NUM. t J¿ . n PRECIO DE L* SUSCRICION.—MADKIP: por numero-s sueltos á 2 rs.; tres meses 22 rs.; seis meses 12 rs.; un año 80 rs. REVISTA DE LA SEMANA. (Ti;ilcs principia á din1 el invierno ilc que ya si.' nos ha mcliclo en casa. Frios, lluvias y bailes capella' HOSCOS, en Ma- drid; trios, llu-« vias y nieves en ; Guadarrama , á cuyas elevadas cimas ya le ha puesto la eslacion su esplén'"—-' --¿=1=s^- -"""" ilido maulo, de lilanciira deslumbradora: cales y teatros concurridos, lilanci catarros y pulmonías esperando ;í la puerta, lodas e s las cosas y algunas otras, claramente indican, si el Almanaque' no lo indicara, (pie hasta ipie los almendros se cubran de llores y vengan los dulces y luminosos diasque lan agradable hacen la eslancia en Madrid, lia de pasar un buen rato. lista es también la época de las recepciones diplom.'ilicas en los palacios regios, y de los discursos de los soberanos, cuyas palabras, según costumbre, gc T iieralnionle son e'spresion de las esperanzas (pie los animan de manloner y eslrechar sus buenas relaciones con las potencias amibas, Kl pronunciado por el emperailor Napoleón puede resumirse en eslas lineas: "Kl año nuevo (ha dicho) me proporciona ocasión de inanil'eslar mis volos por la eslabdiilad de los I runos v la prosperidad de los pueblos. Creo (pie «Hiramos en una nueva era de paz y de conciliación, y (pie la Ksposicion universal ha de contribuir á calmar las pasiones y acercar los intereses.» De lo cual han d e ducido algunos la posibilidad de un Congreso de so- MADRID 13 DE ENERO DE 1867. berauos durante el año que corrí', ó lo que viene á •ser lo mismo, de que la Ksposicion facilitará varias entrevistas con los jefes de los listados. Kn vista de los últimos despachos telegráficos, se presume que las negociaciones encomendadas por el gobierno italiano al señor Tonello, se hallan en vias de producir un arreglo con el pontilicio, asegurándose, que. so han vencido por completo las dilicullades (pie anteriormente habían bocho infructuosos los pasos (lados por el conde Vegezzi. i Los periódicos ingleses publican una caria de Garibaldi, en que ínaniliesla que le, seria imposible seguir al gobierno de la. Gran lirelaña, si los actos de este gobierno tendieran á unirse, al Austria y á Francia, para perpetuar la dominación de la Turquía sobre los griegos de Oriente, dominación de que hace una pinlura desconsoladora, por los sufrimientos que los crislíanos esperimentan en Grecia. Lo cierto es, que la insurrección de los candiotas, mil veces apagada en los telegramas, sigue dando que hacer á la Turquía, y que la cuestión de Oriente preocupa á mas de un gobierno europeo. Otra gran manifestación en Londres anuncia el Morning-Post, para, el 11 de febrero próximo, en favor, como las últimas, de la reforma electoral. Kl gobierno vacila entre >>¡ ha de permitirla ó no, y á consecuencia de eslas vacilaciones parece que lia consullado á los jurisconsultos de la Corona sobre la cuestión de legalidad, listando prohibido desde 18iS acercarse al Parlamento procesiones análogas á la de que se Ira la, parece que los promovedores de ella piensan entregar un ejemplar de la petición á cada uno de los que lomen parte, para que éstos, á su vez. se los den personalmente á los representantes reformistas de la Cámara , porque la ley no veda á los particulares presentar individualmente peticiones. Kn el mismo pais continúan los temores de una invasión leniana, y Stephens, personaje misterioso de quien lodos hablan y cuyo paradero lodos ignoran, siguí1 siendo la pesadilla del gobierno inglés, Lil triste noticia, felizmente desmentida á poco de anunciarse, d e q u e el gobierno ruso habia resuello concluir con la nacionalidad de la desventurada Polonia, ha causado profunda sensación en Kuropa. Se ha dicho que el autócrata ruso iba á publicar un ukase para la incorporación definitiva de Polonia á su imperio; que habia destinado 20.000.000 de francos para PROVINCIAS.—TresmesesiS rs.; seis mesesSOrs.; un año !)(', rs.—CUBA . PUERTO-RICO V ESTRANJERO, A N O un aüo 7 pesos.—AMEIUCA Y ASIA , 10 á 15 pesos. XI. auxiliar ¡i una sociedad cuyo objeto es adquirir dominios pertenecientes á polacos de, varias provincias; que el idioma, la administración, las leyes, el calendario, las fiestas religiosas, los pesos y medidas, en fin, loilo lo (pie constituye la autonomía de un pueblo , seria común entre Rusia y Polonia, para borrar delinilivamenle del mapa de las nacionalidades el nombre de la última. Kl gobierno del Perú no abandona , por lo visto, la manía de fortificar el pais, y especialmente el Callao y el puerto de Ari/.a. Lo difícil es encontrar quien los defienda, si las tropas siguen el ejemplo de las que guarnecían las Chinchas, las cuales han teñirlo á bien sublevarse, apoderándose de un buque para volverá susMiogares. De manera, que loque hace aquel gobierno, es empezar á construir la casa por el tejado. Con respecto á la cuestión de Méjico es tanto lo que se, habla , y sobre todo, lo que se inventa, que es punto menos que imposible averiguar el estado en (pie se halla á la hora presente. Ya se asegura (pie los Kslados-Unidos apoyan al emperador .Maximiliano ; ya se afirma que la Cámara de representantes de Washington había acordado prestar su apoyo al poder ejecutivo para, re-vindicar la antigua política de, la república contra la intervención armada eslranjera en aquel continente, y con particularidad en Méjico; ya. en lin , se. dice que e.l emperador Maximiliano aceptaría la presidencia de una nueva república mejicana, lo cual, sobre facilitar su mando, halagaría á los lisiados-Unidos. Kchen ustedes un galgo á la verdad de lo que pueda haber en esto, á. ver si la encuentran, lié ahí la razón por qué no damos crédito, hasta ver si se conlirnia, al documento que hemos leido en varios periódicos, proclama de Maximiliano al pueblo de Méjico, según la cual, trata de convocar un Congreso nacional para que decida si ha de conlimiar ó un el imperio, j Dios los ilumine á lodos, porque si el hoy no es claro, el mañana se présenla oscuro en aquel desgraciado pueblo ! lili la noche del :il de diciembre, fondeó en «'I puerto de Cartagena la fragata Resolución, cuyo ¡ole, el señor Valcárcel, fue recibido en el muelle por una concurrencia numerosísima, con grandes y entusiastas aclamaciones, lili la misma noche se iluminaron los edilicios de la muralla y muchas casas de particulares; y al dia siguiente comenzaron los festejos con que lii población ha obsequiado al tseñor Yalcár- Siguiente 10 EL MUSEO UNIVERSAL. cel, uno de los héroes que mas se distinguieron en los gloriosos combates del Pacilico, \ á los marineros de la hermosa l'ragala. Próximamente daremos un grabado relativo á este suceso. Del oslado inserto en algunos ¡loriódieos, relativo á las obras estrenadas en osla corle dura ni o el año último, resulta (pie el de la Zarzuela es el que ha ofrecido mayor número de novedades al público; pues si bien el Príncipe y el Circo han dado 1 original mas que él, (Mi cambio él ha dado 1(1 mas que el primero y 5 mas que el segundo, traducidas. El total de originales y de traducidas, arroja en favor de aquellas el no despreciable número de t í . Comparando oslo r e sultado con lo (pie sucedía no hace muchos años, no podrán menos de felicitarse los amantes de la literatura patria, que al fin va reconquistando el terreno perdido, al menos en la cantidad: en cuanto á la caíiilad. habría (pie hablar nn poco. Pero no seamos ilosenntenladizus: algo os algo, y Iras estos tiempos, otros vendrán. Las empresas, impulsadas por una emulación digna de elogio, rivalizan en esmero paia presentar las obras con el aparato correspondiente. De las decoraciones que se están pintando para La espada de Satanás y La paloma azul, comedias de m a gia, se cuentan maravillas. En lo> Huios se estrenará pronto, según dicen, la zarzuela titulada La isla de las monas. Deseamos ver si el decorado de la isla compite con el de aquellas dos comedias, pues IMI cuanto á monas, además de las que traen los piamonteses. hemos visto otras que no parecen sino cogidas en el mismo Totuaii. pais de las monas, por escelencia, como es sabido. Estando para redactarse en breve el catálogo de los objetos que han de remitirse á la Esposieion universal de París, convendrá que las provincias (pie aun no han enviado las relaciones de productos y documentos, sacudan su pereza y las manden pronto, para evitar dificultades y entorpecimientos. La Esposieion de bellas artes que ha de celebrarse en esta corte, dará principio en todo el mes actual, ó en los primeros dins del próximo febrero. miserable, colmándola después ¡le privilegios. No lia Insbruck. Todos atestiguan una opulencia perdida, sido con ellos ingrata la ciudad favorecida, erigiendo elevándose los mas insignes en un estremo de la ciuuna bella estatua al gran iluipie Fernando I, fundador dad «felices do hallarse reunidos en semejante s o de su puerto, en el punto en que comenzaron los tra- ledad.» Allí efeclivainiMile. en una vasta plaza, cubierta de bajos do tan importante obra. Son dignas de llamar la atención las figuras colosales t\c bronce que adornan césped interrumpido solamente por la huella secular el pedestal de aquella, retratos—según fama—de cua- de artistas peregrinos, levantan sus aliligranados contornos los cuatro soberbios edilicios que llenan una tro turcos prisioneros eu el cómbale de Lepanlo. | Hay (pie alejarse LIV esle bazar del comeicio occi- página tan brillante áv la historia del arle: la Catedral dental de Europa y de Levante por un camino de hier- (II Duomo), la Torre inclinada (11 Campaiiile), el Bauro construido cu terreno llano, cubierto de estenso tisterio y el Campo Santo. bosque de millos y encinas, y á distancia de t!> kilóLa c a t e d r a l , rara combinación del bizantino con el metros lomar tierra en uno de los mas preciados san- greco-romano, (pie ofrece la particularidad de una tuarios del arle. cúpula sobro pechinas, os una fábrica preciosa que La historia de Pisa—¡i imitación <\r la de los pueblos ; exige descripción aparto, por ser harto reducido el de Crocia, do donde -trae su origen—ofrece el ejem- ' plan impuesto eu estos ligeros apuntes. plo, coiniin á las demás ciudades importantes i\f ¡a La Torre inclinada, construida en la segunda mitad Italia septentrional, ¡le su preponderancia política á la del duodécimo siglo, os de mármol, como los otros sazón (Mi que las arles renacían del estupor de la bar- edilicios, de. forma cilindrica y siete órdenes de c o barie por un esfuerzo supremo registrado en sus ana- lumnas superpuestas, coronadas de otro macizo ¡!o : les con imperecederos caracteres. menor diámetro. Su inclinación os considerable; -i m e Pisa, gloriosa (Mitro las mas antiguas capitales de la tros 32 al eslorior. Ninguno do los varios ejemplos de península, alcanzo tal renombre por el lusl'o de las torres inclinadas que existen, tanto en Italia como armas, de las arles y de su célebre Universidad que. i en España, dan indicio seguro de «pie la mente del (Mi el siglo XII, apogeo brillante de las repúblicas ita- artista haya sido pervertir las leyes de la estética. Las lianas, contaba una población de 150.000 almas; ri\al opiniones que sobre tal punto existieran, deben de:— do Cénova por su poder y su comercio, conquistadora echarse por infundadas, toda vez (pie os probado, de las Huleares y de O r d e ñ a , posesora del genio que que el hundimiento del suelo fue la causa ocasional do sus hijos habían libado en Sicilia, Hizancio y Crecía. semejantes fenómenos arquitectónicos. Por lo tocante El Arno, que atraviesa la tranquila Pisa y que tiene su al Campando do Pisa , este parecer lo continua una • desembocadura á 10 kilómetros de distancia, entraba ligera inspección, pues desde el cuarto ó quinto pientonces en el mar á las puertas mismas de la ciudad, so—altura á que llegaba sin duda la obra cuando á donde llegaban las olas del Mediterráneo. De aquí acaeció el hundimiento—se hacen sensibles las correcsu poderío marítimo y su preponderancia sobro las d e - ! ciónos ¡lo las columnas, á Jiu de aproximar lo ma> más repúblicas vecinas, en Jos siglos XII y XIII. | posible la plataforma á la horizontal. Dícose que Gal i— Hay una época escesivatnente sanguinosa en los fas- i leo hizo cálculos astronómicos en esta torre. ¡Digno tos do estos pueblos; lucha fratricida, nacida del odio i observatorio de tan ilustro sabio! de dos familias, que engendró á su vez los Blancos y | Muchas ciudades italianas dan el ejemplo, consaNegros de Florencia, con cuya exaltación desgarradora i grado por el rito primitivo, de tener el Bautisterio se templó heroicamente la viril inteligencia del Ali- separado de los templos, enriquecido con lujo igual y gliieri. Sosteniendo sola la República pisana el partido superior al de las basílicas de que dependen. El de Pisa es, quizá. la perla de las reliquias que describimos. Por la revista y la pane no firmada de este número, gibelino contra Florencia y sus aliados Luca, Siena y el papa, luchó con varia suerte, basta que Genova la Los trabajos han sufrido diversas vicisitudes, durando YKNITIU I U I Z AC.UI.KHA. hirió fatalmente en el combato naval de Meloria. En cerca de dos siglos, Jo cual esplicaria la mezcla de la este punto de su historia tuvo lugar la terrible ven- ojiva y del medio punto, sino fuese común al Duomo ganza ejecutada contra el conde Ugolino dclla Ghe- y Camposanto tal anacronismo, que constituye, por rardesca. Muéstrase en el recinto do la ciudad el lugar otra parle, la originalidad de la escuela.-—La disposiLA MARISMA TOSCANA.—PISA. que ocupó la Torre del Hambre , siniestro calabozo en ción en líneas alternadas de mármol blanco y negro, De Civitaveccbia á Liorna, una de las principales donde fue condonado á morir de hambre el odioso t i - no daña aquí, como en otras partes, al conjunto; implazas comerciales de Italia, se hace el trayecto en rano, con dos hijos y tres sobrinos. ¡Execrable cruel- perando los perfiles de arabesca profusión, que no doco horas do locomoción mista, costeando el mar Tir- dad, de que están plagadas las crónicas t\o aquellos permiten desarrollarse en grandes masas el juego úv reno, sin adivinar siquiera los risueños encantos de la tiempos! ¡Honor al Dante que la condenó enérgica- los coloros; recurso verdaderamente nimio, (Miando Toscanu, que se ocultan al deseo creciente del que se mente con el sublime apostrofe del llamado Canto de el arle del mosaísta no se apodera de él.—La pila bautismal, que ocupa el centro de la sencilla decoraaproxima á la tierra de las flores, cuna ¡lustro de la Ugolino—XXXIII de su inmortal Comedia!— ción interna, es de mármol blanco con incrustacioregeneración do las letras, las ciencias y las arles del Ahí Pisa, vituperio dellc qenti nes de esquisila labor; la estatua do bronco de San bel paesc. Del bel paesc la dove il si suona ," Juan Kantista, i\r la escuela de Bandinelli.—El pulpiLa empresa de diligencias Marignolt, cuya existenI'oiclw y vicini a te punir son lenli, to , monumento primoroso de Juan do Pisa (126\) soscia amenazada por los rápidos progresos del'ferro-carMovasi la Capraia e la Gorgona tenido por esbeltas columnas que reposan sobre leoril del Norte de Huma en su prolongación á la frontera, K faccian siepc ai Arno in su la focc nes, es un milagro de paciencia, de inventiva y do parece redoblar su celo nn el servicio que demanda la •i' egli annieqhc in te ogni persona (I). habilidad , inspirado por los bajo—relieves antiguos. importante peregrinación á la gran metrópoli, compile ventajosamente—vergüenza es decirlo—con el "En medio de los preciosos monumentos de que ramal de via férrea que en seis mortales horas conDesde el desastre de Meloria, la infortunada repú- abunda Italia y que son, para los (pie la visitan, objeduce desde iVunzialolla á Liorna. blica presenta una serie de reveses y victorias, ya para to de continuo entusiasmo, algunos merecen citarse En los Estados de la Iglesia la misma soledad , igual reivindicar su independencia, ya para sacudir el yugo separadamente, por su incomparable carácter de grandespoblación que. la que se observa en la campaña r o - de dominadores eslranjeros, ó para librarse, en asedios deza ó ¡le belleza. El Campo Santo es de esle n ú m e mana; mas agreste y menos solemne que aquella, heroicos, del furor de sus émulos. Combatida por los ro. Es un edificio que sorprendo, por su hermoso conaunque interesante bajo el punto de vista histórico, poderosos de oíros Estados, por la tiranía de sus pro- junto, y por la sencillez con que la austeridad está unida pues siguiendo casi la huella Via Aurelia, se abarca pios señores y á menudo por la perfidia (pie abriga en á la elegancia. Hecordaudo á larga locha, después ¡le una parte considerable del territorio de la misteriosa su SIMIO, pierde y recupera alternativa y lieramenlc su haberlas visto, esas iglesias, que la piedad de la Edad Elruria. Las dos paradas de Corneto y Monlallo, que libertad. Vendida ¡i vil precio por el rey de Francia y [ Media hacia surgir en todas las ciudades italianas, pueden considerarse por antonomasia oasis en medio por Fernando el Católico, que la poseyeron temporal- j pueden confundirse (Mi la motilona unas con otras; de tanta desnudez, son de ninguna importancia y de mente , y después de una guerra (le catorce años y m e - pero el Campo Santo queda grabado en ella con su menor atractivo, si se eseepfúa el que prestan al pri- dio, Florencia la somete á su yugo, en 1ÍÍ09, no sin robusta unidad como una huella indeleble. Es el e e mero de dichos puntos las excavaciones de los sepul- ser antes abandonada de los nobles y de los ricos n e - menlerio mas hermoso que haya construido la Edad cros doTarqiiinia; únicos restos que ofrece á la curio- gociantes, que pretirieron la cspal.riacion á la humi- Media; es, al propio tiempo, ia (Mina y una especie sidad archi-anlicuaria el importante problema de los llación de esperar resignados unn rehabilitación que de tribuna de la pintura toscana de aquel tiempo.» no debía verilicar.se en el trascurso del tiempo. orígenes de la Hesperia mediterránea. Tal se dice del insigne monumento ¡pie resta por Al (Mitrar en el antes (¡ran Ducado de Toscana, el T La república de I'isa , en los días de su mas azarosa describir; y á saber dar interesal relato, seria intervida, cultivó con amor las artes liberales, áescepcion lúgubre feudalismo parece todavía espiar, desde los minable , consagrando á. aquel singular Museo la nidos suspendidos en multiplicadas colinas de ceni- de la pintura, que no tuvo representantes dignos de atención (pie merece. este nombro, ni (Mitre las antiguas escuelas, ni—lo ciento aspecto, el tren que serpentea (Mitre riscos y •luán de Pisa, arquitecto y escultor, ya mencionaestrechos valles de perenne infección, nialgrado los que es mas sorprendente—(Miando Rafael parecía con- do, dio principio a la obra en 1278, concluyéndose taminar á las grandes y á las humildes ciudades de la trabajos de saneamiento emprendidos para devolver á ciento óchenla v seis años mas tarde. Los písanos la agricultura el estenso terreno de las Marismas. Ks- península con la magia de su pincel, líien es cierto ¡pusieron honrar la memoria do sus grandes hombres que,'en tiempo del divino artista, no era ya la orgupáciase la vista, por instantes tan sólo, al trasponer el en un verdadero panteón, haciendo venir, al ¡'tocto, cabo Argenlaro con la pintoresca situación de Orhe- llosa sede que hacia venir de Palestina la tierra que la tierra de Jorusalcn. ¡ Oué ejemplo de la fortuna ¡litello, entre el mar y las lagunas de inllnj,, pestilente; debía guardar los restos de sus ciudadanos ilustres... las naciones! En la prosperidad, las mas humildes el promontorio del microscópico listado de l'ioiiibiiio, De la pasada grandeza, dan muestra elicienle los concepciones revisten el sello de lo sublime. Todo os sitio de la Populonia elrusca; sembradas aquí y allá monumentos que aun encierra la Pisa «lories. Ambas mezquino y miserable en la abyección... la ciclópea Elba y las islasde (¡iglio , Monl.ecrislo v pja- orillas del Arno conservan preciosos modelos de aqueUn esterior magesluoso, de sencillo muro, al cual nosa; mas lejos, IMI el límpido horizonte, la Capraia \ lla anpiil.ecl.ura original ilustrada por Juan de l'isa, están adosados arcos sobro, sus correspondientes pila Corgona, y en la línea verdaderamente indecisa de fítmclifítlo, Diolisalvi, lionamm de l'isa, Cnilkrnio de lastras con capiteles adornados de liguras, no da idea los poetas, los rudos picos de Córcega. Perspectivas fuilc las iiiagiiiliccncias del interior. El precioso nicho (I) Admirable frafimerilo, que pudiera inlor|>relarso. d é o s l e modo, gaces, (pie no compensan el hastío (pie causa la esteencima de una de las puertas con magistrales esculhaciendo aislrarc.iiincs de la estructura do b frase : •• ¡Ali l'isa! osrilidad del suelo, hasta pocos kilómetros antes de arri- raniio (le las {.'entes del bello pais cu donde se iininiincia el si; pues luras ¡le la Virgen, Santos y los Donadores es ulna bar á Liorna, emporio del mercantilismo, favorecido que tus vecinos son débiles para castigar tus iniquidades , muévanse laminen d¡' Juan Pisano. y sirviendo de ilii|iic a la embocadura del por la ejemplar tolerancia religiosa con que los prín- la Capraia y la Corjjo El espacio rectangular, de 4;>0 pies ¡lo longitud liauan retroceder sus anuas de modo que. sumerjan íi nula tu cipes loseanos supieron desarrollar la riqueza con que Amo, Kcncrariuu.»—liante distinguía las diversas lenguas por medio de la por 110 do ancho, debía contener—tal era la primila brindaba su posición ventajosa. partícula : lirmaliva. Llama lengua de ce la del Mediodía de Francia tiva idea—bajo el imponderable claustro que lo cirdel si la de Italia.—1.a Copraia y la Gonjona, pequeñas isLiorna debe toda su actual preponderancia á los Mé— ylaslengua situadas no lejos de la desembocadura del Arno. (llianclii. Comen- cunda, los restos de ios ciudadanos dignos de scined i a s q u e , hace tres siglos, la sacaron de su estado tarios.) | jante honor, cubiertos de lápidas uniformes, sin mas Anterior Inicio Siguiente EL MUSEO UNIVERSAL. laudatoria quo sus Hombros, ni mas onianionlo i|uo las pinturas múralos que aun hoy lo decoran. Andan- '¡ do el tiempo, soliorhiiis mausoleos. i|ue la vaniílad mas <|iio el merecimiento erigieron en el sagrado r e cinlo. vinieron ;i desvirluarel |ioiisamionlo de los futí- • dadores. ¡ V no sulo los sepulcros i|iie el sacerdote bendice. I poro las ruinas dol paganismo, vasos, eslal las, r o lunillas, aras, Trajínenlos do luda especie, los 111JS ajenos al deslino del Campo Sanio, vinieron -á I ¡lulo de obras de arle—á ufanarse en la iusig o ninn — •-ion. |iani impregnarse de la verdadera IV modo i entra 011 la silenciosa morada, liav idea con qui que abandonar las galerías, pisar la lu'nneda yerba dol palio, oslasiarso un niomenlo ante los nilidos encajes ijiie penden de los arcos ¡i manera de eslalaclilas, y alli, al pié de la cruz, que enla/.a olorosa pasionaria, orar por los buenos. l.a mayor parle de las esculturas dol (lampo Sanio son óptimas, liajo—relieves, esculturas do la l'jiluil Media, monumentos funerarios, el cincel antiguo y el moderno, sin que falto un Canovn. ni un ThoricaldM7i,' lodo tiene digna representación en este esplendido cementerio. I,os frescos lian padecido mucho á causa dol abandono y de las condiciones naluralos del edificio bajo un clima oscosivainonlo lluvioso.—Todos los de Ghilo—los mas interesantes—han desaparecido ó están próximos á su ruina: otros son bárbaros ó recesivamente caudillos. Por forluna, hay uno de los mejo- sor, por cuyo afecto aprendía á eslimar el valor del bienestar que le faltaba; vivía con su madre. Cuando ésta, á pesar de sus ruegos cariñosos, trabajaba mas de lo (pie Juan P.ddo creia conveniente, el escritor en germen la reñia con blandura, y por no presenciar los afanes de su madre que posaban sobre su corazón como otros tantos sacrificios, se alejaba de su humilde hogar, iba a divagar por el collado (pie domina su pueblo nativo y allí meditaba hondamente en su destino. La soledad, amable consejero de las almas fuertes; el silencio persuasivo do esa naturaleza que jamás importuna al desgraciado, y la plenitud de su corazón y de su fantasía, uniéndose en feliz intimidad, procuraron tan dulces consuelos á su alma, tan reposados pensamientos á su inteligencia, que Juan Pablo concluyó por amar aquel retiro, y, al mismo tiempo tal vez, en (pie, destocada su volcánica cabeza, paseaba Juan Jambo (1) por la amena soledad del Hermitage, él se tendía sobre oslo césped á contemplar el cielo. En esta posición, acaso atendiendo con el oido c o mo hacia deleitosamente Goethe, ¡i los rumores de la vida vegetal, lijos los ojos en la bóveda celeste, ya¡ eionilo á su lado el libro que durante el dia esliniuI laba sus pensamientos, Juan Pablo se olvidaba do las horas y mas de una voz lo sorprendió la noche en aquel éxtasis. En su Diaiio ejemplar lo alirma él mismo: cuando | el crepúsculo do la larde lo sorprendía en la colina, I y el dulce placer do la contemplación le sugería la ¡ idea de quedarse allí hasta que el cielo se poblara de | estrellas, y entre la inmensidad y él no hubiera mas r e s I rozos casi i n t a c t o : el Triunfo de la muerte y el | que formas confusas, objetos vagamente perceptibles, Juicio final, de A. Oroagna. Composiciones múltiplos. su pecho se dilataba, su corazón se henchía, su espíleiTorílieas. de un eslilo elevado y de un efecto sor- ritu se alzaba. Si el filósofo del arto encontraba en eslos mudos prendente. Kl grupo do la primera, que representa una cabalgata de nobles á cuyo frente marcha l'goc- coloquios con la naturaleza nuevas ideas, pensamien(•¡iiiio dolía Faggiuola. señor de Pisa, que se tapa la tos originales, la senda que mas tarde babia de connariz á la vista de los cadáveres de tres reyes á ducirle á su Estética, el hombre se fortalecía intediferentes grados de descomposición, es imponente; riormente con estas meditaciones solitarias, y el m o es el arte en sus albores, pero espresion , ya sublime, ralista adquiría la difícil fortaleza á que tan poco: llegan, la que hace posible y natural la práctica de que infundo terror convulsivo. los preceptos racionales mas austeros. La grandiosa forma del Juicio lina I, no deja una Juan Pablo ora joven todavía, y el amor de la naimpresión monos duradera,—\Qw' santa indignación respiran las liguras del Salvador y de la Virgen! ¡Olió turaleza quo en su espíritu se desarrollaba, tenia Insolemne tribunal de Apóstoles! A un lado, los elegi- dos los encantos, todas las dulcísimas fruiciones que dos; al otro, los reprobos. No en vano se. conceptúa esa comunión con el mundo estonio produce en las esta pintura como la que inspiró á M. Ángel la de la almas sensibles, en los corazones nuevos, en el senlicapilla Sixtina; pues es notorio que la contemplaba I miento menesteroso de ternura. Juan Pablo obedecía á las solicitaciones de su alculi admiración. En la de ésto han desaparecido las agrupaciones lineales, Irasforinando el conjunto con i ma . y sin esplicarse claramente el origen del placer su poderosa manera; poro la magostad y el senti- j que le proporcionaban sus paseos por la colina, la vimiento religioso serán siempre el patrimonio de la sitaba diariamente, y ordenó su tiempo de tal modo (pie al llegar la lanío, se le veía trepando lentamenobra capital del maestro del Campo Santo. Kl Campo Santo , es, pues, el panteón de las glo- te por el collado, con un libro bajo el brazo, libn rias pisanas. .No terminaremos, sin habíanle una muy al airo el cuello y la cabeza. Si por su organismo era una costumbre agradablí -insular quo adorna sus muros. Kii la parle Sur y á los lados dol mausoleo de Enri- aquel paseo, por su inteligencia se convirtió en n e que Vil. so hall suspendido las cadenas (pie cerraban cesidad. Allí, en presencia del Dios que toda alma seneill; l.i entrada del puerto de l'isa, devueltas por la generosa (iéiiova y por Florencia, en ocasión reciente, ve claramente detrás de su Creación, Juan l'ablo si cu quo una nueva aurora señalaba nuevos deslinos ¡i enlregilia á la meditación. Mondamente sumergido en ella, lo sorprendió un; los hijos de la patria común, lié aqui la inscripción de las noches de primavera mas luminosas y mas becoiiiiioiuoraliva de la fraternal recoiciliacion : llas. Los mundos que pueblan el éter azulado, fulguraU I T . S T I ' . C \ T K X K I'K.I. I ' O I I T O I ' I S V X ' I ban: la trasparencia de la atmósfera descubría los NK!. M t ; r c . l . \ i [ HA! r.KV IVK^i I I U ' I I K K IIDNATK A l Hillll-'.XTIM astros mas lejanos, yá la luz de los inlinitos luminaS T I . r i l í F I I I l'Kll SKCOI.I A I T K S K IX KIIIKN/K res de la noche, Juan Pablo contemplaba en mudí T K I I I K H II*IKK K H A T F I t N K adoración la belleza de la tierra, la gracia de laí I:IIN M I I . K N X K v i n o n i g i K i . C I D I I N : : NK1. M l i r . C ' l X I . V M I I K S T I T I I T I : plañías, los inagotables encantos de lodo lo creado. K i'KH H F . C K K T M IIKI. M IM I : ! ! : » PISVMI El aire era libio; el césped que renacía, briudah; I N t K i F K M . I . K MI H A III 0 1 ' K S T A K I ' I . K X I H I I A S K H K III T \ N 1 I . C l . l i l i l í : M t M l l l i a i U i l H'INVITA CIIXCOBDIA F1IA U ' . CITTA ITII.IAXK un lecho muelle y embalsamado por exhalaciones a r o I'KCSII K SKNI'ACULO I l ' l N KliA U O V K M A . máticas; el dulce rumor do los insectos ; las hoj;e convidaba al sueño... Imposible p a r e c e llevar m a s lejos la intuición p a Juan Pablo se dejó persuadir, se abandonó á aque triótica de un g r a n p u e b l o . deleite y dormitó. J. F . (Muios. Dormitaba, no dormía: los sentidos, (pie son los primeros en dormirse, no dormían, y el Ospíri siempre vigilante, aun en el sueño, lejos de postrarse, adquirió una actividad estraordinaria. ÑÍ despierto, ni dormido, Juan Pablo pasó un larL.V HUELLA DE JUAN PABLO. go rato en aquel estado, al parecer feliz. De repente hizo un movimiento viólenlo, abrió lo> Media parle del siglo XVIII vivió en un pueblecillo de Al nía uno de los corazones mas tiernos de ojos, miró á su rededor, se incorporó en su lecho (Ir ¡iiniel siglo; i de los espíritus mas altos de la his- yerbas y de hojas, y de. un impulso se irguió cuan toria ; uno ile los pensadores mas originales do la alto ora. Estaba pálido; su mirada denunciaba agitación; tierra; uno do los escritores mas dignos do la inmortalidad; i de los hombros mas completos que ha pero en la blanda sonrisa de sus labios y en la tersura de su frente, iluminada por la luz del pensamiento, Iriiido el mundo. l,i posteridad lo llama cariñosamenle Juan l'ablo; había, la serenidad que acompaña á las grandes persus contemporáneos lo enuncian con los nombres cepciones. Dobló la cabeza sobre el pecho, so recogió en s bautismales de Juan Pablo Federico: él iluminó con el santo resplandor de su gloria inmaculada el oscuro mismo un breve ralo, y cuando levantó los ojos y miró al espacio, se bahía Irasligurado: su frente si apellido Hichler ([no lo logó su padre. No voy ¡i escribir su biografía, que no soy de los habia plegado onlre las cejas; sus ojos brillaban con que irn«;peluosaliiente intentan, aconsejados por su tranquilo brillo y la sonrisa de sus labios se hahia enpetulante pequenez, describir en compendio una vida tristecido. El pliegue de la frente revolaba una gran sacudida difícil v gloriosa: la biografía de Hichler llenaría volúmenes : voy solamente á seguir en una de sus evo- interior, una evolución del alma ; la conquista de un; idea. El brillo de sus ojos, aseguraba un adelanto; o luciones aquél espíritu magosliioso. Hichler era pobre, y la vida difícil de la pobreza, (1) üousspau. lo ora mucho mas para él, porque tenia á su lad 1 Anterior Inicio 11 espíritu acababa de progresar, y se presentaba en los ojos, brillando de alegría. La dulce tristeza de su sonrisa anunciaba la trascendencia del cambio interior que se habia consumado. Juan Pablo miró alternativamente, el cielo y la tier\i, y como si aquella inspección hubiera confirmado a verdad de, que pedia cuenta, se dispuso á partir. Al hacerlo, recordó que le fallaba el libro y fue á niscarlo al misino lugar en donde habia dormitado. Al acercarse, exhalo un grito de sorpresa, y retroediii lentamente de aquel sitio, mirándolo ávidanieue. esprosando en su rostro el temor doloroso de una luciuaeion. ¿Por (pió retrocedió Juan Pablo? ;Por qué so creia wjo el dominio de una alucinación.' ,',Por qué miraba fascinado el lugar en donde, ni dormido ni despierto, tendido sobre las hojas y la yerba, b.ibia conquistado a ¡dea traslbrniadora'.' Porque las hojas y la yerba . en vez de reerguirse, cuando su cuerpo dejó do doblegarse, conservaban on pasmosa exactitud la huella de su cuerpo. Juan Pablo miraba con angustioso asombro aquella huella quo con tanta verdad retrataba su contorno, v cuanto mas miraba, mas vivo ora su asombro. «Si, decía, mirando siempre; soy yo mismo en contorno: no he soñado; ora verdad lo quo pensaba mi alma: cuando el cuerpo muere, solo su huella deja en la tierra..." Juan Pablo la miraba mas ávidamente á cada instante: pero entonces, on vez de retroceder, se aproximaba. V como si al tiempo en que el poder de fascinación obraba en sentido contrario lo incitara su espíritu y reaccionara, Juan Pablo se dominó á sí misino, contempló tranquilamente la huella que en la tierra habia dejado su cuerpo, y recogiendo otra vez su pensamiento, meditó en la idea invisible que habia conquistado mientras dormitaba, y vio claramente que la huella de su cuerpo, era también la huella, ora la forma visible de su idea. Y suspirando, sonrió. «Es verdad, murmuró, mi idea tenia dos prismas; uno luminoso y otro oscuro: esto quiero decir que la idea de la muerte quo me ha dominado durante e s las horas que bendigo, tiene también dos espresioues; una de alegría, la quo asegura nuestra inmortalidad espiritual, la que llevo en mi alma, la quo va conmigo; otra de tristeza, la que anuncia nuestro tránsito, la (pie profetiza nuestra emigración de la tierra, y es visible, y la veo, y eslá allí, entro esas hojas y esas yerbas que me han servido de lecho.— Eslá bien : ya tengo una ¡dea completa do la muerte.n Juan Pablo volvió á mirar al cielo, cada vez. mas luminoso, y después s¡' prosternó respeluosameiile delante de la huella de su cuerpo, diciendo con dulzura: «Si de la vida no queda mas que oslo, del alma queda lodo." Y se alejó. Cuando llegó á su humilde hogar, escribió con el pulso tranquilo y el alma serena como la arnionia de la noche: «lloy he tenido una revelación: sola deseo á lodos los mortales." EUCENIO MARÍA MOSTOS. VISTA DE LA CALLE DE LA PRINCESA I-:N F.I. mintió I.I.-MIADO m-: AHI.OKI.I.KS , I:N MADHID. El proyectado ensanche de Madrid, tal cual so ha concebido os, según opinión de muchos, irrealizable, porque no respondo, á las actuales necesidades de la población; las cuales pueden verse completamente satisfechas por largo tiempo con la agregación de barriadas próximas á ella, como la de Arguelles, de que [lasamos á ocuparnos. La calle de esta capital cuya visla damos en el p r é senle número, ora la estrecha, y despoblada vía que hasta hace tres anos conducía desde el palacio del (Ilíquido Liria hasta el portillo de San liernardino, y en la cual solo existía la antigua casa, conocida por el nombro del Duende y un costado del Seminario de. Nobles, cuyo sólido é importante edilicio eslá hace años destinado á Hospital militar. Aquel angosto callejón se lia convertido en tan corto período en una ancha Calle con espaciosas aceras, dobles paseos de árboles y bellos edilicios; y aunque sus actuales estreñios los constituyen dos importantísimos edilicios , cuales son el palacio dol duque de Alba por el Mediodía y por el Morlo el notable templo y accesorios del linón Suceso , formará bien pronto'una de las primeras entradas do la corlo y avenidas á su centro, pues que por el lado del ensancho eslá enlazada con una vía de primer orden y con respecto al del interior parece que so halla muy adelantado el ospedionlodo su rompimiento por la po'sosi leí Príncipe Pin hasta la plazuela de San .Marcial : una voz realizado oslo proyecto, q u e dará directamente relacionada tan interesante calle con el ramal de la de. Preciados, que termina en la proximidad de la misma plazuela de San Marcial, a cuya nueva alineación se ha sujetado ya algún edíhcio en la Siguiente EL MUSEO UNIVERSAL, 12 MMIIUll MIIDKHMI. — ll.MUtlII l>l WMIMKI.I.KS , OW.I.i; ]>K I.A l'IUNCKS V. I;I delerminada |)iir his callos do l;i Jusla \ ,|, l i l i l í , nos priiponelilos ihil' ^'i'idiailiis lilas adelante. l'eralla. V,\ trozo do Inn |)i'iii('j|i¡il avciiiilii, represen- Desde i|ue liace muy pocos años, se dio principio ;'i tado l'll 1,1 V'isl.'l <¡Ul' (hiriloS. limita |ll)P el (lllcnlr r| las conslruccioiies, muchas de ellas hajo la inleagradable liarrin ili 1 Arguelles , en el <|ii«> se esláu lifíenle dirección del aripuleclo señor llej,'oyos, el conslruyelidn herniosos edilicios, l;i mayor parlo con vecindario de esla parle de Madrid, conocida con el jardines y bajo l;i liase de i|iie sirvan para una sida nonihiT de /¡arrio (la Arguelles, ha leiiidn un :iuiiii'iilo familia, cuya ríase de odilieios, lan comunes en las inilahilisilno; la causa desde luepi se comprendo. Sigrandes |iiililariniies de Kuropa, era una necesidad en Imulo en una allura donde el aire circula lilirciiienlc nuestra capital, lialiiéiidnse ciinslriiidii lanibien alfju- y no se vicia con la facilidad i|ue en el cellllo de la calins oíros deslinadiis :i eslnldeciiiiieiilos indiislriales pilal, y desde la ipie se doniinan los punios mas pincon las conyeiii'enlcs condicKilies, di1 algunos de Ins lorescos que la rodean, v olreciendo , adennis, á sus cuales, como del lipográlicu de los señores (¡aspar y moradores niiiyor desahogo y econoinía las hahilacio- Anterior Inicio lies, trasladáronse muy pronto á él niulliluil de familias, y con éstas no pocas industrias, convirtiéndose en un centro de actividad que, con el tiempo, ha de ser uno de los mas iiuporlanles de la corle, línlre oíros establecimientos, podemos citar el de Ki. MI;SII>, á espaldas de la •alie de la Princesa, sobre la cual - c distingue el pena 'linde luí que corona la rliimem a del va por que d; ^novimionlo á las máquinas donde se imprimen las de l casa. La sola I laslacion de las dilemas de dicha casa al ele-anle edilicio, consIruido adlioc, ha proporcionado al barrio un aumento ile muchas familias, que de aquella dependen. Final- Siguiente 13 EL MUSEO UN1VEHSAL. Míenle1, en ln< Inicuos días ilc invierno y en los de p r i m a v e r a , el aleare b a r rio de Pozas se ve i n v a d i do \ior lilidlilud de p a seantes i | u e . para niaycir comodidad . jmeden . si q u i e r e n , ir a él en lo-, óiimilms i|ni' ;i eada lima parlen de la Puerla del Sil. tancias no lialiian mejorado bajo la intliiencia del liempo, y las parcialidades políticas del vecino reino estallan divididas por un odio implacable. .Movido por las escilaciones de su madre, conspiró contra su propio padre . que quería sostener el nuevo Código fundamental, promovió una sublevación militar é hizo prisionero al misino rey. Juan VI logró, sin embargo, escaparse en un buque de guerra inglés que estaba en el Tajo; pero como murió poco después, don Miguel apoyado por su madre \ por e| gobierno español, pudo formar un partido poderoso que tal vez hubiera alcanzado la victoria, á no enviar C.anning un ejército inglés para sostener á los liberales. Don .Miguel tuvo entonces que salir ile Portugal y fue á Mena, donde Melternicb trató de imbuir ciertas máximas, lanío ¡í ¡él como al que posteriormente lia sido el duque Carlos de Brunswick. La cuestión del trono brasileño-portugués se decidió por un convenio; don Pedro, hijo mayor de Juan VI, i'up reconocido por emperador del lirasil. y su bija doña María, como reina de Portugal; pero don Miguel debía ser relíenle en Portugal hasta la niaviir edad dda reina v DON MIGUEL, molí: ni: im\r;\NZA. V.u I i de uoviendii'e del ,iíio ú l l i n n i , falleció en S p e - s a i ' l . un liinii'.."!' i|ne d u r a n l e m u c h o s años n c u pi'i la a l e i i n o n de lv.iropa. K-!e h o m b r e era iloii M i i.'iiel de l i r a g a n / a . c u v o h ' l r a l o publiei hoy |j MiSKO. Nació en lii de oeluliri 1 de 1S0-2. v en 1X07 se vio oliiL'adn (i ir al Hrasil con <u familia, huyendo de los franceses que enlraron en Portugal. Auni|iie era el lujo querido de su madre la princesa Carlota, no reeihióalisidulamenleeducaciou alguna. P.odeado de una servidumbre ignoranle. aprendió ¡i leer y eserihir en sus tiernos años, por su propia inclinación. Apenas volvió á Portugal en 1X2 I. cuando ya se vio envuelto en intrigas y ludias políticas. I,as circunsMll.lKI.,JUQU: I'K BIIAG.VNZ.V. DIMR LO QUE EN LAS CALLES DE MADRID YES, Y TE DIRÉ LA HORA OTE ES. Quien ;i his nueve por las calles ande Elquenn v¡6 ú kisonce la parailn Anterior paivmii un u^icr ile ca>. puilu oslar en Madrid, mas no vio nailn. Las diez han dado ya ¡<¡ue triste es e-tc Quion diga qiip ol mbajo no os un goce Inicio de tener que vivir del presupuesto! busque i los albafliles i las doce. Siguiente EL MUSEO UNIVERSAL. 14 •Por qué no se fue con él el alma que se bahía apo- te coquetería y de gracia irresistible, aproximó sos I " después casarse con olla. En su consecuencia, se con- ! sideró muy perjudicado por esto convenio, pues si bien sentado en mi luna'.' ¿Porqué el hada ó el sillo, en vez *bios ¡i mi cristal y besó su hechicera imagen. Al sentir aquel beso, no sé como no sallé on poib. • eoinpronilia que la corona del Hrasil correspondía al de ir á albergarse on la llor que es su morada, permahermano mayor, creia tener por su parlo un derecho neció en mí, animándome con su vida? l.o ignoro lain- zos; tan grande fue mi emoción. Y la niña avergonzada , echo a correr y se escomí. > propio á la de Portugal. Kn lebreio de 1S2S desemen su alcoba con el objeto de vestirse para el a. barcó en Lisboa. Su novia, doña María do la (¡lo-, muerzo. il. lia. que se hallaba en el camino de Rio Janeiro. Cuando volvió á aparecer on el gabinete, llevaba s,i se volvió atrás al sabor la noticia de que aquel Fue aquella una noche de ansiedad. sencillo pero elegante vestido azul. Pasó por delanlo se había proclamado rey. El sistema de don MiAquella habitación se hallaba desocupada . desierta: de mi sin alzar los ojos, de prisa, como con miedo. guel oslaba completamente basado en los princi(IIOS absolutistas , y los sucesos ocurridos desde nadie on el solitario gabinele, nadie tampoco on la pe- En su rostro bahía algo de temor, do susto. —En vez del frió cristal, he sentido bajo mis labios IS;|¿ hasta t S:i I denioslraion que ora simpático queña alcoba, cuyo blanco lecho parecía un precioso en aquel entonces á cierta parle de la población, nido. ¿Ouién iba á ocupar aquella habitación? ¿Me ve- unos labios ardientes. Henos de vida. Y me parece asi como don Pedio, que representaba unas opinio- ría, acaso, condenado á reflejar días y días un rostro sentir aun en mi boca el beso apasionado de aquella boca encendida. nes contrarias y que apoyado por los ingleses y los ridículo ii antipático? Por lin. llegó la mañana. Con la luz del día, se aniEsto decían sus ojos. Sin duda el sillo queexislia en franceses combatía contra don Miguel por la coiona. lo era á los grandes centios. como Oporlo y Lisboa. maron los preciosos paisajes y las lindas acuarelas, pa- mí. que ora yo misino, había conlestado con su a r Los generales de don Miguel debieron cometer gran- recieron resucitar las lloros de vivos matices de la al- diente beso al beso Trini. des yerros para llegar á poner á éste en el caso de fombra y el piano dejó escapar como uu triste susque en el tratado de Evora Molde ('2G de mayo piro. Se abrió una puerta y entró una mujer ya de basde jS.'li) se obligara á abandonar el país, renuncianAsi pasaron días y dias. do al mismo tiempo la corona. Después d é o s l o , se tante edad, pequeña, rechoncha, rebosando salud de La hermosa niña, cada día mas hechicera , parecía emhaicó sin llevar absolutamente ningún dinero, en su cara encarnada y molletuda. Creí que iba á ser un buque inglés, so dirigió á (¡énova, y habiendo r e - aquella nui|or la que ocupase la habitación, pero mal babor dado al olvido el eslraño lance del bes Ya no tenia aprensión de mirarse en mí, de sonvocado allí su íenuncia á la corona, se vio privado se hermanaba su vestido de percal con el lujo que osreírse á sí misma, de sonroirme cuando se encontraba de la pensión portuguesa que se le había concedido tentaba el gabinele. Requirió la buena mujer un enorme phinieto. y en bella. Anle mí arreglaba sus cabellos, anle mi se vescuino indemnización. Kl papa tiiegoiio XVI le invitó á ir á Roma y le pasaba una pensión, que suprimió seguida so puso á limpiar el polvo, cantando á vo/. en lia. Pero sentía cierto temor de acercarse demasiado a mi cristal. Algunas veces al mirarse, cantaba con después Pió IX. A don Miiruel le gustaba mucho dar cuello aquel conocido motivo su dulcí1 vocecita: ¡Ay mamá, qué noche aquella..! pruebas de su fuerza lisie i, mostrando, por ejemplo. En esto, entró en la habitación un caballero delgado, i|ue con solos dos dedos doblaba una gruesa moneda D.'me. espejo, tú. de cobre. Kn 24 de setiembre de I S J I . se casó con la alto, serio, triste, vestido de negro. dinie la verdad... —¿Está lodo dispuesto? preguntó á la criada. princesa Adelaida Sofía de Loveiistein-YYerlheim. \ Otras voces me decia:—¿Eslaié hoy bonita? depile entonces vivió en Alemania. A su muerto lia —Todo está listo, señor, contestó ésta: la cama lieY yo me sentía inerte, sm vida, sin alma, cuand i dejado seis hijas y un hijo, el príncipe Miguel Fernan- cha, arreglados los muebles y sólo falla que acabe de su imagen no se retrataba en mí; y por el contrario, do, que unció el I!) de setiembre de I8n3. En lodo el limpiar el polvo. speriinentaba un inefable placer, uu júbilo oslremado tiempo de su residencia en Alemania, oyósele hablar —Pues despacha cuanto antes. cuando se contemplaba en mí la preciosa Trini. con resignación do su pasado y con cariño de su herY el caballero salió del gabinete. mano, y muchas veces se complacía en referir avenLa criada acabó de limpiarlo lo.lo y marchó t a m A voces, cuando se esmeraba mucho en su tocado, turas ([ne habían corrido ¡unios cuando muchachos. bién. sentía yo celos, pensando que quería estar líennos i Era i\>^ mediana estatura y algo delgado; sus ojos gar- —¿Qué preparativos serán ésto-'.' ¿A quién espera- para agradar á alguno; deseaba yo que olla ¡',olo quizos tenían una mirada penetrante; on la eomersacion rán? pensé. siera parecer bonita a su espejo. permanecía siempre grave. Vivía alternativamente en Un día había en ella algo de eslraonlinario; sus ojos Al poco ralo volvió á abrirse la puerta y entró otra ileubach ó Rrambach. y en ambos puntos sus diver- vez el caballero, diciendo: centelleaban, su seno se agitaba, su rostro o::labi siones oran la caza, el tirar al blanco y otros ejerciencendido. ¡Oué linda oslaba! Se miró en mí con e s —Entra, Trini; esto es tu criarlo. cios corporales. traña espresion; parecía que deseaba hacer alguna cosa y no se atrevía á hacerla. Ejecutó dos ó tros movi111. mientos inesplieables, poro so contuvo aun; luchaba Tras del caballero apareció una joven, casi una niña, contra una tentación irresistible, como segura de ser vencida por osla, pero cual si encontrase cierlo plaadmirablemente bella, poética, angelical. Era una cara pálida. Inste, ligeramente ojerosa, c o - cer on la misma lucha. EL KSPRJO ROTO. ronada por una cabellera negra con reflejos azulados: No pudo resistir por mas tiempo: en mi arranque los ojos, que miraban al suelo, eran aterciopelados, violento, lleno de fascinación, acercó sus labios t e m I. pensativos, incomparables. blorosos á mi cristal y me dio otro beso. Poro esla Hasta entonces había sido tan solo un espejo como 101 talle delicado en oslremo, el seno apenas mode- dulce caricia no era ya á su imagen, sus labios buscalodos los demás, un cristal azogado, que rcllojaha en lado aun, se dibujaban bajo el tosco y negro vestido de ban los labios misteriosos que la habian atemorizado la mi limpia luna cuanto anle mí se ponía. No hubiera eihicanda de las Salesas Reales; pendía de su cuello la vez primera. podido decir cómo había sido fabricado, ni dónde ha- cruz de plata, y llevaba en la mano la blanca loca que Yo, con aquel nuevo beso, quedé enamorado perliia oslado antes'do ser conducido allí; ni tenia n o - había cubierto sus cai ellos. didamente de la preciosa Trini. ción de mi propia existencia, ni del sitio cu ip:e me Pasó la preciosa niña por delante de mí, y sus ojos hallaba. ! no se alzaron para mirarse en mi luna. Yo había e s V. Era de noche: por entre lo-; cortinajes de blanca perado tener el placer de que viera on mí cuan liermuselina y seda color de rosa, que abrigaban el bal- j mosa ora , val ver defraudada mi esperanza, sentí un Algún tiempo después noté que la niña soba pslai' cón, se Mitraba un rayo de luna, que hacia rosal- gran disgusto, un desengaño cruel. mas pálida y mas pensativa que antes. lar los vivos colores del trozo de alfombra, en que —Esle es tu cuarto, repitió el caballero: aquí tienes A veces, se ponía al piano, locaba el último pcní-.'i— se proyectaba. Sólo la zona luminosa de aquel rayo el piano, aquí el armario para lus vestidos, aquí tu miento de YY'ebor ó el andante del famoso quíntelo de oslaba iluminada on el pequeño gabinele. on que me locador, osle es tu costurero , estos lus libros, osla tu Mozarl, y luego quedaba sumida en sus pensamientos. enconlraba yo: lodo el resto de la habitación se ha- cartera de dibujo. Vaya, no piensos mas en el convenOtras voces, pasaba de repente do la mas profunda llaba sumido en la mas densa oscuridad: asi es, que no ! lo y las buenas madres: quítalo ose traje tan triste y tristeza á la mas loca alegría , y on el mismo inilitl'o se veían los lienzos ni las acuarelas que adornaban las ' leo, y vístele, que pronto será la hora do almorzar. suspiraba inelaneólieaiueiilo y se ponía á reír v liad.ir paredes, ni la preciosa lámpara de cristal cuajado que Dicho esto, el caballero salió. por la habitación. pendía del lecho, sostenida por tres cadencias doradas, La pobre niña quedó sola, y sin duda el recuerdo Uu día cogió su cartera de dibujo y so puso á t r a ni el piano sobre el que se apiñaban las partituras de i de las buenas madres ó del convenio fue el que h u - zar líneas: levantó el papel para ver de algo mas le¡o;4 Rossíní y Donizelfi y las sonatas de Ilaydn y Ree- medeció sus hermosos ojos negros. Pero bien pronto el electo de loque dibujaba y pudo percibir mili bol:;i Ihowen, ni el vis tí vis <\UP. convidaba á una de osas ín- una alegre sonrisa se dibujó en sus labios sonrosados: cabeza altiva y varonil. timas y dulces conversaciones de la amistad , ni el s o - abrió el piano, y sin sentarse, empezó á preludiar el —No es oslo, decía Trini descontenta. Su fronte c-¡; berbio armario de palo santo en (|iie me hallaba yo c o - Ave-María de Connod, en seguida cogió tres ó cuatro mas despejada y pensadora , sus ojos mas dulce,1; y locado. libros y leyó sus títulos, vio lo que había en el Costu- mas tristes. Poco á poco el rayo de luna iba aproximándose mas rero, examinó su blanco lecho de virgen y se aproxiY eorrojia su dibujo. y mas á m í : la zona luminosa que dibujaba en la al- mó al armario para ver sus vestidos. Pero al ir a abrir De pronto so levantó, fue al piano y empezó á I ara— el armario, se encontró conmigo, con el espejo que fombra se acercaba por momentos al píe del armario; loar acompañándose, la romanzado Un bailo in vías— el rayo do luz subia por minutos, llegó á iluminar la reflejaba su preciosa imagen. diera oscura madera del anuario, y por lin vino ¡i proyecRajó los ojos al punto, alomorizada. ¡ O penlule dolcezo !... tarse on mi clara luna. ¡OJIÓ preciosa oslaba O I aquel momento, queriendo En aquel momento tuve una sensación inosplicable, mirarse y procurando no caer en la tentación de lo —¡Con qué sentimiento lo cantaba anoche! No lo profunda, nunca esperimenlada. Era mi primera sen- que creia un pecado grave! decía (;/ asi; decía la niña, insistiendo en una frase de., sación , nacía á la vida, dejaba de ser un espejo como Su rostro pálido se bahía animado y so teñía con las la romanza. lodos los demás. Sentía en mí un sor eslrañn, activo, linlas de la rosa, su nacíenle seno se agitaba, sus ojos Decididamente, Trini oslaba enamorada. Entonces inteligente, que antes no existía en mí mismo. ¿Acaso brillaban como negros diamantes al través de las luen- fue cuando, al tener osla cruel evidencia, comprendí en aquel rayo do luz había bajado un silfo ó una bada gas pestañas que los velaban. lodo el martirio do los celos. á dar vida al inerte espejo, á encerrarse en su limpio —En el convento oslaba prohibido, las madres d e Unos dias, lloraba, otros oslaba loca de contento, cristal \ á hacerle sentir y pensar con su alma triste y cían que oía pecado; iiiiiriuuraha como hablándose á suspiraba siempre y el amor la hacia estar mas bolla meditabunda? No lo sé. sí misma. lo misino en la tristeza que en la alegría. l.o cierlo es, que esperimeiilaba una sensación dulY al mismo tiempo pensaba : lilla ignoraba i;l tormento que su pobre espejo p a ce, pero melancólica al mismo tiempo, como los versos — ¿Oué hay de malo en mirarse? Ya lio estoy en el deeia , la liebre que me devoraba, la lenta agonía que de Alfonso de Lamartine, como lus andantes de Men- | convento. ¿Seré boliila? me hacia morir. ilelhson, el compositor que mas bien ha sabido espre- ! La lucha fue larga: al lin, los ojos se fueron alzando En osle incesante martirio pasamos meses y meses. sar la melancolía. poco ¡í poco, y al calióse miró lenierosa y ruborizaUn día, cuando Trini se hallaba sentada al piano, 101 rayo de luna, después de haber subido hasta mi, da en mí. Sin iluda debí decirla en mi mudo lenguaje se abrió la puerta, y apareció un joven, el mismo empozó á bajar, acarició de nuevo el pie del armario, que era preciosísima, pues so puso como una ama- cuyo relralo habia olla trazado con'cuatro líneas de fue besando una por una las rnsáeeas de la allonibra \ pola. lápiz. ul lin desapareció. Después, con un movimiento rápido, lleno de inocen—Como lo dije anoche, Trini mia, vengo á hablar Anterior Inicio Siguiente 15 EL MUSEO UNIVERSAL. á tu padre. Supongo que cuando te pregunto si quieres sor mi mujer, no dirás que 1111; dijo el joven sonriendo. l,,'i mirada de Trini, lija en el joven, contenía un inundo de pasión. El enamorado galán la co^ii'i de la mano, la atrajo hacia s i , estrechó contra su pedio á la preciosa nina y posó en su Manca frente, nn casto lieso. En seguida, desapareció, sin duda para cumplir el objeto de su visita. Al sentir aquel beso, en que las almas de Trini y el joven so liahian idenlilicailo , un dolor horrible, inmenso, se apoderó de mi : sentí que el sillo, ó el espíritu qni; en mí se hallaba encerrado, se ostinguia de peua, y en aquel misino momento mi brillante cristal S') Inzo mil pedazos. Después, no sé lo que pasó. HNIUO.1 I: KKHN.VMIK./. IHIUI.U.IIK. TIPOS PORTUGUESES. (km motivo de haberse inaugurado la via férrea (pie nos pone en mas íntimas y amistosas relacioness con Portugal, damos boy uno de los grabados de la c o lección que tenemos dispuesta, representando algunos tipos de los mas característicos del vecino reino, esperando que agradarán á nuestros s MI ALMA Y YO. Yo estoy vendido al demonio. I'ero mi alma quiere á Dios: Que. aunque parecemos uno, Ella y yo formamos dos. Yo desespero en la vida, (".liando ella espora en la muerte: Yo soy hoy, ella es mañana ¡Mañana que nunca viene! Yo soy quien ohr¿ Y ella quien siente; Vive en el airo, Yo entre la gente : Mi Dios el mundo, Su mundo Dios; Tengo apetitos. Tiene ella amor; l'or esto (ligo Olio mi alma y yo ¡So somos uno, Olio somos dos. El mirarme , la entristece , El mirarla, me alboroza; Me dice: «¡Pobre demente!" Yo la digo: «¡Pobre tonta!» Y ella se pone á llorar, Y yo me pongo á reir, Y es que. yo quiero gozar, Y ella quisiera sentir. II. Cuando se anima y sonrio Porque yo Millo y desmayo , Diz (pío quiere darme á Dios Y entonces diérala al di.iblo. Cada dia y cada mesUna esperanza me quitan , Y á cada esperanza murria Ella va cobrando vida. Poro oslo os nuevo Y era al revés Allá en los tiempos De mi niñez: Yo estaba alegro Cuando oreeia, Mi vida á olla I,a entristecía. Por eso digo Que mi alma y yo Sin somos uno, Que somos dos. Asi es, que yo á ratos pienso Contemplando sus rarezas: ¡Ay! ¡Quién fuera un desalmado j'or tenor el alma quieta! Anterior Poro nuestra mala estrella No quiso (|uo fuera así; Y soy yo infeliz por ella ^ ella es infeliz, por mi. D i o m e el d i a b l o d o s m u l i i i i s , El tacto y el paladar; A mi alma el cielo dos alas, El dolor y la ansiedad. Me gusta en la siesta el ¡uyo De la manzana encendida; A ella la luz de la larde Y el murmullo de la brisa. ^ o busco llores Y mi alma estrellas; Quiero mujeres. Mi alma doncellas; Y o me embriago Y ella delira; Siente tristeza, Yo siento ira ; Mi Dios el mundo , Su inundo Dios; No somos uno, Que somos dos. Amo los ojos cargados . Si el placer es quien los c a r g i . Y mi alma mas que en los ojos, 50 recrea en las miradas. En el gooo y el pesar Siempre cambiamos los tiros: Yo, suspiro por besar; Ella, besa los suspiros. IV. Cuando me callo al dormir, Ella en vola, alza la voz, Y es tan triste lo que habla Que me despierta el dolor. Pero como al despertar, No hago caso de sus gritos, Me ha dicho, que estoy mas muerto Despierto, que no dormido. Solo el orgullo, Solo el placer, Mi frente pueden Enrojecer; Y á mi alma basta Para su ardor, El entusiasmo Y aun el pudor: Que do mi pecho Con los latidos Viven dos seros Mal avenidos. Toca el hierro al pedernal Y brota luz por la herida ; Toca el dolor en mi pecho Y la luz del alma brilla. Pero es dulce la tiniebla Que no turba el corazón : ¿Para qué quiero una luz, 51 lia do alumbrar un dolor? JOSÉ ANTONIO PAZ. La ópera del maestro lierlioz La condenado<i de Fausto, ha obtenido un éxito estraordinario en Yiena. La ópera so cantó con extraordinaria perfección. En muchos puntos de Alemania y del imperio austríaco, los naturales consumen cada (lia una pequeña cantidad de arsénico aillos do sus comidas. Principian por una cantidad muy pequeña, y van llegando g r a dualmente á dosis bastante elevadas Las mujeres atribuyen á esto régimen la frescura y morbidez de carnes (lili! las distinguen. Los cazadores pretenden que su respiración se hace asi mas fácil y la fatiga mas s o portable. listos hechos son curiosos, pero no lauto aun como el que hallamos citado en un poiiódíeo de Hoslon. Cuenta ésto que un individuo atacado de tisis pulmonar, enfermedad hereditaria en su familia, se puso en 1854 á hacer un diario do arsénico en dosis elevadas. Después de algunos años de este régimen, que sigue aun, se bailó totalmente curado, y con una salud floreciente. Hace poco tomó (leíante del d o c tor Lu Rué do Quebec 20 centigramos de arsénico Inicio Hace ya largo tiempo que se propuso el arsénico, ó sólido, y puso ilos centigramos en un tabaco que se fumó en seguida. mejor dicho el ácido arsénico, (mes el cuerpo á que los químicos chin el nombro de arsénico, no se ha e m pleado nunca como medicamento ó como veneno contra la tisis; pero ningún médico se atrevió nunca á propinarlo en dosis'tan fuertes, ni obtuvo resultados tan satisfactorios. AL ANIVERSARIO DE LA PRIMERA COMlMON DE MIS HIJOS. MARÍA Y fiAHCISO. No engañosa ilusión fue mi vonluia, cuando de Dios al ara me acerqué con vosotros, hijos míos, vertiendo dulces lágrimas. ¡Qué herniosa oslabas, mi gentil María . de llores coronada, y ocultando lu pálido semblante entre la tenue gasa! El blanco traje, de puvo/.a emblema y de inocencia , santa . de un celestial encanto re\ostia tus infantiles gracias. ¡ Pobre bija mía ! tu lilial ternura la dulce voz ahogaba; mas que orabas por mí, me lo decía tu angélica mirada. Y en tí, Narciso mió ¡cuan gozoso la piedad contemplaba! que es la virtud del hijo para un pad.ie la mas firme esperanza. Hijos del corazón, nulos combates on el mundo os aguardan; mas sólo el que al temor la cerviz dobla sucumbo en la batalla.. Inspiradme, Señor, para que sea eterna luz del alma el puro sentimiento que mi pocho en júbilo inundaba. Al acercarme con mis tiernos hijos á la mesa sagrada, al recibir, Señor, el pan de vida, fuente do amor y gracia, . (ladre feliz en tan supremo instante, vi de un nuevo mañana el sol brillar, y al esplendor primero la tempestad cesaba. , Del rayo asolador á los estragos vi seguir la bonanza, y el insondable abismo do la pena mi espíritu salvaba. Vejez temida, edad do desengaños, tu rigor no mo espanta ; esto llanto que vos es do ternura , do amor y confianza. ¡Mis hijos olvidarme!—No, imposible! /Acaso la alianza que so jura auto Dios, el tiempo borra como cifra en el agua?... No es desvarío ni ilusión mentida que al corazón engaña, el eco dulce de la voz de un hijo que dice que nos ama. No telonio, vejez,—ven, en buen hora, á ennoblecer mis canas, el premio á ser do un padre cariñoso y de una vida honrada. El. MAIlQüÉS DK HlillKIllA. LA MURGA. (CONCLUSIÓN.) Mientras loca la murga, algunos transeúntes, (pío hacen sin duda las piruetas como hacia los versos el desterrado del Ponto, de quien si'dice que los hacia sin querer, aprovechan la ocasión para bailar, al compás del rondó del tercer acto de Lucía, del brindis de Lucrecia ó de \u\ coro cualquiera de Haberío, la gallegada ó el fandango. Sun muy contadas, sin embargo, las invasiones que los instrumentistas de la m u r ga se permiten en el campo musical germánico é italiano. Su repertorio es generalmente el misino del teatro déla Zarzuela, de cuyos hábiles compositores me parecen mas dignos intérpretes que do Meyerbocr Siguiente EL MUSEO UN1VEKSAL. 16 énlre el Viático en el porlal que liene obstruido y casi cerrado heriuélicaiuenle. Y oslamos 011 pleno oquinoccioostudianlil. que también los estudiantes tienen como los marinos sus tiempos turbios y revuellos y sus cordonazos do San francisco, lisiamos en la temporada de los exámenes, temporada calamitosa, en que ios e s tudiantes que han andado ;i picos |iardos. ó han invorlido en loor iiu\ olas el hompo que redamaban para sí los libros do lexto . ven coreano d <|la de la expiación, y los que so han descrismado para obtener una buena nota liemblan ante la idea de que una lec-cion que no han piulido aun repasar invalide un año escolar entero de Irabajo. <\t' privaciones y de improbasvdadas. lisiamos en el período funesto cuque no hay estudiante quenoselialle absorbido por el estudio y preocupado en su breve y agilado sueño por la terrorílica imagen de una calabaza. No hay uno que no oiga una voz amenazadora que TIPO I ' O R T U G I K S . — VENDKHOK ]>K C K B O l . l . A S . dice: Memento pigrr, quia mal'js scholasticus es, ct in reprobatum reverteris. Se acerca para los oslu-— dimites el dics ira, y en el cuarto principal de la izquierda de la misma casa, ante cuyo portal ha sentado la murga sus reales, hay uno que se prepara para ingresar en la escuela de ingenieros civiles, y en el cuarto segundo de la derecha hay examinar do segundo año de la n las casas inmediatas, al alcaucí los estrepitosos insimúlenlos, i n s i m ú l e n l o s , ha\ y de Kossini, contribuyendo elioaziilenle á populan- [ otro que se va zar sus sublimes inspiraciones. Kl trozo cantable de ' misma carrera, y una zarzuela, que se loma la molestia de locar una i de la agresión ilr murga en cualquier calle de Madrid, so trasmite i n - tres alumnos de artillería, y uno de estado mayor, y mediatamente á las inhábiles gargantas do ludas las ! olro que aspira ¡i ser ingeniero nublar y que lia v e n i criadas que sirven en lan privilegiada callo, las cua- do de Iiuadalajara con licencia, para acabar de c o n les regalan con él los nidos del vecindario por espa- valecer en el seno de su lamilla de unas tercianas cio de quince dias consecutivos. No os esto el menor pertinaces que le lian ocasionado las emanaciones del inconvonienle do la murga. Su música trae cola, y Henales. Todos velan y velarán luda la noche, lodos cuando parece babel'cesado y se dan por ello el pa- están trepando jadeantes y fatigosos por las escabrosirabién algunos ciudadanos enemigos de ruidos, los j dades de la ciencia. Kl tiempo apremia; al dia s i que saben lo que son las cosas les aconsejan que no j guiente se resolverá tal vez el porvenir de toda su v i canten lan pronto victoria, porque aun queda el ra- : da; no pueden perder un minuto, ni aun para ver ¡í lio por desollar. Y esle rabo son las Maritornes, rap- i la adorada prenda que es el objeto de sus entusiastas sodas dignos de todos los actuales Humeros. Knlre delirios, y lienun i|iie estar separados, lal vez por ellas, algunas hay que se loman la libertad de tara- espacio de mas de una hora, del encerado y de los rear al pie del fregadero los preludios de llerz y los j libros, porque la u n i r l a , con su olíalo superior al de esludios de. IVrny y de lioilini, que ojéenla en el pía- los buitres, ha olido que el don f u l a n o <|e| cuarto no la linda señorila de la casa. No hay composición bajo de la casa mencionada se llama don f u l a n o * es musical que. resisla á lan dura prueba.' Todas so ha- víspera de su sanio, y el don Fulano no liene i n c o n cen viejas y caducan prematuramente por (•se espíri- • venienle. en dejarse a I roñar los oídos por las f e l i c i lude imitación <U' las fámulas que loman á sus ele- laciones de la murga, gantes amas por modelo, y copian malamente la Y entre lanío, en la casa de comercio de en frente música que ellas ejecutan, ionio copian laminen l u das sus modas de peinado. Y si las fámulas vulgari- oslan practicando el balance de lili de m e s , y un zan.» Donizolli, /cómo no han de vulgarizar también error de suma, puede comprometer los inlorose.; del principal, y, lo que es mas grave aun, la posición y lal á Cazlambide? La independencia con que viven e n Madrid i s de otros los inquilinos de una misma casa, los cuales con frecuencia ni siquiera do vista se conocen niuUiamenle, facilita la osplieacion do los s sor- ! préndenles conlrasles. Mientras la murga loca (pie so j las pela, felirilando, por ser la víspera del dia t\r su santo, á cierto buen señor do un cuarlo bajo, en el cuarto principal de la derecha de la misma casa hay una recien parida, en cuya alcoba no so perinilo s i quiera resollar ¡i los que la asisten , porque so halla amenazada de una calentura puerperal y su peligroso oslado requiero Hincha quietud y silencio; en d cuarlo segundo do la izquierda se halla do cuerpo présenlo la bija única de un matrimonio muy bien avenido; en el tercero interior vive olro uialriinoiiio con seis hijos, y el padre, que no conlaha para inanlener a su familia mas que con su empleo de doce mil reales, recibió el cese el dia anterior, y por úllimo, una do las guardillas so eslá desocupando por no poder pagar al casero su infeliz inquiliiio, pobre alhañil, padre de dos liornas criaturas, que habiéndose raido di' un andamio, so halla aun inhábil para el Irabajo. Y la murga loca que loca, y no sin repugnancia tendrá tal vez muy pronto que hacerse á un lado, para que Anterior vez la boma de un probo y laborioso fenedor de l i bros. ('Y quién suma culeros ni (piebrados sumergido en las sonoras ondas levantadas en el ambiente por Inda una balería de artillería gruesa, que bien m e r e cen esle nombre las corpulentas máquinas de meter r u i d o , prohijadas por la murga é inventadas por d misino diablo? Nada Icndria de pai'lícular que los esludianles y alumnos de que heñios hablado , que son jóvenes y de consiguiente mas vivos de genio que rellcxivos, en un arranque de nial humor abriesen el balcón y a r rojasen sobre la murga el holijo y los lieslos y hasla la redoma en que la palroua lícnc pueslos al sereno y en infusión algunos maravillosos uiiíredíeules que, macerados en no si'1 que vehículo, combaten v i c t o riosamente el histérico o mal de madre. No es a n l i ^rua la causa que se torillo en .Madrid a un d e s v e n l i i rado que lema un hijo m o r i b u n d o , y se libró de un organillisla colocado debajo de su ventana, aplastándole bajo el primer mueble ipie encontró a mano. Si yo, que soy enemigo del bullicio; si yo, que Ionio l a n ío un molin por el ruido que molo como pul' las v í c l i mas (pie causa; si yo, que cuando voy por la calle y se me pone al lado un sartenero ó uno de esos i|ui' pregonan palmatorias, velones y candolcros, nie es- Inicio cabullo por la primera bocacalle que encuenlro al paso. aunque sea ilesviándome una legua del punto á que me dirijo; si yo, que. al venirme detrás algún chiquillo silbando, iiago alto, por prisa que-tenga, para d e jarle pasar, y no prosigo mi camino hasta que por un cálculo prudencial conceptúo que le separa do mi una distancia que no baja do un kilómetro; si yo me hubiese hallado en el pellejo de los jueces que entendieron en la causa formada al organillisticida, hubiera permanecido perplejo mucho tiempo antes de atreverme á declarar en conciencia su culpabilidad, que aun ahora me parece muy problemática. Y eso que un organillo no es una murga, de la cual debería ser lícito desprenderse como do un moscón que se obstina en perseguir al hombre con sus zumbidos. Lo que decimos está en la conciencia ib1 lodos los hombres pacíficos. Si las maldiciones que lanzan estos á la murga se volviesen piedras 'qué individuo ib1 los que la componen no oslaría descalabrado.1 Somos aliciiinailos á la música, y sin vacilación alguna reconocemos que os acreedora al primer lugar e n tre lodas las arlos, pues, como dice un humorístico escritor francés, donde las demás acaban ella empieza, l'eroel mal eslá en «pie la música, buena ó mala, no acierta á circunscribir el terreno de sus operaciones, y obra al mismo tiempo sobre los que si1 complacen en ella y sobre los que por una anomalía de su organización ó por la especial disposición de su ánimo no están do humor para oiría. Todos los que. no siendo completamente sordos, se hallan comprendidos dentro de su esfera de acción, la han de oír de grado ó fuerza. La impresión de un nial cuadro ó de un:1 mala escultura que se tiene á la vista, so evita con solo volver la cabeza ó cerrar los ojos; la impresión de un nial libro en prosa ó verso, se evita con solo no leerlo; pero para evitar la impresión de. una mala música que lia tomado despóticamente las avenidas de vuestra residencia ven lugar de recrearos os aturde, no os queda mas alternativa que armaros de una paciencia superior á la de un marido á quien mantiene su nniji r, ó condonaros á una especie de ostracismo. Concluyamos. Inspiran á la murga un soberano desden los instrumentos de cuerda, y los de viento, que son los únicos de (pie se vale, son para ella tanto mejores cuanto mas estrepitosos. No es inconveniente para pertenecer á la cofradía no haber aprendido música ni carecer de oído. Por lo contrario, tienen una gran ventaja los sordos, porque se evitan la molestia de oírse á si mismos, y además, como á los instrumentistas de la murga se les paga con frecuencia no para que toquen sino para que callen, cuanto peor locan , mas pronto so tes suele liacor callar y mas pronlo también ganan su dinero. La cantidad de éste que da cada cual para reliibuirles el trabajo, no osla sujeta á un tipo lijo. Los i\f la murga toman una pésela si se les da una pesóla, pero prelieron á ella, aunque sea del reinado de (¡arlos III, un napoleón y laminen dos, no obstante su e s pañolismo, del cual no dudamos. Los inslruinenüslasde la murga, con lal (pie lo que locan lo loquen mal, pueden local' en épocas normales lo (pie les dé la gana. A . ÜIIIOT V l'O.VISHIL. GEROGLJFICO. l.a s i l u o a m de ésto en el p . i Í M i u o MllICCTUIt Y K I I I T d t l número. H K á l ' O N S A I M . K , l i . JOsK f i A S I ' A l l . IMI'KEMTA 0B<;*SI'AU V RUlü , EUlTdRES : NAUHIII, PRINÜII>E. i .
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