UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE OCCIDENTE VICERRECTORÍA ACADÉMICA Centro de Desarrollo Académico 2015 EL SISTEMA INSTITUCIONAL DE EVALUACIÓN DE L OS APRENDIZAJES APRENDIZAJES DE LOS ESTUDIANTES Equipo de Coordinadores del Sistema Hernán Montaño Oswaldo Rodríguez Claudia Roldán Beatriz E. Calle Angélica Bejarano Dario Esteban Recalde Holmes H. Sánchez Francisco O. Velásquez Germán Gallego Sonia Cadena Castillo Asesores Daniel Bogoya Fabio Jurado Gloria García Cali, 8 de abril de 2015 2 PRESENTACIÓN La Vicerrectoría Académica de la Universidad Autónoma de Occidente inició, en el año 2013, el análisis de las factibilidades de un proyecto o programa con el cual afrontar los problemas relacionados con los índices altos de la “deserción” en las diversas carreras de la universidad. Para tal fin se realizaron talleres y se programaron seminarios relacionados con el enfoque de competencias, la evaluación y las pedagogías, a la vez que se hicieron estudios/realizaron algunos análisis sobre los factores sociales asociados con el problema en mención. En el segundo semestre del año 2013, la Vicerrectoría desarrolló un Seminario que contó con la participación de profesores de las diferentes facultades, quienes, coordinados por el profesor Daniel Bogoya, experto en evaluación en educación superior, profundizaron en lo que hace un tiempo se ha denominado “enfoque de competencias”. Algunas de las preguntas que estimularon la discusión y la producción docente, junto con el estudio de fuentes primarias sobre el enfoque fueron: ¿Qué de lo humano es posible identificar como objeto de formación? ¿Por qué esto y no aquello? ¿Cómo lograr que el individuo de la especie llegue a sujeto y de allí a persona competente para integrarse en la construcción de lo humano? ¿Cómo podemos trascender el discurso sobre las competencias y convertirlo en una realidad en las aulas? Derivado del anterior Seminario, surgió la necesidad de pensar la evaluación en una perspectiva sistemática e institucional, en coherencia con los principios filosóficos del proyecto educativo de la universidad: La orientación hacia el desarrollo de la formación de las personas (ciudadanos), tomando en consideración la multidimensionalidad del sujeto 3 de manera armónica, equilibrada e integral; la gestión curricular en la que interesan tanto la generación y construcción compartida del conocimiento, como la totalidad de las interacciones que se generan en la institución, desde la docencia, la investigación y la proyección social; su condición de proceso permanente de reflexión que privilegia y canaliza la construcción colectiva de sentido por parte de la comunidad académica autónoma; su condición de proyecto social, entendido como el espacio de reflexión para la transformación de los discursos y las prácticas (relaciones, acciones e intereses a partir de la participación de los distintos actores de la comunidad educativa y su condición de referente permanente y obligado para la promoción, ejecución e institucionalización de los procesos de articulación, consolidación y evaluación de la calidad académica institucional (PEI UAO, Art. 1: 1-2). Así entonces, se acordó el diseño de una serie de pruebas en lenguaje y matemáticas en la perspectiva de sentar las bases para la constitución de un Sistema Institucional de Evaluación de los Aprendizajes de los Estudiantes. El ejercicio académico para identificar los componentes y las especificidades de las pruebas, así como los niveles de evaluación, constituyen, un año y medio después, un insumo para fundamentar el sistema. Progresivamente, con los apoyos de los asesores y la creciente participación de profesores de planta y de cátedra, se ha ido avanzando en los criterios, los enfoques y las estrategias para la concreción y el desarrollo del sistema. El presente documento es una versión preliminar para discutir con el profesorado, los decanos, jefes de departamento y directores de programa y de centro los alcances de estos propósitos. En consecuencia, es un documento que busca ser alimentado por los diversos puntos de vista de los miembros de la comunidad educativa de la universidad. 4 1. LA PERSPECTIVA FILOSÓFICA Y SOCIAL DE LA EVALUACIÓN La evaluación es la práctica humana a través de la cual valoramos lo que percibimos; pero solo se puede valorar algo en contextos específicos y, en consecuencia, en las interacciones comunicativas. El pensamiento y el lenguaje nunca son neutros, se activan desde la intersubjetividad con valoraciones o juicios que devienen de puntos de vista sobre el mundo. La fiesta del lenguaje es lo que se manifiesta en la conversación práctica o en el alegato académico y en esta fiesta circulan las representaciones que cada uno hace del otro y de las cosas. La evaluación entonces, como lo ha sugerido Bajtin, es inherente a la comunicación. La comunicación es social y multidimensional porque se configura continuamente según sean las interacciones. Una de las tantas interacciones humanas es la que ocurre en los espacios académicos universitarios y por sus características es en donde más se acentúan las valoraciones, ya sea en las aulas, en los corredores o en las cafeterías; es el espacio propicio para determinar si lo que se aprende en las ciencias, en las tecnologías y en las artes sirven para la vida. Pero poco sabemos sobre los significados que prevalecen en las estructuras profundas de las interacciones comunicativas. Como lo mostraremos, solo una orientación evaluativa, planificada, para poner en la superficie dichos significados, puede ayudarnos a tomar decisiones apuntando a la cualificación de las interacciones mismas; esto no es más que hacer de la evaluación un dispositivo que propicia la reflexión, es decir, la desautomatización, para construir los puentes entre la academia y las necesidades humanas. La evaluación, asumida como comunicación, es lo que nos interesa promover a través de un sistema institucional de evaluación de los aprendizajes en la educación superior. Si la evaluación inevitablemente impregna a la comunicación, la que solo es posible en la diversidad y en las diferencias, entonces la evaluación 5 es social y cultural. Así, el proceso evaluativo en el contexto universitario ha de tener tal efecto comunicativo en los sujetos participantes que se espera de ellos la reflexión, primero, y el pronunciamiento después, sobre los aprendizajes alcanzados y aquellos por alcanzar en el ámbito de un espíritu intelectual que cada día es más intenso. La evaluación, como la comunicación, es efectiva cuando propicia la reacción del sujeto, ya sea porque puede reconfirmar lo aprendido y siente la necesidad de continuar o ya sea porque colige que hay algo que le falta y necesita para saber proceder con los pactos académicos y con el mundo de la vida. En este paradigma de la evaluación como comunicación y, en consecuencia, como práctica social y cultural, los docentes son interlocutores y acompañantes, pares académicos, que también tienen dilemas y buscan dirimirlos en las interacciones con sus estudiantes. Los docentes saben reconstruir el mapa de las aulas en las que trabajan e identifican los climas de los micro-grupos, pues un grupo de educandos existe por la presencia de micro-grupos, más aun en un país con tantos problemas de equidad social como Colombia; la identificación de los micro-grupos en el desarrollo de un curso, taller o seminario constituye uno de los retos de los docentes que asumen con ética la profesión más compleja hoy: la de ser maestro. Es también la principal razón para asignarle sentido al trabajo: saber proceder según las necesidades intelectuales de los micro-grupos en el grupo. Este criterio es fundamental para la cohesión de un Sistema Institucional de Evaluación de los Aprendizajes en la universidad. Caracterizar a los micro-grupos con sus diferencias socio-culturales y cognitivas implica saber jugar con el lenguaje en ese ejercicio poderoso de la transposición pedagógica, pero la transposición misma requiere de la voz de los participantes; una pregunta, por trivial que parezca, abre el discurso del maestro hacia otras posibilidades. La pregunta, activa lo que está latente en el interlocutor; sin 6 embargo, la pregunta emerge solo en la medida en que los afectos irradien el ambiente de la interacción; porque se le da toda la confianza al otro, la pregunta se produce de manera auténtica; dar la confianza es creer en él, necesitarlo, para trascender el monólogo en el que se puede caer en un escenario sin preguntas. Lo que orienta este proceso es la consideración de que todos los participantes en un curso académico están potencialmente en capacidad intelectual de acceder a los conocimientos más complejos, si bien hay una mediación de los intereses individuales: ¿es ingeniería lo que su pulsión lo mueve? ¿Es el mundo de las finanzas en el que quisiera graduarse? ¿Está en la carrera deseada y en la que se acopla a sus dominios? La evaluación, como aquí se propone, ha de proporcionar señales para que los sujetos evaluados puedan hacer el balance respectivo, el de su propio proceso, y tomar decisiones con el acompañamiento de los docentes. La movilidad entre un programa y otro hace parte de la flexibilidad en la educación superior pero no puede depender del azar. Un sistema institucional de evaluación como el que se está desarrollando en la UAO aporta en esta perspectiva. El reconocimiento de los contextos particulares de Colombia es otro referente que un sistema institucional de evaluación ha de considerar, precisamente para comprender las causas de los problemas en la educación superior. Uno de esos contextos es el de la educación básica y media. Previo a la educación primaria, la legislación señala un grado obligatorio de educación pre-escolar, denominado Transición. Este grado, en el sector público, se ha convertido en el primer grado de primaria porque se asocia estar en la escuela con aprender a leer, a escribir y a reconocer los números, obviando la dimensión socio-afectiva, la experiencia con las artes y el desarrollo de la oralidad y del cuerpo en el ciclo de pre-escolar: es el desajuste en la base del sistema educativo, ya señalado por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos –OCDE- como un vacío para alcanzar la 7 calidad de la educación y como una señal de la desigualdad social (en los colegios privados el ciclo de pre-escolar está previsto para tres años). Pero también en la parte superior de la educación fundamental (y debería ser obligatorio hasta el grado once) hay fisuras, pues lo que se denomina educación media no es coherente con los perfiles universales de este ciclo: no existe la educación media diversificada como una etapa en donde los jóvenes se prueban en ámbitos específicos de formación (ciencias o humanidades o artes…) en el marco de competencias generales. Los grados décimo y undécimo son una continuación de las áreas de la educación básica; todos aprenden lo mismo sin profundizar en una modalidad. De allí la zozobra de los estudiantes al elegir una carrera en la educación superior y la demora para entronizar con los códigos específicos, cuando los jóvenes de sectores sociales desfavorecidos logran ingresar. Las inercias intelectuales en el primer año de una carrera devienen de esta circunstancia y más aun cuando se trata de rutas académicas que implican ciertos dominios básicos de la matemática y de las ciencias naturales. A este problema se asocia la restricción temporal de la jornada escolar, que no permite unos acompañamientos más puntuales por parte de los docentes de los colegios, además de la calidad de la formación del profesorado: en Colombia es natural que un docente se desempeñe en sexto grado y a la vez en el grado undécimo, cuestión que no observamos en los países de la región, en donde los docentes de educación media han sido formados estrictamente para dicho ciclo. Se trata pues de los desajustes del sistema educativo que influyen en los problemas de la educación superior, frente a lo cual el Sistema Institucional de Evaluación de los Aprendizajes propone considerar el enfoque pedagógico a partir de las competencias con las cuales ingresan los estudiantes, por incipientes que ellas sean. 8 Es preciso insistir también en el valor estratégico de la evaluación para que las universidades obtengan de manera confiable los insumos esenciales que nutran los ejercicios de autoevaluación, con miras a la obtención o renovación de la acreditación, a nivel institucional o de programas. Adicionalmente, en la perspectiva de lograr acreditación internacional de programas, se hace indispensable contar con sistemas de evaluación del aprendizaje de los estudiantes, robustos y debidamente consolidados, técnicamente estructurados y formalmente documentados, cuyos resultados se utilizan para rediseñar prácticas y proyectos de aula, con el fin de alcanzar una meta fundamental: estudiantes con mayores barreras de aprendizaje (detectados en forma oportuna, desde el primer semestre) deben ingresar a programas de apoyo académico especial, para efectos de superar sus debilidades y desarrollar sus competencias también al más alto nivel. 2. EL ENFOQUE SOBRE LA EVALUACIÓN DE LOS APRENDIZAJES ACADÉMICOS DESDE LAS COMPETENCIAS Desde el año 1991, Colombia introdujo el enfoque sobre la evaluación sustentado en niveles de competencia para el diseño de las Pruebas SABER (ICFES - MEN). Inicialmente el término competencia se asumió desde la lingüística para evaluar la comprensión de lectura y la producción escrita, dado que desde 1984, con la Renovación Curricular de entonces, ya se insinuaba tal perspectiva considerando la competencia comunicativa como determinante en el trabajo pedagógico en el área de lenguaje. El concepto de competencia es asociado con el criterio de calidad de la educación que se propuso en ese momento: Indudablemente, el concepto de calidad de la educación es relativo a circunstancias de tipo histórico y social, siempre cambiantes. En términos generales podría entenderse la calidad de la educación como el grado de cercanía entre el ideal humano de una sociedad dada y su expresión educativa. Más específicamente, se la considera como el grado de aproximación entre lo establecido en los fines del sistema educativo nacional y el logro de la población estudiantil. 9 (MEN-SABER, 1993: 24) Esta apreciación sobre la calidad de la educación, y para nuestro caso la calidad de la educación superior, está vigente. Cabría preguntarse por “el ideal humano” de la sociedad colombiana y su concreción en el sistema educativo o la cercanía entre lo acordado en los fines de la educación (Ley 115) y los desarrollos educativos de los niños, los jóvenes y los adultos. El “logro de la población estudiantil” se identificará como competencia, cuyos niveles ubicarán el trayecto que va de lo elemental a lo intermedio y a lo complejo. Posteriormente, hacia el año 2005, el área de matemática asume el concepto de competencia asociándolo con la resolución de problemas contextualizados. De otro lado, en 1998 Bogotá inicia un proceso de “evaluación censal de competencias básicas” en las áreas de lenguaje, matemáticas y ciencias naturales de los colegios distritales y privados, en los grados tercero, quinto, séptimo y noveno; una experiencia semejante se insinuó en Manizales y en Bucaramanga. Estas iniciativas intensificaron las deliberaciones en torno al enfoque de competencias y aparecieron, entonces, voces distintas que veían la evaluación como una amenaza a la estabilidad laboral de los docentes. En ese momento, en Europa, se acentuaba la relación entre competencias y educación para la productividad y el desarrollo económico. En el año 2000, el ICFES renueva la Prueba de Estado introduciendo, explícitamente, el enfoque de competencias en su fundamentación. Tres años después el ICFES presenta la Prueba ECAES (Evaluación de la Calidad de la Educación Superior) que posteriormente (2011) se denominará SABER PRO, pruebas destinadas a caracterizar los aprendizajes de los estudiantes universitarios en el último año de la carrera, previo a la graduación. De allí en adelante el término se instalará de manera recurrente en el discurso educativo no 10 solo en relación con la evaluación sino también con los modelos de gestión, las prácticas pedagógicas y los perfiles curriculares; muchas empresas industriales y agencias del Estado, distintas a educación, incorporarán también el término en los procesos de selección y de formación de los directivos y trabajadores. Las competencias hacen parte pues del discurso declarativo en Colombia desde la década de 1980. La consistencia entre lo declarado y lo realizado, ya sea en el ámbito de las evaluaciones masivas o de las reorientaciones pedagógicas (trascender la memorización de definiciones hacia el uso del conocimiento en el análisis de problemas específicos y en contextos variados, que recorren un espectro amplio de complejidad, desde el ámbito personal y familiar hasta sistemas de códigos científicos y universales) es una investigación que está pendiente y una pregunta fundamental es: ¿Hay consistencia entre lo declarado sobre el enfoque de competencias, el trabajo en las aulas y el diseño de las pruebas que evalúan la “calidad de la educación”? Tal pregunta puede ser un referente de análisis en el marco del Sistema Institucional de la Evaluación de los Aprendizajes de los Estudiantes de la Universidad Autónoma de Occidente. Por eso es importante esbozar la perspectiva que sobre las competencias nos interesa promover. 3. LA COMPRENSIÓN DEL CONOCIMIENTO Y SU USO EN LA VIDA Y PARA LA VIDA Uno de los libros que sobre las competencias en la educación superior alcanzó un alto reconocimiento en la década de 1990 en Europa es el de Ronald Barnett: Los límites de la competencia, cuya traducción del inglés al castellano es del año 2001. Este investigador ubica en la perspectiva multidimensional de la educación el concepto de competencia: 11 El conocimiento y la comprensión van de la mano con la competencia. El conocimiento y la comprensión se deben construir desde el comienzo, forman parte integral de la competencia, siendo constituyentes significativos de ella. No son meros agregados. Algunos conocimientos y comprensiones serán tácitos y difíciles de analizar. Además, cualquier explicación adecuada del ser humano (…) debe contar con un espacio para la intuición, la comprensión y la imaginación, que no surgen de manera evidente de una situación profesional. La acción humana emancipatoria no nace de la decisión de realizar un desempeño que se oponga a un estándar externo, sino que tiene su origen en estándares internos que están sujetos a evaluaciones y autocríticas que dan origen a un proceso de autoaprendizaje y auto-renovación. (Barnett, 2001: 116) No hay competencia sin la comprensión del conocimiento. También se podría plantear desde el otro ángulo: si no hay comprensión sobre cómo se ha construido el conocimiento y sobre cuáles son sus singularidades epistémicas (es la comprensión) es imposible identificar competencia alguna. Barnett amplía la explicación al considerar el potencial intuitivo e imaginativo del sujeto en el esfuerzo por comprender los “conocimientos difíciles” y en el carácter emancipatorio que subyace en la acción humana regulada por evaluaciones y autocríticas (el sujeto reflexiona sobre cómo está aprendiendo o por qué no logra aprender). Lo contrario a este planteamiento es la circulación de información que se va acumulando en los contextos académicos y que Barnett vincula con la perspectiva unidimensional. De otro lado, Barnett distingue entre competencias académicas y competencias profesionales; respecto a la competencia profesional se plantea una serie de preguntas: El concepto de conocimiento representa un desafío importante para la noción de competencia. ¿Cómo es posible, en un campo profesional en el cual el conocimiento cambia, especificar de antemano el conocimiento que se requiere para lograr la competencia profesional? ¿Quién determinará los contenidos de ese conocimiento? O bien el 12 conocimiento que es útil hoy también será útil mañana, y en este caso nos encontramos frente a un criterio estrecho de profesionalismo, caracterizado por un control estricto, probablemente por parte de un cuerpo profesional, que determina cuáles son las respuestas cognitivas estándar y legítimas para las situaciones… (Barnett 113) Las preguntas son puntuales para caracterizar la complejidad de la evaluación de las competencias profesionales, sin duda las más importantes al egresar de la formación universitaria y al ejercer en una profesión. La complejidad es menor cuando se pretende evaluar las competencias académicas, las que prevalecen en el día a día de la educación formal a través de exámenes, reseñas, ensayos, talleres, exposiciones orales y exposición de objetos diseñados. Al respecto conviene señalar que existe una alta correlación entre los dos tipos de competencias: egresados con competencias académicas excelentes tienen un mayor potencial para desempeñarse en forma apropiada en el mundo del trabajo (visión de competencia en Chomsky); en el otro extremo de la escala, egresados con competencias académicas débiles tienden a fracasar en el mundo profesional. Es justo esta alta correspondencia entre las dos competencias señaladas la que permite certificar con confianza a los egresados de una universidad (a partir de resultados observados en pruebas académicas), declarar su potencialidad como profesionales e inferir qué tipo de desempeño laboral tendrán. La competencia profesional (que corresponde al mundo de los accidentes) se infiere a partir de la competencia académica (que se ciñe al dominio de los códigos universales que constituyen el estado del arte de cada campo disciplinar). Si hemos de considerar los principios filosóficos aquí señalados, principios que entronizan con los propósitos del Proyecto Educativo Institucional de la universidad, es de gran importancia definir estrategias para afrontar los problemas que surgen en la formación universitaria en una etapa interesante para el país: se avizoran escenarios de cese a la guerra y de mayor inclusión en la educación superior. Estas estrategias se sustentarán en el marco de un sistema institucional 13 de la evaluación de los aprendizajes de los estudiantes y serán concertadas con la comunidad académica en su conjunto. Para ello será necesario seguir caracterizando lo que en Colombia se ha hecho en la perspectiva de investigar y de proceder con innovaciones. Respecto a las competencias académicas y su acercamiento con las competencias profesionales, Jurado (2009) ha hecho un balance: Es éste uno de los dilemas de la evaluación externa cuando los evaluadores pretenden identificar las competencias aprendidas de, por ejemplo, los estudiantes que finalizan una determinada carrera profesional (como en el caso de la “Evaluación de la Calidad de la Educación Superior”, en Colombia, o la Prueba Provao, en el Brasil). Los exámenes de lápiz y papel (marcar una respuesta en un test) permiten, parcialmente, caracterizar el uso del conocimiento en situaciones simuladas –las académicas-; en este caso se trata de caracterizar las competencias de los sujetos en situaciones de examen académico, que no serán las mismas en situaciones reales, esto es, en el desempeño profesional, como la observación del modo como procede el futuro cirujano en una sala de operaciones, o el trabajo de campo del futuro antropólogo. Dos ejemplos vienen al caso en la experiencia de la evaluación de la calidad de la educación superior (exámenes SABER PRO, en Colombia) para mostrar estas diferencias: Para la evaluación de las competencias de los estudiantes de último año de la Licenciatura en Educación, con énfasis en Lengua, el grupo que diseñó la prueba propuso a los evaluados tres textos teóricos (de fuentes primarias), los cuales fueron ubicados en una página web; los evaluados debían leer dichos textos previamente y podían usarlos en el desarrollo de la prueba, produciendo un texto según la consigna dada. Esta estrategia se acopla a lo que puede llamarse evaluación de competencias profesionales, en tanto la actividad que se propone no está distante de las actividades que son naturales en la vida profesional de quienes egresan en dicha carrera: el uso de textos y la producción de textos. Para la evaluación de las competencias de los estudiantes de último año de la carrera de arquitectura, se propuso el diseño de una maqueta, previa consideración de una convocatoria para el diseño de una obra arquitectónica; las maquetas serían objeto de exposición pública; un comité las evaluaría y asignaría un puntaje. Esta estrategia se acopla también a un enfoque de competencias profesionales en 14 tanto la actividad profesional del arquitecto implica siempre el diseño previo de las obras y es ésta una competencia en sí misma, prioritaria y fundamental en el arquitecto. (2009: 350) Pero es también de gran importancia distinguir entre la evaluación de las competencias fundamentales al ingresar a una carrera, o a un primer ciclo de educación superior, esto es, saber con qué competencias ingresa el estudiante (esto presupone que toda persona tiene ciertas competencias) y qué competencias nuevas emergen durante el proceso de formación (evaluaciones al finalizar un primer ciclo o un primer año), para tomar decisiones pedagógicas y metodológicas en el horizonte de lo esperado por el equipo académico de una carrera. Identificar las competencias académicas aprendidas implica una cierta versatilidad en las estrategias, pues como ha señalado Gardner "algunas veces los estudiantes que no pueden ser aceptados según las medidas habituales de competencia, manifiestan un dominio y comprensión significativos cuando los mismos se han obtenido de un modo diferente, apropiado." (Gardner, 1993: 29). Es decir, es probable que aquello que se busca evaluar en el contexto del aula y con modelos canónicos no emerja en los resultados esperados, porque el estudiante puede ser competente (sabe cómo hacerlo) pero no visibiliza su saber procedimental en la situación que se le propone; una competencia académica devela una fortaleza para detonar actos posibles en el mundo laboral, de la academia o de la vida. Ahora bien, en la perspectiva de las decisiones pedagógicas, Barnett (2001) señala que el enfoque de competencia ha supuesto una forma diferente de entender y trabajar la docencia en la universidad. Una de las consecuencias directas en el espacio de la Educación Superior, es poner en evidencia que la labor del docente ha de prestar mayor atención al aprendizaje. Lo que afecta múltiples esferas de la docencia universitaria (planeación, recursos, organización 15 de currículos) y en lo que concierne a la evaluación centrarse en la evaluación de los aprendizajes. Esta nueva tarea ha redimensionado el papel de la evaluación para convertirse en una guía que oriente hacia el logro de objetivos culturales y formativos en los campos profesionales, relacionados con perfiles profesionales amplios (capacidad de integración, de adaptación al cambio, polivalencia, movilidad, disponibilidad, implicación). Igualmente, Bernstein (1999 y 2000) destaca las diferencias en las orientaciones de las prácticas pedagógicas en su relación con las organizaciones curriculares, dado que la competencia es una práctica (2000: 55) que existe en una variedad de experiencias y que pone en juego un conjunto de capacidades en una variedad de dominios y situaciones. Esta visión es coherente con la competencia propuesta por PISA (2012) en tanto “constructo que sirve para caracterizar la actuación global del sujeto dentro del modelo funcional de las organizaciones de las disciplinas académicas” (p.). En este sentido, los enfoques de competencias están relacionados con las organizaciones interdisciplinarias del currículo, con el trabajo por proyectos o con organizaciones curriculares por resolución de problemas. 4. OBJETIVOS DEL SISTEMA INSTITUCIONAL DE EVALUACIÓN DE LOS APRENDIZAJES DE LOS ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS 1. Concertar criterios sobre la evaluación de las competencias generales de los estudiantes de la universidad en los distintos momentos de su formación. 2. Identificar estrategias para la evaluación de las competencias específicas según las especificidades de las carreras profesionales de la universidad. 3. Promover la investigación sobre los resultados de las pruebas aplicadas y sus probables enlaces con las innovaciones pedagógicas y curriculares. 16 4. Entregar en línea resultados de las pruebas aplicadas, para poder implementar planes de mejoramiento, en especial con aquellos estudiantes cuyos resultados sean muy bajos1. 5. Conformar un sistema de información que facilite la realización de estudios de valor académico agregado, para establecer el progreso de los estudiantes, a nivel individual y por grupos2. 6. Consolidar una plataforma digital/virtual que propicie las interacciones entre los miembros de la comunidad educativa en torno a los procesos de aprendizaje en todas las carreras de la universidad. 7. Divulgar a través de publicaciones impresas y digitales los marcos teóricos, procedimientos seguidos, resultados observados e impactos del Sistema Institucional de Evaluación de los Aprendizajes, de la Universidad Autónoma de Occidente. 5. EQUIPO PROFESORAL A continuación se presenta el listado de profesores que han contribuido al desarrollo del Sistema en las diferentes facultades y que participan en el Seminario interdisciplinario que ha generado el mismo sistema, en torno a la evaluación. FACULTAD Ciencias Básicas DEPARTAMENTO PROFESORES Hernán Montaño Oswaldo Rodríguez Rafael Caicedo Eduardo Peña Alexander Arévalo Diana Carolina Giraldo Matemáticas El Sistema ofrece una alarma temprana sobre el estado de desarrollo de las competencias de los estudiantes. 2 Los resultados alcanzados en una prueba calibrada y localizada en una única escala permitirán construir las funciones de tendencia respectivas. 1 17 Comunicación Social Victor Lora Leonel Monroy Diego Morales Rocio Castillo Claudia Roldán Beatriz E. Calle Andrés F. Torres Mario Fernando Gutiérrez Viviana Arango Karina Arenas Ana Cristina Renza Diana Gutiérrez Carolina Catacoli Mónica Medina Guillermo Aponte. Maria Carolina Rrozo. Carlos Ignacio Chavez. Maurido Torres. Carlos Hernan Isaziga. Holmes Hernan Sanchez. Cesar Omar Lopez. Daniel Olaya. Janeth Cristina Gutierrez. Carlos Felipe Chavez. Clara Eugenia Mosquera. Ana Cecilia Manrique. Luis Eduardo Sanchez. Lenguaje Ciencias Económicas Ciencias Económicas y Administrativas Juan Carlos Aguilar Eduardo Castillo Hernán Ocampo Carlos Flórez Libardo Paz Nidia Fernanda Mellizo Maria Isabel Mejía Gustavo Prettel Francisco Velásquez Oscar Ágredo Alexander Aragón Luz Herrán Carlos Vidal Leonardo Saavedra Carlos Aponte Ciencias Administrativas Ingeniería CIEI 18 Humanidades Darío E. Recalde Juan Diego Castrillón Olga Patricia López Carlos Andres Méndez Fernando Suárez Danilo Enrique Perdomo Guido Germán Hurtado Hugo Hurtado Valencia Cesar Augusto Vásquez John Jairo Garzón Estrada Humanidades y Ciencias Sociales Referencias bibliográficas Bajtin, M. (1982). Estética de la creación verbal. México: Siglo XXI Bajtin, M. y Medvedev, P. (1993). “La evaluación social, su papel, el enunciado concreto y la construcción poética”. Revista Criterios. Edición Especial. La Haban. 1993. Barnett, R. (2001). Los límites de la competencia. Barcelona: Gedisa. Barrón, C. (2000). “La formación en competencias”, en: M. 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