DEPOSITO LEGAL: AL10662009 –Autor: Juan José Santos Rivas. Es el testimonio de una familia española, que relata de manera sencilla, y amena, su vida en una España marcada por la dictadura, la intransigencia y la intolerancia política. Fiel protagonista de la “Transición” hacia las libertades y la democracia, la familia Santos, se convirtió a Cristo, en una época difícil para el país, bajo una gran represión policial. Ellos fueron pioneros del evangelismo, en distintas partes de España. Testigos del Poder de Dios, sembraron la Buena Semilla en muchos lugares. El relato es un viaje al corazón de España, a su historia mas reciente. “Aquellos años, el triunfo de la Fe”, es un humilde homenaje para decenas de españoles fieles y sencillos que durante lo mas duro del franquismo, aportaron su simiente en la extensión del Evangelio de Cristo. Personas, en muchos casos, hoy olvidadas y borradas de la memoria, pero que fueron fundamentales para el avance de la Palabra. “Aquellos Años”, está escrito para todos, católicos y evangélicos. No hay animadversiones contra ninguna iglesia o denominación, por que solo cuenta lo que ellos vivieron en primera persona. Es una obra escrita con un solo interés: que el lector se acerque a Cristo. Se presenta la acción de un Dios vivo, actual, emocionante, que perdona, salva y libera. NO ES UN LIBRO RELIGIOSO, es el relato de una vivencia real, clara, determinante de unos hechos muy específicos vividos por unas personas sinceras, que supieron huir de la religión, como costumbre de vida y acercarse a un Dios dinámico. 1 LA FAMILIA SALAZAR………………………………………. 3 CON LOS REYES DE ESPAÑA………….222 FE Y GIMNASIA OBLIGADA…………………………….. 10 L A F U E R Z A O S C U R A… … … … … … . 2 2 4 ADALBERTO OBAMA Y SU ENFERMEDAD SANADA……………………………………………………………. 17 LA VENTA AMBULANTE…………………..227 UN CORAZON ENFERMO…………………232 LA MADRE DE ALEJANDRO,SANADA………………… 22 EL HORROR HUMANO……………………..243 HOMENAJE A VICTORIA………………………………….. 25 EL VIEJO AUTOMÓVIL……………………..248 JUVENTUD CON UNA MISION EN ALMERIA…… 29 EL VIAJE A JERUSALEM……………………266 LA GRAN CAMPAÑA EVANGELISTICA EN “BOETTICHER Y NAVARRO”. …………………………… 38 LA BIBLIA Y LA BROMA……………………271 EL GOLPE DE ESTADO 23 FEBRERO1981…….. 46 EL BAUTISMO DE CARMELA……………273 ALMERIA Y LOS GITANITOS ……………….. 52 EL CORAZON OPERADO………………….276 NUESTRO AMIGO EL SACERDOTE…………………. .73 EL CABALLO DEL CUADRO……………..281 AVIVAMIENTO EN UNA IGLESIA EVANGELICA.. 79 MAS HOSPITALES…………………………..292 DOÑA CARMEN………………………………………………..100 EL ASESINO DEL MARQUES…………………………….106 LA GRAN CONVENCION CRISTIANA GITANA EN FRANCIA, MATEO MAXIMOFF, CLEMENTE LECOSSEC…………………………………………………….. 118 BUSCANDO UNA ESPOSA……………………………… 136 LOS OJOS DE SATÁN……………………………………..145 LA BODA………………………………………………………….151 EL ACCIDENTE DE AUTOMOVIL……………………..159 ¡YO VI AL SEÑOR!.....................................164 CARLOS, LA BARCA ROTA Y PERDIDA……….. 173 E L D E S P A C H O D E P A P A Y L A L I T E R A T U R A. . 1 8 1 L A R E U N I Ó N Y E L G R U P O . P R E D IC A N D O P O R L A S C A L L E S… … … … … … … … … … … … … . 1 8 3 DESDE LA PROSTITUCION HASTA CRISTO… 188 2 LA FAMILIA SALAZAR Guillermo Salazar, era un hombre sencillo de corazón bueno. Vestía siempre de traje impecable, con un pañuelo anudado en el cuello de la chaqueta, un clavel en la solapa, y un sombrero de rancio abolengo gitano. Nunca cerraba la puerta a nadie, por que en su casa siempre había un trozo de pan para todos aquellos que se lo pedían. Delgadito y de mediana estatura albergaba en su alma una caja en las que todos cabían. Con la cabeza bien levantada, caminaba por las calles de la barriada de la Natividad saludando a todos los vecinos, gitanos o payos. Repartía sonrisas, bromas, y saludos y siempre que se enteraba de alguna necesidad se le partía el alma, procurando remediarla en la medida de sus escasas posibilidades. Era Guillermo, de esos personajes populares que cuando se van, queda un vacío, difícil de rellenar con otro, por muy parecido que sea. En el mercado central, se sentaba siempre en la misma cafetería, para vender sus cupones de lotería, y allí departía con todos los que le conocían durante años y años. Miraba al mundo que le rodeaba desde ese balcón espiritual que todo gitano tiene. Escrupuloso observador, oteaba en la vida de los demás sin entrar nunca en su interior. Solo lo hacía cuando se le pedía una palabra de sabiduría. Un hombre de paz, que en todo momento, trabajó para darle a sus tres hijos una vida mejor que la que él había llevado hasta ese momento. Hablar con Guillermo, era entrar en el secreto mundo del pueblo gitano. Su alma cándida, se reflejaba en cada rasgo de su vida. El buen hacer, y el bien realizar marcaron su vida desde niño. Vivía, en esa barriada onubense que se extiende entre el casco urbano de Huelva y las 3 marismas del río Odiel. Un barrio humilde marcado por la necesidad social, pero en el cual, al menos en esos años todos los vecinos, eran también: hermanos. Allí, entre ellos, se repartían las alegrías y las necesidades, allí se daba cuanto se tenía. Hoy ya no es así. Muchas noches veraniegas, cuando arreciaba el calor, los vecinos, sacaban sus sillas a las puertas, mezclándose en los corrillos unos y otros. Los niños payos y gitanos, jugaban juntos o se peleaban desuniéndose, para volver a unirse al día siguiente. Hubo una época, por las noches, en la que muchas veces, las puertas de las calles no se cerraban, cuando dormían los habitantes de las casas, por que no había miedo. Guillermo, se sentía el protagonista principal o el vecino más apreciado de su calle. Lorena, su mujer, era gruesa, siempre con su delantal, y un moño en la cabeza recogiendo su pelo, hablaba con voz muy fuerte, gesticulando con sus gruesos brazos. Cuando Dominga nos llevó a su casa, nos abrió su hogar, y su corazón. No fueron necesarias las presentaciones, por que un presentimiento positivo nació en ese momento, para dar lugar a la amistad real y sincera, que ha durado hasta el día de hoy. Guillermo, sentado en su sofá delante de una televisión siempre encendida, daba una y otra vez órdenes a la atareada de su mujer para que tuviéramos todo cuanto necesitábamos según él. 4 A la derecha, mi madre, con Dominga Salazar. Hace ya años. ¡Lorena, que los hermanos de Madrid, coman!, ¡Lorena, sácales el pan!, ¡Lorena, dales jamón!, ¡Lorena, el agua!, ¡Lorena, hazles una tortilla de patatas! Y Lorena, respondía, sacando medio cuerpo por la puerta de la cocina, blandiendo en su mano, un tenedor con restos de huevo frito en las puntas mientras gritaba desesperada: ¡Lorena esto, Lorena lo otro, déjame en paz, que ya estoy en lo que estoy!, ¡hay que ver este hombre!, ¿no ves que estoy preparando la comida? ¡Lorena, tráele al niñopor mí un vaso de agua, que tiene sed! ¿Quién? ¿Yo?, pero si no tengo sed, no la necesitoLe contesté La mujer, ahora con una espumadera de la que caían gotas de aceite hirviendo, haciendo con ella giros en el aire ahumado, gritó: ¡Pues si tiene sed, que venga aquí y la beba! Lorena, no se preocupe que yo voy, aunque no he pedido nadaRespondí Es que mi padre, quiere que tratarte lo mejor posibleMe dijo Dominga, así que tuve que beberme ese ansiado vaso. Para mi era siempre un misterio, cómo en pocos minutos, sacaban de esa humilde cocina tanta cantidad de alimentos y platos para las comidas. Lorena y Lola, fueron a partir de ese 5 momento, amigas y hermanas. En ese hogar se carecían de muchas cosas necesarias, pero algo había allí que me hacía sentir bien, un calor de familia, que me invitaba a participar de él como si fuera uno más. Guillermo, estaba dispuesto a que comiéramos aun más, después de haber terminado. El pensaba que aun era poco, y se sentía feliz, llenando y rellenando los estómagos y las bocas de quienes le visitaban. Por si fuera poco, nos ofrecía la casa, para pasar la noche, aunque hubiera que extender en el suelo, colchonetas y mantas, daba igual, todos cabíamos en esa casita. Papá y Lorena, en Huelva Guillermo nos abriría siempre su hogar, no solamente a nosotros, si no a todos aquellos que iniciaron la obra de Dios en Huelva, ofreciéndoles incluso la casa para poder dormir todo el tiempo que necesitaran, como así fue. Gracias a su buen hacer, los predicadores de la iglesia evangélica gitana de Filadelfia, pudieron comenzar la obra de Dios en el pueblo gitano de Huelva. Dios utiliza a quien menos nos lo podemos imaginar, para la realización de sus propósitos y en bien de su obra. A partir de ese momento, se forjó una amistad perdurable entre las dos familias, por que un día Dios hizo que nuestros caminos se cruzaran y al cabo de los años, aunque algunos de los nuestros han partido con el 6 Señor, hoy, los que quedamos, seguimos adelante por que hemos sabido hacer realidad las palabras de Jesús: “Padre para que ellos sean uno como tú y yo somos uno”.¿Cómo hemos logrado que eso sea una realidad?, por que por ambas partes, en todo momento, hemos sido sinceros, genuinos, y se ha levantado columnas para un amor cristiano real. Francisco, “el Corti”, hijo de Dominga cuando era pequeño. Cuando dormíamos en su casa, lo hacía con mis padres. A pesar de la distancia, la relación se ha mantenido, hasta el punto, que hemos participado en las fiestas familiares de los cumpleaños de los niños. El Señor ha bendecido de forma considerable esta unión, pues en todo momento, nos hemos reunido para predicar la palabra de Dios, disfrutando de la Biblia y de los dones del Espíritu Santo. Las palabras proféticas se han manifestado para la edificación del Cuerpo de Cristo, el estudio y el conocimiento de los mensajes que el Señor, ha tenido a bien compartir con sus hijos, ha sido para edificación mutua. Hemos crecido, madurado, las canas han aparecido en nuestros cabellos, pero la forja de la amistad, ha creado un entrelazado de confianza mutua fuerte y única. El patriarca de la familia, Guillermo, partió con el Señor hace ya años, de igual manera que lo han hecho mis padres. Nuestras familias siguen creciendo, y aunque los años se van sumando 7 a nuestras bendiciendo. vidas, el Señor, continúa En la casa de Dominga siempre hay alegría. De derecha a izquierda, Alfonso, uno de mis mejores amigos y hermano en la fe, de Valverde del Camino. Samuel mi hijo, Dominga, Judith mi hija, Lorena, y mi mujer, de azul. En el verano del año 2006, nos preparamos para salir de viaje, con el fin de descansar en la casa de mis suegros, en Jerez de la Frontera, a mitad de camino entre Almería y Huelva. Antes de salir, el Señor, me insistía con fuerza:” ¡Pepa!”, la hermana de Dominga. Una y otra vez golpeaba en mi mente y en mi corazón ese nombre. Debía ir a toda costa, por que algo estaba pasando, parecía como si el corazón se iba a salir de mi cuerpo. Oré al Señor, mientras conducía hasta Jerez. Allí, después de un par de días, para visitar y estar con los padres de mi mujer, partimos de nuevo hacia el destino que el Señor me había marcado. Algo había que hacer en esa familia. Dominga como de costumbre, nos abrió las puertas de su casa de par en par. El domingo, mientras desayunábamos, le dije que era absolutamente necesario hablar con su hermana. Pocos minutos después, Pedro mi buen amigo y hermano, se presentó para hacernos una visita de cortesía que yo 8 aprovecharía para rogarle que por favor trajera por la tarde a su mujer, ya que yo tenía previsto marcharme justo al día siguiente, a primera hora, y no quería hacerlo sin cumplir el propósito divino. No teníamos mucha esperanza de que así fuera, pero se presentaron a media tarde. Yo estuve orando, antes de comenzar a predicar. Busqué y deseé la palabra divina de la Biblia en mi corazón, por que sabía que era de absoluta prioridad. Intuía que el mensaje iba a ser consolador pero a la vez muy fuerte. Nos reunimos allí un numeroso grupo de personas. Pedro, por favor, presenta tú en oración la palabra que el Señor quiere dar Mientras él oraba con intensidad, confieso que no sabía que era lo que iba a decir, parecía que Dios me había abandonado, no sentía nada, y aunque me esforcé con interés en la búsqueda de un versículo que me diera pie para comenzar, me encontraba totalmente perdido y desorientado. Allí tenía un grupo de caras mirándome, esperando algo, y yo me lancé a predicar sin un rumbo, sin saber que decir en realidad, deambulando de un lado para otro en el mensaje. Todos se dieron cuenta, y aun más yo, hasta que en un momento determinado, el Espíritu Santo se hizo actual, y al sentir yo su poderosa presencia, comencé a predicar motivado por esa Fuerza tan excelente, y con tal respaldo, que yo mismo me impresioné. De pronto el Espíritu se dirigió directamente a Pepa, con un mensaje tan liberador, que la mujer comenzó a llorar abundantemente, sin poder resistirlo, derramándose un mar de lágrimas por su rostro. El Señor tuvo a bien, dirigirse a ella, no solo en la predicación si no también en un mensaje profético infundiéndole mucho amor e imprimiendo ánimos en su alma atribulada. Atravesaba una honda depresión, con tratamiento médico por diversas 9 circunstancias. El Señor comenzó en ese momento a restablecer en su vida, en su mente, y en su alma, un lugar para la oración. Su hermana Dominga, oraba muy cerca de ella, por sus problemas, y nada mas terminar con Pepa, el Señor me ordenó que orara por ella. Allí, Dios, se dirigió a su hija redimida por Cristo en unas palabras que por ser proféticas, resultaron poderosas en su cumplimiento: -¡Sierva MIA, yo te he puesto como columna en tu casa, quiero que me sigas, por que yo te llamo y te amo!, ¡órame y búscame mas! , ¡Dura prueba vas a tener, pero MIA es la victoria!Dominga, decidió dar un paso de fe, en su vida cristiana, y decidió consagrarse aun mas a su Señor, produciéndose en su vida espiritual grandes cambios. No obstante, un año después, ha tenido que enfrenarse a una terrible prueba: el fallecimiento por accidente de tráfico de un sobrino suyo a quien ella había criado como si fuera su propio hijo, justo el día después, que ella, lo había llevado a los pies del Señor, en sincero arrepentimiento y con su consecuente entrega y conversión al Señor. Aun quedan muchas palabras para escribir sobre la obra maravillosa de Dios, en la familia de mi hermana en Cristo. FE Y GIMNASIA OBLIGADA Creo, recordar que sería por el año 1982. No recuerdo por que razón, me dirigía, en Metro hacia algún lugar de Madrid, el caso es que en una de las estaciones de obligada parada, me encontré con unas 10 extrañas misioneras, completamente vestidas de blanco. Acostumbrado a ver y a conocer hermanas de fe católica romana, monjas, pertenecientes a distintas órdenes religiosas, por las que siento respeto, aunque tenga diferencias teológicas con ellas, ese grupo me sorprendió, por que nunca había visto una orden así establecida. Noté que se diferenciaban de las monjas católicas, por la actividad que estaban realizando en ese momento, poco común en las últimas, por regla general. Estaban repartiendo “Nuevos Testamentos” a todos los viajeros del Metro subterráneo, y folletos explicativos sobre Dios y la Biblia. Así mismo el uniforme que utilizaban resultaba si cabe aun mas aparatoso que el que usan las religiosas del Vaticano. Bastante ancho y ampuloso, todo de blanco, solo dejaba ver el rostro de las mujeres. Aquello me sorprendió, y como yo era entonces un apasionado de la curiosidad en temas religiosos, rápidamente les pregunté, quienes eran. Las hermanas, deseosas de entablar conversación, me dijeron que pertenecían a una denominación evangélica cuyo nombre prefiero obviar, por respeto. Yo había conocido personalmente en Bélgica, al numeroso grupo de las Hermanas de María Magdalena, fundado por la madre Basilea Slinck, perteneciente a la Iglesia Luterana de Alemania. Una sierva de Dios, Que fue capaz de levantar una gran obra al servicio de los necesitados y de todos los cristianos, monjas evangélicas por tanto. Pero confieso, que los miembros de este grupo que encontramos en Madrid, me dejaron altamente sorprendido. Me invitaron muy amablemente a sus reuniones. Percibí buena fe por su parte, y como persona interesada en estos movimientos, decidí asistir a una de sus reuniones en compañía de mis padres, y de un 11 amigo que se había convertido, Miguel Ángel, muy grueso y musculoso que utilizaba muletas para poder caminar, al usar un complejo aparato ortopédico para sus piernas. No sé si nos acompañó alguien más, pero lo cierto que allá nos dirigimos. Miguel no necesitaba para nada la ayuda de nadie, el caminaba en ocasiones mucho mas rápido que yo, por no decir, lo buen nadador que era. Practicaba mucho deporte con el cual había vencido a su propia minusvalía. Esa tarde, encontramos la dirección de las hermanas, sin dificultad alguna. Era un piso bajo, situado en un barrio obrero de Madrid, muy sencillo y humilde. Nos recibieron las hermanas de una manera un tanto protocolaria, pero muy educadas y correctas. La madre superiora, resultó ser chilena, y nos contó que anteriormente había estado casada, y que tras su divorcio en EEUU, encontró en esta iglesia lo que ella había buscado siempre en su vida anterior. Acostumbrado a los testimonios de vidas cambiadas y trasformadas por la fe cristiana, aquello no era nada nuevo para mí. Hasta ese instante, no encontraba nada diferente a lo que yo conocía. Ansiosos por participar en el culto a Dios, nos invitaron a sentarnos en los más que sencillos tresillos que había en el diminuto comedor. Miguel Ángel, se dejó caer en uno de ellos, con tan mal acierto que se hundió, quedando con las piernas levantadas. Allí se sumaron dos causas: su gran peso corporal, y el mal estado del sofá. Lo nuestro nos costó poder levantarlo del desafortunado asiento. Gracias a su potencia musculatura, su destreza con las muletas y bastantes gotas de sudor, pudo levantarse. Hubo que buscarle una silla normal, eso si, comprobando que ésta no estuviera desencolada. Finalizando el incidente, todos expectantes para el comienzo de la reunión cristiana. Como 12 estábamos sentados contemplando a la chilena, ésta al abrir la Biblia, inició el servicio o culto, con una oración común compartida de manera libre por todos. Finalizada la misma, nos indicó: Hermanos, todos de pie, para la lectura de la Santa Escritura Así lo hicimos. Hasta ese momento, todo nos parecía normal por que el levantarnos para la lectura respetuosa de la Biblia, es algo muy común en muchas iglesias. El hermano,dijo la madre superiora, refiriéndose a Miguel puede permanecer sentado Memos mal que puntualizó eso, por que si el hubiera tenido que hacer la tabla de gimnasia que hicimos todos después, podría haber sido bastante agotador. Finalizada, la lectura, se nos dijo, de forma un tanto militar: ¡Siéntense! Algo que hicimos todos, casi a la vez. Segundos después, se nos volvió a decir: ¡Levántense para orar! Todos de pie. Miguel me miraba de reojo como diciéndome: ¡Menos mal que soy minusválido, de buenas me he librado! Terminada una oración de tipo ritual, la superiora con superior voz, nos dijo: ¡Siéntense! El ruido de sillas era constante. Mis padres eran ya adultos maduros, en la cincuentena ambos, y aun estaban ágiles, pero a papá no 13 le gustaba tanta sincronía y rapidez en los movimientos. Siempre ha sido un hombre muy tranquilo y cómodo, por tanto ese: “arriba y abajo”, le estaba causando alguna molestia inicial, a juzgar por las miradas que compartía conmigo y que dirigía, con cierta ironía a la hermana directora. Esta señora, inmutable, y cumpliendo con las normas de su denominación, y en su papel de responsable, nos volvió a invitar a levantarnos, una vez que estábamos sentados. Miguel Ángel no me miró a mí, por que no sé si se tapó la cara con sus manos para orar o para no ver lo que allí estaba sucediendo, mientras aparecía una sonrisa en sus labios, semejante a la de la Madona de Leonardo da Vinci. Mi madre, se quejaba un poco de un dolorcillo en la espalda a causa de tantos y repetidos movimientos, pero no decía nada. Permanecimos de pie unos segundos, mientras la reverenda pronunciaba un pequeño sermón, del que no recuerdo nada. ¡Siéntense! Yo hice como si me sentaba, pero me preparé para otra contraorden, que no tardó en llegar: Levántense. El descontrol era ya completo, mi padre estaba ya hartándose de tanta genuflexión, y decidió desobedecer permaneciendo sentado. Mamá, le sugirió que se levantara con una frase entre labios, y una mirada fulminante. Accedió de mal humor, pero cuando ya se estaba incorporando, otra contra orden: ¡Siéntense! ¿Para que me voy a sentar, si ya estoy sentado?protestaba mi padre en voz baja, y con resoplidos. No había terminado su 14 protesta, cuando la chilena, innovó con otra solicitud imperativa: De rodillas, todos de rodillas ¡La apoteosis! Papá ya se negaba, pero la superiora intervino de forma inquisitiva: ¡Hermano, de rodillas, DE RODILLAS! No le quedó mas opción que cumplir, mientras musitaba una oración, no se si de tipo “queja”, o de “protesta”, pero por supuesto muy respetuosa. Todos permanecimos en oración, o al menos queríamos hacerlo. A mi no me dio tiempo suficiente. Algunos oraron un poquito, pero muy poco e inmediatamente, vino lo que ya se sabe: ¡De pie! ¡Si, es que no me da tiempo a decir: ¡Jesús! Me quejé por lo bajo Síme apuntó Miguel Ángel desde el asientoCuando se dice: “Je”, ya te has sentado, y cuando dices: “sús” ya te has caído En esos instantes, hacíamos lo que podíamos. Algunas de las hermanas leyó un texto de la Biblia u oró, ya no recuerdo. Yo creo que mi amigo, estaría pensando: ¡De la que me he librado! ¡De rodillas de nuevo!otra orden mas. Lo malo es que no daba tiempo a cumplimentarla, por que al menos en algunas iglesias tradicionales, son pocas las veces que hay que hacerlo a lo largo de su Servicio religioso. Opté por sentarme. Mis padres estaban ya realmente agotados, sentándose, y levantándose de cualquier forma, y con quejas físicas. En esa nueva situación y tras 15 cantar alguna alabanza un tanto monótona sobradamente conocida, una vez finalizada, y viendo yo que el final estaba muy cerca, me levanté como lanzado por un resorte, antes que se oyera la repetida frase: ¡Levántense, para despedir la reunión! Una hola de alivio generalizado se extendió por todo el salón. Papá, sudoroso, desobedeció quedándose sentado como si estuviera a la espera de un buen refresco, mientras respiraba profundamente. Mi madre, con su característica incontinencia verbal, finalizó con una exclamación sonora: ¡Ya era hora!,¡jamás he hecho tanto ejercicio físico!, ¡vamos, ni cuando era católica!,¡el Culto no es una clase de gimnasia, hermana! No obstante, tras la oración de despedida, estuvimos allí, un buen rato, compartiendo y hablando de temas de fe. Cuando nos fuimos, ya no volvimos a saber nada de este misterioso grupo. Papá. Con su típico humor “inglés”, al salir dijo, en voz baja: ¡En vez de dejar aquí un “kilo” de pecados, he dejado dos de grasa física! Vengan ustedes cuando quieran, les esperamos en el SeñorDespidiéndonos la responsable chilena divorciada desde su puertacalle Muy amable, hermana,¡muy amable!, es usted muy amableRespondíamos todos mientras nos marchábamos por la calle. Miguel Ángel que seguía con su humor blanco en honor de las vestimentas de las hermanas, ya en el coche, añadió: 16 En la puerta podrían poner: “Oferta: “Dos por uno”: Gimnasia mas oración, completamente gratis ADALBERTO OBAMA Y SU ENFERMEDAD Los recuerdos, a veces se pierden en las brumas de nuestra mente, pero quizá sería a comienzos del año 1980. Aún vivíamos en nuestra casa del pueblo de Perales de Tajuña, muy cerca de Madrid, cuando nos llegó una información que se consideró de interés, a través de la radio, ya que emitieron una solicitud de ayuda para un trasplante de un riñón: un matrimonio estaba en dificultades. Totalmente desconocidos para nosotros, siendo él extranjero, ecuato guineano, es decir, nativo de la antigua Guinea española, Guinea Ecuatorial, estaba enfermo. La esposa, española, debía de cuidar de su marido, y atender a su casa. Tras considerar el caso por unos instantes, no lo dudamos, fuimos a verles directamente. Nos habían facilitado su dirección, y allí nos dirigimos, con la Biblia como única herramienta de ayuda, y muchas ganas de hacer amigos. He de reconocer, que en esos años, hablar o ver a alguien subsahariano, era algo más que “llamativo”, pues España era uniracial y unicultural. Nuestra sociedad era demasiado “monocromática”, aunque los vínculos con la Guinea eran muy fuertes, puesto que había sido la única colonia española en el Afrecha Negra, otorgándoles a sus nativos los mismos derechos que a los españoles en general, siendo considerados como ciudadanos de nuestra nación. Guinea alcanzó la emancipación de España, de la metrópoli en el año 1968, siendo su presidente Francisco Maciá, que después sería derrocado por Teodoro Obiang Engema, quien ejerce la jefatura de la nación desde esa época. 17 Recuerdo nítidamente, que un boxeador muy conocido era José Legrá, cubano y de raza negra, y en el mundo de la canción destacaba el inolvidable Antonio Machín, también cubano y negro, y no había más miembros de esta raza. Hoy por el contrario, nuestro país, ha sufrido una trasformación tan grande que ya es multirracial y pluricultural por suerte. Iniciar un contacto sin previo aviso, resulta a veces algo embarazoso, pero por suerte, si se cuenta con la presencia de una persona como mamá, puede ser muy fácil. La esposa, madrileña, blanca y rubia nos atendió muy bien aunque algo sorprendido. Con toda rapidez, nos invitó a pasar al comedor, en donde su esposo yacía sentado, calentándose con la energía solar que penetraba a través de los cristales del ventanal. La mujer nos obsequió con un buen café y unas pastas, mientras el diálogo se entremezclaba en el bosque de las ideas compartidas. Papá escuchaba con gran interés todo cuanto allí hablábamos. Recuerdo muy lejanamente a Adalberto, como un hombre maduro, quizá entre treinta y cuarenta años, serio, profundo, grave, sereno, pero muy amable y de agradable trato. No tuvo ninguna objeción a nuestra improvisada visita. El método que mis padres utilizaban, no consistía en ningún momento, en evangelismos teledirigidos, como si fuéramos “robots”, cómo si estuviéramos programados, al estilo del proselitismo fiero que realizan los “Testigos de Jehová”. Ellos, han hecho amistad, acepte o no la persona el Evangelio, y después se ha compartido el mensaje de Dios, con ella. El ecuatoguineano, aceptó gratamente el camino por el cual discurría nuestro diálogo: No me molesta en absoluto, hablar de Dios, al contrario, yo soy cristiano, y desde luego que creo en Dios. Miren ustedes, en Guinea, estuve estudiando en un seminario, pero me tuve que 18 salir, pues mi país es muy pobre y mi familia necesitaba de mi ayuda. He de decirles que tengo varios hermanos, uno de ellos cayó gravemente enfermo, fuimos a médicos y no fue posible su cura. Finalmente nos hablaron de un misionero que tenía una casita en una montaña. Allí lo llevamos, aquel hombre, oró por mi hermano, y éste se recuperó por completo Es impresionante decía mi madre Es el Poder de Diosapuntaba papá Ese es nuestro Dios añadí yo, mientras abría mi Biblia, al objeto de leer uno de los muchos milagros que Jesús hizo en Palestina. Adalberto se prodigó en descripciones de su bello país, provocando que mi mente viajara al africano Golfo de Guinea, visualizando la belleza de un país, pequeño, pero repleto de selva y dotado de regalos naturales sin par. Sentado ante el, con los brazos cruzados sobre mi pecho, me entusiasmaba todo cuanto me decía. Estaba enfermo de los riñones, no le funcionaban bien, causándole muchas molestias importantes y “bajas laborales”, por enfermedad. La esposa, finalizando sus quehaceres, se sentó con nosotros, y allí, junto a su marido, participaba animadamente en todo. Adalberto, ¿me permites, que oremos por ti? Pregunta mi padre con un tono cargado de amabilidad. Si, por supuesto, Eduardo, puede usted hacerlo, y es que estoy deseándolo para mi es un placer Allí, los cinco, inclinamos nuestras cabezas, mientras papá, uniéndose a su nuevo amigo, asido de su mano, oraba: 19 Padre, aquí estamos, ante ti, Señor, delante de mi tengo a Adalberto y a su esposa, tu sabes, cuanto te ama, y conoces muy bien su situación en España. Ahora mismo, te ruego por la enfermedad que le perjudica para que le sanes, en virtud de tu poder, y de la promesa que tu mismo dejaste en la Biblia, tu Biblia, Señor. Oro e intercedo por él, para que sea sanado, Señor, te lo pido en el nombre de Jesús, Amén El matrimonio, había sentido profundamente la oración. La Biblia que yo traía era nuestra, pero su verdadera propietaria, mi madre, se la regaló al marcharnos. Desconozco, por qué perdimos el contacto con él, pero al parecer, pocos días después se marcharon de Madrid, a otra ciudad. Tres años después, habiéndonos olvidado por completo de esa visita, organizamos en nuestra casa de Perales de Tajuña, un culto con todos nuestros amigos de esa época. Angelines y Ricardo, que hoy sirven al Señor en Suiza; Marisa y mi tocayo Juan José, su esposo; mi familia, y Maria José; Miguel Ángel el minusválido; René, nuestra vecina francesa, y otros mas. Maria José, una vez que habíamos finalizado la reunión sugirió que diéramos testimonio, hice uso de la palabra: Bueno, yo quisiera contar un testimonio, resulta que por la radio se hizo un llamamiento a favor de un muchacho negro guineano que estaba necesitado de un riñón, que estaba casado con una española, y le testificamos del Poder de Cristo. El creía...... Perdona un momentoMe interrumpió Angelines¿Sabéis de quien está hablando Juan José?, esta chica trabajaba en la casa de muebles “Mobelar”refiriéndose a la mujer de 20 AdalbertoLa hija de la amiga de Paquita.¿No has oído nunca hablar de ella? Le pregunta a Ricardo No, no recuerdo Si la que se casó con el guineano Continuó Angelines. Retomando la palabra añadí: Pues le estuvimos hablando de Jesús, y el nos dijo, que había estado estudiando en un seminario pero que lo dejó por que le dijo a sus profesores que el quería un Dios real no uno falso. Su hermano estaba muy grave, y los médicos no lo pudieron curar, pero en un país fronterizo, le dijeron que había un grupo de cristianos en la montaña que oraban por las enfermedades, eran misioneros. Allí se subieron y el niño fue sanado. Según me decía el niño estaba ya Terminal, pero fue curado por completo. Ese testimonio se quedó grabado en el corazón de Adalberto con enorme fuerza, y nunca lo ha olvidado. Cuando nos despedimos de él, le regalamos la Biblia de mi madre, y el otro día tuve un sueño con él: Le vi con la Biblia en la mano diciéndome: “¡El Señor me ha sanado, el Señor me ha sanado!” Está en BarcelonaInterpuso de nuevo Angelines, aportando después una interesante información y vive todavía, de vez en cuando viene a Madrid y es amigo de unas amigas nuestras. Pues fíjate, Angelinesañadía mi madreque esto fue hace tres o cuatro años, y ahora resulta que vosotros le conocéis, pues si le veis, habladle de nosotros, y el ya yo os dirá Mientras Angelines seguía hablando del guineano, mi madre, cerrando los ojos, sintió 21 la Presencia del Espíritu Santo, y lo único que expresaba era: ¡Santo!, ¡Santo eres Señor!,¡¡Aleluya! LA MADRE DE ALEJANDRO Un hombre joven, alto, con gafas, que a tenor de los gestos que realizaba daba la impresión que había sido sacerdote, o que estudió en un seminario católico, trabajaba de administrativo en el antiguo “Banco Atlántico”. Puntilloso y dialogante, utilizaba la palabra hasta marear cuando estaba en pleno diálogo. Creo que vivía en Alcorcón, Madrid, estaba casado, aunque desconozco si tenía hijos o no. Por los azares de la vida, o por las amistades compartidas, Alejandro, ya se había integrado rápidamente en nuestro núcleo de contactos y amistades. Deseando conocer en profundidad la Palabra de Dios, nuestro amigo asistía constantemente a todas las reuniones que se hacían por las casas. Creo que era amigo de uno al que apodamos “el de las ollas”, del cual no recuerdo su nombre. Tan curioso apodo correspondía según supe después a su costumbre por vender casa por casa, todo tipo de artilugios de cocina a las buenas “marías” que, armadas de santa paciencia, le escuchaban, quizá mas motivadas por cierta misericordia que por ese deseo de comprar artículos culinarios. El caso que es que este buen vendedor, se unió así mismo al grupo cristiano, y utilizaba su trabajo tedioso y cansino, para llevar la Biblia a quienes, seguramente, nosotros nunca lo hubiéramos hecho, y de esa manera, entre olla y olla vendida o no, terminaba la cuestión sentándose con las clientes, para compartir con ellas lo que él había aprendido de Cristo, 22 aunque se volviera de esa casa, sin la venta realizada. Alejandro, tenía a su cargo a su anciana madre, una señora muy mayor, que estaba prácticamente postrada en la silla o la cama, a causa de sus numerosos males. En una ocasión, en casa de unos conocidos comunes, se lamentaba, como es lógico por el mal estado de salud de la anciana; mi madre, mirándole con fijeza a los ojos, le dijo con seguridad: Pero vamos a ver,¿no tienes tu fe en el Poder de Dios? El hombre se sintió quizá un poco arrugado ante tamaña pregunta. ¡Doña Lola, ¡claro que sí! Pues qué estamos haciendo aquí, lamentándonos?inquirió con firmeza mi madre. ¡Vamos ahora mismo a tu casa! ¿A......a......a....ahora? ¡Si!,¿que haces ahí sentado?¡vamos muévete!, ¡va! Me parece que papá no estaba con nosotros en ese momento, pero poco después nos encontramos todos ante la anciana madre del administrativo del “Atlántico”, ese banco con el cual se quedó el Holding “Rumasa” del financiero Ruiz Mateos. Las piernas de la anciana tenían graves problemas de circulación sanguínea. Estaban en muy mal estado, con llagas y agrietamientos producidos por la mala circulación de la sangre. Mamá, dando un beso a la mujer, se situó frente a ella, pero dirigiéndose a su hijo le dijo, mientras yo leía, la epístola de Santiago en donde se dice que hay que orar 23 por los enfermos, ungiéndolos con aceite en el Nombre de Jesús: ¿Tú crees en el Señor? Si, ¡claro que creo! Pues ahora vas tu a orar por tu madre, y lo harás por sus piernas ¿Yo?, bueno, lo haré Como es preceptivo, a mi me gusta hacer las cosas lo mejor posible, y como la anciana estaba en “sus cabales”, hablé con ella sobre Jesús, y le dije que lo que íbamos a hacer era orar por su enfermedad, pero que si ella deseaba, podía confesar con su boca y creer en su corazón que Cristo es el Señor. Así lo hizo, de forma voluntaria, y consciente. Comenzamos a orar los tres, y con mucho cuidado, para no provocar ningún dolor en la mujer, colocamos su pierna un poquito en alto, con el fin de orar mejor ante ese mal. Emilio Alberto, trajo aceite de oliva de su propia cocina, y tras la solicitud de bendición del Señor sobre esa grasa de oliva, empezó el mismo, a pasarla suavemente por las zonas de las piernas que estaban ulceradas y ennegrecidas. Algo sucedió ante sus ojos asombrados. Por donde ungía, la sangre comenzaba a fluir de nuevo. Nunca había visto yo unos ojos tan grandes como platos, y eran los suyos presos del asombro. ¡Dios mío Juan José!, mirad, como fluye la sangre.....pero si está de nuevo circulando,¡que barbaridad!....y.. por allí, y por aquí.......... ¡ay mamá! ¡que el Señor te está sanando! Efectivamente, vio con sus propios ojos, cómo el Señor, realizó un verdadero milagro, como respuesta su oración, sanando las piernas de su anciana madre, quien pudo 24 volver a caminar. Un par de años después no sé si la señora falleció después por otras causas físicas, o por lo mismo, o por algo que se llama “años”, pero el caso es que todos vimos cómo esas piernas tuvieron un nuevo fluido sanguíneo delante de nuestros ojos, allí mismo, en ese instante. Algún tiempo después Alejandro, se integró en una organización prestigiosa evangélica como obrero aprobado, para servir al Señor: El Ejército de Salvación. HOMENAJE A VICTORIA. Cuando vivíamos en Madrid, mamá solía ir con frecuencia a la Puerta del Sol. Cualquiera que haya vivido en la capital de España, algún tiempo, extranjero o español sabrá y conocerá la enorme importancia que dicha Plaza tiene para la historia de la ciudad desde sus orígenes, y encontrará en ella, o en sus alrededores, al Madrid castizo, clásico, antiguo, típico, único, embriagante, populoso y magnífico. Es el corazón de la ciudad, no solo el centro de España. Rodeada dicha plaza por un conjunto de calles que hunden su historia en el Madrid de los Austrias y de los Borbones, sus habitantes nativos, auténticos madrileños que se resisten en sus antiguas tradiciones, son acogedores, variados y variopintos. Mi madre, amaba recorrer esas callejas populosas repletas de viejos y nuevos comercios, recorridas por personajes únicos e irrepetibles. Uno de ellos, era Victoria, una anciana con moño, regordeta, pobremente vestida, que diariamente se sentaba a la puerta de la antigua iglesia de: los Areneros para mendigar. Las arrugas de su rostro, entreveían una agitada vida, cargada de 25 penas más que de alegrías. No obstante, era la amabilidad y la dulzura dos virtudes que adornaban su carácter. Mi madre, cuando podía ir a verla no perdía tiempo, aprovechaba cualquier oportunidad, para hablar con esa mujer. No le importaba emplear toda la mañana charlando con ella, sentada a su lado. Tras esos vestidos rudimentarios, había toda una historia personal, resultado de esos años aciagos de la Guerra Civil y de los años que precedieron. El destino de las personas es impredecible, y puede cambiar como cambió el suyo. En 1936, cuando los militares españoles se alzaron contra el Gobierno de la II República Española, Victoria era la esposa del Alcalde del pueblo de Carabanchel, que con el paso de los años, y por el crecimiento de la ciudad, quedaría anexionado a la capital, convirtiéndose en barrio. Su esposo, tuvo que huir, a Francia, junto a varios miles mas, al terminar la Guerra, dejando a su mujer e hijo en muy precarias condiciones. Quizá, él como otros tantos pensaron que el Régimen de Franco duraría poco y que en poco tiempo podrían regresar a sus casas, pero no fue así, por que quienes se marcharon siendo tan solo unos niños de siete o doce años, jamás pudieron regresar, y quienes lo hicieron de jóvenes o adultos, tampoco lo hicieron. En Francia fueron integrados en campos de concentración y muchos de ellos se unieron a la lucha contra Hitler. Victoria, quedó en el desamparo. Tuvo que vivir de muchos trabajos duros, victima de la desconfianza, de la represalia, del rencor. Carente de toda ayuda, la pobre mujer con un hijo se debatió con fuerza para sobrevivir. Nunca pudo tener noticias de su esposo, al que amaba de corazón y los años pasaron lenta pero certeramente. Trabajando a destajo, no pudo salir de la miseria. Perdió la esperanza de volver a reencontrarse con su 26 esposo, y el amor se fue marchitando para dejar lugar a un recuerdo bello y hermoso, que quizá era su único tesoro. Llegó la vejez, y con ella, el alcoholismo de su único hijo. La anciana, que vivía en un cuartucho miserable del castizo Madrid, a penas obtenía dinero para mantenerse ella misma. Decidió pues, a pesar de ello, intentar ayudar a su hijo, quien trabajaba un día si y cuatro no, por culpa de su adicción al alcohol. Su amor de madre, le llevó a tomar una decisión, algo tendría que hacer para evitar que su hijo siguiera cayendo en el abismo. ¿Qué podría hacer?, lo único que sabía: acudir a la mendicidad. Todas las mañanas, la anciana, se dirigía a la puerta de la iglesia, para solicitar la ayuda del ajeno, del distante, de ese que pasa corriendo sin reparar que ese ser que hay sentado, es un ser humano y no una “cosa” que está allí de adorno. Todo cuanto ella recibía, lo guardaba para pagar a un hombre que se había hecho cargo de su hijo, el propietario de una pensión de mala muerte. Victoria, costeaba el gasto de su hijo, a él le daba lo mejor, ella se quedaba con lo peor: los insultos, las risitas de algunos, las miradas altaneras de quienes le tiraban una moneda, y las humillaciones del amor hipócrita de quienes aparentaban enternecerse ante ella. Sin embargo ella todo lo perdonaba y para todos tenía siempre una dulce palabra, sin quejas, sin rechazos, sin protestas. Incluso para ese marido que un día se fue lejos y con el que jamás tuvo ningún tipo de contacto, por que le amó, y por que le justificó, hasta el extremo, cuando le dijo a mi madre, en una de sus conversaciones de amiga a amiga: Yo sé que mi marido, habrá rehecho su vida en Francia, y si es así ¿Quién soy yo para estropeársela de nuevo?, ¿quien soy yo para negarle su felicidad?. 27 Así era la anciana, entregada y valiente. En una de las visitas que mamá le hizo, le confesó una enorme experiencia que había tenido en su lugar de trabajo, a la puerta de la iglesia, dos días antes: Vio como se detenía un automóvil delante de ella, un vehículo de lujo, y observó cómo de su interior descendió un caballero, ya mayor, apuesto, muy bien vestido, que expresamente se había detenido allí para entregarle a ella una cantidad de dinero de cierta importancia. También anciano como ella, las arrugas que se formaron con el paso de los años, las canas, y el encorvamiento de la espalda, no lograron ocultar la identidad del individuo que rápidamente se introdujo en el coche para marcharse y desaparecer en la selva de vehículos madrileños, era su esposo. El corazón de Victoria se llenó de emoción, de alegría, y aunque no pudo hablar con el, lo había reconocido completamente. No hubo palabras de queja, ni de reproche, ni de rencor, solo una íntima alegría por verlo al cabo de muchos, muchos años. Como viajamos a menudo fuera de Madrid, mamá perdió la comunicación con esa noble mujer. Un día, pasado algún tiempo, la buscó pero Victoria ya no estaba. Se fue. Seguramente nadie se acuerda de ella, su nombre ha sido borrado de la biografía popular de los madrileños. Probablemente su hijo ya no esté entre nosotros, a lo mejor ni se casó, por lo cual no hay quien recuerde a Victoria, pero si está en la mente de alguien, seguramente es en la de Dios, por que la anciana, era creyente. Quiero pues, hacer un paréntesis en esta crónica de “Aquellos años......” y recordarla haciéndole este pequeño y modesto homenaje: ¡Por Victoria!. 28 JUVENTUD CON UNA MISION EN ALMERIA Buscando entre los documentos mas viejos del archivo de mi padre, me ha aparecido un texto, no sé si escrito por él, o bien que llegó a sus manos en los años que asistíamos a la Iglesia Evangélica de Calatrava. Su estilo literario no es suyo, pero recuerdo, que le gusto tanto que mandaría hacer un buen número de fotocopias, para repartirlas después. Aprovechando un viaje de vacaciones, en el verano del 73, invirtió buena parte de los días libres, en Almería para distribuirlos a todos los conocidos que tenía en esta ciudad. Diré también que no todo el mundo atendió bien a su amable invitación para su lectura. Una vez que ha aparecido el texto, deseo reproducirlo en su totalidad, no obstante, fue una apertura preliminar, que le ayudaría posteriormente a traer a Juventud con una Misión a Almería: “Es maravilloso sentir como el Señor responde a nuestras oraciones y muchas veces nos sentimos llenos de asombro, pues le pedimos paciencia, y nos encontrarnos conque nos envía tribulaciones sin darnos cuenta de que precisamente la aflicción ejercita la paciencia, le rogamos al Señor que nos haga sumisos y obedientes enviándonos después sufrimiento, pruebas duras, ya que el cristiano autentico aprende la obediencia por los sufrimientos. Le decimos también: “¡Haznos generosos”!, y El nos proporciona muchos momentos para que podamos sacrificarnos con el pensamiento y el alma puestos en las cosas de los demás, brindándonos incluso ocasión para dar nuestras vidas por nuestros semejantes. En nuestra ansia de conocerle mejor y vivir mas intensamente una vida cristiana, le pedimos victoria, y las 29 cosas del mundo vienen a nosotros como una auténtica tormenta, con sus grandes tentaciones, pero esta es la victoria, la que pone al mundo por debajo, sometiéndole por nuestra fe. Buscamos con mucho amor, fuerza, paciencia y humildad, pero después la visita de Satanás se hace patente en nuestras vidas, y sufrimos tormento, clamando al Señor para que nos libre y rogándole que lo aleje de nuestras vidas. Le imploramos a Dios que nos acerque mas a Cristo Jesús, y el Señor frecuentemente, corta los lazos naturales y permite que muchos de nuestros mejores amigos entiendan mal nuestras palabras y hechos, interpretándolos erróneamente, y sus actitudes parecen indiferentes hacia nosotros, y El nos llama a caminar solos por los senderos de la vida. Imploramos muchas veces con clamor : “¡Danos amor, Señor! !danos amor!” y nos encontramos con nuevos problemas, impensados; que surgen de dentro sin saber cómo ni porqué, situándonos en medio de personas que nos parecen hostiles en sus actitudes, y El permite que esas personas digan cosas que llegan al corazón, y todo ello es para que aprendamos que el amor es muy bueno, que tolera larga e indefinidamente, y que el auténtico amor nunca jamás se siente provocado, porque es Don el Espíritu Santo, que tolera, cree, espera y soporta todo, porque el amor nunca falla. Deseamos ser imagen viva de Jesús, y he aquí la respuesta: “Te he elegido a ti del horno de la aflicción y, ¿puede tu corazón soportar o tu mano ser fuerte?. ¿Eres capaz?”. Y en el horno, El nos funde en parte de su propia compasión y bondad, enseñándonos cómo llevar las cargas de los demás, y aprendiendo cómo se debe vivir pidiendo amorosamente por los enfermos y afligidos. 30 Ahora bien, esto es solo transitorio. A los que perseveremos nos espera un Premio eterno y maravilloso de gozo y gloria en la próxima venida de Nuestro Señor, para la cual debemos estar preparados en todo momento, porque cómo dice el Apóstol Pedro: “nuestra dificultad presente es grande, porque el tiempo es poco y corto, y por ello debemos afanarnos en trabajar para el Señor buscando su mayor gloria. Si nuestras mentes están en las cosas que se ven, lo estarán para un período de tiempo sumamente limitado, pero si tenemos el pensamiento puesto en todo lo que no se ve, pero se siente, estaremos preparados para lo eterno. Aceptar al Señor como salvador personal es una experiencia tan maravillosa como sencilla, y solo se necesita abrir el corazón de par en par, con todo el amor posible, e invitar a Jesús para que El tome nuestras vidas y las transforme, entonces sentiremos el gozo del Espíritu Santo, los ríos de agua viva, porque para nosotros es la promesa de Salvación, muestra tu corazón al Señor, dile que te liberte de las cargas y la suciedad, el lo va a hacer porque dijo: “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar, llevad mi yugo sobre vosotros, aprended de mi que soy manso y humilde de corazón y hallareis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” Dale las gracias al Señor, y El intercederá ante el Padre por ti, y serás salvo. Unos amigos de Juventud con una misión, en la base militar de Torrejón de Ardoz, en Madrid, con su pastor Daniel Secristh a la cabeza, decidieron evangelizar en algunos puntos de la costa mediterránea. Papá, amigo personal de Secristh, le había ofrecido nuestro piso de Almería, por entonces cerrado y utilizado solo para veranear. Veníamos con alguna frecuencia por aquí, pero mayormente 31 en verano, para los baños en el mar. En esos años, pensamos que la casa podría ser útil para la obra de Dios. Secristh contento con el ofrecimiento organizaría un grupo para estar todo el mes de Agosto, en esta ciudad. Como yo en ese momento, colaboraba mucho con ellos, decidí acompañarles en el viaje. Éramos un grupo muy variopinto por no decir: curioso. El guía, un norteamericano de pura raza, responsable del grupo, y conductor terrible de la furgoneta. Vita, una muchacha chicana que había estado valientemente repartiendo folletos cristianos en el Kremlim en Moscú, en plena época de Breznev. Manuel y Linda, el puertorriqueño, ella norteamericana, a la que yo miraba constantemente, por que nunca entendía que sus padres le hubieran puesto ese nombre latino, indicativo de belleza femenina, por que a mi parecer no concordaba mucho con la realidad. Alguno otro más y yo. EL trayecto, por la carretera nacional que unía Madrid, con Almería, se movía un furgón casi tartana, de matrícula estadounidense, que el centro de todas las miradas, tanto de guardias civiles como del público en general. No me explico cómo ese vehículo podía rodar. Puede ser que las señales de tráfico españolas fueran distintas para los ciudadanos norteamericanos. Lo cierto es que nunca pasé más miedo. Delante, al lado del conductor, íbamos dos, yo y Manuel, cuando allí solo había dos asientos. Detrás todos, sentados de cualquier forma, pues el vehículo carecía de asientos traseros. Llevábamos colchones,, maletas, y demás, de modo que si algunos viajaban cómodos eran los de detrás. Menos mal, que entonces no existía el carné por puntos, por que si hubiera sido así, nos meten a todos en el calabozo, “furgo” incluida. Bueno, ésta con toda seguridad al desguace. Parece, que en esa época llevar una matrícula norteamericana era algo así como “una patente de corso”, para ir de un lado para 32 otro, sin que nadie nos detuviera. A mis 16 años, eso era una novedad, por que no todos los adolescentes españoles podían decir que compartían viaje con ciudadanos de los EEUU. Marc, que al parecer se animaba a ir lo mas rápido posible, o no conocía el “prohibido adelantar con cambio rasante”, o su fe demostraba ser muy potente, por que la mía, sin duda alguna flaqueaba mucho. Allá nos lanzamos, obligando a los vehículos que venían de frente, a salirse un poco de la carretera. No sé por qué no recuerdo los rostros de sus conductores. Dicen que nuestra psicología, borra algunos malos recuerdos, será eso. Así una vez y otra. Las líneas continuas, deberían ser como bonitos dibujos en la carretera, por que línea que venía, línea que pisaba valientemente. Menos mal que en ese momento no había tanta circulación como hoy y que los servicios de la Guardia Civil se parecían mas a los actuales servicios mínimos. Si nos hubieran puesto multas, los guardias tendrían que encargar varios boletines, con uno no bastaba. Seguramente nos las pusieron, pero en tiempos de Franco, ¿que guardia civil se atrevía a enviar un grupo de multas de una respetable furgoneta norteamericana a la base de Torrejón?. ¡Ninguno!. Después de una larga jornada con paradas incluidas y con muchos sustos, (los que yo sufrí), llegamos a Almería. ¿Tu no sabes que ese círculo en rojo, con dos automóviles, es que no puedes adelantar? Le pregunté con resuello en el cuerpo. Pues............no lo sabía Yo debería haberle enseñado, pero o el miedo me tenía con la boca cerrada, o era muy tímido. Lo segundo. Hoy no, ¡cosas de la vida!. Allí nos instalamos. Mi piso, tenía, cuatro habitaciones y un solo cuarto de baño, muy pequeño. Por supuesto también estaba la 33 cocina con un diminuto lavadero a mano. Era un cuarto sin ascensor, que parecía la subida al Everest. El director una vez inspeccionado el interior del piso , no lo dudó, quedándose con la alcoba, la de mis padres, cedida por ellos. Los demás se hicieron con las dos restantes, y yo me automarginé, a la más pequeña de todas, estaba dotada de un sencillo camastro del cual salían mis pies al acostarme con muchos ruidos metálicos, ese era un poco el cuarto trastero nuestro. Mis padres irían 15 días después. Les acompañó una de las hijas de Araujo, Litas. La convivencia se desarrollaría con normalidad, aunque se impuso a toda costa el estilo de vida norteamericano, excesivamente individualista y poco solidario, a mi manera de entender la vida. Papá se presentó allí, para pasar su descanso oficial. Gracias a Dios, mi gente ha sido siempre muy práctica, y con rapidez, se organizaron. Todos contentos. Habíamos venido a predicar a Cristo. A un así, mamá muy amiga de Vita, pudo hablar con ella en privado muchas tardes, de mujer a mujer de amiga a amiga. Ella fue en ese momento, el paño de lágrimas de la chicana. Mi madre, se daría cuenta de la situación interna del grupo y de sus necesidades. La mujer, decidida a ayudar en lo que pudiera, iba todos los días hasta el Mercado Central, situado a más de dos kilómetros de la casa, trayecto que se hace con el autobús o el vehículo propio. Ella, percibiendo la hambruna que me causaban los enlatados alimentos norteamericanos traídos desde la base militar, los arrinconó y remangándose la blusa, se hizo cargo de la cocina, echándonos a todos de ella, americanos incluidos, y como trajo un saco de patatas con no sé cuantos huevos, nos preparó allí una suculenta tortilla de patatas española, de esas de “dos pisos”, es decir de gran tamaño, que tantos jugos 34 gástricos producían en mi estómago, nada mas verla en la mesa, con ese olor tan suculento, causantes de mi irremediable deseos de comérmela toda, si fuera posible. El responsable, que no conocía para nada la cocina española, se comería su primer trozo, y sin decir nada, cada día, iba a aumentando su porción, como todos. Yo, que en casa tenía fama de comer mucho, me quedé de los últimos. Aquellos aguerridos cristianos estadounidenses, no dejaban en los platos, ni un trocito insignificante, por que si algo quedaba libre de ingesta, se encargaban de comérselo con la ayuda de un buen trozo de pan español. Mis padres se miraban. Eduardo,¿tu ves como se lo comen todo?.¡Dios mío, si aquí trabajo mas en la cocina que en casa!, ¡es que no queda nada de nada! La pobre de mi madre, todos los días, aparecía en casa, con enormes bolsas de comida. Aunque teníamos un pequeño frigorífico, era todo comprar y comer. Incluido yo también. Comenzamos a trabajar para el Señor, todos los días, después de hacer un culto y un estudio bíblico, salíamos a la calle. Aquello fue una novedad, por que por primera vez en la historia de la iglesia evangélica de Almería, un grupo de jóvenes internacionales, evangelizarían a la juventud almeriense. Hice, lo que pude, trayendo a casa, a mis antiguos amigos de Almería, de mi infancia veraniega. No era suficiente, haría falta algo más, y para ello, se prestó mi padre, que con su habitual diplomacia, pudo conseguir que a “Juventud con una Misión” se le abrieran las puertas por completo, y contaran incluso, con el “visto bueno” de la misma Iglesia Católica en Almería. Si hay un plan de Dios, con Jcum, éste se tiene que cumplir. Voy a orar para que ellos puedan predicar en cualquier parte de AlmeríaDiría papá con seguridad. 35 Después de hacerlo, mientras mi madre, cumplía con su labor, sudando la gota gruesa en la cocina, haciendo no sé cuantas tortillas españolas, pareciendo ese lugar una granja a juzgar por la cantidad de huevos de gallina que había, mi padre se fue directamente a la “Voz de Almería”, el único periódico existente entonces, de amplia demanda, y allí, entrando en el despacho del director, conseguiría para Juventud con una Misión un amplio reportaje a toda página. Por allí empezó el testimonio. No contento con eso quedaban dos frentes aun. Uno de ellos el Obispo de la Iglesia Católica. Supo granjearse la amistad del secretario, y gracias a ello, se pudo realizar un encuentro con él, en el Obispado, y a pesar de las diferencias teológicas, éste, emitió una carta oficial, dando la “Bienvenida” a Jcum, animándoles en su empeño evangelizador en Almería. Faltaba pues, solo el último contacto, la Iglesia Pentecostal de Almería. En ese momento, pastoreada por el hermano Guillermo, de nacionalidad inglesa, quien en todo momento, se ofrecería con gran voluntad a los miembros de Juventud. Era lógico, así tenía que ser, y fue. Coincidió, la visita de JCUM con la llegada de un grupo de jóvenes gibraltareños y británicos, que estaban de ruta evangelística. Allí, en el comedor central de mi casa, todas las tardes venían muchachos almerienses que habían recibido el testimonio de los nuestros. Muchos de ellos, se llevarían su Nuevo Testamento. Visitamos numerosos hogares, regalamos Biblias. Nos íbamos al Parque Nicolás Salmerón, con la guitarra, a predicar el evangelio. Nunca tuvimos problemas con la policía, gracias a la carta obispal que se les dio por la acertada gestión de papá. JCUM fue necesaria en la labor misionera de Almería, en una época difícil, en la que España comenzaba a despertar lentamente de un largísimo sueño de siglos. 36 Fueron días, agradables, de testimonio, y de sudores para mi madre, pero al fin y al cabo, se fue para una labor y ésta se hizo. Desconozco en realidad, cuantos pudieron haberse convertido, pero lo que sí se es que no siempre podemos regresar con un balance de no sé cuantas personas convertidas, pues la labor no es convertir, eso lo debe hacer Cristo, es cosa de Él, la nuestra es llevar su palabra, existan conversiones o no. El caso es que por primera vez, en la historia, de la evangelización en Almería, Jcum, estuvo allí, sembrando la semilla. Hoy, 30 años después hay numerosas iglesias y grupos cristianos, ¿pudiera ser que algunos de esos testimonios impartidos por Juventud, haya fructificado?, sencillamente, no lo sé, pero.....¡quien sabe!. Las reuniones eran muy numerosas, y los vecinos estaban asombrados de ver cuanta gente subía y bajaba por las escaleras. Recuerdo a un pintoresco amigo nuestro de etnia gitana Santiago, que asistió a los cultos de JCUM. Su mujer, señora de cara muy arrugada, era 10 años mayor que él. Nunca supe, por qué venía ella en realidad, por que, Manuel el puertorriqueño lucía en su dedo un fenomenal anillo de su graduación universitaria, y esté destacaba tanto que la dama le preguntaba continuamente por el. El caso es que por lo que fuera, yo fui testigo en aquel 1974 del inicio de la obra evangélica entre los gitanos, ya que ese amigo fue de los primeros conversos a la fe. Ese mismo año, viajé con mi familia a Málaga, no recuerdo con que asunto, y Santiago, se vino con nosotros por que él tenía que visitar a unos conocidos de esa ciudad. Esa familia, nos albergo, y como resultado de ese primer contacto, mantuvimos una larga amistad que ha durado hasta los días de hoy. Como yo había adaptado mi furgoneta, y detrás había una pequeña cama, en la que viajaba papá acostado leyendo libros y periódicos, 37 decidimos que nuestro amigo, hiciera lo mismo. El insistió en hacerlo en el suelo del vehiculo, previamente adecentado y limpio, y que mi padre lo hiciera en la camilla. No hubo problema alguno, excepto cuando yo tuve que tomar una mala y difícil curva, y aunque lo hice con toda prudencia, y no había peligro alguno, el volantazo provocó que mi padre, a quien le sorprendió leyendo, diera una vuelta inesperada y cayera de bruces, cara con cara, nariz con nariz, pierna con pierna sobre el sorprendido Santiago; las gafas de papá quedaron algo torcidas y la nariz de Santiago un poco magullada. Allí los dos, amontonados, les fue difícil reincorporarse, dada la estrechez soberana. Yo no podía detener el vehículo, la carretera no me lo permitía, así que los dos, con dificultades se incorporaron como pudieron. LA GRAN CAMPAÑA EVANGELISTICA “BOETTICHER Y NAVARRO”. EN En Septiembre de 1980, tuvo lugar una gran campaña evangelística, en el campo de deportes de la empresa “Boetticher y Navarro”, situada en el barrio de Villaverde Alto, que duró aproximadamente un mes completo. Todos los días, se evangelizaba, y orábamos por los enfermos. Allí a diario orábamos por los enfermos, y hubo milagros constatados. Colaboramos todo lo que pudimos con el desarrollo de la campaña, y gracias a Dios, El se manifestaba con poder y gloria. Quizá lo mas importante no eran las sanaciones, que desde luego ayudaron a muchas personas con diversas dolencias, sino cómo el Señor se manifestó en las conversiones. 38 Recuerdo que, a lo largo de este encuentro, tuve un sueñovisión: El Señor me mostró que debía entregar mi Biblia personal a una persona. A aquel ejemplar, le tenía afecto, ya que en ella, había escrito pensamientos, versículos, e incluso mensajes que Dios me había dado, y que por nada, estaba dispuesto a soltar ese ejemplar. Era MI Biblia, y no había otra para mí. Se me olvidó por unas horas el mensaje del sueño, y al día siguiente, estando en la oración por los enfermos, me encontré a un padre desesperado por la enfermedad de su hija. Al parecer, ese señor estaba decepcionado, por que la pequeña no se había curado. Todo permanecía igual. Aun lo recuerdo perfectamente, casi como si su rostro se hubiera reflejado en mi mente como una fotografía. Cuando amamos a nuestros hijos, intentamos todo lo que esté a nuestro alcance para ayudarles, en muchos casos, hasta la misma renuncia personal a nuestros placeres, llegando incluso a la misma ruina económica. Aquel desconocido caballero, seguramente lo había intentado todo, a la desesperada. Quizá debió recurrir a la medicina una y otra vez, y ésta a veces solo puede hacer lo que puede hacer. Tiene un límite, pese a los avances científicos. Al terminar me lo encontré, estaba decepcionado, pero no sé por qué razón, salió un oportuno deseo desde mi corazón, de regalarle mí querida Biblia. El angustiado padre, la aceptó y se la llevó introducida en el carrito de minusválido de su hija. Nunca supe nada más de él, no le volví a ver jamás, no me dio tiempo ni siquiera a preguntarle su dirección ni su nombre, pero lo que sí sé es que después recordé el sueño: ¡Era la misma persona! En la retina de los recuerdos de aquellos días, hay uno de ellos, que golpea mi corazón con especial fuerza. Conocí a una familia, muy 39 humilde, que vivía, en el pueblo de Torrejón, muy cerca de la antigua base militar Norteamericana. Estaba formada, que yo recuerde por los padres, muy humildes, y una niña de aproximadamente diez u once años. El padre, humilde taxista, había venido desde su pueblo natal, como emigrante, para trabaja, con el fin de hacer para los suyos un porvenir, que tenazmente día a día luchaba para conseguirlo, empleando para ello, muchas horas al volante de su Seat 1500. Su esposa, humilde costurera, que de tanto coser para los demás, tenía que usar unas gafas de cristal grueso. Recuerdo de ella, sus dulces expresiones, y sus exquisitos modales al hablar. Su única, padecía una severa enfermedad que la mantenía totalmente postrada en una silla de ruedas, complicada con un notable retraso mental. Era totalmente dependiente de los suyos, no podía hablar. No controlaba los espasmódicos movimientos de sus extremidades. Los padres, pacientemente, día tras día, venían todas las tardes, para buscar la sanidad de su pequeña muy amada. No obstante, el final de la campaña se acercaba. Sería sobre el “veintitantos”, cuando, al terminar el culto, decidí quedarme con el fin de prestarles alguna ayuda con la menor, que movía sus brazos de manera descontrolada, una y otra vez, mientras, la saliva salía por la comisura de sus labios. La fina mano de su madre de cabello corto, acarició el rostro inexpresivo de la niña, mientras algunas lágrimas comenzaron a caer en el pavimento del campo deportivo. Esas gotas también lo hacían sobre mi propia conciencia. La humilde costurera, que a lo largo de los días, había visto y oído, sobre el Poder de Dios, tras recoger en su sencillo corazón de madre el mensaje diario del pastor evangelista, miraba con fijeza a los ojos de su hija. No hubo reproche contra Dios, ni una sola queja, ni un preguntarse el por qué de su 40 no sanidad, nada, tan solo surgieron de sus labios, un conjunto de palabras trémulas, que lograron dejarme vacío de preguntas y lleno de un mensaje de amor, que yo no esperaba en ese momento: Si la enfermedad de mi querida hija, sirve para que otros niños necesitados sean felices, yo la serviré siempre a ella con todo mi amor, hasta el final de sus días. Nunca vi. tanta generosidad. Allí aprendí como es el amor de verdad, y por tanto, tomando como figura al expresado por aquella mujer sencilla, así es el amor de Dios, hacia toda la Humanidad. El entregó a su propio hijo para que todos pudiéramos ser felices. Tan sencillo como eso, así de simple. Sin más. Todo lo demás es pura añadidura y palabrería. Hice amistad con Pedro un joven que padecía parálisis cerebral, o algún mal neurológico que le impedía moverse con normalidad pero podía hacerlo y realizar su vida. No mantenía bien su cabeza, y los movimientos de sus brazos eran muy descontrolados, pero a pesar de sus dificultades, había aprendido a caminar bastante bien, sin la ayuda de nadie. Cuando corría, lo hacía de una manera muy extraña, con los brazos abiertos, manos cerradas, la cabeza de un lado para otro con movimientos bruscos, pero lo lograba. Quienes ya le conocíamos, no le dábamos la mayor importancia. Siempre alegre, con su Biblia en todo momento, compartía con quien quisiera oír, el mensaje de Cristo. Toda su infancia de hospital en hospital, de tratamiento medico, en tratamiento medico, de aquí par allá. Antes de conocer a Cristo, su cuerpo estaba por completo encogido, incapaz del mínimo movimiento controlado por el mismo. Los espasmos eran constantes, y no obstante, desde el día que comenzó a orar, su mejoría fue enorme, hasta el punto que pudo 41 ser una persona independiente casi por completo. Uno de esos días de campaña, estaba sentado en la parte mas alta de las gradas deportivas, detrás del púlpito del predicador, desde esa privilegiada posición podía verme, pues yo siempre me situaba en el terreno. Al finalizar, no quiso marcharse sin despedirse de mí, y desde esa zona, comenzó a correr, saltando, con el objeto de alcanzarme. Le vi desde lejos, realizando su extraña carrera, para él, llena de dificultades, pues tenía que descender rápidamente. Me quedé parado saludándolo, y él con mucho ánimo y alegría, se apresuró. Una señora que estaba con sus hijos sentada en las gradas mas bajas, a mitad de camino entre los dos, le vio venir, haciendo, extraños movimientos de todo tipo, y se asustó tanto, que con toda prisa, recogió a sus niños, apartándose lo antes posible de quien se le venía encima. No sé quien corrió más, él o ella. De lo que sí estoy seguro es que el muchacho no se dio cuenta. La mujer debió darse un gran susto, pues, siendo ya de noche, con las luces del campo apagadas, ver cómo aparecía de pronto alguien así, corriendo hacia su donde estaba ella, con los brazos casi en cruz, la cabeza ladeada, y con un gesto forzado en el rostro, sería algo que no se lo esperaba. Pedro saltó la valla, como un deportista para abalanzarse sobre mí, abrazándome lleno de alegría. Era un cristiano que vivía a Cristo. Poco después, tuve la oportunidad de conocerle mejor pues como le había prometido una visita a su iglesia, era mi deseo hacerlo. Su alegre carácter llenaba el ambiente. Siempre alegre, rebosaba simpatía por como él decía: Cristo es Señor. Tanto deseo ardía en su corazón que sin titubear un momento, a pesar de las dificultades físicas que soportaba, se iba con el resto de los miembros de su iglesia a predicar puerta por puerta. Su torcida boca, no era ningún impedimento, 42 para hacer lo que tenía que hacer, y las notorias dificultades de pronunciación no le servían de justificación cuando compartía lo mucho que Cristo había hecho por él. Me parece que era el tercer día de la campaña. Todos, reunidos, en el campo, frente al estrado pastoral, en el cual una pancarta de tela, anunciaba: “JESUCRISTO ES EL SEÑOR” La predicación versó sobre el arrepentimiento y la conversión. El pastor, con autoridad y denuedo contó el testimonio de una mujer ecuatoriana, que en la ciudad de Quito, había sido prostituta a lo largo de muchos años, pero la suerte le cambió cuando, ella, después de muchas vicisitudes, tragedias personales, problemas de toda índole, en una Gran Asamblea cristiana, decidió entregarse a Cristo. Ella misma, contaba el predicador, se hizo con el micrófono, para proclamar a los cuatro vientos, que su vida había cambiado con Cristo, y que en esa misma reunión había hombres que la conocieron en su época de prostituta, pero que gracias a Dios, pudo salir de la “zona roja” a la Luz de Cristo. El predicador hispano, contaba con la cuantiosa ayuda de un grupo de creyentes, que en ese momento intercedían por él a cada momento, y quizá sea por eso, el Espíritu de Cristo descendía sanando de males espirituales a muchos. Al finalizar la oración por las personas que estaban enfermas, oí un tumulto. Una gran algarabía se apoderó de cierta parte del público. No sabía que era lo que estaba pasando, procuré abrirme paso entre la multitud que nos apretaban, hasta llegar al lugar del suceso, un joven paralítico, muy grueso, que usaba un aparato ortopédico para caminar y dos muletas, comenzó a hacerlo, dando tímidos pasos, levantando las 43 muletas al aire. El jaleo fue grande, todos gritaban: “¡Gloria a Dios!”. Aquella campaña que duró todo el mes, supuso la conversión de muchos que nunca habían escuchado la palabra de Dios de esa forma. No sería la primera, ni la única, por que a pesar de la oposición de fuerzas sociales imperantes en este país, nada ni nadie iban a poder frenar el cambio que se nos venía encima, y no hablo de cambios políticos que también, sino del espiritual. A pesar de que desde la década de los 80 España ha tenido un proceso de laicidad social notable, quizá como respuesta a la presión extrema realizada en el régimen del General Franco, sin embargo, el crecimiento exponencial, con dificultades desde luego, de las iglesias de tipo evangélico, ha ido en aumento. Entidades benefactoras como Betel, Remar, y otras, dedicadas a la lucha contra la droga, empezaron por entonces, hoy están en todos los continentes de la tierra, con numerosas obras sociales cristianas en marcha en todos los frentes necesitados. Filadelfia, la iglesia del pueblo gitano, ha dado un salto cualitativo hacia delante. Asambleas de Dios, bautistas, y otras denominaciones, han visto ampliadas sus campos de trabajo y misión. Y la Renovación carismática, ha aumentado está soplando como un viento recio en todas las iglesias. 44 Mi padre, con la cabeza inclinada, orando por la niña de Torrejón de Ardoz, que está sujetada por sus padres. -“Si la enfermedad de mi querida hija, sirve para que otros niños necesitados sean felices, yo la serviré siempre a ella con todo mi amor, hasta el final de sus días”.- 1ª/ La gente, recibiendo al Señor. 2ª/Papa, al orar, ayudando a caminar a una niña minusválida. 3º/”Jesucristo es el Señor”. Fueron decenas las personas que contaron testimonio de sanidad física, pero muchas más aquellas que a lo largo del mes que duró la campaña, se convirtieron a un Dios vivo, que responde a las oraciones. Mas tarde la prensa publicaría artículos completos sobre ese acontecimiento público. La Campaña de Boeticher y Navarro pasó a la historia como un punto de reflexión y de inflexión para muchos. 45 EL GOLPE DE ESTADO 23FEBRERO1981 Fui a filas, es decir, a prestar mi obligación con el Estado, para hacer el Servicio Militar, que por ese entonces, y hasta hace poco, era obligatorio para todos los españoles mayores de 18 años. Por diversas razones, yo lo hice a los 24 años. El Campamento de Instrucción lo realicé en la bella ciudad extremeña de Cáceres, patrimonio de la Humanidad, por su casco urbano medieval, de indudable valor artístico. Extremadura es una comunidad, excitante, cautivadora, cargada de presencia humana desde la Prehistoria. Sus paisajes naturales son de enorme belleza natural, se respira a campo por donde se vaya. Sus ciudades han acumulado tal patrimonio del ayer, que pasear por ellas es todo un deleite para el ánimo. Sin embargo, poco pude ver de esa parte de España, por que a lo largo de los tres meses de instrucción militar, no me permitieron salir fuera del campamento. Allí en mi campamento, entre reclutas como yo, y en la convivencia obligada tuve la oportunidad de dar testimonio de mi fe cristiana. Andaba con la Biblia por todos los lugares, y no tenía 46 preocupación por la misma, ya que si la perdía, me la devolvían. Tenía ciertos temores, sobre mi fe, pensaba que podría ser un obstáculo, otros cristianos evangélicos, si tuvieron problemas, en esos años, pero desde el primer momento, me propuse ser uno mas, pero con mi fe inmutable. No me iba a ocultar, ni debía hacerlo. Desde el comienzo, me presenté como lo que era, cristiano de fe evangélica. La convivencia fue en general muy buena, incluso mis superiores, no objetaron nada al respecto. Al finalizar la Instrucción Militar, me destinaron a Madrid, pero antes de integrarme a mi nuevo destino, al cuartel de Sanidad Militar “Arteaga” en Carabanchel Alto, Madrid, me gasté cuanto dinero pude, comprando numerosos libros de : “ La Cruz y el Puñal” y “Corre, Nicky, Corre”, para regalárselo a todos mis compañeros . Para mi eso fue algo perfecto, ya que me quedaba en casa, junto a mis familiares. Al llegar a mi ciudad, coincidió que estaba de baja por enfermedad, pues había alegado ciertos problemas en mis pies. Tenía que ir al Hospital Militar “Gómez Ulla”, para unas sencillas revisiones. No necesitaba ir uniformado, y estaba residiendo en mi propia casa, unos días. Era una época de cambios muy rápidos en la sociedad española, porque por ese entonces, era Presidente del Gobierno, Don Adolfo Suárez, que la frente del partido que le sustentaba, la U.C.D. El presidente, estaba atravesando por un momento político muy duro, pues había presentado la dimisión tanto de su partido como de la Presidencia del Gobierno. Suárez, con el apoyo de SM el Rey, ha sido quien de forma muy valiente fue capaz de traer la democracia a nuestro país, mediante un proceso de trasformación política del anterior régimen, llamado: “la Transición”, un ejemplo de cambios drásticos sin violencia. Ha sido siempre un hombre muy honesto, consecuente y muy valiente, pues tenía 47 delante de él toda una estructura social y política llena de elementos subversivos enquistados heredados de la época de Franco. España empezaba a caminar en Democracia, torpemente pero con firmeza. Los españoles tuvimos que aprender a sentarnos para dialogar, desde todas las opciones políticas. En las Cortes Generales se aprobaron leyes fundamentales que salvaron a la nación de un desastre. Aun estaba muy claro el recuerdo de la Guerra Civil, habíamos llego a la boca de salida del túnel oscuro del Franquismo, y los miedos eran públicos y notorios. Sin embargo la sociedad española estaba llena de ilusiones para el futuro, había un encanto general, se veía, se respiraba, se tocaba y se sentía. Aquel 23 de Febrero, estaba yo en mi chalet de Perales de Tajuña, con mis padres. Tenía que ir en esa semana al Gómez Ulla, para una revisión sencilla, por lo cual disfrutaba de una baja en el Servicio Militar. No podía ni sospechar lo que esa tarde sucedería en la nación. Recuerdo que ese día, aunque frío era soleado, y me dio por pensar cual sería mi decisión si acaso en España, unos decidieran volver al pasado reciente y otros, optaran por la Democracia recién estrenada, yo optaría por la Libertad. Lógicamente, como cristiano, mi decisión estaba encuadrada en el amor, en el servicio a mi país en la fe, nunca por la violencia. Fuimos esa tarde a casa de mi hermano Florentino en Villaverde Bajo, pasando algunas horas con ellos. Al regreso, cenamos y nos fuimos a dormir. A las once de la noche, papá, muy excitado y nervioso me despertó bruscamente, para decirme: “¡Han dado un Golpe de Estado!” No hice mucho caso, algún país de Centro en Honduras, así poco más, pero mi pues pensé que sería en América, en Nicaragua o que opté por dormir un padre estaba viendo la 48 televisión española en su habitación, aquello me pareció ya muy raro. Me senté a su lado, y no creí lo que veía: un grupo de Guardias Civiles, apoyados por la División Brunete, había entrado en el Parlamento Español, y bajo el amenazador mando del Teniente Coronel Tejero, el Gobierno y todos los partidos políticos presentes en las Cortes fueron secuestrados a punta de pistola. El país, enmudeció de miedo e incertidumbre. Varios generales apoyaban el golpe. Milans, en Valencia, sacó todos los tanques a la calle y tomaron posiciones estratégicas. Todas las tropas fueron acuarteladas en toda la nación. El General Armada, que había sido ayudante del Rey también, apoyaba la operación, iba a ser quien se hiciera cargo de la presidencia del Gobierno impuesto por ellos. Los franquistas se frotaban las manos de alegría, y al recuerdo colectivo llegaron imágenes de la Guerra Civil. Fue la noche mas larga de la Democracia. Pocos fueron los españoles que se fueron a dormir esa noche. Todo el mundo esperaba qué iba a hacer el Rey de España, pero pocos sabían que los cristianos clavaron sus rodillas en el suelo, y comenzaron a orar con insistencia, con un clamor más fuerte que el ruido de las ruedas de los tanques valencianos. “¡Señor toma tu control de esta terrible situación, que el golpe de estado no siga adelante, Señor, ayuda a nuestra nación” Oramos en casa con toda nuestra fe y confianza. Días más tarde, Ángel, el pastor gitano me decía: “El Señor me puso a orar, yo que nada tengo que ver con la política, y sin embargo estuve toda la noche orando” Sería aproximadamente a la una de la madrugada cuando el Rey, habló a la nación 49 para apoyar explícitamente a la democracia, dando órdenes a todos las capitanías generales de los tres ejércitos: Tierra, Mar y Aire, de apoyo al Gobierno democrático, y desautorizando al Golpe. Su misma residencia, la Zarzuela, se dijo después estaba amenazada por tanques. Las tranquilizadoras palabras de Don Juan Carlos, fueron un alivio para la nación, pues poco después, todos los grupos que habían participado en la trama, se fueron deshaciendo. Los mismos guardias civiles que entraron en el Parlamento, lloraban de alegría al saber que la Democracia había sido salvada, pues muchos confesaron, que habían ido allí engañados por sus superiores, ya que les dijeron que iban a proteger la Institución de un ataque terrorista de E.T.A. Fue todo un espectáculo ver a estos militares saltar por una de las ventanas, hacia la calle. Poco después, bajé a Madrid para la revisión en el Hospital, y recuerdo que pasé por Capitanía General, dando un paseo, de civil, sin uniforme. Aun se respiraba la tensión en el ambiente. Acercándome a un soldado que hacía guardia, algo que no se debe de hacer, hablé con el, diciéndole que yo era soldado. Me dijo que me fuera lo antes posible, que como los superiores se enteraran, así tal y como yo estaba, de civil, me pondrían a hacer guardias con un fusil, pues el ambiente estaba muy tenso, que no me preocupara de nada, y que en todo caso, esperara alguna carta de mis superiores, que hasta que ésta no llegara, que estuviera tranquilo en mi casa, pero sin aparecer por ningún cuartel militar del tipo que fuere. El Viernes de esa semana, el pueblo se echó a las calles, organizándose impresionantes manifestaciones a favor de la Democracia, y allí estaban decenas de miles de evangélicos, con el resto de los ciudadanos, todos unidos, por que Dios tenía un plan para esta nación. En Democracia hay libertad de cultos, es uno de los derechos 50 humanos fundamentales, y gracias a esa libertad, los cristianos podemos predicar como y en donde deseemos hacerlo, alcanzando así a numerosas personas que de otra manera, seguramente nunca habrían escuchado el amor de Jesús. Las iglesias evangélicas habían soportado bajo el régimen del General, numerosas presiones que impedían el desarrollo normal de la fe. En los primeros años, la persecución fue muy dura. Tras la Guerra Civil, numerosos templos fueron cerrados, las Biblias se reutilizaron para imprimir periódicos del Régimen. Los creyentes eran apedreados, los ministros humillados, y encarcelados. Posteriormente, al cabo de los años, esa presión fue disminuyendo, pero muy lentamente. En los últimos años de vida del General, sí hubo una tímida apertura religiosa, se permitieron las iglesias, y ésta comenzaron a crecer, pero muy controladas desde la superioridad. Sin embargo no se permitía la predicación del Evangelio, y ningún tipo de proselitismo público. A los pastores evangélicos no se les permitía cotizar a la Seguridad Social, y los problemas burocráticos para hacer cualquier cosa eran aun muy fuertes. Sabíamos que Dios estaba abriendo las puertas a su obra utilizando los cambios sociales y políticos que estaban sucediendo. La normalidad se adueñó de nuestra sociedad, hasta en el día de hoy. En el culto del domingo posterior a esa terrible semana, todas las oraciones convergieron en un mismo clamor: “Tu eres Dios, y has tomado el control de la situación en España, gracias Señor, por que has salvado a este país, y por que nos podemos reunir en libertad para alabarte y bendecirte constantemente” ESPAÑA QUIERE SURGIR, BROTAR………..¡TODA UNA ESPAÑA EMPIEZA. Antonio Machado. Según Antonio Gala, en Paisaje Andaluz con Figuras I.BCA, Anel, Granada , 1984 51 Mantente firme y persevera, aunque la dificultad sea grande. Dios ha planeado el momento en que te ayudará. BASILEA SCHLINK Sería, creo yo, en el verano del año 1982.¡Fue un viaje maravilloso!. Recorrimos la carretera de Extremadura, en nuestra vieja furgoneta Sava-J4 Pegaso , de color amarillo. A mi madre le encantaba hacernos unos bocadillos de chorizo o de jamón. Aprovechando un delicioso rincón de la foresta extremeña, junto a un riachuelo, oramos al Señor, rogando por la bendición del viaje. A papá le encantaba orar en el campo, era donde mejor se encontraba ante el Señor. Aquí les fotografié en ese preciso instante. Llevábamos a Madrid muchos testimonios del poder de Dios en la provincia de Huelva. En la foto, ella señalaba al cielo: ¡Allá van nuestras oraciones!. ALMERIA Y LOS GITANITOS “SOBRE TI HE FIJADO MIS OJOS Y TE HARÉ ENTENDER EL CAMINO POR EL CUAL DEBERAS ANDAR” Cantaban los jóvenes en rehabilitación de la Comunidad de Ágape, en Málaga, bajo la dirección de Daniel del Vechio. 1984. Íbamos desde Huelva, hasta Almería. Solíamos parar unos días en esa comunidad naciente. Mamá, siempre dispuesta a ayudar 52 les llevaba varias bolsas de naranjas y de patatas. Todos ellos habían estado en drogas y sin embargo Cristo les cambió por completo. Hoy algunos de ellos, son siervos de Dios liderando organizaciones cristianas mundialmente reconocidas. Aquel estribillo, golpeó mi corazón a lo largo de varios meses. Sabía que el Señor, me estaba diciendo algo, pero no lograba encontrar ese versículo en la Biblia, pero allí estaba. De haber tenido una Biblia con concordancia, no habría tardado tanto en encontrarlo. Vivíamos en esa época en el piso alto, en donde anteriormente se concentró “Juventud con una Misión”, que daba a la carretera, y desde su balcón, se contemplaba, parte de la vieja muralla árabe de San Cristóbal, a lo lejos en pleno horizonte. Agosto, es un mes muy caliente, y apoyado en el borde de la barandilla del balcón, recordé de nuevo esa estrofaversículo. No podía esperar mas, Dios me estaba hablando, precisaba encontrar el mensaje en la Biblia. Oré al Señor en mi corazón y al abrir la Biblia de pronto ¡allí estaba!. Salmo 32: -“Sobre ti he fijado mis ojos y te haré entender el camino por el cual deberás de andar” Contemplando, la vista que desde allí se me ofrecía de la ciudad de Almería, al fondo, el conjunto vagamente amurallado del Cerro de San Cristóbal, integrado en el sistema defensivo medieval de La Alcazaba, me quedé meditando en ese versículo que ante mi se me había abierto, y que era aquel, que por mucho tiempo intenté buscar, procedente de esa “alabanza” malagueña que un par de años antes había oído. No sabía exactamente qué era lo que el Señor me había dicho y el por qué, no obstante sabía que tenía un mensaje claro para mi. 53 Señor,¿Que quieres de mi vida? Me pregunté contemplando las montañas rodeantes de la ciudad, mientras el sol mediterráneo calentaba mi cuerpo. Tardaría tiempo en saberlo, quizá meses o un par de años. Pero en todo ese tiempo, el versículo daba vueltas en mi cabeza, hiciera lo que hiciera, estaba allí, en mi memoria. Viajamos diversas veces a Madrid, incluso seguíamos viviendo y residiendo en su Provincia, concretamente en Perales de Tajuña. Igualmente, nuestros desplazamientos a Huelva eran constantes, y al hacerlo, pasábamos una y otra vez por Málaga. Vimos crecer aquella congregación de extoxicómanos, bajo el pastorado de Del Vechio. Fuimos testigos de cómo Dios se movía entre los que antaño habían tenido adicción a las drogas, obrando prodigios en sus vidas, sanaciones, liberaciones de demonios, bautizos en el Espíritu Santo, conversiones reales. En lo poco que podíamos siempre les ayudábamos. En una ocasión, al regresar desde Huelva, en nuestra furgoneta de color amarillo, tuvimos una gravísima avería de motor, pues mi hermano, extrajo el aceite usado, para cambiárselo por otro nuevo, pero no colocó bien el filtro en el motor, de modo que al llegar a la provincia de Málaga, el vehículo, justo en la puerta del Centro Cristiano “Ágape”, de Del Vechio, reventó su motor, con una humareda tóxica, que salía de su interior. Se quedó sin aceite. La avería ascendió a 65.000 pesetas de la época, unos 400 Euros de ahora mas o menos. Mucho dinero, para aquella época. Papá de nuevo haría alarde de su buen carácter, pues, aunque la rotura fue muy seria, y que cambiaría todos nuestros planes, no perdió los nervios. Por suerte estábamos en “Ágape”, y allí por unos días, podíamos comer y dormir. Papá oró al Señor, confortado 54 por el ánimo de mi madre, pensando los dos que quizá era un plan de Dios todo aquello. De modo que decidimos trasladarnos a Madrid, en vez de ir a Almería, dejando la furgoneta en un taller cercano a la iglesia, a escasamente 300 metros. Quizá se hizo así por que era probable reunir ese dinero, en la Capital del Reino de España. Además allí teníamos otro vehiculo con el cual trasladarnos hasta el centro para hacer las gestiones que se precisaren. Yo no era totalmente consciente de la necesidad económica de mi familia en esos momentos, seguramente por que papá nos infundía siempre un espíritu optimista en la necesidad. El oraba en la habitación. Un mes después de la avería me dijo que regresaríamos a Málaga, pues no sé cómo pude reunir parte de ese dinero que se adeudaba al taller. Lo hicimos en avión. De nuevo en la capital de la Costa del Sol, en el Centro Ágape, pudimos estar unos días más con los muchachos. Se abonó la factura, y nos hicimos de nuevo con la furgoneta, y aprovechando que allí estábamos se aprovechó nuestra presencia para usar mi vehículo como medio de transporte al centro de la capital, con el fin de hacer campañas de evangelización entre la juventud mas necesitada. Allí en la popular calle Larios, se hizo contacto con un joven traficante español, que había venido a Málaga, para comprar droga, siendo portador de casi sesenta mil pesetas. Aquel muchacho, tras oír el testimonio de conversión de los chicos de Ágape, decidiría posteriormente acompañarnos hasta el centro Cristiano, con el fin de quedarse allí unos días. Papá, que trajo el dinero prestado para poder sacar la furgoneta del taller, contaría allí en un testimonio público, que por fe sabría que el Señor le proveería para devolver lo antes posible ese dinero. El muchacho, que escuchó impresionado el relato de mis padres sobre lo 55 que el Señor estaba haciendo en nuestros viajes, hablaría con papá aparte durante unos segundos para decirle: Don Eduardo, he oído su testimonio, y pienso, que si usted necesita ese dinero, yo estoy dispuesto a darle mis 60.000 pesetas, pues mejor están en sus manos que en las mías. Usted sabe, que he venido para “comprar”, pero creo que está mejor en sus manos que en las mías En difícil situación se vería mi padre, ante ese ofrecimiento, pues aun sabiendo que lo hacía de corazón, y que quizá el muchacho pudiera ofenderse ante la negativa de mi padre, prefirió optar por no aceptárselo, agradeciéndoselo de antemano y muy sinceramente. No lo hizo por orgullo, sino por precaución. De cualquier manera, mis padres, obtuvieron ese dinero que pudo ser devuelto, en cuanto al joven, allí se quedó en el Centro Ágape. No compró droga. Muy apurado por la mala situación en la que estábamos inmersos, papá comentaría de la misma a la esposa de un conocido pastor evangélico, y cual sería su respuesta que nos quedamos fríos ante la misma. Un joven que había ido a traficar, tuvo más solidaridad que otros. Viajamos de nuevo hasta Almería, con el fin de pasar el mes de Agosto en nuestra casa. Yo siempre he tenido en mi corazón al pueblo gitano, y sin miedo alguno, paseaba con placer por uno de los barrios más populares y quizás más marginados de la ciudad, La Chanca. Al pie de la Alcazaba, que domina la Bahía y el Puerto, se extiende, como un manto, un sin fin de casitas blancas, que se apiñan a lo largo de las faldas del monte sobre el cual se eleva la fortaleza hispano árabe. El blancor de las fachadas de las casas, y las multiformes callejas y callecitas que conforman la barriada, 56 no pueden ocultar el griterío infantil, que desde las almenas del Castillo se dejan oír. El Sol de Agosto, calentaba las humildes casitas repletas de familias gitanas. Mis paseos por esos lugares, al comienzo con cierto temor, pues al no ser vecino de la Chanca, un verdadero desconocido, algunos vecinos podían desconfiar, se hicieron cada vez mas frecuentes, llegué a amar y a integrarme en ese abigarrado, y tortuoso, barrio almeriense, conociendo a muchos de sus vecinos, hablando con ellos, gitanos o payos por igual. Con mi máquina fotográfica, recorría las abruptas zonas de cuevas, en donde descubrí que también en España, había necesidades apremiantes, y miseria social. Las penurias económicas de muchas familias modestas y pobres que hacían lo imposible para sobrevivir en una Almería, que comenzaba a despuntar económicamente gracias a la industria de los nacientes invernaderos agrícolas del Poniente almeriense. Muchos niños, en su mayoría de etnia gitana, lampaban en esos años, por las calles sin asistir a la EscuelaPuente, que para ellos ya funcionaba en la zona, con relativo éxito. La Chanca era un barrio donde se realizaban numerosas actividades educativas y culturales promovidas por las asociaciones vecinales al ampara de la democracia naciente en el país. Yo ajenos, a todo eso, y con ese versículo rondando mi mente, paseaba una y otra vez pisando las piedras de callecitas sin asfaltar, hablando con unos y otros, de cualquier cosa. Algunos chiquillos descalzos se apiñaban a mí alrededor. Confieso, que su compañía me era muy agradable simpática. Me sentía cómodo con ellos. Otros, sentados sobre los bordillos de las aceras, fumaban algún que otro cigarro con total tranquilidad mientras jugaban a lanzar piedras a cantos gatos se le ocurrían pasar por allí, entre risas y carcajadas 57 infantiles y humo que salían de sus jóvenes pulmones de tabaco consumido. Aquel extraño “payo” que era yo, era el punto de sus risotadas. Yo lo sabía, pero no me importaba nada. Como ya residíamos en Almería, no había día que me paseara por sus calles. Con una Biblia católica de bolsillo, me mezclaba entre los vecinos de la Chanca. Otro de mis motivos, era, buscar, en los alrededores de la Alcazaba, restos arqueológicos árabes, que aunque muy deteriorados, resultaban significativos, y los encontré, ¡vaya que si los encontré!. Pronto hice una colección que fui entregando a los Fondos del Museo Arqueológico provincial, con el regocijo de los arqueólogos. Es pues, la Chanca, junto con la Almedina, el origen de Almería. En aquellos años, no había iglesia evangélica gitana allí. Nadie aun había llevado el Evangelio a esas gentes. Recuerdo con curiosidad que una vez, al llevar la pequeña Biblia en el bolsillo trasero del pantalón a modo de “cartera de documentos”, algo peligroso sin duda, paseaba por una de sus principales calles. Un joven, se situó a mi lado, para preguntarme no sé que cosa, y otro por detrás, se acercó con la idea de robarme esa supuesta “cartera”. Me volví y le dije: ¡Es una Biblia, lo que llevo, es la Palabra de Dios, lo único que te puedo dar! No sé si es que fui valiente, o les di miedo, o cualquier otra cosa, pero se quedaron los dos como petrificados durante unos segundos, y de forma muy amable desestimaron convertirme en una de sus víctimas. Había en ese barrio algunas zonas muy populares, de rancio sabor almeriense, y de fuerte presencia gitana, una de ellas era la “CalaMina”, otra, las “Cuevas de las Palomas”, ó las “cuevas del Pecho”, 58 “Chamberí”, “Calle Potera”, etc.........lugares en los cuales, sus vecinos, vivían mas en las calles que en sus minúsculas casitas. Familias numerosas, se apiñaban como podían en sus interiores. Por las estrechas, o subían ó descendían en desbandadas chiquillerías gitanas gritando y jugando. Niñas gitanas muy jóvenes, de tan solo once o doce años, cargando con sus hermanitos mas pequeños a cuestas, y con bolsas de comida, de manera cansina hasta llegar a sus humildes hogares de puertas antiguas, añejas tapadas por cortinas de no sé que época. No me explico cómo los ancianos, podían subir por esos tortuosos lugares, en los que a mi se me doblaban los tobillos, al pisar, cada dos por tres. Con mi Biblia, como única arma, hablaría con unos y con otros. No sé si me escuchaban por pena, por misericordia, por risa, o por ver cómo pronunciaba yo las palabras, pues no soy almeriense, ni andaluz, pero el caso es que poco a poco una pequeña congregación callejera comencé a tener. Todos los días, antes de ir, en oración, y en casa, me presentaba ante el Señor, y sin dilación me daba mi dominical paseo por ese barrio. No tenía ni idea de cómo resultaría aquello, pero Dios, sabiendo que mi corazón era confiado en su palabra, haría lo demás. La “Calamina”, era una zona del barrio, con un buen conjunto de casitas apretadas, unas contra otras, de sabor arabizante, mediterráneo, con aroma almeriense, entre el monte de la Alcazaba, con sus cactus “Chumberas” los montes de Sierra Gádor. Allí en plena calle, con la potencia de mi voz, y colocando mis manos a la altura de mi boca a modo de altavoz, comencé a predicar, a la puerta de una vetusta “tasca” en donde vendían vino y cervezas, capitaneado por la bandera de Andalucía, que hondeaba al aire libre de las brisas que soplaban desde el mar. 59 Yo sentía, cómo el Poder de Dios descendía allí mismo, en un lugar tan marginal como aquél, rodeado de una multitud de gitanitos de todas las edades, que me escuchaban embobados con la boca abierta, y ante la atenta mirada de las madres y abuelas de esos niños. Los hombres, permanecían impasibles absorbiendo sus vasos de vino, aunque muchos, queriéndolo o no, entre sorbo y sorbo fijaban su vista en mi y sus oídos en mis palabras. “¡No he venido, tan solo para ver este hermoso barrio, he venido mayormente para anunciar las buenas nuevas, del evangelio de Cristo, a la Chanca. Hoy puedo decirte que Dios os ama, que hay un poder inmenso que ha de cambiar vuestras vidas, que Cristo vive, y que El puede haceros salir de las drogas o del alcohol. Dios es inmensamente maravilloso, y su poder puede cambiar ti vida. Necesitáis a Cristo, y a éste crucificado. El ha resucitado, y su Poder está aquí, para sanar, para convertir, para hacer algo maravilloso entre los gitanitos de este barrio. ¡Cristo vive!, ¡está vivo!” Allí, como si se tratara de un púlpito real, me movía yo de un lado para otro, invitando a los vecinos a escuchar la Palabra de Dios. Tan solo de vez en cuando mis padres me acompañaban, pero en realidad, yo quería hacerlo así, que la gente me conociera directamente. Con rapidez, mi presencia, trajo comentarios, y en pocos días, todo el barrio, sabía que uno del “curto” andaba suelto anunciando el Poder del Evangelio. ¿Qué era eso del “curto”?, yo no lo sabía, hasta que entendí “culto”, es decir, uno de la iglesia evangélica. Día tras día, cuando no predicaba, hablaba, cando no hablaba, andaba, pero allí estaba. Conocí a un muchacho, por ese entonces, muy joven que estaba recién casado, y ya era padre de una 60 criatura de un año de edad. Con el paso del tiempo, Paco y yo hicimos muy buena amistad, que ha perdurado hasta la actualidad. Mi amigo, ha tenido una larga descendencia, algo propio en las familias gitanas, y es cristiano desde aquellos años. El verdadero y único pionero, en el evangelismo entre los gitanos de la Chanca, en Almería, fui yo, por la única y gran misericordia de Dios. En las calurosas tardes, del mes de Agosto, me acercaba dando una vuelta en vieja bicicleta, subiendo sudorosamente, la cuesta de la calle “Mampara”, en “Pescadería”, la zona de la Chanca con mayor vocación marinera, por que allí, vivía mi amigo Paco. Aparcando junto a en su diminuta casa, nos íbamos andando de un lado para otro, con el noble propósito de anunciar la Obra de Dios. Desde allí, hasta la “Calamina” hablábamos los dos de temas bíblicos que él no conocía pero que yo le enseñaba. Tenía verdadera hambre de la Palabra de Dios. Decididos a protegernos del duro sol, me dijo que lo mejor sería alquilar una de esas casitas, y que él conocía al suegro de su cuñada, quien tenía una por allí. Así lo hicimos, y el hombre, un caballero gitano a la usanza antigua, no dudó en cedernos una que él tenía cerrada a cal y canto. Bien situada, la casa, no era mas, que un enano local de exiguas dimensiones, con un comedor mal construido, y con mucha humedad en las paredes, y una cocina que bien podría ser la de las muñecas “Barbis”, si es que eso era la cocina, algo que nunca supe, y me parece que detrás tenía un habitáculo que el dueño llamaba eufemísticamente: “habitación”. No había servicio, por que éste era comunal, y estaba fuera, para ser compartido por los vecinos. Tampoco lo necesitaba. Sin muebles, y sin nada, Paco y yo nos la ingeniamos para hacernos con un tablón de madera, usado, de una obra de construcción, al cual le colocamos 61 unos ladrillos a modo de “patas”, uno a cada lado. Allí, la gente sentada, escucharía mis prédicas, Biblia en mano. ¿Quiénes iban a escuchar la Palabra de Dios?, Paco y un puñado de niños del barrio, que de vez en cuando organizaban un buen jaleo, muchos de éstos niños, al terminar, salían a la calle para fumar. Eso era todo. Debíamos, terminar pronto, pues la “casa” carecía de luz eléctrica, y me era difícil, leer con la escasa luz solar que penetraba por el triste ventanuco. Las paredes eran deprimentes, mal acabadas, revestidas con un cemento basto que recubrían de cualquier manera los ladrillos, y pintadas a brochazos con varios colores superpuestos. No teníamos nada, pero había algo muy dentro: una gran felicidad interna. Un matrimonio cristiano, gitanos, residentes en Málaga, a los que habíamos conocido allí un año antes, y que eran del pueblo almeriense de Gádor, muy cerca de la capital de provincia, me habían dado la dirección de sus parientes de esta villa. Resultó que Antonio, el propietario de la casa, era también de allí. No estuvimos mucho tiempo en esa rudimentaria casa, pues el anciano la precisó no sé para que cosa, pero era lógico, se la alquilé con esa condición. De nuevo a la calle. Mi amigo y yo decidimos buscar algo cerca de su casa, y allí nos encontramos con un local, algo más grande que el anterior, pero tan pobre como él. De nuevo, “fabricamos” un banco para sentarse, algo mas estable que el otro, hecho a base de dos ladrillos y un largo maderón manchado de cemento y pintura seca. Los asistentes aumentaron un poco mas: Paco, su mujer, y Rafaela su cuñada, junto con la niñería del barrio, hoy uno de esos niños es un notable cristiano, honrado trabajador y padre de familia ejemplar. De nuevo al cabo de un mes, la misma tesitura, 62 tuvimos que dejar ese local, por requerimiento del propietario, pero yo no cejaba en mi intento evangelizador a lomo de bicicleta y Biblia en mano. Me introduje en las cuevas cercanas, de ambiente “sórdido”, de las que salían niños de corta edad desnudos por completo a causa del gran calor veraniego reinante, de piel muy morena, bronceados como si hubieran pasado por una gran tostadora, de cabellos sucios, revueltos y largos. Pedía permiso para entrar, nunca obtuve un “¡No!” por respuesta. Los ancianos, charlaban conmigo siempre que la ocasión lo permitía. Y allí con la Biblia, les predicaba la Palabra de Dios, como si fuera uno mas de ellos, uniéndome a sus costumbres y hablándoles frases completas en su lengua perdida: “el Caló”. Ellos, delante de mí no se atrevían a hablar mal de mí en caló, por que sabían que yo lo entendía, y en muchos casos, lo hablaba mejor que ellos. En una de esas cuevas, moraba un muchacho de mi edad, al cual le había invitado un par de veces a tomar unos cafés juntos, en el único bar que había en el barrio. Quise ganarme su amistad, pero a pesar de ser cordial conmigo no lo conseguí. Nunca tuve problemas con él, pero poco después me enteré que no estaba de acuerdo con mis visitas, por que siempre que iba yo a predicar a Cristo, algo malo sucedía en su “barrio de cuevas”, así que llegó a pensar que yo era portador de “mal de ojo” una especie de creencia popular muy extendida en algunas zonas de España, que solo trae maldición y problemas de todo tipo. Yo nunca supe nada de eso, pero eso me serviría para entender que fue lo que pasó en realidad, en esas cuevas, y el por qué los vecinos cambiaron de actitud hacia mi, solamente con la frialdad. Él, se opuso, ya que las cosas, cuando iba, no le iban bien. Meses después fue detenido y encarcelado. Al parecer tenía contactos con el mundo del tráfico de drogas. Lo que nunca 63 supo, es que no era yo el culpable de que allí sucedieran cosas extrañas, sino el diablo, quien conocedor de la labor que se estaba desarrollando, alteró todo el ambiente contra la Biblia. Quizá tendría algo de razón por que cuando un cristiano decide trabajar bajo las manos de Dios, los malos espíritus se revuelven. La presencia del Espíritu Santo, crea una verdadera tormenta en donde se mueva. Paco, conocedor del ambiente, y de la forma de pensar de los vecinos, me invitó a hacer los cultos en su propia casa. Allí se reunía un nutrido grupo de personas, en este caso todas mayores de edad, y jóvenes también. El con una sencilla guitarra, cantaba “alabanzas” al estilo gitano. La apretada agrupación, se hacía sitio conforme podía entre los muebles de su casa, y allí y así comenzó la obra de Dios entre los gitanos de la Chanca. Con muchos “altibajos”, quizás con mas “bajos” que “altos”, pero daba igual, algo se dejó sembrado allí. Muy poco tiempo después vinieron los primeros pastores gitanos de la iglesia de Filadelfia, quienes continuaron la obra. Ellos nunca han reconocido que el pionero de la obra de Dios entre su pueblo, en ese barrio, fui yo un payo, pero eso da igual, por que en definitiva, aquí lo menos importante es quien fue si no que el verdadero iniciador de Toda la Obra, es Cristo, nadie y nada mas. Se estaba cumpliendo el mensaje del salmo, que sirve de encabezamiento a éste capítulo. Así se mueve Dios. Teresa de Jesús en el siglo XVI, escribiría: “Dios escribe recto en renglones torcidos” Gádor es un pueblo de la provincia de Almería, muy antiguo. El caserío se aprieta entre un puñado de cerros de la Sierra de Gádor, y el río Andarax, repleto de naranjales que se pierden en la lontananza. Cuando todos están en flor, el olor del azahar embriaga los 64 sentidos y extasía el alma. Entre los árboles frutales, solía aparcar mi viejo automóvil, Renault4L, para descansar. No quería entrar directamente en la casa de mis nuevos amigos gitanos de este pueblo. La verdad es que no sé como llegué a hacer amistad con ellos. Quizá sería, por que Rafael y Rosa, que vivían en El Palo, Málaga, hermanos en la fe, eran oriundos de Gádor, y allí tenían buena parte de su familia. Al llegar al pueblo, en vez de subir por las callejas empinadas que llevan hasta el barrio de casas cuevas de la villa, poblado por familias de esta etnia, prefería, doblar a la derecha, encaminándome hasta el seco cauce del río, cubierto como un manto de naranjales. Allí, entre árbol y árbol, abría las puertas del vehículo, para dormir un poco, dejándome invadir por el suave aroma del azahar, la flor que con el paso del tiempo se convertirá en ese dulce fruto colorado repleto de vitamina C. Dulce manjar de los dioses, si éstos existieran como dirían los antiguos romanos. Posee la villa las ruinas de un castillo alcazaba árabe, del que por desgracia se conserva tan solo unos muros. Hay en sus proximidades restos de presencia humana desde el 3º milenio antes de Cristo. Así mismo, en sus proximidades se han encontrado restos romanos y bizantinos de carácter cristiano. Gádor huele bien. Aprovechaba para orar un poco, al amparo de la misma naturaleza, contemplando el estampado cielo azul con nubes fugaces. Mi Biblia siempre conmigo, mi mejor compañera. Cuando ya era la hora apropiada, subía por las intrincadas calles de la villa, hasta las proximidades del barrio habitado por mis nuevos amigos. Allí, dejando el coche en cualquier sitio que me lo permitiese, me bajaba del mismo, y comenzaba a caminar, por verdaderas callejas atormentadas por su estrechez. Todas las cuevas o casascuevas, de encaladas fachadas, humildes por dentro, y 65 sencillas por fuera, miraban como al pueblo y a la vega. Desde allí, la vista me entusiasmaba. Todo el casco urbano estaba a sus pies, y entre tejado y tejado, la iglesia parroquial se eleva con inusitada gallardía y esbeltez. Las voces de la chiquillería gitana rompía el silencio. Los niños, de un lado para otro, en sus juegos, mezclándose con otros niños del pueblo. Allí, solo con mi Biblia. Mi interés estaba en predicar allí mismo la Palabra de Dios. Días antes pude conocer a un curioso e interesante personaje, que me atraía por su extraña elocuencia. Valerio, de mediana edad, casado y con una hija pequeña adoptada, según me dijo. Vivía en una de esas cuevecitas, él, gitano, ella, no. La vivienda, muy pequeña y bastante destartalada, amueblada con cachivaches, pero.... eso sí, muy limpia. El techo, abovedado, pues era en realidad una oquedad hecha a fuerza de pico y pala a la montaña. Tres o cuatro cuadritos con fotografías antiguas de sus antepasados, una Sagrada Cena en relieve de latón, una lámpara diminuta con una sola bombilla central de escasa potencia, una jaula aun mas diminuta que contenía un pajarito “jilguero”, que apenas podía saltar en su interior. Una estantería de cristal, descascarillada y algo descolorida, contenía un par de figuras desproporcionadas, unos cuantos vasos, también desproporcionados y mal colocados. Justo al lado de la vivienda, e integrada en la misma, un desbarajustado corralillo con unas cuantas gallinas, en el mismo lugar del “excusado”. Para mi era un problema acudir a ese sitio, cuando el organismo me lo reclamaba, por que una de dos, o me llevaba por delante un palo de madera que sostenía la red metálica para encerrar a las aves, si no agachaba la cabeza, ó tenía que evitar a las gallinas encaramadas en lo alto de la misma 66 madera, agachándome. Ese particular de la convivencia del corral con el servicio, lo desconocía, hasta que una tarde, ya oscura, le pedí a Valerio, que por favor, me dijera donde estaba el servicio. Muy amable, me dijo: “Saliendo a la derecha” Como allí no había luz eléctrica alguna, tanteé el acceso, y como la oscuridad era casi total, creí llegar al lugar. Justo en el mismo instante en el que me disponía personalmente, me llevé un gran susto, por que en ese momento, unas gallinas que estaban durmiendo sobre una madera que había encima de mí y que yo no había visto, se lanzaron sobre mi cabeza asustadas, organizando una gran algarabía. Lo único que querían era huir de mí. Allí me quedé, sin palabras. Fue una sensación muy parecida a lo que tuve años después, en un viaje que hice desde Almería, hasta Huelva, por que salí tarde y nos paramos para tomar algo en un hostal de carretera, muy conocido, cerca del pueblo de Iznalloz, en la Provincia de Granada. Precisé, de la misma manera, mientras mis padres consumían su café, ir al servicio. El camarero, me indicaría donde estaba, pero yo me equivoqué y creí entender que se encontraba fuera, como sucede en algunos sitios. Salí fuera, y vi a una distancia de cuatro o cinco metros del edificio un pequeño almacén que confundí con los servicios deseados. Noche cerrada, y de igual manera, oscura, el cielo poblado de brillantes estrellas, esas que el mismo Abraham debió de ver cinco mil años antes, y en algún lugar de Oriente Medio. Yo allí en la penumbra, contemplándolas, en un gran silencio, cuando de pronto, justo por encima de mi hombro y por mis espaldas, procedente de las profundidades de la oscuridad, apareció el hocico peludo y babeante de un feísimo dromedario, haciendo un potente extraño 67 gemido con su garganta, mientras salpicaba con su saliva todo el rostro: me “¡PRUUUUUUUUUUUUFFFF!” Me quedé helado, al encontrarme allí mismo un camello atado. Es justo el animal que uno no espera encontrarse de esa guisa en España, por que aquí solo los hay en los zoológicos. A lo mejor era alguno de los Reyes Magos de Oriente que se había extraviado o el del Patriarca Abraham, ¡yo que sé!. Pero ...¿qué historias hacía “eso” allí?. ¡Que mal olor!. Papále dije a mi padre cuando entréno salgas, me he encontrado en la oscuridad, con un dromedario o un camello Se me quedó mirando atentamente pensando que le estaba gastando una broma, y con la excusa de ir al mismo sitio para hacer lo mismo que yo, fue al lugar. Pues es verdad, allí está ¡que cosa mas rara! Dijo al regresar con cara de circunstancias. Volviendo a la casa de Valerio y de la gordita de su mujer, de nombre Palma, comencé a ministrar la palabra de Dios, en ese hogar, un día a la semana, y a veces dos. Muchas veces me acompañaban mis padres. Allí Biblia abierta, les hablaría de las maravillas del Evangelio de Cristo. Ciertamente ellos escuchaban. El, era una persona algo extravagante y bastante extraña, aunque en todo momento, fue siempre muy agradable conmigo. Decía creer en todo lo que yo le predicaba. A mi me parecía todo demasiado fácil, pero yo sabía cual era mi labor, y espera ver el plan de Dios, en ello. Puntualmente acudía a mi cita. Mi curioso amigo, algo delgado, un poco achaparrado, con cabello largo y ligeramente despeinado, poseía una 68 curiosa voz atipladilla. Hombre muy nervioso, le encantaba participar en mis prédicas, interrumpiéndome cada dos por tres, para preguntarme, o para dar su opinión. Por mi parte no había problemas, por que me gustaba hacerlo así. Una de esas tardes almerienses, de brisa agradable, y con un sol aún reluciente, nos dimos una vuelta por todo el barrio de las cuevas, para saludar a los vecinos. Para ser justos, nuestra visita era muy bien recibida, pues el talante caballeresco de mi padre, impecablemente trajeado, y el buen hablar de mi madre, levantaba cierta admiración entre esas gentes modestas y humildes. Una de sus ancianas, de raza gitana, delgadita, huesuda, ataviada con mas de una falda, una blusa de colores chillones, un delantal de “freír patatas” sujeto a la cintura, una simples zapatillas roídas por el mucho caminar, el cabello recogido en un moño perfecto, sin un pelo suelto, salió hacia mi padre para recibirnos con los brazos en alto, como si hubiera visto a Su Majestad el Rey de España. A papá no le dio tiempo para reaccionar, por que la representante de la tercera edad, se arrodilló delante de él, inclinándose, hasta dar con su frente en los zapatos de mi padre, para besarlos. Cosa que hizo. “¡Por Dios, no lo haga!, señora” respondería de forma inmediata papá. Entre los tres, volvimos a levantar a la mujer, con mucho cariño. Era evidente, que era inaceptable tal humillación. Con posterioridad nos enteramos que la viejita, padecía demencia senil. Todo nuestro apoyo y cariño hacia esas personas. Recordándola, me viene a la mente, esas mujeres campesinas de esta tierra, y quizá de todas las tierras, que sin saber leer ni escribir, han luchado en la miseria, contra la miseria, dejando detrás de 69 ellas, una historia de angustias, de hambrunas, de penurias, de sometimientos, de injusticias, de humillaciones constantes. Ciertamente que nuestros ancianos, sean de la raza que sean, del credo que sean, de la nacionalidad que sean, se merecen todo el respeto, admiración, apoyo, amor y ayuda posible. Una de las ocasiones, que compartíamos con Valerio, el mensaje del Evangelio, nos interrumpió para decirnos que en el pasado a el le llamaban: ¡Santo Tomás!, por que decía tener “poderes” para curar. Nos quedamos sorprendidos, pues eso nos situaría en una dificultad, y era que teníamos que enseñarle, a la luz de la Biblia, que el único que tiene poder para curar es Cristo, y que si un cristiano es usado en tal menester, es por que antes, se ha CONVERTIDO, y ha recibido el bautismo del Espíritu Santo, y que el curanderismo esta radicalmente opuesto al mensaje de la Biblia. Con la Palabra en la mano, tuvimos necesidad de explicarle y con mucho amor, para que no se ofendiera, que eso que él decía tener no estaba conforme con el Señor. Pareció que lo entendía claramente, pero como persistía una y otra vez en sus “afamados poderes”, a lo largo de nuestras visitas, tomamos la decisión de visitar otras casas, sin perder contacto con Valerio. No obstante, oramos en su casa, para invitarle a que confesara que Jesús es Señor, según se nos enseña en Romanos capítulo 10. Y lo hizo. Hay que actuar con la prudencia de Dios en nuestras vidas, y es aconsejable dejarse llevar por el Espíritu Santo en las decisiones. El nos movería a salir de esa casa, para buscar otras, y así hicimos. Ascendiendo y descendiendo por esas intrincadas callejas que bordeaban la ladera de la montaña, entrábamos y salíamos de algunas de esas casas cuevas. Rápidamente, en una de ellas, propiedad de 70 un familiar directo de Valerio ó de “Santo Tomás”, en cuanto me vieron con la Biblia en la mano, insistieron que me sentara, ofreciéndome cenar con la familia, mientras, uno de sus miembros, salía a la calle para avisar a otros vecinos y familiares, invitándoles a entrar en la casa pues allí se “iba a dar la Palabra de Dios”. Pronto nos vimos con una nutrida concurrencia de adultos deseosos de escuchar al Evangelio. Se improvisó un culto a Dios. De allí pasamos a otras casas, y en poco tiempo toda la barriada gitana había sido evangelizada casa por casa. Recuerdo con especial cariño a otra anciana, muy respetada por todos, una matriarca que se llamaba Carlota quien nos abriría de par en par su sencillo hogar, en donde el Señor se manifestaría entre el bullicio de las gentes, que supo sacar adelante a sus numerosos hijos con enorme esfuerzo personal a lo largo de su vida. Un matrimonio que vende zapatos aún, Antonio y María, recibieron al Señor en sus vidas. Por diversas razones que ahora no recuerdo, hubo veces, que preferí predicar el Evangelio en la misma calle, a las puertas de las cuevas, sin perder un instante. Allí mismo, aprovechando momentos decisivos, cuando los vecinos salían de sus casas, para hablar, dar un paseo, o para otros menesteres, yo levantaba la Biblia, con la izquierda, mientras que con la derecha, a modo de bocina, predicaba a Cristo, me escucharan o no, y lo hacían. Así estuve varios meses, hasta que el Señor me hizo entender de alguna manera, que mi tiempo estaba llegando a un final. Después de éste, seguí manteniendo mi amistad con ellos, por mucho tiempo, y aun hoy cuando ya han transcurrido 20 años, y nos encontramos, hay un agradable recuerdo en ellos por esos días de evangelismo. ¿Por qué terminé allí?, era evidente había que dar 71 paso a otros, y pensé comentar este tema con los hermanos de la iglesia gitana de Filadelfia en Almería. Así se hizo. Hoy hay allí una iglesia evangélica gitana funcionando, pero para ser consecuentes, nosotros fuimos los primeros en evangelizar ese barrio. Es curioso, que el pastor, que vino en mi lugar, al que yo no conocía, y que fue enviado a Gádor, por aquellos que yo informé, se jactaba con el paso de los años de haber sido él el primero. El mismo me lo dijo personalmente, cuando tuve ocasión de conocerlo, y como se le veía tan feliz creyéndoselo, opté por alimentar su alegría personal, guardando silencio. El sabía que no había sido así. En definitiva, nadie ha de jactarse, ni yo tampoco, de ser los primeros en nada, por que la obra, no es nuestra, sino de Dios, y para hacer justicia, quizá tampoco lo fui yo, ya que habría que remontarse a los duros años de la posguerra española, de la hambruna y de la escasez, para encontrarnos, en el caso del pueblo de Gádor con Doña Anita Sesé. Al estallar la Guerra Civil, nuestra España, se dividió en dos irreconciliables bandos, los del Alzamiento llamados eufemísticamente: “Moviendo Nacional” y el de los republicanos o “rojos”. En una situación de conflicto total, no solo se lucha y se mata por las ideas políticas, sino por otras causas. Era el caso de Anita, la primera mujer de fe protestante de Almería. Por sus ideas, estuvo presa, después de la Guerra, en la cárcel de mujeres de Almería. Jamás renunciaría a su fe cristiana, y tras su salida de la cárcel emigró a los Estados Unidos, junto con Don Juan su marido. Parece ser que vino varias veces a su Gádor natal, y ayudó mucho a las familias gitanas más pobres con aportaciones económicas, dándoles testimonio de su fe en Cristo y haciendo gestiones para la instalación de la luz, y el agua. Conocí a Ana Sesé en los Chamuchari or Bató. Chamuchari or Chabó. Chamucharí or Chanisperó. GLORIA AL PADRE. GLORIA AL HIJO. GLORIA AL ESPIRITU SANTO. En Caló. 72 últimos años de su vida, pues tanto ella como su esposo, decidieron descansar en la residencia de ancianos que allí hay, hasta su fallecimiento. La última vez que prediqué en ese pueblo fue no hace mucho tiempo, en casa de un matrimonio amigos míos, que vivían en Almería, Juan y Adela, padres de tres terribles niños de corta edad. Ella era nieta de Carlota. Juan, ofreció ayudarme en “Proyecto Lógos”, como así lo hizo, cargando muebles, paquetes, participando en nuestro programa evangélico de radio “Tiempo de Escuchar”, y haciendo otras labores encomendadas por mi mismo. Allí en la cueva del pueblo, tuve que predicar varias veces, haciéndolo con uno de sus “inquietos” niños, colgado de mi brazo, por que intentaba escalarme, el otro, sujetado a mi pierna, y el mas pequeño lanzando trozos de juguetes en todas las direcciones. Una de las veces que salí de su casa, en la carretera, pensando en las dificultades de la Obra de Dios, sentí la palabra de Dios, que me decía con toda claridad: “Así te quiero trabajando para mi” Se me olvidó preguntarle sin esa orden se incluía el amor por niños así, supongo que sí. Debe ser así, por que han pasado los años y esos niños, no se separan de mí. NUESTRO AMIGO EL SACERDOTE La carretera serpenteaba, a lo largo de la provincia de Sevilla, por el extenso valle del Guadalquivir, entre grandes dehesas cuajadas de toros bravos, y campos con ejércitos de girasoles perfectamente alineados mirando al Sol andaluz. Pueblos que se repartían a lo largo y ancho de nuestra vista, 73 Dame Dios, una centella de tu sabiduría para que me muestres tus caminos y me enseñe a evitar las simas que el enemigo cava en mi senda. Eulogio de Córdoba. salpicando la extensa llanura, llenos de historia antigua. El calor, a esa hora de la mañana amenazaba ser ya sofocante. No obstante atravesábamos lo que se conoce por: “La sartén de Andalucía”, es decir los términos de Ecija, Osuna, Estepa y demás. La furgoneta bien identificada por los versículos de la Biblia sobreimpresos en sus cristales, parecía sórdidamente solitaria en un páramo verde. Impertérrita, firme y decidida, seguía su ruta, sin detenerse, hasta alcanzar la provincia de Granada. Los lejanos campanarios de las iglesias parroquiales sevillanas, todas ellas, misteriosamente inspiradas en la Giralda de Sevilla, me servían para adivinar, ya en la distancia, la presencia de alguna aldea, o pueblo situado en la comarca. Rápidamente, la llanura sevillana, en la que montañas lejanas rotulaban el horizonte, iba mostrando sus secretos más íntimos. Torres, torreones, campanarios religiosos, restos de murallas árabes, alguna que otra exigua alcazaba, se levantaban entre los apretujados caseríos de los pueblos emblanquecidos. Las fachadas de las casas, todas ellas, con enrejados hermosos, rivalizaban entre ellas para mostrar la exuberancia de macetas y flores de distintos colores y tamaños que colgaban de sus fachadas. Los olivos centenarios, atestaban todo cuanto podía nuestra vista alcanzar. Es para mí un placer conducir disfrutando del paisaje. Ventanillas bajadas, aire entrando a raudales, recobrando los olores emanados de la campiña. Parábamos a descansar de cuando en cuando, en los restaurantes o cafeterías de carretera, llenos de camioneros que deambulaban de un lado para otro por todo el país, con sus camiones. Teníamos previsto, llegar cuanto antes a Almería, quizá esa misma noche, pero en todo momento no nos preocupaba tener que dormir en alguna 74 pensión, o si fuere al caso, dentro de la misma furgoneta, ya que habíamos instalado en un espacio reducido una pequeña cama, en la que cabían mis padres. Yo podría dormir en el asiento trasero. Estábamos preparados para eso. Mi padre, mientras yo conducía o hablaba con mamá, se ocupaba muchas veces, en la oración personal. A través del espejo retrovisor, le veía leer la Biblia, y pasar a la oración íntima. Estoy orando para que este viaje sea de bendición para alguna persona. Creo que vamos a tener una buena experiencia, alguien va a recibir bendición de Dios Me dijo. Alcanzamos al último pueblo de la provincia de Sevilla, hacia la de Granada: La Roda de Andalucía. Había pasado por allí varias veces, pero sin detenernos lo suficiente como para disfrutar de sus encantos. Únicamente me llamaba la atención la Iglesia parroquial. Sin embargo ese día sucedería algo que trastocaría nuestro viaje, y que desde luego era impensable para nosotros. Llegamos a La Roda, aproximadamente por la tarde, sobre las cinco. No teníamos intención de descansar, quizá pararíamos en la ciudad de Antequera, en la provincia de Málaga. Después de atravesar el pueblo, quizá a unos quinientos metros de la última casa, al lado de la carretera, estaba parado un hombre alto, de mediana edad, delgado, ligeramente barbado, elegante, con una gorrilla en la cabeza, y unas ropas desenfadadas como para ir de viaje a algún sitio. Con la mano izquierda sujetaba una maletilla, y con la derecha hacía señales de “Autostop”, por si alguien se ofrecía a llevarlo. Pasé por su lado despacio, sin detenerme, y me quedé mirándole por unos segundos. Mi madre se dio cuenta, que no estaba acostumbrado a viajar de esa forma, y por el pelo algo cano, y siendo un hombre maduro, aun estaba en la plenitud de la vida, 75 sugirió que me detuviera para que se subiera a nuestra furgoneta. No lo dudé ni un instante, por que a todos nos pareció bien. Dentro de nuestro vehículo, en la parte de la carrocería, que había sobre nuestras cabezas, habíamos adherido un gran versículo de la Biblia que decía: “JESUCRISTO ES EL SEÑOR” El viajero, tras saludarnos con gran educación, nos agradeció la cortesía hacia él. En pocos instantes, los cuatro nos enfrascamos en una conversación muy andaluza, animada y alegre, y en un sincero espíritu el tema se derivó hacia la fe. Sentado al lado de mi padre, observó la Biblia abierta, apoyada sobre el asiento. En los primeros instantes, el caballero integral, quizá por desconocernos no se atrevía a entrar en un diálogo más profundo, hasta que pasados unos cuantos minutos y recorridos tantos kilómetros, nos preguntó con cierto rubor: ¿Sois cristianos de fe evangélica?, lo digo por el versículo que tenéis impreso en la cabina ¡Si, por supuesto! Bueno, me vais a disculpar, pero no me he presentado convenientemente, me llamo Antonio, y soy el sacerdote párroco de La Roda Para nosotros, es un placer contestó mi padre estrechándole la mano. Yo, que de vez en cuando, le observaba a través del espejo retrovisor, me recordaba su figura, a algún profeta del Antiguo Testamento, y así se lo dije por su atuendo personal, pues, si el no se hubiera presentado, nos hubiera resultado imposible reconocerlo por que no llevaba el “cleriman”, ni la sotana, 76 ni mucho menos el “alzacuellos” tan característico de un sacerdote católico. Antonio, notó el calor humano que le dimos, y él así mismo se nos abriría de igual forma. La hora larga que invertimos en realizar el viaje hasta Antequera, nos hundimos en temas de fe y de testimonios personales. Pude notar el inmenso interés que demostraba al oír los relatos que surgían en particular de la boca de mi madre. Antonio, mira,dijo papáyo he estado orando para que el Señor, bendiga a una persona en este viaje, y yo sé que no podemos llegar a Almería, sin haber realizado su voluntad Pues Eduardo ¿me permites que te hable así? preguntó con humildad el cura Con todo mi afecto personal, claro que si, es mas quiero que desde ahora seamos amigos, si tu así lo deseas, por favor continua con tu relato Claro que es mi deseo, pues como te comentaba, a mi me ha pasado algo muy raro hoy. Como sabes soy el cura de este pueblo, muy conocido pues. No tengo nunca ningún problema para ir a Antequera, siempre puedo contar con algún vecino. Resulta, que he estado todo el día en la carretera pidiendo que alguien me llevara, han pasado muchos conocidos míos, me han visto, y no se han parado. Estaba desconcertado, y ya no sabía qué hacer. Eduardo, amigo, estoy seguro que esa persona por la cual tu has orado a Nuestro Señor, era yo, si no, no me lo explico, no lo entiendo de otra forma ¡Gloria a Dios! contesté yo ¿Te das cuenta, Antonio? Nosotros nos movemos por fe, y estas son las cosas de Dios. Era su voluntad, así tenía que ser, que te 77 conociéramos, y pudiéramos compartir contigo del SeñorAñadió mamá. Entre todos, condesamos varios testimonios sobre el mover de Dios, y de cómo habíamos conocido a Cristo. Francamente estaba impresionado, hasta el extremo que al llegar a las puertas del convento de monjes al que quería ir en Antequera, antes de descender del vehículo, nos rogó encarecidamente poder hacer oración con nosotros. Allí los cuatro, animados por la verdadera “comunión”, la “comúnunión” de la oración, oramos con libertad uno después de otro. El último, Antonio, elevó unas palabras cargadas de humildad y de dulzura hacia el Señor: “Amado Señor, te doy las gracias, desde mi corazón, por que me has cuidado en este viaje. Tú me conoces, Señor, que estoy dispuesto para ti, Señor. Gracias por que has puesto a esta familia en mi viaje y en mi vida, por que veo que somos hermanos en la fe, y por encima de las separaciones que podamos tener, tu Señor, nos unes en el amor. Te doy de nuevo las gracias y te pido que les bendigas en su ministerio de evangelización, que estés con ellos en todo momento, y yo por mi parte, les ofrezco mi humilde hogar, y mi amistad”. Años después, poco antes del fallecimiento de mamá, fuimos a ver a Antonio, con las bendiciones de nuestro común Pude ver, unas lagrimillas en los ojos de mis padres. Papá se bajó también con él, y en la calle, le abrazó con fuerza, mientras le decía: Antonio, te deseo lo mejor en tu vida, y ya sabes lo que te digo: Jesús siempre en ti, nunca te diré otra cosa Ya lo sé Eduardo, quedaos con Dios, y por favor, Juan José, no te olvides de escribirme de vez en cuando, y cuando pases por el pueblo de La Roda, en Sevilla, por favor, venid a verme a casa, os estaré esperando.... ¡ah, y no os olvidéis de orar por mi! 78 Esa fue la semilla de una larga amistad de años. Nosotros los cristianos hemos sido llamados a bendecir a los demás, no a guerrear contra nadie, excepto contra el diablo y sus secuaces. No nos olvidemos que el amor de Dios vive en nuestro corazón y como templos del Espíritu que somos hemos de comunicar esa ternura que el Señor tiene para con todos nosotros, los humanos, anunciando siempre la pureza del evangelio, y combatiendo todo argumento que se levanta contra el conocimiento de la Palabra de Dios. Por esta razón, siempre que pasábamos por la casa de este representante de la iglesia católica, abríamos el Evangelio de Cristo, un evangelio limpio de tradiciones religiosas impuestas a lo largo de los siglos, que nada tienen que ver, con lo enseñado en la Biblia. Un evangelio plenamente apostólico, como a él le gustaba decirnos. Se admiraba de la fe de los evangélicos y de su compromiso personal con la fe en Cristo. AVIVAMIENTO EN UNA IGLESIA EVANGELICA. Noviembre, 1975. Eduardo, ¿por qué no nos vamos de viaje a Andalucía, para ir a ver a nuestros amigos? Inquirió mi madre, mientras mi hermano mayor se marchaba a su trabajo. Me parece bien, además, precisamente hace unos días, he estado orando, y siento del Señor que éste viaje es de su voluntad, por que podemos ir a ver a nuestros hermanos y amigos, y compartir un rato con ellos, tu sabes que yo me apunto a todo estoContestó papá mientras se tomaba su puntual café del desayuno. 79 Yo tengo que ir a cambiar el aceite a la furgoneta, y cuando queráis podemos irnos, pues ahora, en el verano, no tengo que hacer nadaContesté, con verdadera ansia por viajar. ¿Nos vamos el Viernes próximo?añadía mamá. Bueno, Florentino, nuestro hijo está con su trabajo y con su familia, y Eduardo creo que me ha dicho que ha cogido un piso con unos compañeros, además si el quiere puede hacer uso de la casa cuando lo desee, edad tiene para elloaclararía mi padre. Dicho y hecho. El motor comenzó a funcionar estrenando su nuevo aceite interno, y rumbo al sur. EL domingo anterior habíamos estado en la iglesia Ebenezer del barrio de Vallecas, en Madrid, del pastor Joaquín Yebra y allí nos llenamos de la Presencia del Señor. Fue un culto esplendoroso. Fascinante. Tras largas horas de viaje por la carretera de Andalucía, pudimos llegar hasta la costa atlántica de esta zona española. Era ya un atardecer, y el cielo se mostraba repleto de una multiforme de colores que embellecían la bóveda celeste. La suave brisa andaluza y marítima penetraba por la ventanilla del vehículo, acariciando nuestros rostros, mientras mi madre, llenaba su boca de: “¡oh!”, al contemplar las siluetas de las iglesias parroquiales, recortadas contra el horizonte colorido. Papá, sentado en el asiento trasero, solía aprovechar el tiempo haciendo las “sopas de letras” o “crucigramas”, que venían en todos los periódicos. Para ello, se surtía de un diccionario, u otro libro, que siempre llevaba consigo en los viajes. Su Biblia y alguna novela de tema variado, esparcidas en el asiento, a su derecha. Las charlas eran interminables entre nosotros, mientras el motor rugía con fuerza incontenible, No podíamos obviar su sonido, ya que en el 80 diseño de la furgoneta, los ingenieros, introdujeron el motor, dentro de la cabina del conductor. Tapado y aislado convenientemente, pero allí estaba. Al final de la ruta, llegamos a una ciudad, y allí pudimos descansar, pues teníamos amigos cristianos, que sin dudarlo nos ayudaron ofreciéndonos su casa. Siempre en todo momento, que hemos tenido que quedarnos en casa de alguien, les hemos ayudado con alimentos y de otras formas, pues nunca nos ha gustado, molestar a nadie, y la misma Biblia nos aconseja que nos seamos gravosos. Si era posible preferíamos buscar una pensión o incluso quedarnos a dormir en el interior del vehículo, pues le habíamos instalado una cama. El día 23, domingo, muy de mañana, decidimos buscar allí alguna iglesia local evangélica. Nos apetecía escuchar la Palabra de Dios, y compartir con alguien algo de Nuestro Dios. Sabíamos, que en ese lugar la obra evangélica carecía de toda representación denominacional, excepto una pequeña iglesia local, que llevaba allí mucho tiempo. Pertenecía a una denominación considerada muy conservadora, pero eso era algo que no nos importaba, por que cristianos fieles son todos aquellos que han decidido seguir a Cristo de corazón. Después de dar muchas vueltas con el coche para encontrarle por fin dimos con ella, justo cuando el culto ya había comenzado. No había tiempo que perder, teníamos que entrar y participar en la alabanza. Me llamó la atención ver que en el pequeño escaparate de libros había ejemplares puramente pentecostales, junto con otros que no lo eran. Daba igual, al fin y al cabo de lo que se trata es de predicar a Cristo, no a una doctrina determinada, pentecostal o no. 81 La pequeña iglesia, bellamente decorada, sencilla en su interior, era recogida y acogedora, rápidamente nada mas entrar, los hermanos, nos hicieron sitio, y nos invitaron a sentarnos, con gran amabilidad. Algo que se agradece siempre. No había tiempo para las presentaciones oficiales, y como vieron que conocíamos todos los himnos, y participábamos en la oración, nos acogieron rápidamente. Pude ver, que en una mesa lateral estaban preparados los símbolos de la Santa Cena, y con franqueza, me apetecía participar en ellos, como señal de compañerismo cristiano con estos hermanos desconocidos, si se me permitía. Todo discurría de manera normal, hasta que la comunidad, puesta en pié a petición del predicador, después de orar en la presentación al Señor del pan y el vino, y de dar gracias por la Santa Cena, tal y como se tiene por costumbre en las comunidades eclesiales evangélicas, se pasó a repartirlo a todos los creyentes. Al llegar a mi, era lógico que se me preguntara, pues no me conocían, pero no era tanto la pregunta que se me hizo, que considero normal, si no la forma tan sumamente áspera en que se me formuló. ¡Oiga! ¿Usted está bautizado? ¿Es usted creyente? ¿Que tiempo lleva? ¿Es usted miembro de esta iglesia?La voz ronca de tipo militar del portador del pan, y la total carencia de amor, o simplemente de las mínimas reglas del buen trato, me dejó paralizado. Me recordaban a las de un sargento de Infantería Ligera. ¡Si!Contesté con duda, y he de confesar que me sentí totalmente frustrado, pues estaba sentado entre dos personas, que me miraban de reojo. La bandeja del mencionado elemento fue apartada de mi tan rápido que casi no pude coger el trozo que me 82 correspondía, pero lo hice. Con el vino otro tanto, me pasaron el plato con la correspondiente copita a toda velocidad, casi se me cae. Algo pasaba allí, me estaba creando cierta intranquilidad. El predicador, abrió la Biblia, y comenzando a hablar, lo hizo de manera muy pausada, en el origen, articulando unos y otros versículos de la Biblia. Al comienzo, dado que el tema parecía ser sobre los dones del Espíritu Santo, empecé a sentirme bien, pues se hablaba de algo que conocía muy bien. El mensaje trascurrió en un principio, bien elaborado, quizá demasiado aprendido de libro, pero parecía muy interesante. Presté pues toda la atención que pude, pues si algo he aprendido a lo largo de estos años, es que hay que respetar la predicación e intentar por todos los medios, recoger en nuestro corazón cuanto más mensaje mejor. Con el paso de los minutos, la predicación fue adquiriendo mas fuerza. El rostro del pastor, parecía ir poco a poco articulando con gestos todo cuanto decía. Mi ánimo se estaba levantando, hasta que empecé a oír desde el púlpito, por parte del predicador, como se comenzaba a atacar frontalmente al movimiento de Pentecostés, negando todas las evidencias actuales de los dones del Espíritu Santo. Pronto me di cuenta, de la falta absoluta de amor en sus palabras. Argumentaba en base a una equivocada interpretación de versículos de la Biblia que estas manifestaciones no eran obra del Espíritu Santo, atribuyendo el “hablar en lenguas” a la magia. Me sobresalté. Utilizó el púlpito para criticar a los siervos de Dios cuando son usados por el Espíritu para milagros y sanidades. Los ataques directos al movimiento pentecostal fueron continuos claros y concisos. Incluso, llegó a decir con claridad que la iglesia en la que estaba predicando “estaba muerta”. Oculté mis ojos 83 con mi mano, y con disimulo busqué, los rostros de mis padres, quienes estaban sentado detrás de mi. Mamá se mostraba claramente indignada, con sus típicos aspavientos de: “¡oh, ah!”. Papá, estupefacto, mantenía sus ojos bien abiertos y sus oídos también, mientras tomaba notas en una diminuta agenda que llevaba consigo encima. El discurso pastoral era ya, en esas alturas, realmente insoportable, un autentico “sermón” lleno de incongruencias. Tan molestos nos encontramos que no esperamos a terminar el culto, pues antes de la despedida final, ya nos habíamos marchado. No poseo la copia del tema pastoral, pero sí recuerdo toda su síntesis y algunas de las frases allí pronunciadas, expuestas aquí, ajustada y convenientemente. Señora, ¿se van ya?, ¿Les ha gustado la predicación?inquirió a mi madre, un miembro de la iglesia que estaba en la puerta. ¡Ni hablar, no me ha gustado nada, aquí no vengo mas, vaya una forma de predicar, una viene a levantarse y aquí te agachan! contestó mi madre con cierta mezcla de humor, y de enfado, unidos a su forma de hablar poco diplomática. Desconcertados, y comentando el cúmulo de errores que oímos, nos marchamos, pero papá tomó buena nota de la iglesia, su nombre, y su dirección exacta. ¿Por qué lo haces?le pregunté Porque esto no puede quedar así, se exige una respuesta y una queja rotunda y por supuesto que lo voy a hacer. Esta misma tarde, le voy a enviar una carta a este pastor, respondiéndole punto por punto. No quiero dejar ni una sola 84 coma. Se merece que le mande una carta clara pero muy claracontestó papá visiblemente malhumorado. Siempre, llevaba consigo una pequeña máquina de escribir portátil, que utilizaba para hacer sus trabajos, aunque estuviera de viaje. Esa tarde la maquinita estaba que echaba humo por todos los sitios, pues mientras papá trataba de articular su contenido, con la ayuda de mamá, pudo organizar todos los temas que había tocado el pastor. Sin saberlo, nos habíamos introducido en una iglesia, que estaba realmente dividida, y en la que al parecer algo estaba pasando, ¡y muy serio! El pastor, formaba parte de una parte sumamente cerrada y profundamente anti carismática y anti pentecostal. Dos fuerzas estaban en batalla, por que Dios, dice: “Sobre ti he fijado mis ojos y te haré entender el camino por el cual deberás de andar” Y, había fijado su mirada en esa pequeña congregación que se cerraba totalmente al Espíritu de Dios, pero cuando éste decide moverse, no hay nada ni nadie que se pueda oponer a su mover. Aun conservo la carta que mi padre, esa misma tarde escribió, enviándosela al día siguiente, meditado, tranquilo, sosegado y extendiéndole al pastor una mano de amor. Así mismo guardo la respuesta, que fue enviada a Madrid, a nuestra casa, de forma inmediata, y ambas la expongo aquí, detalladamente, para mayor gloria de Dios. Papá, quien, en ese tiempo, tan solo tenía dos años y medio de experiencia cristiana y de conocimiento de la Doctrina Bíblica, no dudó ni un solo segundo escribir esa carta de protesta, y dirigirla directamente, al máximo 85 responsable de la iglesia, quizá mucho mas experimentado en interpretaciones bíblicas, pero el no tenía preocupación por ello, por que por encima de eso, estaba la dirección del Espíritu Santo, ya que antes de redactar la carta, estuvo un buen rato orando, para confeccionarla, de manera y modo que nunca pudiera ser de controversia ni de ataque, pero sí de protesta digna. En el texto de la misiva, mi padre hizo hincapié en el amor, por que así, estaba escrita, con amor, pero con firmeza. Sevilla, 23 de Noviembre de 1975 Iglesia Evangélica Cristiana Sr. Pastor: Tengo a la vista las Sagradas Escrituras y un versículo precioso que le voy a citar con amor: "Porque por fe andamos, no por la vista", en segunda de Corintios, pero no es mi propósito querer enseñar la Biblia a quien me supongo que la conocerá a lo perfección, por la necesidad de ello en su calidad de Pastor. El Espíritu de Dios nos guía y conduce a toda criatura que lo buscamos, por senderos misteriosos, pero hay algo quo la Biblia nos dice muy claramente, que el Amor permanecerá sobre todas las cosas y si el amor os imperecedero debemos llevarlo en el corazón los cristianos sin distinción de confesiones, y el mensaje del amor al transmitirlo a una congregación hay que hacerlo con una limpieza cristalina, edificando a nuestros oyentes para llevar almas a Nuestro Señor Jesucristo, y yo, a través de estas líneas deseo fervientemente ser inspirado por el Espíritu de Dios y llegar al corazón de usted, considerándolo un hermano en Cristo, y todo 86 esto se lo digo para que no crea usted que estoy olvidando el mandamiento del Señor, que es precioso, porque encierra todo lo divino y nos enseña como debemos hablarnos y dirigirnos unos a otros. Esta mañana, de paso y en busca de la palabra de Dios, entré en esa en esa iglesia y confié plenamente en que ni espíritu, así como el de mi esposa e hijo se sintiera confortado, y creo que para usted sería maravilloso el que hubiéramos podido testimoniar, comulgar, confraternizar con los hermanos cristianos, como así es mandado, pero por desgracia así no fue, ya que hubo cosas que yo no he podido, ni creo que podré nunca comprender, pues en primer lugar, mi hijo, amorosamente necesitó, así como nosotros de la presencia de Dios en su cuerpo, la iglesia cristiana, mediante el Pan de Vida, y se le preguntó si era miembro comulgante de la iglesia, referente a la suya, a la de Huelva, y é1, interpretando que se refería a la de Cristo, por estar bautizado por inmersión é impregnado del amor de Dios, dijo que sí, pero es muy de lamentar que esta pregunta se le hubiera hecho se una forma carente de amor, que tanto debemos darnos los unos a los otros. Después, oímos un sermón que no solamente no nos edificó, sino que nos impresionó profundamente, nos hizo sufrir mucho, no ya por nosotros, sino por los demás, porque hay muchas personas que andan en tinieblas y necesitan la luz del Evangelio. Todos la precisamos y yo le pido al Señor que usted no vaya buscando en mis palabras conceptos que usted pueda hacer uso de ellos para polemizar, y desde luego eso no lo quiero, y por lo tanto le ruego en principio que tome esta misiva desde el punto de vista espiritual, y eso es el mensaje que quiero darle, no importándome la extensión del mismo, aunque deseo ser lo mas conciso posible. Mi familia y yo, como muchos cristianos, nos movemos por la fe, guiados por el poder del 87 Espíritu Santo en toda su plenitud, y siempre queremos, deseamos amar a los demás, tenemos el corazón abierto cara todas las denominaciones entre las cuales me imagino que usted se supondrá que integramos en nuestro amor a 1a romana. Hemos sentido el amor de Dios de una forma penetrante incisivo, sin paliativos, rotundamente, y este amor nos ha sido dado por el Señor por su Espíritu como lo digo antes, con toda plenitud, tal y como dice el Apóstol San Pablo en primera de Corintios, capítulos 13 y 14, con ello, aunque no pretendo enseñarle usted 1o que ahí se dice, puesto que le considero como un entendido en las Escrituras, me permitirá recordarle que el Capítulo 14 se titula: "El hablar en lenguas", que yo le puedo mostrar que existe porque para conocerlo solamente hay que abrir la Biblia, y yo le quedaría altamente agradecido si usted me mostrara otro en el cual se dijera ,ó se diga en las Escrituras que el hablar en lenguas es magia, falso, y por lo tanto no bíblico. Hay otras cosas muy importantes que deseo decirle. El señor que hoy predicó a mi me hizo llorar, pero de pena, y su mensaje fue antibíblico por que mezcló lamentablemente, la palabra de Dios con cosas que no son de El. Sentí un rechazo tremendo cuando dijo que los milagros se acabaron en el siglo primero, y todo el mundo cristiano sabe que los milagros son hoy en día una nuestra impresionante del poder de Dios, ya que Jesucristo: “ es el mismo, ayer, hoy, y por todos los siglos". No puede haber un cristiano que niegue el milagro como una manifestación del Espíritu Santo en los enfermos actuales, y si no hoy poder en la iglesia es porque no hay poder en los hijos de Dios, y si una iglesia confiesa en público, como he oído 88 hoy en el culto, que esa congregación está muerta, es porque no se ha cumplido ni se cumple con la palabra que el Señor dijo al Apóstol San Pedro: "Apacienta mis ovejas". Hubo en ese desacertado sermón algo que no llegó al alma, y fue la forma tan desconsiderada en que se habló de los Pentecostales, en cuanto a confesión religiosa se refiere, porque al decir “Pentecostales", se re firió de una forma concreta a una rama de la Iglesia Evangélica Española, posición auténticamente anti evangélica, anti eclesial, y cómo es natural, antes que nada, anticristiana y anti bíblica. Hubo también una frase totalmente fuera de lugar en contra de la maravillosa manifestación del Espíritu Santo por medio de lenguas extrañas, que lo son para los hombres, pero no para Dios, que es lo mas importante, citando el término imperdonable de “magia”. Yo no quiero estar en una situación de superioridad espiritual porque entonces caería en precisamente en lo que Cristo no quiere, y como le estoy hablando con la Biblia en el corazón y abierta delante de mí, deseo decirle que todo cristiano está sellado con el Espíritu Santo, y tanto yo como mi familia por ser lo mismo, por tener el mismo sello que usted, tenemos la obligación de quererles, amarles, respetarles y desearles para ustedes las mejores bendiciones de Dios y por lo tanto nuestras palabras para ustedes siempre tendrán que ser de amor porque así lo sentimos, mas es muy extraño que nosotros amamos por mandato de Dios, cuando recibimos el Bautismo del Espíritu Santo, resulta muy triste y doloroso en extremo que los hermanos a los que amamos aparte de que no admitan estas creencias en postura anti El Emperador Romano Marco Aurelio, que reinó entre el año 161 al 180, hizo la cuarta persecución pero al final de su reinado mitigó el acoso, presionado por el milagro de la Legión Fulminatrix, formada por cristianos. En una carta, del mismo César, cuenta como el ejército fue rodeado por el pueblo Cuado, en la actual Rumania. Los soldados de la Legión se pusieron a orar a Cristo, y una gran tromba de agua cayó sobre ellos, saciando su sed y haciendo huir a los enemigos en Julio del año 173. 89 bíblica por parte de ellos, nos ofendan con palabras que, ya no solamente en el espíritu son reprobables, lo son tanto mas desde el punto de vista humano, porque que aunque solo sea por educación no se debe hablar así. Ahora, bien a nosotros nos ha dolido mucho el ataque a nuestros hermanos en Cristo que pertenecen nominalmente a la confesión Pentecostal, puesto que somos carismáticos, y tenemos una experiencia muy grande entre todos nuestros hermanos, y no olvidamos como lo he dicho antes a los romanos, y manifestaciones de poder las hemos presenciado en toda su plenitud, por que los grandes evangelistas mundiales nos escriben y oran por nosotros é incluso hemos sido Consejeros en Campañas Evangelísticas de Billy Graham, la última en el "Eurofest'75", gozando de la honrosa amistad de este gran hombre de Dios y no digamos de Luís Palau, el Obispo Festo Kimvengere, de Uganda. Dado el inmenso poder que hoy día está el Señor derramando sobre el mundo cristiano, hemos sentido muchísimo el que en esa iglesia Evangélica, de Huelva se predique sin fuerza del Espíritu Santo y se diga a toda una comunidad que la Iglesia está muerta, (palabras textuales del predicador), y muchísimo mas doloroso que se hable en contra de una denominación encuadrada plenamente dentro del movimiento de la Iglesia Evangélica en España. El Señor dice en toda la Biblia: "Yo soy amor", y nunca varía ni cambia, ni se muda de forma de actuar ni de ser, porque el mismo amor y poder tuvo en los días de la Creación cuando Adán y Eva, como en los días, de Isaac, Jacob, y Moisés, como en la encarnación de Dios en Jesús y en los días de Pablo y los Doce, los del evangelista Moody y de hoy en la actualiciad, 90 porque Jesús viene pronto a recompensar a cada uno según sus obras en amor y poder. Es antibíblico que se diga que los milagros hayan pasado, y ante eso, no solo yo, un mundo de millones de cristianos sabe que existen, son, y viven en medio de nosotros, por lo que yo le agradeceria también que usted me dijera en que parte de las Escrituras, sobre todo los cuatro Evangelios está profetizado que los milagros terminarían, cuando Jesús dijo, "Mayores milagros que yo, haréis, por cuanto yo voy al Padre", y no entiendo porque el Señor que predicó, dijo que actualmente ya no hay milagros, cuando en verdad todavía no ha venido lo perfecto, que es la Segunda Venida de Jesús. Hay otras cosas que también nos hicieron mucho daño espiritualmente hablando, pero no por eso nos han apartado estas frases de los caminos de Dios, muy al contrario, nos han edificado. Ahora bien, estas cosas son muy serias y yo no soy quien para decirle a usted como debe dirigir su congregación cuya salvación depende de usted y de su fe, mas lo que si haré de todo corazón será orar por esa iglesia, por usted, por su progreso espiritual que lo deseo de todo corazón, mas no sería leal sino lo dijera que, con predicaciones así en vez de edificar, se pierden las almas. Como buen cristiano sería por parte de usted precioso y muy honesto que de una forma completa, integral, no con espíritu de caridad paternalista se rectificara de todo lo dicho en ese sermón de hoy domingo 23, porque esta congregación a la cual amamos debe escuchar un mensaje que se aclaren estas posturas tan antibíblicas que tanto daño hacen y pueden hacer a una congregación que 91 busca el crecimiento espiritual en el amor de Dios. Le ama en Cristo, Esta fue la respuesta del pastor: Sr. EDUARDO SANTOS ELOLA. Apartado 248. MADRID. Apreciados hermanos en Cristo: Tengo a la vista su atenta del pasado mes, en la que noto su descontento por lo oído en la predicación, sinceramente creo que se molesta injustamente, pues aunque mis palabras en la consideración del tema que desarrollaba pudiera dolerle, tenga en cuenta que de haber sabido de la presencia de esos hermanos en la Sala de seguro me hubiera abstenido de herir sus sentimientos, aunque por amor a la verdad y la Enseñanza de las Sagradas Escrituras, esta hubiera sido expuesta aún a costa de las diferencias ideológicas que nos separaran , pues Ud. sabe que la Iglesia donde entró el día que nos ocupa aparte de aceptarle en la comunión no comparte totalmente sus ideas. Otra cosa que debo apuntar antes de seguir adelante, es que estos hermanos llegaron tarde, con el Culto empezado, luego no se les pudo inquirir acerca de sus nombres, ni de sus ideas para anunciarlo a la Iglesia antes del 92 Partimiento del Pan, como es normativa, luego al chico que se sentó junto a un de los Ancianos de esta, le fue preguntado “no con falta de Amor” si en su Iglesia participaba de los símbolos cosa que respondió afirmativamente y le fue dado como al resto de los miembros, insisto en que las circunstancias apuntadas hasta ahora dieron lugar a lo único que tengo que lamentar pues no fue idea mía herir los sentimientos de otros hermanos, ni tratarles con falta de Amor. Referente a los milagros sostengo lo dicho en la Predicación, sin dudar en ningún momento que el Señor sigue haciendo milagros en todo tiempo, pues: “Es el mismo ayer, hoy y por los siglos” con todo corazón, yo creo en los milagros, en la Sanidad Divina, no en los sanadores divinos, los que profesan poder sanar a personas como JESUS, no son tan divinos como se creen, su forma de proceder está lejos de ser divina. La enseñanza de Santiago 5— 14,15 está en línea directa con la recibida del Maestro y vemos dos cosas importantes: Nº Si hay algún enfermo en la Congregación que llame a los ancianos de la Iglesia, 2º Orar por el enfermo, no cabe duda del lugar tan importante que ocupa la ORACION en la vida del creyente, luego al caso podrá ser llevado a mejor lugar que al Trono DE LA GRACIA DE DIOS, entendemos que los Ancianos no tienen ningún poder especial de sanar, luego el poder de sanar queda Soberanamente a quien se ora, siendo espirituales en la vida de la Iglesia los Ancianos deben ser hombres de Oración. Quiero dejar bien claro que no animo el polemizar pues Ud. conoce nuestra doctrina y yo conozco la suya pero no puedo dejar sin una aclaración algunas cosas de su misiva: El Amor nunca dejará de ser, o lo que es lo mismo nunca dejará de tener su pleno valor, y obrará eficazmente durante todas las etapas y aún por los siglos de los siglos, en cuanto las profecías acabarán (quedarán fuera de uso) 93 termino que se emplea también en cuanto a la “ciencias” 1º Corint.13. Al referirse Pablo a lo que corresponde a niños, es el verbo típico de este pasaje no indica que ciertos dones han de ser abolidos, sino que perderán su valor en el ministerio público de la Iglesia Universal. “Cesaran las lenguas” continua el Apóstol en este caso la traducción es literal; aquí se repite al mismo , verbo, solo hago constar el significado de este texto, pues su debida interpretación depende del desarrollo total del argumento del Apóstol, donde explica porqué a “Profecía” la “Ciencia las “Lenguas” quedarán fuera de uso, será “porque en parte solo conocemos y en parte profetizamos”, habla Pablo por si mismo y por los Corintios de aquella época¿?, luego el sentido viene a ser que había mucho que aprender aún y que la Profecía no podía hacer más que suplir parcialmente lo que no se había revelado y puesto por escrito todavía, quiere decir la Revelación del Nuevo Pacto que se había de completar por medio del ministerio de los Apóstoles, cuajándose por fin en las páginas del Nuevo Testamento, mientras tanto la Iglesia había de mantener y aumentar su testimonio por medio de los dones que había recibido y que se describieron en el Cpto. 12 sabiendo sin embargo que la ayuda limitada que recibían del ministerio carismático había de apoyarse totalmente en el Amor. El amor es el factor válido e inconmovible a través de todo el camino y no cambiará cuando lleguemos a la mata final, según la interpretación básica pues la frase “ENTONCES LO QUE ES EN PARTE QUEDARA FUERA DE USO” quiere decir que las manifestaciones parciales de la revelación de DIOS por medio de un ministerio estático no sería necesario en un tiempo futuro, cuando llegaría a ser posible apelar al conjunto de la Palabra ya completada y transmitida en forma, total y permanente, sin perder de vista que cuando 94 llegue “LO PERFECTO” todo conocimiento parcial de esta tierra dejará de tener importancia. Pablo sigue orientando a los Corintios que no habían comprendido que se iba preparando por la Gracia de DIOS un cuerpo de doctrina y de prácticas que habían de reemplazar a algunos de los ministerios parciales de los cuales los Corintios se jactaban. Le repito que la predicación en ningún momento fue un ataque a la Confesión Pentecostal ¿?, pues le recuerdo hemos tenido a hermanos de la referida Confesión de Madrid, Portugal, etc., en la comunión. Unos de vacaciones otros de paso y nunca hemos tenido problemas con ellos incluso algunos han tomado la Palabra y todos nos hemos gozado en la presencia del Señor. Por último le diré, que el consejo final que me dirige de rectificar de todo lo dicho, tendría que modificar las Bases Bíblicas (¿?) y las Normas de Doctrina de esta Confesión Evangélica, lo cual no puede ser, pues si mal no recuerda anteriormente le decía que la Iglesia donde Ud. había oído ese mensaje de parte del Señor, (¿?), era y es la Iglesia Cristiana Evangélica. Así que le agradezco ese consejo hasta que de una forma clara y fehaciente me pueda hacer ver que el Mensaje fue anti—bíblico, con los pocos argumentos que me presenta. Sinceramente en CRISTO: El Pastor Esta es en realidad la teoría de quienes no aceptan al actual mover del Espíritu Santo, que no es tan actual, por que a lo largo de los siglos ha estado siempre presente en la comunidad cristiana de muchas y variadas formas, incluidos los dones. No es cierto, que los dones solo fueran para el primer siglo, no hay pues ningún versículo de la Biblia que 95 diga tal cosa. Es verdad, que esa época fue especialmente de avivamiento carismático, pero los dones nunca fueron sustituidos por la revelación escrita, no considerándose necesarios teniendo ya el canon del Nuevo Testamento. Grandes pensadores cristianos posteriores al siglo III d.C. daban noticias, de que en algunos lugares “ aun se expulsaban demonios y se hablaba en lenguas”, estamos pues hablando de gente que vivió posteriormente al III, que es cuando ya tiene cuerpo todo el canon bíblico tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, tras el concilio de Nicea. Las “practicas” que argumentaba el pastor, es decir el RITO es puramente humano, no por sí son malas, al contrario, han sido creadas y admitidas por la comunidad cristiana, para llevar un orden determinado, pero jamás, nunca ninguna PRACTICA, puede sustituir ni mucho menos reemplazar a algo tan maravilloso como es el don del Espíritu Santo. Es más, éste puede anular perfectamente a aquella, siempre y cuando, la manifestación del Espíritu quede supervisada bajo la autoridad de la Palabra Escrita y Revelada. Palabra, que en definitiva ha originado a ese don. ¿Por qué aparecieron tantas “prácticas” a lo largo de la historia del cristianismo?, por que por desgracia la comunidad cristiana se fue olvidando poco a poco de los dones, y enfriándose cada vez mas. No obstante pese a ello, siempre han existido, por mucho que algunos lo nieguen momentos de avivamiento en los que han surgido estas manifestaciones del Espíritu, las mismas que se dieron en tiempos apostólicos. Cuando Pablo dice: “porque en parte solo conocemos y en parte profetizamos” no es verdad que hable solamente por sí mismo y por los corintios de aquella época, entre otras cosas por que no solamente tenían dones los corintios, sino todas las demás iglesias del momento; habla por TODOS los cristianos 96 verdaderos de TODAS las épocas. En parte solo conocemos, hasta que sea manifestado el Señor, y que sepamos aun, no se ha manifestado en su plenitud, aunque muy pronto lo hará. Quiéranlo o no aun estamos en realidad en plena era apostólica, quizá ya en su tramo final, pues aun siendo cierto que nuestra doctrina está versada en toda la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, es igualmente cierto, que la iglesia, adquirió cuerpo doctoral en primer lugar con los cuatro evangelios, y le libro de los hechos de los Apóstoles, y en segundo lugar con LAS CARTAS APOSTOLICAS, luego si las cartas, todas, tienen pleno vigor es por que de una manera u otra estamos bajo la era Apostólica, por tanto, bajo sus enseñanzas, y bajo el Espíritu de Dios, que es quien en definitiva unge nuestras vidas. El mismo pastor caía en contradicción al afirmar categóricamente que “JESUCRISTO ES EL MISMO, AYER, HOY Y POR LOS SIGLOS”, por algo muy sencillo, ya dice que es el MISMO AYER, HOY Y POR LOS SIGLOS. Si “ayer” dio dones a los hombres como dice en Efesios a través de su Espíritu, y en tantos otros lugares, ¿por qué no los va a dar hoy, incluido el de las lenguas y el de las profecías? El hace lo que quiere y cuando quiere para bien de su iglesia y de la especie humana. El pastor decía que solo creía en el poder sanador de Jesús, y que por tanto “yo creo en los milagros, en la Sanidad Divina, no en los sanadores divinos, los que profesan poder sanar a personas como JESUS, no son tan divinos como se creen, su forma de proceder está lejos de ser divina”. En eso coincidimos y estamos por completo de acuerdo con él. Si con eso se refería a algunos siervos y siervas de Dios, que el Señor ha levantado, podría estar realizando un juicio muy peligroso y sumamente temerario, no por que esos hombres o mujeres sean maravillosos, si no por que puede poner en 97 duda que el espíritu que obra en ellos, sea el del Señor, el Espíritu Santo. Es evidente que aun siendo así, yo no creo en ellos, creo en Cristo que obra a través de ellos, algo muy distinto, no está nuestra fe puesta en los pastores, ni en los profetas, sino en Dios, que obra en sus ministerios. Si muchos dicen que pueden sanar a personas como JESUS, hay que tener cuidado, por que si como decía este pastor, tales personas son sanadores divinos, estamos hablando de falsos maestros, de pequeños anticristos, de fundadores de sectas, gente a la que el Señor dirá: “Apartaos de mi, hacedores de maldad por que nunca os conocí”. Ningún verdadero siervo de Dios, se considerará:”DIVINO”. Nadie puede jactarse, de llevar una vida DIVINA, por que los cristianos no llevamos una vida divina, pero si ajustada a la enseñanza y a la moral reflejada en la Biblia. Quien sí llevó una vida divina, fue Jesús por que el era DIVINO, ¡ERA DIOS! No, el Señor, nunca da un mensaje a una congregación llamando al don de lenguas, “efecto de magia”, por que es su Espíritu Santo quien da ese don y todos los demás citados en la Biblia, y la magia, como tal es del diablo. Decir eso o afirmarlo puede ser MUY peligroso. Cuando recibimos en Madrid, su carta, nos sorprendió “de haber sabido de la presencia de esos hermanos en la Sala de seguro me hubiera abstenido de herir sus sentimientos”. ¿Qué hubiera hecho? ¿Cambiar el mensaje?, ¿o presentarnos una batalla mayor?: “aunque por amor a la verdad y la Enseñanza de las Sagradas Escrituras, esta hubiera sido expuesta aún a costa de las diferencias ideológicas que nos separan, pues ud., sabe que la Iglesia donde entró el ida que nos ocupa aparte de aceptarle en la comunión no 98 comparte totalmente sus ideas”. No sabíamos nada respecto a las ideas que nos dividían, máxime cuando en la estantería tenían conocidos libros de enseñanza Pentecostal. La frase era cuanto menos, desafortunada. Después de esta correspondencia, nunca mas volvimos a tener contacto con la mencionada iglesia, ni con su pastor, hasta que pasados seis años después, en una de nuestras habituales visitas a esa ciudad, tuvimos una gran sorpresa, una noticia que nos sorprendió mucho. Aquel predicador que tanto atacaba al mover del Espíritu Santo, ¡fue bautizado en el Espíritu Santo, en un culto de oración de unos jóvenes procedentes de Málaga, y que habían sido cambiados por Cristo!, de tal manera, que su vida cambió por completo. Desde ese momento, dedicó su vida al verdadero pastoreo de la palabra de Dios, orando en lenguas muchas veces, ministrando con la unción del Espíritu Santo, y siendo utilizado para abrir caminos en muchas vidas de sus ciudad, que estaban cerradas a la luz. Cuando nos dieron la buena nueva, fuimos a su casa, compartiendo lo que el Señor había hecho y las nuevas visiones para su ministerio, amplio y rico en deseos de trabajar para el Señor. Su ardiente fervor, era hacer una campaña evangelística por su ciudad, utilizando todos los medios que entonces se disponía, usando películas evangelísticas, repartiendo Bíblias, visitando casas. Y así lo hizo. Sin embargo confesaba que desde el momento que el Señor, le había dado el Bautismo del Espíritu, tenía muchos y múltiples problemas que resolver, y el primero de ellos, era con su antigua iglesia, a la que tuvo que dejar atrás forzosamente, por que el consejo de ancianos se le opuso radicalmente. 1º…. Hubo una época en que la iglesia fue muy poderosa, cuando los cristianos primitivos se alegraban de que se les considerase dignos de sufrir por sus convicciones. La iglesia no era un mero termómetro que medía las ideas de la opinión publica…. 99 DOÑA CARMEN Al comienzo de nuestra vida en Almería, a mitad de la década de los años 80, vivíamos en la Calle Granada, frente al Bar “El Andaluz”. Papá había comprado esa vivienda hacía ya algunos años antes. Solamente la ocupábamos en el mes de Agosto. Fue hogar para misioneros, y era allí en donde Juventud con una Misión, realizó su primera campaña evangelística en esta ciudad. No recuerdo con exactitud en qué año nos decidimos afincarnos definitivamente en ella, pero lo que sí sé es que por entonces nos quedaba un largo camino para andar. Allí mismo, en su balcón exterior, contemplando la ciudad, el Señor me habló con ese bello versículo del libro de los Salmos: “Sobre ti he fijado mis ojos, y te haré entender el camino por el cual deberás andar” Vivíamos en la cuarta planta, no había ascensor, de modo que en la segunda, mamá hacía un “alto” para descansar. Eran momentos, propios para hablar con los vecinos que entraban y salían de sus viviendas. Mi padre, tan caballeroso siempre, solía ayudar, cuando coincidía con ella, a una mujer mayor de edad o a su marido, Antonio, con la pesada carga de la compra de alimentos diaria. Poco a poco, y gracias a esos instantes, nació una amistad notable entre nosotros. Mi madre, todas las tardes bajaba para tomar un café con el matrimonio. Doña Carmen, persona muy agradable y respetuosa, hacía vibrar la amistad con su buen hacer. Rebosaba simpatía, y afectividad en todo lo que hablaba. Más bien de tamaño 2º…. Era mas bien un termostato que cambiaba las costumbres de la sociedad.Donde quiera que un cristiano penetrase en una ciudad, los poderosos se asustaban e inmediatamente lo procesaban por “perturbadores de la paz”, pero los cristianos no abandonaron su empeño, convencidos que eran la “colonia celestial”, destinados a obedecer a Dios antes que a los hombres…. Martin Luther King, pastor evangelico.Premio Nóbel de la Paz. 100 medio bajo, gruesa, y de cara redonda, se disponía en todo momento a hacernos una merienda secular, cada vez que mi madre se reunía con ella, para hablar de amiga a amiga. Ella, hacendosa como la mujer de la que habla Proverbios, insistía una y otra vez, que bajáramos mi padre y yo, para participar de un chocolate caliente, al abrigo de una mesa camilla, con estufa dentro. Carmen, carecía de personas de confianza a las cuales poder contar sus problemas y las historias de su vida. Aquella mujer, a la que yo tenía un afecto personal, casi como si fuera mi abuela, lloraba sus cuitas ante el consejo de mamá. Horas y horas, una y otra se sinceraban mutuamente. Pude descubrir que nuestra vecina, tenía además algo más interesante, una sincera fe en Dios. Amaba profundamente al Señor. Asistía a su iglesia, la católica, cuando podía, pero no era mujer de “misa diaria”, más bien cultivaba su fe personal en casa, en una relación profunda de fe con el Señor. No participaba de quienes acudían todos los días a la iglesia, y no observaban una conducta cristiana coherente con lo que decían creer. Ella, que nunca tuvo un Nuevo Testamento o una Biblia completa, lloraría de agradecimiento, el día que papá le regaló una dedicada, cociéndola entre sus manos, como quien toca por primera vez una joya de platino o de oro. Las lágrimas corrieron dulcemente, por sus redondeadas mejillas, mientras colocaba un sincero beso en el rostro de papá. Tenía dos hijos, uno en Granada, otra, en Madrid. Natural de la ciudad de Melilla, al norte de Marruecos, pero territorio español, nos describía su infancia y juventud, como un largo reguero de sacrillos familiares. Aun, el recuerdo de sus padres, sencillos trabajadores, que implantaron en su alma el afecto y la responsabilidad, seguía 101 acompañándola día a día. En su corazón había un manantial de vida para el Señor. En una ocasión que aun recuerdo, justo en la puerta de su casa, instantes antes de despedirnos para subir a la nuestra, le dijo a mi madre: “Lolita”así la conocía¡Dios un día me habló!, ¡el Señor me habló directamente a mi! Claro Doña Carmen, que Dios habla, ¡cuénteme! contestó lacónicamente mi madre. Cuando yo estaba en Melilla, sabía que había dificultades familiares aquí en Almería, y aquí no teníamos nada, ya que mi marido ha sido siempre fotógrafo, y para venirnos a ayudar a mi hijo, teníamos que dar un paso muy grande, y venirnos a la aventura, no había nada seguro, pero algo teníamos que hacer. Un día le pedí al Señor que me ayudara, y oí su voz muy claramente que me dijo: ¡Carmen, vete a Almería que yo estaré contigo! Mientras decía esas palabras, su voz plateada, suave, tímida, se volvió temblorosa y sus ojos aparecieron algunas lágrimasy no lo dudé, vendimos todo cuanto teníamos allí, que era bastante poco, y nos trasladamos hasta aquí” Doña Carmen, ¿usted sabe por que el Señor le dio esa orden?intervino papá, mientras le hacía un gesto indicativo con el dedo índice derecho, para remarcar la seguridad en su declaración. Bueno, vine por mi hijo, y ya ve usted, ahora está en Granada, nos hemos quedado aquí, y hemos perdido todo lo que teníamos en Melilla, claro que se tuvo que ir para allí por que estudió la carrera de Médico, y allí se ha casado, y es un buen profesional de la medicina, pero nosotros aquí estamos, en este piso 102 No solo por eso, Doña Carmen, sino por que el Señor quería que nos conociéramos personalmente, para compartir del Señor juntos, ¿qué le parece?respondió preguntando mi padre. Pues.....¡claro que sí!, por que yo siento mucha paz interior cuando ustedes me hablan de Dios y del Evangelio de Cristoparándose unos segundos, se dirigió a mi para cambiar de conversación y proponiéndome algoPor cierto, Juan José, me ha dicho tu madre, que vais a salir de viaje. He pensado una cosa, ¿por que no vamos a Granada, por que quiero ir a ver a mi hijo, y te pago el combustible?, creo que podemos pasar unos momentos muy felices, me encantaría ir con ustedes Los tres dijimos a la vez, sin dudarlo: ¡Si! Pero.... ¡con una condición!apostilló papá ¿Cuál?preguntaba ella. El combustible lo pagamos nosotros, es decir corremos con todos los gastosañadió mamá Y ante nuestra insistencia, Carmen, cedería. Un par de semanas después, nuestra furgoneta amarilla “Pegaso”, se deslizaba por la carretera sinuosa repleta de curvas, que atravesaba los pueblos almerienses llenos de historia para enfilarse hacia la planicie de Gladis, en la provincia de Granada. A lo lejos, antes de llegar a esta ciudad, ya se veía la torre de la iglesia colegiata gobernando todo el territorio, como si desde su campanario se pudiera otear toda la vasta vega de Guadix. Fuimos atravesando los pueblos cercanos, todos ellos rivales en la artesanía popular de cerámicas que amontonaban al lado de la carretera, para mejor venta y aun mejor 103 diversión de turistas, quedándose atrás, cayendo uno tras otro como quien va dejando en su vida amores pasados que ya no volverán. Desayunamos en Guadix, al amparo de la impresionante iglesia y de las murallas árabes incrustadas en el casco urbano de la ciudad, para después continuar el viaje, algo cansado, hacia el pueblo de Iznalloz, situado al norte de Ganada. No quería pasar por el Puerto montañoso de la Mora, por que en esos años, tenía demasiadas curvas, así que decidí reemprender la ruta por otro camino, algo largo, pero más tranquilo para mi, desviándome hacia la ciudad de Jaén, pero con la intención de retomar la dirección a Granada, por el pueblo de Iznalloz. Así se hizo. Al llegar a ese pueblo, rodeado de belleza natural, dotado de las ruinas de un castillo árabe repletito de historias curiosas enraizadas en la Edad Media, nos detuvimos junto a una fuente de agua natural, para descansar. Nos bajamos todos, y allí sentí, mientras las dos mujeres amigas se recargaban de agua buena en botellas de plástico, que yo debía de hablar directamente con Doña Carmen, el Espíritu Santo, me estaba motivando, para que le trasmitiera un mensaje directo. Doña, Carmen, este viaje, no lo ha querido usted, ni nosotros, lo ha deseado el Señor, por que usted sabe, que hay un camino entre Dios y los hombres, que es Cristo. Ese, al que usted ama tanto, y que sin duda le ha ayudado a lo largo de su vida, hoy, quiere entrar en su corazón completamente, y ser su Señor, de forma total. Jesús vino a la tierra para anunciarnos el Evangelio, eso usted lo sabe, y lo cree, pero no solo para ello, sino para que su mensaje, sea real en nuestras vidas. El evangelio de Cristo, no es algo que se lee solamente los 104 Domingos por la mañana en la iglesia evangélica o católica, es para vivirlo a diario, y yo sé que Dios está llamando desde hace tiempo a las puertas de su corazón.....a mi me gustaría..... ¡Ay Lolita, ¿que me está pasando?, pues estoy sintiendo que mientras Juan José me está hablando, estoy temblando por dentro, siento algo muy grande, que nunca había sentido, muy hermoso y bonito! interpuso Carmen sudorosamente Lo que le está pasando es que el Espíritu del Señor, la está visitando, ahoraañadí con seguridad, mientras veía como papa cerraba los ojos en actitud de oración, mientras colocaba con suavidad su mano derecha en el hombro de su mejor vecina. Mamá por otro lado, hacía lo propio cruzando sus manos con las de ellaDoña Carmen, ¿usted quiere recibir Cristo en su vida, creer que es su Salvador y su Señor Aparqué nuestro vehículo al lado de la carretera, y allí hicimos un pequeño culto de oración. Nuestra amiga, dejaba correr lágrimas de agradecimiento, mientras oraba entregando su vida y su alma al Señor. ¡He sentido algo extraño!, por que me siento como ¡nueva!, y sé que es Jesús Aquel fue un día hermoso y el sello final de nuestra sincera amistad. Poco después, su marido falleció aquejado de un cáncer de próstata, y nuestra fiel, admirada y querida amiga, se nos fue a vivir a Madrid, a casa de su hija. Lolita, sé que nunca nos veremos, pero estoy muy contenta de haberos conocido, le doy gracias al Señor desde lo más profundo de mi corazón 105 Así fue, por que Carmen, partió poco después de llegar a la capital de España, a la presencia de su Padre Celestial. EL ASESINO DEL MARQUES Allá por la década de los años 50, en la oficina de mi padre, entre las mesas de trabajo, máquinas de escribir, archivos y papeles, se movía un joven alto, bien vestido, al que le gustaba utilizar las mejores colonias. Formaba parte de un grupo de amigos muy parecidos a el, que aprovechaban, sus horas libres de las tardes, para ir a “conquistar” muchachas jóvenes deseosas de besos y de amores, de esas que salían con cualquier excusa a pasear por las calles, con el único objeto de caer en manos de alguno de éstos. Papá, entrometido siempre en las teclas de su vieja máquina de escribir, tecleando letras y mas letras, solía descansar un rato, con sus compañeros de la oficina, saliendo unos minutos a la cafetería de la esquina, con el fin de “estirar las piernas” darle algún que otro gusto al cuerpo después de varias horas de esclavitud ante los documentos de la empresa. Aquel compañero extraño, que utilizaba las mejores camisas del momento, y que se pasaba mas tiempo fuera de su mesa que dentro, hablando sin parar y haciendo bastante poco delante de su máquina correspondiente, era muy abierto, y sincero, quizá demasiado sincero; alegre, demasiado alegre. Varias veces había salido con él y con los de su grupo, todos ellos oficinistas con el, pero a mi padre no le gustaba cómo utilizaba su tiempo: en bebidas y en mujeres. Sin embargo, si alguien había en la empresa dispuesto a ayudar a cualquiera que lo precisara era él. Bien educado, de buen 106 talante, con una presentación intachable, no era en ningún momento, el soez y grosero que se podía esperar de alguien con una vida así. En una ocasión papá se lo presentó a mi madre, e inmediatamente ésta le dijo: Eduardo, no me gusta este amigo tuyo, ten cuidado con él En el trabajo, entraba y salía constantemente del servicio, por que allí tenían espejos. En ellos se miraba, una y otra vez, el amigo González. Mi padre, a quien respetaba quizá más que a ningún otro, le había recomendado en más de una ocasión que dejase esa vida, y que se centrara en el trabajo. Se daba cuenta que estaba al borde del desastre. González, salía de fiesta todas las noches, no solo con ese grupo de amigos, si no con otros que también navegaban entre botellas de vino y de coñac francés, al amparo de mujeres exuberantes, pechugonas, y de fácil hablar, con labios repintados en rojo chillón que portaban lánguidos cigarros medio consumidos por el fumar, mujeres de voz ronca, que cansadas de la vida, se prostituían con facilidad. Mujeres, que llevadas por la necesidad, y el hambre, no habían encontrado un lugar en la sociedad de esos momentos. Mujeres que no sabían leer ni escribir. Mujeres que de niñas pudieron ser violadas, o que en la Guerra Civil perdieron todo lo que tenían. Mujeres maltratadas día si y día también, o mujeres que simplemente les gustaba esa vida. Papá había sido invitado por su compañero varias veces, pero él, siempre se negaba a ir, por que sabía qué era lo que allí se cocería. Fiestas, que solían terminar a altas horas de la noche y en más de una ocasión animados por el exceso de alcohol, y por el machismo ibérico o español desenfrenado, terminaban en auténticas peleas a puñetazos y golpes de todo tipo y modo. Mi padre odiaba 107 esas fiestas, y siempre declinaba la invitación. No era algo raro en González, venir al trabajo con un ojo morado. En el fondo, en esa época no era mala persona, pues siempre que alguien precisara su ayuda allí estaba él antes que cualquiera otro, dispuesto a ofrecerla de manera altruista, pero su camino se estaba torciendo y ni siquiera el mismo lo sabía. Un día no volvió al trabajo, o se fue de el, aburrido, por que pensaba que esa vida no era para él, y quería mas aventuras, o fue que en realidad lo expulsaron de la empresa por el mal papel que hacía dentro de la misma. Por años, papá no supo nada de su antiguo compañero, hasta que un día, leyendo la prensa diaria, focalizó su mirada en una noticia cruel, terrible, repugnante, y quizá aterradora: “El cuerpo del Marqués, ha aparecido calcinado junto a la carretera. Su vehículo también, quemado, estaba aparcado en un descampado. El cuerdo del aristócrata, estaba boca abajo, desnudo, y había pruebas suficientes de que ha sido brutalmente golpeado. Se baraja el robo como motivo del asesinato. La policía está trabajando en colaboración con el Juzgado para el rápido esclarecimiento de este brutal asesinato y la detención de sus asesinos” La fotografía en blanco y negro de un cuerpo destrozado, causó una mezcla de honda repugnancia y de conmiseración por la víctima, en el ánimo de mi padre. La noticia, corrió rápidamente de boca en boca, a lo largo y ancho del país. Papá se llevó la prensa a casa, y allí leyó la noticia a mi madre, para comentar después sobre la barbarie humana en general. Poco después surgirían datos muy espurios, pues la prensa oficial, en esa época estaba fuertemente censurada por el Gobierno, y era difícil encontrar datos sobre 108 determinados hechos, pero, poco a poco, la verdad se estaba abriendo paso, de manera escasa, poco precisa, pero al menos algunas cosas se iban conociendo sobre ese hecho, además, las únicas noticias que causaban revuelo social eran “los sucesos”, y la gente demandaba saber que era lo que había pasado con el Marqués, y por qué, y quien lo había hecho. En la esquina de una página del periódico, meses después apareció una segunda noticia, en este caso, esclarecedora por que daba por resuelto el caso del “Asesinato del Marqués”, con la detención de los asesinos. Papá leyó detenidamente los nombres, mientras tomaba un poco de café con leche en casa. En un momento determinado y específico, se quedó pálido, dejando caer la taza sobre la mesa, y desparramando así el café por el mantel. No lo podía creer. Imposible, inaudito. Leía una y otra vez un nombre revelador, nombre y dos apellidos. Llamó a mi madre: ¡Lola!, ven Mamá acudió tan rápido como pudo. ¿Qué sucede Eduardo?, ¿como está todo el café tirado en la mesa? Deja el café y lee esta noticia, por favor Ella leyó varias veces, pero papá incidía que lo hiciera con el nombre que él le indicaba con el dedo índice de la mano. Gonzáles Priesleyó varias veces¿Quién es, Eduardo? Me parece que es mi antiguo compañero, ¿no te acuerdas de ese chico, que hace algunos años te presenté, y que te comenté que llevaba una vida disoluta? 109 Si por supuesto, pero ¿tu crees que es él, uno de los asesinos? La descripción coincide, también el nombre,¡ estoy seguro!. ¡Dios mío!, la de veces que le avisé, y es que el que “mal empieza, mal acaba”,¡que pena! contestó apenado mi padre, mientras, pasaba la página del periódico, hasta que encontró llegar por inercia a un reportaje mas amplio sobre la noticia, y en donde aparecían las fotos de los asesinos, y allí estaba él, en primera plana. Lola, mira, es él, aquí está dijo mi padre, con una voz triste ya no hay dudas, es él Había sido un asesinato, en donde se mezclaron dos motivos: uno era el robo, el otro, indescifrable. Un oscuro entramado de túneles negros repletos de amores y de deseos descontrolados, había llevado al aristócrata y a sus asesinos, a la hecatombe. No obstante, papá no podría ni sospechar, que varios años después volvería a tener contacto por carta con su antiguo amigo, ahora en prisión por esos hechos, y enfermo. Gracias a esa relación epistolar, esa persona con un alma tan negra y sucia, tendría la oportunidad de hallar el perdón de Cristo. El Marqués, un acaudalado aristócrata español, miembro y descendiente de una de las grandes “casas” de rancio abolengo, era un hombre, que frecuentaba malos ambientes de la noche. Entontecido, quizá por los muchos apellidos que arrastraba el glorioso pasado de su familia, cuyas raíces se entroncaban en la lejana Edad Media, se creía el amo y el señor de todo lo que le rodeaba. Si bien es cierto que la gran mayoría de aristócratas españoles, llevan sus nobles apellidos con enorme orgullo, elegancia, honestidad, y decencia, no 110 era así este caso. Hacía ya mucho tiempo que perdió el “norte” en su vida, entre mujeres, bebidas, juergas, y devaneos amorosos con personajes oscuros. En ese mundillo, conoció a alguien, un “trotamundos”, ansioso de poder, de dinero, con muy pocos escrúpulos personales. Esta misteriosa persona, quizá jugó con el Marqués al amor ilegal, pero haciéndose amigo de él, consiguió mucha información que sin duda le apetecía codiciar, y la codició de tal manera, que urdió una trampa en la que el bueno del Marqués debería caer. Un grupo de amigos, compuesto por hombres de innoble espíritu y de mujeres de bajas pasiones, tramaron engañar al aristócrata, pero eran demasiados conocidos y urgía utilizar a un hombre de “paja”, alguien, que siendo poco conocido, podría cargar con la justicia, en caso de ser descubierto el enramado fatal por parte de la temida policía de Franco. Al principio, todo el plan estaba saliendo como ellos lo habían creado. Se trataba de hacer salir a una fiesta al aristócrata, y allí poder secuestrarle para exigirle la entrega de dinero, joyas y quizá alguna obra de arte, a la que tanto estaba acostumbrada la victima, pues la coleccionaba, y después, escapar al extranjero, antes de que fuera avisada la policía. Tres secuestradores invitaron a la victima a una fiesta, donde les esperaban los restantes. Finalizada la orgía, todos se fueron en su automóvil, en una dirección planificada, al campo abierto, en mitad de la noche, allí lo amordazaron, y le exigieron que les diera las llaves de la casa, y los datos bancarios. Dos de ellos, se bajaron del automóvil, cuando llegaron a un punto de carreteras secundarias desconocidas, en donde les esperaba González, quien se fue con ellos en dirección a la casa de la víctima, sin saber lo que pasaría después con ella. Todo iba perfecto, bien, por el camino creado, hasta que el Marqués se En una ocasión, alguien, discutiendo conmigo, me dijo que la Epístola de los Gálatas había que sacarla de la Biblia. Si hay algo que me enfade, es ese tipo de cosas: quitar y añadir a lo revelado. Me pareció tan intolerable tal postura de interrumpí en ese momento la conversación. Lo que está escrito, está escrito, y toda manipulación humana, sobre la Biblia es pecado, y por tanto, injusta. El autor. 111 resistió de tal manera, que dos de los secuestradores, viendo que iban a ser descubiertos decidieron acabar con su vida, en un crimen atroz y cruel. Torturado, y despojarlo de sus vestiduras, fue asesinado. Como no querían dejar huellas, quemaron el cadáver, con parte de la gasolina del vehículo, y finalmente éste sería destruido. Arrojaron el cuerpo en una acequia, llena de marañas de ramas secas y piedras, medio oculto, de una manera un tanto precipitada, por que a lo lejos vieron las luces de un automóvil lejano que venía hacia ellos, temiendo que fuera algún vecino de los pueblos cercanos, o un coche patrulla de la Guardia Civil. Resultó ser González, quien había vuelto, para hablar con el líder del grupo, enterándose de lo que había sucedido. De regreso a la casa, robaron todo cuanto pudieron, sobre todo dinero, pues el aristócrata, era muy celoso, y no tenía nada prácticamente en el Banco, sino en una caja de seguridad que fue convenientemente abierta por uno de los delincuentes, precisamente con el cual el Marqués había hecho cierta amistad un tanto sospechosa. Cadáver y vehículo habían sido ocultados precariamente, pero a pesar de ello, estaban en un lugar de difícil acceso, y en esos tiempos, la policía española, y la Guardia Civil no contaban con los avanzados medios que hay hoy. Esa misma noche, cada uno por su lado, se marcharon de incógnito lo mas rápidamente posible. González, quien poseía pasaporte, viajó a Sudamérica, con parte del preciado botín, continuando allí una vida disoluta y gastándose todo el dinero. Al paso de pocos años, contrajo una enfermedad, y conocedor que en España lo buscaban decidió regresar a cumplir su condena, para al menos estar cerca de la familia que tenía. Se entregó a la policía del país donde residía y ésta se puso en contacto con las autoridades 112 españolas. De esa forma regresaría, un González, marcado por el delito, y el crimen. Agobiado por el peso de la conciencia, que estaba naciendo en esos momentos, comenzó a recordar los buenos consejos que un día, hacía mucho tiempo le dio un gran amigo suyo, cuando trabajaba, años ha, en la misma empresa. Algo sucedió también en la mente del delincuente, por que en algún momento de su vida de sexo y lujuria, allá en Sudamérica, una anciana, con la que un día se cruzó accidentalmente en la calle, le habló sobre Dios. Una batidora, comenzó poco a poco a funcionar en su mente. Cuando regresó a España, siendo detenido en el mismo aeropuerto, se le acusó de todo lo sucedido, incluso del crimen, por que sus “compañeros” también detenidos, le culparon de todo, al objeto de que la pena impuesta fuera mayor par a él, que para los demás. La estratagema no dio el resultado buscado, pues todos fueron a parar a la cárcel con sus huesos, una gran cantidad de años. Aquel muchachote guapo y atractivo, que le gustaba divertirse con las mujeres, pero que en el fondo no era mal muchacho, se convirtió en un ser degenerado, y abyecto. Las malas amistades y los malos caminos llevan a eso. Papá, a pesar de la repugnancia honda que le producía todo eso, y por su puesto la tristeza que sentía por el asesinado, no había olvidado a su antiguo amigo. Todos le dieron la espalda, la sociedad entera, se volvió contra él, y había razones, mas que justificadas, para hacerlo. Sin embargo mi padre, aun albergaba en su interior, un rayo de esperanza. Hacía ya mucho tiempo que nos habíamos convertido al Señor, y sabíamos que Dios puede obrar de maneras muy significativas, y que ama al pecador. 113 A comienzos de los años 80, comenzó a investigar en que prisión estaría González, y como es lógico, por razones de todos conocidas, las pesquisas fueron muy difíciles, ya que son datos altamente privativos del Estado, pero al final lo logró. ¡Señor!, quiero que me ayudes a encontrar la prisión en donde está mi antiguo amigo, por que quiero testificarle de tu amor, dame esa oportunidad, SeñorOró papá, y le fue concedida. Naturalmente no le podía ver, por que, vivíamos ya en Almería, y él estaba en Madrid, era difícil, y además, no le concedían ese permiso, ya que los únicos que podían verlo, eran los familiares directos. Sin embargo no se amilanó, y armándose de valor, le escribió una carta personal, en la que le decía que siempre se acordaría de sus años de juventud, juntos, y que por supuesto, oraba por él. El recluso, que había sufrido ya un infarto cerebral, y que tenía problemas de salud serios, al leer la carta, sin poderlo evitar se echó a llorar en su celda, por que alguien ajeno a la familia, estaba allí hablando con él. Mientras leía la carta, la imagen de papá de joven, surgiría de la misma, tal y como él le había conocido, para ser portadora del mensaje esperanzador del contenido de la carta. González, veía, recortada contra la pared sucia, el rostro sonriente de su amigo de gafas. El que tanto mal había hecho, con su vida, creyó ver por primera vez, un rayo de esperanza, una leve luz al final del túnel oscuro. Con la vida destruida, estaba comenzando a ver desde el calabozo, un esbozo, una esperanza, algo que le diera motivos para volver a vivir. Del contenido de esa primera misiva, una palabra flotaba en el aire: “Dios”. 114 A penas podía leer las letras, pues tenia una fuerte perdida de visión, y su enfermedad de la que salió por poco, le había dejado muy trasteado. No obstante, esa carta bien merecía una respuesta, y temblando la mano, lo hizo. Tuvieron los dos antiguos amigos una larga correspondencia, en la que papá siempre que podía le testificaba del amor de Cristo, y de lo que El podía hacer en su vida si le dejaba hacer en su corazón. De todas las frases que he podido leer en ellas, pues la letra es muy difícil para entenderla, hay varias muy claras que dicen así: “Yo me encuentro en avatares producidos con las amistades de “amiguitos” y de “amiguitas” que no me querían bien, y por lo tanto me aconsejaron malamente, pero hoy, después de todo lo pasado, que no ha sido poco, he sabido reaccionar y efectivamente me considero un hombre nuevo, y con la experiencia vivida en mis propias carnes y en las ajenas” “Seguro que nada pueden aliviar la pena que estoy pagando, como consecuencia del horroroso delito en el que colaboré” “Si, Eduardo, eres, un gran hombre, y eso que a mi me tenías confundido, y equivocado, pues yo siempre descuidé tus sabios consejos, y no los escuchaba, fiándome tan solo, en los de los malos amigos, y así me fue. Pero cando regresé de Sudamérica, por mi enfermedad, los tuve a mi lado, y ahora mas, en los momentos difíciles que estoy pasando” Papá, que nunca pudo ir a verlo, por diversas circunstancias ajenas a su voluntad, un día decidido a darle una mayor ayuda espiritual, le escribió sobre Jesús. A lo largo de su relación epistolar pudo hablarle con mucha claridad, pero en este momento, era ya necesario entrar directamente en oración, pues en la carta, le invitaba a entregar su 115 vida y su alma al Señor, por completo, con todos los pecados que tenía a sus espaldas. ¡Señor! Te pido, que González, al leer esta carta, le hagas ver cuanto le amas en realidad. Señor ¡ayúdame y ayúdalo a el!, en tu Nombre Jesús te lo pido” “Mi preciado amigo: Te escribo hoy para contestar a la tuya de hace unos días, pero, como tengo confianza contigo, quisiera decirte, que Cristo, murió por tus pecados en la Cruz, y que Resucitó al Tercer Día, de manera gloriosa. Eso es algo que tú sabes, por que has leído muchas veces el Evangelio, pero ahora, Cristo, puede cambiar tu vida, hacerla nueva por completo, y para ello, te voy a pedir que en el silencio de tu celda, esta noche, hagas esta oración, pero que sea de verdad, sentida, pensando en Cristo: “Señor Jesús, esta noche, te recibo en mi corazón, y te confieso como mi Señor y Salvador personal. Señor acógeme, con todos mis pecados, de los cuales me arrepiento, Señor. Te entrego todo, cuerpo, alma y espíritu. Dios Padre, en el Nombre de tu Hijo Jesús, quiero que me perdones todos mis pecados, y limpies mi alma para siempre. Tuyo soy de ahora en adelante” Tuyo, Eduardo” No sabía mi padre, cómo reaccionaría González, podría pasar cualquier cosa, pero poco después recibió una carta, en la cual nada mas empezar le dijo así: “Mi buen amigo Eduardo. ¡Hermosa la oración que me enviaste en la tuya del 29 de Agosto, y 116 que recibí el 2 de éste mes!, ¡por supuesto que la voy a hacer, todos los días!”Y lo hizo, a juzgar por las cartas que escribiría mas tarde sobre lo importante que era Dios para él. Todas las noches oraba por nosotros y nuestros problemas de cada día, interesándose por ellos y sus circunstancias. A menudo se reunía con el capellán para escuchar las historias de la Biblia, por que él no podía leer directamente a causa de su mal. Por fin, pudo encontrar la paz que buscaba. Nunca más supimos nada más de él, por que al parecer falleció poco después de la última misiva alentadora. En el caminar de su vida, triste y azarosa, pudo conquistar buena parte de los placeres de este mundo, a un alto precio de perdición, de degeneración y de depravación personal, dejando a un lado y a otro, muchas vidas rotas de familiares. Pero a pesar de ello, había algo en su interior, un rayo de esperanza, que desde el cielo estaba iluminando débilmente su alma, era Dios, quien esperaba el momento propicio. González podría haber muerto en alguno de esas guerras en las que estaba metido desde joven, y haberse perdido en el infierno para siempre, pero el Señor allí estaba esperando, y sucedió el milagro, en un momento determinado, concreto, puntual. Su vida fue un desastre, pero poco antes de morir su alma comprada por Cristo para siempre. 117 LA GRAN CONVENCION CRISTIANA GITANA EN FRANCIA, MATEO MAXIMOFF, CLEMENTE LECOSSEC Madrid, es una ciudad llena de grandes contrastes, rincones y lugares que son viejas reliquias del pasado, y que aun permanecen vivas en el alma máter madrileña para deleite de sus habitantes. En el centro histórico de la ciudad, el viejo “Rastro”, un gran mercadillo al aire libre, cargado de miles de artículos de todo tipo, desde viejas máquinas de cien mil usos desconocidos de un ayer industrial, hasta, decenas de cuadros de pintores noveles, automóviles clásicos completos, muebles de todo tipo, piezas de arte originales y copias tanto de escultura como de pintura, reproducciones de restos arqueológicos, revistas antiguas y modernas por kilos, libros de ayer y de hoy amontonados, ropas y ropajes, se abren paso, a lo largo de un puñado de calles, callecitas, callejones, plazas y placitas. Aquel soleado Domingo, cuando salía del culto, en la Iglesia Evangélica de Calatrava, me dirigí, hacia el abigarrado conjunto callejero del Rastro madrileño, nada me producía mas placer que caminar entre tantísima gente rebuscando todo tipo de cosas raras. Allí, en una de las plazas públicas, rellenas de vendedores de todo tipo, ofreciendo sus mercancías a viva voz, encontré, en el suelo, una sábana llena de un buen montón de libros antiguos, mi gran vocación. Leí, todos los títulos, uno tras otro, hasta que hallé nada menos que una Biblia Reina Valera del siglo XIX, algo inaudito, pues esa versión, la que nosotros utilizamos, era de imprenta protestante, y en esa época, solo podría salir de manos de los antiguos “colportores”, que iban por España regalándolas, o vendiéndolas a precio 118 asequible, pese a la enconada persecución por parte de algunos estamentos religiosos ultramontanos de esa España ya caduca hace años, por suerte. Mis ojos se abrieron de par en par. La vendedora, una mujer de raza gitana, me dijo que me la retendría para el próximo día, pues como siempre me pasa, no tenía encima ni un solo “céntimo”. Al domingo siguiente, volví con el dinero preparado, pero lamentablemente la señora, no quiso o no pudo mantener su palabra y la codiciada Biblia había desaparecido por completo. Mi ánimo por el suelo. En ese momento, me acompañaba mi padre, otro loco apasionado por el mundillo de los libros viejos, como yo. Dios, había dispuesto algo distinto, El se mueve de formas desconocidas para nosotros, y su lógica no es la nuestra. Esa plaza recargada de vozarrones que todo lo vendían entre el gentío, está rodeada de comercios de antigüedades, que también aprovechaban la abundancia de público en los Domingos, para abrir y ofrecer sus mercancías. En una de las esquinas había una tienda de cuadros antiguos, todos ellos de gran valor. Siempre que podía me detenía para contemplarlos, pues la pintura es otra de mis pasiones artísticas. Papá, quien también aprovechaba cualquier día para dar una vuelta por el “Rastro”, a solas, solía pasar por allí varias veces a lo largo de la semana. Ese día, el de mi decepción por perder aquel ejemplar bíblico, caminábamos los dos por la acera del comercio, justo en el instante, en el que estábamos delante de la puerta, intentando abrirnos paso entre la marea humana que subía y bajaba, salió de su interior, un señor de tez morena, achaparrado, voz ronca, pelo algo rizado, evidentemente gitano, muy amable y educado, quien nos invitó ex profeso a entrar. Sin dudarlo un instante, así le hicimos. 119 Luís, nos dio la mano con fuerza: Soy el anticuario de este comercio, su propietario, mi nombre es Luís, y para mi es un placer invitarles a contemplar mis cuadros, pero, no es mi interés venderles alguno, sino saludarles, pues les he visto varias veces por aquí, y hacía ya tiempo que tenía muchos deseos de saludarles, por que yo soy cristiano, Dios me ha dicho que hable con ustedes, por que ustedes son cristianos como yo. No he podido evitarlo, “Algo” me ha dicho que hale con ustedes Papá se quedó sorprendido, pero rápidamente no solo le estrechó la mano, si no que además le abrazó. Luís, con rapidez cerró la tienda, importándole muy poco perder algún que otro impertinente cliente, que pudiera entrar después a molestar. Si no le importa, Don Eduardo, voy a cerrar la tienda, hoy me interesa mas hablar con ustedes que otra cosa, me da igual vender o no No recuerdo, cuanto hablaron los dos hombres mientras yo estaba detenidamente absorto contemplado pinturas renacentistas de las escuelas italiana o española del siglo XVII, y asombrándome de la bondad de copias de originales que allí se vendían como copias de calidad. Aquel fue el inicio de una larga y fructífera amistad con nuestro anticuario. Era padre de una familia numerosa. Muchas veces íbamos a su casa, en donde yo aprovechaba la oportunidad para predicar la Palabra a su familia. A su vez, Luís, nos visitó varias veces a la nuestra. Las visitas a su comercio, se hicieron tan usuales, con clientes o sin ellos, que Luís, en todo momento, nos recibía con un gran abrazo, y una maravillosa sonrisa. Yo, temía sus abrazos, por que me apretaba tanto que me daba la sensación que me asfixiaba. Lola, su En una ocasión, comenzaron a importunarnos, una y otra vez, los Testigos de Jehová. Por educación les atendíamos, y como ellos se dieron cuenta que conocíamos bien la Biblia, nos enviaron varias parejas una y otra vez, para hacernos desistir de nuestra fe, y que nos pasáramos a la suya (si es que la tienen en realidad). Se pusieron tan insistentes, que papá, con una gran sonrisa en su rostro, les dijo en una ocasión: Ustedes tienen razón, son muy bíblicos ¡Claro que sí que somos bíblicos! contestaron con alegría. Lo son, y vienen en la Biblia, les voy a leer aquí mismo Abriendo por 1ª Timoteo 4,1, les leyó con autoridad: Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos, algunos apostatarán de la fe, escuchando doctrina de demonios………¿lo ven?, son bíblicos, aquí ya se habló de ustedes.. Y con una amabilidad muy británica, les añadió: Estarán, por ello, muy contentos,¿ a que sí? NO VOLVIERON NUNCA MAS. 120 esposa que estaba embarazada, se convirtió de la misma manera en una buena amiga de mi madre. Las dos departían entre ellas, sobre todos los aspectos que siempre preocupan a las mujeres, como esposas, como amas de casa, como madres. Varios meses después de aquel primer encuentro, sonó el teléfono en casa, como solía hacerlo muy a menudo, pues en todo momento, el anticuario, aprovechaba cualquier oportunidad, para que fuéramos a su casa a orar por diversos asuntos personales o familiares. Ese día volvería a hacerlo, en esta ocasión era para pedirnos un favor. Sabíamos que Lola, había tenido un bebé, que era niña, tan morenota como su padre. Hermano Eduardo, les llamo, por que para mi, sería un gran placer, que vinieran a mi casa, y orasen por mi niña. Yo quiero que sean ustedes, quienes me la “presenten al Señor”, en oración No te preocupes, Luís, claro que sí, estaremos allí esta misma tarde, pero dile a Lola que no prepare nada, que no es necesario. Contestó papá. ¿Cómo que no preparemos nada?, ahora mismo, he llamado a mi mujer para que prepare una buena merienda, usted sabe que a mi me gusta así contestó con una fuerte voz Luís. A veces, mi padre, tenía que retirar un poco el teléfono de su oído. El anticuario, tenía la costumbre de hablar muy alto, y siempre que íbamos a su casa, nos preparaba una mesa con todo tipo de alimentos. Allí nos recibían con todo cariño, incluso los niños, quienes se arremolinaban en torno a mi persona para jugar, cubriéndome de todo tipo de preguntas sobre la Biblia. Después de hablar largo rato, Lola, su mujer, no mi madre, trajo al bebé, 121 para que orásemos por ella. Con mucho mimo y cariño, destapé su diminuto rostro. Aquel ser tan chiquitín de sexo hembra, con un pelo tan negro y abundante, fue una bendición para la ya numerosa familia cristiana gitana. Sentí que debíamos orar por ella, ya no solo por que su padre nos lo había encarecido con fuerza, sino por que era algo que el Señor había preparado convenientemente. No quise perder esa primera oportunidad que me ofrecía la vida. Leímos la Palabra y detalladamente, expuse la enseñanza de la Biblia en este sentido, y las obligaciones que los padres debían adquirir ante el Señor para darle una enseñanza bíblica y una educación conforme a los designios del Señor. Luís y Lola, se comprometieron ante el Señor, y mis jóvenes brazos, levantaron esa criatura hacia el Señor, mientras oré con corazón para que aquella tierna criatura se convirtiera al paso de los años en una sierva de Dios. Para mi sería “mi primera presentación”, algo que nunca olvidaré. Después de veintiocho años, algunos de sus hijos son pastores evangélicos, y creo que la “presentada” es esposa de un pastor. Lamentablemente, cinco años después de estos hechos, perdimos mutuamente nuestro contacto, por muchas razones ajenas a nuestra voluntad y a la suya, ellos cambiaron de domicilio, nosotros también. A través de terceras personas, supimos que Luís partió con el Señor hace ya algún tiempo. ¡Hermano Juanjo!me gritó una vez Luís, cuando fui a verle al comercio¿Te vienes conmigo a Francia, esta misma semana? ¿Quién yo?pregunté fascinado. 122 Por supuesto, y además quiero que vayan los hermanos, tus padres Pero es que yo estoy haciendo el Servicio Militar, y no sé si me dejarán mis superiores y eso va a tardar, y sabes que tengo un coche pequeñocontesté Vamos a ver: ¿Tu quieres venir a una convención mundial gitana evangélica?Me preguntó Luís con uno de sus clásicos movimientos de sus manos en mi cara, añadiendo: ¿Tu crees que puede ser voluntad de Dios? La verdad es que la propuesta me fascinaba, por que me apetecía salir de viaje, sobre todo al extranjero, pero todo era muy rápido, y no habíamos preparado nada de nada. Bueno, déjame hablarlo con mis padres, a ver qué dicen. ¿Cuando hay que irse? El próximo viernes Pero si hoy ¡es Miércoles!Respondí con una mezcla de asombro y dudas. Ese mismo día les expuse a mis padres en casa, la asombrosa propuesta de Luís. El estaba acostumbrado a tomar decisiones así, pero nosotros, no. ¡Bueno! ¿Por que no? preguntó mamá sin duda alguna. Yo estoy dispuestoañadió papáEn estos días no tenemos nada que hacer, y a mi me parece muy bien Pero mamá, si no tenemos para ir, y el coche, es para cuatro personas nada mas 123 ¿No tenemos dinero?, claro que sí, el justo para salir de viaje, y algo mas. Si falta, el Señor nos lo dará, así que nos vamos contestó papá mirándonos a los dosahora mismo llamo a Luís y le digo que nos vamos En esos días, yo estaba disfrutando de una larga baja, por motivos de enfermedad en el Ejercito, y un compañero militar, me dijo que no era necesario, pedir un permiso especial, por que en realidad, mi salida a Francia, iba a ser de pocos días, y que nadie, en la frontera me preguntaría nada al respecto. El viaje fié tan improvisado, que a penas pudimos preparar nada. Un poco de ropa, algunos documentos, una ligera revisión al vehiculo, y poco mas. Ama e sirve a un Dios e trino. A tu próximo se benigno. Este es derecho camino. TRATADO DE DOCTRINA Siglo XIV Convención mundial evangélica gitana en Tarbes, sur de Francia. Más de 14.000 personas de etnia zíngara, cristianas. Allí estuvimos, acompañando y compartiendo el Evangelio con esos hermanos, 1980. 124 Dormimos, esas noche en la ciudad de San Sebastián, en uno de los hoteles mas lujosos de esos momentos, el “Maria Cristina”, por empeño de Luís quien quiso contribuir económicamente con todos los gastos derivados del viaje. Al día siguiente, salimos para Irán, en la frontera hispanofrancesa, y ya por la tarde, las ruedas de nuestro pequeño vehiculo, se acercaban a Tarbes. Para mi aquello sería una experiencia que no querría perder por nada del mundo, pues por primera vez, estaría conviviendo, con diferentes grupos zingaros procedentes de toda Europa mayormente, con sus trajes tradicionales, su forma de vida común, sus costumbres. Estaba apunto de entrar en contacto con, Zigeuners, Kalderas, Sintis, Gipsys, Tártaros y otros, todos ellos, al igual que los gitanos pertenecientes a los zíngaros en general. Oiría por primera vez, el romanés, y podría ser testigo de cómo Dios está levantando un pueblo redimido por El, entre estas gentes nómadas. Tarbes es una pequeña población muy cerca del santuario de Lourdes, en los Pirineos franceses, a penas tuve tiempo de visitarla, pues mi máximo interés se centraba en la Gran concentración cristiana. Cinco o diez kilómetros antes, comenzábamos a ver, numerosas “Roulottes” de familias singaras que allí se dirigían. A mi me dio un poco de vergüenza, pues, mi vehículo me parecía muy rudimentario al lado de los que ellos usaban. La organización era espléndida, por que en todos los lugares había letreros indicativos que nos orientaban perfectamente. 125 Veíamos por la carretera de acceso, numerosas “roulottes”, repletas de familias procedentes de toda Francia. El campamento era enorme. Las casas rodantes, se esparcían por todos los lados, dejando el espacio suficiente entre ellas, como para poder mover los automóviles. Los niños campeaban de un lado para otro, por doquier. Ancianos patriarcas ataviados con grandes mostachos, que se apoyaban en bastones de manto, con empuñaduras decoradas en plata y oro, vestidos con sus mejores galas y sombreros de ala ancha. Mujeres embutidas en sus grandes faldas multicolores o monocromas, pero todas ellas relucientes. De las puertas de las casas rodantes, toldos para evitar el sol, protegían mesitas de verano, rodeadas de sillas de playa.Allí las familias gitanas, se reunían para tomar mucho café, o para comer. Los niños, habían convertido todo el campamento en un inmenso lugar de juego, por que los niños gitanos, son de toda la comunidad. Algunos hojalateros, hacían cacharros de cocina en un “pispas”. Allí, se hablaban en todos los idiomas de la Europa occidental. Sin embargo, aun viniendo de países distintos, no hacía falta traductor ninguno, pues todos se entendían en “Romanés”. La carpa central, se elevaba sobre el campamento, como una catedral moderna. Allí nos reuníamos para orar los distintos grupos. Para mi resultaba un placer, unirme a ellos. No me importaba que las oraciones se hicieran en francés, italiano, o romanés, yo lo hacía en español, y todos me respetaban. Las alabanzas se elevaban en el aire. 126 Al llegar tuvimos un pequeño problema. La cuestión era cómo dormir y en donde. Señor, ayúdanos oramos los cuatro juntos pues no conocemos a nadie aquí, y necesitamos un lugar para poder dormir estas noches Nada mas, finalizar la oración conocimos a un misionero gitano que hablaba el español bien, y haciéndole un lugar en nuestro pequeño automóvil nos dirigimos a Tarbes, a una pensión. Allí coincidimos con Clemente Lecossec, y algunos otros hermanos, que habían venido especialmente para el encuentro desde la lejana India, en avión. Pastor Lecossec, es para mi un honor poder saludarle personalmente Igualmente,¿tienen alguna dificultad para dormir?, no se preocupen he dado orden para que les preparen una habitaciónNos contestó en un francés perfecto. Clemente Lecossec, era Pastor de la Asambleas de Dios, de Francia, y presidente mundial de la obra evangélica gitana. Alto, delgado, elegante y bien educado, ha sido un referente primordial en el nacimiento y desarrollo de una de las obras más importantes del mundo evangélico europeo. En esos años de la década de los 50, Francia, al igual que el resto de Europa, aun estaba sumida en la lucha para salir de la pesadilla de la Segunda Guerra Mundial. Eran años de escasez, y en esa sociedad, los gitanos ocupaban el último lugar, viviendo, en la más absoluta pobreza, marginación, analfabetismo y miseria. En una reunión de las Asambleas de Dios, se habló de ésta minoría étnica. Un joven pastor, lleno de deseos y de vocación sintió el llamado de Dios, para trabajar con 127 ellos. No era gitano, pero eso no importaba, por que lo que tenía era una disposición positiva a la voz de Cristo, que le estaba llamando para su obra. Con una bicicleta, que le causaba daños se lanzó a recorrer los caminos y viejas carreteras, alcanzando a las carretas de los nómadas, durmiendo en el suelo, pasando necesidades, para predicarles el Evangelio de Cristo. Pocos años después, la obra se extendió como una pólvora por toda Francia, por que el Espíritu se movía a la par que lo hacían los carromatos de los gitanos. Rápidamente, se abrieron lugares móviles de culto al Señor y en poco tiempo fue necesario, organizar una iglesia: “Misión Gitana”, que después sería llamada: “Iglesia Evangélica Gitana de Filadelfia”. Nombre inspirado en la pequeña y fiel iglesia de Filadelfia mencionada en el Apocalipsis, y que en griego significa: “Amor fraterno”. La obra de Dios es completa, y su Espíritu no ha dejado de soplar con fuerza entre los miembros de este pueblo, saltando por encima de fronteras políticas, y allá donde hoy hay gitanos, está también, la palabra de Dios. En la carpa, el desarrollo de las predicaciones se hacía con un orden extraordinario. El Prefecto del Departamento, lo que en España corresponde al Gobernador Civil, fue invitado junto al Jefe de Policía y el Alcalde de Tarbes, todos ellos, hablaron en nombre de su cargo, dando la bienvenida a todos los asistentes, y cada uno se les obsequió con un ejemplar de la Biblia. El aplauso, generalizado. Aquella concentración me dio la oportunidad de conocer usos y costumbres desconocidas para mí, o al menos tan solo leídas en los libros y revistas especializados en temas etnológicos. Fue en ese momento, cuando comencé a interesarme por la lejana historia, de un pueblo marginado. No sabía hasta que punto me llegaría a interesar. Varios años 128 después, pude publicar mi libro “Historia del Pueblo Gitano”, con cartas de agradecimiento de SSMM el Rey, el Presidente del Gobierno y de otras autoridades nacionales, felicitándome por la labor de investigación realizada. Lecossec, nos facilitó la habitación que en un principio iba a ser destinada para uno de los hermanos que venía ex profeso desde la India, pero todo se solucionó por que el pudo dormir en un lugar, todavía mejor, y mas cómodo. Por la mañana después de orar un poco, nos íbamos al campamento, allí aparcaba en cualquier lugar pues espacio había de sobra para ello, y me perdía caminando entre los carromatos gitanos. Quería aprender a toda costa, sus usos y costumbres. Deambulando de un lado para otro, vi a lo lejos junto a una “roulotte” a mi familia, y a Luís junto con un grupo de personas desconocidas. Me llamó la atención ver cómo mi madre, que no sabía nada de francés, hablaba resueltamente con esas mujeres. Yo llevaba una cámara fotográfica, por tanto aproveché ese momento, lamentablemente, la máquina no estaba bien enfocada, resultando una mala fotografía. 129 En la convención mundial, de amarillo mi madre. Tras ella, Luís. Al fondo mi padre, a su derecha, el pastor Mateo Maximoff, marcado con una señal en la cabeza. El resto, amigos zíngaros cristianos con sus caravanas. He de reconocerlo, la fotografía está muy desenfocada. Papá, me presentó a un pastor evangélico que hablaba el español con alguna dificultad. Hijo te presento al pastor Mateo Maximoff Es para mi un placercontesté estrechando su mano. Merci beaucoup, et pour moi aussi(Muchas gracias, y para mi también)respondió con una gran sonrisa de hombre bonachón. Maximoff ¿puedo hablarle en español? ¡Claro!, yo hablo su idiomaMe contestó en perfecto español. La familia con la que estábamos nos invitó a sentarnos junto a ellos, por que siendo como eran franceses, hablaban con soltura nuestro idioma, ya que muy a menudo solían viajar hasta Barcelona, una o dos veces al año. Las 130 tazas de café volaban de un lado para otro. Luís los consumía uno tras otro sin parar, mientras participaba en las conversaciones sobre todos los temas. Mamá, hizo amistad con una de las zíngaras manouches cristianas, envolviéndose las dos en una amena conversación que daba vueltas en torno a lo que Dios había hecho en ambas vidas. Papá y yo, descubrimos en Mateo Maximoff a un interlocutor sumamente válido por que cuando el comenzó a hablar, pausadamente, con tranquilidad, pude comprender que era un hombre muy culto, que había tenido una larguísima vida llena de luchas contra la adversidad, pero que pudo triunfar de una manera absolutamente admirable, contra la adversidad y la contrariedad. Permanecí mudo, por que de su interior saltaban ríos de conocimientos y de sabiduría. Maximoff, hombre de estatura mediana, tranquilo, taciturno, amable, simpático, buen escuchante de los demás, me parecía como ese abuelo que muchos hubiéramos querido tener, por unos instantes, dejándome llevar por su profundo mensaje me sentí “gitano” entre los gitanos. Había algo en él que me hacía sentir bien, cómodo, tranquilo. Muchas veces hablaba en francés, pero aun así yo lo entendía todo. Hablábamos de los problemas de su pueblo, de sus costumbres, de su historia. Su tono amable, me hacía recapacitar y pensar. El, descendiente de los kalderas y de los manouches, era la concreción de una cultura antigua trashumante, bohemia a lo largo de siglos, que sin embargo ha sabido mantener su idiosincrasia personal contra vientos y mareas, y eso me fascinaba entonces, y sigue haciéndolo hoy. Pero sobre todo eso, encontré a un cristiano, un siervo de Dios utilizado grandemente en distintos lugares y países. 131 El pastor evangélico, novelista, conferenciante, y presidente fundador del “premio literario romanés”, vicepresidente de “Estudios gitanos”: MATEO MAXIMOFF, en la fotografía, sentado en la Convención Mundial, gran amigo mío. La Fotografía, es la portada de su última novela autobiográfica. Nacido en Barcelona, en 1917. Hijo de un Rom Kalderash y de una Manuche, conoció de cerca el genocidio Nazi. Cuando se convirtió, se hizo pastor evangélico pentecostal. Encontró por todas las partes comunidades gitanas, a las que predicó la Palabra de Dios. Fue cineasta y fotógrafo. Se empeñó en la traducción de la Biblia a la lengua Romanés- Kalderash. Fue un novelista consumado, en sus libros profundizó en la realidad de su pueblo. Era un gran exponente de la inteligencia romaní, y su desaparición a la edad de 82 años, ha constituido una gran perdida para la comunidad Rom y para la cultura de este siglo. Fundador de la prestigiosa entidad: Premio literario Romanés, era de igual forma vicepresidente de Estudios Gitanos. Ha dado conferencias por toda Europa, participando 132 activamente en el desarrollo de su pueblo. Ha dialogado con ministros, y presidentes de gobierno. Es uno de los novelistas más importantes de este siglo de etnia gitana. Nunca fue al colegio, aprendiendo a leer solo a los siete años de edad, en revistas abandonadas en las calles. Ella estaba allí, sentada, a la entrada de su casa con ruedas, Mateo me la había presentado poco después de nuestra conversación. La joven gitana de pelo negro, dejaba caer su abundante cabellera por los hombros, recogiéndosela a veces en una coleta mal hecha, para salir del paso. Sui tez morena, y su mirada avispada desentonaban con el blanco sucio de la roulotte del exterior. Papikra, pariente lejana de Maximoff y cristiana como él, dominaba un español casi perfecto pese a que no sabía leer ni escribir. Al igual que su pariente, se había curtido en la dureza de la vida errante. Mujer Kalderash, mezclaba sin tapujos el francés, el español y el romanéskalderash cuando lo deseaba y quería o podía. De ademanes descarados, respetaba la autoridad impuesta en su estructura familiar. Ligeramente mayor que yo en edad, me trataba con toda sencillez haciendo queme sintiera uno mas entre todos los que allí se reunían. Nunca había entrado en una casa romaní, pero ella no lo dudó, prácticamente me estaba empujando al interior de la casa rodante. No sé si era por que yo era español, y “payo”, o por que les gustaba, o por que así lo habían decidido toda su familia, pero lo cierto, es que me trataron a cuerpo de rey. Noté que el trato hacia mi persona era sumamente exquisito. Me invitaron a comer con ellos, sus padres se mostraron muy atentos, pero muy reservados. El interior estaba muy limpio y ordenado, nada por medio, todo colocado. Se notaba que allí vivían algunas mujeres, madre y dos hijas, una de ellas era Páprika, así se llamaba. 133 Conversé con ellos largo tiempo, sobre ellos mismos, yo a toda costa quería descubrir sus secretos culturales.Quizá llegué a marearlos, pero en ningún momento se mostraron díscolos conmigo, tanta era mi hambre por conocerlos. Papikra, de vez en cuando me miraba y se reía, y preguntándome por mi nombre, le dije cómo me llamaba. Recordó algo la mujer, a un personaje de nuestra literatura: “Don Juan Tenorio”y decidió llamarme así. A mi me daba igual. Tenía un hermano de catorce años, Jean, de pelo largo y resuelto a vivir como todos los chicos de su raza. Nos habían invitado a comer, y faltaba el agua para beber. Allí no había, había que ir a una fuente cercana, situada cerca del campamento, pero a cierta distancia de donde estaba la roulotte de Papikra. Les dije que estaba dispuesto a ir, que no tenía importancia para mí, pero dado que mí automóvil estaba aparcado lejos, que me dejaran las llaves del suyo, así sería más facil. Lo vieron bien, por que habría que traer mucha y pesaba. Se trataba de un viejo “Chevrolet” americano bastante destartalado, no sé por qué razón me senté en el asiento del acompañante, pero en ese momento Jean, se sentó al volante e introdujo la llave de contacto. Me quedé estupefacto. ¡Jean!, déjame conducir a mi, que tu eres muy joven, y hay demasiados niños aquíexclamé intentando impedírselo, pero el, sin vacilar un solo instante, aceleró y introdujo la velocidad correspondiente. No te preocupes, hermano, yo sé conducir, no hay problemasMe contestó en castellano perfecto. Efectivamente, el automóvil se movió por todo el campamento, sin peligro alguno para nadie. Mi adolescente conductor, era de estatura media para su edad, de modo, que tenía una 134 postura forzada para manejar los pedales del pié y conducir el volante. Supuse pues que no había peligro alguno, y así fue. Después de traer el agua, decidí no volver a sentarme con él como conductor. Los cultos en las reuniones, acaparaban toda la mañana, pues participaban hermanos de distintos países, bailando sus danzas tradicionales y cantando los himnos cristianos en sus lenguas vernáculas. Allí oí cantar al Señor al estilo Tirolés austriaco. Las predicaciones estaban verdaderamente respaldadas por el Espíritu Santo, y todos los días, unos y otros, se convertían. Mujeres y hombres lloraban sus pecados, pidiendo oración en alemán, inglés, francés, italiano y en romanés. Grupos de oración se esparcían a lo largo de la gran carpa, donde se manifestaban los dones del Espíritu Santo. Siempre que podía me unía a ellos. Muchos no me entendían, pero cuando yo terminaba de orar, me miraban haciéndome un gesto de aprobación sincera, acompañado con sonrisas de gratitud por la plegaria. Otros, me abrazaban con amor afirmándome en la fe común. Todo llega su fin, y la convención mundial terminó. Mi experiencia fue enorme, aprendí, y compartí. Aquel encuentro sería para mi ministerio, un punto de reflexión personal, de reencuentro con Cristo, de reavivamiento en mi vida. Para Luís, mi amigo anticuario, significó una gran oportunidad que aprovecho, para buscar mas del Señor. 135 BUSCANDO UNA ESPOSA A finales de la década de los 80, yo comencé a plantearme con seguridad, mi propio futuro, mis padres estaban entrando en una determinada edad, y por diversas razones, no había logrado aun, centrar mi 136 vida. Pude acabar mis estudios medios universitarios, por comencé a sentir una gran inquietud personal. Necesitaba alguien a mi lado, para poder compartir mi vida, mis experiencias. Mi hogar se me hacía pequeño. No llevaba mucho tiempo viviendo en la ciudad de Almería, y carecía por completo de un grupo de amigos en los pudiera buscar a esa mujer que precisaba. Lo que veía no me satisfacía lo mas mínimo. Tenía muy claro, que no enlazaría mi vida con alguien, que no profesara la misma fe que yo, y en esos años, se me presentaba otro problema, y era que en las iglesias locales, solo existían tres grupos: las casadas, es decir: todas las de mi edad; las viudas, muy ancianas; y las adolescentes que no sobrepasaban los catorce años. Así que yo no cuadraba en ninguno de esos grupos. Quería orientar mi vida, para dar un cambio radical. Estaba a punto de entrar en un ciclo depresivo, puesto que no sabía qué hacer. Manuel Arroyo, por entonces, pastor de la iglesia evangélica de las Asambleas de Dios en Almería, que tenía un año menos que yo, me invitó a integrarme en el grupo de jóvenes de la iglesia. ¿Qué podía hacer yo, con 28 años, entre chiquillos de 14? Comencé a sentirme muy inquieto en este aspecto, por que salí con alguna joven de mi edad, pero al parecer esa persona, iba por otro camino distinto al mío, por lo cual decidí no seguir adelante. No sabía qué hacer, ni cual era el camino que debería continuar. Se trataba de un paso crucial, que marcaría para siempre mi destino, hasta el final de los días. La mujer que iba a compartir conmigo mi vida, y yo la de ella, debería cumplir unos requisitos sencillos, pero de enorme trascendencia. Mis propósitos eran serios, concisos, trascendentales: establecer un hogar cristiano, duradero y en el que hubiera amor, y respeto por encima de cualquier otra consideración. Por entonces, ya existía la 137 costumbre de irse a vivir juntos sin pasar por el juzgado y por la iglesia, o ir a estas instituciones con una experiencia compartida de vida en común un par de años antes. Nunca me planteé ni lo uno ni lo otro. Pretendí una relación que algunos consideraban ya “conservadora”. Un noviazgo seria, y un planteamiento de este tema dentro de la voluntad de Dios. Confieso, que era francamente difícil. Somos seres sexuados por naturaleza, y esos sentimientos no se deben reprimir, aunque sí controlar, pero tampoco orientarlos por el camino equivocado, tal y como hoy sucede en buena parte de nuestro mundo, con los resultados tan nefastos a corto y medio plazo. Busqué por diversos caminos, y no hallaba nada. Papá, que estaba al tanto de todo este tema, y quien deseaba ya verme casado, y con casa e hijos, se lo tomó muy en serio, e hizo un plan de oración para conseguir tal fin. Yo ya había sido testigo de enormes y estrepitosos fracasos, de amigos cristianos que entrelazaron sus vidas amorosas con no creyentes, creándose, muchos problemas en ambas partes. Cierto es que no siempre ha sido así, pero no quería correr ese riesgo, máxime, cuando ya entonces, la sociedad estaba totalmente secularizada, y el “creer en Dios” ya no estaba de moda. ¡Como si eso tuviera algo que ver con los usos sociales! Quería pues, partir de una base común, para así, levantar un hogar sólido, sin quiebros, con pocos sobresaltos. Compartí con mis padres mis inquietudes, y mamá, me dijo un día, mientras estaba sentada cosiéndose una blusa: ¿Por qué no escribes a las iglesias? No entendí muy bien qué era lo que me quería decir al principio, pero pensándolo mejor, se me ocurrió una idea, que sin duda a muchos les parecería disparatada, pero no a mi en ese momento. 138 -Tengo un” vademécum” evangélico de Andalucía, y lo que voy a hacer es escribir una sola carta, a todas las iglesias, exponiendo mi sana intención de establecer relaciones con jóvenes de mi edad, explicando mis intenciones, y para que vean que soy serio, y que mi propuesta es firme, les daré la dirección de Manuel Arroyo No era consecuente, del comentario ínter eclesial que iba a causar en toda la Comunidad andaluza poco después, pero no estaba en esos momentos, para pensar. Al cabo de un tiempo, comencé a recibir cartas de distintas hermanas que deseaban conocerme personalmente. Yo era consciente de que ese era un sistema que podría mal interpretarse, por lo cual, decidimos orar al Señor. Mi situación en ese aspecto, a nivel particular era complicada, difícil, por que mis únicos deseos se centraban en establecer una familia cristiana. Yo no sabía cómo hacerlo, por que las jóvenes que conocí en Almería y con las que salí un par de veces, no eran creyentes. No me podía permitir un matrimonio “mixto”: un cristiano con una “agnóstica”, no me interesaba lo mas mínimo, y no es por que me considerase mejor que las “agnósticas”, sino por que mi mayor interés era, educar a mi familia en sólidas bases bíblicas de fe. Quizá si me hubiera enamorado de una de esas muchachas podría “haberla” llevado al Señor. Pero a mi eso me implicaba dos cosas: Primero, que siempre he partido de la idea que nosotros no convertimos a nadie, por que es obra del Espíritu Santo, aunque nuestra labor es predicar, y en segundo lugar, estaba seguro que me complicaría mucho la vida, si la chica no aceptaba esa idea de cambio y conversión real y no ficticia, antes de seguir a mi lado, en línea al matrimonio. Otro tema que me interesaba, era que yo no estaba en absoluto dispuesto, a convivir con 139 mi “pareja” antes del matrimonio, como ya era costumbre en esos años. Quería un noviazgo tradicional, tal y como a mi se me había enseñado. Yo ya había conocido parejas de novios entre un creyente verdadero y una no creyente, o viceversa, y en muchos casos resultaron ser un autentico fracaso para los dos. Cierto es que de la misma manera hay uniones entre esas personas que al final salían bien, con el resultado de la conversión de la parte no creyente. Pero yo no quería experimentos, ni perder el tiempo en algo que solo flotaría en el aire. Mi afán lo llevé en oración ante el Señor: ¡Señor! Quiero una compañera que sea hija tuya, de corazón, convertida, fiel a tu palabra. Era mi petición personal. Redacté mi carta, de manera muy clara, y después de realizar muchas fotocopias, las envié a un gran número de iglesias andaluzas de la época. Hubo de todo como respuestas, desde cierto asombro hasta apoyos en ésta iniciativa. Gracias a que el pastor Manuel Arroyo me permitió dar sus referencias personales, como si fuera un “comodín”, pude seguir adelante con el proyecto. Para mi resultaba todo en reto, pues era consciente del enorme cambio que mi vida daría si el sistema diera sus frutos, pero estaba dispuesto a asumirlo. Me llegaron dos cartas, de hermanas de distintas provincias de Andalucía. De todas las cartas que me llegaron, solo una de ellas, me llamó la atención, por que al abrirla me encontré con una fotografía en la que aparecían tres jóvenes de mi misma edad, junto a un lago. Yo había estudiado Magisterio, es decir, para maestro de niños, y una de lo que pedí era que al menos, tuviera una titulación académica parecida a la mía, por que pensé que eso podría ayudarnos mutuamente. Así que en ese escrito, me informaban que 140 efectivamente habían cursado la misma carrera. Supe que ellas dos eran profesoras de Escuela Dominical. Observé la fotografía varias veces, descartando a dos de ellas, y deteniéndome en una. Había algo especial en esa joven mujer. Mostré la imagen a mis padres, y le pregunté a mi madre: ¿Cuál de ellas podría ser la persona con la que me entendería en un principio? Mamá señaló a la de la izquierda. Lo que ella no sabía era que yo ya me había fijado en ella. Así que decidí escribir de nuevo. Parece ser que el pastor titular de la iglesia a la que asistía ella, al ser de la misma denominación a la que pertenecía Arroyo, habló con él. Pude establecer un contacto epistolar con ella, y fui a verla directamente a Jerez de la Frontera, provincia de Cádiz. Estaba seguro que era un momento difícil para los dos. Al llegar a esa ciudad, la llamé desde una cabina telefónica. Al cabo de media hora, se detuvo junto a mí un pequeño automóvil, del que comenzaron a salir unas mujeres jóvenes. Primero lo hizo la conductora, me dije para mí: ¡Esta no es! Después lo hizo, otra, que se convertiría en el futuro en mi propia cuñada. Me dije lo mismo, y finalmente, salió del vehículo alguien que me hizo saltar todas las luces internas. ¡Es ella! Las dos primeras me saludaron, con mucha amabilidad, pero me parece que a quien respondí de igual forma fue a ella, pues no sé por qué razones, las otras dos desaparecieron como por arte de encantamiento de mi mente. Me senté en el asiento trasero, y nos fuimos a visitar San Lucar de Barrameda, en Cádiz. Me preguntaron si quería ir, y yo contestaba de 141 manera automática, pues mi corazón se abrió como una flor, como cuando Don Quijote de la Mancha, pensaba en su idolatrada Dulcinea del Toboso. La verdad, es que al cabo del tiempo, ella en confianza me confesó que cuando me vio en la cabina telefónica, con la camisa por fuera del cinturón, medio abierta la camisa, sin corbata, tan desgarbado, medio despeinado, lo único que le dijo a la conductora, es decir, a nuestra amiga Maite fue: ¡Dios mío, Maite!. ¿“Eso” es lo que nos queda para nosotras? Hay que tener en cuenta que el viaje fue largo y sin descanso alguno, 400 kilómetros. Me fui esa noche a una pensión en Jerez, aprovechando para pasear al atardecer, por el casco antiguo de la ciudad. Había quedado con ella al día siguiente, y deseaba volver a Almería, en dos días como máximo. Pude visitar a su familia. Yo ya tenía 30 años, y ella 27, pero nos sentíamos como dos adolescentes. Volví a mi ciudad, tan enamorado que mientras conducía ó manejaba por la larga carretera que va desde Jerez, hasta Antequera, me dio por mirar las nubes descubriendo en cada una de ellas el rostro de la que ahora es mi mujer. Las copas de los árboles con sus formas, se transformaban en ella, incluso llegué a verla en las caras de los pocos guardias civiles, policías de carretera, que en su mayoría eran hombres. Yo no sé por que razón no tuve un accidente, supongo que fue por que Dios me cuidó. Ella aparecía en mi imaginación, en cada curva, en cada casa, en cada recta, y hasta sentada a mi lado. Todo era poco. Los primeros quince días de mi noviazgo estaba en las nubes. Besaba la foto queme mandó una y otra vez, a solas. En casa me comportaba de manera normal, o al menos eso creía yo, que podía, pero mi padre, me 142 miraba de reojo por que sabía que era lo que me estaba pasando. No yo mismo me lo creía. Incluso dejé de orar por otros asuntos, pues el tema principal solo era ella. Hasta soñaba. Sin embargo, mi noviazgo, se convertiría para mí en un centro de batalla. Aquello iba a ser más difícil de lo que yo pensé, pues, el diablo, conocedor de los planes que el Señor me estaba revelando, me planteó una batalla sin tregua. Nos pudimos ver muy pocas veces, desde que nos comprometimos oficialmente, un par de meses después de nuestro primer encuentro, por que la distancia de las dos ciudades en las que vivíamos era amplia, y yo carecía de dinero suficiente, como para ir al menos cada quince días, pero teníamos una constante relación telefónica. Aquel trato se convertiría para mí en una verdadera prueba de fuego. Satán, comenzó a causarme enormes problemas, obstaculizándome constantemente todo. Solía ir una vez al mes, pero cuando lo hacía, algo me sucedía. En una ocasión alquilé una habitación en una pensión muy económica, por que no podía permitirme mayores gastos. No pude dormir, me fue imposible, por que pude notar que allí había muy mal ambiente nocturno. Me marché inmediatamente, aunque ya era media noche, casi de madrugada, y me fui a otro pueblo cercano, para poder conciliar algo de descanso. Imposible. Otro viaje posterior, solicité poder quedarme un par de noches, en la casa pastoral, situada justo encima de la iglesia evangélica, y a la sazón, vacía, pues el pastor de Jerez vivía en otro lugar, no allí. Creí que llegó el momento de poder descansar del largo viaje, y eso fue la primera noche, pero en la segunda, algo no me iba dejar dormir, por que el enemigo estaba dispuesto a arruinarlo todo. Tuve una mala experiencia espiritual y casi no me lo podía creer, pues estaba sucediéndome en una 143 casa pastoral. El suelo que pisaba era el techo del salón de cultos de una comunidad pentecostal. ¿Cómo podría ser?, pero fue. Para el colmo de males, como era lógico, usé por la mañana el servicio o excusado, para mi aseo personal. Allí como en todos los hogares, había una pieza de higiene, el bidé. De su tubo de desagüe, salía una pequeña flor, nunca vi cosa igual, pero no le di la mayor importancia. Lo usé, y me marcharía ese día con mi novia a su casa, para por la tarde, regresar a mi casa, llegando a la misma al día siguiente, pues me quedé a dormir en el automóvil en la provincia de Málaga, realmente exhausto y agotado. ¿Qué sucedió en el culto, en el próximo domingo?, pues que había un enorme charco de agua, con una gran gotera, cayendo en el estrado pastoral, desde el techo. ¡El desastre!. La experiencia más dura aún estaría por venir. Ese año, caí en depresión por muchas circunstancias, y mis padres percibían mi estado personal. Mamá, con su típico realismo, hablaba conmigo muchas veces, incitándome a seguir por encima de todo. Papá por su parte, todas las noches, se sentaba al lado de mi cama, para leerme una y otra vez, el salmo 91 al completo, hasta que me dormía, y si se tenía que quedar mas de una hora lo hacía, pese a mi insistencia para que se acostara el también. Desde entonces, ese salmo, ha sido eje central de mi vida, en los momentos difíciles. Yo iba y venia a Jerez de vez en cuando solo. En uno de los viajes solitarios que había hecho antes, al regreso, estuve a punto de perder la vida en una curva, pues me quedé prácticamente dormido, reaccionando justo en el último segundo, pudiendo evitar a tiempo una desgracia mayor. Ello me hizo cambiar la forma de viajar. A mi familia siempre le ha gustado viajar, y esa fue una ocasión precisa. 144 Comenzaron a acompañarme. Cuando llegábamos a Jerez, ellos visitaban los museos, las calles, los monumentos, y yo pasaba unas horas hablando con mi novia, a solas, o me iba a su casa. Junto a esta cabina telefónica ya desaparecida, conocí yo a mi mujer.En la foto con mi hijo mayor, al cumplir éste dos años. LOS OJOS DE SATÁN En una ocasión, continuando con el capítulo anterior, alquilamos una habitación de dos camas, una grande para mis progenitores, y otra pequeña para mí, en una pensión. Mi cama estaba situada justo debajo de una ventana, que daba a un patio interior, en el que no había ninguna luz eléctrica. Como era verano y hacía mucho calor, estaba totalmente abierta. Preferí dejarla así. Aquella noche, aproximadamente a las dos o a las tres de la madrugada, me desperté para ir al servicio un momento. Al regresar, me quedé por unos segundos parado, mirando a la ventana que había encima de mi cama. Allí estaba. En el hueco de la misma, en el aire, flotando, vi dos gigantescos ojos 145 perfectamente dibujados, situados exactamente igual que los nuestros, de enorme tamaño, mirándome fijamente, absolutamente enrojecidos. La redondez de las pupilas era tal que se dirían perfectos. Me querían fusilar con la mirada. Sin embargo, no sentí en esa ocasión ni el mínimo sentimiento de miedo. Tenía paz interna, solo pensé: ¡Señor Jesús!, ¡protégeme del enemigo! No tenía párpados, pero en su lugar, el contorno ocular, estaba dibujado, de manera casi perfecta. Por unos segundos, descubrí allí una terrorífica fuente de maldad total, que sin embargo no me causó el menor de los daños. Me acosté con total tranquilidad, y a la mañana siguiente, relaté los hechos a mis padres. Papá no le dio aparentemente la menor importancia, y según el me confesó después, no me creyó. No obstante, volvimos la segunda noche a la misma habitación. Yo dormí bien, sin sobresaltos, pero cuando nos levantamos para marcharnos, mi padre sentado, al borde de la cama, me dijo: Hijo, tenías, razón, ayer, no te creí lo que me te pasó, pero esta noche, he decirte que me ha sucedido a mi también. Lo he visto, igual que tu, y he tenido que reprender en el Nombre de Jesús, hasta que esa cosa se ha marchado, pero lo he visto de la misma manera. ¡Terrible!. Mi madre, añadió algo más después: Yo siento del Señor deciros que aquí se ha practicado el espiritismo, en esta habitación ó en la pensión. Creo que no debemos estar aquí. Vamos nos. Coincidía que anteriormente a esos hechos, habíamos tomado la determinación de regresar esa misma mañana. Mi padre, al 146 entregar las llaves, a la dueña de ese hostal, le preguntó de manera muy directa: ¿Aquí se ha practicado el espiritismo o alguna otra suerte de ocultismo? ¿Verdad? La pregunta, causó estupor en ella, pero yo presentí que su secreto había sido desvelado. Resueltamente, mi madre, no perdió la oportunidad para hablar claramente: Nosotros, somos cristianos, y el Espíritu Santo nos hace ver las cosas que hay. ¡Señora! Cristo es la respuesta, o se convierte usted a Cristo y se salva o si hacen esas cosas, se van a ir a otro “lado” para siempre, aquí no hay “medias tintas”, ¡Adiós! Antes de irme, revisé con cuidado casi de manera policial, esa ventana, por si había alguna iluminación nocturna que pudiera confundirnos, o alguien colgó algo en la pared. Nada de nada, ¡imposible!, no había explicación humana válida. Teníamos la costumbre de dejar en todas las pensiones un ejemplar del Nuevo Testamento, y allí quedó el correspondiente. Hay teólogos “cristianos” que enseñan que el diablo no existe. Ellos mantienen que es un viejo mito, que viene desde los orígenes de los tiempos, una lucha del bien contra el mal, o del mal contra el bien, igual da, pero que eso no es ni mas ni menos que un intento de explicación filosófica que la especie humana se ha dado así misma para encontrar respuestas al problema del mal. Quienes piensan así, sencillamente no son cristianos, aunque militen en iglesias o en denominaciones con ese nombre. Abolir, de un plumazo, a Satán, es sin duda la mejor trampa que el mismo les ha tendido, por que de esa manera, si nunca ha existido ese ser, 147 no hay ninguna justificación para la existencia del pecado, y a causa de ello, si no existe el pecado humano, la obra redentora de Cristo es completamente inútil, y la validez de la Biblia como única carta de Dios a los hombres, carece de valor moral a todos los efectos. Esos teólogos, creen que hay un Cielo maravilloso a donde todos van, por que al final Dios es tan bueno, que lo perdona todo, aunque no exista un arrepentimiento humano. Ellos piensan y predican que el infierno es una falacia. No hay pues peor herejía, pues mantener semejantes creencias es simplemente elevar el mal del ateismo al altar de nuestras almas, un lugar, que solo le corresponde a Dios. Sencillamente tales personas no son cristianas, por que son hijos del mal. Cristo mismo dijo a quienes no creían: ”Sois hijos de vuestro padre el diablo”. Y eso que a quienes EL se dirigió con esa frase, eran religiosos judíos.El demonio existe, no es un concepto filosófico, es un ser real, que tiene a mal traer a la especie humana desde el comienzo de los tiempos, por que es ladrón y asesino. Su principal y única labor es la destrucción espiritual y física de la especie humana, máxima creación de Dios. Ahora bien, a lo largo de las páginas de la Biblia, descubrimos un hecho clave: La victoria de Cristo, desde su nacimiento predicho por los profetas hasta su Gloriosa Resurrección a la Derecha del Padre Celestial. Un principio básico de la fe es la creencia de que Dios es uno solo y trino a la vez. Cristo no se hizo Dios, como algunos mantienen, por que ya lo era desde el comienzo de todo. Satán ha sido vencido, y la iglesia cristiana, tiene un poder inmenso contra el, cuando está bajo la dirección y unción del Espíritu Santo de Dios. Por esa razón, Satán combate tanto a los 148 cristianos verdaderos, por que ellos pueden y de hecho lo hacen a diario, plantarle cara, y expulsarlo de donde se encuentre, bajo la protección de Jesús. La edad para ello, da igual. Hay niños de todas las edades, que están tan seguros en su fe cristiana, y el maligno ha de huir ante sus oraciones a Dios. De las tres religiones monoteístas, quizá sea la cristiana la más dividida de ellas, y es por que hay un principio militar que dice: “Divide y vencerás” El diablo lo sabe, y por ello, ha logrado distraer tanto la fe de las iglesias, que ha sembrado enormes divisiones, prácticamente insalvables. Sin embargo, como decía el pastor Martín Luther King, premio Nóbel de la Paz: “La iglesia verdadera, está dentro de la iglesia”, es decir, que la iglesia de Cristo, está repartida en el interior de todas las denominaciones llamadas cristianas. Miles de hombres y mujeres, quizá millones, que no han doblado sus rodillas ante los baales de este mundo, y se han mantenido fieles a Dios, y que ungidos por el Espíritu Santo, con sus dones y frutos, hoy son quienes plantan cara victoriosa a las fuerzas del mal, con una valentía y autoridad, que solo emana de su intima comunión con el Señor. Esos y ellas serán quienes se vayan con el Señor, el día de su Manifestación profetizada, esa es la verdadera y única esposa de Cristo. Por eso el Señor está visitando tan gloriosamente a todas las confesiones cristianas, mediante el derramamiento de su Espíritu Santo, en corazones que arden de amor por El. Claro, que el mal siempre está dispuesto a dañar, y ataca con extrema crueldad. Vemos que la Biblia que el diablo, enemigo de Dios, es el mayor terrorista de la historia. A su lado, hombres y mujeres como Nerón, Stalin, Hitler, y miles de ellos, no son mas que estúpidas marionetas manejadas por él a su entero 149 antojo y placer, y sin embargo un simple muchachillo de diez años, convertido, y seguro de su fé, y ungido por el Espíritu Santo, puede expulsarlo en el Nombre de Cristo, por que quien está en el niño es mas poderoso que el maligno. Últimamente el maligno se ha inventado una de las mas grandes patrañas religiosas de todos los tiempos, la de un Ecumenismo a ultranza, en donde, tienen lugar, desde el catolicismo mas conservador, protestantes, anglicanos, ortodoxos, hasta los budistas, animistas africanos e indoamericanos, faltándoles muy poco para admitir también a los santeros brujos, y a los sacerdotes de la macumba afrobrasileña, todo por “el bien de la humanidad”. El ecumenismo verdadero solo está en quienes se mantienen fieles a Cristo, en la unidad del Espíritu Santo, quienes además de todo eso, defienden incluso con la vida física, todas las verdades fundamentales enseñadas y reveladas en la Biblia de Dios, estas personas están muy lejos de las sillas en las que se sientan los grandes oportunistas de las religiones, quienes las dirigen a su antojo. Es Cristo la Roca, El ancla de mi ser, Los males, lamentos y ayes de temor. Terminan por siempre con mi Supremo Rey. ¡Es Jesucristo mi refugio!. (Himno Evangélico). 150 LA BODA Pasó algún tiempo y llegó el día de la boda. Manolo, el pastor y yo, hablamos largamente del acontecimiento, y le encargué que por favor fuera él quien predicara. Como se dio la circunstancia, que era natural de Sevilla, y ésta ciudad está relativamente cerca de Jerez, aprovechó para visitar a su familia, antes del día señalado del feliz acontecimiento. El carecía de automóvil, siempre viajaba en autobús, en tren, o en avión. Aquella tarde primaveral, del 7 de Junio de 1989, mientras caía el sol se perdía poco a poco tras el horizonte, me encontraba tumbado en una cama, que papá tenía en su habitaciónbiblioteca. Mi madre, se fue a comprar para la cena, y él, sentado en el comedor contiguo, al parecer oraba ó leía la Biblia. Yo, cerrada la puerta, perdía el tiempo 151 mirando el techo y alguna que otra telaraña que de él pendía basculante conteniendo los restos atrapados de un mosquito. En esos instantes no estaba pensando en nada. El día transcurrió con normalidad. Con mis ideas perdidas por unos instantes, me quedé perplejo cuando en un momento dado, sentí y vi con claridad que la habitación comenzó a iluminarse de una manera un tanto extraña. Era una curiosa manifestación que no me esperaba, pero que de forma paulatina me fue proporcionando una hermosa paz interior. Aquella “irradiación”, no procedía de ningún punto natural, siendo ajena a todo. Es como si surgiera desde el mismo techo hacia abajo, no se trataba pues de iluminación eléctrica, siendo muy superior a ésta. Me quedé completamente quieto, a la espera de los acontecimientos. Consecuente con lo que estaba sucediendo, resolví esperar. Algo muy grande, alto, y magnífico me estaba infundiendo una enorme paz interna. Sabía pues, que eso no procedía de mal alguno, todo lo contrario, por que en ese momento fui testigo directo, de una señal sorprendente. Mirando hacia ese brillo tan especial que lo estaba llenando todo, oí una voz que me decía de forma interna: -“Yo estoy contigo. No temas os queda un largo camino, pero yo estoy con vosotros. He unido vuestros destinos. ¡Ámala, quiérela, respétala, hónrala, ayúdala y exhórtala cuando deba ser exhortada, y reconócela cuando deba ser reconocida. ¡Yo, el Señor!” Nada mas terminar de hablar, “eso” se fue mucho mas rápidamente que como entró, y allí quedándome solo, completamente sorprendido, anonadado, me lancé con toda rapidez de la cama, y acudí corriendo al lado de mi padre, quien estaba con su Biblia 152 abierta, completamente ajeno a lo que me había sucedido segundos antes, en el interior de mi habitación. ¡Papa!,¡mira lo que me ha sucedido!le dije muy excitado Yo he estado orando en estos momentos por ti y por Milagros y el Señor me ha dicho que sigas adelante. Me ha respondido mediante un versículo de la Biblia. Sigue, pues, hijo mió. De Almería, solo fuimos dos automóviles, circunstancia de obligada reseña para entender lo que pasó después. Yo con el mío junto con el pastor. Y detrás otro mas, de un amigo nuestro, Pepe Martín con su mujer y mis padres. Lógicamente el plan era realizar la boda, y después de la comida, Manuel regresaría a Almería, en el vehiculo de Pepe. En el maletero de mi coche estaba toda mi ropa, y enseres personales, de modo que al finalizar el acto, me cambiaría de indumentaria, guardando el traje de boda, de manera conveniente, pues teníamos previsto mi mujer y yo hacer un viaje solo por Andalucía. Así que allí estaban mis documentos personales y todo lo demás. La boda tuvo lugar en la Iglesia Evangélica de las Asambleas de Dios, siendo concelebrada por los dos pastores, el titular de la misma y Manuel Arroyo. Por parte de mi esposa, acudió toda la comunidad, amigos suyos, su familia al completo, y por la mía, solamente mis hermanos, y mi amigo Pepe. Al finalizar, nos fuimos a un restaurante, donde continuamos con el banquete. Mis padres, habían decidido, junto con Martín regresar sin esperar al término de la comida. Resultó que mis llavero, en donde tenía la llave de contacto de mi vehículo que había quedado aparcado en un solar al lado de la iglesia, perfectamente cerrado, y lejos del restaurante, era algo 153 voluminoso, y me molestaba bastante. Yo desconfía la voluntad de regreso de mi familia. Como no tenía a quien dejar por unos instantes las llaves a nadie, le pedí a mi padre que se hiciera cargo de las mismas. El las aceptó, olvidándose decirme que volvería a Almería pronto. Papá tenía además, otro llavero, el suyo que era exactamente igual al mío, con una copia idéntica de las llaves del motor, que yo se lo di hacia ya tiempo, por si a mi se me perdían las mías. Al final del banquete, me quise despedir de mis padres, por que mis hermanos ya lo habían hecho de mí, tenían que volver a Madrid, y el viaje era largo. En el gentío, aun estaba el pastor, desconcertado, quien con un acento muy sevillano me dijo: ¡Oye “quillo”!, ¡tus padres se han ido hace rato ya! Entonces, ¿cómo vas a volver? Le pregunté. Yo no tengo problema alguno, me voy esta noche en tren, no te preocupes, por que les he dicho, que se vayan ellos, ya que Martín quería pasar por la ciudad de Ronda, y a mi me apeteció retornar en tren esta noche. Ellos han insistido en que les acompañe, pero yo he decidido otra cosa.Era sincero. Pero yo tengo otro problema, mi padre se ha llevado las llaves del coche, que se queda abandonado, no puedo cambiarme la ropa, y no puedo ir a ningún lugar, por que allí están hasta mis documentos, en el maletero. Mi mujer, yo y el pastor nos fuimos a la casa de mis suegros. Allí, pude llamar a la compañía de seguros del automóvil, y ellos, al menos se hicieron cargo con una grúa del coche, guardándolo una semana en un garaje. La aseguradora, mediante el empleado 154 muerto de risa al otro lado del teléfono, me abonó el billete de ida hasta Almería, de los tres, el de Manuel, el mío y el de mi mujer, todo ello sin cargo alguno para mí. Hicimos el viaje de noche, en un cochelitera, es decir, los tres juntos, cada uno en una pequeña cama muy estrecha, colocadas una encima de otra, que reciben el nombre de “literas”, mas un señor que no conocíamos de nada, que roncaba a pierna suelta en otra de al lado. Comentando el disgusto que yo tenía, Arroyo me dijo, riéndose: Juan José no te preocupes, por que estás de suerte ¿Quién? ¿Yo? Pregunté con asombro Si claro, a ver dime una cosa: ¿Cuántos evangélicos pueden decir, que han “pasado” la NOCHE DE BODAS con su pastor?, ¡ninguno!, ¿verdad?, pues tu sí, eres el primero de la historia, ¡te tocó la suerte! Los dos sabíamos que se refería al viaje, pero fue cierto, por que en el tren no quedaron libres más literas. Estaba todo al completo, yo tenía que regresar, lo antes posible por que esa misma semana tenía que presentar a la sociedad de Almería, mi libro: “Los orígenes del pueblo Gitano”, siendo mi presentador un destacado político de Almería. La “suerte” de Manuel, me acompañó hasta el final por que, él tuvo que dormir en la litera superior, yo en la de en medio, y Milagros en la inferior. No terminaría todo allí, por que la mía, estaba averiada, y tuve que pedirle a mi recién casada esposa, que se hiciera a un lado, para que yo pudiera descansar un poco. Como el catre de por sí era estrecho y solo se podía ocupar por una persona, me las vi y me las desee, para hacerlo sin molestarle mucho 155 a ella. Completamente vestido de novio, tuve que ir gran parte del viaje, sujetándome a las barras y salientes, con el fin de no caerme al suelo con el constante traqueteo, paradas y empujes del tren, pues estaba al filo de la litera, dejándole a ella, la mejor parte de la misma. Las otras dos que estaban libres, fueron rápidamente ocupadas por otras personas. En total, cada departamento tenía seis. Así me pasé toda la noche, con el “tracatraca” del tren, asiéndome como podía incluso con los pies, y contemplando, un calcetín colgante de mi amigo Manuel, que pendía peligrosamente sobre mi cabeza, y con los ruidos del “señor de los ronquidos”. Al llegar a Almería, estaba tan mareado que no sabía muy bien en donde estaba. Al verme entrar de esa “guisa” en casa, papá me pidió mil perdones una y otra vez, por haberse llevado las llaves del coche. Pero ahí no terminan las cosas, por que, según me contó mi padre, a mitad de camino entre Jerez de la Frontera, y la ciudad de Antequera, ya en la provincia de Málaga, se dio cuenta, del error de las llaves al tocarse en el bolsillo derecho, y en el izquierdo, pues en uno estaba mi llavero, y en el otro el suyo, totalmente gemelos, idénticos. Ya habían recorrido muchos kilómetros, y no era posible volver a Jerez. Allí en un pueblo de la provincia malagueña, Campillos, intentó localizarme en casa de mis suegros mediante un teléfono público, pues en esa época, no existían los celulares ó móviles, pero no sabía bien el número, y tampoco conocía el nombre y apellidos completos del padre de mi mujer, por lo cual no pudo llamar a información telefónica. Así que intentó por todos los medios recordar la numeración. Se le vino uno a la memoria, y así llamó, produciéndose una interesante coincidencia de nombres: 156 ¿Es casa de Pepe? –No preguntó si era Jerez de la Frontera en Cádiz, y mi suegro se llama Pepe, siendo un nombre muy común en España. Si, aquí viveuna voz femenina con acento muy parecido al jerezano Mire, es que me he traído las llaves del coche de Juan José, mi hijo, y estoy preocupado Muy bien, ¡¿y a mi que me importa?! ¿Qué que le importa?, vamos a ver, yo no creo que a usted le importe pero a mi si, y es que como Juan José se ha casado con Milagros, y el es mi hijo, he de devolverle las llaves del coche contestó mi padre con cierta indignación. ¿Qué dice?, ¿quién se ha casado? Juan José y Milagros, ¡se han casado hoy! ¿Hoy?, pero si Juan José se ha ido a primera hora de la tarde a Málaga. Soy la abuela de Milagros y se ha casado hoy y no me he enterado ¿Qué hace mi hijo en Málaga?. ¿Para qué se ha ido allí si tenia que estar con ella? ¿Qué que hace en Málaga? Pues tiene allí a su novia, que es una chica muy atractiva y muy “así”. Claro que está con “ella”, en Torremolinos Pero, ¿con que novia?, si mi hijo es muy serio, decente y moral, además, que como le digo se acaba de casar con Milagros ¡Oiga!La mujer alterada Juan José se ha ido a Málaga, hace unos días, pero…… ¡¿cómo se van a casar, si son hermanos?! ¡Claro, “HERMANOS” padre nervioso. en Cristo!contestó mi 157 ¿En quien? Nada, nada, no me haga caso, por que me parece que me he equivocado de numero, ¿no es Jerez de la Frontera, en Cádiz?.Papá me confeso que a esa altura de la conversación ya sentía mareos. Y continuó lo que la voz telefónica le dijo No, caballero, esto es Sevilla, SEVILLA. ¡Menudo susto me ha metido usted en el cuerpo!, de cualquiera de las maneras cuando Juanjo regrese de Málaga voy a hablar con él, muy seriamente, ¡a ver qué es lo que me dice a mi! ¡Disculpe señora, disculpe!rogó papa sintiendo que la rojez se le subía al rostro, colgando el teléfono rápidamente. ¿Has resuelto el problema de tu hijo?Le preguntó la nerviosa de mi madre, de manera muy irritable. Claro que si, Lola, me ha dicho nuestro hijo que nos vayamos tranquilos a Almería Le respondió como para evitar una pequeña trifulca casera. Pero, en realidad, se quedó pensando que en vez de resolver un problema, había causado otro a una familia sevillana desconocida, que tenía unos familiares con los mismos nombres. Una semana después tuve que ir de nuevo a Cádiz a por mi vehículo, y todos nos reímos mucho de lo que sucedió. Me imagino que pudo pasar en ese otro hogar, aunque supongo que aquella mujer debería pensar, que fue una tomadura de pelo, como decimos en España, es decir una broma de muy mal gusto. 158 ¿Guapa mi mujer, verdad? EL ACCIDENTE DE AUTOMOVIL Para quien conozca la carretera antigua, que discurre entre Almería capital y la población del Ejido, a 30 kilómetros, en la misma provincia, hablar sobre su peligrosidad, es sin duda algo bien conocido. Desde que se inauguró la autopista del Mediterráneo, que viene desde Alicante y Murcia, y recorre toda la cosa andaluza, el número de accidentes en la antigua carretera, ha disminuido, pero hace quince años, todo el tráfico circulaba por ella, existiendo ya en esa época una gran cantidad de empresas concentradas en ese tramo de vía. Yo mismo en un solo día, pude contar siete accidentes graves. En 1992, el país estaba sometido a una gran euforia nacional, por que España estaría durante mucho tiempo, en todos los medios de comunicación mundiales. Se preparaban todos los fastos del V Centenario del 159 Descubrimiento de América, con una Expo en Sevilla, que después ha sido modelo de organización a todos los niveles, y en Barcelona tendrían lugar los Juegos Olímpicos, sin duda alguna con una organización excelente, y en los cuales, nuestro país ganó mas medallas olímpicas que las que ha obtenido a lo largo de toda su historia de participación en los mismos. Otras ciudades importantes, al amparo de estos acontecimientos, organizaron distintos eventos internacionales, como Madrid, Capital Cultural, Toledo con Sefarad 92, Granada sede de actos culturales andalusíes, y otras más con diversos actos de menor importancia. Parecía que estábamos rozando el Parnaso de los poetas con tanto gozo organizador, y desde luego lo hicimos bien. Por cierto, que tanto los Olímpicos como la Expo, fueron un momento extraordinario para anunciar el Evangelio a decenas de miles de personas. En ese espíritu nacional, uno de esos padres de familia, que necesitaba encontrar un trabajo para poder mantener a su joven esposa y a su primogénito de tan solo 8 meses de edad, se dirigía en su SeatMálaga desde Almería, hasta la cercana población de Vícar, situada a mitad de camino entre Almería, y el Ejido. Era yo. Dos días antes, había hablado con nuestro amigo Rafael Senés, de la iglesia Reformada Episcopal española, quien, me dio la dirección de una joven empresaria del sector agrícola, quien quizá pudiera darme un trabajo. Hablé con ella, antes de ir y nos citamos a una hora determinada. Le dije a mi esposa que si quería podía venir, con el niño en brazos, y que cuando yo hablara con esta mujer, ella podía quedarse en el vehículo, a la espera. En esos años, no eran obligatorios los cinturones de seguridad en el asiento trasero, ni si conocía bien todavía la necesidad obligada de un asiento especial para niños, como lo es hoy y por suerte, de modo que muchas madres, lo 160 que hacían era ir detrás, y con el bebé en brazos. Algo muy peligroso. Le dije que iría muy despacio, para tranquilizarla, pero mi mujer desestimó hacerlo, no le apetecía. La Biblia dice que Dios pone en nosotros tanto el querer como el hacer. Milagros, tenía la costumbre, al sentarse en el asiento trasero, de hacerlo justo en el medio del mismo, con nuestro Samuel en los brazos, para buscar mayor protección personal, en caso de un golpe lateral, por la izquierda o por la derecha, sujetando entre sus brazos al niño con la mayor seguridad posible. Nada de eso es útil en caso de un accidente. No sirve de nada. Por mucho que insistí no quiso acompañarme. Poco después le di gracias a Dios por su decisión. A la altura de la Puebla de Vícar, aminoré la velocidad, para girar hacia la izquierda. Muchos automovilistas tienen la mala costumbre de pararse en la misma carretera, para girar a la izquierda, y yo no suelo hacerlo, prefiero echarme a la derecha, con el fin de permitir que los que vienen por detrás no tengan que frenar bruscamente, al encontrarme parado en mitad de la carretera. Una vez que ya, en mi derecha, estoy fuera de la vía, maniobro el automóvil, para atravesarla sin peligro alguno. De cualquier forma, aquí en los cascos urbanos está prohibido circular a alta velocidad. Al frenar suavemente, ya que tenía que desviarme a la izquierda, preferí salirme despacio. De manera paralela a la carretera, a la derecha, había un largo bordillo en el suelo con una señal de tráfico, y justo al lado del mismo, varios vehículos aparcados perfectamente, sin sus dueños. Unos metros hacia delante, una parada de Bus de aluminio, y cristal. Había espacio sobrado para que yo pudiera manejar mi automóvil por allí, buscando con la vista, un lugar seguro, al objeto de atravesar la carretera principal sin problemas para nadie. En el preciso momento, que yo enciendo el intermitente derecho, y me 161 decido a hacer un giro con el volante, recibo un impacto tremendo por detrás, y no sé si será por la fuerza de la costumbre, pero en décimas de segundos, sujeto el volante con toda mi fuerza con las dos manos. Me doy cuenta, que el coche, se levanta totalmente de la carretera unos centímetros, y es desplazado como una bala, volando literalmente, contra la parada del Bus. La mitad de un segundo fue necesario para tomar una decisión: “O era lanzado contra la marquesina del Bus, o hacía lo imposible para empotrarme contra los automóviles aparcados”, por que me pareció que había alguien esperando en dicha parada, giré contra los vehículos. Sentí el impacto de mis ruedas reventándose contra el bordillo, arranqué de raíz la señal de tráfico, y empecé a golpearme contra los otros vehículos. Yo llevaba el cinturón de seguridad, y mi cuerpo, al recibir el impacto trasero salió despedido hacia atrás de forma brutal, rompiendo mi asiento, como el coche se golpeó por delante, mi cuerpo salió lanzado de frente, pero el cinturón estaba funcionando perfectamente. Yo era consciente de lo que estaba pasando, y en ese mismo instante, sentí la Presencia del Señor en mi atormentada máquina. Aunque mis ojos contemplaban todo el desastre, mi alma estaba totalmente tranquila. La palabra de Dios, vino en mi socorro, con el salmo 91, y su verso primero: “El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente” Esas palabras estaban resonando en mi mente, con más fuerza que todo el tremendo ruido de los golpes que me estaba dando en ese momento. El coche se paró empotrándose en la parte trasera de otro aparcado, destrozándosela por completo. La gente que andaba por los alrededores, rápidamente, salieron corriendo para ayudarme por que 162 pensaron que estaría herido de gravedad. El conductor que me causó el accidente con su vehículo, se paró para auxiliarme también, pero todos se quedaron perplejos cuando me vieron salir sin un solo rasguño, y con buen humor. El propietario del coche dañado por el mío, el aparcado, estaba tan preocupado como yo. Pude contemplar el estado en el que había quedado mi automóvil, realmente desastroso, todo roto, totalmente quebrado, por delante y por detrás. Las dos ruedas derechas, reventadas, y rotas. La señal de tráfico desapareció. Los otros automóviles quedaron seriamente dañados en su lateral izquierdo, y el vehículo contra el que me empotré, su parte trasera, aplastada. Pero yo, en ningún momento perdí los nervios, incluso el causante y yo nos dimos la mano, como buenos ciudadanos, y tras tomarnos los datos de nuestras respectivas compañías de seguros, cada uno se fue por su lado. Su vehículo funcionaba perfectamente, pero yo tuve que regresar a Almería, sin coche y sin trabajo. Hasta que llegué preferí no informar a mi familia, ni a mi mujer ni a mis padres, sobre el accidente, para que no se preocuparan. Sé con seguridad que si mi mujer hubiera venido, hoy ni ella ni el niño estarían con vida. Tuve la plena certeza de una gran presencia del Espíritu de Dios en ese momento, dentro del habitáculo, mientras el vehículo se estrellaba contra todo. En mi corazón había una enorme paz interior. Ese domingo, pude dar testimonio en la iglesia del accidente, y aproveché para de esa manera, hacer un llamamiento en el estricto deber del cumplimiento que todos los ciudadanos debemos hacer en la carretera, respetando escrupulosamente las leyes del tráfico. 163 ¡YO VI AL SEÑOR! Que estamos en lucha es un hecho evidente. Nadie puede negar esa realidad. El ser humano fue creado al comienzo de todas las cosas, para estar en armonía con Dios y con la naturaleza y en paz consigo mismo. Pero desde que en el teatro de la vida apareció un nefasto personaje, representante del mal llamado Satán y las consecuencias del pecado en el corazón humano, el devenir de nuestra especie ha estado siempre jalonado por una situación constante de guerra. Los antiguos romanos decían: “Homo hominis lupus est”, es decir: “El hombre es el lobo del hombre”, significando que somos sumamente depredadores de nosotros mismos, pero ello es un reflejo de cual es nuestra condición espiritual interna. Situación de oscuridad, de desorientación constante, de falta de paz interior. Todo ello no es ni más ni menos que las causas de nuestro alejamiento total del Creador. En definitiva, la Biblia es muy clara: el hombre se ha perdido. No sé que puede ser mas peligroso, si perseguir a un creyente a punta de fusil ametrallador como está sucediendo en algunos países, o hacerle creer que vive en una sociedad acomodada mientras se le llena la cabeza de mensajes subliminales negativos o contrarios a la fe bíblica. Hoy, en la sociedad no se estila creer en Dios, por tanto mucho menos en el diablo como ser real, enemigo de la bondad. El maligno, trabaja de muchas maneras para destruir a los creyentes. Satán, se disfraza de ángel de luz, ofreciéndonos verdaderos “tesoros” infestados de veneno pernicioso. El batalla contra la iglesia de muchas maneras: haciéndonos una guerra frontal, brutal, terrible, realizando muchas veces una guerra de guerrillas, practicando el 164 terrorismo entre las filas de los cristianos, no en vano, él es el mayor terrorista de la historia humana, e infiltrando “espías” en el corazón de la comunidad cristiana. Jesús ya nos avisó sobre los falsos maestros, que intentarían engañar aun a los escogidos. Os invito a leer Mateo 24. Cristo nos enseñó que: “El diablo es homicida desde siempre”. Sus espías se harán pasar por nuestros compañeros. Esos apostatas han surgido, están surgiendo y seguirán haciéndolo de entre nosotros mismos. Hemos sido advertidos a lo largo de todo la Biblia sobre tales personas. Esperamos luchar contra un diablo con cuernos, patas de cabra, y cuerpo lleno de pelos, pero eso es una visión pagana del maligno procedente de los dioses mitológicos griegos, que ha pasado al cristianismo. Satán es mucho más feo que todo eso. Ahora bien, andemos con cuidado pero no con miedo, por que, si se nos presenta mitad cabra, mitad humano, lógicamente sabremos contra quien luchamos y seguramente nos sería mas facil y rápido vencerle, aunque sabemos que él está ya derrotado, y que la victoria es nuestra gracias a la resurrección de Cristo, a la venida del Espíritu Santo y a nuestra constante consagración en la oración y en la humildad ante Dios. Quizá, el mal, se nos presenta muchas veces, revestido de algo aparentemente bueno, que nos gusta, que es amable con nosotros, y es ahí donde debemos cuidar nuestras vidas. Recuerdo, a una película inglesa, basada en el siglo XVIII, en la que el protagonista, que lucha contra una bruja, representada por una actriz muy atractiva, dice: “El mal tiene muchas caras, y una de ellas es la bondad”. Hay veces que es así, pero para eso tenemos de nuestro lado algunas armas muy poderosas, como son la oración, la consagración diaria, la lectura de la Biblia, nuestra misma experiencia, y por 165 supuesto el Poder de Nuestro Señor, por tanto no hay que temer, sino estar alerta, eso es todo. Ahora bien, el maligno nos está haciendo una guerra total, pero no importa, ya que de nosotros es la victoria total, siempre que sepamos situarnos en el lugar que nos corresponde, es decir: como verdaderos hijos de Dios. Un niño cualquiera de corta edad, que tenga un mínimo de fe en Cristo, y los hay, tiene sobrada autoridad sobre las fuerzas del mal, es un guerrero en victoria. Yo, en avivamientos, he sido testigo cómo niñas de 11 o 12 años, han apoyado con su oración a quienes oraron por endemoniados, y lo hicieron movidas por el Espíritu Santo, siendo respaldadas por Dios en ese momento, aunque soy partidario, de que cuando se ora por una persona poseída, no estén presentes los menores, ni personas no preparadas. Es preferible, si es posible, reunir a un grupo reducido de hermanos de confianza, que se sepa de su buen testimonio, a puerta cerrada, y pasar a orar por la persona. En esos casos no puede haber límite de tiempo, y la consagración debe ser total. Puede suceder que los acontecimientos, se acelerarse, y es necesario intervenir directamente sin más demora. Recomiendo, de suceder así, que los padres y madres seamos responsables e inmediatamente apartemos a los menores, del lugar y a quienes no están preparados para éstos casos. He visto que en algunas iglesias, nada mas terminar el culto, el pastor, ha comenzado a orar por personas supuestamente “poseídas”, dejando que numerosos niños pequeños, hijos de creyentes, deambularan de un lado para otro, en el interior del local, jugando incluso alrededor de quien recibe los beneficios de la oración de liberación, mientras que el resto de asistentes perdían el tiempo en charlas 166 amistosas que nada tienen que ver con lo que allí se estaba haciendo. Eso demuestra un claro desorden ministerial. En todas las oraciones que el ministro hace por los asistentes, hay que apoyar en oración, o al menos respetar el momento. El orden interno de la iglesia es imprescindible. La situación bélica de nuestro mundo, ha sido escalofriante, y cuanto mas seguro nos creemos en nuestros hogares, surge en algún lugar un conflicto armado, con todos los odios que eso conlleva, pero si el contexto mundial, mas que preocupante, no es ni la sombra de lo que en realidad se está viviendo en el mundo espiritual desde hace siglos, con una diferencia, y es que la Victoria está lograda y conseguida desde hace ya dos mil años, gracias a la poderosa resurrección de Cristo, su ascensión a los cielos, y la venida del Espíritu Santo sobre la comunidad cristiana. El maligno lo sabe, conoce mejor que nosotros cual será su final, ya predicho desde tiempos ha, pero aunque vencido de antemano, tiene aun un limitado espacio, tiempo y poder para causar muchos estragos en nuestra especie. Es por eso que, sepámoslo o no, somos testigos, y sujetos directos, de una batalla sin cuartel, durísima, quizás extrema, pero de la que vamos a salir vencedores por medio de Aquel que nos amó hasta el final. Ahora bien no conviene obsesionarse, simplemente seamos realistas, y con la frialdad de un realista, con la mente muy tranquila, hagamos nuestras vidas, y llevemos a cabo nuestros propósitos personales con absoluta tranquilidad, siempre que éstos últimos estén sometidos voluntariamente por nuestra parte a la acción directa del Señor, y colocando a nuestro “yo” personal a los pies Cristo. Algunos se toman el tema de la guerra espiritual, de una manera tan angustiosa que después caen en serias depresiones, 167 necesitando asistencia pastoral y médica. Precisamente caen en lo que no debe caerse. Sencillamente, lo que tenemos que hacer, es muy simple, dejar que sea Dios quien tome la iniciativa en todo esto, y tranquilizarnos. Por nuestra parte debemos ser guerreros experimentados y aguerridos, teniendo total seguridad en el poder de la oración y cuidar muy mucho nuestro testimonio personal como cristianos. Hace unos años, fui testigo directo de un suceso divido en dos partes, como si fuera por capítulos. La primera, realmente podría haber sido un guión acertado para una película de terror. ¡Atención con este tipo de filmes, no son aconsejables, y su fines realmente perversos!. He decir, para ser sincero experimenté en primera línea lo que es el sentimiento de pánico. El testimonio que voy a relatar aun me hace pensar, por que sin duda comprobé el poder limitado del mal, y el ilimitado y maravilloso de Dios. Creo recordar que sería 1992, ese año repleto y cargado de grandes eventos internacionales realizados en España. Era verano, y vivíamos en un cuarto piso, todo exterior a la calle, con mucho calor propio de esa época del año. A causa de ello, para poder conciliar el sueño mejor, yo dormía en una habitación dejando que mi esposa descansara tranquila junto con nuestro hijo mayor, Samuel, en la otra alcoba. La cuna del niño, estaba literalmente empotrada entre la cama y la pared, por el escaso espacio. Ese domingo transcurrió con normalidad. Fuimos a ver a mis padres, para merendar con ellos, y de nuevo volver a casa a la hora de la cena. Me fui a dormir solo a mi habitación, rápidamente me quedé dormido. A las tres de la madrugada, en pleno silencio nocturno, me desperté por que necesitaba acudir al cuarto de baño, pero algo pasó allí. 168 Al ser verano, solo usaba una sábana para cubrirme. Ésta lo hacía hasta la altura de mis ojos. De pronto los abrí y comencé a sentir cómo la temperatura de mi cuerpo bajaba. En España, decimos, que nos “quedamos helados”. Sabía que allí había alguien mas poderoso que yo, lo presentía, sentía su presencia, pero sin embargo estaba totalmente solo. Mi cuerpo quedó totalmente paralizado, es mas mis miembros no obedecían a las órdenes de mi cerebro. Allí había alguien tenebroso, pude sentir su presencia asesina. Mis ojos escrutaban en la tenue oscuridad, pues algo de luz lunar entraba por la ventana. Esa noche la Luna estaba espléndida, y rápidamente me di cuenta, que en realidad había dos tenebrosidades, la normal de la noche, y otra que resultaba distinta, como una especie de bruma que se estaba apoderando de mi habitación. No podía hablar, ni mucho menos gritar. Sin embargo mi mente estaba libre para orar, y así lo hice. Yo necesitaba levantarme, por que mis necesidades fisiológicas me lo demandaban, no obstante, solo tenía dos opciones: o hacérmelo todo en la cama, ó levantarme e ir al servicio. Aquella fuerza del mal total, me habló, pude oír su voz que me estaba diciendo: ¡He venido para destruirte a ti y a tu familia! Durante unos segundos temí por mi mujer y mi hijo, pero se los encomendé a Dios, mentalmente. Observé como ese ser de maldad, quería llenar toda la vivienda. Al cabo de unos minutos que para mi fueron siglos, pude levantarme, y poco a poco, fui al servicio. Incluso allí notaba que “eso” no se había ido, que permanecía allí. Muy despacio, con los cabellos y el bello de todo mi cuerpo casi erizado, pude acostarme en la cama de 169 mi mujer. Al hacerlo me cubrí cuanto pude, y en ese momento, noté cómo la cama se movió sola de manera brusca, golpeándose contra la cuna de mi pequeño. Sin embargo ella no se percató de nada, gracias a Dios. Clamé a Dios, acordándome del Salmo 91, y pedí que en el Nombre de Cristo, todo aquello se marchara. Me quedé dormido. A la mañana siguiente, me levanté tan mal, tanto me había impactado aquello, que estuve todo el día, molesto con la experiencia. Poco a poco fui recuperándome, pensando en Jesús. Esa tarde fuimos a casa de mis padres, con el fin de merendar, y pasar un par de horas con ellos. Papá estaba en una de las habitaciones que usaba para orar en solitario, acompañándose siempre con cassettes de música cristiana. El se dio cuenta que yo estaba mal. Papá, quiero hablar contigo, te voy a contar qué es lo que me ha pasado esta noche Ya lo sé, Dios me lo ha puesto en el corazón, y me llamó a la oración de intercesión por ti, a mitad de la noche Le conté todo lo sucedido, y allí mismo volvimos a orar de nuevo, los dos solos. Aun recuerdo esas ocasiones en las que movido por el Espíritu Santo para orar por mi, y en las que el Señor me profetizaba descubriendo muchos secretos de mi corazón para después darme la solución con una palabra de exhortación llena de amor. Aun así, en ese momento, aquello aun no fue suficiente. Dios tenía preparado un plan más glorioso e impactante, que marcaría mi vida y los recuerdos de su poder y grandeza. Desde esa noche, hasta la del siguiente jueves, no volví a dormir en esa parte. Tan mal sabor de boca me dejó esa experiencia. Sin embargo aquel día, después de cenar, regresé a la misma cama. Un par de días 170 antes, yo ya me había superado por completo de todo ese dramatismo. Milagros, me preparó unas patatas fritas, que digerí con gusto. Contemplé unos minutos la programación aburrida de la televisión, quizá alguna que otra película. Me viene a la memoria, unas palabras de Groucho Marx, ese gran cómico norteamericano que dijo: “La televisión ha hecho mucho por la cultura, por que cada vez que la veo, acudo rápidamente a leer un libro”. Me debe suceder lo mismo, por que la mayor parte de las veces, lo que hace es provocarme un sueño insoportable. Esa noche, Samuel, mi hijo, lloraba demandando de su madre la atención debida. Los dejé a los dos con sus quehaceres, y me acosté relativamente temprano. No sabía qué era lo que me esperaba. Me senté tranquilamente al borde de la cama, y de una forma automática, me arrodillé para orar un instante, en ese mismo lugar. No me dio tiempo ni siquiera a pronunciar la primera sílaba de la palabra: “Señor”, por que nada mas comenzar a hacerlo, “Algo”, me hizo levantar la vista. Al otro lado de la cama, justo enfrente de mi, se presentó el Señor, ante mis atónitos ojos humanos. Es muy difícil detallar con palabras humanas lo que yo vi allí. Una maravillosa y tierna figura, vestida con una especie de túnica blanca, pero irradiando un brillo estremecedor, del cual emanaba una luz indescriptiblemente hermosa. Estaba con sus brazos abiertos de par en par, enviando a través de ellos, un resplandor que llenaba toda la habitación y el resto de la casa. De mi boca, solo salió una temerosa pregunta, que quería resumir mi predisposición personal a que El me diera alguna orden en concreto. Moisés, se arrodilló, inclinándose ante el Dios. Yo no pude ser menos ni más que él. Con rapidez inusitada, hundí mi rostro entre mis manos, sobre la manta de la cama, diciendo: 171 ¿Señor? ¡Envía tu luz a toda casa, bendice a mi esposa e hijo!, ¡que tu luz no se quede solo aquí, también el comedor, y el resto del hogar, Señor! No sé cuanto tiempo estuve así, pero sentía un santo temor al levantarme. Yo sabía que algo muy grande me había pasado, único, y que muchos cristianos no me creerían, pero no me importaba en absoluto. Después, sin mirar en concreto a ese lugar exacto en donde El estuvo, me acosté, y he de decir, que mi descanso fue absolutamente sorprendente. Hacía años que no había logrado dormir tan bien, como esa noche. A la mañana siguiente, nada mas despertarme, cuando estaba pensando en lo que me había sucedido, y disfrutando del gran relax que sentí en todo mi ser, el Espíritu Santo, me habló muy claramente: ¿Recuerdas lo que te pasó la primera noche? refiriéndose a la experiencia con el diablo Compáralo con lo que te ha sucedido en ésta.¿Sabes, por que te sucedió aquello?Sin darme tiempo a responder, el Señor añadió amorosamente, como cuando un padre habla al corazón de su hijo:¡Eso te sucedió por que tú no estabas orando! De nuevo me volví a quedar estupefacto, por que era verdad lo que me dijo. Tardé en levantarme, por que hacía todo lo que podía para alargar todo el tiempo posible la sensación que sentía de paz y de bienestar. Reuní a toda mi familia para decirles lo que había experimentado. Papá, solo me dijo, con espíritu inglés, mirándome con fijación: ¡Yo ya lo sabía! 172 CARLOS, LA BARCA ROTA Y PERDIDA “Pobre barquilla mía, entre peñascos rota, sin velas desvelada, y entre las olas, sola. ¿A donde vas, perdida?”. Lope de Vega, Siglo XVI No hace muchos años, caminando por la playa del Parque Natural del Cabo de Gata en la provincia de Almería, encontré dos barcas hundidas en la arena de la costa, rotas, quemadas, y casi desmanteladas sus cuadernas. Me quedé mirando fijamente y pensé: ¿Qué me quieres decir, Señor? La imagen de las barcas no me abandonó a lo largo de la semana, ni la pregunta. Dios me había llevado hasta allí, a varios kilómetros de mi casa, en bicicleta, para enseñarme algo. Se lo pregunté a un amigo mío, pastor evangélico, y tras unos segundos de meditación, me contestó: -Esas barcas sois tú y tu mujer. Tuve que reconocer que tenía razón, llevaba algún tiempo orando por pura rutina y sin predicar la Palabra. El Señor, una semana después me dio un mensaje, a través de mi padre: Me vio calafateando una barca nueva, con su brea en el cubo y una palabra muy clara: ¡Nueva obra te doy!Pocos meses después comenzamos a predicar la palabra de Dios a un grupo de mujeres mayores. En ese grupo sucedieron conversiones de las cuales, algunas de ellas aun permanecen hasta el día de hoy. Cuando el creyente está en dificultades personales, de la índole que sean, ha de mirar a la Palabra de Dios, ésta la consolará, y le dará confianza suficiente como para enfrentarse a los problemas de la vida. La Biblia enseña: “Clama a mí y yo te responderé” 173 La genial poetisa española Gloria Fuertes, escribía: “Dame la mano, Dios.Dios, dame la mano, que me escurro en la cuesta, con la llovizna esta. Quédate con mi autorretrato.¡Gracias por todo!, ya veo mejor” Dios nos llama con su amor, y nuestra respuesta ha de ser: “Si, Señor”, con un corazón humilde. El Salmo 51 dice: “Al corazón humilde, tu oh Dios, no lo desprecias” Una antiquísima estrofa poética hispanoárabe del siglo X ó del XI dice así: “Y a la llamada de la ley del amor, que así se impone, mi humillación responde”. Recuerdo unas palabras de San Juan de la Cruz: “Redobló de tal modo, sus súplicas que mereció recibir en el interior de su alma, esta respuesta que le llenó de alegría: “Yo te concedo lo que me pidas”. Fray Luís de León decía: Las Sagradas Escrituras las inspiró Dios, para que nos fueran en los trabajos de esta vida: Consuelo. En las tinieblas y errores: Clara y fiel luz. No son las tradiciones humanas religiosas las fuentes de nuestra fe, si no la revelación en las Escrituras, la Biblia. Muchos hogares tienen en sus estanterías un ejemplar de la Biblia que permanece cerrada de por vida. Allí está esperando a que sea abierta, pero cuando se lee, ella habla. Carlos, era uno de tantos delincuentes de mi barrio. Otro mas, una barquilla perdida, rota y abandonada, que en los últimos días de su vida supo pedirle a Dios, que le extendiera su Mano, por que se estaba resbalando en la vida, tal y como decía la poetisa madrileña. Supo redoblar su grito desesperado por salvar su alma, hallando la respuesta que le llenó de la misma alegría que cinco siglos antes obtuvo Juan de la Cruz, y encontró en las Sagradas Escrituras la clara y fiel luz, y el consuelo que 174 diría Fray Luís de león. El nunca tuvo una Biblia cerrada en su casa, pero el ejemplar del Nuevo Testamento que yo le regalé lo leía con voracidad, e incluso dormía con él, bajo su almohada. Vivíamos en el mismo barrio, pero nunca hablábamos. Lo veía a menudo deambular por nuestra calle, y me llamaba la atención su esbelta figura elegante. Impecablemente vestido, se adornaba el cuello con el nudo de un pañuelo, a modo de corbata. Nunca observé en él malos modales ni gestos iracundos. Perfectamente peinado, delgado y enjuto, no ocultaba el inframundo en el que vivía. Carlos era de ese tipo de personas que viven en la frontera de lo ilegal, sin ocultarlo pero que pese a ello, ofrecía una educación familiar poco acorde con el mundo en el que se desenvolvía. Llevaba bastante tiempo, por mi parte, organizando reuniones cristianas en casa de mi buena hermana y amiga, Joaquina, una anciana regordeta y con moño, típicamente almeriense, persona nacida y criada al amparo de la rudeza de vida en unos tiempos de extrema dificultad y de gran miseria como fueron esos años de la primera mitad del siglo XX, en la España rural y atrasada, pero con una inquebrantable fe en el Señor Jesús. Un día, Mariloli, vecina de Joaquina, y conversa al Señor, me habló de Carlos: ¿Sabéis que Carlos, ha sido ingresado con carácter de urgente en el hospital?, está muy mal, pues padece un SIDA terminal, a causa de las drogas, y sin embargo ha recogido el Alta Voluntaria, y se ha venido a casa. Me han dicho que está muy mal, y que va a durar poco. Quedé estupefacto, no pasaba a creérmelo. Por esa razón llevaba varios días que no lo veía por mi zona. Con la Biblia abierta, le pedí perdón a Dios, por no haberle hablado antes del Evangelio, pero me prometí a mi mismo, 175 hacerlo en cuanto lo viera. Dos días después me lo encontré. ¡Carlos!, ¿Cómo está?, soy vecino suyo y me llamo Juan José, me han dicho que estaba ingresado por Sida, y ¿ahora como se encuentra? Carlos, algo más joven que yo, volvió a sorprenderme, por que se alegró tanto de que le hablara que era como si se hubiera encontrado con un amigo de toda la vida. Hablamos unos segundos, y olvidándome del distanciador trato de: “usted”, le pedí permiso para “tutearlo”, en un afán de mayor confianza, que rápidamente me la concedió de mil amores. Aprovechando esa magnífica oportunidad, mientras los dos caminábamos juntos hacia nuestras respectivas casas, le pedí que me permitiera entrar en su casa. Ni me dejó terminar, por que rápidamente abrió su puerta, e invitándome a entrar, se sentó con toda la confianza. -Siéntate aquí, “Juan de Dios”, no te puedo ofrecer nada, por que nada tengo, pero deseo hablar contigo, vecino, te conozco y sé como y quien eres, para mi es un placer tu visita Carlos. Abrumado por su cordialidad, entre directamente en el tema que quería compartir con él, y temiendo un poco su reacción decidí hablarle directamente. Carlos, vengo a hablarte de Jesucristo. Conozco un poco de tu vida, y creo que ahora necesitas escuchar algo. Quiero que estés tranquilo, no soy Testigo de Jehová, soy cristiano Deseo de todo corazón que me hables, “Juan de Dios” No me llamo Juan de Dios, sino Juan José No importa, por que tú eres de Dios ¿no?, por eso te llamo Juan de Dios Puntualizó con claridad. Impresionado de nuevo por su forma de ser, acepté que me llamara como quisiera hacerlo. Estuvimos conversando un par de horas, 176 Carlos no perdía ni una sola palabra pronunciada por mi, era como si las devorara todas y cada una de ellas. Esa misma tarde, abriendo su corazón me contó cómo era su vida. Contrariamente a lo que suele ser normal en este tipo de ambientes, el que ya era mi amigo, nació y se educó en una familia de clase media, y con buena educación, incluso era gemelo con otro hermano que era policía. Aún así a los catorce años se fue involucrando en una vida de drogas, y de delincuencia, que le llevó por un túnel oscuro, en donde había de todo, pandillas de adolescentes y jóvenes corruptos, continuando en una terrible espiral de actos delictivos, cárceles, robos, atracos, pistolas, tráfico de drogas y consumo de las mismas. Casado y padre de una preciosa niña, supo siempre mantener a su familia alejada de ese mundo oscuro. Era un buen esposo, respetuoso con su mujer, y excelente padre, que vivía solo para su pequeña, a la que en todo momento ocultó su devenir diario. No sabía salir de ese empantanado mundo, y no podía hacerlo, carecía de preparación y sus estudios eran muy escasos, casi nulos. A pesar de todo ello, había dentro de su alma un brillante corazón sensible a Dios, y a los demás, aunque absolutamente manchado y podrido, pero una lucecita encendida, mantenía una mas que lejana esperanza redención. Sin justificar para nada los actos delictivos y el pecado, en ocasiones, Carlos ayudaba a sus amigos mas necesitados, a aquellos que pasaban hambre por las circunstancias, con lo único que sabía y podía hacer: robando para ellos, y no se quedaba con nada, aunque en su conciencia sabía que hacía mal ante Dios. En una ocasión, otro delincuente mas peligroso que él, le convirtió en la víctima de un ajuste de cuentas, por tráfico de drogas, entrando en su casa, y destrozándolo todo. Cuando mi nuevo amigo, se enteró de lo sucedido, lo 177 primero que hizo fue evitar que su esposa e hija se dieran cuenta de lo ocurrido, pues ellas nos estaban en la casa en esos instantes, y les pidió con diversas mentiras, que fueran a la residencia de un familiar. Después, ordenó todo, y buscando al delincuente, resolvió con él sus diferencias de la manera que en este submundo se solucionan los problemas, pero sin quitarle la vida, advirtiéndole que jamás tocara a su mujer o a su hija, por que ellas no sabían nada de su vida. Carlos, se contagió con el Sida, y supo convivir con las dos mujeres de su vida, su esposa y su hija, sin el menor riesgo de contagio, tomando todas las precauciones posibles y algunas inventadas por él mismo. Una vez, hace ya muchos años, haciendo un largo viaje desde Andalucía hasta Madrid, me detuve al lado de la carretera. Casualmente, allí había un montón de basuras y de escombros, carente de vida, un montículo de gran cantidad de basura, pero en la cumbre, una sola, diminuta, y preciosa flor morada, lucía todo su esplendor escarlata. Mamá, me dijo: Date cuenta, encima de tanta basura hay una maravillosa esperanza Así era Carlos. Le regalé un Nuevo Testamento, invitándole a una de las reuniones que hacíamos en casa de Joaquina. El obsequio llegó a impresionarle tanto, que al hacerse con él lo besaba con cariño. Yo no esperaba una reacción así. Estuvimos, hablando de ir a algún centro cristiano de rehabilitación como Betel ó Remar, pero no fue posible, no hubo tiempo. Dios me lo había puesto en mi lado, y yo debería ser quien debería trabajar con él. Tres días después, asistía a uno de mis cultos, con su esposa. Fue el único al que asistió, pero suficiente, no hubo necesidad de mas, para que él decidiera convertirse al Señor, allí mismo. Lo poquito que él pudo contarnos 178 pudo conmovernos a todos, ya que leía con ahínco el Nuevo Testamento, que le obsequié, dormía con él, por que le daba seguridad. Una semana después, fui a un comercio para comprar algo de comida, y encontrándome con su mujer Rosa, me dijo que había vuelto a enfermar siendo ingresado de urgencia en el Hospital Provincial, en el área de infecciosos. Sabía que tenía que ir a verlo sin dudar y sin temer nada. Urgía hacerlo. Al medio día, a las quince horas, lo que en España solemos conocer por las Tres de la tarde, entré en la habitación blanca del centro sanitario, burlando un poco la vigilancia de los médicos y enfermeras, ya que estaba considerado como altamente contagioso. Mi pobre amigo, se emocionaba al verme. Me impresionaba su estado, por que en tan solo una semana, había perdido varios kilos. Rodeado de aparatos y entubado para el suero, y la alimentación intravenosa, podía levantarse e ir al servicio. Le ayudé como pude, pues su estado era extremadamente lamentable. Doblado por un extraordinario dolor gastrointestinal, se introdujo en el Servicio de la habitación para sus necesidades. Yo me quedé fuera, cerrando la puerta. Oía sus dolorosas quejas. ¿Yo que podría hacer?. Tenía un camino, algo le ayudaría: Puse mis manos sobre la puerta, como si se las impusiera sobre su cabeza, y allí mismo, comencé a cantar una alabanza a toda voz, sin pensar que eso podría ser mi causa de expulsión del Hospital: Vine a alabar a Dios. Vine a alabar a Dios.Vine a alabar su Nombre. Vine a alabar a Dios. El vino a mi vida, un día muy especial, cambió mi corazón, en un nuevo corazón, y esa es la razón por la que: ¡Vine a alabar a Dios!Cada vez que bajaba la intensidad de mi voz, Carlos, clamaba desde dentro: 179 ¡Por favor no dejes de cantar y de alabar a Dios, sigue, ayúdame! Salió de ese lugar mas tranquilo, pero se le veía en el rostro, el dolor de la muerte próxima, el pago por la fractura de la vida llena de sida, los frutos de los numerosos errores del pasado. La Biblia nos dice que: “. Mi buen amigo, estaba La paga del pecado es la muerte, pero el regalo de Dios, es vida en Cristo Jesús” muriéndose pero allí mismo, tenía en su almohada ese evangelio que yo le había dado quince días antes. Lloraba cuando al hablar de “su libro preferido”. Cuando hablo con alguien así, me encanta hacerlo cogiéndole la mano, en señal de afecto. Carlos no quería que me fuera, siempre me pedía que me quedara más tiempo, orando con él. Tantas veces lo visitaba, tantas veces volvía a reconocer el Señor como su Salvador y Señor personal. La última vez que pude verlo en el hospital me contó un testimonio escalofriante: Juan de Dios, ayer tuve una experiencia terrible, en la habitación. Me encontraba en la cama, leyendo los Evangelios. Vi que un ser negro y oscuro, terrible, entraba por la puerta de la habitación, era terrorífico, y sabía que venía a por mí, me dijo que me iba a llevar con él. Comencé a gritarle, a chillarle con todas mis fuerzas, incluso llegué a lanzarle una botella de plástico ordenándole que me dejara que yo ya no era suyo, y que había encontrado a Cristo. Cogí el Nuevo Testamento, y chillándole le dije que yo era cristiano, que se marchara... ¿Se marchó, Carlos? Desde luego que se marchó, Juan de Dios, pero es que después vi entrar una luz maravillosa por la ventana que lo llenó todo, yo creo que era El Señor Así era Carlos, cariñoso con sus amigos, leal a Dios, cristiano en la última hora, pero cristiano. No le dio tiempo para bautizarse, ni pudo asistir nunca a ninguna iglesia cristiana, 180 jamás estuvo en Remar ni en Betel, no le dio tiempo para tomar la Santa Cena, pero todo eso sobraba por que su alma se llenó del Señor, y al igual que al ladrón que fue crucificado junto al Señor, pero para quién la luz de Dios, llegó en ese tiempo, gracias a su conversión a Jesús, a Carlos le sucedió igual, en los últimos instantes, Cristo le dio su mano y él supo y quiso asirse de ella sin dudarlo un minuto. Al miércoles siguiente, mi amigo fallecía plácidamente con una gran sonrisa, por que se había ido con Jesucristo. En el libro del velatorio fúnebre, todo el mundo, le dedicaba estelas dolorosas de recuerdo, pero contemplando su inerte e inservible cuerpo, escribí: -¡Adiós, amigo!, no te lloro, por que te has ido con Cristo, y ahora eres feliz Mi hijo Samuel, junto con el pastor Gabino Fernández Campos. En la sede de la FEREDE, Madrid EL DESPACHO DE PAPA Y LA LITERATURA Su piso era una tercera planta. Allí, papá, era feliz, se entregaba a sus tres pasiones: la lectura, la escritura y la Biblia. En una de las habitaciones hizo montar su despacho, y su biblioteca particular, compuesta por decenas de libros, Enciclopedias, y un gran archivo de todos sus trabajos literarios. Empapeló las paredes con todas las fotografías dedicadas de escritores, poetas y políticos, era un lugar democrático, 181 pues allí estaban fotografiados los máximos responsables de todos los partidos políticos españoles, desde la derecha hasta la izquierda moderada, y en el centro justo de esa amalgama fotográfica, estaban las fotografías de la familia Real, y del Conde de Barcelona, todas ellas firmadas y dedicadas a papá. La sobriedad del ex presidente Adolfo Suárez contrastaba con la sonrisa amable del Presidente Felipe González, y la mirada sagaz del exministro Manuel Fraga, mezcladas, con la posición intelectual del Alcalde de Madrid Enrique Tierno Galván. El puzzle fotográfico se aderezaba con la de diversos personajes de la vida publica española del momento, además de las de su familia, junto con la de algún que otro paisaje extraído de una litografía publicitaria. Había así mismo un decorativo plato de la Isla de Puerto Rico. Allí, mi padre era el rey y con su vieja máquina de escribir “Hispano Olivetti” redactaba todos sus sentimientos humanos. El sonido del tecleo de su máquina, me decía que él estaba allí, presente, trabajando, y al igual que los niños aman trastear entre los papeles y archivos de sus padres, yo me sentía el príncipe en su despacho. Siempre me comentaba lo que estaba haciendo, o lo que tenía pensado hacer. Me identifiqué tanto con esa habitación que cuando papá ingresó por primera vez en el Hospital, de gravedad, y tuve que buscar unos documentos médicos por él archivados, al ver su amado despacho silencioso y solitario, viendo su máquina esperando a seguir siendo usada, lloré como si fuera un niño, y exclamé con fuerza y gran dolor de corazón: “¡Papá, no me dejes!”. Entrar allí, para mí, era como hacerlo a un santuario laico, por el enorme respeto que me suponía. Tenía en su mesa unas cuartillas desordenadas, en las cuales él estaba trabajando, allí mismo las dejé, colocando sobre ellas una grapadora para que no se 182 volasen por cualquier causa, quería que todo estuviese tal y como él lo dejó, para que cuando volviera del hospital, si volvía, renovara su actividad en el punto exacto donde la interrumpió. Papá estaba ya en tratamiento cardiológico, pues tenía alguna dificultad que precisaba ser controlada por el especialista, era cardiópata. Era eso lo que más me preocupaba, y sería lo que precipitaría los acontecimientos con el paso del tiempo. No obstante, su vida era muy normal, con ciertas limitaciones. Todas las tardes, paseaba junto con mi madre, por la calle, sentándose a hablar con los vecinos. LA REUNIÓN Y EL GRUPO. PREDICANDO POR LAS CALLES Dos días después tuvimos una reunión en donde el Señor de nuevo se manifestó y algunos de los asistentes fueron tocados por el Espíritu de Dios. Yo observaba a mi padre en su oración, no era él, sino el Señor usando su garganta, su voz, su cuerpo. Las lágrimas corrían por los rostros y Paquita exclamaba constantemente: “¡Gloria al Señor!... ¡Padre, que bonito eres!”. María estaba allí, muy cargada por un sinfín de problemas que amenazaban a su estabilidad personal; su rostro revelaba una fuerte lucha interna, salvaje, dura, temible, causada por las terribles presiones que el mundo somete muchas veces a quienes no son de él. Nuestra amiga y hermana temblaba en el momento de la oración: “¡Señor, no puedo mas!”, la voz temblorosa apenas se elevaba, pero todos sabíamos que el grito desesperado estaba dentro de su alma, y de sus ojos comenzaron 183 a manar suaves lágrimas, que se perdían al caer al suelo o en los entresijos de la ropa, pero Dios las contaba una por una, el resto del grupo presente, guardaban un silencio respetuoso roto tan solo por espontáneas alabanzas que surgían con fuerza de la garganta de Paquita: “Dios, Dios mío eres tú. De madrugada te buscaré. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela. En tierra seca y árida donde aguas no hay” (Salmo 63,1.) Joaquina, contemplaba a María, y solo repetía una frase, en voz muy baja: “¡Pobrecita!.¡Está tan sola!”. Papá comenzó a orar en lenguas, y sin dilación alguna se levantó con lentitud, pues su corazón no le daba para más, puso sus manos sobre la cabeza de María, y las lenguas brotaron con fuerza inusitada, como un río, de menos a más, y en un momento determinado la fuerza de Dios se derramó allí en forma de profecía, una palabra divina, llena de amor, comprensión, cariño, reflexión, apoyo, y de consideración hacia nuestra amiga angustiada, una paz hermosa cubrió su corazón. Aquel era un grupo muy heterogéneo, formado por personas de singular procedencia y todas ellas muy distintas. Joaquina, fiel amiga y leal al Señor, mujer estatura mediana, anciana, viuda, que vive sola, acudía a todas las reuniones puntualmente, con su Biblia. A pesar de todos los sinsabores que la vida le ha dado, es una maestra de honradez y lealtad. A mí me inspiraba especial afecto, por ser su figura, fiel símbolo de la abuela amable y cariñosa, al ser gordita y con su pelo recogido a modo de moño redondo. Paco el gitano, mi mejor amigo desde que vine a Almería, que con su guitarra y su cante aflamencado tanto amenizaba las reuniones y las alabanzas. La ya mencionada Paquita, inseparable amiga de 184 mis padres, quien con su carácter abierto y dicharachero, su potente voz y sus exclamaciones espontáneas, llenaban el ambiente. Oscar, un joven adolescente, éste con muy fuertes convicciones católicas, aprendió a conocer la Biblia. Desde niño fue educado en su iglesia, ayudando todos los domingos en la parroquia. Éramos vecinos, y todas las tardes, desde su casa, nos oía cantar y alabar a Dios. La extrañeza se adueñó de él. Poco a poco comenzamos a hablar, y un día surgió un tema que le interesaba, porque tenía unos familiares que eran de la secta de los Testigos de Jehová y quería presentarles la Biblia tal y como es en realidad, defendiéndose de sus doctrinas, y como sabía que yo conocía bien los puntos bíblicos claves, y su historia, decidió pedirme ayuda. En casa, abrimos nuestras respectivas biblias, y la Palabra de Dios le habló. Comenzó a asistir con regularidad a nuestras reuniones, participando activamente en las mismas, conociendo el mover del Espíritu de Dios. Posteriormente organizó en un barrio sumamente marginal con muchos problemas sociales una reunión pública en Navidad, pidiéndome que predicara yo, a lo que accedí con mucho gusto, el se comprometió conmigo y yo con él, por que los dos lo hicimos con Cristo. Dios me dio una palabra muy escueta, pero el respaldo de Dios fue notorio. Nuestras relaciones se basaron reuniones, participando activamente en las mismas, conociendo el mover del Espíritu de Dios. Posteriormente organizó en un barrio sumamente marginal con muchos problemas sociales una reunión pública en Navidad, pidiéndome que predicara yo, a lo que accedí con mucho gusto, el se comprometió conmigo y yo con él, por que los dos lo hicimos con Cristo. Dios me dio una palabra muy escueta, pero el respaldo de Dios fue notorio. Nuestras relaciones se basaron en la amistad y en el respeto mutuo, 185 ambos procedíamos de iglesias muy distintas, pero establecimos una relación basada en el respeto y en él dialogo, muy lejos de los enfrentamientos, alejándonos todo lo que pudimos de las intolerancias religiosas que tanto han caracterizado nuestra historia religiosa, y que tan ajenas son al verdadero Espíritu de Cristo. Conozco pastores muy consagrados que han sido invitados a predicar en iglesias católicas, y que así lo han hecho para gloria de Dios. Allí en la calle, Dios me dio la oportunidad de predicar sobre el arrepentimiento, aprovechando la celebración de la Navidad. Sinceramente creo, Navidad se debe celebrar en familia, me parece una tradición muy entrañable, y que ese día debemos hacer una reflexión personal sobre el mensaje de Cristo, incluso se debe aprovechar la oportunidad para anunciar el nacimiento de Cristo, teniendo en cuenta que Navidad, es cualquier día que nos entreguemos a Jesús y le reconozcamos como nuestro Señor, como aquel ya lejano 11 de Noviembre de 1972 en nuestro caso. Es curioso, cómo en la reciente historia europea del comunismo, gobiernos con esa ideología, en su tenaz persecución contra toda forma de cristianismo, prohibieron también el día 25, declarándolo laborable a todos los efectos, y a pesar de ello, todos los cristianos sinceros de distintas denominaciones, siguieron reuniéndose en torno a la mesa familiar para orar juntos, recordar el nacimiento de Jesús, y estar todos en familia. Ya sabemos que la actual fecha navideña, era en realidad de origen pagano romano, por que se celebraba el día del “Sol Naciente”, y que no obstante, los primeros cristianos nunca rememoraban el nacimiento de Cristo, hasta que llegó el siglo III ó IV, cuando se instituyó el 25 de Diciembre como fecha del nacimiento de Cristo. Recordando la reunión que Oscar y yo tuvimos en plena calle, sentimos como el Señor se hizo allí 186 presente, todo el público escuchaba con suma atención e interés. Yo sentía cómo el Señor me daba palabra con autoridad y denuedo, pese al doble escándalo que al final se organizó, sin saber exactamente por qué. Satanás e sintió dos veces muy molesto, por que al finalizar, observé que en entre los asistentes surgió una trifulca tan ruidosa que pudo terminar muy mal si las contendientes, pues eran dos mujeres, no hubieran sido separadas por nosotros mismos, después de que sus bocas se convirtieran en pocos segundos en auténticos volcanes de palabras sucias, insultándose mutuamente hasta la saciedad. Yo me quedé sorprendido al descubrir como personas tan aparentemente normal, son capaces de pasar en segundos desde una supuesta tranquilidad a realizar desaforados combates dialécticos y físicos. Una de ellas, de corta estatura, no medía mas de 1,60 cm, de complexión mas bien delgadita. ¡Y qué trabajo nos costó sujetarla!................y en medio del escándalo humano que se organizó, un recalcitrante y bastante pesado “Testigo de Jehová”, criticaba constantemente, a la reunión, al mensaje y a mi fe, queriendo emprender una muy inoportuna batalla religiosa, a la que yo en ese momento no tenía deseos, por que unos vecinos se marchaban arriba, por una calle estrecha, otros para abajo por otra,y mas allá un grupo de mujeres se pusieron a bailar flamenco a los sones de los últimos villancicos. Oscar muy enfadado recogiéndolo todo, el grupo de jóvenes que habían cantado villancicos, se marcho aprisa, la señora chillona seguía en su trece, la otra se empeñaba en lo mismo con gritos e insultos incluidos, sin luz eléctrica en la calle, ya casi oscuro, donde yo no veía nada, y ese “Testigo de Jehová” erre que erre con su biblia, persiguiéndome por la empinada y estrecha calleja donde di el mensaje. Dos días después 187 pude hablar con Oscar, quien me envió agradables noticias sobre los resultados de la reunión, por que los comentarios sobre la predicación fueron muy positivos. Una monja seglar que le acompañaba y que me escuchó, quedó impresionada por el contenido del mensaje, tocándole Dios. Algunas vecinas le preguntaron cuando haríamos otra reunión así, pues querían seguir oyéndonos. Yo me ajusté al mensaje del evangelio evadiendo cualquier otra cuestión religiosa que la gente no hubiera entendido y aprobé la oportunidad que se me brindó para predicar. No en vano Pablo hacía lo mismo, no dejaba que ningún instante se desperdiciara. Sin embargo, la experiencia fue única, por que no se pudo volver a realizar. ¡Lástima!, el “Testigo” seguramente se quedó con el deseo del combate religioso, y a lo mejor está aun allí, esperando y eso que han pasado ya algunos años. La mayoría de los que han sido mis amigos, han perecido en los naufragios de la vida. Raros son los hombres que han podido escapara las masas sumergidas de las olas. ABU-IBN HASSAMALGASSANI.Sig lo XI.Poeta hispanoárabe. ¡Oh libertad! Que bonita eres ¿Quién te creo? ¿Te creó la vida, o te creó el amor? Si se lo preguntas te dirá que no, por que a la libertad la creó DIOS Eunice Santos Bravo. Poesía escrita a sus 8 años de edad. DESDE LA PROSTITUCION HASTA CRISTO El presente capítulo, narro la vida de una mujer, que ha partido ya con el Señor. Ha sido una de las personas más valientes que he conocido, con concepto del honor tan alto, que he visto pocas así. Ella ha salvado a mucha gente de situaciones extremas, dando protección desinteresada, con un sentido del amor al prójimo fuera de toda duda. En su 188 casa, siempre hubo una habitación rudimentaria, pobre, mal acondicionada, pero eso sí, limpia, y llena de solidaridad, para el drogadicto, el alcohólico, la prostituta abandonada semi desnuda en mitad de la noche y de la calle. Ha sido una buena madre para el policía ejecutor de la ley y para el perseguido. Ha defendido siempre al niño maltratado y a los más humildes. Conoció al Señor, y su vida cambió por completo. Una mujer que a sus ochenta y tantos años, solo ha sufrido la dureza humana, que no sabía leer ni escribir, pero tenia tanto deseo de Dios, que le ha dotado de un talento tal que las palabras del evangelio y de la Biblia, las grabó en su mente de tal manera, que ella sola se servia para entender al Señor, y para dar testimonio de lo que Cristo hizo en su vida. Me van a permitir, que una vez mas, por el gran respeto que siento hacia ella, proteja su identidad real, cambiando su nombre y el del lugar de su residencia habitual. Ya quedan pocas personas con el sentido de justicia que ella tiene,y que sin duda le ha sido dada por el Señor. Recordarla en este testimonio es mi homenaje sencillo, y que deseo incluir en el mismo a todas esas mujeres, heroínas anónimas, que han tenido que luchar con bravura contra los martirios de la vida, arriesgándolo todo para poder sacar a sus hijos adelante en tiempos de escasez y de total miseria. En España es costumbre que en las clases sociales más humildes, las personas sean conocidas por su “apodo”, una especie de apellido que aludía a labores económicas realizadas por ellas o por sus cercanos antepasados, también podían sugerir otras funciones. En realidad, históricamente, ese es el origen de la mayoría de los apellidos que hoy conocemos. Amalia, la “galletera”, ha sido anciana que vivía solamente en compañía de su nieto 189 adoptivo, en uno de los barrios más humildes y pobres de la ciudad, situado al pie de las murallas árabes del siglo XI, que aún permanecen enhiestas dominando con antiguo genio a toda la ciudad. Quizá han sido esas viejas y vetustas piedras del pasado quienes han infundido el valor necesario para luchar contra la tiranía de la vida misma a esta mujer que lloraba de amor ante la Palabra de Dios. Ella no sabía leer ni escribir, pero su genio, y la fuerza de su carácter, eran resultado de una vida azarosa, llena de dolores y de sufrimientos, de humillaciones y de quebrantos. Llevaba ya muchos años viviendo sola, y a pesar de haber sobrepasado los 80, ha tenido fuerzas para gobernar su casa, y dirigir su vida hacia la verdad. El calor que calienta las rocas, no es fuerza suficiente que le impidiera hablar de su vida pasada, y sobre todo de su amor por Cristo, a quien ha conocido no hace mucho tiempo. Era analfabeta, por que nunca pudo ir a la escuela, pero a los ojos del Señor, Amalia, la anciana, fue: “una piedra preciosa”, como un día Él me reveló. La Guerra Civil, fue uno de los ángeles del Apocalipsis que visitó nuestra España, a lo largo de tres terribles años, desde una esquina hasta otra, dejando su huella en cada pueblo, aldea y ciudad; en cada hombre, mujer y niño que hubiera en ese momento. Amalia, fue una mujer de carácter, que imprimía genio y figura, con una voluntad de hierro forjada en su pasado. A pesar de las muchas calamidades pasadas, en su corazón no hubo ni odio ni rencor, contra nadie, aunque quien, hasta hoy ha sido su vecina, fuera una de las personas que más daño le hicieron en el pasado. Siempre, en todo momento, ha abierto su casa todos los necesitados que le pedían auxilio, fueran prostitutas, delincuentes, o desconocidos, a 190 cualquier hora del día o de la noche, para darles comida, bebida, y cuidados de todo tipo. Todo a cambio de nada. Una jovencita de 15 años, conocía ya a su corta edad, la extrema dureza de una vida llena de miserias y de penurias. Sus padres, Ramón y Antigua, eran unos sencillos vendedores de galletas, que él mismo hacía con el único brazo que tenía, por que el otro, lo perdió en un accidente laboral. Una piedra de moler trigo se lo aplastó. Sufrir un percance de ese tipo, era simplemente hundirse aun mas en la precariedad mas despótica y absorbente. Tenían varios hijos. Eran momentos de vacas flacas, o mejor dicho, moribundas. Había que luchar para no morir, o morir por no luchar. 1937, los suministros alimenticios escaseaban por todos los lados, y en el país se sintió el látigo fustigador del hambre mas indomable. En los frentes de guerra morían los hombres, quienes han tenido que abandonar a sus familias y sus trabajos, sus campos, sus casas, sus negocios, para ir a dar tiros o a recibirlos. En los barrios populares y humildes, la tirana muerte se adueñó con especial intensidad, intentando devorar con sus colmillos ensangrentados no solamente los sueños de los niños, sino a ellos mismos, arrancándoles la infancia a base de dolores y de sacrificios. La larga sombra del infierno estaba en cada esquina. En una calleja larga y estrecha, Amalia quinceañera, descalza y mal vestida, con el hermoso cabello castaño brillante, recogido en una sola trenza y repoblado una y otra vez por piojos, que su madre se afanaba constantemente en matarlos, usando para ello la única arma que conocían todos: quitárselo uno por uno del cuero cabelludo y aplastarlos con las uñas rastreadoras, se esforzaba con rapidez, para llevar un huevo, un poco de vino dulce, y un 191 pan de centeno, pequeño, a un vecino de raza gitana, que a penas podía caminar, por su invalidez física. Tenía que hacerlo rápidamente, y a escondidas, por que esa era parte de la ración de alimentos, que su familia había recibido para todo el día. Aquella Guerra Civil generó muchas batallas, y una de las pequeñas, por el tamaño del enemigo a vencer, era contra los piojos, ladillas, garrapatas, chinches, pulgas y demás insectos y ácaros, que súper poblaban los hogares y se hacían transportar por animales, cuando los había, y por seres humanos, plagando sus cabezas e infestando sus cuerpos. Mi padre, me contaba, cómo se entretenían los soldados al descansar, en plena Guerra, introduciendo los parásitos mencionados en una lata, para después cerrarla y posteriormente, calentarla. Dentro, se oían diminutas explosiones agrandadas por la forma tubular de las latas. La familia “galletera”, compuesta por los padres y cinco hijos, se ganaba la vida, con un carrito, fabricando unas sencillas galletas, que hacía las delicias de los niños “bien”. El padre manco ó el manco del padre, recorría las calles de la ciudad, acompañándose por su mujer y en ocasiones por sus hijos mayores, descalzos siempre, para vociferar a gritos el escaso producto que vendía, pero en los años “cainitas”, no había ni para fabricar esos dulces, de modo que, que debía sobrevivir, robando las escasas naranjas que quedaban en los plantíos abandonados por sus dueños, ya que éstos, se debatían a tiros en los diferentes frentes de guerra extendidos por el territorio nacional, dejando al supuesto cuidado de sus huertas a sus mujeres y numerosos hijos, que eran tan pobres como los que tenían que robarles la preciada fruta rica en vitamina C. A Amalia se le caía el alma al suelo cuando tenía que ir a sustraer 192 ese producto, para poder comer algo ese día, por que de forma regular, las mujeres de los propietarios, solían encogerse de hombros, al descubrirlos en plena acción delictiva. De vez en cuando, el manco se iba, junto con la familia, andando, por los campos, durmiendo a la intemperie, o al abrigo de cortijos abandonados, intercambiando productos necesarios para la supervivencia, recorriendo mas de 50 kilómetros, ayudado por un triste, sucio, viejo, y maloliente asno comprado a bajo precio, lleno de moscas y de mataduras o heridas, que pasaba mas sed que sus propios dueños. Jumento, que sin embargo hacía las delicias de sus niños. Bombardeo alemán sobre Almería 193 Bombardeo alemán sobre Almeria.Banco de España Una sola comida al día, era cuanto se ingería en esos tiempos, y se hacía por la tarde, para que así “durara un poco más”. Pan de centeno, tan odiado por los españoles y tan recurrido para mitigar el hambre fatal, duro como una piedra, que producía llagas en la lengua. ¡Cuantas veces el manquito y su mujer, se iban a la cama sin haberse llevado nada al estómago, pues era necesario que los niños se comieran lo poco que había!. Los niños, luchaban para sobrevivir, se hacían hombres antes de tiempo, agudizaban el ingenio en todo momento, por que el estómago se retorcía una y otra vez, de forma maldita, y pertinaz, mientras las familias adineradas, podían disfrutar de mejores alimentos, aunque también escasearan para ellos. Las higueras, al producir higos y brevas, ayudaron a calmar el hambre infantil. Ellos eran como monos subiéndose por todas las ramas. Para poder comer algo, debían los ciudadanos, levantarse muy de madrugada, y dormir en la “cola”, delante de los comercios suministradores de productos alimenticios. Tiendas controladas 194 por la autoridad para tal fin, cuyas estanterías ya no tenían nada más que telarañas. Con frecuencia, la imprecisión, la inmadurez, el egoísmo, o la desesperanza mas cruel, conducía a auténticas peleas, en las que con frecuencia, las mujeres se tiraban de los pelos o se arañaban como gatas, simplemente para coger algo mas de comida, le correspondiera o no, teniendo que intervenir la policía con gran violencia para poner orden. Amalia, lograba, traer todo lo que le correspondía a su familia numerosa, para ingerir ese día, que en ocasiones no era mas que un kilo de lentejas, muchas de ellas, con “bichos”, un kilo de garbanzos, algo de azúcar, un puñado de panes de centeno, y alguna otra cosa mas. Venía magullada, adolorida, no solo por los golpes de las porras policiales que se tenían que ensañar en cualquiera, fuera, mujer o niño, si no por haber dormido toda una noche a la luz de la Luna, en el duro y frío suelo pétreo. 195 1º/Bombardeo alemán en Almería. 2º/ Pobreza en las zonas mas marginales. Amalia las vivió de cerca, muy cerca. 192030.Mortandad y desnutrición Infantil. Las delaciones y las traiciones, campeaban por toda la sociedad, en la zona nacional, se acusaba de “Rojo” a todo el que no fuera simpatizante, militara o no en partidos políticos, y podría ser inmediatamente fusilado, sin el menor miramiento, y con la total ausencia de justicia. En la parte republicana, exactamente lo mismo. Acusar a alguien de “fascista”, aunque no lo fuera, era motivo suficiente, para darle “el paseíllo”. El cuerpo yaciente de esa persona tenía que ser recogido por sus familiares. Nadie reparó que media España estaba asesinando a la otra media, fuera de la ideología que fuera, incluso sin tenerla, y que detrás de cada muerte, estaban los seres queridos, tan fallecidos como los fallecidos, tan muertos como sus muertos, tan asesinados como los asesinados; por que aunque sus vidas continuaran, ya nada sería igual. 196 Las calles de las ciudades y de los pueblos de España se llenaron de lágrimas, sangre y fuego. Ese era el mundo de Amalia, que como todas las niñas de su edad, aprendió a jugar, fabricándose ella misma toscas muñecas, formadas por palitos, o por ramas de árboles. De igual manera, los animales callejeros pagaron con su vida, por culpa de la locura de los hombres, ya que hubo una época en la que no se veían gatos deambulando de un lado para otro, por que ellos, sin saberlo, salvaron vidas. Sus felinos cuerpos, se convirtieron en el único alimento, para los exhaustos vientres humanos. Amalia, de vez en cuando, “apartaba” lo que podía para salvar a otros, a espaldas de sus padres y hermanos. Toda la familia, dormía en una cueva, sobre colchones de “farfolla”, es decir rellenos de las hojas del maíz. Un candil de aceite, la única luz, que el manco, apagaba poco después de dormirse toda la familia, para ahorrar. Había veces, que solo se oía el llanto de algunos de los niños, rápidamente acallado por la madre, con un beso, y un abrazo. No solo lloraban por peleas infantiles, si no que lo hacían por que les dolía el estómago. Si había una cáscara de patata, se empleaba para alimentar o para engañar al hambre. Todos los niños desnudos, salían de la cueva corriendo, para refugiarse en algún lugar mas seguro, 197 cuando sonaban las sirenas presagiando los inmediatos bombardeos aéreos, que no respetaban nada y a nadie, arrancando cabezas, descuartizando cuerpos, y destruyendo almas. Acurrucada, Amalia, protegía con sus brazos, su cabeza, al oír el estampido de las cercanas y lejanas explosiones y se tapaba los oídos, para no oír el lamento de quienes eran alcanzados y quedaban con vida. Muchos niños, pataleaban en el suelo gritando con rabia y odio contra todo eso. Las madres, que en esos momentos, eran padres, madres, hermanos y hermanas, pues hacían de todo en las familias, pretendían protegerles con sus abrigos, dándoles ánimos a sus hijos, intentando esforzarse para no llorar de terror. La Guerra se acabó, y aquella adolescente, que como centenares como ella, quedó marcada de por vida, por la atrocidad, comenzó a crecer. Una tierra de cactus y de sequedad, de peñas montañeras peladas, era cuanto le rodeaba. La voz del manco, volvería a recorrer las calles más humildes para vender sus galletas a quien se las quisiera comprar. No sabía leer ni escribir, nunca había estado en política, no entendía nada, o decía no entender, o decía no saber leer, o decía, desconocerlo todo, por que si algo supiera, podría acabar represaliado de manera injusta por los vencedores. La joven de un solo vestido, era esa niña que de pronto un día se dio cuenta que había crecido, y sin haber podido ir a la escuela mas elemental, en una sociedad en la que no había ningún trabajo para ella, no tenía mas salida que buscar una barca a la que sujetarse para flotar en un mar de peligros. Sus padres se hacían mayores, y los años no pasaban en balde. Las casitas diminutas del barrio humilde albergaban las penas y los llantos de muchas jovencitas, que tenían que pisotear su decencia, para 198 venderse al mejor postor. La prostitución campeaba a sus anchas por todos los lugares. No obstante, el manco y su mujer, entregaron a sus hijos la única herencia de valor que tenían: la honradez y la decencia a toda prueba. Los varoncitos tuvieron que trabajar duro desde muy pequeñitos, no conociendo en la infancia nada más que dureza. Para ellas, las niñas, se abrían menos caminos, trabajar de “chacha” en alguna casa “bien”, hacerlo en alguna fábrica, o el más humillante: el de la prostitución dura y pura. Las de la clase media, tenía mas oportunidades, pero aquellas que formaban parte del batallón de miserables y analfabetas, no tenían ninguna opción. Nuestra Amalia, nunca terminó trabajando por las esquinas, ni jamás vendió su honradez a nadie. Ninguna vez ha sido una prostituta al uso, ni a estado de hombre a hombre, no le ha gustado ese mundo, pero ha vivido en el mismo. El hambre da más cornadas que un toro de lidia. ¿Qué futuro tenía Amalia?. Los años fueron pasando, y aquella pequeña que aprendió a pelear contra las visicitudes, se hizo mayor. Era una joven atractiva, que encandilaba a los muchachos del barrio en donde vivía. Uno de ellos, que se partía la espalda trabajando a jornal en el campo, de sol a sol, cuando se podía hacer, que no siempre, se había enamorado de la lozana. Sabía a qué hora podía verla, y en que lugar, muy lejos de la vigilancia de sus padres. Todas las noches soñaba con ella, llenando su cabeza de fantasías a las que todos los hombres, por muy pobres que sean, tienen derecho, por que las utopías son gratis. Algo deforme en su espalda le habían bautizado los vecinos con un apodo “el jorobao”. Algo pendenciero y borrachín nunca había levantado la mano contra ninguna mujer. Delgado y enjuto, mal vestido, y mal calzado, le daría a Amalia, una 199 mala impresión si no fuera por que todos los jóvenes tenían mas de un defecto social o físico. Hubo un tiempo, en el que las cosas se empeorarían para la familia del manco, por que los años, la miseria, y la esclavitud de la vida, estaban pasando factura en su salud. Escaseaban los dineros, y la moza, tuvo que emigrar a la cercana ciudad de Granada, para “buscarse la vida”.Tenía una consigna bien grabada en su mente: No vender su honestidad a nadie. En la ciudad de la Alhambra Nazarí, al amparo de las murallas árabes, en pleno Albaycín granadino, un grupo de exiguas jovencitas, deambulaban de una esquina a otra, muy cerca de una alberca llena de agua, preparada para el regadío de la vega. Allá se citaban con hombres, para compartir con ellos, algo más que amor a simple vista, a cambio de unas pesetas. Nuestra protagonista no buscaba eso, pero en ese tiempo, pesaron las obligaciones familiares, y el ver sus dedos del pie asomar por las raídas y desgastadas alpargatas, con sus ennegrecidas uñas mal pintadas. ¿Qué podría hacer? Al mirar a su alrededor, se sentía parte de un ejercito de menudas que vapuleadas por la vida tendrían que salvarse a toda costa. Al menos, buscaría al hombre especial, a ese que no le pediría nada a cambio, que pudiera compartir con el, algo de sus preocupaciones, no quería bajo ningún pretexto tener relaciones sexuales a cambio de dinero un día con uno y al siguiente con otro, para después, continuar con un tercero desconocido, y al final aparecer tirada en cualquier cuneta, o azotada en la comisaría de policía, por parte de algún comisario feroz, que se las daba de cumplidor de la ley cuando a lo mejor un poco antes, estuvo en otra zona de la ciudad, amando y desamando a otra mujer cualquiera que no era la suya. Una tarde, paseando a la espera de “noticias” por los bordes de la alberca, una de sus 200 compañeras, a la que conocía desde niña, se enceló contra ella, al ver como ese atractivo señor, prefería hablar con Amalia, despreciándola a ella. En un descuido la contienda mujeril fue brutal. Aquella rival, se convirtió en una pantera pero Amalia, sacaría sus mejores armas. Nadie ni nada le asustaba, sintió el hambre, las bombas, la muerte a su alrededor, tuvo que luchar contra todos y contra todo, y una dueña enfadada no iba a acabar con ella. Las dos cayeron al suelo dando vueltas, desmelenándose mutuamente, y convirtiendo su garganta en un volcán de palabras obscenas y sucias. Amalia, la galletera, fue lanzada al agua, hundiéndose en ella, sin saber nadar. Pero no había llegado su hora, debería luchar también contra su fatalidad, y lo hizo. Fue rescatada, por ese acompañante, que rápidamente comprendería la calidad humana de esa joven mujer, y a la que respetó no tiendo esa relación espúrea y fácil de una noche de amoríos. De esas que vienen y se van, olvidándose al tercer día. Todo el tiempo que ella estuvo en la ciudad, fue su acompañante, sincero y leal, pues gracias a él, que era un trabajador nato pudo enviar algún dinero extra a su maltrecha casa. En cambio, el “jorobao”, la esperaba con impaciencia. Amalia, tuvo que regresar, y varios días después de su vuelta, él, se la llevó, continuando con la costumbre establecida. Era la norma, la costumbre, la practica habitual, y después, de yacer juntos, cuando se pudiera, pasar por el juzgado o por la iglesia a fin de consolidar legalmente el matrimonio. Muchos no lo hacían, permaneciendo sin casar durante toda su vida, a pesar de las enormes dificultades legales que ese estado conllevaba por entonces, pero ese fue el principal requisito que la muchacha impuso al de la joroba. La jovencísima resultona, de ojos azules no podría ver cumplido su deseo, por que las circunstancias 201 eran tan hostiles para esa pareja, que no pudieron nunca unirse ante al altar o ante el juez de familias. Muchas eran las presiones que se ejercían sobre ellos. En ese nutrido grupito de casitas humildes y sin agua, que se apretujaban unas contra otras para poder mantenerse a duras penas de pié, con el fin de amparar a los numerosos hijos de las prostitutas, que se apiñaban en su interior protegidos con una mala manta, Amalia, lloraba su desdicha por que tenía partida el alma en dos. No podía unirse con ese hombre, al menos por el momento, y la precariedad de vida de sus padres, le obligaba a emigrar lejos, a la ciudad de Zaragoza, a muchos kilómetros al norte. Al manco de su padre, le comentaron unos amigos que podría haber posibilidades de trabajo para su querida hija. La garantía se la ofrecía alguien, un cargo publico zaragozano, aparentemente honrado, de gran reputación. El pobre, tan analfabeto como todos confió plenamente en ello y como pudo envió a su hija a la capital de Aragón, arruinándose por completo para cubrirle los gastos más elementales del viaje. Una vez allí, la muchacha sabía dentro de sí que tendría que valérselas completamente sola. La ciudad le pareció extrañamente hermosa, muy distinta a la suya. Se impresionó al recorrer la hermosa plaza del Pilar, en donde se eleva con gran majestuosidad la catedral del mismo nombre. No tuvo mucho tiempo para hacer turismo, ni siquiera sabía que significaba esa palabra, aunque ya entonces, se dejaban caer por allí los primeros turistas que holganazeaban de un lado para otro, cámara en ristre, fotografiando cuando animal viviente se cruzaba en sus caminos. Alguien le aconsejó que se diera una vuelta por las márgenes del hermoso río Ebro, cosa que pudo hacer en compañía de una de las amigas 202 que la habían acompañado desde el sur. Las orillas de sus aguas corrientes, sedujo aun mas a la joven andaluza, tan verdes, y tan hermosas. En su vida había visto un acuífero así, y sentada por unos instantes al borde, vio como un precioso niño aragonés dejaba caer una rama en las aguas, contemplando cómo era arrastrada como si fuera un barquito. Amalia, hizo lo mismo, mientras lloraba intensamente recordando a los suyos, tan lejos, tan al sur, tan humildes, tan pobres. Pensó en un deseo, mientras fabricaba torpemente con una rama, algo que se parecía lejanamente a una barquita de pescadores. Como si fuera una oración elevada al Todopoderoso, dejó que esa rustica navecilla, nadara en las aguas del Ebro, por que creía que el genio del torrente la transportaría hasta el mar, y de allí iría por toda la costa, en navegación de cabotaje, hasta el sur, de donde ella había salido, y que al fin, alguien, como en una cadena de casualidades de la vida, entregaría esa barquita en la única mano del manco. Era consciente que la realidad de la vida que allí se le presentaba no era ni con mucho lo poco bueno que a su padre le habían hecho creer. Todas las chicas que le acompañaban, incluida ella, fueron dirigidas a un sórdido lugar, como corderas al matadero. Se sentía parte de un escuadrón de demacradas mujeres, que no sabían nada sobre Zaragoza, ni qué hacían allí. Todas ellas, una detrás de la otra, caminaron cansinamente hasta una determinada calleja. Sus corazones latían con fuerza a medida que se adentraban en aquel deprimente lugarcillo, repleto a un lado y a otro de viejas casonas, en cuyos soportales y portales, puerta si y puerta no, se abría un prostíbulo, en el que entraban y salían mujeres, y hombres. Unos cuantos niños correteaban de un lado para otro, esperando 203 que sus madres, dejaran de trabajar en esos sitios de alterne y sexo barato. Era más que evidente que no toda la ciudad presentaba ese aspecto, si solo un conjunto de callejas, de esas que hay en todos los lugares urbanos, por que con el paso del tiempo Zaragoza sabría acoger a esa jovencita dándole una protección y alejándola del peligro en el que estaba. Nada mas llegar se dieron cuenta, todas, el tipo de trabajo para el cual habían sido llamadas o reclutadas. Aquel alto cargo del que le hablaron, y realmente ostentaba y que por la labor que desempeñaba hablaba siempre de “castidad”, de “honradez”, de “no hacer pecados”, de “hacer el bien”, de “perdonar”, era un degenerado vicioso, esclavo del sexo, un monstruo perturbador y perturbado de una doble vida. A todas estas muchachas extraídas, de lo más profundo de la pobreza social española de esos tiempos, las colocaba siempre que quería en fila, frente a él, paseándose ante ellas como la naturaleza le trajo al mundo, al mismo tiempo que las adulaba. Amalia, mujer de carácter, nunca bajó su mirada ante él, mientras que las demás, algunas de ellas muy jóvenes, agachaban sus cabezas, seguramente para que no las vieran llorar con amargura. Nada podía hacer ella, no confiaba en nadie, ni en la policía. Pero desde aquellos terribles momentos, de humillación, de aplastamiento de su dignidad como mujer, tomó una decisión: se iría de ese antro, y de las garras del diablo. No se trasladó desde tan lejos para caer tan bajo, y como no tenía dinero, ni comida, decidiría que aunque algunos quisieran pisotear sus sentimientos, no harían lo mismo con su espíritu rebelde y de supervivencia. A lo largo de esos meses, se convirtió en una madre para todas esas compañeras de infortunio, compartiendo con ellas su pan y muchas veces su escaso dinero con el fin de que no se vendieran al primero 204 que se les presentaba, aunque fuera solo por un par de días. Alguna que otra, pudo regresar a su pueblo natal, gracias a la protección que Amalia, la “galletera” les brindaba. Esa mujer no era interesante para su verdugo moral. Irreducible en todo momento y combativa hasta la saciedad, se arrepintió de haberla traído desde tan lejos, “despidiéndola” y echándola a la calle, bajo amenazas ciertas. Amalia, no podía denunciarlo, por que sabía que era que su palabra no valía nada ante la de él. Sola, desamparada, abandonada en una ciudad extraña, no tuvo mas remedio que acudir al oficio mas antiguo de la humanidad, pero allí, entre tanta podredumbre no sabía que se encendería una leve luz de esperanza en su vida. Mujeres bellas como la imaginada Dulcinea del Toboso del Quijote, siempre ha habido, en la realidad, y ella era una de ellas. Su torpeza circunstancial con las letras escritas, no le impedían dejar bien alto lo que le quedaba de su honor. Allí en la sordidez del habitáculo en donde trabajaba, entró una vez, un joven militar, alto y apuesto, quien llevándose por el entontecimiento de un día de juerga, se tambaleaba de un lado para otro. El y sus compañeros de promoción se repartieron la calle, perdiéndose en el interior de los burdeles. Aquel joven estaba tan mareado que se sentó en una vieja silla de madera, vomitando todo lo que había comido. Amalia, lo atendió lo mejor que pudo. Allí le necesitaba alguien y ella no le negaría la ayuda. El joven sargento, se pasó toda la noche durmiendo. Quizá por primera vez en su vida, entendió lo que era enamorarse, pues sentiría una extraña sensación, que sacudió toda su mente, su alma, y su espíritu. En un basurero nauseabundo puede nacer una bella flor, y así fue. El castrense se dio cuenta Óyeme Señor Glorioso, Padre que en el cielo estás,, que hicisteis los cielos y tierra, y tercero hicisteis el mar……..tu a Jonás, Señor salvantes, cuando se cayó a la mar, y a Daniel de los leones, metido en la cárcel mortal…….fuiste puesto en sepulcro, para allí resucitar….Rey de reyes, tu lo eres Padre de la humanidad, a ti adoro y en ti creo, con mi firme voluntad. El Cantar del Mío Cid. Anónimo. Clásicos de la literatura española.Ediciones Rueda.2002. 205 al día siguiente, de lo sucedido, por que al despertarse con un fuerte dolor de cabeza, se encontró, sentada en una silla, a una lozana, que había pasado toda la noche allí, para que él se sintiera cómodo. Aquello le sorprendió tanto, que no pudo evitar visitarla muchas mas veces, naciendo en ese momento, una relación que daría como resultado el nacimiento de un hermoso niño. Viviría, en su juventud, nuestra querida protagonista, un inusitado romance de amor con aquel militar, que procedía de una familia de abolengo. Los dos jóvenes, sentían latir sus corazones con fuerza, cada vez que se veían. Hoy al cabo de sus muchos años, ella aún lo recuerda con respeto, y admiración. Noches de pasión y de intensa relación dieron lugar a una nueva vida. Sin embargo los dolores de cabeza y las preocupaciones volverían a surgir, cuando el galán le confesó, al decirle Amalia, que estaba en estado de buena esperanza, que estaba casado. Por tanto había sido infiel a su verdadera mujer. No se lo podía creer, hasta que vio unas fotografías de su esposa. Para un militar, ese desliz, podría producirle muchos problemas, y aun más, en una sociedad tan cerrada y rígida como la de entonces. El varón, se planteó, dejarlo todo, según me ha relatado la misma Amalia, para unirse a ella, en una situación de amancebamiento, arriesgándose a perderlo todo, y a ser expulsado de la carrera militar que le esperaba por delante, pero ella, sabiendo que el más perjudicado por esa relación podía ser él, único amor verdadero que tuvo en la juventud, decidió separarse, con el único fin de no ser la causa de su ruina matrimonial, y profesional. El se resistía pero terminó por aceptar. Decidieron mantener en total secreto esa aventura amorosa. El padre de la criatura, aceptó la ruptura de esa relación, y se comprometió a 206 enviarle una ayuda económica constante. Nunca más volvió a verle más, pero él cumplió a rajatabla su promesa. Las circunstancias, no le permitirían volver a su casa, así que debería quedarse aun mas tiempo “trabajando” en esa ciudad, en donde nació el niño. Dos años después del alumbramiento de Enrique, su hijo, se cruzó otro hombre,que había enviudado hacía poco, José el “Buhonero”, del cual se volvió a quedar embarazada. El era un rustico errabundo, que se ganaba la vida de pueblo en pueblo, fabricando cestas de esparto, vendiendo viejos y destartalados artilugios, arreglando alguna que otra herramienta de campo, y así un día aquí y otro allá, el hombrecillo sacaba al menos para comer todos los días, pero solo para almorzar, por que la ropa y las alpargatas tenían que durar cuanto mas, mejor. El, aportó a su unión dos hijas de corta edad, que malvivían al igual que su padre, pero que al menos, con él tenían mucho amor. Amalia, llevada de la grandeza de su corazón las aceptó como si fueran suyas. Las rapazuelas, no paraban de jugar con Enriquito, encontrando en el niño, una especie de muñeco, al que vestían y desvestían usando lo poco que tenía. A la gallarda, le llegaron noticias del agravamiento de la enfermedad que aquejaba al manco, su padre, y así encontró un motivo para viajar al sur, o mejor dicho para escapar de Zaragoza, con el único propósito de no impedir la felicidad familiar del padre de Enrique. Se daba la circunstancia que el Buhonero, conocía muy bien a la verdadera esposa del militar, y por él supo, que la mujer era una persona íntegra, buena consorte, y alguien que se sentía muy feliz al lado de su marido. Amalia, se fue de su vida definitivamente. Mas de 700 kilómetros, separaban las dos ciudades, y una infinidad de aldeas, pueblos, 207 villas y urbes, ríos, planicies, montañas y montes de todo tipo, ocupan ese espacio, sin embargo nada de eso fue obstáculo para la singular familia, de la “galletera” y el “buhonero”, con tres niños de corta edad, uno en su barriga, y el no tener dinero para hacerlo, tampoco. Ese grupo humano de harapientos comenzaron a caminar, un día tras otro, andando, sin ninguna ayuda, por que “¡caminante, el camino se hace al caminar!”. José pudo comprar a bajo precio un viejo asno al que ya no querían por que no podía ayudar en las labores del campo. Y sobre ese huesudo équido, al que las moscas le remataban en sus heridas, la mujer preñada y el niño descalzo, se subieron kilómetros y kilómetros. Se detenían en todos los pueblos y aldeas, durmiendo al raso, mayores y pequeños, junto al animal, bajo cualquier cobertizo, o casa arruinada, trabajando en lo que se podía, comerciando con lo que se tenía a mano, lavándose en los riachuelos, un poquito así y otro acá. Pulgas, garrapatas, sed, sudor algunas veces. Unos días, los niños casi desnudos, otros descalzos. Algunas jornadas con comida, otras sin ella. Unos días, tocaba mendigar puerta por puerta, otros correspondía trabajar de sol a sol. Y así un mes, dos y tres. Hasta que por fin llegaron a su ansiado hogar paterno. Los endurecidos callos de los pies infantiles de tanto caminar descalzos o con sandalias pudieron hallar el descanso apetecido. Algunos componentes de esa familia tan peculiar, no pudieron disfrutar del merecido descanso, por que el jumento, no pudo mas, muriendo nada mas llegar, y lo que era aún peor: Amalia abortó al bebé que estaba a punto de nacer, y como era una unión de conveniencia previamente pactada entre los dos adultos, al llegar, decidieron separarse, continuando cada uno su destino. Las relucientes y cristalinas aguas del mar Mediterráneo, brillaban con fuerza, y por fin 208 llegó a su casa, para volver a comenzar de nuevo su vida de sin sabores. “El jorobao”, se casó con ella, legalmente, pero su vida junto a él, no tardando en venir las dificultades con el alcohol y los constantes abandonos de la familia por parte de su marido. Amalia, decidiría con el paso del tiempo y de común acuerdo con él no continuar con esa relación, por que se daba cuenta que a la corta o a la larga, la ruina amenazaba su angustiado hogar. Ella únicamente deseaba la felicidad de sus hijos. Aun recuerda un hecho extraordinario y muy extraño que marcaría su vida. La pintoresca familia, pudo habitar una casita muy pequeña que se apoyaba en la muralla árabe medieval de la ciudad, como todas las demás. Carecía de agua corriente, debiéndola extraer de una fuente cercana, por la cual tendría que ir varias veces a recogerla. Un día, alguien llamó a la puerta de su casa. Estaba sola, por que su marido se había ausentado como tantas veces hacía. Sus hijos, correteaban de un lado para otro. Al abrirla, se encontró delante a un misterioso personaje, totalmente desconocido, que venía andando de pueblo en pueblo hablando solamente de Dios. Enjuto de carnes, dotado de una poblada barba, y cabello abundante. Mal vestido aunque muy limpio y sin zapatos, se presentó: ¡Buenos días, señora!, ¡la Paz de Dios! ¿Qué desea?preguntó Amalia No se asuste, soy un hombre de paz, solamente vengo para pedirle que me de un trozo de pan, y si tiene algún calzado, aunque esté usado se lo agradeceré mucho 209 Pase, por favor, pase, ¡claro que tengo pan y calzado!, casualmente me han dado un par para mi marido, pero el tiene ahoraAmalia, invitándole entrar ¿Sabe usted, donde puedo quedarme esta noche?, pues no tengo a nadie que me de cobijo Ella sabía lo muy peligroso que suponía albergar a un desconocido, pero era consciente que era aun mas peligroso no dar ayuda a quien se lo pedía. Mucha experiencia había acumulado a lo largo de la vida, pero algo le decía, que podría confiar en ese desconocido que llamó a su puerta, y pronto perdió todo miedo. El “jorobao” que regresó esa tarde, estuvo de acuerdo desde el primer momento con su decisión. Esa persona le inspiraba paz, su profunda mirada, conllevaba tranquilidad, y sus palabras le transmitirían un mensaje que caló muy profundo en la mente de la mujer. Pudo darse cuenta con rapidez que el peregrino, tenía una exquisita educación, algo a lo que ella no estaba acostumbrada. Aquel indocumentado, acariciaba el rostro de sus hijos, mientras de sus labios surgía un torrente de frases, con un claro mensaje de esperanza. Señora Amalia, Jesús vino a este mundo para predicar el Evangelio de amor, y yo lo único que hago es hablar de El, a todos los que me quieran escuchar. Jesucristo es el Señor, y El quiere vivir en nuestros corazones. Nos dejó un mensaje claro, que está en los Evangelios Vicente, yo no se leer ni escribir, pero creo mucho en Dios. ¿Que mensaje es ese? No importa que la señora Amalia no sepa leer, mejor sería si supiera, pero usted, puede comprender muy bien el mensaje de Jesucristo Nuestro Señor: que no importa lo que usted 210 haya pasado, que El la ama, que quiere ser su amigo, y que solamente en el Nuevo Testamento, está la respuesta a todos sus problemas ¿Qué es eso del “Nuevo Testamento”? Una parte de la Biblia, donde están los Evangelios, que nos cuentan la vida y obra de Jesús ¡Ah! ¡Si, es lo que los curas leen en la Misa! Si, y usted ¿cree lo que en ese libro se dice? ¡Si!, y mucho, yo no voy a misa, pero el libro que lee el cura me habla de Dios, y en eso sí que creo Yo no puedo darle ninguno ahora por que no tengo, pero recuerde que Cristo la ama. Cuando usted pida algo a Dios, hágalo directamente a El, no a través de nadie, solo de Jesús. A lo largo de esa plática, Amalia, se dio cuenta, que no tenía agua para el día siguiente, y ya era tarde. Tenía preparadas un par de garrafas vacías, para poder llenarlas y decidió llenar una en la fuente. En casa se quedó el hermano Vicente, hablando con su pareja. Los niños se fueron a casa de su abuela, quien vivía muy cerca. Desde la fontana, vio como su esposo salía a hablar con alguien dejando solo al curioso visitante por unos instantes. En todo momento, se dio cuenta que ningún adulto entró en su casa. Llenando a la mitad el depósito, para no cargar mucho, volvió pensando que iba a preparar de cena, contando con aquel improvisado invitado. ¡Señor Vicente! , ¡Ya he llegado con agua!, ¡así usted podrá descansar esta noche lavándose 211 un poco!exclamó al entrar, extrañándose que nadie contestara. Por unos instantes algo temió. ¡Niños! Gritó asustada, pero viéndolos de lejos llegar, se calmaría profundamente. ¿Dónde está el señor Vicente, el de la barba? Les preguntó ¡No lo hemos visto salir!, nosotros nos hemos ido a casa de la abuela El marido, regresaba en ese instante, para preguntar lo mismo: Amalia ¿Dónde está el amigo ese que hablaba de Dios? No lo sé, se ha ido, voy a preguntarle a las vecinas Ninguna de ellas, lo había visto, nada sabían. ¡Mamá! gritó el niño Enrique-¡cuanta agua has traído! ¿Yo? Solamente una garrafa y medio llena, por que no puedo con tanta Entonces ¿toda esa agua que hay aquí? ¿Quien la ha traído? Preguntó una de las hijas. Amalia se quedó estupefacta, pues todos los depósitos estaban llenos hasta rebosar, perfectamente cerrados y colocados en su sitio. La única fuente era esa de la que ella se había servido. Ninguna de las casas tenía agua corriente, y el comercio mas cercano estaba lejos. Imposible. Completamente irracional. Nunca mas supo nada de ese misterioso ser barbado, pero su semblante y su mensaje no se le olvidaría jamás. Preguntaron a todos los conocidos, y nadie le Hoy el movimiento carismático está en peligro, ante el avance de falsos maestros, que se están introduciendo masivamente en el interior de las iglesias evangélicas en general, y sobre todo en las de carácter carismático, y pentecostal. Se hacen pasar por “siervos de Dios”, protagonizando movimientos multitudinarios, y enseñando doctrinas erróneas antibiblicas.Vease los llamados G12, por ejemplo. 212 había visto, ni entrar ni salir; ninguno le conocía, no habían hablado con él. La mujer no sabía que ese desconocido, fue utilizado por Dios, para abrir una puerta a la esperanza en su vida desastrosa. Esa visita dejaría profunda huella en su corazón femenino, por que si algo tenía Amalia, era y es, una extraña lealtad a Dios, en quien creía a ciegas. Pasarían los años, de trabajo y esfuerzo, abriéndose paso en la vida a codazos, y luchando por la supervivencia a toda costa. Tenía que pelear por la familia por encima de todo, sus hijos no podían esperar. Los tiempos mejoraban para muchos, pero para ella no. Todo debía de conseguirlo a base de muchas lágrimas derramadas, un día y otro. La desgracia se cebaría de nuevo sobre su vida, por que un día, le dijeron, que su hijo nacido en Zaragoza, fruto del mejor romance amoroso que había tenido en toda su vida, falleció en un desgraciado accidente de automóvil, cerca de la ciudad. Aunque no le quedaban mas lagrimas para derramar, pero lloró con el corazón partido en dos. Aun así pudo sacar fuerzas de la debilidad, endentándose con valentía a los años que le quedaban por vivir. Con sus hijas ya casadas, tomaría la decisión de seguir en solitario. En el peor barrio, popularmente conocido por “Patagorda”, situado entre murallas añejas cargadas de historias bélicas, y habitado por lo peor de la sociedad, prostitutas, drogadictos y ladrones barriobajeros, delincuentes de baja estopa, atestados de niños aprendices del mal que correteaban, fumando, entre cascotes de casas arruinadas, y de agujas hipodérmicas esparcidas por doquier. Callejas estrechas sin asfaltar abandonadas, sucias, mal oliente. Albergues de multitud de pecados humanos y sociales, y de vidas rotas. Casas semiderruidas, cuyo subsuelo atesoraba un 213 tesoro arqueológico desconocido, nuestra Amalia pudo y quiso abrir una humilde taberna, en donde se ganaba la vida vendiendo cerveza, y dando comidas a sus clientes. Aquel pequeño bar, no era solo un lugar donde comer y beber, por que con el tiempo se convirtió en una casa madre, para quienes buscaban ayuda y refugio. En una ocasión, la puertecita de madera de su casa, situada justo en frente de su “casa de comidas”, recibió una llamada inoportuna y muy insistente, a media noche. Llovía, y hacía frió. Ella, se levantó protestando, por que sería alrededor de las tres de la madrugada. Alguien estaba nervioso, y la puerta parecía que se iba a caer de un momento a otro. Al abrir, se encontró el rostro cadavérico de una joven, que pedía ayuda, llorando. El agua le caía por todos los lados. Estaba desnuda por completo, y había sufrido una verdadera paliza. La muchacha temblada de frió y de pena. Pedía ayuda a la única persona que sabía que podría dársela. Amalia, la conocía muy bien, era una de las jóvenes toxicómanas, que pululaban vendiéndose por un par de billetes arrugados. Además estaba sufriendo el síndrome de abstinencia. Con toda rapidez, introdujo a la infortunada en su propia habitación, para secarla, darle de comer, y cuidarla el tiempo que fuera posible sin pedirle nada a cambio, mientras le aconsejaba dejar en cuanto antes esa vida. Dos emigrantes africanos, buscando algo que al parecer se les había perdido, anduvieron deambulando sin rumbo ni dirección por las calles de una ciudad apática con sus males.Sin dinero, y sin comida, no sabían en donde dormir. Se dirigieron pues, indagando una pensión humilde, con el solo deseo de dormir esa noche bajo un techo. Alguien les dijo que 214 podrían hacerlo en “Patagorda”. Allí se dirigieron, sin saber en donde se iban a meter. El día declinaba, y la verdad era que en sus bolsillos no había ni un céntimo, nada. Extraños y extrañados, se dieron cuenta que aquella zona, nos le ofrecería nada. El manto de la noche cubrió los cielos. No sabían a donde ir, y andando por andar, se acercaron al local de Amalia. Se sentaron, mientras veían cómo comían los demás. La mujer, observándolos, detenidamente mientras cocinaba para los clientes, se dio cuenta, que el hambre se apoderó de ellos, y que no tenían dinero para pagarle. No hizo falta nada más. Inmediatamente, los obligó a sentarse, para llenar sus estómagos de todo lo mejor que en ese momento tenía, sin cobrarles nada a cambio. Aquellos jóvenes, pudieron, dormir, esa noche. Apenas sabían español, pero sí aprendieron una palabra llena de sentido: “Mamá”, que constantemente usaban para designar a Amalia. Se fueron al día siguiente, y días después, aprovechando que regresaban a su país de origen, la visitaron, agasajándola con besos, abrazos, y con una buen cantidad de alimentos para ella. Nunca más supo de ellos. Comencé a trabajar para el Ayuntamiento de la ciudad, como Educador Social, integrado en un equipo de Intervención en familias en alto riesgo social, colaborando con dos asistentas sociales. Era un título muy sonoro, pero la verdad es que no funcionaba en absoluto. Mi trabajo debería haber consistido en visitar a los niños más desprotegidos, mezclarme con ellos, empatizar con sus problemas, conocer a sus familias, y navegar en un mundo proceloso de dificultades de todo tipo, y así me lo planteé con claridad. La verdad es que la labor me gustaba, pero pronto intereses más alto que los míos volaron sobre mi cabeza, y desconociendo el por qué de las 215 cosas, rápidamente me relegaron en el Ayuntamiento, a una figura meramente decorativa. La asistente social y yo teníamos que visitar el barrio, por las mañanas, a sí que alguien debió pensar que lo mejor que podría hacer yo, era simplemente convertirme en el “príncipe consorte de la reina”, es decir de la trabajadora social. Nunca supe el porqué de esa extraña actitud hacia mi persona. Había firmado un contrato por un año de trabajo, de modo que me vi obligado a cumplir con las indicaciones que postularon desde la jefatura del Municipio. Amalia, había solicitado una ayuda por sus escasos recursos económicos. Tal documento llegó a nuestras manos. La visita se hizo preceptiva. La mujer, solícita, nos enseñó su “casa de comidas”, y su habitación. La primera consistía en una casita diminuta, con dos o tres estanterías destartaladas, un puñado de sillas y un par de mesas viejas redondas, para el público. Su casa, situada justo en frente, era tan reducida como la anterior. Nos contó toda su vida, pero como la asistente social debía hacer su trabajo, yo me limité solo a escuchar. Pronto vi que esa mujer tenía otras necesidades más importantes que las puramente económicas. Algo me motivó a tomar una decisión. Debía visitarla en ese mismo lugar, por mi propia iniciativa, y como cristiano, no como educador social. Mis compañeras de trabajo no eran creyentes, así que estos temas no podía contarlos con ellas. Tenía que actuar solo, por que de lo contrario, con toda seguridad hubiera servido para crear una discusión absurda y sin sentido, como ya me había pasado anteriormente. Ella, nos había contado la dura historia de dos niños muy pequeñitos, cuya madre, prostituta y drogadicta los tenía totalmente abandonados. Su padre, consumidor habitual estuvo en prisión por complicidad en un 216 asesinato y no cuidaba para nada de los menores. La mayor contaba por entonces con 7 años, y el menor, no sobrepasaba los 8 meses de edad. El corazón de la analfabeta y ex prostituta Amalia, se rompía ante aquel monstruoso abandono. Un día, sería aproximadamente las tres de la madrugada, alguien llamo a la puertucha de la mujer, solicitándole ayuda con urgencia. Ella, alumbrándose con una vieja linterna, iluminó sus pasos por la estrecha calleja, al amparo de las estrellas, en una noche sin Luna. Allí en un rincón destartalado, sucios y abandonados, estaban los dos niños. La mayor cuidaba como podía, de su hermano que estaba sin pañales. Amalia, se hizo cargo de ellos de forma inmediata, urgente y necesaria. Los padres, se habían ido a “trabajar” la calle. Desde ese momento, Amalia, se hizo cargo de la educación de esos niños, sin recibir, nunca nada a cambio, sin percibir, ni siquiera una ayuda económica por parte de sus padres, ni tan solo palabras de reconocimiento o de agradecimiento. Si podía permitirse solo un plato de comida, se las arreglaba para repartirlo entre los tres. Ella, en todo momento, pedía al Señor la ayuda necesaria para salir adelante. Aquella tarde, decidí, visitarla, dejando al margen mi labor de Educador de Familias, o quizá por que me creí en una situación de “altura”, respecto de ella, pero cuando la mujer me recibió y comenzamos a hablar, confieso, que nunca he dejado de escuchar y de aprender de ella. Al entrar en la casa, justo al lado de la misma, en una esquina callejera repleta de escombros, polvo y suciedad, me encontré al chiquitín jugando, arrastrándose, con unos pañales empapados en sus excrementos. Allí lo había dejado su embriagada progenitora, quien varios días antes lo había “cuidado”, dejándolo allí en el 217 suelo al cuidado de su hija mayor, a quien las circunstancias le estaban obligando a ser madre antes de tiempo. En ese momento se me sobrecogió el corazón pues descubrí que la miseria, no solo está en países del llamado 3º mundo, sino aquí mismo, en la industrializada y avanzada España. Amalia, nada mas abrirme la puerta, recogió al pequeño, del que emanaba un nauseabundo olor de suciedad. El niño estaba doblemente sucio, no solamente por que sus excrementos llevaban demasiado tiempo allí emplastados, si no por que, desde que salió de la casa de la mujer, nunca lo habían lavado ni bañado. Nos sentamos, al amparo de una vieja mesa redonda. Ella me preparó un buen café, y allí mismo, comenzó a relatarme toda su historia. Esta que estoy detallando en estos momentos. Observé que tenía un alma muy sensible a la Palabra de Dios, y allí mismo, compartí con ella, el mensaje de Amor de Cristo. Las lágrimas, comenzaron a caer por sus arrugas. Llevé mi Biblia, y me rogó que por favor, la leyese. Busqué testimonios de sanidad divina, en los evangelios, sobre todo en Lucas, su corazón latía con fuerza, y el mío también. No recuerdo, para nada, el tiempo que estuve allí con ella. El suficiente como para que el Espíritu del Señor, se adueñara, por derecho propio, de esa vida, trayéndole libertad y perdón. Allí mismo, hicimos la oración de entrega al Señor. De sus labios salió una oración profunda, a borbotones, sincera, amorosa, libertaria, y de entrega total a Dios. Han pasado años de aquel instante, pero ella, siguió al Señor, de todo corazón, escuchando mis predicaciones que le he ido regalando a lo largo de nuestra dilatada amistad en años. Ha asistido a todos los cultos que he dirigido, ha participado activamente en cuantos eventos hemos organizado, y hoy ha sido asistida por hermanos de otra iglesia evangélica, a los que 218 le pedí que la atendieran, por que para ella, por su edad, era mejor a causa de su cercanía. Ha sido un bastión de Cristo, oraba todos los días, y aunque nunca pudo aprender a leer, recordaba en viva voz, muchas de las historias de la Biblia, a la que amaba con fervor. Siguió viviendo sola, con una férrea fe en Cristo, inamovible, incuestionable, anunciando a su manera, quien era Jesús para ella. En todo momento, demuestra, que en su interior todo cambió aquella lejana tarde cuando recibió al Señor, llenándose su alma de una alegría y de una fuente de vida que todo lo cambia y lo trasforma. Papá antes de fallecer, me dijo un día, que estuvo orando por Amalia. El Señor, le dijo que ella era un diamante que había que pulir. Se lo dije y lloró de agradecimiento al Señor, reconociendo que esa sencilla palabra revelaba toda su vida. Su vida cambió por completo dando un giro genial hacia Cristo. Ella amó sinceramente, y se dio a los demás, con ternura y por pura solidaridad, por eso pudo entender muy bien, lo que Jesús hizo por ella en la Cruz del Calvario, y en la Resurrección. Con 84 años, continuó con un carácter fuerte y altivo, capaz de enfrentarse sola ante cualquier adversidad, y ante las sórdidas amenazas de los delincuentes, aunque capaz de perdonarlos en un momento dado, pero a su vez, dulce y amoroso para con los que necesitan ayuda. Adoptó a los dos niños como nietos suyos, criándolos y educándolos de la mejor manera que ha podido, alejándolos en todo instante de ese mundo maldito en el que ella tuvo que vivir y desenvolverse. Yo mismo, con la ayuda de un amigo mío abogado, tuvimos que ayudarla para que los menores pudieran ser registrados en el Registro Civil, por que los padres, ni siquiera los habían reconocido al nacer, es decir, oficialmente no existían como personas 219 de pleno derecho. El bebé es hoy un adolescente, y la nieta se ha casado. Los padres de los niños, hace años que se separaron, por que ni siquiera estaban casados. Cada uno por su lado sigue llevando una vida a espaldas de Dios. Han pasado ya algunos años, desde los hechos narrados. He estado visitando a la anciana numerosas veces para compartir con ella la Palabra de Dios. En una ocasión, cuando repartíamos alimentos de la Cruz Roja, decidí, apartar unos paquetes para ella. Hacía algún tiempo que no la había visitado, y creí que era el momento de hacerlo, y ¡lo fue!. Como ella no tenía teléfono, no pude avisarla, así que me presenté de improvisto, con un buen numero de productos de primera necesidad. En ese momento, Amalia, abrió la puerta, y comenzó a llorar, por que precisamente en ese mismo instante estaba orando pidiendo al Señor ayuda pues no tenía nada para comer. Así fue, como el Señor respondió a su oración. La octogenaria, poseedora de un carácter muy fuerte, compartía con todas las personas a las que conocía de su fe en Cristo. Diariamente, oraba sin cesar, todas las mañanas, nada mas levantarse, y aunque no sabía leer ni escribir, allá estaba siempre, su Nuevo Testamento. Amaba con profundidad, cuando le leían las Sagradas Escrituras, y no aprovechaba cualquier oportunidad para dar testimonio en la misma iglesia, tanto en la que yo pastoreé por un tiempo como en la que, con posteridad, se integró. Hacía algún tiempo que no sabía nada de ella, y decidí visitarla, al encontrarme la puerta de su casa cerrada una vecina, me dijo que tuvo un accidente casero grave, y que una de sus hijas decidió hacerse cargo de ella. No tenía ni su dirección, ni su teléfono, pero Dios hace las cosas bien, y me encaminó hasta esa hermosa 220 vivienda dotada de un gran patio y jardín. Allí bajo el pórtico de la entrada, estaba ella, sentada en una silla de ruedas. Al verme se emocionó. Una de las nietas me dijo que había sufrido una grave caída, rompiéndose la cadera, de la que tuvo que ser operada con urgencia, pero junto a esta circunstancia había otra mas, la aparición de una demencia senil acelerada, de modo que confundía los hechos, y a veces no conocía a la gente. Sin embargo me reconoció. Allí mismo, al despedirme de ella, pude orar a su lado. Un mes después es ingresada en el Hospital. Su enfermedad mental, ha degenerado muy rápidamente, hasta el punto de no conocer ya a nadie, pero cuando fui a verla, hablé a su oído, y le acompañé con una oración, de esas que tanto le gustaban a ella. Pude ver con claridad una lágrima suya correr hasta la sábana. Dos de sus nietas, entraron en ese momento, justo después de orar, en el mismo momento, que me iba. Yo ya sabía que mi trabajo había terminado por completo, ya nada tenía que hacer allí, el resto ya es cosa del Señor. 221 CON LOS REYES DE ESPAÑA A la derecha, mirando hacia detrás: yo, mientras el Rey hablaba. Tras la Reina, se ve a mi padre levemente. Su Majestad me decía: “¡Las mujeres!, siempre hablando…..!”. Anécdotas aparte, tanto mi padre como yo pudimos compartir del testimonio de Cristo con los Reyes. Su Majestad la Reina, me felicitó con unas palabras de ánimo, por nuestra fe cristiana, animándonos a seguir adelante. Fueron dos horas y media muy intensas. Allí, frente a la monarquía, representantes del Estado al mas alto nivel, de todos los partidos políticos, del Gobierno de la Junta de Andalucía, del Ayuntamiento y demás organismos, brilló Cristo. A lo largo de la década de los años ochenta, papá tuvo muy buena correspondencia con la Casa Real, por diversos motivos, pero su interés máximo fue siempre poder ser recibido por Su Majestad el Rey de España, Don Juan Carlos de Borbón. Quería a toda costa, poder compartir con ellos, el testimonio vivo de Cristo. Lo voy a conseguir, estoy orando por ello, ya verás hijome decía una y otra vez. Sin embargo la respuesta vino, el 19 de Enero de 1989, por que el Alcalde, Don Santiago Martínez Cabrejas, nos invitó a los dos, para que formásemos parte de l comité oficial de recepción en la Alcazaba de Almería. Estuvimos tres horas con los reyes de España. -Majestad he orado por este momentoLE dijo al Rey, mi padre. Pues ya ves, Eduardo, que Dios te ha contestadoLe respondió el Rey de España 222 Aquel año de 1989, fue la época de mayor resplandor literario de papá, y también mío. La literatura de Eduardo, brilló, en la prensa local, en las emisoras de radio, en la Televisión local, y en otros medios de comunicación, desarrollando una actividad publica sin parangón a favor de la historia de la ciudad de Almería. Se convirtió en un investigador y narrador de alto nivel. En todo momento, aprovechaba, en sus artículos de prensa, para dar algún que otro testimonio público de su compromiso con Cristo y el Evangelio. Obsequió bíblas a todas las autoridades. Aprovechaba cualquier oportunidad por pequeña que fuera para hablar de Dios. Nunca ocultó su fe cristiana activa y combativa. Fue respetado por todos, incluidos los no creyentes. Hacíamos cultos en su casa, en donde el Señor se manifestaba como deseaba. El tenía pleno acceso a los despachos de los distintos alcaldes de la ciudad, y cuando quería, entraba directamente al del presidente de la Diputación, algo que hacía muy pocas veces, y solicitando el permiso correspondiente. Llegó a publicar varios libros. Momentos muy especiales de la presentación oficial, del libro de papá. “Almería calle a calle”, ante toda la sociedad almeriense al completo. Foto 1ª, de izquierda a derecha: El editor, en el centro papá, y a su derecha el Exmmo sr., Alcalde de Almería. Foto 2ª, Idem.Foto 3: papá, mamá y José, un gran amigo, ya fallecidos los tres. 223 LA FUERZA OSCURA La actividad literaria de papá era constante. Todas las tardes, aprovechaba para escribir e investigar empleando largas horas y sin embargo siempre estaba dispuesto para recibir a quienes le visitaban, sobre todo si era para orar. La Biblia nos enseña que nuestra lucha no es contra sangre ni contra carne, sino contra potestades de las tinieblas. Hay un ser maligno, Satán, que es nuestro enemigo, y que por tanto su labor consiste en la destrucción de la fé cristiana. La sociedad secularizada que tenemos no cree en la existencia del diablo, y por tanto niega todo aquello, que represente al mal o sea sinónimo de ello, concluyendo que el pecado no existe, y que al final Dios, en caso de que exista, dicen ellos, abrirá la Vida Eterna a todos, sin distinción de nadie, perversos o no, pero digan lo que digan, Satán existe, y se ha apoderado de buena parte del control espiritual de la sociedad humana, y su lucha fundamental es contra todo lo que represente a Dios o tenga algo que ver con la Verdad Revelada en la Biblia. La Biblia nos enseña que es el “acusador”, pero frente a él, está Cristo el “Abogado”, quien además, le ha vencido en el Calvario y por supuesto en su Resurrección. Una noche, alrededor de las tres de la madrugada, papá estaba orando, oyendo con su radio cassette unas alabanzas. La luz eléctrica de la calle entraba por la ventana, pero a pesar de ella, decidió encender un flexo para iluminarse mejor, y de pronto algo sucedió, por que en medio de la quietud de la noche vio que unas extrañas tinieblas penetraron por la puerta, llenándolo todo, hasta el punto que la misma luz eléctrica se hizo muy tenue, casi imperceptible y la radio dejó de funcionar de manera misteriosa. Notó 224 una presencia terrorífica, que lo inundaba todo, en medio de esa extraña oscuridad, surgió una poderosa voz que le dijo: “¡Ya estoy aquí y no me iré nunca!”. Papá estaba paralizado, por que ante él estaba el mismo terror, pero con su mente invocó el Nombre de Jesús, una y otra vez, recordando todo el Salmo 91, era consciente que el triunfo es de Cristo y de quienes creen en su palabra. Dios nos ha dado autoridad contra Satanás por que el Espíritu Santo nos da poder... y sin embargo muchos cristianos consagrados a Dios han tenido enfrentamientos directos con el maligno, Dios lo ha consentido para que su Nombre sea glorificado y para que el creyente sea perfeccionado. Pasaron varios minutos en esa situación de oración mental.......: “¡Jesús, en tu Nombre lo reprendo!”, repetía una y otra vez, hasta que poco a poco, esa presencia se fue diluyendo, marchitando, desapareciendo, hasta que la luz y la radio volvieron a funcionar por sí solas. Las rodillas de papá se clavaron en el suelo para alabar a Dios y darle gracias por la victoria obtenida. No esperó mucho para contárselo a mi madre, y al terminar su relato, ella le dijo: Eduardo, a esa misma hora, me levanté, pues no tenía sueño y estuve viendo la televisión, cuando miré al pasillo y vi algo muy extraño, me di cuenta que aquello no era normal, pero confesé el Nombre de Jesús. Satán fue de nuevo derrotado, posteriormente papá me dijo: Si se me presenta otra vez, haré lo que siempre he hecho, expulsarlo en el Nombre de Jesús pero ya no hacía falta, por que lo había hecho. Dios nos forma en la batalla espiritual, pues nuestra milicia es contra todo argumento y 225 altivez que se eleva contra todo conocimiento de Cristo. Algunos días después, el Señor le habló a mi padre por la noche, con una visión: un yunque, una fragua, viéndose él con un martillo en una mano, y una Voz que le decía: “Así te quiero yo, estás en mi fragua, yo te formo y te forjo”. La Palabra de Dios permanece para siempre. Jesús dijo: “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” Ellas son eternas, son para todos los hombres y mujeres de todas las épocas, y civilizaciones, como así mismo para cualquier momento de nuestra historia o vida personal. Mi padre, me contó que una noche, orando vio un espejo: No encontré explicación durante una hora. El Señor me dijo: Mírate en él. Me vi de pequeño y en la actualidad, por lo cual exclamé: Señor, cómo cambia la vida. El Señor, le contestó: Pero mis palabras no pasarán. Mírate, en ellas. 226 Saliendo de una iglesia local, después de la predicación. “Marcado” mi padre, yo detrás de él, a su derecha, mamá. Alicia, de azul, de pie entre el grupo, una buena cristiana. LA VENTA AMBULANTE Vivíamos en un notorio barrio de Almería, llamado: “La Fuentecica”, nombre muy popular, que reflejaba en él mismo la humilde y sencilla historia de un pequeño núcleo urbano, que nació a finales del siglo XIX, al amparo de las vetustas y destruidas murallas árabes del siglo XI, alojando a familias de muy baja extracción social, que habían vivido siempre en casitas muy sencillas, y en cuevas desde tiempos “inmemoriales”. La Fuentecita, llamada así por que años ha, había una fuente que suministraba agua a la zona, pequeña, chiquita. Quizá, las jóvenes de principios del siglo XX iban hasta allí, con el pretexto de sacar agua, para tontear con el guapo de turno que las enamoraba constantemente. El arrabal creció hasta llenarse de pisos que 227 arrasaron a un nutrido bosquecillo de pinos carrascos, urbanizándolo todo, excepto la muralla que se ha salvado por pura casualidad, mas que por el interés conservacionista de la municipalidad. A comienzos de los años 90, después de nacer mi hijo, nos tuvimos que ir a vivir, por un tiempo, a una vivienda unifamiliar. Todo nuestro vecindario eran gentes de baja extracción social, muchos de ellos de etnia gitana. Un tiempo antes, instalé una librería papelería, pero el negocio me fue muy mal, teniéndolo que cerrar al año y medio siguiente, arrastrando una gran ruina económica, que nos marcaría el destino años después, y de muy mal recuerdo para mí y los míos. Posteriormente, estuve trabajando en el Ayuntamiento de Almería, como educador sociales zonas marginadas. El contrato terminó, y me incorporé a una televisión local, dirigiendo y realizando un programa de Televisión con mucho éxito. Desgraciadamente, la emisora estaba atestada de deudas, y no me pagaron lo que me habían prometido, dejándome sin empleo, ya que la emisora entró en crisis, y yo no tenía ningún contrato firmado con ellos. Me quedé pues sin empleo, y con un hijo al que mantener. Mis padres, nos ayudaron todo lo que pudieron, pero las circunstancias no eran nada favorables para nosotros. Entré en depresión. Visité varias empresas, y no pude lograr nada. Tenía ya un “Currículo vital” muy bueno, en el área social, pero no me servía absolutamente para nada. Esa situación era para mí, una lacra, que me impedía el desarrollo personal y familiar. Los días pasaban sin ningún cambio, y las perspectivas resultaban inútiles una tras otra. Después de un mes, viene otro, y si no hay trabajo, no existen las ilusiones, ni mucho menos los proyectos. El barrio, no me gustaba en absoluto, pues no quería que mis hijos se educaran allí. Quería para ellos algo mejor, 228 como lo tuve yo en mi infancia. Algo tenía que hacer, y no encontraba nada de interés. Yo, tengo una formación universitaria media, y numerosos cursos de especialización. Además ya había escrito algún que otro libro, aunque para mi eso no era ningún impedimento para vender periódicos por las calles como en su momento hice. Mi mente daba vueltas y vueltas buscando soluciones, y no encontraba ninguna. Visité empresas ofreciendo mis servicios, y ninguna de ellas se molestó, ni siquiera, en ponerme a prueba. Así, solía perder los nervios con alguna frecuencia y el ánimo se me estaba hundiendo poco a poco. Sin embargo, esos años fueron de predicación y de evangelismo. El Señor por pura misericordia, me bendecía en su obra, siendo mis oyentes, fueron en todo momento, personas muy sencillas. Allí estaba el Espíritu de Dios, infundiendo ánimos a los que se reunían con nosotros. A veces pensamos que nuestra labor ha pasado por la vida sin pena ni fortuna, pero a lo mejor nuestro Dios no piensa así. Un día me encontraba viajando en plena depresión por mi problema laboral en esos momentos. Yo miraba al cielo azul almeriense, y dirigía mis pensamientos al Señor, preguntándole el por qué de mi situación, cuando de pronto, alguien llamó a la puerta: ¿Quién es? pregunté Soy Paco Me sorprendió ver a mi amigo Paco, por que no solía venir a verme, por sus muchas ocupaciones personales. Pasa, no te quedes en la puerta, y siéntatele dije 229 Se sentó, y rápidamente, casi sin iniciar la conversación me dijo: He venido, por que te he visto mal el otro día, y estoy preocupado por ti. Sé que no lo estás pasando bien, y te voy a ofrecer lo único que tengo y sé: vente conmigo a la venta ambulante, ahí se gana dinero para el día, y al menos, tú podrás hacer algo hasta que encuentres otra cosa mejor Me quedé sorprendido. Tú sabes, Juanjo, que yo no tengo nada, pero no puedo permitir que estés así y quiero ayudarte, como tú me has ayudado a mí Paco, para eso hacen falta dos cosas: dinero para comprar, y un coche, y yo no las tengo ¿que hago? Pídele a tu padre algo prestado, y después se lo devuelves, y respecto al coche ¿no me has dicho que una amiga tuya tiene uno abandonado en la calle? Si, pero aun no he ido a verlo, parece que está bien, pero he de verlo. Es viejo y hace tiempo que está en la vía urbana. Bueno, cuando lo veas y tengas el dinero, te vienes conmigo a los almacenes y podemos comprar medias para señora, vendiéndolas en los mercadillos. Yo te enseño a hacerlo, es todo cuanto puedo hacer por ti, por que dinero, no tengo ya que estoy pagando muchas letras y mi familia, como sabes, es mas grande que la tuya. Tu tranquilo que te voy a ayudar. ¿No estamos los cristianos para éstas cosas? Mi amigoLe dije mientras le abrazaba¡Eres mi amigo y hermano en Cristo, gracias por todo lo que estás haciendo! 230 Dos días después, “Torrecárdenas”. llamé a María ¡María! ¿Podría ver tu automóvil? Sí, cuando quieras, pero te aviso que no sé si funciona o no, yo de eso no sé nada, pues mi esposo lo abandonó allí. No me importa, por que me voy a ir con un amigo mío, creyente que es mecánico y lo vamos a ver, por si tiene arreglo Claro que sí, te lo regalo, haz con él lo que quieras, solo que tendrás que hacer tu la transferencia Por eso no hay problemas, mañana mismo estoy allí A media mañana, ya estábamos revisando el coche, un “SEAT 127” de color azul, abandonado, y que aparentemente estaba bien. Cargamos la batería, pero el vehículo no hacía nada, por que el motor estaba “gripado”. No funcionaba. Aun así, con una grúa, me lo llevé a un taller mecánico, en donde pude cambiarle el motor por otro igual. Mi padre me prestó 50.000 pesetas para invertir en la compra del material de venta, aproximadamente unos 300 euros, más o menos lo mismo en dólares. Fui con Paco a los almacenes y adquirí con la mitad de ese dinero, unas cuantas decenas de cajas de medias para señora. Yo ya tenía el material y el viejo auto. Ahora necesitaba dos medios más: una mesa para poner en los mercadillos y perder el miedo a un mundo que no conocía de nada. Dos viejas mesas de playa fueron mi solución. Yo, con una carrera media universitaria, diplomas varios, director de un programa de Televisión, director de cursos de formación para profesionales en el trabajo social, autor de obras escritas, tenía que ir con 231 una bolsa de medias de mujer al hombro, visitando mercadillos. Al principio, sentía una vergüenza enorme, jamás había hecho nada semejante, pero, cuando empecé a ganar dinero diario para mi casa, mi ánimo se fue trasformando, pudiendo ver un final al túnel. El primer día, cambié por completo, y con el paso del tiempo, me convertí en un buen vendedor. Mi experiencia de vendedor ambulante, fue extraordinaria para mí, porque aprendí a tratar con el pueblo, a conocer a los demás… UN CORAZON ENFERMO Sería un día del apacible Mes de Octubre, época de calor suave mezclado con brisas que baña a la provincia de Almería. El Sol mediterráneo regía en la bóveda celeste. Habíamos terminado la reunión en casa de María. Dejé a mis padres en el portal de su domicilio. Qué bonita ha sido la reunión!...........¡cómo se ha manifestado el Señor, con esa profecía que el Señor ha tenido a bien dar para María! Exclamó mi padre Bien, papá, descansa y llámame para lo que sea Respondí. Una vez que los dos se bajaron del vetusto automóvil, aceleré y me dirigí a mi domicilio, que con el vehículo se encontraba tan solo a tres minutos, pero antes me entretuve en el taller del barrio, aproximadamente unos veinte minutos. Al llegar a mi casa, papá me llamó, notándole muy cansado: Juan José, he tardado en subir la escalera, casi media hora, ¡me siento muy agotado! ¿Cómo 232 es posible que haya tardado tanto para subir solo dos pisos? ¿Necesitas ir al médico ahora mismo? Le pregunté, preocupado. No de momento no, por que ya me encuentro mejor. Desconocíamos en esos días lo mucho que papá iba a necesitar acudir a los médicos. El especialista le recetaría parches de “nitro”, para ayudar a su corazón, y eso solo sería el preámbulo de un largo peregrinar que culminaría en un quirófano a corazón abierto. El primer ingreso en el hospital, comenzaría a transformar a la familia. Nunca somos conscientes cómo pueden cambiar los planes cuando la enfermedad llama a nuestras puertas y se instala incómodamente entre nosotros. Todo se desmorona, y nos encontramos frente a un toro al que tenemos que lidiar, sin experiencia alguna, enfrentándonos a una multitud de problemas circunstanciales para los que no tenemos respuestas claras, y es allí donde Dios nos dirige pese a que en muchos casos nos dé la impresión que se ha alejado de nosotros. Papá se sintió algo indispuesto, por los síntomas, sospechábamos que el problema era serio. Cuando llegamos al hospital, la doctora cardiólogo, dijo: ¡Ojala hayamos llegado a tiempo!. Pude observar, allí en la misma consulta, cómo le latía el corazón, se le notaba perfectamente y a simple vista. Mi padre era un Papá se subió la camiseta, mostrándome el pecho a la altura del corazón, un suave bulto se dejaba ver de forma intermitente, era su corazón funcionando de forma anormal. Milagros y yo no teníamos trabajo, y mis padres cobraban 233 una pensión contando con unos ahorros muy escasos. Grandes nubarrones se nos venían encima, la tormenta amenazaba con descargar toda su virulencia sobre nuestras cabezas, y estábamos desprotegidos, como quien camina por el campo una bonita mañana, y de pronto antes de llegar a su destino se encuentra bajo una lluvia torrencial, y contra la cual solo puede protegerse con un chubasquero sencillo. Así estábamos nosotros, desorientados, sin saber qué rumbo iban a tomar las cosas. Cuando tenemos planes para el futuro y nuestra vida diaria es rutina, se nos presenta una situación para la cual nadie está preparado nunca, y todo se desorganiza, encontrándonos en el ojo del huracán, y es allí en esos instantes cuando Dios se hace presente de una manera o de otra, y sin embargo a pesar de ello, nuestro sistema de valores, se tambalea de tal manera, que pasamos por momentos de enorme dificultad psicológica. La depresión personal y familiar se instala entre nosotros, y todo lo que decíamos que haríamos en esos casos, se nos viene abajo. La vida nos tambalea, y el que no esté fuertemente asido a Cristo, puede caer, los sentimientos más profundos surgen como las aguas de un manantial. La situación era muy compleja y difícil, no solo la resurgente enfermedad coronaria de papá, sino también por nuestra economía, que estaba asfixiada, y añadiendo todo ello a la incomprensión de una parte de algunos familiares muy próximos. No obstante, Dios tenía un plan en todo ello, que yo mismo aun no entendía. Había que levantar cabeza en medio del desastre, como hacía el Rey David en sus salmos, y papá lo estaba haciendo. Era un hombre muy emocional, no quería que le viéramos enfermo ó entubado al suero. Un día me cogió de la mano, en uno de sus tantos ingresos por urgencias, estando sentado y conectado al suero, las lágrimas 234 corrían por su rostro. Le pregunté por qué lloraba, y me contestó: ¡Si me viera así tu madre! Era consiente de su situación, por lo tanto, como buen cristiano, se colocó en manos del Todopoderoso. A pesar de la preocupación, se mostraba tranquilo. En su primera visita al hospital, los doctores ordenaron su ingreso en planta, para comenzar a hacer los estudios médicos de su caso, y conocer así la gravedad de su situación. Su relación con Dios aumentaba progresivamente, y conocedor de los problemas seguía orando e impartiendo la tranquilidad necesaria a los que le rodeábamos. Era un ejemplo vivo de constancia en la fé y de confianza en un Dios vivo capaz de hacer cosas increíbles. Me pidió la Biblia, y algunos libros más que estaba leyendo. Yo mismo, solía comprarle algunos en el comercio del hospital, de modo que su mesita, ya de por sí muy pequeña, soportaba una montaña de libros. Cuando informé a los amigos y hermanos de su ingreso, la habitación en donde estaba se convirtió en un centro de peregrinaje, por que allí se oraba, se cantaba, se compartía, con todos los pacientes de la habitación. El pastor Alberto Araujo, se desplazó varias veces desde Alicante para acompañarnos, impartiendo allí mismo la comunión con el pan y el vino. Un día, nos reunimos un nutrido grupo de personas, entre las que estaba Mari Carmen la carismática, Alberto, Paquita, nosotros, Joaquina, y otros tantos, y decidimos hacer un culto en alguna dependencia hospitalaria, como así se realizó, con un resultado extraordinario. La predicación de Alberto fue extraordinaria, llena del Espíritu Santo, amor y sabiduría. Papá vibraba. Mari Carmen, de edad madura, era, y es, una de las mejores amigas que hemos tenido en esta ciudad de Almería. Licenciada en Bellas Artes, es persona muy 235 culta, y a la vez muy cordial, sencilla y humilde. Miembro activo de la Iglesia Católica, conoció al Señor hace ya algunos años, recibiendo el bautismo del Espíritu Santo, que hizo de ella una mujer nueva, llena de Dios. Solíamos hacer algunas improvisadas reuniones, y puedo dar fé de su consagración, y de su servicio fiel a la causa de Cristo. Dios la usaba mucho para su obra, alcanzando a otros para Cristo. Era un placer oír en su boca alabanzas. Mari Carmen ha sido muy utilizada en su cargo de responsabilidad dentro de la Renovación carismática de la provincia de Almería. Dios nos unió de una forma muy casual. Estaba trabajando atendiendo una papelería, como dependienta, y en una ocasión entré para realizar una fotocopia, yo por entonces no la conocía, y observé con detenimiento una conversación que estaba manteniendo con una amiga suya, sentadas ambas alrededor de la mesilla. ¿Tiene prisa, por que ahora mismo le atiendo? me preguntó. En absoluto, si no le importa voy a ver algunos objetos y pinturas de arte que tiene usted aquí Era una excusa, por que a pesar de que me gusta mucho el arte, y tener ante mis obras de pintura de uno de los mejores pintores de Almería, lo que quería oír yo era la conversación, pues hablaba con tanta alegría de la oración, y resultaba tan convincente, que no dudé al hacer un juicio sobre ella: era cristiana, y rebosaba del Espíritu de Dios. Instantes después, su amiga se marchó, cuando Mari Carmen quiso atenderme, sonó el teléfono, y por lo que escuché se trataba de alguien pidiéndole algún tipo de ayuda espiritual. Mi futura amiga, era un torrente de vibrante testimonio telefónico. Cuando ya pudo prestarme escucharme, me olvidé de la fotocopia, dándome a conocer; de forma 236 inmediata, surgió una fuerte amistad y hermandad entre los dos. Me impresionó tanto su forma de expresar la fe, que le pedí el teléfono para establecer un contacto entre mi madre y ella. Por supuesto que así fue, hasta el día de hoy, y continuará siéndolo. Dos o tres meses después, nos reunimos en su domicilio para orar y alabar al Señor. La presencia de Dios no se hizo esperar, surgieron las lenguas, las manos levantadas como adoración cuando en plena comunión con Cristo, Mari Carmen se levantó y se dirigió a mí, yo no me lo esperaba, e imponiéndome suavemente las manos, me transmitió una profecía que el Señor le estaba dando: “Hijo mío, yo quiero que pongas tus conocimientos a mi servicio, y al de los hombres” De nuevo el Señor me estaba llamando para trabajar en su obra, siendo éste llamado quizá el décimo desde que me convertí, y es curioso que todas las personas utilizadas tienen dos denominadores comunes entre ellas: Ninguna se conocen, jamás han hablado entre sí, y todas ellas son personas bautizadas en el Espíritu Santo aunque pertenecen a distintas iglesias ó confesiones. Nuestra amiga, finalizó diciéndome: Esta reunión, Juan José, se ha hecho para ti. Sin embargo, no fue nuestro PROPÓSITO sino el de Dios. Esa amistad y amor cristiano justificaron la presencia de nuestra muy querida amiga en la reunión del Hospital. En todo instante, mi familia ha contado con el apoyo de sus oraciones. Varios días después, volví a estar un rato con papá, en su habitación; al entrar en la misma, había un nutrido grupo de personas, pues allí estaban ingresados tres enfermos, siendo para dos, y como cada uno de ellos estaba 237 acompañado por uno o dos familiares, la verdad es que el ambiente estaba muy congestionado, pero a mi no me sorprendió eso, sino ver a María Viedma lavándole los pies a papá, con una suavidad, amor y cariño que me recordó al cuadro bíblico de María Magdalena y Cristo, cuando ésta, le lavó los pies, con sus cabellos y lágrimas, estando Jesús en la cena con el fariseo. Mi padre estaba tan emocionado que apenas pudo articular palabra alguna. ¡María! exclamé, para preguntar: ¿por qué haces esto? Hay varias razones me expuso con su soltura al hablar, y su desparpajo: Por que quiero, por que me da la gana, por que tenía los pies sucios tu padre y por que él es para mí alguien muy importante, al que le quiero por todo lo que ha hecho y orado por mí. ¡Le debo mucho, Juanjo! Aun recuerdo las suaves lágrimas que caían por el rostro de mi padre, María, se le acercó, para darle ánimos besándolo en su mejilla, mientras añadía con voz trémula: Eduardo, no llore usted, que no es para tanto, por que ¿qué van a decir estos señores de al lado? refiriéndose a los otros pacientes ya verá como Dios le cura completamente En Septiembre del año 1999, desde la ventana de la habitación del Hospital de la Seguridad Social: “Torrecárdenas”, en Almería, se me abría el espléndido paisaje de la bahía costera. A través de la ventana, vi como el sol baña generosamente los campos de Najar, la playa y la majestuosa sierra del Cabo de Gata, difuminada ésta por las brumas del atardecer como si intentara proteger algunos misterios ecológicos de su Parque Natural reserva de las plantas medicinales y hábitat de las distintas 238 especies de animales. Su mar Mediterráneo, con un profundo azul cargado de multitud de puntos plateados y brillantes que rulan sobre las aguas saladas, mecen las barcas de los pescadores. Tengo ante mis ojos una bahía formada por los aluviones del cuaternario, tierra visitada y colonizada por los pueblos indígenas del Neolítico, por los íberos, fenicios, romanos, godos, bizantinos, árabes y cristianos. Tres o cuatro mil años de una historia sin par, que me retrotraen al presente. Cerca del Hospital, a tres minutos en automóvil, se levanta sobre la cima del monte, una torre del siglo XVI, que llaman de: “Cárdenas”, primer gobernador católico de la ciudad, tras su inmediata entrega por parte de los musulmanes a los Reyes Católicos, en 1489. Cárdenas fue el tutor de la Reina Isabel La Católica. El mencionado edificio, fue levantado para vigilar a los moriscos almerienses residentes en el valle de lo que hoy es Huércal de Almería. El bastión militar ha dado nombre al barrio, y después por extensión al Hospital que hoy lleva su nombre: “Torrecárdenas”, es decir: “Torre de Cárdenas”. Gutierre de Cárdenas. Fue tutor de la Reina Isabel Católica, antes de ser coronada, en sus tiempos juveniles de princesa. Ella misma sentía cierta repugnancia al tener que compartir la mesa con su Tutor, por ser éste “gordo y con manchas en la piel”. En la habitación 528, junto a la cama en la que se encontraba mi padre, ingresado, estaban también, mamá. A su lado, Paquita, una de las mejores amigas de la familia. Desde que la conocimos, se convirtió casi en la sombra de mis padres. Donde ellos estaban, allí aparecía ella, llenándolo todo con su enorme alegría personal. Mujer de mediana edad, algo gruesa, vestida siempre con ropas oscuras, cabello moreno con bucles enroscados, dotada con una potente voz, y 239 con un carácter abierto, animoso, alegre, rebosante de la alegría vital que emana de las personas que han encontrado en Cristo, su fuente personal. En la otra cama, estaba Juan otro paciente, compañero de mi padre, típico anciano almeriense, pequeño de estatura, delgado, setentón, enjuto. Un trabajador infatigable, hombre de bien y de espíritu sereno y tranquilizador escuchaba pacientemente y con interés el raudal de palabras cristianas que surgían de la garganta de Paquita, quien no paraba de infundir en él también, con un continuo repiquetear, el mensaje de Cristo. Las dos mujeres, rápidamente organizaron un culto de alabanza, al cual mi padre se unió rápidamente. Yo, en todo momento, miraba hacia la puerta, las enfermeras entraban y salían con medicinas, o pasaban por delante de la habitación, para atender a otros enfermos, y siempre en todo momento, miraban frugalmente durante unos segundos al interior, a causa de la algarabía que nuestra amiga y mi madre organizaban con rapidez. Yo, sentado, en el alféizar de la ventana, contemplaba de vez en cuando, el paisaje, pero me sobresalté por culpa de una carcajada que Paquita había soltado, provocando que todos los que allí estaban volvieran sus miradas hacia esta sierva de Dios. Ella es la típica persona que siempre se deja notar, nada mas entrar por la puerta, da la impresión que “todo lo llena”, por que demuestra los efectos de una personalidad transformada por Cristo. Se sentó a los pies de mi padre, para relatarle una vida llena de buenos y de malos momentos. No presté mucha atención al contenido exacto de su dialogo con papá, solo sé que ante el asombro de del compañero de papá, Paquita comenzó a cantar una bella canción de alabanza, cargada de emoción, imprimiendo de manera involuntaria un silencio total en la habitación. 240 Por unos instantes contemplé a mi padre. Allí estaba él, ya operado hacía ya dos años en Granada, con una válvula aortica implantada, soportando los avatares de un corazón envejecido, cansado ya de tanto latir una y otra vez, a lo largo de 78 años de existencia. La luz natural, cada vez más tenue por el atardecer al mezclarse con la tibia iluminación artificial de neón, fría y aséptica de la habitación, me invitaba a realizar un largo viaje al interior de mis recuerdos familiares. Ante mi tenía, mientras la voz de mi hermana Francisca, llenaba de alabanza la habitación, a mis cansados y envejecidos padres. Allí estaban, pese a los años, y la infortunada enfermedad, llenos de vida, de fe y de consagración a Dios. Di gracias al Cielo, por haber tenido unos progenitores como ellos, amigos, compañeros, y lo que es mejor: padres de corazón.Paquita finalizó su alabanza, cerrando los ojos, mientras su rostro reflejaba una enorme paz interior. Así, de esa forma, elevaría sus. En ese momento, hizo entrada brusca en la habitación, María, por que, venía a ver a papá. Ella, a su manera, estaba allí cuando se la necesitaba. La vida no es más que un constante cruce de caminos, que hacen realidad las palabras del poeta español Antonio Machado: -“¡Caminante, se hace camino al andar!”Pocos años antes, iba yo a predicar a una casa particular de ese mismo barrio de Torrecárdenas. Fue precisamente Paquita, la que me había pedido acudir a predicar a ese lugar. La propietaria era Isabel, una mujer, que estaba sufriendo las consecuencias de una dramática separación familiar por parte de su esposo, y la incomprensión de buena parte de sus hijos. Su redonda y blanca cara, relucía de satisfacción cuando me veía aparecer por la 241 puerta armado tan solo con mi Biblia. Allí, sentado al lado de la mesita redonda, oía con placer el mensaje de la palabra de Dios. Un día, Isabel, me presentó a una joven amiga suya y vecina, que también estaba atravesando por unos momentos muy complicados en su hogar, pues su matrimonio, se había hundido por completo, un par de meses antes, quedándose ella al cargo de sus cuatro hijos, tres niñas y un niño, éste último muy pequeño. Delgada, agitanada, y con unos ojos realmente bellos, se me imaginaba el concepto de “mujer andaluza” que tanto pintara magistralmente el gran pintor cordobés Julio Romero de Torres. Se llamaba... ¡María! En esos días, estaba atravesando un autentico terremoto emocional, un marasmo personal caótico, por culpa de su exesposo. Enfrascada en una gran depresión. María no vía ninguna salida. No recuerdo qué prediqué en aquella ocasión, pero poco a poco, a lo largo de nuestro encuentro, percibí un ligero cambio en el rostro de María, por que algo sí sucedió: entró una María, para salir de allí, otra. Los cambios en las personas, se pueden percibir rápidamente o no, en ocasiones, suelen ser muy largos y sutiles. Otras veces son rápidas. Yo no me di cuenta, que en su corazón comenzó a trabajar el Señor. Precisamente, me contaría, años después que esa reunión, ella, sintió y vio algo maravilloso, la Presencia de Alguien que cambiaría definitivamente el rumbo de su vida y los acontecimientos de su entorno. A la semana siguiente, no lo dudó y tuve el honor de ayudarla en la oración para que se entregara al Señor, como realmente lo hizo. 242 EL HORROR HUMANO El Señor nunca abandona a los suyos, aunque hay instantes sumamente difíciles por los cuales atravesamos en la vida, en los que los momentos de soledad son durísimos. Hace algún tiempo leí un testimonio desgarrador, en la Revisa “Refugiados” del ACNUR, donde relataba la terrible historia de un joven que tuvo que huir toda la noche, atravesando un campo de minas, en pleno corazón de África, huyendo de su propio país en guerra civil. Logró refugiarse en un campo de concentración en unas condiciones absolutamente inhumanas y extremas, del cual tuvo que volver a escapar, para reiniciar su viaje a ninguna parte, tras diversas vicisitudes de absoluta miseria, lo había perdido todo, incluso la mayor parte de la escasa ropa que llevaba puesta, convertida ya en auténticos andrajos. Las heridas, la suciedad, y las cicatrices relataban su historia más inmediata, logró alcanzar un campamento de refugiados de ACNUR, en donde encontró refugio y amparo, y quien escribía ese articulo, un cooperante de dicha institución de la ONU, expresó con gran admiración que el único objeto que aún mantenía casi pegado a su mano, a lo largo de su triste aventura, era una vieja y rota Biblia, a la que se asía con fuerza y saña. Estoy seguro de los muchos momentos tristes que ese amigo nuestro desconocido debió de pasar, con una vida cargada de terribles sobresaltos, junto con hambre, desnudez, enfermedades, pero aun estoy mas seguro, que el Señor le cuidó, le dirigió y le habló. Un testimonio así nos hace pensar en cual es la 243 relación que tenemos con Dios en una sociedad de abundancia, donde no carecemos de nada y sobreabundamos en objetos materiales hasta la saciedad. Nuestros hijos ya no saben que pedir, para sus regalos, por que están desbordados, y sin embargo, miles de niños en el mundo, son explotados cruelmente, o carecen de lo más indispensable para sobrevivir, por supuesto que no han visto un juguete en su corta vida, y los que consiguen quizá se los hagan ellos mismos, como relata la historia de la muñeca de palo, que una niña fabricó a partir de una sencilla rama de árbol de la escritora española Ana María Matute. Cuando trasladamos a nuestro padre a Granada para ser operado, me contó una tarde, cómo el Señor le había hecho ver su amor y protección, porque tras largos días de ingreso, estaba ya cansado de tanta habitación blanca y de tantas batas sanitarias moviéndose de un lado para otro, y hay que reconocer que el ambiente en los hospitales no es agradable. Para entender esta experiencia, tenemos que remontarnos al año de la terrible matanza entre Hutus y Tutsis, en Ruanda, Centro África. Uno de los tantos efectos que aquello tuvo, fue la salida masiva de rwandeses hacia los países vecinos, en unas condiciones dramáticas, miles de personas anduvieron días y días, muriendo muchos en el largo caminar, azotados por las enfermedades, la debilidad, y los enemigos. Muchos de ellos eran ancianos, que arrastraban sus delgados cuerpos, y caían al lado de los caminos, junto a los cadáveres de niños y otros enfermos, para ser pasto de animales. Mi padre, orando al Señor, se quejó de tanto hospital. : ¡Señor ¡ ¡ qué cansado estoy de ambiente! ¿Cuándo me llevarás a casa? este Dios le respondió con una visión y una palabra: Vio esa marcha forzada de hombres, 244 mujeres y niños, y a los ancianos como él morir de cualquier forma, quedando sus cuerpos como piltrafas o trapos sucios en el suelo. Papá se conmovió: ¿Por qué me muestras esto?,¿Qué va a ser de ellos?,¡Pobrecitos! La voz de Dios, sonó en su inundándole de una paz maravillosa: interior, -Ellos, Eduardo, y ya están conmigo, porque no tienen nada, sin embargo tu tienes cama, ellos no, tú tienes médicos, ellos no, tú tienes comida, ellos no, tu tienes cuidados, ellos no. No te quejes, hijo míoGracias, Señor me has dado una buena lección, a partir de ahora te agradezco todo lo que tengo a mí alrededor, pero, Señor, mueve los corazones, para que nuestros amigos los rwandeses tengan todo a su alcance Todos sabemos cómo se movieron todas las Organizaciones No Gubernamentales, y la gran cantidad de voluntarios que allí se fueron, incluidas cristianas de todas las iglesias, misioneros católicos y evangélicos. En un reportaje de televisión vi el tremendo trabajo de estas personas, recordando con especial nitidez, uno que me sobrecogió, por que en uno de los campos de concentración, el que estaba peor, en la ciudad de Góma, se luchaba contra el tiempo a una velocidad increíble, por parte de los equipos médicos, a la puerta de la tienda del hospital de campaña de un grupo sanitario israelí, donde se operaba a destajo, se amontonaban enfermos que morían allí mismo, por que no daba tiempo a intervenirlos, y sin embargo justo al lado, un grupo de ellos hicieron un culto de tipo carismático, en el cual quien les ministraba la Palabra de Dios, otro refugiado 245 como ellos, no tenía ni Biblia, pero daba fuerzas a todos con sus cánticos y alabanzas. Llevaban varios días sin comer, y el agua era un foco de infección, pero allí estaban bailando y cantando al Señor. ¿ Lo haríamos nosotros en circunstancias mucho menos duras?, o ¿rápidamente renegaríamos de “nuestra mala suerte”?. En ese mismo documental, se contaba la historia de una muchacha ruandesa, madre de varios hijos, de unos treinta y tantos años. Ella misma relataba su peregrinar, por que volvió, a su casa, una vez pacificado el país, a su ciudad natal donde se había criado, y casado. En la revolución de muerte y sangre, vio como asesinaban a los suyos incluidos sus hijos, y sin embargo intentó rehacer su vida. El documento informativo se detenía en un instante durísimo, la mujer estaba en el interior de las ruinas de su casa, y muy cerca se veía lo que daba de su pequeña iglesia. La voz en “Of.” del periodista preguntó: ¿Sientes odio por lo que te han hecho? Tras unos segundos con ausencias de dudas, la ruandesa respondió con seguridad, mientras contemplaba con estoicismo sereno las ruinas de su casa cargada de recuerdos familiares, entre los cuales aún sonaban en sus oídos las alegres y jubilosas voces infantiles de sus hijos que se transformaron en gritos desesperados ante la apisonadora del odio más brutal y la algarada de voces adultas mezcladas con el sonido seco y ruin de las armas de fuego junto con afilados cuchillos segando gargantas y corazones. ¡Soy cristiana, yo no odio a nadie, no puedo odiar, es mas no quiero odiar! No pude hablar ante el mensaje televisivo de mi hermana rwandesa 246 Tendemos a creer que la Era de los mártires cristianos tuvo lugar en los primeros siglos del cristianismo, pero en realidad, a lo largo de la historia nuestra fé han surgido hombres y mujeres que dieron su vida por Cristo, y en la actualidad, nos llegan noticias de misioneros brutalmente asesinados por confesar su fe cristiana en distintas partes del mundo. Hace algunos años, en pleno siglo XX, nuestra vieja y “culta” Europa manchó de sangre cristiana los suelos de viejas cárceles en los tiempos mas duros del ya desaparecido Telón de Acero, y no olvidemos el horror nazi, con sus campos de concentración donde se apiñaban como, rebaños, decenas de miles de personas de todas las nacionalidades, razas, y credos religiosos. Allí también fueron torturados pastores evangélicos y sacerdotes católicos a los que se les aplicaba toda clase de tormentos para que renegaran de su fé en Cristo, como un caso específico sucedido en el mayor campo de exterminio nazi. La cruz gamada quiso vencer y destruir a la cruz de Cristo; dos hombres, uno pastor de la Iglesia Evangélica alemana y el otro, sacerdote católico, compartiendo un mismo destino, se unieron en el Señor, orando todas las noches en el barracón, donde atendían a sus comunidades. No tenían bíblias, pero la sabían de memoria, y de esa forma Dios los utilizó para evangelizar a todo el campo, incluyendo a sus carceleros. En 1.945, los soldados aliados destruyeron la Cruz Gamada de la Puerta de Branderburgo, en Berlín. No, la era de los mártires no ha terminado, y mucho me temo que en los últimos tiempos, esta situación se amplíe notablemente. Los mártires cristianos, son los hijos del Sermón de las Bienaventuranzas, auténticos pacificadores, hombres y mujeres de bien, que incluso han puesto en marcha inmensas obras sociales de servicio a los más pobres; personas que han recibido a sus asesinos, con 247 una sonrisa de paz, muriendo perdonando, entregándose por amor. Otros han sido encarcelados, perseguidos, humillados, pisoteados, vilipendiados públicamente, pero eso lo único que ha provocado es el aumento de su prestigio cristiano. Pastores evangélicos, misioneros laicos, maestros, obispos de distintas iglesias, sacerdotes católicos, creyentes sencillos se han quedado al pie de sus misiones y de sus comunidades ante la barbarie y la brutalidad satánica, confiando solo en la Providencia Divina. Yo, predicando en una iglesia evangélica. EL VIEJO AUTOMÓVIL Volviendo de nuevo a nuestro testimonio, la situación para nosotros fue muy dura. Cuando papá cayó enfermo, poseíamos muy pocos recursos económicos, y mi madre tan solo contaba con su pensión y 248 unos ahorros que había hecho, peseta a peseta. Nada más. En esa época, teníamos un viejo automóvil de color azul que nos regaló María, al que tuve quitarle el motor, por estar bloqueado y “gripado”, colocándole el de mi anterior vehículo, blanco, ambos eran del mismo modelo aunque el mío era mas antiguo, quedando como resultado un coche algo vetusto, pero que dio un buen resultado. Cuatro años antes, no tenía ningún vehículo, y sinceramente nos hacía falta uno. En una ocasión, paseando al pie de las murallas árabes de San Cristóbal, en Almería, me encontré un “gato hidráulico” para desmontar las ruedas de repuesto, que correspondía a un SEAT 127. Lo habían tirado y estaba nuevo. Pensé: “Dios me va a dar un vehículo, para utilizar esta herramienta”. Tres años después, poco antes de caer mi padre enfermo, un día hablábamos de la necesidad que teníamos de un pequeño automóvil ya que por aquel entonces, comenzábamos la labor del Necesitaba “PROYECTO BENÉFICO LOGOS”. un medio de trasporte, y mamá me sugirió la idea de poner un anuncio en el periódico, en donde solicitábamos un vehículo de segunda mano. No confié mucho en tal aviso, por que allí se decía muy claro, que debería ser en carácter de “donación”. ¿Quién podría regalar un coche?¡Nadie!. Así se lo expuse a mi padre, pero me dijo: “Tú pon el anuncio, ya veras como Dios te va a dar un coche”. Días después, en un momento muy desalentador para mí, alguien llamó: ¡Oiga!¿Es ahí lo del anuncio? Si, ¡dígame! Contesté extrañado. No, más bien dígame usted ¿qué coche necesita? Por que tengo aquí un par de ellos, un poco viejos, que están bien, ¡venga a verme, Ahora bien, los cristianos, que caen en el puro conservadurismo, y rechazan, o se resisten a la acción de Dios, también se apartan de lo revelado y enseñado en su Santa Palabra.Dios es soberano, es Rey, toma sus decisiones, y hace lo que mejor le parece para bendición de los seres humanos, pero respeta las mismas reglas que Él ha creado. Son los hombres quienes dividen. Jesús nos advirtió que se levantarian falsos maestros, y falsos apóstoles, la comunidad cristiana es quien tiene que examinarlo todo, por que es la depositaria de la Revelación escrita: La Biblia. 249 esta tarde! Me contestó el desconocido con sequedad, dándome la dirección. Manuel, así se llamaba, mi benefactor, me recibió muy cortésmente, invitándome a entrar en su casa. Desde el primer instante, la conversación se redujo a un curioso monólogo sin fin, pues en un espacio de tiempo muy corto me contó buena parte de su vida. Mis aportaciones personales al dialogo se reducían a unas pocas sílabas. Pude ver su biblioteca personal, descubriendo entre los libros allí colocados, un interesantísimo ejemplar de una Biblia Reina Valera, de mediados del siglo XIX, algo muy interesante para los que somos coleccionistas de ejemplares de las Sagradas Escrituras y que además tenemos vocación de bibliotecarios. Era de su abuela. Siguió hablándome sin parar, sugiriéndome con cordialidad que bajara con él a la calle, mientras me entregaba una carpeta, con papeles y documentos: Son los documentos del coche ¿De qué coche? Pregunté ¡Vamos a ver!¿Usted no busca un coche para no sé qué de obra social? Preguntaba en la puerta de su piso. Si, claro, pero, podremos!.......... para pagarlo, ¡no sé si ¿Cómo ha dicho, Santos?¿Pagar el qué?,¿el coche?¡no, hombre, se lo regalo! Me quedé de piedra, no solo por la respuesta, sino también por el vehículo, cuando lo vi ¡era un SEAT 127!, de tercera mano, semi abandonado, y de color blanco, como yo me lo había imaginado. El “pobrecito” no estaba para muchos quehaceres pero aún podía 250 servir para los fines propuestos. No funcionaba, así que tuve que llamar a un mecánico que, con una grúa se lo llevó al taller.”Dios mío, ¿en qué lío me he metido yo ahora?” pensé deprimido y triste. Cuando los técnicos decidieron su reparación llamé a mi padre quejándome de todos los males, habidos y por haber. Papá, ¿cómo me has animado a coger un vehículo como éste, tan cascado y que además no funciona? ¿Para qué quiero yo este trasto ahora? Tú sigue adelante, y ora a Dios Seguí su consejo y tras lloriquear un buen rato con grandes quejas por lo viejo que era pedí a Dios que si ese coche era el que El quería para mí que me dijera algo. Su respuesta fue de lo mas extraña y rara, me llevó a la Biblia y me hizo leer, en el Libro de los Hechos, capítulo 10: “Lo que yo he purificado no lo llames tu inmundo”. Con tal respuesta salí de forma inmediata a abonar la factura de la reparación, ya que incluso le dije a Dios no quería pagar el taller, estaba dispuesto regalarles el vehículo para piezas de desguace. Con ese interesante coche, Proyecto Lógos, comenzó a dar sus primeros pasitos. El funcionamiento mecánico no era ningún problema, ya que marchaba bastante bien, pero resultaba realmente diminuto para la labor que se pretendía, lo que sí resultó ser muy incomprensible, era su situación legal, por que el segundo propietario, se había trasladado a vivir a Barcelona habiéndole vendido el vehículo al que me lo regaló a mi, entregándole todos los documentos con la firme promesa de hacerle antes de irse la transferencia en alguna gestoría. Pero no fue así, el buen hombre se marchó sin dejar ni rastro. Manuel, llamó incontables veces al propietario, y éste no 251 contestaba. Estando ya el automóvil en mi poder, me enteré que el titular de los documentos, había iniciado, de forma unilateral la solicitud de baja desde Barcelona, pero no sé por qué proceso, ésta no se había concretado legalmente. Es como si la mitad del vehículo existiera y la otra no. Era una situación extraña e incómoda y muy rara, incluso fui a Tráfico, y consultando en los ordenadores me dijeron que el vehículo podía rodar sin problemas. No entendía nada, pero lo usé durante un año. Inútiles fueron mis esfuerzos por hablar con el titular de los documentos, ya que Manuel estaba en la misma situación que yo, nunca respondía. ¿Cómo Dios me había dado un automóvil en esas circunstancias, cuando siempre se me ha enseñado que debemos estar dentro de la ley?, y lo estaba, por que pude circular legalmente con él, y estaba cubierto con el seguro, pero el Señor quizá me enseñaba que debo estarle agradecido por todo y en cualquier momento. Por aquel entonces yo era director de un programa de televisión local, que hablaba de la historia de las calles de Almería, utilizando como guión los escritos publicados de papá. Un día, revisando las imágenes de la Puerta de Purchena, plaza principal de Almería, para el montaje del capítulo televisivo, que correspondía a esa plaza, me llevé una sorpresa, por que en medio de la avalancha de vehículos circulando, estaba el mío, cargado a tope con juguetes donados por el Ayuntamiento, llevándolos en una gigantesca bolsa encima de la baca, y como el vehículo tenía mal los amortiguadores de las ruedas de la derecha, parecía que se iba a romper. Resultó que el cámara, Carlos, a quien yo había encargado la toma de imágenes, se había colocado en un edificio estratégico, y sin saberlo él, me grabó a mí en el preciso instante que yo pasaba con 252 mi coche, absolutamente atiborrado de juguetes, tantos que incluso, en el interior, tenía muchos mas que prácticamente me obstruían, y a duras penas manejaba el cambio de marchas, por que aprisionaban la misma palanca y solo podía viajar con la primera velocidad. Cuando llegué a mi casa, no sé si abrí la puerta o si los bultos con juguetes del interior me presionaron tanto que mi cuerpo salió por empuje. Meses después, mi amigo Oscar me pidió que lo llevara a una calle, accedí. Circulando por ella, de pronto, coincidiendo con una máxima aceleración, se salió desde la parte del motor, el tubo de escape, ocasionando un estruendo tal, que todas las vecinas de los pisos asomaron las cabezas por sus ventanas, asustadas, y si grande era el ruido, mas lo fue la carcajada y la rechifla de la inmensa mayoría de niños y adolescentes gitanos y payos que allí vivían. Yo, que al suceder eso, iba hablando con Oscar que iba sentado en el asiento trasero, vi que de pronto desapareció, y su voz sonaba un poco rara, porque sintió tanta vergüenza ajena o propia que se había escondido entre los asientos. Su respuesta era como salida de ultratumba. No tardaron en bautizarme los chiquillos con un mote: ¡era el “cochecohete”!. Papa orando por mi hija Judith, en su Presentación al Señor LA AYUDA DE DIOS 253 Ingresado ya mi padre, me planteé cómo salir adelante, coincidiendo, que tenía el coche en el taller mecánico. Mamá se trasladó a vivir conmigo, me dijo que hiciera uso del dinero ahorrado para poder utilizarlo, pues ahora lo necesitábamos más que nunca. Aun así, faltaba una cantidad, no era suficiente, para abonar la factura del taller. Mis nervios comenzaron a fallar. Coincidió que visité a Joaquina, para comunicarle el ingreso hospitalario de papá, pues ella lo desconocía, no hablé con ella de nuestras dificultades económicas. Me abrazó, y me dijo: ¡Mucho te queda por sufrir en la vida, tanto como he sufrido yo, pero el Señor está contigo! acto seguido se introdujo en su cocina y al salir puso en mis manos un dinero que tenía guardado. Me resistí completamente, pero insistió, era la cantidad que me hacía falta para poder disponer del automóvil. Poco antes ya había trabajado como director de un programa de televisión local, con mucho éxito de audiencia, y sin embargo me abonaban mi sueldo a duras penas, así que tuve que dejarlo y al final no me pagaron todo lo que se me debía. Intenté entrar en otra televisión local, pero después de un mes, día tras día, de encuentros con la dirección, recibí un sonoro portazo moral. Así sucesivamente. Me preguntaba el porqué de todo esto, y justo en medio de la marea económica, la enfermedad de mi padre. Ellos tampoco estaban en el mejor de los momentos, quizá en el más difícil de sus últimos años. Fue después de su primer ingreso, una vez que le habían dado el alta, a la espera de ser operado del corazón, cuando papá oró por esta situación en la que todos estábamos, y Dios le mostró tres sacos de trigo bien repletos y cerrados, tan llenos que estaban a punto de reventar, diciéndole: “Yo te 254 proveeré”. Teníamos todas muchas cargas económicas anteriores a las cuales no podíamos hacer frente. Sabía que papá lo estaba pasando mal hacía algún tiempo, pues de vez en cuando leía algunas de sus escritos, tenía la costumbre de anotar sus reflexiones personales, sus quejas, sus oraciones. Allí podía descubrir sus pensamientos, e ideas más íntimas. Quería hablar con él, sobre estas cuestiones y no me lo permitía, deseaba no preocuparme con sus problemas, que al fin de cuentas eran míos. En el fondo y en la forma, conocía lo que le sucedía; a veces, hablábamos a solas los dos, y en esas conversaciones le abrí mi corazón, momento que él aprovechaba para oírme y aconsejarme. Muchos años de convivencia con un trabajo en común habían creado entre nosotros una escuela de mutuo conocimiento, nos complementábamos muy bien, siendo los dos, muy distintos. Formábamos una estupenda pareja, incluso en el trabajo cristiano, pues yo predicaba y él oraba, en la búsqueda del respaldo divino. Mamá era su principal apoyo, y ella mejor que nadie, compartía sus alegrías y sinsabores. Los dos, todas las tardes, oraban con su Biblia abierta, e intercedían por sus tres hijos. Era raro el día que no recordaban en sus oraciones a sus dos hijos mayores: Eduardo y Florentino, incluso más que a mí mismo. Las palabras del poeta judeoespañol del siglo XI, d. C., Yishaq Ibn Gayyat, fueron para ellos realidad constante en esa época: “Dios encumbrado, sobre la noche y el día, los puso por encima de todas su obras. En ti, Señor, está mi alegría, mi porción y toda mi heredad. Valla mi brecha, cura mi quebranto y mi dispersión, cámbiala en alegría”. Había momentos en los que yo le veía triste, y en esos instantes, prefería no contarle lo que me sucedía, pues únicamente lograría preocuparle aún más. 255 Orábamos los dos, y allí compartíamos el Salmo 91, uno de sus preferidos. Nunca nos han gustado los juegos de azar, ni las loterías, pero con la ONCE, organización española para ciegos y minusválidos con una imponente obra social de integración, con colegios, centros, empresas etc... Teníamos una singular relación de respeto y admiración. Papá de vez en cuando solía comprar un cupón, por que quería colaborar con esa entidad. Todos los días, muy despacito, se iba con mi madre hasta el mercado central, y en una cafetería próxima, me reunía con ellos, siempre lo encontraba hablando con sus amigos, como el ex delegado de Cultura de la Junta de Andalucía, o el vendedor de cupones, o sus compañeros de tertulia mañanera. Para entender lo que ahora quiero contar, hay que remontarse a los días de su anterior ingreso en el hospital de Virgen de las Nieves de Granada, en el Mes de Diciembre, del año 97. Me quedé a su cuidado, como familiar acompañante por que mi mujer e hijos junto con mi madre se habían ido a Almería. Papá me rogó que bajara al Banco, para enviar dinero a mi casa, pues estaba preocupado por la economía. Cuando fui, con un cheque, el subdirector de dicha entidad me comunicó que había una orden de bloqueo contra la cuenta, no podía extenderme la cantidad solicitada. Dios mío, y ¿ahora qué?, no hay nada en Almeríapensé. No tuve mas remedio que contárselo a mi padre, pues era su cheque y su orden, no podía engañarle, ni mucho menos mentirle. Se quedó pensativo, no me respondió nada, tan solo acariciaba su Biblia; tras unos minutos, dirigiéndose a mí, me rogó que volviera a la sucursal bancaria. Algo debió de pasar, y ahora con el paso del tiempo, lo he descubierto: oró a Cristo. De nuevo me entrevisté por el subdirector, explicándole cual 256 era la situación, descolgó el teléfono y habló con su compañero de Almería, quien conocía a mi padre. Al finalizar, me hizo pasar por ventanilla, el dinero estaba allí, dispuesto. Regresando al hospital, llamé a casa, para comunicarles que enviaría pronto la ayuda económica, y pude percibir una gran tensión de nervios en la voz de mi mujer, que sinceramente me preocupó. No sabía que era lo que estaba pasando en realidad. Yo en Granada, atendiendo a mi padre, y el resto de mi familia en Almería, con una madre que ya empezaba a dar signos de enfermedad por su edad, y todo ello aderezado por la escasez total de dinero. ¿Qué podía hacer yo?. Hice cuentas, basándome en la cantidad que mi padre me ordenó enviar a casa, y las matemáticas no fallaban, a primeros de año se acabaría todo, ni para comida, y la fecha clave era el día 2 o el 6 de Enero, ni siquiera regalos para los niños, aunque éstos fueran pobres, por supuesto que ese era el problema menor. Solo Dios sabía lo que pasaría. Papá era consciente de todo esto pese a que no hablábamos del tema. Bastante tenía él con su enfermedad, y sin embargo oraba. En esos días le hicieron la prueba del cateterismo, que consistía en introducirle por una arteria un catéter para conocer el estado interno del corazón. Al finalizar la misma, nos rogó el médico que procurase papá no mover la pierna utilizada, ésta debía permanecer el mayor tiempo posible sin movimiento para evitar roturas de los puntos de la sutura. Mi padre, acostado, al ser ya de noche, me rogó que se la sujetara con una correa, de forma suave, para dormir sin moverla. Así lo hice yo, vigilando, pero el no pudo dormir, por que aunque estaba acostado, se le había creado un dolor muy fuerte en la espalda, ajeno a su enfermedad que lo estaba atravesando. Le coloqué un cojín por detrás, para que pudiera descansar, que le alivió. Pasadas las horas el 257 sueño me venció, pero él soportó el dolor con estoicismo, sin ningún reproche por haberme dormido. Algunos días después le dieron el alta. Regresamos a Almería en autocar. Vivíamos, en una vivienda muy poco adecuada para unos ancianos como ellos, con las habitaciones en un piso superior y el comedor en la planta baja. Papá estaba tan débil que la primera vez, tuve que subirle en brazos por la escalera. Aquellas navidades, fueron, a pesar de la carestía que teníamos, una de las más felices. El Señor proveyó nuestras necesidades, gracias a su voluntad. Alberto Araujo, nos había visitado en el hospital de Granada, haciendo en la habitación una reunión con todos nosotros, incluyendo el repartimiento del Pan y del Vino. La tarde que lo hizo, regresó a Alicante, despidiéndose de todos al anochecer. Bajé con él en el ascensor y me fui a cenar. Mamá, que ese día estaba en Granada, se quedó con mi padre. Regresé al hospital a media noche, sobre las doce, y cual sería mi sorpresa que volví a encontrar de nuevo a Alberto. Antes de regresar a su casa en Alicante, recorridos varios kilómetros, se acordó que Lilias, su mujer, había sentido del Señor, darle a mamá y a papá la cantidad de 20.000 pesetas, y por ello no dudó en regresar de nuevo a Granada, y gracias a esa ayuda pudimos cubrir algunas necesidades. El mes de Enero, no faltó de nada, por que, como he dicho anteriormente, el Señor nos proveyó en respuesta a las oraciones que mi padre había estado haciendo durante meses, incluso antes de caer enfermo. Se cumpliría la visión y la promesa que Dios le había dado un año antes, la de los tres sacos de trigo repletos; sucedería de una manera un tanto extraña. Compró, por el mero hecho de hacerlo, sin darle la mayor importancia, unos cupones de la ONCE, tres para ser más exactos, y se los guardó, olvidándose de ellos, pues con la medicación y 258 el control médico, había recuperado las fuerzas y salía con mi madre todos los días. Fui a recogerlos a la cafetería del Mercado. Allí estaban los dos, pero ¡llorando!. ¿Dios mío, que ha pasado?¿Por qué lloráis?, Les pregunté; Papá con voz muy temblorosa me dijo: ¡Nos ha tocado, hijo!..... ¡15.000.000 de pesetas!Aproximadamente unos 90.000 euros..... ¡Gracias, Señor!” Los dos se abrazaron allí mismo Cuando ya se tranquilizaron, me contó lo que había sucedido. Al meterse la mano en el bolsillo se encontró los cupones, y poquito a poco, dándose un paseo fueron a comprobar los premios a la Delegación de la Once, muy cerca del lugar. Leyó dos o tres veces el número, el día y la cantidad: ¡Lola!, ¿Ves tú lo que yo veo aquí?, me parece que leo 15.000 de pesetas. Creo que se han equivocado. ¡Serán 15.000.000 pesetas!, ¡compruébalo tú, Lola!.. No había error posible, mi padre necesitó apoyarse en la pared, por que la emoción le estaba embargando, y sus piernas temblaban; mamá le dijo que se tranquilizara, pues recordando que estaba enfermo del corazón. Una vez cobrada la cantidad con un “pagaré” de la ONCE, se fue al Banco, con el cual había tenido tantas dificultades económicas. Habló con el Director, quien al principio les recibió de una manera algo áspera, pero cuando vio el talón de la ONCE, inmediatamente se disculpó, invitándole a su despacho: Don Eduardo, le pido disculpas, pero usted es consciente de los enormes problemas que tengo como director del Banco con muchos clientes, aunque sé que usted, es diferente. Me consta que es y ha sido un autentico 259 caballero........... Mirando el pago, añadió: “Usted se merece esto y más, y le añado algo, este dinero, no es suyo, si no de Dios, eso lo sé, que se lo ha dado, por que nunca he visto a alguien como usted. Mire, Don Eduardo, yo veo esta cantidad, a lo largo del día muchas veces en clientes que no se lo merecen, pero no es su caso ¡usted sí!¡, reciba usted mi felicitación personal” Se cumplió la promesa de Dios, aquella que le hablaba de tres sacos, llenos a rebosar. Papá tenía motivos suficientes para llorar, por que entre otras cosas estaba muy preocupado por la situación financiera en la que mi madre se quedaría, si él fallecía. La primera medida que hizo fue ayudar económicamente a nuestro gran amigo Alfonso, de Huelva, quien varios años antes, con el acuerdo de su esposa, María, decidió auxiliarnos, con una importante cantidad de dinero, que procedía de la venta de una pequeña tierra, sin haberle pedido nosotros nada, cuando nuestra librería fracasó, aunque su situación económica tampoco era buena. Así mismo, coincidiendo que en esas mismas fechas nos visitaba Manolo Mengíbar, quien a lo largo de la hospitalización de mi padre en Granada, estuvo a su lado constantemente, incluso en los peores momentos, por lo que mis padres decidieron ayudarle. En el mes de Enero, papá hizo efectivo el pago de todas las deudas, grandes y pequeñas, una por una, invirtiendo en ello una parte del dinero muy importante, pocas veces he visto un rostro con una expresión de tanto alivio. Como le había prometido a mi madre que le compraría una casita de campo, para pasar allí sus últimos años, oró al Señor, y como de costumbre, la respuesta vino casi inmediata: “La casa será en el pueblo de las aguas”. Otra vez el misterio: ¿A qué pueblo se refería el Señor?, por que en todos ¡aguas hay!. Se 260 decidió la compra de un Peugeot de segunda mano que estaba en muy buenas condiciones. Allí también se movió el Señor, por que dos años antes de caer enfermo, hablando los dos de los problemas de los automóviles tan viejos, me dijo: “Juan José, te visto conduciendo un coche de color oscuro, casi negro, y de estas dimensiones y forma”, con sus manos me hizo un dibujo en el aire, describiéndome un vehículo de tipo tradicional, y ¡ es curioso, no le hice caso!. Con el paso del tiempo se me olvidó totalmente aquella visión, no dándole mayor importancia. Busqué, a lo largo de un mes, por todos los concesionarios de coches, viendo diversas marcas, pero ninguno, me gustaba. Hablé con un amigo que trabaja como vendedor de automóviles, y éste se quedó con mi número telefónico. Días después de esa primera entrevista, me llamaba para decirme que había entrado un vehículo en muy buen estado: “Juan José, vente, es el tuyo”. Acudí a su empresa, la SEAT, y efectivamente, nada mas verlo, lo compramos, e hicimos un primer viaje inaugural al bello Cabo de Gata, con la compañía de Alfonso Calero, de Huelva, quien nos visitaba esos días. Dos meses después de su adquisición,sentado junto al coche lo observé con detenimiento: El vehículo de color oscuro, casi negro, de dimensiones y forma tradicional, ¡era exactamente el mismo que vio papá en la visión!. No obstante, su adquisición fue muy criticada por parte de algunos miembros de nuestra familia más próxima, por que se cumple una y otra vez lo que dice la Biblia: “El hombre natural, no puede entender las cosas de Dios”, acusándonos de comprarlo solo para mi uso personal, cuando la realidad era distinta, ya que papá agradecía mucho poder “salir de la casa para dar una vuelta”, cosa que hacíamos todas las semanas. Su estado no le permitía andar mucho y el 261 automóvil de María ya no ofrecía ninguna seguridad. En ese mismo año, papá volvía a ingresar en el hospital de Granada para la operación. Gracias a ese vehículo, pude viajar varias veces a Almería para acompañar a mi madre. Era por tanto un coche a su disposición. Papá, aconsejado bien, por el director del Banco supo y pudo custodiar la cantidad que restaba del dinero que el Señor, en su infinita misericordia, tuvo a bien concederle, por que preveía algo para su futuro inmediato. Cuando mamá, cayó enferma al cumplir los ochenta, estando papá en plena recuperación, le prometió que compraría una casita de campo por que esa había sido su ilusión. Al recibir el alta hospitalaria de mamá, se propuso buscar esa vivienda, pero no sabía ni donde, ni cuando, ni cómo. Como cada fin de semana, realizamos, un viaje por la provincia, y cerca de la villa de Alhama, nos detuvimos en una pequeña colonia de casitas, próximas al pueblo, pero separadas de éste aproximadamente cuatro kilómetros. Vimos una, que hacía esquina, en la puerta, un letrero: Se vende. Allí se inició todo el proceso. Luís, un vecino, que vivía justo al lado, hombre entrado en años, algo rústico, de una estatura mediana que recordaba al genial Sancho Panza, el inseparable escudero de Don Quijote, nos enseñó la vivienda por que era depositario de las llaves, y así comenzó todo el proceso que culminaría con la compra de la casa. El propietario había fallecido, y los que la vendían eran sus hijos. El precio de venta estaba en 8.000.000 de pesetas. No obstante, la tarde anterior al inicio del trámite de compra, oré al Señor: Señor, si la casa es tuya, dame una señal, que nos rebajen el precio en 1.000.000 de pesetas (6.000 Euros) 262 Y así fue. Papá, sacó del Banco todo el dinero que tenía invertido que era lo que le quedaba de los cupones de la ONCE y la compró al contado, en ¡7.000.000 de pesetas! .Aunque mamá vio varias veces la casa por dentro, desconocía que la compra ya se había realizado. Por aquellos días, dado el estado de gravedad que los médicos habían dictaminado sobre mi madre, informándonos que “tan solo le quedaban seis meses de vida” a partir de la operación a la que fue sometida, papá me pidió que le ayudara a organizarle un homenaje. La idea me pareció muy interesante, por que ella se lo merecía, siendo un reconocimiento a su labor, de apoyo constante como madre y esposa, hacia su marido y sus hijos. Nuestro amigo Rabadán, de la Denominación “de los Hermanos”, nos ofreció su iglesia, llamé a todos los amigos, incluso a distintos responsables de iglesias locales. Papá compraría una Biblia especial para que entre todos se la dedicaran. El evento fue un gran éxito. Unos y otros hablaron públicamente, del amor de Cristo y del trabajo realizado por mi familia a lo largo de los años. Recuerdo a Manuel Arroyo, pastor evangélico que falleció poco después por una penosa enfermedad, a Paquita nuestra inseparable amiga, María “Torrecárdenas”, Sebastián, Alberto Araujo, Dolores, y tantos otros. Cuando mi padre subió al púlpito, con voz entrecortada, muy emocionado, tras agradecer a su esposa los muchos años de vida en común, finalizó su intervención, con éstas palabras:“Lola, amada mía, te lo prometí, la casa es tuya” a la vez que mostraba al público un letrero en metálico que decía: “VILLA LOLA”. La gracia de Nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros”, y ese es el rótulo que tiene hoy la casa. Así pues, la vivienda, era de Dios. 263 Tiempo después, papá, sentado en el jardincillo de la casa recién comprada, lloraba en silencio y a solas. Así me lo encontré. El sol resplandecía con toda su fuerza en un cielo limpio de nubes, y su luz atravesaba las hojas del árbol iluminando de forma salpicada la figura sentada de mi padre. Sabía por qué estaba triste, ya que toda su vida daba vueltas tan solo en torno a la enfermedad de su mujer, con tal de que estuviera bien cuidada y atendida. Sentado a su lado, le abracé. ¿Papa, que te pasa? ¡Cosas mías, hijo, cosas mías! Me contestó, secándose las lágrimas rápidamente. Papá le dije ¿Te acuerdas de las palabras que el Señor te dio hace ya algún tiempo? No, ¿a qué te refieres? Cuando tú oraste al Señor, pidiéndole una casa como ésta para mamá, ¿no te dijo el Señor: “Será en el pueblos de las aguas?”- Le pregunté. Si, ¿qué tiene sorprendido. que ver eso? Preguntó, Vamos a ver, papá, te comenté que a lo mejor se referiría a Berja, en la Alpujarra, por haber allí buenas aguas, pero ahora sé a que se refería el Señor Le dije con seguridad. No te entiendo La palabra: “Alhama” procede del árabe “Él (ó Al) – Hammán” que quiere decir: “El baño”, por que éste era el pueblo de las aguas para bañarse, y de hecho, hay aquí un balneario. ¿Te das cuenta, papá? ¿Lo entiendes ahora? 264 No respondió, limitándose a sonreír levemente. Allí no terminaron las “coincidencias” por que tras el fallecimiento de mi padre, y ya que él me encargó la custodia de todos sus escritos y libros, releyendo sus textos, topé con uno que me dejó estupefacto, se trataba de una visión que el Señor le había dado, el día 14 de Junio de ¡1.976! En la esquina del papel, hay una frase escrita a máquina, que dice: “Orando, para que el Señor provea de un cortijo ó casa de labor”, y dice así: “He visto un cortijo (casa de campo en Andalucía). Tres ventanas, con tapia larga, y la parte de atrás era más alta, mas elevadas, es decir las paredes laterales no tan altas. Era de noche, Luna muy clara. En el fondo azul, el cielo límpido.” Comencé a recordar las casas que habíamos tenido en el campo andaluz, y solamente había habido una, muy pequeñita, en Huelva, que no correspondía a la de la visión. Por curiosidad, me situé de forma frontolateral a la casa y cual sería mi sorpresa que descubrí la vivienda que Dios le había dado en visión, ¡veinte años antes!, ¡era la de Alhama!, la describía con toda exactitud. Lo que mi padre vio fue el lateral de la casa, que exactamente era así en esa época: un muro muy largo, con la parte de atrás más alta, por el efecto óptico, y con paredes laterales no tan altas. Estaba así mismo lo de las tres ventanas. Efectivamente allí están. Nosotros, hemos añadido dos más y algunos muros han sido levemente modificados, pero esa era la casa. La palabra de Dios se cumplió en el tiempo previsto por Él, y no por nosotros. Un último aspecto, la claridad de la bóveda celeste y la bahía de Almería, que se extiende delante de nuestra casa con una Luna llena cuya luz plateada lo baña todo es impresionante en nuestra zona. Así mismo el cielo de la mañana se muestra con una limpieza absolutamente cautivadora. ¿Coincidencias?¡No!. Creo que hay un plan 265 divino sobre esta vivienda, y me toca a mí el preguntárselo al Señor, o dejarle obrar a El en éste asunto. EL VIAJE A JERUSALEM Recuerdo nítidamente una de las experiencias más hermosas que puede tener ser humano alguno de fe cristiana, por que poco antes de caer enfermo, me contó papá un hecho impresionante, que me recordó a lo que el Apóstol Pablo relató en una de sus epístolas, cuando decía: - Conozco a un hombre que hace catorce años, si en el cuerpo no lo sé, si fuera del cuerpo tampoco lo sé, Dios lo sabe, fue arrebatado hasta el tercer cielo.........” 2ª Corintios 122. Esa mañana, después de haber dejado en el trabajo a mi mujer, decidí desayunar con mis padres, llevándome a la pequeña Judith conmigo ya que Samuel, mi hijo mayor, estaba en el colegio. Noté algo taciturno a mi padre, quizá pensativo, y tras finalizar la comida, me miró para decirme: He tenido, Juan José, esta noche una experiencia preciosa, y estoy seguro que no fue una visión de las que conocemos como tales, es decir algo que Dios te revele o hable, por que lo que te voy a contar es distinto, e incluso mas bello. Estando dormido, junto a tu madre, he visto que yo mismo me salía fuera de mí. Es decir, siento como mi espíritu o mi alma, sale fuera de mi propio cuerpo, y desde la altura del techo de la habitación me contemplo a mí mismo dormido junto a tu madre, y veo que sigo vivo, que no me he muerto. Podía distinguirlo todo perfectamente, como si estuviera colgado desde el techo, y me 266 pregunté qué hacía allí arriba si estaba abajo, sin embargo estaba absolutamente tranquilo, con una paz maravillosa. Inmediatamente me veo lanzado con una enorme velocidad por un túnel, observando que al final del mismo hay una gran luz, maravillosa, y allí siento la Presencia de Dios, que me envolvía completamente. Llego allá y me veo caminando por unas calles maravillosas, en una especie de ciudad única. Observo plazas, todas perfectas, con una perfección que no tiene nada que ver con las ciudades del mundo que conocemos, y sigue estando presente nuestro Dios llenándolo todo. Al terminar, Él me dice: Aun no es tu tiempo, Eduardo, regresa. Inmediatamente, de nuevo me veo lanzado por ese túnel, pero en sentido inverso, introduciéndome en mi cuerpo dormido.. ”. Y me añadió: “Hijo, yo advertí una cosa muy curiosa, esa ciudad estaba totalmente vacía, calles vacías, plazas vacías, no había nadie, pero de una hermosura increíble, por que la luz que recibía era la del mismo Dios, y sé que es la Nueva Jerusalén de la que habla el Apocalipsis de San Juan. Aún no está allí su pueblo, pero lo estará, es decir, ya está preparada para nosotros, quienes la llenaremos y la habitaremos. ¡ yo he estado ALLI! y volveré”. Papá ¿eres consciente que Dios te va a llevar pronto con Él?pregunté afirmativamente. Por supuesto, pero no temo nada contestó con seguridad. El resto de la conversación trató del tema de forma amplia, y llegamos a la conclusión que cuando el Señor nos habla de la Nueva Jerusalén puede ser una hipérbole semítica que San Juan describe, para explicar en lenguaje humano, siempre tan corto y escaso, lo que vio por revelación, la grandeza de lo divino, la gloria preparada para los cristianos 267 verdaderos, la santidad extrema que se escapa a toda forma humana de explicación, rompiendo totalmente los esquemas de nuestro lenguaje, siendo la Nueva Jerusalén un lugar tan maravilloso que únicamente se pueda entender en lenguaje humano con la descripción que Juan el Evangelista hace en el Apocalipsis. No es una ciudad, humanamente entendida, con ladrillos, hierros, asfalto, cristales, es decir NO ES ALGO MATERIAL, en un lugar espiritual como es el cielo, sino absolutamente sublime, indescifrable, indescriptible que se escapa a nuestro intelecto. Eso es lo que nos dice la lógica a tenor de los conocimientos que tenemos de los juegos lingüísticos que Juan utilizaba como judío que era y del estilo literario que empleó, pero y ¿si no fuera así? ¿ y si ese lugar existe en la realidad, tal y como lo cuenta San Juan?, como dijo San Pablo: “Solo Dios lo sabe”. Son pues misterios que jamás podremos alcanzar a comprender en su totalidad. En los últimos años, han proliferado las llamadas experiencias que yo llamaría“pre mortem” aunque otros prefieren “Post mortem”, es decir sucedidas en el proceso de la agonía, e incluso en la misma antesala de la muerte física, si no en ella misma y han vuelto a la vida, contándonos sus experiencias. El 90 % de los casos se han producido en ese instante, y sin embargo, papá, ni siquiera sabía que caería enfermo de gravedad, siendo testigo de éste hecho muchos meses antes de ser operado, por lo que quizá sea un caso atípico. Las reuniones cristianas en casa, siguieron su curso, es decir se reanudaron tras diversas interrupciones. Nuestro interés se basaba en dar una buena formación bíblica a nuestros escuchantes. Siempre he creído que es básico dar conocimientos bíblicos a los creyentes, y no solo eso, sino también enseñarle a 268 entender bien la Biblia. No es suficiente, que la gente sepa leer y escribir, si no que es fundamental conocer con detenimiento el contenido de lo que estamos leyendo. En nuestras iglesias y comunidades hay una gran cantidad de personas que no han tenido estudios elementales e incluso básicos, y que el nivel cultural es por lo general, muy bajo, pero es posible educarles bíblicamente, si se dejan enseñar, no de una forma impositiva sino orientativa; de esa forma, aprenderán materias tan interesantes como historia elemental, geografía básica, etc... por que me he encontrado muchas veces, creyentes muy sinceros, que se han mostrado incapaces de situar al actual estado de Israel, en un plano geográfico del Mar Mediterráneo. Aspectos tan sencillos como ese son imprescindibles. Defiendo a ultranza el derecho y el deber de los hermanos analfabetos, que los hay, a que exijan a sus pastores que les enseñen mas y mejor, y voy mas allá por que estoy convencido que si es necesario llevarse una pizarra a una iglesia, con mapas y demás, hay que hacerlo. Incluso la iglesia debe de actuar como un centro de aprendizaje total, para lo cual se necesita formar a cuadros técnicos de entre los mismos jóvenes que hayan estudiado. En pedagogía se enseña que se debe alentar el desarrollo integral de las personas, es decir que el educando no sea tan solo un receptor de información pasivo, sino que el mismo sea el activo interesado. Pues bien, la iglesia ha ejercido siempre un magisterio espiritual y social a lo largo de 2000 años de historia, y si el cristiano es un ser sensible hacia los problemas de los demás, ¿por qué no enseñar a leer y a escribir a quienes no sepan, en la misma iglesia?, por que de esa forma, ese individuo va lograr dos objetivos: Poder conocer la Biblia por sí solo, y valorarse a sí mismo leyendo y escribiendo como otros. Conocí una vez a uno, 269 completamente iletrado, que nunca había ido a la escuela, no sabía leer ni escribir. Cuando se convirtió al Señor, deseaba ardientemente leer la Biblia. Como por aquel entonces, no había en España “escuelas de adultos” y si existían eran muy pocas y totalmente desconocidas, el hombre optó por comprarse una cartilla de preescolar, para niños de cuatro años, y cuando iba de un lado para otro, detenía a cualquier viandante, rogando que le dijera qué letras eran las que él le mostraba, para así poder aprenderlas, y de esa forma fue conociendo las sílabas y las palabras. Era todo un ejemplo de esfuerzo, pues memorizaba en voz alta lo que había aprendido. Todos debemos aprender a leer las Sagradas Escrituras, incluso aquellos que tenemos estudios universitarios, no es leerlas por leerlas, sino el conocer cada párrafo, su texto, su contexto literario e histórico, e incluso el sentido de palabras claves en los versículos, por que de esa forma quizá evitemos desviaciones doctrinales, y podremos mantener mas y mejor la pureza de la doctrina revelada y las creencias fundamentales que la fé cristiana ha mantenido a lo largo de siglos, como el Dios único manifestado en la forma trinitaria, es decir la Trinidad, la salvación Eterna, la existencia del alma y del espíritu, el infierno, Satanás y los demonios, los ángeles, la obra redentora de Cristo y otras tantas de necesario conocimiento. Papá orando por mi hija Judith en el día de su 2º cumpleaños.El ya estaba enfermo. 270 Creo que Dios instruye al hombre por revelación, eninstruye aquello que el Creo que Dios al hombre por entendimiento es incapaz de revelación, aquello que el Creo quehumano Diosen instruye al hombre por conocer. entendimiento humano es incapaz de revelación, en aquello que el Creo que Dios instruye al hombre por Averroes, entendimiento filósofo hispanoárabe, según conocer. incapaz de revelación, enhumano aquello es que el Antonio Gala.Paisaje andaluz con figuras Creo que Dios instruye al hombre por Averroes, filósofo hispanoárabe, según conocer. entendimiento humano es incapaz de I.Teatro.Biblioteca deenlaaquello Cultura Andaluza. Antonio revelación, Gala.Paisaje andaluz que el con figuras Averroes, filósofo hispanoárabe, según Creo que Dios instruye al hombre por conocer. Anhelas.Granada.1984. I.Teatro.Biblioteca de la Cultura Andaluza. entendimiento humano es incapaz de Antonio Gala.Paisaje andaluz con figuras revelación, en aquello que el Averroes, filósofo hispanoárabe, según Anhelas.Granada.1984. I.Teatro.Biblioteca conocer. de la Cultura Andaluza. Antonio Gala.Paisaje entendimiento humano esandaluz incapazcon de figuras Anhelas.Granada.1984. Averroes, filósofo hispanoárabe, según I.Teatro.Biblioteca de la Cultura Andaluza. conocer. Antonio Gala.Paisaje andaluz con figuras Anhelas.Granada.1984. Averroes, filósofo hispanoárabe, según I.Teatro.Biblioteca de la Cultura Andaluza. Antonio Gala.Paisaje andaluz con figuras Anhelas.Granada.1984. I.Teatro.Biblioteca de la Cultura Andaluza. Anhelas.Granada.1984. LA BIBLIA Y LA BROMA: Dios utiliza medios muy curiosos para hablarnos. Allá por los años 94 ó 95, recibí un día una propaganda del Círculo de Lectores, en la cual se informaba que por la compra de un libro, se nos obsequiaba con otro a elegir. Se podía seleccionar entre tres títulos, uno de ellos era una Biblia. Ya teníamos una gran colección de ejemplares en distintos idiomas del mundo y de diversas épocas e iglesias diferentes, así que otra mas no estaría nada mal. Rellené el boletín de pedido, eligiendo esa versión de la Palabra de Dios, pero en vez de escribir ni nombre y dirección, puse los datos de mi padre, sin decirle nada. Quería gastarle una broma infantil. Dos semanas después, recibió un aviso postal de la oficina de Correos de 271 Almería. Precisamente, casa, y allí le esperé. fui esa mañana a su Cuándo regresó, estaba muy contento, ya que había recogido el paqueteaviso, y era ¡ la Biblia del Círculo!. Yo ya no me acordaba de la suscripción, pero al contemplarla, estuve a punto de descubrir la verdad de lo sucedido. Papá estaba tan entusiasmado con el regalo que me hizo partícipe de su justificado gozo: Juan José, el otro día recibí un aviso de Correos para que fuera a recoger un paquete, y ¿qué crees, que era?.¡una Biblia!.....¡una estupenda y maravillosa Biblia! Me dijo con evidente entusiasmo. Papá, es que quiero contarte algo, respecto de esto Interrumpí con la boca pequeña. Mi padre no me prestó demasiada atención y continuó su relato: ¿Tu sabes que me pasó ayer por la noche, orando? No sé ¡tú dirás! Respondí con cierta expectación, por que hablar con él de éstos temas, era para mí, una constante fuente de noticias, a las que ya estaba acostumbrado. En ese punto de la conversación no sabía exactamente que hacer, si decirle que fue una inocente broma mía o callarme. Opté por lo segundo. En el fondo me estaba riendo, pero de mí mismo. Ayer, en mi oración el Señor me habló, y me dijo: “Eduardo, hijo mío, recibe mi Palabra, yo te la envío, tómala”. Le contesté: “Señor, yo ya la tengo y siempre la recibo. ¿qué quieres decirme con esto?” , pero 272 Él no me contestó, y ésta mañana fui a correos, y ¡cual sería mi sorpresa que me encuentro CON SU PALABRA!. De verdad, Juan José, me temblaron las rodillas, y me emocioné al desempaquetar esta Biblia, pues me di cuenta que Dios me había hablado y respondido. ¿Qué te parece?. ¿A mi?¡muy bien!, ¿Qué quieres que te diga?, desde luego ¡hay que ver cómo se mueve Dios! En mi interior tenía una rara mezcla de hipocresía personal y de admiración al haber sido utilizado por Dios de una forma tan curiosa . Días después me sinceré con él, pero aprendí un poco más del movimiento de Dios en nuestras vidas, pues cuando había decidido la broma con papá, no se me pasó por la imaginación, que quien había manejado mi voluntad y mis intenciones, fue el Señor. EL BAUTISMO DE CARMELA Era una tarde, mediterránea, cálida, agradable. Alberto había llegado desde Alicante, algo cansado. Los dos hombres de Dios, amigos y hermanos de toda la vida, comentaban amigablemente sobre todos los temas, incluidos los políticos del momento, antes de enfrascarse en esa doble y vieja pasión que ambos compartían: la Biblia y la literatura. En la frescura de la conversación, Alberto y papá, hablaban con enorme soltura de los autores clásicos de nuestra literatura: Cervantes, Quevedo, Góngora y tantos otros surgían constantemente de sus labios. Mamá participaba animadamente, pues siempre ha tenido ansias por aprender de quienes le podían enseñar mas y mejor. Por mi parte, ha sido siempre un placer oír a mi maestro, pastor y amigo. Me placía regalarme al oído 273 tal fontana fluyente de información cultural y bíblica, con ese dominio tan peculiar del castellano. Había un motivo para el viaje pastoral. Carmela y Antonia se iban a bautizar, y habíamos decidido hacerlo en el mar. Siempre he tenido una especial predilección por las aguas marinas de nuestra litoral. Quizá por que he soñado con la historia antigua, siempre les he propuesto realizar el bautismo en la costa, por que en ese mismo lugar, dos mil años antes, llegaron los primeros cristianos, discípulos de los apóstoles, fundando en nuestra tierra una de las comunidades mas antiguas del cristianismo ibérico. No tengo nada en contra de la utilización de baptisterios, estanques y piscinas, además hay que usarlos, por que no en todos los sitios hay costa o ríos. Lógicamente hay que ver si es verano o invierno y muchas otras consideraciones a tener en cuenta. Yo mismo fui bautizado en un estanque desmontable, en la Iglesia de Calatrava de Madrid. Sin embargo sí me parece una degradación del bautismo, y una falta de respeto hacia tal acto, hacerlo en la bañera de nuestro servicio, como últimamente se viene haciendo por parte de algunas iglesias evangélicas gitanas. Nada mas finalizar la merienda, nos fuimos al puerto de la ciudad, por que ya teníamos localizada en sus proximidades, una playita muy modesta. Las dos hermanas, se habían reunido con nosotros en casa poco después de la merienda. María “Torrecárdenas” nos acompañó. Supimos escoger bien, el playazo era pequeño, pero muy agradable. Estaba ocupado por algunos bañistas, gente toda ella muy modesta, vecinos en su totalidad, del cercano barrio de Pescadería. No sé que debieron pensar, cuando instalamos allí una mesa portátil, para colocar la Biblia, y el Pan con el Vino, para tomar la Santa Cena. Seguramente les desconcertó un poco, aunque 274 pensarían que era una merienda algo escasa para los siete adultos que allí estábamos. Solo una pequeña botella de vino, con una taza, y en un platito adjunto, unos cuantos trocitos de pan. Aun mas perplejos se quedaron, cuando monté una especie de tienda de campaña, en la que todos entrábamos con nuestras ropas normales y salíamos vestidos de blanco. El caso es que los bañistas observadores, se fueron retirando poco a poco y desaparecieron. No quedó ni uno. Alberto predicó sobre el amor de Dios. El graznido de las gaviotas y el suave rumor de las olas acompañaban sus palabras. Al finalizar su enseñanza, papá previamente preparado se unió a él un par de metros mar a dentro. Yo estaba con ellos, por que las olas les empujaban. Mi padre tenía tanto deseo de prestar ese servicio, a pesar de su mal estado por el declive de su salud cardiaca, que le ayudé segundo a segundo. Aun así no había ningún peligro para su salud. Las aguas eran mansas, cálidas, y solo les cubrían hasta las rodillas. Antonia se introdujo con algún temor, pero Alberto y papá, la recibieron con mucho cariño. ¿Crees, Antonia, en el Señor? Preguntó mi padre, con lágrimas en los ojos ¡Si, creo! ¡Pues yo, ministro del Señor, de acuerdo con las enseñanzas de Nuestro Señor, te bautizo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo! Respondió con singular autoridad Araujo, bautizándola de manera muy rápida, mediante inmersión en las aguas. ¡Que momento mas emocionante!, la alegría resplandecía en el rostro de nuestra amiga. Allá en la arena, mamá y Maria oraban silenciosamente. 275 Carmela y Antonia se cruzaron. Pocos segundos después, la primera también resplandecía de alegría al salir, con mi ayuda de las aguas marinas, tras haber seguido los pasos de su hermana. Papá estaba tan emocionado de haber sido testigo de algo tan importante, que no podía pronunciar palabra alguna. Al finalizar el evento, Dios aún tenía que hacer algo más, pues sintió orar por María. Los dos hombres colocaron sus manos sobre nuestra amiga. Carmela a un lado, al otro Antonia, yo y mi madre y..........Dios habló mediante profecía. EL CORAZON OPERADO Manolo Le rogué a mi amigo Manuel Mengíbar vente a la capilla con nosotros, mientras operan ahora a mi padre Fuimos a acompañar a papá, antes de que lo durmieran para la intervención quirúrgica. Allí estábamos mi madre, yo, Alberto y Manuel. Tuvimos la oportunidad de orar unos segundos antes de que le inyectaran la anestesia. Araujo, se había acercado a su amigo del alma, dándole unas palabras de ánimos, justo en el instante en el cual sus ojos se cerraron por la potente inyección. Cuando se lo llevaron al quirófano, el Doctor López, cirujano cardiovascular, nos comentaba, en su despacho, a puerta cerrada, sobre la gravedad de la situación. Mamá, caracterizada por su valentía, demostró un gran temple aceptando plenamente la enorme posibilidad de perder, físicamente, a su esposo. 276 ¿Qué relación tiene usted, con el paciente? Preguntó el médico a Alberto Soy su hermano Concluyente respuesta El doctor estaba un poco sorprendido por que ambos no se parecían mucho, por tanto interpuse una pequeña aclaración: Es un gran amigo, y hermano en la fe cristiana A ambos o no les pareció importante mi intervención, o no me oyeron. Quiero ser claro, con ustedes, por que el paciente, tiene ya 78 años, y lo que hemos visto por el catéter, nos da la impresión que los tejidos están ya muy viejos, bastante pasados. Doctor Interrumpió mi madre hábleme con claridad, pues es mi esposo, pero quiero saber la verdad, por dura que sea Le agradezco, que sean tan sinceros, me facilitan la labor, no sabemos qué es lo que nos vamos a encontrar al abrir, pero las posibilidades de crisis en la operación son muy altas Explicó estirándose en su sillón de despacho. Ya, pero si me permite, déjeme que lea su información al revés...... InterrumpíEso quiere decir, que hay otro porcentaje, aunque menor de que todo salga bien Veo que lo han entendido, así es, y ese porcentaje, es bastante grande Nosotros somos cristianos, y sabemos que Dios está por encima, Doctor, y es maravilloso lo que ustedes hacen, por que tienen en sus manos nada menos que la vida misma: el corazón, Dios tiene que bendecirles mucho Apuntilló Alberto. 277 El médico conocía bien nuestro testimonio, entre otras cosas, por que a mise me ocurrió una idea muy curiosa, días antes de la intervención. Todos los cristianos conocemos muy bien el Salmo 23: “El Señor es mi pastor, nada me faltará”. Pensé: “¿Porqué no transformarlo un poquito?”, compré en una papelería una cartulina, y un rotulador grueso, y escribí con letras de molde y visibles: “El Señor es mi Doctor, nada me ocurrirá/. Me pone en frescas aguas y lleva a aguas frescas/. Cura mi corazón / Me guía por las rectas sendas/. Aunque tenga que pasar por un quirófano /. No temo mal alguno por que tú estás conmigo/” Ese cartel, lo adherí con adhesivo, a la cabecera de la cama de papá, de manera que todo el mundo lo veía. Aquello formó una pequeña revolución de comentarios positivos e incluso, felicitaciones. Cardiología estaba en la octava planta, y mas arriba, en la décima, algunas habitaciones cerradas y utilizadas como almacén general. La puerta principal, siempre abierta, daba acceso a la capilla general, la iglesia del Hospital, un precioso templo, amplio y muy iluminado por la luz de la calle. Mi madre y yo subíamos casi todos los días, para orar tranquilamente, y cantar con libertad nuestras alabanzas. En la entrada, de la iglesia, había una mesita con diversos folletos y hojas informativas, para los feligreses. Allí mismo deposité unos cuantos evangelios. A la izquierda, un cuaderno escolar, de tamaño “folio”, con un sin fin de notas redactadas a mano. Me llamó la atención, y averigüé que los creyentes, escribían allí sus peticiones más íntimas y personales. Pasando su hojas, una a una, me estaba dando cuenta que me encontraba ante sentimientos tan profundos que sentí un verdadero respeto y amor. Sentimientos 278 abiertos, lágrimas de madres, ruegos profundos, almas quebradas por el dolor, oraciones convertidas en auténticos clamores, y mucho amor, cariño, deseo, fe, confianza, consuelo. Seres humanos que apenas sabían escribir, garabateaban unas palabras de socorro al Señor por su hijo atormentado con la enfermedad. ¡Cuánto hubiera dado yo por un cuaderno como ese!, para leerlo en momentos de oración privada y unirme a esas súplicas firmadas unas, la mayoría anónimas, pero todas ellas redactadas por personas totalmente desconocidas para los hombres, pero no para Cristo. Sentía cada palabra allí impresa como mías. Yo también escribí mi oración, y al final redacté todo el Salmo 23. Había hojas que se notaban con manchas secas pero algo arrugadas por gotas de lágrimas antiguas. Con ese ejemplar en las manos le dije al Señor que bendijera a los autores de esas oraciones e hiciera cumplir sus peticiones. El doctor nos dijo que estuviéramos atentos, más o menos a mitad de la operación, por que el riesgo estaba en que una vez operado el corazón, al introducirlo en la caja toráxica había que darle la orden de funcionamiento, y si no respondía, surgirían los problemas. La intervención comenzó sobre las nueve de la mañana. Todos estábamos en la sala de espera, allí se encontraban mi hermano Florentino y su esposa. A media mañana, mamá, yo y Manuel, subimos a la iglesia. Allí alabábamos una y otra vez, y se oraba. En un momento determinado, Dios me utilizó para una profecía, el silencio era total: “Yo soy soberano, y hago lo que deseo, pero os amo. Yo tengo su corazón en mis manos, estoy con el y con vosotros”.Aproximadamente a las trece horas del medio día, me encontraba en el hall de acceso al 279 área de quirófanos, y he de confesar, bastante nervioso. La situación de los familiares y amigos de un paciente que está siendo intervenido, es muy difícil, ya que al haber varios quirófanos en una zona, a la que no se puede acceder por orden facultativa, y si coincide que se están realizando distintas operaciones, lógicamente hay un gran trasiego de médicos y enfermeros en bata. Cada vez que salía o entraba un doctor, o un sanitario, nos sobresaltábamos, aunque fueran de otro equipo médico distinto. El Doctor López, me dijo que no nos moviéramos de allí, y cuando salió buscándome precisamente a mi, y no a mi madre, tuve algún temor y me aparté un poco, pues temí alguna complicación, pero no era este el caso por que todo había salido mucho mejor de lo que el equipo médico temía. El mismo cirujano, que se había preocupado por el estado de los tejidos interiores, nos dijo que éstos estaban mucho mejor de lo que él esperaba en un principio, y que el corazón estaba respondiendo de una manera muy eficaz. Papá fue trasladado a la Unidad de Cuidados Intensivos. Allá iba en la camilla, completamente entubado por las fosas nasales y la garganta, inconsciente, rodeado de aparatos de todo tipo. Ya en la UCI, pude verle en la sala especial, produciéndome una sensación extraña. Unidades centrales, ordenadores, electroencefalogramas, cables, conexiones, tubitos que salían o entraban en su cuerpo, concediéndome todo ello la sensación de estar en una escena de película de CienciaFicción. Todo salió mejor de lo que esperábamos, de nuevo, el mover y el interés de Dios se hicieron patente. No obstante, papá me había dicho unos meses antes que el Señor, le dio una visión sobre la operación: “He visto, hijo, una paloma blanca sobre un quirófano”. 280 El Espíritu Santo estaba allí, y aunque el equipo medico no lo supiera, Dios dirigía todo el trabajo. Algunos meses después, mi padre, ya en casa estaba revisando algunos escritos suyos muy antiguos, fue para mi una grata sorpresa encontrar uno fechado en el año 1977, en donde se decía: -“Tu verás operación santa y mi gloria se manifestará”Recuerdo que esa promesa fue dada, viviendo en el pueblo de Beas, en la Provincia de Huelva, y que por ese entonces no sabíamos a qué se estaba refiriendo el Señor. En principio creíamos que sería una operación de tipo económico, pero no era eso, Cristo tenía otros planes. Muchas veces nos ha sucedido, el Señor darnos un mensaje profético, y cuando éste se ha cumplido, recordarlo nosotros después. Papá, ¿recuerdas esa Pregunté con cariño. promesa divina? Claro que sí, pero no sabía cómo se cumpliría Asentó con su característica tranquilidad. EL CABALLO DEL CUADRO Mi padre no dejaba de sorprenderme todos los días. En pleno proceso de recuperación, seguíamos haciendo reuniones en casa. La vida seguía su curso normal, y papá procuraba realizar su labor como si no hubiera ocurrido nada. Sus ingresos hospitalarios, detuvieron un tanto su actividad cultural y de investigación, pero 281 cuando de nuevo se reencontraba con su hogar, su máquina de escribir repiqueteaba de nuevo en el silencio del hogar. Por el proceso de enfermedad, su cuerpo iba decayendo poco a poco, sin embargo su vida espiritual se fortalecía. Una tarde de Octubre, encontré en un contenedor de basuras de la calle, dos cuadros, que contenían dibujos de caballos. Dos litografías de equinos, que en sí no estaban mal representados y dibujados, pero los marcos estaban en mal estado, y eran muy mediocres. En realidad no estaban para ser recogidos. Mi pensamiento: extraer las representaciones plásticas de los animales, y hacer con ellos otros cuadros mejores. Con el objeto de que mi madre no los viera, y así evitar protestas por su parte, los escondí en una habitación, y me olvidé completamente de ellos. Por casualidades de la vida, mamá se topó, al día siguiente, con los decrépitos cuadros equinos, con sus descoyuntados y desmontados marcos de madera vieja, acompañando al frugal descubrimiento con una protesta contundente contra en papá, quien no sabía nada del asunto. ¡Eduardo!¿para que me has traído aquí esta basura?¡yo todo el día limpiando y tu me traes cualquier cosa! Lolita pero si yo no sé quien ha puesto aquí esto, habrá sido tu hijo Juan José, es la primera vez en mi vida que veo estos cuadros, pero los bajaré al contenedor de la basura— Así las cosas, los dos caballitos, como buenos hermanos, regresaron de nuevo a donde yo los rescaté. Coincidió, que ese mismo día, el pastor Manuel Arroyo, decidió visitar a mis padres, sin previo aviso. Antes de entrar al portal vio algo arrumbado, en el suelo junto a la basura, en la acera, que pese a su mal aspecto pensó que aun conservaban antigua 282 belleza, y que era digno de ser conservado por mis padres. ¡Hermano Eduardo ¿que tal están ustedes? – Mientras les abrazaba en un cariñoso saludo. Como lo que había recogido abajo le estorbaba para el saludo, continuó: Eduardo, me he encontrado esto en la calle, y ¿a que es bonito?¡ se pueden reparar!¡para usted hermano! Papá, se quedó perplejo y pensativo: ¡Ay, Dios mío! ¡Otra vez los cuadritos!. ¿Cómo le voy a decir a Manolo que no los quiero? Si, son preciosos, déjalos aquí, junto a la pared, y siéntate Decidió papá. Manuel Arroyo, era pastor de las Asambleas de Dios en Almería, pero eso no le libró de caer víctima de una grave enfermedad, contra la cual luchó con una valentía propia de un hombre íntegro, valiente y fuerte en el Señor. Había coincidido con mi madre en su proceso de hospitalización, y aquello fue en cierta medida un plan de Dios para acercarnos más. Todavía hoy desconozco las razones por las cuales la distancia entre nosotros era grande. Es probable que la causa fueran comentarios insidiosos que a veces tanto daño hacen. Sin embargo, el compartir la lucha contra la enfermedad, hizo que ese supuesto muro se cayera por si mismo. Arroyo, había sentido orar con mi madre, recién salida de su operación. Aun recuerdo ese momento tan emotivo, cuando, al llegar yo, sin saber que Manolo estaba allí, seguramente uno de los momentos más bellos que yo recuerde de esos meses. El pastor, se había abrazado a mi madre, llorando sobre ella, y haciendo una de las oraciones mas bellas y de mayor contenido humano y cristiano que había oído hasta el momento. No recuerdo todo su contenido, pero aun vibra su sentimiento de humildad, 283 reconciliación, perdón y amor entre cristianos. Cuando Manuel se marchó, me bajé con él. A la mañana siguiente mamá tuvo la desgracia de tropezar de nuevo con los caballos allí colocados, y tras una nueva discusión, papá de nuevo, los volvió a depositar en el contenedor, con la esperanza de que alguien se los llevara definitivamente de allí, y no verlos nunca mas, el problema radicaba en que a mi padre no le gustaba introducirlos dentro del gran cubo de la basura, si no que los colocaba junto a él. Esa misma tarde, mamá esperaba la visita de su amiga y hermana en Cristo, Joaquina, alrededor de las siete, para orar y merendar algo juntos. La mirada de la mujer, antes de subir a casa, se había cruzado con algo que le llamaba poderosamente la atención. ¡Eduardo! exclamó nuestra amiga al entrar en casa ¡me he encontrado algo que es muy bonito y que da pena que los hayan tirado! Papá, con cara de tedioso aburrimiento debió de pensar: “¡Los caballitos otra vez! ¿pero que he hecho yo para recibir este castigo?”. Había decidido guardarlos harto quizá de tanto viaje por la escalera con los cuadros dichosos, sin saber para qué, ni porqué, pero tres días después de esos curiosos acontecimientos ecuestres, oró en la soledad de la noche, sobre su enfermedad, y la constante pérdida de fuerzas físicas que estaba experimentando día a día. Abrió su corazón al Señor, y de su interior manaba, como agua cristalina, una sola oración: Señor, dame fuerzas. Frente a él, los viejos, vetustos, destartalados cuadros de la discordia. Aparentemente carecían de todo valor, pero al contemplar esos équidos salvajes corriendo, trotando 284 fuertes y orgullosos, sintió que Dios le quería hablar, y que lo iba a hacer, usando el modelo de esas viejas litografías. “Señor, estoy viejo, y roto como esos cuadros, y ya no sirvo, dame fuerzas, Señor”. Papá sentía que tenía que contemplar, no los marcos rotos, ni el trasfondo de esas representaciones, de una manera o de otra, tan rotas como él mismo, sino a los corceles salvajes que contenían. “¡Señor!¿Qué me quieres decir?,¡se que me vas a hablar”. Dios, en su misericordia, le contestó: “Yo te daré las fuerzas de un caballo” ¡Y se las dio!. Su arrugado rostro dejó caer una lágrima, y allí mismo, en mitad de una noche silenciosa, elevó sus manos al cielo para orar en lenguas del Espíritu. Han pasado los años, el ya ha partido con su Señor, y yo aun conservo esos viejos dibujos, como un recuerdo de aquel gracioso, simpático, y bien humorado mover de Dios. MI MADRE AL HOSPITAL A las 13 horas del primer jueves del Mes de Julio de 1998, regresé a casa tras mi trabajo. Nada más llegar, Milagros me dio una mala noticia: ¡Juan José, tu padre ha llevado a tu madre al hospital!,¡vete a urgencias, pues hace ya un rato que están allí! No lo dudé un instante, sin cambiarme de ropa, fui al hospital rápidamente. Mamá, que 285 ya tenía 80 años, se había caído cinco días antes, de la cama, al darse la vuelta en la cama, dándose un buen golpe lateraldorsal izquierdo. Yo mismo la había llevado, y tras unas pruebas con Rayos X, le dieron el alta, pues aparentemente, no encontraban ninguna costilla rota. Recetó la doctora unas medicinas, y el ruego de visitar al médico de cabecera. Con los medicamentos pensamos que se repondría poco a poco. Aun así, no obtenía mejora ninguna. Evidentemente, papá y yo seguimos las instrucciones, dándole realmente, tiempo al tiempo, pero ninguno de los dos y mucho menos ella, nos podríamos imaginar que iba a suceder y cual era su estado de gravedad. Precisamente, el fin de semana anterior, estuvieron visitándola sus hermanos carnales y demás familiares. Cuando llegué a Urgencias, me encontré con mi padre, aparentemente tranquilo, pero muy preocupado. ¡Papá! ¿Qué mamá? ha pasado? ¿Dónde está En observación, no se puede entrar. Me han dicho los médicos que es muy grave la situación. Esta mañana, me tocaba cita con el cardiólogo, sobre las 11 de la mañana. Le dije a tu madre que se viniera conmigo, pues como tú sabes siempre vamos juntos. Ella no quiso, por que se encontraba mal, y yo no podía perder la vez, por que era un tema muy delicado, sobre la medicina que estoy tomando, el “Sintrom”, así que decidí ir yo solo, pero al salir de la consulta, suelo usar el autobús, y sin embargo tuve una corazonada, regresando en un taxi. Cuando subí a casa, lo más rápidamente posible, pues tu sabes que no puedo correr, que me agoto, encontré a tu madre, sentada, sudando abundantemente, con los ojos en blanco, y casi en estado de coma. Le di tortitas en la cara, llamándola, por 286 si reaccionaba pero no fue así, así que llamé al 061, y en cinco minutos ya estábamos en la ambulancia a toda velocidad. Puse su cabeza en mis piernas, y acariciándola, le dije: “Lola, cariño, no temas, que Dios y yo estamos a tu lado”. Ella recobró el conocimiento, y pudimos hablar un poquito, pero nada mas llegar la han introducido y no puedo verla. Me di cuenta, que la situación era de enorme riesgo, muy peligrosa, y sin embargo, la tenacidad y el dominio de la situación que mi padre tuvo fue ejemplar. Llamé a mi mujer, para decirle que avisara a mi hermano Eduardo lo antes posible y al resto de amigos y familiares. Al cabo de unas dos o tres horas, el médico jefe de urgencias, tomó la decisión de enviarla a otro hospital, la “Cruz Roja”. Mamá estaba consciente, despierta. Desconocía la razón técnica de ese “tejemaneje” con la ambulancia de “un lado para otro” llevando a una enferma de ese calibre. Al bajar la camilla del vehículo, ésta se rompió, ocasionando una fuerte sacudida en el cuerpo de mi madre. Estuvo ingresada en ese centro un par de horas, entrando allí de nuevo en crisis profunda, con fuertes sudores y entre cortada respiración. Papá y yo nos dimos cuenta que aquello no era nada normal. La doctora que la atendió, me confesó que no sabía qué le estaba pasando, que esa enferma se le escapaba de las manos, y optó por devolverla al otro hospital. De nuevo, la ambulancia. Allí otro ingreso urgente. Inmediatamente, fue introducida en observación, permitiéndome verla. Juan José, hijo mío, y tu Eduardo Por mi hermano, que estaba conmigo si algo os he hecho, os pido perdón, ya me ha dicho el medico lo malita que estoy y me van operar con urgencia, así que si me voy con el Señor, lo 287 único que os pido es que cuidéis de vuestro padre, y que me perdonéis, pues os quiero mucho a todos, y las cosas las he hecho siempre pensando en mis hijos y en papá Mamá, por favor, descansa, no hay nada que tengamos que perdonarte Le dijimos los dos. Y vuestro padre?¿cómo está? Me preguntó Está aquí, en la sala de espera, pero se encuentra bien Contesté ¡Pobrecito, decirle que le quiero mucho,......! Sin terminar de hablar, volvió a entrar en crisis. El doctor, nos rogó que la dejáramos e inmediatamente se la llevaron al quirófano. Eduardo, mi hermano hizo lo que pudo, informándose directamente con los amigos y colegas sanitarios que conocía. El médico quiso hablar conmigo unos segundos: ¡El caso de su madre, es asombroso!¡es para una revista médica!,¡nunca he visto nada así! Doctor,¿qué sucede? Pregunté. ¿Cómo es posible que en el anterior ingreso, el de hace una semana, no se detectara lo que realmente tenía? Me preguntó. Mi madre se cayó el otro día, yo mismo la traje aquí, y no encontraron nada, eso es todo lo que yo se. Su madre ha estado con el bazo reventado cinco días, hay que extirpárselo Fue su alarmante respuesta. Me quedé perplejo, por que en esas mismas fechas, un conocido motorista deportivo español, Carlos Checa, había sufrido un aparatoso accidente en una carrera en Londres, reventándose dicho órgano interior, y se le intervino inmediatamente, salvándole así 288 la vida, pero el deportista era un hombre joven, y mi madre una anciana de 80 años, que además estuvo viviendo con ese traumatismo varios días. Una vez operada, la trasladaron a la sala de Observación. Allí nadie podía verla, pero se nos permitió la entrada previamente uniformados con una bata verde. Entré el primero en compañía de mi tía Dora y mi padre, y antes de hablar con ella, intercambiamos impresiones con la doctora jefe: Doctora,¿cómo está mi madre, Dolores Rivas Lara? Pregunté El caso de su madre, es para mí asombroso, dado el cuadro que tenía ayer antes de la operación. Es increíble. He de decirle que su estado de salud es sumamente delicado, y no me explico cómo ha podido salir de la operación. Vamos a ver cómo evoluciona en estas horas, pero se encuentra despierta, y muy animosa Doctora, somos cristianos y hemos orado a Dios, quizá sea eso lo que le haya servido Expliqué. ¡Debe de ser!, ¡debe de ser!, por que desde que está aquí, está constantemente hablando de Dios a todo el mundo, incluso conmigo..... ¡Pasen y hablen con ella!... ¡solo unos segundos! Allí estaba, entubada, algo hinchada, pero muy serena, hasta el punto que en cuanto nos vio a los tres, daba ánimos de forma constante. En poco tiempo, ya había hecho amistad con el equipo médico. Esa misma tarde, la trasladaron a una habitación general en la cuarta planta. Si algo he admirado en mi madre, ha sido siempre su capacidad de resistencia y su animosidad postoperatoria. No sé, si es por que siempre ha sido una mujer muy fuerte, en cualquier circunstancia, 289 el caso era que estaba constantemente hablando con todo el equipo sanitario. Un par de horas después fue trasladada a la 4ª planta. Coincidió, que en esa habitación solamente estaba su cama, no había pacientes. Sería aproximadamente las cuatro de la tarde. En una esquina, mi hermano Eduardo, con rostro taciturno, junto a mamá, mi padre, y yo frente a ellos, en la otra, todos en un momento de silencio casi absoluto, cuando algo me sucedió de forma inexplicable. Contemplándola, sentí de pronto la presencia sobrenatural de Dios, literalmente bajando hacia mí, algo que tan solo pude percibirlo yo, y oí en mi alma su poderosa voz diciéndome con toda claridad: “¡Estás ante mi poder!” La unción del Espíritu Santo se hizo patente, y allí mismo desde el interior de mi corazón le adoré. Dios me estaba hablando de una manera prodigiosa, pues lo que había comenzado a hacer con mi madre, aún se vería después. El problema era muy complejo, por que al abrir para operar, los doctores, descubrieron, al parecer, un cáncer de ovarios con metástasis. Sufrió un paro cardíaco en plena operación. Coincide, que durante la misma, tuvo una experiencia con el Señor, se sintió fuera de todo, muy feliz, y ante ella, la presencia de Jesús. Unas palabras resonaban en su alma: “El Señor es mi pastor, nada me faltará”. Muchas veces, hemos hablado, sobre este tema, y siempre me ha dicho, que en ningún momento sintió miedo, ni temor, tan solo una felicidad inmensa, algo que no se puede describir con palabras humanas. La estancia en el hospital, duró un mes, mucho más que la de mi padre, y su recuperación. Le estaban administrando dosis de una medicina, 290 que debía servir como tranquilizante, pero cuyos efectos fueron absolutamente horrorosos, el Haloperidol, pues alteraba notablemente el sistema nervioso periférico, sobre todo por las noches, causándole crisis nerviosas constantes. Costaba un enorme esfuerzo mantenerla quieta en la cama, con todos los tubos que tenía del suero y de las medicinas. Se levantaba, se acostaba, se movía de un lado para otro, minuto tras minuto, sin descanso, a lo largo de toda la noche, y durante veinte días, llegando incluso a delirar. Esa medicina era por prescripción de los médicos cirujanos, y había que dársela. En esos días de hospitalización, yo desconocía las contraindicaciones de ese fármaco, es más, ni siquiera sabíamos qué era lo que le estaban suministrando para calmarla. Aquel mes fue un verdadero desastre para la familia, y no por el hecho de que mi padre, convaleciente de su enfermedad, tuviera que vivir con nosotros, sino por el enorme desajuste que supuso. En mi casa, no había mucho espacio, así que Milagros dormía con los niños, y yo lo hacía con mi padre en la cama más grande, por lo tanto teníamos la oportunidad de orar y leer la Biblia juntos. Tuve que asumir mis responsabilidades como hijo, y atender a mis padres lo mejor que pude. Necesitábamos alguien que estuviera junto a mi madre en el hospital, y mi mujer, tenía unos cuantos teléfonos de personas que se ofrecían, previo pago, para cuidar enfermos. Situando el dedo índice sobre un número telefónico al azar, recuerdo muy bien que dijo: “Llamaré a este teléfono, no sé quien es, pero da igual, que Dios haga lo que quiera, su voluntad es”. Al otro lado de la línea contestaba una voz femenina, que aceptó el trabajo, su nombre, Carmela. A raíz de la amistad que surgió entre las dos, se creó una relación personal, que Dios utilizó para llegar al corazón de nuestra amiga, 291 convirtiéndose después en nuestras reuniones, ella y sus hermanas. Varios meses después, Carmela y su hermana Antonia, fueron bautizadas en las aguas de nuestro Mar Mediterráneo, por Alberto Araujo y mi padre. Una tercera hermana, Dolores, se convirtió al Señor. Al escribir estas líneas, ha pasado algún tiempo de esos hechos y hoy, Carmela, está sirviendo al Señor con un programa de radio cristiana de gran aceptación. Su bautismo en aguas sería la última manifestación del ministerio de papá. MAS HOSPITALES A mi padre, los doctores le habían dicho que su esposa viviría seis meses. Después de esa desalentadora noticia, mamá no solo sobrevivió hasta el fallecimiento de su marido, acaecido dos años mas tarde, si no que ha sobrepasado dos años más, en total, cuatro. Hoy 24 de Enero del año del Señor 2003, aún está conmigo, habiendo alcanzado 84 años de edad. Hace tres meses, mamá ha tenido alguna dificultad para evacuar convenientemente, por ese motivo ha acudido repetidas veces a los servicios médicos. En principio no se le había dado mayor importancia, pensando, quizá en un mal menor solucionable con sencillas aplicaciones. Sin embargo su estado de salud empeoró considerablemente en dos días. Los síntomas que tuvo en esos instantes, se asemejaban a los que sufre de manera regular por problemas digestivos. En el servicio de urgencias del pueblo así los trataron, provocando sin desearlo una confusión que pudo haber tenido consecuencias muy graves para su propia vida. Como no mejoraba, di un plazo de horas, 292 para observar su desarrollo, y ante la ausencia de respuestas positivas, opté por un ingreso en urgencias en el Hospital de Torrecárdenas. Se quedó ingresada, ya que los doctores detectaron una oclusión intestinal severa. Sometida a sueros, habían decidido observar cómo evolucionaba, dándole unos días y si no lograba defecar, habría que operarla a vida o muerte dado su cuadro clínico. Las posibilidades de sobrevivir a la intervención quirúrgica eran sumamente escasas. De nuevo, ante el dilema: ¿Qué hacer?, simplemente, “orar”. No he dudado un solo instante. Con la memoria del teléfono móvil, cargada de números, he organizado una cadena de oración, llamando a diferentes amigos y hermanos de distintos lugares de España. Por esas fechas, coincidía que cumplíamos treinta de vida cristiana. Precisamente, yo ya había hablado con Alberto Araujo para hacer algo especial en Almería, una especie de cultohomenaje al Señor, con la presencia de numerosos conocidos. El ingreso de mi madre, lo cambió todo, mejorándolo si cabe decirlo, por que lo que hicieron Alberto y Lilias, su esposa, fue visitar a mamá sin previo aviso, para darle una sorpresa. Estando mi madre en observación, antes de ser trasladada a la sala general, me sorprendí al ver a nuestra hermana y amiga Paquita, que entraba como un rayo a la sala, con su inacabable gracia, sonrisa y buen hacer. ¡Paquita!, ¿qué haces por aquí? Pues que he venido a ver a mi hermana Lola ¿Cómo te han dejado pasar? Les he dicho que soy su hermana, y como es verdad, aquí estoy 293 Allí mismo, puso su mano sobre el vientre de mi madre, con una sencilla oración, cargada de emoción y amor personal: “Señor, yo no sé lo que tiene mi hermana Lola, en su vientrecito, pero tú lo puedes todo, cúrala, mi Dios, haz algo por tu anciana hija, Señor, en tu nombre, yo no tengo el don de sanidad, pero eso no importa, porque quien sí lo tiene eres tú mi Dios”. Francisca, al terminar la oración atentamente, para preguntarme: me miró ¿Tú no has sentido nada?, por que el Señor se ha presentado y algo ha hecho en el vientre de tu madre. En el proceso de hospitalización, el cirujano me dijo que daba como plazo a mi madre una semana para ver cómo evolucionaba, y si no conseguía defecar, la operaría a vida o muerte. Agradecí la sinceridad, por que siempre he enfrentado la enfermedad con esa objetividad. Coincidió en esos días, que mi familia cumpliría treinta años de vida cristiana, para lo cual Alberto y yo habíamos hablado sobre la necesidad de hacer un culto especial. El ingreso de mi madre lo cambió todo, mejorándolo, ya que mi maestro en Biblia y su esposa Lilias, hicieron una visita especial, el mismo día 11 de Noviembre a mi madre, llenándola de alegría. No obstante, tres días antes de la fecha indicada por el cirujano, el aparato digestivo de mi madre comenzó a funcionar. ¡Gloria a Dios! Aun así, el equipo médico decidió mantenerla ingresada unos días mas para observar su evolución. ¿Cuál era el plan de Dios?, no lo sé pero quizás fue abrir una puerta en los familiares de la paciente que compartía con mi madre la habitación, como así ha sucedido. 294 Carta dirigida a mi madre, redactada en persona por el Alcalde Don Santiago Martínez Cabrejas, tras el fallecimiento de papá, manifestándole sus respetos y condolencias, mas como amigo personal que en calidad de Alcalde. CONTINÚE LEYENDO LA ÚLTIMA PARTE, EL SIGUIENTE PDF La raíz del surgimiento de las modernas sectas, está directamente relacionada con su poder económico. Tras la manipulación de la fe de multitudes, está su ávido deseo de ganancia a toda costa, inventándose para ello diversas patrañas embusteras, y destruyendo la sana ingenuidad de quienes buscan respuestas. Quizá por eso, hoy más que nunca, los cristianos debemos prepararnos con buen fundamento bíblico ante sus amenazas, que son serias, ya que además cuentan con un poder inmenso que les proporcionan todos los modernos medios de comunicación e Internet. Pretendo, con mi testimonio escrito: “Aquellos años, el triunfo de la fe”, mostrar lo que Dios ha hecho, en mi familia, y por tanto en mi mismo, a lo largo de mas de tres décadas. Mi deseo ferviente, es que otros, conozcan al Señor personalmente. Así mismo, pretendo alertar, en la medida de mis escasas posibilidades, a la comunidad cristiana, especialmente a la de fe evangélica, ante el avance de grupos, falsamente llamados “fundamentalistas”, y que están distorsionando de manera muy peligrosa, especialmente, al mover actual del Espíritu, intentando someterle a una distorsión de las bases bíblicas. Véase el G12, por ejemplo. Pero, el mismo Espíritu Santo, que da los dones, (en griego: “carismas”, ó kerigma, de ahí: carismático, como alguien que ha recibido esos dones) , nos avisó en 1ª Timoteo 4 de la apostasía final.El Espíritu Santo y la Palabra de Dios, la Biblia, van juntos, unidos, son una misma cosa, y la iglesia tiene el magisterio para enseñar y examinarlo todo. EL AUTOR. 295 296
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