E l sueño de la sulam ita - José Manuel González Campa

COMENTARIO DE
CANTAR DE LOS CANTARES
El sueño de la sulamita
CAPÍTULO PRIMERO
A lo largo del tiempo han existido diversas interpretaciones de El Cantar de
los Cantares, pero la que expongo en este libro no coincide con ninguna de las existentes. No tengo el monopolio de la verdad, pero ésta es mi visión personal y así
entiendo las cosas a la luz de la revelación de Dios. No se trata de dogmatizar; la
sabiduría de Dios es multiforme y tenemos que aprender a aceptar la visión que
los demás tienen de las cosas reveladas; podemos o no compartirla, pero debemos
escucharla y tenerla en cuenta.
El encuentro con el Cantar de los Cantares plantea una serie de conceptos
muy interesantes que debemos –a priori– tener en cuenta y que analizaremos de
forma breve, a continuación:
El amor humano.
En este libro hay material suficiente para hablar sobre la psicología de la sexualidad y de las relaciones más íntimas de una pareja. Incluso hay base para estudiar la psicopatología del amor expresado en esa relación sexual íntima. En el
“Cantar”, se describe una relación psico-emocional en el ámbito de lo sexual: equilibrada, armoniosa y realizadora. Pero también se habla de los celos, que constituJosé Manuel González Campa
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yen una expresión psicopatológica del amor. Muchas personas se sienten gratificadas cuando su pareja está celosa porque piensan que esos celos son la expresión
insoslayable de lo mucho que el otro les ama. Pero cuando alguien está celoso, a
quién ama mucho: ¿así mismo o al otro?
Por otro lado, es necesario aclarar que este libro no puede servir para de-
fender una dimensión erótica del amor, en el sentido de el eros instintivo como
deseo y pasión. Hay una frase de uso común, que a mi juicio es nefasta para expli-
citar la psicología humana en las experiencias amorosas más íntimas: “hacer el
amor”. El uso correcto del lenguaje es imprescindible para entender bien la realidad
de las experiencias vividas. Una relación sexual debería ser la expresión más sublime
y realizadora del amor en el encuentro existencial, íntimo y profundo de dos seres
que se aman. Pero el amor no podemos limitarlo a la experiencia emocional que se
deviene de las relaciones sexuales de una pareja. El amor es mucho más.
En el Cantar de los Cantares se muestra que el amor se vive y se habla de las
relaciones sexuales, de una manera muy sutil y delicada.
Los símbolos.
Este es un libro sujeto a simbolismos, y son, precisamente éstos, los que me
abocan a la interpretación que postulo para el mismo.
Los símbolos no son elementos que solemos utilizar en la vida consciente,
ya que generalmente tendemos a un pensamiento muy racionalista y el pensamiento simbólico pertenece a una esfera más profunda de la tectónica de nuestra
personalidad. Sin embargo, los símbolos son más importantes que los elementos
verbales que utilizamos para expresarnos en la vida consciente, porque los mismos
guardan el secreto de nuestra ontogénesis, de nuestras raíces y de nuestra realidad
noética más profunda. Los símbolos hablan de los contenidos de la esfera más profunda de nuestro ser, de los contenidos escondidos en los estratos más inaccesibles
de nuestro corazón y están relacionados con los mitos de las diferentes civilizacio10
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verdadera raíz que informa el lenguaje de los seres humanos. Por eso es tan importante el conocimiento de la mitología, y el Cantar de los cantares es un buen ejem-
plo de ello. Cuando en esta obra se habla del amado/a se le hace semejante a
diferentes animales como el corzo, el cervatillo, la paloma….o incluso un árbol. ¿Porqué se utilizan los símbolos? Para expresar algo que el lenguaje de la razón es in-
capaz de expresar. Se recurre a un lenguaje que va más allá del elaborado por el yo
consciente; un lenguaje que se genera en los estratos más profundos del corazón y
cuyas raíces se encuentran ubicadas a nivel subliminal.
El estudio de este libro ha causado grandes problemas a las personas que se
han dedicado a escudriñar las enseñanzas más profundas y trascendentes que con-
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nes que han existido a lo largo de nuestra historia. En los símbolos se encuentra la
tiene. Entre estas personas destacan, por su enjundiosa vehemencia, alguno de los
padres de la Iglesia, como Orígenes (que elaboró en el siglo II-III la interpretación
alegórica de las Escrituras) y los místicos españoles: Fray Luis de León, Santa Teresa
de Jesús y San Juan de la Cruz, además de los místicos/as mexicanos y alemanes.
Algunos de éstos fueron vilipendiados y desprestigiados por largos periodos de
tiempo y todos fueron perseguidos e investigados por los execrables tribunales de la
llamada Santa Inquisición. Todos eran personas de una sensibilidad espiritual ex-
cepcional. Algo debe de tener este libro para que los dogmáticos, los intransigentes
y los represores de la Iglesia, que han existido en todas las épocas, condenasen en
procesos inquisitoriales sumarísimos a los hombres y mujeres contemporáneos
mas ejemplares en su vida y obras, y que después, la propia Iglesia Católica, ha in-
tentado rehabilitar como santos. Pero no solo en el ámbito de la Iglesia Católica se
arraigaron estas concepciones; hace años en una iglesia evangélica se me criticó
por leer la primera parte del capítulo 7 de Cantares y tener la osadía de comentarlo.
Y es que, en este capítulo, el esposo hace una descripción de la esposa de los pies
a la cabeza. De esa reunión de más de 700 personas, mucha gente salió escandali-
zada ¡y eso que solo hice exégesis y hermenéutica de los pies! ¿Qué hubiera pasado si
hubiese continuado la exposición hasta la cabeza? He conocido creyentes que a sus
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hijos (especialmente a las hijas) les prohibían leer el libro de Cantar de los Cantares;
también los judíos, en alguna época de su historia, llegaron a prohibir a las personas menores de 30 años leer este libro. Pero ¿cómo podemos prohibir la lectura
de un libro que aceptamos como Palabra Revelada de Dios? ¿Hay algo en la Palabra
de Dios que nos pueda perjudicar? A mi modo de entender, este libro contiene ver-
dades profundísimas y enriquecedoras que pueden constituir enseñanzas benefi-
ciosas para un joven. Lo que no conduce a nada bueno es la ignorancia. No debemos
de tener una actitud represora sobre los jóvenes, sino una actitud didáctica y sincera que les ayude a comprender aquellos aspectos de la realidad, que por su escasa experiencia vivida, desconocen.
La enfermedad.
En el capítulo 2 de Cantares y en el verso 5, leemos: “Porque estoy enferma
de amor” Una frase que llama poderosamente la atención y que nos lleva a entrar
en el significado simbólico de la enfermedad, que según mi experiencia profesional
y científica, tiene un sentido revelador de la voluntad de Dios en el devenir vital
de una persona. No estoy diciendo que la enfermedad sea una especie de sacrificio
o penitencia con la que pagamos a Dios nuestra deuda amártica, pero sí que tiene
un sentido que va más allá de las apreciaciones clínicas y patológicas que, sobre la
misma, se pudieran hacer. Cuando estamos enfermos vivenciamos unas circunstancias desestructuradoras de sufrimiento, de angustia, de ansiedad, de molestias,
de dolores... y creo que todo este conjunto nosológico tiene un sentido existencial cla-
rificador, teleológico y hasta metafísico. Es decir, un sentido que trasciende nuestra
realidad “del aquí y ahora” y que nos habla en un lenguaje trascendental y trascendente. Actúa sobre nuestra conciencia, catapultándonos metafísicamente hacia la
inefable realidad del SER. La respuesta a la pregunta sobre el sentido de la enfer-
medad, se revela en una obra excepcional y única, en el libro de Job. En la enfermedad
la entidad morbosa se trasciende así misma y nos trasciende a nosotros. Al actuar
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realidad peristática, cósmica, y sobre la Divinidad. La enfermedad cambia el estado
de conciencia de Job y le aboca a tener una visión diferente de lo inmanente y de lo
trascendente. Se produce una introyección del Ser en la misma esfera de su intimidad,
facilitándole la posibilidad de la metanoia; es decir, la posibilidad del cambio de la
manera de pensar respecto del antropos y la Divinidad. La enfermedad cambia la
conciencia de la realidad de forma sustancial.
Un paseo por nuestra intimidad, camino hacia mi interpretación.
Otra de las interrogantes que se abren al acercarnos a este libro, versa sobre
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sobre este personaje clarifica toda la visión que Job tenía sobre si mismo, sobre su
la realidad más profunda que se deviene en la esfera más inaccesible de los seres
humanos. Más adelante ejemplarizaré esta aseveración analizando el efecto de una
droga –en concreto el alcohol– sobre la esfera de la intimidad de una persona.
Volviendo al comienzo de este apartado, mi intención es que demos un paseo,
en nuestro devenir onírico, por lo más profundo y oscuro de nosotros mismos. Y
si nos encontramos con la esposa, y ésta, cabe la posibilidad de que represente a
la Iglesia, lo que estaríamos haciendo es pasear por la esfera de nuestra propia in-
timidad no solo como individuos, sino como una persona colectiva, como iglesia,
como esposa de Cristo. Encontramos en la Escritura este verso: “la hermosura de la
hija del rey, está en lo escondido de dentro”(traducción de Fray Luis de León). Seamos
sinceros, si nosotros como Iglesia nos miramos por fuera no nos veríamos como
una esposa hermosa. Esa cara externa de la Iglesia correspondería a la trascen-
dencia social del Evangelio; es decir, a las obras de la Iglesia que convierte la Palabra
en praxis. Pero esas obras deben de ser el resultado de una trasformación interior
de cada uno de los miembros de la “Persona Colectiva” que llamamos Iglesia. La
hermosura de esta reina que se presenta en el Salmo 45, no es tanto externa, fenomenológica, sino más bien interna, anímica y pneumática. Aunque nosotros como
individuos y como Iglesia no nos vemos hermosos, Dios, que es el único que puede
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sondarnos hasta los estratos más profundos de nuestras entrañas, si ve nuestra
hermosura. Y sobre dicha hermosura conviene meditar; por eso en este comentario
de “Cantares” uno de los temas más interesantes lo constituirá el estudio de la actividad inconsciente de la Iglesia.
Poesía en la Biblia.
El libro de Cantar de los Cantares es poesía aunque por la traducción no nos
lo parezca. Y no es el único libro de la Biblia escrito en lenguaje poético: la mayor
parte de los libros proféticos están escritos en poesía, aunque a nosotros, cuando
los leemos nos parezcan prosa, si bien es cierto que alguna vez nos encontramos
con un versículo o alguna perícopa que nos orientan hacia un estilo más poético.
Esto suele ocurrir cuando la traducción se acerca más al sentido original. Más de
la mitad de la Biblia está escrita en poesía y además, en ella están representadas
todas las formas de poesía que existen. Una de ellas es la poesía lírica, que se utiliza
en la mayor parte de los Salmos.
En la poesía lírica, el autor intenta expresar sus sentimientos y vivencias
mas sentidas. Pero también existe la poesía dramática, en el libro de Job y en Cantar
de los Cantares, dos obras que tienen más en común de lo que se cree. Recordemos
que en el libro de Job se descubre el sentido de la enfermedad y recordemos también lo que decíamos, a este respecto, en función del texto del capítulo 2 de Canta-
res “Estoy enferma de amor”.
Encontramos también la poesía rapsódica que aparece en el libro de Amós,
Isaías, los oráculos de Balaán y en algunos otros lugares. También nos encontramos
con la poesía didáctica, a modo de enseñanza, en el libro de Proverbios y en algunos
Salmos. Por último, tenemos la poesía épica, que es aquella que narra hechos y hazañas específicas.
Toda la poesía de la Biblia tiene una característica especial muy importante,
referente a la estructuración de los versos y las estrofas en función de la lengua
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rente a cómo se hace en la poesía escrita en el resto de idiomas y lenguas. Por ejemplo, en el idioma castellano tenemos en cuenta la rima y el metro del poema; es
decir, tenemos en cuenta cómo riman los versos entre si y el número de sílabas de
cada verso, pero en el hebreo la poesía no se atiene ni a la rima ni al metro. La Poesía
hebrea tiene que ver con la simetría de las cláusulas: cada verso contiene un sentido relacionado con el sentido que tiene otro verso u otra línea. Es lo que conoce-
mos como paralelismo: el sentido de un verso y otro es paralelo. Pueden ser versos
sinónimos; ambos tienen el mismo sentido pero se escriben con vocablos diferentes. También puede ocurrir lo contrario, que el sentido de los versos sea antónimo.
Entonces el verso significa lo contrario del siguiente. En el hebreo existen versos
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hebrea. La poesía de la Biblia se estructura de una manera completamente dife-
de dos líneas que se llaman copla y versos de tres líneas que se llaman tercetos.
Ejemplos de paralelismo sinónimo en una copla: Salmo 47:6.
Jehová de los ejércitos está con nosotros
Nuestro refugio es el Dios de Jacob
Ejemplo de paralelismo antónimo: Proverbios 27:6
Fieles son las heridas del que ama
Pero inoportunos los besos del que aborrece
Lo más importante del paralelismo es que permite conservar el sentido de
las realidades vivenciadas, la visión emocional y la profundidad sentimental, poética y espiritual en toda su esencia.
Nos preguntamos: ¿Y porqué – si creemos que la Biblia es la Palabra de Dios
revelada– se escogió este género literario para expresar mas de la mitad de su contenido?
Pienso que no es una casualidad que la Biblia esté escrita en hebreo (salvo
algunas partes del Antiguo Testamento escritas en arameo). Dios tenía un propósito: que la Biblia pudiese ser traducida al resto de idiomas, conservando toda la
pureza de su contenido. Al ser escrita en hebreo, el sentido está en el contenido de
las cláusulas y no en la rima, ni en el metro.
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Hay más formas importantes en la poesía hebrea: el estribillo, que aparece
mucho en el Cantar de los Cantares; en este caso la utilización del estribillo es fundamental, no solo para realizar una división hipotética del libro sino también para
una interpretación hermenéutica del mismo; no solo teniendo en cuenta el len-
guaje que se utiliza para hablarnos, sino también el significado de lo que dice. Si
nos fijamos, el Cantar de los Cantares parece compendiar, a priori, una ensalada
de contenidos deslavazados que no sugieren tener relación alguna entre si. Por
ejemplo se nos describe a una mujer morena, qué podría ser hija de un rey, para
más adelante presentarla como una pastora. Igual sucede con el esposo. En cuanto
al entorno, tan pronto se nos sitúa en el campo, como en el desierto o un huerto. Pa-
recen imágenes superpuestas de difícil comprensión. Sin embargo, si lo analizamos
desde el sentido del lenguaje simbólico, todo puede tener un sentido argumental
y coherente.
Si buscamos los orígenes de la poesía, tenemos que retroceder en el tiempo
histórico a la poesía bucólica o pastoril, que comenzó siendo una poesía oral: después pasó a escribirse para ser cantada y recitada. En la historia de la literatura, la
poesía bucólica pasó por dos momentos importantes que se corresponden con dos
autores: uno griego y otro romano. El primero de ellos fue Teócrito, que vivió tres
siglos a. C. y al que se le considera el padre de la poesía bucólica. Posteriormente
Virgilio, entre los romanos, fue el gran continuador de este género. El libro de Cantar de los Cantares tiene una relación directa con esta clase de poesía y fue escrito
unos nueve siglos antes de Jesucristo por el Rey Salomón. Por consiguiente, se trata
del primer libro de poesía bucólica en la historia de la literatura universal.
Volviendo al tema del estribillo, hay que tener en cuenta que en la poesía he-
brea el estribillo indica el final de una estrofa, algo similar a lo que ocurre en la
lengua española. Veamos un ejemplo: El Salmo 80 tiene un estribillo:
¡Oh Dios de los ejércitos! Haznos tornar y haz resplandecer tu rostro y seremos
salvos.
Este estribillo se repite en el versículo 3, 7 y quizás en el 14 y el 19.
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Cantares es la Versión Moderna de la Biblia, escrita en castellano. Se la ha tachado
de árida porque pierde riqueza literaria, pero no se tiene en cuenta que esta versión está al servicio del estudio exegético y no es la más adecuada para la lectura
devocional. No obstante, en mi criterio, se trata de una versión más literal de las
Escrituras, sobre todo en lo que se refiere al Antiguo Testamento, y tiene la ventaja
de acercarnos al sentido más puro y original de los textos hebreos. Es interesante
leer el estribillo de Cantar de los Cantares en esta versión. La versión de Reina Valera del 60 le da un sentido más afectivo y emocional al texto, pero nos aleja del
significado del original. Pongamos un ejemplo con el sentido del estribillo en ambas
versiones:
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Una de las mejores traducciones que existen para el estudio de Cantar de los
El capítulo 2 y verso 7 de Reina Valera dice:
“Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, por los corzos y por las ciervas del
campo,
Que no despertéis, ni hagáis velar al amor hasta que quiera”
El estribillo se repite en el capítulo 3 y verso 5 y en el capítulo 8 y verso 4.
Otros estribillos que no permanecen tan manifiestos, están incluidos en el
capítulo 2 y verso 17:
“Hasta que apunte el día, y huyan las sombras,
Vuélvete, amado Mío, se
Semejante al corzo o al cervatillo
sobre los montes de Betel”.
Y en el último verso del capítulo 8 dice:
“Apresúrate, amado Mío, se
Semejante al corzo, o al cervatillo sobre las montañas de los aromas”.
Analicemos el primer estribillo en la Versión Moderna de la Biblia:
“Yo os conjuro, Oh hijas de
Jerusalén, por las gacelas y por las
ciervas del campo, que no despertéis, y que no quitéis
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el sueño a mi amada, hasta que ella quiera”
He trabajado muchísimo sobre esta traducción y la considero clave para entender el libro. La diferencia con Reina Valera es obvia. Considero que esta traducción es la mejor traducción que se puede hacer del idioma original.
Título del libro.
El título del Cantar de los Cantares en hebreo es Sir Hassirim y la traducción
al griego de los LXX aisma aismatón. Su título en hebreo indica el cantar entre los
cantares o el cantar por excelencia, no un cantar más. Yo mantengo, firmemente,
que el autor de este libro es Salomón. Sabemos que él escribió mil cinco cantares
y entre ellos destaca esta obra singular, de belleza extraordinaria y de simbolismo
sublime.
El Cantar de los Cantares siempre ha sido considerado, tanto por la tradición
hebrea como por la cristiana, como un escrito canónico, escrito por inspiración divina y formando parte integral de las Sagradas Escrituras (aunque en los siglos I y
II después de Cristo se llega a dudar de su canonicidad, por parte de algunos judíos)
Los Padres de la Iglesia condicionaron la interpretación de esta obra, no tanto a la
versión original hebrea como a la traducción griega de la misma: la septuaginta o
traducción de los setenta( LXX). De tal manera, que la traducción que los padres de
la Iglesia toman del griego de los setenta( LXX), no solo es una traducción, sino una
posibilidad hermenéutica. Este aspecto se debe tener en cuenta a la hora de pro-
fundizar en el estudio de Cantares. Cuando en los primeros siglos después de Cristo
se puso en duda la canonicidad del Libro de Cantar de los Cantares, pero fueron
los judíos quienes la defendieron como libro inspirado y parte de la Revelación de
Dios. Para este pueblo, se trata de un libro tan importante que lo leen públicamente
en la fiesta de La Pascua. El evento más importante del calendario de fiestas del pueblo de Israel, en el que se rememoraba la liberación de más de cuatrocientos años de
esclavitud bajo el despotismo de los Faraones egipcios.
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