FRUTILLAR Su historia y encanto Introducción l paisaje que hoy conocemos como Frutillar y sus alrededores ha sufrido una serie de modificaciones interesantes que influyen en la conducta humana y nos ayudan a conocer el lugar donde estamos. Los cambios en el entorno natural son paulatinos y es relevante darnos cuenta cuál es la realidad que nos rodea. Remontarnos al pasado nos obliga a reflexionar acerca de cómo era el mundo hace millones de años atrás y cómo nos hemos ido adaptando a las nuevas condiciones que nos ofrece el ambiente. Así, el siguiente relato nos invita a indagar acerca del origen de este destino único en el mundo por su flora y fauna, sus habitantes y por las bellezas naturales que se han formado en el tiempo, descifrando así el contexto donde se fue dando una cultura muy particular dadas las condiciones de su atmósfera. Es entonces la experiencia de las formas de vida de esta maravillosa y mágica localidad la que intentamos dar a conocer en nuestro cuento a continuación. Formación geológica del paisaje a climatología ha jugado un papel clave en el desarrollo de nuestra especie. El avance y retroceso de los hielos provocaron diferentes periodos migratorios y de adaptación a las nuevas condiciones. Gran parte del planeta vivió durante los dos últimos millones de años un periodo que los geólogos han denominado el Pleistoceno, y que es conocido popularmente como la Edad del Hielo. Las glaciaciones recibieron en Europa los nombres de: Gunz, Mindel, Riss y Würm. En Norteamérica: Nebraska, Kansas, Illinois y Wisconsin. En nuestra Región de Los Lagos ubicada en la Patagonia chilena, son conocidas por los científicos con el nombre de Tegualda, Llico, Santa María y Llanquihue, siendo esta última la que definió el panorama actual de Frutillar. Dicho congelamiento comenzó hace 80.000 años atrás y terminó hace 10.000 años aproximadamente. Fue el momento oportuno para el paso del hombre a América. Según los últimos estudios de geología, la erosión de los hielos de las sucesivas glaciaciones produjo formas que dominan la cordillera principal, mientras que la deposición de los materiales erosionados moldeó gran parte de la morfología existente en la depresión intermedia. Puntualmente para nuestro interés, la formación geológica de las cuencas del lago Llanquihue y el seno de Reloncaví, dieron como resultado paisajes únicos que tenemos acceso a presenciar hoy en día dominados por lagos, volcanes, cascadas, árboles gigantes y otros atractivos naturales propios de la Patagonia chilena, de destacada belleza e importancia histórica, turística y cultural. Por otra parte no podemos dejar de mencionar la intervención de los volcanes y las consiguientes erupciones en la formación del pai- saje actual. Con la perspectiva del tiempo los científicos han podido comprobar la evolución del paisaje natural a través de los cambios de origen volcánico. Por ejemplo, Ensenada era el lugar por donde desaguaba el lago Llanquihue durante el último post-glacial y eventualmente hasta mediados de la Era Cristiana, cuando sus riberas estaban aún colonizadas por etnias originarias de la Patagonia. Producto de las erupciones de los volcanes Osorno y Calbuco, además de levantamientos del terreno, fueron cerrando el desagüe hasta que el lago subió unos 20 metros de nivel, comenzando a drenar sus aguas por el cauce abandonado del río Maullín. Hoy en día, en el inicio del camino hacia las Cascadas se pueden observar lavas basálticas de la erupción de 1835 del volcán Osorno, provenientes de numerosos conos menores adventicios ubicados en su flanco sur-occidental. Otro ejemplo de las maravillas de la naturaleza son los saltos del Petrohué y sus impresionantes cascadas de agua en el río Petrohué, generadas sobre un flujo de lavas, relativamente recientes, emitidas por el volcán Osorno. Las cascadas de agua se producen en el lugar donde la lava, ya cristalizada, de color gris oscuro a negro y textura fina, alcanzan su extensión máxima, es decir en el frente de la colada. Así, el lago Todos Los Santos fue represado por estas lavas y el río Petrohué se precipita por numerosas cascadas que surcan y han erosionado estas lavas generando un espectáculo natural único en el mundo y posible de presenciar. Actualmente el maravilloso lago Llanquihue tiene una superficie de 832 km2 y es el lago de mayor envergadura del país. Como señalamos anteriormente su origen es un antiguo glaciar, que en tiempos aún más FRUTILLAR su historia y encanto lejanos formaba un conjunto homogéneo con el seno de Reloncaví y el lago Todos los Santos. Sus aguas cristalinas son alimentadas por riachuelos y vertientes, que lo transforman en un excelente ambiente para el desarrollo de la fauna íctica y el desarrollo de la pesca deportiva de especies como la trucha Arco Iris, trucha Fario, salmón Coho del Pacífico y Salar del Atlántico, además de la amplia gama de deportes náuticos que se pueden practicar dada su enorme superficie. Primeros hallazgos humanos: Monte Verde unto con analizar la geología de la zona nos interesa indagar acerca del interesante y revolucionario hallazgo arqueológico del sitio denominado Monte Verde, a 35 km. al suroeste de Puerto Montt que data de 12.500 años de antigüedad. Este descubrimiento ha cambiado la idea que se tiene del mundo y permite reflexionar acerca de las teorías del poblamiento americano y de qué manera somos testigos de nuevos giros en el saber científico aportando así al origen, tan remoto, de la existencia humana en nuestra Patagonia chilena. Según los arqueólogos que están descifrando las características del lugar, el área de Monte Verde, dominada por el ambiente de la cuenca del río Maullín, seguramente se caracterizaba por sus espesas selvas, pequeños bosques, pantanos, una intrincada red de esteros, y claros donde habían animales hoy extintos, como grandes elefantes que se alimentaban de las hojas y ramas de los árboles que arrancaban en la periferia de los bosques, conocidos como mastodontes que nos dejaron hace millones de años. Particularmente en los sitios arqueológicos que se han encontrado en dicho campamento se han podido definir rasgos culturales muy avanzados que hablan de una especialización de las actividades como por ejemplo el hallazgo de fogones, braseros, hoyos, herramientas de caza y para uso doméstico, cerámica y textiles. También se encontraron restos que denotan la existencia de espacios domésticos, toldos recubiertos con pieles donde se refugiaba y vivía la tribu. El diseño de los cimientos indica que estaban dispuestos en filas de espacios semirectangulares formando una o dos estructuras ovales tipo toldo con espacios interiores separados y bastante cuadrados en su forma. Este descubrimiento es muy relevante para la humanidad, ya que cuestiona la teoría del poblamiento americano. FRUTILLAR su historia y encanto La siguiente leyenda indígena nos ayuda a comprender la cosmovisión de los pueblos originarios y sorprendernos de las maravillas que aparecen en los mensajes que se transmitieron oralmente de generación en generación. Cuenta la tradición de la formación de los lagos Llanquihue, Todos los Santos y Chapo, aún cuando no habían llegado a estas tierras los hombres occidentales que… En la región de la Patagonia Chilena vivían varias tribus de indígenas que tenían sus propias costumbres y creencias. Cuenta la tradición que un genio maléfico, conocido como el Pillán, odiaba el trabajo y la virtud y por esto se enfurecía cuando los indios, abandonando los vicios, se entregaban a labrar sus tierras. Una tradición antiquísima, decía que para vencer al Pillán, había que arrojar en el cráter del volcán Osorno una hoja de canelo y que entonces empezaría a caer del cielo tanta nieve que terminaría por cerrar el cráter, ya que se lo impedían las inmensas quebradas que rodeaban los volcanes y los ríos de fuego que corrían por sus faldas. Un día que los desesperados indios estaban celebrando un gran machitún, apareció entre ellos un indio viejo, que nadie supo quién era ni de dónde venía, y que pidiendo permiso para hablar dijo: “Para llegar al cráter es necesario que sacrifiquéis a la virgen más hermosa de la tribu. Debéis arrancarle el corazón y colocarlo en la punta del Pichi-Juan, tapado con una rama de canelo. Veréis entonces que vendrá un pájaro del cielo, se comerá el corazón y después llevará la rama de canelo y la dejará caer en el cráter del Osorno, pero para que este milagro se cumpla y perdure, debéis hacer promesa formal de ser buenos y virtuosos, pues si algún día os volvéis a arrojar en los brazos del vicio, la nieve se derretirá y el Pillán volverá a arrojar fuego y cenizas sobre vosotros, sobre vuestras casas y sobre vuestras tierras. Sed buenos y Pueblos originarios ntre los araucanos que habitaron el sur de Chile, nos interesa profundizar en la rama de los huilliches, quienes habitaron la zona de la Patagonia Chilena comprendida entre Valdivia, Osorno, el lago Llanquihue, el seno de Reloncaví, y el borde costero de Chiloé. Se han encontrado leyendas que dan a conocer cómo el hombre legitima los fenómenos naturales dando respuestas a las interrogantes propias de nuestra especie. Estos pueblos originarios compartían con todos los grupos culturales araucanos el idioma mapuche o mapudungun. Para profundizar en este aspecto es interesante tener en cuenta el origen de la nomenclatura huilliche de los volcanes y cerros que rodean este mágico lago, para imaginarnos cómo se fue denominando la naturaleza desde los primeros contactos humanos con ella. Por último es importante conocer la ubicación geográfica de ellos en el planeta. Estas tribus, moradores de la región de la Patagonia, denominaban al volcán Osorno como Purrarahue, Purahuille o Purahuilla. Su situación geográfica es de 41º 05´ latitud sur y 72º 28´58´´ longitud oeste. Tiene 2.661 metros de altura y figura actualmente entre los volcanes apagados. Tiene una perfecta forma piramidal, salvo una pequeña prominencia gibosa que se encuentra en la falda oeste sur, a medio camino entre el pie y la cumbre cubierto de nieve perpetua hasta aproximadamente la mitad de su altura. En total presenta cinco cráteres laterales en sus faldas, uno hacia el norte, dos al este, uno al suroeste y otro al noroeste, muy poco elevados y que no alteran la regularidad de su figura general. La parte inferior consta de escorias sueltas sobre enormes campos de lava, enclavados en el espeso bosque. Su cumbre está formada por una especie de tapón de nieve y hielo en el cráter, que tiene forma de embudo y que ofrece desprendimiento de vapores de agua entre las rocas y la capa de hielo. El volcán Osorno fue venerado por indígenas en su base a orillas del lago Llanquihue para pedir por la paz y tranquilidad con sus enemigos. Cada diez o doce años, se celebraban las fiestas del rehue o rehueñatum. Era el lugar sagrado donde se practicaba el culto del pillanguillatúan y el dequiñiritún y donde se reunían los caciques de 300 leguas (más de 1.600 km. a la redonda) a celebrar ahí sus rogativas y fiestas para fortificar su amistad y ajustar sus rencillas y guerras de tribus. Asimismo la denominación del volcán Calbuco es una palabra de origen huilliche, que debería escribirse Kallfu-ko, que significa “agua azul”. Dicho volcán estuvo en actividad desde el año 1575, fecha probable en que se formó definitivamente. Se encuentra situado al sur del lago Llanquihue, entre los grados 41º 20´ latitud sur y 72º 37´ longitud oeste. Es de cráter ancho, el cual ha cambiado en los últimos 100 años tres o cuatro veces. Ahora se encuentra cubierto de nieve hasta los 1.400 metros de altura. El cerro Puntiagudo, denominado por los huilliches como el cerro Dequiñcheu, tiene 2.494 metros de altura y está cubierto de nieve hasta su base constituida por un manto de basalto, simétricamente rasgado por hendiduras de erupción. Desde el centro de la cima se eleva una punta aguda, como un tornillo. Hacia el oeste, sur y este se abren en forma de abanico cinco ventisqueros que FRUTILLAR su historia y encanto descienden hasta la región boscosa y que terminan a 2.000 metros de altura, perdiéndose en la selva virgen. De estos ventisqueros se desprenden arroyos que fluyen por el noroeste al lago Rupanco y dan origen al río Puntiagudo que desemboca en el lago Todos los Santos. La situación geográfica del puntiagudo es 40º 56´53´´ latitud sur y 72º 16´09´´ longitud oeste. Asimismo, la actividad económica de los pueblos originarios de la Patagonia Chilena se basaba principalmente en la agricultura de la papa, el maíz y la quínoa, y en la ganadería de auquénidos como llama, alpaca, vicuña y guanaco, que les proporcionaba carne y lana. La alfarería, cestería y la labranza de la madera les facilitó la elaboración de utensilios para uso doméstico. La estructura social y política se basaba en el levo o tribu, que se caracterizaba por tener una estructura patrilineal. Las tribus más cercanas a los lagos del sur de Chile utilizaron la dalca, embarcación que consistía en tres tablones de alerce o ciprés curvados con agua y con fuego, y que estaban unidos entre sí mediante fibras vegetales y calafateados con estopa de alerce. Medía hasta 10 metros de largo y tenía capacidad para doce tripulantes que la impulsaban a remo. La invención se le atribuye a los chonos (de la isla de Chiloé), que luego habrían transmitido el conocimiento a sus vecinos cuncos y huilliches, quienes la utilizaron como medio de desplazamiento en dicha región. FRUTILLAR su historia y encanto triunfaréis”. Así habló el sabio viejo indio y sin que nadie se diera cuenta de ello, desapareció tan misteriosamente como había llegado. Una asamblea compuesta por los indios más viejos de la tribu, resolvió que la virgen más virtuosa era Licanrayén, la hija menor del cacique, hermosa joven que unía una belleza extraordinaria, un alma más blanca que los pétalos de la flor de la quilineja. Temblando llevó el mismo cacique la noticia de su próximo sacrificio a su hija. “No llores –le respondió ella. “Muero contenta, sabiendo que mi muerte ha de aliviar las amarguras y dolores de toda nuestra valerosa tribu. Sólo pido un favor: que para matarme no uséis vuestras hachas ni vuestras lanzas. Quiero que me maten con sus perfumes, las flores que han sido el único encanto de mi vida y que sea mi amado toqui Quitralpique, quien me prepare el lecho mortal y quien me arranque el corazón.” ¡La muerte juntó esas dos almas que la vida mantuvo separadas! El más fornido de los mancebos fue encargado de llevar el corazón y la rama de canelo a la cima del cerro PichiJuan, que eleva su cono agudo donde termina el llano. Toda la tribu quedó en el valle esperando la realización del milagro. Y apenas el mancebo había colocado el corazón y la rama de canelo en la roca más alta, apareció en el cielo un enorme cóndor, que bajando en rápido vuelo, de un bocado se engulló el corazón y agarrando la rama de canelo emprendió el vuelo hacia el cráter del Osorno, que en esos momentos arrojaba enormes haces de fuego. Dio el cóndor, en vuelo espiral, tres vueltas por la cumbre del volcán y después en una súbita bajada, dejó caer dentro del cráter la rama sagrada. En el mismo momento aparecieron en el cielo, negras nubes y empezó a caer sobre los volcanes, una lluvia de plumillas de nieve, que a El encuentro entre Magallanes y las pisadas grandes l primer contacto del hombre occidental con las tierras Patagónicas se llevó a cabo a principios del siglo XVI con las maravillosas hazañas que nos relata la historia acerca de las expediciones para encontrar el ansiado paso hacia Oriente. Por fin, al cabo de dieciocho meses de trabajos incesantes, todo estuvo listo para la partida de Magallanes en busca de un ansiado paso entre occidente y oriente. La escuadrilla expedicionaria zarpó del puerto de San Lúcar el 20 de septiembre de 1519. Después de tocar en las Canarias y en Río de Janeiro, arribó al Río de la Plata el 10 de enero del año siguiente. Desde allí comenzó Magallanes la exploración minuciosa de la costa. El reconocimiento de las márgenes de aquél río le hizo perder un mes entero; pero cuando comprendió que allí no existía el estrecho que buscaba, hizo rumbo al sur sin alejarse de tierra, y siguió explorando una a una las bahías y caletas. El 31 de marzo Magallanes mandó echar anclas en un puerto muy seguro que denominó San Julián, resuelto a esperar allí un tiempo bonancible para continuar su navegación. Nada habría podido hacerle vacilar en sus inquebrantables propósitos de llevar a término la empresa que había acometido. Esta determinación produjo un vivo descontento entre algunos de los expedicionarios. Durante la navegación, el resuelto comandante se había visto obligado a poner en el cepo al capitán de una de sus naves para reprimir el primer conato de desobediencia. En San Julián, los descontentos, creyendo, sin duda, que era temerario el seguir en una exploración que no podía dar otro resultado que inútiles sufrimientos, se pronunciaron en abierta rebelión en tres de las naves en la noche del 1 de abril. Magallanes, sin embargo, desplegando una gran energía, sofocó el motín, castigó con la pena de muerte a sus principales caudillos y supo mantener la disciplina en sus tripulaciones. En ese lugar tuvo Magallanes sus primeras relaciones con los salvajes de la extremidad austral del continente americano. Envueltos en toscas y sucias pieles de guanaco, esos indios, altos y membrudos, parecían más grandes todavía. Por esa disposición a encontrar siempre algo de maravilloso en los países explorados por primera vez, inclinación natural a los navegantes de aquel siglo, Magallanes y sus compañeros creyeron que aquellos salvajes eran verdaderos gigantes de una talla sobrenatural. A la vista de la huella que dejaban con sus pies en la nieve y en la arena, los españoles les dieron el nombre de patagones, de donde se ha derivado la palabra Patagonia con que se designa el territorio que va desde el paralelo 38° de latitud al sur del continente Americano. Pasado el invierno, continúan su viaje y a los pocos días de navegar, el Almirante llena su asombro con un brazo de mar que se interna hacia el oeste. La desesperanza ha cundido entre los tripulantes; los únicos que se mantienen confiados son Magallanes y Elcano. Para imaginarnos cómo fue tan magnífico suceso para la humanidad en palabras de Enrique Campos Menéndez podemos interpretar la atmósfera en que sucedió la sorpresa: “Es el 1 de noviembre de 1520. El cielo está gris. Sobre las olas, surge un arco iris. El viento reza lo que los labios callan; se ha descubierto el ansiado estrecho que une el Atlántico con el mar del Sur que la posteridad llamará Estrecho de Magallanes.” FRUTILLAR su historia y encanto El paso de los conquistadores españoles por el lago Llanquihue l imponente y maravilloso lago Llanquihue fue descubierto en 1552 por don Pedro de Valdivia. Este acontecimiento ha quedado testimoniado en una carta e informe que el descubridor dirigiera al Rey de España, y donde relata el descubrimiento como resultado de la primera expedición de su ejército para conocer los territorios ubicados al sur de la recientemente fundada ciudad de Valdivia. El objetivo primero de la expedición consistía en establecer una comunicación terrestre con la isla de Chiloé. En su misiva al Rey, señala: “No pude pasar de allí a causa de salir de la cordillera grande un río muy caudaloso de ancho de más de una milla, así me subí río arriba derecho a la sierra y en ella hallé un lago de donde procedía el río, que al parecer de todos los que iban conmigo, tenía hasta cuarenta leguas…” (aprox. 223 km). Pocos años después, en 1558, en una expedición dirigida por don García Hurtado de Mendoza, también encontró el lago, que en aquellos años se denominaba “Lago de Valdivia”, en homenaje a su descubridor. Luego de la fundación de la ciudad de Osorno en marzo de 1553, el camino hacia Chiloé pasaba al interior de las tierras descubiertas, por la vía del río Maullín. Por este motivo, el lago Llanquihue permaneció desde entonces en el olvido. Sin embargo, a pesar que en 1597 los conquistadores españoles tomaron de nuevo posesión tranquila de toda esta región, los pobladores, no se atrevieron a penetrar en sus contornos por temor a los antiguos enemigos o temerosos de las leyendas que de él se contaban. Al mismo tiempo las cercanías y orillas del lago estaban cubiertas por espesos e impenetrables bosques, lo que hacía muy difícil la ocupación. El suelo consistía sólo en pantanosos ñadis que imposibilitaban todo tráfico por esas inhóspitas regiones adyacentes. Con posteridad al despoblamiento de Osorno en 1602 y de esta región del sur, el mágico lago pasó inadvertido y abandonado hasta el año 1842. Aquel año don Bernardo E. Philippi, zarpando desde San Carlos de Ancud, en una expedición expresamente dirigida a esa región, redescubrió el lago el día 29 de enero de 1842. Y una segunda expedición, en marzo del mismo año, navegando esta vez desde la desembocadura del río Maullín hacia el interior, le permitió confirmar su hallazgo. FRUTILLAR su historia y encanto los rojos fulgores de las llamas del cráter parecía lluvia de oro. Cayó nieve y nieve; días, semanas y años enteros. Fue una verdadera lucha entre el fuego que subía del infierno y la nieve que caía del cielo. La nieve derretida corría formando impetuosos torrentes por las faldas del Osorno y del Calbuco y corriendo se despeñaba en los inmensos barrancos que servían de defensa a la morada del Pillán, hasta que llenadas las hondonadas profundas, las aguas quedaron al nivel de las tierras cultivadas. Así se formaron los lagos Llanquihue, Todos los Santos y Chapo. Por más esfuerzos que hizo el Pillán, no pudo librarse de quedar preso dentro del Osorno, de donde ahora no puede salir para volver a sus malandanzas. Cuando los indios volvieron al día siguiente al lugar en que se había consumado el sublime sacrificio de la virgen y del toqui vieron con asombro que el lecho mortal de Licanrayén, había echado raíces y que sus ramas, entrelazándose, formaban el más hermoso palacio que la mente humana pudo imaginar. Cuento basado en una leyenda mapuche Ese palacio de helechos y flores, existe aún en el fondo de la quebrada del Diablo, cerca de Puerto Varas. Muchos son los turistas que han bajado a admirar su maravillosa belleza, pero sólo unos cuantos han podido ver el palacio, porque éste es sólo visible para quienes no tienen una sola mancha en su conciencia y saben sentir los íntimos encantos de la naturaleza. Colonización alemana: el ingreso de Occidente l lago Llanquihue, que había sido explorado en su tiempo por los conquistadores españoles, cayó en el olvido desde la época en que los araucanos conquistaron ese territorio en el siglo XVII. Incluso lo señalaban en sus mapas como laguna Llanquihue, restándole importancia y tamaño. Sin embargo, en 1797 los españoles tomaron posesión del lago, pero no se atrevieron a penetrar en sus regiones, por temor a las fábulas transmitidas de generación en generación por los indios. A mediados del siglo XIX, una vez afianzados como República independiente de la monarquía española, el gobierno de Chile inició los esfuerzos necesarios para colonizar la Patagonia chilena, desde Valdivia al sur. Para esta tarea contactó, entre otros, al destacado naturalista alemán Bernardo E. Philippi, quien obtuvo noticias de un gran lago al sur de Osorno, el cual era temido por los indígenas, por la creencia de que estaba embrujado. El relato del descubrimiento del lago Llanquihue escrito por el famoso y connotado científico, el año 1842, nos da una idea de la inmensidad del lago y el espectáculo alentador que se le presentó frente a sus ojos: “Apenas habríamos andado dos horas cuando descubrimos, a través del verde de los árboles, la superficie del lago. La magnífica vista me indemnizó ampliamente el cansancio del viaje. El agua de este lago es clara como la del Ginebra en Suiza, su superficie es de siete leguas más o menos de largo, por otras tanto de ancho, de tal modo que no pude distinguir la orilla del frente. Tiene como aquél, los nevados Alpes por un lado, la cordillera de los Andes que se levanta desde sus riveras orientales con un volcán cubierto de nieve hasta la mitad de su altura y que se interna en sus aguas…” Es interesante hacer el ejercicio de leer e imaginarse cada una de estas palabras, ponerse en el lugar de un hombre cargado de cultura europea que se maravilla frente a tan único paisaje. Su impresión es tal que en el encuentro con aquel mágico lugar nacen palabras de elogio y decide realizar toda una empresa de ocupación que no fue fácil de iniciar. Gracias a su coraje y empuje, se vio motivado en forma personal a convencer a su hermano Rodolfo que contratara a 9 familias de artesanos de Hessen, Alemania, para radicarse en el sur de Chile. En Julio de 1848 el gobierno nombró al mencionado Philippi como Sargento Mayor de Ingenieros y le comisionó para que viajase oficialmente a Europa a contratar una colonia de alemanes compuesta entre 150 y 200 familias para establecerse en el sur de Chile. En Octubre de 1850 el gobierno nombró a Vicente Pérez Rosales agente de colonización desde Valdivia al sur. Éste último, debió iniciar desde Valdivia la exploración de tierras alternativas e internarse en la selva virgen, para así dar cabida a más colonos alemanes que llegaban en forma continua en los veleros y vapores enviados desde Alemania por Philippi. Así, tras la infatigable lucha por descubrir más territorios, Pérez Rosales llegó hasta las orillas del lago Llanquihue. Es en ese momento cuando exclama tan maravillosas palabras que han quedado registradas: “...Todo aquel malestar, todo el cansancio se tornó en entusiasmo y alegría cuando saliendo de repente del oscuro recinto de la selva, se presentó a nuestra vista, sin transición ninguna, el más espléndido panorama. Encontrábame como por encanto en la margen occidental del FRUTILLAR su historia y encanto 10 gran lago de Llanquihue que, semejante a un mar, ocultaba en las brumas del norte y del sur, el término de las limpias aguas que tranquilas entonces, parecía que retozaban a mis pies por entre las raíces de los robustos árboles que orlaban la playa donde nos detuvimos. La pura atmósfera del oriente hacía resaltar con el azul del cielo los más delicados perfiles de las últimas nieves que coronaban las alturas de Pullehue, de Osorno y de Calbuco, conos volcánicos que alzándose al poniente del Tronador, de donde se desprenden, parecía que alineados se miraban en las aguas del lago.” Con estas palabras queda demostrada la actitud inteligente y visionaria de los colonos al enfrentar las situaciones novedosas que les van ocurriendo, sin esto ser motivo de echar pie atrás en aquel desafiante proyecto que tenían en mente. Para facilitar la tarea de conocer más el lugar se hace amigo del mítico indio Juan, hombre valiente y fornido, quien lo ayudó en las excursiones y a comunicarse con los nativos. En noviembre de 1852 arribó en Valdivia, el velero Susanne con 105 inmigrantes. Pérez Rosales resolvió avecinarlos a orillas del lago Llanquihue, por lo que tuvieron que retroceder hasta Puerto Montt. La embarcación llegó el 23 de noviembre a Ancud. De ahí los colonos fueron trasladados en lanchones a Mellipulle (Puerto Montt) donde anclaron el 28 de noviembre. El 12 de febrero de 1853 Pérez Rosales fundó en la ciudad de Mellipulle a la cual dio el nombre de Puerto Montt, en honor al Presidente de la República. Los primeros colonos asignados al lago Llanquihue que llegaron en el velero Susanne fueron las familias: Muschgay, Weidelmer, Fuchs, Verter, Dempflin, Wahl, Staehle, Riedel, Koehler, Scmidt, Klotz, Buck. Eran gente de trabajo que traían sus herramientas y semillas para instalarse, ya que venían con la voluntad de identificarse con Chile. Llenos de privaciones y expuestos al duro clima del sur, los colonos alemanes fueron un ejemplo de lucha contra la naturaleza. Pese a que el territorio estaba cubierto de espesas selvas, los mencionados inmigrantes, con su esfuerzo y disciplina lograron dominar esa región con el paso del tiempo. Dentro de las actividades agrícolas que conocemos, se cultivaba la linaza y el nabo para aceites que se enviaban a Valparaíso. Existía la cebada perla y fábricas de tejido de lino puro. También el FRUTILLAR su historia y encanto cultivo de la papa y su conversión en aguardiente en las riveras ponientes del lago Llanquihue. Molinos harineros, batanes para cáscaras taninas, aceite secante preparado para pintura al óleo. Todo se exportaba. Luego se fundaron las industrias de cervecerías, salazones, curtidurías, fábrica de tejidos de mimbre, industria colmenera y otros que comenzaron a dar forma a la prospera colonia de Llanquihue. Muy bien aprovecharon los alemanes una de las materias primas más propias de esta zona: la miel de Ulmo. La conocieron a través de los indios que habitaban la zona que sabían de las bondades del lugar. Una de sus cualidades su fluidez y fácil uso para la alimentación. En palabras de Pérez Rosales encontramos descrita la experiencia que tuvo con la miel en este mágico lugar: “El grande abejarrón chileno que vemos con tanta frecuencia zumbando por entre las flores de nuestros jardines, no fabrica cera como la abeja europea. La miel que acopia es transparente y líquida, y las vasijas en que las deposita, son alvéolos regulares simétricamente colocados, hechos de fibras vegetales tan estrechamente unidas, que no dejan escapar ni un átomo de la miel que se deposita en ellos. Este interesante insecto que tal vez el arte y el tiempo logren domesticar, defiende, como el europeo, su propiedad, y cuando no la puede rescatar con la violencia de sus lancetazos, lo hace con la astucia. Había yo dejado dos panales llenos de miel cerca del lugar donde rendido por el cansancio me sorprendió el sueño, y al despertar no encontré en ellos ni una sola gota de miel; el tejido cañamoso de los panales conservaba el más grato olor a flores.” En el año 1856 se fundaron los pueblos de Puerto Varas, Llanquihue y Frutillar, siendo este último el destino que nos interesa destacar en nuestro relato. Frutillar: lugar de fresas salvajes a “Villa de Frutillar” fue fundada el 23 de noviembre de 1856 por disposición del presidente de la república Don Manuel Montt, con respaldo del Ministro Antonio Varas. El paraíso que nos ocupa tiene condiciones especiales, tanto por la tranquilidad del lugar cuanto por la intensidad de sus contrastes visuales. La pureza del aire se refleja en la nitidez con que se pueden apreciar la inmensidad de colores y formas en todas las estaciones del año, ya sea en el día o en la noche. La atmósfera que se crea es armónica ya que mezcla belleza con carácter, lo que da como resultado un equilibrio que no aburre ni al más simple de los seres vivos. Desde cualquier punto donde uno se encuentre tiene el privilegio de ser testigo de una experiencia con la naturaleza única e irrepetible. Cuenta la tradición que la palabra Frutillar viene de la gran cantidad de fresas silvestres que se encontraban repartidas por todos lados en los bosques y praderas de esta localidad. Esta fruta es un saludable producto dado su alto contenido de vitamina A, B1, B2, B3, B6, C y E, y de minerales como potasio, magnesio, hierro, fósforo, yodo y calcio. La humedad de la tierra permite el crecimiento de variados productos antioxidantes que aportan beneficios a quienes lo consumen. Son muy apreciadas por su intenso y delicado sabor, ideal para preparar mousse, mermelada, helados y rellenar el famoso kuchen alemán que se puede probar en las diversas cafeterías que existen en esta sofisticada localidad. La artesanía también es interesante porque se trabaja a partir de materias primas propias del lugar. Los telares son confeccionados con lana de oveja teñida de maravillosos y diversos colores. Se pueden encontrar chalecos, bufandas, gorros, chales, calcetines, entre otros, tejidos a mano y de gran calidad. También se encuentran trabajos de tallado en madera y cestería donde se aprecia la historia y vida de los pueblos originarios. En conclusión, esta pequeña historia acerca del origen de Frutillar y su desarrollo en el tiempo nos invita a conocer en profundidad el maravilloso lugar donde estamos ubicados dentro del planeta. Es interesante el ejercicio de preguntarse qué fue sucediendo en este mágico lugar hace millones de años para lograr conocer más en profundidad el encanto y la atmósfera del lugar donde nos encontramos. 11 FRUTILLAR su historia y encanto Texto y diseño Patagonia Media. Ilustraciones Alberto Montt.
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