La Rosa Roja “Uso exclusivo Vitanet, Biblioteca Virtual 2004” LA ROSA ROJA* Ya sé que habrán oído decir que hace mucho, muchísimo tiempo, todas las rosas eran blancas... Pero difícilmente sabrán cómo floreció la primera rosa roja. Como tantos otros milagros de la Naturaleza éste se produjo en nuestra América, y esta es la historia, tal como suelen oírla los peruanitos, es decir, los niños del Perú. Hubo una vez un inca, que era el nombre de los reyes en ese antiguo Imperio, llamado Sindri Rocca, el Prudente. Aunque poseía muchas riquezas y poder, nada apreciaba tanto como a su bella hija Goyllur, nombre que significa estrella. Cierta vez la hija del inca cayó gravemente enferma. En vano los médicos más, famosos del Imperio cruzaron el desierto y las serranías tra*Leyenda incaica. yéndole remedios. Ni la chancalapiedra, la coca ni otras yerbas de propiedades medicinales o mágicas podían nada contra el porfiado mal. La hermosa princesa se debilitaba cada día más, aumentando la desesperación del padre y la tristeza de todos. Fue entonces que llegó al palacio un anciano que había vivido largo tiempo en el desierto. Después de examinarla, anunció: —Lo único que puede curarla aspirar el perfume de una rosa roja. ¡ Dónde encontrar una rosa roja! Eso no lo sabía el anciano, ni en punto alguno del imperio se había cultivado. Todas las rosas eran blancas. Los más veloces y esforzados chasquis* partieron en todas direcciones con los mensajes: unos fueron al mar del Oeste; otros treparon las escarpadas cordilleras del este andino; otros se internaron en la selva amazónica del norte; los últimos penetraron el desierto del sur. Pero nadie, ninguno volvió con una rosa roja. Entonces el rey ofreció grandes tesoros a quien le trajera una rosa roja. *chasquis. Correos incas que recorrían largas distancias a pie. Yahuer Huacac, el novio de la princesa, quiso demostrar su valor ante su futuro suegro y partió también en busca de la extraña flor. Pero todo fue inútil, tampoco la halló. No parecía haber salvación para la bella princesita. Su voz era tan débil que apenas ‘se le escuchaba un susurro de voz. Y se veía tan pálida, que ya parecía haberse desangrado interiormente En una de esas noches en que todo parecía fúnebre en el palacio del inca, llegó una anciana de miserable aspecto. —Vengo —dijo— de parte de mi buen hijo Guanamunay (que significa amante) y traigo esto para la hija del señor... Y mostró a los asombrados ojos de los presentes una hermosa rosa roja. Sin pérdida de tiempo pusieron la flor junto al pálido rostro de la niña. Ella la aspiró débilmente y pareció instantáneamente recuperada. Sus ojos se iluminaron y sus mejillas podían competir con la flor salvadora. Emocionado el inca dijo a la anciana: —Dile a tu hijo que venga al palacio. Tendrá tesoros, ejércitos y tierra. Lo haré rico y poderoso. Pero la madre dijo, con ojos llorosos: —Mi hijo ya nada necesita, señor. Ha muerto. Así fue como se supo la procedencia del color de la rosa: el joven Guananamunay estaba enamorado de la princesa, pero sabiéndola comprometida no podía hacer más que pensar en ella a la distancia. Cuando llegó a sus oídos la noticia de su enfermedad, y de la forma en que la niña sanaría, se abrió las venas y regó con su sangre una mata de rosas blancas, hasta que una floreció totalmente roja. Sindri Rocca ordenó que el joven recibiera honores de gran jefe y la misma princesa plantó sobre su tumba un rosal de blancas rosas. Y el milagro fue que aquel rosal produjo flores rojas, y de él proceden todas las rosas rojas que más tarde se conocieron en el Imperio del Sol.
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