pontificia universidad javeriana facultad de teología perspectivas

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
PERSPECTIVAS ECUMÉNICAS ENTRE EL CATOLICISMO Y EL
PENTECOSTALISMO
CAMILO ANDRÉS ACOSTA TRIANA
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
PERSPECTIVAS ECUMÉNICAS ENTRE EL CATOLICISMO Y EL
PENTECOSTALISMO
CAMILO ANDRÉS ACOSTA TRIANA
DIRIGIDA POR: JAIRO ALFREDO ROA
BOGOTÁ, OCTUBRE DE 2010.
2
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN.
Tema
Página
a. Descripción del objeto de estudio……………………………………………………
6
b. Justificación……………………………………………………………………………
8
c. Objetivo general……………………………………………………………………….
9
d. Objetivos específicos, metodología…………………………………………………..
9
CAPÍTULO I
DESDE EL PROTESTANTISMO HASTA EL PENTECOSTALISMO
(FASE DESCRIPTIVA)
1.1 Diversidad del protestantismo en Colombia desde una perspectiva sociológica…………… 13
1.1.1
Protestantismo histórico………………………………………………………………… 14
1.1.2
Protestantismo evangélico. …………………………………………………………….. 14
1.1.3
Pentecostalismo………………………………………………………………………… 15
1.1.4
Neo pentecostalismo…………………………………………………………………….. 17
1.1.5
Otros grupos religiosos………………………………………………………………….. 19
1.2 La otra perspectiva: el pentecostalismo en su autocomprensión……………………………. 20
1.2.1
El mundo pentecostal: creencias y vivencias……………………………………………. 21
1.3 Reflexiones ulteriores………………………………………………………………………... 23
1.3.1
Factores que han potenciado el crecimiento del pentecostalismo……………………….. 24
1.3.1.1 Eclesiología pentecostal…………………………………………………………………. 26
1.3.1.2 Pastoral pentecostal…………………………………………………………………….. 27
1.4 Síntesis conclusiva…………………………………………………………………………
29
CAPÍTULO II
VARIADAS PERSPECTIVAS DEL ECUMENISMO
(FASE INTERPRETATIVA)
2.1 Sentido del término ecumenismo y sus modalidades………………………………… 31
3
2.2. Reseña histórica del movimiento ecuménico………………………………………... 33
2.3 Perspectiva Católica oficial………………………………………………………….. 39
2.3.1 El ecumenismo desde Vaticano II, un punto de partida………………………….. 40
2.3.2 Directorio para la aplicación de principios y normas sobre el ecumenismo……….. 43
2.3.3 Carta encíclica: Ut Unum Sint……………………………………………………. 45
2.3.4 Declaración: Dominus Iesus………………………………………………………... 50
2.3.5 Conferencia Episcopal Latinoamericana y del Caribe en Aparecida…………….. 51
2.4 Perspectiva teológica católica……...………………………………………………… 54
2.4.1 Enfocados en lo que nos une: Hans Urs Von Balthasar…………………………… 54
2.4.2 Ecumenismo pleno y puro: Yves M. J. Congar…………………………………... 55
2.4.3 Unidad en la diversidad: Joseph Ratzinger………………………………………… 57
2.4.4 Unidos por y desde el excluido: Gustavo Gutiérrez……………………………….. 59
2.5 Perspectiva protestante………………………………………………………………. 60
2.5.1 Perspectiva protestante oficial, Consejo Mundial de Iglesias: “Llamadas a ser Una”.60
2.5.2 Perspectiva teológica protestante………………………………………………….. 62
2.5.2.1 Diversidad en un mismo espíritu: Oscar Cullman……………………………….. 62
2.5.2.2 Ecumenismo desde la cruz: Jurgen Moltmann…………………………………… 67
2.6 Perspectiva pentecostal- católica…………………………………………………….. 72
2.6.1 Participación pentecostal en la V Conferencia Episcopal………...………………... 76
2.6.2 Pentecostalismo y ecumenismo…………………………………………………….. 77
2.7 Síntesis conclusiva…………………………………………………………………….77
CAPÍTULO III
UN CAMINO POR RECORRER
(FASE DE RECONSTRUCCIÓN DE SENTIDO)
3.1 Los signos de los tiempos………………………………………………………..…… 79
3.2 El contexto religioso local……………………………………………………………. 81
3.3 Una evaluación pertinente...………………………………………………………….. 89
3.4. El Buen samaritano: un texto sugerente……………………………………………... 91
3.5 Desafíos para el ecumenismo en Colombia, hoy…………………………………….. 94
4
3.6 Una propuesta: Pretextos para el ecumenismo entre católicos y pentecostales……… 95
3.6.1 Un nuevo lenguaje………………………………………………………………….. 95
3.6.2 Espacios de oración………………………………………………………………… 96
3.6.3 Formación ecuménica………………………………………………………….…… 97
3.6.3.1 Formación ecuménica para todos los fieles………………………………………. 97
3.6.3.2 Formación para pastores y sacerdotes……………………………………………. 99
3.6.4 Acción pastoral conjunta………………………………………………………….. 100
3.7 Síntesis conclusiva………………………………………………………………..…. 102
CONCLUSIÓN……………………………………………………………………….... 103
BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………… 108
Anexo…..…………………………………………………………………………………110
5
INTRODUCCIÓN
a. Descripción del objeto de estudio.
El desarrollo social vivido en el contexto colombiano, está caracterizado por la pluralidad y
la complejidad. La religión no es la excepción; ella ha desplegado una serie de
posibilidades para el ser humano, quien está en permanente búsqueda de experiencias de lo
sagrado. Durante varios siglos, ha sido la religión católica la predominante en el territorio
nacional. Hoy existe una variedad de comunidades cristianas. El movimiento que más ha
crecido en el último siglo es el pentecostal. Ellos son el segundo grupo cristiano del país y
sin lugar a dudas de Latinoamérica; convirtiéndolos en innegables interlocutores en el
diálogo ecuménico1. Frente a ese hecho surge el problema: ¿Qué posibilidades de encuentro
existen o se pueden crear entre ambas comunidades cristianas, que favorezcan la
construcción de una sociedad con valores evangélicos de tolerancia, respeto, solidaridad y
comunión?
El documento de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, testifica
la presencia de grupos religiosos cristianos diferentes al católico: En las últimas décadas,
vemos con preocupación, por un lado que numerosas personas pierden el sentido
trascendente de sus vidas y abandonan las prácticas religiosas, y, por otro lado, que un
número significativo de católicos está abandonando la Iglesia para pasarse a otros grupos
1
Pablo Deirós y Carlos Miranda coautores del libro "Latinoamérica en llamas" señalan que hacia 1950 se
estimaba que el 25 % de los protestantes latinoamericanos eran carismáticos. Para fines de siglo XX el
porcentaje era de 75 % de pentecostales en el mundo protestante. En otras palabras, tres de cada cuatro
protestantes en América Latina son pentecostales. Chile es el país con mayor porcentaje de pentecostales
dentro del protestantismo (90%). Se estima en más de 20 millones de evangélicos en Brasil de los cuales son
miembros de las Asambleas de Dios 9 millones. La iglesia local protestante más grande del mundo fue la
Iglesia Metodista Pentecostal Jotabeche, de Santiago de Chile, que al año 2000 reportaba 350.000 miembros,
superada únicamente por la iglesia coreana del Pastor David Yonggi Cho con 730.000 miembros. (Consultado
el 20 de agosto en www.pentecostalidad.com)
6
religiosos. Si bien es cierto que éste es un problema real en todos los países del continente,
no existe homogeneidad en cuanto a sus dimensiones y su diversidad2
Esta aserción de la Conferencia plantea en sí, como problema para la Iglesia Católica, la
salida de católicos hacia otras comunidades. Pero esa valoración requiere tener en cuenta
los factores que promueven tal abandono. Es probable que sea inducido por ciertos
condicionamientos y estructuras al interior de la Iglesia Católica. Por tanto, este trabajo no
pretende ser una defensa del catolicismo, ni tampoco una defensa del pentecostalismo. El
propósito es, en primer lugar, hacer una descripción de la identidad pentecostal, analizar las
posibilidades de diálogo entre ambas Iglesias y hacer una propuesta teológica para propiciar
un acercamiento entre dichas comunidades. Esta perspectiva también es planteada en el
Documento Conclusivo de Aparecida: Dentro del nuevo pluralismo religioso en nuestro
continente, no se ha diferenciado suficientemente a los creyentes que pertenecen a otras
iglesias o comunidades eclesiales, tanto por su doctrina como por sus actitudes, de los que
forman parte de la gran diversidad de grupos cristianos (incluso pseudocristianos que se
han instalado entre nosotros, ya que no es adecuado englobar a todos en una sola
categoría de análisis. Muchas veces no es fácil el diálogo ecuménico con grupos cristianos
que atacan a la Iglesia Católica con insistencia3. El anterior numeral permite apreciar la
actitud de la Iglesia Católica frente a otras comunidades. La forma de afrontarlo ha
consistido, algunas veces,
en el desprestigio mutuo. Tal actitud no favorece el
acercamiento, el diálogo y la valoración del interlocutor.
Este proyecto busca una propuesta ecuménica desde la valoración de cada una de las
comunidades, identificando los aspectos limitantes respecto al diálogo, con reconocimiento
de la eclesiológica y la pastoral que cada una posee. Además, con base en lo expuesto por
la Conferencia Episcopal Latinoamericana realizada en Aparecida, es urgente abrir vías de
acercamiento al ecumenismo. Las condiciones de posibilidad de encuentro entre
pentecostales y católicos son escasas, por lo cual es necesario examinar las probabilidades
2
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento conclusivo, Aparecida,
Brasil, 2007, N° 100f.
3
Ibid, N°100 g.
7
de un acercamiento bilateral que ofrezca una alternativa en la construcción de una sociedad
más fraterna.
b. Justificación.
La fragmentación religiosa es un factor que en el orden social genera división, situación
contraria al Reino de Dios y que imposibilitan una sana convivencia basada en el respeto
mutuo. Por siglos, se ha mantenido una sociedad fragmentada, beligerante en la forma de
afrontar los conflictos y la diferencia. La violencia en Colombia ha producido las más
devastadoras situaciones para la población, especialmente la civil, en la que los niños, las
mujeres y los campesinos son siempre los más afectados. Es difícil explicar como un país
inmensamente cristiano es uno de los más violentos del planeta, y más aún, encontrar en la
fe un factor disgregador. Los aportes de este trabajo, apuntan hacia un acercamiento que
nos aproxime a la paz, desde la apertura en el campo de la fe cristiana. Las investigaciones
realizadas en este ámbito son muy pocas. Es difícil encontrar posiciones en las que no se
evidencien pretensiones de autoridad mediante las cuales se validen posturas
conservadoras. Por tal razón, el interés se enfoca en un diálogo que parta del
reconocimiento de la dignidad de toda comunidad que tiene como centro de vida a la
persona de Jesús.
Desde el plano académico, se quiere elaborar un estudio de análisis interdisciplinar entre la
sociología de la religión y la teología, en donde se establezca un puente de comunicación
entre
dos comunidades cristianas que por bastante tiempo se han dedicado a
menospreciarse recíprocamente.
La fragmentación religiosa también ha afectado a la familia, que es el núcleo de la
sociedad. No es extraño hoy en día encontrar familias en las que sus miembros pertenecen a
comunidades cristianas diversas y para muchas de ellas, la unidad familiar se ha visto en
peligro. Los motivos de interés personal para este trabajo parten de la experiencia familiar
con mi única hermana. Ella pertenece a una comunidad de la Iglesia Cruzada Cristiana, en
8
la que ejerce un liderazgo como animadora de una comunidad doméstica en su propia casa.
En mi caso soy religioso en perspectivas hacia el sacerdocio. Los estudios en teología, han
permitido ampliar el horizonte de comprensión del protestantismo así como del catolicismo,
en los que he logrado rescatar sus elementos positivos, así como los que no lo son. Hay
mucho que aprender de tales comunidades antes de emitir juicios recriminatorios. La
posibilidad del ecumenismo es válida y necesaria de cara a una unidad del cristianismo que
legitime la fe en el mismo y único Señor Jesús.
c. Objetivo General.
Analizar las posibilidades e implicaciones del diálogo ecuménico entre la Iglesia Católica y
la Iglesia Pentecostal, abiertas a la posibilidad de encuentro, reconocimiento, aceptación,
valoración de la diferencia y trabajo en comunión, para proponer alternativas de solución a
la situación de división y exclusión contraria al Reino de Dios, que aqueja a nuestra
sociedad colombiana, incluso a partir del ámbito de la fe cristiana.
Objetivos específicos.
1. Realizar un acercamiento descriptivo general del Pentecostalismo en Colombia
dentro del marco del protestantismo, desde la perspectiva sociológica y la
perspectiva pentecostal, para conocer dicha Iglesia y reconocer sus características
eclesiológicas y pastorales especialmente. (Fase descriptiva).
2. Analizar las propuestas de diálogo ecuménico del catolicismo el protestantismo, el
pentecostalismo y otros movimientos religiosos. (Fase interpretativa).
3. Diseñar una propuesta teológica para el diálogo ecuménico entre la Iglesia Católica
y la Pentecostal. (Fase de reconstrucción de sentido).
9
Metodología.
De acuerdo a las características del problema planteado y las comunidades a estudiar, la
metodología a emplear en este trabajo combina algunos aportes suministrados por la
sociología de la religión y la investigación documental.
Desde el punto de vista epistemológico, la sociología es un proceso que parte de la
indagación sobre la vida humana que se inicia con la lectura de la realidad y/o realidades
de una cultura para identificar, describir, analizar e interpretar sus múltiples lenguajes tanto
corporales como verbales en medio de los cuales construyen su sentido de vida.
El ser y sentido de la sociología está centrado en la descripción o reconstrucción de las
creencias, prácticas, comportamientos, tendencias y procesos culturales, empleando como
mediación fundamental los lenguajes. Esta permite que las huellas y marcas de la población
no se envanezcan, sino que por el contrario perduren en el papel, utilizado como espejo de
la comunidad por el investigador.
El fin último de la investigación sociología consiste en llegar a una comprensión de las
situaciones sobre la base de los significados que los actores dan a ellas. Igualmente
descubrir la estructura compleja o sistema de relaciones que conforman una realidad
psíquica y/o social humana donde no se puede partir de elementos aislados, ya que perdería
su verdadero sentido, sino de la realidad natural en que se desenvuelve. Pretende ahondar
en las experiencias vitales y recrear la forma de vida de un grupo mediante la
sistematización y análisis de elementos propios de éste. Estudia el aspecto socio-cultural o
estilo de vida de un grupo de personas, a la vez que descubre sus creencias y prácticas,
mostrando las diversas partes de la comunidad, contribuyendo al desarrollo de la cultura
como un todo unificado y consistente.
Por su parte, la investigación documental se fundamenta en el conocimiento acumulado, es
decir, se refiere a lo “conocido” a partir de lo cual se construye un “diálogo de saberes” que
conduce a formular nuevas comprensiones, hipótesis y propuestas de acción sobre el
fenómeno que se ha investigado. Ella se desarrolla reflexivamente para reconstruir lo que
10
de teórico exista en la investigación aplicada. Se trata de una propuesta desde la
hermenéutica, ya que hace la interpretación del conocimiento acumulado en un área del
saber.
Dicha indagación pretende alcanzar conocimiento del nivel de comprensión que se tiene
del fenómeno de interés y la suficiencia o inadecuación de este conocimiento, para
finalmente intentar la recomprensión sintética del mismo.
En síntesis, la investigación documental tiene como finalidad la comprensión del fenómeno
de estudio. Sus características son:
1. Permite recuperar reflexivamente el conocimiento acumulado para trascenderlo.
2. Permite abordarse desde diferentes perspectivas epistemológicas y metodológicas,
sin embargo, esta propuesta es asumida desde la hermenéutica, por lo tanto, ésta se
constituye en el elemento estructurador del proceso de construcción del
conocimiento.
3. El proceso de
conocimiento se estructura a través del ciclo hermenéutico:
Descripción-interpretación-construcción teórica.
4. La interpretación se constituye en la forma de conocimiento fundamental para el
desarrollo de ésta investigación
En este tipo de investigación, metodológicamente se puede hablar de un avance en espiral
cuyas fases se desarrollan progresivamente sin que pueda tornarse al mismo punto de
partida.
Cada fase tiene implícitos momentos que van posibilitando la construcción del objeto. Las
fases son: descriptiva, interpretativa y de construcción teórica.
Fase descriptiva:
El punto de partida es la identificación del área problemática frente a la que se plantean
cuestionamientos. Es una “lectura” de las explicaciones sometidas a prueba en las
11
investigaciones previas sobre el fenómeno de estudio, y de las conclusiones e hipótesis
propuestas en tales procesos de conocimiento, con el fin de buscar las evidencias allí
expuestas. Éstas son el insumo básico del proceso interpretativo, puesto que “hacen ver” un
fenómeno, permiten construir nuevas comprensiones y develar relaciones, explicaciones e
interpretaciones del mismo.
Una vez recogidas las evidencias del saber acumulado se da paso a la fase analítica que
consiste en ordenar y sistematizar dicha información como preparación al proceso
hermenéutico. De las evidencias encontradas se construyen categorías y se empiezan a
llenar de contenido para orientar nuevas miradas sobre el objeto de estudio.
La información previamente categorizada se revisa y analiza en un primer nivel de
criticidad con el propósito de identificar pistas que conduzcan al establecimiento de
tendencias epistemológicas, teóricas y metodológicas.
Fase interpretativa:
La interpretación es el modo que permite crear las reconstrucciones teóricas. La
interpretación es fuente de nuevas constataciones y se nutre de las ya alcanzadas. Se
retoman los argumentos descriptivos a la luz de los diferentes enfoques teóricos y se
derivan las relaciones existentes entre los distintos elementos de estos argumentos.
Fase de reconstitución de sentido:
Esto significa la reconstrucción teórica del fenómeno en estudio, es decir, la construcción
de nuevos aspectos o relaciones del fenómeno y la elaboración de una nueva explicación
que permita comprenderlo en una perspectiva global, de mayor complejidad y elaboración
teórica, dando así una respuesta a las preguntas que dieron origen al ciclo hermenéutico. El
resultado del proceso, expresa un nuevo conocimiento acerca del saber acumulado y a la
vez se constituye en generador de nuevas búsquedas.
12
CAPITULO I.
DESDE EL PROTESTANTISMO CLÁSICO HASTA EL PENTECOSTALISMO.
En este capítulo inicial se hará una descripción general de la Iglesia Pentecostal, que en los
últimos años ha tomado una importante fuerza no solamente al nivel de la capital sino del
país. En principio, la referenciación será sobre la base de estudios e investigaciones
realizadas a nivel macro, con enfoques sociológicos y teológicos en actitud interdisciplinar.
Para ello se partirá de una visión global del protestantismo en Colombia, (en el que está
enraizado) hasta enfocarse en el movimiento pentecostal. Así se determinarán las
coordenadas del objeto de estudio dentro de una serie de grupos con elementos comunes
pero a la vez con sus propias particularidades. Posteriormente, elaborar una valoración del
interlocutor desde su propia perspectiva de identidad (autocomprensión) como condición
sin la cual es imposible entablar el diálogo. Con ello se alcanzará el primer objetivo de este
trabajo: conocer y reconocer en forma descriptiva la identidad pentecostal partiendo de los
estudios sociológicos hechos al respecto, especialmente el del sociólogo William Mauricio
Beltrán, especialista e investigador del fenómeno religioso en quien se apoya enormemente
esta primera parte del trabajo. Su investigación: “De microempresas religiosas a
multinacionales de la fe, la diversificación del cristianismo en Bogotá”4, es la materia prima
de este capítulo.
1.1. Diversidad del protestantismo en Colombia desde una perspectiva sociológica.
1.1.1. Protestantismo histórico.
El protestantismo tiene su raíz en Alemania en los siglos XVI y XVII. Martín Lutero es el
gestor de un movimiento que nace dentro de la Iglesia Católica y que pretende una reforma
de la misma. Las indulgencias, los sacramentos, la autoridad papal, serán duramente
criticadas por este agustino y llegarán a ser el punto de ruptura con el catolicismo.
Sucesivamente, en Francia, surgirá Juan Calvino y en Suiza Ulrich Zwinglio; quienes se
4
Beltrán, William. De microempresas religiosas a multinacionales de la fe. Universidad San Buenaventura.
Bogotá 2006.
13
sumarán al movimiento reformador, pero claro, cada uno haciendo sus propios ajustes y
matices. A estos tres movimientos se les cataloga como el protestantismo histórico. En
común pregonan tres conceptualizaciones de carácter doctrinal: la primera, la autoridad
exclusiva de las escrituras. Con este presupuesto se pone en entredicho cualquier tipo de
legitimidad pontificia como garante de gobierno y autoridad. En segundo lugar, la
justificación del cristiano se hace por la única vía de la fe, descartando otros medios como
los sacramentos y las obras de caridad. Tercero y último, el sacerdocio universal de los
creyentes, que elimina los privilegios ministeriales de los sacerdotes ordenados por
imposición de manos de los obispos. Cabe anotar que este tercer aspecto fue revisado y
proclamado en el Concilio Vaticano II. La constitución Lumen Gentium en el numeral 10
prescribe el carácter del sacerdocio común de todo cristiano.
Las anteriores y otras corrientes, como las de la reforma radical, emigraron a Norteamérica
se difundieron y se subdividieron y de allí pasaron a Latinoamérica llegando hasta el
territorio nacional. Algunas de las que hicieron presencia en Colombia fueron la luterana,
presbiteriana, menonita, bautista, metodista, y discípulos de Cristo5. Existen testimonios de
la Inquisición, que indican que el protestantismo arribó en territorio patrio en época de la
colonia. Los primeros que se establecen son los presbiterianos y se extienden rápidamente
debido a su acción misionera. Ellos hacen su ingreso a Colombia por la costa Caribe, en
San Andrés. El primer caso jurídico contra un protestante (un anabaptista) está referenciado
cronológicamente hacia el año 1569.6
1.1.2. Protestantismo evangélico.
Nace como un resurgir del espíritu religioso anglosajón en pleno siglo XIX. Tiene como
matices teológicos el
movimiento de santificación, el fundamentalismo
y el
evangelicalismo tradicional. Fueron los metodistas los que auspiciaron estos avivamientos,
pero también tomaron participación algunas Iglesias de origen histórico como los bautistas,
5
Roa, Jairo. Ethos Cultural Protestante. En: II Seminario de Antropología de la Religión. Bogotá: Pontificia
Universidad Javeriana, 1999, 144.
6
Beltrán, William. De microempresas religiosas a multinacionales de la fe. Universidad San Buenaventura.
Bogotá 2006, 43.
14
los presbiterianos metodizados y los congregacionalistas. Dichos avivamientos surgieron
como reacción a la rutina religiosa. Las iglesias ubicadas en este grupo tienen una marcada
tendencia milenarista inspirada en el libro del Apocalipsis y el arrebatamiento de los fieles
intachables por la acción directa de Cristo7. Ese grupo de personas salvadas, no está
determinado por la pertenencia a una iglesia en particular, sino por la conducta moral de los
individuos. Por ello, los procesos de conversión cobran relevancia, ya que son el medio
directo para vivir santamente, a ello lo denominan “nuevo nacimiento”8. Este ocurre
cuando se presenta un encuentro personal con Cristo. Las implicaciones actitudinales que
surgen de la aceptación de Jesucristo van desde la renuncia a las fiestas, al licor, al
cigarrillo, a las sustancias psicotrópicas, llegando a un bautismo por inmersión.
Influenciados por la doctrina del infierno y la condenación eterna, la fidelidad a los
compromisos sellados con el nuevo y definitivo bautismo, los induce a vivir en permanente
ascesis. Es frecuente el uso de la narrativa de experiencias de vida sobre sus procesos de
conversión en momentos límite de crisis existencial altamente emocional, que testimonian
ante los miembros de la comunidad de fe.
Entre los grupos pertenecientes a esta
denominación están: los Hermanos Menonitas, la Alianza Cristiana y Misionera, Cruzada
Evangélica, Presbiteriana y Cumberland, Iglesia Interamericana y Unión Misionera,
Iglesia del Nazareno, Iglesia de Dios, Ejército de salvación, Confraternidad Cristiana,
Iglesia Cristiana Filadelfia9. En su proceso histórico de arraigo en el país se presentaron
confrontaciones directas con el catolicismo.
1.1.3. Pentecostalismo.
Este es el grupo religioso objeto de análisis e interés de este trabajo de investigación. A raíz
del afán de avivamiento surgido a finales del siglo XIX ocasionado por el deseo de una vida
de auténtica santidad, surge el movimiento del pentecostalismo. Dicho movimiento tiene
como criterio de autenticidad de santidad el don de hablar e interpretar lenguas (glosolalia)
tal y como ocurrió en el cenáculo con ocasión de Pentecostés (Hch 2,1-13). Esta
7
Ibid, 115.
Ibid, 117.
9
Ibid, 114.
8
15
manifestación era identificada como la única expresión de presencia del Espíritu en el
creyente y signo de llevar una vida de perfecta santidad. Su origen parece remontarse a los
Estados Unidos hacia los años 1906 y 1909 en California, en una comunidad evangélica de
la calle Azuza. Allí se marca el origen de la Apostolic Faith Movement10. Su mayor foco
de acción estuvo en comunidades de raza negra y en condiciones de marginación. Pero
serán las comunidades conformadas por la raza blanca las que más expandirán el
pentecostalismo. A nivel nacional hacen presencia en 1932 a través de las Asambleas de
Dios, y en 1954 a través de la Iglesia de Dios11. Desde estos años su potencial de
despliegue en Colombia ha sido muy fuerte. Según Jean Pierre Bastian, otros dos aspectos
que corroboran la presencia de santidad y manifiestan la acción del Espíritu, son la
sanación obtenida por la imposición de manos, la oración y la expulsión de demonios que
se han adueñado de los cuerpos humanos. En el país encontramos: la Iglesia de Dios, las
Asambleas de Dios y la Iglesia Cuadrangular, la Iglesia Pentecostal Unida, el Movimiento
Misionero Mundial, Iglesia de Dios de la Profecía, la Iglesia de Dios Pentecostal y la
Iglesia Universal de Jesucristo. Otras Iglesias que siguen esta misma línea doctrinal pero
que son de origen colombiano: la Misión Panamericana, el Centro Misionero Bethesda, la
Iglesia Cruzada Cristiana, la Misión Cristiana Sendero de Paz y la Misión Cuerpo de
Cristo12. Las iglesias mencionadas últimamente tienen en común con las primeras,
provenientes de Norteamérica, la necesidad del renacimiento y el milenarismo. En cuanto a
su capacidad expansiva, se puede afirmar que el movimiento pentecostal es actualmente el
segundo grupo cristiano del país en número después de la Iglesia Católica, como se verá
con más detalle más adelante.
Lo anterior, motiva la realización de esta investigación para entrar en diálogo con esta
comunidad que crece cada día más y con la que es importante trazar vías de comunicación
en perspectiva ecuménica. Jairo Roa plantea en su investigación que las iglesias históricas,
incluyendo la católica, deben superar la concepción de “secta” del pentecostalismo y
avanzar en el diálogo, no por temor al crecimiento de los pentecostales, sino como
10
Ibid, 125.
Roa, 151.
12
Beltrán, 131.
11
16
producto de la conversión interior13. Obviamente la motivación de este proyecto no es abrir
el diálogo como resultante del temor que surja al interior del catolicismo, sino producto del
espíritu de comunión y participación fruto de la revisión personal y comunitaria de la
Iglesia Católica. Así también fue el planteamiento hecho por el Concilio Vaticano II en el
número 7 del decreto Unitatis Redintegratio,14 que indica que para llegar a un verdadero
ecumenismo hay que partir desde una conversión interior. Conversión de ambas partes, que
exige una dosis elevada de humildad y apertura a la acción de Dios que ama a todos los
seres humanos sin distinciones.
1.1.4. Neopentecostalismo.
Más recientemente, ha surgido un movimiento catalogado como distinto al pentecostalismo.
Su punto de convergencia con el anteriormente mencionado es el de la acción del Espíritu
Santo. Pero su manifestación varía con respecto a este, no es ya la glosolalia sino los
carismas15. Desde el enfoque sociológico, esta nueva fuerza eclesial centra su atención en
individuos con niveles de vida medio y alto. De hecho, su origen en Estados Unidos estuvo
dirigido a alcanzar, con el mensaje pentecostal, las clases pudientes y empresariales en
Norteamérica. Sus ocupaciones variaban y varían aún hoy entre artistas, negociantes,
industriales, empresarios, políticos16. Al igual que el movimiento anterior, tiene gran
penetración y crecimiento en la sociedad actual. Tanto así que otros movimientos eclesiales
protestantes y aún el catolicismo mismo mantienen reservas hacia dicha comunidad. Uno
de los elementos que tienen más fuerza al interior del Neopentecostalismo es el uso de los
medios de comunicación, ya que financieramente cuentan con muy buenos recursos
económicos para sostenerlos. Otra característica es el ejercicio de un liderazgo carismático
que exige docilidad y obediencia de sus fieles. Al igual que en el pentecostalismo se da
relevancia a la sanación y a la expulsión de demonios, pues las enfermedades y desgracias
son atribuidos a espíritus malignos. Ello los conlleva a fundamentar la “teología de la
prosperidad” o del éxito, muy similar a la de la retribución propia del judaísmo
13
Roa, 152.
Concilio Vaticano II, Unitatis Redintegratio, Numeral 7.
15
Ibid, 153.
16
Ibid, 153.
14
17
veterotestamentario. Según esta teología, la bendición de Dios es directamente proporcional
al bienestar económico y de salud de sus miembros.
En Colombia se encuentran las iglesias: Casa sobre la Roca, Comunidad del Puente Largo,
La Misión Carismática Internacional, Avivamiento Centro Mundial y el Tabernáculo de la
fe, entre otras. Su alcance en la esfera política y económica está dirigido a obtener los
puestos de poder más altos para desde allí gobernar con la convicción cristiana que les es
propia, conduciendo a la instauración del Reino de Dios. Por tal razón, varios de sus
pastores han visto en la carrera política una forma de incidir en lo social. En el aspecto
económico, siguiendo la doctrina de la prosperidad, mantienen una mentalidad empresarial,
neoliberal, globalizada y de gran alcance, hasta el punto de considerar el ser pobre como
una vergüenza y una maldición fruto del pecado cometido. En ello se desdibuja la
dimensión comunitaria, pues la condición de cada miembro es responsabilidad individual y
fruto de su particular conducta. La teología de la prosperidad se sustenta en la idea de la
donación como medio para recibir la bendición en forma de ofrendas y diezmos pagados
en cuotas17. Ya había mencionado su despliegue en los medios de comunicación. En el caso
de Estados Unidos y con alcance en Latinoamérica se encuentra el canal de televisión
Enlace TBN, que se caracteriza por la proclamación de la teología o doctrina de la
prosperidad. A nivel de espacios locativos gozan de amplios escenarios congregacionales
como bodegas, estadios, teatros, coliseos.
En este contexto es fácil evidenciar que el éxito de un pastor sea medible por el número de
fieles de su congregación, el monto de las colectas y las empresas anexas como emisoras,
canales televisivos, medios escritos y/o partidos políticos. En el país encontramos otras
comunidades pertenecientes a esta categoría como las siguientes: Centro de Avivamiento
para las naciones, Proyecto Alcance Internacional, Centro de Alabanza Oasis y
Comunidad Cristiana de Fe18, surgidas por cismas o iniciativas derivadas del
pentecostalismo pero minimizando su fundamentalismo. Sus ejes centrales en el culto son
la música y la predicación como medios por excelencia de manifestación del Espíritu, sin
17
18
Beltrán, 147.
Ibid, 147.
18
excluir la glosolalia, las sanaciones y exorcismos. Especialmente la música ha sido el
medio predilecto de promoción destinando grandes inversiones, empleando ritmos y
musicalización más modernos y más comerciales y despertando la emotividad del público
ganando aceptación especialmente en los jóvenes. Los predicadores son personas en su
mayoría profesionales.
Existen otras Iglesias de tercera generación con distancia cultual y doctrinal de las
anteriores, incluso convirtiéndose en opositoras del pentecostalismo tales como la Oración
Fuerte al Espíritu Santo (Iglesia Universal del Reino de Dios), la Iglesia Dios es Amor y la
Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo Internacional.
1.1.5. Otros grupos religiosos.
La variedad de propuestas en el ámbito de la fe ha provocado y seguirá provocando tantas
posibilidades de grupos, doctrinas, como hasta el momento se ha tratado de explicar con
esta aproximación. Así, existen otros grupos religiosos que por sus fundamentos teológicos,
doctrinales distan de ser incluidos en los ya vistos. Los movimientos a mencionar no son
reconocidos por las Iglesias históricas, evangélicas, pentecostales y neopentecostales. Son
ellos: los Adventistas del séptimo día, quienes dan más relevancia a la práctica del Antiguo
Testamento que al Nuevo como lo es el guardar el sábado como exigencia para alcanzar su
salvación, y la prohibición de comer carne de cerdo y bebidas oscuras19.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos días o mormones: Cuentan además de
la Biblia con otros libros sagrados como el Libro del Mormón, Doctrinas y Convenios y la
Perla de Gran Precio20. Viven un muy marcado puritanismo ascético que incluye el voto
de castidad hasta el matrimonio y la práctica de un código de salud que prohíbe el licor, el
tabaco, las bebidas negras.
Otro grupo es de los Testigos de Jehová quienes rechazan algunos de los fundamentos
doctrinales del cristianismo. Niegan la doctrina Trinitaria considerando que el Espíritu
19
20
Ibid, 171.
Ibid, 173.
19
Santo es fuerza de Dios, pero no es una persona y que Jesús es un ángel que se hizo
hombre y no Dios encarnado. Niegan la resurrección física de Jesucristo, no creen en la
vida eterna y predican un paraíso terrenal. El camino de salvación consiste en hacer obras
buenas especialmente la de la predicación de su mensaje. Su rechazo al mundo actual y a
sus sistemas políticos y económicos lo connotan en forma de satanización de lo mundano21.
1.2. La otra perspectiva: el pentecostalismo en su autocomprensión.
A partir de ahora, se hace un viraje en el análisis de la realidad Pentecostal para indagar
acerca de la autocomprensión del pentecostalismo desde dentro y lo que puede expresar
desde sí como sujeto de desarrollo propio. Para el pastor Juan Sepúlveda, el
Pentecostalismo es una propuesta de sentido, de experiencia de Dios vivo y vivificante.
Una manifestación de ello es el crecimiento de dicho grupo, que para ellos es interpretado
como una acción directa de la presencia del Espíritu Santo. Obviamente, serán varios los
factores que incidan en su expansión y que se analizarán más adelante, pero básicamente lo
que lo nutre, es una crisis de sentido en los ámbitos institucionales, en especial el religioso
católico. Desde allí el pentecostalismo resulta una propuesta de vida distinta a la propuesta
social y que responde a las necesidades de sus miembros. Por ejemplo, el pentecostalismo
es capaz de proponer sentidos nuevos mediante un lenguaje popular, cercano a ellos,
eliminando la separación entre una persona preparada y promovida para dar discursos
teológicos (sacerdote) y la gente común22. Dicho lo anterior, se establece un contacto
directo entre Dios y la persona, eliminando mediaciones. En el pentecostalismo todos
pueden expresar por medio del lenguaje su experiencia interior haciéndolos participativos
en el culto.
Otro aspecto es el de la dimensión comunitaria abierta, acogedora y participativa23. Se
hace todo un proceso de seguimiento hacia sus miembros, quienes especialmente llegan a
estas comunidades con situaciones y problemáticas profundas. En ellas no existe el
21
Ibid, 178.
Álvarez, Carmelo. Pentecostalismo y liberación, Una experiencia latinoamericana. CEPLA. San José
Costa Rica. 1992, 86.
23
Ibid, 86.
22
20
anonimato y el trato humano se desarrolla con mucha amabilidad y cercanía, manifestando
una preocupación por el otro.
Con lo anterior se suma la experiencia testimoniada de sus miembros sobre el cambio en
sus vidas, un nuevo sentido para existir que no pueden callar, sino que al contrario, están
llamados a dar a conocer a los demás miembros. Los anteriores aspectos serán ampliados y
profundizados a continuación.
1.2.1. El mundo pentecostal: creencias y vivencias.
El eje central de la simbólica pentecostal es el de la palabra. Pero no una palabra racional
sino emotiva. Ellos la definen como una teología narrativa24, en la que por la presencia en
ellos del Espíritu Santo, adquieren sus dones capacitándolos para manifestar su experiencia
de Dios. Es un conocimiento por participación y no por preparación académico-doctrinal.
Ello combina razón y corazón, hasta el punto de ser difícilmente diferenciables. Toda su
acción cultual la centran en la Palabra de Dios, que posee dimensiones morales y
escatológicas. Para ellos es la regla de fe y de autoridad, con lo cual se avala una visión
fundamentalista del texto. Dentro de dicho aval, la clave hermenéutica de comprensión es:
si quieres ser feliz, debes obedecer25. No por ello es fortuito su impacto en las personas con
problemáticas de vicios, ya que se pone en términos de salvación o condenación el ser fiel a
la Palabra llevando una vida de santidad. El testimonio juega un papel importante en el
proceso de fe y de identificación comunitaria. La experiencia de Dios que acontece en la
persona la lleva a cambiar su estilo de vida y a comunicar a los miembros de la comunidad
la acción de Dios en su ser.
El culto es festivo- participativo en una liturgia abierta inyectada por una muy buena
ambientación musical enriquecida con danza y expresión corporal que es asimilada como
manifestación del poder del Espíritu26. Todos los que ingresan a estas Iglesias deben hacer
un proceso de conversión que se demuestra con la testificación en un nuevo estilo de vida.
24
Ibid, 93.
Ibid, 93.
26
Ibid, 94.
25
21
Se sintetiza en la frase: “ser creyente es vivir en santidad, con una vida nueva”. Ello les
exige renuncias entendidas como necesarias en su lucha contra el mal (Satanás) pero que
mantenidas en Cristo llevan a la victoria final. La justificación se obtiene solo por la fe, por
ella es alcanzable la santidad. Ser santificado es ser bendecido y colocado en un proceso de
mejoramiento moral. Celebran el bautismo como rito de aceptación de la comunidad y
celebran la santa cena con una carga moral, en la que sólo los salvados la pueden disfrutar.
Conciben su comunidad como un mundo sustitutivo del mundo externo que les resulta
hostil, maligno. Su comunidad de fe es una comunidad de sentido. Es una comunidad
carismática donde el Espíritu fluye y se hace sentir. Allí se sienten personas, se elimina la
burocracia promoviendo la libertad en el Espíritu y la expresión espontánea en la adoración.
Viven en continua expectativa escatológica entendida como la constante pugna entre el bien
y el mal, entre Cristo y su pueblo contra Satanás y su grupo. Sin embargo, son seguros,
según la Palabra, de la victoria de Cristo.
Estos elementos permiten hacer una reconstrucción de la auto comprensión del
pentecostalismo valorada en positivo. Lo más destacable y que encierra los aspectos ya
mencionados, es el de ser una propuesta de sentido desde y para la fe. Fenómeno que
evidencia un vacío grande en la fe tradicional católica y que exige de ésta un examen de
conciencia, a fin de responder a los signos de los tiempos actuales.
Hoy en día, ellos reconocen un avance en su proceso interno de autoidentificación,
especialmente en el aspecto de su incidencia social.
Desde su aparición en el escenario religioso mundial hasta nuestros días, la perspectiva
teológica y la práctica social de sectores importantes del amplio movimiento pentecostal
ha cambiado sustantivamente. Un sector de su liderazgo más concientizado políticamente y
con una sensibilidad social que se manifiesta de muchas formas, ha ido pasando en los
últimos años de una despreocupación por los asuntos considerados tradicionalmente un
tanto “mundanos” y “carnales” como la participación política de los evangélicos, a un
creciente interés e involucramiento en experiencias colectivas de servicio al prójimo. Es
22
decir, hay una nueva generación de pentecostales más conscientes de su ciudadanía, que
va dejando atrás el falso dilema que separaba lo individual de lo colectivo, lo personal de
lo social, lo religioso de lo secular, lo sagrado de lo profano27.
Así, el pentecostalismo en Latinoamérica ha entrado a ejercer acciones de tipo asistencial a
través de instituciones como comedores sociales y orfelinatos, donde se atienden programas
alimenticios, de salud y educación para niños especialmente. Y en el campo de los derechos
humanos también han empezado a hacer procesos en defensa de quienes son víctimas
desplazadas por parte de diferentes instancias sociales como son los grupos armados
ilegales. Aunque no son todas las iglesias pentecostales, para aquellas que han empezado a
tener injerencia en el campo social, es un avance el ir más allá de la mera predicación
verbal del evangelio. Esto lo definen como “cambios sustantivos en su horizonte
teológico”28
1.3. Reflexiones ulteriores.
Hasta el momento se ha hecho un acercamiento teórico y general sobre el pentecostalismo
enmarcado dentro de un espectro del protestantismo, fruto de investigaciones y reflexiones
de estudiosos de la sociología aplicada a la religión. Luego se hizo una presentación de la
autocomprensión del pentecostalismo para conocer su identidad, partiendo de su propio
punto de vista y reconociendo al interlocutor. En este primer capítulo es bueno empezar a
determinar algunas conclusiones basadas en los elementos aportados por los autores de los
textos consultados.
Es innegable la complejidad del desarrollo que enmarca el pentecostalismo en Colombia, y
la exigencia de abordarlo en una doble perspectiva, buscando una mayor objetividad. Ello
amerita el aporte de las ciencias sociales, sus mediaciones y métodos analíticos sumado al
aporte de la teología.
27
28
López, Darío. El nuevo rostro del pentecostalismo latinoamericano. Ediciones Puma. Lima Perú. 2002, 91.
Ibid, 103.
23
Una aproximación teórica es importante, más no es suficiente. Los elementos generales ya
presentes requieren de una aproximación experiencial, que suministre otros elementos de
juicio para lanzar propuestas de diálogo ecuménico entre catolicismo y pentecostalismo, en
el que uno de los obstáculos a superar es el desconocimiento mutuo. Superado dicho
desconocimiento, la tarea a seguir, es identificar por dónde se pueden trazar caminos de
diálogo y encuentro intereclesial.
El privilegio y el predominio del catolicismo están disminuyendo día a día. La que hasta
comienzos del siglo pasado fue una posición hegemónicamente católica, hoy manifiesta que
necesita una inmediata revisión ad intra para descubrir en qué no está dando respuesta a sus
fieles, mientras otras Iglesias como el Pentecostalismo sí lo hacen. Sistemáticamente ese
será el objeto de este proyecto. Estadísticamente se verifica el aumento del movimiento
pentecostal no solamente en Bogotá, sino a nivel nacional, revelando sintomáticamente que
existe una serie de factores que inciden en el decrecimiento por parte del catolicismo y el
crecimiento por parte de pentecostalismo. Esos factores se examinarán a continuación. Se
debe advertir que no se trata de plagiar estilos, sino de respetar la identidad de cada quien,
de examinar las limitantes de una vida de fe que no llega al convencimiento y al testimonio
creíble.
Es importante tener en cuenta el despertar de la conciencia social en algunas comunidades
que empiezan a descubrir en el servicio, un respaldo a su predicación. ¿Este aspecto puede
ser el canal de comunicación ecuménica entre el catolicismo y el pentecostalismo? Habrá
que examinar esa posibilidad. Por lo pronto, es necesario analizar el impacto que ha tenido
el pentecostalismo y su vertiginoso crecimiento.
1.3.1. Factores que han potenciado el crecimiento del pentecostalismo.
En un primer lugar, la fuerza misionera que ha desarrollado el pentecostalismo a nivel
latinoamericano ha disparado el número de sus integrantes. Las misiones provenientes de
Norteamérica y Europa, ingresaron con gran fuerza expansiva. Inicialmente, la forma de
anuncio fue la predicación en pequeñas comunidades, pero luego, con el uso de los medios
24
de comunicación, el alcance y la penetración se han acrecentado. La mentalidad
empresarial expansiva ha permeado en ciertos casos la cultura de la fe. El impulso inicial de
Estados Unidos a la penetración misionera de esta diversidad de nuevos movimientos
religiosos garantizó los recursos humanos, técnicos y económicos. No podemos ver como
una casualidad este respaldo a una forma de religiosidad que es afín en muchos aspectos
con la mentalidad del nuevo imperio que domina al mundo, especialmente en aspectos
como el individualismo y la preocupación por el consumo y la prosperidad.29
Otro aspecto, es el crecimiento urbano como epicentro del desarrollo moderno. En las
ciudades se concentran el conocimiento, la tecnología, la industria, que no pocas veces
entran en choque por sus ideas de vanguardia contra posturas de conservación y tradición.
En este mismo sentido, la ciudad es un escenario despersonalizante, en la que nadie conoce
a nadie. El pentecostalismo propicia comunidades en las que el individuo es reconocido,
aceptado y valorado como un miembro activo del grupo. Así, se siente identificado y
apreciado en su comunidad, por tanto, genera en él un sentimiento de pertenencia e
importancia frente al anonimato que experimenta ante la gran ciudad, con mayor fuerza
cuando son población en situación de desplazamiento forzoso. En este ambiente los
pentecostalismos cálidos, afectivos, personales, sensibles, emotivos, se han mostrado más
receptivos al mundo de los marginados que las iglesias históricas, incluida la Católica30.
Pero este factor no excluye el que miembros de estratos sociales altos, se incorporen a
comunidades pentecostales. La posible razón es la situación de zozobra en la que también
viven los que tienen un nivel económico acomodado afectados primordialmente por el
temor a experiencias de secuestro o malos negocios, ante las cuales Dios se convierte en un
guardián del bienestar que hay que preservar.
Un último aspecto, es el papel determinante del catolicismo frente al crecimiento
pentecostal. Este auge es propiciado en gran medida por la a veces fría experiencia de
29
Beltrán Cely, William. Pentecostales y neopentecostales: lógicas de mercado y consumo cultural.
Cuadernos de trabajo del GESREC. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 2004, 75.
30
Ibid, 77.
25
comunidades despersonalizantes, en las que una masa de fieles asiste al rito movida más
por el cumplimiento jurídico-moral, que por una experiencia profunda de fe. Para muchos
pentecostales, la incoherencia de vida de los católicos es causa de escándalo en lo que exige
llevar el calificativo de cristiano. En muchos casos, el bautizado católico despierta
desconfianza frente al manejo de su sexualidad, el alcohol, los vicios,
ante las otras
confesiones. La falta de testimonio es uno de los factores que más incide en la deserción
del catolicismo.
De otro lado, la continua búsqueda de sentido en el hombre contemporáneo, lo lleva a
experimentar otras formas de encuentro con lo trascendente. Rompiendo con lo tradicional,
es cautivado por nuevas formas de expresión de la fe. El pentecostalismo no deja de ser una
oportunidad atrayente para quienes buscan respuestas sobre el sentido de sus vidas. Las
oportunidades de participación en las celebraciones y en la vida de la comunidad en las que
no existen jerarquías tan definidas, permiten un mayor ejercicio de liderazgo incluso a nivel
de la mujer, a la que no se dan grandes libertades en la Iglesia Católica. Pero el elemento
más notorio y destacable, es el de la fuerte experiencia comunitaria, en la que casi
desaparecen los niveles de división entre quien participa del culto y quien lo dirige. Los
nuevos grupos religiosos crean y fortalecen lazos comunitarios, amplias redes sociales en
las que se pueden encontrar amigos o buscar pareja, espacios sociales que otorgan
compañía y afecto31
Todos estos factores han permitido que el pentecostalismo crezca como la segunda fuerza
religiosa en Colombia y se vislumbra que continuarán creciendo en la medida en que el
catolicismo no revise su ser y hacer, frente a un mundo que exige cada vez más lo
carismático sobre lo administrativo.
1.3.1.1. Eclesiología pentecostal.
Fruto de la investigación “ad intra” del pentecostalismo, en aquellas comunidades que
abrieron sus puertas al diálogo, fue el hallar que la estructura organizacional, por ejemplo,
31
Ibid, 80.
26
de las Asambleas de Dios de Colombia, tiene características similares a las de otras
Iglesias pentecostales del país. El funcionamiento es casi el mismo, solo que los términos
para designar los estamentos varían no tanto sus funciones.
Básicamente, están dirigidas por un grupo representativo conformado por un número no
inferior a cinco miembros: un director a nivel nacional, que puede ser denominado
“superintendente” como en el caso de las Asambleas de Dios; o “presidente”, para el caso
de la Cruzada Cristiana. El segundo en el mando, es el “Vice superintendente”, o
“Vicepresidente”. Existe un secretario, un tesorero, y mínimo un vocal. Ese grupo tiene
funciones directivas para las comunidades nacionales. Es elegido por votación de los
representantes de las iglesias locales. Las Asambleas de Dios denominan a esta instancia
directiva como el Concilio. La Iglesia Cruzada Cristiana lo denomina: Presbiterio General.
Para poder gobernar un territorio tan grande como es Colombia, se han visto en la
necesidad de dividir sus iglesias del país en regiones o distritos. Las Asambleas de Dios
están divididas en tres “distritos”: norte, occidente y central. En cada distrito existe un
grupo réplica del Concilio Nacional pero a nivel regional. Lo preside un “presbítero” quién
tiene a su cargo a los pastores y las comunidades que integran la “sección”. Poseen también
un vicepresidente, un secretario, un tesorero y mínimo un vocal.
El distrito está a su vez dividido en secciones más pequeñas y las secciones están
conformadas por las comunidades o iglesias locales. Existen dos modalidades de iglesias
locales: la autónoma y en formación. La primera, es autosostenible, autogobernable y auto
propagandista. La segunda modalidad corresponde a comunidades nacientes que aún no
poseen las anteriores características, por lo tanto, dependen de una comunidad autónoma.
La iglesia local cuenta con un pastor y una junta asesora. Dependiendo de la magnitud de la
comunidad, pueden existir algunos pastores asociados. Esta es una organización en la que
el poder ejecutivo se va distribuyendo territorialmente a los estamentos subalternos
iniciando desde una instancia superior hasta una local.
27
Mirando más allá de lo organizacional, la vida comunitaria de base para un pentecostal
tiene otros aspectos a resaltar. El nivel de cohesión interpersonal parte de un alto
reconocimiento de la persona como sujeto activo y partícipe de la comunidad, que estimula
el salir del anonimato. La acogida expresada en la familiaridad, la atención, el recibimiento,
impactan y calan en quienes por primera vez asisten a una iglesia pentecostal y en quienes
con regularidad la frecuentan. De entrada ya se propicia un ambiente de familiaridad, en la
que se denominan mutuamente como “hermanos”. Las relaciones van llevando a un
respaldo que incluye otros aspectos como el de servicios y el comercial. Por ejemplo, un
miembro de la comunidad prefiere comprar en un negocio perteneciente a otro miembro de
su comunidad, que a uno que no lo es. Estas redes sociales se transforman en fuentes de
solidaridad en momentos de crisis, luto, desempleo, enfermedad. La comunidad se moviliza
para acompañar al sufriente, o le ayuda, a encontrar empleo al hermano que ha quedado
desempleado. El pastor se constituye en una figura paternal, que orienta, cuida y
acompaña a sus fieles, labor muy importante en momentos trascendentales de la vida.32 Lo
anterior contribuye a generar sentido de pertenencia comunitario y cohesión entre sus
participantes.
1.3.1.2. Pastoral pentecostal.
Inicialmente, se observa que la acción pastoral en el pentecostalismo fue una de sus
prioridades. La fuerza de su pastoral radicó en la experiencia personal de Dios, en el
anuncio y la extensión del Reino desde la conformación del tejido comunitario y en la
predicación y el estudio bíblico. Lo esencial consistía en la expansión de la comunidad
pentecostal teniendo como medio el testimonio de vida y la reivindicación del ser humano
como apóstol sujeto activo de la comunidad cristiana.
Últimamente y frente a las condiciones sociales de Colombia, su tendencia intracomunitaria
ha variado sustancialmente, pasando a desarrollar acciones en bien de grupos humanos en
condiciones desfavorables. Dichas acciones son definidas por ellos como “pastoral”. Tan es
32
Ibid, 81.
28
así, que han gestionado fundaciones apoyadas por Organizaciones No Gubernamentales
internacionales, quienes hacen un aporte económico la mayor de las veces. Los laicos
conforman grupos musicales, predican en las reuniones, son maestros bíblicos, diáconos,
miembros de las juntas directivas, de la sociedad de damas, de la obra social, del grupo
que visita las cárceles, etc. 33
Dichas pastorales se clasifican en: pastoral social, pastoral de gestión de recursos, pastoral
del fervor pentecostal, pastoral de la extensión del Reino (evangelización), pastoral de la
formación ministerial, pastoral educativa y pastoral de la comunicación. A continuación se
amplía la descripción sobre cada una de éstas:
Pastoral social: son varias acciones las desarrolladas en este campo. Atienden a niños de
bajos recursos subsidiando su educación. Realizan campañas en prevención de
drogadicción. Tienen programas de refuerzo escolar y comedores infantiles, atienden a
madres cabeza de familia, realizan campañas de prevención de enfermedades de
transmisión sexual como el SIDA, para ello cuentan con fundaciones. Por ejemplo, la
denominada Bondad Internacional.
Pastoral de gestión de recursos: está dirigida a la elaboración de convenios, proyectos,
recepción de donaciones, con las cuales es posible financiar las demás acciones pastorales.
Pastoral del fervor pentecostal: busca mantener la identidad de su comunidad y el fervor
espiritual en los miembros. Su objetivo es aumentar el número de miembros de su Iglesia.
Pastoral de extensión del Reino: es la pastoral del anuncio que comprende la predicación, el
estudio bíblico, la escuela dominical para niños.
Pastoral de formación ministerial: su objetivo es la formación de pastores, que inicia con un
voluntariado al que llaman “obrero local” que dura dos años. Luego de ser recomendado al
distrito o región, inicia sus estudios bíblicos como “ministro autorizado”. Una vez ha
33
Ibid, 80.
29
iniciado esta etapa ya recibe el título de “pastor”. Continuando los estudios y verificando
los frutos de su desempeño, pasa a ser “ministro distrital”, y posteriormente, “ministro
licenciado”. Finalmente, terminando el proceso formativo, se convierte en “ministro
ordenado” y como tal, puede aspirar a ser miembro del Concilio Nacional.
Pastoral educativa: cuentan con colegios privados para la educación de los niños y jóvenes
miembros de su Iglesia.
Pastoral de la comunicación: es una de las más desarrolladas y con mayor expansión. Cubre
todo anuncio realizado a través de los medios de comunicación social como la televisión
con sus canales privados, emisoras de su propiedad, páginas de internet y material impreso.
1.4. Síntesis conclusiva.
El objeto de estudio está inserto en todo un complejo entramado de relaciones con otras
confesionalidades cristianas. Por tanto, es importante considerarlo desde su génesis en el
protestantismo, como una de las fuerzas religiosas cristianas más importantes dentro de la
pluralidad religiosa existente actualmente en el país. Solamente al acercarse y de manera
abierta al conocimiento objetivo, será posible liberarse de falsos imaginarios.
El pentecostalismo también está en continua transformación. Recientemente se ha abierto
a la acción pastoral en la que ha redescubierto su dimensión misionera y apostólica,
confluyendo en la necesidad del servicio al necesitado como parte integral de su fe
cristiana.
Existen aspectos destacados del pentecostalismo que han incidido en su robustecimiento
como por ejemplo: la cálida vivencia comunitaria, la mayor participación y espontaneidad
en el culto, la radicalidad en su conducta moral. Estos resultan atrayentes para muchos
católicos, llevándolos a optar por otras alternativas.
Terminada esta fase descriptiva, ahora el paso a seguir es el de indagar por las posibilidades
que tiene el ecumenismo, interpretando las posturas de ambas partes, desde la doctrina
30
oficial en los planteamientos asumidos por cada colectividad y desde lo teológico como
reflexión crítica de los mismos, para examinar en que favorecen u obstaculizan las
posibilidades en vista a un diálogo para ambas iglesias.
31
CAPÍTULO II.
VARIADAS PERSPECTIVAS DEL ECUMENISMO.
Las posibilidades de diálogo ecuménico dependen del modelo eclesiológico que subyace en
cada Iglesia y de la forma cono se concibe y concibe a las demás. Inicialmente se requería
hacer una descripción del pentecostalismo para identificar el área de observación y definir
el objeto de estudio con sus propiedades. Para ello se ha apelado a la sociología de la
religión como ciencia que complementa la reflexión teológica y que le brinda instrumentos
de análisis de la realidad. Así, la interdisciplinariedad se constituye en exigencia científica
que posibilita una mayor objetividad. Ahora, en este capítulo se recurre a la producción
teológica encaminada hacia el ecumenismo, elaborada por la eclesiología católica y la
protestante, desde la que se indagará sobre las posibilidades de diálogo ecuménico entre
ambas comunidades. La fase interpretativa a desarrollar, en esta parte del trabajo, retoma
los elementos descriptivos ya realizados. Vimos en el capítulo anterior, que no se puede
desconocer la génesis del proceso, por lo tanto, en esta segunda parte, se analizarán los
avances ecuménicos dados por el protestantismo histórico, para luego centrarse en el
cristianismo pentecostal, tema de este estudio.
La búsqueda de la unidad de las comunidades cristianas es de fondo una tarea eclesiológica.
Desde las directrices doctrinales oficiales y teológicas nos disponemos en seguida a
examinar e interpretar los avances alcanzados en vista a la consecución de la unidad de los
cristianos, las dificultades y las posibilidades existentes. La realización del designio de Dios
en la conformación de un solo rebaño atañe a la recepción de las diversas Iglesias de la
exhortación de Jesús a la comunidad de sus discípulos de ser uno, como Él y el Padre son
uno.
2.1. Sentido del término “ecumenismo” y sus modalidades.
El término oikoumene es de origen griego, se relaciona con la casa, el habitar, el
asentamiento. Oikos, significa “casa”, pero se amplía hasta significar familia e incluso
32
“mundo”. Oikoumene es entonces “la casa común” o “el mundo habitado” con su
diversidad de pueblos y culturas. Quiere decir que la dominación de los romanos se ajustó
al predominio cultural del helenismo. Hubo, por lo tanto, en aquellos tiempos una
coexistencia entre lo político y lo cultural, que aunque ajena a la del poder, imperaba entre
los pueblos de la oikoumene romana34. El anterior argumento, explica que el uso del
término no es únicamente religioso, de hecho partió de lo político, vinculándolo al poder
imperial dominante que pretendía instaurar su orden en el mundo. En el Nuevo Testamento
se emplea en quince ocasiones. En Hch 11,28 y Lc 2,1 hacen referencia al imperio romano.
Con la caída del imperio romano, el término adquirió sentido eclesial. En el siglo XIX,
adquiere un sentido interconfesional entre los cristianos. Pero independientemente del uso
y significado del concepto oikoumene que aparece en el texto bíblico, en otros ámbitos es
evidente el deseo de la comunión entre los cristianos golpeada siempre por las divisiones,
arbitrariedades, pasiones y celos entre algunos de sus miembros.
En el caso de Pablo, este tuvo que hacer frente a la tensión entre judíos y gentiles cristianos,
la discordia gira en torno a la práctica de los ritos judíos como prerrequisito para ser
cristiano que choca contra la visión ecuménica de extender el mensaje de Cristo a todos los
pueblos y naciones de la tierra. A nivel micro, al interior de las comunidades, también se
presentaron situaciones de división como se hace evidente en la celebración eucarística (1
Cor 4,19-20), y que le llevan a denunciar que los cristianos no son de Pablo o de Apolo,
sino de Cristo. Las divisiones en Corinto respondían en gran parte a las ambiciones de
poder y de honra entre los miembros de la comunidad. Para afrontarlas, Pablo señala que
es el propio Cristo el único quién debe ser ensalzado35.
En el evangelio de Juan, es notorio el llamado de Jesús a la unidad de sus discípulos. La
oración por sus amigos en el capítulo 17, también identificada como la oración sacerdotal,
es una expresión de la relación íntima de Jesús y el Padre, y de Jesús y sus seguidores. Que
ellos sean uno como Tú y yo somos uno. Esta unidad por la que oró Jesús no es abstracta.
Según los términos de su plegaria, tiene que manifestarse en el mundo, la historia, o sea, la
34
35
Santa Ana, Julio de. Ecumenismo y liberación. Ediciones Paulinas. Madrid, 1987. Pg. 53.
Ibid, 196.
33
unidad del pueblo de Dios debe manifestarse en lo concreto, sólo así la Iglesia será señal
de la unidad de la humanidad que Dios quiere36. El testimonio bíblico nos indica algunas
alternativas a partir de la experiencia única de fe en el Dios Trinidad.
Muchos hombres de fe han asumido en profundidad la anterior exhortación de Jesús. Así
han dedicado su vida a la búsqueda real de la unidad entre los cristianos. Ellos han
generado caminos de acercamiento enfocados desde variados aspectos. En cuanto a las
modalidades del ecumenismo según su campo de acción específico, se habla del espiritual
cuando tiene la oración y las celebraciones rituales como su acción vinculante. Teológico,
cuando es la reflexión teológica en común el punto de encuentro. En este tipo, el campo que
más desarrollo ha tenido es el estudio científico de la Sagrada Escritura. Ecumenismo
institucional u oficial, cuando representantes de las Iglesias en nombre de su comunidad y
en diálogo, llegan a acuerdos y determinaciones sobre el diálogo en común y sus acciones
prácticas siendo estas aprobadas. Ecumenismo de base, cuando son iniciativas particulares
no institucionales las que buscan un acercamiento entre los cristianos. Ecumenismo social,
cuando se ponen en marcha iniciativas de acción por la defensa de los derechos humanos y
el servicio a los demás. Estas iniciativas han tenido un desarrollo en el tiempo y el espacio
que no podemos despreciar.
2.2. Reseña histórica del movimiento ecuménico.
Habría que enmarcar este proyecto dentro del interés por hacer un aporte al diálogo entre
cristianos, no sin antes hacer una breve reseña de ese espíritu que busca la unidad entre los
mismos. Es importante entonces, que en forma sucinta se haga un recorrido histórico del
movimiento ecuménico.
Los primeros pasos se originan en la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del
siglo XX. Los impulsores de una búsqueda renovada del cristianismo son los jóvenes
estudiantes que organizados
en grupos cristianos internacionales e interconfesionales,
tratan de promover la paz y la fraternidad. En 1844, se fundan en Inglaterra la YMCA
36
Ibid, 218.
34
(Youth Men Christian Association) la Asociación Masculina de Juventud Cristiana; y la
YWCA; igual asociación pero de género femenino. La iniciativa es de parte del
protestantismo, pero su presencia en Europa en tiempos de la primera guerra mundial le
permite establecer vínculos con miembros de otras Iglesias.
La World Student Christian Association, nace en 1895 en Suecia. Reúne estudiantes
universitarios de Europa y Norteamérica con el objeto de trabajar juntos y dar testimonio
cristiano. Esta organización tiene a Jhon Mott, metodista estadounidense entre sus gestores.
La conferencia de la Haya en 1907, motivó a cristianos de Alemania, Gran Bretaña y luego
de otros países de Europa, a buscar la paz entre los pueblos. Así en 1914 se convoca la
primera conferencia de la Alianza Mundial para la Amistad Internacional a través de las
Iglesias. De esta Alianza surge el movimiento de la Appeal for Peace (súplica por la paz)
del arzobispo luterano Nathan Sóderblom.
Pero otro ámbito, el de las misiones, provocará la necesidad del diálogo. Al ser enviados
misioneros de diversas denominaciones cristianas a distintos territorios van surgiendo
enfrentamientos entre ellos, evidenciando una profunda disputa por la extensión de su
propia Iglesia, llegando a extremos violentos. Esa situación obligará a las partes en
conflicto a entablar un acercamiento para llegar a soluciones por vía pacífica. Estos
diálogos desembocarán en una progresiva cooperación que trasciende las diferencias
confesionales hasta una experiencia novedosa de comunión. La educación, la atención a los
enfermos, la traducción de la Biblia a otras lenguas son campos en los que los cristianos
empiezan a trabajar unidos. El movimiento ecuménico nace así estrechamente vinculado al
movimiento misionero, pues fue allí donde primero se experimentó la gran tragedia que
significaban las divisiones en el cristianismo.37
Pero es la conferencia de Edimburgo en 1910 el hito del movimiento ecuménico. Los
asistentes a dicha conferencia son los delegados de las sociedades misioneras en ambientes
37
Salesianos de Madrid. Ecumenismo. Historia e Instituciones. www.salesianos-madrid.com (consultado el
17 de mayo de 2010) 2.
35
no cristianos. Esto exigió la participación del Anglicanismo y la participación de delegados
no europeos procedentes de las Iglesias nacientes fruto de la acción misionera. En ella
participa Jhon Mott, laico metodista, que ya había participado en la YMCA y será quien
presida la Conferencia en Edimburgo. En ella se intenta resolver los problemas surgidos en
la acción misionera animando a las comunidades misioneras a planear juntos y a trabajar
juntos. Fruto del encuentro es el Comité de continuidad. Edimburgo es la aceptación del
desafío que la acción evangelizadora plantea a la unidad. El resultado, la visión de la acción
misionera desde una perspectiva ecuménica. Los movimientos Fe y Constitución, Vida y
Acción y el Consejo Misionero Internacional brotan del impulso de Edimburgo y serán la
base sobre la que se va entretejiendo el movimiento ecuménico hasta 1948 cuando se funde
el Consejo Mundial de Iglesias. La Conferencia Misionera de Edimburgo es unánimemente
considerada como la cuna del movimiento ecuménico38.
El Movimiento Fe y Constitución tiene su raíz en la convocatoria de todos los cristianos
que confesarán a Jesucristo como Señor y Salvador; para considerar aquello en lo que
difieren, confiando en que una mejor comprensión de las divergencias facilitaría un mayor
deseo de acciones conjuntas. Finalizando la primera guerra mundial, en el año 1920, se
realiza en Ginebra una reunión preparatoria con delegados de setenta Iglesias de tradición
protestante, anglicana, y ortodoxa. La Iglesia Católica es invitada pero no participa. El
movimiento Fe y Constitución posteriormente se integrará al Consejo Mundial de Iglesias
como comisión doctrinal que estudia los problemas teológicos qua van surgiendo en el
proceso.
Otra organización nacida de Edimburgo es el Movimiento Vida y Acción. Este es una
puesta en práctica del deseo sentido en ámbitos cristianos protestantes anteriores a la
primera guerra mundial, de crear un movimiento de Iglesias que trabaje por la paz y que
intente dar respuesta a los problemas propiciados por la guerra. Su objeto expresa la
convicción de que la unidad de los cristianos debe traducirse en testimonio y acción
comunitaria en defensa de la vida y la dignidad humana. Aquí debemos mencionar a
38
Ibid. 2.
36
Nathan Sóderbiom, arzobispo luterano de Suecia. Fue logro suyo la realización de una
Conferencia en 1920 del Movimiento Vida y Acción, a la que invitaría a ortodoxos,
anglicanos y católico-romanos; pero nuevamente la Iglesia Católica desistiría de su
asistencia. El Movimiento ejecutará su labor en medio de las dos guerras mundiales
preferencialmente por los refugiados. Vida y acción es la puesta en práctica de un deseo
sentido ya en ámbitos cristianos protestantes antes de la Primera Guerra Mundial, y
experimentado todavía con más fuerza tras la contienda: la creación de un movimiento de
Iglesias que trabaje por la paz e intente paliar los graves problemas generados o
agudizados por la guerra39. Luego iniciará los programas de lucha contra el racismo y el de
justicia, paz e integridad de la creación. Igual que la organización Fe y Constitución, el
Movimiento Vida y Acción se integra en 1948 al Consejo Mundial de Iglesias para
continuar los programas ya iniciados.
En el proceso de este movimiento ecuménico también se debe mencionar el aporte de la
Iglesia Ortodoxa. El interés ortodoxo por la unidad de los cristianos se deja ver desde el
siglo XIX, entablando contactos con la Iglesia Anglicana y la Veterocatólica. En 1920, el
Patriarcado de Constantinopla hace la invitación a construir una Liga de Iglesias. En este
año, el Patriarcado publica una encíclica proponiendo la creación de una Liga de Iglesias y
sugiere la realización de un sínodo que agrupe movimientos ecuménicos que iban
apareciendo en el momento. La situación bélica había despertado la conciencia en la
ortodoxia de la búsqueda de vías de acercamiento y de entendimiento en las Iglesias. El
documento fue firmado por los doce metropolitas.
La aportación Anglicana inicialmente radica en la conformación del Movimiento de
Oxford, que significó el reencuentro del Anglicanismo con sus raíces patrísticas,
medievales y teológicas. Será en 1920 cuando reunidos los obispos anglicanos en una
nueva Conferencia, realicen un llamamiento a todos los discípulos de Cristo, más allá de los
límites de la propia comunión para trabajar por la unidad y fijando el Cuadrilátero de
Lambeth. Este reúne en cuatro puntos los fundamentos de la comunión: 1) Las Sagradas
39
Ibid, 6.
37
Escrituras, como testimonio escrito de la Revelación de Dios al hombre y como regla y
criterio último de fe. 2) El Símbolo de los Apóstoles como profesión bautismal de la fe y el
Símbolo de Nicea como exposición suficiente de la fe cristiana. 3) Los dos sacramentos
instituidos por Cristo (Bautismo y Cena del Señor) como expresión válida para todos en un
mismo cuerpo en Cristo. 4) El ministerio reconocido por cada parte de la Iglesia, que posee
la llamada interior del Espíritu Santo, y también la misión de Cristo y la autoridad sobre
todo el cuerpo de la Iglesia.
Respecto a la Iglesia Católica, ya se mencionó que fue tenida en cuenta en todos estos
intentos por convocar a los cristianos, pero no participó en las reuniones programadas. El
Vaticano en pocas palabras, permaneció al margen. En la Iglesia Católica permanecía la
autocomprensión de ser la exclusiva y verdadera Iglesia de Cristo y con ello la alternativa
única para las demás Iglesias era la del retorno a Roma y la absorción al catolicismo. La
comprensión romana de la Iglesia constituía el gran obstáculo que impedía a Roma
comprometerse en la empresa ecuménica: Cristo ha fundado una sola Iglesia y le ha
prometido la asistencia del Espíritu Santo. Y esa es la Iglesia romana40 Roma interpretaba
todo intento ecuménico como un rechazo a la Iglesia.
Será el Concilio Vaticano II el que replantee la postura católica. Las intervenciones de
teólogos católicos como Congar y Lortz son esenciales para entender el giro hacia el
ecumenismo que quedaría plasmado en el Decreto Unitatis Redintegratio. Paralelamente en
varias Abadías se fueron propiciando momentos de oración y liturgia interconfesional.
El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) es el organismo más importante a los largo de este
proceso histórico y nace de las organizaciones Fe y Constitución y Vida y Acción. Es una
comunidad de Iglesias (349) de más de 120 países y de casi todas las tradiciones cristianas.
Pertenecen al CMI, las Iglesias Ortodoxas, de la Reforma Protestante (bautistas, luteranos,
metodistas) Iglesias Anglicanas, Iglesias unidas e independientes, en las que no se pretende
hacer una fusión donde pierda cada una su identidad. La Iglesia Católica no es miembro del
40
Ibid, 12.
38
CMI, aunque mantiene una relación de trabajo regular con esta entidad.
La base fundacional fue determinada en la Asamblea de Ámsterdam en 1948 y rectificada
en Nueva Delhi en 1961. En resumen, define el CMI como una asociación de Iglesias que
creen en Jesucristo como Dios y Salvador, y se esmeran por responder a su vocación común
para gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. El texto aprobado en Nueva Delhi fue el
siguiente:”El CEI es una asociación fraternal de Iglesias que creen en Nuestro Señor
Jesucristo como Dios y Salvador según las Escrituras y se esfuerzan por responder
conjuntamente a su vocación común para gloria de Dios Trino”41.
Actualmente el CMI desarrolla varios programas especiales: el decenio para superar la
violencia (2001-2010), el programa de lucha contra el SIDA en África, o el programa
ecuménico de acompañamiento en Palestina e Israel.
Por parte de la Iglesia Católica, en 1959 es anunciada la creación del Secretariado Romano
para la Promoción de la Unidad. Después del Concilio, este Secretariado se convierte en
órgano de la Curia romana con los objetivos de mantener informado al Papa en los asuntos
de su competencia, fomentar las relaciones con los hermanos de otras comunidades, ofrecer
una interpretación exacta de los principios católicos del ecumenismo, fomentar y coordinar
grupos de teólogos católicos que analicen la unidad cristiana, conversaciones sobre
ecumenismo con otras Iglesias y realizar los documentos doctrinales respectivos.
En 1989 Juan Pablo II convierte este Secretariado en el Pontificio Consejo para la
Promoción de la unidad. Sin duda la acción más grande hecha en el periodo conciliar fue la
redacción del Decreto Unitatis Redintegratio, a cargo del Secretariado, al igual que el
documento pastoral sobre la libertad religiosa. El Consejo para la promoción de la Unidad
ha tenido varios encuentros con otras Iglesias, en 1972 lo realizó con la Iglesia Pentecostal.
Ha elaborado también el Directorio Ecuménico y el documento sobre la formación
ecuménica de los Pastores.
41
Ibid, 15.
39
En América Latina el movimiento se va esbozando en la década de los cincuenta.
Impulsada por las Iglesias luterana y metodista vinculadas al CMI, asumen la iniciativa de
buscar replicar en el continente americano lo que acontecía en Europa. Nacen así la
Comisión Evangélica Latinoamericana de Educación Cristiana (CELADEC), el
Movimiento Estudiantil Cristiano (MEC) en el ámbito universitario, y el Movimiento de
Iglesias y sociedad en América Latina (ISAL) dedicada más a la reflexión teológica y
social. En 1979 se realiza la Conferencia Episcopal de Puebla que replica en el continente
las perspectivas del Concilio Vaticano II. Un año antes (1978) surge el Consejo
Latinoamericano de Iglesias en Oaxtepec, México. En la década de los setenta, la situación
sociopolítica del continente atraviesa por una serie de dictaduras en varios de sus países
(Argentina, Chile, Uruguay, Colombia, Bolivia, Perú) que enfocarían sus esfuerzos en la
defensa de los derechos humanos. Ambos organismos se esfuerzan por su parte, en hacer
frente a la situación de violencia y opresión. En 1982 acontece la segunda reunión del
CLAI en Lima para aprobar su constitución haciendo parte de ella las iglesias históricas y
el pentecostalismo. Habría otras reuniones en Brasil en 1988, en Chile 1995 a la que no fue
invitada la Iglesia católica como reacción a la no invitación a la Conferencia Episcopal de
Santo Domingo en 1992. Sucesivamente acontecieron las reuniones de Barranquilla en el
2001 y la más reciente, la V asamblea en Buenos Aires en el año 2007.
Respecto al pentecostalismo, ocurre un fenómeno que ha limitado el proceso. La diversidad
de iglesias y su tendencia autónoma. De hecho, la mayor parte de las iglesias pentecostales
de América Latina aún no pertenecen al movimiento ecuménico. Son muy pocas las que
han optado trabajar por la unidad de los cristianos. Algunas lo hacen en el plano de la
promoción humana y el servicio social. Por ello, no existe una intensión aglutinante del
pentecostalismo por generar procesos de acercamiento a otras iglesias no solamente la
Católica sino incluso protestantes.
Hay que resaltar que el proceso ecuménico latinoamericano ha sido lento y muchas veces
frenado por las perspectivas oficiales de las iglesias, razón por la cual veremos a
continuación sus respectivas posturas.
40
2.3. Perspectiva Católica oficial.
Habiendo hecho una descripción panorámica del protestantismo en Colombia y dentro del
mismo el pentecostalismo como una de sus ramificaciones, desde el enfoque sociológico y
la propia visión que hacen de sí mismos y definiendo el concepto “ecumenismo” y su
trayectoria, el paso a dar, es conocer cuáles son las posturas frente al diálogo por parte de
los interlocutores. En el caso del catolicismo, existe una posición definida posible gracias a
la unidad de criterios determinados desde el magisterio y el primado romano. Es a partir del
Concilio Vaticano II en el que la Iglesia católica exigida a ponerse al día con el cambio del
mundo contemporáneo abre puertas para dialogar con los que en primer lugar no son
católicos y los que en segundo lugar no son cristianos. El decreto Unitatis Redintegratio
establece en el numeral primero una de las finalidades por las que se ha llevado a cabo el
Concilio: Promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos42. Antes del
Concilio Vaticano II, hay que decir que las relaciones entre católicos y protestantes estaban
en tónica de beligerancia y enfrentado proselitismo. El propósito ahora, es identificar desde
ambas eclesiologías la postura frente al otro en su alcance de diálogo y en las limitantes que
bloquean cualquier tipo de acercamiento.
2.3.1. El ecumenismo desde Vaticano II, punto de partida.
Para muchos teólogos, hombres de fe, cristianos y aún hombres de otra confesión, el
Concilio Vaticano II marca un derrotero de renovación en la forma de sentirse Iglesia en el
mundo. Juan XXIII empleó la palabra aggiornamento para exponer la postura que desde la
fecha debía asumir el catolicismo como puesta al día, de frente a la modernización que
marcaba un ritmo acelerado y del que la Iglesia Católica se iba rezagando. Es para muchos
teólogos y participantes de este acontecimiento de Iglesia un giro sustancial de la
autocomprensión de sí misma y de la forma de entrar en diálogo con la cultura del
momento. Respecto a Trento, que es un Concilio convocado como contestación a la
Reforma Protestante, Vaticano II no nace como respuesta a un ataque directo contra un
antagonista oponente, sino con un deseo de interacción frente un mundo cambiante. En el
42
Concilio Vaticano II, Unitatis Redintegratio, Numeral 1.
41
primer párrafo de la introducción del decreto Unitatis Redintegratio sobre el ecumenismo
se deja ver un deseo de crear comunión y favorecer la unidad entre los que tienen a Cristo
como su Señor: Promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos es uno de
los fines principales que se ha propuesto el sacrosanto Concilio Vaticano II, puesto que
una sola es la Iglesia fundada por Cristo Señor aún cuando son muchas las comuniones
cristianas que se presentan a los hombres como herencia de Jesucristo43. Dicho esfuerzo es
atribuido al impulso del Espíritu Santo y concretado en un movimiento dirigido a buscar la
unidad en el cristianismo. Para ello identifican esos elementos comunes en la fe: participan
los que invocan al Dios Trino y confiesan a Jesucristo como Señor y Salvador, y esto lo
hacen no solamente por separado, sino también reunidos en asambleas en las que oyeron
el Evangelio y a las que cada grupo llama Iglesia suya y de Dios44. Sobre esta base se lanza
el puente de identificación para quienes son cristianos desde lo fundamental y común de su
credo. El movimiento ecuménico es entendido en el Vaticano II como el conjunto de
actividades e iniciativas que según las necesidades de la Iglesia y las circunstancias de los
tiempos, se suscitan y se ordenan a favorecer la unidad de los cristianos45. Todos los que
profesen su fe en la Trinidad y tengan a Cristo por su Señor y Salvador y se lancen a buscar
formas de propiciar la unión de los cristianos forman parte del movimiento. El principio de
unidad se sustenta en el texto de Juan 17, 21: Que todos sean uno, como Tú, Padre, estás en
mí y yo en ti, para que también ellos sean uno en nosotros, y el mundo crea que Tú has
enviado. Según el Decreto, el sacramento de la Eucaristía es el signo y la realización de la
unidad de la Iglesia. Es el amor, la más plena manifestación de la unidad entre los
discípulos de Cristo, y es el Espíritu Santo el impulsor del dinamismo y el garante de
permanencia de la fuerza de Dios. Otro de los textos que expresamente coloca el Decreto
Conciliar es el de Efesios 4, 4-5: Un solo cuerpo un solo Espíritu, como habéis sido
llamados en una esperanza, la de vuestra vocación. Un solo Señor, una sola fe, un solo
bautismo. Estos son algunos de los textos bíblicos empleados en la Unitatis Redintegratio.
Posteriormente justifica la sucesión apostólica en la Iglesia desde Pedro y los otros once,
43
Concilio Vaticano II, Unitatis Redintegratio, numeral 1.
Ibid, N° 11.
45
Ibid, N° 4.
44
42
(Cfr. Mt 16, 28 y Mt 18, 18). Todo lo anterior lleva a fundamentar como principios del
catolicismo en primer lugar la predicación del Evangelio, segundo, la administración de los
sacramentos y la sucesión apostólica en los obispos, teniendo al sucesor de Pedro como su
cabeza. El documento define y enumera claramente en el numeral segundo del capítulo I, lo
que podríamos llamar la identidad del catolicismo.
En cuanto a la relación con los hermanos separados, el numeral tercero, manifiesta una de
las actitudes que la Iglesia Católica asume en su trato con los cristianos no católicos: La
Iglesia Católica los abraza con fraterno respeto y amor, puesto que quienes creen en
Cristo y recibieron el bautismo debidamente, quedan constituidos en una cierta comunión,
aunque no sea perfecta, con la Iglesia Católica46. El reconocimiento en su dignidad de
hermanos en la fe al ser bautizados pone las condiciones para el diálogo en otro plano, en el
del encuentro de tú a tú. De igual forma, la postura ante otras formas de culto diversas al
rito católico no rechaza la presencia de la gracia en ellas, pues no niegan que estén
desprovistas de sentido y de valor en el misterio de salvación, porque Cristo puede valerse
de ellas como medios salvíficos. Sin embargo, para Iglesia católica, la plenitud de los
medios de salvación yacen en sí misma. Ello no deja otra alternativa que la de ser católico
para alcanzar dicha salvación. Es evidente que existe una situación de desventaja para las
comunidades que no son católicas cuando no reconocen los sacramentos, la sucesión
apostólica, la Tradición y el magisterio entre algunos de los aspectos de disensión por parte,
en especial, de los protestantes. Para la postura Católica, es claro que la Iglesia de Cristo
subsiste sin defecto en ella misma, las otras comunidades carecen de la plenitud salvífica.
Aquí nos encontramos ante el obstáculo más grande en un posible diálogo ecuménico: la
condición de desigualdad. Las otras actitudes como la oración en común, el eliminar juicios
y actos que no sean justos con los hermanos separados, el buscar el diálogo para tener un
conocimiento más auténtico de cada comunidad, el reconocimiento de la dignidad del
interlocutor son insuficientes al momento en que no existen condiciones de igualdad para
poder entrar a dialogar.
46
Ibid, N° 3.
43
Es de mencionar que dentro de las actitudes asumidas, la Iglesia Católica hace un acto de
humildad reconociendo la inconsecuencia del testimonio de ser cristianos en muchos de sus
miembros: Pues aunque la Iglesia católica posea toda la verdad revelada por Dios, y todos
los instrumentos de la gracia, sin embargo, sus miembros no la viven consecuentemente
con todo el fervor debido, hasta el punto que la faz de la Iglesia resplandece menos ante
los ojos de nuestros hermanos separados y de todo el mundo, retardándose con ello el
crecimiento del Reino de Dios47. Uno de los comportamientos que más critican los
hermanos de otras comunidades a los católicos es la falta de convencimiento de su ser
como cristianos. Conscientes de la fragilidad de dicho testimonio, el Concilio llama la
atención en la necesidad del mutuo perdón, tomando la iniciativa de pedir a Dios y a los
hermanos separados el don de la misericordia. Luego, también exhorta en el numeral doce
al trabajo común por la justicia, la promoción de la dignidad humana, la paz y la aplicación
del Evangelio en la sociedad. Dicha tarea en cooperación, será una luz que irradie la
auténtica fe en el mismo Cristo, y servirá como vía de conocimiento y aprecio mutuo que
posibilite la unidad de los cristianos.
Este camino trazado con fines ecuménicos es tal vez el menos explorado de todos.
Inicialmente el énfasis dado ha sido el de dialogar sobre las doctrinas, hecho que frena toda
posibilidad cuando cada una de las partes defiende lo propio. Otro podría ser el horizonte sí
primero se realiza un esfuerzo por trabajar juntos, más si el contexto exige servir a los
demás con prontitud, antes que dedicar tiempo a debatir sobre mentalidades ya fijas.
Vaticano II, hace el planteamiento de un trabajo común, pero de la fecha de su realización
hasta el presente ese es un camino casi inexplorado. Tal vez donde más camino se ha hecho
es en el estudio de la Sagrada Escritura. Existen muchos otros direccionamientos que el
Concilio trazó, pero aún hace falta conocerlos, y empezar a ponerlos por obra.
La mayor limitante del Concilio para el caso de este trabajo, fue el de no considerar el
pentecostalismo un interlocutor como las iglesias históricas de la reforma o como la iglesia
ortodoxa. El hecho de sacarlas, representa de entrada una resistencia a la intención de la
47
Ibid, N°4.
44
unidad de los cristianos a la que tienen derecho y participación los que confiesan a Cristo
como el Señor.
2.3.2. Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el ecumenismo.48
La sección de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso del CELAM presentó en el año 2000
un documento aprobado por el Papa Juan Pablo II, que tiene por objeto aplicar los
principios y normas trazados desde el Concilio Vaticano II. Dicho documento está
enmarcado por el acontecimiento jubilar del año 2000, aunque su real aprobación es del 25
de marzo de 1993, la edición del 2000 es una revisión de dichos principios y normas para
dar las orientaciones puestas al día a los fieles y a los pastores de la Iglesia Católica, en
coordinación con el Consejo Pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos.
Posteriormente, se hace una presentación del plan de dicho Directorio: comienza con una
exposición sobre el compromiso ecuménico del la Iglesia Católica, sigue la exposición de
los medios tomados por la Iglesia para poner en práctica este compromiso, la organización
y formación de los miembros para el ecumenismo. Finaliza con las disposiciones sobre la
actividad ecuménica.
En continuidad con el Concilio Vaticano II, se mantiene vivo el espíritu de comunión
como expresión de la relación Trinitaria. Sin embargo, hace explícito que la comunión
perfecta es para: los que viven unidos por la fe, la esperanza y la caridad, en el servicio
mutuo, en la enseñanza común y en los sacramentos, guiados por sus Pastores; participan
en la comunión que constituye la Iglesia de Dios49. Quiere decir que hablar de comunión es
posible solamente al interior de la Iglesia Católica ya que es la que se nutre de los
sacramentos y es guiada por los Obispos representantes de los apóstoles. Así, se ratifica la
subsistencia de la Iglesia de Cristo en la Iglesia Católica, aunque los católicos no vivan a
plenitud los medios de la gracia que poseen. Cabe decir que el Directorio invita a superar
actitudes siempre latentes que obstaculizan el buen propósito de un acercamiento a otras
48
Consejo Episcopal Latinoamericano, Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el
ecumenismo. Colección documentos CELAM N°128. Bogotá, 2000.
49
Ibid, N° 13.
45
comunidades, dos tendencias que siendo extremas, generan más división y son la ruina del
movimiento ecuménico: los Ordinarios de los lugares, los Sínodos de las Iglesias
Orientales Católicas y la Conferencias episcopales verán a veces necesario tomar medidas
especiales para superar el peligro del indiferentismo o del proselitismo. Esto podría
aplicarse de modo particular a las Iglesias jóvenes. En todas sus relaciones con los
miembros de otras Iglesias y comunidades eclesiales, los católicos actuarán con honradez,
prudencia y con conocimiento de las cosas50. También exhorta a un conocimiento correcto
de las otras Iglesias y comunidades eclesiales y a la conversión de corazón impulsada por el
Espíritu dador de la caridad y la unidad. Así fue también expresado el deseo de los padres
Conciliares a una renovación de la mente y del espíritu para poder entrar en diálogo
sintiéndonos hijos del mismo Padre. El Directorio apoya toda iniciativa aún sin que tengan
precedentes, si de por medio está la búsqueda de la comunión. El ejercicio de la caridad y la
solidaridad en obras como escuelas, hospitales, prisiones, tiene un probado valor formativo
al igual que el trabajo por la paz del mundo, los derechos del hombre y por la libertad
religiosa. Una de las fallas del documento es la de dejar por fuera un sinnúmero de
comunidades y nuevos movimientos religiosos: la cooperación práctica que se da en este
Directorio sólo se aplica a las Iglesias y comunidades eclesiales con las que la Iglesia
Católica ha establecido relaciones ecuménicas51. Eso lleva a plantear la pregunta: ¿Hay
algún tipo de acercamiento de la Iglesia Católica hacia el Pentecostalismo? Ese
planteamiento será abordado en la última parte de este capítulo.
En cuanto a la formación para el ecumenismo, el Directorio traza unas directrices claras
dirigidas a todos los miembros de la Iglesia Católica. Involucra a religiosos, laicos,
teólogos; hombres y mujeres, ministros ordenados y no ordenados, facultades de teología,
institutos especializados en ecumenismo. Finalmente el documento trae las orientaciones
sobre los diversos campos en los que es posible un trabajo ecuménico: en el estudio bíblico,
en la catequesis, en la enseñanza superior, en la actividad misionera, en la vida social y
cultural, en las cuestiones sociales y éticas, en la protección de la creación, en la medicina y
50
51
Ibid, N° 23.
Ibid, N° 37.
46
en la comunicación social.
El aporte de este documento eclesial va dirigido a las iglesias históricas, mas no hacia las
iglesias pentecostales. Ese vacío repercute ante cualquier intento de acercamiento católicopentecostal, pues significa la negación de posibilidades. Como consecuencia, hasta este
momento, este esfuerzo exige el buscar otro camino distinto del doctrinal.
2.3.3. Carta encíclica: Ut Unum Sint.
En el año de 1995, durante el pontificado de Juan Pablo II, el Papa promulgó una carta
encíclica sobre el empeño ecuménico. El documento recuerda en sus líneas iniciales el
sentir del Concilio Vaticano II, tal y como lo han hecho los documentos posconciliares. El
marco cronológico y eclesiológico que determina esta encíclica es la proximidad al año
2000, que representaba el cambio de milenio y el cambio de siglo. Otra de las razones
manifestadas por Juan Pablo II, es el testimonio por parte de muchos hombres que han
derramado su sangre por Cristo, pertenecientes a otras Iglesias y Comunidades, dando un
nuevo impulso a la tarea ecuménica. El llamado que hace Cristo a sus discípulos es a vivir
en la unidad. El desafío es derribar todo obstáculo que imposibilita la comunión como los
malos entendidos, las incomprensiones, la indiferencia, y el insuficiente conocimiento
mutuo. Por ello el Papa expresa la base del compromiso ecuménico de la siguiente forma:
Por este motivo, el compromiso ecuménico debe basarse en la conversión de los corazones
y en la oración, lo cual llevará incluso a la necesaria purificación de la memoria
histórica52. No cabe duda que la tarea ecuménica, requiere un profundo acto de contrición
de las partes a entrar en diálogo, para propiciar desde la reconciliación, el espacio en el que
se rectifique en el presente los errores del pasado. Se debe escuchar al Señor e interpretar
los signos de los tiempos de hoy. El signo de la violencia disgregadora, el signo de la
intolerancia, el signo de la muerte, de la guerra y el desplazamiento forzoso de muchos
compatriotas; ¿no son acaso dicientes, nos son gritos de auxilio que esperan que se les
tienda una mano tal como lo hizo Jesús? Hay que leer atentamente los signos de los
tiempos para descubrir el querer de Dios para la sociedad colombiana sumida en la
52
Juan Pablo II, Ut Unum Sint, N° 2. Librería Editrici Vaticana, 1996.
47
división. Para quien cree en Jesucristo la superación de la división, querer la unidad de la
Iglesia significa querer a la Iglesia, pues la comunión es el designio de Cristo para su
comunidad: que sean uno. Juan Pablo II, ratifica la presencia de algunos medios de
salvación presentes en comunidades e Iglesias separadas tal como lo hizo el Concilio
Vaticano II: el Espíritu de Cristo no rehúsa servirse de ellas como medio de salvación,
cuya virtud deriva de la misma plenitud de gracia y verdad que fue confiada a la Iglesia
católica53. Los medios de salvación que tienen las otras comunidades son una base de
comunión no plena, entre ellas y la Iglesia católica. Algunos de esos elementos de
convergencia son: la Sagrada Escritura, la fe en el Padre el Hijo y el Espíritu Santo, el
bautismo, e incluso algunas comunidades reconocen algunos sacramentos como el de la
Eucaristía, la devoción a María y el episcopado. Todas estas realidades proceden de Cristo
y conducen a Él. Con ellas, otras expresiones de fe en el mismo Dios y Señor no carecen de
sentido teológico y al contrario son parte del patrimonio cristiano. Juan XIII, refiriéndose a
la familia cristiana, afirmaba: “Es mucho más fuerte lo que nos une que lo que nos divide”.
Uno de los puntos de encuentro ecuménico es sin lugar a dudas el de la oración. La carta
encíclica da relevancia a la comunicación con Dios como el puente de comunicación entre
sus hijos. Solamente aquel que se siente hijo amado del mismo Padre y por consiguiente
hermano de los demás, puede desear la comunión fraterna. Es la oración el medio para
descubrir la filiación de Dios con el hombre. Es la oración y el amor, la fuerza que infunde
vigor al proceso hacia la unidad, especialmente cuando se hace en común, es el Espíritu
Santo que sopla donde quiere.
Refiriéndose al diálogo ecuménico, la encíclica, tiene una hermosa forma de definirlo: “El
diálogo no es sólo un intercambio de ideas. Siempre es de todos modos un intercambio de
dones” forma de expresión que tiene su origen en el mismo Vaticano II en la Constitución
Lumen Gentium numeral 13. En esa tónica, la Ut Unum Sint, llama la atención en la
necesidad de pasar de una situación de antagonismo a la de reconocimiento mutuo. Ese es
el propósito principal de esta investigación ecuménica, un conocimiento más objetivo, y
53
Concilio Vaticano II, Unitatis Redintegratio, N° 3.
48
una estima más justa de cada comunidad. Otra exigencia del diálogo consiste en un
profundo examen de conciencia, el reconocimiento de nuestra condición de pecadores y de
variadas conductas erradas, eliminan toda pretensión soberbia de perfección que choca
contra el ánimo de encuentro y diálogo entre hermanos. Lo dice también la Unitatis
Redintegratio: los teólogos católicos, afianzados en la doctrina de la Iglesia, deben seguir
adelante en el diálogo ecuménico con amor a la verdad, caridad y humildad, investigando
juntamente con los hermanos separados sobre los misterios divinos54. Sin olvidar que el
Concilio pide que la doctrina católica sea presentada con claridad y sin reduccionismos,
pero con caridad y humildad. El Concilio Vaticano II, determinó que dentro de los dogmas,
no todos tienen el mismo valor dentro de la doctrina, punto neurálgico de discusión: Han de
recordar que existe un orden o jerarquía de las verdades de la doctrina católica puesto que
es diversa su conexión con el fundamento de la fe cristiana55.
Otro de los campos para posibilitar el diálogo ecuménico es a través del trabajo compartido:
las relaciones entre los cristianos no tienden al mero conocimiento recíproco, a la oración
al diálogo. Prevén y exigen desde ahora cualquier posible colaboración práctica en los
diversos ámbitos: pastoral, cultural, social e incluso en el testimonio del mensaje del
Evangelio56. El trabajo en común es una de las posibilidades que poco se ha explorado y
que constituye un referente de testimonio de unidad entre los cristianos y fuerza de servicio
al prójimo.
Dentro de los frutos que se han alcanzado al avanzar más en el trabajo ecuménico están:
mayor fraternidad superando la visión de enemistad que predominó durante muchos siglos:
la fraternidad universal de los cristianos se ha convertido en una firme convicción
ecuménica57. Igualmente el reconocimiento de un único bautismo entre varias Iglesias (cfr.
Directorio para la aplicación de normas y principios sobre el ecumenismo, número 92). Un
servicio compartido hacia la humanidad ante las situaciones de injusticia, paz, derechos
humanos; entre otros. Numerosos cristianos de todas las Comunidades, movidos por su fe,
54
Concilio Vaticano II, Unitatis Redintegratio, N° 11.
Ibid, N° 11.
56
Juan Pablo II, Carta encíclica Ut unum sint, N° 40.
57
Ibid, N° 42.
55
49
participan juntos en proyectos audaces que pretenden cambiar el mundo para que triunfe
el respeto de los derechos y de las necesidades de todos, especialmente los pobres, los
marginados, los indefensos58. Unidos por el vínculo de Cristo y su entrega por los hombres,
muchos cristianos empiezan a unirse para corresponder de la misma forma que el Señor
Jesús. Otro aspecto de convergencia es la reflexión y el estudio bíblico y el culto divino.
Existen ya ediciones de traducciones de la biblia en la que han participado biblistas de
varias comunidades cristianas, también, algunas comunidades cristianas empiezan a
celebrar en su propia liturgia la Cena dominical del Señor.
Los anteriores puntos de convergencia deben conducir a valorar en mayor grado el
patrimonio de los demás cristianos. Nadie aprecia lo que no conoce, y cuando no se conoce
surge la descalificación. El diálogo no se desarrolla sólo en relación a la doctrina, sino que
abarca a toda la persona, es también un diálogo de amor. El Concilio afirmó que es
necesario que los católicos reconozcan con gozo y aprecien los valores verdaderamente
cristianos, procedentes del patrimonio común, que se encuentra en nuestros hermanos
separados59. Es interesante descubrir que el diálogo no se restringe a solucionar diferencias
de doctrina, sino que es mucho más amplio e integral. Es posible que desde el punto de
vista doctrinal sean muy pocos los avances que se puedan lograr y a muy largo plazo, pero
desde el ejercicio de la caridad, se pueden hacer más avances y en menos tiempo. Respecto
a lo primero se ha conformado una Comisión mixta para el diálogo teológico entre la
Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa que ha hecho pequeños logros pero de manera lenta y
exigente. No se puede considerar, como ya se hizo en el pasado, que la exigencia de la
conversión y adhesión al catolicismo sea la única posibilidad de salvación, no se trata de
unificar y uniformar algo tan inherente a la naturaleza humana como la diversidad. El
enfoque que da Juan Pablo II es más sensato: la perspectiva que debe seguirse para buscar
la comunión plena es aquella de la unidad en la legítima diversidad60. La unidad no es
sinónimo de igualdad y el diálogo no se cierra al deseo de uniformidad en la Iglesia, aún
hacia los más diversos estilos de ser cristiano. A pesar de no tener a todas las partes en
58
Ibid, N° 43.
Ibid, N° 47.
60
Ibid, N° 54.
59
50
diálogo, no se excluye ni se cierra la posibilidad de iniciarlo, más sabiendo que tienen a
Jesucristo como Dios y Señor y único mediador entre Dios y los hombres, para gloria del
único Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Las diferencias (en orden a la Iglesia, los
sacramentos, el orden sacerdotal, el magisterio, la mariología, la interpretación bíblica) no
son obstáculo frente al sentido de misericordia hacia el prójimo: las divergencias
doctrinales que permanecen ejercen sí un influjo negativo y ponen límites incluso a la
colaboración. Sin embargo, la comunión de fe ya existente entre los cristianos ofrece una
base sólida no sólo para su acción conjunta en el campo social, sino también en el ámbito
religioso61. Las situaciones de injusticia y degradación de las que es objeto el ser humano
hacen posible la unidad en la fe profesada en Cristo Buen Samaritano y conduce con
premura a la defensa de la vida y la dignidad del hombre hijo de Dios, con la fuerza del
Evangelio.
¿Hacia dónde caminar juntos? Es la pregunta que lanza el pontífice en miras al futuro más
próximo del ecumenismo. Un reto es el de trabajar juntos en comunión de espíritu y
caridad. Continuar ahondando en la reflexión teológica sobre la relación sagrada Escritura y
Tradición, la profundización sobre el sacramento eucarístico, el sacramento del Orden en
los grados episcopal, presbiteral y diaconado, el Magisterio de la Iglesia, y la mariología.
El Papa pide perdón por los errores cometidos por la Iglesia católica en el pasado. En virtud
del encargo recibido de ser episkopein que vigila que la voz de Cristo llegue a todos y sea
mantenida la comunión entre las Iglesias. Siente el deber de advertir, exhortar, animar,
llamar la atención cuando las circunstancias así lo exigen. El compromiso mayor es el de la
reconciliación: “¿cómo anunciar el Evangelio de la reconciliación sin comprometerse en
la reconciliación de los cristianos? ¿Cómo hacer posible el versículo de Juan en su
evangelio y que inspira el ecumenismo: que ellos también sean uno en nosotros para que el
mundo crea que tú me has enviado? (Jn 17, 21).
Doctrinalmente aparecen muy buenas intenciones, pero carentes de realización en la
práctica. Nuevamente se repite el hecho de no incluir la iglesia pentecostal como
61
Ibid, N° 75.
51
interlocutor. Por tanto queda excluida, marginada del reconocimiento de su identidad
cristiana. Las pretensiones de unidad terminan inevitablemente en el fracaso mientras no se
amplíe el campo de inclusión. Sin ese paso es imposible iniciar un diálogo ecuménico.
2.3.4. Declaración Dominus Iesus.
La declaración del año 2000 de Juan Pablo II sobre la unicidad y la universalidad salvífica
de Jesucristo y de la Iglesia se mueve en dos campos: el del diálogo interreligioso y el de la
eclesiología y su participación en la oferta de salvación divina. El primer campo ocupa casi
toda la extensión de la declaración y busca ubicar a Cristo Salvador entre las diversas
religiones en el mundo que no lo profesan como el mediador único de salvación entre Dios
y los hombres. El segundo va desde el número IV al VI y se propone ratificar a la Iglesia
católica como la poseedora de la plenitud de los medios de salvación: la plenitud del
misterio salvífico de Cristo pertenece también a su Iglesia, inseparablemente unida a su
Señor62. La subsistencia de la Iglesia de Cristo en la Iglesia católica definida en el Concilio
Vaticano II la hacen la única Iglesia de Cristo confiada al cuidado de los apóstoles: Con la
expresión “subsitit in” el Concilio Vaticano II, quiere armonizar dos afirmaciones
doctrinales: por un lado, que la Iglesia de Cristo, no obstante las divisiones entre los
cristianos, sigue existiendo plenamente sólo en la Iglesia católica, y por otro lado que
fuera de su estructura visible pueden encontrarse muchos elementos de santificación y de
verdad ya sea en las Iglesias que en las comunidades eclesiales separadas de la Iglesia
católica. Sin embargo, respecto a estas últimas, es necesario afirmar que su eficacia deriva
de la misma plenitud de gracia y verdad que fue confiada a la Iglesia católica63. Realmente
esta declaración no ha hecho más que ratificar lo ya expuesto en los documentos católicos
anteriormente enunciados.
Respecto al bautismo, renueva su realidad sacramental como vínculo de imperfecta
comunión para los cristianos de otras Iglesias. En síntesis, mantiene la postura sobre la
plenitud de los medios de salvación en propiedad de la Iglesia católica. No niega el que
62
63
Juan Pablo II, Declaración Dominus Iesus, N° 16.
Ibid, N° 16.
52
Cristo se haya valido de las Comunidades separadas como imperfectos medios de salvación
pero en desigualdad de proporción en relación con el catolicismo.
2.3.5. Conferencia episcopal latinoamericana y del Caribe en Aparecida.
El último documento a considerar por parte de la Iglesia católica es el conclusivo de la
quinta Conferencia del Episcopado Latinoamericano realizada en Aparecida Brasil, en el
año 2007. Es un documento reflexivo que brinda un panorama muy completo de la
percepción de la Iglesia católica frente a la realidad del continente, y que toca la situación
del crecimiento de nuevos movimientos religiosos: En las últimas décadas, vemos con
preocupación, por un lado que numerosas personas pierden el sentido trascendente de sus
vidas y abandonan las prácticas religiosas, y, por otro lado, que un número significativo de
católicos está abandonando la Iglesia para pasarse a otros grupos religiosos. Si bien es
cierto que éste es un problema real en todos los países latinoamericanos y caribeños, no
existe homogeneidad en cuanto a sus dimensiones y su diversidad64. El apelativo:
preocupación pone en manifiesto el terreno que ha perdido el catolicismo en el continente
ante otras manifestaciones cristianas. Es un fenómeno en crecimiento constante, movido
por los factores que ya fueron mencionados en la primera parte de esta investigación y que
constituyen el panorama actual de la religiosidad del continente y dentro de este, el de
Colombia. Dentro del nuevo pluralismo religioso en nuestro continente, no se ha
diferenciado suficientemente a los creyentes que pertenecen a otras iglesias o comunidades
eclesiales, tanto por su doctrina como por sus actitudes, de los que forman parte de la gran
diversidad de grupos cristianos (incluso pseudocristianos) que sean instalado entre
nosotros, ya que no es adecuado englobar a todos en una sola categoría de análisis.
Muchas veces no es fácil el diálogo ecuménico con grupos cristianos que atacan a la
Iglesia Católica con insistencia65. El anterior párrafo es claro al calificar la situación
religiosa del tiempo presente como pluralista, inexplorada, y por consiguiente es erróneo
encasillarla toda en una sola categoría. En respuesta a esta percepción de la Conferencia se
64
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento conclusivo, Aparecida,
Brasil, 2007. N° 100f.
65
Ibid, N° 100g.
53
ha querido profundizar en el tema del Pentecostalismo, la más fuerte expresión del
cristianismo en la actualidad, para poder identificar las posibles vías de diálogo ecuménico
entre ambas partes. La deserción de católicos no responde, según el documento de la V
Conferencia, por diferencias sustanciales en las concepciones de la fe, sino por la forma en
que las viven. Por la fuerte experiencia comunitaria, de oración, de moral cristiana, de
reconocimiento y valoración de su persona: No por razones doctrinales, sino vivenciales;
no por motivos estrictamente dogmáticos, sino pastorales, no por problemas teológicos,
sino metodológicos de nuestra Iglesia66. Es decir que lo que afecta no es en lo que se cree,
sino el modo en que se cree y se irradia aquello que se cree. En eso debe revisarse la
vivencia de la fe católica pues, en algo debe estar fallando, cuando no responde a la
situación vital de las personas.
Más precisamente, respecto al ecumenismo, la V Conferencia lo cataloga como un camino
irrenunciable para el discípulo y misionero tal y como ya fue dicho en la Carta encíclica Ut
Unum Sint, iluminada por el texto de Juan: Que todos sean uno (Jn 17,11). Invita a
reconocer la acción del Espíritu Santo en quienes trabajan por la unidad de los cristianos,
exhorta a tener más y mejores agentes de diálogo y a estudiar el Directorio ecuménico, que
ya se ha citado. Lanza el reto: alentamos a los ministros ordenados, a los laicos y a la vida
consagrada a participar de organismos ecuménicos con cuidadosa preparación y un
esmerado seguimiento de los pastores, y a realizar acciones conjuntas en los diversos
campos de la vida eclesial, pastoral y social67. Propone el trabajo ecuménico como espacio
que favorece la estima recíproca y la creatividad para el discipulado y la misión. Lo hace en
estos términos: En esta nueva etapa evangelizadora, queremos que el diálogo y la
cooperación ecuménica se encaminen a suscitar nuevas formas de discipulado y misión en
comunión. Cabe observar que, donde se establece el diálogo, disminuye el proselitismo,
crece el conocimiento recíproco, el respeto y se abren las posibilidades de testimonio
común68. Es una invitación que vale la pena acoger junto a las palabras de Benedicto XVI
que desafían a superar los buenos deseos de buscar la unidad pasando a acciones concretas
66
Ibid, N° 225.
Ibid, N° 232.
68
Ibid, N° 233.
67
54
que incidan en las conciencias hacia la conversión del corazón.
Por lo visto hasta ahora, existe un interés de parte de la Iglesia católica por generar no sólo
el diálogo sino otras experiencias de participación ecuménica con otras comunidades
cristianas a fin de propiciar mayor cohesión entre ellas. Existen aspectos de convergencia
como el Bautismo, la oración, la reflexión bíblica; que adolecen de la plenitud pues les hace
falta la sucesión apostólica, la Tradición y el Magisterio, y los sacramentos. No obstante, la
actitud de la Iglesia católica no es cerrada desde el Concilio Vaticano II, aún cuando
mantiene doctrinalmente su postura como la Iglesia en la que subsiste la Iglesia de Cristo,
ve la necesidad de continuar el camino trazado desde hace más de cuarenta años y en el que
todavía hay mucho por explorar con lo que pide que hayan más católicos movidos por el
Espíritu Santo, que busquen trabajar por la unidad de los cristianos. La gran dificultad
consiste en no haber incluido al pentecostalismo que ya existía desde esa época, y que no
adolece de identidad cristiana.
Existen claras intensiones valorables desde los documentos magisteriales, pero también
son evidentes las falencias que desde la doctrina se presentan. Ello exige buscar alternativas
desde la teología como reflexión crítica de la vivencia de fe cristiana.
2.4. Perspectiva teológica católica.
Habiendo hecho una breve condensación de la postura oficial del catolicismo, se pasará a
considerar desde la teología católica algunas apreciaciones del ecumenismo. He
seleccionado a cuatro teólogos del catolicismo. En primer lugar se citará a Hans Urs Von
Balthasar, luego, a Yves Congar quién participó en el Concilio Vaticano II, y finalmente a
Joseph Ratzinger. Los tres han hecho reflexiones teológicas en torno al ecumenismo que
vale la pena traer a colación. Desde el contexto latinoamericano se contará con algunos
aportes de Gustavo Gutiérrez.
55
2.4.1. Enfocados en lo que nos une: Hans Urs Von Balthasar.
Para este teólogo de la Compañía de Jesús, la división existente en el cristianismo resulta
ser un escándalo del que no se admite ninguna disculpa: Todo lo que ayude a reducir las
distancias está en la línea de la voluntad salvífica de Dios69. Toda acción ecuménica parte
del Espíritu de Dios y no es solamente la buena voluntad de los hombres la que es capaz de
derribar los muros de separación. Ni con toda la diplomacia teológica se ha de avanzar si la
experiencia de Dios no actúa en el interior de los creyentes. La propuesta de este teólogo es
sencilla: destaquemos lo que nos une y dejemos de lado lo que nos separa70. Principalmente
es fuente para la unidad el Evangelio, mientras las divergencias se concentran en la
dogmática. Frente al panorama, se requieren dos acciones teológicas por parte de los
católicos: Primero la recepción auténtica de todos aquellos aspectos de la teología, la
predicación, y las formas de espiritualidad de los hermanos separados que pueden
considerarse como expresión legítima, aunque diferente, de la revelación cristiana71. Es
menester un conocimiento a fondo previo al rechazo apresurado. Es esa salida al otro, lo
que resta fuerza a los puntos de vista cargados de subjetivismo que aprecian la realidad
desde una única óptica. Segundo, lo mismo desde el otro lado: un examen de las propias
posiciones, tan a fondo que podamos encontrarnos con las posiciones ajenas72. Esa
revisión interior, hace las veces de un examen de conciencia que toque la dogmática, la
espiritualidad, la moral católica. Lo anterior es tarea propia del teólogo, pero lo es también,
el hacer accesible a los fieles el resultado de sus reflexiones, de modo que todos entren en
la dinámica del acercamiento.
Espiritualmente, Balthasar llama la atención en la conciencia que los interlocutores deben
poner a Dios delante y no a la espalda. De otra manera no es viable un encuentro de
hermanos. El ecumenismo debe tender a los intereses de Dios antes que a los humanos.
Para ello emplea la siguiente expresión: Quizá (los católicos) aprendan desde la realidad
de las conversaciones ecuménicas que la revelación de Dios no se deja encerrar en
69
Balthasar, Hans Urs. Quién es cristiano. Ediciones Sígueme. Salamanca. 2000, 38.
Ibid, 39.
71
Ibid, 41.
72
Ibid, 41.
70
56
botellas y conservar en bodegas. Que las respuestas que ellos extraen de tales almacenes
no se ajustan en absoluto a las preguntas actuales. Que a pesar de la tradición eclesial y
del magisterio infalible, la historia universal avanza inexorablemente73. Según lo anterior,
resulta atrevido decir que los católicos son los depositarios de toda la verdad. Tal
afirmación no contribuye a generar transformaciones ante una realidad cambiante. Mientras
el mundo avanza el catolicismo corre el riesgo de empotrarse en la tierra. La revelación de
Dios es como su gestor: trascendente. De tal forma que desborda y no es posible que alguna
iglesia se atribuya el ser dueña de Dios. Él siempre pone a su pueblo en actitud de caminar,
de búsqueda, instalarse es desconocer al Dios que camina con su pueblo en el desierto.
2.4.2. Ecumenismo pleno y puro: Yves M. J. Congar.
Por su parte, el sacerdote dominico Yves Congar, afamado teólogo, quien colaboró en el
Vaticano II y ha contribuido bastante a la causa ecuménica. De su obra: Cristianos en
diálogo, se han extraído algunos pensamientos que aportan a este trabajo.
Para Congar, trabajar en el ecumenismo ha sido todo un proceso de renovación de su ser
cristiano. Los frutos de la apertura son también riqueza para quien opta por escuchar y
además, es reconocimiento del propio patrimonio: en el diálogo ecuménico, los universos
nuevos que se abren ante nosotros, son mundos espirituales habitados por otros
cristianos74. La importancia de la experiencia sobre la teoría ratifica la necesidad de la
inserción en el campo ecuménico como camino sólido para el encuentro. De ello brota un
marco de comprensión más amplio y real. Nada puede sustituir el contacto directo con la
realidad viva. Ello no significa el perder lo propio, tal como lo expresa Von Balthasar, el
descubrir otro mundo espiritual no suprime el propio pero sí cambia la visión de las cosas,
libera de la estrechez mental.
Una aportación relevante de Congar en este proceso es el papel de la historia. Ella siempre
tiene algo que destacar o algo que reprochar. La historia es la maestra de la vida. Al
73
74
Ibid, 41.
Congar, Yves M. J. Cristianos en diálogo. Editorial Estela. Barcelona. 1967, 156.
57
conocer la historia se previene de no cometer los mismos errores del pasado: “Luego, he
ido viendo que la historia es uno de los mejores instrumentos de acceso a la verdad y de
servicio a esta misma verdad”75. Ella es juez de las infidelidades, defectos, descalabros y
soberbias humanas. Leer la historia hace posible anteponerse al futuro y transformar el
presente.
Otro aporte hecho por este teólogo, es el identificar y definir que el ecumenismo no
pretende un sincretismo acomodado para alcanzar esa deseada unidad en forma facilista.
Implica dos cualidades: plenitud y pureza. Para alcanzar la plenitud se requiere la mutua
interrogación. Ella nos lleva a purificar las diferentes posiciones, para alcanzar la unidad.
Congar cita a Étinne Gilson para argumentar su explicación: Hay que conceder a los
adversarios que enuncian conclusiones contradictorias, el tiempo necesario para
comprenderse mejor unos a otros, para comprenderse mejor ellos mismos y para reunirse
en un punto, actualmente aún indeterminado, pero sin lugar a dudas, situado más allá de
sus posiciones presentes76. Es todo un itinerario espiritual, en el que la oración en común
constituye el momento más intenso de la experiencia ecuménica, en el que se prepara el
terreno para la conversión profunda. La mejor de todas: la verdadera penitencia de la
Iglesia, es decir de los cristianos, no consiste en sentimientos ni declaraciones, sino en la
aplicación, en el esfuerzo con el que esta misma Iglesia busca, hoy, comportarse de una
manera tal, que, de haberse comportado siempre así, habría ahorrado los dos enormes
dramas que acabamos de evocar (Cisma de Oriente y Occidente y la Reforma
Protestante)77. Exige el ser humildes, situarse al nivel del otro, comprendiendo y
respetando la profundidad y complejidad de sus planteamientos de fe. Es preciso tener una
gran paciencia, un enorme respeto, y el esfuerzo de acercarse a su realidad. No es misión
exclusiva de unos pocos, sino de todos los cristianos que impulsados por Dios, sienten que
los seguidores de Cristo divididos no responden a la oración del Señor: que todos sean uno.
75
Ibid. 157.
Gilson, Étienne. Reflexiones sobre la controversia entre Santo Tomás y San Agustín. Paris, 1930, 371.
Tomo I.
77
Congar, Yves M. J. Cristianos en diálogo. Estela. Barcelona. 1967, 167.
76
58
2.4.3. Unidad en la diversidad: Joseph Ratzinger.
Antes de ser elegido Pontífice, el Cardenal Ratzinger fue invitado como teólogo, a
colaborar en 1986, en la revista Theologische Quartalschrift, para dar su apreciación sobre
el estado del ecumenismo para ese entonces. En carta de respuesta al director de la
publicación el profesor M. Seckler, ofrece su punto de vista al respecto.
El Cardenal comienza con una mirada al pasado para situar el hoy y poder vislumbrar el
mañana: Cuando el Concilio Vaticano II sentó las bases en la Iglesia Católica bases
nuevas para la actividad ecuménica, ya había tenido lugar un largo proceso de búsqueda
en común, que logrará madurar algunas ideas, así, pareció fundada la esperanza de un fin
rápido y completo de la división. Más cuando lo que era posible por dentro se tradujo en
formas oficiales, tuvo necesariamente que ingresar en una especie de dique seco 78. Para el
cardenal Ratzinger, es claro que aquello que empezó con un fuerte impulso ha llegado a un
estancamiento que no ha dejado de generar desilusiones e incluso reproches contra las
autoridades eclesiásticas. Ante tal situación, brotó un modelo nuevo: el ecumenismo de
base. Buscando desde abajo el hacer posible lo que desde arriba había sido frenado, se
iniciaron experiencias independientes de las directrices oficiales. Varias de ellas con un
total rechazo de la autoridad, ya que no permitiría el desarrollo de un cristianismo
progresista.
Ante esa realidad, la propuesta de Joseph Ratzinger es: ayuda enormemente la fórmula que
Oscar Cullmann ha acuñado para toda esta discusión: unidad a través de la pluralidad, a
través de la diversidad79. Existe entre ambos un punto de confluencia teológico: unidad no
es uniformidad. Y también coinciden en las actitudes a tener: y sí en la recíproca
aceptación de la diversidad, desaparece el reduccionismo y surge una nueva riqueza de
escucha y comprensión, entonces la fisura puede con el paso del tiempo convertirse en felix
78
79
Ratzinger, Joseph. Iglesia, ecumenismo y política. BAC. Madrid. 1987, 153.
Ibid, 156.
59
culpa80.
Lo primero a hacer es depurar el significado de la unidad. Ello se alcanza sí se descubre lo
positivo de la diversidad. Es posible estar unidos en la diferencia. Lo que importa es el
acoger al otro con respeto. No se deben desconocer los elementos comunes en la fe: la
Palabra de Dios, la fe en el Dios Uno y Trino, en Jesucristo verdadero Dios y hombre, en el
bautismo y la remisión de los pecados. Se debe dar público testimonio y evidenciarlo en la
vida: Esta unidad a través de la diversidad, requiere el no tratar de imponer al otro lo que
todavía apunta contra su identidad cristiana81. Tanto católicos como protestantes deben
evitar aquello que ofenda al otro.
Es importante recalcar la convergencia sobre el sentido de la unidad que no suprime la
identidad, tan característica del ser humano, en cuanto el reconocerse distinto del otro no
elimina el llamado a la comunión. Desafortunadamente el cardenal descalifica los intentos
de ecumenismo de base por estar fuera del magisterio y de la doctrina oficial del
catolicismo. Resultan reprobadas muchas experiencias reales de trabajo ecuménico en
función de la dignidad humana que hacen manifiesta la posibilidad de la unidad desde la
caridad.
2.4.4. Unidos desde y por el pobre: Gustavo Gutiérrez.
Este teólogo de origen peruano, de la perspectiva de la liberación de los pobres y oprimidos
hace algunos planteamientos a nivel eclesiológico que enriquecen el esfuerzo ecuménico en
el contexto latinoamericano. El amor al prójimo en el pobre, es para Gutiérrez un
componente esencial de la existencia cristiana. Si por el contrario considero a mi prójimo a
aquél en cuyo camino yo me pongo, al lejano, al que me aproximo (¿quién de estos tres fue
prójimo de éste?); si considero a mi prójimo a quién salgo a buscar por calles y plazas,
por fábricas y barrios marginales, por haciendas y minas, mi mundo cambia. Eso es lo que
ocurre con la opción por el pobre, porque el pobre es para el evangelio el prójimo por
80
81
Ibid, 156.
Ibid, 159.
60
excelencia82. En el pobre hallamos un sujeto de encuentro para los cristianos. Colombia
tiene unos altos índices de pobreza que exigen, desde la caridad, dar respuestas contra los
mecanismos sociales de exclusión y marginación. La misión está dirigida a todo el que se
dice cristiano, sin distinción de Iglesia a la que pertenece. Esto supone nuevas experiencias
en la tarea evangelizadora y en el modo de ser Iglesia, modos diferentes de estar presentes
en el mundo del pobre, más allá de toda rigidez institucional. La evidencia de la Iglesia de
ser signo de la experiencia de unidad y fraternidad sigue siendo una realidad por hacer, que
en defensa del pobre puede encontrar una causa y un motivo de realización.
Gutiérrez advierte como ese propósito común ha impulsado a variados cristianos en bien
del necesitado. De otro lado, se hace cada vez más frecuente el encuentro entre cristianos
de diversas confesiones, en una misma opción política. Lo que da lugar a la formación de
grupos ecuménicos, a veces marginales a sus respectivas autoridades eclesiásticas, en los
que los cristianos comparten su fe y esfuerzos por la creación de una sociedad más justa.
La lucha común hace que para ellos la temática tradicional del ecumenismo aparezca
superada y se busquen nuevas vías en el camino hacia la unidad83. Ciertamente, habla de
las experiencias de ecumenismo de base, en las que la acción social en función de los
pobres se ha convertido en el motor de unidad. Por ello, este es un terreno a explorar en
Colombia, país en el que las condiciones de pobreza no son extrañas ni son pocas.
Una opción clara por el sector oprimido y por su liberación, lleva a replanteamientos
profundos a nivel eclesial y a una nueva visión de la fecundidad y originalidad del
cristianismo, así como del papel que la comunidad cristiana puede jugar en el proceso de
dar testimonio al mundo del evangelio.
2.5. Perspectiva protestante.
Se presentará la concepción protestante de ecumenismo inicialmente desde la parte oficial,
tal como se hizo con la perspectiva católica, para luego hacerlo desde la perspectiva
82
Gibellini, Rosino y Gutiérrez, Gustavo. La nueva frontera de la teología en América Latina. Ediciones
Sígueme. Salamanca. 1977, 19.
83
Gutiérrez, Gustavo. Teología de la liberación. Perspectivas. Ediciones Sígueme. Salamanca. 1975, 140.
61
teológica.
2.5.1. Perspectiva protestante oficial: Consejo Mundial de las Iglesias: “Llamadas a
ser la Iglesia Una”84.
Un documento elaborado por el CMI entre los años 2004 y 2005 organizado por la
Comisión de Fe y Constitución, es como lo explicita el subtítulo, una invitación a las
Iglesias a renovar su compromiso de la búsqueda de la unidad y a profundizar el diálogo.
La redacción final se hizo en Creta, Grecia en junio de 2005; y su aprobación final en Porto
Alegre en el 2006. El texto organizado en seis partes, plantea dos objetivos: 1) Reflexionar
sobre lo que en el momento actual pueden decir las iglesias respecto a la Iglesia de Dios. 2)
Exhortar a las iglesias a reanudar las conversaciones sobre cada comunidad y sobre las
cuestiones que las dividen.
La primera parte responde a un credo común, en el que se inscriben los miembros del CMI:
Somos
una comunidad de iglesias que confiesan al Señor Jesucristo como Dios y
Salvador, según el testimonio de las Escrituras, y procuran responder juntas a su vocación
común, para gloria de Dios único. Padre, Hijo y Espíritu Santo85. Es la base doctrinal y
teológica, en la que existe comunión entre las 349 iglesias pertenecientes al Consejo
Mundial. La confesión de Jesucristo como Salvador y de la Trinidad, sustentados en el
testimonio de la biblia, son el núcleo de su fe.
La razón de ser del CMI, es generar un lugar en el que las Iglesias puedan exhortarse
mutuamente en la consecución de la unidad en una sola fe y en la comunión eucarística que
se expresa en el culto, el testimonio y el servicio al mundo. Es el compromiso de los
cristianos por ser sal y luz del mundo, compromiso que requiere muchos esfuerzos aún.
La segunda parte expresa la doctrina eclesiológica apoyada en el credo Niceno
constantinopolitano: Confesamos la Iglesia una, santa, católica y apostólica a imagen de la
84
85
CMI. Llamadas a ser la Iglesia Una. www.oikoumene.org (consultado el 10 de noviembre de 2009).
Ibid, N° 1.
62
unidad del Dios Trino en comunión entre la Personas divinas86. Para ellos, el sentido de la
expresión “católica” es de universalidad y comunión, tal como es su sentido original,
distinto del sentido atribuido a la Iglesia de Roma. Reconocen la variedad de carismas y
ministerios pero un solo Espíritu. Colocan a la Palabra de Dios transmitida por Dios como
la norma de autoridad principal. Proclaman que la Iglesia se sustenta sobre el fundamento
de los apóstoles y profetas, reconocen la diversidad de eclesiologías pero un solo propósito:
la plenitud de la koinonía: Cada iglesia es la Iglesia católica y no únicamente una parte de
ella. Cada iglesia es la Iglesia católica, aunque no la totalidad de ella. Cada iglesia realiza
su catolicidad cuando está en comunión con las demás iglesias87. Expresiones de esa
catolicidad son el tomar decisiones juntas, compartir recursos, la ayuda mutua en épocas de
necesidad, el trabajo conjunto por la justicia, la reconciliación y la paz.
La tercera parte hace énfasis en el bautismo como expresión vinculante a Cristo. Es por el
bautismo que el cristiano recibe el Espíritu Santo confiriéndole la santidad de Cristo. Ello
lleva a afirmar a las iglesias pertenecientes del CMI que existe un único bautismo, un
Señor, una fe, un Dios Padre de todos.
La cuarta parte habla sobre la comunión de las iglesias reconciliadas como presencia del
Reino de Dios. La actitud de la Iglesia es la de dialogar y colaborar en procura del bien de
todos los seres humanos, trabajando contra la injusticia, el sufrimiento y la violencia.
En la quinta parte, el CMI proyecta una tarea a realizar: Invitamos también a todas nuestras
iglesias a que asuman la difícil tarea de dar un informe veraz de la relación de su fe y
constitución con las demás iglesia88. Este informe pretende identificar las similitudes y
divergencias para fortalecer los lazos de comunión. Para ello propone unas preguntas de
revisión que abordan la fe, la oración, el bautismo, la Cena del Señor, los ministerios, la
relación con otras iglesias.
Este documento define desde lo doctrinal un núcleo de identidad de las iglesias adscritas al
86
Ibid, N° 3.
Ibid. N° 6.
88
Ibid. N° 13.
87
63
CMI y además propone unas tareas concretas en vista a diagnosticar la situación de la
relación de cada iglesia con las demás. Exhorta a seguir trabajando juntos por la unidad de
la Iglesia, sin decaer en los esfuerzos en nombre de Cristo. Más carece de un apartado
específico para profundizar en las relaciones con el pentecostalismo, por lo que la tarea
propuesta de hacer el informe sobre las relaciones entre las iglesias asociadas es un paso
necesario a dar.
2.5.2. Perspectiva Teológica protestante.
Dentro del protestantismo se citará a dos teólogos importantes en el espíritu ecuménico:
Oscar Cullmann y Jurgen Moltmann. Ambos han encaminado su reflexión teológica hacia
la consecución de la unidad tanto en lo teológico y en su realización histórica como signo
de testimonio cristiano ante el mundo.
2.5.2.1. Diversidad en un mismo espíritu: Oscar Cullmann.
Oscar Cullmann es uno de los teólogos protestantes más destacados del siglo XX. De
origen francés, fue profesor de exégesis e historia de la Iglesia en las universidades de
Estrasburgo, Basilea y París. Participó en el Concilio Vaticano II como observador. Elaboró
varios trabajos teológicos en el campo del ecumenismo. Falleció en 1999. Este teólogo
publicó en 1972, luego de su participación en el Concilio, una obra titulada: “Unidad en
Cristo” y otra denominada: “Verdadero y falso ecumenismo”. El paso a seguir es el
examinar el trabajo de Cullmann y sus aportes al esfuerzo por la unidad de los cristianos.
La obra que lleva por título “Unidad en Cristo”89, es un compilado de varios autores
teólogos, que abordan el asunto de la unidad de los cristianos. Hans Rudolf V. Grebel,
publicó un apartado titulado: la actitud ecuménica de los protestantes. Inicialmente este
autor plantea el empleo del término “católico” como universalidad. Solamente que este
apelativo se adjudicó a la Iglesia de Roma y por lo tanto actualmente se emplea el de
“ecumenismo” en los sectores protestantes. Pero inicialmente el concepto católico servía
89
Cullmann Oscar y Karrer Otto, Unidad en Cristo. Sígueme. Salamanca 1967.
64
para referirse a una Iglesia universal. De todas formas, aunque el término se ha cambiado
detrás de la palabra ecumenismo o católico se esconde en sentido propio la diversidad en
unidad, un anhelo… de algo que está por encima de las confesiones, a saber la fe viva en
Cristo, que no está ligada a las formas y barreras externas de ellas 90. En el que los
cristianos de todas las confesiones se sientan como hermanos en la fe en Cristo, por el que
son justificados y por tanto viven en paz. Los primeros pasos fueron dados desde 1914.
Finalizada la primera guerra mundial, nuevamente se hace una reunión en Berna en el año
de 1919. Luego las de Estocolmo (1925), Lausana (1928); Edimburgo, Ámsterdam en 1948
en la que se reunieron 147 denominaciones de todos los continentes, razas y lenguas, y que
tiene por fruto más ponderado el Consejo ecuménico (CMI). En ello ha sido pionero Oscar
Cullmann: Cullmann propuso hacer una colecta anual ecuménica, para la realización y
afianzamiento de la solidaridad cristiana, y así señaló un nuevo camino, muy digno de
consideración y levantó una bandera importante91. Este aporte es uno de los hitos del
ecumenismo en las últimas décadas. Se debe recordar que la voluntad de acercamiento
interconfesional ha nacido del protestantismo, en respuesta a la situación de guerra que se
vivió desde los inicios del siglo XX. Por su parte, para algunos sectores del catolicismo es
evidente que no existe un interés de salir al encuentro. Para muchos la solución es esperar
que los no católicos se hagan católicos. Esa es una postura que rechaza de entrada la
posibilidad de disentir.
No habría que olvidar que existe una fe común y que ese es el punto de partida para entrar
a dialogar, pues lo que las separa no es tanto las verdades de fe como sí lo son las
estructuras de las Iglesias. En cuanto a la fe ya se analizaron los vínculos nada
insignificantes que unen a los creyentes en Cristo, la forma de vivirlos es la que posee sus
naturales distinciones. Para los protestantes y aún para los ortodoxos, el sentido de unidad
no corresponde a la forma católica: Vemos esta necesaria unidad de manera distinta. Para
el protestantismo y también para la Iglesia ortodoxa, esta unidad consiste en la común
vinculación a Cristo en su palabra y sacramentos. Para el catolicismo, Cristo está ligado
90
91
Ibid, 39.
Ibid, 41.
65
en su acción a la Iglesia y concretamente a la Iglesia jerárquicamente concebida como
institución de salud bajo la sede apostólica de Roma92. Para los protestantes el punto de
mayor complejidad en el diálogo es el primado romano. Pero no es de imposible
superación: yo no creo que ni siquiera en la cuestión del primado no sea posible superar e
integrar la antítesis. Ello equivaldría a no confiar en la promesa de Cristo de un solo
rebaño bajo un solo pastor93. Dentro de todo diálogo teológico no debe quedar por fuera, y
es condición de posibilidad, un clima espiritual nutrido por la confianza, la paciencia, la
apertura y el amor a la verdad. Sólo así es posible resolver las discrepancias, es la actitud de
conversión que el decreto Unitatis Redintegratio pide para los católicos y cristianos como
fundamento del diálogo.
Una de las perspectivas de este teólogo protestante y que es posible considerar como válida
es la unidad en la diversidad, respetuosa de la diferencia y la identidad propia. La explica
en su obra Verdadero y falso ecumenismo: “No es propugnando la fusión pura y simple, la
uniformidad, sino al contrario, profundizando y depurando nuestros propios carismas y
respetando los de nuestros hermanos separados, como cumplimos nuestro deber ecuménico
unos con otros94. Para quien el ecumenismo debe desembocar en una fusión o en una
uniformidad absoluta, ha olvidado a Pablo en su primera carta a los Corintios: Diversidad
de dones pero un mismo espíritu. (1Cor 12,4). El ecumenismo no elimina la diversidad, la
plenifica.
Cullmann, hace una valoración positiva del impulso ecuménico dado por el Concilio
Vaticano II. Impulso que no dejó ni deja de tener límites, pero que comparando con la
postura previa, suscita esperanza y optimismo: “lo más significativo de este Concilio es
haber renovado el catolicismo en una medida apenas lograda hasta ahora en el curso de
su larga historia, suavizando incluso la rigidez de los dogmas, sin cambiar el tenor de los
mismos95. De hecho, para el teólogo protestante, es un logro el que el Concilio Vaticano II
haya establecido una jerarquía en los dogmas, con lo que se abre la posibilidad de analizar
92
Ibid, 67.
Ibid, 69.
94
Cullmann, Oscar. Verdadero y falso ecumenismo. Studium. Madrid, 1972, 6.
95
Ibid, 14.
93
66
la dogmática católica sopesando la relevancia de cada dogma y su repercusión en el diálogo
teológico ecuménico.
Otro aspecto valorado por Cullmann es la importancia dada a la Sagrada Escritura en el
Concilio. La Constitución dogmática Dei Verbum confiere a la Sagrada Escritura un estatus
que no poseía anteriormente. Hoy la Biblia está al alcance de todos los creyentes, el ideal
de Lutero de hacer accesible la Palabra de Dios a cualquier hombre se hace realidad en el
sentir de la Iglesia desde Vaticano II: Los cristianos deben tener amplio acceso a la
Sagrada Escritura96. Ella es revelación de Dios al hombre y fuente de vida para el
cristiano.
Cullmann celebra con beneplácito la colegialidad de los obispos frente al primado romano:
En cuanto que concede a los obispos, mayores derechos y una cierta facultad de gobierno
en unión al Papa97. Este atenuante se convierte para Cullmann, en una suavización del
dogma de Vaticano I en 1870 que reafirmaba vehementemente el primado romano.
En los documentos conciliares se deja ver un enfoque distinto de los anteriores concilios. El
aggiornamento que impulsó la idea y la realización de un Concilio, está atravesado por una
perspectiva histórica que supera el escolasticismo estático y descontextualizado.
Un
impulsor de todo esto es la renovación bíblica que antes al Concilio ya estaba produciendo
nuevas reflexiones en la exégesis: La intensificación del estudio de la Biblia se manifestó
hace más de veinte años, antes al Concilio, en la encíclica Divino afflante spiritu, de Pío
XII, sobre estudios bíblicos98. Esa valoración repercutió en una nueva forma de acceder a la
Biblia.
Lo más relevante es la actitud de la Iglesia católica renovada por la de visión de
ecumenismo. La Iglesia romana deja de sentirse la única que debe absorber a las otras.
Supera la tentativa del retorno al seno romano: Si bien es cierto que algunas frases suyas
recuerdan que sólo la Iglesia católica posee la verdad “en toda su plenitud”, en definitiva
96
Concilio Vaticano II, Dei Verbum, N° 22.
Cullmann, Oscar. Verdadero y falso ecumenismo. Studium. Madrid, 1972, 20.
98
Ibid, 28.
97
67
se confirma aquí lo que arriba queda dicho sobre los límites de la renovación católica: el
catolicismo no puede renunciar a los dogmas fundamentales. Este es precisamente el
problema : que la Iglesia católica sin renunciar a la pretensión de ser la verdadera Iglesia,
reconoce sin embargo, ahora que también nuestras Iglesias son Iglesias cristianas y que
Cristo nos ha concedido dones particulares99. Aquí se discute el asunto de la “subsistencia”
de la Iglesia de Cristo en la Iglesia católica en la plenitud de los medios de salvación para
el hombre.
La renovación litúrgica es otro de los cambios renovadores en el catolicismo. El simple
hecho del empleo de los textos en la lengua del pueblo, favorece el conocimiento de la
verdad revelada por medio de las Escrituras, permeando la vida de los creyentes y
posibilitando una experiencia de encuentro con Cristo.
Todos estos elementos son para el teólogo protestante un avance importante en la tarea de
la unidad de los cristianos, no de su uniformidad. El primer paso es el reconocimiento de la
diferencia del otro, que pone en dinámica a cada quien de reconocerse a sí mismo, purificar
y profundizar el propio carisma. Se trata de una coexistencia y una complementariedad
recíproca diferente a la fusión o la absorción.
2.5.2.2. Ecumenismo desde la cruz: Jurgen Moltmann.
Moltmann es un teólogo alemán testigo de la catástrofe de la segunda guerra mundial.
Participando como soldado alemán experimentó el dolor y la desesperanza. Allí se
convirtió al cristianismo cuando un capellán norteamericano le obsequió un Nuevo
Testamento y un libro de los salmos. Luego participó en el movimiento de estudiantes
cristianos de Alemania. Estudió teología en Gotinga, fue profesor de teología sistemática en
Bonn y en Tubinga.
El enfoque que tiene Moltmann en su ecumenismo es el de trabajar por la paz mundial. En
99
Ibid, 30.
68
su artículo “Ecumenismo en el servicio al mundo”100, deja entrever su afán por encontrar en
la teología una salida a la tragedia de la guerra: La Iglesia debe despertar la esperanza de
vivir allí donde uno ya se decide a morir, crear paz y comunidad allí donde estamos en el
círculo infernal de la aniquilación mutua101. Es evidente que la situación mundial invita a
dar respuestas de sentido y esperanza frente a las realidades de injusticia y explotación.
Estas debieran conducir a la unidad en la tarea de hacer Reino de Dios, superando la
tendencia reactiva para anticiparse a las circunstancias siendo más preventivos. ¿Por qué
esperar a una guerra mundial para actuar a favor de la paz y la unidad (no uniformidad),
cuando se puede ir un paso adelante favoreciendo la fraternidad desde la fe?
Ante el riesgo de una inminente destrucción del género humano ¿qué se puede hacer desde
la teología para evitarlo? A nivel local, ¿qué se puede hacer en Colombia desde la teología
para frenar la violencia? Sí se dieran pasos más insistentes para construir relaciones no sólo
cordiales entre los cristianos, sino relaciones de acción cristiana en unión y fraternidad, se
lograrían transformaciones en la sociedad colombiana que mitigarían el conflicto. La
historia es maestra y sí no se aprende de ella se puede volver a repetirla: “la política
exterior eclesiástica se ha de convertir en política interior ecuménica. Y en general la
solidaridad ante los peligros comunes de hoy que la lealtad al propio grupo. Se llama
traidor a quien piensa así y sin embargo es heredero de la libertad y del futuro. Todo
interés particular y toda pretensión absoluta de un grupo particular es ya un peligro para
la paz. He aquí un camino muy largo de conversión. Pero el tiempo es corto102.
Es un escándalo para el mundo la división de los cristianos. La Iglesia debiera ser el signo
de la unidad en la fe en el mismo y único Salvador, debiera ser sacramento de la paz, pero
la situación de la guerra mundial pone en manifiesto a varios países de confesión cristiana
peleando a muerte contra otros: Una cristiandad dividida en pluralidad de iglesias no se
puede presentar al mundo dividido de hoy con pretensión de verdad y de comunidad. Sólo
una cristiandad unida ecuménicamente puede convertirse en signo de la verdad de Cristo.
100
Moltmann, Jurgen. Ecumenismo en el servicio al mundo. Selecciones de Teología. Vol. 12, n° 46. 1973.
Ibid, 174.
102
Ibid, 174.
101
69
Sólo la paz ecuménica en la Iglesia puede dar al mundo el testimonio del evangelio de la
paz103. Ello valida los intentos ecuménicos que no solamente se hacen de manera
institucional u oficial, que no son muy grandes, mientras el ecumenismo de base pareciera
un fenómeno marginal. Se puede considerar que es este ecumenismo el que podría dar un
nuevo impulso al ecumenismo oficial institucional, ya que podría inyectarle más
dinamismo en un proceso lento que pareciera a veces estancarse.
Moltmann propone en este documento además de la paz mundial unos focos de acción
evangélica sobre los que directamente deben actuar los cristianos. En primer lugar la
pobreza, considerándola como un circulo diabólico”. Se suma el de la opresión junto con el
de la destrucción de la naturaleza. Esos tres problemas de la sociedad actual requieren
atención especial por parte de la Iglesia, pero como ya se ha visto una Iglesia que sea capaz
de ser testimonio de fraternidad y paz.
Otro trabajo de Moltmann es “Ecumenismo bajo la cruz”104. Es toda una reflexión
teológica que pone como ícono para el diálogo ecuménico a la cruz de Cristo como el
acontecimiento salvífico que une a todos los cristianos: la cruz de Cristo es el lugar donde
hemos sido reunidos y unificados y en el que estamos unidos de una manera más profunda
de lo que podríamos pensar105. La cruz es el lugar de la salvación universal, es la salvación
la que permite la unidad y no al contrario. Es el encuentro con el crucificado el que lleva al
encuentro con el hermano, como necesitados de la redención, como prisioneros del mismo
pecado, como invitados a pedir al Padre el que seamos uno como Él y el Hijo son uno.
Cuanto más se acerque el cristiano a la cruz de Cristo más hermano se sentirá del otro, más
comunión habrá. Para Moltmann existen tres significados de la comunión con la cruz de
Cristo: 1) La Iglesia obtiene su vida y unidad de la pasión de Cristo. 2) La comunión de los
cristianos se experimenta en las persecuciones, es decir bajo la cruz. 3) El Hijo del hombre
nos mira en los pobres, los hambrientos, los prisioneros del mundo. Así, quien se asocia a
la pasión de Cristo toma más en serio la cruz, empieza a sufrir por las divisiones de la
103
Ibid, 175.
Duquoc, Christian. Teología de la cruz. Sígueme, Salamanca. 1979.
105
Ibid, 165.
104
70
Iglesia. Quien afronta el martirio por la causa de la cruz, sin importar su confesionalidad se
convierte en semilla de la Iglesia del mañana: Johannes Schneider, Dietrich Bonhoeffer,
Maximiliano Kolbe, y muchos otros que dieron su vida no pertenecen a una confesión
concreta, sino a toda la cristiandad de la tierra106. Estos mártires modernos cristianos, son
motivo de esperanza para la Iglesia, pues testifican que el sacrificio de Cristo es vigente
como entrega generosa de la vida que se ofrece por la de los demás. Ese es el testimonio
hecho con la sangre que se convierte en semilla de una nueva humanidad que se entrega
por la búsqueda de un amor que sirve a la unidad.
En 1977, Moltmann, elabora otro trabajo teológico sobre la unidad de los cristianos de
oriente y de occidente. En dicho artículo, el autor pretende ofrecer un panorama del avance
ecuménico hasta esa fecha. ¿Qué unidad buscamos?107 Es alentador el avance alcanzado en
los diálogos entre las Iglesias de oriente y occidente, pero aún queda por hacer mucho más.
La reflexión teológica en conjunto ha buscado superar las diferencias doctrinales que
separan a las Iglesias, le compete a las jerarquías dar las orientaciones ecuménicas
derivadas de ello. Para el teólogo, es urgente el compromiso que supere el simple debate:
Debe empezar el tiempo de las consecuencias que comprometen en el reconocimiento
mutuo y en la comunidad creciente108. Las situaciones del contexto muestran la urgencia de
alcanzar la unidad en la fe, pero para ello, se requieren cambios en la praxis eclesial. El que
es unilateral se empobrece y empobrece a otros.
A la pregunta sobre la unidad que da título a su artículo y que tiene profundidad teológica,
ya que de ella depende la comprensión que se tenga y los móviles que lleven a actuar,
Moltmann afirma que es la unidad en la Verdad de Cristo promovida por la fuerza de la
oración sacerdotal de Jesús (Jn 17, 21). Es la unidad en el amor de Dios y en Dios, que es
en sí mismo amor: La unidad de los creyentes, La Iglesia, no es una reunión de personas
piadosas. Tampoco es tan sólo una comunidad de concepciones religiosas y valores éticos.
Es esencialmente una comunidad de amor en la que los creyentes viven juntos y los unos
106
Ibid, 171.
Moltmann, Jurgen. ¿Qué unidad buscamos? Selecciones de Teología. Vol. 20, N° 77. 1981.
108
Ibid, 3.
107
71
están a favor de los otros109. Se podría agregar: “en reciprocidad”. Ello es impulsado por la
fuerza del Espíritu Santo, que conduce hacia la unidad cristiana como expresión de la
unidad Trinitaria.
Las nuevas perspectivas planteadas por el teólogo, exhortan en primer lugar a la apertura
hacia el ecumenismo. Luego, el potenciar las acciones ecuménicas de base, sin que sean
impedidas, sino al contrario, apoyadas por las jerarquías de las Iglesias. Por último, impulsa
la propuesta de un concilio ecuménico de todos los cristianos: la idea de un concilio
ecuménico, en el que la cristiandad hablaría con una sola voz puede parecer un sueño.
Pero tener este sueño significa tomar medidas concretas para realizarlo110.
Por último, se cita un texto más reciente: “Ecumenismo en la época de la globalización”111.
Esta es una reflexión sobre la encíclica Ut unum sint, que ya se analizó en la perspectiva
oficial católica. Inicia recordando que es Cristo el centro de la fe y que al acercarse más a
Cristo permite el acercamiento entre hermanos. Recuerda los mártires que no pertenecen a
una única confesión y que son tenidos en cuenta por Juan Pablo II en su encíclica. Ratifica
en esta época de globalización, los campos de acción cristiana que ya se vieron en el
documento Ecumenismo en el servicio al mundo: Los pobres, el medio ambiente y los
explotados por el sistema económico. Haciendo referencia al teólogo católico
latinoamericano, Raúl Vidales, el pobre se convierte en el motivo fundamental hacia el que
se dirige todo esfuerzo evangélico hacia lo social, político, económico; sin lo que es
imposible construir Reino de Dios. La experiencia del compromiso liberador por las clases
explotadas se da más allá de las fronteras de las iglesias institucionales. Desde aquí y
desde una nueva concepción de la eclesiología. Queda planteada una nueva apertura de la
teología hacia los terrenos fronterizos como expresión de su misma eclesialidad. Las
cuestiones insospechadas y los desafíos son cada vez más complejos, con todo, este es uno
de los retos más lucidamente asumidos por la teología latinoamericana. Y si el método es
el camino que en y hacia la verdad, en sí ya es una realidad, un caminar reflejamente
109
Ibid, 5.
Ibid, 9.
111
Moltmann, Jurgen. Ecumenismo en la época de la globalización. Selecciones de teología. Vol. 38, N° 150.
1999.
110
72
dentro de la verdad que se va haciendo. Y esta verdad se trabaja más allá de las fronteras
confesionales112.
Como veíamos anteriormente en Gustavo Gutiérrez, un punto de confluencia para el
cristiano es el pobre, aún por encima de las comprensiones eclesiales. Esta perspectiva está,
entre otras cosas, desplazando el eje de las preocupaciones en lo concerniente al
ecumenismo. Cristianos de diferentes confesiones asumen posiciones semejantes frente a la
situación de miseria e injusticia que vive América Latina, y eso les une más fuertemente
que consideraciones de orden intraeclesial113.
De los autores vistos, se descubre una apertura mayor en la perspectiva protestante.
Obviamente determinada por la libertad de pensamiento y reflexión, además de la
condición de minoría respecto al catolicismo que la hace más atenta a luchar por el derecho
a la igualdad. Más centrada en la experiencia de Cristo, facilita la viabilidad en la búsqueda
de la comunión entre cristianos. No es irrelevante el hecho histórico de haber tomado la
iniciativa en el impulso del movimiento ecuménico.
Por su parte el catolicismo, aunque pueda tener muy buenas intenciones, es frenado muchas
veces por su oficialismo. Ello ha hecho que el proceso que inició con dinamismo desde el
Concilio Vaticano II, está actualmente estancado sin que se hayan hecho avances
significativos en las últimas décadas. Cuando se observa la historia del movimiento
ecuménico se constata que se ha desarrollado sobre todo en el círculo de las cúpulas
eclesiásticas. Obispos presidentes, moderadores de Iglesias, secretarios ejecutivos de
burocracias eclesiásticas, altos dignatarios, etc; abundan entre los que asisten a las
grandes reuniones donde se practica el diálogo ecuménico. Por un lado es bien
comprensible:
son
personas
que
ocupan
cargos
representativos,
con
altas
responsabilidades, que tienen la capacidad para estar en estos encuentros y tomar
decisiones. Sin embargo, eso ha significado que el movimiento ecuménico oficial ha tenido
grandes dificultades para trascender a un pequeño número de mujeres y hombres que
112
113
Rosino, Gibellini. La nueva frontera de la teología en América Latina. Sígueme. Salamanca. 1977, 52.
Gutiérrez, Gustavo. Teología de la liberación, perspectivas. Sígueme. Salamanca, 1975, 361.
73
componen esos círculos dirigentes de las iglesias114. Esto ha suscitado el origen de
experiencias ecuménicas a la base, de las que Ratzinger no es partidario por no estar regidas
por el oficialismo católico. Ello no implica que no sea necesaria una reflexión teológica.
Ambos tipos de ecumenismo deben ser autocríticos y complementarios. Gustavo Gutiérrez
y Raúl Vidales, colocan al pobre como causa de esfuerzo y motivo para evangelizar
liberadoramente, con lo que no descartan la unidad como consecuencia de la restitución de
la dignidad del explotado y excluido, coincidiendo con Moltmann. Es pues el pobre, el
común denominador para encaminar el propósito ecuménico.
2.6. Perspectiva Pentecostal-Católica.
El diagnóstico hasta el momento hecho respecto al diálogo entre catolicismo y
pentecostalismo no es muy rico. Ha habido algunos intentos aislados de acercamiento por
parte de líderes de ambas confesiones y muy pocos de manera oficial. Ello no podría
producir otra cosa que el desconocimiento mutuo y la creación de imaginarios basados en
prejuicios infundados. Como resultado, los unos hablan de los otros equivocadamente.
Chile es uno de los pocos países de Latinoamérica en los que se han facilitado puentes de
comunicación, que han al menos propiciado la comprensión y la mutua aceptación. Por
ejemplo, la Comisión Nacional de Ecumenismo de la Conferencia Episcopal de Chile,
invitó al Pentecostal Juan Sepúlveda, para participar en una discusión acerca del
Pentecostalismo. La percepción que del pentecostalismo había en la Conferencia varió
sustancialmente. Primero, decidieron darle mayor valor a la preocupación por la moral
cristiana, el énfasis en El Espíritu Santo y la importancia de la Biblia. Segundo, cambiaron
el lenguaje empleado para referirse al pentecostalismo especialmente desde el púlpito en
sus predicaciones. Tercero, determinaron trabajar en solidaridad con los pentecostales.
En mayo de 1998, en Quito, el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM)
y la
Comisión Evangélica Pentecostal Latinoamericana (CEPLA), con la asistencia del Consejo
Latinoamericano de Iglesias (CLAI); organizaron un encuentro. Dicho espacio fue
114
Santa Ana, Julio de. Ecumenismo y liberación. Paulinas. Madrid, 1987. 300.
74
catalogado como una oportunidad provista por el Espíritu Santo en busca de la unidad.
Desafortunadamente, no son todas las comunidades pentecostales las que participan en
encuentros como este. La supresión de los términos “sectas”, “sectarios”; eliminan la
actitud descalificadora y favorecen el acercamiento reciproco, punto de partida para un
diálogo respetuoso. El Consejo Pontificio para promover la unidad de los cristianos ha dado
instrucciones a los obispos para construir relaciones con los pentecostales, hecho que
teóricamente existe, pero en la práctica, apenas inicia.
Recientemente en la V Conferencia del Episcopado latinoamericano y del Caribe, Juan
Sepúlveda fue invitado como observador pentecostal. En ella, tuvo la oportunidad de
dirigirse a la plenaria de los obispos para expresar su pensamiento sobre el Pentecostalismo
en América Latina.
En mayo de 2007, el cardenal Walter Kasper, actual presidente del Consejo Pontificio para
la unidad de los cristianos, dirigió un seminario en Argentina sobre el mismo asunto. Fruto
del encuentro, los participantes resolvieron: Nosotros creemos que, guiados por el Espíritu
Santo, voluntariamente deberíamos involucrarnos con nuestros hermanos y hermanas
pentecostales, beneficiándonos de esta corriente de gracia, sin silenciar el Espíritu; con
amor, prudencia y discernimiento; venciendo cualquier actitud defensiva ya que el temor
no es un fruto del Espíritu. Nosotros deberíamos compartir con otros cristianos nuestras
experiencias de fe y convicciones: nuestra tradición, nuestra espiritualidad y rica
diversidad devocional, con corazón abierto. Como católicos, nosotros deseamos establecer
relaciones fraternas con cristianos pentecostales a través del mutuo entendimiento,
diálogo, cooperación y oración común. Inspirados por la Palabra de Dios, la cual es
fuente primordial de discernimiento, sernos capaces de vencer muchos obstáculos,
prejuicios y muchas desconfianzas para poder dar testimonio del amor de Cristo en
nuestras sociedades115. Esta es apenas una de las pocas acciones en la Iglesia
Latinoamericana que ha acercado ambas comunidades cristianas. Si la Iglesia Católica viera
a los pentecostales bautizados como cristianos, y si los pentecostales vieran a la Iglesia
115
Seminario de los Obispos de los países del cono sur. Servicio de información n° 125. 2007, 108.
75
católica como una Iglesia cristiana, no habría tanta resistencia a la hora de reconocer la
legitimidad del otro ¿Qué se podría aprender de otras experiencias que han posibilitado una
mayor confianza y así empezar a construir una mutua relación que favorezca el cambio en
la Iglesia colombiana y en su realidad social?
El diálogo internacional Católico – Pentecostal inició en 1972. Para el 2009 se estipula el
sexto encuentro, pero la difusión de estos diálogos ha sido poco relevante. No ha existido
un sólido apoyo institucional que patrocine a nivel económico, logístico, temático otros
encuentros entre las partes. De los realizados, se ha proclamado públicamente que el
propósito ha sido desarrollar un clima de respeto y comprensión mutua en asuntos de fe y
práctica, para encontrar puntos de acuerdo genuinos también, así como para indicar las
áreas en las cuales es necesario profundizar. La meta no es la unidad estructural, sino
fomentar el respeto y entendimiento mutuo.
Es preciso decir que una de las grandes limitantes en los pocos encuentros realizados, ha
sido la carencia de una unidad en el pentecostalismo. Es notoria la falta de cohesión dentro
del mismo, lo cual dificulta una postura oficial y representativa de tal confesionalidad. Los
participantes en muchos de los casos han asistido en condición personal y no como
representantes oficiales de sus denominaciones. El resultado, es la imposibilidad del
pentecostalismo en general, de tener una clara postura oficial ante el catolicismo.
Lo anterior plantea tres desafíos para llegar a un diálogo más profundo y fructífero. Son
muchas las preguntas originadas a partir de lo realizado hasta ahora. Es un avance, el
hecho que, al menos juntos se cuestionen doctrinalmente, más aún, ontológicamente, sobre
el ser cristianos. El primer desafío, es revisar el lenguaje con el que se hace referencia los
unos de a los otros. Sería engañoso decir que los términos empleados por las partes son los
mejores. Los descalificativos incrementan las barreras e impiden ver los valores que posee
el otro. Habría que eliminar vocablos como “secta”, “infieles”, sincretistas”, “proselitistas”.
Tales palabras resultan ofensivas para cualquiera de los dos, y construyen imaginarios en
los demás. Cuando no hay respeto mutuo, se acentúa lo malo del otro sin intentar resolver
las diferencias, no se hace justa la visión de unidad que Cristo quería para sus seguidores.
76
Ello no elimina las divergencias, pero las coloca en un plano más asertivo. Un antagonismo
exacerbado daña la Iglesia, y va en detrimento de la propia confesionalidad. El desafío, es
si tanto los Católicos como los Pentecostales, están dispuestos a preguntarse si las
acusaciones mutuas son verdaderas. Si son verdaderas, es importante llegar a sus raíces. Si
no lo son, es aún más importante que éstas sean dejadas de lado. Esta problemática se
evidencia no tanto a nivel del ecumenismo oficial, como sí a nivel popular de ambas partes.
Si se hiciera un examen profundo de las cosas que se tienen en común, se hallaría que éstas
son mayores a las diferencias o desacuerdos. La Iglesia Católica reconoce que muchos de
sus miembros no siguen las directrices oficiales, por desconocimiento. Igual ha ocurrido en
el pentecostalismo.
El segundo desafío, es el trato de los unos hacia los otros. Pentecostales y católicos en la
actualidad se tratan como enemigos ideológicos y no como hermanos y hermanas. No se
están reconociendo como hijos de un mismo Padre al colocar en primer lugar las
diferencias de pensamiento. Este segundo desafío, es consecuencia del primer reto antes
mencionado, las palabras forman impresiones, y las impresiones dan lugar a prejuicios,
estos a su vez desembocan en acciones de discriminación y juicio, hasta el punto de llegar a
confrontaciones.
El tercer desafío es ir asimilando los resultados que poco a poco se van dando en el diálogo
ecuménico. Este es un proceso lento que representa no pocas dificultades, especialmente en
algunos miembros de cada Iglesia, que por años se han descalificado mutuamente. Implica
una apertura en la visión del otro, estar dispuestos a pensar y actuar de una manera nueva.
La oración mutua es un camino espiritual que posibilita un cambio en la forma de ver al
“hermano o la hermana”. Es importante la actitud de conversión que nace de un profundo
examen de conciencia personal y comunitario. Las Iglesias pentecostal y católica deben
pasar por una autocrítica en sus procesos teológicos y pastorales para redescubrir en los
signos de los tiempos las mociones del Espíritu Santo.
Como se ve, el panorama exige mucho trabajo, y trabajo conjunto. Y los resultados se verán
mientras exista apoyo e iniciativas que pongan en marcha el proceso de unidad entre los
77
seguidores de Cristo, de lo contrario se mantendrá la tendencia divisora entre ambas
Iglesias.
2.6.1. Participación pentecostal en la V Conferencia Episcopal.
El pastor pentecostal chileno Juan Sepúlveda fue invitado como observador en la V
Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida, Brasil. Tuvo la
oportunidad de hacer una intervención ante la asamblea en la que compartió una breve
reseña sobre el pentecostalismo en América Latina. Se omite la parte inicial de su
intervención (numerales 1 al 6) por ser una descripción histórica del pentecostalismo, ya
abordada en el primer capítulo de esta investigación.
Respecto a la situación del diálogo ecuménico entre catolicismo y pentecostalismo, Juan
Sepúlveda manifiesta que a pesar de haber iniciado conversaciones en 1972, los resultados
de los encuentros hechos hasta el momento presente no han sido muy difundidos. Sin
embargo, percibe evidencias de una mejora en el lenguaje a la hora de referirse los unos a
los otros, elemento que ha favorecido la apertura y que hace vislumbrar mejores resultados.
El invitado, en su discurso hace memoria del camino recorrido en Chile, en donde hacia el
año de 1972, se constituyó la “Fraternidad Ecuménica”, que ha propiciado una considerable
tradición de oración en común y de participación en iniciativas sociales. Además, cita el
encuentro de 1998 en Quito: Una de las principales conclusiones de dicho encuentro es que
para avanzar en el diálogo hay que crear espacios para conocerse, orar juntos, y así
derribar los prejuicios mutuos116.
La última exhortación que hace, es la de generar oportunidades para el reconocimiento
mutuo como “hermanos y hermanas en Cristo” para generar una cultura de convivencia y
ecumenismo práctico que sea evidente en las acciones pastorales realizadas.
116
CELAM. Intervención de un pastor pentecostal ante la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano.
www.es.catholic.net (consultado en Mayo 20 de 2009)
78
2.6.2. Pentecostalismo y ecumenismo.
La actitud del pentecostalismo frente al diálogo ecuménico con la Iglesia Católica se puede
catalogar de tres formas: antagónico, indiferente, abierto.
Un amplio sector de cada una de las partes se desacredita mutuamente, devaluando la
experiencia religiosa del “otro”. Hay un amplio grupo con una posición más moderada, que
se ve con reserva y a la distancia, sin descalificaciones, pero sin mayor interés de
acercamiento con espíritu fraterno y dialógico.
Afortunadamente también hay un pequeño grupo con un conocimiento amplio, con espíritu
fraterno y ecuménico, interesado en el aprendizaje mutuo, pero es una minoría. Para estos
últimos, es la práctica más que la teoría lo que los motiva a abrirse a nuevas experiencias
con otros cristianos.
En Latinoamérica, el pensamiento ecuménico tiene importancia inspiradora, es valioso,
pero los grandes cambios sociales, espirituales seguirán proviniendo principalmente del
pentecostalismo y del catolicismo de base. El amplio margen de diferencia dado por los dos
primeros grupos respecto al tercero, muestra que todavía no estamos en disposición para
dialogar mutuamente, excepto en casos aislados.
2.7. Síntesis conclusiva.
El movimiento ecuménico tiene sus raíces en situaciones adversas a la paz. La violencia ha
movilizado a los creyentes a buscar la armonía y más que eso, a procurar la unidad de los
cristianos. De allí, impulsados por el Espíritu, los cristianos de diversas confesiones han
optado por el diálogo como respuesta a la división entre ellos. Desde la iglesia católica y
protestante, no se han establecido pasos importantes para lograr la unidad. La iniciativa fue
del protestantismo, y luego se adhirió la Iglesia católica, especialmente a raíz del Concilio
Vaticano II. Esas primeras décadas posteriores al Vaticano II, dieron un gran impulso al
diálogo oficial y teológico entre las partes, se han alcanzado puntos de convergencia
doctrinal y pastoral. Sin embargo, en el momento presente se evidencia un estancamiento
79
en el camino. Muchas de las directrices oficiales determinadas por el catolicismo están aún
si operativizar, lo que indica que existen orientaciones pero aún sin ejecutar en plenitud. El
oficialismo limita las experiencias de ecumenismo de base, por considerarlas fuera de
orden.
Por parte del pentecostalismo, apenas en 1972 se iniciaron acercamientos con el
catolicismo. Realmente, una de las dificultades ha sido la falta de unidad en criterios y
posturas del pentecostalismo, debido a la multiplicidad y autonomía de sus comunidades.
Apenas empiezan a consolidarse organizacionalmente, lo que hace lento el proceso. Se
evidencian grandes retos en un futuro no lejano: la superación de prejuicios, cambios en la
mentalidad, disponibilidad para salir al encuentro, conversión espiritual y especialmente la
predilección por los pobres. Sobre esa base viene la propuesta que se desarrollará en el
siguiente capítulo.
80
CAPÍTULO III.
UN CAMINO POR RECORRER.
3.1. Los signos de los tiempos.
La expresión alusiva a “leer los signos de los tiempos” aparece en el evangelio de Mateo en
el capítulo 16 verso 3 y su correspondiente versión en Lucas en el capítulo 12, versos 54 al
56. Para Jesús, las condiciones del clima se convierten en un ejemplo para discernir la
realidad circundante: ¡con que sabéis discernir el aspecto del cielo y no podéis discernir los
signos de los tiempos! (Mt 16,3b). La realidad que a Colombia le corresponde vivir y
afrontar hoy, en cuanto al ecumenismo, también pide un examen atento a los signos que se
van manifestando en el contexto local y latinoamericano. Se pueden asumir las condiciones
actuales de dos maneras: la primera, esperar que estas se den favorables sin hacer algo al
respecto. En ello, se corre el riesgo de que nunca existan tales condiciones positivas que
impulsen hacia la unidad de los cristianos. La segunda, inversa a la primera, es propiciar las
condiciones, favorecer el ambiente, crear medios de acercamiento que dinamicen el
encuentro, la aceptación, la reciprocidad. Dichas actitudes pueden catalogarse, para el
primer caso como: “reacción”, o “provocación” para el segundo.
En la mayor parte del devenir histórico de la Iglesia, ha predominado la reacción como
actitud para enfrentar las eventualidades del entorno. Ante las herejías en los primeros
siglos, se reaccionó convocando los Concilios de Nicea y Constantinopla. Ante la reforma
protestante se reaccionó con el Concilio de Trento, eso para citar algunos ejemplos. En ello
la historia se hace maestra, al evidenciar la forma como se han enfrentado los diversos
acontecimientos. Quien no conoce la historia está condenado a repetirla. Y para quien
examina la historia de la Iglesia no resulta ajeno e insignificante tal principio.
Frente al ecumenismo entre el pentecostalismo y el catolicismo, es posible “reaccionar”
dejando de lado la responsabilidad de los esfuerzos trazados desde antes del Concilio
Vaticano II. Es necesario traer a la memoria cómo fueron los orígenes del movimiento
81
ecuménico: primero, una circunstancia de confrontación bélica, en la segunda guerra
mundial. La segunda, la iniciativa no partió de la Iglesia Católica, sino de otras Iglesias
cristianas. En mi concepto, Vaticano II es una reacción a los “signos de los tiempos” que se
estaban manifestando en la cultura, la sociedad, la religión y en todos los aspectos de la
vida humana en el mundo. Por ello no es gratuito el término “aggiornamento”, “la puesta al
día”, signo evidente de que la Iglesia se había quedado rezagada del mundo.
En la reacción de la Iglesia Católica, también es evidente que en la forma de afrontar los
retos que el mundo ponía sobre la mesa, definitivamente está la acción del Espíritu Santo,
porque la apertura al diálogo con el mundo la colocó en una tónica distinta a la mantenida
durante mucho tiempo. Sería injusto, no reconocer el giro que dio la Iglesia con el Concilio
Vaticano II que en muchos aspectos la puso al día, uno de ellos, el ecumenismo. Sin
embargo, aunque doctrinalmente existen las perspectivas trazadas, después de más de
cuarenta años, todavía falta conocerlas y ponerlas en ejecución. Aún existen muchos
rezagos del pasado, que no entran en la línea de Vaticano II.
La segunda actitud, “provocación”, es la intención de este empeño por asumir de una forma
distinta el objetivo de toda la Iglesia: la unidad. Provocar es generar, dar a lugar, incidir, es
propiciar las condiciones favorables para que algo sea posible. Ello elimina toda pasividad
y pone un paso adelante de lo que podría o no pasar. En ello la historia juega un papel
preponderante. Ella es un lugar de revelación de Dios al hombre, por tanto no resulta
despreciable para ningún cristiano. De la historia podremos aprender a ver en el pasado y el
presente la tendencia que enmarcará el futuro. En otras palabras en lo recorrido hasta ahora
se ha construido el presente y del presente tendrá lugar el futuro. Ninguno de los tres
momentos surge por generación espontánea, hay un estrecho vínculo entre ellos, que
disminuye la fuerza de lo fortuito. La realidad del pobre, del desplazado por la violencia,
del desamparado del Estado, sigue interpelando a todo cristiano. El punto de confluencia
teológica del capítulo anterior nos pone al frente al pobre y excluido como revelación de
Dios y como pretexto de comunión frente a la división en Colombia que continúa
desmintiendo el llamado a la unidad hecho por Cristo. No se pretende una uniformidad en
82
las formas de expresión de fe, más sí una solidaridad hacia el excluido. Las acciones más
cercanas a la invitación de Jesús han sido las que han congregado cristianos de diversas
índoles para atender a quienes han sido víctimas de las estructuras alienantes.
De tal manera que, de lo que hagamos hoy dependerá lo que seremos mañana. Haciendo
una lectura del presente y sus tendencias, el futuro no nos será una fuerza externa que nos
domine, sino que previendo lo que posiblemente vendrá y adelantando acciones que nos
pongan en capacidad de dialogar y trabajar juntos, el porvenir no nos resultará incierto ni
catastrófico. Para ello es ineludible una apertura de mentalidad, especialmente en el orden
de la misericordia con el caído en el camino. El pentecostalismo debe salir de sí y ver el
mundo como un escenario para dar testimonio de la fe que se interesa por los demás. Es un
signo de esperanza el avance en la acción pastoral que se empieza a desarrollar en el campo
social. El pobre es el punto de encuentro tanto para unos como para los otros.
En este capítulo se presentará el contexto que interpela nuestro ser como cristianos y las
tendencias que delinean el mañana que la Iglesia Católica junto con el pentecostalismo,
estarán en la probabilidad de afrontar y que ineludiblemente exige proponer alternativas
para dialogar y trabajar juntos. Es esto lo que se define como: fase de reconstrucción de
sentido.
3.2. El contexto religioso local.
En los actuales momentos de religiosidad nacional e incluso latinoamericana, se debe tener
en cuenta un término que define dicha realidad. El panorama religioso de nuestro país ya no
es uniforme. El presente está enmarcado por la “pluralidad”.
En el primer capítulo de este trabajo se hizo un breve recorrido histórico y sociológico por
el protestantismo y dentro de este se ubicó el pentecostalismo. Tal recorrido permitió hacer
una idea de la diversidad del cristianismo en Colombia. Con el propósito de comprender la
complejidad del tema de estudio en sus relaciones con otras confesionalidades, en este
punto se examinarán las tendencias actuales en las relaciones entre católicos y pentecostales
83
ubicadas en la capital. Me he basado en la última investigación del GIERSP (Grupo
Interdisciplinario de Estudio sobre Religión, Sociedad y Política) adscrito a la Universidad
San Buenaventura, quien en persona del profesor Helwar Hernando Figueroa
generosamente me ha suministrado los datos.
El primer aspecto a ponderar es la relación directa entre religión y estrato social. Según el
estudio realizado por William Mauricio Beltrán, en los bajos estratos es más alto el
porcentaje de personas que se consideran creyentes, mientras en el estrato seis es
considerablemente menor. De ello es deducible que a un nivel mejor de vida, el nivel de
creencia es menor. Mientras las clases bajas están condicionadas por situaciones de
pobreza, desempleo, inseguridad; estas se aferran con mayor fuerza a las creencias
religiosas, depositando todas sus esperanzas en la acción de Dios para superarlas. Las cifras
que lo demuestran son: 94% promedio de los estratos uno y dos, frente a 66% del estrato
seis. (Cfr. Tabla 1). Obviamente el nivel educativo es determinante en el grado de creencia
de las personas. Los estratos más altos poseen mayores posibilidades de un mejor nivel de
educación, razón por la cual sus fuentes de ingreso son mayores al alcanzar algún grado de
profesionalización. Indica lo anterior que el gran potencial religioso va acompañado de la
deficiencia en el cubrimiento de necesidades básicas como el empleo, la educación, la
vivienda. Este fenómeno explica por ejemplo, la situación de descristianización de Europa.
Por su parte Latinoamérica y en ella Colombia, dista mucho de un alcance de nivel de vida
holgado para la mayoría de sus habitantes, lo que indica que la religiosidad continuará
siendo una de las características predominantes de su población. La anterior, es la tendencia
a futuro que no se debe perder de vista.
84
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
Primaria
Educación
Secundaria
Educación
Media
TécnicoTecnológico
Pregrado
Postgrado
Agnóstico
0,4%
2,8%
3,4%
2,3%
7,5%
10,1%
Ateo
0,7%
0,8%
3,2%
5,8%
5,4%
2,9%
Creyente
98,9%
96,4%
93,4%
91,9%
87,1%
87,0%
Tabla 1: Creencia según el estrato socioeconómico. ( Todos los Datos suministrados por William
Beltrán)
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
Primaria
Educación
Secundaria
Educación
Media
TécnicoTecnológico
Pregrado
Postgrado
Agnóstico
0,4%
2,8%
3,4%
2,3%
7,5%
10,1%
Ateo
0,7%
0,8%
3,2%
5,8%
5,4%
2,9%
Creyente
98,9%
96,4%
93,4%
91,9%
87,1%
87,0%
Tabla 2: Creencia por nivel educativo. (Datos de William M. Beltrán)
85
Los datos suministrados por la investigación de William Beltrán, revelan la situación actual
del catolicismo en relación con el pentecostalismo. Si bien el catolicismo se mantiene como
la confesión predominante en la capital, es también notoria la salida de católicos que en su
mayoría migran hacia las iglesias pentecostales y a otros movimientos religiosos. El
porcentaje de católicos en Bogotá se ha reducido a un 76.5%, mientras el pentecostalismo
ha crecido hasta un 13.4% de la población. Otra tendencia que nos sirve para ilustrar esta
situación, es el decrecimiento católico frente al crecimiento del pentecostalismo. A futuro,
la situación presente indica que el catolicismo tendrá que asumir un trato de igual a igual
frente a la iglesia pentecostal. Las circunstancias serán las que obliguen esa situación.
Entonces previendo ello, ¿por qué no anticiparse, fortaleciendo el diálogo con la comunidad
pentecostal, consierada todavía por la Iglesia católica de Bogotá como una secta?
Beltrán indica, que el protestantismo latinoamericano se encuentra en proceso de
pentecostalización, el auge que tiene es inegable y es evidente que mientras se mantenga el
recelo y la desconfianza, mayor será el abismo que las separa. La situación actual muestra
que la hegemonia de la Iglesia Católica mantenida por varios siglos, hoy ya no es una
constante (Cfr. Tabla 3). Hoy se encuentran grandes iglesias pentecostales como el Centro
Misionero Bethesda, la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, La Iglesia Cruzada
Cristiana, entre otras. En ellas es marcada la fuerza expansiva proselitista, razón por la cual
su crecimiento va en aumento. Para ello han potenciado el uso de los medios de
comunicación social y el marketing empresarial. La Iglesia Católica ha empezado a
incursionar en el campo de los canales de televisión y las emisoras de radio. Hoy se tienen
canales como: Teleamiga, Cristovisión, que tienen su centro de difusión en Bogotá y
emisoras como Radio María y el Minuto de Dios. Ello tensiona y afecta la posibilidad de un
diálogo abierto al reconocimiento de la hermandad en la fe. Esta es la otra tendencia a
identificar: la competitividad en los medios de evangelización como los audiovisuales está
inclinada a aumentar y con ello la división entre ambas iglesias.
86
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
1930 a 1939 1940 a 1949 1950 a 1959 1960 a 1969 1970 a 1979 1980 a 1989 1990 a 1999
0,40%
0,70%
1,90%
4,80%
11,60%
24,30%
56,30%
Fuente: BELTRÁN, William Mauricio. De microempresas religiosas a multinacionales de
la fe:
la diversificación del cristianismo en Bogotá. Bogotá: Editorial Bonaventuriana, 2006, p.
89.
Asociación distrital de Ministros del Evangelio ADME.
Tabla 3: Crecimiento del pentecostalismo en Bogotá.
Respecto al estudio, revisando los datos referidos a la relación entre la confesionalidad y la
edad, los datos revelan que la población más fiel al catolicismo aumenta con la edad. El
87.4% de las personas con una edad de más de 61 años se definen católicos. Las personas
católicas con edades entre los 27 a los 40 años , disminuye a un 75%, mientras entre los
pentecostales aumenta al 15.3%. Indica que la población joven es más recepetiva al
pentecostalismo que la joven al catolicismo. La tendencia es, en este caso, a tomar más
fuerza entre la población joven la confesionalidad pentecostal, en comparación con la
católica.
87
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Católico
Pentecostal
Agnóstico
Ateo
Sin confesión
religiosa
Testigo de
Jehová
¿Que religión practica usted?
Frecuencia
Porcentaje
Católico
Pentecostal
Agnóstico
Ateo
Sin confesión religiosa
Testigos de Jehová
Adventista
Judío
Gnóstico
Protestante
Paravidia
Anglicano
Mormón
Creencia muisca
Hindú
Total
NS-NR
Total
1.337
233
69
57
28
11
2
2
2
1
1
1
1
1
1
1.747
50
1.797
76.5
13.4
3.9
3.3
1.6
.6
.1
.1
.1
.1
.1
.1
.1
.1
.1
100.0
Tabla 4: Porcentaje de creyentes de varias confesionalidades. (Datos de William Mauricio Beltrán)
88
Sobre el impacto de la identidad religiosa y el convencimiento que de ella se tiene, los
resultados indican que la importancia de la confesionalidad en los católicos es menor que
en los pentecostales. Para los católicos es significativo en un 87.6% mientras para los
pentecostales lo es en un 91.4%. El nivel de compromiso con la comunidad a la que
pertenecen en la participación en el culto más de una vez en la semana en los católicos
consultados es de 48.3%, mientras en los pentecostales es del 87.7%. Este último resultado
permite inferir la fuerza que tiene el pentecostalismo a nivel social y comunitario
respaldado por los medios de comunicación.
Por parte del catolicismo, existe un 15.4% que se manifiestan como no practicantes,
ocasionalmente asisten al culto y por motivos sociales como en el caso de funerales,
matrimonios, bautismos, primeras comuniones.
100%
90%
80%
70%
60%
50%
40%
30%
20%
10%
0%
Pentecostal
Testigo de Jehová
Católico
Más de una vez a la semana
87,7%
81,8%
48,3%
Entre una y cuatro veces al mes
9,7%
18,2%
35,9%
Ocasiones especiales
2,6%
0,0%
15,4%
Nunca
0,0%
0,0%
0,4%
Tabla 5: Frecuencia en la asistencia al templo o iglesia. (Fuente: William Mauricio Beltrán)
89
La tendencia que es posible evidenciar en la lectura de los últimos datos, ratifica que el
grado de compromiso comparativo entre el católico y el pentecostal es casi de la mitad. El
convencimiento y el papel activo en el pentecostalismo, genera mayor protagonismo en sus
miembros y mayor identidad con su comunidad. Para el porcentaje de católicos que se
conforman con la esporádica participación en su Iglesia, predomina la presión social como
la razón principal para su asistencia a las celebraciones religiosas por encima del
convencimiento en su fe.
Recapitulando, se pueden identificar cinco tendencias:
La religiosidad penetra con más fuerza en los niveles socioeconómicos más bajos.
Mientras el catolicismo decrece, el pentecostalismo va en aumento.
La población de mayor edad, es más allegada al catolicismo. La población joven lo
es al pentecostalismo.
El nivel de convencimiento es mayor entre los pentecostales que entre los católicos,
encontrando en estos últimos un porcentaje no despreciable de creyentes pero no
practicantes.
La injerencia sociopolítica en los pentecostales supera la de los católicos.
Vislumbrando el panorama, no es imposible anticiparse a las circunstancias venideras: el
crecimiento pentecostal a la par de la disminución católica. Motivo por el cual es imperioso
empezar a dialogar con mayor intensidad. No se trata de actuar movido por el miedo sino
por el amor que lleva a descubrir en todo hombre y mujer a los hijos de Dios. Se puede
asumir la perspectiva del futuro de dos formas: encerrándose en sí mismo, asumiendo una
postura defensiva, o abriéndose al encuentro con el otro, al dialogo que enriquece al
interlocutor.
90
3.3. Una evaluación pertinente.
El primer paso a dar es un examen de la Iglesia Católica de Colombia en su postura hacia el
ecumenismo. Ciertamente, no ha sido una prioridad. En el país, el movimiento ecuménico
ha tenido un desarrollo lento. En 1962 se iniciaron algunas actividades con otras
confesiones cristianas, como la Semana Bíblica en Medellín, y en el trascurso de los diez
años siguientes los cursos de ecumenismo en centros de formación. El proceso ha estado
caracterizado por el desconocimiento de la mayor parte de los creyentes católicos. En ellos
no es relevante el tema del diálogo y el acercamiento a otros cristianos, posiblemente
porque para quienes son sus pastores tampoco lo es: En primer lugar, y eso debemos
reconocerlo, los católicos como religión mayoritaria, no sentimos la urgencia del diálogo y
por eso no lo hemos convertido en una prioridad pastoral. Es verdad que puede haber
muchas cosas urgentes como el conflicto, la desigualdad social, la violencia, pero el
diálogo ecuménico puede ser estratégicamente importante para afrontar esos otros
problemas117. Es sensata la afirmación hecha por el padre Carlos Arboleda Mora, más aún
cuando a ello se le suma el término “secta” con el que se suele hacer referencia a la
comunidad pentecostal.
Detrás existe una historia marcada por malentendidos, desconfianzas, e incluso
persecuciones, que no han hecho más que generar odios y resentimientos. Desde los
púlpitos, la predicación iba dirigida contra los protestantes despertando en los fieles el
rechazo a quien no fuera perteneciente al catolicismo. Por tanto, se adolece de una historia
de convivencia mutua y de una implementación pronta y eficaz de las orientaciones de la
Santa Sede sobre el ecumenismo. Esta es otra de las actitudes que se asumen desde el
catolicismo frente a otra confesionalidad y es a la vez, la tendencia que marca el derrotero a
futuro, claro está, si no se logra hacer algo por modificarla.
Para la Iglesia Católica, la V Conferencia del Episcopado, pone una voz de alerta sobre las
deficiencias que existen y que se hace necesario superar. Lo hace sobre cuatro puntos, que
117
Conferencia Episcopal de Colombia. El ser y quehacer del movimiento ecuménico hoy en Colombia.
Editorial Bonaventuriana. Bogotá. 2005, 28.
91
son determinantes en la deserción de católicos hacia otras iglesias (cfr. Documento de
Aparecida, numeral 226):
Experiencia de encuentro con Jesucristo, como vivencia real con una persona, y no
con una doctrina o normatividad.
Vivencia comunitaria, experiencia de comunidades fraternas en las que cada uno se
sienta valorado e incluido, protagonista de la vida y desarrollo del grupo.
Formación bíblico-doctrinal, profundizando la Palabra de Dios y experimentándola
existencialmente.
Compromiso misionero, sirviendo a los demás dando testimonio.
No ha de sorprendernos el hecho de que son estos aspectos los que marcan la diferencia, si
se comparan las fortalezas del pentecostalismo frente a las debilidades del catolicismo.
La realidad actual del país exige un ecumenismo de la caridad. La violencia no distingue
entre católicos y protestantes (incluye pentecostales). Las iglesias deben volcar sus
esfuerzos al servicio de los afectados por la violencia, la pobreza o la exclusión. Deben
colocar su autoridad moral para hallar caminos para la reconciliación. Solicita la
concientización de que la unidad de la Iglesia no es algo accidental, sino que es esencial,
urgente; no puede haber anuncio del evangelio sin preocupación por el otro. La misma
conciencia de la diversidad de manifestaciones de la fe cristiana obliga a afrontar la riqueza
de la pluralidad. Hay mucho que hacer para conocerse entre iglesias, para permitir que los
unos y los otros se expliquen en términos de sus propias realidades, sus autopercepciones,
antes de ser clasificados con juicios a priori. Los cristianos y todos los hombres son
hermanos y hermanas, lo cual implica el reconocimiento mutuo.
Chile tiene experiencias ecuménicas que aportan elementos válidos para el proyecto
ecuménico. En el año 1982, en medio de la dictadura de Pinochet, nace una experiencia
ecuménica de base, que sirve como ejemplo de lo que es posible cuando hay
92
reconocimiento mutuo de la dignidad de hijos de Dios y esfuerzos comunes en medio la
situación adversa. El Centro Ecuménico Diego de Medellín (CEDM), surge en respuesta a
una época de tensión política en el país, en la que hay respuestas desde el diálogo y los
acuerdos. Desde esa fecha hasta hoy el CEDM ha sido una institución referente desde el
ecumenismo de base, abierta a las congregaciones y comunidades, promoviendo la
experiencia de fe desde la acción social. El objetivo trazado es el de ser un organismo
teológico y ecuménico en búsqueda de nuevas formas participativas, solidarias de relación
entre las iglesias y de éstas con la sociedad. Las circunstancias que movilizaron esta
experiencia, llevan a pensar para el caso de Colombia, que la comunión en y por las
víctimas del poder es exigencia para todo cristiano.
En el país recientemente se han gestado organizaciones con sensibilidad por el
ecumenismo. La Red Ecuménica de Colombia nace en septiembre de 2001 como espacio
para compartir las experiencias en el trabajo por los desplazados y las víctimas del conflicto
nacional, haciendo evidente que ellos son el sujeto de encuentro y comunión. Desde allí se
encaminan en la construcción de un referente que incida en la solución de la crisis
colombiana. Estos espacios de construcción han contado con la participación, entre otras,
del Consejo Mundial de Iglesias, el Consejo Latinoamericano de Iglesias, La Comisión
Intereclesial de Justicia y Paz, La Arquidiócesis de Cartagena. Los objetivos trazados
apuntan al trabajo en red en atención a la población desplazada y la defensa de los derechos
y la dignidad humana.
Pero como vemos a penas se empieza un camino, que no resulta prioritario para la gran
mayoría de católicos y pentecostales. Colombia requiere ponerse en la dinámica del
ecumenismo como alternativa para la solución de los problemas sociales, económicos,
políticos, ambientales y
que atentan contra la vida digna de sus habitantes y que los llevan
a situaciones de desgracia.
3.4. El Buen samaritano: un texto sugerente.
La parábola del buen samaritano recoge en sus líneas una clara y pertinente iluminación
93
para el ecumenismo. Lucas, el evangelista de la misericordia, no sin intencionalidad emplea
a un samaritano como personaje principal de un relato dirigido a los judíos. La escena parte
de una pregunta: ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? (Lc 10, 25b) La
pregunta la formula un jurista de la ley, judío por naturaleza, conocedor profundo de la
Toráh. Por su condición de experto, cita dos pasajes, Dt 6,5 y Lv 19, 18b. El primero
referido al amor a Dios con todo el ser, el segundo, el amor al prójimo como a sí mismo. El
primero no admite discusión, pero el segundo se convierte en un nuevo cuestionamiento:
¿quién es mi prójimo? La pregunta encierra un profundo sentido. Para los judíos, prójimo
es paralelo a “hijos del pueblo” es decir israelitas, hombre de la misma raza, cultura,
religión e identidad nacional. Según Joseph Fitzmyer, la categoría “prójimo” se amplía en
Lv 19,34; para forasteros que vivan en Israel. Pero el samaritano no era miembro del
pueblo de Yahvé, ni tampoco es forastero, más bien era considerado “pagano”. Las notas
exegéticas del comentario del evangelio de Lucas elaborado por Fitzmyer precisan la
relación entre judíos y samaritanos: el hecho es que esa población (Samaría) tal vez medio
judía, que rendía culto a Yahvé, y restringía el canon de sus escrituras al Pentateuco,
edificó su propio santuario en las laderas del monte Garizín, en el periodo helenístico. En
este periodo las divergencias entre el pueblo judío y los samaritanos son plenamente
comprobables. Los samaritanos compusieron una redacción propia del Pentateuco.
Desarrollaron su propia liturgia y produjeron su propia literatura, fundamentalmente
litúrgica, en arameo y hebreo118.
Nótese las diferencias litúrgicas, canónicas de los textos sagrados, lugares de culto entre
ambos pueblos, más la convergencia en tener a Yahvé como Dios y Señor. Estos datos
permiten apropiarse más del sentido de la perícopa lucana, el samaritano no es considerado
prójimo por un israelita, incluso, ni siquiera el gentilicio era digno de ser pronunciado. La
respuesta a la pregunta hecha por el jurista a Jesús, y que sirve de provocación para iniciar
la parábola ensancha el horizonte de comprensión que hasta ese entonces se tenía sobre el
prójimo.
118
Fitzmyer, Joseph. El evangelio según Lucas. Ediciones Cristiandad. Madrid. 1987. Tomo III, 186.
94
El relato (Lc 10,30-35), inicia mencionando un hombre que baja de Jerusalén a Jericó.
Aunque el relato no hace referencia al origen de aquel hombre, todo parece señalar que se
trataba de un judío, ya que ese camino era paso obligado entre las dos ciudades habitadas
expresamente por israelitas. Dicho personaje es objeto de un asalto realizado por bandidos,
quedando medio muerto. El estado en que queda el viajero, no resulta insignificante sí se
examina a los dos primeros personajes que ven lo que consideran un cadáver y pasan de
largo.
Fitzmyer llama la atención en tres aspectos importantes:
La condición privilegiada de los sacerdotes y levitas en el ámbito judío de la época,
vinculados al culto del templo.
El significado para un judío, y más para un hombre de culto, del contacto con un
cadáver como causa de impureza.
La ya mencionada actitud cismática compartida por los judíos palestinenses y los
samaritanos.
Con estos detalles relevantes, la parábola adquiere una dimensión mayor. En el fondo no es
distinta la relación entre samaritanos y judíos a la de católicos y pentecostales. Y la
parábola va a poner toda su fuerza en una nueva relación entre ambos pueblos, partiendo de
dos individuos.
El sacerdote y el levita rodean lo que consideran un cadáver y luego siguen su camino. El
samaritano actúa compasivamente como contraste de los dos anteriores, que son miembros
prestigiosos de la sociedad palestina, frente a alguien considerado un pagano.
Es el samaritano al que se le conmueven las entrañas, experimentando misericordia por el
“hombre” caído en desagracia. No se detiene a examinar sus creencias, su raza, sus
ideologías; ante los peligros y riesgos contra la vida, no hay doctrina que impida la
misericordia hacia el prójimo. Esa era la pregunta de partida para este hermoso relato de
95
Lucas. El samaritano desciende de su caballo, cura las heridas, lo monta en su cabalgadura
y lo lleva a una posada. Se desmide en atenciones para ayudar al pobre infortunado que
encontró en su camino, “un enemigo”.
El contenido de la palabra “prójimo” es ampliado por el relato. Prójimo es todo aquel que
necesita ayuda, aunque sea mi enemigo, aunque no pertenezca a mi grupo o no comparta
mis creencias religiosas. La respuesta que da el jurista es clara, no dice explícitamente el
samaritano, por motivos ya mencionado, sino “el que practicó la misericordia”. El texto lo
cierra Jesús en forma imperativa: “Pues anda y haz tú lo mismo” (Lc 10,37b).
Eso es lo que pide Jesús que hoy se haga: practicar la misericordia sin distinciones
religiosas, culturales y políticas, así se obtiene vida digna en este mundo y vida eterna. Este
es un texto sugerente para juzgar desde la Palabra de Dios, la actitud de católicos y
pentecostales.
3.5. Desafíos para el ecumenismo en Colombia hoy.
El ecumenismo tiene la tarea de mostrar que en un mundo dividido, la Iglesia es signo de
unidad. Pero en ese proceso se encuentra la necesidad de ampliar a otras iglesias la
voluntad decidida de dialogar como cristianos. Todo ello plantea desafíos ineludibles:
Ante la situación de conflicto, buscar la paz y la concordia producto de la
reconciliación. La religión ha sido utilizada muchas veces como estandarte para
respaldar una acción agresiva contra quien no profesa las mismas ideas sobre Dios.
Dialogar sin temor a perder la propia identidad. Eliminar tendencias sincretistas que
fundamenten el ecumenismo en la fusión de principios, prácticas, doctrinas. El
verdadero ecumenismo no es la uniformidad sino la unidad.
Continuar con la reflexión teológico-doctrinal, pero no limitar el ecumenismo a esta
tarea. Es necesario empezar a generar otras vías que permitan el reconocimiento
mutuo entre católicos y pentecostales.
96
Fundamentar el ecumenismo en la experiencia espiritual de la filiación divina, que
reconoce en el otro a un hijo de Dios y que por lo tanto es mi hermano o hermana.
La complejidad y la rápida transformación de la pluralidad religiosa nos lanzan,
cada vez más, a revisar nuestros paradigmas y modelos de comprensión del
fenómeno religioso.
La tendencia de crecimiento del pentecostalismo frente a una actitud no siempre
abierta de la Iglesia Católica y de la Iglesia Pentecostal.
Estos retos exigen asumir una actitud “provocadora” antes que una reaccionaria.
3.6. Una propuesta: Pretextos para el ecumenismo entre católicos y pentecostales.
En este punto de la investigación, se establece el carácter propositivo de la misma, en
relación al tema en cuestión. Examinando las posibilidades del ecumenismo oficial,
teológico y el de base, ofrezco unas líneas de acción para propiciar un ambiente más abierto
a la fraternidad y no a la indiferencia entre las dos comunidades de fe cristiana.
3.6.1. Un nuevo uso del lenguaje.
El lenguaje crea realidades. Los términos que se usan para hacer referencia a los demás
pueden modificar los imaginarios que mentalmente se han elaborado. A lo largo del tiempo,
pentecostales y católicos se han dedicado a denigrar uno del otro. Muchas de las prédicas
de los pastores y sacerdotes fueron verdaderas apologías a sus respectivas confesiones y un
ataque directo contra el rival de turno. Desafortunadamente los discursos incendiarios han
creado un imaginario colectivo en los escuchas, que se ha difundido en ambos sectores:
como afirma Pablo VI, como evangelizadores que somos, debemos ofrecer a los fieles de
Cristo, en la predicación, la imagen no de hombres divididos y separados por litigios nada
edificantes, sino de personas maduras en la fe, capaces de encontrarse juntos por encima
de tensiones concretas, gracias a la búsqueda común, sincera y desinteresada de la verdad.
(Cfr. Evangelii Nuntiandi. N°77).
97
La iglesia Católica colombiana debe examinar con cuidado el apelativo “sectas”. El tiempo
presente y la fuerza con la que el pentecostalismo ha penetrado el país exigen replantear la
forma en que el catolicismo los mira y aparentemente conoce. Digo aparentemente, porque
ni siquiera ha existido un conocimiento real y objetivo. Por ello, este trabajo ha realizado
un acercamiento científico y en doble línea (sociológica y teológica) para superar esos
prejuicios infundados que disgregan y dividen. De igual manera, el pentecostalismo tendría
que referirse con la caridad de Cristo hacia los que no pertenecen a su comunidad.
El fundamento teológico indispensable para transformar la manera de ver al otro, es el de la
filiación. Todos somos hijos de Dios, hijos en el Hijo. Por tanto, experimentando nuestra
condición de tener el mismo Padre, participamos del carácter de hermandad. Nos une
Cristo como Salvador, el Padre y el Espíritu Santo en la misma fe. Solamente viendo al
otro, pentecostal o católico como hermano, podremos sentar una base firme para construir
fraternidad. Y la única forma de sentir que el otro es hermano o hermana, es sintiéndose
hijo.
Fundados en una nueva relación espiritual, el lenguaje despectivo y excluyente, se ha de
convertir en incluyente. Exige también que sea comunicado en todos los ámbitos de
predicación en ambas iglesias, para que todos los fieles estén implicados en una nueva
forma de comprender la realidad del otro basada en la hermandad. Así se habrá dado un
primer paso a favor del ecumenismo entre ambas comunidades.
3.6.2 Espacios de oración.
Un ambiente importante de encuentro y de expresión de la espiritualidad en el que es
necesario encontrarse, es en la oración. He podido asistir a sus celebraciones de culto y
observar las expresiones de su fe, las predicaciones del pastor, el estudio bíblico, la
catequesis para los niños, la animación musical, la Cena del Señor. Inicialmente para un
católico resulta una experiencia de confrontación de la propia fe. Ver en otros un nivel de
convicción tan grande, inmediatamente hace revisar la propia. A veces es necesario
examinar la propia vivencia de la fe, a la luz de la fe de otros. Permite medir la propia
98
profundidad de la experiencia de Dios, las propias superficialidades, los propios vacíos. No
implica el renunciar a lo que poseo, implica el mejorarlo.
No han sido muchas las experiencias en la oración ecuménica pentecostal-católica. Aún es
fuerte el recelo y la desconfianza mutua, y han sido más iniciativas personales que
intensiones oficiales las que han posibilitado el orar juntos. Pero es sabido que son estas
experiencias las que han propiciado un ambiente espiritual favorable. Es la acción de Dios
la que mejor puede impulsar la acción humana. Y la oración es por excelencia un lugar de
encuentro con Dios, es el medio para crecer en la experiencia de la paternidad y la
fraternidad. Solamente se puede cambiar el mundo si se ha cambiado individualmente y la
oración es el medio de transformación interior que posibilita la transformación de lo
externo. Se debe pues, empezar a buscar esos espacios de encuentro en la oración
compartida.
3.6.3. Formación ecuménica.
Se ha visto en el capítulo II la preocupación de parte de la Iglesia Católica por la formación
de los agentes de pastoral en perspectiva ecuménica. El Directorio para la aplicación de
los principios y normas sobre el ecumenismo ha expresado las directrices que en la
formación hacia el ecumenismo deben asumirse. Pero tales orientaciones no han alcanzado
pleno desarrollo en nuestra Iglesia local. Aquí también se halla un campo de acción muy
importante para provocar un ambiente en el que fieles y pastores trabajen por la unidad.
3.6.3.1. Formación ecuménica para todos los fieles.
El compromiso en este campo es de todos los fieles, pero en particular, de los que tienen a
su cargo la formación de los futuros pastores. Ellos serán en el futuro los que pastorearán a
los fieles hacia el ejercicio de la caridad hacia los demás, sin tener en cuenta su condición,
al estilo del Buen Samaritano. El llamado indica que la preocupación por la apertura
ecuménica sea real para todos los que se ocupan de la pastoral. Creo que en este punto se
ha fallado, ya que no todos los agentes de la pastoral se mueven en comunión con esta
99
intención debido a la falta de preparación en este campo: Dentro de la Iglesia Católica se
ha demorado la implementación de las orientaciones de la Santa Sede sobre
ecumenismo119. Así el proceso se ha visto frenado, dado el desinterés que hasta el momento
la gran parte de los católicos han tenido al respecto. El llamado de atención que me he
propuesto hacer, pretende interpelar en un aspecto que se ha menospreciado, pero que hoy
se hace más que nunca necesario. La preocupación por la unidad y la comunión implica el
empeño de los católicos por estudiar la diversidad del cristianismo, tanto el de Oriente
como el procedente de la Reforma (cfr. Directorio para la aplicación de los principios y
normas sobre el ecumenismo, numeral 57- f), hecho que hasta el momento dista mucho de
ser realidad.
Un centro de comunión y de fe en el que puedan formarse conjuntamente, es en la escucha
y el estudio de la Palabra de Dios. Para los pentecostales la Sagrada Escritura, es norma de
fe, ello hace que su estudio, su lectura, su oración se base en los textos inspirados. Los
católicos apenas estamos avanzando en su estudio, en la lectura y en la oración gracias al
impulso dado en el Concilio Vaticano II. De los protestantes se puede aprender mucho en
este campo, ya que para ellos la Palabra de Dios es determinante en su experiencia
cristiana. No se conforman con escucharla, sino que la asimilan en su vida de una forma
admirable. Los católicos, en su mayoría, ocasionalmente leen la Palabra, pero no llegan al
contacto diario con ella. Se ha de procurar motivar en los católicos un mayor acercamiento
a la Biblia, mayores espacios de oración como la Lectio Divina, mayor formación teológica
en este campo.
Otra falencia radica en la ausencia del ecumenismo en nuestra catequesis. No se prepara a
niños y jóvenes hacia la aceptación de la diversidad religiosa, hacia la apertura y respeto
por la diferencia, hacia la solidaridad con todos los que piensan o creen de otra forma:
además, la catequesis debe tener esta misma dimensión ecuménica si se dedica a preparar
a niños y jóvenes, así como a los adultos, para vivir en contacto con otros cristianos,
119
Conferencia Episcopal de Colombia. El ser y quehacer del movimiento ecuménico hoy en Colombia.
Editorial Bonaventuriana. Bogotá. 2005, 28.
100
formándose como católicos y al mismo tiempo respetando la fe de los otros120. Frente a la
realidad plurireligiosa en que vivimos actualmente y que tiende al crecimiento, no hemos
creado una atmósfera de mutuo conocimiento y estima de valores que pueden conducir a la
paz.
La parroquia, como lugar de formación de los fieles, debe convertirse en motor de auténtico
testimonio ecuménico. Uno de los sus grandes deberes es el de educar a sus miembros en el
espíritu ecuménico: exige una cuidadosa atención a los contenidos y formas de
predicación, sobre todo la homilía y la catequesis. Exige además un programa pastoral, lo
que supone que haya alguien encargado de la animación y la coordinación ecuménica, que
trabaje en estrecha colaboración con las otras comunidades cristianas121. Muy pocas
parroquias católicas tienen en su programación pastoral un coordinador del ecumenismo.
Esta deficiencia cierra buenas posibilidades para entablar relaciones a nivel parroquial con
las diversas comunidades cristianas presentes en ese territorio. Como se observa las
orientaciones existen, falta hacerlas operativas y este es un buen momento para empezar a
ponerlas por obra.
3.6.3.2. Formación para pastores y sacerdotes.
Por el puesto que ocupan en la acción evangelizadora de las iglesias y en su tarea de guiar a
sus respectivas comunidades, los pastores y sacerdotes tienen una responsabilidad
determinante en la misión ecuménica. Son ellos los que abren caminos para el encuentro
entre sus comunidades. Por ello, lo que en sus procesos de formación bíblico-teológica
sirva para propiciar el diálogo, redunda a favor de su comunidad y de la Iglesia. Las
posibilidades son mayores, en la medida que los dirigentes de las comunidades han tenido
una formación abierta hacia lo ecuménico. Este aspecto de la formación hace la diferencia.
Si sacerdotes y pastores se encontraran en un instituto ecuménico de formación teológica en
el que estructuraran su perspectiva teológica y pastoral, se facilitaría el encuentro, la
120
Consejo Episcopal Latinoamericano, Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el
ecumenismo. Colección documentos CELAM N°128. Bogotá, 2000. N° 61-d.
121
Ibid, N° 67.
101
reflexión, y la acción conjunta. El Directorio manifiesta: la teología y las demás
disciplinas, sobre todo la historia, deben enseñarse con sentido ecuménico para responder
mejor a la realidad122. Así, toda la formación teológica debe estar penetrada por la
dimensión ecuménica.
Un “sueño”, o mejor una “visión a futuro” no lejano, es el de la formación conjunta en una
institución que integre profesores de ambas confesiones, bien preparados en las disciplinas
teológicas y que trabajando en equipo realicen investigaciones teológicas que permitan
profundizar y poner al día los conocimientos. Este es el punto nuclear de mi propuesta, ya
que para crear las condiciones favorables para la unidad de los cristianos, se requiere una
formación de base teórica y experiencial que permita eliminar desconfianzas y temores
frente al interlocutor. Al entrevistar a un pastor pentecostal de las Asambleas de Dios, él me
explicaba que mientras mayor es la formación teológica, interdisciplinar, ecuménica,
existen mayores iniciativas en esa línea. Habría entonces que empezar a trabajar en ese
sentido, se hace necesario en vista a lo que desde ya se va gestando en la realidad social
plurireligiosa.
3.6.4. Acción pastoral conjunta.
Una teoría sin una praxis resulta inútil. Ambas son constituyentes del ser cristiano.
Anteriormente he fundamentado la importancia de la reflexión teológica en perspectiva
ecuménica, pero esa reflexión se hace concreta a través de la acción pastoral. La situación
social brinda la ocasión para aunar esfuerzos en la transformación de la sociedad
colombiana marcada por la pobreza, la desigualdad, la violencia, la indiferencia.
El Buen Samaritano ilumina esta parte de la propuesta, en el servicio al necesitado tenemos
una oportunidad para el encuentro. Los pobres se constituyen en el foco y fuente de una
búsqueda ecuménica hacia la unidad. La solidaridad se convierte en el motor de alternativas
nuevas que dinamicen la concreción de la iglesia como signo sacramental del amor de Dios
a todos los hombres. Las iglesias deben centrarse en la preocupación por los excluidos. Esta
122
Ibid. N° 76.
102
es la forma más concreta de hacer ecumenismo. Quizá el diálogo en materia doctrinal y de
interpretación textual nos sea aún esquivo. Quizá la unidad visible de todos los bautizados
esté lejos, pero el lenguaje de la caridad frente al hombre caído en el camino puede hacer
que ese deseo de integración se vaya haciendo realidad.
Lo que en un inicio no fue prioritario para las iglesias pentecostales, hoy en día se está
convirtiendo en una urgencia. Las iglesias pentecostales empiezan a descubrir que el
cristianismo exige servir al necesitado. Incluso, sus acciones pastorales son idénticas en su
gran mayoría a las católicas. Esa dimensión intrínsecamente cristiana del servicio es
imposible desligarla de la fe. Por tanto, en la solidaridad podemos encontrarnos católicos y
pentecostales, para tender una mano misericordiosa a una de las tantas víctimas de la
violencia de nuestro país.
Un sueño, no una utopía, es poder unirnos para trabajar juntos por la dignidad de nuestros
compatriotas sumidos en la desesperanza. La situación social nos lanza el reto de aunar
esfuerzos, congregarnos por la fe, la esperanza y la caridad. Experiencias de apostolado
ecuménico empiezan a contribuir en el conocimiento mutuo y en la atención a los
desprotegidos. Estas iniciativas parten generalmente, del ecumenismo de base y dan
testimonio de un cristianismo fraterno, solidario, misericordioso y activo frente a la
sociedad.
Dichas experiencias deben también partir desde el aspecto anterior de la formación
conjunta. Teoría y praxis como complemento ideal que integre el ser y hacer en la
evangelización. La pastoral debe reflejar la teología y la teología debe alimentar la pastoral.
En ese orden de ideas, la teología ecuménica produce pastoral ecuménica y la pastoral
ecuménica proporciona elementos para la reflexión teológica. El asunto está en propiciar
esas posibilidades de acción compartida nutrida por la experiencia de Dios que impulsa con
su Espíritu a ir hacia el otro. En ello no hay nada que perder y sí hay mucho por ganar. Se
necesitan creyentes audaces y con una profunda espiritualidad, capaces de proponer y
acceder a aceptar al otro y trabajar unidos. En ello la oración compartida favorece el
madurar la espiritualidad del buen samaritano.
103
3.7. Síntesis conclusiva.
En este capítulo se ha presentando una perspectiva a futuro del pentecostalismo, partiendo
de datos científicos, determinando desde las tendencias de crecimiento y desarrollo el
potencial que representa y representará. Siendo la segunda mayor fuerza dentro del
cristianismo después del catolicismo, se hace necesario el potenciar la relación mutua, en
vistas a promover la unidad de los cristianos. Desde ese objetivo se proponen cinco
espacios para el encuentro: el lenguaje, la oración, la reflexión, la formación y la pastoral
en clave ecuménica. Espacios que pretenden propiciar un ambiente provocador para
estrechar vínculos fraternos, solidarios, misericordiosos; antes que para dividir más nuestra
sociedad.
104
CONCLUSIÓN
La historia pesa sobre la realidad que se vive. Han sido muchos años de fricciones entre
católicos y pentecostales, pero la historia también puede impulsar
hacia una nueva
realidad. El determinismo no es absoluto. Su poder pasa por nuestras manos, somos
nosotros los que significamos el pasado, actuamos en el presente y proyectamos el futuro.
Podemos provocar condiciones sociales y religiosas distintas a las presentes si asumimos el
hoy con una mentalidad renovada. La segunda guerra mundial movilizó a muchos
cristianos a encontrar caminos hacia la paz. Ese es uno de los acontecimientos que despertó
el afán por una unidad real entre los seguidores de Cristo, impulsando el movimiento
ecuménico. La realidad sociopolítica de nuestro territorio, nos impulsa también a poner fin
a la división que afecta, incluso desde la religión, todas las demás dimensiones de nuestra
realidad nacional.
El Concilio Vaticano II, indicó un cambio de paradigma eclesial. Brindó nuevas luces para
la Iglesia Católica en su forma de relación con el mundo, especialmente con los demás
cristianos. Se abrió al diálogo con la cultura, con la historia y con la ciencia, dotándola de
un espíritu renovador. El “aggiornamento” no se podía demorar más. Tan es así, que uno de
los objetivos del Concilio fue el de buscar la unidad de los cristianos no por absorción, sino
a través del encuentro fraternal y el diálogo profundo y reflexivo, respetando al
interlocutor.
Dentro de los avances alcanzados en los diálogos con los cristianos orientales y con los de
la reforma protestante, se han definido los puntos doctrinales comunes al catolicismo, que
ya fueron mencionados en el segundo capítulo de este trabajo. Lo relevante es que son
elementos sustanciales, por lo que es lícito hacer uso de la expresión: es más lo que nos une
que lo que nos distancia y que resulta válido también para el pentecostalismo, que tiene su
génesis en el protestantismo.
Desafortunadamente con la comunidad pentecostal, el diálogo ha sido bastante limitado,
incluso adverso a todo propósito ecuménico. Por ello he explorado las posibilidades de un
105
acercamiento en la caridad entre ambas iglesias. Lo anterior exige de cada lado una
renovación espiritual que modifique la forma de ver al otro, no como contendor, sino como
hermano en la fe. No es el miedo el motor principal del ecumenismo, sino el amor de Dios
que nos coloca en la dinámica de la relación filial y por tanto fraternal. La unidad de los
cristianos no es el resultado de un esfuerzo puramente diplomático, requiere un acto de fe y
fidelidad a la voluntad de Cristo: ser uno como Él y el Padre son uno. Como primera
exigencia, la buena voluntad de tratarnos como hermanos, es condición sine cuan non, el
ecumenismo se convierte en utopía. Pero como no se trata de eso, sino de una posible
realidad, implica la respuesta humana a la gracia divina. La fuerza del Espíritu Santo es la
que moviliza el corazón del creyente hacia la consecución de la unidad.
Es responsabilidad de la teología, ayudada por otras ciencias de manera interdisciplinaria,
abrir caminos no sólo para el respeto de las creencias de fe de otras confesionalidades,
sino para el logro de un objetivo más profundo: la cooperación en la construcción del Reino
de Dios. Este trabajo se ha enriquecido del aporte de la sociología como disciplina que
brinda sistemáticamente una descripción objetiva de los diversos grupos humanos en sus
relaciones y en los núcleos de sentido que les confiere su identidad. Por ello hemos acudido
a ella, para conocer científicamente el pentecostalismo y acceder a datos consistentes,
desprovistos de ligerezas peligrosas y realmente sectarias. La construcción que nos ha
permitido hacer la sociología, constituye la base para un segundo paso: la reflexión
teológica.
En perspectiva ecuménica indagamos sobre las posturas y probabilidades de un diálogo
fraterno. En principio desde el oficialismo católico y luego desde el protestante, revisamos
las tendencias hacia el encuentro. En términos generales existe una apertura mutua desde
las directrices trazadas, pero en cuanto a su realización adolecen de una amplia difusión en
todos los niveles, especialmente el de los fieles de ambas confesiones. Mientras las
orientaciones permanezcan en los libros y estos en los anaqueles, no habrá nada distinto a la
desconfianza, el recelo, el resentimiento. Para cambiar el peso de esa tradición, habrá que ir
abriendo caminos, ofreciendo posibilidades de conocimiento real de las experiencias de fe
106
desde la oración, la formación y el apostolado, todo ello realizado en conjunto.
Primordialmente en la identificación como hijos de Dios se halla la clave de un cambio en
la forma de ver al otro, no como contrincante sino como un hermano, con los mismos
derechos y privilegios ante Dios Padre. Sin la conversión del corazón que tanto ha
exhortado la Iglesia católica no existirán posibilidades de unión.
Exige también, la clarificación de lo que las partes comprendan por unidad. Cullmann
desde el protestantismo y Ratzinger desde el catolicismo, se inclinan por entender la unidad
como la complementariedad en la diversidad. Lo anterior va acompañado del sagrado
respeto por la diferencia, producto de la valoración de la propia identidad y la de cada
quien. La asimilación de la unidad como uniformidad carece del reconocimiento de la
riqueza que poseen los demás, resulta castrante al negar la posibilidad de aprender de la fe
de otros. Sin temor a equivocarme, para muchos católicos y pentecostales, la unidad no deja
de ser entendida como una pura absorción.
Tiene un doble efecto el valorar al otro, el reconocimiento de la riqueza que él tiene y a la
vez el autoreconocimiento de los valores propios. A la vez que se amplía el horizonte de
comprensión se consolida la identidad personal. Al dialogar con un pentecostal, se
comprende una realidad que estaba ausente en mí, pero a la vez clarifico el por qué de mi
catolicidad. Para muchos, el temor los lleva a cerrarse en su propia verdad sin ni siquiera
examinar críticamente un punto de vista divergente.
La anterior mentalidad no hace más que fortalecer las divisiones en una sociedad
fragmentada en todo sentido. Políticamente estamos sectorizados en corrientes, la de
derecha contra la de izquierda. En la derecha los de extrema contra los de media, en la
izquierda ocurre de igual manera. Económicamente los ricos contra los pobres y la fe en el
mismo Señor, que debiera ser un elemento de comunión, también termina por abrir brechas
entre unos y otros. Colombia es un país, todavía, mayoritariamente católico, y casi cristiano
en su totalidad, que por cuestiones de fe permanece irreconciliado en una manera que
resulta escandalosa.
107
Ante una situación que parece no mejorar, ¿qué aporte hace la teología desde su
especificidad científica? ¿En qué enriquece a otras ciencias? ¿Qué injerencia tiene en la
transformación de una realidad adversa al Reino de Dios? He aquí un campo vasto y casi
inexplorado: el ecumenismo. La teología contribuye en la reflexión sobre los fundamentos
de sentido que poseen los seres humanos sobre su experiencia de fe hacia lo trascendente.
Para los pentecostales su comunidad, sus expresiones de oración, la predicación, poseen un
alto significado en su relación con Dios. No son ajenas a su desarrollo y crecimiento las
experiencias místicas de la presencia del Espíritu Santo. La teología examina tales
manifestaciones, que para otra ciencia pueden resultar insignificantes. Ella, actualmente
está llamada a no trabajar sola. Tampoco las otras disciplinas pueden abstenerse de recibir
el aporte teológico. La realidad es la suma de varias percepciones que se aproximan más a
la verdad, cuando más enriquecida es por las perspectivas que la observan.
Paralelamente al esfuerzo por la unidad en los cristianos desde lo doctrinal, van surgiendo
desde la base, esfuerzos de acción pastoral en común. Para avanzar en el diálogo hay que
crear espacios para reconocernos, orar, trabajar y así derribar los prejuicios mutuos.
Movidos no por protagonismos personales, sino por un verdadero deseo de reconciliación e
impulsados por el Espíritu Santo no debemos desanimarnos en esta empresa. Cristo invitó a
sus discípulos a ser uno, a ejemplo de Él y el Padre.
Provoquemos entonces esa unidad. No esperemos que se de produzca por generación
espontánea. La Historia no es determinante del presente en su totalidad. Este es susceptible
de ser modificado, pero para ello se requiere saber leer los signos que en ella se van
manifestando y aprovecharlos como medios para transformar el entorno.
Para el caso del pentecostalismo analizamos esos signos o tendencias que a futuro marcarán
la complejidad de la religiosidad nacional. Estos nos cuestionan en lo que hasta el momento
hemos logrado a nivel ecuménico y nos impulsan a pensar en el mañana. Un mañana que
acentuará el crecimiento pentecostal y que exigirá de la Iglesia católica mayores esfuerzos
por contribuir en la solución a los múltiples problemas que nos aquejan.
108
En tanto sigamos pensando que solos podemos salvar al mundo, con pretensiones heroicas
al estilo de los superhéroes de Hollywood, en los que un individuo salva la situación, no
haremos mucho. No podemos continuar en la autosuficiencia que nos aísla del resto del
mundo. El cristiano no pertenece al mundo, pero está en él. Por ello hace lo posible por
llevar el Reino de Dios a esa realidad en la que vive. La división es contraria al espíritu del
Evangelio. Quien se defina como cristiano no debe olvidar al Buen Samaritano. Ante las
desgracias reacciona con la misericordia y la solidaridad.
Son tantos los problemas que agobian nuestra sociedad: corrupción, narcotráfico, violencia,
deterioro de la familia, materialismo consumista, que no da espera para sumar fuerzas en la
común tarea de proclamar el evangelio de la dignidad humana, de conversión a Cristo, de la
liberación de las esclavitudes personales y sociales, de la solidaridad afectiva y efectiva. Un
anuncio que recupere la pentecostalidad de la Iglesia, ante la constante amenaza de la
esclerosis institucional y que su vez transforme a fondo las estructuras y los sistemas, de
modo que revelen más claramente el designio de salvación que Dios tiene para sus hijos e
hijas.
Las Iglesias católica y pentecostal tienen que centrarse en esa preocupación por los
desheredados. Es la forma concreta de hacer ecumenismo. Es real que quizá el diálogo en
materia dogmática y teología avance lento. Quizá la unidad visible de todos los cristianos
esté lejos, pero el lenguaje de la caridad frente a los excluidos y desplazados de Colombia
puede hacer que esa ansiada unidad se vaya haciendo realidad y en un campo donde las
iglesias devuelvan de nuevo la esperanza a quienes todo lo han perdido, incluso hasta su
misma dignidad.
109
BIBLIOGRAFÍA
Álvarez, Carmelo. Pentecostalismo y liberación, Una experiencia latinoamericana.
CEPLA. San José Costa Rica. 1992.
Balthasar, Hans Urs. Quién es cristiano. Ediciones Sígueme. Salamanca. 2000.
Beltrán, William. De microempresas religiosas a multinacionales de la fe.
Universidad San Buenaventura. Bogotá 2006.
Beltrán Cely, William. Pentecostales y neopentecostales: lógicas de mercado y
consumo cultural. Cuadernos de trabajo del GESREC. Universidad Nacional de
Colombia. Bogotá. 2004.
Concilio Vaticano II, Unitatis Redintegratio, Ediciones San Pablo. Bogotá, 2000.
Conferencia Episcopal de Colombia. El ser y quehacer del movimiento ecuménico
hoy en Colombia. Editorial Bonaventuriana. Bogotá. 2005.
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento
conclusivo, Aparecida, Brasil, 2007.
Congar, Yves M. J. Cristianos en diálogo. Editorial Estela. Barcelona. 1967.
Consejo Episcopal Latinoamericano, Directorio para la aplicación de los principios
y normas sobre el ecumenismo. Colección documentos CELAM N°128. Bogotá,
2000.
Cullmann Oscar y Karrer Otto, Unidad en Cristo. Ediciones Sígueme. Salamanca
1967.
Duquoc, Christian. Teología de la cruz. Ediciones Sígueme, Salamanca. 1979.
Fitzmyer, Joseph. El evangelio según Lucas. Ediciones Cristiandad. Madrid. 1987.
Tomo III.
Gibellini, Rosino. La nueva frontera de la teología en América Latina. Ediciones
Sígueme. Salamanca. 1977.
110
Gilson, Étienne. Reflexiones sobre la controversia entre Santo Tomás y San
Agustín. Paris, 1930, 371. Tomo I.
Gutiérrez, Gustavo. Teología de la liberación. Ediciones Sígueme. Salamanca.
1975.
Juan Pablo II, Declaración Dominus Iesus, Ciudad del Vaticano, 2000.
Juan Pablo II, Ut Unum Sint, N° 2. Librería Editrici Vaticana, 1996.
López, Darío. El nuevo rostro del pentecostalismo latinoamericano. Ediciones
Puma. Lima Perú. 2002
Moltmann, Jurgen. ¿Qué unidad buscamos? Selecciones de Teología. Vol. 20, N°
77. 1981.
Moltmann, Jurgen. Ecumenismo en el servicio al mundo. Selecciones de Teología.
Vol. 12, n° 46. 1973.
Moltmann, Jurgen. Ecumenismo en la época de la globalización. Selecciones de
teología. Vol. 38, N° 150. 1999.
Oscar. Verdadero y falso ecumenismo. Ediciones Studium. Madrid, 1972.
Ratzinger, Joseph. Iglesia, ecumenismo y política. Editorial BAC. Madrid. 1987.
Roa, Jairo. Ethos Cultural Protestante. En: II Seminario de Antropología de la
Religión. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 1999.
Santa Ana, Julio de. Ecumenismo y liberación. Ediciones Paulinas. Madrid, 1987.
Seminario de los Obispos de los países del cono sur. Servicio de información n°
125. 2007.
En Internet
CMI. Llamadas a ser la Iglesia Una. www.oikoumene.org (consultado el 10 de
noviembre de 2009).
111
CELAM. Intervención de un pastor pentecostal ante la V Conferencia del
Episcopado Latinoamericano. www.es.catholic.net (consultado en Mayo 20 de
2009).
Salesianos de Madrid. Ecumenismo. Historia e Instituciones. www.salesianosmadrid.com (consultado el 17 de mayo de 2010).
112
ANEXO
Intervención de un pastor pentecostal ante la V Conferencia del Episcopado
latinoamericano
APARECIDA, 29 mayo 2007
El Pastor Juan Sepúlveda:
Como un gesto de agradecimiento personal por la invitación a participar como observador
pentecostal ante la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y Caribeño,
quiero compartir con ustedes estas notas breves y esquemáticas sobre el pentecostalismo en
América Latina, que posiblemente pueden aplicarse también a la situación en el Caribe. El
fraternal afecto con que he sido acogido, y la amplia participación de la que he gozado en el
trabajo en grupos y comisiones, me obliga a hacer este pequeño esfuerzo adicional para
darles a conocer la parte del mundo evangélico-protestante que de alguna manera he
representado ante ustedes.
1. Con frecuencia se habla del pentecostalismo como un “movimiento”, debido a que
la
transversalidad
de
sus
orígenes
confesionales
(metodistas,
bautistas,
presbiterianos, etc.) hace difícil considerarlo como una “familia confesional”. No
obstante lo anterior, las iglesias pentecostales se organizan de una manera
relativamente similar a las denominaciones del protestantismo histórico: comparten
con ellas la fe trinitaria y la herencia de la Reforma, y cuentan con algún tipo de
organización central, ya sea de tipo episcopal o congregacionalista. Carecen, sin
embargo, de instancias que las representen a todas en los niveles nacional, regional
o mundial.
2. El pentecostalismo de origen protestante no es un movimiento reciente, puesto que
ya ha cumplido su primer siglo de existencia. Sus raíces histórico-teológicas se
hunden en el movimiento de santidad que durante el siglo XIX marcó
profundamente al protestantismo anglosajón. Este, a su vez, se remonta al
movimiento renovador de John Wesley en la Inglaterra del siglo XVIII. En el
113
contexto de una Iglesia en la que convivían, no sin tensiones, las tradiciones
teológicas y espirituales del catolicismo y del protestantismo, Wesley predicó
acerca de la santificación como una obra de la gracia subsecuente a la justificación.
Así, sin abandonar el acento protestante en la gratuidad de la salvación, redescubrió
la importancia del camino hacia la santidad (perfección cristiana) y sus
implicaciones para la vida personal, social y para la misión. De esta forma, se sumó
a otras reacciones continentales (el pietismo y el puritanismo) frente a una ortodoxia
protestante que, en su defensa de la iniciativa divina, la sola gracia, había dejado
muy poco espacio para la piedad, para la ética y para la acción misionera.
3. Aunque Wesley no interpretó la santificación como una obra específica de la tercera
persona de la Trinidad, esto es, como un bautismo en el Espíritu Santo, sí lo hizo su
contemporáneo (y sucesor como líder del metodismo naciente), el suizo John
Fletcher. Wesley no alentó esta línea de interpretación, y aunque rechazaba la idea
de que los dones y señales extraordinarias del Espíritu Santo hubieran sido un
privilegio exclusivo de la era apostólica, prefería alentar el cultivo de los frutos –por
sobre los dones- del Espíritu Santo. Pero esta interpretación “pentecostal” de la
santificación ya quedo insinuada, y fue tomando cada vez más fuerza: el poder para
la transformación que implica el camino de santidad proviene del bautismo del
espíritu Santo, como también los carismas necesarios para el cumplimiento del
mandato misionero. Esta búsqueda del poder del Espíritu Santo caracterizó a los
avivamientos («revivals») evangélicos de fines del siglo XIX.
4. El nacimiento del “pentecostalismo clásico” se asocia generalmente al avivamiento
ocurrido en 1906 en Los Ángeles (calle Azusa), Estados Unidos, sobre la base de
una enseñanza cuya difusión había iniciado Cherles Parham en el año nuevo de
1900: la “evidencia inicial” del bautismo del Espíritu Santo, según las Escrituras
(Hechos de los Apóstoles), es el don de hablar en lenguas. Este avivamiento,
dirigido por un pastor negro (William Seymour) en un precario templo, duró más de
tres años y fue efectivamente un centro al cual llegó gente de muchas partes, y
desde donde partieron misioneros a distintos lugares de los Estados Unidos y del
mundo entero. La doctrina de la “evidencia inicial” sería el acento teológico que
114
separó al pentecostalismo del movimiento de santidad, y que le otorgó su identidad.
Sin embargo, hoy en día la mayoría de los historiadores reconoce que este fue uno
de los focos de mayor impacto en los orígenes del pentecostalismo, pero no el
único. Hubo otros avivamientos contemporáneos e independientes, por ejemplo en
India y en Chile, que dieron origen a movimientos pentecostales que mantuvieron
más fuertemente sus raíces wesleyanas, y no adoptaron la mencionada doctrina de la
“evidencia inicial”.
5. La presencia pentecostal en América Latina es mucho más temprana de los que se
suele pensar (los casos más tempranos son Chile: 1909; Argentina y Brasil: 1910;
Perú: 1911; Nicaragua: 1912; México: 1914; Guatemala y Puerto Rico: 1916). Esto
significa que la historia del pentecostalismo en América Latina comienza antes que
se constituyeran las grandes denominaciones pentecostales norteamericanas o
europeas. Mientras en Chile se trató de un avivamiento local, en los demás países
mencionados el trabajo lo iniciaron misioneros solitarios o inmigrantes. Por lo tanto,
la primera fase de expansión pentecostal no contó con respaldo institucional ni
financiero de denominaciones norteamericanas o europeas. Casi sin excepción, en
esta primera fase las iglesias pentecostales crecieron en sectores rurales
empobrecidos y en los emergentes barrios periféricos. Por lo tanto, se trata
efectivamente de sectores de población que aunque hubieran sido bautizados, no
contaban con asistencia pastoral, lo que había debilitado su adhesión a la Iglesia
Católica. Los sujetos de esta evangelización han sido, en la mayoría de los casos,
personas del pueblo que han querido compartir su propia experiencia de encuentro
con Cristo
6. Cuando décadas más tarde las denominaciones pentecostales norteamericanas
iniciaron su actividad misionera en América Latina, el patrón de crecimiento basado
en ministerios y recursos locales ya estaba establecido. Por lo tanto, la importancia
de misioneros y recursos extranjeros es mucho menos significativa de lo que
generalmente se supone, con la excepción de algunas áreas con alta presencia
indígenas.
Los
grupos
más
recientes,
generalmente
denominados
“neopentecostales”, no provienen del pentecostalismo clásico. Históricamente,
115
deben ser vistos más bien como derivados del movimiento de renovación
carismática que comenzó en los 1960s en las iglesias tradicionales.
7. Las dificultades para el diálogo ecuménico Pentecostal-Católico en América Latina,
más allá de las obvias diferencias histórico-teológicas, deben entenderse en el
contexto de las tensiones propias que emergen cuando se da una relación de
minoría-mayoría religiosa. Aunque existe un proceso de diálogo CatólicoPentecostal iniciado en el año 1972, este es apenas conocido en América Latina. Sin
embargo, hay evidencias que también en nuestro continente el cambio de lenguaje
para referirse unos a otros, y la apertura al diálogo, puede producir buenos frutos.
En Chile, por ejemplo, donde se constituyó la “Fraternidad Ecuménica” el año
1972, con participación de algunas iglesias pentecostales, existe ya una larga
tradición de oración común y de co-participación en otras iniciativas de interés
público. Un punto culminante fue la firma, en mayo de 1999, de un compromiso de
reconocimiento mutuo del Bautismo celebrado según la fórmula trinitaria. Ya en
1998 se realizó en Quito un primer encuentro latinoamericano entre sacerdotes
católicos y pastores pentecostales, convocado conjuntamente por CELAM y CLAI
(Consejo Latinoamericano de Iglesias). Una de sus principales conclusiones fue que
para avanzar en el diálogo hay que crear espacios para conocerse, orar juntos, y así
derribar los prejuicios mutuos.
8. Lo más importante de este tipo de aproximación, es que al generar oportunidades
para el reconocimiento mutuo como “hermanos y hermanas en Cristo”, permite que
el ejercicio de la vocación misionera y de la atención pastoral se desarrolle con
creciente respeto mutuo. De esa manera va emergiendo una cultura de convivencia
y un ecumenismo práctico que se evidencia en situaciones tan cotidianas como
velatorios, visitación de enfermos, acompañamiento en situaciones de crisis, etc.
Fraternalmente
Pastor Dr. Juan Sepúlveda G.
116