Enzo Bianchi Los cantos del Siervo del Señor Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com / 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Título original: Una vita e una morte annunciata. Il Servo del Signore © 2013 Edizioni San Paolo s.r.l. 20092 Cinisello Balsamo (Milano) www.edizionisanpaolo.it Traducción: José Pérez Escobar © Ediciones Mensajero, 2015 Grupo de Comunicación Loyola Sancho de Azpeitia 2, bajo 48014 Bilbao – España Tfno.: +34 94 447 0358 / Fax: +34 94 447 2630 [email protected] / www.mensajero.com Diseño de cubierta: Magui Casanova Impreso en España. Printed in Spain ISBN: 978-84-271-3709-7 Depósito Legal: BI-104-2015 Fotocomposición: Rico Adrados, S.L. (Burgos) www.ricoadrados.com Impresión y encuadernación: Grafo, S.A. – Basauri (Vizcaya) www.grafo.es Índice Introducción ......................................... 11 1. Canto primero (Is 42,1-7) ............... 19 2. Canto segundo (Is 49,1-7) ............... 31 3. Canto tercero (Is 50,4-9) ................. 43 4. Canto cuarto (Is 52,13–53,12) ........ 53 Conclusión ........................................... 79 Apéndices ........................................... 83 Versión del canto cuarto en el Targum Pseudo-Jonatán .......... 83 El Siervo, «el hombre negativo» .... 90 ÍNDICE 9 Introducción El libro de Isaías entró en el canon de la Biblia como obra de un solo profeta. Gracias a la exégesis histórico-crítica, hoy sabemos que solo los capítulos 1–39 de esta obra son atribuibles al Isaías histórico, que desempeñó su actividad en Jerusalén en la segunda mitad del siglo VIII a.C.; siguen después una segunda parte (Is 40–55: Déutero-Isaías) y una tercera (Is 56–66: Trito-Isaías), que deben vincularse a figuras que recogen la herencia de Isaías y en él se inspiran, actualizando su mensaje a mediados y finales del siglo VI a.C. respectivamente. Quien lee con atención y sin pausa el Déutero-Isaías, denominado de otro modo como Libro de la consolación INTRODUCCIÓN 11 (cf. Is 40,1: «“Consolad, consolad a mi pueblo”, dice vuestro Dios»), se da cuenta de que en algunos puntos se interrumpe el hilo de la profecía para dejar espacio a cuatro oráculos más homogéneos entre ellos que con el contexto en el que están insertos: se trata de los denominados «Cantos del Siervo del Señor» (cf. Is 42,1-7; 49,1-7; 50,4-9; 52,13–53,12)1. Son pasajes que 1 La bibliografía sobre los Cantos del Siervo es inmensa. Aquí me limito a señalar algunas obras fundamentales: P. grelot, I Canti del Servo del Signore, EDB, Bologna 1983; M. remaud, «Il Servo: Gesù e Israele», en Id., Cristiani di fronte a Israele, Morcelliana, Brescia 1985, 37-63; A. mello, Isaia. Commento esegetico-spirituale, Qiqajon, Magnano 1986, 76-88; P. grelot, «Serviteur de JHWH», en Supplément au Dictionnaire de la Bible, vol. XII, Letouzey & Ané, Paris 1992, cols. 958-1016; A. motyer, Isaia. Introduzione e commentario, Edizioni GBU, Roma 2002, 414419.493-500.508-512.533-546; H. simian-yofre, «I testi del “Servitore sofferente” in Isaia», en Id., Sofferenza dell’uomo e silenzio di Dio, Città Nuova, Roma 2005, 117-284; B. renaud, «Les chants du Serviteur et le mystère de Jésus»: Liturgie 132 (2006), 7-64. En particular sobre el canto cuarto, cf. B. Carra de Vaux saint-Cyr, C. defelix, J.-N. guinot, Le Serviteur souffrant (Isaïe 53), Cerf, Paris 1996; A. sChenker, Douceur de Dieu et violence des hommes. Le quatrième chant du 12 LOS CANTOS DEL SIERVO DEL SEÑOR interrumpen repentinamente discursos pensados y redactados de forma integrada, hasta el punto de que resulta evidente que «estos cuatro poemas constituían un breve librito anterior a la redacción actual en la que quedaron absorbidos»2, sin, por otra parte, llegar a mezclarse con el conjunto del Déutero-Isaías. No es fácil comprender estos cantos de forma profunda e inteligente; es más, justo porque contienen en realidad «la palabra de la cruz» (1 Cor 1,18), pueden incluso escandalizarnos y endurecer nuestro corazón, Serviteur de Dieu, Lumen Vitae, Bruxelles 2002; P. beauChamp, «Lecture et relectures du Quatrième Chant du Serviteur: d’Isaïe à Jean», en Id., Pages exégétiques, Cerf, Paris 2005, 183-220; B. Janowski, P. stuhlmaCher (eds.), The Suffering Servant. Isaiah 53 in Jewish and Christian Sources, Eerdmans, Grand Rapids - Cambridge 2005; A. niCCaCCi, «Quarto carme del Servo del Signore (Is 52,13-53,12). Composizione, dinamiche e prospettive»: Liber Annuus 55 (2005), 9-26; A. wénin, «La strategia divina della salvezza», en Id., Dalla violenza alla speranza, Qiqajon, Magnano 2005, 125-143; A. mello, «Il servo paziente nell’interpretazione ebraica», en Id., La solitudine del credente, EDB, Bologna 2010, 113-124; Y. simoens, «La médiation du Serviteur. Sur Isaïe 52,13-53,12»: Christus 228 (2010), 419-426. 2 B. renaud, «Les chants du Serviteur», 8. INTRODUCCIÓN 13 mediante su mensaje que parece inaudito e increíble (cf. Is 53,1). El protagonista de estos cantos es un personaje denominado ‘ebed ’Adonay, «Siervo del Señor», personaje anónimo que, a primera vista, parece un enigma. ¿Quién es este Siervo? ¿De quién habla el profeta? Para nosotros, cristianos, es fundamental recordar que esta pregunta es realizada en el Nuevo Testamento por el eunuco de la reina Candaces a Felipe, uno de los siete que designaron los apóstoles para el servicio de las mesas (cf. Hch 6,1-7). En su acción evangelizadora, Felipe –junto con Esteban, uno de los primeros «misioneros» de la Iglesia naciente (cf. Hch 8,5-8)– se encuentra con este eunuco etíope que regresa desde Jerusalén a su país en un carruaje, concentrado en la lectura del rollo del profeta Isaías, y precisamente de Is 53,7-8, pasaje que pertenece al canto cuarto (cf. Hch 8,32-33). Felipe le pregunta: «¿Entiendes lo que estás leyendo?» (Hch 8,30), y él responde: «¿Cómo voy a entenderlo si nadie me lo explica?» (Hch 8,31). A continuación, añade: «“Dime, por favor, ¿por quién lo dice el profeta? ¿Por sí o por otro?”. Felipe tomó 14 LOS CANTOS DEL SIERVO DEL SEÑOR la palabra y, comenzando por aquel texto, le explicó la buena noticia de Jesús» (Hch 8,34-35). Y, así, el enigma se convierte en misterio: el misterio de Jesucristo. Desde siempre, la tradición cristiana, partiendo ya del Nuevo Testamento, ha confesado que Jesús es el Siervo del Señor descrito en los cuatro cantos, y no por azar los estratos más antiguos de la reflexión cristológica son aquellos en los que Jesús se presenta como Siervo (cf. Hch 3,13.26; 4,27.30). Si bien la Iglesia interpretó de forma unánime estos textos como profecía sobre el Mesías que se cumplió plenamente en la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús, la tradición judía los entendió de forma variada: vio en el Siervo el Mesías –aunque muy raramente–, un personaje histórico del pasado, o bien, sobre todo, el pueblo de Israel. Las persecuciones sufridas a lo largo de la historia y el deseo de replicar a la exégesis cristiana, llevaron progresivamente a la tradición judía a identificar al Siervo con el pueblo de Israel, entendido en su conjunto o bien en una de sus partes. INTRODUCCIÓN 15 En el último siglo, la exégesis moderna ha identificado al Siervo con una multiplicidad de individuos de la historia de Israel: Moisés, Job, Jeremías, el Déutero-Isaías, Josías, Joaquín, Ciro, Zorobabel... No deben silenciarse, finalmente, algunas interpretaciones más amplias y «laicas» de la figura del Siervo: hay quien lo ha entendido como emblema del hombre justo, oprimido y convertido en víctima inocente (Hannah Arendt); quien ha visto en él al hombre rechazado en su ser rostro (Emmanuel Lévinas); quien, como algunos exponentes de la «Escuela de Frankfurt», han visto realizado en él el paradigma del «hombre negativo», aquel que carga sobre sí el peso insoportable de los males de la sociedad3. Muchas de estas interpretaciones son interesantes y evocadoras. Sin embargo, creo que para una lectura espiritualmente fecunda hay que atenerse a las dos orientaciones exegéticas más atestiguadas y difundidas a lo largo de los siglos: – La interpretación mesiánica individual, ya presente en el judaísmo –piénsese 3 Cf. infra, pp. 90-92 («El Siervo, “el hombre negativo”»). 16 LOS CANTOS DEL SIERVO DEL SEÑOR en el Targum Pseudo-Jonatán sobre Is 52,13– y, posteriormente, atestiguada con continuidad por la tradición cristiana. – La interpretación colectiva, que, a partir de pasajes como la glosa inserta en Is 49,3, ve en el Siervo a Israel, entendido como personalidad corporativa. Sin olvidar que la una no excluye a la otra, porque el Mesías es figura corporativa que representa a todo Israel, y como Israel es hijo de Dios (cf. Ex 4,22-23) así lo es el Mesías (cf. Sal 2,6-7)4. Pero teniendo también en cuenta la perspectiva particular desde la que leemos estos cantos, a saber, la de los cristianos que confiesan su fe en la capacidad que tienen estos textos de narrar el misterio del Mesías Jesús. En cierto modo, resulta verdad que «antes de él, el poema del Siervo (el autor 4 Cf. M. remaud, «Il Servo: Gesù e Israele», 44: «A decir verdad, solo hay un Siervo, que es al mismo tiempo Jesús e Israel. O más bien: es Israel, cuya vocación se realiza en Jesucristo; sin que este cumplimiento despoje a Israel de su identidad y de su misión». INTRODUCCIÓN 17 se refiere al cuarto) era como un pasaje musical completo con todas sus notas, pero al que le falta la indicación de la clave de lectura»5. Antes de pasar al comentario de los cuatro cantos, que presento con mi propia traducción, recuerdo que están organizados significativamente del siguiente modo: dos discursos de Dios sobre el Siervo (el primero y el cuarto) sirven de marco a dos pasajes en los que el Siervo se presenta a sí mismo (el segundo y el tercero). Aún con más precisión, en el último canto, el más importante y rico, junto a un discurso de Dios encontramos una extensa meditación realizada por un «nosotros» indeterminado, verdadero vértice teológico de estas cuatro joyas de la escritura. En todo caso, compete a Dios decir la primera y la última palabra sobre este Siervo que, de manera tan transparente, revela su identidad a los hombres. 5 R. Cantalamessa, «Victor quia victima. Vincitore perché vittima», en Id., Pasqua. Un passaggio a ciò che non passa, San Paolo, Cinisello Balsamo 2005, 56. 18 LOS CANTOS DEL SIERVO DEL SEÑOR
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