Colección LA PATRIA ES EL OTRO TOMO II COLOQUIO DEL AMOR Reflexiones sobre un sentimiento que nos atraviesa a todos EDICIÓN DEL LIBRO Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios Presidencia de la Nación FECHA DE IMPRESIÓN Primera edición, marzo 2015 GISELA BUSANICHE EDUARDO DE LA SERNA DIEGO GOLOMBEK ALEJANDRO GRIMSON PABLO HERREROS UBALDE NORA MAZZIOTI JUAN CARLOS MOLINA MARCELO RODRÍGUEZ CEBERIO DARÍO SZTAJNSZRAJBER JAVIER TRÍMBOLI GUSTAVO VARELA SERGIO “CACHITO” VIGIL Ilustraciones: Gustavo Cimadoro “Debemos desarticular el discurso del odio, el discurso de la envidia, el discurso del rencor y el discurso que apunta a destruir la fe de cada uno de nosotros y la fe de cada uno de nuestros hermanos que nos acompañan en cada una de las religiones, cultos o militancias”. Julio De Vido Ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios “Este proyecto político nos volvió a enamorar, este Estado nos volvió a enamorar, nos sentimos parte de él”. Teresa Parodi Ministra de Cultura “Decidimos, y se decidió hace tiempo, que el otro es importante. Y eso es el amor: el amor es preguntarse todos los días ‘¿Qué más, qué más tengo que hacer?’. E ir a la profundidad: vendé todo lo que tenés, dáselo a los pobres, vení y seguime”. Juan Carlos Molina Secretarío de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR) INDICE INTRODUCCIÓN Prólogo de Luis Vitullo ................................................................................. Pág. 7 CAPÍTULO 1: COMUNIÓN, COMUNIDAD, POLÍTICA Juan Carlos Molina - La experiencia del amor concreto ........................... Pág. 10 Eduardo De La Serna - El amor capaz de dar la vida ............................... Pág. 17 Javier Trímboli - Amores y odios en la historia argentina ...................... Pág. 24 CAPÍTULO 2: FILOSOFÍA, ANTROPOLOGÍA, CRÍTICA CULTURAL Alejandro Grimson - El amor realmente existente .................................. Pág. 34 Nora Mazzioti - Amores de telenovela ...................................................... Pág. 40 Darío Sztanjnszrajber - Amor y filosofía: tres dilemas ............................ Pág. 44 CAPÍTULO 3: OFICIOS, PROFESIONES Y PASIONES Gisela Busaniche - Los medios de comunicación necesitan más amor ..................................................................................... Pág. 52 Gustavo Varela - Tango, filosofía y algunos amores incondicionales ............................................................................................ Pág. 58 Sergio “Cachito” Vigil - Vidas de amor ..................................................... Pág. 64 CAPÍTULO 4: CIENCIA Y AMOR: UNA CONVERSACIÓN SOBRE MONOS, VULNERABLES Y CEREBROS Diego Golombek - Pablo Herreros Ubalde Marcelo Rodríguez Ceberio ........................................................................ Pág. 74 PRÓLOGO UN SENTIMIENTO QUE NOS ATRAVIESA A TODOS POR LUIS VITULLO Secretario Ejecutivo del Sistema Argentino de Televisión Digital Terrestre (SATVD-T) Desde el año 2003, con el presidente Néstor Kirchner, y luego con la continuidad de Cristina Fernández de Kirchner, desde el Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios y bajo la conducción del ministro Julio De Vido venimos impulsando una serie de políticas públicas de Integración Digital, federales, inclusivas, innovadoras y, por sobre todas las cosas, eficientes y en estrecha interrelación con el resto de las carteras de gobierno. Esta serie de políticas públicas comenzó con la TDA, la Televisión Digital Abierta, siguió con Argentina Conectada, y continuó con Igualdad Cultural, en conjunto con el Ministerio de Cultura. Incluye al mismo tiempo una iniciativa tan desafiante como Recuperar Inclusión, junto a la SEDRONAR que dirige el Padre Molina, que apunta a trabajar la temática de los consumos problemáticos en jóvenes; políticas como Cibersalud, la Red Federal de Infraestructura y Servicios para la Salud, junto al Ministerio de Salud, red que conecta a hospitales públicos y centros de salud de todo el país para facilitar el acceso a atención sanitaria de calidad. Recientemente fuimos también parte, mediante el impulso al trabajo en materia espacial que venimos desarrollando desde el Ministerio de Planificación, del lanzamiento del satélite de telecomunicaciones ARSAT-1. Esto fue un hito revolucionario en materia científica, pero fundamentalmente un hecho político, porque estamos en una época en la que vale la pena mostrar lo que los argentinos venimos haciendo, que muchos nos cuestionan nuestras capacidades y este logro es sin dudas una bisagra entre lo que creemos que podemos hacer y lo que realmente podemos hacer, a través del esfuerzo técnico y humano, con un Estado presente en términos de igualdad, bienestar, justicia social y soberanía. Y, para culminar esta batería de políticas de Integración Digital, es que lanzamos Enamorar, la primera política pública orientada al fomento de los valores positivos centrados en el amor, especialmente orientada a las organizaciones sociales que trabajan y difunden estos valores. Esta iniciativa 11 implica todo un desafío en su diseño y armado, ya que, a diferencia de aquel paradigma de Estado ausente, en el que las organizaciones sociales nacen, se desarrollan y cubren necesidades que el Estado debiera cubrir, en esta instancia lo que venimos a hacer con Enamorar es ayudar y complementar, con la fuerza y el apoyo del Estado, los trabajos que vienen haciendo las organizaciones en el territorio, aportándoles mecanismos y herramientas de difusión y articulación de los esfuerzos que vienen haciendo día a día. Con Enamorar queremos que esas organizaciones sociales que generan acciones centradas en valores –muchas de las cuales trabajan, por ejemplo, desde Recuperar Inclusión con la SEDRONAR problemas de consumo– tengan una instancia concreta de participación en las políticas de Integración Digital que venimos desarrollando desde nuestro Ministerio, y nos ayuden a fortalecer el debate con el conjunto de la ciudadanía en materia de valores universales. Es en ese marco que organizamos este Coloquio del Amor, dentro del Festival Enamorar, que convocó entre el sábado 18 y el domingo 19 de octubre a numerosas organizaciones interreligiosas y más de 70.000 personas en Tecnópolis. Coloquio que es continuidad de otro encuentro que llevamos a cabo el año pasado, llamado “La patria es el otro”, coordinado por Darío Stajnszrajber, donde contamos con la participación de numerosos sociólogos, antropólogos, filósofos y teólogos que debatieron y discutieron acerca de la relación entre la Argentina y quienes la habitamos y la construimos como territorio común y compartido. Fue en ese encuentro justamente donde surgió, como una inquietud transversal a todas las discusiones, el problema de la ausencia de respeto y amor por el otro en nuestra sociedad actual. De ahí que viéramos necesario e importante continuar el debate y el intercambio de ideas focalizando en el tema del amor como afecto y valor central en nuestra existencia individual y colectiva. Desde diferentes campos del conocimiento, que van de la filosofía a la religión, de la ciencia al arte, desde la reflexión conceptual al quehacer cotidiano, convocamos entonces a diversos especialistas y figuras, que nos brindaron sus miradas y perspectivas acerca de qué es el amor y cuál es su importancia. Este material compila las intervenciones y el intercambio de esas dos jornadas, con la esperanza de que pueda convocar también un poco en su lectura al amor, ese sentimiento, ese anhelo, ese modo de relación con el otro que nos atraviesa a todos pero al que a veces no damos el lugar que se merece en el mundo. 12 COMUNIÓN, COMUNIDAD, POLÍTICA 1er COLOQUIO DEL AMOR JUAN CARLOS MOLINA Yo les puedo hablar desde lo que soy: un cura ahora metido en una función pública, un cura que hace política desde ese lugar –es imposible no hacer política, incluso para un cura-. Saben que yo soy de una fe muy concreta: me cuesta mucho idealizar mi fe, me cuesta mucho pensar en un “Dios Padre”, ¿vieron el viejito de pelos, barba, con el triángulo atrás? No me conmueve, no me produce nada. Digo, sí, la figura de Dios Padre está bien, incluso la he tenido que comentar; pero no es que me toque el corazón y me convierta. Tampoco el Espíritu Santo, que es como una cosa rara, representado con una paloma o fuego. Pero sí me he enamorado profundamente de Jesús. Porque lo veo concreto, porque está escrito, porque ha tenido acciones, porque ha participado de eventos, porque ha ido a fiestas, porque lloró, porque curó, porque multiplicó, porque tocó. Porque es palpable. Entonces digo que mi fe es muy concreta en ese aspecto. Y lo mismo me pasa con el amor. No creo en el amor como una entelequia, me cuesta pensarlo así. Creo profundamente que el amor debe concretizarse, hacerse obra. Concreto, palpable: cuando uno da, se hace palpable; cuando uno se encuentra con el otro desde el amor, se hace palpable. Me cuesta pensar en el amor como un mero discurso. Y esta es la primera definición que les quiero compartir: el amor tiene que concretizarse. Si no, son solo lindos discursos. Pero para que el amor se concretice, se necesita del otro. Es fundamental: el amor necesita del otro. Uno se puede enamorar de una idea, pero queda sin ser palpable, to- 14 COMUNIÓN, COMUNIDAD, POLÍTICA 15 1er COLOQUIO DEL AMOR cable, experimentable. Y en esto no quiero atacar a los filósofos, que están enamorados de las discusiones y de las ideas, sino que quiero hablarles un poquito del amor desde mi experiencia de Jesús. Porque, para mí, Jesús es el hombre que hizo concreto el amor, que pensó el amor, que difundió el amor, y que vivió el amor. Un doctor de la ley le pregunta a Jesús: “¿quién es mi prójimo?” Y Jesús, en su sabiduría de maestro, le cuenta un cuento, una parábola, una historia. Y esa historia empieza así: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó. Jerusalén, la ciudad Santa, la ciudad imponente, la ciudad de los Maestros, la ciudad de Dios. La ciudad de la muralla y de la seguridad. La ciudad donde había que pasar por el ojo de una aguja para estar adentro. La ciudad fortificada, la ciudad con cámaras, la ciudad con seguridad (casi un Nordelta). Y Jesús le dice: “un hombre bajaba, de lo seguro a Jericó”, que ya no tenía ni muros, se habían caído. Y acá está la primera concreción del amor: bajar, salir, dejar las seguridades, no aferrarse a lo que me deja cómodo. Incluso, para Jesús era salir del lugar santo, del lugar que te unía a Dios. Ése es, entonces, el primer concepto. Y en el camino, a éste que salió de la seguridad lo asaltaron, lo hirieron y se fueron. Lo dejaron tirado como medio muerto. También el amor corre estos riesgos: de que te asalten, de que te peguen, de que te caguen a palos, de que te dejen tirado, de que te dejen solo. Dejar la seguridad pensando en el amor tiene riesgos. Y esa es otra característica del amor: correr riesgos. El que no corre riesgos no se enamora ni es enamorado. Siempre me preguntan “¿por qué te hiciste cura?” Y es como enamorarse: no sé por qué me hice cura. ¿Por qué te enamoraste de otro? No tenés una certeza, te enamoraste y corrés el riesgo de unirte a otro porque estás enamorado. Siempre el amor conlleva riesgos. Y conlleva opciones: mi amor, mi enamoramiento en esto, la opción era que no tenía otro enamoramiento, y que me dedicaba a esto. Casualmente, sigue contando Jesús, iba por el mismo camino un sacerdote (no de nuestro gremio sino del gremio judío, lo digo por las dudas). Vio a éste que estaba golpeado, lo vio y siguió de largo. Después pasó un levita –levita es uno que sabe de leyes, que sabe leer, interpretar, casi un abogado, un escribano o un funcionario público, un político–: también lo vio y pasó de largo. Pero luego pasó un samaritano. A ver, que fuera un samaritano quiere decir que era enemigo: no era del lugar, no era judío, era del pueblo al que había que combatir –era, quizás, el negrito de la villa. No era el de Jerusalén; era el que tenía gorrita. O el que tiene olor a chivo, que no usa perfume comprado 16 COMUNIÓN, COMUNIDAD, POLÍTICA en el freeshop; o el que compra en la farmacia perfume de bebé, que es más barato y viene de plástico, pero te saca el olor –. Éste, que era enemigo, al pasar junto a él dice Jesús que “lo vio” –miren que tres veces se habla de la palabra ver: el sacerdote lo vio, pasó; el levita lo vio, pasó; y este lo vio... Si no vemos al otro, si estamos ciegos, si usamos anteojos de colores, es muy difícil descubrir –. Dice que “lo vio y” –y acá usa una palabra que, para mí, es una de las palabras más lindas que tiene el Evangelio y que está asociada al amor– “se conmovió”. Cuando uno se conmueve, las tripas se le dan vuelta en la conmoción: te pone la piel de pollo. La conmoción te saca del esquema. La conmoción no te deja tranquilo, hay algo que produce incluso físicamente: te hace llorar, se te llenan los ojos de lágrimas. Y esa es otra característica importante del amor: el amor conmueve. Porque si no te conmueve, entonces es un “sentimientito” nomás, no es amor. El otro día lo decía a un montón de pibes: el amor no es un touch and go, el amor no es un encuentro fugaz de fin de semana, si no te conmueve el otro, si no te conmueve la situación del otro, pasás de largo. Uno no se enamora de quien quiere, se enamora del que te toca. A veces uno se pregunta: “¿Cómo esta mujer está con este tipo?” Y le buscás explicación: “Debe tener plata...” No, no tiene plata. “Mirá la panza que tiene...” Y, pero está enamorada. Es así, no hay un motivo: te conmovió el otro. Panzón, pelado... y te conmovió. Entonces, este enemigo que vio a Jesús, que se conmovió, hizo lo que es otra dimensión importante del amor: se acercó. El amor te acerca. El amor te hace estar al lado. Esta es otra de sus características. Cuando te dicen “Esta maestra ama a sus alumnos”, es que es capaz de estar al lado de cada uno. No necesariamente tiene que estar muerto a palos en el piso para amar, o para conmocionar. Entonces dice que se acercó a Jesús y –acá viene otra característica para mí también muy importante– limpió sus heridas, las curó, las vendó. O sea, el amor tiene que dar respuestas. Porque se podría haber acercado y decir “uh, che, mirá, te reventaron a palos, ¿no? Bue, te veo”. Claro, habría sido mejor que los otros dos que pasaron y siguieron de largo, por supuesto, pero tampoco hubiera bastado. El amor da respuesta. La respuesta puede ser una caricia, puede ser un beso. ¿Vieron que te dicen “una cosa es sacarse las ganas y otra cosa es hacer el amor”? Digo, es una diferencia, porque una cosa es el otro como un objeto que me saca la calentura, y la otra la experiencia del amor donde me uno al otro como un todo. Entonces, hay diferencia. Y no es lo mismo una caricia de alguien que tengo que terminar e irme que la caricia de alguien con quien termino compartiendo más cosas. Volviendo entonces: este tipo lo vio a Jesús, se acercó y actuó. El amor ac17 1er COLOQUIO DEL AMOR túa. ¿Qué hizo? Con vino, que desinfecta, le limpió las heridas. Y agarró aceite de su mochila, es decir, de su propiedad; puso de su propiedad, que es característica del amor: doy de lo mío. Y el amor es eso: limpió con vino, desinfectó, y después le puso aceite, protegió. Y sobre eso, las vendas. Y no solamente eso, sino que lo cargó a su caballo, lo llevó a una hostería, dijo: “cuidalo, te voy a pagar, porque voy a hacer lo que tengo que hacer y vengo. Y si gastaste más de lo que te di ahora, lo voy a pagar”. El amor pone todo. Era un desconocido y pone todo. Eso es el otro en el amor. El amor es concreto, necesita concretizar, el amor necesita del otro. Y el amor que se concretiza, el amor que piensa en el otro, necesariamente tiene que transformar. El amor transforma: como la oruga que se convierte en mariposa. Y ese tiene que ser el termómetro del amor: si el amor no transforma, no estamos hablando de amor. Dime cómo actúa, dime cómo trabaja, dime qué obras hace, y te diré cómo ama. Si lo que uno hace transforma, si las obras que uno hace convierten, si dan vuelta como una media, en el fondo está el amor. Quiero terminar con un texto cortito de San Pablo, que le escribe a una comunidad, a los corintios. Corinto era un pueblito al lado de un puerto, lo que implica todo un puerto: no solamente se pesca, se vende pescado, se arreglan las redes, sino que también hay comercio, hay buitres, hay prostitución, hay venta del otro, hay trueque, hay de todo un poco. Y Corinto era una comunidad helénica, pensante, y estaba en ella sobrevalorada la dimensión del pensamiento humano. Y Pablo tenía allí una comunidad en la que discutían y se peleaban, entonces decidió bajarlos de un hondazo escribiéndoles una carta sobre el amor. “A ustedes que piensan tanto, yo les voy a explicar lo que es el amor”. Y yo se las voy a leer traducida –esto lo hice hace como veinte años, lo encontré en los archivos–, una reformulación de la carta a los corintios sobre el amor. Nosotros los curas usamos esta carta en todos los casamientos, y no se entiende nunca, y por ahí hacemos quedar al amor como una bobera. Y el amor no es una bobera, porque no es cuestión de decir a los novios “ámense, quiéranse”, y que a las tres semanas estén divorciados. Entonces, esta traducción tiene que ver con ustedes: “Aunque me pusiera a hablar, hablar y hablar como un vendedor ambulante, como un buscavidas que sube al tren en la hora pico y ofrece su mercadería; y aunque hablase cualquier idioma, en jeringozo incluido, y también en el idioma de los ángeles, que no sé ni cómo es ni me lo imagino; aunque hiciera todo eso, si no tengo amor, una pizquita de amor, soy como el bronce que suena o, peor, como latas oxidadas que hacen ruido. “Y aunque fuera adivino o profeta, si pudiera saber qué número saldrá en 18 COMUNIÓN, COMUNIDAD, POLÍTICA el loto el domingo próximo, o quién ganará las próximas elecciones” –yo sé quién, pero no lo voy a decir acá–, “o cuánto aumentarán los sueldos; si conociera todos los misterios, y toda las ciencias y toda la informática, y aunque tuviera una fe enorme capaz de mover la cordillera de los Andes, si no tengo amor no valgo ni lo que dan por las botellas rotas. “Y aunque me pusiera a repartir todo lo que tengo y me quedara solo con mis huesos y mi cuero; si fuera capaz de desprenderme de todo y me tirara al fuego, no para incendiarme gratuitamente sino para demostrar que soy capaz de desprenderme hasta de mi vida, como quien tira el carbón para hacer el asadito del domingo; si no tengo un poco de amor, nada de eso sirve. “El Amor con mayúsculas, en serio, no ese del fin de semana, es paciente; y no porque está enfermo, sino porque no se desespera, no se vuelve loco; sabe tomarse su tiempo y contar hasta diez: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez. “El Amor es servicial, es decir, que sirve, que no es inútil; que da una mano y, porque no es manco, es capaz de dar las dos. “El Amor no es envidioso ni agrandado: no anda poniendo carteles por todos lados ni detiene el tránsito en las avenidas para avisar que ama. Es sencillito, humilde, facilito; no se complica como el cuatrinomio cubo perfecto. “El Amor no se irrita, no se pone histérico, no pega gritos; no tiene en cuenta el mal, porque sabe que el malo tiene cosas buenísimas, lo que pasa es que nadie le avisó. Porque sabe que todos podemos cambiar. ¿Quién puede tirar piedras y decir “yo no tengo nada para cambiar”? “El Amor llora tanto como el que sufre en la injusticia; porque es lo único que lo pone mal, porque la justicia es la mínima cuota de amor que todos merecemos. No se banca que nos opriman y que oprimamos. No soporta a los ricos cada vez más ricos y a los pobres cada vez más pobres. Lagrimea todas las noches en las que los pibes de la calle no necesitan apagar un velador porque el atardecer ya lo apagó. “El Amor se alegra con la verdad; sonríe de oreja a oreja cuando las cosas son como deben ser, cuando a cada uno le toca lo que le corresponde y se dicen las cosas ciertas. “El Amor todo lo perdona: entiende que puede haber errores y lo comprende. Todo se lo cree, porque prefiere confiar en todos; todo lo espera, nadie lo corre, sabe que todos llevaremos, no tiene miedo a perder el tren y tener que esperar dos horas más. “El Amor todo lo soporta: tiene aguante. No es debilucho; es pulenta, por19 1er COLOQUIO DEL AMOR que, si no, no sería amor. Y hay que ser Amor, ¿eh? “El Amor no se acaba nunca, como la fiesta de quince para quien cumple años. Se van a acabar el horóscopo, el tarot y las profecías; se van a acabar los idiomas y ya no habrá más crucigramas ni pruebas de castellano; se van a acabar las ciencias, se irá al tacho todo conocimiento: matemáticas, física, química, lengua, geografía, filosofía, las facultades, las monografías y las entregas. Porque toda nuestra ciencia y nuestras profecías son parciales, no cubren todo para el final. Cuando venga lo que es perfecto, lo que es Muy bien 10 felicitado, aquello que es genial, se va a acabar lo que es parcial, lo que es incompleto. Mientras tanto, vemos como cuando viajamos de noche, en la medida en que avanzamos y hasta donde llega la luz. O como cuando se corta la luz y tenés que arreglártelas a tientas. Ahora vemos y no vemos; creemos que sí pero no estamos seguros. Pero va a venir un tiempo en que vamos a ver y a creer verdaderamente en el Amor.” Como dice Cristina, el amor vence al odio. 20 COMUNIÓN, COMUNIDAD, POLÍTICA EDUARDO DE LA SERNA Quiero empezar con una cuestión que me parece importante distinguir. Parto de la lengua griega, porque en griego hay tres palabras que hablan del amor, las tres lo hacen desde distinto enfoque. Y a las tres las usamos en el lenguaje cotidiano con la misma palabra, amor. En griego, una primera palabra que se utiliza en relación al amor es eros, de donde viene lo erótico. El eros es un amor donde uno busca al otro porque lo necesita, es decir, “la media naranja”. Es el amor donde, en cierta manera, yo estoy primero, donde busco al otro porque sin el otro no puedo vivir, o no quiero vivir, o no sé vivir. La otra palabra que hace referencia al amor en griego es philia, que tiene que ver con la amistad; de ahí viene filosofía, por ejemplo. En la philia, en esa amistad, el otro ya es más un igual, es alguien con el que yo elijo y quiero compartir, quiero estar, quiero solidarizarme para algo. Ya no es tanto algo que necesito sino algo que yo quiero, porque me hace bien, porque nos hace bien, porque estamos dispuestos a algo. Y la tercera palabra, que es griega pero no se usa casi en el griego clásico, se utiliza más en el lenguaje teológico, aparece por primera vez en La Biblia hebrea en su traducción al griego y por supuesto luego muchísimo en La Biblia cristiana, es agápē, de donde viene ágape, en la cual el otro es alguien que para mí vale tanto, pesa tanto, cuenta tanto, que por él vale la pena jugarse y hasta dar la vida. Por eso, por ejemplo, Dios es agápē para La Biblia cristiana, Dios es rico en agápē para La Biblia hebrea. En este caso, entonces, éste es un amor en el 21 1er COLOQUIO DEL AMOR cual yo me siento religiosamente frente al otro, en una actitud de respeto – aunque no de sumisión, que no tiene nada que ver con el amor, ni de temor ni nada por el estilo–. Yo creo que estas tres palabras son muy importantes. E insisto, a las tres nosotros las usamos: tanto cuando uno habla de amor a su pareja, del amor erótico, como cuando habla de la amistad o del amor a Dios (crea o no crea en Dios, porque tampoco es necesario hablar de un dios personal, también vale para un dios que es una metáfora, por ejemplo). En este sentido, yo quisiera dar un paso más. Ya desde Ovidio, y siguiendo si quieren hasta Erich Fromm, se ha planteado que el amor es un arte. El libro de Ovidio es El arte de amar, del cual toma su título también el libro famoso de Fromm. Si es un arte, es algo que se puede aprender. Más allá de que uno lo tenga en su instinto natural o no –no me voy a meter en terrenos que desconozco y donde lo único que diría serían gansadas o estupideces, pero no por enamorado sino por no saber–, tiene que ver con que, si el amor es un arte, es algo que se puede aprender. A ver, es evidente que un hijo aprende a amar de lo que ve de sus padres, y uno se da cuenta de que a veces repite los errores de los padres o, al revés, para no repetirlos se va al otro extremo, o cosas por el estilo en las que no hace falta abundar. El amor es evidentemente algo que uno va aprendiendo; la cuestión está dónde elige uno aprenderlo. Y acá es donde me meto en un terreno más de cura, pero no quisiera que se entienda como un absoluto: en cristiano, yo creo que el amor sublime es el amor de Jesús, el amor que yo quiero aprender es el amor de Jesús. Quisiera amar como Jesús. Pero la pregunta es: ¿cómo es ese amor de Jesús, qué características tiene, para que uno pueda decir “éste es el amor que yo quiero aprender”? Ya que también trasciende lo religioso para entrar en el terreno del otro, porque siempre hay que tener en cuenta eso: cuando hablamos de amor es porque hay un otro u otros. El tema está en cómo pesa ese otro u otros para mí. Y creo que un elemento importante a tener en cuenta cuando hablamos del amor de Jesús en concreto, o el amor cristiano –vale también, insisto, para el amor judío; por lo que sé, también para el Islam, aunque no es mi fuerte, me perdonarán ahí–, es que el amor pretende tener una cierta característica de universalidad, pero nunca el amor es universal si no empieza por los últimos. Para ser universal, el amor tiene que empezar por los pobres. Para ser universal, el amor tiene que empezar por las víctimas, tiene que empezar por los que están rechazados, excluidos de la sociedad. Si no, no es universal. Vamos a un ejemplo, para que se me entienda. Si nosotros queremos decir 22 COMUNIÓN, COMUNIDAD, POLÍTICA que la Justicia es universalmente justa, la forma de saberlo es cómo trata el juez o la Justicia a los pobres. No para que haga injusticia en favor de los pobres, porque esa no sería la idea, pero ¿cómo se trata con los pobres? Porque si uno dice “la Justicia dejó libre a Cavallo”, uno tiene la sospecha de que no es por amor universal. Uno tiene cierto tufillo de otra cosa. Y si uno después ve que María Julia y qué se yo… uno dice “mmm, acá me parece que no estamos hablando de una Justicia que les llega a todos”. Porque las cárceles están llenas de pobres. Los pobres están poblando las cárceles y sin proceso; en cambio, estos otros andaban de proceso en proceso y los invitaba la Universidad Católica a que den clases –digo, para que quede claro de lo que estoy hablando. Otro elemento que me parece que tiene también el amor que nos enseña Jesús, que nos enseña Dios, es la gratuidad. La gratuidad es el amor porque el otro vale, no porque yo espero algo del otro. No se trata de que yo estoy esperando que el otro me dé algo –por supuesto que si me lo da lo celebraré–, sino que yo lo amo porque el otro para mí vale la pena ser amado, sin esperar nada a cambio. La gratuidad es una característica del amor que, creo, no se puede descuidar. En tercer lugar, me parece que el amor no se puede demostrar. Y ahí entramos, claro, en un terreno complicado. Creo que todos los que estamos acá hemos tenido heridas de amor; heridas de amor porque hemos creído que alguien nos quería, nos amaba y, de golpe, nos hemos sentido defraudados, traicionados o el lenguaje que ustedes quieran usar. Precisamente ahí es donde creo que es porque hemos creído que nos amaba y después nos dimos cuenta que no, que no nos amaba. Y la cuestión es que esto sucede porque el amor no se puede demostrar. Uno puede ver signos y decodificarlos como amor: frente a esto, esto, esto o esto, yo interpreto que fulana o fulano me ama; y cuantos más signos son, evidentemente más voy confirmando mi confianza, mi fe en que fulano o fulana me ama. Pero tiene que ver con la gratuidad, insisto, y por eso creo –me parece importante en cristiano y en cristiano latinoamericano en particular– que no hay mayor demostración, mayor signo evidente del amor, que el dar la vida. Esto lo dice Jesús de Nazareth, por otro lado: “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos”. La historia en América Latina de tantos mártires –y no me refiero solamente de mártires de la Iglesia, que por supuesto sí los ha habido– nos invita a descubrir ahí un amor verdadero. Un amor generoso, un amor entregado, un amor en el que el otro cuenta más que yo mismo y por eso me juego. Y uno puede pensar en mártires del movimiento obrero, mártires de la revolución, mártires de la historia argentina y mártires también de la Iglesia. Cuando uno ve figuras como Angelelli o Mugica, para 23 1er COLOQUIO DEL AMOR poner dos ejemplos concretos, evidentemente estamos hablando de amor, no estamos hablando de otra cosa. Y ahí volvemos al tema del aprender; aprender el amor tiene que ver con eso: mirar estos personajes concretos de carne y hueso nos invita a aprender el camino para que el amor sea real. Ahora, con respecto a las tres palabras que hacen referencia al amor, eros, philia y agápē, creo que todas deben convivir en la misma persona. Pobre de la persona que solamente se mueva en el nivel del agápē y no tenga amigos, por ejemplo; un tipo que no tiene amigos es un pobre tipo. Un tipo que nunca tuvo una atracción erótica por otra persona es un pescado –y no tengo nada en contra de los pescados–. Y así, creo que las tres cosas tienen que convivir en toda persona. Ahora, una persona que es capaz de dar la vida, por su hijo, por su esposo, por su madre, por un amigo, alguien que está dispuesto a dar la vida por la persona que quiere –aunque finalmente no tenga que darla, porque no sea necesario–, creo que evidentemente entra dentro del agápē. El agápē no es solamente un amor religioso; es un amor en el cual el otro está por encima, casi como que yo al otro lo veo hasta superior a mí, simbólicamente hablando. Por eso digo, cuando hablo del agápē y del amor capaz de dar la vida, creo que hay muchísimos personajes que entran en esto, y no para meterlos solamente en el ambiente de lo religioso. Si tengo que pensar en el Che Guevara, no tengo dudas que lo pienso en estos términos, más allá de que uno después pueda discutir o no esto o aquello otro. Y puedo pensar en personajes de nuestra historia política. A ver: Güemes tenía hemofilia y el general español le dijo que lo hacía atender por su médico pero si él retiraba el ejército; y Güemes dijo que no, y se murió. Eso es dar la vida por la patria. Y podríamos poner así muchos ejemplos, para que no parezca que el amor agápē solamente es religioso. Y es que me parece que esto del amor tiene que tener también otra dimensión. El amor tiene que tener una dimensión política. Y al decir el amor político, me refiero a que, por ejemplo, en los Derechos del Niño de las Naciones Unidas la palabra amor aparece una sola vez, y aparece “dentro del ámbito en el cual debe moverse el niño, que debe ser un lugar donde haya amor, respeto”, blablabla. Es decir, la palabra amor no figura dentro de la Convención de los Derechos del Niño para las Naciones Unidas (en el Preámbulo). Sin embargo, si ustedes ven La razón de mi vida aparece 103 veces la palabra “amor”. Digo, para que quede claro que también hay un amor político que es bastante distinto. Ahora bien, así como creo que la palabra amor ha sido la más grande de la historia humana y a la vez la más traicionada, creo que con Dios ha pasado 24 COMUNIÓN, COMUNIDAD, POLÍTICA 25 1er COLOQUIO DEL AMOR lo mismo. Los grupos religiosos –vale para la Iglesia, para el Islam, para en general todo grupo religioso– corremos el riesgo de plantear nuestra vida en una perspectiva en la que se manipula a Dios. Yo, personalmente, cuando escucho a muchos amigos y amigas ateos o agnósticos, les digo que también soy ateo del Dios que ellos dicen que no creen. Cuando muchos amigos me dicen “¿cómo voy a creer en un Dios que es así, así y así?”, les digo “no, yo también soy ateo de ese Dios”. ¿Cómo voy a creer yo en el Dios de Videla? Obviamente soy ateo del Dios de Videla, ¿cómo voy a ser creyente de ese Dios? La cuestión está en que, lamentablemente, muchas veces nos han hecho creer –y los curas somos los principales pecadores, “por mi culpa, por mi grandísima culpa”– que a Dios lo ponemos contento haciendo cosas que tenemos que cumplir a nivel religioso, cuando el Dios de La Biblia (el Dios judío y el Dios cristiano) es un Dios que nos dice que nos tenemos que relacionar con él en el amor al prójimo. Es en el amor al prójimo donde estamos encontrándonos con Dios. A Dios no lo encontramos yendo a misa los domingos o participando del culto aquí o del culto allá: a Dios lo encontramos en el amor. Hay un gran obispo brasileño, Pedro Casaldáliga –en realidad es catalán, pero que está en Brasil hace muchísimos años y se siente brasileño– que dice: “cuando muera y Jesús me pregunte ‘¿has amado?’, le presentaré mi corazón lleno de nombres”. Yo creo que ahí está el punto. Es decir, Jesús, Jehová, Jahvé, como ustedes quieran, no nos va a preguntar cuántos actos de culto dimos, hicimos, practicamos, etc., sino que nos va a mirar el corazón, va a mirar las manos, va a mirar el amor. Este Dios es el que Jesús nos muestra. El Evangelio va a decir una frase muy interesante, que es el test, el test de fidelidad a Jesús. Y es: “porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber. A mí me lo dieron cuando lo hicieron con algún insignificante de la historia. Lo que hicieron con los insignificantes, conmigo lo hicieron”. Ahí está el desafío, me parece, que tiene que ver con el amor. No se trata de prender velas; se trata, simplemente, de amar al otro, de amar a los demás. Una cosa final. Yo, si me pongo a mirar, en general uno tiene un ritmo, sobre todo nosotros, los que venimos del mundo intelectual (inclusive los curas que no vienen del mundo intelectual son desclasados al mundo intelectual: ambiente desclasado como el clero, pocos). Entonces, solemos movernos en un ambiente totalmente intelectual. Pero cuando uno empieza a compartir la vida con los sectores más populares, con los pobres, uno empieza a ver, por ejemplo, que en la vida del pobre la gratuidad es algo cotidiano; la fiesta es algo cotidiano; la solidaridad es algo cotidiano; la alegría es algo cotidiano, a pesar del sufrimiento provocado por el hambre, la desocupación y tantas 26 COMUNIÓN, COMUNIDAD, POLÍTICA otras cosas. Y ahí uno se empieza a preguntar si, además de aprender a amar mirándolo a Jesús, no hay también que aprender a amar mirando a los pobres. Por supuesto que con todos los defectos que tiene cualquier experiencia humana de amor, creo que si miráramos a Jesús y miráramos a los pobres aprenderíamos que el amor tiene otra cara, una cara muy distinta. 27 1er COLOQUIO DEL AMOR JAVIER TRÍMBOLI Quiero empezar hablando de una de de las figuras de nuestra historia que quizás más haya amado. Digo esto y rápidamente advierto cuán necesario es que les pida un poco de tiempo para desembalar esta propuesta ya que, sospecho, ni bien diga su nombre -uno de los más cuestionados, y con razón, del pasado argentino-, me quieran tirar con lo que tengan a mano. Me refiero a Sarmiento. Efectivamente es uno de los personajes públicos, de primera línea, de los que más amó, por lo menos en dos sentidos: porque tuvo muchas mujeres, varias de ellas en tanto amantes, lo que ha permitido el fluir de cantidad de anécdotas y algunos libros al respecto; y también porque amó denodadamente a su partido, amó con constancia y como pocos a un conjunto de ideas y de prácticas -más o menos existentes, más o menos imaginarias-, que se condensan por supuesto en la idea de civilización. Así, con este sesgo que lo cargaba de tensión, amó a la Argentina. El erotismo de Sarmiento también se evidencia sin dudas en los 52 tomos que componen sus obras completas. El deseo duradero de querer alcanzar algo –encontrar el camino de la perfectibilidad de las sociedades, impulso que compromete al conocimiento-, que permanentemente se le escapa; pero no duda en seguir buscando, incluso de manera algo brutal, como si ese algo fuera su ballena blanca y él Ahab. Sarmiento mismo se sabía un megalómano y uno de las formas en que este rasgo se manifestaba era en su propensión a las páginas autobiográficas, más sencillamente, a hablar de sí mismo. Su primer libro de carácter autobiográfico lo publica cuando aún no había cumplido 28 COMUNIÓN, COMUNIDAD, POLÍTICA los cuarenta años y ya suponía que su vida merecía un retrato. Eso es Recuerdos de provincia. En una página que también tiene este cariz, pero de mediados de la década de 1870, cuando ingresa al último tramo de su vida, al concluir el repaso de todo lo que ha realizado como hombre público, escribe que lo que hizo fue “para que todos participen del festín de la vida, de que yo gocé sólo a hurtadillas.” Traigo a este coloquio esta idea que es, sobre todo, una imagen, porque entiendo que cuando uno piensa en un festín no puede sino pensar en el amor, en formas de lo amoroso que circulan, se derraman, incluso que están en cierto exceso. Muy probablemente –y me atajo como al comienzo-, Sarmiento imaginara esa situación embriagadora de otra manera a como lo podemos hacer nosotros que estamos aquí reunidos hoy, en el año 2014; pero, como sea, “festín de la vida” no puede sino tener el condimento principal del amor. La escritura de Sarmiento, su carácter, es tan notable que, al hacer uso del verbo “gozar”, al referirse al goce, vuelve a ese “festín” mucho más cierto. Le añade lo corporal –incluso por la mirada que es “a hurtadillas”- y, si mucho de lo que sabemos de él nos llevaba a sospechar que sólo estaba exagerando, así escrito este anhelo le prestamos atención. Una rareza para un liberal, ya que éstos prefieren deslizarse entre las ideas, referir al cuerpo y dar una imagen de la felicidad común –una de las versiones más exigentes del amor- que no sea otra cosa que una definición doctrinaria. Hago otro énfasis ahora: para Sarmiento alcanzar el “festín de la vida” no era una utopía, una mera utopía como se las suele calificar desdeñosamente, uno de esos sueños de reconciliación definitiva que muchos alguna vez soñamos pero que nadie vio en la Tierra. La época, el siglo XIX, que entre nosotros no se manifestó de la misma forma que en Europa, empuja a que se piense así, torna verosímil ese sueño. Por eso Marx, contemporáneo de Sarmiento, al señalar célebremente que la revolución podía resumirse en la imagen de “tomar el cielo por asalto” –o sea, no esperar a la muerte para que el paraíso vuelva a realizarse; o hacer efectivo el amor entre los humanos–, no tiene dudas de que la acepción que él y los suyos le están dando al socialismo se aleja de las conjugaciones previas, utópicas las llama. En uno y en otro: “festín de la vida” y “cielo” al alcance más o menos esforzado pero seguro de nuestras manos. La posibilidad cierta de que el amor político se haga realidad en la historia –de esta cuestión estoy hablando-, de una vez y para siempre. Ahora bien, aunque odiemos que sea así, luego del andar tan golpeado del siglo XX, catastrófico dirá Eric Hobsbawm, lo que Sarmiento de una forma y Marx de otra suponían factible, se nos ocurren ahora a nosotros como sueños imposibles, afectados de enorme inocencia. Un poco más concreto: después de la Gran Guerra de 1914 y de la Segunda Guerra 29 1er COLOQUIO DEL AMOR Mundial, después de Auschwitz y los campos de concentración, después de Vietnam y el terrorismo de estado en América Latina, también después del derrumbe del muro de Berlín y del agotamiento de los llamados socialismos reales; después de lo que aprendimos a ver con ojos no europeos sobre nuestro siglo XIX, es decir, que para aproximar a nuestra sociedad al “festín de la vida” no se había ahorrado sangre de gaucho ni de indio. Después de todo esto, el amor poco tendría que ver con la dimensión pública y política de la vida, se repliega ante ella para consagrarse a la dimensión privada. Borges tomó prestada una observación de Joyce que señala que “la historia es una pesadilla de la que prefiero despertar”. Cuando la dejó por escrito, en su prólogo al Facundo de Sarmiento, en 1974, pudo parecer un asunto de un viejo reaccionario que ya no puede conciliar sueños amorosos. Después de lo que siguió, pudo ser compartida por muchos, incluso por jóvenes que se supieron sobrevivientes. Me pregunto entonces ¿en qué medida la historia puede alojar al amor? ¿En qué medida el desenvolvimiento de procesos políticos y sociales, su trama de acontecimientos, puede ser hospitalario a ese afecto intenso de unión? Incluso, de responder que algo de esto es posible, ¿a cuántos involucraría este amor en la historia, y en qué medida se podría sostener en el tiempo? Voy a desplazarme sobre algunos textos, algunas afirmaciones, que me parecen fundamentales para abordar estos asuntos. Por empezar, una que salpica el libro de un argentino de la provincia de La Rioja, Joaquín V. González, que fue ministro de Interior de Julio Argentino Roca durante su segunda presidencia. Se podría pensar y escribir bastante, y con no poco relieve, alrededor de Roca como modernizador de la sociedad argentina, por lo tanto como quien reformula el lazo social, cuestión que nos llevaría a preguntarnos por la dimensión amorosa de su intervención política. Roca que, por supuesto, lleva adelante la Campaña al Desierto, pero que también, en 1904, promueve –con su ministro Joaquín V. González- un código de trabajo en pos de una legislación laboral que regule las relaciones laborales y tenga en cuenta los intereses de los trabajadores; legislación que, se suele decir, de haber sido aprobada en el Congreso, le habría quitado quizás razón de ser al peronismo, porque este capítulo previo de la protección del Estado a los trabajadores –forma del amor político- lo habrían vuelto innecesario históricamente. Joaquín V. González escribe El juicio del siglo, por pedido del diario La Nación en el contexto de la celebración del Centenario, en 1910. Allí muestra su contento, que es el de las elites, por el desarrollo que ha alcanzado la Argentina, por todo lo que reúne el nombre del progreso en marcha: los índices económicos, las escuelas, las instituciones… Sin embargo, advierte sobre un problema que es mucho más que la presencia de una 30 COMUNIÓN, COMUNIDAD, POLÍTICA nube ocasional. Se trata de la “ley del odio”, así lo escribe, que se expresó en el pasado y lo sigue haciendo en el presente. De la “tea de la discordia” que se enciende una y otra vez y lleva a crueles enfrentamientos en la Argentina. Joaquín V. González ve esto como un mal argentino, nuestro mal, heredado quizás de los españoles. ¿A qué obedeció la rivalidad y la puja entre Moreno y Saavedra? ¿Por qué la disputa entre Lavalle y Dorrego? Remite también a San Martín que decidió irse tempranamente del Río de la Plata, quizás al observar el obrar de esas mismas fuerzas destructivas. Sumemos nosotros que en 1910, momento que suele ser revestido como una época de concordia y de mesura política, esta “ley del odio” también funciona. Los conservadores están desde hace tres décadas en el gobierno, Figueroa Alcorta es el presidente; pero las tres personalidades políticas más importantes de la Argentina de ese entonces, no participan de ninguna manera de los festejos del Centenario: Roca, que viene de largo enfrentado con la facción en la que milita Figueroa Alcorta; Roque Sáenz Peña, futuro presidente, prefiere mantenerse alejado de quien está a punto de abandonar el gobierno; Hipólito Yrigoyen, el político que más adhesiones populares venía cosechando, está en la clandestinidad. Muy probablemente esta situación influyera en el diagnóstico general que hace González, en la enunciación de esa “ley del odio” que no tiene explicación clara. En busca del amor político, a través de esta observación de El juicio del siglo nos vemos impelidos a hablar del odio, su reverso, tan o más presente que aquél. Ahora bien, el odio que pone acentos como latigazos en esas páginas de 1910 es entre las minorías gobernantes. Así lo percibe este intelectual riojano, como si nada tuviera que ver con la represión a la clase obrera que es contundente en toda esa década que termina en Centenario, incluso en esas jornadas de celebración de cara al mundo, en las que se sucedieron pogroms, incendios de imprentas en locales anarquistas y socialistas, todo de la mano de una exaltación nacionalista que amenaza a los inmigrantes díscolos con expulsarlos del país, ley de Residencia mediante. Nada de esto se hace presente no sólo en la letra sino en el ánimo de El juicio del siglo, donde, insisto, el problema es de las elites. Años después, en 1933, otro genealogista del resentimiento en la Argentina, me refiero a Ezequiel Martínez Estrada, deja de pensar en el odio como un problema tan sólo de las minorías y, aunque por fuera de la lectura de clases, expande el problema y propone otra declinación. En Radiografía de la pampa, al bucear como ensayista en nuestro pasado, construye entre otros este argumento: al llegar los conquistadores españoles al Río de la Plata, lo hacen movidos por la promesa de que conquistarán tierras en donde hallarán, tarde o temprano, minas de metales preciosos tan ricas como las de Perú y como las de México; reinos maravillosos 31 1er COLOQUIO DEL AMOR como los de Atahualpa o Moctezuma. El mito de El Dorado, de Trapalanda. Pero finalmente no encuentran nada de eso; sólo enormes extensiones de tierra que, para la mentalidad española de la época, para sus aspiraciones, poco valor tenían. Tierras con ganado cerril e indios hostiles. Lo que sobreviene es la desilusión y de ésta nace el odio, el resentimiento profundo hacia la tierra que echó abajo los sueños de riquezas deslumbrantes, de imperios conquistados. Y ese odio, ¿en qué redunda? En ofensas y humillación hacia los habitantes originarios, como decimos hoy, esos con quienes toparon y no eran dueños de minas para saquear; a las mujeres se les hacen hijos a la fuerza que, con el tiempo, pasan a ser los gauchos que odian a los españoles, por extensión a los blancos, a los habitantes de las ciudades. Tremenda esta genealogía que ni siquiera produce la figura de una tragedia y que se continúa. Porque Martínez Estrada arriesga que los inmigrantes que llegaron de los barcos, creyendo que iban a “hacer la América”, pero se encontraron con decenas de obstáculos, para finalmente quedarse y trabajar de sol a sol por un salario casi siempre penoso, que en ellos anidó un sentimiento parecido al de los conquistadores. Agrega entonces que nosotros, se refiere a los argentinos de 1930, quizás en particular a los escritores, seguimos siendo esos conquistadores. Quiso ser profeta Martínez Estrada, por eso también nos incluye. Aunque no fuera de su interés, para esos años el teatro grotesco de Armando Discépolo trataba de asuntos emparentados. Por supuesto, al recordar el final de la década de los noventa y los primeros años del nuevo siglo, cuando importantes sectores de las clases medias se vieron obligados a irse de la Argentina para subsistir de acuerdo a sus expectativas, nos gana la impresión de que también se imponía ese resentimiento para con la Argentina. Hoy la situación es otra –aunque nunca radicalmente otra, no sólo porque el pasado nunca termina de pasar sino porque el capitalismo es la estructura dominante sin sombra- pero ni España es lo que era en los índices económicos ni en la imaginación argentina, porteña debería decir, ni tampoco la Argentina es la misma. Sin embargo, disculpen que diga esto, una parte de la sociedad argentina detesta Tecnópolis. No sé si nosotros que venimos con nuestros hijos y disfrutamos al hacerlo, amamos tanto este lugar como otros lo odian. El odio al lugar que nos tocó en suerte, a sus enteras condiciones, es casi lo que imposibilita la vida en común. Esto que señala Martínez Estrada impide que se hagan las paces con lo que nos ha tocado, cosa que no quiere decir resignarse a que sea siempre así, sino aceptarlo para luego obrar. Aunque se haya vuelto ñoño citar a Hannah Arendt, de tan mal usada que está, vale traer aquí su afirmación a propósito de que sólo puede haber educación y transmisión entre generaciones si hay amor al mundo. Amor al mundo que 32 COMUNIÓN, COMUNIDAD, POLÍTICA implica aceptación de él –incluso cuando no nos guste o termine de gustary, entonces, decisión de mostrarlo, de enseñarlo a los nuevos. La negatividad de Martínez Estrada se lanzaba sobre esta posibilidad misma y sin ella –sin ese mundo compartido que es una cultura- no hay nada que nos ligue como sociedad. Incluir a Hannah Arendt, aunque más no sea brevemente, contra toda idea de la excepcionalidad argentina nos recuerda que un porcentaje en nada menor de nuestra vida en común en crisis obedece a la crisis larga de la modernidad. Señala María Zambrano, una filósofa española identificada con la República y antifranquista, que si la modernidad, es decir, si Europa tuvo una búsqueda, ésta fue la de domeñar y someter las fuerzas primarias, los elementos; la de alcanzar una forma de cohabitar en la que las pasiones más intensas se moderaran por la razón, por el logos, por los conceptos. Las instituciones son los dispositivos que nos acercan a esa moderación de las fuerzas elementales. María Zambrano escribe esto en 1945, año fundamental para todo esto, en un libro que se llama La agonía de Europa. El nazismo se adivina como el indicador del fracaso de Europa en su intento de gobernar las fuerzas elementales, primitivas, el amor y el odio entre ellas. Pocos después, entre 1951 y 1952, Eva Perón escribirá Mi mensaje, un pequeño libro cuya autoría fue muy discutida y que por momentos quedo oculto. Escribe ese libro enferma, sabiendo que está por morir. El 17 de octubre de 1952, el secretario de la CGT, lee desde los balcones de la Casa Rosada un fragmento ante la multitud, pero después el libro queda en el olvido, como si hubiera producido un gran susto. En estas páginas, que tienen mucho de confesión del porqué de una militancia, se lee: “me rebelo, indignada, con todo el veneno de mi odio o con todo el incendio de mi amor –no lo sé todavía”. Amor y odio como fundamentos distintos que pueden parir un mismo efecto y por lo tanto se confunden, aunque la duda –“no lo sé todavía”- deje abierta la posibilidad de una claridad por venir. Este escrito de Eva se despliega por entero en pasiones que parecen ubicarse más allá de conceptualizaciones, incluso de la historia. El enfrentamiento de clases sin la cocción de la política y la teoría. El fracaso de la modernidad señalado por Zambrano se vuelve perceptible de esta otra manera, entre otras cosas añadimos nosotros porque se trata de territorios y experiencias –las americanas- que habían sido menospreciados por sus formas canónicas, europeas. Es Eva la que interviene en esta senda, pero es el peronismo clásico el que allí se advierte. Desde los versos de la marcha que se canta desde 1949 y que indican que el objetivo es que “reine en el pueblo el amor y la igualdad” hasta, permítanme decirlo, el despliegue de figuras como Leonardo Favio, que más de una vez señaló que el peronismo no es más que “un acto de amor”. 33 1er COLOQUIO DEL AMOR El amor público como fuego que devora. Es el caso de Eva, pero también es Belgrano. Belgrano estudió en Salamanca, su vida era la de un doctor, un hombre de leyes de la época, que hablaba y escribía en latín. Sin embargo, se vio compelido por la política, por el amor público –por la virtud-, a cruzar límites inimaginables en el horizonte prerevolucionario de su clase. Y al hacerlo cometió algo parecido a la hybris, a una suerte de pecado, que lo terminó quemando. Asombra y asusta la amistad política definida como la intensidad mayor de unión entre los hombres, que carga con la enemistad política como revés necesario. Entre otras cosas, Belgrano hizo lo que hizo, volcó su vida de semejante forma, porque en un momento entendió lo que era el Virreinato, lo que era la colonia y el dominio realista; entendió que para alcanzar la felicidad pública había que sacarse de encima a los “godos”. Se embarcó en esa intensidad política que lo llevó, por ejemplo, hasta esa aldea extraviada que era Jujuy y a abrazarse en Potosí con el cacique Cumbay, cacique chiriguano en el nombre despectivo. Tomado por la amistad y la enemistad política, por formas del amor y del odio, aún cuando él quisiera moderarlas. El llamado fin de la historia, el conservadurismo que se expande desde finales de los años ochenta, ha buscado expulsar el amor de la esfera de lo público y reducirlo a un “asuntito privado”. Leía hace unos días una entrevista a un historiador y crítico francés que, inquieto por las raíces de este conservadurismo, denunciaba al mismo psicoanálisis, que transforma la cuestión del deseo en un problemita entre tres –mamá, papá y el nene– y le quita por supuesto la tragedia política y cultural, que es de clase e histórica. El fin de la historia buscó fue producir ese repliegue del amor, que deje de circular definitivamente por las calles, que ya no tenga enormes manifestaciones. Cuando los Redonditos de Ricota hablaban en la década del 90 de “banderas en tu corazón” estaban diciendo que esperaban que, alguna vez y nuevamente, una pasión política, un amor político, nos arrebatara. No importa, en Juguetes perdidos, si es anarquista, peronista, nacionalista o comunista: que haya una bandera. Porque, si no, nuestra vida se transforma en una vida pobre, en una vida reducida, de puertas adentro y sólo con alarmas. Algo de esto tiene que ver Tecnópolis y el odio que hay sobre este lugar. Casi una década antes de que se declare el fin de la historia, Margaret Thatcher había lanzado como provocación que “no hay sociedad, solamente existen individuos”. Si es así el amor no puede circular en las plazas públicas, en manifestaciones. Ahora, ¿cuál es más alto riesgo de esto? La política, sin dosis más o menos suculentas de amor y ¡ay! –interjección que se usaba en el siglo XIX– también de odio, nos condena al abandono o a la indiferencia hacia el otro. Si en la política no hay apuesta por el amor, se nos condena al 34 COMUNIÓN, COMUNIDAD, POLÍTICA abandono. El abandono es la falta de ley, la falta de Dios, la falta de mirada. Se nos condena a la indiferencia. Por supuesto, esto es lo que cundió en los años del fin de la historia, en los años 90 que, está claro, son mucho más que el menemismo. Para terminar, sumaría que también es cuestión fundamental de la política lograr que esas pasiones políticas que implican al amor y al odio, no desborden en tragedia. Eso también es la política, cómo hacer presente al amor y al odio, como Eva lo señalaba y es inevitable que sea; como estaba presente en Moreno, en San Martín, en Belgrano y, por supuesto, en la generación de los 70; hacerlos reales, permitir que se conjuguen, pero al mismo tiempo evitar que la sangre llegue al río. Es el camino a recorrer. 35 1er COLOQUIO DEL AMOR JUAN CARLOS MOLINA Sacerdote católico, de extensa trayectoria en el trabajo social y territorial, es el actual titular de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR), dependiente de Presidencia de la Nación. EDUARDO DE LA SERNA Sacerdote católico argentino, coordinador del Grupo de Curas en Opción por los Pobres de Argentina. Además de ejercer su misión pastoral en la parroquia de Jesús el Buen Pastor en San Francisco Solano, es autor de diez libros, entre ellos Con los pies en el barro. Teología de la misión popular, ¿Dios es imparcial?, Los vicios capitales y Diálogo entre la Biblia y Teresa de Lisieux. JAVIER TRÍMBOLI Historiador y docente en los niveles medio y universitario, fue miembro de la coordinación del proyecto “A 30 años del golpe de Estado” del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación (2005-2006). Publicó diversos artículos y libros de ensayos, entre ellos 1904. Por el camino de Bialet Massé, La izquierda en la Argentina y Pensar la Argentina. Los historiadores hablan de historia y política, junto a Roy Hora. Ha sido asesor histórico y guionista de diversas películas y documentales televisivos. 36 FILOSOFÍA, ANTROPOLOGÍA, CRÍTICA CULTURAL 1er COLOQUIO DEL AMOR ALEJANDRO GRIMSON Me gustaría empezar diciendo lo que no voy a hacer: insistir en discursos “morales” sobre el amor. ¿Qué quiero decir? Se supone que todos nosotros debemos amar más; se supone que todos nosotros debemos amar a más; se supone que más tienen que amar más a más. Ese tipo de discurso moral, un discurso prescriptivo, es un discurso al que puedo adherir o no. Pero la disciplina en la que yo trabajo, la antropología, se hace una pregunta que podría formularse así: ¿cómo son los amores realmente existentes? Es decir: quién ama a quién, y por qué no amamos más, o por qué odiamos, o a quién amamos, cuándo y de qué manera. Si todos amáramos mucho y a muchos, ¿todos amaríamos a todos? Supongamos que, por razones ideológicas, religiosas, culturales, definimos una vocación de amar al pobre, de amar al inmigrante que muere en las aguas del Mediterráneo tratando de cruzar a Europa. Perfecto. ¿Podemos amar también al que es responsable de la muerte de ese inmigrante? Supongamos que amamos a los pobres. ¿Podemos amar a los que los empobrecen? Supongamos que amamos a todos los hombres y mujeres que han sido violados. ¿Podemos amar también a quienes los han violado, de la misma manera? Es decir, la antropología parte de una suerte de constatación evidente de que el amor no es infinito y, por lo tanto, se hace una pregunta acerca de cuáles son las economías amorosas de las distintas sociedades, de las distintas culturas, de los distintos mundos. Nosotros habitamos un mundo entre muchos. Yo diría que habitamos el mundo instituido por Romeo y Julieta. 38 FILOSOFÍA, ANTROPOLOGÍA, CRÍTICA CULTURAL ¿En qué sentido? Romeo y Julieta representa el momento en el cual el hijo y la hija rechazan la prescripción matrimonial de sus padres y dicen: yo soy libre, soy un individuo, soy un ser en busca de mi amor, y mi amor puede ser cualquier ser de este planeta, incluso el hijo o la hija del enemigo de mi padre. Esto es la fundación de la modernidad, del individuo que va a decidir con toda libertad. Porque allí mismo está lo que choca con ese mundo que nace, que es el mundo de la prescripción, del matrimonio y del vínculo establecido, de que vos si creés en este dios solo podés casarte con alguien que crea en el mismo dios, de que si sos de esta tribu solo podés casarte con alguien que pertenezca a esta tribu, y así sucesivamente.1 Ahora, supongamos que uno tiene compañeros que fueron al jardín de infantes, a la escuela, al club, hizo amigos en el barrio, la secundaria, la capilla o al templo. Uno conoció una cantidad de personas, cien o mil, un número determinado. ¿Cómo se cruza esta frontera? Ese número, que, digamos así, está entre cien y mil, tuvo que ver con una escuela, un club, un barrio; y si tuvo que ver con todo eso, seguramente tuvo que ver con una lengua, quizás dos; tuvo que ver con un territorio; tuvo que ver más o menos con una clase social; tuvo que ver más o menos con un grupo cultural o étnico o algo por el estilo; quizás tuvo que ver con creencias religiosas. ¿Qué quiero decir con esto? Que en el mundo instituido por Romeo y Julieta, todos creemos que elegimos con total y absoluta libertad a nuestra media naranja, pero cada uno de nosotros elige a su media naranja en función de ciertas coacciones culturales e históricas que se fueron estableciendo y siguen vigentes, aunque operen en la mayor parte de los casos de manera inconsciente. Es decir, podemos amar a cualquier ser humano, en términos vinculares, en términos de una elección de pareja; pero el hecho social empírico es que cada uno de nosotros solo tiene la capacidad de amar a algunos seres humanos, de cierto tipo bastante específico. En la antropología, cada una de estas cosas y opciones tiene palabras. Por supuesto está aquel que es un exotista del matrimonio: el exotista es el que cruza la frontera, el que no vive adentro de la misma. Por ejemplo, en los EEUU ha sido durante décadas y siglos excepción el matrimonio entre blancos y negros (en realidad, solo ha sido excepción durante el siglo XX, porque antes estaba prohibido). Lo mismo puede suceder con ciertos grupos en ciertas religiones. Pero sobre todo hay una idea preferencial, donde los padres y las madres les transmiten a sus hijos e hijas cuáles son los cónyuges que estarían más o menos bien que elijan. 1 Esta idea fue elaborada con agudeza en CASTRO, Viveiros & ARAÚJO, B. Ricardo. Romeu e Julieta e a origem do Estado. Arte e Sociedade. Rio de Janeiro, 1984. 39 1er COLOQUIO DEL AMOR Voy a dar un ejemplo: todos queremos que a nuestros hijos les guste la música que les guste; si es una música que a mí no me gusta, no hay problema, cada uno es libre, tiene que tener sus gustos estéticos. Ahora, si mi hijo está escuchando 24 horas solo esa música que yo detesto, que me parece que expresa la decadencia, que me parece horrible, ya empieza a haber un problemita... Y si mi hijo está todo el día tocando esa música que yo detesto y le dedica su vida, hay un problema mayor. Si dedica su vida a un dios que a mí no me gusta o no es mi dios, o a una patria que no es mi patria o a una causa que no es mi causa, hay problemas; porque la filiación supone cierta familiaridad en ese otro sentido. Al menos es así para la mayoría de los seres humanos. El dolor del padre o la madre cuyo hijo adhirió a causas que considera irreconciliables con la suya es real. Que sea real no significa que sea justificable en términos éticos. Nosotros hicimos, cosa típica de sociólogos –yo soy un antropólogo un poco sociológico–, una encuesta, en el Área Metropolitana de Buenos Aires, en la que le preguntábamos “¿A usted le molestaría o le gustaría que su hijo se casara con X, Y o Z?”. Bueno, el campeonato del rechazo lo ganó por goleada “una persona del mismo sexo”: 54% de los encuestados dijo “yo no quiero que mi hijo/a se case con alguien del mismo sexo”. 33% dijo “yo no quiero que mi hijo/a se case con un boliviano, un peruano, un paraguayo”. 38% dijo “yo no quiero que mi hijo/a se case con un villero”. Entre ese 38%, una parte muy importante de los encuestados era muy pobre. En realidad, si uno hace esa encuesta en las zonas más ricas del Área Metropolitana, la gente no tiene un rechazo a que su hijo se case con un villero porque no le preocupa, ni siquiera existe en su imaginario y en su posibilidad. Porque, como se sabe, en este Área Metropolitana hay jóvenes que nunca salen de la Avenida Gral. Paz y nunca cruzan la Avenida Rivadavia, tienen toda su vida alrededor de dos o tres avenidas que son las más cercanas al río. Sólo se teme que algo suceda si existe la posibilidad efectiva. Entonces, hay cosas que no rechazamos porque ni siquiera imaginamos como posibles. Por ejemplo, en los sectores populares puede haber más miedo de que su hijo o hija se case con alguien muy pobre porque eso puede provocar lo que se llama hipogamia, que quiere decir casarse socialmente hacia abajo –lo contrario a hipergamia, que es el cuento de la Cenicienta: ese amor que no entra en lo tipológico, no entraba en la clasificación posible, que es descubierto como el amor real y que lleva a la hipergamia, desde el punto de vista de la Cenicienta misma, que “sube” a un lugar imposible. O sea que hay personas que son “malas para casar”, o tipos de personas que son consideradas (por todos los seres humanos, lamento decirles) “malas para casar”, y otros que son “buenos para casar”. Y obviamente esto no 40 FILOSOFÍA, ANTROPOLOGÍA, CRÍTICA CULTURAL tiene que ver solamente con el dinero. Acá quiero decir algo: cuando hablamos de “casar” y de “matrimonio” y de “pareja”, obviamente, no estamos hablando específicamente de sexualidad, porque hay un erotismo que no tiene que ver con el matrimonio. Por ejemplo, cuando uno hace investigación sobre estas cuestiones, se da cuenta muy rápido –y en la Argentina es muy fácil de entender– que hay imágenes de mujeres y hombres que son muy poderosas en términos eróticos, y que a los chicos y a las chicas los movilizan tremendamente. Pero de ahí a casarse es otra cosa. O sea, una cosa son las personas que los seres humanos consideran que son interesantes para tener un tipo de experiencia erótica y otra cosa son las personas con las que alguien formaría pareja, se casaría, tendría hijos, etc. De hecho, hay más exotistas reales y potenciales en el primer caso, en el de la sexualidad, que en del matrimonio, donde son excepciones muy contadas. Entonces, ahí viene la cuestión de una dimensión del amor que creo que es crucial, que es la de la relación entre amor y matrimonio, donde uno podría utilizar también otro concepto que viene de la sociología, que es pensar ese amor carismático, esa pasión –que es una palabra que uno le agrega al amor, porque el amor no siempre tiene la pasión en su máximo esplendor–, y donde cabe una pregunta que creo que es fundamental en nuestras vidas: ¿cómo se lleva el amor con la comprensión, con el entendimiento entre los seres humanos? ¿Por qué, si a veces nos amamos, muchas veces no nos entendemos? O sea, ustedes aman a su madre, pero no me van a decir que su madre los entiende siempre a ustedes. Todos ustedes amarán a sus hijos, lo cual no quiere decir que entenderán siempre a sus hijos, y viceversa. Es decir, amar es una cosa y entender es otra. Y hay un problema ahí, porque cuando alguien que yo amo no me entiende, yo sufro de una manera específica. ¿Es posible amar y entenderse? Hipotéticamente uno podría decir que es posible en ese tiempo inicial donde la pasión está en su máximo esplendor, donde enamorarse implica que uno entiende todo. No porque lo entienda todo, sino porque no quiere dejar de entender nada. Y uno vive en esa ilusión de entender todo y de ser entendido por completo hasta que ese amor carismático se hace rutina. Y ahí empieza la vida cotidiana, no exenta de amor pero sí exenta de ilusión de total entendimiento. Lo que quisiera plantear entonces es que esta tensión, entre el universo que abre Romeo y Julieta –del amor completamente libre, de que podemos elegir a cualquier ser humano– y la realidad –el amor realmente existente, que es el amor en el cual solo elegimos ciertos tipos de seres humanos–, es también extensible a todos los otros objetos y sujetos que podemos amar, como la nación, la religión, la política, la estética, etc. 41 1er COLOQUIO DEL AMOR Esto también lo podemos constatar en las cada vez más presentes redes sociales, como por ejemplo Facebook: cualquiera puede tener cien, quinientos, mil, cinco mil amigos en Facebook; ahora, basta fijarse cuántos de esos amigos son chinos, cuántos japoneses, cuántos africanos subsaharianos, y uno se va a dar cuenta que sus amigos responden a todas estas dimensiones a las que nos referíamos antes: clase social, mundos profesionales, educativos, religiosos, territoriales, etc. Y que, en la medida en que sus amigos se van distanciando de esos mundos, se van reduciendo mucho en cantidad. ¿Qué tiene que ver esto? Esto significa que la globalización, que interconecta a todos y nos relaciona porque estamos todos conectados, lo hace pero de maneras muy específicas, nos interconecta en función de clivajes sociales, culturales, históricos, territoriales, de clase en los que nacemos y vivimos. Ahora, insisto: vivimos en ese mundo moderno donde hay total libertad para que cada uno crea en el dios que quiera, para que cada uno adhiera a la ideología política que quiera, a los movimientos estéticos que quiera; sin embargo, algunos de ellos serán bien o mal vistos, incluso si son escogidos por la gente que amamos. Es decir, que nosotros queremos que nuestros hijos adopten con total y absoluta libertad los mismos ideales que tenemos nosotros; queremos que nuestros hijos sean totalmente libres para creer los mismos dioses en los que creemos nosotros. Y esa paradoja se resuelve en la tensión intergeneracional, donde Romeo y Julieta pueden rechazar el linaje y rechazar la tradición, pero tienen que saber que de todas formas siguen hablando la misma lengua, siguen dentro de una tradición que abarca a sus dos familias, deben saber que hay todo otro mundo de lo posible para el amor que ni siquiera ingresó en su imaginación, que es completamente ignorado y desconocido. Un autor que representó de manera muy potente a la academia de derecha estadounidense de fines del siglo XX y principios del XXI, Samuel Huntington, se quejaba de que los inmigrantes mexicanos en EEUU no se integraban a la sociedad porque se casaban siempre entre ellos, seguían siendo católicos y seguían hablando castellano. Es decir, los acusaba, como parte de su estigmatización, de ser endogámicos y no exogámicos, como habían sido en su momento los “buenos inmigrantes” en EEUU (los italianos, los polacos, algunos judíos, etc.). Ahora, suponiendo que Huntington tuviera razón, uno debería preguntarse si las estrellas de Hollywood, que representan la estética hegemónica en los EEUU, andan buscando desesperadamente mexicanos y mexicanas para casarse y estos los rechazan una y otra vez, o si en verdad los inmigrantes no tienen opción de acceder a esa otra parte de la frontera. 42 FILOSOFÍA, ANTROPOLOGÍA, CRÍTICA CULTURAL Existe un concepto que los sociólogos han utilizado y que puede parecer espantoso. En realidad cuando lo inventaron existían las pequeñas ferias de los pequeños pueblos. Es el concepto del “mercado matrimonial”: uno sale al mercado matrimonial y ahí más o menos ve qué es lo que puede conseguir, de quién puede enamorarse, tratando –sobre todo después de varias frustraciones– de que se corresponda con alguien que pueda enamorarse de uno. ¿Qué quiero decir con esto? Que no todos los mercados matrimoniales están abiertos para todos. Lo que demuestra la encuesta que antes comentaba es que el mercado matrimonial está clausurado para la gran mayoría de los bolivianos, los peruanos, los paraguayos. Y habría que discutir cuáles son las imágenes que existen sobre ellos: por ejemplo, esa imagen de “la paraguayita”, que es otra forma de estigmatización y que habla de una cierta eroticidad, pero no necesariamente de una apertura matrimonial. Planteo estas cosas como preguntas que habría que seguirse haciendo, para entender que no es, por ejemplo, que los mexicanos sean endogámicos, sino que son los estadounidenses blancos, de clases medias acomodadas o clases altas los endogámicos, que no están dispuestos a habilitarles a los mexicanos sus mercados matrimoniales. Y eso que podemos ver sobre EEUU es una pregunta que siempre podemos hacernos sobre nuestras propias sociedades para entender cómo el amor, incluso cuando necesitamos de metafísica, tiene algo que ver con la ciencia. 43 1er COLOQUIO DEL AMOR NORA MAZZIOTTI Quiero hablar un poco del amor en la telenovela, de la manera en que un género de ficción lo aborda. La telenovela es el exponente del melodrama en televisión, y en América Latina tiene mucha importancia y se viene haciendo hace más de cincuenta años. ¿Qué es una telenovela? Fundamentalmente, es una larga historia de amor, que se cuenta a lo largo de cien y hasta doscientos, doscientos veinte capítulos. Se focaliza en una pareja joven heterosexual, cuyos miembros pertenecen a mundos totalmente opuestos. La telenovela trabaja mucho con el bien y el mal: todo es o bueno o malo, o blanco o negro, y obviamente el amor es el bien más grande, la mayor recompensa que pueden alcanzar sus protagonistas. Que empiezan sin saber que se aman, pertenecen a mundos tan distantes y antagónicos que inicialmente ni pueden reconocerse. Generalmente se da una cuestión de diferencia de clases: ella es rica y él es pobre o viceversa; una diferencia de religión o de diferencia cultural: por ejemplo, hubo una novela brasilera muy famosa, El Clon, donde eran musulmanes y católicos; enormes diferencias que van a ser zanjadas muy de a poco a lo largo de la novela. Pero el hecho de que pertenecen a mundos en apariencias irreconciliables y que van a empezar a reconocerse de a poco es el motor de toda la novela. Para que alguien se enganche y vea la novela durante más de doscientos capítulos se tiene que contar un amor imposible, que tiene que vencer una cantidad enorme de obstáculos para lograr la reunión final. 44 FILOSOFÍA, ANTROPOLOGÍA, CRÍTICA CULTURAL Por eso mismo, en la telenovela, el amor es el otro. En el marco de lo que nuestra presidenta habla de que “la patria es el otro”, es muy interesante pensar que también el amor es el otro, por esto de que es el opuesto, es el diferente, es el contrario, es de quien jamás mi familia me dejaría que me enamore, el que jamás mi comunidad me permitiría amar. Entonces, el amor es una enorme transgresión: me enamoro de la persona inconveniente, me enamoro del que nadie pensaba que me iba a enamorar, etc. Es transgresor porque los dos miembros de la pareja tienen que vencer una serie de compromisos previos, convenciones y cosas que ya estaban perfiladas para ellos. Por eso va a implicar un enorme esfuerzo. Y el amor triunfa, luego de innumerables vicisitudes. Esto tiene que ver también con lo que decía al principio, que la historia que cuenta la telenovela es melodrama, y el melodrama tiene esta marca bipolar de buenos y malos y ricos y pobres. La telenovela se va haciendo cargo de distintas matrices narrativas y dramáticas que ya existen en la cultura: la cuestión de la pareja joven y de origen opuesto, por ejemplo, viene de los griegos y los latinos, los enamorados siempre son jóvenes a los que por algún motivo no les está permitido reunirse. Y la cuestión de que el amor es transgresor y es un amor entre opuestos nos lleva a otra característica, que es que ese amor va a transformar totalmente a sus protagonistas. Si pensamos en cómo comienza una novela, cuáles son las características de sus personajes y cómo termina la historia con la pareja reunida, vamos a ver que la transformación de esos personajes es completa. Entonces, el amor te hace ser otra persona. Por ejemplo, ocurre mucho en las novelas que las heroínas son más sabias que los hombres, pero son tímidas, retraídas, no se animan, o son imprudentes; son inmaduras y todavía no encontraron su verdadero ser. Y los galanes son donjuanes, arrogantes, o se enojan mucho. Y ofenden, agreden. Pero a lo largo de los capítulos, el amor los va a transformar; y los va a convertir en personas mejores. Vamos a ver que se van a transformar en personas que se saben escuchar, se saben encontrar, se saben reconocer; y que, además, van a luchar juntos. Otro rasgo importante es cómo están juntos el disfrute y el temor en esa pareja, que inicialmente no se conoce, y cómo se va animando cada vez más a disfrutar y a pelear contra todo lo que se le opone. Porque los que van a desunir o no quieren que la pareja se reúna son muchísimos. Están encarnados en un villano o villana, pero podemos pensar que estos representan todas las fuerzas no solo del mal sino de lo que son las convenciones, el estatus quo, los compromisos y, sobre todo, las conveniencias. En la conducta de los protagonistas, siempre del lado del bien, y de quienes los ayudan, hay amor. Del lado de los villanos o villanas nunca 45 1er COLOQUIO DEL AMOR hay amor, sino que hay conveniencia, querer sacar partido, celos, envidia, deseo de obstaculizar, perjudicar, etc. Así que es interesante también pensar en que el éxito de la novela tiene que ver con poner en cuerpo de distintos personajes todo lo que es el imaginario sobre el bien y sobre el mal, encarnados en personajes que pueden pensarse como fuerzas del imaginario social que están construyendo una especie de símil: ¿qué se espera del amor? Que triunfen los buenos. Y ¿qué es el triunfo de los buenos? El estar reunidos después de haber vencido los obstáculos. Decía que la pareja se reúne cuando logró vencer todos los obstáculos. Pero nada es fácil, entonces muchas veces pasa que uno dice “bueno, ya está, ahora se juntan, pueden concretar su amor”, y no, vuelve o recomienza una nueva andanada del mal. Y nadie del lado del mal obra con amor. Hay otra cosa muy fuerte también en la telenovela, que es la búsqueda de identidad: siempre hay alguien que no sabe quién es su padre, o que cree que su padre es otro, se cree huérfano y no lo es, etc. Digamos, todas las confusiones que tienen que ver con lo poco que esa persona sabe de sí misma: la novela pone en pantalla esta falta de conocimiento de sí. Y esto está también muy en relación con lo que decíamos recién sobre el poder transformador del amor. El amor te transforma al punto que te ayuda a saber quién sos realmente. Porque, por ejemplo, de golpe la chica pobre era la hija abandonada de alguien poderoso que fue despojada de su identidad y después la recupera, o el joven rico resulta que no era hijo de sus padres y se reencuentra con una nueva identidad. El poder transformador del amor hace también que haya una transformación de la identidad y que la pareja amorosa viva esa transformación. Pienso que en todo esto radica el éxito del género telenovela: no solo de algún título que nos pueda haber gustado, sino del género. Y tiene que ver con este mostrar desde el vamos cómo se va armando una pareja y todo lo que tiene que luchar para ello porque los embates que sufre son enormes. Claro que el amor no es el único componente de la telenovela, no basta con la historia de amor, tiene que haber otras historias; pero el amor no puede faltar. Puede ser que no haya suspenso, o que no haya policial, pero el amor tiene que estar sí o sí: no hay novela que no cuente una historia de amor con las características que venía diciendo. Y también pensaba sobre esto que se vino hablando las últimas semanas, la cuestión del desacato. El amor es totalmente desacatado, y el amor en las novelas también. ¿Por qué? Por esta transgresión que decíamos al comienzo. Si pensamos en Romeo y Julieta, es un desacato enorme al mandato de las familias. Me parece interesante esta idea de la rebelión que implica 46 FILOSOFÍA, ANTROPOLOGÍA, CRÍTICA CULTURAL el amor, porque viene a romper un orden dado, algo que se pensaba que debía continuar tal cual era. Siguiendo con esta idea podemos también llegar al cristianismo, porque muchas veces se habla del Via Crucis que tienen que sufrir los protagonistas de las novelas: como continuando el camino de Cristo y sus padecimientos, la pareja logra la redención, que es la reunión después de tanta lucha. También esta es una de las cosas que influye en el éxito internacional de las novelas, la construcción del amor como una categoría de desafío y de ruptura. 47 1er COLOQUIO DEL AMOR DARÍO SZTAJNSZRAJBER No es nuestra intención la repetición dogmática de los discursos establecidos sobre el amor, que pueden ser muy contenedores y tranquilizadores y pueden dar mucho marco, pero poco representan ese elemento transgresor que tiene el amor. Porque hay algo de riesgo en el amor, que lo hace algo no seguro; el amor como algo seguro me parece que nos puede brindar toda una serie de contenciones posibles, pero que lejos están de lo que históricamente, y diría casi filosóficamente, el concepto del amor genera o provoca. Yo quiero más o menos posicionar la cuestión del amor en la filosofía. Se toca en algún punto con la religión, porque la filosofía y el discurso religioso, cuando hablan sobre el amor, están ahí uno al lado del otro, son vecinos. Aunque, es sabido, la diferencia sobre un tratamiento religioso y un tratamiento filosófico es que la filosofía se supone que no parte de ningún dogma. Muchos apasionados del discurso religioso me dirán “bueno, la religión tampoco”, porque evidentemente en la medida en que uno asume ciertas afirmaciones desde las que parte como verdaderas no las visualiza como dogmas. Entonces, para no tener esa discusión, simplemente digamos que son dos discursos bastante parecidos, pero que el de la filosofía no está en todo caso concentrado en un texto, en un acontecimiento, como puede ser el texto bíblico o el acontecimiento de las distintas revelaciones religiosas a las que hace mención por ejemplo La Biblia. Sino que, al revés, parte de poder pensar la naturaleza de cualquier hecho de la manera más desnuda posible. A mí me encanta hacer filosofía de esa manera: no des48 FILOSOFÍA, ANTROPOLOGÍA, CRÍTICA CULTURAL nudos, sino desnudando los conceptos; esto es, quitándoles todo el marco teórico previo que tienen. Esto, se dice en filosofía, es hacer un abordaje fenomenológico: ir al fenómeno. O sea, cuando hablamos de amor, ¿de qué hablamos? Este sería el primer dilema. Está tan revestido el concepto de amor de tantas palabras, de tanta teoría, de tanto uso y abuso, que no queda claro de qué hablamos cuando hablamos de amor. Y al tratar de concentrarnos en qué es el amor, en qué trama categorial lo encontraríamos, ¿qué diríamos que es? ¿Es un sentimiento? ¿Es un estado de ánimo? ¿Dónde lo colocaríamos? ¿Y quién sería el especialista entonces sobre esto? ¿Un psicólogo? ¿Un médico? ¿Un antropólogo? ¿Quién habla sobre el amor, a quién le creo? ¿Quién ha construido una autoridad, desde el saber, para hablar del amor? Respuesta: muchos. Que es una no respuesta, por cierto. Porque no es que hay una amorología o algo así, una disciplina que trate específicamente del amor. Un religioso no habla de otra cosa que no sea del amor; pero para los que por ahí no compartimos el discurso religioso, nunca iríamos a escuchar a alguien de la religión para convocar algún tipo de sentido del amor. Un psicoanalista también habla mucho del amor; pero está por ahí muy direccionado al amor vincular. ¿Pero el amor solo se reduce al vínculo? Ven entonces que es una palabra tan amplia, se vuelve tan vaga, que es muy difícil de circunscribir su sentido. Podríamos marcar algunos dilemas que hay alrededor del amor. El primero, que creo que es el más cotidiano, el que nos atraviesa a todos, sería el siguiente: si el amor tiene que ver con algo específicamente científico, o si, al revés, la ciencia, cualquier ciencia, nos queda corta para hablar del amor. O sea, ¿es el amor algo reducible a una investigación científica? Y en tal caso, ¿a cuál? ¿Qué ciencia es la ciencia que nos puede hablar del amor? O no: el amor siempre supone un exceso, un desbordamiento, que hace imposible que cualquier aproximación científica pueda llegar a dar respuesta sobre él. Casi diría que esta segunda postura tiene que ver más con el arte que con la ciencia. Entonces, que no podemos terminar de pensar al amor en su totalidad, siempre se nos escapa. Cuando quiero entender el amor, algo entiendo; pero eso que entiendo no es el amor. Creo que entiendo el amor, pero estoy entendiendo algo así como la traducción del amor para la posibilidad de mi propia comprensión. La típica: cuando uno siente que quiere mucho a alguien y dice la más remanida de las frases y sin embargo muy eficiente: “no me alcanzan las palabras para decir lo que siento”. No es una huevada eso; aunque sea una frase tan cursi o tan remanida, hay algo ahí presente en el amor que hace ruido, porque realmente nos hace pensar has49 1er COLOQUIO DEL AMOR ta qué punto nuestro sistema de pensamiento puede o no puede dar lugar a esa explicación, y por qué es así. Esto, si hay que ponerle nombre, digamos que estamos proponiendo un primer abordaje de la cuestión del amor en un dilema que sería: si del amor se puede dar una explicación científica o una explicación metafísica. Es otro problema la palabra metafísica, porque también está usada de forma muy diversa; pero acá la estamos oponiendo a científica. Es decir, hay algo que explica el amor que no se reduce a la explicación que la ciencia puede proveer. Metafísica, en griego, significa “más allá de la física”; meta es “más allá”, physis en griego es “naturaleza”. O sea, es “más allá de lo natural”. La ciencia explica lo natural, sobre todo las ciencias naturales. Pero el arte, la religión, todos esos discursos sobre el amor excederían la explicación científica. ¿Qué diría una explicación científica sobre el amor? Concentrémonos en una ciencia particular. Y para ser extremistas, y darle un poco de onda al dilema, tomemos la más extrema, que es la biología. Para la biología, el amor es algo que se explica a partir de nuestro cuerpo, del funcionamiento corporal que atraviesa a todas las personas como nosotros, que somos seres corpóreos. O sea, el fenómeno del amor no estaría más que reducido a una explicación que tome el funcionamiento natural de nuestros cuerpos y explique lo que le pasa: qué le pasa al cerebro, qué le pasa a la sangre, por qué producimos las secreciones que producimos; algo se mueve en nuestros cuerpos, y eso es el amor. Una cuestión, se diría, absolutamente orgánica. Cuando uno quiere explicar por qué conocí al amor de mi vida, si alguno de ustedes cree que hay un amor de la vida eterna, supónganse, o cuestiones de amor de alguien, la explicación es básicamente científica: hay siete mil millones de personas en el mundo, uno hace un esquema de posibilidades y combinaciones, entiende los lugares por los que uno se maneja y encontrar el amor de la vida se explica a partir de eso. No es que hay magia, o encantamiento, o destino, o algún movimiento astrológico que generó que me encuentre entonces con alguien. Es más, piensen por un minuto: ese amor que suponiendo que es el amor de nuestra vida, que es la persona que estuvo esperando eternamente que la encontremos, ¿entre cuántas personas conocidas finalmente fue encontrada? Es decir, ¿entre cuántas personas terminamos conociendo al amor supuestamente de nuestra vida, personas posibles de ser nuestra pareja? ¿Ochenta? ¿Cien, doscientas? Pongámosle, uno está medio sacado en Facebook poniendo “Estado sentimental: en búsqueda” y entonces le caen mil. Pongámosle entonces, mil: entre mil uno empieza a barrer un poco y queda uno, queda el par; queda uno y otros dando vueltas. Ahora, ¿ese uno es 50 FILOSOFÍA, ANTROPOLOGÍA, CRÍTICA CULTURAL de cuántos posibles, con los que uno tuvo relación, de cien, de mil? Ahora, ¿es el amor de mi vida? ¿Cómo pasamos de la idea de una persona que es “nuestra alma gemela” o “el amor de nuestra vida” a una compilación numérica básica, que explica que uno en la vida se cruza con una cantidad de gente en virtud de una cantidad de posibilidades o variables azarosas que hacen que finalmente uno se cruce con una persona, estando uno y otro con un estado de ánimo y disposición abierta para generar con esa persona un matrimonio? Porque además, justo en ese momento uno estaba de buen humor, o no tenía mucho trabajo, o todos sus amigos se habían casado, entonces uno estaba diciendo “bueno, me toca”… Yo tengo una amiga que es soltera; todas sus amigas se casaron, y dijo “bueno, me toca a mí”. Y se casó. Se cruzó con alguien muy copado y se casó. Pero si no hubiese vivido ese momento en que todas sus amigas se estaban casando, bueno, por ahí esperaba más. Es que la vida es eso: uno tiene infinitas posibilidades –posibilidades de todo– y elige una. ¿Qué hace el resto de la vida? Se lamenta de por qué no eligió todas las otras, por supuesto. Esa, por lo tanto, es una perspectiva científica, que nos pueden sonar hasta un punto algo graciosa. Porque la metafísica, ¿qué diría? Hay alguien que está allí y te completa, esperándote desde siempre y para siempre, para que vos finalmente seas pleno, te realices, te vuelvas una totalidad y te abras a la inmensidad originaria del universo, del que todos provenimos y al que todos finalmente llegamos. La metafísica le da al amor una explicación sobrenatural. Y hace del amor algo que nos atraviesa en lo más profundo; quiero decir, nos contiene, le da sentido. Como decía el Padre Molina: el amor nos conmueve. No es casual. A ver si se entiende esto: yo prefiero que la religión hable metafísicamente del amor, porque es su métier. Me choca más cuando alguien que no es del mundo religioso dice “yo soy ateo, no creo en Dios, no creo en nada”, pero lo endiosa al amor como si fuera un nuevo dios; ahí está la contradicción, en pensar al amor desde un punto de vista religioso, descreyendo de lo religioso. Y la metafísica tiene eso. Entonces, este sería un primer dilema acerca del amor, si tiene que ver con la ciencia o con la metafísica. Ahora bien, creo que no hay posturas extremas: si alguien me pregunta “bueno, vos, Darío, ¿en qué crees, en el amor científico o en el amor metafísico?”, yo diría “bueno, depende”. Porque uno está ahí, pululando. Hay día en que uno se vuelve hipercientífico, y hay días en que uno la está pasando mal y necesita creer en algo. Pienso que la metafísica es más que nada una necesidad, porque genera contención; entonces hay días en que uno necesita creer y entonces se vuelve más fuerte el amor metafísico. Lo que sí cuestiono es la sobrevaluación. Creo que el amor está sobrevaluado, mucho; y si bien es muy importante el amor, la sobrevalua51 1er COLOQUIO DEL AMOR ción lo banaliza, lo vacía, le quita ese poder que me parece que tiene y del que estamos hablando. El otro dilema que creo interesante dejar asentado es si el amor tiene que ver con una cuestión vincular o, como decimos en filosofía, es una cuestión ontológica. Ya tiré la metafísica, ahora tiro otra palabra de la jerga filosófica que es ontológica. Lo digo fácil: el dilema es si el amor es una cuestión vincular, que tiene que ver con el amor de parejas o con el amor con los hijos, es decir, que el amor tiene que ver con un vínculo entre personas; o si el amor es una cuestión ontológica, es decir, que no tiene que ver solo con seres humanos, sino que está presente en la naturaleza misma de las cosas. Eso es ontológico: que tiene que ver con la realidad misma. Por ejemplo, había un pensador griego, con un nombre muy particular, muy gracioso para nosotros, que se llamaba Empédocles, que decía que todas las cosas están hechas de cuatro elementos: agua, tierra, aire, fuego. Esos elementos están ahí, en el mundo. Ahora, cuando se juntan, conforman algo: por ejemplo, una botella de agua, en la que hay más porcentaje de agua que de los otros elementos; o una mesa, en la que hay más tierra que agua. Así se van combinando; uno hasta podría hacer una cuantificación de los porcentajes que tienen los elementos en cada cuerpo, y sacar de qué se trata: 70% de tierra, 20% de agua, 6% de fuego, 4% de aire, qué se yo: una vaca. Todas esas teorías antiguas hoy son casi un cuento de niños, pero eran divertidas, tenían onda, digamos. Pero ¿cómo se juntaban los elementos? Y acá Empédocles dice: se juntan formando un cuerpo, porque existe el amor y el odio. El amor junta los elementos y el odio los separa. Esta es una explicación de alguien hace casi tres mil años, muy interesante, pero que está colocando al amor en otro lugar. No está hablando del vínculo, no es que uno porque está con alguien junta el agua y el aire, no; sino que está hablando de cómo se van constituyendo los diferentes cuerpos que existen en la naturaleza. Y el amor y el odio aparecen como fuerzas cósmicas. Así, el amor que uno puede tener por su pareja o por sus hijos sería como un caso de amor, una expresión específica del amor mucho más grande que se da en las cosas mismas. Y el tercer dilema es si hay una o muchas maneras del amor. Sobre esto quiero simplemente decirles que para los griegos el amor no era una palabra como para nosotros. Nosotros tenemos una misma palabra para decir “amo a mi mamá”, “amo a mi pareja”, “amo a mi patria”, “amo a mi equipo de fútbol”, “amo un ideal”, “amo a Dios”… Y el usar la misma palabra no es una minucia: las palabras no son meramente artefactos o accesorios que uno utiliza para decir una idea, sino que constituyen toda una manera de pensar. 52 FILOSOFÍA, ANTROPOLOGÍA, CRÍTICA CULTURAL Y los griegos tenían tres palabras diferentes. Una cosa era eros para hablar del amor –de ahí viene erotismo–, donde el amor tiene que ver con el deseo, con el encantamiento. La palabra eros estaba como más circunscripta al amor vincular. Y, claro, el deseo tiene una estructura un poco problemática, porque el deseo nunca se colma: uno desea algo, cuando alcanza ese algo no es que se apagó el deseo, sino que sigue, continúa, nunca puede terminar de alcanzar su objetivo. Entonces, el amor erótico tiene ese problema: es algo efímero y, por lo tanto, de una insatisfacción infinita. Estamos todo el tiempo buscando algo que se nos escapa; lo alcanzamos por momentos, eso es lo que genera el enamoramiento: un momento, un enganche y después… el deseo vuelve a emerger. Por eso, para que en una pareja de algún modo perviva y conviva por mucho tiempo en ese deseo nunca tiene que cerrarme el otro en su totalidad; porque si el otro en algún momento me cierra, entonces salgo a desear a otra persona, porque el deseo es más fuerte de lo que uno finalmente puede encontrar en el otro. El otro tipo de amor es el amor como philia, decían los griegos; de donde viene filiación, filial. Es el amor que uno siente por sus hijos, por su comunidad, por su patria. No tiene que ver el deseo ahí; no es erótica mi relación con la patria, por ejemplo. Es decir, se juega otra cosa, algo más comunitario, algo más de expansión, de compartir. Y el tercer amor para los griegos es el que más me interesa, es el amor como agápē, que después toma el cristianismo por ejemplo, el amor como retirada. Es como pensar así: uno podría decir que, por naturaleza, el ser humano está todo el tiempo buscando expandirse. Estamos todo el tiempo potenciando lo que somos. “Perseverar en su ser”, diría Spinoza, que también decía que cualquier cosa busca siempre expandirse, ampliarse. Ahora, el amor es una interrupción de esa expansión. Conclusión rápida: el amor es algo antinatural; un religioso diría sobrenatural, ¿por qué? Porque interrumpe esa expansión que es propia de la naturaleza. O sea, cuando yo amo a mis hijos dejo por ellos de crecer yo, de expandirme yo, de pensar en mí mismo. Hay como una retracción, donde hay una prioridad del otro. Si así es, hay un acto contranatural, llamémoslo mejor, de uno contra sí mismo. Y esto me parece que es lo más extraordinario que genera el amor: la capacidad que tenemos, para bien, de ir en contra de nosotros mismos, priorizando al otro. Esto que hacemos con los hijos, que en muy pocos casos solemos hacer con nuestras parejas pero que deberíamos, en la medida en que el amor se trata de eso, me parece la clave para pensar el amor comunitario, para pensar nuestra responsabilidad infinita por las necesidades y el sufrimiento de otros. Ojalá esa fraternidad propia de toda comunidad fuese pensada más desde el amor que desde el cálculo y la estrategia. 53 1er COLOQUIO DEL AMOR ALEJANDRO GRIMSON Doctor en Antropología por la Universidad de Brasilia, es Licenciado en Ciencias de la Comunicación e investigador del CONICET. Ha investigado procesos migratorios, zonas de frontera, movimientos sociales y procesos de constitución de identidades e interculturalidad. Tiene publicados varios libros, entre ellos Relatos de la diferencia y la igualdad, Mitomanías argentinas, La nación en sus límites y Los límites de la cultura. Crítica de las teorías de la identidad. NORA MAZZIOTTI Investigadora en comunicación y profesora universitaria. Coordina la carrera de guionistas de radio y televisión del ISER. Especialista en la telenovela como género televisivo, es autora, entre otros libros, de La industria de la telenovela. La producción de ficción en América Latina, El espectáculo de la pasión. Las telenovelas latinoamericanas y Soy como de la familia. Conversaciones con Alberto Migré. DARÍO SZTAJNSZRAJBER Filósofo, ensayista y profesor. Desarrolla una activa labor en la divulgación de la filosofía, siendo colaborador de diferentes medios gráficos y conductor de diversos programas televisivos, entre ellos el ciclo “Mentira la verdad” por Canal Encuentro. En el ámbito de la gestión cultural ha sido gerente editorial de EUDEBA y coordinador del programa de cultura literaria de la Secretaría de Cultura de la Nación. Fue el coordinador del 1º Coloquio “La Patria es el Otro”. 54 OFICIOS, PROFESIONES Y PASIONES 1er COLOQUIO DEL AMOR GISELA BUSANICHE Hace una semana que le estoy preguntando a todo el mundo, a mis colegas, qué es el amor. Y no surgen muchas respuestas, surgen más preguntas. A lo largo de mi carrera, en programas como La Liga, he sentido mucho amor y a la vez mucha bronca, he tenido todo tipo de sentimientos a partir de las historias que a uno le toca contar. Así que hoy voy a hablar de los informes sociales que hice en La Liga, y ahora en Telefé Noticias. En lo personal, además de, como todos, buscar el amor, llorar por amor, sufrir por amor, sentir felicidad por amor, encontrar el amor, amo lo que hago: amo entrevistar, amo comunicar. Ese es mi motor. Como todo acto de amor, uno tiene que comprender, entender al otro; y muchas veces el medio de comunicación –este amor que tengo por el periodismo es una relación que ya lleva 16 años, es mi relación más duradera– me lleva a situaciones muy contradictorias, ya que el medio de comunicación tiene reglas muy difíciles de digerir para un montón de personas que quizás tenemos valores distintos, o le damos mucha importancia a los valores. En la televisión hay mucha gente capaz, con valores y vocación, pero también hay un sistema, reglas, el rating, etc., que hace que uno a veces se enoje con el medio y pase del amor al odio. Voy a desgranar esto un poquito, para que nadie piense que estoy de novia con un televisor. La agenda diaria no tiene mucho tiempo para las buenas noticias en los noticieros, sino para las más violentas: se ven robos, madres llorando, asesinatos, accidentes de auto, baleados, todas noticias que causan horror y desesperanza. Enton- 56 OFICIOS, PROFESIONES Y PASIONES ces, ¿hay lugar para el amor en un noticiero? Hoy hay un 70% de noticias violentas, ¿tendría el mismo rating si tuviese un 70% de noticias amorosas? Los lugares donde trabajo, las redacciones periodísticas, son espacios bastante difíciles y contradictorios: hay mucha competencia, mucho ego, prima la inmediatez, el efectismo, todas cosas que hacen que no perdure tanto el amor como otros sentimientos. Pero hay personas que motorizan para generar otra agenda y otras formas de contar; y ahí, en el medio de una discusión o de una primicia o de un dilema ético, por ejemplo en la redacción en la que trabajo ahora, prima el amor. Mi desafío desde los informes especiales que realizo es contar historias, temáticas sociales e intentar contar el amor. El amor de lo público, el amor ciudadano, la solidaridad, la organización… Porque hay muchas clases de amor y esta sociedad, por suerte, tiene mucho amor para dar. Ahora, para hablar del amor, pensé que sería bueno primero hablar de lo que no es amor. Voy a contar, entonces, tres casos en donde no hubo amor. Susy, con tres hijos, tuvo que escaparse de la casa cuando el marido le pegó tanto en la cabeza que le desprendió la córnea y la dejó ciega. Yo le hice la primera entrevista a Susy, que vive en La Plata; ella pudo reaccionar y le pregunté: ¿por qué tanto esperar ante una violencia de género y maltrato constante? Pudo reaccionar solamente cuando el marido le pegó a su niño, cuando vio a su niño amenazado. Lamentablemente tarde, porque estaba acostumbrada; por suerte, lo hizo con una organización social que la amparó, y eso es amor, pudo salir adelante. El maltrato, la violencia verbal, la violencia psicológica no son amor; los celos no son amor, la posesión del otro no es amor. Otra nota donde no vi amor fue cuando me quedé a vivir con indigentes: estaba en La Liga, hacía esas notas que duraban dos días, donde iba a convivir a distintos lugares y pasé varias noches durmiendo en la calle. Y sí, vi gestos de mucho amor entre las personas que viven en la calle, pero vi el abandono: el sistema en que vivimos no da respuestas, genera consumidores pero expulsa hombres y mujeres, expulsa niños y niñas a vivir en la calle, es un sistema económico que odia. Entonces, me pregunto: ¿es el sistema capitalista un sistema que no ama? ¿Es el agresor de la sociedad, que es la víctima, como una mujer maltratada? Y el tercer ejemplo que quiero traer del no amor fue en Formosa, hace muchos años, a principios del 2000, en donde vi unos cuadros de desnutrición que nunca me voy a olvidar; no solo de niñas, sino que había una chica que tenía mi misma edad, raquítica, sin ropa, en una choza, maltratada. Y ahí vi que no había amor y no había un Estado que brindara amor. Después, con el 57 1er COLOQUIO DEL AMOR 58 OFICIOS, PROFESIONES Y PASIONES tiempo, seguí yendo al norte y las cosas cambiaron, porque hay un Estado con políticas públicas mucho más activas. La asignación universal por hijo es amor, la jubilación a quien no pudo tener un trabajo formal es amor, las cooperativas de trabajo son amor; entonces, ahí realmente sí hubo un cambio, de un Estado ausente y de no amor al Estado presente, que ama. Me gustaría traer en este punto rápidamente el caso de Luciano Arruga, porque me gustaría también hablar del amor y el desamor en la Justicia. Porque Luciano Arruga desapareció, y esa noche que desapareció la familia sabía que iba a ver a la Policía, porque el 22 de septiembre de 2010 ya lo habían detenido sin causa, y la policía bonaerense ya lo estaban hostigando: Luciano ya había contado todo lo que le pasaba, que lo buscaban para robar. Cuando desaparece, el 30 de enero de 2011, la familia fue e hizo rápido la denuncia. Aseguró que podría haber estado implicada la Policía Bonaerense. La fiscal miró para otro lado. Me pregunto si la fiscal amaba –quizás ama a sus hijos, ama a su familia–, me pregunto por qué no pudo tener un gesto de amor en ese momento. Por qué no realizó ese acto de derecho con el que se comprometió y siguió las pistas. No, todo lo contrario: estuvo durante meses diciendo que Luciano se había ido con el padre –el padre que lo había abandonado a los seis años–, diciendo que Luciano quizás se había ido con una novia, diciendo que Luciano ya no quería vivir más en su casa, llevando las pistas para cualquier otro lugar. La causa era “búsqueda de paradero”. Recién cuando intervino el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y elevó la causa a la Justicia Federal por desaparición forzada de persona, se pudo hallar el cuerpo de Luciano. Era tan simple como investigar. Como primera medida se mandó a comparar las huellas dactilares de Luciano, que estaban en la comisaría, con las huellas de los NN. Eso lo ordenó, después de cinco años y ocho meses, la Justicia Federal. Entonces, también pensemos un poco el amor que hace falta en la Justicia, lenta, ineficaz, muy poco accesible para los sectores más vulnerables, como el caso de la familia de Luciano Arruga. Pero también quisiera hablar de los momentos de amor, porque viví muchos momentos de amor en mi trabajo. Amor, para mí, fue un informe de Telefé en una casa de enfermas psiquiátricas externadas. A partir de la nueva ley de Salud Mental se están aplicando un montón de externaciones; el programa público de la provincia de Buenos Aires se llama PREA, Programa de Rehabilitación y Externación Asistida y está hace bastantes años porque ellos fueron los impulsores (la serie de TV Locas de amor, por ejemplo, se basó de cierta manera en esa experiencia). Conviví dos días con las chicas, y lo lindo era el amor de todas las personas que trabajan para que las enfermas psiquiátricas salgan adelante. Las acompañé a votar, derecho que no tenían, 59 1er COLOQUIO DEL AMOR estuve con ellas y me contaban que están contentas porque toman cada vez menos pastillas, que tienen futuro, que pueden proyectar. Y era muy lindo ver cómo una de las cinco cuidaba el jardín; otra estaba en tratativas para encontrarse de nuevo con su hijo; otra había conseguido trabajo, estaba trabajando en una biblioteca y leía poesía y nos recitó unas poesías hermosas. Esa fue una nota en los medios de comunicación en la que puedo decir que hubo mucho amor y que rompió con la agenda a veces tan violenta de los medios hegemónicos. Otra historia de amor fue la de mi colega Milva Castellini. Milva es la conductora de Baires Directo, la edición de la mañana del noticiero de Telefé. Ella luchó mucho para ser mamá y lo consiguió por los tratamientos de fertilidad. Hoy es mamá de Martiniano. Entonces había grabado su periplo junto con su pareja para quedar embarazados. Decidimos mostrar esos videos y contar su historia y la de muchas parejas que luchan por ser padres. Era la oportunidad de hablar del proyecto de Ley de Fertilidad. Finalmente se aprobó a nivel nacional, y esta ley instituye que el Estado y las obras sociales tomen a la infertilidad como una enfermedad. Fue un momento muy lindo, la nota se llamó “El camino a la vida”, le dio un impulso a la ley, y en ese momento vi una especie de sueño cumplido, donde el medio de comunicación se había hecho eco de una necesidad y el Estado también respondía y eso era una buena noticia. Y, después, una última historia de amor que quisiera contar tiene que ver con algo reciente, ya que fuimos partícipes de lo que significó el lanzamiento del satélite ARSAT-1. En la redacción estábamos todos contando “Diez, nueve, ocho, siete, seis”, fue muy emocionante ver despegar un satélite de comunicaciones de fabricación argentina, que va a cubrir las órbitas que le corresponden a nuestro país. Y a mí me tocó, tuve el privilegio de poder visitar INVAP antes de que se trajera el satélite, y estar con esos científicos que están locos, apasionados y totalmente enganchados. INVAP es una empresa provincial de Río Negro, pero gestionada totalmente por los trabajadores, por los científicos (no es que hay funcionarios administrativos o políticos) y se sostienen de eso también, así que ellos deben hacer muy buenos trabajos para poder generar más trabajo. En INVAP trabajan 1200 personas, la mitad de ellas estaban abocadas al proyecto del Ministerio de Planificación de la Nación, que decidió apostar a que una empresa argentina construyera el satélite en lugar de mandarlo a fabricar afuera. Así que fue muy bueno ver la pasión de los científicos, cómo me contaron sus historias, y la emoción de ver tres satélites en la “sala limpia”: el ARSAT-1, que ya está en el espacio y muy dentro de poquito va a estar en órbita; el ARSAT-2, que va a ser lanzado el año que viene; y el SAC-E, que es la continuación del SAC-D/Aquarius. Y en esa 60 OFICIOS, PROFESIONES Y PASIONES empresa vi mucho amor, realmente fue emocionante cómo todos hablaban y trabajaban, ver que es el amor es como una energía colectiva que te lleva hacia un lugar, y que cuando tenés el objetivo claro salen cosas hermosas. Ahora, siendo que la idea es reflexionar un poco sobre el amor, en mi caso desde la comunicación, si entendemos al amor como un concepto unificador para construir una sociedad mejor, creo que un momento de amor que se vivió en los medios de comunicación hace muy poquito, y que trascendió toda la violencia, el maltrato, las operaciones que pueden haber en los medios de comunicación, fue el encuentro de Estela de Carlotto con su nieto Guido o Ignacio, como le gusta que lo llamen a él. Ese fue un momento maravilloso. Y en algunas redacciones de gráfica y de noticieros no se habían dado cuenta la magnitud de la noticia: a las cinco de la tarde quizás estaba todavía pautada para el segundo bloque, y terminó abriendo todos los noticieros, por la magnitud que tuvo la búsqueda de Estela y el encuentro con su nieto. Así que ahí es cuando el pueblo supera a los medios de comunicación y supera la noticia, entonces se construye el amor y está en todos lados y los medios no pueden no ponerlo, porque se genera una emoción que trasciende al medio, que tiene que escuchar y perfilarse. Es cierto que otras veces eso pasó también en elecciones, donde dicen que alguien iba a ganar con el 30% y termina ganando con el 54%: también ahí había un error en donde los medios de comunicación se vieron superados por un pueblo que decía otra cosa, ¿no? Pero me parece que la noticia de Estela y de Guido fue, en ese sentido, un gran momento de amor. Para terminar, algo que quizás sea polémico pero quiero apuntarlo. Realmente, me parece que alguien que dijo las cosas más claras en un programa de los que están de moda, donde todos hablan a los gritos y nadie se entiende, donde invitan a reflexionar y terminan siendo efectistas, donde hay peleas, egos, operaciones y poca profundidad –la televisión es difícil pero hay formas de generar buenos debates de todos modos–, fue Luis D’Elía cuando, en el medio de Intratables, se enoja, se levanta y dice: “Necesitamos escuelas, educación, presupuesto, necesitamos amor, amor, amor, mucho amor”. Esa frase dio vuelta los noticieros y los programas de archivo, porque en esa frase había verdad, estés de acuerdo con él o no. Porque realmente los medios de comunicación necesitan mucho amor. Y hay que decir que existe un montón de gente que está dentro de los medios que trabaja, que tiene principios, valores, que busca instalar una agenda que represente los intereses de la sociedad. Así que somos muchos; no es una caja boba llena de tontos o malos, sino que hay mucha gente valorable. Pero es una disputa contra esas reglas del sistema y es un desafío todos los días luchar para que haya más amor en los medios de comunicación. 61 1er COLOQUIO DEL AMOR GUSTAVO VARELA Me quedé pensando, a partir de una pregunta reciente: si al hablar del amor no iba a hablar de San Lorenzo, mi club. Me parece bien como puntapié inicial, porque, justamente, se podría hacer una distinción entre amores incondicionales y el resto de los amores, algo así como una primera gran categorización y división del amor. ¿Y qué tipo de amor es el que uno tiene hacia un club? El amor a la camiseta de fútbol es un amor incondicional. Y creo que el amor incondicional es el amor de uno solo: esto quiere decir que cuando el otro habla, a uno no le importa. San Lorenzo pierde: no importa; se fue a la B: no importa; perdimos la cancha: no importa; vendieron a los jugadores: no importa. Uno insiste; hay una cosa ahí que a uno lo convoca a tener que volver al mismo lugar. Y es tan raro el amor que genera el fútbol que hace que uno pueda pasarse horas haciendo una cola al sol, incómodo, sin baño; que uno tenga que pagar una gaseosa caliente, sin gas, con cuarenta grados, a treinta pesos, y que encima el equipo pierda. Y a la semana siguiente uno insiste, uno sigue yendo. E, incluso, pienso que ese amor se compone mucho más del fracaso que del éxito. Porque los equipos pierden: como dicen los periodistas, el campeón es uno solo, y efectivamente, de todos los campeonatos que se juegan, ¿en cuántos va a salir campeón tu equipo? En pocos. Por lo tanto, hay una frustración permanente en ese amor, que por eso es condicional, porque no está sujeto a la frustración. Incluso cuando hay éxito es un problema. Parece tonto esto, porque uno hincha y grita y se queda afónico para que el equipo gane; pero cuando sale cam62 OFICIOS, PROFESIONES Y PASIONES peón hay una desazón… O sea, uno está alegre, claro; pero después dice “¿Y?” Vas a la oficina y cargás al de Boca o al de River, pero eso se acaba en dos días. Al tercer día ya estás atento a si el equipo en el próximo campeonato va a salir campeón. Es el eterno retorno de lo mismo. Yo he estudiado el tango, que tiene un amor incondicional: el de la madre. La figura de la madre aparece como santificada, una persona que no exige nada. Por eso, uno puede volver vencido a la casita de los viejos, y generalmente quien lo va en el tango a recibir con amor es la madre, como una figura ideal. El amor de la madre hacia el hijo es completamente incondicional, no importa qué haga el hijo; la madre lo va a perdonar, no va a sentir rencor y lo va a querer para toda la vida. Y el hijo va a recordar a su madre, en muchos casos pensando en aquello que le desagradó, en todo lo que tuvo que aguantarse; no obstante, se va a levantar una suerte de altar, como una mujer ideal, con la cual va a comparar a la otra mujer, más problemática porque es aquella donde el amor ya no es incondicional, sino que es un amor que requiere de un cierto trabajo. Entonces, ¿qué es el amor? Esa es, claro, una pregunta enorme. Pero ahí me di cuenta que las dos actividades que hago –una es el tango y la música, la otra la filosofía– están vinculadas fuertemente al amor. Bailar: ¿por qué dos personas se abrazan tanto para bailar juntos? Eso es muy raro. ¿Pasa en otras danzas? Sí, pasa. Pero en el tango los cuerpos se estrechan de tal modo, en el pecho y en la cintura y en la pelvis, y tienen que caminar durante tres minutos por un destino que no está prefijado, porque no hay técnica. Uno aprende a bailar con técnica ahora, pero cuando apareció el tango no había técnica. Y de alguna manera (lo dicen los mismos que bailan, no es mi caso) uno se enamora de la persona con la que baila; pero es un amor sólo de ese tango. Ni siquiera de esa noche: se enamora de ese tango que se está bailando, y después termina el tango y se acabó el amor. Lo cual hace pensar que, en buena medida, la música del tango para los bailarines es una buena excusa para enamorarse de una mujer, y la mujer de un hombre, o las mujeres entre sí o los hombres entre sí con el tango queer, de un modo muy pleno durante solo tres minutos. Un amor en tránsito. Ahora, después del tango como danza, vino el tango canción, que es el tango que escribe letras de amor, en donde en general el hombre se siente abandonado. Y la pregunta es: ¿por qué lo abandonan? Eso el tango en general no lo dice. A veces aparece un tercero: “te fuiste con otro”, con un amigo, qué se yo. Pero en general la mujer se va. Y el hombre se queda desolado, llora, llora mucho: el primer tango dice “Percanta que me amuraste en lo mejor de mi vida” y el tipo describe toda su situación íntima y está llorando, llora la guitarra, llora el espejo, lloran todos porque la mujer se fue. Y uno se 63 1er COLOQUIO DEL AMOR pregunta “¿dónde va esa mujer?” y no lo sabe, lo cierto es que se ha ido. Por eso, cuando dicen que el tango es machista a mí me llama mucho la atención, porque en el baile, como dice un bailarín, el hombre lo único que hace es dejar que la mujer se luzca, y el hombre se luce atrás de la mujer, porque obviamente son más bellas las mujeres que los hombres. Y en el tango canción el hombre llora porque la mujer se va; o sea, la mujer desea. Y ahí viene el asunto: la mujer desea. En 1920, donde la mujer no podía abrir un kiosco, donde no tenía autonomía económica, donde la patria potestad pasaba del padre al marido, la mujer desea. En ese contexto, donde la mujer ya trabajaba pero no tenía legislación, no había nada salvo un orden bien patriarcal, en ese momento el tango habla que el problema para el hombre es que la mujer desee, que la mujer quiera algo –que no sea él, obviamente. Entonces, en todo ese recorrido, cuando pensaba qué es el amor, lo más parecido a una respuesta lo encontré en un reportaje que le hacen a Michel Foucault, un filósofo francés del siglo XX, al que le preguntan: “¿usted por qué hace filosofía?”. En ese entonces, no me acuerdo el año, pero habrá sido en los setentas o comienzos de los ochentas, ya estábamos viviendo a las corridas, tratando de consumir cada día más, por lo tanto la filosofía ¿qué lugar ocupaba? Entonces: “¿por qué filosofía?”. Y él dice: porque el objetivo de la filosofía es la libertad, es ser más libre. Y le preguntan: ¿qué quiere decir “ser más libre”? Y él dice: ser libre quiere decir pensar como otro. No con otro: no es que nos sentamos y pensamos cada uno su cosa y decimos “somos libres”, no. Ser libres quiere decir pensar como otro. ¿Cómo piensa un travesti? ¿Cómo piensa un repartidor de soda? ¿Cómo piensa un niño negro? ¿Cómo piensa un inmigrante? Claro, cuando uno piensa como otro lo primero que tiene que conjurar son los propios principios, los propios dogmatismos, las propias estructuras que hacen que uno diga “yo siempre digo…”. Y cuando uno dice “yo siempre digo…”. ¿Cómo es que siempre puede decirse lo mismo? Pensar como otro significa que esos arraigos, ese cierto modo que uno tiene de mantenerse seguro deben ser abandonados, suprimidos. Y, es curioso esto, porque el amor tiene una teoría, que es la que más difundida, que es la teoría de la “media naranja”, donde la media naranja es el complemento. Un “encontré lo que me falta”, como si fuera una frazada, una heladera, una goma para el auto. Como si el amor se compusiera de un modo pleno solamente en la medida en que cada uno de los miembros de una relación resuelve la frustración de la del otro. Porque por eso uno busca, entonces dice “vos sos más sensible, menos mal porque yo no soy sensible”. Y entonces uno se imagina que el otro resuelve el problema pro64 OFICIOS, PROFESIONES Y PASIONES pio; pero resulta que nunca vas a ser sensible en la sensibilidad del otro. Platón, que era un pensador muy crítico, escribe un libro llamado El Banquete, su libro sobre el amor. Para los griegos era un tema el amor, porque a través del amor se transmitía el saber (lo que después los psicoanalistas llamaron “transferencia”). Es decir, uno cree en un momento en alguien, entonces lo que esa persona dice a uno le parece que es verdad. “La Tierra está fija en el centro del universo”: “sí, es cierto”, decís, porque creés en quienes te lo dicen. Platón hace una crítica a esta teoría de la mitad, porque de alguna manera siempre conduce a la frustración: el amor nunca se realiza, porque siempre está cumpliendo una función de complementación. Entonces: uno más uno, no; uno y otro. Es decir, estás con otro. Por eso, la posibilidad de pensar como otro supone la plenitud de cada uno: uno no deja de ser el que es, y uno ama no solamente al otro, sino al mundo que el otro trae, al mundo que el otro tiene. Me parece que el amor se trata no de complementar los mundos, sino de pretender conquistar el mundo del otro, sabiendo que es imposible. Cuando se hace posible, cuando ya no hay sorpresa, cuando el misterio de las razones del mundo del otro ya no están, ahí, como un globo, lentamente el amor se desinfla. ¿Vieron que los globos se desinflan sin que estén pinchados? Hay amores a los que les pasa eso. Entonces, la posibilidad de sentir como otro no quiere decir alienarse, sino justo lo contrario: es componer dos pasiones que se encuentran. Y, como decía Nietzsche, en esas pasiones que se encuentran, como dos espadas que golpean, hay chispa. Y esa chispa, esa pequeña luz que emerge, creo que es el amor. Ahora, eso no quiere decir que todo sea ideal, porque la convivencia nos convoca a una serie de prácticas cotidianas que, en muchos casos, resultan atentatorias contra ese mundo onírico que el amor nos propone. Digamos, alguien tiene que hacer el puré, y alguien tiene que sacar la basura, y alguien tiene que limpiar el pis del perro: todos esos son pequeños acuerdos que pareciera que van minando la posibilidad del amor. Y es que ahí la vida cotidiana requiere continuamente de una experiencia personal que la encante, que la vuelva nuevamente aromática, a pesar de las regularidades que tiene. Las historias de amor que conocemos en la literatura o en los relatos, en general han sido historias dramáticas, en muchos casos conjuradas por el destino, como en Romeo y Julieta. Quisiera traer entonces un par de historias de amor, vinculadas de algún modo a las cosas a las que me dedico, la filosofía y el tango. Y pensaba en algunos amores inconvenientes. Hay un filósofo que se llamó 65 1er COLOQUIO DEL AMOR Søren Kierkegaard, que, para decirlo en términos claros y vulgares, era un poco aparato. Era al parecer algo deforme, un poco jorobado, él decía que eso era porque la piel del cuerpo le vino más corta adelante que atrás, entonces la piel lo tiraba para abajo. Vivía en Copenhague, Dinamarca, en el siglo XIX y usaba el paraguas todos los días, decía amar a su paraguas. Un día, con mucho viento, el paraguas se le dio vuelta y se preguntó qué hacer, si debía abandonar al paraguas que lo había traicionado en un cruce de caminos, y se respondió que no, que debía tributarle mayor fidelidad. Entonces lo usaba adentro de su propia casa y andaba a todos lados con él (eso lo cuenta uno de sus sirvientes, que escribió algo sobre él). Este tipo hizo lo imposible para enamorar a una mujer, que se llamaba Regina y estaba comprometida. Finalmente la conquista. En Copenhague vivían en aquella época unos 60.000 habitantes, imaginen algo así como Azul, una ciudad en la que no es difícil enterarse de lo que ocurre. Y este Kierkegaard, el día del compromiso, que era un evento social, decide abandonar a Regina. La dejó clavada. Claro, hay más de una historia de abandonos en el altar; pero en este caso él le informa a ella que la abandona porque la ama demasiado. Extraño, ¿no? Pero él efectivamente creía en eso, y no solo, sino que le dice en una carta: “tengo miedo de amarte más que a Dios”. Porque era muy religioso. Y se rajó. Miedo a amar más que a Dios: una extraordinaria razón. La otra historia que quiero traer está vinculada al tango. Hay un tipo de los primeros, el pater familias del tango, se llamaba Ángel Villoldo. Tenía unos bigotes para arriba tipo manubrio, escribía unos tangos prostibularios, tremendamente soeces, que iba a cantar no solamente a los prostíbulos sino a los hospitales, donde le cantaba a los enfermos terminales. Era un tipo muy alegre, le decían El Gaucho Alegría, y hay grabaciones de él donde hay monólogos y uno escucha una persona con una enorme alegría para vivir. Este Villoldo conoce a una mujer en un prostíbulo de la provincia de Buenos Aires y se la trae a vivir con él. Y llevaba una vida enormemente dichosa hasta que, según dicen, la mujer, al subir a un tranvía, se cae y se golpea la cabeza y pierde la memoria. Lentamente fue recuperando la memoria, y la recupera casi en forma plena. Hubo una sola cosa que ella no recordó: quién era ese tipo de bigotes que vivía con ella. Y parece ser que le preguntaba cada vez: “¿usted quién es?” Bueno, Villoldo, el Gaucho Alegría, se murió de tristeza, porque ella no logró recordarlo. Para compensar esa historia triste, una anécdota amorosa de Homero Manzi, poeta popular de grandes tangos como “Sur” o “Malena”. Bueno, Malena era Nelly Omar: yo le hice una nota muy larga a ella hace ya bastantes años y me contó un secreto, que me dijo que no lo cuente hasta tanto ella y la familia de Manzi estuvieran muertos; eso ya ocurrió y yo ahora lo puedo decir, 66 OFICIOS, PROFESIONES Y PASIONES que fue lo siguiente. Nelly Omar era amante de Manzi; él le escribió un montón de tangos a ella, de los más bellos, “Fuimos”, “Solamente ella”, “Después”, “Malena”. Manzi estaba casado, tenía un hijo. Y cuando se enferma –Manzi se enferma de cáncer, creo que en el año 1949, muere en 1951–, está muy enfermo ya, está internado, la familia de Manzi no quiere que vaya ella a verlo. Una noche, eran las dos de la mañana, suena el teléfono de la casa de Nelly Omar, era el doctor Matera creo, que le dice “Nelly, venga, que la familia no está y Manzi la quiere ver”. Le mandan un auto, ella va al hospital, y se encuentra con Manzi. Dice que pesaba 38 kilos –era un tipo de 120 kilos–, tenía la barba larga, “parecía un Cristo”, me dijo. Entonces Manzi, con la media voz que le quedaba por la enfermedad, le pide que se desnude. Y Nelly Omar, que era una mujer muy puritana, dice “pero ¿cómo me voy a desnudar?”. Y él le insiste: “por favor, desnudate y caminá alrededor de mi cama”. “¿Para qué querés que me desnude?” “Porque me voy a morir dentro de poco y me quiero llevar tu belleza en mis ojos”. Y ella hizo eso: se desnudó, caminó alrededor de la cama, “y Homero”, me dijo, “cerró los ojos”. Ella se vistió y se fue, y a los dos o tres días él se murió. Enorme amor el de Homero Manzi: a Nelly Omar, al tango y a la Argentina. 67 1er COLOQUIO DEL AMOR SERGIO “CACHITO” VIGIL Quiero contarles, antes que nada, cómo me vinculo yo con el amor. Hay un libro sagrado que la vida me enseñó a leer todos los días: el libro sagrado de nuestro ser. Me gusta la lectura, me encanta la filosofía, me encanta la competencia, me gusta el deporte, me gusta la música, me gusta el arte, me gustan las relaciones humanas. Siento que todas esas cosas que me gustan, y el mismo deporte que he desarrollado, las hice con un solo objetivo: conocer eso maravilloso que es el universo y los seres que lo componen, y poder leer todos los días su libro. El amor está dentro de cada ser del universo. He intentado entender el amor y me he rendido, porque siempre algo faltaba. Por eso, me he entregado a sentir y, en lugar de buscar entenderlo, he aprendido a aceptarlo y comprenderlo. Si tuviese que decir qué es el amor, no podría dar una definición que me satisfaga; sí podría decirles qué es lo que se siente. Y el amor es eso que está dentro de nosotros y dentro de los seres que habitan el universo esperando la oportunidad de que le abran la puerta para expresarse. Somos amor, aunque a veces nos convertimos en otro. Porque nosotros somos amor, y existimos por amor. Y lo que fluye en nosotros es amor. Y en esas personas que tienen nombre y apellido hay un nombre que está antes que cualquier identidad: ese nombre es Amor. Creo que somos seres que nacemos completos y con amor. Y, a veces, no podemos hacer que nuestro cántaro vierta, porque pensamos que no recibimos amor. Muchas veces, desde chiquito, fui escuchando algunas frases: “el 68 OFICIOS, PROFESIONES Y PASIONES problema es que das mucho”, “el que se entrega totalmente al amor sufre”, “tu problema es que amás demasiado”, “tenés que darte cuenta que tenés que ser estratégico, porque después te sentís mal porque no sos correspondido”. Traté de tomar esas sugerencias o consejos en momentos de angustia y desilusión, pero paradójicamente las emociones de descontento crecían en mí con más fuerza. Hasta que luego de horas, días y meses de reflexión y conexión con la experiencia misma, me empecé a preguntar: ¿cómo hacemos para no sacar el amor que tenemos dentro? ¿Cómo hago para detener el ardor y las ansias de ser vertido, de este amor que late desde adentro? ¿Cómo hago para no darle libertad al amor que nace con fuerza inusitada dentro de mí? Entonces decidí y elegí: puede o no ser correspondida mi oferta de amor en el mundo; lo que no quiero y tampoco aceptaré es que se apague en el encierro interno de mi ser sin la posibilidad de ser vertido. Porque de eso sí tenemos control, de todo lo demás no. Es como en el deporte el resultado numérico: muchas veces, los que estamos en la alta competencia pensamos que tenemos el control de él. Pero lamentablemente (o afortunadamente) no es así; tampoco tenemos control de lo que otros van a sentir con lo que expresamos. Sí tenemos control de poder dar, sacar el amor que tenemos y regalarlo al mundo. Mi primera conexión con el amor fue con la mirada de mi mamá y de mi papá. Después empezaron a aparecer otras miradas, de gente que me fui cruzando en la vida. Y fui descubriendo de a poco y cada vez en forma más clara que lo más preciado y poderoso del amor se encuentra y trasluce detrás de la retina de las personas, en la profundidad y sensibilidad de sus miradas. Cuando era chiquitito, me parecía que el mundo y ese amor estaban detrás de los ojos de las personas mientras te regalaban su mirada. Después encontré un amor que tenía que ver con la sonrisa. Y encontré un montón de amores: amores con dientes torcidos, amores sin dientes, amores con dientes perfectos, amores con dientes marrones, amores con dientes amarillos de tabaco, amores con dientes blancos. Y ese amor estaba en la sonrisa que te regalaba el otro. Y también encontré el amor en mí al poder sonreírle a la vida y a los seres que la habitaban. Después, aunque fue simultáneo, encontré otro amor en el abrazo. Y me di cuenta que todo en la vida es amor y todo lo hacemos por amor, para sacar ese amor que tenemos dentro, y poder expresarlo y compartirlo, estando abierto y deseoso a que otro ser lo comparta también, y que esa corriente intensa, maravillosa y sorprendente fluya, cree, dibuje un nuevo paisaje y nos ilumine. En el deporte está el energético abrazo en la victoria, el contenedor abrazo en la derrota; el generoso abrazo que llega de un dirigido, 69 1er COLOQUIO DEL AMOR 70 OFICIOS, PROFESIONES Y PASIONES pleno de valoración aún cuando ese día el entrenador planteó mal la estrategia. Y también está, por ejemplo, el abrazo de agradecimiento y emoción que llega de tu pareja cuando preparaste una cena con todo entusiasmo e ilusión y se te quemó. Qué hermoso y saludable para nuestras vidas cuando, a pesar y por motivo de todas estas circunstancias y muchas otras, el abrazo siempre está. Quiero contarles una historia que tiene que ver con el primer equipo que entrené. Tenía 20 años e iba a entrenar a grupos de chicas entre 18 y 35 años del club Los Cedros. Yo entrenaba las divisiones menores y las chicas, con anuencia del coordinador, me habían sugerido, porque el actual entrenador iba a dejar su cargo; les dijeron a los dirigentes que querían que yo fuera su entrenador. Y los dirigentes preocupados expresaron: “pero es muy chiquito, tiene apenas 20 años, ¿cómo va a manejar este grupo?”. Y ellas dijeron: “nosotras lo queremos”. Y me acuerdo el primer día de entrenamiento: las chicas más grandes, la capitana y la subcapitana, que tenían más de 26 años, me dijeron: “Cachito, vos regalanos tu amor y tu hockey. De lo demás no te preocupes, que nosotros te vamos a acompañar.” Bien, mi mamá estaba muy preocupada, porque yo me iba a las cinco de la tarde y volvía a las doce de la noche en colectivo. Y las chicas se dieron cuenta, y le dijeron: “no se preocupe, señora, nosotras lo vamos a llevar a su casa”. Y me llevaban, siempre se coordinaban a ver quién me llevaba hasta mi casa, tocaban el timbre, esperaban a que bajase mi mamá en el departamento y cuando bajaba le decían: “señora, quédese tranquila que ya trajimos a nuestro entrenador”. Y yo subía. Lo sintetizaría con esta frase: “Vos regalanos tu amor por él hockey y nosotras te regalamos también nuestro amor”. Más adelante me tocó dirigir a la selección femenina de hockey. Todavía no eran las Leonas. La persona que me elige es Luis Jorge Ciancia: él había sido mi entrenador de selección, mi gran padre deportivo, la persona más influyente que tuve en mi carrera profesional, la persona que me había dado la posibilidad de ir a dos mundiales y, también, la persona que había elegido que no fuera a un Juego Olímpico (siempre comprendí, aún en el dolor, que por algo él había tomado esa decisión). Él me elige para ser técnico a los 31 años. Era muy chico. Y además, cuando me eligieron yo no había ganado ningún torneo como entrenador. Generalmente, cuando son elegidas las personas es por los títulos que consiguieron; yo no había ganado. Había dirigido a dos clubes y nunca había salido campeón. Y se decía: “pero ¿cómo van a elegir a una persona que no salió nunca campeón? ¿Dónde está el currículum, dónde está la estadística?”. Y a mí esta situación me dio mucha inestabilidad emocional. Le dije: “Luis, no hay problema si te arrepentís, yo 71 1er COLOQUIO DEL AMOR no gané nada”. Él me miró y me dijo: “vos pensá: yo te elegí como jugador y también no te elegí en algún momento. ¿Creés que te hubiera elegido como entrenador si pensara que vos no hubieras ganado?”. “¿Y qué gané?”. “Yo, además de observarte en tu accionar, hablé también con los grupos que entrenaste, y hoy este equipo necesita a una persona como vos: ni al número uno ni al mejor. Vos no sos el número uno, tampoco sos el mejor, y tenés muchísimo para aprender; es más, te voy a rodear con un cuerpo técnico de mucha experiencia, y yo también te voy a acompañar. Pero hay una cosa que vos le podés aportar a este equipo y que me hace pensar y decidir por vos como la persona y entrenador apropiado para este momento del hockey. Vos a este equipo le vas a dar amor. Por eso te elegí. Yo sé que vos tenés capacidad de hockey; sé también que otros tienen más capacidad que vos y más experiencia en este momento. Sé que sos muy joven. Sé también que estás loco, y que muchas veces te invité a ser Cacho en vez de Cachito. Vos a este equipo le tenés que dar Cachito, le tenes que dar Amor. Ese sos vos, ese es tu campeonato. Y acordate, no sos el número uno ni el mejor; sos la persona apropiada para este momento de este equipo y de este deporte”. Casualmente, cuando iba al primer entrenamiento, la mayoría de las chicas que elegí, todas menos una, ya habían estado en el seleccionado. Solo elegí a una que no había estado nunca, que es Mechi Margalot. Yo la veía jugar en su club y me transmitía algo especial: aunque en ese momento con sus 22 años le faltaban cosas técnicas y tácticas, había un ángel dentro de ella esperando nacer. Nos cruzamos a las 7:45 hs. del primer día de entrenamiento los dos nuevitos en el estacionamiento del CeNARD. Los otros entrenadores que me acompañaban ya habían entrenado selecciones, los únicos dos nuevos eran el que iba a ser entrenador y esta persona, Mechi Margalot. Los dos temblando de miedo, pero también con muchas ganas de emprender el camino. Y Mechi me dio un abrazo y me dijo: “Cachito, solo nos tenés que dar amor”. Muchas coincidencias, ¿no? Eso fue un cambio total en mi vida. Esa palabra me dio licencia para perder, me dio licencia para jugar. Y me conectó con mi propósito en la vida. Yo quería estar en la selección y en la alta competencia. ¿Para qué quería estar? Para hacer una tesis, y la tesis era que se puede ganar con amor, se puede jugar de verdad con vulnerabilidad. Nos podemos permitir errar, nos podemos permitir fallar; lo que sí no tenemos que dejar es de amar. Esa era la tesis que quería explorar y efectivizar. Pasaron los torneos, estábamos creciendo, todo esto lo transmitíamos al equipo y el equipo empezó a ser amor. Y tuve en ese tiempo una experiencia que me marcó. Una tarde en un torneo importante me encontraba rendido, muy bajoneado; fue cuando por cuarta vez seguida intentando, junto al cuer72 OFICIOS, PROFESIONES Y PASIONES po técnico, hacer la mejor estrategia para ganarle a Australia nuevamente no pudimos lograrlo. Nosotros hacíamos una estrategia y ellos la hacían mejor, siempre mejor. La nuestra era cada vez mejor, pero la del otro equipo también. Y en un momento sentí que le estábamos fallando al equipo. Y estaba llorando en un rincón, y me vio una jugadora. “¿Qué te pasa, Cachito?”. “No les puedo dar lo que ustedes tanto necesitan, que es una táctica para por fin ganar ese partido y llegar a ganar una medalla” –siempre quedábamos en el cuarto lugar– “y siento que no puedo, y siento vergüenza y estoy en deuda con ustedes”. Me acuerdo que esa persona se enojó mucho, y me dijo “Cachito, ¿dónde está tu congruencia? Todas las veces que a nosotros no nos salen las cosas, ¿qué nos decís? Que lo que valorás de nosotros es todo lo que ponemos de nosotras para que salga, y que cada día intentamos crecer un poquito más y dar lo mejor nuestro y es ese el valor más preciado del aprendizaje de la vida. Nosotros vemos cómo se pelan las pestañas y cómo analizan videos. Nosotros vemos todo el empeño, compromiso y responsabilidad que tienen para crear constantemente nuevas alternativas en pos de lo que queremos lograr. ¿Por qué no aceptás que otros equipos estén en una situación mejor, y que también el otro técnico pueda hacer una mejor táctica que la suya? ¿Vos pensás que nosotros los respetamos y amamos a ustedes por la táctica que dan? Nuestro amor hacia ustedes y hacia el equipo es por todo lo que cada día preparan para nosotros. Es como la comida, lo sabroso de la comida no es en el momento de comerla solamente, no es en el momento de la copa una vez que llegaste, es todo lo que la otra persona y nosotros le ponemos para hacerla. Ese es el amor que nos une a nosotros. No lo devalúes, Cachito, porque este equipo creció en el amor. Y puede perder partidos y estrategias, pero no puede perderse la posibilidad de amar y de disfrutar ese camino en el amor”. El amor disfruta de la aceptación del otro pero siempre está más allá, en un estadío de comprensión mayor. Por eso no lo podemos dejar enjaulado en el corazón. Cuando lo sacamos, hay amor, hay vida. El amor ilumina. Duele, energiza, entusiasma. Sintámoslo. Vivir con amor es estar loco de cordura. Al universo le está faltando cordura. Porque para amar hay que estar loco. No importa el papelón, no importa el qué dirán, no importa el rechazo; lo que importa es que el amor fluya. La escucha y la validación del otro es amor. Qué lindo es escuchar al otro, por el otro, cuán poderoso es el amor en una relación cuando dejamos de escuchar desde nosotros para poder escuchar verdaderamente al otro. Validar al otro es amor, a pesar de que esté en la vereda opuesta en ideas; a pesar de que sea el villano de la novela. En el villano hay amor, hay un amor esperando. 73 1er COLOQUIO DEL AMOR Quisiera contar una última cosa. Hasta cuarto grado sufrí mucho en el colegio, fundamentalmente entre segundo y aún más en tercero. Era hiperquinético, preguntaba mucho, y me peleaba. Me peleaba porque cuando levantaba la mano nunca acertaba la respuesta que quería el profesor. Nunca. Y me parecía que lo que decía era importante, significativo, pero muchas veces el profesor sólo quería que dijeran lo que él quería escuchar. Y me peleaba. Y me peleaba con los más grandes porque nos sacaban de la mesa de pingpong en la que estábamos solo porque eran mayores que nosotros y tenían más derechos. Y me peleaba porque, en un momento, tenía necesidad de correr y no se podía. Y llamaban a mi mamá y sufría mucho, mi boletín eran todos con conducta “regular”, buenas notas pero conducta “regular”. Nadie me quería tener, era el chico que nadie quería que le toque en el curso, al menos así lo sentía yo. Y en cuarto grado estaban a punto de echarme del colegio. Yo era una mala persona, era el villano de la novela, era malo. Porque, claro, esas personas querían que fuera otro, de acuerdo al concepto personal que tenían de lo que era un chico correcto. Había muchas imposiciones pero pocas preguntas: nunca me preguntaron: “¿cómo te sentís? ¿Qué te pasa? ¿Por qué decís esto?”. Hasta que me recibió una profesora que se llamaba Ángela. Esa profesora pidió a la directora una reunión conmigo antes de empezar. Me recibió y me dijo: “necesitaba que estemos juntos antes de comenzar el año lectivo, tener un momento especial entre nosotros para decirte algo: ¡no sabés cómo esperé la posibilidad de tenerte! Yo te vengo observando hace mucho. ¡Cuántas cosas lindas hay detrás de esos ojitos y ese corazón! Quiero descubrirte, Sergito. ¿Me vas a dejar descubrirte? Pero quiero que seas como sos”. Me dio un beso en la frente y me dijo: “sos muy valioso para este universo. Valés mucho, chiquitín”. Y me dio un fuerte abrazo. “Vamos a disfrutar mucho juntos”. Sentí amor. Y cuando hay amor, todo cambia, todo se ilumina y tus partes opacas cobran inusitada belleza. 74 OFICIOS, PROFESIONES Y PASIONES GISELA BUSANICHE Periodista y productora. Realizó y condujo en Canal Encuentro el programa “En el Medio”. Actualmente es conductora de informes especiales en el Noticiero de TELEFE. GUSTAVO VARELA Filósofo, ensayista y músico, es profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y titular de la cátedra de Pensamiento Contemporáneo en la Universidad del Cine. Ha publicado, entre otros ensayos, los libros Mal de tango y La filosofía y su doble. Nietszche y la música. SERGIO “CACHITO” VIGIL Ex jugador argentino de hockey sobre césped del seleccionado masculino y del Club Ciudad de Buenos Aires. Fue entrenador del seleccionado nacional de hockey femenino las Leonas de 1997 a 2004, y del seleccionado masculino de 2004 a 2008. En la actualidad es entrenador del primer equipo de hockey femenino de River Plate, y brinda charlas y seminarios motivacionales a instituciones y organismos. 75 CIENCIA Y AMOR: UNA CONVERSACIÓN SOBRE MONOS, VULNERABLES Y CEREBROS 1er COLOQUIO DEL AMOR DIEGO GOLOMBEK PABLO HERREROS UBALDE MARCELO RODRÍGUEZ CEBERIO DIEGO GOLOMBEK Buenas tardes a todos, muchas gracias por venir a este segundo día del Coloquio del Amor que empezó ayer, en el marco del festival Enamorar. La idea es hablar del amor en sus múltiples versiones. Ayer hubo algunas, pero es tan infinito el tema que vamos a tratar otras versiones realmente muy distintas. Las perspectivas que vamos a tener hoy son muy diferentes, pero complementarias, porque finalmente hablan de nosotros mismos. Uno piensa que el amor es un fenómeno humano, pero vamos a ver de dónde viene en tanto evolución biológica más allá de nuestra especie. También tiene que ver con lo que le pasa al cerebro, en distintas etapas de poder quererse, poder querer a otro, sentirse vulnerable o sentirse con más autoestima. De eso van a hablar los panelistas, yo voy a hablar muy poquito; puedo contarles desde una visión de las neurociencias qué es lo que le pasa a un cerebro enamorado a diferencia de otros. Y, para ser breve, les diré que el cerebro enamorado es el cerebro de un idiota. El enamorado está absolutamente estúpido en términos de lo que le pasa a su cerebro: rinde mal en términos de atención, de memoria, las hormonas están completamente chifladas. Con lo cual ¿cómo podemos pensar el amor desde la evolución, si nos convierte en alguien que no sabe decidir demasiado nada? Tal vez al final de estas presentaciones podamos tener alguna idea más acabada. Voy a contarles algunas cositas más de las neurociencias del amor por ahí charlándolas con los oradores, pero no 78 CIENCIA Y AMOR: UNA CONVERSACIÓN SOBRE MONOS, VULNERABLES Y CEREBROS quiero sacarles tiempo a ellos que son los invitados especiales del coloquio. Dicho esto, les presento al primer panelista, que es Pablo Herreros Ubalde, sociólogo, antropólogo y primatólogo español. Él trabaja en comportamiento de primates, y eso lo extrapola al comportamiento de otros primates: nosotros los humanos. Es una visión evolutiva, de dónde venimos en tanto nuestro comportamiento, incluyendo el comportamiento amoroso. Es autor de un libro que ha tenido mucho suceso en España –aún no se ha distribuido por aquí y esperemos que lo sea prontamente–, llamado Yo, mono. Y de eso se trata, porque finalmente somos primates. Ahora bien, acá me gustaría hacerles una confesión: así como me ven, me hice mi genoma y no solo soy primate, sino que soy 3% Neanderthal. Eso explica muchas cosas, claro –no la falta de pelo–. Explica de dónde viene nuestro comportamiento: de una línea evolutiva que se fue cruzando, de antecesores comunes, de comportamientos instintivos. De eso y de otras cosas nos va a hablar Pablo Herreros Ubalde en su charla, que tiene que ver con Darwin, con los monos, el amor y Buenos Aires. PABLO HERREROS UBALDE Muchísimas gracias por esta presentación tan cariñosa. Como bien han explicado, voy a tratar de trazar un poco el origen del amor, las raíces de este sentimiento tan humano. O no, yo diría tan primate o tan mamífero, algo con lo que espero estaréis de acuerdo conmigo al final de la presentación. Antes que nada, dejadme decirles que el inicio de la vida tiene mucho que ver con la cooperación y el amor. Ya que, en el origen de la vida, unas células por un lado que poseían ciertas características y otras por otro lado que poseían otras deciden, en vez de destruirse la una a la otra, darse de lo que carecen. Ya sé que no es el amor tal como lo entendemos en la actualidad, pero sí es al menos uno de los primeros actos de cooperación, y dio origen a la vida en esta Tierra tan hermosa en la que convivimos todos. Ahora, ¿por qué es importante que miremos a los primates? Porque hay una continuidad entre ellos y nosotros. Así lo decía Darwin y así lo hemos podido ir comprobando mediante análisis moleculares de ADN y reconstrucción de árboles filogenéticos. Es cierto que, durante décadas, siglos, hemos tenido y reproducido la imagen de una naturaleza agresiva, en la que creíamos que dominaba la ley del más fuerte. Pero poco a poco nos hemos dado cuenta que más bien todo lo contrario: que la ley de la selva, la ley de todos contra todos, por la cual solo 79 1er COLOQUIO DEL AMOR sobreviven los más fuertes, aunque es verdad en parte, es solo una pequeña parte de la historia. Nos hemos olvidado de otros comportamientos pro-sociales, por ejemplo el altruismo, la cooperación, el amor. Quisiera mostrar y comentar algunos videos al respecto. Uno de mis videos favoritos trata sobre la cooperación entre primates. Habiendo dos chimpancés en una jaula, se colocan unos pesos sobre una tapa que debajo oculta frutas, la que puede quitarse mediante una sogas, pero es necesaria la cooperación de los dos chimpancés para levantarla y conseguir el alimento. En la filmación se observa que uno de los dos compañeros no tiene la motivación o hambre para hacerlo, y ¿qué hace su compañero? Lo palmea para que se sume al trabajo. Seguro que esta escena nos recuerda a muchos de los trabajos de equipo en los espacios en los que trabajamos, donde siempre hay uno que parece que tira del otro. En esta escena, hay uno de los chimpancés más motivado y el otro que no se acaba de involucrar pero, con un pequeño aviso, rápidamente se sincronizan. Sin ser esto que les he mostrado exactamente un ejemplo de amor, por supuesto, sí creo que una de las grandes funciones del amor es favorecer la cooperación, estrechar lazos entre personas de manera que esa cooperación sea mayor a largo plazo. Es decir, el amor permite ir vinculando, ir generando vínculos entre las personas. Hay por cierto otro estudio que habla que en los procesos de cooperación aparecen hasta trece sentimientos y emociones. Es decir que no solamente hay una acción física, sino que en el proceso aparecen una cantidad de emociones y sentimientos, algunas positivas y otras negativas. Y entre las positivas está el amor, está el afecto. Por eso quería comenzar con ese ejemplo, porque quizás la cooperación haya favorecido o esté en los orígenes del amor. Ahora claro, dirán: “esto se produce en animales, pero en ¿los humanos?” Bueno, los humanos somos también animales: animales humanos, pero lo somos. Para poner a prueba este instinto de cooperación entre humanos, en un importante instituto científico llamado Max Planck se colocó a niños menores de quince meses de edad ante un investigador que no conocían de nada. No se les podía pedir ayuda, no se les podía dar recompensa, todo esto para intentar probar si había una tendencia, un instinto natural hacia la ayuda en los seres humanos. ¿Y qué pasa? En dicho experimento, el investigador finge que no puede abrir la puerta de un aparador, teniendo sus manos totalmente ocupadas, y el niño, que está sentado junto a su madre, de manera espontánea se levanta y ayuda, sin ningún tipo de recompensa, orden o mirada de aprobación por parte de su madre. En otra prueba de esta serie de experimentos, el investigador va a colocar 80 CIENCIA Y AMOR: UNA CONVERSACIÓN SOBRE MONOS, VULNERABLES Y CEREBROS mal un elemento de una pila de objetos sobre una mesa. ¿Corregirá su acción el niño? Pues sí. Y además el niño muestra una cara de satisfacción cuando consigue ayudarle; esto va a ser una constante en este tipo de pruebas. Porque con la ayuda, la cooperación, uno se siente bien. Porque los seres humanos venimos al mundo con algo que llamamos la “preocupación empática”, es decir, ya venimos preparados al mundo para detectar los problemas de otros y ponernos en su situación. En otra de estas pruebas, el investigador va a fingir que se le pierde una cuchara y que se le cae dentro de un cajón. ¿Qué hará el niño? Descubre una portilla secreta y le da la cuchara al investigador. Para el programa de televisión Redes, dirigido por Eduard Punset –que sé que aquí no se conoce pero que en España tiene gran audiencia– quise replicar estos experimentos con niños en Barcelona y los resultados fueron idénticos. Finjo que me caen unos broches mientras tiendo la ropa, y los niños de entre diez y trece meses de edad de manera espontánea ayudan. No me han conocido nunca, no nos hemos presentado, entro a la habitación y ya está. El pequeñito, mientras ayuda, no quiere dejar de sentir el vínculo con su padre y le sigue dando la mano, algo también que tiene mucho que ver con lo que estamos hablando. Ahora bien, ¿este altruismo también lo pueden demostrar otros grandes simios? Bueno, en una prueba con monos bonobos, los llamados “hippies de la selva”, se coloca a dos simios separados por una reja, donde uno tiene comida y el otro no. La opción es que el primer bonobo tiene la posibilidad de quedarse con toda la comida que se les da, o bien abrir una compuerta y hacer pasar al otro simio para compartirla con él. Pero lo interesante es que no le conoce de nada, son anónimos, no pertenecen al mismo grupo –esto es muy importante en términos biológicos y evolutivos–. ¿Y qué hará? Se ve que llega, come un poco, pero en un momento dado decide: ¿y qué decide? Decide abrir la reja y compartir la comida. Decide, por lo tanto, generar emociones positivas en el otro. ¿Por qué digo esto? Porque en otros experimentos nos hemos dado cuenta de que los bonobos, a diferencia de los chimpancés y de los humanos en general, tienen la estrategia de, ante un desconocido, generar afecto. Y lo generan compartiendo comida. Prefieren compartir comida con un extraño que con un conocido. Fijaos, a diferencia de los chimpancés, que hacen todo lo contrario, prefieren compartirlo con alguien de su grupo que con alguien de fuera. Es decir, también en general, los afectos positivos son una estrategia adaptativa para reducir tensiones, la tensión que nos genera encontrarnos con un individuo, un sujeto extraño, algo a lo que no estábamos acostumbrados en la sabana o en la selva. Por lo tanto, vamos viendo algunas funciones adaptativas del afecto, de la 81 1er COLOQUIO DEL AMOR afectividad, en un sentido mucho más amplio del que solemos pensar los sentimientos de amor. Una de las hipótesis que existen es que la empatía y el afecto nacen de la relación madre-hijo, madre-hija, pero que luego ese mismo sentimiento se va extendiendo al resto de la banda. Porque claro, en la actualidad las mujeres son muy bravas y pueden sacar adelante a sus hijos por sí solas –algo de verdad admirable en ellas–, pero eso en el Paleolítico era imposible: no se podía sacar adelante a las crías sin la ayuda de otros adultos u otros miembros del grupo. Además, en los seres humanos el intervalo entre un hijo y otro es muy pequeño, a diferencia de otros primates como los chimpancés, por ejemplo, que sí pueden criar a sus hijos solos (bueno, necesitan menos ayuda, obviamente necesitan ayuda del grupo para defenderse de depredadores, porque comparten la caza, etc.). Lo que es cierto es que, al menos en humanos, esa reunión alrededor de la madre y la cría sin duda impulsó la afectividad y la empatía. Esa es una hipótesis muy plausible, así como la posibilidad con el fuego de no tener que seguir estrictamente los ritmos de la naturaleza, la noche y el día, y ganar algunas horas al día: fijaos qué interesante lo que provocaba estar todos juntos alrededor de un mismo punto, una situación ideal para desarrollar la empatía, para compartir información con otros miembros, para crear lazos en la banda, hablando. Es importante, por otra parte, resaltar que los vínculos y la afectividad que los humanos creamos son, en el ámbito público, fundamentalmente mediante la palabra; pero que en el ámbito privado usamos todavía mucho el tacto, como los otros primates. Es interesante por eso ver cómo los monos se acicalan, y cómo podemos predecir la intensidad, la calidad de una relación por el tiempo que se dedican el uno al otro a acicalarse. No es despiojarse o despulgarse: eso lo harían en media hora, y eso no explica que estén horas y horas dedicándose a acicalarse unos a otros. Por lo tanto, así como el amor u otros sentimientos, las emociones son un pegamento social, son algo fundamental para seguir vinculados, para seguir cooperando como especie. Algo que hizo seguramente que sobreviviéramos a otras especies de homínidos con las que compartimos territorio, como los Neanderthales o los Erectus en China. Allí hay otra hipótesis: que esa afectividad, esa cooperación, esa cohesión de grupo fue la ventaja frente a otras especies de homínidos. Claro, metiéndonos un poquito más en cuestión: yo no puedo saber exactamente qué siente un animal por otro. No le puedo preguntar, como puedo preguntarle a un humano. Cierto que tampoco los humanos somos muy sinceros a la hora de hablar, así que a veces me fío más de las resonancias magnéticas o de la neurobiología, que son indicadores neurofisiológicos más fiables que la palabra. Pero bueno, en cualquier caso, para mí uno de los 82 CIENCIA Y AMOR: UNA CONVERSACIÓN SOBRE MONOS, VULNERABLES Y CEREBROS indicadores del amor, o de la afectividad, o de los vínculos que existen entre los diferentes miembros es la reacción ante la muerte que tienen los animales. Y acá hay que decir que es muy común que cuando, por ejemplo, dos chimpancés, a veces hembras, a veces pareja, llevan mucho tiempo viviendo juntos –esto, claro, es más fácil estudiarlo en cautividad, en zoológicos– y de repente uno de los dos muere, el otro se deprime tanto que llega a dejar de comer. Y yo me pregunto: ¿será la manera que tienen los animales de suicidarse por amor, como sucede a veces con los humanos? Porque alguien una vez me dijo “pero es que los animales no llegan al extremo de suicidarse por amor”; y yo digo, bueno, quizás este dejar de comer, dejarse llevar, como algunos ancianos hacen cuando su pareja muere, es una forma de suicidio. Menos activa a tirarse por un puente, pero otra manera. Quisiera decirles que ahora estoy metido en el estudio del Paleolítico y de las pinturas rupestres, porque hablan mucho, como los huesos que aparecen en los yacimientos, de lo que pasaba en esa era. Hay manos que están pintadas en una de las cuevas que forman la red del Paleolítico patrimonio de la UNESCO donde yo vivo, en Cantabria, Santander, cerca de Bilbao. Algo interesantísimo que hemos encontrado en estas huellas de manos, como por aquí en la Cueva de las Manos en Santa Cruz, es que hallamos manos que revelan un trabajo entre dos o más miembros del grupo para haber sido pintadas, en el que por ejemplo uno agarrara la mano y, por medio de una cánula, de un hueso de ave, espirara como un aerógrafo y creara algo así como el negativo de la mano del otro. Incluso también encontramos manos de bebés, que muestran que alguien tuvo que auparlos, poner sus manos y luego aspirar para pintar sus contornos. ¿Era la pintura de manos quizás un recuento de las personas de la banda o comunidad? ¿Era una manera de dejar claro que aquí vivía el clan X? Bueno, esto no lo sabemos; pero en los yacimientos sí hemos encontrado pruebas de amor y de afectividad. Por ejemplo: individuos minusválidos que no podrían haber sobrevivido más de veinte o treinta años sin la ayuda de un grupo, resulta que nos los encontramos con ochenta años. Ancianos que han perdido la dentadura mucho tiempo antes que el momento de su muerte: no podían masticar la comida (y no había prótesis como ahora), pues alguien habrá tenido que masticar la comida por ellos o proveerles de alimentos. Entonces, allí también encontramos por lo tanto algunas pruebas de cooperación. En suma, el amor ha sido un impulso tan fuerte en los primates y en los humanos que ha acabado trascendiendo su función original, que era vincularnos con los miembros de nuestra especie, entendiendo cada especie de primate, primero de nuestra comunidad y luego con miembros de otras 83 1er COLOQUIO DEL AMOR comunidades, etc. Ha sido tan fuerte que aparece en contextos para los que no surgió. Por ejemplo, yo puedo amar a un perro, o puedo amar a un caballo; y un perro puede, por ejemplo, amamantar a crías de tigre. Es decir, el impulso del amor ha sido tan fuerte que ha saltado las barreras para las que fue originado, y lo encontramos en contextos completamente diferentes. El ejemplo del sexo es muy similar, es decir, el sexo nace para reproducirnos; pero el impulso, la satisfacción de hacerlo es tan fuerte, como la satisfacción de querer y ser queridos es tan fuerte, que terminamos usándolo en contextos donde no queremos tener hijos. DIEGO GOLOMBEK Hablaste de muchas cosas, Pablo: hablaste de empatía, hablaste de cooperación, hablaste de comportamientos adaptativos y hablaste del amor. ¿Lo englobás todo en lo mismo? Es decir, ¿todo lo englobás en el amor, o lo exageraste para ponerlo todo en el contexto? PABLO HERREROS UBALDE Mira, obviamente podemos debatir al respecto, porque he hablado en un sentido muy amplio. Pero lo que tiene todo en común, se me ha olvidado mencionarlo, es que tanto la empatía, el amor, la cooperación surgen del cuidado de la relación. Es decir, son emergentes. Yo no puedo pedirle a alguien que me quiera, yo no puedo pedirle a alguien que coopere conmigo; lo que tengo que hacer es crear un contexto de afecto, de cuidado de la relación para que esas cosas emerjan de manera natural. Pero entiendo tu duda, claro: si queremos hablar del amor de manera más específica, tenemos que ir separando conceptos. No toda cooperación implica amor, por supuesto, eso me gustaría aclararlo; pero sí parece ser que los grandes episodios de cooperación, las grandes dosis de empatía o cuando yo más empatizo con los demás solo surgen cuando la relación es buena; y la relación es buena cuando le dedico tiempo y afecto. DIEGO GOLOMBEK Bueno, ahora doy paso al próximo conferencista, Marcelo Rodríguez Ceberio. Marcelo es Psicólogo clínico y Doctor en Psicología, es Master en Terapia familiar y en Psicoinmunoneuroendocrinología, es investigador y tiene muchos libros escritos en la temática de la Psicología y la comunicación humana. 84 CIENCIA Y AMOR: UNA CONVERSACIÓN SOBRE MONOS, VULNERABLES Y CEREBROS MARCELO RODRÍGUEZ CEBERIO Muchas gracias, Diego. Ayer había estado trabajando sobre la presentación acerca del amor romántico, mostrar un poco el cerebro masculino y el cerebro femenino, e iba a hacer toda una explicación al respecto. Resulta que hablando con Pablo, con quien compartimos algunas investigaciones, me sugirió otra de las temáticas que trabajo y he investigado acerca de la vulnerablidad. Por lo tanto, la reformulé y aquí está el resultado. La base de esta presentación es uno de mis libros que se presentó en México el año pasado, También los superhéroes van a terapia. Como amante de los comics, en su momento hice un estudio sobre doce superhéroes y qué pasaría cuando acuden a una terapia, y esto tiene un fundamento en función de la resiliencia. La resiliencia es la capacidad que tenemos los seres humanos de poder sobrevivir a situaciones trágicas y poder resurgir, como tradicionalmente se dice, de las cenizas como el Ave Fénix. Ahora, mientras que los norteamericanos tienen una versión superlativa de la resiliencia, los europeos tienen una versión más realista en donde señalan: hay resiliencia, pero el trauma se carga toda la vida. Es decir el trauma no se anula, se convive con él, pero la actitud resiliente hace que lo podamos superar. Claro, en los norteamericanos es como en el cuento del patito feo, en donde el protagonista se refleja en el lago, se ve que es un cisne, ve pasar la bandada de cisnes y dice “esos son mis congéneres”, sale volando y supera todo. O la Cenicienta, que se transforma en princesa, pero lo que no se cuenta –y esta es mi versión– es que, después de estar casada con el príncipe, más de una vez en pesadillas duerme por las noches al borde del hogar a leña y amanece toda tiznada, como era habitual cuando estaba con su madrastra. Después vamos a ver un recorrido un poco sobre esto, pero les quiero decir que para los que somos sistémicos, amantes de la antropología y hemos estudiado a Gregory Bateson (en la década del 60 este famoso antropólogo empezaba dándole una gran relevancia al contexto), el contexto es una gran matriz de significado, es lo que le otorga sentido a las acciones. Es lo mismo que yo diga que en este momento estoy acá, agachado, con los pantalones bajos y con el fondo de una pared de azulejos y un botón de descarga de agua: esto es un baño, es coherente la acción con el ambiente. Pero si le cambio el telón de fondo, le pongo el Obelisco y estoy en el medio de la calle Corrientes, mi acción no coincide con el contexto... quiere decir que estoy loco. Conclusión: el contexto le da sentido a las acciones. Entonces, desde una variable más neurocientífica, hablamos de la epigené- 85 1er COLOQUIO DEL AMOR tica. La epigenética es el conjunto de factores ambientales que producen cambios en la función de los genes. Millones de años nos llevaron a hacer cambio en la estructura de nuestros cerebros: cambios de neurohormonas, cambios de neurotransmisores. Millones de años. O sea, los factores ambientales simplemente así porque sí no van a cambiar una estructura de genes, pero sí algunas funciones. Lo que se observa en la clínica en trabajos de investigación es una proliferación, por ejemplo, de enfermedades autoinmunes arrasadoras, que ni los médicos saben diagnosticar todavía. Claro, conocemos una cantidad de patologías: diabetes melitus, vitiligo, esclerosis múltiple, hipotiroidismo de Hashimoto, etc.; pero estas surgen, en parte, por la eclosión de situaciones trágicas en ciertos medios ambientales, por factores de stress que despiertan funciones de genes silentes que llevan a un proceso de enfermedad. Entonces, hablamos de vulnerabilidad cuando el contexto nos lastima. Es decir, la vulnerabilidad es el grado en que las personas pueden ser sensibles a pérdida, daño, sufrimiento y muerte. Se produce en función de condiciones físicas, sociales, económicas, políticas, técnicas, ideológicas, culturales, educativas, ecológicas e institucionales. Con la vulnerabilidad uno se encuentra con las capacidades disminuidas para afrontar las situaciones críticas. Por eso somos vulnerables: porque se encuentran disminuidas en la persona o en un grupo de personas esas capacidades que permiten anticiparse, tomar características de prevención, o actuar sobre el problema traumático. La vulnerabilidad casi siempre está asociada a la pobreza; este es uno de los motivos por los que las cárceles están llenas de gente pobres, porque son más vulnerables, al igual que las personas que viven en aislamiento e inseguridad constante. Entonces, llegamos al punto de especificar qué es una situación traumática: es cualquier evento que sale de los canales habituales, que nos desestructura la estabilidad, el equilibrio que tenemos con respecto al contexto. Es decir, hay una vulnerabilidad psicológica y emocional. Es una especie de estocada directa al corazón de nuestra valorización. Por eso la vulnerabilidad lacera fundamentalmente nuestra autoestima. No se puede vivir sin amor, diría Calamaro, y es cierto. No se puede vivir en un estado de constante vulnerabilidad respecto de la adversidad. Porque siempre existe la posibilidad de construir vínculos nutritivos, afectivos, que nos proporcionen esa red de amor frente a las carencias de los inicios de nuestras vidas. Entonces, ¿tenemos una actitud resiliente? Todos tenemos un superhéroe dentro de nosotros. Es la tendencia que tienen ciertas personas a ponerle 86 CIENCIA Y AMOR: UNA CONVERSACIÓN SOBRE MONOS, VULNERABLES Y CEREBROS 87 1er COLOQUIO DEL AMOR el pecho a las balas: frente a las situaciones críticas, alguien sale al frente, encara y arremete. Es una confluencia de factores: epigenéticos, inconscientes, interaccionales, cognitivos, emocionales, bioquímicos, neurobiológicos, que se mancomunan, que se sinergizan en una actitud resiliente que intenta superar las situaciones traumáticas. ¿Qué es la resiliencia entonces? Es la capacidad de poder triunfar en la vida, es decir, vivir y desarrollarse positivamente a pesar de los episodios traumáticos que se pudieran haber vivido. Uno de los grandes investigadores de la resiliencia es Boris Cyrulnik, quien desde pequeño convivió con las desgracias de la Segunda Guerra Mundial, de la misma manera que otros intelectuales como Victor Frankl, que estuvo hacinado en un campo de concentración. Estos intelectuales, que han vivido esas experiencias traumáticas, las han trasladado a un análisis más profundo y llevado al plano de lo conceptual. Una situación traumática encierra numerosos golpes bajos emocionales; ahora, estos no son fáciles de resolver, y a sus huellas un resiliente les confronta sus recursos internos, los trata de metabolizar. No olvida los golpes bajos: “recordar para no repetir”, sería la frase. El amor de los demás nos sostiene. Claro, no es solo la capacidad de afrontamiento sino que existen también los recursos que encontramos en el entorno: en la familia, los amigos, los vecinos. Esos son los pilares afectivos que nos sostienen en determinado momento, esas son nutriciones emocionales –como diría el psiquiatra español Juan Luis Linares– que hacen que podamos remontar, aunados con nuestras propias capacidades, esa situación traumática y poder recobrarnos de ella. ¿A quién recurrimos cuando estamos angustiados? La teoría del apego de John Bowbly –quien se murió hace un tiempo y de quien tuve el honor de prologar un libro– plantea que un ser humano, desde su nacimiento, necesita desarrollar una relación al menos con un “cuidador principal”, que fundamente su seguridad, su afecto y su desarrollo social. Ese establecimiento del primer vínculo de sostén es el que nos catapulta de ahí para toda la vida. La teoría del apego no solo se queda con el proceso de psicología evolutiva, sino que también va a la etología, al estudio de los comportamientos (de eso también puede dar cuenta Pablo con la investigación con primates). Entonces, este fundamento, estos primeros afectos también se expresan en el mundo adulto. ¿Por qué? Porque las figuras de apego no solo están en nuestra infancia; en nuestro mundo adulto hay tutores de resiliencia. Basta imaginar, cada vez que uno tiene un problema, un problema grave, ¿a quién recurre para decirle “me está pasando esto”, y encontrar un sostén, 88 CIENCIA Y AMOR: UNA CONVERSACIÓN SOBRE MONOS, VULNERABLES Y CEREBROS un apoyo? Piénsenlo: hay alguien, una o dos personas, a quien ustedes recurren para sentirse sostenidos en una situación crítica. Quiere decir que eso que aprendimos en un determinado momento de los primeros años de vida se desarrolla sistemática, interaccional y emocionalmente en otros períodos de la vida. Entonces, quien padece de un sufrimiento tiene la posibilidad de encontrar en su contexto afectivo y social tutores de resiliencia con quien pueda lograr sentirse querido incondicionalmente. Crecer implica sobreponerse a la adversidad. Y esto, por otro lado, es una muestra de amor. Estos tutores pueden ser imaginarios o reales: padres, abuelos, tíos, profesores, novelas, frases, películas o solamente una sonrisa, una palabra que dé la confianza, que constituya una muestra de amor que nos motive a resurgir. ¿Cuántas veces fuimos al cine y vimos una película o leímos una frase determinada que nos recategorizó toda una situación? Esa frase o esa película operan como tutoras de resiliencia. Entonces, ¿qué pasa con la autoestima? Nuestra autoestima es nuestra valoración personal, nuestro amor por las cosas, por ser autoconscientes de nuestros defectos y de nuestras virtudes. Es la capacidad que se tiene de sí para poder observar nuestra imagen personal. Por eso, decir de manera ostentosa “soy el mejor” no es una buena autoestima; autoestima es reconocer también lo que no se puede, aquello que no somos capaces. Por supuesto que a todos nos gusta, nos encanta, que nos digan “qué bueno que sos”; eso es nutrición relacional. Pero si estamos dependiendo de ello, a mal puerto: porque la valoración es un proceso que va de adentro hacia afuera y no de afuera hacia adentro. Sentirnos los mejores en ciertos aspectos es fruto de nuestra reflexión interna. Y el reconocimiento, si viene de afuera, maravilloso; pero no es bueno establecer allí un canal de dependencia. Claro que la valoración personal no implica ninguno de los sujetos de la siguiente fauna: ni soberbios, ni falsos modestos, ni orgullosos, ni sobreestimados, ni ególatras, ni narcisistas, ni fanfarrones, ni ostentosos, ni petulantes, ni omnipotentes. En un texto que publiqué el año pasado, que se llamó Cenicientas y Patitos Feos, hice justamente una casuística clínica de ciertos intentos fallidos y fracasados de buscar valoración en el afuera, del camino equivocado que tomamos en búsqueda de valoración personal. El primer grupo es el de los pobrecitos. Primero está el síndrome del niño bueno: son los conciliadores, no confrontan a nadie, se hacen amigos de todo el mundo, no pueden tener enemigos porque el sentirse rechazados es un dolor que no tolerarían, buscando siempre el afecto y valoración en el afuera. Después está el síndrome de la pobre víctima, que son los lastimeros. 89 1er COLOQUIO DEL AMOR Más graves todavía son los culposos, que son los reprochantes, que permanentemente están observando y ponen en demanda al otro. Y por supuesto que está también el síndrome del sumiso torturado, que vive las relaciones asimétricamente por debajo y está de manera permanente buscando afecto y reconocimiento y se siente como un enano en un mundo de gigantes. El segundo grupo son los ayudadores. El síndrome de Superman y de la Mujer Maravilla son los ayudadores 1, están siempre en todos lados, omnipresentes y ayudando; los ayudadores 2 son el síndrome de la ambulancia y el bombero; y el último es el síndrome de Papá Noel, que son los que permanentemente regalan objetos o cosas como formas de comprar el afecto. Y el último grupo son los perfectos. En él están el síndrome del alumno ejemplar, que son los hiperexigentes, y el síndrome del yo todo lo puedo, que son los omnipotentes. Todos estos casos, entonces, buscan de alguna manera el reconocimiento en el entorno y se vuelven dependientes del mismo. Cuando uno sistematiza esta forma, es catastrófica. Porque es muy difícil después revertir el proceso y buscar adentro nuestro ese que somos, ese que valemos, que creemos que valemos. Entonces, con todo esto planteado vamos a ver algunas versiones de la resiliencia en algunos personajes de comics. Por ejemplo, Superman. Por supuesto, Superman tiene un trauma infantil terrible: fíjense que lo mandaron a la Tierra desde Kripton, su planeta que fue destruido, y cayó con una familia de campesinos; se sintió totalmente desubicado, fue descubriendo que tenía superpoderes; fue como un ingenuo a trabajar al diario El Planeta en la ciudad, en Metrópolis; y siempre está dispuesto para todo. La segunda historia (no oficial) de Superman es cuando asiste a consulta su hija. Porque, les voy a contar la historia: él se casa con Luisa Lane, tiene tres hijos. La hija más grande tiene trastornos de alimentación: va a una terapeuta que se llama Mónica A. Tracón, empieza a trabajar estos trastornos, lo que detectan es que en la familia hay un padre ausente y, con estos síntomas, lo que hace la pobre hija es reclamar a este padre ausente. Por supuesto que la terapeuta permanentemente lo está invitando a la consulta y solamente asiste Jimmy Olsen, fotógrafo del diario, que es el padrino de la nena. O sea que Superman está siempre disponible para todo el mundo menos para su hija. Batman: deprimido, angustiado, fóbico a las relaciones, lleno de dinero pero sin formar una pareja. Ha fallecido su mayordomo papá, Alfred, y su compañero de aventuras Robin ha blanqueado su homosexualidad y se fue a vivir a San Francisco con El Acertijo. Ha quedado solo y está deprimido. 90 CIENCIA Y AMOR: UNA CONVERSACIÓN SOBRE MONOS, VULNERABLES Y CEREBROS Ni hablar del trastorno obsesivo-compulsivo de Peter Parker, el Hombre Araña, a quien Mary Jane lo deja, y que lo único que hace es rodar por las calles de Nueva York con un ciclomotor repartiendo pizzas. Flash va a consultar a un sexólogo: claro, tiene eyaculación precoz. Por otro lado, el pobre cacique Patoruzú fue estafado por una rubia poderosa, terminó haciéndose cargo de Upa, de Patora y hasta de Isidoro y vive en una pensión mugrosa. Y, a pesar de que lo acusaban de drogadicto y de que en realidad la espinaca era marihuana, el gran problema de Popeye es el triángulo amoroso que tiene entre Brutus y Olivia, y la violencia consecuente. Entonces, fíjense que con este gran desgaste que tienen en ayudar a todo el mundo, los superhéroes esconden su dolor, remontándolo hacia toda su vida. Algunas conclusiones. En principio, intentamos hallar la valoración en la búsqueda y el reconocimiento del entorno, con lo cual confeccionamos profecías autocumplidoras, porque cuanto más incondicionales buscamos el amor, el afecto y el reconocimiento en el otro, el otro toma distancia, no nos valora como corresponde. Porque en realidad somos nosotros los que no nos valoramos como corresponde. Los resilientes, si bien han remontado su vida, conviven con su recuerdo traumático. Los patitos feos, no porque se miran en el lago y reconocen que son cisnes, como les dije al principio, se olvidan de las descalificaciones y vulnerabilidades que sufrieron. La Cenicienta no porque se case con el príncipe soluciona su historia de deprivación afectiva. Siempre queda un resto doloroso, como una maleta guardada en nuestro hipocampo, nuestro centro de la memoria, que deja rastro en el cuerpo, en lo orgánico, en lo emocional y en lo psicológico. Entonces, recuerdo que en una oportunidad tuve que hablar del 25 de mayo en el colegio de mi hijo Franco, en la primaria. Me habían seleccionado con otro padre. Entonces pensé: ¿de qué voy a hablar? ¿De Manuel Belgrano, de Mariano Moreno, de San Martín? ¿Qué voy a decir? Miren que hace veinticinco años que doy conferencias y seminarios: me sentía como si fuera la primera vez, frente a doscientos alumnos. Me dije ¿qué hablo? Y decidí salir al ruedo y decir lo que salga espontáneamente. Entonces, les dije: yo les voy a hablar sobre los héroes cotidianos. Y hablé de las maestras, cómo trabajan con nuestros hijos, cómo los ayudan y se convierten en segundas madres en el estudio; hablé de los padres abnegados, que trabajan todos los días intentando darle a sus hijos la mejor educación; y hablé de estos enanos que van al colegio, que nos dan tantas satisfacciones y también tantas locuras, y que realmente hacen todo lo posible por ser felices en la vida. Entonces, como 91 1er COLOQUIO DEL AMOR epílogo dije algo así: más allá de las atribuciones ideales que le damos a los superhéroes, más allá de nuestros héroes encarnados en próceres, estamos nosotros, los héroes cotidianos que, en cada momento de vida, intentamos crecer, hacer lo que creemos que es lo mejor y de esta manera conquistar la felicidad y el amor. DIEGO GOLOMBEK Me atrevería a plantear algunas cosas en común de estas versiones del amor que estuvimos atendiendo. En todas de alguna manera se habló del entorno: Pablo habló del tener que relacionarse con los otros por una necesidad evolutiva, si no te relacionás con los otros, no hay posibilidad de crear comunidad, de crear banda. Marcelo mencionó explícitamente al entorno para poder pensar una cierta vulnerabilidad: nosotros somos vulnerables hasta tanto no tenemos un otro en el que apoyarnos, y ahí también entra el amor, al menos otra versión del amor. Por eso, me parece que lo fascinante de este coloquio que ha comenzado ayer y sigue hoy, son las múltiples versiones que tiene el amor. El amor romántico, lo primero que uno piensa, el enamorarse de alguien; pero también el amor filial; el amor por una comunidad que te permite estar sano, estar cuerdo de alguna manera; el amor por los pobres; el amor por Dios. Son múltiples versiones, tal vez de lo mismo. PABLO HERREROS UBALDE A mí me gustaría decir algo breve. Helen Fisher, una antropóloga especializada en el amor, habla de que para ella es tan indistinguible el amor de las personas del de los animales que no puede dejar de calificarlo de romántico, de amor romántico. Y esto, Diego, lo sabes tú mejor que yo, desde la estructura cerebral todos los mamíferos están al menos preparados para sentir experiencias emocionales, y los neurotransmisores que intermedian el amor también están presentes en ellos. Así que, potencialmente, todos ellos pueden tener experiencias de amor. Cierto, en los humanos, el lenguaje lleva al amor a extremos que los animales no pueden, porque nosotros construimos una narrativa interna –creo que es una de las grandes ventajas del lenguaje, es poder construir historias internas–, eso nos puede llevar a situaciones que en los animales nunca veríamos. 92 CIENCIA Y AMOR: UNA CONVERSACIÓN SOBRE MONOS, VULNERABLES Y CEREBROS DIEGO GOLOMBEK El asunto es si lo que distingue las diferentes versiones de amor es una diferencia cuali o cuantitativa, tanto si se trata de amor animal o amor humano como si se trata de amor romántico, amor religioso, amor filial, etc. Y hay opiniones divididas al respecto, desde lo que está diciendo Pablo: si siempre se prenden las mismas partes del cerebro para distintos amores y se prenden más en algunos casos que en otros, o si hay partecitas de cerebro especializadas en cada tipo de amor. Hay distintas posturas al respecto. Lo que es seguro es que, más allá del fenómeno cultural, hay un fenómeno biológico. Piensen –voy a referirme solo al amor romántico– en estar recontraenamorado: ¿qué sienten cuando estuvieron o están en ese estado de enamoramiento, qué pasa en el cuerpo? Se te acelera el corazón… Una cosa interesante para hacer el paralelismo animales-humanos es que lo que uno llamaría amor en los animales, en principio y en general tiene fines reproductivos (con excepciones que nos contó muy bien Pablo). Lo maravilloso de los humanos fue escaparnos de ese mandato biológico: el poder estar perdidamente enamorado de alguien, más allá de las posibilidades o ganas reproductivas. Uno puede estar muy enamorado de una persona mucho más allá de tener hijos; eso en la naturaleza es raro. Pasa, pero es raro, y en los humanos es muy común. Y a mí eso me parece maravilloso. No estoy hablando del fin del amor sino del mantenerlo más allá de lo que uno pensaría que es el mandato biológico. PABLO HERREROS UBALDE Un poco por contradecir, nomás. En realidad, para ver el amor sin fines reproductivos podemos ver la amistad entre los individuos del mismo sexo, y encontramos que hay amistades que duran toda la vida. Obviamente no hasta el extremo seguramente que tú nombrabas, pero incluso también hay pingüinos homosexuales, no sé si lo sabéis, la homosexualidad abunda en la naturaleza: y ahí no sabemos exactamente si hay una búsqueda reproductiva o no, pero sí es cierto que conviven toda la vida y no siempre está la descendencia de por medio. Pero es cierto, claro, que no abunda tanto como en el humano, que tiende a hacer amistades y a crear vínculos allá por donde va. Y además, claro, el lenguaje es algo muy interesante. Yo estoy creando vínculos con cuántos, ¿con mil personas a la vez? Esto los primates no lo pueden hacer. Gracias al lenguaje yo puedo crear vínculos con millones de personas a la vez, a través de la televisión por ejemplo, pero ellos están limitados a cuatro o cinco, es decir, a lo que la mano les alcanza para acariciar. 93 1er COLOQUIO DEL AMOR PREGUNTA AUDITORIO Yo soy una persona común como todos ustedes, me llamo Ramón y pregunto: uno va generando hacia la gente que uno tiene al lado cosas, se va uniendo. Pero llega el momento en que el amor se acaba. ¿Por qué se acaba? ¿Porque falta algo? Yo me quedé sin trabajo, porque no consigo trabajo. Llego y me dicen: “¿conseguiste plata?”. Realmente no la conseguí. Pasan los días, siguiente semana, vas a buscar trabajo… Pero sucede que el amor se acaba. ¿Por qué? PABLO HERREROS UBALDE Darío Mastropieri es un neurobiógo que habla de que cuando las relaciones son muy igualitarias entre la pareja es maravilloso para la pasión pero más dificultoso para llevar a cabo proyectos juntos, porque ninguno de los dos cede; y que cuando en la relación de pareja hay uno que es más dominante y el otro más subordinado es maravilloso para concretar los proyectos –para tener hijos, etc.– pero, una vez acabados esos proyectos, la pasión se acaba. MARCELO RODRÍGUEZ CEBERIO Hay una contestación para esto que pregunta Ramón. Varias, pero yo voy a dar mi versión. Pienso que el amor romántico, el amor de pareja, es un amor condicional. Para mí el único amor incondicional, la única incondicionalidad amorosa es la relación de los padres con los hijos; siempre padres funcionales, digamos, dentro de características de funcionamiento esperado, porque ya sabemos que hay numerosos casos donde esto no funciona. Pero el único vínculo de incondicionalidad amorosa es el de los padres hacia los hijos (ya que no de los hijos hacia los padres). El amor romántico, el amor de pareja, es un amor sometido a multiplicidad de condiciones. Y hay momentos en que hay que decidir ciertas cosas en términos del vínculo amoroso, y de hecho no es una relación de amor biológico únicamente, sino que ya se frontaliza, porque uno empieza a pensar. En este momento, en el Laboratorio de Investigación que dirijo, estamos haciendo una investigación justamente sobre la condicionalidad e incondicionalidad amorosa. Entonces hay un dilema muy simple que planteamos. Siempre la población es de padres de 25 a 65 años, no importa que estén casados o separados, a los que les planteamos que están en la sala de espera de un quirófano y tienen a su hijo adentro. Sale el médico, cirujano, y dice: “si a su hijo no le transplantamos un corazón alrededor de los 45 minutos, 94 CIENCIA Y AMOR: UNA CONVERSACIÓN SOBRE MONOS, VULNERABLES Y CEREBROS su hijo se muere. ¿Se lo dona o no se lo dona?”. En general, llevamos unos 500 protocolos elaborados, tenemos alrededor de un 90% de respuestas en positivo. Lo interesante que marcamos neurobiológicamente es que una es una reacción que llamamos amigdalina (la amígdala cerebral es un polo emocional muy importante): inmediatamente sale la cuestión de afecto biológico, primaria, ese afecto de padre a hijo, de madre a hijo. Es interesante, porque en las respuestas en las que aparece el “no” son sucedáneos que empiezan a pensar, porque a lo mejor hay una madre que tiene cinco hijos, entonces si le da el corazón a uno deja cinco huérfanos… Pero eso ya se frontalizó, ya es analítico. Y la segunda premisa es: tenés a tu marido en el quirófano. Sale el médico y dice: “si no le doy un corazón en 45 minutos se muere”. ¿Qué harías? Y ahí, los porcentajes están reñidos, los que han contestado “sí” han sido fruto de una reacción netamente pensada (lóbulo frontal), analítica; han analizado posibilidades, etc. No es una respuesta inmediata, biológica. Por eso digo que el amor romántico está sometido a multiplicidad de condiciones. Entre ellas, la variable económica, social, psicológica, etc. PREGUNTA DEL AUDITORIO Yo voy a expresar una duda que en las charlas con amigos surge cuando hablamos del amor, del amor de pareja, y es: ¿por qué el amor lo manifestamos de distinta manera los hombres y las mujeres? Esa duda nunca la podemos cerrar, siempre terminamos en discusiones y cada uno en una tribuna distinta, digamos. DIEGO GOLOMBEK Si yo les preguntara qué cerebro pesa más, si el del hombre o el de la mujer… A ver, ¿cuánto pesa el cerebro? Empecemos por ahí, ¿cuánto se imaginan que pesa? ¿Kilo y medio, más o menos? Ahí alguien dijo “lo mismo” y otro dijo “menos”. Resulta que el cerebro femenino pesa menos, unos 200 gramos menos. Lo que fue acusado por muchísimo tiempo de ser una señal inequívoca de la eminente inteligencia masculina. Hasta que a uno se le ocurrió decir: “¿pero cuánto pesan las mujeres?” Pesan mucho menos, así que lo que nos importa es la relación cerebro-cuerpo, no el peso del cerebro. Y ahí se acabó el problema: hicieron las cuentas y se callaron todos. ¿Qué quiero decir con esto? Que, efectivamente, los seres masculinos y fe- 95 1er COLOQUIO DEL AMOR meninos son diferentes: los comportamientos son distintos, los cerebros son distintos, hay partes del cerebro distintas. Pero eso no quiere decir que apunten en sentido contrario ni mucho menos. En todo caso, hay funciones que si uno las hace en laboratorio dan distintas –funciones analíticas, funciones que tienen que ver con la orientación en el espacio, funciones que tienen que ver con la descripción de hechos pasados–; no me atrevo a decir que uno es mejor o peor, por supuesto. Pero lo que sí es seguro es que son diferentes y complementarios. Entonces, eso que ustedes dicen con sus amigos de que hay visiones diferentes sobre las relaciones amorosas entre hombres y mujeres, sí, por supuesto que sí. Diferentes pero complementarias, en el fondo van a lo mismo. Me parece que es lo que hablaron ellos dos: el relacionarse con el otro, con el entorno, de una manera sutilmente diferente pero que, en el fondo, va a lo mismo, va a relacionarse para luchar un poco contra la vulnerabilidad innata que tenemos los humanos. Porque venimos muy desnudos y necesitamos del otro para poder hacerlo. Podríamos entonces ver un montón de cosas sutilmente diferentes. Incluso, podríamos ver qué pasa en relaciones homosexuales versus relaciones heterosexuales: qué pasa en el cerebro de una persona que siente una atracción por personas de su mismo género. Y vas a encontrar cosas diferentes en términos de cerebro, que por ahí son innatas o por ahí aprendidas, no se sabe todavía; pero van a lo mismo, van a encontrar al otro para encontrarse a sí mismos en esa relación con el otro. PABLO HERREROS UBALDE Hay que empezar a romper ciertos mitos y ciertos modelos mentales sobre las tendencias masculinas. En chimpancés nos encontramos que machos adultos adoptan huérfanos que han perdido sus madres. Obviamente, ya sé que no es lo más común ni lo más general; pero no encontramos uno o dos o tres, sino varios casos –pensad que no tenemos actualmente en el mundo más de 20.000 chimpancés en libertad, así que no tenemos un gran ejemplo de diversidad allí frente a los miles de millones de humanos–. Pero creo que hay que empezar a tirar abajo estos mitos. Y es verdad: en lo micro encontraremos grandes diferencias, pero en lo macro vamos hacia lo mismo. Y ahí quizás hay que ir más a las diferencias de personalidad, del desarrollo del apego o de la autoestima que acudir al género para explicar esas cosas. 96 CIENCIA Y AMOR: UNA CONVERSACIÓN SOBRE MONOS, VULNERABLES Y CEREBROS MARCELO RODRÍGUEZ CEBERIO Recién, al escucharnos, me dije: ¡estamos hablando del amor, fantástico! Porque ¿cuántos años no hablamos del amor, los que trabajamos en toda la esfera de la investigación, porque era algo cursi, banal? Y lo único que hacíamos era transitar por una variable sociocultural que dice que enaltece lo intelectual y sepulta lo emocional. Esto viene inclusive de la filosofía, de Sócrates, de Platón, de Aristóteles y el mundo de las pasiones como pecaminoso, ¿no? Y neurobiológicamente pasa lo mismo, porque la neocorteza frontal, parietal, temporal, occipital, sepulta al cerebro límbico, el cerebro primitivo y emocional. Es muy cierto lo que dice Diego sobre cómo el machismo social, la preeminencia del hombre, hace que una hipótesis como la de que las mujeres son menos inteligentes que los hombres encuentre una solvencia en la diferencia de peso del cerebro. Eso es simplemente una cuestión adaptativa de un criterio machista social, en función de dar una entidad o un respaldo a una hipótesis infundada. Ahora, siguiendo la misma línea, el cerebro masculino y el femenino tienen muchísimas diferencias: desde una visión en línea recta del hombre y una visión de 180 grados en la mujer; de haber mayor cantidad de neuronas en los centros del lenguaje o un hipocampo –como centro de la memoria– con otras dimensiones en la mujer, que hace que sea mucho más locuaz que el hombre y que, además, sea mucho más memoriosa. O esa simultaneidad de la mujer, que da la posibilidad de estar leyendo el tomo de Derecho Procesal, porque tiene un examen de Abogacía, mientras que está lavando los platos, mientras puso el agua de los fideos y además le está enseñando la tarea a su hijo y puso la lavadora y de paso está hablando con su suegra a quien le está dando algunas recomendaciones porque se peleó con su suegro. El hombre se está afeitando, la mujer le dice “hay que pagar la factura”, y el hombre “pss, ¿qué querés, que me corte?”. Entonces, estos juegos que un poco hago capciosamente marcan una distinción. Pero hay una gran verdad en lo que dice Diego: los cerebros son diferentes, pero complementarios. Como las relaciones humanas. Y además, quiero decirles que el cerebro cuando nace es muy inmaduro: la ciencia se ha peleado con lo social diciendo “son cuestiones socioculturales”, “no, son cuestiones biológicas”, y yo digo: ni uno ni otro. El cerebro es muy inmaduro cuando nacemos y cuando se va desarrollando va madurando y fortaleciendo lo que es masculino y femenino de acuerdo a lo que socialmente predomina. 97 1er COLOQUIO DEL AMOR También el cerebro está permanentemente en cambio. En nuestra infancia, nosotros jugábamos de determinada manera, tal vez más rudimentariamente; hoy, los chicos juegan con simultaneidad de estímulos, auditivos, visuales, etc., con una computadora o una Playstation que te somete a factores ambientales que van a modelar cuestiones de funciones de los genes. Y, aunque nosotros no vamos a estar vivos para verlo, la especie humana verá estas evoluciones en un futuro. DIEGO GOLOMBEK Hay un poema de Jacques Prévert que dice: “Amamos y vivimos/ vivimos y amamos/ y no sabemos qué es la vida/ y no sabemos qué es el amor”. Hoy por ahí no sabemos un cachito menos, pero vale la pena seguir buscándolo. Muchas gracias. 98 CIENCIA Y AMOR: UNA CONVERSACIÓN SOBRE MONOS, VULNERABLES Y CEREBROS DIEGO GOLOMBEK Doctor en biología, trabaja como profesor titular regular de la Universidad Nacional de Quilmes y como investigador principal del CONICET. Tiene una profusa trayectoria como divulgador de la ciencia en Argentina, habiendo publicado numerosos libros y participado en diversas producciones televisivas. PABLO HERREROS UBALDE Sociólogo, antropólogo y primatólogo español. Sus estudios se centran en la aplicación de los resultados de sus investigaciones sobre el comportamiento de los primates a ámbitos cotidianos como la empresa, la política o la educación. Autor del libro Yo, mono, es colaborador en diversas revistas científicas y medios gráficos. MARCELO RODRÍGUEZ CEBERIO Doctor en Psicología. Entre sus trabajos se destaca la coordinación de voluntarios en la experiencia pionera de desmanicomialización en Trieste (Italia). Actualmente se desempeña como profesor titular de diferentes universidades nacionales y como profesor invitado en diversas universidades de Latinoamérica, Europa y EEUU. Es autor de numerosos libros y artículos en los campos de la comunicación, el psicodiagnóstico y la psicoterapia. 99
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