La batalla de las voluntades Pastor Marco Vinicio Martínez Guatemala, 11 de marzo del Año De la Misericordia Mateo 6:9-13 RV95 Vosotros, pues, oraréis así: "Padre nuestro que estás en los cielos, Santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos metas en tentación, sino líbranos del mal, porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén". El decir “venga tu reino” implica muchas cosas; por ejemplo el reconocer y aceptar el señorío de Dios, esto acompañándolo con el anhelo ferviente de que se haga Su voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Decir “hágase Su voluntad” es una declaración muy seria porque estas palabras están escritas en la tabla de nuestro corazón, y permanecen allí para siempre; el entendimiento de cuál es la voluntad de Dios viene posteriormente, y es un gran reto que debemos cumplir como ciudadanos terrenales y aspirantes a la patria celestial. El Señor nos ha entregado un regalo que es la voluntad, y hemos puesto esa voluntad para acercarnos y congregarnos en Su nombre, pese que existen oposiciones de parte de las tinieblas. El Señor no nos quita la voluntad, sino que nos la pide, como cuando aceptamos a Cristo en nuestro corazón, lo cual fue una disposición voluntaria, porque como sabemos, Él nunca nos obliga, así como tampoco el Evangelio nos es impuesto sino que nos es dado por misericordia. De la misma manera en que en lo terrenal existen leyes que como ciudadanos nos dan derechos y obligaciones, igualmente sucede en el Reino de Dios ya que existen leyes y principios divinos a los cuales debemos sujetarnos y respetar. Como hijos de Dios debemos considerar la voluntad del Señor en todo tiempo y no ir en pos de lo que nos place hacer. El pasaje nos muestra esta importancia de considerar la voluntad de Dios en todas nuestras acciones, sin importar que mientras los años pasan por nosotros, más difícil es obedecer. Es difícil obedecer y hacer la voluntad de alguien más, es una batalla que debemos librar día con día. Al respecto, el libro de los Salmos dice que es inteligente cumplir la voluntad de Dios, amar a Dios sobre todas las cosas y honrar a nuestros padres, no obstante, a veces amamos más a otros que a Dios. Existen enemigos alrededor de esta voluntad; sobre este respecto, el libro de Génesis, en su capítulo 11, habla sobre la torre de Babel, que muestra como el hombre intenta conquistar el cielo yendo en pos de sus propios deseos y pasiones y mostrando una total rebelión al orden de Dios, por eso Él interviene cambiándoles el idioma y dispersándolos por la tierra. Tomando en cuenta que todo lo que el hombre se proponga lo logra hacer, es necesario que seamos cuidadosos con lo que deseemos y nos propongamos a realizar pues no todo lo que hacemos es del agrado de Dios. El Señor estableció límites que nosotros debemos respetar. Tenemos la gran capacidad de lograr cosas buenas y malas, y lo que determina el camino que seguiremos es el discernimiento de la voluntad de Dios; en contraposición de lo que nosotros consideramos como bueno o malo, Dios no quiere cristianos con su propia manera de ser, sino que lo reconozcamos como Rey de reyes, y el único límite que nos pone es hacer Su voluntad combinado con la aplicación del sentido común, por lo tanto, la voluntad de Dios debe estar presente en todo lo que emprendamos y lo que estemos por decidir. La palabra voluntad significa: aquella facultad del hombre para querer algo, lo cual implica admitir o rechazar. La voluntad consiste, ante todo, en un acto intencional de inclinarse o dirigirse hacia algo, y en él interviene un factor importante: la decisión. 1 Este estudio puede imprimirse y reproducirse por cualquier medio siempre y cuando se cite la fuente de donde se obtuvo. www.ebenezer.org.gt La batalla de las voluntades Pastor Marco Vinicio Martínez Guatemala, 11 de marzo del Año De la Misericordia Querer y desear: Desear significa pretender algo, pero desde el punto de vista afectivo, sentimental. “Querer” supone buscar algo y poner toda la voluntad en ese empeño; es determinación, empeño, esfuerzo concreto que no se dispersa. Filipenses 2:12-13 RV95 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no solamente cuando estoy presente, sino mucho más ahora que estoy ausente, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Muchos nos hemos propuesto hacer algo que no hemos logrado, y El Señor nos da el querer y el hacer pero siempre que nos encontremos dentro de Sus límites; así mismo la Biblia dice que todo lo que pidamos en Su nombre nos lo concederá, sin embargo, el contexto dice que nos será dado solo si está en Su voluntad. Efesios 2:1 RV95 Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, La primera voluntad es la de Dios, luego la voluntad nuestra, y por último, la voluntad del enemigo influyendo sobre nosotros, pero el diablo no tiene poder sobre nosotros, a menos que se la entreguemos. En Romanos 12:1 se nos exhorta a que por la misericordia de Dios presentemos nuestros cuerpos como un sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios; por lo que no debemos seguir las corrientes de este mundo sino el buscar el hacer la voluntad de Dios. Ahora, ¿qué es o cuál es la voluntad de Dios?, es autocontrol, autogobierno, templanza como frutos del Espíritu, por lo que no debemos ser como una ciudad destruida que se deja dominar por sus pasiones. La depresión es otra forma de minar la voluntad, Dios quiere que seamos como Daniel en una Babilonia que opera en la plena actualidad. Daniel propuso no contaminarse con alimento corrompido, prefiriendo hacer la voluntad de Dios a cualquier costa; fue un hombre que se aleccionó en las disciplinas espirituales como: evangelizar, interceder, reprender; esto usando las facultades que Dios le dio para honrarlo, evitando dejarse llevar por las corrientes babilónicas. Daniel se mantuvo firme y jamás negó que era siervo de Dios, ni aun en el último momento de su vida, y por ello Dios tapó la boca de los leones y lo honró. La voluntad se ejercita con el objetivo de agradar a Dios, por eso nos ha dicho en Su Palabra: “no temas ni desmayes por que el Señor tu Dios estará contigo donde quiera que vayas” (Josué 1:9). Santidad es hacer la voluntad de Dios, y la fortaleza que necesitamos para hacer Su voluntad la encontraremos orando todos los días, perdonando todos los días, y anhelando que en la batalla de nuestra voluntad el vencedor sea Cristo. 2 Este estudio puede imprimirse y reproducirse por cualquier medio siempre y cuando se cite la fuente de donde se obtuvo. www.ebenezer.org.gt
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