Aviso importante para personas que acceden a la segunda etapa

Mis sandalias de coco
de
Armando Richard Addati Ollero
Copyright
1
Copyright © 2014 Armando Richard Addati Ollero
Todos los derechos reservados.
ISBN:
ISBN-13:
2
Dedicatoria
Les agradezco y dedico estas páginas a mis padres
quienes, como todos los emigrantes, han tenido
sueños. Yo fui el sueño de su ultimo viaje.
Dedico estas páginas a todos aquellos que con la
esperanza de una vida mejor lo enfrentan todo sin
darse cuenta del dolor que les espera en aquella
tierra prometida.
3
PARTE Primera
La Formación del Ser
4
1-Raíces e injertos
Sinopsis
Se pierde en el tiempo la pasión que siento hacia el
mar; algunas pasiones se heredan, otras se forman,
otras aún se encuentran en el ADN. Siempre he
leído, escrito y dibujado todo lo que se refere al mar,
y en estos primeros escritos recojo el pensamiento de
personajes famosos conocidos en mis lecturas como
Bernard
Montessier
y
otros
conocidos
personalmente. Hablo de experiencias vividas en los
puertos y navegaciones por el Caribe y el
Mediterráneo, cuento anécdotas de países
aparentemente distintos como Venezuela, Estados
Unidos, España e Italia, en los cuales he vivido. He
recogido auroras y ocasos, enfrentado viento y marea
que han formado inexorablemente mi carácter e
infuido en cada elección.
1
<<Cuando el mar se te mete adentro te conviertes
en él >> se lo he dicho a todos.
Pero estas páginas no excluyen mis experiencias
terrestres ni la impresión de que la educación de
nuestra sociedad ha intentado despojarnos de
nuestras pasiones, de que nos hemos dejado engañar
por el centelleo al horizonte, aquel que nos parecía el
faro de un puerto y al acercarnos muestra la
advertencia de un peligroso escollo.
Este intento de escritor es un ensayo sobre la vida
de un emigrante, hijo de emigrantes, que suelta las
amarras de la vida que todos te cargan encima para
ir en busca de sus sueños a dieciocho años, luego a
veintitrés, más tarde a treinta y nueve y a cuarenta y
siete, y quién sabe cuántas otras veces me tocará
volver a hacerlo. Siempre enfrenté nuevas salidas
eligiendo el viaje, o por una sencilla razón de trabajo
o para que mi alma sobreviviera, enfrentado de
pecho los huracanes creados por el economía del
consumismo, capeando los temporales de las
manipulaciones bancarias y de la atormentada sed de
poder de los políticos.
At ventis adversis - con el viento en contra- es la frase
de Gabriele D’Annunzio que se ha convertido en mi
insignia cada vez que decido que, para mejorar,
tengo que oponerme a aquellos que duermen con los
ojos abiertos. Emprendo una lucha personal contra
los que miran sin ver, o contra los que para no ser
molestados no levantan ni un dedo para mejorar
2
esta Italia maravillosa y devastada. Aunque no haya
nacido aquí me siento italiano hasta la médula y me
opongo a la mala conducta sobre el bien público, al
atropello de las ofcinas de puerto, contra los abusos
de las agencias portuarias; escribo artículos en la
revista Bolina, protesto contra los que dejan el coche
mal aparcado o contra quien ensucia las aceras,
escribo a los alcaldes y a los ministros: hasta le escribí
al profesor Monti cuando fngió escuchar a los
italianos. Los informes a la fuerza pública se
multiplican, algunos con éxito, otros menos <<Tarde
o temprano te van a pinchar una goma o te van a
quemar el barco>> me advierten mis amigos .
En el vórtice de mis cuentos, de las sensaciones y
de lo que intento expresar siempre se encuentra el
mar y hay una fragancia impregnada en mis
recuerdos. Ambos han dejado una huella nostálgica
en mi vida, a veces evidentemente quijotesca. Lo que
me da ánimo y me recuerda que puedo esperar algo
mejor es la fragancia salobre del mar y el perfume de
coco de un par de sandalias que me regalaron mis
padres en las Antillas holandesas.
Dice e español Pérez-Reverte que "los barcos se
pierden en tierra". Hay hombres que para ahogar el
dolor y el fracaso se esconden en sus barcos y
navegan porque en la tierra se morirían rápidamente,
así como les pasa a los barcos olvidados en los
astilleros. Estos hombres irremediablemente se
perderían en tierra; algunos no aguantan y se
3
derrumban, como le pasó a mi amigo Bobby.
Nosotros que vivimos en simbiosis con el mar somos
como los barcos.
4
I sandali al cocco
Prólogo
Cada quien es artífce de su propio destino.
Una compañera mía de la escuela primaria me
invitó a su festa de cumpleaños. No sé por qué pero
de todas las festas a las que fui ésta se me imprimió
en la memoria. La recuerdo como si fuera ayer.
Elisabetta tenía los ojos claros y una melenita que le
caía sobre los hombros como fdeos de soya dorados.
La casa donde vivía se parecía a la de la serie Dallas,
era enorme. Llegué y saludé, según el cliché, a la
mamá de Elisabetta que me dijo que había una
sorpresa para mí, que había alguien que quería
verme. Era Ana, Anita la "señora de servicio". Anita
había trabajado en mi casa por años y yo le tenía
mucho cariño; ahora trabajaba para ellos. Se había
ido de mi casa porque necesitaba alojamiento
también para su hijo y nosotros no teníamos lugar
para ambos. Como en casi todos los apartamentos
burgueses de Caracas de los años anteriores a la predictadura democrática de Chávez, también nuestro
apartamento tenía una habitación con baño separada
del resto de la casa, detrás de la cocina, el "cuarto de
servicio".
5
Armando Richard Addati Ollero
Para cada cumpleaños, Anita me preparaba los
"coquitos acaramelados", bolitas de coco rallado
cubiertas de caramelo.
Emocionado por la sorpresa corrí a abrazarla con
los ojos llenos de lágrimas. Me presentó a su hijo que
tenía más o menos mi edad y, olvidándome de mi
amiga, me puse a jugar con él hasta que no llegó la
hora de volver a casa. En todo el tiempo que
pasamos juntos el hijo de Ana me contó que aquella
familia lo trataba como un esclavo y que mi amiga
Elisabetta lo había acusado de haber robado un
objeto en su habitación.
Impulsado por el inocente cariño hacia Anita y
por el sentido de injusticia de aquella acusación, no
aguanté y fui a contarle a Ana lo que el niño me
había dicho. Ana se enfadó mucho y decidió ir
enseguida a hablar con la dueña de casa. Se armó un
buen lío y fui señalado a distancia sin que ningún
adulto hablara conmigo, de manera que nunca supe
lo que habían dicho del asunto.
Mi compañera dejó de ser la misma conmigo y
nunca más me invitó a su casa. Nunca más tuve
noticias de Ana ni de su hijo y esto me dolió mucho.
En aquel tiempo, no recuerdo bien, tenía nueve
o diez años, y después de ese suceso tuve sentimientos
de culpa por haberme equivocado. Esto me llevó a
sentirme inseguro por mucho tiempo, de manera que
cuando me encontraba en situaciones parecidas, por
el miedo al disentimiento, aunque supiera lo que
tenía que hacer, no hacía nada. Queriendo defender
6
I sandali al cocco
al hijo de Anita seguramente había comprometido su
situación, así que me convencí de que en futuro no
me habría metido en los asuntos ajenos.
Yo había defendido los principios inculcados por
mi padre, pero mi madre me regañó en cuanto supo
lo que había pasado.
Así como entonces, aun hoy aquel niño que se
arriesgó por un desconocido me coge de sorpresa,
comprometiendo la efcacia y la espontaneidad de
mis buenos propósitos. Aunque haya aprendido que
los adultos no podemos expresarnos como los niños,
el chico que llevo dentro se escapa de su escondite y
mi actitud directa desorienta a cualquier interlocutor.
Ahora a escribir
Estaba en la ensenada bajo una lluvia copiosa y
después de haber leído otro interesante capítulo sobre
la historia de los sumergibles me conecté con
internet. Leí algunos aburridos mensajes, entre ellos
el de mi contable que me decía que había calculado
el IMU1 para el primer año y que "más o menos será
de unos siete mil euros!". Si los políticos infames
hubieran ahorrado en coches de escolta y otros gastos
absurdos tanto suyos como de los partidos, y si
hubieran controlado mejor las inversiones, no nos
tendrían que exigir tanto dinero ni estaríamos al
borde de la quiebra. Ni hablar de las estafas llevadas
IMU: Imposta Mobiliare Unico. Impuesto altísimo
que reemplazó el anterior en 2011.
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7
Armando Richard Addati Ollero
a cabo por los bancos! Sin todo esto habríamos
podido comprarnos toda Alemania en el momento
en que nació el euro.
Cuando viajo acostumbro resumir mi jornada en
un mensaje que les envío a mis amigos barqueros que
en ese momento están en sus trabajos: ese día Gloria
me contestó: <<Armando ¿Por qué no escribes un
libro que hable de nosotros armadores? ". ¿Escribir
un libro yo? En el liceo no llegaba a sufciente en
escritura y mi gramática italiana es de terror!. Lo voy
a pensar >> contesto.
Siempre he escrito muchísimo, pero sólo para mí
mismo; hace algunos años se me ocurrió escribir una
historia pero nunca estuve muy convencido. La
misma noche del mensaje de Gloria intenté escribir
algo y terminé por pasar la noche escribiendo hasta
el amanecer; le envié todo con una nota diciéndole
que era todo lo que se me había ocurrido sobre
nosotros los armadores, que de todos modos el tema
era muy limitado y sobre todo interesaba a pocos
lectores.
Gloria me contestó al día siguiente pidiéndome
que siguiera escribiendo, podía ser un cuento que
incluyese todo lo que había contado. La idea siguió
bulliendo en mi cabeza por días y días.
Fui navegando hacia el sur con destino a
Cipriano, donde tenía una cita con una maestro
velero para reparar la vela mayor rasgada mientras
llegaba desde Talamone a Córcega. ¡Malditas rachas!
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I sandali al cocco
Me dejé llevar por el cansancio de la espera y
por la adrenalina y salí aun sabiendo que encontraría
viento en proa y así perdí el panel solar; mientras
recogía la vela mayor el viento la rasgó a la altura de
un par de garruchas2.
Era Julio, el verano debía haber llegado pero
hacía un tiempo horrible. En Cipriano me tocó
esperar para desembarcar porque el viento era
fortísimo y por la lluvia no lograba ver la playa.
Decidí retomar un cuento que había empezado
dos años antes e intenté adaptarlo a los
requerimientos de Gloria. Salió un garabato sin
sentido, pero igual se lo envié.
Nada, Gloria me contesta diciéndome que lo que
debería hacer es contar mis anécdotas sin más.
<<¡Inténtalo!>> .<<Bueno, pero por donde
empiezo? >> Mientras tanto deja de llover, el viento
se calma y bajo a mi mini tender para llevar la vela
mayor a tierra, y llego empapado hasta los huesos. Il
maestro velero corso, en un italiano afrancesado me
promete que la remendará en dos días y por poco
dinero, lo cual me parece fenomenal. Vuelvo al
velero, me seco y tengo tiempo para pensar en lo que
tengo que escribir y así la idea empieza a tomar
forma a un punto tal que no puedo dormir sino dos o
tres horas por noche. No tengo idea de cómo se
escriba un libro ni de cómo se organice el trabajo,
Garruchas: pequeños carretes cosidos en la vela que
sirven para que se desplace a lo largo de una canaleta o de
una cable de acero.
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Armando Richard Addati Ollero
pero investigo en la red y encuentro sitios con
consejos y reglas y hasta un software para organizar
la estructura¡Bingo!.
Bajo el software y enseguida empiezo sin siquiera
saber si terminaré este proyecto, mejor dicho,
convencido de que inmediatamente me daré cuenta
de que no tengo ningún chance de que me lo
publiquen. Por suerte me divierto y me relajo
escribiendo, me sirve para desahogarme y para librar
mi cabeza de las preocupaciones de siempre. He
leído el libro "Ahora basta" de Perotti y me he dado
cuenta de que muchas de las cosas que leí hubiera
querido haberlas escrito, así que me sentí precedido.
Además el tal Perotti es un comunicador profesional
así que nunca llegaría a estar a su nivel, ¡Ohh!
Pero el entusiasmo y la vanidad vencen cualquier
impedimento: además, sin trabajar abundo de lo que
casi todos carecen: el tiempo. ¡Y héme aquí escritor!
También la suerte ayuda
Sin trabajar la cantidad de tiempo libre del que
dispongo sirve para disfrutar plenamente de mi
velero y del mar, mis pasiones, y con el pasar de los
meses descubro que la calidad de la vida de quien
carece de horarios es enorme. Además a mi enorme
tiempo libre se añade que, desde que entendí cómo
funcionan las cosas en Italia, estoy tan indignado que
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I sandali al cocco
todo lo que pienso se me escapa de la boca sin
evaluar las consecuencias. Cuando tenía ganas de
hacer carrera, tenía mucho cuidado con lo que decía
y parecía tener diez años más que ahora. Guardarse
todo adentro hace daño y se ve en la cara. Ganaba
mucho y me gustaba mi trabajo, pero en realidad
soñaba con una mejor calidad en el empleo de mi
tiempo, de mi vida. Soñaba con ir por mar por lo
menos cuatro semanas seguidas sin tener que volver
corriendo usando el motor del velero.
Hoy día en mi cuenta bancaria entra poco más de un
sexto de lo que ganaba como director, pero la
paradoja es que mi deseo se ha hecho realidad como
si hubiera frotado la lámpara de Aladín. Ni siquiera
programándolo lo hubiera conseguido.
Como ejemplo un verano pude navegar por
catorce semanas: nunca lo hubiera pensado cuando
estaba convencido de que estaba haciendo carrera!
Por muchísimos años estuve esperando poder decir lo
que de verdad pensaba sin compromisos, deseaba
escribir un libro y soñaba realizar mis sueños de
libertad en mi velero. Los profesionales llaman
objetivos lo que en realidad son sueños. En verdad
fue el resultado de una serie de eventos lo que me
llevó hasta aquí, porque la vida es así, no siempre se
encuentra lo que uno desea en el momento en que se
desea y hay que aceptar lo que llega en momentos
distintos a los de tu programa. La experiencia y
algunas patadas en el trasero me enseñaron que,
mucho más a menudo de lo que uno cree, hay que
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Armando Richard Addati Ollero
dejarse llevar por los hechos que parecen negativos y
hay que esforzarse por convertirlos en algo positivo.
Si la propia vida es un río que desborda y que corre a
gran velocidad, nunca hay que intentar nadar contra
la corriente porque uno podría ahogarse. "Es simple"
diría mi amigo Ernesto.
Después de mis últimas vacaciones, aunque en
realidad estoy de vacaciones todo el año, publiqué
algunas fotos en el social network habitual y una
docena de amigos y conocidos que no veo desde hace
tiempo me escribieron "¡No vale poner fotos de
cuando tenías dieciocho años! Mira, desgraciado, qué
has hecho para mantenerte así?". Estuve pensando
que quizás las preocupaciones de los últimos diez
años seguidas por el nuevo estilo de vida sin horarios
hayan sido constructivos y hayan liberado alguna
sustancia química que ha estirado las arrugas de mi
cara. Otro amigo mío que trabaja en Hellwett
Packard está convencido de que en aquellos tiempos,
aun con la pérdida del trabajo, tomé la decisión
acertada. -Armando- me dijo -yo te veo como uno
que no se pierde en depresiones y que en tus peores
días siempre has estado convencido de que es mejor
hacer lo que a uno le gusta en vez de ir a darle dinero
a un psicólogo, y eso te ha dado resultado".
Si hablamos de terapia natural entre la montaña
y el mar elijo el mar. Cuando era pequeño mi padre
me contaba cuentos que siempre tenían algo que ver
con el mar. Había emigrado de Nápoles a
Suramérica en barco: él llevaba el mar dentro de sí.
12
I sandali al cocco
De sus poros en lugar del sudor salía el agua del golfo
de Nápoles.
Cuando el mar se te mete adentro de alguna
manera tú te conviertes en él, eres cómplice y capaz
de reacciones exageradas y de actos de cualquier tipo
como el mar abierto. Algunas veces te regala días
maravillosos, otras días y días de borrasca. Mi
carácter no es fácil, no lo era tampoco el de mi
padre. El mar cambia de color y de olor y siempre
está en movimiento. Nunca se queda quieto y así
como mi padre y como el mar, soy impreveíble.
Sabemos que el mar es grande y peligroso, así como
sabemos que es generoso, que nos permite navegarlo
sin tener que decidir forzosamente la ruta. Esta
posibilidad de libertad no existe en la tierra frme ni
en la sociedad. O bien o mal el mar estimula y al
mismo tiempo espanta; relaja y aconseja, pero te
castiga si te equivocas, lo que no pasa con esos
canallas que nos gobiernan.
El mar está siempre conmigo y sé siempre dónde
encontrarlo. En la tierra frme a menudo me siento
solo. Tomo mi tiempo y, entrando en simbiosis con él,
voy al ritmo de sus olas y me adapto a sus vientos y a
sus corriente: nunca le doy la espalda y lo respeto
mucho. En cambio siento que él, aun manteniendo
distancia y poniéndome a prueba, me acepta tal
como soy, así como yo lo acepto tal como es. Cuando
necesito hablar con alguien o desahogarme, él
siempre está allí, y por eso lo navego cada vez que
puedo.
13
Armando Richard Addati Ollero
Born in YV
Nací en Venezuela3, mis padres eran dos personas
maduras con historias complicadas. Se conocieron en
una pequeña pensión de Caracas 4, lo que hoy
llamaríamos un bed & breakfast. Por lo que sé mi
madre llegó a la ciudad de techos rojos en busca de
su compañero el cual, por algún motivo que nadie
nunca supo explicar, se había ido de Madrid a
principios de los '60 y había abierto una escuela en
la apital venezolana. Mi madre, Dora, me contaba
que este señor se había jugado casi todo el dinero en
Montecarlo y que la última vez había ido al casino y
había regresado en tren con el chófer porque se
había jugado hasta el coche.
Dora estaba muy orgullosa porque nunca había
pasado hambre durante la guerra civil española ni
tampoco durante la segunda guerra mundial. En
familia eran cuatro y como buenos campesinos
sabían trabajar duro. Por lo que pude saber de mi
hermana, mi madre a los dieciséis años empezó a
tener una relación con un abogado, un noble de
apellido De Olañeta5. Era mucho mayor que ella y se
había enamorado de esta jovencita rubia de ojos
YV es la sigla internacional de Venezuela. El
nombre Venezuela signifca "Pequeña Venecia" nombre
dado por Amérigo Vespucio cuando llegó al delta del
Orinoco y encontró las palaftas indígenas.
4
Santiago de Leon de Caracas
3
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I sandali al cocco
azules y con mucho carácter. Cuando me enteré de la
noticia no me sorprendí demasiado ya que en
Venezuela era bastante normal casarse a esa edad.
Siendo hija de campesinos de un pueblo llamado
Moraleja del Medio6, tenía la ambición de querer
salir adelante y convertirse en una señora burguesa,
pero lo importante era que le gustaba estudiar. La
ocasión se le había presentado, él era elegante y culto
así que ella había logrado su objetivo, por lo menos al
principio.
Sin más palabras, quedó embarazada y se dio la
gran vida hasta que fue posible. La situación con el
abogado fue cambiando y poco antes de sus cuarenta
años la crisis de pareja la llevó al nuevo mundo.
Mi hermana Marisol7, fue criada por una nana y
cuando mi madre se fue a Venezuela la dejó en un
colegio de monjas. Por más feo que parezca, en aquel
tiempo era bastante normal, es más, era común que
las familias ricas dejarán a sus hijos en los colegios.
En aquellos tiempos Dora, en su rol de señora de un
noble abogado, tenía mucho tiempo libre y con sus
amigas jugaba a canasta sobre hermosas mesas de
De Olaneta fue también un famoso luchador en las
distintas guerras de independencia suramericanas. Se
encuentra en las enciclopedias de historia..
6
Moraleja del Medio se encuentra en Madrid, a una
hora de la capital.
7
Marisol es un típico nombre español que resume
Maria de la Soledad. Mi gusta pensarlo como un
acrónimo de mar Y sol…
5
15
Armando Richard Addati Ollero
paño verde. Iba a cursos de todo tipo, de enfermería
a jardinería, pero sobre todo no fregaba pisos ni le
cambiaba los pañales a su hija.
Mi padre, Felice, tenía un par de cosas en común
con ella aunque su actitud hacia la vida era
diametralmente opuesta. Él también venía de una
familia humilde y como mi madre quería mejorar su
condición. Pero su manera de vivir y su carácter eran
completamente distintos. Para empezar, en la familia
de mi padre había ocho hermanos y en una ciudad
come Nápoles después de la guerra se pasaba
hambre, y mucha. Mi abuelo Armando había
trabajado en los barcos como electricista y cada vez
que volvía a su casa encontraba a otro hijo al que
darle de comer, fruto de la alegría del desembarque
anterior. Desde 1912, año en que nació mi papá,
hasta su ida a Venezuela en los '60, esta familia tan
numerosa había salido adelante a duras penas. En
Caracas Felice, al que mi abuela Teresa llamaba
cariñosamente Felicetto, se alojó con su querido
amigo Corrado en una pensión de una señora
española, una cierta Oliva, que en defnitiva era
amiga de mi madre.
El juego del destino estaba hecho y así se
conocieron contándose mutuamente el motivo que
los había llevado a Caracas. Me imagino a Felicetto
hablando en dialecto napolitano y Dora haciendo
preguntas en español castizo. Comunicaron de esta
manera hasta que mi padre falleció en 1996: esto
16
I sandali al cocco
explica por qué en la escuela nunca logré escribir
bien ni en italiano ni en español.
Me imagino que Dorita, como la llamaba mi
padre, le habrà contado que había ido a buscar al
abogado De Olañeta, desaparecido desde hacía unos
años. Él en cambio le habrá contado que no
aguantaba más su compleja situación familiar en
Italia, donde había mandado a sus dos hijos, Roberto
e Rosaria, a un colegio mientras su esposa había sido
internada en un hospital psiquiátrico, que en aquel
tiempo se llamaba sin más ni más manicomio. Para
completar el cuadro, visto que en aquel tiempo no
existía el divorcio, mi papá tenía una amante. Pienso
que esto no se lo habrá dicho enseguida, se puede
entender como funcionan estas cosas.
En conclusión, dado su carácter, mi padre se puso
a disposición de Dorita para ayudarla a encontrar al
tal De Olañeta. Mientras tanto entre ellos fue
creciendo la amistad, así como el interés recíproco y
luego el enamoramiento, hasta llegar a la pasión que
los unió en matrimonio. Todos sabemos que la carne
es débil y mi mamá era una belleza en la mejor edad
de las mujeres. Después de haber encontrado al
abogado lo contactaron para una cita. Para
completar el cuadro llegó a Caracas la concubina de
mi papá, a la que vamos a llamar María.
En esta opereta a la De Filippo le falta solo un
escenario y un público, así que la historia acabó
17
Armando Richard Addati Ollero
como una comedia napolitana tipo Facite ammuina8, o
sea, una farsa. De Olañeta se fue con la tal Maria y
Felice... bueno, se habrá entendido. Como si fuera
poco luego llegaron mis hermanos de Nápoles,
Roberto y Rosaria, y antes de mi nacimiento
apareció también desde Madrid mi hermana
Marisol.
Como suele decirse hay que llegar hasta el fondo,
así que mis padres se hicieron socios de negocios.
Dorita tenía algunas joyas, un abrigo de piel y algo
de dinero, pero nunca en su vida había trabajado,
mientras Felicetto estaba en blanca pero sabía
apañarselas, habiendo aprendido el arte de sobrevivir
durante y después de la guerra. Con un apretón de
manos, él se había llevado de Italia algunas
representaciones y una empresa de billares de
Ruttigliano, y alguna otra fábrica que le había dado
la exclusiva en Venezuela. Alguien en Nápoles le dio
el contacto con un masón de Caracas, y a éste le fue
a pedir algún consejo y un préstamo. Después de
haberse presentado y haber saludado dando la mano
como se reconocen los masones, recibió un cheque
en blanco. Pero mi papá no tenía ánimo de masón y
temía usar dinero prestado, así que rompió el cheque
y agradeció por el gesto generoso.
Mientras tanto mi madre, un bella señora en los
cuarenta, sabía poner inyecciones y encontró trabajo
en una farmacia. El primer día de trabajo, a la hora
Facite ammuina debería ser un comando en los barcos
para fngir que se trabajaba. Es un falso histórico.
8
18
I sandali al cocco
del cierre el dueño le pide a mi madre que lave el
piso, y mi madre se echó a llorar. Al dueño le tuvo
lástima, así que la mandó a su casa y se lavó el piso
solo. Unos meses después Dora encontró trabajo en
el Banco Italo-Francés y gracias a su hábil gestión del
dinero fue bastante apreciada. Más tarde dejó el
banco para trabajar con mi padre, aunque
conociendo su índole pienso que el fn fuese el de
controlar el fondo en común y la administración de
la sociedad. Él era lo que hoy llamaríamos un CEO9 o
un gerente general o también un genio del Business
Development 10 , pero en compenso era manirroto, así
que ella se autonombró CFO11, o sea gerente
administrativo y gerente de personal. .
En casa siempre recurrí a mi padre para hablar
de mis ideas o para los trabajos manuales y a mi
madre para el sustento económico. En fn, Felice
nunca tenía un céntimo en el bolsillo porque si
alguien iba a buscarlo llorando aprietos, mi padre
afojaba todo lo que tenía en el bolsillo. Felicetto en el
negocio y Dorita a la caja: señores ¡Qué pareja!
En aquellos tiempos todavía eran jóvenes y
estaban enamorados; a menudo iban a bailar. Papá
era muy buen bailarín y a mamá le encantaba la
festa. Cuando se fueron a vivir todos juntos salían
CEO, Chief Executive Offcer
Business Developer Manager es el título para el
Gerente de Desarrollo Comercial
11
CFO, Chief Financial Offcer, tesorero o gerente
administrativo.
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Armando Richard Addati Ollero
con mis hermanos a beber, fumar y bailar. Recuerdo
que cuando era chico me llevaban a los salones de los
hoteles y las mujeres le pedían a mi padre que bailara
con ellas. Dora hacía una mueca y lo pateaba por
debajo de la mesa. Seguramente le habrá tomado el
pelo -Dorita, ¡qué puedo hacer yo si soy un hombre
elegante!-.
En los años '60 en aquello lugares solían sacar
fotos a los clientes y luego los exhibían para la venta.
En casa enmarqué algunas imágenes en blanco y
negro donde ellos bailan al aire libre. Tengo algunas
fotos de mis hermanos sentados a la mesa junto a
ellos, otra de mi madre en una cena con algunas
compañeras del banco: observándolas me doy cuenta
de que aquel era un período muy feliz para ellos,
aunque eran momentos duros teniendo que manejar
una situación familiar compleja entre hijos e
hijastros.
Mi padre me contaba que en aquellos días tenían
poco dinero y que para reservar una mesa en un local
con orquesta se reunían con amigos o conocidos para
poder ordenar una botella de whisky que dividían
entre todos. Esa bendita botella no terminaba nunca
porque la diluían con pepsicola y con hielo para
ocupar la mesa por toda la noche. Eran tiempos en
que algunos muebles de la casa estaban hechos con
las cajas de madera de los productos que importaban.
En aquellas fotos Felicetto y Dorita dan la
impresión de ser una pareja bella y elegante. Él, un
cincuentón interesante vestido a la moda, llegaba
20
I sandali al cocco
unas gafas que lo asemejaban a Onassis, mientras ella
parecía una maravillosa diva del Festival de Canes.
También mis hermanos se veían bellos y elegantes. A
decir verdad mis hermanas Rosaria y Marisol lo
eran, parecían dos actrices, mientras Roberto un
poco menos
Poco antes de que yo naciera Rosaria se casó con
un mexicano de buena familia con el cual tuvo un
hijo que llamó Federico. He visto algunas fotos de
Rosaria de joven y era hermosa como el sol. Mi
primer sobrino nació en Ciudad de México unos
años antes que yo y fui tío antes de ser concebido.
A la venerable edad de cuarenta años y tres años
mi madre quedó embarazada de mi. Mi papá me
contaba divertido de que me habían querido para
que fuera el bastón de su vejez, pero es evidente que
fui el resultado de un puro accidente. Sin embargo
me criaron con mucho amor y con seria intención de
rescatarse de los errores que habían cometido en el
pasado con sus primeros hijos.
Nací un lunes del '65 en un importante día
histórico y mi madre me contaba que con la barriga
iba junto con papá y Marisol por la calles principales
de Savana Grande12. Era carnavales y, como todos los
carnavales suramericanos, era muy divertido pasear
por la calle. La gente vestida o disfrazada gastaba
bromas de todo tipo. Desde los coches lanzaban
Savana Grande che signifca la grande savana é il
nome di una strada piena di negozi e ristoranti che
percorre quattro o cinque fermate di metro di Caracas.
12
21
Armando Richard Addati Ollero
puñados y puñados de chucherías. El papel picado se
alternaba a las bombas de agua que completaban la
escena con algún arlequín mojado. Tengo un
recuerdo vago de cuando era pequeño, pues estas
tradiciones han ido desapareciendo por razones de
seguridad. En efecto, este tipo de bromas han sido
prohibidas a causa de los tontos aguafestas que
metían pintura en lugar de agua y flos de hojillas en
las bombas. Pienso que en lugar de prohibir a estos
idiotas habrían debido hacerles tragar lo que hacían,
pero lo bueno dura poco y por suerte se alterna con
cosas nuevas.
Venezuela en los '50 y '60
La Venezuela de los años ’50 y’60 era un país que
ofrecía muchas oportunidades. Todo estaba por
hacer, por construir y por inventar. A Caracas, que
todavía era un conjunto de casas blancas en estilo
colonial con ventanas altísimas y rejas negras de
hierro forjado o de madera tallada, la llamaban la de
los techos rojos debido a las tejas de barro. Desde las
puertas principales se entreveía un largo zaguán con
pisos multicolores y con dibujos geométricos
morescos e hispánicos.
Aquí y allá ya habían construido alguna pequeña
iglesia colonial y había distintas fncas, viviendas de
importantes familias de origen español. Una de ellas
22
I sandali al cocco
la Quinta13 Anauco, hoy es un museo maravilloso que
uno debería visitar si se encuentra allí como turista.
En el Panteón se encuentra la tumba del ilustrísimo
Simón Bolívar y de otros próceres que combatieron
a su lado, construido en 1912. Muchas calles laterales
de la ciudad de los techos rojos todavía eran de color
ocre. En aquellas calles de tierra todas las mañanas
transitaba un pick up14 Chevrolette lleno de polvo, con
esos parafangos abombados y voluminosos que hoy
ya no se ven, del que bajaba el personal municipal
para recoger literalmente los cuerpos inertes de
aquellos que se habían dormido en la acera después
de la borrachera cogida en una taguara. Hasta los
años en que viví con mis padres el venezolano medio
tomaba cantidades exorbitantes de cerveza, ron y
whisky Black Label15. Durante años hemos tenido el
mayor consumo de acohol pro capite. En los años
noventa salió un anuncio de un ron muy conocido
promoviéndolo como el ron de los peores bares de
Caracas. En cada cervecería se oían hasta altas horas
de la noche a los hombres mientras jugaban a
Quinta: casa con jardín.
El Pick up en USA es un furgón cabinado que tiene
la parte posterior completamente abierta para transportar
objetos voluminosos. Es muy usado por aquellos
afcionados a actividades que conllevan muchas
herramientas o Es un vehículo muy utilizado y en la
vesión de luo tiene cabinas para 5 personas.
15
Black Label es el whisky Johnny Walker etiqueta
negra.
13
14
23
Armando Richard Addati Ollero
dominó y en las calles se veían mesas llenas de
botellas vacías. A menudo alguien pasaba entre las
mesas y, golpeando, hacía caer las botellas de vidrio
marrón: la cerveza se derramaba por todas partes y,
mezclada con el humo del tabaco, producía un olor
nauseabundo a la entrada de esos bares.
Caracas creció y se expandió también gracias a
los inmigrantes españoles e italianos que por más de
treinta años se enriquecieron haciendo negocios en la
construcción. Por su parte los empresarios en su país
de origen habían trabajado como albañiles o
carpinteros, pero dado que en Venezuela las
autorizaciones y la corrupción estaban al orden del
día, era sufciente establecer una red de favores,
dando coba con dinero efectivo a cualquier ofcial
estatal para meterse en negocios.
A muchos extranjeros les fue fácil importar
cualquier tipo de objeto de sus países con cualquier
método, aún deshonesto.
Españoles e italianos, pueblos expertos en el arte
del apaño, encontraron en América Latina uno de los
terrenos más fértiles del mundo en lo que se refere a
corruptela. En Venezuela se podían comprar
licencias, diplomas, carnés de conducir, permisos,
cualquier cosa.
La historia de la conquista del nuevo mundo se
basa en el robo, la injusticia y la corrupción, por lo
cual no hay que sorprenderse si también los
residentes y los nacidos en la segunda generación,
estaban acostumbrados a un sistema sin escrúpulos.
24
I sandali al cocco
Desde la época de las dictaduras militares, antes
con el General Gómez, después con Pérez Jiménez y
hasta los años '80, el país creció en forma desmedida
y con obras arquitectónicas de vanguardia. En los
años '60 y '70 ya estaba llena de rascacielos y
autopistas que en Italia y en España se vieron sólo a
partir de los '80 y '90. Las autopistas como la
Cotamil16 atraversaban Caracas de este a oeste y
cubrían la extensión del valle en la falda caraqueña
del cerro17 Ávila que separa el altiplano de la costa.
Para unir la capital con el mar se construyó una
autopista, que reemplazaba la carretera vieja
Caracas - La Guaira18, y desde los mil metros de altura
de la capital aun hoy se utiliza para bajar a la playa
en menos de una hora. Es obvio
que ésta es hoy
una vieja autopista inadecuada para la cantidad de
coches que la transitan y que ya no se adhiere a la
reglas fundamentales de seguridad. En aquel tiempo
era una obra de vanguardia teniendo en cuenta la
Esta autopista llamada también Autopista
Boyacà se desliza a lo largo del Monte Avìla
exactamete a mil metros sobre el nivel del mar.
16
17 Monte
La Guaira è una città costiera del Venezuela, la più
vicina alla capitale Caracas. Il suo porto ed il suo
aeroporto sono per decenni stati l’ingresso principale del
intero continente sud americano per merci e passeggeri
provenienti dall’Europa e dal nord e centro America. Era
anche uno dei pochissimi scali del Concorde della Air
France.
17
18
25
Armando Richard Addati Ollero
complejidad morfológica y la fragilidad del terreno
en el que había sido construida, pues en ese país
mágico todo lo que se construía se hacía con los
mayores adelantos de tecnología y diseño.
En los años '60 una compañía suiza construyó el
teleférico que aun hoy comunica Caracas con la cima
del Monte Ávila, cuyo terminal llega a un lujoso
hotel con pista de patinaje sobre hielo.
Los italianos que se enriquecieron en aquellos años
Muchos italianos acumularon pequeñas fortunas en
aquellos años.
En aquel entonces casi todos
empezaron de cero. Mi padre conducía una
"jardinera", que así llamaban a las Station Wagon en
los años '80, hoy SUV; iba por todo el país tratando
de vender la mercancía que importaba del exterior.
Billares, fipper, distribuidores de cigarrillos y más
tarde ropa para niños, estuches de joyería y
productos para hacer helados. Una anécdota que mi
padre contaba a menudo era que una vez se detuvo
delante de un kiosco para comer algo y el propietario
era italiano. Mi padre no aguantó la tentación de
pedir un plato de espaguetis. Mientras intentaba
enroscar la pasta en el tenedor y la salsa demasiado
líquida salpicaba por todas partes, oyó desde un
jukebox la canción Arrivederci Roma19. Las lágrimas
Arrivederci Roma es el título de la homónima
canción.
19
26
I sandali al cocco
empezaron a deslizarse desde la cara al plato de pasta
y - me contaba- se comió el plato de pasta pasada
tragando los sollozos para que ninguno de los que
estaban allí oyera su dolor. Una canción napolitana
dice come era amaro quel pane20, sobre todo aquel calado
en esa salsa aguada por su propias lágrimas. Pagó,
cogió el coche y siguió su camino. Tenía unos
cincuenta años, algunos más que los que yo tengo
hoy.
Felice y Dora habían alquilado un apartamento
en una zona comercial de la ciudad donde vivían
muchos europeos. A lo largo de la calle principal de
Savana Grande había un café italiano llamado el Piccolo
Caffè, una galería con una tienda de alimentos que se
llamaba il Bottegone, un teatro que más tarde fue
transformado en el cine Radio City, muchas tiendas de
ropa y zapatos españoles, de muebles italianos y hasta
una japonesa que se llamaba Casa Yonekura. Hasta
hace algunos años esas tiendas de la Caracas de
entonces quedaron en vida. Una de ellas era la tienda
La canción “Lacrime Napulitane” é tocces
emocionante; fue cantada por Mario Merola. Habla de los
emigrantes:
………io so' carne 'e maciello so' emigrante
e 'nce ne costa lacreme st' america
a nuje napulitane
pe' nuje ca 'nce chiagnimmo
'o cielo e napule
comme e' amaro stu pane…….
20
27
Armando Richard Addati Ollero
de chocolates Savoy21, otra era El Rey de las Piñatas.
Aquí y allá las tiendas de artesanía indígena y
colonial completaban el panorama comercial de la
zona que va desde Plaza Venezuela hasta Chacaito22.
Las piñatas aún se usan en los cumpleaños
infantiles. Son muñecos de cartón multicolores
adornados con cintas de papel. Las piñatas están
llenas de chucherias23 y de pequeños juguetes. Los
niños son vendados y con un palo tienen que golpear
la piñata, mientras el muñeco sube y baja con una
cuerda, Cuando uno logra golpearlo los caramelos y
los juguetes caen y ellos se echan a correr para
recoger esas maravillas. Luego los chicos se
intercambian los tesoros y siempre hay alguno que
llora porque no puedo coger nada mientras otro
cogió demasiado. Es una lección de la vida que les
espera. Si yo hubiera sido Forrest Gump24 habría
añadido a la célebre frase de la caja de bombones
que la vida es como la piñata, quien coge demasiado
y quien nada. Desde hace poco tiempo vi alguna en
una festa para niños en Roma. Otro recuerdo que
tengo de niño son las tiendas de artesanía local donde
Chocolates Savoy es la marca más famos de
chocolates en Venezuela. Hoy es propiedad Nestlè.
22
Chacaito es la zona di Caracas donde nació uno de
los primeros centros comerciales.
23
Golosinas.
24
Forrest Gump disse che la vita é come una scatola
di cioccolatini. Quando li scarti non sai mai quale ti
aspetta.
21
28
I sandali al cocco
se vendían tzantzas, cabezas humanas reducidas y
momifcadas por algunas tribus indígenas. Era
impresionante ver esas cabezas muertas con la boca
cosida y los ojos cerrados, mi madre no me dejaba
tocarlas.
En aquel entonces mis padres trabajaban duro,
pero se divertían mucho, como dicen los gringos:
Work hard, play hard25, trabaja duro, diviértete duro.
Viajaban en coche para descubrir un país
maravillosamente salvaje de la dimensión de tres
Italias y con una población de tan solo tres millones
de habitantes. Desde los Andes a la selva amazónica
recorrieron todo el territorio cuando se podía dormir
en cualquier playa o en el coche mismo sin que nadie
los molestara o les robara. Tiempos idos, hoy te
comen vivo.
El hombre propone y Dios dispone
Mi llegada modifcó los planes de mis padres, su plan
B. Querían irse a vivir a una casa proyectada y
estudiada por mi padre que había construido en una
zona en las afueras de la ciudad llamada El Junquito.
Work hard & play hard es una expresiòn idiomàtica
norte americana che rinde bien la idea de quién esta lleno
de energìas.
26
Junquito a una hora de distancia y a 1500 metros
sobre el nivel del mar. Muchos tenìan la casa de week-end.
25
29
Armando Richard Addati Ollero
El chalet se llamaba La Colina y ya en aquel tiempo
habían sido tomados en cuenta algunos criterios de
construcción ecológica. Por ejemplo, el agua
corriente era agua pluvial canalizada y recogida en
una construida paredes de piedra que servían de
fltro para que fuera potable, mientras las aguas
negras terminaban en un pozo también construido
con muros fltrantes que poco a poco depuraban el
agua en el terreno subyacente. Si hubiese habido
paneles solares y sistemas eólicos sin duda mi padre
los habría instalado. El era un verdadero innovador
en la escala descriptiva del mercado. La entera colina
era de nuestra propiedad y allí habían plantado de
todo: alcachofas, fresas, uva, y cualquier planta que
en aquella latitud y a 1500 metros de altura dos veces
al año producían frutos deliciosos y enormes. Buena
parte del terreno en la cima había sido aplanado y
estaba listo para la construcción de un local donde
mis padres querían poner una pequeña fábrica de
lácteos y quesos. Este era su plan para después de los
cuarenta.
Debo haberles aguado la festa borrando con mi
nacimiento todos sus objetivos. Entonces organizaron
un nuevo plan, quedándose en la ciudad, pues según
ellos no era posible que creciera aislado. En cambio
yo creo que vivir y crecer en El Junquito hubiera sido
lo mejor, además... adoro el queso! Pero los padres
quieren lo mejor para sus hijos, y para ellos era que
fuera a estudiar a una escuela italo-venezolana que
30
I sandali al cocco
había solo en Caracas. La escuela aun existe y sigue
aplicando un sistema bilingüe.
En fn, el Junquito se convirtió en una segunda
casa donde pasábamos el fn de semana con los
amigos de familia con un vaivén de gente entre
comilonas de carne a la parrilla, fuentes de espaguetis
y partidas de cartas delante de una chimenea
continuamente encendida donde asábamos castañas.
Pero el olor que me conecta como un rayo
directamente a los recuerdos de ese lugar maravilloso
es el del jojoto 27 hervido. Cuando bajaba por la
callecita de nuestra Quinta La Colina, cruzaba a pie
la carretera y allì estaba la choza de Félix. Félix
vendió sólo mazorcas de maíz toda su vida. Las
recuerdo como las mejores del mundo. El aroma
llegaba hasta mi casa y empezaba a olerse desde la
mañana temprano. Era imposible resistir todo el día
sin bajar para comprar una. Años más tarde volví y
encontré a los hijos de Félix. Me gusta pensar que si
hoy pasara por allí encontraría a sus nietos
vendiendo jojoto hervido. Sería fantático!
Felice y Dora
Como buen napolitano, Felice era la quintaesencia
de la exageración italiana. Le gustaba cocinar, comer
bien y estar entre amigos. Su hospitalidad y su
27
mazorca de maíz.
31
Armando Richard Addati Ollero
generosidad superaban abundantemente la norma a
tal punto que podían ser malentendidas. A Felice le
encantaba preparar suculentos desayunos y llevarle el
café a la cama a su mujer. Dorita, al contrario,nunca
había hecho ni un par de huevos fritos y cuando
intentaba cocinar algo puntualmente se enojaba o
porque quemaba la cacerola o porque cocinaba mal
las cosas. Una vez se fueron al cine dejando sobre la
hornilla la carne asándose a fuego lento. Después de
la función, mientras se iban acercando a la casa
vieron a los bomberos y una columna de humo que
salía del apartamento en el segundo piso de la casa.
Esa era la relación entre la cocina y mi madre.
Tuvieron que pasar muchos años y paciencia para
convertirla en una discreta cocinera.
Pero sus distracciones culinarias no se limitaban a las
hornillas. Una vez preguntó: -Felice, ¿Qué te gustaría
comer? -Dorì, un plato de pasta; Felice se lavó las
manos y, cuando Dorita nos llamó, se sentó a la
mesa. De la cocina salió una tortilla de patatas y
cebollas. Papá preguntó por el plato de pasta pero
ella lo había olvidado. Estas escenas se repetían
cotidianamente. Por suerte los fnes de semana
cocinaba papá y todo cambiaba.
Mi viejo era tempranero y así como sucede en los
edifcos italianos, hacia las diez de la mañana había
un intenso aroma de comida. A veces era una salsa,
otras algo que se asaba en el horno. No había nada
que mi padre no supiera o no pudiera cocinar. Todo
le salía bien, un poco como a mi Loredana. Una sola
32
I sandali al cocco
vez me preparó el café poniéndome la sal. Lo probó
y siguió poniendo lo que según él era azúcar hasta
que los dos no escupimos todo en el lavabo muertos
de risa.
Sobre administración de fnanzas, ahorros e
inversiones a Dorita no había que enseñarle nada.
Felice, que quería libertad absoluta, se fastidiaba
mucho. Ella lo ponía nervioso cada vez que le
controlaba el dinero. -Felice, ayer te di cien Bolívares,
¿qué hiciste con el dinero?- Papá se enfadaba mucho,
aun sabiendo que mi mamá tenía razón.
Se llevaban muy bien cuando se trataba de ir a
bailar y a pasarlo bien, eso si que los ponía de
acuerdo. Ella se vestía elegantísima y él se llenaba de
perfume, a veces hasta demasiado. Me acuerdo que
compraba botellas de perfume de litro. Cuando era
pequeño y hasta cuando empezaron a dejarme solo
en casa, me llevaban con ellos con el pijama puesto.
Aparcaban el coche al lado de la puerta del local y le
daban una propina al portero para que me echara un
ojo mientras yo dormía en el asiento posterior del
Mustang del '69.
A mi madre le encantaba estar entre amigos pero
fuera de casa. No le gustaba ni cocinar ni andar
limpiando para los demás. No tenía el sentido de la
hospitalidad si era ella la que tenía que trabajar. Con
el tiempo esta conducta mejoró en las maneras pero
no en el contenido. Con el pasar del tiempo llegó a
ser una buena cocinera y una excelente anftriona,
pero ni bien los huéspedes se iban protestaba y
33
Armando Richard Addati Ollero
resoplaba continuamente. Era así también cuando yo
invitaba a algún amigo y con el tiempo dejé de
hacerlo para evitar sentirme culpable por su
impaciencia. Cada quien está hecho a su manera y
para mí ella era, de todas formas, la mejor mamá del
mundo.
También Felice tenía sus defectos, algunos un
poco más voluminosos. Era uno que se tomaba todo
muy a pecho y por eso a veces su exacerbada
sensibilidad lo llevaba a superar el límite de la
polémica. Perdía la paciencia fácilmente y a menudo
también los estribos. Aunque me había acunado y
cantado mil veces para hacerme dormir, cuando
crecí nunca me permitió ningún capricho. Sus manos
eran rápidas y pesadas. Pasaba de un cachetazo a un
revés detrás de la cabeza que me hundía la cara en el
plato. Recuerdo que me daba miedo que se pusiera
nervioso o que se enojara. A veces lo veía sentado
mientras fumaba preocupado y le preguntaba - Papá
¿estás enfadado?; no quiero ni hablar de aquellos
momentos en que todo lo había en la mesa volaba
por los aires. Platos, vasos, nunca tuvimos una
aceitera con todas la botellas iguales, siempre eran
distintas.
En los fnes de semana lo veía escribir con su
máquina de escribir portátil, una Olivetti que
todavía conservo con mucho cariño. Escribía con los
dos índices pero era rapidísimo. Generalmente le
escribía a sus parientes o a sus hijos y nunca eran
cartas que contasen algo agradable, sino eran notas
34
I sandali al cocco
llenas de nostalgia, o bien de reproche hacia alguno
de ellos por haberse alejado. No era un hombre fácil.
Al fn y al cabo Dora y Felice eran pan para sus
propios dientes y sonrío al recuerdo de cuando
discutían, él en dialecto napolitano y ella en
castellano perfecto, diciendo lo mismo sin nunca
entenderse. En realidad era el tono hostil el que los
llevaba a discutir con tanto fervor. En alguna parte he
leído que la discordia está hecha en un diez por
ciento de contenido y en el noventa restante por el
tono de la voz.
En el tiempo en que tenía un bellísimo perro,
que se llamaba Toy, él se metía entre los dos para
dividirlos mientras discutían. Delante de mi perro no
habrían podido levantarme las manos, sin hacerles
daño alguno los habría puesto en su sitio.
¡Grande Toy! Además del napolitano y del
español, en mi casa valía también el idioma perruno.
35
2 - NEPTUNO, LAS SIRENAS
Y
LOS TRITONES
Después de algunos años
Pasaron algunos años y yo crecí nutriéndome de las
sensaciones nacidas en ese estilo de vida. Pero mis
padres decidieron vender La Colina y para mi fue un
golpe bajo. Fue como estar enamorados de una
mujer y que tus padres te prohíban verla: así estaba
enamorado yo de esa colina y de esa casa.
Desde entonces empezó mi nueva
experiencia, porque al fnal de cada año escolar
empezaron a enviarme a Italia a visitar a la
numerosa familia de mi padre. A lo largo de los años
tuve que añadir una estancia en casa de Marisol, que
mientras tanto se había casado con un agente
36
comercial boloniés de la Carpigiani 28. Además de ser
mi hermana, Marisol había sido mi nana desde mi
nacimiento. Desde que salí del hospital ella me llevó
a su habitación y hasta su boda fui criado por dos
madres.
Mis padres querían que aprendiera a ser
independiente, así que mi viajes solo en avión
empezaron cuando tenía seis años. Felicetto y Dorita
me dejaban en manos de las bellísimas azafatas de
Viasa29 y, gracias a los libros para colorear, a los
juegos con el logo de la compañía aérea, a las
comidas servidas en bandejas llenas de contenedores
con infnidad de pequeños paquetes que me llevaba a
casa las horas de vuelo, las horas pasaban
rápidamente. Me divertía mucho mirando las
películas que proyectaban en las pantallas encima de
los baños, los mismos baños que habría usado para
hacer los que hacen todos los varones en la edad del
desarrollo. En todos casos me divertía muchísimo
viajar solo y me hacía sentir adulto, especialmente
cuando las personas se interesaban por conocer mis
experiencias viajeras.
Una vez llegado a Milán, el itinerario era más o
menos el mismo cada año. Visitaba a mis tíos en
La sociedad Carpigiani de Bologna era una
empresa de vanguardia en la producción de helados.
Exports en el mundo entero.
29
Viasa era la linea aérea nacional de Venezuela, hoy
parte de Iberia.
28
37
Legnano y luego iba a casa de Marisol en
Rastignano, donde tenía muchos amigos pues me
había quedado a estudiar el segundo grado de
primaria.
Como en Caracas, estaba acostumbrado a poner
y sacar la mesa, a tirar la basura, hacía mi cama y
hasta cuidaba a mis sobrinos. Salía a jugar en la calle
Buozzi o en casa de algún niño, donde las madres me
hacían preguntas curiosas sobre como era mi familia
y nuestra vida en Caracas. A las 17:00 era la hora del
pan con Nutella que las madres preparaban a turno
para todos los chicos, pero a las 20:30 mi hermanan
me llamaba en voz alta y yo sabía que había llegado
la hora de volver a casa.
Con lágrimas en los ojos me iba de casa de mi
hermana y retomaba mi viaje hacia Nápoles para ir a
casa de mi abuela Teresa y de mis tíos. Después de
unas semanas bajo el sol de Agosto me llevaban me
llevaban en hidroala a Ischia a casa de mis
queridísimas primas.
Más tarde Felice me dio una sorpresa que cambió
defnitivamente mi vida, mis pasiones y mis
preferencias. Al fnal del verano de 1974 dejé mi
amor italiano, pues al llegar a Caracas habría
empezado uno aún mayor: el barco.
Mis padres, como siempre, fueron a buscarme al
aeropuerto de Maiquetía30; -¿A dónde vamos, papà?Maiquetia: zona del distrito de La Guaira donde se
encuentra el Aeropuerto Internacional Simón Bolivar.
30
38
-A tomar una cocada31- respondió. Pero después de la
cocada seguimos la ruta opuesta a la de casa y le
volví a preguntar por qué no estábamos yendo hacia
Caracas. Papá me contestó que habíamos sido
invitados al barco de unos amigos. Llegamos a esa
pequeña dársena con una emoción impresionante.
La pequeña marina estaba llena de movimiento, con
barcos de motor que habían sido botados sea de una
rampa que de una pequeña grúa amarilla. Algunos
Sunfsh, pequeñas embarcaciones de vela con deriva
móvil, giraban entre las boyas de la dársena para
luego salir hacia la desembocadura del puerto. Las
palmeras de coco plantadas en medio de unos
cuidados prados verdes, los deportistas y las bellas
chicas en bikini - es más, recuerdo aquellas en tanga
que andaban por doquier-, me daban la sensación de
estar dentro de la serie Miami Vice. El viento era
tenso como siempre en el Caribe y el calor te
quemaba los pies si caminabas descalzo.
-¿Es éste el barco?- -Si, sube- dijo Felice; -¿Y tu
amigo, papá?- -Ya va a llegar, tú mientras ponte el
traje de baño-. Después de haberme puesto un
pequeñísimo Speedo, me senté modoso mirando
fuera del barco, esperando ver a un señor que habría
subido a bordo de ese bellísimo yate de madera. La
Cocada é una bebida helada hecha de un 90% a
base de coco y un 10% de leche, leche condensada y
azúcar. Una persona creída suele llamarse El Rey de la
Cocada.
31
39
espera y toda la situación me parecían extrañas y mi
papá, que ya no aguantaba la emoción, no logró
mantener la sorpresa por más tiempo diciendo que el
barco era nuestro.
Pensar en un barco nuestro con cuchetas, cocina
y baño me arrolló de entusiasmo. Había también un
dinghy32. Recuerdo que poco después sentí en mis
narices el olor que precede la lluvia y pocos segundos
más tarde se desató un temporal tropical fortísimo, de
esos que terminan inmediatamente después del
chaparrón. Pedí permiso para poder bañarme bajo la
lluvia tibia y me puse a bailar sobre la caseta para
expresar mi felicidad. Estaba feliz como sólo un niño
puede ser. Recuerdo que mis padres me observaban a
través de los cristales de la cabina de pilotaje: pienso
que mi madre le habrá dicho a mi padre -¡qué bello
mi hijo!-. Carioca se llamaba la lancha y para mis
ojos era el barco más bello del mundo. El astillero
americano que la había construido le había puesto
un ambiguo, Trojan que en italiano se pronuncia
troia, que es el nombre de una mujer infel. -Quella
troia della tua barca!, Esa puta de tu barca!- le decían
a mi padre sus amigos.
Nuestro Carioca era un cabinado muy sencillo de
diez metros sin fying bridge33, pero había sido
adaptado para la pesca de altura con dos antenas de
El dinghy es una pequeña embarcación de servicio
que se usa para bajar a la playa o al puerto cuando el
barco está anclado.
32
40
aluminio muy largas y muy altas. Por muchos años la
pesca de arrastre fue la pasión de mi padre. Una vez
volvió con un pez espada cuya cabeza y cola salían
literalmente de las chumaceras. Su emoción era tan
fuerte que se cayó en el agua mientras bajaba
triunfante al pequeño muelle lateral. A los albores de
las aventuras marinas estalló la ferviente pasión que
aún hoy impregna mi vida.
La Marina
Pasaron algunos años y tras un accidente que le
impidió a mi padre seguir pescando, los días
empezaron a ser menos divertidos, casi aburridos con
él a bordo. La invalidez agudizó su irascibilidad. Por
la falta de sueño y de reposo papá se había
convertido en un hombre taciturno. Trabajábamos
juntos haciendo algunas labores de mantenimiento,
pero él se aislaba leyendo y fumando, mientras en mi
madre y en mi aumentaban los sentimientos de
culpa.
Flying bridge, literalmente puente volante se utiliza
en los yates de pesca para tener una visual más alta.
Algunos estaban hechos de nuerosos puentes que llegaban
a parecer pequeñas torres, un mixto entre un puente de
comando y una cofa de visualización.
33
41
Desde entonces empecé a acercarme cada vez
más al Señor Sergio, uno de nuestros amigos de
aquella pequeña marina. El Samurai, su barco, tenía
el casco en hierro. Era un vieja patrulla de la guardia
costera, feísima pero muy marinera, donde yo me
divertía mucho a bordo, pues estaba llena de chicos
y de jóvenes de todas las edades y su comandante era
un toscano orgulloso de su pasado y pagado de si
mismo y de su barco. Era un apasionado de pesca
submarina, se había casado con Doña Marga
“Margarita”, una mujer de los Andes con una calma
única que lograba equilibrar la exuberancia de su
marido.
Creo que mi padre le tenía algo de celos dado que
esa pareja no tenía hijos y se habían encariñado
conmigo como si hubiera sido un sobrino. Tenían
muchos propios,
otros como yo habían sido
"adoptados", aunque me gusta pensar que yo era el
preferido.
El Samurai era todo de hierro y tenía un
camarote en popa con dos cuchetas grandes y un
centro que hacía de plancha de mando, de comedor
y de sala de juegos. En aquella cabina Sergio se
afeitaba todas las mañanas con la afeitadora
eléctrica, cosa que recuerdo cada vez que veo una.
Yendo a proa, el Samurai tenía una cocina con
una pequeña mesa de fórmica celeste claro, típica de
los años '60, con asientos para cuatro personas. A
continuación había una cabina para huéspedes con
42
grandes ventanas corredizas, decorada con tapicería
y cortinas llenas de galeones y de barcos antiguos. En
la parte extrema de proa, separada del resto del
barco por un mamparo estanco, estaba la cabina del
marinero, costumbre muy útil en aquel tiempo que se
fue perdiendo por exigencias del mercado náutico.
El Samurai navegó por años a lo largo de las
costas venezolanas, viviendo historias y anécdotas
que el Señor Sergio contaba suscitando la envidia de
los oyentes que no habían viajado con él. Sergio
Baldassini era un personaje avasallador pero
simpático, y si bien era egocéntrico y egoísta, en
fondo era un hombre bueno y apasionado; yo quedé
fascinado por él desde el mismo momento en que oí
su llamada: -ciao pocciolo!-. Lo quise mucho. Bajo
algunos aspectos era lo contrario de Felicetto, en
otros era idéntico. Tenía algo especial que para mí
hacía la diferencia: era mucho más joven que mi
papá y le gustaba la inmersión en apnea. Entonces él
tenía cincuenta y dos años, mi padre quince más.
Sergio me llevaba a hacer pesca submarina con él y
con su amigo de aventuras, un español que se
llamaba Juan Luis. Iban a buscarme con la lancha
Boston Whaler34 blanca y celeste. Se acercaban a
nuestro barco gritándole a mi padre -Felice, me llevo
Boston Whaler, literalmente ballenero bostoniano,
es una marca de barcos americanos famosa en todo el
mundo por su solidez, marinería y por su confabilidad
ante un hundimiento.
34
43
a Armandito!>>. El Señor Sergio nunca me explicó
cómo pescar, quizás porque pensaba que aprendería
solo, pero siempre me daba tareas o me ordenaba
hacer cosas importantes, lo cual aumentaba mi
sentido de responsabilidad. Era un placer estar a su
lado. Nunca aprendí las a pescar con el fusil, pero lo
llevaba solo para demostrar mi afnidad. Con sólo
ocho años aprendí a manejar la lancha con un fuera
de borde de cincuenta caballos y a encontrar los
fondales adecuados. Después de las inmersiones,
Sergio me decía que regresara a la dársena y yo
conducía el barco sin incidentes.
Nuestra marina, la Marina Sheraton, era
conocida como la dársena de los pobres, mientras la
de los ricos estaba llena de yates de más de quince
metros. Pero aunque el Caraballeda 35 Yacht Club era
la marina de los ricos, los armadores parecían tristes
y aburridos. Allí los chicos no podían correr ni tirarse
al agua desde los muelles, todo era orden y
tranquilidad. Pero demasiadas reglas eran lo opuesto
de lo que nos gustaba a mis amigos y a mí.
La Marina Sheraton era un lugar donde los
pequeñísimos burgueses, aquellos que guardaban una
pequeña parte del presupuesto familiar para la
náutica, tenían sus modestas embarcaciones. Nos
reuníamos cada santo fn de semana y
organizábamos espaguetadas y parrillas donde los
Caraballeda es una zona residencial a orillas del
mar en Venezuela en el distrito de La Guaira.
35
44