Í N D I C E Pág. 3 PRESENTACIÓN Pág. 4 INTRODUCCIÓN DEL SR. OBISPO Pág. 5 José Pérez Domínguez Leonardo Lemos Montanet. APERTURA DEL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA Leonardo Lemos Montanet. Pág. 7 Pág. 23 Pág. 24 ORACIÓN PARA EL V CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE SANTA TERESA DE JESÚS L A VIDA CONSAGRADA EN OURENSE Jorge Juan Pérez Gallego Pág. 27 HIMNO PARA O CONGRESO DA VIDA CONSAGRADA Antonio F. León CARTA APOSTÓLICA DEL PAPA FRANCISCO A TODOS LOS CONSAGRADOS CON OCASIÓN DEL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA Papa Francisco Pág. 11 Pág. 13 AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA Mons. José Rodríguez Carballo. Secretario de la Congregación para la Vida conagrada ACENTOS EN LA VIDA ESPIRITUAL . UN SILENCIO ELOCUENTE Rafael Palmero Ramos Obispo Presidente de CLAUNE Pág. 15 DAR TESTIMONIO HOY. ¿POR UNA ANIMACIÓN VOCACIONAL VISIBLE Y RECUPERANDO O SENTIDO CRISTIANO DO DOMINGO Pág. 28 CREÍBLE RECUPERAR O SENTIDO CRISTIANO DO DOMINGO. NON ESQUENCER A SÚA IMPORTANCIA Juan Carlos Martos, cmf Félix Álvarez Rodríguez Pág. 18 Pág. 19 Pág. 22 CONGRESO REGIONAL DE GALCIA. VIDA CONSAGRADA (PROGRAMA) Pág. 28 ¡CAMINEMOS PARA EL CIELO! J. Leonardo Lemos Montanet Obispo de Ourense SANTA TERESA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN José Gómez López INTRODUCCIÓN E GUIÓN HOMILÉTICO DO 2º DOMINGO DE PASCUA Francisco Pernas de Dios Pág. 30 INTRODUCCIÓN E GUIÓN HOMILÉTICO DO 3º DOMINGO DE PASCUA José Antonio Gil Sousa » e ü g n i l i b n «E dició DIOCESE DE OURENSE • Vigairía de Pastoral Edita: Vigairía de Pastoral (Diocese de Ourense) • Dep. Legal: OU 13-07 P R E S E N T A C I Ó N ura, aunl sigue su andad ra to as p e d a La revist mas acan digital. Dos te e a sm e ar u C l r que po e número 47: e st e n e n ó ci n e at paran nuestra cisco a la Vida an Fr a ap p l e r po año dedicado acimiento ntenario del n e C l e y a ad Consagr iéndolos, la. Y, envolv vi Á e d sa re de Te ”. isión con María “Ourense en m Un Año para la Vida Consagrada: Un año dedicado a la Vida Consagrada en la Iglesia. El Papa Francisco expone en su carta apostólica sobre la Vida Consagrada los objetivos de este año, las expectativas del mismo y los horizontes que podemos contemplar. También nos explica el por qué de su escrito: “os escribo como Sucesor de Pedro, al que el Señor encomendó la tarea de confirmar la fe de los hermanos (cf. Lc 22, 32), y os escribo como hermano vuestro, consagrado a Dios como vosotros”. El Año de la Vida Consagrada nace en el contexto del L aniversario de la constitución Lumen Gentium del concilio Vaticano II, que en su capítulo VI trata de los religiosos, y en el contexto del decreto Perfectae Caritatis sobre la renovación de la vida religiosa. El Año de la Vida Consagrada se iniciaba en el 1er domingo de Adviento y se clausurará en la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo, el día 2 de febrero del año 2016. El Papa Francisco quiere para este año los objetivos con los que soñaba el Papa san Juan Pablo II: «¡No solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia que construir! Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros cosas grandes» (Vita Consecrata, n. 110). Un año jubilar teresiano: Por otro lado, en España estamos celebrando el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Ávila, proclamada doctora de la Iglesia por el Papa san Juan Pablo II. El lema es expeditivo: “Ya es tiempo de caminar”. La invitación de Teresa es propuesta evangelizadora, oportunidad para una renovación espiritual de la Iglesia, para que se haga públicamente presente y para acercarse a los alejados. En este centenario se nos brinda la posibilidad de honrar a Teresa, la mujer audaz que sale de sí misma y de lo establecido por decreto para abrazarse al silencio contemplativo hecho encuentro íntimo, a la renovación constante de las estructuras desde la comunión eclesial. El año jubilar teresiano se formula como una invitación a “ver, a sentir, y a contagiarse” de esta fuerza emprendedora a través de los escritos de la Santa de Ávila. Se trata de acercarnos a esa Iglesia mística de Santa Teresa y a esa Iglesia en salida del Papa Francisco, ambas compatibles, complementarias y necesarias. “Ourense en misión con María”: Muy posiblemente los agentes de pastoral estén esperando alguna acción milagrosa que convierta en realidad el ponernos en actitud de Iglesia en misión como nos lo está pidiendo el Papa Francisco y nuestro Obispo Leonardo. Nada de eso va a suceder. Tenemos que ponernos en camino de conversión, primero los agentes de pastoral, para invitar luego a todos los sectores del pueblo de Dios a descubrir la Buena Nueva de un Dios que es clemente y misericordioso, que viene a nuestro encuentro y que espera, sólo eso, que le recibamos de corazón. 3 INTRODUCCIÓN DEL SR. OBISPO UNA LUZ EN EL CAMINO Estamos viviendo en la Iglesia el Año de la Vida Consagrada, ha sido deseo del Santo Padre que, a lo largo de este 2015, nuestras miradas y, sobre todo nuestros corazones agradecidos, elevasen un himno de acción de gracias a la Santísima Trinidad por el don de la vida consagrada en la Iglesia. El día 28 de octubre se celebraba el cincuenta aniversario de la promulgación del Decreto Perfectae caritatis del Concilio Vaticano II. Si aquel acontecimiento fue un momento de gozo, hoy, medio siglo después, sigue siéndolo. Antes del Concilio la vida consagrada era denominada: vida religiosa o vida de perfección. En ese mismo horizonte todavía se mueve el Perfectae caritatis. Los términos que usamos y con los que nos expresamos son muy importantes porque suponen, no solo un sustrato cultural, sino también una manera de interpretar la realidad ¿Qué entendemos por Vida Consagrada? Cuando el Concilio, en la constitución Lumen Gentiun, hace una reflexión sobre el misterio de la Iglesia, al llegar al capítulo V, de forma muy bella y profunda, lo dedica a la llamada universal a la santidad en la Iglesia; es decir, todo cristiano, por una exigencia que brota del bautismo, está llamado a la santidad: obispos, sacerdotes, miembros de la vida consagrada y laicos ¡todos los bautizados! Una 4 misma es la santidad que cultivan todos los hijos de la Iglesia, pero cada uno debe caminar de acuerdo con su estilo de vida; sin embargo, hay algunos fieles que deben fomentar esa santidad de una manera especial, sobre todo consagrándose a solo Dios con un corazón indiviso para seguir más fielmente a Jesucristo. Por otra parte, si se atiende a la constitución divina y jerárquica de la Iglesia, la vida consagrada no es un estilo de vida intermedio entre el de los clérigos y el de los laicos, sino que de uno y otro, algunos cristianos son llamados por Dios para poseer un don particular en la vida de la Iglesia y para que contribuyan a la misión salvífica de esta, cada uno según su modelo (Lumen Gentium, nº 43). Los hijos e hijas de la Iglesia que constituyen la vida consagrada con toda su multiforme riqueza son los testigos de la presencia transfigurante de Dios que, a través de sus vidas, se convierten en los profetas de nuestro tiempo, todo él transido de laicismo y de relativismo. Todo esto lo llevan a cabo sin ruido, como Jesús, el Señor, que pasó por el escenario de nuestra historia haciendo el bien (Mc.7,37) En la historia multisecular de nuestra Iglesia particular encontramos, ya desde sus mismos orígenes, testimonios elocuentes de la vida consagrada; a esta presencia le somos deudores, de ahí que hayamos acogido el deseo del Santo Padre de convocar un Año de la Vida Consagrada como una ocasión para dar gracias por su fecunda presencia entre nosotros. Lo queremos hacer dentro del marco general de nuestra programación pastoral que hemos denominado: Ourense en misión con María, en el contexto de este Año Jubilar Mariano y con el telón de fondo del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús. La Diócesis de Ourense es deudora de esta presencia religiosa y esto lo estamos compro- APERTURA DEL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA bando de forma elocuente en los trabajos previos y en la colaboración que prestan en la organización del Congreso Regional de Galicia sobre la Vida Consagrada, que se celebrará en nuestra ciudad. La vida consagrada es una luz en el camino de la Iglesia, luz que buscamos y con la que nos queremos encontrar. Hacia esa luz pascual nos encaminamos con este tiempo cuaresmal, una ocasión de gracia para vivir cada uno, personalmente, y también, comunitariamente, nuestra conversión personal para poder llevar a cabo esa conversión pastoral que todos buscamos a través de esta salida misionera. La misión a la que se nos invita no consiste en ir allende nuestras fronteras, ni siquiera fuera de las comunidades en las que se despliega nuestro caminar cotidiano. ¡No! se nos invita a algo más íntimo y auténtico, se nos pide que cambiemos nuestro estilo de vida creyente y nos pongamos en una actitud de respuesta fiel al querer de Dios. Para lograrlo, este tiempo cuaresmal es una ocasión propicia. No se nos pide que demos un salto extraordinario en nuestra vida, sino que demos esos pequeños pasos, lo cotidiano y que los hagamos en comunión, como Iglesia; obispo, presbíteros, religiosos, laicos ¡todos! Niños y ancianos, jóvenes y personas maduras, el Señor nos llama a la misión allí donde nos encontremos y, con la ayuda de la gracia del Señor ¡que nunca falla! y del consuelo de Nuestra Señora de los Milagros, seremos capaces de convertirnos en esos discípulos misioneros para así poder ser testigos de la luz del Resucitado en nuestra Sociedad. + J. Leonardo. Bispo de Ourense IGLESIA DE LOS PP. FRANCISCANOS. OURENSE, 30-11-2014 + J. Leonardo. Bispo de Ourense Con la ayuda del Señor iniciamos este tiempo de Adviento y abrimos este año especial que bajo el lema: Evangelio, profecía, esperanza, marcará el ritmo del Año de la Vida Consagrada hasta el día dos de febrero de 2016. Será un tiempo de gracia y de comunión en y para la Iglesia particular de Ourense y para toda la Iglesia Universal. Como siempre que celebramos la santa Eucaristía abrimos nuestro corazón a la Palabra de Dios que ha sido proclamada en esta celebración y sentimos que Él, Dios, es nuestro Padre, nosotros la arcilla y Él el alfarero: somos todos obra de su mano. Así nos lo recuerda la profecía de Isaías que hemos proclamado en primer lugar: ¡Somos obra de Dios! Con la celebración de esta Eucaristía se inicia este Año de la Vida Consagrada ¡no podría ser de otra manera! El próximo 28 de octubre de 2015 celebraremos los 50 años de la promulgación del Decreto Perfectae caritatis del Concilio Vaticano II. Todo este año que estamos a punto de iniciar y que litúrgicamente hoy comenzamos con este primer domingo de Adviento, todo él estará dedicado a la vida consagrada en todas sus formas y manifestaciones. En nuestra Diócesis lo haremos dentro del marco del Año Jubilar Mariano y del proyecto: Ourense en Misión con María. La vida consagrada surge en la Iglesia como consecuencia necesaria de una profundización singular y fecunda del Bautismo, como un desarrollo de la gracia de la Confirmación, como llamada especial de Dios, correspondida por un don peculiar del Espíritu Santo que abre a nuevas posibilidades frutos de santidad y de apostolado1. No podemos entender nuestra Iglesia sin la vida consagrada en todas sus formas, porque nuestra Diócesis sería impensable como tal sin este estilo de vida; os remito a los albores de la evangelización en nuestras tierras que ha sido una obra especial y particular de los monjes-misioneros de los siglos V y VI, 1 Cf. SAN JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Vita consecrata, nº 30. 5 muchos de los pastores de esta Iglesia fueron religiosos. La presencia de este estilo de vida evangélica nos lleva a vivir esa espiritualidad de comunión que promueve un modo de pensar, decir y obrar que hace crecer la Iglesia en hondura y extensión. Vivir esa comunión será un signo elocuente para el mundo y, de manera especial, para tantos hombres y mujeres que han perdido la fe y la esperanza, de tal modo que con nuestra comunión, vivida por todos y cada uno de los hijos e hijas de la Iglesia, esta se convierte en una fuerza atractiva que conduce a creer en Jesucristo ¡Mirad como se aman! Así decían de los primeros cristianos, así debieran decirlo de nosotros, porque solo así viviendo ese espíritu de comunión, porque la comunión genera comunión y se configura esencialmente como comunión misionera2, de donde brotará también, ese dinamismo vocacional que tanto necesitamos. Estamos viviendo la apertura de este Año de la vida consagrada dentro del marco de nuestro proyecto pastoral: Ourense en Misión con María. Lo hacemos, como ya he dicho en un Año Jubilar Mariano en nuestra Diócesis y en un Año Teresiano en la Iglesia en España, con motivo del V Centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús, carmelita descalza y doctora de la Iglesia. Pero además ¡y este es el marco fundamental! Lo hacemos en el primer domingo de Adviento. En la Palabra de Dios proclamada en la liturgia de este día se nos recuerda que, en palabras de la profecía de Isaías, somos obra de Dios, una obra buena, como todo aquello que brota de las manos del creador, y si hay algo malo en nuestras existencias es a causa del hombre viejo que corrompe nuestro propio ser ¡Qué bien nos lo enseña el papa Francisco!: ¡Pecadores sí!, pecadores perdonados. ¡Corruptos no!, porque el corrupto no acepta su condición de pecador sino que se autojustifica y busca en el entorno su propio aplauso, como dice el profeta: oculta el rostro de Dios y se entrega al poder de su pecado. 2 Ibíd., nº46. Cf. Christifideles laici, nº. 31-32. 6 ¡Mis hermanos y mis hermanas! Todos corremos este riesgo, por eso el Evangelio de Marcos nos propone tres verbos para nuestra meditación y examen al inicio del Adviento: Mirad, vigilad, velad. Mirad: para el Señor, contemplar su rostro, dejemos que nos fascine con su brillo y así seremos iluminados, es decir: salvados. Vigilad: para que no tengan de que acusarnos en el día de Jesucristo (…) que os llamó a participar en la vida. ¡Y él es fiel! También nosotros debemos vigilar para ser fieles en todo, hasta en la más íntimo; solo si vivimos nuestra fidelidad así seremos auténticamente felices porque, a pesar de ser de barro -el texto nos dice que somos de arcilla- nos fiamos de El que es fiel. Y, por último, velad, pues no sabéis cuando vendrá el dueño de casa… Velad y estad atentos para que seamos fieles. Esto lo lograremos si somos conscientes de que la perspectiva fundamental de nuestro horizonte personal es la eternidad. Curiosamente, hermanos míos, este es un sentido del Adviento que pasa desapercibido, porque en este tiempo nos preparamos para celebrar la Navidad fiesta del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo. También nos disponemos y preparados para recibir la llamada del Señor que se hace presente en el morir humano y, por último, estamos atentos y vigilantes porque queremos ser fieles para entrar en esa eternidad en donde se hará realidad la manifestación de Nuestro Señor Jesucristo y le veremos tal cual es. Os invito a que volvamos la mirada a Ella, la Virgen Inmaculada. Ella es el icono de la humanidad nueva y redimida ¡La toda santa! Ella es la Virgen de la espera activa y fiel. Ella es la maestra que nos enseña y ayuda, a pesar de nuestro barro - de la arcilla de nuestra existencia- a vivir por ser fieles en lo poco de cada día, nos ayuda a ser leales y auténticos con Dios para así estar atentos, vigilantes ¡y velando! a que el Señor venga y nos llame, y nos encuentre fieles. Así escucharemos la voz del Señor que nos dirá: Muy bien siervo bueno y fiel, porque has sido fiel en lo poco, entra en el gozo de tu Señor. Hermanos y hermanas, os aseguro que ¡ese día será nuestra auténtica Navidad! CARTA APOSTÓLICA DEL PAPA FRANCISCO A TODOS LOS CONSAGRADOS CON OCASIÓN DEL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA1 Papa Francisco Introducción “Os escribo como Sucesor de Pedro, al que el Señor encomendó la tarea de confirmar la fe de los hermanos (cf. Lc 22, 32), y os escribo como hermano vuestro, consagrado a Dios como vosotros”. “«¡Vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia que construir! Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros cosas grandes» (Juan Pablo II, Vita Consecrata, n. 110)”. I. Objetivos del Año de la Vida Consagrada I.1. El primer objetivo es mirar al pasado con gratitud “El primer objetivo es mirar al pasado con gratitud. Cada uno de nuestros institutos procede de una rica historia carismática. En sus orígenes está presente la acción de Dios, que, en su Espíritu, llama a algunas personas a seguir de cerca a Cristo, a traducir el Evangelio a una particular forma de vida, a leer con los ojos de la fe los signos de los tiempos, a responder con creatividad a las necesidades de la Iglesia. Después, la experiencia inicial ha crecido y se ha desarrollado, implicando a otros miembros en nuevos contextos geográficos y culturales, dando vida a nuevos modos de realizar el carisma, a nuevas iniciativas y expresiones de caridad apostólica. Es como la semilla que se convierte en árbol extendiendo sus ramas. Durante este Año será oportuno que cada familia carismática recuerde sus inicios y su desarrollo histórico, para dar gracias a Dios, que ha ofrecido a la Iglesia tan gran cantidad de dones que la embellecen y la disponen para toda obra buena (cf. Lumen gentium, n. 12)”. Gracias por el concilio Vaticano II: I.2. Este Año nos llama también a vivir el presente con pasión “Este Año nos llama también a vivir el presente con pasión”. Desde los inicios del primer monaquismo hasta las «nuevas comunidades» actuales, toda forma de vida consagrada nace de la llamada del Espíritu a seguir a Cristo, tal como enseña el Evangelio (cf. Perfectæ caritatis, n. 2). Para los fundadores y las fundadoras, la regla en absoluto fue el Evangelio; toda otra regla solo pretendía ser expresión del Evangelio e instrumento para vivirlo en plenitud. Su ideal era Cristo, adherirse a él íntegramente, hasta poder decir con Pablo: «Para mí la vida es Cristo» (Flp 1, 21); los votos solo tenían sentido con vistas a realizar este amor suyo apasionado”. “Hemos de preguntarnos también: ¿Jesús es realmente nuestro primer y único amor, como nos propusimos cuando profesamos nuestros votos? Solo si es así podemos y debemos amar en “Damos gracias de especial manera por estos últimos 50 años tras el Concilio Vaticano II, que constituyó una «bocanada» de Espíritu Santo para toda la Iglesia. Gracias a él, la vida consagrada ha recorrido un fecundo camino de renovación que, con sus luces y sombras, ha sido un tiempo de gracia, marcado por la presencia del Espíritu”. la verdad y en la misericordia a cada persona que nos encontramos por el camino, porque habremos aprendido de él qué es el amor y cómo amar: sabremos amar porque tendremos su mismo corazón”. 1 Para una más fácil lectura de la Carta Apostólica hemos entresacado aquellos párrafos que mejor resumían su contenido. Ello no nos excusa de leerla en su totalidad, pues es breve y enjundiosa. “El Año de la Vida Consagrada nos interroga sobre nuestra fidelidad a la misión que nos ha sido encomendada. Nuestros ministerios, nuestras Fidelidad a la misión que nos ha sido encomendada 7 obras, nuestras presencias, ¿responden a lo que el Espíritu pidió a nuestros fundadores? ¿Son adecuados para perseguir sus finalidades en la sociedad y en la Iglesia de hoy? ¿Hay algo que debemos cambiar? ¿Tenemos la misma pasión por nuestra gente? ¿Estamos tan cerca de ella como para compartir sus alegrías y sus dolores, de forma que comprendamos realmente sus necesidades y que podamos aportar nuestra contribución para responder a ellas?” «Expertos en comunión», «testigos y artífices de ese “proyecto de comunión” “Al hacer memoria de los orígenes viene a la luz otro componente del proyecto de vida consagrada. Fundadores y fundadoras estaban fascinados por la unidad de los Doce alrededor de Jesús, por la comunión que caracterizaba a la primera comunidad de Jerusalén” (cf. Perfectæ caritatis, n. 15)”. “Vivir el presente con pasión significa volverse «expertos en comunión», «testigos y artífices de ese “proyecto de comunión” que culmina la historia del hombre según Dios»2. En una sociedad del enfrentamiento, de la difícil convivencia entre culturas diferentes, del atropello contra los más débiles, de las desigualdades, estamos llamados a ofrecer un modelo concreto de comunidad que, mediante el reconocimiento de la dignidad de cada persona y de la compartición del don del que cada uno es portador, permita vivir relaciones fraternas”. “Sed, pues, hombres y mujeres de comunión; haceos presentes con valentía allí donde haya diferencias y tensiones, y sed signo creíble de la presencia del Espíritu, que infunde en los corazones la pasión para que todos sean uno (cf. Jn 17, 21)”. incertidumbres, que compartimos con tantos contemporáneos nuestros, se hace realidad nuestra esperanza, fruto de la fe en el Señor de la historia, que sigue repitiéndonos: «No […] tengas miedo, que yo estoy contigo» (Jer 1, 8)”. No os unáis a los profetas de desdichas que proclaman el final o el sinsentido de la vida consagrada en la Iglesia “No cedáis a la tentación de los números y de la eficiencia, y menos aún a la de confiar en vuestras propias fuerzas. Escrutad los horizontes de vuestra vida y del momento actual «en vigilante vela». Con Benedicto XVI os repito: «No os unáis a los profetas de desdichas que proclaman el final o el sinsentido de la vida consagrada en la Iglesia de nuestros días; revestíos más bien de Jesucristo y poneos las armas de la luz –como exhorta a hacer San Pablo (cf. Rom 13, 11-14)–, permaneciendo atentos y vigilantes»3. Sigamos nuestro camino y retomémoslo siempre confiando en el Señor”. Jóvenes consagrados, sois el presente y, al mismo tiempo, sois su futuro “Sois el presente porque vivís ya activamente en el seno de vuestros institutos, aportando una contribución determinante con la frescura y la generosidad de vuestra elección. Al mismo tiempo, sois su futuro “Me dirijo sobre todo a vosotros, los jóvenes. Sois el presente porque vivís ya activamente en el seno de vuestros institutos, aportando una contribución determinante con la frescura y la generosidad de vuestra elección. Al mismo tiempo, sois su futuro, ya que pronto seréis llamados a tomar en vuestras manos las riendas de la animación, de la formación, del servicio, de la misión”. I.3. Abrazar el futuro con esperanza «No […] tengas miedo, que yo estoy contigo» (Jer 1, 8) 8 II: Expectativas del Año de la Vida Consagrada ¿Qué espero, en especial, de este Año de gracia de la vida consagrada? “Abrazar el futuro con esperanza pretende ser el tercer objetivo de este Año. Conocemos las dificultades a las que se enfrenta la vida consagrada en sus diferentes formas: la disminución de las vocaciones y el envejecimiento, sobre todo en el mundo occidental; los problemas económicos a raíz de la crisis financiera mundial; los desafíos de la internacionalidad y de la globalización; las asechanzas del relativismo; la marginación y la irrelevancia social… Precisamente en estas II.1. «Donde hay religiosos, hay alegría» “Que siempre sea verdad lo que dije en una ocasión: «Donde hay religiosos, hay alegría». Estamos llamados a experimentar y a mostrar que Dios es capaz de colmar nuestro corazón y de hacernos felices, sin necesidad de que busquemos en otro lado nuestra 2 Sagrada Congregación para los Religiosos y los Institutos Seculares, Religiosos y promoción humana, 12-8-1980, n. 24. 3 Homilía en la fiesta de la Presentación de Jesús al Templo, 2-22013 felicidad; que la fraternidad auténtica que vivimos en nuestras comunidades alimenta nuestra alegría; que nuestra entrega total al servicio de la Iglesia, de las familias, de los jóvenes, de los ancianos, de los pobres, nos realiza como personas y da plenitud a nuestra vida”. «La Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción» “Bien podemos aplicar a la vida consagrada lo que he escrito en la Exhortación apostólica Evangelii gaudium, citando una homilía de Benedicto XVI: «La Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción» (n. 14). ¡Sí: la vida consagrada no crece simplemente porque organicemos preciosas campañas vocacionales, sino si las jóvenes y los jóvenes que se encuentran con nosotros se sienten atraídos por nosotros, si nos ven hombres y mujeres felices! Igualmente, su eficacia apostólica no depende de la eficiencia y del poder de sus medios. Es vuestra vida la que debe hablar: una vida de la que se trasluzcan la alegría y la belleza de vivir el Evangelio y de seguir a Cristo”. II.2. Espero que «despertéis al mundo». Espero que «despertéis al mundo», porque la característica propia de la vida consagrada es la profecía. Como dije a los superiores generales, «la radicalidad evangélica no es solo de los religiosos: se exige a todos. Pero los religiosos siguen al Señor de manera especial, de manera profética». Esta es la prioridad que ahora se requiere: «Ser profetas que testimonien cómo vivió Jesús en esta tierra […]. Un religioso jamás debe renunciar a la profecía» (29-11-2013). Espero que sepáis crear «lugares» donde se viva la lógica evangélica de la entrega. Espero, pues, no ya que mantengáis vivas unas «utopías», sino que sepáis crear «otros lugares» donde se viva la lógica evangélica de la entrega, de la fraternidad, de la acogida de la diversidad, del amor recíproco. Monasterios, comunidades, centros de espiritualidad, pequeñas ciudades, escuelas, hospitales, casas-familia y todos esos lugares que la caridad y la creatividad carismática han dado a luz –y que seguirán dando a luz con creatividad adicional – deben convertirse cada vez más en fermento para una sociedad que se inspire en el Evangelio” 4 Carta ap. Novo millennio ineunte, 6-1-2001, n. 43. II.3. Los religiosos y las religiosas han sido definidos como «expertos en comunión». “Los religiosos y las religiosas, al igual que todas las demás personas consagradas, han sido definidos, como acabo de recordar, «expertos en comunión». Espero, por lo tanto, que la «espiritualidad de la comunión», señalada por San Juan Pablo II, se haga realidad, y que vosotros estéis en primera línea a la hora de asumir «el gran desafío que tenemos ante nosotros» en este nuevo milenio: «Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión»4. Tengo la seguridad de que durante este Año trabajaréis con seriedad para que el ideal de fraternidad que persiguieron los fundadores y las fundadoras crezca en los más diferentes niveles, como trazando círculos concéntricos”. Espero que crezca la comunión entre los miembros de los diferentes institutos. “Espero, además, que crezca la comunión entre los miembros de los diferentes institutos. ¿No podría ser este Año la ocasión de salir con más valentía de los confines del propio instituto para elaborar juntos, en el ámbito local y en el global, proyectos comunes de formación, de evangelización, de acciones sociales?” II.4. Os pido a todos los religiosos: salir de vosotros mismos para acudir a las periferias existenciales “Espero también de vosotros lo que pido a todos los miembros de la Iglesia: salir de sí mismos para acudir a las periferias existenciales. «Id al mundo entero» fue la última palabra que Jesús dirigió a los suyos y que sigue dirigiendo hoy a todos nosotros (cf. Mc 16, 15). Hay una humanidad entera que aguarda: personas que han perdido toda esperanza, familias en dificultad, niños abandonados, jóvenes que se ven cerrado todo futuro, enfermos y ancianos abandonados, ricos ahítos de bienes y con un vacío en el corazón, hombres y mujeres en busca del sentido de la vida, sedientos de lo divino…” II.5. Espero que toda forma de vida consagrada se interrogue acerca de lo que Dios y la humanidad de hoy demandan. “Los monasterios y los grupos de orientación contemplativa podrían reunirse unos con otros, o bien conectarse de las más variadas maneras para intercambiar sus experiencias de la vida de oración, de cómo 9 crecer en la comunión con toda la Iglesia, de cómo apoyar a los cristianos perseguidos, de cómo acoger y acompañar a cuantos van en busca de una vida espiritual más intensa o necesitan un apoyo moral o material”. “Lo mismo podrán hacer los institutos caritativos; los dedicados a la enseñanza, a la promoción de la cultura; los que se lanzan al anuncio del Evangelio o desempeñan particulares ministerios pastorales; los institutos seculares, con su penetrante presencia en las estructuras sociales”. “Solo con esta atención a las necesidades del mundo y con la docilidad a los impulsos del Espíritu, este Año de la Vida Consagrada se convertirá en un auténtico kairós, en un tiempo de Dios rico en gracias y en transformación”. III: Horizontes del Año de la Vida Consagrada III.1. Los laicos y la vida religiosa: “Os animo a vosotros también, a los laicos, a vivir este Año de la Vida Consagrada como una gracia que puede haceros más conscientes del don recibido. Celebradlo junto con toda la «familia», para crecer y responder juntos a las llamadas del Espíritu en la sociedad actual. En algunas ocasiones, cuando los consagrados de varios institutos se reúnan entre sí durante este Año, intentad estar presentes vosotros también como expresión del único don de Dios, con el fin de conocer las experiencias de las demás familias carismáticas y de los demás grupos laicales, y con el de enriqueceros y apoyaros mutuamente”. III.2. La vida consagrada y la Iglesia: “El Año de la Vida Consagrada no concierne tan solo a las personas consagradas, sino a toda la Iglesia…. ¿Qué sería la Iglesia sin San Benedicto y San Basilio, sin San Agustín y San Bernardo, sin San Francisco y Santo Domingo, sin San Ignacio de Loyola y Santa Teresa de Jesús, sin Santa Ángela Merici y San Vicente de Paúl? La lista se volvería casi infinita, hasta San Juan Bosco y la beata Teresa de Calcuta. El beato Pablo VI afirmaba: «Sin este signo concreto, la caridad que anima a la Iglesia entera correría el peligro de enfriarse, la paradoja salvífica del Evangelio el de perder penetración, la sal de la fe el de disolverse en un mundo en proceso de secularización» (Evangelica testificatio, n. 3)”. III.3. La vida consagrada en la tradición de las diferentes Iglesias: “Con esta Carta mía me atrevo a dirigirme también a las personas consagradas y a los miembros de fraternidades y de comunidades pertenecientes a Iglesias de tradición diferente de la católica”. “La Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica ha programado iniciativas para favorecer el encuentro 10 entre miembros pertenecientes a experiencias de vida consagrada y fraterna de las diferentes Iglesias. Aliento calurosamente estos encuentros, para que crezca el conocimiento mutuo, la estima, la colaboración recíproca, de manera que el ecumenismo de la vida consagrada sirva de ayuda al más amplio camino hacia la unidad de todas las Iglesias”. III.4. El monaquismo en las diferentes religiones: “Tampoco debemos olvidar que el fenómeno del monaquismo y de otras expresiones de fraternidad religiosa está presente en todas las grandes religiones”. “Caminar juntos es siempre un enriquecimiento, y puede abrir nuevos caminos a unas relaciones entre pueblos y culturas que en la actualidad se presentan plagadas de dificultades”. III.5. Los Señores Obispos y la vida consagrada: “En este contexto, os invito, a los pastores de las Iglesias particulares, a un desvelo especial en la promoción, en el seno de vuestras comunidades, de los diferentes carismas – tanto de los históricos como de los nuevos –, sosteniendo, animando, ayudando en el discernimiento, acercándoos con ternura y amor a las situaciones de sufrimiento y de debilidad en las que pueden hallarse algunos consagrados, y sobre todo iluminando con vuestra enseñanza al Pueblo de Dios acerca del valor de la vida consagrada, con vistas a que su belleza y su santidad resplandezcan en la Iglesia”. La Virgen de la escucha y de la contemplación: “Encomiendo a María, la Virgen de la escucha y de la contemplación, primera discípula de su amado Hijo, este Año de la Vida Consagrada. Hija predilecta del Padre y adornada de todos los dones de gracia, la contemplamos como modelo insuperable de seguimiento en el amor a Dios y en el servicio al prójimo”. AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA1 Mons. José Rodríguez Carballo, Secretario de la Congregación para la Vida consagrada El programa para el Año de la vida consagrada convocado por el Papa Francisco se desarrollará en el transcurso de más de 14 meses. ¿Cuáles son sus objetivos? En la programación del Año de la vida consagrada hemos querido tener presente el camino de la Iglesia en los umbrales del nuevo milenio. Por ello pensamos proponer como objetivos principales los mismos que Juan Pablo II indicó a la Iglesia en la Novo milenio ineunte: hacer memoria agradecida del pasado, vivir con pasión el presente y abrirnos con confianza al futuro. En relación con el primer objetivo queremos mirar sobre todo a estos cincuenta años pasados desde el Concilio. Creemos que el Vaticano II ha sido un don grande para la Iglesia y para la vida consagrada y por eso queremos acercarnos con gratitud a este período de tiempo. En este Año, de modo especial, nosotros, consagrados, queremos “volver a repetirnos” cuán hermoso es seguir a Cristo en la vida consagrada y “gritar” al mundo y a la Iglesia misma esta belleza, avivando de este modo la pastoral vocacional. Durante todo este Año intentamos reflexionar sobre el tema: “Vida consagrada: Evangelio, profecía y esperanza en la Iglesia”. ¿Cuáles serán los momentos más significativos de este Año? Hay diversas actividades en programa. Ante todo conviene recordar que el Año de la vida consagrada iniciará el 30 de noviembre próximo, primer domingo de Adviento. Esta fecha fue elegida intencionadamente, considerando que el Adviento es el tiempo de la esperanza por excelencia; todo el Año está programado, y queremos que se viva, a partir de la esperanza que siempre debe caracteri1 En L’Osservatore (Edición española) del 13 de junio de 2014 página 15 apareció una entrevista de Nicola Gori a Mons. José Rodríguez Carballo, Secretario de la Congregación para la Vida consagrada... sobre el “Año de la Vida consagrada”. Por su interés, la reproducimos íntegra. zar a la vida consagrada, pero especialmente en esta circunstancia. La conclusión será el 2 de febrero de 2016, Jornada mundial de la vida consagrada. En el curso del Año tendremos diversas actividades en Roma, a las que invitaremos a los representantes de todos los consagrados. Durante la semana de oración por la unidad de los cristianos hemos programado, del 2 al 24 de enero de 2015, un encuentro ecuménico de religiosos y religiosas; durante la semana de Pascua, del 8 al 11 de abril, convocaremos a todos los formadores y las formadoras; en la última semana de septiembre, del 23 al 26, tendremos un encuentro para las jóvenes y los jóvenes consagrados, en la última semana de enero de 2016 se tendrá de forma simultánea un encuentro con miembros de los institutos seculares, del Ordo virginum, de los religiosos de vida apostólica, y con las presidentas de las federaciones de contemplativas. En todos estos actos el Papa estará presente, o con una celebración eucarística o con una audiencia especial, como él mismo lo ha manifestado. 11 Pediremos también la colaboración de otros dicasterios o Consejos pontificios de la Curia romana, así como de las uniones de superiores y superioras mayores. Además estamos viendo cómo implicar a las Universidades pontificias para varios seminarios sobre las cuestiones actuales de la vida consagrada. Este Año se introducirá con la plenaria de la Congregación que tendrá lugar del 25 al 29 de noviembre, teniendo como guía el texto evangélico de Marcos “Vino nuevo en odres nuevos”. A la escucha e los caminos del Espíritu se tratará de discernís y orientar la vida consagrada en la fidelidad creativa: Vetera et nova. Quisiera precisar que el Año no se reducirá sólo a estas iniciativas en Roma organizadas por nuestra Congregación en colaboración con las dos uniones de superiores generales; éstas deben ser completadas con otras iniciativas organizadas por las conferencias nacionales y regionales de los consagrados. El encuentro ecuménico con la participación de religiosos de diversas confesiones cristianas, ¿será una ocasión para redescubrir la realidad de la vida consagrada presente en otras formas? Oriente tiene una gran tradición de vida monástica y también en otras Iglesias, donde se desarrollaron actitudes críticas respecto a la vida consagrada, hoy la está redescubriendo. Querremos encontrarnos para enriquecernos recíprocamente y al mismo tiempo profundizar en el así llamado “ecumenismo espiritual”. Como consagrados podemos ofrecer una gran aportación a la Iglesia en este camino. El Papa invita a menudo a prestar atención a la formación. ¿De qué forma habéis acogido su invitación? Como se puede ver en el programa, habrá un encuentro con formadores y formadoras. Queremos ver en qué punto se encuentra la formación, cuáles son sus lagunas y el camino positivo que es necesario seguir potenciando. Puedo decir que un momento importante se reservará a las dimensiones humana y cristiana de la formación. En ningún caso se pueden poner en tela de juicio las 12 indicaciones que nos llegan del Vaticano II: ellas son un punto de partida obligado para todos los consagrados. También durante la plenaria de la Congregación se reflexionará sobre todo esto. ¿De qué pueden quedar fascinados los jóvenes que se acercan a la vida consagrada? Ante todo de Jesús. Es siempre Jesús la persona que conquista y arrastra a los consagrados y a quienes se acercan a la vida consagrada. Nada ni nadie puede ocupar su lugar. Sólo le justifica la opción de la consagración. Otro elemento que atrae mucho a los jóvenes es la vida en común, a condición de que ésta sea realmente fraterna, humana y humanizadora. Los jóvenes quedan fascinados, además, por la opción por los pobres y por la radicalidad evangélica, visibles en las grandes y pequeñas opciones, a través de las cuales la vida consagrada manifiesta su dimensión profética y “despierta” al mundo. ¿De qué modo las congregaciones se insertan en las expresiones culturales de los diversos continentes? Se trata de un gran desafío para los consagrados: inculturar el propio carisma y, viviendo el carisma, evangelizar la cultura misma. Creo que la mayor parte de los consagrados viven su carisma teniendo en cuenta la cultura en la que se encuentran. De todos modos, esta inculturación es aún un gran desafío. También este desafío entrará en la reflexión de la plenaria. ¿De qué modo los contemplativos y las contemplativas han sido implicados en las iniciativas para este Año? Además del encuentro que tendremos en Roma con las presidentes de las federaciones, estamos programando un curso de formación en red para todas las contemplativas. Este curso considerará tanto los elementos comunes a todas las formas de la vida contemplativa, como las características de cada familia o rama. Por otra parte queremos invitar a los contemplativos a formar una cadena de oración por la Iglesia, la vida consagrada y el mundo. Estamos también revisando, para actualizarlos, los documentos que se refieren directamente a esta forma de vida consagrada. ACENTOS EN LA VIDA ESPIRITUAL UN SILENCIO ELOCUENTE1 Rafael Palmero Ramos. Obispo Presidente de CLAUNE ¿Qué dice Dios en su silencio o con su silencio contemplativo? Por toda respuesta, expresando con toda sencillez sus propias vivencias, responden los contemplativos, con su vida, más que con sus palabras: Qué paz y qué sosiego, de qué amor goza el alma en la contemplación, ¡qué noticia de Dios y qué cercanía la Suya! Queridas contemplativas de CLAUNE: os escribí hace unos años esta carta sobre “Los contemplativos, lenguaje de Dios”. Os la ofrezco nuevamente porque sigue teniendo actualidad y puede servir, a mi juicio, para una reflexión prolongada, comunitaria y provechosa. Cuando uno entra en clausura, lo que más llama la atención a los “de fuera” y así se comenta con frecuencia, es que allí se percibe, se respira y hasta se oye el silencio que envuelve, el oasis de reposo, la tranquilidad y el descanso tan diferentes del mundanal ruido al que estamos tan acostumbrados. ¿Qué contemplativo hay que en aquel silencio no tenga una jugosa ‘experiencia’ de Dios? ¿Hay alguien al que no se la haya regalado el Señor? Difícilmente encontraremos un hombre o una mujer que no haya experimentado esta vivencia. Todos los moradores de los monasterios hablan de su propia vivencia, refiriéndose a lo que han gustado, al menos en algún momento de su vida entregada a Dios en la oración. No puede darse, no existe en el mundo ninguna comunicación tan rica, ni tan profunda en formas y modos, tan plena, tan íntima, tan continua, tan amplia, como la que Dios tiene con el alma contemplativa. Y, cuando Él se comunica de forma más intensa, más particular y más plena, sacándonos de nosotros mismos y del mundo que nos rodea, nos sumerge en el más profundo silencio, adentrándonos en El. El alma queda del todo enamorada y anonadada, unida a Dios, arrebatada en Él, que nos regala su propio Ser: su amor, su plenitud, su gozo y su paz. Ningún acontecimiento de este mundo es capaz de alterarnos, mientras permanecemos en aquel estado de unión. Dios se entrega generosamente, revela sus misterios, transforma el alma en Sí mismo. Sólo Él puede ofrecer algo que trasciende y supera del todo los límites de la naturaleza humana. En ese clima la Beata Isabel de la Santísima Trinidad, en cuyo Centenario nos encontramos, escribe: “Oh mis Tres, mi Todo, mi Bienaventuranza, Soledad inconmensurable, Inmensidad donde me pierdo”. El contemplativo es como una esponja en el océano divino. Es bueno que, en la Jornada ‘pro Orantibus’ y sabiendo, como dice Amós, que “Yahvé no hace nada sin ‘consultar’ con sus profetas”, es bueno, digo, que para ayudarnos y estimularnos a vivir nuestro día a día, nos hablen estos hermanos y hermanas del alcance de dicho silencio, misterioso en ocasiones. Los momentos, las horas de soledad del alma en la oración son el mejor regalo y descanso del día. Nadie, a no ser un contemplativo, puede comprender lo que supone el ‘si conocieras el don de Dios’. La vocación contemplativa es, por tanto, un regalo grande de Dios que nunca podrá entenderse ni se agradecerá del todo. 1 Boletín del Instituto Pontificio CLAUNE. Nº 205, Julio – Septiembre, 2014, ps. 351 – 353. Son ellos, los contemplativos, depositarios de los secretos de Dios. En medio de su soledad y silencio, 13 reciben la infusión secreta de la elevación. En ésta se comunica y revela el mismo ser de Dios. “No es pequeño principio del conocimiento de Dios, escribió San Agustín, el conocer ya lo que Dios no es, antes de que podamos saber lo que es”. En ocasiones viene a la memoria una necesidad particular que se ha de encomendar: una persona conocida o desconocida, el Papa, un Obispo, la diócesis, un sacerdote, un pueblo, una nación, un determinado grupo, alguien que está para partir de este mundo a la eternidad... Si el contemplativo vive habitualmente unido a Dios, tal como corresponde, y tiene su pensamiento, su corazón y su conversación en el cielo, esto lo vive, no sólo en los momentos de intensa contemplación infusa, sino en cualquier instante del día, también en medio de una ocupación. Fiel es el Señor que, por el bien de sus elegidos, a nadie deja sin la intercesión de los contemplativos. Y ¿qué dice el contemplativo a Dios? Presenta todas las intenciones que quiere recomendar. Y las de sus hermanos, los hombres, sean bienhechores, personas cercanas o necesitados de ayudas especiales. El contemplativo pasa el día y la noche en ese trato asiduo con el Señor en la oración, en el silencio del amor, perdido en Él. En su misericordia y bondad infinitas. Él regala a veces al contemplativo una viva experiencia fuerte cuando le pide ‘inclinar su oído’ y escuchar su oración. Esto inunda de alegría grande, da un fuerte empuje sobrenatural, al tiempo que compromete a mucho. De ahí que procure, por todos los medios, no distraerse, y mantener la presencia de Dios, sin hablar. Y llega a estremecerse ante tanta misericordia y condescendencia divinas. Más aún, agradece y aprovecha esta intercesión y amor con que Dios le trata e intenta alcanzarla para todos sus hermanos los hombres. Esto 14 es lo que da al alma del contemplativo una alegría y empuje sobrenaturales, maravillosos. Es verdad que ‘nadie puede ver a Dios y seguir con vida’ y que ‘ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que le aman’. Pero, si alguien tiene experiencia de ese ver y ese oír y de ese cielo que nos espera, si alguien ‘sabe’ que Dios existe y que existe el cielo, es sin duda el contemplativo, que tantas veces ya en esta vida mortal ha gustado y experimentado qué bueno y qué suave es el Señor. El lenguaje del contemplativo es, por tanto, su propia experiencia de Dios. Nadie se lo ha contado, sino que él la ha gustado y no una, sino muchas veces; cada vez que el Señor se la regala. l silencio del contemplativo nos habla, también, del sentido de nuestra existencia, de nuestra vocación. Nos explica quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, cuál es nuestra meta y nuestro galardón. Su silencio nos habla de que en Dios vivimos, nos movemos y existimos. Silencio, que es experiencia del Infinito que nos rodea. Estamos, por lo mismo, inmersos en Él. Un silencio llama a otro ‘silencio’, cuando, ‘con voz de aguas caudalosas’, irrumpe en él y lo deja sumergido en su propio Ser. El silencio del contemplativo habla del eterno y de la eternidad, del cielo y de la suprema felicidad, que Dios ha preparado para todos y que nos dará de hecho. Importa, pues, que sepamos gozar de ella. Hay, en todo ello, cierta participación angélica. Son pasos sucesivos hacia “la ascensión a la incorruptibilidad perpetua en la carne corruptible”. Es el lenguaje del santo Obispo de Hipona. Es puro regalo de Dios. “Grandísima merced me hace el Señor —confesaba la Madre Teresa de Jesús— cuando tiene atado el entendimiento... en perfecta contemplación”. DAR TESTIMONIO HOY ¿POR UNA ANIMACIÓN VOCACIONAL VISIBLE Y CREÍBLE?1 Juan Carlos Martos, cmf. La vida religiosa necesita, hoy tal vez como nunca, realizar una pastoral vocacional por contagio y con testigos. Lo sentenció el papa Benedicto XVI en el año 2010: “El testimonio suscita vocaciones”2. Necesitamos testigos antes que otras cosas. Pero, ¿quién es un testigo acreditado? ¿Cómo reconocerlo? Propongo en estas líneas un perfil del testigo. “Perfil” tiene, aquí, el significado de imagen ideal. Cuando se describe la imagen ideal se corre el peligro de olvidar a las personas concretas, de idealizar tanto las cualidades exigibles y de incitar con ello al desánimo por colocar muy alta la meta. Para no caer en esta tentación, digamos de entrada que las cualidades que describimos lo son in fieri, en proceso. El sentido de proceso, o mejor de perfeccionamiento, implica dos criterios: Primero, el de proporcionalidad, según el cual la realidad descrita se posee en grado proporcional a la edad, al nivel de responsabilidad, etc. del testigo. Segundo, el de crecimiento que señala un dinamismo de superación de una realidad que ya se posee, al menos en parte; es tensión hacia el “más”. El ideal es atrayente y suscita dinamismos en la persona. Siempre habrá un desnivel entre la imagen tipo ideal —el perfil— y la imagen real. Este desnivel hace posible el crecimiento y mantiene al testigo en la humildad. Pero ello no justifica la incoherencia y la pereza o desidia. La incoherencia existe cuando el ideal ya no genera superación sino que degenera en coartada para la irresponsabilidad; cuando las palabras no suscitan obras sino que camuflan la inoperancia o indolencia. 1 Agradecemos al P. Juan Carlos Martos su colaboración, que tomamos de Boletín del Instituto Pontificio CLAUNE. Nº 205, Julio – Septiembre, 2014, ps. 346 – 350. 2 BENEDICTO XVI, Mensaje para la XLVII Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. 25 – IV - 2010. 3 JUAN PABLO II, A los religiosos españoles, 1982. 4 Cf. Nuevas Vocaciones para una nueva Europa, 18. c. Dicho esto, describamos quién es testigo. Testigo es todo aquel (persona o grupo) que encarna el valor vocacional, lo hace visible y audible y, porque lo ha vivido o lo está viviendo, puede hablar de ello y avala lo que cree, vive y anuncia. “El testigo no es un simple maestro que enseña lo que ha aprendido, sino alguien que vive y actúa conforme a una profunda experiencia de aquello en lo que cree”3. Testigo es aquel creyente que se convierte en el dedo índice de Juan Bautista y es capaz de señalar a otros la presencia del Señor en su ausencia. Es una persona con experiencia, pero no un visionario Cuando alguien se presenta como testigo habla de su propia experiencia de amistad con Cristo. Es el “hombre de Dios”. Dios es aquel que le llama, que le hace persona, que le abre a la comunión y que le envía a sus hermanos. Esa relación se produce en un encuentro con la persona de Cristo fundado en la fe. No lo reduce a una idea, ni a un ensueño o imaginación. Se trata de un verdadero encuentro con una persona pero en la fe. En base al mismo puede repetir con Pablo aquello de “creí y por eso hablé” (2 Cor 4,13). Solo si es personal, esa experiencia de encuentro puede convertirse en testimonio para otros. Encontrarse con el Señor, verle y oírle bien para ser su testigo, no es un acontecimiento físico. Jesús está realmente presente, pero ha perdido visibilidad con su resurrección. Habita más allá de lo visible. Es el Espíritu Santo quien da la capacidad necesaria para percibir y reconocer al Señor en la historia y en la vida4. La experiencia vocacional necesita penetrar en el misterio de lo existente tras haber traspasado el umbral de lo evidente. No se detiene en la superficie de la realidad, ni en la corteza de los acontecimientos, ni se ciñe al significado trivial de los hechos. Va hasta el fondo y ve más allá de la epidermis. Pero el testigo no goza de una visión diáfana e inmediata, ni de la evidencia. No es un visionario privilegiado. Está en el umbral, en la puerta, en la orilla. Está vigi- 15 lando, a la espera. Dios todavía no ha llegado en presencia total. El testigo presiente, preconoce, pre-dice. Evoca mucho más de lo que explica. Es agraciado con la certeza de la fe en medio de la incertidumbre. Necesita, también él, fiarse de aquel que le ha llamado. Es un comunicador, pero no un charlatán El testigo ha recibido una llamada que le ha invadido, le ha cambiado la vida y le impulsa, a veces a su pesar, a comunicarla a otros. No puede callar. Al hablar de ella, no se detiene en hechos externos o contingentes sino que desvela lo que está más en el fondo: cómo le ha alcanzado al sentido definitivo de su existencia. La vocación es, así, aquella relación con Dios en la que encuentra su identidad. Y de ella debe hablar; más aún, se dice a sí mismo en aquello que dice. La mayoría de nosotros, generalmente de manera inconsciente, ya sabemos del “poder curativo y destructivo que tiene la palabra hablada” (H. Nouwen). Pero, al referir estas cosas, no se prodiga. No trata de bombardear continuamente a los demás con mensajes religiosos. Sólo en breves ocasiones, cuando se le pide, les revela su secreto. Espera el momento favorable y oportuno —kairós— en el que hablar y revelar a otros el milagro y la aventura de su acogida y respuesta a las llamadas recibidas del Señor. El testigo no busca publicitarse sino compartir lo recibido. No pretende deslumbrar, ni seducir, ni convencer, sino invitar a que los otros dirijan la mirada en su misma dirección. No usa de cosméticos ni de maquillajes. Sabe, además, sortear las presiones contrarias que le fuerzan a callar, a silenciar, a rebajar su testimonio o a desfigurarlo. Evita la grandilocuencia y la vanidad como una infidelidad desleal a sí mismo. El testigo es discreto y paciente. Busca más la coherencia interna que la difusión de su testimonio. En esa coherencia encuentra la fuente y culmen de su satisfacción personal. Una coherencia que es, a su vez, fruto de un don que le ha sido regalado. Quien ha descubierto y gustado el secreto de la vida desea comunicarlo a los otros, aunque ello le acarree in- comprensiones, soledades y sufrimientos. Es una persona conocida, pero no un exhibicionista El testigo vocacional auténtico huye de todo protagonismo y ostentación. No es a sí mismo a quien seña- 16 la. No busca atraer las miradas hacia su persona. Fiel al evangelio, no se deja llevar por la vanidad, sino por la gratitud. La gratitud es la memoria del corazón así como la ingratitud es, por el contrario, la amnesia del corazón. Por eso no hará jamás de la exhibición o del “vedettismo” la secreta finalidad de su testimonio. Al contrario, evita la pedantería y la vanagloria. Huye de la hipocresía y de las condecoraciones. El verdadero testimonio contiene un momento de clausura y ocultamiento, que ratifica su autenticidad. Por eso el testigo vocacional sabe esperar, sabe hablar y sabe callar, desaparecer, hacerse pequeño para que Él crezca. Más aún, no se quejará de la incomprensión ni de la ingratitud, ni de la falta de acogida porque no busca aplausos. Tampoco se considerará dañado si aquel a quien ha mostrado el camino le supera por sus dones, ni pondrá en la admiración ajena el éxito de su servicio. El auténtico testigo es aquel que se vuelve transparente, como de cristal, para que quien le mire vea al Señor, para que las miradas ajenas no se detengan en él sino en Aquel a quien testifica. Es una persona íntegra, pero no impecable El testigo se presenta como persona cabal y honesta. Pero no jamás podrá exhibir un currículo inmaculado. No confundamos testimonio con impecabilidad. En ningún sitio está escrito que el testigo tenga que ser perfecto. Se ha dicho acertadamente que “un lugar llamado Camelot y una persona perfecta,... simplemente no existen” (J. Powell). La integridad no significa no cometer nunca errores, sino no permanecer en ellos. El testigo es aquel que muestra una forma evangélica de relacionarse con lo mejor de sí mismo (sin orgullo) y con lo peor de sí mismo (sin camuflajes ni autodesprecios). Dios no elimina en la persona la conciencia de su propio límite, porque el divino “poder se manifiesta en la debilidad” humana. Para transmitirse, Dios elige a personas débiles que reconocen la propia fragilidad. Por ello pueden decir con san Pablo “cuando soy débil, es cuando soy más fuerte” (2 Cor 12, 10). El testigo anda en la verdad. Su palabra no es más ineficaz porque tiemble, ni porque sea tímida y vacilante. Cuando la palabra del testigo es reflejo o eco de otra palabra más fuerte y lleva a ella, la voz del testigo tiembla, pero no de miedo, sino de estremecimiento ante lo que da testimonio y por lo que se reconoce totalmente superado. No le preocupan en absoluto las propias debilidades. No hace apología de ellas, pero tampoco las ve como un signo que desmienta y neutralice su propio testimonio. No es un mediocre ni tampoco un héroe Esta afirmación completa a la anterior. En el ejercicio de su interpelación vocacional, el testigo se sorprende por varias cosas. La primera, que reconoce no tener nada propio de qué alardear. Ve más su propio barro que la tenue luz que la contiene. A un fariseo los pecados le causan vergüenza no dolor y las buenas acciones, vanidad, no alegría. El testigo se sitúa en las antípodas del fariseo. Además, al comunicar su testimonio vocacional, comprende mejor ciertos aspectos de su propia vocación que antes ignoraba, descubre inesperadamente en sí mismo una fuerza persuasiva con la que antes no contaba, supera dudas que creía poseer, se admira de que su palabra, siempre pobre e incapaz, alcance a otras personas y las conmueva y excite. La propia vocación crece y se robustece al testimoniarla y transmitirla. Es la experiencia de la asistencia del Espíritu que actúa no sólo en el que es interpelado, sino también en el que interpela. Por eso, todo testigo encuentra y reconoce esa ley de la paradójica comunicación en su propia experiencia testimonial. Cuando tiene la impresión de encontrarse vacío y sin nada que decir, advierte cómo esa impresión va cediendo poco a poco ante el nacimiento de una palabra o de una actuación que como un relámpago llena de luz las propias sombras del testigo. Es una persona sólida, pero no un solitario Inevitablemente el testigo sabe que su testimonio vocacional no es asunto privado ni intimista. Vive la comunión. Es persona de comunión5. La vocación se percibe y acoge gracias a una nube de testigos precedentes que le han mostrado, acompañado y conducido hacia el Señor. El testigo vocacional se siente fundamentado y, además, agradecido hacia todos aquellos que le han mostrado una diversidad de maneras y caminos de vivir la común vocación a la santidad. Por eso sabe que su testimonio siempre será parcial, como un fragmento dentro del todo. Dios es mucho más grande y está mucho más allá. Reconoce en el mundo a otros muchos testigos y transmisores de Dios con quienes sabe entrar en comunión. Eso asegura y fortalece su testimonio con autenticidad. Luchar contra otros testigos es disipar el testimonio, es neutralizarlo. Acoge en su corazón las palabras de Jesús: “Quien no está contra nosotros, está a favor nuestro” (Mc 9, 40). Un testigo vocacional aprecia, valora y cultiva la comunión entre las diversas formas de vida cristiana, sin denigrar, ni desprestigiar a ninguna de ellas. Todas las vocaciones son necesarias en su variedad para realizar la vocación de la Iglesia, y la vocación de la Iglesia es, a su vez, la de hacer posibles y factibles las vocaciones de y en la Iglesia. Bien asentado en su identidad vocacional personal experimenta cómo coincide. Es una persona fecunda, pero aparentemente estéril Los resultados del propio testimonio nunca están al alcance del testigo. Fracasan aquellos testigos vocacionales que pretenden llevar la contabilidad del número de nuevas vocaciones que han reclutado para “hacer caja”. Se equivocan también los que monopolizan los resultados positivos conseguidos. En otros casos, cuando el ambiente es hostil, aunque les duela la escasez de vocaciones, no caen en las trampas de los números, cuya lógica escapa a todo control. Nunca podrá comprobar la eficacia real de sus desvelos, ni tampoco podrá asegurar que una vocación sea el resultado de su exclusivo celo pastoral. Además, como la cultura actual no apoya ni sirve de soporte al testimonio, el testigo de hoy y el de siempre sabe de rechazos e incomprensiones. El rechazo del testigo no tiene en sí mismo nada de anormal. Es una eventualidad evangélicamente prevista y casi obligada. Le resulta más turbadora y desequilibrante la indiferencia fría y casi universal. Y sabe que frente a ella debe reaccionar siempre desde la confianza y el respeto. Nunca desde la descalificación ni el resentimiento; porque está convencido que a Dios no se le escapa la historia de las manos y allá donde se dé auténtico anuncio del evangelio siempre surgirá, como fruto, seguimiento de Cristo. 5 BENEDICTO XVI, Mensaje para la XLVII Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. 25IV-2010. 17 CONGRESO REGIONAL DE GALICIA - VIDA CONSAGRADA AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA Jesús viene a nuestro encuentro en la Iglesia a través del carisma fundacional de un Instituto: ¡es hermoso pensar así nuestra vocación! Nuestro encuentro con Cristo tomó su forma en la Iglesia mediante el carisma de un testigo suyo, de una testigo suya. Esto siempre nos asombra y nos lleva a dar gracias. Y también en la vida consagrada se vive el encuentro entre los jóvenes y los ancianos, entre observancia y profecía. No lo veamos como dos realidades contrarias. Dejemos más bien que el Espíritu Santo anime a ambas, y el signo de ello es la alegría: la alegría de observar, de caminar en la regla de vida; y la alegría de ser conducidos por el Espíritu, nunca rígidos, nunca cerrados, siempre abiertos a la voz de Dios que habla, que abre, que conduce, que nos invita a ir hacia el horizonte.(Papa Francisco). PROGRAMA DEL CONGRESO VIERNES 20 FEBRERO 20:00 h. Vigilia de oración por la Vida Consagrada En colaboración con las Delegaciones de Vocaciones, de Juventud y de Pastoral Universitaria. SÁBADO 21 FEBRERO Lugar: Seminario Mayor Divino Maestro. 09:30 h. Acogida y acreditación de congresistas 10:00 h. APERTURA DEL CONGRESO Hora intermedia. Intervienen: - Dª Lourdes Grosso García, M. Id, Directora del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada. - Excmo. y Rvdmo. Sr. D. J. Leonardo Lemos Montanet, Obispo de Ourense. 10:30 h. CONFERENCIA La Vida Consagrada en el misterio de la Iglesia. - Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Manuel Sánchez Monge, Obispo de Mondoñedo-Ferrol, Miembro de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada, y Delegado de la Comisión Mixta de la Conferencia Episcopal para los Institutos Seculares. 11:15 h. Descanso y Café 11:45 h. COMUNICACIONES Vida Consagrada y misión: testimonios de santidad consagrada en la “missio ad gentes” de la Iglesia. Ponente: Mons. D. Luis Manuel Cuña Ramos, Archivero de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, y Consultor de la Congregación para la Causa de los Santos. Identidad y Misión de los Institutos Seculares. 18 13:15 h. EUCARISTÍA - Preside: Excmo. y Rvdmo. Sr. D. J. Leonardo Lemos Montanet, Obispo de Ourense. - Canta: Coro infantil de la Parroquia de Cambados. 14:15 h. Comida 16:30 h. CONFERENCIA Los carismas en la Iglesia, don del Espíritu. Ponente: - Excmo. y Rvdmo. Fr. José Rodríguez Carballo, OFM, Arzobispo Titular de Belcastro y Secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica 17:30 h. Descanso. 18:00 h. COMUNICACIONES Nueva evangelización y nuevas formas de Consagración. Ponente: Dª Lourdes Grosso García, M. Id, Directora del Secretariado de la C. Episcopal para la Vida Consagrada. El monacato: primer testimonio de vida consagrada y su influencia en la espiritualidad diocesana. Ponente: Fr. Gerardo Luis Martín, OCSO, Prior del Monasterio de Oseira. 19:00 h. Descanso. 19:15 h. CONFERENCIA Testigos de la radicalidad y sencillez evangélica. Ponente: P. Luis Ángel de las Heras, CMF, Presidente de CONFER Nacional. 20:00 h. Fin de la Jornada. 22:00 h. Visita guiada nocturna a la Catedral de Ourense Con la intervención del “Grupo de zanfonas e cantareiras da Escola Provincial de Gaitas”. DOMINGO 22 FEBRERO Peregrinación de Consagrados y Congresistas al Santuario de Ntra. Sra. de los Milagros. Ponente: Dª Bienvenida García Molinero, Presidenta de 10:00 h. Salida de Ourense (Alameda) la Conferencia Regional de Institutos Seculares de Galicia. - Visita al Monasterio de San Pedro de Rocas 13:00 h. Inauguración Presentación de Carismas 13:00 h. EUCARISTÍA en el Santuario de los Milagros (CONFER-GA) A cargo del P. José Antonio Castiñeira - Preside: Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Julián Barrio Barrio, Chouza, OFM, Presidente de CONFER-GA Arzobispo de Santiago de Compostela Homenaje a cargo de la Real Banda de Gaitas de la 14:00 h. Comida fraterna. Excma. Deputación de Ourense. CLAUSURA DEL CONGRESO ¡CAMINEMOS PARA EL CIELO! + J. Leonardo Lemos Montanet, Bispo de Ourense En un mundo y en una sociedad como la nuestra, en la que nos encontramos inmersos, y a la que por designios de la Providencia debemos amar para poder saber evangelizarla, un mundo transido de un relativismo creciente, de un fuerte subjetivismo y de un hedoismo esclavizador, todo ello recorrido por una moda laicista excluyente, principalmente de todo lo católico, la celebración del V Centenario del Nacimiento de la Santa Madre Teresa de Jesús, carmelita descalza, fundadora y protectora de la Iglesia en España, nos lleva a dar un salto de calidad en nuestra vida y a descubrir que somos ciudadanos del cielo (Flp. 3,20-21) y esta certeza nos hace plantear nuestra existencia no desentendiéndonos de este mundo y de nuestros contemporáneos, sino comprometiéndonos más en serio en convertir nuestra vida en un reclamo de transcendencia para todos los que se encuentren con nosotros. ¡Somos peregrinos de la fe! Aceptemos o no esta realidad nos sentimos arrojados en esta existencia, no como consecuencia de la fatalidad, o por acaso ¡no! nos hemos descubierto existiendo en este mundo por puro amor de Dios. ¡Hemos venido a la existencia por amor! Esta certeza nos impulsa a situarnos en la realidad sabiéndonos peregrinos hacia ese horizonte de eternidad, que arrancando en nuestro corazón, como don de Dios, nos lanza tan alto, tan alto que en este corazón nuestro parece que se juntan el cielo y la tierra. Santa Teresa, madre y maestra de vida interior, nos señala el camino de esa eternidad que ha brotado en nuestro corazón en el Bautismo y ahora nos toca ponernos en camino, en salida hacia ese horizonte que ella expresa con su poesía ayudándonos a descubrir que sabemos de dónde partimos y tenemos la certeza del fin hacia el que nos dirigimos: el cielo. Así llamamos a esa realidad que ni el ojo vio, ni el oído oyó…. Ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo amen (1Cor. 2, 9). La Madre Teresa nos enseña a ir seguros por este camino y nos manifiesta que sin el buen arrimo de la oración es imposible llegar al final, no porque este se diluya, sino porque sin esa actitud orante nos perdemos en nuestra peregrinación y desaparece el sentido sobrenatural que marca la pauta, los ritmos y el sentido de cada etapa que nos acerca a la gloria. Por otra parte, no solo nos muestra la excelencia de la oración, sino que a través de sus obras y de su vida, nos avisa de la importancia que tiene la mortificación, como oración de los sentidos. La Doctora de Ávila nos propone un sentido positivo de la persona, con gran sentido común, entiende que cuerpo y alma constituyen un único todo personal que debe encontrar en sí mismo la energía para el camino. La mortificación es imprescindible y supone un ejercicio constante de afirmación de la voluntad. Vivir el espíritu de la cruz en la existencia cotidiana es abrir una puerta a la esperanza. Cuando el ser humano se 19 convierte en un yo autorreferencial, en donde lo suyo, sus cosas, sus caprichos, sus criterios, sus pasiones negativas van ocupando el terreno de los otros, incluso de Dios, entonces nos damos cuenta de que se va empobreciendo nuestro ser. Para abrir el corazón a los demás, por consiguiente, también a Dios, necesitamos ejercitarnos en la mortificación positiva y alegre por medio de esos ejercicios que nos liberan radicalmente y que nos impiden caer en la esclavitud de nuestro propio yo. Son precisamente esas mortificaciones pequeñas, que hacen más agradable la vida de los que conviven con nosotros y que nos hacen dueños y señores de la realidad y de nosotros mismos, las que constituyen una vida de auténtica caridad, necesaria para todo peregrino cristiano y que constituye el humus imprescindible en la eternidad; porque la caridad no pasa nunca (1 Cor. 13, 8) Santa Teresa nos recuerda además, que es muy bueno vivir la experiencia de la precariedad: Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa… En una sociedad como la nuestra, vivir así nos ayuda a estar disponibles, a sentirnos seguros en las manos de Dios: quien a Dios tiene nada le falta: solo Dios basta. Es en esta situación vital, de manera especial de aquel que vive una vocación de especial consagración, en donde germina y da flores, y frutos, la obediencia, la pobreza y la castidad. ¡Que difícil es vivir cada uno de estos consejos evangélicos si no se lucha por conseguir los otros! ¡Hermosa armonía del espíritu humano que encuentra un eco singular en este equilibrio existencial que configura una rica personalidad! La precariedad nos ayuda a colocarnos en las manos de ese Dios, al que descubrimos como Padre providente, que nos primerea en el amor y que ni nos dejará caer, ni permitirá que nos perdamos. Nuestra Iglesia particular, desde hace cincuenta años, se siente embellecida con la presencia de un palormarcico teresiano. Fue deseo de mi venerable predecesor, Monseñor Don Ángel Temiño Saiz, erigir un convento de carmelitas descalzas en el monte Ervedelo, a los pies de los Seminarios. Sabemos bien que aquel pequeño 20 grupo de carmelitas descalzas, que vinieron a fundar un convento en Ourense, iniciaron su vida comunitaria en el piso superior del Obispado. ¡Fue un signo providencial! El Carmelo nació en la Casa del Obispo, que es tanto como decir, estuvo y está en el corazón de aquel que es padre, hermano, amigo y maestro de esta comunidad de fe que peregrina en estas tierras ourensanas. Desde el primer momento, la reforma de aquella gran mujer que fue Teresa de Jesús, tuvo como finalidad la Iglesia. Eran tiempos recios los que se vivían en aquellos momentos y la Santa de Ávila, sin entrar en aquellas diatribas doctrinales que estaban resquebrajando, una vez más, la túnica inconsútil de la Iglesia Católica se propuso algo muy claro: ¿Qué podemos hacer ante tan grandes males que sufre la Iglesia? Con sus respuestas tan concretas, se perfila, una vez más, la gran intuición de aquella que muchos siglos después sería declarada Doctora de la Iglesia. Ella sostendrá que lo mejor que se puede hacer es que aquel pequeño grupo de mujeres se esfuerce por vivir con autenticidad la vida evangélica; es decir, pide a sus monjas que sean buenas cristianas. Ella no va a dar el primado a la acción, de ahí que el primero y mejor de los servicios a la Iglesia en aquellos momentos será vivir con radicalidad los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese, dice ella, y procurar que sus hijas hagan lo mismo. Para Santa Teresa lo prioritario será, pues, cuidad la oración y la contemplación. Orar por la Iglesia, contemplar para la Iglesia, es la finalidad que le ha movido a hacer con tanta estrechez este monasterio, así nos lo dice al comienzo de su Camino de perfección. La Santa de Ávila consideraba la oración como un medio apostólico imprescindible, de ahí que su preocupación fundamental fue cuidarla y buscar lugares adecuados para vivirla con autenticidad para gloria de Dios y bien de su Iglesia. Este proyecto teresiano se concretó en una serie de detalles: la obediencia a la jerarquía y docilidad al magisterio. Esto le llevó a sentirse hija de la Iglesia y este sentimiento hizo crecer en el corazón aquel gran deseo de morir y padecer por aquellas almas que se perdían en la vieja Europa como consecuencia de las violentas divisiones doctrinales. Esa fue la pasión dominante que le acompañó hasta el final de su vida terrena en la que llegó a decir: Oh, Señor y Esposo mío; ya es llegada la hora por mi tan deseada; hora es ya, Dios mío, que nos juntemos; y dando muchas gracias a Dios que le había hecho hija de la Iglesia, y repetirlo muchas veces1 (*). Hoy, como ayer, en donde percibimos signos de desafección a la Iglesia, el último testimonio de Santa Teresa es un ejemplo elocuente de fidelidad y amor a la Iglesia. Cuando ella sintió que perdía las fuerzas, acogió la muerte con serenidad dando gracias a Dios por verse hija de la Iglesia y por morir en su seno. El V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús tiene su centro en Ávila, ciudad donde nació en 1515, y en los otros lugares marcados por su presencia; también nosotros nos honramos de tener en nuestra Iglesia particular una presencia viva de Teresa de Jesús a través de sus hijas, de ahí que en sintonía con toda la Iglesia en España y el Carmelo de toda la Iglesia Universal, queremos celebra este Año Jubilar Teresiano, y queremos hacerlo en el marco de este proyecto pastoral que nos hemos trazado para toda la Diócesis: Ourense en misión con María. Habiendo iniciado ya, el pasado 8 de septiembre, nuestra Año Jubilar Mariano, con motivo del cincuenta aniversario de la coronación canónica de la imagen de Nuestra Señora de los Milagros, nos unimos a toda la Iglesia para vivir este acontecimiento y establecemos aquellos lugares en donde se puede lucrar la indulgencia jubilar teresiana, de acuerdo con las condiciones establecidas por la Iglesia: ✔ Iglesia conventual de las Madres Carmelitas de Vistahermosa. Ourense. ✔ Capilla del Santo Cristo de la S. I. B. Catedral de San Martiño, en la cual se venera una imagen de Santa Teresa. 1 Bibliotheca Mistica Carmelitana, t. 18, p. 83. ✔ Iglesia del Convento de la Esclavas del Santísimo y de la Inmaculada, de la ciudad de Ourense. ✔ Iglesia conventual de Santa Clara de Allariz. ✔ Iglesia conventual de San José de Vilar de Astrés. Además de estos templos vinculados a la vida contemplativa, designamos, también, a los siguientes templos parroquiales y diferentes zonas de la Diócesis y rogamos encarecidamente a los sacerdotes encargados de los mismos que, a lo largo de todo este Año Teresiano, presten una atención especial al culto de Santa Teresa, a través de la imagen de esta santa que se venera en las respectivas iglesias y que, en su día ha sido objeto de devoción y debe seguir siéndolo para el bien espiritual de nuestro pueblo. ✔ Zona de Verín. San Estevo de Trasestrada ✔ Zona del Ribeiro: Carballeda de Avia ✔ Zona de Castro Caldelas: Santuario de los Remedios de Castro Caldelas ✔ Zona de A Peroxa: Santa María de Melias ✔ Zona de Celanova. Santa Baia de Berredo ✔ Zona de A Limia. San Xoán de Rairiz de Veiga ✔ Zona de Bande-Entrimo: San Mamed de Grou ✔ Zona de Allariz: Santa Mariña de Augas Santas Dado en Ourense, el día 15 de octubre, festividad de Santa Teresa de Jesús. SANTA TERESA Y LA NUEVA EVANGELIZACION José Gómez López Teresa de Jesús, mujer excepcional, escritora genial y fecunda, excelente maestra de oración es una de las santas más destacadas de la Iglesia católica y una de las místicas más reconocidas. Precisamente por concurrir en ella tales cualidades es también modelo y protectora de la nueva evangelización, según lo expresa el pastoralista Jorge Zazo de quien recogemos algunas sugerencias. El título de “modelo de la nueva evangelización” suscita inevitablemente la pregunta: ¿En qué sentido puede una monja de clausura del siglo XVI ser referencia en la encrucijada actual para presentar el mensaje evangélico a los hombres y mujeres de hoy? Ante todo conviene tener presente que la transmisión de la fe no es, en primer lugar, una cuestión de métodos o estrategias. No existe una mercadotecnia religiosa, unas fórmulas infalibles para conectar con la sensibilidad contemporánea y hacerle más atractiva la propuesta de la salvación. Las nuevas expresiones y los nuevos métodos a los que hace referencia San Juan Pablo ll, solo pueden ser el resultado de un nuevo ardor. Ese fuego es el que nace en el corazón por el encuentro personal, renovado en la oración diaria con el Señor Jesús a quien Teresa reconoce como el Amigo verdadero y el Esposo fiel. Amistad y desposorios son lenguajes del amor. Como enseña el papa en la Lumen Fidei (nº. 47) amar significa mirar la realidad con los ojos del amado. Al contemplar a los demás como Cristo los ve, santa Teresa se conmueve por quienes, no participando de la alegría de la fe. se sumergen en la tristeza eterna. Ella entonces se determina a pasar cualquier trabajo por ofrecer a sus hermanos el gozo de la salvación (cfr.Vida, 22 22, 6) Considera más valioso una sola alma ganada para Dios que cualquier otro servicio que le pudiera hacer (cfr. Fundaciones. 1.7). Su contacto asiduo con el Resucitado lleva a la Santa no solo a cambiar su vida, sino también a transformar las estructuras eclesiales en que vivía, para responder adecuadamente e la Modernidad que se estaba fraguando. En efecto, a la Santa de Ávila se la suele presentar con una pluma en la mano y pocas iconografías son tan fieles a la realidad como en este caso. Porque la mística Doctora no solo compuso poemas, villancicos y libros de elevada espiritualidad, sino que dedicó buena parte de sus días y sus noches a escribir cerca de 15000 cartas que tienen como destinatarios a personas de todos los estamentos sociales. Así lo manifiesta la misma Teresa. Estamos en Febrero de 1577. Pasan ya de las doce de la noche y en la fría oscura celda del Carmelo una ya anciana Teresa de Jesús, enferma y asediada por los problemas que atraviesa su Orden, toma pluma y tintero y rasga con su vibrante grafía un pliego de grueso papel. Alumbrada por la luz de una palmatoria, Teresa traza una cruz en el encabezado y escribe: “La gracia del Espíritu Santo sea con vuestra reverencia”. Su destinatario es el carmelita italiano Ambrosio Mariano que reside en Madrid. En una extensa misiva Teresa cuenta, entre otras muchas cosas, que esa misma noche lleva media docena de cartas escritas y otras tantas son las que le quedan por escribir: al obispo Ávila, al de Cartagena, a unos teólogos abulenses, a las monjas del Carmelo de Caravaca, a madre del Visitador de la Orden. En otras ocasiones los sobrescritos reflejan nombres ilustres como la Duquesa de Alba, el Conde de Olivares, el cardenal de Toledo o incluso “la sacra. católica real Majestad del Rey. Toda una osadía en el contexto social y absolutista del siglo de Oro, por tratase de una simple monja de humilde cuna. Otras veces los destinatarios son personas anónimas de la época como familiares, amigas de la infancia, novicias, frailes, doctores, meros empleados de llevar el correo, damas nobles, prioras de convento, comerciantes y personajes de las más diversas geografías desde Roma hasta Madrid, de Quito a Salamanca, de Lisboa a Sevilla. Todas poseen un elemento común: en todas se presenta como lo que es: un testigo de Dios que mezcla asuntos cotidianos con la presencia de Cristo; toda una agencia de comunicación, precursora de la cultura del encuentro y de la “Iglesia en salida” en pleno siglo de Oro. Todo ello lo hizo Teresa de Jesús gracias al encuentro con Cristo y la transformación que el amor de Dios realizó en ella por el Espíritu Santo derramado en su vida. Esta es precisamente la tarea que los cristianos estamos llamados a afrontar en esta hora: una conversión que solo es auténtica si es fecunda. Si -en palabras del papa- nos pone en estado de misión apostólica.. La felicidad irradia, es contagiosa, permite a cuantos nos rodean vislumbrar la belleza de Aquel que puede disipar toda tiniebla. La Iglesia en Orense quiere seguir pasos de la Santa de Ávila y afronta, con ocasión del quinto centenario de su nacimiento, una profunda conversión que la conduzca a una mayor audacia evangélica y a un nuevo estilo pastoral de cercanía y comprensión. Para ello contamos con la ayuda de nuestra Madre la Virgen María que como en Cana de Galilea dice a su Hijo: “No tienen el vino de la entrega y del ardor apostólico” y a nosotros: “haced lo que Él os diga”. A esto precisamente nos invita nuestro Pastor con la exhortación: “Ourense en misión con María”. ORACIÓN PARA EL V CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE SANTA TERESA DE JESÚS Dios, Padre nuestro, te alabamos y te bendecimos, porque nos concedes la gracia de celebrar el V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús. Señor Jesucristo, “amigo verdadero”, ayúdanos a crecer en tu amistad, para que, como Teresa, hija de la Iglesia, demos testimonio de tu alegría ante el mundo, atentos a las necesidades de la Humanidad. Espíritu Santo, ayúdanos a avanzar, “con limpia conciencia y humildad”, en el camino de la vida interior, cimentados en la verdad, con renovado desprendimiento, y amor fraterno incondicional. Como Teresa de Jesús, maestra de espiritualidad, enséñanos a orar de todo corazón: “Vuestra soy, Señor, para Vos nací ¿qué queréis, Señor de mí? Amén. 23 LA VIDA CONSAGRADA EN OURENSE Jorge Juan Pérez Gallego. - Delegado episcopal para la Vida Consagrada Agradecimiento por su pasado A la luz del Concilio Vaticano II, especialmente del Decreto Perfectae Caritatis, comprendemos que la vida consagrada debe ser una perfección de la caridad como expresión más plena de la consagración bautismal1. Este Año de la Vida Consagrada es una ocasión propicia para releer este Decreto conciliar, así como la Exhortación apostólica postsinodal Vita Consecrata de San Juan Pablo II, que retoma muchos textos del magisterio precedente. El Código de Derecho Canónico engloba bajo el término “vida consagrada” a Congregaciones religiosas, Institutos seculares y Sociedades de vida apostólica2. Todos ellos profesan al menos los tres votos distintivos de la secuela Christi: pobreza, castidad y obediencia. La vida consagrada es Iglesia diocesana, y como tal, participa de su misión en comunión con todos los hijos de Dios que peregrinamos en Ourense; es más, por su especial consagración, por su testimonio de vida en común –en el caso de los religiosos y religiosas- y por la misión que desempeñan, todos ellos influyen decisivamente en la vida y santidad de nuestra Iglesia diocesana3. Desafortunadamente, a pesar de cincuenta años de reflexión teológica postconciliar, en ciertos ambientes diocesanos pervive todavía la idea de que el sacerdocio sí es esencial a la Iglesia, pero no así la vida consagrada. Ella está llamada a ser una expresión de la radicalidad y sencillez evangélica como fruto de la gracia bautismal en el seno de la Iglesia, a la que hermosean en sus múltiples formas, dones y carismas, como una esposa que se arregla para su esposo (cf. Ap 21, 2)4. 1 Cf. Decreto Perfectae caritatis (=PC ), n. 5. 2 CIC 573. 3 Cf. Constitución dogmática Lumen gentium, n. 44; Exhortación apostólica postsinodal Vita Consecrata (=VC), n. 29. 4 VC 19. 24 Basta con mirar la geografía de nuestra diócesis y examinar las huellas históricas y artísticas, para darnos cuenta de la numerosa presencia de consagrados –especialmente eremitas y monjes- que vivieron su vocación y desarrollaron su misión en tierras ourensanas. Pero todos nosotros, además somos herederos de un rico patrimonio inmaterial, espiritual, humano y cultural, que se ha ido configurando a lo largo de los siglos. Cómo olvidar, por otra parte todo el patrimonio material y las innumerables edificaciones que han erigido tanto en la ciudad como en diferentes villas y aldeas de nuestra provincia, llegando a ser en ocasiones el primer factor de referencia de las mismas. La historia de la Iglesia en Ourense quedaría incompleta sin un estudio serio de esta página, que con sus luces y sombras, refleja la fe y generosidad de nuestros antepasados. Sería sin duda, un trabajo asombroso, y por otra parte, prácticamente inacabable debido a las incalculables presencias que a lo largo del tiempo, añadiendo a ello el hándicap de la falta de documentación para su estudio, sobre todo en el caso de las presencias más remotas. Exponentes preclaros del pasado glorioso de la vida consagrada de Ourense son los santos y beatos, muchos de ellos mártires, los mejores hijos de esta Iglesia, y los fundadores nativos en estas tierras. Los innumerables misioneros consagrados ourensanos que salieron desde la primera hora hasta nuestros días a anunciar el Evangelio a otras tierras, convierten a nuestra diócesis en una de las más misioneras de España, han sido y siguen siendo todavía hoy un referente y una profecía de la naturaleza intrínseca de la Iglesia. Don de Dios en el “hoy” de nuestra Iglesia El Espíritu Santo sigue asistiendo a la Iglesia y la sitúa continuamente en salida hacia la humanidad con la urgencia de la caridad de Jesucristo. Este mismo Espíritu anima a los consagrados y consagradas a implicarse en la historia de los hombres y de esta Iglesia particular, con una actitud de servicio generoso y desinteresado desde el carisma específico de su Instituto o Congregación5. Nuestra comunidad diocesana debe acoger agradecidamente este paso de Dios por sus vidas, esta fuerza de caridad para su misión y aprovecharse de los bienes espirituales de la santidad de estos hermanos y hermanas. En la actualidad son más de 500 los consagrados que viven su entrega al Señor en nuestra diócesis de Ourense, hombres y mujeres que llamados por Dios, han hecho de sus vidas un holocausto, un don de sí mismos a Dios y a los hombres en el seguimiento de Jesucristo. En total 25 Órdenes, Congregaciones e Institutos seculares diferentes que a través de sus 43 comunidades religiosas y centros respectivos, conforman una presencia consagrada significativa en nuestras diócesis, no sólo en la ciudad sino también en sus principales villas y poblaciones: Allariz, Baños de Molgas, Carballiño, Celanova, Maceda, Oseira, Ramirás, Ribadavia y Verín. Como dijo entonces el ahora Papa emérito Benedicto XVI: “¡Qué pobre sería la Iglesia sin la vida consagrada!”. Qué pobreza sería para nuestra diócesis la carencia de tantos consagrados en las fronteras del sufrimiento humano y de la formación integral: residencias de ancianos, casas de acogida para mujeres, niños y jóvenes, hospitales, inmigrantes, colegios, parroquias. 5 Cf. VC 19. No podemos olvidar la intangible labor que realizan con sus vidas sencillas tantos hermanos y hermanas que en la soledad del claustro viven su dedicación a Dios y su entrega por esta humanidad a través de la oración, la contemplación, el estudio de la Palabra de Dios y el trabajo manual. Son los monjes y monjas contemplativas que fecundan espiritualmente nuestra diócesis, y desde ella a toda la Iglesia y a todo el mundo: carmelitas descalzas, cistercienses, clarisas y esclavas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada llenan de Dios las horas de sus vidas para ser como estrellas que nos recuerdan la perfección a la que todos hemos sido llamados por el bautismo: santos e irreprochables ante el Padre por el amor (Ef 1,4), convocados, como diría san Ignacio para alabar, reverenciar y servir a Dios nuestro Señor. Los contemplativos nos ofrecen con una vivencia particular del Evangelio, el horizonte de plenitud hacia el que caminamos guiados por la fe, desde una concepción evangélica de la vida y una antropología trascendente que sitúa a Dios en el centro de nuestras vidas. La vida consagrada en todas sus formas y expresiones es una palabra profética para nuestra Iglesia y para el hombre hoy, descentrándonos del egoísmo narcisista y de la autorrefencia, así como de la tentación de autorredención, para situarnos en la órbita trinitaria y oblativa del amor divino. 25 La tarea evangélica de la comunión en el futuro Es la hora de “ser uno” en la caridad, de sabernos todos miembros de una única Iglesia, y de peregrinar en la diversidad de carismas y ministerios en esta tierras de Ourense unidos a nuestro Obispo y siguiendo al único Pastor que es Jesucristo. Es el momento de ofrecer al mundo un testimonio inequívoco de comunión al servicio del Reino de Dios para que el mundo crea que en Jesucristo. Todos los bautizados hemos de sentir la urgencia de esta misión, irrealizable si no vivimos entre nosotros el expreso deseo de Jesucristo: “que todos sean uno”, desde la unidad que brota del amor de Dios manifestado en Jesucristo: “como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno” (Jn 17,21). Esta unidad en la caridad se ha de traducir en una misión conjunta en la Iglesia, desde el conocimiento, el respeto y la aceptación recíproca en la diversidad. Es la hora de valorar y de integrar a todos y a todas en la única misión de la Iglesia, también a los consagrados. La vida consagrada fecundiza cuando permanece fiel a su identidad y a su carisma, y a la vez ofrece a la Iglesia una capacidad humana rica en dones y carismas, así como unos grandes recursos evangelizadores que responsablemente han de ser acogidos y potenciados al servicio de la misión. Creemos en una Iglesia que evangeliza por la fuerza del Espíritu y de la caridad, que va más allá de las meras capacidades físicas, humanas e intelectuales, por eso todos debemos contribuir aportando 26 lo mejor de nosotros mismos, “el amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rom 5,5). Él es quien nos enseña en cada momento histórico y en cada circunstancia a buscar caminos nuevos para el amor al servicio del Reino. Un Congreso para la esperanza A todo cuanto hemos dicho nos debe ayudar este año dedicado a la Vida Consagrada, convocado por el Papa Francisco. Nuestra Iglesia de Ourense, con su Obispo y Pastor, D. Leonardo Lemos Montanet, se ha implicado totalmente en este tiempo de gracia que se nos ofrece a todos para redescubrir, valorar, celebrar y vivir el don de la consagración. Entre las numerosas iniciativas que se llevarán a cabo en el marco de este Año, sobresale el Congreso Regional de Vida Consagrada que acogerá la diócesis auriense en el próximo mes de febrero. Será una oportunidad para conocer más a fondo esta realidad esencial en la Iglesia y a menudo desconocida. Serán tres días de formación, oración y encuentro no sólo para los religiosos y consagrados presentes en Ourense, sino para toda la Iglesia en Galicia, convocada a participar y celebrar la consagración a Dios en la vida de tantos hermanos y hermanas. Ellos son una riqueza y una fuerza para la Iglesia. Su vida profética se manifiesta al mundo como una luz que prende en el corazón de Jesucristo y se derrama sobre el mundo en un infinito e imparable haz de carismas y de obras apostólicas, como signo de la presencia del Resucitado entre nosotros. HIMNO PARA O CONGRESO DA VIDA CONSAGRADA Antonio F. León 27 28 RECUPERAR EL SENTIDO CRISTIANO DEL DOMINGO EN EL 8º AÑO DE CAMPAÑA GUIONES LITÚRGICOS PARA EL 2º Y 3º DOMINGOS DE PASCUA Guiones Litúrgicos ✡ Introdución / 2º Domingo Pascua Campaña a favor do Domingo Félix Álvarez Rodríguez Rutina igual a ruína? Non sempre. Rutina igual a arte? Moi ben pode ser. E inda direi que rutina igual a nova oportunidade. De forma cotiá celebramos a santa Misa; anualmente, recordamos a importancia e centralidade da Pascua e celebrámola; unha vez máis, publicamos esta sección onde recordamos a importancia do domingo... se sentimos a tentación de deixala a un lado, pensemos que non é tanto para nós coma para aqueles que se alonxaron desta mentalidade, que nós somos os mensaxeiros e non os destinatarios, que se nos toca volver a esta campaña é porque o básico celebrativo cristián non sempre se observa. Quen sabe se este ano non debiamos ocuparnos máis da linguaxe non verbal que das palabras, da forma de celebrar máis que de falar moito sobre a celebración, de indicar o camiño cara o Resucitado máis que de querer que a xente camiñe pola nosa senda particular. Por eso, que non se apague a luz pascual e que a alegría da Pascua sexa a nosa mensaxe: CRISTO RESUCITOU. Non un recordo dun feito pasado senón un recordatorio permanente desa triple mirada a Cristo: cara o pasado, buscando o seu paso térreno, coñecendo os Evanxeos; cara o futuro, para anclarnos nel como meta e fonte de sentido; dende o presente, sabendo que vive e nos acompaña. Ante nós, a elección: rutina como desgaste e tebra, rutina como creatividade e arte. Domingo 2º del Tiempo Pascual Ciclo B 12 de ABRIL de 2015 Francisco Pernas de Dios 1 MONICIÓN INICIAL Sed todos bienvenidos a la Eucaristía del segundo domingo de Pascua. Nuestra Iglesia diocesana nos invita, en este domingo y el siguiente, a reavivar la importancia del día del Señor. “É domingo, xuntos na misa, alegres na esperanza”, para alimentar nuestra fe, recuperar la alegría del encuentro con el resucitado y salir gozosos a proclamar la alegría de sentirnos salvados. Vivamos con gozo nuestra “pascua semanal”, agradeciendo la misericordia que Dios tiene con nosotros y proclamando como aquellos primeros cristianos: “Sin el domingo no podemos vivir”. 2 Acto Penitencial Si hubiéramos creído más profundamente que el Señor resucitó y que vive entre nosotros, valoraríamos más nuestro encuentro dominical alrededor de la mesa de la Palabra y el Pan de la vida. Para participar más plenamente en esta Eucaristía pidamos al Señor que nos perdone. (Pausa) • Señor Jesús, tú nos dices: “La paz esté con vosotros” mientras estás presente ente nosotros por tu palabra y por tu cuerpo eucarístico… asumiendo nuestra responsabilidad en las divisiones de tu Iglesia te decimos. R/ Señor, ten piedad de nosotros. • Cristo Jesús, tú nos dices: “La paz esté con vosotros” mientras perdonas nuestros pecados… por dudar de tu misericordia entrañable te suplicamos. R/ Cristo, ten piedad de nosotros. • Señor Jesús, tú nos dices: “La paz esté con vosotros” mientras nos envías a compartir tu paz con todos… por nuestros miedos a la hora de proclamar nuestra fe te rogamos. R/ Señor, ten piedad de nosotros. Señor, perdona nuestros pecados mientras estamos unidos en oración. Llévanos a todos a las alegrías de la vida eterna. ➠ Guiones Litúrgicos 2º Domingo Pascua 29 Domingo 2º del Tiempo Pascual (Ciclo B) 3 Liturgia de la Palabra ✔ Hch.4,32-35: Todos pensaban y sentían lo mismo. ✔ Sal. 117: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. ✔ 1Jn.5,1-6: Todo lo que ha nacido de Dios vence el mundo. ✔ Jn.20,19-31: A los ocho días llegó Jesús.. 4 Reflexión Homilética Un año más, nuestra Iglesia diocesana nos invita a reavivar la importancia del domingo. Cada domingo, Cristo resucitado nos convoca a sus discípulos, como hizo en los primeros tiempos, para sentirle presente en su Palabra, en el Pan de la Eucaristía y en la comunidad reunida. Necesitamos pararnos y escuchar su llamada para que la secularización actual no nos arrastre y perdamos la identidad de nuestro domingo: Día de Cristo resucitado que reúne a su comunidad para enviarla al mundo a dar testimonio de la alegría de la fe. Hoy es urgente este testimonio ante tantos alejados de la comunidad. Un testimonio personal y comunitario. A ello nos invitan las lecturas de hoy: ➠En la primera lectura, San Lucas, describe cómo los primeros cristianos intentaron ser una comunidad de fe: Oraban juntos, celebraban la Eucaristía, y se preocupaban por los necesitados entre ellos. Esa sigue siendo la misión de toda comunidad de creyentes hoy. ➠San Juan nos recuerda que esa fe es una exigencia del Bautismo que nos inserta en el Cuerpo de Cristo, su Iglesia, y tenemos que vivir como miembros vivos y en armonía, superando divisiones, conflictos y rivalidades, practicando el amor… para dar testimonio de nuestra fe de modo creíble. ¿A quién vamos a evangelizar si andamos divididos y cada uno detrás de su propio interés?, nos recuerda el Papa Francisco. ➠En el evangelio vemos cómo la fe se resiente cuando abandonamos la comunidad. Tomás no estaba con el grupo. ¿No nos pasa eso hoy también? Cuando abandonamos la comunidad la fe se debilita y se muere. Cristo resucitado nos busca y nos quiere reunir en la comunidad, cada ocho días, el día del Señor. El apóstol Tomás confiesa su fe una vez que, reunido con los otros apóstoles, encontró al Señor Resucitado en la Comunidad. Es ahí donde fortalecemos nuestra fe para salir a la misión siendo testigos de misericordia y reconciliación. 5 Para la vida ¿Cómo fortalecer hoy nuestra vida comunitaria? Recuperando el domingo y su alma: La Eucaristía dominical. Celebrándola con gozo, aunque suponga un pequeño o gran sacrificio tener que desplazarse para participar, daremos testimonio de lo que creemos y en quién creemos y renovaremos el entusiasmo para salir al encuentro de los que han abandonado la reunión dominical y animarles a volver. Dejémonos encontrar por el resucitado, sintamos el gozo de su misericordia que nos acoge y perdona cuando nos acercamos arrepentidos a él y no rehuyamos tocar la “carne sufriente de Cristo” en tantos crucificados que hoy llevan también la señal de los clavos del dolor en sus manos. Salgamos, como nos manda el resucitado contando con la fuerza de la comunidad, a llevar la Buena Noticia del amor de Dios que nos perdona a todos, sin exclusión. Como María discípulos-misioneros que llevamos al Señor con prontitud al mundo. 30 3º Domingo Pascua Guiones Litúrgicos Domingo 3º del Tiempo Pascual (Ciclo B) José Antonio Gil Sousa 19 de abril de 2015 “Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona” 1 Introducción 3 Reflexión Homilética Seguimos avanzando por la senda gozosa de la Pascua. Celebramos hoy el tercer domingo de Pascua. Durante la Cincuentena Pascual estamos llamados a contemplar los gestos y escuchar las palabras del Resucitado. El Señor sale al encuentro de sus discípulos, para fortalecer la comunión con ellos, reanimando la esperanza de sus corazones, y para enviarlos a predicar el Evangelio. En el relato evangélico de hoy, se nos describe la aparición del Resucitado a los discípulos en Jerusalén. Los dos que habían vuelto de Emaús contaban a los demás discípulos cómo habían reconocido al Resucitado al partir el pan. El Evangelio nos dice que Jesús les mostró las manos y los pies, porque no terminaban de creer. Cada domingo tenemos la oportunidad de descubrir la presencia del Resucitado entre nosotros, escuchando su Palabra, al partir el Pan y en el seno de nuestra Comunidad cristiana. La Eucaristía es el lugar privilegiado para que los creyentes abramos los ojos de la fe y nos encontremos con el Resucitado que alimenta nuestra vida con su Cuerpo y su Sangre y a sí nos abre a la esperanza. Es Cristo resucitado quien se hace presente en medio de nosotros en la Eucaristía dominical ofreciéndose como Pan de Vida en ese maravilloso encuentro que es la comunión eucarística que, a su vez, anticipa el encuentro definitivo con el resucitado colmando así nuestra esperanza. Por eso seguimos insistiendo en que cada Domingo debemos vivirlo “xuntos na Misa, alegres no esperanza”. 2 Palabra de Dios ✔ “Hch.3,13-15.17-19: “Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muerto”. ✔ Sal.4: “Haz brillas sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor” ✔ IJn.2,1-5: “Él es víctima de propiciación por nuestros pecados y también por los del mundo entero”. ✔ Lc.24,35-48:“Así estaba escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día”. En la celebración cristiana del domingo actualizamos el Misterio Pascual de Cristo. Celebramos el domingo por la venerable resurrección de Jesucristo, no solo en Pascua, sino cada semana. El anuncio de la resurrección del Señor continúa siendo la noticia decisiva de la fe cristiana. Las palabras que Pedro dirige a la gente representan una profesión de fe en Cristo, muerto y resucitado. Aquellos primeros discípulos son testigos de que Dios resucitó a Jesús de entre los muertos. Para participar en profundidad del triunfo del Resucitado hemos de convertirnos. La Eucaristía debe ser para los cristianos principio de vida y fuerza para un nuevo estilo de resucitados. Si no es así deberíamos preguntarnos si no estaremos traicionándola con nuestra mediocridad. Tanto la primera lectura como el Evangelio nos invitan al arrepentimiento y a la conversión. El Resucitado permanece siempre con nosotros y nos libera de toda esclavitud. Hemos sido rescatados a precio de la sangre de Cristo. Como nos dice la segunda lectura, Él es víctima de propiciación por los pecados de todos los hombres. 4 Para la vida La relación esencial entre Iglesia y Eucaristía se expresa de manera particular el día en que toda la comunidad es convocada para conmemorar la resurrección del Señor. La Eucaristía dominical, con la presencia comunitaria y la solemnidad por celebrar el día en que Cristo resucitó, subraya con nuevo énfasis esta dimensión eclesial comunitaria. Al ser la Eucaristía el verdadero centro del domingo, se comprende por qué, desde los primeros siglos, la Iglesia no ha cesado de afirmar su necesidad e incluso la obligación de participar en ella. Al principio, era tanto el deseo que los cristianos tenían de participar en ella, que no se consideró necesario ponerla como precepto, decían: ‘Nosotros no podemos vivir sin celebrar el día del Señor’.
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