MANO A MANO DIÁLOGOS DE DOS ORILLAS Mi vida con Macri Esta semana se conoció la decisión de Radio Continental de sacar del aire a Víctor Hugo Morales, a pesar de que su programa estaba entre los más escuchados de la emisora. Sobre esa situación y otras experiencias personales que involucran al presidente argentino conversó en esta oportunidad el periodista radial con Mateo Grille. Por Víctor Hugo Morales y Mateo Grille M ateo Grille. Estoy un poco sorprendido por la celeridad de las medidas macristas, y definitivamente estupefacto con la cruzada que lleva adelante ese gobierno contra cualquier expresión de pensamiento crítico. Treinta días de gobierno y el fuerte cambio de rumbo que trata de imponer apabulla negativamente. Venimos hablando del significado de sus anuncios y de esa colosal redistribución monetaria desde el Estado hacia los poderes agroexportadores, hacia las empresas energéticas, los bancos y entidades nacionales y extranjeras, las empresas multinacionales, los grupos industriales concentrados, los importadores y las multinacionales, las grandes empresas de alimentos y cadenas de supermercados, las grandes empresas de insumos para construcción, las farmacéuticas y los grupos mediáticos concentrados. Esa redistribución no puede traer consecuencias positivas para la mayoría de la población. Hemos hablado también del debut macrista con la megadevaluación que ronda el 45%, y hemos comentado el fin de las retenciones y la caída del llamado “cepo” cambiario, pero se suman el aumento de las tarifas de servicios esenciales o la desregulación del sistema energético, la vuelta al megaendeudamiento para tener fondos frescos, la 8 búsqueda del acuerdo con los fondos buitres que será favorable a éstos y no al Estado argentino, la disminución de la carga tributaria para los autos de alta gama y el aumento de los tributos para los de gama media y baja; también se relanzan las relaciones comerciales y diplomáticas con Estados Unidos, se impulsa la firma de un Tratado de Libre Comercio con la Alianza del Pacífico, se aleja al país de organismos como Unasur, se dispone la culminación de la contraloría de las empresas, no se mide hasta nuevo aviso la inflación, se suspenden las negociaciones paritarias, se procura eliminar los medicamentos genéricos, se deroga de facto la ley de medios, se interviene la Administración Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual y se incumplen tres fallos judiciales que obligan al gobierno a desandar la intervención, se liberalizan las tasas de interés, se modifica la Carta Orgánica del Banco Central y se elimina la barrera de ingreso de fondos especulativos a corto plazo, entre otras minucias. Y por si todo este combo no fuera ya apabullante, ahora proceden, con desprecio, al despido masivo de funcionarios del Estado considerados potencialmente díscolos -“grasa militante”, los llama el nuevo ministro de Economía, Prat-Gay- se anuncia que se reprimirá la protesta social y se acallan todas las voces opositoras comprobadas o potenciales. El último de estos hechos fue tu despido de Radio Continental, Caras&Caretas 744 / 15 de enero de 2016 que se da en el marco de un “operativo silencio” a escala nacional que incluye despidos a periodistas y censuras de programas, buscando que sólo prime la voz del mercado. Ya escuché a Macri decir que no tiene nada que ver con la decisión de tu despido de la radio, porque este gobierno, su gobierno, cree firmemente en la libertad de expresión. Dice que él no habla de periodistas, pero cree que vos sos un fanático kirchnerista. Víctor Hugo Morales. Te voy a contar mis encuentros con Macri. Su intento de escrache lleva en el vientre la falsedad de sus dichos en esa conferencia de prensa que mencionás. Allí dijo que su gobierno no diría qué periodista trabaja y cuál no, y entonces vale enrostrarle lo que surge de inmediato: lo primero que hizo fue cumplir su promesa de campaña de eliminar el programa 678, cuyos periodistas quedaron sin trabajo. Acto seguido limpió a los más valiosos conductores de Radio Nacional, en todos los casos por una cuestión ideológica. Y luego, con la liviandad de un pintor que prueba un color sobre la tela, me perfiló como un fanático kirchnerista a partir de la discusión de la ley de medios. Esa construcción es la de Magnetto-Clarín, lo cual es coherente, porque Macri es Magnetto. Desde aquellos días -comienzos de 2009- habíamos perdido contacto, y naturalmente la relación que teníamos se enfrió. La fecha del último almuerzo que compartimos en Barracas, por supuesto que invitado por él, y con la presencia de la directora de Contenidos de la radio, la periodista Fernanda Lencinas, fue a finales de 2013, creo. Pero lo que revela su incidencia en mi despido de la radio es la acusación, la misma que fue destinada a los periodistas que expulsó de los medios públicos, porque dijo eran militantes políticos. La hilacha de su presión al medio, tan fácil de instrumentar a través de la pauta y el miedo que insufla el accionar de violencia institucional que imprimió a sus primeros 30 días de gobierno, sirve para, con un simple tirón, dejar desnuda su mentira. Finalmente, con la ruindad de quien se quita el pudor como si fuera una mochila que se abandona para correr más rápido, dio a entender que estuve varias veces en su despacho. Sólo tuvimos -por pedido suyo, además- una conversación en una sala de la legislatura porteña. Y la excepcional ocasión en la que le pedí a Macri algo de su tiempo fue para que visitara el atelier del artista plástico Aldo Severi, que es un muy querido amigo. Le sugerí que viese un cuadro de Boca Juniors que me parecía formidable. Boca compró la obra, dicho sea de paso, y ahora se luce en el museo del Estadio. La única verdad en las palabras de Macri fue cuando dijo que teníamos una excelente relación. Mucho más valiosa teniendo en cuenta que se estableció con pleno respeto de nuestras convicciones y una discusión perpetua a propósito de cómo vemos al mundo desde que desembarcó en la política. MG. Las consideraciones de Macri respecto a tu trabajo son torpes y repiten un lugar común extendido en los medios hegemónicos, que intenta proyectar esa imagen de buenos periodistas, objetivos y serios, por un lado (que son los que trabajan y repiten apoyando las “verdades” de los medios de la derecha), y periodistas militantes por el otro, que son precisamente aquellos que no sólo no repiten el discurso del mercado, sino que lo combaten. Los serios y objetivos son los que apoyan con su trabajo la crítica despiadada a los gobiernos progresistas en todo el mundo, son los que viven admirando las políticas de los países centrales, son los que propalan las verdades de la patria financiera y los que critican con saña cualquier demostración de soberanía. Los malos periodistas, los que no son objetivos, son aquellos que respaldan las políticas populares, los que reivindican el papel del Estado, los que no creen en las bondades inherentes al mercado y denuncian su injerencia favorable a la multiplicación de la riqueza para unos pocos. En esa lógica falsa, vos y todos los periodistas despedidos en este último mes son fanáticos, y los que editorializan a favor de Clarín o La Nación son serios. Aún se esperan los comunicados de la SIP a favor de los despedidos, pero están tardando más de la cuenta. VHM. Ellos son los neutros y yo soy el fanático. Mirá, te voy a contar mi vida con Macri, si así puede llamarse. Lo conocí en un lugar top de la noche de Buenos Aires, pero a media tarde. Él quería ser presidente de Boca y yo estaba enfrentado con los directivos de entonces, para los cuales era figura no grata. Cuando murió Antonio Alegre, presidente de esa época, la relación era muy cordial, y llegó a estar en la mesa el día de mi programa Desayuno cuando el famoso partido que me costó el juicio que ahora le pago al hombre que maneja el rebenque del diablo, Héctor Magnetto. El vicepresidente [de Boca] era Carlos Heller, uno de los hombres de los que más aprendo de temas económicos y alguien a quien considero un político creíble y muy decente. ¡Qué ironía la vida!, ¡qué ironía! En ese tiempo el mentor de Macri era un común amigo, llamado Luis Conde, cuyo nombre lleva hoy La Bombonerita. Luis era un gran tipo de la noche porteña, dueño de Shampoo, un lugar como el Bonanza de los viejos tiempos montevideanos. La confianza permitía que yo le sugiriera artistas amigos míos, a los que luego iba a ver cuando actuaban, porque además Luis publicitaba la casa en unos programas de los sábados que hacía por entonces. El lugar tenía las luces, los espejos, los sillones de un ámbito lujoso, y presumo que era de lo más paquete de la noche. Pero si lo veías durante el día, era decadente. Fanático de Boca, líder de una agrupación xeneize, don Luis quería presentarme a Macri. Es un buen tipo, me decía. Y creo que, salvo este baño de maldad que a veces da el poder, estoy aún de acuerdo. Le descuento al concepto la conferencia del martes. Allí, en un lugar que me resultaba irreconocible al verlo a la luz del día, Macri me contó los planes que tenía. Lo de siempre, pero dicho con entusiasmo y humildad. Cuando ya era el presidente de Boca invitó a algunos periodistas deportivos para mostrar las obras que estaba haciendo, en medio de frustraciones deportivas que lo opacaron hasta la llegada de Carlos Bianchi, el hombre que realmente construyó un presidente. Creo que después viene lo del cuadro de Severi. Macri tenía una custodia importante, y me convertí en pasajero de su caravana hasta Quilmes, donde vivía el gran artista. Un auto adelante, nosotros en el medio y otro atrás. ¿Cómo se podía vivir así? Regateó el precio del cuadro cuando decidió adquirirlo, según me contó después, y me pareció que lo hacía como si tuviera el vicio de ganar hasta en esa pulseada, con un hombre que todo lo que quería era ver su magnífica pintura en las paredes del Museo de su amado club. Alguna broma le hice al respecto. “No es mi plata, es la de Boca”, me dijo. Lo cierto es que aquel mediodía, cuando vi el rocío en las pestañas de Severi, porque el cuadro había emocionado a todos, sentí una inevitable gratitud por Macri. Aquel día de Quilmes, al volver, o algunos días después, almorzamos. Más adelante, Macri me invitó a desayunar en la confitería Rond Point frente a la que se accidentó Julio Sosa. Esa charla fue más tensa, luego de la sociabilidad de rigor. -Me están pegando bastante, ¿qué es lo que pasa? -Usted dijo que iba a cambiar la AFA, que pensaba adecentarla, que no se iba a limitar a ganar un campeonato con Boca. Y lo vemos a los pies de Grondona. -Víctor Hugo, usted me va entender esto: detrás de Grondona, está Clarín, ¿qué puedo hacer? Cuando por primera vez ganó las elecciones en la Capital, me invitó otra vez a esa confitería de la avenida Figueroa Alcorta. Era de tardecita y estaba organizando su gobierno. -Lo voy a sorprender -tenía la tensión amable de quien avanza hacia algo muy difícil de lograr-, pero escúcheme primero, déjeme hablar. Macri me estaba ofreciendo la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Quise interrumpir, y sin dejar de hablar, interpuso una mano. “Espere, déjeme terminar”. El creía que mi apego al teatro y al cine y el hecho de ir seguido al Colón me convertían, ante la mirada de los demás, en un hombre culto. Yo movía la cabeza negando, y él mantenía una idea que se iba eclipsando a medida que sus propias palabras tropezaban con el error. Lo que él quería que entendiese es que uno puede pensar como quiera, pero la gestión es otra cosa. De mi lado, alzaba el escudo de la incapacidad para manejar un quiosco, siquiera. No he sido ni jefe de deportes, en serio, le retrucaba. Esa vez la charla transcurrió al revés. Primero los bifes, el asunto central, y luego la conversación de cualquier cosa. Allí, ya lejos del asunto principal, tuve una curiosidad. - Mauricio, doy por descontado que usted me ofreció ese cargo de buena fe, sin ninguna otra intención. ¿Por qué lo hizo, sabiendo que soy de otro palo y que, como le dije, hay gente que lo mataría si yo aceptara? - La verdad, la pura verdad, es que no tengo equipo. Es espantoso. Sólo tengo a Rodríguez Larreta y a una piba que es una genia -nombró a Maria Eugenia Vidal-, que es una máquina de trabajar. Y por ahora, créame, no mucho más que eso. Nadie agarra viaje o nadie me convence. Los que podrían ayudar, como usted, no quieren ni hablar. Usted es el tercero o cuarto con el que hablé para Cultura. No quieren, no sé qué hacer. Macri no se pudo presentar como candidato a presidente en las siguientes elecciones. La formidable operación de Clarín contra el gobierno de Cristina Fernández aún no había cavado en el alma 15 de enero de 2016 / 744 Caras&Caretas 9 de mucha gente un pozo tan profundo que sólo se podría llenar con la lluvia o con lo que cayera. Pero en el camino, Macri mejoró la performance. Alentados a luchar contra el Estado tal como lo iban diseñando los Kirchner, los privados fueron afilando los colmillos, encontrándole la vuelta al asunto. Se fue perfilando como un dibujo distraído en la servilleta del bar, el acceso masivo de los ceos, que en estos días, dando forma a la síntesis del zorro y el gallinero, se quedaron con el gobierno. El poder real se hizo cargo del poder político. Un día me invitó a la Legislatura. Estábamos charlando mano a mano cuando apareció Rodríguez Larreta, que venía de la calle, como apurado. De pie, le dio un toque de saludo a Macri, pero se dirigió a mí: -Está casi listo lo de la villa, así que tiene que cumplir con la promesa de venir a la inauguración. Meses antes, desde una cabina de San Lorenzo, había criticado la inundación de las calles entre el estadio y la villa 1-11-14. Rodríguez Larreta escuchó ese domingo, y en un reportaje posterior comprometió obras que corregirían el problema. Por mi lado, le había prometido cubrir la noticia desde allí, lo cual sucedió cuando presentó una parte de las obras y estábamos trasmitiendo con un móvil. “¿De qué hablan? ¿Qué villa?”, preguntó Macri, interesado en el diálogo. - De la 1-11-14, hemos avanzado muchísimo, dijo Rodríguez Larreta. - ¿Qué tenemos ahí? - Era un desastre, prefiero que te cuente Víctor Hugo, dijo Rodríguez Larreta, y lo invitó a escucharme. Le describí aquello que había mencionado en la trasmisión de fútbol. -¿Y cuánto cuesta eso?, preguntó Macri. -Tres millones, un poquito más quizás, dijo Rodríguez Larreta. - ¡La pucha! Macri enarcó las cejas y apretó los labios con un gesto de pura satisfacción. Esto marcha, ¿ve? Las charlas privadas de los periodistas con hombres públicos importantes son irrelevantes. Es un ejercicio de usted ahí y yo aquí, pero cordial. Suelen describir cuánto hacen y se esfuerzan, y el invitado acompaña con preguntas que sólo sirven para que la plática avance. La prensa hace méritos, el periodista sabe que accederá más fácil al reportaje en los meses siguientes, el político debilita al interlocutor. Excepcionalmente puede haber tramos un poco más picantes. Recuerdo dos almuerzos más, en los años 2012 y finales de 2013 o comienzos de 2014, ambos en Barracas, en unas oficinas nuevas del gobierno de la ciudad. A la primera fui con un gerente de apellido Yocca y a la segunda con la periodista y jefa de programación de entonces, Fernanda Lencinas. Esa sería la última ocasión de un diálogo abierto y franco con Mauricio Macri. Ya había transcurrido la mayor parte del almuerzo y no se había hablado nada que valiese la pena. Pero la comida era una de las más deliciosas que probé en mi vida, y la elogié, como ofreciendo un centro. - Bueno, Víctor Hugo, dígame, ¿qué le pasa conmigo? - Magnetto, pasa, y usted lo sabe. - Pero déjese de embromar con Magnetto, siempre lo mismo, ¿qué tiene que ver Magnetto en 10 Caras&Caretas 744 / 15 de enero de 2016 todo esto, y qué tengo que ver yo con este señor? - Que le da todo, le dio Boca, las computadoras de los pibes, todo. - Pero eso fue una licitación, ¿qué puedo hacer yo? - La escribió Clarín esa licitación. Nadie más pudo entrar. ¿O entró alguien? - Pero usted se olvida que los tipos tienen todo, están más preparados que nadie, ¿qué puedo hacer yo con eso? Es una cosa limpia, quítese de la cabeza cualquier otra cosa, no le dé más vueltas. -¿Usted entiende que un medio periodístico está para fiscalizar, no para ser socio de un gobierno?, le dije. Imagine que el New York Times le vende computadoras a la ciudad de Nueva York, ¿en qué cabeza cabe? Le Figaro no le vende las computadoras a París. No se puede ni empezar a hablar. Ahora Macri, ya presidente, le ofrece a Magnetto hasta lo que no le hace falta. En ese altar del verdadero poder, declina la República que había prometido mejorar. Regalos a un dios inca para que no venga la tempestad. Saltando sobre un pie y ahora el otro, con las manos arriba, inclinándose, ahora sí y ahora no. Con un decreto de Necesidad y Urgencia intenta abolir la mejor y más pura de las leyes de la democracia aún en construcción y ahora devastada por un huracán que le vuela las chapas. La ley de medios ya no es una enemiga peligrosa para Clarín, que pudo reírse todos estos años con sus jueces cautelares socavándola. Pero Macri le dice al gran maestre de la corporación que va por más, como el caza- dor que ahora apunta con una rodilla apoyada junto al cuerpo del animal que acaba de matar. El decreto es una burla cruel a los propósitos reguladores de la ley. Abre las compuertas de nuevo. Vamos con la libertad. Clarín en una Ferrari y los otros medios en carros tirados por caballos. Todos compran y todos venden lo que quieren. Hagan juego señores. El que gana, gana, qué se le va a hacer. Más democrático no puede resultar el asunto. Hay una larga entrevista de 2011 en el programa Bajada de Línea, que está en mi página [victorhugomorales.com.ar], que no he visto por mucho tiempo, pero contiene la evidencia de un buen trato, mucho más acá de la ley de medios, que él, repitiendo la invención de Clarín, ubica como la fecha de un cambio, que en todo caso se produjo en el gobierno de entonces. Macri intenta cobrar cuentas tomando parte del poder impune del Grupo, y se comporta bien lejos de la conducta del hombre que supo bancarse el Topo Gigio que le hizo Riquelme, o el increíble desplante de Bianchi, quien se levantó abruptamente de una conferencia de prensa durante la que discrepaban y lo dejó solo, con el gesto de un chico que no entiende la penitencia impuesta. Este no es Macri. O sí, pero no lo habían soltado. Después del gobierno de una mujer muy fuerte, como Cristina, Macri es el emergente inmediato del mundo de varones al que pertenecemos. Y siente que debe tener los pantalones puestos, aunque por ahora meta las dos piernas en una. Vio en Cristina la personalidad que quiere para sí mismo. Ser o no ser, una vez más. Macri presidente: ¿Los Soprano al poder?* D icen que decía Perón que si uno quería entender el mundo moderno había que leer Cosecha roja, de Dashiell Hammett. Pero eso porque Perón todavía no había visto la saga de El Padrino, de Coppola-Puzzo. Sobre todo la primera, en la que una escena ilustra como nada el nacimiento del mundo moderno. Es cuando Michael (Al Pacino) toma el poder, o se anuncia para hacerlo. Herido el viejo en un atentado de famiglie rivales, los hijos, reunidos, debaten qué hacer. Sonny (James Caan) quiere iniciar una guerra. Tom, il consigliere (Robert Duvall), trata de calmarlo, cuando Michael, el más chico todavía, el héroe de guerra, recién golpeado por el jefe de Policía de Nueva York, propone asesinarlo. Todos se ríen. Creen que es algo personal, y le dicen aquello de que “son sólo negocios”, y luego le explican por qué no se podía matar un jefe de Policía. Es ahí cuando Michael les hace la pregunta que inaugura el mundo moderno: “¿Para qué tenemos los diarios?”, y les explica: “Matan jefe de Policía envuelto en narcotráfico”, y allí, así, los dueños de los fierros descubren algo más poderoso y letal que los fierros: los medios. En ese momento de la película y del mundo, todo lo demás se vuelve pasado pisado. Por fin la democracia mostraba su talón de Aquiles. Como un escalpelo que así mata como cura, la libre expresión podía resultarles muy útil. Ahora, así, era posible participar en política, promover senadores, incluso poner presidentes, y hasta ser condecorado por el Vaticano. ¿Para qué tenemos los diarios? De igual forma el poder económico que en los años 70 arrastró a los militares latinoamericanos a un oprobio infinito (por lo pronto, ya lleva casi medio siglo), descubrió un día que había algo mejor, más efectivo que los fierros: los medios. Y entonces los compraron. Y así como alguna vez la dominación económica reemplazó la ocupación militar, ahora ya no precisaban encañonar a la masa, reprimirla: bastaba intoxicarla intelectualmente, confundirla, proyectar, contra la tela en blanco de su apuro cotidiano en la lucha por la supervivencia, una película de la realidad. Como en la caverna de Platón, igual. Era la democracia. Su talón de Aquiles. En nombre de la libertad de expresión, se podía levantar incluso un monopolio mediático más poderoso que la verdad. Mejor, peor: se podía sustituir la verdad, y poner algo más conveniente en su lugar. De ahí a elegir parlamentarios, ministros, jueces y presidentes, era sólo cuestión de volumen. De crecer. De comprar y tener más medios, hasta convertirse en un Estado paralelo. Como una mafia. El mejor ejemplo, por perfecto, sería la Argentina, en donde, como en ningún otro país del mundo, un conglomerado periodístico se adueñaba de pronto de todo el papel para diarios de un país. Nadie se había atrevido a tanto. Dicen también que decía Perón que fundó Telam porque la gente no conocía China sino lo que le contaban de China, y que entonces era mejor ir a China. Así también Magnetto comprendió que, si eran dueños de todos los medios, la gente no conocería la realidad, sino lo que ellos le contaran de la realidad. Y clavó sus colmillos en nuestro talón de Aquiles. En 1977, a cambio de encubrir el genocidio, se quedó con todo el papel del país, y a partir de entonces fueron la realidad. La verdad. Alfonsín se les opuso, y se lo comieron hasta deshacerlo. Menem les soltó la correa y les entregó los medios audiovisuales. En 2002 Duhalde les pesificó la deuda y los salvó del desastre al precio de todos nosotros. Entonces llegó Néstor Kirchner y les entregó lo que les faltaba: todo el cable. Cristina los enfrentó. Así lo pagó, lo paga y lo pagará. No habrá respeto ni piedad con ella, como sí los tuvieron con auténticos asesinos, con verdaderos corruptos, con indiscutibles dictadores. Cristina será un ejemplo para cualquier otro que se atreva. (Pero la monstruosidad de su enemigo da la estatura de su coraje). Ahora volvieron y se quedaron con todo. La Capital, la provincia, el país... Metieron uno de sus abogados en la Corte Suprema, uno de sus gerentes en la Ansess, otro en el Incaa, y siguen y comen... ¿Para qué tenemos los diarios? Trabajaron duro, sin descanso, sin reparar en ningún código de ética ni en nada; entre injurias y mentiras se jugaron el poco prestigio periodístico que tenían, fueron por todo, y por fin, por prepotencia de volumen, y un pelito de votos, consiguieron imponer su muchacho. Un socio. Un empresario multinacional de larga trayectoria en el saqueo del Estado. Uno de los nuestros, diría Magnetto, después de preguntarse, sonriendo, ¿Para qué tenemos los diarios? Hablando de diarios, el último domingo, en Página 12, el incontestable Horacio Verbitsky cierra su columna lacónica, dramáticamente. “Así como Sebastián Piñera aprovechaba cada contacto bilateral con CFK para plantear los reclamos de la línea aérea LAN en la Argentina, Macri utilizó su primer encuentro con Dilma Rousseff para solicitar que se reviviera el crédito del banco brasileño de desarrollo para el soterramiento del Ferrocarril Sarmiento. Piñera era el principal accionista de LAN, y aunque había colocado esas acciones en un fideicomiso, seguía gestionando a favor de la compañía chileno-estadounidense. Del mismo modo, Macri tiene interés directo en las obras del Sarmiento, que están a cargo de un consorcio integrado por la constructora brasileña Odebrecht, la española Comsa, la italiana Ghella y la argentina Lecsa. Las dos últimas forman parte del grupo que conduce el nuevo jefe de la famiglia Macri, el primo Angelo Calcaterra, hijo de la hermana de Franco y Tonino Macri, María Pía”. Esperamos una semana la desmentida. Nadie dijo nada, y decidimos comentarlo. Porque si fuera verdad, sería como si Tony Soprano llegara a la Casa Blanca. *Por Daniel Ares Texto tomado de elmartiyo. blogspot.com.uy 15 de enero de 2016 / 744 Caras&Caretas 11
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