el papel otorgado en el cine a los personajes

Ana Asión Suñer
EL PAPEL OTORGADO EN EL CINE A LOS PERSONAJES FEMENINOS
DURANTE EL FRANQUISMO: CALLE MAYOR (1956) Y BUENOS DÍAS,
CONDESITA (1967)
El estudio que se plantea a continuación tiene como objetivo analizar el papel
otorgado a la mujer en las películas durante el periodo franquista y tardofranquista. El
mismo permitirá observar, ya no sólo, su plasmación audiovisual, sino también el
propio modo en el que la sociedad veía (o quería ver) a las mujeres en la sociedad de los
años 50 y 60.
Isabel, Calle Mayor (1956, Juan Antonio Bardem)
Sería correcto comenzar el comentario
realizando un anális del aspecto físico del personaje. Se
observa cómo Isabel viste unos ropajes recatados,
sobrios, que incluso se podrían denominar antiguos; algo
que, sin duda, puede servir para hacerse una idea de su
personalidad y su modo de pensar. Las vestimentas que
porta son, así, pues, uno de los indicativos de su fuerte
pensamiento tradicional, católico. No obstante, se aferra
a su soltería, algo que, sin duda, no era bien visto en la
sociedad imperante.
Además, parece que Isabel no es la que tiene
tomadas las riendas de su propia vida, sino que se
encuentra, en gran parte, influida por su entorno. Se
muestra como una mujer poco segura de sí misma, rodeada de un ambiente marcado por
la tradición y las costumbres; algo que, en cierto modo, le corta las alas para poder
recrearse como mujer y persona.
Esta infravaloración de la mujer queda, ya no sólo, presente en la propia
película, sino, también, en los carteles publicitarios de la misma. Es interesante observar
las líneas que acompañan a la imagen de los protagonistas:
“El gamberrismo haciendo presa en una infeliz que vive
tardíamente las ilusiones de los dieciocho años”.1
1
La Vanguardia Española, nº 28.150, Barcelona, Grupo Godó, 1956, p. 25.
1
El papel otorgado en el cine a los personajes femeninos durante el
franquismo: Calle Mayor (1956), y Buenos Días, Condesita (1967)
2
Incluso las propias críticas del largometraje hacen hincapié en la desgracia que
vive la muchacha debido a su soltería, puesto que en aquellos momentos el matrimonio
es, sin duda, lo más importante para la mujer, y no hay mayor desgracia para ésta que
burlarse de esta desdicha:
“ (…) una broma tremenda y
terriblemente cruel: fingir amor y mentir
promesa de matrimonio a una pobre
mujer provinciana, ya condenada a una
soltería irremediable de cuya penumbra
sólo saldrá durante los días maravillosos
que dure el embuste del noviazgo, durante
las horas encantadas en que unos ojos de
hombre se miren en los suyos por primera
y última vez”.2
Sin embargo, poco a poco, desde finales de los
años 50 y principios de los 60, lo cierto es que la mujer
empieza a participar en la vida social del país.
Comienza a incorporarse al mundo laboral, algo que, sin
duda, será un proceso lento dentro de la modernización
que estaba experimentando España en esos momentos.
El propio Pedro Lazaga ironiza en este sentido
en su película Las muchachas de azul (1957). En ella se
muestran las distintas estrategias que siguen un grupo de
empleadas de unos grandes almacenes de Madrid para
conseguir novio, la misma problemática que
atormentaba a Isabel en Calle mayor. Está claro que, en
estos momentos, la sociedad seguía teniendo vigente que el objetivo de la mujer en la
vida era el de cuidar de la casa y de su familia. De hecho, Dibildos, productor del
largometraje, era consciente de este hecho:
“En ese momento, la salida de la mujer consistía en
encontrar un buen marido. No se aceptaba que pudiera tener
independencia profesional. Esto es una evidencia sociológica. (…)
Queríamos ironizar sobre esa forma de “caza”, donde las madres
tenían una gran importancia.”3
2
Ibídem.
FRUTOS, Francisco Javier y LLORENS, Antonio,
productor, Valladolid, SEMINCI, 1998, p. 35.
3
José Luis Dibildos. La huella de un
Ana Asión Suñer
Incluso en los propios anuncios publicitarios, se encuentra, en ocasiones, esta
idea de la mujer como ser inferior, débil. En este caso, resulta interesante señalar un
anuncio de medias Platino aparecido en 1964 y que publicita lo siguiente:
“No la guarde como una porcelana. Su mujer es un ser como
usted, que piensa, se preocupa, que tiene una opinión de las cosas.
(…) Haga que se divierta, que viva y que conozca todo lo que el
mundo nos ofrece. Descubrirá que su mujer es inteligente y que tiene
un criterio que complementa el de usted. ¡Haga usted feliz a su
mujer convirtiéndola en su compañera!”4
Frente a esta postura, de forma paralela se empieza a ver a la mujer como objeto
de deseo. Éste es, precisamente, el papel que juega María (Rocío Durcal) en la película
Buenos días, condesita (1967). Ya no se potenciará el prototipo de mujer como ama de
casa, sino que cada vez más se optará por la imagen de ésta como icono sexual.
En relación con el mundo publicitario, lo cierto es que éste se acercará cada vez
más al erotismo, algo que hará que en cierto modo se produzca en España una apertura
de tipo sexual. En la mayoría de los casos, el producto irá acompañado del objeto de
deseo: la mujer.
María, Buenos Días, Condesita (1967, Luis
César Amadori)
El caso de María resulta, en líneas
generales, una antítesis del personaje de Isabel.
En primer lugar, se ve cómo las ropas
sobrias y anticuadas de Isabel dan paso a un
vestuario
fresco,
alegre
y
atrevido.
Atrevimiento marcado, sobre todo, por los
pantalones largos y los colores chillones de los
que hace gala María durante el espectáculo
musical que se puede visionar en la película. Su
peinado es, al mismo tiempo, más juvenil que
el de Isabel.
Aunque rodeada de hombres –que en el fondo son los que marcan las pautas de
su trabajo y de la sociedad–, María se muestra desempeñando una profesión, algo que,
anteriormente, podría resultar descabellado. Bien es cierto que se juega con su papel de
“chica bonita”, pero ella misma marca, a este respecto, una serie de pautas y límites. Se
muestra, pues, como una mujer segura de sí misma, abierta y divertida.
4
FERNÁNDEZ DE BOBADILLA, Vicente, Es cosa de hombres. El machismo en la publicidad
española (1939-1975), Sevilla, Algaida Editores, 2007, pp. 46-47.
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El papel otorgado en el cine a los personajes femeninos durante el
franquismo: Calle Mayor (1956), y Buenos Días, Condesita (1967)
Tras este pequeño estudio, se ha podido observar cómo, en apenas once años, el
cambio experimentado por la mujer en el medio audiovisual (y, por lo tanto, también en
lo social) resulta abismal. Se pasa de un estereotipo de mujer tradicional, encerrada en
su casa y sus labores, a una mujer que ya es capaz de actuar por sí misma, y decidir el
destino de su propia vida.
Lo cierto es que, aunque se puede observar que el avance cultural es evidente, no
se deben olvidar los fuertes pilares machistas que seguían rigiendo la sociedad de esa
época. Poco a poco, se va avanzando hacia una sociedad más igualitaria, algo que se ha
podido observar con estos ejemplos, pero aún se tardarán unos años en conseguir que la
mujer pueda actuar en la sociedad como individuo independiente, y en igualdad de
condiciones con el hombre.
Para concluir, simplemente cabe añadir una simple analogía entre el papel
desempeñado por los personajes femeninos y las propias películas, las cuales, en ambos
casos, podríamos decir que pasan del “blanco y negro” al “color”.
Ana Asión Suñer