“Tenemos que trabajar con lo que hay” Juan José Salvatierra expone la realidad de este deporte en Guatemala. Los pasados Juegos Centroamericanos y del Caribe en Veracruz, México, mostraron el crecimiento que el raquetbol ha alcanzado, con un destacado grupo de jóvenes atletas, como Ana Gabriela Martínez; María Renée Rodríguez, Christian Wer y Edwin Galicia, quienes elevaron a Guatemala al segundo lugar del medallero en este deporte, con un acumulado de dos platas por equipo y dobles femenino, y dos bronces en individual y dobles masculino, solo superadas por la potencia mundial, México. Juan José Salvatierra, entrenador de la Selección Nacional, sostuvo una charla con Siglo.21, para conocer más de un deporte que, pese al nivel alcanzado y los logros conquistados, no recibe el apoyo que debería para surgir como una potencia. El inicio La Asociación Nacional de Raquetbol surgió en nuestro país en 1989, y pasó desapercibida por muchos años; no fue sino hasta 2007 cuando se abrió a personas que no son socios, y se estableció una Academia en el Club La Villa en la zona 14, donde hoy es la sede de este deporte. “Guatemala fue anfitrión de unos Juegos Panamericanos en 2006, porque habían hecho un club en la carretera a Fraijanes, pero no funcionó como club; solo lo inauguraron para hacer el certamen. A raíz de ello surgió la idea de tener la Academia, la que actualmente funciona en el Club; acá hemos hecho un trabajo con los socios, pero solo contamos con dos canchas. Participan muchas personas y niños que han venido destacando en la categoría juvenil y ahora a nivel mayor”, comenta Salvatierra, quien indica que reciben el apoyo de la Asociación con equipo (raquetas, pelotas, guantes), y obtienen resultados como el de 2008, cuando Ana Gabriela Martínez ganó su primer Mundial. Los obstáculos La falta de una mayor cantidad de canchas e instalaciones propias se convierte en un impedimento para que el raquetbol se desarrolle y logre expandirse a más lugares y personas. “Ha crecido muy poco, porque no contamos con las instalaciones adecuadas; ahora estamos en un club, prácticamente de socios, y eso complica el trabajo. Al contar con solo dos canchas, con 40 niños y niñas, en cuatro horas que tenemos para entrenar, se complica bastante, pero hemos buscado la estrategia para trabajar en un espacio reducido y hacer un buen entrenamiento para todos. Quisiéramos más canchas, pero tenemos que trabajar con lo que hay. Nos estamos limitando mucho. Nosotros vamos a otros países y nos preguntan: ‘¿Ustedes cuántas canchas tienen?’, y les respondemos que solo tenemos dos, y no lo creen. ‘Ustedes hacen milagros, entonces’, nos dicen”, agrega Salvatierra. Las dificultades no detienen su sueño de propagar el deporte que tanto le apasiona; por ello se ha dado a la tarea de impartir cursos los fines de semana en las canchas del Colegio Lehnsen, las cuales prestan para realizar trabajo con los juveniles. “Esperamos realmente que el presupuesto sea mayor. Cuando estamos acá, nos sentimos limitados; en la mañana no podemos trabajar, pues solo podemos hacerlo por la tarde con canchas llenas. Debido a que son privadas nos ajustamos a condiciones y horarios que debemos respetar”, indica el entrenador. Nuestro nivel Pese a los últimos resultados, el ex atleta de raquetbol explica que, comparado con México o Bolivia, aún nos falta crecer, pues la infraestructura de estos países es muy grande. “Ellos cuentan con varias canchas en todos los estados; tienen una competencia nacional en la que participan 200 personas para ocupar un puesto en la selección. Nos llevan mucha ventaja; tenemos que trabajar bastante, en escuelas, invitar gente de escasos recursos, personas interesadas en este deporte. No es lo mismo sacar dos o tres seleccionados de un grupo de 20 atletas, que de 200 o 300”, lamenta el adiestrador, quien no duda en comparar nuestra realidad. “Yo fui a Cochabamba, en Bolivia, a un Mundial juvenil; no sé cuántos habitantes tiene, pero solo en ese lugar había cerca de mil canchas. El primer día que llegué me subí a un taxi y por la radio se escuchaba ‘gran torneo de raquetbol, por la tarde’, ‘gran torneo en tal lugar’, ‘hoy, Mundial Juvenil’; me sorprendí, pensé que era una grabación porque lo repetían a cada rato. Cuando bajé al mercado donde íbamos a comprar, vi canastos llenos de raquetas y pelotas para raquetbol. Me sentí en otro mundo; era algo que jamás había visto. Regresé fascinado”, indica, con un dejo de nostalgia. En su segunda visita, esta vez a Sucre, donde se jugaría el Mundial juvenil, las instalaciones contaban con 22 canchas; Ana Gabriela jugó una final inédita: los graderíos se llenaron, sin dejar espacio para nada; todo lo contrario a Guatemala, donde en algunos casos, jugadores y familiares, son el único público. “Un día fuimos a pelotear; cuando llegamos, había como ocho taxis estacionados afuera de las instalaciones; estaban jugando raquetbol, para luego ir a trabajar. Bolivia es una potencia mundial; ver eso hace que uno se pregunte: ‘¿cuándo se verá algo así en Guatemala?’, concluye. A nivel departamental no existe ninguna expansión de este deporte, y se limita a un círculo pequeño en la capital; el anhelo de un crecimiento real motiva a Salvatierra. “Yo no trabajaba los sábados, pues solo se hacía acá de lunes a viernes. Pero cuando nos dieron las canchas del Lehnsen empecé a impulsar; uno vive de esto y estoy acá metido desde hace muchos años; me apasiona, le tengo amor al raquetbol, quiero que Guatemala se dé a conoce. En la calle nadie habla de raquetbol; yo quiero que la gente, en un futuro, sepa qué es, que se expanda, que llegue a los departamentos. Esa es mi idea, pero mientras no se le preste el interés real no se desarrollará”, asegura. El entrenador Este mes, Salvatierra cumplirá 25 años de estar con la Asociación como atleta y entrenador en el proceso de la Selección. “Cuando inicié como atleta, nosotros mismos nos guiábamos; ahora esa experiencia se aplica como entrenador. Es importante tenerla, porque uno sabe qué se siente; la presión de tener a países que son potencia mundial. Así uno sabe cómo manejar a sus atletas, lo que sienten y el contexto que enfrentan”, expresa. Por ello, ha logrado que niños de escasos recursos, comprendidos entre las edades de 9 a 13 años, se inscriban en la Academia, pagando Q100, y la Asociación paga los otros Q100, para entrenar tres veces a la semana en el Club. Se les hacen pruebas para saber si realmente les gusta, con el propósito que puedan destacar”, enfatiza. La satisfacción que siente como entrenador es incomparable, al ver en la cancha que sus pupilos pelean hasta el último punto sin bajar los brazos. “Cuando estoy afuera y veo que están cumpliendo mis indicaciones, me siento satisfecho y me llena de orgullo, porque al ganar ellos gano yo. Ahora, en Veracruz, fue estupendo ver cómo los entrenadores de otros países me felicitaban por el buen trabajo que estoy realizando; me abrazaban, una evidencia de que a nivel mundial ya se respeta a entrenadores y atletas”, expresa. En la búsqueda por estar actualizado, Salvatierra ha recibido capacitaciones y cursos en Estados Unidos, Bolivia y acá en Guatemala; la última, el pasado septiembre, con la participación de 18 países y sus respectivos entrenadores, con presencia de la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala, el COG y la Federación Internacional de Raquetbol. “Acá en Guatemala solo contamos con tres entrenadores y un preparador físico; es todo lo que tenemos”, resume. Sus pupilos En 2007, junto con la instauración de la Academia se iniciaron trabajos con varios jóvenes, cuyos resultados en corto plazo se han palpado nacional e internacionalmente. “Tengo el caso de Ana Gabriela Martínez, quien a los 13 años fue campeona centroamericana y ha ganado varios mundiales juveniles; Manolo Sandova,l a los 17 años fue campeón. Con Ana Gabriela, María Renée, Christian y Edwin, venimos trabajando desde niños, ahora jóvenes, y ya se ven los resultados. En Veracruz, tuvimos a Ana Gabriela compitiendo contra la potencia que es Paola Longoria, campeona del mundo, complicándole los partidos”, explica Salvatierra, quien les ha inculcado, disciplina y motivación. “Eso implica dejar ciertas cosas; como salir de parranda los viernes. Nuestra meta es hacer unos buenos Juegos Panamericanos, y para ello estamos entrenando muy fuerte”. Un aspecto importante es la educación, por eso, en colaboración con el COG se otorgan becas a los atletas, para motivarlos al estudio sin dejar de practicar el deporte. La ayuda En el caso de las becas deportivas, como la que tiene María Renée Rodríguez, otorgada por el COG, con la que participa internacionalmente, se tiene planificado entregar a otros dos atletas que demuestren dedicación, como Gabriela Martínez, Edwin Galicia y Christian Wer. “Este tipo de becas les permite tener fogueo, competir con potencias. No es lo mismo estar compitiendo entre los mismos, que salir y jugar con gente que tiene un nivel superior”, manifiesta Salvatierra. Duplas que prometen Como pareja María Renée y Ana Gabriela se han acoplado de forma perfecta. “Vienen trabajando hace unos años. Por la edad que tienen y el nivel alcanzado, si continúan entrenando como hasta ahora, están para grandes cosas, porque tienen mucho potencial, y lo más importante es que les gusta lo que hacen”, asegura. La fusión entre María Renée y Gabriela comenzó al jugar juntas hace cuatro años en la Academia. “La pareja inicial era Marie Gomar con María Renée, pero cuando Gaby comenzó a mejorar su nivel se hizo el cambio para probar, y funcionó. Se hicieron buenas amigas y eso ayudó. Solo existe rivalidad entre ellas cuando les toca enfrentarse”, manifiesta. Con ellas se ha realizado un trabajo diferente al ponerlas a jugar con los hombres. En hombres, los dos mejores son Edwin Galicia y Christian Wer; detrás de ellos vienen Hansel Martínez y Juan Salvatierra. El trabajo técnico En este momento se cuenta con la colaboración del entrenador estadounidense y ex atleta Thomas Travers, quien hace dos años visita Guatemala, imparte clínicas, en las que los atletas y el mismo Salvatierra han adquirido conocimientos. “Tenemos un plan de entrenamiento que Travers ha dejado, y cuando no está, nosotros lo seguimos. Él viene una vez cada dos meses por parte del COG; sabe mucho del raquetbol. Nos hemos acoplado muy bien en el trabajo de estrategia y tácticas de juego”, comenta. Una de las fortalezas es conocer al jugador y analizar la estrategia antes de cada partido, para evitar los errores y aumentar las probabilidades de ganar. “Cuando estamos analizando a un jugador de otro país vemos debilidades, para que los nuestros ataquen donde más le cuesta al rival”, agrega. La promesa Desde 2008 se iniciaron los trabajos para un proyecto de canchas para el raquetbol, ubicadas detrás del Domo en la zona 13, pero por situaciones que se desconocen quedaron paradas. A partir del año pasado se inició nuevamente con la ayuda de la CDAG. Se cree que estarán listas para el próximo año, a raíz de los resultados obtenidos el año pasado en los Juegos de Veracruz. “Las autoridades de la CDAG y el COG se comprometieron con la Asociación para realizar lo antes posible este proyecto. Es necesario contar con instalaciones adecuadas y propias, pues, por ejemplo, los papás de Gaby tuvieron que hacerse socios del Club para que entrenara más, pues lo necesitaba, pero hay otros que no tienen esa posibilidad; un ejemplo es Edwin Galicia, quien posee todas las condiciones para destacar, pero no tiene dónde entrenar; eso merma su crecimiento y lo lleva a un estado de conformismo; con más canchas se puede abrir las puertas a todo mundo”, concluye.
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