UNA MIRADA A NUESTRO PASADO

EL DÍA, domingo, 6 de septiembre de 2015
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del domingo
EL CRISTO DE Tacoronte,
fiesta y vendimia: los orígenes de la
imagen y su significado para una
localidad de origen agrícola. 6/7
revista semanal de EL DÍA
UNA MIRADA A NUESTRO PASADO
EL PUERTO DE LA CRUZ A TRAVÉS DE LA LITERATURA
DE VIAJES DE LOS SIGLOS XVIII Y XIX (I)
Texto: Javier Lima Estévez
(graduado en Historia por la ULL)
A
lo largo de los siglos XVIII
y XIX, Canarias fue visitada por todo un conjunto
de viajeros atraídos por
el clima, los estudios
científicos, geológicos, cartográficos,
botánicos, astronómicos, antropológicos, etcétera. Tales viajeros no
dudaron en relatar todo aquello que
veían, dejando por escrito una serie
de testimonios que acabarían por convertirse en un estímulo para todos
aquellos que pretendían llegar hasta
el Archipiélago. Lo cierto es que partir del siglo XVIII, el progreso de las
ciencias de la navegación alentó a los
distintos gobiernos europeos a organizar grandes expediciones marítimas
rumbo a África, América o el Pacífico,
entrando en decadencia la etapa de
esplendor del comercio de vinos
con Inglaterra que había marcado los
siglos anteriores e iniciándose un siglo
marcado, en el Puerto de la Cruz, por
la presencia irlandesa, consolidándose
a partir de ese momento “la formación de una colonia irlandesa, beneficiada por su adscripción católica, lo
que le permitió afincarse e integrarse
totalmente en la sociedad canaria”(1).
Durante el siglo XIX, se desarrollaron
toda una serie de cambios importantes
en la realidad económica y social de
las Islas. A grande rasgos, las transformaciones operadas derivaron en la
consolidación de la burguesía y del
capitalismo, generando un proceso
cuya realidad final acabaría siendo similar a la del resto del Estado español,
e incluso al de otros países occidentales. Ante esa realidad, Canarias presentaría toda una serie de peculiaridades. La burguesía acabaría ocupando
el primer puesto social, convirtiéndose en la gran beneficiada del crecimiento económico, pero éste se
hará, sobre todo, en función de una
producción agrícola enfocada hacia
el comercio exterior: cochinilla, plátano y tomate. La comercialización
total de estos productos dependerá
de compañías comerciales extranjeras: inglesas y francesas. El núcleo tinerfeño del Puerto de la Cruz no escapará a tal realidad, en un siglo en el
que la comunidad británica irá creciendo a la par que se publican
diversas obras en las que se destacaban
las virtudes y beneficios para la
salud que otorgaba la ciudad portuense,
así como la belleza de un lugar que
todavía conservaba su encanto natural. Una cuestión que se unía a “un
clima benigno y la existencia de hermosas viviendas para arrendar a
unos precios módicos, diseminadas por
el valle, el nivel de vida reinante en la
isla, los bajos precios de los artículos
de consumo, lo que permitiría a los acaudalados británicos ciertas facilidades
económicas para pasar largas temporadas aquí”.(2)
En los aspectos económicos, durante
el siglo XIX se generó el desarrollo de
la cochinilla, que derivó en un notable descenso del paro en las Islas, mejorando las condiciones de vida. Sin embargo, el periodo de crecimiento
económico sería muy corto. Ante ese
panorama, se buscaron nuevos cultivos. De nuevo, el mercado se orienta, fundamentalmente, a Inglaterra,
destacando las empresas Fyffes, Miller y Yeoward, entre otras. Los años
finales del siglo XIX conocerán un aumento respecto al número de ingleses que se aproximan hasta el Puerto
de la Cruz, pero será 1886 un año clave
para la isla de Tenerife, y más concretamente para el Puerto de la
Cruz, pues a un pueblo de apenas 4.000
almas llegan 500 ingleses. A raíz de
ese acontecimiento se hizo necesa-
El Valle de La
Orotava a finales
del siglo XIX. Imagen
de Marcos Baeza,
cedida por José
Melchor Hernández
Castilla.
rio el establecimiento de hoteles
que pudieran dar alojamiento a esos
turistas que llegaban a un pueblo de
pescadores en el cual fueron bien acogidos, pero con notables carencias de
infraestructuras. Es en ese contexto
donde “en 1890 abrió sus puertas un
nuevo hotel, el Gran Hotel Taoro, en
el paraje entonces llamado Lomo de
la Miseria, con una gran panorámica
sobre la ciudad”.(3)
Llegarían a Canarias durante el siglo
XIX diversos artistas de la talla de Alfred
Diston, James J. Willians, Joseph Mallord William Turner, Major H. A. Leveson, Lord Frederick Leigton, George
Graham-Toler y A.E. Grosser. También
arribaron al Archipiélago múltiples científicos, siendo notables ejemplos
Philip Barker Webb, Charles Piazzi
Smyth, Robert Stephenson y John Ball,
entre otros. Figuras que se vendrían
a unir al importante papel desarrollado toda una serie de mujeres que
nos dejaron durante esa centuria multitud de datos y hechos sobre Canarias, siendo el caso de Elizabeth
Murray, Marianne North, Olivia
Stone, Frances Latimer y Mary Henrietta Kingsley. Además, los beneficios del clima derivaron en la llegada
de muchos enfermos en busca de soluciones para sus dolencias. La Laguna,
La Orotava y el Puerto de la Cruz, entre
otros lugares, fueron visitados como
sitios idóneos para la salud, dejando
constancia de ese hecho los relatos
de James Clark, William Wills Wilde,
Willian Marcet, Mordey Douglas o Ernest Abraham Hart (4).
Iniciamos nuestro recorrido con la
travesía del viajero ingles George Glas
(1725-1765), quien nos dejaría una interesante descripción publicada en
1764 bajo el título Descripción de las
Islas Canarias, incluida la historia moderna de sus habitantes y una relación
de sus usos y costumbres, comercio, etc.
En ese sentido, expone diversos datos relacionados con los habitantes
de las Islas, las costumbres, aspectos
relacionados con el comercio, etc. De
la isla de Tenerife resalta su paso por
diversos pueblos. Sobre el Puerto de
la Cruz nos señala la importancia que
el lugar había ido adquiriendo tras la
destrucción del puerto de Garachico. Asimismo, destaca que “tiene
varios buenos edificios particulares,
dos iglesias, dos conventos de frailes
y dos de monjas”(5), apuntando
diversos detalles relaciones con las
defensas que en el núcleo portuense
se habían ido realizando con la finalidad de disponer de un sistema
defensivo en caso de ataque.
Señala George Glas que el agua potable era un elemento abundante en el
Puerto de la Cruz, siendo conducida
hasta el lugar a través de “un arroyo
a gran distancia, en canalones o caños de madera”(6), apuntando toda
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una serie de datos sobre otros puntos del Archipiélago.
El naturalista francés André-Pierre Ledrú (1761-1825) dejó uno de los
testimonios más interesantes de
cuantos se realizaron entre los siglos
XVIII-XIX. Ledrú estuvo marcado por
una sólida formación botánica. En 1796
se embarcó en su primera expedición
científica, comandada por el capitán
N. Baudin. Su llegada a Canarias se
produjo al amparo del Gobierno republicano francés, tras organizarse
una misión científica a las Antillas,
que a causa de una tempestad tuvo
que hacer escala en Tenerife. A lo largo
de medio año, Ledrú recorrió gran parte
de isla, recogiendo todo un conjunto
de aspectos que abarcan desde la geografía y las leyendas a la economía o
las manifestaciones religiosas y culturales de los tinerfeños, entre otros
detalles.
Recoge el naturalista francés su impresión sobre el núcleo del Puerto de
la Cruz, un lugar cuyo primer contacto
se produciría a través de la finca conocida con el nombre de El Durazno. La
belleza que observó en el Puerto de
la Cruz y La Orotava le llevaron a afirmar: “Si tuviera que abandonar los lugares que me vieron nacer y buscar otra
patria, sería en las Islas Afortunadas”.(7)
De su visita al enclave portuense
resalta su marcado carácter comercial, aunque matiza la importancia que,
por entonces, ya había logrado Santa
Cruz. Se lamenta de la inexistencia
de instituciones educativas adecuadas que pudieran contribuir a fomentar la cultura entre la población, aunque advierte la presencia de algunos
monjes que enseñaban a leer y escribir a cambio de una retribución. Ledrú
anota sus impresiones respecto al Jardín Botánico portuense, un espacio
que considera como “el establecimiento más útil de la isla”(8), terminando su descripción sobre el núcleo
portuense al citar alguna de las plantas que observó tras su visita al lugar.(9)
Sin lugar a dudas, uno de los viajes más significativos de la centuria
se produjo en 1799, cuando el notable científico Alexander Von Humboldt
(1769-1859) llega a Canarias en compañía del botánico francés Aimé
Bonpland (1773-1858)(10). Como tantos otros viajeros, acudió al Jardín Botánico de Aclimatación del Puerto de
la Cruz, manifestando su satisfacción
porque Tenerife pudiera contar con
un lugar de esas características “a causa
de la doble influencia que puede ejercer este jardín en los progresos de la
botánica y en la introducción de
vegetales útiles en Europa”(11),
exponiendo su opinión crítica sobre
el estado en el que se encontraba el
muelle del Puerto de la Cruz, pues
manifiesta que no puede llamarse
puerto a “una rada en la que las embarcaciones se ven obligadas a ponerse a
la vela cuando sopla viento con violencia del noroeste”(12). Además,
acude al Teide, donde realiza toda una
serie de pruebas científicas, obteniendo
diversos datos.
El hotel Taoro a
finales del siglo
(foto de J.H.T.
Ellerbeck cedida por
José Melchor
Hernández) y
panorámica del
Puerto de la Cruz, de
Ella Du Cane. Fuente:
University of
California Libraries.
La víspera del día de San Juan, Alexander von Humboldt acude a una
fiesta campestre en el jardín del Sitio Litre. Desde ese lugar, Humboldt
destacaría la impresionante vista
que se recreaba ante sus ojos, afirmando lo siguiente: “No acertaría a comparar esta vista sino a las de los golfos de Génova y de Nápoles”(13),
abandonando el Puerto de la Cruz
durante la mañana del 24 de junio,
rumbo a La Laguna, para zarpar el día
25.
La literatura de viajes
Iniciamos la relación de los viajeros durante el siglo XIX a través de
la particular visión del geólogo Leopold von Buch (1774-1853)(14), amigo
personal de Alexander von Humboldt.
A Canarias llegaría acompañado de
su amigo el botánico Christian Smith
en el año 1815. Su expedición en las
Islas se desarrolló desde el 5 de
mayo al 27 de octubre de tal año, resaltando en su obra diversos detalles sobre
el Valle de La Orotava. En ese sentido,
destaca el gran número de barrancos
situados en el Valle, añadiendo diversos detalles sobre las características
geológicas de la Ladera de Martiánez,
atendiendo a las capas que conforman esa formación y resaltando
algunos otros detalles sobre tal acantilado costero. Ofrece, además, interesantes descripciones sobre el Pico
de las Arenas, exponiendo que “en el
centro se encuentra un cráter cuya cavidad no es muy grande, pero que está
fuertemente escotado y abierto por el
lado de la ciudad, de manera que, vista
desde abajo, la montaña presenta el
aspecto de una horquilla”.(15) Sin lugar
a dudas, Leopold von Buch aportó una
valiosa descripción geológica de
Tenerife, la más exhaustiva hasta su
presencia, llegando a tocar de forma
acertada muchos aspectos que hasta
entonces habían permanecido inéditos
o muy poco estudiados. Considerado
por Humboldt como el geólogo más
notable de su tiempo, terminaría sus
días en Berlín en 1853.
William Robert Wills Wilde(16)
llegaría a Tenerife el 7 de noviembre
de 1837. Respecto al Puerto de la Cruz
señala que observó una “pequeña ciudad, bien construida, limpia, y donde
sopla bastante la brisa”(17). No duda
en destacar el abandono total del Jardín Botánico portuense, lamentando
que el espacio pudo estar en manos
del Estado prusiano. “Sin embargo,
los españoles con el orgullo y la dignidad consiguientes, ¡prefirieron que
el Jardín se marchitara en sus propias
manos, a que floreciera en las de
otros!”(18), ofreciendo luego otros detalles sobre La Orotava y el Teide, apuntando algunos aspectos relacionados
con la posibilidad de convertir el Valle
de La Orotava “en un centro de curación de los invalids británicos”(19). Sin
lugar a dudas, la aportación de Wilde
resulta importante por su actitud ante
el paisaje, afirmando que “el viajero
que llega al valle es atrapado por el
encanto del paisaje y está obligado a
admirar la extrema belleza del mismo”.(20)
El pastor anglicano Thomas Debary(21) visitó las Islas Canarias en
la segunda mitad del siglo XIX,
dejando una interesante descripción sobre las costumbres de la
sociedad canaria del momento. En su
visita al Valle, manifiesta la tristeza
que le produjo La Orotava, acudiendo al Puerto de la Cruz con el fin
de “encontrar algo mejor”.(22) En ese
sentido, describe el triste panorama
que observó en el núcleo portuense,
pues “la hierba crece en medio de
muchas de sus calles; además, su hermoso clima estaba algo alterado por
la frecuencia de la brisa o viento del
nordeste, que seguramente sopla, más
o menos, en todas las partes del
mundo para recordar a los hombres
que son mortales”(23).
El reverendo se hospedaría en una
casa propiedad de Martínez, anotando
un curioso acto de agitación secundado por algunos progresistas en el
lugar a partir de la Revolución Francesa de 1848, en la que se obligó al
rey Luis Felipe I de Francia a abdicar,
narrando su encuentro en el núcleo
de La Paz con Mr. S. y la preocupación e inquietudes del mismo a partir de tal movimiento, acudiendo junto
a Mr. S. a visitar “algunas cuevas guanches, que verdaderamente sólo eran
apropiadas para el rey de las aves y
no para servir como palacios de seres
humanos, aunque muchas de ellas se
dice que fueron –sin duda, elegidas por
su inaccesibilidad–”(24), anotando a
lo largo de su obra diversos detalles
sobre otros puntos de la isla a mediados del siglo XIX.
El notable francés Sabino Berthelot (1794-1880) tendría una estrecha
vinculación con las Islas, pues desempeñó el cargo de cónsul de Francia
en Canarias, fundando en La Orotava
un liceo(25) y teniendo también un
importante papel en el Jardín Botánico del Puerto de la Cruz. En ese sentido, nos dejaría en su obra toda una
serie de aspectos relacionados con el
estado económico y social de muchos
puntos de Tenerife, anotando diversas cuestiones sobre la educación y
la situación que por entonces había
en la isla, así como en otros puntos
del Archipiélago.
Para el Puerto de la Cruz describe
un contexto caracterizado por la
presencia de amplias calles, bien trazadas y dispuestas, reflejando su impresión tras llegar hasta el Jardín Botánico, lugar donde se asombra y alegra ante esa impresionante labor de
“reunir, en una latitud propicia y para
su posterior aclimatación, las plantas
más preciosas de los trópicos”(26), no
dudando en señalar algunas particularidades y aspectos históricos
relacionados con ese espacio.
También Elizabeth Murray (27)
nos dejaría una notable descripción
del Puerto de la Cruz, tras su paso por
La Orotava. Sobre el núcleo portuense,
Murray nos muestra la situación de
tristeza que le produce observar el
abandono que el Jardín Botánico mos-
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EL DÍA, domingo, 6 de septiembre de 2015
EN PORTADA
traba por entonces, destacando que
“las papas, que existen en varios
terrenos, parecen la única cosa a la que
prestan la máxima atención aquéllos
que se suponen cuidan del lugar”(28),
anotando que, tras escribir tales
advertencias “los jardines se cuidan
con mayor esmero e interés”.(29) La
viajera resalta las características del
núcleo portuense, admirando la
notable evolución experimentada
desde aquel pequeño muelle que diera
origen y fama a tal núcleo de población. No duda en destacar la importancia que los vinos han tenido en ese
lugar, apuntando los efectos que la
erupción de 1706 tuvieron sobre el
muelle de Garachico y las transformaciones derivadas de ese trágico hecho que acabaron en un incremento
de la importancia del muelle portuense.
A partir de ese hecho, E. Murray resalta
la formación de una comunidad de
mercaderes y comerciantes británicos cuyo número iría en aumento a
partir de tal actividad económica, llegando a formar una pequeña comunidad que, con el paso de los años,
destacaría en diversos apartados de
la vida económica, social y política.
Asimismo, señala la importancia lograda por los ingleses del Puerto de
la Cruz al crear el primer cementerio
para sus cultos en Canarias.
La importancia del núcleo portuense
a partir de su muelle derivaría en una
posición que el lugar lograría mantener durante algún tiempo, a pesar
de que la principal población de la isla
era Santa Cruz, añadiendo que “entre
1812-1815 el Puerto de la Orotava alcanzó
una gran actividad comercial. Los vinos
de la Isla eran muy estimados; se embarcaban de 8.000 a 11.000 pipas anuales hacia Gran Bretaña, América, las
Indias Orientales y Occidentales y otros
lugares. La orchilla y otros productos
de fabricación isleña se exportaban en
gran cantidad, y la importación de varios
países que comerciaban con las Islas
Canarias creció considerablemente”.(30)
No duda E. Murray en nombrar los
efectos de la epidemia de la fiebre amarilla, cuyos estragos se dejarían sentir en 1811. Durante su visita al Puerto de la Cruz, la viajera anota su impresión de tristeza, mostrando la dejadez presente en las calles, ante la carencia de limpieza y de cuidado de las
vías urbanas, siendo categórica al afirmar que “la hierba crece libremente
en las principales calles y es raro encontrar algún ser humano, de tal manera
que, si una bala hubiese atravesado
la población seguro que no habría hecho
daño alguno. Apenas existe actividad
a lo largo del día. A excepción de ese
viento del Nordeste que sopla bravamente durante casi nueve meses,
nada relevante sucede en la ciudad”(31). Sin embargo, se siente
muy satisfecha ante la presencia de
una población amable y generosa, registrando diferentes manifestaciones festivas, siendo el caso del día de San
Juan, atendiendo a los actos desarrollados durante la víspera.
El francés Gabriel de Belcastel
(1821-1890) visitó Tenerife en 1859(32).
Acudió a la isla por la necesidad de
buscar un lugar idóneo donde curar
a su hija. Al respecto, llegaría a opinar que el Valle de La Orotava guarda
“el especial e indescriptible encanto
de los valles, recogimiento del espíritu
y atadura del corazón. Si la riqueza
y la inteligencia del hombre quisieran,
allí podría estar situado el jardín del
mundo, mejor que en el valle del
Enna”(33). En ese sentido, durante seis
meses permanecería en el Puerto de
la Cruz. Belcastel recogió toda una serie
de datos relacionados con la temperatura (analizando las variaciones que
se desarrollan de un día a otro y las
variaciones durante un mismo día),
la higrometría y la atmósfera (observando las vicisitudes atmosféricas y
resaltando las características beneficiosas que en el Puerto de la Cruz
se generaban durante la mayor parte
del año). Expone una serie de características sobre la población y los beneficios del lugar, que pasaría a resumir y sintetizar en una expresión en
la que deja constancia de los resultados beneficiosos que se podían obtener en el Valle para los afectados del
pulmón, afirmando lo siguiente: “De
todos los climas conocidos y defendidos hasta ahora, el mejor es el Valle
de La Orotava, en la isla de Tenerife”(34).
La obra de Belcastel alcanzaría una
gran difusión, logrando el francés cumplir con el sueño de difundir las bondades de un clima que había sido capaz
de curar a su hija. En su memoria
quedó siempre la idea de considerarse
dichoso “y suficientemente recompensado si, al menos, salvara una vida
o consiguiera una chispa de alegría en
el corazón de una madre”(35) con el
testimonio transmitido a través de su
trabajo.
Cipriano de Arribas y Sánchez
(1848-1921) fue un farmacéutico natural de Ávila que llegaría a Canarias
en 1874, realizando una obra con un
carácter “fundamentalmente divulgador”(36). En ese sentido, y a partir de su obra, extraemos algunos datos
que permiten aproximarnos al conocimiento del Puerto de la Cruz durante
el siglo XIX. Arribas expone que la localidad tenía 4.300 almas, señalando
algunos aspectos sobre el origen y la
evolución histórica del entorno, así
como detalles relacionados con las ca-
Acuarela de José
Agustín Álvarez Rixo
con la plaza del
Charco (Fuente:
RACBA). Abajo:
Alexander von
Humboldt
(izquierda) y William
Robert Wills Wilde,
padre del escritor
Oscar Wilde, y autor
de la obra Viaje a
Tenerife.
racterísticas climatológicas y estancias disponibles en el lugar, resaltando
la majestuosidad del hotel Taoro, añadiendo, además, algunos detalles relacionados con el muelle y sus características. Es de destacar la relación
que incluye sobre diversos hijos
ilustres del Puerto de la Cruz, anotando el nombre de Domingo, Bernardo
y Tomás de Iriarte, Luis de la Cruz y
Ríos, Agustín de Betancourt y Molina,
fray Francisco Guzmán, Francisco Franchy y Esteban de Herrera(37).
La artista británica especializada
en pinturas sobre la naturaleza
Marianne North (1830-1890)(38)
también visitó las Islas, desembarcando
en el puerto de Santa Cruz de Tenerife en 1875. En su descripción sobre
el Valle de La Orotava destaca la presencia de diversos jardines muy
bien cuidados, así como el carácter
de las personas con las que había tenido
contacto, ofreciendo detalles de gran
interés sobre el núcleo realejero de
Rambla de Castro, lugar donde la pintora se hospedaría. Tras su estancia
en tal enclave acudió hasta el Puerto
de la Cruz, hospedándose en el Sitio
Litre, por entonces regentado por Charles Smith(39), describiendo alguna de
las plantas que se ubicaban en el jardín, anotando que “fueron escasas las
veces en que salí sin encontrar alguna
maravilla que pintar, vivía una vida
de felicidad y paz de lo más perfecta,
y cada día me sentía más unida a mis
amables amigos”(40). Sobre el muelle del Puerto de la Cruz expone que
tuvo que haber sido un lugar próspero
en el pasado, pero en el momento de
su visita solamente se observaban algunos aspectos que pudieran recordar
tímidamente el esplendor de otra
época.
El escritor belga Jules Leclercq escribió, tras su paso por Canarias, una obra
bajo el título de Viaje a las afortunadas.
Cartas desde las Canarias en 1879. Llegó
a Tenerife atraído por la fama de su
belleza, pretendiendo disfrutar de la
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domingo, 6 de septiembre de 2015, EL DÍA
EN PORTADA
misma en su totalidad. Nació en Bruselas en 1848, adquiriendo formación
en Humanidades. Gracias a su
desahogada posición económica,
pudo viajar por diversos países del Viejo
y Nuevo Mundo. A Canarias llegaría
en 1879, centrando su viaje en Tenerife, pero visitando también Gran Canaria y Lanzarote. Son múltiples los detalles que señala sobre el núcleo portuense, tras dejar una interesante descripción de su paso por La Orotava,
anotando la presencia de un paisaje
de gran fertilidad con multitud de cultivos que por entonces dominaban el
Valle. Asimismo, se sorprende en observar una gran cantidad de terrenos destinados a la cochinilla, explicando su
importancia en tal contexto, lamentándose de la situación que presentaba el enclave portuense al afirmar
que “el oídio(41) ha matado la prosperidad del Puerto, que se ha quedado
triste y silencioso. Los ingleses lo han
abandonado, y los barcos extranjeros
sólo aparecen, de vez en cuando, a recoger algún cargamento de cochinilla”.(42)
Asimismo, el escritor belga dejaría interesantes datos sobre el Jardín
Botánico portuense, anotando algunas características sobre su creación
y el importante papel desarrollado en
su mantenimiento por Hermann
Wildpret(43), criticando el poco presupuesto destinado a su cuidado y las
escasas cifras, que no premiaban suficientemente la labor de H. Wildpret
Entrada a La Paz, en el Puerto de la Cruz, y dibujo de Sitio Litre, obras de Ella Du Cane. Fuente: University of California Libraries (derecha).
en tal espacio, afirmando que “el presupuesto asignado por el gobierno español para el mantenimiento del jardín
es de sólo 20.000 reales (5.000 francos), 6.000 de los cuales son para el
director y 4.000 para el jardinero; el
NOTAS
(1) González Lemus, Nicolás; Hernández Pérez, Melecio; Sánchez García, Isidoro. El Puerto de la Cruz: de ciudad portuaria a
turística. Puerto de la Cruz: Centro de Iniciativas Turísticas. 2005,
p. 55.
(2) González Lemus, Nicolás; Hernández Pérez, Melecio; Sánchez García, Isidoro. Ibidem, p. 134.
(3) Baillon, Austin. Misters: británicos en Tenerife. Ediciones
Idea, 1995, p. 4.
(4) Para confeccionar el listado de viajeros ingleses en Canarias
durante el siglo XIX hemos utilizado la obra del profesor universitario y notable investigador canario José Luis García Pérez, quien
explica de forma magistral la vida y obra de aquellos viajeros ingleses que visitaron Canarias durante el siglo XIX en su obra Viajeros ingleses en las Islas Canarias durante el siglo XIX, presentada
por el autor como tesis doctoral en la Universidad de La Laguna,
recibiendo el Premio de Investigación “Agustín de Bethencourt”
de la Caja General de Ahorros de Canarias en 1987, siendo editada
por primera vez en 1988 gracias a la labor de tal entidad.
(5) Glass, George. Descripción de las Islas Canarias. Instituto de
Estudios Canarios, 1999, p. 77. La introducción y traducción del
inglés corresponde a Constantino Aznar de Acevedo. Tal autor aporta
diferentes datos sobre la biografía y los aspectos que George Glas
trata en su obra.
(6) Glass, George. Ibidem, p. 77.
(7) Ledrú, André-Pierre. Viaje a la isla de Tenerife (1796). Ediciones Idea, 2005, p. 83.
(8) Ledrú, André-Pierre. Ibidem, p. 85.
(9) El Jardín Botánico de Aclimatación, situado en el Puerto de
la Cruz, sería fundado bajo el reinado de Carlos III, gracias a la notable labor desarrollada por Alonso de Nava y Grimón (1759-1832),
quien fuera VI marqués de Villanueva del Prado, notable personaje de la Ilustración en Canarias.
(10) El profesor de Historia de América de la Universidad de La
Laguna Manuel Hernández González realizó un notable trabajo
sobre la estancia y los aspectos de los que se ocupó Humboldt en
su estancia en Tenerife. Al respecto, puede consultarse el estudio preliminar en: Von Humboldt, Alexander. Estancia en Tenerife.
Ediciones Idea, 2005, pp. 13-43. Isidoro Sánchez García y Nicolás
González Lemus han realizado varias publicaciones donde resaltan la estancia de Humboldt en Canarias. Asimismo, la Asociación
Cultural Humboldt de Canarias (ACH), bajo la dirección de Nicolás González Lemus, ha desarrollado diferentes acciones para difundir la obra del insigne naturalista alemán.
(11) Von Humboldt, Alexander. Permanencia en Tenerife. Ediciones Idea, 2005, p. 154.
(12) Von Humboldt, Alexander. Ibidem, p. 156.
(13) Von Humboldt, Alexander. Ibidem, p. 200.
(14) Sobre la vida y obra de Leopold von Buch y su relación con
Canarias remitimos al lector a la obra de Nicolás González Lemus
Viajeros, naturalistas y escritores de habla alemana en Canarias:
(100 años de historia, 1815-1915). Ediciones Baile del Sol, 2003, pp.
resto se destina a los gastos de mantenimiento y a los jornales de los peones. ¡El director –que está de más– recibe,
pues, mil quinientos francos anuales,
mientras que el Sr. Wildpret, que es el
alma del establecimiento, sólo recibe
mil!”(44).
Añade algunos otros detalles sobre
una estancia en el Puerto de la Cruz
que finalizaría con una cena en la casa
de Hermann Wildpret, situada en la
entrada de tal espacio.
37-45.
(15) Von Buch, Leopold. Descripción de la isla de Tenerife. Estudio crítico de Manuel Hernández González. Traducción de José
A. Delgado Luis. Ediciones Idea, 2004, p. 41.
(16) William Robert Wills Wilde (1815-1876). Fue un médico victoriano que pasó por el Archipiélago durante el siglo XIX en busca
de unas condiciones climáticas propicias para la recuperación de
enfermedades, especialmente de tipo pulmonar. Sería, además,
el padre del escritor Oscar Wilde (1854-1900). En el prólogo realizado por Marisa Tejedor se pueden advertir diversos detalles relacionados con la biografía y aspectos tratados por el viajero en su
obra Viaje a Tenerife. Tauro Producciones, 2000. Asimismo, José
Luis García Pérez aporta una completa biografía sobre William Robert
Wills Wilde en su obra Viajeros ingleses en las Islas Canarias durante
el siglo XIX. Ediciones Idea, 2007, pp. 479-500.
(17) Wilde, William R. Op. Cit, p. 32.
(18) Wilde, William R. Op. Cit, p. 34.
(19) Wilde, William R. Narración de un viaje a Tenerife. Estudio
crítico de Manuel Hernández González. Traducción de José A. Delgado Luis. Ediciones Idea, 2004, p. 16.
(20) González Lemus, Nicolás; Hernández Pérez, Melecio; Sánchez García, Isidoro. Op. Cit, p. 89.
(21) El reverendo Thomas Debary representa una de las figuras
más importantes por sus aportaciones para el conocimiento de la
historia eclesiástica de Gran Bretaña durante el siglo XIX. Para ampliar
los detalles de su biografía remitimos al lector a la obra de José
Luis García Pérez, Op. Cit, pp. 67- 72.
(22) Debary, Thomas. Notas de una residencia en las islas Canarias. Prólogo de Manuel Hernández González. Edición de Juan Enrique Jiménez Fuentes. Ediciones Idea, 2006, p. 73.
(23) Debary, Thomas. Ibidem, p. 74.
(24) Debary, Thomas. Ibidem, p. 79.
(25) Hernández González, Manuel. “El Liceo de La Orotava (18241827), una experiencia pedagógica liberal en la década ominosa
bajo la dirección de Berthelot y Auber”. En: Revista de Ciencias
de la Educación, 1998, pp. 87-94. En tal artículo se incluyen diversas referencias a la labor desarrollada por Sabino Berthelot en la
formación del Liceo.
(26) Berthelot, Sabino. Primera estancia en Tenerife (1820-1830).
Traducción e introducción de Luis Diego Cuscoy. Ediciones Idea,
2004, p. 153.
(27) Elizabeth Murray se dedicó al arte bajo el influjo de su padre,
apreciado retratista nombrado presidente de la Society of Artist
en 1824. En su adolescencia visitó con su padre Italia y quedó fuertemente impresionada. Su primera exposición individual se
inaugura antes de cumplir los veinte años. La llegada de E. Murray
al Archipiélago obedeció al nombramiento en 1850 de su marido
como cónsul en las Islas Canarias.
(28) Murray, Elizabeth. Recuerdos de Tenerife. Prólogo de José
Luis García Pérez. Ediciones Idea, 2004, p. 148.
(29) Murray, Elizabeth. Ibidem, p. 148.
(30) Murray, Elizabeth. Ibidem, p. 152.
(31) Murray, Elizabeth. Ibidem, pp. 152-153.
(32) Diversos detalles sobre la vida y relación de Gabriel de Belcastel con el Valle de La Orotava se pueden obtener en la obra de
Nicolás González Lemus Clima y medicina: los orígenes del
turismo en Canarias. Ediciones Idea, 2007, pp. 83-91.
(33) Belcastel, Gabriel de. La Orotava y la magia de su clima. Introducción y traducción de Cristina G. de Uriarte y Clara Curell. Ediciones Idea, 2004, p. 41.
(34) Belcastel, Gabriel de. Ibidem, p. 66.
(35) Belcastel, Gabriel de. Ibidem, p. 68.
(36) De Arribas y Sánchez, Cipriano. A través de Tenerife. Prólogo de Alfonso González Jerez. Ediciones Idea, 2004, p. 18. En
tal obra pueden consultarse diversas referencias de la vida del farmacéutico abulense realizadas por Alfonso González Jerez.
(37) De Arribas y Sánchez, Cipriano. Ibidem, p. 112.
(38) Se han escrito diferentes aproximaciones biográficas. En
la obra de José Luis García Pérez Viajeros ingleses en las Islas Canarias durante el siglo XIX, se exponen diversos detalle de la vida de
tal viajera entre las páginas 211-224. Asimismo, el doctor y profesor universitario Nicolás González Lemus ha investigado la presencia de Marianne North y su estancia en Canarias.
(39) Chales Smith fue un científico inglés propietario de Sitio
litre desde 1856. Una interesante y completa explicación sobre el
origen y evolución histórica del Sitio Litre se puede encontrar en
la obra de Nicolás González Lemus Marianne North y su viaje a
Canarias. Sitio Litre, 2000, pp. 52-56.
(40) Murray, North, Stone, Latimer, D´Este y Du Cane. Ladies
en el Puerto: viajeras inglesas de los siglos XIX y XX en el Puerto de
la Cruz. Ediciones Idea, 2009, p. 74.
(41) Las parras isleñas fueron heridas de muerte tras ser atacadas
muy violentamente por la enfermedad del oidium en 1852, una
enfermedad que afectó a la vid, no sólo en Canarias, sino también
en toda Europa –Portugal, Francia, Italia, Austria, Rumanía, etc.–
durante los años 1848 y 1858. En: González Lemus, Nicolás. Conferencia “El vino en la vieja Canarias a través de la literatura de
viaje inglesa”, segunda de las programadas por la Cofradía del Vino
de Tenerife. 25 de marzo de 2011.
(42) Leclercq, Jules. Viaje a las islas Afortunadas: cartas desde
las Canarias en 1879. Traducción de Ángel Hernández y prólogo
de Antonio Rumeu de Armas. Viceconsejería de Cultura y Deportes, 1990, p. 80.
(43) Hermann Wildpret (1834-1908) llegaría Canarias en 1856,
tras haber realizado diversos trabajos relacionados con la Botánica. Acude a Tenerife a partir de la solicitud realizada por Hermann Honegger para la búsqueda de un jardinero joven que acudiera a la isla, viviendo dos años en Santa Cruz de Tenerife, pero
trasladándose luego al Puerto de la Cruz, pasando a desempeñar
el puesto de jardinero en el Jardín de Aclimatación del Puerto de
la Cruz, logrando elevar el nivel y la cantidad de plantas de tal lugar.
Estos datos y muchos otros detalles se pueden consultar en la obra
de Nicolás González Lemus, Op. Cit, 2003, pp. 67-72.
(44) Leclercq, Jules. Op. Cit, p. 86.
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EL DÍA, domingo, 6 de septiembre de 2015
INVESTIGACIÓN
EN PORTADA
TURISMO
El nuevo
alcalde
del Puerto
de la Cruz
Lope D. Afonso Hernández.
Natural del Puerto de la Cruz, nació
el 3 de agosto de 1979. Está casado
y tiene un hijo. Es licenciado en Derecho por la Universidad de La Laguna
y diplomado en la Escuela de Práctica Jurídica de Santa Cruz de Tenerife.
Abogado en ejercicio, es socio cofundador del Bufete RGA Abogados.
También trabaja desde 2006 como responsable de la Delegación Norte de
Mutua Balear, Mutua de Accidentes
de Trabajo de la Seguridad Social (actualmente en excedencia).
En el plano político, se inició como militante de las Nuevas Generaciones del Partido Popular en el
año 1998. A partir de ahí, desempeñó
diferentes responsabilidades orgánicas
dentro de la organización juvenil del
partido que culminaron con su designación como secretario general regional en Canarias. Como militante ya
del PP, ha desempeñado en dos
ocasiones el cargo de secretario general del partido en el Puerto de la
Cruz. En la actualidad es presidente
de la Comisión Gestora del PP del
Puerto de la Cruz y presidente de la
Comisión de Empleo y Asuntos
Sociales del PP de Tenerife.
Ahora asume el reto de ser el primer alcalde portuense de su partido,
con varios proyectos históricos empantanados, como la construcción del
nuevo puerto, un anhelo que espera
que comience a sustanciarse el próximo año.
Lope Afonso destaca entre las
prioridades de su gobierno “la reorganización administrativa interna del
ayuntamiento; el impulso de los
convenios de renovación de la planta
hotelera, que es una de las grandes
aspiraciones de la ciudad para volver a ser un destino atractivo”; además, se propone “concluir proyectos
como la estación de guaguas, la
playa de Martiánez o el Parque San
Francisco; completar las obras de
mejora del espacio público turístico;
seguir logrando inversión de otras
administraciones para impulsar y dinamizar la vida económica de la ciudad,
o mejorar la calidad de los servicios”.
Atender las necesidades de las familias será otra prioridad para esta legislatura, con medidas para la mejora
de los servicios sociales.
Lope Afonso Hernández
(acuarela sobre papel)
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domingo, 6 de septiembre de 2015, EL DÍA
CRISTO DE TACORONTE
FIESTA Y VENDIMIA
Texto: Nicolás Pérez García
Fotos: El Día
L
a del Cristo de los Dolores
es la fiesta más importante de Tacoronte, con notoria resonancia en buena parte de la isla, particularmente
en el Valle de Güímar, cuya devoción
de antaño tiene vigencia en nuestros
días. Gran parte del aquel vecindario
sureño cumple con la antigua tradición el día de la octava –cuarto domingo
de septiembre– y se acerca a esta ciudad tacorontera para rendir tributo a
una imagen muy querida y admirada.
En tiempos pasados, desde aquellas
tierras del sur, numerosos feligreses,
romeros y peregrinos hacían la travesía
a pie por veredas y senderos. Rebasando la cumbre les amanecía el día
por los andurriales de Barranco Las
Lajas y Agua García, en las cabezadas
del “sagrado bosque de las aguas”, así
llamado por los antiguos lugareños.
Hoy, no tanto como ayer, los hay que
permanecen fieles a la costumbre heredada utilizando aquellas servidumbres,
las mismas que conducían –y conducen– a la villa de Candelaria por la fiesta
del 2 de febrero.
Con motivo de la efeméride, el cronista suele desandar el tiempo para
desgranar noticias de un ayer muy
lejano. Viene al caso el siglo XVII, en
los aledaños históricos de un acontecimiento que tuvo mucha significación en el devenir del pueblo.
Tiempo antes de la llegada de la singular imagen del Cristo que abraza la
cruz desde tierras de Castilla, en
aquel entonces extraña efigie para los
moradores de aquí, los labradores de
este lugar se lamentaban de la devastadora invasión de langosta africana,
ensañada con toda cosa verde desde
mediados de octubre de 1659. Nada
se podía hacer ante lo indefendible salvo
rogar y rendirse a la fatídica evidencia. Todavía a comienzos de 1660 se
luchaba contra los temibles y voraces
insectos. Prueba de ello el siguiente
texto que entresacamos de un libro del
Pósito:
“En presensia del Capitan Don Diego
grimon y rojas alcalde deste dho.
lugar paresieron para haser acuerdo de
la distribusion del trigo […] y dixeron
que por quanto la cosecha del año pasado
fue mui corta de manera que apenas
los dhos. Vsºs. [vecinos] cogieron
trigo para pagar las rentas de las tierras a los dueños de ellas y porque a
el presente este dho. lugar mui necesitado […] y porque en este dho. lugar
se esta matando la langosta y los Vsºs
no hallan para comprar para llebar a
La figura del Cristo
abrazado a la cruz
vino de Castilla y, en
un primer momento,
causó extrañeza.
los campos quando salen a matarla, acordaron que se den cada semana treinta
fanegas de trigo a pan amasar para remediar la nesesidad presente y dure la dicha
distribusion por un mes y el dinero que
se fuese hasiendo se baia repartiendo
con los Vsºs mas pobres para que puedan comprar dho. pan por quanto a el
presente estan mesesitados de dinero
como de trigo […] y que antes que el dho.
trigo se de a moler se haga la ispiriensia
para ver el peso que se podra echar a
el dho. pan y se de [dé] amasar a panaderas de satisfasion y asi lo acordaron
[…]” (25 enero 1660).
Por la época había en Tacoronte un
tercio de milicias, cuyos oficiales y soldados tenían que proveerse de manutención cuando se desplazaban para
cumplir órdenes:
“[…] y porque oy ban las compañias
de este tersio a Santa Crus de guarda
y en el dho. lugar no se halla pan en
las bentas por lo qual acordavan y acordaron que se den sesenta y tres fanegas de trigo las sesenta para el posito
y repartimiento de todos los vesinos y
las tres fanegas para dar a cada soldado
un real de pan para yr a la dha. guarda
y si susediese en el interin benir trigo
de fuera que hallen pan en las bentas
del dho. lugar de Santa crus se escusaran de dar dhas. tres fanegas de trigo
para llevar a la dha. guardia y todos
los vesinos que supieron firmar lo firmaron de sus nombres = […]” (Junta
11 abril 1660).
Pocos saben firmar, solo el alcalde,
dos vecinos y el escribano de turno.
De los parroquianos, algunos, los
más versados, son los que tienen voz
en la cosa pública del lugar, llámese
Pósito o Arca de Misericordia, que viene
a ser el ente municipal si se quiere denominar de esta manera, pues aún no se
sabe lo que es un ayuntamiento.
Existe un alcalde designado por el Cabildo o Corregimiento de la capital (La
Laguna). De importancia vital es la figura
del párroco o beneficiado de la parroquia de Santa Catalina (al punto lo era
el licenciado Juan Gutiérrez), persona
instruida que interviene en todas las
decisiones además de orientar a las familias en el aspecto religioso y moral,
siendo sin duda el árbitro y consejero
de una comunidad que avanza bajo
estas premisas.
El hombre trabaja la tierra y la esposa
se ocupa de la casa y los hijos, y cuando
surge alguna discrepancia por cosas
tales como derechos de paso por veredas o serventías, acceso de abrevaderos,
lugares de pastoreo y otras cuestiones del común se acude al alcalde, al
párroco o a personas fidedignas y entendidas que orientan sobre la solución
más razonable.
La mayoría de las tierras son paniegas, destacando los trigales en casi todo
el término, mayormente en las zonas
mediana y baja; cereal que es sustento
indispensable y fuente de recursos para
remediar las necesidades del vecindario a partir de las ganancias que obtiene el Pósito a través del mercadeo
del trigo.
En fuerza de qué mandas se desenvuelve el pueblo no es cosa fácil de
apreciar en nuestros días, dado que
solo se cuenta con las normas que provienen de las juntas vecinales y de las
cartas de visita de los vicarios eclesiásticos cuando vienen a la parroquia
en misión pastoral.
Cuando llega la imagen del Cristo
de los Dolores, año 1661, ya se vislumbran algunas ideas sobre la proyección del pueblo. Hace unos años
que los frailes agustinos profesan allí,
en la ermita de San Sebastián, a la espera
de la construcción del convento que
no se hace esperar, pues al año siguiente
se realizan las obras; y algo más tarde, en 1664, se levanta el templo (santuario) sobre los cimientos de la ermita
derruida al efecto, cuyo altar mayor
acoge la imagen que presidirá el
templo bajo la custodia de la congregación agustiniana hasta su exclaustración por leyes desamortizadoras de
1836. A partir de entonces la imagen
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EL DÍA, domingo, 6 de septiembre de 2015
del Cristo queda bajo el cuidado de la
parroquia matriz, lo mismo que el santuario, que, afortunadamente, no resultó afectado por la ley liquidadora
del ministro Juan Álvarez Mendizábal; el convento de san Agustín sí que
fue expropiado.
De los casi 2.800 habitantes del pueblo, las familias más importantes viven en la calle Real del Calvario, la que
conecta con “la ciudad” (La Laguna);
desde ella se ramificó el viario del lugar
y en ella se levantaron edificios emblemáticos como la Alhóndiga, en 1685,
y el museo Casilda, en el siglo XIX,
donde posteriormente se instaló el cuartel de la Guardia Civil, además del Calvario propiamente dicho, que data de
comienzos del siglo XVIII, y el cementerio, inaugurado en 1835, entonces
una pequeña parcela.
En el Calvario sopla el espíritu del
pintor Óscar Domínguez, donde vivió
hasta que su padre le mandó a París,
en 1927, para convertirse en un grande
del surrealismo, empero bohemio
indomable, genial y sorprendente
hasta su trágico final, en 1957. También vivió en la misma calle otro Domínguez, José Domínguez Ramos (18451940), alcalde del pueblo una veintena
de años, presidente de la Diputación
de Canarias y con mucho protagonismo
en su larga vida.
Cada fiesta armoniza la historia que
se evoca con la actualidad con la divisa
de la tradición como hilo conductor
de los recuerdos que retornan. Siglos
han transcurrido desde 1661, inicio de
un itinerario de fe y devoción a partir de una imagen que llegó a calar profundamente en la gente de esta tierra. Su culto no surge de leyendas, mitos
o cuentos fantásticos, sino del espíritu que exhala una escultura de
gran representatividad religiosa que
se ancló en estos campos para siempre, referente devocional que nos interpela y nos dice en todo momento que
nada hay perdido en este mundo, que
nos enseña cuánto sentido tiene la cruz
que abraza. Solo basta mirarle cuando
sale del santuario a la plaza para apreciar de qué modo se conmueven las
conciencias.
Cada septiembre acoge la celebración de los cristos. Es lo que se dice
con referencia a La Laguna, Tacoronte
e Icod de los Vinos. Es por excelencia
el mes vendimiador, el antiguo binomio fructidor-vendimiario republicano
del país galo. Es tiempo de zafra vinícola del que este pueblo de Tacoronte
presume por la excelente producción
y calidad de sus caldos. En ello no dejaremos de citar nuevamente a la Alhóndiga, uno de los graneros del Pósito,
que fue santo y seña de las generaciones
de los siglos XVII y XVIII, cuando las
tierras de labor estaban cubiertas de
dorados trigales, fundamento de la manutención del lugar. Pero, como dijo
Platón, el tiempo es eternidad en movimiento, viaja siempre a merced de la
evolución. Y la mies dio paso a otros
cultivos y el viñedo recobró su protagonismo tapizando de verde estas tierras.
Aventura un tanto reflejar la vida coti-
diana de aquellos tiempos, ya que solo
tenemos a mano lo que dicen los documentos que duermen en los archivos.
Cuando llegó la imagen del Varón de
Dolores, este lugar llevaba siglo y medio
de andadura desde la derrota de los
guanches, tiempo aún insuficiente para
hablar de una comunidad consolidada.
La escasa reminiscencia aborigen
languidece y extingue entre el mestizaje que integra familias al abrigo de
un ambiente bucólico, ocupadas en la
prole, en lo que da la naturaleza y el
labrantío de subsistencia, sin más norte
que la exigencia de lo inmediato para vivir.
En la celebración del Cristo destaca
el acto de exaltación a la vendimia, festival que se celebra desde 1961, importante eslabón entre la ciudad y el
campo que se envuelve en aromas de
El Cristo de los
Dolores llega a
Tacoronte en 1661.
mosto al pie de parras, lagares y bodegas. En la plaza rebulle el festejo, en
la campiña reina la esencia que revelan racimos de uva cuajados del néctar precursor del afamado vino tinto
de Tacoronte. Es la recta final de un
estío que ya barrunta la otoñada que
despierta por la festividad de San Jerónimo, el santo del agua, de la lluvia
que fertiliza nuevamente el terreno
agostado.
Las aguas tempraneras de otoño son
de las más beneficiosas porque sazonan las sementeras que acogen la nueva
semilla, las castañas se robustecen, las
nueces libran su caparazón, la manzana reineta engrosa y culmina su madurez, el mosto deja de hervir sobre
las “madres” elaborando con paciencia un vino joven y vigoroso.
Cada pueblo con su patrimonio natu-
ral, el de Tacoronte con
su interesante orografía,
montañas airosas que
circundan el término
armonizando con la campiña y la masa forestal de
los predios montuosos.
Estas elevaciones que
en tiempos arcaicos fueron conos volcánicos
nacidos de las entrañas
telúricas cargados de
escoria y lava ardiente son
hoy laderas cultivables y
arboladas. Desde el
aspecto agronómico el
suelo de estos campos
ofrece excelentes condiciones edafológicas,
sobre todo en las medianías central y alta, que es
zona de secano, mientras
que las tierras próximas
a la costa son de estructura más porosa y por
tanto necesitadas de riego
para determinados cultivos.
Pero el encuentro verdadero está en el Santuario
que preside el Cristo de
los Dolores, siempre en
actitud de espera y de
avance, así desde hace 354
años, para creyentes y no
creyentes, pues todos
estamos imbuidos del
sentimiento que aflora aun
desde el corazón más
duro. En todo humano
existe ese halo misterioso que escapa al dominio de la voluntad. Es lo
que se refleja en tantos
rostros cuando encaran
la imagen. Hablamos del
alma, el principio vital que
desnuda lo material, que
no miente ni envejece,
incorruptible y fuente
de toda certeza, silenciosa
pero cuán elocuente se
manifiesta en los sentimientos que saltan al
brillo de miradas que no
pueden ocultar la hondura
que emerge inevitable
en el yo y el tú. La conciencia es testigo.
Durante la fiesta de septiembre, el
Cristo procesiona en cuatro ocasiones,
siempre a hombros. Tras ser bajado
de su trono se forma la comitiva que
lo acompaña, atravesando el crucero del templo hasta rebasar el pórtico y recibir los honores de rigor. El
cortejo prosigue con solemnidad, rodeando la plaza para discurrir por las
calles que circundan el antiguo convento de San Agustín, hogar que
acogió la singular escultura donada por
el capitán Tomás Pereyra de Castro y
Ayala, primer patrono y gran benefactor
de la orden agustiniana de Tacoronte. Él y su tío, el también capitán Diego
Pereyra de Castro, derrocharon prodigalidad en este lugar de labradores,
haciendo posible la construcción del
convento y templo anejo.
p8
domingo, 6 de septiembre de 2015, EL DÍA
www.eldia.es/laprensa
Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 996
LA SALUD SEXUAL: nuestra
asignatura pendiente
S
egún publicó la OMS en
2002, “la salud sexual es un
estado de completo bienestar físico, emocional, mental y social en relación con
la sexualidad. No es solamente la ausencia de enfermedad, disfunción o malestar. La salud sexual requiere un enfoque positivo y respetuoso hacia la sexualidad y las relaciones sexuales, así
como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de coerción, discriminación
y violencia. Para que la salud sexual
se logre y se mantenga, los derechos
sexuales de todas las personas deben
ser respetados, protegidos y cumplidos”.
El pasado 4 de septiembre se celebró el Día Mundial de la Salud Sexual,
que este año se ha centrado en la salud
sexual y los derechos sexuales. En 2014
se publicó la Declaración de los Derechos Sexuales, que recogía, entre otros:
•El derecho a la autonomía e integridad del cuerpo
•El derecho a una vida libre de cualquier forma de violencia, degradación
o coerción
•El derecho a la privacidad y al grado
máximo alcanzable de salud, incluyendo la sexual, que comprende experiencias placenteras y seguras
•El derecho a gozar de los adelantos científicos y de los beneficios que
de ellos resulten
•El derecho a la información y
educación integral de la sexualidad
•El derecho a decidir tener los hijos que se deseen cuando se deseen
y a tener acceso a los medios para lograrlo
•El derecho la libertad de pensamiento, expresión y opinión.
Todos sabemos que, lamentablemente, ni tan siquiera los derechos humanos son respetados en todas las
sociedades del mundo. Los derechos sexuales no son una excepción,
pero lo triste e indignante es que en
nuestro país hay aún muchas personas a las que se niegan estos derechos,
como ocurre con las víctimas de
maltrato, con las personas que no son
heterosexuales, en virtud de su orientación sexual, o con quienes, por su
capacidad, cultura, educación o
creencias, son privadas de disfrutar
plenamente de su sexualidad y del control de la maternidad/paternidad. Al
menos durante un día al año, levantemos la voz para lograr que esta discriminación desaparezca.
La salud sexual, como la OMS reconoce, no es sólo ausencia de enfermedad, disfunción o malestar, sino que
contempla la vivencia de la sexualidad de forma libre, segura y respetuosa.
Esto se conseguirá no sólo con el res-
peto, sino también con la educación
sexual. Resulta sorprendente la cantidad de mitos y creencias erróneas
que se tienen en relación al sexo, especialmente entre la población más joven.
Hay muchos de ellos/as convencidos
de que el embarazo no puede producirse en la primera relación sexual, que
a las chicas les gusta el sexo “duro”
(contaminación de las “sombras de
Grey”) o que los chicos que tienen relaciones con muchas chicas son experimentados y que las chicas que lo hacen
•El 9% declara no utilizar ningún método anticonceptivo y otro 9% confía en algo tan inseguro como la llamada “marcha atrás”.
•Sólo el 54% declara usar preservativo,
lo que, considerando que se practican
relaciones sexuales con desconocidos,
aumenta el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual. De
hecho, sólo un 23% de los jóvenes se
preocupan por la salud en sus relaciones
sexuales. Sin duda, la educación sexual es aún una asignatura pendien-
lo sufre, porque cree que es responsable de su disfunción y un daño en la
autoestima de la pareja que no se siente
deseado/a y lo asocia a falta de amor
o interés. Esas mismas personas, si
sufrieran otras enfermedades como
gripe o gastroenteritis, no se sentirían
del mismo modo. Esta es la prueba del
miedo o la vergüenza que rodea el área
sexual. Nadie siente ningún reparo en
acudir a su médico por esas enfermedades y, sin embargo, las disfunciones sexuales, que tanto afectan a nuestro estado de bienestar y felicidad, las
sufrimos sin poner remedio.
La vergüenza o el desconocimiento
hacen que tantos hombres y mujeres
se priven de disfrutar plenamente de
sus relaciones sexuales, cuando, actualmente, existen soluciones a estos
problemas, tanto a nivel médico-
son, cuando menos, promiscuas.
En la sociedad actual el acceso a la
información es ilimitado e inmediato pero se obtiene la información que
se busca y, curiosamente, existen casi
180 millones de entradas en Google
para “sexo” y algo menos de 20 millones para “sexualidad”. Los contenidos en el primer caso, no hace falta
decirlo, son claramente pornográficos
en la mayoría de las entradas.
Una conocida marca de preservativos realizó recientemente una encuesta entre jóvenes de 18 a 35 años,
que arrojó los siguientes resultados:
•El 54% de los jóvenes canarios mantuvo cibersexo al menos una vez en
los últimos doce meses, lo que les sitúa
a la cabeza de los jóvenes españoles.
•El 47% de los jóvenes canarios ha
mantenido, al menos una vez en un
año, relaciones sexuales con personas
que han conocido a través de las redes
sociales o aplicaciones que ponen en
contacto a desconocidos.
•Canarias es la comunidad autónoma
donde se inician antes las relaciones
sexuales. Concretamente, el 54% lo
hace entre los 18 y los 21 años.
te entre nuestros jóvenes.
Por otro lado, y atendiendo a las disfunciones y problemas sexuales, se estima que, aproximadamente, entre el
35% y el 60% de las mujeres presentan algún tipo de disfunción sexual,
siendo casi un 50% de los problemas
los relacionados con la excitación o
el bajo deseo. En el caso de los hombres, se considera que hay un 40% con
problemas o disfunciones sexuales,
dominando claramente la disfunción eréctil y la eyaculación precoz.
Se trata de estimaciones porque sólo
consultan con especialistas el 30% de
las personas que tienen este tipo de
problemas.
Muchas de las consultas que recibimos los psicólogos relacionadas con
terapia de pareja tienen como punto
importante problemas sexuales de diferente índole. El bajo deseo sexual o
deseo sexual hipoactivo suele estar presente en bastantes casos. Lo mismo
ocurre con otras disfunciones como
en el caso de la eréctil (antiguamente llamada impotencia). En todos los
casos, el denominador común es
una gran culpabilidad por parte de quien
farmacológico como a nivel de terapia sexual. Este tipo de tabúes hacen
que la mayoría de las personas ni siquiera sepa que las terapias sexuales
son altamente efectivas. Esto se debe
no sólo a que no se consulte, sino que
quienes lo hacen lo llevan tan en secreto
que se contribuye a la desinformación.
Por otro lado, mientras aún haya personas que pregunten cómo pueden ayudar a sus hijos o hijas homosexuales
a dejar de serlo, o mujeres que se sienten obligadas a mantener relaciones
sexuales con sus parejas para evitar
que se enfaden, o embarazos no deseados por desinformación acerca del
control de la natalidad, seguiremos con
la asignatura de la educación sexual
pendiente.
Intentemos que, más allá del 4 de
septiembre, todos los días trabajemos
para vivir nuestra sexualidad de forma plena y respetar y hacer que se respeten los derechos sexuales de todas
las personas. No nos privemos de la
felicidad que nos aporta esta faceta
íntimamente ligada a nuestra condición humana, sólo por miedo, vergüenza o ideas preconcebidas.
Texto: Carmen García Olid
(www.practis.es. Psicóloga con acreditación sanitaria.
Terapeuta sexual y de pareja. Núm. Col. T-01820)