El sinergismo entre los ángeles y los ministros

El sinergismo entre los ángeles y los ministros
Apóstol Sergio Enríquez O.
Estudio de Pastores
Guatemala, 9 de julio del Año de la Misericordia
Es necesario comprender que no somos lo que somos por lo que hacemos, sino que hacemos lo que hacemos por lo que somos; de tal manera
que ahora lo que nos corresponde es averiguar quiénes somos para poder poner por obra lo que necesitamos hacer. En nuestra vida como
ministros, la identidad es más importante que cualquier otra cosa, porque por medio de ella sabemos para qué fuimos enviados. La Biblia dice, que
Jesús, sabiendo de donde venía y a donde regresaba, se pudo ceñir la toalla y les lavó los pies a Sus discípulos; lo que significa que para ejercer
Su función, tuvo que adquirir conocimiento, con gracia y sabiduría, de quien era y lo que debía hacer. Por eso vemos que Él estaba consciente de
que debía morir y, cuando le toca partir, encomienda Su espíritu de regreso al Padre. No obstante, el apóstol Pedro quiso impedir que llegara a la
cruz porque aún no había comprendido, en su totalidad, la identidad de aquel a quien tenía en frente. Ahora estamos nosotros, y es imprescindible
que averigüemos quienes somos para que a su vez, se nos facilite hacer lo que nos corresponde y no terminemos perdiendo nuestra identidad, y
ocupando posiciones qué no eran el propósito de Dios en nuestra vida. De aquí entonces el sinergismo que tenemos, nosotros los ministros
primarios, con los ángeles. Ellos son necesarios para el desarrollo del ministerio al cual hemos sido llamados; esto nos deja ver, que de alguna
manera tenemos cierta similitud con los ángeles, aunque sabemos y entendemos que ellos son mayores que nosotros en muchos aspectos.
Si nosotros tenemos un sinergismo con los ángeles, esto significa que debe de haber una similitud; o sea, que los ángeles se parecen a cada uno
de nosotros porque hay una base sustancial entre ambos. Por eso vemos en Jud 1:8 LBA, que cuando alguien no quiere sujetarse a los ministerios
que Dios ha levantado, no está en contra de los hombres, sino de las potestades que cubren y protegen a los ministros, que serían las majestades
angélicas. Los ángeles fueron encomendados, por Dios, para cubrirnos y protegernos, por esta razón ellos se parecen al que están cubriendo. Un
ejemplo lo vemos en Hch 12:15 LBA cuando confunden al ángel de Pedro con él. En base a la historia, entendemos que Pedro estaba en la cárcel
y su ángel lo despierta y él sale y se presenta ante los discípulos que estaban reunidos; ellos creen que era el ángel de Pedro quien se les había
aparecido porque sabían que Pedro estaba en la cárcel con sentencia de muerte. Entonces, confirmado está que los ángeles se parecen a
nosotros, incluso, en He 1:7 SRV vemos que el Señor nos hizo llama de fuego; esto significa que debemos trabajar en sinergismo con los ángeles.
También vemos que Dios nos dio dones, en forma de hombre para protegernos, Ef 4:8 VIN. Debemos tener claro que si somos ministros con un
verdadero llamado de Dios, no estamos solos en el trabajo al cual hemos sido llamados. Veamos cuáles son las similitudes entre los ministros y los
ángeles.
SEMEJANZA ENTRE ÁNGELES Y LOS MINISTROS
La primera similitud es que contrario a lo que muchos piensan, los ángeles miden igual que nosotros pues tienen medida de hombre, Ap 21:17
BTX. Por otra parte, el apóstol Juan ve el reino de los cielos y se encuentra con un ángel, en todo su esplendor, y él lo confunde con el Señor y se
postra a adorar. Sin embargo, el ángel le dice que eran consiervos, juntamente con los que guardan las palabras de la Biblia y se esfuerzan en
cumplirlas, Ap 22:8-9 LBA; por lo que la segunda similitud es que los ángeles no se dejan adorar. Un punto que debemos tener muy claro es que si
un ángel permite que lo adoren, significa que no es de Dios, de igual manera si un ministro se deja adorar o idolatrar, tampoco es de Dios. Ahora
veamos la similitud que hace la Biblia con ángeles. Escrito está en Hch 1:10 LBA que los discípulos ven a dos varones en vestiduras blancas,
quienes en realidad eran ángeles, y les hablan acerca de la segunda venida de Cristo. Tenemos la ayuda de los ángeles, sin embargo, no podemos
olvidar que ellos son mayores que nosotros, de tal manera que no podemos pretender que sean nuestros sirvientes, pues ellos son siervos de Dios
y solo nos ayudan en el desarrollo del ministerio al cual nuestro buen Dios nos ha llamado. Recordemos que la Biblia dice que el mayor sirve al
menor, por eso el Señor les encomendó que nos cuidaran. Entonces, un extremo es adorar a los ángeles y el otro es darle órdenes pensando que
ellos tienen que obedecer nuestros mandatos. Otra similitud la vemos al contextualizar Hch 10:3 LBA, donde Cornelio dice que ve a un ángel, con
Hch 10:30 LBA, cuando lo describe como un hombre con vestiduras blancas. Entendemos que procedemos de la misma raíz, con la diferencia de
la consistencia con la que fuimos formados. De aquí entonces, que si podemos distinguir cuál es nuestro origen, podremos saber lo que nos
corresponde hacer y, entre el ángel que nos asignaron y nosotros, podremos hacer la obra que Dios desea que hagamos. Siguiendo con las
similitudes, vemos otra en Lc 24:4 LBA, cuando las mujeres dicen que vieron dos varones, mientras que en Jn 20:12 LBA, Juan asegura eran
ángeles. Por eso dice la Biblia que muchos sin saberlo hospedaron ángeles.
Como ya habíamos mencionado, nosotros los ministros somos llama de fuego. Teniendo esto presente, vemos en Dan 10:5-6 LBA, que Daniel
describe a un ángel, quien puede ser el ángel Gabriel. Sabemos que Daniel fue un extraordinario ministro y cuando ve al ángel queda mudo, así
como le pasó a Zacarías cuando el ángel se le presenta. Por esta razón, es de creer que el ángel que cuidaba a Daniel era Gabriel. Entonces,
cuando logremos alcanzar el entendimiento para lo que venimos a hacer a la tierra, no vamos a querer hacer otra cosa que el llamado al ministerio
que estamos desarrollando; pero necesitamos tener claro quiénes somos. El llamado no es un juego, por eso el Apóstol Pablo decía con mucha
claridad que él honraba su ministerio; él sabía quién era y lo que debía hacer. Así mismo nosotros debemos reconocer esto y honrar el llamado. Por
otra parte, los ángeles tienen revelación que comparten con nosotros, por eso vemos en Dan 10:18 LBA y en Dan 12:6-7 LBA, que cuando le
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Apóstol Sergio Enríquez O.
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hacen una pregunta, él responde. Lo que significa que la revelación que los ángeles tienen la comparten con nosotros. La fuente inagotable para
ejercer el llamado del ministerio es el Espíritu Santo, pero existen otras fuentes que no podemos menospreciar, como la ministración angelical. Otra
sería la ministración de los justos hechos ya perfectos y que pueden estar ministrándonos sin cuerpo físico. Vemos en 2 Pe 1:15 LBA, que Pedro
va a procurar que aun después de su partida, recordemos todo lo que él había escrito en sus epístolas. ¿Cómo Pedro va a procurar recordarnos
esto después de él ya no estar?, a través de sueños, revelaciones, etc., porque son herramientas que Dios deja a nuestro servicio, a parte del fluir
del Espíritu Santo y la Palabra infalible.
Escrito está que somos llama de fuego, pero algunos de nosotros podemos pensar que no lo somos; si esto sucede, no le demos paso a la duda,
confiemos firmemente en el llamado que Dios nos otorgó, porque Él no se equivoca en nada y un propósito ha de tener. Si nos llegan problemas y
empezamos a sentir que el fuego se apaga, El Señor puede avivar la llama con un solo soplo, así como lo hizo con Adán, que por Su suplo adquirió
vida. Claro está, que el que seamos ministros llama de fuego no es una figura literal; esto quiere decir, que cuando se dice que un ángel es espíritu,
también es una figura, por lo tanto podemos decir con toda claridad que los ángeles tienen cuerpo. La Biblia dice que hay distintos tipos de cuerpo,
por lo que los ángeles no tienen cuerpo como nosotros, pero si lo tienen. Ejemplos lo vemos con Pedro, quien su ángel lo tocó en el costado (Hch
12:7). Otro ejemplo sería cuando el ángel toma carbón encendido y toca los labios del profeta (Is 6:6-7); si estos ángeles fueran solamente un
espíritu, ¿cómo pudieron tocar a estos dos hombres? No cabe duda que esto es una figura. Con todo esto explicado, veamos ahora quiénes somos
nosotros, los ministros llama de fuego.
MINISTROS LLAMA DE FUEGO
La palabra “zarza” que aparece en Ex 3:2 LBA es traducida en algunas versiones como “arbusto”. El propósito de ser arbusto es que esto nos da
cierto equilibrio porque entendemos que aunque tenemos una jerarquía extraordinaria, no viene por consecuencia de nosotros mismos, sino que
Dios nos la dio con el propósito específico que cumplamos una función para Él. Por esta razón no debemos pretender ensalzarnos, no nos vaya a
suceder como el árbol de Jue 9:8-15 LBA, quien se creía mayor y pretendía que los demos árboles se refugiaran en su sombra. Es menester
entender que funcionamos bajo el poder de Dios. El milagro que pueda funcionar en nosotros, es solo por la gracia y unción del Señor, por medio
de la llama de fuego que se nos es derramada a través del Espíritu Santo. Tengamos conceptos de nosotros mismos, pero en balance, sin que nos
creamos mucho pero tampoco sin creernos poco. Recordemos que nosotros estamos bajo la sombra, que Dios Padre nos da a través de Su
cobertura, conforme vemos en Núm 9:16 BTA 2003, donde se evidencia que sobre el arbusto había cobertura. La llama de fuego cubre a los
ministros primarios, aun en la noche. Sabemos que la noche representa la tribulación; por tanto, debemos cubrirnos con la armadura de Dios en
todo tiempo.
En Deu 4:12 TLA vemos que la voz de Dios surgió de entre las llamas de fuego. De aquí podemos deducir que somos un medio donde Dios se
manifiesta. La Biblia establece que si apartamos lo vil de lo preciado, seremos como la voz de Dios; por eso debemos cuidar nuestra lengua al
hablar, para que así, sea Él hablando por medio de nosotros. Por otra parte, las llama de fuego son las que dan los mandamientos de Dios, según
Deu 5:22 TLA. Entendemos que hay mandamientos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, hoy vivimos en la era del Espíritu Santo por lo tanto los
ministros estamos explicando estos mandamientos. Según la segunda epístola de Pedro, los apóstoles son quienes enseñan estos mandamientos y
se los trasladan a los pastores, para que así, podamos juntamente, trasladar la Palabra de Dios. También vemos en Sal 29:7 LBA, que los
apóstoles son los que levantan y envían otras llamas de fuego, pero esto trae la misma responsabilidad para que los ministros que se van
levantando, preparen a otros para que siga creciendo el equipo ministerial. Aquí es donde tiene lugar lo que dijo el Apóstol Pablo, que se debía
encargar a hombres fieles, por eso debemos buscar a gente fiel a Dios y a la autoridad que Él nos ha delegado para adiestrarlos y que sean
entonces aptos para la obra del ministerio. No obstante, sabemos que el Señor hace de las llama de fuego sus ministros, Sal 104:4 LBA, pero la
primera vez que aparecen las llamas de fuego, en el Nuevo Testamento, es en Hechos 2, en el día de pentecostés. Es interesante que aparecieran
sobre la cabeza, y no sobre el hombro ni los pies, esto porque los que van a ser engendrados son aquellos que tuvieron llama de fuego sobre su
cabeza, y se sujetaron a ellos. Con todo esto, debería conmoverse nuestro corazón para saber quiénes somos y para qué fuimos llamados; solo así
podremos realizar nuestro llamado con eficiencia espiritual y alcanzaremos aquello por lo cual fuimos alcanzados.
Redactado por: Hna. Valerie O. Figueroa
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