0. 1. 2. 3. 4. 5. Índice: ¿Qué es el Steampunk?. Wikipedia. Julio Verne. ¿Listo para otros cien años? Roberto de Sousa Causo El steampunk y Tim Powers. Julián Díez. Ingenio diferencial (fragmento) Bruce Sterling y William Gibson. En la era del microchip, la ficción juega con la locomotora a vapor. Andrés Hax. 6. La estación de le calle Perdido.(fragmento) China Miéville 7. ESPECIAL: CINE STEAMPUNK. Katsuhiro Otomo y el cine: entre el ciber y el steampunk (fragmento). Por Felipe Múgica. 8. Cronología cine steampunk. Raúl aguiar ¿Qué es el Steampunk? (De Wikipedia, la enciclopedia libre.) El Steampunk es un subgénero de la ciencia ficción que se puede definir como "retrotecnología". Se suele plantear en el pasado, en una época paralela parecida a la victoriana, en la que la civilización occidental, en vez de tomar el camino que realmente siguió (transistores, electrónica, combustibles fósiles, combustibles nucleares, etc.), hubiera seguido el camino de la tecnología de vapor (de una manera más depurada tecnológicamente que la de las viejas locomotoras a vapor) o hubiera avanzado en la ciencia informática no por la válvula de vacío y posteriormente el transistor, sino por la maquina sumadora de Charles Babbage con ruedas dentadas y tarjetas perforadas (pero un tanto más depuradas para conseguir verdaderos y gigantescos ordenadores mecánicos con inteligencia artificial). Este universo de máquinas de vapor en la niebla de Londres y mecanismos oxidados es el universo Steampunk, la respuesta "¿qué hubiese pasado si...?". El término steampunk alude al cyberpunk o ciberpunk, nombre de otro subgénero de la ciencia ficción, incorporando el término inglés steam (vapor). Quizás la novela más representativa de esta corriente sea The difference engine, escrita al alimón por William Gibson y Bruce Sterling, que a través de un cúmulo de escenas inconexas extrapola cómo sería el mundo a mediados del siglo XIX si Charles Babbage hubiese conseguido hacer funcionar su máquina analítica. En este subgénero se engloban las primeras novelas de James P. Blaylock como Homúnculo y también tiende a considerarse como tal Las puertas de Anubis de Tim Powers, a mi entender de manera no del todo correcta. Éste jamás utilizó en sus libros la clave principal para entender una novela como steampunk: la máquina de vapor. Por el contrario, en sus argumentos el motor de los acontecimientos es casi siempre sobrenatural, por lo que son completamente fantásticos. Otro autor que se apuntó al carro del steampunk fue Stephen Baxter con la verniana Antihielo, donde una curiosa sustancia ha provocado un mundo con una historia y tecnologías completamente diferente al nuestro. También podría encuadrarse en esta corriente, al menos en parte, Las naves del tiempo, del mismo autor, una pseudo continuación de La máquina del tiempo de Wells, estimulante y meritoria. También podría incluirse en este apartado La estación de la calle Perdido ya que la tecnología que gobierna la ciudad de Nueva Crobuzón, una suerte de Londres victoriano ultra tecnificado, funciona al ritmo de los pistones impulsados por el vapor. Además, para deleite de los fanáticos del steampunk, aparecen IAs que utilizan como base la máquina diferencial de Babbage. Esta corriente es una de las más recientes, por lo que posiblemente la veremos evolucionar bastante. Tal vez la máquina de vapor y el siglo XIX dejarán de ser elementos imprescindibles, y serán sutituidos por otras épocas (los griegos ya inventaron una máquina de vapor, aunque nunca le diesen una aplicación práctica) u otros entornos tecnológicos primitivos. JULIO VERNE ¿LISTO PARA OTROS CIEN AÑOS? Roberto de Sousa Causo Cuando todo parece indicar que el tema Julio Verne está agotado, este ensayo nos permite reflexionar sobre todo aquello que en la obra del francés no es transparente. Y más allá de su aporte al desarrollo de la ciencia-ficción dura parece haber muchas otras cosas dignas de estudio. Julio Verne nació en 1828 en Nantes, ciudad portuaria que fuera hogar de los duques de Bretaña y que sería severamente bombardeada en la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día, la ciudad mantiene un museo Julio Verne y realiza anualmente el Festival Utopiales, uno de los principales eventos europeos de ciencia-ficción. Verne falleció en 1905 como uno de los autores más leídos del mundo. Sin embargo, en el final de su vida parecía frustrado, especialmente por la negativa de la Academia Francesa de Letras de acogerlo en su seno. Cien años después, su fama e influencia todavía se hacen sentir, mientras que a duras penas recordamos a otros escritores de su tiempo, como presentía Raymond Roussel: «Verne seguirá existiendo cuando todos los demás autores de nuestra época ya hayan sido olvidados hace mucho tiempo.» Varios de sus 60 libros de la colección Viajes Extraordinarios son incluidos en la actualidad dentro de la ciencia-ficción, en virtud de nuestra mirada retrospectiva, y el nombre mismo de la colección bautizó la manera principal de hacer CF en la Francia del siglo XIX (en Inglaterra, el género era conocido como «romance científico»). Su propuesta de «resumir todos los conocimientos geográficos, geológicos, físicos y astronómicos recolectados por la ciencia moderna, y rehacer, bajo la forma atrayente y pintoresca que le es propia, la historia del universo» parece surgir tanto de sus propias ambiciones como de la figura de su editor, Pierre Hetzel. De hecho, fue Hetzel quien lo contrató para su publicación Magasin d’éducation et de récréation, ya que anteriormente Verne escribía comedias y operetas para los teatros de París. En Viaje al centro de la Tierra (1864), en De la Tierra a la Luna (1865) o en Veinte mil leguas de viaje submarino (1869), Verne exploró la ciencia de su época de manera cuidadosa y didáctica. Difundió las ideas de Darwin en el primer libro, anticipó la necesidad de una posición ecuatorial para las bases de lanzamiento de cohetes (el Cabo Kennedy) y el «amarizaje» de las naves que reingresan a la atmósfera, en el segundo; y el submarino como arma estratégica en el tercero. Defendiendo su método, criticó la fantasía científica de H. G. Wells Los primeros hombres en la Luna (1901), que comparte la misma temática de la novela verniana de 1865. Allí nace el eterno debate de la ciencia-ficción en torno al rigor científico. De hecho, Verne no previó o descubrió el dirigible, el submarino, el cohete o el autómata, como muchos piensan. Simplemente extrapoló –imaginando un desarrollo posible– las ideas que ya circulaban. Su mérito, quizás, estaba más en darle una forma tan concreta y apasionante a sus visiones, haciéndolas ver más reales que la propia realidad. Cuando Santos Dumont, un fanático de Verne, viajó a Europa para empaparse con los últimos desarrollos del globo dirigible, se sorprendió con el hecho de que todavía no habían sido inventados, en clara oposición a lo que sostenían los escritos del novelista. Y fiel al espíritu verniano, Dumont regresó para inventar el dirigible y mucho más. Verne comenzó a ser imitado incluso cuando todavía vivía. El visionario artista Albert Robida pobló el futuro con imágenes de dirigibles, buzos y submarinos en obras como Le XXe siècle (1883), La vie électrique (1890) y La guerre au XXe siècle (1887), además de ilustrar los fascicules escritos por Pierre Giffard, La guerre infernale, explorando un costado mucho más pesimista. Los fascicules fueron publicaciones populares –las dime novels francesas– que circularon especialmente entre 1907 y 1959, muchas veces explorando el romance y la ciencia ficción de influencia verniana, como en las novelas publicadas en Voyages lointains, aventures étrages, o en los seriales Aventures fantastiques d’un jeune parisien, de Arnauld Galopin, y Les voyages aériens d’un petit parisien à travers lê monde, un auténtico best-seller escrito por Marcel Priollet. El incansable pequeño parisino también estuvo en el espacio con Les aventuriers du ciel, de R. M. De Nizerolles. Otras series de aventuras baratas fueron Les Robinsons de l’île volante, del propio Nizerolles, y Les gangsters de l’air, de José Moselli. La mayoría de estos autores fueron olvidados, pero bien pueden haber contribuido a llevar la influencia de Verne dentro del siglo XX, del mismo modo en que lo hizo Hugo Gernsback, editor natural de Luxemburgo. Creador de la frase science fiction, Gernsback fue el responsable de la formación de un mercado especializado para la CF a través de su trevista Amazing Stories, en 1926. Para señalar a los autores norteamericanos el tipo de historia que deseaba incluir en su revista, reeditó historias de Verne (como así también de Poe y de Wells). En el Brasil, O Doutor Benignus (1875), de Augusto Emílio Zaluar, tenía la influencia de Verne claramente marcada en ese viaje extraordinario por el interior del país, de la misma manera que A Filha do Inca (1927), de Menotti Del Picchia, y una novela tan tardía como O Homem que Viu o Disco Voador (1958), de Rubens Teixeira Scavone. El propio Verne «anduvo por aquí» con una novela amazónica de 1881, La Jangada, aunque de hecho nunca puso un pie en Brasil. Como en muchos de sus viajes extraordinarios, su travesía era a través de la imaginación, inspirada en relatos ajenos: basta hablar de la aldea flotante bajando por el Amazonas, que sugiere la imagen de la fábrica flotante del malhadado Proyecto Jari. Si bien Verne fue imitado, él mismo también imitó. Es el caso del helicóptero gigante de Robur, el conquistador (1886), que Verne habría «aprovechado» de la obra de uno de sus imitadores, el norteamericano Luis Senarens, que escribió una serie de dime novels protagonizadas por el héroe Frank Reade (entre 1876 y 1913). Pierre Versins, creador de la notable Encyclopédie de l’Utopie et de la SF (1972), realiza una extensa lista de los temas que Verne habría tomado de autores franceses e ingleses de los siglos XVIII y XIX. Incluso la «estrategia» de resumir los conocimientos científicos de la época habría sido intentada con anterioridad (aunque sin éxito, al contrario que Verne), de acuerdo con Versins. Es bueno recordar que esta «polinización cruzada» es propia de los géneros populares, y tal vez uno de los méritos de Verne haya sido estar posicionado como figura central de ese proceso. No obstante, numerosos investigadores se preguntan qué lo hace único para la ciencia-ficción. De hecho, otros autores –muchos de los cuales tenían imaginación y capacidad literaria superiores– ya escribían viajes extraordinarios con anterioridad. Verne escribía cienciaficción dura de su tiempo: «Soy un escritor cuyo trabajo es registrar cosas que parecen imposibles, pero que sin embargo son absolutamente reales», dice el profesor Aronnax, el narrador de Veinte mil leguas de viaje submarino. La CF dura representa para muchos el «núcleo alrededor del cual gira la ciencia ficción» (en palabras del editor norteamericano David Hartwell). Pese a que Verne no siempre acertaba: el tema de la tierra hueca, que heredó de una sus principales influencias, Edgar Allan Poe, es una imposibilidad, de la misma manera que es imposible la superviviencia de los tripulantes de una cápsula espacial disparada por un cañón. Lo que cuenta es la intención de extrapolar estrictamente a partir del saber científico de su tiempo. Su didactismo esconde, por ejemplo, un aspecto poco reconocido por los críticos: su ficción estaba anclada en el presente. Aunque haya tratado sobre temas del pasado histórico y prehistórico, y haya escrito algunas narraciones ambientadas en el futuro, Verne se refería siempre al ahora, al conocimiento actual del hombre del siglo XIX. No importaba que hablase de dinosaurios o de la Atlántida sumergida, su ficción exudaba una fuerte sensación de contemporaneidad, integrándose al contexto de las publicaciones populares en las que aparecían sus novelas. Los intereses cotidianos de las personas del siglo XIX –viajes, descubrimientos y hechos científico-aventurescos– eran incrementados y transformados en maravillosos en sus viajes extraordinarios. Así, la ciencia y la tecnología impregnaban la experiencia del hombre de ese entonces. Para trazar un paralelo contemporáneo, su método y su anclaje en el presente estarían vivos en un Michael Crichton, que comparte otra característica con Verne: el hecho de ser un creador de best-sellers. De hecho, Crichton fue el primer «más vendido» de ciencia-ficción, a nivel nacional en la posguerra, con La amenaza de Andrómeda (1971), y sigue estando en gran forma, aunque su utilización cínica de los temores contemporáneos respecto de la ciencia y la tecnología son una estrategia que Verne no aprobaría. El cyberpunk, el movimiento surgido dentro de la ciencia ficción que más la ha trascendido, tiene como ideólogo a Bruce Sterling, un declarado fanático de Verne que admite: «Comparto la tendencia verniana de escribir viajes fantásticos en los que la gente aparece rápidamente en los rincones más extraños del mundo. Es una buena manera de aportar una serie de datos en un texto, sin perder el interés del lector.» Sterling define al cyberpunk como una clase de CF dura. Como hacía Verne, el cyberpunk extrapola desarrollos inmediatos de la tecnología actual, ubicados en un futuro próximo. Y de la misma manera en que el escritor francés utilizaba muchos personajes norteamericanos o ingleses –países en la vanguardia de la producción científica del siglo XIX–, los autores globalistas del cyberpunk fueron a buscar la vanguardia de las nuevas tecnologías y de los comportamientos en Japón y en los «tigres asiáticos». La influencia verniana está más presente en el steampunk, subgénero que Sterling creó con otro gurú del cyberpunk, William Gibson, a través de la publicación de la novela The Difference Engine (1992). Se trata de una ciencia-ficción retro, que regresa a las raíces del género en el siglo XIX. Según Sterling: «Nuestro plan original presentaba a Verne como personaje en The Difference Engine. Por suerte, recuperamos el juicio y no lo utilizamos. Desde entonces, ya escribí dos introducciones para reediciones de novelas de Verne, La vuelta al mundo en 80 días y La isla misteriosa.» El steampunk estuvo muy en boga en los ’90, antes de transformarse en un formato particularmente popular en las historietas y en el cine (The League of the Extraordinary Gentlemen y La liga extraordinaria, respectivamente). Frente al «Problema Verne» –en palabras del respetado investigador Thomas Clareson– algunos dirán que la influencia del escritor en los siglos XX y XXI es apenas residual, y que su contemporaneidad es más que nada una curiosidad sobre una determinada época, el siglo XIX, en la que se construía la primera ciencia-ficción (y podríamos agregar, también el mundo tecnológico en el que vivimos). ¿Traerá el futuro próximo el olvido de su duradera fama? No creemos. Simplemente, el Problema Verne será más profundo. Marcel Moré ha señalado las semejanzas entre sus escritos y las ideas de Nietzsche, en particular la posición del capitán Nemo, de Veinte mil leguas de viaje submarino, una especie de súperhombre nietzschiano, misántropo y dispuesto a perseguir sus objetivos más allá de la humanidad mediocre y vil. «¡Dí tu palabra y hazte pedazos!» (Así habló Zaratustra) podría ser el lema del aventurero submarino, un guerrero de origen indio que ha perdido todo a manos del colonialismo inglés (odiado por Verne), y que aspiraba a colectar el conocimiento de todos los océanos del mundo para entonces liberarlo en un arca sellada –como una especie de mensaje en una botella– el día de su muerte. Nemo financiaba movimientos de liberación con el oro recuperado de galeones naufragados, y atacaba al poderío naval de las potencias coloniales. El súperhombre nietzschiano fue repetido por el francés con Robur y su nave aérea. Verne, que proyectaba una imagen de burgués y positivista convencido, tenía tendencias de izquierda. De acuerdo con Moré: «En 1889 se presenta en las elecciones municipales de Amiens en una lista ultra ‘roja’.» París en el siglo XX, un inédito publicado póstumamente en 1994, sugiere temas sociales y el cuestionamiento del rumbo de la sociedad occidental, tópicos presentes en Verne desde el principio (el texto fue rechazado por Hetzel en el inicio mismo de la carrera del escritor). Para John Clute, uno de los principales críticos contemporáneos de la ciencia-ficción, «su último libro, La misión Barsac, es un salvaje ataque a la pretensión del Progreso Occidental de ser capaz de construir algo que se asemeje a una sociedad ideal», sugiriendo un arco argumental en la obra de Verne, a partir del cual el escritor habría regresado a sus convicciones iniciales. Por su parte, Michel Foucault, haciendo un análisis del discurso verniano detecta una tensión entre cierta inmovilidad del discurso del saber científico y su deseo de aventuras, en una frustrada búsqueda por el conocimiento del Yo. El Problema Verne traería consigo, enmascarado con el deslumbramiento tecnológico, ese lacerante dilema entre el conocimiento del universo y el conocimiento de lo humano. Una cuestión que hoy en día está más viva que nunca. Viva, tal vez, por los próximos cien años. Traducido por Horacio Moreno por Julián Díez Existen épocas de la historia que son capaces de cautivar de forma inmediata como escenario. No hay más que ver los canales dedicados a los documentales históricos y ver cuánta de su programación se dedica a la ingeniería egipcia, la organización romana o, en un sesgo totalmente distinto, los horrores nazis. Literariamente hablando, sin embargo, no hay una época que ejerza una fascinación equivalente al siglo XIX. La época, que se extiende hasta la primera guerra mundial, en la que el mundo era un lugar aún ignoto, pero en la que en cambio nacía una sensación optimista de poder domeñarlo. La era en la que los individuos aún podían realizar por sí solos aportaciones decisivas: exploraciones, inventos, avances teóricos. La época de las revoluciones optimistas, cuando la utopía aún no era el caramelo de las dictaduras, sino un sueño al alcance de la mano. La era en la que la tecnología comenzaba a avanzar con impactos tangibles para los ciudadanos de a pie. El tiempo, también, de la explotación del capitalismo ciego, la esclavización de continentes enteros, la progresiva transformación de las guerras de nobleza previas en las guerras totales de hoy. El germen, en suma, de cuanto vivimos, pero también la última era en la que la Aventura, con mayúsculas, era posible. Quizá todo ello esté también en el fermento de la literatura de esta época, la literatura que vio nacer a la mayor parte de los mitos de la imaginación que aún perviven: de Don Juan a Sandokán, de Phineas Fogg a Drácula, de D`Artagnan a Frankenstein, de Long John Silver a Sherlock Holmes. Cuando la literatura popular era culta, y podían ser ídolos de masas, en vida o poco después de su muerte, Dumas, Dickens, Poe, Flaubert, Stendhal, Byron, Shelley, Verne, Wells, Stevenson, Salgari, Sabatini... Escritores que hoy serían considerados, en este país de herederos de Campoamor, Echegaray y Gabriel y Galán que sólo saben escribir de cosas aburridas, como simples asalariados de la pluma consagrados a géneros menores. El hecho es que el siglo XIX es un campo fértil para la imaginación. Y un grupo de amiguetes de California, gente culta y algo gamberra a su manera, decidieron entrar en él a saco para sus propósitos. Eran James Blaylock, K.W. Jeter y Tim Powers. Se juntaban a cenar, a finales de los setenta, con otras mentes peligrosas como el matemático Rudy Rucker, en torno a Philip K. Dick, el más loco y visionario de los escritores de cf. Jeter fue el primero de ellos en hacerse notar con la publicación de Morlock´s Nights (1979), una bizarra continuación de La máquina del tiempo de H.G. Wells en la que la raza degenerada del futuro caía sobre el Londres del siglo XIX para ser detenidos por una especie de reencarnación del rey Arturo. La novela tuvo un éxito moderado, y no resultaba del todo extraña. En época cercana, Christopher Priest había intentado otro pastiche wellsiano con La máquina espacial (1976), y cf de corte victoriano en relatos como "Vagabundeos pálidos" y "Un verano infinito", ambos en la antología a la que da título este último cuento. Michael Moorcock había introducido elementos de similar naturaleza en su ucronía Gloriana (1976) o en la serie de Oswald Bastable. Y Howard Waldrop, el francotirador texano, había comenzado ya por entonces su heterodoxa carrera de relatos sobre juegos con la historia (¿para cuándo en castellano una antología de este excéntrico genial?), sólo o en compañía del no menos peligroso Steven Utley. Sin olvidar que Wells es, por supuesto, el primer escritor steampunk: sus obras presentan tecnología avanzada en la sociedad victoriana. Si bien el hecho de escribir desde esa misma época suena a un tipo de trampa que el terceto de California no admitiría. Sin embargo, había elementos característicos en la obra de Jeter, que se consolidarían después en los dos libros de cabecera del steampunk, Las puertas de Anubis (1983), de Powers, y Homúnculo (1986), de Blaylock, que ya tuvieron un cierto éxito. Para empezar, como señala el crítico británico John Clute, una visión idealizada de la sociedad inglesa de la época. El Londres de los californianos no es el de Priest, Moorcock o el posterior de Alan Moore en su formidable From Hell, el lugar atroz de la revolución industrial, el hambre, y las pensiones con bancos para dormir en los que los desdichados se sostenían sobre una cuerda tensa. Es más bien una imagen idealizada, dura pero aventurera; algo así como el París de las comedias románticas de Hollywood, en el que alguna vez hay algún amable ladrón con gorra, pero en el que en realidad no puede pasar nada malo. El Londres del grupo de California es como un túnel del terror, del que siempre se podrá emerger. Pero el camino hasta allí será divertido, tendrá sustos y estará repleto de caras conocidas. Esta es una de las características consustanciales del steampunk: la aparición de estrellas invitadas, de personajes históricos notables que juegan un rol sustancial, o simplemente a modo de cameo, en la trama. Lo que en una ocasión di en llamar, en expresión que hizo cierta fortuna, "el efecto Connery", en recuerdo al final de Robin Hood, príncipe de los ladrones, cuando Sean Connery aparecía en el rol de Ricardo Corazón de León durante treinta segundos y la gente, al menos en la proyección a la que yo acudí, se ponía a aplaudir como si el que hubiera aparecido fuera poco menos que Cary Grant resucitado. Por alguna razón, esos cameos producen simpatía, y el steampunk los usa con habilidad. Otro de los puntos básicos es el sentido del humor: en el fondo, hay un contenido de broma en el propio nombre "steampunk", "punk a vapor", lanzado como un chiste en una carta a la revista Locus por Jeter, y adoptado después. La broma sintonizaba con el emerger del ciberpunk, el subgénero de alta tecnología, informática todopoderosa y ambiente de novela negra lanzado triunfalmente por entonces por el combativo grupo compuesto por William Gibson, Bruce Sterling, Pat Cadigan, John Shirley o Lewis Shiner, entre otros. Blaylock, Jeter y Powers ofrecían en el fondo lo mismo, como podía notarse en particular en Homúnculo: una suerte de novela ciberpunk escrita por Stevenson, con tecnología punta (a vapor, claro: lo más en el XIX), extraños seres surgidos de oscuras mutaciones y un Londres repleto de hollín que ríete del Los Angeles de Blade Runner. De hecho, estos escritores han trabajado bastante en la elaboración de una "tecnología alternativa" a vapor, algo que previamente sólo se encontraba en el género fantástico de forma exhaustiva en Pavana (1968), de Keith Roberts, una ucronía sobre Inglaterra conquistada por la Armada Invencible, en la que igualmente se combinan elementos fantásticos y de ciencia ficción pura. En el siglo XIX encontramos dos "inventores malditos" que dan la coartada perfecta a los californianos: Niklas Tesla, el croata al que Edison casi desterró de los libros de historia, y Charles Babbage, que intentó crear un proto-ordenador, la "máquina analítica", para el que Ada Byron, la hija del poeta, escribió una especie de programas. A partir de construcciones como las que Tesla y Babbage hubieran podido desarrollar si el primero no hubiera tenido tantos pájaros en la cabeza y el segundo no hubiera sido perseguido por la industria, el steampunk hace maravillas. Y el punto básico y final es la recuperación de la aventura. Los steampunks escriben, sobre todo, historias divertidas en las que se introducen elementos de inmediata simpatía en el lector de género, en el contexto de una narración con calidad literaria. Hay vampiros, damas recatadas con fuego ardiendo en su interior, zombis, máquinas de comportamiento impredecible, viajes por el tiempo y hermandades secretas. Lo que usted y yo queremos encontrarnos en un libro para leer de toda la vida, vaya. Tal vez por ello, el comienzo de las carreras de los steampunks no fue especialmente deslumbrante. Jeter, el más precoz, también había anticipado el ciberpunk en Doctor Adler (1977), pero ninguna de sus obras es muy redonda. Powers escribió varias novelas de cf de éxito menor, una primera fantasía histórica (en la Viena cercada por los turcos) en Esencia oscura (1979), y unos cuantos poemas firmados como el victoriano William Ashbless, y escritos a medias con Blaylock (entre ellos, nada menos que uno dedicado a Las Vegas, que no se antoja un lugar muy romántico pero que parece ejercer una fascinación kitsch en Powers). Las puertas de Anubis llegó de forma un tanto inesperada, publicado directamente en formato bolsillo y con un éxito moderado en su arranque. Algo similar le ocurrió a los comienzos de Blaylock; tras arrancar con una serie de fantasía, la de Elfin, de corte tradicional aunque con matices de la casa, llamó por primera vez la atención en 1984 con The Digging Leviathan (1984), y se consolidó de la mano de Homúnculo. Obras, igualmente, publicadas sin ningún respaldo publicitario, pero que poco a poco fueron sumando lectores, aunque por vías diferentes. Y es que la escritura de Blaylock es bastante más extraña que la de Powers. Sus temas, mucho más desbocados y centrados en aspectos menos notables de la cultura popular. Sin embargo, eso le garantizó a la vez una mejor recepción crítica de entrada, con la consecución del premio Mundial de Fantasía en 1985 por su relato "Dragones de papel". En cambio, Powers se centraba más en aspectos claramente propios de la cultura popular: su siguiente novela tras Anubis fue un postatómico de ciencia ficción, Cena en el palacio de la discordia (1985), y la posterior, En costas extrañas (1987), una desbocada trama de piratas y zombis. Lo cierto es que Blaylock, Jeter y Powers publicaron con regularidad a partir de entonces, y con creciente éxito. En esa época, la ciencia ficción vivía una efervescencia por el emerger del ciberpunk, seguramente el último movimiento "de vanguardia" nacido hasta hoy dentro del género. Frente a los combativos muchachos de Gibson surgía un grupo afecto a una cf "culta", de características disímiles, formado por Kim Stanley Robinson, Connie Willis, John Kessel o Lucius Sheppard: los llamados "posmodernos". Y, a su vez, renacía la aventura espacial y la ciencia ficción fuertemente científica con Gregory Benford, David Brin, Orson Scott Card, C.J. Cherryh o Greg Bear, que jugaba a dos bandas y coqueteaba también con el ciberpunk. Todo ello contribuyó, de alguna forma, a garantizar el ascenso del steampunk. Era el territorio de nadie: su amor por lo literario les granjeaba el respeto de los posmodernos, y su actitud anticonvencional, la simpatía de los ciberpunks. Las novelas de Powers y Blaylock se convirtieron en títulos de venta prolongada, y sus trabajos sucesivos recibieron progresivamente el tratamiento de obras de autores mayores. Al fin y al cabo, como decía más arriba, estaban dando lo que todos buscamos. Y mientras Blaylock derivaba hacia la condición de autor de culto, Jeter seguía picoteando aquí y allá como siempre hizo (incluyendo las continuaciones de Blade Runner), y Powers se consolidaba como el maestro de la fantasía histórica gracias sobre todo a su siguiente novela, La fuerza de su mirada (1989), ganadora de buena parte de los premios posibles del género. Mientras, el steampunk se había convertido en una etiqueta en la que bebían los más variados creadores. Sterling y Gibson, los popes del ciberpunk, escribían una historia con Charles Babbage, el proto-inventor de los ordenadores, como protagonista: The Difference Engine. Apareció un juego de rol, El castillo de Falkenstein. Una película, la fallida Wild Wild West, respondía a su imaginería. Aunque el gran éxito a escala mediática estaba por llegar, cuando Alan Moore, el genio del cómic actual, afrontaba la creación de La Liga de los Caballeros Extraordinarios. Un cómic sobre un grupo de superhéroes victorianos: Mina Harker, Allan Quatermain, el capitán Nemo, el doctor Jekyll, el hombre invisible... en lucha contra Fu-Manchú y su muy vaporosa tecnología, a la busca de conquistar el mundo. El cómic ha sido adaptado al cine y estrenado con -ah, las justicias poéticas...- Sean Connery como protagonista en el papel de un otoñal Quatermain. Sin embargo, limitar el juicio de la obra de Powers al steampunk es una visión alicorta. En rigor, el campo en el que Powers ha desarrollado su carrera es algo más amplio: el de la fantasía histórica, la fantasía con "efecto Connery". A ella ha llevado muchos de los elementos característicos del steampunk, como el desarrollo de tecnologías alternativas, el añadido indiscriminado de elementos fantásticos o los personajes propios de la novela del XIX, sufridos héroes que suelen meterse en líos contra fuerzas muy superiores y que, generalmente, terminan perdiendo algún elemento físico por el camino, aunque finalmente se vean compensados con algo parecido a la victoria. Powers ha explicado en alguna ocasión que se considera un escritor de "fantasía dura", por asimilación con la llamada "ciencia ficción dura", la que cuida en detalle las especulaciones científicas que incluye. Powers hace una fantasía autoconsistente, en el que presenta lo antes posible las cartas con las que va a jugar su partida con el lector, y ofrece una historia que bien podría haber ocurrido en el mundo real. El método a partir del cual Powers construye las novelas es obvio, pero eso no hace sino reforzar las sensación de sorpresa que producen sus resultados. Toma un hecho histórico interesante, en el que exista algún hueco razonable para el misterio. Y después le añade lo que él ha llamado "la tercera dimensión narrativa": la fantasía. Según Powers, no puede escribir sin añadir ese elemento, componiendo un puzzle de realidad y ficción sazonado con enormes dosis de acción, y con la ambición de aportar una sorpresa casi a cada paso. Como corresponde a alguien que cita entre sus películas favoritas tanto La jungla de cristal como El león en invierno. Powers nació en 1952 en Búfalo, en la costa Este, aunque su familia -católica irlandesa- se mudó a California cuando tenía siete años. Lector omnívoro y precoz, asegura que decidió con apenas diez años que ser escritor era "la cosa más cool que podía hacerse en la vida". La carrera de Powers se inició hacia 1975, cuando a través de su amigo Jeter entró en contacto con una pequeña editorial canadiense, Laser Press, a la que le vendió dos novelas de ciencia ficción sin mucho interés: Forsake the Sky y Epitaph in Rust (ambas de 1976). Eran los tiempos en los que Powers disfrutaba jugando a la creación del poeta William Ashbless junto a Blaylock; un personaje que luego aparece de continuo en sus novelas, en una especie de superstición. Y los tiempos en los que los tres amigos compartían cenas con Philip K. Dick, un escritor legendario y sobre el que siempre se pregunta a Powers, que finalmente fue su albacea literario. Sin embargo, Powers asegura que no ha influido mucho en su obra, ya que le conoció cuando sólo había leído una novela suya. A su vez, Dick solamente leyó algunos textos de Powers, si bien existe la leyenda urbana de que le escribió una página de una de sus novelas. Un paso adelante en la carrera de Powers lo supuso la escritura de Esencia oscura (1979), que le llegó como parte de un proyecto de una editorial inglesa de lanzar novelas con la presencia del rey Arturo en diferentes momentos del tiempo (y en el que estaba incluido también Morlock´s Nights, de Jeter). La colección se vino abajo y Powers publicó una versión revisada de la novela en Estados Unidos, ofreciendo con ella ya unas primeras pautas de su modo de novelar: amplia documentación, acción endiablada y un entorno histórico atractivo, en este caso el sitio de Viena por parte del ejército turco. Luego llegaría el que a la larga se ha convertido en su gran bestseller por el momento, Las puertas de Anubis (1983), en el que un académico, Brendan Doyle, retrocede en el tiempo hasta la Inglaterra de comienzos del siglo XIX para verse implicado en una enmarañada intriga de magia egipcia, bajos fondos londinenses y sutilezas metaliterarias. "La fantasía, la ciencia ficción, el terror y la novela histórica se reúnen en la novela con una facilidad que parece completamente natural", recalca John Clute. Para los lectores que no conozcan a Powers, esta novela es la introducción obvia; precisamente acaba de publicarse en su editorial habitual en castellano, Gigamesh, una nueva edición de la novela, que debe ser la sexta en nuestro idioma. Esta novela supone el paso definitivo de Powers hacia la profesionalización. Luego llegaría su por ahora última novela de ciencia ficción pura, Cena en el palacio de la discordia (1985), una revisitación del mito de Orfeo y Eurídice, en el marco de una California postatómica. Powers asegura que tiene ideas de cf en el armario, pero que siempre hay otro proyecto al que se siente más empujado. En costas extrañas (1987), una novela en el Caribe del pirata Barbanegra, y una ambiciosa recreación de las aventuras de los poetas Shelley y Byron en clave fantástica, La fuerza de su mirada (1989) dan forma definitiva a la imaginería de Powers. Esta última, una novela densa, de ricas referencias literarias y gozosa reinterpretación mitológica, es considerada en general por la crítica como su obra magna hasta el momento. Luego, Powers se embarcó en una suerte de trilogía heterodoxa sobre el desarrollo de los Estados Unidos contemporáneos en clave fantástica. La única de estas novelas que ha sido traducida al castellano es La última partida (1992), premio Mundial de Fantasía, que ofrece explicaciones sobre el nacimiento de Las Vegas a cargo del mafioso Bugsy Siegel como parte de la leyenda del Rey Pescador. Sin más conexión que algunos personajes sueltos y la presencia del Rey Pescador, Expiration Date (1995), situada en un Los Angeles de fantasmas, y Eartquake Weather (1997) mantienen esa tensión entre un entorno cotidiano y ocultas tramas de naturaleza mitológica o religiosa. Su última novela hasta la fecha, Declara (2001), también obtuvo el Premio Mundial de Fantasía. Responde a un viejo impulso de Powers: escribir una novela de espías. Sin embargo, como corresponde a este escritor, no puede tratarse de una novela de espías convencional. Un profesor universitario, Andrew Hale, tendrá que volver a trabajar con el servicio de inteligencia británico en la lucha para detener una expedición soviética en busca del Arca de la Alianza, en el monte Ararat... En resumen, que estamos ante uno de los grandes creadores de la novela popular contemporánea. Aunque en estos tiempos tal vez Dickens, Stevenson o Conan Doyle hubieran sido considerados sólo escritores de género, no conviene permanecer en el mismo error. En particular cuando apetece leer obras de diversión. Lo cual no quiere decir leer tonterías, bien al contrario; por eso es el momento de disfrutar de Tim Powers. Nota: Publicado durante la Semana Negra del 2003 en el diario A quemarropa del Sábado 5 de Julio. http://www.semananegra.org/ INGENIO DIFERENCIAL WILLIAM GIBSON Y BRUCE STERLING PRIMERA ITERACIÓN: EL ÁNGEL DE GOLIAD Imagen compuesta, ópticamente codificada por buques escolta de la aeronave transCanal Lord Brunel: vista aérea del Cherburgo suburbano. 14 de octubre de 1905. Una villa, un jardín, un balcón. Borrar las curvas de hierro forjado del balcón, descubriendo una silla de mano y a su ocupante. La luz reflejada del sol relumbra en el níquel de los ejes de la silla. La ocupante, dueña de la villa, posa sus manos artríticas sobre paño tejido en un telar Jacquard. Estas manos consisten en tendones, tejidos, hueso articulado. Mediante callados procesos de tiempo y de información, hilos dentro de las células humanas se han entretejido formando una mujer. Su nombre es Sybil Gerard. Por debajo de ella, en un descuidado jardín formal, enredaderas sin hojas enlazan emparrados de madera sobre descascarillados muros blanqueados. Desde las ventanas abiertas de su habitación de enferma, una brisa cálida agita el pelo blanco suelto en su cuello, portando aromas de humo de carbón, jazmín, opio. Su atención está fija en el cielo, en una silueta de vasta e irresistible gracia - ya que el metal, durante su vida, se ha enseñado a sí mismo a volar. Por delante de esa magnificencia, diminutos aviones no tripulados hacen picados y chillan contra el rojo horizonte. Como estorninos, piensa Sybil. Las luces de la nave, doradas ventanas cuadradas, apuntan a una calidez humana. Sin esfuerzo, con la incomparable gracia de la función orgánica, imagina una música distante allí, la música de Londres: los pasajeros se pasean, beben, flirtean, tal vez bailan. Los pensamientos llegan sin ser llamados, la mente tejiendo sus perspectivas, recopilando sentido a partir de la emoción y la memoria. Recuerda su vida en Londres. Se recuerda a sí misma, hace tanto tiempo, abriéndose paso a través del Strand, avanzando por entre la multitud en el Temple Bar. Avanzando, la ciudad de la Memoria retorciéndose a su alrededor - hasta que, junto a los muros de Newgate, cae la sombra del ahorcamiento de su padre... Y la Memoria gira, desviándose veloz como la luz, por otro camino - uno donde siempre es crepúsculo... Es el 15 de enero de 1885. Una habitación en el Grand's Hotel, Piccadilly. Una silla estaba colocada de espaldas, firmemente trabada bajo el pomo de cristal tallado de la puerta. Otra estaba cubierta de ropa: un mantón de mujer, con flecos, una falda de pesado estambre, cubierta de lodo, unos pantalones a cuadros y un abrigo de hombre de faldón cortado. Dos formas yacían bajo las mantas de una cama de dosel de arce laminado, y en el abrazo de hierro del invierno el Big Ben hacía resonar las diez, grandes sonidos roncos de calíope, el aliento a carbón de Londres. Sybil deslizó sus pies por sábanas heladas hasta el calor de la botella de cerámica en su funda de franela. Sus dedos rozaron la espinilla de él. El contacto pareció sacarle de una honda deliberación. Así era él, este Dandy Mick Radley. Había conocido a Mick Radley en la Academia de Baile Laurent's, en Windmill Street. Ahora que le conocía, parecía encajar mejor en Kellner's, en Leicester Square. o incluso en las Salas Portland. Siempre estaba pensando, tramando, repasando algo en su cabeza. Astuto, astuto. Le preocupaba. Y la señora Winterhalter no lo habría aprobado, pues el manejo de los "caballeros políticos" requería delicadeza y discreción, cualidades que la señora Winterhalter creía tener en abundancia, sin atribuirles ninguna de ellas a sus chicas. "Se acabó el pendoneo, Sybil," dijo Mick. Uno de sus pronunciamientos, algo que su astuta mente había decidido. Sybil le sonrió, el rostro medio oculto por el cálido borde de la manta. Sabía que la sonrisa le gustaba. Su sonrisa de niña mala. No puede estar diciéndolo en serio, pensó. Tomátelo a broma, se dijo. "Pero si no fuera un pendón malo, ¿estaría contigo aquí ahora?" "Se acabó hacer la calle." "Sabes que sólo salgo con caballeros." Mick resopló, divertido. "Entonces, ¿me estás llamando caballero?" "Un caballero de postín," dijo Sybil, halagándole. "De los buenos. Sabes que no me van los lores rad. Escupo en ellos, Mick." Sybil se estremeció, pero no por disgusto, pues se había topado con un buen pedazo de suerte, filetes con patatas y chocolate caliente, en la cama entre sábanas limpias de un hotel de moda. Un hotel nuevecito y reluciente con calefacción central de vapor, aunque gustosamente habría cambiado las incesantes gárgaras y los golpeteos del dorado radiador con volutas por el calor de una chimenea bien atizada. Y era un tío bien plantado, este Mick Radley, tenía que admitirlo, vestido como alguien de postín, tenía parné y era generoso con él, y aún no había pedido nada raro ni bestial. Sabía que no duraría, ya que Mick era un viajante de Manchester, y muy pronto se marcharía. Pero podía aprovecharlo, y tal vez incluso más tarde cuando la dejara, si le hacía sentirse mal por ello, y generoso. Mick se recostó en los gordos almohadones de plumón y deslizó sus dedos pasados por la manicura por detrás de su rizada cabeza. Un camisón de seda con brocado como espuma por delante - Mick sólo quería lo mejor. Ahora parecía que quería hablar un poco. Los hombres querían hacerlo habitualmente, pasado un rato - sobre sus esposas, mayormente. Pero con Dandy Mick, siempre era política. "¿Conque odias a sus señorías, Sybil?" "¿Y por qué no iba a odiarles?" dijo Sybil. "Tengo mis motivos." "Yo diría que sí," dijo Mick despacio, y la mirada que le dirigió entonces, de fría superioridad, la hizo estremecerse. "¿Qué quieres decir con eso, Mick?" "Conozco tus motivos para odiar al Gobierno. Tengo tu número." La invadió la sorpresa, luego el miedo. Se sentó en la cama. La boca le sabía a hierro frío. "Guardas tu carnet en el bolso," dijo. "Le llevé el número a un magistrado espabilado que conozco. Lo pasó por un Ingenio del Gobierno por mí, e imprimió tu expediente de Bow Street, tac tac tac, así de fácil." Sonrió retorcidamente. "Así que lo sé todo sobre ti, chica. Sé quién eres..." Trató de poner una cara decidida. "¿Y quién soy yo entonces, señor Radley?" "No eres Sybil Jones, cariño. Eres Sybil Gerard, la hija de Walter Gerard, el agitador luddita." Había asaltado su pasado oculto. Máquinas, girando en algún lugar, hilando historia. Ahora Mick estaba observando su cara, sonriendo ante lo que veía ahí, y reconoció una mirada que le había visto antes, en Laurent's, cuando él le había echado el ojo desde el otro lado de una habitación atestada. Una mirada hambrienta. La voz le tembló. "¿Hace cuánto que sabes lo mío?" "Desde la segunda noche. Sabes que viajo con el General. Como cualquier hombre importante, tiene enemigos. Como su manager y secretario, no me la juego con extraños." Mick posó su pequeña mano, diestra y cruel, sobre el hombro de ella. "Podías haber sido el agente de alguien. Era cuestión de negocios." Sybil se apartó. "Espiando a una chica indefensa," dijo al fin. "¡Eres un cabrón en toda regla, vaya si lo eres!" Pero el taco apenas pareció afectarle - era frío y duro, como un juez o un lord. "Puede que espíe, chica, pero uso las máquinas del Gobierno para mis propios fines. No soy un chivato a sueldo de la pasma, para mirar por encima del hombro a un revolucionario como Walter Gerard - me da lo mismo lo que digan de él ahora los Lores Rad. Tu padre era un héroe." Se revolvió sobre el almohadón. "Ése era mi héroe - Walter Gerard. Le vi hablar, sobre los Derechos de los Trabajadores, en Manchester. Era una maravilla - ¡todos vitoreamos hasta quedarnos roncos! Los chicos de los Gatos del Infierno..." La voz de Mick se había vuelto aguda y gangosa con un deje de la Isla de Man. "¿Nunca oíste hablar de los Gatos del Infierno, Sybil? ¿En los viejos tiempos?" "Una pandilla callejera," dijo Sybil. "Matones de Manchester." Mick frunció el ceño. "¡Éramos una hermandad! ¡Una asociación juvenil! Tu padre nos conocía bien. Podía decirse que era nuestro patrón político." "Preferiría que no hablara usted de mi padre, señor Radley." Mick sacudió la cabeza, impaciente. "Cuando oí que le habían juzgado y colgado -" las palabras como hielo tras las costillas de ella - " - cogimos las antorchas y las palancas, los muchachos y yo, y la organizamos... ¡Ésa fue la obra de Ned Ludd, chica! Hace años..." Se tocó la pechera del camisón con delicadeza. "No es una historia que les cuente a muchos. Las Máquinas del Gobierno tienen una larga memoria." Ahora lo comprendía - la generosidad de Mick y su labia, las extrañas indirectas que le había dejado caer, sobre planes secretos y un futuro mejor, cartas marcadas y ases en la manga. Estaba tirando de sus hilos, convirtiéndola en su criatura. La hija de Walter Gerard era un premio gordo, para un hombre como Mick. Salió de la cama, cruzando el helado suelo de madera en sus calzones y camisola. El mantón de flecos, la chaqueta, la gran jaula caída de su miriñaque. La tintineante coraza blanca de su corsé. "Vuelve a meterte en la cama," dijo perezosamente Mick, "no te mosquees. Hace frío ahí fuera." Sacudió la cabeza. "No es lo que crees, Sybil." Se negó a mirarle, esforzándose por embutirse en el corsé junto a la ventana, donde el cristal escarchado recortaba la luz de la farola de la calle. Se ajustó las cintas del corsé por la espalda con un rápido giro habitual de las muñecas. "O si lo es," musitó Mick, observándola, "sólo en cierta medida." Al otro lado de la calle, ya salían de la ópera - gente bien con capa y chistera. Los caballos de tiro, el lomo cubierto con mantas, pateaban y temblaban sobre el negro asfalto. Aún quedaban trazas blancas de limpia nieve suburbana en la reluciente carrocería del carricoche a vapor de algún lord. Las rameras estaban trabajando entre la multitud. Pobres almas. Ciertamente resultaba difícil encontrar una cara amistosa entre aquellas camisas almidonadas y gemelos de diamante, en una noche tan fría. Sybil se volvió hacia Mick, confusa, furiosa, y muy asustada. "¿A quién le contaste lo mío?" "Ni a un alma," dijo Mick, "ni siquiera a mi amigo el General. Y no voy a chivarme de ti. Nadie dijo nunca que Mick Radley fuera indiscreto. Así que métete en la cama otra vez." "No pienso," dijo Sybil, enderezándose, los pies descalzos congelándosele sobre las tablas del suelo. "Sybil Jones puede compartir tu cama - ¡pero la hija de Walter Gerard es una persona importante!" Mick parpadeó, sorprendido. Se lo pensó, frotándose la estrecha barbilla, y asintió. "Pues es una lástima para mí, señorita Gerard." Se sentó en la cama y apuntó al suelo, con un dramático barrido del brazo. "Póngase la falda entonces, y sus botas de tacón de ramera, señorita Gerard, y salga usted por esa puerta, con toda su importancia. Pero sería una pena que salieras. Una chica lista puede servirme de mucho." "Claro que puedo servirte de mucho, matón" dijo Sybil, pero titubeó. Él tenía otra carta por jugar - lo notaba por la expresión de su cara. Le sonrió, entrecerrando los ojos. "¿Nunca has estado en París, Sybil?" "¿París?" Su aliento una nube en el aire. "Sí," dijo, "el alegre y glamouroso París, el próximo destino del General, cuando acabe su gira por Londres." Dandy Mick se tiró de los puños de encaje. "Para qué me puedes servir no te lo diré todavía. Pero el General es un hombre de muchas estratagemas. Y el Gobierno francés tiene ciertas dificultades que requieren la ayuda de expertos..." Guiñó, triunfante. "Pero ya veo que te aburro, ¿eh?" Sybil se apoyó en un pie, luego en otro. "¿Me llevarás a París, Mick," dijo despacio, "y ésa es la verdad, nada de trampas?" "Todo claro y legal. Si no me crees, tengo un billete en mi abrigo para el ferry de Dover." Sybil se llegó a la butaca de brocado en el rincón, y tiró del abrigo de Mick. Temblaba incontrolablemente, y se puso el abrigo por encima. Lana oscura de la buena, como estar envuelto en dinero cálido. "Delante, en el bolsillo de la derecha," le dijo Mick. "En el tarjetero." Estaba divertido y confiado - como si el que ella no confiara en él tuviera mucha gracia. Sybil metió sus manos heladas en ambos bolsillos. Hondos, forrados... Su mano izquierda aferró un bulto de duro, frío metal. Sacó una pequeña derringer asesina. Mango de marfil, brillo intrincado de martillos de acero y cartuchos de latón, pequeña como su mano pero pesada. "No seas mala," dijo Mick, frunciendo el ceño. "Vuelve a meterla, buena chica." Sybil la guardó, delicada pero rápidamente como si fuera un cangrejo vivo. En el otro bolsillo encontró su tarjetero, cuero rojo marroquí: dentro había tarjetas de negocios, tarjetas de visita con su retrato en puntillado de máquina, un horario de trenes de Londres. Y un grabado de rígido pergamino color crema, un pasaje de primera clase para el Newcomen, que salía de Dover, "Entonces necesitarás dos billetes", titubeó, "si realmente quieres llevarme." Mick asintió, concediéndole al argumento. "Y otro para el tren de Cherburgo, además. Nada más sencillo. Puedo telegrafiar pidiendo billetes en el despacho de abajo." Sybil se estremeció de nuevo, y se arrebujó en el abrigo. Mick rió. "No me mires con esa cara de vinagre. Sigues pensando como una furcia; déjalo. Empieza a pensar como alguien importante, o no me servirás de nada. Ahora eres la chica de Mick - picas alto." Ella habló lentamente, a regañadientes. "Nunca estuve con ningún hombre que supiera que yo era Sybil Gerard." Era mentira, por supuesto - estaba Egremont, el hombre que la había hundido. Charles Egremont había sabido muy bien quien era ella. Pero Egremont ya no importaba - vivía en un mundo distinto ahora, con su respetable mujer de cara estirada y sus respetables hijos, y su respetable escaño en el Parlamento. Y Sybil no había sido una buscona con Egremont. No exactamente, de cualquier forma. Una cuestión de grado... Se dio cuenta de que a Mick le gustaba la mentira que le había contado. Le había halagado. Mick abrió una reluciente tabaquera, sacó un cigarro, y lo prendió en la aceitosa llama de una cerilla de repetición, llenando la habitación con el olor dulzón del tabaco de cerezo. "Así que ahora estás un poco tímida conmigo, ¿eh?" dijo al fin. "Bueno, lo prefiero así. Lo que sé me hace tenerte un poco más cogida por el mango que sólo la pasta, ¿verdad?" Sus ojos se entrecerraron. "Es lo que uno sabe lo que cuenta, ¿verdad, Sybil? Más que la tierra o el dinero, más que la cuna. La información. Lo último." Sybil sintió un momento de odio por él, por su facilidad y confianza. Puro resentimiento, agudo y primario, pero aplastó sus sentimientos. Le odiaba - pero sólo porque verdaderamente la conocía. Sabía lo bajo que había caído Sybil Gerard, que había sido una chica educada, con aires y poses, como cualquier chica bien, en un tiempo. De los días de fama de su padre, de su infancia, Sybil recordaba a gente como Mick Radley. Sabía el tipo de chico que él había sido. Chicos de factoría, desharrapados y furiosos, miserables, que se arremolinaban en masa en torno a su padre tras sus discursos incendiarios, y hacían lo que quiera que él ordenase. Arrancar líneas de ferrocarril, destrozar los enchufes de las ruecas mecánicas, dejar cascos de policía a sus pies. Ella y su padre habían huido de ciudad en ciudad, a menudo de noche, viviendo en sótanos, desvanes, anónimas habitaciones de alquiler, ocultándose de la policía rad y de los puñales de otros conspiradores. Y a veces, cuando sus propios salvajes discursos le llenaban de ardiente entusiasmo, su padre la abrazaba y con toda seriedad le prometía el mundo. Viviría como la gente bien en una Inglaterra verde y tranquila, cuando el Rey Vapor cayera. Cuando Byron y sus Radicales Industriales fueran totalmente destruidos... Pero una soga de esparto había silenciado a su padre. Los radicales siguieron gobernando, yendo de triunfo en triunfo, barajando el mundo como un mazo de cartas. Y ahora Mick Radley estaba arriba en el mundo, y Sybil Gerard estaba abajo. Permaneció de pie en silencio, envuelta en el abrigo de Mick. París. La promesa le tentaba, y cuando se permitió creerle, había una sensación tras ella como el rayo. Se forzó a pensar acerca de abandonar su vida en Londres. Era una vida mala, baja y sórdida, lo sabía, pero no del todo desesperada. Todavía tenía cosas que perder. Su habitación alquilada en Whitechapel, y el querido Toby, su gato. Estaba la señora Winterhalter, que arreglaba encuentros entre chicas alegres y caballeros políticos. La señora Winterhalter era una alcahueta, pero tenía modales de dama y era estable, y era difícil encontrarlas como ella. Y ella perdería a sus dos caballeros fijos, el señor Chadwick y el señor Kingsley, que la veían dos veces al mes cada uno. Eso era una pasta fija, y la mantenía lejos de la calle. Pero Chadwick tenía una esposa celosa en Fulham, y, en un momento de estupidez, Sybil le había robado sus mejores gemelos a Chadwick. Sabía que sospechaba. Y ninguno de ambos hombres era ni la mitad de generoso con su dinero que Dandy Mick. Se forzó a sonreírle, con tanta dulzura como pudo. "Mira que eres espabilado, Mick Radley. Sabes cómo tirarme de los hilos. Tal vez me enojara contigo al principio, pero no soy tan tonta como para no reconocer a un caballero espabilado cuando veo uno." Mick sopló humo. "Pues sí que eres lista," dijo con admiración. "Dices bobadas como un ángel. De todas formas, no me engañas, así que no tienes por qué engañarte. Aun así, eres justo la chica que necesito. Vuelve a meterte en la cama." Hizo lo que le decía. "Dios," dijo, "tienes los pies hechos dos cubitos de hielo. ¿Por qué no vas y te pones unas zapatillitas, anda?" Tiró de su corsé, con determinación. "Zapatillas, y media negras de seda," dijo. "Una chica parece muy fina en la cama, con medias negras de seda." EN LA ERA DEL MICROCHIP, LA FICCIÓN JUEGA CON LA LOCOMOTORA A VAPOR Andrés Hax. Como y porqué se cruzan escenarios del siglo XIX con ideas del mundo cibernético. Admitámoslo: la ciencia ficción perdió su capacidad de asombrar. El noticiero del desayuno viene con novedades que ni siquiera Julio Verne o H.G. Wells se hubieran atrevido a imaginar. Clonación de animales, viajes robóticos a Marte y misiles lanzados contra cometas se mezclan amablemente con datos meteorológicos y deportivos. Así, para recargarse de asombro y extrañeza, el género ha asumido la estrategia de describir un pasado transformado por tecnologías revolucionarias dejando atrás, vaya paradoja, el retrato de un futuro antihumano. ¿Qué hubiera pasado, por ejemplo, si la armada de la Reina Victoria hubiera conquistado la tecnología nuclear? ¿Cómo hubiera sido la Londres de Dickens con mails y celulares? ¿O los personajes de una comedia de Wilde atrapados en un bunker durante una guerra atómica? Estos escenarios son los que plantea el "steampunk", paradigma que cruza a varios de los más innovadores novelistas, cineastas, guionistas de cómics y diseñadores de videojuegos. Sus obras se sitúan en un mundo quasi-Victoriano (el de la Revolución Industrial) alterado por dispositivos futuristas. De allí lo de "steam" (vapor en inglés), como referencia a la locomotora, máquina victoriana emblemática. Al subgénero "cyberpunk" le había tocado en los 80 y 90 explorar la transformación cibernética del mundo apropiándose de las reglas del policial negro. Su arquetipo rebelde fue el hacker, como en la saga de Matrix. El "steampunk", en cambio, tiene sus raíces en los Viajes Extraordinarios de Julio Verne o Frankenstein de Mary Shelly. Su retro-futurismo no es naif: cuestiona el despegue tecnológico desde una plataforma socio-política. El máximo referente de este subgénero es el novelista inglés, China Miéville (Londres, 1972). Sus tres últimas novelas —que retratan la megalópolis Nueva Crobuzon y sus afueras— han sido celebradas como lo mejor de la ciencia ficción actual. Miéville estudió antropología en Cambridge y es un marxista convencido doctorado en leyes internacionales por el London School of Economics. Vaya mezcla. En Estación de la calle perdida (2000), por ejemplo, los criminales son "rehechos". Sus cuerpos son modificados, combinados con máquinas para convertirlos en esclavos del estado. Su última novela, Iron Council (El Consejo de Hierro),2005, describe una comunidad que vive en una ciudad móvil con forma de tren perpetuo. Allí describe a los rehechos: "gente con sus caras fuera de lugar, cuerpos hechos de hierro y cables de goma, brazos que son máquinas de vapor, y brazos de animales, y brazos que son pistones tan largos como sus cuerpos" Desde Londres, Miéville le dice a Clarín que el mundo que crea en sus novelas busca que lo cotidiano resulte extraño y lo extraño común. "Intento canalizar la tradición de desfamiliarización que utilizaban los surrealistas. Como en la cita de Lautreamont ''Tan bello como el encuentro azaroso entre una maquina de coser y un paraguas sobre una mesa de disección''. Cada uno de los elementos es completamente normal, pero por la manera en cual están presentadas se convierten en cosas terriblemente extrañas y las ves como por primera vez". Aunque sea un brazo menor de la literatura el "steampunk" termina por definir una idiosincracia de nuestros tiempos. Y como el surrealismo, intenta modificar nuestra forma de observar la realidad cotidiana. Al fin, parece estar hablando por ciertas malformaciones del tiempo histórico. Un kiosco suburbano convertido en cyber; un ringtone de celular cruzando los vagones art decó de la Línea A. Escenas que la realidad calcó del "steampunk", el último refugio victoriano. La estación de le calle Perdido por China Miéville La metrópolis de Nueva Crobuzón se extiende desde el centro del mundo. Humanos, mutantes y razas arcanas malviven en la penumbra bajo sus chimeneas, donde el río se torna viscoso por los afluentes artificiales, donde las fábricas y fundiciones amartillan la noche. Durante más de mil años, el Parlamento y su brutal milicia han gobernado una vasta economía de obreros y artistas, espías y soldados, magos, yonquis y prostitutas. pero acaba de llegar un extraño con el bolsillo lleno y una demanda imposible. De forma torpe, inadvertida, algo impensable es liberado. Dotado de un especial talento para las ambientaciones exóticas, China Miéville convierte a Nueva Crobuzón en un vigoroso escenario en el que se dan cita los ecos de un Londres victoriano, la distopía más agria, la poderosa imaginería de la literatura gótica y originales razas antropomórficas. Sirviéndose de los recursos clásicos de la literatura fantástica y de anticipación, inaugura una fórmula narrativa fresca y novedosa, capaz de fascinar por igual a público y crítica hasta convertir Estación de la calle Perdido en la gran revelación de 2000 en el REino Unido, donde ha sido galardonada con los principales premios literarios. Una ventana se abrió de golpe, muy por encima del mercado. Una cesta voló desde ella y comenzó a caer sobre la multitud desprevenida. Sufrió un tirón en medio del aire, girando y prosiguiendo su descenso a una velocidad inferior, irregular. Danzando precaria en su recorrido, la malla de alambre se deslizaba sobre la piel rugosa del edificio. Rascaba el muro, desprendiendo pintura y polvo de hormigón. El sol brillaba a través de un cielo encapotado, arrojando una luz grisácea. Bajo la cesta, los puestos y tenderetes se derramaban sin orden ni concierto. La ciudad apestaba, pero hoy era día de mercado en Galantina, y el olor acre a excremento y podredumbre que impregnaba Nueva Crobuzon quedaba, en aquellas calles y a aquella hora, atenuado por la páprika y el tomate fresco, el aceite de pescado caliente y el limón, la carne curada, el plátano y la cebolla. Los puestos de comida se extendían a lo largo de la ruidosa calle Shadrach. Libros, manuscritos y cuadros inundaban el paso Selchit, una avenida de vainillas deslustradas y hormigón descompuesto, un poco hacia el este. Había productos de arcilla ocupando todo el vial hasta Barracán, al sur; piezas de motores al oeste; juguetes bajando por un callejón; ropas entre dos calles más; y otras incontables mercancías ocupando todas las callejuelas. Las hileras de productos convergían apelotonadas en Galantina, como los radios de una rueda rota. En aquel barrio, todas las distinciones desaparecían. A la sombra de los viejos muros y las torres inseguras descansaba un montón de herramientas, una mesa destartalada cubierta de vajillas rotas y toscos adornos de arcilla, una estantería con libros mohosos. Antigüedades, sexo, polvo de mosca. Entre los puestos vagaban constructos siseantes, y los mendigos discutían en las entrañas de edificios desiertos. Seres de razas extrañas compraban artículos peculiares. Era el bazar de Galantina, una sorprendente mezcla de mercancías, grasa y comerciantes. Imperaba la ley del comercio: que el comprador se cuide. El vendedor bajo la cesta alzó la mirada a la luz del sol y una lluvia de polvo de ladrillo. Se limpió un ojo. Tomó la nasa sobre su cabeza, tirando de la cuerda hasta llevarla a su altura. En su interior había una moneda de bronce y una nota con caligrafía pulcra, ornamentada, cursiva. El vendedor se rascó la nariz mientras leía el papel. Rebuscó entre las cajas de comida ante él y depositó en la cesta huevos, frutas y tubérculos, volviendo a comprobar la lista. Se detuvo y releyó uno de los artículos, sonriendo lascivo mientras cortaba una rebanada de cerdo. Cuando hubo terminado, se metió la moneda en el bolsillo y buscó cambio; dudó mientras calculaba el coste del pedido, dejando al final cuatro monedas menores. Se limpió las manos en los pantalones y pensó un instante, escribiendo algo en la lista con un trozo de carboncillo y dejándola después con lo demás. Tiró tres veces de la cuerda y la cesta comenzó su inconstante viaje hacia arriba. Se alzó por encima de los tejados menores de los edificios contiguos, como si el ruido le sirviera de boya. Sorprendió a unas chovas en su nido en la planta desierta e inscribió un nuevo rastro en la pared, junto a los demás, antes de desaparecer por la ventana de la que había emergido. Isaac Dan der Grimnebulin acababa de darse cuenta de que había estado soñando. Se había sentido aterrado al verse de nuevo trabajando en la universidad, desfilando frente a una enorme pizarra cubierta con vagas representaciones de palancas, fuerzas y solicitaciones. Introducción a la Ciencia de los Materiales. Había estado observando ansioso a sus alumnos cuando ese maldito y efusivo Vermishank había abierto la puerta. —Así no puedo dar clase —susurró Isaac en alto—. El mercado es demasiado ruidoso. Hizo un gesto a la ventana. —No pasa nada. —Vermishank era apaciguador y detestable—. Vente a desayunar. Así te olvidarás del ruido. Y, con ese absurdo comentario, Isaac despertó para su enorme alivio. La estridente perversión que era el bazar, y el aroma de la comida, lo acompañaron en este proceso. Se estiró en la cama, sin abrir los ojos. Oía a Lin caminar por la habitación, y sintió el leve crujido del piso. El desván estaba lleno de humo aromático. Salivó. Lin dio dos palmadas. Sabía cuándo Isaac estaba despierto. Probablemente porque cerraba la boca, pensó, riendo disimulado sin abrir los ojos. —Aún estoy dormido, cállate; pobre Isaac, siempre tan cansado —dijo, protestando como un niño. Lin volvió a palmear una vez, irónica, y se alejó. Isaac gruñó y se dio la vuelta. —¡Puñetera! —gimió a la mujer—. ¡Arpía! ¡Incordio! Vale, vale, tú ganas, tú ganas, tú... eh... bruja, monstruo... Se rascó la cabeza y se incorporó, sonriendo con expresión estúpida. Lin le hizo un gesto obsceno sin darse la vuelta. Ella estaba desnuda frente a la cocina, de espaldas a él, brincando hacia atrás al saltar el aceite en la sartén. Las sábanas resbalaron sobre la barriga de Isaac. Era un dirigible, enorme, tenso y fuerte. Estaba cubierto por abundante vello gris. Lin era lampiña. Sus músculos se adivinaban claramente bajo su piel rojiza. Era como un atlas anatómico. Isaac la estudió con feliz lujuria. Le picaba el culo y se rascó bajo la manta, desvergonzado como un perro. Algo explotó bajo su uña, y retiró la mano para examinarlo. En el extremo de su dedo había un gusano medio aplastado, agitándose indefenso. Era un reflic, un pequeño e inofensivo parásito khepri. Este bicho debe haberse sorprendido con mis jugos, pensó Isaac, limpiándose el dedo. —Reflic, Lin. Hora de bañarse. Lin protestó con un pisotón en el suelo. Nueva Crobuzon era un enorme caldo de cultivo, una ciudad mórbida. Los parásitos, la infección y los rumores eran incontrolables. Las khepri necesitaban un baño químico mensual para protegerse, si querían evitar picores y heridas. Lin depositó el contenido de la sartén en un plato que dejó sobre la mesa, frente a su propio desayuno. Se sentó e hizo un gesto a Isaac para que se le uniera. Él se levantó de la cama y se acercó tambaleante hasta sentarse en su pequeña silla, cuidándose de no clavarse ninguna astilla. Los dos estaban desnudos en lados opuestos de la desarropada mesa de madera. Isaac era consciente de su situación, imaginándose cómo los vería un observador ajeno. Será una imagen hermosa, extraña, pensó. Un ático, con el polvo en suspensión iluminado por la luz que atravesaba un ventanuco, libros, papel y cuadros cuidadosamente apilados junto al mobiliario de madera barata. Un hombre de piel oscura, grande, desnudo y adormilado, sosteniendo un tenedor y un cuchillo, antinaturalmente quieto, sentado frente a una khepri, con su cuerpo menudo envuelto en sombras, su cabeza quitinosa apenas una silueta. Ignoraron la comida y se contemplaron un momento. Lin le hizo una señal, Buenos días, mi amor, y comenzó a comer, aún mirándolo. Era cuando comía que Lin parecía más alienígena, y sus colaciones compartidas eran tanto un reto como una afirmación. Mientras la miraba, Isaac sintió las emociones habituales: un disgusto inmediatamente derrotado, orgullo por anularlo, deseo culpable. La luz brillaba en los ojos compuestos de ella. Las antenas de la cabeza temblaron mientras tomaba medio tomate y lo apresaba con las mandíbulas. Bajó las manos mientras las piezas bucales internas aprehendían la comida sujeta en la boca externa. Isaac observó al enorme escarabajo iridiscente que era la cabeza de su amante devorar el desayuno. La contempló tragando, vio su garganta deglutir en el punto en que la pálida panza de insecto se unía suavemente al cuello humano... aunque ella no hubiera aceptado aquella descripción. Los humanos tienen cuerpo, piernas y manos de khepri, y la cabeza de un gibón afeitado, le había dicho una vez. Sonrió mientras presentaba su cerdo frito frente a él, lo tomaba con la lengua y se limpiaba las manos grasientas en la mesa. Le sonrió. Ella agitó las antenas e hizo una señal: Monstruo mío. Soy un pervertido, pensó Isaac. Igual que ella. La conversación durante el desayuno solía ser un monólogo: Lin podía hacer señales con las manos mientras comía, pero los intentos de Isaac por hablar y deglutir al mismo tiempo resultaban en farfullos incomprensibles y comida en la mesa. Leían; Lin un periódico para artistas, Isaac lo que tuviera a mano. Entre bocados, rebuscó entre libros y papeles y se encontró leyendo la lista de la compra de Lin. La línea Lonchas de cerdo estaba enmarcada en un círculo, y bajo su exquisita caligrafía había un comentario con letra mucho más tosca: ¿¿Tienes compañía?? ¡¡Un buen trozo de cerdo es todo un regalo!! Isaac le enseñó el papel a Lin. —¿Qué es esta estupidez? —gritó, escupiendo trozos de comida. Su enfado era divertido, pero auténtico. Lin leyó y se encogió de hombros. Sabe que no como carne. Sabe que tengo un invitado para desayunar. Juego de palabras con “cerdo”. —Muchas gracias, cariño, eso ya lo había cogido yo. ¿Cómo sabe que eres vegetariana? ¿Sueles darte a estas charlas ingeniosas? Lin lo miró un instante, sin responder. Lo sabe porque no compro carne. Sacudió la cabeza ante la estupidez de la pregunta. No te preocupes: sólo charlamos escribiéndonos. No sabe que soy un bicho. El uso deliberado de aquel insulto molestó a Isaac. —Mierda, no insinuaba nada... —La mano de Lin se meneó en lo que era el equivalente de enarcar una ceja. Isaac saltó irritado—. ¡Mierda puta, Lin! ¡No todo lo que digo es sobre el miedo a que nos descubran! Isaac y Lin eran amantes desde hacía casi dos años. Siempre habían tratado de no pensar demasiado en las reglas de su relación, pero cuanto más tiempo pasaban juntos, más imposible se tornaba aquella estrategia evasiva. Las preguntas sin respuesta exigían atención. Los comentarios inocentes y las miradas inquisitivas de los demás, un contacto demasiado largo en público, la nota de un tendero, todo les recordaba que, en algunos contextos, vivían un secreto. Todo lo hacía más difícil. Nunca habían dicho Somos amantes, de modo que nunca habían tenido que decir No revelaremos nuestra relación a todo el mundo, se la ocultaremos a algunos. Pero hacía meses que estaba claro que ése era el caso. Lin había comenzado a señalar, con comentarios ácidos y sarcásticos, que la negativa de Isaac a declararse su amante era como mínimo cobarde, si no racista. Aquella insensibilidad molestaba a Isaac, que, después de todo, había dejado clara la naturaleza de su relación a los amigos íntimos de ambos. Y, además, para ella era muchísimo más sencillo. Lin era artista, y su círculo lo formaban los libertinos, los mecenas y los parásitos, los bohemios, los poetas, los anarquistas y los adictos a la moda. Se deleitaban con el escándalo y la rareza. En las casas de té y los bares de los Campos Salacus, las escapadas de Lin (claramente insinuadas y nunca negadas, nunca explicitadas) serían pasto de discusiones, rumores y provocaciones. Su vida amorosa era una transgresión avant-garde, un “happening” artístico, como lo había sido la música concreta la pasada temporada, o el Arte Egoísta hacía dos años. Y sí, Isaac podía jugar a lo mismo. También era conocido en ese mundo, y desde antes de sus días con Lin. Después de todo, era el científico proscrito, el pensador de mala fama que renunciaba a un lucrativo empleo de maestro para involucrarse en experimentos demasiado escandalosos y brillantes para las mentes diminutas que regían la universidad. ¿Qué le importaban las convenciones? ¡Dormiría con quien le diera la gana, con lo que le diera la gana! Así se le conocía en los Campos Salacus, donde su relación con Lin era un secreto a voces, donde podía disfrutar y relajarse, donde podía pasarle el brazo por la cintura en un bar y susurrarle mientras ella chupaba café de azúcar de una esponja. Aquella era su historia, y al menos en parte era cierta. Había abandonado la universidad hacía diez años, pero sólo porque, para su desgracia, comprendió que era un pésimo profesor. Había visto las expresiones confusas, había oído los frenéticos gimoteos de los estudiantes aterrados, y había comprendido que una mente que se lanzaba anárquica y sin control por los pasillos de la teoría podía aprender a empellones, pero no impartir la comprensión que tanto amaba. Había agachado la cabeza avergonzado y había huido. En otro giro del mito, su director de departamento, el eterno y detestable Vermishank, no era un corderito empollón, sino un excepcional biotaumaturgo que había rechazado las investigaciones de Isaac no tanto por su heterodoxia, como porque no iban a ningún sitio. Isaac podía ser brillante, pero le faltaba disciplina. Vermishank había jugado con él como con un gatito, haciéndole suplicar trabajo como investigador independiente con un salario mísero, pero con acceso limitado a los laboratorios de la universidad. Y era aquello, su trabajo, lo que le había hecho ser tan circunspecto respecto a su amante. En aquellos momentos su relación con la universidad era tenue. Diez años de privaciones y ahorro lo habían equipado con un buen laboratorio propio; sus ingresos los formaban en especial los dudosos contactos con los ciudadanos menos íntegros de Nueva Crobuzon, cuyas necesidades de ciencia sofisticada no dejaban de sorprenderlo. Pero las investigaciones de Isaac, que había conservado sus objetivos a pesar de los años, no podían desarrollarse en el vacío. Tenía que publicar. Tenía que debatir. Tenía que discutir, que asistir a conferencias... como el hijo díscolo, rebelde. La resistencia tenía sus ventajas. Pero la academia no sólo jugaba al conservadurismo. Los estudiantes xenianos sólo llevaban veinte años siendo admitidos como candidatos en Nueva Crobuzon. Aquella relación abierta sería la vía rápida para convertirse en paria, no en el chico malo que siempre había dicho ser. Lo que le asustaba no era que los editores, los organizadores de las conferencias y los encargados de las publicaciones descubrieran su relación con Lin. Lo que le asustaba era que vieran que no trataba de ocultarla. Si ejecutaba los movimientos de ocultación esperados, no podrían denunciarlo como inaceptable. A Lin no le gustaba nada todo aquello. Nos escondes con la intención de poder publicar artículos para gente a la que desprecias, le había señalado una vez después de hacer el amor. Isaac, en los momentos más agrios, se preguntaba cómo reaccionaría ella si el mundo del arte la amenazara con el ostracismo. Aquella mañana los amantes lograron matar la pujante discusión con bromas, disculpas, cumplidos y lujuria. Isaac sonrió a Lin mientras ésta jugaba con su camisa, agitando sensual las antenas. —¿Qué vas a hacer hoy? —le preguntó. Voy a Kinken. Necesito colores. Voy a una exposición en el Aullido. Esta noche trabajo, añadió burlona. —Entonces, ¿no nos veremos? —sonrió Isaac. Lin negó con la cabeza. Isaac contó los días con los dedos—. Bueno, podemos cenar en el Reloj y el Gallito el... ¿domingo? ¿a las ocho? Lin titubeó, extendiendo las manos mientras pensaba. Encantador, señaló coqueta, no dejando claro si se refería a la cena o a Isaac. Apilaron los platos y cazos en el cubo de agua fría de la esquina y los dejaron. Mientras Lin recogía sus notas y bocetos para marcharse, Isaac la arrastró suavemente hacia él, hacia la cama. Besó su cálida piel roja. Ella se volvió hacia sus brazos. Inclinó los hombros e Isaac vio cómo el rubí oscuro de su caparazón se abría lentamente, mientras sus antenas se estiraban. Las dos mitades de la cáscara de su cabeza temblaron ligeramente, tan extendidas como eran capaces. Desde debajo de su sombra extendió sus hermosas, pequeñas, inútiles alas de escarabajo. Lin acercó la mano de Isaac a las alas, invitándole a acariciar su fragilidad, totalmente vulnerable, en una expresión de confianza y amor sin parangón entre las khepri. El aire entre ellos se cargó y el pene de Isaac se endureció. Trazó las venas ramificadas en las vibrantes alas con los dedos, observando la luz que las atravesaba refractándose en sombras madreperla. Le levantó la falda con la otra mano y deslizó los dedos por el muslo. Lin abrió las piernas alrededor de la mano y las cerró, atrapándola. Isaac susurró invitaciones sucias y amorosas. El sol se desplazaba sobre ellos, arrojando por toda la estancia sombras de la ventana y de las nubes inquietas. Los amantes no notaron cómo avanzaba el día. © China Miéville 2000 ESPECIAL: CINE STEAMPUNK Katsuhiro otomo y el cine: entre el ciber y el steampunk (fragmento) Por Felipe Múgica Indudablemente, le guste o no a Otomo, si hay una palabra, un título que ha marcado su carrera ese es el de Akira. Y es que por mucho que pase el tiempo, por muchas películas que haga, por mucho que trate de alejarse de esta etiqueta, Katsuhiro Otomo siempre será considerado como "el director de Akira". Tal fue el éxito, tal fue el impacto de la película en occidente que a punto estuvo de tragarse la propia carrera de Otomo, quien tras ello tardó 16 años en volver a realizar tras las cámaras un film de animación al completo y limitándose desde entonces a ejercer de productor, guionista o director de algún segmento en alguna película de episodios. Otomo nunca ha vuelto a estar a la altura de su obra maestra (Steamboy no la supera) y seguramente siempre tendrá encima esa barrera difícil de superar. Si hablamos de constantes, el cine de Otomo es un cine donde se combinan los fenómenos paranormales, ambientes urbanos decadentes y apocalípticos, el ciberpunk y, en sus últimas propuestas, la afición por la técnica del vapor y el carbón (ver Cannon Fodder y Steamboy), subgénero de la ciencia-ficción dado a llamarse "Steampunk". El gusto por los núcleos urbanos cerrados y asfixiantes y por los fenómenos paranormales ya estaba presente en uno de sus primeros éxitos dentro del manga, Domu (Pesadillas en nuestro país), de 1983. En él se narraba el enfrentamiento entre un viejo y una niña con poderes psicoquinésicos desarrollado en un bloque de apartamentos del centro de Tokio, el primero de los cuales es un asesino cuyos crímenes investiga la policía. Sin duda, varias de las ideas posteriormente presentes en Akira ya se podían vislumbrar en esta obra. Antes de esto, Otomo ya había realizado su debut en el cine. Fue en 1982 con el largometraje de imagen real Dame un arma, dame la libertad ( Jiyû o warera ni ), también responsable del guión. Pocos datos hay acerca de esta película bien en internet o por otras fuentes y hoy en día parece difícil de localizar. En ella, al parecer, su autor aprovecha su gusto por la violencia (presente en muchos de los mangas que realizaba por aquellas fechas) para hacer una crítica de ciertos aspectos de la sociedad japonesa del momento. Como veremos posteriormente, ésta no sería su única incursión dentro del cine de imagen real. Al año siguiente, en 1983 se encargaría del diseño de personajes de un par de proyectos. El primero de ellos, Crusher Joe ( Kurasshâ Jô ), una película de aventuras espaciales donde le fue confiado el diseño de uno de los personajes, de nombre Arakane. El segundo se trató de Harmaggedon ( Genma taisen ), de Rin Taro. Aquí, un grupo de personas de todas partes del mundo era reunido para hacer frente a una amenaza procedente del espacio exterior. Pese a que el estilo de dibujo de Otomo era reconocible en los personajes centrales del anime, esto no evitaba que la impresión global de la película fuera la de un producto ciertamente flojo. Curiosamente, el director de ésta Rin Taro, trabajaría posteriormente bajo las órdenes de Otomo en un film posterior, Metropolis (2001), donde éste ejercía de guionista y productor. Harmaggedon fue editada en VHS por Selecta Visión, con el reclamo del nombre de Otomo en la portada. En 1987, un año antes de estrenar la magna Akira, Otomo participó en un par de largometrajes de episodios. El primero fue Robot Carnival ( Robotto kânibaru ) donde todas las historias tenían como punto en común el hecho de estar protagonizadas por robots. De una calidad gráfica excelente, irregular y desigual (como suele ocurrir con casi todas las películas de episodios) y con gran protagonismo de la música (muchas de las historias no contienen diálogos), los segmentos de apertura y de cierre de este proyecto fueron encargados a Katsuhiro Otomo, junto con el desconocido Atsuko Fukushima. Sería injusto realizar una crítica severa hacia este par de cortos teniendo en cuenta que su única función es la de presentación y punto final de la película, sin más pretensiones, y que representan un par de anécdotas sin mayor importancia. En la apertura, ambientado en un mundo post-apocalíptico, un niño avisa a la gente del poblado donde vive de la llegada de algo temible y de lo que protegerse a toda costa. La amenaza veremos que consiste en un gigantesco transporte, con el título "Robot Carnival" en su frente, que, en medio de música, fuegos artificiales y explosiones arrasa con todo por donde pasa. En el capítulo de clausura, veremos cómo este monumental transporte deja de funcionar y se detiene en medio del desierto. Un hombre encuentra cerca del lugar una esfera metálica, que lleva a casa y enseña a sus hijos, revelando una bailarina mecánica que comienza a bailar, si bien con desagradable sorpresa final. Robot Carnival fue editada en VHS por Manga Films. Ese mismo año, Otomo participó en otro largometraje de episodios (aunque más que de largometraje habría que hablar de OVA ya que la duración es de unos 50 minutos), seguramente no tan conocido como otros en los que ha intervenido. El título que conoció la película en la edición videográfica de nuestro país fue " Laberinto de historias " ( Manie Manie , 1987) y constaba de tres historias dirigidas por distintos directores. La primera, "Laberinto", por, (de nuevo) Rin Taro era la más experimental de las tres, una especie de Alicia a través del espejo inundada de imágenes extrañas y surrealistas. La segunda, "El piloto de carreras", por Yoshiaki Kawajiri (Ninja Scroll, Vampire Hunter D) es la más adrenalítica, acerca de una funesta carrera de coches a causa del piloto que da título al episodio. El último episodio, "Trabajos de construcción suspendidos" es el realizado por Otomo y es el de tono más humorístico de los tres. En él un joven japonés es encargado de detener la construcción de una espectacular urbanización en mitad de la selva amazónica de un imaginario país sudamericano. Los problemas vendrán cuando descubra que los trabajos están a cargo de un desvencijado robot con quien le resultará muy difícil hacerse obedecer. "Trabajos..." es una historia pequeña, una anécdota curiosa, simpática pero que no va más allá. Su escasa duración tampoco permitía mucho más, realmente. Con seguridad, Otomo se tomó el proyecto de llevar a cabo este segmento como un divertimento sin más pretensiones, bien realizado, con una animación más que correcta pero nada más. Seguramente también por aquellas fechas Otomo tenía en mente otro proyecto más importante y al que dedicarle más atención y ese proyecto era, claro está, Akira , que llegaría a las pantallas japonesas al año siguiente. "Laberinto de historias", por cierto, fue editada en VHS por Selecta Visión. Akira "Neo-Tokyo está a punto de E.X.P.L.O.T.A.R." Así rezaba la frase promocional del cartel en el estreno de la película en nuestro país. Y explotar fue lo que hizo la concepción de muchos de lo que era el cine de animación, hasta el momento dominada por la imaginería típica impuesta por Disney. Akira rompió con la idea del cine de animación solo para niños, descubrió el anime japonés (que hasta la fecha para muchos consistía simplemente en Heidi y Mazinger Z) y supuso la entrada definitiva de su estética, de sus mangas y de su estilo, arrasando en occidente y dispuesta a no marcharse ya nunca más. Akira también creó junto con otras series de éxito del momento (léase Bola de dragón) la prejuiciada idea del anime como un género repleto de sexo y violencia, parcial percepción de este tipo de animación que solo en los últimos años parece estar desapareciendo gracias al éxito de El viaje de Chihiro y demás. Como suele ocurrir siempre en nuestro país, el fenómeno Akira tardó en hacerse un hueco entre el público español, en concreto hasta el año 1992 la película no fue estrenada en salas españolas. Y fue entonces cuando comprendimos el porqué del impacto. Y es que en su momento Akira fue algo novedoso, inédito. Hasta entonces no se había visto nunca algo así, esas persecuciones motorizadas nocturnas, esos ambientes urbanos, esas mutaciones físicas, ese caos y destrucción, ese guión repleto de tonos místicos, políticos, ese final que nadie comprendía pero que daba igual, ese estilo completamente nuevo de animación plenamente adulto... Con el tiempo todo esto ha quedado superado y probablemente vista hoy en día, Akira resulte algo mitificada en exceso, pero su importancia y su papel dentro de la historia del anime es algo que no podrá negarle nadie. Akira, el manga, fue iniciado por Katsuhiro Otomo en 1982 para la revista Young Magazine de Kodansha y lo que en principio iba a ser una historia de unas 200 páginas, creció, cobró vida propia y se desarrolló hasta alcanzar las 2000 páginas, concluido todo este trabajo en 1990. Ante el éxito del manga pronto surgieron las propuestas de adaptación al cine, todas ellas rechazadas por Otomo quien quería ser él mismo el encargado de llevar su obra a la gran pantalla. Así el propio Otomo se encargó de redactar el guión, de comprimir su kilométrica creación (que por aquel entonces ni siquiera estaba terminada) y de supervisar todo el proceso de creación, de una película que se convertiría hasta la fecha en el largometraje animado más caro del cine japonés. El argumento de Akira, anime, nos ubica en el año 2019, en Neo-Tokyo, la nueva capital japonesa, reconstruida sobre las ruinas de la anterior Tokio, que fue destruida durante la III Guerra Mundial. Es éste un ambiente de continuas crisis políticas y violencia callejera a mano de numerosas bandas juveniles. En una de éstas militan Kaneda y Tetsuo. Tras una noche de enfrentamientos entre dos bandas a bordo de veloces motos, Tetsuo tiene un extraño encuentro con un niño prematuramente envejecido, siendo secuestrado a continuación sin motivo aparente por un grupo de militares. Descubriremos que este niño junto con otros dos tienen poderes paranormales y son sujeto de investigaciones, investigaciones a las que someterán también a Tetsuo, quien empezará a desarrollar igualmente poderes, hasta llegar a un punto en que escapen a su control. Todos estos acontecimientos bajo la sombra de Akira, un niño quien también fue objeto de experimentos años atrás. Si bien estamos acostumbrados a que los largometrajes de dibujos animados occidentales no lleguen o apenas superen la hora y media de duración, en el caso de los japoneses no es raro encontrar películas que se alarguen hasta las dos horas. En el caso de Akira, casi resulta duración insuficiente para abarcar todas las ideas a las que se pretende dar cancha: luchas de bandas, revueltas políticas, ideas religiosas de mesías por venir y profecías, acción non-stop, poderes paranormales, misticismo, historias de amistad y de rivalidad, apocalipsis... todo ello en poco más de dos horas de película. Sin duda, lo mejor del film es su trepidante comienzo (esas persecuciones motorizadas a lo largo de un detalladísimo y nocturno Neo-Tokyo, mientras manifestaciones cubren las calles de la ciudad y un padre trata de huir con su hijo en medio de la confusión), la excelente animación, el diseño de Neo-Tokyo (donde Otomo daba rienda suelta a su afición por la arquitectura), hiperedificado y con un pie en el Blade Runner de Ridley Scott, la música, entre lo tribal y lo experimental (ese empleo de voces, las percusiones, la electrónica...) por el desconocido Shoji Yamasiro... La historia, aunque se sigue con interés, pierde un poco del gas con el que empieza. Tal vez le puede la acumulación de ideas antes comentada: las revueltas políticas con el coronel al frente, las ideas místicas acerca de la llegada de un nuevo Mesías personificado en el niño Akira y, detrás de todo esto, la relación de rivalidad entre Tetsuo y Kaneda. Ambos son amigos desde la infancia, huérfanos, el segundo siempre protector del primero, el cual siente celos de su amigo que es el líder del grupo y el que tiene la moto más potente. Cuando Tetsuo empiece a desarrollar sus poderes, será el momento que siempre ha buscado para dejar de ser un segundón, un perdedor y convertirse en el líder (representativo de esto es el momento en que Tetsuo se pone una tela a modo de capa: ahora ya no es uno más, se ha convertido en una especie de superhéroe con poderes sobrehumanos), y será cuando Kaneda intente acabar con su amigo, que ha perdido el control de sus poderes (dando lugar a uno de estos clímax finales tan característicos del anime donde los japoneses parecen dar rienda suelta a un cierto gusto por la destrucción masiva y lo mastodóntico) Aunque podríamos considerar a éste como el tema central de la película también nos encontramos con las ideas místicas antes citadas: la esperanza de la venida de un nuevo Mesías, que los militares esperan que sea Tetsuo, o la aparición final de Akira más como un ente espiritual que físico llevando a cabo una limpieza del caos en que se encontraba envuelta la ciudad de Neo-Tokyo. Es este detalle tal vez uno de los puntos flacos de la película, lo confuso y lo excesivamente críptico de su final, lo cual seguramente fue acrecentado en su día por el erróneo doblaje en que se cambiaban frases o las voces de los niños eran sustituidas por voces de ancianos. Por fortuna, la edición última en DVD de Selecta Visión en nuestro país presenta un doblaje nuevo más fiel a las voces originales japonesas. Pese a estos defectos y pese a que la película no consiga mantener el magnífico ritmo de sus primeros 15 minutos, sin duda, Akira es un excelente largometraje de animación, al que tal vez el impacto que suscitó en su día haya hecho que esté algo excesivamente mitificado hoy en día, pero que aún a pesar de eso resulta una muy estimable película, de visión obligatoria para todos los amantes del anime y altamente recomendable para el aficionado al cine en general. Katsuhiro Otomo post-Akira El esfuerzo de Akira, tanto en manga como anime fue tal para Otomo que, desde entonces dentro del comic prácticamente no volvería a ponerse detrás de los lápices, limitándose a la labor de guionista (su obra más famosa de esta etapa probablemente sea La leyenda de madre Sara) y dentro del cine tardaría mucho en volver a dirigir un largometraje animado, limitando también su labor a la de guionista, productor de los proyectos de otros colaboradores o director de alguna película de segmentos. Parecería que el éxito de Akira se hubiera tragado a nuestro hombre, hasta la realización de Steamboy, pero en el largo camino entre estas dos películas nos encontraremos con una serie de proyectos donde podremos ver el nombre de Otomo. En 1991 llevó a cabo una nueva incursión dentro del cine de imagen real, World apartment horror , proyectada en algún festival autóctono (ya que nunca se ha estrenado en nuestro país) como ¡Qué horror de apartamento! Al igual que su anterior película con actores, poco se ha visto este largometraje fuera de sus fronteras, el cual sí debió de disfrutar de cierto éxito en Japón ya que contó con una adaptación al manga a cargo del futuro protegido de Otomo, Satoshi Kon. En el film, se nos cuentan los intentos de un yakuza por desalojar a un grupo de inmigrantes ilegales de un edificio con la intención de poder construir un solar. Tarea ésta que no le resultará fácil ya que los inquilinos se lo pondrán realmente complicado y se defenderán con uñas y dientes. Crítica social, terror y paranoia, todo unido en una rareza que quien sabe si algún día llegaremos a disfrutar en nuestro país, aunque sea vía DVD. Incansable, Otomo estrenó ese mismo año 1991, Roujin Z , con guión de su propia mano pero dirigido por Hiroyuki Kitakubo. Es Roujin Z una película pequeña, modesta, a pesar de que también incluya sus dosis de crítica social y de respeto en el trato a la tercera edad, bajo un tono ligero de comedia o de historia con robots. En un futuro cercano, surge una solución para atender a la creciente población de ancianos que no pueden valerse por si mismos: unos robots capaces de ayudar en todo momento a estas personas. El problema surgirá cuando uno de estos robots pierda el control. Ligera y entretenidilla, cabe pensar que era un proyecto que no le motivaba a Otomo lo suficiente como para dirigirlo en persona, por lo que delegó la tarea en otro director. Roujin Z fue editado en VHS años ha por Manga Films. Habremos de esperar hasta 1995 para ver el siguiente proyecto con el nombre de Otomo en sus créditos: Memories (editado en DVD por Columbia Tri-Star). Memories es un excelente largometraje de episodios (de nuevo nos encontramos con un film de episodios) basado en mangas del propio Otomo (publicados en el recopilatorio Kanojo no Omoide), en el que Otomo se reservó la dirección del tercer y último segmento. A diferencia de Laberinto de historias, Memories sí que contaba con una duración estandard para cine de cerca de dos horas, dentro de un conjunto caracterizado por una cuidada animación, guiones y banda sonora. La primera historia, Rosa magnética, tal vez sea la mejor de las tres. Dirigida por Koji Morimoto, se trata de una fascinante historia a medio camino entre la ciencia-ficción y el cuento de fantasmas en que unos astronautas van a parar a una nave espacial con forma de rosa en la que viven los recuerdos de una cantante de ópera. La segunda, Bomba fétida, dirigida por Tensai Okamura, es la más humorística de las tres, una divertidísima, negra, delirante historia en la que un hombre despierta en el trabajo tras haber tomado una extraña pastilla contra el resfriado, descubriendo que todo el mundo a su alrededor está muerto. Es de destacar y de agradecer en el film la tremenda capacidad para cambiar de género y de tono de un segmento a otro sin perder el interés ni descender la calidad, en un film de episodios que, por una vez, mantiene un nivel homogéneo de calidad entre las diferentes historias. La tercera y última de las historias es la dirigida por Otomo, Carne de cañón , que además de ser probablemente la menos conseguida de las tres, también es la que presenta una animación más diferenciadora y más alejada de lo que normalmente identificamos como anime. En ella, la de menor duración del trío, se nos viene a contar un día en la vida de un pueblo imaginario, fundamentalmente desde los ojos de un niño, que se enfrenta a cañonazos a un enemigo al nunca vemos y que probablemente sea ficticio o inventado (¿metáfora de algunas situaciones políticas reales?) Como punto fuerte de la historia su ambientación, un pueblo que parece situado en algún lugar de la centroeuropa de mediados del XIX (aunque en las casas haya televisores y aparatos modernos), donde toda su cultura gira en torno al cañón y donde de hecho en el tejado de cada casa asoma un cañón apuntando todos ellos hacia ese enemigo imaginario. También destaca la ruptura en cuanto al estilo de animación respecto a los dos episodios anteriores. Aquí se utiliza una técnica (denominada en el making of del DVD como "proceso de corte único") caracterizada por el trazo irregular de los dibujos, el esfuerzo de requerir dibujar al personaje al completo para cada fotograma y un cierto estilo feísta, además del apoyo del ordenador para determinados planos. A pesar de que el segmento pueda sorprender por su estilo de animación diferente o por su original ambientación, lo cierto es que le falta a la historia un toque de pasión o de más viveza que evite esa sensación de indiferencia con la que termina uno al acabar de ver el episodio. La menor duración en relación a los otros dos relatos tampoco ayuda en una comparación en la que tenía como competidores a dos historias de muy alto nivel. Pese a todo ello, Memories es un largometraje muy recomendable, absolutamente imprescindible para cualquier aficionado al anime y donde la mano de Otomo seguramente se hizo notar más allá de la responsabilidad del tercer episodio o de redactar el guión de la segunda de las historias. En 1997 apadrinó el film de debut de Satoshi Kon, Perfect Blue . Satoshi Kon, antiguo mangaka (realizó la adaptación al manga de World Apartment Horror como hemos comentado) y que ya figuraba como guionista de La Rosa Magnética en Memories realizó un interesante largometraje, una especie de giallo italiano a la japonesa que bien podría haber sido idea de un Dario Argento. En la película se nos cuenta los sufrimientos de una chica, antigua cantante, desde el momento en que deja la canción por la interpretación y un admirador perturbado comienza a matar gente a su alrededor. Satoshi Kon pronto demostró que podía valerse solo para realizar sus propios largometrajes y así lo hizo con sus dos siguientes proyectos, Millennium Actress y Tokyo Godfathers, en los que ya no necesitó del apoyo de Otomo. Perfect Blue, por cierto, está editada en DVD por Manga Films. También anduvo detrás de la producción, un año después, de Spriggan , dirigida por Hirotsugu Kawasaki. Aunque es una película que se puede ver si acudes a ella con pocas expectativas, no resulta tan lograda como Perfect Blue. Aquí nos encontramos un conjunto un tanto demencial con arcas de Noé como armas nucleares o casi, niños con poderes paranormales (parecería que Otomo hubiera metido mano en el guión), acción desquiciada y héroes protagonistas de una pieza. Spriggan se puede encontrar en DVD editado por Filmax. Más ambiciosa fue la producción de 2001, Metropolis , que contaba en esta ocasión sí con guión del propio Katsuhiro Otomo, basado en un antiguo manga del clásico Osamu Tezuka. La dirección corrió a cargo del veterano Rintaro, produciéndose una curiosa inversión de papeles; si en Harmaggedon era Otomo quien trabajaba a las órdenes de Rintaro, en Metropolis es éste quien está bajo supervisión del primero. Curioso comprobar el cambio de status de uno y de otro con el paso del tiempo. La película, (del cual el manga original en que se basa tomaba del clásico mudo de Fritz Lang algo más que el título) contaba con una cuidada realización, una excelente animación, fidelidad al original de Tezuka y una curiosa banda sonora compuesta por temas estilo años 20; sin embargo fallaba en el guión con serios fallos de ritmo y de lentitud en bastantes momentos. Metropolis está editada en DVD por Columbia Tristar. Steamboy Fue en 2004, 16 años después de Akira cuando llegó el segundo largometraje animado dirigido y realizado plenamente por Katsuhiro Otomo, Steamboy . De nuevo, el film contó con el presupuesto más alto con el que había disfrutado nunca un anime (20 millones de dólares), con el apoyo de Columbia Tristar (a través de la filial Sony Pictures) y de James Cameron y un desproporcionado periodo de preparación de nada menos que 10 años. Ingente esfuerzo que no ha evitado que la película haya sido un fracaso en Japón, aunque sin duda gozará de fácil distribución mundial gracias al nombre de su director. Alejado en esta ocasión de misticismos, filosofías y demás y con la pretensión única de ofrecer un entretenimiento para un público más bien juvenil, Steamboy cuenta una historia ambientada en el Londres victoriano, en 1851, justo antes de celebrarse la Exposición Universal. Ray es un chico extremadamente hábil en el manejo de las máquinas de vapor que un día recibe de su abuelo un paquete que contiene un misterioso artefacto de vapor de forma esférica. Las cosas se complicarán cuando una extraña Fundación intente apropiarse del invento y más aún cuando descubra que al frente de la misma se encuentra su padre, quien creía muerto. Presentándose el film como lo nuevo del director de Akira, con una realización de nada menos que diez años y con el presupuesto más alto para un largometraje de animación japonés, uno tendría puestas las expectativas muy altas con respecto a esta película. Sin embargo, el resultado final no es más que un entretenido film de aventuras que seguramente decepcionará a todos aquellos que busquen una nueva cumbre dentro del anime japonés. Abandonando algunas de sus constantes habituales en films anteriores como los poderes paranormales o la ambientación postapocalíptica, Otomo se decanta aquí por ese subgénero de la ciencia-ficción llamado steampunk, caracterizado por ingenios y maquinarias fantásticas basadas en la tecnología del vapor y del carbón (un ejemplo cinematográfico reciente de esta corriente podríamos encontrarlo en Wild Wild West, la cual, dicen, tomó algunas ideas de los bocetos de Otomo) Es dentro de esta ambientación retro-futurista donde encontramos los mejores valores de la película; esa imaginación inagotable en cuanto a transportes, máquinas, armas, castillos gigantes... que pueblan la historia. La animación, como no podía ser menos, es excelente, así como la recreación del Londres victoriano. La música, del pupilo de Hans Zimmer, Steve Jablonsky, se adecua perfectamente a lo contado en pantalla en cada momento (cotidiano en las escenas del comienzo en Manchester, pletórico durante las hazañas de nuestro protagonista...), contiene un loable mensaje de no desperdiciar el desarrollo tecnológico en armas y emplearlo para el bien del hombre; y nos ofrece algunos momentos de gran belleza plástica como ese instante final en que Londres se ve cubierta por una especie de inesperada nieve. El gran lastre de la película es su guión. De las dos horas de que consta la película podemos distinguir una primera mitad en la que se desarrolla una historia en la que vivimos las dudas del protagonista acerca de en qué bando puede confiar; luego tenemos una segunda mitad en la que, ya resueltas estas dudas, se desarrolla un largo clímax final en las calles de Londres sin aportar nada más argumentalmente. La acción es constante, trepidante y espectacular (de nuevo aquí dando rienda suelta a esa querencia tan típica del anime japonés por la destrucción masiva y los finales colosales) pero que a más de uno le puede resultar eterna y de conclusión retrasada ad infinitum. Aunque Steamboy no haya sido la obra maestra que seguro muchos esperaban, resulta una película tremendamente interesante, muestra del altísimo nivel del que goza hoy la animación japonesa, la cual se va convirtiendo poco a poco en el último reducto que nos queda para los que disfrutamos de la animación 2D (aunque sea con el apoyo del ordenador como es el caso de este film). En lo que respecta a Katsuhiro Otomo, Steamboy podría significar una vuelta a la dirección de largometrajes de animación, tras un largo paréntesis de guionista, supervisor y productor o de director de algún segmento en un largometraje de episodios. Parece superado el enorme stress que en su día debió suponerle la realización de Akira, con lo que esperamos que el hecho de ocupar la butaca de director se convierta a partir de ahora en una práctica más habitual. Los que nos gusta el anime lo agradeceremos; aunque eso sí, esperemos que no dedique diez años para cada nuevo proyecto que emprenda. CRONOLOGÍA DEL CINE STEAMPUNK 1902.: Le Voyage dans la lune, Dir. Georges Meliés. Esta pequeña joya de 14 minutos, repleta de imaginación y de efectos especiales, es la primera película de ciencia ficción de la historia. La película narra el sueño de un astrónomo, en él un grupo de científicos inicia un viaje a la Luna en una nave que es disparada desde un cañon y acaba incrustándose en uno de los ojos del satélite. Durante el viaje observan todo tipo de seres imaginarios, y en la Luna se encuentran con los selenitas , que más tarde les acompañaran en su regreso. 1904. Le Voyage à travers l'impossible. Dir. Georges Meliés. Utilizando todos los medios de locomoción de la época, varios sabios de la Sociedad Geográfica emprenden un viaje desde los Alpes hasta el Sol y finalizando, de nuevo en la tierra, bajo el océano. 1927. Metrópolis. Dir: Fritz Lang. Basándose en la novela homónima de su esposa, Fritz Lang construyó una de las mejores superproducciones del cine mudo alemán. Nos cuenta, en el marco de una ciudad futurista pero con una organización social propia de la post-revolución industrial, la historia de un joven de la clase alta que se conciencia y se hace consciente de lo injusto de la sociedad en que vive. 1933. The Invisible Man. Dirigida por: James Whale. Un joven científico llamado Jack Griffin ha obtenido una droga que le permite lograr la invisibilidad pero también que le provoca un trastorno peligrosamente megalómano. Sus compañeros de laboratorio, el Dr. Kemp y el Dr. Cranley junto a la hija del último y novia de Griffin, Flora se encuentran en su búsqueda sin saber que está causando el terror entre los habitantes de una pequeña población. 1935. Bride of Frankenstein Dirigida por: James Whale. El doctor Pretorios propone un nuevo reto al conocido doctor Frankenstein: crear una mujer. Con esta película se consiguió superar en muchos aspectos a la original. Ternura, horror y humor se unen mágicamente conformando una de las obras maestras del cine. 1953. The War of the Worlds. Dirigida por: Byron Haskin. Basada en la novela de H. G. Wells. Un meteoro cae a la tierra, de él surge un rayo mortal. Pronto se descubre que son naves marcianas que han venido a conquistar nuesatro planeta. 1954. 20,000 Leagues Under the Sea. Dir. Richard Fleisher. Producido por los Estudios Walt Disney y Buena Vista. Una de las primeras películas en cinemascope. De seguro la mejor adaptación de la novela de Jules Verne, apta para todo público, con acción y personajes creíbles y actuaciones espectaculares. El enigmático Capitán Nemo (James Mason) se dedica a hundir todo tipo de navíos en pos de su venganza personal. Para ello utiliza su avanzado submarino Nautilus, una espectacular obra de ingeniería victoriana. 1959. Journey to the Center of the Earth Dirigida por: Henry Levin. El profesor Lindenbrook organiza una expedición para llegar al centro de la Tierra. Durante el trayecto, se encontrarán con todo tipo de peligros y olvidadas criaturas prehistóricas 1960. The Time Machine. Dirigida por: George Pal. Notable adaptación de la novela fantástica de H.G. Wells en la que un científico inglés de la época victoriana inventa una máquina que es capaz de llevarlo hacia el futuro, un lejano futuro en el que los monstruosos Morlocks esclavizan a los Eloi, los últimos seres humanos que quedan. 1961. Master of the World. Dirección: William Witney. Estamos en 1848 y un idealista llamado Robur ha inventado un artefacto con el cuál surcar los aires: el Albatross, un equivalente aéreo del Nautilus, con el que intenta persuadir a los líderes del mundo de que cesen sus guerras. Como valores agregados de esta película tenemos que destacar el fino retrato de Vincent Price y la adaptación de Richard Matheson sobre la obra original de Jules Verne. 1964. First Men in the Moon. Dirigida por: Nathan Juran. La película comienza con un equipo de astronautas estadounidenses inmersos en los preparativos de un viaje a la luna. Los astronautas se quedan confundidos y muy intrigados por un hombre que asegura que él, su novia y un científico viajaron a la luna 65 años antes y fueron atacados por los selenitas, unas criaturas extrañas mitad hombre, mitad hormiga que viven en enormes cavernas de cristal 1972. The Asphyx. Dirección: Peter Newbrook. Un científico del siglo XIX (Robert Stephens), descubre que puede fotografiar el espíritu de los seres humanos en el momento que están por morir. Con la ayuda de otro científico (Robert Powell), intentan aislar ese fluído intangible, denominado (según la mitología griega) 'asphyx', con lo cual, teorizan, podrán conseguir la inmortalidad del individuo. 1979. Time After Time. Dirigida por: Nicholas Meyer. Un fantástico viaje que lleva a Herbert G. Wells desde la Inglaterra victoriana hasta los EE.UU. de 1979, detrás de Jack ’el destripador’. 1980. Somewhere in Time. Dirección Jeannot Szwarc. Un dramaturgo se enamora de una actriz que está en una foto de 70 años de antigüedad. Estudiando las investigaciones de un psicólogo acerca de la autosugestión, el buen hombre se autohipnotiza y despierta en 1912, conociendo a la mujer en cuestión y viviendo con ella un romance. El manager de la actriz no aprueba el romance y será el villano de la película. Lamentablemente la premisa inicial se desvanece con el melodrama subsiguiente. 1981. Frankenstein Island. Dirección Jerry Warren. Remake de TEENAGE ZOMBIES (1958) en la que un monstruo (solo mostrado al final) acecha a unos jóvenes que han tenido que aterrizar con su globo en una isla misteriosa luego de una tormenta. Pero la isla está dirigida por una tal Sheila Frankenstein (Katherine Victor), descendiente del Dr. Frankenstein (John Carradine, quien solo aparece como un fantasma) y esposa del Dr. Von Helsing. 1981. Mystery on Monster Island. Dirección Juan Piquer. Fantasía basada en la novela de Julio Verne, en la que un muchacho y su protector quedan abandonados a su suerte en una isla desierta, luego de un naufragio. En tal isla son amenazados por criaturas prehistóricas y un científico demente. 1986. Castle in the Sky. Dir. Hayao Miyazaki. Laputa” o “Castle in the Sky” es la película que demostró la fuerza que tendría el Estudio Ghibli como casa de animación. La película cuenta la historia de una jovencita llamada Sheeta que es custodiada por el gobierno y tiene en su poder un extraño collar que es codiciado por una banda de piratas. En la secuencia que abre el filme, un crucero aéreo es atacado por los piratas en búsqueda del collar. Sheeta decide escapar lanzándose al vacío y es rescatada por el misterioso collar al hacerla flotar. Sheeta cae cerca de una comunidad minera y es rescatada por un joven llamado Pazu. Allí se dan cuenta que ambos conocen del mito de una castillo que flota en el aire, y deciden viajar a encontrarlo. A nuestra pareja le persigue el gobierno y los piratas en una carrera por conocer qué poderes y qué pasiones contiene el misterioso collar y qué vínculos tiene el mismo con la vida de Sheeta, el castillo y el joven Pazu. En la película, Miyazaki y su estudio intentan llevarnos al aire y hacernos volar y lo logran de muy buena manera. Resaltan los diseños de las naves, que evocan los grandes cruceros marítimos de la cultura occidental de finales de siglo 19 y principios de siglo 20, (con la diferencia que a estos los mueven motores masivos que los suspenden en el aire). 1987. Título original: Wings Of Honneamise – Royal Space Force, Dir. Yamaga Hiroyuki. Una película de ciencia ficción, resultó ser una obra demasiado ambiciosa. Estrenada en marzo de 1987, dos años después de la fundación del estudio, fue un derroche de esfuerzo para una obra que no logró el éxito deseado: 800 millones de yenes de presupuesto y más de 2500 animadores enzarzados en el proyecto parecían avalar a la compañía, pero la única experiencia de la producción de cortos de animación parecía jugar en su contra. Una animación tachada de detallista hasta el extremo, en un intento de llamar la atención a los otakus, y una banda sonora colosal (Ryuichi Sakamoto), no fueron suficientes para evitar que la gran película competidora en aquellas fechas, Akira, basada en la famosa obra de Katsuhiro Otomo, se alzara con los mayores éxito de taquilla. Royal Space Force era una obra demasiado “madura”, y Akira ofrecia los cánones de violencia gráfica y tempo de la historia que más agradaban al público. La trama de Royal Space Force es sencilla. La Real Fuerza Espacial de Honneamise, cuya finalidad es llegar al espacio, está compuesta de holgazanes fracasados, por lo que no parece tener mucho futuro. El cadete Shiro Laddhat, que se unió a dicha fuerza por no ser aceptado en la Marina, carece de esperanzas y, sobre todo, de fe en sí mismo, hasta que conoce a Lequinni, una devota chica dedicada a predicar su religión, y que lo convence de que ser el primer hombre en llegar al espacio es un logro no sólo suyo, sino de toda la humanidad. 1990. TÍTULO ORIGINAL: "Frankenstein Unbound". Dir: Roger Corman. Film Ficción. En el año 2031, Joseph Buchanan es un científico que trabaja en un proyecto militar secreto, que le permite viajar en el tiempo. Con él se desplazará hacia el año 1817, a Suiza, donde se reunirá en la casa de Lord Byron con Mary Shelley, escritora de lanovela de Frankenstein, su marido Percy Shelley y con Dor. Victor Frankenstein. Buchanan colaborará con el doctor en la creación de la criatura. 1991. TÍTULO ORIGINAL: "Young Sherlock Holmes and the Pyramid of Fear" Director: Barry Levinson. Film Ficción. En "El Secreto de la Pirámide", un Sherlock Holmes preadolescente se hace amigo de Watson en el colegio, resolviendo una serie de misterios de tono bastante más sobrenatural que los que el Holmes adulto solucionaba en famosas novelas de Arthur Conan Doyle. 1992. TÍTULO ORIGINAL: "Back to the Future Part III”. Director: Robert Zemeckis. Film Ficción. Deleitable entretenimiento y conclusión de las correrías de esos inquietos viajeros temporales (Fox y Lloyd). Esta vez vuelven al pasado, al 1885, en donde el neurótico doctor ha quedado atrapado. Un western fantástico de primera magnitud con regocijantes homenajes al género, con un final ferroviario con una adrenalina no conseguido en ninguna de las anteriores películas. 1995. TÍTULO ORIGINAL: "The Quick and the Dead" Dir: Sam Raimi. Film Ficción. Sharon Stone, Gene Hackman, Russell Crowe y Leonardo DiCaprio reunidos en el viejo Oeste. Acción, aventura, pasión y venganza en un lugar sin ley donde sólo el más rápido consigue sobrevivir. Una bella y misteriosa extranjera, Ellen (Stone), aparece en una pequeña ciudad del Oeste americano y se inscribe como participante en una peligrosa competición. En ella, pistoleros de todas partes arriesgan sus vidas a cambio de fama y fortuna. Los motivos que en realidad mueven a Ellen van mucho más allá... busca vengarse de Herod (Hackman), un hombre sin escrúpulos que domina la ciudad, por algo que tiempo atrás hizo a su familia. 1996. TÍTULO ORIGINAL: "Le Cite des Enfants Perdus" Dir: Jean-Pierre Jeunet, Marc Caro. Film Ficción. La película desconcertó a los críticos que después del éxito de Delicatessen esperaban que Jeunet y Caro se dejaran de juegos y aprovecharan el medio para indagar en alguna problemática social o aportar nuevos datos para la catalogación de las sensaciones humanas. Muchos la descartaron diciendo que era mucha forma para tan poco contenido y al hacerlo perdieron de vista que la intención de los cineastas era crear un cuento de hadas, ni más ni menos. Con sólo resumir la trama queda claro que La Ciudad de los Niños Perdidos es una fábula: el malvado Krank (Daniel Emilfork), un agrio y brillante científico que tiene su guarida en una plataforma en el mar, ordena el secuestro de los niños menores de 5 años de una ciudad cercana. Para hacer esto cuenta con la colaboración de seis clones (Dominique Pinon), un cerebro sin cuerpo que hace las veces de hipnotista (con la voz de Jean-Louis Trintignant), la diminuta Mademoiselle Bismuth (Mireille Mossé) y una secta conocida como los Cíclopes, que son los encargados de suministrar a los infantes. La razón de tanta perfidia es que Krank es incapaz de soñar y para remediar esto intenta robarle los sueños a los niños que tiene prisioneros, sin mucho éxito: sus experimentos invariablemente producen pesadillas. Cierta noche, los Cíclopes secuestran al pequeño Denree (Joseph Lucien), que resulta ser el hermanito adoptivo de One (Ron Perlman), quien trabaja haciendo proezas de fuerza en un circo. One jura recuperar a Denree y para hacerlo termina aliándose con una banda de pequeños delincuentes comandada por la espabilada Miette (Judith Vittet). Al principio Miette y el resto de la pandilla rechazan a One, pero acaban por aceptar que su fuerza bruta les será de gran ayuda para cometer sus robos. El resto de la historia involucra personajes igualmente extraños, como las siamesas Pieuvres, un asesino a sueldo que usa pulgas amaestradas y un buzo amnésico que tiene un sospechoso parecido con los clones de Krank y que posee la clave para detenerlo de una vez por todas. 2000. TÍTULO ORIGINAL: "Sleepy Hollow" Dir: Tim Burton. Film Ficción. En una recóndita localidad están sucediendo macabros asesinatos, todos perpetrados por la noche y con el mismo resultado: la decapitación de la víctima. El asesino: el temible Jinete sin Cabeza. Aterrorizados por este demonio que les persigue, los lugareños reciben a un inventivo detective que intentará dar una explicación lógica a la leyenda y averiguar la razón de los crímenes. 2000. TÍTULO ORIGINAL: "Sibirskij tsirjulnik" Dir: Nikita Michałkow. Film Ficción. Jane Callaghan, una joven y atractiva americana, llega a Rusia para ayudar a Douglas McCracken, un ingeniero excéntrico que necesita el apoyo del Gran Duque para llevar a cabo su más querido y ambicioso invento: una máquina diseñada para talar los bosques de Siberia. Durante su viaje, Jane conocerá a dos hombres que cambiarán su vida: Andry Tolstoi un joven cadete con el que comparte la pasión por la vida y el amor a la música y que se enamora locamente de ella, y el poderoso General Radlov, fascinado por su encanto, y que puede conseguirle el acceso al Gran Duque. 2000. TÍTULO ORIGINAL: "Wild Wild West" Dir.: Barry Sonnenfeld. Film ficción. Al igual que la apasionante serie de TV de los años '60, "Wild Wild West", se sitúa en un extraño período de la historia americana del siglo XIX, donde se mezclaban los mexicanos, americanos y españoles. Todo esto, en el oeste (of course), bajo el gobierno de Ulyses Grant. Este último, protagonizado por el "Jim" West original, el incólume Robert Conrad. La situación viene de mal en peor, cuando el Dr. Loveless (apropiadísimo nombre para un ser cruel y maligno), un verdadero demonio corporizado en la mitad de un cuerpo confederado, decide meter en la bolsa de sus artículos personales al territorio completo de los Estados Unidos. El villano (interpretado "eficientemente" por el inglés Kenneth Branagh), obviamente, está enfermo de odio y sólo podrá ser interceptado en su avance hacía el logro de su plan, por una dupla impertérrita de hombres de ley. Uno rudo y el otro pensante. Uno, siempre proclive a disparar primero (tal vez dos), y el otro, siempre dispuesto a utilizar el cerebro y preparar un artilugio antes de empuñar un arma. Ambos honorables, por cierto. James T. West y Artemus Gordon (Kevin Kline) son los defensores de la ley que utilizan el reciente invento del hombre (el tren) como centro neurálgico de operaciones. Sin dudas, más que un vehículo, es una forma de vida. Kline es un competente y versatil actor, ya lo ha demostrado muchas veces, y ésta no esta no es la excepción, la comedia le viene bien y sabe darle el peso necesario a la película para que no se descarrile. El rol femenino (Salma Hayek) que sólo sirve para pivotear indulgentes bromas acerca de su anatomía, se desempeña dignamente pese a la pobreza de sus parlamentos. Acertado e impecable en su mix de estilos que recuerda a un "Julio Verne pop" (puede darle forma creíble a la mezcla de tecnología de punta con bondage, ciencia ficción y western, tarántulas gigantes y escenografía kitsch, pistolero negro y fémina latina, la utilización de adminículos "mecanizados" y "corsets", los guiños a otras películas como también a la cultura pop americana (perrito con vitrola), etc. 2001. TÍTULO ORIGINAL: "Shanghai Noon". Dir: Tom Dey. Film ficción. Una princesa princesa imperial china ha sido secuestrada por un hombre sin escrúpulos con el fin de obtener un rescate. Por tal motivo, el Guardia Imperial Chon Wang llega a América y junto con Roy, el ex-jefe de una banda de delincuentes, trata de rescatarla lo que provocará que se vean envueltos en mil líos para conseguir su libertad. 2002. TÍTULO ORIGINAL: "The Secret Adventures of Jules Verne". Prod.: Gavin Scott. Serial TV (22 capítulos). Coproducción anglocanadiense para la televisión ambientada en el siglo XIX, que se centra en una hipotética juventud de un idealista y visionario Jules Verne (Chris Demetral). Y no usamos la palabra visionario a la ligera, dado que el joven Jules tiene visiones de lo que será el futuro. Los dibujos y diseños de tecnología avanzada que Jules crea a partir de sus "flashes temporales" terminarán poniéndole en el camino de una conspiración para matar a la reina Victoria de Inglaterra... ¡usando un topo mecánico gigante! Pero ahí estarán para salvar el día el mismísimo Phileas Fogg (Michael Praed), Agente Secreto de su Majestad; Rebecca Fogg, prima del anterior, la primera agente secreta femenina de la historia; y Passpartout (Michel Courtemanche), mayordomo de Fogg, piloto e inventor, todo en uno. Todos se enfrentarán juntos a la Liga de la Oscuridad, una organización aristocrática que pretende mantener a Europa en el oscurantismo y prevenir la llegada de la democracia, en un siglo XIX repleto de submarinos, viajes a las profundidades de la Tierra, vuelos en globo, saltos en el tiempo e invasiones extraterrestres. 2002. TÍTULO ORIGINAL: "Vidocq". Dir: Pitof. Film ficción. En el París de 1830 aparece asesinado nada menos que quien fuera el jefe de la seguridad nacional, el mítico Vidocq (Gérard Depardieu), convertido durante sus últimos años en el detective privado más famoso de Francia. Etienne (Guillaume Canet), un joven periodista que pretende escribir la biografía de Vidocq, recogerá el relevo de la investigación que aclarará quién es el temible asesino en serie que hay detrás de los hechos. 2002. TÍTULO ORIGINAL: "Disney's Atlantis: The Lost Empire". Dir: Gary Trousdale, Kirk Wise. Film animación Un joven aventurero e inexperimentado se convierte en la clave para resolver un antiguo e inquietante misterio cuando se une a un grupo de temerarios exploradores decididos a encontrar el legendario imperio perdido de la Atlántida. El protagonista de esta nueva película de animación de Disney es el inocente y a la vez atrevido Milo Thatch, un cartógrafo de museo que sueña con terminar la investigación que empezó su abuelo, un famoso explorador ya fallecido. Un diario, perdido hace mucho tiempo, sale a la luz y revela nuevas claves sobre la localización. Un excéntrico multimillonario decide financiar una expedición. Milo consigue llevar al Capitán Rourke y a su equipo a este desconocido reino submarino. Pero lo que van a encontrar supera todo lo imaginable y desencadena una serie de acontecimientos muy peligrosos que sólo Milo podrá resolver. 2002. TÍTULO ORIGINAL: "Moulin Rouge!". Dir: Baz Luhrmann. Film musical. Ella es la más bella corista de todas. Él, un pobre escritor con sueños de amor y libertad. Una noche, gracias al azar y a una serie de malos entendidos, el destino los cruza. Él la enamora con su poesía, ella lo hechiza con la luz que irradian sus ojos. Vuelan. Pero todo se termina abruptamente, cuando la dulce Satine (Nicole Kidman) advierte la confusión: no era él el millonario duque al que estaba predispuesta a convencer de financiar una obra de teatro. El joven escritor le ofrece a ella amor verdadero; el rico noble le ofrece cumplir sus sueños de convertirse en una actriz legítima; ¿por quién se decidirá?. Una historia que se enmarca en el delirante mundo bohemio de París a principios de siglo, donde la "modernidad" buscaba derribar el pensamiento convencional en todas las áreas, particularmente en las artes. 2002. TÍTULO ORIGINAL: "Le Pacte des Loups" Dir: Christophe Gans. Film ficción En el S. XVIII, en Francia, el Caballero Grégoire de Fronsac y su amigo, un indio americano llamado Mani, son enviados por el Rey a la provincia de Gevaudan, para investigar los misteriosos asesinatos cometidos por una bestia desconocida. En el lugar se encuentra con una serie de personajes intrigantes cuyas apariencias engañan. También caerá bajo los influjos amorosos de una bonita joven, todo esto mientras busca pistas y trata de idear algún plan para capturar a "la Bestia". La película de Christopher Gans promueve, en primer lugar, un gran problema para la gente que se dedica a catalogar películas (entre quienes me incluyo). El filme puede ser clasificado en diversos géneros, puesto que cumple con creces requisitos de misterio, suspenso, fantasía, terror, acción y hasta artes marciales. Sin duda hemos de reconocer que los momentos de mayor emoción son aquellos en que hay luchas cuerpo a cuerpo. Pasando al análisis de la película, esta diversidad de géneros se traduce a una diversidad narrativa que hace que tengamos a la sazón una mezcla de El Conde de Montecristo con El Último de los Mohicanos, de las intrigas palaciegas prerrevolucionarias que vimos en Victor Hugo con las clásicas tramas de licántropos (aunque no hay licántropos en la cinta), del más honesto cine de aventuras hollywoodense (incluso al personaje del villano se le permite una mirada y un gesto final antes de caer abatido, lo cual nos recuerda a esos duelos de espada entre Errol Flynn y Basil Rathbone) con el manejo de las formas y la típica narración lenta propia del cine francés. El manejo de cámaras en Gans es brillante, los golpes sonoros y la utilización de la cámara lenta es de buen gusto, y el excesivo tiempo que se toma en narrar la historia le es perdonado por las anteriores cualidades. 2002. TÍTULO ORIGINAL: "The Infinite Worlds of H.G. Wells" Dir: Robert Young. Miniserial TV (3 capítulos). La historia narra la experiencia de un periodista que visita al joven H.G. Wells en 1946, año en el cual este último se enamora de una bella científica con la que comparte afición por los fenómenos paranormales y que además se convierte en su gran compañera de investigación sobre estos temas. 2002. TÍTULO ORIGINAL: "From Hell". Dir: The Hughes Brothers. Film ficción. "Desde el infierno", que se refiere a la dirección del remitente en una carta escrita por el Destripador, es acerca de la gente que se encuentra en el “infierno”, intentando sobrevivir a las circunstancias más desoladoras. En el centro de todo se encuentran cinco prostitutas empobrecidas que comparten una desesperada amistad, que se torna más estrecha conforme su rango social se ve aterrorizado por un espeluznante asesino. Mary Kelly (Heather Graham), Kate Eddowes (Lesley Sharp), Liz Stride (Susan Lynch), Dark Annie Chapman (Katrin Cartlidge) y Polly (Annabelle Apsion) viven al margen, ganándose la vida pobremente con sus cuerpos en una sociedad que frecuentemente las deshonra y, a su vez, se alimenta de ellas. Con nada de valor entre sus propiedades, son amenazadas por un monstruo que les roba su única posesión: su existencia. 2002. TÍTULO ORIGINAL: "The Time Machine" Dir: Simon Wells. Film ficción. El científico e inventor Alexander Hartdegen está decidido a demostrar que es posible viajar en el tiempo. Su determinación se convierte en desesperación debido a una tragedia personal que ahora le lleva a querer cambiar el pasado. Al comprobar sus teorías con una máquina del tiempo inventada por él, Hartdegen es proyectado 800.000 años hacia el futuro, en el que descubre que la humanidad se ha dividido en cazadores… y cazados. 2002. Saint Sinner Dir: Joshua Butler. Film ficción. 1815: Dos jóvenes hermanos, Tomas (Greg Serano) y Gregory (Antonio Cupo), se preparan para profesar como monjes de la orden de Damasco, un monasterio situado en la región noroeste ribereña del Pacífico. Guiados por la curiosidad, se introducen en una sala secreta del monasterio y, sin pretenderlo, liberan a dos demonios que se lanzan sobre la Tierra. Gregory resulta finalmente herido y los dos demonios, Munkar (Mary Mara) y Nakar (Rebecca Harrell), escapan al futuro a través de la Rueda del Tiempo. Apenado y corroído por la culpa, Tomas les persigue hasta el año 2002, llevando la Daga de San Nicodemo, la única arma capaz de borrar a los demonios de la faz del planeta. A medida que los cadáveres se amontonan, la detective Rachel Dressler (Gina Ravera) y sus compañeros Morgan Rand (Art Hindle) se encargan del caso... y Tomas es el principal sospechoso. 2002. The Adventures of Young Indiana Jones: Attack of the Hawkmen. Dir. Ben Burtt. Serial de televisión. Indy va a volar junto a la Escuadrilla Lafayette, justo antes de ser derribada por el infame Barón Rojo. Indy se encuentra trabajando para el Servicio Secreto francés y decide unirse a la legendaria Escuadrilla Aérea Lafayette, embarcándose en una peligrosa misión de reconocimiento tras las líneas enemigas. Un enfrentamiento con el alemán Manfred von Richthofen, el Barón Rojo, deja a Indy en tierra y tras la pista del diseñador de aeronaves alemán Anthony Fokker. Escondido en el territorio enemigo descubre que los alemanes poseen un arma secreta que puede cambiar el curso de la guerra; ahora, Indy ha de comunicarselo a los aliados... ¡Si logra salir con vida de allí!. 2002. The Adventures of Young Indiana Jones: Masks of Evil (Transylvania, January 1918) Dir. Dick Maas. Serial de tv. Durante la Primera Guerra Mundial, una misión de alto secreto para el Servicio de Inteligencia francés lleva a Indy a Estambul. Cuando explora las sombrías y peligrosas calles de la ciudad, se ve involucrado en una trama de traiciones y crímenes, descubriendo un turbio complot turco para asesinar agentes franceses. Pero un mal todavía mayor le espera en Transilvania, donde va a enfrentarse a unos seres sedientos de sangre, Vlad el Empalador y su horrible ejército de muertos vivientes: ahora, Indy ha de utilizar todo su valor y astucia para salvar a la humanidad del peor de los diablos. 2003. Treasure Planet. Dir: John Musker, Ron Clements. Film animación. Toda la galaxia está a la caza del legendario tesoro “botín de los mil mundos”, cuando Jim Hawkins, un niño de 15 años, encuentra por casualidad un mapa que conduce a la mayor cueva de piratas del mundo. “El planeta del tesoro”, la nueva aventura espacial de animación de Walt Disney Pictures, está inspirada en la mejor historia jamás contada, Trea-sure Island (La Isla del Tesoro) de Robert Louis Stevenson. Esta película narra las fantásticas aventuras de Jim por un universo pa-ralelo como grumete a bordo de un magnífico galeón espacial. Pro-tegido por John Silver, el carismático cocinero del barco (mitad hombre, mitad máquina), Jim demuestra su valor luchando junto a la tropa alienígena contra supernovas, agujeros negros y feroces tormentas espaciales. Pero el destino le depara mayores peligros: su apreciado amigo Silver es en realidad un malvado pirata que pretende provocar un motín. Jim se hace mayor de golpe al conocer los sinsabores de la traición. Así es como encuentra la fuerza en su interior para hacer frente a los amotinados y descubrir un “teso-ro” más espectacular de lo que jamás había soñado. 2003. TÍTULO ORIGINAL: "Shanghai Knights" Dir.: David Dobkin. Film ficción. Tras domar el salvaje Oeste en Shanghai Kid, Chon Wang (Jackie Chan) y Roy O'Bannon (Owen Wilson) vuelven a la carga, aunque con una pequeña variación: en la secuela "Shanghai Knights", tendrán que ajustar cuentas en el Londres civilizado. Cuando un rebelde chino asesina al padre de Wang y escapa a Inglaterra, Wang y Roy lo siguen hasta Londres en busca de venganza. La hermana de Wang, Lin (Fann Wong), tiene el mismo objetivo y desenmascara una red mundial que conspira para asesinar a la Familia Real, pero casi nadie se cree su historia. Gracias a la ayuda de un amable inspector de Scotland Yard (Tom Fischer) y de un chico sin hogar de 10 años (Aaron Johnson), el acrobático Wang acaba con la tranquilidad y el orden de la Inglaterra Victoriana al intentar vengar la muerte de su padre y mantener al enamoradizo Roy lejos de su hermana. 2003. TÍTULO ORIGINAL: "Atlantis: Milo's Return". Dir: Tad Stones, Toby Shelton, Victor A. Cook. Film animación. Vuelven los intrépidos exploradores de la película más emocionante de Disney, ATLANTIS: EL IMPERIO PERDIDO. En la primera expedición, Milo y sus acompañantes encontraron la famosa ciudad perdida de Atlantis y salvaron al misterioso reino y a sus habitantes. Ahora, Milo, Kida y su equipo vivirán nuevas aventuras y descubrirán que poseen nuevos poderes. En su nueva misión, el equipo se enfrentará a enormes monstruos marinos, a espíritus espectaculares y poderosas leyendas recorriendo desde el polvoriento desierto del sudoeste hasta las heladas montañas nórdicas. A lo largo de esta aventura, Kida descubre el increíble poder de los cristales encantados de su ciudad y tiene que decidir si oculta ese poder en el Corazón de Atlantis o los comparte con el resto del mundo. Prepárate para zambullirte en un mundo excitante con las nuevas aventuras de Atlantis, el regreso de Milo. 2003-2004. Full Metal Alchemist. Studio Bones. Serial animado TV: Queriendo resucitar a su madre, Edwar y Alphonse Elric van a utilizar una técnica prohibida de alquimia: la transmutación humana, pero la experiencia no resultará bien: Edward va a perder un brazo y una pierna y Alphonse su cuerpo, encontrándose su espíritu en una armadura. Vuelto un alquimista de estado, Edward apodado "full metal alquimista", acompañado de su hermano, se lanza en busca de la piedra filosofal, que les permitirá recobrar su estado inicial. Empiezan a investigar sobre un extraño hombre, "el fundador" de gran reputación por ser un hacedor de milagros. 2004. TÍTULO ORIGINAL: "The League of Extraordinary Gentlemen" Dir: Stephen Norrington. Film ficcion. Sean Connery interpreta a Allan Quatermain, el mayor aventurero del mundo, el cual enca-beza un grupo de superhéroes. La extraordina-ria Liga de Quatermain está compuesta por el capitán Nemo (Naseeruddin Shah), la vampiresa Mina Harker (Peta Wilson), el hombre invisible Rodney Skinner (Tony Curran), el agente del servicio secreto americano Tom Sawyer (Shane West), Dorian Gray (Stuart Townsend) y el Dr. Jekyll / Mr. Hyde (Jason Flemyng). Richard Roxburgh interpreta al enigmático M, quien recluta a la Liga. Los miembros de la Liga son contumaces individualistas, forajidos de hecho, con pasados en los que hay luces y sombras y singulares dones que les han reportado alegrías y penalidades a la par. Ahora deben aprender a confiar los unos en los otros y trabajar como equipo por el bien y la esperanza de la civilización. Con poca preparación y ningún tiempo que per-der, han de viajar en el extraordinario submarino del capitán Nemo, el Nautilus, a la primera línea de defensa: Venecia (Italia). Allí, un enmascarado y loco sujeto, conocido como El Fantasma, planea sabotear una conferencia de líderes mundiales mediante una ca-dena de explosiones sucesivas, anegando por completo la ciudad. La amenaza es de proporciones catastróficas, los riesgos son ma-yúsculos. Comienza la cuenta atrás para salvar el mundo… 2004. TÍTULO ORIGINAL: "Van Helsing" Dir.: Stephen Sommers. Film ficcion En el corazón de los Cárpatos se asienta la misteriosa y mítica Transilvania, un mundo donde el mal siempre está al acecho, donde el peligro aumenta en cuanto se pone el sol, donde cobran forma los monstruos que pueblan las peores pesadillas del hombre. En el siglo XIX en Londres, Roma, París y Transilvania; los seres humanos son constantemente acechados por el mal encarnado en múltiples formas: monstruos que sobreviven generación tras generación, enfrentándose a los valientes que dan su vida en esa guerra sin fin contra la raza humana. En su eterna batalla para librar al mundo de estas malvadas criaturas, Van Helsing, respondiendo al encargo de una sociedad secreta, viaja a Transilvania con la idea de vencer al seductor letal, al enigmático y poderoso Conde Drácula. La intrépida Anna Valerious se unirá a él para derrotar al vampiro y librar a su familia de una antigua maldición. 2004. TÍTULO ORIGINAL: "Van Helsing: The London Assignment". Dir: Sharon Bridgeman. Film animación. Coproducción entre EE.UU. (Universal Cartoon Studios) Corea (Sunwoo Ent.) y Japón (Production I.G.) El misterioso cazador de monstruos Van Helsing es enviado a Londres en 1889 a capturar al malvado demonio Mr. Hyde, que por las noches aterroriza las calles asesinando jóvenes doncellas. En esta nueva aventura completamente animada, Van Helsing descubre el alter ego del Dr. Jekyll, Mr. Hyde; cuyo plan tras los asesinatos es amenazar la existencia del Imperio Británico 2004. Título original: Howl's Moving Castle. Dir: Hayao Miyazaki. Una historia de amor entre una chica de 18 años, Zofî, convertida en una anciana por el hechizo de una bruja, y un mago llamado Hauru. Bajo el hechizo, y en la búsqueda del castillo móvil de Hauru, Zofî conocerá al demonio de fuego Karushifâ. El demonio, consciente del problema, le propondrá un trato que tal vez le permitirá regresar a su juventud. Basado en una novela clásica de la fantasía infantil (escrita por Diana Wynne Jones), la versión animada incluirá toda la magia posible, en el más puro sentido del anime, y en la línea habitual del director y estudio. 2004. TÍTULO ORIGINAL: "Tremors 4: The Legend Begins" Dir: S.S. Wilson. Film ficcion Cuando en la remota ciudad de Rejection (Nevada) unos obreros caen en las garras de un depredador invisible, Hiran Gummer, propietario de la mina y bisabuelo de Burt Gummer (al que conocimos en Temblores), contrata a un mercenario para destruir a las carnívoras criaturas antes de que destrocen su preciada fuente de ingresos. Lo que sigue es un asalto sin tregua que traslada al campo de batalla desde las profundidades de la tierra hasta las calles de Rejection, un enfrentamiento lleno de suspense. 2004. TÍTULO ORIGINAL: "Sakura Taisen TV" (Sakura Wars). Dir: Ryutaro Nakamura, Takashi Asami. serial animado TV (25 capítulos). La División Flor es un grupo de defensa al ser-vicio del Imperio Japonés formado por valientes mujeres que a su vez trabajan en la Compañía Imperial de Teatro. Éstas son llamadas para defender la ciudad de Tokio contra la amenaza de los temibles demonios. Mientras, la Compañía Douglas-Stewart está desarrollando un nuevo prototipo de robot que revolucionará el sistema de defensa de Japón. Una nueva máquina que amenaza la continuidad de estas defensoras de la paz. 2004. Titulo original: "Les Triplettes de Belleville" Dir: Sylvain Chomet. Film animacion. Un ciclista es secuestrado en pleno Tour de France por unos gángsters. En su rescate acude su abuela, su mascota y las trillizas de Belleville, antiguas artistas de varieté. Inclasificable debut en el largometraje del historietista e ilustrador francés afincado en Canadá Sylvain Chomet, combina animación tradicional con una delirante exhibición de personajes y situaciones absurdas con referencias al humor sin palabras de Jacques Tati, la chispa surrealista de Luis Buñuel y el cómic clásico de aventuras "alla" Tintín. Deliberadamente anticuado en su técnica de animación y sus referencias visuales, este impresionante ejercicio creativo combina cierta ingenuidad de raíz infantil con un sentido de lo macabro que hacen difícil establecer si se trata de un film para niños, para adultos o ambas cosas a la vez. 2004-2005. Titulo original "Last exile". Dir: Kôichi Chigira, Kristi Reed, Eric P. Sherman. serial animado TV. En el mundo en el que los vehículos aéreos se adelantaron a la revolución industrial, Claus y Lavie se ganan la vida trabajando como mensajeros gracias a un viejo y destartalado vanship que sus padres les dejaron como única herencia. La vida de los dos muchachos cambiará para siempre cuando salven la vida a una misteriosa niña llamada Alvis en el transcurso de una accidentada carrera. Tras aceptar el encargo de escoltarla hasta la legendaria nave de combate Solvana, el duo de pilotos se ve atrapado en una guerra a gran escala entre las dos trades superpotencias que dominan el mundo: Disith y Anatore. 2005. Sky Captain and the World of Tomorrow. Dir: Kerry Conran. 2005. Around the World in 80 Days. Dir. Frank Coraci. 2005. Titulo original "Samurai7". Dir: Toshifumi Takizawa. serial animado TV (26 capítulos). En un futuro no muy lejano... hubo una guerra entre samurais y otros samurais que habían convertido sus cuerpos en máquinas, y que ahora estaban al servicio de La Capital. La guerra ya ha terminado, pero estos samurais-máquina, llamados "los bandidos" (Nobuseri) atemorizan pueblos agricultores enteros, quitándoles el arroz, llevándose a sus mujeres... sin que nadie pueda hacer nada. En una de esas aldeas, la aldea Kanna, vive Kirara, una sacerdotisa del agua, que toma una decisión: irá a la ciudad a buscar samurais que ayuden al pueblo a librarse de la amenaza de los Nobuseri. Comienza su viaje con su hermana pequeña Komachi y otro aldeano: Rikichi; los tres juntos se dirigen a la ciudad a encontrar a samurais dispuestos a luchar a cambio de arroz. Alguno estará dispuesto? 2005. Titulo original: "Steamboy". Dir: Katsuhiro Otomo. Film animación. Combinación de gráficos en dos y tres dimensiones, producida completamente con tecnología digital. Tras diez años de elaboración, con un presupuesto total de 22 millones de dólares, Steamboy es la película japonesa de animación más cara de su historia. La dedicación exclusiva del director a cada detalle del proyecto queda patente en la película. Un relato épico de ciencia-ficción ambientado en la Inglaterra victoriana. Steamboy es un niño inventor llamado Ray Steam que recibe un misteriosos metal con una nueva forma de energía, capaz de abastecer a toda una nación. Steamboy tendrá que utilizarlo para luchar contra el mal, rescatar a su familia y salvar la ciudad de Londres de la destrucción.
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