PURO VICIO - Fitxes Cinemes Verdi Barcelona

(Inherent Vice)
Dir. Paul Thomas Anderson
Sinopsis
Cuando la exnovia del detective privado Doc Sportello reaparece de pronto con una historia sobre su actual novio,
un promotor inmobiliario multimillonario del que acaba de
enamorarse y una trama urdida por la esposa de él y el novio
de ella para secuestrarlo y arrojarlo en un cubo de basura
solitario, bueno…, no resulta muy fácil de creer.
Corren los últimos coletazos de los años sesenta del siglo
pasado y la psicodelia está al orden del día, pero Doc sabe
que el “amor” es otra de esas palabras de moda, como “viaje” o “súper” de la que se abusa, con la diferencia de que esta
última suele acarrear problemas.
Ficha artística
Larry “Doc” Sportello .................... JOAQUIN PHOENIX
Christian “Bigfoot” Bjornsen ................... JOSH BROLIN
Shasta .................................. KATHERINE WATERSTON
Michael Wolfmann ................................ ERIC ROBERTS
Sauncho ............................................ BENICIO DEL TORO
Coy Harlingen ......................................... OWEN WILSON
Penny Kimball .......................... REESE WITHERSPOON
Petunia Leeway .................................. MAYA RUDOLPH
Hope Harlingen ..................................... JENA MALONE
Rudy Blatnoyt ...................................... MARTIN SHORT
Jade ............................................................ HONG CHAU
Japonica Fenway ............................... SASHA PIETERSE
Ficha técnica
Dirección ....................... PAUL THOMAS ANDERSON
Guión ............................. PAUL THOMAS ANDERSON
Basada en la novela homónima de Thomas Pynchon
Producción ....................................... JOANNE SELLAR
.................................................................. DANIEL LUPI
....................................... PAUL THOMAS ANDERSON
Director de fotografía ......................... ROBERT ELSWIT
Director de producción ............ LAURENCE BENNETT
Montaje ................................................... LESLIE JONES
Música ........................................ JONNY GREENWOOD
Director de arte ...................................... RUTH DE JONG
Vestuario ............................................. MARK BRIDGES
Distribuidora .................................. Warner Bros. Pictures
Aspect ratio ............................................................. 1,85:1
Idiomas ...................... Inglés con subtítulos en castellano
Duración .............................................................. 148 min.
Nacionalidad ........................................... Estados Unidos
Año de producción .................................................... 2014
El director
Paul Thomas Anderson (Studio City, California, 26 de junio de 1970) es un director, guionista y productor de cine estadounidense. Ha dirigido siete largometrajes: Sydney (íd., 1996), Boogie Nights (íd., 1997), Magnolia (íd., 1999), Embriagado de
amor (Punch-Drunk Love, 2002), Pozos de ambición (There Will Be Blood, 2007), The Master (íd., 2012) y Puro vicio (Inherent Vice, 2014). Ha estado nominado a seis premios Óscar por Pozos de ambición (mejor director, mejor película y mejor
guión adaptado), Puro vicio (mejor guión adaptado), Magnolia (mejor guión original) y Boogie Nights (mejor guión original).
Anderson ha sido señalado como uno de los talentos más fascinantes de los últimos años y uno de los grandes talentos de hoy
en día. Después del estreno de Boogie Nights y Magnolia, Anderson fue catalogado como niño prodigio. En 2004 Anderson fue
colocado en el número 21 en la lista de los mejores cuarenta directores realizada por The Guardian. En 2007 Total Film le dio
el número veinte de los mejores directores de todos los tiempos, mientras que el American Film Institute lo considera como uno
de los maestros modernos del cine estadounidense.
Anderson se ha hecho famoso por hacer películas con repartos corales e historias entrelazadas de una elevada complejidad.
Forma parte de la primera generación de los “directores de videocassette”, directores como Quentin Tarantino, Richard Linklater y Kevin Smith que crecieron viendo cientos y cientos de películas en vídeo, y tienen un saber casi enciclopédico de la técnica
y las referencias culturales.
Temas como las relaciones familiares, el destino, la predestinación amorosa y el papel de los medios de comunicación en la
vida actual también son recurrentes en su obra. El director desarrolla las interconexiones entre los personajes de una forma imprevisible, a veces incluso caótica. Uno de los sellos cararterísticos de Anderson es el utilizar poquísimos cortes, dependiendo,
de esta manera de los travellings (como ocurre en el plano secuencia con el que comienza Boogie Nights, que dura aproximadamente tres minutos sin un solo corte).
Sus tres películas más famosas (después de Sydney) fueron refrendadas con la aparición de las superestrellas hollywoodienses
Burt Reynolds, Tom Cruise y Adam Sandler, respectivamente. Además, Robert Elswit, ganador del Óscar por Pozos de ambición, ha sido director de fotografía de todas sus películas menos de The Master.
PROYECCIÓN EN ALTA DEFINICIÓN: 2.000.000 DE PÍXELS, CROMA 2000:1
CINES VERDI MADRID 5 SALAS (C/. BRAVO MURILLO, 28). TEL. 91 447 39 30 - METRO CANAL Y QUEVEDO - 28015 MADRID - www.cines-verdi.com
CINEMES VERDI 5 SALES (C/. VERDI, 32) - VERDI PARK 4 SALES (C/. TORRIJOS, 49). TEL. 93 238 79 90 - METRO FONTANA - 08012 BARCELONA - www.cines-verdi.com
PURO VICIO
Notas de producción
·Algunas pinceladas sobre la época
Los misterios con tintes cómicos que investiga el detective en chanclas de California Doc
Sportello en Puro vicio lo llevan hasta el temible Colmillo Dorado, que es al mismo tiempo una goleta con rumbo a San Pedro y una
organización sin límites e interconectada que
ha hincado el diente al tráfico internacional de
heroína, el negocio de los centros de rehabilitación y, aparentemente de los dentistas, entre
otras cosas. Pero al mismo tiempo también lo
arrastran a la oscura brecha entre los años sesenta y los setenta, entre una visión idealista
de los Estados Unidos y el consumismo moderno con el que todos estamos tan familiarizados en nuestros días.
La cita que abre la novela de Pynchon tiene su origen en un famoso
graffiti radical garabateado durante las protestas del mayo del 68 parisino: “Sous les pavés, la plage!” (“La playa bajo los adoquines”). De
hecho, la mítica casita en la playa de Doc Sportello en Gordita Beach,
con toda su nostalgia y sus alegrías, parece enfrentarse cada vez más a
fuerzas tan implacables como el hormigón.
Esa era la realidad en 1970, momento en el que muchos asistieron a
cómo el sueño californiano de regresar a la naturaleza era barrido por
los promotores urbanísticos. Al mismo tiempo la escena de la droga
recreativa cultivada en casa daba paso a los cárteles organizados de la
heroína de alcance mundial, las instituciones mentales eran vaciadas a
favor de centros de “recuperación” con un ánimo mercantilista y una
era marcada por un encendido activismo político era superada por redes
ocultas de espionaje, infiltrados y engaños. Una generación asistía con
desánimo a cómo la paz, el amor y la comprensión cedían ante el peso
de la codicia, el control y la oscuridad.
Pynchon se refiere a los sesenta como «ese pequeño paréntesis de
luz», y la película, al igual que el propio Doc, está imbuida de la fascinación que produce esa luz, aunque la historia se desarrolle también en
un lugar alejado del final de ese paréntesis en un momento marcado por
la agitación y las turbulencias.
Pynchon escribe en su novela que Doc ve señales de cambio allá
donde va en Los Ángeles. Su paranoia puede verse exacerbada por el
consumo de marihuana, pero también detecta los augurios. Se pregunta:
«¿Cómo era posible que en cualquier reunión, ya se tratase de un concierto, concentración del amor, encuentro o desencuentro, aquí, allá, al
norte, al este, en cualquier lugar, esas bandas oscuras hubieran estado
haciendo de las suyas, reclamando la música, la resistencia al poder,
el deseo sexual desde lo más épico hasta el día a día, todo aquello con
lo que pudieran hacerse, sirviéndose de fuerzas tan antiguas como la
codicia y el miedo?».
Entre todos los chistes y guiños sexuales de Puro vicio, Anderson
plantea también la pregunta de cómo esas fuerzas ancestrales, tan palpables a comienzos de los setenta, se han convertido en las señas de
nuestra propia época. A través de la lucha de Doc para deshacer los
entuertos más próximos a él, también deja abierta una pregunta de gran
actualidad: ¿Seguimos creyendo, décadas después, en cierta búsqueda
de la trascendencia?
Anderson se pregunta: «¿Conservamos ese sentimiento de una promesa nacional perdida que puede reclamarse? Yo espero que así sea».
·En Gordita Beach, Thomas Pynchon
Desde la década de los sesenta del siglo pasado, Thomas Pynchon es
considerado una voz destacada dentro de la literatura estadounidense
que ha buceado directamente en el caos polifacético y caleidoscópico
de la vida moderna. Ya con sus novelas clásicas como V. (1963), La
subasta del lote 49 (1966) y El arco iris de gravedad (1973), introdujo
a los lectores en unos intrincados universos paralelos que reflejaban
belleza, perversidad, audacia tecnológica, futilidad política, absurdez
cómica y complejidad persistente de la época posterior a la Segunda
Guerra Mundial.
Su trabajo resulta imposible de resumir. Es histórico y científico, a
la par que irreal y plagado de significados ocultos. Es absolutamente
serio… pero también está salpicado de alocadas notas de comedia. El
escritor de novelas policíacas Ian Rankin definió en su día sucintamente a Pynchon como un proveedor de literatura «al modo de un código
ampliado o la búsqueda del grial. Lo que es más, es como una droga:
cuando has dominado una capa de significado, inmediatamente quieres pasar a la siguiente».
Cines
De hecho, el trabajo de Pynchon es tan salvaje,
Verdi
tan famosamente indomable, que da paso a una
Premio
al Mejor
profunda ironía: estamos ante un novelista que usa
Cine Europeo
del año 2002
Europa
con profusión citas de la historia del cine en toda su
Cinemas
obra, profundamente influido por el flujo temporal
del cine, pero cuyas novelas nunca se habían
trasladado a la gran pantalla.
Al igual que todo el trabajo de Pynchon,
Vicio propio (2009) forjó su propio mundo. Pero se trataba de un Los Ángeles sui
géneris poseído por el espíritu del sexo, las
drogas y el rock and roll. Depuró la esencia
de los años setenta como una especie de
punto de inflexión, ese momento en el que
las tribus de outsiders de la costa —hippies,
freaks, surfers, bikers, drogatas, místicos,
roqueros— se toparon de bruces con los
cárteles mundiales, el auge del consumismo,
la falsa espiritualidad, los barrios de nueva
construcción y la paranoia política y personal que pronto pasarían a formar parte del
tejido estadounidense cotidiano.
Y en medio de ese mundo, Pynchon situó a un detective privado de
Los Ángeles, Doc Sportello, fumador de hierba y habitante de la playa,
como el último destello de brillo de una raza aturdida de soñadores
americanos frente a las fuerzas de la codicia, el miedo y la desintegración justo antes de que la era de acuario se convirtiera en un mito.
Pynchon fusionó a la perfección las culturas de playa y de los hippies,
y es que Doc Sportello es autor de los inquisitivos diálogos típicos de
un detective bajo los efectos de la hierba, para introducir a continuación
su persistente inquietud acerca de las fuerzas invisibles presentes en la
sociedad estadounidense y la idea del destino del país.
·La ciudad de Los Ángeles de Puro Vicio
El gran Los Ángeles de aproximadamente 1970 que aparece en Puro
vicio es una tierra de contradicciones: en expansión aunque claustrofóbica, llena de luz, pero en la que resulta fácil perderse. A lo largo de
su investigación Doc pasa de su hábitat habitual de las casitas de surferos en la playa al mapa del sur de California, pasando por el Centro
Parker del departamento de policía de Los Ángeles, las mansiones de
Topanga, sórdidos salones de masajes, obras llenas de polvo, restaurantes de la costa, bonitos centros de rehabilitación y la elegante sede de la
omnipresente organización Colmillo Dorado. De igual forma, también
conoce a personajes de todas las subculturas y capas sociales, desde
fumadores de hierba hasta activistas políticos o policías pasando por
dentistas, abogados y capos inmobiliarios.
Aunque esta fluidez se presta muy bien para la narración literaria, el
problema al que se enfrentaba Paul Thomas Anderson era cómo convertir la prosa de Pynchon en una experiencia cinematográfica extática
y trascendental. La película debía crear un mundo propio y atractivo
que tuviera tirón con el público y le hiciera conectar con la necesidad
de Doc de sondear los misterios de Shasta, Mickey Wolfmann y el Colmillo Dorado. Pero Anderson también quería que ese mundo resultara
natural y cercano, además de desenfadadamente cómico, pero sin ser
demasiado artificial.
David Crank, director artístico en Pozos de ambición y codiseñador
de producción en The Master junto a Jack Fisk, afirma que todo comenzó con unos extensos viajes por las carreteras que rodean Los Ángeles,
a través de la maraña de autopistas y cañones, buscando las pistas perdidas de los setenta y los paisajes en los que podría haber vivido Doc:
«Fue un período de investigación bastante largo. Visitamos una y otra
vez distintos lugares y el proceso con Paul fue muy intuitivo, ya que trataba de reaccionar en el momento a los lugares viendo cómo encajaban
con el tono que tenía en mente».
El cambio de ciclo de los sesenta a los setenta fascinaba a Crank:
«Es un período complicado en todos los sentidos. Se produjo después
del Flower Power, pero antes de que llegara de verdad el estilo de los
setenta».
Concluye Crank: «El espacio que Anderson deja abierto para que
emerja la anarquía creativa es parte de lo que hace que colaborar con
él resulte tan especial. Lo más divertido de él es que nunca sabes dónde vas a estar cuando acabe el día, las cosas van surgiendo a salto de
mata, y siempre te está animando a probar cosas. No deja que te relajes.
Supongo que se puede decir que con Paul nunca sabes hacia dónde
vas, aunque puedes estar seguro de que va a ser un lugar interesante y
emocionante».
Por su parte, la montadora Leslie Jones afirma: «Algunos de nuestros mejores descubrimientos y momentos de sorpresa en Puro vicio se
produjeron después de unos torpes intentos de narración o aclaración
de determinadas escenas con una exposición descriptiva. Y luego, en
lugar de ello, encontrábamos un comentario más del estilo de Pynchon
que siempre resultaba más interesante y mordaz. Creo que eso nos autorizó para entremezclar diferentes estilos cinematográficos, entrando y
saliendo del género negro, con unos toques de un viaje hippie». Igualar
los elementos noir con la forma de ver el mundo alucinada y confusa
de Doc fue una fuente constante creatividad en el proceso de montaje.
Jones afirma que tanto ella como Anderson se encontraron volviendo
una y otra vez al principio, regresando a Doc y ese sueño desvanecido
pero imperecedero de Gordita Beach.