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QUIMICA GENERAL – 1º Año de Ingeniería Química – UTN - FRRo
UNIVERSIDAD
TECNOLOGICA
NACIONAL
FACULTAD REGIONAL ROSARIO
DEPARTAMENTO DE INGENIERIA QUIMICA
CATEDRA DE QUIMICA GENERAL
OPERACIONES COMUNES DE LABORATORIO:
Pecipitación y Filtración
OBJETO: Practicar operaciones de uso frecuente en laboratorio, tales como:
precipitación, filtración, lavado, secado, calcinación, etc.; efectuar además los
cálculos estequiométricos correspondientes a la reacción realizada.
PRINCIPIOS TEÓRICOS
1) PRECIPITACIÓN: Tiene por objeto separar una sustancia de otra bajo forma
insoluble. Esta operación se efectúa por acción de reactivos químicos o por agentes
físicos (calor, luz, etc.). La sustancia sólida insoluble que se obtiene se llama
precipitado. Los precipitados varían en su aspecto por el color y por el estado de
agregación; según éste pueden ser: pulverulentos, gelatinosos, cristalinos, etc. La
posibilidad de emplear una reacción por precipitación, fundamentalmente en análisis
gravimétrico, depende de que:
 El precipitado debe ser tan poco soluble, que no se tenga pérdidas apreciables por
solubilidad, cuando se lo separa por filtración. Las pérdidas por solubilidad del
precipitado deben ser, en la práctica, menores que el mínimo pesable en una
balanza analítica común, esto es, 0,1 mg.
 El precipitado debe tener características físicas que permitan separarlo fácilmente
de la solución, por filtración y que se pueda eliminar las impurezas por lavado. Estas
condiciones se cumplen con partículas que sean de un tamaño tal, que no pasen por
el medio filtrante, y que no las afecte el lavado.
 El precipitado debe poder transformarse en una sustancia pura de composición
química definida, lo que se logra por calcinación o por un tratamiento químico
simple, mediante un reactivo conveniente. Por ejemplo, el calcio precipitado como
oxalato (CaC2O4), se lo transforma por calcinación a 500º C, en carbonato de calcio
(CaCO3) o por calcinación a 1000 - 1200º C, en oxido de calcio (CaO); otra
posibilidad es tratar el producto de la calcinación con ácido sulfúrico y transformarlo
en sulfato de calcio (CaSO4).
 No se pueden establecer reglas generales sobre las condiciones experimentales en
que se deben efectuar las precipitaciones, pero las siguientes reglas prácticas son
de amplia aplicación:
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a) Cuando sea necesario, antes de la precipitación se debe ajustar el medio, por
ejemplo: regular el pH, agregar oxidantes o reductores, etc.
b) La precipitación debe efectuarse en solución diluida, aunque la solubilidad del
precipitado aumente los errores y la filtración y las operaciones siguientes requieran
más tiempo por ser mayores los volúmenes. De este modo se reducen los errores
debidos a coprecipitación (contaminación del precipitado por sustancias que por su
solubilidad, deberían permanecer en solución).
c) La precipitación debe efectuarse en soluciones calientes siempre que la estabilidad
del reactivo precipitante y del precipitado lo permitan. La solución a precipitar, y a
veces también la del reactivo precipitante, se deben calentar hasta ebullición
incipiente o a temperatura conveniente. Las ventajas de la precipitación en caliente
son: aumenta la solubilidad, lográndose precipitaciones completas; favorece la
coagulación y disminuye o evita la formación de soluciones coloidales; aumenta la
velocidad de cristalización, obteniéndose cristales mejor formados.
d) Los reactivos precipitantes deben agregarse lentamente, agitando de continuo, así el
grado de saturación es pequeño y se formarán cristales grandes. Generalmente sólo
se requiere un ligero exceso de reactivo; excepcionalmente es necesario un gran
exceso.
e) Los precipitados deben dejarse en digestión, es decir, dejando el precipitado en
contacto con la solución en que se formó, el mayor tiempo posible. En la práctica, se
dejan de un día para otro a temperatura ambiente, excepto en los casos de posible
posprecipitación (consiste en una precipitación, de composición diferente, sobre la
superficie del precipitado principal). En general, es preferible una digestión a baño
maría de ½ a 2 horas porque disminuye la coprecipitación y los precipitados son
más fáciles de filtrar. La digestión influye poco en los precipitados amorfos o
gelatinosos.
f) Las precipitaciones se efectúan generalmente en vasos de precipitados de vidrio
resistente, y el reactivo precipitante se agrega lentamente mediante pipeta o bureta,
mientras se agita convenientemente la solución, debidamente diluida. La adición del
reactivo no debe producir salpicaduras; se hace escurrir la solución del reactivo por
la pared del vaso o recipiente en que se efectúa la precipitación. Cuando el
precipitado haya sedimentado, deben agregarse, siempre, unas gotas del reactivo
para comprobar si lo agregado era suficiente; en caso contrario se sigue agregando
hasta que no se produzca más precipitando. Como regla general, los precipitados no
deben ser filtrados inmediatamente después de formados. Muchos precipitados,
excepto los típicamente coloidales como el oxido férrico hidratado (Fe 2O3.H2O),
requieren una mayor o menor digestión para que la precipitación termine y para que
todas las partículas sean de un tamaño tal que se puedan separar por filtración.
Durante este proceso, los vasos de precipitados se deben cubrir con vidrio reloj con
la parte convexa hacia abajo. Si es apreciable la solubilidad del precipitado en
caliente, debe enfriarse la solución antes de filtrar.
2) FILTRACIÓN: mediante esta operación se separa el precipitado de la solución
madre; tiene por objeto obtener el precipitado y el medio filtrante cuantitativamente
libres de la solución.
Los medios filtrantes son:
1) El papel de filtro
2) Los mantos filtrantes de amianto purificado (crisoles de Gooch, o de platino crisoles
de Monroe).
3) Las placas porosas filtrantes de vidrio resistente, sinterizado (crisoles filtrantes de
vidrio Pirex sinterizado), de sílice (crisoles filtrantes Vitreosil) o de porcelana
(crisoles filtrantes de porcelana porosa).
La elección del medio filtrante se rige por la naturaleza del precipitado. El papel de
filtro es especialmente apropiado para precipitados gelatinosos y para los que deben
ser calcinados a una temperatura muy alta antes de ser pesados. Los mantos
filtrantes de amianto o platino, debido al tiempo que requiere su preparación, son, en
lo posible, reemplazados por placas porosas de vidrio, sílice o porcelana. Los
primeros tienen la ventaja al ser de vidrio que son resistentes a la mayoría de los
reactivos químicos, excepto al ácido fluorhídrico y a los álcalis concentrados
calientes; se los puede secar a peso constante a 100 - 150º C y calentarse hasta
400º C, son también fácilmente lavables. Los crisoles de sílice o porcelana son
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también bastante resistentes a los reactivos químicos y tienen la ventaja de soportar
temperaturas tan altas como 1000º C.
En caso de emplearse papel de filtro son de aplicación las siguientes reglas
generales:
 El tamaño del papel de filtro para una operación en particular, depende del volumen
del precipitado y no del volumen del líquido que se debe filtrar. El precipitado total
debe ocupar, al final de la filtración, como máximo aproximadamente un tercio de la
capacidad del filtro. Los papeles de filtro más comunes son los que colocado el
papel de filtro que de 1- 2 cm por debajo del borde del embudo, nunca a menos de 1
cm.
 El ángulo del embudo debe ser de 60º y el vástago de unos 15 cm de largo, para
obtener una filtración rápida. El papel de filtro debe colocarse cuidadosamente en el
embudo, de manera que su porción superior quede ajustada contra el vidrio. No es
necesario que todo el papel se adhiera al embudo, solamente con la mitad superior
es suficiente y la filtración es más rápida.
 Para prepararse el filtro, el papel se dobla exactamente por la mitad y luego en
cuartos, figura 1 (a). Cuando va a usarse se abre el papel doblado de modo que
tres hojas del pliego correspondan a un lado, y la restante al otro lado, formándose
un cono con ángulo de 60º; se lo ajusta al embudo, se moja totalmente con agua, se
comprime contra la superficie del embudo con el dedo pulgar o índice, limpio, o con
una varilla de vidrio achatado, y finalmente se llena con agua. Si el papel se ha
ajustado bien contra la pared, del embudo, el vástago quedará lleno de líquido
durante la filtración.
Figura 1
 Una manera de preparar el filtro, preferible a la descripta, consiste en doblar el papel
primero por un diámetro y después otra vez, de modo que los extremos de las
mitades del primer doblez, no coincidan (los dos bordes extremos deben formar un
ángulo de 3-4º para un embudo de 60º); se corta a mano, la esquina
correspondiente al doblez menor, hasta un tercio del radio del papel, figura 1 (b).
 Cuando el papel se abre y se pone en el embudo, ajusta bien en la mitad superior; si
no ocurre así, debe modificarse convenientemente el ángulo del segundo doblez.
También en este caso, la comprobación final de que el filtro ha sido bien preparado
la da la permanencia del líquido en el vástago, durante la filtración.
 Preparado el papel de filtro, se lo coloca en un soporte para embudos, o se lo
sostiene verticalmente de algún otro modo, y se pone un vaso de precipitados
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limpio, de manera que el vástago del embudo toque su pared interior, para evitar
salpicaduras.
Se vierte, tanto como fuere posible, el líquido sobrenadante, sin remover el
precipitado, dirigiendo el líquido con una varilla de vidrio mantenida contra el pico del
vaso de precipitados, hacia la zona en que el filtro tiene tres hojas (ver figura 2). No
debe llenarse totalmente el filtro con la solución, sino hasta 5-10 mm del borde del
papel. En muchos casos puede efectuarse el lavado por decantación, en particular,
si el precipitado sedimenta rápidamente, o si es gelatinoso.
Al precipitado que se encuentra en el vaso, luego de haber filtrado la solución
sobrenadante, se agrega unos 20 a 50 ml de la solución de lavado; se agita y se
deja sedimentar. Cuando el líquido sobrenadante está limpio, se lo decanta tanto
como fuere posible y se lo filtra. Esta operación se repite tres a cinco veces antes de
pasar el precipitado al filtro. Primero se hace pasar la mayor parte del precipitado,
mezclándolo con la solución y vertiendo la suspención; la operación se repite hasta
que casi todo el precipitado se haya retirado del vaso. El precipitado adherido a las
paredes y al fondo del vaso se pasa al filtro tomando el vaso con la mano izquierda y
manteniendo firmemente el agitador (varilla de vidrio), apoyado en el borde del vaso,
con el índice, de modo que el extremo sobresalga 2 - 3 cm del pico; la piseta se usa
con la mano derecha. Se inclina el vaso, y se dirige un chorro de agua o líquido de
lavado contra el precipitado, para despegarlo y arrastrarlo con el líquido y enviarlo,
mediante la varilla, al filtro.
El esquema de la figura 3 muestra la operación antes descripta. La solubilidad de
algunos precipitados impide lavarlos por decantación; en estos casos se pasa todo
el precipitado al filtro como se indicó.
Después de este tratamiento, pueden encontrarse aún pequeñas cantidades de
precipitado adheridas a las paredes del vaso. Se las saca frotando con una varilla
que en un extremo poseen un trozo de tubo de goma de, aproximadamente, 2 - 3 cm
de longitud; esta varilla con goma recibe el nombre de vigilante. Cuando se han
despegado todas las partículas, se lava la varilla o vigilante con la solución de
lavado y se termina de pasar el precipitado al filtro.
Cuando el precipitado se lava en el filtro, en las últimas etapas, la solución de lavado
se dirige circularmente a lo largo del borde del papel de filtro y después,
gradualmente, hacia el vértice del cono. Debe continuarse el lavado hasta la
eliminación de las impurezas solubles debidas al agua madre que acompañan al
precipitado.
Para establecer el final del lavado, se toman porciones pequeñas del filtrado y
mediante una reacción química sencilla y sensible, se investiga algún ion presente
en el agua madre que acompaña al precipitado. El lavado se considerará concluido
cuando en ion que se investiga no dé reacción positiva.
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Figura 2 – Filtración
Figura 3 – Arrastre del precipitado
Material de laboratorio utilizado en la operación de filtración
Figura 4 - a
Kitasato
Figura 4 – b
Filtro Buchner
Figura 4 – c
Crisol filtrante de vidrio
Pirex sinterizado
Figura 4 - d
Crisol de vidrio Pirex sinterizado
con camisa para circulación de
vapor o líquido refrigerante para
filtración a temperatura distinta de
la ambiente y con espita para
vacio.
3) LAVADOS DE PRECIPITADOS: parcialmente hemos desarrollado aspectos de la
operación de lavado de precipitados, tanto en vaso de precipitado como en el filtro
directamente. Seguidamente, trataremos conceptos generales sobre esta operación
que completará lo antes expuesto.
Muchos precipitados se forman en presencia de uno o más compuestos solubles,
que con frecuencia no son volátiles a la temperatura a la que el precipitado se seca
o calcina; es necesario, por esto, lavar el precipitado, para eliminar esas sustancias
tanto como fuere posible. Para eliminar la o las sustancias solubles debe emplearse
el menor volumen de líquido de lavado, pues ningún precipitado es absolutamente
insoluble. Se debe lavar con porciones pequeñas de líquido de lavado, que se deja
escurrir bien entre cada lavado y no emplear una o dos porciones grandes, o
agregar nuevas porciones de líquido de lavado, mientras en el filtro aún queda
líquido sin filtrar. El precipitado nunca debe ocupar más de un tercio o un medio del
papel de filtro, y el líquido de lavado no deberá llegar a menos de 5 mm del borde
del papel de filtro.
El líquido de lavado ideal cumple con las siguientes condiciones:
a) No tiene ninguna acción disolvente sobre el precipitado, pero disuelve fácilmente las
sustancias extrañas.
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b) No peptiza el precipitado (la dispersión de un coloide coagulado para formar una
solución coloidal, se denomina peptización).
c) No forma ningún producto volátil o insoluble con el precipitado.
d) Es fácilmente volátil a la temperatura a que se calienta el precipitado.
e) No contiene ninguna sustancia que interfiera en las determinaciones a efectuar con
el filtrado.
En la práctica, líquido de lavado a emplear deberá cumplir, tanto como fuere posible,
la condiciones anteriores.
4) Secado y calcinación de precipitados: después que un precipitado ha sido filtrado
y lavado, debe tener antes de pesarlo, composición definida. El tratamiento a seguir
depende de la naturaleza del precipitado y del medio filtrante; generalmente consiste
en el secado o calcinación del precipitado. La denominación de esta operación
secado o calcinación del precipitado, depende de la temperatura a la que el
precipitado se debe calentar. No existe, sin embargo, ninguna temperatura definida,
debajo o sobre la cual se dice que se seca o se calcina.
Corrientemente se llama secado cuando la temperatura no excede los 250º C
(temperatura máxima de las estufas eléctricas comunes con termorregulador);
calcinación, cuando pasa los 250º C, hasta por ejemplo 1200º C.
Los precipitados que deben secarse, se filtran por
papel de filtro, crisol de Gooch o crisoles filtrantes con
placa porosa, de vidrio o de porcelana que deben
calcinarse, se filtran por papel de filtro, crisoles filtrantes de
porcelana de sílice porosa. Los precipitados o Cuando se
emplean crisoles filtrantes, se calcina colocándolos en una
cápsula de calcinación especial o en un crisol más grande,
de níquel o de platino, como el que se muestra en la figura
5, y se calienta con un mechero.
Figura 5
Dispositivos para calcinar
crisoles filtrantes
Estos crisoles y cualquier otro tipo de crisol también pueden calentarse en un
horno eléctrico (mufla),equipado con pirómetro y regulador de temperatura.
Generalmente, los precipitados que deben ser calcinados se filtran por papel de
filtro, pero en definitiva la elección del medio filtrante depende de la naturaleza del
precipitado, ya que algunos, como por ejemplo, el sulfato de plomo, pueden
reducirse o sufrir alteración en contacto con el papel de filtro o con los productos de
su descomposición.
Dado que es el caso más común, desarrollaremos seguidamente la operación de
combustión del papel de filtro en presencia del precipitado.
Para la operación, suelen emplearse crisoles de porcelana ya que son más
baratos. Los crisoles de sílice, aunque algo más caros, son preferibles a causa de su
mayor resistencia térmica. Primero se calcina el crisol vacío, a constancia de peso
(por ejemplo, a + - 0,00002 gr.), a la misma temperatura a la que finalmente debe
ser sometido el precipitado. El papel de filtro y el precipitado bien escurrido se retiran
cuidadosamente del embudo; el papel de filtro debe doblarse convenientemente
para encerrar el precipitado, cuidando de no desgarrar el papel. El paquete formado
por el papel de filtro y el precipitado, se coloca en el crisol ya pesado (tarado). Es
interesante mencionar aquí que, para todos en general, conviene algunas veces
eliminarles la mayor parte de agua mediante un secado preliminar en mufla a 100 –
150º C.
Si no se ha eliminado previamente el agua, el crisol con el papel de filtro y el
precipitado, se pone sobre un triángulo de pipa o mejor de cuarzo, que está
mantenido por un aro de hierro como se ve en la figura 6.
El crisol se pone algo inclinado, como muestra la figura, de modo que su base
apoye sobre un lado del triángulo y no los bordes de la base sobre dos lados del
triángulo, para aumentar su estabilidad. Un mechero con llama muy pequeña se
coloca por debajo del crisol, pero no exactamente en el centro del crisol, sino
parcialmente desplazado, se consigue así, un secado rápido y sin peligro. Cuando
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se ha eliminado la humedad, se aumenta algo la llama, lo suficiente para carbonizar
lentamente el papel. No debe dejarse inflamar el papel, porque debido al rápido
escape de los productos de la combustión, se produciría un arrastre de partículas
finas del precipitado. Si por acaso, se enciende, se extingue la llama colocando una
tapa de crisol sobre la boca del mismo, empleando las pinzas metálicas.
Cuando se ha carbonizado totalmente el papel y no se desprenden más vapores
se corre el mechero para que la llama esté debajo del crisol, y el carbón se quema
entonces, lentamente, aumentando gradualmente la llama. Después que se ha
quemado todo el carbón, se calienta hasta la temperatura deseada. Se requieren
unos 20 minutos para carbonizar el papel y 30 – 60 minutos para la calcinación.
Cuando la calcinación se ha terminado, se retira la llama y, luego de 1-2 minutos, se
coloca el crisol en un desecador que contiene un desecante apropiado, figura 6, y
No se deja enfriar durante 25 – 30 minutos. Se pesa el crisol con su contenido. El
crisol y su contenido vuelven a ser calcinados a la misma temperatura, durante 10 –
20 minutos, se deja enfriar en un desecador, como antes, es decir, que entre dos
pesadas consecutivas, después de las correspondientes
calcinaciones de 10 – 20 minutos hayan una diferencia de
no más de 0,0002 gr.
Figura 6
Dispositivo para calcinar
Figura 7
Desecador
APLICACIÓN EN LABORATORIO DE LAS OPERACIONES DESCRIPTAS
Se desarrollará seguidamente la determinación de sulfatos como sulfato de bario,
método ampliamente utilizado en química analítica cuantitativa, donde podremos
aplicar, y también apreciar el importante papel que desempeñan las operaciones
tratadas.
El método se basa en la precipitación de sulfato de bario, que es escasamente
soluble; consiste en agregar lentamente una solución generalmente acidificada con
ácido clorhídrico.
Ba ++ + SO4--

BaSO4
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El precipitado se filtra, se lava con agua, se seca en estufa y se pesa el sulfato
de bario.
Técnica operatoria:
Se toma, como muestra, 10 ml de solución de K 2SO4 al 5% en volumen y, como
reactivo, se empleará una solución de BaCl 2.H2O al 7% en volumen. Se establece la
ecuación química correspondiente a la reacción de precipitación y en base a ésta se
calcula la cantidad de reactivo, estequiométricamente necesaria para la precipitación.
Se agrega al cálculo teórico un 10% de exceso, para asegurar que la precipitación sea
completa.
Se toma un vaso de precipitado de 250 ml, provisto de varilla y vidrio de reloj; mediante
pipeta se toman los 10 ml de solución de K2SO4; se pasan al vaso y se diluye la
muestra agregando agua destilada hasta obtener un volumen total de,
aproximadamente, 150 ml. Se agrega a esta solución 0,3 a 0,6 ml (6 a12 gotas) de HCl
concentrado. Pese a que la solubilidad del BaSO 4 aumenta en presencia de ácidos
minerales, debido a la formación del ion bisulfato (HSO 4-) es conveniente efectuar la
precipitación en solución ligeramente ácida, para evitar la posible formación de sales de
bario (como el cromato, carbonato y fosfato) escasamente solubles en soluciones
neutras; además, el precipitado que se obtiene en medio ácido, está constituido por
cristales grandes y, lógicamente, más fácil de filtrar.
La solución de K2SO4 ya diluida y acidificada, se calienta a ebullición, se agrega gota a
gota, mediante bureta o pipeta, el volumen de solución de BaCl 2.H2O al 7% obtenido
por cálculo, mientras se agita continuamente la solución del vaso. Se deja sedimentar el
precipitado durante 3 - 4 minutos, y se comprueba si se ha agregado a la solución
sobrenadante unas gotas de la solución de BaCl 2. Si se forma precipitado, se agrega
lentamente, 3 ml más de la solución de BaCl 2 y se investiga de nuevo la presencia del
ion sulfato en la forma ya indicada. Se repite esta operación hasta que haya un exceso
de BaCl2 y, entonces se cubre el vaso con el vidrio de reloj y se lo mantiene caliente,
pero no a ebullición, durante 1 hora (a baño maría o sobre llama pequeña), de manera
que haya tiempo para que la precipitación sea cuantitativa y además se digiera el
precipitado, a fin de que sea más pura y fácil de filtrar.
El volumen de la solución no debe disminuirse a menos de 100 ml; si el vidrio de
reloj que cubre el vaso, se debe retirar, la cara inferior se lava con un chorro de piseta y
el agua del lavado se recoge en el mismo vaso. El precipitado sedimenta fácilmente y
se obtiene una solución sobrenadante límpida en la que se investiga una vez más la
presencia de ion sulfato, con unas gotas de solución de BaCl 2 con lo que se hace la
comprobación final de que la precipitación ha sido cuantitativa. Si no se produce
precipitado, entonces el BaSO4 puede filtrarse.
Se toma una hoja de papel de filtro de tamaño adecuado (tipo Whatman nº 42 o
542); se dobla según figura 1 (a) o (b), y se pesa, determinando así la tara del papel de
filtro. Se prepara un dispositivo como el de la figura 2 y se hace que el líquido límpido
sobrenadante pase a través del papel de filtro, recogiendo el filtrado en un vaso de
precipitados limpio. Se investiga en el filtrado ion sulfato, con unas gotas de BaCl 2; si se
forma precipitado, se deshecha la determinación y se comienza de nuevo. Si no se
forma precipitado, se deshecha el filtrado, se lava el vaso de precipitado y se lo coloca
nuevamente debajo del filtro. Esta operación se efectúa para no tener que volver a filtrar
todo la filtrado, si llegara a pasar algo de precipitado al filtro. Se pasa el precipitado al
filtro con chorro de agua, mediante piseta, (figura 8 a y b).
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Figura 8 – a
Piseta de vidrio
Figura 8 – b
Piseta de plástico
Se separa el precipitado que se adhiere a las paredes del vaso y la varilla de
vidrio, agitador, mediante una varilla de vidrio con un extremo recubierto de goma o
vigilante; se lava ambas varillas de vidrio y las paredes del vaso, mediante piseta,
haciendo pasar totalmente el precipitado al filtro (ver figura 3). Se lava el precipitado en
el filtro, con porciones pequeñas de agua destilada caliente. Se dirige el chorro lo más
cerca posible del borde del papel de filtro y se deja escurrir totalmente, antes de
efectuar un nuevo lavado.
Se continúa lavando hasta que unos 5 ml del lavado, recogido en un tubo de
ensayo, no dé opalescencia con una o dos gotas de solución de AgNO 3. Son
necesarios comúnmente 8 ó 10 lavados.
Se lleva el conjunto del embudo, filtro y precipitado a estufa y se seca a 100 –
105º C. Finalmente se pesa el papel de filtro con el precipitado y por diferencia de peso
con la tara del filtro, antes determinada, se obtiene el peso del precipitado (peso
práctico).
Cálculos y resultados:
Los pasos a seguir son los siguientes:
3) Establecer la ecuación química correspondiente a la precipitación que se va a
realizar.
4) Establecer la ecuación iónica.
5) Calcular los gramos de muestra en base al volumen y concentración de la solución.
6) En base a la ecuación química del punto 1 y a los gramos de muestra del punto 3,
calcular los gramos de reactivo necesarios.
7) Calcular el volumen de solución necesarios de reactivo (agregando el 10%) en base
a los gramos del punto 4 y a la concentración de la solución a utilizar.
8) En base a la ecuación química y a los gramos de muestra del punto 3, calcular el
peso teórico de precipitado a obtener; y
9) Calcular el rendimiento de la precipitación.
Ejemplo de cálculo:
Muestra: 10 ml solución de K2SO4 al 5% en volumen.
Reactivo: solución de BaCl 2.H2O al 7% en volumen.
Pesos moleculares: K2SO4 = 174,266
BaCl2.H2O = 244,306
BaSO4 = 233,426
1) Ecuación química:
K2SO4 + BaCl2.H2O

BaSO4 + 2 KCl + 2 H2O
2) Ecuación ionica:
SO4= + Ba++

BaSO4
3) Gramos de K2SO4 en los de muestra:
100 ml solución --------------------5 gr. K2SO4
10 ml solución ---------------------x gr. K2SO4 = 0,5 gr. K2SO4
4) Gramos de BaCl2.H2O necesarios:
174,266 gr. K2SO4 ------------------- 244,306 gr. BaCl2.H2O
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0,5 gr. K2SO4 ------------------- x gr. BaCl2.H2O = 0,7 gr. BaCl2.H2O
5) Volumen de reactivo:
100 ml solución ---------------------- 7 gr. BaCl2.H2O
x ml solución ---------------------- 0,7 gr. BaCl2.H2O
x = 10 ml solución BaCl2.H2O
Exceso 10% = 1 ml
Volumen total = 11 ml solución BaCl 2.H2O
6) Peso teórico de precipitado:
174,266 gr. K2SO4 ------------------- 233,426 gr. BaSO4
0,50 gr. K2SO4
------------------- x gr. BaSO4 = 0,669 gr. BaSO4
7) Rendimiento de la precipitación:
Peso teórico --------------------- 100%
Peso práctico -------------------- x =
% rendimiento
x = peso práctico.100/peso teórico = rendimiento
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