EDUCACIÓN LIBRE Y ESPIRITUALIDAD Introducción Necesitan los niños un acompañamiento en la dimensión espiritual? Es coherente el planteamiento de la escuela libre con la espiritualidad? Existe el riesgo de imponer nuestra visión transcendente a l@s niñ@s? Al hablar de educación libre me refiero, fundamentalmente, al movimiento generado en Catalunya a partir del año 2000, aproximadamente. Este movimiento enfoca su intención en respetar las necesidades de l@s niñ@s. Esas necesidades las podemos expresar en dos grandes grupos. Por una parte las que se refieren al amor, vinculación, reconocimiento, etc. Por otra, las que aluden a la exploración y descubrimiento del medio externo. Para satisfacer esas necesidades, el adulto crea un contexto de libertad y respeto. Un factor fundamental de ese contexto es el propio adulto. El propio adulto mirándose a si mismo y creciendo. Me voy a centrar especialmente a la etapa de la globalidad (0-‐7) y, sobre todo, a la etapa infantil 3-‐6, aunque muchas de las cosas serán generales y aplicables a cualquier ámbito educativo. En esta fase es especialmente importante que l@s niñ@s no pierdan la conexión con su interior. Esto se favorece a través del acompañamiento emocional y la libertad para escoger su propio camino. Por ello, nuestra función es mas la de preservar algo que ya tienen que la de aportar cosas nuevas. Y la metodología no se basa en propuestas, si no en el diseño de espacios. Considero que ese respeto profundo hacia la persona también incluye la dimensión espiritual. Pero así como de los aspectos más físicos y psicológicos nos ocupamos directamente, el cuidado del alma es mucho más indirecto y sutil, al menos en el acompañamiento de estas primeras fases de la vida. La base, igual que el acompañamiento emocional, es lo que hacemos los adultos con nosotros mismos. De alguna forma, la espiritualidad es un contexto. Se podría decir, incluso, que es “el contexto”. Creo que la postura del adulto puede resumirse en la palabra presencia. Acompañar a los niños es un camino hacia la presencia. Creo que el planteamiento de la escuela libre es coherente con cuidar esa dimensión transcendente de la experiencia humana Pienso que en la escuela libre se cuida la espiritualidad, aunque, a veces no seamos conscientes de ello. Los diferentes autores que, a lo largo de mi vida, han supuesto una ayuda, entre otras cosas, en la comprensión de la espiritualidad están citados al final del artículo. El contexto A mí me gusta decir que la Caseta no es religiosa, ni laica, si no todo lo contrario. Evidentemente no estamos de acuerdo con el planteamiento de la escuela religiosa que impone un modelo cosmológico, un dogma y unas prácticas determinadas. Particularmente, la educación que yo recibí en ese sentido fue particularmente alienante y culpabilizadora. Muchos de mi generación salimos corriendo de la religión en cuanto tuvimos la fuerza suficiente para hacerlo. En mi caso, fue entre los 10 y los 12 años, volviéndome, al menos por un tiempo, materialista y ateo radical. Debo decir también que no fue todo oscuridad y conocí algunas personas que emanaban bondad y tolerancia. Pero si no me identifico con una religiosidad dogmática, tampoco me identifico en absoluto con una concepción materialista, que solo acepta como real el mundo que perciben los sentidos y que niega la espiritualidad por confundirla con ese dogmatismo que tanta confusión ha generado. Creer que solo existe lo observable es otro tipo de fundamentalismo igualmente limitador que el religioso, que lleva a menudo a la falacia de afirmar que todo lo que no puede ser observado, y por tanto, abordado por la ciencia empírica, “no existe”. Me parece importante recuperar en la educación una espiritualidad abierta, basada en la aceptación (lo que es) no en la moral (lo que debería ser). Es necesario diferenciar entre espiritualidad y religión, ya que no necesariamente van unidas, tal y como desarrollaré más adelante. La religión es una práctica organizada en base a una filosofía, una cosmovisión y unos rituales y practicas determinadas. En principio la religión debería facilitar el desarrollo espiritual. A menudo, como hemos visto en infinidad de casos, ha sido todo lo contrario, convirtiéndose en una estructura ideológica y represora. En el nuevo orden hacia el que avanza la humanidad, probablemente no necesitaremos ese tipo de organizaciones. Aproximación a una definición personal Llegados a este punto, me parece importante aproximarme a una definición de lo que entiendo por espiritualidad. La espiritualidad no es una idea, es una experiencia. El ámbito de las ideas y de la experiencia humana no siempre están en consonancia. Una persona puede tener una creencia en el más allá y no estar nada desarrollada su espiritualidad. Por el contrario, he conocido gente que no creían en nada mas allá de lo que percibían sus sentidos y, en cambio estaban llenos de bondad y amor. Del primer caso conocí personas, en una escuela religiosa, que hablaban del mensaje de Jesucristo y cuyo comportamiento era justo lo contrario de lo que predicaban. Para mí, espiritualidad tiene que ver básicamente con bondad i amor. No puedo entender un camino espiritual sin esa premisa. Luego, las ideas y teorías cosmológicas, pueden ayudar a algunas personas, pero no son lo esencial. Son mapas orientativos pero no hay que confundir el mapa con el territorio. Se puede ser un ignorante totalmente integrado en el territorio. Y un erudito que solo conoce los mapas. Otra forma de expresarlo es a través de una premisa que comparten diversas prácticas y creencias: todos somos uno. Todos somos uno tiene gigantescas implicaciones a todos los niveles. Una de ellas es la transcendencia del ego. No puedo entender un camino de crecimiento personal y espiritual que no se plantee ir más allá de esta estructura, que, si bien es necesaria hasta un cierto punto, luego puede ser un impedimento en la evolución. Transcenderlo no significa ir en contra, si no integrarlo en una estructura más amplia. No deja de ser un vehículo. A menudo confundimos las necesidades del vehículo con las del conductor. El modelo de desarrollo de la consciencia de Ken Wilber ha sido inmensamente esclarecedor para mí en este sentido. Anteriormente he dicho que lo que queremos, en la relación con los niños, puede resumirse en la palabra presencia. Transcendencia del ego y presencia se auto implican. Si estamos controlados por nuestro ego, es decir, por nuestras necesidades y carencias, fruto de nuestra historia personal, de aquella representación del pasado que hemos construido, no podemos estar presentes. El camino de crecimiento hacia la transcendencia, que es el camino natural de la humanidad, pasa por superar esa visión estrecha del ego que nos ancla en el sufrimiento. Es el camino en el que estamos todos, los que lo saben y los que no, desde el materialista más recalcitrante al místico más sublime. Con los niños no hay que hacer nada, esencialmente: nuestro camino es ese contexto amoroso en el que ellos pueden crecer. No se trata en absoluto de transmitir creencias, valores o actitudes al l@s niñ@s. Aunque para nosotros sean algo bueno, imponerlas puede suponer forzar su naturaleza. Todo esto creo que es válido a nivel general, pero, ¿y cuando nos preguntan sobre la muerte? Nuestras creencias y como acompañamos Aunque he conocido gente -‐ y he oído hablar de gente -‐ que mostraba una gran conexión sin tener creencias, para mí, la forma de concebir la vida y la muerte me condiciona la forma de actuar y, especialmente, de acompañar a otros seres. En mi caso concreto, el modelo que mas concuerda con mis vivencias y experiencias es el de la reencarnación. Decidimos en el espacio entrevidas en qué condiciones vamos a vivir, que experiencias y con qué almas vamos a tener qué vivencias. Aunque no está todo escrito, somos libres de tomar las decisiones que tomamos, somos libres de aproximarnos cada vez más a lo que somos. Al concebirlo así, mi forma de acompañar, por ejemplo a los niños cambia en el sentido de que, de entrada, se que ellos han decidido encontrarse con otros para vivir determinadas experiencias, por tanto, yo no las voy a impedir, pero si acompañarlas como buenamente pueda. No quiere decir que no actúe, pero sin sentirme responsable de lo que les sucede a ellos. Me ayuda a diferenciar lo que es mío de lo que es de ellos. Me ayuda a librarme de un sentimiento de compasión que aprendí de pequeño y que nos sitúa en un lugar arrogante de ayudar al otro, quitándole fuerza precisamente a quien más la necesita. Tal vez no sea necesario para otras personas contar con este tipo de creencias, pero para mí hubo un cambio hacia el respeto profundo de la vida de cada cual. Lo dicho anteriormente es, obviamente, muy personal y me gustaría también ofrecer otro punto de vista que puede parecer contradictorio Joan Melé, en una conferencia sobre educación, decía que los niños a lo largo del primer septenio deben conocer fundamentalmente el amor. Estoy de acuerdo con esa afirmación. Yo pienso que si cuidamos su cuerpo, si los amamos y estamos atentos a sus necesidades, si abrazamos tanto sus aspectos fáciles y agradables como los difíciles y oscuros, estamos cuidando su espiritualidad, pues les estamos dando una vivencia de amor. No son necesarias creencias para cuidar la espiritualidad de los niños pequeños. No son lo esencial, aunque a algunas personas nos ayuden. Aunque también es cierto que muchos niños empiezan a hacerse preguntas transcendentes i fácilmente podemos toparnos con la duda planteada en el inicio: darles nuestra respuesta? Creo que la respuesta tiene que ser sincera en lo posible. En una ocasión, un padre, ante la pregunta de sus hijas de que sucede cuando morimos, dudaba, pues no creía en nada y le parecía demasiado fuerte decirle a su hijo algo así como: cuando te mueres, acaba todo. Y puede serlo, si el niño no tiene otros modelos de referencia. Pero creo que es importante ser auténticos y mostrar lo que somos. El problema es la imposición del modelo. Un recurso interesante es devolver la pregunta: y tu, que piensas? Con frecuencia ellos tienen ya un modelo o creencia que los satisface. También pienso que el modelo no es muy importante y que en sus preguntas puede haber una mezcla entre el interés y necesidad de lo transcendente, la curiosidad por lo desconocido e incluso el estupor ante el misterio, por una parte, y la angustia de la muerte, por la otra. Coincide que el modelo por el que me inclino, la reencarnación, suele calmar a los niños, aunque no puedan entenderlo lógicamente, pues las nociones de cuerpo, ego, alma, etc. están lejos de su comprensión. Otro caso interesante fue el de una madre que, aunque no creía en nada, y por resultarle demasiado dura esa respuesta para su hija, contesto que el alma continua existiendo, y poco a poco, empezó a cambiar ella misma de opinión. Sin duda los niños nos enfrentan a lo transcendente. El lenguaje simbólico El primer lenguaje al que los niños tienen acceso es el lenguaje simbólico. Es lenguaje es el que utiliza fundamentalmente el niño de la primera infancia para conocer, comprender y comunicarse con los otros. Se trata de un lenguaje pre racional y tiene algunas características que conviene tener en cuenta y que lo diferencian del lenguaje semántico. El símbolo, a diferencia del signo, es polisémico –tiene múltiples significados-‐ e integra todo un conjunto de vivencias, emociones y conceptos poco diferenciados. Siguiendo el modelo psicoanalítico, también podemos decir que, en esta etapa, existe mayor fluidez entre el consciente y el inconsciente. El lenguaje del inconsciente es fundamentalmente simbólico. Eso hace que ese lenguaje que se da en los cuentos, en su juego simbólico y también cuando habla, en general de las cosas de la vida, sea un poderoso medio de comunicación y aprendizaje. También se trata de un mundo en el que navegamos en el misterio y la incertidumbre y, por tanto, nos guiamos más por la intuición que por ideas y argumentaciones. Es un medio en el que sabemos y controlamos muy poco. Si miramos como interpretan un mismo cuento diferentes autores como por ejemplo Betelheim, Lenz y Viladomiu, vemos que hay coincidencias, pero también grandes discrepancias. Y no solo por el hecho de que el primero se sitúa en un nivel mas psicológico y los otros en una lectura más espiritual. El lenguaje simbólico, especialmente a través de la metáfora es un gran recurso de comunicación con el niño de aspectos de orden transcendente. El pensamiento de carácter simbólico predomina en el niño desde que accede a la función simbólica (empieza a partir del año) hasta los seis o siete años. Y tiene una especial importancia entre los tres y cinco años, edad en la que se conquista una cierta independencia afectiva, no sin pasar por un laberinto de emociones intensas y contradictorias. A partir de entonces desarrolla el pensamiento lógico y racional, que se construye con signos. La teoría psicoanalítica considera que el inconsciente se maneja, fundamentalmente mediante el lenguaje simbólico. Bruno Betelheim afirma que los cuentos contienen mensajes para el consciente, pero sobre todo para el inconsciente. El adulto cuando explica cuentos, sobre todo cuando son improvisados, debe fluir en ese mundo misterioso y sutil. No se construye y decide desde la razón si no desde la intuición. Yo pienso que muchos mensajes tienen un componente espiritual y que hay ciertos sentidos que son universales. Algunas formas concretas de acompañar La Caseta con 14 años de existencia ha experimentado diferentes formas de vivir y acompañar la espiritualidad. Lo que voy a expresar a continuación es absolutamente personal, para estar en la Caseta no es necesaria ninguna creencia de ningún tipo. Las mismas circunstancias las podemos vivir y entender de formas diversas. Las diferentes propuestas que hemos experimentado y que explico a continuación pueden tomarse también como métodos prácticos de acceder a información i modificarla. Fiestas populares y celebraciones El hecho de celebrar momentos determinados dentro del ciclo anual, como pueden ser los solsticios y equinoccios, tiene un sentido profundo de integración en ese ciclo natural. Probablemente esos ritos se originaron en una etapa mágica de la humanidad que podemos cualificar de preegoica y preracional. Para mi tiene un sentido transcendente como celebración y agradecimiento hacia este planeta que nos acoge y nos nutre. Por ejemplo la Navidad tiene para empezar un profundo sentido precristiano en que celebramos que la naturaleza nos nutre (tió y arbol); que la luz volverá a venir (lucecitas). También el símbolo cristiano de la natividad va mas allá del nacimiento de Jesús y lo podemos ver como una celebración de todos los nacimientos, de todo lo que nace, de ese momento en el ciclo de la vida-‐muerte. Los rituales nos unen a la naturaleza y a los otros en la celebración. Nos ayudan a vivir desde otro lugar que nos abarca y que es más grande que nuestros propios egos y no tienen por qué estar vinculados a la imposición de creencias, adoctrinamiento y dogmatismo. Visión sistémica. Para mí, la visión sistémica y su principal aportación práctica, las constelaciones, implica una visión transcendente y su efecto se sitúa más allá de las propia persona e incluso de la familia, si la entendemos solo como un conjunto de personas con lazos de sangre. A través de las constelaciones, aparte de ordenarnos a nivel personal y familiar, nos ponemos al servicio de algo superior que nos transciende. En diversas ocasiones, por desórdenes en el equipo que no podíamos superar por nuestros medios habituales, o relaciones entre los niños que atendían a patrones que nosotros no veíamos sanos y ni las familias ni el equipo veíamos como superar, hemos recurrido a las constelaciones. Astrología Cada dos años nos visitan Coral y Inez, con las que hacemos una sesión grupal de astrología para hablar de los niños a partir de sus cartas astrales y de lo que quieran preguntar tanto las madres y padres como el equipo. Es difícil expresar con palabras el efecto que produce. Es como si tuviéramos acceso a aspectos muy esenciales de los niños y niñas, sus potencialidades y el porqué de algunas dificultades. Nos ayuda a comprender con mayor profundidad y, por tanto podemos acompañarlos mejor. Canalizaciones También aproximadamente cada dos años (alternos con la astrología) nos visita Montse y Núria para realizar una sesión grupal de canalización. Núria tiene la capacidad de ponerse en situación de canal, a través del cual las madres y padres pueden hablar con los guías de sus hijos y preguntarles lo que necesiten. Desde luego que es un momento de compartir información de gran profundidad y relevancia. En cualquier modo, le pongamos o no creencia, si que estamos accediendo a un orden transcendente, de eso no hay duda. Conclusión Las reflexiones e ideas que he desarrollado en este artículo son provisionales. Únicamente reflejan mi sentir y pensar en este momento. Soy partidario de un planteamiento abierto y tolerante en relación a la espiritualidad. Y me parece importante poder compartir esta dimensión de la experiencia humana. Para mí, la que abarca y da sentido a todas las otras. Referencias bibliográficas La presente bibliografía es muy personal. 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Barcelona Referencias profesionales Astrología CORAL -‐ Con más de 25 años de experiencia en el campo de las terapias psicofísicas, incorpora la astrología como herramienta en los ámbitos educativo, terapéutico, de autoconocimiento y espiritual. También practica meditación desde hace más de 20 años. INEZ MARÇAL -‐ doctora en educación con especialidad en el campo de la comprensión emocional, arteterapeuta y arte-‐educadora. También es madre, estudiante y practicante de meditación vedanta advaita con Sesha. Canalizaciones NURIA ESTHER GARCIA Y MONTSERRAT CHANDÓ www.seidam.es
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