Mis sandalias de coco de Armando Richard Addati Ollero Copyright 1 Copyright © 2014 Armando Richard Addati Ollero Todos los derechos reservados. ISBN: ISBN-13: 2 Dedicatoria Les agradezco y dedico estas páginas a mis padres quienes, como todos los emigrantes, han tenido sueños. Yo fui el sueño de su ultimo viaje. Dedico estas páginas a todos aquellos que con la esperanza de una vida mejor lo enfrentan todo sin darse cuenta del dolor que les espera en aquella tierra prometida. 3 PARTE Primera La Formación del Ser 4 1-Raíces e injertos Sinopsis Se pierde en el tiempo la pasión que siento hacia el mar; algunas pasiones se heredan, otras se forman, otras aún se encuentran en el ADN. Siempre he leído, escrito y dibujado todo lo que se refere al mar, y en estos primeros escritos recojo el pensamiento de personajes famosos conocidos en mis lecturas como Bernard Montessier y otros conocidos personalmente. Hablo de experiencias vividas en los puertos y navegaciones por el Caribe y el Mediterráneo, cuento anécdotas de países aparentemente distintos como Venezuela, Estados Unidos, España e Italia, en los cuales he vivido. He recogido auroras y ocasos, enfrentado viento y marea que han formado inexorablemente mi carácter e infuido en cada elección. 1 <<Cuando el mar se te mete adentro te conviertes en él >> se lo he dicho a todos. Pero estas páginas no excluyen mis experiencias terrestres ni la impresión de que la educación de nuestra sociedad ha intentado despojarnos de nuestras pasiones, de que nos hemos dejado engañar por el centelleo al horizonte, aquel que nos parecía el faro de un puerto y al acercarnos muestra la advertencia de un peligroso escollo. Este intento de escritor es un ensayo sobre la vida de un emigrante, hijo de emigrantes, que suelta las amarras de la vida que todos te cargan encima para ir en busca de sus sueños a dieciocho años, luego a veintitrés, más tarde a treinta y nueve y a cuarenta y siete, y quién sabe cuántas otras veces me tocará volver a hacerlo. Siempre enfrenté nuevas salidas eligiendo el viaje, o por una sencilla razón de trabajo o para que mi alma sobreviviera, enfrentado de pecho los huracanes creados por el economía del consumismo, capeando los temporales de las manipulaciones bancarias y de la atormentada sed de poder de los políticos. At ventis adversis - con el viento en contra- es la frase de Gabriele D’Annunzio que se ha convertido en mi insignia cada vez que decido que, para mejorar, tengo que oponerme a aquellos que duermen con los ojos abiertos. Emprendo una lucha personal contra los que miran sin ver, o contra los que para no ser molestados no levantan ni un dedo para mejorar 2 esta Italia maravillosa y devastada. Aunque no haya nacido aquí me siento italiano hasta la médula y me opongo a la mala conducta sobre el bien público, al atropello de las ofcinas de puerto, contra los abusos de las agencias portuarias; escribo artículos en la revista Bolina, protesto contra los que dejan el coche mal aparcado o contra quien ensucia las aceras, escribo a los alcaldes y a los ministros: hasta le escribí al profesor Monti cuando fngió escuchar a los italianos. Los informes a la fuerza pública se multiplican, algunos con éxito, otros menos <<Tarde o temprano te van a pinchar una goma o te van a quemar el barco>> me advierten mis amigos . En el vórtice de mis cuentos, de las sensaciones y de lo que intento expresar siempre se encuentra el mar y hay una fragancia impregnada en mis recuerdos. Ambos han dejado una huella nostálgica en mi vida, a veces evidentemente quijotesca. Lo que me da ánimo y me recuerda que puedo esperar algo mejor es la fragancia salobre del mar y el perfume de coco de un par de sandalias que me regalaron mis padres en las Antillas holandesas. Dice e español Pérez-Reverte que "los barcos se pierden en tierra". Hay hombres que para ahogar el dolor y el fracaso se esconden en sus barcos y navegan porque en la tierra se morirían rápidamente, así como les pasa a los barcos olvidados en los astilleros. Estos hombres irremediablemente se perderían en tierra; algunos no aguantan y se 3 derrumban, como le pasó a mi amigo Bobby. Nosotros que vivimos en simbiosis con el mar somos como los barcos. 4 I sandali al cocco Prólogo Cada quien es artífce de su propio destino. Una compañera mía de la escuela primaria me invitó a su festa de cumpleaños. No sé por qué pero de todas las festas a las que fui ésta se me imprimió en la memoria. La recuerdo como si fuera ayer. Elisabetta tenía los ojos claros y una melenita que le caía sobre los hombros como fdeos de soya dorados. La casa donde vivía se parecía a la de la serie Dallas, era enorme. Llegué y saludé, según el cliché, a la mamá de Elisabetta que me dijo que había una sorpresa para mí, que había alguien que quería verme. Era Ana, Anita la "señora de servicio". Anita había trabajado en mi casa por años y yo le tenía mucho cariño; ahora trabajaba para ellos. Se había ido de mi casa porque necesitaba alojamiento también para su hijo y nosotros no teníamos lugar para ambos. Como en casi todos los apartamentos burgueses de Caracas de los años anteriores a la predictadura democrática de Chávez, también nuestro apartamento tenía una habitación con baño separada del resto de la casa, detrás de la cocina, el "cuarto de servicio". 5 Armando Richard Addati Ollero Para cada cumpleaños, Anita me preparaba los "coquitos acaramelados", bolitas de coco rallado cubiertas de caramelo. Emocionado por la sorpresa corrí a abrazarla con los ojos llenos de lágrimas. Me presentó a su hijo que tenía más o menos mi edad y, olvidándome de mi amiga, me puse a jugar con él hasta que no llegó la hora de volver a casa. En todo el tiempo que pasamos juntos el hijo de Ana me contó que aquella familia lo trataba como un esclavo y que mi amiga Elisabetta lo había acusado de haber robado un objeto en su habitación. Impulsado por el inocente cariño hacia Anita y por el sentido de injusticia de aquella acusación, no aguanté y fui a contarle a Ana lo que el niño me había dicho. Ana se enfadó mucho y decidió ir enseguida a hablar con la dueña de casa. Se armó un buen lío y fui señalado a distancia sin que ningún adulto hablara conmigo, de manera que nunca supe lo que habían dicho del asunto. Mi compañera dejó de ser la misma conmigo y nunca más me invitó a su casa. Nunca más tuve noticias de Ana ni de su hijo y esto me dolió mucho. En aquel tiempo, no recuerdo bien, tenía nueve o diez años, y después de ese suceso tuve sentimientos de culpa por haberme equivocado. Esto me llevó a sentirme inseguro por mucho tiempo, de manera que cuando me encontraba en situaciones parecidas, por el miedo al disentimiento, aunque supiera lo que tenía que hacer, no hacía nada. Queriendo defender 6 I sandali al cocco al hijo de Anita seguramente había comprometido su situación, así que me convencí de que en futuro no me habría metido en los asuntos ajenos. Yo había defendido los principios inculcados por mi padre, pero mi madre me regañó en cuanto supo lo que había pasado. Así como entonces, aun hoy aquel niño que se arriesgó por un desconocido me coge de sorpresa, comprometiendo la efcacia y la espontaneidad de mis buenos propósitos. Aunque haya aprendido que los adultos no podemos expresarnos como los niños, el chico que llevo dentro se escapa de su escondite y mi actitud directa desorienta a cualquier interlocutor. Ahora a escribir Estaba en la ensenada bajo una lluvia copiosa y después de haber leído otro interesante capítulo sobre la historia de los sumergibles me conecté con internet. Leí algunos aburridos mensajes, entre ellos el de mi contable que me decía que había calculado el IMU1 para el primer año y que "más o menos será de unos siete mil euros!". Si los políticos infames hubieran ahorrado en coches de escolta y otros gastos absurdos tanto suyos como de los partidos, y si hubieran controlado mejor las inversiones, no nos tendrían que exigir tanto dinero ni estaríamos al borde de la quiebra. Ni hablar de las estafas llevadas IMU: Imposta Mobiliare Unico. Impuesto altísimo que reemplazó el anterior en 2011. 1 7 Armando Richard Addati Ollero a cabo por los bancos! Sin todo esto habríamos podido comprarnos toda Alemania en el momento en que nació el euro. Cuando viajo acostumbro resumir mi jornada en un mensaje que les envío a mis amigos barqueros que en ese momento están en sus trabajos: ese día Gloria me contestó: <<Armando ¿Por qué no escribes un libro que hable de nosotros armadores? ". ¿Escribir un libro yo? En el liceo no llegaba a sufciente en escritura y mi gramática italiana es de terror!. Lo voy a pensar >> contesto. Siempre he escrito muchísimo, pero sólo para mí mismo; hace algunos años se me ocurrió escribir una historia pero nunca estuve muy convencido. La misma noche del mensaje de Gloria intenté escribir algo y terminé por pasar la noche escribiendo hasta el amanecer; le envié todo con una nota diciéndole que era todo lo que se me había ocurrido sobre nosotros los armadores, que de todos modos el tema era muy limitado y sobre todo interesaba a pocos lectores. Gloria me contestó al día siguiente pidiéndome que siguiera escribiendo, podía ser un cuento que incluyese todo lo que había contado. La idea siguió bulliendo en mi cabeza por días y días. Fui navegando hacia el sur con destino a Cipriano, donde tenía una cita con una maestro velero para reparar la vela mayor rasgada mientras llegaba desde Talamone a Córcega. ¡Malditas rachas! 8 I sandali al cocco Me dejé llevar por el cansancio de la espera y por la adrenalina y salí aun sabiendo que encontraría viento en proa y así perdí el panel solar; mientras recogía la vela mayor el viento la rasgó a la altura de un par de garruchas2. Era Julio, el verano debía haber llegado pero hacía un tiempo horrible. En Cipriano me tocó esperar para desembarcar porque el viento era fortísimo y por la lluvia no lograba ver la playa. Decidí retomar un cuento que había empezado dos años antes e intenté adaptarlo a los requerimientos de Gloria. Salió un garabato sin sentido, pero igual se lo envié. Nada, Gloria me contesta diciéndome que lo que debería hacer es contar mis anécdotas sin más. <<¡Inténtalo!>> .<<Bueno, pero por donde empiezo? >> Mientras tanto deja de llover, el viento se calma y bajo a mi mini tender para llevar la vela mayor a tierra, y llego empapado hasta los huesos. Il maestro velero corso, en un italiano afrancesado me promete que la remendará en dos días y por poco dinero, lo cual me parece fenomenal. Vuelvo al velero, me seco y tengo tiempo para pensar en lo que tengo que escribir y así la idea empieza a tomar forma a un punto tal que no puedo dormir sino dos o tres horas por noche. No tengo idea de cómo se escriba un libro ni de cómo se organice el trabajo, Garruchas: pequeños carretes cosidos en la vela que sirven para que se desplace a lo largo de una canaleta o de una cable de acero. 2 9 Armando Richard Addati Ollero pero investigo en la red y encuentro sitios con consejos y reglas y hasta un software para organizar la estructura¡Bingo!. Bajo el software y enseguida empiezo sin siquiera saber si terminaré este proyecto, mejor dicho, convencido de que inmediatamente me daré cuenta de que no tengo ningún chance de que me lo publiquen. Por suerte me divierto y me relajo escribiendo, me sirve para desahogarme y para librar mi cabeza de las preocupaciones de siempre. He leído el libro "Ahora basta" de Perotti y me he dado cuenta de que muchas de las cosas que leí hubiera querido haberlas escrito, así que me sentí precedido. Además el tal Perotti es un comunicador profesional así que nunca llegaría a estar a su nivel, ¡Ohh! Pero el entusiasmo y la vanidad vencen cualquier impedimento: además, sin trabajar abundo de lo que casi todos carecen: el tiempo. ¡Y héme aquí escritor! También la suerte ayuda Sin trabajar la cantidad de tiempo libre del que dispongo sirve para disfrutar plenamente de mi velero y del mar, mis pasiones, y con el pasar de los meses descubro que la calidad de la vida de quien carece de horarios es enorme. Además a mi enorme tiempo libre se añade que, desde que entendí cómo funcionan las cosas en Italia, estoy tan indignado que 10 I sandali al cocco todo lo que pienso se me escapa de la boca sin evaluar las consecuencias. Cuando tenía ganas de hacer carrera, tenía mucho cuidado con lo que decía y parecía tener diez años más que ahora. Guardarse todo adentro hace daño y se ve en la cara. Ganaba mucho y me gustaba mi trabajo, pero en realidad soñaba con una mejor calidad en el empleo de mi tiempo, de mi vida. Soñaba con ir por mar por lo menos cuatro semanas seguidas sin tener que volver corriendo usando el motor del velero. Hoy día en mi cuenta bancaria entra poco más de un sexto de lo que ganaba como director, pero la paradoja es que mi deseo se ha hecho realidad como si hubiera frotado la lámpara de Aladín. Ni siquiera programándolo lo hubiera conseguido. Como ejemplo un verano pude navegar por catorce semanas: nunca lo hubiera pensado cuando estaba convencido de que estaba haciendo carrera! Por muchísimos años estuve esperando poder decir lo que de verdad pensaba sin compromisos, deseaba escribir un libro y soñaba realizar mis sueños de libertad en mi velero. Los profesionales llaman objetivos lo que en realidad son sueños. En verdad fue el resultado de una serie de eventos lo que me llevó hasta aquí, porque la vida es así, no siempre se encuentra lo que uno desea en el momento en que se desea y hay que aceptar lo que llega en momentos distintos a los de tu programa. La experiencia y algunas patadas en el trasero me enseñaron que, mucho más a menudo de lo que uno cree, hay que 11 Armando Richard Addati Ollero dejarse llevar por los hechos que parecen negativos y hay que esforzarse por convertirlos en algo positivo. Si la propia vida es un río que desborda y que corre a gran velocidad, nunca hay que intentar nadar contra la corriente porque uno podría ahogarse. "Es simple" diría mi amigo Ernesto. Después de mis últimas vacaciones, aunque en realidad estoy de vacaciones todo el año, publiqué algunas fotos en el social network habitual y una docena de amigos y conocidos que no veo desde hace tiempo me escribieron "¡No vale poner fotos de cuando tenías dieciocho años! Mira, desgraciado, qué has hecho para mantenerte así?". Estuve pensando que quizás las preocupaciones de los últimos diez años seguidas por el nuevo estilo de vida sin horarios hayan sido constructivos y hayan liberado alguna sustancia química que ha estirado las arrugas de mi cara. Otro amigo mío que trabaja en Hellwett Packard está convencido de que en aquellos tiempos, aun con la pérdida del trabajo, tomé la decisión acertada. -Armando- me dijo -yo te veo como uno que no se pierde en depresiones y que en tus peores días siempre has estado convencido de que es mejor hacer lo que a uno le gusta en vez de ir a darle dinero a un psicólogo, y eso te ha dado resultado". Si hablamos de terapia natural entre la montaña y el mar elijo el mar. Cuando era pequeño mi padre me contaba cuentos que siempre tenían algo que ver con el mar. Había emigrado de Nápoles a Suramérica en barco: él llevaba el mar dentro de sí. 12 I sandali al cocco De sus poros en lugar del sudor salía el agua del golfo de Nápoles. Cuando el mar se te mete adentro de alguna manera tú te conviertes en él, eres cómplice y capaz de reacciones exageradas y de actos de cualquier tipo como el mar abierto. Algunas veces te regala días maravillosos, otras días y días de borrasca. Mi carácter no es fácil, no lo era tampoco el de mi padre. El mar cambia de color y de olor y siempre está en movimiento. Nunca se queda quieto y así como mi padre y como el mar, soy impreveíble. Sabemos que el mar es grande y peligroso, así como sabemos que es generoso, que nos permite navegarlo sin tener que decidir forzosamente la ruta. Esta posibilidad de libertad no existe en la tierra frme ni en la sociedad. O bien o mal el mar estimula y al mismo tiempo espanta; relaja y aconseja, pero te castiga si te equivocas, lo que no pasa con esos canallas que nos gobiernan. El mar está siempre conmigo y sé siempre dónde encontrarlo. En la tierra frme a menudo me siento solo. Tomo mi tiempo y, entrando en simbiosis con él, voy al ritmo de sus olas y me adapto a sus vientos y a sus corriente: nunca le doy la espalda y lo respeto mucho. En cambio siento que él, aun manteniendo distancia y poniéndome a prueba, me acepta tal como soy, así como yo lo acepto tal como es. Cuando necesito hablar con alguien o desahogarme, él siempre está allí, y por eso lo navego cada vez que puedo. 13 Armando Richard Addati Ollero Born in YV Nací en Venezuela3, mis padres eran dos personas maduras con historias complicadas. Se conocieron en una pequeña pensión de Caracas 4, lo que hoy llamaríamos un bed & breakfast. Por lo que sé mi madre llegó a la ciudad de techos rojos en busca de su compañero el cual, por algún motivo que nadie nunca supo explicar, se había ido de Madrid a principios de los '60 y había abierto una escuela en la apital venezolana. Mi madre, Dora, me contaba que este señor se había jugado casi todo el dinero en Montecarlo y que la última vez había ido al casino y había regresado en tren con el chófer porque se había jugado hasta el coche. Dora estaba muy orgullosa porque nunca había pasado hambre durante la guerra civil española ni tampoco durante la segunda guerra mundial. En familia eran cuatro y como buenos campesinos sabían trabajar duro. Por lo que pude saber de mi hermana, mi madre a los dieciséis años empezó a tener una relación con un abogado, un noble de apellido De Olañeta5. Era mucho mayor que ella y se había enamorado de esta jovencita rubia de ojos YV es la sigla internacional de Venezuela. El nombre Venezuela signifca "Pequeña Venecia" nombre dado por Amérigo Vespucio cuando llegó al delta del Orinoco y encontró las palaftas indígenas. 4 Santiago de Leon de Caracas 3 14 I sandali al cocco azules y con mucho carácter. Cuando me enteré de la noticia no me sorprendí demasiado ya que en Venezuela era bastante normal casarse a esa edad. Siendo hija de campesinos de un pueblo llamado Moraleja del Medio6, tenía la ambición de querer salir adelante y convertirse en una señora burguesa, pero lo importante era que le gustaba estudiar. La ocasión se le había presentado, él era elegante y culto así que ella había logrado su objetivo, por lo menos al principio. Sin más palabras, quedó embarazada y se dio la gran vida hasta que fue posible. La situación con el abogado fue cambiando y poco antes de sus cuarenta años la crisis de pareja la llevó al nuevo mundo. Mi hermana Marisol7, fue criada por una nana y cuando mi madre se fue a Venezuela la dejó en un colegio de monjas. Por más feo que parezca, en aquel tiempo era bastante normal, es más, era común que las familias ricas dejarán a sus hijos en los colegios. En aquellos tiempos Dora, en su rol de señora de un noble abogado, tenía mucho tiempo libre y con sus amigas jugaba a canasta sobre hermosas mesas de De Olaneta fue también un famoso luchador en las distintas guerras de independencia suramericanas. Se encuentra en las enciclopedias de historia.. 6 Moraleja del Medio se encuentra en Madrid, a una hora de la capital. 7 Marisol es un típico nombre español que resume Maria de la Soledad. Mi gusta pensarlo como un acrónimo de mar Y sol… 5 15 Armando Richard Addati Ollero paño verde. Iba a cursos de todo tipo, de enfermería a jardinería, pero sobre todo no fregaba pisos ni le cambiaba los pañales a su hija. Mi padre, Felice, tenía un par de cosas en común con ella aunque su actitud hacia la vida era diametralmente opuesta. Él también venía de una familia humilde y como mi madre quería mejorar su condición. Pero su manera de vivir y su carácter eran completamente distintos. Para empezar, en la familia de mi padre había ocho hermanos y en una ciudad come Nápoles después de la guerra se pasaba hambre, y mucha. Mi abuelo Armando había trabajado en los barcos como electricista y cada vez que volvía a su casa encontraba a otro hijo al que darle de comer, fruto de la alegría del desembarque anterior. Desde 1912, año en que nació mi papá, hasta su ida a Venezuela en los '60, esta familia tan numerosa había salido adelante a duras penas. En Caracas Felice, al que mi abuela Teresa llamaba cariñosamente Felicetto, se alojó con su querido amigo Corrado en una pensión de una señora española, una cierta Oliva, que en defnitiva era amiga de mi madre. El juego del destino estaba hecho y así se conocieron contándose mutuamente el motivo que los había llevado a Caracas. Me imagino a Felicetto hablando en dialecto napolitano y Dora haciendo preguntas en español castizo. Comunicaron de esta manera hasta que mi padre falleció en 1996: esto 16 I sandali al cocco explica por qué en la escuela nunca logré escribir bien ni en italiano ni en español. Me imagino que Dorita, como la llamaba mi padre, le habrà contado que había ido a buscar al abogado De Olañeta, desaparecido desde hacía unos años. Él en cambio le habrá contado que no aguantaba más su compleja situación familiar en Italia, donde había mandado a sus dos hijos, Roberto e Rosaria, a un colegio mientras su esposa había sido internada en un hospital psiquiátrico, que en aquel tiempo se llamaba sin más ni más manicomio. Para completar el cuadro, visto que en aquel tiempo no existía el divorcio, mi papá tenía una amante. Pienso que esto no se lo habrá dicho enseguida, se puede entender como funcionan estas cosas. En conclusión, dado su carácter, mi padre se puso a disposición de Dorita para ayudarla a encontrar al tal De Olañeta. Mientras tanto entre ellos fue creciendo la amistad, así como el interés recíproco y luego el enamoramiento, hasta llegar a la pasión que los unió en matrimonio. Todos sabemos que la carne es débil y mi mamá era una belleza en la mejor edad de las mujeres. Después de haber encontrado al abogado lo contactaron para una cita. Para completar el cuadro llegó a Caracas la concubina de mi papá, a la que vamos a llamar María. En esta opereta a la De Filippo le falta solo un escenario y un público, así que la historia acabó 17 Armando Richard Addati Ollero como una comedia napolitana tipo Facite ammuina8, o sea, una farsa. De Olañeta se fue con la tal Maria y Felice... bueno, se habrá entendido. Como si fuera poco luego llegaron mis hermanos de Nápoles, Roberto y Rosaria, y antes de mi nacimiento apareció también desde Madrid mi hermana Marisol. Como suele decirse hay que llegar hasta el fondo, así que mis padres se hicieron socios de negocios. Dorita tenía algunas joyas, un abrigo de piel y algo de dinero, pero nunca en su vida había trabajado, mientras Felicetto estaba en blanca pero sabía apañarselas, habiendo aprendido el arte de sobrevivir durante y después de la guerra. Con un apretón de manos, él se había llevado de Italia algunas representaciones y una empresa de billares de Ruttigliano, y alguna otra fábrica que le había dado la exclusiva en Venezuela. Alguien en Nápoles le dio el contacto con un masón de Caracas, y a éste le fue a pedir algún consejo y un préstamo. Después de haberse presentado y haber saludado dando la mano como se reconocen los masones, recibió un cheque en blanco. Pero mi papá no tenía ánimo de masón y temía usar dinero prestado, así que rompió el cheque y agradeció por el gesto generoso. Mientras tanto mi madre, un bella señora en los cuarenta, sabía poner inyecciones y encontró trabajo en una farmacia. El primer día de trabajo, a la hora Facite ammuina debería ser un comando en los barcos para fngir que se trabajaba. Es un falso histórico. 8 18 I sandali al cocco del cierre el dueño le pide a mi madre que lave el piso, y mi madre se echó a llorar. Al dueño le tuvo lástima, así que la mandó a su casa y se lavó el piso solo. Unos meses después Dora encontró trabajo en el Banco Italo-Francés y gracias a su hábil gestión del dinero fue bastante apreciada. Más tarde dejó el banco para trabajar con mi padre, aunque conociendo su índole pienso que el fn fuese el de controlar el fondo en común y la administración de la sociedad. Él era lo que hoy llamaríamos un CEO9 o un gerente general o también un genio del Business Development 10 , pero en compenso era manirroto, así que ella se autonombró CFO11, o sea gerente administrativo y gerente de personal. . En casa siempre recurrí a mi padre para hablar de mis ideas o para los trabajos manuales y a mi madre para el sustento económico. En fn, Felice nunca tenía un céntimo en el bolsillo porque si alguien iba a buscarlo llorando aprietos, mi padre afojaba todo lo que tenía en el bolsillo. Felicetto en el negocio y Dorita a la caja: señores ¡Qué pareja! En aquellos tiempos todavía eran jóvenes y estaban enamorados; a menudo iban a bailar. Papá era muy buen bailarín y a mamá le encantaba la festa. Cuando se fueron a vivir todos juntos salían CEO, Chief Executive Offcer Business Developer Manager es el título para el Gerente de Desarrollo Comercial 11 CFO, Chief Financial Offcer, tesorero o gerente administrativo. 9 10 19 Armando Richard Addati Ollero con mis hermanos a beber, fumar y bailar. Recuerdo que cuando era chico me llevaban a los salones de los hoteles y las mujeres le pedían a mi padre que bailara con ellas. Dora hacía una mueca y lo pateaba por debajo de la mesa. Seguramente le habrá tomado el pelo -Dorita, ¡qué puedo hacer yo si soy un hombre elegante!-. En los años '60 en aquello lugares solían sacar fotos a los clientes y luego los exhibían para la venta. En casa enmarqué algunas imágenes en blanco y negro donde ellos bailan al aire libre. Tengo algunas fotos de mis hermanos sentados a la mesa junto a ellos, otra de mi madre en una cena con algunas compañeras del banco: observándolas me doy cuenta de que aquel era un período muy feliz para ellos, aunque eran momentos duros teniendo que manejar una situación familiar compleja entre hijos e hijastros. Mi padre me contaba que en aquellos días tenían poco dinero y que para reservar una mesa en un local con orquesta se reunían con amigos o conocidos para poder ordenar una botella de whisky que dividían entre todos. Esa bendita botella no terminaba nunca porque la diluían con pepsicola y con hielo para ocupar la mesa por toda la noche. Eran tiempos en que algunos muebles de la casa estaban hechos con las cajas de madera de los productos que importaban. En aquellas fotos Felicetto y Dorita dan la impresión de ser una pareja bella y elegante. Él, un cincuentón interesante vestido a la moda, llegaba 20 I sandali al cocco unas gafas que lo asemejaban a Onassis, mientras ella parecía una maravillosa diva del Festival de Canes. También mis hermanos se veían bellos y elegantes. A decir verdad mis hermanas Rosaria y Marisol lo eran, parecían dos actrices, mientras Roberto un poco menos Poco antes de que yo naciera Rosaria se casó con un mexicano de buena familia con el cual tuvo un hijo que llamó Federico. He visto algunas fotos de Rosaria de joven y era hermosa como el sol. Mi primer sobrino nació en Ciudad de México unos años antes que yo y fui tío antes de ser concebido. A la venerable edad de cuarenta años y tres años mi madre quedó embarazada de mi. Mi papá me contaba divertido de que me habían querido para que fuera el bastón de su vejez, pero es evidente que fui el resultado de un puro accidente. Sin embargo me criaron con mucho amor y con seria intención de rescatarse de los errores que habían cometido en el pasado con sus primeros hijos. Nací un lunes del '65 en un importante día histórico y mi madre me contaba que con la barriga iba junto con papá y Marisol por la calles principales de Savana Grande12. Era carnavales y, como todos los carnavales suramericanos, era muy divertido pasear por la calle. La gente vestida o disfrazada gastaba bromas de todo tipo. Desde los coches lanzaban Savana Grande che signifca la grande savana é il nome di una strada piena di negozi e ristoranti che percorre quattro o cinque fermate di metro di Caracas. 12 21 Armando Richard Addati Ollero puñados y puñados de chucherías. El papel picado se alternaba a las bombas de agua que completaban la escena con algún arlequín mojado. Tengo un recuerdo vago de cuando era pequeño, pues estas tradiciones han ido desapareciendo por razones de seguridad. En efecto, este tipo de bromas han sido prohibidas a causa de los tontos aguafestas que metían pintura en lugar de agua y flos de hojillas en las bombas. Pienso que en lugar de prohibir a estos idiotas habrían debido hacerles tragar lo que hacían, pero lo bueno dura poco y por suerte se alterna con cosas nuevas. Venezuela en los '50 y '60 La Venezuela de los años ’50 y’60 era un país que ofrecía muchas oportunidades. Todo estaba por hacer, por construir y por inventar. A Caracas, que todavía era un conjunto de casas blancas en estilo colonial con ventanas altísimas y rejas negras de hierro forjado o de madera tallada, la llamaban la de los techos rojos debido a las tejas de barro. Desde las puertas principales se entreveía un largo zaguán con pisos multicolores y con dibujos geométricos morescos e hispánicos. Aquí y allá ya habían construido alguna pequeña iglesia colonial y había distintas fncas, viviendas de importantes familias de origen español. Una de ellas 22 I sandali al cocco la Quinta13 Anauco, hoy es un museo maravilloso que uno debería visitar si se encuentra allí como turista. En el Panteón se encuentra la tumba del ilustrísimo Simón Bolívar y de otros próceres que combatieron a su lado, construido en 1912. Muchas calles laterales de la ciudad de los techos rojos todavía eran de color ocre. En aquellas calles de tierra todas las mañanas transitaba un pick up14 Chevrolette lleno de polvo, con esos parafangos abombados y voluminosos que hoy ya no se ven, del que bajaba el personal municipal para recoger literalmente los cuerpos inertes de aquellos que se habían dormido en la acera después de la borrachera cogida en una taguara. Hasta los años en que viví con mis padres el venezolano medio tomaba cantidades exorbitantes de cerveza, ron y whisky Black Label15. Durante años hemos tenido el mayor consumo de acohol pro capite. En los años noventa salió un anuncio de un ron muy conocido promoviéndolo como el ron de los peores bares de Caracas. En cada cervecería se oían hasta altas horas de la noche a los hombres mientras jugaban a Quinta: casa con jardín. El Pick up en USA es un furgón cabinado que tiene la parte posterior completamente abierta para transportar objetos voluminosos. Es muy usado por aquellos afcionados a actividades que conllevan muchas herramientas o Es un vehículo muy utilizado y en la vesión de luo tiene cabinas para 5 personas. 15 Black Label es el whisky Johnny Walker etiqueta negra. 13 14 23 Armando Richard Addati Ollero dominó y en las calles se veían mesas llenas de botellas vacías. A menudo alguien pasaba entre las mesas y, golpeando, hacía caer las botellas de vidrio marrón: la cerveza se derramaba por todas partes y, mezclada con el humo del tabaco, producía un olor nauseabundo a la entrada de esos bares. Caracas creció y se expandió también gracias a los inmigrantes españoles e italianos que por más de treinta años se enriquecieron haciendo negocios en la construcción. Por su parte los empresarios en su país de origen habían trabajado como albañiles o carpinteros, pero dado que en Venezuela las autorizaciones y la corrupción estaban al orden del día, era sufciente establecer una red de favores, dando coba con dinero efectivo a cualquier ofcial estatal para meterse en negocios. A muchos extranjeros les fue fácil importar cualquier tipo de objeto de sus países con cualquier método, aún deshonesto. Españoles e italianos, pueblos expertos en el arte del apaño, encontraron en América Latina uno de los terrenos más fértiles del mundo en lo que se refere a corruptela. En Venezuela se podían comprar licencias, diplomas, carnés de conducir, permisos, cualquier cosa. La historia de la conquista del nuevo mundo se basa en el robo, la injusticia y la corrupción, por lo cual no hay que sorprenderse si también los residentes y los nacidos en la segunda generación, estaban acostumbrados a un sistema sin escrúpulos. 24 I sandali al cocco Desde la época de las dictaduras militares, antes con el General Gómez, después con Pérez Jiménez y hasta los años '80, el país creció en forma desmedida y con obras arquitectónicas de vanguardia. En los años '60 y '70 ya estaba llena de rascacielos y autopistas que en Italia y en España se vieron sólo a partir de los '80 y '90. Las autopistas como la Cotamil16 atraversaban Caracas de este a oeste y cubrían la extensión del valle en la falda caraqueña del cerro17 Ávila que separa el altiplano de la costa. Para unir la capital con el mar se construyó una autopista, que reemplazaba la carretera vieja Caracas - La Guaira18, y desde los mil metros de altura de la capital aun hoy se utiliza para bajar a la playa en menos de una hora. Es obvio que ésta es hoy una vieja autopista inadecuada para la cantidad de coches que la transitan y que ya no se adhiere a la reglas fundamentales de seguridad. En aquel tiempo era una obra de vanguardia teniendo en cuenta la Esta autopista llamada también Autopista Boyacà se desliza a lo largo del Monte Avìla exactamete a mil metros sobre el nivel del mar. 16 17 Monte La Guaira è una città costiera del Venezuela, la più vicina alla capitale Caracas. Il suo porto ed il suo aeroporto sono per decenni stati l’ingresso principale del intero continente sud americano per merci e passeggeri provenienti dall’Europa e dal nord e centro America. Era anche uno dei pochissimi scali del Concorde della Air France. 17 18 25 Armando Richard Addati Ollero complejidad morfológica y la fragilidad del terreno en el que había sido construida, pues en ese país mágico todo lo que se construía se hacía con los mayores adelantos de tecnología y diseño. En los años '60 una compañía suiza construyó el teleférico que aun hoy comunica Caracas con la cima del Monte Ávila, cuyo terminal llega a un lujoso hotel con pista de patinaje sobre hielo. Los italianos que se enriquecieron en aquellos años Muchos italianos acumularon pequeñas fortunas en aquellos años. En aquel entonces casi todos empezaron de cero. Mi padre conducía una "jardinera", que así llamaban a las Station Wagon en los años '80, hoy SUV; iba por todo el país tratando de vender la mercancía que importaba del exterior. Billares, fipper, distribuidores de cigarrillos y más tarde ropa para niños, estuches de joyería y productos para hacer helados. Una anécdota que mi padre contaba a menudo era que una vez se detuvo delante de un kiosco para comer algo y el propietario era italiano. Mi padre no aguantó la tentación de pedir un plato de espaguetis. Mientras intentaba enroscar la pasta en el tenedor y la salsa demasiado líquida salpicaba por todas partes, oyó desde un jukebox la canción Arrivederci Roma19. Las lágrimas Arrivederci Roma es el título de la homónima canción. 19 26 I sandali al cocco empezaron a deslizarse desde la cara al plato de pasta y - me contaba- se comió el plato de pasta pasada tragando los sollozos para que ninguno de los que estaban allí oyera su dolor. Una canción napolitana dice come era amaro quel pane20, sobre todo aquel calado en esa salsa aguada por su propias lágrimas. Pagó, cogió el coche y siguió su camino. Tenía unos cincuenta años, algunos más que los que yo tengo hoy. Felice y Dora habían alquilado un apartamento en una zona comercial de la ciudad donde vivían muchos europeos. A lo largo de la calle principal de Savana Grande había un café italiano llamado el Piccolo Caffè, una galería con una tienda de alimentos que se llamaba il Bottegone, un teatro que más tarde fue transformado en el cine Radio City, muchas tiendas de ropa y zapatos españoles, de muebles italianos y hasta una japonesa que se llamaba Casa Yonekura. Hasta hace algunos años esas tiendas de la Caracas de entonces quedaron en vida. Una de ellas era la tienda La canción “Lacrime Napulitane” é tocces emocionante; fue cantada por Mario Merola. Habla de los emigrantes: ………io so' carne 'e maciello so' emigrante e 'nce ne costa lacreme st' america a nuje napulitane pe' nuje ca 'nce chiagnimmo 'o cielo e napule comme e' amaro stu pane……. 20 27 Armando Richard Addati Ollero de chocolates Savoy21, otra era El Rey de las Piñatas. Aquí y allá las tiendas de artesanía indígena y colonial completaban el panorama comercial de la zona que va desde Plaza Venezuela hasta Chacaito22. Las piñatas aún se usan en los cumpleaños infantiles. Son muñecos de cartón multicolores adornados con cintas de papel. Las piñatas están llenas de chucherias23 y de pequeños juguetes. Los niños son vendados y con un palo tienen que golpear la piñata, mientras el muñeco sube y baja con una cuerda, Cuando uno logra golpearlo los caramelos y los juguetes caen y ellos se echan a correr para recoger esas maravillas. Luego los chicos se intercambian los tesoros y siempre hay alguno que llora porque no puedo coger nada mientras otro cogió demasiado. Es una lección de la vida que les espera. Si yo hubiera sido Forrest Gump24 habría añadido a la célebre frase de la caja de bombones que la vida es como la piñata, quien coge demasiado y quien nada. Desde hace poco tiempo vi alguna en una festa para niños en Roma. Otro recuerdo que tengo de niño son las tiendas de artesanía local donde Chocolates Savoy es la marca más famos de chocolates en Venezuela. Hoy es propiedad Nestlè. 22 Chacaito es la zona di Caracas donde nació uno de los primeros centros comerciales. 23 Golosinas. 24 Forrest Gump disse che la vita é come una scatola di cioccolatini. Quando li scarti non sai mai quale ti aspetta. 21 28 I sandali al cocco se vendían tzantzas, cabezas humanas reducidas y momifcadas por algunas tribus indígenas. Era impresionante ver esas cabezas muertas con la boca cosida y los ojos cerrados, mi madre no me dejaba tocarlas. En aquel entonces mis padres trabajaban duro, pero se divertían mucho, como dicen los gringos: Work hard, play hard25, trabaja duro, diviértete duro. Viajaban en coche para descubrir un país maravillosamente salvaje de la dimensión de tres Italias y con una población de tan solo tres millones de habitantes. Desde los Andes a la selva amazónica recorrieron todo el territorio cuando se podía dormir en cualquier playa o en el coche mismo sin que nadie los molestara o les robara. Tiempos idos, hoy te comen vivo. El hombre propone y Dios dispone Mi llegada modifcó los planes de mis padres, su plan B. Querían irse a vivir a una casa proyectada y estudiada por mi padre que había construido en una zona en las afueras de la ciudad llamada El Junquito. Work hard & play hard es una expresiòn idiomàtica norte americana che rinde bien la idea de quién esta lleno de energìas. 26 Junquito a una hora de distancia y a 1500 metros sobre el nivel del mar. Muchos tenìan la casa de week-end. 25 29 Armando Richard Addati Ollero El chalet se llamaba La Colina y ya en aquel tiempo habían sido tomados en cuenta algunos criterios de construcción ecológica. Por ejemplo, el agua corriente era agua pluvial canalizada y recogida en una construida paredes de piedra que servían de fltro para que fuera potable, mientras las aguas negras terminaban en un pozo también construido con muros fltrantes que poco a poco depuraban el agua en el terreno subyacente. Si hubiese habido paneles solares y sistemas eólicos sin duda mi padre los habría instalado. El era un verdadero innovador en la escala descriptiva del mercado. La entera colina era de nuestra propiedad y allí habían plantado de todo: alcachofas, fresas, uva, y cualquier planta que en aquella latitud y a 1500 metros de altura dos veces al año producían frutos deliciosos y enormes. Buena parte del terreno en la cima había sido aplanado y estaba listo para la construcción de un local donde mis padres querían poner una pequeña fábrica de lácteos y quesos. Este era su plan para después de los cuarenta. Debo haberles aguado la festa borrando con mi nacimiento todos sus objetivos. Entonces organizaron un nuevo plan, quedándose en la ciudad, pues según ellos no era posible que creciera aislado. En cambio yo creo que vivir y crecer en El Junquito hubiera sido lo mejor, además... adoro el queso! Pero los padres quieren lo mejor para sus hijos, y para ellos era que fuera a estudiar a una escuela italo-venezolana que 30 I sandali al cocco había solo en Caracas. La escuela aun existe y sigue aplicando un sistema bilingüe. En fn, el Junquito se convirtió en una segunda casa donde pasábamos el fn de semana con los amigos de familia con un vaivén de gente entre comilonas de carne a la parrilla, fuentes de espaguetis y partidas de cartas delante de una chimenea continuamente encendida donde asábamos castañas. Pero el olor que me conecta como un rayo directamente a los recuerdos de ese lugar maravilloso es el del jojoto 27 hervido. Cuando bajaba por la callecita de nuestra Quinta La Colina, cruzaba a pie la carretera y allì estaba la choza de Félix. Félix vendió sólo mazorcas de maíz toda su vida. Las recuerdo como las mejores del mundo. El aroma llegaba hasta mi casa y empezaba a olerse desde la mañana temprano. Era imposible resistir todo el día sin bajar para comprar una. Años más tarde volví y encontré a los hijos de Félix. Me gusta pensar que si hoy pasara por allí encontraría a sus nietos vendiendo jojoto hervido. Sería fantático! Felice y Dora Como buen napolitano, Felice era la quintaesencia de la exageración italiana. Le gustaba cocinar, comer bien y estar entre amigos. Su hospitalidad y su 27 mazorca de maíz. 31 Armando Richard Addati Ollero generosidad superaban abundantemente la norma a tal punto que podían ser malentendidas. A Felice le encantaba preparar suculentos desayunos y llevarle el café a la cama a su mujer. Dorita, al contrario,nunca había hecho ni un par de huevos fritos y cuando intentaba cocinar algo puntualmente se enojaba o porque quemaba la cacerola o porque cocinaba mal las cosas. Una vez se fueron al cine dejando sobre la hornilla la carne asándose a fuego lento. Después de la función, mientras se iban acercando a la casa vieron a los bomberos y una columna de humo que salía del apartamento en el segundo piso de la casa. Esa era la relación entre la cocina y mi madre. Tuvieron que pasar muchos años y paciencia para convertirla en una discreta cocinera. Pero sus distracciones culinarias no se limitaban a las hornillas. Una vez preguntó: -Felice, ¿Qué te gustaría comer? -Dorì, un plato de pasta; Felice se lavó las manos y, cuando Dorita nos llamó, se sentó a la mesa. De la cocina salió una tortilla de patatas y cebollas. Papá preguntó por el plato de pasta pero ella lo había olvidado. Estas escenas se repetían cotidianamente. Por suerte los fnes de semana cocinaba papá y todo cambiaba. Mi viejo era tempranero y así como sucede en los edifcos italianos, hacia las diez de la mañana había un intenso aroma de comida. A veces era una salsa, otras algo que se asaba en el horno. No había nada que mi padre no supiera o no pudiera cocinar. Todo le salía bien, un poco como a mi Loredana. Una sola 32 I sandali al cocco vez me preparó el café poniéndome la sal. Lo probó y siguió poniendo lo que según él era azúcar hasta que los dos no escupimos todo en el lavabo muertos de risa. Sobre administración de fnanzas, ahorros e inversiones a Dorita no había que enseñarle nada. Felice, que quería libertad absoluta, se fastidiaba mucho. Ella lo ponía nervioso cada vez que le controlaba el dinero. -Felice, ayer te di cien Bolívares, ¿qué hiciste con el dinero?- Papá se enfadaba mucho, aun sabiendo que mi mamá tenía razón. Se llevaban muy bien cuando se trataba de ir a bailar y a pasarlo bien, eso si que los ponía de acuerdo. Ella se vestía elegantísima y él se llenaba de perfume, a veces hasta demasiado. Me acuerdo que compraba botellas de perfume de litro. Cuando era pequeño y hasta cuando empezaron a dejarme solo en casa, me llevaban con ellos con el pijama puesto. Aparcaban el coche al lado de la puerta del local y le daban una propina al portero para que me echara un ojo mientras yo dormía en el asiento posterior del Mustang del '69. A mi madre le encantaba estar entre amigos pero fuera de casa. No le gustaba ni cocinar ni andar limpiando para los demás. No tenía el sentido de la hospitalidad si era ella la que tenía que trabajar. Con el tiempo esta conducta mejoró en las maneras pero no en el contenido. Con el pasar del tiempo llegó a ser una buena cocinera y una excelente anftriona, pero ni bien los huéspedes se iban protestaba y 33 Armando Richard Addati Ollero resoplaba continuamente. Era así también cuando yo invitaba a algún amigo y con el tiempo dejé de hacerlo para evitar sentirme culpable por su impaciencia. Cada quien está hecho a su manera y para mí ella era, de todas formas, la mejor mamá del mundo. También Felice tenía sus defectos, algunos un poco más voluminosos. Era uno que se tomaba todo muy a pecho y por eso a veces su exacerbada sensibilidad lo llevaba a superar el límite de la polémica. Perdía la paciencia fácilmente y a menudo también los estribos. Aunque me había acunado y cantado mil veces para hacerme dormir, cuando crecí nunca me permitió ningún capricho. Sus manos eran rápidas y pesadas. Pasaba de un cachetazo a un revés detrás de la cabeza que me hundía la cara en el plato. Recuerdo que me daba miedo que se pusiera nervioso o que se enojara. A veces lo veía sentado mientras fumaba preocupado y le preguntaba - Papá ¿estás enfadado?; no quiero ni hablar de aquellos momentos en que todo lo había en la mesa volaba por los aires. Platos, vasos, nunca tuvimos una aceitera con todas la botellas iguales, siempre eran distintas. En los fnes de semana lo veía escribir con su máquina de escribir portátil, una Olivetti que todavía conservo con mucho cariño. Escribía con los dos índices pero era rapidísimo. Generalmente le escribía a sus parientes o a sus hijos y nunca eran cartas que contasen algo agradable, sino eran notas 34 I sandali al cocco llenas de nostalgia, o bien de reproche hacia alguno de ellos por haberse alejado. No era un hombre fácil. Al fn y al cabo Dora y Felice eran pan para sus propios dientes y sonrío al recuerdo de cuando discutían, él en dialecto napolitano y ella en castellano perfecto, diciendo lo mismo sin nunca entenderse. En realidad era el tono hostil el que los llevaba a discutir con tanto fervor. En alguna parte he leído que la discordia está hecha en un diez por ciento de contenido y en el noventa restante por el tono de la voz. En el tiempo en que tenía un bellísimo perro, que se llamaba Toy, él se metía entre los dos para dividirlos mientras discutían. Delante de mi perro no habrían podido levantarme las manos, sin hacerles daño alguno los habría puesto en su sitio. ¡Grande Toy! Además del napolitano y del español, en mi casa valía también el idioma perruno. 35 2 - NEPTUNO, LAS SIRENAS Y LOS TRITONES Después de algunos años Pasaron algunos años y yo crecí nutriéndome de las sensaciones nacidas en ese estilo de vida. Pero mis padres decidieron vender La Colina y para mi fue un golpe bajo. Fue como estar enamorados de una mujer y que tus padres te prohíban verla: así estaba enamorado yo de esa colina y de esa casa. Desde entonces empezó mi nueva experiencia, porque al fnal de cada año escolar empezaron a enviarme a Italia a visitar a la numerosa familia de mi padre. A lo largo de los años tuve que añadir una estancia en casa de Marisol, que mientras tanto se había casado con un agente 36 comercial boloniés de la Carpigiani 28. Además de ser mi hermana, Marisol había sido mi nana desde mi nacimiento. Desde que salí del hospital ella me llevó a su habitación y hasta su boda fui criado por dos madres. Mis padres querían que aprendiera a ser independiente, así que mi viajes solo en avión empezaron cuando tenía seis años. Felicetto y Dorita me dejaban en manos de las bellísimas azafatas de Viasa29 y, gracias a los libros para colorear, a los juegos con el logo de la compañía aérea, a las comidas servidas en bandejas llenas de contenedores con infnidad de pequeños paquetes que me llevaba a casa las horas de vuelo, las horas pasaban rápidamente. Me divertía mucho mirando las películas que proyectaban en las pantallas encima de los baños, los mismos baños que habría usado para hacer los que hacen todos los varones en la edad del desarrollo. En todos casos me divertía muchísimo viajar solo y me hacía sentir adulto, especialmente cuando las personas se interesaban por conocer mis experiencias viajeras. Una vez llegado a Milán, el itinerario era más o menos el mismo cada año. Visitaba a mis tíos en La sociedad Carpigiani de Bologna era una empresa de vanguardia en la producción de helados. Exports en el mundo entero. 29 Viasa era la linea aérea nacional de Venezuela, hoy parte de Iberia. 28 37 Legnano y luego iba a casa de Marisol en Rastignano, donde tenía muchos amigos pues me había quedado a estudiar el segundo grado de primaria. Como en Caracas, estaba acostumbrado a poner y sacar la mesa, a tirar la basura, hacía mi cama y hasta cuidaba a mis sobrinos. Salía a jugar en la calle Buozzi o en casa de algún niño, donde las madres me hacían preguntas curiosas sobre como era mi familia y nuestra vida en Caracas. A las 17:00 era la hora del pan con Nutella que las madres preparaban a turno para todos los chicos, pero a las 20:30 mi hermanan me llamaba en voz alta y yo sabía que había llegado la hora de volver a casa. Con lágrimas en los ojos me iba de casa de mi hermana y retomaba mi viaje hacia Nápoles para ir a casa de mi abuela Teresa y de mis tíos. Después de unas semanas bajo el sol de Agosto me llevaban me llevaban en hidroala a Ischia a casa de mis queridísimas primas. Más tarde Felice me dio una sorpresa que cambió defnitivamente mi vida, mis pasiones y mis preferencias. Al fnal del verano de 1974 dejé mi amor italiano, pues al llegar a Caracas habría empezado uno aún mayor: el barco. Mis padres, como siempre, fueron a buscarme al aeropuerto de Maiquetía30; -¿A dónde vamos, papà?Maiquetia: zona del distrito de La Guaira donde se encuentra el Aeropuerto Internacional Simón Bolivar. 30 38 -A tomar una cocada31- respondió. Pero después de la cocada seguimos la ruta opuesta a la de casa y le volví a preguntar por qué no estábamos yendo hacia Caracas. Papá me contestó que habíamos sido invitados al barco de unos amigos. Llegamos a esa pequeña dársena con una emoción impresionante. La pequeña marina estaba llena de movimiento, con barcos de motor que habían sido botados sea de una rampa que de una pequeña grúa amarilla. Algunos Sunfsh, pequeñas embarcaciones de vela con deriva móvil, giraban entre las boyas de la dársena para luego salir hacia la desembocadura del puerto. Las palmeras de coco plantadas en medio de unos cuidados prados verdes, los deportistas y las bellas chicas en bikini - es más, recuerdo aquellas en tanga que andaban por doquier-, me daban la sensación de estar dentro de la serie Miami Vice. El viento era tenso como siempre en el Caribe y el calor te quemaba los pies si caminabas descalzo. -¿Es éste el barco?- -Si, sube- dijo Felice; -¿Y tu amigo, papá?- -Ya va a llegar, tú mientras ponte el traje de baño-. Después de haberme puesto un pequeñísimo Speedo, me senté modoso mirando fuera del barco, esperando ver a un señor que habría subido a bordo de ese bellísimo yate de madera. La Cocada é una bebida helada hecha de un 90% a base de coco y un 10% de leche, leche condensada y azúcar. Una persona creída suele llamarse El Rey de la Cocada. 31 39 espera y toda la situación me parecían extrañas y mi papá, que ya no aguantaba la emoción, no logró mantener la sorpresa por más tiempo diciendo que el barco era nuestro. Pensar en un barco nuestro con cuchetas, cocina y baño me arrolló de entusiasmo. Había también un dinghy32. Recuerdo que poco después sentí en mis narices el olor que precede la lluvia y pocos segundos más tarde se desató un temporal tropical fortísimo, de esos que terminan inmediatamente después del chaparrón. Pedí permiso para poder bañarme bajo la lluvia tibia y me puse a bailar sobre la caseta para expresar mi felicidad. Estaba feliz como sólo un niño puede ser. Recuerdo que mis padres me observaban a través de los cristales de la cabina de pilotaje: pienso que mi madre le habrá dicho a mi padre -¡qué bello mi hijo!-. Carioca se llamaba la lancha y para mis ojos era el barco más bello del mundo. El astillero americano que la había construido le había puesto un ambiguo, Trojan que en italiano se pronuncia troia, que es el nombre de una mujer infel. -Quella troia della tua barca!, Esa puta de tu barca!- le decían a mi padre sus amigos. Nuestro Carioca era un cabinado muy sencillo de diez metros sin fying bridge33, pero había sido adaptado para la pesca de altura con dos antenas de El dinghy es una pequeña embarcación de servicio que se usa para bajar a la playa o al puerto cuando el barco está anclado. 32 40 aluminio muy largas y muy altas. Por muchos años la pesca de arrastre fue la pasión de mi padre. Una vez volvió con un pez espada cuya cabeza y cola salían literalmente de las chumaceras. Su emoción era tan fuerte que se cayó en el agua mientras bajaba triunfante al pequeño muelle lateral. A los albores de las aventuras marinas estalló la ferviente pasión que aún hoy impregna mi vida. La Marina Pasaron algunos años y tras un accidente que le impidió a mi padre seguir pescando, los días empezaron a ser menos divertidos, casi aburridos con él a bordo. La invalidez agudizó su irascibilidad. Por la falta de sueño y de reposo papá se había convertido en un hombre taciturno. Trabajábamos juntos haciendo algunas labores de mantenimiento, pero él se aislaba leyendo y fumando, mientras en mi madre y en mi aumentaban los sentimientos de culpa. Flying bridge, literalmente puente volante se utiliza en los yates de pesca para tener una visual más alta. Algunos estaban hechos de nuerosos puentes que llegaban a parecer pequeñas torres, un mixto entre un puente de comando y una cofa de visualización. 33 41 Desde entonces empecé a acercarme cada vez más al Señor Sergio, uno de nuestros amigos de aquella pequeña marina. El Samurai, su barco, tenía el casco en hierro. Era un vieja patrulla de la guardia costera, feísima pero muy marinera, donde yo me divertía mucho a bordo, pues estaba llena de chicos y de jóvenes de todas las edades y su comandante era un toscano orgulloso de su pasado y pagado de si mismo y de su barco. Era un apasionado de pesca submarina, se había casado con Doña Marga “Margarita”, una mujer de los Andes con una calma única que lograba equilibrar la exuberancia de su marido. Creo que mi padre le tenía algo de celos dado que esa pareja no tenía hijos y se habían encariñado conmigo como si hubiera sido un sobrino. Tenían muchos propios, otros como yo habían sido "adoptados", aunque me gusta pensar que yo era el preferido. El Samurai era todo de hierro y tenía un camarote en popa con dos cuchetas grandes y un centro que hacía de plancha de mando, de comedor y de sala de juegos. En aquella cabina Sergio se afeitaba todas las mañanas con la afeitadora eléctrica, cosa que recuerdo cada vez que veo una. Yendo a proa, el Samurai tenía una cocina con una pequeña mesa de fórmica celeste claro, típica de los años '60, con asientos para cuatro personas. A continuación había una cabina para huéspedes con 42 grandes ventanas corredizas, decorada con tapicería y cortinas llenas de galeones y de barcos antiguos. En la parte extrema de proa, separada del resto del barco por un mamparo estanco, estaba la cabina del marinero, costumbre muy útil en aquel tiempo que se fue perdiendo por exigencias del mercado náutico. El Samurai navegó por años a lo largo de las costas venezolanas, viviendo historias y anécdotas que el Señor Sergio contaba suscitando la envidia de los oyentes que no habían viajado con él. Sergio Baldassini era un personaje avasallador pero simpático, y si bien era egocéntrico y egoísta, en fondo era un hombre bueno y apasionado; yo quedé fascinado por él desde el mismo momento en que oí su llamada: -ciao pocciolo!-. Lo quise mucho. Bajo algunos aspectos era lo contrario de Felicetto, en otros era idéntico. Tenía algo especial que para mí hacía la diferencia: era mucho más joven que mi papá y le gustaba la inmersión en apnea. Entonces él tenía cincuenta y dos años, mi padre quince más. Sergio me llevaba a hacer pesca submarina con él y con su amigo de aventuras, un español que se llamaba Juan Luis. Iban a buscarme con la lancha Boston Whaler34 blanca y celeste. Se acercaban a nuestro barco gritándole a mi padre -Felice, me llevo Boston Whaler, literalmente ballenero bostoniano, es una marca de barcos americanos famosa en todo el mundo por su solidez, marinería y por su confabilidad ante un hundimiento. 34 43 a Armandito!>>. El Señor Sergio nunca me explicó cómo pescar, quizás porque pensaba que aprendería solo, pero siempre me daba tareas o me ordenaba hacer cosas importantes, lo cual aumentaba mi sentido de responsabilidad. Era un placer estar a su lado. Nunca aprendí las a pescar con el fusil, pero lo llevaba solo para demostrar mi afnidad. Con sólo ocho años aprendí a manejar la lancha con un fuera de borde de cincuenta caballos y a encontrar los fondales adecuados. Después de las inmersiones, Sergio me decía que regresara a la dársena y yo conducía el barco sin incidentes. Nuestra marina, la Marina Sheraton, era conocida como la dársena de los pobres, mientras la de los ricos estaba llena de yates de más de quince metros. Pero aunque el Caraballeda 35 Yacht Club era la marina de los ricos, los armadores parecían tristes y aburridos. Allí los chicos no podían correr ni tirarse al agua desde los muelles, todo era orden y tranquilidad. Pero demasiadas reglas eran lo opuesto de lo que nos gustaba a mis amigos y a mí. La Marina Sheraton era un lugar donde los pequeñísimos burgueses, aquellos que guardaban una pequeña parte del presupuesto familiar para la náutica, tenían sus modestas embarcaciones. Nos reuníamos cada santo fn de semana y organizábamos espaguetadas y parrillas donde los Caraballeda es una zona residencial a orillas del mar en Venezuela en el distrito de La Guaira. 35 44
© Copyright 2025