Carolina Porley “Ninguna transformación educativa puede tener éxito si no convencemos al docente de aula” “Más allá del titular. Discursos y propuestas en el debate educativo”, es el título del libro escrito por la periodista Carolina Porley. En diálogo con Punto edu se mostró escéptica en cuanto a la posibilidad de que los actores políticos lleguen a un acuerdo, por entender que existen diferencias filosóficas entre los técnicos partidarios e incluso “hay enfrentamientos entre políticos, autoridades del sistema, técnicos y docentes”. “El debate educativo en la era Mujica”. “Los actores y sus visiones sobre la reforma pendiente”. “Allá como acá: miradas sobre el desafío docente en el aula”, son las tres partes en que se estructura el libro de la periodista del semanario Brecha, Carolina Porley. En sus más de 300 páginas la periodista y docente vuelca opiniones y testimonios de más de 30 expertos nacionales y extranjeros en educación, así como de los asesores de los partidos políticos, autoridades, docentes, directores de centros, sindicalistas, padres y estudiantes. Daniel Corbo, Pablo da Silveira, Fernando Filgueira, José Olivera, Robert Silva, Néstor Pereira, Martín Pasturino, Ema Zaffaroni, Pedro Ravela, Miguel Soler, Juan Carlos Tedesco, Bernard Charlot, Christian Baudelot, entre otros. La propia autora define en el prólogo que su propósito es contribuir a una discusión amplia e informada sobre la situación de la educación en Uruguay, así como “aportar a la reflexión sobre las transformaciones necesarias, haciendo foco 26 en la enseñanza media, tramo considerado obligatorio, pero que el país está lejos de universalizar. Pretende asimismo trascender un debate público basado en declaraciones de actores que estornudan críticas y soluciones. También profundizar en el análisis sobre la realidad y las propuestas de mejora de la educación, identificando discursos y posicionamientos. Y a partir de allí ayudar a trascender el actual diálogo de sordos, de posturas inerciales, para favorecer la construcción de puentes que permitan llegar a una propuesta de mejora lo más convenida posible”. ¿Ves la posibilidad de un verdadero acuerdo educativo a nivel político? La multiplicidad de actores –institucionales, políticos, académicos, docentes, sociales- consultados para el libro coinciden en afirmar que más allá de las políticas de inclusión educativa que se han venido implementando todos estos años (y que tienen un carácter focalizado no universal) es preciso procesar cambios más de fondo, estructurales, que transformen la matriz de la Entrevista educación secundaria para que realmente se concrete su democratización. Hoy estamos muy lejos de esa meta: 68 por ciento termina ciclo básico y menos del 40 educación media superior. Esas transformaciones estructurales, por afectar los cimientos del sistema, requieren un pienso y ejecución en el largo plazo, lo que obviamente trasciende un período de gobierno (cinco años). Para esto no solo se requiere acuerdos entre los partidos políticos que eventualmente deban, desde el Poder Ejecutivo realizar esas transformaciones, y desde su presencia parlamentaria contribuir con las leyes que requieren esos cambios. Es imprescindible un acuerdo, y más aún un convencimiento y protagonismo de los actores del mundo de la educación, que son quienes deberán viabilizar esos cambios como actores institucionales del sistema educativo. Me refiero a los consejeros y mandos medios de la ANEP, a los técnicos del sistema, inspectores, directores, y por supuesto a los docentes de aula. ¿Si es posible alcanzar un acuerdo de ese tipo, entre los actores tanto políticos como sociales e institucionales? La experiencia muestra que no ha sido posible. El primer gobierno del FA aprobó la ENIA (Estrategia Nacional para la Infancia y la Adolescencia) que incluía un capítulo sobre políticas educativas en el mediano y largo plazo articuladas con las políticas sociales, pero la misma no se ha llevado a cabo. Es interesante porque la ENIA tuvo un amplio proceso de discusión, entre una multiplicidad de actores. Luego se ensayó llegar a un “plan nacional de educación” que no pasó de algunos documentos en los que participaron distintos actores. El presidente Mujica buscó acuerdos interpartidarios al principio de su mandato (a través de una comisión en la que participaron delegados de los partidos con sus técnicos) pero luego fue difícil para las autoridades del sistema (ANEP) avanzar en la implementación de esta agenda, en cuya confección el mundo de la docencia no participó. Luego se buscó otro acuerdo centrado en el consenso político que los propios partidos dieron por muerto al poco tiempo de firmarlo en 2012, cuando ya se respiraban los primeros vientos de campaña electoral. Por otra parte, una de las dificultades mayores refiere a los problemas de comunicación. El libro intenta aportar a la comprensión de los distintos discursos que se pronuncian sobre la situación y futuro de la educación, y explicar cómo el lugar desde donde se enuncian pesa y mucho en las opiniones de los actores. Claramente hay enfrentamientos entre políticos, autoridades del sistema, técnicos y docentes. Cada uno habla desde una “trinchera” distinta, y desde ese lugar ve al otro. Percibo que existe un gran ruido en la comunicación fruto de una seria desconfianza mutua entre técnicos no docentes y educadores, políticos y autoridades de ANEP, políticos y docentes, etc. Se desconoce, subestima, ningunea, encasilla al otro y así se genera un “diálogo de sordos” porque cada uno cree saber lo que piensa y busca el otro (por el lugar desde donde lo dice o la jerga que utiliza) antes in27 “Cuando se lee con detenimiento la propuesta curricular de cada partido y el planteo filosófico que la sustenta, las diferencias emergen claramente”. cluso de escucharlo. Las autoridades de la anep y los sindicatos desacreditan las voces (técnicas, políticas) de quienes “nunca pisaron un aula”. Los técnicos y los políticos muchas veces ven a los docentes más como parte del problema que enfrenta la educación, que de la solución… Me gusta la frase del maestro Miguel Soler cuando señala que hay un problema de método, de reconocimiento del otro: “Cada vez que se reúnen en un cónclave tales o cuales grupos y emiten grandes y sustanciosos documentos, si eso no es parte de un trabajo más compartido, va a llevar siempre a que hasta por costumbre sean textos que el magisterio rechacen. Por no haber sido consultados. Por una razón de método”. ¿Cuáles serían las piedras en el camino de ese posible acuerdo? Llegar a un acuerdo político en educación, y sostenerlo en el tiempo, quedó claro es difícil porque entran a pesar intereses de perfilamiento y electorales (la necesidad de cada agrupación de diferenciarse en sus propuestas de las otras y de la oposición de cuestionar al gobierno) que terminan –y ha pasado- erosionándolo. Además señalaría otra dificultad. La gran pobreza del discurso político en materia educativa. Si se analizan los puntos que conformaron el acuerdo interpartidario de principios de 2012, éste no incluía gran parte de los principales nudos problemas que enfrenta la educación, tal como fueron definidos por la academia especializada (véase “Muy pocas nueces”, páginas 108-111). Por otra parte, en ese acuerdo los partidos acordaron en algunos puntos cuya implementación dependía de la ANEP, pero no se pusieron de acuerdo en agilizar algunas transformaciones que sí dependen de ellos, y que son, a nivel legislativo, por ejemplo la creación de un instituto superior o universidad para la formación docente. Ahí es claro que los acuerdos 28 son superficiales: todos dicen que hay que darle rango universitario a la carrera docente, pero luego no se ponen de acuerdo en un articulado. Uno a esto, lo siguiente. Cuando uno entrevista a los principales asesores de los líderes políticos (Pablo Da Silveira, Daniel Corbo, Robert Silva, Fernando Filgueira, Martín Pasturino), parecería que en algunos temas hay acuerdo. Por ejemplo, en la necesidad de transformar la estructura del trabajo docente (implementar el profesor-cargo), rediseñar el currículum, avanzar en una mayor de potestades a los centros educativos, entre otros asuntos. Sin embargo, si se profundizan los planteos, hay diferencias que empiezan a acentuarse respecto al alcance de esas medidas, su orientación (fundamentos), y respecto a las formas en las que se piensan llevar a cabo (gestión del cambio). Si bien todos hablan de trascender el currículum enciclopédico, de enseñanza por disciplina y por contenido informativo, para pasar a una lógica que busca desarrollar en el otro ciertas capacidades, cuando se lee con detenimiento la propuesta curricular de cada partido y el planteo filosófico que la sustenta, las diferencias emergen claramente. Asimismo no es lo mismo querer avanzar hacia un sistema educativo descentralizado donde gran parte de la potestad y responsabilidad en la ejecución presupuestal y designación de recursos humanos, definiciones pedagógicas y resultados alcanzados, se transfieren al centro educativo, que a su vez ingresa en una lógica de competencia con otros centros por el acceso a mayores recursos (como propone Da Silveira), que impulsar un mayor protagonismo de las comunidades docentes para lograr una contextualización de las propuestas pedagógicas, pero con una estructura central fuerte, que no deje a los centros librados a sus propias capacidades (“tanta descentralización Entrevista La reforma Rama fue desobedecida en gran medida, porque ni inspectores ni maestros la consideraron una buena medida”. como sea posible, tanta centralización como sea necesaria”, puntualiza Pasturino). Cuando en la respuesta anterior me refería a la necesidad, imperiosa, de que exista un convencimiento de los actores del sistema educativo respecto a las transformaciones a implementarse, no lo decía solo porque me parece importante la participación de los protagonistas en el diseño de políticas públicas. Hay una razón bien instrumental, que apunta a la viabilidad de la política y a su eventual éxito o fracaso. Pongo un ejemplo. Desde hace un tiempo el mundo de la academia y técnicos especializados en educación han llegado a la conclusión de que el instrumento de la repetición debería ser reconsiderado en Uruguay. Sin ser el país de América Latina con peores aprendizajes (en realidad tanto en las pruebas que realiza UNESCO en Primaria, como en PISA en secundaria, el país está en segundo lugar, o tercero dependiendo la edición, en calidad de aprendizajes). Sin embargo, sí es el país donde más estudiantes son calificados como insuficientes año a año (mayores tasas de repetición en media). Esa sobreutilización de la repetición es altamente perjudicial para la continuidad educativa (el rezago es uno de los factores que más incide en la desafiliación), además de que numerosa bibliografía pedagógica señala la inocuidad de la medida (el chico que quedó repetidor por no aprender algo ese año, no lo aprende por recibir la misma dosis al año siguiente), así como la necesidad de avanzar hacia estrategias de detección temprana de las dificultades y acompañamiento pedagógico a los estudiantes mediante una personalización de las modalidades de enseñanza y de las formas de evaluación. Ahora bien, partiendo de ese tipo de diagnostico en 1999 Germán Rama aprobó una circular que disponía la promoción automática de primero a segundo año de escuela (salvo excepciones, los maestros no podían dejar repetir al niño en primer año). La misma fue desobe- decida en gran medida, porque ni inspectores ni maestros la consideraron una buena medida, más bien la vieron como un atentado a la calidad de la enseñanza y una forma espuria de mejorar las estadísticas de promoción. El mismo razonamiento caracterizó la discusión en 2011 cuando la ex directora del liceo Bauzá anunció que se negaría a aplicar el nuevo sistema de evaluación y pasaje de grado de Secundaria, y fue apoyada por parte de la dirigencia política y los medios de comunicación, que la vieron como una “mártir” en un sistema que cada vez baja más el nivel y la calidad de la enseñanza. Misma discusión se dio cuando en 2012 el sociólogo Andrés Peri (director de la Dirección de Evaluación, Investigación y Estadística del CODICEN), sugirió que habría que eliminar la repetición en educación media (ahí salió el e presidente Julio Sanguinetti a atacarlo directamente). La clase política, parte de la sociedad y los docentes suelen horrorizarse con estos planteos. Ahora habría que preguntarse si Peri, Rama, Gustavo de Armas, Pablo Martinis, y muchos otros técnicos, investigadores, y también autoridades de la ANEP que problematizan el uso de la repetición, realmente solo persiguen mejorar las estadísticas, y no reparan en “incluir a cualquier precio”, o si en realidad han sido capaces de detectar aquellos elementos del propio sistema educativo que contribuyen a la desafiliación y fracaso de miles de adolescentes en las aulas. Ninguna transformación educativa puede tener éxito si no convencemos al docente de aula, al director del liceo y al inspector, que el cambio que quiere implementarse no busca incluir a cualquier precio o bajar la calidad de la enseñanza. Eso genera atrincheramiento, resistencia. Hay que ayudar a desnaturalizar los elementos nocivos del sistema que se buscan cambiar, y que desde dentro a veces cuesta visualizar, y para eso hay que trabajar en la construcción de confianza. 29
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