PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN XX CONGRESO NACIONAL DE CONCAPA RESOLUCIÓN GENERAL ALICANTE, 16 A 19 DE OCTUBRE DE 2014 PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN INTRODUCCIÓN PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | Con la promulgación de la Constitución de 1978 la educación se constituyó como un derecho fundamental de los españoles. Su artículo 27 reconoce el derecho de todos los españoles a la educación, garantizando que será obligatoria y gratuita en sus niveles básicos, entre otras cosas. Sin embargo, el pacto constitucional que permitió cerrar el texto del artículo 27 de la Constitución Española, fue el primero y el último que ha visto nuestra sociedad en esta materia. Desde entonces, el sistema educativo español ha sido objeto de continuas reformas que han impedido no solo la estabilidad estructural, también la concreción de un modelo permanente que diera respuesta adecuada a las necesidades de nuestros alumnos. 1 Los cambios de gobierno producidos en España desde aquel año 1978 han traído consigo –prácticamente todos ellos- una modificación del sistema educativo, viera ésta la luz o no, como la impulsada por el Ministro Otero Novas en los gobiernos de la UCD. Esta continua alteración del modelo educativo de nuestro país no ha sido siempre consecuencia del cambio de color del gobierno, de la alternancia política consustancial al sistema democrático. En no pocas ocasiones se ha producido por el simple cambio de responsable político, por una modificación en la composición de un gobierno. Se ha transmitido a la sociedad, pues, el mensaje de que la educación es el ámbito principal de la lucha política, el terreno de juego de la confrontación partidista, lo que nos ha llevado a perder su concepción de derecho fundamental de las personas y de elemento esencial para la construcción de un futuro como sociedad y como Estado. De tal forma ha ido calando esta situación que, como señalamos al principio, nunca más ha sido posible un mínimo consenso en materia educativa entre las fuerzas políticas españolas. Como los arrieros del refrán, unos y otros han venido esperándose, por turno, para impedir cualquier impulso que hiciera vislumbrar siquiera la remota posibilidad de algún acuerdo educativo. Y a la par, la propia sociedad, comenzando por las organizaciones que representamos a sectores sociales comprometidos con la educación y la enseñanza, nos hemos dejado contagiar y hemos permitido que algo esencial para el desarrollo personal y social, como es el sistema educativo, haya quedado en manos de los políticos. Alineados o no con las tesis de los distintos partidos políticos, más o menos comprometidos con las propuestas de uno u otros, no hemos sido capaces tampoco de establecer un proceso de colaboración que nos llevara a fijar, al menos, unos requisitos mínimos comunes para configurar el sistema educativo y poder exigirles a los responsables políticos su implantación. No que lo lideren, sino que lo ejecuten. En el proceso que tanto hemos echado en falta, hemos de considerar también que las organizaciones que representamos a los padres de alumnos no hemos sido los menos activos. De hecho, en la última ocasión que se planteó tal posibilidad, las principales organizaciones de este sector social fuimos las últimas en renunciar a su consecución. Tal vez, porque a diferencia de otras organizaciones no tenemos más intereses que la mejor educación posible para nuestros hijos, sin pretender otros logros de carácter empresarial, laboral o político, que parecen encontrarse en el núcleo existencial mismo de otros colectivos que habrían de participar del proceso. Ciertamente, el momento social, económico y político no parece el mejor. La crisis económica que vivimos está condicionando de forma exagerada la acción política de todas las Administraciones, no solo en nuestro país. El déficit económico y presupuestario probablemente no permitirá contar con los recursos mínimos necesarios para impulsar estas acciones. Las propias organizaciones que nos representan están sufriendo una situación muy difícil, resistiendo de manera casi heroica la falta de apoyo –a pesar de imponerlo tanto las leyes educativas como las que regulan el derecho de asociación- y sobreviviendo a duras penas, como para afrontar un reto de tal magnitud, al que deben dedicarse esfuerzos que no están al alcance de quienes desempeñan esta actividad de forma verdaderamente altruista, pues no existen beneficios inmediatos, directos y personales como los que sí animan a otras entidades representantes de otros sectores sociales. En esta línea no es menos cierto que tampoco la situación política ayuda. Perdidos en confrontaciones partidistas o localistas, nuestros representantes políticos olvidan su deber de servir a la sociedad con demasiada facilidad. Ello está provocando, por otra parte, la aparición de nuevas formaciones políticas que bajo una bien estudiada apariencia de regeneración están sirviendo de cauce de entrada de planteamientos colectivistas, que constituyen un verdadero peligro para la integridad y la consideración de la persona y que, consecuentemente, antes pronto que tarde atacarán con ahínco el sistema educativo para forzar un cambio destinado a impulsar un modelo nuevo que contribuya a construir la sociedad a la que aspiran, absolutamente alejada de los valores que hasta hoy nos son comunes y, sobre todo, de los que inspiran a una organización de marcado carácter católico como la nuestra. Lo que hace más urgente, si cabe, la construcción de un pacto social por la educación, más allá de las PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | En todo caso, está por explorar la vía que se abre a partir de la consideración que se desprende del párrafo precedente. Que cualquier intento de acuerdo, pacto o consenso nazca entre aquellos que no presentan más interés colectivo que la mejora del sistema educativo y, con él, del proceso de enseñanza y aprendizaje que han de seguir nuestros hijos. A partir de aquí no existe razón alguna para limitar las incorporaciones al acuerdo. Pero habrá unas condiciones mínimas innegociables para aquellos que no sean los impulsores y a las que habrán de adherirse, lo cual no significa que no puedan incorporarse al consenso pretensiones que resulten de sus propios intereses sectoriales. 2 dificultades que nos encontramos y aún nos encontraremos, pues ha de servir también de barrera frente a una concepción de la sociedad que únicamente trae la destrucción de la persona, material y espiritual. ELEMENTOS BÁSICOS PARA EL PACTO PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | La necesidad de un pacto social y político por la educación es un elemento común a todos cuantos participamos del sistema educativo, a cuantas entidades y organizaciones representan los derechos e intereses de los diversos sectores sociales implicados. Al menos, en la expresión pública de sus objetivos y de sus reivindicaciones. Porque en el momento en que surge con mayor fuerza esta demanda, en el instante en que se manifiesta su oportunidad con mayor presencia, no faltan quienes se posicionan en contra del mismo si no se procede a suprimir alguno de los factores esenciales que conforman nuestro actual sistema educativo. A nadie medianamente avisado se le escapa como al plantearse cualquier intento de acuerdo social, determinadas organizaciones expresan su oposición –antes incluso de cualquier intento de discusión o negociación- si no se garantiza alguna de sus demandas, por ejemplo, la eliminación de los conciertos educativos. Algo que, evidentemente, imposibilita la consecución de cualquier pacto, pues existen cuestiones que son indiscutibles. 3 En este mismo sentido, debemos considerar que habrá algún elemento de relevancia para otras organizaciones de nuestro mismo sector social, para otras organizaciones de sectores sociales distintos de los padres de alumnos, que nosotros habremos de respetar incluso cuando sean opuestos a determinados valores o principios que asumimos. Tendremos que realizar una tarea previa para discernir cuáles serán las verdaderas líneas rojas infranqueables y en qué cuestiones, por más que inicialmente nos opongamos a ellas, podremos adoptar una mayor flexibilidad y ceder en bien del acuerdo. Consecuentemente debería fijarse, como punto de partida y como marco general de cualquier posible pacto o acuerdo, el artículo 27 de la Constitución. El consenso alcanzado en el periodo constitucional ha de conformar, pues, el territorio de construcción de un amplio acuerdo. No se trata de dinamitar lo que fue aceptado por el conjunto de los españoles como marco general del sistema educativo, sino de establecer un desarrollo al margen de la imposición de las mayorías políticas, como hasta ahora hemos vivido, de construir una estructura para el sistema educativo con vocación de permanencia más allá del voluntarismo partidista de cada una de las reformas que hemos venido soportando. A este fin, por tanto, el marco en que debe desenvolverse un posible pacto deberá estar delimitado por los preceptos contenidos en el mencionado artículo de la Carta Magna que se citan a continuación y entendidos en la forma que asimismo se expresa, lo que guía ya nuestras prioridades: 1. Todos tienen derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza: Nadie puede quedar al margen del sistema educativo, cualquiera que sea su edad o el resto de circunstancias personales o sociales. El sistema educativo tiene que estar abierto para el acceso de todos los españoles en cualquier momento de su vida, por razones de índole personal, social, laboral, económica o de cualquier otra causa, incluyendo el simple deseo de ampliar su formación y de adquirir conocimientos. Y que lo haga en el centro docente de su elección, toda vez que la libertad, como se contempla en el resto de apartados citados, debe ser la piedra angular de todo el sistema. 3, Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones: No se puede imponer a nadie una formación moral o religiosa contraria a sus creencias, o a las de sus padres en el caso de los menores sujetos a la patria potestad de sus mayores. Pero tampoco resulta admisible que se impida al resto adquirir la formación religiosa y moral que desean. Es más, quienes no deseen tener ninguna están en su derecho, y no deben ser obligados a ello, por más que estén poniendo límites a su desarrollo personal y vayan a sufrir una carencia importante. En este sentido, resulta esencial encontrar una fórmula que, sin imponer nada a nadie, garantice que esta formación es posible y lo es en condiciones de igualdad con el resto de la formación que se adquiere en el sistema educativo. 4. La enseñanza básica es obligatoria y gratuita: Indudablemente, ha de haber una formación, una enseñanza mínima que todos deben adquirir. Lo que no significa que todos lo hayan de hacer por el mismo camino, en iguales periodos y con idénticos conocimientos. El sistema debe contar con la necesaria flexibilidad para permitir que cada uno alcance los aprendizajes que estén de acuerdo con sus necesidades y con sus intereses de la forma más adecuada para sí mismo. Por tanto, deberá incorporarse a este concepto la educación infantil y el bachillerato o una formación profesional específica de un nivel equivalente. PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | 2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales: Si el objetivo general de cualquier sistema educativo, y por supuesto del nuestro, ha de ser el desarrollo de las personas, no pueden ser los responsables políticos quienes decidan qué se necesita y qué no se necesita para su configuración. Para lograr un auténtico desarrollo personal, la sociedad demanda una formación integral, que contemple todos los aspectos de la vida humana, a cada uno conforme a sus propias convicciones, incluso a la falta de ellas, siempre que se actúe bajo los principios que permiten la convivencia en el seno de una sociedad democrática. 4 5, Los poderes públicos garantizan el derecho de todos a la educación mediante una programación general de la enseñanza, con participación efectiva de todos los sectores afectados y la creación de centros docentes. La programación general no puede estar en manos exclusivamente de los poderes públicos, ni ser instrumento para coartar la libertad; al contrario, debe servir para garantizar que todos puedan acceder a la formación que desean y en el centro escolar de su elección. A este fin, los poderes públicos no podrán establecer elementos que distorsionen el sistema, sea a través de la creación de centros en base a criterios políticos o mediante mapas escolares forzados y de tinte claramente dirigista, por poner algunos ejemplos que son ya sobradamente conocidos. Debe ser la sociedad, a través de sus organizaciones representativas la que fije los criterios de actuación, por otra parte ya definidos por estos mismos preceptos constitucionales, limitándose los gestores a llevar a cabo estos planes. PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | 6. Se reconoce a las personas físicas y jurídicas la libertad de creación de centros docentes, dentro del respeto a los principios constitucionales: Para que este precepto adquiera toda su capacidad, deberían crearse mecanismos que permitieran apoyar económicamente la construcción y puesta en funcionamiento de todo centro docente que se instale, al menos en zonas geográficas de baja oferta educativa, bien con medidas financieras bien con medidas urbanísticas, no solo limitándose a una autorización administrativa que, por sí misma, no garantiza la supervivencia del centro en cuestión. En cualquier caso, como no puede ser de otra forma, estos centros deberán respetar los principios que rigen nuestra convivencia social, siendo éste el único requisito exigible para su apertura y puesta en funcionamiento. 5 7. Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que la ley establezca: Es evidente que el profesorado es el personal al que se ha otorgado una capacitación para desarrollar los procesos de enseñanza y aprendizaje, los técnicos sin cuyo concurso difícilmente se podría desplegar el sistema educativo hasta los niveles que actualmente ha alcanzado y, por ello, han de participar de pleno en el sistema. Por su parte, los padres, como primeros responsables de la educación de sus hijos, como máximos interesados en que ésta se lleve a cabo de la mejor forma y con la mayor calidad posible, atendiendo a su obligación de conocer qué se enseña, quién lo enseña y cómo lo enseña, aunque solo sea por vigilar el trato que reciben sus hijos, han de tener un peso importante en todas las decisiones importantes en la gestión de los centros docentes. No se trata de que se conviertan en directores pedagógicos de las escuelas, ni siquiera administradores ejecutivos, ni en que rehagan los programas escolares que se desarrollan en el aula, pero sí de que su participación sea algo más que testimonial y cuente con la influencia necesaria en la adopción final de las decisiones más relevantes. Entre la simple presencia figurativa y el poder de decisión hay un amplio abanico de posibilidades para establecer un régimen de participación que garantice los derechos de todos. 9. Los poderes públicos ayudarán a los centros docentes que reúnan los requisitos que la ley establezca: Este precepto precisa de una interpretación amplia. Tanto en lo que se pretende integrar en él como en el concepto de “ayuda”. Una ayuda que no ha de ser exclusivamente financiera, que no deberá distinguir los centros en función de su titularidad, sino de acuerdo con el servicio que prestan a la sociedad, con sus necesidades materiales o demográficas, con circunstancias excepcionales que inciden puntualmente en los procesos educativos, etc. Este apartado no podemos entenderlo referido exclusivamente a la concesión de subvenciones, a la firma de convenios o conciertos para financiar la enseñanza obligatoria y gratuita, sino como un mandato para garantizar que todos los centros contarán con los recursos necesarios para desarrollar convenientemente su labor, sean de quien sean, estén donde estén. Sin olvidar que estas ayudas no están encaminadas a la supervivencia del centro, sino a garantizar el derecho a la educación de los ciudadanos. Además de estas cuestiones contempladas en el artículo 27 de la Constitución, hay otro aspecto que también debería incorporarse a un posible acuerdo general. Deberá contemplarse algún mecanismo que permita velar por la contención en la producción legislativa, limitando el continuo y cambiante torrente de normas legales que tanto influye en que no se dote de la necesaria y tantas veces reclamada estabilidad. No solo en el sentido del cambio permanente de estructura, materias o aspectos generales, sino incluso y muy especialmente en el contenido del currículum específico de cada asignatura. Los cambios tienen que ser escasos, pues deberán obedecer únicamente a cambios habidos previamente en el conocimiento técnico o PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | 8. Los poderes públicos inspeccionarán y homologarán el sistema educativo para garantizar el cumplimiento de las leyes: Pero no solo para garantizar el cumplimiento de las leyes. La homologación supone que la enseñanza cuente con unos contenidos básicos comunes para todos los españoles, por lo que cualquier intento de desarrollar un modelo al margen del generalmente establecido, debe tener una respuesta inmediata de los poderes públicos, incluso frente a otros poderes públicos. A diferencia de lo que ocurre hoy, la Alta Inspección del Estado debe ser un órgano con capacidad para efectuar el control y la vigilancia de cómo las demás administraciones llevan a cabo sus tareas, para actuar en caso de que haya una desviación flagrante con respecto al modelo general, y no mantenerse como hasta ahora lejos de cualquier clase de conflicto por el único motivo –no pocas veces reconocido- de que los partidos políticos son como los arrieros y habrán de encontrarse en el camino, es decir, un hoy por ti mañana por mí. 6 científico, a nuevos modelos teóricos o a planteamientos intelectuales nacientes que, en todo caso, habrán de contar con una amplia aceptación de la comunidad científica internacional dentro del correspondiente campo del saber humano. RECONSIDERACIÓN DE LA ESTRUCTURA DEL SISTEMA a) Organización del sistema. PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | Habida cuenta de la afectación que para la organización y la estructura del sistema educativo conlleva la permanente confrontación política y los cambios legislativos siempre interesados, de carácter partidista y, en no pocas ocasiones, sectarios, sería conveniente considerar la posibilidad de acordar una estructura básica que no sea objeto de modificaciones. Una estructura que debería contemplar la amplísima demanda social –eso sí, mayormente inclinada a un tercer curso del bachillerato- de incorporar un año más, extendiendo la educación obligatoria entre los 3 y los 18 años. 7 No obstante, dada la diversidad de enfoques, el año adicional se podría incrustar entre la finalización de la actual educación secundaria obligatoria y el bachillerato –lo que satisface la demanda de más de una perspectiva-, con un carácter flexible que permita fijar sus contenidos en función de la orientación futura de los estudiantes. Es decir, que este curso adicional debería servir tanto para preparar el acceso al bachillerato como a la formación profesional. Incluso, cabría la posibilidad de considerar la configuración de dos bachilleratos. Un bachillerato universitario o académico, enfocado a la continuidad de los estudios superiores, y un bachillerato profesional, con vistas al acceso a una renovada y prestigiada formación profesional. En este sentido, cabe señalar que la estructura propuesta ya avanza en este sentido de prestigiar la formación profesional, al dotar de una denominación compartida a la titulación que se obtiene a la finalización de esta etapa. No sería tampoco un perjuicio para el acuerdo la posibilidad de reconsiderar la denominación de las distintas etapas educativa. No obstante, se puede apostar por mantener las actuales, con la única diferencia de eliminar el término “obligatoria” en la denominación de la educación secundaria. b) Contenidos. Teniendo en cuenta que demasiadas veces se producen confrontaciones por la mera denominación de las materias que se estudian, y no digamos ya por sus contenidos, no resulta descabellado crear unos bloques de formación –Lingüístico, Científico, Ético-Moral, Artístico, Tecnológico, Deportivo…, dicho sea a modo de simple sugerencia-, cada uno de ellos dividió en materias específicas (a título de ejemplo: el bloque Científico contendría materias como Matemáticas, Física, Química,, Biología, Geología…). En todo caso, se impone fortalecer los contenidos básicos de la educación primaria, reforzar las conocidas como asignaturas troncales y eliminar del currículo los contenidos innecesarios o accesorios que se han venido acumulando a lo largo de las últimas décadas. La educación vial, la educación para la salud, etc. son claramente contenido propio de actividades extraescolares, que contribuyen a formar a las personas y evitan la picaresca de reforzar los contenidos escolares fuera del tiempo dedicado a ello. Respecto de las competencias de las distintas administraciones que intervienen, conviene precisar un factor esencial, que además compartimos con la otra gran organización nacional representativa de los padres. Esto es, el sistema debe estructurarse de forma que la Administración del Estado asuma un papel vertebrador y de cohesión social en el marco del sistema educativo, siempre que su desarrollo suponga la igualdad de derechos en todo el territorio nacional. Pues resulta requisito imprescindible que el resto de las administraciones, y principalmente las de las Comunidades Autónomas asuman ese marco legal diseñado por el Estado. Específicamente, en la formación de carácter profesional, hay que establecer mecanismos que permitan desarrollar y potenciar desde ahora mismo un sistema de formación profesional planificado de conformidad con las previsiones en la evolución del mercado de trabajo, facilitado el acceso a grados superiores y a la misma universidad. O sea, deberá acabarse con la extendida práctica de implantar ciclos en función de intereses sociales, particulares o coyunturales, individuales o colectivos, y especialmente electorales, decidiendo su puesta en marcha por una auténtica necesidad, urgente o futura, de satisfacer las demandas del mercado laboral, contribuyendo a ofrecer una salida digna a los estudiantes. Esta actuación tiene que contribuir igualmente a que, por fin, nuestro país cuente con una formación de carácter profesional valorada por la sociedad. PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | En la distribución competencial –asunto primordial en un Estado descentralizado- correspondería a la Administración General del Estado la fijación de los contenidos de cada bloque por materias específicas en cada una de las etapas, así como el montante horario total de la etapa para cada bloque. Las Comunidades Autónomas decidirían sobre la distribución a lo largo de los diferentes cursos escolares de las materias específicas, siempre sobre la base de que haya al menos dos materias (o el número de ellas que se estime apropiado) de cada uno de los bloques en cada curso escolar, y sobre el horario semanal de las mismas, teniendo en cuenta que deberá dejar un mínimo de dos horas semanales libres, a fin de que los centros, en uso de su autonomía –que deberá garantizarse-, complementen la formación de sus alumnos. Un complemento que podría ir encaminado en alguna de estas direcciones: a la incorporación de materias no previstas o no agregadas por la autoridad autonómica o hacia la ampliación de contenidos de las que hubieran sido fijadas por los poderes públicos competentes, lo que facilita la fijación de un tipo de actividades extraescolares como las anteriormente señaladas, pues hace innecesario recurrir a este espacio para reforzar determinadas materias. 8 c) Financiación del sistema. La educación debería contar con un modelo de financiación regulado y permanente, a ser posible mediante la elaboración y promulgación de una ley de financiación, que contemple incluso la posibilidad de establecer un mínimo de gasto público en porcentaje sobre el Producto Interior Bruto (PIB). Ello permitiría dar estabilidad, pero sobre todo establecer una fórmula de cálculo y, en caso de proceder de la traslación de un pacto o acuerdo de amplia base social, consagrar unos principios de distribución presupuestaria equitativa, eficaz, eficiente y que atienda a las necesidades de los alumnos y de los centros educativos, no a los intereses de los grupos políticos con responsabilidades de gobierno ni a sus planteamientos electorales. PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | Este modelo de financiación debe incluir una fórmula adecuada para atender el derecho de las familias a decidir sobre la educación de sus hijos, comenzando por la elección del centro en que hayan de escolarizarse. Porque no hay que olvidar –como ya apuntamos con anterioridad en este mismo documento- que no se trata de aportar fondos públicos a los centros educativos para su sostenimiento, que no está en juego su financiación o su supervivencia, por más que sea una circunstancia colateral que se ve afectada por el modelo elegido. Lo que procede y lo que el modelo de financiación ha de buscar no es otra cosa que garantizar esos derechos de los ciudadanos que, como antes decíamos, están recogidos en la Constitución y han de ser la base de cualquier acuerdo. 9 Asimismo, en la financiación del sistema deberán incluirse las becas y ayudas al estudio, así como los denominados servicios escolares, servicios que indefectiblemente van unidos a la prestación del servicio educativo, a la escolarización misma, pero que no atienden a las necesidades de los alumnos, a las circunstancias socio-económicas de sus familias, a las carencias que puedan presentar para acceder a unas mínimas condiciones o al derecho de elegir el centro para sus hijos. Responden únicamente a la titularidad del centro en que se escolarizan, siendo claramente insolidarias y no satisfaciendo de verdad las necesidades que supuestamente se pretende solventar. Es irrenunciable ya el reconocimiento del derecho que asiste a todos los alumnos de acceder a estas prestaciones en condiciones de igualdad, sin más limitaciones que su capacidad económica para hacer frente al coste de los servicios, sin tener que renunciar para ello a su derecho de elegir libremente el tipo de educación que desea y el centro escolar en que recibirla. Y aparejado al modelo de financiación del sistema educativo, un régimen de rendición de cuentas, que permita comprobar la forma en que se gasta el dinero público –no sólo en los centros públicos- y facilitar elementos de análisis para posteriores repartos presupuestarios. Pero ha de tratarse de un sistema de rendición de cuentas –digámoslo aquí yaque no se circunscriba exclusivamente a las aportaciones presupuestarias y al gasto económico, sino que deberá poner éste en relación con los resultados académicos logrados con respecto a la configuración inicial de la población escolarizada en cada centro docente. Es decir, que debe considerar no sólo las aportaciones financieras y los recursos obtenidos con ella para alcanzar los resultados logrados, sino que también deberá tener en cuenta el tipo de población escolarizada, la situación geográfica del centro y cuantas características puedan suponer un obstáculo o una ayuda para desarrollar los programas escolares, en definitiva un sistema de bonus/malus que corrija los resultados finales para hacerlos más equitativos. LA ATENCIÓN DE NECESIDADES ESPECÍFICAS a) Atención a alumnos con necesidades educativas específicas. Para que sea posible cualquier pacto educativo deben articularse programas especiales con las oportunas dotaciones de personal especializado y medios materiales en todos los centros en función de sus necesidades concretas. La mera dispersión entre los centros escolares de estos alumnos, mediante la imposición de cuotas o porcentajes de alumnos con necesidades educativas especiales escolarizados se ha demostrado totalmente ineficiente e ineficaz y, además, absolutamente conculcadora del derecho de libre elección de centro que asiste también a las familias de estos alumnos. Constituye en sí misma una discriminación absoluta por razón de circunstancias personales, al decidir los poderes públicos sobre su escolarización basándose en unas concretas características que les llevan a limitar el derecho que les asiste. Aunque en esta materia ha habido importantísimos avances que no es posible negar, existen lagunas que están aflorando con una frecuencia que se incrementa año a año de manera elevada, lagunas a las que no se les está prestando la debida atención. En particular, se viene detectando una presencia cada vez mayor –véanse los estudios al respecto del Instituto de Salud Carlos III- de alumnos que presentan problemáticas relacionadas con los Trastornos de Espectro Autista (TEA), algunos de los cuales exteriorizan grandes dificultades de detección que están induciendo unas deficiencias muy importantes en la actuación de los Equipos de Atención Psicopedagógica, principalmente por falta de formación de sus miembros con respecto a estos trastornos y también de medios materiales. Consecuentemente, la tardanza en la detección –que además suele deberse a la actuación de las familias PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | En la actualidad, la atención de los alumnos que presentan necesidades educativas específicas está guiada por criterios economicistas que están contribuyendo a conculcar los derechos de estos alumnos y los de sus familias. Con demasiada frecuencia, se está obligando al alumnado a deambular por el sistema tras los recursos disponibles para su atención, cuando deberían ser los recursos, tanto materiales como humanos, los que se fueran situando allá donde se encuentre el alumno que precisa de atención específica. 10 en servicios ajenos al sistema educativo e, incluso, a la sanidad oficial- está provocando desde la ausencia total de tratamiento hasta la utilización de recursos inadecuados, suponiendo un retraso, a veces irrecuperable, en el proceso de enseñanza y aprendizaje a que están sometidos estos alumnos. No obstante, hemos de señalar que la detección precoz de las necesidades educativas de los alumnos es una urgencia general del modelo, y no sólo de determinadas problemáticas. Es indispensable definir un sistema que permita su detección temprana –a ser posible, ya en la educación infantil- para afrontar su tratamiento con la debida celeridad. b) Departamentos de Orientación. PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | Los Departamentos de Orientación Escolar han de jugar un papel decisivo en todos los centros educativos –sin distinción por titularidad- y en todas las etapas del sistema. No pueden constreñir su actuación a la educación secundaria obligatoria, por lo que resulta irrenunciable su generalización en las etapas precedentes, muy especialmente en la educación primaria, sin por ello renunciar a la atención de las necesidades que puedan presentarse con anterioridad. 11 En su composición deben incorporarse nuevas figuras para la mejor atención de los alumnos, al menos en todos los centros sostenidos con fondos públicos, que contribuyan a que su labor tenga una mayor presencia en el sistema educativo y permita una atención multidisciplinar de los alumnos. En este sentido, debe instaurarse sin más demora la figura del Psicólogo Escolar, amplia y públicamente demandada por las organizaciones nacionales que representan a las familias dentro del ámbito de la educación. Definiendo para su introducción, si fuera preciso, un modelo formativo propio en la enseñanza superior con la creación de un grado o un máster universitario específico, según se considere más adecuado para los fines perseguidos. Como complemento a la orientación escolar, las tutorías deben verse fortalecidas y asumir sus funciones no sólo en relación con los alumnos, sino también con las familias –el entorno es fundamental en la formación-, por lo que demandamos que, en la formación para el ejercicio de la tutoría, se atienda también a la capacitación para el mantenimiento de unas adecuadas relaciones entre la familia y la escuela. En este sentido, habrá que introducir una prevención para que la atención a los padres de los alumnos permita conciliar la vida personal y laboral con el seguimiento del proceso educativo de los hijos. Que deberá complementarse por las administraciones con un compromiso para el establecimiento de un permiso laboral por el tiempo indispensable para tal seguimiento. La tutoría escolar exige, asimismo, que los centros docentes se doten de sistemas de contacto permanente, fundamentalmente a través de gestores escolares en internet. Los nuevos tiempos y el elevado desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación, en el que, como se ha dicho ya, se pretende que los centros escolares sean centros de referencia, aconsejan, e incluso exigen la implantación de nuevos métodos y sistemas de contacto y de comunicación permanente entre la familia y la escuela. MEDIDAS SOBRE EL PERSONAL DOCENTE Y NO DOCENTE a) Personal docente. El primer aspecto relacionado con el personal docente sobre el que debe actuarse no es otro que el de la formación. Tanto la formación inicial como la formación continua. La formación inicial debe garantizar que quienes accedan al ejercicio profesional cuenten con herramientas pedagógicas suficientes, no solo con conocimientos específicos de la materia o especialidad correspondiente. Éstos, sin aquéllas no pueden ser valor suficiente para permitir el ejercicio de la docencia. En estos tiempos es mucho más importante el “saber enseñar” que conocer el “qué enseñar”, pues la información y los conocimientos son hoy accesibles de muchas formas. Por tanto, consideramos muy apropiado y estamos totalmente a favor del desarrollo de eso que se ha venido en llamar el MIR docente en el proceso de formación inicial para los profesionales docentes. Todo ello complementado con una buena formación continua, que permita una constante actualización y que debe ser no solo fomentada, sino también valorada a la hora de establecer incentivos económicos. Unos incentivos que también deberían estar vinculados a la participación en actividades de innovación pedagógica. Hay un aspecto que resulta imprescindible solucionar para que cualquier pacto educativo pueda ser impulsado. La eliminación de las diferencias retributivas de los profesionales de la escuela pública y de la escuela privada, cuya supresión está PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | A nadie se le escapa que el papel del personal docente, del profesorado, es fundamental en el buen funcionamiento del sistema. Su formación como profesionales, como personal técnico encargado de impartir la educación, de llevar a cabo el proceso de enseñanza y aprendizaje, es uno de los aspectos que deben abordarse, partiendo de la idea de que, a diferencia de lo que ocurría antaño, en la actualidad la dedicación a la enseñanza no siempre responde a un sentimiento vocacional, sino que obedece, en no pocas ocasiones, al deseo de acceder a unas condiciones profesionales de altísima estabilidad, sobre todo en el caso de la escuela pública. Tanta que ejerce un tirón importante sobre los profesionales del resto de centros educativos que suelen buscar, al menos durante los primeros años de su ejercicio profesional, la forma de acceder a la función pública docente como manera de asegurar la estabilidad que en las condiciones actuales –precisamente por la ausencia de un modelo que garantice los derechos constitucionales y con ellos la permanencia de los profesionales- no se encuentra, y no se puede encontrar, en el resto de centros educativos. 12 amparada por las leyes pero que nadie ha afrontado con decisión. Sin este requisito resulta prácticamente imposible incorporar al acuerdo a casi todas las organizaciones representativas del personal de los centros educativos de titularidad privada y a algunas con presencia solo en la escuela pública. En cualquier caso, el personal docente debería someterse a unos procesos de evaluación estandarizados para todo el sistema educativo español, que deberán permitir precisamente la detección de necesidades de formación, entre otras cosas. a) Personal no docente. La enorme variedad del resto de personal que ejerce labores de carácter profesional en los centros educativos aconseja no entrar aquí en demasiadas concreciones. A cada categoría profesional se le podrían aportar cuestiones propias que podrían hacer interminable este documento. No obstante, entendemos que existe una característica común a todos ellos que debe ser recordada y que no podría olvidarse en caso de alcanzar el tan deseado pacto social. Y que no es otra que la consideración de que su función, sea la que sea, tiene lugar en el ámbito de un centro educativo, por lo que debería contar con formación suficiente para desenvolverse en este ámbito. En definitiva, que sería exigible que todos ellos tuvieran una formación mínima para relacionarse con menores. En todo caso, al igual que dijimos para el personal docente, sería algo más que conveniente la equiparación retributiva de los profesionales que trabajan en los centros escolares. PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | PLANES ESPECIALES COMPLEMENTARIOS 13 La situación de partida del sistema educativo, considerada en general y no respecto de zonas geográficas o centros docentes concretos, aconseja considerar la implantación de determinados planes de mejora que hagan hincapié en la incorporación de herramientas y enseñanzas hasta ahora no suficientemente consideradas o, cuando menos, no suficientemente incorporadas a los procesos de enseñanza y aprendizaje. En primer lugar, un Plan de Implantación de Nuevas Tecnologías. El sistema educativo, y los centros escolares en concreto, deben estar a la vanguardia en la incorporación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. La función correctora de las desigualdades sociales que se atribuye al sistema educativo debe actuar también sobre la llamada “brecha digital” que afecta a los alumnos tanto por sus circunstancias familiares como socio-económicas. Dentro de este plan es necesario considerar tanto la dotación de equipos e instalaciones de los propios centros como la utilización de herramientas tecnológicas por el profesorado y los alumnos. Una segunda cuestión que debería incluirse es un Plan de Formación en Idiomas. Existe un amplio acuerdo sobre la necesidad de mejorar la formación de los alumnos españoles en los idiomas extranjeros; las administraciones públicas vienen actuando de manera especial en la creación de centros bilingües o trilingües, según se cuente o no con idioma propio en el territorio en cuestión. Pero no se ha contrastado aún el resultado de todas estas actuaciones, que desde muchos sectores se valora como escaso. El amplio acuerdo que existe debe facilitar que se incorpore este plan, que se desarrolle convenientemente y que se extienda a todos los centros educativos del país. Y que permita lograr un auténtico bilingüismo, a la par que certifique los conocimientos y destrezas adquiridos por los alumnos, toda vez que en la actualidad no pueden acreditar sus conocimientos de manera oficial. EL SERVICIO PÚBLICO EDUCATIVO Más allá de la denominación que queramos darle, somos conscientes de que existen puntos en los que debemos ceder a planteamientos ajenos, sobre todo cuando no se trata de cuestiones fundamentales que inciden en los principios esenciales e irrenunciables que aspiramos a que se recojan. Por tanto, sabiendo que bastantes organizaciones y, muy particularmente, determinadas fuerzas políticas y administraciones no pueden prescindir del concepto de servicio público educativo, en el que engloban a los centros sostenidos con fondos públicos, pretendemos que, al menos, se incluya en él una cuestión como la que a continuación se plantea Una cuestión que no es otra que la escolarización, los baremos que están destinaos a decidir sobre qué alumnos van a terminar dónde, siempre de acuerdo con planteamientos políticos y con una gestión encaminada a limitar el ejercicio de los derechos, en particular el de la libertad de elección. Con una trampa añadida PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | Y por último en este documento, no necesariamente para finiquitar la lista de las actuaciones concretas, un Plan de Acción sobre el Abandono Escolar Temprano. El abandono escolar, que conlleva el fracaso escolar, constituye posiblemente la mayor lacra social de nuestro país. Es inaceptable que un tercio de la población no alcance unos niveles de formación mínimos. En lo individual, limita las posibilidades de desarrollo personal y supone un lastre en el acceso al mercado de trabajo. En lo colectivo, merma considerablemente el valor de la sociedad a la que pertenecen los individuos y reduce el peso y la consideración internacional del propio país. Por tanto, debe actuarse muy especialmente sobre esta cuestión con planes específicos, tanto a medio y largo como a corto plazo. El asunto es de tal relevancia que deben conformarse actuaciones inmediatas y, al mismo tiempo, han de establecerse otras acciones con mayor vista en el futuro. 14 para los centros: si esta cuestión se la presentan –y casi siempre la aceptan- como menor, pues al final probablemente contarán con un número de alumnos similar, sino idéntico, en realidad condiciona el origen de esos alumnos, en el sentido de igualar a quienes aceptan, asumen y defienden el ideario del centro, su carácter propio y con él su proyecto educativo, con quienes simplemente se limitan a cumplir la ley y respetar ese ideario. Esta situación lleva en su interior el germen de la discordia y aun del conflicto, en el mismo momento en que un centro pretenda que el ideario caracterice sus actividades y el proceso de enseñanza y aprendizaje. Por eso, nos resulta incomprensible la aceptación –casi sumisión- de muchos centros a los poderes públicos y su autolimitación a la hora de plasmar su ideario. PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | La escolarización resulta fundamental para las familias. No puede solventarse, como pretendía el intento de pacto impulsado por el último gobierno socialista, con tres propuestas mínimas. Una sobre la distribución equitativa del alumnado con especiales dificultades de aprendizaje, inmigrante o procedente de minorías étnicas o culturales; la segunda, un principio declarativo de favorecer la libertad de elección, limitado por su supeditación a la programación general de la enseñanza por las autoridades y administraciones; y tercero, que todos los centros sostenidos con fondos públicos dispondrán de los programas específicos para atender a los alumnos con necesidades educativas específicas. Y no puede ser, porque la libertad de elección, para ser real, no puede estar limitada por decisiones políticas, porque todos tienen derecho a esa libertad y no a que los escolaricen como cuota obligatoria, y porque no se trata de facilitar programas, sino recursos y medios para desarrollar esos programas en condiciones de igualdad. 15 Desde nuestro punto de vista, es preciso abandonar un modelo de escolarización que está condicionado por la zonificación, lo que convierte a los centros en viva imagen de su entorno social y vecinal. La movilidad social que exige el sistema educativo, en el sentido de propiciar la interrelación entre ciudadanos, de cualquier condición social, económica o cultural, no puede alcanzarse por el establecimiento de porcentajes de escolarización. Tampoco puede ser determinante la renta familiar. A mayor renta, se supone que hay una mayor contribución, vía impuestos, al sostenimiento de los servicios públicos, entre ellos el educativo. Si a nadie se le exige su declaración de renta para decidir si se le permite acceder a la sanidad pública o circular por una autopista, no es comprensible que sí se haga para escolarizar a sus hijos. El modelo de escolarización tiene que estar caracterizado por el ejercicio de la libertad de elección que corresponde a los ciudadanos, en su caso a la capacidad física del centro –sin olvidar que en Europa existen sistemas que amplían la gestión de determinados centros sobre otros en función de resultados y de demanda socialsi éste no desea acceder a nuevos espacios de escolarización, y, por supuesto, a la vinculación con el ideario, el carácter propio y el proyecto educativo del centro. Evidentemente, como se ha dicho, y teniendo como han de tener los mismos derechos todos los alumnos y todas las familias, cualquier centro debe poder escolarizar a cualquier alumno, y cualquier alumnos debe poder escolarizarse en cualquier centro, sin que les sea impuesto uno u otro. Esto conlleva que, de ser necesario, por sus necesidades educativas, por su origen, por su incorporación tardía al sistema o por la razón que fuere, disponga de los recursos que sean necesarios para una adecuada atención y para garantizar su progresión educativa, permitiendo así que se desarrollen los programas –también iguales- en cualquier centro, y no que por muchos programas que se les hayan concedido estén imposibilitados de desarrollarlos ante la ausencia de recursos para ello. LA PARTICIPACIÓN DE LA FAMILIA EN LA EDUCACIÓN Nadie tiene duda ya de que los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos, algo que venimos reivindicando constantemente y que debe mantenerse como un principio y un objetivo para nuestra organización. Esa responsabilidad es un derecho natural que no puede ser sustituido por los poderes públicos ni tampoco por las entidades escolares o sus profesionales. A estas alturas, es más que evidente el fracaso de los regímenes totalitarios a la hora de conformar la conciencia de los ciudadanos a través de la educación, gracias sobre todo a la educación que proporcionan las familias. Es decir, únicamente si se cuenta con la familia la labor educativa puede ser desarrollada adecuadamente. La responsabilidad educativa de las familias no hunde sus raíces en su imprescindible aportación para un resultado adecuado. Emana directamente de la propia transmisión de la vida, lo que convierte a este derecho-deber en original y primario respecto al deber educativo de los demás y, por lo tanto, como insustituible e inalienable, no pudiendo ser totalmente delegado ni usurpado por otros. Lo cual supone tanto como aseverar tres conclusiones fundamentales: 1. Nada más que en aquellos aspectos de la formación en los que la familia no tiene posibilidad de desarrollar con plenitud su labor educativa resulta legítima la intervención de terceros, y siempre por delegación de la familia. 2. Solo en cuanto la educación de los individuos contribuyen al bien común y actúa como garante de los derechos de los ciudadanos, tiene el Estado el deber de articular el sistema educativo, pero siempre en el respeto a los derechos de los primeros y principales responsables de la educación, los padres. PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | Para una organización que representa a las familias y que defiende sus intereses y sus derechos en el ámbito educativo, la cuestión de la participación social dentro del sistema educativo no es una cuestión menor. Bien al contrario, se trata de un elemento nuclear, pues está en la razón de ser misma de nuestra propia organización. En consecuencia, es necesario dedicar un apartado a ello y no como una simple reflexión de escasa entidad. 16 3. La verdadera eficacia del sistema educativo requiere como condición necesaria –aunque no suficiente- la efectiva participación de las familias que, en su ámbito, ni pueden ni deben ser suplidas por otros. Por tanto, desde los principios que se desprenden de las tres conclusiones anteriores, deberá abordarse el diseño de la participación social de las familias en el ámbito educativo. Que debe, en primer lugar, ser un freno a la cada vez mayor y más extensa injerencia de terceros, especialmente de los poderes públicos, y segundo, configurar un modelo respetuoso con los valores esenciales que se transmiten desde la familia, pues han de ser el bagaje que permita a nuestros hijos armarse contra el relativismo moral. La participación social de los representantes de las familias tiene que hacerse bajo un modelo que tenga en cuenta las necesidades de quienes no reciben ninguna compensación por el ejercicio de sus funciones y promueva su reconocimiento social, asegurando la creación de un foro de consulta y debate propio entre las organizaciones de padres y las administraciones educativas, al estilo de las que vienen funcionando para el profesorado y su representación sindical. Este foro de encuentro, que ya viene funcionando en algunas Comunidades Autónomas bajo la denominación de Mesa de Padres, debe regularse en todos los ámbitos territoriales por las respectivas administraciones. PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | En otro orden de cosas, la contribución que las familias prestan al mejor funcionamiento de los centros sostenidos con fondos públicos reclama una especial potenciación de la formación y de la financiación del movimiento asociativo de padres. Y a estos efectos resulta imprescindible la creación de planes de formación, a distancia y on-line. 17 Reconocer el papel esencial que ejercen los padres en los órganos colegiados de los centros sostenidos con fondos públicos y, en este sentido, dotarlos de mayor capacidad de influencia en aquellos aspectos que resulten esenciales para la mejora de la calidad educativa. Antes que nada, es preciso reformar la regulación legal de los Consejos Escolares de centro, dotándolos de competencias que realmente tengan una repercusión efectiva en la vida de los centros escolares. En los Consejos Escolares territoriales es preciso revisar la representación de las familias haciendo que sea adecuada a su condición de primeros responsables de la educación de sus hijos y, por tanto, no situándola por debajo de la representación de ningún otro sector social presente en ellos. Finalmente, hay un aspecto en el que las organizaciones de padres pueden y deben cooperar con las administraciones públicas coadyuvando a la integración social de las familias inmigrantes. En este ámbito, es posible desarrollar planes de integración familiar, complementarios a los que en las escuelas se destinan al alumnado, y que permitan informar y formar a quienes se incorporan a nuestra sociedad de las posibilidades que les ofrece el sistema y de sus derechos. Estos programas o planes de integración familiar, elaborados con la colaboración de las organizaciones de padres, serían implementados por éstas con el apoyo material de las administraciones, tanto educativas como sociales. En todo caso, estas acciones formativas no deberían desligarse de un planteamiento general en el que las organizaciones, con el fomento y la colaboración de las administraciones educativas, asuman un papel de entidades con vocación formativa, actuación que implicaría con total seguridad una mayor participación de los padres y una mayor implicación no solo en lo que afecte a sus propios hijos, también en la configuración del propio sistema educativo. ACLARACIÓN FINAL Comisión de Consejeros Escolares del Estado José Manuel Martínez Vega Carmen Castells Miró Miguel Ángel García Vera PROPUESTAS PARA UN PACTO SOCIAL POR LA EDUCACIÓN | Este documento responde a la necesidad de que nuestra organización tenga definidos unos planteamientos generales y unos principios básicos ante una eventual negociación para un pacto social por la educación. No trata tanto de enumerar propuestas o condiciones para ese pacto, como recopilar cuestiones que son más o menos esenciales en nuestro ideario y que debemos tener presentes a la hora de concretar cualquier propuesta. Por esto como por el hecho de estar destinado a su presentación y debate en un foro amplio como el Congreso Nacional de CONCAPA, es un documento abierto y discutible, con vocación de ser moldeado entre todos cuantos conformamos la organización e, inmediatamente después, ser sometido a consideración –aunque no sea ya en un proceso de debate directo- de las bases sociales de la organización e incluso de todos aquellos que quieran colaborar en la definición de propuestas o planteamientos, en su sintetización para el deseado y casi utópico pacto por la educación española. 18
© Copyright 2025