Enero 2012 6 Gestionar la autenticidad: la paradoja del liderazgo superior Rob Goffee y Gareth Jones 24 Cómo sobrevivir a su nuevo CEO Kevin P. Coyne y Edward J. Coyne, Sr. 76 ¿Cuál es su estrategia personal para los medios sociales? AmÉrica latina Gestione su imagen Hoy en día, reinventarse es esencial, pero solo tendrá éxito si convence a los demás de que tomen en serio su yo reinventado. Soumitra Dutta 1530 ad003 Fonatur.indd 1 1/4/12 5:27 PM CONTENIDOS Enero 2012 6 | Gestionar la 56 | La reputación y Seleccionados por los editores de Harvard Business Review del contenido de nuestros archivos, estos artícu los fueron escritos por algunos de los princi pales académicos y profesionales en administración a nivel mundial. autenticidad: la paradoja del liderazgo superior sus riesgos Rob Goffee y Gareth Jones Publicación original: diciembre de 2005 16 | La decisión de confiar Robert G. Eccles, Scott C. Newquist, y Roland Schatz Publicación original: febrero de 2007 68 | La guerra por Robert F. Hurley la reputación Publicación original: septiembre de 2006 Leslie Gaines-Ross 24 | Cómo sobrevivir a su nuevo CEO Kevin P. Coyne y Edward J. Coyne, Sr. Publicación original: mayo de 2007 32 | ¿Cuál es su historia? Herminia Ibarra y Kent Lineback Publicación original: noviembre de 2010 40 | Reinvente su marca Publicación original: diciembre de 2010 76 | ¿Cuál es su estrategia personal para los medios sociales? Soumitra Dutta Publicación original: enero de 2005 82 | Repensando lo políticamente correcto personal Robin J. Ely, Debra E. Meyerson, y Martin N. Davidson Dorie Clark Publicación original: septiembre de 2006 Publicación original: marzo de 2011 44 | Cuándo un líder debe disculparse y cuándo no Barbara Kellerman Obra Portada: Viktor Koen Publicación original: abril de 2006 Enero 2012 | Harvard Business Review 1 editores De los El poder de la percepción S Sus ropas, su cabello, su forma de hablar: todo esto habla de su identidad. De hecho, cuando la gente piensa en usted, esas cosas vienen a la mente. Lo que la mayoría de la gente olvida es que tienen el control sobre el modo en el que estos variados compo nentes de su identidad se combinan para que los demás se formen una opinión completa. El proceso de formar esa opinión es al mismo tiempo simple y complejo. Este número examina lo que deben hacer los administradores para construir y mantener una buena reputación, y lo que las compañías deben hacer para administrar la suya. Un aspecto importante de la reputación, especial mente para los líderes, es que tanto cree la gente que usted es auténtico. Nadie confía en un farsante. En Gestionar la autenticidad: la paradoja del liderazgo superior, Rob Goffee y Gareth Jones argumentan que la autenticidad se puede manejar, ya que esta se define Del Director Damos la bienvenida al 2012 y les deseamos un feliz año nuevo para todos nuestros suscriptores. Le deseamos buena salud y prosperidad en este nuevo año. El número de enero de Harvard Business Review América Latina es publicado y distribuido desde la sede de HBR en Boston, Massachusetts. [Consulte la nota del editor de diciembre del 2011 con respecto al cambio en la distribución regional.] Nos comprometemos a brindarle la misma revista de calidad que usted espera, para ayudarle a impulsar su negocio y su propio crecimiento profesional, y nuestro objetivo es mantener los retrasos en las entregas al mínimo a medida que continuamos el proceso de encontrar un nuevo distribuidor. Como de costumbre, si tiene cualquier problema o consulta de servicio al consumidor, envíe un e-mail a [email protected] y haremos lo posible por responderle a la brevedad posible. Agradeciendo su apoyo constante, —Edward Crowley Gerente General HBR por lo que los demás ven en usted. El truco es saber qué mostrar, cuándo y a quién. Robert F. Hurley, en La decisión de confiar, destaca que al demostrar su competencia, compromiso y valo res hará que los demás confíen en usted y le tengan más estima que si no intentara construir relaciones con ellos. El artículo de Kevin y Edward Coyne, Cómo sobrevivir a su nuevo CEO expande esta lógica y analiza las consecuencias de la forma en que usted se presenta a su nuevo jefe con respecto a sus posibilidades de victoria o fracaso. ¿Cómo deberían mostrarse los líderes? El libro ¿Cuál es su historia? de Herminia Ibarra y Kent Lineback le muestra como tomar el control de la narrativa en un sentido más amplio: la estructura de la historia de su carrera. Reinvente su marca personal de Dorie Clark presenta un enfoque de cinco pasos que le ayudará a persuadir a los demás de que lo tomen en serio. La mayoría de las corporaciones ignoran los riesgos de la reputación, ya que no están seguros de cómo de finirlos o medirlos, argumentan Robert Eccles, Scott Newquist y Roland Schatz. En La reputación y sus riesgos, proporcionan el marco para medir el nivel de tales riesgos. Y La guerra por la reputación de Leslie Gaines-Ross describe seis tácticas defensivas para las compañías, las que se encuentran cada vez más bajo ataque por parte de cualquier persona que tenga una PC y un interés personal. Sin embargo, la supercarretera de la información es una calle de dos vías cuando se trata de administrar su reputación. En ¿Cuál es su estrategia personal para los medios sociales? Soumitra Dutta le brinda las herramientas para crear su marca personal, forta lecer las relaciones, demostrar su conocimiento y compromiso, y obtener comentarios en tiempo real de las personas. Además, los CEO deben lidiar con muchos desafíos personales y administrar los riesgos de la reputación. Sin embargo, al administrar su imagen correctamente antes de que se presente una crisis, podrá recibir gran des recompensas. Los mejores deseos para el 2012. —Los editores 2 Harvard Business Review | Enero 2012 © 2011 FedEx. All rights reserved. ¿CÓMO REALIZAMOS 8.5 MILLONES DE ENVÍOS DIARIOS? TRABAJANDO EN EQUIPO. 1530 ad004 FedEx.indd 1 Nuestra experiencia global viene de 290.000 expertos locales. Un equipo altamente comprometido y dedicado a proveer las soluciones adecuadas para usted. Sin importar el tamaño de su negocio. Y dondequiera que se encuentren las oportunidades. Conecte su negocio a un mundo en constante cambio. connect.fedex.com 1/4/12 5:28 PM América Latina Editor in Chief Adi Ignatius group publisher Joshua Macht Editor, HBR Editor, HBR.org Amy Eric Hellweg Bernstein EDITORIAL Director, HBR Group Justin Fox Executive Editor Sarah Cliffe Creative Director, HBR Group James de Vries Deputy Editor, HBR Group Katherine Bell Editors at Large Julia Kirby Anand P. Raman Art Director, HBR Karen Player Senior Editors Alison Beard Scott Berinato David Champion (Paris) Jimmy Guterman Jeff Kehoe Daniel McGinn Melinda Merino Gardiner Morse M. Ellen Peebles Steven Prokesch Tim Sullivan Design Director, HBR Press Stephani Finks Senior Associate Editor Andrea Ovans Editorial Production Director Dana Lissy Managing Editor, HBR Press Ania Wieckowski Senior Production Editors Allison Peter Jennifer Waring Christine Wilder Associate editors Sarah Green Susan Jackson Andrew O’Connell Senior Associate Art Director Chandra Tallman Articles Editors Christina Bortz Susan Donovan Amy Meeker Martha Lee Spaulding Production Editors Josette AkreshGonzales Adria Reynolds Assistant Editors Courtney Cashman Erica Truxler Editorial Coordinators Meghan Ennes Kevin Evers Staff Assistant Christine C. Jack Contributing Editors Karen Dillon Bronwyn Fryer Amy Gallo Richard Hornik John Landry Lew McCreary Designer Lindsay A. Sweeney Senior Production Specialists Donald MacDonald Daniel West Contributing Staff Steven DeMaio Robert Eckhardt Lilith Z.C. Fondulas Amy L. Halliday Marta Kusztra Annie Noonan Betsy Robichaud Kristin Murphy Romano Volumen 90, Número 1 Enero 2012 4 Harvard Business Review | Enero 2012 Vice President of Marketing Sarah McConville General Manager Edward Crowley Senior Director of Consumer Marketing Elaine Spencer Associate Publisher Gail Day Director of Strategic Marketing MaryAlice Holmes Senior Manager of Planning and Retention Corrine Callahan Assistant Director of Operations Greg Daly National Advertising Director Craig Catalano Director of Product Development Paul Michelman Editor, Research and Special Projects Angelia Herrin Online Marketing Manager William Sinagra Product Development Executive Editor Jane Heifetz New Business Promotion Manager Nicole Costa Director of Web Technology Kevin Newman HBRG Customer Specialist Danielle Weber Managing Director of Analytic Services and International Sponsorships Alex Clemente Senior Business Analyst Greg St. Pierre Communications Associate Laura Moran Product Managers Kate Adams, Lisa Burrell, Susan Francis, Andrew Innes UNA Nota a los Lectores Los puntos de vista expresados en los artículos son de sus autores y no expresan necesariamente aquéllos de Harvard Business Review, Harvard Business Review América Latina, Harvard Business School, o Harvard University. Los autores pueden tener relaciones de consultoría u otros negocios con las empresas a las que se refieren. ReproducciÓn Copyright © 2011 Harvard Business School Publishing Corporation. All rights reserved. Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o transmitida de manera alguna ni por ningún medio electrónico, mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o cualquier sistema de almacenamiento y recuperación de información, sin permiso escrito. Senior Strategic Marketing Manager Jason Sylva más de 100 planos Planos georeferenciados e integrados en modelos de sistemas de información geográfica, infraestructura hidroagrícola y planos catastrales de Distritos de Riego. CONAGUA Comisión Nacional del Agua La Comisión i ió N Nacional i ld dell A Agua (CONAGUA) (CONAGUA), en coordinación di ió con la l Asociación Nacional de Especialistas en Irrigación (ANEI), pone a disposición de organismos públicos y privados, casas de estudio y público en general la publicación Atlas: distritos de riego en México 2011. Directorio CONAGUA Ing. José Luis Luegue Tamargo Director General de la Comisión Nacional del Agua Ing. Sergio Soto Priante Subdirector General de Infraestructura Hidroagrícola Dr. Luis Rendón Pimentel Gerente de Distritos de Riego Ing. Adrián Hernández Rodríguez Coordinador del Programa Rehabilitación y Modernización de Distritos de Riego 1530 Inova.indd 1 Directorio ANEI Dr. Enrique Mejía Saenz Presidente del Comité Directivo Nacional Ing. Galdino Daniel González Covarrubias Vicepresidente del Comité Directivo Nacional Dr. Jesús Chávez Morales Secretario Académico Dr. Félix V. González Cossío Secretario de Vinculación M.C. Ricardo Ávila Balcázar Secretario Administrativo Directorio Colegio de Postgraduados Dr. Francisco Gavi Reyes Secretario Académico y Responsable del Despacho de la Dirección General Dr. J. Jesús Vargas Hernández Director del campus Montecillo Dr. Héctor Flores Magdaleno Coordinador del Posgrado de Hidrociencias Dr. Enrique Palacios Vélez Responsable del Área de Ingeniería y Administración de Recursos Hidráulicos Equipo técnico Dr. Enrique Mejía Saenz Coordinación General Coordinación técnica M.C. Agustín Rodríguez González Dr. Jorge Arturo Salgado Tránsito M.C. Ana Laura Santos Hernández Ing. Georgina Joselyn Flores Zavala Asesores Dr. Francisco Gavi Reyes Dr. Enrique Palacios Vélez Dr. Jesús Chávez Morales Ing. Adrián Hernández Rodríguez Ing. Jorge A. Argueta Spíndola Ing. Josafat Caballero Luis Dr. David Vásquez Soto Dr. Jorge Flores Velázquez Dr. Roberto Ascencio Hernández Diseño de Atlas: distritos de riego en México 2011 Ing. Alejandra Flores Ávalos Ing. Jorge Alejandro de la Torre Hermosillo Tec. Daniel Alvarado García 1/4/12 5:29 PM Gestionar la autenticidad la paradoja del liderazgo superior Para atraer seguidores, un líder tiene que ser muchas cosas para muchas personas. El truco está en lograrlo sin dejar de ser verdadero con uno mismo. E Matthew Bandsuch por Rob Goffee and Gareth Jones Publicación original: diciembre de 2005 El liderazgo exige la expresión de un yo auténtico. Trate de liderar como otra persona –digamos, como Jack Welch, Richard Branson o Michael Dell– y fracasará. Los empleados no seguirán a un CEO que pone poco de sí mismo en sus comportamientos de liderazgo. Las personas quieren ser lideradas por alguien “genuino”. En parte, ésta es una reacción a los turbulentos tiempos en que vivimos. También es una respuesta al extendido desencanto del público respecto de los políticos y gente de negocios. Todos sospechamos que estamos siendo engañados. Nuestra creciente insatisfacción con liderazgos pulcros, sustituibles y artificiosos es lo que convierte a la autenticidad en una característica tan deseable en las corporaciones actuales; característica que, por desgracia, tiene una escasa oferta. Los líderes y sus seguidores asocian la autenticidad con la sinceridad, la honestidad y la integridad. Es el único atributo que define a los grandes líderes. Pero mientras la expresión de un yo auténtico es necesaria para un liderazgo superior, el concepto de autenticidad a menudo no se entiende, incluso por los mismos líderes. Con frecuencia, suponen que la autenticidad es una característica innata; que una persona es o no es auténtica. De hecho, la autenticidad es una cualidad que los demás le deben atribuir a usted. Ningún líder puede mirarse al espejo y decir: “Soy auténtico”. Una Enero 2012 | Harvard Business Review 7 Gestionar la autenticidad: la paradoja del liderazgo superior persona no puede ser auténtica por su propia voluntad. La autenticidad se define en gran parte por lo que los demás ven en usted y, por lo tanto, en gran medida puede ser controlada por usted. Si la autenticidad fuera sólo una característica innata, usted no podría hacer mucho para manejarla y, por ello, sería muy poco lo que podría hacer para volverse más eficaz como líder. De hecho, los ejecutivos que no ejercen un control sobre la expresión de sus yo auténticos, muy pronto entran en problemas cuando asumen roles de liderazgo. Considere el caso de Bill, un ejecutivo de una gran empresa de servicio público lo que distingue a los grandes líderes de otros ejecutivos. El desafío del liderazgo superior es exactamente el de manejar la propia autenticidad, por muy paradójico que ello parezca. Seamos absolutamente claros: la autenticidad no es el producto de la manipulación pura. Ella refleja con precisión aspectos del yo interior del líder, de modo que no puede ser una actuación. Pero los grandes líderes parecen saber qué características de su personalidad deberían revelar a quién y cuándo. Son como camaleones, capaces de adaptarse a las exigencias de las situaciones que encaran y de las personas a las que lideran; sin embargo, no pierden sus identidades en el proceso. Ningún líder puede mirarse al espejo y decir: “soy auténtico”. Una persona no puede ser auténtica por su propia voluntad. en Pittsburg. Bill comenzó como aprendiz de eléctrico, pero la alta gerencia de la compañía pronto advirtió su talento. El departamento de recursos humanos persuadió a Bill para que fuera a la universidad, donde se graduó con un buen título. Posteriormente, fue recibido cálidamente de vuelta en su empleo. Su trabajo en la empresa de servicio público a menudo involucraba gestionar proyectos, y se volvió un experto en formar y liderar equipos. Sus habilidades técnicas y su honestidad eran sus mayores atributos de liderazgo. Las cosas comenzaron a aclararse cuando Bill se trasladó a la oficina principal y se convirtió en asesor de algunos de los más altos ejecutivos de la compañía. Recursos Humanos había sugerido a Bill que el nuevo cargo sería una buena preparación para una posición de liderazgo importante en la primera línea. Pero la oficina principal era política, y Bill descubrió que su franqueza tocaba las teclas equivocadas. Comenzó a recibir feedback sosteniendo que no comprendía por entero la complejidad de las situaciones y que debería desarrollar mejores habilidades para influir en los demás. Bill trató de poner freno a su sinceridad, pero nunca pudo imitar los comportamientos políticamente astutos de sus superiores. Comenzó a perder el rumbo. Alternó entre la indecisión, mientras trataba de comprender el ambiente político de la oficina, y repentinos estallidos de agresión, a medida que luchaba con su antigua franqueza. Comenzó a dudar seriamente de sus habilidades. Bill aún permanece en la empresa de servicios públicos, pero no hará ningún progreso en ella. En sus organizaciones, la mayoría de ustedes probablemente habrá conocido a más de un líder fallido como Bill. Su historia ilustra perfectamente lo difícil que es para los líderes encontrar un equilibrio entre expresar sus personalidades y manejar las personalidades de las personas a las que aspiran a liderar o al menos influir. Sin embargo, la habilidad de encontrar ese equilibrio –y de preservar la propia autenticidad en el proceso– es precisamente 8 Harvard Business Review | Enero 2012 Los líderes auténticos se mantienen enfocados hacia dónde se dirigen, pero nunca pierden de vista de dónde provienen. Altamente sintonizados con sus entornos, dependen de una intuición nacida a partir de –en ocasiones– duras experiencias formativas para comprender las expectativas y preocupaciones de las personas a las que pretenden influir. Conservan lo que los distingue como individuos, aun cuando saben cómo ganar la aceptación en culturas corporativas y sociales fuertes y cómo usar elementos de esas culturas como una base para el cambio radical. En las páginas a continuación, exploraremos las características del liderazgo auténtico, recurriendo a nuestra investigación de cinco años, así como a nuestro trabajo de consultoría a líderes de todos los niveles en organizaciones de diversos sectores. Para ilustrar nuestros argumentos, contaremos algunas de las experiencias y reflexiones de los líderes auténticos que hemos conocido y estudiado. Desde luego, no pretendemos tener la última palabra sobre la materia. Artistas, filósofos y cientistas sociales han debatido durante siglos el concepto de autenticidad, y sería un sinsentido imaginar que esta discusión pudiera ser sintetizada por nosotros o por cualquier otra persona. No obstante, creemos que nuestras reflexiones contribuirán a una mejor comprensión de la relación entre la expresión del yo y el ejercicio del liderazgo. Los líderes que saben cómo manejar su autenticidad serán los más eficaces para ello y los más capacitados para estimular y retener a seguidores leales. Manejar la percepción El establecimiento de su autenticidad como líder es un desafío de dos partes. Primero, usted debe cerciorarse de que sus palabras son consistentes con sus actos; de otro modo, los seguidores nunca lo aceptarán como alguien auténtico. Todos reconocen y comprenden la necesidad de consistencia cuando se trata del establecimiento de la autenticidad, pero un gran líder hace algo más que apoyarla de la boca para afuera. La vivirá en todo momento del día. En efecto, no es una exageración decir que un gran líder es obsesivo en cuanto a personificar sus creencias. Considere el caso de John Latham, quien hasta hace poco era el director de una escuela estatal, ganadora de premios, en el Reino Unido. Latham era un apasionado a la hora de crear una institución académica, en donde estudiantes, profesores y administrativos se respetaran unos a otros y a su entorno. Como en todas las escuelas, la basura y los rayados murales son problemas importantes. Así, ¿quién era el que recogía la basura y limpiaba los muros? Latham lo hacía. Si usted visitaba la escuela durante los recreos, probablemente habría encontrado a Latham en los patios recogiendo basura en vez de hallarlo detrás de un escritorio en su oficina. “Son los asuntos sencillos y cotidianos los que importan”, nos dijo, “y personalmente corrijo muchos de ellos antes de que acabe el día”. Este tipo de compromiso personal demostrado hacia unos pocos principios básicos es fundamental para el liderazgo auténtico. Pero no basta con sólo practicar lo que usted predica. Para que las personas lo sigan, también tiene que lograr que se relacionen con usted. De modo que el segundo desafío del liderazgo auténtico es encontrar terreno común con las personas que usted busca reclutar como seguidores. Esto significa que tendrá que mostrar distintas caras a audiencias diferentes, un requerimiento que muchos encuentran difícil cuadrar con la autenticidad. Pero tal como se percató Shakespeare hace mucho tiempo: “El mundo entero es un escenario… y en su momento un hombre actúa diferentes partes”. Esta actuación de roles no tiene por qué ser falsa o fingida. No es fácil, lejos de ello. Como hemos señalado, las personas reconocen instintivamente el comportamiento fraudulento. Si un líder está actuando un rol que no es una expresión verdadera de su yo auténtico, tarde o temprano, los seguidores sentirán que han sido engañados. Y una vez que esa impresión se arraiga, para un líder será difícil recuperarse. El CEO de Nestlé, Peter Brabeck-Letmathe, reconoce explícitamente que los diferentes roles que juega como líder deben ser expresiones verdaderas de su personalidad. La portada de uno de los informes anuales de Nestlé lo muestra sentado en las montañas suizas, vistiendo pantalones de montañista. Pero en las páginas de Los principios de liderazgo y gestión de Nestlé, aparece en un traje oscuro, de pie, frente a las oficinas corporativas. Según lo explica, “quería usar la imagen de montañista, porque el agua y el medio ambiente son temas emocionales para muchas personas. Pero la foto no es artificial. Es lo que visto los fines de semana. Soy un montañista. En la imagen en las montañas, es un ser humano el que habla. En la otra imagen, estoy hablando a nombre de la institución. Las fotografías son distintas, pero ambas capturan algo que es esencial sobre mi persona”. Un ejecutivo del sector musical, que ha sido exitoso durante un largo tiempo, a quien llamaremos Dick, también es un comunicador cuidadoso de sus múltiples yo. Dick es del Caribe, y en muchas ocasiones en el reñido negocio musical, lo hemos visto cambiar desde la jerga corporativa a un dialecto isleño generoso en palabras soeces. El está absolutamente en su hogar en el ambiente despiadado en el que operan los artistas y sus agentes. Pero al mismo tiempo, los padres de Dick son adinerados y miembros respetados de la sociedad caribeña y, en los momentos que lo requieren, Dick puede representar ese aspecto de sí mismo para crear una buena comunicación con los magnates mediales y las celebridades con quienes también debe tratar. Todas estas facetas de su personalidad son verdaderas; su destreza está en decidir cuál revelará a quién, y cuándo. Por lo general, representar múltiples roles exige harto trabajo y pensamiento. “Antes de participar en una situación, trato de comprender qué es lo que [las personas] van a pensar. Preparo lo que voy a decir y quién voy a ser en ese contexto”, explica Jean Tomlin, ex directora de recursos humanos en Marks & Spencer y una de las mujeres de negocios de color más influyentes en Gran Bretaña. “Quiero ser yo, pero estoy canalizando partes de mí hacia el contexto. Lo que los otros reciben es un segmento de mi persona. No es un producto o una fachada, sólo las partes que son relevantes para esa situación”. Revisemos más en detalle lo que hace posible que BrabeckLetmathe, Tomlin y líderes como ellos muestren fragmentos de sus personalidades sin parecer falsos. Conózcase a sí mismo y a los otros No es necesario decir que el ejercicio del liderazgo es complejo y que requiere de destrezas y práctica. Con el tiempo, y a través de diversas experiencias de vida, un líder desarrolla un extenso repertorio de roles, los cuales pueden hacerlo parecer muy diferente, a diferentes personas, en diferentes situaciones. De hecho, si un líder no adquiere esta complejidad, será capaz de reclutar como seguidores sólo a aquellas personas con quienes ya comparte algo de terreno común. Si un líder está actuando un rol que no es una expresión verdadera de su yo auténtico, tarde o temprano, los seguidores sentirán que han sido engañados. Enero 2011 | Harvard Business Review 9 Gestionar la autenticidad: la paradoja del liderazgo superior Pero una cosa es desarrollar esta complejidad y otra completamente distinta es ejercerla con eficacia. El uso de su yo complejo (o, mejor dicho, de sus distintos yo) exige un cierto grado de auto-conocimiento (self-knowledge) y la voluntad y habilidad para compartir ese auto-conocimiento con otros, lo que llamamos auto-revelación (self-disclosure). Esto no quiere decir que los líderes auténticos pasen mucho tiempo explorando sus vidas interiores a través de la meditación o la terapia. Puede que sean profundamente auto-conscientes y esencialmente auténticos (en el sentido que aquí le damos al término), pero no debido a la contemplación o al psicoanálisis; no se trata de personajes de alguna película de Woody Allen. Incluso pocos líderes auténticos estarán conscientes de que están involucrados en la autoexpresión y auto-revelación, lo cual sea probablemente el motivo de por qué son tan difíciles de imitar. Entonces, ¿cómo es que los líderes auténticos adquieren estos atributos? La relativa simplicidad de sus metas muchas veces ayuda. Un gran líder usualmente está tratando de alcan- zar no más de tres o cuatro grandes metas al mismo tiempo. En relación a esas metas, es inquebrantable; no las cuestiona más de lo que se cuestiona a sí mismo. Eso se debe a que las metas están por lo general conectadas de alguna manera a algunos de los yo del líder auténtico. Su búsqueda de las metas, y la forma en que las comunica a los seguidores, es intensa, lo cual promueve naturalmente el tipo de auto-revelación de que estamos hablando y lo instruye aún más acerca de sus diversos yo. También hemos descubierto que los grandes líderes mantienen en su entorno a personas que les brindarán un feedback honesto. Tal como nos dijo Hill Burns, cabeza de Roche Pharmaceuticals: “Tienes que mantener tus pies sobre la tierra cuando los demás quieren colocarte en un pedestal. Después de estar un tiempo en un pedestal, uno deja de escuchar la verdad. Ésta es filtrada por los colaboradores, y ellos te interpretan tan bien que saben qué es lo que quieres escuchar. Uno termina como la abeja reina en el panal, sin ninguna relación con las abejas obreras. Mi esposa y secretaria tienen todo el Establecer su autenticidad No existe una sola manera de establecer y manejar su autenticidad. Pero hay pasos conscientes que usted puede dar para que otros lo perciban como un líder auténtico. Algunos de esos pasos se relacionan con adquirir el conocimiento sobre su verdadero yo; algunos implican aprender más de los otros. Llegue a conocerse mejor y sus orígenes, por medio de: ■■ ■■ Permita que los otros conozcan lo que es único (y auténtico) en ellos. Déle a las personas feedback que reconozca y valide sus orígenes. E xaminar su autobiografía. Familiarícese con sus anclas de identidad: las personas, los lugares y los hechos que lo han conformado. Comparta estos hallazgos con otros que hayan tenido experiencias similares. ■ ■ Volver ■■ ■■ a sus raíces. Tómese un día libre con viejos amigos. Conéctese mejor con el contexto organizacional, por medio de: ■■ Establecer correctamente las distancias. Tenga cuidado de no Pase algo de tiempo alejado del ajetreo normal la oficina. crear primeras impresiones equivocadas. Use su sentido del Evitar la zona de comodidad. Sálgase de sus rutinas normales, busque nuevas aventuras y asuma algunos riesgos. yo y su comprensión de sus orígenes para conectarse con, o Recibir feedback honesto. Pida feedback en 360 grados a cole- para separarse de, los otros. ■ ■ Afine gas cercanos, amigos, familia y otros por el estilo. sus antenas sociales. Busque asignaciones en el extran- jero y otras experiencias para ayudarlo a detectar las sutiles claves sociales que podrían significar la diferencia entre su Llegue a conocer mejor a los demás, por medio de: ■■ Construir un rico cuadro de su entorno. No vea a los otros éxito o fracaso al atraer seguidores. ■■ como si fueran unidimensionales; indague sobre los antece■■ dentes, biografías, familias y obsesiones de las personas. encima de las creencias firmemente asentadas de las culturas Eliminar las barreras que hay entre usted y los demás. De de los demás. forma selectiva, muestre una debilidad que revele su accesibilidad a sus reportes directos, asistentes, secretarias y otros ■■ Respete los valores y las costumbres sociales arraigadas. Es poco probable que usted haga las conexiones pasando por ■■ Desarrollar su resiliencia. Inevitablemente, usted experimen- tará reveses cuando se exponga a nuevos contextos y culturas. por el estilo. Prepárese mediante el aprendizaje y la comprensión de sus Empatizar apasionadamente con su personal. Preocúpese propios valores. profundamente del trabajo que hace su personal. 10 Harvard Business Review | Enero 2012 poder, si es que alguna vez llegan a verme un tanto engreído, para darme un buen golpe en la cabeza”. Como consultores, a menudo nos han llamado para hacer exactamente lo mismo con altos ejecutivos, actuando como sacerdotes y espías, mientras tratamos de que los líderes estén más abiertos a las verdades sobre sí mismos y sus relaciones con otros. Esto no significa, necesariamente, ayudar a estos líderes a desarrollar más de lo que el psicólogo Dan Goleman denomina inteligencia emocional; más bien, significa ayudarlos a afinar sus destrezas en la revelación de la inteligencia emocional que ya tienen, de modo que puedan brindar mejores desempeños para sus seguidores. Considere el caso de un ejecutivo a quien llamaremos Josh, quien ha sido, durante los últimos diez años, CEO de una de las empresas de producción de televisión más grandes del mundo. Cuando nos reunimos por primera vez, Josh era uno de los primeros innovadores en el ámbito de la TV documental. Con los años, a medida que ascendía en la escalera corporativa, llegó a ser un ejecutivo muy entendido y eficaz quien, en el proceso, se volvió bastante serio –incluso distante y austero– a ojos de algunos de sus empleados. Estas percepciones estaban debilitando su habilidad para atraer y retener seguidores, de modo que preparamos a Josh para que volviera a mostrar el sentido del humor pícaro que lo había caracterizado a comienzos de su carrera. Josh tiene un sorprendente sentido de la oportunidad humorística, el cual ha aprendido a usar a un grado irresistible para desarmar a oponentes y complacer a seguidores. Durante un reciente retiro de celebración, por ejemplo, las personas esperaban que él diera un discurso más bien sobrio sobre un alto ejecutivo que se retiraba. En vez de ello, fueron testigos de una hazaña humorística, lo cual complació al ejecutivo y asombró a los seguidores de Josh, ninguno de los cuales se habría imaginado que su jefe fuera tan divertido. La habilidad de Josh para usar el humor es un atributo especialmente importante en el negocio del entretenimiento y, por consiguiente, su reputación como líder se ha beneficiado. Además de poseer auto-conocimiento y habilidades de auto-revelación, los grandes líderes tienen que ser capaces de reconocer qué aspectos de sus yo auténticos buscan grupos de seguidores específicos. La mayoría de los grandes líderes tienen antenas sociales muy desarrolladas: usan un mix complejo de habilidades cognitivas y observacionales para reconocer qué seguidores les están, consciente o inconscientemente, haciendo señales. La buena noticia es que mientras algunas personas parecen haber nacido con estas habilidades de discernimiento, otras pueden, de hecho, aprenderlas. Hemos descubierto que los individuos que temprano en sus vidas han tenido una gran movilidad, poseen estas habilidades en mayor grado que quienes han permanecido la mayor parte del tiempo en un solo lugar. No es una coincidencia que muchos CEO se inicien en ventas y que muchos altos ejecutivos en empresas multinacionales hayan pasado por múltiples asignaciones en el extranjero. La exposición a una amplia gama de experiencias durante los Los líderes pueden ser profundamente autoconscientes y esencialmente auténticos, pero no debido a la contemplación o al psicoanálisis; no se trata de personajes en alguna película de Woody Allen. Enero 2012 | Harvard Business Review 11 Gestionar la autenticidad: la paradoja del liderazgo superior años formativos de un ejecutivo fortalece su habilidad de interpretar y empatizar con diferentes personas y situaciones. Las experiencias que están fuera de la zona de comodidad de un individuo también pueden afinar su conciencia social. Por ejemplo, Jean Tomlin, de Marks & Spencer, desarrolló sus habilidades sociales durante su travesía para establecer credibilidad como mujer de negocios de color, que operaba en un entorno dominado por hombres blancos. Y Peter Brabeck-Letmathe de Nestlé aprendió mucho de su servicio en el ejército a la edad de 17 años. Las condiciones de vida y el trato eran casi pleados –y clientes– que provienen de otros lugares. Éste es uno de los motivos de por qué muchos líderes auténticos se esfuerzan por sentir curiosidad y estar abiertos a los orígenes de sus seguidores. Durante muchos años, hemos trabajado con un alto ejecutivo de una empresa de productos químicos estadounidense. Cuando él conoce a nuevos miembros de un equipo, siempre comienza las conversaciones con la misma pregunta: “¿Cómo llegaste a ser el tipo de persona que eres actualmente?”. Él tiene un interés casi insaciable en los factores complejos que revelan de dónde provienen sus subordinados Albert Einstein dijo una vez, “hablo con todos de la misma manera, ya sea el recolector de basura o el rector de la universidad”. insoportables, y varios de sus compañeros intentaron suicidarse. Brabeck-Letmathe sobrevivió observando con atención a sus oficiales superiores; mientras mejor anticipaba su comportamiento, más fácil era mantenerse alejado de su camino. Use su lugar de procedencia En el momento en que un ejecutivo alcanza un alto puesto de liderazgo, puede que él parezca –y en efecto puede que sea– una persona muy distinta a la que era al comienzo de su travesía. Pero a pesar de cualquier actuación de roles en curso, la autenticidad del líder aún está estrechamente vinculada a sus orígenes. El Oxford English Dictionary, por ejemplo, en parte define la “autenticidad” como algo “de origen indiscutible”. Como consecuencia, pensamos que es correcto decir que ningún líder va a tener éxito en el establecimiento de su autenticidad, a menos que pueda manejar eficazmente la relación con su pasado y las conexiones de sus seguidores con sus raíces. Los líderes auténticos usan sus historias personales para establecer terreno común con sus seguidores. El deseo de establecer su autenticidad con sus empleados, como un tipo normal y accessible, probablemente explique por qué Niall FitzGerald, un ex co-presidente en Unilever, hable a menudo y con conocimiento de su legado irlandés y de la influencia de su madre en sus ideas morales y políticas. Igualmente, Antony Burgmans, presidente actual en Unilever, sigue siendo obstinadamente el campesino holandés –lo que se aprecia en su vestimenta e incluso en su andar–, a pesar de su alto estatus. En ambos casos, estos ejecutivos se sienten cómodos mostrando algo de sus orígenes, en un contexto muy distinto, para conectarse con sus seguidores. El orgullo de las propias raíces, sin embargo, debe ser manejado con cuidado. Una organización, cuyo CEO alardee de su legado bien puede ser intimidante u ofensivo para em- 12 Harvard Business Review | Enero 2012 directos, porque comprende que si se sienten más cómodos con sus orígenes es más probable que ellos (y la organización) tengan éxito. Para los líderes es importante reconocer que las personas enmarcan sus procedencias de diferentes maneras y que existen diferencias en y entre las culturas. Las principales características que las personas usan para definirse a sí mismas incluyen el género, clase, raza, estatus y geografía. Y éstas pueden ser expresadas de diferentes formas: mediante la vestimenta, la manera de hablar, la comida e incluso en distintos estilos de caminar. Dadas estas variables, deberíamos tener cuidado a la hora de hacer generalizaciones simples sobre estatus y sociedades, aunque podemos recurrir a algunas comparaciones. Por ejemplo, algunas sociedades se enfocan más en el estatus adscrito de las personas: los atributos que son percibidos como innatos para ciertos individuos en particular. Otras se enfocan más en el estatus adquirido de las personas: los atributos y los roles que los individuos obtienen a través de sus propios esfuerzos. En un nivel muy general, la sociedad estadounidense le da un gran énfasis al estatus adquirido; la creencia de que el lugar hacia donde uno se dirige es más importante que el lugar de donde uno proviene se encuentra muy cerca del corazón del sueño americano. Esto no quiere decir que la sociedad estadounidense siempre actúe de acuerdo a esta creencia. Muchos comentaristas están preocupados porque la creciente brecha entre ricos y pobres en Estados Unidos disminuirá las perspectivas de movilidad social de muchos. Aún así, la idea de que uno obtendrá su oportunidad sigue siendo fuerte. En otras sociedades, el estatus de elite continúa siendo relativamente fijo. Por ejemplo, la elite de negocios francesa está compuesta por individuos educados en las grandes écoles y a menudo tienen los mismos antecedentes privilegiados. En las sociedades asiáticas, especialmente en China, la familia y la geografía son altamente relevantes para la comprensión de las personas acerca de sus orígenes. La variabilidad del estatus social tiene importantes consecuencias para los líderes. La relativa fluidez de la sociedad estadounidense, con un confeso énfasis en las aspiraciones, se refleja en las actitudes de los seguidores hacia sus líderes. Por ejemplo, el aristócrata yankee, educado en Yale, George W. Bush, puede posar como un tipo normal de Texas y las personas le creerán, porque los estadounidenses, a diferencia de los europeos, aceptarán que puede transformarse a sí mismo y respetarán su aspiración de hacerlo. Ese tipo de metamorfosis sencillamente no sería vista como auténtica en Gran Bretaña; para un elector de clase obrera, un aristócrata es siempre un aristócrata. Los líderes auténticos se sienten cómodos consigo mismos; saben de dónde provienen y quiénes son, y saben cómo usar sus antecedentes para construir una buena comunicación con los seguidores. Los líderes auténticos no se ven amenazados por personas de orígenes distintos; las acogen. Son sensibles al comunicar sus orígenes y están conscientes de las diferencias en las actitudes culturales hacia sus antecedentes. Tal como lo dijo Albert Einstein en una oportunidad: “Le hablo a todos de la misma manera, ya sea al basurero o al rector de la universidad”. Esa declaración no sólo refleja la comodidad de Einstein consigo mismo, sino que también con la sociedad más abierta en la que escogió vivir. Amoldarse, pero sólo lo suficiente Al escoger qué aspectos de sí mismos revelarán y a quiénes, los líderes auténticos tienen que juzgar cuánto es lo que necesitan amoldarse a las normas sociales y organizacionales. El desafío para estos ejecutivos es crear suficiente distancia respecto de las normas, de modo que los seguidores perciban a estos líderes como especiales y atractivos. Se trata de un juicio muy fino: demasiada conformidad puede hacer ineficaces a los líderes, demasiada poca puede aislarlos. Graham, un dinámico vendedor en una empresa de bienes de consumo con sede en Boston a la que asesoramos, es un buen ejemplo de lo que sucede cuando un líder se amolda demasiado. Él era, y es, un vendedor muy eficaz, aunque de un modo anticuado y provocador. Algunas personas lo encontraban descarado. Nosotros pensamos que era muy inteligente pero demasiado franco para la cultura más bien formal en la cual trabajaba. Sin embargo, instamos a sus supervisores a darle una oportunidad para crecer, pensando que su enérgico estilo de liderazgo podría traer algo del cambio que la organización tanto necesitaba. Graham se trasladó de ventas a marketing, luego brevemente a un puesto de producción en una planta y posteriormente a un alto cargo en marketing. Cuando volvimos a verlo, nos sorprendimos y nos decepcionamos con su transformación. Hablaba con frases discretas y sopesaba con cuidado sus opiniones antes de expresarlas. Defendía el statu quo, re- Un hombre para todas las temporadas Los críticos del primer ministro británico, Tony Blair, a menudo sostienen que, debido a su deseo de maximizar su atractivo personal, Blair se mueve entre diferentes y contradictorios yo y que carece de creencias personales centrales. Sin embargo, nosotros argüiríamos que las maneras victoriosas de Blair no surgen de sacrificarse en el altar de la elegibilidad, sino que de su consumada destreza para manejar su autenticidad. Su conducta, durante una dramática semana, a principios de julio de 2005, ejemplifica lo bien que lo hace. La semana comenzó con el concierto pop Live 8, inspirado por Bob Geldof y Bono, un evento para aumentar la conciencia sobre la pobreza en Africa. Ello fue seguido por el viaje de Blair a Singapur, para hacer lobby ante el Comité Olímpico Internacional, durante el cual bailó alegremente en público, cuando la apuesta del Reino Unido por realizar los juegos de verano de 2012 tuvo éxito. También en esa semana, participó en la cumbre del G8 en Escocia, donde fue capaz de hacer progresos al abordar algunas de sus preocupaciones más preciadas. Luego, Blair fue llamado de urgencia para regresar a Londres debido a los atentados terroristas. En cada una de esas instancias, Blair jugó diferentes roles para atraer seguidores de maneras distintas. A pesar de los diferentes comportamientos que exhibió, Blair fue capaz de comunicar un yo central; siempre se conectó poderosamente con sus conocidas pasiones personales, la música pop, los deportes, la eliminación de la pobreza en Africa y la derrota del terrorismo. De hecho, su actuación durante esa semana generó alabanzas incluso de sus críticos. Al respecto Andrew Rawnsley escribió en el Observer: “La gente se convierte en admiradora cuando observa la capacidad (de Blair) de interpretar, articular y moldear momentos políticos cruciales”. marcando que nuestra agenda de cambio propuesta para la organización era “un poco simplista”. Incluso nos dijo que prefería los tranquilos pasillos de las oficinas corporativas a la agitación del mercado. Graham había tratado de calzar con la cultura dominante. En lugar de eso, sólo se había amoldado a ella, y perdió la oportunidad de convertirse en un líder de cambio eficaz. En el otro extremo del espectro, el ex presidente de Disney, Michael Ovitz, representa un ejemplo de los peligros de no Enero 2012 | Harvard Business Review 13 Gestionar la autenticidad: la paradoja del liderazgo superior amoldarse lo suficiente. Como lo contó su jefe Michael Eisner al diario británico Telegraph: “Comenzó a presionar a las personas en la forma equivocada. Era controversial, y ello empeoró a medida que las cosas se desarrollaron… Todos tomamos un bus (en un retiro corporativo) y él fue en una limusina, con un chofer especial. Todos llevaban un walkie-talkie, y uno escuchaba (a la gente) decir: ‘¿Quién es este tipo y por qué está exigiendo esto?’. Era una mala sensación, digámoslo así”. Ovitz duró 14 meses en Disney. Los líderes auténticos saben cómo lograr el equilibrio entre su peculiaridad y las culturas en las que operan. Ellos no buscan de inmediato confrontaciones directas porque se percatan de que su supervivencia como líderes (y por extensión, la supervivencia de sus iniciativas) requiere de una introducción y una adaptación moderadas a las redes de negocios y relaciones sociales establecidas de una organización. Para influir en otros, los líderes auténticos primero deben ganarse al menos una aceptación mínima como miembros de sus organizaciones. Quizás el mejor ejemplo de estos que hemos visto fue el caso de una ejecutiva a quien llamaremos Miyako, una de las primeras directoras de finanzas en una empresa japonesa. Miyako era una líder sobresaliente. Ayudó a la empresa a modernizar sus prácticas contables, incorporó talento nuevo y tuvo éxito en romper la cómoda camarilla masculina que había en la cima. Pero aun cuando hizo grandes avances, Miyako se cuidaba de jugar el rol que se esperaba de las mujeres japonesas en situaciones de tipo social. Su caso destaca el desafío universal que enfrentan las mujeres al establecerse como líderes auténticos: a menos que las líderes mujeres reconozcan y validen algunas de las normas organizacionales prevalecientes en torno a los roles de género, les será muy difícil ser aceptadas por los seguidores masculinos. En las organizaciones complejas, los líderes pueden seleccionar las normas y elementos específicos con los que quieren ser identificados y aquellos que necesitan desestimar. Greg Dyke, ex director general de BBC, una de las organizaciones mediales más grandes del mundo, entiende muy bien cómo cumplir con diferentes normas organizacionales. Cuando se hizo cargo de BBC, en enero de 2000, los empleados en toda la organización estaban descontentos. Poco después de llegar al cargo, Dyke comenzó a meter sus narices en las oficinas y en los estudios para comprender mejor la situación del personal. Mientras más visitas hacía, más se convencía de que podía ganar una amplia aceptación para los importantes cambios que necesitaba introducir, apelando a los altos rangos y a los soldados rasos de la organización. Con ese fin, Dyke comenzó a eliminar los autos y chóferes que habían sido asignados a cada miembro de su consejo ejecutivo. Los productores de programas y personal de apoyo estuvieron complacidos con la medida: en una organización con una fuerte aspiración igualitaria, la larga fila de lujosos automóviles negros, estacionados en las afueras de las oficinas corporativas, había sido una fuente de molestia –incluso de 14 Harvard Business Review | Enero 2012 alejamiento– para muchos. Dyke también recortó el cuantioso presupuesto gastado en consultores externos –en un año pasó de £22 millones a £3 millones–, lo cual simbolizaba la fe que el director general tenía en las personas de la organización. Implícitamente estaba diciendo: “Sé que tenemos el talento aquí”. Pero no bastó identificarse con las personas que estaban más abajo en la jerarquía. A diferencia de muchos CEO, Dyke necesitaba de la aprobación del consejo regulador de la BBC, así como de su entonces presidente, Sir Christopher Bland. Para ganar su aceptación, Dyke debía mostrar respeto por sus costumbres establecidas aún cuando estuviese apelando a los instintos antiestablishment de la mayoría de sus empleados. Durante un tiempo, mostró ser bastante diestro en el manejo de esta relación. Al menos en público siempre se dirigía a Sir Christopher y a los otros gobernadores en un lenguaje formal. También tenía cuidado de domar sus propios instintos iconoclastas. Moderó su lenguaje, se vistió más formalmente de lo que era su gusto habitual y en público enfatizaba aquellos intereses (en especial, museos y educación científica) que eran más atractivos para la mayoría de la junta. Sin embargo, al final las maquinaciones políticas de la BBC abrumaron incluso a Dyke y se vio obligado a renunciar. ••• A menudo se ha pensado en la autenticidad como lo opuesto del artificio: algo que es directo, sincero y sencillo. Pero esa concepción de la autenticidad no sólo es simplista; está profundamente equivocada. Los ejecutivos que suponen que su autenticidad deriva de una expresión sin control de sus yo interiores nunca se convertirán en líderes auténticos. Los grandes líderes comprenden que la fama de ser auténticos se debe ganar a punta de esfuerzo y ser manejada con un cuidado extremo. En una ocasión, el cómico George Burns dijo acerca de la honestidad: “Si puedes fingirla, lo has logrado todo”. Perfectamente pudo haberse referido a la autenticidad. Desde luego, los líderes auténticos no fingen para hacerlo, pero la broma de Burns hace sentido precisamente porque reconoce aquello que podríamos no estar dispuestos a admitir: que la expresión del yo auténtico es un acto complicado y artificial. Todos los líderes auténticos son complicados y artificiales. Muchos estadounidenses reverencian al fallecido Ronald Regan por su autenticidad como presidente, pero también fue el primer actor profesional en llegar a la Casa Blanca. Rob Goffee es un profesor de Conducta Organizativa en la London Business School de Inglaterra. Gareth Jones es colaborador docente en la IE Business School, en Madrid, y miembro del Centre for Management Development en la London Business School. Goffee y Jones son los socios fundadores de Creative Management Associates, una empresa de consultoría organizacional en Londres. Reimpresión R0512E-E Quiero ganar toda carrera en la que participo y a 200 kilómetros por hora, mi resistencia es mi ventaja. Así que necesito mantener mi corazón y mi cuerpo en buena forma. Mi respuesta fue Mayo Clinic. ADRIÁN FERNÁNDEZ Campeón de carreras de autos, Ciudad de México Usted también puede recibir el cuidado médico de calidad mundial de Mayo Clinic, entidad sin fines de lucro que desde hace más de 100 años tiene como prioridad atender las necesidades del paciente. Nuestros especialistas e incomparable tecnología médica están a su disposición para exámenes completos, segundas opiniones, diagnóstico y tratamiento de afecciones graves. Solicite una cita en la oficina en México o directo en Mayo Clinic. Visite mayoclinic.org/mexico o llame al (55)5202-1005 ó 01-800-715-MAYO. ROCHESTER, MINNESOTA PHOENIX / SCOTTSDALE, ARIZONA JACKSONVILLE, FLORIDA OFICINA DE REPRESENTACIÓN: MÉXICO, D.F. 1530 Clinica Mayo.indd 1 1/4/12 5:28 PM La decisión de confiar Un nuevo modelo explica los cálculos mentales que la gente hace antes de tomar la decisión de confiar en alguien. A por Robert F. Hurley sus líderes. Eso fue lo que descubrí cuando encuesté recientemente a 450 ejecutivos de 30 empresas alrededor del mundo. Los resultados de una encuesta realizada en 2002 por Golin-Harris en Estados Unidos fueron similarmente sombríos: 69% de los encuestados estuvo de acuerdo con la afirmación: “Simplemente ya no sé en quién confiar”. Ese mismo año University of Chicago encuestó a 800 estadounidenses y descubrió que cuatro de cada cinco tenían “sólo algo” o “casi nada” de confianza en las personas que dirigían grandes corporaciones. Es cierto, confiar en los líderes corporativos en abstracto es distinto a confiar en el propio CEO, y algunas empresas y ejecutivos son casi universalmente considerados dignos de confianza; pero la tendencia general es preocupante. Es preocupante porque un ambiente de desconfianza conduce a problemas costosos y, en ocasiones, terminales. No necesitamos recordar la reciente ola de escándalos que destruyeron la fe del público en los líderes corporativos. Y aunque usted nunca verá un estado financiero con una línea titulada “desconfianza”, el fiasco de WorldCom subraya justamente cuán costosa puede llegar a ser la confianza quebrada. Cuando imparto seminarios ejecutivos sobre confianza, les pido a los participantes que describan cómo se siente un ambiente de trabajo que se caracteriza por bajos Publicación original: septiembre de 2006 16 Harvard Business Review | Enero 2012 Doug Fraser Aproximadamente la mitad de todos los ejecutivos no confía en niveles de confianza. Las respuestas más frecuentes incluyen “estresante”, “amenazador”, “divisivo”, “improductivo” y “tenso”. Cuando les pregunto cómo se siente un ambiente de trabajo con alta confianza, los participantes dicen con mayor frecuencia “divertido”, “unido”, “motivador”, “productivo” y “confortable”. Claramente, las empresas que fomentan una cultura de confianza tendrán una ventaja competitiva en la batalla por el talento: ¿quién elegiría permanecer en una atmósfera estresante y divisiva si le ofrecen sumarse a una productiva y apoyadora? Resulta crucial, entonces, que los ejecutivos desarrollen una mejor comprensión de la confianza y de cómo gestionarla. Yo defino confianza como la dependencia segura en alguien cuando se está en una posición de vulnerabilidad. Dado el actual ritmo de cambio en las organizaciones –fusiones, reestructuraciones, nuevos modelos de negocios, globalización– no es ninguna sorpresa que la confianza sea un problema. Afortunadamente, 50 años de investigación en psicología social han demostrado que la confianza no se crea mágicamente. De hecho, ni siquiera es tan misteriosa. Cuando las personas eligen confiar, han pasado por un proceso de toma de decisiones, el cual involucra factores que pueden ser identificados, analizados e influenciados. Este artículo presenta un modelo que arroja una luz sobre cómo se toma la decisión de confiar. (Ignoraremos los extremos de la confianza total basada en la fe ciega y de la desconfianza total basada en la paranoia, y en lugar de eso nos enfocaremos en la situación familiar en que se combinan la incertidumbre, el daño posible y otras múltiples razones para confiar o desconfiar). Al entender los cálculos mentales detrás de la decisión de confiar o no confiar, los ejecutivos pueden crear un ambiente en el cual florezca la confianza. Un modelo para la confianza A partir de la investigación del psicólogo social Morton Deutsch sobre confianza, la sospecha y la resolución de conflictos, y de mi propia experiencia durante los últimos 15 años como consultor de organizaciones y ejecutivos acerca de la confianza, desarrollé un modelo que puede utilizarse para predecir si un individuo elegirá confiar o desconfiar de otro en una situación dada (vea el gráfico “¿Confiar o no confiar?”). He probado este modelo, que identifica diez factores en juego Enero 2012 | Harvard Business Review 17 La decisión de confiar grado de tolerancia de las personas al riesgo tiene un gran impacto sobre su disposición a confiar, sin importar quién Al decidir si va a confiar en alguien, las personas consideran diez factores básicos. sea el depositario de confianza. Los busTres se relacionan con el tomador de la decisión –el “depositador” de confianza– y cadores de riesgos no pierden mucho siete reflejan la situación específica que lo involucra a él y a la persona que pide contiempo calculando qué podría salir mal fianza: el “depositario” de ésta. Cuantos más factores se ubiquen en el extremo alto en una situación dada; en ausencia de de la escala, más probable es que el tomador de la decisión elija confiar. algún problema evidente, tienden a tener fe en que las cosas resultarán. En cambio, quienes evitan los riesgos a mebajo alto nudo necesitan sentirse en control antes de depositar su confianza en alguien, y Factores del ¿Cuán tolerante al riesgo es el depositador de confianza? tomador de son renuentes a actuar sin aprobación. la decisión No sólo no confían en otros, sino que ni ¿Cuán bien adaptado está? siquiera confían en sí mismos. La inves¿Cuánto poder relativo tigación del antropólogo organizacional posee? Geert Hofstede sugiere que, en un cierto bajo alto nivel, la cultura influye en la tolerancia al riesgo. Los japoneses, por ejemplo, ¿Cuán seguras se sienten las partes? Factores tienden a tener una menor tolerancia al situacionales riesgo que los estadounidenses. ¿Cuántas semejanzas existen entre ellas? Nivel de adaptación. Los psicólogos han demostrado que los individuos ¿Cuán bien alineados están los intereses de las partes? varían enormemente en su grado de adaptación. Al igual que la tolerancia ¿Muestra el depositario de confianza preocupación al riesgo, este aspecto de la personalibenévola? dad afecta la cantidad de tiempo que las ¿Es el depositario de confianpersonas necesitan para construir conza capaz? fianza. Las personas bien adaptadas se ¿Ha mostrado el depositario sienten cómodas consigo mismas y ven de confianza predictibilidad e el mundo como un lugar generalmente integridad? benigno. Sus altos niveles de seguridad ¿Tienen las partes una buena a menudo les hacen confiar con rapidez, comunicación? porque creen que no les sucederá nada Desconfianza Confianza Elección malo. En contraste, las personas mal adaptadas tienden a ver muchas amenazas en el mundo, y por ello introducen más ansiedad en cada situación. A estas personas les lleva más tiempo lograr una posición de comodidad y confianza, sin importar quién durante el proceso de toma de decisiones, en centenares de sea el depositario de ésta. altos ejecutivos. Al usarlo, ellos pudieron identificar las relaPor ejemplo, Bill, vicepresidente senior en una importante ciones que se beneficiarían de una mayor confianza y diagnosfirma de servicios financieros, era una persona mal adaptada ticar las causas de fondo de la desconfianza. Armados con ese que siempre operaba en un estado de “máxima alerta”. Miconocimiento, tomaron medidas concretas que hicieron más crogestionaba a sus subordinados directos, incluso a los más fácil para otros depositar su confianza en ellos. talentosos, porque no podía sentirse seguro a menos que se Factores del tomador de la decisión. Los primeros tres facinvolucrara personalmente en los detalles. Su incapacidad para tores conciernen al tomador de la decisión: el “depositador” de delegar tenía poco que ver con los depositarios de su confianza confianza. Estos factores a menudo tienen poco que ver con la y todo que ver con su propia naturaleza; él elegía regularmente persona que pide confianza: el “depositario” de confianza. Son la sospecha por sobre la confianza porque veía incluso el error el resultado de una compleja mezcla de personalidad, cultura más leve como una potencial amenaza a su reputación. y experiencia. Poder relativo. El poder relativo es otro factor importante Tolerancia del riesgo. Algunas personas son tomadoras de en la decisión de confiar. Si el depositador de confianza está riesgos por naturaleza; otras son innatamente cautelosas. El ¿Confiar o no confiar? 18 Harvard Business Review | Enero 2012 en una posición de autoridad, es más probable que confíe, porque puede sancionar a una persona que quebrante su confianza. Pero si el depositador tiene escasa autoridad, y por lo tanto carece de recursos, es más vulnerable y se sentirá menos cómodo al confiar. Por ejemplo, un CEO que delega una tarea a uno de sus vicepresidentes se preocupa principalmente de las competencias de esa persona. Puede estar razonablemente seguro de que el vicepresidente intentará servir a sus intereses, porque si no lo hace, podría enfrentar repercusiones desagradables. El vicepresidente, sin embargo, tiene escaso poder para recompensar o sancionar al CEO. Por lo tanto, su elección de confiar en el CEO es menos automática; debe considerar cosas tales como las intenciones e integridad de éste. Factores situacionales. Los siete factores restantes conciernen a aspectos de una situación particular y de la relación entre las partes. Éstos son los factores que un depositario de confianza puede abordar más eficazmente para ganarse la confianza de los depositadores. Seguridad. Antes nos ocupamos de la tolerancia al riesgo como un factor de la personalidad del depositador. Aquí analizamos el opuesto del riesgo –la seguridad– y cómo se relaciona con una situación dada. Claramente, no todos los riesgos son iguales. Un empleado que en períodos de bonanza confía en que su supervisor aprobará el financiamiento para que asista a un costoso programa de capacitación podría sospechar seriamente de ese mismo supervisor cuando la empresa está realizando despidos. Una regla general para recordar: cuanto más está en juego, menos probable es que las personas confíen. Cuando la respuesta a la pregunta “¿qué es lo peor que podría suceder?” no es tan amedrentadora, es más fácil confiar. Actualmente atravesamos una crisis de confianza en parte porque prácticamente ningún trabajo está realmente asegurado, mientras que hace tan sólo una generación, la mayoría de las personas podía contar con permanecer en una misma empresa a lo largo de sus carreras. Cantidad de semejanzas. En el fondo seguimos siendo bastante tribales, lo que explica por qué las personas tienden a confiar más fácilmente en aquellos que parecen similares a ellas. Las semejanzas pueden incluir valores comunes (tales como una fuerte ética de trabajo), pertenencia a un grupo definido (como el departamento de fabricación, una iglesia local o incluso un género) y rasgos compartidos de personalidad (extraversión, por ejemplo, o ambición). Al decidir cuánto confiar en alguien, las personas a menudo comienzan tomando nota de sus semejanzas y diferencias. Imagine que usted está buscando contratar a un consultor para un proyecto estratégico. El primer candidato entra en su oficina vistiendo una túnica; habla con acento y tiene un título de una universidad de la que usted nunca ha oído hablar. Cuando se reúne con el segundo candidato, llega vestido de forma muy parecida a usted y habla como usted. Luego se entera de que estudió en su alma mater. La mayoría de las personas se sentiría más cómoda contratando al segundo candidato, racionalizando que seguramente actuaría como ellas en una situación dada. Esto explica en parte por qué las empresas con una fuerte cultura unificadora disfrutan de niveles más altos de confianza –especialmente si sus valores culturales incluyen la sinceridad, la integridad y el proceso justo– que las empresas sin una. Un buen ejemplo de esto es QuikTrip, una cadena de tiendas de conveniencia con más de 7.000 empleados, que ha sido nombrada una de las 100 Mejores Empresas para Trabajar de Fortune durante los últimos cuatro años. Uno de los valores centrales de la empresa es hacer lo correcto, para el empleado y para el cliente. Este significativo y relevante valor compartido sirve como base para una cultura de confianza excepcionalmente fuerte. Por el contrario, una falta de semejanzas y de valores compartidos explica por qué, en muchas organizaciones, el ejecutivo trabajólico sospecha del empleado orientado a la familia, o el grupo de ventas de naturaleza emprendedora y la casa matriz orientada al control nunca se Enero 2012 | Harvard Business Review 19 La decisión de confiar Intervención de confianza: Sue y Joe Sue, una vicepresidenta de ventas, necesitaba realizar algunos cambios de personal en su departamento. Joe, su subordinado directo, no se sentía inclinado a confiar en Sue, porque la empresa atravesaba por una transformación y él temía por su trabajo. Además, dado que Sue era relativamente nueva en la empresa, Joe no podía predecir lo que ella haría ni evaluar cuán capaz era. Sue utilizó el modelo de confianza para identificar lo que ella podía hacer para cam- biar las percepciones de Joe. Por ejemplo, al obtener aprobación de su propio jefe para posiciones alternativas para Joe, ella demostró capacidad para encontrar soluciones. Y al empatizar con el sentimiento de inseguridad de Joe y conversar abiertamente sus opciones con él, demostró tanto una preocupación benévola como una mejor comunicación. El resultado fue que a Joe le resultó más fácil depositar su fe en Sue. bajo alto Joe Tolerancia al riesgo Nivel de adaptación Poder relativo Situación de Sue y Joe Seguridad laboral de Joe Semejanzas entre ellos Alineación de intereses Preocupación benévola de Sue Acciones tomadas por Sue para ganar la confianza de Joe Capacidad de Sue Predictibilidad e integridad de Sue Nivel de comunicación desconfianza llevan bien: es más difícil confiar en las personas que parecen diferentes. Alineación de intereses. Antes de que una persona deposite su confianza en otra, considera la pregunta: “¿Cuán probable es que esta persona sirva a mis intereses?”. Cuando los intereses de las personas están totalmente alineados, la confianza es una respuesta razonable. (Por ejemplo, debido a que tanto el paciente como el cirujano se benefician de una operación exitosa, el paciente no necesita cuestionar los motivos del cirujano). Un líder poco sofisticado supondrá que todos en la organización tienen los mismos intereses. Pero en realidad las personas tienen intereses comunes e intereses únicos. Un buen 20 Harvard Business Review | Enero 2012 confianza líder transformará los factores cruciales para el éxito de la empresa en intereses comunes que sean claros y de orden superior. Considere las políticas de compensación. Todos hemos oído hablar de empresas que realizan despidos masivos, impulsan los precios de sus acciones al alza y recompensan a sus CEO con atractivos bonos, todo en un mismo año. No es de extrañar que tantos empleados desconfíen de la alta dirección. En contraste, Whole Foods Market tiene una política que establece que el CEO no puede ganar más de 14 veces el salario del empleado promedio; en 2005 el CEO John Mackey debió renunciar a un bono de US$ 46.000. Esa política ayuda a demostrar a los trabajadores que el CEO está sirviendo a los mejores inte- reses de la empresa, y no sólo a los propios. Los intereses alineados conducen a la confianza; los intereses desalineados conducen a la sospecha. Este factor también opera a un nivel macro-organizacional. En “Fair Process: Managing in the Knowledge Economy” (HBR July-August 1997), W. Chan Kim y Renée Mauborgne describieron cómo un proceso transparente y riguroso para la toma de decisiones conduce a niveles más altos de confianza organizacional. Los procesos de decisión opacos, que podrían aparecer sirviendo a intereses especiales, lo hagan o no, generan desconfianza. Preocupación benévola. La confianza es un problema no porque las personas sean malvadas, sino porque a menudo son egocéntricas. Todos hemos conocido a un ejecutivo en quien sus empleados no confían porque no creen que él peleará por ellos. En otras palabras, él nunca ha demostrado una mayor preocupación por los intereses de los demás que por los propios. El ejecutivo que demuestra una preocupación benévola –que demuestra a sus empleados que está dispuesto a arriesgarse por ellos– engendra no sólo confianza, sino también lealtad y compromiso. Aaron Feuerstein, ex CEO de Malden Mills, representa un ejemplo extremo de preocupación benévola. En 1995 un incendio destruyó su molino textil en Lawrence, Massachusetts, que había empleado a unas 3.200 personas. Él pudo haber tomado el dinero del seguro y trasladado su fabricación al extranjero. Entonces de 70 años, pudo haberse jubilado. En lugar de eso, Feuerstein prometió a sus trabajadores que reconstruiría el molino y salvaría sus trabajos, y los mantuvo en la nómina de pagos. La preocupación benévola de Feuerstein por sus empleados, a pesar del costo para él mismo, le hizo ganarse su confianza. Desafortunadamente, perdió la confianza de sus bancos, que probablemente habrían preferido que una mayor preocupación benévola estuviese dirigida hacia ellos. La deuda resultante finalmente obligó a la empresa a solicitar Maneras prácticas de gestionar la confianza Si este factor es bajo… entonces usted debería: Tolerancia al riesgo Dedicar más tiempo a explicar opciones y riesgos. Evaluar procesos y resultados por separado; reconocer el trabajo excelente sin importar el resultado. Ofrecer algún tipo de red de seguridad. Nivel de adaptación Ser paciente; simplemente lleva más tiempo construir confianza con algunos individuos. Tratar de aumentar la confianza reconociendo logros y corrigiendo fallas mediante el coaching más que con la disciplina dura. Poder relativo Proporcionar opciones cuando sea posible; evitar ser coercitivo. Comunicar que las decisiones de liderazgo no son arbitrarias, explicando cómo sirven a los intereses de la organización. SeguridadEncontrar maneras de atemperar el riesgo inherente a la situación. Cantidad de semejanzas Invertir tiempo en elevar el nivel de comodidad. Usar “nosotros” más y “yo” menos. Enfatizar lo que se tiene en común (valores, pertenencia, y otros). Alineación de interesesTener claro a qué intereses está sirviendo. Tomar en cuenta los intereses de otros y encontrar una forma de acomodarlos en la medida de lo posible. Enfocarse en la estrategia, la visión y las metas generales. Formar una cultura que refuerce hacer lo correcto para la empresa. Preocupación benévolaTomar acciones que demuestren una genuina preocupación por los demás. Servir a los intereses de otros aun cuando, en ocasiones, usted tenga cierta pérdida (y encuentre una manera sutil de demostrar que –por elección propia– ellos ganaron más que usted). Entablar un proceso justo. CapacidadEncontrar maneras de demostrar competencias al ejecutar la tarea a mano. Reconocer áreas de incompetencia y compensarlas compartiendo o delegando responsabilidad. Predictibilidad e integridad Prometer menos y cumplir más. Si no puede cumplir sus promesas, explicar el porqué con honestidad. Describir los valores que impulsan su comportamiento, de modo que otros vean consistencia y no aleatoriedad. Nivel de comunicaciónAumentar la frecuencia y la franqueza de sus comunicaciones. Construir una relación más allá de las restricciones de sus respectivos cargos; por ejemplo, saliendo a almorzar o a jugar golf. Enero 2012 | Harvard Business Review 21 La decisión de confiar la protección por bancarrota. Esto pone de relieve un desafío real en la gestión de la confianza: cómo equilibrar intereses múltiples y a veces contrapuestos. Capacidad. Las semejanzas, los intereses alineados y la preocupación benévola tienen poco significado si el depositario de confianza es incompetente. (Si usted va a ser sometido a una cirugía, probablemente esté más preocupado de las habilidades técnicas de su cirujano que de cuánto tiene en común con él). Los ejecutivos rutinariamente evalúan la capacidad cuando deciden confiar o delegar autoridad en quienes trabajan para ellos. La capacidad también es relevante a nivel grupal y organizacional. Los accionistas sospecharán de un consejo de administración que no pueda establecer procesos confiables para compensar adecuadamente al CEO y detectar conductas poco éticas. Un cliente no confiará en una firma que no ha demostrado una capacidad consistente para satisfacer sus necesidades. Predictibilidad e integridad. En algún punto en la decisión de confiar el depositador de confianza pregunta: “¿Cuán seguro estoy de cómo actuará el depositario de confianza?”. Un depositario cuyo comportamiento pueda predecirse confiablemente será visto como más digno de confianza. Uno cuyo comportamiento sea errático será visto con sospecha. Aquí entra en juego el problema de la integridad, esto es, hacer lo que se dice que se hará. Los depositarios que dicen una cosa pero hacen otra carecen de integridad. El audio no calza con la imagen, y nos confunde no saber en cuál mensaje creer. El resultado es desconfianza. En mi trabajo como coach ejecutivo, he visto a algunos ejecutivos sobreprometer constantemente y no cumplir. Son personas bien intencionadas, y apasionadamente preocupadas de su trabajo, pero su entusiasmo las lleva a prometer cosas que simplemente no pueden producir. A pesar de su arduo trabajo y sus buenas intenciones, sus colegas no confían en ellos debido a su pobre historial. Tome el caso de Bob, socio director de una firma consultora global. Bob era un pensador creativo y estratégico que agradaba a todo el mundo. Tenía buenas intenciones y había demostrado preocupación benévola por los empleados. Pero los demás socios de la firma no confiaban en Bob, porque a menudo era incapaz de entregar lo que había prometido cuando lo había prometido. A pesar de sus buenas intenciones, la gente en la firma decía que cualquier proyecto que dependiera de Bob estaba en “zona peligrosa”. Con tiempo y coaching, Bob aprendió a delegar más y a cumplir sus compromisos. Pero el punto aquí es que cuando una persona no cumple, no sólo está fallando un plazo; está socavando su propia confiabilidad. Nivel de comunicación. Debido a que la confianza es un concepto relacional, una buena comunicación es crucial. No sorprende que la comunicación abierta y honesta tienda a apoyar la decisión de confiar, mientras que la mala (o nula) comunicación genera sospecha. Muchas organizaciones caen 22 Harvard Business Review | Enero 2012 Dado que la confianza es un concepto relacional, la buena comunicación es fundamental. en una espiral descendente: la incomunicación hace que los empleados se sientan traicionados, lo que conduce a un quiebre aún mayor en la comunicación y, finalmente, a la desconfianza absoluta. Considere cómo la Iglesia Católica manejó las acusaciones de abuso sexual contra sacerdotes en el área de Boston. El Cardenal Bernard Law no comunicó abiertamente la naturaleza y el alcance de las acusaciones. Cuando emergieron los detalles durante los procedimientos judiciales, los feligreses se sintieron traicionados, y la confianza fue destruida. La palabra “encubrimiento” fue utilizada con frecuencia en los medios para describir la respuesta de Law a la crisis. Su falta de franqueza llevó a la gente a pensar que la verdad estaba siendo ocultada a costa de las víctimas. Alrededor de la misma época fui testigo de un ejemplo de excelente comunicación dentro de la misma Iglesia Católica. Acudí con mi familia un domingo cuando, durante una homilía agónicamente incómoda, un sacerdote confesó desde el altar que había tenido un encuentro impropio 20 años antes con una mujer empleada en la parroquia. Él reconoció su error, habló sobre cómo había lidiado con el problema y pidió perdón. Con el tiempo sus feligreses volvieron a considerarlo un líder espiritual de confianza. Su falta fue menos seria que la de Law, pero su historia muestra que la comunicación franca puede hacer mucho por construir o reparar relaciones y una confianza amenazada. Hasta cierto punto, la franqueza de una persona induce la franqueza en otras, y la decisión de depositar fe en los demás hace más probable que sea recíproco. Gestionar con el modelo de confianza Una vez entendidos estos diez factores, los ejecutivos pueden comenzar a gestionar la confianza en sus propias relaciones y dentro de sus organizaciones. Considere el ejemplo de Sue y Joe, una ejecutiva y su subordinado directo en una empresa de bienes de consumo Fortune 500 que estaba en mitad de una importante transformación. Sue, una vicepresidenta de ventas relativamente nueva, quería hacer algunos agresivos movimientos de personal en respuesta a la presión de su jefe por mejorar el desempeño. Joe, uno de los empleados de Sue, estaba a tres años de su fecha de jubilación. Había sido un leal empleado por 17 años y había tenido éxito en posiciones anteriores. Recientemente, sin embargo, había asumido un nuevo cargo como gerente de línea en ventas y no estaba teniendo un buen desempeño. De hecho, el jefe de Sue había sugerido que era hora de remover a Joe. Joe era una persona segura de sí misma (alto nivel de adaptación), pero sabía que estaba en el trabajo equivocado y deseaba encontrar otra manera de contribuir (alta alineación de intereses con Sue). Estaba preocupado de cuán franco podía ser con ella, porque tenía temor de ser despedido (baja tolerancia al riesgo y baja seguridad). Y debido a que Sue era una vicepresidenta nueva, Joe no tenía certeza de si ella tomaría la decisión o si tenía algún control real (baja predictibilidad y baja capacidad). Así planteada originalmente la situación, Joe no se sentía inclinado a confiar en su jefa; había demasiados riesgos e incertidumbres. El modelo de confianza ayudó a Sue a identificar qué debía hacer para cambiar la situación y crear un clima posterior de confianza (vea el recuadro “Intervención de confianza: Sue y Joe”). Sue y yo nos dimos cuenta, por ejemplo, de que no era mucho lo que podíamos hacer para elevar la tolerancia al riesgo de Joe. Cauteloso por naturaleza, estaba genuinamente –y con bastante razón– asustado de perder su empleo. Animé a Sue para que demostrara una mayor preocupación benévola: tuvo una conversación franca con Joe y le dio tiempo para seguir un proceso de autodescubrimiento con la ayuda de un consultor externo. Después de ese proceso, Joe solicitó una transferencia. También aconsejé a Sue para trabajar con su jefe y obtener aprobación para algunas de las alternativas, aumentando así su capacidad y predictibilidad a ojos de Joe. Además, comenzó a comunicarse más frecuente y abiertamente con Joe sobre sus opciones en la organización, y mostró sincera empatía acerca de cómo la incertidumbre sobre su carrera les afectaría a él y a su esposa, exhibiendo mayor preocupación benévola. Finalmente Joe fue trasladado a una posición más adecuada. No dudó en compartir sus sentimientos positivos acerca del proceso con sus antiguos colegas, que seguían reportando a Sue. Como resultado, esas personas fueron más proclives a depositar su fe en ella, y la confianza aumentó en el departamento aun cuando atravesaba por un cambio importante. El modelo de confianza también puede aplicarse a una escala organizacional más amplia. Considere la situación en Texaco en los años 90. En 1994 un grupo de empleados de minorías presentó una demanda por discriminación racial contra el gigante petrolero, alegando que los empleados afroamericanos recibían un salario inferior que los empleados blancos por el mismo trabajo. Dos años después las tensiones alcanzaron un nivel de crisis cuando altos ejecutivos de Texaco fueron grabados secretamente denigrando a los trabajadores de color. Es seguro afirmar que entre los trabajadores afroamericanos, la confianza en los ejecutivos de su empresa había llegado a cero. El entonces presidente y CEO Peter Bijur reconoció la gravedad de la situación y supo que debía actuar con rapidez para reparar la confianza quebrada. Bijur comenzó contratando a un consejero externo para investigar el asunto; incorporar a una tercera parte neutral alivió cualquier sospecha de que conflictos de interés sesgaran la investigación. También creó un comité especial dentro del consejo de administración, encargado de evaluar la capacitación de la empresa en materias de diversidad. Ese paso demostró que Texaco asignaba un alto valor a la diversidad. La nueva capacitación sobre diversidad y sensibilidad se tradujo en una cultura corporativa construida a partir de valores compartidos. Aquellos que no calzaban con el nuevo esquema –específicamente, los altos ejecutivos que habían proferido las ofensas grabadas– fueron despedidos, suspendidos o les fueron cancelados sus beneficios de jubilación. Para hacer que las acciones de la empresa fueran más predecibles para los empleados, Bijur contrató a un respetado juez para evaluar las políticas de recursos humanos de Texaco, y la empresa cambió aquellas que fueron consideradas injustas o poco transparentes. Adicionalmente, altos ejecutivos fueron enviados a todas las sedes de la empresa para disculparse por la humillación a la que habían sido sometidos los trabajadores afroamericanos. Estas reuniones no sólo demostraron preocupación benévola, sino que también abrieron líneas de comunicación entre los empleados escépticos y la alta dirección. Colectivamente, estas acciones hicieron más fácil para los trabajadores recuperar su fe en la empresa. La confianza no se restauró de la noche a la mañana –no existe un arreglo rápido para la fe quebrada–, pero los esfuerzos concertados para corregir las fuentes de desconfianza finalmente rindieron frutos. En 1999 Bijur recibió un premio de un grupo nacional afroamericano por su compromiso con la diversidad, y en 2000 Texaco recibió elogios de SocialFunds.com por ser un “modelo de desafío al racismo corporativo”. La confianza quebrada puede repararse con el tiempo si los líderes adoptan continuamente las conductas correctas. El recuadro “Maneras prácticas de gestionar la confianza” identifica algunas conductas que son particularmente eficaces. ••• La confianza es una medida de la calidad de una relación, entre dos personas, entre grupos de personas, o entre una persona y una organización. En situaciones totalmente predecibles la pregunta de la confianza no surge: cuando se sabe exactamente qué esperar, no existe necesidad de emitir un juicio. La turbulencia de tercerizaciones, fusiones, reestructuraciones y modelos de negocios cambiantes genera un caldo de cultivo para la desconfianza. Liderar en un ambiente así requiere actuar de maneras que proporcionen razones claras para tomar la decisión de confiar. Ya no hay vuelta atrás a los días en que las organizaciones esperaban –y recibían– lealtad incondicional de sus empleados. Pero usando este modelo, usted podría ser capaz de crear una base más dinámica y sostenible para relaciones productivas. Robert F. Hurley es profesor de Administración en la gestión en la Fordham University en Nueva York. Reimpresión R0609B-E Enero 2012 | Harvard Business Review 23 Cómo sobrevivir a su nuevo CEO Todos saben que la llegada de un nuevo líder genera trastornos. Pero nuevos estudios muestran cuán difícil le será realmente mantener su puesto. L Publicación original: mayo de 2007 24 Harvard Business Review | LA ALTA ROTACIÓN DE CEO en Estados Unidos afecta a enormes cantidades de otros ejecutivos. Al ritmo actual, casi 50% de las empresas estadounidenses más importantes tendrá un nuevo CEO dentro de los próximos cuatro años. Otras 25.000 empresas recién adquiridas también tendrán nuevos líderes. Si usted es miembro del equipo senior en una empresa con un nuevo CEO, su carrera ahora depende de las opiniones de una persona que usted tal vez no conozca. Es más, su historia de éxitos y fracasos quizás no tenga mucha importancia. “Recuerde que está empezando de nuevo”, dice el CEO nombrado desde dentro de una de las diez primeras empresas aseguradoras de Estados Unidos. “No importa su trayectoria, ahora todo ha cambiado”. Las anécdotas de lo que experimentan los equipos ejecutivos durante transiciones de CEO no son precisamente reconfortantes. Despidos, reestructuración organizacional y estrategias canceladas generan cambios laborales abruptos y no deseados para muchos altos ejecutivos. Si usted se ve enfrentado a un nuevo CEO, es probable que tres preguntas ronden por su mente: ¿Cuán preocupado debería estar? ¿Qué me sucederá si me despiden? Si me quedo, ¿qué debo hacer para maximizar la probabilidad de prosperar con mi nuevo jefe? Enero 2012 Brian Stauffer por Kevin P. Coyne y Edward J. Coyne, Sr. Cómo sobrevivir a su nuevo CEO Para contestar estas preguntas creamos bases de datos de las tasas de rotación de CEO y otros altos ejecutivos entre 2002 y 2004 en las 1.000 empresas más importantes de Estados Unidos, según su capitalización de mercado a La rotación anual entre altos ejecutivos asciende en forma fines de 2001 (vea el recuadro “Acerca dramática cuando un nuevo CEO se hace cargo, especialmente si de la investigación”). También investiproviene de afuera. gamos el estatus laboral más reciente de los ejecutivos que abandonaron empresas con nuevos CEO durante el Turnover among executives Turnover among all periodo. También entrevistamos a más listed in proxy statement only executives de una docena de CEO que se había hecho cargo de al menos una empresa 33% muy grande. Debido a la naturaleza de nuestra investigación, los resultados que recopilamos no son absolutos. 25% No obstante, al estudiar varias conste22% laciones de datos, logramos sacar algunas conclusiones acerca de los efectos 17% 17% 15% de la rotación de CEO en los ejecutivos. Una conclusión, en particular, es asombrosa: las posibilidades de que un ejecutivo se vea obligado a dejar su empresa son altas. Lo más probable es que acepte un cargo inferior en otra empresa, se integre a una empresa No change New CEO New CEO No change New CEO New CEO in CEO from within from outside in CEO from within from outside mucho más pequeña o derechamente jubile. A pesar de este desalentador esUnweighted percentages based on a study of executive turnover cenario, nuestras entrevistas con CEO in the top 1,000 U.S. companies, 2002–2004. revelaron pasos que usted puede tomar para sobrevivir e incluso prosperar, dependiendo de su conducta los primeros días, semanas y meses del mandato del nuevo líder. Si los adopta rigurosamente, estos prácticos conLa tasa de rotación involuntaria –que incluye despidos y jubisejos podrían ayudarle a mantenerse en la empresa. laciones anticipadas no programadas– es más importante. El promedio total de esta tasa era 7,5%, con ligeras diferencias según el desempeño de la empresa. El destino de los ejecutivos Luego, estudiamos la tasa de rotación en empresas en las Para ver qué sucede cuando llega un nuevo CEO, examinacuales un ejecutivo de la organización había sido ascendido a mos la tasa de rotación de los ejecutivos del más alto nivel CEO. En estos casos, las noticias generalmente eran malas: la nombrados en la declaración de representación de la comtasa de rotación involuntaria ascendió a 12,5%, un aumento pañía (el “proxy statement”) y otros altos ejecutivos en emde alrededor de 65%. Cuando incluimos la rotación voluntaria, presas donde se mantuvo el status quo, donde designaron a la probabilidad de que un alto ejecutivo abandone la empresa un nuevo CEO desde dentro o donde contrataron a un CEO aumentó a más de uno en cinco. proveniente de otra empresa. Vamos a empezar con los ejeDespués consideramos casos en los cuales el nuevo CEO cutivos del más alto nivel. provenía de afuera de la empresa, lo que generalmente ocurre En primer lugar, estudiamos empresas donde el CEO había solamente en empresas con un desempeño bajo o mediano permanecido en su puesto. La rotación de los ejecutivos del (las empresas de alto desempeño casi nunca reemplazan a más alto nivel en esas condiciones registró un promedio anual sus CEO con alguien externo). Aquí, la situación empeora ponderado de 16%. Aproximadamente la mitad (alrededor drásticamente: la rotación involuntaria promedio alcanzó un de 8,5%) era rotación voluntaria e incluía a personas que se imponente 26%, casi cuatro veces más que cuando el CEO habían jubilado o que tenían problemas familiares o de salud. permanecía en su puesto. Al desglosar las cifras nuevamente, Al parecer, el desempeño de la empresa no afecta a esta tasa. Un nuevo CEO entra, ejecutivos salen 26 Harvard Business Review | Enero 2012 vimos que la tasa de rotación involuntaria en empresas con un desempeño promedio era de 24%, mientras que en empresas con un bajo desempeño era de 31%. Es decir que, en general, si usted es parte del escalón más alto de la organización y luego de un año de bajo desempeño la empresa designa a un CEO proveniente de afuera, existe una probabilidad de dos en cinco de que usted abandone su cargo. ¿Qué sucede con los otros altos ejecutivos? El patrón resultó ser muy parecido al de los ejecutivos de más alto nivel incluidos en la declaración de representación, aunque un poco menos perturbador. En promedio, la rotación entre todos los directores ejecutivos sólo aumentó ligeramente cuando el nuevo CEO era nombrado desde dentro, pero bastante cuando el CEO provenía de afuera. En la última situación, más de 25% dejó el puesto en menos de un año, y las probabilidades de una salida involuntaria más que se duplican (vea el gráfico “Un nuevo CEO entra, ejecutivos salen”). ¿Qué sucede con los ejecutivos que abandonan la empresa? ¿Es verdad, como dice el cliché, que perder el trabajo fue “lo mejor que les pudo haber pasado jamás”? ¿Caen parados o sufren enormes reveses profesionales? Un ejecutivo que se ha desempeñado bien podría suponer que, aunque le pidan su renuncia, encontrará un puesto semejante o aún mejor en otro lado, por lo cual podría relajarse respecto de su destino bajo el nuevo líder. Lamentablemente, los datos no apoyan esta visión optimista. De los aproximadamente 400 ejecutivos del más alto nivel que abandonaron sus empresas tras la llegada de un nuevo CEO en 2002 ó 2003, ninguno se cambió a un puesto del mismo nivel en alguna gran empresa estadounidense (de hecho, muy pocos ejecutivos del más alto nivel que abandonaron una empresa donde el CEO permaneció en su puesto encontraron cargos comparables en otros lugares, pero eso no sirve de consuelo). Por lo general, al grupo más amplio de ejecutivos salientes también le fue mal. Descubrimos esto al comparar sus antiguas empresas y cargos con los nuevos. Clasificamos a los ejecutivos en cuatro categorías –ganadores, laterales, replegados y desertores– basadas en la combinación de cambios en sus cargos y el tamaño de sus empleadores. Por ejemplo, una persona que adquiere un mejor puesto en una empresa ligeramente más pequeña, podría clasificar como un lateral, pero alguien que acepta un cargo inferior en una empresa mucho más pequeña sería clasificado como un replegado. Una vez más, los resultados dan para pensar. Hubo pocos ganadores, sólo 4% de los ejecutivos pertenecía a esta categoría, mientras que 28% clasificó como laterales (concedimos el beneficio de la duda a aquellos ex ejecutivos que actualmente ejercen sólo como miembros de consejos de administración y constituyen un tercio de los laterales). Los replegados representaron 3%. En total, 22% de los ejecutivos clasificaron como desertores, desempeñándose en empresas unipersonales o en empresas con ventas de menos de US$ 10 millones, y 43% desapareció completamente de nuestra base de datos. Lo más probable es que este último grupo haya jubilado o descendido mucho de nivel (vea el gráfico “Los pocos que prosperan”). Los ejecutivos más jóvenes podrían pensar que tienen mejores posibilidades de sobrevivir que sus colegas más cercanos a la edad de jubilación. Lamentablemente, no es así. El patrón general de éxito y fracaso para los ejecutivos menores de 52 años es notablemente similar al patrón que exhiben sus colegas mayores. Dados estos resultados, está claro que usted haría bien en esforzarse por mantener su trabajo bajo un nuevo CEO. Después de todo, no tiene nada que perder. Su supervivencia, no obstante, podría depender de si sigue los pasos descritos a continuación. Cómo sobrevivir Todos los CEO nuevos toman decisiones de personal rápidamente: en promedio, nuestros entrevistados afirmaron que tomaron las decisiones finales acerca de sus equipos dentro de los primeros 60 días, aun cuando prometieron públicamente tomarse su tiempo. Un ejemplo típico es la declaración de un conocido CEO de una empresa de servicios de US$ 10.000 millones. Cuando en su primera conferencia de prensa se le preguntó si implementaría cambios en la alta dirección, contestó que cada miembro es valioso hasta que demuestre lo contrario, y que esas decisiones requieren de mucho tiempo. También es típico lo que ocurrió un mes después: despidió al director de finanzas porque su intervención en una reunión de analistas no alcanzó a ser sobresaliente. Las primeras impresiones son importantes, más de lo que usted piensa o quizás cree que deberían importar. Los nuevos CEO no suelen pedir información a sus predecesores y otorgan poco peso a aquella que reciben. Más bien, confían en sus instintos. Dado que es relativamente inusual que un consejo de administración limite la facultad de un CEO para cambiar un equipo ejecutivo, la impresión que usted crea ante su nuevo jefe es clave. Suponiendo que no exista una fuerza mayor que haga inevitable su salida, –como por ejemplo, usted es el director de finanzas y el nuevo CEO trae su propio ejecutivo de finanzas– ¿cómo podrá crear una buena primera impresión y maximizar sus posibilidades de supervivencia y éxito? Pedimos a nuestros CEO entrevistados que repasaran los primeros días de sus nuevos puestos y recordaran momentos en que las acciones o conductas de un ejecutivo determinaron su destino. ¿Hizo algo el ejecutivo que transformara una impresión negativa en una positiva? O bien, ¿un ejecutivo normalmente eficaz hizo u omitió hacer algo, provocando así su caída? A continuación resumimos sus recomendaciones. Demuestre su buena disposición. Quizás usted prefiera esperar para ver qué es lo que el nuevo CEO requiere de usted en lugar de tomar la iniciativa y acercarse a hablar de sus responsabilidades, pero éste es un enfoque equivocado. La mayoría de los CEO entrevistados señaló que demasiados ejecutivos Enero 2012 | Harvard Business Review 27 Cómo sobrevivir a su nuevo CEO se condenaron desde un comienzo simplemente al no manifestar su deseo de ser parte del nuevo equipo. Tal como lo expresó el CEO de una empresa industrial de US$ 20.000 millones: “Los ejecutivos no se percatan hasta qué punto el CEO busca compañeros de equipo desde el comienzo. Me impresiona el hecho de que tan poca gente se acerque y diga, ‘quiero ayudar. Tal vez no sea perfecto, pero concuerdo con su visión’. Eso en sí hace una enorme diferencia”. Otro CEO fue aún más directo: “Prácticamente nadie se acercó a preguntarme cómo podía ayudar. Es ingenuo y estúpido de parte de los ejecutivos el quedarse callados y mantenerse a la defensiva”. También es peligroso suponer que su nuevo CEO ya entiende que usted desea cooperar. Según nuestros entrevistados, los ejecutivos salientes que se opusieron al programa del nuevo CEO nunca manifestaron su oposición, es decir, los líderes ciertamente no asociaron el silencio con el consenso. En la ausencia de señales claras, los CEO sacan sus propias conclusiones acerca de sus opiniones. Si esas conclusiones son negativas, sus reacciones pueden ser duras. “Me quedó muy claro”, nos dijo el jefe de una empresa de US$ 25.000 millones, “que los altos ejecutivos de una de mis divisiones más importantes no estaban de acuerdo con la nueva forma de hacer las cosas en la empresa. Pensaban que simplemente podrían sentarse a esperar”. Los reemplazó a todos en menos de un año. El consenso de nuestros CEO está claro. Si usted decide que quiere quedarse, comuníquele al CEO, activamente y sin ser zalamero, que usted desea ser parte del equipo y demuestre con acciones su voluntad de respetar el programa. Esto es especialmente importante cuando el nuevo líder ha ganado una competencia interna y usted estaba anteriormente asociado con otro candidato. En este caso, es esencial reconocer explícitamente su aceptación de la decisión del consejo de administración y demostrar una actitud constructiva. Tal aun si cree que fue extremadamente maltratado por el predecesor del CEO. Él no querrá abordar estas cosas aún. No hable de sus planes a largo plazo en la empresa porque su nuevo jefe no ha decidido si usted aún tiene una carrera en ella. No explique problemas antiguos que tiene con otros ejecutivos. Él no querrá sentirse obligado a elegir entre dos bandos hasta que decida qué es lo que se requiere”. Habrá tiempo para todas estas cosas más adelante, agregó. “En este momento al CEO no le gustará que usted impulse su propia agenda por sobre la suya, de forma alguna”. Curiosamente, nuestros CEO insistieron en que los ejecutivos deben aconsejar a sus cónyuges –maridos o esposas– para que se manejen con sumo cuidado en lo que se relacione con la empresa. Cualquier comentario negativo pronunciado por su cónyuge será percibido como un imprudente pero fiel reflejo de sus verdaderas opiniones; y dados los estrechos círculos sociales de los ejecutivos, los chismes acerca de su descontento con la empresa fácilmente pueden filtrarse al CEO o al consejo de administración. Eso, dijeron nuestros entrevistados, es el beso de la muerte. Estudie el estilo de trabajo del CEO. Nuestros entrevistados también afirmaron que querían que sus subordinados directos tomaran conciencia de su estilo de trabajo para luego adaptarse a él. Debido a que puede ser difícil descifrar las propensiones de su nuevo jefe con la sola observación, vale la pena hacer preguntas específicas. Un CEO recordó una reunión con un ejecutivo muy franco quien, según los chismes de la empresa, sería una de las primeras víctimas del nuevo régimen. “Me dijo que era conocido por ser directo y luego me preguntó cómo quería que él expresara su desacuerdo conmigo”, relató el CEO. “No entendí lo que quería decir en un comienzo, pero luego me explicó: ¿Qué tipo de datos me inducen a cambiar de parecer, historias de la primera línea o estadísticas? ¿Podría expresar su desacuerdo en público o sólo en privado? Una vez que había expuesto su caso sin convencerme, ¿debería intentarlo de nuevo o simplemente aceptar que la decisión estaba tomada? ¿Qué sentiría yo si sus subordinados o pares sabían que estaba en desacuerdo con algo?”. Al hacer preguntas inteligentes acerca del estilo de trabajo de su nuevo jefe, el ejecutivo prosperó durante el mandato de 12 años del CEO. Además, los nuevos líderes buscan cualquier cosa que acuse potenciales conflictos éticos o conductuales. Si usted hace oídos sordos o ignora las señales del CEO, puede terminar fuera de la empresa. Un CEO despidió a su director de ventas debido a este tipo de incomodidad. “Sentí que no era confiable”, dijo. “No había nada concreto, pero por alguna razón me hacía sentir incómodo. No lo despedí por esa razón exactamente pero Usted haría bien en esforzarse por mantener su trabajo bajo un nuevo CEO. Después de todo, no tiene nada que perder. como lo expresó el ganador de una competencia interna en un banco con activos de US$ 100.000 millones: “Es normal que un nuevo CEO desconfíe un poco de las personas de otros bandos. Por consiguiente, es necesario hacer un gesto –felicitarlo, por lo menos– y luego, se debe actuar en forma coherente. Es sorprendente cuánta gente ni siquiera hace eso”. Deje sus problemas afuera. Un CEO de un conglomerado industrial de US$ 3.000 millones proporcionó una lista de conductas puntuales a evitar: “No hable de [su compensación], 28 Harvard Business Review | Enero 2012 zapatos del recién llegado e intentaran apreciar su agenda. Primero, recuerde cuán presionado está su nuevo líder, sobre todo respecto Los altos ejecutivos que abandonan sus puestos tras el reemplazo de su desempeño al comienzo. Un esdel CEO se pueden dividir en cuatro categorías. Los ganadores aceptan tudio de 20 CEO, efectuado en 2003 un mejor cargo en una empresa de tamaño semejante o mantienen por McKinsey & Company, mostró que el mismo nivel en una empresa más grande. Los laterales aceptan un el destino de un nuevo CEO depende puesto inferior en una empresa más grande, mantienen su antiguo nivel fuertemente del desempeño en bolsa en una empresa de tamaño semejante, u obtienen un mejor cargo en de las acciones de la empresa durante una empresa más pequeña. Los replegados aceptan un cargo inferior su primer año en el cargo. Los investigaen una empresa de tamaño semejante o más pequeña o mantienen su dores encontraron que 75% de los CEO nivel en una empresa más pequeña. Los desertores se integran a una cuyas empresas experimentaron un empresa sumamente pequeña o desaparecen totalmente del radar alza en sus acciones en los primeros 12 corporativo. meses aún ejercían el puesto dos años después, pero 83% de aquellos cuyas empresas experimentaron una caída ya Ganadores 4% no estaban al cabo de ese lapso. Por consiguiente, su nuevo jefe estará buscando sugerencias constructivas acerca de las Todos los desertores 65% medidas que se puedan llevar a cabo Todos los laterales 28% rápidamente. ¿Usted podría ayudar? Desertores que desaparecieron Los CEO entrevistados también afirLaterales que están del radar maron que los ejecutivos deben confiren un consejo 11% corporativo 43% mar que comprenden la nueva agenda Otros laterales 17% directamente con el nuevo jefe. Aun Desertores que se unieron a empresas cuando nuestros entrevistados entenmuy pequeñas 22% dían que sus acciones inmediatas a veces confundían a sus subordinados directos, Replegados 3% sentían que si los ejecutivos hubiesen intentando hablar con ellos acerca de sus Basado en un estudio de rotación ejecutiva en las 1.000 empresas agendas, la confusión se podría haber estadounidenses más importantes, 2002-2004. evitado. Incluso si usted habló con los miembros del consejo de administración acerca de las posibles directrices para el nuevo CEO, sus planes para la empresa serán influidos por sus antecedentes, juicios y experticia, no la sensación redujo mi tolerancia respecto de otros problemas. sólo por lo que dispone el consejo. Es importante conocer sus Cuando surgió otro asunto, actué de inmediato”. ideas de boca del propio CEO. ¿Es buena idea comunicarse con su contraparte en la anPresente un plan de acción realista y honesto. Es totalmente tigua empresa o división de su CEO para saber más acerca razonable que un nuevo CEO espere que usted esté preparado de sus gustos? Nuestros entrevistados estuvieron divididos al para discutir la situación en su división y sus planes para avanrespecto. Algunos creían que las preguntas acerca del estilo de zar. Asegúrese de haber pensado en todo y luego presente comunicación eran legítimas, y que su contraparte podría ir los hechos con la mayor claridad posible. No obstante, no más lejos de lo esperado y entregar información sumamente cometa el error de edulcorarlos; sería una movida totalmente valiosa sin que se lo hubieran solicitado. Otros CEO creían que errada. Un informe demasiado optimista hará que su CEO era una táctica demasiado arriesgada porque usted no sabe se pregunte, “¿a quién trata de engañar?”. Un CEO que no nada acerca de la relación personal entre la contraparte y el recibió información honesta de parte de varios subordinados CEO, ni tampoco sabe si aún se hablan. Un CEO especialmente directos lo expresó de manera más directa: “No tengo tiempo suspicaz incluso dijo: “¿Cómo sabe que esta persona no está ya para resolver temas de confianza. Si alguien no me muestra haciendo lobby para quedarse con su puesto?”. los puntos negativos, sospecho que no los conoce o que inComprenda la agenda del CEO. Según nuestros CEO, los tenta esconderlos. Si no es abierto conmigo respecto de los altos ejecutivos podrían ser sustancialmente más eficaces si problemas, supondré que los está ocultando”. simplemente se tomaran un momento para ponerse en los Los pocos que prosperan Enero 2012 | Harvard Business Review 29 Cómo sobrevivir a su nuevo CEO Sea un jugador “A”. Debido a que su nuevo CEO también está siendo juzgado, es importante ayudarle a lograr resultados operativos positivos a la brevedad. No se puede dar el lujo de permitir que su organización se paralice debido a la confusión generada por un cambio en la alta dirección. No es el momento para descansar en sus laureles. Es crucial demostrar que usted es activo y competente y que los proyectos importantes avanzan viento en popa. Un líder nuevo describió el proceso de separar la paja del grano de la siguiente manera: “Teníamos muchas interacciones, incluida una reunión ejecutiva semanal de cuatro horas. Simplemente observé quién se aseguraba de asistir, quién estaba preparado, quién era orientado a la acción, quién identificaba soluciones para los problemas, y quién efectivamente hacía lo que había prometido”. Basándose en estas impresiones, el CEO despidió a casi la mitad de sus subordinados directos dentro de un año y a otra cuarta parte del grupo original en los seis meses subsiguientes. Un porcentaje sorprendente de nuestros CEO mencionó casos de ejecutivos que, quizás creyéndose indispensables, exhibieron una asombrosa falta de perspicacia política durante las semanas clave de la “luna de miel”. En un caso, un subordinado se tomó dos semanas de vacaciones durante el primer mes de trabajo del nuevo CEO. “Las vacaciones estaban programadas desde hace tiempo; no se lo impedí, pero aun así, nunca se lo perdoné”, dijo el CEO. “Fue lo más estúpido que podría haber hecho”. Varios entrevistados despotricaron sobre la ausencia de sus tropas. “¿Me creería si le digo que la mitad del tiempo de mis primeras seis semanas él estaba fuera de la oficina jugando golf con los clientes?”, reclamó un alto ejecutivo de una empresa de productos de consumo de US$ 15.000 millones. “Nunca estaba cuando intenté encontrarlo. Me surgieron serias dudas acerca de sus prioridades”. Ciertamente, entretener a los clientes es la norma en muchos sectores, pero cuando un nuevo jefe está formando sus impresiones, es clave estar presente. 30 Harvard Business Review | Enero 2012 Otra razón por la cual debe rendir lo mejor posible es porque durante este periodo su CEO quizás esté demasiado ocupado para entrenarlo. Tal vez sea injusto, pero la realidad es que su nuevo jefe posiblemente no se tome la molestia de avisarle si se equivoca; dos errores así y lo más probable es que lo despidan. Si recibe una advertencia, quizá sólo pueda percatarse de ella en las preguntas que le hace acerca de mejoras operacionales o de resultados. Un CEO nuevo, insatisfecho con las respuestas que recibía, comenzó a hacerle preguntas cada vez más punzantes a su director de operaciones. Las respuestas no mejoraron, y seis semanas después, el CEO lo despidió. Cuando se le preguntó si en algún momento se reunió con el ejecutivo para decirle, “su trabajo no es aceptable”, se rió y contestó, “la verdad es que no se me ocurrió. Estaba demasiado ocupado”. La mejor manera de reforzar rápidamente su posición es haciéndose cargo de un proyecto –preferiblemente uno espe- Los altos ejecutivos podrían ser sustancialmente más eficientes si simplemente se tomaran un momento para ponerse en los zapatos del recién llegado. cial– que le exija interactuar extensamente con el nuevo líder en un breve periodo. Todos nuestros CEO concordaron en este punto. Por ejemplo, cuando una ejecutiva de tercer nivel en una empresa de transportes realizó un trabajo destacado con el CEO para reformar la interfaz del servicio al cliente de la empresa, el CEO la ascendió al equipo senior de gestión. Su nuevo jefe apreciará pasar tiempo con usted y si las primeras impresiones de su persona no fueron precisamente estelares, quizás pueda revertir sus percepciones. Nunca se sabrá si se podrían haber evitado algunas víctimas tempranas con una exposición adecuada. Ofrezca opciones objetivas. Todo CEO nuevo ha debido tomar difíciles decisiones para proteger las ganancias o para invertir a pesar de los impactos en las ganancias; ha optado entre caminos de crecimiento alternativos y opciones presupuestarias. A todos los entrevistados les gustó la idea de un ejecutivo capaz de explicar objetivamente las decisiones presupuestarias anteriores de su departamento, sus fundamentos, y cómo las prioridades del nuevo CEO podrían requerir una reevaluación de algunas de estas opciones. Un ejecutivo que demuestra la voluntad y capacidad de participar constructivamente en una discusión acerca de opciones presupuestarias y ayudar al CEO a transformar una nueva visión en decisiones tangibles, será muy bien recibido. Es muy significativo que ninguno de los CEO entrevistados trabajó alguna vez con alguien así. ¿Debería también discutir inmediatamente con su nuevo jefe sobre importantes cambios estratégicos? La respuesta es: “Depende”. Uno de los CEO pensó que sería útil escuchar una evaluación imparcial de las posibilidades de la división y disponer de una gama de opciones bien pensadas para considerar. Otros apreciaron la intención, pero sentían que un nuevo CEO no estaría listo para evaluar asuntos estratégicos. Independientemente de cómo o cuándo elija discutir las alternativas, es importante no demostrar demasiado interés personal; si trata de persuadir al CEO de que invierta rápidamente enormes montos en su negocio, no espere una buena recepción. “Quiero opciones verdaderas”, dijo un CEO, “no propuestas que pasen por encima del juicio colectivo de los demás ejecutivos”. ••• Los cambios de CEO son estresantes para todos los altos ejecutivos. Hay un verdadero peligro de ser destituidos y es sumamente difícil caer parado. Por otra parte, también hay oportunidades reales. Muchos ejecutivos han vigorizado sus carreras dentro de una empresa después de un cambio en la alta dirección; otros han encontrado su realización lejos del mundo corporativo. Por cierto, es usted quien decide si sigue o no los consejos de nuestros entrevistados. El ex CEO de una de las empresas financieras más grandes del país quizás logró expresarlo con mayor claridad cuando dijo: “Tome su decisión personal acerca de si quiere convivir con el estilo, la visión y las prácticas de negocios del nuevo jefe. Luego, comprométase o márchese. Si no lo hace, la vida de todos será un infierno. Y, al final del día, el resultado será el mismo”. Acerca de la investigación A comienzos de 2006, usamos los más recientes datos disponibles para crear una base de datos de los más altos ejecutivos clasificados como tal en 2002, 2003, y 2004 por las declaraciones de representación (“proxy statements”) de las 1.000 empresas más importantes (según capitalización de mercado) de Estados Unidos. En promedio, había cuatro ejecutivos por organización, excluido el CEO. Al comparar las declaraciones de representación año a año, pudimos observar cómo un cambio en el alto liderazgo en 2002 o 2003 afectó a estos ejecutivos. También creamos una base de datos de cambios entre todos aquellos generalmente listados como “directores ejecutivos” (unos diez por empresa) en las memorias anuales de una muestra extensiva de estas empresas durante el mismo periodo. Esto nos permitió observar el impacto de los cambios de CEO en un grupo más grande de ejecutivos. Luego, usamos información de Hoover’s para determinar el estatus profesional más recientemente reportado de los ejecutivos de nuestra muestra que habían abandonado sus empresas tras la llegada de un nuevo CEO. Esto nos proporcionó abundante información estadística acerca de las secuelas de un cambio en el alto liderazgo. Para confirmar que los resultados en nuestros años de muestra eran un indicio de tendencias más prolongadas, los comparamos con estudios académicos anteriores acerca de la rotación en equipos gerenciales. Nuestros hallazgos eran notablemente coherentes en cuanto a dirección y grado. Pensamos que podríamos enriquecer nuestra interpretación de los datos con consejos prácticos, por lo cual entrevistamos extensamente a más de una docena de CEO profesionales que se habían hecho cargo de al menos una empresa muy grande que, por lo general, cotiza en la bolsa. Representaban una amplia gama de sectores, desde alta tecnología, pasando por servicios financieros, hasta bienes de consumo, y una variedad de tamaños, desde varios cientos de millones de dólares hasta más de US$ 25.000 millones en ventas. Kevin P. Coyne es profesor de Emory University Goizueta Business School y ex socio ejecutivo de McKinsey & Company. Edward J. Coyne, Sr., fue uno de los 10 mejores ejecutivos de una compañía de Fortune 500. Reimpresión R0705C-E Enero 2012 | Harvard Business Review 31 ¿Cuál es su historia? Todos construimos narrativas acerca de nosotros mismos: de dónde venimos, adónde vamos. Los tipos de historias que contamos hacen una diferencia enorme en qué tan bien lidiamos con el cambio. E Pep Montserrat por Herminia Ibarra y Kent Lineback Publicación original: enero de 2005 En un reciente evento de networking, altos ejecutivos que habían perdido sus muy bien remunerados trabajos corporativos como parte de una reducción general, se turnaban para contar qué es lo que habían hecho antes y qué esperaban hacer ahora. Una persona tras otra se levantaba y recitaba, en orden cronológico, una larga lista de credenciales y puestos. Muchos comenzaban con su primer trabajo, algunos incluso con su lugar de nacimiento. El recuento fue meticuloso. La mayoría gastaba sus dos minutos asignados aun antes de llegar al punto crucial: contar qué estaban buscando. Los que sí dejaban tiempo para redondear su exposición, tendían a enumerar cuatro o cinco cosas dispares que les gustaría hacer para adelante. En las sesiones de feedback que seguían a cada ronda de presentaciones, era difícil ayudar a estos “narradores de datos”. La gente que escuchaba no lograba entender con facilidad cómo sus conocimientos y contactos podían calzar con la situación del narrador. Lo que es peor, no se sentían obligados a intentarlo en serio. En nuestros estudios y coaching sobre reorientación de carreras profesionales hemos sido testigos de cómo mucha gente tiene dificultades en explicar qué es lo que quieren hacer para adelante y por qué un cambio tiene sentido. En el contexto de la elaboración de un libro, uno Enero 2012 | Harvard Business Review 33 ¿Cuál es su historia? de nosotros ha estudiado una amplia variedad de giros en las carreras; el otro ha trabajado extensamente con organizaciones e individuos sobre el uso de la narrativa para provocar un cambio positivo. Cada uno ha asistido a suficientes eventos de networking para saber que el descrito no es poco frecuente. Pero también hemos visto a mucha gente que, estando en medio de una transición significativa, ha usado eficazmente los contactos y ha enrolado con éxito a partidarios. Lo que hemos sacado en limpio es que existe sobre todo un factor que hace la diferencia: la capacidad de construir una buena historia. Por qué necesita una historia Todos contamos historias acerca de nosotros mismos. Las historias nos definen. Conocer bien a una persona significa conocer su historia: las experiencias formativas que la moldearon, los ensayos y cruce de caminos que la han puesto a prueba. Cuando queremos que alguien nos conozca, compartimos las historias sobre nuestra infancia, nuestras familias, nuestros años escolares, nuestros primeros amores, el desarrollo de nuestra visión política, y así sucesivamente. Pero rara vez es más necesaria una buena historia como cuando se está por realizar un cambio mayor en la dirección profesional: cuando uno está dejando A sin haberse ido aún, y se está moviendo hacia B sin haber llegado aún. En tiempos de transiciones tan inquietantes, contar una historia convincente a los colegas, jefes, amigos o familia –o también a extraños en una sala de conferencia– inspira creencia en nuestros motivos, carácter y capacidad de alcanzar las metas que nos hemos fijado. Seamos claros: al insistir en el uso de una narrativa eficaz no estamos abriendo las puertas hacia grandes cuentos. Con “historia” no nos referimos a “inventar algo para hacer parecer como buena una situación mala”. Más bien estamos hablando acerca de recuentos que son profundamente verdaderos y tan envolventes que la gente que escucha siente que tienen una participación en nuestro éxito. Esta dinámica estaba ausente en el evento descrito al inicio. Sin una historia, no existía un contexto para que los datos profesionales tuvieran un significado, no existía la promesa de un tercer acto en el cual el drama se resolvería al alcanzar una meta (obtener un empleo, por ejemplo). Crear y contar una historia que tenga resonancia también ayuda a creer en uno mismo. La mayoría experimentamos la transición hacia una nueva vida laboral como un tiempo de confusión, pérdida, inseguridad e incertidumbre. Estamos asustados y nos preguntamos: “¿Algún día miraré para atrás y diré que eso fue lo mejor que me ha pasado?”, “¿o me daré cuenta de que fue el comienzo del fin, de que todo fue cuesta abajo a partir de ahí?”. Oscilamos entre aferrarnos al pasado o abrazar el futuro. ¿Por qué? Porque hemos perdido el hilo narrativo de nuestra vida profesional. Sin una historia convincente que le otorgue a nuestra vida un significado, unidad y propósito, nos sentimos perdidos y sin rumbo. Necesitamos una buena historia para asegurarnos de que nuestros 34 Harvard Business Review | Enero 2012 Los elementos clave de una historia clásica Todas las grandes historias, desde Antígona a Casablanca y la Guerra de las Galaxias, obtienen su poder de varias características básicas. ■■ Un protagonista que le preocupa al oyente. La historia tiene que ser sobre una persona o grupo con cuya lucha podamos relacionarnos. ■■ Un catalizador que convence al protagonista a actuar. El mundo ha cambiado de alguna forma, de manera que hay algo importante en juego. Típicamente, el primer acto de una obra de teatro se dedica a establecer este hecho. Depende del protagonista colocar las cosas nuevamente en su lugar. ■■ Pruebas y tribulaciones. El segundo acto de la historia comienza con obstáculos que producen frustración, conflicto y drama, y que muchas veces llevan al protagonista a cambiar de un modo esencial. Como en La Odisea, las pruebas revelan, testean y dan forma al carácter del protagonista. Se pasa el tiempo en tierras salvajes, lejos del hogar. ■■ El punto crítico. Representa el punto de no retorno, que concluye el segundo acto. El protagonista ya no puede hacer o ver las cosas de la misma forma como lo hacía antes. ■■ La resolución. Es el tercer acto, en el cual el protagonista triunfa de manera magnífica o fracasa de manera trágica. Ésta es la clásica estructura narrativa de comienzo-mediofinal que Aristóteles definió hace 2.300 años y que ha sido usada innumerables veces. Parece reflejar la forma en que la mente humana quiere organizar la realidad. planes tienen sentido, de que al seguir adelante no estamos desechando todo por lo que hemos trabajado tan duro y que egoístamente estamos poniendo en riesgo la familia y el sustento. Nos motivará y ayudará a soportar la frustración, el sufrimiento y el trabajo duro. Entonces, una buena historia es crucial para realizar una transición exitosa. Pero muchos de nosotros no usamos el poder de contar historias en la búsqueda de nuestra causa. Y si construimos una historia, no lo hacemos bien. En parte ello se debe a que muchos hemos olvidado cómo se cuenta una historia. Pero los cuentos de transición, con sus problemas inherentes y tensiones, son incluso un desafío para los mejores narradores. Al no saber cómo resolver estos conflictos, nos retraemos a contar “simplemente los hechos”. Su historia tiene un drama inherente A primera vista no es tan obvio por qué las historias de transiciones deberían presentar tantos problemas. Éstas contienen el material que, casi por definición, caracteriza una buena narrativa (vea el recuadro “Los elementos clave de una historia clásica”). El protagonista es usted y lo que está en juego es su carrera. Sólo el amor, la vida y la muerte pueden ser más importantes. Y una transición es siempre acerca de un mundo que ha cambiado. Lo han dejado ir o usted ha decidido de alguna manera que su vida ya no funciona. Tal vez ha alcanzado un hecho o una percepción que representan un punto de no retorno, que marca el fin del segundo acto, que fue un período de frustración y lucha. Al final, si todo va bien, usted resuelve la tensión e incertidumbre y se embarca en un nuevo capítulo de su vida o carrera. Las historias de transición no sólo contienen todos los elementos del cuento clásico, sino que destacan los más importantes. Fíjese en qué mueve a una historia. Es el cambio, conflicto, tensión, discontinuidad. Lo que nos engancha de una película o libro es el punto crítico, la ruptura con el pasado, el hecho de que el mundo ha cambiado de un modo intrigante y fascinante que obligará al protagonista a descubrir y revelar su verdadero yo. Sin esos elementos, la historia será plana. Carecerá de lo que el novelista John Gardner llamó la profluencia del desarrollo: la sensación de moverse hacia adelante, de ir hacia algún lado. Las historias de transición no tienen este problema. Piense, por ejemplo, en la historia bíblica de la conversión de San Pablo. En su celo por la ley judía, Saúl se había vuelto un violento perseguidor de los cristianos. Camino a Damasco, según se cuenta la historia en el Nuevo Testamento, se vio rodeado por una luz y arrojado al suelo. Una voz del cielo se dirigió a él: “Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?”. Era incapaz de ver, pero después de cambiar su opinión acerca de los cristianos, vio, literalmente, la luz. Y así, Saúl se convirtió en Pablo, uno de los arquitectos principales de la cristiandad. ¿Qué podría ser más dramático? Como la saga Saúl-Pablo, muchos recuentos posteriores sobre un cambio de carrera incluyen sacudidas y gatillos: momentos palpables cuando las cosas confluyen en un punto y una opción deseable se materializa. De pronto el rumbo correcto se vuelve obvio, o dar el salto se ve fácil. Así es como este punto crítico adquirió forma para Lucy Hartman, de 46 años, una ejecutiva de tecnología de la información (todos los nombres en este artículo han sido cambiados). Lucy parecía estar en el rumbo hacia la alta dirección, sea en su propia empresa o una nueva. Pero al realizarse un coaching, se le reveló una alternativa atractiva. Comenzó a preguntarse acerca de un futuro como consultora de desarrollo organizacional, pero aún no estaba muy lista para hacer ese cambio. Se fue a una empresa más pequeña donde sentía que podría aplicar todo lo que había aprendido en el coaching. “A estas alturas estaba claro que me quería mover hacia algo distinto”, dijo. “Pero necesitaba construir más confianza antes de arriesgarme a reinventarme a mí misma. Por eso decidí quedarme en el ambiente de alta tecnología que conocía bien, pero también, volver a la universidad. Empecé una maestría en desarrollo organizacional, pensando que al menos haría de mí una mejor líder, y con la esperanza de que fuese un impulso para una transformación real”. Aun así, durante meses Lucy estuvo indecisa acerca de dedicarse exclusivamente a estudiar, convencida de que no era lo más sano renunciar a su empleo sin tener otro disponible. Tres incidentes que se sucedieron rápidamente la convencieron. Primero, asistió a una conferencia sobre cambio organizacional donde escuchó a los gurús del sector y donde conoció a gente que trabaja en ese ámbito. Decidió que ésta era claramente la comunidad de la cual quería formar parte. Segundo, su empresa pasó por una adquisición, y para ella la reestructuración significaba un nuevo puesto cargado de maniobras políticas. Tercero, como ella misma cuenta, “un día mi marido simplemente me preguntó: ‘¿Eres feliz? Si lo eres, estupendo. Pero no te ves feliz. Cuando te pregunto cómo estás, siempre dices que estás cansada’”. Su pregunta desencadenó que renunciara a su empleo y se dedicara tiempo completo a su maestría. La historia de Lucy ilustra la importancia de los puntos críticos. Los necesitamos para convencernos a nosotros mismos de que nuestras historias tienen sentido. Y a los oyentes les gusta, porque llevan a la historia a nuevas e interesantes direcciones. Hacen que el oyente se incline hacia adelante y haga la pregunta que cualquier historia efectiva debería concitar: “¿Qué pasó después?”. El desafío de la historia de transición Volvamos a ese evento de networking y a todas las historias monótonas (en verdad, no-historias) que contó la gente. Si las historias de transición, con su drama y discontinuidad, se prestan tan bien para una narración vívida, ¿por qué tanta gente sólo cuenta los datos básicos de sus carreras y evita los excitantes puntos críticos?, ¿por qué tantos trataron de mostrar los cambios en sus vidas como incrementales, como extensiones lógicas de lo que hacían antes?, ¿por qué no le dieron importancia a todas las peculiaridades de la narrativa? Para comenzar, ello se debió a que intentaban contar una historia estando aún en medio del segundo acto. Mire la historia de Lucy y se dará cuenta de que los puntos críticos que describe no eran muy distintos de incidentes que todos vivimos a diario. Sólo tuvieron un gran significado para Lucy porque ella les dio importancia. Para la mayoría, los puntos críticos son como los de Lucy en vez de los de Saúl. Tienden a ser mucho más obvios al ser contados, que al ser vividos. Tenemos que aprender a usarlos para propulsar hacia adelante nuestras historias. Además, las historias de transición son desafiantes porque contarlas requiere desnudar algunas emociones. El oyente debe saber que hay algo personalmente en juego para usted. Enero 2012 | Harvard Business Review 35 ¿Cuál es su historia? ¿Su currículum cuenta una historia? Aunque los términos muchas veces se usan indistintamente, existe una gran diferencia entre un currículum y una hoja de vida. Un currículum es una lista exhaustiva y estrictamente cronológica acerca de los hechos de su vida profesional. Si cuenta una historia, ésta se construye enteramente en la mente del lector. Si les quiere dar una forma narrativa a sus credenciales utilice una hoja de vida, y entienda que será más que probable que necesitará más de una versión. Según las alternativas de empleo o de carrera que esté explorando, cada una destacará e interpretará la experiencia de modo diferente. El proceso de construir una hoja de vida es tan valioso como el producto mismo, ya que supone hacer un borrador de su historia. Cada cosa en la hoja de vida debe apuntar hacia un objetivo, el que, por supuesto, es el clímax de la historia que está narrando. Elabore tres partes. Primero, describa la posición que quiere. Segundo, construya una lista con viñetas de su experiencia destacada que claramente demuestre su capacidad de hacer ese trabajo. Considere cualquier experiencia que tenga (no se olvide del trabajo voluntario o cualquier otra cosa que venga al caso). E identifique cuáles apoyan la historia que está contando. Tercero, resuma su trabajo profesional. Esta parte de su hoja de vida tiene la apariencia de un currículum, en orden cronológico invertido, e incluye todos los cargos relevantes que ha tenido. Por cada trabajo muestre las fechas de empleo, así como sus responsabilidades y logros. Estas descripciones se insertan de igual forma como la experiencia destacada. De hecho, cada afirmación en la sección de experiencia destacada (que apoya su objetivo general) debe encontrar sustento en sus resúmenes de empleo. Siga estos pasos y su hoja de vida contará una historia coherente. El trabajo que ha realizado y las habilidades e intereses que ha desarrollado y revelado apuntarán hacia una resolución clara y deseada: el objetivo que indicó. Es algo difícil de hacer cuando usted está en una entrevista de trabajo o cuando le habla a extraños. Hay otro asunto que complica las historias de vida (en especial aquellas sobre discontinuidad): una buena historia no 36 Harvard Business Review | Enero 2012 sólo requiere nuestra confianza en el oyente, sino que también debe inspirar al oyente a confiar en nosotros. Una historia sobre una discontinuidad en la vida hace sonar las alarmas respecto de las habilidades, dependencia y previsibilidad del narrador. El oyente se pregunta: “¿por qué debo creer que puede sobresalir en un nuevo ámbito si no tiene un historial que mostrar?”. Y a un nivel más profundo, merodean sospechas aun mayores: “¿Por qué debo confiar en que usted no cambiará de opinión acerca de esto?, ¿acaso no cambió de opinión antes?”. Contar una historia de vida que enfatiza elementos tan jugosos como la transformación y la discontinuidad es una invitación para que formulen preguntas sobre quiénes somos y si podemos merecer confianza. Nadie quiere contratar a alguien que probablemente se desvíe en una dirección inesperada cada seis meses. Así, les restamos importancia a esas cosas que podrían volver nuestras historias convincentes. Para ganar la confianza de nuestro oyente, nos presentamos como seguros, pero también aburridos y poco notables. ¿Existe una manera de contar una historia animosa e inspirar la confianza en el otro? Sí, pero requiere de una comprensión profunda de lo que realmente lleva a que la gente crea en lo que decimos. La lucha por la coherencia Todas las buenas historias tienen una característica tan básica y necesaria que muchas veces se asume. Esa cualidad es la coherencia, y es crucial en historias de vidas en transición. Éste fue el desafío de Sam Tierman, un ex ejecutivo de recursos humanos al cual uno de nosotros le realizó un coaching durante una transición en su carrera. Sam había pasado 18 años al mando de RR.HH. en varios importantes bancos regionales, pero sus tres últimos empleos no terminaron bien. Por reducción de personal había salido de uno, había renunciado a otro por frustración, y había sido despedido del último, lo que finalmente lo llevó a darse cuenta de que tenía problemas en su carrera. Se sentía energizado por la interacción entre individuos y organizaciones, pero odiaba los aspectos mundanos y administrativos de su trabajo. Cuando tuvo un jefe que consideró RR.HH. una función estratégica y que incorporó al director de RR.HH. en la mesa de la alta gerencia, prosperó. Pero cuando trabajó para alguien que veía RR.HH. como un taller mecánico –“Encuentre las partes, busque los beneficios y mantenga al fisco alejado”– Sam odiaba su empleo. En su último trabajo, sus sentimientos eran obvios, y un problema menor con un análisis de personal causó su salida. Sam había asumido ese puesto con muchas esperanzas. El CEO que lo contrató consideraba RR.HH. una función estratégica. Por desgracia ese CEO se fue y el nuevo no lo veía de la misma forma. Así, Sam arrojó la toalla para encontrar o mantener un jefe con el cual pudiera trabajar en un contexto corporativo. Como tantos ejecutivos frustrados, decidió que preferiría trabajar para una empresa recién lanzada. El problema era que carecía, Los momentos decisivos son más obvios en una narración que en la vida. al menos en apariencia, de las experiencias y cualidades que la gente que funda y financia nuevas empresas requiere. Las narrativas coherentes permanecen unidas de formas que se perciben como naturales e intuitivas. La historia de vida coherente es aquella que sugiere lo que todos queremos creer acerca de nosotros mismos. Es decir, que nuestras vidas son una serie de acontecimientos que se despliegan y están vinculados, y que tienen sentido. En otras palabras, el pasado se relaciona con el presente, y a partir de esa trayectoria podemos vislumbrar el futuro. La coherencia es crucial para una historia de transición, ya que es el rasgo que genera mayor confianza en el oyente. Si logra que su historia de cambio y reinvención aparezca coherente, habrá recorrido un buen camino en convencer al oyente de que el cambio tiene sentido para usted y de que probablemente sea un éxito, y que usted es una persona estable y digna de confianza. E igual de importante, habrá recorrido un buen camino en convencerse a sí mismo. De hecho, es la pérdida de coherencia lo que dificulta tanto recorrer épocas de transición. Piense en el personaje de dibujos animados que corre más allá del borde del abismo. Las piernas aún patalean y no se da cuenta de que flota sobre el abismo hasta que mira hacia abajo. Con nuestras transiciones sucede algo parecido. La coherencia es la tierra firme debajo de nuestras piernas. Sin ella, sentimos como si colgásemos en medio del aire, y tenemos miedo de que si miramos hacia abajo nos desplomemos hacia nuestra perdición. El trabajo de Charlotte Linde, una lingüista que ha estudiado la importancia de la coherencia en historias de vida, deja claro que la coherencia proviene en gran parte de la continuidad y causalidad. Si fallamos en observar ambos principios, generamos una sensación de incoherencia o, en palabras de Linde, “la escalofriante posibilidad de que la vida es aleatoria, accidental y carece de motivación”. Y lo que es escalofriante para uno, ciertamente lo será para aquellos que escuchan nuestra historia. Enfatizar la continuidad y causalidad Ahora uno empieza a entender por qué tantos expositores en el evento de networking no hicieron más que recitar datos. Trataban de minimizar la discontinuidad; restar importancia al amplio salto profesional que querían dar; evitar aparecer como atribulados, perdidos, errantes. Fue una estrategia equivocada, porque los oyentes son especialmente susceptibles a lapsos de coherencia en las historias de vida. Ellos en realidad buscan la coherencia en esas historias. No reconocer una parte importante del cambio alejará al oyente y socavará su confianza. Como narradores de historias, tenemos que lidiar explícitamente con la magnitud del cambio que comunican nuestras historias. Si nos centramos en establecer una continuidad y causalidad, se puede hacer y aun así inspirar confianza. Mantenga las razones del cambio ancladas a su carácter, en quién es usted. Probablemente no exista un fundamento más convincente para el cambio que alguna razón interna, algún rasgo básico de su carácter. En su versión más simple, esta explicación toma la forma de “He descubierto que soy bueno en esto”, o “Eso me gusta, realmente me satisface”. Este enfoque les permite a los narradores incorporar el aprendizaje y el descubrimiento de uno mismo a sus historias personales. Podemos intentar algo, aprender de esa experiencia, y usar ese aprendizaje para profundizar nuestra comprensión sobre lo que queremos. Muchos puntos críticos se pueden usar de esta manera. No es sabio fundamentar las razones para una transformación principalmente fuera de nosotros mismos. “Me despidieron” puede ser un hecho que tenemos que explicar e incorporar a nuestra historia, pero rara vez es reconocido como una buena justificación para buscar lo que sea que estemos buscando. Enero 2012 | Harvard Business Review 37 ¿Cuál es su historia? Las razones externas tienden a crear la impresión de que simplemente aceptamos nuestro destino. Cite razones variadas para lo que usted quiere. Por ejemplo, querrá mencionar motivos tanto personales como profesionales para el cambio (obviamente deben ser complementarios y no contradictorios o mutuamente excluyentes). Cuánto más fértiles y variadas sean las razones que lo impulsan al cambio, éste aparecerá como más comprensible y aceptable. Sam, por ejemplo, fue capaz de citar varios proyectos inusuales en los que había trabajado, los que indicaban su capacidad de pensar y actuar de manera emprendedora. Además, sus estudios en ingeniería eléctrica y su MBA en finanzas de una universidad con prestigio, evidenciaban esa inclinación técnica y analítica preferida por las empresas nuevas que él conocía. Asegúrese de indicar cualquier explicación que provenga del pasado. Una meta enraizada en el pasado servirá mucho más que una concebida recientemente. Su historia tendrá que mostrar por qué no pudo perseguir esa meta al comienzo, pero ahí las causas externas (enfermedad, accidente, problema familiar) pueden jugar un rol preponderante. Reformule su pasado a la luz del cambio que busca realizar. Esto no sugiere que usted tenga que mentir o esconder algo. Cada uno de nosotros está continuamente repensando y recontando su historia de vida. Creamos diferentes versiones que enfatizan o minimizan, incluyen o excluyen, distintos aspectos de lo que nos ha ocurrido. Algunos elementos de los empleos que tuvimos probablemente encajen bien con nuestros planes de cambio y se pueden usar para vincular las experiencias pasadas con la vida hacia la cual queremos avanzar. La clave está en diseccionar esas experiencias y encontrar las piezas que se relacionan con las metas actuales (para ver cómo se hace, vea el recuadro “¿Su currículum cuenta una historia?”). Escoja un formato de historia que se preste para su relato de reinvención. Algunos formatos –historias de amor, de guerra, épicas– son tan antiguos como la narrativa misma. Hay historias sobre gente puesta a prueba y gente que es castigada. A la hora de describir una transición y reinvención, puede ser útil presentar la historia en un formato que le sea familiar a la mayoría de los oyentes. Dos enfoques de larga data que se pueden considerar son la trama de la maduración y la trama de la educación. A Gary McCarthy le resultó útil la trama de la maduración. Había renunciado a su empleo como consultor de estrategia sin saber qué es lo que haría después. Cuando contó su historia a la edad de 35 años, miró para atrás y se dio cuenta de que su carrera siempre respondió a presiones sociales, a doblarse frente a lo que otros pensaban era lo correcto para él. Después de recibir un informe de desempeño negativo, vio que necesitaba ser él mismo. Se dijo a sí mismo: “Al despertarse, más vale estar totalmente seguro de que uno está haciendo lo que uno quiere hacer, en contraste a lo que uno piensa debería hacer o lo que otros piensan uno debería estar haciendo”. La historia de Lucy Hartman es un buen ejemplo de una trama de educación, que cuenta un cambio generado por un creciente entendimiento de uno mismo. Fue un mentor, su coach ejecutivo, el que le permitió vislumbrar un futuro nuevo y continuó aprendiendo en su maestría y realizando coaching a otros. En su versión de los hechos, cuanto más aprendía acerca del lado humano de una empresa, más se daba cuenta de su deseo de trabajar y contribuir en ese ámbito. Todas estas sugerencias son maneras de enmarcar la discontinuidad en una historia de transición y proveen la coherencia que reasegurará a los oyentes. Demuestran que, en su esencia, la persona que usted era ayer es la persona que usted es hoy y la persona que será mañana. Y establecen que hay causas buenas y suficientes para el cambio. Si usted genera la sensación de que su vida permanece y permanecerá unida, tendrá la libertad para incorporar a su historia los elementos dramáticos de cambio, confusión e incertidumbre y volverla más convincente. Contar historias múltiples Hemos enfatizado el desafío de construir una historia cuando el resultado aún está lejos de ser claro. La verdad es que, a medida que usted se embarca en una transición en su carrera, es probable que se encuentre debatiendo entre distintos intereses, caminos y prioridades. No sería raro, por ejemplo, que usted pase todo el fin de semana trabajando en un plan de negocios para una empresa nueva, después vuelva a su trabajo el lunes y pida ser transferido a otra posición o unidad de negocios, y después tenga un almuerzo el martes con una headhunter para explorar una tercera opción. Los principiantes deberían tener en mente que en una entrevista laboral uno no establece la confianza al enumerar todo lo que uno tiene o al ser completamente abierto respecto de varias otras posibilidades que uno está explorando. Es importante identificar y considerar múltiples alternativas en las etapas iniciales de transición. Y uno explorará cada opción con una audiencia distinta. Esto significa que usted debe crear historias diferentes para sus diferentes yo posibles (y las variadas audiencias que se relacionan con esos yo). Sam optó por centrarse en empresas La coherencia es crucial para la historia de una transición porque genera seguridad en el oyente y ayuda a convencer a la audiencia de que uno es una persona estable y digna de confianza. 38 Harvard Business Review | Enero 2012 nuevas después de un proceso que comenzó con un examen de su propia experiencia. Se dio cuenta de que se había sentido más energizado durante épocas que él describió como “grandes cambios rápidos”: una bancarrota, una transformación, una reorganización rápida. Así, desarrolló tres historias para respaldar su meta de construir una vida laboral en torno a “grandes cambios rápidos”. Una acerca de las contribuciones mente le pregunten: “¿Qué me puede contar acerca de usted mismo?” o “¿Qué es lo que hace?” o “¿Qué está buscando?” es idóneo. Comience con la familia y los amigos. Tal vez incluso quiera designar un “consejo de asesores”, un pequeño círculo de amigos y colegas cercanos. Su función primaria sería la de escuchar y reaccionar una y otra vez frente a sus historias en evolución. Muchas de las personas que hemos estudiado o Las historias pueden ser turbulentas y dramáticas, siempre que su vida siga yendo por buen camino. de RR.HH. que podría entregar en una empresa consultora especializada en llevar a sus clientes a través de cambios rápidos. Otra sobre trabajar con una empresa que compraba compañías en problemas y rápidamente las transformaba. Y otra acerca de trabajar con una empresa nueva, probablemente una organización que esté en su segunda o tercera ronda de financiamiento. Probó estas historias con sus amigos y en eventos de networking, y finalmente arrancó referencias y entrevistas de trabajo para cada tipo de empleo. El proceso no es sólo sobre mantener opciones abiertas el mayor tiempo posible. También se trata de aprender qué opción hay que perseguir con mayor energía. En el caso de Sam, con el tiempo fue quedando claro que la consultora que tenía en la mira tendía a no contratar personas de su edad y credenciales, a no ser que tuvieran una experiencia perfectamente relevante en el ámbito. Las oportunidades en empresas especializadas en transformación tampoco parecían darse. Pero Sam logró progresar con algunas empresas nuevas. Después que una lo empleara para varios trabajos de consultoría, fue capaz de tornar esa relación en un empleo como director de administración. A su vez, este cargo le facilitó muchos contactos en la comunidad de empresas recién lanzadas. Más importante aún, le otorgó el sello de miembro de buena fe en ese mundo. Al extirpar la pesada aura corporativa de su currículum, en última instancia se convirtió en el CEO de una empresa nueva que comercializaba la tecnología de una empresa mayor. Ya habían transcurrido cuatro años, y Sam había revisado su narrativa muchas veces. Cada paso contribuía a una historia de cambio cada vez más coherente. han realizado coaching con nosotros durante sus procesos de transición han creado o se han unido a grupos precisamente con este propósito. Usted sabrá que su historia se ha perfeccionado cuando usted mismo sienta que es confortable y verdadera. Pero no llegará ahí a no ser que se pare frente a otras personas (y, en última instancia, frente a extraños) y observe sus caras y lenguaje corporal mientras usted habla. Tome el caso de June Prescott que intentaba un dramático cambio de carrera, desde la academia a Wall Street. Si bien sus primeros esfuerzos por explicarse a sí misma eran provisionales e incluso torpes, la práctica no sólo le ayudó a pulir su presentación. Cada vez que escribía una carta de presentación, pasaba por una entrevista o mantenía a sus amigos y familia al tanto de su progreso, definía mejor qué era lo que más quería. Y en cada declaración pública de su intención por cambiar de carrera, se comprometía a sí misma aún más. La experiencia de June entrega una importante lección final acerca de realizar un cambio. Todos usamos historias para explicarnos a nosotros mismos. Pero éstas también nos reinventan. June, al igual que Sam, fue capaz de cambiar precisamente porque creó una historia que justificaba y motivaba ese giro dramático. Ése es el rol de narrar historias en épocas de una transición personal. Dar con la historia correcta es crítico para motivarnos y reclutar la ayuda de otros. Cualquiera que intenta realizar un cambio tiene que dar con una historia que conecte los antiguos y nuevos yo. Porque es en períodos de cambio cuando más necesitamos, aunque a menudo fallamos, vincular nuestro pasado, presente y futuro en un todo convincente. Simplemente cuéntela Herminia Ibarra es profesora de la cátedra Cora Chaired de Liderazgo y Aprendizaje en Insead en Fontainebleau, Francia, y es autora de Working Identity (Harvard Business Press, 2003). Kent Lineback es un escritor de Santa Fe, consultor, ex ejecutivo y coautor con Linda A. Hill de Being the Boss (Harvard Business Review Press, 2011). Cualquier narrador veterano estará de acuerdo que no existe sustituto para la práctica directa frente a audiencias. Cuente y vuelva a contar su historia. Trabaje sobre ella como si fuera un borrador de una novela épica hasta que surja la versión “correcta”. Puede practicar su historia de muchas formas y en muchos lugares. Para ello, cualquier contexto en que probable- Reimpresión R0501F–E Enero 2012 | Harvard Business Review 39 Reinvente su marca personal Cómo cambiar su imagen y crear emocionantes nuevas oportunidades U Publicación original: marzo de 2011 40 Harvard Business Review | Usted ha trabajado duro y por largo tiempo, sacrificándose para construir una reputación sólida. Cuando sale de una habitación, sabe lo que están diciendo de usted: él es un gran innovador en marketing. Ella es una estupenda abogada de patentes. Él sabe todo sobre el mercado exportador letón. ¿Pero qué ocurre si usted quiere crearse una nueva marca? Las personas se reinventan una y otra vez: al abordar un nuevo desafío, al cambiarse a un trabajo más significativo o al desmentir percepciones que han socavado su progreso profesional. A veces los cambios son importantes (un ejecutivo de servicios financieros pasa al sector minorista, un capitalista de riesgo se convierte en coach de vida). A veces este cambio de marca es sutil, como en el caso del ejecutivo que quiere avanzar pero que necesita superar la fama que tiene de “no es bueno con los números”. Tomar el control de su marca personal puede marcar la diferencia entre un trabajo insatisfactorio y una carrera llena de satisfacciones. Como dijo el poeta Henry Longfellow: “Nos juzgamos por lo que nos sentimos capaces de hacer, mientras que los demás nos juzgan por lo que hemos realizado”. Su nuevo camino puede tener perfecto sentido para usted, pero, ¿cómo puede persuadir a los demás de que acepten su nueva marca y la tomen en serio? Enero 2012 Leandro Erlich por Dorie Clark Actualmente hago consultoría en estrategia y marketing para empresas Fortune 500, importantes organizaciones sin fines de lucro e instituciones de gobierno. Pero también he sido periodista, operadora política, directora ejecutiva de un ente sin fines de lucro y documentalista y, entremedio estudié teología en Harvard. Además de cambiar mi marca personal, he asesorado a muchos ejecutivos que buscaban una nueva dirección para sus vidas. He aprendido que hay cinco pasos clave para reinventarse a uno mismo para el mercado de los negocios, ya sea que se deseen cambios grandes o pequeños. 1. Defina su destino No es fácil cambiar de marca y si su plan no ha sido bien pensado, terminará confundiéndose a sí mismo y a los demás. Empiece por determinar dónde quiere invertir realmente su energía. Revise las revistas relevantes sobre el sector de su elección, haga entrevistas informativas e incluso intente pasantías breves. (Ahora ya no son sólo para los estudiantes universitarios: las VocationVacations, por ejemplo, permiten que las personas aprendan con profesionales a capitanear goletas, criar alpacas o hacer cerveza). Si usted busca un ascenso o una movida lateral dentro de su empresa, vea si un shadow program (programa en que se observa y acompaña a un ejecutivo en sus labores cotidianas) o un sabático están disponibles y busque un mentor que pueda guiarlo. Después, necesita construir las habilidades necesarias para transitar por su nuevo camino. Si usted se ha dedicado a desarrollar juegos en la última década, podría entender la tecnología mejor que nadie en la empresa. Pero si quiere dedicarse al marketing de videojuegos, la experticia técnica no le bastará; pregúntese qué más necesita saber y cómo aprenderlo. Para Heather, una ejecutiva del sector sin fines de lucro que decidió iniciar una nueva carrera a partir de su interés en la ingeniería de transporte, eso significó volver a estudiar para doctorarse y desarrollar prontamente experticia como asistente de investigación en la universidad. El aprendizaje de las habilidades que necesita le dará la confianza para empezar a hacer pública su nueva identidad, además de la credibilidad necesaria para asumirla. Enero 2012 | Harvard Business Review 41 Reinvente su marca personal 2. Aproveche sus puntos de diferenciación ¿Cuál es su propuesta de venta distintiva? Es lo que la gente recordará y usted puede usarla en su propio beneficio. Después de perder popularidad ante comentaristas más nuevos y aun más derechistas, la conservadora Ann Coulter debió reinventarse. No abandonó del todo su vieja “marca”; la reconfiguró para competir en un nuevo mercado. Aprovechando su mezcla única de ser una rubia atractiva y un brazo armado de los conservadores, Coulter hoy corteja a los republicanos gay que disfrutan con su discurso de diva desenfadada. Como lo comprendió Coulter, la experiencia previa puede dar una luz distintiva a su nueva marca y ayudarle a destacarse. Heather, la ex ejecutiva del sector sin fines de lucro, dice: “He tratado de ofrecer el valor agregado de tener una perspectiva diferente”. Ella les diría a sus nuevos colegas ingenieros: “Ustedes saben construir calles. Pero yo trabajé con la comunidad donde están construyendo la calle y conozco el impacto que está causando en las personas”. Heather dice: “Así uno impide que le cierren la puerta”. Finalmente, use sus características distintivas en su propio beneficio, incluso si no son estrictamente relevantes para su trabajo. Robert Reich, el ex secretario del trabajo y mi ex empleador (dirigí sus comunicaciones cuando fue candidato a gobernador de Massachusetts), mide apenas 1,50 m. Él sabía que las personas que lo veían por primera vez se sorprendían y no quería que su estatura fuera una distracción. Así que distendía a las audiencias con uno o dos chistes sobre su estatura y, en la misma línea, tituló su libro de campaña electoral I’ll Be Short (short en inglés quiere decir breve y también de baja estatura). Le guste o no, ser short era parte de su marca y él fue astuto en aprovecharla. 3. Desarrolle una narración Usted solía escribir columnas sobre negocios y recibir premios por ello… ¿y ahora quiere criticar restaurantes? Tener muchos intereses, buscar nuevas experiencias y desear desarrollar nuevas capacidades es parte de la naturaleza humana. Sin embargo, lamentablemente las personas suelen ver esto como algo propio de un diletante. Es injusto, pero para proteger su marca personal, usted necesita desarrollar una narración coherente que explique exactamente cómo calza su pasado con su presente. Podría decir: “Solía escribir sobre el aspecto comercial de muchos sectores, como la comida y el vino”, o “Me di cuenta de que mi conocimiento del panorama completo de las tendencias agrícolas y de las finanzas de negocios me posicionaba de manera única para cubrir restaurantes desde una perspectiva diferente”. Es como una entrevista de trabajo: usted convierte algo que podría parecer una debilidad (“él no sabe nada de comida porque lleva 20 años escribiendo sobre negocios”) en una fortaleza atractiva que la gente recordará (“tiene una mirada diferente del sector de los alimentos, porque posee conocimientos que los demás no tienen”). 42 Harvard Business Review | Enero 2012 La clave está en no explicar su transición en términos de sus propios intereses (“estaba aburrido con mi trabajo y decidí probar otra cosa”, o “estoy en una travesía personal en busca de mi verdadero yo”), sino enfocarse en el valor que aporta su experiencia anterior. Esto es particularmente relevante para los recién egresados, cuyas oportunidades profesionales fueron torpedeadas por la recesión. Un trabajo friendo hamburguesas puede no ser lo ideal para mostrar en un CV, pero usted puede anotarse puntos diciendo que aprendió valiosas habilidades en la primera línea de una organización que atiende clientes, si es que cuenta bien su historia. Nuestra advertencia es que su narración sea consistente con su pasado. Los políticos son ridiculizados por sus obvios cambios de personalidad motivados por las encuestas (recordemos la frustrada reinvención de Al Gore durante la campaña presidencial en EE.UU. de 2000, de ser un experto en ecología a un furibundo predicador del proletariado que hablaba del “pueblo contra los poderosos”). A usted también lo desestimarán si perciben que abandonó sus raíces, que tapó la verdad o que no reconoció su historia. Fue una buena noticia el que Alex Bogusky, el sofisticado director de Crispin Porter + Bogusky –una agencia publicitaria famosa por su trabajo para clientes corporativos como Burger King y Coca-Cola–, dejó la publicidad para defender causas ambientales y dirigir un centro para activistas en Boulder, Colorado. Sin embargo, su nueva marca socialmente consciente fue directamente cuestionada cuando en un perfil en la revista Fast Company varios ex empleados criticaron su estilo de gestión supuestamente abusivo. La creación exitosa de una nueva marca no implica la invención de una nueva persona, es sólo un cambio de énfasis que debería hacer que los otros digan: “Puedo verte haciéndolo”. 4. Vuelva a presentarse Una vez que ha asumido su nueva marca, hacer contactos nuevos es la parte fácil: aceptarán inmediatamente su nueva identidad. Lo difícil es volver a presentarse ante su red ya existente. Lo cierto es que la mayoría de la gente no le presta a usted demasiada atención. Eso significa que sus percepciones están desfasadas en unos cuantos años y no tienen la culpa. Con cientos (o miles) de amigos en Facebook y conexiones sociales fugaces, no podemos esperar que todos recuerden los detalles de nuestras vidas. Así que debemos reeducar estratégicamente a nuestros amigos y conocidos porque serán quienes compren nuestros productos, nos recomienden o nos ayuden a conseguir nuevos empleos. Primero asegúrese de que todos sus puntos de contacto (Facebook, LinkedIn, su sitio web personal y demás) sean consistentes y estén actualizados. Jason, un contratista de TI de Nueva York, tenía un negocio exitoso de gestión personalizada de base de datos. Cuando quiso cambiar de marca a ser un consultor en estrategia de TI, lanzó un nuevo sitio web y un e-newsletter para asegurarse de que enviaba el mensaje correcto a sus clientes y colegas. No olvide contactar por teléfono o e-mail a todas las personas de su lista –individualmente– para darles a conocer su nueva dirección profesional y, si corresponde, pedir ayuda, asesoría o proponer negocios (los e-mails masivos son un comienzo, pero a menudo no son leídos). En algunos casos, su nueva presentación en sociedad puede involucrar el tener que abordar percepciones negativas y ser disciplinado en su apego a la nueva conducta que mejor refleje sus aspiraciones. Antes de la victoria que lo llevó al Senado de EE.UU., Al Franken era conocido por su humor político ferozmente combativo (uno de sus libros se titula Rush Limbaugh es un gordo idiota) y por sus histrionismos, como sus duelos verbales con el conservador Bill O’Reilly. Pero en la campaña senatorial y una vez en el Senado, Franken se limitó a usar un humor muy suave, hizo un esfuerzo por forjar relaciones con republicanos y se enfocó seriamente en los temas de políticas públicas, obteniendo así varios triunfos legislativos tempranos. También piense estratégicamente sobre su “aparición”. ¿Hay proyectos en los que pueda involucrarse que le permitan mostrar sus nuevos intereses y habilidades (o que ayuden a desarrollarlos)? Actuar como voluntario en campañas políticas o en obras de caridad es una forma altamente visible de crear nuevos contactos y de desarrollar nuevas habilidades. Aprovechar las oportunidades dentro de su empresa es otra. Si se está lanzando una nueva iniciativa importante, trate de participar. Si la competencia es muy feroz, usted puede asumir tareas que nadie quiere (como las administrativas), pero eso le ayudará a conocer gente y a construir conexiones cruciales. 5. Pruebe su valía Todos los estudiantes de arte tienen un portafolio listo para mostrar en cualquier momento. En el mundo de los negocios no es muy diferente. Hay un gran trecho entre saber que alguien lanzó un nuevo negocio y tener la confianza de que ese alguien hará un buen trabajo para sus clientes. Puede que alguien me agrade, pero a menos que vea pruebas concretas de sus capacidades, lo dudaría antes de arriesgar mi reputación recomendando a esa persona. Aquí es donde entran los blogs, podcasts, videocasts y otras formas de medios sociales. El primer paso es asegurar el nombre de su propio dominio de internet y empezar a producir propiedad intelectual única. El segundo, e incluso más crucial, es asegurarse de que su material de verdad ofrece valor. Usted puede demostrar rápidamente su experticia si ayuda a las personas a resolver problemas o a hacer algo de mejor manera, como fue el caso de Brian Clark (no es mi pariente), un abogado que actualmente no se dedica al ejercicio de la profesión, que fundó un sitio web llamado Copyblogger y ha logrado muchísimos seguidores con posteos en forma de tips acerca de cómo mejorar su contenido en la web y cómo ganar seguidores online. Compartir el contenido que usted ha creado permite que sus potenciales empleadores y clientes prueben el enfoque propuesto por usted antes de asumir un compromiso mayor. (Si usted es un diseñador gráfico, lograr que sus contactos revisen la galería de imágenes con los logos corporativos que ha creado puede inspirar a alguno de ellos a ofrecerle esa nueva cuenta importante). Una vez que demostró su capacidad, solidifique su nueva marca asociándose con las principales organizaciones de su campo. Haga un esfuerzo enfocado para publicar en revistas respetadas, participe en las conferencias del sector o asuma un rol de liderazgo en su asociación de comercio. La visibilidad, la credibilidad y las conexiones resultantes pueden dar grandes dividendos. Cuando el consultor de Rhode Island, Alan Weiss, asumió la presidencia de la National Speakers Association en Nueva Inglaterra, a mediados de los 90, este cargo de alto perfil no sólo le generó nuevos negocios (ganó US$ 250.000 por esta sola razón), sino que le ayudó a ampliar su reputación y a lanzar nuevas ofertas (después escribió dos libros sobre oratoria profesional y hoy enseña a clientes de alto nivel). Finalmente, usted debe ser consistente y estar comprometido cuando dé este nuevo paso. Su deseo de expandirse profesionalmente hacia el extranjero no llegará muy lejos si no hace el esfuerzo de aprender nuevos idiomas o los matices de otras culturas. Y hacer un solo regalo, por generoso que sea, es un solo bello gesto que se olvidará rápido. La clave está en el esfuerzo de largo plazo. Michael Milken –un ambicioso ejecutivo que fue encarcelado en los 80 por numerosas infracciones a la ley de valores– redimió dramáticamente su reputación con más de tres décadas de compromiso con la filantropía. Ha recaudado cientos de millones de dólares para combatir el cáncer a la próstata, el melanoma y la epilepsia, entre otros males, logrando en 2004 salir en el artículo de portada de la revista Fortune (y de paso dando un enorme apoyo a su cambio de marca), titulado “El hombre que cambió la medicina”. Los vestigios de su vieja marca nunca desaparecerán completamente y menos en la era de internet, pero mientras esté consciente de todo lo aprendido en el camino, no habrán problemas. El desafío consiste en ser estratégico a la hora de identificar cómo usted quiere ser percibido, desarrollando una historia atractiva que explique su evolución y luego difundiendo ese mensaje. Piense en una “optimización de motor de búsqueda” para su vida: mientras más conexiones haga y mientras más valor y contenido agregue a ese flujo, existen más probabilidades de que su nueva marca sea conocida, reconocida y buscada. Dorie Clark es la CEO de Clark Strategic Communications y autora del próximo libro de la Harvard Business Review Press, cuyo título tentativo es What’s Next? The Art of Reinventing Your Personal Brand. Twitter: @dorieclark. Reimpresión R1103E-E Enero 2012 | Harvard Business Review 43 Cuándo un líder debe disculparse y cuándo no Para un líder, una disculpa pública es siempre una acción de alto riesgo. Entender lo que las disculpas pueden y no pueden hacer le ayudará a evitar tanto una insensata intransigencia como un arrepentimiento innecesario. C por Barbara Kellerman Brian Cronin Cuando ofendemos a alguien, aunque sea en forma involunta- Publicación original: abril de 2006 ria, sabemos que generalmente se espera una disculpa. La persona ofendida siente que tiene el derecho a elegir que admitamos nuestro error y expresemos disculpas. Por nuestra parte, tratamos de mejorar la situación diciendo “Lo lamento” y quizás retractándonos. Pero cuando actuamos en calidad de líderes, las circunstancias son diferentes. Los líderes son responsables no sólo por su propia conducta sino también por la de sus seguidores, que podrían ser cientos, miles o incluso millones. La primera pregunta es, entonces, ¿quién exactamente es la parte culpable? El nivel de daño es un tema también. Cuando un líder se siente obligado a disculparse, especialmente por una ofensa que involucra a un seguidor, el daño inflingido probablemente ha sido serio, extenso y duradero. Puesto que los líderes hablan tanto en nombre de sus seguidores como directamente a ellos, sus disculpas tienen amplias repercusiones. El acto de disculparse se realiza no sólo al nivel del individuo, sino también al nivel de la institución. No es sólo personal, sino también político. Es un acto en el que cada expresión cuenta y cada palabra se vuelve parte del dominio público. Enero 2012 | Harvard Business Review 45 Cuándo un líder debe disculparse y cuándo no Para los líderes, por lo tanto, disculparse públicamente es una acción en la que hay mucho en juego: para ellos mismos, para sus seguidores y para las organizaciones que representan. Negarse a dar una disculpa puede ser inteligente, o puede ser suicida. A la inversa, estar dispuesto a disculparse puede ser visto como un rasgo de fortaleza o como una señal de debilidad. Una disculpa exitosa puede convertir la enemistad en un triunfo personal y organizacional, mientras que una disculpa insuficiente, demasiado tardía o demasiado transparente como maniobra puede provocar la ruina individual e institucional. ¿Qué debe hacerse entonces?, ¿cómo pueden los líderes decidir cuándo disculparse en público, y cuándo no? La disculpa de un líder es un acto en el que cada expresión cuenta y cada palabra se vuelve parte del dominio público. ¿Por qué ahora? El asunto de si los líderes deben disculparse públicamente nunca ha sido más urgente. Durante la última década, años más o menos, Estados Unidos en particular ha creado una cultura de la disculpa: ahora se ofrecen disculpas de todo tipo, y por toda clase de ofensas, con mucha más frecuencia que antes. En su libro On Apology, Aaron Lazare ofrece amplia evidencia de que el número de disculpas va en aumento y señala también que se han convertido en pan de cada día para la sociedad: “Columnistas de periódicos que cubren la realidad nacional e internacional han escrito sobre la creciente importancia de las disculpas públicas, mientras que artículos, dibujos animados, columnas de consejos y programas de radio y televisión han afrontado el tema de las disculpas privadas”. Las personas de diversas profesiones que en el pasado difícilmente han sido puestas como ejemplos de humildad han comenzado a discutir el papel que juega la disculpa en su ejercicio profesional. Muchos doctores, por ejemplo, ahora toman en consideración al menos disculparse ante un paciente por un error médico y dentro de la profesión médica en general se discute cuándo se debe ofrecer una disculpa. Además, nuevas leyes han hecho significativamente más fácil el que los proveedores de servicios médicos se disculpen ante sus pacientes. En 2003, el estado de Colorado promulgó una ley que dice que una disculpa ofrecida por un proveedor de servicios médicos 46 Harvard Business Review | Enero 2012 sería, en cualquier proceso civil, “inadmisible como evidencia de admisión de responsabilidad” (varios otros estados consideran las expresiones de buena disposición como inadmisibles en los tribunales, aunque las disculpas completas son otro tema para ellos). Aunque en el pasado el temor de un litigio por mala práctica médica casi siempre impedía que los proveedores de cuidados médicos admitieran un error, el profesor de derecho de University of Florida, Jonathan R. Cohen, señala en “Toward Candor After Medical Error” (Harvard Health Policy Review, 2004) que es “precisamente ese silencio –esa incapacidad de admitir un error y disculparse– lo que puede provocar un litigio”. El aumento de los líderes que se disculpan públicamente ha sido particularmente destacable. Las disculpas son una táctica que ahora los líderes utilizan con frecuencia para tratar de dejar atrás, a un costo mínimo, los errores que cometen. Fueron tantos los ejecutivos corporativos que expresaron disculpas por razones diversas en el verano de 2000 que algunos columnistas de negocios lo llamaron “el verano de las disculpas”. Las faltas por las que los líderes pidieron perdón incluyeron vuelos no confiables, mal servicio telefónico y explosión de neumáticos. Desde entonces, el patrón ha continuado. El CEO de Cerner, una empresa de tecnologías de la información para el sector de salud, insultó a su equipo ejecutivo en un e-mail; cuando las acciones de la empresa comenzaron a bajar, se disculpó por el e-mail que había enviado. Etienne Rachou, jefe de las operaciones de Air France en Europa y norte de África, se disculpó ante un empresario israelí después de que un piloto de Air France se refirió al punto de destino de Tel Aviv como “Israel-Palestina”. John Chambers, CEO de Cisco Systems, les pidió disculpas a sus proveedores de servicios porque la empresa no había dado suficiente prioridad a sus necesidades. A veces los líderes se disculpan incluso por faltas con las que personalmente no tienen relación. En una visita de estado a Polonia en 1970, el canciller alemán Willy Brandt ofreció una disculpa no verbal por los crímenes cometidos tres décadas atrás por los nazis contra los judíos de Polonia (aparentemente lleno de emoción, Brandt cayó de rodillas al acercarse a un monumento de la guerra en Varsovia). En 1995, Helge Wehmeier, entonces presidente y CEO de Bayer, expresó igualmente su más profundo arrepentimiento a nombre de la casa matriz original de Bayer por su complicidad en el Holocausto. Y recientemente, en 2005, Ken Thompson, presidente del consejo y CEO de Wachovia, reveló que dos de las empresas que habían adquirido habían poseído esclavos y agregó: “En nombre de Wachovia Corporation, ofrezco disculpas a todos los estadounidenses y especialmente a los afroamericanos y a los descendientes de africanos. Este descubrimiento nos entristece profundamente”. Los líderes que están fuera del mundo corporativo también se han estado golpeando el pecho en un grado impresionante. En los últimos años, el ex secretario de Defensa de EE.UU., Robert McNamara, se disculpó repetidamente por sus errores de juicio durante la Guerra de Vietnam. El senador republicano Trent Lott se disculpó por sugerir que el país habría evitado muchos problemas si Strom Thurmond, que en un tiempo fue segregacionista, hubiera ganado la elección presidencial de 1948. Vicente Fox, presidente de México, se disculpó por decir que los mexicanos estaban dispuestos a hacer trabajos en Estados Unidos “que ni siquiera los negros quieren hacer”. El evangelista Pat Robertson se disculpó por decir que Estados Unidos debería matar al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y por sugerir que la apoplejía sufrida por el primer ministro israelí Ariel Sharon fue un castigo divino por “dividir la tierra de Dios”. El cardenal Bernard Law se disculpó por el abuso sexual que cometieron los sacerdotes de la Arquidiócesis de Boston por “romper esa confianza sagrada”. Oprah Winfrey, que preside un gran imperio mediático y tiene gran influencia sobre la cultura estadounidense en general, se disculpó por defender (y haberse dejado engañar por) las “memorias” de James Frey, dejando “la impresión de que la verdad no importa”. Y Lawrence Summers, el presidente de Harvard, se disculpó por sugerir que una “aptitud intrínseca” podría explicar el bajo número de mujeres en ciencias e ingeniería. El caso de Summers es un sorprendente ejemplo de cuán lejos pueden llegar los líderes para disculparse. Tras crear una tormenta de fuego con sus observaciones, en la universidad y fuera de ella, el presidente se disculpó una y otra vez. Unos días después del incidente, Summers envió una carta a todos los miembros de la comunidad de Harvard que en parte decía: “Lamento profundamente el impacto de mis comentarios y me disculpo por no haberlos ponderado en forma más cuidadosa”. En una reunión de facultad un mes después, Summers dijo: “Lamento profundamente haber enviado una señal de desánimo a las personas que se encuentran en este salón y fuera de él que han trabajado arduamente por muchos años para promover el progreso de las mujeres en las ciencias y en toda la vida académica”. Y en otra carta enviada a la facultad de Harvard dos días después de la reunión, Summers escribió: “Si pudiera retroceder el tiempo, habría hablado en forma distinta de cosas tan complejas… Debí haber dejado esa especulación a los más expertos en las materias pertinentes. Lamento especialmente la reacción violenta dirigida contra las personas que han rebatido aspectos de lo que dije” (Summers no se disculpó de inmediato y hay evidencias de que lo hizo renuentemente. Obviamente, es imposible saber si una pronta expresión de arrepentimiento habría evitado la tormenta que llevó a su renuncia, la que se haría efectiva en junio de 2006). Desde luego, las disculpas son como todas las cosas: reflejan las culturas en las que están inmersas. Por ejemplo, en Japón, la disculpa de un líder no es un gesto tan notable como en la mayoría de otros países. Un observador llegó incluso a describir a Japón como la “sociedad de disculpas por excelencia”. Aun así, no es exageración decir que la importancia internacional de la disculpa como forma de relación La disculpa perfecta ■■ Reconoce el error o la conducta impropia ■■ Acepta la responsabilidad ■■ Expresa arrepentimiento ■■ Entrega garantías de que la ofensa no se repetirá ■■ Es oportuna social está aumentando. Aunque los métodos pueden diferir –China tiene empresas de disculpas que emplean a sustitutos para dar explicaciones y expresar remordimiento– la cultura de la disculpa es un fenómeno global. ¿Por qué molestarse? ¿Por qué nos disculpamos?, ¿por qué nos ponemos en situaciones que probablemente serán difíciles, humillantes e incluso riesgosas? Los líderes que se disculpan públicamente son especialmente vulnerables. Son altamente visibles. Se espera que parezcan fuertes y competentes. Y siempre que hacen declaraciones públicas de cualquier tipo, sus reputaciones individuales e institucionales están en juego. Claramente, entonces, los líderes no deberían disculparse a menudo ni a la ligera. Para que un líder exprese arrepentimiento, tiene que existir una razón de peso. En Mea Culpa: A Sociology of Apology and Reconciliation, Nicholas Tavuchis escribe que las disculpas se refieren a actos que no pueden deshacerse “pero que no pueden pasar inadvertidos sin comprometer la relación actual y futura de las partes”. De ahí este principio general: los líderes se disculparán públicamente siempre y cuando calculen que los costos de hacerlo son más bajos que los costos de no hacerlo. Más precisamente, los líderes se disculparán siempre y cuando calculen que mantener el silencio amenaza la “relación actual y futura” entre ellos y una o más audiencias clave: seguidores, clientes, accionistas o el público. Tras negar y postergar la situación durante meses, el presidente Bill Clinton decidió que si quería seguir adelante no le quedaba otro camino que ofrecer una abyecta disculpa pública –y para peor, televisada– por haber tenido una relación impropia con Monica Lewinsky. Empezó por admitir su involucramiento con la practicante de la Casa Blanca. Prosiguió diciendo que eso “no estuvo bien” y que lamentaba profundamente haber engañado al país. Y concluyó su declaración preparada diciéndoles a su esposa y a su hija que Enero 2012 | Harvard Business Review 47 Cuándo un líder debe disculparse y cuándo no estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para arreglar las cosas entre ellos, y prometiendo dejar atrás el pasado y dedicar nuevamente su atención a los asuntos del país. La disculpa de Clinton por el escándalo Lewinsky buscaba reparar, o al menos comenzar a reparar, dos relaciones: una, con el pueblo estadounidense, y la otra, con su familia. Dado el carácter de los tiempos y la cultura de disculpa, el presidente concluyó que su ruta hacia el perdón y la redención era ofrecer una disculpa tan plena y franca como lo permitieran las circunstancias ya humillantes. En este caso, Clinton estaba asumiendo responsabilidad por su propio mal comportamiento. En contraste, cuando M. Douglas Ivester, presidente del consejo y CEO de Coca-Cola a finales de los años 90, se disculpó ante sus clientes europeos por la lenta respuesta de la empresa a las quejas de que los productos de Coca-Cola estaban provocándoles malestares, estaba asumiendo, o tratando de asumir, responsabilidad por su organización en general. Como ocurre a menudo cuando las personas llegan a sentirse ofendidas, Ivester cometió su verdadero error al principio. Inicialmente, él y los ejecutivos de la empresa en Bruselas le restaron importancia al problema. Descartaron como infundadas las extendidas quejas de náuseas y dolor de cabeza, insistiendo más bien en que los refrescos de Coca-Cola no constituían, ni podían constituir, un peligro para la salud. Ivester sólo cedió ante la creciente protesta pública, y más importante aún, ante las prohibiciones a los productos de Coca-Cola impuestas por los gobiernos de Francia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Puesto contra la pared, prometió investigar detalladamente el problema. Y finalmente se disculpó. Antes de que todo hubo terminado, Ivester declaró que la confianza de los consumidores era sagrada para Coca-Cola y se hizo notar que los ejecutivos de la empresa lamentaban profundamente los problemas sufridos por sus clientes europeos. Concluyendo obviamente que cuanto mayor fuera el número de sus expresiones de remordimiento más probable sería un perdón para Coca-Cola, Ivester terminó por emitir una de las disculpas públicas más elaboradas jamás ofrecidas por un director general estadounidense. En avisos publicados en diarios belgas, él expresó cinco veces “lo siento” o “lo lamentamos” o “me disculpo”. Irónicamente, la evidencia más clara de las investigaciones subsiguientes es que las enfermedades informadas fueron producto de la histeria colectiva y no de una Coca-Cola contaminada (muchos de los niños que se quejaron de haberse en- fermado no habían bebido Coca-Cola ese día). Sin embargo, la reputación profesional de Ivester resultó seriamente dañada por su mal manejo de la crisis. De hecho, dejó su puesto como CEO apenas dos años después de asumirlo. Como lo demuestran los casos de Clinton e Ivester, en general los líderes se disculpan sólo cuando sienten una fuerte necesidad política para hacerlo. Aun así, hay excepciones a esta regla. A veces los líderes se disculpan cuando su interés personal no está directamente en juego, cuando la única razón aparente para hacerlo es genuino remordimiento y pesar. Una vez más, el presidente Clinton constituye un buen ejemplo. En 1998, se disculpó por el genocidio de Ruanda, que había ocurrido cuatro años antes, durante su período de gobierno. En una breve visita a Kigali, la capital de Ruanda, expresó pesar y remordimiento por “no actuar con suficiente prontitud después de iniciarse la matanza”, aun cuando no había presión política para disculparse. Porque, pese al asesinato y las mutilaciones –se puede argumentar que el genocidio de Ruanda fue el más eficiente de la historia humana, con 800.000 muertos en cuatro meses– virtualmente nadie había exigido que Clinton asumiera responsabilidad. Por tanto, la disculpa del Presidente fue auténtica, más bien que simplemente estratégica. Se ofreció para asumir cierta responsabilidad por el daño y para advertir a la comunidad internacional de que nunca volviera a quedarse cruzada de brazos y sin hacer casi nada ante un asesinato masivo. Entonces, hay cuatro posibles respuestas a la pregunta de por qué un líder soportaría la molestia y correría el riesgo de ofrecer una disculpa pública. Las disculpas pueden servir para cuatro propósitos: Propósito individual. El líder cometió un error o hizo un agravio. Se disculpa públicamente para alentar a los seguidores a perdonar y olvidar. Propósito institucional. Una o más personas del grupo por el cual el líder es responsable cometieron un error o hicieron un agravio. El líder se disculpa públicamente para restaurar la cohesión interna y la reputación externa del grupo. Propósito intergrupal. Una o más personas del grupo por el cual el líder es responsable cometieron un error o hicieron un agravio que causó daño a una o más personas ajenas al grupo. El líder se disculpa públicamente para reparar las relaciones con las partes ofendidas. Propósito moral. El líder experimenta un genuino remordimiento por un error cometido o por un agravio, ya sea individual o institucionalmente. Se disculpa en público para pedir perdón y buscar redención. Los líderes no deberían disculparse a menudo ni a la ligera Tiene que existir una razón de peso. 48 Harvard Business Review | Enero 2012 Los primeros tres propósitos son principalmente estratégicos y arraigados en el interés propio. El último es principalmente auténtico: se brinda una disculpa simplemente porque es lo correcto. Como principio general, los líderes deben disculparse sólo si hacerlo cumple uno de estos propósitos. Disculparse La gente habla de “una simple disculpa”, pero no existe tal cosa. Reconocer una trasgresión, pedir perdón y reparar las cosas es un acto complejo. Las disculpas son motivadas por el temor, la culpa y el amor, así como por el cálculo de beneficio personal o profesional. Son moldeadas por la cultura, el contexto y el género. Son viles y egoístas, o nobles y generosas. Y cuando se ofrecen públicamente, equivalen a actuaciones que provocan diferentes reacciones en las diferentes audiencias. Además, debe hacerse una distinción fundamental entre una disculpa ofrecida en nombre de una persona y una realizada en nombre de una institución. Esta distinción es importante sobre todo en Occidente, donde la gente espera más del primer tipo que del segundo. Las personas no dispuestas a disculparse cuando corresponde una disculpa están sujetas a censura y oprobio. Las instituciones, tales como las grandes corporaciones, usualmente no están sujetas a este mismo estricto imperativo moral. Entonces, ¿qué constituye una buena disculpa, una disculpa completa que probablemente funcione? Sobre todo, una buena disculpa debe verse como genuina, como una petición honrada de perdón. Esa clase de disculpas, en su mejor versión, por lo general se ofrecen en forma oportuna y contienen las siguientes cuatro partes: reconocimiento del error o el agravio, aceptación de responsabilidad, expresión de arrepentimiento, y promesa de que la ofensa no se repetirá. En el mundo corporativo de Estados Unidos, la buena disculpa ofrecida por Johnson & Johnson durante la crisis del Tylenol ha alcanzado proporciones casi míticas. Aunque el caso ocurrió hace casi 25 años, aún se la considera un ejemplo casi perfecto de la conducta de un líder cuando las cosas salen mal. En 1982, siete personas murieron por cianuro introducido en cápsulas de Tylenol. Aunque la crisis fue provocada por una persona (jamás capturada) y no por una institución (Johnson & Johnson), y la evidencia posterior indicó que el asesino no tenía relación alguna con la empresa, James Burke, CEO de Johnson & Johnson en ese momento, asumió de inmediato la responsabilidad por el desastre. Se le dijo a la gente que no consumiera productos Tylenol. Se frenaron la producción y la publicidad y se recuperaron las cápsulas de Tylenol que ya estaban en las tiendas (a un costo estimado de unos US$ 100 millones), mientras los ejecutivos de la empresa trabajaban incansablemente por resolver la crisis. Burke también apareció en público –por ejemplo, en 60 Minutes– para reafirmar la misión de la empresa. “Nuestra primera responsabilidad es con nuestros clientes”, dijo en una temprana declaración y se apresuró a invitar a los clientes a devolver sus botellas de Tylenol y recibir a cambio de un vale: “No se arriesguen. Lleven los vales para que cuando esta crisis pase podamos darles un producto que ustedes y nosotros sepamos que es seguro”. Enero 2012 | Harvard Business Review 49 Cuándo un líder debe disculparse y cuándo no En pocas palabras, dada la naturaleza de la crisis, Burke ofreció la disculpa pública virtualmente perfecta. Reconoció rápidamente el problema. Aceptó la responsabilidad. Expresó preocupación y respaldó sus palabras con hechos tangibles: no sólo ofreció cambiar todas las cápsulas de Más aún, disculparse no lo perjudicó ni un ápice en las encuestas: al final de su período, su tasa de aprobación se mantuvo alta, en 66%. De igual modo, John Chambers, Vicente Fox, Pat Robertson, Lawrence Summers y otros que tropezaron fueron perdonados en cuanto se disculparon o, al menos, se Las personas hablan de una “simple disculpa”. No existe tal cosa. Reconocer la transgresión, pedir perdón y hacer las cosas bien son actos complejos. Tylenol ya compradas por tabletas de Tylenol, sino que prometió envases nuevos y seguros para garantizar que el problema nunca volviera a repetirse. Los expertos de marketing opinaron que la marca Tylenol no sobreviviría, pero se equivocaron. A la vuelta de un año Tylenol (en envases resistentes a la manipulación) había recuperado el 90% de su participación de mercado; igualmente destacable es que la empresa y la marca salieron de la crisis con su reputación realzada. Tal como lo confirmó la respuesta de Burke a la crisis, la prontitud y la elección del momento apropiado son componentes importantes de una buena disculpa. Considere el caso de Exxon (ahora Exxon Mobile), notable por su tardanza en disculparse por los efectos del desastroso derrame de petróleo del Exxon Valdez en las costas de Alaska en 1989. ¿La respuesta inicial de la empresa ante la crisis? Silencio. El CEO Lawrence Rawl esperó seis días para hablar a los medios y no quiso visitar la escena del derrame sino hasta casi tres semanas después de ocurrido. De hecho, Rawl nunca reconoció plenamente el alcance del problema y las declaraciones de Exxon al público fueron débiles e inconsistentes. Cuando Exxon ofreció una especie de disculpa, en un aviso publicitario impreso, fue demasiado poca cosa y demasiado tarde. Esta lenta e insuficiente respuesta al desastre le salió muy cara a Exxon. Los clientes despedazaron las tarjetas de crédito de Exxon y se negaron a comprar productos Exxon, y la empresa en última instancia se vio obligada a pagar enormes sumas de dinero en multas y compensaciones: US$ 2.500 millones por limpieza, US$ 1.100 millones para cubrir diversos arreglos y otros US$ 5.000 millones para compensar por imprudencia. Su negativa a reconocer su papel en un desastre ambiental dejó una mancha en su reputación que persiste hasta hoy. El asunto es que las buenas disculpas funcionan. La disculpa de Bill Clinton por su relación con Monica Lewinsky finalmente le permitió acallar el frenesí de los medios y concentrarse mejor en su labor como presidente de Estados Unidos. 50 Harvard Business Review | Enero 2012 les permitió seguir adelante. En un nivel más significativo, las compensaciones hechas por Alemania y las disculpas explícitas ofrecidas por Willy Brandt y otros líderes alemanes posteriores a la Segunda Guerra Mundial por los crímenes de Hitler contra los judíos marcaron una gran diferencia, especialmente en las relaciones entre alemanes y judíos. Podemos, entonces, decir tentativamente que cuando los líderes ofrecen disculpas públicas que son buenas y oportunas (según mi definición de “buenas” al comienzo de este artículo), éstas tienen un efecto positivo. No hay evidencia de que una buena disculpa haya tenido efectos contraproducentes. Negarse a dar disculpas Dadas las ventajas de las disculpas públicas prontas y apropiadas, ¿por qué con tanta frecuencia los líderes rehúsan disculparse, aun cuando parece justificarse una disculpa pública? Sus razones pueden ser individuales o institucionales. Debido a su alta visibilidad, es probable que para los líderes el disculparse públicamente sea incómodo desde un punto de vista personal e incluso riesgoso en lo profesional. Los líderes también pueden sentir temor de que admitir un error o un agravio dañe o destruya a la organización o al grupo del que son responsables, particularmente si existe amenaza de litigio. Como veremos, pueden existir buenas razones para mantenerse inflexibles en situaciones difíciles, pero ésta es una estrategia de alto riesgo. En tiempos de crisis o escándalos, la reacción instintiva de los líderes corporativos en particular es negar y negar reiteradamente. Los ejecutivos no se inclinan por admitir un problema y a menudo adoptan la posición opuesta. Jeffrey Skilling insistió en sentirse “tremendamente orgulloso” de lo que había logrado en Enron, mientras Martha Stewart en alguna ocasión calificó de “ridículas” las afirmaciones de que ella era culpable de compra y venta de valores con información privilegiada. Desde luego, negaciones como ésas son a menudo obra de abogados que insisten en que sus clientes tomen una actitud defensiva, no vaya a suceder que una disculpa se tome como admisión de responsabilidad. Pero es arriesgado insistir en la inocencia cuando la evidencia está obviamente en contra. Bridgestone/Firestone y Ford constituyen un ejemplo tristemente célebre. Sus problemas empezaron en febrero de 2000, con un informe televisado de accidentes fatales de vehículos volcados, los que implicaban a Ford Explorers equipados con neumáticos fabricados por Bridgestone/Firestone. Los procesos legales por responsabilidad por productos no son algo poco corriente en EE.UU., pero normalmente no implican, como éste, más de 115 muertes. Como resultado del diluvio de quejas generado en cuanto se hizo público el problema, la National Highway Traffic Safety Administration empezó a investigar a Firestone en mayo de 2000. Tres meses después, las presiones fueron tales que la empresa cedió y ordenó retirar el producto. Sin embargo, que los ejecutivos de Bridgestone, la empresa matriz, permanecieran durante varias semanas casi inaccesibles a las preguntas, y luego a la defensiva durante meses, exacerbó gravemente la situación, especialmente porque los medios mantuvieron viva la historia presentando relatos de tragedias personales acompañadas por espeluznantes fotografías de vehículos estrellados. En septiembre de 2000, los líderes corporativos de Bridgestone/Firestone y de Ford fueron citados a testificar ante el Congreso. Sin embargo, en vez de aprovechar la ocasión para ganarse a la enorme audiencia –las tres principales redes de televisión presentaron ésta como la noticia principal en sus noticiarios vespertinos– los ejecutivos de ambas empresas no se mostraron totalmente francos y honrados. Además, se negaron totalmente a disculparse, pareciendo más decididos a restar importancia al problema que a enfrentarlo. La historia terminó mal para Bridgestone/Firestone y Ford. El desastre de relaciones públicas fue tal y el temor de un litigio tan grande que ambas empresas finalmente decidieron que no tenían más opción que disculparse. Poco después de comparecer ante el Congreso, Masatoshi Ono, entonces CEO de Bridgestone/Firestone, declaró al Comité de Comercio del Senado: “Como director general, vengo a disculparme ante ustedes, [ante] el pueblo estadounidense y, especialmente, ante las familias que han perdido seres queridos en estos terribles accidentes. También vengo a aceptar plena responsabilidad personal a nombre de Bridgestone/Firestone por los acontecimientos que condujeron a esta audiencia” (más tarde, durante una declaración en Nashville, Ono afirmó que su disculpa no debía interpretarse como una admisión de culpa. Para prevenir responsabilidad legal, dijo que no había hecho más que expresar condolencias). Algún tiempo después, Ford hizo lo mismo. Durante la crisis, el entonces CEO Jacques Nasser había insistido en que Ford no era culpable: “Esto tiene que ver con neumáticos”, afirmó, “no con vehículos”. Pero al final la empresa ablandó su posición. Los abogados de Ford llegaron a arreglo frente a una demanda planteada por una mujer que quedó paralítica a causa de un accidente que involucró a un Ford Explorer que llevaba neumáticos Firestone y le ofrecieron una atenta y publicitada disculpa. Sin embargo, como Bridgestone/Firestone, Ford dijo que su disculpa no constituía una admisión de culpa o de responsabilidad legal. De todas las negaciones recientes de los líderes corporativos a disculparse, quizás ninguna sea más sorprendente que la de Raymond Gilmartin, CEO de Merck de 1994 a 2005. Merck tuvo un buen desempeño durante la primera mitad del mandato de Gilmartin, pero tropezó gravemente en la segunda mitad (el último día de transacciones de 2000, las acciones de Merck cerraron en US$ 88,61; el último día que Gilmartin estuvo en el puesto, el 5 de mayo de 2005, las acciones cerraron en US$ 34,75). Los últimos meses de Gilmartin se vieron opacados por lo que, al momento de escribirse este artículo, amenaza con convertirse en una calamidad: unos 7.000 litigios contra Merck que involucran el uso de su analgésico Vioxx. El New York Times observó que, al agudizarse la crisis de Vioxx –el medicamento ha sido vinculado recientemente en Pueden existir buenas razones para no disculparse en situaciones difíciles, pero es una estrategia de alto riesgo. la investigación de la FDA realizada por David Graham, con hasta 139.000 ataques al corazón o muertes resultantes de problemas cardíacos– Gilmartin pareció paralizarse. No sólo no se disculpó, sino que casi no se refirió al asunto. Y cuando lo hizo adoptó una actitud defensiva. Insistió en que Merck había demostrado una “consistente y rigurosa adhesión a la investigación científica, así como transparencia e integridad” y atacó a sus oponentes por diseminar “información incompleta y a veces imprecisa”. Cuando Gilmartin renunció –antes de lo planeado–, se fue sin asumir responsabilidad o expresar arrepentimiento alguno. Esto plantea las siguientes preguntas: ¿por qué Gilmartin habría decidido mantenerse inflexible? y ¿fue ésta la decisión correcta? Es posible que Gilmartin no se disculpara porque simplemente en verdad creía que no tenía ninguna razón para hacerlo. O tal vez no se disculpó porque cada vez que un líder se disculpa en público por algo que no sea mala conducta personal, Enero 2012 | Harvard Business Review 51 Cuándo un líder debe disculparse y cuándo no Un marco para las disculpas Cuando usted o las personas que dirige cometen un error, no es fácil decidir si dar o no una disculpa pública, ni determinar la mejor forma de hacerlo. Las siguientes preguntas pueden orientar su enfoque. ¿Qué propósito podría tener una disculpa pública? ■■ ¿Tienen la razón usted o su organización? En tal caso, ¿serviría de alguna forma a sus intereses el ofrecer una disculpa? ■■ ¿No tienen razón usted o su organización? En tal caso, ¿saldría usted de una situación difícil ofreciendo una disculpa? ¿Quién se beneficiaría de una disculpa? ■■ ¿Usted personalmente? ■■ ¿Su organización en general? ■■ ¿Otros individuos o instituciones con las que usted se relaciona? ¿Por qué importaría una disculpa? ■■ ¿Por razones estratégicas? ■■ ¿Por razones morales? ¿Qué pasaría si usted se disculpa públicamente? ■■ ¿Aplacará a las partes ofendidas y acelerará la resolución? ■■ ¿Incitará a la oposición? ■■ ¿Afectará su riesgo legal? ¿Qué pasaría si usted no se disculpa? ■■ ¿Está el tiempo de su lado?, ¿es probable que el pro- blema desaparezca? ■■ ¿Empeorará aún más la situación su negativa a dis- culparse (o a hacerlo con prontitud)? se juega a favor de un grupo interno, pero sólo a expensas de otro. Merck es una gran empresa y una disculpa de Gilmartin podría haber implicado a otros miembros de la organización. En tales situaciones, tanto la lealtad como el interés propio están en juego. Un líder que no permanece firme se arriesga a perder apoyo entre sus seguidores e incluso a perder el control de la situación. O bien Gilmartin podría haber concluido que admitir incluso un solo error dejaría su propia reputación en ruinas. Tal 52 Harvard Business Review | Enero 2012 como hemos visto, los líderes generalmente se disculpan en público sólo cuando calculan que los costos de hacerlo son más bajos que los costos de no hacerlo. Por tanto, la intransigencia es algo corriente. Finalmente, Gilmartin pudo haber determinado que admitir incluso un solo error habría dejado a la empresa vulnerable a las exigencias del mercado, las ambiciones de los competidores y la rapacidad de una sociedad litigiosa. Desde luego, es imposible saber lo que habría ocurrido si Gilmartin hubiera actuado en forma distinta, si hubiera manifestado algún gesto de responsabilidad y arrepentimiento. Pero con el beneficio de poder mirar atrás, el método de Raymond Gilmartin parece desatinado. Sus últimos cinco años como CEO fueron claramente lamentables. Constituyen un historial del que no puede evadir su culpa. Además, otros miembros de la empresa –por ejemplo, científicos que sospechaban que Vioxx podría ser inaceptablemente riesgoso pero que mantuvieron silencio– también están resultando vulnerables. Quizás lo más ilustrativo sea que Gilmartin no pudo mantener cerradas las compuertas del litigio y, de hecho, bien pudo haber ayudado a que se abrieran. Hay evidencias de que la intransigencia no necesariamente es una medida sabia, ni siquiera en las situaciones potencialmente más litigiosas. Ameeta Patel y Lamar Reinsch, de Georgetown University concluyeron en su estudio de disculpas corporativas que los mitos sobre las consecuencias legales de las disculpas son simplistas y engañosos, lo que perjudica a todos los involucrados. Descubrieron que las disculpas pueden hacer contribuciones positivas, incluso “a la estrategia legal de quienes las ofrecen”. A la inversa, las evidencias sugieren que negarse a dar disculpas –la renuencia a aceptar cualquier responsabilidad o a expresar algún remordimiento por situaciones en las que claramente podría haber alguna culpabilidad– puede meter en problemas a los líderes y a sus seguidores. Podemos suponer con seguridad que al negarse a dar disculpas, Gilmartin y su sucesor, Richard T. Clark, estaban siguiendo el consejo de los abogados de la empresa, quienes advirtieron que Merck no tenía más opción que mantener el silencio. Es posible incluso que a la empresa le vaya bien en los tribunales, puesto que aún no se conocen los resultados de la mayoría de los miles de casos contra Merck. Pero mientras Merck sangra –en noviembre de 2005 anunció que eliminaría 7.000 puestos y cerraría o vendería cinco plantas en todo el mundo– es difícil imaginar que las cosas pudieran haber sido peores si Gilmartin en particular hubiera asumido alguna responsabilidad por la crisis de Vioxx y hubiera expresado algún arrepentimiento. Pedir perdón, selectivamente No es fácil disculparse en público, especialmente para los líderes. Ellos son héroes cuando las cosas salen bien, pero chivos expiatorios cuando salen mal. Además, las disculpas públicas ofrecidas por los líderes corporativos no carecen, ni siquiera en las mejores circunstan- cias, de riesgo para sus empresas. Varios expertos han advertido de posibles desventajas. Mary Frances Luce, profesora de marketing en Wharton, señala que aunque las disculpas pueden aplacar la ira de los clientes, también pueden reforzar las relaciones negativas entre la marca y el problema. Su colega Stephen Hoch sugiere que como las empresas tienden a tratar con un grupo heterogéneo de clientes, una disculpa general puede ser riesgosa simplemente porque no todos requieren una disculpa. De hecho, tal como lo señala Hoch, es probable que muchos clientes ni siquiera sepan del problema, de modo que cuando una empresa se disculpa por su conducta ilegal o impropia algunos dirán: “¡Vaya! No sabía que estuvieran haciendo eso”. Y Chris Nelson, vicepresidente de la empresa de relaciones públicas globales Ketchum, advierte que, a menos que las disculpas se ofrezcan en forma sabia y apropiada “sólo garantizarán que la empresa enfrente enormes litigios” y agrega: “Es una lástima, porque las comunicaciones apropiadas a menudo pueden descongestionar bastante un cuadro de animosidad pública”. Y de eso se trata precisamente. Incluso los que aconsejan prudencia concuerdan: una buena disculpa, ofrecida oportunamente, tiene mayor probabilidad de mejorar una mala situación que de exacerbarla. Tenemos más evidencia anecdótica que datos verificables sobre lo que consiguen exactamente las disculpas. Sin embargo, la investigación académica realizada hasta el momento sugiere que los líderes tienden a sobreestimar los costos de las disculpas y a subestimar sus beneficios. Sabemos, por ejemplo, que las disculpas a menudo atenúan la ira de las personas ofendidas o que se sienten perjudicadas. En un reciente estudio británico de pacientes que sufrieron malas prácticas médicas, el 37% dijo que nunca habría acudido a los tribunales si les hubieran ofrecido una disculpa y una explicación. Igualmente, un estudio realizado en University of Missouri demostró que, contrario a la idea popular –que sostiene que es prudente que un acusado en los tribunales no admita su culpa– las disculpas completas tienen más –no menos– probabilidad de generar arreglos rápidos de litigios. De hecho, cuanto mayor sea la La mayoría de las disculpas están motivadas por intereses propios. Pero son importantes porque cumplen un rol social mayor. ofensa, más importante es la disculpa para una resolución de conflicto. Robert Rotberg, Director del Program on Intrastate Conflict and Conflict Resolution, de Harvard University, ha estudiado el caso de la Comisión de Verdad y Reconciliación de Sudáfrica y ha concluido que las disculpas pueden crear la posibilidad de cierre incluso en las situaciones más extremas post-conflicto: “Que una parte dominante ofrezca una disculpa a una minoría dañada, o una disculpa mutua de cada uno de los contendientes o de la totalidad de ellos, puede calmar las aguas enturbiadas por largo tiempo y ser de gran utilidad para lograr una transición exitosa”. Aunque sólo inicialmente, el presidente George W. Bush adoptó el método opuesto al responder a las críticas sobre la guerra en Irak. Más allá de la posición que usted mantenga respecto a si, para empezar, Estados Unidos debió haber invadido a Irak, y sobre el modo en el que la administración ha manejado el conflicto desde entonces, probablemente usted se sintió impresionado por la prolongada negación del presidente Bush a admitir algo más que un solo “error de cálculo”, particularmente durante el período que es oficialmente posguerra. Esto, teniendo a la vista una guerra que ha sido más larga, más desordenada y más sangrienta que lo que cualquier miembro de su administración hubiera predicho, y considerando una serie de escándalos, incluyendo los que involucran tortura, por los cuales sólo se ha responsabilizado a algunas personas de menor rango. Nunca sabremos lo que habría ocurrido si el presidente se hubiese mostrado más dispuesto a reconocer antes los problemas en Irak. Obviamente, Bush estaba apostando a que el tiempo estaba de su lado y que si lograba prolongarlo los acontecimientos se volverían a su favor. Pero su seguridad, su opinión rígidamente mantenida de que no se puede liderar el mundo si se confiesa haber cometido un error (parafraseando a la lingüista Deborah Tannen de Georgetown University), no dio el resultado que esperaba. La situación en Irak siguió siendo a lo sumo estable y los niveles de aprobación para el presidente, que se traducen en su capacidad efectiva para gobernar, sufrieron una pronunciada caída. En pocas palabras, el costo de la insistencia del presidente Bush en parecer inmune al error humano fue alto, lo que explica por qué, en una serie de apariciones públicas hacia finales de 2005, Bush fue finalmente más franco y honrado. Aunque no llegó a disculparse, reconoció y asumió responsabilidad por varios errores (casi inmediatamente después de eso los niveles de aprobación del presidente aumentaron cinco puntos en algunas encuestas y siete en otras). Después de la expulsión de Carly Fiorina de Hewlett-Packard, la columnista del Wall Street Journal Carol Hymowitz preguntó: “¿Es suicida admitir públicamente que las cosas no salieron como se esperaba y reconocer los errores? ¿o los líderes de negocios deben parecer siempre confiados e incluso invencibles?”. No existen reglas fijas para tratar con los asuntos de la condición humana. Pero al analizar los datos empíricos Enero 2012 | Harvard Business Review 53 Cuándo un líder debe disculparse y cuándo no y la evidencia anecdótica, podemos establecer algunas pautas sobre cuándo y cómo debe un líder ofrecer una disculpa pública. Como señalé anteriormente, una disculpa pública debe servir un importante propósito individual, institucional, intergrupal o moral. Dicho esto, si la ofensa es institucional más que individual, el principal líder (por ejemplo, el CEO) no necesariamente es la mejor persona para ofrecer la disculpa. A veces se hace un mejor servicio a la institución si alguien de un nivel más bajo reconoce el problema y expresa arrepentimiento. En otras palabras, los líderes de grupos y organizaciones deben pensar en disculparse públicamente sólo cuando esté en juego un interés crítico, y siempre y cuando sean los únicos que pueden realizar esa tarea. La mejor forma de disculparse depende de la naturaleza de la situación. Una disculpa completa incluye reconocimiento de la ofensa, aceptación de responsabilidad, expresión de arrepentimiento y promesa de no repetir la ofensa. Pero a veces una disculpa parcial –por ejemplo, la aceptación de responsabilidad o una expresión de arrepentimiento–, es mejor que ninguna. Además, aunque las disculpas muchas veces deben producirse poco después de la ofensa para evitar que la persona o institución ofensora parezca estar evitando la culpa o excusándose de mala gana, hay situaciones –por ejemplo, cuando grandes cantidades de personas han sufrido– en las que la prisa arruina las cosas. Sin embargo, incluso cuando una disculpa es demasiado tardía, no tiene por qué ser insuficiente. Cuando los médicos del Duke University Hospital cometieron el catastrófico error de transplantar el corazón y los pulmones incorrectos a una joven de 17 años que murió posteriormente, la respuesta inmediata del hospital fue no decir nada. De hecho, el hospital quizás no habría asumido ninguna responsabilidad por el problema si no hubiera sido por la avalancha de mala publicidad. Pero una vez que se tomó la decisión de disculparse, Ralph Snyderman, entonces CEO del Duke University Health System, lo hizo en forma abierta y honrada. En cinco días se emitieron no menos de nueve comunicados de prensa y Snyderman accedió a ser entrevistado por Ed Bradley en 60 Minutes. Ante las cámaras, Snyderman admitió el error, asumió la responsabilidad, expresó remordimiento y prometió que el hospital haría todo lo que estuviera a su alcance para impedir que una calamidad igual volviera a ocurrir. Una vez que dio la cara, Snyderman pudo desactivar la situación y resolver la crisis en una forma que, en esas circunstancias, fue considerada satisfactoria por todos los interesados (unos cuantos meses después, el hospital también accedió a establecer un fondo de US$ 4 millones para servicios pediátricos a latinos, en memoria de la joven que falleció). Aquí descansa una importante lección de liderazgo: particularmente en situaciones de crisis, una disculpa imperfecta a menudo es mejor que ninguna disculpa. 54 Harvard Business Review | Enero 2012 Aún así, una buena disculpa generará mejores resultados que una mala, y “bueno” tiene que ver absolutamente con selectividad. Por tanto, he aquí las respuestas a la pregunta: ¿Cuándo debe disculparse un líder? ■ ■ Cuando hacerlo probablemente sirva a un propósito importante. ■ ■ Cuando la ofensa tiene consecuencias serias. ■ ■ Cuando es apropiado que el líder asuma responsabilidad por la ofensa. ■ ■ Cuando nadie más puede hacer el trabajo. ■ ■ Cuando el costo de decir algo es probablemente más bajo que el costo de mantenerse en silencio. A menos que existan una o más de estas condiciones, no hay buenas razones para que los líderes se disculpen. Una disculpa mal orientada o mal concebida puede hacer más daño que bien. Sin embargo, cuando es obvio que se justifica una disculpa, es probable que incluso una disculpa parcial ayude tanto a los líderes como a sus seguidores. Igualmente, cuando se justifica una disculpa pero no se entrega ninguna, la ira y el daño pueden empeorar y pueden aumentar las dificultades. Recién a finales del año pasado (unos cinco años después de los hechos), Joseph Nocera, columnista de negocios del New York Times, todavía estaba criticando mordazmente a Stephen Case y Gerald Levin por unir a AOL con Time Warner y por no asumir la responsabilidad de hacerlo. “¿No sería Case más creíble”, reflexionaba Nocera, “si tan sólo pudiera decir que lamentaba” haber creado la “fusión infernal”? Y para el caso, “¿se ha disculpado alguna vez Levin por su rol en generar la fusión más torpe de la era moderna? Debo habérmelo perdido”. La mayoría de las disculpas son motivadas por interés propio. Pero las disculpas importan, en última instancia, porque sirven a un fin social mayor. Cuando los líderes se disculpan públicamente, ya sea ante sus seguidores o en nombre de ellos, se ocupan de lo que Tavuchis llama un “rito secular de expiación” que no puede entenderse simplemente en términos de conveniencia. El intento por disculparse es más que una explicación y más que una admisión: es un intercambio en el cual los líderes y quienes los escuchan se ofrecen para seguir adelante. A su vez, es esta transición, del pasado al futuro, lo que permite la corrección de rumbo que requieren los errores y la conducta impropia. Barbara Kellerman es la oradora sobre el Liderazgo Público de James MacGregor Burns en el Centro para el Liderazgo Público de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Harvard University en Cambridge, Massachusetts. Es la autora de Followership: How Followers Are Creating Change y Changing Leaders (Harvard Business Review Press, 2008). Reimpresión R0604D-E 1530 ad002 CNN Mexico.indd 1 1/4/12 5:26 PM La reputación y sus riesgos Identifique, cuantifique y gestione los riesgos para la reputación de su empresa, mucho antes de que explote un problema o una crisis. L los ejecutivos conocen la importancia que tiene la reputación de sus empresas. Las firmas que tienen sólidas reputaciones positivas atraen mejores empleados. También son percibidas como empresas que entregan mayor valor, lo que a menudo les permite cobrar precios premium. Sus clientes son más leales y compran una gama más amplia de productos y servicios. Debido a que el mercado cree que esas empresas obtendrán ganancias sostenidas y crecimiento futuro, tienen relaciones precio-ganancia y valores de mercado más altos, así como menores costos de capital. Además, en una economía donde entre 70% y 80% del valor de mercado proviene de activos intangibles difíciles de medir, tales como valor de marca, capital intelectual y goodwill, las organizaciones son especialmente vulnerables a cualquier cosa que dañe sus reputaciones. Sin embargo, la mayoría de las empresas no gestiona adecuadamente su reputación en general ni los riesgos para su reputación en particular. Tienden a concentrar sus energías en manejar las amenazas ya presentes para su reputación. Esto no es gestión del riesgo, es gestión de crisis: un enfoque reactivo cuyo fin es limitar el daño. Este artículo provee un marco para gestionar proactivamente el riesgo reputacional. Explica los factores que afectan el nivel de tales riesgos y luego explora cómo una empresa puede cuantificarlos y controlarlos adecuadamente. Este pro- Publicación original: febrero de 2007 56 Harvard Business Review | Enero 2012 Blair Kelly por Robert G. Eccles, Scott C. Newquist, y Roland Schatz La reputación y sus riesgos ceso ayudará a los ejecutivos a evaluar mejor las amenazas actuales y potenciales a la reputación de sus empresas, y a decidir si aceptar un determinado riesgo o adoptar acciones para evitarlo o mitigarlo. El estado actual de las cosas A lo largo de los años, reguladores, agrupaciones sectoriales, consultores y empresas individuales han desarrollado pautas detalladas para evaluar y gestionar los riesgos en una amplia variedad de áreas, desde precios de commodities hasta sistemas de control, cadenas de suministro, inestabilidad política y desastres naturales. Sin embargo, ante la falta de acuerdo sobre cómo definir y medir el riesgo reputacional, éste ha sido ignorado. Considere el documento marco de 135 páginas para gestión del riesgo empresarial (ERM, por enterprise risk management) propuesto en 2004 por el Committee of Sponsoring Sin embargo, la empresa gestiona los riesgos reputacionales sólo de modo informal –e irregular– a un nivel local y de productos. Sus líderes sólo consideran el riesgo reputacional al tomar grandes decisiones, tales como adquisiciones (su proceso de due diligence incluye la evaluación de problemas que podrían afectar la reputación, incluyendo demandas legales pendientes, procedimientos débiles de prueba de productos, inquietudes por responsabilidad civil de productos y sistemas de control deficientes para detectar fraudes de gestión). El vicepresidente de gestión de riesgo dice que el riesgo reputacional no está incluido en la larga lista de riesgos por los que él es responsable. Entonces, ¿quién es responsable? El vicepresidente presume que el CEO, puesto que es quien supervisa el detallado y eficaz sistema de manejo de crisis de la empresa y es en última instancia responsable por lidiar con cualquier acontecimiento que pueda dañar la reputación de la empresa. Esta empresa farmacéutica no es la única. En la mayoría de las “Se requieren muchas buenas obras para construir una buena reputación, y sólo una mala para perderla.” –Benjamin Franklin Organizations of the Treadway Commission (COSO), un grupo estadounidense de asociaciones profesionales de contadores y ejecutivos de finanzas que emite pautas para control interno. Aunque el marco menciona virtualmente todo riesgo imaginable, no contiene una sola referencia al riesgo reputacional. Tampoco lo hace el acuerdo internacional de Basilea II para regular los requisitos de capital para los grandes bancos internacionales. Al definir el riesgo operacional como “el riesgo de pérdidas que resulta de procesos internos, personas y sistemas inadecuados o fallidos, o de sucesos externos”, el marco de Basilea II, emitido en 2004 y actualizado en 2005, excluye expresamente los riesgos estratégicos y reputacionales. La mayoría de los profesionales en riesgo bancario diría que eso se debe principalmente a la dificultad de ponderarlos dentro de los requisitos de suficiencia de capital. Ante tal ausencia de estándares comunes, incluso las empresas sofisticadas tienen sólo una vaga idea de cómo gestionar el riesgo reputacional. Una importante empresa farmacéutica estadounidense refleja el estado actual de la práctica entre las organizaciones bien gestionadas. Tiene un sistema de ERM para gestionar riesgos operativos y financieros, así como peligros resultantes de sucesos externos tales como desastres naturales, que se basa libremente en el marco de COSO. El vicepresidente de gestión de riesgo de la empresa supervisa el sistema. 58 Harvard Business Review | Enero 2012 empresas grandes y medianas, los planes de contingencia para gestión de crisis son lo más cercano a una gestión del riesgo reputacional. Aunque estos planes son importantes, es un error confundirlos con la capacidad para gestionar el riesgo reputacional. Saber cómo dar primeros auxilios no es lo mismo que proteger su salud. Los determinantes del riesgo reputacional Tres cosas determinan el grado en el que una empresa está expuesta al riesgo reputacional. La primera es si su reputación excede su verdadero carácter. La segunda es cuánto cambian las creencias y expectativas externas, lo que puede ampliar o (lo que es menos probable) reducir esta brecha. La tercera es la calidad de la coordinación interna, que también puede afectar la magnitud de la brecha. La brecha entre reputación y realidad. La gestión eficaz del riesgo reputacional empieza con el reconocimiento de que la reputación es un asunto de percepción. La reputación global de una empresa es función de su reputación entre sus diversos stakeholders (inversionistas, clientes, proveedores, empleados, reguladores, políticos, organizaciones no gubernamentales y las comunidades donde opera la empresa) en categorías específicas (calidad de productos, gobierno corporativo, relaciones con empleados, servicio al cliente, capital intelectual, desempeño financiero y manejo de asuntos ambientales y sociales). Una sólida reputación positiva entre los stakeholders respecto de múltiples categorías generará una sólida reputación positiva para la empresa como un todo. La reputación es distinta del carácter o conducta real de la empresa y puede ser mejor o peor. Cuando la reputación de una empresa es más positiva que su realidad subyacente, esta brecha constituye un riesgo sustancial. Tarde o temprano se revelará la incapacidad de una empresa para cumplir con las expectativas y su reputación declinará hasta ajustarse más a la realidad. BP parece estar aprendiendo duramente esta lección. El gigante de energía se ha esforzado por presentarse como una corporación responsable que se preocupa por el medioambiente. Sus esfuerzos han incluido una amplia campaña publicitaria titulada “Beyond Petroleum” y una multimillonaria iniciativa para expandir su negocio de energía alternativa. Pero varios sucesos importantes en los últimos dos años están haciendo que el público cuestione si BP es realmente tan excepcional (vea el gráfico “La declinante imagen de BP”). Uno fue una explosión seguida de un incendio en su refinería de Texas City en marzo de 2005, que mató a 15 personas y lesionó a decenas más. Otro fue una fuga en un oleoducto corroído en su campo petrolero de Prudhoe Bay, en Alaska, que ocurrió un año después y obligó a la empresa a recortar su producción en agosto de 2006. BP atribuye el desastre de la refinería a prácticas operacionales poco estrictas, pero los investigadores federales afirman que la reducción de costos también contribuyó. Las acusaciones de empleados y los reportes de la empresa sugieren que la causa fundamental de la fuga en Prudhoe Bay pudo hallarse en prácticas inadecuadas de mantenimiento e inspección y en la incapacidad de los ejecutivos para prestar atención a advertencias de posibles problemas de corrosión. Tal como refleja la cobertura mediática, éstos y otros sucesos han dañado la reputación de BP. Para cerrar la brecha entre reputación y realidad, una empresa debe mejorar su capacidad para cumplir expectativas, o bien reducirlas prometiendo menos. El problema es que los ejecutivos podrían recurrir a manipulaciones de corto plazo. Por ejemplo, la brecha entre reputación y realidad respecto del desempeño financiero a menudo se traduce en fraude contable y (finalmente) en redeclaraciones de resultados. Enron, Computer Associates, Rite Aid, Tyco, WorldCom y Xerox son algunas empresas muy conocidas que han caído en esta trampa en años recientes. Desde luego, las organizaciones que cumplen con las expectativas de sus diversos stakeholders no reciben siempre todo el mérito por hacerlo. Esto sucede a menudo cuando la reputación de una empresa ha sido dañada significativamente por ataques injustos de grupos de intereses especiales o por informaciones imprecisas de los medios. También puede ocurrir cuando una empresa ha hecho verdaderos avances en abordar un problema que ha perjudicado su reputación, pero no puede convencer a los stakeholders de que su progreso es real. Por ejemplo, General Motors, Ford y Chrysler mejoraron tanto sus automóviles que para 2001 su brecha de calidad con respecto a los vehículos japoneses se había cerrado en gran medida. Sin embargo, para frustración de las Tres Grandes, los consumidores siguen escépticos. Las reputaciones inmerecidamente mediocres o negativas pueden ser exasperantes. La tentación es responder con resignación y concluir que “no importa lo que hagamos: no le vamos a gustar a la gente, así que para qué preocuparse”. La razón por la que los ejecutivos deben preocuparse – mediante esfuerzos redoblados por mejorar los reportes y las comunicaciones– es que su obligación fiduciaria de cerrar la brecha entre reputación y realidad es tan grande como su obligación de mejorar el desempeño real. Ambas impulsan la creación de valor para los accionistas. Creencias y expectativas cambiantes. Las creencias y expectativas cambiantes de los stakeholders son otro gran determinante del riesgo reputacional. Cuando las expectativas están cambiando y el carácter de la empresa sigue igual, la brecha entre reputación y realidad se amplía y los riesgos aumentan. Existen numerosos ejemplos de prácticas que fueron aceptables y que los stakeholders ya no consideran satisfactorias o éticas. Hasta los años 90, las adquisiciones hostiles eran casi desconocidas en Japón, pero eso se debía en parte a la tenencia cruzada de acciones entre los miembros de los poderosos grupos de empresas conocidos como keiretsu, lo que socavaba el poder de otros accionistas. Con el debilitamiento de los keiretsu en los últimos diez o 15 años, los derechos de los accionistas y las adquisiciones han ido en aumento. En Estados Unidos, entre aquellas prácticas que alguna vez fueron aceptables y que ahora se consideran impropias, se encuentran los casos de las empresas de corretaje que usan sus funciones de investigación para hacer negocios de banca de inversión; los pagos de incentivos de las aseguradoras a los corredores, que hacían que los corredores fijaran el precio y estructuraran la cobertura para favorecer a las aseguradoras en lugar de a los clientes; el nombramiento de amigos del CEO en los consejos de administración como “directores independientes”; y la “orientación” y manipulación de ganancias. A veces las normas evolucionan con el tiempo, como ocurrió con la expectativa –ahora generalizada en la mayoría de países desarrollados– de que las empresas deberían generar una contaminación mínima (o nula). Un cambio en la conducta o las políticas de una empresa importante puede hacer que las expectativas de los stakeholders cambien muy rápidamente, lo que puede poner en peligro la reputación de las empresas que adhieren a los estándares antiguos. Por ejemplo, la iniciativa “Ecomagination” lanzada por General Electric en 2005 tiene el potencial de elevar la vara para otras empresas. Comprometió a GE a duplicar su inversión en I&D para desarrollar tecnologías más limpias, duplicar el ingreso de productos Enero 2012 | Harvard Business Review 59 La reputación y sus riesgos La declinante imagen de BP La cobertura de los medios juega un papel importante en City, sobre una supuesta evasión de impuestos en Rusia y sobre determinar la reputación de una empresa. La cambiante mezcla los recortes de puestos de trabajo en Europa infligieron daño en de artículos positivos y negativos que mencionaban a BP en 2005, con una cobertura positiva y negativa aproximadamente los principales medios británicos, alemanes y estadounidenses igual. Los sucesos de 2006 –especialmente una fuga de petróleo entre enero de 2003 y septiembre de 2006 muestra cómo una en el campo de Prudhoe Bay en Alaska debida a la corrosión del serie de sucesos externos perjudicó la reputación del gigante oleoducto, y la subsiguiente mengua de la producción– hicieron petrolero. Durante 2003 y 2004, la relación de artículos positivos que el número de artículos que mencionaban a BP se disparara y a negativos fue de aproximadamente dos a uno. Sin embargo, que la mezcla se volviera más negativa que positiva. los artículos sobre la explosión en una refinería de BP en Texas 100% Reducciones de personal en Europa 29/10/05 80% Se revela la corrosión en el oleoducto de Prudhoe Bay, se reduce la producción 7/8/06 Se llega a acuerdo en caso por evasión de impuestos en Rusia 11/8/05 Investigadores divulgan hallazgos sobre la explosión en la refinería de Texas City 18/8/05 60% Acusaciones de manipulación en el mercado de propano 29/6/06 Explosión en la refinería de Texas City 23/3/05 Acusaciones de evasión de impuestos en Rusia 12/11/04 ARTÍCULOS POSITIVOS CALIFICACIÓN INCIERTA Fuga en Prudhoe Bay 2/3/06 40% 20% ARTÍCULOS NEGATIVOS 0 E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S 2003 2004 2005 2006 Los datos corresponden a los primeros reportes de los sucesos aparecidos en los principales medios y servicios que tengan beneficios ambientales significativos y medibles, y reducir sus emisiones de gases invernadero. Desde luego, las expectativas de diferentes stakeholders pueden divergir en forma drástica, lo que dificulta especialmente la tarea de determinar normas aceptables. Cuando GlaxoSmithKline fue pionera en el desarrollo de medicamentos antirretrovirales para combatir el Sida, su reputación de realizar investigación y desarrollar productos de vanguardia se vio reforzada, lo que complació a los accionistas. Éstos se 60 Harvard Business Review | Enero 2012 plegaron inicialmente cuando GSK lideró a un grupo de empresas farmacéuticas en demandar al gobierno de Sudáfrica cuando éste aprobó una legislación en 1997 que permitía al país importar versiones genéricas más baratas de medicamentos contra el Sida, cubiertos por las patentes de GSK. Pero en 2001, los accionistas de GSK le dieron la espalda como reacción a una creciente campaña lanzada por las ONG y a los procedimientos del juicio, que hicieron que GSK y las otras empresas farmacéuticas parecieran avaras e inmorales. Con su reputa- ción hundiéndose, GSK cedió y otorgó a una empresa sudafricana una licencia gratuita para fabricar versiones genéricas de sus medicamentos contra el Sida. Pero el daño ya estaba hecho. A veces, eventos particulares pueden destapar inquietudes latentes. Un ejemplo lo ofrecen todas las preguntas respecto a si Merck había revelado plenamente el potencial de su analgésico Vioxx para causar ataques cardíacos y apoplejías. Merck está envuelta en miles de demandas legales por el medicamento para la artritis que retiró del mercado en 2004. La controversia ha elevado las expectativas de médicos y pacientes de que las empresas farmacéuticas deberían divulgar resultados y aprobó bonos de retención para los altos ejecutivos y un gran pago a un fondo de inversiones destinado a proteger las pensiones de los ejecutivos en caso de bancarrota. Sin embargo, la empresa no lo notificó a los sindicatos, los que, furiosos al descubrirlo, reconsideraron el paquete de concesiones que habían aprobado. La controversia le costó su puesto al CEO Donald J. Carty. Una mala coordinación interna también inhibe la capacidad de una empresa para identificar creencias y expectativas que son cambiantes. Prácticamente en todas las organizaciones bien gestionadas, los grupos funcionales individuales no “El carácter es como un árbol y la reputación es como su sombra. La sombra es lo que pensamos del árbol; el árbol, lo que realmente es.” – Abraham Lincoln análisis más detallados de sus pruebas clínicas, así como experiencia en el mercado después de que los medicamentos han recibido aprobación reguladora. Cuando surgen estas crisis, las empresas se quejan de que han sido declaradas culpables (en los tribunales o en la prensa) debido a que las reglas han cambiado. Pero con demasiada frecuencia, la culpa es suya: o bien han ignorado las señales de que las creencias y expectativas de los stakeholders estaban cambiando, o han negado su validez. Además, las organizaciones a veces subestiman cuánto pueden variar las actitudes por región o país. Por ejemplo, Monsanto, una desarrolladora de plantas modificadas genéticamente, se vio muy perjudicada al no prever las profundas inquietudes de los europeos sobre esta clase de alimentos. Débil coordinación interna. Otra fuente importante de riesgo reputacional es la mala coordinación de las decisiones tomadas por diferentes unidades de negocios y funciones. Si un grupo crea expectativas que otro grupo no cumple, la reputación de la empresa puede verse afectada. Un ejemplo clásico es el departamento de marketing de una empresa de software que lanza una gran campaña publicitaria para un nuevo producto antes de que los desarrolladores hayan identificado y eliminado todos los defectos. La empresa se ve forzada a escoger entre vender un producto defectuoso y lanzarlo después de lo prometido. El momento en el cual que se toman decisiones inconexas también puede poner en peligro la reputación de una empresa, especialmente si hacen que un grupo de stakeholders se precipite a sacar una conclusión negativa. Esto le ocurrió a American Airlines en 2003, cuando estaba tratando de evitar la bancarrota. Al mismo tiempo que estaba negociando una importante reducción salarial con sus sindicatos, su consejo sólo toman continuamente el pulso de los diversos stakeholders, sino que tratan activamente de gestionar sus expectativas. Relaciones con Inversionistas (con diferentes grados de aporte del director financiero y el CEO) trata de averiguar e influir en las expectativas de analistas e inversionistas; Marketing estudia a los clientes; Publicidad compra anuncios que moldean las expectativas; Recursos Humanos estudia a los empleados; Comunicaciones Corporativas monitorea los medios y transmite los mensajes de la empresa; el grupo de Responsabilidad Social Corporativa (cuando existe) se ocupa de las ONG, y Asuntos Corporativos monitorea leyes y regulaciones nuevas y pendientes. Todas estas acciones son importantes para entender y gestionar los riesgos reputacionales. Pero con mucha frecuencia, estos grupos no son buenos para compartir información ni coordinar sus planes. La coordinación a menudo es deficiente porque el CEO no ha asignado esta responsabilidad a una persona específica. Cuando la Economist Intelligence Unit preguntó a 269 ejecutivos en 2005 quién en su empresa tenía la “principal responsabilidad” por gestionar el riesgo reputacional, 84% respondió que “el CEO”. Esto significa que nadie está supervisando en realidad el proceso de coordinación. Ciertamente el CEO es el responsable final por el riesgo reputacional, puesto que tiene la responsabilidad final de todo. Pero el hecho es que el CEO no tiene el tiempo para gestionar el proceso continuo de coordinar todas las actividades que afectan al riesgo reputacional. Gestionar el riesgo reputacional Gestionar eficazmente el riesgo reputacional involucra cinco pasos: evaluar la reputación de su empresa entre los stakeholders, evaluar el verdadero carácter de la empresa, cerrar las brechas entre reputación y realidad, monitorear creencias y Enero 2012 | Harvard Business Review 61 La reputación y sus riesgos expectativas cambiantes y poner a cargo a un alto ejecutivo con rango inferior al CEO. Evaluar la reputación. Puesto que la reputación es percepción, es esta última la que se debe medir. Esto implica la medición de la reputación en múltiples áreas, de forma contextual, objetiva y, en lo posible, cuantitativa. Hay que responder tres preguntas: ¿Cuál es la reputación de la empresa en cada área (calidad de productos, desempeño financiero, y así sucesivamente)? ¿Por qué? ¿Cómo se comparan estas reputaciones con las de otras empresas del sector? Existen diversas técnicas para evaluar la reputación de una empresa. Éstas incluyen el análisis de los medios, encuestas a los stakeholders (clientes, empleados, inversionistas, ONG) y a ejecutivos de la industria, focus group y encuestas de opinión pública. Aunque todas son útiles, un análisis detallado y estructurado de lo que dicen los medios es especialmente importante porque los medios moldean las percepciones y expectativas de todos los stakeholders. En la actualidad, muchas empresas contratan servicios de recortes de prensa para reunir artículos sobre ellas. Las Puesto que la reputación es percepción, es esta última la que se debe medir. tecnologías de reconocimiento de texto y de voz permiten a estos servicios examinar una amplia gama de publicaciones, incluyendo periódicos, revistas, televisión, radio y blogs. Estos servicios pueden informar sobre cosas tales como cantidad total de artículos, cantidad por tema, y la fuente y el autor de cada artículo. Aunque son útiles para ofrecer una muestra en tiempo real de la cobertura en medios, estos servicios no siempre son precisos para evaluar si un artículo sobre una empresa es positivo, negativo o neutral, debido a los límites de los algoritmos computacionales que utilizan. También tienden a pasar por alto artículos que citan a una empresa pero no la mencionan en el encabezamiento o en los primeros párrafos. Por tanto, la vieja herramienta de los servicios de recortes de prensa debe ser complementada con inteligencia estratégica de medios. Esta nueva herramienta no sólo analiza cada línea de un artículo, sino que sitúa la cobertura de una empresa en el contexto de todos los artículos en los principales medios (aquellos que fijan la pauta de la cobertura de temas, empresas y personas en cada país). Puesto que la reputación de una empresa es función de las reputaciones de otras empresas en su sector y de la reputación relativa de la industria en general, 62 Harvard Business Review | Enero 2012 tener el contexto completo es esencial para evaluar el volumen y la prominencia de la cobertura, los temas de interés y si el punto de vista es positivo o negativo. Establecer una reputación positiva a través de los medios depende de varios factores o prácticas, según una investigación del Media Tenor Institute for Media Analysis (fundado por el coautor Roland Schatz) en Lugano, Suiza. Primero, la empresa debe abrirse un lugar y permanecer en el radar del público, lo que implica mantenerse por sobre lo que llamamos el “umbral de conciencia”: un mínimo de artículos en los principales medios que la mencionen o la presenten. Este volumen, que debe ser continuo, varía un poco entre empresas, dependiendo de la industria y del país, pero no del tamaño de la empresa. Segundo, una reputación positiva requiere que al menos 20% de los artículos de los principales medios sean positivos, no más de 10% sean negativos y el resto sean neutrales. Cuando la cobertura está por sobre el umbral de conciencia y es positiva, la reputación de la empresa se beneficia de los artículos positivos y es menos susceptible a sufrir daño cuando aparecen artículos negativos. Si la cobertura está por sobre el umbral de conciencia pero la mayoría de los artículos son negativos, la empresa no se beneficiará de los artículos individuales positivos y las malas noticias reforzarán su reputación negativa. Todas las empresas –grandes y pequeñas– deben tener cuidado de mantenerse por sobre su umbral de conciencia. Incluso una empresa pequeña que tiene una reputación muy sólida entre un reducido grupo de inversionistas o clientes principales, enfrenta un alto riesgo de sufrir daños considerables a su reputación si su cobertura en medios está bajo el umbral de conciencia al presentarse una crisis. La reputación de una empresa también es vulnerable si los medios se enfocan sólo en unos pocos temas, tales como las ganancias o la personalidad del CEO. Incluso si la cobertura de estos temas es extremadamente favorable, un suceso negativo fuera de estas áreas tendrá un impacto negativo mucho mayor que el que habría tenido si la empresa hubiera disfrutado de una cobertura positiva más amplia. Tercero, los ejecutivos pueden influir en la mezcla de artículos positivos, negativos y neutrales procurando optimizar la “participación de voz” de la empresa: el porcentaje de artículos en los principales medios que mencionan a la empresa y que citan a alguien de la organización o datos que ésta ha proporcionado. La investigación de Media Tenor sugiere que una empresa debe tener al menos 35% de participación de voz a fin de mantener en un mínimo la proporción de artículos negativos en tiempos normales. La credibilidad y las relaciones sólidas con la prensa resultan cruciales para lograr una sustantiva participación de voz y son especialmente importantes durante una crisis, cuando una empresa realmente necesita comunicar su punto de vista. En tales ocasiones, y para asegurar que los críticos de la empresa no prevalezcan, la participación de voz de los ejecutivos debe ser al menos 50%. Las dificultades de Merck: los peligros del bajo perfil Merck estaba mal preparada para defender su reputación a alguien de la empresa o bien datos proporcionados por ésta, lo cuando se vio enfrentada a la crisis de Vioxx. En los 33 meses que indicaba que Merck no tenía la “participación de voz” nece- anteriores al retiro del analgésico por parte de Merck el 30 de saria para comunicar sus puntos de vista. Tras el anuncio del retiro septiembre de 2004, la empresa tenía un bajo perfil: no había de Vioxx, el promedio mensual de artículos que mencionaban a suficientes artículos en los principales medios que la mencionaran Merck más que se triplicó, pero 60% de los que aparecieron hasta y la mantuvieran por sobre el “umbral de conciencia” del público. septiembre de 2006 eran negativos y sólo 13% eran positivos. Para Aunque 27% de los artículos eran positivos, eran neutralizados por Merck será difícil reconstruir su reputación, especialmente porque 28% que eran negativos. Además, antes del retiro del producto, su participación de voz ha disminuido a 5,5%. un porcentaje terriblemente insuficiente de artículos (7%) citaba 140 Fecha del anuncio de Vioxx 30 de septiembre de 2004 ARTÍCULOS POSITIVOS 120 CALIFICACIÓN INCIERTA 100 Cantidad de artículos ARTÍCULOS NEGATIVOS Cantidad promedio de artículos mensuales después del 30 de septiembre de 2004: 77 80 60 UMBRAL DE CONCIENCIA 40 Cantidad promedio de artículos mensuales antes del 30 de septiembre de 2004: 21 20 0 E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S O N D E F M A M J J A S 2002 2003 2004 2005 2006 Enero 2012 | Harvard Business Review 63 La reputación y sus riesgos Tablero de una empresa farmacéutica para detectar riesgos potenciales Una empresa farmacéutica con sede en Europa usa este tablero para rastrear las variaciones de desempeño que pueden conducir a una conducta riesgosa (los datos y nombres de divisiones y marcas han sido cambiados para proteger información confidencial). Aunque los ingresos de la empresa en EE.UU. están por encima de lo planeado, la división de Sistema Nervioso Central y Dolor prevé que sus ingresos para todo el año no alcanzarán la meta, principalmente debido al desempeño previsto de la marca Ibellance. En este punto, los ejecutivos corporativos deberían reunirse con los ejecutivos de la división para cerciorarse de que ninguna de las medidas planeadas por la unidad para enfrentar la baja pre- vista –tales como programas especiales de incentivos para la fuerza de ventas o la comunidad médica– genere un riesgo reputacional inaceptable para la empresa. Y si el desempeño de Ibellance mejora drásticamente durante el resto del año, sería prudente que investigaran de nuevo. Variaciones de las proyecciones de ingresos respecto del presupuesto, en lo que va del año Ingresos totales del negocio en EE.UU. superan el presupuesto en US$ 350,1 M División Digestiva US$ 46,17 M División Respiratoria y Antialérgica US$ 119, 09 M División Antiinflamatorios US$ 50,67 M División de Sistema Nervioso Central y Dolor -US$ 73,23 División Oncología US$ 190,84 M Marca Deispand US$ 50,40 M Marca Prelfin -US$ 32,58 M Marca Elmaxol US$ 30,67 M Marca Thivas US$ 7,90 M Marca Gaprivert US$ 154,45 M Marca Mangeium -US$ 7,04 M Marca Transbis US$ 93,38 M Marca Osisequn -US$ 5,43 M Marca Itrarig -US$ 15,09 M Marca Lobane US$ 16,96 M Todos los demás productos digestivos en el mercado US$ 2,81 M Marca Ectosyceium US$ 0 M Marca Throac US$ 16,64 M Marca Hispecart -US$ 12,97 M Productos Oprav -US$ 0,01 M Marca Prasess US$ 0 M Marca Aphervir -US$ 3,10 M Marca Ibellance -US$ 43,44 M Marca Smoodent US$ 13,92 M Marca Ectonab US$ 62,81 M Marca Othuctage US$ 15,19 M Marca Othedicize -US$ 3,74 M Marca Grispec US$ 2,89 M Marca Brevdorp -US$ 1,88 M Marca Oloxic US$ 0 M Todos los demás productos de SNC y Dolor en el mercado -US$ 5,89 M Todos los demás productos de oncología US$ 2,63 M Otros fármacos US$ 20,34 M Otros negocios -US$ 3,78 M Análisis realizado con el software de visualización Empower, de Metapraxis. Sobre el presupuesto Todos los demás productos R&A en el mercado -US$ 2,64 M 64 Harvard Business Review | Todos los demás productos antiinflamatorios en el mercado -US$ 3,3 M Enero 2012 Dentro o cerca de presupuesto (variación <5%) Bajo el presupuesto (variación >5%) Merck tras los problemas con Vioxx ilustran las consecuencias de que una empresa gestione inadecuadamente su posición ante los medios (vea el gráfico “Merck: los peligros del bajo perfil”). Evaluar la realidad. A continuación, la empresa debe evaluar objetivamente su capacidad para cumplir con las expectativas de desempeño de los stakeholders. Es difícil evaluar el verdadero carácter de la organización por tres razones: primero, los ejecutivos –los jefes funcionales y de las unidades de negocios, así como los ejecutivos corporativos– tienen una tendencia natural a sobreestimar sus propias capacidades y las de sus organizaciones. Segundo, los ejecutivos tienden a creer que su empresa tiene una buena reputación si no hay indicios de que ésta sea mala, cuando de hecho la empresa no tiene una reputación en esa área. Finalmente, las expectativas son manejadas: a veces se fijan bajas para garantizar el logro de los objetivos de desempeño, y otras veces se fijan en forma optimistamente alta en un intento por impresionar a los superiores o al mercado. Como ocurre al evaluar la reputación, cuanto más contextual, objetivo y cuantitativo sea el método para evaluar el carácter, mejor. Así como la reputación de una empresa se debe evaluar en relación con las de sus competidores, también se debe evaluar su realidad. Por ejemplo, las metas de mejora del desempeño basadas sólo en los resultados de una empresa para el año anterior carecen de significado si los competidores se están desempeñando en un nivel mucho más alto. La importancia de comparar los procesos y el desempeño financiero y bursátil con los de los competidores y de empresas consideradas como las “mejores en su clase” no es ninguna gran revelación. Sin embargo, el grado de sofisticación y detalle, así como la exactitud o confiabilidad de los datos de benchmarking pueden variar enormemente. Las razones incluyen, por ejemplo, errores de transcripción (un gran problema cuando una gran cantidad de datos en documentos de papel debe introducirse manualmente en hojas de cálculo electrónicas) y la incapacidad de determinar si la forma en que los competidores reportan la información en un área es consistente. Una empresa podría incluir en sus ingresos las compras de garantías extendidas por parte de los clientes, mientras que otra no. Algunas nuevas herramientas deben ayudar a abordar estos asuntos. Una de las más notables es el Extensible Business Reporting Language (XBRL). El XBRL, una versión de la tecnología de estándares de Internet Extensible Markup Language (XML), permite que cada pieza de información en un estado financiero sea etiquetada electrónicamente para ser importada en forma rápida y barata a un software analítico. Estas etiquetas están contenidas en diccionarios o “taxonomías”, basadas en conjuntos de estándares tales como los principios contables generalmente aceptados en Estados Unidos. Empresas tales como EDGAR Online ya ofrecen estados financieros bajo el formato XBRL, pero estas primeras versiones tienen limitaciones. Se deben desarrollar taxonomías para industrias espe- cíficas; el software para descargar y analizar datos XBRL está todavía en una etapa inicial y el producto de EDGAR Online incluye a empresas europeas sólo si sus acciones se cotizan en una bolsa estadounidense (aunque existe una taxonomía de XBRL para estándares internacionales de reporte financiero, usada por todos los miembros de la Unión Europea y varios otros países). Christopher Cox, presidente del consejo directivo de la comisión de Valores de EE.UU. (SEC, por sus siglas en inglés), está decidido a abordar estas limitaciones y acelerar la adopción generalizada del XBRL. Con ese fin anunció en septiembre de 2006 que la SEC invertirá US$ 54 millones en un sistema interactivo de datos basado en XBRL, que “representará un salto cuántico respecto a las actuales tecnologías de divulgación” (para más detalles, vea el artículo en la Lista HBR “Aquí viene el XBRL”, en este número). Otra valiosa herramienta nueva para gestionar el riesgo reputacional es el software de visualización, que usa colores, formas y diagramas para comunicar los puntos principales de los datos operativos y financieros. Estas pantallas constituyen una notable mejora respecto de las hojas de cálculo tan usadas en la actualidad, que a menudo dificultan, incluso a los ejecutivos financieramente más sofisticados, detectar anomalías y tendencias importantes. Toma tanto tiempo entender las hojas de cálculo, que los ejecutivos tienden a enfocarse en las unidades de negocios más grandes, aunque los mayores riesgos reputacionales pueden estar en las más pequeñas, tales como la subsidiaria extranjera en dificultades que ha empezado a utilizar medios cuestionables para alcanzar las metas del presupuesto (vea el gráfico “Tablero de una empresa farmacéutica para detectar riesgos potenciales” para un ejemplo de un uso simple pero eficaz del software de visualización para detectar Enero 2012 | Harvard Business Review 65 La reputación y sus riesgos Un marco para gestionar el riesgo reputacional Entender los factores que determinan el riesgo reputacional permite a una empresa adoptar medidas para enfrentarlos. DETERMINANTES DEL RIESGO REPUTACIONAL MANERAS DE GESTIONAR EL RIESGO REPUTACIONAL Brecha entre reputación y realidad Creencias y expectativas cambiantes Evalúe objetivamente su reputación respecto de la realidad Evalúe y acepte el impacto de las expectativas cambiantes Examine la brecha entre la reputación de la empresa y el desempeño real; haga las mejoras necesarias. Reconozca que las expectativas cambiantes de los stakeholders afectarán la reputación incluso si en el momento no parecen razonables. Débil coordinación interna Enfóquese explícitamente en el riesgo reputacional Reconozca que éste es un tipo especial de riesgo y gestiónelo de manera proactiva y coordinada. Asigne a una persona la tarea de gestionar el riesgo reputacional. Reputación sólida y sustentable si los productos y unidades de negocios están en camino de alcanzar las metas de fin de año). Cerrar las brechas. Cuando el carácter de una empresa supera su reputación, la brecha puede cerrarse con un programa más eficaz de comunicaciones corporativas y relaciones con los inversionistas que utilice los principios antes discutidos de información estratégica de medios. Si una reputación es injustificablemente positiva, la empresa debe mejorar sus capacidades, conducta y desempeño o moderar las percepciones de los stakeholders. Desde luego, pocas empresas decidirían esto último si hubiera algún modo de lograr lo primero. Sin embargo, si la brecha es grande, el tiempo requerido para cerrarla es largo y el daño probablemente sea considerable si los stakeholders reconocen la realidad, entonces los ejecutivos deben considerar seriamente reducir las expectativas, aunque esto obviamente debe hacerse en forma cuidadosa y calculada. Monitorear las creencias y expectativas cambiantes. No es fácil entender exactamente cómo están evolucionando las creencias y expectativas, pero hay formas de hacerse una idea con el tiempo. Por ejemplo, las encuestas regulares de empleados, clientes y otros stakeholders pueden revelar si sus prioridades están cambiando. Aunque la mayoría de las empresas 66 Harvard Business Review | Enero 2012 bien gestionadas realizan esas encuestas, pocas toman la medida adicional de considerar si los datos sugieren que se está materializando o ampliando una brecha entre la reputación y la realidad. Igualmente, las encuestas periódicas de expertos en diferentes campos pueden identificar tendencias políticas, demográficas y sociales que podrían afectar la brecha entre reputación y realidad. Se pueden usar preguntas de “respuesta abierta” para hacer surgir nuevos asuntos de importancia –y, por tanto, nuevas expectativas– que las otras preguntas de la encuesta pueden pasar por alto. Generalmente es útil complementar estas encuestas con focus groups y entrevistas en profundidad, a fin de desarrollar una comprensión más profunda de las causas y posibles consecuencias de las tendencias. Aquellas ONG influyentes que podrían escoger como objetivo a la empresa son stakeholders que se deben monitorear. Éstas incluyen activistas ambientales, grupos preocupados por los salarios, las condiciones de trabajo y las prácticas laborales, grupos que velan por los derechos de los consumidores, enemigos de la globalización y grupos que defienden los derechos de los animales. Muchos ejecutivos son escépticos respecto a si tales organizaciones están genuinamente interesadas en colaborar con las empresas para lograr un cambio que au- mente el bienestar público. Pero las ONG son una realidad y hay que lidiar con ellas. Las entrevistas con ONG pueden ser también una buena forma de identificar problemas que quizás aún no han aparecido en el radar de la empresa. Finalmente, las empresas deben entender la forma en que los medios moldean las creencias y expectativas del público, al plantear nuevos asuntos o restar énfasis a los antiguos. Los cambios drásticos en el volumen de cobertura influyen en la rapidez y el grado en el que cambian las creencias y expectativas. El alto volumen y la exhibición prominente de artículos sobre la modificación ilícita de las fechas para ejercer opciones de compra de acciones en meses recientes es un ejemplo de cómo los medios pueden ayudar a fijar la agenda. La drástica reducción en los artículos sobre pagos de incentivos de las aseguradoras a los corredores de seguros ilustra la forma en que los medios pueden ayudar a relegar un tema reciente a un segundo plano. Poner a una persona a cargo. Evaluar la reputación, evaluar la realidad, identificar y cerrar brechas y monitorear las creencias y expectativas cambiantes no ocurrirá automáticamente. El CEO debe asignar a una persona la responsabilidad por hacer que estas cosas ocurran. Los candidatos obvios son el director de operaciones, el director de finanzas y los jefes de gestión de riesgo, planificación estratégica y auditoría interna. Ellos tienen la credibilidad y controlan algunos de los recursos necesarios para cumplir con la tarea. En general, no se debe escoger a aquellos cuyas responsabilidades actuales plantean conflictos potenciales. Las personas en los principales cargos de “imagen”, tales como los jefes de marketing y comunicaciones corporativas, entran en esta categoría. Lo mismo ocurre con el asesor legal, cuya tarea de defender a la empresa significa que su relación con los stakeholders es a menudo adversa y cuya respuesta típica ante las preguntas de los medios es “sin comentarios”. El ejecutivo seleccionado debería reportar periódicamente al equipo de alta dirección y al consejo de administración sobre cuáles son los riesgos reputacionales clave y cómo se están gestionando. Luego tocará al consejo o al CEO decidir si los riesgos son aceptables y, si no, qué acciones deberían adoptarse. Además, la alta dirección y el consejo deberían re- visar periódicamente el proceso de gestión del riesgo y hacer sugerencias para mejorarlo. ••• Gestionar el riesgo reputacional no es un esfuerzo extraordinariamente costoso y que tome años implementar. En la mayoría de las empresas bien gestionadas, muchos de los elementos ya existen en diferentes partes de la organización. Los costos adicionales de instalar y usar las nuevas herramientas antes descritas para identificar riesgos y diseñar respuestas oscilan en el rango de los seis dígitos, dependiendo del tamaño y la complejidad de la empresa. Es un gasto modesto comparado con el valor que está en juego para muchas empresas. Por tanto, el principal desafío es el foco: reconocer que el riesgo reputacional es una categoría diferente de riesgo y asignar a una persona la responsabilidad inequívoca de gestionarlo. Esta persona puede entonces identificar todas las partes de la organización cuyas actividades pueden afectar o plantear riesgos a su reputación global y mejorar la coordinación entre sus funciones y unidades. Sin duda, las mejoras en la toma de decisiones se traducirán en una empresa mejor manejada como un todo. Los altos ejecutivos tienden a ser optimistas y motivadores. Su inclinación natural es creer en los elogios que reciben sus empresas y restar importancia a las críticas. Pero ver el mundo y a la propia organización a través de lentes color de rosa es abdicar de la responsabilidad. Ser realista frente a los elogios y las críticas permitirá a una empresa construir una sólida y merecida reputación. Robert G. Eccles es profesor de prácticas de gestión en la Harvard Business School. Scott C. Newquist es cofundador y director ejecutivo de Perception Partners, una firma con sede en West Palm Beach, Florida, que brinda asesorías a compañías sobre gobernabilidad corporativa, información empresarial y riesgos de reputación. Roland Schatz es el fundador y CEO del Media Tenor Institute for Media Analysis, una firma con sede en Zúrich que brinda asesorías a organizaciones sobre gestión de su reputación a través de la inteligencia estratégica. Reimpresión R0702F-E Enero 2012 | Harvard Business Review 67 La guerra por la reputación Existe la probabilidad de que su empresa sea blanco de un antagonista de menor escala que implique una amenaza muy seria. He aquí cómo combatirlo. H Hoy, las corporaciones operan en un escenario donde cunden las nuevas amenazas a sus reputaciones. Si bien están preparadas para batallar con grandes competidores, pueden ser sorprendidas por adversarios de pequeña escala al mando de un arsenal sorprendentemente potente de nuevos medios y redes sociales: blogs, tweets, mensajes de textos, peticiones online, sitios de protestas en Facebook y videos digitales. Algunas compañías ya han experimentado el daño que puede hacer un solo crítico altamente motivado que arremete desde su computadora personal. Todos conocen alguna historia. Después de la explosión de la plataforma de perforación Deepwater Horizon de BP, por ejemplo, Leroy Stick (un alias) empezó a publicar los tweets de un representante totalmente falso de una división igualmente falsa de relaciones públicas globales de BP. Mientras el petróleo se derramaba en el Golfo de México, causando un daño devastador en la ecología y la economía regional, este twittero satírico (@BPGlobalPR) posteó tweets acerca del menú del almuerzo de la división y otro temas superfluos. Decenas de miles de personas siguieron sus actualizaciones, las que fueron mucho más que la cantidad de personas que siguió la cuenta verídica de Twitter de BP. Con este esfuerzo que costó tan poco, Stick ayudó a mantener enardecido a los iracundos estadounidenses Publicación original: diciembre de 2010 68 Harvard Business Review | Enero 2012 Alex MacLean por Leslie Gaines-Ross La guerra por la reputación AL ATAQUE “Leroy Stick” A medida que se desarrollan los eventos del derrame de petróleo de BP Deepwater Horizon, el titular de una cuenta de Twitter, fingiendo ser un empleado del grupo de relaciones públicas del gigante petrolero, hizo una parodia de la respuesta corporativa de BP, usando el humor negro para crear una imagen de corrupción e incompetencia. Más personas optaron por seguir a este twittero falaz –desde entonces identificado como un aspirante a comediante llamado Josh Simpson– que a la cuenta real de BP en Twitter, y la cobertura de la prensa a esta parodia aumentó aun más su impacto. @BPGlobalPR Atención científicos: si sus muestras de agua del Golfo explotan, entonces sólo cabe pensar que su investigación no es concluyente. mientras BP se enfrentaba a la difícil tarea de tapar el pozo y restaurar la fe en su marca. Como demuestra este incidente, las reglas de combate han cambiado. Los detractores ya no necesitan los recursos de una institución. Internet ha nivelado el campo de juego entre las grandes corporaciones y los activistas individuales. Aunque algunos antagonistas son honestos, no todos lo son. Muy a menudo sus diatribas son sólo parcialmente verídicas y a veces son total y demostrablemente falsas. Es probable que los atacantes no sean juiciosos. Las personas que se enfrentan a solas a alguna compañía casi siempre son altamente emotivas, si no irracionales. Y a los líderes de negocios no les llega una alerta ni tienen tiempo para reflexionar. Cuando una batalla tradicional se está armando, las compañías al menos tienen, por mínima que sea, una alerta y un atisbo de control sobre cómo se desarrollarán los eventos. Cuando un francotirador moderno ataca, no tienen nada de esto. Para aprender cómo responder eficazmente a estos asaltos, los líderes corporativos podrían estudiar la experiencia de una institución que ha tenido que enfrentar amenazas similares: el ejército estadounidense. Después de la Guerra Israel-Hezbolá de 2006, el Center for Strategic Leadership del U.S. Army War College y el SecDev Group de Canadá, pasaron revista a lo que ellos reconocieron como una nueva forma de conflicto: “La guerra informática”. Hallaron que aunque Israel y Hezbolá estaban total e irrefutablemente disparejos en términos de sus recursos y entrenamiento, o que los dos lados eran “asimétricos” como se dice en lenguaje militar, el resultado no había dependido de estos factores. Las armas determinantes no fueron aquéllas que llegaban a un objetivo físico. Hezbolá, el lado más débil en términos militares convencionales, había usado nuevos medios para ganar los corazones y las mentes de las personas de todo el mundo, desacreditando la posición de Israel y minando su voluntad política. Deirdre Collings y Rafal Rohozinski, dos académicos del SecDev, posteriormente escribieron en un informe especial titulado Bullets and Blogs: “Hoy cualquier persona armada con una cámara digital de cien dólares y con conexión a internet es un Spielberg o Riefenstahl potencial”. El informe presentó varios principios de contra ataque eficaz, principios que también pueden aplicarse a la guerra por la reputación corporativa. Esto no quiere decir que las formas establecidas de resguardar la reputación de su empresa sean irrelevantes. Las personas seguirán siendo influenciadas por los medios tradicionales, seguirán leyendo y escuchando las noticias y, lo que es más importante, seguirán comentando entre sí los productos que han comprado. Pero los libros de jugadas establecidos ya no bastan. Para proteger a su compañía de los nuevos francotiradores de reputaciones, deberá, además, dominar y desplegar las siguientes estrategias. Evite las demostraciones de fuerza que podrían percibirse como extremadamente desproporcionadas. La batalla por la reputación no siempre favorece al lado que tiene más recursos. Por el contrario, tiende a responsabilizarlo con mayores obligaciones. Generalmente se considera que los Goliat de este mundo están en mejor posición que los David para poder comportarse de modo razonable, justo y humanitario, incluso cuando están actuando en defensa propia. Como escribieron dos académicos militares en Bullets and Blogs: “Hoy cualquier persona armada con una cámara digital de cien dólares y con conexión a internet es un Spielberg o una Riefenstahl en potencia”. 70 Harvard Business Review | Enero 2012 Fotografía: Kirk Condyles/Greenpeace Piense en la respuesta corporativa a un incidente que ocurrió el 11 de julio de 1994. Tres activistas de Greenpeace escalaron parte del edificio Time-Life en Manhattan para protestar en contra de la empresa por el uso de cloro en su papel. Colgados del rascacielos, desplegaron una tremenda maqueta de la portada de la revista Time con un título que decía: “El cloro mata”. Los fotógrafos tomaron una fotografía tras otra. Finalmente, la policía quebró una de las ventanas del decimoquinto piso y obligó a los activistas a ingresar. Resultó que la oficina en cuestión era la mía. Durante semanas, seguí encontrando pedazos de vidrio en mis carpetas y cajones de mi escritorio. A pesar de que la policía arrestó a los tres por entrar ilícitamente en propiedad privada, Time Inc. no permitió que el litigio dominara su respuesta. No emitió declaraciones que condenaran a los activistas o que, por ejemplo, los desestimara como personas mal informadas. Pero tampoco ignoró la protesta. El mismo día del incidente, un vocero de la compañía le confirmó a los medios que la empresa ya había formado un equipo de trabajo para estudiar los riesgos ambientales y de salud del cloro, lo que en efecto mostraba que estaba escuchando. Debido a que se abstuvo de dar una respuesta dura, le negó a Greenpeace gran parte de la simpatía que normalmente acaparan los desaventajados. Las acciones de Horizon Group Management, una empresa en Chicago de arriendos y administración de departamentos, contrastan fuertemente con el ejemplo anterior. En julio de 2009, demandó por US$ 50.000 a Amanda Bonnen, una ex arrendataria, debido al siguiente tweet relativamente moderado a sus alrededor de 20 seguidores: “¿Quién dijo que dormir en un departamento húmedo te hace mal? La empresa de bienes raíces Horizon sí cree que está bien”. Según informó el diario Chicago Tribune, sólo se supo del tweet después de que los abogados de Bonnen entablaron una demanda en contra de la firma por violar supuestamente las ordenanzas de vivienda de Chicago. Horizon, sin duda creyendo que era justo responder a la acción, alegó que Bonnen había “publicado maliciosa y equivocadamente un tweet falso y difamatorio, permitiendo, por ende, que el tweet fuera diseminado alrededor del mundo”. Para la gran mayoría, una demanda de US$ 50.000 por un mensaje leído por dos decenas de personas era una respuesta totalmente desproporcionada. Ésta llegó inmediatamente a los titulares y se disparó a los titulares que se ven en sitios de lectura de noticias como Google News, Digg y Techmeme. El juez descartó totalmente la alegación de Horizon y lo único que logró la compañía fue crear un desastre en sus relaciones públicas. Responda velozmente con los instintos perfeccionados por el entrenamiento previo. La mayoría de las compañías es lenta para reaccionar y se rige por el consenso. Mientras esperan un momento conveniente para que todos se reúnan y logren llegar a un acuerdo sobre Al ataque Nadine Bloch, Kathy O’Keefe y John Malett Escaladores intrépidos y activistas ambientales comprometidos, estos miembros de Greenpeace escalaron la casa matriz de la revista Time en el Rockefeller Plaza. Protestando que “nuestra salud y la salud de nuestro planeta no pueden esperar”, exhortaron a la revista a que dejara de usar cloro químico. Para que se entendiera bien su mensaje, desplegaron una maqueta de alrededor de 9x15 metros de una portada de la revista Time titulada. “El cloro mata. Eliminen el veneno del papel”. una forma de defenderse, el daño del ataque sigue diseminándose. Sé de una compañía Fortune 200 cuyos ejecutivos tardaron casi una semana en idear una respuesta a un ataque en Twitter que cupiera dentro del famoso límite de caracteres de los tweets. Cuando publicaron las 140 palabras clave, elegidas cuidadosamente, la oportunidad para dar una respuesta eficaz había pasado hacía rato. La Oficina del Censo de Estados Unidos recientemente probó ser más ágil: en febrero de este año, cuando fue duramente criticada por programar la emisión de un comercial durante el Super Bowl XLIV, respondió inmediatamente. El comercial tenía por objeto recordarle a las personas que enviaran sus formularios para el censo 2010. Debido a que el tiempo de emisión del Super Bowl es altamente costoso, algunos cuestionaron la elección. Uno de los primeros fue el senador John McCain, quien posteó un tweet a sus más de 1,7 millón de seguidores: “Si bien el censo es muy importante para Arizona, ¡no deberíamos estar desperdiciando US$ 2,5 millones provenientes de los contribuyentes en competir con los comerciales de Doritos!”. La bloguera conservadora Michelle Malkin avivó el fuego al decir que el aviso “prostituía” al censo. MyTwoCensus, un grupo de control sin afiliación partidaria y que defiende a los ciudadanos, prontamente reposteó los comentarios de Malkin: la crítica se había vuelto viral. Afortunadamente para la oficina del censo, ya contaba con un sistema de monitoreo de medios, además de un blog del director del censo, una cuenta en Twitter y una página en Facebook. A todas estas herramientas –originalmente diseñadas para incentivar a las personas a devolver sus formularios del censo– se les dio rápidamente un nuevo propósito: defender su reputación. Enero 2012 | Harvard Business Review 71 La guerra por la reputación Un ejecutivo de Comcast inició una cuenta en Twitter llamada @ComcastCares a través de la cual mostró inmediatamente el lado humano de una compañía que había sido menospreciada por su mal servicio al cliente. Al ataque Michelle Malkin La bloguera Michelle Malkin le preguntó a sus lectores: “¿Quién es tan tonto como para pagar publicidad categoría oro en el Super Bowl?” Y después siguió: “La Oficina del Censo de Estados Unidos derrochará US$ 2,5 millones en un comercial de Super Bowl de medio minuto con la celebridad de cuarta categoría Ed Begley, Jr., más dos comerciales cortos antes del juego y ‘viñetas’ de 12 segundos con James Brown, presentador de Super Bowl”. En un período de alta sensibilidad al tema de los gastos del gobierno federal, su queja fue bien acogida por muchas personas y debió ser contrarrestada. 72 Harvard Business Review | Enero 2012 dominarlas, los exhortamos a que participen en simulaciones de situaciones de la vida real, tal como lo hacen otros equipos de respuesta ante emergencias. (Nuestro enfoque, llamado Firebell, replica la experiencia de ser atacado por un francotirador de reputaciones que está posteando en Facebook, blogs, Twitter y YouTube en tiempo real). Una prueba con los nuevos medios puede hacer que la compañía ensaye los pasos a seguir en una variedad de crisis simuladas, incluyendo una demanda colectiva, un caso de mala conducta de un ejecutivo, la emisión de un video dañino, un retiro de productos, una falla de seguridad y un documento filtrado. Mientras participan en estos ejercicios, las compañías a menudo descubren sus vacíos de comunicación interna, aquellos lugares donde se necesitan mejores puentes entre colegas. Empodere al equipo en la primera linea para responder a un mensaje con un contra-mensaje. Un axioma político muy citado es que los votantes prefieren al candidato con quien se sienten personalmente más cómodos o, para decirlo en lenguaje común, a la persona con la cual más les gustaría tomarse una cerveza. De modo similar, es más probable que el público se relacione con los trabajadores de la primera línea que con aquellos de los niveles más altos. Fundamentándose en esto, el Ejército de EE.UU. creó un programa de medios sociales (ArmyStrongStories.com) que permite a los soldados narrar sus experiencias con un control mínimo de contenido (por ejemplo, se eliminaría información sensible a temas de seguridad). La comunidad de Army Strong Stories proporciona acceso a cientos de videos recopilados por soldados, veteranos y otros y a más de 1.400 posteos de blog sin censura. Army Strong Stories está programado con una capacidad para compartir historias, integrar videos y links a otros medios tales como GoArmy.com, Facebook, mensajería instantánea y aplicaciones de iPhone. Cualquier soldado raso puede postear un blog. Como el teniente general Benjamin Freakley, jefe del U.S. Army Accessions Command, dijo en un podcast: “Nosotros confiamos en estos hombres y mujeres al poner una pistola en sus manos, enviarlos al extranjero y pedirles que tomen decisiones de vida o muerte respecto de sus compañeros de equipo, la población y el enemigo con que se enfrentan. ¿Por qué, entonces, no podemos confiar en que harán lo correcto en los medios sociales?”. Bruce Jasurda, el director de marketing the Accessions Command, explicó: “Nues- Fotografía, izquierda: AP Images La primera respuesta de la oficina apareció un día después del tweet de McCain, en la forma de un post en MyTwoCensus. com. Este post, escrito por Steven Jost, director asociado de comunicaciones, describió cómo el comercial, de hecho, ahorraría dinero de los contribuyentes. Cada aumento de 1% en formularios devueltos por correo, explicó, les ahorraría entre US$ 80 millones y US$ 90 millones a los contribuyentes. Al día siguiente, el director del censo, Robert Groves, posteó en su blog enfatizando lo dicho por Jost. El día siguiente a era precisamente el “Domingo de Super Bowl” e, incluso mientras el comercial estaba al aire, la oficina estaba twitteando sobre su valor y reiterando en su página de Facebook que el “comercial ahorra millones que de otra forma se gastarían en visitas a los hogares”. A través del uso rápido y coordinado de sus múltiples canales, la Oficina del Censo neutralizó la crítica respecto de su comercial. Unas pocas semanas después, cuando MyTwoCensus blogueó nuevamente acerca de la oficina, fue simplemente para exhortar a las personas a enviar sus formularios por correo. La verdadera lección de esta historia es la importancia de la preparación. Las compañías deben estar entrenadas en el uso de sus kits de herramientas de medios nuevos para que las puedan emplear rápidamente y en forma armónica. Cuando junto a mis colegas intentamos ayudar a nuestros clientes a tra intención es que esto sea lo más realista posible y permitir que las personas puedan plantear preguntas directamente a los soldados; personas que han tenido experiencias similares, quizás las mismas angustias o incertidumbres y que puedan escucharlo directamente de boca de un soldado, en lugar de lo que dice una voz corporativa”. Los empleados que comparten la visión y los valores de su compañía son sus aliados naturales y las voces más creíbles. Cuando Frank Eliason fue director de Comcast Digital Care, inició una cuenta en Twitter llamada @ComcastCares a través de la cual mostró inmediatamente el lado humano de una compañía que había sufrido descrédito por su mal servicio al cliente. American Airlines respondió de forma creíble un reclamo en Twitter por un cobro de US$ 50 por un bolso que excedía el tamaño permitido cuando un asistente de vuelo, Tim Schwartz, explicó en Facebook que la línea aérea no tenía elección debido al espacio limitado en el avión. Si bien es importante incentivar la libertad de expresión para que este tipo de estrategia pueda triunfar, evidentemente debe haber límites. El Departamento de Defensa de EE.UU. ha emitido directrices para los medios sociales que deben ser respetadas por el personal del ejército. De modo similar, las compañías deben crear reglas claras como, por ejemplo, las que prohíben la diseminación de información sobre sus clientes o discusiones acerca de productos que están en desarrollo. Juegue duro al usar sus propias tácticas. Como está dicho en el libro Bullets and Blogs, los nuevos medios “a menudo son tratados como una amenaza, más que un activo”. Pero, con la misma facilidad, pueden servir para apoyarlo, siempre que se usen de modo ético. Quizás recuerde una historia de 2009 cuando un empleado de Domino’s Pizza, llamado Kristy, hizo unos cuantos videos de un colega haciendo cosas poco apetitosas con la comida que estaba preparando para entregar y que posteó en YouTube. Los videos se propagaron como un reguero de pólvora con consecuencias significativas. Domino’s dijo que este incidente afectó sus ganancias nacionales y debió cerrar la tienda en Carolina del Norte donde ocurrieron los eventos. Pero las cosas podrían haber tenido peores consecuencias si no hubiera sido por la rapidez con que Domino’s respondió. En cuanto la cadena supo de la existencia de los videos, respondió Al ataque Kristy Hammonds Y Michael Setzer “En unos cinco minutos éstos serán entregados y alguien se los comerá –sí, se los comerá– y no tendrá idea de que el queso estuvo metido en su nariz”. Así se escuchó la voz en un video totalmente amateur posteado en YouTube por dos empleados de Domino’s. Aunque es evidente que no deseaban que todo Estados Unidos se volviera en contra de su empleador (ni perder su empleo en el intento), el daño estaba hecho. Su “mini festival de cine” cosechó más de un millón de vistas, lo que fue seguido por una caída en los ingresos de la cadena. con las mismas tácticas que habían usado sus empleados canallas. Su presidente en Estados Unidos, Patrick Doyle, optó por YouTube en lugar de un comunicado de prensa formal para emitir sus disculpas por el comportamiento asqueroso de los trabajadores, posteando un video dos días después del de Kristy. La lógica de su forma de abordar este problema es clara: YouTube tenía mucho más posibilidades de llegar a la audiencia que había visto los videos originales. Además, tenía otro beneficio: el uso poco ortodoxo de YouTube por un ejecutivo corporativo se convirtió en una historia en sí misma, por lo que el foco en lo que los empleados habían hecho mal se cambió a lo que la compañía había hecho bien. En otro incidente del mismo año, Chevron, el gigante petrolero, realizó una acción que bajo cualquier estándar se consideraría deshonesta. Como sabían que el programa televisivo 60 Minutes estaba trabajando en un segmento sobre una demanda de US$ 27.000 millones en contra de la compañía en Ecuador –el tema en cuestión era si Chevron había contaminado o no grandes áreas de bosque tropical– los ejecutivos decidieron que su versión de la historia saldría primero. Contrataron a Gene Las cosas podrían haber tenido peores consecuencias si no hubiera sido por la rapidez de Domino’s. La cadena respondió tan pronto como pudo con las mismas tácticas que habían usado sus empleados canallas. Enero 2012 | Harvard Business Review 73 Randall, un ex corresponsal de CNN, para que produjera un documental que dejara a Chevron mejor parado y subieron su película al sitio web de la compañía y en YouTube, tres semanas antes de que se transmitiera el documental de 60 Minutes. El documental tenía toda la apariencia de un programa convencional y no mencionaba que Chevron pagó para que se hiciera. A pesar de que fue criticada como engañosa, la película de todas formas sorprendió a los detractores de Chevron y además, dio a conocer el punto de vista de la empresa al público. Reclutar y desplegar “multiplicadores de fuerza” que harán eco de su mensaje. En el ejército, a cualquier cosa que amplifique la fuerza de los soldados –sea una tecnología sofisticada como un avión teledirigido con GPS o una ventaja social como una población local que simpatiza con ellos– se le llama un “multiplicador de fuerza”. En estos tiempos en que las pérdidas en reputación pueden aumentar velozmente, incluso las compañías con los mejores recursos necesitan multiplicadores de fuerza. Idealmente, éstos deberían incluir una red de terceros independientes dispuestos a apoyarle. Royal Caribbean International, la compañía global de vacaciones en crucero, descubrió el valor de los multiplicadores de fuerza cuando fue atacada por una mordaz cobertura de prensa en enero de 2010. Poco después del terremoto haitiano, el barco de la compañía Independence of the Seas ancló en Labadee, Haití. El Guardian de Londres disparó primero, informando que “a cien kilómetros de la zona devastada por un terremoto en Haití, los transatlánticos de lujo atracan en pla- Al ataque Joe Solmonese Cuando se supo que el minorista Target, con sede en Minnesota, había contribuido con una donación a una organización política que apoyaba a un candidato contrario al matrimonio de personas del mismo sexo, la reacción fue severa. Joe Solmonese, presidente de Human Rights Campaign, exigió que Target corrigiera su error donando dinero a organizaciones que apoyaban los derechos de los homosexuales. Cuando Target se negó, dio a conocer su irritación públicamente. “Si su contribución inicial fue como una bofetada, su negativa a corregirla es como un golpe en el estómago y eso es algo que no olvidaremos pronto”. 74 Harvard Business Review | Enero 2012 yas privadas donde los pasajeros gozan practicando jetski, ski acuático con paracaídas y tomando ron en sus hamacas”. Un bloguero escribió en CNN.com: “Royal Caribbean me revuelve el estómago al ver cómo lleva turistas a Haití”. El New York Post, desplegando toda la sutileza por la cual son conocidos los periodistas, tituló su historia en primera página como “Barco de necrófagos”. Parecía que todos estaban arremetiendo contra la dirección y clientes de Royal Caribbean por igual. Lo que no se había mencionado en estos informes eran las inversiones de larga data de Royal Caribbean en Haití, el uso de sus cruceros para entregar casi US$ 1 millón en ayuda humanitaria al país y la excelente reputación de Adam Goldstein, su CEO. Por estas razones, entre otras, varios defensores independientes acudieron en ayuda de la compañía. El blog de Goldstein, que había creado meses antes del terremoto, rápidamente se convirtió en la tribuna para estos defensores. Además de bloguear su propia explicación en el sentido que el hecho de continuar con los cruceros había sido requerido por funcionarios gubernamentales haitianos y que estaban ayudando a la economía local y aceleraban la entrega de ayuda humanitaria, Goldstein posteó cartas de personas importantes como el director fundador de Burn Advocates Network, quien aplaudió los esfuerzos de la compañía de cruceros por ayudar a las víctimas del terremoto. También hubo apoyo por otras vías de parte de terceros. Se citó en los medios a representantes de la alta dirección de Sustainable Travel International, la Organización Mundial del Turismo de Naciones Unidas y el Kenan Institute for Ethics de Duke University, por nombrar sólo a algunos, hablando acerca de las formas en que el turismo podría acelerar el proceso de reconstrucción. Como resultado de esta defensa por terceros, la decisión de Royal Caribbean de no detener los cruceros en el área pronto dejó de parecer tan cruel, pasando a considerarse más como un intento valiente y bien pensado de ayudar. Después, en enero, un sitio web llamado Cruise Critic realizó una encuesta online y halló que 67% de las personas que respondieron consideró que Royal Caribbean debería continuar sus cruceros y su entrega de ayuda humanitaria. Un individuo posteó en el sitio que él personalmente había visto a capitanes de la flota entregando provisiones y comentó: “Es una situación donde todos los involucrados ganan”. Entre a la batalla con sus credenciales en orden. Un anexo poderoso al uso de multiplicadores de fuerza es el acopio de credenciales que hablan del buen trabajo de su compañía. El reconocimiento positivo por terceros en el pasado reciente puede ayudar a la empresa a usar el beneficio de la duda en una situación donde los hechos son discutibles. Target, el segundo minorista más grande de Estados Unidos, hace mucho que viene abogando por los derechos de los LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales), apoyando marchas de “orgullo gay” y en apoyo a víctimas del HIV y ofreciendo Fotografía: Cortesía de the Human Rights Campaign La guerra por la reputación Los ejecutivos pueden no estar seguros de involucrarse con los medios a los cuales cualquier estudiante de secundaria puede acceder. Pero si usted no se adapta a las mejores tácticas de sus adversarios ni las usa, está cediendo el lugar en el campo de batalla. beneficios generosos para parejas del mismo sexo entre sus trabajadores. Pero en julio de este año, causó un tremendo alboroto al contribuir con US$ 150.000 a un grupo de acción política conservador llamado MN Forward, que apoyaba la candidatura a gobernador de Tom Emmer, representante del estado de Minnesota, un oponente directo y categórico a los matrimonios entre personas del mismo sexo. La condena llegó en forma de boicots, protestas en persona, peticiones online y un video en YouTube de una mujer que compraba en la tienda por última vez y luego devolvía los productos explicando, casi llorando, que su hijo era homosexual. El video obtuvo casi 270.000 vistas y 5.000 comentarios en apenas unas pocas semanas. La respuesta de Target es altamente esclarecedora. Su CEO, Gregg Steinhafel, envió un e-mail a los empleados para enfatizar el compromiso de la cadena con la diversidad. “Voy a dejar muy en claro que Target apoya incondicionalmente a la comunidad LGBT y que la integración sigue siendo un valor esencial de nuestra compañía”, escribió. Posteriormente, envió un mensaje explicando que la contribución estaba dirigida a apoyar el “crecimiento económico y la creación de empleos”, reconociendo además el efecto no intencionado de la donación, diciendo que ésta “afectó a muchos de ustedes de formas en que no había anticipado y por eso, estoy genuinamente arrepentido”. Luego, Target apuntó hacia sus credenciales pasadas. Había sido reconocida 35 veces sólo en 2009 y 2010 por sus políticas de inclusión: por ejemplo, DiversityInc la había nombrado una de las “Mejores 50 compañías en materia de diversidad” y Corporate Women Directors International la había nombrado entre las “Diez compañías con el porcentaje más alto de mujeres directoras”. El Ethisphere Institute la había nombrado como una de las “Compañías más éticas del mundo” y Human Rights Campaign (HRC) la había declarado el “Mejor lugar para trabajar” en aras de la igualdad de LGBT y le había dado la mejor puntuación en su índice de equidad corporativa. Steinhafel destacó los galardones de HRC en su e-mail a los empleados. Si bien esta historia aún no ha terminado y el daño a su reputación está aún por cuantificarse por completo, Target definitivamente estaría en una posición mucho peor sin esas credenciales para defenderse. Las compañías se esfuerzan con más ahínco cada año por obtener este tipo de credenciales. Fortune, Ethisphere y DiversityInc han visto un aumento en la cantidad de solicitudes. Y, a medida que aumenta la demanda por credenciales, también lo hará el número de premios, lo que incrementará las armas en el arsenal de defensa de reputación de una compañía. ••• Los ejecutivos que están acostumbrados a usar herramientas que sólo son capaces de costear las organizaciones de comunicaciones corporativas con amplio financiamiento, pueden tener dudas de involucrarse con los medios a los cuales cualquier estudiante de secundaria puede acceder. Pero menospreciar los medios nuevos es como obligarse a andar cojeando. Si usted no es capaz de adaptarse y hacer uso de las mejores tácticas de sus adversarios, está cediendo el lugar en el campo de batalla. Esto parece ser un error común: nuestras investigaciones muestran que en 2009 la “tasa de tropiezos” –la incidencia de pérdida de reputación– de las compañías más respetadas en el mundo fue de casi 50%. Si usted quiere proteger la imagen de su empresa, debe repensar la forma en que gestiona su reputación y reconocer que tiene bastante menos control sobre sus mensajes corporativos que hace apenas unos años. Podría tener que enfrentarse a hechos desconocidos que de un día para otro pueden cubrir con lodo el nombre de su empresa. Quizás ninguna corporación “gane” definitivamente su guerra por la reputación porque la batalla nunca termina. Pero al cambiar su forma de pensar, adoptar nuevas herramientas y tomar muy en serio los principios de la guerra por la reputación, usted puede proteger a su empresa de los peores ataques de los francotiradores. Leslie Gaines-Ross es directora de estrategia en reputación en Weber Shandwick, una consultora de relaciones públicas global. Su libro más reciente es Corporate Reputation: 12 Steps to Safeguarding and Recovering Reputation (Wiley, 2008). Reimpresión R1012D-E Enero 2012 | Harvard Business Review 75 ¿Cuál es su estrategia personal para los medios sociales? E por Soumitra Dutta El CEO de una empresa global de tecnología fue invitado a dar una charla en la universidad local sobre el futuro de Internet. Después de su presentación, un alumno de la audiencia le pidió su opinión sobre la neutralidad de la red, es decir, de la idea de que los proveedores de servicios de Internet no deberían cobrar tarifas diferenciadas según el contenido del tráfico de cada cliente. El CEO ingenuamente dio su respuesta, indicando que estaba a favor del cobro diferenciado según el contenido del tráfico y se fue satisfecho con su exposición. Pero nunca se imaginó que en los días siguientes sus comentarios semi-privados entrarían a un dominio muy público –la blogósfera– desatando una tormentosa controversia en torno a él y su compañía. (Por razones de confidencialidad, no revelaremos los nombres de las personas involucradas). El ejecutivo no tenía una presencia activa en los medios sociales: no tenía un perfil en Facebook o LinkedIn, ni una cuenta en Twitter, ni un blog en el sitio web de la empresa. Nunca se había interesado en estos medios sociales y de hecho, sólo se dio cuenta de la conmoción que habían causado sus comentarios después de que su grupo de comunicaciones lo había alertado del hecho. Se discutió largamente si se debería responder y cómo. Los clientes y otros stakeholders se habían hecho parte de un Publicación original: noviembre de 2010 76 Harvard Business Review | Enero 2012 ILUSTRACIÓN: andrew bannecker debate online, que estaba fuertemente a favor de la neutralidad de la red. Los empleados seguían este debate. ¿Debería la compañía emitir una respuesta oficial a los comentarios que se habían hecho en un contexto privado? ¿Podría el CEO participar en la discusión pública si nunca había tenido actividad en la blogósfera y no contaba con otra plataforma en los medios sociales? Finalmente, él y su equipo no actuaron, dejando a todos frustrados y con sentimiento de impotencia. En contraste, piense en la facilidad con que Tom Dickson, fundador y CEO de Blendtec, el pequeño fabricante estadounidense de licuadoras, emplea los medios sociales. En 2006 pocas personas habían escuchado hablar de Dickson; hoy son pocos los dueños de empresas que no lo conocen. Dickson es la estrella de Will It Blend? (¿Se licuará?), una serie de videos de YouTube en que somete a una gran cantidad de objetos (como canicas, juegos de ordenador, un iPod, un iPhone, un iPad) a las afiladas aspas de sus productos. Gracias a la popularidad de la campaña (el video en que se licúa un iPhone se ha visto más de nueve millones de veces), las ventas de Blendtec han aumentado siete veces en los últimos tres años, hecho impresionante si se toma en cuenta que cada video sólo dura cerca de dos minutos y su costo de producción no asciende a más de unos cientos de dólares. Dickson, que ya es abuelo, no tenía idea de qué era YouTube cuando su director de marketing empezó a venderle la idea. Ahora es una estrella de Internet, (además de invitado popular en radio y televisión que ha ido a programas como The Tonight Show y Today), un cotizado conferencista sobre el marketing viral y participa frecuentemente en videos de música y campañas publicitarias de otras compañías. Gracias a la capacidad de alcance global de Internet y a su personalidad afable y pragmática, Dickson ha desarrollado una fuerte marca personal. Los empleados se sienten orgullosos del reconocimiento que ha recibido Blendtec y miles de adherentes le han enviado sugerencias para su próximo video. ¿Cuántos CEO de empresas Fortune 500 pueden decir que tienen tan buena conexión con las personas que desean influenciar? Un mundo conectado No es secreto que los medios sociales –que son globales, abiertos, transparentes, no jerárquicos, interactivos y en tiempo real– están cambiando el comportamiento del consumidor y Enero 2012 | Harvard Business Review 77 ¿Cuál es su estrategia personal para los medios sociales? las expectativas en el trabajo. Como consecuencia, las mejores empresas están creando estrategias integrales en esta área para apoyar sus metas. Sin embargo, mi investigación sobre las consecuencias organizacionales de los medios sociales, y mi trabajo de consultoría con decenas de compañías en América, Europa y Asia, sugieren que los ejecutivos se han tardado en comprender las implicancias a nivel personal de este nuevo paradigma. Pensemos, por ejemplo, en los CEO líderes en el mundo. Según datos de Fisheye Analytics, los 50 mejores CEO en el mundo (identificados por Morten T. Hansen, Herminia Ibarra y Urs Peyer en “Los CEO con mejor desempeño en el mundo” HBR Enero-Febrero 2010) son objeto de discusiones cada vez más frecuentes en sitios online, pero pocos de ellos emplean los medios sociales para diseminar sus propios mensajes: sólo 19 estaban en Facebook, sólo seis en LinkedIn y sólo dos –Eric Schmidt, CEO de Google y Mikhail Prokhorov, ex CEO de Norilsk Nickel– estaban twitteando o blogueando (aunque algunos utilizan sus páginas corporativas como blogs). Hay evidencia anecdótica que sugiere que ocurre lo mismo con los líderes por debajo de los CEO y que incluso aquellos con presencia en los medios sociales no los emplean estratégicamente. Eso es un error. Los líderes de hoy deben adoptar los medios sociales por tres razones. Primero, porque éstos proporcionan una plataforma de bajo costo sobre la cual pueden construir su marca personal al comunicar quiénes son dentro y fuera de su compañía. Segundo, permiten relacionarse rápida y simultáneamente con sus pares, clientes y un público más amplio, especialmente con las generaciones más jóvenes, de la misma forma transparente y directa como la que esperan al relacionarse con todos en la vida. Tercero, dan la oportunidad para aprender mediante información al instante y feedback honesto. La participación activa en los medios sociales puede ser una herramienta poderosa: la diferencia entre liderar eficazmente e ineficazmente y entre avanzar en sus metas o extraviar el camino hacia su consecución. Esta herramienta puede emplearse de manera proactiva, como lo hizo Dickson, o de forma reactiva, como pudo haberlo hecho el CEO de la firma de tecnología. Junto con explorar los beneficios de una estrategia personal para los medios sociales, ofrezco un marco para desarrollar una estrategia personalizada según sus metas, su audiencia deseada y los recursos de que dispone, además de delinear los desafíos con que se encontrará cuando entre en este territorio en desarrollo. Los tres dominios del liderazgo en los medios sociales Los medios sociales (según su definición en Wikipedia, uno de estos medios sociales) son “medios para la interacción social que emplean técnicas de publicación altamente accesibles y escalables [y] tecnologías web que transforman los monólogos de los medios de difusión en los diálogos de los medios sociales de comunicación”. Prácticamente todos han escuchado hablar de plataformas globales como Facebook, YouTube y Twitter aunque también hay otras populares en países o regiones específicas –como Orkut en Brasil y Tuenti en España–, además de redes específicas a una compañía o sector comercial, tales como Physician Connect de Medscape y Epernicus, para in- Encontrar la presencia Personal y privada Profesional y privada Personal y pública Profesional y pública Familia y amistades Colegas de trabajo Sociedad Pares profesionales MENSAJE Quiero mantenerme en contacto contigo. MENSAJE Soy jugador de equipo y quiero colaborar contigo. MENSAJE Me apasiono con las ideas y quiero compartirlas contigo. MENSAJE Soy competente y estoy creciendo profesionalmente. METAS Branding: mostrar compromiso con sus conocidos. EJEMPLOS DE Relaciones: HERRAMIENTAS fortalecer sus DE MEDIOS relaciones. SOCIALES: Aprender: manFacebook tenerse al tanto de los cambios en su red social 78 Harvard Business Review METAS Branding: mejorar su imagen en el trabajo. Relaciones: colaborar e EJEMPLOS DE HERRAMIENTAS impulsar la creatividad y la DE MEDIOS SOCIALES: eficacia. Yammer y otras Aprender: plataformas apalancar las corporativas. contribuciones de sus colegas. | Enero 2012 METAS Branding: lograr reconocimiento por sus ideas. Relaciones: encontrar nuevos EJEMPLOS DE canales para HERRAMIENTAS expresar sus DE MEDIOS pasiones. SOCIALES: blogs, YouTube, Aprender: apalancar las Twitter opiniones e ideas de otros. METAS Branding: lograr reconocimiento de sus pares. Relaciones: encontrar nuevas EJEMPLOS DE oportunidaHERRAMIENTAS des; mostrar DE MEDIOS compromiso. SOCIALES: LinkedIn, Twitter Aprender: y comunidades mejorar ostenespecíficas a un siblemente el conocimiento sector. en su sector y desarrollarse. vestigadores de la medicina. Todas las plataformas de medios sociales han crecido en tamaño e importancia en los años recientes. Un buen ejemplo de esto es Facebook, el más exitoso de éstos, que en julio llegó a los 500 millones de miembros. El éxito de Tom Dickson muestra el tremendo valor de los medios sociales para crear una marca personal. Desde su anonimato empleó una plataforma de bajo costo, accesible y sin barreras de entrada para convertirse en alguien “famoso”, a falta de otra palabra mejor. La creación de marca también puede ser algo más restringido, dentro de una industria por ejemplo. Piense en Robert Scoble, un ejecutivo en tecnología actualmente empleado por Rackspace, una compañía que ofrece alojamiento web con laciones, mostrando su compromiso con una causa, profesión, compañía o producto y demostrar una capacidad de reflexionar y no sólo de actuar. Con 70 millones de miembros, LinkedIn es conocida como un lugar donde se encuentran personas que buscan trabajo y para que emprendedores encuentren financiamiento. Jeff Epstein fue contratado como director de finanzas de Oracle después de que un reclutador lo encontró en LinkedIn y Ger Hartnett –fundador de la compañía de software irlandesa Goshidom– y su equipo emplearon la red para enviar 700 mensajes a inversionistas potenciales, reuniendo un monto de US$ 230.000 en ocho días. Los ejecutivos también pueden emplear los medios sociales para relacionarse con empleados, clientes e inversionistas. A través de una serie de videos en YouTube, Tom Dickson, CEO de un pequeño fabricante de licuadoras en Estados Unidos, ha construido una fuerte marca personal. sede en Texas. Cuando Scoble trabajaba en soporte de ventas para NEC Mobile Solutions, implementó un blog para proporcionar soporte técnico a clientes y solicitar su feedback. A Microsoft le gustó y lo contrató como “spokesblogger” o vocero de la compañía en su blog corporativo. Pero también estampó su estilo personal en esta plataforma, no solamente promocionando a Microsoft sino que a veces criticando a la empresa y alabando a sus competidores. En 2005, lanzó su propio blog, Scobleizer, y desde entonces ha sido reclutado por PodTech, Fast Company y después por Rackspace. También postea tweets (en promedio 21 veces al día, según un estudio realizado en 2008) y actualmente es tan conocido que fue parodiado por The Register, un sitio web británico sobre tecnologías de la información, que afirmó –como broma del día de los inocentes a sus lectores– que en realidad era un agente automatizado de IBM. Probablemente la forma más fácil de construir su marca entre sus colegas es a través de las redes corporativas internas. En su libro Empowered, Josh Bernoff y Ted Schadler, de Forrester Research, hacen referencia a la historia de Frank Goudsmit, un evaluador de riesgo en la unidad de ciencias de la vida de Chubb y uno de los muchos empleados que entregó su idea de negocios a Idea Central, un sitio interno lanzado por la compañía para impulsar la innovación. De las 608 sugerencias, la suya fue una de las seleccionadas, lo que le valió el respeto de sus pares y superiores y la oportunidad de trabajar con un grupo de TI en un proyecto de un millón de dólares. Los medios sociales también le ayudan a los ejecutivos a relacionarse con una amplia gama de contactos –externos e internos– para poder fortalecer y después apalancar estas re- En 2008, cuando Ben Verwaayen asumió el cargo de CEO de Alcatel-Lucent, empezó a bloguear en el sitio web interno de la empresa, invitando a los 80.000 empleados de todo el mundo a dar sus opiniones y respondiendo sus comentarios. Él describe el blog como una “herramienta fantástica” que le permite ir mucho más allá del “discurso corporativo” hacia un diálogo directo con sus empelados. Verwaayen cree que su forma abierta y clara de comunicarse influye positivamente en la motivación de sus empleados y en el apoyo que le dan. La tercera razón que justifica el uso de los medios sociales es lo que se puede aprender con ello. Verwaayen, por ejemplo, ha utilizado su blog para solicitar feedback a más de 9.000 empleados sobre el plan estratégico de su compañía. Esto no solamente mejoró la estrategia sino que ayudó a obtener el compromiso de todos, lo que simplificó el proceso de implementación. André Schneider, director de operaciones del Foro Económico Mundial, emplea grupos de discusión en LinkedIn y los posts de sus amigos en Facebook para enterarse sobre tendencias y temas emergentes, filtrando el feedback para retener los “pocos tesoros” que valen la pena. También ha utilizado las herramientas de medios sociales locales para aprender sobre socios potenciales en la realización de eventos en China. Padmasree Warrior, directora de tecnología de Cisco, emplea Twitter también como una herramienta de aprendizaje. Warrior es una profesional en los medios sociales cuyos tweets cubren una amplia gama de temas, desde noticias y reflexiones acerca de su compañía a poemas cortos que ha escrito. Con frecuencia toma en cuenta las opiniones de sus 1,4 millones de seguidores cuando desarrolla presentaciones sobre su sector. Enero 2012 | Harvard Business Review 79 ¿Cuál es su estrategia personal para los medios sociales? Sus próximos pasos Ahora que comprende los beneficios de desarrollar una presencia en los medios sociales, ¿por dónde debería comenzar? Es útil observar las dos esferas de actividad en los medios sociales –personal y profesional– en relación a la audiencia a la cual apunta, sea ésta p ública o privada. Estas dimensiones se representan en el recuadro “Encontrar la presencia adecuada”. Si sus metas están en el cuadro más a la izquierda, usted debe construir vínculos más sólidos con amigos y miembros de su familia. Si está leyendo este artículo, es probable que quiera hacer más que eso, aunque incluso esa presencia limitada le puede ayudar en su calidad de líder al fortalecer su red social. En el siguiente cuadro, el foco está en representarse como un buen jugador de equipo, mediante la colaboración y comunicación con sus colegas. El propósito que se establece en el tercer cuadro es relacionarse con las personas en su comunidad y en la sociedad en general. Y la meta en el cuadro más a la derecha es ganar reconocimiento en su profesión al construir redes y difundir sus competencias. Este recuadro también resume cómo puede lograrse en cada área el branding personal, las relaciones y el aprendizaje y presenta una lista de algunas herramientas de medios sociales que pueden ser de ayuda. Para formular su estrategia personal para los medios sociales, debe responder las siguientes preguntas: 1. ¿Sus metas son personales, profesionales o ambas? ¿Hay conflictos en la forma en que desea presentarse en los dos ámbitos? En tal caso, debe decidir cuál es más importante. Piense en los tres dominios del liderazgo en los medios sociales –branding, relaciones y aprendizaje– y qué es lo que desea lograr en cada ámbito. Asegúrese de que su perfil online no contradiga su actividad en el “mundo real” y que sus mensajes sean auténticos. 2. ¿Su audiencia deseada es privada (un conjunto limitado de amigos, familia y colegas) o pública (su sector o incluso el mundo entero)? Sus actividades en los medios sociales inevitablemente aumentarán su presencia y hará más fácil para que otros lo puedan encontrar a través de Google. ¿Cuán amplia desea que sea esa presencia? 3. ¿De qué recursos dispone? ¿Este proyecto requiere que usted invierta su tiempo y dinero o puede hacer uso justificado de su tiempo laboral y obtener el apoyo de un equipo de tecnología? (Por ejemplo, Blendtec ayudó a que Dickson llegara a una amplia audiencia al crear un sitio web dedicado a Will It Blend? y al crear un canal en YouTube). Por favor tome nota que la tercerización no es una opción. En los medios sociales la autenticidad en su mensaje es clave y sólo usted puede proporcionarla. Las respuestas a esas preguntas pueden ayudarle a elegir la combinación adecuada de plataformas y decidir cuánto tiempo dedicará a cada una. Por ejemplo, si desea fortalecer sus relaciones con sus colegas o pares en su sector, active una cuenta en una red social de la compañía y en LinkedIn. Si desea compartir sus ideas con una comunidad más amplia, 80 Harvard Business Review | Enero 2012 Lo que debe hacer cuando se integra a los medios sociales Búsquese en Google Aunque es una sugerencia obvia, debe hacerlo regularmente y después comparar sus resultados con los de sus colegas cuando los busca en Google. Proteja su identidad Compre un dominio en Internet a su nombre y empléelo para abrir cuentas en Facebook, Twitter y otras plataformas. Cree un perfil de negocios Escoja una red amplia, como LinkedIn o una específica a un sector. Únase a grupos o comunidades relevantes. Emplee los recursos que tiene en el trabajo Contribuya a las plataformas que ha creado su empleador. Comuníquese con sus colegas. Postee contenido público Mantenga su Facebook y LinkedIn al día, participe en un hilo de un grupo de discusión, twittee, suba una presentación en YouTube. lance un blog público y utilice Twitter. Sus plataformas también deberían ser adecuadas para el lugar en que trabaja, por ejemplo, en los países asiáticos podría ser más apropiado el uso de las redes locales. La continuidad es importante, por lo que debe programar un tiempo para cada actividad que desea seguir. Un blog podría necesitar más o menos una hora cada dos semanas para leer comentarios y postear respuestas. Twitter requiere menos tiempo por interacción, pero la frecuencia debe ser alta para que se establezca una presencia significativa. Los riesgos de mantener una presencia online Los riegos asociados al uso de los medios sociales pueden agruparse en tres categorías. El primer riesgo es cómo va a manejar el capital social. ¿Con quién debería conectarse? Los límites entre los espacios personales y profesionales y entre las audiencias privadas y públicas son difusos. Por ejemplo, ¿deberían sus colegas de trabajo ser amigos suyos en Facebook? En tal caso, ¿cómo se asegura de que sus amistades fuera del ámbito laboral no posteen fotografías o comentarios que podrían dañarlo profesionalmente? En caso de no ser así, ¿cómo puede rechazar –con mucha diplomacia– las solicitudes de conectarse? Nadie debería asumir y bajo su control, nunca debe postearlo en una plataforma de medios sociales. El tercer riesgo está en cómo va a gestionar su progreso. ¿Cómo mantiene el impulso? El éxito de su estrategia para los medios sociales dependerá de sus recursos y de la calidad y la Asegúrese de que su perfil online no contradiga su actividad en el “mundo real” y que sus mensajes sean auténticos. que la presencia privada en un medio social será así siempre. Por otro lado, tener un perfil público también tiene sus propios riesgos. ¿Cómo puede evaluar a las personas con las cuales se conecta? ¿Cómo responde a los posteos imprecisos o abusivos? Mi consejo es que debe crear su audiencia de a poco y ser selectivo con sus contactos. El segundo riesgo está relacionado con el manejo del capital intelectual. ¿Qué va a comunicar? Los empleados activos online tienden a ser una preocupación para los departamentos de comunicación corporativa y legal. Una inquietud es que el mensaje de la compañía se puede confundir, otra es que puede haber una infracción de los principios del sector o de la regulación gubernamental. Otra preocupación se relaciona con la propiedad intelectual: la ley es ambigua en relación a las ideas desarrolladas en una red social. Las divisiones entre lo personal y lo profesional y lo público y lo privado también entran en este juego. Setenta y cinco por ciento de los reclutadores y los profesionales en recursos humanos en Estados Unidos dice que investiga a los candidatos online y son comunes los cuentos de empleados que han sido despedidos por sus jefes porque no están de acuerdo con el contenido de su Facebook o blogs. Lo que usted dice online es importante, especialmente porque puede ser muy difícil eliminarlo (por lo menos hasta que se haga realidad el futuro que imagina Eric Schmidt, en que las personas pueden empezar de cero con nuevos perfiles a los 21 años). Establezca algunas pautas acerca de qué información debería o no revelar. Sea auténtico y consistente en todas las esferas, ya sea online o en otros medios. Y recuerde que si hay algo que usted desea mantener en privado autenticidad de su mensaje. ¿Pero cómo se asegura de que no está perdiendo su tiempo? Es fácil saber qué cantidad de amigos tiene en Facebook y seguidores en Twitter, pero, dependiendo de sus metas, también debería considerar el empleo de herramientas de monitoreo de medios sociales como Google Alerts y TweetDeck (ambos son gratuitos) o Radian6 y Fisheye Analytics (ambos cobran por sus servicios). Para evaluar si está estableciendo relaciones y aprendiendo eficazmente, debería mantener un seguimiento de cuántas conexiones útiles resultan cada mes o del número de ideas que desarrolla como consecuencia de la interacción en los medios sociales. Los medios sociales han llegado para quedarse. Están cambiando la forma en que hacemos negocios y cómo se percibe a los líderes, desde las plantas de producción hasta la alta dirección. Y entregan a los líderes una nueva herramienta de bajo costo para el branding personal, para sostener conversaciones con los stakeholders y aprender de nuevas fuentes. Al observar cuidadosamente sus metas como persona y profesional, su audiencia objetivo y sus recursos, usted puede elegir la plataforma que más le conviene y evitar los riesgos que podrían surgir. Soumitra Dutta es profesor titular de la cátedra Roland Berger de Negocios y Tecnología de Insead y director académico de Insead Elab. Es el coautor de Throwing Sheep in the Boardroom: How Online Social Networking Will Transform Your Life, Work and World (Wiley, 2008). Reprint R1011L-E Enero 2012 | Harvard Business Review 81 Repensando lo políticamente correcto La sensibilidad frente a la raza, la religión o el género es algo positivo, pero con demasiada frecuencia es impulsada por el temor. En lugar de andar con pies de plomo, los ejecutivos pueden aprender a desarrollar relaciones laborales más productivas y significativas. U Juliette Borda por Robin J. Ely, Debra E. Meyerson, y Martin N. Davidson Publicación original: septiembre de 2006 Una ejecutiva de raza blanca teme ser percibida como racista si entrega un feedback negativo a su subordinado latino. Un ingeniero afroamericano que no ha sido promovido se pregunta si su raza tiene algo que ver con ello, pero no se decide a manifestar su inquietud para que nadie piense que está “jugando la carta racial”. Una asociada que quiere convertirse en socia de una firma de contabilidad se resiste a buscar coaching en su estilo de liderazgo; le preocupa que hacerlo confirme la noción de que las mujeres no tienen lo necesario para convertirse en socias. Este tipo de situaciones ocurre a diario en las culturas políticamente correctas, donde cánones tácitos de decoro rigen el comportamiento en las interacciones transculturales, es decir, entre personas de diferentes razas, géneros, religiones y otros grupos de identidad social potencialmente sensibles. Apreciamos el compromiso con la equidad que implica lo políticamente correcto, y aplaudimos los cambios en las normas que han resultado de ese compromiso. Pero nos preocupan las barreras que la corrección política puede plantear para el desarrollo de relaciones laborales constructivas y comprometidas. En culturas reguladas por lo políticamente correcto, las personas se sienten juzgadas y temen ser halladas culpables. Les preocupa cómo son vistas por los demás, en su calidad de representantes de sus respectivos grupos de identidad. Se sienten Enero 2012 | Harvard Business Review 83 Repensando lo políticamente correcto inhibidas y temerosas de abordar directamente hasta los temas más triviales. La gente saca sus conclusiones en privado; al no contrastarlas, éstas permanecen inmutables. El resentimiento se acumula, las relaciones se desbaratan y esto perjudica el desempeño. Los cambios legales y culturales de los últimos 40 años abrieron paso a una cantidad sin precedentes de mujeres y personas de color en las filas profesionales y gerenciales de las empresas. La discriminación y los prejuicios manifiestos en el lugar de trabajo, históricamente sancionados por la sociedad, son mucho menos aceptables hoy en día. Ahora las La interpretación no es lo mismo que la verdad. leyes protegen a grupos tradicionalmente subrepresentados de la discriminación flagrante en materias de contratación y promoción, y lo políticamente correcto ha redefinido los estándares de civilidad y respeto en las interacciones cotidianas de las personas. A pesar de estos evidentes progresos, creemos que la corrección política es un arma de doble filo. Si bien ha contribuido a que muchos empleados tradicionalmente subrepresentados perciban su lugar de trabajo como más inclusivo, el manual de reglas de lo políticamente correcto puede estorbar la capacidad de los empleados para entablar relaciones que efectivamente superen diferencias grupales potencialmente divisivas. Las empresas deben equipar a sus trabajadores con las habilidades –no las normas– necesarias para forjar estas relaciones. Nuestro trabajo sugiere que las relaciones de alta calidad no pueden ser forzadas. En el mejor de los casos, la capacitación en sensibilidad y las políticas de tolerancia cero imparten algunas nociones culturales útiles o indican que una empresa es seria respecto de eliminar los sesgos. En el peor de los casos, estas prácticas debilitan las relaciones al reforzar una atmósfera restrictiva e intimidatoria. Los destinatarios de las medidas correctivas –hombres blancos, por ejemplo– deben andar con pies de plomo por miedo a transgredir inadvertidamente las reglas de lo políticamente correcto. Hemos constatado que la corrección política no sólo plantea problemas a aquellos que están en la “mayoría”. Cuando los miembros de la mayoría no pueden hablar con franqueza, los miembros de los grupos subrepresentados también sufren: las “minorías” no pueden discutir sus inquietudes sobre equidad ni sus temores de alimentar estereotipos negativos, lo cual contribuye a crear una atmósfera en la que las personas 84 Harvard Business Review | Enero 2012 andan de puntillas evitando toparse con los problemas y con los demás. Esta dinámica genera incomprensión, conflictos y desconfianza, y corroe la eficacia tanto de los ejecutivos como de sus equipos. Una interacción constructiva con las diferencias –y, por consiguiente, un liderazgo eficaz en contextos culturalmente diversos– requiere de que los individuos en la “mayoría” y en las “minorías” desarrollen una mentalidad y un conjunto de habilidades de las que actualmente carecen todas las partes. Este artículo plantea cómo los ejecutivos y los empleados pueden relacionarse entre sí para cosechar los beneficios de la diversidad cultural. Representa el conocimiento colectivo que hemos obtenido de nuestra investigación, enseñanza y consultoría durante los últimos 15 años en las áreas de las relaciones de raza y género, la diversidad y el cambio organizacional. Incorpora además los hallazgos de nuestra investigación con Learning as Leadership, una organización de desarrollo de liderazgo con sede en San Rafael, California, en cuyos seminarios hemos observado a decenas de ejecutivos que lidiaban con patrones de conducta improductivos y experimentaban con otros nuevos. Al aplicar nuestros conocimientos sobre estos procesos a dilemas clásicos relacionados con la diversidad, desarrollamos los siguientes principios para orientar a quienes buscan un enfoque eficaz frente a las tensiones que habitualmente surgen alrededor de la diferencia: ■ ■ Hacer una pausa para interrumpir la emoción y reflexionar. ■ ■ Conectarse con otros de maneras que reafirmen la importancia de las relaciones. ■ ■ Cuestionarse a sí mismo para identificar sus prejuicios y descubrir qué lo pone a la defensiva. ■ ■ Obtener apoyo genuino que no necesariamente valide su punto de vista, sino que más bien le ayude a ampliar su perspectiva. ■ ■ Cambiar la mentalidad desde “tú debes cambiar” hacia “¿qué puedo cambiar yo?”. Estos cinco principios requieren que todas las partes adopten una orientación al aprendizaje en sus interacciones transculturales. En este artículo, describimos los desafíos –y las oportunidades– de adoptar tal orientación y ofrecemos algunas pautas para los líderes. Pero antes, exploremos la dinámica negativa que surge cuando se reprime la discusión abierta y no se produce un aprendizaje. Abrasiones de identidad Los ataques contra la identidad de las personas ocurren a diario en la mayoría de las organizaciones: una persona de raza blanca confunde los nombres de dos colegas de origen asiático; el modo de dirigirse a una ejecutiva de raza negra es más informal que el utilizado con sus pares blancos; la idea de una mujer es atribuida equivocadamente a un colega hombre. La reiteración de experiencias de este tipo puede disminuir en los empleados la sensación de cuánto son valorados y respetados por los demás. La ofensa frente a lo que se percibe como un desaire puede o no ser justificada, pero un intento por discutir el posible insulto conlleva el riesgo, por ejemplo, de que la persona sea acusada de hipersensible. Tales agresiones ocurren también en el sentido opuesto, como cuando los miembros de grupos mayoritarios son acusados de tener prejuicios o de tratar injustamente a otros. Debido a que muchas veces sus intenciones son buenas, tienden a responder defensivamente, ofendidos ante cualquier insinuación de que su moral está siendo cuestionada. Estas experiencias producen lo que llamamos abrasiones de identidad en las personas a ambos lados de la interacción. Las abrasiones de identidad hacen que las personas se recluyan en sus propios bandos, hagan caso sólo a la información que confirma sus posiciones y demonicen al bando contrario. El resultado es una serie de dinámicas negativas, que perjudican tanto a los individuos como a las organizaciones. A continuación ofrecemos varios ejemplos clásicos; éstos y otros a lo largo del artículo corresponden a casos reales, donde los nombres han sido cambiados. División. En el transcurso de una importante reunión, Tom, el vicepresidente de fabricación de raza blanca de una empresa de electrodomésticos, describe su difícil experiencia con el sindicato como semejante a una “tortura oriental”. El vicepresidente de recursos humanos le pasa una nota advirtiéndole que su referencia es ofensiva para algunos de los presentes, de modo que antes de terminar su exposición, Tom se disculpa por su comentario desconsiderado. A medida que la reunión se acerca a su fin, un gerente regional blanco, casado con una mujer de ascendencia japonesa, expresa en voz alta su disgusto con el comentario, aunque valora que el vicepresidente haya reconocido su error y se haya disculpado. Al día siguiente, todo el mundo en la empresa se ha enterado del incidente. Algunos consideran que el gerente regional avergonzó inoportunamente a Tom. Otros creen que el jefe de Tom debe amonestarlo por su insensible comentario. Esa noche, más empleados se reúnen para relatar numerosos incidentes similares ocurridos en el pasado. Al día siguiente, algunos miembros del personal solicitan que la empresa cree un foro para educar a los empleados; otros concluyen que las cuestiones raciales son demasiado espinosas para ser tocadas en un foro y se comprometen a evitar asiduamente el tema. Falta de confianza en sí mismo. Sophia, una ejecutiva afroamericana, acaba de ser nombrada en el consejo de administración de un banco regional. Durante las primeras reuniones se mantiene relativamente callada, pero cuando la agenda en una sesión se vuelca hacia su área de experticia, se integra a la conversación con seguridad y con un punto de vista bien fundado. El presidente del consejo la interrumpe mientras habla, instando a los directores a ser breves para poder continuar con la agenda. Sophia se percata de que el presidente nunca hace tales comentarios cuando sus colegas blancos tienen la palabra, y se pregunta si la interrupción se debe a que es una mujer de raza negra. Pero ahuyenta la idea, diciéndose: “No puedo pensar así. Es demasiado desgastador. Debo dejarlo atrás”. En las reuniones siguientes, se vuelve cada vez más renuente a compartir sus puntos de vista; al final, termina por aborrecer las reuniones porque se siente marginada. Comienza a preguntarse: “¿Tengo lo necesario para ser un miembro plenamente productivo en este consejo?”. Sobreprotección y subdesarrollo. Rob, un socio de raza blanca de una consultora de gestión, siempre ha sido sensible a la falta de diversidad en su firma y desea contribuir para que las mujeres y otras minorías puedan prosperar en ella. Es mentor de Iris, una joven asociada latina, competente, dinámica y querida, pero que no hace lo suficiente para generar negocios. En una reunión del comité de ascensos, varios socios expresan sus dudas respecto de las perspectivas de promoción de Iris a socia. Rob cree que estas aprensiones pueden tener algún fundamento, pero se resiste a compartirlas con Iris. Teme que, al recibir el feedback, ella se convenza de que los socios simplemente no están dispuestos a ascender a una mujer de color. Incómodo con esta situación, Rob inconscientemente se distancia de Iris, quien queda perpleja sin saber qué hizo para alienarlo. Comportamiento autorrestrictivo. Julie, una ingeniera, quiere probar a la abrumadora mayoría de colegas hombres en su empresa que las mujeres son tan buenas ingenieras como ellos. Evita conscientemente ser vista en actitudes estereotipadas de su género: no se sienta junto a otras mujeres en las reuniones, trata de resolver los problemas por su cuenta, rehuye pedir ayuda o explicaciones, rechaza oportunidades de ser mentora de mujeres subalternas y se asegura de que su vida privada sea invisible en el trabajo. Como resultado, se aísla de potenciales fuentes de apoyo, trabaja más duro y menos eficientemente de lo necesario, desarrolla habilidades con más lentitud y aporta menos a su empresa de lo que podría con otra actitud. Polarización. La amistad entre dos colegas –Scott, un estadounidense cristiano, y Mahmoud, un inmigrante musulmán de Pakistán– se rompe abruptamente tras una discusión sobre noticias de actualidad. Segundos después de que Scott hace un comentario que pretende ingenuamente ser conciliador, ambos se trenzan en un apasionado debate en el que Scott termina defendiendo posiciones con las que ni siquiera está de acuerdo. El intercambio concluye cuando Scott sale furioso de la oficina de Mahmoud, mientras éste le grita. A partir de entonces, la comunicación entre ellos es mínima. Sospecha y distanciamiento. Bill, un asociado afroamericano en una firma consultora, recibe una y otra vez calificaciones mediocres por parte de sus clientes blancos. Se pregunta si esas calificaciones reflejan un sesgo racial y plantea el tema a su jefa de raza blanca. Ella rechaza rotundamente la idea, insistiendo que sus clientes no están prejuiciados. Bill no se convence. Busca pruebas que lo respalden, pero éstas resultan ambiguas, por lo que no las da a conocer. Se siente cada vez más furioso, resentido y desesperanzado respecto a sus pers- Enero 2012 | Harvard Business Review 85 Repensando lo políticamente correcto pectivas en la firma. En su siguiente evaluación, su jefa le dice que está preocupada por su “mala actitud”. En cada uno de estos casos, los juicios de las personas –y sus temores ante los juicios de los demás– impulsan la dinámica negativa. El sentirnos juzgados afecta directamente la imagen que tenemos de nosotros mismos como buenos, competentes y valiosos. Para contrarrestar tales abrasiones de identidad, negamos nuestras experiencias, eludimos las conversaciones difíciles, reaccionamos con agresividad y buscamos consejo sólo para confirmar nuestra inocencia. Estas conductas tienen una única meta: la autoprotección. Cuando la autoprotección se vuelve más importante que el trabajo, que la misión del grupo o que las relaciones con otros, las personas pierden sus conexiones con los demás y se les hace difícil tomar riesgos, aprender y resolver problemas conjuntamente de manera creativa. (Aunque hemos descrito estas dinámicas tal como ocurren en Estados Unidos, creemos que el impulso de protegerse a sí mismo se manifiesta en forma similar en todas las interacciones entre miembros de grupos marcados por una historia de prejuicios, discriminación o incomprensión). Principios para interactuar constructivamente con las diferencias No es fácil poner freno a estas reacciones emocionales, pero nuestra investigación sugiere que cuando las personas reemplazan su necesidad de defenderse por el deseo de aprender, las posibilidades de una interacción transcultural constructiva aumentan enormemente. Aprender requiere que las personas reconozcan sus limitaciones y suspendan su necesidad de estar 86 Harvard Business Review | Enero 2012 en lo cierto o de probar su capacidad. Al hacerlo, se vuelven más permeables a los juicios de los demás y pueden realizar su trabajo con mayor eficacia. Desde luego, quienes conscientemente se aferran a sus prejuicios y los defienden no ofrecen muchas oportunidades para una interacción constructiva. Sin embargo, hemos observado que con demasiada frecuencia las personas sacan conclusiones prematuras acerca de los demás, con lo que pierden oportunidades cruciales para avanzar hacia las metas comunes. Los cinco principios que siguen no son pasos secuenciales. Se presentan, a veces simultáneamente, a lo largo del proceso de aprendizaje; en conjunto, contribuyen a la capacidad general de la persona para manejar las abrasiones de identidad de manera constructiva. Principio 1: Hacer una pausa. Cuando experimentamos una amenaza a nuestra identidad, nuestra primera respuesta es una emoción negativa, como el enojo. Reaccionamos lanzando culpas y formulando juicios, que casi siempre incitan una reacción defensiva en los demás. Tomarnos un tiempo –aunque no sea más de unos minutos– para identificar nuestros sentimientos y considerar nuestras respuestas, nos ayudará a responder más eficazmente. Considere el caso de Mary, una abogada con 30 años de antigüedad en una prestigiosa firma legal de la cual era socia. Al comienzo de su carrera, cuando sus colegas hombres decían o hacían algo que le resultaba ofensivo, su impulso inmediato era enfrentarlos. Pero cuando aprendió a hacer una pausa y tranquilizarse cada vez que algo la irritaba, Mary descubrió que podía ser más eficaz acercando a la gente que alejándola. Las acciones de Mary en una reciente reunión de socios es un ejemplo. Cuando un colega hombre contó un chiste subido de tono sobre mujeres y los demás rieron, Mary sintió que se enfurecía. Pero en lugar de sermonear a sus colegas, como quizás habría hecho años atrás, hizo una pausa y tomó un hondo respiro. Así contuvo su rabia y suprimió su sentido de superioridad moral. Mary reconoció su ira como una señal, y no como un impulso para reaccionar. Sus sentimientos le dijeron que fuera cuidadosa, que estaba a punto de interpretar la realidad de una manera que podría no ser del todo correcta, o que podría llevarla a una reacción contraproducente con sus objetivos más importantes. En lugar de amonestar a sus colegas cuando se sentía ofendida por sus comentarios, se tomaba un momento, se calmaba y volvía a enfocarse en lo que era importante para ella. Esta respuesta le permitió poner en práctica el siguiente principio. Principio 2: Conectarse. Cuando experimentamos una abrasión de identidad, nuestro impulso es volcarnos hacia nosotros mismos, para justificarnos, explicarnos y defendernos. Una forma de resistir este impulso es volcarse hacia afuera, hacia objetivos que nos trascienden, tales como promover ideales sociales más amplios, contribuir a una causa o esforzarnos por lograr la misión de la empresa. Objetivos como éstos nos conectan con los demás, al infundir significado a nuestras vidas. Las metas significativas nos recuerdan qué está en juego en una situación dada, y nos dan una razón para interactuar con otros aunque nos sintamos amenazados. Mary, por ejemplo, aprendió a reemplazar un objetivo defensivo (demostrar su superioridad moral) por uno generativo (transformar la firma legal en un lugar donde las mujeres pudieran convertirse en socias más fácilmente). Así, logró ver con más claridad qué estaba en juego en sus interacciones con sus colegas hombres. Ella podía distanciarse de ellos, o bien conectarse con ellos enfocándose en un objetivo que le importara más que tener la razón. Una vez anclados a ese objetivo, podemos clarificar nuestra intención para una interacción dada. Nuestras intenciones determinan la impresión que causamos en los demás e influyen, a su vez, en cómo ellos responden. Cuando entablamos una broma, reflexionó acerca de qué experiencias subyacían a ese humor denigrante sobre las mujeres. Para involucrarlos en esta pregunta, Mary respondió a la broma, que aludía a la dificultad de una mujer para encajar en una cultura masculina, describiendo su experiencia personal al ingresar a la empresa: cómo había sido ingresar a un entorno lleno de reglas tácitas desconocidas para ella, donde todos los demás parecían sentirse a gusto y donde su energía y su manera de relacionarse resultaban ajenas a la cultura dominante. No hizo una diatriba; su intención no era aleccionar o culpar, sino involucrarse e informarse. Luego preguntó a los hombres cómo había sido para ellos cuando una mujer ingresaba a la empresa: ¿Qué sintieron que habían perdido? ¿Qué podían haber ganado? La conversación pasó un nivel completamente distinto a medida que los participantes comenzaron a abrirse. Mary pudo explicar la gama de sentimientos y juicios que pasaban por su mente –y que le costaba trabajo suprimir– cuando un colega bien intencionado contaba un chiste de mal gusto. Cuando tenemos la intención de aprender, nos apartamos de la necesidad de tener la razón. Una orientación hacia el aprendizaje nos motiva a tratar de entender –en lugar de juzgar– a la otra persona. Esta comprensión nos ayuda a conectarnos con la humanidad del otro, lo que puede generar un nuevo ímpetu para la búsqueda de soluciones mutuamente beneficiosas. Principio 3: Cuestionarse a sí mismo. Este principio probablemente sea el más desafiante. Requiere tomar riesgos precisamente cuando sentimos una necesidad de protección Las personas que logran convertir las abrasiones de identidad en oportunidades tienen la capacidad de modificar radicalmente su manera de pensar, tanto sobre sí mismas como sobre sus situaciones y sobre los demás. interacción desde una posición de enojo o defensa, tendemos a profundizar la fisura en la relación. Por el contrario, cuando abordamos la interacción con la intención de ampliar nuestro entendimiento –ya sea de nosotros mismos, del otro, de la relación o de la tarea– tenemos una probabilidad mucho mayor de reparar la fisura y de avanzar productivamente en nuestro trabajo. Mary demostró su intención de aprender en la reunión de socios. Buscando una manera de conectarse con sus colegas, comprendió que su diversión a costa de las mujeres no cuadraba con su creencia fundamental de que eran hombres buenos y decentes. Por eso, inmediatamente después de la mayor frente a una amenaza percibida o real. Exige que nos hagamos preguntas tales como: “¿Qué estoy pasando por alto en mi forma de ver esta situación?, ¿cómo podría mi deseo de probar que tengo razón o soy inocente estar distorsionando mi visión de la realidad o de la otra persona?”. Este principio resulta particularmente desafiante para las mujeres o las personas de color, cuyas inquietudes han sido tantas veces ignoradas o trivializadas. Considere el caso de Brianna, una CEO afroamericana de una firma que asesora a ejecutivos de organizaciones sin fines de lucro. Ella se convirtió en CEO cuando Jay, el fundador de raza blanca de la empresa, dejó el cargo. Jay permaneció como un asesor cercano Enero 2012 | Harvard Business Review 87 Repensando lo políticamente correcto al equipo de dirección, pero su estilo autocrático irritaba a Brianna. La tensión entre ambos alcanzó un punto máximo tras una reunión del equipo de liderazgo, en la que Jay le dijo a Brianna que debía “relajarse” en su afán por comercializar más vigorosamente los servicios de la empresa entre clientes de color. El impulso inmediato de Brianna fue hacer caso omiso; le parecía que Jay simplemente no podía soportar la autoridad de una mujer afroamericana fuerte. En lugar de confrontar a Jay, Brianna optó por cambiar a una postura de cuestionamiento de sí misma. Más que presumir que conocía las verdaderas intenciones de Jay, intentó que él mismo se las aclarara. Así supo que Jay temía que su actitud redujera el rango de comercialización de la firma, y comprendió que debía explicar mejor cómo su estrategia se conectaba con la misión de la empresa. La conversación ayudó a Brianna a cuestionarse a sí misma y, en el proceso, a descubrir cómo su afán por presionar al equipo para que adoptara su propio punto de vista le había hecho pasar por alto el de ellos. A medida que la conversación se tornó más abierta, Brianna le dijo a Jay cómo se sentía ser una mujer de raza negra en su cargo. Le entusiasmaba liderar una empresa como ésta, le explicó, pero también sentía que su éxito era un símbolo de lo que las personas de color pueden lograr si cuentan con suficientes recursos y autoridad. Ella estaba ansiosa por dar un ejemplo positivo a quienes no estaban acostumbrados a ver a raza negra había obstaculizado su objetivo de realmente ser una poderosa mujer de raza negra. En esta conversación, Brianna y Jay comprendieron que cada uno tenía solamente una visión parcial de la realidad. Esto les dio la oportunidad de crear un tipo de conexión distinto entre sí. Su compromiso compartido con la misión de la firma los había motivado a tomar estos riesgos, que fortalecieron su relación. Esta relación, a su vez, aumentó su capacidad para trabajar más eficazmente en pos de esa misión. El principio de cuestionarse a sí mismo pone en acción la orientación al aprendizaje. Hacernos preguntas y pedir aclaraciones a otros implica abandonar nuestra necesidad de presentar y mantener una determinada imagen de nosotros mismos. Además, allana el camino para que la otra persona haga algo similar. Cuando las personas toman riesgos unas con otras, interrumpen los procesos defensivos relacionados con la identidad, lo que les permite avanzar en su trabajo. Con este principio, no queremos sugerir que las personas deban cuestionar sus propias experiencias. Por el contrario, sentirse ofendido o amenazado en una interacción proporciona una señal importante que invita a la indagación. Lo que sugerimos es que las personas cuestionen sus interpretaciones de esas experiencias, sus creencias sobre lo ocurrido, sobre quién está en lo correcto, y así sucesivamente. La interpretación no es lo mismo que la verdad. Cuestionarse a sí mismo significa desprenderse de los argumentos de autoprotección, Las personas en la organización necesitan sentir que, al cuestionarse a sí mismas o ponerse en una posición vulnerable, no serán juzgadas ni castigadas. En otras palabras, necesitan sentirse seguras. mujeres de raza negra en tales roles, y esto ponía sobre ella una fuerte presión por triunfar. Jay nunca había imaginado que Brianna sintiera alguna clase de ansiedad por nada; siempre le había parecido la seguridad en persona. La franqueza de Brianna alentó a Jay a correr riesgos y cuestionarse a sí mismo también. Comenzó a reflexionar más a fondo sobre su reacción negativa ante las ideas de marketing de Brianna y comprendió que le resultaban amenazadoras: asesorar a ejecutivos de color lo alejaba demasiado (y probablemente a otros) de su zona de comodidad. Brianna podía imaginar sus aprensiones; pensó en las ocasiones en que ella había estado fuera de su zona de comodidad y cuán difícil le había resultado. Más importante aún, pudo entender cómo su tenacidad no había hecho más fácil para su equipo compartir sus propios temores. Lentamente, Brianna se dio cuenta de que su esfuerzo por ser vista como una poderosa mujer de 88 Harvard Business Review | Enero 2012 identificar qué imágenes de uno mismo se sienten amenazadas, estar abierto a opiniones que podrían no ser fáciles de escuchar y considerar qué puede aprenderse. Principio 4: Obtener apoyo genuino. Para ayudarnos a clasificar nuestras reacciones, a identificar una imagen más completa de la realidad y, lo más difícil, a cuestionar nuestros supuestos, necesitamos de otras personas. Por desgracia, la mayoría de nosotros busca ayuda de las personas equivocadas, considerando a quienes objetan nuestro punto de vista como amenazas y a quienes lo refuerzan como aliados. La reafirmación puede ser reconfortante, pero a menudo no confiere un gran aprendizaje. Antes de analizar qué es un apoyo, consideremos lo que no es. El apoyo no necesariamente es la validación de que nuestra interpretación de la situación es la correcta, o de que nuestra conducta fue apropiada o justificada. Si bien este tipo de respaldo puede ser agradable en el momento, entrega lo opuesto de lo que realmente necesitamos. Lo que se necesita es el consejo de colegas de confianza que puedan ayudarnos a identificar las elecciones que hacemos respecto de cómo comportarnos o qué creer, así como qué alternativas están disponibles. Cuando Brianna estaba por perder los estribos con Jay, buscó el apoyo de dos amigos a quienes solía confiar sus emociones. Ambos estuvieron de acuerdo con la interpretación de Brianna para la conducta de Jay, lo que la hizo sentirse reivindicada, pero esto no la ayudó en absoluto a encontrar una forma de trabajar con él. De hecho, se sintió aún más furiosa. Luego, Brianna pidió consejo a un antiguo mentor de su confianza, un profesor de raza negra de su programa de MBA. Él la ayudó a clasificar sus sentimientos y prioridades y le pidió que identificara qué era lo mejor que Jay podía ofrecer, tanto a ella como a la firma. Le sugirió que abordara su siguiente interacción con Jay como tuviera las mejores intenciones y, desde esa posición, viera qué podía aprender de él. El mentor fue capaz de escuchar las inquietudes de Brianna, pero, en lugar de reforzar su enojo, lo contuvo y la ayudó a desarrollar un enfoque más constructivo. Brindar apoyo genuino significa desafiar a la persona que lo solicita; recibir ese apoyo significa no reaccionar a la defensiva. Prácticamente cada vez que hemos visto a alguien abordar con eficacia una abrasión de identidad, ha existido un apoyo genuino. Principio 5: Cambiar la mentalidad. Hemos descubierto que las personas que logran convertir las abrasiones de identidad en oportunidades tienen la capacidad de modificar radicalmente su manera de pensar, tanto sobre sí mismas como sobre sus situaciones y sobre los demás. Estas personas suelen tener un alto grado de autoconciencia, pero no nacieron con ella; la desarrollaron continuamente mediante la reflexión y el análisis sistemático de los patrones de conducta que subyacen tras la insatisfacción en sus vidas. Esta autorreflexión les permite romper con los patrones negativos. El cambio fundamental es el alejamiento de una mentalidad que dice “tú debes cambiar”, hacia una que pregunta “¿qué puedo cambiar yo?”. Tome el caso de Richard, un director de raza blanca en una firma de servicios financieros. Una mañana, Richard envió un e-mail a un miembro del consejo de administración expresando su desacuerdo con una política que apoyaba Michele, su colega de raza negra, y sin quererlo copió a Michele en el mensaje. Ella, comprensiblemente, se puso furiosa. Richard se sintió mal y se disculpó, pero en los días siguientes tuvo una reacción más compleja, que incluía un fuerte sentimiento de rabia contra Michele. Ambos tenían desacuerdos auténticos que resolver, pero, en opinión de Richard, Michele no se mostraba interesada en discutirlos. A Richard le parecía que ella se había vuelto cada vez más controladora, dominante, fría y distante. Él se consideraba justo y progresista, y se sentía algo incómodo al cuestionar a una mujer de raza negra. Decidió no decir nada. Sin embargo, a Richard le importaba mucho la empresa, y se conocía a sí mismo lo suficiente para darse cuenta de que su incapacidad para colaborar con Michele estaba obstaculizando su trabajo. Decidió que algo tenía que cambiar, y comprendió que el único cambio que podía realizar era sobre sí mismo. Para empezar, Richard se preguntó: “¿No estaré equivocado acerca de Michele?”. Entendió que debía dejar de suponer lo peor respecto de ella, y se propuso explorar más cuidadosamente sus sentimientos. A medida que reflexionó, con el apoyo de dos colegas de confianza, Richard descubrió que lo que realmente le molestaba más de Michele era que ella siempre lo hacía sentir culpable. Se había disculpado por el incidente del e-mail –sabía que había actuado mal– pero su disculpa pareció caer en oídos sordos. Al analizar más profundamente sus reacciones, Richard se dio cuenta de que a menudo buscaba la aprobación de Michele. Y cuando no la conseguía, se vengaba (de hecho, se le ocurrió que eso podía haber motivado inconscientemente el incidente del e-mail). Llegó a la conclusión de que sus reacciones con Michele, que siempre había considerado culpa de Enero 2012 | Harvard Business Review 89 Repensando lo políticamente correcto ella, en realidad eran impulsadas por sus propias necesidades y ansiedades: buscaba la confirmación de Michele de que él no era un intolerante. Una vez que comprendió esto, Richard estuvo preparado para probar un enfoque distinto. En lugar de buscar la aprobación de Michele, decidió aprender cómo convertirse en su apoyo. La invitó a una serie de reuniones en las que pudieran discutir sus intereses individuales con el objetivo de entenderse mejor mutuamente. Richard descubrió que sus inquietudes ante el creciente volumen de trabajo en la empresa habían llevado a Michele –deseosa de desmentir el estereotipo racial de que no estaba calificada para el puesto– a volverse sumamente orientada a los detalles. Se ocupaba de tantas cosas a la vez que sentía que, tarde o temprano, fallaría en algo importante. Richard había interpretado su minuciosidad como una necesidad de control y como una crítica implícita hacia él. En su enojo se había distanciado, el motor del problema era un aumento en el volumen de trabajo, que finalmente pudieron abordar con relativa facilidad). Hasta que el cambio se produce, las amenazas a la identidad ocupan el lugar central y entorpecen la capacidad de las personas para ver otros problemas con claridad y lograr una cooperación verdaderamente eficaz. Pautas para los líderes Los líderes que siguen los principios de interacción descritos y que demuestran una resiliencia personal ante abrasiones de identidad inspiran el mismo comportamiento en otros. Los líderes de negocios pueden apoyar y alentar a las personas a confrontar de manera directa y constructiva las abrasiones de identidad adoptando las siguientes acciones. Generar seguridad. Las personas en la organización necesitan sentir que, al cuestionarse a sí mismas o ponerse en Cuando otros nos acusan de tener actitudes prejuiciadas, deberíamos interrogarnos a nosotros mismos; cuando creemos que otros nos tratan injustamente, deberíamos acercarnos a ellos para comprender sus acciones. lo que exacerbó la ansiedad de Michele; las reacciones de ella, a su vez, alimentaron la rabia de él. El círculo vicioso era evidente. Reconocer este patrón fue un gran paso para aliviar las tensiones entre ellos. Decidieron manejar su carga de trabajo mediante reuniones semanales continuadas para discutir sus objetivos, la asignación de tareas y los medios para apoyarse mutuamente. Este arreglo ayudó a calmar las preocupaciones de Michele sobre el trabajo y obligó a Richard a asumir una mayor parte de la carga. Él dejó de lado sus inseguridades y sólo buscó de Michele un feedback apropiado, relacionado con sus tareas. Esto hizo más fácil para ella convertirse en un apoyo, lo que dio a Richard la confianza necesaria para discrepar con ella sin sentir que se arriesgaba a ser censurado. Un año después, Richard y Michele codirigían la empresa de una forma en que se potenciaban mutuamente, en lugar de enervarse. El éxito de Richard en transformar su relación con Michele se basó en su capacidad para cambiar fundamentalmente su mentalidad. Al hacerlo, pudo pasar de sentirse impotente a actuar de manera eficaz. La claridad que se obtiene al realizar este cambio a menudo revela un problema de negocios que tiene escasa relación directa con temas culturales (en el caso de Richard y Michele, 90 Harvard Business Review | Enero 2012 una posición vulnerable, no serán juzgadas ni castigadas. En otras palabras, necesitan sentirse seguras. Los líderes generan seguridad declarando públicamente su supuesto de que las personas tienen buenas intenciones y asegurando abiertamente que las acciones bien intencionadas no conducirán a un castigo. Rechazan el tono crítico que con tanta frecuencia adquieren las discusiones sobre diversidad, dejando en claro que los errores no impugnarán el carácter moral de ninguna persona. Al actuar con franqueza ellos mismos, también alientan la franqueza en los demás. Y quizás lo más importante, estos líderes reconocen su propia falibilidad en las interacciones transculturales. Cuando describen públicamente su propio aprendizaje, legitiman la discusión sobre experiencias relacionadas con la identidad, autorizando a los empleados para ofrecer y solicitar feedback, ventilar conflictos y aprender de sus errores. Crear un entorno seguro requiere tener cuidado al determinar qué tipo de mal comportamiento debe ser castigado. Las políticas de tolerancia cero, por ejemplo, pueden ser un arma de doble filo. Los líderes generan seguridad cuando expresan tolerancia cero frente a formas intencionales de hostigamiento, como los ataques por e-mail dirigidos contra grupos específicos. Tales incidentes deben ser repudiados de manera rápida y pública. Pero tolerancia cero no significa discusión cero. La remoción inmediata de los empleados responsables de estos actos podría estar más que justificada, pero con frecuencia esta clase de despidos despierta tantos temores como los agravios mismos. Los líderes que respaldan una orientación al aprendizaje ofrecen foros para discutir estos incidentes y ahondar en cómo y por qué ocurrieron. Estos foros pueden incluir “asambleas abiertas” en las que grandes grupos de empleados se reúnen con el máximo ejecutivo para exponer distintos puntos de vista. O bien, pueden consistir en indagaciones sistemáticas, con focus groups de empleados dirigidos por profesionales experimentados que resuman y comuniquen sus conclusiones a los altos ejecutivos y a grupos de empleados para su revisión colectiva. Con mucha frecuencia, la mala conducta flagrante es la culminación de una larga historia de abrasiones de identidad que no han sido detectadas. Los líderes eficaces ven estos incidentes como una señal de que la cultura de la empresa requiere atención. Encarnar asiduamente el tercer principio. Creemos que los líderes deberían encarnar todos los principios descritos aquí, pero el más difícil de lograr –y el más provechoso– es el de cuestionarse a sí mismos. Este principio es desafiante para los ejecutivos porque va en contra de la imagen del líder confiado y decidido. Sin embargo, los líderes que se cuestionan a sí mismos y que aprenden de otros al servicio de metas claras no transmiten una falta de confianza; más bien demuestran humildad, claridad y fortaleza. De hecho, los líderes que hemos observado y que ejemplifican este principio generan un fuerte respeto y lealtad en sus seguidores. Ellos son modelos de vulnerabilidad, responden de manera no defensiva a preguntas y cuestionamientos, son conscientes de sus propios prejuicios y detonantes emocionales, demuestran resiliencia de cara a las abrasiones de identidad y recurren abiertamente a otros para poner a prueba la validez de sus perspectivas. Como señaló un líder con el que trabajamos, ser un modelo de conducta implica “hacerme vulnerable a los ataques para que otros puedan ver mi lado humano”. Buscar la experiencia de otros. Los líderes deben comprender cómo las identidades sociales influyen en la forma en que los empleados experimentan el trabajo y la cultura de la organización. Al desarrollar un entendimiento más profundo de aquellos que difieren de ellos en género, raza, etnia, orientación sexual y demás, aprenden a anticipar la forma en que los empleados probablemente interpretarán una situación. Así, pueden intervenir oportunamente y con eficacia cuando surgen situaciones difíciles, lo que inevitablemente ocurrirá. Además, cuando se producen conflictos, la capacidad del líder para comprender a todas las partes refuerza la confianza de los empleados en que las situaciones difíciles serán manejadas con equidad, es decir, sin el sesgo de intereses de identidad particulares. Para desarrollar esta clase de comprensión, los líderes pueden establecer relaciones personales de confianza con empleados de niveles más altos que representen la diver- sidad de la organización. También pueden reunirse con redes de empleados compuestas por individuos con identidades sociales compartidas. Fomentar la inversión de las personas en sus relaciones. Los líderes que respaldan una orientación al aprendizaje en las interacciones transculturales brindan a sus empleados una razón para arriesgar su imagen propia e invertir más profundamente en las relaciones con sus compañeros de trabajo. Al aprovechar cada oportunidad para vincular la misión de la empresa con los cinco principios antes descritos, los líderes refuerzan el mensaje de que una orientación al aprendizaje en materia de diversidad promoverá relaciones más productivas y satisfactorias. ••• Los cinco principios que hemos identificado son difíciles de poner en práctica. Implican correr riesgos y abrirnos cuando nos sentimos más vulnerables y necesitados de autoprotección. Cuando otros nos acusan de tener actitudes prejuiciadas, deberíamos interrogarnos a nosotros mismos; cuando creemos que otros nos tratan injustamente, deberíamos acercarnos a ellos para comprender sus acciones. No es fácil convencer a otros de estas recomendaciones; puede resultar más gratificante adoptar una pretensión de superioridad moral. Pero tal pretensión de superioridad también puede generar conflictos, divisiones, alienación y, en última instancia, mal desempeño. Cuando las personas tratan sus diferencias culturales –y los conflictos y tensiones que surgen de ellas– como oportunidades para obtener una visión más exacta de sí mismas, de los demás y de la situación, se genera confianza y las relaciones se fortalecen. Si lo que buscan es respaldar este enfoque, los líderes deben dejar de lado el manual de reglas de lo políticamente correcto, y en cambio impulsar la toma de riesgos con el objetivo de desarrollar la capacidad de la organización para fomentar relaciones de alta calidad. El valor de esas habilidades repercutirá en todas las dimensiones del trabajo de la empresa. Robin J. Ely es profesora de Administración de Empresas de Warren Alpert y decana asociada mayor en Harvard Business School; es coautora, junto con Anne Morriss y Frances X. Frei, de “Stop Holding Yourself Back” (HBR January–February 2011). Debra E. Meyerson es profesora adjunta de conducta educacional y organizativa en la Stanford University School of Education y (por cortesía) en la Graduate School of Business en California y autora de Tempered Radicals: How People Use Difference to Inspire Change at Work (Harvard Business Press, 2002). Martin N. Davidson es decano asociado y profesor adjunto de Administración de Empresas en la University of Virginia Darden Graduate School of Business en Charlottesville. Reimpresión R0609D-E Enero 2012 | Harvard Business Review 91 El 86% de los directores financieros, legisladores y profesionales del sector energético Están de acuerdo en que las auditorías energéticas deberían ser obligatorias para aquellas industrias que consumen más energía. Energía La eficiencia energética aporta a las empresas beneficios financieros, medioambientales y de reputación. Las ventajas para las compañías son: reducción del coste energético, reducción de la contaminación y emisiones de CO2 (lo cual reduce el riesgo de penalizaciones por parte de las autoridades), así como mejores relaciones con empleados, clientes y otros grupos de interés. Una auditoría energética ayuda a la empresa a optimizar el uso de energía. Nuestro estudio ha mostrado que el 86% de los participantes está a favor de las auditorías energéticas obligatorias para aquellas industrias que consumen más energía, demostrando la importancia de mejorar la eficiencia energética y potenciar la productividad. 2011 ENERGY SURVEY Producido por Bloomberg Businessweek Research Services en colaboración con ABB . Para más información, visítenos en: www.abb.com/betterworld Ad_ABB_Refinery_HBR_Spanish_issue_date_Dec_416x273_sp.indd 1 1530 ad Spread L,R ABB.indd 1 1/4/12 5:29 PM ¿Aumentar la eficiencia energética un 25%? Una solución eléctrica y de automatización de ABB permite que la mayor planta de aluminio de Europa aumente su eficiencia energética en un 25%, aumentando al tiempo su productividad. Enfocando nuestra I+D en la mejora de la productividad y el ahorro de recursos a las industrias, contribuimos al ahorro de costes y energía, y a la protección ambiental. www.abb.com/betterworld 1530 ad Spread L,R ABB.indd 2 Por supuesto. 08.11.11 15:06 1/4/12 5:29 PM 1530 ad001 Buick.indd 1 1/4/12 5:26 PM
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