1. Espiritual

¿Tienes vocación?
Autoconciencia
y compromiso
Por: Hna. Cecilia SIERRA, mc
¿Qué has aprendido en las últimas 24 horas? ¿De qué te has dado cuenta?
¿Cuáles han sido tus sentimientos más recurrentes? Estos cuestionamientos
pueden parecer irrelevantes, sin embargo, son fundamentales para dar respuestas
a preguntas existenciales, fomentar la autoconciencia, crear un sentido
de pertenencia y actuar en corresponsabilidad con la historia.
V
Misioneros Combonianos
ivir desconectado de uno mismo es más
común de lo que se cree. Con frecuencia
estamos fuera de nosotros, distraídos y
divididos. San Agustín y santa Teresa de Ávila, entre
otros, han reconocido esta dispersión como parte
de su experiencia personal, la cual no sólo producía
una sensación de vacío, sino que los desvinculaba
de la realidad, de sí y de Dios. Por muchos años,
Agustín vivió una vida disoluta y licenciosa, pero era
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también un buscador incesante de la verdad y en
esa búsqueda fue alcanzado por la gracia, «¡Tarde
te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde
te amé! Tú estabas dentro de mí y yo afuera, y
ahí mismo te buscaba» (Confesiones, libro 7, cap.
XXVII, 39).
Asimismo, santa Teresa de Ávila se refería a
esta sensación desvinculante como «la loca de la
casa». Teresa llamaba a esta turbulencia interior
«pensamiento tortolito» que atonta y
enajena y también «mariposas de las
noches, importunas y desasosegadas»
que atraídas por la luz, se lanzan hacia ella
y la sofocan. Para Teresa ese interminable
discurso que se aseñora de nuestra
mente, no es la imaginación creativa y útil,
sino una actividad desgastante y muchas
veces fútil.
Dar respuesta a la pregunta existencial,
por tanto, exige disciplina y autocontrol.
Sin embargo, como lo demuestra la
experiencia de estos santos, aquietarse
y «desentrañar el día» no es sólo un
ejercicio de la voluntad. Para Carlos
Cabarrús, ver la vida desde el propio
querer es también una gracia. En su libro,
Cuaderno de bitácora para acompañar
caminantes, ofrece herramientas básicas
para un examen diario que conduzca a
un «compromiso histórico armónico». A
fin de hacer del discernimiento «actitud
«Un mundo diferente no puede ser construido por personas indiferentes»
Esquila Misional • noviembre 2014
Joel Cruz
El desierto
Por otro lado, los elementos para lograr la autoconciencia y asumir compromisos son el silencio y la
soledad, que en la tradición judeocristiana se define
como «el desierto». Este es el lugar del encuentro
con Dios y de la alianza; es también lugar de confrontación, de enamoramiento y de compromiso. Ahí
«Los elementos para lograr la autoconciencia y asumir
compromisosson el silencio y la soledad»
Miguel Navarrete
vital», Cabarrús propone siete pasos: ponerse en la
presencia de Señor; recoger las vivencias internas
del día; escoger algo que me parezca una moción
que viene del Señor; hacer lo mismo que lo anterior
con algo que suene a treta o trampa de espíritu del
mal en mí; analizar el momento presente con los
mismos elementos; ver qué es lo que ha significado
este día; y terminar con una oración de acción de
gracias y de petición de ayuda.
Parece fácil, sin embargo, muchos no se atreven
siquiera a intentarlo. Temerosos del silencio y la
quietud se aferran al ruido y a la agitación, al frenesí
y al bullicio. Por miedo a quedarse solos, al desnudo,
delante de ellos mismos y de Dios, se esconden
detrás de máscaras y se vive una existencia vacía
y resquebrajada, como «cisternas agrietadas que
no retienen el agua» (Jr 2,13). Y no son solamente
24 horas las que pueden desperdiciarse, sino que a
veces se nos va la vida extraviados y divagando por
mundos imaginarios.
«Los deseos auténticos y los deseos de Dios son convergentes»
la persona se adentra en su zona vulnerada, se enfrenta a sus fieras y puede decidir un camino nuevo.
Las experiencias «áridas» y las noches obscuras
son ocasiones favorables para autodefinirnos y conectarnos, «la llevaré al desierto y le hablaré al corazón» (Os 2,16).
Esta fue la experiencia de Jesús. El Espíritu lo
condujo al desierto, y ahí pudo descubrir quién era
en realidad (Mt 4,1-11; Mc 1,12-13; Lc 4,1-13;). Después de su experiencia dijo «Yo soy» (Ex 3,14; Jn
8,28). En el desierto, Jesús recibió varias «oportunidades de renegociar su misión», pero las rechazó pues no iban de acuerdo a su proyecto de vida
(cf Jn 6,15).
También nosotros buscamos la razón fundamental de nuestra existencia. Fomentar una disposición permanente que ayude a adentrarse en
uno a fin de desarrollar el nivel de las emociones,
el pensamiento y la voluntad. Al reconocernos
como parte de un todo, se acrecienta la armonía y la solidaridad con el Creador y lo creado.
En la medida que se conoce más la realidad, el
mundo y así mismo se hace más urgente adquirir
un compromiso histórico armónico con opciones
que vayan de acuerdo a los valores del Reino de
Dios. En otras palabras, el conocimiento vincula
y no se puede permanecer al margen de la vida o
de la historia. «Un mundo diferente no puede ser
construido por personas indiferentes».
noviembre 2014 • Esquila Misional
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En el canto «Soy la que Soy», Rosa Zaragoza
expresa «todo está en mi interior para que escoja
lo mejor... tengo todo lo que necesito para sentirme
feliz». De la misma manera, Cabarrús asegura que
«los deseos auténticos (los que brotan del propio
manantial) y los deseos de Dios son convergentes».
Por tanto, cuando se potencia el sentimiento,
el pensamiento y la voluntad se comienza a ser
totalmente uno mismo para llegar a ser, como decía
santo Tomás de Aquino, «como Dios nos hizo».
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