La psicolingüística: el difícil transitar de una inte rdisciplina* Ma ria nn e Pe ro nar d Universidad Católica de Valparaíso La psicolingüística es una interdis ciplina que, en sus cuarent a años de exist encia, ha pas ado por períodos cl aram ente defi nidos. Ello ha sido consecuenci a, en gran m edi da, de los cambios paradigmáticos que han sufrido sus disciplinas básicas: la lingüística y la psicologí a. En est as décadas s e ha pas ado desde un em piri smo pleno de opti mi s mo, por un raci onal is m o con ti nt es de ci enci a axiomática, hacia un constructivi smo más bien es cépt ico. Los cam bios en las concepciones epistemológicas imperantes han tenido profundo impacto en la manera en que los estudi osos han concebi do el objeto de sus respectivas dis cipli nas. A lo ant erior hay que agregar la influenci a que los avances en informáti ca y en inteligencia arti fici al han tenido sobre las teorías y modelos psi colingüísticos l a mayor part e de est e tiempo. Aunque es di fícil predecir el fut uro de la psicoli ngüísti ca, es posible prever, graci as al conexi onismo, un int eresante acercamiento a las neuroci encias. En el año 1954, en Estados Unidos, el Social Science Research Council reunió a tres psicólogos y tres lingüistas, interesados en la comunicación lingüística, para que so stuvieran una conferencia interdisciplinaria que llevara a la creación de la psicolingüística (Brown 1981). El resultado fue tan promisorio en c uanto a la c antidad de línea s de inve stigac ión inter disciplinaria propuestas que Osgood y Se beok publicaron posteriormente (1965) el libro Psycholinguistics, con la colaboración de lingüistas, psicólogos y especialistas en teoría de la información. Esta obra constituye un verdadero manifiesto programático que señala los gran des lineam ientos que ha br ían de se guir los investigadores deseosos de enriquecer sus conceptualizaciones mediante la complementación de sus respectivas disciplinas. Para comprender el éxito alcanzado por este primer intento de integrac ión, e s ne c esar io r e cor dar que , en la dé ca da de l 50 , lo s po st ula do s estructuralistas ha bían alcanza do consenso casi genera liza do entre los lin güistas y que los psicólogos participantes se ubicaban dentro de un marco netamente conductista, es dec ir, todos compartían un mismo concepto de ciencia. En efecto, el positivismo empirista, aún imperante en ciertos ambientes científicos de la época, se manifiesta con especial fuerza en la lingüística descriptiva y la psicología conductista, ambas prevalecientes, especialmente en E sta dos Un ido s. Sus c ultiva dor e s comp arten un a de cidida po sición cientificista y antimentalista. Difieren, en cambio, en su consideración del lenguaje : mientras que los psicólo go s se interesan por la conducta y, por tanto, su interé s por la com unic ación no representa un ale jamiento de su p un to de vist a tr a dicion al, lo s lin güist a s, siguien do a Sa ussur e y a Bloomfield, enfocan el lenguaje en cuanto sistema, es dec ir, como un conjunto de unidades y sus posible s combinaciones. De be entender se, por tanto, que e ste interés por la comunicación, en cierto sentido, implica trascender los límites que la lingüística estructural se había impuesto a sí misma al priorizar el estudio de la lengua por sobre el del habla. Se podría argumentar que ya de Saussure había mostrado interés por el fenómeno de la com unicac ión, puesto que en su o bra, p ublic ada origina lmente en la déca da de l 20, se hace referencia explíc ita a él en lo que denomina "e l c irc uito de l ha bla" ( Sa ussure 1980:37). Sin em bar go, es nece sario recordar que su inc lusión estaba motivada solo por su interés en explicar la con stitución de la len gua como hecho soc ial, y no en el ha bla en cuanto activida d. El énfasis en lo s me canismos aso ciativos para explicar el uso de los signos refleja la influencia de las ideas conductistas imperantes en su épo ca a pesar del inne ga ble "mentalismo" suby acente en su teoría del signo. El aporte de los especialistas en la teoría de la información a la creación de la psico lin güístic a se ha de encontrar en su mo de lo pro ba bilístico de t r a n sm isión de se ña le s que c a lza p er f ect am ent e con lo s sup ue sto s epistemológicos de la s otras dos disciplinas. L a nomenclatura asocia da a esta manera de concebir la comunicación ha ejercido una gran influencia sobre la terminología y, consecuentemente, sobre las reflexiones acerca del lenguaje, observable aún hoy en día. Aunque la teoría surge a partir de consideraciones netamente ingenieriles, su formalización le dio un carácter lo suficientemente generalizable como para que se pensara en aplicarla también a la comunicac ión lingüística. En efecto, la comunicación es entendida como cualquier actividad me diante la cual una señal es transmitida de sde un emisor a un receptor, encargados de la codificación y decodificación, respectivamente, gracias a la existencia de un código compartido. La publicación de Psycholinguistics marca el nacimiento de la psicolingüística como disciplina independiente pero apadrinada por la teoría de la información, con el objetivo de "esclarecer, en lo posible, la s relaciones entre suc eso s cogn itivos y suce sos de mensa je, consideran do dicha s relaciones de sde e l án gulo de la de codificación y codificación" (Osgood y Sebeok 1974). Sin embargo, este esfuerzo por superar el aislamiento disciplinario prevaleciente no tuvo el éxito esperado. En parte debido a que lo s fundamen tos teóricos que lo sustentaban limitaban considera blemente el alcance de las investigaciones (Peronard 1978), pero fundamentalmente por un asunto de oportunidad: tanto la psicología como la lingüística están en ese instante ante un momento crítico de su desarrollo. Como sea, el hecho es que fueron pocos los estudioso s interesa dos por incursionar en los caminos suger ido s por Osgood y Se beok: La psicolin güística parec ía haber muerto aun antes de haber empezado a vivir. La teoría de la información, en cam bio, e staba en pleno de sarrollo y, a pe sa r de ser má s joven , su penetración en la s otras discip lina s ca usó un profundo impacto que trascendió este primer encuentro. Los modelos de comunicación lingüística que sur gen a partir de esa época reflejan en toda su magnit ud la inf luencia de los mo delo s matemático s de comun icac ión: el "circuito del habla" saussuriano pasa a ser asimilado a un "proceso de comunicación", la lengua se reduce a un simple "código", el hablante se transforma en un "emisor" de "mensa je s" que son previamente "codificado s" y el papel del "re ceptor" es " deco dif icar" la s señale s. L a com unicación es conce bida como un proceso mecánico controlado por estímulos, y no por la intencionalidad e inteligencia de los usuarios. Como se recordará, para la cibernética la definición de información y su cuantificación es ajena a todo signif ica do con ceptua l o vivenc ial, depen dien do, en cam bio, de l número de seña les que conforman el código y sus probabilida des de oc urrencia. Así, e l valor informativo de una señal se puede determinar, desde el punto de vista del emisor, calculando el número total de señales disponibles y, desde el punto de vista del receptor, considerando la mayor o menor probabilidad de predecir la señal que recibirá, es decir, su nivel de incertidumbre. La existencia misma de la comun icac ión depende de que emisor y re ceptor compartan un código común, es decir, un conjunto cerrado de señales invar ia ble s. E sto implica que ambo s tienen en su repertorio todas las señales posibles de ser emitidas. En consecuencia, el estado de incertidumbre en el receptor al que se hace referencia en este contexto no implica la posibilida d de lo inespera do; solo se refiere al hecho de que el receptor no sabe previamente cuál será, en definitiva, la señal seleccionada. Como esto es fácil de calcular tratándose de un código propiamente tal, puesto que, en definitiva, depende del número de señales constituyentes, se da la siguiente relación: "mientras mayor sea la dificultad de predecir una señal mayor es su valor informativo" y, a la inversa, si la posibilida d de predecir la señal es de 100%, se trata de una señal redundante, sin valor informativo alguno. En los modelos de comunicación propue stos con posteriorida d, prove nientes del área de la lingüística, es posible detectar la distinción hecha por Sa ussure en su "cir cuito del ha bla" entre un emisor activo y un receptor pasivo: sin excepción, muestran la comunicación como un flujo unidireccio nal de sde el emisor hac ia un receptor pasivo –mera f uente de retroalimentación para el primero– y que solo se torna activo cuando, a su vez, asume e l papel de emisor. No es de extrañar, entonces, que, al reemplazar el concepto de información por el de significación, se lo haya considerado exclusivamente desde el punto de vista del hablante. Esta perspectiva es recogida en el postulado "solo significa el que elige" cuyo impacto sobre el modelo de gramática generativa aparecido en Syntactic Structu re ( Chomsky 1 96 5) se m an if ie sta , po r e je mp lo , en la de sap ar ición de la s r e gla s transformacionales opcionales. La influencia de la teoría de la información sobre la lingüística, y la consiguiente reducción de la lengua a un simple código, se hace notar con mayor fuerza en lo s e studios fonológicos, dado que e ste nivel lingüístico está constituido por un número finito y fijo de señales. Surgen, en diversos centros, especialmente en Estados Unidos, investigaciones que pretenden determinar la proba bilida d de ocurrencia de los componentes de los sistemas fonológicos y sus secuencia s en las distintas lenguas para intentar calcular la cantida d de información que su aparic ión transmite. Para el c astellano se concluye que el valor informativo de /f/ es mucho mayor que el de /e/, por ser ésta m ucho más frecuente y, por tanto, más pre decible que la anterior, mientras que, a nivel de grafemas, el valor de <u> detrás de <q> e s nulo, porque no hay elección posible. T ambién a nivel morfológico aparecen algunos e studios a cerca de la proba bilidad de oc urrencia y se o bser va el e sca so peso r elativo, por ejemplo, de las diver sa s marcas de pluralidad del sintagma español "la s casa s pequeña s están vendidas" por c uanto, una vez selecciona do el artículo femenino plural /la s/ nada a grega el morfema plural del sustantivo, del adjetivo o del verbo. Como señalamo s anteriormente, en la déca da de l 50 se e staban preparando gran de s cam bios en las disc iplina s bá sica s de la psicolin güística. Nos referimos a la aparición y difusión de la lingüística generativa, por una parte, y al debilitamiento de la psicolo gía conductista, por otra. Estos hechos repercutirán de tal m anera en lo s e studio s p sico lin güísticos, que e s posible hablar de una segunda etapa o de un segundo nacimiento. Así, por ejemplo, el concepto de lengua como código pier de gran parte de su vigen cia de bido a la concepción chomskiana de la creativida d como característica definitoria del uso del lengua je, manife stada con mayor clarida d en el nivel de la oración. Otro cambio importante es la consiguiente preeminenc ia que Chom sky otorga al n ive l sintáctico por so bre los niv ele s fono - fonológicos y morfoló gico s, por ha ber r a dica do en él e l m ecan ismo de recur sivida d que da cuenta de la creativida d lingüística. Pue sto que el n úmero de estructur as oracionales po sible s e s, teóricamente, infinito, no es válido seguir sustentando la similitud entre lengua natural y código, ni a similar los procesos p sicolingüísticos implicado s en la actuac ión lingüística a la codificación y decodificación. No es ésta la única consecuencia de la introducción de las ideas generativistas; otro ef ecto del impacto ca usado por e sta nueva concep ción del lenguaje e s que e l tema de la comunicac ión lingüística, que rec ibiera e special atención en lo s orígene s de la p sico lin güística , p ier de mucho de su atractivo, debido, en parte, a la insistencia en la distinción entre competencia y actuación y en la brecha existente entre ambos aspectos del lenguaje. En cam bio, re sur ge otro a sunto, menciona do en la primer a etapa de esta disc iplina, e spec íficam ente en el capít ulo de dica do a la psicolin güística diacrónica: el aprendizaje de la primera lengua. Existe, sin embar go, una diferencia fun damental entre el tratamiento de e ste tem a prop ue sto en la dé ca da del 50 y e l que se le da a pa rtir de la década del 60. En el prime r perío do de la psico lin güística se trataba de aplicar la teoría del aprendizaje al desarrollo de la s habilida de s de codificación y de decodifica ción; en otras pala bra s, ha bría sido el resultado de la inclusión de la ciencia lingüística en la psicolo gía ( Bro wn 1981), fuertemente influida por la teoría de la información. Cuando vuelve el interés por el estudio de la ontogenia lin güístic a, la re lación es inversa: pre dominan los conceptos lingüísticos por sobre los psicológicos. Incluso hay quienes lle gan a afirmar que se trataría de una p sicolingüística sin psicolo gía. Es necesario reconocer, sin duda, que el interés por el tema surge, fundamentalmente, a partir de las ideas de Noam Chomsky (1965) acerca de la posibilida d de alcanzar un nivel explicativo de la competencia lingüística a través del estudio de los invariantes en la a dquisición de la len gua materna, y no como consecuencia de algún interés especial por parte de los psicólogos. Como señalamos anteriormente, a finale s de la déca da del 50 la psicología se encuentra en un momento crítico de su desarrollo. El conductismo asociacionista esta ba en franco retroceso y su influenc ia, muy de bilitada. L as ra zone s para ello son m ucha s. T al vez la más importante es la crisis que afe cta a su fun damento epistemológico, el positivismo ló gico. T ampoco son ajenos a e sta situac ión lo s e studio s ne urofisioló gico s de la déca da de l se senta que revelan, con buenos fundamentos, la existencia de "procesos centrale s de coordinación, integrac ión y unida d absolutamente irreductibles a cualquier mode lo periferista de tipo E-R" (Caparrós 1984:183). El intento de Sk inner (1957) por explicar el len guaje utilizan do sus postula dos, resultó notoriamente insuficiente, sobre todo, luego que los análisis lingüísticos de Chomsky mostraran la insospechada complejidad de esta competencia humana (Chomsky, 1977). Así, pue s, en las déca das del 60 y de l 70 la psicolingüística se centra en la a dquisición de la lengua materna, alcanzan do e stos est udios tal ma gnitud, que lle gan a ser considera dos una disciplina por sí mismos, contando con revistas, libros, monografía s y con gresos centrados en el tema del lengua je infantil. E stos e studios se ciñ en a lo s lineam ientos prop ue stos por Chomsky, quien, a falta de una sólida teoría psicológica que respalde sus sugerencias, recurre a la idea de los universales lingüísticos y al innatismo, apoyado por estudiosos de peso como Katz (1966), Lenneberg (1975), Fodor (1983), entre otros. Aproximadamente a finales de la déca da de l 70 se comienza a percibir un nuevo cambio en las disciplinas integrantes de la psicolingüística. La imposibilidad de alcanzar una teoría explicativa convincente acerca de la adquisición de la lengua materna que lograra algún nivel de consenso en el medio científico de la época, f ue de sanimando a lo s investiga dores interesados en la adquisición de la sintaxis, cuya tarea se limita cada vez más a la recolección de datos. El ímpetu que había caracterizado a la psicolingüística hasta la década del 70 se ve de bilitado y la cantida d de literatura pertinente es cada vez más exigua. En el intertanto, surgen nuevas perspectivas para el estudio del lenguaje que, si bien no tienen el impacto que tuvo la lingüística generativa, sí representan cam bios importantes para el de sarro llo de la psicolingüístic a y su objeto, en cuanto proponen modos de trascender los lím ites que cara cterizaron los estudio s del len guaje ha sta ese momento, propiciando un acercamiento a una lingüística del habla. Interesante, desde este punto de vista, resulta la proposición de Hymes (1968,1971) de llevar los estudios a la realidad concreta del uso lingüístico, realizando e studios acerc a de la competencia comunicativa, establecien do una e specie de etnografía del habla, minimizando de e sta manera la brecha entre lengua y habla, entre competencia y actuación. Apo rta a l sur gim iento de n uev a s pe r sp e ctiva s de inv e st iga ción psicolingüística la convergencia, en Europa y especialmente Alemania, de estudio so s intere sa dos por la lin güística textual, de sde la s m ás diver sa s posiciones teóricas: continuadores de Zellig Harris, interesado s en el análisis de l disc urso, a unque con la impronta chomskiana, como P. Hartmann o H. Rieser; teóricos que buscan elaborar una gramática del texto similar a la gramática de la oración, como Petöfi y A. García Berrio; estudiosos de la literatura que buscan construir una teoría literaria con fun damento lingüístico; y, sobre todo, quienes, como S.J. Schmidt, se interesan por una teoría comunicativa del texto o por los aspectos psicolingüísticos de su uso (producción y comprensión), como van Dijk y Kintsch. El interés tanto por el texto en cuanto unidad semántica distinta de las estudiadas ha sta ese momento, como por la actividad lin güística de la c ual é ste ser ía la unida d natur al, c un de en E uropa y en América a p artir de la déca da de l 70. Contribuyen a e llo no solo la s corriente s de e studio s del texto recién mencionadas, sino, además, y en forma importante, la teoría de los actos de h abla propue sta por J. Austin y de sarro llada por J. Se arle a fines de la década del sesenta. Ambos filósofos conciben el lenguaje dentro de un marco comunic ativo enfatizando la importancia del contexto (situación) en que se re aliz a (Austin 1962:144) y sugier en enfocarlo como conducta intenciona da c uya pro ducc ión está re gida por re glas con stitutiva s ( Se arle 1980). Esta teoría da origen a la pra gmática (est udio del uso del lenguaje en contexto) y tiene gran reper cusión en los estudio s ac erca de l len guaje y, en menor gra do, en lo s de su a dquisición (Och s y Sch ieffelin 1979). El término "pragmática" se incorpora a los estudios del len guaje a través del filósofo Charles Morris, quien propuso ese voca blo para referirse a la r ama de la semiótica que e studia e l or igen, los uso s y ef ectos de los signos sobre los usuarios. Como se sa be, e ste filósofo distingue tres modos o perspectivas de e studio de los signos, siendo lo s otros dos la semántica, que se ocupa del significado o relación con el mundo extralingüístico, y la sintáctica, cuyo objeto es la manera en que se combinan los signos (Morris 1962). Quién prop uso r escatar e sa antigua denominac ión y aplicar la en forma más restringida a los e studios lin güísticos que acogen la s idea s pro puestas por Austin y Searle no está del todo claro; como sea, hoy en día el término se usa tanto en su sentido original y amplio como en el más moderno y estrecho. No se ha de cr eer que la pra gm ática repre senta una v uelta atrá s a lo s estudios de comunicación lingüística llevados a cabo a la luz de la teoría de la información en la déc ada de l 50. Si se quiere buscar prec ursores, ha bría que recurrir a los esfuerzos aislados de psicólogos como Bühler (1934) o lingüistas como Jakobson (1960), continuadores de la línea funcionalista de la Escuela de Praga. En sus reflexiones acerca del lenguaje en cuanto actividad son centrales los conceptos de "intención", "significado" y "referencia" definitivamente ausentes de los modelos cibernéticos de comunicación. Otra diferencia importante para el futuro de la psicolingüística es el papel activo que en la comunicación lingüística se le a signa al oyente, al que se le atribuyen procesos cognitivos como "identificar", "comprender", "reconocer". Iluminador es el siguiente trozo de Searle (1980: 55). " La comunicación humana tiene algunas propiedades no usuales, no compartidas por la mayor parte de los otros tipos de conductas humanas. Una de las menos usuales es ésta: si intento decirle algo a alguna persona, entonces (suponiendo que se satisfacen ciertas condiciones) habré conseguido decírselo tan pronto como esa persona reconozca que intento decirle algo y qué es exactamente lo que estoy intentando decirle". El hecho de que normalmente nuestros actos de habla sean exitosos está mostrando que, junto con adquirir y aplicar las reglas de construcción de oraciones, adquirimos y aplicamos también un sinnúmero de otras reglas, específicas unas, generales otras, que conforman una parte importante de nuestra cultura. Sa ber a quién, cómo y cuándo podemos dirigir determinados actos de habla, y la forma más adecuada es haber aprendido a comportarse lingüísticamente dentro de una comunidad. Nuestro intento por ordenar cronológicamente los principales hitos en el desarrollo de la psicolingüística podría llevar a pensar que los movimientos y corrientes al interior de las diversas disciplinas se suceden estrictamente. Nada más lejos de la realidad. Por ejemplo, la década del 60 presencia la difusión de la lingüística generativa, los inicios de la pragmática, el florecimiento de la psicología cognitiva, la consolidación de la lingüística textual, un enorme desarrollo de la informática, la sofisticación de los computadores y los avances en inteligencia artificial y sistemas expertos. Este panorama tan cambiante en áreas involucradas directa o indirectamente en los estudios psicolingüísticos, los afectó de modo sustancial. Se inicia, como consecuencia, lo que podría considerarse la tercera etapa de la psicolingüística, al alero esta vez de la psicología cognitiva y su paradigma predominante: el del procesamiento de la información. Gracias a que se cuenta con un nuevo modo de conceptualizar la mente humana y su funcionamiento, es decir, se cuenta con el apoyo teórico desde el campo de la psicolo gía del que se carecía, y grac ias a los avanc es logr ado s en el campo de la lingüística textual, el objeto de los estudios psicolingüísticos lo constituyen, a finales de la década de los 70, prioritariamente, los procesos cognitivos implicados en el uso del lenguaje, es decir, la producción y la comprensión de textos, considerados como procesamientos simbólicos. Véanse al respecto, Smith 1977; Freedle (ed.) 1977; Clark y Clark 1977; Rayner & Pollatsek 1989; Rudde ll, Ruddell & Singer (e ds.) 1994, por mencionar solo algunas recopilaciones y visiones panorámicas. Por otra parte, en reemplazo del positivismo lógico vigente en el nacimiento de la psicolingüística, surgen, desde la filosofía de las ciencias, las concepciones constructivistas del conocimiento. En cierta forma representan una vuelta al racionalismo idealista, puesto que se postula que el conocimiento no consiste en descubrir o incorporar pasivamente verdades preexistentes, sino que en construirlo activamente. El papel que se asigna al medio externo en esta construcción varía según las diversas posiciones y corrientes que coexisten bajo esta denominación. Una de las más moderadas es la representada por Piaget, cuyas primeras obras, escritas en la década del 20, en pleno auge del conductismo, son rescatadas de un inmerecido olvido ubicándolo entre los precursores de esta nueva corriente psicológica. El carácter moderado que se atribuye al constructivismo piagetano proviene de su aceptación de la existencia real de un mundo exterior que se constituye en uno de los pilares que fundan el desarrollo de la inteligencia, producto de la interacción de la mente con el medio en un juego permanente de asimilación y acomodación. Posición más extrema es la del biólogo Maturana, destacado representante de un constructivismo radical. Su planteamiento hace depender enteramente la realidad que percibimos de la organización y estructura de nuestro organismo y las operaciones que como entidades autónomas podemos realizar. De este modo, gracias a operaciones de distinción es posible reconocer cosas cuyas propiedades no son sino las especificadas por la operación de distinción y que existen en el espacio establecido por esas propiedades. No hay pues, realidades objetivas preexistentes a estas operaciones. Dicho en forma más simple, creamos el mundo en el cual vivimos al vivirlo y solo lo podemos vivir de acuerdo a la constitución y funcionamiento de nuestro organismo (Maturana y Varela 1984:55). Esta posición que se podría denominar "constructivismo radical" ha recibido fuertes ataques por parte de quienes, como Searle (1977), defienden, a veces con vehemencia, la realidad objetiva del mundo físico, sin negar, por ello, la existencia de realidades institucionales originadas en las convenciones sociales. Interrumpido allí, este pensamiento biologicista extremo llevaría inevitablemente aun solipsismo paralizante. Pero, ni el más recalcitrante constructivista podría desconocer que estos organismos autónomos que llamamos seres humanos interactúan recursiva y sistemáticamente, habiendo desarrollado todo un complejo sistema de signos para lograrlo. De hecho, el mismo Maturana señala que estas realidades construidas por el organismo humano no son realidades in div idua les sino realida des con sensuales crea das como producto de la coor dina ción con ductua l en e l dominio del len guaje (Maturana 1978). Así como el enfoque biologicista de Maturana se explica por ser ésta su especialidad, así, resulta natural que el enfoque de von Glasserfeld (1989), profesor de psicología cognitiva, sea psicologista, más apropiado para nuestra perspectiva. T ampoco ha de extrañar que sus planteamientos sean similares a lo señala do por Piaget en cuanto a que el conocimiento no es fruto de una rec epción pasiva, sino que se origina como producto del operar de un sujeto sobre el mundo que lo rodea y que e sta actividad, que construye el conocimiento, al organizarse a sí misma, organiza el mundo percibido. A la posición biologicista representada por Maturana y a la psicologista representada por von Gla sserf eld, de bemos a gre gar una posic ión que podr íamo s denom inar p sicoso cia l. Como su representante más de staca do, hemos sele cciona do a Watzlavick, profesor de psiquiatría y psicoterapia, p a ra quien " la r ea lida d e s r esulta do de la com un ic ac ión" (Watz lav ick 1981:7). A diferenc ia de la s otras posicione s, el énfa sis en este caso e stá puesto en el papel que los intercambios com unicativos, ver bale s y no ver bale s, juegan en e l surgimiento de percepcione s de realida de s diferentes. Esto recuerda lo señalado hace varias décadas por connotados lingüistas a propósito de la relación entre palabra y realida d. Así, por ejemplo, el principio de la relatividad lingüística expuesto por B.Whorf en la década del 50 que, en síntesis, so stenía que lo s usuarios de gramáticas distintas son llevados por ellas a hacer observaciones y evaluaciones diferentes de la realida d y, por consiguiente, a tener diferentes visiones de mundo (Whorf 1956). El mismo Coseriu, a pesar de su posición realista, afirma –según Baldinger (1970:50-1)– que "la significa ción es crea ción de la experiencia humana. Pero e sta crea ción no se a justa a delim itaciones o línea s divisorias dadas con anterioridad al lenguaje... el lenguaje no es constatación, sino delimitación de fronteras dentro de lo e xpe rimentado". Así pues, desde nuestra perspectiva como lingüistas, la importancia que ciertas corrientes constructivistas asignan al len gua je como medio para llegar a visiones de m undo consensua da s, categorizac iones convencionale s de la realidad, comprensiones compartidas de lo que nos rodea, no resulta chocante ni excesivamente novedosa ( Gómez 1997) y, en cambio, sí nos permite cambiar, fundamentalmente, nuestra conceptualizac ión en torno a la comprensión: el texto no es ya considerado una realidad exterior independiente del sujeto lector cuyo contenido él debe de scubrir e internalizar; al escuchar o leer, los contenidos intelectuales y afectivos que guarda en su memoria influyen en las representaciones que construirá en su mente del contenido del texto. En otras palabras, no es posible sostener la objetivida d de la comprensión y necesar io es re conocer la m ultiplic idad de interpretaciones a los que da lugar un mismo texto. Si hemos querido recordar c iertas ide as bá sica s del constructivismo es con el fin de destacar su importancia como fundamento epistemológico de a lguna s de la s cor riente s de lo que se suele de nomin ar la "r evolución cognitiva" (Bruner 1991), pie dra f un damental so bre la que de scan san los a ctua le s e st udio s a cerc a de la compren sión y la pro ducc ión lin güístic a. Concebir de esta manera la relación entre hombre, mundo y conocimiento obliga a abrir la caja negra de los conductistas, a aceptar que los procesos mentales superiores como el pensamiento, la comprensión y el razonamiento pueden ser o bjeto de estudio c ientíficamente respetable. Con esta apertura, la psicolin güística tiene, por primera vez, la posibilida d de ha cer rea lida d la interdisc iplinariedad a la que hace r eferencia su denominación y contar con herramientas conceptuales para enfocar provechosamente los procesos asociados al uso del lenguaje, es decir, a la producción y la comprensión de textos en el ámbito de la comunicación. El surgimiento de este nuevo paradigma en psicología tiene como antecedentes la invención y masificación de las computadoras que permitieron grandes avances en a suntos como las conductas sim bólica s, la r esoluc ión de problemas y la comunicación. Estos éxitos atrajeron a la mayoría de los psicólo go s co gnitivo s que consider aron a de c ua do a similar los proce so s mentale s hum anos a los modelo s del procesamiento de la información de los or denadore s, reconociendo una analo gía funcional básica entre ambos: e l para digma preva leciente en esta nueva corriente de la psicolo gía es el del proc esamiento sim bó lico , que con side ra a l in dividuo dotado de un a serie de predisposicione s o capacida des innatas que le permiten selec cio nar, ela borar y tomar decisiones a partir de la informac ión que rec ibe del exterior o que tiene almacenada en la memoria. Con el tiempo, estas investigacione s tomaron dos líneas diferenc ia da s se gún la interpretación que se le diera a esta analo gía. De Ve ga (1982:64) habla de una versión débil y una versión fuerte de la metáfora computacional. La versión fuerte corre spon de a la que subyac e en los est udio s aco gidos bajo la designación de "ciencias cognitivas", básicamente dedicados a la inteligencia artific ial, mientras que la ver sión débil e s la sostenida por la psicolo gía co gnitiva propiamente tal y c uyos modelos, a dif erencia de la versión fuerte, buscan sustentación empírica. En otras palabras, mientras que para la psicología cognitiva los or dena dores son herramientas útiles en sus esfuerzos por lograr una buena teoría psicológica, el objetivo de las ciencias cognitivas es la creación de buenos programas en sistemas expertos. Aunque ambas versiones trabajan con el lenguaje, en cuanto sistema de signos, la versión fuerte solo se interesa por el aspecto formal del signo que adquiere su calida d sim bólic a por asociaciones internas con otros signos, en términos de re glas precisas. La ver sión dé bil, en cambio se interesa por las formas en cuanto asociadas a representaciones mentales. En este último caso, la información que se manipula se supone organizada en unidades de diverso s tamaños y n ivele s de comple jida d y abstracción (rasgos distintivos, fonemas, grafemas, fra se s, oraciones). Otras unida de s de orden supe rior representan el conocimiento almacenado en la memoria como esquemas, reglas o estrategias (Flavell 1985). En relación a estas últimas, la información allí a lmacen ada pue de ser de tipo declar ativo o fáctico (sa ber qué hacer), proce sal ( sa ber cómo hacerlo), o condicional ( sa ber cuán do y para qué hacerlo) (Paris et al.1994). A pesar de e stas diferencias sustanciales, no siempre resulta fácil distin guir entre ambas posiciones debido al uso que hacen de la misma terminología. De igual modo que el primer encuentro entre la teoría de la información y la lingüística significó la importación de términos de la primera disciplina a la segunda (emisor, receptor, mensaje, información, código, retroalimentación, etc.) así, este segun do encuentro, esta vez con la psicolo gía, tuvo el mismo efecto (memoria operativa, memoria de corto y de largo plazo, procesamiento de la información, input, output, algoritmos, control central, símbolos, etc.). Como señalamos anteriormente, los estudios psicolingüísticos alcanzaron finalmente una etapa interdisciplinaria, utilizando conceptos provenientes de la lingüística de texto, de la teoría de los actos de habla y de la psicología cogn itiva. Ello ha deja do a sus cultiva dores en inmejora bles condiciones para iniciar provechosos estudios y proponer interesantes modelo s de los procesos cognitivos involucrados en la comprensión y la producción verbal (Ruddell, Ruddell y Singer (eds.) 1994). Los primeros modelos propuestos por la psico lingüística cognitiva no alcanzaron gran nivel explica tivo pero, en la década del 70 y de l 80, se proponen innovaciones que los hacen ca da vez más flexible s y adec ua dos. Por ejemplo, de lo s mo delo s linea les iniciale s ( bottom up) se pasa a modelos de procesamiento en paralelo (interactivos); de las preocupaciones por los niveles más superficiales (procesamiento léxico, análisis sintáctico e interpretación de textos explícitos) el interés pasó a los niveles má s profundos (pra gmática, inferencia s y conocimiento de mundo) (Grae sser et al. 1996). Las déca da s de l 80 y del 90 son testigos de una gran productividad científica en torno a los procesos cognitivos implicados en la comunicación lingüística, tema que atrae a especialistas provenientes de diversa s ramas de la psicología, e specialmente de la psicología cognitiva y de la educacional. Producto de este interés es un creciente conjunto de trabajos que contribuyeron a n ue stro mejor conocimiento de la mente humana, pero que no siempre podr ían ser con sidera dos interdisciplinar ios de bido a su dé bil soporte teórico proveniente de la lingüística observable en algunos de estos esfuerzo: El afianzamiento y crecimiento de la psicología cognitiva no encuentra su contrapartida en las ciencias del lenguaje. Sin embar go, el camino tomado por la psicología cognitiva no ha resultado del todo satisfactorio para quienes piensan que la metáfora de la comp uta dor a h a sido llev a da dem a sia do le jo s. T al como lo seña la Br une r (1991:19), "el objetivo de la revolución cognitiva era recuperar la mente en la s c ie nc ia s h um an a s de sp ué s de un pr olon ga do y fr ío inv iern o de objetivismo". Su meta era de sc ubrir y descr ibir los proceso s de construcción de significa dos. Para dójicamente, el avance de la informática a partir de fines de la segunda guerra mundial y los éxitos logrados por las ciencias cognitivas parecen haber desvirtuado la motivación inicial. Los estudiosos interesados en encontrar lo humano en la psicología cognitiva han tomado diferentes rumbos: por una parte están los que buscan en la conciencia el elemento que nos distin gue definitivam ente de la s computa dora s ( Ba ars 1993; Johnson-Laird 1993; Cha lmers 1996; Shear, e d. 1997); por otra parte están los cada vez más numerosos defensores de un nuevo paradigma en psicología cogn itiva, que mira hacia la ne urociencia en busca de mode los que den cuenta de los procesos cognitivos, a saber, el conexionismo. Este movimiento, surgido como una alternativa a la teoría de l procesa miento de la información en el campo de la ciencia cognitiva es, en cierta forma, una vuelta atrás al asociacionismo mecanicista del conductismo. La ide a es aprovech ar los avan ce s de las ne uroc ienc ia s y mo delar la mente humana como sistemas dinámicos de redes neuronales, descritos mediante ecuacion es matemáticas. Bechtel y Abraham sen 1991 no cr een que esta n ueva manera de concebir la co gnición llegue a suplantar a la anterior, que tan abundantes frutos ha dado hasta ahora. Sugieren, más bien, que ambos paradigma s, el de las teorías simbó lic as y el de las re de s ne uronales, podr ían h acer aportaciones m utua s, ca da uno de sde un terreno par a el que resulta más apropiado: el primero, a nivel de las explicaciones más molares, que presuponen un procesam iento proposicional; el se gundo, a nivel más f ino (micro) del f uncionamiento cognitivo (especialmente en relación con el conocimiento procesal: reconocimiento de patrones, categoriz acione s, procesos inferenciales). Hoy en día , el término "psicolin güística" prá cticamente ha de saparec ido de los títulos de los libros o artículos centrados en la comprensión y la producción de textos. En parte, ello se debe a que comienza a predominar el concepto de transdisciplinariedad, según el cual las diversas disciplinas no tienen acceso preferente a determinados temas, lo s que p ueden ser estudiados más provechosamente si se los aborda simultáneamente desde una diversida d de per spectiva s. En parte, se de be al f uerte pre domin io de la psicología cognitiva, que acoge como propios los estudios en torno a la comprensión y producción de textos. Difícil resulta predecir qué sucederá el próximo siglo. Los notables avances a lcanza dos por la s neurocienc ias y el interés de spertado por los sistemas de redes neuronales como posibles modelos de cognición (Bechtel y Abrahamsen, 1991), podrían ser considerado s seña les de un cam bio hacia una renovada perspectiva mecanicista. Por otra parte, el creciente interés por los procesos reflexivos, como la metacognición, a partir de las proposiciones de Flavell (1985) y, en general, por el tema de la conciencia, parece apuntar en direcc ión contraria. En todo caso, la var ie da d de perspectiva s que el constructivismo epistemológico no solo acepta sino, inc luso, alienta, repr esenta una cierta se gurida d en c uanto a que no se e stará ante un nuevo reduccionismo y que la mente humana y sus procesos no quedarán reducido s al cer ebro y su f uncionamiento; en otras pala bra s, que los e studios psicolingüísticos sobrevivirán a su denominación. * Peronard, M ., La psicolingüística: el difícil transitar de una interdisciplina. En Boletín de Filología, tomo XXXVII, 1998-99, Departamento de Lingüística, Universidad de Chile. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS AUSTIN, JOHN L., 1962, How to do Things with Words, Oxford, Oxford U. P ress. BECHTEL, WILLIAM Y ABRAHAMSEN, ADELE (1991), Connectionism and the Mind, Oxford, Blackwell. BAARS, BERNARD. J., 1993, A Cognitive Theory of Consciousness, Cambridge, Cambridge U. P ress. BALDINGER, KURT, 1970, Teoría Semántica, Madrid, Alcalá. BROWN, ROGER,1981, Psicolingüística, México:Trillas. BRUNER, JEROME,1991, Actos de significado: más allá de la revolución cognitiva, Madrid, Alianza. BÜHLER, KARL, 1934, Sprachtheorie. Versión española Teoría del lenguaje (1950), Madrid, Revista de Occidente. CAPARRÓS, ANTONI0,1984, La Psicología y sus Perfiles, Barcelona, Barcanova. CHALMERS, DAVID J.,1996, The Conscious Mind, New York, Oxford U.P ress. CHOMSKY, NoAM,1977, "Crítica de Verbal Behavior" de B.F.Skinner, en Chomsky o Skinner: La Génesis del Lenguaje, R. Bayés (comp.) Barcelona, Fontanella. CHOMSKY, NoAM,1965, Aspects of the Theory of Syntax, Cambridge, Mass., M.I.T. CLARK, HERBERT, H. & CLARK, EVE, V. (1977) Psychology and Language, New York, Harcourt,Brace & Jovanovich. FLAVELL, JOHN H.,1985, Cognitive Development, London, P rentice Hall. FODOR, JERRY A., 1983, The modularity of Mind, Cambridge, Mass.,M.I.T. FREEDLE, ROY O. (ed.) Discourse Production and Comprehension, New Jersey,Ablex. GLASSERSFELD, ERIC voN, 1989, "Introducción al Constructivismo Radical", en Watzlawick y otros, La Realidad inventada, Barcelona, Gedisa, pp. 20-37. GÓMEz MACKER,LUIS A.,1997, "La dimensión social de la comprensión textual", en P eronard, M. et al. Comprensión de Textos Escritos: De la Teoría a la Sala de Clases, Santiago, Andrés Bello, pp. 43- 53. GRAESSER, ARTHUR C., SwAMER, SHANE, BAGGETT, WILLIAM B. & SELL, MARIE A.,1996, "New Models of Deep Comprehension", en B. K. Britton & A. C. Graesser (eds.) Models of Understanding Text, New Jersey, Lawrende Erlbaum, pp. 1-31. GRICE, P AUL. H. (1975), "Logic and Conversation", en P . Cole y J. L . Morgan (eds.) Syntax and Semantics, vol. III, New York: Academic P ress. HYMES, DELL (1968) "The ethnography of speaking", en J.A.Fishman (ed.), Readings in the Sociology of Language, The Hague: Mouton, pp. 99-138 HYMES, DELL (1971), "Co mpetence and P erfor mance in Linguistic Theory", en R. Huxley y E. Ingra m (eds.) Language Acquisition: Models and Methods, London: Academic P ress, pp. 3-28. JAKOBSON, ROMAN (1960) "Linguistics and poetics", en T.A.Sebeok (ed.) Style in Language, Cambridge, Mass.: M.I.T. P ress. JOHNSON-LAIRD, P HILIP (1993) The Computer and the Mind, London: Fontana P ress. KATZ, JERROLD (1966) Philosophy of Language, New York: Harper & Row. LENNE BERG , E RI C & LENNE BERG EL I ZABE TH (e ds.) (1975 ) Foundations of Language Development, Vol. I, London: Academic P ress. MATURANA, HUMBERTO (1978), "Biology of Language: The Epistemology of Reality", en G. Mil le r y E . L enn ebe rg , Ps ycholog y and Biolog y of Languag e and Thought , Ne w York, Academic P ress, pp. 27-63. MATURANA, HUMBERTO Y VARELA, FRANCISCO (1984), El Árbol del Conocimiento, Santiago, Editorial Universitaria. MORRIS, CHARLES (1962), Signos, Lenguaje y Conducta, Buenos Aires: Losada. OCHS, ELINOR Y SCHIEFFELIN, BAMBI (1979), Developmental Pragmatics. New York, Academic P ress. OSGOOD, CHARLES E. & SEBEOK, THOMAS A. (1965), Psycholinguistics, Indiana: Indiana U. P ress. Edición español a junto a un artí culo d e Di ebold (1974) Ba rc elona , P laneta . P ARIS, Scum. G., LIP SON, MARJORI. Y. & WlxsoN KAREN K. (1994) "Becoming a Strategic Reader", en R.B.Ruddell, M.R.Ruddell & H.Singer (eds.) Theoretical Models and Processes of Reading, Newark, 1. R. A., pp. 788-810. P ERONARD, MARIANNE (1978) Mente, Lenguaje y Cultura, Santiago, Editorial Universitaria. PETERFALVI, JEAN-MICHEL (1976), Introducción a la Psicolingüística, Madrid: Alcalá. RUDDEL,ROBERT B., MARTHA R. RUDDELL & HARRY SINGER (eds.) (1994), Theoretical Models and Processes of Reading, Delaware: I.R.A. RAYNER, KEITH & P OLLATSEK, ALEXANDER (1989) The Psychology of Reading, New Jersey, P rentice Hall. SAUSSURE, FERDINAND DE (1980) Curso de Lingüística General, Madrid: Akal. SEARLE, JoHN (1980), Actos de Habla, Madrid: Cátedra. SEARLE, JOHN (1997), La Construcción de la Realidad Social, Barcelona,P aidós. SHEAR, JONATHAN (ed.) (1997), Explaining Consciousness –The Hard Problem, Ca mbridge, Mass.: The M.I.T.P ress. SKINNER, B. F. (1957) Verbal Behavior, New York: Appleton-Century-Crofts. SMI TH, FRANK (1977) Understanding Reading. A Psycholinguistic Analysis of Reading and Learning to Read, New York, Holt, Rinehart & Winston. VEGA, MANUEL DE (1982), "La Metá fora del Ord enador: I mplica ciones y Lí mites ", en I . Delclau x y J. Seo ane (ed.) , Psicología Cognitiva y Procesamiento de la Información, Madrid: P irámide. WATZLAwICK,P AUL (1981), ¿Es Real de Realidad?, Barcelona: Herder. WHORE, BENJAMIN (1956), "Science and Linguistics", en J. C arrol (ed.) Language, Thought and Reality, Cambridge, Mass: The Technology P ress & John Wiley & Sons.
© Copyright 2024