FORO POR EL CAMBIO. PODEMOS Cristina Garaizabal. Colectivo Hetaira Madrid, julio 2015 En este tema existen dos niveles de debate: . Ideológico: muy marcado por posiciones feministas que aparecen como antagónicas. . Político: las consecuencias de estas ideologías en las políticas concretas sobre la prostitución y ver si éstas favorecen o no a las personas trabajadoras del sexo, que son mayoritariamente mujeres pero no exclusivamente No voy a tratar mucho el primer punto porque creo que en este contexto lo fundamental es el segundo. Pero quiero nombrar algunas cuestiones sobre los debates ideológicos: En primer lugar quiero plantear una cuestión general y es que pienso que es una pena que este debate esté tan polarizado en el feminismo, de manera que no sea posible encontrar los puntos de unión que podríamos tener, dado nuestro objetivo común: la defensa de las mujeres . No sabría decir a ciencia cierta cuáles son las cuestiones que lo impiden, ya que creo que son muchas y muy variadas. Pero de lo que sí estoy convencida es de que con acusaciones, mentiras y demagogia no vamos a ir muy lejos. Por ejemplo, cuando se acusa a las organizaciones pro-derechos de estar financiadas por los lobbies empresariales, además de ser rotundamente falso, es un tipo de argumento que no pretende debatir con otras posición sino descalificar, como muchos partidos y medios de comunicación han hecho con Podemos cuando lo acusan de estar financiado por el chavismo. O cuando se afirma insistentemente que un 90% de trabajadoras sexuales son víctimas de trata y no se aporta ningún estudio serio sobre ello y se hace caso omiso al estudio de NNUU de 2010 1 sobre la trata de mujeres en Europa, en el que se afirma que 1 de cada 7 prostitutas es víctima de trata (un porcentaje que nada tiene que ver con el 90%)… Todas las feministas coincidimos en que la prostitución como institución, tal y como la conocemos en occidente, se da en países 1l El País. 30 de junio de 2010. https://www.unodc.org/documents/publications/TiP_Europe_ES_LORES.pdf 1 heteropatriarcales y neoliberales. Es, por tanto, una institución como el matrimonio, la enseñanza, la sanidad, el propio trabajo, la familia, etc… que está inscrita y, en cierta medida, responde al capitalismo heteropatriarcal. Ahora bien, las formas de combatir las exclusiones, las discriminaciones, el estigma y el control que las estructuras heteropatriarcales y capitalistas pretenden, difieren hoy dentro del feminismo. Por eso hablamos de feminismos, porque nuestra posición como mujeres está cruzada por otras opresiones y discriminaciones. Y la pena, es que no se pueda hablar de ello y no podamos llegar a acuerdos mínimos como se ha hecho con la reivindicación del matrimonio igualitario: muchas estamos en contra de que el matrimonio sea la forma de relación por excelencia, nos gustaría que desapareciera tal y cómo estaba concebido en mi juventud, por ejemplo. Pero mientras tanto hemos luchado por los derechos de la población LGTBI y ello ha traído como consecuencia que la propia institución haya cambiado especialmente en los últimos 10 años desde la aprobación de éste. Pero desde algunas corrientes feministas cuando se hacen análisis estructurales éstos son tan abstractos y generales que llegan a plantear que la prostitución en sí es violencia de género y, por lo tanto, tiene que desaparecer. Esta posición hace análisis poco realistas y tiene como mayor problema el que se difuminan las violencias de género concretas que estas mujeres sufren. Se confunde las condiciones de ejercicio de la prostitución (malas, en general, por la falta de derechos y reconocimiento) con el hecho en si de que dos personas adultas decidan intercambiar sexo por dinero, aunque exista una situación social desigual entre mujeres y hombres. Se cuestiona la capacidad de decidir de las mujeres (por ser pobres, por la vulnerabilidad, el patriarcado….) y se olvida su capacidad de agencia AUNQUE SEA PEQUEÑA. En estos casos hay que ampliarla apoyando sus decisiones pero no negarla. Se carga en las mujeres concretas la responsabilidad de lo que nos pasa a las mujeres como grupo social, con las complejidades que esto tiene y por la injusticia que significa para las trabajadoras del sexo. Por el contrario, en Hetaira, (una organización feminista formada básicamente por mujeres que trabajamos en distintos sectores, incluido el trabajo sexual) nos parece que ninguna posición ideológica, por muy feminista que se llame, puede justificar la negación de los 2 derechos básicos de un sector de mujeres como son las trabajadoras del sexo. En consecuencia, apostamos por la defensa de los derechos de éstas y porque su voz sea escuchada, porque se conviertan en sujetos sociales con capacidad de influir en las decisiones legislativas que se tomen sobre estos asuntos. Porque desde el punto de vista feminista creemos que uno de los principales problemas que nos une a todas las mujeres es el estigma heteropatriarcal que nos divide en buenas y malas en función de nuestra sexualidad. En esta lógica las prostitutas son las “malas mujeres” por excelencia, especialmente si está empoderada y proclama su voluntariedad a la hora de ejercer el trabajo sexual, pero también se las estigmatiza considerándolas “víctimas sin agencia” si dicen que están coaccionadas, asimilándolas a las niñas y negándoles la capacidad de consentir. Nosotras pretendemos subvertir la categoría “puta”, como hemos hecho con otras categorías peyorativas (maricón o bollera) y resignificarla resaltando su aspecto trasgresor ya que las TS rompen los mandatos heteropatriarcales: manejan dinero de manera independiente, incitan sexualmente a los hombres y son ellas quienes deciden con quién y cómo ofrecen sus servicios sexuales. Las políticas sobre la prostitución En nuestro país, existe un gran desconocimiento sobre el mundo de la prostitución y muchos prejuicios porque se elaboran leyes y estrategias desde los despachos y no se tiene en cuenta ni a las trabajadoras del sexo ni a sus organizaciones. Por eso nació hace 20 años Hetaira y hoy existe Una Plataforma Estatal pro-derechos que agrupa a organizaciones parecidas a la nuestra y que trabajan en otras zonas del estado desde una perspectiva pro-derechos. El debate entre abolición o regulación de la prostitución es un debate falseado intencionadamente para excluir otras posiciones, asimilándonos a todas con la regulación. Hetaira y la Plataforma Estatal representamos una tercera vía que incluye a todas: la posición proderechos de las T.S. basada en escucharlas y en reclamar que se tenga en cuenta su voz para la elaboración de políticas públicas, como ha hecho en su programa Ahora Madrid y Barcelona en Comú. Suecia se pone como modelo de las ventajas del abolicionismo. Pero por lo que nosotras sabemos por algunas TS suecas y avaladas por el Informe del departamento de DDHH del Washington College of 3 Law de la American University 2, las políticas abolicionistas que en Suecia se han implementado han conseguido clandestinizar la prostitución, empeorando las condiciones de trabajo de las trabajadoras y aumentando las mafias. En nuestro país también se han dado políticas abolicionistas (el Plan del Ayuntamiento cuando estaba Ana Botella, aplaudido por el sector feminista abolicionista) con las mismas consecuencias, en forma de ordenanzas municipales y así seguirá pasando con la nueva Ley mordaza, llamada pomposamente Ley de Seguridad Ciudadana. El abolicionismo puede quedar muy bonito en la teoría pero en la práctica, cuando hay trabajadoras sexuales que no quieren abandonar son perseguidas, reprimidas y acosadas por la policía, dado que se invisibiliza su existencia y se les niega cualquier derecho. Las regulaciones neoliberales, como la que plantea Ciudadanos, están pensadas para controlar a las trabajadoras del sexo mediante registros policiales y para defender los puntos de vista empresariales, dejando desprotegidas a las trabajadoras. Criminalizan a las que captan su clientela en la calle, ya que prohibirían la captación de clientela en los espacios públicos, dejando al resto en manos de los abusos empresariales (al no regular las relaciones laborales y no contemplar los derechos en tanto que trabajadoras) y estigmatiza como grupo de riesgo a éstas mediante controles sanitarios obligatorios y “cartillas de buena salud”. Hetaira apuesta por una sociedad menos mercantilizada, donde no tengas que vender siempre algo para poder subsistir (fuerza de trabajo, intelecto, sexo….). También somos una organización feminista y, en consecuencia, queremos que desaparezca el sistema de géneros binario y jerarquizado que hoy existe y que comporta discriminación y sufrimiento, especialmente para las mujeres pero también para todas aquellas personas que no se someten a los géneros normativos. Pero tenemos muy en cuenta que estamos en sociedades capitalistas y heteropatriarcales y que también tenemos que apostar por mejorar la situación de las personas y especialmente de las mujeres que viven aquí y ahora. Podemos aspirar a consumir lo menos posible pero quien esté libre de entrar de una u otra manera en redes mercantiles que tire la primera piedra. Por ello nos preocupa cuando desde determinadas posiciones sobre la prostitución (en la que existen muchas mujeres en malas condiciones de trabajo por la falta de derechos) se niega el reconocimiento de estos derechos con el argumento de que eso favorece la mercantilización y a las empresas que están detrás. No se puede negar derechos con argumentos ideológicos (eso es lo que hace 2 http://www.nswp.org/sites/nswp.org/files/Issue-Paper-4%5B1%5D.pdf 4 la Iglesia con el aborto), porque los derechos no son obligaciones. Pero hay más. Detrás de las posiciones a favor del derecho al aborto y de su inclusión en la Sanidad Pública han estado y siguen estando las Clínicas privadas de aborto, que son las que han hecho posible que ese derecho se pueda garantizar en la práctica y lo han extendido a todas las mujeres a través de conciertos con la Sanidad Pública, dado que en ésta no se realizan. Es decir, las cosas son más complejas y la simplicidad y la demagogia no solo no es buena para cambiar las situaciones sino que, además, puede volverse en nuestra contra. Otro mundo es posible, sí, pero para que se haga realidad desde Hetaira estamos convencidas que necesitamos a las mujeres, pero mujeres empoderadas y no victimizadas. Los feminismos tenemos que ver a las mujeres no como víctimas sino como seres con capacidad de decisión y agencia (aunque ésta varíe enormemente de unas a otras según diversos factores) y tenemos que partir de sus realidades concretas, mirar muy detenidamente cuáles son las estrategias que utilizan para subsistir, vivir lo mejor posible y empoderarse. Para ello es necesario apoyarlas, acompañarlas y empoderarlas para que se puedan ampliar sus horizontes y eso implica luchar hoy por mejorar sus condiciones de vida y de trabajo. De hecho, así se ha hecho con otros sectores laborales: trabajos que eran miserables (minería), gracias a la lucha de sus protagonistas se han transformado casi en la aristocracia de la clase obrera cuanto a salarios, pensiones, edad de jubilación, etc… Decía que la posición de Hetaira es una posición inclusiva porque defendemos los derechos de TODAS las personas que ejercen la prostitución y para ello es imprescindible que se diferencie trata de prostitución voluntaria. Trata: Enfocar la lucha contra la trata poniendo los DDHH de las víctimas en primer término. Necesidad de redefinir este delito de manera que incluya todos los sectores laborales a los que va orientada la trata y no solo la prostitución, todas las víctimas y no solo mujeres y niñas y que quede claro que tiene que mediar engaño o coacción (ver OIT) y que el fin es el de trabajar en una situación de esclavitud (OIT). Recursos sociales para quienes deseen abandonar –por los motivos que sea- el ejercicio de la prostitución, pero no como un recurso que las estigmatice, sino dirigido a toda la población con dificultades para la obtención de un empleo. 5 Para quienes quieren seguir trabajando pero en mejores condiciones No hay que legalizar la prostitución porque en nuestro país no es ilegal, es alegal. Reconocimiento de la prostitución como un trabajo a través de las leyes laborales y recogiendo las diferentes formas en las que hoy se puede ejercer ésta: autónoma, de manera individual o en cooperativas, dependiendo de terceros, en locales cerrados, captando la clientela en la calle, etc…Deseamos por tanto la “normalización” del trabajo sexual y que se contemple en el derecho laboral, teniendo en cuenta las especificidades del trabajo sexual y el estigma social que recae en quienes ejercen. En consecuencia, cuando hablamos de la prostitución cuando median terceros hay que poner una serie de condiciones que apuesten por reforzar la autonomía y la libertad de las trabajadoras. Para ello hay que tener en cuenta que nadie implicado en algún proceso de trata podrá acceder nunca a una licencia de apertura de local; el empresariado jamás podrá imponer ni clientes ni servicios sexuales; tampoco podrán exigir relaciones sexuales sin protección a quienes trabajen en su local; así mismo, las trabajadoras no podrán vivir y trabajar en el mismo sitio y tendrán un horario de trabajo pactado y claro. Y se favorecerá la creación de cooperativas de trabajadoras frente a los grupos empresariales. Que las inmigrantes en situación administrativa irregular -que puedan demostrar que realizaron o realizan trabajo sexual- puedan ver regularizada su situación administrativa en relación a permisos de residencia y trabajo. Inspecciones de Trabajo en los locales que permitan asegurarse de que las contrataciones y las condiciones laborales son las adecuadas para este sector, protegiendo siempre a quienes ejercen para que no sufran el estigma. La prostitución decidida, como el aborto, ha de estar fuera del Código Penal. La legislación ha de velar por los derechos de las mujeres, no para impedirles, en nombre del patriarcado, decidir sobre su cuerpo. Cualquier otra situación de abuso ya está contemplada en el Código Penal: agresiones, violaciones, trata de personas, prostitución de menores, etc… 6 Retirada de la Ley de Seguridad Ciudadana por vulnerar derechos fundamentales de la ciudadanía. En referencia a la prostitución es inadmisible que pretenda multar a trabajador@s del sexo y clientes de la prostitución. El intercambio de servicios sexuales por dinero entre personas adultas no ha de legislarse castigando ni a unas ni a otros. Nos oponemos a la criminalización que supondría esta medida para las prostitutas, especialmente para quienes captan a su clientela en la calle, las más desprotegidas. Esta ley -al igual que ocurre con las normativas municipales que ya se han puesto en marcha- no solucionará ningún problema de convivencia ni de seguridad vial y empeorará las condiciones de trabajo y de vida de quienes ejercen, provocando la clandestinización y la pérdida de poder a la hora de negociar con los clientes (en cuanto a servicios, precios, uso del condón, etc…) y situándolas en una mayor situación de vulnerabilidad. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han de proteger los derechos y velar por la seguridad de l@s trabajador@s del sexo en lugar de perseguirlas. Exigimos, asimismo, cursos de formación y sensibilización en torno a su realidad y sus derechos. Puesta en marcha de campañas de sensibilización sobre los derechos de las prostitutas, dignificando el trabajo sexual, de manera que sepan que pueden contar con las instituciones en todo momento y que podrán denunciar ante las autoridades situaciones de abuso o discriminación. Están campañas serán realizadas desde una perspectiva feminista y de derechos humanos y deberán contar con la opinión de l@s trabajador@s del sexo. En relación a quienes captan a su clientela en la calle, es necesario contemplar la diversidad de tipologías de espacios para pensar en posibles soluciones con respecto a las condiciones para su emplazamiento. Negociación de espacios públicos adecuados que mejoren la convivencia entre la ciudadanía, comerciantes y trabajador@s del sexo y donde las prostitutas puedan trabajar sin molestar ni ser molestadas. Que cualquier política nacional que se ponga en marcha, en relación al trabajo sexual, cuente previamente con la colaboración de l@s trabajador@s del sexo y que dichas políticas nunca les perjudiquen en su actividad. 7 Sensibilización hacia los medios de comunicación para que dejen de perpetuar mensajes e imágenes estigmatizantes y estereotipadas sobre el trabajo sexual y quienes ejercen. Campañas de sensibilización dirigidas a los clientes donde los mensajes se centren en el respeto hacia las mujeres que ejercen la prostitución, la prevención de abusos y agresiones y en el uso del preservativo, entre otras cuestiones. En materia de salud, han de impulsarse programas de salud sexual; programas que garanticen tanto la confidencialidad como el anonimato y que incluirán prevención de VIH y otras ITS y uso del condón, no sólo dirigidas a l@s trabajador@s del sexo sino al conjunto de la población, eliminando de este modo la criminalización y estigmatización que pudiera darse en relación a las prostitutas. No podemos seguir permitiendo, en nombre de ninguna ideología, que en pleno siglo XXI y en sociedades democráticas que como la nuestra ha ido avanzando bastante en la igualdad de mujeres y hombres, un sector de mujeres siga criminalizado, perseguido y sin ningún derecho porque realizan un trabajo que a algunas personas no les gusta, sea por las razones que sea. 8
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