Palabras del Ing. Juan Temístocles Montás, Ministro de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) Señoras y Señores: Como si cien años no fuesen nada, avistamos y celebramos el 1er. Centenario del Acueducto de Santiago, que en 1977 deviniera bajo el nombre de la Corporación de Acueductos y Alcantarillados de Santiago (CORAASAN). Hace justamente un siglo que Santiago, lleno de júbilo, bailaba el cadencioso merengue: "Ya Santiago tiene/ lo que no tenía/ una planta eléctrica/ y agua en tubería”. En la ocasión felicito en mi nombre y en nombre del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) a esta Corporación de Agua Santiaguera. Primero, por el aniversario mismo; segundo, porque en el trayecto de su historia desde 1915 CORAASAN ha acumulado una práctica de gestión del servicio de agua que se ha convertido en un referente para el resto de las Corporaciones. Como ejemplo vale señalar su espíritu innovador en la promoción del pago por servicios ambientales y los esfuerzos de organización y mejoría del catastro de usuarios. Pero sin dudas, su mayor logro es haber expandido la cobertura de servicios de agua potable, al tiempo que ha invertido la pirámide de cobranzas del agua respecto al resto del país. En Santiago, el porcentaje de hogares con necesidades de agua insatisfechas ascendió a 15.6% en 2010, el segundo menor a nivel nacional después de Dajabón, y en términos de cobertura, el 1 75% de los hogares tienen acceso agua potable dentro de la vivienda., seguido de lejos por el Distrito Nacional con 63.4%. Pero el gran ejemplo de Santiago está en las cobranzas: Mientras CORAASAN logra cobrar más del 85% del agua servida, en los demás acueductos se ubica entre 10% y 33%. Una mirada en general a lo sucedido en el país en estos cien años en materia del uso del agua y saneamiento, hemos avanzado. En 1950 la cantidad de nos muestra que hogares que tenía acceso a agua potable, ya fuese en el interior o en el patio de la casa o de la llave pública o de un vecino, apenas alcanzaba al 29.7%, y de ellos, solo el 16% tenía agua dentro de la casa. El Censo de 2010 mostró que el 84% de la población tenía acceso a algunas de estas fuentes de agua y la ENHOGAR estimó este porcentaje en 89% para 2013. Algo similar ha sucedido con el acceso a servicio sanitario. En 1970 el 60.4% de los hogares utilizaba letrinas, llegando a alcanzar el 73% en el caso de Santiago. En 2010, la presencia de las letrinas era significativamente menor, ubicándose alrededor de 15% de los hogares. También ha habido cambios significativos en materia de manejo de residuos sólidos. Los datos censales de 1981 muestran que solo 59.4% de los hogares del Distrito Nacional y 34.4% de los hogares de Santiago disponían del servicio de recogida de basura. En 2013, un 78% de los hogares de todo el país disponen del servicio de recogida de basura. En lo referente al alcantarillado sanitario y el tratamiento de aguas residuales es donde se ubican 2 los mayores rezagos, con una cobertura que ronda tan solo el 21 % de los hogares de los centros urbanos. En cuanto al uso de agua para riego, en 1941 la superficie agrícola regada ascendía a 32,000 hectáreas. Hoy se cuenta con 278,965 hectáreas, lo cual asciende a prácticamente la mitad del potencial de superficie a ser regada. A pesar de lo gratificante que pueda resultar el análisis de la evolución de estos indicadores, entiendo que una mirada más acuciosa nos conduce a considerar que no hay opción para la complacencia. En 2013, si bien el 89.7% de los hogares tenían acceso a agua potable, solo un 57.1% disponía de tubería en el interior de la vivienda, 77% de los hogares tenían que comprar agua embotellada para beber y solo 19% disponía de servicio diario de recogida de basura. El Censo de 2010 recogió información que muestra la exposición a contaminación asociada al agua y el saneamiento. El 31% de las comunidades estaba expuesta a contaminación de aguas estancadas, el 37.3% sentía los efectos de la acumulación de basura, y 27.6% tenía hogares localizados alrededor de cañadas con basura o agua contaminada. La mala disposición de aguas residuales, así como de residuos sólidos y su vertido en fuentes de agua han impactado negativamente en las condiciones medioambientales de un número creciente de hogares en RD. Se va generando un circulo vicioso entre vertido de basura a los cuerpos de aguas, 3 entaponamiento de la relativamente escasa infraestructura de alcantarillado sanitario, insuficiente infraestructura de tratamiento de aguas residuales y la contaminación de las fuentes de paulatinamente, agua van superficiales degradando y el subterráneas recurso que, agua y las disponibilidades efectivas de agua con la calidad requerida. Es por esta situación que quiero nuevamente felicitar a Coraasan por la iniciativa de convocar tan importante congreso internacional, en el que analizaremos temas medulares, tanto del agua como recurso y su gestión ambiental desde las cuencas hidrográficas, como del servicio de agua para fines de uso doméstico, riego y usos industriales. Estamos aquí congregados para tratar los problemas y los desafíos que implica la vida, si asumimos que el “agua es vida”. Como sociedad no podemos dar la espalda y relegar la atención que amerita una problemática compleja, crucial para la mejora de la calidad de vida y el desarrollo nacional. República Dominicana puede considerarse globalmente un país con recursos hídricos abundantes, diferencias entre regiones y aunque hay muchas épocas del año. La disponibilidad total de agua en el país es de 25 mil millones de metros cúbicos por año, para una disponibilidad per cápita de 2,487.7 m3/hab/año. El promedio nacional de presión hídrica para las principales cuencas es de un 49%, pero se estima que para 2025, en las cuencas de los Ríos Yaque del Norte y Yaque del Sur, 4 habremos comprometido el 98% y el 84% del agua disponible, respectivamente. Es decir, que no hay rejuego con una presión hídrica tan elevada. Si bien estas cifras no indican una situación de crisis inmediata, siempre que hagamos una buena administración del recurso, hay serios problemas de distribución regional, que afectan a la zona central, la oriental y la nororiental, donde menos del 70% de la población cuenta con acceso a una fuente mejorada de abastecimiento. La capacidad o resiliencia de los ecosistemas para mantener el ciclo hidrológico se resiente por falta de manejo apropiado de cuencas, problemas de contaminación y sobre-uso en algunas áreas. Es preocupante que el 55% del agua potable se desperdicia. Por igual, el agua para riego se desperdicia en un 68.3%%, con sólo un 31.7% de eficiencia. Pese al incremento de la cobertura boscosa hasta un 39.7% del territorio, las áreas críticas de las cuencas altas prioritarias continúan con niveles altos de degradación, lo cual afecta el mantenimiento de los cauces y el ciclo hidrológico, y, en consecuencia, la disponibilidad del recurso agua y su calidad, por los problemas asociados de degradación de los suelos y la erosión. En las zonas turísticas, con alta concentración de visitantes, hay evidencia de malas prácticas vinculadas a la extracción de agua, alta demanda, manejo inadecuado del territorio y progresivo deterioro de las fuentes de agua. También en las zonas mineras o 5 muy industrializadas se detectan problemas de salud por alta contaminación de las aguas. Más allá de las limitaciones de la cobertura y distribución, se agrega la baja calidad de los servicios y de la infraestructura. La potabilización promedio del agua en nuestras redes no alcanza el nivel establecido por la guía de la Organización Mundial de la Salud, mientras que la cobertura de alcantarillado y saneamiento en los centros urbanos, ronda 21% por ciento. Y esto sí que es crítico por las consecuencias que tiene en la contaminación de los cuerpos de agua superficiales y subterráneos. Los recursos hídricos y su gestión afectan a prácticamente todos los aspectos de la sociedad y la economía, en particular la salud, la producción, la seguridad alimentaria, el abastecimiento doméstico, el saneamiento, la energía y la industria, y, por supuesto, el funcionamiento de los ecosistemas. El cambio climático, y su manifestación más inmediata en términos de aumento de la frecuencia de eventos extremos como huracanes y sequías, contribuyen a destacar nuestra dependencia de los recursos hídricos. Estos factores agravan riesgos ya existentes para el suministro de agua potable, a causa de la intrusión salina por efecto de la subida del nivel del mar, reducción de la disponibilidad de agua por efecto de sequias más intensas y frecuentes, y contaminación de fuentes de agua potable fundamentalmente por problemas de saneamiento. 6 No menores son los desafíos que para el sector agua van a significar los altos costos financieros de adaptación que se requieren frente a los efectos del fenómeno cambio climático y las sequías prolongadas que proyectan los diferentes escenarios científicos de adaptación. Se estima que el costo incremental de la adaptación al cambio climático entre 2010-2030, según los diferentes escenarios proyectados, sería de US$1,685.63 millones de 2005. Se trata de la inversión adicional para que el recurso agua se adapte ante las amenazas del cambio climático, en los sectores agua y saneamiento, riego y gestión integrada del recurso hídrico y la gestión ambiental con un enfoque ecosistémico. Otro problema, no menos importante, es el relativo al bajo pago de la tarifa por los diferentes usos del agua. La Corporación de Acueductos y Alcantarillados de Santo Domingo (CAASD) apenas tiene una cobranza del 33%, El INAPA cobra sólo un 10%, y el resto de las Corporaciones de Acueductos, las CORA, promedian una cobranza del 20%, con la excepción de la Corporación de Acueductos y Alcantarillados de Santiago, que tiene una cobranza del 86%. Esto implica que para que el sector pueda operar es necesario transferir recursos del gobierno central. Las limitaciones fiscales y la competencia con otros usos, ha llevado a que el gasto público en agua potable y saneamiento se haya reducido en la última década. En efecto, en promedio en el periodo 1996-2003 se destinaba anualmente 0.48% del PIB, en contraste con el periodo 2004-2013 cuando se destinó 0.39% del 7 PIB. Algo similar acontece con las tarifas cobradas para riego y el gasto público destinado a este renglón. Este último se redujo de 0.12% del PIB promedio anual en 1996-2003 a 0.21% en 20032013. Esto no es sostenible, es necesario internalizar el costo del agua, de manera que la tarifa refleje los costos de la gestión ambiental y la administración de los servicios asociados al uso del agua. Y no se trata de privatizar el agua. Se trata de mejorar la gestión administrativa y la gestión ambiental de tan valioso recurso, para que efectivamente refleje su valor social, económico y ambiental. Se requiere transformar el régimen tarifario hacia una gestión de la demanda versus la gestión de la oferta, que es lo que ha primado. Tenemos que tratar el agua como un recurso escaso. Muchos entienden que una de las causas fundamentales de los problemas se encuentra en la falta de un marco legal y normativo específico para la gestión del recurso agua y sus usos, que establezca las bases para su ordenamiento, control y regulación. En el marco normativo de mayor jerarquía, alcance y generalidad, la República Dominicana cuenta con mandatos explícitos sobre la importancia estratégica del recurso agua y de sus usos. La Constitución establece en su Artículo 15.- Que “el agua constituye patrimonio nacional estratégico de uso público, inalienable, imprescriptible, inembargable y esencial para la vida. El consumo humano del agua tiene prioridad sobre cualquier otro uso. El Estado promoverá la elaboración e implementación de políticas 8 efectivas para la protección de los recursos hídricos de la Nación.” Y en su Artículo 61.- Derecho a la salud. “Toda persona tiene derecho a la salud integral. En consecuencia: 1) El Estado debe velar por la protección de la salud de todas las personas, el acceso al agua potable, el mejoramiento de la alimentación, de los servicios sanitarios, las condiciones higiénicas, el saneamiento ambiental, así como procurar los medios para la prevención y tratamiento de todas las enfermedades, asegurando el acceso a medicamentos de calidad y dando asistencia médica y hospitalaria gratuita a quienes la requieran.” También la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030 establece, como su Objetivo Específico 2.5.2 “Garantizar el acceso universal a servicios de agua potable y saneamiento provistos con calidad y eficiencia” y en su Objetivo Específico 4.1.4 “Gestionar el recurso agua de manera eficiente y sostenible, para garantizar la seguridad hídrica”. Ya en plano internacional el país es signatario de convenios internacionales que aquilatan el derecho humano al agua. De igual forma, en el marco de la Agenda de Desarrollo Post 2015, se negocia la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los cuales, entre otros aspectos, apuntan a la necesidad de un manejo integral de los recursos hídricos y se han trazado objetivos en esa dirección para ser aprobados en septiembre próximo en la Asamblea de Naciones Unidas sobre los ODS. 9 Dificultando el cumplimiento de esos mandatos y compromisos, la gobernanza del recurso agua se ha caracterizada por la falta de integración vertical y horizontal entre distintos ministerios de gobierno, entidades con funciones especificas y sectores usuarios. Varias leyes han asignado capacidades de manejo y uso de los recursos hídricos a distintas instituciones, generalmente acopladas a facultades constructoras de obras o de prestación de servicios, por lo que, en general, prima una visión sectorial y cortoplacista sobre una perspectiva integradora. En resumen, si bien los arreglos institucionales son un gran desafío, un gran problema y una oportunidad, todos los aquí presentes sabemos que la aprobación de la Ley General de Agua y la Ley de Agua Potable y Saneamiento debe constituirse en un imperativo. Ambas leyes tienen alrededor de dos décadas dando brincos en el Congreso y no hemos logrado consenso entre los actores reguladores, gestores y usuarios; y el problema no puede esperar más. En ese sentido, saludamos los esfuerzos que se hacen desde el Senado, el Ministerio de Medio Ambiente, el INDRHI, EGEHI INAPA, y las Corporaciones de Acueducto claves, para contribuir a la creación del como actores consenso sectorial y social que de impulso a la aprobación de las referidas leyes, y asegurar la institucionalidad necesaria para encarar la problemática descrita. Todavía hay algo más que contemplar en la agenda de trabajo para la institucionalidad del Sector Agua, y es lo relativo a la 10 elaboración de los planes sectoriales y sus planes estratégicos institucionales. Además del marco legal necesario, el sector requiere de un marco de políticas públicas que aspiramos sea desencadenado en este proceso de diálogo. En nombre del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, doy una calurosa bienvenida a este llamado a fortalecer la planificación del Sector Agua, y expreso el apoyo que el MEPyD está en la mejor disposición de ofrecer mediante la provisión o gestión de la asistencia técnica que se requiera. Muchas Gracias!! Ing. Juan Temístocles Montás Ministro de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) 21 de Abril de 2015 11
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