2015-p004 apego-y-mentalizacion

• Jose Luis Quintana Velasco. Residente Psicología Clínica R4. Hospital Río Hortega, Valladolid
• Elena Álvarez Sánchez. Psicóloga clínica. Centro Asistencial San Juan de Dios, Palencia
Definición de mentalización: es la capacidad de interpretar el comportamiento propio o el de
otros a través de la atribución de estados mentales, es un determinante clave en la organización
del self y en la regulación emocional. Podemos entender pues la mentalización como un
mecanismo interpretativo que permite “poder leer en el comportamiento lo que está pasando en
la mente de otros”. A su vez, esto facilitará la comprensión de nuestra propia experiencia.
La mentalización habitualmente interviene como una actividad no consciente ni controlada, sino
intuitiva y emocional, que funciona de manera automática en los intercambios interpersonales
cotidianos. En general, la capacidad para mentalizar está plenamente desarrollada a los 4 años.
Comienza a desarrollarse en los primeros meses de vida. Winnicott ofrece el punto de partida para la mentalización
al sostener que cuando el bebé mira la cara de su madre se ve a sí mismo.
El cuidador/a regula los estados afectivos del niño intuitivamente mediante su adaptación a las expresiones de
afecto del lactante y de las pequeñas variaciones de ellas a través de su propia expresión mímica. De esta forma
disminuye o aumenta las expresiones emocionales del bebé y su estado afectivo parece debilitarse o reforzarse.
El lactante comprende con el tiempo que las personas que lo cuidan reaccionan ante un propio estado y lo reflejan.
Habitualmente es la madre la que conserva y devuelve "descontaminadas" las emociones negativas que el niño
proyecta en ella, actuando como un «contenedor» de los afectos negativos y facilitando que el niño pueda
simbolizar los afectos.
Por tanto, para el correcto desarrollo de dicha capacidad es necesario que el niño sea representado en la mente de
sus cuidadores en el contexto de un apego seguro desde los inicios de su vida.
Progresivamente, al aumentar y consolidarse la capacidad mentalizadora del sujeto, éste discierne entonces el
carácter meramente representacional de sus pensamientos y de la realidad material.
Las investigaciones empíricas han demostrado que la capacidad de mentalización se ve debilitada en la
mayoría de las personas que han experimentado algún trauma, como el apego inseguro o desorganizado.
Este fenómeno se denomina colapso de la mentalización, y conlleva una pérdida en la conciencia de la
relación entre las realidades interna y externa, reapareciendo modos de representar el mundo interno que
preceden al reconocimiento de que los pensamientos, sentimientos y deseos son parte de la mente. Dichos
modos son los siguientes:
1) Equivalencia psíquica: la realidad interna y la externa son idénticas. Lo que existe en la mente, existe
en el mundo externo y viceversa. La fantasía se siente como tremendamente real, lo cual puede generar
un intenso malestar. Por ejemplo cuando el niño imagina que un monstruo se esconde debajo de su cama
durante la noche.
2) Modo “como si”. Hay una disociación total entre los estados mentales y la realidad física, entre lo
interno y lo externo, la realidad se suspende durante un periodo de tiempo. Por ejemplo cuando durante el
juego el niño piensa que el palo es una espada, pero en cuanto termina el juego el objeto vuelve a ser lo
que era.
A través del apego seguro con un adulto confiable, el niño logra la integración de estos dos modos
prementalizadores para acceder a la capacidad de mentalizar. Gracias a la conquista de esta última, los
estados mentales pueden reconocerse como simbólicos y, a la vez, relacionados con los hechos del mundo
exterior, sin equipararse con ellos.
En los casos en que el niño sufre traumas en el apego (abuso sexual, maltrato, negligencia o abandono) y
padece situaciones familiares en las que se desestima la simbolización de los estados mentales en
palabras, o en las que se invalida su capacidad para identificar y denominar sus emociones, la integración
no se logra y el sujeto en crecimiento mantiene, al menos en algunas áreas y situaciones, la vigencia de
ambos modos en forma disociada. Así, en los llamados trastornos límite de la personalidad cuando se
enfrentan a situaciones de estrés con la consecuente regresión cognitiva, se activa un núcleo de un “alien
self” (representaciones incongruentes provenientes de su figura de apego como parte de su representación
del self), configurado por un proceso disociativo marcado por experiencias de un otro traumatizador
incapaz de devolver contención emocional.
Bibliografía
• Fonagy, P., Gergely, G., Jurist, E., Target, M. (2002) Affect Regulation, Mentalization, and the
Development of the Self. New York: Other Press.
• Bateman, A, Fonagy, P (2004) Psychotherapy for Borderline Personality Disorder. Mentalizationbased Bion, W.R. Treatment. (1988), Attention and Interpretation, London, Karnac
• Winnicott, D (1994). Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Estudios para una teoría
del desarrollo emocional. Barcelona: Editorial Paidós.