EL DÍA, domingo, 6 de septiembre de 2015 p1 del domingo EL CRISTO DE Tacoronte, fiesta y vendimia: los orígenes de la imagen y su significado para una localidad de origen agrícola. 6/7 revista semanal de EL DÍA UNA MIRADA A NUESTRO PASADO EL PUERTO DE LA CRUZ A TRAVÉS DE LA LITERATURA DE VIAJES DE LOS SIGLOS XVIII Y XIX (I) Texto: Javier Lima Estévez (graduado en Historia por la ULL) A lo largo de los siglos XVIII y XIX, Canarias fue visitada por todo un conjunto de viajeros atraídos por el clima, los estudios científicos, geológicos, cartográficos, botánicos, astronómicos, antropológicos, etcétera. Tales viajeros no dudaron en relatar todo aquello que veían, dejando por escrito una serie de testimonios que acabarían por convertirse en un estímulo para todos aquellos que pretendían llegar hasta el Archipiélago. Lo cierto es que partir del siglo XVIII, el progreso de las ciencias de la navegación alentó a los distintos gobiernos europeos a organizar grandes expediciones marítimas rumbo a África, América o el Pacífico, entrando en decadencia la etapa de esplendor del comercio de vinos con Inglaterra que había marcado los siglos anteriores e iniciándose un siglo marcado, en el Puerto de la Cruz, por la presencia irlandesa, consolidándose a partir de ese momento “la formación de una colonia irlandesa, beneficiada por su adscripción católica, lo que le permitió afincarse e integrarse totalmente en la sociedad canaria”(1). Durante el siglo XIX, se desarrollaron toda una serie de cambios importantes en la realidad económica y social de las Islas. A grande rasgos, las transformaciones operadas derivaron en la consolidación de la burguesía y del capitalismo, generando un proceso cuya realidad final acabaría siendo similar a la del resto del Estado español, e incluso al de otros países occidentales. Ante esa realidad, Canarias presentaría toda una serie de peculiaridades. La burguesía acabaría ocupando el primer puesto social, convirtiéndose en la gran beneficiada del crecimiento económico, pero éste se hará, sobre todo, en función de una producción agrícola enfocada hacia el comercio exterior: cochinilla, plátano y tomate. La comercialización total de estos productos dependerá de compañías comerciales extranjeras: inglesas y francesas. El núcleo tinerfeño del Puerto de la Cruz no escapará a tal realidad, en un siglo en el que la comunidad británica irá creciendo a la par que se publican diversas obras en las que se destacaban las virtudes y beneficios para la salud que otorgaba la ciudad portuense, así como la belleza de un lugar que todavía conservaba su encanto natural. Una cuestión que se unía a “un clima benigno y la existencia de hermosas viviendas para arrendar a unos precios módicos, diseminadas por el valle, el nivel de vida reinante en la isla, los bajos precios de los artículos de consumo, lo que permitiría a los acaudalados británicos ciertas facilidades económicas para pasar largas temporadas aquí”.(2) En los aspectos económicos, durante el siglo XIX se generó el desarrollo de la cochinilla, que derivó en un notable descenso del paro en las Islas, mejorando las condiciones de vida. Sin embargo, el periodo de crecimiento económico sería muy corto. Ante ese panorama, se buscaron nuevos cultivos. De nuevo, el mercado se orienta, fundamentalmente, a Inglaterra, destacando las empresas Fyffes, Miller y Yeoward, entre otras. Los años finales del siglo XIX conocerán un aumento respecto al número de ingleses que se aproximan hasta el Puerto de la Cruz, pero será 1886 un año clave para la isla de Tenerife, y más concretamente para el Puerto de la Cruz, pues a un pueblo de apenas 4.000 almas llegan 500 ingleses. A raíz de ese acontecimiento se hizo necesa- El Valle de La Orotava a finales del siglo XIX. Imagen de Marcos Baeza, cedida por José Melchor Hernández Castilla. rio el establecimiento de hoteles que pudieran dar alojamiento a esos turistas que llegaban a un pueblo de pescadores en el cual fueron bien acogidos, pero con notables carencias de infraestructuras. Es en ese contexto donde “en 1890 abrió sus puertas un nuevo hotel, el Gran Hotel Taoro, en el paraje entonces llamado Lomo de la Miseria, con una gran panorámica sobre la ciudad”.(3) Llegarían a Canarias durante el siglo XIX diversos artistas de la talla de Alfred Diston, James J. Willians, Joseph Mallord William Turner, Major H. A. Leveson, Lord Frederick Leigton, George Graham-Toler y A.E. Grosser. También arribaron al Archipiélago múltiples científicos, siendo notables ejemplos Philip Barker Webb, Charles Piazzi Smyth, Robert Stephenson y John Ball, entre otros. Figuras que se vendrían a unir al importante papel desarrollado toda una serie de mujeres que nos dejaron durante esa centuria multitud de datos y hechos sobre Canarias, siendo el caso de Elizabeth Murray, Marianne North, Olivia Stone, Frances Latimer y Mary Henrietta Kingsley. Además, los beneficios del clima derivaron en la llegada de muchos enfermos en busca de soluciones para sus dolencias. La Laguna, La Orotava y el Puerto de la Cruz, entre otros lugares, fueron visitados como sitios idóneos para la salud, dejando constancia de ese hecho los relatos de James Clark, William Wills Wilde, Willian Marcet, Mordey Douglas o Ernest Abraham Hart (4). Iniciamos nuestro recorrido con la travesía del viajero ingles George Glas (1725-1765), quien nos dejaría una interesante descripción publicada en 1764 bajo el título Descripción de las Islas Canarias, incluida la historia moderna de sus habitantes y una relación de sus usos y costumbres, comercio, etc. En ese sentido, expone diversos datos relacionados con los habitantes de las Islas, las costumbres, aspectos relacionados con el comercio, etc. De la isla de Tenerife resalta su paso por diversos pueblos. Sobre el Puerto de la Cruz nos señala la importancia que el lugar había ido adquiriendo tras la destrucción del puerto de Garachico. Asimismo, destaca que “tiene varios buenos edificios particulares, dos iglesias, dos conventos de frailes y dos de monjas”(5), apuntando diversos detalles relaciones con las defensas que en el núcleo portuense se habían ido realizando con la finalidad de disponer de un sistema defensivo en caso de ataque. Señala George Glas que el agua potable era un elemento abundante en el Puerto de la Cruz, siendo conducida hasta el lugar a través de “un arroyo a gran distancia, en canalones o caños de madera”(6), apuntando toda p2 domingo, 6 de septiembre de 2015, EL DÍA EN PORTADA una serie de datos sobre otros puntos del Archipiélago. El naturalista francés André-Pierre Ledrú (1761-1825) dejó uno de los testimonios más interesantes de cuantos se realizaron entre los siglos XVIII-XIX. Ledrú estuvo marcado por una sólida formación botánica. En 1796 se embarcó en su primera expedición científica, comandada por el capitán N. Baudin. Su llegada a Canarias se produjo al amparo del Gobierno republicano francés, tras organizarse una misión científica a las Antillas, que a causa de una tempestad tuvo que hacer escala en Tenerife. A lo largo de medio año, Ledrú recorrió gran parte de isla, recogiendo todo un conjunto de aspectos que abarcan desde la geografía y las leyendas a la economía o las manifestaciones religiosas y culturales de los tinerfeños, entre otros detalles. Recoge el naturalista francés su impresión sobre el núcleo del Puerto de la Cruz, un lugar cuyo primer contacto se produciría a través de la finca conocida con el nombre de El Durazno. La belleza que observó en el Puerto de la Cruz y La Orotava le llevaron a afirmar: “Si tuviera que abandonar los lugares que me vieron nacer y buscar otra patria, sería en las Islas Afortunadas”.(7) De su visita al enclave portuense resalta su marcado carácter comercial, aunque matiza la importancia que, por entonces, ya había logrado Santa Cruz. Se lamenta de la inexistencia de instituciones educativas adecuadas que pudieran contribuir a fomentar la cultura entre la población, aunque advierte la presencia de algunos monjes que enseñaban a leer y escribir a cambio de una retribución. Ledrú anota sus impresiones respecto al Jardín Botánico portuense, un espacio que considera como “el establecimiento más útil de la isla”(8), terminando su descripción sobre el núcleo portuense al citar alguna de las plantas que observó tras su visita al lugar.(9) Sin lugar a dudas, uno de los viajes más significativos de la centuria se produjo en 1799, cuando el notable científico Alexander Von Humboldt (1769-1859) llega a Canarias en compañía del botánico francés Aimé Bonpland (1773-1858)(10). Como tantos otros viajeros, acudió al Jardín Botánico de Aclimatación del Puerto de la Cruz, manifestando su satisfacción porque Tenerife pudiera contar con un lugar de esas características “a causa de la doble influencia que puede ejercer este jardín en los progresos de la botánica y en la introducción de vegetales útiles en Europa”(11), exponiendo su opinión crítica sobre el estado en el que se encontraba el muelle del Puerto de la Cruz, pues manifiesta que no puede llamarse puerto a “una rada en la que las embarcaciones se ven obligadas a ponerse a la vela cuando sopla viento con violencia del noroeste”(12). Además, acude al Teide, donde realiza toda una serie de pruebas científicas, obteniendo diversos datos. El hotel Taoro a finales del siglo (foto de J.H.T. Ellerbeck cedida por José Melchor Hernández) y panorámica del Puerto de la Cruz, de Ella Du Cane. Fuente: University of California Libraries. La víspera del día de San Juan, Alexander von Humboldt acude a una fiesta campestre en el jardín del Sitio Litre. Desde ese lugar, Humboldt destacaría la impresionante vista que se recreaba ante sus ojos, afirmando lo siguiente: “No acertaría a comparar esta vista sino a las de los golfos de Génova y de Nápoles”(13), abandonando el Puerto de la Cruz durante la mañana del 24 de junio, rumbo a La Laguna, para zarpar el día 25. La literatura de viajes Iniciamos la relación de los viajeros durante el siglo XIX a través de la particular visión del geólogo Leopold von Buch (1774-1853)(14), amigo personal de Alexander von Humboldt. A Canarias llegaría acompañado de su amigo el botánico Christian Smith en el año 1815. Su expedición en las Islas se desarrolló desde el 5 de mayo al 27 de octubre de tal año, resaltando en su obra diversos detalles sobre el Valle de La Orotava. En ese sentido, destaca el gran número de barrancos situados en el Valle, añadiendo diversos detalles sobre las características geológicas de la Ladera de Martiánez, atendiendo a las capas que conforman esa formación y resaltando algunos otros detalles sobre tal acantilado costero. Ofrece, además, interesantes descripciones sobre el Pico de las Arenas, exponiendo que “en el centro se encuentra un cráter cuya cavidad no es muy grande, pero que está fuertemente escotado y abierto por el lado de la ciudad, de manera que, vista desde abajo, la montaña presenta el aspecto de una horquilla”.(15) Sin lugar a dudas, Leopold von Buch aportó una valiosa descripción geológica de Tenerife, la más exhaustiva hasta su presencia, llegando a tocar de forma acertada muchos aspectos que hasta entonces habían permanecido inéditos o muy poco estudiados. Considerado por Humboldt como el geólogo más notable de su tiempo, terminaría sus días en Berlín en 1853. William Robert Wills Wilde(16) llegaría a Tenerife el 7 de noviembre de 1837. Respecto al Puerto de la Cruz señala que observó una “pequeña ciudad, bien construida, limpia, y donde sopla bastante la brisa”(17). No duda en destacar el abandono total del Jardín Botánico portuense, lamentando que el espacio pudo estar en manos del Estado prusiano. “Sin embargo, los españoles con el orgullo y la dignidad consiguientes, ¡prefirieron que el Jardín se marchitara en sus propias manos, a que floreciera en las de otros!”(18), ofreciendo luego otros detalles sobre La Orotava y el Teide, apuntando algunos aspectos relacionados con la posibilidad de convertir el Valle de La Orotava “en un centro de curación de los invalids británicos”(19). Sin lugar a dudas, la aportación de Wilde resulta importante por su actitud ante el paisaje, afirmando que “el viajero que llega al valle es atrapado por el encanto del paisaje y está obligado a admirar la extrema belleza del mismo”.(20) El pastor anglicano Thomas Debary(21) visitó las Islas Canarias en la segunda mitad del siglo XIX, dejando una interesante descripción sobre las costumbres de la sociedad canaria del momento. En su visita al Valle, manifiesta la tristeza que le produjo La Orotava, acudiendo al Puerto de la Cruz con el fin de “encontrar algo mejor”.(22) En ese sentido, describe el triste panorama que observó en el núcleo portuense, pues “la hierba crece en medio de muchas de sus calles; además, su hermoso clima estaba algo alterado por la frecuencia de la brisa o viento del nordeste, que seguramente sopla, más o menos, en todas las partes del mundo para recordar a los hombres que son mortales”(23). El reverendo se hospedaría en una casa propiedad de Martínez, anotando un curioso acto de agitación secundado por algunos progresistas en el lugar a partir de la Revolución Francesa de 1848, en la que se obligó al rey Luis Felipe I de Francia a abdicar, narrando su encuentro en el núcleo de La Paz con Mr. S. y la preocupación e inquietudes del mismo a partir de tal movimiento, acudiendo junto a Mr. S. a visitar “algunas cuevas guanches, que verdaderamente sólo eran apropiadas para el rey de las aves y no para servir como palacios de seres humanos, aunque muchas de ellas se dice que fueron –sin duda, elegidas por su inaccesibilidad–”(24), anotando a lo largo de su obra diversos detalles sobre otros puntos de la isla a mediados del siglo XIX. El notable francés Sabino Berthelot (1794-1880) tendría una estrecha vinculación con las Islas, pues desempeñó el cargo de cónsul de Francia en Canarias, fundando en La Orotava un liceo(25) y teniendo también un importante papel en el Jardín Botánico del Puerto de la Cruz. En ese sentido, nos dejaría en su obra toda una serie de aspectos relacionados con el estado económico y social de muchos puntos de Tenerife, anotando diversas cuestiones sobre la educación y la situación que por entonces había en la isla, así como en otros puntos del Archipiélago. Para el Puerto de la Cruz describe un contexto caracterizado por la presencia de amplias calles, bien trazadas y dispuestas, reflejando su impresión tras llegar hasta el Jardín Botánico, lugar donde se asombra y alegra ante esa impresionante labor de “reunir, en una latitud propicia y para su posterior aclimatación, las plantas más preciosas de los trópicos”(26), no dudando en señalar algunas particularidades y aspectos históricos relacionados con ese espacio. También Elizabeth Murray (27) nos dejaría una notable descripción del Puerto de la Cruz, tras su paso por La Orotava. Sobre el núcleo portuense, Murray nos muestra la situación de tristeza que le produce observar el abandono que el Jardín Botánico mos- p3 EL DÍA, domingo, 6 de septiembre de 2015 EN PORTADA traba por entonces, destacando que “las papas, que existen en varios terrenos, parecen la única cosa a la que prestan la máxima atención aquéllos que se suponen cuidan del lugar”(28), anotando que, tras escribir tales advertencias “los jardines se cuidan con mayor esmero e interés”.(29) La viajera resalta las características del núcleo portuense, admirando la notable evolución experimentada desde aquel pequeño muelle que diera origen y fama a tal núcleo de población. No duda en destacar la importancia que los vinos han tenido en ese lugar, apuntando los efectos que la erupción de 1706 tuvieron sobre el muelle de Garachico y las transformaciones derivadas de ese trágico hecho que acabaron en un incremento de la importancia del muelle portuense. A partir de ese hecho, E. Murray resalta la formación de una comunidad de mercaderes y comerciantes británicos cuyo número iría en aumento a partir de tal actividad económica, llegando a formar una pequeña comunidad que, con el paso de los años, destacaría en diversos apartados de la vida económica, social y política. Asimismo, señala la importancia lograda por los ingleses del Puerto de la Cruz al crear el primer cementerio para sus cultos en Canarias. La importancia del núcleo portuense a partir de su muelle derivaría en una posición que el lugar lograría mantener durante algún tiempo, a pesar de que la principal población de la isla era Santa Cruz, añadiendo que “entre 1812-1815 el Puerto de la Orotava alcanzó una gran actividad comercial. Los vinos de la Isla eran muy estimados; se embarcaban de 8.000 a 11.000 pipas anuales hacia Gran Bretaña, América, las Indias Orientales y Occidentales y otros lugares. La orchilla y otros productos de fabricación isleña se exportaban en gran cantidad, y la importación de varios países que comerciaban con las Islas Canarias creció considerablemente”.(30) No duda E. Murray en nombrar los efectos de la epidemia de la fiebre amarilla, cuyos estragos se dejarían sentir en 1811. Durante su visita al Puerto de la Cruz, la viajera anota su impresión de tristeza, mostrando la dejadez presente en las calles, ante la carencia de limpieza y de cuidado de las vías urbanas, siendo categórica al afirmar que “la hierba crece libremente en las principales calles y es raro encontrar algún ser humano, de tal manera que, si una bala hubiese atravesado la población seguro que no habría hecho daño alguno. Apenas existe actividad a lo largo del día. A excepción de ese viento del Nordeste que sopla bravamente durante casi nueve meses, nada relevante sucede en la ciudad”(31). Sin embargo, se siente muy satisfecha ante la presencia de una población amable y generosa, registrando diferentes manifestaciones festivas, siendo el caso del día de San Juan, atendiendo a los actos desarrollados durante la víspera. El francés Gabriel de Belcastel (1821-1890) visitó Tenerife en 1859(32). Acudió a la isla por la necesidad de buscar un lugar idóneo donde curar a su hija. Al respecto, llegaría a opinar que el Valle de La Orotava guarda “el especial e indescriptible encanto de los valles, recogimiento del espíritu y atadura del corazón. Si la riqueza y la inteligencia del hombre quisieran, allí podría estar situado el jardín del mundo, mejor que en el valle del Enna”(33). En ese sentido, durante seis meses permanecería en el Puerto de la Cruz. Belcastel recogió toda una serie de datos relacionados con la temperatura (analizando las variaciones que se desarrollan de un día a otro y las variaciones durante un mismo día), la higrometría y la atmósfera (observando las vicisitudes atmosféricas y resaltando las características beneficiosas que en el Puerto de la Cruz se generaban durante la mayor parte del año). Expone una serie de características sobre la población y los beneficios del lugar, que pasaría a resumir y sintetizar en una expresión en la que deja constancia de los resultados beneficiosos que se podían obtener en el Valle para los afectados del pulmón, afirmando lo siguiente: “De todos los climas conocidos y defendidos hasta ahora, el mejor es el Valle de La Orotava, en la isla de Tenerife”(34). La obra de Belcastel alcanzaría una gran difusión, logrando el francés cumplir con el sueño de difundir las bondades de un clima que había sido capaz de curar a su hija. En su memoria quedó siempre la idea de considerarse dichoso “y suficientemente recompensado si, al menos, salvara una vida o consiguiera una chispa de alegría en el corazón de una madre”(35) con el testimonio transmitido a través de su trabajo. Cipriano de Arribas y Sánchez (1848-1921) fue un farmacéutico natural de Ávila que llegaría a Canarias en 1874, realizando una obra con un carácter “fundamentalmente divulgador”(36). En ese sentido, y a partir de su obra, extraemos algunos datos que permiten aproximarnos al conocimiento del Puerto de la Cruz durante el siglo XIX. Arribas expone que la localidad tenía 4.300 almas, señalando algunos aspectos sobre el origen y la evolución histórica del entorno, así como detalles relacionados con las ca- Acuarela de José Agustín Álvarez Rixo con la plaza del Charco (Fuente: RACBA). Abajo: Alexander von Humboldt (izquierda) y William Robert Wills Wilde, padre del escritor Oscar Wilde, y autor de la obra Viaje a Tenerife. racterísticas climatológicas y estancias disponibles en el lugar, resaltando la majestuosidad del hotel Taoro, añadiendo, además, algunos detalles relacionados con el muelle y sus características. Es de destacar la relación que incluye sobre diversos hijos ilustres del Puerto de la Cruz, anotando el nombre de Domingo, Bernardo y Tomás de Iriarte, Luis de la Cruz y Ríos, Agustín de Betancourt y Molina, fray Francisco Guzmán, Francisco Franchy y Esteban de Herrera(37). La artista británica especializada en pinturas sobre la naturaleza Marianne North (1830-1890)(38) también visitó las Islas, desembarcando en el puerto de Santa Cruz de Tenerife en 1875. En su descripción sobre el Valle de La Orotava destaca la presencia de diversos jardines muy bien cuidados, así como el carácter de las personas con las que había tenido contacto, ofreciendo detalles de gran interés sobre el núcleo realejero de Rambla de Castro, lugar donde la pintora se hospedaría. Tras su estancia en tal enclave acudió hasta el Puerto de la Cruz, hospedándose en el Sitio Litre, por entonces regentado por Charles Smith(39), describiendo alguna de las plantas que se ubicaban en el jardín, anotando que “fueron escasas las veces en que salí sin encontrar alguna maravilla que pintar, vivía una vida de felicidad y paz de lo más perfecta, y cada día me sentía más unida a mis amables amigos”(40). Sobre el muelle del Puerto de la Cruz expone que tuvo que haber sido un lugar próspero en el pasado, pero en el momento de su visita solamente se observaban algunos aspectos que pudieran recordar tímidamente el esplendor de otra época. El escritor belga Jules Leclercq escribió, tras su paso por Canarias, una obra bajo el título de Viaje a las afortunadas. Cartas desde las Canarias en 1879. Llegó a Tenerife atraído por la fama de su belleza, pretendiendo disfrutar de la p4 domingo, 6 de septiembre de 2015, EL DÍA EN PORTADA misma en su totalidad. Nació en Bruselas en 1848, adquiriendo formación en Humanidades. Gracias a su desahogada posición económica, pudo viajar por diversos países del Viejo y Nuevo Mundo. A Canarias llegaría en 1879, centrando su viaje en Tenerife, pero visitando también Gran Canaria y Lanzarote. Son múltiples los detalles que señala sobre el núcleo portuense, tras dejar una interesante descripción de su paso por La Orotava, anotando la presencia de un paisaje de gran fertilidad con multitud de cultivos que por entonces dominaban el Valle. Asimismo, se sorprende en observar una gran cantidad de terrenos destinados a la cochinilla, explicando su importancia en tal contexto, lamentándose de la situación que presentaba el enclave portuense al afirmar que “el oídio(41) ha matado la prosperidad del Puerto, que se ha quedado triste y silencioso. Los ingleses lo han abandonado, y los barcos extranjeros sólo aparecen, de vez en cuando, a recoger algún cargamento de cochinilla”.(42) Asimismo, el escritor belga dejaría interesantes datos sobre el Jardín Botánico portuense, anotando algunas características sobre su creación y el importante papel desarrollado en su mantenimiento por Hermann Wildpret(43), criticando el poco presupuesto destinado a su cuidado y las escasas cifras, que no premiaban suficientemente la labor de H. Wildpret Entrada a La Paz, en el Puerto de la Cruz, y dibujo de Sitio Litre, obras de Ella Du Cane. Fuente: University of California Libraries (derecha). en tal espacio, afirmando que “el presupuesto asignado por el gobierno español para el mantenimiento del jardín es de sólo 20.000 reales (5.000 francos), 6.000 de los cuales son para el director y 4.000 para el jardinero; el NOTAS (1) González Lemus, Nicolás; Hernández Pérez, Melecio; Sánchez García, Isidoro. El Puerto de la Cruz: de ciudad portuaria a turística. Puerto de la Cruz: Centro de Iniciativas Turísticas. 2005, p. 55. (2) González Lemus, Nicolás; Hernández Pérez, Melecio; Sánchez García, Isidoro. Ibidem, p. 134. (3) Baillon, Austin. Misters: británicos en Tenerife. Ediciones Idea, 1995, p. 4. (4) Para confeccionar el listado de viajeros ingleses en Canarias durante el siglo XIX hemos utilizado la obra del profesor universitario y notable investigador canario José Luis García Pérez, quien explica de forma magistral la vida y obra de aquellos viajeros ingleses que visitaron Canarias durante el siglo XIX en su obra Viajeros ingleses en las Islas Canarias durante el siglo XIX, presentada por el autor como tesis doctoral en la Universidad de La Laguna, recibiendo el Premio de Investigación “Agustín de Bethencourt” de la Caja General de Ahorros de Canarias en 1987, siendo editada por primera vez en 1988 gracias a la labor de tal entidad. (5) Glass, George. Descripción de las Islas Canarias. Instituto de Estudios Canarios, 1999, p. 77. La introducción y traducción del inglés corresponde a Constantino Aznar de Acevedo. Tal autor aporta diferentes datos sobre la biografía y los aspectos que George Glas trata en su obra. (6) Glass, George. Ibidem, p. 77. (7) Ledrú, André-Pierre. Viaje a la isla de Tenerife (1796). Ediciones Idea, 2005, p. 83. (8) Ledrú, André-Pierre. Ibidem, p. 85. (9) El Jardín Botánico de Aclimatación, situado en el Puerto de la Cruz, sería fundado bajo el reinado de Carlos III, gracias a la notable labor desarrollada por Alonso de Nava y Grimón (1759-1832), quien fuera VI marqués de Villanueva del Prado, notable personaje de la Ilustración en Canarias. (10) El profesor de Historia de América de la Universidad de La Laguna Manuel Hernández González realizó un notable trabajo sobre la estancia y los aspectos de los que se ocupó Humboldt en su estancia en Tenerife. Al respecto, puede consultarse el estudio preliminar en: Von Humboldt, Alexander. Estancia en Tenerife. Ediciones Idea, 2005, pp. 13-43. Isidoro Sánchez García y Nicolás González Lemus han realizado varias publicaciones donde resaltan la estancia de Humboldt en Canarias. Asimismo, la Asociación Cultural Humboldt de Canarias (ACH), bajo la dirección de Nicolás González Lemus, ha desarrollado diferentes acciones para difundir la obra del insigne naturalista alemán. (11) Von Humboldt, Alexander. Permanencia en Tenerife. Ediciones Idea, 2005, p. 154. (12) Von Humboldt, Alexander. Ibidem, p. 156. (13) Von Humboldt, Alexander. Ibidem, p. 200. (14) Sobre la vida y obra de Leopold von Buch y su relación con Canarias remitimos al lector a la obra de Nicolás González Lemus Viajeros, naturalistas y escritores de habla alemana en Canarias: (100 años de historia, 1815-1915). Ediciones Baile del Sol, 2003, pp. resto se destina a los gastos de mantenimiento y a los jornales de los peones. ¡El director –que está de más– recibe, pues, mil quinientos francos anuales, mientras que el Sr. Wildpret, que es el alma del establecimiento, sólo recibe mil!”(44). Añade algunos otros detalles sobre una estancia en el Puerto de la Cruz que finalizaría con una cena en la casa de Hermann Wildpret, situada en la entrada de tal espacio. 37-45. (15) Von Buch, Leopold. Descripción de la isla de Tenerife. Estudio crítico de Manuel Hernández González. Traducción de José A. Delgado Luis. Ediciones Idea, 2004, p. 41. (16) William Robert Wills Wilde (1815-1876). Fue un médico victoriano que pasó por el Archipiélago durante el siglo XIX en busca de unas condiciones climáticas propicias para la recuperación de enfermedades, especialmente de tipo pulmonar. Sería, además, el padre del escritor Oscar Wilde (1854-1900). En el prólogo realizado por Marisa Tejedor se pueden advertir diversos detalles relacionados con la biografía y aspectos tratados por el viajero en su obra Viaje a Tenerife. Tauro Producciones, 2000. Asimismo, José Luis García Pérez aporta una completa biografía sobre William Robert Wills Wilde en su obra Viajeros ingleses en las Islas Canarias durante el siglo XIX. Ediciones Idea, 2007, pp. 479-500. (17) Wilde, William R. Op. Cit, p. 32. (18) Wilde, William R. Op. Cit, p. 34. (19) Wilde, William R. Narración de un viaje a Tenerife. Estudio crítico de Manuel Hernández González. Traducción de José A. Delgado Luis. Ediciones Idea, 2004, p. 16. (20) González Lemus, Nicolás; Hernández Pérez, Melecio; Sánchez García, Isidoro. Op. Cit, p. 89. (21) El reverendo Thomas Debary representa una de las figuras más importantes por sus aportaciones para el conocimiento de la historia eclesiástica de Gran Bretaña durante el siglo XIX. Para ampliar los detalles de su biografía remitimos al lector a la obra de José Luis García Pérez, Op. Cit, pp. 67- 72. (22) Debary, Thomas. Notas de una residencia en las islas Canarias. Prólogo de Manuel Hernández González. Edición de Juan Enrique Jiménez Fuentes. Ediciones Idea, 2006, p. 73. (23) Debary, Thomas. Ibidem, p. 74. (24) Debary, Thomas. Ibidem, p. 79. (25) Hernández González, Manuel. “El Liceo de La Orotava (18241827), una experiencia pedagógica liberal en la década ominosa bajo la dirección de Berthelot y Auber”. En: Revista de Ciencias de la Educación, 1998, pp. 87-94. En tal artículo se incluyen diversas referencias a la labor desarrollada por Sabino Berthelot en la formación del Liceo. (26) Berthelot, Sabino. Primera estancia en Tenerife (1820-1830). Traducción e introducción de Luis Diego Cuscoy. Ediciones Idea, 2004, p. 153. (27) Elizabeth Murray se dedicó al arte bajo el influjo de su padre, apreciado retratista nombrado presidente de la Society of Artist en 1824. En su adolescencia visitó con su padre Italia y quedó fuertemente impresionada. Su primera exposición individual se inaugura antes de cumplir los veinte años. La llegada de E. Murray al Archipiélago obedeció al nombramiento en 1850 de su marido como cónsul en las Islas Canarias. (28) Murray, Elizabeth. Recuerdos de Tenerife. Prólogo de José Luis García Pérez. Ediciones Idea, 2004, p. 148. (29) Murray, Elizabeth. Ibidem, p. 148. (30) Murray, Elizabeth. Ibidem, p. 152. (31) Murray, Elizabeth. Ibidem, pp. 152-153. (32) Diversos detalles sobre la vida y relación de Gabriel de Belcastel con el Valle de La Orotava se pueden obtener en la obra de Nicolás González Lemus Clima y medicina: los orígenes del turismo en Canarias. Ediciones Idea, 2007, pp. 83-91. (33) Belcastel, Gabriel de. La Orotava y la magia de su clima. Introducción y traducción de Cristina G. de Uriarte y Clara Curell. Ediciones Idea, 2004, p. 41. (34) Belcastel, Gabriel de. Ibidem, p. 66. (35) Belcastel, Gabriel de. Ibidem, p. 68. (36) De Arribas y Sánchez, Cipriano. A través de Tenerife. Prólogo de Alfonso González Jerez. Ediciones Idea, 2004, p. 18. En tal obra pueden consultarse diversas referencias de la vida del farmacéutico abulense realizadas por Alfonso González Jerez. (37) De Arribas y Sánchez, Cipriano. Ibidem, p. 112. (38) Se han escrito diferentes aproximaciones biográficas. En la obra de José Luis García Pérez Viajeros ingleses en las Islas Canarias durante el siglo XIX, se exponen diversos detalle de la vida de tal viajera entre las páginas 211-224. Asimismo, el doctor y profesor universitario Nicolás González Lemus ha investigado la presencia de Marianne North y su estancia en Canarias. (39) Chales Smith fue un científico inglés propietario de Sitio litre desde 1856. Una interesante y completa explicación sobre el origen y evolución histórica del Sitio Litre se puede encontrar en la obra de Nicolás González Lemus Marianne North y su viaje a Canarias. Sitio Litre, 2000, pp. 52-56. (40) Murray, North, Stone, Latimer, D´Este y Du Cane. Ladies en el Puerto: viajeras inglesas de los siglos XIX y XX en el Puerto de la Cruz. Ediciones Idea, 2009, p. 74. (41) Las parras isleñas fueron heridas de muerte tras ser atacadas muy violentamente por la enfermedad del oidium en 1852, una enfermedad que afectó a la vid, no sólo en Canarias, sino también en toda Europa –Portugal, Francia, Italia, Austria, Rumanía, etc.– durante los años 1848 y 1858. En: González Lemus, Nicolás. Conferencia “El vino en la vieja Canarias a través de la literatura de viaje inglesa”, segunda de las programadas por la Cofradía del Vino de Tenerife. 25 de marzo de 2011. (42) Leclercq, Jules. Viaje a las islas Afortunadas: cartas desde las Canarias en 1879. Traducción de Ángel Hernández y prólogo de Antonio Rumeu de Armas. Viceconsejería de Cultura y Deportes, 1990, p. 80. (43) Hermann Wildpret (1834-1908) llegaría Canarias en 1856, tras haber realizado diversos trabajos relacionados con la Botánica. Acude a Tenerife a partir de la solicitud realizada por Hermann Honegger para la búsqueda de un jardinero joven que acudiera a la isla, viviendo dos años en Santa Cruz de Tenerife, pero trasladándose luego al Puerto de la Cruz, pasando a desempeñar el puesto de jardinero en el Jardín de Aclimatación del Puerto de la Cruz, logrando elevar el nivel y la cantidad de plantas de tal lugar. Estos datos y muchos otros detalles se pueden consultar en la obra de Nicolás González Lemus, Op. Cit, 2003, pp. 67-72. (44) Leclercq, Jules. Op. Cit, p. 86. p5 EL DÍA, domingo, 6 de septiembre de 2015 INVESTIGACIÓN EN PORTADA TURISMO El nuevo alcalde del Puerto de la Cruz Lope D. Afonso Hernández. Natural del Puerto de la Cruz, nació el 3 de agosto de 1979. Está casado y tiene un hijo. Es licenciado en Derecho por la Universidad de La Laguna y diplomado en la Escuela de Práctica Jurídica de Santa Cruz de Tenerife. Abogado en ejercicio, es socio cofundador del Bufete RGA Abogados. También trabaja desde 2006 como responsable de la Delegación Norte de Mutua Balear, Mutua de Accidentes de Trabajo de la Seguridad Social (actualmente en excedencia). En el plano político, se inició como militante de las Nuevas Generaciones del Partido Popular en el año 1998. A partir de ahí, desempeñó diferentes responsabilidades orgánicas dentro de la organización juvenil del partido que culminaron con su designación como secretario general regional en Canarias. Como militante ya del PP, ha desempeñado en dos ocasiones el cargo de secretario general del partido en el Puerto de la Cruz. En la actualidad es presidente de la Comisión Gestora del PP del Puerto de la Cruz y presidente de la Comisión de Empleo y Asuntos Sociales del PP de Tenerife. Ahora asume el reto de ser el primer alcalde portuense de su partido, con varios proyectos históricos empantanados, como la construcción del nuevo puerto, un anhelo que espera que comience a sustanciarse el próximo año. Lope Afonso destaca entre las prioridades de su gobierno “la reorganización administrativa interna del ayuntamiento; el impulso de los convenios de renovación de la planta hotelera, que es una de las grandes aspiraciones de la ciudad para volver a ser un destino atractivo”; además, se propone “concluir proyectos como la estación de guaguas, la playa de Martiánez o el Parque San Francisco; completar las obras de mejora del espacio público turístico; seguir logrando inversión de otras administraciones para impulsar y dinamizar la vida económica de la ciudad, o mejorar la calidad de los servicios”. Atender las necesidades de las familias será otra prioridad para esta legislatura, con medidas para la mejora de los servicios sociales. Lope Afonso Hernández (acuarela sobre papel) p6 domingo, 6 de septiembre de 2015, EL DÍA CRISTO DE TACORONTE FIESTA Y VENDIMIA Texto: Nicolás Pérez García Fotos: El Día L a del Cristo de los Dolores es la fiesta más importante de Tacoronte, con notoria resonancia en buena parte de la isla, particularmente en el Valle de Güímar, cuya devoción de antaño tiene vigencia en nuestros días. Gran parte del aquel vecindario sureño cumple con la antigua tradición el día de la octava –cuarto domingo de septiembre– y se acerca a esta ciudad tacorontera para rendir tributo a una imagen muy querida y admirada. En tiempos pasados, desde aquellas tierras del sur, numerosos feligreses, romeros y peregrinos hacían la travesía a pie por veredas y senderos. Rebasando la cumbre les amanecía el día por los andurriales de Barranco Las Lajas y Agua García, en las cabezadas del “sagrado bosque de las aguas”, así llamado por los antiguos lugareños. Hoy, no tanto como ayer, los hay que permanecen fieles a la costumbre heredada utilizando aquellas servidumbres, las mismas que conducían –y conducen– a la villa de Candelaria por la fiesta del 2 de febrero. Con motivo de la efeméride, el cronista suele desandar el tiempo para desgranar noticias de un ayer muy lejano. Viene al caso el siglo XVII, en los aledaños históricos de un acontecimiento que tuvo mucha significación en el devenir del pueblo. Tiempo antes de la llegada de la singular imagen del Cristo que abraza la cruz desde tierras de Castilla, en aquel entonces extraña efigie para los moradores de aquí, los labradores de este lugar se lamentaban de la devastadora invasión de langosta africana, ensañada con toda cosa verde desde mediados de octubre de 1659. Nada se podía hacer ante lo indefendible salvo rogar y rendirse a la fatídica evidencia. Todavía a comienzos de 1660 se luchaba contra los temibles y voraces insectos. Prueba de ello el siguiente texto que entresacamos de un libro del Pósito: “En presensia del Capitan Don Diego grimon y rojas alcalde deste dho. lugar paresieron para haser acuerdo de la distribusion del trigo […] y dixeron que por quanto la cosecha del año pasado fue mui corta de manera que apenas los dhos. Vsºs. [vecinos] cogieron trigo para pagar las rentas de las tierras a los dueños de ellas y porque a el presente este dho. lugar mui necesitado […] y porque en este dho. lugar se esta matando la langosta y los Vsºs no hallan para comprar para llebar a La figura del Cristo abrazado a la cruz vino de Castilla y, en un primer momento, causó extrañeza. los campos quando salen a matarla, acordaron que se den cada semana treinta fanegas de trigo a pan amasar para remediar la nesesidad presente y dure la dicha distribusion por un mes y el dinero que se fuese hasiendo se baia repartiendo con los Vsºs mas pobres para que puedan comprar dho. pan por quanto a el presente estan mesesitados de dinero como de trigo […] y que antes que el dho. trigo se de a moler se haga la ispiriensia para ver el peso que se podra echar a el dho. pan y se de [dé] amasar a panaderas de satisfasion y asi lo acordaron […]” (25 enero 1660). Por la época había en Tacoronte un tercio de milicias, cuyos oficiales y soldados tenían que proveerse de manutención cuando se desplazaban para cumplir órdenes: “[…] y porque oy ban las compañias de este tersio a Santa Crus de guarda y en el dho. lugar no se halla pan en las bentas por lo qual acordavan y acordaron que se den sesenta y tres fanegas de trigo las sesenta para el posito y repartimiento de todos los vesinos y las tres fanegas para dar a cada soldado un real de pan para yr a la dha. guarda y si susediese en el interin benir trigo de fuera que hallen pan en las bentas del dho. lugar de Santa crus se escusaran de dar dhas. tres fanegas de trigo para llevar a la dha. guardia y todos los vesinos que supieron firmar lo firmaron de sus nombres = […]” (Junta 11 abril 1660). Pocos saben firmar, solo el alcalde, dos vecinos y el escribano de turno. De los parroquianos, algunos, los más versados, son los que tienen voz en la cosa pública del lugar, llámese Pósito o Arca de Misericordia, que viene a ser el ente municipal si se quiere denominar de esta manera, pues aún no se sabe lo que es un ayuntamiento. Existe un alcalde designado por el Cabildo o Corregimiento de la capital (La Laguna). De importancia vital es la figura del párroco o beneficiado de la parroquia de Santa Catalina (al punto lo era el licenciado Juan Gutiérrez), persona instruida que interviene en todas las decisiones además de orientar a las familias en el aspecto religioso y moral, siendo sin duda el árbitro y consejero de una comunidad que avanza bajo estas premisas. El hombre trabaja la tierra y la esposa se ocupa de la casa y los hijos, y cuando surge alguna discrepancia por cosas tales como derechos de paso por veredas o serventías, acceso de abrevaderos, lugares de pastoreo y otras cuestiones del común se acude al alcalde, al párroco o a personas fidedignas y entendidas que orientan sobre la solución más razonable. La mayoría de las tierras son paniegas, destacando los trigales en casi todo el término, mayormente en las zonas mediana y baja; cereal que es sustento indispensable y fuente de recursos para remediar las necesidades del vecindario a partir de las ganancias que obtiene el Pósito a través del mercadeo del trigo. En fuerza de qué mandas se desenvuelve el pueblo no es cosa fácil de apreciar en nuestros días, dado que solo se cuenta con las normas que provienen de las juntas vecinales y de las cartas de visita de los vicarios eclesiásticos cuando vienen a la parroquia en misión pastoral. Cuando llega la imagen del Cristo de los Dolores, año 1661, ya se vislumbran algunas ideas sobre la proyección del pueblo. Hace unos años que los frailes agustinos profesan allí, en la ermita de San Sebastián, a la espera de la construcción del convento que no se hace esperar, pues al año siguiente se realizan las obras; y algo más tarde, en 1664, se levanta el templo (santuario) sobre los cimientos de la ermita derruida al efecto, cuyo altar mayor acoge la imagen que presidirá el templo bajo la custodia de la congregación agustiniana hasta su exclaustración por leyes desamortizadoras de 1836. A partir de entonces la imagen p7 EL DÍA, domingo, 6 de septiembre de 2015 del Cristo queda bajo el cuidado de la parroquia matriz, lo mismo que el santuario, que, afortunadamente, no resultó afectado por la ley liquidadora del ministro Juan Álvarez Mendizábal; el convento de san Agustín sí que fue expropiado. De los casi 2.800 habitantes del pueblo, las familias más importantes viven en la calle Real del Calvario, la que conecta con “la ciudad” (La Laguna); desde ella se ramificó el viario del lugar y en ella se levantaron edificios emblemáticos como la Alhóndiga, en 1685, y el museo Casilda, en el siglo XIX, donde posteriormente se instaló el cuartel de la Guardia Civil, además del Calvario propiamente dicho, que data de comienzos del siglo XVIII, y el cementerio, inaugurado en 1835, entonces una pequeña parcela. En el Calvario sopla el espíritu del pintor Óscar Domínguez, donde vivió hasta que su padre le mandó a París, en 1927, para convertirse en un grande del surrealismo, empero bohemio indomable, genial y sorprendente hasta su trágico final, en 1957. También vivió en la misma calle otro Domínguez, José Domínguez Ramos (18451940), alcalde del pueblo una veintena de años, presidente de la Diputación de Canarias y con mucho protagonismo en su larga vida. Cada fiesta armoniza la historia que se evoca con la actualidad con la divisa de la tradición como hilo conductor de los recuerdos que retornan. Siglos han transcurrido desde 1661, inicio de un itinerario de fe y devoción a partir de una imagen que llegó a calar profundamente en la gente de esta tierra. Su culto no surge de leyendas, mitos o cuentos fantásticos, sino del espíritu que exhala una escultura de gran representatividad religiosa que se ancló en estos campos para siempre, referente devocional que nos interpela y nos dice en todo momento que nada hay perdido en este mundo, que nos enseña cuánto sentido tiene la cruz que abraza. Solo basta mirarle cuando sale del santuario a la plaza para apreciar de qué modo se conmueven las conciencias. Cada septiembre acoge la celebración de los cristos. Es lo que se dice con referencia a La Laguna, Tacoronte e Icod de los Vinos. Es por excelencia el mes vendimiador, el antiguo binomio fructidor-vendimiario republicano del país galo. Es tiempo de zafra vinícola del que este pueblo de Tacoronte presume por la excelente producción y calidad de sus caldos. En ello no dejaremos de citar nuevamente a la Alhóndiga, uno de los graneros del Pósito, que fue santo y seña de las generaciones de los siglos XVII y XVIII, cuando las tierras de labor estaban cubiertas de dorados trigales, fundamento de la manutención del lugar. Pero, como dijo Platón, el tiempo es eternidad en movimiento, viaja siempre a merced de la evolución. Y la mies dio paso a otros cultivos y el viñedo recobró su protagonismo tapizando de verde estas tierras. Aventura un tanto reflejar la vida coti- diana de aquellos tiempos, ya que solo tenemos a mano lo que dicen los documentos que duermen en los archivos. Cuando llegó la imagen del Varón de Dolores, este lugar llevaba siglo y medio de andadura desde la derrota de los guanches, tiempo aún insuficiente para hablar de una comunidad consolidada. La escasa reminiscencia aborigen languidece y extingue entre el mestizaje que integra familias al abrigo de un ambiente bucólico, ocupadas en la prole, en lo que da la naturaleza y el labrantío de subsistencia, sin más norte que la exigencia de lo inmediato para vivir. En la celebración del Cristo destaca el acto de exaltación a la vendimia, festival que se celebra desde 1961, importante eslabón entre la ciudad y el campo que se envuelve en aromas de El Cristo de los Dolores llega a Tacoronte en 1661. mosto al pie de parras, lagares y bodegas. En la plaza rebulle el festejo, en la campiña reina la esencia que revelan racimos de uva cuajados del néctar precursor del afamado vino tinto de Tacoronte. Es la recta final de un estío que ya barrunta la otoñada que despierta por la festividad de San Jerónimo, el santo del agua, de la lluvia que fertiliza nuevamente el terreno agostado. Las aguas tempraneras de otoño son de las más beneficiosas porque sazonan las sementeras que acogen la nueva semilla, las castañas se robustecen, las nueces libran su caparazón, la manzana reineta engrosa y culmina su madurez, el mosto deja de hervir sobre las “madres” elaborando con paciencia un vino joven y vigoroso. Cada pueblo con su patrimonio natu- ral, el de Tacoronte con su interesante orografía, montañas airosas que circundan el término armonizando con la campiña y la masa forestal de los predios montuosos. Estas elevaciones que en tiempos arcaicos fueron conos volcánicos nacidos de las entrañas telúricas cargados de escoria y lava ardiente son hoy laderas cultivables y arboladas. Desde el aspecto agronómico el suelo de estos campos ofrece excelentes condiciones edafológicas, sobre todo en las medianías central y alta, que es zona de secano, mientras que las tierras próximas a la costa son de estructura más porosa y por tanto necesitadas de riego para determinados cultivos. Pero el encuentro verdadero está en el Santuario que preside el Cristo de los Dolores, siempre en actitud de espera y de avance, así desde hace 354 años, para creyentes y no creyentes, pues todos estamos imbuidos del sentimiento que aflora aun desde el corazón más duro. En todo humano existe ese halo misterioso que escapa al dominio de la voluntad. Es lo que se refleja en tantos rostros cuando encaran la imagen. Hablamos del alma, el principio vital que desnuda lo material, que no miente ni envejece, incorruptible y fuente de toda certeza, silenciosa pero cuán elocuente se manifiesta en los sentimientos que saltan al brillo de miradas que no pueden ocultar la hondura que emerge inevitable en el yo y el tú. La conciencia es testigo. Durante la fiesta de septiembre, el Cristo procesiona en cuatro ocasiones, siempre a hombros. Tras ser bajado de su trono se forma la comitiva que lo acompaña, atravesando el crucero del templo hasta rebasar el pórtico y recibir los honores de rigor. El cortejo prosigue con solemnidad, rodeando la plaza para discurrir por las calles que circundan el antiguo convento de San Agustín, hogar que acogió la singular escultura donada por el capitán Tomás Pereyra de Castro y Ayala, primer patrono y gran benefactor de la orden agustiniana de Tacoronte. Él y su tío, el también capitán Diego Pereyra de Castro, derrocharon prodigalidad en este lugar de labradores, haciendo posible la construcción del convento y templo anejo. p8 domingo, 6 de septiembre de 2015, EL DÍA www.eldia.es/laprensa Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 996 LA SALUD SEXUAL: nuestra asignatura pendiente S egún publicó la OMS en 2002, “la salud sexual es un estado de completo bienestar físico, emocional, mental y social en relación con la sexualidad. No es solamente la ausencia de enfermedad, disfunción o malestar. La salud sexual requiere un enfoque positivo y respetuoso hacia la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de coerción, discriminación y violencia. Para que la salud sexual se logre y se mantenga, los derechos sexuales de todas las personas deben ser respetados, protegidos y cumplidos”. El pasado 4 de septiembre se celebró el Día Mundial de la Salud Sexual, que este año se ha centrado en la salud sexual y los derechos sexuales. En 2014 se publicó la Declaración de los Derechos Sexuales, que recogía, entre otros: •El derecho a la autonomía e integridad del cuerpo •El derecho a una vida libre de cualquier forma de violencia, degradación o coerción •El derecho a la privacidad y al grado máximo alcanzable de salud, incluyendo la sexual, que comprende experiencias placenteras y seguras •El derecho a gozar de los adelantos científicos y de los beneficios que de ellos resulten •El derecho a la información y educación integral de la sexualidad •El derecho a decidir tener los hijos que se deseen cuando se deseen y a tener acceso a los medios para lograrlo •El derecho la libertad de pensamiento, expresión y opinión. Todos sabemos que, lamentablemente, ni tan siquiera los derechos humanos son respetados en todas las sociedades del mundo. Los derechos sexuales no son una excepción, pero lo triste e indignante es que en nuestro país hay aún muchas personas a las que se niegan estos derechos, como ocurre con las víctimas de maltrato, con las personas que no son heterosexuales, en virtud de su orientación sexual, o con quienes, por su capacidad, cultura, educación o creencias, son privadas de disfrutar plenamente de su sexualidad y del control de la maternidad/paternidad. Al menos durante un día al año, levantemos la voz para lograr que esta discriminación desaparezca. La salud sexual, como la OMS reconoce, no es sólo ausencia de enfermedad, disfunción o malestar, sino que contempla la vivencia de la sexualidad de forma libre, segura y respetuosa. Esto se conseguirá no sólo con el res- peto, sino también con la educación sexual. Resulta sorprendente la cantidad de mitos y creencias erróneas que se tienen en relación al sexo, especialmente entre la población más joven. Hay muchos de ellos/as convencidos de que el embarazo no puede producirse en la primera relación sexual, que a las chicas les gusta el sexo “duro” (contaminación de las “sombras de Grey”) o que los chicos que tienen relaciones con muchas chicas son experimentados y que las chicas que lo hacen •El 9% declara no utilizar ningún método anticonceptivo y otro 9% confía en algo tan inseguro como la llamada “marcha atrás”. •Sólo el 54% declara usar preservativo, lo que, considerando que se practican relaciones sexuales con desconocidos, aumenta el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual. De hecho, sólo un 23% de los jóvenes se preocupan por la salud en sus relaciones sexuales. Sin duda, la educación sexual es aún una asignatura pendien- lo sufre, porque cree que es responsable de su disfunción y un daño en la autoestima de la pareja que no se siente deseado/a y lo asocia a falta de amor o interés. Esas mismas personas, si sufrieran otras enfermedades como gripe o gastroenteritis, no se sentirían del mismo modo. Esta es la prueba del miedo o la vergüenza que rodea el área sexual. Nadie siente ningún reparo en acudir a su médico por esas enfermedades y, sin embargo, las disfunciones sexuales, que tanto afectan a nuestro estado de bienestar y felicidad, las sufrimos sin poner remedio. La vergüenza o el desconocimiento hacen que tantos hombres y mujeres se priven de disfrutar plenamente de sus relaciones sexuales, cuando, actualmente, existen soluciones a estos problemas, tanto a nivel médico- son, cuando menos, promiscuas. En la sociedad actual el acceso a la información es ilimitado e inmediato pero se obtiene la información que se busca y, curiosamente, existen casi 180 millones de entradas en Google para “sexo” y algo menos de 20 millones para “sexualidad”. Los contenidos en el primer caso, no hace falta decirlo, son claramente pornográficos en la mayoría de las entradas. Una conocida marca de preservativos realizó recientemente una encuesta entre jóvenes de 18 a 35 años, que arrojó los siguientes resultados: •El 54% de los jóvenes canarios mantuvo cibersexo al menos una vez en los últimos doce meses, lo que les sitúa a la cabeza de los jóvenes españoles. •El 47% de los jóvenes canarios ha mantenido, al menos una vez en un año, relaciones sexuales con personas que han conocido a través de las redes sociales o aplicaciones que ponen en contacto a desconocidos. •Canarias es la comunidad autónoma donde se inician antes las relaciones sexuales. Concretamente, el 54% lo hace entre los 18 y los 21 años. te entre nuestros jóvenes. Por otro lado, y atendiendo a las disfunciones y problemas sexuales, se estima que, aproximadamente, entre el 35% y el 60% de las mujeres presentan algún tipo de disfunción sexual, siendo casi un 50% de los problemas los relacionados con la excitación o el bajo deseo. En el caso de los hombres, se considera que hay un 40% con problemas o disfunciones sexuales, dominando claramente la disfunción eréctil y la eyaculación precoz. Se trata de estimaciones porque sólo consultan con especialistas el 30% de las personas que tienen este tipo de problemas. Muchas de las consultas que recibimos los psicólogos relacionadas con terapia de pareja tienen como punto importante problemas sexuales de diferente índole. El bajo deseo sexual o deseo sexual hipoactivo suele estar presente en bastantes casos. Lo mismo ocurre con otras disfunciones como en el caso de la eréctil (antiguamente llamada impotencia). En todos los casos, el denominador común es una gran culpabilidad por parte de quien farmacológico como a nivel de terapia sexual. Este tipo de tabúes hacen que la mayoría de las personas ni siquiera sepa que las terapias sexuales son altamente efectivas. Esto se debe no sólo a que no se consulte, sino que quienes lo hacen lo llevan tan en secreto que se contribuye a la desinformación. Por otro lado, mientras aún haya personas que pregunten cómo pueden ayudar a sus hijos o hijas homosexuales a dejar de serlo, o mujeres que se sienten obligadas a mantener relaciones sexuales con sus parejas para evitar que se enfaden, o embarazos no deseados por desinformación acerca del control de la natalidad, seguiremos con la asignatura de la educación sexual pendiente. Intentemos que, más allá del 4 de septiembre, todos los días trabajemos para vivir nuestra sexualidad de forma plena y respetar y hacer que se respeten los derechos sexuales de todas las personas. No nos privemos de la felicidad que nos aporta esta faceta íntimamente ligada a nuestra condición humana, sólo por miedo, vergüenza o ideas preconcebidas. Texto: Carmen García Olid (www.practis.es. Psicóloga con acreditación sanitaria. Terapeuta sexual y de pareja. Núm. Col. T-01820)
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