LAS EDADES DE UNA ERA - Pascual Rodrigo, Ángel

LAS EDADES DE UNA ERA
APUNTES SOBRE EL PROCESO CÍCLICO
DE LA ERA CRISTIANA
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Ángel Pascual Rodrigo
Resumen final de Alejandro Corniero
Estos apuntes fueron publicados por primera vez el año 2000 en edición privada.
La presente edición contiene revisiones posteriores, ésta última es del 28 de enero de 2016.
Dada la frecuencia de revisiones y correcciones resulta recomendable la lectura on line.
La finalidad de esta publicación es compartir reflexiones.
No tiene objetivo comercial y se inscribe bajo licencia Creative Commons,
permitiendo descargar y difundir su contenido siempre que se cite el título y su autor,
sin comercializar su totalidad o sus partes ni tergiversar su contenido.
2
ÍNDICE
PLANTEAMIENTO
5
EDAD ANTIGUA
EL CANON BRAHMAN
SIGLOS I Y II. GERMINACIÓN DE LA CRISTIANDAD ANTIGUA
SIGLOS III Y IV. FLORACIÓN DE LA ANTIGÜEDAD CRISTIANA
SIGLOS V Y VI. SOLIDIFICACIÓN DEL ANTIGUO CRISTIANISMO
SIGLOS VII Y VIII. DISOLUCIÓN DE LA ANTIGÜEDAD
19
22
22
26
28
34
EDAD MEDIA
EL CANON KSHATRIYA
800 – 950. GERMINACIÓN DEL ESPÍRITU MEDIEVAL
950 – 1100. FLORACIÓN DEL MUNDO MEDIEVAL
1100 – 1250. SOLIDIFICACIÓN DEL MUNDO MEDIEVAL
1250 – 1400. DISOLUCIÓN DEL ESPÍRITU MEDIEVAL
42
45
46
49
53
59
LA FRONTERA ENTRE EDADES TRADICIONALES Y MODERNAS
66
EDAD HUMANISTA MODERNA
EL CANON VAISHA
SIGLO XV. GERMINACIÓN DEL HUMANISMO MODERNO
SIGLO XVI. FLORACIÓN DE CONTROVERSIAS MODERNAS
SIGLO XVII. SOLIDIFICACIÓN RACIONALISTA-ABSOLUTISTA
SIGLO XVIII. DISOLUCIÓN DESPÓTICA Y SUICIDA
70
77
77
85
93
98
EDAD INDUSTRIAL
EL CANON SUDRA
1800 – 1850. GERMINACIÓN DEL INDUSTRIALISMO
1850 – 1900. FLORACIÓN DE LA EBULLICIÓN POPULAR
1900 – 1950. SOLIDIFICACIÓN DE LAS MASAS
1950 – 2000. DISOLUCIÓN DE LOS SISTEMAS Y DE LA ERA
108
118
119
124
128
136
EPÍLOGO ¿Y después?
146
ANEXO. Carta de Alejandro Corniero
162
3
En el Nombre
4
PLANTEAMIENTO
Contarás siete semanas de años,
siete veces siete años …
y santificaréis el año cincuenta,
y pregonaréis la libertad por toda la tierra …
El año cincuenta será para vosotros jubileo
(Levítico 25,8)
P
odemos contemplar la Historia como quien abre una ventana en la
noche y al mirar el firmamento intuye un orden astral tras su apa-
rente arbitrariedad. Del mismo modo podemos vislumbrar un orden en los
procesos históricos e intuir en ellos pautas, ritmos y movimientos, como si
se tratara de una sinfonía astral.
Estos apuntes pretenden contemplar de modo resumido los procesos
históricos y los significados de los últimos dos mil años de Occidente. Son
fruto de una dilatada reflexión iniciada a mediados de los años ochenta, tras
intuir que las cuatro edades históricas de la Era Cristiana transcurrieron con
una precisa cadencia temporal (4 - 3 - 2 - 1) y que existen correspondencias
significativas entre los acontecimientos históricos de cada edad. Estas páginas fueron escritas y editadas por primera vez el año 2000, al cumplirse el
segundo milenio de la Era Cristiana y justo en uno de esos momentos de
máximo acercamiento entre la Tierra y el Sol que se producen cada 50
años, marcando los cambios de siglo y sus mitades.
5
BREVES APUNTES NUMEROLÓGICOS
La mencionada periodicidad de 50 años o hemisiglos recuerda los
jubileos de la cita bíblica inicial y constituye uno de los pilares de nuestro
esquema.
El número 50 entraña en sí el 5 y el 10, dos números fundamentales en
las numerologías tradicionales. El 5 se relaciona con el punto medio de un
ciclo y el 10 con su plenitud. Ambos valores tienen un papel fundamental
en la geometría áurea. El 10 se identifica con el Cielo y su símbolo circular
–el 9 correspondiente a la circunferencia más el 1 de su centro–. El 5 se
identifica con el hombre, mediador entre Cielo y Tierra, se proyecta simbólicamente en la pirámide –el 4 del cuadrado base, la Tierra, más el 1 del eje
central vertical– y en el pentágono o la estrella de cinco puntas, cuyo significado ha sido limitado horizontalmente por los humanistas modernos.
En un plano distinto, es interesante constatar que el economista ruso
Nikolai D. Kondratieff (1892-1938) planteó y desarrolló una teoría de dinámica macroeconómica en base a ciclos de 50 años.
LA TETRACTYS
Prestemos atención a los cuatro números anteriores al 5. Componen la
tetractys pitagórica y están relacionados significativamente con el 10, como
muestra la suma: 1 + 2 + 3 + 4 = 10.
El concepto de la tetractys es de tal importancia que se mencionaba de
modo expreso en el rito de iniciación pitagórica. Se le representa geométricamente con un triángulo equilátero. Manifiesta relaciones entre intervalos
musicales. Simboliza la matriz universal de la armonía, el despliegue ordenado del cosmos y la complementariedad entre el libre albedrío y el destino. Los números que la componen tienen carácter cualitativo y guardan
relación con ciertas categorías elementales de seres humanos.
6
LAS EDADES
Al considerar la división de la Historia, con sus clásicos nombres y sus
duraciones, podemos plantear cuatro subdivisiones en cada edad:
En la reciente Edad Industrial o Contemporánea cuatro épocas de un
hemisiglo cada una: germinación 1800-1850, floración 1850-1900, solidificación1 1900-1950 y disolución 1950-2000.
En la Edad Moderna o Humanista cuatro épocas de dos hemisiglos, o sea
de un siglo: siglo XV germinación, XVI floración, XVII solidificación y XVIII
disolución.
En la Edad Media cuatro épocas de 150 años, o sea de tres hemisiglos
cada una: 800-950 germinación, 950-1100 floración, 1100-1250 solidificación y 1250-1400 disolución.
Y en la Edad Antigua cuatro épocas de dos siglos cada una, o sea de cuatro hemisiglos: siglos I-II germinación, III-IV floración, V-VI solidificación y
VII-VIII disolución.
Edad
Duración de la edad
Duración de cada una de sus épocas
Antigua
Siglos I-VIII
8 siglos
4 hemisiglos (2 siglos)
Media
Siglos IX-XIV
6 siglos
3 hemisiglos (siglo y medio)
Moderna
Siglos XV-XVIII
4 siglos
2 hemisiglos (1 siglo)
Industrial
Siglos XIX-XX
2 siglos
1 hemisiglos (medio siglo)
Así pues, los tiempos muestran una clara y precisa cadencia. 4, 3, 2 y 1
bisiglos —si se permite el neologismo— para las duraciones completas de
cada edad o hemisiglos para cada una de sus subdivisiones en épocas correspondientes.
1
Las denominaciones de solidificación y disolución fueron utilizadas por René Guénon al referirse a la primera y segunda mitad del siglo XX.
7
Estamos, por tanto, ante claras correspondencias con la tetractys pitagórica: 1 + 2 + 3 + 4 = 10. O bien: 200 + 400 + 600 + 800 = 2000.
Ante el hecho de que la duración en siglos de nuestras edades históricas
corresponda a la duplicación de las cuatro cifras de la tetractys, podemos
pensar en la dialéctica y su especial papel a lo largo de la Era Cristiana. Está
en la naturaleza de las cosas y se manifiesta en todas las culturas y
tradiciones, pero está particularmente subrayado por el simbolismo dual de
Piscis, tradicionalmente relacionado con el Cristianismo y con la Era.
Al multiplicar el número de edades por el de épocas (4 x 4) da por resultado 16, un valor relacionado con cierto tipo de unidad cíclica. Sus cifras 1
y 6 marcan la semana, por ejemplo, con su día festivo y sus seis días de labor. El 7 (1+6) tiene múltiples connotaciones cabalística, bíblicas y cósmicas. Fijémonos en que la cita inicial de esta introducción pone de relieve la
relación entre el número 7 y el 50.
También resulta revelador considerar la asignación de valores numéricos
a las letras en las lenguas antiguas. En la escritura arábiga, por ejemplo, los
valores de las letras sólo llegan hasta el 1999, a partir de esta cantidad sólo
se pueden utilizar cifras numéricas. Ello hace pensar en cómo la cantidad
tiende a desdibujar la cualidad a partir de cierto límite y en cómo el año
2000 parece marcar un límite.
Hay una analogía entre las características de los grandes yugas de la tradición hindú y las de las edades de la Era Cristiana o con las épocas dentro
de cada edad. Pero no perdamos de vista que la Era Cristiana está inscrita
específicamente dentro del tiempo correspondiente al Kali Yuga o sea al
cuarto y último de los yugas.
INTENCIONES BÁSICAS DE ESTOS APUNTES
1. Plantear la sorprendente cadencia matemática con que se han sucedido las edades y sus subdivisiones en épocas durante la Era.
8
2. Constatar cómo se han ido manifestando las tendencias determinantes de cada edad y cómo han estado marcadas por las mentalidades de ciertas categorías humanas.
3. Sugerir algunas influencias recíprocas entre dichas mentalidades a lo
largo de la Era, mostrando tales influencias como un tejido de posibilidades
que siguen una pauta de sucesión acorde al proceso histórico.
No se trata de un compendio exhaustivo de hechos históricos. Al reseñar una selección de ellos de modo cronológico y resumido se pretende
ilustrar los procesos, presentándolos como ejemplos significativos que el
lector puede ampliar con otros muchos. Resulta inevitable cierta desproporción en la selección y extensión de los ejemplos reseñados, pues algunos
de ellos han requerido explicaciones más extensas por sus significados o por
la necesidad de considerarlos desde perspectivas más pertinentes que las
preestablecidas. También esperamos2 se entienda como natural la elección
de esos ejemplos entre los hechos que conocemos mejor por su cercanía.
LAS CUATRO CASTAS NATURALES
Al considerar las cuatro edades de la Era es lógico preguntarse a qué
corresponde su división clásica3. Las respuestas son múltiples y a la vez
confluentes. Podemos pensar en las cuatro estaciones del año, los cuatro
elementos, los cuatro puntos cardinales, las cuatro edades del hombre, etc.
De entre todas las correspondencias nos parece especialmente reveladora
la de las cuatro castas humanas naturales. A ellas nos referíamos al decir que
los números componentes de la tetractys guardan relación con ciertas
2
Usamos el plural mayestático para mantener un tono impersonal y colectivo.
3
Resulta admirable la intuición de Cristóbal Celarius, el historiador que planteó de
un modo tan acertado en 1685 la división y denominación clásica de las tres primeras edades de nuestra era.
9
categorías humanas. A partir de esas correspondencias plantearemos las
características esenciales y diferenciales de las cuatro edades.
Esas categorías elementales de seres humanos están en la propia naturaleza humana. El sistema hindú ha estructurado con precisión su sociedad
durante milenios basándose en los principios de esas cuatro castas básicas4.
Por ello, a falta de denominaciones más precisas en nuestra lengua para dichas categorías, utilizaremos los nombres hindúes en su sentido universal:
brahmanes para la intelectualidad espiritual, kshatriyas para la aristocracia
marcial, vaishas para la burguesía cualificada en general –artesanos, comerciantes, funcionarios, terratenientes no aristócratas– y sudras para la clase
humilde de los trabajadores sin maestría.
Consideremos estas ilustrativas palabras de Titus Burckhardt:
«El significado de las cuatro clases sociales o castas para el mantenimiento de un equilibrio natural no se puede valorar con arreglo a los criterios sociológicos generalmente aceptados hoy en día. Las “clases” surgen
originariamente de una distribución natural de las disposiciones o talentos
humanos, que se encuentran en todas partes; por consiguiente, desde el
principio no tienen nada que ver con los diferentes niveles de riqueza, sino
que se basan en los diferentes “tipos” psicológicos, cuya adecuada distribución en todo el edificio social –según las actividades o funciones que cada
cual es capaz de ejercer– contribuye esencialmente a la estabilidad del
conjunto. La herencia y la educación garantizan la perpetuación de determinadas disposiciones y capacidades dentro de una capa cerrada de la socie-
4
Los eventuales excesos en el sistema de castas hindú no invalidan su operatividad
como sistema ni su transparencia natural y metafísica. Se ha de tener en cuenta que
la superioridad de unas castas respecto a otras es sólo en lo que respecta a funciones
o «talentos evangélicos» y por tanto a responsabilidades. Por otra parte, no hemos
de confundir las castas con las razas, como a veces se hace, pues entre las razas no
hay rangos y ninguna es superior a las demás de modo general.
10
dad; en estas condiciones, las divergencias que se puedan producir en el
proceso hereditario serán mucho más raras que los casos de homogeneidad.
»El sacerdocio es la única vocación que no es hereditaria, al menos en el
mundo cristiano. Un hombre se convierte en sacerdote como resultado de
una “llamada” interior: en eso reside una superioridad que surge de la
libertad de una elección consciente y personal, pero también encierra un
peligro, puesto que no hay ningún método para comprobar la autenticidad
de la “llamada”. La renuncia al matrimonio y a la propiedad, en la práctica
deben ser un criterio suficiente.
»El sacerdocio presupone un tipo humano para el que la verdad intemporal es lo que da sentido a la vida. Por el contrario, la nobleza, entre la
cual se eligen los dirigentes, se basa en el carácter conscientemente decidido
y emprendedor: son aquellos en quienes las decisiones atrevidas y la acción
audaz se producen de forma natural. Sólo el que está dispuesto a arriesgar
su vida por sus ideales puede llamarse a sí mismo un hombre libre y noble:
noblesse oblige. El tercer grupo social, compuesto por los comerciantes,
artesanos y campesinos independientes, se concentra en la conservación y el
incremento de la propiedad de todas clases, tanto física como intelectual:
está formado por los hombres prácticos, en el sentido más amplio de la
palabra, no por los del tipo aristocrático-belicoso. La cuarta casta está
compuesta principalmente por aquellos que por naturaleza tienden a pensar
exclusivamente en el bienestar corporal y que sólo como servidores pueden
encontrar un lugar en la gran estructura de la vida social (…)
»El cuadro de la vida social no sería completo sin una mención del
monacato5. Los monjes no pertenecen a ninguna casta, como corresponde a
quienes dedican su vida a las cosas del espíritu. De hecho, para los que lo
necesitan, constituye una puerta abierta que permite huir de los cerrados
engranajes de la sociedad.» 6
5
Correspondientes en cierto modo a los sanyasins en la sociedad hindú.
6
SIENA. Titus Burckhardt. Ed. Olañeta. Palma de Mallorca 2006.
11
OTRAS CONSIDERACIONES PRELIMINARES
Cuando se habla en nuestros días de «cambio de milenio» o de «cambio
de era» hay poca consciencia de que ello implica una referencia precisa a la
Era Cristiana. Nuestros apuntes parten claramente de esa referencia, del
mensaje cristiano como eje central de la Era. A lo largo de estas páginas
veremos cómo han evolucionado las respuestas a ese mensaje, dando lugar a
sucesivas y diversas formas de cultura. Es evidente que no ha habido una
cultura única en los ámbitos territoriales y temporales en que arraigó la
cristiandad. Tienen poco que ver, por ejemplo, el mundo medieval con el
industrial o el luterano con el bizantino.
Es necesario tener en cuenta civilizaciones como la romana o la islámica
por sus importantes, lógicas y providenciales interrelaciones con la evolución del Cristianismo. Es un hecho, por ejemplo, que las perspectivas romanas y cristianas se entrelazaron poco a poco durante la «caída» romana y
la germinación cristiana, de tal modo que acabaron cristalizando como
nuevas entidades. Algunas de ellas resultaron ideológicamente más estables
–como las ortodoxias del oriente bizantino– y otras más mutables –como las
del occidente romanizado–. Sin embargo, no hemos de confundir los elementos de una civilización como característicos de otra ni perder de vista
que cada civilización tiene sus propios ciclos, duraciones y tendencias.
Se suele estudiar la Era Cristiana sin considerar la precisión ni la causalidad global de su proceso histórico, pasando por alto el sentido cronológico de sus edades y las diferencias específicas entre ellas. El esquema numérico y la estructura cualitativa que estos apuntes plantean pueden aportar
cierta claridad para su entendimiento, sin pretender con ello una visión
única, completa o determinista de los procesos, sino un vuelo sobre los tejidos globales de la Historia para una visión algo más elevada que la usual.
La precisión temporal aquí considerada para las edades y épocas no puede ponerse en entredicho por las prefiguraciones o pervivencias de cada pe12
ríodo fuera del mismo, ni por las manifestaciones puente entre períodos sucesivos. Al contrario, todas ellas son tan necesarias y significativas como los
hechos, personalidades y colectividades que manifiestan excepciones, contrapuntos o marginalidades respecto a las tendencias de cada época. Tales
excepciones suelen desempeñar el papel de auténticos referentes catalizadores –la sal de la tierra– tanto para los cambios a lo largo de la Era como para
su continuidad vertebral.
Sorprende constatar la precisa cadencia con que han sucedido los acontecimientos a lo largo de los siglos. Se diría que han seguido un gran guión.
Esa precisión es comparable a la que hay en la relación entre los respectivos
diámetros de la Luna y el Sol y sus distancias a la Tierra –unas 400 veces
mayor el Sol en ambas dimensiones– gracias a la cual ambos astros son vistos desde la Tierra con el mismo tamaño aparente, coincidiendo con tal
exactitud en los eclipses solares que sólo las llamas del Sol sobresalen en
torno al círculo lunar. ¿Puede llamarse casualidad insignificante a estas cosas? Cada cual saque sus conclusiones.7
Los acontecimientos históricos son consecuencias de causas confluyentes. Unas evidentes y otras ocultas, unas simples y otras complejas –cada vez
más complejas con el paso del tiempo–. Pero son las causas primeras –de
orden metafísico– las que determinan realmente y en último extremo las
tendencias de las causas inferiores.
Además de los períodos aquí considerados habría otros, como las órbitas
de los planetas más externos del Sistema Solar, que están relacionados con
los cambios sociales. Basta recordar los ciclos completos de sus órbitas: Saturno 30 años, Urano 84, Neptuno 165 y Plutón 250.
7
Esta relación visual es también un buen ejemplo de la compatibilidad y complementaridad entre la perspectiva subjetiva y la objetiva, o entre la geocéntrica y la
heliocéntrica –explícita en las dos ciudades del antiguo Egipto que desarrollaban
significados y medidas de ambas perspectivas de modo sapiencial y sagrado.
13
Aunque estos apuntes no requieran ser leídos linealmente, desearíamos
que no se juzguen precipitadamente sin haber considerado su totalidad.
Téngase en cuenta que, al fin y al cabo, se trata de unos apuntes personales
que responden a una necesidad de ordenar ideas e intuiciones consideradas
a lo largo de años.
Somos conscientes de que pueden surgir estériles conflictos si se nos lee
sin suficiente conocimiento de los argumentos en que nos sustentamos o si
los prejuicios del lector le predisponen a no entender. Pretender una amplia
difusión para lo aquí planteado, dados los tiempos que corren, sería exponernos temerariamente al sarcasmo y al escarnio, como mínimo. La agresividad orgullosa de la modernidad tiende a aplastar con arrogante peso
mayoritario todo lo considerado como contrario a sus tesis, por más que
ella presuma de liberalidad y tolerancia. En cualquier caso, sabemos que
hay pocos lectores interesados en el contenido de estos apuntes. Es más,
probablemente cada uno de ellos encuentre algún punto discordante o que
le moleste notablemente. Deseamos evitar conflictos infructuosos con
personas a las que incluso nos une el afecto por encima de las diferencias de
criterio o ideología. Pedimos apertura de miras y que las divergencias no
impidan ver las convergencias.
Habrá quien catalogue estos apuntes de reaccionarios sin darse cuenta
de que el sentido peyorativo de ese calificativo correspondería con mayor
razón a los empeñados en mantener a toda costa los errores y falsedades sustentados como axiomas ideológicos por la modernidad. El Dalai Lama
llamaba «mis guerreros reaccionarios» a los valientes tibetanos que se armaron y combatieron precariamente contra los invasores «revolucionarios»
chinos. Sería una honra ser llamado reaccionario desde ese punto de vista.
Las consideraciones desarrolladas a lo largo de estos apuntes lleva a
conclusiones evidentemente contrarias a la «teoría de la evolución», por lo
cual preferimos no ser leídos por quienes tengan el progresismo evolutivo
como dogma incuestionable ni por beligerantes ateos o agnósticos –se
14
debería tener en cuenta que la palabra agnóstico es etimológicamente
idéntica a ignorante–. Sin embargo, no tenemos inconveniente en ser leídos
por quienes no creyendo en la Transcendencia sean conscientes de que las
hipótesis del evolucionismo y del ateísmo no han sido probadas definitivamente y pueden ser erróneas.
No negamos una evolución existencial de la Humanidad. Consideramos
que en todo lo existente se dan procesos cíclicos ascendentes y descendentes
similares a los de la vida: 1– Nacimiento en función del origen arquetípico.
2 y 3– Desarrollo y plenitud según los moldes normativos correspondientes,
las circunstancias temporales y los hálitos de superación. Y 4– Decadencia y
consiguiente desprendimiento purificador final de cara a la extinción
reintegradora en el arquetipo esencial.
Lo que nos parece un error de graves efectos intelectuales y espirituales
es considerar la evolución de la Humanidad como un proceso en perenne
progreso y ascensión, surgido de la nada inferior para alcanzar una
hipotética superioridad sin más causa que un azar absoluto y reduciendo
todo a la materialidad más primaria.8
8
Según algunos darwinistas actuales –como F. Bujosa– las ideas básicas de Darwin
no conllevaban la idea de una evolución como continuo progreso, más bien al contrario en tiempos recientes.
Podemos estar de acuerdo en que la selección natural es una de las causas de la evolución de las especies, pero no la creemos absoluta ni fundamental ni estamos de
acuerdo en que la evolución sea la causa original, pues la causa mayor es superior a
la material, como postulaban Platón y los pensadores tradicionales.
Es interesante tener en cuenta que hasta el propio Darwin descalificó a Lamarck y,
por tanto, a buena parte de sus divulgadores.
Para un análisis desde el punto de vista tradicional: «El evolucionismo: ¿Hechos o
hipótesis?». O. Bakar - W. Smith - M. R. Negus - S. Hossein Nasr - P. Sherrard J. S. Cutsinger - H. Smith - W. Stoddart. Ed. J. J. Olañeta, 2011 Palma.
15
A la luz del proceso de las edades, la Historia parece un viejo reloj de
pared, ritmado por un péndulo y movido por la gravedad de un peso que al
llegar abajo se ha de volver a alzar para que siga el movimiento. El símil se
podría actualizar con un reloj eléctrico, cuya batería va perdiendo capacidad de recarga hasta necesitar ser sustituida por una nueva. De tanto en
tanto es necesaria una renovación y una vuelta al origen; pero «nuevo» no
es sinónimo de «distinto», como se tiende a confundir.
La evolución en esta Era tendría una visualización palmaria en el recorrido entre los significados e influencias de las figuras primordiales de Jesús
y María hasta los de figuras postreras de un Carlos Marx y una Madonna.
La evolución de la Historia, tal como la vamos a contemplar, demuestra
que el proceso ha sido claramente distinto al propuesto por las hipótesis
evolucionistas, oficializadas e impuestas taimadamente como absurdos dogmas neoacadémicos de la modernidad a pesar de las evidencias que los contradicen en el mundo actual, incluso de modo empírico y científico.
En otro orden de cosas, no está de más aclarar que si hay más menciones
de nombres masculinos que de femeninos es a causa de las fuentes comunes.
Sin embargo, consideramos fundamental el papel de la mujer como gestora de
la Historia. Baste pensar en la Virgen María, Santa Elena –madre de Constantino–, la emperatriz Teodora –esposa de Justiniano–, Leonor de Aquitania, la
Beatriz de Dante, Santa Teresa de Jesús, Mata Amrita, etc. Entre los grandes
errores modernos está la perversión del sentido central femenino en la vida.
La feminidad representa el centro interior, el misterio –haram, harén en castellano, significa sagrado y oculto, cerrado y prohibido a quien no le corresponde–. La pretensión moderna de que la mujer represente un papel similar al del
hombre le descentra de su propio papel hacia la exterioridad y la profanidad.
Tampoco se puede dejar de subrayar el papel fundamental de las continuas presencias de santidad a lo largo de la Historia. Si sus manifestaciones
están aquí resumidas y parcialmente obviadas es sólo de cara a la concisión.
Los santos y santas han sido y son el aliento real de la existencia humana,
16
las auténticas piedras angulares de la Era Cristiana y de todas las tradiciones, por más que su inconmensurable altura les haga parecer distantes respecto a su propio mundo contemporáneo.
FUENTES DOCUMENTALES
Estos apuntes no tienen carácter académico, aun así no está de más
enumerar las principales fuentes utilizadas:
• SIENA. Titus Burckhardt. Ed. Olañeta. 2006. Palma de Mallorca.
• CREENCIAS ANTIGUAS Y SUPERSTICIONES MODERNAS. Martin Lings. Ed. Olañeta. 2003. Palma de Mallorca.
• LA HORA UNDÉCIMA. Martin Lings. Ed. Olañeta. 2009. Palma de Mallorca.
• TESORO DE SABIDURÍA TRADICIONAL. Whitall N. Perry. Ed. Olañeta. 2000.
Palma de Mallorca.
• CRÓNICA DE LA HUMANIDAD. Plaza & Janes. 1987. Barcelona.
• GRAN ENCICLOPEDIA LAROUSSE. Ed. Planeta. 1987. Barcelona.
• Wikipedia.org9.
• CRISTIANISMO ORIENTAL. Nicolás Zernov. Ed. Guadarrama. 1962. Madrid.
• EL ENGAÑO DEL EVOLUCIONISMO. Harûn Yahya. Al-Attique. 2001. Toronto10.
Y destacamos la obra de Frithjof Schuon. En especial su libro CASTAS
Y RAZAS11 del que están extraídas las definiciones de las castas para cada
capítulo. No se puede encontrar mejores definiciones que las suyas para los
9
Se achaca a Wikipedia que algunos artículos sean discutibles. Pero consideramos
eso precisamente como una de sus virtudes, pues las enciclopedias precedentes adolecen también de lo mismo pero se presumen incuestionables, a pesar de sus comprobables errores. No obstante, hemos procurado contrastar diferentes fuentes
siempre que nos ha parecido oportuno y posible.
10
Puede sorprender que citemos la obra de este personaje polémico, pero creemos
que no está de más tomar en consideración algunos de sus argumentos.
11
Ed. Olañeta. 1982. Palma de Mallorca.
17
tipos humanos determinantes del espíritu de cada edad. La lectura completa de ese libro sería recomendable para comprender el sentido de algunas de
las ideas aquí perfiladas, como el sentido universal de las castas. Nuestras
páginas no son siquiera una mera sombra de la elevada perspectiva de sus
obras y pedimos que no se atribuyan a él nuestros posibles errores. Si estos
apuntes llegan a tener algún valor lo deberán sin duda a su magisterio ejercido a través de su obra y su vida. Por ello queremos que estas páginas sean
consideradas como un rendido homenaje a su memoria.
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18
EDAD ANTIGUA
LA MAÑANA
Espiritualidad y Sabiduría
Teocracia e Imperio
Aire – Montaña - Cristal
Mi Reino no es de este mundo
E
l principio dorado de toda civilización es el conocimiento. La Cristiandad no es una excepción y durante su edad de oro se centra en
ese principio. El modelo humano de los primeros tiempos cristianos corresponde al sapiencial, de él irradia el discernimiento, la enseñanza y la
guía en lo espiritual y lo terrenal.
A lo largo de los ocho siglos de esta edad se produce un proceso etéreo y
dinámico, con una estructura social basada en el orden arquetípico de las
castas universales.
El proceso parece inestable y difuso en el plano exterior, especialmente
durante los primeros cuatro siglos, pero se sustenta en la profunda estabilidad intelectual de la primera casta, que irradia hacia las demás. La clave de
esa estabilidad interior se funda en la firmeza del eje central, único y
permanente de la relación con la Divinidad, del que la cruz es un símbolo.
En la segunda mitad de la edad se perfilará una cristalización extrínseca,
prefigurando dentro de su marco dorado el florecimiento plateado que se
producirá a lo largo de la Edad Media.
19
Veamos esquemáticamente las influencias del predominio del principio
sapiencial en las cuatro castas básicas durante esta edad.
EN EL PLANO DEL CONOCIMIENTO Y EL SACERDOCIO
El mundo cristiano vive su momento más acorde con su propia naturaleza, con sus principios intelectuales y esotéricos. Su concepción enlaza
armónicamente lo físico y lo metafísico bajo una perspectiva espiritual y
simbolista. Ello es característico del predominio irradiador de la primera
casta sobre las tendencias de las demás.
El modelo preeminente que marca las pautas durante esta edad está
constituido por el sacerdote, el anacoreta, el filósofo, el sabio, el hombre de
oración.
EN EL PLANO DE LA NOBLEZA Y EL COMBATE
El hombre de vocación marcial se impregna del arquetipo cristiano
primordial y se entrega al combate espiritual, a la penitencia, al martirio o
al debate intelectual y teológico –San Pablo es un ejemplo de ello–. Son los
modos de dharma para quienes pertenecen al tipo humano de esa casta
combativa y se someten fielmente al ideal contemplativo de la primera edad
del Cristianismo. Su intenso elemento sacrificial es orientado por el
sapiencial y los creyentes se elevan por encima de las castas y del mundo. La
mentalidad de esta casta mantiene en los dos primeros siglos germinales
una confrontación dialéctica entre la primordial Paz cristiana y la ya
solidificada Pax romana.
La nueva religión propugna una renovación de los modelos de
TEOCRACIA, que toman cuerpo formal y físico en base al mundo imperial
a partir de Constantino, de donde surge Bizancio –la nueva Roma basada
en los principios sacerdotales cristianos– emergiendo figuras como Justinia20
no, cuya teocrática aristocracia le visualizará más como gran sacerdote que
como guerrero, tanto en la imaginería como en sus propias acciones.
Al integrarse los cristianos bajo el poder imperial durante la segunda
época de la edad (200 – 400) desaparecen las persecuciones de cristianos,
pero se intensifican los combates entre sus diversas perspectivas con un alto
grado de violencia. Se establece entre el gobierno de los césares y algunas
iglesias una relación estrecha, utilizada en ocasiones para imponer las perspectivas propias sobre las demás. No obstante, los antiguos gobernantes
cristianos sustentan su legitimidad y su poder sobre los principios sapienciales de los santos padres, manteniendo su vigencia central en el ámbito de
la aristocracia.
EN EL PLANO DE LOS OFICIOS, EL COMERCIO Y LAS ARTES
El artesano, el constructor, el médico, el comerciante, el campesino, el
funcionario… los hombres y mujeres enmarcados en esta variada casta
humana y bautizados en la fe cristiana ponen sus manos y obras bajo las
directrices de la sabiduría. Viven en un sencillo anonimato, cumpliendo
con su buen hacer, como extinguidos en el sentido de trascendencia predominante en esta edad.
Algunas actividades correspondientes a esta casta van a tener un protagonismo fundamental en el desarrollo posterior de la era y, particularmente, de la civilización occidental, es el caso de artes como la pintura y la
arquitectura. La importancia religiosa de los iconos va a dar a la pintura un
carácter sagrado y su eco sublime perdurará hasta los momentos postreros
de la cultura occidental. Podemos ver en la iconografía sagrada una influencia de los principios contemplativos y sapienciales de la primera casta
en un ejercicio de la casta tercera y, a la inversa, una artesanía sagrada ejercida por hombres contemplativos. También podría decirse que durante esta
edad se gestan unas artes sublimes basadas en las formas artísticas pre21
cristianas y fecundadas por los nuevos arquetipos cristianos, floreciendo estilísticamente en Oriente a partir de la mitad de esta edad y en Occidente a
lo largo de la Edad Media.
EN EL PLANO DEL PUEBLO TRABAJADOR
El siervo cristiano asume su modelo espiritual. La certeza de dónde está
el verdadero Reino le permite saltar sobre las contingencias de este mundo
y sus humillaciones. La religión cristiana no sólo libera interiormente,
también lo procura exteriormente con siervos y esclavos.
EL CANON Brahman
Este canon conforma el modelo ideal que determina la mentalidad y las
tendencias de los diferentes estratos sociales que constituyen y profesan la
cristiandad a lo largo esta edad. Como dice F. Shuon, corresponde a la
mentalidad objetiva e idealista «del tipo puramente intelectual, contemplativo y “sacerdotal”, para quien lo “real” es lo inmutable, lo trascendente; no
cree, en su fuero interno, ni en la “vid” ni en la “tierra”; hay algo en él que
permanece ajeno al cambio y la materia; ésa es, grosso modo, su disposición
íntima, su “vida imaginativa”, si puede decirse, sean cuales puedan ser las
flaquezas que la oscurecen (…) para él todo es “inestable” e “irreal”, salvo
lo Eterno y lo que a éste se vincula –la verdad, el conocimiento, la contemplación, el rito, la vía».
SIGLOS I Y II. GERMINACIÓN DE LA CRISTIANDAD ANTIGUA
Estos dos siglos germinales constituyen la época que más se ajusta a la
esencia de la antigüedad cristiana. En cada edad, existe una correspondencia particular entre cada edad y la época de ella con su mismo número
ordinal, en este caso la primera edad y su primera época.
22
Unos cincuenta años antes del nacimiento de la Era encontramos a un
Julio César ampliando las conquistas de Pompeyo e implantado las bases
del orden imperial romano. Aquel territorio imperial queda prácticamente
consolidado por Octavio César-Augusto, constituyendo la base fundamental y providencial para la expansión natural del Cristianismo.
La Era nace con Cristo. La emanación sagrada de su arquetipo comporta perspectivas espirituales de amplias consecuencias para la humanidad.
Durante la primera cincuentena germinal del Cristianismo, su mensaje
avatárico no toma forma. Sus seguidores mantienen las formas y ritos judaicos –se reúnen en sinagogas, se circuncidan, mantienen la prohibición
de alimentos como el cerdo, etc.
Al llegar la segunda cincuentena, se reúnen en Jerusalén apóstoles y
primeros cristianos. Se consideran determinantes algunas importantes revelaciones recibidas para que los conversos de origen no semita dejen de estar
sujetos a la ley judía. A partir de entonces deja de ser obligatoria la circuncisión, comienza a legitimarse la pintura sagrada y se derogan las prohibiciones alimenticias.
La tradición y las revelaciones12 recibidas por almas más cercanas a nuestro tiempo –como Sor María de Ágreda o Sor Ana Catalina Emerich– dan
12
Las tradiciones y revelaciones de las culturas en estado primordial tienen valor
suprahistórico, reflejan realidades arquetípicas no necesariamente coincidentes en
exactitud con las medidas de una perspectiva historicista moderna. Pedimos por
ello que nuestras reseñas no se entiendan desde esa perspectiva moderna que tiende
a caer en una idolatría de las contingencias del mundo. Tal idolatría podría considerarse un eco desvirtuado del culto romano a los antepasados y una decadencia
respecto a cualquier cultura en estado primordial. Es patente que las escrituras y
tradiciones del Cristianismo inicial buscaban consignar los hechos como reflejos
simbólicos de arquetipos celestes y de sus posibilidades existenciales. No invalida su
valor, cuando menos simbólico, el que ciertos acontecimientos no estén probados
documentalmente e incluso se pruebe su inexistencia, salvo si existe una perversión
de significados.
23
cuenta de dos importantes hitos ocurridos al llegar la segunda cincuentena
que prefiguran la pintura y la arquitectura como artes centrales en la civilización occidental cristiana y post-cristiana. Son los primeros iconos pintados por San Lucas y el primer templo de la religión cristiana, construido en
Zaragoza por un deseo expresado por Jesús a su madre durante su viaje en
carne mortal a esa ciudad13.
Durante su primer siglo, el Cristianismo se expande inmerso en su primigenia luz interior, sublimando las almas por encima de las contingencias.
Las persecuciones, los martirios y las catacumbas se convierten paradójicamente en un soporte viático sacrificial que manifiesta su gran fuerza interior. El mensaje crístico va tomando en su irradiación aspectos helénicos y
romanos, que conforman inicialmente el substrato cultural del mundo cristiano, junto a los semíticos previos y otros más particulares como el copto y
el etíope. Tras confrontarse al Judaísmo y al Helenismo y recibir de ambos
algunas de sus bases constituyentes, la nueva religión se extiende a todo el
substrato del imperio romano, regido por pervertidos calígulas y nerones
que conviven con sabios tan extraordinarios como Séneca o Epicteto.
Esta época dista tanto de la nuestra que resulta difícil imaginar su exacta
realidad. Mejor que reseñar acontecimientos leamos este revelador fragmento de la Carta a Diogneto, datada en el siglo I:
«Los cristianos … no habitan en ciudades que les sean propias, ni
emplean un lenguaje diferente del que usan los demás, ni profesan un
género de vida que se haga notable por alguna cosa que sea peculiar de
ellos, ni proponen para que sea aprendido nada que haya podido ser
pensado por hombres curiosos; ni patrocinan dogma humano alguno …
13
Algunos estudios recientes revelan la coincidencia sorprendente de las dimensiones y número de cúpulas del templo de Artemisa con las de la basílica del Pilar, tras
su remodelación del siglo XVII. Según las dos religiosas citadas, aquel fue destruido
por fuerzas naturales tras la orden de la Santa Virgen en cumplimiento de la prescripción celeste recibida por ella poco tiempo antes de su viaje a Zaragoza.
24
Toda región, por apartada que sea, es su patria, y toda patria es para ellos
pasajera … lo que el alma es en el cuerpo, esto mismo son los cristianos en
la tierra … así los cristianos habitan en el mundo, pero no son de él … así
los cristianos son conocidos, mientras viven en este mundo; pero es
invisible su culto divino … así los cristianos son seguramente estrechados
por el mundo, como si estuvieran presos, pero ellos conservan el mundo.»
En el siglo II la confrontación con Roma se hace más intelectual y a la
vez más sangrienta. El Imperio se regenera humanamente y lucha contra su
propia caída. La dinastía hispánica de los emperadores antoninos, iniciada
por Nerva, supone un auténtico siglo de oro y un canto de cisne del Imperio. Sus césares tienen una augusta categoría intelectual y moral característica de la primera casta, al tiempo que cumplen ejemplarmente con el
dharma kshatriya: Trajano –emperador entre los años 100 y 117, con grandes aciertos y conquistas como Dacia y Mesopotamia–, Adriano (117-138)
–promotor de construcciones como el Panteón o la Biblioteca de Atenas,
destructor del antiguo templo de Jerusalén y promulgador del edicto de expulsión de los judíos de Palestina14–, Antonino Pío (138-161) o el admirable estoico Marco Aurelio (161-180).
El cristianismo primordial es incompatible con la perspectiva religiosa
romana en su estado de decadencia –aunque subyacen elementos compatibles que terminarán confluyendo y dando lugar a la perspectiva particular
de un Cristianismo romano– y con el estado social de degradación moral
en que se encuentra a pesar de la dinastía gobernante. Estos césares antoninos, por su parte, ven en el auge de la nueva religión una amenaza de disolución de los valores de la tradición greco-romana, que perviven en ellos
14
Ante estos hechos aparentemente cuestionables conviene tener en cuenta que el
judaísmo tradicional considera este hecho como un cumplimiento de la Voluntad
Divina a causa de las transgresiones del pueblo judío de entonces. La comunidad
judía ortodoxa Naturei Karta ha publicado documentos en ese sentido.
25
mismos de modo ejemplar. De ahí la aparente paradoja de que la persecución promulgada por Marco Aurelio contra los cristianos fuera una de las
más intensas.
La caída del imperio se hace patente al finalizar el siglo II, tras Marco
Aurelio, durante el tiránico y extravagante gobierno del emperador Cómodo. Desde la segunda mitad del siglo se producen las persecuciones más intensas y sistemáticas, con mayor mortandad que nunca, hasta la muerte de
Diocleciano en 305.
Siglos III y IV. FLORACIÓN DE LA ANTIGÜEDAD CRISTIANA
A pesar de las persecuciones, o quizá por ellas mismas, el Cristianismo
logra más peso y adeptos. La sabiduría de los Santos Padres y la fuerza
interior mostrada por los innumerables mártires logra una gran victoria.
En el siglo III florecen las enseñanzas de los más conocidos Padres de la
Iglesia: Clemente, Orígenes, Plotino, Panteno, etc.
En el siglo IV, en 312, San Antonio se retira al desierto y comienza el
anacoretismo en Egipto. Los Padres del desierto escriben textos para la
buena práctica del Hesicasmo –la vía espiritual basada en el retiro espiritual
y la práctica de la oración quintaesencial– que serán reunidos en los diversos compendios de la Filocalía. La fe y las prácticas cristianas florecen en
aquellos lugares, irradiando de modo extenso y profundo a todos los confines de la cristiandad.
En 313 el emperador Constantino (306-337) da a Constantinopla el título de capital del Imperio y provoca un vuelco a la situación religiosa en el
imperio al firmar el edicto de Milán. Con todo ello cambia radicalmente el
panorama político-religioso. A partir de ese momento el Cristianismo es
permitido con igual rango oficial que a la antigua religión romana y comienza a convertirse en una religión de masas.
26
Sin embargo, al desaparecer las persecuciones se intensifican las discusiones internas y los enfrentamientos entre cristianos, llegando incluso a
darse muerte entre ellos. La flor parece marchitarse al poco de florecer.
Surgen los partidos teológicos, en función de las perspectivas en torno al
elemento verdad.
En el 319 comienza la disputa en torno a las tesis arrianas, que tendrá
importantes, extensas y duraderas consecuencias. Tanto las cuestiones defendidas por los arrianos como las de sus oponentes corresponden a perspectivas posibles. Se trata en realidad de diferentes modos de conjugar los
conceptos de Transcendencia y de Inmanencia.
En el 325 se celebra en Nicea el primero de todos los concilios ecuménicos. En él se condena el arrianismo, pero no logrará que deje de manifestarse su perspectiva durante siglos por extensas zonas geográficas hasta la
llegada del Islam, que en cierto modo vendrá a continuar, integrar, perfeccionar y legitimar dicha perspectiva. Esta confrontación precipitó una profunda división al estar teñida por los orgullos personales y mal zanjada por
el abusivo partidismo arbitral ejercido en favor de la iglesia romana por
Constantino –quien, paradójicamente, sería bautizado por un arriano en el
lecho de la muerte–. Sin embargo, los acontecimientos posteriores confirmarán que fue inevitable, necesaria y providencial.
El imperio se divide con los primeros emperadores cristianos: los hermanos Valentiniano (364-375) y Valente (364-378), el primero católico y
Emperador de Occidente, el segundo arriano y Emperador de Oriente. La
división tiene su causa profunda en diferencias de perspectivas intelectuales
y teológicas. Resulta significativo que con la llegada del Cristianismo al poder llegara una división fraternal tan manifiesta. Ya en ese tiempo, el patriarcado romano comienza a intentar marcar su primacía como sede de la
Iglesia, pero la división del imperio es un obstáculo providencial.
Teodosio I (379-395) logra una efímera reunificación del imperio. En el
año 390 prohíbe la religión pagana, clausura sus templos y declara obligato27
ria la fe católica para todos los súbditos del imperio. Se inicia la persecución
indiscriminada de los antiguos iniciados paganos. La coincidencia de que
en ese mismo año se incendiara la Biblioteca de Alejandría hace sospechar
que existe una relación entre ambos hechos. Tras la muerte de Teodosio
vuelve la división.
No obstante, aquel final de siglo fue iluminado espiritualmente por la
luz de los últimos Padres de la Iglesia: San Jerónimo, San Ambrosio, San
Juan Crisóstomo y San Agustín.
Siglos V y VI. SOLIDIFICACIÓN DEL ANTIGUO CRISTIANISMO
Resulta necesario un inciso respecto a la consideración del siglo V, por
parte de algunos historiadores, como comienzo de la llamada Baja Edad
Media. No pretendemos contradecirlo, pues hay diferentes maneras de ver
las cosas y todas ellas se enriquecen entre sí. Podemos ver la coherencia de
esa otra cronología y su compatibilidad con nuestra perspectiva en el hecho
de que al llegar el siglo V el Cristianismo se exteriorice como una sólida
estructura social, aflorando ciertos aspectos fundamentales para la Edad
Media, tanto en los poderes públicos como en las manifestaciones artísticas
–ejemplo de ello es Bizancio y el estilo bizantino–. De hecho, vemos cómo
la segunda casta –emperadores, reyes y nobles cristianos– toma un notable
papel a partir de ese momento. Si bien, no perdamos de vista que los actos
reseñables de aquellos jerarcas estaban centrados por la sabiduría espiritual
y la perspectiva teocrática.
Lo que nos parece discutible de ese otro punto de vista historicista en
cuestión es que el imperio romano acabara en el siglo V y que ello sea indicador del inicio de la Edad Media. Nos parece evidente que el imperio continuó en Bizancio, renacido espiritualmente. Y al quedar desmembrado y
languidecido el occidente romano tras la toma del poder por los bárbaros,
la Iglesia romana se convirtió en la continuadora conceptual de Roma, ha28
ciéndose heredera y sede de su Senado, conservando las bases para la restauración de los principios kshatriyas romanos que fundamentarán en cierto
modo el Sacro Imperio Romano a partir de la Edad Media.
No obstante, podemos retomar la imagen musical de nuestro planteamiento inicial y considerar estos dos modos de estructurar la Historia como
dos melodías entrelazadas en un canon.
Tampoco es desdeñable el aspecto numerológico: Si se considera el siglo
V como inicio de la Edad Media y el siglo XIV como su último siglo, ésta
habría durado diez siglos o sea un milenio; lo cual tendría resonancias reveladoras, literal y significativamente apocalípticas. Pensemos en que ese milenio fue el tiempo en que el Cristianismo se manifestó de forma más
transparente, más fructífera y con menos interferencias antiespirituales intrínsecas. Fue también, de hecho, el milenio de Bizancio como centro espiritual y temporal más estable de la cristiandad hasta ser tomada Constantinopla por los turcos en el siglo XV.
Volvamos al curso de los acontecimientos.
Al inicio del siglo V los bárbaros invaden el imperio y se adueñan del
poder. Los germanos cruzan la frontera romana del Rin en el 406. Alarico I
ocupa Roma en el 410. El occidente se divide en múltiples reinos.
En el año 412 el nuevo patriarca de Alejandría Cirilo –San Cirilo para
los cristianos– expulsa a miles de judíos de la ciudad y más tarde expulsa
también a los neoplatónicos. El cruel asesinato de Hipatia en el 415 a manos de los parabolanos cristianos, aparentemente movidos por palabras de
Cirilo, es uno de tantos hechos significativos y cuestionables.
En esos momentos el Cristianismo es ya una religión de masas arraigada
sólidamente, pero sus diversas perspectivas –necesarias ontológicamente–
van tomando tintes políticos que las enfrenta entre sí. El hecho de que la
mayoría de los invasores bárbaros tomen la perspectiva arriana al bautizarse
es una cuestión clave en el devenir futuro de los acontecimientos.
29
Por su parte, Bizancio consigue resistir los ataques germánicos y comienza a vivir siglos de esplendor. Ejemplo de ello es la fundación de la
Universidad de Constantinopla en el 425.
431. El Concilio Ecuménico de Éfeso condena el nestorianismo. Se trata de un conflicto similar al planteado con el arrianismo. En este caso las
perspectivas enfrentadas son la monofisita y la duofisita, defendidas respectivamente por los representantes de la Iglesia Copta y la iglesia bizantina.
Tampoco acabará de resolverse este conflicto con las sentencias condenatorias, pues la diversidad de perspectivas continuará de un modo u otro en
virtud de la propia legitimidad de sus posibilidades.
451. El Concilio de Calcedonia condena el monofisismo y, como consecuencia de ello, la Iglesia Copta se separa del resto.
La cristiandad está cada vez más dividida en bloques diferentes: De un
lado los unitarios, entre los que estarían los arrianos, nestorianos, coptos,
donatistas y otras comunidades de perspectivas similares. De otro lado los
trinitarios romanos y los duofisitas bizantinos, a los que los unitarios tendrán por idólatras. Permítasenos comentar que nos resulta difícilmente
asimilable el hecho de que los trinitarios siempre hayan impuesto con tanto
ahínco y dogmatismo al común de los fieles la divinidad filial unigénita de
quien enseñó a rezar el Padre nuestro. Ese ahínco inquisitorial ha resultado
un escollo innecesario y problemático a lo largo de los siglos. Compartimos
la opinión de quienes piensan que hubiera sido deseable dejar el tema en
una imprecisión más esotérica acorde al misterio de su significado.
A causa de las invasiones bárbaras y los conflictos entre cristianos, el papel de la Iglesia romana pasa a cierto estado de marginalidad. Sin embargo,
precisamente entonces comienza a germinar su papel protagonista en la
consolidación de algunos aspectos conceptuales de la actual Europa.
El antiguo Senado romano se transforma en Sínodo de la Iglesia
romana. Los reyes visigodos, de fe arriana, dominan Roma y marginan al
Senado del antiguo imperio. En esas circunstancias fragua su identidad
30
como cúpula eclesial, tomando el papel de «corte» del Patriarcado de
Roma. Los senadores se convierten en electores y candidatos para los
«papas» romanos. Ejemplo de ello es la elección de Juan I, entre sus
electores figura el senador Boecio15 (480-524).
Volvamos al inicio del siglo y contemplemos una sucesión de hechos
poco tenidos en cuenta. Son importantes porque aportan luz sobre la
situación del momento y serán claves para el futuro, especialmente para la
formación del substrato de la perspectiva teológica unitaria del futuro AlAndalus –Al-Vandalus, según algunas teorías etimológicas.
Los vándalos, de origen germánico oriental, llegan a Hispania en el 409
y se establecen como federados de los visigodos. En el 426 toman Sevilla.
En el 429 se hacen con el control del África romana y la mayor región cerealera del viejo imperio. Comienzan a dominar en el Mediterráneo Occidental desde el puerto de Cartago, tras tomarlo y apresar a la flota imperial.
Controlan bases marítimas estratégicas para el comercio marítimo del Mediterráneo occidental: las Islas Baleares, Córcega, Cerdeña, Sicilia, Mauritania Tingitana y Tripolitania.
Los invasores relegan a la antigua nobleza senatorial y al episcopado romano en los territorios dominados, confiscando sus propiedades y entregando sus bienes eclesiásticos a las iglesias arriana y donatista. Se crea una
nueva nobleza. La Iglesia romana se convierte por ello en un núcleo permanente de oposición política e ideológica al poder vándalo.
En el cenit del poderío vándalo logra un tratado de paz con Constantinopla (474), en virtud del cual se reconoce su soberanía sobre las provincias
norteafricanas y las islas mencionadas.
15
Filósofo en el auténtico sentido de la Philosophia Perennis –término acuñado por
él mismo–, perteneciente a una familia romana de noble origen y considerado como el último de los intelectuales romanos y el primero de los escolásticos.
31
En el 483, la conspiración de los opositores al rey vándalo Hunerico,
apoyados por la Iglesia católica, provoca represiones y persecuciones, culminando en el 484 con la orden de conversión forzosa al arrianismo. Ese
mismo año muere Hunerico en medio de una hambruna que supone el
comienzo de una crisis fatal en el reino vándalo. Guntamundo (484-496)
trata inútilmente de buscar buenas relaciones con la Iglesia romana para
impedir independizarse a los príncipes bereberes16 y para legitimar el reino
vándalo frente al imperio bizantino, cuyo emperador Zenón ha roto temporalmente con el Catolicismo occidental. Hilderico (523-530) sigue intentando hacer las paces con la Iglesia católica restituyéndole sus posesiones
y busca el apoyo de Justiniano, el nuevo gran emperador del orbe cristiano.
Pero, su oposición aprovecha una derrota militar frente a grupos bereberes
y logra destronarle, asesinarle y coronar a uno de los suyos, Gelimer (530534). Finalmente el gran reino vándalo sucumbe en el 535 ante una fuerza
expedicionaria bizantina de 15.000 hombres, comandada por Belisario. Así
pues, durante más de cien años (429-535) los vándalos han imperado en el
Mediterráneo occidental.
No obstante, las bases de la perspectiva teológica unitaria han quedado
fuertemente arraigadas en los pueblos del noroeste de África, sur de la península ibérica e islas mediterráneas occidentales. Según ciertas crónicas, en
las Islas Baleares quedó un importante reducto vándalo del que perduran
noticias hasta la llegada del Islam, en cuyo cosmos se integraron todas las
16
Bereber es un término genérico para denominar un conjunto de etnias de antiguo origen extendidas por el note de África, desde Egipto hasta las Islas Canarias.
Algunos elementos ornamentales y arqueológicos los emparentaría con los íberos y
los etruscos. De esas etnias surgieron los emperadores romanos Septimio Severo,
Caracalla o Macrino, los reyes númidas Masinisa, Yugurta, Juba I, Juba II o Ptolomeo de Mauritania, el papa Melquiades, los grandes filósofos y teólogos Tertuliano, Cipriano de Cartago o San Agustín.
32
perspectivas unitarias. Ello explicaría la desaparición sin rastro17 de los vándalos en Baleares con la llegada del Islam antes que a la península.
Después de estos apuntes sobre el auge de los vándalos pasemos a otros
aspectos del panorama general.
Justiniano I (527-565) –el emperador más prototípico de la antigüedad
cristiana– se convierte en el gran señor el Mediterráneo desde Oriente Medio hasta Hispania, cuyo sur peninsular conquista en 551. Reconquista
provisionalmente la ciudad de Roma en el 536. Codifica el Derecho Canónico. Hace nacer la arquitectura bizantina, con logros tan modélicos como
las basílicas de Santa Sofía (hacia el 532), Ravena o Santa Catalina del Sinaí. Instaura el calendario en base a las fechas de nacimiento y vida de Cristo. Busca unificar la cristiandad por diversos medios, intentando evitar las
tendencias divisionistas, pero el uso excesivo e inevitable de la fuerza provocará irreparablemente una reacción contraria a lo pretendido.
529. San Benito funda el monasterio de Montecasino. La importancia
del hecho no es el monasterio en sí –destruido por los longobardos en el
año 581 como los demás monasterios de San Benito– su importancia
estriba en su significado como inicio de la Regla benedictina. En base a ella
se fundará en la Edad Media un entramado de conventos que van a sentar
los fundamentos de la Europa posterior en su más auténtico sentido. No en
balde se ha designado a San Benito como su patrón. Es también significativo que estas fechas coincidan con el periodo de Justiniano, el gran precur-
17
A la vista de lo que hemos podido conocer de los vándalos, pensamos que el carácter peyorativo del adjetivo “vandálico” fue fruto del rencor de sus enemigos trinitarios romanos, más que por el carácter o los actos de aquel pueblo. Siempre se
mantuvieron fieles a la perspectiva unitaria, a diferencia de los visigodos. Y una de
las razones de que no quedara rastro de su cultura y espiritualidad fue la destrucción y quema sistemática de sus documentos y construcciones, como dan cuenta
los anales de los concilios católicos de Toledo.
33
sor de la Edad Media. Veremos también cómo el gran auge de la Regla
benedictina constituyó el gran fundamento espiritual del feudalismo.
589. Recaredo I se declara trinitario y apoya en Hispania a la Iglesia
Católica Romana, intentando disolver así la tradición unitaria entre los
hispanos. Pero ese hecho no dará estabilidad a su reino, al contrario, da
lugar a grandes confrontaciones entre las imposiciones oficiales y el
arraigado unitarismo arriano o donatista de la población mayoritaria. Esa
inestabilidad será continua durante el siglo VII. Compiten por el poder los
trinitarios contra los unitarios en un estado continuo de guerra civil,
alternándose reyes de ambos credos. Según diversas fuentes ese será uno de
los factores que dé pie a la implantación del Islam en el territorio hispano,
como en casi todos los lugares africanos con pasado unitario.
Siglos VII y VIII. DISOLUCIÓN DE LA ANTIGÜEDAD
…pero cuando viniere aquél, el Espíritu de verdad, os guiará hacia la
verdad completa, porque no hablará de sí mismo, sino que hablará lo que
oyere y os comunicará las cosas venideras. Él me glorificará, porque tomará
de lo mío y os lo dará a conocer. (San Juan 16,13-15).
El año 622 se considera el comienzo de la Era Musulmana, cuando el
Profeta Muhammad (literalmente el que glorifica) llega a Medina, teniendo
entonces unos 50 años de edad. Desde la perspectiva de estos apuntes, este
acontecimiento se perfila como un gran canto de cisne de la primera edad
de la Era y una preparación para la germinación de la siguiente. Ar-Ruh alHaqq –El Espíritu de la Verdad, como algunos llaman al Profeta– viene a
reconducir la espiritualidad monoteísta hacia su antigua primordialidad
abrahámica justo al agonizar la edad antigua. Comunica lo que le dice el
arcángel Gabriel –el Corán– bendiciendo y completando el mensaje de la
Unidad que ya los cristianos unitarios habían defendido de modo sincrético
e incompleto. Ello explica el misterio de que arrianos, donatistas y demás
34
iglesias unitarias –desde el Asia Menor hasta Hispania, a través de todo el
norte de África– terminen abrazando el Islam y desaparezcan sus organizaciones eclesiásticas tras siglos de existencia. Es significativa al respecto la
mención a los arrianos en el escueto mensaje enviado por el Profeta al
emperador Heraclio, recogida en ciertos testimonios.
Mientras los cristianos están enzarzados en discusiones bizantinas y en
guerras interminables va emergiendo el Islam, siguiendo una revelación que
simplifica de modo alejandrino las actitudes y las ideas religiosas. El encuentro entre estas dos grandes religiones va a ser un factor decisivo para la
gestación de la Edad Media y un relativo freno providencial a las divergencias entre cristianos. Lo cual se produce como efecto de las conversiones al
Islam de los seguidores de las perspectivas cristianas unitarias y porque la
renovadora religión protege a comunidades cristianas débiles respecto a
otras más fuertes –como hace el Califa Omar con los coptos respecto a los
bizantinos– siguiendo el ejemplo de la protección del Profeta al monasterio
de Santa Catalina del Sinaí y otros lugares.
El Cristianismo había traído en sus inicios una regeneración de los corazones y una revitalización de la vida interior, cuando había excesivo endurecimiento y exterioridad –tanto en Roma como en la propia Judea–. El Islam,
en cambio, viene a bendecir el equilibrio entre lo exterior y lo interior –el
camino de en medio– poniendo los fundamentos para la germinación de la
perspectiva medieval, del hombre mediador entre la Tierra y el Cielo, del establecimiento de un mundo a imagen primordial del Cielo.
Bizancio vive momentos difíciles durante el siglo VII. El emperador Heraclio continúa la obra de Justiniano. Su excepcional talla humana y espiritual se pone de manifiesto en su comprensión de la legitimidad y fuerza del
Islam. Constantinopla es asediada por eslavos y ávaros después de las derrotas bizantinas en lugares tan míticos como Antioquía o Alejandría. A pesar
de todo aún quedan fuerzas para lograr una gran victoria sobre los persas
sasánidas, presagiando una revivificación en el Medioevo.
35
636. San Isidoro de Sevilla escribe sus Etimologías, que tendrán gran calado cultural en todo el Cristianismo occidental. Constituyen un documento importantísimo para tener nociones de todo lo ocurrido en aquellos
años, ya que la mayoría de los documentos de entonces fueron destruidos.
La difusión del Islam es fulgurante. En 638 se funda Basora y Kufa
(Irak). En 641 el Islam llega a África, se construye la primera mezquita de
El Cairo y se reconstruye el antiguo canal de Suez faraónico, prácticamente
por el mismo trazado que el actual. Durante el califato de Ozmân –desde
644– se crea la flota islámica y se recopila el Corán, pero afloran los grandes
conflictos internos entre familias y perspectivas religiosas. En 656 le sucede
‘Ali, del clan Abasí. En 661, tras ser asesinado ‘Ali y precipitarse con ello los
fundamentos para la gran división entre shiitas y sunnitas que se producirá
con el paso de los siglos. El clan Omeya retoma el califato y comienza la
época de esplendor califal de Damasco. El Islam es ya una religión extensa y
poderosa. En 691 se construye en Jerusalén de la mezquita Al-Aksa y en
705 la Gran Mezquita Omeya de Damasco.
En 707 la isla de Mallorca pasa a formar parte del Califato de Damasco
con la firma del tratado de unidad y tributo con el wali Musa. Cinco años
más tarde, en 711, llega desde África a Algeciras un grupo de guerreros capitaneados por el gobernador de Tánger Taric18 en ayuda a los hijos del rey
visigodo y arriano Witiza contra el usurpador trinitarista Don Rodrigo
(Roderic). Dichos guerreros formaban parte de la guarnición visigoda en el
norte de África, su fidelidad a Witiza indica que eran de fe unitarista, probablemente arrianos convertidos ya al Islam. Siglos más tarde los historiadores cristianos y musulmanes consignarán este hecho como el hito del
inicio de la expansión del Islam por Hispania –la invasión, según la versión
18
Según la historiografía común sería el bereber arabizado Ṭāriq ibn Ziyād, pero
según una teoría alternativa sería el visigodo Taric hijo de Tar.
36
histórica más común–. Algunos estudiosos como Ignacio Olagüe19 han
planteado que los hechos reales fueron muy distintos a ese mito de la invasión islámica armada. El análisis de los datos y la lógica parecen concluir
que la expansión del Islam se debió fundamentalmente a la espiritualidad
ejemplar de sus primeros fieles y a las diamantinas palabras sagradas del Corán. Aunque también es cierto que, al tener el Islam una perspectiva social
que agrupa e integra todas las castas en un solo ser, también tuvieron un
papel importante en la expansión las cualidades guerreras, literarias, comerciales y sumisas a Dios. Algunas lápidas islámicas en el levante peninsular
con inscripciones fechadas en décadas bastante anteriores a la fecha oficial
de llegada ponen también en cuestión la historia oficial. Resulta relevante
que se date en el mismo año 711 la llegada del Islam a la península ibérica y
a la península índica. También en la India hubo el mito posterior de una
invasión violenta musulmana y se ha demostrado que su penetración fue
debida a la irradiación espiritual islámica de grandes santos sufíes.
Mientras tanto, en 697 Venecia toma cuerpo como entidad independiente y en 700 comienzan las invasiones normandas en los territorios europeos, que serán continuas a lo largo del último siglo de la Edad Antigua y
del siglo inicial de la Edad Media, teniendo un indudable papel disolutorio
de la edad que acaba y germinal de la siguiente.
Hacia 725 se inicia el conflicto del Iconoclasmo. A juzgar por la fecha en
que se inicia, el Islam influyó en el cristianismo en este aspecto y no a la in19
Es una lástima que este erudito, que aportó ideas y documentaciones importantes, no planteara sus tesis desde una perspectiva más vertical y espiritual. Contempló los hechos y documentos sin considerar que los cambios decisivos que se
producen en la expansión inicial de las perspectivas religiosas auténticas están motivados por la regeneración de los caminos entre Cielo y Tierra. También es una
lástima que no tuviera un mayor conocimiento del Islam y cometiera errores que
desvirtúan algunos de sus argumentos. Pero ello no descarta sus aciertos en esta
cuestión histórica puntual.
37
versa, como algunos pretenden. No obstante, se ha de tener en cuenta que
desde siglos atrás se venía debatiendo la ortodoxia de la función de los iconos dentro de la práctica cristiana. Los unitarios se habían mantenido fieles
a la prohibición que de ellas hace el Antiguo Testamento. Durante unos
118 años la confrontación será muy virulenta y las imágenes religiosas se
proscriben, especialmente en el cristianismo oriental, llegando a ser condenadas en varios concilios y a dictar persecuciones como la que causó la mutilación de San Juan Damasceno.
En 732 una expedición musulmana es derrotada en Poitiers. Se consigna ese hecho como el punto final de la fulminante expansión islámica en
occidente, aunque hay razonables dudas al respecto porque no parece que
fuera un proyecto organizado de conquista sino una expedición menor.
747-749. El poder califal pasa a la familia de los Abasíes, quienes en 762
establecen Bagdad como capital califal. El último Califa omeya y su familia
han sido aniquilados, pero –según la leyenda puesta hoy en duda por algunos estudios– el pequeño vástago Abder-Rahmân logra huir y viajar oculto
hasta la península ibérica, donde llegará a ser proclamado emir de alÁndalus y dará inicio al mítico mundo islámico andalusí.
752-756. Nacen los Estados Pontificios. Es un paso significativo para la
disolución de la antigua concepción aformal de Cristianismo y para el fundamento de la futura perspectiva de la Iglesia medieval. El hecho no significa que la Iglesia se haya fortalecido, pues la Iglesia occidental sufre durante
esta época gran debilidad moral y política. Cuando los lombardos asedian
Roma y otros territorios del llamado «Patrimonio de San Pedro» el emperador de Bizancio no acude en su ayuda a pesar de las peticiones. La tutoría
de Bizancio sobre Roma y su sede pontificia está en declive desde principios
del siglo VIII. El distanciamiento respecto al imperio de Oriente se hace cada vez más patente, con visos de auténtica ruptura. El papa Constantino I
se enfrenta en armas con el emperador Filípico Bardanes, tildándole de he38
reje. El rey franco Pipino el Breve acude a las llamadas papales, reconquistando territorios bizantinos que dona al Papa.
Los gobernantes musulmanes de la cuenca del Ebro, los Pirineos e islas
Baleares –especialmente de las zonas que darán cuerpo a Navarra, Cataluña20 y Aragón21– se mantienen fieles al califato oficial abasí, en contra del
independizado emirato omeya cordobés. Ello se pone de manifiesto en los
significativos hechos del año 777, que pueden resumirse así: El gobernador
de Medina Albaida Saraqusta (Zaragoza) Hussayn ibn Yahya al-Ansarî recibe el apoyo de Abd-ar-Rahman ibn Habib al-Fihrî al-Siklabi –pariente del
último emir Yusuf al-Fihrî– y el valí de Medina Barshiluna (Barcelona)
Suleyman ibn Yaqdhan al-Kalbî al-Arabî para planificar la resistencia respecto a Córdoba. El barshiluní Suleyman viaja a Paderborn y propone a
Carlomagno colaborar en la campaña contra el emir omeya. Un año después, el saracustí Hussayn se proclama emir en nombre del califa abasí de
Bagdad, que envía su escuadra en apoyo, mientras Carlomagno cruza los
Pirineos y va hacia Zaragoza. Pero la escuadra del califato abasí comandada
por al-Siklabi es incendiada en Todmir (Murcia) y sus fuerzas son vencidas
en unas montañas cercanas a Valencia. Cuando las tropas de Carlomagno y
de Suleyman llegan a Zaragoza, ésta no les abre sus puertas. Los elementos
neurálgicos del poder de Saracusta habían sido tomados sorpresivamente
por una guardia de élite del emir omeya cordobés, quien permanecía preparado con sus tropas en territorios relativamente cercanos –en Maluenda,
según parece–. Carlomagno y los barshiluníes descartan asediar la ciudad
20
Joan Vernet y otros lingüistas catalanes han propuesto para el nombre de Catalunya la etimología Calat-Talunya: las tierras de más allá del castillo de Talunya.
Pero no es definitiva y supone discutibles cuestiones de situación geográfica. La
etimología es una ciencia que se presta a la elucubración ¿por qué no Calat-aldunia (tierra de castillos)?
21
Ar-raqun o ar-raqy-yun: el regadío o el estrecho, según posibles etimologías.
39
tras permanecer a sus puertas durante un mes. El emir de Córdoba depuso
a Hussayn y nombró en su lugar a Abd-al-Mâlik ibn ’Umar, a quien apoyan fuertemente los musulmanes de Tudela y otros territorios de la futura
Navarra. Durante el retorno de los francos a su tierra suceden los hechos
legendarios que la Chanson de Roland cantará 300 años después desde una
versión de los hechos que hoy es discutida.
Tras aquellos hechos resultaban inminentes los ataques del emir cordobés sobre el resto de los territorios no sometidos. Al califato de Bagdad le
resulta imposible enviar más apoyos desde tan lejos. Las tropas carolingias
comienzan a conquistar territorios de Gerona y las autoridades islámicas de
Barcelona, viéndose amenazados por ambos frentes, sellan con el imperio
carolingio un vasallaje de protección22. De estos hechos surgen los condados catalanes y su función futura en la marca fronteriza entre los territorios
francos y los territorios andalusíes.23
785. Se inicia la mezquita de Córdoba, según cuentan las crónicas.
El paso de la Edad Antigua a la Edad Media coincide con el Iconoclasmo
(725-843) como hemos mencionado. Desde una perspectiva profunda,
puede decirse que con las persecuciones «el icono recibe su bautismo de
fuego: pasando por la cruz resucita, florece y madura. Como el grano de
trigo del Evangelio, en su muerte ve su nacimiento»24. Y en el Medioevo
renacerá la imaginería cristiana cristalizada y depurada estilísticamente.
22
El vasallaje perdurará más o menos ambiguamente hasta ser zanjado definitivamente de modo alejandrino en 1659 con la Paz de los Pirineos. Reflejamos en otras
páginas de estos apuntes la repercusión de este vasallaje a lo largo de la Historia.
23
Consideramos interesante que en los escritos andalusíes de la época el término
isbani (hispano) designe a los habitantes de los condados catalanes. Es también significativo que en la época carolingia se denomine Marca Hispana a los territorios
catalanes, Marca Superior a los aragoneses (que entonces incluían el Pirineo oscense y leridano) y Marca Tolosana a los navarro-vascones.
24
Mahmoud Zibawi. ICONOS, SENTIDO E HISTORIA. De Libsa. Madrid, 1998.
40
Al llegar el final de esta larga edad la casta sacerdotal muestra claros signos de debilidad. Las autoridades eclesiásticas necesitan cada vez mayor
protección armada. Lo veremos en los hechos que darán lugar a la coronación de Carlomagno el año 800 y serán especialmente significantes del
inicio de la Edad Media.
+ + + +
+ + +
+ +
+
41
EDAD MEDIA
EL MEDIODÍA
Flor de Ideales, Combate y Amor Cortés
Aristocracia y Feudalismo
Fuego – Rayo - Espada
Así en la tierra como en el Cielo
E
l mundo cristiano llega a su edad de plata. El abanico de sus arquetipos espirituales se refracta y refleja en el espejo argéntico de su sim-
bología. Su proyección especular es patrocinada y tutelada por la aristocracia. Se perfila un cambio estructural de la sociedad en base a las características propias de la segunda casta.
Intentaremos esquematizar a continuación la influencia del cambio de
modelo en los diversos estratos sociales.
EN EL PLANO DEL CONOCIMIENTO Y EL SACERDOCIO
Los monasterios que siguen la Regla benedictina, sientan la base espiritual del feudalismo, marcando ciertas diferencias respecto al monaquismo
antiguo y oriental. Acentúan el carácter de refugio físico y espiritual
respecto a un mundo que ya no se quiere regir tanto por lo intelectual sino
por lo volitivo. No obstante, tienen influencia decisiva en el mundo e
irradian sus destellos de sabiduría contemplativa. Son auténticas fortalezas
42
jerarquizadas en las que se hace realidad la más ideal de las utopías. En ellas
se sirve a Dios bajo la autoridad directa del Patriarca de Roma.
La nobleza de la casta dominante de esta edad es permeable respecto a la
casta intelectual. A cierto nivel tienen el mismo fin: la manifestación del
Reino de Dios en el mundo. Si bien, una cosa es el ideal de las castas y otra
la altura cualitativa de algunos individuos, cuyas caídas y limitaciones personales producirán inevitables e intensos conflictos entre ambas castas por
lograr la preeminencia, especialmente a partir de la mitad de la edad.
Obispos y abades toman a menudo el papel de señores feudales. La Iglesia es gobernada por príncipes cardenalicios, no necesariamente consagrados al sacerdocio. Algunos contemplativos ejercen de reyes y guerreros
ejemplares sin abandonar su vía de conocimiento.
Se fundan órdenes religiosas con marcada disciplina jerárquica. Especialmente significativas son las órdenes militares, cuyos monjes-guerreros
esgrimen tanto armas físicas como intelectuales. Se establece progresivamente el celibato en el clero occidental.
El vigoroso Islam naciente influye espiritual e intelectualmente en
mundo cristiano de esta edad. Su disposición hacia el diálogo interreligioso
y hacia la perspectiva de conocimiento irradiada desde su interior –el sufismo– y su exterior –la sharîa– dinamiza y enriquece el saber general más
allá de las propias fronteras del futuro Dar-al-Islam.
EN EL PLANO DE LA NOBLEZA Y EL COMBATE
El prototipo cristiano del guerrero aristocrático se encarna en el
caballero, noble, galante y poeta. Este modelo marca las conductas y los
caminos para los hombres de esta edad, incluso constituyendo un canon de
santidad particular de este tiempo –pensemos en los frecuentes casos de
reyes santos, en San Jorge y en gran parte de la pléyade de modelos
medievales de santidad descrita en La Leyenda Dorada–. Este estrato social
43
dominante patrocina la construcción de un mundo concebido como
proyección del Cielo. Todos los demás estratos rinden vasallaje al guerrero
protector.
El mundo cristiano está regido en esta edad por los principios de la
ARISTOCRACIA.
La casta dominante conlleva dos aspectos compensadores del elemento
combativo: El culto de la POESÍA y el AMOR CORTÉS. Ambos aspectos
tendrán papeles relevantes en toda esta edad, por encima de su apariencia
secundaria. Se manifiestan en los movimientos de los trovadores, los bardos, los relatos del Ciclo Artúrico, las Cantigas de amor e de amigo, los Fidele de amore y en personajes como Leonor de Aquitania, Jorge Manrique,
Dante, Petrarca, etc.
EN EL PLANO DE LOS OFICIOS, EL COMERCIO Y LAS ARTES
Los constructores y artesanos materializan formalmente los arquetipos
artísticos cristianos bajo el patrocinio de los nobles, que les inculcan su
perspectiva. Toman especial papel las organizaciones corporativas
gremiales, dotadas de estructuras jerárquicas y conocimiento iniciáticosimbolista que denotan las influencias aristocráticas y sacerdotales,
fundamentales para cumplir su papel en la proyección del orden celeste en
el orden terrenal.
Esta compleja casta vive reunida en burgos –barrios específicos en las
ciudades, separados de los lugares de los señores de esta edad– lo cual denota una diferenciación en la jerarquía social. El comercio, la medicina y un
funcionariado elemental son otras de sus más importantes actividades.
No existe la idea del artista individualista, cada artífice extingue su ego
en los arquetipos supraindividuales, en su valoración del buen hacer y en la
humildad del anonimato colectivo o bajo un pseudónimo –actitudes fun44
damentales para la inspiración espiritual– logrando alcanzar en esta edad las
cumbres máximas del arte cristiano.
Las formas cristianas toman cuerpo material pleno en occidente, asimilando e integrando la sustancia universal subyacente de las mitologías precristianas y algunas de sus características formales.
Tras el cisma entre Oriente y Occidente, la imagen religiosa adquiere la
tercera dimensión en el cristianismo romano, surgiendo la escultura cristiana. Son consecuencias de la tendencia demiúrgica propia de esta edad.
EN EL PLANO DEL PUEBLO TRABAJADOR
Se implanta el concepto de la servidumbre bajo el amparo del señor,
según la tradición de los pueblos germánicos. Se suprime en buena parte la
esclavitud en los territorios en que se implanta el feudalismo,
particularmente en los carolingios. Aunque continúa de hecho el tráfico de
esclavos no cristianos –eslavos y africanos– con la beneplácito de la Iglesia.
EL CANON Kshatriya
Su modelo activo impregna la mentalidad de la Cristiandad a lo largo
esta edad. Los diferentes estratos sociales son influidos por este modelo, en
sus tendencias, en sus características o en sus modos de resolver los
conflictos dialécticos de la época.
Como dice F. Schuon, este canon corresponde a la mentalidad subjetiva
e idealista «del tipo “caballeresco”, que tiene una inteligencia aguda, pero
vuelta hacia la acción y el análisis más que a la contemplación y la síntesis;
su fuerza reside, sobre todo, en su carácter; compensa la agresividad de su
energía con su generosidad, y su naturaleza pasional con su nobleza, su
dominio de sí mismo, su grandeza de espíritu; para este tipo humano, lo
“real” es el acto, pues es el acto lo que determina, modifica y ordena las cosas; sin el acto no hay virtud ni honor ni gloria. Dicho de otro modo,
45
“cree” más bien en la eficacia del acto que en la fatalidad de una situación
dada; menosprecia la servidumbre de los hechos y sólo piensa en determinar el orden de éstos, en clarificar un caos, en cortar nudos gordianos» …
«para él todo es incierto y periférico, salvo las constantes de su dharma: el
acto, el honor, la virtud, la gloria, la nobleza, de las que dependerán todos
los demás valores.»
800 – 950. GERMINACIÓN DEL ESPÍRITU MEDIEVAL
En el preciso año 800 se inicia la Edad Media de modo significativo con
la proclamación de Carlomagno como emperador. El Papa le corona tras
haberle pedido ayuda, cuando la chusma romana, fanatizada por las
controversias, ha embestido al Santo Padre, cortándole la lengua y
dejándole prácticamente ciego. Estos hechos subrayan el significado del
momento.
El Imperio carolingio «marca» el nuevo concepto de la Europa occidental: el feudalismo. En medio del vacío y desorden dejado por el desvanecimiento del antiguo modelo imperial, la nobleza centroeuropea se propone
construir un mundo a imagen y semejanza del Reino de los Cielos. Bizancio es la referencia –la prefiguración medieval en la antigüedad– y de él se
van a tomar modelos. Tiene lógica, por tanto, que el nuevo emperador impulse el monaquismo benedictino, pues la Regla de San Benito tiene una
gran afinidad con sus principios y fines: El orden del Cielo en la Tierra.
En el feudalismo subsisten fundamentos del espíritu nómada germánico
–similares al carácter de los pueblos árabes y beréberes–. Nace el ideario caballeresco, poniendo en todo acto el sentido del deber y del honor. Las ciudades más importantes y sus señores feudales se constituyen en centros
independientes, aunque bajo la jerarquía simbólica del imperio.
En el territorio europeo y el norte de África se producen continuos movimientos étnicos: arábigo-bereberes por el Sur; normandos por el Noroes46
te; magiares, búlgaros y rusos por el Noreste. Todo va a ir conformando un
nuevo substrato humano para las futuras naciones europeas.
El Islam está ya implantado en gran parte del antiguo ámbito del imperio bizantino y en Oriente Medio. Su perspectiva va a ser una de las chispas
que enciendan las brillantes luces25 del ideario medieval. La intensa influencia del Islam surge de su concepto unitario, según el cual el mundo terreno
ha de someterse a la norma y reflejar la Realidad Celestial, impregnando y
sacralizando todo, logrando una estructura social de gran estabilidad y armonía en base a la interrelación entre târiqah (vía interior o esoterismo) y
sharîa (ley exterior o exoterismo). La influencia de esta perspectiva es un
acicate más para que los cristianos medievales intenten construir un orden
terrenal conforme al mensaje crístico. Muestra de ello son los Estados Pontificios, que –como vimos en el apartado final de la Edad Antigua– han
comenzado a tomar cuerpo desde el año 754.
También influye el Islam sobre una nueva concepción de combate y de
guerrero cristiano, pues para el modelo musulmán no hay diferencia entre
la victoria pasiva en el martirio y la victoria activa en la lucha. Lo cual participa de las actitudes cristianas en la edad que acaba y en la que comienza.
No obstante, estas influencias no significan que ambas religiones y sus
irradiaciones culturales vayan a caminar paralelas. Sus estructuras sociales,
sus procesos históricos y sus perspectivas son distintas.
Podría decirse que frente al «porque eres tibio, y no eres caliente ni frío, estoy para vomitarte de mi boca»26 de la perspectiva cristiana –desequilibrio en
lo terrenal con vistas a lograr el equilibrio en lo celestial– la perspectiva mu25
Consideramos que la luminosidad interior de esta edad es, en líneas generales,
superior a la de tiempos posteriores, por más que se insista hoy en llamar al Medioevo tiempo de oscuridad. Si bien todo es relativo en la Historia y representa en
múltiples aspectos un descenso cualitativo respecto a la edad anterior.
26
Apocalipsis 3,16.
47
sulmana marca el acento en la unidad y el equilibrio, en el centro, en la vía
al Cielo por el camino recto.
Otro punto diferencial está en que la tradición islámica considera cada
momento histórico superior al siguiente, mientras que la concepción cristiana tiende a considerar lo contrario. Muchos cristianos se confunden al
tomar como anuncio de progreso en el mundo el que «tras la Iglesia militante llegará la Iglesia triunfante», siendo que ello corresponde a planos existenciales distintos. Así, a partir de la Edad Moderna se interpretan los
sucesivos enderezamientos relativos de la historia de Europa como prueba
de su continuo progreso, obviando las advertencias de las Sagradas Escrituras sobre la sucesiva decadencia hasta el advenimiento del final de los tiempos. Se pierde de vista que en esas sucesiones suele descenderse
cualitativamente en cuestiones de principios y que la casta superior en decadencia es sustituida por otra inferior no decaída, lo cual induce al error
de que la inferior parezca superior en términos absolutos.
Sigamos con la sucesión cronológica de algunos acontecimientos.
En el año 830 son encontradas las reliquias del apóstol Santiago y
Compostela toma cuerpo como centro espiritual. Se constituye así el inicio
una peregrinación hasta los confines de la Tierra, en identificación con el
Camino espiritual del apóstol de Cristo. Esta vía prefigura algunos aspectos
de la Reconquista española y de las Cruzadas.
A partir del siglo X la «Ciudad condal» comienza una época de gran auge. Ello es gracias a la situación geopolítica resultante, que le permite convertirse en un gran centro comercial para el tráfico de esclavos y de metales
preciosos, de África hacia la Europa cristiana y del Oriente eslavo hacia los
reinos de Al-Ándalus.
En la Europa occidental se comienzan a construir edificios según los
modelos arquetípicos cristianos. Afloran las tendencias llamadas prerrománicas, como las construcciones carolingias de Aquisgrán o como esas especiales síntesis hispánicas que podríamos llamar céltico-mozárabe-bizantinas.
48
Otras obras magistrales de la época son el Palacio Ducal (829) y la Basílica
de San Marcos (832) de Venecia.
En torno al año 900, en medio de una creciente debilidad de los califas
abasíes, se hacen fuertes al norte de Irán las tribus turcas oriundas de Mongolia exterior, que se someten espiritualmente al Islam de perspectiva sufí.
Esas tribus dan crean el Imperio selyuqí que durará doscientos años, poniendo bajo su protección al califato de Bagdad. Esa confluencia del Islam
con los magníficos jinetes de las estepas va a ser una de las claves del nacimiento de la figura del caballero medieval.
909. Guillermo I, duque de Aquitania, dona la villa de Cluny al papado
para fundar un monasterio con los doce primeros monjes de la orden de
Cluny, una reforma de la orden benedictina que tendrá una importancia
decisiva a todos los niveles. Con el monasterio de Cluny afloran los primeros cánones del estilo románico. La orden benedictina logra así consolidar
la realidad de la que Carlomagno era su principal propulsor. Si bien, la orden logra depender sólo del Papa como autoridad espiritual y temporal.
929. El emirato de Córdoba se proclama como Califato.
Entre 890 y 1073 el papado adolece de gran debilidad y corrupción moral. Ello es extensible a toda la casta clerical, que propicia así el predominio
de la casta guerrera. Sin embargo, es importante diferenciar esta crisis papal
con las de edades posteriores; pues ésta sólo alcanza a los individuos, mientras que la del Renacimiento tendrá alcance colectivo –con una gran carga
de opacidad y cinismo en criterios artísticos y formas extrínsecas– y la del
final del siglo XX será la peor, por la corrupción intrínseca de la propia función pontificia y de las directrices eclesiásticas.
950 – 1100. FLORACIÓN DEL MUNDO MEDIEVAL
Señalemos –como hicimos con la primera época de la Edad Antigua–
que esta segunda época del medievo corresponde de modo más específico a
49
los cánones de la Edad Media, pues en este tiempo se manifiesta intensamente la floración de la Cristiandad.
La Era Cristiana llega a su paso del ecuador o punto medio. Se alcanza
el cenit en la curva vital de la Era y el punto medio de sus 2.000 años de
historia. Aunque la Historia tienda a no precisar su cualidad intrínseca, podemos imaginarla a través de estas palabras:
«En la Cristiandad medieval existía un entramado de monasterios y
conventos que cubrían toda Europa y Asia Menor, de tal modo que cada
población tenía un centro de este tipo no lejos de su entorno, un grupo de
hombres y de mujeres que vivían intensamente el gran ciclo del año
cristiano –Adviento, Navidad, Epifanía, Cuaresma, la Pasión, la
Resurrección, la Ascensión, Pentecostés, la Asunción de la Santa Virgen, la
fiesta de San Miguel y de todos los ángeles, de Todos Santos, de los
difuntos, unido todo a lo largo de los meses por la sucesión de las fiestas
patronales–. Y el hecho de vivir intensamente este ciclo ponía en movimiento
un potente remolino espiritual en el cual era difícil no estar inmerso en
cierta medida.
Cada centro dispensaba a todos instrucción religiosa elemental y caridad
a quienes la necesitaban. Además era posible para cualquiera, incluso para el
hijo del campesino más pobre, recibir una enseñanza más elevada si probaba
una aptitud profundamente enraizada y digna de la doctrina que tenía sus
raíces en el Espíritu».27
En Toledo, bajo autoridades musulmanas, brilla la sabiduría de las tres
religiones monoteístas. Al mismo tiempo, Córdoba irradia como una de las
más importantes metrópolis culturales del mundo.
Hacia el 960 nacen los países húngaros y magiares. La importancia de la
perspectiva cristiana medieval en dicho inicio puede verse la corona de sus
primeros reyes, que representa la Jerusalén Celeste.
27
De ANCIENT BELIEFS AND MODERN SUPERSTITIONS. Ref. en nota 5.
50
En 989 nace en Kiev la Santa Rusia con la introducción del Cristianismo a través de su rey santo Vladimir I.
Hacia 1054, tras continuos precedentes como el conflicto de Focio
(858-886), el Cisma de Oriente hace definitiva la ruptura entre las iglesias
bizantina y romana.
En el siglo XI surgen en el ámbito de la Iglesia Romana las primeras esculturas cristianas. Esto hubiera sido imposible de no haberse hecho realidad la
separación entre Oriente y Occidente. Comienzan a aparecer por doquier vírgenes, sentadas en majestad casi siempre, y crucifijos. Este tema, especialmente el de las vírgenes negras, constituye uno de los grandes misterios de la
Edad Media. En nuestra opinión era una manifestación necesaria e inevitable,
pero al mismo tiempo entrañaba un peligro idolátrico visible en las disolventes derivas de algunas imaginerías en edades posteriores. A pesar de todo, sus
milagrosas apariciones ponen de relieve su significado y su necesidad. Es una
floración de realidades míticas cuyas formas correspondían a cierta mentalidad que quizá había permanecido oculta demasiados siglos y se trataba de una
posibilidad intrínseca de las culturas precristianas occidentales. 28
En 1068 Sancho Ramírez –Sancho I de Aragón29– viaja a Roma para
enfeudar ante «San Pedro» los territorios en torno al río Aragón, su padre
Ramiro I los había recibido del rey de Navarra. El Pontífice romano le corona y vuelve como primer rey de Aragón –y más tarde también de Navarra– con el «estandarte de San Pedro» rojo y amarillo y el documento de
vasallaje –una piel roja atada con hilos de oro– para ensanchar sus territo-
28
Para percibir la magnitud de estos misterios léase: LA VIRGEN NEGRA Y EL
MISTERIO DE MARÍA. Jean Hani. J. J. de Olañeta Ed.
29
Los historiadores difieren si el primer rey de Aragón fue él o su padre. La cuestión estriba en que el título de rey tenía entonces significados diferentes a los actuales. Así Ramiro I fue conde de Aragón a título de rey –rey en Aragón– pero Sancho
Ramírez recibió por primera vez título y corona de Rey de Aragón.
51
rios en mundo “infiel” bajo el emblema de los Estados Pontificios30. En
cierto modo puede considerarse este hecho como el inicio de las Cruzadas.
El Papa romano acaba de romper con el Patriarca de Constantinopla
diez años antes y el rey de Aragón se convierte en el primer impulsor en la
península ibérica de la adhesión formal al Papa románico: construcciones,
ritos y cantos románicos –catedral de Jaca, San Juan de la Peña, etc.–.
Aquel vasallaje explica también el hecho de que muchos de los reyes de
Aragón pertenecieran o estuvieran muy vinculados a órdenes militares,
hospitalarias o contemplativas dependientes del Papa romano, como Ramiro II el Monje, Alfonso I el Batallador o Jaime I el Conquistador.
La orden de Cluny, al servicio directo de Pontífice Romano, irradia con
fuerza el modelo de nueva cultura europea y de monaquismo occidental.
Esta orden impone la sumisión al Pontífice romano, el rito romano, el canto gregoriano y la arquitectura románica. Contrapone éstos modelos a los
bizantinos, que comienzan a proscribirse como consecuencia del Cisma de
Oriente. Una de sus vías de irradiación es el Camino hacia Compostela –en
plena efervescencia desde que fueron encontradas las reliquias del apóstol
Santiago en el año 830–. Los reyes de Navarra y Aragón son sus principales
protectores en la península.
Durante todo el siglo ha habido un renacer del eremitismo que toma
como base la Regla benedictina. Ejemplo de ello es la fundación la orden de
los cartujos por San Bruno en 1084.
En esos años el Islam ibérico se relaja en exceso y ello provoca la
reacción del general Al-Mansur. A causa de su intolerancia dictatorial, gran
parte de la cultura andalusí se refugia en la extensa taifa de Zaragoza –la
primera en independizarse de Córdoba– cuyos territorios llegan a incluir en
mayor momento Tortosa, Lérida, Soria, gran parte de Navarra, Huesca,
30
Los Estados Pontificios fueron instituidos el año 754. Sobre la historia de las
banderas de los reinos hispánicos y sus detalles: www.angelpascualrodrigo.com/banderas.pdf
52
Teruel, Valencia y Denia. La taifa zaragozana es regida en ese tiempo por la
familia Banu Hud, que tuvo como principal jefe militar al Cid y sus
mesnadas durante sus mejores momentos. Tras su esplendor, esta taifa
entrará en un proceso de debilitamiento y caerá poco a poco en manos del
naciente reino de Aragón, bastión de los Estados Pontificios. Con ello se
inicia el declive final del dominio islámico en la península.
El año 1095 se considera como la fecha del inicio de las Cruzadas.
En 1099 muere el Cid, el perfecto caballero medieval, al mismo tiempo
que se marchita la floración del medievo. Encarnó sin fisuras todo un gran
arquetipo y su realidad dejó huellas más allá de su vida. Batalló después de
morir y estuvo vinculado a los grandes linajes de Europa31. Resulta interesante comparar aspectos de su historia con figuras literarias como Hamlet o
el Quijote. Con Hamlet se encuentran similitudes y antagonismos que revelan diferencias entre la mentalidad medieval y la post-medieval; como las
diferentes actitudes del Cid y de Hamlet ante la sospecha de que el rey ha
usurpado el trono asesinando a su propio hermano o de Jimena y de Ofelia
ante la muerte de su propio padre a manos de su pretendiente. Con el Quijote la similitud está en la noble actitud personal y las diferencias están en
mundo temporal que les rodea.
1100 – 1250. SOLIDIFICACIÓN DEL MUNDO MEDIEVAL
La preeminencia de la casta guerrera se cristaliza y solidifica.
Las Cruzadas –iniciadas en 1095 y prolongadas durante el resto de la
Edad Media– manifiestan el claroscuro de la mentalidad guerrera en la soli31
Su hija María-Sol fue la primera esposa de Ramón Berenguer III el Santo. Su
otra hija Cristina-Elvira casó con el Ramiro Sánchez, infante de Aragón y Navarra,
y fue la madre del rey de Navarra García Ramírez. Su biznieta Margarita casó con
el rey Guillermo de Sicilia. Otra biznieta, Blanca, fue madre de Alfonso VIII. Por
esas líneas llegó su estirpe a Portugal, Francia, Inglaterra, Alemania, etc.
53
dificación de la edad. Sus luces y sombras son propias de las soluciones violentas ante los nudos gordianos, cuyos logros físicos suelen ser traumáticos,
pues sólo perdura espiritualmente lo que se somete noble y realmente a los
principios sapienciales. Frente a los aspectos luminosos de la buena fe en
parte de los fieles que participan en las Cruzadas se producen sombras como
sus numerosos desórdenes, sus trágicos excesos y el haber precipitado la agonía de Bizancio. Se podría considerar legítima la defensa de los Santos Lugares de las agresiones que sufrían los peregrinos por parte de los turcos ya
asentados en gran parte de Asia Menor, pero las acciones se extralimitaron.
Resulta significativo el carácter inverso entre este momento de solidificación y su momento equivalente en la Edad Antigua. Ahora la posición de
fuerza está en el poder temporal del mundo cristiano occidental, mientras
el oriental llega a una extrema debilidad, inversamente a los tiempos de Justiniano. Pero hay importantes diferencias cualitativas entre ambas épocas
que se ejemplifican en los distintos modelos de emperador: Si un Justiniano
encarnaba el modelo del emperador teocrático de la antigüedad, la saga de
Carlomagno encarna el modelo del señor medieval, con carácter menos
permanente, menos central y más individualista.
En torno a 1100 aparece en Occitania la corriente de los trovadores.
Constituye un elemento vital de la segunda mitad de la Edad Media. Se ha
de citar a Leonor de Aquitania (1122-1204). En esta nieta del primer trovador, el rey Guillermo IX, confluyen muchos significados del papel femenino en este movimiento de largo alcance. Podría verse en aquella corriente
poética un complemento a las apariciones de imágenes marianas; completando en ciertos aspectos la restauración del simbolismo precristiano de la
feminidad como elemento esotérico central. Se podría decir que representan dos vertientes de la vía iniciática, vertientes combinadas en mayor o
menor proporción según los destinos individuales. La vertiente primera y
superior sería la pureza, encarnada por la Santa Virgen o por el legendario
caballero Galaad. La segunda sería el amor cortés con su elemento purgati54
vo, definido por algunas tradiciones esotéricas como un descenso iniciático
temporal a los infiernos32. La propia reina Leonor o los legendarios hechos
de la reina Ginebra y del caballero Lancelot son paradigmas. Es significativo el hecho de que los escritos del Ciclo Artúrico, con sus célebres «Caballeros de la Tabla Redonda», tuvieran máxima difusión o fueran creados en
las cortes de la dos veces reina Leonor.33
Otro aspecto diferente pero significativo del momento es la confrontación entre el entorno de Leonor de Aquitania y el clero. Éste daba entonces
muestras de cierta miopía y de moralismo excesivo e hipócrita –cada casta
tiene un modo de decadencia natural que va justificando la sucesión y desplazamiento de las castas en la cima de la colectividad–. Dicha confrontación puede verse también manifiesta en la última época medieval; por
ejemplo en los postulados y tomas de partido de Dante, subrayando la legitimidad de dicha sucesión al preferir al emperador en vez del Papa.
Resulta revelador observar cómo se repetirá más tarde el modelo en el
rey de Portugal Don Dinis y su esposa Santa Isabel. Las múltiples coincidencias –como la prisión de ambas reinas– hacen pensar en que hay una
importante cuestión arquetípica por encima de las apariencias.
Surgen los cantares de gesta, como la Chanson de Roland (escrito entre
1100 y 1125) o el Cantar del Mio Cid (entre 1103 y 1140), que cantan la
grandeza mítica de la época anterior, cuando los ideales estaban más a flor
de piel, menos solidificados.
En 1118 se crea la orden del Temple, una de las órdenes militares que
están tomando forma. Sus miembros sintetizan al monje y al guerrero en
una misma persona gracias a su perspectiva esotérica. Tienen cierto paralelo
32
Pueden encontrarse referencias en los misterios órficos, la Divina Comedia, la
Odisea o el descenso de Cristo a los infiernos antes de su resurrección.
33
Dada la complejidad del tema nos limitamos a dar esta reseña: LEONOR DE
AQUITANIA, Jean Markale, J. J. Olañeta Editor, Palma Mallorca 1992.
55
con los samuráis y otros prototipos similares. El papel de estas órdenes es
fundamental en los principales eventos de la época, como la Reconquista
española. Ese mismo año el rey de Navarra y Aragón Alfonso I el Batallador, vinculado a las órdenes de caballería, conquista Zaragoza y logra ensanchar su reino hasta Madrid por el Oeste y hasta Morella por el Este.
Comienza a surgir el Arte Gótico, completando con el Bizantino y el
Románico la trilogía de los estilos cristianos prototípicos. Se conforma así
el despliegue de sus posibles formas arquetípicas tradicionales. La floración
sucesiva de los tres estilos no se ha de confundir con una evolución o una
sucesión de modas, de hecho su coexistencia e interrelación perduró hasta
la llegada de las corrientes modernas e incluso hasta nuestros días.
1150. Se hace efectivo el matrimonio de Don Ramón Berenguer IV y
Doña Petronila, dando lugar a la unión de Aragón y Cataluña bajo la Corona de Aragón. Las Cortes de Aragón nombran a Ramón Berenguer príncipe abanderado de la Corona de Aragón.
También hacia 1150 comienza a elaborarse papel en la Játiva de la España musulmana34. A partir de ese momento comienzan a proliferar por
toda la península los molinos de papel. El primero conocido en el resto de
Europa será en 1270, en Francia.
Hacia 1200 Gengis Jân comienza a imponer su poder hasta crear el imperio más grande conocido en la historia de la humanidad. Dos veces mayor que el romano y cuatro veces el de Alejandro Magno.
En torno a 1204, la herejía cátara alcanza en el suroeste de Francia la extrema ebullición de su puritanismo. Se trata de un tema complejo de matizar. En cualquier caso ha de reconocerse que la persecución a estos bons
homes cátaros fue excesivamente sanguinaria y despiadada. Puede decirse
que no resulta extraño que surgiera un movimiento tan extremadamente
34
Ya desde el año 751 se elaboraba papel en otros lugares del mundo islámico, al
modo del extremo oriente, para las ediciones caligráficas del Corán.
56
puritano como el cátaro ante la situación decadente del clero y los aparentes
excesos del mundo de los trovadores. Pues el mundo de éstos últimos resultaba incomprensible para quien no tuviera las claves necesarias, lo cual fue
aprovechado por los enemigos políticos de sus máximos representantes para
difundir críticas de veracidad dudosa.
1207. El patriarca de Jerusalén otorga regla monástica a unos ermitaños
de origen francés que viven en el Monte Carmelo desde 1180. Nace así la
orden contemplativa y mendicante de los carmelitas, herederos del espíritu
eliático en el orbe cristiano.
San Francisco, el gran renovador del espíritu cristiano, funda la orden
de los franciscanos. Es un hecho de gran significado.
1215. Para evitar los excesos cometidos contra los cátaros por la «justicia
de los señores» –según dicen textualmente los documentos– nace en Toulousse la orden de los dominicos, bajo la autoridad directa del Papa. La orden inspira, proyecta y crea allí la Inquisición en 1231, sus frailes se hacen
cargo de la dirección. Ante lo vertido sobre esta institución por las leyendas
negras, ha de señalarse, como mínimo, que la Inquisición fue fruto de la
necesidad de criterio ortodoxo y justa jurisprudencia. Los datos son a veces
contradictorios y es difícil saber el alcance real de las sombras que se le
achaca. En favor de ella cuenta la gran cantidad y calidad de santos y sabios
habidos en el seno de dicha orden. Observemos además que sus peores acciones corresponden a la Edad Moderna o, en todo caso, a la decadencia
medieval postrera y que fueron excesos particulares de individuos que a
menudo fueron procesados después.
1229. Se produce otra de las grandes masacres históricas. Durante los
ocho días siguientes a la rendición de Medina Mayurca las tropas de Jacme
I asesinan a la población restante por exigencia de los obispos catalanes. No
se respeta a niños, mujeres ni ancianos. Los cadáveres –entre 50.000 y
30.000 según las distintas crónicas– provocaron una mortífera peste entre
los propios conquistadores.
57
1244. El tratado de Almizra entre Aragón y Castilla fija los límites de su
respectiva expansión por la España musulmana.
1248. San Fernando conquista Sevilla. Es una victoria agridulce porque
anuncia la disolución del Islam andalusí.
Merecen ser mencionados en este siglo los misteriosos almogávares. No
se sabe muy bien su origen. Las primeras noticias que se tiene de ellos son
de 1236 en Córdoba y las últimas de 1310 en Salónica. Hay datos de su
existencia inicial en Asturias, Castilla, Aragón y Cataluña. El hecho de que
se les añadieran miles de guerreros a lo largo del Mediterráneo hace imposible determinar sus orígenes geográficos como elemento fundamental.
Cuentan las crónicas que en Oriente Medio se alistaron más de dos mil
guerreros nativos de la zona. Eran liderados por templarios y tenían denominaciones árabes para sus jerarquías. Eran tan austeros y bravos como los
sufíes guerreros. Fueron capaces de vencer a tropas tan extraordinarias como las turcas aunque éstas les cuadruplicaran en número.
La época alcanza una brillantez extraordinaria en individualidades espirituales. Tanto, que sería más apropiado denominar esta época cristalización, en vez de solidificación, pues el siglo XIII es un auténtico siglo de oro
en ese sentido. Incluso podría verse una eclosión planetaria en toda la Tierra, con manifestaciones avatáricas tan importantes como Shankara, Dyaneshwary o Gengis Jân. En occidente encontramos el entorno franciscano
con San Francisco de Asís y Santa Clara revitalizando la espiritualidad cristiana y canalizando sus formas hacia modos primordiales, con otras figuras
como Ramón Llull35. San Domingo de Guzmán funda la sapiencial orden
35
Aunque no sea éste el lugar más adecuado, nos permitimos expresar nuestra duda
sobre la veracidad del testamento atribuido a esta figura medieval. El hecho de que
fuera escrito en el siglo XIV (R. Llull nació hacia 1235 y murió en 1315) –una vez
producido el vuelco en la convivencia religiosa de tiempos anteriores– nos hace
dudar sobre las intenciones de este gran pensador al ir a países del Islam «para convertir infieles». Es notoria la influencia del esoterismo oriental y sufí en sus propios
58
de los dominicos sapienciales, brillando entre ellos Santo Tomás de
Aquino, el maestro Eckhart o San Alberto Magno. Entre los reyes y paladines hay figuras tan legendarias como San Luis de Francia, San Fernando de
Castilla, Alfonso X el sabio, Leonor de Aquitania, Jacme I o Saladino. Y al
mismo tiempo, mientras los turcos crean su nuevo imperio protector del
Islam, Al-Ándalus y el mundo arabizado en general entona un canto de cisne
con los grandes maestros sufíes Ibn Arabî, Rumî, Abul Hassân Shaddilî,
Abul Abas al Mursî, Ibn Abbad de Ronda, Averroes y hebreos como Maimónides, Moisés de León o Abraham Abulafia… Sin olvidar a importantes
figuras postreras como Dante, Cimabue o Giotto y un largo etc.
1250 – 1400. DISOLUCIÓN DEL ESPÍRITU MEDIEVAL
La decadencia manifestada en esta época final parece el contrapunto
negativo a la brillantez de la anterior. Se produce un endurecimiento férreo
en el ámbito del mundo cristiano y una eventual disolución en el mundo
arábigo-islámico. Se apaga la luminosidad medieval. La decadencia
intrínseca estriba en el hecho de que la casta guerrera está olvidando de
modo generalizado que sus luchas sólo tienen sentido aristocrático si tienen
por fin defender el bien y la verdad y no sus intereses personales y
mundanos, que son su talón de Aquiles.
1258. El guerrero Hulagu, nieto de Gengis Jân, arrasa Bagdad y acaba
con el califato abasí. El exterminio es tal que quedará como una de las maescritos. Los razonamientos en su Blanquerna, por ejemplo, parecen más una defensa de la ortodoxia metafísica del Cristianismo ante los sufíes que una negación
de las perspectivas de éstos. La presión de la época podría haber causado ese apócrifo testamento tan determinante para los escritos posteriores. Un caso opuesto daría
cierta luz al asunto: El del también mallorquín y franciscano Anselm Turmeda (nacido a mediados del s. XIV y muerto en 1423) converso al Islam, que debió alcanzar rango en el ámbito sufí, pues con el nombre de ‘Abd Allâh at-Tarjuman sigue
considerado como santo patrono de la ciudad de Túnez.
59
yores masacres de la Historia medieval –junto con la toma de Pekín por
Gengis Jân, la primera toma de Jerusalén por los cruzados y la matanza de
Medina Mayurca por la huestes de Jacme I–. La destrucción de Bagdad, a
pesar de su lejanía de Europa y del Cristianismo, tendrá un notable efecto
sobre la evolución de los acontecimientos. Marca un antes y un después en
la historia del Islam y en la convivencia interreligiosa. La reacción en Occidente será el temor, la tensión y una continua puesta en pie de defensa ante
la expansión de los invencibles guerreros esteparios que acabarán, paradójicamente, abrazando el Islam.
Ese mismo año 1258 Jacme I y el rey de Francia firman el tratado de
Corbeil, por el que éste renuncia a sus derechos monárquicos históricos sobre la antigua Marca Hispánica al sur de los Pirineos. Sin embargo parece
que quedaron flecos sueltos que provocarían algunos acontecimientos históricos posteriores que consideraremos.
En el entorno itálico, papas y emperadores se han enfrentado entre sí
durante largo tiempo en irresolubles conflictos por la preeminencia. El papado alcanza finalmente la victoria y con ello sus partidarios –el partido de
los güelfos, constituido fundamentalmente por los mercaderes– desplazan
del poder a los gibelinos –partido constituido fundamentalmente por los
aristócratas–, lo cual es ya un hecho significativo de los cambios que se avecinan en la edad siguiente. La vida y los escritos de Dante, que milita en los
gibelinos, son claros exponentes de la situación. La figura del emperador
pierde el papel de protector de un papado que absorbe de modo excesivo
funciones kshatriyas correspondientes al emperador, superponiéndolas a las
propias de carácter brahmánico que irá abandonando para desarrollar un
entramado legalista y mundano de carácter vaisha. La modernidad renacentista terminará ahogando así las posibilidades naturales, legítimas y necesarias de papas y emperadores.
Hacia 1295 Marco Polo ilusiona a Occidente con sus relatos sobre
Oriente. Su libro de viajes tiene precedentes en el mundo islámico y judío:
60
Primero el musulmán granadino Abû Hâmid (1080-1169). Después el judío Benjamín de Tudela (1130-1173). Más tarde el sufí valenciano Ibn
Yubayr escribe entre 1183 y 1217 un libro de viajes de gran calidad literaria
y elevado contenido espiritual. Y hacia 1345 el tangerino Ibn Battutâ escribe la precisa descripción de su viaje de 20 años por todo el ámbito islámico,
desde Tánger hasta la China. Podría verse a estos viajeros como precursores
de la edad siguiente, pero su perspectiva difiere de la dominante comercial
y burguesa generalizada a partir del Renacimiento.
El arte y la literatura cuentan en este tiempo con personalidades tan elevadas como Giotto, Simone Martini, Dante, Petrarca o el conde Lucanor.
Son cantos del cisne del espíritu medieval y puentes hacia la próxima edad.
1297. Dom Dinis –rey y poeta epígono de trovadores– fija y acuerda
con Castilla las fronteras de Portugal, siendo las más antiguas de Europa
que permanecerán sin cambios. Despunta así un primer atisbo de las nacionalidades territoriales gestadas durante las edades modernas en un proceso de sedentarización progresiva. No obstante, persiste hasta el final de la
edad el modelo medieval o feudal de nación, según el cual los hombres vinculan su fidelidad a su señor más que a una tierra determinada, como hacen
los pueblos nómadas. Coincide con un aspecto propio de la trashumancia:
la identificación natural entre lengua y nación. Esa identificación se irá invirtiendo con el progresivo sedentarismo que la mentalidad burguesa implantará a lo largo de la siguiente edad, imponiendo la homogeneización
por razones pragmáticas: lengua común y religión común para territorio
común. Y cuando lleguen los siglos industriales, el romanticismo abanderará una postura confusa, renaixendo un nacionalismo híbrido entre el medievo y la modernidad –lengua, nación y territorio– cuya rebeldía, hasta
cierto punto legítima, contra la disolución de identidades otorgará a los
conceptos de nación y lengua unos valores abusivos y, en cierto modo, contrarios a su naturaleza, con un carácter fundamentalista tendente al revanchismo y sucedáneo de una auténtica espiritualidad.
61
La decadencia final de la Edad Media muestra sus más violentas pesadillas en el siglo XIV:
En 1310 son llevados a la hoguera 54 templarios tras injustos juicios
instados por el ávido rey de Francia Felipe IV y el papa Clemente V. La orden acabó definitivamente en 1314 tras las últimas quemas.
Las familias feudales se hunden en luchas interminables. Se organizan
persecuciones de judíos, a quienes se expulsa de Inglaterra (1290) y de
Francia (1306 y 1394), un siglo más tarde se les expulsará de España
(1492) y Portugal (1496).
1337-1453. Europa sufre la Guerra de los cien años.
1347-1348. La peste negra diezma la población al norte de los Pirineos y
los campos quedan sin manos que los cultiven.
Desde 1350, más o menos, se producen continuos asedios a Constantinopla por parte de los turcos ya convertidos al Islam. Ello va a dar pie a
acrecentar la animadversión y paranoia respecto a los musulmanes.
El feudalismo noble agoniza mientras comienza a sonar una seductora
predicación laica que anuncia el nacimiento de un mundo de ilusiones y
quimeras.
1377. El Papa vuelve a residir en Roma por consejo de Catalina de Siena. La sede papal se había trasladado a Avignon en 1313. Pero a los pocos
meses del retorno muere y se extrema el conflicto entre ambas ciudades,
provocando el Cisma de Occidente (1378-1417). Veamos los hechos:
En 1378 el populacho romano entra por la fuerza en el cónclave papal
exigiendo violentamente que se elija un Papa romano. Los cardenales se
comprometen a acelerar la deliberación. Una vez solos acuerdan fingir la
elección de un romano para irse después a Avignon y continuar el cónclave
legítimo, tras declarar nula la elección por haber sido forzada. Así lo hacen.
Pero en el momento de irse, el romano «electo» no acepta lo convenido y
dice que es el Papa legítimo. Se marchan los cardenales dejándole práctica62
mente solo y eligen en Avignon al Papa legítimo, al que acatan como tal los
reyes más importantes de Europa.
A la muerte del Papa de Avignon es elegido Benedicto XIII, el Papa Luna,
un noble aragonés de firmes principios, miembro de la antigua familia de los
Luna. Pasado un tiempo, el rey de Francia plantea exigencias que el Papa
Luna no acepta y el rey francés responde poniéndose de parte del Papa
romano. Finalmente, Benedicto XIII ha de marcharse de Avignon y tomar
amparo del rey de Aragón. El rey francés presiona al rey aragonés, hasta que
también éste le abandona y obliga al Papa a retirarse hacia las solitarias y
escarpadas tierras del Maestrazgo, acabando su vida en el castillo de Peñíscola.
El Papa Luna fue el creador, propulsor y principal mecenas del Arte
Mudéjar, pues una confluencia de causas le llevaron a encargar a alarifes
musulmanes la construcción de iglesias.
Aún hubo un sucesor de Benedicto XIII que está enterrado con honores
papales en la catedral de Palma de Mallorca en recompensa a su abdicación.
A pesar de todo, continúa habiendo figuras ejemplares hasta el final de
la Edad Media, ilustrando la enorme distancia entre las concepciones tradicionales y las modernas. Particularmente en dos binomios intrínsecamente
ligados: vida/muerte y riqueza/pobreza. Como ejemplo, recordemos a aquella gran mística y maestra de santos que fue Catalina de Siena36 (13471380), quien pedía al Cielo la pobreza para su familia, ya que la riqueza terrenal les alejaba de la Salvación, y el Cielo terminó concediéndola.
¡Qué gran contraste existe entre el grado de dignidad otorgado tradicionalmente a la pobreza –la Santa Pobreza– y ese axioma de los tiempos modernos que formula la ecuación pobreza = indignidad !
36
Su biografía –escrita por su confesor– resulta admirable por su valor literario y
por la sabiduría metafísica que contiene. Sus niveles de lectura están expuestos con
sencillez y claridad, reflejando magníficamente la elevada santidad de la protagonista. VIDA DE SANTA CATALINA DE SIENA. Beato Raimundo de Capua. Ed. La
Hormiga de Oro. Barcelona, 1993.
63
Cerremos el capítulo con las descriptivas palabras de Titus Burkhardt:
«Sería un error imaginar que la división de castas medieval producía una
separación entre los hombres mayor que la distancia existente entre ricos y
pobres en épocas posteriores; de hecho, era todo lo contrario. La sociedad
medieval estaba construida según el sistema patriarcal, en el que las clases
altas y las bajas estaban íntimamente unidas por las circunstancias de la vida
diaria. El sacerdote era el padre de los fieles que tenía a su cuidado y el
terrateniente aristocrático consideraba en cierto modo a los campesinos
arrendatarios como si pertenecieran a su propia familia, al igual que el rico
mercader tenía a muchos de sus empleados de casta inferior viviendo en su
casa. De este modo, los diferentes grupos permanecían en contacto y se
sentía cierta similitud de ideales. Los tiempos del completo desarraigo y la
segregación del «proletariado» todavía no habían llegado.
»La Iglesia se esforzaba en espiritualizar las cualidades especiales de cada
grupo de la comunidad favoreciendo la formación de órdenes de caballería e
incorporando los gremios de artes y oficios en la vida litúrgica. Esto no provenía tanto de una política de conservación del poder religioso como de un
conocimiento fundamental de las múltiples tendencias del hombre hacia el
bien y el mal. No sólo posee cada casta unas capacidades que pueden convertirse en virtudes, sino que también tiene sus debilidades particulares, y éstas se vuelven peligrosas si se hace peligrar la estructura de las clases sociales.
Así, la tendencia principal de la aristocracia es su combinación de valor y
generosidad, de la espada y el amor. Una aristocracia degenerada, por otra
parte, da origen a un orgullo desmesurado unido a una pasión destructiva
que puede ser causa de una verdadera conflagración.
»Frente a una nobleza decadente, el tercer estado, el de los comerciantes,
artesanos y campesinos independientes, tiene la ventaja de que instintivamente busca el equilibrio y tiende, como el agua, a esquivar las dificultades y
encontrar su propio nivel. La virtud de la tercera clase es el sentido de la
moderación; su debilidad es el afán de lucro. Esta tendencia se impone
cuando las clases superiores pierden el sentido de la responsabilidad para con
los subordinados. Cuando la clase media se deteriora, la cuarta casta –cuya
64
virtud principal es una paciencia como la de la tierra– no tarda mucho en
rebelarse contra todo el orden tradicional.» 37
+ + +
+ +
+
37
SIENA. Titus Burckhardt. Ed. Olañeta. Palma de Mallorca 2006.
65
LA FRONTERA ENTRE EDADES
TRADICIONALES Y MODERNAS
D
etengámosos ante esta profunda brecha entre dos partes de la Era
radicalmente distintas. No sólo se trata del fin de una edad y del
inicio de otra.
Durante la transición entre el siglo XIV y XV la Europa cristiana es
diezmada por la peste, el hambre y largas guerras. Los jinetes apocalípticos
cabalgan por los eriales y los mundos que se desvanecen. Va de boca en boca la palabra milenio. Se han cumplido mil años desde el inicio de la Baja
Edad Media en el siglo V (400-1400)38. Mientras unos sueñan con un renacimiento otros recuerdan que el libro del Apocalipsis de San Juan anunciaba que tras el Milenio la saga del anticristo andaría suelta.
La Iglesia romana se halla dividida por el Cisma de Occidente. Varios
papas argumentan simultáneamente su legitimidad exclusiva.
En la decadencia final de la Edad Media han surgido ya algunas de las
tendencias que se irán implantando durante la Edad Moderna. Del mismo
modo, algunas cualidades tradicionales medievales perdurarán más allá del
final de su tiempo, aunque sea de modo epigonal o marginal.
Algunos valores fundamentales marcan diferencias radicales entre la
mentalidad que se desvanece y la que despunta. Uno de esos valores es el
otorgado a la vida y la muerte, como mencionábamos al final del capítulo
anterior. El origen de la vida, su continuidad tras la muerte y la preeminencia de lo eterno sobre lo temporal es un principio incuestionable para la
38
Tal como hemos comentado, consideramos compatible nuestro esquema con el
que denomina Baja Edad Media al periodo entre los años 400 y 800.
66
mentalidad de las dos primeras edades. En cambio, en las edades posteriores cuesta creer en «otra vida» y se da un valor absoluto a la vida presente y
a la muerte.
Resulta ilustrativo ver cómo algunos hombres de la antigüedad pueden
ser capaces de ajusticiar a un reo de muerte y ser al mismo tiempo auténticos santos, conscientes de que evitan así un mal mayor y logran un bien purificador –de orden espiritual, moral y social– para el propio reo y para la
colectividad. Pero ello resulta casi inconcebible desde la perspectiva limitativa de la modernidad.
El «liberado» hombre moderno tiende a rendir culto a la vida tangible y
a sus limitaciones sin saber afrontar el sentido de la muerte. Vive aturdido,
irresponsable e inválido por su conciencia individualista y materialista,
mermado psíquica e intelectualmente para asimilar realmente la muerte.
Desde su egocentrismo da un valor absoluto a su propia vida, mientras la
de los demás tiene para él un valor relativo y abstractamente difuso.
Los crímenes producidos en tiempos modernos no son menores que en
tiempos antiguos, simplemente son más anónimos y maquinales, alcanzando cotas monstruosamente masivas. Se siguen sentenciando penas de muerte y guerras, pero no en función de principios ni de cara al bien espiritual
sino en función de confusas conveniencias materiales, enmascaradas bajo la
excusa del bienestar social o democrático. Pocas veces se utilizan principios
tradicionales salvo para uso demagógico. No obstante, la soberbia del hombre moderno le hace verse a sí mismo con superioridad moral sobre el
hombre de tiempos anteriores.
Puede decirse que al acabar la Edad Media acaban los tiempos heroicos.
La clave del héroe estaría precisamente en la valoración de lo eterno por encima de los valores temporales, en la capacidad de dar la propia vida por
una causa que lo merezca.
Es significativo que en las primeras edades nos encontremos con unos
individuos humanos que encarnan de modo total y sin fisuras los prototi67
pos de las virtudes y del bien, al tiempo que otros encarnan los vicios y el
mal. Contrastan las personas de altísima nobleza y categoría intelectual
frente a seres que cometen espantosas vilezas.
Por contra, en nuestros últimos tiempos se tiende a la masificación indiferenciada, se confunde al juez con el criminal, al militar con el terrorista, a
lo natural con lo antinatural. Todo se complica, se confunde y se disuelve.
Las almas y los criterios se fragmentan en mil pedazos inconexos.
El hombre tradicional conoce la existencia de una división en su alma,
pero sabe que se trata de una división jerárquica y que lo superior ha de
dominar lo inferior. El hombre moderno, en cambio, parte del error de que
cada una de las particiones arbitrarias de su alma o de su pensamiento pueden vivir independientes –en apartados estancos– y utiliza complejos autoengaños para eludir la incoherencia de sus contradicciones.
Otro gran valor diferencial es el sentido del símbolo. La perspectiva intelectual común durante las dos primeras edades es eminentemente simbólica, sus colectividades viven como inmersas en simbologías a través de las
que pueden discernir las realidades superiores. En cambio, los modernos
postergan ese discernimiento directo y se pierden en razonamientos erráticos y alegorías estériles, olvidando que el símbolo es la abstracción intelectual más operativa para acercarse a los misterios –del origen de la vida o de
los estados póstumos, por ejemplo– y sustituyéndolo por métodos empíricos impermanentes del cientifismo que se pierden en los detalles.
Podría decirse que la perdida del sentido simbolista acarreada por el racionalismo y sus secuelas –positivismo, cientifismo, etc.– deja al hombre
intelectualmente tuerto, lo cual es acorde con algunas profecías tradicionales en que se describe al anticristo como tuerto. No perdamos de vista que
es necesaria la visión de los dos ojos para el sentido del relieve, para distinguir lo lejano de lo cercano, por lo que la visión a través de un solo ojo
puede significar la perdida intelectiva de lo transcendente y de los niveles
ontológicos superiores. En el mismo sentido, resulta revelador el aspecto
68
limitador de la realidad producido en el intelecto por inventos como la fotografía, el cine o la televisión, en los que se ve siempre a través de un solo
«objetivo», como cíclopes de la Odisea. Paradójicamente, las técnicas 3D
no recuperan lo perdido sino que ahondan en la ilusión meramente virtual.
Es interesante, en cambio, analizar cómo afrontan esta cuestión las iconografías de las diversas culturas tradicionales, alejándose intencionalmente de
la mirada naturalista para ahondar en los significados simbólicos.
Las diferencias abismales que marcan la gran frontera entre las dos mitades de la Era podrían resumirse en una clave fundamental: Tener o no
tener presente a Dios, con todas sus consecuencias.
Con el Humanismo comienza un progresivo olvido del primer mandamiento –amar a Dios sobre todas las cosas– desviando el centro de la mirada del hombre hacia el propio hombre.
Sin embargo, no hemos de perder de vista que todo lo que acabamos de
decir se refiere a tendencias generales. Podemos encontrar tanto prefiguraciones modernas en los tiempos antiguos como manifestaciones particulares
de tendencias tradicionales tras esta frontera entre edades.
+ + + +
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69
EDAD HUMANISTA MODERNA
LA TARDE
Paz y bienestar material
Burocracia y Oligarquía
Agua – Liquidez - Papel
El mundo como reino absoluto
E
ntra en escena el humanismo moderno. El hombre delimita su mirada a sus propias dimensiones terrenales. Se diría que huye del Infini-
to y al Absoluto hacia una compleja paranoia que le pone en contra de ellos
y de la Naturaleza, buscando sustituirlos por toda clase de artificios. La Era
Cristiana llega a una compleja edad de bronce en la que la espiritualidad
cristiana es sustituida progresivamente por el materialismo mundano, la
economía y el cientifismo. Quienes amalgaman la colectividad burguesa
van a ser los artífices principales de esta edad, tan compleja como la disparidad de elementos que integran la burguesía. Es significante el paralelismo
simbólico entre los ingredientes del bronce –cobre, estaño y otros metales
como el zinc, el aluminio o el plomo– y la diversidad de grupos humanos
que integran el burgo.
Se trata de un vuelco estructural, todo pasa a estar regido por la perspectiva materialista de la tercera casta. Por ello la inestabilidad se hará inevitable y los cambios se acelerarán en paradójica contradicción al ideal de
estabilidad presumido por la burguesía.
70
Se podría ver un confuso parecido antagónico con la Edad Antigua, ya
que «a menudo se confunden las cualidades de los brâhmanas con las de los
vaishyas o inversamente, por la sencilla razón de que ambas castas son
apacibles»39. Pero la verdadera estabilidad está en la espiritualidad interiorizante y no en el materialismo exteriorizante. El único eje inmutable reside
en las verdades metafísicas.
Aparecerá en escena el nuevo rito mundano de la moda, que rendirá
culto a la novedad por la novedad, buscando ilusoriamente la felicidad en
lo más mudable del mundo tangible y mental.
Progresivamente se va a ir arrinconando todo elemento tradicional.
Veamos a continuación cómo podría esquematizarse la influencia entre los
diversos estratos sociales durante esta edad.
EN EL PLANO DEL CONOCIMIENTO Y EL SACERDOCIO
La Iglesia oficial se vuelve más opaca y burocrática, adopta dogmatismos
absolutistas, distanciándose de la contemplación pura y del conocimiento
interior.
La sede pontificia y su entorno está corrompido por el afán de poder
temporal y por las pasiones mundanas.
Los elementos sapienciales se ven marginados de la propia Iglesia oficial,
provocando el distanciamiento e incluso desviaciones de la religión como
tal. Por ello las ciencias esotéricas comienzan a ocultarse con velos cada vez
más tupidos, recluyéndose y dando lugar en último extremo a oscuros ocultismos. La sociedad emergente no es muy apta para conocimientos metafísicos y desconfía de ellos, pero al mismo tiempo siente cierta fascinación
por los misterios y busca asimilarlos desde perspectivas materialistas. La oficialidad teme lo oculto y lo diferente, su reacción es perseguirlo y para tal
fin refuerza y transforma la Inquisición, introduciendo en ella representan39
De «Castas y Razas». Ver reseña bibliográfica en nota anterior.
71
tes de la burguesía y dándole un cariz cada vez más legalista y oficinista, alejándose de la sapiencia dominica medieval.
La ruptura de la complementariedad principial e indisoluble entre la objetividad y la subjetividad –se ha definido la modernidad como «la ruptura
entre las ciencias del conocimiento subjetivo y las del conocimiento objetivo»– provoca necesariamente un oscurecimiento progresivo en la Iglesia
oficial y la ocultación especulativa de los círculos iniciáticos –alquimistas,
rosacruces, masones, etc.–, abriendo una profunda brecha entre Ciencia y
Religión40. En consecuencia, la auténtica sabiduría espiritual y contemplativa va quedando relegada por la curia burocrática y suplantada por el cientifismo. No es casual la eclosión de descubrimientos e invenciones de
nuevos mundos.
Abundan los eclesiásticos administradores y legalistas, los clérigos burócratas, aburguesados o terratenientes, que participan de las nuevas corrientes burguesas y su poder creciente. Muchos de ellos, movidos por su mentalidad fanática, miope y egoísta –que ya despuntaba en la decadencia final
de la Edad Media– se apresuran a perseguir enconadamente tanto el esoterismo real como las perspectivas religiosas diferentes a las suyas.
El legalismo dogmático y extrínseco se pone por encima de la intrínseca
realidad del símbolo. Lo formal por encima de lo esencial.
Muchos cardenales y papas se apasionan por las formas neopaganas,
convirtiéndose en sus artífices diletantes y sus mecenas. Esta pasión por la
mundanalidad exenta de sentido de lo sagrado constituye uno de los elementos desencadenantes de la gran crisis protestante.
Algunas órdenes religiosas viajan por el mundo como misioneros o como negociadores del rescate de los cautivos. Dicha captura y venta constituye uno de los grandes negocios y lacras de la época.
40
Podría verse cierto reflejo de esa confrontación en La flauta mágica de Mozart.
72
EN EL PLANO DE LA NOBLEZA Y EL COMBATE
Los reyes y los nobles adoptan los modos y modales de la burguesía,
vinculándose matrimonialmente con poderosas familias burguesas. Se van
abandonando las indumentarias tradicionales, que reflejaban los arquetipos
ideales cristianos, y se pasa a vestir progresivamente a la moda y al modo que
más refleje la mundanalidad del tiempo. La aristocracia se burgocratiza y ya
no quiere reflejar el Cielo sino el mundo y sus cambios. Los países se
organizan de modo burocrático, uniformando normas y creencias.
Las guerras se plantean como negocio y se busca con ellas el control de
los territorios para su explotación, imponiendo sistemas ideológicos con el
mayor absolutismo posible para facilitar el pragmatismo administrativo.
Las luchas inter e intra religiosas, causadas fundamentalmente por diferencias en cuestiones formales o en sus acentos, enmascaran a menudo
cuestiones de dominio territorial y provocan odios entre distintos grupos
cristianos, ocasionando frecuentes y masivas matanzas recíprocas.
Los ejércitos toman un carácter mercenario, comienzan a uniformarse y
burocratizarse, su fidelidad depende del dinero y en último extremo de créditos financiados por banqueros, que se enriquecen a costa de los países y
sus pueblos. Emperadores y reyes encontrarán en esas financiaciones su expansión y su ruina. Se generalizan como decisivas las modernas armas de
fuego, la artillería con sus cañones de bronce y la ingeniería militar.
EN EL PLANO DE LOS OFICIOS, EL COMERCIO Y LAS ARTES
El nuevo modelo de prohombre es el BURGUÉS.
El mundo se rige en esta edad por los principios mercantiles de la Oligarquía «burgocrática», adoptando su sistema especialmente característico:
la BUROCRACIA, que podría definirse como una hipertrofia del bureau y
del papel de la ley hasta terminar en mero papeleo legalista. Queda atrás el
valor de la palabra de honor –propia del hombre noble y ajena del comer73
ciante– dando paso a que sólo valga la palabra en el papel. Se gobierna bajo
el concepto de oficialidad, con los criterios de los oficios burgueses y desde
oficinas (uffizi).
La Iglesia deja de considerar a los banqueros como usureros, incluso le
quita a la usura el carácter de pecado.
El comercio es la actividad central del mundo.
Los personajes provenientes de los burgos –poblaciones o barrios en que
viven los estratos medios, entre la aristocracia y el vulgo– constituyen el
modelo del hombre preeminente de esta edad. Son como los antiguos snobs
–acrónimo latino de sine nobilitate, que designaba a los senadores romanos
electos por su poder económico y no pertenecientes a la clase aristocrática.
Algunas de esas familias burguesas alcanzan no sólo la corona real sino
incluso la tiara pontificia. Vemos reinar en Francia a mujeres de la familia
Medici –Catalina y María– con notable influencia y significación. Aunque
el término burgo tenga diversos orígenes, resulta curiosa la preeminencia de
familias o grupos con nombres relacionados con él –Bourguignon, Bourgogne-Borgoña, Borja-Borgia, Habsburgo, Bourbon-Borbón, Borghese…
El artista se convierte en personaje principesco. Abandona el anonimato
del artesanado gremial, pasando a ser un líder cultural o un aventurero,
ejerciendo un individualismo sustentado en su genialidad particular y su
capacidad de innovación. Es el hijo del burgo que pretende recoger el cetro
de la sabiduría. Pero al centrarse cada vez más en su propio ego va a perder
algunos de sus mejores dones naturales, deformando las inspiraciones supra-individuales más sublimes, para reducirlas progresivamente a los niveles
formalistas y materialistas propios de su casta.
Se pretende crear una imagen del Cielo a semejanza de las tendencias terrenales del hombre burgués. La Edad Moderna proyecta las pasiones, los
placeres y los deseos mundanos en su concepción del paraíso. Es la antítesis
de la tendencia demiúrgica medieval, que proyectaba los arquetipos celestes
en su concepción terrenal. El orden de valores queda alterado al poner el
74
centro del eje existencial bajo el dominio de lo material y todo queda abocado hacia un desequilibrio progresivo.
La especulación es otra cuestión clave. En las edades anteriores la sumisión a las normas tradicionales era fundamental, concibiendo las ciencias y
las artes como espejos de la sabiduría. La modernidad, en cambio, «otorga»
al hombre independencia e impermeabilidad respecto a la Revelación y la
Tradición. El hombre moderno pretende iluminar el mundo con sus propias especulaciones mentales. No es casualidad que la masonería y otras organizaciones gremiales pasen a ser especulativas al cabo de los siglos. La
especulación va a condicionar todos los ámbitos de la sociedad moderna:
economía, política, filosofía, ciencias naturales y abstractas, arte, etc.
Es preciso señalar que el carácter y la naturaleza de las artes y las ciencias
no corresponde a la casta burguesa de modo particular ni exclusivo. La influencia en ambas de las tendencias materialistas dominantes durante esta
Edad determina cierto grado de identificación confusa. Su carácter intrínseco es independiente de las corrientes de la época, pero puede tomar diversos carices. Veamos:
1. Si se trata de Arte Sagrado en actitud contemplativa, con inspiración
o revelación, sería una actividad propia de un brahmin. Pensemos en San
Lucas, los monjes pintores de iconos o la medicina de los chamanes.
2. Si prevalece la proyección de lo celeste en lo terrestre se trataría de
una actividad kshátrya. Como la caligrafía de los samuráis.
3. Se trataría de una actividad vaishya si la actividad es una proyección
subjetiva del ego y del mundo terrenal –las perspectivas del artista individualista o del científico moderno surgidas en el Renacimiento– o de una
actividad meramente repetitiva y artesanal no necesariamente subjetivista.
4. Se trataría de una actividad shudra si se rebajan las temáticas y/o las
técnicas al materialismo más elemental y/o a los instintos básicos.
75
5. Si las temáticas y/o las técnicas se convierten en instrumento de
transgresión sistemática, se trataría de una actividad de los parias sin casta,
los intocables.
Resulta revelador considerar que en un orden tradicional la primera casta pone el acento en la Verdad, la segunda lo pone en la Fuerza y la tercera
en la Belleza, coexistiendo los tres elementos en un orden armónico natural.
Con la llegada de la modernidad esos tres elementos quedan aparentemente
fundidos, pero incomunicados entre sí. Los conceptos de Verdad, Fuerza y
Belleza se irán devaluando hasta llegar posteriormente a límites extremos
como el relativismo y el materialismo industrial. La consecuencia inevitable
de la desvinculación de la Belleza respecto a la Verdad será el mero y estéril
esteticismo que terminará desembocando en diferentes modos de feísmo.
Platón ya era consciente de la necesaria vinculación al decir que «la Belleza
es el esplendor de la Verdad».
EN EL PLANO DEL PUEBLO TRABAJADOR
«Todo por el pueblo pero sin el pueblo». La servidumbre queda en una
situación ambigua. Es nominalmente más libre, pero en realidad queda
menos protegida por la disolución de los vínculos de mutua fidelidad con
que siervo y señor se entroncaban como en una gran familia. Se pretende
otorgar cierta libertad con el dinero, pero los servidores lo reciben en
cantidades exiguas y la dependencia progresiva del mismo constituirá una
nueva forma esclavizante.
Además resurge oficialmente la esclavitud propiamente dicha, llegando a
cotas de masificación y sistematización jamás conocidas. Ejemplo de ello
son los más de doce millones africanos llegados como esclavos a Brasil a lo
largo de esta edad «humanista», y ello sin contar los muertos en las capturas
ni en el camino.
76
EL CANON Vaisha
La sociedad manifiesta sus tendencias y características en función de este
modelo. Sus actitudes existenciales impregnan en esta edad la mentalidad
de quienes oficialmente profesan el Cristianismo. Ejerce su influencia por
encima de los demás estratos sociales y determina el enfoque de las
diferentes acciones y reacciones que van a producir.
Este canon corresponde a la mentalidad objetiva y materialista «del comerciante, el campesino, el artesano, esto es, el hombre cuya actividad está
directamente vinculada a los valores materiales, no de hecho y por accidente, sino en virtud de su naturaleza íntima. Para este tipo humano, lo “real”
es la riqueza, la seguridad, la prosperidad y el “bienestar”; los demás valores
son secundarios para su vida instintiva, no “cree” en ellos en su fuero interno; su imaginación alcanza su pleno desarrollo en el plano de la estabilidad económica, de la perfección material del trabajo y el rendimiento, lo
cual, transpuesto en el plano religioso, será la perspectiva exclusiva de la
acumulación de méritos con miras a la seguridad póstuma. Esta mentalidad
tiene un carácter estático y pacífico, pero con una cierta “pequeñez” de la
inteligencia y la voluntad; es hábil, además tiene buen sentido, pero carece
de cualidades específicamente intelectuales y también de virtudes caballerescas, de idealismo en un sentido superior.» (F. Schuon)
Siglo XV. GERMINACIÓN DEL HUMANISMO MODERNO
La convivencia interreligiosa medieval queda en el olvido. Con la
disolución y decadencia medieval se han producido hechos lamentables
como los asaltos de los cristianos a las juderías españolas en 1391. El
proceso alcanzará altas cotas en 1492, cuando judíos y musulmanes
quedarán oficialmente proscritos y expulsados de la cerrada Iberia católica.
La situación es extrema aunque cada una de las partes confrontadas tenga
su parte de responsabilidad, como en la mayoría de los conflictos.
77
Paradójicamente, los modos de vida de los judíos y su situación social,
tan delimitados por la ley profana y sagrada, van a resultar propicios para
un papel notorio durante esta edad, tan fundamentada en el mercantilismo
y la economía, aunque ese ejercicio de poder también engendre consecuentes reacciones de rechazo.
Se comienza a dar máxima importancia a las rutas comerciales, el dominio de los lugares estratégicos para ellas toma un papel decisivo.
1400. La Iglesia deja de condenar la usura como pecado. La banca Medici cumple su tercer año. Se crea la Taula de canvi de Barcelona.
1403. El Renacimiento y el Humanismo comienzan a despuntar visualmente. Ghiberti proyecta las nuevas puertas de bronce del Baptisterio
de Florencia, consideradas como primeras obras artísticas renacentistas.
El ducado de Venecia asume los cambios con todas sus consecuencias.
La antigua república transforma su artístico estandarte medieval y se convierte en uno de los grandes conductores de la nueva era mercantil.
La burguesía de los entornos de Flandes y Borgoña va tomando gran peso específico por medio de negociaciones, compraventas y matrimonios
convenidos. Ello es común en todos los momentos de la Historia pero en
esta época está acentuado por la mentalidad burguesa. El «Gran Ducado de
Occidente», como llaman a Borgoña, y el Condado de Flandes compiten
con el Ducado de Oriente –Venecia– emulándole en los nuevos campos de
combate: el Comercio y el prestigio de sus Artes. La pintura flamenca toma
entidad propia bajo el auspicio de la burguesía que utiliza su poder. En sus
obras se viste a los personajes bíblicos a la moda del tiempo y se les sitúa en
«confortables ambientes modernos», en los que están ya implícitos temas
prosaicos que después aparecerán más explícitos, como el del «Cambista y
su mujer». No obstante, se producen obras en que confluyen el espíritu
medieval y moderno con notable grandeza, como el extraordinario «Descendimiento» de Van der Weyden, pintado hacia 1430.
78
En la península ibérica todo anda revuelto. Las cortes son nidos de corrupción, crimen y traición. Tienen gran poder personajes como Juan Pacheco o Álvaro de Luna, procedentes de la burguesía a través de matrimonios de interés con herederas de alto linaje. Veremos en el último capítulo
de estos apuntes, dedicado a los parias, que ese tipo de matrimonio conlleva
la perdida de las virtudes de ambas castas, lo cual explica las causas intrínsecas de la progresiva decadencia que se va a producir en la “nobleza” europea
a partir de la Edad Moderna.
El portador de la Corona de Aragón durante la transición de la Edad
Media a la Edad Humanista Moderna es Martín I el humano (Gerona 1356
- Barcelona 1410). Su apodo resulta significativo. Tras morir sin sucesión
clara se produce un interregno complejo de varios años que concluye en
1412 con el Compromiso de Caspe, otorgando la Corona a Fernando de Antequera en una de las primeras elecciones consensuadas de la Historia41.
Ello ocurre tras los fracasos por parte de otro pretendiente, el Conde de
Urgell42, y sus secuaces en sus intentos de zanjar la cuestión por las armas,
con desordenes violentos y asesinatos en Aragón y Valencia. Tras derrotar
al Señor Conde, los aragoneses no pueden votar a quien ha demostrado inferioridad. Las cualidades personales del de Antequera –su sangre real por
41
Nueve representantes, tres de cada una de las entidades territoriales de la Corona
de Aragón que participan en la elección, eligen al nuevo rey con un voto catalán,
dos valencianos y tres aragoneses. Cumpliendo la premisa previa de obtener al menos un voto de cada entidad.
42
Otro de sus títulos era Señor de Valladolid, ciudad donde solía residir su familia
desde generaciones atrás. Esto es extrañamente obviado y desvirtúa la acusación de
traición a valencianos y aragoneses por elegir un castellano en vez de un catalán.
Queda también desvirtuada la acusación por el hechos de que en 1462 la Generalidad catalana nombrara conde de Barcelona soberano al rey de Castilla Enrique IV
en contra de Juan II de Aragón; aunque, como ha pasado en sus repetidos episodios de poca amplitud de miras, se retractara al cabo de un tiempo.
79
vía materna, su nueva mentalidad burguesa, su patrimonio personal, su capacidad como gestor, estratega y pacificador– le otorgan el apoyo de la burguesía –del comercio de la lana en particular– y del clero, imponiéndose
definitivamente ante sus contrincantes. Pero la diferencia de pareceres legalistas al respecto entre los representantes de los distintos reinos y condados
de la Corona de Aragón debilitará con el tiempo su cohesión y mermará su
posibilidad unitaria.
La participación de las mestas españolas en la entronización de Fernando
de Antequera cumple un papel fundamental en la germinación de la España moderna. Además de los aspectos geopolíticos están los lingüísticos,
pues a través de las vías de la trashumancia se va a tejer la base para la cohesión lingüística futura, por medio de tradiciones orales, romances y poemas
pastoriles. El castellano –la lengua romance de cántabros, riojanos y vascos–
se extiende desde el Cantábrico hasta Andalucía, imponiéndose poco a poco sobre los romances previamente asentados, fundamentalmente el lemosín-catalán y el galaico-portugués. Se trata quizás de una intervención
postrera del nomadismo, que poco a poco irá perdiendo protagonismo y
presencia hasta su casi existencia residual. Pareciera como si en el advenimiento de una nueva edad siempre participara alguna forma de nomadismo, aunque sólo fuese para facilitar la difusión requerida.
1418. Se publican las primeras ediciones de «La Imitación de Cristo» –
De Imitatione Christi– un libro de devoción y ascética escrito bajo la perspectiva de la Devotio moderna, el movimiento religioso que predica y promueve una perspectiva individualista, constituyendo una de las bases para
el humanismo y del futuro protestantismo. Se trata también de uno de los
primeros usos de la palabra moderno en el sentido que hoy le damos.
Se data hacia 1433 el primer uso conocido de la palabra moderno en castellano; utilizándose ya con un sentido temporal –del momento, del ahora–
distinto al del latín clásico –modo, manera, genero–. Algo similar ocurrirá
con la palabra actual, que a partir de 1460 comenzará a perder su sentido
80
relacionado con la acción, que tiene en latín, para referirse al momento.
También de estos años es el primer uso en francés de la palabra mode. Pero
la palabra moda no parece haberse usado en castellano hasta 1700.43
1424. El Papa Luna, Benedicto XIII, muere en su último baluarte de
Peñíscola tras una vida difícil para él y sus fieles. Quedan hoy todavía testimonios en iglesias de Aragón de los castigos de la Roma papal contra
ellos. La leyenda negra sobre el último Papa de la Edad Media y primero de
la Edad Moderna no dejó en paz ni su memoria. En Francia le siguieron
llamando «la mula aragonesa» y durante la invasión napoleónica de 1808
las tropas revolucionarias francesas profanaron su tumba y desperdigaron
sus restos. En cambio, su sucesor tuvo mejor suerte, pues la Historia no se
ensañó con él tras su claudicación y le otorgó el silencio, permitiéndole incluso permanecer enterrado hasta hoy en la catedral de Palma de Mallorca
con honores papales. Un aspecto interesante desde la perspectiva de estos
apuntes es el carácter que tomó el conflicto, pues se basó más en argumentos legalistas que espirituales o de liderazgo señorial.
Emerge el concepto de nación moderna que relaciona estrechamente territorio, patria y religión, en perjuicio de la fidelidad al señor que era el
aglutinante central del estado medieval.
En 1453 los turcos toman Constantinopla y se expanden imparablemente, heredando y restaurando el poder del antiguo imperio bizantino en
todo su ámbito territorial tradicional. Para dichos territorios constituye
cierta liberación, pues la perspectiva islámica adoptada por los turcos consigue disolver los restos más pesados de la herencia helénico-romana. La actitud de los nuevos señores se visualiza en la asimilación del modelo de Hagia
Sofía para la construcción de las mezquitas otomanas: Por una parte, se
muestra una continuidad de la antigua grandeza y de su sentido del centro,
43
Datos extraídos del BREVE DICCIONARIO ETIMOLÓGICO DE LA LENGUA
CASTELLANA. Joan Corominas. Ed. Gredos. Madrid, 2005.
81
por otra parte se manifiesta una liberación de la pesadez clásica y una apertura hacia la luz. Los nuevos señores de Constantinopla caligrafían en la
cúpula de Hagia Sofía la azora de la Luz y sus geniales arquitectos posteriores lograrán estructuras más ligeras con más ventanas. Cabe resaltar también el significativo respeto hacia el anterior imperio y su intención de
continuidad en la prohibición de los sultanes a sus arquitectos de superar el
diámetro de la cúpula de aquella gran basílica, cumpliéndose dicha prohibición hasta los tiempos de la decadencia otomana. Esa actitud contrasta con
la actitud del papado romano renacentista, que llegará a poner como condición fundamental a los arquitectos de la nueva basílica de San Pedro que
su cúpula sea más alta y más ancha que la de Hagia Sofía.
Ante la expansión de los belicosos turcos –mentalmente distintos de los
anteriores líderes islámicos de origen árabe– los gobernantes cristianos se
alían y comienzan a imponer barreras infranqueables entre las perspectivas
religiosas. Hay una relación bastante evidente de estos hechos con la finalización de la Guerra de los cien años.
Algunos historiadores consideran 1453 ó 1492 como fecha del paso de
la Edad Media a la Moderna. Pero, según nuestra perspectiva, el paso germinal habría comenzado con el inicio del siglo. Hemos señalado algunos
hechos significativos que lo avalan. Las edades, como los seres humanos, no
comienzan a andar justo al nacer. No obstante, volvemos a insistir en que
ningún esquema historicista puede ser único ni absoluto.
1455. La imprenta comienza a funcionar. Nace así la edición mecánica
y seriada, permitiendo la difusión de libros a un ámbito social más amplio,
especialmente el burgués.
1456. Juana de Arco es quemada tras un proceso inquisitorial legalista y
sumiso a los intereses nacionalistas ingleses. Fue un gran epígono medieval
y defensora de un concepto de nación puente entre las dos edades.
El primer Renacimiento italiano florece, buscando una armonía basada
en la medida humana y la geometría orgánica, pero a costa de comenzar a
82
perder de vista cierto sentido del misterio de lo sagrado: Donatello, Botticelli, Ghirlandaio, Piero de la Francesca, Luca Pacioli, Brunelleschi, Alberti…
No obstante, algunos artistas excepcionales, como Fra Angélico, concilian
de modo admirable lo humano y lo sagrado, lo tradicional y lo moderno.
1467. Los hermandiños se levantan en Galicia contra los abusos de la
nobleza, lo cual se considera como la primera revolución burguesa. Los
amos campesinos se rebelan contra los señores feudales.
1481. La Inquisición, existente desde 1231 sólo en Francia, en la Corona de Aragón y en una pequeña parte de Italia, extiende su actuación por
toda Europa. La Inquisición Española, considerada erróneamente primera
de todas, es en realidad de las últimas en constituirse, llega a Castilla en
1483. El Santo Oficio toma en ese momento un cariz distinto del que tuvo
en la Edad Media, pasando a estar más influido por la nueva mentalidad
política y legalista al incorporar representantes de la burguesía en sus tribunales. El mayor problema está en que ya sólo se tolera el tipo de religión
adoptado por quienes están en el poder. Judaísmo e Islam se consideran
intolerables. Sin tener jurisdicción sobre otras religiones, la Inquisición se la
otorga en los países europeos obligando progresiva y absolutamente a todo
habitante a bautizarse en la fe oficial del Estado.
1490. Se publica en Valencia la novela de caballería Tirant lo Blanc,
obra puente entre los libros de caballería medievales y la novela cervantina,
entre la idealización platónica y el realismo. Valencia adquiere en esos
momentos un papel destacado a diversos niveles, como vamos a ver.
En 1492 se completa en Granada la Reconquista española, se fuerza a
los judíos y musulmanes a convertirse a la fe cristiana y se abre el puente
atlántico hacia América. Al mismo tiempo comienza a cerrarse el puente
mediterráneo con África, sepultando la fructífera interrelación de siempre
entre ambas tierras y entre las perspectivas cristiana e islámica.
Aquel mismo año 1492 es ordenado Papa Rodrigo Borja (Játiva 1432 Roma 1503) con el nombre de Alejandro VI. La familia Borgia-Borja es un
83
exponente del inicio de la modernidad y del ascenso de la burguesía. Se
cuenta que Rodrigo Borgia poseía una ambición sin límites. Es famoso su
maquiavelismo y su «dudosa» moralidad. Se le atribuyen amantes y oscuras
historias, aunque era algo común en su tiempo según los escritos de la época. Alejando VI se valió de sus propios hijos para consolidar su poder. Se
cuenta que para ser elegido papa no se tuvieron en cuenta sus méritos espirituales para desempeñar la función, los criterios de elección fueron comerciales. Ningún candidato pudo mostrarse tan dadivoso como el cardenal
Rodrigo Borja, que puso a disposición de sus electores su cargo de vicecanciller de la Iglesia y su propio palacio, los obispados de Cartagena, Mallorca, Pamplona y Oporto, la abadía de Subiaco, las ciudades de Monticelli,
Soriano, Civita Castellana y un sinfín de prebendas. Se reconoce su habilidad como estadista, militar intrépido y político sin escrúpulos. Además había sido general de los ejércitos de la Iglesia y prefecto de Roma. Reunía las
condiciones precisas para gobernar unos Estados Pontificios que buscaban
su engrandecimiento territorial y político, olvidando ser el patrimonio material de una organización eclesiástica de finalidad espiritual. Una de las
cuestiones que abordó en su papado fue el reparto de las tierras del Nuevo
Mundo entre España y Portugal.
El origen del poder de los Borgia se remonta a su tío Calixto III, nacido
con el nombre de Alfonso de Borja en Torreta de Canals (Valencia). Fue
obispo de Valencia (1429), cardenal (1444) y Papa (1455-1458, 25 años
después de morir el Papa Luna). Durante su corto pontificado hizo frente a
la expansión turca, rehabilitó la memoria de Juana de Arco con un nuevo
proceso y canonizó a San Vicente Ferrer. Tiene un buen historial, excepto
por el hecho de conceder demasiados cargos y privilegios a miembros de su
familia, en especial a su sobrino Rodrigo de Borja.
Cristianismo e Islam se radicalizan en sus divergencias. El entorno geográfico del cristianismo occidental se va delimitando, derivando hacia la
cultura moderna, con su idolatría de lo nuevo por lo nuevo –tergiversando
84
pasajes evangélicos como el rechazo de Cristo hacia las tradiciones muertas,
las menciones del hombre nuevo o del «nuevo mandamiento»–. El Islam, en
cambio, se mantiene firme en sus orígenes, en la fitrah (naturaleza primordial), como restaurador de los tiempos abrahámicos frente a la decadencia
materialista que suponen las idolatrías. Esas irreconciliables divergencias de
perspectivas han permanecido hasta nuestros días. La gente de nuestro tiempo echa en cara al Islam el no haberse adaptado a los tiempos, cuando precisamente ese ha sido uno de sus grandes valores: permanecer fiel en su
cristalización ejemplar de la belleza perenne y de la naturaleza primordial.
Puede verse en los Reyes Católicos aspectos prototípicos de los monarcas burgueses renacentistas. Están a caballo entre un sentido de la medida
propio del humanismo inicial y una larvada tentación megalómana característica del absolutismo posterior. El rey Fernando fue un claro exponente
del nuevo maquiavelismo burgués. No obstante, la reina Isabel mantuvo
cierto prototipo de nobleza, fiel a los valores aristocráticos tradicionales,
que se hizo patente en sus esfuerzos en favor de los indios, en las capitulaciones de Granada o en su superación de los limites personales y de su
tiempo, en su actitud piadosa y en su gran respeto por la verdad. Si bien, su
carácter sentimental es claramente moderno.
Siglo XVI. FLORACIÓN DE CONTROVERSIAS MODERNAS
Una época determinada visiblemente por los claroscuros, entre las reminiscencias aparentes del sentido de grandeza y los inconfesables intereses de
la pequeñez individualista.
Al inicio del siglo las Españas son administradas por el cardenal Cisneros
con un concepto monolítico sobre el que se asentará el nuevo Imperio español. Había ostentado el cargo de Gran Inquisidor y confesor de la reina.
Podría decirse que traiciona las intenciones más universalistas y tolerantes
de los Reyes Católicos. Propulso la conversión forzosa de los musulmanes
85
que quedaban en la península y de la expulsión de los no conversos a partir
de 1502. Intentó conquistar el norte de África. Fundó en 1499 la Universidad Complutense en Alcalá con profesores de doctrina nominalista, en
cuya perspectiva afloran ya algunos de los postulados del materialismo
moderno, incluso del positivismo, oponiéndose a la idea de los arquetipos
universales de las perspectivas platónicas y neoplatónicas.
Durante la primera mitad del siglo Carlos V consolida su imperio.
Aunque encarna aún ciertos aspectos de emperador caballeresco medieval,
incluso algún elemento de antiguo emperador teocrático, no deja de reflejar
ciertos matices burgueses como hijo de Felipe de Habsburgo y nieto de
María de Borgoña. Flandes y Borgoña se habían unido bajo la familia
Habsburgo al finalizar el siglo anterior como resultado de «jugadas hereditarias». Entre 1519 y 1700 las llamadas Diecisiete Provincias44 forman parte
del Imperio Español.
El impulso de la Reconquista parece proseguir en la Conquista de América. Se inician los sistemas coloniales, proporcionando gran poder económico a los estados europeos. Constituyen un exponente de la soberbia
racista aflorada con la modernidad y del aplastamiento de los pueblos que
hoy denominamos con el eufemismo de tercer mundo. América se va a colonizar y explotar por Europa con esclavos capturados en África.
Sin embargo, no se pueden perder de vista ciertos aspectos positivos de
la Conquista de América. La epopeya mejicana de Hernán Cortés en torno
a 1520 le hace comparable a colosos como Julio César o Napoleón45. La
milagrosa aparición de la imagen de la Virgen de Guadalupe, al poco de la
44
Cubrían los actuales Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Norte de Francia, y una
parte del Oeste de Alemania. De Borgoña tenían el título, no el poder territorial.
45
Para un conocimiento riguroso y fidedigno sobre la conquista de México y de la
vida de aquel conquistador tan marcado por el destino: HERNÁN CORTÉS. Salvador de Madariaga. Ed. Espasa-Calpe.
86
conquista, confirma el designio del destino en la conversión al Cristianismo
por parte de los indígenas de México, cuando su religión anterior se hallaba
en notable decadencia. Todo ello no disculpa las acciones en América de
otros europeos, incluidos los españoles, con mentalidad excesivamente explotadora y despótica. La llegada posterior de ávidos burgueses a México
sepultó burocráticamente al propio Cortés y a sus mejores aspectos como
heredero y epígono de la mentalidad medieval. De hecho, pasó sus últimos
años defendiéndose de interminables pleitos jurídico-burgocráticos. La difusión posterior de la leyenda negra antiespañola y del corrosivo pensamiento
volteriano hará olvidar hasta su sepultura, en sentido simbólico y literal.
Las obras de Leonardo y Giorgione –puentes artísticos entre dos siglos–
o de Tiziano, Tintoretto y otros artistas, son utilizadas como signos de poder, superioridad y soberbia patrimonial de clase, a pesar de la mesura y
sentido de los propios artistas. El Arte va perdiendo su valor intelectivoespiritual para convertirse en una especulación visual y mercantil. Miguel
Ángel –el artista paradigmático del nuevo siglo– convierte prometeicamente a David en Goliat y concluye la Capilla Sixtina en 1512. El conjunto de
la nueva basílica de San Pedro se convierte en símbolo de la nueva Roma
renacentista. La megalomanía y la pasión por lo titánico parecen las únicas
actitudes que interesan de la antigua grandeza clásica. El Arte se aleja del
sentido de la medida humana cultivado durante el siglo anterior en Florencia, Venecia y otros centros de las artes florecientes. Se construyen otras
muestras de desmesura como El Escorial, aunque éste cuente a su favor la
sobriedad y contención de formas. En Flandes se sigue auspiciando una
pintura que aún mantiene ciertos elementos góticos y expresiones de devoción, a pesar de que la mentalidad de la burguesía en el poder haga reflejar
elementos ambientales claramente vaishas.
En 1517 Lutero promulga sus 95 tesis como protesta ante el escándalo
manifiesto de la jerarquía eclesiástica por su corrupción moral y desmesura.
Uno de los detonantes es la interesada venta de indulgencias, significativa de
87
la mentalidad mercantil y burguesa. Se da inicio así a la división de la
cristiandad occidental en Reforma y Contrarreforma por las diferencias de
perspectiva teológica y formal.
La Europa septentrional elimina el culto hacia las formas visuales como
reacción radical al renacimiento en la Europa meridional de las perspectivas
paganas desprovistas de sus antiguas premisas más válidas y desvíadas hacia
el culto de las formas más terrenales, sensuales y desacralizadas. Paradójicamente y con cierto grado de inconsecuencia, se intensifica entre los
protestantes el culto por las formas auditivas y un fundamentalismo moral
y literalista. También es llamativo que el protestantismo termine dando
cuna al «florecimiento» de la usura moderna, al individualismo, a la
valoración suprema del trabajo y la economía, a la masonería, al
cientificismo, a las filosofías nihilistas y al capitalismo –el máximo
exponente de la mentalidad burguesa–. En la negación del principio de
autoridad de la Iglesia por parte del protestantismo están los gérmenes de
gran parte de las contradicciones puritanas de la modernidad y la ruptura
insalvable con las iglesias tradicionales de oriente y occidente. Las extremas
posturas del Norte y del Sur conllevan limitaciones espirituales evidentes
para ambas partes.
La secesión protestante respecto a la Iglesia romana produce un efecto
dominó, generando múltiples divisiones sectarias: luteranos, bautistas, calvinistas, gomaristas, arminianistas, metodistas, anabaptistas, pentecostales,
puritanos, anglicanos… Paralelamente germinan ciertos humanismos precartesianos, como el de Erasmo de Rotterdam (1466-1536) que mantienen
cierto grado de sapiencia universalista superior al cartesianismo.
Inglaterra requiere una consideración particular. Enrique VIII –príncipe
humanista virtuoso y paladín de la Iglesia en su juventud– se deja llevar por
la soberbia y la concupiscencia en la madurez. Arrastra a su país hacia la tragedia, desposee al Papa de las riendas de la Iglesia británica para tomarlas él
mismo y su descendencia. Disuelve las formas devocionales y los ritos tradi88
cionales. Sin embargo, la espiritualidad del pueblo anglosajón reconducirá
la situación en cierta medida. Paradójicamente, Inglaterra se libra así de la
influencia mundanal del Arte renacentista y de los excesos iconoclastas del
norte de Europa. La pervivencia inglesa del gótico tradicional a lo largo de
siglos resulta significativa.
En 1520 se levantan los Comuneros de Castilla, tras los precedentes en
Galicia de 1467. En 1523 les siguen en Valencia y Mallorca las Germanías
y en 1524 el campesinado alemán. También por esos años, los moriscos se
levantan en La Alpujarra. En todos estos desórdenes se mezclan antiguas
reivindicaciones de carácter medieval, cuestiones religiosas de carácter formal y nuevas ideologías de carácter burgués. Son los primeros exponentes
del moderno concepto revolucionario.
En cierta medida, Carlos V actúa ante esos conflictos siguiendo sus modos burgueses, encarando intereses eventuales como si de un negocio se tratara. Muestra de ello es que para el saco de Roma en 1527 se sirve de 14.000
soldados alemanes protestantes, 10.000 españoles de confesión dudosa,
5.000 mercenarios suizos y 6.000 aventureros italianos, y años más tarde se
somete al Papa para recibir la corona imperial. Se dicta en su nombre que
en cada territorio del imperio sea obligatorio practicar la religión de su gobernador particular, con lo cual se persigue a protestantes y no católicos en
territorios hispanos mientras se hace lo contrario en otros lugares.
Otro signo de los tiempos que corren es el generalizado negocio de cautivos entre turcos y cristianos a través del Mediterráneo y de esclavos a través del Atlántico. Por dicha causa nacen las órdenes religiosas de los
trinitarios y los mercedarios, que se dedican al pago de rescates y alcanzan
un notable poder económico y social con funciones bancarias. Por idénticas
causas surge la Orden de Malta, de carácter más militar y preventivo.
Rusia nace como imperio. Iván el Terrible (1530-1584) es su primer
Zar. Disuelve sangrientamente el poder de la corrupta oligarquía aristocrática –los boyardos– y organiza una estructura burocrática gobernada por la
89
clase burguesa. Las crónicas dan cuenta de una sorprendente doblez en su
alma, su ferviente devoción convive con su enfermiza violencia. Crea la
Iglesia rusa independiente bajo el mando del Zar. Pueden encontrarse en
éste zar autárquico y retraído ciertos puntos comunes con sus contemporáneos Enrique VIII y Felipe II.
Catalina de Medici reina en Francia desde 1533 hasta 1589. Es un nuevo signo del aburguesamiento monárquico.
1534. San Ignacio de Loyola funda en París la Compañía de Jesús.
Hacia 1543 Galileo publica el libro de Copérnico (De revolutionibus
orbium coelestium). El propio autor no había querido que saliera del ámbito
intelectual eclesiástico, quizá por la consciencia de las dificultades del
hombre medio de la época, carente ya de suficiente imaginación simbolista
para comprender el significado metafísico de una visión plena del cosmos.
Aquella publicación post mortem, sin permisos y en lengua vulgar por
Galileo Galilei provocó el conflicto. Nuestros contemporáneos abusan del
hecho para atacar la religión. Pero, aun admitiendo cierta miopía por parte
de sectores de la Iglesia de entonces, se ha de considerar que no toda ella
estaba contra Galileo; hubo un papa, varios cardenales y religiosos de
diversas órdenes a su favor. A la luz de los documentos parece que en el
juicio había un enfrentamiento personal de fondo. La clave del problema
radicaba más bien en la tendencia literalista y materialista que conllevó el
progresivo aburguesamiento social.
Se ha magnificado la persecución inquisitorial sufrida por proto-científicos, extendiéndose incluso la falsa idea de que fueron quemados o torturados por ello. Lo cierto es que Copérnico murió de modo natural tras haber
servido fielmente como eclesiástico sin sufrir ninguna persecución. Era
canónigo, su tío obispo y los sacerdotes de su entorno conocían su libro.
Galileo sólo fue condenado a un arresto domiciliario y poco más tras un
proceso inquisitorial de veinte días. Algo mínimo si se compara con los diez
años del proceso que sufrió Santa Teresa de Jesús o la larga prisión de San
90
Juan de la Cruz y Fray Luis de León, que eran auténticas luces espirituales,
tanto por su literatura mística como por su vida ejemplar en medio de las
tendencias materialistas de su tiempo. Se podría acusar más a la Inquisición
moderna de perseguir a la espiritualidad que a las ciencias materialistas.
Las cuestiones entonces en juego no eran las que los divulgadores del
cientifismo moderno pretenden hoy. Queda patente el hecho de que los
descubridores españoles y portugueses habían dado ya la vuelta al mundo,
se había demostrado la redondez de la Tierra y otras cuestiones físicas sin
que por ello la Iglesia se escandalizara. En el Congreso de los EEUU hay un
atlas mundial realizado en 1507 por un canónigo francés en que se muestra
claramente la redondez de la tierra. Por otra parte, pueden encontrarse muchos ejemplos de imaginería religiosa medieval en la que María o Jesús portan esferas que representan el mundo. Nos hallamos, una vez más, ante la
tergiversación de la Historia por parte del progresismo moderno para avalar
su tesis de que su laicismo es luminoso y la religión es oscurantista.
Otro caso significativo es el del dominico Giordano Bruno (15481600). Aquel napolitano de notable altura intelectual no fue condenado
por cuestiones científicas sino por sus tesis cosmológico-teológicas y políticas. Planteaba el sentido metafísico de la infinitud y del orden cósmico, cuya realidad última parecía conocer mejor que Galileo. La mentalidad
exoterista de la nueva mentalidad burguesa dominante ya no comprendía
suficientemente la compatibilidad entre el concepto de Transcendencia y el
de Inmanencia. Le acusaron de panteísmo y le quemaron en la hoguera.
Es también significativo el caso de Miguel Servet (muerto en la hoguera
en 1553). Aquel aragonés de amplísimos conocimientos –prueba de ello es
que leía el Corán directamente en árabe y lo conocía en profundidad, como
el hebreo y otras lenguas– no fue quemado a causa de sus investigaciones o
sus teorías científicas, como se piensa a menudo, sino por sus planteamientos teológicos unitarios. Y no fue condenado por la Iglesia Católica sino el
calvinismo puritano. En él, como en Paracelso (1493-1541) y otros hom91
bres eminentes de su tiempo, pervivía la sabiduría tradicional y la conjugación del orden espiritual con el físico.
Es triste que por la magnificación y falsificación de algunos conflictos,
comos los que acabamos de reseñar, ciencia y religión se alejaran de su
centro común intelectivo-espiritual.
Entre 1545 y 1563 se celebra el Concilio de Trento. Desde el punto de
vista doctrinal es uno de los concilios más importantes e influyentes de la
historia de la Iglesia Católica. Es un claro exponente de su tiempo. Solidifica el catolicismo romano al mismo tiempo que provoca en él una catarsis
interior necesaria y un posicionamiento preciso respecto al protestantismo,
al unitarismo y a algunas otras perspectivas que bullían en Occidente. Se
declara la Tradición y las Sagradas Escrituras como las dos fuentes de la revelación. Se establece la Misa Tridentina, la creación del Índice, las normas
específicas para los obispos y los sacerdotes, la fijación de la edición definitiva de la Biblia así como de la doctrina y cánones de los sacramentos en
general, la reforma en la administración de fundaciones religiosas, en la
moral del clero y en los requisitos para asumir cargos eclesiásticos. Se eliminan abusos tan flagrantes como la venta espuria de indulgencias…
En 1565 San Francisco de Borja46 (1510-1572) es elegido Padre General de la Compañía de Jesús tras desempeñar altos cargos en la corte de la
Iglesia y de España. Al heredar el título de duque de Gandía –logrado para
la familia por su tatarabuelo, el papa Alejandro VI, en su afán de ennoblecer su origen burgués– se había retirado a su tierra natal, llevando una vida
familiar y religiosa. Entró en la Compañía tras morir su esposa en 1546.
Funda el Collegium Romanum, envía misioneros a los más lejanos puntos
del mundo, supervisa de cerca los numerosos asuntos de la orden en rápida
46
Es justo mencionarle habiendo comentado los peores aspectos de los Borgia, máxime al constituir cierto prototipo de santidad propio de esta edad.
92
expansión y asesora a reyes y papas, viviendo humildemente, a pesar de su
gran poder. Se le considera el más grande general tras el fundador.
Mirando otros aspectos de la época, encontramos durante la segunda
mitad de siglo a un Felipe II como claro exponente del nuevo modelo de
emperador burocrático. Desde su retirada oficina del Escorial dirige el Imperio en el que «no se pone el Sol».
1571. La flotas pontificia y veneciana, bajo el mando de Juan de Austria, consiguen vencer a la flota turca en Lepanto, parando así la expansión
otomana y estabilizando relativamente las fronteras.
Entre 1562 y 1598 se producen en Francia las Guerras de religión, un
conflicto entre católicos y hugonotes (calvinistas) en el que se mezclan cuestiones dinásticas y luchas de poder de familias aristocráticas.
1594. Enrique III de Navarra se convierte del protestantismo al catolicismo de cara a ampliar su territorio y convertirse en Enrique IV de Francia
y primer rey Borbón de ese país. Se le atribuye la frívola frase «París bien
vale una Misa». Para evitar confusiones, señalemos que Navarra había sido
dividida anteriormente, su parte peninsular –al sur de los Pirineos– había
sido anexionada a la Corona de Castilla en 1515 tras su conquista militar
por Fernando el Católico en 1512.
1597. El sacerdote aragonés San José de Calasanz funda en Roma las
Escuelas Pías, la primera escuela gratuita de Europa.
Siglo XVII. SOLIDIFICACIÓN RACIONALISTA-ABSOLUTISTA
Como venimos señalando en cada edad, hay una correspondencia muy
acentuada entre el carácter de la Edad Moderna –tercera de las edades– y su
momento de solidificación –tercera de sus épocas.
Tras el hito de la publicación en 1596 de Mysterium Cosmographicum de
Kepler (1571-1630) el Racionalismo comienza a poner las bases del cientifismo moderno.
93
El Barroco proyecta su espectro de claroscuros y manierismos.
Las monarquías pretenden compensar su debilidad humana creciente
con un progresivo absolutismo, anquilosándose en una falsa solidez basada
en papeles y leyes arbitrarias. Pretenden seguir legitimados por legalismos
de sucesión sin tener en cuenta las cualidades humanas reales.
Los conflictos políticos tienen un carácter comercial cada vez más claro.
Toma gran auge la piratería oficial: los corsarios.
La Pintura, fascinada por sus capacidades ilusionistas, busca en este siglo
que la carnalidad supere las dos dimensiones del lienzo por el efecto de las
sombras. Se debate entre la disipación subjetivista y la contención objetivista: Caravaggio, Rubens, Van Dyck, Ribera, Rembrandt, Vermeer, C. Lorrain, Poussin, Zurbarán, Velázquez…
La Música y la Literatura se mantienen en cierta medida por encima de
las tendencias mundanas del siglo. Guardan todavía un sentido de la eternidad y de la interioridad, con una marcada visión trágica y dialéctica ante
la realidad exterior que contemplan: Monteverdi, Cervantes, Quevedo,
Calderón y Shakespeare. Se da en algunos de ellos cierto carácter epigonal
de la tradición medieval, ejemplo de ello es la presencia entre los temas del
gran autor inglés de cuentos ya transcritos por autores anteriores, como el
Conde de Lucanor, lo cual no menoscaba su valor sino al contrario.
En 1609 se expulsa a los moriscos en España tras los últimos levantamientos de La Alpujarra. Se les acusa de ocultar su fe y práctica islámica. Se
temen contraataques o revanchas del imperio turco y al mismo tiempo se
busca eliminar toda amenaza contra la concepción moderna que se está solidificando y uniformando en torno al trinitarismo católico.
Tras ser asesinado Enrique IV de Francia en 1610, su viuda María de
Médicis afianza las bases dinásticas de la familia Borbón y su futura presencia en España. Dicha dinastía queda aún más marcada por las tendencias
burguesas, en sus formas y en sus criterios.
94
Europa se debate en la Guerra de los treinta años (1618-1648) por cuestiones fundamentalmente materialistas y formalistas, siendo el punto culminante de la rivalidad entre Francia y los territorios de los Habsburgo.
En 1620 Francis Bacon publica su Novum Organum, apuntando las bases del empirismo y del método de estudio científico.
En 1637 Descartes publica su Discurso del Método. Propone la duda de
todo excepto de su propio método, de la duda y de la idolatrada razón. Se
abre más la brecha entre Metafísica y Filosofía, produciendo desviaciones
dentro del esoterismo sapiencial más graves aún que en la religión.
En 1640 se publica Augustinus, la obra fundamental del Jansenismo. La
coincidencia de aquel movimiento con el Racionalismo no es casual y su
relación queda manifiesta en figuras como Blaise Pascal (1623-1662). En
cierto modo podría verse como una corriente compensatoria del pensamiento cartesiano desde sus propios postulados. Sin embargo, la extrema
radicalidad de los jansenistas y sus oponentes –los jesuitas en particular–
hizo que las aportaciones válidas de aquel movimiento quedaran abortadas
tras un intenso conflicto y varias sentencias arbitrarias de los papas, como
otras veces en la Historia de la Iglesia.
En el contexto de la debilidad que supone para Felipe IV la Guerra de
los treinta años se producen sublevaciones independentistas en Portugal,
Andalucía, Cataluña y Aragón. Sólo Portugal logra éxito definitivo, tras la
Guerra de Restauración concluirá con el tratado de Lisboa en 1668, donde
Carlos II reconoce la independencia de Portugal ante Alfonso VI de Portugal, descendiente directo del papa Borgia Alejandro VI.
Los complejos sucesos de aquel momento en Cataluña47 son exponentes
de la mentalidad burguesa, con su tendencia a la interpretación literalista de
la Ley y la Historia y su corto alcance de miras, sólo centradas en sus pro47
Aunque ya nos referimos a estos hechos al hablar del vasallaje medieval, resulta
oportuno volver a considerar estos hechos en base a los estudios de John H. Elliott.
95
pios ámbitos y planos. Por todo ello nos parece interesante detenernos en
aquellos sucesos que tienen además paralelismos con la revolución de
Cronwell producida pocos años más tarde y ciertos antecedentes de la Revolución francesa. Veamos:
Portugal, Navarra, Guipúzcoa, Vizcaya y la Corona de Aragón se venían
negando a financiar la participación española en la Guerra de los treinta
años. Los catalanes no aceptaban siquiera aparentarlo cuando se lo pide el
Conde-Duque de Olivares, pues estaban colapsados los recursos de América y de Castilla –ya soliviantada por ser casi la única en sustentar los gastos
reales–. Las diputaciones de la Corona de Aragón se atenían a que Fernando el Católico –tan denostado en su momento por la oligarquía catalana–
les consignó a todas ellas el derecho de no tener que sufragar gastos de guerras fuera de su territorio –lo cual había sido una maniobra fernandina contra la ambición de la dinastía Habsburgo encarnada en su propio yerno.
En el marco de la situación Francia invade las tierras vascongadas. Es
repelida gracias a Castilla, las provincias vascas, Aragón y Valencia, que finalmente habían aceptado ayudar. Pero la Diputación catalana sigue alegando el derecho mencionado para no aportar ayuda.
Olivares decide en 1639 contraatacar a Francia desde las tierras catalanas por su mejor posición estratégica al respecto y para intentar solucionar
de paso la problemática Unión de Armas. Ante la falta de recursos del rey y
la falta de disposición por parte de aragoneses y catalanes, el valido real opta
por permitir tácitamente el pillaje de las tropas al paso por tierras aragonesas, forzando así que Aragón aumente su aportación de efectivos y mantenimiento a cambio de control en las tropas. Olivares sigue la misma táctica
en tierras catalanas, pero los señores y ciutadans honrats catalanes perseveran
tozudamente en su negativa.
Termina habiendo levantamientos y motines de campesinos hasta el
culmen en el Corpus de 1640, cuando el canónigo Pau Claris, al frente de
la oligarquía burguesa, proclama la República Catalana. Pero esa oligarquía
96
no es capaz de controlar la sublevación ni de defenderse meses después ante
las tropas reales organizadas para recuperar Cataluña. A los pocos meses se
pide ayuda al Borbón Luis XIII de Francia, quien no tarda un año en hacerse nombrar soberano de Cataluña como Luis I de Barcelona. Cataluña se
convierte en campo de batalla de la guerra entre Francia y España, sufragando –ironías del destino– el pago de un ejército y cediendo su administración al poder francés. Los catalanes descubren entonces que el rey
francés –nada menos que Luis XIV a partir de 1643, paradigma del absolutismo y abuelo de Felipe V de Borbón, a quien en un episodio posterior
volverán a jurar fidelidad y traicionar después– les exige contribuciones
muy superiores a las que negaban a Felipe IV de Habsburgo.
Tras diversos episodios, las tropas españolas –con militares catalanes de
seny en sus filas– logran vencer a las francesas en los territorios catalanes y se
firma la Paz de los Pirineos en 1659, zanjando definitiva y alejandrinamente
un viejo nudo que el tratado de Corbeil de Jaime I no había logrado resolver. A partir de entonces el rey francés será el único señor del norte de los
Pirineos y el español el del sur. Se suele pasar por alto que el rey francés se
apresura entonces en desposeer a los catalanes del norte de sus fueros, dictando prohibiciones del uso de la lengua catalana en todo ámbito oficial,
mientras que el rey español jura por iniciativa propia los Usatges sin poner
ninguna traba en usos lingüísticos.
Inglaterra vive también guerras civiles y revueltas generales entre 1642 y
1658. Oliver Cronwell se hace con el poder y gobierna de modo dictatorial.
Bajo su mandato se decapita al rey Carlos I, se intensifica la piratería oficial,
se acentúan conflictos con España y Francia, se crea la Commonwealth y
comienza la gran presencia colonial del Reino Unido.
Tras los 20 años del cardenal Richelieu en el poder de Francia (16241642) es coronado Luis XIV en 1643. Será el máximo exponente del absolutismo y de los delirios rococós en una sociedad que se quiere cerrada y uniforme. Su larguísimo e influyente reinado durará 72 años, hasta 1715.
97
1658. Comienza a circular el papel moneda, un producto significativo
de las concepciones burocráticas, mercantiles y materialistas de la edad.
Tras morir en 1665 Felipe IV –el mecenas de Velázquez– se precipita el
lamentable declive final de la casa Habsburgo española, con ella declinan
ciertos atisbos postreros de visión de grandeza en la realeza europea.
1666. Spinoza (1632-1677) publica sus Principios de la filosofía cartesiana y sus Pensamientos metafísicos. La heterodoxia reiterada de sus teorías en
sus publicaciones motivan que se le considere uno de los precursores del
ateísmo y se le excomulgue de la comunidad judaica.
Isaac Newton (1642-1727) despunta como uno de los primeros científicos modernos, aunque sus intereses más profundos son la alquimia esotérica y la religión. Sus orígenes familiares son puritanos y tiene una
perspectiva arriana que le ocasiona un paradójico impedimento para dirigir
el Trinity College de Cambridge. Desde 1703 hasta su muerte preside la
Royal Society de Londres. Su significación se asocia a figuras precedentes
como Kepler (1571-1630) o Francis Bacon (1561-1626).
Siglo XVIII. DISOLUCIÓN DESPÓTICA Y SUICIDA
Mientras el absolutismo se extrema, el despotismo ilustrado y el orgullo enciclopédico marcan la consumación final de la edad de los valores burgueses.
La mayoría de los monarcas europeos se «enrocococan» en sus centralismos
absolutistas, en la nada de la moda, de sus pelucas y sus polvos de arroz. Parecen vivir al margen del estado de disolución progresivo. Permítasenos decir que llamar nobleza a la aburguesada clase dominante de aquellos
tiempos es un auténtico eufemismo. En general, los actos y modales de
aquella clase estaban ya lejos de merecer dicha denominación. Además de
decadencia se trataba de una usurpación.
Se pretende materializar los cacareados «logros luminosos» del siglo. Pero por más que se iluminen las calles con artificios –como el alumbrado pú98
blico de Londres con luces de aceite desde 1681 y el gas de alumbrado en
otras ciudades europeas desde 1792– la noche se hace más y más espesa.
A lo largo del siglo se busca un nuevo clasicismo. Pero el racionalismo
sin alma impide al Neoclasicismo ser algo más que una mera imitación
académica del mundo clásico. Ello tiene cierto parangón a cómo la pasión
mundana alejó al Renacimiento de la serenidad clásica que pretendía, salvo
en contadas excepciones.
La vacuidad de las pretensiones artísticas queda puesta en evidencia por
la pesadilla de las indumentarias y los modos ridículos de las clases altas de
la época con un subrealismo avant la lettre.
Hay una situación de inercia inerte –valga la redundancia– y se busca la
revivificación en una continua, vampírica, insaciable y ridícula ruptura de
barreras. Se consagra así el culto progresivo a la novedad por la novedad de
la moda, que conducirá al postrero culto de la trasgresión por la trasgresión.
La Arquitectura y la Escultura de la época denotan un aire sepulcral.
La Pintura se debate entre las tendencias del siglo de modo sincrético y
superficial. Se palpa un agotamiento en la vitalidad creativa de las artes
plásticas. No queda nada de aquella efervescencia inicial generada por el
Renacimiento en su ruptura de las tradicionales murallas de contención y
protección. A pesar de todo, la pintura logra en ocasiones cierto distanciamiento positivo, reflexionando humildemente ante el valor de pequeñas cosas de la vida y su carácter perecedero, ante la muerte y las ruinas: Chardin,
Watteau, Canaletto…
Sin embargo la Música conserva cierto nivel de equilibrio, serenidad, vitalidad y clasicismo: Mozart, Bach… Aunque se produce en ese momento
una reducción en la variedad tonal –tan rica y variada en la antigüedad y en
la música oriental– a sólo dos tonos: mayor y menor. Lo cual conlleva un
cambio en la afinación de los instrumentos, buscando la comodidad para
los intérpretes pero provocando una progresiva deformación del gusto musical europeo respecto de la armonía musical natural.
99
Entre 1701 y 1715 los intereses de los principales países europeos se
debaten en la Guerra de Sucesión de España. Se trata en realidad de un
conflicto entre Gran Bretaña y Francia, cuyas estrategias taimadas y oportunistas alientan en España un dramático conflicto interno. Se promueve
desde esos países una división entre las Hispanias para debilitarlas en extremo. Las antiguas coronas de Castilla y Aragón luchan entre sí, creyendo
defender ambas el bien común de España –lo corroboran múltiples
documentos de ambas partes–. Ingleses y franceses buscan disolver de facto
el Imperio Español y repartirse el poder económico y comercial en Europa.
Tras el Tratado de Utrecht (1713) España queda hundida, aislada y desvinculada definitivamente de los lugares que formaron su imperio en Europa. El efecto es también nefasto para la convivencia entre los pueblos
españoles, que quedará profunda e indeleblemente herida a causa de esa
«guerra civil» alentada desde fuera, fuente de futuros conflictos civiles.
La situación queda agravada por el decreto de Nueva Planta (1716) y las
acciones de Felipe V tras su pírrica victoria final, pues los ingleses le permiten subir al trono de España a condición de renunciar a sus derechos legítimos sobre la corona francesa y a gran parte de los territorios extrapeninsulares de España en Europa. Con el inicio del siglo, este nieto de
Luis XIV implanta en España una corte teatral, almidonada y autista, que
pone en manos de la burguesía ilustrada gran parte de los asuntos de Estado. La nueva dinastía borbónica española es un eco provinciano de la corte
francesa durante el siglo XVIII y gran parte del XIX. Uno de sus dudosos
«logros» es el centralismo, que decapita la España rural al hacer que la «nobleza» traslade su residencia principal a la capital. Resulta digna de mención
la excepción de Mallorca que contrasta del significativamente con esa decapitación rural peninsular, pues la nobleza mallorquina prefiere quedarse en
su isla dorada, con lo cual el pueblo sigue teniendo presentes los modelos
aristocráticos, que a pesar de su decadencia se manifiestan aún en la arquitectura de los senyors y en múltiples aspectos formales.
100
Pedro I el grande, zar en Rusia entre 1694 y 1725, es un paradigma de
su época. Su afición hacia los trabajos manuales –carpintería, albañilería,
imprenta…– manifiesta su inclinación burguesa primaria. Su admiración
por la modernidad europea occidental de su tiempo le lleva a una ruptura
con la tradición oriental rusa. Obliga a su país a pasar del medievo a una
modernidad burguesa, funcionarial, centralista y absolutista, que da la espalda al campesinado y a la religión. En 1703 crea San Petersburgo, una
ciudad racionalista construida sobre el fango de marismas insalubres. Decapita la Iglesia rusa, impidiendo la sucesión tradicional del patriarcado y sustituyéndola por un órgano colegiado funcionarial, nombrado por el zar.
Permite la diversidad de cultos –divide y vencerás. Da carácter funcionarial a
la nobleza, creando escalafones, funciones y servicios; con lo cual la clase
burguesa se siente suplantada y minusvalorada. Crea un ejército regular.
Emprende guerras con planteamientos económicos para dar salida marítima a sus proyectos mercantiles. Para cubrir los enormes costes bélicos desamortiza múltiples bienes de la Iglesia y crea impuestos que empobrecen a
grandes sectores de la población. Prohíbe el uso de las ropas tradicionales
rusas. La implantación forzosa de la modernidad produce en el pueblo una
progresiva privación de sus bienes espirituales y materiales, motivando trágicas revueltas que se cronificarán durante los siguientes siglos. La rapidez
de éstos cambios hace que se puedan contemplar como manifestaciones
transparentes del proceso de modernidad y sus consecuentes pesadillas revolucionarias. Ocurre en Rusia durante esos treinta años lo que en el resto
de Europa había ocurrido de modo más paulatino.
Llegados a este punto es necesario dar cuenta de la aparición de las
modernas masonerías, considerándolas en estos apuntes desde el punto de
vista de su papel en la evolución de los acontecimientos de la Era Cristiana
y absteniéndonos de hacer una valoración plena de la masonería en la
medida de lo posible.
101
En 1717 se constituye en Londres la Gran Logia de Inglaterra48, considerada la primera de las modernas sociedades masónicas49. En sólo diez
años se difunden por Europa y las colonias americanas. Su predicamento de
carácter humanista –fraternidad, tolerancia, caridad y libre desarrollo de
personalidad humana– quedará sintetizado en el famoso lema revolucionario «igualdad, libertad, fraternidad». Bajo su secretismo, algunos individuos
y grupos fraguan los cambios fundamentales que conducirán a la edad final
de la Era. La masonería moderna tiene un origen burgués, como su nombre
gremial indica, pero su carácter alquímicamente disolvente y coagulante –
solve et coagula– es en cierto modo contrario a los principios naturales de la
casta burgo-medieval. Estas sociedades son motores de la Ilustración, del
Enciclopedismo, del suicidio burgués revolucionario y de la implantación
de la oscura edad industrial. Todo lo cual no quita para que dentro de esas
sociedades hubieran hombres y grupos de buena fe y gran categoría –pensemos por ejemplo en Joseph de Maistre– que incluso sufrieron las consecuencias de la revolución; ya hemos mencionado el resultante suicidio de la
casta. Es algo comparable a la disolución final de la Edad Media, resultante
de la decadencia de su propia casta dominante.
48
René Guénon escribe en Le Théosophisme: «Christopher Wren, último Gran
Maestro de la antigua masonería inglesa, murió en 1702. Los 15 años que pasaron
entre esta fecha y la fundación de la nueva Gran Logia de Inglaterra (1717) fueron
aprovechados por los protestantes para obrar un trabajo de deformación que cristalizó en la redacción de las Constituciones publicadas en 1723. Los “Reverendos”
Anderson y Desaguliers, autores de dichas Constituciones hicieron desaparecer todos los viejos documentos (Old Charges) sobre los que pudieron manipular, con el
fin de que no se pudieran percibir las innovaciones que introdujeron y, también,
porque esos documentos contenían fórmulas que estos “reverendos” estimaban
comprometedoras, como la obligación de fidelidad “a Dios, a la Santa Iglesia y al
Rey”, marca incontestable del origen católico de la Masonería».
49
Algunas fuentes consideran la masonería francesa y la escocesa como anteriores.
102
Se produce la burbuja de los mares del sur, el crack de 1720, una crisis financiera ocurrida en Gran Bretaña a causa de una burbuja especulativa iniciada en 1711. Fue de los primeros cracks económicos de la Historia. El
propio I. Newton perdió gran parte de su fortuna en ella al final de su vida.
La figura de Voltaire (1694-1778) es ilustrativa de su época. Este personaje encarna de modo particular la tendencia disolvente de su siglo. Resulta
significativa y sorprendente la capacidad de seducción, adulación y destrucción espiritual de este hijo de notario que, gracias a la penetración social
que le brinda la masonería, llega a hacerse con la confianza de la alta sociedad y de los gobernantes de Francia, Inglaterra y Prusia. Es uno de los primeros artífices de la difusión del criticismo moderno, del ateísmo y de las
ideas revolucionarias, utilizando para ello la plataforma del Despotismo
Ilustrado y del Enciclopedismo. Sus escritos impulsaron un odio irracional
que perdura hoy en día contra los valores tradicionales que representaba
España, inoculándolo en los descendientes de españoles en América, Filipinas e incluso dentro de la propia España, provocando las independencias de
todos los territorios de ultramar. La Iglesia condenó sus obras en 1753.
La figura complementaria de esta disolución alumbrada desde Francia es
Jean-Jacques Rousseau (1712-1778). La aparente bonhomía de este «padre
de la pedagogía moderna» queda desenmascarada por el hecho de haberse
deshecho de sus cinco hijos, entregándolos a la inclusa por egoísmo propio.
Tras las aparentes buenas intenciones de este otro «hijo de la viuda», sus
ataques a la religión y a los fundamentos sociales resultan más sutiles y taimados que los de Voltaire.
Leamos estas ilustrativas líneas:
«En 1776 se funda en el sur de Alemania, en Baviera, una sociedad llamativa. El fundador de esta sociedad llamada Illuminati50 fue el profesor de
derecho Adam Weishaupt. Dicha sociedad poseía dos atributos que la ha50
Nótese la clara relación del nombre con “Ilustración” e “ilustrados”.
103
cían muy interesante: era secreta y establecía un programa político muy
pretencioso, redactado por Weishaupt, donde se definía el propósito principal de la siguiente manera:
1.- La abolición de todas las monarquías y sistemas gubernamentales.
2.- La abolición de todas las religiones teístas.
[…] Weishaupt era un decano de la masonería y la organizó de acuerdo
con el estilo tradicional que la caracterizaba. Los Illuminati se desarrollaron
a una velocidad asombrosa y Weishaupt estableció su autoridad sobre los
cientos de intelectuales que allí se reunían. […] En 1780, con la participación del Barón Von Knigge, uno de los más grandes maestros de las logias
masónicas alemanas, el poder de la sociedad se expandió mucho.
Weishaupt y Knigge empezaron los preparativos para hacer una revolución
que se la definiría como socialista. No obstante, cuando el gobierno descubrió este emprendimiento, los maestros iluminados, Weishaupt y Knigge,
decidieron participar solamente en las actividades ordinarias de sus logias y
disolvieron la sociedad antedicha. Este paso lo dieron en 1782.
En los primeros años del siglo XIX se estableció en Alemania una nueva
sociedad que buscaba preservar la “tradición” Illuminati. Esa sociedad se
pasó a llamar Asociación de los Hombres Honestos. Transcurrido cierto tiempo cambió su nombre por el de Asociación de los Comunistas. Carlos Marx y
Federico Engels escribieron el Manifiesto Comunista de acuerdo con las
instrucciones recibidas de la última asociación nombrada. Como se sabe,
dicho Manifiesto definió a la religión como el opio del pueblo, asegurando
que una de las condiciones de una sociedad ideal debería ser una sociedad
sin clases, a la vez que consideraba que el único camino para la salvación de
la humanidad era la eliminación de todas las creencias religiosas.
En realidad, la sociedad Illuminati y su extensión, la Asociación de los
Hombres Honestos, eran dos más de otras organizaciones similares que se establecieron en Europa en el siglo XVIII. La característica común de todas
ellas, en paralelo con la filosofía del Iluminismo dominante en esa época,
era su vigorosa oposición a las religiones monoteístas. Puesto que la filosofía
iluminista impuso la idea de que la única guía de los seres humanos era su
propio razonamiento, se proclamó que no se necesitaba para nada la guía
104
divina. De acuerdo a los defensores del Iluminismo, la razón y la ciencia
humana eran dos poderes mágicos que resolverían todos los problemas de la
humanidad, a la vez que definieron a la religión como un obstáculo que retrasaba el progreso del género humano.» 51
Federico II el Grande, tercer rey de Prusia (1740-1786) es uno de los
máximos representantes del Despotismo ilustrado. Es conocido por los
apodos de el rey filósofo, el rey músico y el rey masón. Tras acceder al trono
prusiano ataca Austria y anexa Silesia. Al final de su reinado logra interconectar físicamente la totalidad de su reino, que anteriormente se halla dividido. Como exponente del despotismo ilustrado, se le conoce por
modernizar la burocracia y el servicio civil prusiano, y por llevar a cabo diversas políticas de carácter religioso, que abarcan desde la tolerancia hasta la
opresión, en función de las circunstancias. Reforma el sistema judicial y hace posible que los hombres de origen no aristócrata puedan llegar a la judicatura o a los principales puestos burocráticos. Apoya las artes y la filosofía,
aunque al mismo tiempo emite diversas leyes de censura a la prensa.
En 1787 se publica la «Crítica de la razón pura» de Kant (1724-1804).
La repercusión de este discutible filósofo es una clave más para posteriores
derivas del pensamiento, como el progresismo evolucionista y el relativismo. Nos limitamos a citar un párrafo de Frithjof Schuon entre todos los
comentarios escritos sobre él:
«Kant, para desacreditar la fe y para seducir a los creyentes, no vacila en
apelar al orgullo o a la vanidad: el que no se fía únicamente de la razón es
un «menor» que se niega a hacerse «mayor»; si hay hombres que se dejan
conducir por unas autoridades en vez de «pensar por sí mismos», es única-
51
De «El Engaño Del Evolucionismo». Harun Yahya. Al-Attique Publishers Inc.
Canada, 2001. Puede sorprender esta cita, pero no está de más tomar en consideración algunas de sus argumentaciones y datos, sin perder de vista que no tenemos
plena certeza de que no contenga algún error.
105
mente por pereza y por cobardía, ni más ni menos. Un pensador que tiene
necesidad de semejantes medios —en resumidas cuentas «demagógicos»—
debe de andar muy escaso de argumentos serios.»
La decadencia ha minado los frágiles fundamentos religiosos y aristocráticos que quedaban en el sistema social moderno. El humanismo racional y
materialista ha provocado un torbellino disolvente del orden establecido.
Hasta los propios fundamentos de la burguesía quedan afectados. Se desmoralizan y desorientan hasta a los mejor intencionados. Se evidencian los
abusivos desequilibrios sociales, la escandalosa y cínica explotación del
hombre por el hombre, el orgullo taimado y despótico de los libre-pensadores, las especulaciones masónicas… Podría decirse que si la edad humanista
acabó en sus inicios con la masonería operativa tradicional, la moderna masonería especulativa puso fin a la edad humanista.
Al tiempo que se pregona el logro absoluto de los criterios burgueses se
fragua la Revolución francesa (1789-96), con la que la propia burguesía
pone fin a la edad en que han imperado sus principios de casta. Tal como
suele ocurrir en el trágico final de un déspota, la decadencia y la autoaniquilación de la burguesía arrastran consigo gran parte de los residuos que
coexistían de la antigua nobleza y de la sabiduría tradicional.
En línea con las ideas de la Revolución francesa y simultáneamente, se
produce un fuerte movimiento reformista en el Judaísmo. El Sionismo nace
en territorios alemanes y se extiende después por todo el mundo. Sin embargo, el auténtico Judaísmo tradicional se opone desde el principio y seguirá denunciando a las diversas ramas sionistas como nuevas desviaciones
idólatras de Baal –desgraciadamente de modo debilitado y acallado por el
radicalismo fariseo y la modernidad saducea de los sionistas.
La rápida y estruendosa caída de aquel despotismo ilustrado, absolutista
y aburguesado, con sus caricaturescos «luises» vestidos a la más ridícula
moda que pueda imaginarse, demuestra una vez más aquello de «dime de
106
qué presumes y te diré de qué careces». ¡Qué caricaturesco resulta denominar a aquellos cien años «siglo de las luces»!
No obstante, perduran hasta el final ciertos valores del antiguo régimen,
con destellos excepcionales en personalidades que se mantienen por encima
de su tiempo y siguen esgrimiendo los principios de las castas superiores
incluso entre la clase humilde. Aunque sólo son como residuos testimoniales, cuya influencia y alcance cualitativo quedan ya muy limitados y
constreñidos por las corrientes dominantes, dictadas por las mentalidades
materialistas de las dos castas inferiores –burgo y vulgo.
Al final todo queda decapitado para dar a las más bajas mentalidades el
liderazgo hacia una edad de progresismo materialista y de revolución generalizada contra la Tradición.
+ +
+
107
EDAD INDUSTRIAL
LA NOCHE
Trabajo, revolución y consumo
Democracia y Dictadura
Tierra – Vapor - Electricidad
El reino del relativismo cuantitativo
H
ierros sobre yerros. Una edad férrea por antonomasia toma el relevo en una civilización que ya sólo guarda elementos mínimos para
seguir llamándose cristiana. Las castas superiores se hallan corrompidas o
exhaustas y la mentalidad de la última de las castas se va a hacer con el peso
decisivo del poder.
El hombre prototípico de esta edad tiene una mentalidad simplista. La
sociedad a que corresponde es la masa no cualificada, que sólo parece moverse por el más básico materialismo y que sucumbe ante voces que le hablen de nuevas utopías materialistas o ante algún tipo de mano férrea.
El orden social sigue invirtiéndose. Su centro de gravedad e irradiación
desciende más aún que en la edad anterior. Se producen por ello interferencias más complejas e inestables entre los distintos grupos sociales. En poco
tiempo ocurren muchas cosas y de muy distinto cariz. Todo cambia y se
desplaza fuera de lugar con una aceleración que ocasiona la poca duración
de la edad; haciéndose patente cierta proporción inversa entre la duración
de las edades y su complejidad.
108
Las castas parecen irse reduciendo a una sola y la estructura social es sustituida por una arbitraria estructura de clases, cuyo casi único factor diferencial es el económico. El cambio de la estratificación social conlleva una
progresiva complejidad de aspectos, pues los papeles de las castas naturales
pasan a ser desempeñados de forma confusa y desordenada. Esa complejidad requeriría dedicar a esta edad mayor extensión en estos apuntes que a
las demás para bosquejar el entramado de tendencias manifiestas en estos
dos siglos, pero resultaría excesivo en el contexto y nos limitaremos a apuntar detalles, dejando que la imaginación del lector complete el análisis.
También dejamos al lector la consideración de aspectos compensatorios de
esta edad, ya que aquí intentamos subrayar los aspectos menos tenidos en
cuenta por el común de nuestros contemporáneos.
Al llegar a la última de las edades y de las castas surge otra consideración
general: La sucesión de castas y edades históricas no parecen corresponder
exactamente a la sucesión de edades en la vida. Aunque desconocemos el
porqué de tal diferencia, podemos ver cómo la casta brahman y la Edad Antigua tienen cierta correspondencia con la ancianidad, la kshatriya y la Edad
Media con la juventud, la vaisha y la Edad Humanista con la madurez, y
finalmente la shudra y la Edad Industrial con la infancia. Podemos encontrar en el niño y en el shudra aspectos comunes, como la simplicidad, la necesidad natural de alguien que dirija, o lo primario de sus necesidades y
reacciones, o la ingenuidad.
También sería oportuno al llegar aquí considerar la analogía de los cuatro niveles existenciales –espíritu, alma, cuerpo y materia– con las cuatro
edades y castas. El pensamiento tradicional concibe esos cuatro niveles como partes de un todo indivisible, sólo el pensamiento actual los considera
como fragmentos, quizá porque él mismo sea producto de fragmentaciones.
El alma une espíritu y cuerpo, el cuerpo une alma y materia. También es
importante recordar que la materia en sí no es necesariamente negativa;
109
frente al sentido algo peyorativo de la materia bruta está el sentido puro y
maternal de la materia prima ya expresado en su propia etimología.
EN EL PLANO DEL CONOCIMIENTO Y EL SACERDOCIO
Las nuevas corrientes filosóficas y las actitudes religiosas son impregnadas por el carácter de la casta dominante.
La generalización de la mentalidad popular impone la necesidad de mayor dogmatismo y simplismo por parte de las iglesias.
Los sabios contemplativos permanecen semiocultos, ignorados y despreciados. Sin embargo, algunos de ellos emiten un auténtico canto del cisne de
la sabiduría tradicional universal, mostrando su gran fortaleza intelectual,
especialmente a lo largo del siglo XX. Si bien, se trata de un clamor en el
desierto al que las tinieblas modernas ignoran con una conjura de silencio.
También surgen en lugares apartados religiosos y religiosas con carismas
excepcionales, creando contracorrientes regeneradoras de la vida espiritual,
fundando nuevas órdenes religiosas o revitalizando algunas de las antiguas.
Se producen importantes apariciones de la Santa Virgen. Precisamente en
torno a ella y por su gracia, surgen contrapuntos espirituales a las tendencias pesadamente materialistas de este tiempo y a las corrientes disolventes
pseudo-intelectuales y pseudo-tradicionales. Ella impulsa la manifestación
de la posibilidad más positiva de la casta determinante de esta edad, pues
ciertos hombres y mujeres de origen humilde –generalmente jóvenes– constituyen los auténticos modelos de santidad de su tiempo.
Las desamortizaciones propugnadas desde la masonería vacían los centros
religiosos y expropian a la Iglesia de sus bienes materiales. Se considera al
religioso como parásito y como enemigo sospechoso. Se producen persecuciones más o menos encubiertas, con momentos de extrema crueldad que
acaban produciendo «reacciones» lógicas y naturales para restaurar de modo
parcial y precario la vida conventual y algún poder temporal eclesiástico.
110
Ciertos curas se dejan llevar por la ideología materialista y compleja de
la época y se convierten en propulsores de las nuevas corrientes revolucionarias o nacionalistas. Algunos se implican activamente en las guerras independentistas, como la de España respecto al imperio napoleónico o las de
México y demás colonias respecto a la Corona Española. Otros lo harán
más tarde en los independentismos irlandeses, catalanes, vascos, etc. Ello
conlleva uno de los cánceres terminales más devastadores de la espiritualidad cristiana: la usurpación y suplantación del sentimiento religioso por el
sentimiento nacionalista. Y muchos otros curas quedarán seducidos por las
tendencias socializantes y revolucionarias más generales.
Desde el papado se intenta dar cuerpo a la «conciencia social de la Iglesia» por medios como la Acción Católica, en un intento de canalizar religiosamente las tendencias del tiempo, pero todo ello termina constituyendo
un nuevo peligro interior, un caldo de cultivo para la desviación hacia el
materialismo horizontal y descendente.
Otras acciones negativas de algunos sacerdotes están en el campo de las
misiones, pues a pesar de las buenas intenciones de muchos de esos esforzados hombres y mujeres, su intento de evangelización trae consigo la globalización del consumismo y de la mentalidad occidental moderna. Se
considera como un triunfo el hecho de que alguien deje de ser musulmán,
por ejemplo, aunque no abrace ninguna otra religión. Y se pierde de vista
de modo grave que es más importante la fe y la práctica religiosa que la particularidad de su forma.
Sin embargo, no dejan de existir sacerdotes ejemplares que siguen
guiando excepcionalmente hacia la virtud y la piedad, incluso a pesar de las
limitadas capacidades personales que les imprime un origen social frecuentemente humilde.
Se producen un cáncer que mina desde dentro las capacidades y actitudes espirituales de la Iglesia. Su efecto se hace gravemente mortal en la
cuarta época, particularmente con el Concilio Vaticano II.
111
Surgen múltiples sectas. Algunas corresponden al carácter limitativo de
la época –como Mormones o Testigos de Jehová–, conciben la vida póstuma,
por ejemplo, de modo materialista y terrenal, aunque admiten una posibilidad de espiritualidad pura post mortem de modo secundario. No obstante,
dada la persistencia centenaria y la amplia difusión de algunas de estas sectas, puede pensarse que quizá constituyan in extremis un medio de salvación
real para ciertos casos, a pesar de sus errores metafísicos y sus limitaciones
propias de una edad tan opaca52. Pero surgen también otras sectas de carácter aún más oscuro y peligroso.
El investigador científico es considerado como nuevo prototipo de sabio, se le atribuye incluso carisma de moderno eremita. Pero el orden de
principios está invertido. El científico pone la ciencia al servicio sistemático
y exclusivo de la materia y bajo su perspectiva. Se convierte en servidor de la
sociedad industrial y le ofrece a ella sus hipótesis con un servilismo más o
menos inconsciente.
Por medio de la divulgación de algunas teorías científicas, como el evolucionismo, el relativismo o el sicologismo, el mundo industrial impone
subliminalmente su marketing ideológico, substituyendo las concepciones
tradicionales –arquetipos platónicos, creación, salvación, etc.– por hipótesis
opacas, materialistas o pseudo-espirituales; el fin es crear un «sistema económico-político» basado en la continua e ilusoria necesidad de consumo,
renovación y progreso.
Fijémonos en el proceso del concepto idea a lo largo de la Era: En la antigüedad fue considerada un valor universal e irradiante en sus diversos grados metafísicos y físicos. En los tiempos medievales necesitó ser protegida
52
Estas sectas tienen algunas curiosas coincidencias con el Islam –sin que ello sirva
para legitimar la validez espiritual de las sectas ni deslegitimar al Islam– como la
poligamia de los Mormones o la negación de la divinidad de Cristo y el rechazo al
culto de imágenes de los Testigos de Jehová.
112
por las armas de los señores y los muros de los monasterios. En los tiempos
burgueses del humanismo mercantil se consideró como un medio para lograr fortuna o como valor de cambio. En la cuarta de las edades toda idea
que no sea materializable se considera como quimera, utopía o locura imposible. Y en la post-era postrera –valga la significativa redundancia– los saltimbanquis del tercer milenio y sus precursores la convertirán en materia de
prestidigitación.
No obstante, recordemos el misterioso significado evangélico en los encuentros complementarios de Jesús resucitado con María Magdalena y Santo Tomás: Entre el «no li me tangere» y el «poner los dedos en la llaga». De
algún modo podría considerarse como una legitimación de diferentes perspectivas –desde la puramente espiritual hasta la materialista– siempre y
cuando se sometan a la Realidad Eterna.
EN EL PLANO DE LA NOBLEZA Y EL COMBATE
La principal motivación de los conflictos bélicos de esta edad suele ser la
economía de carácter más primario, generalmente enmascarada o contaminada por orgullos nacionalistas o por modernas ideologías disolventes.
La guerra se convierte en una industria, con máquinas productoras de
muertes en masa. Entre sus innumerables víctimas inocentes, caen los últimos auténticos aristócratas que quedaban en Europa, luchando quijotescamente en las monstruosas guerras mundiales. Los ejércitos se convierten en
«carne de cañón» reclutada entre el pueblo y uniformada con colores cada
vez más despersonalizadores.
Surgen oscuros y siniestros remakes pervertidos del caballero andante,
defensores del pueblo y quimeras de este tiempo: el bandolero, el revolucionario, el terrorista, la estrella del cine o del rock…
Los reyes pierden su papel. Con frecuencia son destronados o sometidos
a constituciones «dictadas» por los pueblos o, más bien, por los ocultos
113
guías masónicos. El origen espiritual de la autoridad monárquica resulta ya
inconcebible. Como si intentaran encontrar un nuevo papel o evadirse de
los problemas para los que ya no tienen poder resolutorio, adoptan formas
populares «castizas», entreteniéndose con deportes y nuevos inventos mecánicos. El eco de esta tendencia llega tan lejos alcanza incluso al penúltimo
Dalai-Lama, quien transgrede con su afición a los coches y al cine la prohibición de la rueda en el Tíbet, ocasionando quizás cierto trágico efecto
kármico en el ámbito de su responsabilidad gubernativa.
Se produce en esta edad cierto historicismo romántico y sentimental,
creando ficciones tan realistas que provocan múltiples equívocos y errores
históricos con peligrosas consecuencias. Se manifiesta en la Literatura, la
Pintura y posteriormente en el Cine. Estas ficciones ya existían en las pinturas de la edad anterior, pero siempre se hacía patente en ellas que se trataba de licencias artísticas de carácter alegórico.
El democratismo político y social impone su aplastante nivelación por
lo bajo y su tendencia a la cínica exaltación de la vulgaridad.
EN EL PLANO DE LOS OFICIOS, EL COMERCIO Y LAS ARTES
El burgués, el funcionario, el agricultor terrateniente, las profesiones
liberales… las llamadas clases medias o “acomodadas” tienden a hacer
también suyo el materialismo más primario del obrero.
La economía –ciencia rectora de la modernidad– reduce cada ser a un
simple ítem o cosa, propiciando el maquinismo progresivo. Al mismo tiempo se pretende hacer creer que Occidente ha descubierto al individuo, alentando así los egoísmos individualistas.
Quedan fortalecidos algunos movimientos burgueses previos como el librepensamiento y el liberalismo, que fueron factores disolventes de su propia
edad. Pretenden liberar a la sociedad industrial y a sus individuos de toda
114
responsabilidad espiritual, ética o social que aún contaba para la casta burguesa en la edad anterior.
Aparece la nueva figura del empresario, el «príncipe industrial». Algunos
son individuos provenientes de una casta superior que han rebajado su
mentalidad o su ámbito de actuación, otros son obreros ascendidos en rango y poder social. Vengan de donde vengan, adoptan maneras residuales de
la burguesía y por ello son llamados «burgueses», dando lugar a cierta confusión de términos. Son nuevos personajes híbridos, con características de
la tercera y cuarta casta, incluso a veces con ciertos rasgos aventureros y batalladores de la segunda casta. Dicen buscar el bienestar social, como prometía la ideología burguesa preindustrial, pero su búsqueda se sitúa
generalmente en el materialismo simple y egoísta, debatiéndose entre el beneficio económico y la subsistencia personal.
La eclosión industrial provoca un continuo abandono de la vida rural
hacia las ciudades, que comienzan a crecer de modo desmesurado y caótico.
La vida colectiva e individual de esos emigrantes queda muy devaluada.
Los arquitectos proyectan viviendas seriadas, en horizontalidad igualitaria o verticalidad orgullosa. Los ingenieros desafían a la gravedad con sus
hierros, hormigones y materiales cada vez más gélidos o tamásicos.
Los médicos terminan por mecanizarse y sistematizarse bajo criterios
cada vez más economistas e igualitaristas.
Los funcionarios, los abogados, los ejecutivos, los técnicos de toda clase
se integran en los engranajes de las nuevas máquinas estatales o multinacionales con su difusa justicia moral de papel. La burocracia pierde el carácter
humano que tenía aún en la edad anterior, convirtiéndose en una maquinaria ciega, creada por y para la masa.
El Arte también entra en crisis. Los artistas parecen fuera de lugar y se
replantean todo al intuir que la mentalidad de su casta original corresponde
a tiempos pasados, como la de los demás oficios tradicionales. Ante tal
desorientación comienzan a bullir entre ellos las tendencias de las distintas
115
castas: Unos retoman un papel espiritualista o pseudosacerdotal. Otros se
hacen caballeros abanderados de los idealismos románticos o de las vanguardias revolucionarias, asumiendo el papel de voz libre de la conciencia o
de paladines en la lucha contra lo que consideran injusto. Hay también artistas que continúan sirviendo a una burguesía más o menos anacrónica. El
arte y los artistas se convierten en materia de especulación. Muchos se someten a la servidumbre industrial para alcanzar la particular aureola de los
nuevos status artísticos, adoptando con soberbia sus valores snob (sine nobilitate), basados en el dinero, el poder y la superficialidad. Pero además despunta ya la quinta tendencia: los postreros seres sin casta de la edad post-era,
con su trasgresión por la trasgresión y su escándalo sistemático que las vanguardias utilizarán como claves neurálgicas de su praxis.
EN EL PLANO DEL PUEBLO TRABAJADOR
El obrero constituye la base del industrialismo, de la producción y del
consumo, es el héroe de la revolución y el mártir social.
En esta edad se alternan la DEMOCRACIA igualitaria y la DICTADURA
autoritaria. Como bien explicaba Platón, estos dos extremos se generan y
motivan mutuamente tras la corrupción gradual y sucesiva de los modelos
teocráticos, aristocráticos y oligárquicos. Durante toda la edad se da también otra alternancia ideológica más o menos clara entre conservadores y
progresistas, que se simplifica con los términos generales de derecha e izquierda u otros términos equivalentes según los países o los momentos. Esa
dialéctica horizontal diferencia partidos y dictaduras de forma más nominal
que real y es característica de los últimos tiempos y de sus anomalías. ¿Qué
sería de un hombre cuyas extremidades izquierda y derecha se enfrentaran
entre sí en vez de complementarse?
Podría decirse que el mundo es gobernado desde fábricas, en base a
principios pragmáticos de carácter materialista y cuantitativo.
116
Se sueña con un Estado proletario, paternalista e ideal. Pero cuando se
hace realidad toma forma de un totalitarismo más inhumano que los viejos
absolutismos. Se siguen creando gobiernos burocráticos sometidos al rendimiento económico, llevando hasta su extremo la inercia de la edad anterior con mayor carga demagógica. La propaganda política dice al proletario
que vive en «el mejor de los mundos» y que él es el verdadero rey. Al mismo tiempo se promueve la soberbia nacionalista de la superioridad sobre
los demás pueblos, grupos, estados o naciones, lo cual funciona como una
«zanahoria utópica» para producir y consumir más y más que los otros.
El obrero que logra su sueño personal y llega a ser empresario tras arduos esfuerzos o golpes de fortuna se considera príncipe de su mundo –rey
de las hamburguesas, patatas, cacahuetes…
Los servidores se sienten ahora señores insuflados de orgullo, pero en
realidad siguen siendo carne de cañón. Ahí está su propia trampa y la causa
de la fugacidad de su reinado. Al perder la humildad, la fidelidad y la sencillez –virtudes sustanciales de la naturaleza del buen servidor– quedan desnaturalizados y afloran en ellos toda clase de enfrentamientos individualistas. Terminan formando una masa que se mueve por los instintos más
básicos y es ciegamente guiada hacia la quimera y la catástrofe por líderes
dictatoriales o democráticos en los que esa masa se siente personalizada por
efecto de la fascinación o del sufragio universal.
Mientras el estrato servidor parece lograr su trono social, el trabajo en
cadena y en serie le hunde y deshumaniza más y más.
Las herramientas se convierten en máquinas y comienza a producirse
una nueva «especie humana» sin casta que, junto a las máquinas, se irá
adueñando de todo. Será el final extremo de la ley sucesoria de la Era. Los
inmediatos inferiores han substituido a sus superiores cada vez que los últimos alcanzan su decadencia. Es una especie de fatalidad kármica.
Otra característica de la edad es la sobrevaloración y el abuso de distintos modos de energía y nuevos materiales sintéticos para lograr mayor fuer117
za de trabajo y más sensación de confort. Ello, unido a otros usos tan aparentemente inocuos como el «agua corriente», termina por amenazar el
equilibrio ecológico de toda la Tierra. Se producen hechos tan significativos
como la vertiginosa extinción de especies, que alcanza en la última cincuentena del siglo XX unos niveles tan extremos como nadie podría imaginar
fuera del contexto de una visión apocalíptica. Pero la «opinión pública» olvida con facilidad pasmosa las continuas constataciones de los hechos. Se
aceptan como hechos irremediables con estupefacción extraña y escurridiza,
aduciendo como autómatas que «nada puede hacernos perder las libertades,
los derechos y los logros conquistados por la humanidad».
F. Schuon escribe: «El culto moderno al trabajo se funda, por una parte, en
el hecho de que el trabajo es necesario para la mayoría de los hombres y, por
otra, en la tendencia humana a hacer de una obligación inevitable una virtud.
La Biblia, sin embargo, presenta el trabajo como una especie de castigo: Comerás el pan con el sudor de tu frente. La primera pareja humana ignoraba el trabajo
antes del pecado original y la caída. Por todas partes y en todo tiempo ha habido santos contemplativos que, sin ser por ello perezosos, no trabajaban, y todos
los mundos tradicionales nos ofrecen, o nos ofrecían, el espectáculo de mendigos a quienes se les da limosna sin exigir nada de ellos, salvo tal vez unas oraciones. Ningún hindú pensaría en criticar a un Râmâkrishna o un Maharshi
por el hecho de que no ejercían ningún oficio. La impiedad generalizada, la supresión de lo sagrado en la vida pública y las obligaciones del industrialismo
han sido las causantes de que se haga del trabajo un “imperativo categórico” al
margen del cual se cree que no hay sino pereza culpable y corrupción»53.
EL CANON Shudra
La globalidad de la masa social manifiesta sus tendencias y características en función de él. Su modelo existencial impregna y limita incluso la
mentalidad de quienes profesan el Cristianismo en esta edad. Ejerce su
53
De La Transfiguración del Hombre. Ed. Olañeta. 2003. Palma.
118
influencia sobre lo poco que queda de los demás estratos sociales y sobre el
enfoque de las diferentes acciones y reacciones dialécticas que se producen.
El shudra corresponde a la mentalidad subjetivista y pesadamente materialista del «hombre que no está calificado realmente más que para trabajos
manuales más o menos cuantitativos y no para trabajos que exigen iniciativas y aptitudes más vastas y complejas; para este tipo humano, lo “real” es
lo corporal; el comer y el beber rigurosamente hablando proporcionan la
dicha, con las concomitancias psicológicas que a ello se vinculan; en su
perspectiva innata, en su “corazón”, todo cuanto está fuera de las satisfacciones corporales aparece como un “lujo” y hasta una “ilusión” o en cualquier caso como algo que se sitúa “al lado” de lo que su imaginación toma
por realidad: la satisfacción de las necesidades inmediatas … El carácter
central al mismo tiempo que elemental que el goce tiene en la perspectiva
innata de este tipo humano, explica el carácter fácilmente despreocupado,
disipado e “instantáneo” de éste … demasiado pasivo respecto a la materia
para poder gobernarse a sí mismo, depende por consiguiente de otra voluntad que la suya; su virtud es la fidelidad, o una especie de rectitud tosca y
opaca sin duda, pero sencilla e inteligible» (F. Schuon).
1800 – 1850. GERMINACIÓN DEL INDUSTRIALISMO
Ondean las perspectivas shudras. Democratismo o igualitarismo por
abajo, principio del estado nacional y reducción del valor supremo de la
Libertad a una utopía materialista y terrenal. El pueblo francés se ha
convertido con su revolución en el abanderado de los «nuevos regímenes»
populares –Unité, indivisibilité de la République, liberté, égalité ou la mort–.
Acto seguido, la creación de los Estados Unidos de América da cuerpo al
nuevo prototipo de nación, en base a los principios masónicos modernos.
Se les reconoce como «la primera república masónica del mundo». En su
119
Gran Sello son grabadas dos sentencias en latín: Annuit Coeptis y Novus
Ordo Seclorum junto al símbolo masónico del ojo dentro del triángulo.
Las contradicciones de los nuevos regímenes, abanderados del lema democrático-masónico —igualdad, libertad, fraternidad— pueden ponerse en
cuestión ante el exterminio sistemático y cruel de los indios de las praderas
por parte del aparato político-militar de los nuevos Estados Unidos. Crímenes que contravienen el más mínimo respeto por el honor, la verdad y la
justicia. Previamente habían hecho lo mismo los revolucionarios franceses
con la elite de su país. Igualmente significativa es la cínica pervivencia de la
esclavitud en EEUU, siendo que ya había sido oficialmente abolida desde
tiempo atrás en Europa y en las colonias regidas por monarcas europeos. Es
necesario recordar que los mayores genocidios conocidos de norte a sur de
América, así como la sistemática falta de cumplimiento de los tratados con
indígenas, se produce a partir de la independencia de las distintas naciones
americanas respecto de sus metrópolis europeas.
En la germinación de los EEUU y de la Francia postrevolucionaria ya
está implícita la dialéctica complementaria y ambigua entre el liberalismo
democrático y el autoritarismo dictatorial que va a determinar las alternativas políticas de la edad. Ambiguos serán también los nuevos términos
políticos de derecha e izquierda, exponentes del horizontalismo en los
nuevos regímenes políticos, que sustituirán a la confrontación inicial más
significativa entre conservadores y liberales.
En 1801 muere corneado por un toro en Madrid el torero Pepeillo. Este
hecho aparentemente anecdótico, constituye el mito germinal del toreo a
pie54 y nos aporta una nota significante para la exposición de nuestros
apuntes. Los toreros encarnan de modo particular un prototipo del hombre
de a pie que recoge los trastos de las anteriores castas preeminentes, ya ago54
El toreo a pie había comenzado a fraguar en la segunda mitad del siglo XVIII,
con figuras como Pedro Romero, Costillares y el propio Pepeillo.
120
tadas o corrompidas por sus excesos. Se trata de una sorprendente encarnación simultánea de las funciones sacerdotales, las formas aristocráticas y la
creación artística en individuos excepcionales del pueblo llano; al mismo
tiempo que sacerdotes, aristócratas y artistas adoptan la llaneza popular en
su actuar, en su vestir y a veces en su pensar. Tras la muerte de Pepeillo
queda su tauromaquia firmemente ritualizada y enraizada en el pueblo español durante toda esta Edad. Sorprende que también quede enraizada en
países de Hispanoamérica, como México, Perú o Colombia, siendo que la
cristalización del toreo a pie coincide con sus procesos de independencia.
La casta shudra, de la que surge el toreo a pie, no tiene gran capacidad
intelectual para comprender su sentido esotérico y ritual, pero sí tiene una
sorprendente capacidad intuitiva para su comprensión existencial y para
realizarlo. Algunos metafísicos del siglo XX han avalado la pervivencia
sagrada de los misterios en el rito del toreo. El toreo a caballo, queda reducido al testimonial rejoneo con una remembranza más específica de la casta
kshatriya, aunque el caballo seguirá presente en la fiesta taurina, con su legítimo y noble carácter en el marco de su simbolismo operativo.
En 1804 Napoleón Bonaparte se autocorona55 como emperador con
ecos de la coronación de Carlomagno –el iniciador de la Edad Media justo
mil cuatro años atrás– aunque con significados diferentes. En medio del
caos revolucionario francés había aparecido en escena este pequeño y gran
hombre procedente de la periferia. Sus cualidades de estratega y líder de
masas personifican y prefiguran las características de los dictadores de la
nueva edad. Es una figura fulgurante, significativa e impactante, pero efímera. Se le compara a Julio César. Es capaz de neutralizar los peores efectos
de la revolución y recuperar valores principiales como la autoridad y el or-
55
Las circunstancias hacen que él mismo tome la corona mientras el Papa discute
con el obispo de París por quien ha de coronarlo.
121
den, o proteger en cierta medida a la religión. Sin embargo, el imperio napoleónico extiende por Europa los gérmenes ideológicos revolucionarios.
1808. España parece disolverse al ser invadida por Francia. El pueblo
toma conciencia de la situación y, de acuerdo con el canon del momento,
surge el nacionalismo y patriotismo popular. Ante la invasión francesa de
España el pueblo grita ¡Independencia! Y su eco llega hasta América, provocando allí un reguero de procesos nacionalistas e independentistas en los
países de la Corona Española (1809-1828), hasta acabar con los de Cuba,
Puerto Rico y las Filipinas a finales del siglo.
El Romanticismo germina. Ciertos aspectos positivos de esta corriente
perdurarán durante toda la edad en las actitudes de contestación a la ideología industrial y al burdo materialismo imperante. Los artistas más significativos reflexionan poética y románticamente, convirtiéndose en un centro
y refugio de conciencias idealistas: Schiller, Novalis, Hölderlin, Heine,
Chateaubriand… Chopin, List… Millet, C. D. Friedrich, Delacroix, los
Nazarenos… destacando algunas personalidades de fuerte carácter como
Beethoven, Goethe, Goya o Turner por su genialidad desbordante o por ser
puentes significativos entre edades. Los románticos contestan al aplastante
materialismo emergente, debatiéndose entre la añoranza por los valores que
se pierden y la rebelión activa contra hipocresías y abusos. Sin embargo, en
su búsqueda de la utopía algunos románticos llegan en ocasiones a peligrosas fantasías subjetivistas y engañosas; lo cual es notable en sus revisiones de
la Historia, donde acuñan como realidades históricas muchas fábulas o relatos creados por sus fantasías y deseos. Todo ello propicia da mayor peso al
nuevo patriotismo nacionalista popular, basado en sentimentalismos ambiguos, fábulas míticas –generalmente fantásticas o fantaseadas– y orgullos
colectivos cargados de demagogias populistas, amorfas y terrenales.
Al inicio de siglo comienza a extenderse el uso de las vacunas, que llegarán a ser consideradas como panacea universal de las pandemias a lo largo
de esta edad. Al mismo tiempo aparece el antídoto a ellas y a la ideología
122
médica industrialista que oculta sistemáticamente los malos efectos de los
fármacos. Ese antídoto es la Homeopatía, desarrollada por Samuel Hahnemann (1755-1843), que viene a revivificar la antigua medicina alquímica
tradicional, extendiéndose lentamente con firmeza y eficacia pero la medicina oficial intenta proscribirla continuamente.
Siguiendo las corrientes liberales europeas se producen en España varias
desamortizaciones. Se centran fundamentalmente en los bienes de la Iglesia
y producen un quebranto espiritual, social y cultural de alcance traumático.
Surgen contrapuntos espirituales, como el humilde, carismático y santo
«cura de Ars» que alumbra a los creyentes desde aquel pueblecito francés.
Otro contrapunto es la creación de nuevas congregaciones religiosas dedicadas a educar en los principios cristianos al pueblo más humilde, purificando los mejores aspectos de las corrientes del siglo. Ejemplos de ello son
los Hermanos Maristas (fundados en Francia, 1817) o los Salesianos (fundados en Italia, 1859). Algunas órdenes religiosas anteriores siguen el ejemplo y crean sus grupos de enseñanza.56
La artesanía comienza a considerarse exponente residual de épocas pasadas. En las fábricas se explota a mujeres y niños como mano de obra barata.
1815. La erupción de volcán Tambora va a tener unas extensísimas consecuencias de cara a la transformación del mundo. Los geofísicos la consideran como una de las mayores erupciones volcánicas conocidas, llegando a
decir que liberó una energía equivalente a 170.000 bombas de Hiroshima.
Produjo tal efecto en la atmósfera que llegó a Europa, causando efectos meteorológicos nefastos para las cosechas y la salud, provocando hambrunas y
gran mortandad en seres humanos y animales, que motivaron múltiples revueltas sociales y reformas políticas consecuentes. La alta mortalidad causada en los caballos –por la falta de pastos, su sacrificio para alimentar al
56
Existían otros precedentes como los Escolapios, fundados en Roma por el aragonés San José de Calasanz en 1597.
123
pueblo famélico y su uso en las guerras napoleónicas– tuvo la consecuencia
curiosa de la extensión del uso de la bicicleta, ridiculizada hasta entonces.
1830. El ferrocarril comienza a extender sus caminos de hierro. La máquina de vapor también se aplica para la industria, deshumanizando aún
más el trabajo industrial.
1837. Comienzan a ser operativos el telégrafo y la fotografía.
La mecanización de las imprentas –manuales hasta entonces– propicia la
edición de los primeros periódicos y comienza a tomar cuerpo el poder los
medios de información. Su denominación de cuarto poder encaja en nuestro
esquema, pues, si los otros tres poderes corresponden a las tres primeras
castas sociales, éste viene a tomar un papel coordinador y mediatizador de la
cuarta casta, como sistema de propaganda tanto de los sistemas políticos
democráticos como de los sistemas dictatoriales. Es un gran instrumento
difusor del progresismo y demás ideologías nacientes.57
1842. Auguste Comte publica su Cours de philosophie positive dando lugar a la corriente de pensamiento positivista, que se une al utilitarismo de
John Stuart Mill del mismo tiempo exaltando el materialismo científico.
1848. Se producen por toda Europa revueltas de obreros que se enfrentan abiertamente a la burguesía industrial.
Entre 1845 y 1949 se produce la Gran hambruna irlandesa. la cifra estimada de muertes por su causa se sitúa entre 2.000.000 y 2.500.000 de
víctimas y una cantidad similar de emigrantes a otros países.
1850 – 1900. FLORACIÓN DE LA EBULLICIÓN POPULAR
El ateísmo comienza a ser alardeado públicamente en Europa por personalidades significativas de la época. Ello es muy significativo de una edad
en la que lo inferior suplanta y niega lo superior.
57
El periodismo como fenómeno extenso de la Edad Industrial comienza por estos
años, aunque el primer periódico se data en la Inglaterra de 1702.
124
En 1850 ya está generalizado el uso de la fotografía y ello pone en
cuestión a la pintura tras su apogeo realista previo. En respuesta surgen
nuevos genios del Arte que rompen barreras culturales, indagando en otros
ámbitos y aportando cierta frescura e ilusión. Se produce cierta efervescencia vital respecto a la pesadez general de las artes en épocas recientes.
Prerrafaelitas, impresionistas, divisionistas, simbolistas, sintetistas, Maquia e
oleo y otros movimientos artísticos plantean debates sobre lo visual –espontaneidad, análisis científico, simbolismos más o menos arcaizantes–. A pesar
de ello o por ello se comienza a establecer una identificación del artista con
la marginalidad y el desequilibrio, dando así demasiado peso a las anomalías vitales del artista en la consideración del valor de su obra.
En 1854 se proclama el dogma de la Inmaculada Concepción y cuatro
años después la Santa Virgen lo ratifica apareciéndose en Lourdes a Bernadette Soubirous bajo esa advocación.
En 1859 se publica «El origen de las especies por medio de la selección
natural, o la preservación de las razas preferidas en la lucha por la vida» de
Charles Darwin.
Los sentimientos nacionalistas modernos se hacen más intensos y populares por doquier.
En Alemania se había iniciado un proceso de unificación como estado
moderno desde 1814, cuando Francisco II, último monarca del Sacro Imperio Romano Germánico, abdica y disuelve el imperio para que no sea
tomada su titularidad por Napoleón. En 1841 estalla la revolución que
convierte el Reino de Prusia en Imperio Alemán y en 1871 Alemania es
unificada como moderno estado-nación.
En 1861 Italia culmina su proceso de unificación a falta de Roma, que
se integrará con categoría de capital del nuevo estado-nación en 1870.
Se inicia la disolución interna del Imperio Otomano con la colaboración de la masonería turca e internacional. Ello significará el cambio de la
histórica relación dialéctica entre Oriente y Occidente –aunque el imperio
125
turco no fuera Oriente de modo estricto lo era de modo simbólico–.
Paulatinamente se aplicará una barrera mental y física respecto a los
antiguos territorios del sultanato, con un menosprecio subrayado por el
nuevo término de tercer mundo. Se va a señalar sistemáticamente que son
países subdesarrollados cuando en realidad su decadencia está causada en
gran medida por el primer mundo. Las esporádicas referencias orientalistas
posteriores en la cultura occidental serán de carácter superficial o marginal.
En 1867 se publica el primer libro de El Capital, de Karl Marx (1818–
1883). Su contenido ideológico es un paradigma del reduccionismo materialista de la Edad en que se escribe.
Hacia 1875 Japón sufre una transformación traumática. Pasa de la Edad
Media a la Industrial de un golpe. Se promulga una constitución de corte
europeo. Se construyen líneas férreas. Se llevan a cabo profundos cambios
sociales. Se quita el derecho de espada a los samuráis y se crea un ejército
moderno. A partir de ese momento Japón entra en el panorama internacional y participa en frecuentes y desmedidas guerras exteriores.
En 1880, clausurando la reunión de Bruselas del Congreso de Pensadores
Libres, Annie Besant dice: «Por encima de todo (debemos) combatir a
Roma y a sus sacerdotes, luchar en todas partes contra el Cristianismo y
expulsar a Dios del Cielo». Por el mismo tiempo, H. P. Blavatsky, otra
líder del teosofismo58, escribe a Alfred Alexander: «Nuestro objetivo no es
restaurar el hinduismo sino barrer al Cristianismo de la faz de la Tierra».
En el Bulletin del Gran Oriente de 1885 se escribe: «Nosotros los francmasones, debemos perseguir la demolición definitiva del Catolicismo»59.
No obstante, hemos de considerar que dentro de la Masonería existen
58
El teosofismo tiene su continuación en la New Age, que divulga el Yoga, el Zen y
otras ciencias orientales con desvirtuación sistemática, consciente y premeditada.
59
Párrafo recopilado en TESORO DE SABIDURÍA TRADICIONAL. Whitall N. Perry. Ed. Olañeta. Palma M. 2000.
126
diversas tendencias, movimientos degenerativos y regenerativos, pero lo
cierto es que su ocultismo dificulta un conocimiento suficiente para formar
un juicio general más allá de las apariencias.
Comienzan las primeras demostraciones públicas de la luz eléctrica y del
teléfono. Se construye en los EEUU el primer rascacielos en1883.
En la Conferencia de Berlín de 1884-1885 los países europeos se reparten África y comienza una carrera por dominar ese continente y el mundo.
Se trata de un crudo colonialismo esclavista que evidencia lo hueco de los
nuevos principios europeos de libertad, igualdad y fraternidad.60
1886. Muere Sri Ramakrishna, el gran avatara de la unidad trascendente de las religiones en los último siglos61. Ese mismo año se fabrican los
primeros automóviles.
1890. Se ejecuta en Wounded Knee la trágica y famosa matanza de niños, mujeres y ancianos indios indefensos por parte del ejército americano.
1895. Muere Santa Teresita del Niño Jesús. El significado de su vida es
conocido póstumamente por sus escritos y se convierte en un ejemplo de
gran trascendencia para muchos creyentes. Abre una vía espiritual especialmente adecuada a los últimos tiempos.
1897. Se celebra en Basilea el primer congreso mundial del Sionismo.
Su organizador, T. Herzl, propone en su libro El Estado Judío crear un estado constituido por individuos de raza judía pura, «libres de cualquier
mancha de mestizaje» y sin tener en cuenta la religión.
1898. Se termina la Torre Eiffel en París, paradigma orgulloso y colofón
«estético» de las construcciones férreas levantadas de este medio siglo. Es el
edificio más alto del mundo (324 m) hasta 1930-31 en que se concluyen
60
Los libros de memorias de Amadou Hampaté Bâ publicados en la segunda mitad
del siglo XX dan testimonio profundo de todo ello.
61
Tuvo grandes precedentes históricos en Ibn al-Arabî (Al-Andalus siglo XIII) y
Kabir (India siglo XV).
127
los rascacielos Chrysler y Empire State en Nueva York. La construcción
predecesora más alta había sido el obelisco monumento a Washington de la
capital de EUA acabado en 1888 (170 m). Significativamente, los anteriores edificios más altos hasta ese momento habían sido religiosos.
1898. Tras las guerras de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, España pierde
los últimos vestigios de ultramar.
Una parte de la intelectualidad española del momento, autodenominada
como generación del 98, se deja llevar por su propio pesimismo y se cuestiona la naturaleza de lo español sin brillantes conclusiones.
La leyenda negra antiespañola –difundida durante siglos por Inglaterra y
Francia– es ahora propagada por los Estados Unidos en todo el ámbito del
mundo hispano, consiguiendo que quede poco rastro del cariño hacia España y del respeto por sus antiguas glorias.
La Música y la Literatura tienden a ser marcadamente subjetivistas y con
un alto ingrediente de carácter nacionalista, épico y popular del que es un
claro exponente Giuseppe Verdi, quien muere en 1901.
1900 – 1950. SOLIDIFICACIÓN DE LAS MASAS
Comienza «el siglo americano», como algunos lo llaman. Los EUA van a
constituirse en la gran potencia imperial del siglo XX. De antemano y en
justicia, se ha de apuntar que el pueblo americano mantiene durante este
siglo una religiosidad explícita y adherida tenazmente a una fe de ecos bíblicos literales. Si bien, lo hace dentro de unos límites sentimentalistas, materialistas, simplistas y superficiales, claramente correspondientes a las
tendencias sudras de la edad y manipulados interesadamente por las modernas entidades masónicas entroncadas en las entrañas del poder.
Se va a generalizar el hormigón armado y el uso de los combustibles derivados del petróleo como energía motriz.
128
1900. Se fabrica la primera Coca-Cola y nace el Cine, el gran proyector
de los sueños y mitos del siglo. Se convertirá en el arte más popular y producirá obras maestras significativas; pero también será el gran propagandista ideológico y manipulador social, con un efecto mayoritariamente
descendente en el plano moral e intelectual.
1901. Se inaugura en Detroit la primera cadena de montaje de Oldsmobile Curved Dash, primer automóvil de gasolina producido en serie de la
historia, comenzando así a lograrse una mayor asequibilidad.
1902. El término «marketing» alcanza ámbito académico en EUA.
Con el inicio del siglo se generaliza el tendido eléctrico y comienzan a
establecerse las redes telefónicas.
Comienzan a surcar el aire los primeros aeroplanos.
Los medios de comunicación –prensa, radio, propaganda, publicidad–
alcanzan su plena envergadura como cuarto poder.
La filosofía nihilista va calando en la literatura y del pensamiento, solidificando la nada. Los relativismos derivados de Einstein y la caja de Pandora
de los sicologismos freudianos se absolutizan en el terreno físico y filosófico. Todo va conformando los pilares de barro de la modernidad intelectual
que será pregonada por sus flautistas de Hamelín.
El espiritismo antiespiritual de los «teosofistas» y grupos afines continúa
desviando con el cebo de lo fenoménico a muchas de las almas que buscan
salir de la sordidez materialista.
Florece una gran manifestación de la Sophia Perennis, una contestación
intelectual al Reino de la Cantidad, como ya mencionamos al inicio del capítulo. Esta manifestación viene a clarificar las enseñanzas esenciales de las
distintas religiones y tradiciones sapienciales por parte de sus más cualificados representantes. Pero sus voces claman en un desierto que no quiere saber ni oír. Su perspectiva común es la unidad trascendente de las
tradiciones, de la que mencionamos anteriormente como su gran precursor
a Ramakrishna. Entre sus principales representantes destacamos a Ramana
129
Maharshi, Shaykh Ahmad Al-’Alawî, Frithjof Schuon, René Guénon,
Ananda Coomaraswamy, Hari Prasad Shastri, Marco Pallis, Titus Burckhardt, Amadou Hampaté Bâ, Thomas Yellowtail, Leo Schaya, Thomas
Merton, Martin Lings, Seyyed Hossein Nasr, Jean-Louis Michon, Jean
Hani, Lanza del Basto, Joan Mascaró Fornés, etc.
Esa floración intelectual positiva se complementa con grandes manifestaciones de alcance popular y universal en el plano aparentemente restringido de la confesión católica: las apariciones de Fátima y Garabandal, las
postreras personificaciones de santidad cristiana en el padre Pío de Pietrelcina, S. S. Pío XII o la pléyade de santos y santas como la Madre Maravillas, Sor Ángela de la Cruz, etc.
Y podríamos añadir otras figuras modélicas surgidas en este siglo que
aúnan admirablemente la espiritualidad y el deber de estado, como Gandhi
o Nelson Mandela. Líderes como ellos vienen a demostrar una vez más que
las rebeliones o las revoluciones sólo son legítimas y positivas si buscan restaurar valores eternos y si de algún modo están conectadas con los arquetipos superiores –pas de revolution sans Revelation– fundamentalmente por
medio de la oración.
Pero la masa mayoritaria del mundo es arrastrada por encendidos genios
individualistas que, directa o indirectamente, la lideran hacia derroteros
muy distintos de la política, la ciencia, el pensamiento o el arte: Hitler, Stalin, Einstein, Freud, Picasso…
La artes plásticas marchan acordes con las ideologías de la época, consuman sus últimas posibilidades extremas, perdiendo el frescor efervescente
del siglo anterior. Las llamadas vanguardias diseccionan el arte, vendiendo
las diversas partes de la obra artística como elementos estancos e independientes. Se suceden en forma de reacción a lo anterior un movimiento tras
otro. Existe en ello una particular dialéctica autista y una pauta similar a la
de las modas del vestir, pendulando sucesivamente entre postulados opuestos: A las pesadillas y angustias elevadas a la categoría de arte por los subrea130
lismos62 y expresionismos suceden los fauvismos y abstracciones informalistas
–forma y color por sí mismos, exentos de significado–; a éstos les contestan
los cubismos y estructuralismos –el esqueleto estructural como exponente
formal–… y así aparecen sucesivos movimientos que sobreacentúan o excluyen –según el momento previo que contradicen– el concepto, la materia, la textura, el gesto o cualquier otro elemento constitutivo de las artes
plásticas tradicionales. Se llega a cultivar la fealdad por sí misma, desvinculada de su única posibilidad legítima que es la catarsis. Sin embargo, en
medio de ese mare magnum y a pesar de sus efectos nocivos, se dan también
algunos artistas que conservan valores cualitativos; aunque son los menos
tenidos en cuenta, hasta el punto de que resulta difícil reseñar sus ejemplos.
La ideología americanizante también contamina el mundo en este ámbito; algunas de sus ideas son de carácter tan extremamente cretinas como las
del expresionista abstracto americano que llega a proclamar «Nos han liberado de las barreras, de la memoria, del mito y de todo lo que han sido las
premisas de las diferentes culturas y del arte occidental en particular», a lo
cual uno contestaría que lo conseguido con dicha «liberación» ha sido aglutinarnos en una vasta masa de hamburguesa.
La tesis evolucionista viene apuntalando la utopía industrial progresista.
Ese dogma de fe en la evolución progresiva, continua y sin fin, como causa
de todo, comienza a convertirse en uno de los axiomas fundamentales de la
ideología materialista de la época. Aunque nunca se haya demostrado científicamente de modo definitivo y sólo pueda considerarse realmente la evolución como un efecto, nunca como causa primera. 63
62
Preferimos utilizar esta denominación de uso frecuente en castellano para la corriente artística fundada por André Breton y sus derivados. A nuestro entender,
aunque sea una traducción errónea de surrealisme acierta en su significado.
63
En el planteamiento inicial y en el propio desarrollo cíclico que reseñamos ya
dejamos clara nuestra postura al respecto.
131
Volviendo a la cronología, nos encontramos con las huelgas y las revueltas obreras que proliferan al inicio del siglo. Ejemplo de ello es la Semana
Trágica de Barcelona, 1909.
En torno a 1911 los países europeos se siguen repartiendo los territorios
africanos e islámicos bajo la denominación eufemística de «protectorados».
Se continuará creando así una profunda herida en el orgullo de esos pueblos, que terminará produciendo sus efectos de un modo u otro.
El 15 de abril de 1912 se hunde en el mar el buque Titanic durante su
viaje inaugural, arrastrando al fondo del mar a más de 1.500 personas. El
lema de su publicidad era «Ni Dios puede hundirlo».
1912. Se inicia la Guerra de los Balcanes. Las sucesivas luchas en la zona
son un detonante para la Primera Gran Guerra Mundial de 1914, cuyo carácter será monstruosamente masivo por el uso de modernos ingenios: carros blindados de combate, aviones, torpedos, horribles gases letales…
1917. Estados Unidos entra en la Gran Guerra. Ese mismo año la Virgen se aparece en Fátima llamando a la oración y anunciando tragedias y
esperanzas, como el proceso ruso a lo largo del siglo. Tres meses más tarde
los bolcheviques toman el poder en Rusia y darán nacimiento a la Unión
Soviética, que auspiciará revoluciones y movimientos comunistas en todo el
mundo y tendrá un gran peso como potencia internacional y como losa
aplastante de la espiritualidad. Los comunismos, como los fascismos posteriores, dan lugar a modernos estados totalitarios y nacionalistas de carácter
expansionista. Se calcula que a lo largo del siglo las ideas de Marx han causado la muerte de más de 150 millones de víctimas en todo el mundo.
1920. Se pone punto final a la Primera Guerra Mundial. Pero la situación resultante es tan precaria que constituye en sí misma una bomba de
relojería con múltiples focos y efectos: Por un lado, la humillación de Alemania provocará el inicio de la Segunda Gran Guerra. Por otro lado, el
complejo desmembramiento final del antiguo Imperio Otomano dará lugar
a la siniestra y sórdida Turquía moderna de Kemal Ataturk en 1923. Apro132
vechando el caos resultante en los territorios que pertenecían al imperio
turco, Inglaterra y Francia ampliarán sus aplastantes y corrosivos «protectorados» en el mundo islámico. Oriente Próximo queda totalmente desequilibrado, dando pie a la implantación en Palestina del Estado Sionista
(establecido en 1921 y oficializado en 1948) y a la usurpación del poder en
Arabia por parte de la tribu Saudí con la ayuda del Reino Unido. Al aliarse
esa tribu con los reformistas wahabíes surgirá el principal germen de desviación radical islamista moderna en contra del Islam tradicional.
Gran Bretaña reorganiza su imperio a través de la fórmula de la Commonwealth, ya creada en el siglo XVII. Irlanda del Sur, Canadá y Australia
adquieren estatus de estados libres.
1922. Toma el poder italiano el movimiento fascista liderado por Mussolini, hasta entonces número tres del Partido Socialista Italiano. Mientras
tanto se incuba en Alemania el nazismo, el Nacional Socialismo.
1923. Comienza en España la dictadura de Primo de Rivera con la
aprobación de Alfonso XIII. Dura hasta 1931, cuando el general Primo de
Rivera dimite en medio de una situación internacional muy difícil.
1929. Se produce el «Crack del 29», la más devastadora caída del mercado de valores en la historia de la Bolsa en Estados Unidos. Desde el enfoque de estos apuntes podríamos reflexionar en que su efecto fue debido al
hecho de que la Bolsa se masificara, participando en ella hasta los limpiabotas. Es un claro ejemplo de los efectos de la usurpación en el ejercicio de
una casta –el comercio es el ámbito de los vaishas– por parte de otra que no
le corresponde –shudras y descastados.
1931. Se proclama la II República en España. Su inicial carácter semirevolucionario evoluciona rápidamente hacia un progresivo caos que termina desencadenando la guerra civil. Ese mismo año se inaugura el rascacielos
Empire State Building, símbolo orgulloso del imperialismo americano, como su nombre indica –será el más alto hasta finalizar la construcción del
World Trade Center en 1972.
133
1933. Hitler toma el poder en Alemania al ser elegido democráticamente, dando lugar a uno de los más significativos y siniestros aspectos férricos del siglo XX. Ese mismo año José Antonio Primo de Rivera funda en
España la Falange Española.
1936. Se inicia la Guerra Civil en España. Tanto en el marco de la II
República como en la contienda resulta patente la confrontación postrera
de la alianza de castas kshatriyas y vaishas con la de los shudras. Además del
papel del Catolicismo en ella, se ha de subrayar particularmente el del Islam, tras siglos de ausencia en la península, al que no se ha prestado suficiente atención a sus datos y significados64.
1939. El mismo año en que finaliza la Guerra Civil Española estalla la
Segunda Guerra Mundial, que será más masiva y genocida que la Primera
Gran Guerra, de la que es secuela; muestra de ello son los campos de exterminio alemanes y el terrible final en 1945: los bombardeos atómicos de
Hiroshima y Nagasaki o la destrucción sistemática de las ciudades alemanas
por parte de los bombarderos aliados. Existe una diferencia significativa con
la Primera Guerra Mundial: en la segunda la masa mayor de muertos son
población civil mientras en la primera habían sido fundamentalmente militares, lo cual pone en escena el uso de la población civil como argumento y
chantaje para las decisiones «democráticas», que se impondrá en delante de
modo general. Significa también una disolución de las virtudes kshatriyas
que permanecían en los militares, quienes hasta entonces consideraban la
protección de los civiles como uno de sus fines y no al contrario.
64
Eran musulmanes, incluso sufíes, la mayoría de los combatientes que tomaron
Sevilla –primera y fundamental victoria del «Alzamiento»–, los primeros enclaves
del Sur y la mayor parte de las plazas decisivas de la península. Léase el sorprendente libro de José Mª Pemán sobre el General Varela. Y para mayor precisión documental: «Las tropas marroquíes en la guerra civil española 1936-1939». Mustapha
El Merroun. Almena Ed. Madrid 2003.
134
Tras la Segunda Gran Guerra se establece la dialéctica internacional entre los bloques materialistas del siglo, el capitalismo y el marxismo, encabezados por los EEUU y la URSS.
1947. La India se independiza después de 347 años de dominio británico. Pero, a pesar de los esfuerzos de Gandhi, quedará dividida y convertida
en un peligroso y sangriento polvorín a causa de una moderna identificación entre religión y estado, dando lugar a los estados de Pakistán, Bangladesh y la India moderna.
Hay un acto importante de Gandhi que tiene relación con los fundamentos de estos apuntes. Se trata de que logró prohibir los abusos discriminatorios hacia los intocables en la Constitución de la nueva India. A
nuestro entender, ello no desacredita el tradicional sistema de castas, sólo
indica el grado de decadencia y abuso consecuente por la pérdida de sus valores tras miles de años de eficacia colectiva y espiritual. De hecho se habían
dado movimientos regeneradores del sistema en tiempos lejanos –pensemos
en las enseñanzas del santo brahmán Adi Shankara en el siglo XIII, en un
Ramakrishna del siglo XIX o las santas contemporáneas Ma Anandamayí y
Mata Amrita– quienes también actuaron contra la aplicación abusiva del
sistema. Se puede aplicar aquí el mismo criterio que con la decadencia y
disolución sucesiva de castas en Europa, determinante de los cambios de las
edades en nuestra Era. No obstante, la India dio un gran ejemplo de sabiduría, altura moral y capacidad de regeneración a pesar de sus milenios de
existencia. Algo que no habían logrado por esas fechas los EEUU respecto a
sus intocables de color, a pesar de su relativa juventud como nación y sus
alardes de libertad, igualdad y fraternidad.65
1949. La primera cincuentena del siglo XX se despide con la proclamación de la República Popular China.
65
Lo comenta Martin Luther King en sus memorias.
135
Nos permitimos comentar una curiosa paradoja en la relación entre el
maoísmo y el cristianismo: Aquel régimen antirreligioso y cruel sirvió de
salvaguarda del catolicismo tradicional en China frente al futuro desastre
del Concilio Vaticano II. El régimen maoísta obligó a la jerarquía eclesiástica china a independizarse de Roma, bajo la amenaza de ser perseguidos
como representantes de un estado extranjero hostil. Fue algo similar a lo
ocurrido en la Rusa Soviética con la Iglesia Ortodoxa tras los años de la
persecución estalinista: se le permitió existir bajo condiciones restrictivas,
como la prohibición de modernizarse y la obligación de números clausus en
los conventos. Los soviets pensaban que así acabaría extinguiéndose la religión por sí misma, pero ello tuvo un efecto paradójicamente contrario66.
Dios es más sabio y superior.
1950 – 2000. DISOLUCIÓN DE LOS SISTEMAS Y DE LA ERA
Como venimos indicando, hay una correspondencia directa entre cada
edad y aquella de sus épocas con su mismo número ordinal. La cuarta edad
es la de disolución y durante su cuarta época el proceso de disolución final
de la Era Cristiana se precipita en una compleja progresión.
1950. Siguiendo la guía central de estas páginas –la evolución del cristianismo– apuntando un hecho aparentemente menor que supone a la vez
un contrapunto a la época y un signo de ella misma: La Santa Sede aprueba
definitivamente como organización religiosa de sacerdotes y laicos al Opus
Dei, que había iniciado su formación en 1933. Intentar analizar aquí sus
significados sobrepasaría el carácter de nuestros apuntes, pero queremos hacer algunas apreciaciones. Esta organización es criticada y comparada a la
masonería por su semi-ocultación y tráfico de influencias, pero se le han de
reconocer valores espirituales y morales, máxime teniendo en cuenta la ca66
Este proceso queda reflejado en los libros de Tatiana Goricheva.
136
rencia de tales en las ideologías modernas de los tiempos en que le ha tocado operar. Sus valores son positivos –por más que sean limitados y relativos– y distintos a los planteamientos disolventes masónicos. Permítasenos
decir que el Opus Dei aparece en el momento más significativo de la edad
de los operarios, tomando el relevo de la Compañía de Jesús, que tuvo su
hegemonía en la edad de las compañías comerciales.
También en 1950 se postula el carácter interdisciplinar del marketing,
con la publicación de «Theory in Marketing», de Alderson y Cox. La Publicidad y la Propaganda –términos casi idénticos pero con ligeras diferencias según su cariz sea más económico o ideológico– se van a convertir en
grandes mecenas culturales, financiando y coaccionando a los medios de
comunicación y las artes, de modo directo o indirecto pero siempre en busca de los intereses de sus clientes.
En 1953 Elvis Presley logra su primer éxito discográfico. Nace el
Rock&Roll. Esta nueva corriente musical, bajo eventuales máscaras edulcoradas o a cara descubierta, va a resultar un potente agente para apartar a las
nuevas generaciones de los principios tradicionales, difundiendo consignas
disolventes y exaltando las pasiones más bajas: soberbia, rebeldía sin causa,
egoísmo… y la revolución sexual que surge en respuesta a cierto estado de
coagulación, hipocresía social y una moralidad sexual estrecha y obsesiva67.
Como en la mayoría de las revoluciones, se da pie a unos excesos peores
que los que las motivan. América seduce al devastado mundo de la postguerra con su pretendida alegría de vivir, su Coca-Cola, su Rock&Roll y sus
inventos. Pero detrás subyace la guerra fría y las continuas guerras calientes
alentadas o provocadas por la CIA en países de todo el mundo.
Los inventos de la era industrial se globalizan haciéndose asequibles para
el común de los habitantes del mundo desarrollado. La electricidad y el agua
67
Hay normas que pueden ser apropiadas para una elite espiritual pero resultan
excesivas para la masa generalizada.
137
corriente se consideran ya indispensables. El coche, los servicios públicos de
transporte –incluso el avión– comienzan a ser de uso común. El cine, la fotografía, el teléfono, la radio, la prensa diaria… son los medios para una red
mundial de comunicación y propaganda ideológica. La televisión comienza
a imponerse como el gran medio manipulador de masas del final de la Era,
convirtiéndose en el altar central de los hogares del mundo. La comunicación visual se convierte en axioma cultural. El lema «una imagen vale por
mil palabras» es el talismán de la nueva Cultura de la Imagen. La frase conlleva un desprecio hacia la capacidad de la palabra y su función tradicional
para alcanzar planos más elevados que los de la imagen. La frase original
tenía un sentido relativo y era más amplia, continuaba «… pero una sola
palabra es capaz de evocar más de diez mil imágenes». Se trata pues de una
media verdad –una mentira y media–. Algo similar ocurre con la traducción abusiva de la frase de Churchill «de todos los sistemas posibles para
nuestro tiempo, la democracia es el menos malo», pues se elimina el final
«para nuestro tiempo» abusando así de la idea.
La energía atómica comienza a usarse de forma falsamente positiva en
las centrales nucleares, acelerando aún más el gran estigma de la edad Industrial: La contaminación de la tierra, el aire y el agua.
Se produce un fenómeno significativo en todo el mundo: El abandono
masivo del medio rural para ir a la ciudad en busca de utópicas mejoras en
el medio de vida. La industrialización de la ciudad y del campo produce
una disminución drástica de puestos de trabajo agrario y un aumento en las
ciudades industriales. El fenómeno venía produciéndose desde el inicio de
la edad en los países más «desarrollados», pero ahora se acelera de modo
desorbitado, produciéndose extremos dramáticos en ciudades como Bombay, México DF, Los Ángeles, etc. Este fenómeno tiene un aspecto totalmente disolvente de unos modos de vida –casi neolíticos, como alguien ha
dicho– que persistían en el medio rural casi intactos. Fue muy patente el
proceso en el mundo rural español durante los cincuenta.
138
Haciendo caso omiso a señales claras en los mensajes de Fátima o de
Garabandal, la facción modernista de Iglesia Católica oficial sienta las bases
para la disolución del tradicional contenido sagrado del Catolicismo en el
Concilio Vaticano II. Dicha facción modernista fue encabezada por Juan
XXIII, a quien el Tribunal de la Fe había declarado en anatema siendo
cardenal por cuestiones doctrinales –invalidándole para ser elegido Papa–.
Además parecen existir evidencias documentales de su adhesión a la
Masonería, como en el caso de Pablo VI. No fueron ellos los primeros
príncipes de la Iglesia masones, Pío IX también lo fue pero tiempo antes de
ser elegido Papa comprendió la incompatibilidad de su naturaleza y salió de
su logia, de ahí sus fuertes ataques a dicha organización en sus encíclicas.
Según consta en algunos informes, había más de cuarenta cardenales masones en la época del último concilio. Se ha dicho que su número ha
aumentado progresivamente, a pesar de que S. S. Benedicto XIII legisló que
un católico que entre en la masonería comete pecado mortal cuando recibe
un sacramento. Con estas afirmaciones no pretendemos criticar la
Masonería sino señalar el problema radical en la contradicción entre Iglesia
y Masonería como dos polos opuestos, cuyo contacto produce un
cortocircuito inevitablemente destructivo.
F. Schuon escribe: «A partir de la Revolución Francesa, la Iglesia está
por decirlo así substancialmente a merced de las repúblicas laicistas –
incluidas las pseudomonarquías de hecho republicanas–, pues es su ideología la que decide quién es digno de ser obispo; y gracias a una coyuntura
histórica particularmente favorable, la política ha conseguido introducir en
el molde de la Iglesia una materia humana heterogénea con respecto a la
Iglesia. El último concilio fue ideo-político y no teológico; su irregularidad
resulta del hecho de que no estuvo determinado por situaciones concretas
evaluadas a partir de la teología, sino por abstracciones ideo-políticas opuestas a esta última, o, más precisamente, por el democratismo del mundo,
que hizo monstruosamente las veces de Espíritu Santo. La «humildad» y la
139
«caridad», manejables a voluntad y a partir de ahora en sentido único, están
ahí para asegurar el éxito de la empresa». (FORMA Y SUBSTANCIA DE LAS
RELIGIONES. J. J. Olañeta, Editor. Palma de Mallorca, 1998).
Esta desacralización coincide –en España especialmente– con una profunda modernización social y un progresivo abandono generalizado de la
Iglesia Católica por parte de religiosos y laicos. Datos que ilustran la gravedad son el que durante los quince años posteriores al Concilio haya en el
mundo católico más de 32.000 abandonos de la función sacerdotal, mientras que en los cincuenta anteriores a 1963 sólo se habían dado 355. Son
también significativos los abandonos en la práctica religiosa católica, especialmente al considerar que durante los últimos años ocurre justamente lo
contrario en la Iglesia Ortodoxa, en el Evangelismo y en el Islam, donde
sigue creciendo el número de fieles a pesar de la tendencia del mundo hacia
el ateísmo y la ignorancia –agnóstico es etimológicamente sinónimo a ignorante–. Pero desgraciadamente se extienden también las sectas heterodoxas
y las desviaciones religiosas de toda clase, desplegando un peligroso abanico
de estupideces que a veces acaban en tragedias siniestras.
El sicologismo jungiano sustituye al freudiano con una engañosa apertura «espiritual». Influye especialmente en quienes quieren mirar hacia
Oriente desencantados por la limitación materialista occidental pero no
quieren dejar de ser modernos ni materialistas. Uno de sus errores fundamentales radica en la confusión conceptual de los arquetipos superiores con
los ecos residuales del subconsciente.
El existencialismo alcanza desde mediados del siglo una gran eclosión
pública. Su disolvente concepto existencial da lugar a otros movimientos
revolucionarios más o menos subterráneos y exponenciales del subjetivismo, del nihilismo y del absurdo. Ejemplos de ello serán los hippys y el mayo
francés del 68 con sus mimados enfants terribles.
En fenómenos como el hippy se pueden admitir causas atenuantes y
eventualmente positivas, como sus pervivencias románticas o sus miradas a
140
la sabiduría oriental y a las culturas más primordiales, que sirvieron a algunos como primer paso en su búsqueda de una vía espiritual operativa. Pero
en conjunto y en sí mismos resultan operativamente nulos y disolventes,
además de ser un vehículo para la generalización de las drogas y el rock, que
conducen a la juventud hacia la rebeldía sin causa y la auto-aniquilación.
El movimiento New Age se expande, combinando sincréticamente múltiples elementos de diversas tradiciones para dar una continuidad camuflada a la línea falsificadora y disolvente del Teosofismo moderno. Sus principales ideólogos tenían plena conciencia de ello. Deriva en una especie de
moda de consumo, como un subproducto o versión light desvirtuada de
esas diversas tradiciones.
Es significativo que algún sociólogo haya llamado generación de los descreídos a los nacidos en torno a 1950. Las generaciones nacidas hacia la mitad de siglo fueron educadas aún con ciertos principios tradicionales, pero
han terminado tomando los derechos de los sentidos por delante del sentido
del deber, cayendo en el abandono de las creencias en que fueron educados.
El hedonismo subjetivista es el «ideal» de esta nueva colectividad «liberada
de los viejos tabúes gracias a los logros revolucionarios». Los nuevos criterios se reducen a conjugar el «me gusta» y el «me apetece».
Durante la primera mitad de la década de los sesenta se independizan la
mayoría de los países africanos. Pero esa descolonización es sólo aparente,
pues el neocolonialismo posterior de las multinacionales producirá unos
efectos mucho más nocivos y devastadores en todo el continente.
Comienza a hacerse masivo el fenómeno del turismo.
En 1971 la NASA envía una expedición a la Luna y se muestra al mundo cómo la pisa un hombre. Se da por hecho, aunque algunas voces del
mundo científico hayan apuntado años más tarde una posible falsificación,
probándolo en base a las imágenes del alunizaje. Respecto ello Pablo VI
publica entonces sus incalificables comentarios, diciendo entre otras cosas:
«Nosotros los modernos, hombres de nuestro tiempo, deseamos que todas
141
las cosas sean nuevas. Nuestros viejos, los tradicionalistas, los conservadores, medirían el valor de las cosas según su cualidad de duración. Nosotros,
al contrario, que queremos lo actual, queremos que todo sea perpetuamente
nuevo, y sea expresado de un modo cada vez más dinámico, es decir improvisado y original».68
1975. Justo al llegar a la mitad de esta época muere Franco y aflora en
España un proceso complejo. Entre otras cosas, cabe destacar el afán de visualizar una puesta al día en la modernidad, buscando imperiosamente y
con cierto grado de acomplejamiento una renovación superficial de la imagen del país –exponente significativo de su banalidad es «La Movida»–. Al
mismo tiempo se acelera el proceso de disolución de cualquier principio
tradicional con la excusa de que puede ser tachado de franquista.
Van desapareciendo progresivamente las fronteras entre culturas. Ello
supone aspectos positivos pero también peligrosos relativismos, interferencias, confusiones, sincretismos, etc. Resulta significativo que al mismo
tiempo afloren progresivamente sentimientos de agravio nacionalista, provocando acciones y reacciones en cadena. Las orgullosas pasiones desatadas
precipitan ciegos y brutales terrorismos fundamentalistas de toda clase. El
concepto nacionalista llega a sus más bajas consecuencias, quedando reducido a un conglomerado de orgullo colectivo y removido por una continua
e interesada memorización de agravios más o menos imaginarios. Se pierden de vista los auténticos valores colectivos y se promueven ciegos afanes
de venganza.
El fútbol y los deportes se convierten en espectáculos de masas y canalizan los instintos de combate y de orgullo gregario.
68
Citado por Rama Comaraswamy en THE DESTRUCTION OF THE CHRISTIAN
TRADITION y Martin Lings en THE ELEVENTH HOUR, junto a otros detalles y comentarios similares expresados por Pablo VI.
142
Las artes plásticas van a la deriva69. La disolución se manifiesta en ellas.
Aunque presuman de lo contrario, se mueven a bandazos, con altibajos especulativos, carentes de contenidos válidos y de auténtica genialidad. Siguen reelaborando y divulgando propuestas vanguardistas de la primera
mitad de siglo, como si fueran nuevas. Van siendo absorbidas y determinadas por los medios de comunicación y por el consumo. Su protagonismo es
eclipsado por las estrellas del cine, de la música pop y rock, de la televisión… Los artistas plásticos intentan utilizar los mass media, con sus sistemas y modos de promoción, entrando en la efímera dinámica de lo
mediático. Salvo excepciones particulares, las artes son ya una avanzadilla
del criterio fundamental de los parias: la trasgresión por la trasgresión. Un
nuevo «régimen» artístico se impone por coacción, a través de una taimada
y tácita inquisición ejercida por críticos, galerías, museos, ferias de arte y los
propios artistas del sistema. Sólo se acepta como válido lo que se preestablece como contemporáneo en virtud de unas premisas tan faltas de claridad
como de consistencia. Se excluye todo lo que sea ajeno a la difusa ideología
de las últimas corrientes, que en general sólo tiene un sentido: el descenso
cualitativo. Veremos en páginas posteriores cómo el mundo artístico comparte con el científico algunas problemáticas del modus vivendi.
La MODA impregna todo, se convierte en el latir social, convulsivo y estentóreo. Es una dictadura basada por lo general en la provocación transgresora y en una histeria camuflada. Se acelera cada vez más hacia la nada,
tanto en su contenido como en su duración. Es como una superstición dialéctica de la Era, con sus acciones y reacciones, sus retros y sus avances.
Confronta elementos de modo engañoso, pues tan pronto adora los nuevos
69
Cuatro años después de escribir esta frase y este párrafo en estos apuntes, ha sido
publicado un magnífico y recomendable ensayo que coincide en el título e ilustra
lo que aquí intentamos sintetizar: ¿EL ARTE A LA DERIVA? Marie-Claire Uberquoi. DeBolsillo. Barcelona, 2004.
143
materiales de la industria plástica como explota los elementos tradicionales
o naturales. Es el paradigma de la modernidad.
A pesar de todo, llega en este fin de siglo la benéfica influencia de notables y verídicos epígonos espirituales, como las dos santas hindúes Ma
Anandamayí y Mata Amrita70, tan afines y complementarias. Pudiéndose
también añadir en este contexto a la madre Teresa de Calcuta. Y no olvidemos que siguen vivos y activos algunos representantes de la Sofia Perennis, con su influencia positiva a través de sus obras y sus oraciones.
Durante estos cincuenta años finales parece existir un período de paz y
gran confort –así se percibe desde Europa– pero se trata de una mera apariencia, pues las guerras se suceden a lo largo y ancho del planeta, incluso
en los territorios europeos de los Balcanes. Sus horrores se televisan y manipulan. Siempre parecen tener causas nacionalistas, implicaciones ajenas
de otras naciones y oscuros intereses de la industria armamentista, del control de los oscuros líquidos subterráneos o del cultivo de la droga –los «motores» de la economía mundial moderna.
El 26 de abril de 1986 un grave fallo en la central nuclear de Chernóbil
(Ucrania) produce el mayor desastre nuclear conocido. Se ha dicho que
aquel día se inauguraba un «festival del triunfo de la ciencia sobre Dios» a
pocos kilómetros, en Kiev, capital de Ucrania y cuna de la Santa Rusia.71
Tras años de demagogia criminal y «guerra fría», caen estruendosamente
los totalitarismos comunistas soviéticos, carcomidos por el absurdo y su sistemática opresión humana. Los libros de Tatiana Goricheva dan cuenta del
auténtico agente positivo del cambio: el intenso y subterráneo proceso espiritual que vivió Rusia durante los años setenta y ochenta. Desgraciadamente, el lastre kármico de la época soviética y las tendencias generales del
70
Hablaremos más de esta santa contemporánea en el último capítulo.
71
Se dijo que fue publicado en el diario ABC, pero no hemos podido constatarlo.
144
mundo de hoy impiden que ese heroico proceso espiritual transmute plenamente el caos dejado tras el derrumbamiento bolchevique.
El ordenador e internet se implantan mundialmente. Son el paradigma
del consumismo y del progresismo evolucionista, la guinda de los inventos
modernos en su interminable renovación. Lo digital invade y domina todo.
Los desastres ecológicos ponen de relieve los pies de barro de la idolatrada tecnología, pero el progreso es un tren que nadie parece poder parar.
Crecen en extremo las multinacionales. Todas las empresas comienzan a
seguir ese modelo en mayor o menor medida, pareciendo caricaturas de los
antiguos imperios: han de crecer y crecer hasta encontrar algo que las detenga y las haga caer con graves consecuencias sociales.
La disolución general sufrida por África en la última década del siglo es
un calvario más atroz que todas las anteriores penalidades conocidas por ese
continente. Europa sembró con su colonialismo las semillas de la corrupción y ahora utiliza sus frutos para una explotación sin piedad ni límite. La
buena intención de los misioneros –aunque involuntarios agentes de la colonización cultural– y la extraordinaria naturaleza espiritual del pueblo africano son contrapuntos del bien en esa continua y extrema tragedia.
Los signos de los tiempos muestran el despuntar de algo a lo que se da el
nombre quimérico y ambiguo de globalización, que no es sino la consumación de la más global de las disoluciones.
Quedan disueltas cualitativamente las ideologías y las castas.
La antigua Europa parece disolverse definitivamente en esa corruptible
asepsia virtual llamada Unión Europea. Sin embargo, resulta curioso y paradójico que los elementos de su emblema y su bandera hayan sido extraídos
del Apocalipsis. Leímos que su creador representó consciente y explícitamente las doce estrellas de la visión de la Virgen en dicho libro y el color
azul del manto mariano en la iconografía tradicional.
+
145
EPÍLOGO
¿Y después? La pregunta inevitable
CUANDO LAS NOCHES
OCULTAN SU OSCURIDAD Y
LAS ESTACIONES SE DIFUMINAN
Ved la higuera y todos los árboles; cuando echan ya brotes,
viéndolos, conocéis por ellos que se acerca el verano.
Así también vosotros, cuando veáis estas cosas, conoced
que está cerca el reino de Dios (San Lucas 21, 29-32)
N
o es el objetivo de estos apuntes hacer futurología. Lo que vaya a
pasar está en nuestras manos, en el sentido volitivo, aunque tam-
bién en el quiromántico. Mas, en definitiva, todo está en la mano de Dios.
Y Él nos ha dado signos y capacidades para reflexionar.
En este recorrido de dos milenios nos hemos centrado en las diversas
formas culturales directa o indirectamente relacionadas con el mensaje del
Cristianismo. Llegado a este punto crítico surge la cuestión de cómo conjugar la actual situación histórica con los mensajes del conjunto de las tradiciones en sus procesos cíclicos.
Podemos constatar claves acordes entre las distintas tradiciones. Desde
el punto de vista cristiano se puede acudir a ciertos pasajes del Nuevo Testamento, como los Evangelios (San Mateo 24, San Marcos 13, San Lucas
21) o el Libro de la Revelación –el Apocalipsis de San Juan– que es una profecía sobre el triunfo de lo Eterno sobre lo perecedero, por encima de la
146
descripción de desastres finales con que se asocia su título. El Hinduismo
nos habla en sus escrituras y tradiciones sobre el final del Kali Yuga. Se
pueden ver significados acordes en el Buda Maytreya en el Budismo, las visiones de la tradición piel roja, los anuncios sobre el Mesías en el Judaísmo,
las profecías sobre el Mahdí y la nueva venida de Cristo en el Islam, etc. O
simplemente, se puede mirar en nuestro entorno para considerar la situación actual del mundo y del hombre en él. Incluso, se puede comprobar
cómo se están cumpliendo casi literalmente algunas novelas como «El
Mundo Feliz» de A. Huxley o «1984» de G. Orwel.
Siguiendo la línea de nuestro esquema general hemos de hablar ahora
del tipo humano «fuera de casta», el paria, que encarna en cierto modo el
caos por ser una mezcla desestructurada de castas. La clave de este tipo humano está en la existencia de elementos hereditarios o culturales desiguales
en una misma persona. El sistema hindú nos ayuda una vez más explicando
que de la unión de un padre y una madre de castas diferentes nacen hijos
sin homogeneidad de casta. Desde esa perspectiva tradicional, cuanto mayor es la diferencia entre las castas de los progenitores los hijos resultan más
caóticos y antagónicos a los hombres de naturaleza homogénea.
Fithjof Schuon escribe: «El intocable tiene tendencia a realizar las posibilidades psicológicas excluidas por los demás hombres, de donde su tendencia a la transgresión; encuentra su satisfacción en aquello que rechazan los
demás … El paria, sean cuales fueren su origen étnico y su ambiente cultural, constituye un tipo definido que vive normalmente al margen de la sociedad y agota las posibilidades con las que ningún otro quiere tomar
contacto; fácilmente tiene algo de ambiguo, de descentrado, a veces simiesco y proteico cuando tiene dotes, que le hace capaz de todo y nada, si puede
decirse»; en el pasado solía ser «deshollinador, saltimbanqui, vendedor ambulante, verdugo, sin hablar de actividades ilícitas; en una palabra, tiene
tendencia, sea a ejercer actividades fuera de lo normal o siniestras, sea simplemente a desdeñar reglas establecidas». Sin embargo, la cantidad de elementos parias en el mundo actual provoca un efecto compensador por ley
147
cósmica, la propia cantidad provoca un efecto de homogeneidad, como una
«substancia absorbente, pues la masa como tal tiene algo de la inocencia niveladora de la tierra … así la transgresión congénita del paria, luego su “impureza”, ha de atenuarse al final de los tiempos, e incluso reabsorberse
completamente en muchos casos … El tipo paria puro carece de centro, vive, pues, en la periferia y la inversión; si tiende a la transgresión es porque
ésta le da, en cierto sentido, el centro que él no tiene y lo libera así ilusoriamente de su naturaleza equívoca. El paria es una subjetividad descentralizada, luego centrífuga y limitada; rehuye la ley y la norma porque lo
conduciría al centro que él rehuye por su propia naturaleza.»
Resulta significativo que en nuestra época se haya implantado la trasgresión como norma cultural suprema. Esa “norma de la trasgresión a la norma” es una paradoja absurda y contradictoria en sí misma, un bucle imposible que acaba por bloquear cualquier tipo de lógica. Es el absurdo de los
llamados principios ácratas o anarquistas, que quieren imponer a los seres
sin norma postreros la norma de abolir toda norma. Podríamos pensar que
ya planteaban algo similar Diógenes y los antiguos cínicos postsocráticos,
pero aquellos utilizaban sus extremas paradojas a modo de koan.
También es significativo que los modos más aplaudidos de las artes visuales en estos tiempos postreros sean la abstracción anicónica y la iconografía trasgresora. No olvidemos que la pintura iconográfica sagrada fue el
arte por excelencia de la Edad Cristiana y quizá venga de ello la «sacralidad
profana» conferida erróneamente a la pintura moderna.
En la misma línea transgresora, los artistas ahora idolatrados por los
mercados y templos del arte72 son modelos de vida autodestructiva –Basquiat, Van Gogh, Rothko o Modigliani–, de depravación moral –Klimt,
Dalí o Francis Bacon–, de carácter tiránico, soberbio y cínico –Picasso, M.
72
¿No son templos de la religión laica de nuestro tiempo los centros o museos de
arte contemporáneo, las ferias de arte y las galerías?
148
Barceló…–. Y podríamos encontrar interminables ejemplos, tan evidentes o
más, en el rock y en los demás mundos artísticos de la modernidad. Entiéndase que lo dicho no quita que podamos valorar aspectos de la obra de alguno de estos artistas, en ello radica precisamente el cebo-trampa que se
tiende al espectador.
Otra máxima indicativa es la descentralización, una consecuencia más de
la tendencia disolvente generalizada y la pérdida del principio simbólico del
centro, tan propia del paria. No olvidemos que la concentración es el fundamento de todo método espiritual.
Hay otras palabras talismán significativas de este tiempo como la desestructuración, empleada como indicador de modernidad vanguardista. ¿Y
qué decir de la hibridación? otro concepto emblemático que olvida su vinculación a la esterilidad y con la pérdida de casta.
Se habla de Nueva Era pero no hay nuevas ideas ni una auténtica era;
sus pseudo-neo-ideologías son simples sincretismos híbridos, compuestos
por recortes desestructurados de diversos mundos tradicionales y modernos.
Tal como vimos en páginas anteriores, se trata de modernos «teosofismos»73
encubiertos bajo otros nombres.
Nos encontramos, por tanto, con diversos tipos de hibridación y de
pérdidas consecuentes de homogeneidad y de casta. Podríamos incluso pensar al respecto en que el efecto del acceso generalizado de hijos de shudras a
las licenciaturas universitarias –sólo adecuadas para castas superiores salvo
en casos individuales excepcionales– produce un efecto nefasto en los campos intelectuales.
Resulta interesante considerar un contrapunto que se podría desprender
en un diálogo interreligioso: El Islam comporta en su perspectiva primigenia un modelo de disolución positiva y armónica de las castas, quizá esa sea
73
No confundir con el antiguo Teosofismo paleocristiano, que sí tenía razones
legítimas para existir.
149
una de las razones de su gran expansión actual. Su Profeta fue a un mismo
tiempo receptáculo de la más alta metafísica espiritual, noble amante y guerrero, honesto mercader y humilde servidor de Dios.
Si bien, no se puede negar que en el mundo islámico de hoy también
tienden a manifestarse ciertas modernas perversiones e inversiones que desvirtúan su propia perspectiva; aunque pueden ser consideradas como influencias del mundo moderno occidental, ya sea como reacciones extremas
contra los continuos ataques históricos sufridos o como contaminaciones
de la decadencia global y del abandono que sufren las tradiciones en general, sin que nada de ello libre a nadie de su propia responsabilidad.
Es patente que la disolución de castas sólo resulta positiva si es espiritualmente elevada y se enmarca en la tradición. Para ello es imprescindible
una actualización de todos los principios refractados en el conjunto de las
castas –la verdad, la piedad, el combate interior, la belleza, la humildad y
las demás virtudes–. Por el contrario, la disolución por lo bajo da como resultado una modalidad paria totalmente descendente, tanto en el mundo
occidental de hoy como en cualquier otro. Ahí estaría, por ejemplo, la causa de la deriva producida durante el siglo XX en algunos de los llamados
países islámicos hacia la obcecación terrorista, el caos, la suciedad y la corrupción en sus múltiples planos, que supone el abandono de las grandes
prendas de su mundo tradicional. Parece haberse ido olvidando el sentido
del tradicional saludo de Paz en Dios –As-salamu ‘alaikun– y de su máxima
coránica «En verdad Dios es Bello y ama la Belleza».
Con posterioridad a la primeras ediciones de estos apuntes han ocurrido
hechos significativos de los nuevos tiempos parias iniciados con el siglo XXI
que encontramos oportuno reseñar aquí 74. Nos referimos concretamente a
los hechos y consecuencias del 11-S de 2001, el 11-M de 2004, el 7-J de
74
La publicación electrónica de estos apuntes permite una periódica actualización.
150
2005 y otros. La complejidad de las evidencias que hay detrás de todos esos
acontecimientos resulta muy reveladora. Señalemos sólo dos puntos:
1. Entre las más de 50 pruebas científicas en contra de la versión oficial
del 11-S está el hecho de la explosión de un tercer edificio que, separado de
las «torres gemelas» por otros edificios no afectados, se destruyó de modo
idéntico al de las torres sin que chocara contra él ningún avión. Su propietario era el mismo que el de las «gemelas» y se sospecha que un avión interceptado pretendía ir hacia dicho edificio.
2. Sin negar que los talibanes afganos profesen un extremismo literalista
de tipo wahabí –intrínsecamente herético y antitradicional en múltiples aspectos– resulta revelador que hubieran recibido el mes anterior a los sucesos
en los EEUU un ultimátum en el que se les amenazaba con atacarles si no
firmaban unos contratos de tema energético y permitían volver a cultivar
los campos de opio que ellos estaban prohibiendo progresivamente –ya se
habían abandonado el 80% del total de los cultivos–. Es un hecho que la
práctica totalidad de la heroína que se consume en Estados Unidos se produce a partir del opio que se cultiva en ese país.
Los motivos geoestratégicos, comerciales y armamentísticos camuflados
bajo las posteriores «liberaciones» y «búsquedas del culpable» resultan evidentes. Se intuyen motivos muy perniciosos. Los hechos han sido manipulados para una mayor disolución de criterios. Se han cometido crímenes
para justificar acciones bélicas, que incluso se reutilizan para provocar y
atribuir respuestas en forma de atentados criminales. La serpiente se muerde la cola de modo disolvente y la mentira natural del paria se haya más
institucionalizada que nunca.
Podemos mirar a Irak y Asia central para ver cómo se van cumpliendo
en sus distintos planos literarios los anuncios del Apocalipsis:
«…derramó su copa sobre el gran río Éufrates, y secose su agua, de
suerte que quedó expedito el camino a los reyes del naciente del Sol.»
151
La moderna China –el gran engendro del materialismo dialéctico, la
síntesis comunismo/capitalismo– va implantando de modo taimado su
reino mundial después de haber sido precedida por avanzadillas menos sospechosas de otros reinos del sol naciente. Nuestros contemporáneos no han
sabido valorar que en siglos pasados las tierras del Islam en el Próximo y
Medio Oriente tenían una función puente, realmente protectora, amortiguadora y equilibrante entre Occidente y Oriente.
Es interesante considerar que el año 200075 del Cristianismo corresponde al año 1420 del Islam. El mundo islámico parece vivir convulsiones
comparables a las de los inicios de la Edad Moderna y el final de la Edad
Media. Pensemos en los puritanismos y fundamentalismos protestantes o
contrarreformistas de entonces, el aburguesamiento progresivo y agravante
de las inquisiciones, el cardenal Cisneros, Savonarola, el Calvinismo, el
Hansenismo, el desarrollo del sentimentalismo individualista, etc.
No obstante, para concluir las reflexiones sobre las relaciones entre Cristianismo e Islam, volvamos a mirar las mejores prendas de éste y valoremos
la piedad espiritual que puede encontrarse aún en la mayoría de los musulmanes y musulmanas. Su espiritualidad está por encima del generalizado
75
En el libro «El gran cambio» (F. Trías de Bes, Temas de Hoy, 2013) se señala la
sorprendente confluencia de hechos en 2001: Además de los atentados del 11-S y
sus consecuencias en todos los ámbitos, se disuelven las monedas europeas bajo el
euro, se pone en marcha la banda ancha de Internet tras años iniciales de funcionamiento precario –imponiendo con ella fulminantes cambios en la información,
la comunicación y los mercados–, China entra oficialmente en la Organización
Mundial del Comercio, se «liberan» los sistemas financieros...
Recordemos también esta consideración que hicimos al inicio de estos apuntes: En
la escritura arábiga los valores de las letras sólo llegan hasta el 1999, a partir de dicha cantidad sólo se puede utilizar cifras numéricas. Ello hace pensar en cómo la
cantidad tiende a desdibujar la cualidad a partir de cierto límite y en cómo el año
2000 parece marcar un límite.
152
desierto espiritual que el mundo moderno post-cristiano enmascara bajo su
aséptica fachada. Los buenos musulmanes no han olvidado que el primer
mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas. Por amor a Él siguen
atestiguando su conocimiento sagrado, rezando, ayunando, dando limosnas, peregrinando y esforzándose en su comportamiento moral.
Ejemplo de que la disolución de castas sólo es positiva mientras sea por
lo alto y enmarcada en la tradición es la manifestación avatárica actual en la
persona de la gran santa hindú Ma Amrita, nacida en una familia paria. Se
trata de una disolución positiva iniciada por diversos brahmanes. Hoy por
hoy es la gran santa del siglo XXI. Su mensaje espiritual significa la vuelta a
la primordialidad con alcance universal. Ha sido ya reconocida explícitamente como santa por representantes legítimos de todas las tradiciones, lo
cual es algo único en la Historia. Todo en ella tiene un significado revelador –apocalíptico desde los múltiples sentidos del libro profético–. Ma
Amrita manifiesta entre nosotros la mejor posibilidad de la naturaleza sin
casta. Se trata de algo similar a cómo se manifestaba en la edad precedente
la potencialidad espiritual natural de la cuarta casta –la clase humilde– en
santos como el cura de Ars, el padre Pío y las niñas de Lourdes, Fátima o
Garabandal.
Entre estas reflexiones finales apuntemos que los principios de las castas
se suceden en un proceso demiúrgico, a través de caídas causadas por limitaciones y carencias. Las castas superiores contienen en su origen las cualidades de las inferiores, pero sólo ocurre a la inversa en benditos casos
excepcionales como los mencionados en el párrafo anterior. De ahí la gran
dificultad práctica para que los estados inferiores, personales o colectivos,
puedan entender a los superiores.
Las Sagradas Escrituras dicen que «no quedará piedra sobre piedra» y se
va cumpliendo en sus diversos sentidos y planos.
Hemos constatado que las edades han tenido una duración mayor
cuando la estructura social desarrollada en ellas ha correspondido a una je153
rarquía más conforme a la naturaleza de las cosas, resumible en este orden:
espíritu, alma, cuerpo y materia.
Habiendo dado cabida en estos apuntes a la numerología, surge la
pregunta inevitable de cuánto durará este Tiempo Paria. La respuesta exacta
no está a nuestro alcance y las escrituras sagradas lo ratifican. Lo que
realmente importa es la respuesta en nuestra actitud y el aviso de urgencia
contenido en esas fuentes sagradas. No obstante, podemos encontrar en el
Apocalipsis una reiteración de la medida de tres tiempos y medio tras el
Milenio. Contando a partir de 1400 –momento considerable como inicio
del período tras el Milenio, según vimos– y aplicando la medida de dos
siglos para cada uno de esos tiempos –según la pauta de estos apuntes–
resultaría una duración de siete siglos y un alcance hipotético de hasta unos
100 años después del año 2000. Se daría así una cadencia tríptica de 4, 2, 1
–400 años vaishas, 200 años sudras y 100 años parias– en los períodos tras
el Milenio. Pero no demos importancia a estas cábalas más que a nivel
simbólico. El Nuevo Testamento dice bien claro que no se puede predecir
el momento y que se adelantarán los acontecimientos para evitar que hasta
los justos se condenen –San Marcos 13 (20 y 32); San Mateo 24 (22)–. No
sabemos si ese adelantamiento será una eventualidad o si se trata del ya
implícito en la aceleración de la Historia, tanto en la cadencia tríptica
recién mencionada como en la tetráctica general.
Si miramos a nuestro alrededor vemos al digno obrero shudra substituido o dirigido por seres sin casta y máquinas que computan, ordenan y
mandan hasta el más extremo confín. El poder de la coalición de parias y
máquinas es un signo de los tiempos. La globalización es otro signo claro.
Su sistema es la ciega y maquinal búsqueda del poder económico sin más.
Las multinacionales dominan el mundo, quitan y ponen gobiernos títeres,
manipulan la opinión pública, no tienen auténticos dirigentes humanos,
carecen de límite territorial y de consideración autentica hacia el pueblo. El
hombre, sus deberes y sus derechos, incluso el más elemental a la vida, se
154
supeditan a los intereses de entidades sin escrúpulos. Si el director de una
gran empresa restringe sus beneficios por algún principio humanitario o
ecológico, el consejo de administración le substituye por otro, salvo que
demuestre un beneficio para la empresa cuantificable a corto o medio plazo
por efecto de esa acción. Los principios no forman parte del sistema operativo de las máquinas multinacionales, salvo como eventuales oportunismos
de imagen. Se trata de la corrupción extrema del sistema industrial.
El mundo es gobernado por una oligarquía multinacional, articulada
fundamentalmente por las industrias del armamento, del combustible y del
automóvil, implicadas eventualmente con los medios de comunicación, las
industrias del cine, música, informática, farmacia o drogas, entrelazándose e
implicándose con otros grupos de poder –pseudojudaismo sionista, pseudoislamismo jihadista, masonería degenerada, mafias del crimen organizado,
redes terroristas…– sin llegar a saberse claramente quien utiliza a quien.
Con la llegada de la «nueva edad» el espejismo virtual sucede y substituye
al materialismo industrial. Podemos ver signos menores que lo ratifican,
como el que se hable desde finales del siglo XX de postmodernidad y postindustrialismo o que el primer gobierno español del siglo XXI substituyera el
Ministerio de Industria por el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Se pasa de
la democracia industrial a la tecnocracia virtual.
La ciencia empírica es puesta en entredicho justamente cuando comienza a tomar conciencia de sus limitaciones y del fracaso ecológico-social de
sus sobrevalorados logros. Pero ese entredicho no es por motivos ascendentes y constructivos sino porque la máquina económica quiere impedir a toda
costa ver amenazados sus beneficios. Para impedirlo y mantener el control,
el sistema76 somete a los científicos en una supervivencia precaria, acuciándoles hacia el éxito-espectáculo –como a los artistas– o hacia el rendimiento
76
Resulta curioso ver la concomitancia del término sistema en el ámbito de lo social y la informática. Ya no se usa el término régimen.
155
económico directo77, acallándoles cuando intenten decir lo que no interesa
o suplantándoles hasta extremos insospechados por sus sucedáneos: tecnólogos, tecnócratas y divulgadores científicos.
Posteriormente a la redacción de estos apuntes hemos leído los reveladores análisis de Naomi Klein en sus libros «No logo» y «La Doctrina del
Shock. El auge del capitalismo del desastre». Si bien se le podría achacar la
falta de una propuesta vertical alternativa, resulta clarificador su análisis de
las perversas directrices de la «elite» del mundo de hoy.
Las castas cualitativas están disueltas y campea un insurgente «hombremáquina» que no sabe realmente lo que es rezar, pensar, crear, combatir
por lo justo… y llama trabajo a extrañas actividades mecánicas y mutantes.
Esos nuevos seres pueden ser programados para seguir ciegamente las
consignas del progreso, incluso para tomar en vano los nombres de su patria
o de Dios, hasta morir matando por unos ideales tergiversados. Aunque
sólo Dios conoce qué hay en cada alma.
Puede pensarse que estos extremos de decadencia han existido siempre,
pero el modo generalizado en que hoy se dan tiene un cariz especialmente
satánico y afín a los tiempos que corren. Es significativo que justo al llegar
el año 2000 los gobiernos de Inglaterra y EUA se plantearan oficialmente la
clonación humana. Podríamos hacer la amarga broma de que el eslabón
perdido –del hombre al mono– está a punto de ser encontrado. ¿Habrá nacido ya? Quizá esté actuando en algún reality show.
Un sentimentalismo cegador confunde al animal con el ser humano
con. Se producen movimientos llamados animalistas que entrañan grandes
contradicciones, como genocidio animal y cultural consecuente del antitaurino. Lo cual es significativo de la mentalidad paria, incapaz de comprender
77
Las últimas piruetas de las teorías del calentamiento global son muy significativas. Enmascaran falsedades para lograr el retorno a la energía nuclear cuando ya
había quedado demostrado su carácter terrible y funesto.
156
de modo coherente la naturaleza de las cosas. No es de extrañar que, como
tantas otras cosas, la manifestación taurina hispana de la última edad se retire por pasiva y por activa a su prototipo arquetípico, mientras cantan su
propia elegía en el desierto –a modo de canto del cisne– los profesionales de
vocación y los intelectuales que defienden la tauromaquia.
Dos anécdotas personales: Al salir de una exposición en que figuraban
algunas de las esculturas más híper-sub-reales e inquietantes que puedan verse –del contemporáneo Ron Mueck– Londres parecía poblado de personajes idénticos a los de aquellas esculturas, como faltos de ánima y de ánimo,
infra-animales por tanto. Contrariamente, después de una subyugante contemplación de la mascarilla de Tutankamón durante más de quince eternos
y maravillosos minutos, El Cairo me parecía poblado de las más bellas altezas del antiguo Egipto.
El concepto de nación ya sólo se utiliza con fines disolventes, para canalizar sentimientos de soberbia y otros oscuros intereses. Recordemos cómo
el hombre de la Edad Antigua cristiana situaba su nación en el espíritu, en
el Cielo. El hombre medieval determinaba su nación por su señor, como
representante del Cielo en la Tierra. La concepción burguesa determinaba
la nación por unos límites territoriales. El hombre industrial imponía su
nacionalismo democrático, regido por los sentimientos manipulables de la
masa popular en función de ideologías materialistas, dialécticamente
enfrentadas en apariencia. Y en los tiempos parias cunde un mestizaje
desestructurado de ideas residuales, políticamente correctas o no, y el mundo
se mueve por la inercia del caos dominante o por las directrices de listillos
universitarios sin inteligencia. Pero no olvidemos que el principio de entropía concluye su proceso con una vuelta a la armonía natural.
La alternativa real al mundo en que vivimos no está en su disolución de
los principios de las cuatro castas básicas, en la adopción del caos del paria,
ni en la mera resignación al estado de cosas. Como hemos dicho, la superación sólo es posible a nivel superior, a través de la dimensión vertical
157
interior del eje dorado central –cenit-nadir quintaesencial– que siempre
tendrá representantes en el mundo manifestado; ya que su existencia
requiere de encarnaciones individuales sucesivas, de mayor o menor
dimensión, que ayuden en la superación. Hombres y mujeres que están por
encima del cuaternario de las castas y que a su vez lo abarcan y sintetizan.
Algunos de sus prototipos son el sannyâsi hindú, el profeta semítico, el
maestro espiritual, el chamán hiperbóreo, el antiguo anacoreta o los centros
monásticos de esos monjes y monjas de clausura que todavía hoy dedican
su vida a la intimidad con Dios y que son olvidados prácticamente por la
mayoría de sus contemporáneos. Esas alternativas no son utopías imposibles, existen de un modo tan intenso que se perfilan como fenómenos compensatorios de los tiempos postreros. Entre sus manifestaciones de las
últimas décadas podríamos destacar el resurgimiento de sus ruinas del
Monte Athos (Grecia) y de Vanatori-Neamt (Rumania), como primero y
segundo de los centros monásticos ortodoxos en el mundo, ambos en plena
restauración, expansión y florecimiento.
El eje dorado central está siempre al alcance en sus diversos modos. Sólo
él constituye el verdadero flujo vital a lo largo de la Era Cristiana o de
cualquier otro ciclo. Esa línea dorada se sintetiza operativamente en la
ORACIÓN, el vehículo perenne para la realización quintaesencial en todas
las tradicionales espirituales auténticas. Ella actualiza la presencia de la
Divinidad y la comunicación real entre Cielo y Tierra, ella canaliza e irradia
el AMOR, a través de ella se transciende la puerta del TEMOR –necesario
según la tradición para alcanzar el CONOCIMIENTO– y ella constituye la
más sintética y atemporal prefiguración de una nueva Edad de Oro y de la
Jerusalén Celeste final.
Recordemos que siempre hay mujeres y hombres que no se dejan arrastrar por las tendencias colectivas que les rodean. En toda época se puede
alcanzar la realización espiritual, conjugando la propia existencia con el
tiempo en que se vive o manteniéndose al margen. En toda época hay tam158
bién hombres y mujeres coetáneos que manifiestan la pervivencia o prefiguración de las edades anteriores o posteriores, tanto en sus tendencias ascendentes como descendentes. En toda época hay quien es lo que debe ser,
consciente o inconscientemente, sin preocuparse demasiado de si está fuera
de su tiempo o de si los valores a los que se mantiene fiel corresponden a
otra época. Y siempre hay quien compensa activamente los desequilibrios
de su época, aunque sea de modo mínimo y oculto, logrando que la vida
conserve su sentido. Basta buscar un poco en la Biblia o en la Historia para
comprobarlo.
Recordemos que todo está en manos de Dios. No olvidemos que Él está
más cerca de nosotros que nuestra vena yugular, como dice el Corán, aunque parezca estar hoy más oculto que nunca. Su ocultación parece subrayar
que en éste tiempo la religión ha de retirarse hacia la interioridad, tal como
confirman las enseñanzas de los últimos maestros espirituales y las palabras
de Cristo «Mi reino no es de este mundo». El mundo de hoy margina la
religión y el recuerdo de Dios, cumpliendo a su pesar los designios del Cielo, pues con esa marginación todas las religiones vivas se ven abocadas a refugiarse exclusivamente en la vida interior, como en sus primeros días,
«facilitando» que cada hombre busque el camino espiritual a través de la
interiorización. Es un signo más de los tiempos. Dios quiere en definitiva
nuestro bien espiritual.
La Historia de la Era Cristiana ha acontecido como toda manifestación
cósmica o microcósmica. Germinó con el descenso del espíritu en la materia –el verbo se hizo carne– extendiéndose gradualmente y floreciendo en las
teocracias de la antigüedad y del medievo; después se fue coagulando y alejando del espíritu por la ilusión materialista, hasta irse disolviendo finalmente en una masa de cadáveres exquisitos78. Aunque, en definitiva, el verbo
78
Cadáver exquisito es un juego subrealista –como ya hemos dicho anteriormente,
preferimos utilizar esta denominación de uso frecuente en castellano para la co159
vital permanece en el último aliento de los creyentes hasta su retorno al ser
puro, el verdadero fin de todo ciclo.
Todo lo dicho aquí bastaría como respuesta a las acusaciones de pesimismo o antiprogresismo que estas páginas pueden provocar entre algunos
lectores. Reconocemos que translucen cierto pesimismo y que quizá no
mencionen suficientemente las compensaciones materiales que las últimas
edades conllevan o las oscuridades propias del Kali Yuga que las primeras
edades de la Era también manifestaban.
No nos identificamos con un progreso del hombre contrario a su propia
naturaleza principial y creemos necesario contestar al optimismo triunfalista de nuestro tiempo, con su asfixiante progresismo –evolucionista, relativista y materialista– y su vano orgullo endocéntrico, desde el que juzga y
deforma la Historia.
Por lo demás, no hay nada más optimista que el triunfo final de los valores eternos y la evidencia de que sin ellos sólo hay progreso hacia la decadencia. Quien tenga ojos para ver sabrá hacia dónde enfocar su optimismo,
su acción y su progresión.
Es en la noche cuando mejor se manifiesta el brillo de los astros. Pero
para percibirlo es necesario alejarse de la polución luminaria de las modernas ciudades, quien dice ciudad dice civitas –civilización–, quien dice ciudad moderna dice civilización moderna ◆
rriente artística fundada por André Breton, aunque es una traducción errónea
acierta en su significado–. En ese juego varios artistas escriben distintas palabras o
pintan partes de un cuerpo sin ver lo que han escrito o pintado los otros. Obviamente, el resultado suele ser monstruoso.
160
161
ANEXO
Carta de Alejandro Corniero
a modo de resumen final
Querido Ángel:
Desde que me diste, tan amablemente, el pasado otoño, tu trabajo Las
edades de una era sabía que iba a escribirte sobre él. Pero no por un mero
voluntarismo, sino porque sabía que llegaría el momento en que me abriría
a la comunicación. Ese es el momento que llega ahora.
Me atraía el tema. Desde hace años había ido elaborando y reelaborando un esquema histórico que empieza en el 4000 a. J.C. y abarca todas las
grandes civilizaciones. Pero no como sistema cíclico. Es la aplicación de la
tetractys lo que confiere un especial encanto a tu trabajo, incardinando los
hechos simbólicos en la naturaleza de las cosas, con lo cual adquieren un
relieve actualizante. Porque, en efecto, esa incardinación me parece suficientemente justificada, madurada, evidente. La mañana. El mediodía. La
tarde. La noche. El reloj cósmico que se acelera concéntricamente hasta el
paroxismo actual, cuando el Mensaje cristiano cambia de era coincidiendo
con su disolución ad extra.
Como acentuación posible, creo que los elementos romanos –juridicistas, canonistas, dialécticos– del Cristianismo –que conforman, grosso modo,
su exoterismo– son los que lógicamente han precipitado su solidificación y
finalmente su disolución; y que sus elementos originales –quizás podría llamárseles «esénicos», esotéricos– pueden caracterizarse bien como «orientales», en el sentido copto, o etíope, o armenio, o libanés; o en el sentido de
los Evangelios apócrifos de la Infancia; en definitiva, de Reyes Magos, para
utilizar un simbolismo que enraíza al Cristianismo en la Tradición Primor162
dial. Y que el pueblo ha mantenido inconscientemente a lo largo de los siglos de una manera tan activa que al final de la Edad Media Roma intervino, seca, áspera, dogmatizante, para neutralizarlo. Esta acentuación me
parece especialmente sugerente en conexión con esa complementariedad
entre libre albedrío y destino a la que te refieres respecto a la tetractys.
Leyendo sobre esa Mañana del Cristianismo que fue la Edad Antigua,
en la que el sol de la objetividad se alza irradiando en silencio que lo Real es
lo Inmutable, he visto, surgiendo entre anacoretas tempranos y sacerdotes
audaces al Santo prototipo del guerrero sacrificial dando forma a un espíritu heroico y mártir; hasta que finalmente se integra en el Imperio. Es significativo que no haya «arte cristiano» sino en la esencialidad del icono –su
esencia milagrosa–, en la medida en que esa tariqah sin shari’a encuentra en
sociedad su justificación en la redención a todos los niveles, y en consecuencia el siervo no se siente humillado: sabe dónde está el Reino.
Cuando el «gentil» Saulo prescribió la abolición de la tradición judaica,
hay un momento de una importancia fundamental en la medida en que Jesucristo fue realmente el Sumo Sacerdote de Israel. Esta israelización de la
nueva religión se inteligibiliza en esa expresión de la Patrística que citas:
«toda región es patria del cristiano». «Y toda patria, pasajera» añade el Padre
de la Iglesia con signatura verdaderamente nómada. «Apegarse a una tierra
es apegarse al cuerpo»: como aforismo, debería significar el frontispicio de
la Iglesia verdadera. Esta es la germinación de la fe cristiana.
Su floración va efectivamente pareja con la lenta caída del Imperio.
Hasta el vuelco constantiniano del siglo IV que oficializa un espíritu y es
cuando la Iglesia tiene que asumir un mundo, el romano, juridicista y dialéctico, hasta el punto de tener al senado convertido en sínodo. Es lógico
que empiece entonces a vivirse la sola tariqah, lo que cristaliza en el anacoretismo egipcio y en el Hesycasmo. Y que se abra la brecha de las herejías
extrínsecas como la de Arrio, Sacerdote de Alejandría, un oriental paleocris163
tiano. Y que en el 431, en Éfeso precisamente, el espíritu quiera quedar
dogmatizado: Theothokos.
La solidificación tiene concomitancias con ese senado-sínodo y Justiniano es como su estandarte codificador –incluso del calendario– y como
constructor físico del espíritu de la Theothokos en la Hagia Sophia. Roma es
devastada y el monaquismo irlandés e hispánico es remanente: los rincones
de Europa.
Con la llegada del Islam en el VII efectivamente se gesta la Edad Media,
disolviéndose la Edad Antigua. Me gusta esa significante protección de la
Iglesia Copta por Omar, en la medida en que es el Oriente esotérico lo que
protege respecto a una Bizancio bizantínamente occidentalizada. Y con el
iconoclasmo, tan defensivo, se acaba una época de albores milagrosos que
ya no podrá dar más de sí.
Todo final es un principio. A la clara mañana sigue el esplendoroso mediodía. Se perdió el albor anacorético, tan oriental, y se ganó carácter o inteligencia en acción, tan subjetiva, tan occidental. A la claridad silenciosa
sigue esa cadena de monasterios-castillos, «fortalezas frente al mundo», pues
la eficacia del acto frente a la fatalidad dada es la justificación del señor, del
príncipe –cardenalicio, en la Iglesia–, del guerrero protector de la ciudadela
feudal. El monje-guerrero es el fruto precioso de esta época solar (en la que
Roma se ve abocada a la hipocresía al exigir un celibato imposible al clero).
Y la coronación de Carlomagno viene a ser el acto simbólico de la germinación de esa Edad Media como ecuación de los dos factores que la componen: Occidente y Cristianismo; con un vacío artístico muy propio de una
civilización que germina desde lo más íntimo del esoterismo, donde el
mundo como de nueva planta, se construye a modo y semejanza del Reino
de Cristo. Así se fue formando esa shari’a cristiana que floreció con el espíritu benedictino reflejado en los cánones románicos de Cluny, equilibrando
aquella tariqah, en la que efectivamente el modelo islámico ejerció un influjo paraclético.
164
Merece especial atención esa confusión de planos que señalas y que fomentará, a la larga, la ideología del progreso con esa Iglesia triunfante al final del trayecto temporal. La Roma sedentaria va pronto a identificarse con
esa imagen germen de descomposición, finalmente cuando la civilización
cristiana pase a ser burguesa e industrial.
Es una buena imagen de la floración ese entramado de monasterios y
conventos por todas las encrucijadas de Europa y Asia Menor, en la que se
actualiza la verdadera enseñanza cristiana vehiculada por el latín. Ahí parecen vivirse los jardines interiores del Cristianismo original.
En Hispania se puede decir que no hubo Edad Media como tal, sino en
la medida en que el influjo de Cluny utilizó el Camino de Santiago. El Califato de Córdoba es el Oriente islamizado entrando como punta de lanza
sintética, y hace crujir toda cronología. Y Toledo, bastión del monoteísmo
unitarista –influyó favorablemente el substrato «arriano», alejandrino– acabó, con los siglos, perdiendo la batalla con los Estados Pontificios, una batalla secular singularmente propagandística, pues el sentido de «cruzada»
terminó imponiéndose también contra la Hispania almohade. En el magreb
de Occidente. En su Oriente, la Rusia cristianizada fue como un mar encastrando sus orillas.
El espíritu europeo arde en el gótico y en el ímpetu de cruzada. Sí, ese
ánimo marcial acabará solidificando aquel espíritu encarnado en la caballería, donde la ecuación del Occidente cristiano cristalizó de maravilla. Es la
Sainte Chapelle su diamante vivo. Fuerza rajásica que –creo– fue término
medio entre la sátvica de San Francisco y el Maestro Eckhart y la tamásica
de la corrupción del espíritu de cruzada que, quizá, representó la campaña
contra los cátaros, sin hablar ya del saqueo de Constantinopla por la «IV
Cruzada», estigma histórico del desmán occidental.
La época de solidificación significativamente se equipara con la progresiva sedentarización cultural. Con los Templarios ardiendo se quema también la Edad Media como tal, es decir, el espíritu nómada de la fidelidad,
165
no a la tierra, no al cuerpo, sino al señor, símbolo del Señor en una época
en la que el símbolo aún vive. Arde ese espíritu y llega la peste negra. Arde
ese espíritu y se alteran todos los valores convirtiéndose la muerte cada vez
más en factor inasumible. Contradicción en la que yace el germen fatal de
la época siguiente, ese atardecer de la Edad Moderna, más comprimida,
más acelerada, más ávida hacia un objetivo descarriado.
Esa nueva situación encuentra a Roma dogmatizando petrificantemente
el espíritu que ha olvidado. Fiel reflejo de la mente occidental, en la que se
separa ciencia y religión, y la ciencia se convierte en cientifismo cada vez
más maquinal y la religión en moralismo cada vez más canonista.
Sí, el príncipe renacentista es el olvido de que «Mi Reino no es de este
mundo»: utiliza la guerra para ejercer el control territorial con ejércitos de
mercenarios financiados por banqueros, cuando la cultura burguesa se ha
burocratizado al ritmo aprisionador de la urbe creciente, donde el «burgués» es el nuevo prohombre y el comercio la actividad central del mundo.
Ese hombre no puede concebir ya el Cielo sino de forma pasional, musculosa, sanguínea, a lo Capilla Sixtina, y solo puede concebir la religión como
un negocio de acumulación de méritos de cara al otro mundo. El hincapié
que haces en la masificación de la esclavitud es muy certero, como signo
olvidado del mundo interior y exterior que fabrica el hombre-mercader, ese
«burgués» administrador, legalista y finalmente fanático: Occidente ya ha
entrado en la patología esquizofrénica.
Aceleradísima dinámica comprimida en dos siglos la última edad de la
Era, cuando los industriosos sudras forjan su canon como ley del mundo.
Las necesidades inmediatas del hormiguero humano han de quedar reguladas en un proceso en continua aceleración que, por definición, jamás puede
llegar a su objetivo. El cientifismo ya ha sustituido a la religión como
oráculo civilizacionista: es el ídolo Progreso, al que la sociedad adora y ofrece en holocausto alma, vida y entendimiento. No es menester hablar más
de ello, cuando vivimos en este albor de nuevo siglo que parece un escalo166
friante remake del XX en un clima de gélido hipnotismo y sonambulismo
global: la noche más tenebrosa, cuando parece no quedar ni un rescoldo de
conciencia. Parece.
Ángel, he querido ir siguiendo tu trabajo tetráctyco de esta manera a vuelapluma, acentuando los aspectos que más me han llamado la atención para
hilvanar con ellos esta carta en la que he pretendido un diálogo contigo a
partir de una tónica inmutable que va quedando, en la sinfonía histórica,
cada vez más interiorizada, más invisible, hasta el presente que vivimos de
pura interiorización, mientras la pompa de jabón a la que la Sociedad se
apega como una lapa, crece y crece. Esta raga acabará, al desvanecerse lo
evanescente, en el nuevo Amanecer.
Y Dios es más sabio.
Con mis mejores deseos de Paz y de Bendición
Alejandro Corniero
Santa Pau, 29 de abril de 2002
167
EL CUERPO FUNDAMENTAL
DE ESTOS APUNTES
FUE ESCRITO EN MALLORCA
DURANTE EL MES DE AGOSTO
DEL AÑO
2000
ESTA EDICIÓN
CONTIENE REVISIONES POSTERIORES
Y FUE ACTUALIZADA
EL DÍA
28 DE ENERO DE 2016
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LAUS
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DEO