LORENTE, Miguel.eps - Universidad de Zaragoza

Opinión
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MARTES
3 DE MARZO DEL 2015
Opinión
El artículo del día
11
De picos pardos
Jugar con las emociones en el Ebro
ANTONIO
Domínguez*
Sería bueno abandonar la idea recurrente de dragar el río para convertirlo en un canal porque sería catastrófico
MIGUEL
Lorente*
a percepción crea la realidad, explicaba Platón en el siglo IV a,C. y
ya en el XX Gregory Bateson, uno
de los fundadores del «pensamiento sistémico», justificaba que cada
persona construye su propia verdad (denominada por él «mapa del territorio») y,
por tanto, que cada uno dispone de su
propia realidad y su «verdad» subjetiva
que es el mapa personal. «No cabe duda
que la realidad es distinta a como la vemos» decía Kia Nobre, por eso Bateson
también advierte que «el mapa no es el territorio». La percepción es un proceso sicológico con el que las personas organizamos las sensaciones que captamos por los
sentidos, pero estas sensaciones están
controladas por nuestra experiencia anterior y por las emociones, así que nuestra
percepción de la realidad depende de
nuestra forma aprendida de ver las cosas
y de nuestro estado emocional.
Los afectados por las riadas del Ebro,
las de este año y las de toda la vida, se
han visto sometidos a una gran carga
emocional al ver arruinadas sus cosechas
y ser, incluso, sacados de sus casas para
realojarlos en pabellones polideportivos,
por lo que en esos momentos, su percepción de la realidad sobre las causas que
han provocado este acontecimiento, habrá sido distinta de la de los miles de zaragozanos que se acercaron paseando en
un fin de semana soleado hasta las riberas a presenciar el espectáculo de la crecida. Por eso no es de extrañar que algunos
habitantes de los pueblos afectados, lanzaran incluso improperios al presidente
de la Confederación Hidrográfica cuando
acudió a darles explicaciones. En estos ca-
L
sos se suele decir que en caliente no es
bueno tomar decisiones porque nuestro
«mapa» corre el riesgo de hacer una representación errónea de la realidad.
SIN EMBARGO en este mismo hecho ha habido responsables de instituciones que han tenido un comportamiento
ruin, porque estando obligados a poner
mesura y a hacer pedagogía, han preferido aprovecharse del estado emocional de
las gentes que sufrían, pensando posiblemente con criterios demoscópicos en las
próximas elecciones. Han optado por la
estrategia más fácil diciéndoles precisamente lo que querían oír. Se puede entender que quien carece de los conocimientos científicos y técnicos sobre la dinámica de los ríos que tiene el profesor Ollero
del Departamento de Geografía de la Universidad de Zaragoza, o los técnicos de la
Confederación Hidrográfica, atribuyan
los daños de las riadas a la falta de limpieza del cauce, pero que responsables políticos de los gobiernos autonómicos de las
comunidades del Ebro, de la oposición,
de las organizaciones empresariales, o del
Ministerio de Medio Ambiente, lo digan
expresamente o a través de medias verdades, contando con informes técnicos de
sus propias instituciones que determinan
lo contrario, es miserable y grotesco.
A estas alturas del siglo XXI existen suficientes conocimientos y se sabe qué hacer en el Ebro, tal como lo explicaba el
domingo en EL PERIÓDICO Jaime Armengol, y hace unos días Javier Sierra en Cartas al director, pero por lo visto el modo
tradicional de hacer política aconseja lavarse las manos aunque sea en agua turbia del Ebro y culpar a otros, en vez de tomar decisiones y afrontar los acuerdos alcanzados hace años a raíz de otra crecida.
La DGA podía haber dicho que la responsabilidad era de la CHE, pero queriendo
marcarse un tanto ante su potencial
clientela, ha dado una vuelta más de tuer-
ca culpándola por no limpiar el río. ¿Hubiera hecho lo mismo si su presidente hubiera sido del PP? Por su parte, el líder del
PSOE aragonés aprovechando que las
aguas bajaban revueltas, ha arremetido
contra el Gobierno de Aragón y el ministerio, ambos en manos del PP, por no hacer nada para tener el río limpio ¿lo hizo
su partido cuando gobernaba? Sin duda
hay mucho que analizar sobre lo ocurrido estos días en el Ebro, pero, ¿hemos
pensado qué hubiera ocurrido en Pina si
no hubiera reventado la mota de Fuentes
y parte del agua no se hubiera derivado
por los campos de la margen derecha?
¿Qué habría pasado en Zaragoza si toda el
agua que se quedó expandida en 20.000
hectáreas inundadas en la Ribera Alta hubiera bajado por el cauce hasta el Actur?
Evidentemente ni las medidas que hay
que acometer ni los daños de las inundaciones, las tienen que pagar los pueblos
afectados a quienes hay que compensar,
como se compensa a los pueblos de la laguna de Gallocanta por los efectos de las
grullas y a otras medidas agroambientales previstas en la PAC.
Es mal año para solucionar problemas
porque los responsables políticos de las
instituciones están ocupados en salvar los
muebles electorales y, en cuanto baje el
nivel de las aguas, volveremos a olvidarnos hasta la próxima crecida. Pero sería
bueno abandonar la idea recurrente de
dragar el río para convertirlo en un canal
porque sería catastrófico y además imposible: Un río es un elemento vivo al que
nos tenemos que adaptar. Cuando las
aguas se calmen será hora de dejar a los
especialistas que, serenamente y sin cargas emocionales, propongan soluciones,
y después presionar para que las propuestas se lleven a cabo. Pero dejemos de jugar con las emociones de las gentes que
viven en las zonas inundables del Ebro. H
*Máster en Ordenación del Territorio
El agua de
los políticos
o del agua, esos desmanes generados por la naturaleza que
tantos males causan y tanto dinero cuestan al común, pone
de relieve la absoluta incompetencia
de la clase política, de uno y otro signo, preocupada por sus bolsillos, sus
coches oficiales, sus comilonas, su ropa de primeras marcas y el ayudar de
todas las maneras posibles a sus amigos y a sus amos. Resulta acojonante
escuchar a la presidenta de Aragón
achacar los problemas generados estos
días por la incontinencia del Ebro a
«un comportamiento extraño del río».
En otro país ya habría tenido que presentar su dimisión. Aquí solo se acuerdan de su querida Santa Bárbara cuando truena. ¿No han tenido años y más
años para paliar los desmanes de un
río que de cuando en cuando, y de manera natural, busca su espacio? Unos
bárbaros han permitido de siempre el
deterioro de las riberas, la mala regularización de los caudales, el escaso control de las avenidas, la suciedad de las
aguas... Y encima el funcionamiento de
una CHE más que errático. Su actual
presidente quiere presentarse como cabeza de lista al Ayuntamiento de Zaragoza en los próximos comicios... Los
pueblos están donde están desde hace
siglos y capean como pueden, y sin soluciones, el temporal. Los políticos han
permitido el desarrollo de Zaragoza en
actuaciones como el Actur y no hace
mucho la Expo.... ¡Madre mía la que se
montará cuando el Ebro ruja de verdad y las avenidas superen mucho más
las actuales cotas!, cosa que alguna vez
sucederá. ¿Se piensa en soluciones? H
*Profesor de universidad
L
Postigo
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