Título La práctica reflexiva como estrategia de desarrollo docente Lic. Eduardo Fong Facultad de Idiomas [email protected] Mtra. Laura Emilia Fierro López Facultad de Idiomas [email protected] Línea temática: Formación Docente en la Enseñanza de Lenguas. Resumen Se plantea que las políticas lingüísticas, programas y experiencias dentro de la formación docente siguen modelos predeterminados que condicionan a los procesos formativos, por lo que, en ocasiones, puede ser muy amplio el campo del conocimiento en esta área. Sin embargo, se requiere determinar parámetros específicos con los cuales debe contar un docente en ejercicio en el campo de la enseñanza de lenguas extranjeras. La práctica docente no se basa en qué elementos enseñar y de qué manera mostrarlos, sino en comprender cómo y por qué funcionan los diversos sistemas didácticos para hacer efectiva la enseñanza de una lengua extranjera. Ante todo, se destaca la postura reflexiva del profesional en la actividad que realiza. Para dirigirse hacia una verdadera práctica reflexiva, es necesario que esta postura se convierta en algo permanente y se inscriba dentro de una relación analítica unificándola, con la profesionalización teóricapráctica. Se pretende que los docentes puedan llegar a la reflexión de su práctica basada en una serie de estrategias que los habiliten para examinar, analizar y desarrollar la visión de su ejercicio. Un docente no sólo requiere tener el conocimiento de conceptos, teorías o métodos, sino, ser capaz de concretizarlo en la práctica. Palabras clave: formación, competencias, profesionalización, reflexión docente. Introducción Se plantea que las políticas lingüísticas, programas y experiencias dentro de la formación docente siguen modelos predeterminados que condicionan a los procesos formativos, por lo que, en ocasiones, puede ser muy amplio el campo del conocimiento en esta área. Sin embargo, se requiere determinar parámetros específicos con los cuales debe contar un docente en ejercicio en el campo de la enseñanza de lenguas extranjeras. Desarrollo La formación del docente está compuesta por las investigaciones en didáctica y sobre las teorías que se han desarrollado en términos de enseñanza. Según se desenvuelvan estos componentes más clara es la necesidad de la formación docente en sus competencias. Se puede mencionar el porqué de las innovaciones, indagar por qué es necesaria una formación continua, pero todo recae sobre la noción que los sistemas educativos se encuentran en constante evolución, exigen reajustes y cambios de vital importancia. Dentro de la formación docente, se determina la existencia de necesidades con el fin de establecer una formación inicial en los docentes y una formación continua que profesionalicen su práctica. Es razonable abordar una perspectiva dentro de la formación inicial y continua de los docentes de lenguas extranjeras en términos de competencias, conocimientos (lingüísticos-didácticos-pedagógicos) e identificar las funciones que efectúa para adaptarse los estudiantes. Diker y Terigi (1994, p.113) mencionan que “una concepción comprensiva de la enseñanza supone definiciones diferentes en el plano del diseño de la formación, que apresen la complejidad de la tarea docente y construyan capacidades de intervención que atiendan a tal complejidad”. Estos rasgos característicos se ven reflejados en diferentes rubros, tal como la competencia lingüística, sea en la parte de la expresión oral, expresión escrita, producción oral y producción escrita. Asimismo, aspectos culturales como acentos regionales, neologismos y, principalmente, la formación para la práctica. Por lo que se requiere que los docentes comprendan los procesos de enseñanza, aunque esta comprensión sea producto inconsciente de la experiencia o autoformación, más un entendimiento derivado de la reflexión teórica y práctica. Se pretende que los docentes reflexionen sobre su práctica con base en una serie de estrategias que proveen al docente con la capacidad de examinar, analizar y desarrollar una visión docente para su ejercicio. Un docente no sólo requiere tener el conocimiento de conceptos, teorías o métodos, sino, ser capaz de concretizarlo en la práctica. Ser docente implica saber ser, saber hacer, en una variedad de roles que debe tener en inmersión, no sólo es la experiencia que comprende estos roles sino, observar los modelos y analizar, cómo y cuándo estos son funcionales. No se puede ser competente y contar con las habilidades necesarias para desarrollar la práctica, sin tener una base sólida de conocimientos que proporcionen los elementos para analizarla. Saber enseñar se desarrolla mediante un proceso evolutivo-continuo que transforma la práctica educativa; de ahí que una vez que los docentes están en el campo de la enseñanza se encuentran en el espacio idóneo para mejorar su práctica, y así guiarla de una manera reflexiva. En las diferentes formas de investigación, investigación para la formación, de desarrollo organizativo, de innovación, de asesoramiento a equipos y a proyectos de centro, la reflexión sobre la práctica es de vital importancia. De acuerdo a Perrenoud (2005, p.57) no existe ninguna cronología ni jerarquía entre la práctica y la postura del docente. Entonces, se puede esperar una formación continua (con miras a la práctica reflexiva) que: Compense la superficialidad de la formación profesional. Favorezca la acumulación de saberes de experiencia. Acredite una evolución hacia la profesionalización. Prepare para asumir una responsabilidad política y ética. Permita hacer frente a la creciente complejidad de las tareas. Ayude a sobrevivir en un oficio imposible. Proporcione los medios para trabajar sobre uno mismo. Ayude en la lucha contra la irreductible alteridad del alumno. Favorezca la cooperación con los compañeros. Aumente la capacidad de innovación. Perrenoud (2001) afirma que en la formación docente se debe establecer un sistema cooperativo-organizativo donde no se apliquen solamente los contenidos vistos en la formación inicial, sino aplicar los distintos conocimientos observados y aprendidos dentro de la misma formación (teóricos-prácticos). Ambos elementos, la teoría y la práctica, deben concretizar y generar docentes capaces de entender realmente la práctica educativa. Por tanto, es importante comprender que los conocimientos teóricos se vuelvan prácticos y los prácticos sean teóricos con el fin de generar docentes críticos y reflexivos. Este modelo actual crítico reflexivo, exige al docente estar actualizado y capacitado en el desarrollo de estrategias y habilidades que le permitan transmitir al estudiante los conocimientos necesarios. En la actualidad, el docente requiere nuevas estrategias, percepciones, experiencias y conocimientos para dar respuesta a las múltiples interrogantes que se presentan en la práctica. Es necesario concebir al docente bajo otra noción, no sólo definir un listado de competencias con las que debe contar, sino contenidos tanto cognitivos, actitudinales, valorativos y habilidades que permiten la resolución de problemas. Metodología: Se realizó una investigación correspondiente al área de la enseñanza de francés como lengua extranjera con el fin de determinar la importancia que tiene la práctica reflexiva en los docentes, y a su vez determinar las competencias con las cuales debe contar. La información recabada proviene de los docentes en ejercicio de la Facultad de Idiomas de la Universidad Autónoma de Baja California, campus Mexicali. Se centra en dos elementos que sustentan el desarrollo en la práctica docente, la formación inicial y la continua en el campo de la enseñanza de lenguas extranjeras que apoyan esta ideología por buscar el perfil ideal en el campo de FLE. Para recabar la información y sustentar la importancia de la práctica reflexiva en la enseñanza de lenguas extranjeras se presentaron dos herramientas de investigación que facilitaron la comprensión de los datos. Se procuró determinar, mediante un cuestionario, la formación inicial con la que contaban, dónde recibieron su formación y establecer un razonamiento sobre los contenidos con los que debe contar el docente. Otra herramienta dentro de la investigación fue la entrevista, ésta ha sido el resultado de la planeación de contenidos por parte de la revisión de la literatura y a su vez, de la reflexión de la práctica docente, siendo el medio más idóneo para resolver algunas cuestiones relevantes a la formación. Todos los elementos mencionados dentro de la investigación mostraron que, para muchos, este tipo de práctica supone una reflexión sobre sus actuaciones en el aula y su práctica en general, donde cumple su función e indaga, se orientara y busca una solución al problema. Ante todo, el docente es un profesional de la educación, un especialista en un área de conocimiento. Por lo tanto, debe de reflexionar sobre su práctica y adaptar su proceso de enseñanza a la variedad de alumnos, saber analizar de manera crítica, y atender eventuales necesidades. En estos argumentos subyace la idea de que el futuro profesor tiene que tomar conciencia de la importancia que implica mejorar en el campo de enseñanza. Al desglosar lo contenidos arrojados por los cuestionarios y entrevistas se determinan los siguientes elementos: Es importante contar con una formación teórica para ejercer la formación para la práctica. Es necesaria una formación práctica que sirva para conocer la realidad de los centros educativos y que será básica en la profesionalización docente. De igual manera, se requiere una conexión entre ambas que permita transferir el aprendizaje teórico a la práctica. Dentro de la formación inicial de los docentes existe una tendencia de contenidos necesarios para establecer una base sólida de conocimientos. Los docentes manifiestan mayoritariamente las siguientes tendencias: Mencionan que la formación inicial aporta la base teórica y conocimiento de la práctica en los docentes. Sin embargo, este elemento debe reforzarse dentro de una formación continua. La formación teórica debe incluir materias dentro del campo de la educación, tales como Didáctica, general y específica, en el campo de ELE. La formación que se desarrolla en la práctica es necesaria para llevar al docente ante una realidad educativa y situacional con el estudiante. Al pensar en la profesionalización del docente se muestra la importancia que tiene la capacidad de planificar, evaluar, trabajar en conjunto, ya que el docente debe analizar y desarrollar procesos de enseñanza. Cualquiera que sea el perfil del docente, sus competencias y funciones constituyen un problema teórico y práctico difícil de resolver, influenciado por las condiciones contextuales y personales de cualquier proceso de enseñanza. El perfil del profesorado viene preestablecido por dos conceptos: capacidad y competencia. La capacidad hace referencia al final de un proceso en el que se ha dotado al profesional de los conocimientos, procedimientos, actitudes y valores necesarios para desempeñar su tarea y la competencia es un proceso variado y mucho más flexible que se va alcanzando a lo largo del desarrollo de la profesión generando nuevas capacidades. En cualquier caso, ninguno de los paradigmas, orientaciones o perspectivas, explican en su totalidad la complejidad de la formación del profesorado y desde luego, todas se refieren a la formación inicial, dejando la permanente o continua como un aspecto a tener en cuenta a lo largo de su desarrollo. Así como menciona Gallison & Puren (1999, p.312) “el objetivo de una formación didáctica, es descubrir e innovar, pero a su vez analizar dicha complejidad de la didáctica de lenguas y las especificidades de cada situación de enseñanza y aprendizaje”. Por ello, los formadores en lenguas y los docentes infiltrados en las nuevas tendencias metodológicas pueden asegurar un futuro basado en una formación continua. En otros términos es la especificidad de las prácticas de enseñanza-aprendizaje de las lenguas extranjeras que garantiza la autonomía de DLE, entonces nos situamos en una perspectiva intencionalista, donde la investigación es comprender las prácticas didácticas a partir de los actos conscientes asumidos por los docentes teniendo como intención la enseñanza y aprendizaje. No existe una verdadera formación si no se parte de conceptos y teorías, conceptualizadas y teorizadas por el docente que se realizan a partir de sus propias prácticas. No existe en realidad otra verdad en el campo de la formación que el trabajo mismo de la formación continua, las bases teóricas y las preguntas que surgen al momento de ejercer. El rol del profesional docente está cambiando, ya que en la actualidad nos encontramos con estas demandas que se han mencionado a lo largo del escrito. De lo anterior, se establece un panorama hacia otras perspectivas formativas donde se ve implícito el impacto de una formación bajo competencias. Existen principios comúnmente aceptados hoy en día, pero su aplicación pone sobre la mesa otros cuestionamientos; existen respuestas parciales que pueden ser más o menos eficaces (procedimientos, técnicas, métodos, enfoques, etc.), pero su utilización dependerá de su uso y adecuación a la variedad de situaciones didácticas que puedan presentarse en determinado contexto institucional. En otros términos, los docentes deben cuestionarse regularmente en qué consisten exactamente las preguntas que nos realizamos en el campo de la enseñanza y determinar si se es realmente capaz de dar respuesta a las mismas (Gallison y Puren, 2001). Una práctica reflexiva establece una postura, una forma de identidad o un habitus. Su realidad no se considera según el discurso o las intenciones, sino según el lugar (campo), la naturaleza (situación), y las consecuencias de la reflexión en la labor docente (Dewey, 1993). Conclusión Es importante determinar una restructuración de las competencias con las que cuenta el docente, el uso de nuevas tecnologías, nuevos enfoques y criterios de evaluación. Es posible que la formación continua se convierta progresivamente en un método de formación dentro de la práctica reflexiva. Formar un practicante reflexivo es ante todo formar a un profesional capaz de dominar su propia evolución, construyendo competencias y saberes nuevos o más precisos a partir de lo que ha adquirido y de la experiencia. De ahí que una práctica y una postura por parte del docente lo llevarán a una conceptualización de los saberes al momento de su práctica. Siempre se puede considerar que un mayor dominio de la teoría aumentará su imaginación didáctica y su capacidad de improvisación, observación, planificación y trabajo y a partir de los errores o los obstáculos con que se topan sus estudiantes. Nunca está de más contar con la materia, relativizar los conocimientos y adquirir la seguridad necesaria para aplicar los métodos de investigación con los alumnos, o bien orientar el debate hacia los conocimientos. En un momento u otro, todos reflexionamos en la acción o bien sobre la acción, sin convertirnos, por ello, en un practicante reflexivo. Es necesario, entre la postura del profesional y la reflexión, que cada uno se enfoque en la actividad que realiza. Para dirigirse hacia una verdadera práctica reflexiva, es necesario que esta postura se convierta en algo casi permanente y se inscriba dentro de una relación analítica que se convierta en algo relativamente independiente de los obstáculos que aparecen durante la enseñanza. Referencias: Diker, G., & Terigi, F. (1994). Panorámica de la formación docente en Argentina. Buenos Aires: Ministerio de Cultura y Educación y OEA. Perrenoud, P. (2005). Desarrollar la práctica reflexiva en el acto de enseñar. Barcelona: GRAO. Perrenoud, P. (2001). La formación de los docentes en el siglo XXI. Barcelona: GRAO. Gallison, R., & Puren, C. (1999). La formaton en questions. Paris: CLE international. Montero, L. (2001). La construcción del conocimiento profesional docente. Rosario: Homo Sapiens Ediciones. Dewey, J. (1933). How we think: A Restatement of the relation of reflective thinking to the educative process. Chicago: Chicago: Henry Regnery.
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