crear en Chile el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género. Nuestra sociedad Ɵene una gran deuda con las mujeres. La inequidad de género está profundamente enraizada entre nosotros, manifestándose ya desde la primera infancia, luego en la educación formal, como en los estereo pos de género que abundan en los medios de comunicación, o en la violencia contra la mujer, en el acoso callejero, en la inequidad en los salarios, en la desigualdad ante el empleo, y tantas otras situaciones que lamentablemente perduran, man enen y reproducen una lógica patriarcal, machista y conservadora en la sociedad chilena. Pero, revisemos más en detalle este diagnós co. Durante el siglo XX, en el mundo se produjo una feminización de la fuerza de trabajo. Como dijo la gran pensadora y marxista rusa Aleksandra Kollontai, a principios del siglo pasado: “El capitalismo ha cargado sobre los hombros de la mujer trabajadora un peso que la aplasta; la ha conver do en obrera, sin aliviarla de los cuidados de ama de casa y madre”1. En estricto rigor, el desarrollo económico acabó con los designios oscuran stas de la Iglesia que naturalizaban el rol de las mujeres como garantes del “fuego del hogar”, sacándola de la esfera privada en la que se hallaba some da. Sin embargo, este proceso se concretó sin quitarle a las mujeres la responsabilidad histórica por el trabajo domésƟco no remunerado, recargándolas con una doble jornada laboral, consƟtuyéndolas en uno de los sectores más explotados de la sociedad, pues además de la “doble jornada laboral”, sus condiciones asalariadas son las de mayor precarización y flexibilización. Baste un ejemplo para graficar lo anterior: en la llamada “edad fér l”, a la misma edad, las mujeres chilenas deben pagar mayores montos por sus planes de salud y enen menos posibilidades de ser contratadas. Ser mujer, para el libre mercado, es una carga que trae aparejado un mayor costo. Desde la infancia temprana, el proceso de socialización inicial de niños y niñas marca la primera señal de inequidad social, estableciendo y reproduciendo estereoƟpos de género que sitúan a la mujer en un plano de debilidad, la ternura y las habilidades blandas, y a los hombres en el plano de la producción, el abastecimiento y las 1 KOLLONTAI, Aleksandra. El comunismo y la familia. 101 habilidades duras. De esta manera, los niños y niñas aprenden a cumplir determinados roles, absolutamente estereo pados, con las limitaciones propias de un lenguaje que los cons tuye en lo uno o lo otro, que los determina en sus vidas futuras. De pequeñas, todas oímos de boca de los adultos que “las niñas no deben hacer esto”, o bien, que “los niños no pueden llorar, porque llorar es para las niñitas”, frases que nos modelaron en torno a una comprensión sesgada del género y de la sexualidad. En este sen do, un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo analizó 15 libros, entregados el 2013 por el Ministerio de Educación, detectando una constante de desigualdad en el tratamiento de género, invisibilizando a las mujeres, mostrando estereoƟpos de funciones y roles sociales y caracterísƟcas personales. Concretamente, en los libros que leen nuestros niños y nuestras niñas hay una presencia reducida de mujeres en roles protagónicos y su par cipación se centra en lo domés co. ¿Qué dice esto de la formación educativa de nuestras mujeres? Claramente representa una carencia que nuestra sociedad debe enfrentar y, por lo mismo, será preciso que el Ministerio de la Mujer juegue un significaƟvo rol en el desaİo estatal de avanzar en la equidad y erradicar las desigualdades de género en Chile. No siendo suficiente lo anterior, la inequidad de género simbólica se expresa de manera brutal en los medios de comunicación y publicidad, que bombardean a nuestros niños y niñas con estereoƟpos de género marcados, por un cuerpo femenino reducido a objeto sexual y vacío de contenido. Con una sub-representación de las mujeres en cosas tan usuales para los niños como, por ejemplo, los dibujos animados o las películas, donde por cada 4 personajes masculinos con parlamento hay sólo una mujer. Con estos datos que dejan de manifiesto las inequidades de género, no debiera extrañarnos entonces que sólo el 15% de las mujeres elija estudiar carreras ligadas a la ingeniería y la informáƟca (tradicionalmente masculinas) y el 70% escoja las áreas de docencia, salud y servicios. Cómo extrañarnos, si nuestras jóvenes toda su vida han escuchado que las mujeres Ɵenen ciertas cualidades y ciertas limitaciones que los hombres no Ɵenen, que somos mejores para ciertas cosas, que hay cosas que simplemente no podemos hacer porque estamos predeterminadas genéƟcamente. Ante esto úlƟmo, quisiera decirlo fuerte y claro: NO EXISTE NADA EN ESTE MUNDO QUE UNA MUJER NO PUEDA HACER. Por otra parte, como señalé anteriormente, la situación laboral no representa un panorama mejor. La inequidad salarial, por ejemplo, aumentó en 7 puntos durante los úlƟmos 10 años. Y según las cifras de la Superintendencia de Pensiones, de febrero de 2014, en las pensiones la brecha entre hombres y mujeres llega al 33% en desmedro de nosotras. Es un hecho que en Chile las mujeres ingresan a trabajar a empleos más precarios, con inestabilidad laboral y falta de protección social. El empleo de la mujer es peor remunerado y menos considerado que el de un hombre. Además, tal como lo explica la Agenda de Género de la CUT: la tasa de parƟcipación laboral femenina esconde enormes diferencia entre grupos de mujeres, según co ndición socioeconómica. Mientras el 30% de mujeres de hogares de menores ingresos trabajan, el 60% de las mujeres de altos ingresos lo hacen. Es decir, dentro de la precariedad del trabajo femenino, los privilegios de clases se reproducen perversamente. 102 Otras fuentes revelan que ante situaciones de crisis económica, las mujeres se ven más fuertemente afectadas, esto por su sub representación en espacios de poder de todo po y su sobrerrepresentación en empleos informales, vulnerables y ocasionales. También es interesante destacar como el InsƟtuto Nacional de EstadísƟca nos indica que el ingreso de la mujer al mundo del trabajo representa casi la mitad del total ( 48% ). Sin embargo, esto no se ve expresado, por ejemplo, en cargos direcƟvos, con tan sólo el 12% de gerencias generales en pequeñas y medianas empresas y un 3% en directorios privados. Todos los elementos culturales, sociales y educacionales de los que vengo hablando, lamentablemente, reproducen la inequidad de género de manera violenta en nuestra sociedad. Pues bien, desde una lógica patriarcal, las mujeres cumplirían un rol secundario en la polí ca y sus reivindicaciones históricamente se han planteado como de segundo orden. Lo cierto es que nos han restado peso histórico, nos han u lizado, nos han cosificado. Esta lógica patriarcal ha considerado que las mujeres organizadas, las mujeres polí cas cons tuyen sólo bases de apoyo, una fuerza explosiva para algunas reivindicaciones específicas, siempre complementarias de las labores principales, siempre adscritas a los hombres, por supuesto. En este senƟdo, mientras la mujer sea considerada como objeto de deberes y no sujeto de derechos, el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género será necesario. De todo esto, de nuestra pesada carga histórica, cultural y políƟca de discriminación a las mujeres, debe venir a hacerse cargo un Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, que nos permitan construir un Chile disƟnto, porque un país que promueve la igualdad de género da vida a una sociedad mejor. Avanzar, entonces, en una agenda de género hoy no sólo es urgente, es absolutamente necesario. Con la creación de un Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, por primera vez en Chile estamos reconociendo la gravedad de nuestro problema y la relevancia polí ca que deben tener las reivindicaciones de la mujer. Con la creación del Ministerio de la Mujer y la equidad de género, por primera vez, el Estado se hará cargo de la discriminación hacia las mujeres, situándonos en el centro de la polí ca, como actoras que determinen sus propias acciones con respaldo del Estado. Quiero terminar recordando unas palabras de Julieta Kirkwood: “Un primer paso para superar el peso de la historiograİa masculina en la conciencia políƟca femenina habrá de ser -junto con mostrar esa caracterísƟca de masculinidad- reconocer, tornar visible todo lo registrado y experimentado por las mujeres que tuvieron que luchar por alcanzar un espacio en el mundo de la políƟca. Es decir, como dicen las feministas, ver y hacer ver lo que otros están haciendo invisible.” Este es nuestro deber irrenunciable: impulsar y ser parte de las luchas por las mejores condiciones de vida posibles, por los derechos democrá cos más elementales de las mujeres y pasar de la declarada igualdad ante la ley a la necesaria igualdad ante la vida, para que estos derechos no terminen en letra muerta y así construyamos una sociedad más equitativa, en definitiva, una sociedad mejor. 103 Consejo Provincial de las Mujeres 3 años trabajando para que el maltrato cero sea una realidad El Consejo Provincial de las Mujeres, es un organismo dependiente del Ministerio de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires cuyos objetivos institucionales son: - Erradicar toda forma de discriminación y maltrato hacia las mujeres por motivos de género. - Promover e implementar políticas que contribuyan a la plena igualdad jurídica, social, económica, laboral, política y cultural entre los géneros. - Incorporar y transversalizar el enfoque de género en las políticas de estado. Estos objetivos se expresan en el PLAN INTEGRAL MALTRATO CERO , un compromiso político que implica acciones directas en el mundo en el que vivimos, para erradicar todas las violencias y los maltratos por motivos de género. Plan integral Maltrato Cero Una política pública destinada a los 135 municipios de la provincia de Buenos Aires Incorporación del enfoque de género en políticas públicas Formar Capacitar Acompañar Capacitación y acompañamiento a empleados de la administración publica, funcionarios, fiscales, equipos de profesionales, docentes, áreas de gobierno para la Incorporación del enfoque de género en las políticas publicas Servicio Penitenciario Bonaerense Programa de Capacitación sobre Violencia de Género a agentes y estudiantes del Servicio Penitenciario Bonaerense y talleres de reflexión para mujeres en situación de privación de la libertad. Violencia Mediática “VI Foro de Violencia Mediática” Organizado junto a la Red PAR -Periodistas de Argentina en Red por una comunicación no sexista-, para debatir los estereotipos de género que fomentan los medios de comunicación. 105 Curso de Formación sobre Violencia Mediática: Edición I y II A través de un análisis crítico de los lenguajes comunicacionales y las técnicas y recursos utilizados en piezas publicitarias con el fin de observar las influencias en el imaginario social, se efectuó una lectura crítica de la ideología de género en la que se apoya el anuncio publicitario y los lenguajes comunicacionales. Se propiciaron nuevas lecturas e interrogantes sobre “lo cotidiano” para enriquecer la producción, generando un proceso de reflexión colectiva sobre las prácticas de significación que instalan la violencia simbólica en los discursos mediáticos. Fue también objetivo de este foro incorporar la perspectiva de género en las prácticas profesionales y los procesos comunicativos para evitar/erradicar la violencia simbólicas// Sensibilizar y capacitar a periodistas en las estrategias y herramientas necesarias para el ejercicio del periodismo con enfoque de género, la utilización de un lenguaje no sexista y la cobertura informada y con perspectiva de derechos de los temas de violencia de género y derechos sexuales y reproductivos. “Enfoque de género en las Políticas Públicas”, Edición I y II Destinado a los Funcionarios, asesores y trabajadores del Estado provincial y municipal; tiene como objeto promover la adopción del enfoque de género en proyectos, programas y políticas públicas provinciales. Entre sus objetivos específicos se destacan: - Propiciar la reflexión conceptual sobre el enfoque de género para viabilizar su aplicación en las acciones, programas y políticas provinciales. - Reconocer los requisitos de aplicación del enfoque de género para la eficacia y eficiencia en la gestión institucional y en el desarrollo de las sociedades. - Construir una mirada compartida del enfoque de género que unifique la perspectiva de los participantes. - Evaluar el impacto del enfoque de género en acciones, políticas y programas por parte de los participantes. - Analizar y evaluar las diferentes posibilidades e instancias concretas de incorporación del enfoque de género en los diferentes espacios de intervención de los participantes. 106 Foros internacionales I FORO INTERNACIONAL SOBRE LOS DERECHOS DE LAS MUJERES “Compartiendo Avances para nuevos Desafíos” Un espacio para compartir miradas, y practicas, en las que podamos cuestionar el lugar que las mujeres tenemos en la sociedad. Un momento para reflexionar y redoblar los esfuerzos asumidos para erradicar todas las violencias y maltratos por motivos de género II FORO INTERNACIONAL SOBRE LOS DERECHOS DE LAS MUJERES “Trata y Trafico de Personas: Contextos Actuales” Un foro para construir una visión compartida que renueve y oriente nuestras prácticas institucionales para enfrentar la esclavitud del siglo XXI. Tiempo de poner fin a la apropiación de los cuerpos como mercancías disponibles para su consumo y la explotación” III FORO INTERNACIONAL SOBRE LOS DERECHOS DE LAS MUJERES “Poder con Mujeres, Otra construcción es posible” Un lugar para encontrarnos y continuar el camino de desaprender las experiencias de poder vividas como competencia, descalificación e invisibilización. Otro poder, otros mundos, son posibles. Los y las jóvenes decimos MALTRATO CERO MALTRATO CERO LLEGA A LAS ESCUELAS L@s jovenes protagonizan, cambian, transforman. Un mundo sin violencia de género es posible. Llegamos a todos los jóvenes de entre 14 y 18 años a través de la implementación del Programa “Los Jóvenes decimos MALTRATO CERO” en las escuelas secundarios de la provincia. Abordamos tres temas centrales: Reconocer las señales de la violencia en las relaciones, prevención de la trata de personas, y reflexión sobre los mitos dela amor romántico y la violencia de genero. El Consejo Provincial de las Mujeres de la Provincia de Buenos Aires y la Unidad de Coordinación de Programa de la Dirección General de Cultura y Educación, trabajan de forma conjunta con docentes, alumnos y referentes de las escuelas secundarias de la provincia, tres campañas del Plan Integral MALTRATO CERO: “#Es amor?”, “Reconoce las Señales” y “ Jóvenes contra la trata”. El objetivo que se busca a partir de la incorporación del PLAN INTEGRAL MALTRATO CERO al sistema educativo es generar espacios de formación y reflexión en torno a la problemática de las violencias y abordar, mediante la enseñanza, el tema de las violencia de género junto a las y los jóvenes a fin degenerar una mirada crítica y de respeto a los derechos humanos y de las mujeres. 107 Las Campañas se trabajarán en forma curricular y abarcarán distintas ramas educativas: Ingles, Educación Física, Artística etc. Las mismas tomarán las distintas campañas adaptándolas a su especialidad. Con la Campaña #Es Amor?, analizando las formas en que se relacionan los jóvenes y trabajando sobre los mitos románticos y cómo influyen en las mismas. Con la campaña #Reconoce las señales, promoviendo y diseñando nuevas señales a fines a su realidad cotidiana. Y desde Jóvenes contra la trata, alertando sobre riesgos y vulnerabilidades a los que se ven expuestos los jóvenes. Al mismo tiempo, se realizaran encuestas que permitirán tener una información cuantitativa y cualitativa. De esta forma, el objetivo es, desde la enseñanza y con la visión de los jóvenes, trabajar la problemática de la violencia de género, a fin de generar una mirada crítica y de respeto a los Derechos Humanos y de las mujeres. Campaña “Reconoce las señales” Una campaña para reconocer las señales de alerta a las que hay que prestar atención. La violencia es un problema de todos y todas: HABLAR SALVA Desarrollada conjuntamente con Fundación AVON para la Mujer, FERROBAIRES, FEBA (Federación Económica de la provincia de Buenos Aires- Mujeres Empresarias) y Scouts Argentina, esta campaña de intervención Urbana se implemento en universidades, paseos comerciales y peatonales de todo el territorio de la Provincia. Los objetivos de esta Campaña son: - Llegar a todos los puntos de la provincia de Buenos Aires con un mensaje de prevención sobre la violencia doméstica, - Sensibilizar a la ciudadanía acerca de los signos o señales de alerta en torno a la violencia en las relaciones interpersonales, bajo la premisa de que la combinación o frecuencia de tales signos puede indicar señales de alerta a las que hay que prestar atención. Esta Campaña se lleva a cabo mediante intervenciones en lugares públicos con frases referidas a alguna de las señales en las cuales se manifiesta el maltrato, y un recurso donde encontrar ayuda las 24 horas, los 365 días del año (Programa AVM, Atención a Mujeres en Situación de Violencia). Campaña “Gestando el cambio”. La violencia obstétrica es violencia de género La primera campaña provincial para todos los hospitales públicos y privados de la provincia, en la búsqueda de continuar el camino de respeto y ampliación de los derechos de las mujeres. 108 Los objetivos de esta Campaña son: - Difundir los derechos de las mujeres durante el proceso de embarazo -que no siempre termina en un nacimiento-, parto y post parto, y abordar el duelo gestacional; - Visibilizar el conjunto de prácticas que constituyen violencia obstétrica. Esta Campaña está constituida por spot publicitarios, radiales, cartelería y folletería a distribuirse en los 277 Hospitales Públicos de la provincia y en los más de 2000 Centros de Salud. Además de la difusión de los productos de la campaña, se promueven capacitaciones sobre el tema. Campaña #EsAmor? Una campaña para reflexionar sobre los Mitos del Amor Romántico y construir relaciones libres, autónomas y de respeto mutuo. Una invitación a mirarnos a nosotr@s mism@s y reflexionar socialmente acerca de cómo estamos amando. Nos proponemos reflexionar sobre los “mitos del amor romántico” que en muchas ocasiones ligan las relaciones afectivas con el control, los celos, los sacrificios extremos y el abandono del propio ser en manos del otro. El ideal romántico de nuestra cultura ofrece un modelo de conducta amorosa que estipula lo que “de verdad” significa enamorarse y que sentimientos “han de sentirse” cómo, cuándo, y con quién sí y con quién no. La campaña “#Es amor?” se desarrolla con intervenciones en la vía pública y se multiplica mediante las redes sociales, a través de la auto-organización de las mujeres y la entrega por parte del Consejo Provincial de las Mujeres de los kits de materiales que componen la Campaña, con el objetivo de llegar a los 135 municipios de la Provincia de Buenos Aires. Los jóvenes decimos NO a la trata Un dispositivo de trabajo interactivo que busca sensibilizar sobre la problemática de la trata de personas, prestando especial atención a los riesgos y vulnerabilidades de las y los jóvenes. Objetivos: - Conceptualización de la Trata de personas con fines de explotación sexual y laboral. - Problematización sobre el lugar de lxs jóvenes en el delito de la trata. Vulnerabilidades y responsabilidades. 109 - Identificación de herramientas para evitar riesgos relacionados con la trata. - Favorecer el compromiso de los y las jóvenes contra este delito, generando acciones de prevención; en especial en las redes sociales, siendo éste un ámbito privilegiado para abusos, engaños y vulneraciones. “Porque hay una historia que no está en la historia y que sólo se puede rescatar escuchando el susurro de las mujeres. “Rosa Montero 110 Via Con Me Producciones www.viaconme.com.ar Impreso en Gráfica Aurelio. Mayo de 2015 La Plata. Provincia de Buenos Aires, Argentina.
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