Fernándo Lugo Serrano, Monseñor Sé feliz hoy… Mañana será tarde El corazón campesino se va por los caminos descalzo y sin camisa; sueña, y sueña la noche y sus silencios; canta, y canta la tierra y sus quebrantos. Soy libre bajo el sol acorralado… Entre los seres, como el aire vivo, pan abierto en esta geografía de hambre, fuerza soy de piedra pensativa, salgo de la multitud de los combates conquistando, cada día, alegrías indomables… Quiero dormir entre los parpados del mar y de la tierra, ser arrastrado hacia abajo con las lluvias que el salvaje viento del mar combate y desmenuza, y luego por las cauces subterráneos subir hacia la primavera profunda que renace otra vez a cantar: verdad, virtud, valor valiente, victoria cristiana. Dejemos hablar al viento El hombre trabaja, inventa, lucha, canta; pero el viento es el que selecciona las hazañas, las canciones… Contra el viento no puede nada la voluntad del hombre, Muchas cosas están a merced del viento: elige el trigo, la luna, y el verso. Él sella el buen pan, el buen vino, y el poema eterno. Al fin de cuentas, decide muchas cosas ¡el viento! Si sacudes con fuerza el árbol de la verdad verás caer un fruto que te dirá: «lo mismo es el hoy que el ayer»; los días primero y último serán para ti exactamente iguales porque pasan aprisa y vuelan… Por tanto, la palabra «vanidad» que se usa en algunas traducciones no es la más adecuada, ya que vanidad quiere decir: ostentación, arrogancia, presunción; «es vanidoso» se dice de alguien que es presumido, arrogante… Qohélet quiere afirmar que todas las cosas, todo, absolutamente todo, es pasajero, relativo y transitorio… es como un soplo, existe pero no permanece, se escapa, se va… Canta en la punta del pino un pájaro, trémulo sobre su trino… Se yergue, flecha en la rama, se desvanece entre las alas y en la música se derrama… El pájaro es una astilla que canta y se quema viva en una nota amarilla… Alzo los ojos, no hay nada… sólo silencio… sobre la rama quebrada… Manuel M. Ponce
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