Órgano oficial de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica. SEPAR. Sumario Volumen 26, Número 1, Enero-Febrero 1990 editorial ¿Es aún necesaria la broncografía? J. López Mejías. originales Sibilaneias y obstrucción de vías aéreas. S. Hernández Flix, P. Casan y J. Sanchis. Análisis de 110 casos de nodulo pulmonar solitario tratados quirúrgicamente. J. Freixinet, M. Catalán, J. González, M.A. Sanjuán, M. Mateu, J.M. Gimferrer, E. Letang, M.A. Callejas y J. Sánchez-Lloret. Carcinoides bronquiales: estudio clínico, histopatológico e inmunohistoquímico. M. Fraga Rodríguez, M. Cauce Matovelle, R. Rami Porta, R. Ledo Andión, M. Corbal Mosteiro, M. Berdugo Oviedo, E. Pérez Becerra y G. Calzadilla Martín. Estenosis traqueales no tumorales: consideraciones terapéuticas en 102 pacientes. J.M. Borro, V. Tarazona, F. París, M. Casillas, J. Seguí, G. Galán y J.M. Caffarena Calvar. Afección endobronquial de la tuberculosis. Una forma frecuente de presentación. J.A. Caminero Luna, F. Rodríguez de Castro, A. González García, J.M. Fernández Sánchez, G. Julia Sarda y P. Cabrero Navarro. Edema pulmonar no cardiogénico. J. lasha Sznajder. comunicación breve La ventilación en el ciclo menstrual. E. Garda Pachón, P. Casan, M. Solans, J. Canet y J. Sanchis. notas clínicas Secuestro pulmonar bilateral intra y extralobar. J.L. Bravo Bravo, M. Castañedo Allende, A. Roig Verge, J.L. Dolz Jordi, M. Rivela Vázquez y J. Cosió Mir. Enfermedad de Castieman pulmonar: presentación como nodulo solitario. A. Arando Torres, J.C. Barros Tizón, J. González-Carreró Fojón y P. Fernández Martín. cartas al director Aplasia pulmonar diagnosticada en edad adulta. A propósito de dos casos. J.A. Figuerola Mendal, A. Sebastián Aríño y J. Arribas Barcelona. Carcinosarcoma de pulmón: presentación de un nuevo caso. /. Atfageme Michavila, S. Umbría Domínguez y D. Martínez Parra. Tos crónica del adulto. E. de Casimiro Calabuig, T. Lloret Pérez y T. Lluch Mota. Fibrolipoma bronquial. J. Zapatero Gavina, R. Peñaiver Pascual y~A. Pacheco Calvan. EDITORIAL ¿ES AÚN NECESARIA LA BRONCOGRAFÍA? J. López Mejías C.S. Virgen del Rocío. Sevilla La broncografía, como procedimiento diagnóstico, está actualmente en declive: cada vez es menor el número de indicaciones y el número de broncografías realizadas. En 1977 Fraser y Paré' señalaban que el número de broncografías realizadas en el Royal Victoria Hospital de Montreal había disminuido desde 3 por semana a 1 al mes. En nuestro servicio también se ha producido esta disminución en una proporción aún mayor: en los primeros cinco meses de este año no se ha realizado ninguna broncografía. También es cada vez más escaso el número de publicaciones y de libros dedicados a la broncografía: el último libro del que tengo conocimiento es el de Pinet et al2 de 1979. Por lo tanto, no parece que sea una exageración calificar a la broncografía como "pasada de moda"3. Es más, parece que en los últimos años de su vigencia ha habido cierto desinterés por parte de algunos servicios de neumología, lo que ha llevado a delegar la realización de la broncografía a los servicios de radiología. A esta situación se ha llegado por diversas razones: por un lado es probable que el entusiasmo inicial producido por la plasticidad de las imágenes broncográficas llevase a explorar las posibilidades de la broncografía más allá de donde la exploración resultaba realmente útil. En segundo lugar han ido apareciendo los inconvenientes de la broncografía: su carácter invasivo, o por lo menos molesto para el enfermo, sus riesgos, ya fuese por intolerancia al contraste (yodismo), a la anestesia o por el aumento de la insuficiencia respiratoria que provocaba4. También pesaban en contra de la broncografía la frecuente aparición de fiebre e incluso, más rara vez, de inflamaciones pulmonares, químicas (Hytrast) o incluso bacterianas y la posibilidad de producción de un tatuaje pulmonar que podía persistir a veces durante años, incluso con producción de granulomas, sobre todo frecuentes con los contrastes iniciales (lipiodol, bario). Otro tipo de inconvenientes eran los que se derivaban de la ambigüedad de algunos signos broncográficos: son frecuentes las faltas de relleno de algunas zonas, unas veces producidas por ausencia o disminución de la llamada "aspiración alveolar", lo que puede tener una significación patológica, pero otras veces atribuibles a una mala técnica de la broncografía o a una escasa colaboración del enfermo, lo que ya no es significativo. Además se ha señalado la existencia de "artificios broncográficos" enumerados por Castella y Puzo5. También se ha señalado el colapso lobar o segmentario producido yatrogénicamente por la anestesia general'° o las anomalías transitorias, pero susceptibles de falsas interpretaciones, que aparecen en las broncografías de asmáticos y que pueden llevar a falsas apariencias de estenosis bronquiales o incluso de dilataciones bronquiales7. Finalmente, ha sido muy importante para explicar la disminución del interés por la broncografía, la aparición de nuevas técnicas que permiten obtener datos no sólo morfológicos sino de tipo histológico o bacteriológico, como la broncofibroscopia, el cepillado con catéter telescopado, la punción pulmonar transparietal o transbronquial, etc. También se han aprovechado mejor ciertas técnicas como la radiografía simple y la exploración funcional y han aparecido otras técnicas de imagen, como la TAC o la resonancia magnética. Por último ha cambiado la frecuencia con que aparecen diversas afecciones, como el quiste hidatídico o las bronquiectasias y se han reducido sus secuelas y también ha disminuido la importancia que se daba a ciertos aspectos morfológicos, revelados por la broncografía, como los que aparecían en el carcinoma pulmonar primitivo. La aparición de nuevos procedimientos broncográficos no han reducido los inconvenientes señalados anteriormente: broncografía con aerosol8, broncografía con tántalo9 broncografía combinada con fíbrobroncoscopia10'11, broncografía dinámica, etc., ni estos procedimientos se han generalizado ni consolidado. Como consecuencia de todo esto volveremos a la afirmación inicial: la broncografía ha ido perdiendo vigencia. En la actualidad hay autores que sólo reconocen como indicación de este procedimiento al estudio de las bronquiectasias, sobre todo para conocer su extensión preoperatoriamente. Otros' consideran que la broncografía es útil, además de en el diagnóstico de las bronquiectasias cuando éste no es evidente por otros procedimientos, en la investigación del origen de una hemoptisis cuando otros procedimientos no hayan podido ponerlo de manifiesto. ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 En principio es posible estar de acuerdo "casi" por completo con esta opinión aunque sea necesario comentar el matiz del desacuerdo. Este matiz puede entenderse en dos direcciones: la primera es que en algunos casos echamos de menos a un procedimiento que permita la demostración, de la forma convincente que lo hace la broncografía de algunas alteraciones poco frecuentes: divertículos traqueales o bronquiales, traqueobroncomegalia, estenosis localizada de bronquios gruesos con importante componente funcional (colapso espiratorio), torsión pulmonar" e incluso fístula broncopleural12. No tenemos experiencia válida del valor demostrativo de otras técnicas, como la TAC, en la demostración de estas peculiaridades. El segundo se refiere a las bronquiectasias. Aún suponiendo que para lo único que sirviese la broncografía fuese para efectuar un diagnóstico de esta afección, el problema está en si el diagnóstico de la existencia, de la distribución y de la extensión de las bronquiectasias es en la actualidad tan importante que valga la pena mantener un procedimiento, que como hemos visto presenta inconvenientes de cierta importancia o si podemos echar mano de otros procederes que permitan sustituir a la broncografía sin sus inconvenientes. En la actualidad, la bronquiectasia es una afección cuyo diagnóstico y sobre todo su diagnóstico preciso, parece haber perdido interés y cuyos problemas suscitan una atención mucho menor que en otros tiempos. A mi juicio resulta significativo de este descenso de atención el calificativo de "enfermedad huérfana" que le aplicaron Barker y Bardana recientemente13. Es cierto que el diagnóstico genérico de bronquiectasias puede hacerse en muchos enfermos simplemente con la clínica y la radiografía simple, pero también parece que en una elevada proporción de casos nos contentamos con la mera sospecha de su existencia y no parece interesamos mucho confirmarla ni estar seguros de su emplazamiento. Como dicen Guerra et al14 la radiografía simple la mayoría de veces "proporciona indicios de sospecha de su emplazamiento" pero no precisan su tamaño y su dispersión por los campos pulmonares. El problema de las bronquiectasias y por lo tanto el problema de la vigencia actual de la broncografía están ligados. Si creemos necesario hacer un diagnóstico preciso de la existencia y de la localización de las bronquiectasias deberíamos mantener la broncografía, a menos de que dispongamos de un proceder alternativo, sin sus inconvenientes o con otras ventajas. Este procedimiento debería, además, obviar otro de los inconvenientes actuales de la broncografía: la imposibilidad práctica de reiterarla, lo que impide estudiar el curso evolutivo de la afección a lo largo de varios años. El procedimiento alternativo puede ser la TAC, pero en la actualidad no hay todavía, a mi juicio, una experiencia suficiente que permita desechar la broncografía por completo. Desde principios de esta década se están haciendo ensayos de utilización de TAC en el diagnóstico de las bronquiectasias, como los de Nadish15 de 1982. Sólo más recientemente se va abriendo paso a la idea de que la TAC torácica en cortes de espesor medio (4 mm) puede ser el procedimiento que sustituya a la broncografía. Por ejemplo, Joharjy et al16 encuentran que este tipo de TAC proporciona una sensibilidad del 97 % y una especificidad del 100% en bronquiectasias demostradas por broncografía. Como conclusión creo que es posible decir que todavía, mientras este proceder no confirme los resultados mencionados y no esté al alcance de buen número de neumólogos, deberíamos mantener la broncografía, aunque con indicaciones muy personalizadas. BIBLIOGRAFÍA 1. Fraser RG, Paré JAP. Diagnosis ofdiseases ofthe chest. 2.a Ed. Saunders 1977. 2. Pinet F, Amiel M, Rubet A, Froment C. Selective bronchography and bronchial brushing. New York, Springer Verlag 1979. 3. Avery ME. Bronchography: an outmoded procedure? Pediatrics 1970; 46:333. 4. Alberich Sotomayor P, del Rey JJ, Castillo Gómez ¡, López Mejías J. Repercusión funcional de la broncografía. Comunicación XI Congreso SEPAR. Oviedo 1978. 5. Castella J, Puzo M.a C. Broncología. Barcelona, Salvat Ed. SA 1982. 6. Robinson AE, Hall KD, Yokohama KN, Capp MP. Pediatric bronchography: The problem ofsegmentary loss ofvolume. A retrospectivo study of 165 pediatric bronchograms. Invest Radiol 1 9 7 1 ; 6:89. 7. López Mejías J, Capote Gil F, Alberich Sotomayor P, Verano Rodríguez A, del Rey Pérez JJ. Reflejo broncoespástico de alcance limitado en broncografía de asmáticos. Arch Bronconeumol 1982; 18:132-143. 8. Shook CD, Felson B. Inhalation bronchography. Chest 1970; 58:333-337. 9. Gamsu G, Platzker A, Gregory G, Graft P, Nadel JA. Powdered tantalum as a contras! agent for tracheobronchography in the pediatric patient. Radiology 1973; 107:151. 10. Lutch JS, Ryan KG. Bronchography combined with bronchoscopy: a new method. Chest 1979; 75:108. 11. Koval JC, Joseph SJ, Schaefer PJ, Tenholder MF. Fiberoptic bronchoscopy combined with selective bronchography. A simplified technique. Chest 1987; 91:776-778. 12. Cervantes-Pérez P. Recognizing pulmonary torsión. Chest 1988; 93:445-446. 13. Barker AF, Bardana Jr EJ. Bronchiectasis: update of an orphan disease. Am Rev Respir Dis 1988; 137:969-978. 14. Guerra Sanz F, Domínguez Reboiras S, Davila JA, Polo Sánchez F, García de Cabo A. Valor de la radiografía de tórax PA en el diagnóstico de bronquiectasias. Estudio retrospectivo. Arch Bronconeumol 1977; 13:83-90. 15. Nadish DP, McCaule DI, Khoury NF. Computed tomography of bronchiectasis. J Comp Assist Tomog 1982; 6:437-444. 16. Joharjy IA, Bashi SA, Abdullah AK. Valué of mediumthikness CT in the diagnosis of bronchiectasis. Am J Roentgenol 1987; 149:1.133-1.137. ORIGINAL SIBILANCIAS Y OBSTRUCCIÓN DE VÍAS AÉREAS S. Hernández Flix, P. Casan y J. Sanchis Unitat de Funció Pulmonar. Hospital de la Santa Creu i de Sant Pau. Barcelona. Se estudiaron 40 pacientes sometidos a evaluación funcional de rutina por asma o LCFA; se les asignó una puntuación según las sibilancias que presentaran antes y después de la administración de un broncodilatador y esta puntuación se correlacionó con el resultado de la espirometría y test broncodilatador. Se obtuvo para la auscultación de sibilancias una sensibilidad del 75 % y una especificidad del 81 % en relación a la LCFA (considerada como FEV,/FVC <£ 65 %), y una sensibilidad del 75 % y especificidad del 70 % en relación a la prueba broncodilatadora, considerada como incremento de FEV, > 11 %. La correlación entre la puntuación de sibilancias y los valores de la espirometría se situó en general entre 0,40 y 0,50. Se observó el valor más alto (r = 0,523) entre las sibilancias y el incremento en el VEMS con el broncodilatador. La correlación más baja de las obtenidas, y única sin significación estadística, fue entre las sibilancias y el ápice de flujo. Si bien hay una relación significativa entre las sibilancias y la limitación al flujo aéreo y su reversibilidad, la espirometría sigue siendo indispensable para la valoración clínica de estos pacientes. Arch Bronconeumol 1990: 26:3-7 Introducción La medicina actual mantiene un progresivo esfuerzo para fundamentar sus conocimientos sobre bases científicas; de ahí el intento sistemático de cuantificar las observaciones clínicas. El hecho de disponer de pruebas objetivas favorece evaluar en términos de sensibilidad y especificidad el significado de los hallazgos semiológicos clásicos, como pone de relieve el reciente editorial de una prestigiosa revista médica', con ocasión de la publicación de un trabajo en el que se evalúa de forma objetiva la auscultación cardíaca2. La auscultación pulmonar es un elemento semiológico básico del examen físico general. Auscultar sibilancias (o sibilantes) es un hallazgo muy frecuente en Recibido el 19-4-1989 y aceptado el 19-6-1989. 11 Wheezing and airway obstruction Forty-five patients undergoing routine functional study for asthma or LCFA were evaluated. They were assigned a score based on the degree of wheezing they had before and after the administration of a bronchodilator. This score was then correlated with the results of the spirometric study and the bronchodilator test. Wheezing had a sensitivity of75 % and a specificity of81 % regarding LCFA (considered as FEV,/FVC < 65 %), and a sensitivity of 75 % with a 70 % specificity regarding the bronchodilator test, considered as an increase > 11 % in FE Vi. The correlation between the auscultation of wheezing and the spirometric valúes was generally between 0,40 and 0,50. The highest valué (r = 0,523) was found between wheezing and the increase of FEVi after the bronchodilator. The lowest correlation (the oniy nonsignificant one) was found between wheezing and peak flow. Although there is a signficant correlation between wheezing and the limitation to air flow and its reversibility, spirometry is still essential for the clinical evaluation of these patients. la práctica médica diaria, hasta el punto de que se ha publicado que un 30 % de la población general las ha presentado en alguna ocasión3. Las sibilancias se generan cuando el aire circula por un árbol bronquial cuyo calibre está disminuido4. De acuerdo con ello, suele atribuirse a su auscultación una relación íntima con la limitación al flujo aéreo. Algunos estudios recientes indican que la intensidad de los sonidos respiratorios guarda relación con el grado de limitación al flujo aéreo5-6. De otro lado, se ha constatado que la relación entre la existencia de sibilancias referida por el paciente y el resultado de un test broncodilatador es muy baja7. Baughman y Loudon8 demostraron una disminución estadísticamente significativa de la intensidad y duración de las sibilancias en un ataque agudo de asma, al tiempo que mejoraba el volumen espiratorio forzado en el primer segundo (FEV, o VEMS). También en asmáticos, se ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOOÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 ha observado una cierta relación, no cuantificada, entre las características de las sibilancias y la magni9 tud del ápice del flujo (PEFR) . A su vez, Marini et al10 hallaron en pacientes con limitación crónica al flujo aéreo (LCFA) una correlación significativa entre la auscultación de sibilancias y el grado de obstrucción y la respuesta al broncodilatador, aunque le dieron escaso valor en la clínica práctica. Por otra parte, en diversos estudios se pone de manifiesto la dificultad para valorar la intensidad de la alteración funcional respiratoria a través de medios clínicos"'12, tanto por el médico, en cuyas observaciones se pone de13relieve una gran variabilidad Ínter e 14 intraindividual ' , como por la percepción del propio paciente15. En16 este sentido, llama la atención que Shim y Williams hayan destacado que el enfermo es capaz de evaluar la intensidad de su obstrucción más fielmente que el médico. No fue nuestra intención evaluar la percepción de la limitación al flujo, como han hecho estos autores, sino únicamente la de los sibilantes. El objetivo del presente estudio fue valorar la auscultación clínica de sibilancias en relación con los parámetros objetivos de función pulmonar proporcionados por la espirometría y, concretamente, verificar la relación entre la presencia de sibilancias audibles por estetoscopio y la limitación al flujo aéreo y su reversibilidad. Dicha relación, de establecerse, tiene un indudable significado clínico y terapéutico. Para la comparación estadística se utilizaron los índices de sensibilidad y especificidad223, el coeficiente de correlación lineal de Pearson (r), el test de x y el análisis de la varianza24. Resultados De los 40 pacientes estudiados, 28 acudieron diagnosticados de asma y 12 de LCFA. El grupo estaba compuesto por 26 hombres y 14 mujeres. En la tabla I se resumen sus características antropométricas y espirometría basal. Veinticuatro pacientes presentaban un cociente FEVi/FVC inferior o igual al 65 %, valor adoptado como índice de limitación al flujo aéreo. En 21 pacientes, un 53 % de los estudiados, se auscultaron sibilancias, con una puntuación media de 2,52 (SD - 1,66). En 14 de los 21 (66%) se apreció una disminución en la puntuación de sibilancias tras el broncodilatador. En la tabla II se reflejan los resultados de la auscultación en condiciones básales, considerando los subgrupos definidos por el diagnóstico y los antecedentes (tabaquismo, disnea, tos y expectoración) que referían. En 23 de los 40 pacientes (58 %) concordaba la apreciación subjetiva de sibilancias con la auscultación médica. En 16 (40%) el paciente no las refería pero el médico las auscultó y sólo en un caso no se auscultaron y el paciente las indicaba. TABLA I Datos antropométricos y espirométricos del grupo Material y métodos Se estudiaron 40 pacientes seleccionados según una tabla de números aleatorios entre los que acudieron para estudio de función pulmonar en17el primer trimestre de 1988 con el diagnóstico de asma o de LCFA . Los pacientes no mostraban contraindicación o dificultad para realizar la espirometría y la prueba broncodilatadora y no habían tomado broncodilatadores en las 8 horas previas. Todos fueron interrogados específicamente sobre su hábito tabáquico, antecedentes de disnea, sibilancias, tos y expectoración, y sobre la presencia de sibilantes en el momento del estudio. A continuación se les auscultó mediante un estetoscopio de membrana, en 12 focos distribuidos de forma sistemática para cubrir ambos campos pulmonares. La auscultación se realizó durante la respiración en reposo y, a continuación, durante la respiración profunda. Según los sibilantes auscultados, se le asignó al paciente una puntuación de O a 6. Un valor O correspondía a la ausencia de sibilantes, los valores 1 a 3 a su auscultación sólo en respiración profunda, en menos de 6 focos, de 6 a 10 focos y más de 10 focos respectivamente. Los valores 4 a 6 correspondían a su auscultación en respiración normal, según el mismo baremo. Tras un periodo de reposo mínimo de 10 minutos, los pacientes realizaron una espirometría forzada, en condiciones básales siguiendo la normativa SEPAR18 y otra 10 minutos después de 2 inhalaciones de 0,1 mg de Salbutamol, empleando una cámara de inhalación (Volumatic®) y un cartucho presurizado. Para la espirometría se usó un equipo de función pulmonar Hewlett-Packard 9825-A. Tras estas maniobras, los pacientes fueron explorados de nuevo y la auscultación de sibilancias fue valorada de igual manera que al inicio. El médico examinador fue el mismo durante todo el estudio y tanto él como el paciente desconocieron los resultados del estudio funcional respiratorio. Los valores espirométricos se expresaron como porcentaje del valor de referencia del Estudio Multicéntrico de Barcelona19'20. Para el cálculo de los coeficientes de sensibilidad y especificidad se consideró índice de limitación al flujo aéreo un valor de la relación entre el volumen espiratorio forzado en el primer segundo 21y 22la capacidad vital forzada (FEV]/FVC) igual o inferior al 65 % ' . La respuesta al broncodilatador se juzgó mediante valores de referencia propios del laboratorio (incremento de FEV¡ superior al 11 % del valor basal). % valor referencia media (SD) Valor absoluto media (SD) Edad (a) Talla (cm) Peso (kg) FVC (1) FEVi (1) %FEV, FEF¡,.75%(l/s) PEFR (1/s) MEF5o%(Vs) MEF^O/s) 43,2 (16,2) 163,2(10,4) 70,9(13,9) 3,7(1,2) 2,3(1,1) 59,2(18) 1,8(1,6) 5,4 (2,8) 2,1 (1,9) 0,8 (0,8) 89,2(19,8) 69,3 (27,9) 51,4(41,2) 70,0(32,1) 49,3 (38,8) 52,0(41,3) FVC: capacidad vital forzada. FEVp volumen espiratorio forzado en el primer segundo. %FEVj: relación FEV./FVC (%). FEF» }.ji¿flujo espiratorio forzado entre el 25 % y el 75 % de la FVC. PEFR: ápice de flujo. MEF¡y ^: flujo espiratorio máximo cuando queda en el pulmón el 50 % de la FVC. MEF;¡ %: flujo espiratorio máximo cuando queda en el pulmón el 25 % de la FVC. TABLA II Características clínicas de los pacientes en relación con la existencia de sibilancias Grupo Conjunto Fumadores Tos y expectoración Disnea Diagnóstico "tolll Sí No Si No Sí No Asma LCFA 40 20 20 22 18 25 15 28 12 "lIblIlBIM 21 10 11 15* 6 15 6 13 8 •: x2 - 4,82 (p < 0,05). Las diferencias restantes no fueron significativas. 12 S. HERNÁNDEZ FLIX ET AL.-SIBILANCIAS Y OBSTRUCCIÓN DE VÍAS AÉREAS TABLA III Puntuación de sibilancias Coeficientes de sensibilidad y especificidad Auscultación de sibilancias n-21 No sibilancias n - 19 Sensibilidad: 18/24 - 75 % Limitación al flujo aéreo 6 i FEV,/FVC "s 65 FEVi/FVC > 65 n.24 n » 16 5 4 • 18 3 6 13 Especificidad: 13/16 - 81 % 3 • 2 • 1 - Test broncodilatador Positivo n = 20 Negativo n=20 0 . 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100 (%) FEV, Auscultación de sibilancias n-21 No sibilancias n - 19 Sensibilidad: 15/20 - 75 % 15 6 5 14 Especificidad: 14/20 - 70 % Auscultación de sibilancias (n=21) test broncodilatador Mejoran sibilancias tras broncodilatador n - 14 No mejoran n= 7 Sensibilidad: 10/15 - 67 % Positivo n = 15 Negativo 10 4 5 2 Especificidad: 2/6 - 33 % La tabla III muestra los coeficientes de sensibilidad y especificidad hallados al valorar la auscultación de sibilancias en relación con la existencia de limitación al flujo aéreo o de una prueba broncodilatadora positiva en la espirometría. También se presenta la sensibilidad y especificidad de la mejora de la auscultación tras el broncodilatador respecto del resultado de la prueba broncodilatadora. En cuanto a la correlación entre la puntuación asignada a las sibilancias por el observador y los datos de la espirometría, los valores de r obtenidos fueron bajos, aunque la mayoría estadísticamente significativos. A modo de ejemplo, la figura 1 representa gráficamente la relación entre la puntuación de sibilancias y el cociente FEV,/FVC; como puede verse, hay una notable dispersión en los puntos ds dicha gráfica. Las correlaciones mayores correspondieron al incremento en el FEV, tras broncodilatador (r = 0,523), al flujo fisoiratorio máximo cuando queda en el pulmón el 25% de la capacidad vital forzada (MEF25%) (r 0,509), al flujo espiratorio forzado entre el 25 % y el 75 % de la capacidad vital forzada (¥EF^^^%) y al FEV). La correlación más baja obtenida (r = 0,251) y única no significativa, fue con el ápice del flujo. Por último, se comparó el valor de FEVi/FVC en los tres grupos de pacientes, clasificados según los 13 Fig. I. Representación gráfica de la puntuación de sibilancias asignada en la auscultación en relación a los valores de %FEV, (cociente FEV,/FVC expresado en %) obtenidos en la espirometría. sibilantes auscultados fueran inspiratorios (número de casos n = 5, media x = 55,6, varianza s2 = 113,3), espiratorios (n=7, x=51,6, s 2 =257,9) o inspiratorios y espiratorios (n = 9, x = 48,4, s2 = 265,3). El análisis de la varianza no mostró significación estadística en las diferencias de estas medias. El momento del ciclo respiratorio en que aparecieron las sibilancias tampoco se relacionó con ninguna característica clínica identificable. Discusión Los pacientes estudiados formaban parte de una población con patología respiratoria conocida y en un estado de relativa estabilidad y acudieron al Laboratorio de Función Pulmonar para estudio rutinario, sin referir incidencias clínicas notables. No podemos, por lo tanto, extrapolar nuestras conclusiones a la población general, ni tampoco a los enfermos en situación aguda intensa. En este sentido, cabe destacar el hecho de que a ninguno de los pacientes pudo asignársele el valor máximo en la escala de sibilancias. Dado que los pacientes habían dispuesto de un tiempo de reposo entre la auscultación en respiración forzada y la realización de la espirometría basal, ésta no pudo ser influida por la eventual aparición de broncoespasmo inducido por la hiperventilación, que ha sido descrito como autolimitado y fugaz25. Las sibilancias se constataron con una frecuencia moderada en el grupo de estudio. Se modificaron mayoritariamente tras el broncodilatador y fueron apreciadas mejor por el médico que por el enfermo. En cuanto al número de pacientes en los que se auscultaron sibilancias, no se encontró diferencia estadísticamente significativa entre fumadores y no fumadores, con o sin historia de disnea, y tampoco entre el grupo de diagnosticados de asma y el de LCFA. Este último resultado sorprende, pues hay cierta tendencia ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 entre los médicos a asociar las sibilancias predominantemente con el asma. En todo caso, quizá contribuya a explicar esta discordancia la diferencia significativa entre el grupo de tosedores y expectoradores habituales y el grupo que no refería tos ni expectoración. Aunque el tamaño de la muestra no permite establecer conclusiones firmes a este respecto, es posible que la diferencia obedezca a la generación de sibilancias por el exceso de moco existente en las vías aéreas de los individuos con hipersecreción bronquial. En relación con las diferencias de apreciación entre médico y paciente en la evaluación clínica, Shim y Williams16 concluían, respecto a la limitación al flujo aéreo, que el paciente evaluaba mejor su propio estado (comparado con el PEFR) que el médico. En nuestro estudio hay un buen número de pacientes que decían encontrarse bien y sin sibilancias en los cuales el médico los auscultó. Aunque obstrucción y sibilancias son fenómenos relacionados, no necesariamente su percepción por el paciente o el médico siguen caminos paralelos. La composición de una muestra y la prevalencia de la patología que se estudia (LCFA) en la misma, no influyen sobre los coeficientes de sensibilidad y especificidad obtenidos, que dependen únicamente de la prueba empleada. No ocurre lo mismo con el cálculo de los valores predictivos. El valor predictivo positivo es mayor cuanto mayor sea la prevalencia de la patología en la muestra, y el valor predictivo negativo crece a medida que disminuye dicha prevalencia23. De otro lado, el cálculo de los coeficientes de sensibilidad y especificidad puede variar ampliamente según el criterio adoptado para considerar una espirometría como indicadora de limitación al flujo aéreo o una prueba broncodilatadora como positiva. En lo que a la limitación al flujo aéreo respecta, adoptamos una cifra que no dejara lugar a dudas (FEVi/FVC < 65 %) y obtuvimos para la auscultación de sibilancias un coeficiente de sensibilidad del 75 %, especificidad del 81 %, valor predictivo positivo del 86 % y valor predictivo negativo del 68 %. Realizados los mismos cálculos considerando un FEVi/FVC »•£ 70% como índice de limitación al flujo, se obtuvo un coeficiente de sensibilidad del 67 %, especificidad del 90 %, valor predictivo positivo del 95 % y valor predictivo negativo del 47 %. Para evaluar la respuesta al broncodilatador optamos por usar nuestros propios valores de referencia y obtuvimos para las sibilancias una sensibilidad del 75 % y una especificidad del 70 %. En un estudio previo7, realizado en un grupo de pacientes que acudieron consecutivamente al laboratorio y en el que se comparaba el antecedente de la existencia de sibilancias referido por el enfermo con el resultado de la prueba broncodilatadora, la sensibilidad fue del 43 %, claramente inferior a la obtenida con la auscultación (75 %) en nuestro estudio, siendo la especificidad (71 %-70 %) similar en los dos trabajos. Por su composición, las poblaciones objeto de ambos estudios son comparables sólo con reservas. Si la comparación fuera enteramente válida, la diferencia de sensibilidad podría estar relacionada con el desacuerdo que hemos observado entre la apreciación de sibilancias por el médico y por el propio paciente. Para interpretar los coeficientes de correlación entre la puntuación de sibilancias y los resultados de la espirometría, es útil considerar que un valor de r superior al umbral de significación estadística únicamente manifiesta una correlación no debida al azar, pero no informa acerca de la intensidad de la asociación entre las dos variables, que se expresa por r2. La correlación más alta de los sibilantes (r = 0,523; p < 0,001), se observó con el incremento en el FEV| tras broncodilatador, es decir, con el parámetro que usamos para valorar la respuesta al broncodilatador. La observación concuerda con las cifras de sensibilidad (75 %) y especificidad (70 %) ya citadas y llama la atención acerca de las sibilancias como índice de reversibilidad de la limitación al flujo aéreo. Estos resultados nos condujeron a preguntamos si una mejora en las sibilancias auscultadas tras inhalar broncodilatador puede predecir un cambio en el mismo sentido de la espirometría. Obtuvimos para la mejora en las sibilancias una sensibilidad del 67 % y una especificidad del 33 % en relación con la mejora en la espirometría. Las cifras son muy bajas y, dado el tamaño de la muestra, estos resultados sólo pueden considerarse como un punto de partida para nuevos estudios. El resto de correlaciones con la espirometría se sitúan entre 0,40 y 0,50, destacando la correlación con el MEF¡5% (r = 0,509; p < 0,002). Este es un índice del flujo espiratorio en el momento en que el calibre de las vías aéreas ha disminuido, en consonancia con la reducción de volumen pulmonar, al haberse espirado el 75 % de la FVC. Ello propiciaría la aparición de sibilancias en unas vías aéreas previamente reducidas de calibre y haría pensar en un predominio de las sibilancias espiratorias sobre las inspiratorias y en una mayor importancia de las tele-espiratorias en concreto. Nuestros resultados, quizás por el tamaño de la muestra, no permiten observar ninguna diferencia significativa entre grupos clasificados según el momento del ciclo respiratorio en que se auscultaran sibilancias. Nos llamó especialmente la atención la baja correlación obtenida entre la puntuación de sibilancias y el ápice de flujo. Sin embargo, ello parece lógico, pues el flujo espiratorio máximo se genera al principio de la espiración forzada, en un momento en que las vías aéreas aún no han reducido su calibre. Es decir, la baja correlación de las sibilancias con el PEFR podría concordar con la mayor correlación con el MEF^ %. La relación entre el flujo espiratorio y la producción de sibilantes ha sido estudiada por Gavriely et al26, que observaron la aparición de sibilancias en sujetos sanos en relación con la limitación al flujo espiratorio producida en una espiración forzada a través de una válvula. Estos mismos ^autoresi detectaron una gran variabilidadinterindividual en la respuesta a distintos grados de limitación al flujo, en sujetos en los que no se apreciaban diferencias entre sus antecedentes patológicos ni entre sus curvas flujo-volumen previas. Así pues, no habría un flujo crítico absoluto para producir las sibilancias, sino que éste variaría en función del 14 S. HERNÁNDEZ FLIX ET AL.-SIBILANCIAS Y OBSTRUCCIÓN DE VÍAS AÉREAS paciente y de otras circunstancias. Podríamos concluir de estas observaciones que, aunque todas las sibilancias están producidas por una limitación al flujo en las vías aéreas, no toda limitación al flujo produce sibilancias, ni lo hace en la misma medida. Ello concuerda en cierta manera con nuestros valores de especificidad de las sibilancias en relación con la limitación al flujo, siempre más altos que los de sensibilidad y también explicaría la relativa pobreza de las correlaciones obtenidas. En términos generales, nuestros resultados ofrecen una correlación10escasamente superior a la obtenida por Marini et al que limitaron su estudio a pacientes con LCFA y valoraron únicamente las sibilancias en respiración no forzada. No obstante, el presente estudio evidencia una correlación significativa, en algunos casos nada despreciable, entre la auscultación de sibilancias y los índices espirométricos de limitación al flujo y respuesta al broncodilatador. Ello supone que, de manera general, puede decirse que a más sibilantes y de mayor intensidad, mayor es la limitación al flujo aéreo y su reversibilidad. Sin embargo, los valores bajos de r2 y el número de falsos positivos y falsos negativos que revelan los índices de sensibilidad y especificidad hallados, hacen que la relación tenga poco valor clínico. Por consiguiente, la realización de la espirometría forzada y el test broncodilatador continúa siendo indispensable en la valoración clínica de este tipo de pacientes. BIBLIOGRAFÍA 1. Craige E. Shouid auscultation be rehabilitated? N Engí J Med 1988; 318:1.611-1.613. 2. Lembo NJ, DelHtalia LJ, Crawford MH, 0'Rourke RA. Bedside diagnosis ofsystolic murmurs. N Engí J Med 1988; 318:1.5721.578. 3. Dodge RR, Burrows B. The prevalence and incidence of asthma and asthma-like symptoms in a general population sample. Am Rev RespirDis 1980; 122:567-575. 4. Forgacs P. The functional basis of pulmonary sounds. Chest 1978; 73:399-405. 5. Pardee NE, Martín CJ, Morgan EH. A test of the practical valué of estimating breath sound intensity. Breath sounds related to measured ventilatory function. Chest 1976; 70:341-344. 15 6. Bohadana AB, Peslin R, Ufíholtz H. Breath sounds in the clinical assessment ofairflow obstruction. Thorax 1978; 33:345-351. 7. Giner J, Casan P, Miralda R, Codina E, Canet J, Sanchis J. Síntomas respiratorios crónicos y test broncodilatador. Arch Bronconeumol 1986; 22 (supi 1) 5-6. 8. Baughman RP, Loudon RG. Quantitation of wheezing in acute asthma. Chest 1984; 86:718-722. 9. Shim CS, Willianis MH. Relationship of wheezing to the severity of obstruction in asthma. Arch Intem Med 1983; 143:890892. 10. Marini JJ, Pierson DJ, Hudson LD, Lakshminarayan S. The signifícance of wheezing in chronic airflow obstruction. Am Rev RespirDis 1979; 120:1.069-1.072. 1 1 . McFadden ER, Kiser R, deGroot WJ. Acule bronchial asthma. Relations between clinical and physiologic manifestations. N Engí J Med 1973; 288:221-225. 12. Pratter MR, Hingston DM, Irwin RS. Diagnosis of bronchial asthma by clinical evaluation. An unreliable method. Chest 1983; 84:42-47. 13. Smyllie HC, Blendis LM, Annitage P. Observed disagreement in physical signs ofthe respiratory system. Lancet 1965; 2:412-413. 14. Pasterkamp H, Wiebicke W, Fenton R. Subjective assessment vs computer analysis of wheezing in asthma. Chest 1987; 91:376381. 15. Rubinfeid AR, Pain MCF. Perception of asthma. Lancet 1976; 1:882-884. 16. Shim CS, Williams MH. Evaluation ofthe severity of asthma: Patients versus physicians. Am J Med 1980; 68:11-13. 17. American Thoracic Society. Standards for the diagnosis and care ofpatients with chronic obstructive pulmonary disease (COPD) and asthma. Am Rev Respir Dis 1987; 136:225-243. 18. Sanchis J, Casan P, Castillo J, González N, Palenciano L, Roca J. Normativa para la espirometría forzada. Recomendaciones SEPAR n." 1. Ed. Doyma, S.A. Barcelona 1985. 19. Roca J, Sanchis J, Agustí-Vidal A et al. Spirometric reference valúes from a mediterranean population. Bull Eur Physiopathol Respir 1986; 22:217-224. 20. Casan Ciará P. Valores espirométricos de referencia para niños y adolescentes sanos. Tesis doctoral. Universidad Autónoma de Barcelona, 1985. 21. Poirier KP. A quantitative definition of obstructive lung disease. Am J Med 1968; 45:329-335. 22. Wiison A. Pulmonary function testing. Indications and interpretation. Orlando, Gruñe Stratton 1985; 24-25. 23. Griner PF, Mayewsky RJ, Mushiin AI, Greenland P. Selection and interpretation of diagnostic tests and procedures. Ann Intem Med 1981; 94:553-600. 24. Aitman DG, Gore SM, Gardner MJ, Pocock SJ. Statistical guidelines for contributors to medical journals. Br Med J 1983; 286:1.489-1.493. 25. Gayrard P, Orehek J, Grimaud CH, Charpin J. Mechanisms of the bronchoconstrictor effects of deep inspiration in asthmatic patients. Thorax 1979; 34:234-240. 26. Gavriely N, Kelly KB, Grotberg JB, Loring SH. Forced expiratory wheezes are a manifestation ofairway flow limitation. J Appl Physiol 1987; 62:2.398-2.403. ORIGINAL ANÁLISIS DE 110 CASOS DE NODULO PULMONAR SOLITARIO TRATADOS QUIRÚRGICAMENTE J. Freixinet, M. Catalán, J. González, M.A. Sanjuán, M. Mateu, J.M. Gimferrer, E. Letang, M.A. Callejas y J. Sánchez-Lloret Servicio de Cirugía Torácica. Unidad de Cirugía Torácica y Cardiovascular. Hospital Clínico y Provincial. Facultad de Medicina. Barcelona. Se revisa la experiencia en 110 casos de nodulo pulmonar solitario (NPS), tratados quirúrgicamente en un período de 10 años, considerando como tal toda lesión pulmonar única, circunscrita y con diámetro inferior a 6 cm, rodeada de parénquima sano. Se ha estudiado la relación de los parámetros siguientes con la malignidad o no del NPS, hallando en todos ellos significación estadística: edad superior a 45 años (p < 0,001), sexo (p < 0,02), hábito de fumar (p < 0,001), manifestaciones clínicas (p < 0,001), tamaño de la lesión mayor de 3 cm (p < 0,02), calcificaciones en el seno del NPS (p < 0,01) y cavitación (p < 0,001). Se ha evidenciado que en los 41 pacientes afectos de NPS cuyo origen ha sido un carcinoma broncogénico existía un mínimo de 4 de los factores anteriores. Ello, unido a una mayor supervivencia por parte de este grupo de pacientes con respecto a la media de todas las neoplasias de pulmón intervenidas, aconseja plantear la intervención quirúrgica en los pacientes con varios de los parámetros mencionados que presenten un NPS. Analysis of 110 surgically treated cases of solitary pulmonary nodule The experience of 110 cases of solitary pulmonary nodule (SPN) who were surgically treated during a 10-year period was reviewed. SPN was defined as any single, well circumscribed lesión of less than 6 cm of diameter and sorrounded by normal parenchyma. The fbllowing parameters were correlated with the malignant or nonmalignant character of SPN, and statistical sigificance was found for all of them: age over 45 years (p < 0,001), sex (p < 0,02), smoking (p < 0,001), clinical symptoms (p < 0,001), lesión largor than 3 cm (p < 0,02), calcification within the SPN (p < 0,01), and cavitation (p < 0,001). It was found that at least 4 of these factors were present in the 41 patients with SPN due to bronchogenic carcinoma. This fact, together with a higher survival rate after surgery than the mean for all pulmonary neoplasms, suggests that operation shouid be recommended in all patients with SPN and several of those parameters. Arch Bronconeumol 1990, 26:8-11 Introducción El nodulo pulmonar solitario (NPS) constituye una entidad clínica y diagnóstica de gran importancia. Ha recibido diversas denominaciones desde que fue descrito por Thornton en 1944'. Bajo la definición de NPS se engloban una serie de procesos de variable etiopatogenia pero que provocan una imagen radiológica con unas características comunes: una lesión de menos de 6 cm de diámetro y rodeada de parénquima pulmonar sano. En el momento en que se llega al diagnóstico histopatológico de certeza, lo que con anterioridad se considera un NPS pasa a ser denominado según su etiología (granuloma, carcinoma, metástasis, etc.). Sólo es, pues adecuado hablar de NPS cuando no existe diagnóstico histológico2. Recibido el 9-5-1989 y aceptado el 25-7-1989. La problemática, en el momento actual, gira alrededor de la utilización de toda la gama de métodos diagnósticos de que se dispone para poder llegar a un diagnóstico de certeza. El diagnóstico diferencial de la entidad se basa fundamentalmente en la posibilidad de poder descartar la presencia de un carcinoma broncogénico. Tal eventualidad se da en un importante número de casos, que se cifra en hasta un 60% de NPS, en dependencia de las series publicadas3'4. Hemos realizado una revisión de los NPS tratados quirúrgicamente en nuestro centro durante un período de 10 años. En todos ellos se desconocía el diagnóstico anatomopatológico en la fase preoperatoria, tal como se ha definido anteriormente. Material y métodos Se ha realizado un estudio retrospectivo sobre un total de 110 pacientes afectos de NPS que han sido intervenidos durante un periodo de tiempo de 10 años (1978-1988). En todos los casos se 16 J. FREIXINET ET AL.-ANÁLISIS DE 110 CASOS DE NODULO PULMONAR SOLITARIO TRATADOS QUIRÚRGICAMENTE trataba de NPS, es decir una lesión única, circunscrita, con un diámetro inferior a 6 cm y rodeado de parénquima sano. Los estudios diagnósticos que se realizan ante un NPS se ponen en marcha con el descubrimiento del mismo, que se hace siempre con la radiología simple. En base a ella se define como una lesión pulmonar única y circunscrita, rodeada de parénquima pulmonar sano y con un diámetro inferior a 6 cm. Una vez realizado este diagnóstico inicial, se efectúan una serie de exámenes encaminados a conseguir el diagnóstico etiológico y completar la valoración clínica del paciente. Dichos exámenes pueden ser catalogados dentro de tres categorías diferentes: Exámenes diagnósticos básicos. Se efectúan para lograr una idea del estado general del paciente. Difícilmente aportan la información necesaria para llegar al diagnóstico de un NPS, si bien en ocasiones pueden dar una información determinante para dilucidar el origen de la lesión. Se incluyen dentro de este apartado la anamnesis, exploración física, analítica general, citología y bacteriología (Ziehí) de esputos, pruebas funcionales respiratorias y examen cardiológico. Exámenes diagnósticos específicos. Intentan llegar a la etiología del NPS. Si bien se realizan de forma casi rutinaria, existen casos en los que puede justificarse su no realización. Se incluyen dentro de este apartado: Broncoscopia: Es fundamental. Con ella se puede realizar una visión directa de la lesión, cosa muy improbable en un NPS. Sin embargo, la biopsia transbronquial y el broncoaspirado pueden dar el diagnóstico definitivo de la entidad al obtener muestras para citología y biopsia. Punción transtorácica: En nuestro centro se realiza ante la falta de diagnóstico con la broncoscopia y sobre todo cuando las probabilidades de hallarse ante un quiste hidatídico son muy bajas. Tomograjia axial computarizada: Permite no sólo definir correctamente el tamaño de la lesión, sino su morfología, presencia o no de calcificaciones, relaciones anatómicas y la existencia o no de otras lesiones, lo cual es particularmente importante cuando se sospecha una lesión metastásica. Exámenes diagnósticos dirigidos. Se realizan cuando se sospecha de forma clara una entidad en especial: Arteriografia por sustracción digital: Cuando se quiere descartar una fístula arteriovenosa pulmonar. Serología y pruebas inmunológicas hidatidicas. Otras pruebas diagnósticas quedan como posibilidades más remotas. Entre éstas podemos citar la gammagrafía pulmonar con citrato de Ga67, la resonancia nuclear magnética y la arteriografía. La falta de un diagnóstico histológico de certeza con la metodología anteriormente descrita ha sido motivo de intervención quirúrgica, con la que se ha logrado el diagnóstico definitivo y por tanto la actitud terapéutica indicada en cada caso: - Fumadores mayores de 45 años. - Lesión cavilada y sin calcificaciones. Se ha realizado siempre una toracotomía posterolateral. Tras resecar el nodulo se ha efectuado el estudio anatomopatológico peroperatorio después del cual se ha completado una resección si se trataba de una lesión maligna. En el caso de tratarse de patología benigna se han realizado siempre resecciones "económicas". Se han estudiado los siguientes parámetros: - Edad y sexo de la población y malignidad o no del NPS. - Antecedentes patológicos: - Tabaquismo y presencia o no de malignidad en el estudio anatomopatológico de los NPS. -Presencia o no de metástasis en el grupo de pacientes con antecedentes de una neoplasia primitiva previamente tratada. - Existencia o no de manifestaciones clínicas y su relación con NPS malignos o benignos. - Relación entre la naturaleza maligna de la lesión y tamaño del NPS, presencia de calcificaciones en su interior o existencia de cavitación. - Análisis de la supervivencia de los NPS que resultaron ser un carcinoma broncogénico. El estudio de dichos parámetros se ha realizado con la siguiente metodología estadística: - Para los datos cualitativos la prueba de tí. - Para el análisis de la supervivencia de los NPS cuyo diagnóstico ha sido de carcinoma broncogénico se ha efectuado una curva de supervivencia actuarial. 19 TABLA I Diagnóstico anatomopatológico de los nodulos pulmonares solitarios Benignos Granuloma tuberculoso Hamartoma Quiste hidatídico Neurinoma intercostal Nodulo antracoide Nodulo fibroso hialino Granuloma de células plasmáticas 21 15 12 6 2 2 1 Malignos Carcinoma de células escamosas Adenocarcinoma Metástasis Carcinoma indiferenciado de células grandes Carcinoma indiferenciado de células pequeñas Carcinoide Carcinoma fusocelular 18 14 8 6 2 2 1 TABLA II Nodulo pulmonar solitario Edad < 35 años 35-45 años > 45 años Total Edad media Benignos Malignos 14(23,7%) 13 (22%) 32 (54,2 %) 59(54,5%) 43,8 años 0 6(11,7%) 45 (88,2 %) 51 (46,3%) 57,6 años Resultados De los 110 pacientes incluidos en el estudio, 80 son varones y 30 mujeres. Sus edades han estado comprendidas entre 20 y 70 años, con una media de 50,2 años. El estudio histológico de los NPS ha permitido hallar un ligero predominio de lesiones benignas sobre las malignas. Un 54,5 % (59) eran de las primeras y en un 46,4 % (51) se trataba de neoplasias (43 primitivas y 8 metastásicas). En la tabla I figuran el total de casos con su diagnóstico definitivo. La edad media de los NPS malignos (57,6 años), ha sido sensiblemente superior a la de los NPS benignos (43,8 años) (tabla II). Dividiendo el total de la población estudiada en menores y mayores de 45 años y relacionando la malignidad o no de la lesión, se ha encontrado diferencia significativa (p < 0,001). Es destacable el hecho de no haber hallado ningún NPS maligno en pacientes menores de 35 años. El estudio de la presencia de malignidad en los NPS según el sexo ha dado diferencias estadísticas relevantes (p < 0,02) con una menor incidencia de NPS malignos en las mujeres de nuestro estudio. Con respecto a los antecedentes patológicos, la presencia del hábito de fumar ha predominado de forma clara en los pacientes afectos de NPS cuyo diagnóstico histológico ha sido de carcinoma broncogénico, con respecto a aquellos en los que la lesión ha sido benigna, un nodulo metastásico o un adenoma. El estudio ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 estadístico realizado ha hallado significación estadística (p < 0,001). Ello queda claramente reflejado si se considera que del grupo de enfermos con carcinoma broncogénico (41), tan sólo uno se consideraba como no fumador, mientras que en el otro grupo de pacientes la relación era prácticamente igual entre fumadores (34) y no fumadores (35). Los pacientes que presentaban antecedentes de una neoplasia diagnosticada anteriormente, han tenido una mayor frecuencia de lesión pulmonar de carácter maligno. De diez pacientes con estas características, en seis se trataba de una metástasis en uno de una segunda neoplasia y en uno de un tumor carcinoide. Tan sólo en dos casos el NPS era benigno (tabla III). También merece comentario especial el hecho de que ha habido seis enfermos con antecedentes de diabetes insulinodependiente, de entre los cuales cuatro han presentado granulomas tuberculosos, uno un neurinoma y uno un carcinoma escamoso. El NPS fue un hallazgo radiológico casual en la mayoría de las lesiones que han resultado ser benignas. Tal eventualidad sucedió en 39 casos, mientras que en 20 existía alguna sintomatología. En 34 de los pacientes que han presentado un NPS de naturaleza neoplásica se ha llegado al diagnóstico a partir de una clínica inicial (hemoptisis, toracalgia, síndrome tóxico, aumento de la tos y/o expectoración), mientras que en 17 el NPS fue un hallazgo casual. Estos datos parecen indicar una relación entre manifestaciones clínicas y NPS maligno que se confirma aplicando el test de •)(2 con una significación de p < 0,001. La relación entre tamaño de la lesión y malignidad ha mostrado también diferencias remarcables. Los nodulos mayores de 3 cm han sido en su mayor parte malignos (30), frente a 21 benignos. Las lesiones de menos de 3 cm han sido en 38 casos no neoplásicas y en 21 NPS malignos. Estos resultados tienen significación estadística (p < 0,02). La presencia de calcificaciones en el interior del NPS se ha hallado en 20 ocasiones (18,2%) (en 16 lesiones benignas y en 4 neoplásicas). Dichos resultados poseen también significación estadística (p < 0,01). Cabe destacar que 15 de los 16 NPS benignos con calcificaciones eran granulomas tuberculosos. La existencia de cavitación se ha hallado en 16 ocasiones (14,5 %). Dicho signo ha aparecido más en lesiones neoplásicas (13 casos) que en las benignas (3 casos), presentando estos resultados diferencias estadísticamente valorables (p < 0,001). Al considerar los parámetros evaluados anteriormente de forma conjunta y comprobar su existencia en los pacientes diagnosticados de un carcinoma broncogénico, se ha evidenciado que los 41 pacientes diagnosticados de carcinoma broncogénico presentaban un mínimo de 4 de los factores que han presentado significación estadística en nuestro estudio. Al mismo tiempo, todos los pacientes que presentaron patología benigna no tenían más de 4 de los anteriores factores. 10 TABLA III Nodulo pulmonar solitario y antecedentes neoplásicos Neoplasia primitiva Numero de casos Diagnóstico histológico delNPS Carcinoma de laringe 1 Adenocarcinoma pulmonar Carcinoma de mama 3 Neoplasia de útero 2 Hipernefroma 1 Metástasis del carcinoma de mama Tumor carcinoide Granuloma tuberculoso Metástasis de neoplasia uterina Granuloma Metástasis de hipemefroma Melanoma 2 Metástasis de melanoma Neoplasia de vejiga urinaria 1 Metástasis de neoplasia de vejiga urinaria El tratamiento realizado ha dependido de los hallazgos peroperatorios. En los NPS malignos se han realizado 4 neumonectomías, 33 lobectomías y 14 resecciones segmentarias. En los NPS benignos se ha realizado la exéresis de la lesión y en los casos de quiste hidatídico de pulmón una quistectomía simple. Las complicaciones postoperatorias han sido escasas. Únicamente se ha presentado una neumonía postoperatoria y un absceso de la herida quirúrgica. Un paciente intervenido de una metástasis de un hipemefroma presentó una insuficiencia hepática y falleció al decimoctavo día postoperatorio. Los días de estancia postoperatoria han oscilado entre 6 y 24 con una media de 8,3 días. Discusión La frecuencia del NPS es considerable. Se ha calculado una incidencia de 1-2 casos por cada 1000 radiografías realizadas de forma rutinaria4. Es por tanto importante sistematizar la pauta de diagnóstico y tratamiento de esta entidad. La cuestión fundamental que se plantea ante un paciente con un NPS es la obtención del diagnóstico, del cual depende el ulterior tratamiento. Todo ello debe hacerse de forma que la metodología resulte eficiente. Deben, pues, seleccionarse cuidadosamente las pruebas diagnósticas a realizar, para evitar no sólo el gasto desorbitado que pueden generar, sino también las molestias innecesarias que pueden acarrear al paciente. Es importante valorar antes de solicitar un examen diagnóstico complementario, si el resultado del mismo puede alterar de forma sensible la futura pauta a seguir. Por ello hay que considerar toda la serie de pruebas diagnósticas de que se dispone en la actualidad. No obstante hay datos que se obtienen de forma sencilla mediante la anamnesis y radiología simple y que facilitan una orientación diagnóstica fundamental. En nuestra casuística hemos hallado diferencias estadísti20 J. FREIXINET ET AL.-ANÁLISIS DE 110 CASOS DE NODULO PULMONAR SOLITARIO TRATADOS QUIRÚRGICAMENTE camente significativas entre el grupo de pacientes con un NPS maligno y los que tenían una lesión benigna para una serie de datos (edad, sexo, antecedentes de tabaquismo, presencia de sintomatología clínica, tamaño del NPS, cavitación y ausencia de calcificaciones). Ello nos acerca de forma fundamental a la etiología del proceso. Si se consideran de forma conjunta todo este tipo de parámetros, los resultados son aún más clarificadores. El 100 % de los NPS cuyo diagnóstico ha sido de carcinoma broncogénico presentaban un mínimo de cuatro de estos factores. La relación entre cáncer de pulmón y los parámetros edad, sexo y hábito de fumar son suficientemente conocidos5"8. Sin embargo, vale la pena tenerlos siempre presentes dado que su importancia es capital. En nuestro trabajo no sólo existen diferencias estadísticamente significativas en cuanto a la edad, sino que no ha existido ningún carcinoma broncogénico en pacientes menores de 35 años y tan sólo 6 en el grupo de edad entre 35 y 45 años. En cuanto al sexo, también nuestra población ha seguido la distribución epidemiológica del cáncer de pulmón en la población general. Las diferencias entre los dos grupos para este dato han sido significativas y entre los pacientes afectos de un NPS neoplásico tan sólo habían ocho mujeres (en cinco de ellas la lesión era metastásica), lo cual confirma la baja incidencia de cáncer de pulmón entre las mujeres. La relación entre tabaquismo y carcinoma broncogénico es tan conocida que no entraremos en comentarios sobre ella. Tan sólo cabe mencionar la correlación estadística hallada entre NPS maligno y el hábito de fumar. La presencia o no de sintomatología en el paciente afecto de NPS no es un dato al que se haya dado excesivo valor hasta el momento. Los resultados obtenidos por nosotros han demostrado una correlación valorable entre manifestaciones clínicas (de mayor o menor especificidad) y NPS maligno, dato que debe, por tanto tenerse en cuenta. El resto de consideraciones en nuestro estudio: tamaño, cavitación y calcificaciones, también han presentado diferencias estadísticamente significativas. Dichos parámetros son fácilmente evaluables mediante la radiología simple de tórax, si bien pueden ser definidos con mayor exactitud con la TAC torácica. Ante estos hallazgos y con la evidencia de que el total de los pacientes que presentaban un NPS como manifestación inicial de un carcinoma broncogénico tenían 4 o más de estos factores se puede apoyar la tesis del tratamiento quirúrgico a los pacientes con estas características. Si bien la broncoscopia es una exploración que nunca debe omitirse, por su alta rentabilidad diagnóstica4'9-12 y la TAC torácica siempre debe tenerse en cuenta para el estadiaje de toda neoplasia9, los pacientes con estas características deben considerarse candidatos a cirugía, por la elevada probabilidad de que sea un carcinoma broncogénico. El estudio de las curvas de supervivencia actuarial muestra claramente las enormes diferencias en cuanto al pronóstico entre las neoplasias de pulmón intervenidas en nuestro servicio. La curva para los NPS, que 21 lógicamente corresponde a un estadio I (Tí NO MO) demuestra una supervivencia del 53 % a los 5 años, mientras que la curva general realizada con todas las neoplasias intervenidas presenta una supervivencia del 15%. Estos datos hacen que consideremos particularmente importante plantear la intervención quirúrgica precoz en aquellos pacientes con varios factores de riesgo (cuatro o más) de los que se han considerado en este estudio, y que permite mejorar el pronóstico de los pacientes afectos de un carcinoma broncogénico que se presenta en forma de NPS. Los pacientes menores de 35 años y con un nodulo sin factores de riesgo, pueden ser observados y actuar según la evolución del NPS, dadas las muy escasas posibilidades de que el proceso sea neoplásico. La probabilidad de que un NPS en un paciente tratado por una neoplasia previa sea una metástasis es considerable. En nuestra casuística ello ha sucedido en un 60 % de los casos y cabe reseñar que en un 20 % aparecieron tumores de otra estirpe histológica. En tan sólo dos casos la lesión nodular era benigna. Con estos datos creemos que ante un NPS en un paciente tratado previamente de una neoplasia, debe adoptarse una actitud propicia a la intervención quirúrgica que posibilita el diagnóstico y tratamiento precoz de la lesión, siempre teniendo en cuenta el estado evolutivo de la primera neoplasia. Cabe mencionar el hecho de que en dos pacientes el NPS era una metástasis única de un tumor de origen desconocido. Tal posibilidad es contemplada de forma remota en las series de NPS de otros autores y se cifra en alrededor de un 2,5 %4. BIBLIOGRAFÍA 1. Thomion TF, Adams WE, Bloch RG. Solitary circunscribed tumors ofthe lung. Surg Gynec Obst 1944; 78:364. 2. Sánchez-Lloret J. Nodulo pulmonar solitario. Tratado de Medicina Interna (Medicine) 1985; 32:1.329-1.331. 3. Higgins GA, Shields TW, Keehn RJ. The solitary pulmonary nodule. Ten-year follow-up of Veterans Administration-Armed Forces Cooperative Study. Arch Surg 1975; 110:570-575. 4. Martín Escribano P, Alfaro Abreu J. Nodulo pulmonar solitario. Med Clin 1983; 81:914-919. 5. Toomes H, Delphendahí A, Manke HG, Vogt-Moykopft I. The coin lesión of the lung. A review of 955 resected coin lesions. Cáncer 1983; 51:534-537. 6. Cummings SR, Lillington GA, Richard RJ. Managing solitary pulmonary nodules: The choice of strategy is a "cióse cali". Am Rev RespirDis 1986; 134:453-460. 7. Martín Pérez A, Kastanos N. Nodulo pulmonar solitario. MIR. Medicina del Postgraduado 1980; 2:509-516. 8. Cummings SR, Lillington GA, Richard RJ. Estimating the probability ofmalignancy in solitary pulmonary nodules. A Bayesian approach. Am Rev Respir Dis 1986; 134:449-452. 9. Khouri NF, Meziane MA, Zerhouni EA, Fishman EK, Siegelman SS. The solitary pulmonary nodule. Assessment, diagnosis and management. Chest 1987; 91:128-133. 10. Sánchez-Lloret J. Conducta a seguir frente a un nodulo pulmonar solitario. Arch Bronconeumol 1979; 15:137-140. 11. Mitchell DM, Emerson CJ, Collins JV, Stableforth DE. Transbronchial lung biopsy with the fibreoptic bronchoscope: analysis of results in 433 patients. Br J Dis Chest 1981; 75:258-262. 12. Shiner RJ, Rossenman J, Katz I, Reichart N, Hershko E, Yellin A. Bronchoscopic evaluation of peripheral lung tumours. Thorax 1988; 43:887-889. 11 ORIGINAL CARCINOIDES BRONQUIALES: ESTUDIO CLÍNICO, HISTOPATOLÓGICO E INMUNOHISTOQUIMICO M. Fraga Rodríguez*, M. Couce Matovelle*, R. Rami Porta, R. Ledo Andión, M. Corbal Mosteiro, M. Berdugo Oviedo**, E. Pérez Becerra* y G. Calzadilla Martín Servicios de Cirugía Torácica, Anatomía Patológica* y Neumología". Hospital General de Galicia-Clínico Universitario. Santiago de Compostela. Diez mujeres y 9 varones entre 18 y 65 años de edad fueron intervenidos por carcinoide broncopulmonar entre enero de 1978 y diciembre de 1988 en el Hospital General de Galicia. Se practicaron 13 lobectoniías, 3 neumonectomías, 2 broncotomías con tumorectomia y una bilobectomía inferior y media. Los patrones histológicos fueron: mixto insular-trabecular (8), trabecular (7), insular (2) y mixto trabecular-glandular (2). Se realizó estudio inmunohistoquímico en 16 de los 19 carcinoides con anticuerpos dirigidos contra enolasa neuronal específica, cromogranina y LEU 7 (panmarcadores neuroendocrinos). Hubo tres hidroneuniotórax residuales postoperatorios que requirieron drenaje. Un paciente fue perdido de seguimiento tras el alta hospitalaria y los restantes fueron seguidos entre un mes y 10 años (media, 3,2 años) y todos se encontraban vivos y sin signos de recidiva tumoral. Por tanto, a pesar de las características anatomopatológicas de malignidad, el carcinoide broncopulmonar tiene, tras la cirugía, una evolución favorable. No se ha observado ninguna diferencia en el comportamiento biológico del tumor según el patrón histopatológico exhibido. La inmunohistoquímica confirma la naturaleza neuroendocrina de estos tumores. Bronchial carcinoid: a clinical, histopathological and immunohistochemical study Ten témales and 9 males aged 18-65 years underwent operation for bronchopulmonary carcinoid in the Hospital General de Galicia between January 1978 and December 1988; 13 lobectomies, 3 pneumectomies, 2 bronchotomies with tumorectomy and one mean and inferior bilobectomy were carried out. The histológica! patterns were: mixed insular-trabecular (8), trabecular (7), insular (2), and mixed trabecular-glandular (2). Immunohistochemical study was carried out in 16 of the 19 carcinoids with antibodies against neuore specific enolase, chromogramine and LEU 7 (panendocrine markers). There were three patients with residual postoperative hydropneumothorax required drainage. One patient was lost to follow up after hospital discharge, and the remaining patients were followed up for 1 month-10 years (mean 3, 2 years). All were alive and free from tumor relapse. Therefore, in spite the malignant pathological features, bronchopulmonary carcinoid has a good outcome after surgery. No difference in the biológica! behavior of the tumor was found between the different pathological behavior of the tumor was found between the different pathological patterns. Immunohistochemical study confirmed the neuroendocrine character of these tumors. Arch Bronconeumol 1990: 26:12-16. Introducción El carcinoide broncopulmonar es una neoplasia maligna, de características neuroendocrinas, localmente invasiva y con capacidad de recidivar localmente y de desarrollar metástasis distantes'. El término adenoma, con el que se le ha venido nombrando, debe dejarse de usar por ser confuso y no reflejar la verdadera naturaleza maligna de esta tumoración2. Aunque infrecuente, algunos casos presentan afectación ganglionar en el momento del diagnóstico''3, si bien este hecho predomina más en sus congéneres de progresiva malignidad: el carcinoma neuroendocrino bien diferenciado (carcinoide atípico), el carcinoma neuroendocrino de células intermedias y el carcinoma neuroendocrino de células pequeñas, según la clasificación de Warren et Recibido el 5-6-1989 y aceptado el 18-7-1989. 12 al'. Estas neoplasias presentan una progresiva disminución de los granulos neurosecretores y una mayor actividad mitótica', así como un mayor contenido de ADN4. Todo ello se acompaña de una creciente capacidad para metastatizar, tanto a nivel ganglionar como a distancia, lo que empeora considerablemente el pronóstico. El propósito de este trabajo es presentar las características clínicas, histopatológicas e inmunohistoquímicas de una serie de 19 pacientes intervenidos por carcinoide broncopulmonar. Material y métodos Para la realización de este estudio, se han revisado las historias clínicas de los pacientes intervenidos por carcinoide broncopulmonar desde enero de 1978 a diciembre de 1988 en el Servicio de Cirugía Torácica del Hospital General de Galicia. Se ha prestado atención especial al síntoma o signo principal y a su duración; a los 22 M. FRAGA RODRÍGUEZ ET AL.-CARCINOIDES BRONQUIALES: ESTUDIO CLÍNICO, HISTOPATOLÓGICO E INMUNOHISTOQUÍMICO hallazgos radiográficos y broncoscópicos; y a la técnica quirúrgica realizada. A los pacientes cuya última revisión fue anterior a la segunda mitad de 1987, se les mandó una carta de contacto para actualizar el seguimiento. El diagnóstico anatomopatológico se ha revisado en todos los casos. Los tumores se han clasificado según su patrón histopatológico de crecimiento, de acuerdo con criterios comúnmente aceptados5" 7, en tipo insular (A), trabecular (B), glandular (C), indiferenciado (D) y mixto. Además, se han realizado técnicas de inmunohistoquimica en 16 de ellos. Los anticuerpos primarios utilizados han sido anti-enolasa neuronal específica (NSE) policlonal (Dako Co.) a una dilución de 1:1.500, anti-cromogranina (anti-CG) monoclonal (Biogenex) a 1:200 y anti-Leu 7 monoclonal (Becton-Dickinson) a 1:100. El método empleado ha sido el de la avidina-biotina-peroxidasa (ABC) (Rabbit y Mouse Extravidin Staining K.it, Biomakor), efectuándose los controles positivos (muestras de páncreas humano normal) y negativos pertinentes (sustitución del anticuerpo primario por solución tamponada). Resultados Diez mujeres y 9 varones entre 18 y 65 años de edad (media, 44,5 años) fueron intervenidos por carcinoide broncopulmonar entre enero de 1978 y diciembre de 1988 en el Hospital General de Galicia. La tos con expectoración hemoptoica fue el signo principal en diez pacientes; otros tres refirieron cuadros compatibles con neumonías recidivantes. La clíTABLA I Técnica quirúrgica Lado derecho Lado izquierdo Lobectomia: -Superior -Media -Inferior -Media & inferior 2 4 1 Lobectomia: -Superior -Inferior 3 3 Neumonectomia: 1 Neumonectomia: 1 1 Broncotomia y tumorectomia: -br. principal 1 Broncotomia y tumorectomia: -br. intermediario br.: bronquio. 25 nica de otro paciente debutó con hemoptisis franca y copiosa, que obligó a practicar una broncoscopia diagnóstica y terapéutica urgente, seguida de toracotomía. El dolor torácico, la disnea y los catarros pertinaces fueron los motivos de consulta del resto de los pacientes. Ninguno presentó manifestaciones clínicas de síndrome carcinoide. La duración de los síntomas desde su inicio hasta el ingreso que motivó la intervención osciló entre 2 días y 22 años (media, 2,8 años). La atelectasia, bien segmentaria (2 casos), lobar (5 casos) o pulmonar (2 casos), fue la forma de presentación radiográfica más frecuente. En seis pacientes, la imagen fue de nodulo o masa pulmonar; y en uno, de agrandamiento hiliar y absceso de pulmón. En los tres casos restantes no se presentó una alteración radiológica definida. Se practicaron 12 fíbrobroncoscopias. En todas ellas se observó una masa intrabronquial de características macroscópicas sugestivas de tumor carcinoide (masa lobulada, eritematosa y sangrante al contacto), pero solamente se biopsiaron cuatro. El resultado del estudio anatomopatológico fue de carcinoide en tres casos y de carcinoma epidermoide bien diferenciado en uno. El estudio de la pieza de resección demostró que se trataba, en realidad, de un carcinoide. Todos los pacientes fueron intervenidos. La lobectomía fue la resección más utilizada (tabla I). En la pieza quirúrgica, la tumoración presentaba, en la mayoría de los casos, un crecimiento endobronquial, límites bien definidos y coloración blancoamarillenta, con un tamaño que oscilaba entre 1,5 y 4,5 cm de diámetro mayor. Al examen microscópico, las células neoplásicas mostraban isomorfismo, con núcleos redondos, de cromatina densa y citoplasma microgranular. Se observó la presencia de metaplasia ósea en dos casos. En cuanto al patrón histopatológico de crecimiento se refiere, el más frecuente fue el tipo mixto A+B (8 casos, 42,1 %), seguido del tipo B (7 casos, 36,8%) (fig. 1). Por último, los patrones A (fig. 2) y B+C, ambos en idéntica proporción (2 casos, 10,5 %). 13 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGIA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 Los panmarcadores neuroendocrinos ensayados en 16 de los 19 carcinoides (anti-NSE, anti-CG y antiLeu 7) resultaron positivos en todos ellos. La tinción con anti-NSE (fíg. 3) fue uniforme y difusa en las células neoplásicas, mientras que con anti-CG y antiLeu 7, se apreciaron diferencias en la intensidad de tinción de distintas áreas dentro del mismo tumor, así como variaciones celulares individuales de dicha intensidad tintorial. Tres pacientes desarrollaron un hidroneumotórax tras la retirada de los drenajes torácicos y precisaron nuevo drenaje. El paciente a quien se realizó broncotomía y tumorectomía a nivel del bronquio principal izquierdo tuvo una atelectasia parcial del lóbulo inferior izquierdo, que se resolvió con fisioterapia. No hubo otras complicaciones ni mortalidad operatoria. Un paciente fue perdido tras el alta hospitalaria. Los 18 restantes se han seguido entre un mes y diez años, con un seguimiento medio de 3,2 años. Todos se encontraban vivos y sin signos de recidiva tumoral. Discusión La clínica de los carcinoides broncopulmonares es inespecífíca y habitualmente relacionada con la obstrucción bronquial provocada por el crecimiento del tumor. De ahí que la tos, frecuentemente acompañada de expectoración hemoptoica, y las neumonías recidivantes sean hallazgos comunes en estos pacientes3'8"10. La hemoptisis suele ser de escasa cuantía, aunque en un caso de nuestra serie motivó una intervención de urgencia. Debido, precisamente, a la inespecificidad de los síntomas y signos, el tiempo transcurrido entre la primera manifestación clínica y el diagnóstico de la enfermedad es muy largo. En nuestra casuística, este tiempo medio fue de casi tres años; en un caso, las manifestaciones respiratorias atribuidas retrospectivamente al tumor habían empezado 22 años antes. Este hecho ha sido referido, también, por otros autores8' '°. El síndrome carcinoide es excepcional y, cuan14 do se presenta, aparece en pacientes con metástasis hepáticas10'". El crecimiento endobronquial de los carcinoides condiciona los hallazgos radiológicos. Así, en nuestra serie, como en la de otros3''°, la atelectasia, bien segmentaria, lobar o total, fue el patrón radiológico más frecuente, seguido por el nodulo o la masa pulmonar. En uno de nuestros pacientes, una zona neumónica distal a la obstrucción se caviló y se presentaron las manifestaciones clínicas propias de un absceso de pulmón. El carcinoide broncopulmonar tiene una incidencia similar en ambos sexos y puede darse a cualquier edad, aunque es raro en la infancia12. El diagnóstico de presunción debe establecerse ante un paciente con sintomatología respiratoria como la descrita, recidivante y de larga evolución. La broncoscopia permitirá, en muchos casos, la visualización de la tumoración endobronquial3 13 y la apreciación de sus características macroscópicas; sin embargo, el diagnóstico debe ser anatomopatológico. No parece que, en el momento actual, deba prescindirse de la biopsia basándose en el riesgo potencial de hemorragia grave. Hurt y Bates3 solamente encontraron 2 hemorragias apreciables en 61 carcinoides biopsiados por broncoscopia rígida; en ambos casos, las hemorragias fueron fácilmente controladas. Igualmente, McCaughan et al10 tuvieron tres hemorragias significativas en 12 broncoscopias rígidas, pero ninguna precisó operación urgente; y en otros 13 pacientes cuyos tumores se biopsiaron mediante fibrobroncoscopia, no hubo hemorragias. En la presente serie, se biopsiaron cuatro tumores a través del fibrobroncoscopio, sin que se presentara tal complicación. Por todo ello, estos tumores deben biopsiarse preoperatoriamente, ya que las potenciales complicaciones hemorrágicas son mínimas y prácticamente inexistentes si la biopsia se realiza con la pinza del fibrobroncoscopio. Las ventajas que supone la menor lesión tumoral producida por la biopsia por fibrobroncoscopia se acompañan de un inconveniente evidente: el menor volumen del espécimen. El hecho de que en la actualidad se considere al carcinoide broncopulmonar el extremo de un espectro de neoplasias neuroendocrinas cuya variante más agresiva sería el carcinoma de células pequeñas, y cuya adecuada tipificación precisa, además de la microscopía óptica convencional, tinciones de inmunohistoquimica y microscopía electrónica", hace que las biopsias puedan ser insuficientes o inadecuadas. Uno de los cuatro tumores biopsiados por fibrobroncoscopia en nuestra serie fue tipificado inicialmente de carcinoma epidermoide. En otras ocasiones, el carcinoide puede confundirse con el carcinoma de células pequeñas3''°. El tratamiento quirúrgico es el de elección, ya que no hay evidencia de la utilidad de la quimioterapia o la radioterapia frente a este tumor. La intervención más común en este tipo de cirugía es la lobectomía 3 ' 9 ' 10 ' 14 ' 15 . La neumonectomía suele ser necesaria en casos de afectación del bronquio principal en los que no pueden realizarse técnicas ahorradoras de pa26 M. FRAGA RODRÍGUEZ ET AL.-CARCINOIDES BRONQUIALES: ESTUDIO CLÍNICO, HISTOPATOLÓGICO E INMUNOHISTOQUÍMICO rénquima o en aquellos casos en los que el parénquima pulmonar es irrecuperable8. Cuando son técnicamente posibles, las broncotomías con resección del tumor y las enucleaciones son intervenciones válidas en este tipo de neoplasias. Al igual que los casos presentados por otros autores3, los dos pacientes de nuestra serie a los que se les practicó broncotomía y tumorectomía tienen una evolución tan favorable como los demás, sin que se haya comprobado recidiva local tras 15 meses y 7 años, respectivamente, de la intervención. No sucede lo mismo con las resecciones endobronquiales, que suelen seguirse de recidiva local10 y que deben reservarse para aquellos pacientes cuyo estado general no permite la realización de una toracotomía. La utilización de la intubación tráqueobronquial selectiva facilita la realización de las técnicas broncoplásticas y evita el paso de fragmentos tumorales o secreciones retenidas al otro pulmón16. En cuanto a la anatomía patológica, el patrón trabecular (B) es el más frecuente en los carcinoides de localización bronquial (50 %). Le siguen en frecuencia el indiferenciado (D) y el mixto (A+B y B+C). No suele observarse patrón de tipo insular (A) en los carcinoides bronquiales7-17. Nosotros hemos observado un predominio del patrón mixto (10 casos, 52,6 %) y, especialmente, de la variedad insular y trabecular (A+B). El patrón trabecular (B) se encontró en siete casos. Dos casos mostraron un patrón insular puro. No hemos visto, en cambio, el patrón indiferenciado (D). Dentro del grupo de panmarcadores neuroendocrinos destacan por su difundida utilización para el diagnóstico de diferenciación neuroendocrina, la enolasa neuronal específica (NSE) y la cromogranina (CG). La primera, una isoenzima glicolítica inicialmente localizada en neuronas, es el mejor marcador disponible para tejido neuroendocrino de bajo contenido en péptidos o aminas y, por lo tanto, pobremente granulado18. Se demostró la presencia de NSE en los 16 carcinoides broncopulmonares estudiados con técnicas de inmunohistoquímica. Esta positividad de los tumores neuroendocrinos bronquiales para la NSE se encuentra ampliamente recogida en la literatura19"21. La cromogranina se encuentra normalmente en los granulos secretores de la médula suprarrenal y es especialmente útil en neoplasias con gran cantidad de granulos18'22. Su utilización en los carcinoides broncopulmonares también se encuentra bien documentada'9'20. En los 16 casos se obtuvo un resultado positivo. La Leu 7 reconoce linfocitos natural killer (NK), reacciona con una glicoproteína asociada a la mielina (MAG) y, además, se expresa en la matriz de los granulos neuroendocrinos. Algunos autores han apuntado la posibilidad de que este anticuerpo sea un marcador de subpoblaciones específicas de granulos secretores22. La inmunohistoquímica puso de manifiesto la presencia de Leu 7 en todos los casos en que se utilizó dicho anticuerpo. Por tanto, los resultados de la inmunohistoquímica confirman la naturaleza neuroendocrina de estos tumores. 27 Dentro del contexto general de los carcinoides, tanto pulmonares como extrapulmonares, el patrón de mejor pronóstico es el tipo mixto (A+C). Los patrones puros (A y B), también presentan un pronóstico favorable, así como el mixto (A+B). El resto de los tipos mixtos muestran una evolución relativamente desfavorable y los puros (C y D) manifiestan claramente una mala evolución'7. Aunque nuestros 18 casos con seguimiento clínico presentan por ahora una buena evolución independientemente del patrón histológico tumoral, este aspecto precisaría quizá de un estudio a más largo plazo para extraer conclusiones pronosticas. El carácter maligno de estas neoplasias hace que, en algunos casos, se encuentren adenopatías regionales afectas y que, a la larga, puedan aparecer metástasis a distancia"; aunque, incluso en esta circunstancia, la evolución es bastante indolente. Así, Wiikins et al encontraron cinco casos con metástasis linfáticas en 100 carcinoides intervenidos. Cuatro de estos pacientes se encontraban vivos entre 3 y 26 años de evolución y el quinto falleció a consecuencia de metástasis hepáticas trece años después de la lobectomía. Por el contrario, los cuatro pacientes, de un total de 11 con carcinoides atípleos, que presentaron afectación ganglionar, fallecieron9. Estas diferencias pronosticas entre ambos tipos de carcinoides quedan claramente reflejadas, también, en otras series. La supervivencia a los cinco años para los pacientes intervenidos por carcinoide típico supera el 90%, mientras que para aquéllos con la variedad atípica se encuentra entre el 60% y el 70 % 4 ' 10 ' 13 . BIBLIOGRAFÍA 1. Warren WH, Gouid VE, Faber LP, Kittie CF, Memoli VA. Neuroendocrine neoplasms ofthe bronchopulmonary tract. A classification of the spectrum of carcinoid to small cell carcinoma and intervening variants. J Thorac Cardiovasc Surg 1985; 89:819-825. 2. Weissberg D. Bronchial non-adenoma. Ann Thorac Surg 1986; 41:702. 3. Hurt R, Bates M. Carcinoid tumours of the bronchus: a 33 year experience. Thorax 1984; 39:617-623. 4. DeCaro LF, Paladugu R, Benfield JR, Lovisatti L, Pak H, Teplitz RL. Typical and atypical carcinoids within the pulmonary APUD tumor spectrum. J Thorac Cardiovasc Surg 1983; 86:528536. 5. Dawson IMP. The endocrine cells ofthe gastro-intestinal tract and the neoplasms which arise from them. En: Morson BC (Ed.), Pathology of the gastro-intestinal tract: Current topics in pathology. Berlin-Heidelberg-New York, Springer-Verlarg 1976; 225-258. 6. Martín ED, Potet F. Pathology of endocrine tumors of the gastrointestinal tract. Clin Gastroenterol 1974; 3:511-532. 7. Soga J, Tazawa K. Pathologic analysis of carcinoids. Histologic reevaluation of62 cases. Cáncer 1971; 28:990-998. 8. Brandt III B, Heintz SE, Rose EF, Ehrenhaft JL. Bronchial carcinoid tumors. Ann Thorac Surg 1984; 38:63-65. 9. Wiikins Jr EW, Grillo HC, Moncure AC, Scannell JG. Changing times in surgical management of bronchopulmonary carcinoid tumor. Ann Thorac Surg 1984; 38:339-344. 10. McCaughan BC, Martini N, Bains MS. Bronchial carcinoids. Review of 124 cases. J Thorac Cardiovasc Surg 1985; 89:8-17. 11. Rozeman J, Pausner R, Lieberman Y, Gamsu G. Bronchial adenoma. Chest 1987; 92:145-147. 15 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 12. Rodríguez Paniagua JM, García Girón J, Casillas Pajuelo M, González Utrilla J. Carcinoide bronquial en pacientes jóvenes. Revisión de la literatura. Arch Bronconeumol 1988; 24:182-185. 13. Altar S, Miller JE, Hankins J, Thompson BW, Suter CM, Kleger PJ, McLaughIin JS. Bronchial adenoma: a review of 51 patients. Ann Thorac Surg 1985; 40:126-132. 14. Alp M, Ucanok K, Dogan R, Kaya S, Cetin G, Ünlü M, Yorulmaz F, Moldibi B. Surgical treatment of bronchial adenoma: results of 29 cases and review of the literature. Thorac Cardiovasc Surgeon 1987; 35:290-294. 15. Aberg T, Blondal T, Nóu E, Malmaeus J. The choice of operation for bronchial carcinoids. Ann Thorac Surg 1981; 32:19-22. 16. Serrano Muñoz F, Alix Trueba A, Borro JM. Adenomas bronquiales. Rev Clin Esp 1978; 151:379-383. 17. Johnson LA, Lavin P, Moertel CG et al. Carcinoids: the association ofhistologic growth pattem and survival. Cáncer 1983; 51:882-889. 16 18. Polak JM, Bloom SR. Immunocytochemistry of the diffuse neuroendocrine system. En: Polak JM, Van Noorden S, ed. Immunocytochemistry. Modern methods and applications. 2a ed. Bristol, Wright, Ed. 1986; 328-348. 19. Gouid VE, Lee I, Warren WH. Immunohistochemical evaluation of neuroendocrine cells and neoplasms of the lung. Pathol Res Pract 1988; 183:200-213. 20. Mosca L, Barbareschi M, Mauri MF et al. Neuroendocrine lung structures and tumours: immunohistochemical study by specific markers. Histol Histopathol 1988; 3:367-376. 21. Warren WH, Memoli VA, Gouid VE. Immunohistochemical and ultrastructural analysis of bronchopulmonary neuroendocrine neoplasms. I. Carcinoids. Ultrastruct Pathol 1984; 6:15-27. 22. Heitz PU. Neuroendocrine tumor markers. En: Seifert G, ed. Morphological tumor markers. General aspects and diagnostic relevance. Current topics in pathology. Berlin-Heidelberg, SpringerVerlag 1987; 279-306. 28 ORIGINAL ESTENOSIS TRAQUEALES NO TUMORALES: CONSIDERACIONES TERAPÉUTICAS EN 102 PACIENTES J.M. Borro, V. Tarazona, F. París, M. Casillas*, J. Seguí, G. Galán y J.M. Caffárena Calvar Servicio de Cirugía Torácica. Hospital La Fe. Valencia y * Servicio de Cirugía Torácica. Hospital La Paz. Madrid. Entre 1973 y 1988 se trataron 102 pacientes afectos de estenosis traqueal no tumoral. La reanimación respiratoria fue la causa de la estenosis en 95 enfermos. Setenta y tres pacientes se intervinieron quirúrgicamente, con un global de 80 operaciones; 29 se sometieron a terapéutica endoscópica exclusiva. En 26 casos la decisión quirúrgica se adoptó tras el fallo de la dilatación-coagulación. De los 73 enfermos operados, 49 presentaban estenosis traqueal pura y 24 laringetraqueal. En las estenosis traqueales simples se realizó resección-anastomosis y en las formas subglóticas intervenciones tipo Rethi, Pearson y Couraud. Con respecto a los resultados quirúrgicos, hay que destacar la diferencia existente entre los obtenidos en los cinco primeros años (1973-78) y los de los diez últimos. Igualmente, se ha de señalar que en las estenosis laringe-traqueales las dificultades técnicas fueron mayores y la morbilidad postoperatoria fue más importante, presentando un número de reintervenciones superior al de las estenosis traqueales puras. La mortalidad global de la serie fue de 7/73, aunque en los últimos 10 años descendió a 1/42 (2%). Los resultados definitivos se consideraron como buenos en 60 pacientes y aceptables en cuatro. Dos enfermos precisaron traqueostomía definitiva. Nontumoral tracheal stenoses: therapeutic considerations in 102 patients From 1973 to 1988, 102 patients with nontumoral tracheal stenosis were treated. Respiratory reanimation was the cause of the stenosis in 95 patients. Seventy-three patients were operated on, with overall 80 operations; 29 patients had exclusive endoscopic treatment. In 26 cases operation was decided when dilatation-coagulation failed. 49 ofthe 73 operated patients had puré tracheal and 24 had laryngo-tracheal stenoses. In simple tracheal stenoses resection-anastomosis was carried out, while Rethi, Pearson and Couraud operations were performed for subglottic forms. Regarding the results of surgery, there was a remarkable difference between those from the first Uve (1973-78) and the last ten years. It is aiso noteworthy that technical problems were more serious in laryngotracheal stenoses, with a higher postoperative morbidity and higher reoperation rate than in puré tracheal stenoses. The overall mortality rate was 7/73, although in the last ten years it became 1/42 (2%). The definitive results were considered good in 60 patients and fair in four. Two patients required definitive tracheostomy. Arch Bronconeumol 1990; 26:17-22 Introducción De todas las intervenciones quirúrgicas practicadas en las vías aéreas superiores, la más antigua es la traqueotomía. La primera descripción de esta operación se atribuye a Asclepiades (Celio, tomo III "De acutis morbis") y su ulterior divulgación a Fabricio de Aquapendente. Por el contrario la intubación orotraqueal se relata ya en el libro de Hipócrates "De Morbis" (capítulo "cynanque"). Avicena en su "Canon" plantea el dilema existente entre el uso de la intubación y la traqueotomía. Estas intervenciones aparecen pormenorizadas con todo detalle en las publicaciones de Martine' y en la Recibido el 5-6-1989 y aceptado el 30-8-1989. 33 de nuestro compatriota Virgili, quien en 1743 publica una traqueotomía realizada con éxito en Cádiz, a un soldado agonizante por asfixia2. Por otro lado, Trendelemburg en 1871 realiza una anestesia endotraqueal mediante traqueotomía y cánula-tapón, con el fin de impedir el paso de sangre a las vías aéreas3. Macewen en 1880 lleva a cabo la primera anestesia con intubación traqueal peroral4. Sin embargo, el uso rutinario de los tubos con balón no se produjo hasta la generalización de la ventilación asistida durante la epidemia de poliomielitis de 19525. En 1969, Cooper y Grillo demostraron las lesiones que los balones a presión producen sobre la mucosa traqueal. Consecuencia de éstas son las estenosis yatrogénicas de la vía aérea principal6 (fig. 1). 17 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 Fig. 1. a) Imagen endoscopica de una estenosis traqueal circular situada a la altura del desfiladero cérvico-toracico. b) Estudio xerotomográfico de una estenosis traqueal pura. c) Xerotomografía de una estenosis subcricoidea. La mayor incidencia de aparición de estas lesiones es consecuencia del auge y efectividad de la reanimación respiratoria en las unidades de cuidados intensivos. El porcentaje, relativamente alto, de estenosis en los pacientes sometidos a ventilación mecánica prolongada, la amplia variedad de presentación clínica (desde cuadros asfícticos hasta ligeras insuficiencias respiratorias), junto a la posibilidad de que la lesión se manifieste más allá del primer mes tras la extubación, aconsejan el control sistemático de estos enfermos, con estudios fibroscópicos y tomográficos de la región traqueal. Es importante resaltar que, ante un paciente con insuficiencia respiratoria obstructiva que haya sufrido intubación y/o traqueotomía en los últimos meses, se debe siempre valorar la existencia de una patología traqueal. El tratamiento de las estenosis de la vía aérea principal, en especial el de las formas subglóticas o laringo-traqueales, ha constituido una de las líneas de trabajo preferidas de nuestra unidad. En el presente trabajo traemos a consideración nuestra experiencia adquirida en el tratamiento de las estenosis traqueales no tumorales, durante los últimos 15 años. Material y métodos A: Material clínico Entre enero de 1973 y diciembre de 1988 se trataron 102 pacientes consecutivos, afectos de estenosis traqueal. En la serie no se incluyeron los enfermos con patología tumoral ni los traumatismos laringo-traqueales recientes, que plantean otra problemática terapéutica. Setenta y tres pacientes fueron intervenidos quirúrgicamente, con un global de 80 operaciones (tabla I). Veintinueve pacientes requirie- 18 TABLAI Estenosis traqueales no tumorales 102 pacientes (1973-1988) Cirugía en 73 pacientes 7 reoperaciones - 80 Tratamiento endoscópico exclusivo en 29 pacientes Cirugía de entrada en 47 pacientes Cirugía tras fallar el tratamiento endotraqueal en 26 (dilatación, coagulación, láser, tubo Montgomery) E d a d x - 39 años (9-81) Mujeres 63 ((62 %) Hombres 39 (38 %) TABLA II Etiología de 102 estenosis traqueales 29 con endoscopia exclusiva 73 pacientes operados Ventilación mecánica Infección aérea (Tbc, ocena) Granulomatosis idiopática Trauma Inhalación 66 29 2 2 2 1 ron sólo terapéutica endoscopica. De los 73 operados, 47 fueron por indicación primaria, mientras que en los 26 restantes la decisión quirúrgica se adoptó tras el fallo del tratamiento endoscópico, con o sin ulterior tubo en T modelante de Montgomery7. La edad de los enfermos osciló entre los 9 y 81 años, con una media de 39, y la relación hombre/mujer fue 39/63 (mujer - 62 %). La etiología de la estenosis tuvo como base a la reanimación respiratoria en 95 pacientes (tabla II). Los procesos que precisaron ventilación mecánica se analizan en la tabla III destacando la mayor frecuencia de los traumatismos. De los 66 casos operados tras intubación, esta fue de tipo naso/oro-traqueal (i.n.o.) sin traqueotomía en 34 J.M. BORRO ET AL.-ESTENOSIS TRAQUEALES NO TUMORALES: CONSIDERACIONES TERAPÉUTICAS EN 102 PACIENTES 29 pacientes, y con traqueotomía asociada en 30. La traqueotomía aislada, sin i.n.o., se empleó sólo en siete casos. La tabla IV hace referencia al hospital de procedencia. Durante los primeros cinco años, un 55 % de los casos habían sido sometidos a ventilación en nuestro hospital. Por el contrario, en la última década un 74 % de los pacientes nos fueron remitidos desde otros hospitales. Nuestro descenso, en la incidencia de estenosis traqueales yatrogénicas, fue debido a las medidas profilácticas tomadas en la unidad de cuidados intensivos y reanimación. El intervalo entre el destete ventilatorio y la aparición de los síntomas pudo analizarse en 60 pacientes, oscilando entre O y 180 días, con una media de 35. En 29 pacientes se utilizó el tratamiento endoscópico exclusivo con dilataciones, electrocoagulación y/o láser. En otros 26, la terapéutica endoscópica fue seguida de resección quirúrgica por fallar la dilatación/coagulación. De los 73 casos operados, 49 presentaban estenosis traqueal pura, mientras que en 24 la afección fue laringo-traqueal. B: Método de tratamiento paliativo de la obstrucción traqueal Ocasionalmente pueden presentarse síntomas de obstrucción aérea estando el enfermo intubado, por crecimiento de granulomas distales a la cánula, o bien durante la extubación por la presencia de colgajos de mucosa, edema o granulomas móviles que obstruyen la luz de la tráquea. Sin embargo, lo más frecuente es que el tubo endotraqueal sirva de tutor, y en consecuencia la sintomatología aparezca varias horas, días e incluso semanas, después del destete. Generalmente, el cuadro obstructivo se manifiesta de un modo progresivo, acompañándose de estridor cuando la estenosis tiene un calibre inferior a 5-6 mm y no cede con el tratamiento broncodilatador habitual. Ante un paciente en insuficiencia respiratoria aguda por estenosis traqueal, es necesario plantear el problema terapéutico en dos tiempos: 1) paliación del acceso agudo, y 2) resolución definitiva del proceso. Queremos destacar que se debe evitar a toda costa la traqueotomía de urgencia; ya que no siempre es fácil llevarla a cabo y en ocasiones no soluciona el problema, debido a la excesiva longitud de la estenosis. Por el contrario, este acto retrasa y complica la solución definitiva quirúrgica, contaminando la tráquea, creando techos por invaginación del cartílago y mucosa, y dañando anillos muy útiles para la ulterior aproximación y sutura. TABLA III Causas de la ventilación asistida en 95 pacientes* Pacientes operados Trauma Cirugía Fallo cardiorresp. Coma" Tétanos Sólo endoscopia Total 29 (44 %) 15(23%) 6(21%) 7 (24 %) 36 (38 %) 21 (22%) 8(12%) 11(17%) 3 (5 %) 66 12(41%) 3 (10%) 1 (3 %) 29 20 (20 %) 14(15%) 4(5%) *: 7 estenosis traqueales no producidas por ventilación mecánica. **: Idus, intento suicidio, menigitis, diabetes. TABLA IV Estenosis traqueales: 73 pacientes operados Periodo de años 1973-78 (n-27) 1980-88 (n-39) 1973-88 (n-66) 35 Ventilación Ventilación mecánica en nuestro hospital mecánica en otros hospitales No ventilación mecánica Total 15(55,5%) 12(44,4%) 1 28 (38 %) 10(26%) 29 (74 %) 6 45 (62 %) 25 (38 %) 41 (62%) 7 73 En centros no especializados, debe instaurarse un tratamiento antiinflamatorio con: corticoides de acción rápida para disminuir el edema, humidificación, fluidificación de las secreciones y antibióticos, mientras se dispone el traslado a un centro especializado. Si fuera preciso la ventilación asistida se intubará al paciente empleando tubos de pequeño calibre (infantiles) que serán substituidos por otros mayores a los pocos minutos. Esto permitirá administrar oxígeno y limpiar de secreciones el árbol traqueobronquial. Generalmente, a las pocas horas de iniciadas las dilataciones, se habrá conseguido una intubación de buen calibre, que permitirá una buena aspiración y ventilación. En un centro especializado, se debe practicar la traqueobroncoscopia de entrada, con broncoscopio rígido (fig. 1) y anestesia general, sedando al paciente pero sin relajarlo, manteniendo al enfermo con pequeñas dosis de pentotal y fentanyl para evitar la depresión respiratoria. Previamente o tras la inducción, se realiza anestesia local de cuerdas y tráquea, con tetracaína o lindocaína al 2 %. En ocasiones la primera endoscopia se practica con anestesia local y tubo rígido. La dilatación consiste en el paso de broncoscopios de tamaño cada vez mayor hasta conseguir una buena luz, evitando siempre que sea posible lesionar la mucosa, para que no se formen granulomas. Si la estenosis es muy cerrada y existe severa fibrosis es preciso forzarla haciéndola estallar. Desde hace dos años venimos utilizando un equipo de Neodynium Yag Láser, que nos permite no sólo fotocoagular con más precisión, sino también, curar de un modo definitivo algunas estenosis diafragmáticas; el láser además de su acción fotocoagulante y volatilizadora posee un efecto bioestimulante que facilita la revascularización y epitelización de tejidos8. C; Método de preparación preoperatoria y técnica quirúrgica En los pacientes que requieren resección se realiza una preparación antiinflamatoria similar a la mencionada anteriormente, con la finalidad de concretar la zona a resecar y disminuir la inflamación e infección locales. 19 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 Estenosis laringotraqueales 24 pacientes (1973-1988) Procedimientos quirúrgicos Reintervención ( 1 ) / \ Q /1 0 O/12 Traqueo definitiva (2) i r /-7 6/7 / Resultados buenos Reintervención f ( > /6/7 pg^ rvención (i) \/ \ Rethi (7) ———————————^- Cirugía compleja Reintervención (2) (1) Fig. 3. Esquemas de las intervenciones de: a) Pearson o cricoidectomía oblicua anterior, b) Rethi o laringo-cricotomia e interposición de periostio y mucosa, c) Couraud o cricoidectomía extendida al sello posterior del cricoides. Fig. 4. Resultado del tratamiento quirúrgico en los 24 pacientes afectos de estenosis laringo-traqueal. El estudio preoperatorio incluye cultivos repetidos de esputos para elegir el antibiótico más eficaz y decidir el momento más oportuno de la operación. El estudio radiológico, con tomografía convencional, xerotomografía (fig. 2) y TC, nos mostrará el calibre y extensión de la lesión, asi como la afectación de los cartílagos. La espirometría y las curvas de flujo-volumen indicarán el grado de obstrucción de la vía aérea dista!. Con respecto a la técnica quirúrgica se siguieron los detalles técnicos recomendados por Grillo9, Pearson'0 y Couraud1'. La intubación, a través del campo operatorio, permitió la resección y sutura de ambos cabos (fig. 2). En la resección traqueal simple, con anastomosis cabo a cabo, los pasos a seguir fueron los siguientes: 1) intubación anestésica con tubo de silicona, el mayor que permita sobrepasar la estenosis, 2) liberación de la estenosis sin desvascularizar ni lesionar los recurrentes, 3) resección en zona de mucosa tisular sana, 4) correcta aposición de los bordes mucosos, 5) sutura con 5 o 6 puntos en cada cuarto de la circunferencia, empezando por la pars membranosa y dando primero el punto más medial (fig. 2). Los puntos se anudan en el exterior y en sentido latero-medial. Como material de sutura se emplearon substancias no esclerógenas y bien toleradas. En un principio, se utilizó el poliéster trenzado con polibutilato o polipropileno monofilamento, pasándose posteriormente al uso de materiales reabsorbibles como el ácido poliglicólico o el poliglactin 910 y últimamente a las suturas reabsorbibles monofilamento tipo polidioxanone o poli-gluconato. En todos los casos se procuró suturar los extremos traqueales sin tensión. En este sentido, la flexión de la cabeza nos fue de gran ayuda. El artificio de Dedo y Fischman, seccionado de los músculos tiro-hioideos13 o la desinsereión suprahioidea de Montgomery14, permiten descender la laringe uno o dos centímetros. Ocasionalmente, en resecciones muy extensas, puede precisarse la liberación hiliar intrapericárdica y la sección del ligamento triangular derecho. En 24 pacientes con afectación subglótica, se usaron los procedimientos de: 1) Rethi o tiro-cricütomí-, con injerto perióstico15 y 2) Pearson o cricoidectomía oblicua anterior'6. En las estenosis subglóticas a menos de 1 cm de cuerdas se precisó la intervención de Couraud o cricoidectomía total/subtotal, extendida al sello posterior del cricoides12 (fig. 3). En presencia de buena movilidad de cuerdas se eludió la fijación de cuerdas en abducción. En los casos de estenosis gloto-subglóticas con cuerdas fijas, aunque Padilla et al recomiendan la ampliación de la luz laringo-traqueal con periostio en vez de pericondrio17, recientemente usamos el hueso y aconsejamos su uso como complemento de las cricoidectomías extendidas. Resultados De los veintinueve pacientes tratados exclusivamente con dilatación-coagulación y/o láser (tabla V) 12 presentaban granulomas o colgajos de mucosa con o sin edema asociado; el resultado fue excelente/ bueno en 11 casos y sólo en uno quedó una reducción del calibre traqueal bien tolerada por la paciente. En los 17 enfermos restantes, con estenosis circular, se decidió el tratamiento endoscópico porque la lesión era diafragmática o porque el paciente presentaba contraindicaciones quirúrgicas. De ellos, en cinco pacientes los resultados fueron buenos/excelentes y en otros cinco persistió la estenosis, si bien tolerable; seis casos necesitaron de una traqueostomía definitiva. Un paciente falleció por hemoptisis masiva, como consecuencia de un descenso del tiempo de protrombina con un índice de Quick del 15 %, debido al tratamiento de su lesión cardíaca. Con respecto a los resultados del grupo quirúrgico, hay que señalar las diferencias de resultados de los TABLA V 20 Resultados en 29 pacientes tratados por dilatacióncoagulación sólo Tipo de lesión Granuloma Estenosis traqueal circular Estenosis subglótica Excelente bueno* Lesión residual Traqueostomia definitiva tolerable Muerte 11 1 4 5' 62 - 1 - - I3 * 6 pacientes llevaron tubo de Monigomery. 1- Un paciente con lesión residual muy pequeña; 4 pacientes de alto riesgo. 2. Episodios previos de fallo respiratorio. 3. Hemoptisis masiva. 36 J.M. BORRO ET AL.-ESTENOSIS TRAQUEALES NO TUMORALES: CONSIDERACIONES TERAPÉUTICAS EN 102 PACIENTES cinco primeros años (1973-78) y los conseguidos en los 10 últimos. Igualmente, se ha de señalar que las dificultades técnicas y la morbilidad postoperatoria fueron superiores en las estenosis laringo-traqueales, que presentaron mayor número de reintervenciones y dos traqueostomías definitivas (fig. 4). La extensión de la resección osciló entre 1,5 y 7 cm de longitud, con una media de 2,7 cm (tabla VI). Como lesiones asociadas podemos considerar la malacia traqueal extensa en siete pacientes, doble estenosis en cinco y fístula esófago-traqueal en tres. Veintitrés enfermos tenían la traqueotomía abierta cuando llegaron a nuestro servicio. La vía de abordaje fue cervical en 55 casos, cérvicoestemal proximal en 14 y estemotomía total en 10; en un paciente se utilizó el abordaje de Grillo. No hemos utilizado en ningún caso la toracotomía posterolateral. Las intervenciones realizadas fueron 52 resecciones-anastomosis, siete Rethi, 12 Pearson, siete Couraud y dos procedimientos plásticos complejos. Como se demuestra en la tabla VII, seis enfermos precisaron reintervención. La mortalidad global de la serie fue de 7/73, aunque en los últimos 10 años descendió a 1/42 (2 %). Los resultados definitivos fueron considerados como excelentes/buenos en 60 pacientes y aceptables en cuatro (tabla VIII). Dos enfermos precisaron traqueostomía definitiva. TABLA VI Tipo de lesión traqueal Extensión de la estenosis: x-2,7cm(l,5-7cm) 5-6 cm en 4 pacientes; 7 cm en uno Diámetro variable 3-6 mm* Lesiones asociadas: Traqueomalacia Doble estenosis Fístula esofagotraqueal Traqueotomía abierta 7 5 3 23 Traqueotomía mal hecha • Cuando llegó el paciente al servicio antes de la preparación preoperatoria. TABLA VII Reintervenciones en 6 pacientes (7 operaciones)* Núm. de pacientes 2 Operación primaria 1 1 Resecciónanastomosis Resecciónanastomosis Pearson Rethi 1 Pearson 1 Operación secundaria Operación definitiva Couraud - Rethi - Rethi Proceder plástico Proceder plástico Couraud • Sólo un paciente en el periodo 1978-1988. Discusión La estenosis traqueal constituye una patología en su mayor parte yatrogénica, que puede transformar en fracaso el éxito de una cirugía programada o de una reanimación prolongada. La experiencia demuestra que se puede reducir al mínimo la incidencia de pacientes portadores de esta patología, mediante: 1) utilización de tubos de silicona con manguitos de baja presión6, 2) meticulosidad en la técnica de la traqueotomía, 3) utilización de elementos flexibles (gusanos) en las conexiones que eviten las angulaciones y/o desplazamiento de los tubos, 4) delicadeza en las intubaciones y cambios de tubos y 5) mantenimiento de una estricta esterilidad. La patogenia habitual de la estenosis6 comienza con la lesión de la mucosa traqueal, por isquemia o decúbito del balón o de la punta del tubo y/o por una incorrecta técnica en la realización de la traqueotomía, seguida de la infección de la pared traqueal que conduce frecuentemente a la condritis con destrucción del cartílago, pérdida de consistencia de la pared traqueal y posterior cicatrización en estenosis. Toty et al18 clasifican las estenosis traqueales en: 1) granulomas, 2) fracturas de los anillos cartilaginosos e invaginación de los mismos en la luz traqueal, 3) estenosis fibrosas por cicatrización de la lesión mucosa, 4) malacia de la pared traqueal por destrucción de varios cartílagos contiguos. Nosotros hemos seguido una clasificación similar: a) granulomas, colgajos de mucosa, edema, y estenosis 37 TABLA VIII Cirugía de la estenosis traqueal no tumoral. Resultados definitivos y localización de la estenosis* Resultado Excelente-bueno Aceptable Traqueostomía definitiva Estenosis traqueal (n = 42) Estenosis subglólica (n = 24) 40 (95 %)•* 2(5%) 20 (83 %)•• 2(8%) 2(8%) * 66 supervivientes; excluidas las muertes operatorias relacionadas con el riesgo quirúrgico y no con la topografía. ** Reintervenciones; 3 estenosis traqueales; 3 estenosis subglólicas- no circulares, b) estenosis fibrosas circulares, c) traqueomalacia, d) fístulas esófago-traqueales y e) patología por mala técnica en la ejecución de la traqueotomía (tablas V y VI). Todo ello nos puede ayudar en la toma de decisión terapéutica. Así, los granulomas, los colgajos mucosos, las fracturas cartilaginosas y los techos formados por invaginación de la pared traqueal proximales a la cánula, serán junto a algunas estenosis diafragmáticas, candidatas de tratamiento endoscópico, especialmente si se dispone de fotocoagulación por láser. También se debe proponer esta terapéutica a todos los pacientes con alto riesgo quirúrgico respiratorio, cualquiera que sea su lesión traqueal, mientras que el resto de los pacientes serán candidatos a la cirugía. 21 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 En nuestra serie, los resultados obtenidos con tratamiento endoscópico exclusivo fueron buenos en los granulomas y colgajos mucosos. Por el contrario, estos no fueron definitivos en los enfermos con estenosis concéntrica no diafragmática, con un número de fracasos de 33/43 (77 %), que comprenden 26 pacientes con ulterior resección, 6 traqueostomías definitivas y una muerte (tabla V). La indicación quirúrgica se puede sentar en los enfermos cuya estenosis les produzca severa obstrucción de la vía aérea principal o aquellos otros en los que la estenosis* sea más ligera pero no le permita realizar su actividad habitual. Se han de señalar dos excepciones: 1) pacientes en malas condiciones de colaboración y 2) pacientes con insuficiencia respiratoria crónica que vayan a precisar nuevas reanimaciones respiratorias por agudización de su patología broncopulmonar de base. La ampliación de la indicación quirúrgica en pacientes con insuficiencia respiratoria fue la causa de la mitad de los éxitus ocurridos en los cinco primeros años de nuestra estadística. La localización de la lesión es un elemento importante a la hora de decidir el tipo de cirugía. Las resecciones-anastomosis puramente traqueales no plantean problemas serios de técnica quirúrgica, a menos que la extensión de la lesión sea superior al 50 % de la longitud traqueal. Pensamos, al igual que Couraud", que las tres medidas más importantes para prevenir los problemas locales, tras la cirugía son: a) disminuir la infección e inflamación de las vías aéreas, para lo cual se procura cerrar el orificio de traqueotomía en el preoperatorio, además del tratamiento antiinflamatorio, antibiótico y broncoscópico anteriormente descritos, b) sutura en zona traqueal sana, con puntos extramucosos que permitan un perfecto afrontamiento de la mucosa y c) utilizar suturas absorbibles monofilamento, no esclerosantes. En nuestra serie, sólo dos de las muertes se pueden achacar, en parte, a un problema técnico: erosión del tronco braquiocefálico en el período postoperatorio. El resto se debieron a un fallo cardio-respiratorio, en íntima relación con la indicación quirúrgica. Igualmente, se han de señalar las diferentes dificultades técnicas entre las estenosis traqueales puras y las formas laringotraqueales. Las lesiones subglóticas plantean problemas por la vecindad de los nervios recurrentes y por la necesidad de conservar una estructura laríngea consistente. De aquí, que recurramos a la resección anterior del cricoides16, a la resección extendida subcondral del mismo12, a la ampliación de la luz laríngea con interposición de hueso y a las técnicas de moldeo con tubos de Montgomery7. Asimismo, destacaremos el distinto porcentaje de reintervenciones de las estenosis traqueales puras, 3 22 entre 42 supervivientes (7 %) y aquellos otros con lesiones laringo-traqueales, tres entre 24 (12,5 %). Los dos pacientes con traqueostomía definitiva pertenecían al grupo formado por enfermos con lesiones laringo-traqueales. Sin embargo, en este grupo la mortalidad fue nula, ya que nuestra actitud al sentar la indicación fue más conservadora descartando los pacientes con alto riesgo respiratorio. BIBLIOGRAFÍA 1. Martine G. Account of the operation of bronchotomy, as it was performed at St Andrew. Phil Trans 1730; 36:448-453. 2. Virgili P. Sur une bronchotomie faite avec succés. Mem Acad RoyChir 1743; 1 : 1 4 1 - 1 4 3 . 3. Trendelemburg F. Beitrage zu den Operationen an den Luftwegen. Arch Klin Chir 1 8 7 1 ; 1 2 : 1 1 2 - 1 3 3 . 4. MacEwen W. Clinical observations of the introduction of tracheal tubes by the mouth instead of performing tracheotomy or laringotomy. Brit Med J 1880; 2:122-124 & 163-165. 5. Ibsen B. The anesthesisfs viewpoint on the treatment of respiratory complications in poliomyelitis during the epidemy in Copenhagen. Proc Soc Med 1954; 47:72-76. 6. Cooper JD, Grillo HC. Experimental production and prevention of injury due to cuffed tracheal tubes. Surg Gynec and Obstret 1969; 129:1.235-1.239. 7. Montgomery WW. T-Tube tracheal stent. Arch Otolaryng 1965; 82:320-321. 8. Guijarro R. Estudio experimental de la reparación quirúrgica de las estenosis traqueales. Influencia del haz de luz coherente (láser infrarrojo de 904 mm). Valencia 1987. Tesis doctoral. 9. Grillo HC. Surgical treatment of postintubation tracheal injuries. J Thorac Cardiovasc Surg 1979; 78:860-873. 10. Pearson FG. Techniques in surgery ofthe trachea. En: Smith RE, Williams WG, eds. Surgery ofthe lung. The Coventry Conference. London, Butterworths 1974; 9 1 - 1 1 7 . 1 1 . Couraud L, Bruneteau A, Desplantez JJ. Tratamiento de las estenosis de la vía respiratoria principal después de la reanimación. En: Avances en cirugía traqueal. Ed. F. Paris. Madrid, Public Seg Social 1979; 47-57. 12. Couraud L, Brichon PY, Velly JF. The surgical treatment of inflammatory and fibrous laryngotracheal stenosis. Eur J Cardiothorac Surg 1988; 2:410-415. 13. Dedo HH, Fishman NH. Laryngeal reléase and sieeve resection for tracheal stenosis. Ann Otol Rinhol Laryngol 1969; 78:285295. 14. Montgomery WW. Suprahioid reléase for tracheal anastomosis. Arch Otolaryng 1974; 99:255-260. 15. Rethi A. An operation for cicatricial stenosis of the larynx. J LaryngOtol 1956; 70:283-293. 16. Pearson FG, Cooper JD, Nelems JM, Van Nostrand A. Primary tracheal anastomosis after resection of the cricoid cartilage with preservation ofrecurrent laryngeal nerves. J Thorac Cardiovasc Surg 1975; 70:806-815. 17. Padilla J, Tarrazona V, París F. Comportement biologique et mécanique de greffons libres de périchondre et de périoste implantes sur la paroi intestinal du chien. Ann Chir Thorac Cardiovasc 1 9 8 1 ; 35:643-644. 18. Toty L, Personne C, Colchen A, Leroy M, Vourch G. Láser treatment of postintubation lesions. En: International trends in general thoracic surgery. Major Challanges. Eds: Grillo HC, Eschapasse H. Philadelphia, Saunders and Co 1987; 31-38. 38 ORIGINAL AFECCIÓN ENDOBRONQUIAL DE LA TUBERCULOSIS. UNA FORMA FRECUENTE DE PRESENTACIÓN J.A. Caminero Luna, F. Rodríguez de Castro, A. González García*, J.M. Fernández Sánchez, G. Julia Sarda y P. Cabrera Navarro Secciones de Neumología y *Microbiología. Hospital Nuestra Señora del Pino. Las Palmas de Gran Canaria. Durante 14 meses se realizó broncofibroscopia a 36 pacientes con tuberculosis pulmonar activa, detectándose afección endobronquial en 10 de ellos (27,7 %), basándose en criterios bacteriológicos e histológicos. Se encontró con más frecuencia en mujeres jóvenes. La duración de la sintomatología previo al diagnóstico fue elevada debido a lo inespecífico de los síntomas, siendo la tos el más frecuente. La imagen radiográfica fue sugestiva de obstrucción bronquial en el 30%, en otro 20 % se evidenció un nodulo pulmonar solitario y tan sólo otro 20 % presentaba imagen radiológica compatible con tuberculosis. Las lesiones se localizaron preferentemente en campos superiores y no hubo predominio del lado derecho. En ningún paciente existía frotis previo de esputo positivo. En 2 de los enfermos (20 %) el cuadro clínico, la imagen radiológica y la visión endoscópica sugirieron carcinoma broncogénico. La mayor rentabilidad diagnóstica se obtuvo con la biopsia bronquial, tanto en el estudio histológico como en el frotis y cultivo. Los resultados de este trabajo sugieren que la afección endobronquial de la tuberculosis es un hecho relativamente frecuente en esta enfermedad. Endobronchial involvement in tuberculosis. A common type of presentation Bronchofibroscopy was carried out during a 14-month period in 36 patients with active pulmonary infection. In 10 of them (27,7 %), endobronchial involvement based on bacteriológica! and histológica! criteria was found. It was more common in young témales. The duration of symptoms before the diagnosis was long, owing to their nonspecific character. Cough was the most common symptom. Radiológica! findings suggested bronchial obstruction in 30 %, solitary lung nodule in 20 %, and in oniy 20 % suggested tuberculosis. The lesions were predominant in the upper fields and there was no right predominance. Previous positive sputum smear was not present in any patient. In 2 patients (20 %), the clinical features, radiológica! findings and the endoscopic visión suggested bronchogenic carcinoma. The highest diagnestic yield was found with bronchial biopsy, both regarding histológica! study and smear and culture. The results of the present study suggest that endobronchial involvement is relatively common in tuberculosis. Arch Bronconeumol 1990: 26:23-27 Introducción En 1689 se notificó la primera afección de tráquea y bronquios principales por la enfermedad tuberculosa. En aquellos años, Richard Morlón realizó estudios post-mortem a pacientes fallecidos por tuberculosis (TB) pulmonar y encontró que entre el 60 y el 70 % presentaban afección endobronquial'-2. Posteriormente fueron múltiples los estudios3"8 que demostraron que la tuberculosis endobronquial (TBE) constituía una entidad frecuente en la era prequimioterápica, presentándose según las series entre el 10% 3 - 5 y el 42 %4 de los pacientes afectos de TB. Con la llegada de fármacos eficaces en el tratamiento de esta enfermedad y sobre todo con las potentes asociaciones Recibido el 15-6-1989 y aceptado el 5-9-1989. 43 actuales, la TBE a pasado a ser considerada una rareza por un gran número de autores9'16, aunque también son múltiples las publicaciones que ha sugerido que ésta es una forma relativamente frecuente de afección de la TB17-24. El objetivo del presente trabajo ha sido el de tratar de evaluar la frecuencia con la que se presenta la afección bronquial en la TB pulmonar, y discutir los factores tradicionalmente asociados a esta «afectación en la literatura. Para ello, presentamos 10 casos de TBE encontrados en nuestro hospital en un período de 14 meses. Material y métodos Durante el período de marzo de 1988 a abril de 1989 se han diagnosticado 93 pacientes de TB pulmonar en nuestro hospital. Se indicó realización de broncofibroscopia (FB) en 36 (38,7 %) de ellos 23 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 por una o más de las causas siguientes: enfermos con cuadro clínicoradiológico sugestivo de TB y que no expectoraban o presentaban sucesivos frotis negativos, o en los que se suponía otro diagnóstico inicial, fundamentalmente el carcinoma broncogénico. El estudio endoscópico se realizó con un iibrobroncoscopio Olympus B3R, obteniéndose broncoaspirado en todos los enfermos, previo lavado con 10 mi de suero fisiológico de la zona donde se apreciaba la lesión en la radiografía de tórax y esputo postbroncoscopia. Además, en los 10 pacientes en los que se apreciaron alteraciones bronquiales se realizó biopsia bronquial y cepillado de la zona. Todas las muestras se enviaron por duplicado para estudio histológico y microbiológico. Para el diagnóstico de TBE se exigió la alteración endoscópica del árbol bronquial y el hallazgo de granulomas con necrosis caseosa en el estudio histológico de la pieza de biopsia, o el crecimiento de colonias de Mycobacterium tuberculosis en el cultivo de LówensteinJensen de la biopsia o del cepillado bronquial de la zona afecta. Resultados De los 93 pacientes diagnosticados de TB pulmonar en nuestro hospital en el período referido, se realizó FB a 36 (38,7%), de los cuales 10 (27,7%) fueron diagnosticados de TBE. La edad media de nuestros enfermos fue de 21,3 años, siendo cinco de ellos menores de 5 años. La distribución por sexo fue muy desigual, siendo ocho mujeres y dos hombres. En cinco de los pacientes (50 %) existían antecedentes de contacto cercano con enfermos tuberculosos activos en el medio intra o extrafamiliar. De los 10 pacientes, uno de ellos era diabético, dos eran fumadores importantes y uno preTABLAI Manifestaciones clínicas Clínica Pacientes 10(100%) 8 (80 %) 6 (60 %) 3 (30 %) 2 (20 %) 1 (10%) Tos Febrícula Síndrome constitucional Expectoración purulenta Dolor torácico Hemoptisis sentaba criterios de SIDA (anticuerpos HIV y TB extrapulmonar). La duración de la sintomatología, antes de ser diagnosticados, variaba entre 2 semanas y 6 meses, siendo en 4 de ellos superior a 3 meses. El síntoma más referido fue la tos, que la presentaban todos ellos, seguido de febrícula, síndrome constitucional, expectoración purulenta, dolor torácico y esputos hemoptoicos (tabla I). En cuanto a la exploración, tan sólo en dos pacientes (20 %) se auscultaron sibilancias localizadas sugestivas de obstrucción endobronquial. La imagen radiográfica que presentaron cada uno de los 10 pacientes, así como la indicación de la FB y los hallazgos endoscópicos de cada uno de ellos se detallan en la tabla II. Es importante destacar que en 4 de los pacientes (40%) la imagen radiológica era altamente sugestiva de proceso neoplásico, en dos de ellos por nodulo pulmonar solitario y en los otros dos por ensanchamiento mediastínico. En tres niños (30%) existían imágenes sugestivas de obstrucción bronquial (hiperinsuflación y atelectasia). De los 10 casos, tan sólo dos de ellos (20%) presentaban un cuadro clínico-radiológico altamente sugestivo de TB pulmonar. La alteración radiológica sólo se situó en un caso (10%) en campos inferiores, que correspondió al enfermo diabético. La FB se realizó en 7 pacientes (70 %) por sospecha de proceso neoformativo con baciloscopia previa directa de esputo y/o lavado gástrico negativa. En dos de los enfermos (20 %) por sospecha de TB pulmonar, en uno de ellos por no expectorar y en otro por presentar repetidas baciloscopias directas de esputo negativas. En otro paciente que no expectoraba se indicó por infiltrado persistente tras tratamiento antibiótico en lóbulo inferior derecho. Entre los hallazgos endoscópicos destaca cómo en los dos pacientes (20 %) que presentaban imagen radiológica de nodulo pulmonar solitario en lóbulo superior izquierdo, el informe endoscópico fue el de mucosa con infiltración altamente sugestiva de neo- TABLAII Imagen radiográfica, indicación de FB y hallazgos endoscópicos Paciente Radiología Infiltrado LID NPS en LSI Infiltrado persistente Ausencia expectoración Ausencia expectoración Frotis esputo Sospecha obstrucción bronquial Frotis esputo Frotis esputo Sospecha obstrucción bronquial Sospecha neoplasia NPS en LSI Ensanchamiento mediastinico Ensanchamiento mediastínico Sospecha neoplasia Sospecha neoplasia Sospecha neoplasia Atelectasia pulmón derecho Sospecha obstrucción bronquial Cavitación LSD Atelectasia LSD Infiltrado LSD Hiperaireación LSI 10 Indicación FB Hallazgos FB Mucosa LID engrosada, enrojecida y ulcerada Mucosa LSD engrosada, enrojecida Masa endoluminal en LSD Mucosa LSD engrosada Masa endoluminal LSI Ulceración distal tráquea Mucosa BPI infiltrada Mucosa LSI infiltrada Engrosamiento general de mucosa Mucosa BPD enrojecida Masa endoluminal en LSD Engrosamiento de mucosa BPD Masa endoluminal LSD LID: lóbulo inferior derecho; LSD: lóbulo superior derecho; LSI: lóbulo superior izquierdo; BPI: bronquio principal izquierdo; BPD: bronquio principal derecho; NPS: nodulo pulmonar solitario. ' 24 44 J.A. CAMINERO LUNA ET AL.-AFECCIÓN ENDOBRONQUIAL DE LA TUBERCULOSIS. UNA FORMA FRECUENTE DE PRESENTACIÓN plasia. En los tres niños (30 %) con signos radiológicos de obstrucción bronquial se encontró una masa endoluminal a la entrada de los lóbulos superiores. En los restantes cinco pacientes (50 %) se encontró mucosa engrosada y enrojecida a distintos niveles del árbol bronquial. Tan sólo en un caso (10%) se encontró engrosamiento de la mucosa con ulceración en la porción distal de tráquea. En cuanto a la localización de las lesiones, fue más frecuente en lóbulos superiores, encontrándose tan sólo un caso en campos inferiores. En otro paciente la alteración fue generalizada, en otro estaban afectos la tráquea y el bronquio principal izquierdo y, en el último, el bronquio principal derecho. Al diagnóstico de TBE se llegó en siete de los casos (70%) por encontrarse granulomas con necrosis caseosa en el estudio histológico de la biopsia bronquial; se objetivaron además bacilos ácido-alcohol resistentes en cuatro de ellos en la extensión anatomopatológica y en los otros tres el cultivo de Lowenstein-Jensen de esta muestra biópsica fue positivo. En otro de los pacientes el informe histológico de la biopsia fue negativo, pero el cultivo de la pieza fue positivo. En los dos enfermos restantes el diagnóstico se obtuvo por cultivo positivo del cepillado de la zona afecta. La rentabilidad de cada una de las muestras obtenidas se detalla en la tabla III, destacando por encima de todas, la rentabilidad de la pieza de biopsia bronquial, tanto en la microscopía directa (83,3 %) como en el cultivo de Lowenstein-Jensen (100 %) y en el hallazgo histológico de granulomas con necrosis caseosa (70 %). Discusión La afección de tráquea y grandes bronquios por la TB 17puede ser producida por varios mecanismos , ^"^s. En niños es, frecuentemente, una complicación de la TB primaria. Esta, se asocia con grandes adenopatías y la afección endobronquial puede producirse por rotura a la pared bronquial del material caseoso de las mismas o por diseminación linfática a lo largo del árbol bronquial, provocando ulceraciones en la mucosa. La TBE producida por implantación directa de bacilos tuberculosos transmitidos por la vía aérea provenientes de lesiones parenquimatosas activas, es la causa más frecuente de afección en adultos y tiene escasa importancia en niños. Sin embargo, en adultos la TBE también se puede desarrollar como complicación de la TB primaria similar a la descrita en niños, por una reactivación tuberculosa con rotura de nodulos linfáticos a la mucosa bronquial o, incluso, por diseminación hematógena. La prevalencia de la TBE es desconocida. En la era prequimioterápica, fue considerada tradicionalmente una complicación de la TB cavilaría26-27 y una presentación bastante frecuente de esta enfermedad. Así, Auerbach4 la encontró en el 42 % de las 1000 autopsias que realizó a pacientes con TB, reportando, el resto de los autores unas frecuencias que oscilaban del 10 al 36,8 % en estudios endoscópicos3'5-8. 45 TABLA III Rentabilidad diagnóstica de las distintas muestras Frotis N.-(-/-) % Muestra Esputo pre FB Lav. gástrico Esputo post FB BAS Cepillado br. Biopsia br. 0/3 0/5 1/6 2/7 3/7 5/6 0% 0% 16% 28% 43% 83% Cultivo N.- (-/-) % 0/3 0/5 3/6 4/7 4/7 4/4 0% 0% 50% 57% 57% 100% Histología* N.- (-/-) % —— — 7/10 70% (-/-); (Resultados positivos/Estudios realizados); •: cuando se encuentran granulomas con necrosis caseosa; %: porcentaje de pacientes en los que el estudio es positivo; FB: fibrobroncoscopia; BAS: broncoaspirado; br.: bronquial. TABLA IV Revisión bibliográfica del tema N." de TB Autores Danek and Bower10 Wallaceetal" Willcox et al12 Jett et al13 14 Stenson et al Weber et2 al19 So et al " Chang et al2324 Padilla et al con FB Afección endobronquial Total: 197 0% 85 65 42 707 28% 18% 76% 5% En la era quimioterápica ha existido una tendencia a aceptar que esta presentación constituía una rareza en la enfermedad tuberculosa9"16. No obstante, las distintas series revisadas no son unánimes en este sentido y son múltiples los trabajos que sugieren que la afección endobronquial de la TB es relativamente frecuente17'24'28. En la tabla IV se expone la frecuencia de presentación de TBE en las distintas series revisadas. Así podemos ver, como por un lado no se describe ningún caso de afección endobronquial en los 197 pacientes tuberculosos con estudio broncoscópico relatados en las series de Danek and Bower10, Wallace et al", Willcox et al12, Jett et al13 y Stenson et al14. Sin embargo, Weber et al19 la encuentran en el 28 % de los 85 niños estudiados por ellos, So et al20 en el 18 % de los 65 pacientes a los que les realizó FB, Chang et al23 en el 76 % de los 42 enfermos con TB de campos inferiores con FB realizada y Padilla et al24 en el 5 % de las 707 TB a las que les realizaron estudio broncoscópico. En nuestros 93 enfermos con TB, se realizó FB a un 38,7 %. Esta cifra, aparentemente elevada, podría ser explicada por encontramos en un hospital de referencia provincial al que llegan un número importante de TB con problemas diagnósticos. Así, sólo 2 de nuestros 10 pacientes con TBE presentaban cuadro clínico-radiológico sugestivo de TB. De los 36 pacientes a los que se realizó FB, el 27,7% tenían TBE. Este elevado porcentaje, al igual que los encontrados por otros autores19'20'23, sugiere que la afección endobronquial es frecuente en la TB pulmonar. Probablemente, la frecuencia observada está en relación con el esfuer25 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 zo diagnóstico empleado, fundamentalmente con el número de exploraciones endoscópicas practicadas a los pacientes tuberculosos. Clásicamente la TBE era una enfermedad de mujeres jóvenes2. Nuestros enfermos corroboran esta teoría clásica, con una mayor frecuencia en edades jóvenes (50% menores de 5 años) y sobre todo con un claro predominio del sexo femenino, con una relación 4:1. Sin embargo, aunque una mayor frecuencia de las mujeres ha sido referida en alguna serie24, en otras9'21 la frecuencia se duplica en los hombres, y en ninguna de las revisadas se relata como una enfermedad de pacientes jóvenes. Tan solo dos pacientes tenían factores de riesgo de TB (un diabético y un SIDA) y es destacable como la paciente diabética fue la única presentación de nuestra serie en campos inferiores, algo ya referido en la literatura23. Los síntomas de nuestros enfermos con TBE no eran específicos, siendo el más frecuente la tos, dato ya comprobado por otros autores9'16'20'24. Dos de nuestros pacientes (20%) presentaban sibilancias localizadas sugestivas de obstrucción bronquial, porcentaje escaso similar al de otras series21. Esta inespecificidad de los síntomas y signos ha motivado que, como en otros trabajos 9 ' 21 ' 24 ' 29 , se demorara el diagnóstico en un buen número de casos. En nuestros enfermos, sólo un 20% presentaban radiología de tórax sugestiva de TB, mientras que en otras series9'24 este era el dato más frecuente. Sin embargo, sólo en un paciente de nuestros cinco adultos encontramos enfermedad cavilaría, hecho también poco reseñado en la literatura21'22'25. Este dato iría en contra de la teoría que sugiere que la TBE es una complicación de la TB cavilaría y que éste es su principal mecanismo de producción en adultos. Hay que tener en cuenta que las TB cavilarías suelen ser muy bacilíferas y los frotis de esputo frecuentemente positivos por lo que, en ellas, pocas veces está indicada la FB. En un 30 % existían imágenes sugestivas de obstrucción bronquial, porcentaje similar al de otros autores21'24. La imagen de nodulo pulmonar solitario (20 %) fue más frecuente en nuestra serie que en otras9'24. Nosotros no hemos encontrado TBE con radiografía de tórax normal, hallazgo, sin embargo encontrado en otros estudios9'21'24'30. Endoscópicamente, 5 de nuestros pacientes (50 %) presentaban imágenes sugestivas de neoformación, aunque la corta edad de los tres enfermos que presentaban masa endoluminal orientaban hacia un carácter benigno de ésta. Sin embargo, es destacable como en los dos pacientes (20 %) que presentaban cuadro clínico de tos, síndrome constitucional y radiografía con imagen nodular en lóbulo superior izquierdo, el informe endoscópico sugirió como primera posibilidad un carcinoma broncogénico. Este dato ha sido ampliamente relatado en la literatura y la semejanza de la TBE con el cáncer de pulmón ha sido encontrada en el 55,5 % de la serie de Marco et al9, en el 30 % de la de Ip et al21 y en el 16,2% de la de Padilla et al24, así como en múltiples comunicaciones aisladas 17 22 25 28 ' 29 ' 31 . En nuestros enfermos ha existido un claro predominio de la afección del lado derecho, como han encontrado otros autores5'18'19'22'25. Igualmente ha predominado en campos superiores, cuando algunos autores lo han encontrado con mayor frecuencia en campos inferiores del pulmón21'23'25. La biopsia bronquial fue el espécimen de mayor rentabilidad diagnóstica en nuestra serie, dato también encontrado por otros autores 9 ' 17 ' 22 ' 24 ' 25 . Otras muestras 22como broncoaspirado9'24'25'28, cepillado 28 bronquial ' y esputo postfibrobroncoscopia22 han servido en algunos casos para establecer y/o confirmar el diagnóstico. Nuestro elevado 100 % de positividad del cultivo de la biopsia bronquial indica que toda muestra debe ser enviada para estudio histológico y microbiológico. Marco et al9 encuentran que el 50 % de sus biopsias tenían un cultivo positivo. Estos autores y Padilla et al24 refieren que las dos terceras partes de sus pacientes muestran crecimiento de Mycobacterium tuberculosis en el cultivo del broncoaspirado, cifra cercana a la aportada por nosotros. Las secuelas de la TBE varían con la extensión de la lesión25. Las ulceraciones profundas de la mucosa que forman grandes masas hiperplásicas, son las que frecuentemente producen severas broncoestenosis6. Esta secuela es frecuente en esta enfermedad16'21'32 por lo que se ha intentado prevenirla administrando prednisona durante el tratamiento sin encontrar efectos beneficiosos21. Todos nuestros enfermos han presentado una evolución favorable con el tratamiento antituberculoso. Han completado el tratamiento cuatro de ellos, de los que tres están completamente asintomáticos. Sólo el paciente con ulceración en zona distal de tráquea y con mucosa de bronquio principal izquierdo infiltrada refirió disnea de medianos esfuerzos en el sexto mes de tratamiento y presentaba sibilancias fijas en campo pulmonar izquierdo. La FB, efectuada al finalizar el tratamiento, mostraba estenosis del 20 % de la luz del tercio distal de tráquea y de más del 70 % del bronquio principal izquierdo. En el resto de los pacientes no se ha realizado FB por ser buena su evolución y estar asintomáticos. Concluimos opinando que la afección endobronquial de la TB es bastante más frecuente de lo que se ha pensado en los últimos años. Hay que tener en cuenta que las principales formas de producción de TBE en el adulto (diseminación aerógena de TB cavilaría) y en el niño (rotura a pared bronquial de material caseoso procedente de nodulos linfáticos), corresponden a TB muy bacilíferas, en las que para su diagnóstico, en muy pocos casos se necesita recurrir a la FB. Es posible que por esta causa estemos diagnosticando solo una mínima parte del problema. No existen síntomas ni signos específicos y es destacable la semejanza clínica, radiológica y endoscópica de esta afección con las neoplasias bronquiales. Por este motivo, deben procesarse todas las muestras posibles tanto para estudio histológico como microbiológico. BIBLIOGRAFÍA 1. Morlón R. Phthisiologica, seu exercitationes de phthisi. London, S. Smith 1689. 46 J.A. CAMINERO LUNA ET AL.-AFECCIÓN ENDOBRONQUIAL DE LA TUBERCULOSIS. UNA FORMA FRECUENTE DE PRESENTACIÓN 2. Hudson EH. Respiratory tuberculosis clinical diagnosis. En: Heaf ERG, ed. Symposium on tuberculosis. London, Cassell and Co, 1957; 321-464. 3. Wiison NJ. Bronchoscopic observations in tuberculosis tracheobronchitis: clinical and pathological correlation. Dis Chest 1945; 11:36-59. 4. Auerbach O. Tuberculosis of the trachea and major bronchi. Am Rev Tuberc 1949; 60:604-620. 5. Daly JF, Brown DS, Lincoln EM, Wiiking VN. Endobronchial tuberculosis in children. Dis Chest 1952; 22:380-398. 6. Saiking D, Cadden AV, Edson RC. The natural history of tuberculous tracheobronchitis. Am Rev Tuberc 1943; 47:351-359. 7. Judd AR. Tuberculous tracheobronchitis. J Thorac Surg 1947; 16:512-523. 8. McRae DM, Hiltz JE, Quinlan JJ. Bronchoscopy in a sanatorium. Am Rev Tuberc 1950; 61:355-368. 9. Marco L, Laparra J, Lacasa C, Villameriel M. Nueve casos de tuberculosis endobronquial. Med Clin 1988; 91:598. 10. Danek SJ, Bower JS. Diagnosis of pulmonary tuberculosis by flexible fíberoptic bronchoscopy. Am Rev Respir Dis 1979; 119:677679. 11. Wallace JM, Deutsch AL, Harrell JH, Moser KM. Bronchoscopy and transbronchial biopsy in evaluation of patients with suspected active tuberculosis. Am J Med 1982; 70:1.189-1.194. 12. Willcox PA, Benatar SR, Potgieter PD. Use of flexible fíberoptic bronchoscope in diagnosis of sputum-negative pulmonary tuberculosis. Thorax 1982; 37:598-601. 13. Jett JR, Córtese DA, Diñes DE. The valué of bronchoscopy in the diagnosis ofmycobacterial disease. A five year experience. Chest 1981; 80:575-578. 14. Stenson W, Aranda C, Bevelaqua FA. Transbronchial biopsy culture in pulmonary tuberculosis. Chest 1983; 83:883-884. 15. Marco L, Labayen J, Teller P, Furest I. Utilidad de la fíbrobroncoscopia en el diagnóstico rápido de la tuberculosis. Rev Clin Esp 1988; 182:16-17. 16. Hermida JA, Fernández-Bujarrabal J, Sánchez-Agudo L, Guerra FJ. Tuberculosis gangliobronquial. Revisión de 26 casos. Rev Clin Esp 1986; 178:330-333. 17. Rodríguez de Castro F, Arriero JM, Izquierdo LA, Vidal R, Parras F, Sueiro A. Tuberculosis con afección endobronquial. Rev Clin Esp 1985; 177:396-398. 18. Forstad S. Segmenta! atelectasis in children with primary tuberculosis. Am Rev Respir Dis 1959; 79:597-605. 19. Weber AL, Bird KT, Jonower ML. Primary tuberculosis in childhood with particular emphasis on changes affecting the tracheobronchial tree. Am J Roentgenol 1968; 103:123-132. 20. So SY, Lam WK-, Yu DYC. Rapid diagnosis of suspected pulmonary tuberculosis by fiberoptic bronchoscopy. Tubercle 1982; 63:195-200. 21. Ip MSM, So SY, Lam WK, Mok CK. Endobronchial tuberculosis revisited. Chest 1986; 89:727-730. 22. Matthews JI, Matarese SL, Carpenter JL. Endobronchial tuberculosis simulating lung cáncer. Chest 1984; 86:642-644. 23. Chang SC, Lee PY, Pemg RP. Lower lung field tuberculosis. Chest 1987; 91:230-232. 24. Padilla I, Puzo MC, Castella J, Espinar A, Hernández S, Comudella R. Tuberculosis bronquial: estudio de 37 casos. Arch Bronconeumol 1989; 25:97-100. 25. Smith SL, Schillaci RF, Sarlin RF. Endobronchial tuberculosis. Serial fiberoptic bronchoscopy and natural history. Chest 1987; 91:644-647. 26. Smart J. Endobronchial tuberculosis. Br J Dis Chest 1951; 45:61-68. 27. Bamweil JB, Littig J, Culp JE. Ulcerative tuberculosis tracheobronchitis. Am Rev Tuberc 1937; 36:8-45. 28. Yee A, Hardwick JA, Wasef E, Sharma OP. Pigmented polipoyd obstructive endobronchial tuberculosis. Chest 1985; 87:702703. 29. Lobo JL, Proveza M, Barron M, Mosquera D. Tuberculosis endobronquial. Una forma paradójicamente en aumento. Arch Bronconeumol 1988; 24:97-98. 30. Pierson DJ, Lakshminarayan MB, Petty TL. Endobronchial tuberculosis. Chest 1973; 64:537-539. 31. Pitlik SD, Fainstein V, Bodey GP. Tuberculosis mimicking cáncer. A reminder. Am J Med 1984; 76:822-825. 32. Albert RK, Petty TL. Endobronchial tuberculosis progressing to bronchial stenosis. Chest 1976; 70:537-539. 27 REVISIÓN EDEMA PULMONAR NO CARDIOGÉNICO J. lasha Sznajder Departamento de Medicina Pulmonar y Terapéutica Intensiva. Michael Reese Hospital y Medical Center y la Universidad de Chicago Medical Center. Chicago CONCEPTO El edema pulmonar no cardiogénico (EPNC) es una entidad fisiopatológica caracterizada por una lesión generalizada de los capilares pulmonares que provoca un aumento de su permeabilidad a los líquidos, proteínas y otros elementos formes de la sangre. Este aumento de la permeabilidad capilar permite un constante flujo de líquidos desde la circulación pulmonar hacia el espacio intersticial y los alveolos, resultando en un edema pulmonar, no cardiogénico. El edema es causa de shunt intrapulmonar lo cual dificulta el intercambio normal de oxígeno en los pulmones, ocasionando desaturación de la oxihemoglobina y un aporte insuficiente de oxígeno (D0¡) a los tejidos, que es causa de un metabolismo anaerobio y provoca acidosis si la hipoxemia no es corregida. Esta entidad clínica fue denominada en la literatura médica inglesa en 1967 por Ashbaugh et al' "adult respiratory distress syndrome" (ARDS) (síndrome del distrés respiratorio del adulto) y puede ser causada por varias condiciones patológicas, enumeradas en revisiones previas2-6. Clínicamente, en el ARDS se observan alteraciones del intercambio de gases y de la hemodinámica pulmonar que probablemente indican una respuesta común del pulmón hacia los diversos factores causales. Los criterios utilizados para el diagnóstico del ARDS definen una patología severa que conlleva una alta mortalidad. Estos criterios son: A. Hipoxemia Pa0¡ < 70 mmHg durante la aplicación de ventilación mecánica con FIO¡ (trace, inspiratoria de oxígeno) de 0,6, o relación P0¡ arterial P0¡ alveolar < 0,2 (sin PEEP [presión positiva espiratoria]) o <0,15(conPEEP). B. Infiltrados alveolares difusos bilaterales en la radiografía de tórax. C. Reducción en la compliance pulmonar por debajo de 30 ml/cmH^O. D. Ausencia de fallo ventricular izquierdo (presión capilar pulmonar (PCP) < 18 mmHg). E. Entidad clínica causal compatible. Este trabajo está subvencionado por NHLB1 grant HL-30835, NIH BRSG Program, S07 RR05476 y el Martin R. Rosenthal Award. 28 La incidencia exacta del ARDS es difícil de estimar. Estudios de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) norteamericanos estimaron una incidencia de 150.000 a 300.000 casos de ARDS por año en la década de los setenta7, con una mortalidad del 4070 %8 dependiendo de la etiología primaria. Por ejemplo, los pacientes sépticos con ARDS tienen una mayor mortalidad, mientras que los pacientes jóvenes con neumonía por aspiración de contenido gástrico tienen un mejor pronóstico. La extrapolación de estos datos a la población del Reino Unido sugiere una incidencia global de 15.000 a 30.000 casos por año. FACTORES ETIOPATOGÉNICOS Se han propuesto varias hipótesis como causantes de los cambios patológicos característicos del ARDS, que es una forma de EPNC. Dos investigaciones prospectivas identifican que las sepsis y los politraumatismos son los factores predeterminantes más comunes del ARDS, aunque existe una lista de casi un centenar de condiciones clínicas que también puedan producirlo5 6. Varios mediadores a nivel celular han sido sugeridos como participantes en el proceso fisiopatológico del ARDS. La lista de mediadores incluye elementos del sistema del complemento9''°, de los factores de la coagulación"'12, los trombocitos13, los metabolitos del ácido araquidónico14, la histamina15 y la serotonina16. Los neutrófilos y sus productos son tal vez los más aceptados como causantes del daño pulmonar en muchos casos de ARDS17. El mecanismo propuesto supone la activación de neutrófilos circulantes, que provoca su agregación y secuestro pulmonar subsiguiente. Estos neutrófilos activados liberan sus productos tóxicos (proteasas, elastasas y radicales de oxígeno) que causan la lesión pulmonar18. Se ha demostrado que los neutrófilos obtenidos de sangre de pacientes con ARDS están alterados sugiriendo una activación in vivo19. Parece que la detección de algunos derivados de los neutrófilos puede predecir precozmente la aparición del ARDS o de otras formas de EPNC. Por ejemplo, se han encontrado elevadas concentraciones de lactoferrina20, lisozimas en suero21 y peróxido de hidrógeno en el gas espirado21'22 en pacientes con 48 J. IASHA SZNAJDER.-EDEMA PULMONAR NO CARDIOGÉNICO Permeabilidad aumentada / 1.200 Presiones oncóticas bajas Presiones oncóticas normales un intervalo de seguridad, esto es un aumento de la presión auricular sin formación de edema. En el caso de que exista una permeabilidad capilar aumentada, cada incremento en la presión es acompañado de un aumento del edema pulmonar. El concepto de edema y flujo de fluidos a través de los capilares y tejido del pulmonar puede ser explicado por la ecuación de Starling: 800 Flujo =kf{(P^-P,)-(IL,,-II,>] donde: kf es el coeficiente de filtración Pmv es la presión hidrostática microvascular PÍS es la presión hidrostática intersticial IImv es la presión oncótica microvascular IIis es la presión oncótica intersticial a es el coeficiente de reflexión a proteínas 400 o •a o- O 10 20 30 Presión auricular izquierda (mmHg) Figura 1. Formación de edema en pulmones caninos a diferentes presiones oncóticas con permeabilidad capilar normal (líneas continuas, a la derecha de la figura) y con permeabilidad aumentada (líneas intermitentes, a la izquierda de la figura). ARDS (comparado con pacientes sin esta enfermedad). Por otro lado, el ARDS se ha dado también en pacientes neutropénicos23. En resumen, se sabe que ciertas situaciones clínicas como las sepsis, la aspiración de contenido gástrico y el trauma masivo predisponen al ARDS. Hay varias teorías acerca de los mediadores celulares y moleculares involucrados en este síndrome que están siendo investigadas. MECANISMOS Y ASPECTOS FISIOPATOLÓGICOS A diferencia del edema pulmonar cardiogénico, en el edema pulmonar no cardiogénico las presiones hidrostáticas de la circulación pulmonar son bajas y el edema ocurre primordialmente por aumento de la permeabilidad de los capilares pulmonares. La figura 1 muestra esquemáticamente los hallazgos experimentales de Guyton y Lindsey24, quienes demostraron que el aumento de la presión auricular izquierda hasta valores cercanos a los 25 mmHg en pulmones caninos, sin alteraciones en la permeabilidad capilar, no producía edema. Sin embargo, cuando se superaban estos valores, el edema aumentaba en relación casi lineal con el incremento de la presión auricular. Obsérvese en la misma figura que, cuando se reduce la presión oncótica en un 50 % (también en pulmnes normales), la formación de edema empieza ya a los 15 mmHg y a partir de este punto aumenta linealmente en relación a la presión hidrostática de la aurícula izquierda o PCP. Nótese a la izquierda de la figura 1, donde se representa el hipotético caso de un trastorno de la permeabilidad como ocurre en el EPNC, que no hay En los dos trazados de la derecha de la figura 1 se puede representar la situación clínica del edema cardiogénico donde a pesar de que los capilares pulmonares son normales, el aumento súbito de las presiones del corazón izquierdo, y por ende de las presiones en la circulación pulmonar, resulta en un aumento de la trasudación de líquido de los capilares hacia los alveolos produciendo edema pulmonar. Con la ecuación de Starling se puede también explicar lo que ocurre cuando un paciente está hipoalbuminémico. La presión oncótica es menor y se opone menos al flujo de fluidos a través de los capilares, por lo que el edema se empieza a formar a una PCP más baja. De ahí que una cifra elevada de albúmina intravascular resulta en un mecanismo protector contra el edema de origen cardiogénico, pero no tiene este papel en el EPNC. En el edema no cardiogénico, las estructuras epiteliales y endoteliales del pulmón están dañadas, la permeabilidad está aumentada y el coeficiente de reflexión de las proteínas (a) se aproxima a cero, lo que permite un paso libre de proteínas de alto peso molecular (como la albúmina) a través de las membranas de los capilares25 hacia el intersticio y los alveolos. Normalmente, el a se aproxima a 0,7-0,9 en el pulmón humano26'27. Esto significa que la presión oncótica en el EPNC no tiene un papel importante en la formación del edema, el cual depende básicamente del aumento de la presión hidrostática pulmonar o de la PCP. Este tipo de edema contiene proteínas cuya concentración total se acerca a la plasmática28 y en el análisis fraccional se observa que contiene proteínas de alto peso molecular y de mayores dimensiones (más de 72 A)29. El edema confiere a los pulmones menos elasticidad y reduce su compliance30. También puede estar presente un componente broncoespástico, causado probablemente por agentes vasoactivos que se liberan31-33. Independientemente de los factores que producen el ARDS, las alteraciones patológicas y fisiológicas resultantes son comunes a cada paciente. La fase exudativa temprana resulta cuando el edema está en proceso de acumulación, los pulmones aparecen crujientes y con cambios arquitectónicos propios del daño alveo29 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 lar difuso34. Las células alveolares del tipo I y II son destruidas conjuntamente con una variedad de anormalidades endoteliales y de la membrana basalH 35. El intersticio pulmonar y los alveolos aparecen llenos de edema proteináceo y de células sanguíneas, especialmente leucocitos polimorfonucleares. Los restos celulares y el fluido proteináceo se conglomeran formando membranas hialinas. A la fase exudativa, de uno a 3 días de duración34'36, sigue lafaseproliferativa o de reparación. En ésta proliferan las células epiteliales tipo II, cuya estructura en esta etapa no es normal y no son capaces de segregar surfactante normal. También aparecen fibroblastos en las paredes engrosadas de los alveolos y en las membranas hialinas organizadas. Esta fase dura de una a varias semanas y si el daño pulmonar no mejora, se observa posteriormente fibrosis con alteraciones restrictivas del pulmón. El edema pulmonar no cardiogénico causa hipoxemia arterial debido fundamentalmente a la presencia de shunt intrapulmonar (Qs/Qt) sin que se afecte sustancialmente la eliminación de C0¡3738. Sólo una pequeña porción de la hipoxemia es debida a.alteraciones en las relaciones ventilación/perfusión (VA/Q). La hipoxemia debida a la presencia de un Qs/Qt aumentado es refractaria entonces a las elevadas concentraciones de la FIO¡, lo cual implica una estrategia terapéutica más compleja para restituir las cantidades adecuadas de oxígeno a los diversos tejidos del organismo. El edema no es el único contribuyente del incremento del Qs/Qt. También lo es la disminución del surfactante pulmonar que es producido por los neumocitos tipo II y que normalmente estabiliza los alveolos. En la fase exudativa del edema pulmonar no cardiogénico, los neumocitos tipo II están dañados lo que da paso a una disminución de la producción de surfactante. Adicionalmente, las características físicas del edema, rico en proteínas y restos celulares son causa de la inactivación de las cantidades reducidas de surfactante pulmonar39"42. Estos hechos facilitan la atelectasia pulmonar y el colapso regional de los alveolos, contribuyendo aún más al incremento del Qs/Qt. ESTRATEGIA TERAPÉUTICA Dada la variedad de etiologías del ARDS, no se ha encontrado aún un tratamiento preventivo o específico. De ahí que la mayoría de los esfuerzos se basen en mejorar el tratamiento sintomático. Dado que el síndrome clínico puede deberse a diversos mecanismos y etiologías, se han experimentado varios enfoques terapéuticos. ARDS17. Después de ser "atrapados" en los pulmones, los neutrófilos pueden causar daño liberando productos tóxicos de sus granulos, entre otros, proteasas, elastasas y radicales reactivos de oxígeno, los cuales atacan las membranas celulares43. Las investigaciones sobre EPNC en modelos animales han demostrado que si se previene el secuestro pulmonar de neutrófilos y/o se administran medicamentos anti-neutrófílos, se reduce la incidencia de edema pulmonar44"46. Sin embargo, inferir estos resulados a pacientes con ARDS puede ser inadecuado dada la variedad de etiologías existentes, muchas de las cuales no incluyen neutrófilos como mecanismo de daño pulmonar47. Por ejemplo, en un estudio reciente en pacientes con riesgo de edema pulmonar se encontraron concentraciones elevadas de neutrófilos en el líquido del lavado broncoalveolar (LLBA) y aquellos que tenían concentraciones más altas desarrollaron ARDS48. Por otro lado, varios estudios han demostrado que el ARDS puede presentarse en pacientes neutropénicos23. Es aquí cuando es importante el diagnóstico precoz, que permite la detección del agente causal en cada caso individual, para instituir un tratamiento específico efectivo. Ciertas líneas de investigación proponen tratamientos con agentes anti-oxidantes (alopurinol, dimethilurea, superóxido de dismutasa, catalasa) que pueden ser administrados en aquellas situaciones clínicas en las que los metabolitos tóxicos del oxígeno han sido identificados como causantes del aumento de la permeabilidad capilar pulmonar44. 2. Tratamiento dirigido a los metabolitos del ácido araquidónico Los metabolitos del ácido araquidónico han sido implicados en la patogénesis del EPNC, ya sea por vía de la activación de neutrófilos, ya sea como agentes nocivos de las estructuras celulares46. Estos compuestos pueden aumentar la respuesta producida por otros agentes inflamatorios, atrayendo leucocitos y también actuar sobre el tono de los vasos pulmonares causando hipertensión pulmonar31. Niveles elevados de metabolitos del ácido araquidónico han sido encontrados en el LLBA de pacientes con ARDS14. Sin embargo, los tratamientos con inhibidores de las prostaglandinas49 y tromboxano50 no parecen mejorar la permeabilidad capilar. Se ha observado que los inhibidores de la producción de lipooxigenasas reducen la formación de edema en el pulmón de conejo51. Estos inhibidores de lipooxigenasas pueden disminuir el gradiente de las presiones hidrostáticas de la circulación pulmonar, lo cual reduce a su vez el grado de formación de edema46.52. B. Terapéuticas no específicas y sintomáticas A. Terapéuticas específicas 1. Tratamiento con corticosteroides 7. Tratamiento dirigido hacia los neutrófilos y sus productos. La activación de los neutrófilos y su secuestro pulmonar subsiguiente ha sido observado en varios modelos animales de EPNC y también en pacientes con 30 Como en muchas otras enfermedades cuya etiología es confusa, se ha propuesto como tratamiento el empleo de dosis masivas de metilprednisolona en diversas fases del ARDS, con resultados variables. Estudios recientes concluyen que el tratamiento con corticoste- J. IASHA SZNAJDER.-EDEMA PULMONAR NO CARDIOGÉNICO roides no tiene cabida en el arsenal terapéutico del ARDS. Estos estudios fueron realizados de forma aleatoria y demostraron que los pacientes con ARDS tratados con metilprednisolona a dosis altas no ofrecían una supervivencia superior, ni tampoco mejoraban el curso de su enfermedad. Es más, presentarían una incidencia mayor de complicaciones53. 2. Tratamiento con surfactante pulmonar exógeno Este tratamiento es teóricamente prometedor y está en fase experimental. El surfactante pulmonar normalmente reduce la tensión superficial a nivel de la interfase aire-líquido alveolar manteniendo los alveolos distendidos. Desde el comienzo del EPNC, la formación, secreción y función del surfactante pulmonar están afectadas aumentando la tensión superficial, causando el colapso de los alveolos atelectasiados y facilitando la formación de más edema41'42-54-". En el distrés respiratorio infantil, situación clínica similar a la del ARDS, donde la formación de membranas hialinas en el prematuro es causada por el déficit de surfactante, se ha demostrado que la administración de surfactante exógeno intratraqueal es beneficiosa3. En el paciente adulto, el surfactante también está alterado, pero a través de un proceso patológico diferente, por lo que se hace necesaria una experimentación previa mucho mayor en modelos animales que reproduzcan adecuadamente el EPNC. En principio, es posible también que el mismo proceso patológico que destruyó inicialmente el surfactante pueda también destruir el surfactante exógeno. Las ventajas potenciales son varias: el surfactante exógeno puede reexpandir los alveolos previamente colapsados reduciendo el shunt intrapulmonar, lo cual permitiría una mejor oxigenación. Durante el colapso alveolar, las presiones pulmonares hidrostáticas intersticiales son subatmosféricas54"56, lo que hace aumentar el gradiente (Pniv-P,s) para la formación de edema. En el EPNC, donde la presión oncótica no tiene un papel relevante, esta diferencia de presiones puede ser el mayor determinante de la formación del edema. Por ello, el surfactante, al reducir la tensión de superficie y estabilizar los alveolos, produciría un gradiente de presión transalveolar favorecedor de la disminución del edema. Esto se ha demostrado en conejos, donde el grupo de animales tratado con surfactante resultó con menos edema, que aquel otro no tratado con surfactante exógeno57. Investigaciones preliminares en nuestro laboratorio también muestran que la administración endotraqueal de surfactante bovino en perros con EPNC mejora la oxigenación, al reducir el shunt intrapulmonar durante un período de 2 horas58. Otros investigadores encontraron resultados contrapuestos usando diferentes tipos de surfactante exógeno en modelos animales de EPNC y también en pacientes con ARDS59'01. A esta altura de las investigaciones, es todavía prematuro sacar conclusiones definitivas con esta modalidad terapéutica. Actualmente, se están llevando a cabo en diferentes centros investigaciones en diversos modelos de EPNC sobre la eficacia de los diferentes productos (surfactante artificial, porcino y 53 Edema pulmonar Figura 2. Curvas de volumen-presion pulmonares. A la izquierda, un trazado normal; a la derecha, la pendiente inspiratoria en pulmones con edema. Las líneas gruesas representan la aplicación de ventilación mecánica a nivel de volumen corriente, en pulmones normales (izquierda), edematosos (centro) y con PEEP (derecha). TLC = Capacidad pulmonar total; Pao = Presión de apertura de la vía aérea. bovino), la posología necesaria y las vías de administración más adecuadas. 3. Tratamiento con oxígeno Todos los pacientes con EPNC avanzado necesitan un suplemento adicional de oxígeno, aunque en todos aquellos procesos patológicos cuyo mecanismo principal de hipoxemia es el shunt, la mejoría en la oxigenación arterial por aumento de FIO^ no puede ser muy sustancial. En casos más avanzados, el paciente tiene que ser intubado y ventilado mecánicamente empleando cifras elevadas de oxígeno. El uso prolongado de oxígeno suplementario puede también inducir o aumentar el daño pulmonar. Fracciones inspiratorias del 62 100% 0>2 pueden provocar atelectasia de absorción , que puede aumentar el shunt preexistente y también generar radicales libres de oxígeno que, a su vez, no sólo son perjudiciales para las estructuras pulmonares4'43'63'64, sino que también inhiben la formación de surfactante pulmonar57. Aunque los estudios humanos de tolerancia a altas concentraciones de oxígeno son difíciles, se ha demostrado en sujetos sanos que después de respirar 100% de 0¡ durante 90 minutos se producen niveles altos de pentano (producto de peroxidación lipídica) en el aire espirado, lo que sugeriría el inicio de daño oxidativo a nivel pulmonar65. Esta observación es importante, ya que indicaría que las nuevas metodologías pueden demostrar un daño inicial distinto de la aparición del dolor retroestemal considerado hasta ahora como el primer signo de toxicidad66. En el tratamiento sintomático del EPNC, la ventilación mecánica con niveles altos 31 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 de FIO; es comúnmente aceptada y el consenso general entre intensivistas es el de alcanzar niveles de alrededor de 0,5 de FIO¡ en lo posible, aunque no haya datos experimentales definitivos que reafirmen este postulado. 4. Tratamiento con presión positiva espiratoria (PEEP) Durante el EPNC parte del volumen alveolar que previamente estaba disponible para efectuar intercambio de 0¡ y COz está ocupado por edema, que es un fluido hemorrágico-proteináceo. Ello provoca colapso alveolar y una pérdida de volumen del pulmón, lo cual es causa de shunt. En la figura 2 se observa que la curva de volumen-presión en el EPNC muestra una caída sustancial de la FRC (capacidad residual funcional) y, en menor medida de la TLC (capacidad pulmonar total). La histéresis es grande y parte del volumen pulmonar edematoso puede ser reclutado desplazando el edema alveolar nuevamente hacia los espacios intersticiales peribronquiales67. El tratamiento con PEEP es comúnmente utilizado en el EPNC para reexpandir los alveolos colapsados. Estudios recientes han demostrado que aunque la PEEP no disminuye la cantidad absoluta de edema pulmonar ni previene el ARDS, sí es efectiva para mejorar la oxigenación porque distribuye el edema desde los alveolos hacia los espacios intersticiales67'69. El reclutamiento de volumen pulmonar reduce el shunt mejorando el intercambio de gases. Otros estudios sugieren que la PEEP podría aumentar la cantidad absoluta de líquido pulmonar70'71, pero dado que éste es desplazado por la PEEP hacia los espacios intersticiales y los alveolos están reexpandidos el resultado final es un mejor intercambio gaseoso pulmonar37'38'72. Además, la PEEP puede influir favorablemente sobre el shunt redistribuyendo la circulación pulmonar hacia áreas pulmonares con mejor ventilación38. La ventilación con PEEP puede influir adversamente en el sistema cardiovascular, lo cual ha provocado controversias sobre la utilidad de PEEP, especialmente cuando es utilizada a niveles altos. Cuando los niveles de PEEP alcanzan 15 cmH^O o más, el gasto cardíaco puede disminuir debido a que la PEEP aumenta la presión intratorácica con lo que se reduce la de la aurícula derecha y de la vena cava disminuyendo el retomo venoso73"75. Las elevadas presiones intratorácicas aumentan también la post-carga del ventrículo derecho, lo cual desplaza el tabique interventricular hacia la izquierda comprimiendo el ventrículo izquierdo y reduciendo así el gasto cardíaco75'76. Estas consideraciones influyen sobre la decisión clínica de cuándo y a qué niveles debe aplicarse la PEEP en un determinado paciente coa EPNC. Hace unos 15 años se propuso utilizar la "super PEEP", esto es niveles situados alrededor de los 30 cmH^O, lo cual reduciría el shunt intrapulmonar a niveles casi normales77. Sin embargo, la reducción del shunt puede comportar una depresión grave del gasto cardíaco. Para contrarrestar este efecto hemodinámico negativo es necesario entonces administrar volúmenes masivos de fluidos in32 travasculares, lo cual aumentaría a su vez las presiones hidrostáticas de la circulación pulmonar y resultaría en un mayor edema pulmonar, haciendo necesaria una mayor PEEP para reducir el shunt, lo que perpetuaría un círculo vicioso de deterioro del estado clínico. Además, las altas presiones alveolares resultantes también contribuyen a la formación de edema pulmonar y barotrauma78. Para disminuir los riesgos del barotrauma y de la depresión cardíaca, otros investigadores sugirieron la aplicación de la "mínima PEEP", que es el nivel necesario (usualmente entre 5 y 10 cmH;) para obtener una saturación de oxihemoglobina del 90 % con FIO¡ inferiores a 0,525'79. Las estrategias de terapéutica sintomática anteriormente descritas son importantes y comportan que la atención cuidadosa de todos los detalles fisiopatológicos sea necesaria en cada paciente para una mayor optimización terapéutica. Una consideración primordial es el tratamiento sintomático encaminado a reducir la formación de edema y también a acelerar su movilización, una vez que ya se ha formado. Las estrategias terapéuticas dirigidas a la reducción del edema pulmonar juegan un papel importante en el arsenal contra el EPNC, puesto que al disminuir el edema se puede acortar el tiempo necesario para la intubación y ventilación mecánica, así como disminuir la incidencia de sobreinfecciones en los tejidos edematosos79. C. Terapéuticas dirigidas a la reducción de edema pulmonar Reducir la cantidad de líquido pulmonar intravascular reduciendo la PCP en la fase exudativa del ARDS es un objetivo deseable y aceptado80, aunque esto no siempre es fácil de hacer sin comprometer al mismo tiempo el gasto cardíaco y el aporte periférico de oxígeno (DO;)81. Examinando la ecuación de Starling, se puede deducir que al disminuir la presión hidrostática capilar o al aumentar la presión oncótica capilar, se puede obtener un menor flujo de líquido desde los capilares a los espacios intersticiales y los alveolos. Esta situación se cumple en el edema pulmonar cardiogénico, en donde al reducir la PCP se obtiene la disminución del edema. También la presencia de niveles adecuados de albúmina y, por ende, una adecuada presión oncótica protegen contra la formación de edema. La primera condición (cuando se disminuye la PCP) se cumple también en el caso del EPNC, pero el aumento o la reducción de la presión oncótica no influye en la formación o reabsorción del edema cuando las membranas microvasculares están dañadas82. La falta de efecto de la presión oncótica en el EPNC se puede explicar porque el cociente de reflexión de las proteínas (a) está reducido a valores aproximados a cero. Por ello, al ser las membranas permeables, toda la cantidad de proteínas intravasculares va a estar en equilibrio con el líquido intersticial y alveolar82' 83 En el modelo canino de EPNC producido por ácido oleico, el aumento de la presión oncótica plasmática durante 5 horas no disminuyó el edema, pero al redu54 J. IASHA SZNAJDER.-EDEMA PULMONAR NO CARDIOGÉNICO o Control A Hemofiltración o Plasmaféresis 1 2 3 Tiempo (horas) Figura 3. Descripción temporal de la formación de edema (expresada en ml/kg de peso del animal) después de la instilación intratraqueal de ácido hidroclorhídrico en perros. En el grupo control, la PCP fue mantenida a 10 mmHg, mientras que en los otros grupos la PCP fue disminuida a 5 mmHg mediante plasmaféresis o hemofiltración. cir la PCP de 10 a 5 mmHg con plasmaféresis o con nitroprusiato (sin cambiar la presión oncótica) durante cinco horas resultó en un 50 % menos de edema, comparado con un grupo control de animales en los que la PCP fue mantenida a 10 mmHg y con otro grupo en el que se aumentó la presión oncótica con PCP de 10 mmHg74. Sin embargo, no todos los métodos de reducción de la PCP o del volumen intravascular dan lugar a reducciones similares en el grado de edema pulmonar. En nuestro laboratorio, en un modelo canino de aspiración de ácido hidroclorhídrico (CLH), hemos comparado un grupo control de animales en los que se mantuvo la PCP a 12 mmHg (tras inducir la lesión) durante 5 horas, con dos grupos de animales en los cuales una hora después de administrar CLH endotraquealmente se redujo la PCP a 5 mmHg con plasmaféresis y con hemofiltración. Obsérvese en la figura 3 que en grupo de animales tratado con hemofiltración, a pesar de reducir las presiones hidrostáticas pulmonares, no hubo disminución de edema ni del shunt pulmonar; por el contrario, se observó una reducción significativa en el grupo de animales tratados con plasmaféresis84. La explicación de la diferencia observada en la formación de edema probablemente reside en que las membranas del hemofiltro, como otras membranas durante toda hemodiálisis, activan el sistema de complemento85'86 y hacen que los neutrófílos sean secuestrados en la circulación pulmonar, deteriorando la lesión y aumentando la cantidad del edema pulmonar. Por ello, en la práctica es muy importante elegir la terapéutica adecuada para la reducción de la PCP y del volumen intravascular, que dé lugar a un menor edema sin comprometer las necesidades periféricas de oxígeno (V0¡). Trabajos recientes de diferentes centros han demostrado una disminución en la estancia media de los pacientes en las unidades de cuidados intensivos y también una disminución de la mortalidad de los pacientes en los que se ha87 reducido la PCP y el fluido pulmonar extravascular 88. Específicamente en nuestro departamento, los pacientes en los cuales la PCP se ha reducido en un 25 % o más, ya sea con plasmaféresis o diuresis, tuvieron una mortalidad del 29 % comparada con la del 75 % observada en pacientes con una enfermedad de gravedad similar (igual puntuación APACHE II), pero en los cuales no se redujo la PCP88. En estos trabajos experimentales, el gasto cardíaco fue mantenido a niveles adecuados lo que permitió cumplir con la demanda periférica de oxígeno. Sin embargo, en determinadas situaciones clínicas, la reducción de la PCP puede dar lugar a una caída del gasto cardíaco, que puede disminuir a su vez el D0¡ por debajo de los niveles críticos necesarios, dando paso a un metabolismo anaeróbico81'89. Por ello es necesario tener presente los riesgos potenciales que las diferentes terapéuticas descritas pueden comportar en los pacientes clínicamente inestables. Por ejemplo, la combinación de niveles altos de PEEP con la reducción del volumen intravascular y de la PCP puede disminuir el DOz por debajo de los niveles críticos. Cuando esto sucede, los tejidos periféricos compensan la disminución del DC>2 aumentando la extracción de oxígeno, para mantener un VO^ adecuado que se refleja en una mayor diferencia arteriovenosa de las concentraciones de oxígeno. En varios trabajos experimentales se ha demostrado que hay un límite de extracción de 0¡ crítico, de forma que cuando el D0¡ cae por debajo de este límite (situado en 10 mi 0¡/kg/ min), también el V0¡ se reduce, apareciendo acidosis y pudiendo causar la muerte del paciente si no se corrige esta falta de oxígeno a los tejidos81'90. Adicionalmente, investigaciones recientes sugieren que durante el ARDS los pacientes tienen un defecto de extracción periférico de oxígeno9' que compromete aún más el DO;. Debe también destacarse el potencial interés del tratamiento con almitrine. Reyes et al92 demostraron recientemente que la infusión de almitrine mejoró el shunt pulmonar en 9 pacientes con ARDS a través de la redistribución del flujo sanguíneo pulmonar hacia áreas con unas relaciones VA/Q más proporcionadas. La hipótesis sería que la redistribución del flujo sanguíneo evitaría las áreas pulmonares más dañadas, lo que resultaría en una menor formación de edema. En nuestro departamento tratamos de reducir la PCP a niveles bajos, mediante plasmaféresis o diuresis (independientemente del nivel de PCP, que puede ser de 1 ó 2 mmHg), que sean compatibles con un gasto cardíaco adecuado, y con constatación clínica al observar al paciente orientado temporo-espacialmente, con extremidades calientes y una diuresis adecuada. Si al reducir el volumen circulatorio intravascular 33 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 y por ende la PCP, cae el gasto cardíaco, entonces se administran sustancias vasoactivas, preferentemente dobutamina a una dosis de 5 a 20 u.g/kg/min. De esta manera, el paciente se estabiliza hemodinámicamente durante las primeras 24 horas, al tiempo que se disminuye la PCP y por ende la formación de edema, lo que puede facilitar una extubación más rápida y una mejoría del intercambio gaseoso. D. Tratamiento con membrana extracorpórea de oxigenación (ECMO) Otra modalidad terapéutica que aún tiene que ser evaluada mejor es el tratamiento con la ECMO. El razonamiento que justifica esta modalidad terapéutica reside en que la oxigenación puede efectuarse -en parte- extracorporalmente a través de una membrana mientras que concomitantemente, es reducido simultáneamente el flujo sanguíneo a través de los pulmones, los cuales efectúan de esta manera un "menor trabajo". La ECMO es corrientemente utilizada en cirugía cardíaca para oxigenar al paciente mientras se practica quirúrgicamente sobre el corazón. Tampoco esta modalidad es nueva en el campo de la neumología. En 1977 se publicó un estudio auspiciado por los Institutos Nacionales de la Salud norteamericanos en el que se aplicó de forma aleatoria la ECMO o un tratamiento convencional a pacientes que padecían ARDS93. En ambos grupos de pacientes la mortalidad fue muy elevada, del orden del 90 %. Si bien estos resultados son desalentadores hay que tener en cuenta que este tratamiento fue aplicado a un grupo de pacientes en los que los criterios de inclusión fueron: Pa0¡ < 50 mmHg a una FI02 de 1 durante 48 horas. Estos criterios definen ya de por sí una subpoblación de pacientes muy graves, por lo que no sorprende la alta mortalidad observada, sugiriendo que esta nueva modalidad terapéutica (ECMO) tendría que ser evaluada en condiciones más realistas en el ARDS. La ECMO ha demostrado ser muy prometedora en el campo pediátrico al reducir la mortalidad en niños con distrés respiratorio, 94comparado con los que no fueron tratados con ella . Recientemente la ECMO veno-venosa (que no disminuye el flujo sanguíneo pulmonar) ha sido utilizada por investigadores italianos para eliminar C0¡ y aportar 0¡ a la aurícula derecha. Ello ha permitido reducir la frecuencia de la ventilación artificial de los pacientes (de 20 a 4 respiraciones/minuto) y también las presiones intratorácicas medias, con lo que se facilitó el "reposo" de los pulmones95. En nuestro laboratorio hemos explorado también la influencia del tratamiento con la ECMO en dos modelos caninos de EPNC. Una hora después de inducir el EPNC mediante la administración endobronquial de queroseno, se aplicó la ECMO durante 4 horas, con lo que se redujo la PCP de 10 a 5 mmHg y el edema en un 50%, comparado con un grupo control en el que la PCP fue mantenida a 10 mmHg58. En el modelo de EPNC provocado por ácido oleico, la formación de edema fue completa 2 horas después; de ahí que, en este modelo exploraremos el efecto de la ECMO en la movilización del edema una vez forma34 do. En estos animales, la ECMO permitió reducir la circulación pulmonar en un 30 % y la de la PCP de 10 a 5 mmHg, pero no aumentó la movilización del edema que fue comparable al del grupo control96. Estos trabajos experimentales sugieren que el ECMO tiene un papel en la disminución del edema si es aplicado tempranamente en el proceso patológico pulmonar, mientras que una vez que el edema está formado, un tratamiento de 4 horas con la ECMO no reduciría el edema. Tal vez sean necesarios estudios más prolongados (24 o más horas) para establecer si esta modalidad terapéutica es beneficiosa para reducir el edema pulmonar y hacer "reposar los pulmones". BIBLIOGRAFÍA 1. Ashbaugh DG, Bigelow DB, Petty TL et al. Acute respiratory distress in adults. Lancet 1967; 2:319-323. 2. Hopeweil PC Murray JF. The adult respiratory distress syndrome. Ann Rev Med 1976; 27:343-356. 3. Lyrene RK, Truog WE. Adult respiratory distress syndrome in a pediatric intensivo care unit: Predisposing conditions, clinical course and outcome. Pediatrics 1 9 8 1 ; 67:790-795. 4. Rinaldo JE, Rogers RM. Adult respiratory distress syndrome: Changing concepts of lung injury and repair. N Engí J Med 1982; 306:900-909. 5. Fowler AA, Hamman RF, Good JT et al. Adult respiratory distress syndrome: risk with common predispositions. Ann Intern Med 1983; 98:593-597. 6. Pepe PE, Potkin RT, Holtman D, Hudson LD, Carrico CJ. Clinical predictors of the adult respiratory distress syndrome. Am J Surg 1982; 144:124-130. 7. Lung Program, National Heart Lung Institute. Respiratory disease: task forcé on problems, research approaches, needs. Washington, D.C.: Government Printing Office, 1972; 1 7 1 (DHEW publication no. [NIH] 8. Hudson LD, ed. Adult respiratory distress syndrome. Semin RespirMed 1 9 8 1 ; 2:99-174. 9. Till GO, Johnson KJ, Kunkel R, Ward PA. Intravascular activation of complement and acule lung injury. J Clin Invest 1982; 69:1.126-1.135. 10. Hammerschmidt DE, Hudson LD, Weaver LJ, Craddock PR, Jacob HS. Association of complement activation and elevated plasma C5a with adult respiratory distress syndrome. Lancet 1980; 1:947-949. 1 1 . Modig J, Borg T, Wegenius G et al. The valué of variables of disseminated intravascular coagulation in the diagnosis of adult respiratory distress syndrome. Acta Anaesthesiol Scand 1983; 27:369-375. 12. Bone RC, Francis PB, Pierce AK. Intravascular coagulation associated with the adult respiratory distress syndrome. Am J Med 1976; 61:585-589. 13. Heffner JE, Sahn SA, Repine JE. The role of platelets in the adult respiratory distress syndrome. Am Rev Respir Dis 1987; 135:482-492. 14. Matthay MA, Echenbacher WL, Goetzl EJ. Elevated concentrations of leukotriene D4 in pulmonary edema fluid ofpatients with the adult respiratory distress syndrome. J Clin Immunol 1984; 4:479-483. 15. Brigham KL, Owen PJ. Increased sheep lung vascular permeability caused by histamine. Circ Res 1975; 37:647-657. 16. Brigham KL, Owen PJ. Mechanism ofthe serotonin effect on lung transvascular fluid and protein movement in awake sheep. Circ Res 1975; 36:761-770. 17. Tale R, Repine J. Neutrophils and the adult respiratory distress syndrome. Am Rev Respir Dis 1983; 128:552-559. 18. Thommasen HV, Russell JA, Boydo WJ et al. Transient leucopenia associated with adult respiratory distress syndrome. Lancet 1984; 809-812. 19. Zimmerman GA, Renzetti AD, Hill HR. Functional and metabolic activity of granulocytes from patients with adult respiratory distress syndrome: Evidence for activated neutrophils in the pulmonary circulation. Am Rev Respir Dis 1983; 127:290-300. 20. Hallgren R, Borg T, Venge P et al. Signs of neutrophil and eosinophil activation in adult respiratory distress syndrome. Crit Care Med 1984; 12:14-18. 56 J. IASHA SZNAJDER.-EDEMA PULMONAR NO CARDIOGÉNICO 2 1 . Baldwin S, Grum C, Boxer L et al. Oxidant activity in expired breath of patients with adult respiratory distress syndrome. Lancet 1986; 1 1 - 1 4 . 22. Sznajder JI, Fraiman A, Crawford G et al. Increased oxidant activity in expiratory breath of patients with hypoxemic respiratory failure. Am Rev Respir Dis 1987; 135:A264. 23. Ognibene F, Martín S, Parker M et al. Adult respiratory distress syndrome in patients with severe neutropenia. N Engí J Med 1986; 315:547-580. 24. Guyton AC, Lindsey AW. Effect of elevated left atrial pressure and decreased plasma protein concentration on the development ofpulmonary edema. Circ Res 1959; 7:649. 25. Hall JB, Wood LDH. Acule hypoxemic respiratory failure. Med Grand Rounds 1984; 3:183-195. 26. StaubNC. Pulmonary edema. Physiol Rev 1974; 54:678-811. 27. Zumsteg TA, Havill AM, Gee MH. Relationships among lung extravascular fluid compartments with alveolar flooding. J Appl Physiol 1982; 53:267-271. 28. Fein A, Grossman RF, Jones JG et al. The valué of edema fluid protein measurement in patients with pulmonary edema. Am J Med 1979; 67:32-38. 29. Sprung C, Long W, Marcial E et al. Distribution ofproteins in pulmonary edema. The valué of fractional concentrations. Am Rev Respir Dis 1987; 136:957-963. 30. Snapper JR. Lung mechanics in pulmonary edema. En: Clin Chest Med, Matthay MM, editor 1985; 393-412. 3 1 . Snapper JR, Hutchison AA, Ogietree ML et al. Effects of cyclooxygenase inhibitors on the alterations in lung mechanics caused by endotoxemia in unanesthetized sheep. J Clin Invest 1983; 72:63-76. 32. Hutchison AA, Hinson JM, Brigham KL et al. Effect ofendotoxin on airway responsiveness to aerosol histamine in sheep. J Appl Physiol 1983; 54:1.463-1.468. 33. Hutchison AA, Ogietree ML, Snapper JR et al. Effect of endotoxemia on hypoxic pulmonary vasoconstriction in unanesthetized sheep. J Appl Physiol 1985; 58:1.463-1.468. 34. Katzenstein AL, Bloor CM, Liebow A. Diffúse alveolar damage: The role ofoxygen, shock and related factors. Am J Path 1976; 85:210-228. 35. Coalson JJ. Pathophysiologic features of respiratory distress in the infant and adult. En: Critical Care, State of the Añ, 1982; Shoemaker WC and Thompson WL, editors. Fullerton CA; Al-28. 36. Pratt PC, Vollmer RT, Shelbume JD et al. Pulmonary morphology in a multihospital collaborative extracorporeal membrane oxygenation project. I. Light microscopy. Am J Path 1979; 95:191214. 37. Dantzker DR. Gas exchange in acule lung injury. En: Crit Care Clin 1986; Wiedmann HP, Matthay MA and Matthay RA, editors; 527-536. 38. Dantzker DR, Brook CH, DeHart P et al. Gas exchange in adult respiratory distress syndrome and the effects of positive endexpiratory pressure. Am Rev Respir Dis 1979; 1.120:1.039-1.052. 39. Hallman M, Spragg R, Harrell JH. Evidence ofiung surfactant abnormality in respiratory failure. Study of bronchoalveolar lavage phospholipids, surface activity, phospholipase activity and plasma myosinositol. J Clin Invest 1982; 70:673-683. 40. Liau DF, Barrett CR, Bell AL, Ryan SF. Functional abnormalities of lung surfactant in experimental acule alveolar injury in the dog. Am Rev Respir Dis 1987; 136:395-401. 41. Petty TL, Reiss OK, Paúl GW et al. Characteristics ofpulmonary surfactant in adult respiratory distress syndrome associates with trauma and shock. Am Rev Respir Dis 1977; 115:531-536. 42. Petty TL, Silvers GW, Paúl GW et al. Abnormalities in lung elastic properties and surfactant function in adult respiratory distress syndrome. Chest 1979; 75:571-574. 43. Cochrane C, Spragg R and Revak S. Pathogenesis of adult respiratory distress syndrome. Evidence of oxidant activity in bronchoalveolar lavage fluid. J Clin Invest 1983; 71:754-761. 44. Fox R. Prevention of granulocyte-mediated oxidant injury in rats by a hydroxyl radical scavenger, dimethyithiourea. J Clin Invest 1984; 74:1.456-1.464. 45. Jacobs E, Bone R. Therapeutic implications of acule lung injury. En: Crit Care Clin 1986; Wiedemann H, Matthay M and Matthay R, editors, 2:615-628. 46. Kopolovic R, Thrailkill K, Mañin D et al. Effects of ibuprofen on a porcine model of acule respiratory failure. J Surg Res 1984; 36:300-305. 47. Hoffman W, Erhart I. Permeability edema in dog lung depleted ofblood components. J Appl Physiol 1984; 57:147-153. 48. Fowler A, Heyers T, Fisher B, Bechard D, Centor R, Webster R. The adult respiratory distress syndrome: Cell populations and 57 soluble mediators in the air spaces of patients at high risk. Am Rev Respir Dis 1987; 136:1.225-1.231. 49. Ogietree M, Brigham K. The effect of cyclooxygenase inhibitors on pulmonary vascular responses to endotoxin in unanesthetized sheep. Prostaglandins Leuk Med 1982; 8:489-502. 50. Krausz M, Utsunomiya T, Dunham B et al. Inhibition of permeability edema with imidazole. Surgery 1982; 92:299-308. 51. Seeger W, Menger M, Walmrath D, Becker G, Grimminger F, Neuhof H. Aracidonic acid lipoxygenase pathways and increased vascular permeability in isolated rabbit lungs. Am Rev Respir Dis 1987; 136:964-972. 52. Mayers I, Long GR, Breen P, Wood LDH. The effects of indomethacin on edema and gas exchange in canine acid aspiration. Resp Physiol 1987; 69:149-160. 53. Bernard G, Luce J, Sprung CL et al. High-dose corticosteroids in patients with ARDS. N Engí J Med 1987; 317:1.565-1.570. 54. Nieman G, Bredenberg C. High surface tensión pulmonary edema induced by detergent aerosol. J Appl Physiol 1985; 58:1291.365. 55. Albert R, Lakshminarayan S, Hildebrandt J et al. Increased surface tensión favors pulmonary edema formation in anesthetized dogs' lungs. J Clin Invest 1979; 63:1.015-1.018. 56. Notter R, Finkelstein J. Pulmonary surfactant: An interdisciplinary approach. J Appl Physiol 1984; 57:1.613-1.624. 57. Matalón S, Holm BA, Notter RH. Mitigation of pulmonary hyperoxic injury by administration of exogenous surfactant. J Appl Physiol 1987; 62:756-761. 58. Zucker AR, Wood LDH, Curet-Scott M, Sznajder JI. Extracorporeal membrane oxygenation (ECMO) reduces edema formation after kerosene lung injury in dogs. Am Rev Resp Dis 1987; 135:A8. 59. Lachman B, Bergmann K. Surfactant replacement improves thorax-lung compliance and survival rale in mice with influenza infection. Am Rev Respir Dis 1987; 135:A6. 60. Richman PS, Spragg RG, Merritt TA, Robertson B, Cursted T. Administration ofporcine-lung surfactant to humans with ARDS: Initial experience. Am Rev Respir Dis 1987; 135:A5. 61. Zelter M, Escudier BJ, Hoeffel JM, Murray JF. Effects of artificial surfactant (Exosurf) in sheep with oleic acid-induced (OA) lung injury. Am Rev Respir Dis 1987; 135:A6. 62. Shapiro BA, Cañe RD, Harrison RA et al. Changes in intrapulmonary shunting with administration of 100% oxygen. Chest 1980; 77:138-141. 63. Deneke S, Fanburg B. Nonnobaric oxygen toxicity ofthe lung. N Engí J Med 1980; 303:76-86. 64. Taylor A, Martín D, Parker J. The effect ofoxygen radicáis on pulmonary edema formation. Surgery 1983; 94:433-438. 65. Morita SH, Snider MT, Inada Y. Increased N-pentane excretionin humans: a consequence of pulmonary oxygen exposure. Anesthesiology 1986; 64:730-733. 66. Jackson RM. Pulmonary oxygen toxicity. Chest 1985; 88:900905. 67. Malo J, Ali J, Wood LDH. How does positive end-expiratory pressure reduce intrapulmonary shunt in canine pulmonary edema? J Appl Physiol 1984; 57:1.002-1.010. 68. Paré PD, Warriner B, Baile EM et al. Redistribution of pulmonary extravascular water with positive end-expiratory pressure in canine pulmonary edema. Am Rev Respir Dis 1983; 127:590-593. 69. Pepe PE, Hudson LD, Carrico CJ. Early application of positive end-expiratory pressure in patients at risk for the adult respiratory distress syndrome. N Engí J Med 1984; 311:281-286. 70. Hopeweil PC. Failure of positive end-expiratory pressure to decrease lung water contení in alloxan-induced pulmonary edema. Am Rev Respir Dis 1979; 120:813-819. 71. Demling RD, Staub NC, Edmunds LH. Effects of endexpiratory pressure on accumulatíon of extravascular lung water. J Appl Physiol 1975; 38:907-912. 72. Staub NC, Nagano H, Pearce ML. Pulmonary edema in dogs, especially the sequence of fluid accumulatíon in lung. J Appl Physiol 1967; 22:227-240. 73. Prewitt RM, Oppenheimer L, Sutherland JB, Wood LDH. Effects of positive end-expiratory pressure on left ventricular mechanics in patients with acute hypoxemic respiratory failure. Anesthesiology 1981; 55:409-415. 74. Prewitt RM, McCarthy J, Wood LDH. Treatment of acute low pressure pulmonary edema in dogs. Relativo effects ofhydrostatic and oncotic pressure, nitroprusside and PEEP. J Clin Invest 1981; 67:409-418. 75. ScharfSM, Caldini PB, Ingram RH. Cardiovascular effects of increasing airway pressure in the dog. Am J Physiol 1977; 232:H3543. 35 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 76. Jardín F, Farcot J, Boisant L et al. Influence of positive end-expiratory pressure on left ventricular performance. N Engí J Med 1981; 304:387-392. 77. KJrby RR, Downs JB, Civetta JM et al. High level positive end-expiratory pressure (PEEP) in acute respiratory insufficiency. Chest 1975; 67:156-163. 78. Kolobow T, Moretti M, Fumagalli R et al. Severe impairment of lung function induced by high peak airway pressure during mechanical ventilation: An experimental study. Am Rev Respir Dis 1987; 135:312-315. 79. Wood LDH, Prewitt RM. Cardiovascular management in acule hypoxemic respiratory failure. Am J Cardiol 1981; 47:963-972. 80. Crandall ED, Staub NC, Goldberg HS, Effros RM. Recent developments in pulmonary edema. Ann Intem Med 1983; 99:808822. 81. Schumacker PT, Wood LDH. Limits of aerobio metabolism in critical illness. Chest 1984; 85:453-454. 82. Nanjo S, Bhattacharva J, Staub NC. Concentrated albumin does not affect lung edema formation after acid instillation in the dog. Am Rev Respir Dis 1983; 128:884-9. 83. Taylor AE. Capillary fluid filtration, starling forces and lymph flow. Cir Res 1981; 49:557-573. 84. Sznajder JI, Zucker AR, Wood LDH, Long GR. The effects of plasmapheresis and hemofiltration on canine acid aspiration pneumonitis. Am Rev Respir Dis 1986; 134:222-228. 85. Hakim RM, Breillat J, Lazaras JM, Port FK. Complement activation and hypersensitivity reactions to dialysis membranes. N Engí J Med 1984; 311:878-882. 86. Garella S, Chang BS. Hemodialysis-associated hypoxemia. Am J Nephrol 1984; 4:273-279. 87. Eisenberg PR, Hansbrough JR, Anderson D, Schuster DP. A 36 prospective study of lung water measurements during patient management in an intensive care unit. Am Rev Respir Dis 1987; 136:662668. 88. Humphrey H, Sznajder JI, Wood LDH, Silverstein M, Hall J. Reduction of pulmonary capillary wedge pressure is associated with improved survival in patients with ARDS. Am Rev Respir Dis 1987; 135:A428. 89. Moshenifar Z, Goldback P, Tashkin DP et al. Relationship between 0¡ delivery and O, consumption in the adult respiratory distress syndrome. Chest 1983; 84:267-271. 90. Cain SM. Oxygen delivery and uptake in dogs during anemic and hypoxic hypoxia. J Appl Physiol 1977; 42:228-234. 91. Annat G, Víale JP, Percival C, Froment M, Motin J. Oxygen delivery and uptake in the adult respiratory distress syndrome. Am Rev Respir Dis 1986; 133:999-1.001. 92. Reyes A, Roca J, Rodríguez-Roisin T, Torres A, Ussetti P, Wagner PD. Effect ofalmitrine on ventilation-perfusion distribution in adult respiratory distress syndrome. Am Rev Respir Dis 1988; 137:1.062-1.067. 93. Zapol WM, Snider MT, Hill JD el al. Extracorporeal membrane oxygenation in severe acute respiratory failure. A randomized prospective study. JAMA 1979; 242:2.193-2.196. 94. Bartiett RH, Toomasian J, Roloff D, Gazzaniga AB, Corwin AG, Rucker R. Extracorporeal membrane oxygenation (ECMO) in neonatal respiratory failure. 100 cases. Ann Surg 1986; 204:236-245. 95. Gattinoni L, Pesenti A, Mascheroni D et al. Low-frequency positive-pressure ventilation with extracorporeal C0¡ removal in severe acute respiratory failure. JAMA 1986; 256:881-886. 96. Sznajder JI, Yanos J, Meller J, Curet-Scott M, Crawford G, Wood LDH. Changes in pulmonary blood flow do not affect pulmonary edema clearance. Physiologist 1987; 30:146A. 58 COMUNICACIÓN BREVE LA VENTILACIÓN EN EL CICLO MENSTRUAL E. García Pachón, P. Casan, M. Solans, J. Canet y J. Sanchis Unitat de Funció Pulmonar. Hospital de la Santa Creu i de Sant Pau. Barcelona. Para estudiar las modificaciones que produce el ciclo menstrual en la ventilación, analizamos los índices del patrón ventilatorio en reposo en 11 mujeres en edad fértil y con ciclo menstrual normal. Se observó un ligero aumento de la ventilación (p < 0,05) en la fase luteínica conseguido por la conjunción, a pequeña escala, de unos cambios no significativos del patrón ventilatorio con el probable aumento del impulso neural y el incremento muy ligero del V^, disminución del tiempo espiratorio y la pausa teleespiratoria y aumento de la relación tiempo inspiratorio/tiempo total. Los cambios no se correlacionaron con los niveles plasmáticos de progesterona. Ventilation during menstrual cycle To evalúate the changes in ventilation during the menstural cycle we investigated the resting ventilatory indexes in 11 témales in fertile age and with normal menstrual cycles. A mild increase in ventilation (p < 0,05) during luteinic phase was found. It was due to the summation, in a small degree, of nonsignificant changes of the respiratory pattern with the probable increase in neural drive and the very slight increase in Vf, a decrease in expiratory time and end-expiratory pause, and an increase in the inspiratory time/total time ratio. 1 hese changes were not correlated with the progesterone plasma levéis. Arch Bronconeumol 1990: 26:37-39. Introducción Material y métodos La hiperventilación y el descenso de la pCO¡ en el embarazo' y durante la fase luteínica del ciclo menstrual2 son hechos bien conocidos desde hace varias décadas y atribuidos al incremento de los niveles plasmáticos de progesterona3'4. El aumento de la ventilación también se produce cuando se administra progesterona a varones sanos5. A raíz de estos hallazgos, la progesterona se ha empleado, con finalidad terapéutica y resultados limitados, en varias patologías respiratorias6'7. No obstante, el mecanismo por el cual se produce el aumento de la ventilación es poco conocido. El propósito de nuestro trabajo fue estudiar las modificaciones que produce el ciclo menstrual en la ventilación, mediante el análisis de los índices del patrón ventilatorio en reposo en un grupo de mujeres en edad fértil. Se estudiaron 13 mujeres con edades comprendidas entre 24 y 38 años (30 ± 4 años) que aceptaron voluntariamente su pañicipación. Todas eran no fumadoras, carecían de antecedentes clínicos de interés y no tenían síntomas respiratorios durante el estudio. Presentaban ciclos menstruales regulares y ninguna tomaba medicamentos ni contraceptivos orales. La fase del ciclo se determinó a partir de la historia menstrual y mediante la medición de progesterona plasmática por radioinmunoensayo. En cada una de las mujeres se realizó una espirometría forzada, el registro del patrón ventilatorio en reposo y una extracción de sangre para la determinación de la progesterona plasmática, en ambas fases del ciclo, empezando el estudio en una u otra aleatoriamente (día 7 ± 1 de la fase folicular y día 21 ± 2 de la luteínica). El patrón ventilatorio se registró a partir de un neumotacógrafo conectado a un equipo Hewlett Packard 9825A (Hewlett Packard, Palo Alto, CA, USA) que controlaba un programa especialmente diseñado8 y que permitió el cálculo promedio durante 5 minutos de los siguientes índices de la respiración en reposo: ventilación minuto (Vg), volumen circulante (Vy), frecuencia (f), tiempo inspiratorio (T;), tiempo espiratorio (Tg), tiempo total (T,()(), T¡/Tto,, pausa teleespiratoria (eeP) y flujo medio inspiratorio (V-p/Ti). El registro se realizó el mismo día de la extracción sanguínea, con la mujer cómodamente sentada y tras unos minutos de adaptación al equipo de medición. La significación estadística (p < 0,05) de las posibles diferencias en las variables ventilatorias entre las dos fases del ciclo se analizó Recibido el 20-6-1989 y aceptado el 27-6-1989. 61 37 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 con el test de t para datos apareados, previa comprobación de su distribución gaussiana. Para estudiar la relación entre la progesterona y las modificaciones ventilatorias se utilizó el coeficiente de correlación lineal de Pearson. TABLAI Valores promedio en ambas fases del ciclo menstrual Fase del ciclo Resultados Los resultados corresponden a 11 mujeres que completaron el estudio y presentaron un ciclo menstrual sin alteraciones. Las dos mujeres restantes fueron excluidas del análisis al detectarse, mediante la determinación de progesterona, que no se había producido ovulación. En la tabla I se expresan los resultados obtenidos en la fase folicular y luteínica (en media y desviación típica) de los valores de progesterona plasmática, las variables del patrón ventilatorio y la espirometría (éstos en porcentaje sobre el valor de referencia9). Los valores espirométricos estaban en el margen de referencia, sin diferencias significativas entre los obtenidos en ambas fases. El único índice del patrón ventilatorio que mostró un incremento estadísticamente significativo, en la fase luteínica del ciclo fue la ventilación (VE). Las diferencias observadas en el resto de los índices estudiados no fueron significativas. No obstante, cabe comentar una disminución del T^, (p = 0,19) con un descenso del Tg (p = 0,11), sin modificación del Tí y la disminución de la pausa telespiratoria con el aumento del Ti/T^ (p = 0,08). El flujo medio inspiratorio mostró un muy ligero incremento, lo que al no cambiar el T|, produjo también un muy ligero aumento del V-y. No se observó correlación significativa entre los valores de progesterona y su incremento, con la variación del resto de las variables estudiadas. Discusión Al comparar los cambios de las variables respiratorias en ambas fases del ciclo, la única que alcanzó significación estadística fue el aumento de la Vg durante la fase luteínica. Ya previamente Schoene et al10 y White et al" observaron el aumento de Vg en mujeres sanas, si bien el incremento descrito por los últimos autores no era significativo. El mismo resultado se obtiene al administrar a varones medroxiprogesterona, una progesterona sintética5-12. El incremento de Ve que encontramos es del orden de 0,581, es decir, de menos del 10%. Este aumento de la ventilación podría atribuirse, en parte, al incremento del metabolismo, reflejado por el incremento de la temperatura corporal tras la ovulación, pero el efecto continúa incluso cuando la temperatura se normaliza5. Lo reducido del cambio no sorprende si se tiene en cuenta que la demanda metabólica no varia significativamente en ambas fases del ciclo", por lo que el aumento de Vg es independiente o, más aún, se produce a pesar de la estabilidad de las necesidades metabólicas. Durante el embarazo, en que los niveles de progesterona y las demandas metabólicas son superiores, el incremento en la Vg en reposo es de alrededor del 50 %13. Los cambios en las variables del patrón ventilatorio obser38 FVC (% v. ref.) FEV, (% v. ref.) FEV]/FVC (%) Progesterona (nmol/1-') Ve (1/min-') V-r(l) f(ciclos/min -l ) T,(s) TE(S) T,ot (s) Ti/Tto, eeP (s) VT/T, (1/s-') Folicular Luteínica 104(11) 102(11) 79(4) 107(13) 104(12) 80(4) 4,50(1,96) 7,69 (1,82) 0,60(0,14) 13,1 (3,3) 1,8 (0,5) 3,0 (0,7) 4,9 (1,3) 0,38 (0,04) 0,15 (0,25) 0,37 (0,09) 57,93 (48,23)** 8,27(2,31)* 0,61 (0,11) 13,7 (3,2) 1,8 (0,5) 2,8 (0,6) 4,7 (1,0) 0,40 (0,03) 0,09 (0,08) 0,38 (0,09) Los valores entre paréntesis corresponden a la desviación típica. v. ref.: valor de referencia9; *: p < 0,05; •*: p < 0,01. vados en nuestro estudio son, lógicamente, escasos y sin trascendencia fisiológica, debido al pequeño incremento de la VE y a la conocida variabilidad de los propios datos14, lo que hace que dichos cambios no alcancen significación estadística en un grupo de 11 voluntarias. No obstante, las modificaciones, en su conjunto, ofrecen una visión coherente de cómo puede variar la curva de flujo-tiempo de la respiración en esta situación para aumentar la VE. El Vy se incrementa muy ligeramente. Este aumento ha sido descrito tanto en la fase luteínica del ciclo menstrual" como en hombres a los que se administra medroxiprogesterona5-12. Los datos disponibles en la literatura5'12'13'15 muestran, al igual que nuestras observaciones, una variación muy escasa de la frecuencia, con una tendencia al aumento al incrementarse la progesterona. En nuestras voluntarias el T¡ no varió, mientras que el TE y la eeP se redujeron, de forma que, en conjunto, el Tío, disminuye y el Ti/T,^ aumenta. El punto de actuación de la progesterona ha sido objeto de diversas hipótesis16, y actualmente se acepta su localización a nivel central4. Aunque en nuestro estudio no medimos la presión de oclusión, se ha descrito un aumento de la Po.i en la fase luteínica del ciclo10. De acuerdo con esta observación, nosotros hemos hallado un aumento, aunque muy pequeño, del flujo medio inspiratorio, índice del impulso neuromuscular'7 que muestra una buena correlación con la presión de oclusión18. Al igual que otros autores10, tampoco hemos encontrado correlación significativa entre el incremento de los valores de progesterona y de las otras variables analizadas. Probablemente la acción de la progesterona no depende únicamente de sus niveles plasmáticos sino también del número de receptores disponibles para la hormonal9. El efecto de la progesterona sobre la ventilación tampoco parece depender del poder luteinizante15. Cuando se utilizan diversos preparados sintéticos con poder luteinizante diferente, el incremento ventilatorio que se obtiene es independiente del poder del producto'5. 62 E. GARCÍA PACHÓN ET AL.-LA VENTILACIÓN EN EL CICLÓ MENSTRUAL En conclusión, podemos afirmar que las diferencias de la ventilación en las dos fases del ciclo menstrual son escasas, como corresponde a dos situaciones sin importantes diferencias en la demanda metabólica. Consisten en un ligero aumento de la Vg en la fase luteínica. Este aumento se produce por la conjunción, a pequeña escala, de unos cambios no significativos en la curva flujo-tiempo con un probable aumento del impulso neural y un incremento muy escaso del V-r Y de la f, ésta a expensas de disminuir el Tg y la eeP. Los cambios se producen con el incremento de la progesterona pero no de forma lineal, por lo que es posible que otros factores, como el número de receptores de progesterona, tengan un papel importante en el incremento de la VE en la fase luteínica del ciclo. Agradecimiento Al Dr. J. Rodríguez Espinosa por la determinación de los niveles plasmáticos de progesterona y a los técnicos de la Unitat de Funció Pulmonar, por su colaboración en la medición del patrón ventilatorio. BIBLIOGRAFÍA 1. Hasselbaleh KA, Gammeltoft SA. Die Neutralitatsregulation des graviden Organismos. Biochem Z 1915; 68:206-264. 2. Plass ED, Oberst FW. Respiration and pulmonary ventilation in normal non-pregnant, pregnant and puerperal women with interpretation of acid-base balance during normal pregnancy. Am J Obstet Gynecol 1938; 35:441-452. 3. Dóring CK, Loeschcke HH, Ochwadt B. Über die blutgase in der schwangerschaft under besonderer berucksichtigung der arteriellen sauerstoffsattigung. Arch Gynák 1949; 176:746-758. 4. England SJ, Farhi LE. Fluctuations in alveolar C0¡ and in base excess during the menstrual cycle. Respir Physiol 1976; 26:157161. 63 5. Skatrud JB, Dempsey JA, Kaiser DG. Ventilatory response to medroxyprogesterone acétate in normal subjects: time course and mechanism. J Appl Physiol: Respir Environ Exercise Physiol 1978; 44:939-944. 6. Oír WC, Imes NK, Martin RJ. Progesterone therapy in obese patients with sieep apnea. Arch Intem Med 1979; 139:109-111. 7. Skatrud JB, Dempsey JA, Iber C, Berssenbrugge A. Correction of C0¡ retention during sieep in patients with chronic obstructive pulmonary diseases. Am Rev Respir Dis 1981; 124:260-268. 8. Diez Betoret JL. La forma de la curva de flujo aéreo en la adaptación respiratoria. Tesis Doctoral. Universitat Autónoma de Barcelona. Febrero 1989. 9. Roca J, Sanchis J, Agustí-Vidal A et al. Spirometric reference valúes for a mediterranean population. Bull Eur Physiopathol Respir 1986; 22:217-224. 10. Schoene RB, Robertdson HT, Pierson DJ, Peterson AP. Respiratory drives and exercise in menstrual cycles of athletic and nonathletic women. J Appl Physiol: Respir Environ Exercise Physiol 1981; 50:1.300-1.305. 11. White DP, Douglas NJ, Pickett CK, Weil JV, Zwillich CW. Sexual influence on the control of the breathing. J Appl Physiol: Respir Environ Exercise Physiol 1983; 54:874-879. 12. Schoene RB, Pierson DJ, Lakshminarayan S, Shrader DL, Butler J. Effect of medroxyprogesterone acétate on respiratory drives and occiusion pressure. Bull Eur Physiopathol Respir 1980; 16:645653. 13. Pernoll ML, Metcalfe J, Kovach PA, Wachtel R, Dunham MJ. Ventilation during rest and exercise in pregnancy and postpartum. Respir Physiol 1975; 25:295-310. 14. Canet J, Viñas J, Navajas D, Casan P, Sanchis J. Variability of the breathing pattem in normal at rest (abstract). Bull Eur Physiopathol Respir 1985; 21:27A. 15. Morikawa T, Tanaka Y, Maruyama R, Nishibayashi Y, Honda Y. Comparison of two synthetic progesterones on ventilation in normal males: CMA vs MPA. J Appl Physiol 1987; 63:1.610-1.615. 16. Lyons HA. Centrally acting hormones and respiration. PharmacTher 1976; 2:743-751. 17. Milic-Emili J. Recent advances in clinical assessment of control of breathing. Lung 1982; 160:1-17. 18. Derenne JP, Couture J, Iscoe S, Whitelaw A, Milic-Emili J. Occiusion pressures in men rebreathing CO^ under methoxyflurane anesthesia. J Appl Physiol 1976; 40:805-814. 19. Brodeur P, Mockus M, McMullough R, Moore LG. Progesterone receptors and ventilatory stimulation by progestin. J Appl Physiol 1986; 60:590-595. 39 NOTA CLÍNICA SECUESTRO PULMONAR BILATERAL INTRA Y EXTRALOBAR J.L. Bravo Bravo, M. Castañedo Allende, A. Roig Verge, J.L. Dolz Jordi*, M. Rivela Vázquez* y J. Cosío Mir* Sección de Cirugía Torácica y *Servicio de Radiología. Hospital Nuestra Señora de Covadonga. Oviedo. El secuestro pulmonar es una anomalía congénita consistente en una masa de tejido pulmonar displásico cuya vascularización arterial procede del árbol sistémico. El drenaje venoso puede ser igualmente hacia venas sistémicas, como es el caso del secuestro extralobar, o bien hacia las venas pulmonares en el caso del intralobar. Hacemos referencia al caso clínico de una paciente con cuadros neumónicos de repetición desde su infancia que fue diagnosticada de secuestro pulmonar bilateral. El descubrimiento de secuestros pulmonares dobles o bilaterales es excepcionalmente infrecuente y mucho más, como en el caso que nos ocupa, la aparición de secuestro intralobar en el hemitórax derecho y extralobar en el izquierdo. Intralobar and extralobar bilateral pulmonary sequestration Pulmonary sequestration is a congenital malformation consisting of a mass of dysplastic lung tissue with vascularization from systemic vessels. The venous drainage may aiso be to systemic veins, as in extralobar sequestration, or to pulmonary veins as in intralobar sequestration. We report a patient with recurrent pneumonia since childhood who was diagnosed of bilateral pulmonary sequestration. The finding of double of bilateral pulmonary sequestration is exceptional. The observation, as in the present patient, of intralobar right and extralobar left sequestrations is even more uncommon. Arch Bronconeumol 1990; 26:40-43 Introducción Caso clínico El secuestro pulmonar es una manifestación más del amplio espectro de anomalías congénitas broncopulmonares'. Su incidencia oscila entre el 0,15 y 6,4 % de las malformaciones congénitas del pulmón2. Es observado en el 1,5 % de todas las resecciones pulmonares3. Aunque fue Hubber4 en 1777 el primero en descubrir el aporte de sangre al pulmón a través de un vaso sistémico aberrante, el primer secuestro pulmonar, según Kohier5, debe ser atribuido a Rokitanski y Rektorzik, quienes lo describieron por separado en 1861. A pesar de ello, no es hasta 1946 cuando Pryce'-6 confiere a esta anomalía una entidad propia. La aparición de secuestros pulmonares bilaterales es poco frecuente. De esta manera, Juettner7 describe la existencia de un secuestro pulmonar bilateral en una paciente de 27 años y Savics, revisando un total de 546 casos de secuestros pulmonares, cita únicamente seis casos de secuestro intralobar y extralobar unilaterales y dos bilaterales pero sólo intralobares. Paciente de 22 años, mujer, fumadora de 20 cigarrillos al día, entre cuyos antecedentes patológicos destaca una neumonía en base izquierda durante la infancia, quedando desde entonces con tos habitual y expectoración. Posteriormente fue necresario su ingreso en dos ocasiones por neumonías en base pulmonar izquierda. Acude nuevamente por presentar cuadro de fiebre elevada, dolor pleurítico izquierdo, tos y expectoración purulenta de una semana de evolución que no mejoró con antibioticoterapia. En la exploración destaca únicamente una auscultación pulmonar con hipoventilación en la mitad inferior del hemitórax izquierdo siendo el resto compatible con la normalidad. El hemograma mostraba leucocitosis con desviación izquierda. Bioquímica y SMA normales. Rx tórax PA y L: Imagen de condensación en lóbulo inferior izquierdo acompañado de derrame. La punción de dicho derrame mostró un exudado con 80 % de polinucleares. Espirometría: CV 2.550 (76 %); VEMS 2.450; índice de Tiffeneau 96 %. Ante la sospecha de bronquiectasias en lóbulo inferior izquierdo se realiza broncografía en la que el lóbulo superior se muestra normal, sin embargo el lóbulo inferior está rechazado por un "efecto masa" de localización posterior. Se practican tomografías evidenciándose compresión extrínseca del lóbulo inferior izquierdo por una masa de aspecto sólido, con zonas quísticas, visualizándose una arteria nutricia procedente de la aorta abdominal. La TAC torácica muestra zonas avasculares en ambas bases pulmonares, más notable en el lado izquierdo, llegando hasta el tercio medio y que parece corresponder a una formación quística. El estudio esofagogástrico fue normal. El estudio angiográfico selectivo muestra la existencia de una arteria procedente de la aorta abdomi- Recibido e] 27-4-1989 y aceptado el 5-9-1989. 40 64 J.L. BRAVO ET AL.-SECUESTRO PULMONAR BILATERAL INTRA Y EXTRALOBAR Fig. 1. Arteria procedente de aorta abdominal dividiéndose en dos ramas que se dirigen hacia los secuestros. Fig. 2. Drenaje venoso derecho mediante dos ramas hacia vena pulmonar inferior. Drenaje venoso izquierdo directamente a aurícula izquierda. nal, dividida en dos ramas (fig. 1) dirigidas a cada una de las bases pulmonares respectivamente. El drenaje venoso del lado izquierdo parece finalizar en la aurícula izquierda directamente, mientras que el lado derecho parece desembocar en la vena pulmonar inferior a través de dos vasos venosos (fig. 2). Ante el diagnóstico de secuestro pulmonar se propone intervención quirúrgica, realizándose toracotomía bilateral en un solo acto quirúrgico. En primer lugar se practica toracotomía izquierda, evidenciándose un secuestro pulmonar, de un tamaño aproximado de 1 2 x 8 x 3 cm, de caracteres extralobares y fácilmente disecable del resto del pulmón al que comprime. Se realiza apertura del ligamento triangular localizando un vaso arterial sistémico, que tras un trayecto de 3-4 cm, se bifurca dando dos ramas, una para el secuestro izquierdo y otra para el derecho. Dicha división se produce dentro del hemitórax izquierdo, en donde se liga el tronco y sus dos ramas. El drenaje venoso se realiza directamente a la aurícula izquierda. Seguidamente se practica toracotomia derecha evidenciándose un secuestro intralobar en segmento paracardíaco. Se localiza la arteria nutricia y a continuación el drenaje venoso que se dirige, en dos vasos, hacia la vena pulmonar inferior. Se realiza segmentectomía atípica con sutura automática, tras ligar ambos vasos. Anatómicamente se trata en el lado izquierdo de un secuestro pulmonar extralobar, bien delimitado por tejido pleural y superficie lisa. El estudio histopatológico muestra abundantes dilataciones quísticas rellenas de material mucoso, así como dilataciones de espacios alveolares junto con tractos fibrosos y vasos congestivos. El secuestro derecho es de características intralobares, de aspecto liso y de un tamaño de 6 x 3 x 1,5 cm. Al corte se aprecia parénquima pulmonar denso y compacto. Histológicamente presenta vasos con paredes comprimidas, abundantes tractos fibrosos y presencia de abundantes macrófagos y moderado infiltrado inflamatorio crónico inespecifico. Habitualmente, el intralobar está cubierto por la misma pleura visceral que recubre al pulmón y su drenaje venoso se realiza hacia las venas pulmonares, aunque pueden ocurrir diversas anomalías con doble drenaje'. Los extralobares están completamente separados del pulmón, teniendo su propia pleura y su drenaje se realiza hacia vena ácigos, hemiácigos, intercostales, sistema portal o venas adrenales. La patogenia embriológica del secuestro es muy poco clara, existiendo numerosas hipótesis que intentan explicar su formación. Se han llegado a describir más de 40 teorías sobre dicho desarrollo. Actualmente dos de ellas parecen tener cierto predicamento, la de "atracción vascular" que sostiene una afectación primitiva vascular y la de aquellos que sugieren la existencia de esbozos pulmonares anómalos que arrastran al tejido vascular. El secuestro no se produce en el esbozo pulmonar normal, sino a partir de otro divertículo más caudal. Cuando la detección del suceso ocurre en las primeras fases de desarrollo del intestino anterior, el secuestro permanecerá libremente comunicado con el esófago o con la unión cardioesofágica mediante un conducto muscular epitelizado que, con frecuencia, permite el paso anómalo de sangre. Cuando el fenómeno ocurre en fases tardías, dará lugar a las formas incompletas, en las que la comunicación con el esófago ya no es permeable. Sin embargo, en la mayoría de estas malformaciones el divertículo esófago-bronquial se oblitera, quedando como única evidencia la persistencia de un aporte sanguíneo anómalo nacido del plexo esplácnico. Según estás teorías, la localización del secuestro puede evidenciar el momento de la injuria. Las protrusiones precoces nacidas del digestivo anterior pueden ser arrastradas por el resto del parénquima y englobadas en él, dando lugar a un secuestro intralobar. Por el contrario, las desarrolladas más tardíamente o a partir de una porción más caudal, permanecen Discusión El secuestro pulmonar se define como una masa displásica pulmonar que no presenta conexión normal con el árbol traqueobronquial ni con las arterias pulmonares, proviniendo el vaso que lo nutre de la aorta o de alguna de sus ramas9. Las comunicaciones del secuestro con el árbol bronquial son incompletas o inexistentes10. La mayor parte de los autores los dividen en intra y extralobares, dependiendo del drenaje venoso, la cubierta pleural y la presencia o no de comunicación con el tracto gastrointestinal o bronquial. 67 41 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 en situación extrapulmonar y adquieren recubrimiento pleural independiente. Otros autores como Stocker1' abogan por el origen adquirido del proceso. Para ellos el secuestro pulmonar intralobar puede comenzar como una obstrucción de una determinada zona del árbol traqueobronquial por material aspirado, procesos inflamatorios, etc, que provoca una neumonía distal. Su progresividad puede alterar la nutrición por la arteria pulmonar correspondiente. De esta manera la cronificación del proceso hace que se supla dicha vascularización por un vaso que discurre a través del ligamento pulmonar, procedente de la aorta6 ".El extralobar se desarrollaría como una ectopia completa de un segmento de tejido pulmonar en forma de lóbulo o segmento accesorio incluido en su propia pleura visceral6. Las manifestaciones clínicas suelen ser infecciones respiratorias recidivantes, aunque hay casos asintomáticos, siendo por tanto un descubrimiento radiológico9 12. También se han descrito síntomas cardiológicos dependientes de un fracaso cardíaco congestivo13 o por sobrecarga de la circulación pulmonar, ya que el shunt creado a través del secuestro puede originar un compromiso vascular significativo. Radiológicamente se pueden presentar en forma de masas sólidas de bordes mal delimitados como quistes o como procesos inflamatorios parenquimatosos9. A menudo, los extralobares se localizan entre el diafragma y el lóbulo inferior, aunque han podido observarse en mediastino, incorporados al diafragma o a la pared torácica, habiendo casos excepcionales como la situación retroperitoneal simulando una masa adrenal izquierda14. Más de dos terceras partes de los secuestros intralobares se localizan en lóbulos inferiores'5, describiéndose esporádicamente los casos de localización en lóbulos superiores. Ante la sospecha de un secuestro pulmonar existen numerosas exploraciones que pueden ayudamos a demostrar la existencia de un pedículo vascular aberrante. Entre ellas destacaremos la ecografía, tomodensitometría, TAC, resonancia magnética y angiografía2'6. La unión de TAC con angiografía selectiva han sido, hasta la actualidad, de gran ayuda. Sin embargo, en los últimos tiempos, la resonancia magnética es frecuentemente utilizada para definir y caracterizar el tamaño y curso de las anomalías vasculares encontradas15 '6. Este método, en algunos casos, puede obviar la necesidad de un procedimiento invasivo. A todo ello hemos de unir la angiografía por sustracción digital que ha venido a incrementar el arsenal de medios diagnósticos por imagen que pueden ser utilizados para valoración y diagnóstico de esta patología, puesto que el aporte arterial anómalo puede ser delineado por esta técnica mediante la inyección de contraste en una vena periférica6. Según Stocker" en una extensa revisión realizada por Savic en la que recoge 626 casos de secuestro pulmonar, el 15,8% presentaba más de una arteria. La rama arterial provenía de la aorta torácica en el 72,8 % (atravesando el ligamento pulmonar) y de la aorta abdominal en el 18,7 %. Histológicamente dicho 42 vaso está formado por fibras elásticas, también denominadas de "tipo pulmonar". Los secuestros suelen asociarse con otro tipo de anomalías. El intralobar lo hace aproximadamente en el 14 % de los casos, mientras que el extralobar suele hacerlo en el 50 %8. Las más frecuentes son la hernia diafragmática, comunicación con el tracto gastrointestinal9, duplicación gástrica3, anomalías vertebrales y malformación de grandes vasos". Podemos citar también divertículos esófago-bronquiales, deformidades del sistema esquelético, anomalías cardíacas, pericárdicas, renales, cerebrales, etc.8. El diagnóstico diferencial incluye neumonías, abscesos pulmonares, bronquiectasias o empiemas. También debe hacerse con quiste broncógeno, enterógeno, hernia de Bochdaleck, etc.12' '5. El tratamiento es quirúrgico. En los casos de secuestro extralobar es relativamente sencillo el separarlo del parénquima normal. En los secuestros intralobares, una vez ligada la arteria nutricia y el drenaje venoso, puede realizarse una resección atípica de la zona o segmentectomía. Dependiendo del tamaño podemos vemos abocados a la realización de una lobectomía para evitar dejar zonas desfuncionalizadas tras resecciones demasiado amplias. Resulta muy oportuno buscar el posible vaso, siempre que se esté practicando cualquier tipo de resección pulmonar por "lesión inflamatoria" en un niño o joven, especialmente cuando radica en lóbulo inferior izquierdo4, ante la posibilidad de que se trate de un secuestro. La lesión de dicho vaso puede ser difícilmente controlable. La aparición de secuestro pulmonar bilateral es extremadamente rara7. Wimbish" hace referencia en su trabajo a que sólo hay dos casos referidos en la literatura, aportando él mismo un tercer caso en un niño de 5 años con secuestro intrapulmonar bilateral, cuyo abordaje quirúrgico realizó en dos tiempos. Igualmente Karp17 hace referencia a un caso similar al que hemos descrito, en que la arteria procedente de la aorta se divide en dos ramas, una para cada hemitórax, siendo los dos secuestros intralobares, con drenaje, en ambos casos, a las venas pulmonares inferiores. En la misma línea, Savic8 en su revisión cita seis casos de secuestro intra y extralobar pero unilaterales y dos bilaterales pero sólo intralobares. El caso que nos ocupa es por tanto de una rareza excepcional. Tiene de singular la existencia de dos secuestros, intra y extralobar, con drenaje hacia la vena pulmonar y aurícula izquierda. La presencia de ambos secuestros parece poner en entredicho la teoría etiopatogénica adquirida, pareciendo abogar más a favor de una alteración en el desarrollo embrionario. Este caso, por las características descritas con anterioridad, habla por tanto a favor de la teoría congénita. La paciente evolucionó favorablemente, siendo reseñable que todos los estudios posteriores encaminados a observar anomalías asociadas fueron negativos. BIBLIOGRAFÍA 1. Wimbish KJ, Agha FP, Brady TM. Bilateral pulmonary sequestration: Computed tomographic appearance. AJR 1983; 140:689-690. 68 J.L. BRAVO ET AL.-SECUESTRO PULMONAR BILATERAL INTRA Y EXTRALOBAR 2. Miller PA, Williamson BRJ, Minor GR, Buschi AJ. Pulmonary sequestration: Visualization of the feeding artery by CT. J Comput Assist Tomogr 1982; 6:828-830. 3. Thornhill BA, Cho K.C, Morehouse HT. Gastric duplication associated with pulmonaty sequestration: CT manifestations. AJR 1982; 138:1.168-1.171. 4. Burford TH, Ferguson TP. Malformaciones congénitas pulmonares y enfisema. En: Sabiston DC, Spencer FC, Gibbon. Cirugía torácica. Barcelona, Salvat Editores SA 1980; 662-665. 5. Kohier R. Pulmonary sequestration. Acta Radiol (Diagn) (Stockh) 1969; 8:337-353. 6. Rius Chornet JM, Ros Mendoza LH. Manifestaciones angiográfícas del secuestro pulmonar. Revista CTV 1988; 6:184-189. 7. Juettner FM, Pinter HH, Lammer G, Popper H, Friehs GB. Bilateral intralobar pulmonary sequestration: Therapeutic implications. Ann Thorac Surg 1987; 43:660-662. 8. Savic B, Birtel FJ, Tholen W, Funke HD, Knoche R. Lung sequestration: Report of seven cases and review of 540 published cases. Thorax 1979; 34:96-101. 9. Choplin RH, Siegel MI. Pulmonary sequestration: Six unusual presentations. AJR 1980; 134:695-700. 69 10. Hoeffel JC, Bernard C. Pulmonary sequestration ofthe upper lobe in children. Radiology 1986; 160:513-514. 11. Stocker JT, Malczak HT. A study of pulmonary ligament arteries: relationship to intralobar pulmonary sequestration. Chest 1984; 86:611-615. 12. Lee RA, Nemceck AA. Complex mass at right lung base. Chest 1988; 94:397-399. 13. Ramsom JM, Norton JB, Williams GD. Pulmonary sequestration presenting as congestive heart faillure. J Thorac Cardiovasc Surg 1978; 76:378-380. 14. Baker EL, Gore RM, Moss AA. Retroperitoneal pulmonary sequestrations: Computed tomographic findings. AJR 1982; 138:956-957. 15. Oliphant L, McFadden RG, Carr TJ, Mackenzie DA. Magnetic resonance imaging to diagnose intralobar pulmonary sequestration. Chest 1987; 91:500-502. 16. Naidich DP, Rumancik WM, Lefleur RS, Estioko MR, Brown SM. Intralobar pulmonary sequestration: MR evaluation. J Comput Assist Tomogr 1987; 11:531-533. 17. Karp W. Bilateral sequestration ofthe lung. Am J Roentgenol 1977; 128:513-515. 43 NOTA CLÍNICA ENFERMEDAD DE CASTLEMAN PULMONAR: PRESENTACIÓN COMO NODULO SOLITARIO A. Aranda Torres, J.C. Barros Tizón, J. González-Carreró Fojón* y P. Fernández Martín* Sección de Neumología y •Servicio de Anatomía Patológica. Hospital Xeral de Vigo. Se presenta el caso de una enfermedad de Castieman en una mujer de 46 años, asintomática, con un nodulo pulmonar solitario. En la toracotomía el nodulo estaba situado junto al hilio pero intraparenquimatoso, bien delimitado, pero no encapsulado y desplazando las estructuras broncovasculares vecinas. Los hechos más relevantes que justifican esta presentación son la extraordinaria rareza en su forma de presentación como nodulo solitario y su origen en el pulmón. Pulmonary Castleman's disease presenting as solitary nodule An asymptomatic 46-year-old témale had Castleman's disease presenting as solitary lung nodule. During thoracotomy it was found that the nodule was next to the hilus but in an intraparenchymal situation. It was well limited but not encapsulated, and it displaced the neighboring structures. The most relevant facts which justify this report are the extreme rarity of the presentation as pulmonar} nodule and the pulmonary origin of the disease. Arch Bronconeumol 1990: 26:44-46 Introducción Caso clínico La hiperplasia angiofolicular linfoide (HAFL) fue descrita en 1954 por Castieman et al, como una hiperplasia ganglionar localizada en el mediastino '• 2 . Posteriormente se describieron casos de localización extramediastínica, que suponen el 29 % de los casos3, en territorios que contienen ganglios linfáticos y excepcionalmente en órganos y áreas totalmente extraganglionares como músculo esquelético, laringe, vulva, pulmón, pericardio, cráneo, etc.4-5. Hasta el presente se han publicado, en la literatura médica, cuatro casos de afectación exclusivamente en el pulmón4'6. El presente caso de HAFL o enfermedad de Castieman en su variedad hialinovascular (HV) localizado enteramente en posición intraparenquimatosa pulmonar, fue descubierto como nodulo solitario en una exploración radiológica de rutina, en una paciente asintomática. Sus características histológicas parecen excluir su génesis a partir de un ganglio linfático parabronquial intrapulmonar. Mujer de 46 años, asintomática, que es remitida a la consulta de Neumologia para estudio por el antecedente de un hijo afecto de fibrosis quística del páncreas; otro hijo de la paciente falleció a causa de enfermedad respiratoria en la infancia. La paciente no refiere otros antecedentes y la exploración física no revela datos patológicos. Analítica de rutina normal, excepto un cloro en sudor de 74 mEq/1. Radiografía de tórax: aumento de densidad de contomo redondeado, de unos 3 cm de diámetro, junto al hilio izquierdo (fig. 1). PPD con 2 UI, negativo. Broncofibroscopia: normal, con cultivo BK negativo y citología del BAS normal. Ecografía abdominal sin alteraciones. TAC torácico: Nodulo de 3 cm, redondeado, de densidad sólida, junto al hilio izquierdo, situado por detrás del bronquio del lóbulo superior izquierdo. Toracotomía exploradora: tumoración intraparenquimatosa en el lóbulo superior izquierdo en situación parahiliar; se realiza lobectomía. Anatomía patológica de la pieza quirúrgica: se aprecia en posición parahiliar un nodulo de 2,5 x 3 cm, bien delimitado pero no encapsulado, en situación intraparenquimatosa, cuya superficie de corte es homogénea, carnosa y de color blanco-grisáceo (fig. 2). Microscópicamente (fig. 3) el tumor está constituido por grandes folículos linfoides cuyos centros poseen una prominente vascularización con capilares de endotelio hiperplásico rodeados por acumules de un material amorfo, eosinófilo e hialino. Además de estos vasos se ven células centrofoliculares de aspecto epitelioide dispuestas en capas concéntricas. Los linfocitos maduros del manto folicular tienden igualmente a disponerse de modo concéntrico en "capa de cebolla". En el espacio interfolicular también se observa una llamativa vascularización y depósitos de material hialino, así como linfocitos y, Recibido el 18-9-1989 y aceptado el 10-10-1989. 44 70 A. ARANDA TORRES ET AL.-ENFERMEDAD DE CASTLEMAN PULMONAR: PRESENTACIÓN COMO NODULO SOLITARIO ocasionalmente, histiocitos, con mínima representación de células plasmáticas. En ninguna zona se encuentran estructuras compatibles con senos, ni se aprecia revestimiento capsular, estando el tumor en directa continuidad con el parénquima pulmonar adyacente, con desplazamiento de bronquios, bronquiolos y vasos en la periferia del nodulo. El diagnóstico anatomopatológico es de hiperplasia angiofolicular linfoide (HAFL) o enfermedad de Castieman, variedad HV, de localización intrapulmonar. Discusión La enfermedad de Castieman es conocida en la literatura por gran cantidad de sinónimos (hemangiolinfoma primario, hiperplasia ganglionar gigante, linforreticuloma folicular, hiperplasia ganglionar angiofolicular, hamartoma linfoide angiomatoso, linfoma gigante benigno, etc.) lo que revela lo obscura y controvertida que es, todavía hoy, su etiología y patogénesis. Se caracteriza histológicamente por hiperplasia de los folículos linfoides, que remedan los corpúsculos de Hassal tímicos, acompañada de una marcada proliferación vascular con hiperplasia endotelial. La etiología y patogénesis son desconocidas. Para el tipo HV existen teorías que la consideran un hamartoma, un cambio reactivo o hiperplásico peculiar, o bien un genuino proceso neoplásico, aunque benigno, del tejido linfoide4. El tipo plasmocelular (PC) es interpretado como una enfermedad inflamatoria de los ganglios linfáticos, pudiendo jugar un papel en su génesis un agente inflamatorio desconocido5. Las dos variedades o tipos histológicos presentan una marcada correlación clínica. El tipo HV, que responde más estrechamente a la descripción clásica de la enfermedad, estaría caracterizado por folículos linfoides con centros germinales hialinos hipervasculares rodeados por linfocitos dispuestos concéntricamente ("en capas de cebolla") y con un espacio interfolicular que presenta borramiento completo de senos, así como una marcada proliferación vascular; este tipo supone aproximadamente el 90 % de los casos y se presenta como un hallazgo casual en un paciente asintomático. El 73 tipo PC se caracteriza por la presencia de extensas áreas de células plasmáticas maduras en el espacio interfolicular, mientras que los folículos linfoides son de mayor tamaño y más activos que los observados en el tipo hialino-vascular. En muchos casos persisten, al menos de forma focal, remanentes de estructura ganglionar. Este tipo se asocia con frecuencia a un síndrome clínico sistémico caracterizado por astenia, anorexia y fiebre, acompañado por elevación de la VSG, hipergammaglobulinemia policlonal y plasmocitosis en médula osea; estas manifestaciones suelen desaparecer tras la resección quirúrgica de la masa4. Recientemente se ha descrito un proceso linfoproliferativo multicéntrico que se asemeja a la HAFL de cualquiera de sus dos tipos histológicos, con síntomas constitucionales severos similares a los de la variedad PC, linfadenopatías generalizadas y curso más agresivo con frecuente desarrollo de un linfoma maligno7. El presente caso fue detectado, como es habitual en la variedad HV, en el curso de una exploración radiológica de rutina en una paciente asintomática como 45 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 un nodulo pulmonar solitario. De los cuatro casos conocidos en la literatura4'6, sólo uno4 se describe como un nodulo pulmonar de l,5cm de diámetro, redondo y no calcificado, del tipo HV. Nuestro caso, además de la extraordinaria rareza de su localización como nodulo intrapulmonar, presenta llamativas peculiaridades histológicas como la total ausencia de arquitectura ganglionar y la inexistencia de un revestimiento capsular, observándose directa continuidad de la celularidad linfoide tumoral respecto al parénquima pulmonar adyacente al que desplaza y comprime pero no infiltra. Estos datos favorecen el origen "de novo" del tumor, sin que asiente aparentemente sobre un ganglio linfático intrapulmonar previo. Hasta el presente se han efectuado escasos estudios inmunohistoquímicos, enzimáticos o citogenéticos de la variedad HV de la enfermedad de Castieman, que contribuyan a dilucidar su naturaleza. Los estudios de Carbone et al8 apoyan una etiología reactiva o hiperplásica, descartando la naturaleza neoplásica del proceso, aunque podría ser que la presencia de un antígeno tumoral o infeccioso originara esta lesión benigna, posiblemente emparentada con los llamados pseudolinfomas pulmonares. 46 Finalmente señalar que se debe añadir la enfermedad de Castieman a la ya larga lista de causas de nodulo pulmonar solitario. BIBLIOGRAFÍA 1. Castieman B. Case records Massachussets General Hospital. N. 40.011. N Engí J Med 1954; 250:26-30. 2. Castieman B, Iverson L, Menéndez V. Localized mediastinal lymph-node hyperplasia resembling thymoma. Cáncer 1956; 9:822830. 3. Rosai J, Levine GD. Atlas of tumor pathology. Vol. 13. Tumors ofthe tymus. Armed Forces Institute of Pathology. Bethesda 1976; 213-219. 4. Keller AR, Hochholzer L, Castieman B. Hyaline-vascular and plasma-cell types of giant lymph node hyperplasia of the mediastinum and other locations. Cáncer 1972; 29:670-683. 5. Frizzera G. Castleman's disease: more questions than answers. Hum Pathol 1985; 16:202-205. 6. Sethi G, Kepes JJ. Intrathoracic angiomatous lymphoid hamartomas. J Thorac Cardiovasc Surg 1971; 61:657-660. 7. Frizzera G, Massarelli G, Banks PM, Rosai J. A sistemic lymphoproliferative disorder with morphologic features of Castieman's disease: pathological findings in 15 patients. Am J Surg Pathol 1983; 7:211-231. 8. Carbone A, Mancone R, Volpe R, Poletti A, De Paili P, Tirelli U, Santini G. Immunohistochemical, enzyme histochemical and immunologic features of giant lymph node hyperplasia of the hyaline-vascular type. Cáncer 1986; 58:908-916. 74 quial izquierdo, por lo que se decidió la realización de una arteriografía pulmonar para demostrar la inexistencia de arteria pulmonar, aunque no pudo obtenerse el consentimiento de los pacientes. Alternativamente, pudo realizarse una gammagrafla de perfusión que demostró la ausencia de perfusión de las zonas afectas. La combinación de los hallazgos citados sugiere encontramos ante una AP. El interés de comunicar estos casos es el de tener en cuenta el diagnóstico de aplasia pulmonar ante la sospecha de una atelectasia total de pulmón6, aunque se presente en edades adultas. La utilización de las técnicas endoscópicas supone una ayuda muy importante para su diagnóstico, que además complementada con la angiografía, confirma definitivamente esta anomalía del desarrollo. CARTAS AL DIRECTOR Aplasia pulmonar diagnosticada en edad adulta. A propósito de dos casos Sr. Director. La aplasia pulmonar (AP) es una alteración del desarrollo, que consiste en la ausencia completa de uno o ambos pulmones, con la presencia de un esbozo rudimentario de bronquio con terminación en fondo de saco, no existiendo ni vasos ni parénquima. Se trata de una alteración relativamente infrecuente, habiendo sido encontrada en 1 de cada 10.000 radiografías de tórax'. Generalmente se diagnostican en edades tempranas de la vida, lo que puede ser debido a su frecuente asociación con otras malformaciones del desarrollo. Sin embargo, no es raro el realizar el diagnóstico de AP en personas de edad adulta, como son los casos que presentamos en este trabajo. Caso 1: Mujer de 55 años con antecedentes tabáquicos leves y que cumplía criterios de bronquitis crónica. Ingresa por presentar un cuadro de reagudización infecciosa e insuficiencia cardíaca derecha. En la exploración clínica destacaba: abolición de los ruidos respiratorios y de la transmisión de las vibraciones vocales en campos medio e inferior izquierdos. Radiografía de tórax PA y L: opacificación total del hemitórax izquierdo con desplazamiento mediastínico homolateral. Fibrobroncoscopia: bronquio principal izquierdo terminado en fondo de saco. Broncografia: bronquio izquierdo de 4 cm de longitud en fondo de saco estrellado. Gammagrafia pulmonar de perfusión: falta absoluta de perfusión en pulmón izquierdo. Caso 2: Varón de 68 años, fumador leve, con antecedentes de bronquitis crónica. Ingresa por reagudización infecciosa e insuficiencia cardíaca derecha, presentando una exploración torácica semejante al caso 1.°. Radiografía de tórax: opacificación a nivel del lóbulo inferior izquierdo e imágenes sugestivas de herniación de pulmón derecho en campo anterosuperior izquierdo a través de mediastino anterior; cardiomegalia (fig. 1). ECG: arritmia completa por fibrilación auricular con respuesta ventricular rápida. Broncoscopia: bronquio principal izquierdo que se colapsa con facilidad y que termina en un fondo de saco cubierto por mucosa normal. Broncografía (fig. 2): bronquio izquierdo terminado en un fondo de saco a los 3 cm de su comienzo. Gammagrafía de perfusión: pérdida de captación pulmonar izquierda. TAC torácico: atelectasia pulmonar izquierda y engrosamiento de las paredes del bronquio principal izquierdo. El diagnóstico de la AP se realiza habitualmente en edades tempranas de la vida, generalmente debido a su frecuente asociación (60 %) con otras malformaciones (cardiovasculares, intestinales y diafragmáticas)1; o bien, actualmente, a un mejor control sanitario de la población infantil. Las citadas malformaciones son más frecuentes en la aplasia del pulmón derecho presentando por ello peor pronóstico2. 75 J.A. Figuerola Mendal, A. Sebastián Ariflo y J. Arribas Barcelona. Hospital Royo Villanova. Zaragoza. 1. Fraser RG, Paré PJA. Anomalías pulmonares originadas durante el desarrollo. En: Diagnóstico de las enfermedades del tórax. 2.!led. Barcelona, Salvat Ed. 1980; 559-601. 2. Thuribeck W. Postnatal growth and development of the lung. Am Rev Respir Dis 1975; 111:803-44. 3. Borja A, Ransdell HT. Congenital development arrest of the lung. Ann Thoracic Surg 1970; 10:317. 4. Dunhill MS, Ross HB, Brist MB, Lond MB. Absent right pulmonary artery as an isolated congenital defect. Lancet 1961; 2:185-7. 5. Valle AR. Agenesis of lung. Am J Surg 1955; 89:90-100. 6. Rosemberg DM. Pulmonary agenesis. DisChest 1962; 42:68-73. Carcinosarcoma de pulmón: presentación de un nuevo caso La AP, sobre todo la izquierda, puede cursar de forma asintomática hasta la edad adulta3, siendo el comienzo habitual de la clínica la presencia de infecciones de repetición y/o de insuficiencia cardíaca4. La AP izquierda es la más frecuente y presenta el mejor pronóstico5. En los dos casos ocurrió esta entidad y ambos contaban bronquitis de repetición desde hacía 20 y 25 años respectivamente. Los pacientes acudieron a nuestro centro por presentar una reagudización de su broncopatía, siendo ingresados al apreciarse un estudio radiológico compatible con atelectasia pulmonar total. Dados la edad, la clínica y el hábito tabáquico se planteó el diagnóstico de neoplasia broncopulmonar como primera posibilidad a descartar. Al realizar la broncoscopia se observaron hallazgos que, además de descartar el diagnóstico de neoplasia, eran altamente sugestivos de AP, ya que pudo apreciarse la terminación del bronquio principal izquierdo en fondo de saco recubierto de una mucosa normal. Se realizó broncografía que permitió la visualización completa del esbozo bronquial. Estos hallazgos demostraban la ausencia del árbol bron- Sr. Director: El carcinosarcoma de pulmón es un raro tumor compuesto por elementos carcinomatosos y sarcomatosos. Asienta en distintos órganos, siendo el pulmón la cuarta localización por orden de frecuencia tras útero, hipofaringe y esófago''2. Clásicamente2 han sido separados en dos formas anatomoclínicas con pronósticos y curso evolutivo distintos: una forma central endobronquial asociada a un relativamente buen pronóstico y otra parenquimatosa periférica invasiva de escasa supervivencia3. Presentamos un nuevo caso de carcinosarcoma diagnosticado mediante fibrobroncoscopia con metástasis cutáneas a distancia. Varón de 70 años con antecedentes personales de tabaquismo e ingesta etílica excesiva, hipertensión arterial sistémica en los últimos cuatro años tratada de forma irregular y un ingreso hospitalario previo unos meses antes por un episodio de insuficiencia cardíaca congestiva secundario a miocardiopatía esclero-hipertensiva. Fue estudiado en nuestra consulta extema por clínica de tos, disnea, fiebre y pérdida de 14 kg de peso de 1 47 ARCHIVOS DE BRONCONEUMOLOGÍA. VOL. 26, NÚM. 1, 1990 mes de evolución. La radiografía de tórax mostraba atelectasia de lóbulo medio y lóbulo inferior derecho. Había notado la aparición de dos tumoraciones cutáneas localizadas en el dorso de la nariz y en región cervical posterior, de 3 cm de diámetro recubiertas de piel rojo-violácea y adheridas a planos profundos. En la analítica destacaban Hct 36 %, Hb 11 g, 3.950.000 hematíes, VSG 112, PC>2 72mmHg, PCO^ 41 mmHg y pH 7,45, siendo el resto de valores normales. Se realizó una fibrobroncoscopia encontrando al comienzo del intermediario una tumoración blanquecina que ocluía por completo la luz de dicho bronquio y que tras extraerla dejaba ver una mucosa enrojecida y mamelonada. La biopsia bronquial (fig. 1) mostraba un nido de células epiteliales malignas adyacentes a estroma sarcomatoso. En el cepillado y el broncoaspirado sólo se identificaron elementos celulares de carcinoma epidennoide. Se practicó punción aspirado de ambas tumoraciones cutáneas obteniendo células de carcinoma epidermoide en las dos. Poco tiempo después de ser diagnosticado sufrió empeoramiento de su sintomatología con gran deterioro del estado general falleciendo en su domicilio. El caso de carcinosarcoma que presentamos tiene varias particularidades: una de ellas es el haber sido diagnosticado mediante fibrobroncoscopia, habida cuenta del bajo rendimiento diagnóstico en este tipo de tumores por este procedimiento, ya que en los casos en que se diagnostica malignidad es frecuente apreciar solamente alguna de las estirpes celulares malignas, pero no ambas4; de hecho sólo hay una publicación cuyo diagnóstico se hizo del mismo modo5. La otra particularidad, radica en la existencia de metástasis cutáneas a distancia en el momento del diagnóstico, hecho excepcionalmente asociado a las formas de presentación endobronquial. Las metástasis cutáneas cuando se presentan suelen ser por extensión directa del tumor a la pared torácica. El pronóstico de este tipo de tumores se ha asociado clási- 48 camente a la forma anatomoclinica2, siendo peor para la periférica y algo mejor para la endobronquial; en nuestro caso fue pésimo, falleciendo el enfermo en aproximadamente un mes; este comportamiento va más acorde con los hallazgos de Bull6 que lo asemeja al carcinoma de pulmón no de células pequeñas independientemente de la forma anatomoclíI. Alfageme Michavila, S. Umbría Domínguez y D. Martínez Parra* Unidad de Neumología y •Servicio de Anatomía Patológica. Hospital Universitario de Valme. Sevilla. 1. Razzuk MA, Urschel HC, Race GJ, Arnuí JH, Paulson DL. Carcinosarcoma of the lung. Report of two cases and review of the literature. J Thorac Cardiovasc Surg 1971; 61:541-546. 2. Moore TC. Carcinosarcoma ofthe lung. Surgery 1961; 50:886-893. 3. Davis MP, Eagan RT, Weiland LH, Paisoleo PC. Carcinosarcoma of the lung: Mayo Clinic experience and response to chemotherapy. Mayo Clinic Proc 1984; 59:598603. 4. Stackhouse EM, Hamson EG, Ellis FH. Primary mixed malignancies ofiung carcinosarcoma and blastema. J Thorax Cardiovasc Surg 1969; 57:385-399. 5. Lóseos JM, Gutiérrez A, Ramírez JA et al. Carcinosarcoma de pulmón. Arch Bronconeumol 1981; 17:41-44. 6. Bull JC, Grimes OF. Pulmonary carcinosarcoma. Chest 1974; 65:9-12. Tos crónica del adulto Sr. Director: La aspiración de cuerpos extraños puede dar origen a complicaciones agudas, ocasionalmente con riesgo de muerte por asfixia, o bien alteraciones a más largo plazo como neumonías, absc su p u j n m i i . i ] . tos crónica o bronquiectasias. La torma a»fictica aguda suele ser la más frecuente tanto en niños como en adultos; es posible, sin embargo, que el episodio aspirativo pase desapercibido y la sintomatología se presente tras un período de días o semanas. Un paciente de 60 años no fumador, sin criterios de broncopatía crónica que presenta desde hace año y medio, tos persistente con escasa expectoración, sin fiebre ni dolor torácico. No presentó durante este tiempo astenia, anorexia o pérdida de peso, manteniendo un buen estado general. Recibió tratamiento ambulatorio sin mejoría de sus síntomas, tras lo cual es remitido a nuestro centro para estudio. En el momento del ingreso en la exploración general destacaba únicamente una disminución del murmullo vesicular a la auscultación pulmonar, más acusada en hemitórax izquierdo. La analítica y bioquímica sanguíneas presentaban valores en el rango normal. El estudio radiológico del tórax no mostró hallazgos patológicos. Las pruebas funcionales fueron normales. Se practicó una fibrobroncoscopia apreciando mucosa de aspecto macroscópico neoformativo que englobaba imagen compatible con cuerpo extraño que se intentó extraer sin éxito, decidiendo practicar con posterioridad una broncoscopia rígida bajo anestesia general. El estudio histológico de la mucosa adyacente fue informado como tejido de granulación. Una vez extraído el cuerpo extraño se pudo comprobar que se trataba de una "branquia" de pescado de 1,2 x 0,8 cm (fig. 1). Ante la evidencia del cuerpo 76 CARTAS AL DIRECTOR extraño, el paciente recordó un episodio de atragantamiento en fechas próximas al inicio del cuadro. En nuestro caso, únicamente con posterioridad el paciente recordó el episodio de atragantamiento; considerando que sólo en algo menos de un tercio de los casos de aspiración de cuerpos extraños, los pacientes recuerdan haberlo sufrido, es importante insistir en una anamnesis orientada en este sentido, ya que cualquier tos inexplicable, especialmente en sujetos previamente sanos y sin factores de riesgo, debe hacernos sospechar de un cuerpo extraño endobronquial. Insistimos, como han mencionado otros autores, en la importancia de la endoscopia, tanto con fines diagnósticos como terapéuticos, dado que la mayoría de cuerpos extraños inhalados son radiotransparentes, pudiendo pasar desapercibidos a otras exploraciones incluso con un tamaño relativamente grande como en nuestro caso. Fig. 1. TAC: Formación nodular de 6 mm en cara posterior del bronquio del lóbulo superior izquierdo de baja densidad. E. de Casimiro Calabuig, T. Lloret Pérez y T. Lluch Mota Servicio de Neumología. Hospital General. Valencia. 1. Wolkove N, Kreisman H, Cohén C, Frank H. Occult foreign -body aspiration in adults. JAMA 1982; 248:1.350-1.352. 2. Pérez C, Sempere MT, Marco J. Neumonía obstructiva post-aspiración de un cacahuete. Arch Bronconeumol 1987; 23:153154. 3. Inhaled foreign bodies. Br Med J 1981; 282:1.649-1.650. Fibrolipoma bronquial Sr. Director: El interés por la patología tumoral benigna bronquial ha aumentado en los últimos años, gracias al desarrollo paralelo de la endoscopia y de la cirugía torácica'. Los lipomas endobronquiales representan unas neoformaciones benignas, muy raras (0,1 % de los tumores broncopulmonares), que se desarrollan a partir del tejido graso de la pared bronquial, habiéndose descrito en la literatura anglosajona alrededor de 60 casos2. Se presentan más habitualmente en bronquios principales, más en el izquierdo, siendo más rara su localización periférica, como el caso aqui referido3. Presentamos un caso de un fibrolipoma bronquial, que viene a representar el tercer caso de nuestro grupo4, el cual asentaba en un paciente de 49 años, fumador de 40 cigarrillos día desde los 15 años, que comienza un mes antes de su ingreso con parestesias en mano izquierda, acompañado de dolor en hemitórax izquierdo que le ha desaparecido espontáneamente y tos seca. En la exploración física destaca únicamente una abolición del murmullo vesicular en campo superior de hemitórax izquierdo, acompañado de roncus y sibilancias diseminados por ambos hemitó- 77 rax. Analítica de sangre, orina y hemostasia dentro de la normalidad. En la radiología aparece una opacidad paramediastínica de densidad más o menos uniforme en lóbulo superior izquierdo con pérdida de volumen y marcada participación pleural. En el TAC con corte fino (2 mm) aparece una formación nodular de 6 mm que asienta en cara posteroinferior del bronquio del lóbulo superior izquierdo a 1 cm de la carina secundaria. El nodulo es redondeado y tiene amplia base de implantación, siendo de densidad muy baja (fig. 1). En la fibrobroncoscopia se aprecia una neoformación pediculada que ocupa la luz del bronquio del culmen, de superficie lisa y consistencia dura, siendo la biopsia bronquial compatible con un fibrolipoma bronquial. Espirometría y gasometría dentro de la normalidad. Se procede a toracotomía por 5.° espacio intercostal, encontrándose una paquipleuritis importante a nivel del lóbulo superior izquierdo y tras su liberación se encuentra un parénquima distal atelectásico y claramente patológico. Dada la imposibilidad de la práctica de una broncoplastia, se efectúa una lobectomía superior izquierda reglada con sutura automática bronquial. El postoperatorio cursó con atelectasia del lóbulo inferior izquierdo, resuelta con endoscopia aspirativa. En el estudio de anatomía patológica se encontró una tumoración endobronquial, polipoide, amarillenta, de 6 mm de diámetro máximo, constituida por tejido adiposo maduro y escasa cantidad de tejido fibroso, recubierto por epitelio respiratorio, estando el parénquima distal con signos de neumonitis obstructiva. Diagnóstico: Fibrolipoma endobronquial. La TAC como hemos podido ver representa una gran ayuda diagnóstica5. Cuando exista un diagnóstico de certeza, el tumor sea pequeño con pedículo accesible y no existan lesiones distales, el tratamiento inicial será la resección endoscópica, si bien cuando ello no sea posible habrá que pasar a la cirugía, debiéndose de intentar inicialmente la broncotomía. Cuando el tumor sea grande o existan lesiones distales irreversibles, como en nuestro caso, no habrá más remedio que llegar a la lobectomía, planteándose recientemente por otros grupos el papel terapéutico del láser como alternativa importante6. J. Zapatero Gaviria, R. Peñalver Pascual y A. Pacheco Galván* Servicios de Cirugía Torácica y *Neumologia. Hospital Ramón y Cajal. Madrid. 1. Viejo Bañuelos JL, Gallo Marín F, Santos Barajas J, Velasco Oses A, Coma del Corral MJ. Lipoma bronquial. Revisión de la literatura a propósito de una observación. Rev ClinEsp 1980; 157:57-61. 2. lannicello CM, Shoenut JP, Sharma GP, McGoey JS. Endobronchial lipoma: report of three cases. Canadian Jour Surg 1987; 30:430-431. 3. Politis J, Funahashi A, Gehisen JA, De Cock R, Stengel BF, Choi H. Intrathoracic lipomas: repon of three cases and review of the literature with emphasis on endobronchial lipoma. J Thorac Cardiovasc Surg 1979; 77:550-555. 4. Salvatierra A, Fogue L, Baschwitz B, Cueto A, Lago J, Madrigal L, Candelas J. Lipoma endobronquial. Revista Esp Cirugía CTV 1984; 2:53-58. 5. Mendelsohn SL, Fagelman D, ZwangerMendelsohn S. Endobronchial lipoma demonstrated by CT. Radiology 1983; 148:790. 6. Smirniotopoulos TT, Quate LJ, Arabian A, Rohatgi PK. Endoscopio removal of a bronchial lipoma with the neodymiumYAG láser. Endoscopy 1986; 18:197-198. 49
© Copyright 2024