antología de mitos y leyendas compilada por Mariana Cordero Peña Índice 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41. 42. 43. Portada Índice El agua y el amor. Mito mexicano La vainilla. Leyenda mexicana La leyenda de la venus mexicana, Tlazolteatl. El callejón del beso. Leyenda mexicana Los jaguares cósmicos. Leyenda lacandona La leyenda del murciélago. Leyenda tradicional de Oaxaca Mito y rito de los voladores Quetzalcóatl y el rito de la creación La carta El pájaro azul y el coyote chile Aku- aku El tótem de Guanaco La añañuca El alicanto La Lola Las brujas de Salamanca La ciudad de los Césares El tué tué África El mito de las dos luminarias Leyendas del Baobad Anansi Hawái El dragon hawaiano “moo-kuna” Hawaiiloa Los manehune Los huesos de kamehameha Los maneune El ohia lehua de Pele Dioses hawaianos de mitos y leyendas Grecia El mito de Calipso Las sirenas El mito de las moiras El mito de circe La gigantomatia El origen del maratón Inuit Sedna Colombia 44. El sombrerón El agua y el amor Bolochen es un pueblo que aunque creció en torno a nueve pozos, periódicamente padecía de sequía. Tenían como jefe a un astuto y valeroso guerrero que se enamoró de una hermosa doncella. La madre de la chica se sintió temerosa de perderla, pues era un amor correspondido y decidió esconderla en el lugar más recóndito que conocía. La desaparición de la doncella provocó que el jefe se olvidase de su pueblo; rogó a los dioses y pidió ayuda a sus gentes para la búsqueda de la joven. Alguien escuchó un sollozo en una gruta cercana; el rastreo se centró en ella. El guerrero entró y sólo encontró una enorme sima de bordes de cristal, pero el sollozo se percibía. Decidieron construir una enorme escalera con árboles y lianas. Efectivamente, en el fondo se encontraba la muchacha. Fue sacada y con ella volvió la alegría. Dentro de la gruta encontró siete estanques formados en la roca: Chacha (agua roja), Pucuelha (tiene olas como el mar), Sallab (salto de agua), Akabha (agua oscura), Chocoha (agua caliente), Ociha (agua lechosa) y Chimaisha (con muchos insectos). Desde entonces no importa nada, ni tan siquiera se acordaban de Chac y de las jugarretas que de vez en cuando les hacía cuando les castigaba con la sequía. La vainilla Cuentan que Xanath, hija de nobles totonacas, célebre por su belleza, vivía en un palacio cercano al centro ceremonial de Tajín, sede de su pueblo. Cierto día en que la joven acudió a depositar una ofrenda sobre el plato colocado en el abdomen de Chac-Mool (“Mensajero Divino”), encontró casualmente a Tzarahuín (jilguero), un alegre doncel al que le agradaba silbar, y surgió entre ambos amor a primera vista. Sin embargo, el romance mostró dificultades para prosperar, porque Tzarahuin era pobre y vivía en una choza humilde rodeada de tierra fértil en que abundaban las anonas, las piñas y las calabazas. A pesar de la diferencia de clases, los enamorados se reunían casi a diario, de manera fugaz, cuando el mancebo llevaba al mercado la cosecha de sus siembras, y en poco tiempo una sincera pasión se apoderó de sus corazones. Una tarde en que Xanath pasó junto al templo sagrado de los nichos, la sorprendió la mirada penetrante del dios gordo, que se caracterizaba por su vientre abultado, la frente rapada y su triple penacho; y desde entonces el señor de la felicidad se dedicó a cortejarla. La doncella logró esquivarlo en un principio, mas el astuto dios encontró la forma de revelarle sus sentimientos y, al ser rechazado, su alegría habitual se tornó en cólera y amenazó a la joven con desatar la furia de Tajín, si no accedía a sus reclamos amorosos. La advertencia hizo temblar de miedo a Xanath, pero no traicionó a Tzarahuín. El astuto dios gordo resolvió entonces ganarse la confianza del padre de la joven para que influyera en el ánimo de Xanath. Lo invitó a su palacio, le reveló secretos divinos y cuando manifestó interés por la linda muchacha, recibió completo apoyo para casarse con ella. Xanath hubo de soportar un mayor acoso del testarudo dios y su padre la obligó a aceptar una nueva cita, que resultaría fatal, pues luego de haber dado otra negativa al señor de la felicidad, éste, irritado, lanzó un conjuro sobre la doncella y la transformó en una planta débil de flores blancas y exquisito aroma: la vainilla. Y si bien el dios creyó vengarse, lo cierto es que mientras de él existen sólo vagos recuerdos, en cambio, tenemos muy presente en nuestros días a la planta orquidácea cuya esencia es muy apreciada en la cocina y la pastelería de muchas partes del mundo. La leyenda de la venus mexicana, Tlazolteatl Un hombre llamado Jappán quería llegar a ser el favorito de los dioses; abandono a su familia y todos sus bienes, y comenzó su vida de ermitaño en el desierto. Una vez allí, permaneció día y noche entregado a la devoción. Los dioses quisieron poner a prueba su virtud y ordenaron al demonio Yaotl –el enemigo- que lo tentara y lo catigara si se rendía. Yaotl le ofreció las criaturas mas hermosas para hacerlo bajar de la alta roca donde se había instalado, pero todo fue en vano. La diosa Tlazolteaotl, interesada en aquel juego, se presentó ante Jappán, que al ver su hermosura quedo turbado, y le dijo: -Hermano Jappán, maravillada de tu virtud y conmovida por tus sufrimientos, quiero reconfortarte. ¿Cómo puedo llegar hasta ti para hablarte más cómodamente? El ermitaño, sin darse cuenta de la trampa que le tendía, bajo de su roca y ayudo a la diosa a subir a ella. Al hacerlo, la virtud de Jappán cayó y enseguida llego Yaotl –y a pesar de todas sus suplicas- le corto la cabeza. Los dioses lo transformaron en escorpión y avergonzado se escondió bajo la piedra. Luego Yaotl fue a buscar a la mujer de Jappán, Tlahuizin –la inflamada- y la llevo junto a la piedra donde estaba escondido su marido, le contó lo que había pasado y también le corto la cabeza. Uniéndose a su marido bajo la roca, dieron nacimiento a escorpiones de diferentes colores. Los dioses consideraron que Yaotl se había excedido en su misión y lo transformaron en saltamontes. El callejón del beso Se cuenta que Doña Carmen era hija única de su padre intransigente y violento, pero como suele suceder, siempre triunfa el amor por infortunado que este sea. Doña Carmen era acortejada por su galán Don Luis, en un templo cercano al hogar de la doncella, primero ofreciendo de su mano a la de ella el agua bendita. Al ser descubierta sobrevivieron al encierro, la amenaza de enviarla a un convento, y lo peor de todo, casarla en España con un viejo y rico noble, con el que, además, acrecentaría el padre su mermada hacienda. La bella y sumisa criatura y su dama de compañía, Doña Brígida lloraron e imploraron juntas. Así, antes de someterse al sacrificio, resolvieron que Doña Brígida llevaría una carta a Don Luis con la nefasta nueva. Mil conjeturas se hizo el joven enamorado, pero de ellas hubo una que le pareció la más acertada. Una ventana de la casa de Doña Carmen daba hacia un angosto callejón, tan estrecho, que era posible, asomado a la ventana, tocar con la mano la pared de enfrente. Si lograra entrar a la casa frontera podría hablar con su amada, y entre los dos, encontrar una solución a su problema. Preguntó quién era el dueño de aquella casa y la adquirió a precio de oro. Hay que imaginar cuál fue la sorpresa de Doña Carmen, cuando, asomada a su balcón, se encontró a tan corta distancia con el hombre de sus sueños. Unos cuantos instantes habían transcurrido de aquel inenarrable coloquio amoroso, y cuando más abstraídos se encontraban los amantes, del fondo de la pieza se escucharon frases violentas. Era el padre de Doña Carmen increpando a Brígida, quien se jugaba la misma vida por impedir que su amo entrara a la alcoba de su señora. El padre arrojó a la protectora de Doña Carmen, como era natural, y con una daga en la mano, de un solo golpe la clavó en el pecho de su hija. Don Luis enmudeció de espanto…la mano de Doña Carmen seguía entre las suyas, pero cada vez más fría. Ante lo inevitable, Don Luis dejó un tierno beso sobre aquella mano tersa y pálida, ya sin vida. El lugar existe y es sin duda uno de los más típicos de la ciudad de Guanajuato, y precisamente se le llama El Callejón del Beso. Los jaguares cósmicos Cuentan los indios lacandones de la selva chiapaneca que el mundo fue creado cuatro veces por el dios Hach Ak Yum. El Primer Mundo fue destruido por medio de fuertes vientos y lluvias que inundaron la Tierra. El Segundo, llegó a su término a causa de un eclipse que provocó que los monstruos terrestres y celestiales devoraran a los hombres. El Tercer Mundo fue destruido por Hach Ak Yum, descontento a causa del comportamiento poco piadoso de los hombres hacia él. Cuando Hach Ak Yum, creó el Cuarto Sol; es decir, el Cuarto Mundo, las almas de los muertos se despertaron y volvieron a poblar la Tierra. Cada vez que el mundo se destruía a causa de los enojos de Hach Ak Yum, el dios cubría al Sol con su manto, y los grandes Jaguares Cósmicos bajaban a la tierra para devorar a los hombres. Los jaguares, connotados con características masculinas, se encontraban amarrados a un árbol de copal, copalcuáhuitl, y vivían en el Este del universo. En cambio, los jaguares hembras habitaban el Oeste, y se mantenían atadas a un tronco de guaje, huaxin. Entre ambos bandos se entablaban, constantemente, cruentas luchas. Siempre triunfaban los jaguares masculinos, pues de otra manera el mundo hubiera terminada irremediablemente, pues nunca la Luna, hembra, puede derrotar al Sol, macho, y sumir al mundo en las tinieblas a causa de su triunfo. Ya que Hach Ak Yum calmaba su ira, encerraba a los jaguares debajo de la Tierra, en el Inframundo donde reinaba el terrible dios Menzabak, el Hacedor de Humo, quien cuidaba las almas de los muertos, producía las negras nubes que traen consigo las lluvias, y colocaba un nuevo Sol; es decir, se iniciaba una nueva etapa en la historia de la vida de los hombres. Un día, tal vez no muy lejano, el dios Sol y los Jaguares Cósmicos provocarán el último cataclismo y será el fin de la humanidad. Posiblemente, las plegarias a la diosa Luna pudieran detener tal catástrofe, pero aun antes de que acontezca este suceso, los dioses ya se han alejado de la selva, la han abandonado, razón por la cual los hombres viven actualmente sin sus dioses protectores y deben luchar, escarnecidamente, por sobrevivir en el mundo de los blancos. Los dioses se han ido, los dioses se han muerto… La leyenda del murciélago Cuenta la leyenda que el murciélago una vez fue el ave más bella de la Creación. El murciélago al principio era tal y como lo conocemos hoy y se llamaba biguidibela (biguidi = mariposa y bela = carne; el nombre venía a significar algo así como mariposa desnuda). Un día frío subió al cielo y le pidió plumas al creador, como había visto en otros animales que volaban. Pero el creador no tenía plumas, así que le recomendó bajar de nuevo a la tierra y pedir una pluma a cada ave. Y así lo hizo el murciélago, eso sí, recurriendo solamente a las aves con plumas más vistosas y de más colores. Cuando acabó su recorrido, el murciélago se había hecho con un gran número de plumas que envolvían su cuerpo. Consciente de su belleza, volaba y volaba mostrándola orgulloso a todos los pájaros, que paraban su vuelo para admirarle. Agitaba sus alas ahora emplumadas, aleteando feliz y con cierto aire de prepotencia. Una vez, como un eco de su vuelo, creó el arco iris. Era todo belleza. Pero era tanto su orgullo que la soberbia lo transformó en un ser cada vez más ofensivo para con las aves. Con su continuo pavoneo, hacía sentirse chiquitos a cuantos estaban a su lado, sin importar las cualidades que ellos tuvieran. Hasta al colibrí le reprochaba no llegar a ser dueño de una décima parte de su belleza. Cuando el Creador vio que el murciélago no se contentaba con disfrutar de sus nuevas plumas, sino que las usaba para humillar a los demás, le pidió que subiera al cielo, donde también se pavoneó y aleteó feliz. Aleteó y aleteó mientras sus plumas se desprendían una a una, descubriéndose de nuevo desnudo como al principio. Durante todo el día llovieron plumas del cielo, y desde entonces nuestro murciélago ha permanecido desnudo, retirándose a vivir en cuevas y olvidando su sentido de la vista para no tener que recordar todos los colores que una vez tuvo y perdió. Mito y rito de los voladores El ritual de los voladores se empezó a practicar en Mesoamérica desde épocas muy remotas, desde el Período Preclásico Medio. Las culturas del Occidente de México lo representaron en figuras de cerámica. Se llevaba a cabo con la concepción de un eje central que simbolizaba el eje del universo, y como parte de ritos de fertilidad y de sacrificios gladiatorios. Los mexicas la adoptaron dentro de sus rituales asociados con el Sol. Fray Juan de Torquemada nos dice que para llevar a cabo el rito se traía de los montes un tronco grueso de árbol, se le quitaba la corteza hasta que quedaba completamente liso. El tronco tenía que ser lo suficientemente alto para que un hombre volando pudiese dar trece vueltas alrededor de él. En la parte de arriba del tronco se colocaba un cuadrado de madera de dos brazadas de ancho y largo (la hoy en día llamada “manzana”) que giraba; en cada esquina llevaba cuerdas lo suficientemente fuertes para soportar el peso de un hombre, pues cuatro eran los danzantes que participaban y simbolizaban los cuatro rumbos del universo o puntos cardinales, más un caporal que dirigía el ritual y connotaba el centro del mundo. El descenso de los danzantes representaba la fertilidad y la caída de la lluvia. Este rito se practicaba en los períodos de dura sequia. Los danzantes iban vestidos con hermosos trajes de plumas de aves, para representar búhos, águilas, guacamayas, y quetzales. Un mito totonaco nos cuenta que en la época anterior a la llegada de los españoles en el Señorío del Totonacapan se presentó una severa sequía que desoló la región de plantas y dio muerte a innumerables personas. Los sabios abuelos decidieron solucionar el problema y escogieron a hombres jóvenes vírgenes para que fuesen al monte y escogieran el árbol más alto y bello que encontraran, para utilizarlo en un ritual. Los dioses se sentirían complacidos y venerados y enviarían la lluvia tan deseada. Así pues, se decidió que el ritual se iniciara en la parte más alta del tronco a fin de que las deidades pudiesen escuchar los ruegos de los humanos. Los dioses compadecidos ante los fervientes totonacos, se apiadaron de ellos y les enviaron la tan deseada y necesaria lluvia. Ante lo efectivo del rito, se decidió que la ceremonia se llevaría a cabo con regularidad para mantener contentos a los dioses. Quetzalcóatl y el rito de la creación Ometecuhtli y Omecihuatl, el Señor y la Señora de la Dualidad en la religión azteca, tuvieron cuatro hijos. Cuatro encarnaciones del Sol. A ellos les encomendaron la tarea de crear el mundo, de dar vida a los otros dioses y finalmente a la raza humana que los adoraría. Cada hermano representaba un orden, un tiempo, un espacio, un punto cardinal y un color. El rojo se llamó Xipe Totec. El negro, Tezcatlipoca. El azul, Huitzilopochtli. Y el blanco, Quetzalcóatl. Quetzalcóatl, a quien los hombres también llamaron “gemelo precioso”, fue el dios civilizador y de los sortilegios. Inventor de las artes, de la orfebrería y del tejido era, por su enorme sabiduría, de piel y barba blancas. También fue llamado “Señor de todo lo que es doble”. A diferencia de su hermano azul, Huitzilopochtli, que era un dios guerrero y reclamaba continuamente derramamientos de sangre, o del negro Tezcatlipoca, que era amo y señor de la noche, Quetzalcóatl no deseaba sacrificios humanos en su honor. Su reino era el claro atardecer. Cuando los hermanos comenzaron su tarea, cuatro mundos, cuatro soles y cuatro humanidades fueron sucesivamente creadas y destruidas. La primera humanidad fue devorada por tigres. La segunda, convertida en monos. La tercera, transformada en pájaros. La cuarta, convertida en peces. Quetzalcóatl, acompañado de una de sus encarnaciones gemelas llamada Xolotl, descendió a los infiernos, de donde alcanzó a robar una astilla de hueso de una de las humanidades anteriores para crear la nuestra, rociándola con su propia sangre. El Señor de la Morada de los Muertos no pudo detenerlo, ni aun arrojando a su paso bandadas de codornices. Los demonios nunca dejaron de intentar engañarlo para que ordenara sacrificios humanos y justificara las “guerras floridas” que reclamaba su hermano Huitzilopochtli. Pero el amor de Quetzalcóatl por los hombres no le permitió sacrificar en su nombre más que animales, culebras, pavos o mariposas, todos ellos consagrados al Sol. En su encarnación como Nanahuatzin, un dios tan pobre que sólo podía ofrendarse a sí mismo, se arrojó sin dudar al fuego sagrado. Por ello fue designado para alumbrar el día, mientras que su competidor, generoso en ofrendas pero temeroso de las llamas, sólo alcanzó el rango de Luna. Por su cobardía, otro dios le tiró a la cara un conejo. Quien quiera verlo, sólo tiene que esperar que salga la Luna y contemplar su rostro, marcado para siempre. La carta Tres hermanos que vivían en la región huave salieron un día a buscar trabajo. Cuando iban caminando el mayor de ellos se encontró a un viejo que le pidió un favor, pero el joven se negó. Lo mismo sucedió con el hermano siguiente. Al pedirle el favor al hermanito menor, aceptó; entonces el viejo le dijo que llevara una carta al otro lado del mar, le dio un burro y le recomendó que cuando el animal empezase a entrar en la mar se afianzara bien y no jalara la rienda para atrás. También le dijo que cuando hubiese cruzado el mar, se iba a encontrar con otro que se movía mucho, como si estuviera hirviendo. Después se toparía con otro océano de sangre, y que debía cerrar los ojos para que no se asustase. Pasada dicha mar, el muchacho llegaría a un potrero donde había mucha agua y los animales estaban muy flacos. En seguida, debía pasar otro potrero en el cual los animales eran todos gordos. El viejo le dijo que siguiese adelante, hasta encontrar dos cerros que se peleaban, en cuyo medio se encontraba un camino que solamente podría pasar si confiaba en su palabra. Más adelante encontraría a cada lado del camino dos serpientes luchando, debía pasarlas con los ojos cerrados y no volver la cabeza atrás. Poco después, el joven debía llegar a donde se encontraba un viejecito que esperaba la carta. Todo salió bien, el viejito recibió la carta y el muchacho regresó. Al verlo el viejo le preguntó si había obedecido en todo, el joven asintió. –Bueno, en vista de que fuiste obediente y entregaste la carta, y como sé que estás buscando trabajo, dime que es lo que quieres, que yo te lo daré. Entonces, Juanito, que así se llamaba, dijo que quería ser un buen pescador. El viejo dijo que tendría mucha pesca de peces y camarones en todos los mares, pero que solo llenara una canasta con los peces que no se avorazase y así, si lo obedececía, nunca le faltara qué pescar. Lo que nunca supo Juanito, o tal vez lo intuyó, es que ambos viejecitos eran el mismo Jesucristo que se le había aparecido para ayudarlo como premio a su obediencia y buen comportamiento. El Pájaro Azul y el Coyote Cuentan los abuelitos que hace ya mucho tiempo, el hermoso Pájaro azul tenía las plumas descoloridas y muy feas. Pájaro Azul vivía cerca de un lago cuyas aguas tenían un bellísimo color azul. Cada día Pájaro Azul se bañaba en el lago cuatro veces y cantaba feliz: Hay un agua azul. Se encuentra aquí. Yo entré al agua, Y me puse todo azul. El cuarto día que Pájaro Azul se bañó en el lago, todas sus plumas se le cayeron y salió del agua completamente desplumado. Pero el quinto día, al salir del agua vio que sus plumas volvieron a crecer y eran azules. Durante todos estos días, el dios Coyote había estado observando a Pájaro Azul para cazarlo, pues estaba famélico, pero le daba miedo entrar al agua azul. Al quinto día, Coyote le preguntó al ave: -¿Podría usted decirme cómo fue que sus feas y descoloridas plumas se le convirtieron en esas plumas azules y hermosas? Es usted la más bella ave que vuela por los cielos. ¡Yo también quiero ser azul! Pájaro Azul le respondió que se había bañado en el lago cuatro veces, mientras cantaba una canción. Como el pájaro era muy bueno, le enseñó la canción a Coyote. Esperanzado con ser azul, Coyote hizo su miedo a un lado y se arrojo al agua, acción que repitió durante cuatro días, sin olvidar la canción que le enseñara el ave. Al quinto día, Coyote lucía un esplendoroso color azul. Muy orgulloso de su nuevo color, se puso a pasear por todos lados, miraba a todas partes para ver si alguien se daba cuenta de lo fino y hermoso que se veía. Entonces se puso a correr rápidamente mirando hacia el suelo para ver si su sombra era también azul, tan ocupado estaba que no se dio cuenta que chocaba contra un tocón de un árbol, el cual se cayó y levantó un montón de polvo de tierra por todos lados que la cayeron a Coyote en su pelaje. Desde entonces, todos los coyotes son del color del polvo de la Tierra. Aku- aku Una calurosa tarde de verano en Rapa Nui, unos diablos se sacaron la ropa para dormir una siesta. En ese momento, pasó por ahí un joven llamado Takuihu, quien observó con gran asombro que los cuerpos de los diablos no tenían carne... eran solo esqueletos. Cuando ya se iba, fue sorprendido por otro diablo que estaba cerca. Este, desesperado, los despertó a gritos y les contó que un hombre los había visto sin ropa. Los diablos, por temor al ridículo en que caerían si el joven contaba lo que había visto, resolvieron matarlo. Rápidamente dieron alcance a Takuihu y lo interrogaron sobre lo que había visto. El joven, astutamente, los convenció de que no había visto nada; entonces, lo dejaron ir, pero decidieron espiarlo para ver si mentía. Durante dos días lo vigilaron y estuvieron atentos a todos sus comentarios, pero como el isleño se había dado cuenta de estas maniobras, jamás habló del tema con otras personas. Finalmente, los diablos decidieron retirarse con la plena seguridad de que el secreto de sus cuerpos no iba a ser conocido por nadie. Cuando Takuihu se vio libre, tomó un trozo de toromiro (árbol endémico de esta isla) y talló en él la horrible figura que había quedado grabada en su memoria. Así fue como se crearon las imágenes de estos diablos con forma de esqueleto. El tótem de Guanaco Sobre el Yestay (también conocido como Yastay) existen diferentes versiones, tanto acerca de su forma como de su origen, las que a continuación te mostraremos. De acuerdo con algunas tradiciones, el Yestay sería un guanaco protector de las manadas, especialmente de las vicuñas y guanacos, que resalta sobre los demás por su gran tamaño y belleza. Se cree que este animal sería el jefe de todos los demás y que tiene la particularidad de aparecer en los momentos más inesperados. Sin embargo, su apariencia no siempre es agradable de ver, porque, en ocasiones, desata toda su furia contra los cazadores mostrándose con una cabeza de demonio y lanzando lenguas de fuego por su boca. Ni siquiera las balas son capaces de derrumbarlo y, menos, la fuerza humana. No obstante, en otras oportunidades se presenta con un rostro angelical. Incluso, puede hacer las veces de guía en medio del desierto, cuando capta la bondad en quienes se aproximan de manera tranquila y pacífica a la manada. Su alimento predilecto es el cocho (harina de maíz tostado) con harina de quintitaco (algarrobo dulce). Los que desean cazar, deben pedirle permiso al Yestay, para lo cual le dejan una ofrenda entre las piedras del cerro. Este animal protege a los cazadores pobres que atrapan animales solo para alimentarse, y castiga a los que lo hacen sin necesitarlo. En ocasiones asume la forma humana para hacer tratos con las personas. Otra versión apunta a que es hijo de la Pachamama (madre tierra) y que por encomienda de ella debe cuidar a los animales silvestres. En muchas ocasiones se presenta como un anciano de barba blanca que lleva consigo un cetro y una flauta con la cual toca suaves y dulces melodías, logrando de esa manera amansar a las fieras. . La añañuca Es una flor típica de la zona norte de nuestro país, que crece específicamente entre Copiapó (Región de Atacama) y el valle de Quilimarí (Región de Coquimbo). Pocos saben que su nombre proviene de una triste historia de amor. Cuenta la leyenda que en tiempos previos a la Independencia de Chile, en la localidad de Monte Patria, vivía Añañuca, una bella joven indígena que todos los hombres querían conquistar, pero nadie lograba. Un día llegó al pueblo un minero que andaba en busca de un tesoro. Al conocer a Añañuca, surgió el amor entre ambos, por lo que decidieron casarse. La pareja fue feliz durante un tiempo, pero una noche, el joven tuvo un sueño donde un duende le revelaba el lugar en donde se encontraba la mina que por tanto tiempo buscó. A la mañana siguiente, sin avisarle a nadie, ni siquiera a su mujer, partió a buscarla. Añañuca, desolada, lo esperó y esperó, pero pasaban los días, las semanas, los meses y el joven minero nunca regresó. Se dice que éste habría sido víctima del espejismo de la pampa o de algún temporal, causando su desaparición y, presuntamente, su muerte. Añañuca pronto murió, producto de la gran pena de haber perdido a su amado. Fue enterrada por los pobladores en pleno valle en un día de suave lluvia. Al día siguiente, salió el sol y todos los vecinos del pueblo pudieron ver un sorprendente suceso. El lugar donde había sido enterrada la joven se cubrió por una abundante capa de flores rojas. Desde ese momento, se asegura que esta joven se convirtió en flor, como un gesto de amor a su esposo, ya que de esta manera permanecerían siempre juntos. Así fue que se le dio a esta flor el nombre de Añañuca. El alicanto El Alicanto es, en esta zona del país, el sueño de muchos mineros, que esperan que algún día este personaje se les aparezca y les muestre el sendero hacia una veta de oro o plata. Se trata de un enorme pájaro, de grandes alas color metálico, pico encorvado y patas alargadas con enormes garras. Se alimenta de oro o de plata y sus alas fosforecen durante la noche. Si el animal come oro, despide destellos dorados; o argentados si su alimento fue la plata. Las personas que lo han podido ver han dejado todo de lado por seguirlo, pues se dice que el ave se ubica en el lugar exacto de la riqueza. Pero quien sigue al alicanto repentinamente, al llegar al lugar del supuesto tesoro, el ave lo abandona, dejándolo sin agua y sin comida. Sólo una plegaria a la virgen de Punta Negra le puede mostrar el camino de regreso. La lola La Lola es un personaje que foma parte de la mitología de una amplia zona geográfica, pues su leyenda se registra en Antofagasta, Santiago, O'Higgins y Colchagua. En la provincia de Antofagasta, en la época de los descubrimientos, fue muy conocida una bella mujer llamada Lola. Su padre vivía para cuidar a su hija y distanciarla de sus enamorados. La Lola sembraba ilusiones y desengaños en los hombres, y mucha envidia entre las mujeres. Un día conoció a un hombre del que se enamoró, pero él amaba a otra mujer; ella, al sentirse desplazada, se transformó en una terrible celosa. Fue así como, una noche, se dirigió descalza y silenciosa a la habitación donde dormía el hombre y lo mató con un puñal. Después huyó a los cerros dando gritos y alaridos. Al tiempo regresó al poblado, víctima de la locura, solo sabiendo reír, hasta que murió. Desde entonces la Lola y su espíritu vengativo recorren los cerros. Los brujos de salamanca Se dice que en una cueva de Salamanca, donde se aprende el arte de la brujería, viven las almas de los brujos fallecidos, quienes les entregan poderes a los que se inician en este arte. Esta cueva tiene varias entradas y están cuidadas por culebrones. Además, en este lugar se rinde homenaje a Satanás, se efectúan misas negras y se realizan las confesiones de brujos y brujas. Solo una palabra religiosa o la señal de la cruz puede disolver, rápidamente, una asamblea, y al canto del gallo, los brujos vuelven a sus casas escurriéndose por la chimenea, por el ojo de la cerradura o por alguna rendija. Cada cierto tiempo, en la cueva se organizan fiestas a las que asisten los maestros. En ellas se usan servicios de oro y plata, pero ninguna de estas piezas puede ser sacada de la guarida, ya que en el exterior se convertirá en algo de poco valor. Cuentan que un brujo invitó a un joven a la cueva mientras se realizaba allí una fi esta y cuando nadie lo veía, este escondió una cuchara de plata en su bolsillo. En ese momento, vio que una niña se le acercaba, perdió el sentido y despertó en la plaza del pueblo. Rápidamente se llevó la mano al bolsillo buscando la pieza robada, pero sólo encontró una bolita, sin ningún valor, de las que usan los niños para jugar. Los socavones de pica Cuando los españoles vinieron a establecerse en estos lugares, no tuvieron acogida por los indios pequeños, por lo que se trasladaron a Matilla, donde fundaron una población. Uno de estos pobladores se enamoró de la hija del cacique de Pica, solicitándola a su padre para contraer matrimonio, a lo cual se negó el cacique. Dámaso Morales, que así se llamaba el español, insistió en su petición, obteniendo esta vez mejor resultado, pero con una condición tan difícil como imposible. Díjole el cacique a Morales que no tendría inconveniente en cederle la mano de su hija, siempre que le hiciera florecer el valle entre Pica y Matilla, lo cual fue para éste más terrible que la simple negativa anterior. Y Dámaso Morales se puso a construir el primer socavón que se hizo en estos lugares, obtuvo agua, hizo florecer el valle y se casó con la hija del cacique. Los indios a ciertos hilos de agua los juntaban en unas represas que llamaban cochas, el español siguió esta veta horadando la piedra y la hizo seguir un cauce hasta las cochas que se vieron aumentadas en su caudal, el valle reverdeció y fue una flor en la arena, lo que quiere decir Pica. La flor de la higuera Cada 24 de junio, en la noche más larga del año, a las 00:00 horas en punto aparece una mágica flor en la rama más alta de todas las higueras. Ésta tiene una vida de sólo un minuto y sus poderes son inimaginables, pues es capaz de cumplir los más ocultos deseos de cualquier ser humano. Para que esto suceda, la persona interesada debe subir a la anünmka (planta) de higuera y cortar la rama florida justo a las 00:00 horas en punto y mantenerla en su mano durante todo el minuto de vida de la flor, repitiendo su deseo en voz alta. Sin embargo, esto no será tan fácil como parece, pues el wekufe (diablo) enviará distintos obstáculos al participante. Así, mientras trepa por la higuera, el individuo puede encontrarse con un wapo tregua (perro rabioso) del que deberá huir, una dunguy filú (culebra parlante) que intentará confundirlo con sus brujerías o bien un pun ngillüm (pájaro nocturno) que picoteará sus ojos hasta dejarlo pelolái (ciego), entre otras maldiciones. Si el interesado logra superar tales barreras, podrá pedir el deseo que quiera y éste le será cumplido. Sin embargo, si la flor muere antes de que la persona logre cortarla, este individuo enloquecerá al instante (loconche), pues ese es el castigo para aquellos que han intentado desafiar al diablo. Y de su alma, mejor ni hablar, ya que arderá en el infierno hasta la eternidad. La ciudad de los Césares Existiría en el sur de Chile, en un lugar de la Cordillera de los Andes que nadie puede precisar, una ciudad encantada, fantástica, de extraordinaria magnificencia. Estaría construida a orillas de un misterioso lago, rodeada de murallas y fosos, entre dos cerros, uno de diamante y otro de oro. Posee suntuosos templos, innumerables avenidas, palacios de gobierno, fortificaciones, torres y puentes levadizos. Las cúpulas de sus torres y los techos de sus casas, lo mismo que el pavimento de la ciudad, son de oro y plata macizos. Una gran cruz de oro corona la torre de la iglesia. La campana que ésta posee es de tales dimensiones, que debajo de ella podrían instalarse cómodamente dos mesas de zapatería con todos sus útiles y herramientas. Si esa campana llegara a tocarse, su tañido se oiría en todo el mundo. Existe también allí un mapuchal (tabacal de la tierra) que no se agota jamás. Sus habitantes son de alta estatura, blancos y barbados; visten capa y sombrero con pluma, de anchas alas, y usan armas de bruñida plata. Los habitantes que la pueblan son los mismos que la edificaron hace ya muchos siglos, pues en la Ciudad de los Césares nadie nace ni muere. Nada puede igualar a la felicidad de sus habitantes. Los que allí llegan pierden la memoria de lo que fueron, mientras permanecen en ella, y si un día la dejan, se olvidan de lo que han visto. No es dado a ningún viajero descubrirla, "aun cuando la ande pisando". Una niebla espesa se interpone siempre entre ella y el viajero, y la corriente de los ríos que la bañan, aleja las embarcaciones que se aproximan demasiado. Para asegurar mejor el secreto de la ciudad, no se construye allí lanchas, ni buques, ni ninguna clase de embarcación. Algunas personas aseguran que el día Viernes Santo se puede ver, desde lejos, cómo brillan las cúpulas de sus torres y los techos de sus casas, de oro y plata macizos. Según la leyenda, sólo al fin del mundo se hará visible la fantástica ciudad; se desencantará, por lo cual nadie debe tratar de romper su secreto. El tué tué En las oscuras noches de invierno, cuando en el cielo no se ve la luna, aparece en pleno campo sureño un misterioso hombre al que nunca se le ve la cara. Dicen que para asustar a los caminantes que se atraviesan por su ruta, se convierte en un enorme pájaro diabólico. Éste canta una aterradora canción, de la cual adopta su nombre: “Tué-tué, tué-tué” entona sin cesar el maléfico espíritu. Algunos entendidos en la materia aseguran que, con su canción, este pájaro anuncia la muerte del caminante perdido. Para evitar la maldición, el malogrado errante debe invitar al Tué-Tué a tomar desayuno a su casa a las 10 de la mañana del día próximo. Así, a las 10 am. en punto, aparecerá un hombre extraño en la casa del caminante nocturno exigiendo que se cumpla la invitación. Como ha sido una promesa con el diablo, quien ha invitado al Tué Tué debe ofrecerle el mejor de los desayunos. Solo así podrá librarse de la maldición del espíritu maligno. En los campos de Chile hay algunos peregrinos que aseguran haber escuchado cantar al Tué-Tué, desde muy lejos, pero no lo han visto. Para echarlo del lugar, dice la gente, hay que repetir tres veces la frase “Martes hoy día, martes mañana, martes toda la semana”. De esta manera el pájaro maldito se irá a anunciar la muerte a otro lugar. Mito de las dos luminarias De entre las numerosas leyendas del continente africano sobresale la de los negros de Senegal, puesto que acaso sean los únicos que tienen una cosmología digna de tal nombre. Sus fábulas muestran que las dos luminarias, es decir, tanto el Sol como la Luna, estaban ya consideradas como superiores a los demás astros. El mito cosmogónico pretende establecer las diferencias de ambos cuerpos astrales, y se propone explicar -de una manera muy simple, aunque cargada de connotaciones míticas y emblemáticas- las grandes diferencias entre la Luna y el Sol. El brillo,el calor y la luz que se desprenden del astro-rey impiden que seamos capaces de mirarlo fijamente. En cambio, a la Luna podemos contemplarla con insistencia sin que nuestros ojos sufran daño alguno. Ello es así porque, en cierta ocasión, estaban bañándose desnudas las madres de ambas luminarias. Mientras el Sol mantuvo una actitud cargada de pudor, y no dirigió su mirada ni un instante hacia la desnudez de su progenitura, la Luna, en cambio, no tuvo reparos en observar la desnudez de su antecesora. Después de salir del baño, le fue dicho al Sol: “Hijo mío, siempre me has respetado y deseo que la única, y poderosa deidad, te bendiga por ello. Tus ojos se apartaron de mí mientras me bañaba desnuda y, por ello, quiero que desde ahora, ningún ser vivo pueda mirarte a ti sin que su vista quede dañada”. Y a la Luna le fue dicho: “Hija mía, tú no me has respetado mientras me bañaba. Me has mirado fijamente, como si fuera un objeto brillante y, por ello, yo quiero que, a partir de ahora, todos los seres vivos puedan mirarte a ti sin que su vista que dañada ni se cansen sus ojos”. Leyendas del baobab El Baobab es un árbol que crece en las zonas de bosque claro al norte de África. Posee un tronco bastante grueso, de una corteza muy dura. Son el orgullo de África, símbolo de la esperanza del pueblo. La victoria de la fuerza y la determinación contra la injusticia y la escasez. Su corteza es increíblemente dura y sus frutos y hojas dan alimento, agua y medicinas útiles tanto para los seres humanos como para los animales. Bajo su sombra se aman los enamorados y se entierra a los muertos. En los huecos del Baobab, descansan los cuerpos de muchos “Griot”, (los narradores de historias de África) y se dice que si una persona bebe agua en la que se han mojado semillas de baobab, quedará protegido del ataque de los cocodrilos. Pero si osa arrancarle una sola flor al baobab, morirá devorado por los leones. En medio de sus enormes hojas, en forma de palmera, se encuentra lo que los nativos llaman: ”el corazón del baobab”. Este corazón es una especie de núcleo bastante áspero, casi irrompible y, aunque ahora ese “corazón” es solo una bola oscura y vacía, hace bastante tiempo no era así… Pero…. ¿cuál es el origen del baobab? Rastreando por distintos medios he encontrado tres leyendas muy distintas, que a continuación os transcribo, para que podáis decidir, por vosotros mismos, cual os gusta más y con cual os quedáis. 1. Se cuenta que hace muchos, muchos años, al principio de la vida, el baobab era el árbol más espectacular de la Tierra; con hermosas hojas verdes y brillantes y unas flores de delicados colores y agradable perfume. Los mismos dioses, maravillados de su hermosa creación le concedieron un don: el de la longevidad, para que así se perpetuara su gran obra. A partir de ahí el baobab creció sin parar, cada vez más alto, potente y fuerte; esto hizo que fuese imposible que el calor del sol llegara a las demás plantas, impidiéndoles crecer y haciendo que el frío se adueñase de todo. El baobab había adquirido tanta soberbia y vanidad que no le importó en absoluto los problemas que estaba causando y, además, retó a los dioses diciéndoles que llegaría a alcanzarlos. Éstos, enfurecidos con el árbol lo castigaron plantándolo al revés y dejando sus preciosas hojas y flores bajo tierra. A esto se debe el curioso aspecto que tiene actualmente; parece que sus raíces, mirando al cielo, estén suplicando perdón por su arrogancia Anansi Ananse o también llamado Anansi es uno de los personajes más importantes de la leyendas de África occidental y del Caribe. Anansi es descrito como un héroe cultural, que actuá por parte del llamado Nyame, su padre y Dios del cielo. Él trae la lluvia que apaga los incendios y realiza otras tareas por su padre. Su madre es Asase Ya. Hay varias menciones de los hijos de Anansi. Según algunos mitos su esposa es conocida como Señora Anansi o la Señora de Anansi, pero es más comúnmente llamada Aso. Es representado como una araña, un humano o combinaciones de los mismos. Las leyendas de Anansi se creen originarias de la tribu Ashanti. Estas luego se propagaron por grupos akan y luego al Caribe, Surinam, y las Antillas Neerlandesas. En Curazao, Aruba, y Bonaire es conocido como Nanzi, y su esposa como Shi Maria. Las historias de Anansi se originaron en Ghana, África. La palabra Anansi es del pueblo Akan y significa araña. El dragón hawaiano moo-kuna “MOO” hace referencia a la figura de reptil, mientras que “kuna” alude a una criatura desconocida. Originalmente, Kuna era una criatura malévola que ensuciaba las aguas de los canales y ríos, que desarrolló un gran odio por la diosa Hina, madre de Maui. Por medio de engaños, logró conducirla hacia su cueva. El encuentro culminó con una batalla mágica entre los dos, que incluyó una competencia de cánticos y la maldición final proferida por Kuna. Hina, atrapada, llamó a Maui para que viniera a rescatarla, y éste atrapó al dragón gracias a un cubo mágico. Luego, lo quemó con lava. Los terremotos que se originaron a partir de esta batalla reflejan la creencia mítica de que las serpientes-dragones tuvieron importante influencia en la creación de la Tierra. Es decir, Kuna utilizó el agua para engañar a su enemigo, pero fue mediante el fuego –la lava– como el héroe Maui logró combatir al dragón y quemar su gruesa piel. Un elemento importante de esta mitología es que se invierten los roles de la naturaleza: el agua ya no se asocia con “lo bueno” y el fuego con “lo malo”, sino al revés. Los dragones ocupan un papel primordial dentro de la cultura hawaiana: son criaturas veneradas a través de su dios, Ka-moho-alii, el rey de los dragones, conocido posteriormente como “El rey de los tiburones" y el guardián de la calabaza que contenía el agua de la vida, que le daba el poder de revivir a los muertos. Son criaturas fabulosas dotadas de una multiplicidad de capacidades sobrenaturales: pueden sufrir diversas metamorfosis o generarlas en los demás. De la misma manera, los dragones son seres duales por naturaleza, que mantienen fuertes lazos con la tierra, los árboles y el mundo terrenal. Son criaturas heterogéneas; criaturas del aire cuyos lazos más fuertes están con agua. Cabe destacar que en el norte de Australia, durante el rito de la circuncisión, la Serpiente del Arco Iris debe tragar al candidato, el cual pasa a un estado de inconsciencia próximo a la muerte. De este estado emerge con más fuerza y se dice que “vuelve a nacer”. Éste, como vemos, es un concepto enteramente espiritual. Así es, el dragón u hombre lagarto es un eslabón perdido en el sentido de la evolución de la naturaleza humana del hawaiano y tahitiano, al tratar de explicar su origen (Charles Darwin atribuye el emerger del hombre de la familia de los primates) lo que sorprende que en este caso es que los tahitianos atribuyen a sus evoluciones de el tiburón, la tortuga, las aves, el lagarto y por ello se han desarrollado historias asombrosas de ellos. Por ejemplo: Nananaue el hombre que tenia fauces de tiburón en la espalda y que vivía aislado al norte del valle de waipio (dicen que no era el único) la explicación no tan mítica atribuye que era parte de una tribu de caníbales y como los hawaianos no concebían el canibalismo entonces preferían pensar que eran hombres tiburón que no habían terminado de evolucionar. hawaiiloa Hawaiiloa es el héroe de las islas hawaianas. Después de haber tropezado accidentalmente con las islas, regresó a su patria, que él llamó Ka āina kai melemele a Kane, “la tierra del mar amarillo de Kane”. A continuación se organizó una expedición colonizadora que incluía a su familia y otros ocho navegantes cualificados. Se asentaron en lo que es ahora la isla de Hawái, nombrada en su honor. La leyenda contiene referencia a sus hijos: Kaua'i, O'ahu, y Maui, que se asentaron en las islas que llevan sus nombres. La historia de Hawai iloa ha recibido mucha atención por parte de los hawaianos modernos, como una representación realista de la colonización de las islas, en consonancia con las actuales creencias antropológicas e históricas. Muchas personas creen que se trata de una convalidación de la veracidad de las antiguas tradiciones orales de Hawai. Tal vez sea ese el motivo de que la canoa de viajes Hawai iloa, lleve el nombre del legendario navegante. Esta canoa fue construida y navegó para demostrar que los polinesios eran audaces, intencionalmente navegantes, y no los desventurados viajeros soplados por el supuesto que algunas teorías de la migración polinesia reclaman. La canoa Hawaiiloa está ahora atracada en el puerto de Honolulú. A menudo se navegó en largos viajes por todo el Océano Pacífico con la esperanza de estudiar las técnicas de navegación utilizadas en la antigüedad. Sin embargo, la historia de Hawai iloa está atestiguada por sólo fuentes tardías, tales como la de los anticuarios Fornander y Thrum. No dieron sus fuentes originales de Hawái, sólo resúmenes y recopilaciones, por lo no podemos estar seguros de que la historia no se ha inclinado hacia la prueba de la ahora desacreditada teoría de la migración de Fornander, o que no haya sido elaborado por los hawaianos del siglo XIX ansiosos por validar sus propias creencias. Hawaiiloa no se menciona en las tempranas fuentes hawaianas como Malo o Kamakau. Malo dice que hay muchas historias sobre el origen de los hawaianos, y cita algunos cuentos de migración, algunas leyendas de origen indígena. Él no menciona a Hawai iloa. Kamakau dice que el primer hombre y mujer fueron Hulihonua y Keakahuilani, y que fueron creados en O'ahu. Los manehune Los menehune (ka poe menehune) son una raza mítica en Hawaii, unos traviesos e inteligentes pequeños que vivían en lo profundo de los bosques y valles de las islas. Los menehune son asociados con los días antiguos al asentamiento en Hawaii, andaban en las islas 1500 años antes que los colonos polinesios llegaran, aparecen en historias tanto antiguas como actuales. Se rumoreaba que los menehune eran expertos con sus manos; constructores industriales y artesanos que pudieron construir templos increíbles, calles, canoas, estanques y casas en muy poco tiempo. Aunque se dice que habitaban todas las islas, la isla de Kauai es el escenario más común donde se pueden escuchar historias sobre los menehune. Estos pequeños de 6 cm habitantes de las islas son, para muchos, los maestros arquitectos del estanque y represa Aleloko, la reserva de agua más grande de Kauai. La historia alrededor de la construcción de este estanque cuenta que dos curiosos, ignorando las advertencias de los menehune, fueron convertidos en piedra después de espiar a los menehune durante sus tareas de construcción. Hoy, se dice que los dos pilares de piedra pueden ser vistos cerca del estanque. Algunas paredes construidas a mano con petroglifos tallados cuidadosamente son consideradas una evidencia que Kauai fue (y quizás sigue siendo) el lugar de juego favorito de los menehune. Los huesos de kamehameha Kamehameha I, también conocido como Kamehameha el Grande, unificó las islas hawaianas bajo una sola soberanía. Desde el día de su muerte, el 8 de mayo de 1819, el misterio de la locación de los huesos del Rey Kamehameha es uno de los más grandes secretos en Hawaii. A pesar de que los antiguos hawaianos tenían un ritual ceremonial de entierro para todos, los rituales del funeral que se le daba a los Jefes eran especialmente complicados y sagrados. La ceremonia que preparaba el cuerpo del Jefe para la vida después de la muerte incluía la extracción de la carne de entre los huesos, que luego serían enterrados. La ubicación de los huesos se mantenía en secreto y se decía sólo a quién se delegaba el poder, usualmente al consejero más cercano. En el caso de Kamehameha, al Jefe Ulumaheihei (llamado Hoapili por el Rey) le fue concedido este honor. Los huesos de Kamehameha eran extremadamente sacrosantos y debían mantenerse escondidos para asegurar la transición de su espíritu al mundo de los aumakua, o Dioses. Para ser colocados en el lugar seguro y para prevenir cualquier espía, los huesos sagrados fueron escondidos de noche. Se creía que si el lugar del entierro era revelado, el enemigo que entró en contacto con los huesos podría absorber el mana o poder del Jefe. Aunque no está aún comprobado, muchos creen que los restos de Kamehameha descansan en una cueva en kaloko, un estanque en Kehaha, en la isla de Hawaii. Otros famosos soberanos, incluido Kahekili, un famoso soberano de Maui, descansan allí también. Algunos dicen que el Rey kalakaua ordenó que los restos de Kamehameha fueran reubicados en el mausoleo Real en Nuuanu Valley, aunque este dato es nada más que un rumor. Si los huesos del Rey Kamehameha fueron exhumados alguna vez, accidentalmente o intencionalmente, no se puede saber qué cadena de eventos puede desatarse con esta falta de respeto. Las anécdotas conflictivas alrededor de la morada final de los restos de Kamehameha el Grande son, tal vez, historias intencionales armadas para asegurar que el misterio permanezca intacto. El ohia lehua de Pele El árbol ohia lehua, encontrado en las islas a una altura de entre 300 y 2800 m (1,000 y 9,000 pies) se conoce por su madera rojiza y sus flores rojas. Sin embargo, el Ohia Lehua es un árbol sagrado asociado con Pele, la Diosa del volcán, y Hiiaka, la hermana de Pele quién es guardiana del bosque de ohia lehua. La leyenda dice que Pele ordenó la destrucción del bosque de ohia lehua que pertenecía a su hermana después de descubrir que su amante Lohiau se había envuelto en un romance con su hermana. Hoy en día, el volcán activo Mauna Loa en la Gran Isla de Hawaii continúa emanando lava y destruyendo los ohia lehua. Se dice que si un turista arranca sus frutos o flores sin practicar el ritual necesario pueden ocurrir consecuencias, desde tormentas hasta ríos de lava. Estas flores están protegidas bajo una ley estatal y no pueden ser arrancadas en los parques estatales. Dioses hawaianos de mitos y leyendas Ésta es sólo una lista parcial de los muchos Dioses hawaianos. Las islas están llenas de historias y de patrimonio. Muchos locales siguen creyendo en su existencia. Los Dioses siguen siendo respetados y reverenciados por muchos habitantes de Hawaii. Kane: Padre de las criaturas vivientes. Kane es identificado con el sol, el agua fresca y el bosque. Ku: Dios de la guerra. En tiempos antiguos se practicaban sacrificios humanos para este Dios. Kaneloa: Soberano de la tierra de los espíritus ausentes. Lono: Dios del crecimiento, de la lluvia, de la paz, del deporte y de las cosechas. Pele: Diosa de los volcanes (volcanoes). Hina: Diosa del trabajo femenino. Laka: Diosa del hula (Hula). Kuula: Dios de los pescadores. Papa: Diosa de la fertilidad. Kanaloa: Dios de la muerte, la oscuridad y el océano. Poliahu: Diosa de la nieve del Mauna Kea. Rival de Pele. El mito de calipso Calipso pertenecía a las ninfas y era hija de Atlante y Pléyone. Otras versiones la hacen hija de Helio (el Sol) y Perseis. De esta segunda versión es que se deriva la idea de que era hermana de Circe y Eetes. Su lugar de habitación era la isla Ogigia, que se cree se ubicaba en el Mediterráneo occidental y que por lo general se identifica con la actual península de Ceuta, frente a Gibraltar. Calipso, llamada por Homero “la que oculta”, recibió hospitaliariamente a Odiseo (Ulises) cuando su nave naufragó. En la Odisea, se cuenta como Calipso, enamorada profundamente de Odiseo lo retiene contra su voluntad en la isla durante mucho tiempo mientras él cree que a penas son unos días. La cantidad de tiempo que Ulises estuvo con ella varía. Algunos apuntan que fue diez años, otros creen que siete y hay quien opina que fue un año. A cambio de que Odiseo se quedara para siempre con ella, Calipso le ofrecía a cambio la inmortalidad. Sin embargo, Odiseo sentía la necesidad de regresar a su hogar Ítaca y al final se mantuvo inflexible. Atenea quien protegía a Odiseo, rogó a Zeus para que enviara a Hermes donde Calipso y le ordenara que dejara ir a Odiseo, a lo cual Zeus cedió. Aunque a ella le dolió dejar partir a su amado, cumplió la orden del dios de dioses. Le proporcionó al héroe madera para construir una embarcación, provisiones para el viaje, e indicaciones de cuales astros debía seguir para econtrar el camino a casa. Existen leyendas posteriores a la Odisea donde se les adjudica a Odiseo y a Calipso un hijo llamado Latino, quien por lo general se considera más bien hijo de Circe. Otras tradiciones hablan de Nausítoo y Nausínoo como hijos de Calipso y Odiseo. También se cuenta que Ausón fue hijo de la pareja, quien dio origen a Ausonia. Adicionalmente, existe en la mitología registros de otra Calipso que era una de las hijas de Tetis y Océano. Cuando Europa murió le fueron concedidos los honores divinos y el toro que había sido la forma en que Zeus había amado a Europa fue convertido en constelación e incluido en los signos del zodíaco. Por otro lado, se conocen otras heroínas con este nombre. Una es la hija de Ticio que tuvo a Eufemo depués de unirse con Poseidón (dios del mar). Otra es una de las Oceánides, hijas de Tetis y Océano. También, la madre de Níobe, esposa de Foroneo se llamaba Europa. Y por último, la hija del Nilo y una de las esposas de Dánao. Las sirenas La primera mención que se conoce de las Sirenas es en La Odisea, cuando Odiseo se enfrenta a su canto en el mar. Aquí aparecen sólo dos, pero otras tradiciones hablan de tres: Pisínoe (Parténope), Agláope (Leucosia), y Telxiepia (Ligia) o incluso de cuatro: Teles, Redne, Molpe, y Telxíope. De las sirenas se sabe que su especialidad era la música. Se cree que una tocaba la lira, otra cantaba y la otra tocaba la flauta. Para el poeta y mitógrafo Ovidio, las sirenas no siempre tuvieron esa forma, sino que en un principio eran mujeres muy hermosas compañeras de Perséfone (diosa del mundo subterráneo y compañera de Hades), antes de que fuera raptada por Hades. Cuando sucedió el secuestro, ellas le pidieron a los dioses que les dieran alas para poder ir en busca de su amiga. Otra versión dice que su transformación fue un castigo de Démeter por no defender a su hija de Hades e impedir el secuestro. También se dice que Afrodita les quitó su belleza, por que despreciaban las artes del amor. Hay una leyenda que cuenta que después de la metamorfosis, rivalizaron con las musas, y éstas muy ofendidas, las desplumaron y se coronaron con sus despojos. De acuerdo con el mito más difundido, vivían en una isla del Mediterráneo que tradicionalmente es ubicaba frente a la costa italiana meridional, más específicamente frente a la Isla de Sorrento y con la música que tocaban atraían a los marinos, que aturdidos por el sonido, perdían el control del barco que se estrellaba contra los arrecifes. Entonces las Sirenas devoraban a los imprudentes navegantes. Varios héroes pasaron por su isla incólumes, gracias a ardides o a la ayuda de algún dios. En el caso de los Argonautas, se cuenta que pasaron muy cerca de la isla de las sirenas, pero que Orfeo, que tenía fama de cantar maravillosamente (héroe griego) hizo uso de su talento con tanta armonía y tan melodiosamente, que no las escucharon por lo que se salvaron de su terrible destino. Butes (uno de los argonautas) no pudo soportar la tentación y se lanzó al mar, pero Afrodita lo rescató. De igual manera, Odiseo (Ulises), fecundo en ardides, cuando se iban acercando a la isla temida, por consejo de Circe, ordenó a sus hombres que se taparan los oídos con cera, y él que no podía con la curiosidad de escucharlas, se hizo amarrar al mástil, con orden de que pasara lo que pasara, no lo desataran. Al escuchar los cantos de las sirenas quizo soltarse pero sus compañeros no se lo permitieron. Cuenta la leyenda, que las sirenas devastadas por su fracaso, se lanzaron al mar y murieron ahogadas. Posteriormente, las sirenas pasaron a ser consideradas divinidades del más allá, y se suponía que cantaban para los bienaventurados en las Islas Afortunadas. Fue así como pasaron a representar las armonías celestiales y es así como las dibujan en los ataúdes y sarcófagos. El mito de las moiras Las Moiras son la personificación del Destino. Inicialmente, todo ser humano tenía su moira, pero luego el concepto se vuelve más abstracto y se convierten en una divinidad femenina. Su carácter es totalmente impersonal e inflexible como la concepción que tenían los griegos del Destino. Después de la epopeya homérica (La Ilíada y La Odisea), se institucionaliza la idea de tres Moiras: Átropo, Cloto y Láquesis. Su función es regular la vida de cada mortal, desde su nacimiento hasta su muerte, con ayuda de un hilo que la primera hilaba, la segunda enrollaba, y la tercera cortaba cuando llegaba el final de esa existencia. Ellas son las que impiden que un dios intervenga en batalla, para evitar la muerte de un mortal, cuando ésta es ya su destino. Las Moiras son hiijas de Zeus (dios de los dioses) y de Temis (diosa de la Ley) y hermanas de Las Horas. Según otra tradición, eran hijas de La Noche, como Las Ceres, por lo que pertenecían a la primera generación divina. En este caso, serían titánides (de la generación de lo Titanes). Se las puede ver en conjunto con Ilitía que es la encarnación del nacimiento o con Tique que es lo mismo. En Roma, equivalen a las Parcas, con la variación de que una preside el nacimiento, otra el matrimonio y la otra la muerte. También conocidas como las Tres Hadas. El mito de circe Circe es muy conocida por la participación que tiene en el desarrollo de la famosa épica de Homero, la Odisea, pero también tiene un papel en las leyendas de los Argonautas. Su padre es Helios (el sol), y su madre es Perseis, en algunas tradiciones, aunque en otras su madre es Hécate. Es hermana de Eetes -rey de Cólquide y guardían del Vellocino de Oro- y por lo tanto es tía de Medea. También es hermana de Pasífae, esposa de Minos. Su vivienda está en la isla de Ea, la cual aparentemente corresponde hoy a la península llamada monte Circeo. Circe es considerada una maga muy poderosa. Odiseo (Ulises, en la tradición latina) llega a esta isla de Circe, después de estar en el país de los lestrigones. La mitad de sus hombres son enviados a hacer un reconocimiento de la isla, al mando de Euríloco. Todos se adentran en la isla, y llegan a un valle, donde hay un palacio brillante. Todos entran, excepto Euríloco quien prefiere quedarse montando guardia. Circe -que es la dueña del palacio- recibe calurosa y hospitalariamente a los griegos, y los invita a un banquete. Euríloco es testigo de que una vez que sus amigos han probado los manjares, Circe los toca con una varita y los convierte en animales diversos, como leones, cerdos y perros, dependiendo de la naturaleza verdadera de cada uno. Una vez hecho esto, Circe encierra a todos en unos establos llenos de animales similares. Al ver esto, Euríloco escapa y va a contarle a Odiseo todo lo que ha visto. Odiseo decide ir a rescatar a sus hombres, y mientras pensaba en un plan, se le aparece Hermes (mensajero de los dioses) y le da el secreto para vencer las artes mágicas de Circe: debe agregar una planta llamada moly que el entrega Hermes, a cualquier brebaje que ella le dé y así estará a salvo. Así, Odiseo se presenta ante Circe que hace lo mismo que había hecho con sus compañeros y le ofrece de beber. Odiseo acepta, pero antes agrega la planta molly al brebaje, por lo que cuando Circe intenta convertirlo en animal con su varita, no sucede nada. Odiseo saca su espada y le hace jurar a Circe que no le hará daño y que liberará a sus hombres. Hecho esto, Odiseo se queda con Circe un año de placeres (aunque para otros es un mes), pero nunca olvida a Penélope. Circe tiene con Odiseo a Telégono y a Casífone. Según algunas versiones también tuvo a Latino. Además, Circe es madre de Fauno quien nació de su unión con Zeus. En la leyenda e los Argonautas, Circe hace su presencia en el viaje de regreso cuando Jasón viene con Medea -quien le ha ayudado a obtener el Vellocino de oro y está totalmente enamorada de él-. El Argos llega a la isla de Eea, donde la maga Circe los recibe y purifica a Jasón y a Medea por la muerte de Apsirto, pero no le da hospitalidad a Jasón, y se limita a conversar largamente con su sobrina. También, Circe transformó a Escila en el monstruo que era una mujer en su parte superior, pero que de su parte inferior surgían unos horribles perros que devoraban todo lo que pasaba cerca, pues según unas versiones se enamoró del dios marino Glauco que prefirió el amor de Escila. Según otra versión, Poseidón se había enamorado de Escila y Anfititre, celosa, le había pedido a Circe que hiciera la transformación. La gigantomaquia Dueño del poder Zeus lo compartió con sus hermanos, Poseidón y Hades, a quienes dio respectivamente el dominio de los mares y el de las naciones subterráneas. Pero entonces los gigantes, nacidos de la sangre de Urano, quisieron escalar el Olimpo. Ante la presencia de los gigantes palidecieron las estrellas, retrocedió el Sol y la Osa se hundió en el mar. Para asaltar el Olimpo los gigantes colocaron una montaña sobre la otra, y desde la cúspide atacaron a los dioses utilizando como proyectil rocas y troncos de árboles incendiados. Los dioses huyeron aterrorizados y muchos huyeron a Egipto adoptando diversas formas hasta que se organizó la oposición a los gigantes. Si bien los gigantes tenían un origen divino había una forma de darles muerte, el asesinato debía ser cometido por un dios y un mortal en combinación. Como existía una hierba mágica en la tierra capaz de hacer inmortales a los gigantes, antes de que éstos lo advirtieran Zeus se apoderó de ella gracias a que el Sol, la Luna y la Aurora no brillaron y de esa manera nadie tuvo la luz necesaria para encontrarla. Los dioses comenzaron a armar una contraofensiva y la primera en prestar auxilio a Zeus fue Estigia, que gobernaba un río subterráneo. Ella fue acompañada también por sus hijos: la Victoria, el Poder, la Emulación y la Fuerza. Como agradecimiento de Zeus a Estigia, éste dispuso que en adelante fuesen inquebrantables los juramentos que se hacen por ella. Otros dioses acudieron luego a la ayuda de Zeus entre ellos Ares y Atenea. Pero era imprescindible encontrar un mortal para poder asesinar a los gigantes. El elegido fue Heracles (Hércules), semidiós hijo de Zeus y Alcmena. Heracles en el carro de su padre derribó a Alcinoeo, caudillo de los gigantes, el cual cayó en su tierra natal, Flegras (Tracia) y como según la leyenda los gigantes no podían morir en el lugar donde habían nacido Heracles tomó a Alcinoeo a cuestas y lo llevó a otra región para matarlo con su maza. Luego Porfirión saltó desde la gran pirámide de montañas y como no pudo sorprender a Atenea se lanzó contra Hera a la que intentó estrangular. Entonces Eros le lanzó una saeta, cambiando la ira del gigante por una lasciva desenfrenada. Porfión intentó ultrajar a Hera pero Zeus aprovechando la oportunidad lo hirió con su rayo y Heracles lo terminó rematando. Efialtes, otro gigante había obligado a Ares a arrodillarse ante él y Apolo lo hirió con una saeta. luego Heracles lo terminó rematando. Origen del maratón El origen del maratón se sitúa en el año 490 a. C. tras la victoria griega en la Batalla de Maratón, lo que supondría el final de la I Guerra Médica. La I Guerra Médica había comenzado en el año 492 a. C., cuando los persas decidieron iniciar la invasión de Grecia como castigo a Atenas y a Eretría, ya que éstas habían apoyado la sublevación de las ciudades jonias contra el Imperio Persa. Según relataría Heródoto, Dario I, rey de Persia, habría ordenado a sus ayudantes de cámara que le recordaran en cada comida: "¡Gran rey, no te olvides de los atenienses!" En el año 492 a. C. el Imperio Persa, al mando de Mardonio conquistó Tracia y sometió a Macedonia. Sin embargo la flota fue destruída por una tormenta y no pudieron continuar con su cometido. Al año siguiente Darío I mandó embajadores a toda Grecia exigiendo su sumisión. Fueron muchas las que aceptaron, pero Atenas y Esparta se negaron matando al embajador. Este sería el desencadenante de una nueva campaña militar llevada a cabo por Darío. En el año 490 a. C., el ejército persa partió hacia la costa griega bajo el mando de Artafernes y Datis. Desembarcaron en la bahía de Maratón, adecuada, debido a su gran extensión, para el despliegue de todas las tropas persas. Éstas superaban en número a las atenienses, por lo que Milcíades, general ateniense, envió a Filípides a pedir ayuda a Esparta, quien pospuso el envío de tropas hasta la finalización de sus juegos. Sin embargo, la estrategia llevada a cabo por Milcíades supuso la victoria griega en Maratón y obligó a los persas a retirarse. Los ancianos, mujeres y niños atenienses se encontraban en la acrópolis de Atenas esperando noticias de la batalla, así que Milcíades envió a Filípides a proclamar la noticia. Éste recorrió corriendo los aproximadamente 40 kilómetros que separaban Maratón de Atenas y al llegar exclamó: "¡Alegraos atenienses, hemos vencido!" Nada más anunciar la victoria, Filípides murió de agotamiento. Fue en el año 1896 cuando tuvo lugar el primer maratón en las Olimpiadas de Atenas, con una distancia de 40 kilómetros. La actual distancia de 42,195 kilómetros se estableció en los Juegos Olímpicos de París en 1924. Sedna Sedna era una muchacha que al llegar a la edad casadera, había rechazado a todos sus pretendientes. Para castigarla, su padre la casó con un perro y la envió a vivir a una isla cercana. Un día, cuando su marido-perro se hallaba fuera de la casa, arribó en la isla un barco a bordo del cual viajaba un apuesto joven. Éste la llamó y seduciéndola con palabras llenas de promesas y tesoros, consiguió que la muchacha subiera al barco y se escapara con él. Tras un largo viaje, llegaron a las tierras del joven y tras contraer matrimonio, Sedna descubrió quién era en realidad su nuevo marido; un petrel, un ave marina, con la capacidad de adoptar forma humana. Sedna, asustada, quiso escapar. Entretanto, el padre de Sedna, había emprendido la búsqueda de su hija, desesperado. Al fin, llegó a las tierras del petrel y encontró a su hija, a la que escondió detrás de unas rocas y esperó a que su marido se fuera de casa en busca de pesca. cuando éste hubo abandonado su morada, Sedna y su padre huyeron. Sin embargo, el petrel llegó a tiempo para ver como ambos huían y comenzó una persecución, en la que además provocó una gran tormenta que hacía peligrar la embarcación. Ante esta situación, el padre de Sedna arrojó a su hija por la borda. Sedna, agarrada al costado del barco, suplicó a su padre que la salvara, mientras la violencia de la tormenta iba en aumento. Su padre no solo no la ayudó a salvarse sino que fue cortando uno a uno los dedos de su hija, que según caían al mar, iban convirtiéndose en focas, ballenas y narvales. Antes de que Sedna cayera al mar, su padre le arrancó un ojo. La muchacha descendió al mundo inferior del fondo del mar, convirtiéndose en dueña y señora de todos aquellos mamíferos marinos que habían sido sus dedos. Por lo general, Sedna suele ser generosa con los seres humanos y cuidadosa con los animales marinos, pero en ocasiones, cuando los cazadores causan daño al alma de los animales, ella los retiene, provocando escasez de caza para los humanos. Cuando se dan estas situaciones, un chamán debe viajar a la morada de Sedna y rogarle que suelte a los animales. A veces, los mamíferos marinos se quedan prendidos en la cabellera de Sedna, enredada debido a la violación de los tabúes por parte de los humanos y ante esta situación, el chamán debe viajar hasta las profundidades del mar para peinar a Sedna, puesto que ella no tiene dedos, y así liberar a los animales que servirán de alimento de los humanos. El sombrerón Se trata de un personaje que vivió en épocas pretéritas en diferentes pueblos del Huila. Era un enigmático hombre que vestía de negro y se ponía un gran sombrero del mismo color, montaba un brioso caballo también negro que se confundía con la noche, no hablaba con nadie y a nadie le hacía daño; aparecía y desaparecía como por encanto. Físicamente se le describe como un hombre maduro, con un sombrero grande, bien vestido, de rostro sombrío y en actitud de observación permanente. En el libro Mitos y Leyendas de Colombia, de Iván Salazar Duque, se hace referencia al a trilogía del vestido negro, así: Fue famoso en Medellín en 1837, cuando recorría todas las calles. Aparecía cuatro o cinco viernes seguidos, volvía a aparecer uno o dos meses después. Parece que fuera el sombrerón, el espanto propio de Medellín. Se aparecía de improviso y de improviso también volvía a desaparecer. Solía hacer sus mas frecuentes apariciones los días viernes en especial los de cuaresma y el viernes santo. Hacía sus galopantes y ruidosas apariciones silbando, rastrillando su mula y dejando oír el arrastrar de las cadenas de sus perros por casi todas las calles empedradas de Medellín antiguo, (1800 a 1900). Hay crónicas también de sus andanzas por pueblos del suroeste como Andes, Bolívar y Jardín y por los poblados a orillas de los ríos San Juan y Baudó. En otras regiones colombianas como el Tolima, el Huila y al oriente del Valle del Cauca, se le denomina como El Jinete Negro, y se le describe en forma muy similar a como hemos descrito hasta aquí.
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