• Jose Luis Quintana Velasco. Residente Psicología Clínica R4. Hospital Río Hortega, Valladolid • Elena Álvarez Sánchez. Psicóloga clínica. Centro Asistencial San Juan de Dios, Palencia Definición de mentalización: es la capacidad de interpretar el comportamiento propio o el de otros a través de la atribución de estados mentales, es un determinante clave en la organización del self y en la regulación emocional. Podemos entender pues la mentalización como un mecanismo interpretativo que permite “poder leer en el comportamiento lo que está pasando en la mente de otros”. A su vez, esto facilitará la comprensión de nuestra propia experiencia. La mentalización habitualmente interviene como una actividad no consciente ni controlada, sino intuitiva y emocional, que funciona de manera automática en los intercambios interpersonales cotidianos. En general, la capacidad para mentalizar está plenamente desarrollada a los 4 años. Comienza a desarrollarse en los primeros meses de vida. Winnicott ofrece el punto de partida para la mentalización al sostener que cuando el bebé mira la cara de su madre se ve a sí mismo. El cuidador/a regula los estados afectivos del niño intuitivamente mediante su adaptación a las expresiones de afecto del lactante y de las pequeñas variaciones de ellas a través de su propia expresión mímica. De esta forma disminuye o aumenta las expresiones emocionales del bebé y su estado afectivo parece debilitarse o reforzarse. El lactante comprende con el tiempo que las personas que lo cuidan reaccionan ante un propio estado y lo reflejan. Habitualmente es la madre la que conserva y devuelve "descontaminadas" las emociones negativas que el niño proyecta en ella, actuando como un «contenedor» de los afectos negativos y facilitando que el niño pueda simbolizar los afectos. Por tanto, para el correcto desarrollo de dicha capacidad es necesario que el niño sea representado en la mente de sus cuidadores en el contexto de un apego seguro desde los inicios de su vida. Progresivamente, al aumentar y consolidarse la capacidad mentalizadora del sujeto, éste discierne entonces el carácter meramente representacional de sus pensamientos y de la realidad material. Las investigaciones empíricas han demostrado que la capacidad de mentalización se ve debilitada en la mayoría de las personas que han experimentado algún trauma, como el apego inseguro o desorganizado. Este fenómeno se denomina colapso de la mentalización, y conlleva una pérdida en la conciencia de la relación entre las realidades interna y externa, reapareciendo modos de representar el mundo interno que preceden al reconocimiento de que los pensamientos, sentimientos y deseos son parte de la mente. Dichos modos son los siguientes: 1) Equivalencia psíquica: la realidad interna y la externa son idénticas. Lo que existe en la mente, existe en el mundo externo y viceversa. La fantasía se siente como tremendamente real, lo cual puede generar un intenso malestar. Por ejemplo cuando el niño imagina que un monstruo se esconde debajo de su cama durante la noche. 2) Modo “como si”. Hay una disociación total entre los estados mentales y la realidad física, entre lo interno y lo externo, la realidad se suspende durante un periodo de tiempo. Por ejemplo cuando durante el juego el niño piensa que el palo es una espada, pero en cuanto termina el juego el objeto vuelve a ser lo que era. A través del apego seguro con un adulto confiable, el niño logra la integración de estos dos modos prementalizadores para acceder a la capacidad de mentalizar. Gracias a la conquista de esta última, los estados mentales pueden reconocerse como simbólicos y, a la vez, relacionados con los hechos del mundo exterior, sin equipararse con ellos. En los casos en que el niño sufre traumas en el apego (abuso sexual, maltrato, negligencia o abandono) y padece situaciones familiares en las que se desestima la simbolización de los estados mentales en palabras, o en las que se invalida su capacidad para identificar y denominar sus emociones, la integración no se logra y el sujeto en crecimiento mantiene, al menos en algunas áreas y situaciones, la vigencia de ambos modos en forma disociada. Así, en los llamados trastornos límite de la personalidad cuando se enfrentan a situaciones de estrés con la consecuente regresión cognitiva, se activa un núcleo de un “alien self” (representaciones incongruentes provenientes de su figura de apego como parte de su representación del self), configurado por un proceso disociativo marcado por experiencias de un otro traumatizador incapaz de devolver contención emocional. Bibliografía • Fonagy, P., Gergely, G., Jurist, E., Target, M. (2002) Affect Regulation, Mentalization, and the Development of the Self. New York: Other Press. • Bateman, A, Fonagy, P (2004) Psychotherapy for Borderline Personality Disorder. Mentalizationbased Bion, W.R. Treatment. (1988), Attention and Interpretation, London, Karnac • Winnicott, D (1994). Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Estudios para una teoría del desarrollo emocional. Barcelona: Editorial Paidós.
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