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MÓDULO Lectura y Literatura en los primeros grados
Unidad 1: El docente como lector
1. La lectura en la infancia y en la adolescencia
"El encuentro del yo con el libro es crucial: a menudo se dramatiza la lectura, se la evoca en cierta escena
de la infancia que de pronto da significado a la vida entera"
Sylvia Molloy
La enseñanza de la literatura forma parte de una de las tareas que lleva adelante la escuela. A su vez, la
literatura como tal constituye una experiencia posible de lectura en nuestra sociedad, seguramente una de
las más ricas, que excede los límites de la escuela. Los maestros estamos en el límite entre esas dos
experiencias pues podemos reconocer nuestra doble relación con la literatura: en tanto objeto de lectura en
una dimensión personal e íntima; en tanto objeto de enseñanza.
Esperamos que al finalizar esta unidad cada participante haya sido capaz de:
•
•
Reflexionar sobre la experiencia de lectura de literatura en la dimensión personal e íntima.
Recuperar la propia biografía de lector como experiencia productiva.
Rastros y marcas de nuestras experiencias en la infancia y en la adolescencia parecen señalar un recorrido
posible para volver a preguntarnos por nuestro vínculo con la lectura. En general, tenemos un recuerdo algo
vago o no hemos hecho el ejercicio de recordar cuáles fueron a lo largo de nuestra historia de vida, hasta
que llegamos a ser maestros, las experiencias posibles con la lectura. De hecho, no solemos relacionar esas
experiencias de infancia o adolescencia con la tarea profesional que luego desarrollamos como adultos que
es la de enseñar a leer y escribir.
Una de las causas por las que esas experiencias de lectura tempranas y juveniles no son habitualmente
rescatadas quizá sea el hecho de la poca consideración que desde la perspectiva escolar se le dan a las
experiencias personales de los sujetos. La escuela más bien incluye en sus contenidos escolares la lectura
de cierto canon de lecturas que son las de ciertas tradiciones escolares, pero poco se pregunta sobre la
experiencia concreta de los lectores: cómo han construido sus recorridos lectores los maestros es una clave
sobre la que queremos indagar aquí.
¿Cómo leemos los maestros? ¿cómo influyen nuestras experiencias de lectura en la infancia y en la
adolescencia en nuestro modo de leer actual? Son algunas de las preguntas que nos introducen en la
posibilidad de revisar nuestras propias biografías como lectores.
Les presentamos a continuación algunos textos de maestros de Argentina que reflexionan sobre sus propias
experiencias de lectura:
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UNIDAD 1
Lectura y Literatura en los primeros grados: El docente como lector
Mi escena de lectura
Los días en mi pago son muy fríos. En invierno no deja de sorprendernos cada día el espectáculo del
Famatina blanco desde la cumbre hasta su base. Sólo el sol de la siesta devuelve con sus rayos la
posibilidad de que se entibien las manos y los pies siempre helados.
La galería de la casa de mi infancia da a un jardín cuyas plantas venciendo la terquedad del clima, ofrecen
una fiesta de colores y fragancias.
Y estoy en esa galería plena de sol leyendo “Hombrecitos”, emocionándome con cada instancia de la
lectura, sintiéndome uno de los personajes, participando de sus historias, de sus encuentros y
desencuentros, deseando conocer el final pero que la historia no termine nunca. Y ese deseo se hace
realidad, los “hombrecitos” son reales y yo soy uno de ellos y junto con su historia se entreteje la mía hasta
el punto de no saber, o no querer saber, los límites de la realidad y la fantasía. Y aunque el libro se cierra,
la historia continúa.
Después siguen otros libros de la misma autora y luego tantos otros. Y desde entonces, estoy convencida
que quien haya disfrutado plenamente de un libro, no podrá negarse a ese placer.
Hoy, como en la infancia, cada vez que abro un libro, me entrego a la posibilidad de soñar, de reír, de
llorar, de pensar y pensarme, de seguir construyendo la historia, y lo hago con la misma inocencia del
primer encuentro. Hoy, lejos de la tierra de mi infancia, de la galería de la casa familiar, siento, ante el
libro, que el mismo sol de entonces me entibia las manos, los pies y, también, el alma.
María Teresa
LEER! ¡QUÉ ABURRIDO! Desde pequeña nunca fui afecta a la lectura. Sólo lo hacía para cumplir los
requerimientos de mi maestra.
Me divertía junto a mis primos y tíos, en el verano, por las noches y en el campo, cuando reunidos en
torno a un fogón relatábamos diferentes historias, generalmente de terror u otras que tenían que ver con
“cosas extrañas” que a veces ocurren en el campo. ¡Cuánto nos divertíamos y disfrutábamos de esas
historias! ¡Qué tiempos aquellos!
Al ingresar a la secundaria las exigencias de lectura eran diferentes, y yo seguía sin encontrar el gusto por
la lectura.
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Sentía y siento una gran admiración por mi hermano, que siendo menor que yo, tiene una gran pasión por
la lectura de todo tipo de textos. Fue él quien a menudo compartía sus lecturas y decía “… sabés está muy
buena la novela que leí…” y a través de diversos comentarios ´ a medias ´ me invitaba a embarcarme en
una aventura distinta.
Fue así, que un día el profesor de Lengua de tercero nos pidió que realizáramos un trabajo, que consistía
en elegir una novela, la que quisiéramos, para luego compartir lo que habíamos leído. No sabía que hacer,
buscaba una novelita. Nuevamente apareció mi hermano que me sugirió leer “La historia sin fin”. Fui a la
biblioteca, busqué el libro, lo tomé entre mis manos y con miedo mire la cantidad de páginas que debía
leer, ¡¡¡eran 400!!!,cuánto me esperaba. Sin embargo, me armé de coraje y comencé la lectura, al principio
me costó un poco, tuve que leer varias veces la introducción, hasta que poco a poco, la lectura me fue
atrapando y sin darme cuenta cada vez se hacía más difícil cerrar el libro, postergar la lectura, para
continuar después. No era fácil dejar a Bastián solo en el desván y me uní a él para descubrir a cada uno
de los personajes, su historia, las aventuras, peleas y hazañas que tenían que vivir…
Al igual que Bastián buscaba la soledad para poder leer, a veces en mi dormitorio otras debajo de un
árbol. Y así comencé a sentirme parte de la historia de la novela, me hubiera gustado decirle a Atreyú
¡cuidado!, cada vez que un peligro se le acercaba o a consolar a la Emperatriz cada vez que lloraba
viendo desaparecer su reino.
Ni yo lo creía, estaba totalmente cautivada por todo lo que pasaba, viví cada situación como si hubiese
estado en Fantasía y de repente me di cuenta que antes de abrir esta novela yo también era una de las
personas que hacía que esta tierra mágica fuera desapareciendo.
Leer esta novela me ayudó a descubrir otro mundo, a usar mi imaginación, a vivir nuevas experiencias…
Verónica
Seis años, el dormitorio de soltera de mi tía, muchos cosméticos que ensayo en mi cara hasta hartarme,
camisones de seda y raso y en un rincón la biblioteca prohibida durante tanto tiempo. Las historias de
amor que se pueden deducir de las tapas de los libros, no son lecturas para niñas, ni siquiera su tapas que
ostentan mujeres bellísimas y héroes increíbles. Tendrán que pasar tres años más, para que mi tía alivie
mi fiebre de rubeola y lectura con tres ejemplares de Corín Tellado. Las hojas llenas de letras no me
producen el mismo cansancio que los libros de lecturas escolares, en cambio siento que estoy entrando
en un mundo nuevo pero ya sospechado. Las pasiones se suceden unas tras de otras, los besos, las
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caricias, las lágrimas y yo soy otra, soy esa mujer que aparece ahí, soy la heroína, la más amada, la mujer
hermosa, la mujer…
El cuarto de mi tía ya no es el mismo, ahora es el refugio de lectura y de mi transformación en distintos
personajes. Unos años más tarde vendrán Boquitas Pintadas y Madame Bovary. Historias de mujeres
signadas por una sociedad que no las contiene me abren el apetito a nuevas lecturas. Más tarde, el
colegio y la universidad se encargarán de separar la buena y la mala literatura, me mostrarán lo que se
“debe” leer para llegar a “ ser ” , e intentarán hacerme creer que lo que sentí la primera vez que abrí un
libro “prohibido” no tiene nada ver con “la literatura”. Tal vez no, pero estoy segura que sin esa primera
emoción no hubiera conocido ni a Borges, ni a Cortazar y no estaría aquí intentando describir lo
indescriptible.
Sonia
¿De qué nos hablan estas escenas? ¿qué le permitieron recuperar a sus autoras de ese pasado en que la
lectura estaba presente? ¿qué nos permiten recuperar a nosotros como parte de una interrogación que
queremos hacernos en esta unidad sobre la lectura como práctica social y cultural de la que los maestros
venimos participando? En ambos casos se ve la presencia de un entorno determinado que resulta
significativo y que por ello se lo rescata; en la escena de Verónica, la presencia de un mediador, el profesor,
es importante en la experiencia de lectura, pero como vemos, resulta fundamental la recomendación de
lectura que le hace el hermano menor: otro, que no es necesariamente un adulto ni un formador en el
ambiente escolar, parece marcar fuertemente la experiencia de esta docente.
En el caso de Sonia, la idea de “libros prohibidos” frente a los que se leen por mandato de la escuela,
parecen propiciar cierta relación de pasión, textos que evaluará de otra manera cuando sea adulta.
También nos hablan estos relatos de distintos modos de leer y de los distintos intereses que se persiguen en
la lectura: se busca la soledad en la lectura, se busca identificarse con lo que se lee, se buscan respuestas a
cuestiones de la vida, se lee por obligación en un principio pero desde allí se abren nuevos recorridos, etc.
Como se ve las motivaciones de la lectura son múltiples y de eso son concientes las personas a la hora de
realizar el ejercicio de escribir su autobiografía como lectores. Otra cuestión presente en estos relatos es la
de los textos que los lectores han leído: ¿qué tipo de lectura es?, ¿literatura? ¿otro tipo de lectura?
¿infantil?, ¿para adultos?, ¿clásica?, ¿de tradición popular?, ¿masiva? ¿libros? ¿revistas? ¿cómo ha
llegado a sus manos?, ¿tienen o no alguna relación con lo que se lee en la escuela?
En definitiva, se trata de escenas “inaugurales” en la vida de las personas, que quizá abren las puertas de
una relación constante y sostenida en el tiempo o que han quedado atesoradas en el recuerdo de una época
donde esa actividad era posible y deseada. En cualquier caso, definen identidades de lectores, sus modos
de concebir la lectura y de experimentarla.
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Actividad 1:
Escriba un breve relato que constituya la escena de lectura que mejor recuerda de la infancia o de la
adolescencia, teniendo en cuenta todos los elementos que pueden entrar en ella. Haga referencias al
ambiente donde se desarrollaba la escena, a detalles que puedan resultar significativos, a diversas
impresiones que su evocación le provoca hoy. Antes de escribir la versión final puede empezar por hacer
borradores en su Diario y luego recuperarlos en la escritura del texto final.
Publique el escrito en su portafolio, al publicarlo colóquele el título Escena de lectura.
En un segundo momento, relea su propia escena de lectura y rescate para el análisis qué aspectos de la
práctica de lectura fueron considerados en ella.
Actividad 2
En una reunión con su equipo de trabajo, compartan la lectura de las escenas escritas por cada uno e
intercambien sobre el modo en que fue resuelta la consigna y sobre los aspectos de la lectura considerados
en ellas. Escriba en su Diario sobre aquellos aspectos que le hayan resultado novedosos en los textos de los
otros en cuanto al modo de escribir o en cuanto a los temas tratados.
2. Una trama de textos
Las lecturas no se dan de manera aislada. Cada texto que leemos entra por si mismo en una red de textos
con los que se relaciona: del mismo autor, del mismo género, de la misma época, de la misma temática.
Pero a la vez, entra en otra red que es la de nuestras propias lecturas anteriores y posteriores. Leer hoy un
determinado texto implica el reconocimiento de relaciones con textos que hemos leído anteriormente; ese
texto que leímos hoy cobrará nuevos significados mañana cuando otro texto nos invita a volver a pensar en
él. Cuando decimos “texto” lo decimos en sentido amplio pues las posibilidades de conexión y red son
infinitas y se abren de textos literarios a textos no literarios, a letras de canciones que recordamos, a
películas que vimos, a pinturas que apreciamos, e incluso a hechos de nuestras vidas que se nos vienen a la
mente a partir de leer un determinado texto.
1
La escritora argentina Laura Devetach sostiene que toda actividad de lector supone el trazado de un
camino, que todos los lectores (incluyendo a aquellos que se consideran o son considerados como “no
lectores” o “poco lectores”) tienen una serie de textos internos que constituyen disponibilidades abiertas,
puntos de partida y de llegada que permiten ir armando nuevos recorridos. A estos “textos internos” que
2
todos atesoramos Devetach los llama textoteca .
Ella misma ofrece el ejemplo de su propia textoteca:
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Había una vez el va y el ven, el va y ven, el vaivén, de un arrorró mi niño, arrorró mi sol, arrorró pedazo de
mi corazón. Duerme, duerme negrito, que tu mama está en el campo, trabajando, duramente trabajando.
Ay que viene el coco a comerse a los niños que duermen poco. Noni noni noni, mm, mm, mm. scht, scht,
scht...
Un día el arrorró mi niño hizo tortita de manteca, para mamá que le da la teta, tortita de cebada, para papá
que no le da nada. Y entonces este cazó un pajarito, este lo desplumó y este pícaro se lo comió.
Y siempre el tilín tilín, el chas, el broom, el guau, el pío, el cocó, el tolón, el ¿QUÉ?... Eto, eto ¡cá tá! Y
entonces vino un gato que tenía calzón de trapo y la cabeza al revés ¿Querés que te lo cuente otra vez?
No me digas sí porque los zapatitos me aprietan, las medias me dan calor, y aquel mocito de enfrente me
tiene loca de amor. No me digas no porque a Juancito de Juan Moreyra hay que darle la escupidera, que
anoche comió una pera y le vino una cursiadera. Todo porque Cenicienta quería ir al baile del príncipe y la
madrastra no la dejaba. Mientras tanto, Blancanieves vivía en el bosque con sus siete enanos.
Y siempre, el chunga chunga, el crack, el ring, el blablablá. Y diostesalveMaría... ElfrutodetuvientreJesús.
(¿Qué es tesalve?¿Qué es tuvientreJesús?)
Y entonces, un día, ALA, A LA., A-L-A, A LA, ALA.
Alas para la gallina turuleca que sentada en el verde limón, con el pico cortaba la rama. con la rama
cortaba la flor. Pero cuando los cinco patitos se fueron a bañar, escucharon: febo asoma sordos ruidos oír
se dejan tras los muros del histórico convento ¿ Qué ruidos hacen los sordos detrás de los muros?)
Bum burumbum pam papam Bum burubum, pam papám, viene la murga. Yo por vos me rompo todo, y te
vengo a saludar y a decirte que el gobierno de hambre nos va a matar. Bum burumbúm, pam papam.
Mamá eu quero, mamá eu quero, mamá.
¿Qué gusto tiene la sal? preguntó Hansel a Gretel con la boca llena de casita de chocolate.
¡Salado! contestó Pinocho mientras se tiraba al mar desde la boca de la ballena, llevándose a Gepetto al
hombro.
La princesa está triste, ¿qué tendrá la princesa?, los suspiros se escapan de su boca de fresa.
- Este año, sin regalos no va a parecernos que estamos en Navidad- dijo Jo con disgusto.
- A mí no me parece justo que algunas tengan tantas cosas bonitas mientras que otras no tenemos nada
añadió
Amy
-Tenemos a mamá y a papá y nos tenernos las unas a las otras dijo Beth.
¡Esta familia es una cooperativa! comentó Mafalda mientras Susanita declaraba que las casas tienen que
ser como la del hornero que tiene sala y tiene alcoba y aunque en ella no hay escoba, limpia está con todo
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esmero
Pero: Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón sin ver que sois la ocasión de lo mismo que
culpáis. Todo de angaú nomás. Por eso Malena tiene pena de bandoneón: todos los viernes el amado se
convierte en lobizón Se no é vero, é ben trovato.
Y así fue como la luna vino a la fragua con su polizón de nardos. Los flamencos bailaban y bailaban con
sus medias coloradas, blancas y negras. Y despertaron a Alicia que venía del país de las maravillas, y allí
estaba Batman, esperándola.
- Bésame cantó Bésame mucho, como si fuera esta noche, la última vez. Se callaron las luces, se
encendieron los grillos y una música los abrazó. Era Lisa Simpson en un solo de saxo.
Y colorín colorado, seguramente este cuento no ha terminado.
Decíamos antes que estamos pensando en un concepto amplio de texto, que no entendemos aquí sólo los
textos escritos y consagrados como literarios, sino un conjunto de objetos culturales: la música, el cine, la
televisión, las historietas, los textos de la oralidad, los relatos que vienen del campo religioso, los juegos y
canciones de la infancia, los recuerdos de la vida escolar. Todos esos textos forman parte de lo que la
escritora y ensayista Graciela Montes ha definido como un gran tapiz que se entreteje en nuestra
experiencia de lectura y entra en diálogo con cada texto nuevo que leemos.
Dentro de ese gran tapiz de textos, los textos llamados literarios, la literatura, como producción estética
específica, son parte fundamental y enriquecen ese tapiz con la particularidad que su uso del lenguaje y su
capacidad de simbolizar aportan. A continuación proponemos llevar adelante un ejercicio de lectura y
reflexión en relación con la literatura y lo que entendemos por ella.
¿Qué es la literatura?
El texto que sigue fue escrito por una colega que ofrece una escena de lectura en la que la literatura aparece
fuertemente ligada a su experiencia. A medida que leemos el texto vamos descubriendo cuáles fueron sus
lecturas elegidas, en qué orden fueron leídas y qué efecto fueron provocando en su vida y en su propia
historia de lectora:
______________________________________________________________________________________
1. Devetach, L. “La construcción del camino lector” en Cuadernos de Iberoamérica. Escuelas que hacen escuela II. Los caminos de la
palabra; Bs. As.: OEI, 2003.
2. Devetach, L. (op. cit) afirma: “...una textoteca interna armada con palabras, canciones, historias, dichos, poemas, piezas del
imaginario individual, familiar y colectivo. Textotecas internas que se movilizan y afloran cuando se relacionan entre sí. A la manera de
las retahílas infantiles podemos decir que en cada persona hay muchos textos, que la unión de los textos de muchas personas arman los
textos de una familia, de una región, de un país. Las formas literarias no son arbitrarias, no nacen sólo por una voluntad estética de las
personas que escriben, de los pueblos que escriben, nacen porque suelen ser una manera de construcción.
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Recuerdo, como una instantánea de colores borrosos, mi primera experiencia de lectura: me encuentro
acostada en la cama de mi habitación, toda amarilla y abro el primer libro que no sé cómo llegó a mis manos,
es Mujercitas de Louise May Alcott. La primera sensación, como la de todo lector inexperto, fue de
identificación. Creo que yo tenía doce o trece años y me fascinó el personaje de Jo.
Unos años después me siento en un escritorio con sombrero azul y flor amarilla y escribo mi primer poema de
adolescencia: Caminemos juntos / tomados de la mano / codo a codo / y seremos mucho más que dos..
Obviamente la emulación ya era completa, no sólo imitaba al personaje de Josephine sino que también
plagiaba -sin saberlo- el poema de Mario Benedetti. Es innegable que este primer libro inició mi futuro destino
como posibilidad de artista, sirvió como puntapié para el primer poema y eliminó la duda, yo quería ser
Josephine.
El camino continuó con la saga de novelas de Alcott, más tarde leí sin detenerme ni un día, o mejor dicho ni
una noche, la historia completa de los jóvenes rosarinos creada por Alma Maritano (Vaqueros y trenzas, El
visitante, En el sur, Cruzar la calle) Con El diario de Ana Frank comencé las lecturas "fuertes", esas que
trastornan los sentidos. Desde ese año empecé a escribir un diario íntimo, pensaba que de algún modo tenía
que guardar en la memoria todos mis pensamientos, "mirá si me pasa lo mismo que a Ana", me decía. La
lectura y la escritura siempre fue una dupla inseparable, a pesar de que Cervantes extrañado ante estos
ensayos gritaba, desde su descanso, desde su ausencia: "¿Quién es esa dama que crea letras de ambición?
Por favor, cállenla".
Todo era, además, catarsis -en toda la dimensión del término- a tal punto que a los dieciseis años me enamoré
de Juan Pablo Castel. El túnel y Ernesto Sábato marcaron el comienzo de las lecturas "serias" y esto significó
la elección de una profesión.
Hasta acá recupero el recuerdo de las lecturas placenteras, esas que son reflejo de la pasión por la soledad.
La sensación de estar en un mundo imaginado, ajeno a la realidad y a la cotidianeidad, esa que permite que
los balcones se colmen de olores, de fantasmas, de fantasía pura. Ese sentir que da licencia para que el
ombligo baje hasta los pies para ser capaz, en ese instante, de levantar la vista para soltar una lágrima.
A la distancia pienso que la lectura forma parte de mi corporeidad. Más allá de cualquier experiencia particular,
la lectura, sobre todo de literatura, ha marcado todo un destino: empecé a leer porque me gustaba, luego se
desgajó la escritura que posibilitó el encuentro con esos mundos irreales y solitarios que hilvanan la existencia.
La elección de la profesión fue consecuencia de esos placeres, hedonismo puro.
Sin embargo, ahora imagino como utopía el sueño de ser en ese universo creado por la eficacia del lenguaje.
Quisiera sumergirme en esos paisajes bucólicos con verde y agua, sentarme en un cómodo sillón cortazariano
a la manera del de "Continuidad de los parques", leer una historia que irrumpa en mi realidad, donde pueda
caminar por Macondo o alinearme a las tropas del coronel Aureliano Buendía, donde pueda saborear las
deliciosas recetas de Como agua para chocolate o cantar junto a García Lorca "verde que te quiero verde",
donde toda certeza sea sospecha y no quede ni un diminuto intersticio para dudar si uno puede ser y existir a
partir de esos dudosos placeres de la "mentira".
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Como vemos, los modos en que los lectores se relacionan con la lectura y la literatura son diversos y
cada lector o cada grupo social de lectores habrá de sostener alguna idea sobre aquello que la
literatura es. Habiendo atravesado las primeras preguntas de esta Unidad referidas a nuestra
relación con la lectura, creemos interesante ahora recuperar algunas reflexiones referidas a la
literatura como objeto cultural que circula en nuestra sociedad y que reconoce algunas
características específicas. La posibilidad de dar cuenta de estas características seguramente nos
brindará elementos interesantes para reflexionar sobre la literatura en sí, sobre la propia práctica de
la lectura y sobre su enseñanza en la escuela.
La pregunta por la literatura es una pregunta central dentro del campo de los llamados “estudios
literarios” y más específicamente de la “teoría literaria”. En estas disciplinas y a partir de distintos
enfoques se habla de la pregunta por la “especificidad literaria”, lo que define un campo de
problemas sobre la definición de la literatura partiendo de la base de su inestabilidad y permanente
cambio. Es decir, seguramente, el concepto de “literatura” o de “textos de ficción” es bien distinto si
pensamos en las lecturas que harían los niños de las escuelas griegas del siglo V antes de Cristo
que aprendían la lengua leyendo los poemas de Homero, a la idea de texto simbólico que primaría
entre los aztecas al leer al Popol Vuh –texto que nosotros hoy leemos como literatura-, a la idea de
literatura que puede tener un lector de novelas contemporáneo que lee a García Márquez, a Vargas
Llosa y a Cortázar.
Este carácter cambiante, inestable, de la literatura invita a evitar las definiciones esencialistas que
nos estarían diciendo lo que es la literatura de una vez y para siempre; así como también se evitaría
desde esta perspectiva la definición esencialista de lo que entendemos por “lengua literaria”; entre un
poema de Sor Juana Inés de la Cruz, un texto del poeta peruano César Vallejo, y un texto de
literatura infantil de Yolanda Reyes existe una diferencia en el uso de la lengua que nos impide definir
de manera cerrada lo que entendemos por lengua característica de la literatura. Este carácter
dinámico de la literatura es lo que la vuelve en todos los casos un objeto complejo en su definición y
seguramente esto acarrea consecuencias incluso en el modo en que es posible enseñarla.
Terry Eagleton es un teórico inglés contemporáneo que se hizo interesantes preguntas acerca de la
literatura y se centró precisamente en esta pregunta por la especificidad. Por una parte, Eagleton se
plantea si las categorías “imaginación” o “ficción” frente a la idea de lo real son suficientes para
explicar qué es lo literario y llega a la conclusión de que se trata de categorías que resultan
insuficientes. Por una parte, porque en el conjunto de lo que se entiende por literatura se suelen
incluir obras filosóficas o ensayos que estarían refiriéndose no sólo a cuestiones imaginativas. Por
otra parte, existen diversos tipos de textos que son ficción y no son, en principio, literatura; por
ejemplo, cuando hacemos un chiste a la manera de un breve relato imaginativo que da pie al humor,
estamos ante un texto de ficción que no es necesariamente literatura. En segundo lugar, Eagleton,
recuperando las reflexiones de un grupo de teóricos que desarrolló su reflexión en la primera mitad
del siglo, llamados “formalistas rusos”, se preguntará por la lengua literaria. Los formalistas sostenían
que la especificidad literaria, la respuesta a la pregunta por lo que la literatura es, había que buscarla
en el uso del lenguaje. La literatura por ese uso especial del lenguaje que realiza y que la distingue
del uso cotidiano del lenguaje. La lengua poética, para los formalistas, es una lengua diferente a la
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lengua que usamos todos los días. Los formalistas realizaban sus reflexiones a partir de sus análisis
de textos poéticos de vanguardia en los que, efectivamente, la lengua está trabajada de un modo
diferente a como la usamos en la vida cotidiana, en la conversación de cada día.
Seguramente la idea de lengua poética de los formalistas rusos se confirma si leemos un texto como
este:
YOLLEO
Eh vos
tatacombo
soy yo
dí
no me oyes
tataconco
soy yo sin vos
sin voz
aquí yollando
como mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla
entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos
lo sé
lo sé y tanto
desde el yo mero mínimo al verme yo harto
en todo
junto a mis muertos y revivos yoes siempre
siempre yollando y yoyollando siempre
por qué
si sos
por qué dí
eh vos
no me oyes
tatatodo
por qué tanto yollar
responde
y hasta cuándo
Se trata de un poema del escritor Oliverio Girondo y como se ve hay una actividad lúdica
frente al lenguaje, se juega con las sonoridades, se inventan palabras.
Pero las cosas se complican si leemos un texto como este:
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- He venido a buscarte.
- ¿Ahora?
- Tan pronto como me traigas el collar de la vieja.
Era inútil dar largas al asunto, pero lo intenté:
- ¿Qué collar?
- No malgastes saliva. Ve a buscarlo y luego iremos a un sitio. Si no, no
iremos. Y no tendrás otra oportunidad.
- ¡Pero lo lleva puesto!
Otro anillo de humo, profesionalmente fabricado, proyectado sin esfuerzo.
- El modo en que lo consigas no es asunto mío. Yo me quedo aquí.
Esperándote.
- Pero puedo tardar mucho. y suponte que no lo consigo.
- Lo conseguirás. Te esperaré.
Se trata de un fragmento del cuento “Deslumbramiento” del escritor norteamericano Truman Capote
y el uso del lenguaje que se realiza en esta conversación es como el que se hace en la lengua
corriente. En este sentido, es importante remarcar que las reflexiones que se hacen sobre la
literatura y las definiciones que de ellas pueden darse siempre son reflexiones y definiciones que
surgen de la lectura de textos concretos. Por eso no es lo mismo responder a la pregunta qué es
literatura si estamos pensando en un poema vanguardista como el de Oliverio Girondo que si leemos
un cuento de estética más realista como el del Truman Capote.
Por otra parte, Eagleton va a decir que la llamada lengua poética puede darse en otro tipo de textos
que no son exclusivamente literarios como las publicidades que apelan a diversas metáforas e
imágenes para hacer más eficaz su discurso. Asimismo, es sabido que en la lengua cotidiana
también se usan diversas metáforas. Por ejemplo, le llamamos “loma de burro” a un desnivel en el
asfalto que permite que los carros disminuyan su velocidad o decimos que alguien tiene un “corazón
de oro” para decir que se trata de una persona es generosa. Como vemos se trata de un uso
metafórico del lenguaje al que no calificaríamos como literario.
Por otra parte, determinados usos poéticos del lenguaje están presentes en las letras de canciones
de todas las tradiciones (folkloricas, rock, otras), en los textos de las historietas o en las escrituras
callejeras como lo son los graffitis. En este caso la pregunta que nos hacemos es si no sería posible
pensar que esos textos pudieran pertenecer también a ese gran conjunto llamado “literatura”. Esta ha
sido una pregunta que los teóricos de la literatura, los semiólogos, los críticos se han hecho y que
también se han hecho los maestros y los profesores: ¿son las letras de las canciones, las historietas
o los grafittis textos literarios?, ¿se las analiza de la misma manera en que se analizan los textos
literarios?, ¿se enseñan de la misma manera en que se enseñan los textos literarios?. La pregunta
queda abierta y puede ser un interesante tema de discusión entre colegas
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Actividad 3
En relación con el conjunto de texto que encontrará en el documento Textos Actividad No 3, se
propone una discusión entre colegas referida a la definición de literatura. La discusión se realizará en
un foro virtual. Podríamos preguntarnos: ¿por qué estos textos son literarios?, ¿qué características
en el uso del lenguaje nos permiten afirmarlo?, ¿qué características comparten con otros tipos de
textos?, ¿qué es lo que toman prestado de esos textos?, ¿recomendaría estos textos a alguien?, ¿a
quién?, ¿por qué? Para abrir el documento haga clic aquí: Textos Actividad No 3. Luego, para
entrar al foro haga clic aquí: Foro ¿Por qué los textos son literarios?
Primera tertulia virtual entre lectores
Antes de pasar a la próxima unidad queremos invitarlos a realizar una experiencia de lectura
compartida que nos permita posicionarnos como lectores activos de textos literarios. A partir de una
antología de textos que Uds. que encontrará haciendo clic aquí Materiales Primera Tertulia, la idea
es que se desarrolle un foro entre lectores, a manera de una tertulia en la que los lectores hablen
libremente de sus lecturas. Para entrar al foro haga clic en el siguiente enlace: Foro Primera
tertulia.
El encuentro con los textos habrá de activar aquellas imágenes de la infancia y de la adolescencia en
las que la lectura era parte de la vida y, seguramente, surgirán múltiples y muy singulares
asociaciones entre los nuevos textos aquí presentados y los otros, los que se leyeron a lo largo de la
vida; esos de la “textoteca” que proponía Laura Devetach.
Un escritor de literatura juvenil inglés Aidan Chambers plantea en su libro “Dime” la idea de que la
literatura promueve la posibilidad de una conversación entre lectores y esta conversación es la que
nos parece productiva en este momento.