Enfoque

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Una ofrenda multiplicada por Dios
E
n 1997, Próspero Colonia y
Leopoldo Rodríguez, dos traductores quechuas del Callejón
de Huaylas que trabajaban en el programa de traducción del Nuevo Testamento, recibieron una donación de un
visitante norteamericano para que la
usaran como fuera necesario. Sabían
que una nueva emisora de radio estaba tratando de ampliar su programación en Yungay. Decidieron salir al aire
con un programa semanal en quechua,
llamado Alli Willaqui ‘Buenas Nuevas’,
basado en las Sagradas Escrituras.
Y es así como el programa semanal
de radio Buenas Nuevas se sostiene
y se emite con las ofrendas de los
oyentes quechuas, y sigue llevando gozo y consolación a los hogares
del Callejón de Huaylas.
Todos los sábados por
la tarde, los dos amigos hacían el viaje de
dos horas por ómnibus, desde
Huaraz hasta Yungay para transmitir su programa en vivo. A los dos
meses se les terminó el dinero y empezaron a despedirse de los oyentes, anunciando que los recursos
que tenían se estaban terminando.
Cuando una niña pastora de ocho
años oyó que su programa radial favorito iba a terminar, se acercó a su padre
con una idea. ¿Sería posible vender
en el mercado una de las ovejitas
que ella cuidaba y usar ese dinero
para que el programa radial continuara? A su papá le gustó la idea.
Vendieron la ovejita y dieron el dinero
obtenido por la venta como una ofrenda para que el programa radial continuara. Próspero y Leopoldo agradecieron a la niña, porque su gesto iba a
mantener en el aire el programa durante un poco más de tiempo.
Al oír acerca de la ofrenda de la niña,
un oyente se dijo: “Si una niña puede dar algo para que este buen
programa radial continúe, yo también puedo dar algo”. Y así lo hizo, y
mandó una generosa ofrenda.
En un pueblito muy lejano, Aruhuay,
una madre, cuyos hijos se habían traslado a la costa, grababa regularmente el programa en su grabadora y les
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mandaba la grabación que sus hijos
escuchaban encantados. Ellos también
mandaron una ofrenda.
Las ofrendas fueron multiplicándose y llegaban a la emisora
acompañadas de cartas de agradecimiento por el programa de
radio en quechua. Algunas cartas
habían sido escritas en quechua. En
algo más de cinco años se han recibido
cientos de cartas. Hoy, el costo del programa está totalmente cubierto por las
ofrendas de los oyentes. El dueño de la
emisora dice que el apoyo y aporte de
los oyentes es un indicio de que es el
programa más popular de la emisora.
La siguiente es una de las primeras cartas que un oyente quechua escribió:
D
espués de un año, Próspero y
Leopoldo comenzaron a transmitir
el mismo programa desde una emisora
de Huaraz, la capital del departamento, con el objeto de ampliar su cobertura. Durante las dos primeras semanas
recibieron unas seis cartas.
Queridos hermanos:
Los saludamos desde el pueblo
de Chancarumi. Siempre escuchamos su programa Alli Wallaqui. ¡Qué maravilloso es escucharlo en nuestro propio idioma!
Todos los sábados esperamos
ansiosamente escucharlo en
nuestro radio.
No queremos que este programa
termine. Apreciamos mucho su
mensaje y los consejos que nos
dan. Son apropiados para jóvenes y adultos.
Con esta carta les envío una pequeña ofrenda. Que Dios los cubra con su Espíritu Santo.
Firmado: J. L. C.
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Lo que sigue es un extracto de una
carta de un niño que aparentemente
sufre de epilepsia:
Dios ha dotado a Próspero y Leopoldo de un talento para mantener
vivo el interés de los oyentes. Cada
vez que transmiten el programa se imaginan que están en
los hogares de sus oyentes quechuas. Con eso en mente tratan de
conversar con los oyentes sobre sus
alegrías, preocupaciones y actividades diarias.
E
n cierta ocasión, por ejemplo, la
gente había estado muy preocupada porque sus chacras estaban
completamente secas por falta de
lluvia. Pero un sábado cuando estaban en camino para transmitir el
programa de radio, de repente comenzó a llover fuerte. Al comenzar
el programa Próspero dijo: —¿No
les parece maravilloso que han comenzado las lluvias? La tierra ha es-
Su programa por Radio Alegría
se escucha por todas partes en
nuestro vecindario. Nos anima y
nos sirve de mucha ayuda, porque nos hace reflexionar sobre
nuestras vidas, enseñándonos según la Palabra de Dios, que es el
alimento para nutrir el alma y el
cuerpo.
Tengo diez años y celebraré mi
cumpleaños el 8 de mayo. Mi
vida ha sido muy difícil, pero ya
estoy mejorando de mi enfermedad gracias a nuestro divino
Creador que es mi único refugio. Y ustedes, hermanos, son sus
mensajeros que siempre escucho por radio. Nadie me consuela
como ustedes lo hacen, y a veces,
hasta lloro, pero no de tristeza
sino de gozo.
Firmado: Abelardo
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tado completamente seca y ahora
está empapándose de agua. De la
misma manera, nuestros corazones a veces están secos y
sedientos por la Palabra de
Dios. Así que, siéntense al lado
de su radio y empapémonos juntos de la Palabra de Dios durante
esta hora, hasta que nos llenemos
y quedemos satisfechos.