GRUPO REFORMA

Vincencio Juan de Lastanosa
y sus prodigios
Fermín GilEncabo
Huc usque et inde cepit reza el mote que corona las armas
infanzonas de don Vincencio Juan de Lastanosa y
Baraiz de Vera. Obliga a considerar con ojos barrocos
el boato desde una vanitas cifrada en esa calavera
heredada que va sobre la cimera y da pie para entender
el Vetustate fulget del lema elegido como amparo de la
obra personal: «... esta noble familia empieza donde
otras acaban; amonestando con esto a mis
descendientes, correspondan en el hecho a la empresa,
procuren de que no acabe su buena forma con la vida,
sino que el día de la muerte renazca el buen nombre
como fénix». Orígenes y postrimerías flanquean
simbólicamente la memoria de la estirpe que Vincencio
lega a los suyos con el envío del último mote de las
armas: «La más segura nobleza / es la que el fin no
acabó, / antes en él comenzó». Vincencio declara y
glosa los lemas de su imagen heráldica a los
veinticuatro años y hasta el final de sus días se empleará
en acomodar vida terrenal y esperanzas de ultratumba
a estos nortes emblemáticos para gloria de su apellido,
de su ciudad y de su siglo. (4)
«El que va a Huesca y no ve casa de Lastanosa, no ve
cosa». El dicho, sugeridor de inefables maravillas, sigue
arraigado en la ciudad del Isuela a modo de testigo de lo
que, según tradición no apócrifa asegura,
probablemente ha sido el mayor esplendor a lo largo de
toda su historia. (1) Y, al contrario de cuando la
imaginación popular fabula, en este caso no da abasto
para sospechar lo extraordinario de la realidad que fue.
Sin embargo, de todo ello queda poco más que su
memoria en algunos libros y, por lo común, libros sobre
Gracián, a cuya sombra Lastanosa sí que ha franqueado
los límites locales y la prueba del tiempo. (2) Porque,
como apuntó Adolphe Coster en su obra básica sobre el
bilbilitano, «Lastanosa tiene un lugar tan preponderante
en su vida; de tal manera ha influido sobre él, ya
estimulando sus producciones, ya proporcionándole los
libros que había menester, ya censurando sus escritos,
acaso colaborando en ellos, que merece un puesto de
honor en este estudio». (3) Pero no ha de ser siempre
necesariamente ese vínculo con Gracián lo que faculte
para hablar del prócer, mecenas, coleccionista, erudito,
editor, contertulio y amigo. Lastanosa tiene entidad
suficiente como para reclamar nuestra atención y, más,
cuando, a la luz de lo que sabemos, se atisba lo que
queda por descubrir y decir sobre él; y cuando, para
aminorar el contraste entre la fama pasada y el olvido
actual, intentamos responder esas preguntas elementales
que surgen al oír su nombre. ¿Qué ostentador de
maravillas fue aquel «discreto Salastano» capaz de
desviar de su ruta al propio Felipe IV? ¿Qué podía
admirarse en su palacio para que Gracián lo denominase
«teatro de prodigios»? ¿Qué Huesca, qué España, qué
mundo compendiaba aquel «culto camarín» donde no
entraba «sino lo muy perfecto» y aquel jardín que
aturdía incluso a los que lo conocían de oídas, pasmaba
a la más alta nobleza española y extranjera y ante el cual
el mismísimo duque de Orleans confesaba: «[nJo tiene
el rey de Francia cosa como esta ... »?
Retrato de Lastanosa. Anónimo. Siglo XVII. B.N.M.
El abolengo que Vincencio Juan puede exhibir hace
memoria de trece generaciones y está, según palabras
del cronista Andrés, ilustrado «de varones insignes en
santidad, letras y armas» asiduamente vinculados a
reyes y príncipes mediante acciones bélicas y cargos de
servicio y gobierno en puestos de confianza desde que
un Gombal de Lastanosa, caballero que habría de ser
su abuelo undécimo y cuyas primeras noticias se ubican
a comienzos del siglo XIII, cuidó en Monzón de la
crianza de Jaime 1.
Hacia 1210, su hermano Ramón era canónigo y
preboste de Lérida, donde educó a sus sobrinos Guillén
y Gombal, luego participantes en la conquista de
Mallorca y Valencia. El décimo abuelo de Vincencio,
Gilbert, tras haber seguido la causa de los Templarios
gozó del favor del infante don Pedro, el hijo de
111
Cortés y Claramunt en Huesca, donde se afincó en la
casa que sería de su biznieto Vincencio y luego moriría
en 1574. A su hermano Pedro Juan, el experto en obras
hidráulicas y fortificaciones que trabajó para el rey
como «maquinario» y estuvo al senricio de su Consejo
de Guerra, han sido atribuidos Los veintiún libros de los
ingenios y de las máquinas. (5) Hijo del segundo de su
nombre, Juan 111 casó con Inés de Arnedo y Vargas,
representó a su estamento como diputado del reino de
Aragón en 1579 y cuidó de la edición póstuma de la
Historia de Fernando el Católico de Zurita. Su hermano
Pedro fue canónigo y preboste de Huesca además de
catedrático en la universidad de la misma ciudad. Sus
hermanas Ana y Beatriz casaron, respectivamente, con
Pedro Iriarte yJerónimo Climent.Juan Agustín
Lastanosa Arnedo y Vargas 111, el padre de Vincencio,
casó con Esperanza Baráiz de Vera y Navarro de
Azpilcueta; como militar desempeñó el cargo de
general de galeras de Felipe 111 y como hombre culto
animó -bajo el nombre de «el Modesto»la academia literaria instituida en Huesca en 1610.
Lastanosa podrá ostentar enlaces con apellidos notables
pero sobre todo brillará como ninguno de su familia y
como pocos de sus convecinos al repristinar el viejo
orgullo estamental en un periodo oscense -si bien
cada vez más distante del relativo auge económico de
finales del siglo XVI y principios del XVlI- de
indiscutible desarrollo artístico y cultural, incluso
franqueados sus años centrales, y capaz de propiciar
rebrotes de aquella virtú renacentista que otorga al
hombre común la posibilidad histórica de deberse sólo
a sus obras y en el noble tiñe su obligación de
protagonismo social incluso cuando esa virtud derive
hacia un sentido ético definitivamente barroco. (6)
Arbol genealógico de VincencioJuan de Lastanosa. E.N.M.
.\Is. 22609.
Jaime 11, como gobernador de sus estados. Casado con
.\na Donosa de Salazar, tuvo a Pedro, quien fue
camarero y también gobernador del mismo infante y
llegó a servir al propio rey en 1348 cuando el problema
de la Unión. Hermano de Pedro fue Juan, abad de Villa
Beltrán. A Pedro sucedió otro igual en el nombre y
cargos, que tuvo por hermano a Ramón, doncel de
Pedro IV, y por descendiente a Antonio 1, quien se
trasladó de Calavera -donde se ubicaba la casa
solariega de la familia- a Pomar. La línea siguió con
Pedro 111, Antonio 11 y Antonio 111. Juan 1, tercer
abuelo de Vincencio, se mudó a Monzón, fue
ma\·ordomo de María de Austria, hermana de Carlos V,
sinió a este en Flandes y casó con MaríaJuana de Rivas
\" Silva. Su hermano Pedro llegó a ser embajador de
Fernando de Austria en Constantinopla.
Los hitos vitales de Lastanosa señalan una trayectoria
muy vinculada a Huesca, donde nace un 25 de febrero
de 1607. Elll de enero de 1626 casa con Catalina
Gastón y Guzmán, de ascendencia oscense pero nacida
en Sevilla un 9 de enero de 1612, que moriría en 1644
en el sobreparto del decimocuarto de sus hijos. (7) Su
vida conoce las inevitables zonas sombrías: la viudedad,
problemas con alguna hija, el enfriamiento ocasional
de las amistades, tiranteces con familiares como los
Climent, la pérdida de los más próximos (su hermano
Orencio, Andrés de Uztarroz, Gracián ... ), los achaques
de la vejez. Morirá en Huesca el18 de diciembre de
1681, poco antes de cumplir los 75 años. (8) De sus
viajes, al margen de los desplazamientos previsibles (a
Figueruelas, a Zaragoza ... ) o circunstanciales (en 1627
asiste a cortes en Barbastro; en 1637 visita el colegio de
los jesuitas de Calatayud; en el verano de 1676 está en
Ya en tiempos de Felipe 11, para quien también luchó
en Flandes, Juan Luis 11, de Monzón, casó con María
112
Madrid ... ), descuella el de Francia. En 1637 ó 1638 viaja
hasta París acompañando al duque Gastón de Orleans,
a quien había alojado de incógnito en su casa mes y
medio y con quien se había carteado al menos desde
1631. Probablemente es en esa ocasión cuando visita en
Toulouse a su amigo el canónigo coleccionista
Francisco Filhol. Las cartas, los encargos y las visitas que
recibe, más que los viajes, le mantienen en contacto
con el exterior.
enero de 1658, con motivo del nacimiento de Felipe
Próspero, es protagonista indiscutible de unos festejos
que dan renombre a Huesca.
Ni siquiera frecuentó las aulas universitarias pero el
entorno familiar, la labor del preceptor Francisco
Antonio Fuser, el autodidactismo y sus múltiples
contactos intelectuales le permitieron crear para sí \para otros un marco más enriquecedor que el de las
enseñanzas regladas. Se le supone conocedor del latín.
el griego y quizás el hebreo y el árabe y, entre las
lenguas modernas, del italiano, debido al trato con
artistas y científicos que trabajan en su casa, y del
francés por razones similares, a las que hay que añadir
su relación con Francisco Filhol y Gastón de Orleans.
los jardineros franceses suministrados por éste y la
traducción de los Elementos químicos de Jean Béguin
como parte de su bagaje intelectual, en el que también
entraban los conocimientos matemáticos y la mecánica
de precisión. De sus habilidades artísticas podrían ser
testigos las pinturas al temple que Carderera decía
haber visto, los planos del Palacio de los Reyes en
Huesca o del castillo de Loarre que le reclama su amigo
el conde de Guimerá, los «diseños» de estatuas que le
pide Gastón de Orleans, así como los dibujos de
búcaros, piezas de marfil, lucernas romanas y ciertos
croquis y vistas parciales de sus jardines. (11)
No dedicó su vida a la Iglesia, aunque fue devoto y
benefactor. Construye a sus expensas una capilla
familiar en la catedral de Huesca entre 1646 y 1648 Y
vela porque sus familiares eclesiásticos vivan «conforme
a su calidad»: su hermano Orencio, canónigo de la
catedral, siempre con trato preferente, o sus hijos José
Paulino, prior de San Lorenzo, y Francisco, a quien
presenta para racionero de la misma iglesia y para el
que al testar arbitra recursos «en consideración de no
estar acomodado», preocupación que vuelve a aflorar
en el codicilo. No obstante, cuando Catalina, su hija,
profese como carmelita descalza, lo hará en contra de
la voluntad del padre.
No desempeñó grandes cargos militares pero obtuvo su
cuota de gloria en el campo de batalla, aunque por vía
de panegírico de amigos como Andrés de Uztarroz; así,
cuando en 1640 es nombrado capitán de Infantería
para socorrer con doscientos hombres la plaza de
Salses,junto a Perpignan, si bien no hubo necesidad de
actuar al llegar antes la noticia de su recuperación; así,
en 1641, durante la guerra de Secesión, cuando es uno
de los capitanes que han de ayudar a Monzón contra
los franceses, tras la pérdida de la villa contribuye
eficazmente a defender los pasos del Cinca hasta que
desaparece el peligro. (9)
Algunas poesías de las que queda texto o noticia darían
poca cuenta del alcance de sus escritos. No por mmconocidas han de dejar de consignarse sus dedicatorias
en las obras de Gracián: la de El Discreto, al príncipe
Baltasar Carlos -así como el prefacio «A los letores»-.
la del Oráculo, a Luis Méndez de Haro y la de la A.gudr...a
y arte de ingenio, a Antonio Ximénez de Urrea, conde de
Aranda, aunque ya no tenga sentido insistir sobre la
antaño propuesta de coautoría, incluso a título de
antólogo, del Oráculo manual. La perdida Dactilotera nos
dice de sus conocimientos sobre los camafeos, anillos y
piedras preciosas que poseía y las publicadas y
fundamentales Museo de las medallas desconocidas
españolas (1645) Y Tratado de la moneda jaquesa (1681 )
acreditan como experto numismático al coleccionista
Lastanosa y le reservan un indiscutible lugar en la
historia de las monedas. Fruto de tareas semejantes
pero aplicadas al catálogo de documentos es la Rúbl1ca
de los registros, libros, procesos y papeles que había
antiguamente en el Archivo del Reino de Aragón, manuscrito
al que se añadiría, si realmente es suyo, un impreso de
1648, el Índice o cabreo de todas las escrituras y papeles que
la ciudad de Huesca tiene en su Archivo. De sus afanes por
estudiar la nobleza queda la noticia de un Monumento di'
claros e ilustres varones del Reino de Aragón, el manuscrito
No pretendió un hueco en la trama cortesana, antes
bien se aplicó al buen gobierno de la ciudad. Sus tareas
en el concejo oscense nos lo presentan en 1636
(y varias veces hasta 1654) como consejero municipal,
ostenta el cargo de lugarteniente de justicia en 1652 y
llegará a estar al frente del municipio cuando, a los 68
años, es elegido por sorteo para el cargo anual de prior
de jurados en octubre de 1675. Hay otras páginas de su
actuación municipal, como su tarea de catalogador de
documentos, (10) pero las más brillantes son las de su
ejemplar comportamiento cuando, durante la peste de
1651-1652, es nombrado regidor del Hospital. Tal
impronta en la ciudad se complementa con facetas
como las mostradas en días de júbilo: en 1650 es uno de
los jurados de la Palestra numerosa austríaca, el certamen
con que Huesca celebra el matrimonio de Felipe IV con
Mariana de Austria y, singularmente, más adelante, en
113
de Linajes de Aragón, Cataluña, Navarra, Castilla y León y
su anotación y ampliación de la Genealogía de la noble
rasa de Lastanosa, recopilación manuscrita de 1651 en la
que, entre múltiples materiales de diversas épocas,
Yincencio adjuntó el Recuerdo histórico de doña Catalina
Gastón y Guzmán.
actuar en los años del cambio de referencia de las
armas a las letras. Lo heroico va cediendo ante lo ético;
su trasfondo es el de la cultura; su ámbito, el de un
círculo de amigos con quienes poder conversar de
materias intelectuales. El foco de interés que supo
crear y mantener a su alrededor trascendía la
enriquecedora y espontánea tertulia en que se había
transformado el modelo más reglamentado de las
academias. (15) Junto a los asiduos como Manuel de
Salinas y Lizana, primo lejano, canónigo y profesor
universitario, y Gracián en los años en que reside en
Huesca (1636-1639 y 1645-1649), pasando por el
grabador Jerónimo Agüesca, la poeta Josefa de Sayas, el
conde de Atarés, el marqués de Torres, el conde de
Guimerá, Andrés de Uztarroz o el duque de
Villahermosa;junto a ellos, residentes en Huesca o
visitantes y huéspedes temporales, están los que
mantienen el contacto a distancia, como Francisco
Filhol desde Toulouse y Ana Abarca de Bolea desde el
monasterio de Casbas. El lazo intelectual y artístico que
traba Lastanosa incluye a quienes por carta o personas
interpuestas intercambian noticias o encargan y envían
libros, semillas, monedas, restos arqueológicos, joyas,
animales y toda suerte de curiosidades y antiguallas.
La correspondencia conservada, desde las cartas de
jesuitas a los billetes de los propios, suministra rica
información sobre esta red, que, en sí misma, es una
manifestación más de vida cultural. De manera similar,
los contactos previos y posteriores a las estancias en
casa de Lastanosa de visitantes ilustres y poderosos
explican el origen, trasiego y destino cambiante de
tantos objetos y, sobre todo, el contexto de admiración
mutua que expertiza y autentifica lo exhibido.
Por la casa de Lastanosa pasan, entre otros -y casi
todos estos ya antes de 1639-, el duque de Orleans, el
de Ferrara, el conde de Mirandola, el marqués de
Pescara, el cronista Francisco Ximénez de Urrea, el
virrey de Aragón Príncipe de Esquilache, los
duques de Arcos, Béjar, Infantado, Lerma, Medina de
las Torres o Medinaceli, los marqueses de Aytona y
Camarasa, el condestable de Castilla Bernardino
Fernández de Velasco ... y hasta el propio rey
Felipe IV, que al menos lo hizo «de vuelta de
Cataluña ( ... ) y dos vezes con pretesto de cazar
desde Zaragoza».
De subido interés para recuperar, aunque sea por cauce
erudito, lo que fue el mundo lastanosino resultan las
descripciones de su casa y jardines que se dan como
suyas. Así, el Catálogo de sus libros y curiosidades, de
1635, Las tres cosas más singulares que tiene la casa de
Lastanosa en este año de 1639, (12) la Narración de lo que
pasó a D. Vincencio de Lastanosa a 15 de octubre del año
1662 con un religioso docto y grave o el Catálogo de los libros,
llamado Sparvenfeldt. (13)
.-\ún cabría, para cerrar esta mención de lo escrito por
Lastanosa. anotar algunas obras, menores aunque
curiosas. q~le yan añadiéndose al arqueo realizado por
Latassa y transmitido por Ricardo del Arco. Así, el
-Borrador del Medallón de Baco», el texto sobre las
lucernas y los dos tratadillos formulados como
eyacuación de consultas; uno sobre los perros de caza y
otro sobre el carbunclo. (14)
Si trabajos como los dedicados a las monedas hubiesen
sah-ado el apellido Lastanosa del olvido, su renombre
hubiera sido a todas luces mayor con sola su faceta de
mecenas y, en este sentido, bastaría evocar, por ya
conocido, lo que de ayuda material e intelectual y,
sobre todo, amistad significó para Gracián. El remanso
de paz y libertad que supuso la casa de Lastanosa, la
riqueza de contactos de su círculo, la oportunidad de
disponer de tal biblioteca, la suerte de contemplar sus
colecciones y de disfrutar de los jardines son aspectos
que explican en gran medida desde la misma
posibilidad de materialización de las obras de Gracián
hasta rasgos de su trasunto, pergeño e intención. Pero
por más que el nombre de Lastanosa de puertas afuera
\-aya uncido al del bilbilitano, cabe consignar la
contribución de Vincencio al esplendor de la cultura y
el arte barrocos en su área de influencia más inmediata,
aunque sólo sea apuntando nombres, a propósito de la
edición de libros, como con Uztarroz y, especialmente,
con Gracián para El Héroe (1637), El Discreto (1646), El
Orámlo manual (1647), Agudeza y arte de ingenio (1648) y
El Cliticón, 11 (1653); en la imprenta, impulsando las
tareas de Nogués y Larumbe; en la pintura, dando obra
aJusepe Martínez y Juan Jerónimo Jalón; en la
escultura, llevando a trabajar a su casa al napolitano
~Iicaelo Angelin ...
Lastanosa, inmortalizado literariamente bajo anagrama
en la crisi 11 de la segunda parte de El Criticón - «Los
prodigios de Salastano»-, atrae a los visitantes por la
fama de sus maravillas y los gana por la hospitalidad y
liberalidad que acompaña a la realidad que
contemplan. Como consignan por sistema los
inventarios y relaciones, tres son los prodigios en
Hijo de su época y situado en ese cruce de tradición y
renoyación, Lastanosa adquiere su perfil histórico al
114
Fachada de la casa de Lastanosa. Acuarela de Valentín Carderera.
El palacio, ubicado en los actuales números 27 y 29 del
Coso Alto, frente a la iglesia y colegio de la Compañía
de Jesús, tenía tres alturas, en la primera de las cuales se
contaban 26 salas. La fachada daba al oriente y en su
parte izquierda se elevaba la Torre de Hércules
coronada por una estatua del mismo con un globo
celeste a sus espaldas. Según refiere Lastanosa, la
librería, ubicada en el segundo piso, «tiene zinco piezas
grandes, tres al poniente y dos al mediodía y ai en ellas
80 estantes, todos con puertas de lienzos pintados de
fábulas, cerrados con llaue porque estén los libros
guardados del polvo y de algunos curiosos que los
quieren sin gastar las sumas que me han costado ( ... )
Tienen los 80 estantes 6.698 cuerpos de libros (los más
de folio patente, enquadernación de París) de todas
facultades ... ». (18) Entre ellas enumera en una ocasión:
«De Matemáticas, de la Geometría, de la Astrología,
que se aquilata el fénix de su empresa más que las
glorias de su escudo nobiliario: la librería, la armería y
los jardines. Equiparándose a los grandes coleccionistas
del pasado en la inenarrable acumulación de tesoros y
curiosidades imponderables, sintoniza con los
coetáneos en las categorías, disposición y valores
atribuidos a lo que encierran sus cámaras maravillosas.
Gastón de Orleans, aunque en el caso de la armería no
pudiera decirlo, al contemplar los jardines concluía:
«[n] o tiene el rey de Francia cosa como esta, y como la
librería»; (16) y en la historia de las cámaras
maravillosas españolas, en los orígenes de los museos
modernos, queda claro que «Lastan osa fue uno de los
máximos exponentes, si no el mayor, del coleccionismo
ético», (17) el mismo sentido con que, aludiendo a
Lastanosa, El Criticón codifica simbolismos como el del
basilisco, el unicornio o el ave fénix.
115
Cosmografía, Hidrografía, Geografla, Perspectiva,
Óptica, Dióptica, Catóptrica, Pintura, Arquitectura, de
arte militar, de relojes, destreza de armas, de
fortificación, de tomar escuadras, de adiestrar caballos,
de ~lúsica, de dividir tierras ... » (1'1) ya las que habría
que ai1adir, sin poder concluir: inventos, lenguas,
Retórica, Historia de Espai1a y Universal, Heráldica,
biografías, ficción (de la Celestina y el Lazarillo a
Gracián, pasando por Cervantes; de Garcilaso a
Góngora; de Lope a Calderón, más los clásicos), juegos,
artes mecánicas, Filosofía Natural, Agricultura,
Jardinería, Zoología, lapidarios, Anatomía, Medicina,
.-\lbeitería, Química, Hermetismo, Emblemática,
Derecho, Política, Religión, y apartados específicos de
mapas y láminas ... Como cuando comenta, al hablar de
la erudición varia, «apenas se puede apetecer asunto
que no se halle». (20)
en sus colecciones, como en las coetáneas, una
categoría equiparable a la librería, su declaración
ocupa menos, sin que ello le reste variedad o motivos
para el asombro. Su valor simbólico no podía pasarse
por alto, «al representar el componente heroico que
cualquier figura política había de tener en su imagen
exteriOr» por más que ese aspecto heroico se fuese
reduciendo en la época barroca a una función
decorativa. (23)
Poco se insiste en la Narración de 1662; allí todo es
hablar de libros pero hay hueco para las curiosidades e
incluso para un inventario de obras pictóricas. Existen
menciones genéricas cuando en una pieza se ve
«cantidad de armas antiguas y modernas, aderezos de
caballos ... » o alguna individualización de catanas. Algo
más ai1ade la media docena de párrafos que Uztarroz le
dedica en la descripción de mediados de siglo. Con
todo, ubicada en la misma planta segunda que la
biblioteca, la armería se repartía en seis salas como
pormenoriza el manuscrito de 1639. El pasmo que
según Lastanosa producía en todos los visitantes
naturales y extranjeros es explicable al saber que allí se
podían contemplar, entre gran variedad y cantidad de
animales acecinados, 2.000 arcabuces, 600 picas, 100
partesanas, 200 alabardas, 100 arcos con toda la
dotación de flechas, 200 ballestas dotadas de aljabas
llenas de flechas, 100 mosquetes, 76 banderas moras y
turcas, 100 armaduras completas y en sus maniquíes,
5 armaduras reales identificadas, unas 20 espadas
individualizadas, 20 arneses de caballo, 100 sillas de
montar, 3.200 frascos de pólvora para los mosquetes y
arcabuces, 100 morrales para caballos, 2.500 mochilas
para soldados, 20 camas con colchones inflables, 200
tiendas de campai1a y la inevitable mención genérica de
«otras muchas armas antiguas», más curiosidades como
el pui1al con el que, dice, se cortó los dedos Pedro IV al
romper los privilegios de la Unión y la saeta «con que
los moros mataron al rey don Sancho en esta ciudad,
entrándosela por la escotadura baxo el brazo drecho».
Si es considerable la diferencia entre los más de mil
trescientos libros que consigna el «Catálogo
SpalTenfeldt» de Selig y los 6.698 volúmenes que
computa Lastanosa en 1639, mucho mayor hay que
suponerla para los que acabaría por reunir al final de
sus días, 42 ai10s después. Ahora bien, en la misma
relación de 1639 aún habría que ai1adir lo que se
guarda en otra sala, la de los Emperadores, que
L"lstanosa conceptúa como uno de los «agregados»:
2-1 tablas que ocupan la parte alta de seis estantes llenas
de "los papeles y libros de mi casa y de otras que han
recaído en ella». Las dificultades para ajustar la
cantidad de libros que llegó a reunir, más que deberse
a la mezcla de criterios y a la discrepancia de títulos
entre épocas e inventarios o más que a la imposibilidad
de identificar los mencionados genérica o
colectiyamente, en especial cuando se trata de
manuscritos, se origina, sobre todo, en lo que trasluce
el modo de consignarlos. La evidencia del orgullo de
tenerlos en tan gran cantidad, tan yaliosos y tan
costosos se superpone a la sensación de imprecisión
numérica. Contando con tales condicionantes y junto a
la abundancia de materias, de autores clásicos y
modernos, en libros técnicos y artísticos, científicos y
literarios, para consulta teórica y aplicada, se puede
atender a otros aspectos para ponderar este tipo de
biblioteca más cerca de la acumulación que de la
selección y que vendría a ubicarse en los límites entre la
curiosidad universal y el criterio utilitario, entre lo
artístico y lo científico: nada más significativo que las
ausencias cartesianas y baconianas y la destacada
presencia de Athanasius Kircher. (21)
Sumadas a las de libros, armas y, a veces, a las pinturas,
las colecciones de las más variadas materias se
distribuyen por salas como las de la biblioteca y de la
armería y se extienden a los componentes de los
jardines. De puertas adentro, las cámaras maravillosas
compendian y cifran el mundo. Los naturalia y los
artificialia, lo sacro y lo profano, lo científico y lo
mágico, lo histórico y lo fabuloso, todo tiene su
representación. Su sentido se ai1ade a su valor: los
objetos se cotizan tanto por su materia como por su
elaboración artística y sus propiedades y aplicaciones,
sean obvias o atribuidas (taumatúrgicas, eruditas,
L"lstanosa concibe los libros y las armas como «los dos
polos del mundo», (22) pero, aunque la armería ostente
116
lúdicas, experimentales, deyocionales, patrióticas).
Acumulación y rareza, ayaladas por el renombre de los
donantes o por el precio, más que la selección o la
especialización de lo que luego serán laboratorios o
museos. La Naturaleza y el Arte en competencia para
proponer una lección moral al hombre barroco que
busca modelos de conducta y pautas de interpretación
de un mundo que ve periclitar sus gloriosos valores.
Sin poder dar cuenta exacta de ellas ni evocar lo que
supusieron, las curiosidades lastanosinas contenidas en
casa incluirían la capilla, las vidrieras, el sistema de agua
corriente, la decoración (terciopelos, brocatel es de
seda, tapicerías de Flandes, damascos verdes, paredes
con ágatas, espejos, bóvedas cubiertas de conchas de
madreperla en la sala-gruta), los muebles utilitarios
(sillas de Moscovia, negras, de terciopelo carmesí ... ) y
suntuarios (mesas de lapislázuli, de jaspe; escritorios de
marfil y ébano reales y fingidos, de terciopelo negro, de
plata, de nogal; bufetes de mármol, de ágata, bufetillos
de plata, escribanías de laspislázuli; vajillas (entre ellas,
dos servicios de mesa chinos, otro de venturina, dos
docenas de cubiertos de oro).
En estatuas,junto a las individualizadas por diversas
razones (una vanitas de un niño de mármol sobre
calavera con culebra; el horror en una madre que ve
cómo un soldado mata a sus hijos ... ) y además de las
inevitables alusiones genéricas (bustos, cabezas
humanas, ecuestres de diversos tamaños y materiales:
mármol, azabache, jaspe, bronce, marfil, cera) y
adornos asociados, como las urnas (de barro purpúreo,
funerarias romanas y una de barro de Rafael de
Urbino) y los obeliscos y pirámides (las hay de jaspe de
Tortosa rematadas en bola), sólo en una sala se
cuentan 8 estatuas de bronce, 3 de mármol, 1 de barro
cocido, 5 bustos de yeso; en otra, ocupando las
esquinas, cuatro estatuas ecuestres de tamaño natural
de «mazonería» (san Jorge, Santiago, san Martín y san
Lorenzo); con la misma disposición, en otra sala,
cuatro representaciones de otros tantos trabajos de
Hércules. De «charol» o cartón-piedra, una ecuestre de
Carlos V, dos de centauros grandes, cuatro de diosas.
Varias religiosas compradas en Nápoles, entre las que
destaca un san Vicente. En alabastro, leones. En
bronce, dioses y animales (cabeza de ciervo, ratón, dos
lagartos muy realistas, dos dragones ... ). Ídolos
americanos (uno, de esmeralda; otro, del Amazonas
con ojos de marfil), egipcios (entre ellos, un Apis de
bronce), romanos en bronce y en piedras preciosas;
otros diversos (de pórfido, de serpentina, más otros
ocho de piedras desconocidas). Múltiples vaciados de
piezas escultóricas romanas; restos arqueológicos ...
Escudo de armas de Vincencio Juan de Lastanosa. Genealogía de la
noble casa de Lastanosa ... B.N.M. Ms. 22609.
En el capítulo de instrumentos y aparatos, los había de
Óptica, Geometría, Matemáticas, Astrología,
Fortificación, Perspectiva, Química (pantómetras.
compases de proporción, cuadrantes, anillos,
astrolabios, niveles, escuadras, cartabones, péndulos.
brújulas, calibres, alambiques ... ), globos terráqueos \"
celestes, cuerpos geométricos, cristales de precisión.
espejos convexos, cóncavos y deformantes (uno de ellos
«haze una figura tan estrecha y larga que es un traslado
de Don Quixote»), un clavicémbalo y «buen número de
cosas mecánicas de todas las artes y materias». l:!~'
Perspectivas en caja o urnas: una batalla (con espejos.
sonido y movimien to); perspectivas «firmes»: una
montería, una danza, paisajes (con pájaros que cantan 1:
grupos de cera: una Pasión y un Baño de Diana: "al;os
«escaparates» desplegados al abrir las arquimesas. con
espejos y nichos llenos de escenas; una Primayera
fingida mediante pinturas y esp~jos; imitaciones de la
naturaleza, como acantilados de cristales, un
«montecillo con una casa de campo, con estanques.
surtidores y jardines» y los peñascos de la estanciagruta, que incluyen 40 cuevas, cada una con su santo de
metal. De las miniaturas, dos piezas de artillería de
bronce entre otras muchas «cosas extremadas por la
pequeñez y el arte». Los autómatas incluyen serpientes.
117
onzas de oro), 14 de mineral de plata (unas 48 onzas);
en pedazos pequeños: 19 libras de oro, 25 de plata; 3
diamantes en bruto (cinco libras), 30 diamantes
labrados; 4 de rubíes sin tallar, 100 tallados; 5 de
esmeralda, 50 talladas; 2 de zafiro, 30 tallados ... y
«topacios, jacintos y otras piedras» sin tallar.
En medallas y monedas: 90 gavetas (cada una con 18
lóculos, totalizan l.620) de medallas romanas, griegas,
púnicas, hebreas y españolas, más 30 cajones (cada uno
con 32 lóculos, totalizan 960) de medallas de plata y
oro; 4.895 monedas de oro, 5.700 monedas de plata,
422 monedas de oro, plata y cobre, cómputo que en
parte ha de suponerse acumulativo.
«Monstruosidades» o rarezas naturales, además de
muchedumbre «de las más desechadas sabandijas que
no se nombran»: «huesos de gigantes» (un trozo de
fémur atribuido a Caco, 4 muelas); conchas: «casi
cuanta variedad de conchas y caracoles se hallan en los
mares»; coral (2 corales grandes y blancos, coralinas,
una Virgen del Pilar de coral); huevos de avestruz, aves
y peces: más de 2.000; huevos de escarabajo; cocos: sólo
en la sala de los Emperadores, hay más de 160, la mayor
parte <<labrados»; esqueletos de aves, peces y otros
animales; disecados o acecinados: 5 leones, 6 tigres,
3 leopardos, 5 panteras, 2 osos, 2 jabalíes, 1 puerco
espín, 2 cocodrilos, 3 cabezas de elefante, 2 cabezas de
rinoceronte, 10 galápagos, peces ... y un basilisco;
fósiles: gran multitud de «empedrimentos» del Pirineo
de personas, animales y plantas, más otros de figuras
artificiales: botones como manzanas con alma de
diamante, rosas, pájaros; un «cristal congelado» (con
lagartija en su interior) ... y un mosquito dentro de
ámbar.
Empresa de Vincencio Juan de Lastanosa. Genealogía de la
sucessión de los reyes de Aragón ... B.N.M. Ms. 22609.
dragones, leones, leopardos, grifos, elefantes,
rinocerontes, camellos, panteras, tigres, osos, lobos,
cocodrilos ...
En fin, de antídotos y elementos mágicos: además del
bezoar, «[a] quí se admira la piedra que por una parte
atrae el hierro y por otra le despide; la que recoge las
pajas, la que anda en el vinagre, la que representa el
iris, la que detiene la sangre, la que recoge la madre
[matriz], la que quita el dolor de hijada»; dos alfanjes
que fueron de Solimán con empuñadura «de oro y
varias piedras preciosas y medicinales, tanto que,
tomándolos en la mano, instantáneamente se siente en
el brazo mucha más que doblada fuerza»; entre los
cuernos: de bueyes salvajes y de unicornio ... y un báculo
de encantador.
Entre los objetos artísticos de materiales preciosos y
semipreciosos, como múltiples retratos y medallones en
plata, bronce y plomo, el marfil está presente, además
de en varias arquimesas de ébano y marfil, en una
estatua de Lucrecia abriéndose el pecho con un puñal,
en dos arquillas con muchas figuras, una bocina de casi
una vara de larga de un rey del Japón, un elefante con
un castillo y hombres en él, un san Miguel...
Las piedras ocupan un lugar especial, al margen de su
presencia en objetos de devoción (un crucifúo con
esmeraldas) y armas. La cantidad y variedad de
camafeos y piedras talladas y sin tallar es sorprendente:
116 zafiros, 22 diamantes, 3 esmeraldas, 8 amatistas,
3 jacintos, 4 rubíes, 23 topacios, 2 lagartijas de
esmeralda, 2 zafiros, 100 piedras preciosas más sin
identificar, 2.000 camafeos. Entre los minerales en
bruto: 10 bloques con vetas de oro (equivalen a unas 22
Al igual que las más prestigiosas Wunderkammem
europeas y españolas, las cámaras de maravillas del
palacio lastanosino se organizan sobre los numerosos y
variados muebles contenedores, con su disposición
relativa, apariencia externa, materiales, articulación,
compartimentos y contenido que, a su vez, remite a
118
texturas, calidades, escenografía, efectos sensoriales,
funcionamiento y simbolismo. A ello se suma la unidad
de concepción y exposición de objetos cuya
contemplación, uso y disfrute interrelacionan los
componentes de cada gabinete. La ubicación relativa
dentro del edificio, del piso y del ala de cada estancia,
la dedicación o especialización sui generis (religiosa,
mitológica, científica, de burlas, familiar), la
disposición interna de las salas, las numerosas pinturas
murales o sobre distintos soportes, el más diverso
mobiliario de utilidad y decorativo adosado a los muros
o en el centro, los dispares adornos ubicados encima y
debajo de anaqueles, escritorios, armarios y arquimesas
o dentro de sus gavetas, las esculturas que delimitan y
estructuran espacios, los objetos colgados de paredes y
techos e, incluso, los efectos visuales que producen
espejos y cristales y la sensación de continuidad con las
perspectivas ilusorias mediante aparatos y las reales
creadas a través de ventanas, (25) todo ello remite a una
experiencia que explica un efecto de admiración
multiplicadora de la producida por cada uno de los
elementos capaces de maravillar por sí solos. Aún más:
las salas se agrupan por unidades mayores como las
dedicadas a libros o a armas, pero, a su vez, tienen
piezas agregadas y vinculantes que a la consulta aislada
añaden la implicación de visitas guiadas por plantas y
zonas del edificio. Las conexiones temáticas que se
alían con las espaciales al integrar las vistas a los
jardines e incluso al horizonte y con los recorridos,
espontáneos o pautados por las distintas descripciones,
sugieren una itinerancia laberíntica. (26) Y todo el
edificio queda englobado en una unidad con los
jardines para asociarse a las excelencias de su
propietario y proclamarlas mediante la ostentación y la
sensación de incapacidad de abarcarlas o explicarlas.
fondo y por los cauces de varios «arroyos», los jardines
se dividían en dos grupos: los próximos y adosados al
edificio (dos pequeños) y, tras una monumental puerta
adornada con dos salvajes, el gran jardín, en el que, a
su vez, se distinguía una parte izquierda hacia
mediodía, con un bloque de cuatro jardines con
fuentes, dotadas de balsas amplias con peces, y grupos
escultóricos en medio y, en el centro de los cuatro, un
cenador de cobertura vegetal, más un grupo de tres sin
fuentes entre estos cuatro y la tapia de la parte de
occidente. AlIado derecho de la calle principal, la
variedad era mayor: los jardines no tenían fuentes pero
estaban adornados con muchas más esculturas yegetales
que los de otras zonas. A las complejas muestras de ars
topiana se sumaba el recurso lúdico de los surtidores
sorpresa, que constituían una parte de la red de
tuberías para riego y desagüe de que disponían todos
los jardines. En el extremo noroccidental, el próximo a
la fuente del Ángel, se ubicaba un laberinto vegetal
circundado de una calle cubierta, con la puerta
coronada por un león de murta, al igual que el sátiro y
el centauro que la flanqueaban, y, en el centro, un
«montecito» con cuevas y santos que, cuando lo
describe Uztarroz, está ocupado por uno de los
gabinetes repartidos por los «huertos», como también
se denominan los jardines. Entre el laberinto y los
cercanos a la casa había un estanque, abundante en
tencas, anguilas, barbos, tortugas y aves acuáticas \"
adornado con estatuas. Disponía de un embarcadero
donde podían tomarse tres barcas para pescar o para
acceder a un islote coronado con un complejo paisaje
miniatura y dotado de múltiples surtidores ocultos que
regaba a los navegantes con una inesperada y copiosa
lluvia. Al final de la calle mayor había una gruta con
paisajes miniatura entre dos cuevas que contenían,
respectivamente, un tigre y un leopardo. El conjunto se
repetía en cada uno de los extremos de la calle que
cruzaba la mayor de septentrión a mediodía en busca
de sendas puertas: en un caso, con un león y un oso; en
el otro, con dos avestruces. Numerosas volátiles, «desde
el pavo real hasta la gallina ordinaria», se ubicaban
preferentemente en varias dependencias en torno a
una plaza próxima a la casa.
A pesar de las remo delaciones constantes y aun siendo
por naturaleza más efímeros que las otras maravillas
lastanosinas, es posible hacerse una idea de sus jardines
gracias a la descripción de Juan Francisco Andrés en
prosa de mediados de siglo (27) y a la de Vincencio de
1639. Esta última incluye bosquejos de las partes más
importantes, aunque no sea fácil ensamblarlas o
concordarlas con el diseño más global e impreciso de
los la Genealogía. A grandes líneas, los jardines se
extendían desde el palacio del Coso hasta la fuente del
Ángel (hoy bajo el Pabellón Polideportivo del parque)
y, hacia la izquierda de este eje, hasta los terrenos
ocupados por el edificio del Casino, coincidiendo con
una gran parte del parque Miguel Servet.
Los «cuadros» o parcelas de cada jardín, delimitados
por ladrillos barnizados o paredes vegetales de árboles
frutales, álamos, parras o rosales que permitían ver su
interior y las pinturas de las paredes, encerraban
«quantas flores y frutas conozen Ytalia, Francia et
Yngalaterra, y aun de parte del África», aunque, debido
a que, como comenta genéricamente Uztarroz,
«describir estas cosas extensamente fuera casi
imposible», sólo se mencionen álamos, pinos, cipreses.
Ordenados por una calle mayor que se prolongaba
desde la parte trasera del edificio hasta la tapia del
119
laureles, naranjos, limoneros, árboles de pimienta,
árboles enanos, madroños, parras, bojes, rosales
genéricos, mosquetas, jazmines, junquillos, murtas,
rulipanes ... , además de aludir a «huertas» ya los
campos de mies vecinos. Harto elocuente resulta que
Lastanosa diga: «yo proveo a los iardineros de Su
\Iajestad». (28) El gran jardín estaba rodeado por una
tapia con pinturas de fábulas mitológicas y escenas de
caza de «bestias fieras» y pesca de «monstruos marinos»
y motiyos similares adornaban todas las paredes y
puertas que se prestaban a ello. Sobre la que permitía
el acceso a los primeros jardines, además de Vertumno
\ Flora. podía yerse aJúpiter con el águila y a Venus
con los payos reales. Las estatuas, de barro cocido o
\'egetales, representaban desde animales colocados
junto a las fieras reales y figuras mitológicas por
doquier, pasando por el dios Término del principio y la
\"enus que echa agua por los pechos, hasta los ocho
feísimos jardineros franceses que servían a los
Lastanosa desde hacía más de medio siglo.
como antídoto, interroga sobre las claves de lo arcano y,
sobre todo, dicta pautas morales. (30) De ahí la posible
huella de obras como el Polifilo (31) sobre la traza de los
jardines manieristas, cuyos componentes dieron pie a
Coster para ver en el peñón del estanque un trasunto
de la Isla de la Inmortalidad a la que se dirigen Critilo y
Andrenio; (32) de ahí la suma histórico-artísca de la obra
numismática de Lastanosa o la transfiguración ética de
los jardines cuando Gracián interpone la iconografía de
los emblemas al consignar que allí «estaban los
camaleones en alcándaras de laureles, dándose
hartazgos de vanidad».
Tales componentes plásticos e icónicos, sumados a los
minerales, animales y vegetales, configuran unos
jardines que, según los visitantes extranjeros, si no son
los mayores que han visto, son los más hermosos. A su
aspecto ornamental se le añaden los no declarados (el
honícola y, presumiblemente, el botánico) y los
simbólicos implícitos de su diseño y uso. Las
experiencias concretas sugeridas no sólo se refieren a
los sentidos, con «la fragancia y los matices» de las
flores, el «armonioso murmullo» de un arroyo; pasan a
la curiosidad y recelo ante las cuevas de los animales, el
contraste entre belleza generalizada y fealdad de los
jardineros; implican la evocación amorosa de la esposa
muerta a la vista de las señales hechas en las cortezas de
los alisos, el aspecto figurado del acceso al islote y de la
sorpresa ante los juegos acuáticos combinada con el
recorrido del laberinto -gracianescos laberintos de
azares-, los álamos dedicados al Hércules de la
monarquía católica española, cuya estatua corona la
torre del mismo nombre del palacio y se refl~ja en el
estanque como transición de los jardines a la Huesca
que se ye más allá del conjunto ...
Preguntarse por el origen y mantenimiento de estos
prodigios trae a la mente de forma inmediata
nombres como el del duque de Orleans, de quien
tantos y tan preciados regalos recibe Lastanosa. La red
de amigos de su círculo y especialmente el cronista
Andrés, el conde de Guimerá y el duque de
Villahermosa contribuyeron notablemente a engrosar la
colección. Objetos significativos eran de patrimonio
familiar. .. No obstante, siempre aflora la pregunta sobre
cómo podía mantener tal tren de vida. Aunque se
pudiese especular con no probadas ni quizá probables
actividades como asentista en torno a la guerra de
Secesión, el hecho es que a la altura de 1639 y
seguramente ya ocho años antes, los libros, las monedas
y las piedras preciosas que posee Lastanosa suponen
una fortuna. Otros son los derroteros que, aunque por
vía paradójica, al plantear hipotéticas explicaciones,
arrojan algo más de luz sobre la vida y las actividades de
Lastanosa. Cuando enjulio de 1658 Lorenzo Matheu
publica su difamadora Crítica de reflección con la
intención de demoler sin misericordia a un Gracián
próximo a la muerte que le espera en diciembre, como
culminación de los supuestos agravios desprendidos de
El Criticón, escribe: «... injurias a tu mayor amigo
Salastano, pues entre los prodigios de su casa no cuentas
la cueva de cristal, ni el arte de ejecutar testamentos
para hacer fábricas prodigiosas quien no tiene
blanca ... ». (33) Aunque no tenga sentido replicar a un
libelo, lo que sugiere no queda aclarado con quitarle
importancia. (34)
Casa \" jardines constituían una unidad de concepción
que implicaba el exterior. (29) La interdependencia
entre el mundo cifrado como microcosmos en lo
atesorado, la naturaleza sometida a norma codificada
en los jardines y el legado sapiencial de la erudición
libresca permite extraer la lección histórica certificada
de las monedas y medallas, interpretar simbólicamente
los jardines y ver en el diente izquierdo del narval
macho el unicornio talismánico que trasciende su uso
Lo de la «cueva de cristal» puede implicar, obviamente,
la susceptibilidad de Gracián, que le lleva a enemistarse
con Manuel Salinas -y ofender a su familiar Lastanosa
y aun distanciarse algo de él- a raíz de la
desproporcionada y quizás impuesta presencia de sus
traducciones de Marcial en la segunda versión de la
Agudeza (1648) y de la publicación de La casta Susana
(1651). Si bien Salinas llega incluso a calificar a Gracián
de «amigo de cristal, mejor dijera de vidrio», es más
120
plausible pensar en el uso entre lúdico, mágico y
científico de los numerosos espejos, cristales y
elementos ópticos que poseía Lastanosa. La hipótesis se
perfila más si es que Matheu está aludiendo a prácticas
alquímicas, bien por expectativas económicas, bien por
lo que implicaban en sí mismas de heterodoxia,
aunque sepamos que actividades similares fueron
fomentadas hasta por Felipe 11. (35) En este sentido
todo lo que sabemos que poseía Lastanosa, incluidos
aparatos y plantas, unido a la estancia en su casa
durante tres años de Nadal Baronio, preparador de
aceites esenciales y elaborador del oro potable, pudo dar
pie a las palabras de Matheu, máxime si se observa la
destacada presencia de Baronio en la Relación de las
fiestas que la ciudad de Hvesca de el Reyno de Aragón ha
hecho al nacimiento del Príncipe nuestro Señor D. FeliPe
Próspero, precisamente de 1658, (36) Y cómo Lastanosa
todavía parece tener que dar explicaciones en la
Narración de 1662. Finalmente, la Relación resalta la
complejidad y espectacularidad de los dispositivos
preparados por Lastanosa, lo que vale decir «fábricas
prodigiosas» ...
La clave del «arte de ejecutar testamentos» radicará,
lógicamente, en lo económico y remite a casos de
pleitos y enfrentamientos. Con todo, por más que
pudiera haberlos conocido sonados -y el que
sostendría con los Climent no fue breve ni discreto-,
no parecerían más que circunstanciales desde el
momento en que nos obligan a pensar, aluda a ello o
no, en las bases de la fortuna de Lastanosa. Que
obtuviese parte de sus ingresos mediante préstamos
más o menos encubiertos es posible a la vista de las
actividades usuales entre quienes podían tener un tipo
de vida como el suyo; así, la burguesía zaragozana
coetánea. (37) De las fuentes documentales que custodia
el Archivo Histórico Provincial de Huesca -entre ellas,
el testamento y el codicilo- y en las que para estos
fines no recalaron Coster ni Arco, se desprende que
Lastanosa tenía sus buenas rentas. Pero, sobre todo,
permiten comprobar que la fortuna no se gestó, como
se creía, por un crecimiento «natural» del patrimonio
aportado por su padre Juan Agustín (que muere en
Barcelona en 1619 con escasos bienes), a quien el
abuelo de Vincencio tampoco había legado gran cosa.
Fue más bien fruto de la herencia y de las gestiones
económicas de la línea materna, en especial, de su
abuelo, Juan de Baraiz y Vera. Este, que curiosamente
es el propietario del cancionero Jardín divino (38) de
1604, muestra una señalada predilección hacia su nieto
Vincencio, sobre todo desde que le reserva el señorío
de Figueruelas en las proximidades de Huesca. Es más:
Esperanza Baraiz, la madre de Lastanosa, casó en
Vista parcial de los jardines de Lastanosa. E.N.M. Ms. 22609.
segundas nupcias con el acaudalado Juan Martín
Gastón (de Loscertales), que habría estado haciendo
negocios en la «babilónica» Sevilla de El Criticón. Ylo
más interesante: este padrastro resultó ser el suegro de
Lastanosa, pues, al mismo tiempo que la boda de los
padres, se ajustó la del futuro prócer con Catalina
Gastón, la hija de Juan, con lo que quedó asegurada.
para cuando prescribiese la minoría de los hijos, una
considerable fortuna, manejada en gran medida por el
hábil Juan de Baraiz y luego acrecentada por
Vincencio. (39)
A los tres conocidos prodigios de Lastanosa, Matheu
contrapuso malévolamente dos inauditos que, lejos de
desdorar el pasmo provocado por lo atesorado en la
biblioteca, la armería y los jardines, permiten atisbar
algo de su intrahistoria. Ahora bien, como era de
esperar en él, Matheu no pareció calibrar el auténtico
alcance de lo que para Gracián supone «el mayor
prodigio» cuando habla de 'Salastano' en El Criticón,
esto es, un amigo. Por eso no pudo destruir esa relación
ni su recuerdo. Y, además, nos indicó la pista para
121
comprobar que, como escribiera Andrés de Uztarroz a
propósito de tales prodigios, «es más la realidad que
no la fama». (40)
donde se lee como timbres de gloria: «De la Bibloteca
de Vincencio de Lastanossa, Cauallero Infanc;:on,
Ciudadano de Huesca, y Señor de Figaruelas».
:Qué fue de todo aquello? Para Del Arco, gran porción
de lo atesorado por Lastanosa habría pasado al oscense
José Cabrero, quien depositaría una pequeña parte en
la biblioteca del Colegio de la Merced, donde aún
perduraría algo en 1797, según testimonia el P. Huesca.
El resto posiblemente haya llegado a museos y
colecciones privadas extranjeras. La documentación
que Lastanosa entregó al Archivo del Reino estaría en
el de la Corona de Aragón. La biblioteca habría llegado
a los Ladrón de Cegama, herederos por línea femenina.
Ha\' yolúmenes en las Bibliotecas Nacionales de Madrid
y París. (41) La temprana fecha de ingreso en la francesa
reyela que la dispersión comenzó muy pronto. El
mismo Lastanosa ya confía directamente o a través de
su heredero Vicente Antonio, casado con Ana, la
sobrina de su gran amigo Juan Francisco Montemayor
de Cuenca, en que éste se haga cargo de parte de la
biblioteca ... (42) De vez en cuando se localizan
documentos desconocidos o ejemplares con ex libris,
Se extinguió el apellido Lastanosa por línea directa.
Desapareció la biblioteca. La dispersión acabó con las
colecciones. Se abandonaron los jardines. Hace cien
años, el 20 de septiembre de 1894, el Ayuntamiento
acordaba derribar, ante su ruina inminente, la casa. Una
casa donde durante medio siglo brilló como nunca el
arte y la cultura. Justo es que Huesca, y -al aire del
dicho- no sólo quienes visitan la ciudad, rinda un
recuerdo agradecido a aquel cuyo apellido evoca tales
prodigios asociados a ella. Cualquier excusa bastará para
comenzar: ojear un impreso debido a su mecenazgo,
percibir algún destello en unas armas dormidas, calibrar
el valor de unas monedas o, simplemente, sobrecogerse
ante el hipido de los pavos reales que han vuelto a lo
que fueron jardines de Lastanosa. Cualquier gesto será
suficiente con no olvidar lo que decía un amigo suyo:
«Sólo la virtud es la Fénix, que, cuando parece que
acaba, entonces renace, y eterniza en veneración lo que
comenzó en aplauso». (43)
SOTAS
11) El propio Lastanosa ya lo documenta al mencionar que el Condestable de
Castilla propone nlodificarlo así: «Quien va a Huesca y no ve la casa de
Lastanosa dexa de ver quanto tiene el Mundo», según la carta de 8 de abril de
1636 transcrita en IASTANOSA (1639). Vid. COSTER (1912). pp. 580-581.
(9) Vid. SA,l\JZ CAMAÑES, P. (1993).
(10) Vid. LASTANOSA, V.]. de (l6411); vid. BALAGUER, F. (1977).
(11) Por ejemplo, la "Bozina de marfil que está entre las antigüedades de
Vinccnc;;io Lastanosa en el ailo lfi35>~ quizá corresponda a la citada en ARCO,
R. del (1934), p. 247.
I:! I La excepción es, evidentemente, Ricardo del Arco, quien transcribió
ntunerosos documentos relativos a Lastanosa en artículos luego recopilados en
el imprescindible libro de 1934. Vid. también ARCO, R. del (1950).
Posteliormente. COSTERo A. (1947); EGIDO, A. (1979); PELEGRÍN. B. (1984),
11885. a), (1985, b); MORÁN, M.; CHECA, F. (1985);ALVAR, M. (1987).
G.\RCÍ.\ TAPL\, N. (1990), p. 28, menciona una tesis de licenciatura inédita del
Cannen López sobre los Lastanosa, leída en la Universidad de Zaragoza.
(12) Editado por COSTER, A. (1912).
(13) Editado por SELlG, K. 1.. (1960).
(14) El primero empieza: "Pídeme Vm. paret;er de la empresa ... "; el del
carbunclo, que lo da por posible tras consultar fuentes clásicas y citar un
testimonio de un capitán Escanilla que lo vio en el valle de Arán, «Abiendo
preguntado el señor Conde Guimerá a Vincencio Lastanosa le diga lo que
siente de la piedra llanlada carbúnculo, responde lo siguiente a 23 de julio del
año 1636".
di COSTER, A. (1947), p. 15.
Las noticias aquí compendiadas sobre la ascendencia de éste, recopiladas
fundamentalmente de Zurita y Blancas en ANDRÉS,]. F. (1644) Y LATASSA, F.
IS. "-"\llI).las recoge ARCO (1934), pp. 7-24. Allí transcribe los resúmenes de
l.atassa que dan cuenta del texto del «Árbol de la noble descendencia de la
antigua Casa de Lastanosa», incluido en LASTANOSA, V.]. (1651), donde este
traslada la RFlación de la descendencia de la casa de Lastano"" (1.'i73), de Baltasar
Lastanosa, y otros documentos.
1-1)
(15) Vid. SÁNCHEZ,]. (1960); KING, W. F. (1963); EGIDO, A. (1984, a),
(1990).
(16) En COSTER,A. (1912), p. 607.
(17) MORÁN,]. H. (1981); MORÁN, YI.; CHECA, F. (1985), p. 196. Vid.
SCHLOSSER,]. von (1978) y BROWN,.J.; ELLIOT,.J. H. (1981).
(lH) En COSTER, A. (1'112), pp. 570 Y 572.
(19) En ARCO. R. del (1934), p. 254.
13) Lo propone GARCÍA TAPIA, N. (1990). Otro punto de vista, en FRAGO,
]. .\.; G.\RCÍA-DIEGO, ]. A. (1988).
(20) En ARCO, R. del (1934), p. 266.
(21) Cf MORÁN, M.; CHECA, F. (19H5), pp. 179 Y 197. No obstante, en 1662,
Lastanosa cita libros de algún atomista como Maignan que interesará a los
novatores españoles; (1 ARCO, R. del (1934), p. 256. Los recelos ante posibles
itnplicaciones heréticas de un Descartes, sumados a la imposibilidad de separar
radicalmente el pensamiento mágico del científico en casos COlllO el de Bacon
-lo que se extendería de Galileo a l'\ewton-, lejos de privar a la biblioteca de
Lastanosa de un aire moderno, la ubican en la nonnalidad epocal.
Cf VlCKERS, B. (1990), pp. 11-145; 24, 33. GÓMEZ de LIAÑO, [ (1986), pp.
13-41. MARAVALL,.J. A. (1980), pp. 38, 375. 451.
(6) Detalles de este momento histórico-artístico oscense en NAVAL MAS, A.
(1980), pp. 660-671, y, ahora, en LALIENA CORBERA, C. (1990).
(7) "En once de janero año 1626 oyeron misa nllptialJuan Vicencio Laslanosa y
Cathalina Gastón en Figaruelas. Testigos mosen Francisco Mor i Esteban de
fanlo» (Libro de matrimonio, A.E.H.).
IR) Testamento: A.H.P.H., protocolo 1943, fols. 77lv-776v; notario, Diego
\'incencio de Vidania; Codicilo: protocolo 1945, lols. 748-750. La partida de
defunción reza aSÍ: «En 18 de Deciembre de 1681 murió Don Vicencio
Lastanosa. recivió todos los Sacramentos. Hizo testo, Nq Vidaña. Se enterró en
La .\seo con el Cavildo en su capilla». Ubro de muertos, A.E.H. Desde Latassa se
\·enía repitiendo que la nluerte se prodl~o en 1684. Don Vicente Arnal, párroco
de San Salvador, fue quien encontró la partida de defunción, según
B.\L\GUER. F. (1958).
(22) En COSTER, A. (1912), p. 570
(23) MORÁN. M.; CHECA, F. (1985),47; ef 269-270.
(24) En ARCO, R. del (1934), p. 269.
(25) Cf ARCO, R. del (1934), pp. 233, 236, 239.
122
(26) MORAN, M.; CHECA, F. (1985), 1'1'.189,203.
(35) Cf RODRÍGUEZ MARÍN, F. (1928); TAYLOR, R. (1992), Apéndices J, JI.
(27) ANDRÉS,]. F. (h. 1647). Propuse la situación relativa más plausible de los
elementos del jardín y la ubicación de éste en el trazado urbano oscense a
partir de aUlbas. En 1990 José Luis JiIn(:llez Cerezo trasladó la propuesta a una
carpeta de dibujos con la perspectiva de C(nnpromiso hacia 1650 aunque no
ajustada en algunos aspectos a los croquis del IUS. 22609.
(36) c¡: los preliminares de la edición facsimilar, en prensa, del Ayuntamiento
de Huesca.
(28) La descripción en verso de Ac"JDRÉS,j. F. (1647), añade, entre otros,
lirios, azucenas, claveles, como más s~jeta a convenciones de la ficción literaria.
Vid. EGIDO, A. (1979) Y (1981).
(39) Cf el inventario de los bienes del abuelo paterno en ARCO, R. del (19:H l.
(37) Vid. GÓMEZ ZORRAQUINO,j. 1. (1987).
(38) R.N.M. rns. 4154. Por su identidad se preguntaba BLECUA,j. '.1. (19861.
1'1'.175-182. En el testamento de Juan de Baráiz (1622) se lee "oo. dexo de gracia
especial a Vi,enciojuan de Lastanosa (oo.) el castillo y pardina de
Figueruelas ... )-), En las capitulaciones entre Esperanza Baráiz yJuan ~[arún
Gastón (1622) se mencionan liasta las lO sábanas de Ruán que '.Iartín trajo de
Sevilla y sale a colación lo legado por juan Agustín cuando se alude a que
Esperanza reserva para Vincencio 6.202 escudos para su matrimonio con
Catalina «haziendo lo que puede con lo poco o casi nada de hazienda que ha\
de dicha universal herencia». Juan de Baráiz y.Juan Martín capitulan en 16::?J.
En 1624 Esperanza, embarazada, testa. El 23 de diciembre de 1624 capillllan
Vinccncio y Catalina, el mismo día que "Llelven a capitular Juan y Baraiz \ Juan
Martín. A.M.P.H., prot. 1314, 1530,5970 Y 11654-11655 (bastardelosl.
(29) el, para la tradición del orgullo de la casa y su ostentación, MARAVALL,
]. A. (1980) Y (1984). A ello se une la dimensión social, patente, además de en
las fiestas de 1658, en las continuas muestras de Lastanosa. Cf ARCO, R. del
(1934), pp. 343 Y 578 (para las monedas), 248 (para las t1ores) y COSTER, A.
(1912), pp. 586 Y 600 (para la librería). Para los variados aspectos históricoculturales de los jardines, a propósito de los modelos italianos, vid. BATTISTI,
E. (1972); RAGIONIERl, G. (1981), pp. 1-17, 125-146, 197-210, 251-277, 355361; BAZJN, G. (1990), pp. 59-123.
(30)
(31)
c¡: EGIDO,A. (1984, b).
Cf. GÁLLEGO,]. (1972), p. 59.
(40) En ARCO, R. del (1934), 1'.167, v. 252.
(41) CfARCO, R. del (1934), pp. 190yss.; H2, 96.
(32) COSTER,A. (1912), p. 568.
(42) «Ilnn dexo de gracia especial a Donjuan Francisco .Montemayor de
Cuenca (oo.) el usso y havitación del quarto alto y vaxo de mi cassa llamado la
tore de Hércules con elusso de la librería que está en él y del jardín \umediato
a dicho quarto». Tes/amen/o. A.M.P.H., prot. 1943,101. 774 yO.
(33) En GORSSE, O.;JAMMES, R. (1988), p. 157. Para la hipótesis que
expongo uso, modificada, una parte de GIL ENCABO, F. (1993).
(34) Por ejenlplo: « ... falsedad manifiesta, porque la posición económica de
Lastanosa era más que desahogada». el ARCO, R. del (1934), p. 40 Y nota 24.
(43) GRACJÁN, B. (1967), 110.
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