Los últimos que serán primeros, parte V

Los últimos que serán primeros, parte V
Apóstol Sergio Enríquez O.
Cuarto servicio
Guatemala, 22 de noviembre del Año de la Misericordia
A través de esta serie de estudios hemos estado explicando que nosotros nos encontramos viviendo en el final del último tiempo;
pasando entonces a ser los siervos de la última hora o la hora undécima. Para afirmar esto hemos tomado como parámetro la
parábola de los obreros de la viña, la cual se expone en Mt 20:1-16 LBA. Dentro de la misma podemos apreciar que el señor de la
viña, quien es figura de nuestro Señor Jesucristo, hizo una serie de contrataciones en horas distintas y a algunos de ellos les dijo que
se les pagaría un denario al día, a otros les dijo que les pagaría lo que fuera justo; sin embargo, al grupo de obreros que contrató a la
hora undécima solo les dijo que fueran a trabajar. Luego, al anochecer, ordenó a su capataz el que llamara a los jornaleros y les
pagase su salario, comenzando primero con el grupo que había sido contratado en la hora undécima. Lo interesante de esto es que a
todos se les pagó exactamente la misma cantidad; es decir, un denario. Nosotros somos esos siervos de la última hora, por tanto, es
muy importante el que sepamos cuál es el perfil de esas personas a quienes el Señor les dijo que serían los primeros. A este
respecto, se ha explicado que en Mt 20:1-16 LBA se hace mención de que los primeros serán los últimos y los últimos serán
primeros; pero no podemos tomar esto como algo absoluto, sino que debemos interpretar lo que el Señor nos quiso decir con esto. Y
para ello es necesario que concatenemos ese versículo con lo escrito en Mt 19:30 LBA, donde se escribe que muchos primeros serán
últimos, y los últimos, primeros. Nótese que ahora ya no se está diciendo que “todos” los primeros serán últimos y viceversa, sino que
ahora solo hace mención de que “muchos”, habiendo sido primeros, pasarán a ser de los últimos mientras que varios de los que
llegaron de último, ahora estarán ocupando el primer lugar. Esto significa que existe un perfil que debemos llenar para poder ser de
los últimos que pasarán a ser primeros. Para tener una idea clara de las características que deben poseer los siervos de la hora
undécima que llegarán a ser primeros, es necesario que escudriñemos en las Escrituras los nombres y hazañas realizadas por
aquellos personajes que ocuparon el undécimo lugar, al igual que todo lo acontecido en la hora undécima, el mes undécimo y el año
undécimo marcados a través de la Biblia. En los estudios previos ya se habló un poco acerca de algunos personajes que llegaron a
ocupar el undécimo lugar, por lo que en esta parte del estudio solo vamos a concentrarnos en los peligros a los cuales se enfrentarán
los siervos de la hora undécima, así como a lo que sucedía en el undécimo día, mes y año, conforme a las Escrituras.
El Apóstol Pablo exhorta a Timoteo a tener cuidado ya que los últimos días serán tiempos peligrosos (2Tim 3:1), y ha quedado
escrito en la Palabra Profética más segura que la Tierra estará cubierta de tinieblas, y una densa oscuridad envolverá a las naciones
(Is 60:2); esto refiriéndose al final del último tiempo. Nótese entonces que, siendo los siervos de la hora undécima, nosotros vamos a
estar presenciando todos estos peligros profetizados para este tiempo; mas debemos permanecer firmes y confiados esperando la
manifestación del Señor, tal como los centinelas esperan la mañana. Aunque el enemigo quiera poner tropiezos en nuestro caminar
para impedir que alcancemos aquello para lo cual hemos sido llamados, debemos tener la convicción en nuestro corazón de que Dios
tiene cuidado de nosotros y nos guarda en la palma de Su mano, por tanto, no tengamos temor de lo que ha de venir ni mucho menos
estemos tristes, como los que no tienen esperanza. La Palabra expone en Núm 7:72 LBA que en el undécimo día se presentó Pagiel,
hijo de Ocrán. El significado de “Pagiel” es “intervención divina” conforme al Dicc. Wilton M. Nelson. Podemos interpretar entonces
que, en medio de los peligros a los cuales nos enfrentaremos, se hará manifiesta una intervención divina de parte de Dios, la cual nos
librará de cualquier situación en la que nos podamos encontrar, pues Él vela sobre Su palabra para cumplirla. Nosotros no estamos a
expensas del enemigo de nuestra alma, pues dependemos del Dios Todopoderoso y Él es quien interviene a favor nuestro. Ahora
bien, uno de los peligros que enfrentaremos cuando estemos atravesando por alguna adversidad, es el esperar una intervención que
no sea divina, pues esto equivale a que hemos quitado nuestra confianza en Dios para depositarla en nuestras propias fuerzas o en
nuestros semejantes. Todo cuanto vayamos a hacer debemos ponerlo primeramente en manos del Señor, ya sea el viajar hacia otro
país, cambiar de lugar de empleo, casarse, etc., y esperar por Su respuesta, pues debemos hacer Su voluntad y no la nuestra.
En relación al undécimo año, vemos en 1Re 6:38 LBA, que la casa fue acabada en todas sus partes y conforme a todos sus planos.
La edificación se hizo en siete años. Aquí se está hablando acerca del Templo de Salomón, pero aplicándolo a nuestra vida, sabemos
que nosotros somos el templo del Señor, por tanto, esto quiere decir que el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará
hasta el día de Cristo Jesús, Fil 1:6 LBA. El número once es el indicador del final del último tiempo, en donde seremos restaurados y
perfeccionados como consecuencia de la intervención divina extraordinaria que el Señor obrará a nuestro favor. Todo lo que no
habíamos logrado hacer en los pasados diez años, ahora lo lograremos hacer en uno. Aquello que nos esclavizaba y de lo cual no
lográbamos liberarnos, ahora será anulado por el poder de Su unción vertida sobre nuestra vida. También fue en el año undécimo que
Ezequiel profetiza acerca de la destrucción de Egipto, conforme leemos en Ez 30:20 SRV y su contexto. Sabemos que Egipto es
figura del mundo por lo que entendemos que todas aquellas cosas que nos atan y esclavizan a este mundo, serán desarraigadas de
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nuestro interior en este tiempo. Igualmente leemos en Ez 26:1 LBA, que en el año undécimo se profetiza la destrucción de Tiro, que
concatenado a Ezequiel capítulo 28 e Isaías capítulo 14, vemos que se está refiriendo a satanás. Esto implica que nuestros
adversarios van a ser destruidos. El Dios de paz aplastará pronto a satanás debajo de nuestros pies (Rom 16:20).
Escudriñando acerca del undécimo mes, la Palabra nos revela en Deu 1:3 LBA, que Moisés le habló al pueblo de Israel conforme a
todo lo que el Señor le había ordenado que les diera. En otras palabras, él les comienza a explicar la ley. Todo esto es indicativo de
que en el último tiempo vendrá sobre nosotros un espíritu de revelación, y a través del Espíritu Santo y el ministerio quíntuple se nos
comenzará a explicar la Palabra, tal como hizo el Apóstol Pablo con la gentilidad. También seremos visitados por el Señor, quien nos
enseñará aquellas cosas que aún no hemos visto en las Escrituras. La lectura en Zac 1:7 LBA nos revela que en el mes undécimo se
decretó una profecía de restauración sobre Jerusalem. Se acercan los días en que Dios iniciará Su trato con los jacobitas hasta que
ellos sean restaurados y sean convertidos en Israel. La plataforma para el comienzo de la gran tribulación ya está siendo preparada;
sin embargo, antes de que la semana 70 de Daniel inicie, será levantada de sobre la faz de la tierra la Iglesia novia del Señor
Jesucristo, la cual ya está siendo preparada y ataviada para recibir al Amado. Ahora, en lo que esto acontece, a nosotros nos
corresponde proclamar a voz en cuello la restauración de Jerusalén.
Por otra parte, debemos estar apercibidos de cuáles serán los peligros a los que nos enfrentaremos en la última hora; siendo uno de
ellos el hecho de que el anticristo viene, y aunado a ello surgirán muchos anticristos, tal como se expone en 1Jn 2:18 LBA. ¿Quién es
el anticristo?, aquel que niega al Padre y al Hijo, conforme leemos en 1Jn 2:22 LBA. Esto quiere decir que antes de la manifestación
física del anticristo durante el tiempo de la gran tribulación, se levantarán muchos que negarán a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios
Espíritu Santo, algo que actualmente ya está aconteciendo a nuestro alrededor. Ciertamente ya se acerca el fin de todas las cosas,
así que, para orar bien, debemos mantenernos sobrios y con la mente despejada para no caer en tentación ni ser influenciados por el
espíritu del anticristo. Aquel que crea estar firme, mire que no caiga. Supliquemos al Señor el que nos ayude a no negarle cuando
llegue el momento en que nuestra fe sea probada. Y si alguno ha pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo;
por tanto, tenemos la esperanza de ser restaurados. Así como el Señor restauró y liberó a Pedro luego de haberle negado tres veces,
igualmente hará con nosotros si luego de haberle fallado nos acercamos con un corazón contrito y humillado y le pedimos perdón. La
hora undécima es el momento en el que debemos definirnos y declarar a viva voz “yo y mi casa serviremos a Jehová”; y aunque
vengan pruebas y tribulación, permanecer firmes y confiados en el Señor. Se aproximan tiempos peligrosos, por tanto, levantemos
nuestra cabeza y pongámonos todas las piezas de la armadura de Dios para poder resistir al enemigo en el tiempo del mal, y tras
vencer en todo, permanezcamos firmes esperando el pronto retorno de nuestro Amado Rey y Señor. ¡Así nos ayude Dios!
¡MARANATHA!
Redactado por: Hna. Natalie Marie Figueroa
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