Lea la entrevista completa de David Plaza.

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HABLANDO EN PLATA
Agustín Serrano:
“Una buena lidia es potenciar las virtudes
del bueno y que el malo no vaya a más”
Hay profesionales de mucho ruido y pocas nueces y otros de muchas nueces y poco ruido. A este segundo grupo pertenece Agustín Serrano. Templado en todos sus movimientos, personal en sus gustos y eficaz en las explicaciones. Un gusto sentarse y escucharle.
¿Echando la vista atrás cree que dio
el paso algo tarde?
Hacerse banderillero con 29 años era
una cosa normal, no te puedes hacer
después de matar un becerro con 18
años. Hay casos de grandes profesionales que no han toreado novilladas,
pero lo normal es hacerlo cuando ya has
estado un tiempo de novillero o matador. Incluso ha habido casos como Parrita, Chaves Flores o ahora Carretero
que habiendo tenido buen ambiente de
matadores, cambiaron el oro por la
plata logrando ser figuras. Como decía
Parrita en esta misma revista (Taurodelta
del pasado mes de julio), la humildad les
hizo llegar hasta ahí porque ese cambio
hay que asimilarlo.
Texto: David Plaza
Foto: Juan Pelegrín
E
n plena madurez y a las órdenes
esta temporada de Juan del Álamo
y Cayetano, Agustín Serrano (Madrid, 1971) comienza a recoger los frutos de una carrera a la que le queda mucho camino. Lleva aprendiendo desde
que nació porque este espigado torero
se crió en una familia en la que había capotes y vestidos de torear: “El ambiente taurino lo he respirado siempre en mi
casa. Mi padre fue novillero, un tío mío
fue matador de toros. Sin haber vivido
sus épocas, el toreo siempre ha estado
presente”.
¿Y dónde y a qué edad decidió hacerse torero?
Empecé en la escuela, tenía catorce
años y pensé que sería lo más fácil y
conveniente para torear. Ingresé en
1987, por aquel entonces coincidí con
gente más antigua que yo como Miguel
Rodríguez, Fernando José Plaza, Javier
Vázquez. Los de mi época eran Luis Mi-
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guel Encabo, José Ignacio Uceda Leal,
Ángel Gómez Escorial; también con Miguel Martín, Rafael González, algunos
de ellos compañeros míos.
¿Y cómo fueron aquellos comienzos?
Toreé muy poquito y eso me hizo estar
demasiado tiempo, lo mío fue a la antigua usanza. Mi primer becerro lo
maté en 1987 y eran temporadas que toreaba cuatro, cinco o como máximo diez
novilladas sin caballos. Pasaron siete
temporadas hasta que pude debutar con
picadores en 1994. Dos años después
debuté en Madrid en una nocturna con
sólo cinco novilladas. Quise volver a
Madrid y tuve que esperar otros cuatro
años, bien visto perdí cuatro años.
¿Qué pasó después?
Era la última novillada de la temporada
de 2000, no pasó nada y no podía esperar más. Sin bagaje y con esa edad –tenía 29 años– esa misma noche después
del festejo barrunté hacerme banderillero. El toreo era (y es) mi vida; ¿para
qué iba a cambiar de profesión?
¿Ser honesto con uno mismo debe
ser clave para funcionar en esta
profesión?
Lo más importante es conocerse a uno
mismo y decirte la verdad. Cuando tu
valor no está a la altura de lo que es la
profesión de matador hay que cambiar
de carnet y hacerse banderillero o dejar
esta profesión por otra.
¿Quién le aconsejó, de quien se
acuerda?
Aunque toreaba poco de novillero, mi
padre siempre me inculcaba y me decía:
“fíjate en los banderilleros”. Y hay dos
personas claves, una de ellas y que se enteró al poco en la Casa de Campo fue
Luis Parra Parrita. La otra fue Luciano
Núñez al que conocí años después y que
me ayudó a dar una vuelta de tuerca
más.
Le costó mucho cambiar…
Pensaba que no, pero sí. El primer año
toreé poco, la mayoría sin caballos. Mi
debut por cierto fue en Monteagudo de
las Salinas (Cuenca) con Fernando
Cruz. Fernando y su apoderado fueron
las primeras personas que me apoyaron
y creyeron en mí. Él empezaba de no-
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villero y yo de banderillero.
Gracias a él pude coger el oficio
que no tenía.
Catorce temporadas ya.
Pasa el tiempo, pero el ser banderillero no es un sólo recuerdo
sino muchos. No es una profesión ni mucho menos de un
día, sino de tiempo. La categoría se gana con la trayectoria. Ser
banderillero no es “qué bien he
estado”, sino entender a muchos
toros.
¿Le gusta ver vídeos de banderilleros antiguos?
Me encanta hacerlo. Desde que
me hice banderillero he buscado
obsesivamente películas de toreros retirados en los que me he
fijado muchísimo.
¿Y se puede saber cuáles son?
Parrita, Rafael Corbelle, Curro de
la Riva, Chaves Flores, Tito de San
Bernardo, Pichardo, El Pali y Luciano Núñez. Hay muchos otros
banderilleros que me encantan
pero por estos siento pasión.
¿Cómo tiene que ser la lidia
en general?
Lidiar un toro bien es entenderlo. Luego hay lidias lucidas y
otras menos. Pero es intentar potenciar las virtudes del bueno y
que el toro malo no vaya a más.
Y creo que como con el toreo de
muleta en la lidia hay dos cosas
fundamentales: el temple y la naturalidad. No torear de cara al
público sino para el matador.
El capotazo, ¿cómo tiene que
ser?
Siempre templado y con naturalidad. Y las manos pueden ir
abajo, a media altura o altas. La
base para mí es media altura
baja. Luego habrá toros que por
condición requieren más abajo o
más arriba pero con eso templas
a un toro, templándolo lo puedes
y si lo puedes ya tienes mucho
ganado. Por regla general a mí
me gusta dar el lance a media altura baja. De todos los banderilleros antiguos que he citado
antes el lance era así.
¿Y es partidario de andar
para atrás antes del capotazo?
Para que sea bueno hay que citarlo, tocarlo y perder dos o tres
pasos para que el toro coja un
poquito de velocidad pero andar
para atrás excesivamente en mi
opinión no es bueno. A lo mejor
sí conviene con un toro que no
tiene fuerza y que lo tienes que
cambiar de terrenos, pero para
torear bien no hace falta correr
demasiado.
Todo esto tiene que ser muy
preciso porque el banderillero sólo lleva el peso de la
lidia en banderillas.
Eso ha cambiado, antiguamente
el banderillero paraba el toro y lo
solía llevar al caballo.
¿Le gustaría parar los toros
de su matador como ocurría
en el siglo pasado?
A mí sí me gustaría.
¿Que más ve en las películas
antiguas que ahora no se hace?
¿qué le llama la atención?
Que se toreaba a una mano y eso
ahora ha desaparecido. Antiguamente se paraba a los toros
e inmediatamente se soltaba
una mano. Hay quien dice que El
Boni viejo pegaba naturales con
el capote. Era distinto.
En cuanto al tercio de banderillas, ¿cómo lo siente?
Es una suerte bonita. A mí me
gusta hacerlo fácil, sencillo, sin
grandes ruidos.
¿Y de los que ha visto banderillear bien?
Vi una película de Paco Honrubia y estaba a la altura de los más
grandes. Y de chaval recuerdo a
Orteguita. Ahora mismo quizás
el que más me guste sea Juan
José Trujillo. Los hay muy buenos ahora pero es el de mejor
embroque.
¿Qué le gustaría recordar
cuando deje la profesión?
Soy feliz y tengo mucha ilusión
con lo que hago. Plenitud no tengo porque me queda mucha carrera por hacer, pero mi sueño
sería seguir yendo a los toros
muy viejecito y que la gente
me recordarse como un buen torero; nada más.