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Buscando el centro
del liderazgo
la habilidad política como factor esencial del éxito
Hallar el núcleo del liderazgo no es tarea fácil. Las organizaciones
son escenarios políticos dinámicos. Aquí exploramos la dependencia
del liderazgo exitoso en la destreza o perspicacia política, tal como lo
muestran las nuevas investigaciones.
Dwight D. Frink, Profesor Visitante de INCAE
Profesor de la Universidad de Mississippi
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l liderazgo es, tal vez, tema de más documentos, libros y conversaciones que cualquier otro
concepto empresarial o de organizaciones. Por generaciones, la gente ha intentado comprender sus
matices y, no obstante, la descripción de lo que es y
entraña sigue siendo confusa. Por lo general, el par
de preguntas que surgen inmediatamente son: ¿por
qué no se pierde el interés en el asunto? ¿Por qué
lo que comprendemos hasta ahora no basta? Al parecer, tres respuestas sobresalen. Primero, a escala
individual, el liderazgo evoca nociones casi románticas de estatus, influencia, capacidades y riqueza
superiores, lo cual alimenta el ansia de entenderlo
para que más personas disfruten de sus beneficios.
Infortunadamente, este es un sueño esquivo para
muchos. Por otra parte, las imágenes románticas
hacen que las organizaciones busquen a los mejores
líderes (o salvadores) que los conduzcan por el camino del éxito y la seguridad, otro sueño escurridizo. Segundo, se trata de un fenómeno muy complejo que contiene algunos elementos generalizables y
otros específicos para cada situación: encontrar una
combinación que encaje en todo tipo de situaciones
es una misión prácticamente imposible. Y la tercera
razón es que el liderazgo se presenta en medio de
las dinámicas relaciones entre líderes, situaciones,
seguidores y una gran variedad de otros participantes, como los grupos de interés.
Pese a todo lo que creemos saber acerca del liderazgo, persisten algunas preguntas importantes.
Por ejemplo, ¿es posible enseñar a la gente a ser
exitosa en escenarios y bajo esquemas diferentes?
Quizás una más apremiante sea la siguiente: ¿cómo
podemos identificar a quien sería un gran líder en
el futuro? O formulada de otra manera, ¿qué diferencia a dos personas igualmente capaces pero
con niveles o influencias radicalmente distintas?
En esta ocasión, exploraremos la pericia política
como elemento fundamental del poder de mando
y sugeriremos una respuesta positiva a estas cuestiones. Luego de una breve discusión de lo que es
el liderazgo, definiremos la destreza política y exploraremos sus características y cuáles individuos
podrían poseerla y desarrollarla, convirtiéndolos y
haciéndolos descollar como líderes, no sólo en una
situación determinada, sino continuamente, a medida que las circunstancias cambian.
La gran cantidad de literatura sobre el liderazgo
se basa siempre en uno de cuatro temas. Primero,
tratamos de identificar rasgos de los líderes, pero
nos dimos cuenta de que no todos son universales.
El segundo tema estuvo enfocado en identificar lo
que hacen los líderes. Esto tampoco basta, porque
la variedad potencial de características situacionales
y de subordinación reduce a tal extremo la lista de
comportamientos que deja de ser de utilidad. Otro
tema fueron los rasgos individuales, en especial, el
carisma individual. Después de un esfuerzo sustancial por enlazar el carisma con un liderazgo exitoso,
hallamos que los líderes efectivos también pueden
ser carismáticos, pero no siempre. De un tiempo
para acá, se ha comenzado a hacer énfasis en la relación entre líderes y subordinados, aproximación
que nos permite ver con mayor claridad que la efectividad está directamente relacionada con la naturaleza de dicho nexo. Pero esto no es de gran ayuda
para comprender el alcance y la magnitud del liderazgo. Lamentablemente, ninguno de los anteriores
enfoques logra penetrar la naturaleza dinámica del
volumen 1 / Número 7 / enero-abril 2009
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liderazgo. De igual manera, resulta desalentador
encontrar que la mayoría de la información disponible es descriptiva y muy poco predictiva. En otras
palabras, describe el éxito de alguien en un escenario dado (y convoca a los demás a imitar dicha
conducta), pero dice muy poco de cómo mejorar
las destrezas, aplicarlas en circunstancias distintas
o predecir quién se convertirá en un líder efectivo.
Sin embargo, cabe otra posibilidad: ¿podríamos
identificar una combinación de características y
prácticas que indicaran la tendencia y la capacidad
individuales para liderar en escenarios dinámicos
diversos?
La habilidad política es un concepto con una
historia relativamente larga en la literatura organizacional, pero sólo hasta hace poco se ha intentado
entenderla en sí misma y sus implicaciones para la
oficina. La noción del “juego de la política” evoca
imágenes de manipulación, coerción y alteración
del sistema, por lo cual resulta desagradable para
la mayoría. No obstante, la política es un concepto
inherentemente neutro y es, quizás, el rasgo más
común y con mayor poder de penetración de las
organizaciones. La habilidad en la arena política
también es un concepto neutro y una destreza
absolutamente esencial. Es imposible ser efectivo
en un escenario político sin poseer cierta agudeza
política. La habilidad política se define como la capacidad de entender a la gente y sus contextos sociales, y utilizar dicha comprensión para influir en
los demás, de tal modo que haya un mejoramiento
de la efectividad personal u organizacional o de
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Las personas políticamente
hábiles perciben las sutilezas
del contexto social y ajustan lo
que hacen y cómo lo hacen a las
situaciones cambiantes.
los resultados (Ferris, Davidson, & Perrewé, 2005).
Así, las personas políticamente hábiles perciben
las sutilezas del contexto social y ajustan lo que
hacen y cómo lo hacen a las situaciones cambiantes. Se muestran sinceros y, así, reciben el apoyo
de los demás. También se perciben como calmados
y confiados, lo cual atrae a los demás y les confiere
comodidad y confianza. Su actitud no se considera
arrogante, sino de genuino interés en los demás y
en la organización. Su enfoque es hacia fuera, no
hacia dentro. Los individuos políticamente diestros no sólo saben qué hacer, sino cómo hacerlo
efectivamente, de tal forma que cualquier motivo
ulterior (que puede o no existir) no sería detectado. El resultado es que los demás se acogen a su
autoconfianza.
La destreza política es diferente de la inteligencia general. En las interacciones sociales se usan
habilidades y capacidades muy distintas de las
medidas en las pruebas de inteligencia. Asimismo,
difiere de la inteligencia emocional, si bien ambos
conceptos están relacionados. La inteligencia emocional se concentra en el manejo de las emociones
según las exigencias de la situación. Esto es útil en
los escenarios políticos, pero las destrezas políticas
abarcan un conjunto más amplio de capacidades
que incluyen la comprensión de otras dinámicas
organizacionales y su efectiva exploración.
La habilidad política tiene cuatro dimensiones:
sagacidad social, influencia interpersonal, capacidad para trabajar en red y franqueza visible (Ferris,
Davidson, & Perrewe, 2005). La sagacidad social es
la capacidad y la inclinación a observar, apreciar e
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interpretar situaciones, contextos y conductas sociales con altos niveles de discernimiento y autoconciencia. La influencia interpersonal tiene que
ver con un estilo personal sutil y convincente, que
influya poderosamente en los demás. La gente con
habilidades políticas es muy flexible, se adapta con
facilidad y se ajusta para encajar apropiadamente,
produciendo tipos específicos de respuestas en los
demás. Esto incluye también el enfoque en metas
de orden superior, con cierto grado de desapego
emocional que permite tener en mente los propósitos globales mientras se evalúa el curso de acción
que conducirá al líder y a su grupo a la consecución
de los logros. Así, el enfoque excesivo en las personas o la situación es problemático. Los individuos
políticamente hábiles pueden ser simultáneamente
agradables y productivos, amables y orientados a
objetivos específicos. No son obviamente políticos,
pero son efectivos sin ser considerados como manipuladores ni impulsados por la agenda.
La capacidad para trabajar en red se refiere a
la efectividad para construir y usar redes diversas,
de personas y grupos diferentes; para identificar a
aquellos que poseen un estatus, recursos o fuentes
de influencia útiles, o los distintos tipos de contribuciones hechas por individuos diferentes. Quienes
tienen esta cualidad hacen conexiones apropiadas y
efectivas, cultivan amistades con facilidad y se mueven con fluidez dentro y entre los diversos grupos y
circunscripciones. Además, son capaces de establecer intercambios efectivos, negociar y hacer tratos,
y manejar conflictos. La gente políticamente diestra
cuenta con el respeto y el aprecio de los integrantes
de sus redes, gracias a lo cual se benefician de sus
consejos, información, oportunidades, ideas, retroalimentación y demás. Los integrantes de estas redes
les ofrecen, igualmente, su confianza y cooperación.
Por último, la franqueza visible quiere decir que a
los individuos políticamente hábiles se los describe
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como muy íntegros, sinceros, honestos, genuinos y
otros calificativos semejantes, que indican su apertura y su actitud directa. A pesar de la generalizada
idea de que las tácticas de influencia son egoístas y
manipuladoras, los individuos con destrezas políticas no se identifican con ello, debido a su palpable
preocupación por los demás y sus manifestaciones
frecuentes de franqueza. Estas personas prefieren
términos como “civismo” a otros más negativos,
como “adular”. Esto, aunado a su capacidad de trabajar en red, les permite gozar de una favorabilidad
generalizada. Su fama de transparentes les proporciona un alto nivel de confianza ajena.
Curiosamente, la habilidad política es una combinación de características innatas y aprendidas.
Esto significa que algunos navegan con mayor naturalidad que otros en los contextos sociales; no
obstante, estas destrezas y capacidades también
pueden enseñarse y aprenderse. Por tanto, sin importar en qué nivel de habilidad nos encontremos,
siempre podremos desarrollarla y mejorarla.
Es fácil establecer paralelos entre los principios
de la destreza política y el liderazgo, articulando elementos clave de este último y su forma de relacionarse con características de la primera. Aquí nos concentraremos en seis elementos del liderazgo, un sólido conjunto que incluye: 1) visión, 2) manejo de la
influencia, 3) manejo de símbolos, 4) discernimiento
interpersonal, 5) comunicación y 6) comprensión del
panorama. Juntos, apoyan la capacidad general de
captar un punto de vista estratégico y comprometer
a otros en la búsqueda de estrategias.
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La visión implica la apreciación global del contexto, que incluye la localización presente de las
cosas y hacia dónde se dirigen. Es una perspectiva
estratégica, que en forma apropiada y realista capta
resultados potenciales y la manera de alcanzarlos.
Con la visión se relacionan dos dimensiones de la
destreza política: la sagacidad social y la perspicacia interpersonal. La relación más estrecha es con
la sagacidad social, que permite la lectura del paisaje social y la comprensión de las oportunidades
disponibles, además de tender un puente entre la
organización y los ambientes externos. El rol del
discernimiento interpersonal, aunque es menos
importante, sirve para comunicar la visión a audiencias específicas.
El manejo o gestión de la influencia es el proceso de seleccionar y aplicar efectivamente tácticas
de influencia, como la complacencia o la adulación,
la apelación a autoridades superiores, la coerción,
la autopromoción y la construcción de coaliciones.
Todas las dimensiones de la habilidad política se relacionan con el manejo exitoso de la influencia. Evidentemente, entender el paisaje social, desarrollar
y sostener redes de relaciones, poder relacionarse
con otros individuos y presentarse a sí mismo de
una manera clara y sin pretensiones son cualidades importantes para manejar y extender nuestra
influencia.
La naturaleza del liderazgo es muy simbólica.
Sus formas más obvias incluyen el papel del líder
como figura, los modos de presentación propia que
comunican características de la organización, la se-
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lección de frases publicitarias y otros medios de información resumida sobre la organización, y otras
por el estilo. Más aún, la comunicación misma es
simbólica. Las palabras, tanto escritas como habladas, son símbolos de conceptos mayores. La expresión o frase comunica un significado que trasciende
los conceptos básicos, y las inflexiones vocales y los
gestos físicos comunican más que las mismas palabras. Por ejemplo, para comunicar visión, es clave
crear imágenes emocionales. Las dimensiones de
la habilidad política que más respaldan el manejo del simbolismo incluyen la perspicacia social, el
discernimiento interpersonal y, en menor grado, la
franqueza palpable. La comprensión de la historia,
la dinámica y la cultura del grupo social dota de significado a los símbolos. La perspicacia social ayuda
al líder a entender los símbolos y su relevancia, a
usarlos apropiadamente y conectarlos al contexto
presente. El discernimiento interpersonal y la franqueza visible permiten el uso efectivo de los símbolos y la comunicación simbólica.
El discernimiento interpersonal es una dimensión de la destreza política directamente conectada
al liderazgo, y se traduce como una competencia de
éste para formar relaciones, negociar y otras cosas.
El liderazgo carismático subraya la agudeza interpersonal mediante la importancia de la atracción
personal y la consideración positiva de la efectividad del líder.
Los líderes y gerentes dedican la mitad de su
tiempo a comunicarse con los demás, desde los breves intercambios personales, mensajes electrónicos
y diálogos en las negociaciones, hasta las comunicaciones públicas orales y escritas. Indiferentemente de cualquier otra competencia de liderazgo que
pudiéramos poseer, la habilidad para comunicarse
es indispensable. Las cuatro dimensiones de la pericia política apoyan la comunicación efectiva, que
mejora con nuestra capacidad de leer el contexto
social, hacer conexiones interpersonales, construir
redes y promover la comunicación honesta.
La comprensión del panorama es una noción
algo confusa, que incluye la propia capacidad de
sostener una visión global estratégica de la dinámica ambiental que influye sobre el grupo y sus actividades. Varios factores nutren esta comprensión de
orden superior, incluyendo el entendimiento de las
diversas personas y grupos involucrados, recopilación e intercambio de datos, y fortalecimiento de las
relaciones entre las redes que sean fuentes importantes de influencia e información. Estos factores
hacen parte igualmente de la destreza política.
Así, como también lo demuestran las investigaciones, vemos que las características del liderazgo
se encuentran directamente conectadas a la habilidad política. Asimismo, los estudios indican que
esta es más importante que la inteligencia o la personalidad. Más todavía, mientras que la mayoría de
las disposiciones personales, como la personalidad
o la orientación a objetivos específicos son características relativamente estables, rasgos inherentes en
esencia, las destrezas políticas pueden aprenderse
y mejorarse.
Para las organizaciones hay dos mensajes muy
claros. Primero, el desarrollo de la destreza política
en todos los empleados, especialmente en líderes y
gerentes, produce grandes dividendos. Segundo,
utilizar un inventario de habilidades con el propósito de medir los niveles de pericia política de los candidatos puede ser un recurso invaluable para seleccionar y colocar a los empleados, principalmente en
los puestos de liderazgo y gerencia (ver Ferris, Davidson y Perrewé, 2005, para inventario de destreza
política y recursos). La habilidad política es un marcador importante del liderazgo, puede medirse y
desarrollarse, es útil en el proceso de selección y la
planeación de la sucesión y, potencialmente, es una
ventaja competitiva para las firmas.