POBREzA Y RIquEzA EN EL ANTIGuO TESTAMENTO

Rainer Kessler
Pobreza y riqueza en el Antiguo
Testamento
Cuando nos confrontamos con el problema social y teológico de la pobreza actual, buscando posibles soluciones, analizamos la situación
según criterios de sociología, economía y otras disciplinas. Como cristianos, sin embargo, nos orientamos en última instancia por la Biblia.
Conviene, por lo tanto, saber cómo vivían los hombres y qué significaba ser pobre entonces para sacar alguna conclusión para nuestros días.
Armut und Reichtum im Alten Testament, Una Sancta 70 (2015)
2-13.
La pobreza es uno de los problemas más graves del mundo moderno, que aumenta a nivel global
y se extiende incluso en países ricos, como Alemania. Actualmente, en los países del sur de Europa,
el empobrecimiento desencadenado por la deuda y la crisis financiera es dramático. La evolución
demuestra que una gran mayoría
se hunde en la pobreza mientras
una minoría se enriquece progresivamente.
La pobreza es un problema social. Pero también es un problema
profundamente teológico. En la Biblia, la esencia misma de Dios se
define ante la cuestión de la pobreza. En el Sal 82 se describe con tonos míticos una reunión de dioses.
El Dios de Israel reta a los dioses
de los pueblos a ayudar a los pobres y, como no pueden, dejan de
ser dioses. Solo puede pretender
ser Dios aquél que está de parte de
los pobres.
Dado que el Dios de Israel es
un Dios de los pobres, la biblia hebrea espera alcanzar una sociedad
sin pobres (“no debería haber ningún pobre junto a ti, porque Yahvé
te bendecirá en la tierra que Yahvé,
tu Dios te da en herencia”, Dt 15,4),
siempre que escuche la voz de su
Dios y cumpla sus mandamientos.
Sin embargo, y en contraste con
el contexto de la misma ley, viene
la constatación realista: “Ciertamente nunca faltarán pobres en este país” (Dt 15,11). Esto es característico de toda la Biblia hebrea.
Conoce la realidad de la pobreza
pero no la explica, ni explica la realidad de los pobres. Da instrucciones prácticas y establece una ética
de respeto en el trato con los pobres. Pero, al mismo tiempo, no se
resigna a la existencia de la pobreza. Según la voluntad de Dios, la
pobreza no debería existir.
Cuando, como creyentes nos
enfrentamos con el problema so 289