CASO: RENTURIST RENTURIST, S.A. Hacia las ocho y media de la mañana del lunes 9 de julio de 2015, Jorge Rovira, Director de RENTURIST, S.A., sacó el coche del garaje de su casa, situada en la zona residencial de Pedralbes en la ciudad de Barcelona, y se dirigió a la oficina central de la empresa en el Paseo de Gracia de la misma ciudad. Brillaba el sol aunque el día no era extremadamente caluroso. El tráfico era intenso pero más fluido que de ordinario, quizás debido a que buen número de barceloneses iniciaban sus vacaciones durante aquellos días. Durante los veinte minutos del recorrido Jorge pudo pensar, casi sin interrupción, en los problemas del negocio que dirigía. RENTURIST, S.A. había sido fundada en 1995 por D. Eliseo Martí, como complemento del negocio de administración y compra-venta de fincas urbanas que iniciara en los alrededores de 1976 su padre. El aumento progresivo de turistas extranjeros que visitaban España durante los veranos le hizo pensar en ofrecer algún servicio que entrara dentro del sector que tan bien conocía y de este modo, medio en broma, redactó una carta-tipo en francés ofreciendo apartamentos y torres de la Costa Brava catalana en alquiler. La respuesta de Agencias de Viajes y personas individuales de Francia y Bélgica superó en mucho la pequeña demanda que el Sr. Martí había imaginado. Y así comenzó un negocio que actualmente está dirigido por un Gerente profesional, ocupa a más de sesenta personas y ofrece una gama variada de servicios: alquiler de apartamentos, pisos, villas y hoteles en toda la costa española y en cinco estaciones de esquí de los Pirineos; operaciones de compra-venta de terrenos e inmuebles; estudios de rentabilidad de inversiones inmobiliarias; promociones en áreas turísticas, etc. Sus clientes son turistas de prácticamente todo el mundo que pasaban sus vacaciones en España, con un notable incremento de los clientes españoles en los últimos años (Ver Anexo 1) Jorge Rovira tenía 36 años y había comenzado a trabajar en RENTURIST, S.A. poco antes de graduarse en Ciencias Económicas, en 2001. Entonces aceptó un trabajo eventual para acompañar durante el verano a clientes extranjeros que estaban interesados en alquilar o comprar. Después continuó en la empresa con carácter fijo y, por indicación del Sr. Martí, siguió más tarde los estudios de la Escuela Oficial de Turismo de Barcelona. Sus conocimientos, buen trato, dotes de mando y de organización, y la marcha de la empresa, que exigía el paso a una dirección profesional, hicieron que el Sr. Martí y sus socios le nombraran Director Gerente a finales de 2010 sucediendo en la dirección ejecutiva al fundador de la compañía. Jorge estaba de buen humor aquella mañana. Mientras conducía, pasaron por su mente varias ideas y se dijo a sí mismo: “Hoy va a ser el día en el que pueda poner algunos proyectos realmente en marcha. Ya es hora, porque desde que me hice cargo de la dirección sólo parece que haya tenido tiempo para “despejar balones y actuar a la defensiva”, parece como si “siempre tuviese que estar aprendiendo y empezando de nuevo”. Empezó a repasar asuntos intentando establecer prioridades y, casi intuitivamente, estableció una primera clasificación. Ante todo debía de pensar en problemas de largo plazo sobre los que se había tratado largamente en el último Consejo de Administración: ¿Cuáles iban a ser las tendencias para la próxima campaña de deportes de nieve?, ¿seguiría el incremento de clientes españoles en un año difícil a escala nacional y mundial, especialmente tras los continuos atentados terroristas que sacudían el orbe?, ¿cuál sería la reacción de los turistas alemanes, ingleses, franceses, etc. para el año próximo?, ¿qué información podía deducirse del tipo de demanda que existía en aquel mismo verano como tendencia para el porvenir?, ¿qué tipo de turista estaba acudiendo a España?, ¿había cambiado la tendencia o no?, ¿qué papel jugaría la Generalitat en el Sector Turístico?... ¡Qué rápido pasa el tiempo! –se dijo- ¡Parece que fue ayer cuando me estaba haciendo las mismas preguntas!¡Otra vez tenemos que volver a iniciar todo desde el principio! Junto a esta problemática se encontraba el plan de reestructuración organizativa y de conseguir una mejor eficacia y rentabilidad que había iniciado unos meses antes un poco a trompicones. Y desde luego otros muchos aspectos más inmediatos: escala de comisiones de los vendedores eventuales de la zona de Benidorm, selección de un nuevo jefe de la delegación de Palma de Mallorca, contactos con la Administración sobre proyectos de promoción de estaciones de esquí, etc, etc. ¡Ah! y todos los pequeños asuntos “urgentes” de cada día. Aunque quizás fuesen muy pocos. “Hoy puede ser el día para empezar realmente a funcionar y a poner las bases para el futuro”- se dijo a sí mismo. Aparcó el coche, caminó unos minutos y entró en la oficina. Al cruzar la puerta principal se cruzó con Juan Comas, Jefe de Contabilidad, que parecía preocupado. “Hace un buen día, ¿no? – dijo Jorge intentando animarle-. “No tanto Sr. Rovira, Mi nueva secretaria no ha venido y tengo un montón de cosas atrasadas”. “¿No ha sabido nada de ella?” –preguntó Jorge-. “No, nada” –Contestó Juan Comas. “Quizás alguna secretaria tenga hoy menos trabajo y pueda ayudarle. ¿Por qué no habla con algunos “jefes”?. “De acuerdo Sr. Rovira. Es una buena idea”- dijo Comas. “Pero creo que si usted hiciera algo me harían más caso...” “La llamaré luego Comas. Veré lo que puedo hacer...” Tomando una especie de “nota mental” de la situación, Jorge se dirigió a su despacho pasando antes por el de su secretaria. Montserrat estaba en aquel momento hablando por teléfono, pero hizo gestos a Jorge para que esperara un momento. Cuando terminó la conversación telefónica le dijo, con prisa, que debía darle varios recados pero que uno de ellos era realmente urgente. Debía llamar enseguida a la delegación de Málaga donde había un problema importante derivado de la situación financiera de un grupo inglés de “tour operators”. El jefe de la delegación prefería hablar de ello directamente con Jorge Rovira, ya que la persona que formalmente era su superior y el antiguo contable de don Eliseo Martí, quien le promocionó al cargo de director financiero en 2002, no resolvería – en su opinión- el asunto. Realmente se trataba de un problema de importancia que obligó a Jorge, después de comentarlo brevemente con el Sr. Matas, a visitar, inmediatamente, al director de la oficina principal del Banco Santander en Barcelona. Cuando trataba el problema con el director del Santander pensó que la situación era algo déjà vu y, sin embargo, siempre tenía que empezar de nuevo. La entrevista fue larga y Jorge volvió a la oficina hacia las doce y media, con el tiempo justo para hacer las llamadas que según Monstserrat eran más urgentes, leer un informe sobre una importante operación de compra-venta en Gijón y pensar unos minutos en lo que debía hablar con Monsieur Louis Dupont –Delegado en Barcelona del Turismo Francés- cuya secretaria había llamado a las once para decir que precisamente aquel día estaba libre para aceptar la invitación a un “almuerzo de trabajo” que le hiciera dos semanas antes Jorge Rovira. Jorge volvió a la oficina hacia las cuatro y media y por fin pudo disponer de tiempo para conocer, a través de su secretaria, las llamadas recibidas durante su ausencia y el contenido de las cartas llegadas en el correo del día anterior. Pensó en la importancia de cada asunto pendiente y comenzó su actividad de la tarde: llamadas telefónicas, de ellas tres con el extranjero; dictado de cartas en castellano, francés e inglés; resumen de las principales características que debía tener idealmente un jefe de delegación de Palma de Mallorca, para que el Coordinador de Delegaciones iniciara el proceso de selección…. ¡Siempre hay que estar haciendo todo de nuevo! –se dijo-. Fue interrumpido por varias llamadas del exterior y por la entrada de otros directivos que querían conocer su opinión sobre determinado asuntos –siempre decían que era “la memoria viva de la empresa”-. Pero comparado con lo que ocurría otros días podía decirse que era un tarde más bien “tranquila”. A las ocho, cuando Jorge terminó de resolver estos asuntos, no quedaba casi nadie en la oficina de RENTURIST; S.A. Jorge Rovira se sentía algo cansado y pensó que era mejor poner un poco de orden en sus papeles con vistas al día siguiente y, posteriormente, marcharse a casa donde quizás podría pensar con mayor tranquilidad y comodidad. Dando, ex profeso, un poco de vuelta para “estirar las piernas” y “respirar”, llegó al aparcamiento, recogió su coche y se dirigió a su casa. Con la mirada fija en el tráfico, Jorge se puso a pensar en la jornada que terminaba. “¿Ocupado? –se preguntó-. “ Sí, demasiado ocupado; pero...¿logré realmente algo?. Dio un repaso rápido a las actividades del día. “Si y no” –parecía la respuesta. “Las urgencias de siempre, los pequeños y grandes problemas de cada día. Pero, ¿he realizado un trabajo creador, he elaborado algún proyecto o tomado alguna decisión importante de cara al futuro?. Y Jorge, con expresión de angustia, tuvo que responderse a sí mismo: “No”. Ya con cierto sentimiento de culpa, profundizó algo más. “¿Soy un buen director?. Me pagan como tal, me respetan como tal y tengo un trabajo interesante con autoridad y responsabilidad suficientes para llevarlo a cabo. Pero no sé si he hecho algo de lo que debe hacer un alto directivo. Me temo que muy poco, pero tampoco lo veo claro. Diría que alguien en mi posición debería poder pensar en el mañana y sentar las bases de actuaciones futuras. Y hoy ha sido un día típico, incluso con una tarde poco “apretada”. Los proyectos en que pensaba esta mañana están en la misma situación que ayer. Y es más: “no tengo ninguna garantía de que mañana por la noche esté más cerca de llevarlos a cabo. Se trata de un verdadero problemaclave y debería encontrar una respuesta válida...””¿Trabajar por las noches?. Sí, de vez en cuando. Se comprende que forma parte del cargo que ocupo, pero lo hago con demasiada frecuencia. Le debo a mi mujer y a mi familia un poco de tiempo, al fin y al cabo si trabajo así es por ellos...¡Dejar el partido de tenis de los sábados por la mañana?. Quizás, pero sé que hacer algo de deporte –y dos horas por semana es un mínimo para mí- es incluso necesario para trabajar mejor...” Jorge seguía intentando analizar sus errores. “Acaso, ¿programo mal mi tiempo?. No lo creo. Repasando mis hábitos de trabajo creo que planifico bien y delego suficiente. ¿Necesito un ayudante?. Es posible, pero ¿cómo justificar este gasto adicional precisamente cuando mi mayor esfuerzo de cara a los accionistas está siendo aumentar los ingresos por un lado y reducir los costes estructurales por otro?. Por otra parte, dudo de que ello resolviera el problema”. Jorge salió de la calle principal y cogió la que llevaba a su casa. El problema todavía le obsesionaba: “En el fondo de la cuestión ¿en qué estoy fallando?. Supongo que no conozco la respuesta...Esta mañana todo parecía sencillo. Pero ahora...” Dejó de pensar en el momento en que entró con su automóvil en el jardín viendo a su hijo que corría hacia la puerta mientras gritaba: “...Mamá, ha llegado papá...”
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