ADELANTE DIRECCION Y ADMINISTRACION: BALDERA?. 37 D irector: M A N U E L A dm inistrador: V íctor A L B A R SALAZAR FRANQUEO CONCERTADO REGISTRADO COMO ARTICULO DE 2*> CLASE EN L A ADMINISTRACION DE CORREOS Y TELEGRAFOS DE MEXICO, EL DIA 10 DE JUNIC DE 1942. Año I. - Núm. 11 M é x ico , Precio: 15 ctvs. D. F., 1 de Julio de 1942 'En el a lm a de todos los h o m b re s se esconde la s u b lim e c h is p a que en el preciso momento h ará de ellos héroes.'' (León Tolstoi.-EI sitio de Sebastopol). ALTIBAJOS DE L A HUELGA GUERRA L o s f a c t o r e s del t r i u n f o ■ Vuelven los días malos — y previstos— de la guerra. Con ellos, el desencanto de quienes, encandilados por los prim eros y nada de cisivos triunfos logrados por las armas, de la Democracia, daban la contienda por casi terminada y urdían planes gozosos — nos referim os ahora a los españoles— de regreso inmediato a Europa. A tales con tratiempos conduce tener un optimismo demasiado fácil. Digam os — y no por prim era vez— que no es ese nuestro caso. N i hemos ali m entado con infundada imaginación el optimismo propio, ni hemos dejado de procurar, con palabras prudentes, frenar el ajeno. D e igual modo, pero a la inversa, cuando el curso adverso de los acontecimien tos pope flojedad y desmayo en los ánimos, nos creemos en rrance obligado de reavivar la firmeza transitoriamente debilitada. A h ora estamos en uno de esos períodos de desaliento, tan injustificado co mo el optimismo que lo precedió. El descalabro lam entable de Tobruk, que pone de relieve, una vez más, la incompetencia que sigue dirigiendo aún, por parte de las democracias — y excepción hecha de Rusi§— la marcha de la guerra; el ímpetu alcanzado por la ofensiva alemana sobre la Crimea, en donde los defensores de Sebastopol — valgan de homenaje a su heroísmo estas palabras— están haciendo actuales las páginas m agníficas con que León Tolstoi inmortalizó el otro sitio de Sebastopol, el de 1855; las señales inequívocas de que el tigre japonés está eligiendo ya nueva presa a la cual asestar de im proviso su zarpazo; todo eso prohibe, naturalmente, aparentar unas alegrías que habrían de cargarse a la cuenta de la inconsciencia, pero tampoco autoriza aflicciones de ninguna clase. N o hay motivo nin guno para sentir disminuida la fe. L a victoria sigue estando lejana, pero segura. M ás lejana y menos segura cuanto más persista la obstinación en el error. Instintivamente, el espectador adivina que la política in sensata seguida por las grandes naciones — Inglaterra a la cabeza— hasta poner a la Democracia en situación de agonía, no ha sido su perada del lodo. Son muchas aun las cosas que esperan corrección, demasiados los intereses que se resisten al sacrificio, exactamente como si los términos en que está planteado el duelo de la guerra permitiera regateos sórdidos y actitudes ambiguas. L a m oral de una gran p arle del pueblo norteamericano no acaba de hacerse a la idea de que han empezado días de rigurosa renunciación. P areja m en talidad acusan no pocos sectores de las clases aristócratas de In g la terra, apegadas a tradiciones tan venerables como se quiera, pero en ruina, mientras, en contraste, las masas obreras agrupadas en el la borismo británico ofrecen el ejem plo adm irable de un esfuerzo tenaz y creciente gracias al cual la producción inglesa, situada b a jo el sig no de la guerra, ha logrado ya índices insospechados. En ese esfuerzo, ahora imitado y aumentado en los Estados Unidos está, por supues to. la mejor reserva de confianza en el triunfo. L a m ejor, no la úni ca. Se equivocará quien piense que la guerra se gana solamente con una transformación industrial que aplique a las necesidades de la campaña todas las energías económicas del país. Es menester, ade más, la voluntad de ganar, la resuelta decisión de ser los vencedores. En suma: se hace indispensable el espíritu de combate. Com pren demos lo doloroso que resulta despedirse bruscam ente de los há bitos de paz para inyectarse una psicología de violencia. M as no por ello deja de ser más necesario. E l enemigo será vencido por la m a yor resistencia vital de que disponen las democracias, pero entre tanto habrá que com batirlo con armas iguales a las suyas y con un ardor de pelea equivalente al suyo o superior. Como están peleando los soldados rusos, poseídos de una fiebre ante la cual se quiebra la de los alemanes. Es la guerra.... Y la paz — sobre todo si ha de ser definitiva— de mañana, bien vale la pena del sacrificio, sin trabas, del presente. L a política grem ia l inglesa g el triu n fo de la causa aliada Las organizaciones obreras británicas datos “independientes” apoyados, ex vienen demostrando un profundo inte traoficialmente, por un sector de deter rés en los problemas industriales y po minado partido. líticos emergentes de la situación béli La existencia de esta paradoja po ca, y han demostrado en todo momen lítica ha sido recalcada por las elec to una gran amplitud de miras en ciones parciales realizadas recien la consideración de aquéllos. temente, y es posible que sus re En realidad, la politica de los diri sultados, que han tenido amplia gentes gremiales puede resumirse en repercusión en el extranjero, hayan cuatro palabras: “Debemos ganar la sido mal interpretados por personas guerra” . Con estas palabras se pone deficientemente informadas sobre el fin a todas las controversias, y el labo sistema actualmente en vigor. En rea rismo tiene la satisfacción de saber que lidad, es un error creer que existe una la misma comprensión de las necesi corriente de oposición reprimida por la dades del momento es dable encontrar tregua política, y que ésta no ha bas la en todos los círculos británicos. tado para reprimir ciertas rebeldías. Uno de los problemas políticos origi Por el contrario, sólo en un caso ha nados por la guerra es el de las elec existido un verdadero candidato “opo ciones parciales para llenar las vacan sitor” , pues en todos los demás la lucha tes que se van produciendo en el Par contra los candidatos “oficiales” ha pro lamento, habiéndose resuelto a princi venido de políticos que han proclamado pios .de la guerra declarar una “tregua su intención de apoyar al gobierno, electoral” ; es decir, al producirse la haciendo todo lo posible por aumentar vacante, el partido al cual pertene- el ritmo de su actividad en el sentido necia anteriormente la banca designa de adoptar una política bélica más un candidato y éste es elegido sin opo vigorosa. sición de los partidos contrarios. Por otra parte, no es cierto que los Este acuerdo entre los grandes par partidos unidos en apoyo del gobierno tidos no ha podido impedir, por supues hayan caído en una modorra política. to, que se presenten a disputar las La verdad es que nunca como ahora bancas candidatos “independientes” en se han precisado con claridad y elo oposición a los nombrados por el par cuencia las convicciones de cada indi tido triunfante en la elección anterior. viduo o cada agrupación, para compro Algunas de las elecciones realizadas en bar lo cual basta leer los discursos pro estas condiciones han creado situacio nunciados en los últimos días por mi nes embarazosas, sobre todo en lo re- nistros de Estado y miembros del Par ferente ^al Partido Laborista, pero es lamento. necesario reconocer que los líderes po Tal vez la más reciente y a la vez líticos se han atenido no sólo a la letra, la más importante de las deliberaciones smo también al espíritu del “acuerdo en que se ha visto reflejada esta revi;de caballeros” ; es decir, que todos los gorización de la política británica ha PFtidos han apoyado al candidato “ofi sido el discurso divulgado por radio cial , por más que en condiciones nor telefonía por el nuevo ministro de Pro males algunos de ellos se habrían ducción, Mr. Oliver Lyttleton. Este opuesto decididamente a su elección. Es causó profunda impresión entro los di j Ii°^ar ciue esta política ha sido rigentes gremiales por su franca admi adoptada hasta en el caso de candi sión de que, mediante una organizaEn segunda página, correspondencia cruzada entre el Comité Nacional de la Union G eneral de Trabajadores y el cam arada Indalecio Prieto. ★ EN L A EDIFICACION ción adecuada, era posible impedir que nos, a lo que ha observado entre sus retornaran los días de la desocupación colegas más jóvenes), existe una fuerte en masa, y que ésta era una de las corriente de opinión que podría resu primeras tareas que debía realizar el mirse así: Los industriales reconocen mundo civilizado una vez que ¡os ca cada vez más plenamente la inevitañones cesasen de tronar. “Debemos bilidad de los cambios que habrán de tomar medidas” , dijo el ministro “para sobrevenir, y los aceptan sin amargura. Era el Marqués de Vadillo hombre dos. No fué pequeña tampoco la sor que jamás nos volvamos a ver aboca En segundo lugar, existe entre ellos dos a los horrores de la desocupación un sentimiento patriótico cada vez ma fino y culto, catedrático de Derecho presa del Marqués de Vadillo, aunque en masa, y corresponde al Estado to yor, resultado de un respeto conscien Romano en la Universidad Central y este sólo los veía de frente; el asom mar la iniciativa y asumir la responsa te de los ideales británicos y de los persona de gran ingenio para contar bro de la primera autoridad surgía al bilidad de la solución de este problea. progresos realizados en el pasado con cuentos, según el decir de sus íntimos, tener que modificar fundamentalmen La tarea que deberá afrontar el go la ayuda y cooperación de todas las quienes también le calificaban de ‘to te el concepto que tenía de sus visi bierno después de la guerra, sólo podrá clases sociales. Tercero: Los industria do un padrazo” . La cara de este señor tantes. Había oído decir que los re ser llevada a feliz término si todo les empiezan a preguntarse qué es lo era muy significativa por su peculiar presentantes que dirigían a los tra el pueblo demuestra la misma solida que han hecho para merecer los privi expresión, un tanto melancólica, de bajadores asociados eran unos vivido ridad y energía con que ha encarado legios de que han gozado en el pa ojos tristes, nariz grande, corva y col res que se comían las cuotas, unos vagos los problemas de la guerra propiamente sado y qué es lo que hacen gante y, sobre todo, tenía unos pelos sin oficio ni beneficio, y ahora se en actualmente en concepto de retribu ralos y grises que se acumulaban en la contraba ante 4 obreros “ auténticos” . dicha.” No cabe duda de que todos los gran ción. La carrera industrial —dice Mr. sotabarba, dándole en conjunto un as Apreciando nuestros camaradas la con des partidos están de acuerdo con las Courtauld— debe convertirse en algo pecto de chivo expiatorio. A algún fusión de la autoridad, se disculparon palabras de Mr. Lyttleton, y en las es más que en un medio de enriqueci chusco de las tertulias políticas se le por tener que presentarse en tal gui feras sindicales se señala con profunda miento personal. Cuarto: El autor se ocurrió decir que el Marqués parecía sa, pero que estando en sus tajos res satisfacción el hecho de que personas ñala la existencia, en grado cada vez una cabra triste, y por este remoque pectivos fueron avisados pon toda ur relacionadas con el alto comercio —co mayor, de un sentimiento de camara te, aunque pronunciado con benevo gencia y no querían demorar los de mo lo estuviera el propio ministro an dería, leal y sincera, entre los hombres lencia, era conocido por mucha gente seos del gobernador, tanto más que tes de hacerse cargo de su cartera— de negocios y sus empleados y obreros. el que ocupaba el puesto de primera terminada la entrevista con éste ha No menos significativas son las de autoridad civil de Madrid cuando ocu bían de volver a sus puestos de tra reconozcan la necesidad de c:ue el Estado tome intervención activa y di claraciones de Mr. Courtauld en el sen rrió el episodio de que vamos a ocu bajo. El Marqués, reaccionando en su pen recta en los problemas relativos a los tido de que el control oficial no ha de parnos. Pequeña parte de los obreros de la samiento, hizo entonces elevado elo recursos y servicios nacionales y al ser una medida pasajera, sino perma mejoramiento de las condiciones de v i nente, agregando que también debe Edificación se hallaban en conflicto a gio de la “honorable blusa” y de la da de las masas obreras. Sobre todas es el Estado establecer las condiciones, causa de una maniobra que, de salir- dignidad de tal prenda. Y sin rqás tas actividades, como bien dijo el mi de acuerdo con un plan racional, para les bien a los patronos, traería perjui preámbulo se entró en el fondo del nistro, la nación misma cobrará un el desarrollo industrial. Por último ca cios importantes a los miles de traba asunto. be señalar que la corriente colabora jadores de la construcción. La Socie El Gobierno quería, exigía si fuera dividendo. Pero no sólo los ministros se expre cionista entre los patrones encuentra dad de Albañiles “El Trabajo” , de tan preciso, que con toda premura se ter gloriosa historia en las luchas sindica minase el conflicto que desde hacía san en esta forma. Actualmente ha un clima similar entre los obreros. Cuando todos los partidos y todas les, llevaba con tacto exquisito este muchos días existía en buen número despertado gran interés un artículo pu blicado en el “Economic Review’ . bajo las clases sociales piensan en forma movimiento, evitando hacer el juego de obras; por lo tanto, los obreros ha la firma de míster Samuel Courtauld, igual o notablemente parecida, no pa a las provocaciones de los contratistas brían de acudir, sin excusa alguna, a sus puestos de trabajo, ya que, ade presidente de Courtaulds Ltd., uno de rece inevitable la vuelta a las luchas de obras. Pero la huelga, aunque reducida, más el gobierno estaba preparando los establecimientos textiles más gran partidarias en la forma que se reali des del mundo. En este artículo el zaban anteriormente. La tregua actual duraba varias semanas y no era ese el festejos de importancia en honor de autor expone sus opiniones personales podrá tener aplicación en la post-guerra plan de maniobra que convenía a la cla la familia real y no podía tolerar pre sobre la reconstrucción de post guerra y ser confirmada por un acuerdo de se patronal en tales circunstancias, ya texto ni motivo de perturbación. La Comisión manifestó que si la lu que los obreros parecían no conceder en el campo de las actividades indus carácter general. importancia a aquella lucha. El Gobier cha existía era contra la voluntad de triales. Entre los hombres de negocios, HERBERT TRACEY no, por su parte, estaba preparando los trabajadores y, por tanto, eran és dice Mr. Courtald (y su impresión no unas fiestas regias a las que quería tos los primeros en desear lo que las Londres, junio 1942. se limita exclusivamente, ni mucho me dar el máximo esplendor. Y fuese por autoridad decían. Informó ampliamen este motivo de tipo gubernativo o por te del conflicto, evidenciando la des que los referidos contratistas intriga vergonzada maniobra patronal y la P ed ir que entre las dos organizaciones sindicales, U . G . T. y C. N . T.. ban en las esferas oficiales, el caso es razón que asistía a los huelguistas. La entrevista adquirió tonos vivos, que un día, a eso de las once de la existan las m ejores relaciones de cordialidad y respeto mutuo, es sen mañana, se recibió en el Centro Obre pues a las órdenes y mandatos del go sato, obligado y necesario. P ed ir la fusión de las dos en una sola, ro de Relatores un aviso del goberna bernador contestábase con igual vehedor civil para que con toda urgencia nencia. En algunos momentos las vomientras conserven características tan distintas, sólo puede hacerlo se presentaran a hablar con él los re ;es y réplicas se oían desde fuera del ir.spacho. Parecía como si aquel representantes de los huelguistas quien haya perdido la cabeza o no la haya tenido jamás. Inmediatamente se desplazaron emi aresentante de la autoridad tuviera sarios a las obras donde trabajaban una orden terminante que cumplir sin dichos compañeros para informarles más apelación. Entonces, nuestros camaradas, y en que habían de reunirse en seguida en las inmediaciones del palacio de la nombre de ellos Largo Caballero, ma calle Mayor. Poco más de las doce cua nifestaron en tono decisivo al Martro obreros —Rubios, Orosas Nicolás aués que los huelguistas no serían ni González y Largo Caballero— inten atropellados ni humillados, como se tando subir las amplias escaleras del pretendía, y que junto a ellos y en su viejo caserón, eran detenidos por la defensa estarían no sólo todos los guardia de la portería, que estimaba abreros de la construcción sino tam aquello como un asalto; pero al exami bién los de las demás profesiones Y si nar el llamamiento del gobernador, los el Gobierno no quería tener una pe guardias modificaron su primer im queña lucha de albañiles durante los pulso y les permitieron marchar es festejos, contemplaría el e.soectáculo caleras arriba, no sin contrariedad a’ de una huelga general con todas sus ver el indumento con que aquellos su consecuencias. Al llegar a este punto la primera jetos se presentaban en un edificio ofi \utoridad civil —que por lo demás no cial y ante autoridad tan destacada. En reunión celebrada el 26 de junio pasado, la Comisión E je Porque nuestros cuatro camaradas ?ra de temperamento impulsivo ni vestían sus ropas de trabajo, ya que a atrabiliario— dió por terminada la cutiva del Partido Socialista acordó hacer pública la siguiente toda prisa habían sido obligados a acu reunión. Los comisionados dieron me declaración: dir a tal cita. Según 'iban subiendo por dia vuelta y salieron del despacho ofi L a Comisión Ejecutiva del Partido Socialista se ha sentido las escaleras y se internaban por sa cial. Entonces el gobernador tuvo tiemlones alfombrados, donde dejaban se oo de observar por detrá.s los panta viva y justificadam ente contrariada por la publicación del docu ñales evidentes de yeso y cal, se iba lones de Largo Caballero, y su ilusión mente que, con el título " A todos los afiliados de la U . G . T. de manifestando el asombro de funcio pareció tener un efecto inmediato. España”, y autorizado con las firm as de los compañeros Belarm ino Indudablemente el Marqués de Va narios y visitantes, pues todos estima ban que no era aquel el traje apropia dillo, aun si ser pusilánime al que Tomás y R afael M ira, presidente y secretario, respectivamente, do para visitar a la primera autoridad dar solo se veía acobardado y venci del Comité Nacional de la U n ión G eneral, se inserta en el n ú de la provincia. Pero la sorpresa lle do, después de esta entrevista, porque mero 10, aparecido el 12 de junio de 1942, del Boletín que edita gaba _al estupor al pasar aquel grupo >as crudas verdades que había oído y en M éxico el mencionado organism o sindical. etxraño, pues contemplándolo por la observado eran réplica contundente y espalda se observaba algo verdadera- Ticaz a las mentiras que le habían Estima la Comisión Ejecutiva que el documento de referencia fnente insólito. Uno de los cuatro pre informado. Esto y sobre todo la ame es injusto en su tono y en su contenido, puesto que, sobre mostrar sentaba en la parte trasera y más am naza de huelga general hicieron tal plia de sus pantalones unas manchas efecto, que nada hubiera tenido de ex una acritud im propia, falsea evidentemente los términos del que, aparte de provocar la risa, invi traordinario que lo que en los panta discurso pronunciado p o r el cam arada Indalecio Prieto el lo. de taban instintivamente a hacer una lones de Caballero era simple ficción m ayo pasado, extrem o que puede com probarse fácilm ente con contracción nasal en sentido de aspi externa y bien simulada, en los de la trastando los textos correspondientes. Se le imputan al compa ración profunda para convencerse de “Cabra Triste” fuese realidad interna si olía o no a ámbar. y disimulada. ñero Prieto afirm aciones que no hizo, y de ellas se sacan deduc Perico el CIEGO ¿Qué era ello? Largo Caballero es ciones no sólo equivocadas, sino ofensivas. P o r esa razón, la C o taba trabajando en unas habitaciones misión Ejecutiva, velando por el prestigio de uno de sus compo en que sobre el blanco del estuco se nentes, se cree en el deber de protestar por la publicación del do dibujaban unas líneas o grecas de co lor amarillo. Y cada vez que se man cumento citado y expresar al compañero Indalecio Prieto su sim chaba con esta pintura los dedos te patía y solidaridad ante la injusticia de que es objeto, lam entando nía la mala —la pésima si queréis— De acuerdo con la recomendación que la ofuscación pasajera de otros compañeros, a quienes nos atan costumbre de limpiarse frotando en (¡ue oportunamente les hizo la C o él dc.rso del pantalón. Y así resaltaban vínculos fraternales, haya dado lu gar a la redacción de esta nota. sobre su blanquísimo traje de trabajo misión Ejecutiva, todas las Agrupa aquellas manchas que presentaban a ciones del Partido Socialista Obrero primera vista aspecto en verdad sos Español, constituidas en diversos pechoso. valses de América, celebraron la Pasado recado de que estaban espe rando los representantes obreros, el Fiesta de lo. de mayo, bien con actos gobernador los hizo ingresar en su públicos, reuniones privadas o sim despacho, ante la extrañeza de no po plemente comidas fraterrudes. según cos de los que esperaban ser recibilas posibilidades y el ambiente con currentes en cada caso. Nos complace mucho insertar a continuación la carta que el Presi El retraso con (¡ue han ido llegando dente de la República Mexicana ha dirigido a nuestros compañeros Alejan a nuestro poder las reseñas informa dro Otero y Manuel Albar, presidente y secretario, respectivamente, de tivas, que disminuye mucho su inte rés de actualidad, retraso debido a los C. E. de nuestro Partido. la dificidtad de comunicaciones crea El d o m i n g o, día 12 del da por la guerra, nos determinan a Palacio Nacional, a 4 de junio de 1942. corriente, a las diez de la mañana, no publicarlas, limitando el acuse Sres. Alejandro Otero y Manuel Albar. en su domicilio social, Balderas de recibo a esta nota breve en la que, número 37, ( Centro Español), se más que nada, nos importa consig Balderas, 37. celebrará asamblea general ordi nar la unanimidad con que fué aten Ciudad. naria, con arreglo al Orden del Día dida la indicación de la Comisión (¡ue oportunamente recibirán los Ejecutiva y el fervor con (pie la Fies Estimados señores y amigos: M e es satisfactorio referirme al atento es afiliados. ta del Trabajo fué celebrada crito que se sirvieron dirigirme el 22 de mayo último, para expresarles que L A J U N T A D IR E C T IV A Conste para satisfacción de todas estimo, en nombre del Gobierno de la República, el voto de respaldo las Agrupaciones del Partido. que formulan hacia la actitud asumida por el propio Gobierno ante la agresión de que se ha hecho objeto al país. L o s pa n ta lon es sospechosos Una nota de la Comisión Ejecutiva del Partido L a U n ión G en era l de T r a b a j a d o r e s y el d i s c u r s o de I n d a l e c i o P r i e t o El P r i me r o de Mayo en América Una carta del General Manuel Camacho Avila Círculo Cultural P ablo Ig le sia s Reciban ustedes un saludo afectuoso de sti atento y seguro servidor, En iercera página, texto íntegro del discurso pronunciado en el Centro Español, el 20 de junio, por M A N U E L A L B A R , M A N U E L A V IL A C A M A C H O CONSIDERACIONES ACERCA DE UN DISCURSO Correspondencia cruzada entre el Comité Nacional de la U. G. T. y nuestro camarada Indalecio Prieto E l tono que, con error e injusticia evidentes, cam pea en las réplicas —privadas unas, publicas otras que el C o m ité N a cion a l de la U n ión General de T ra bajadores se ha creíd o en e l caso de oponer al discurso qu e en lo. de Metyo pronu nció en el C en tro Español nuestro com pañero In d a lecio P rieto, nos m ueve a dar le a esta discrepancia plena publicidad. Para ello, na da m e jo r qu e la inserción íntegra de las cartas cru zadas entré los discrepantes i/ e l orador, intercalando entre ellas, a fin d e q u e la inform ación sea com pleta, e l docum ento o ficia l publicado en el núm ero 10 del B ole tín de la U n ió n G eneral de Trabajadores, corres pondiente al 12 de junio pasado. De. este m od o cree m os con trib u ir a que nuestros lectores puedan form ar ju icio seguro. vivido casi entera. Si comienzan por declarar que la co y el mundo entero se abrió en los primeros días de No nozco perfectamente, no veo la necesidad de recordármela. viembre de 1936, la contestaron los Sindicatos en forma que sólo ese acto los glorifica. En lo mucho que se ha Pero ello es detalle de poca monta. A l entrar, por fin, en el fondo del asunto y referirse escrito sobre aquellas-épicas jornadas, aún no se han a hechos pie notorio abuso sindical ocurridos durante la analizado justamente los factores que decidieron el triun guerra y qué yo narré, ustedes se apresuran a condenarlos, fo para las armas republicanas. Para nosotros no queda lamentando que “el Ministro de Defensa no cumpliera la menor duda que esto pudo ocurrir por la preparación de las masas encuadradas en la Unión General de Tra con su deber.” La corrección de algunos de tales hechos bajadores. ¿Quiénes fueron los primeros en lanzarse a no correspondía al Ministro de Defensa, y en cuanto a aquel o aquellos que cayeran dentro de mi jurisdicción habré de la calle para aplastar el movimiento subversivo? Nadie decir a ustedes que no existe incumplimiento del deber como nosotros conoce que las Federaciones y Sindicatos cuando media la impotencia para hacerlo efectivo. Rendí quedaron abandonados para empuñar el fusil, así como tal culto al deber durante toda mi vida que es muy difícil que muchos de estos Organismos dejaron de funcionar que nadie, ni siquiera ustedes desde lo alto de su represen por haber perdido a sus dirigentes o por encontrarse tación, pueda aleccionarme. éstos en los frentes de lucha. Para evidenciar el comportamiento de las masas sindi ¿Que ha habido dirigentes que no estuvieron a la cales de España, evocan ustedes el nombre de Madrid altura de las circunstancias? Puede que sí; pero eso CARTA DEL COMITE NACIONAL DE LA U. G. T. A y recuerdan cómo se comportaron aquéllas defendiendo no justifica la aseveración que hace en su discurso de la capital. Parece .como si yo hubiera dicho algo en su INDALECIO PRIETO que la guerra fué perdida por la actuación de las orga contra. No lo dije. Mis palabras al respecto fueron éstas: nizaciones sindicales, que no otra cosa ha querido decir “Los sindicatos, que aportaron masas enormes de heroicas al hablar de que nuestra retaguardia estaba podrida, ya México, D. F., 16 de mayo de 1942. cambatientes, estorbaron, a través de sus elementos direc que a todo lo largo de su peroración sólo a las sindicales Sr. D. Indalecio Prieto. tivos, la acción del Gobierno.” Son, pues, imposibles los ha aludido. Y aunque esto fuese una verdad —cosa que nos Ciudad. equívocos, ni trabucando dos aspectos cuya separación otros negamos— , creen que es inoportuno decirse en es marqué yo clarísimamente. tos momentos y después de haber estado sosteniendo has Estimado compañero: Este Comité Nacional ha estu Y ahora vamos a lo más importante de la carta, a ta ahora —usted mismo lo ha dicho en todas las for diado detenidamente, después de haberle oído, su discur lo que más me interesa rectificar. Escriben ustedes: “ ¿Qué mas— que nuestra derrota se debió a la falta de solida so de PRIMERO DE M AYO en el Centro Español. De ha habido dirigentes que no estuvieron a la altura de ridad de las Democracias, ciegas ante la ayuda que los él hemos recogido la parte que como dirigentes de la las circunstancias? Puede que sí, pero eso no justifica la Central Sindical más poderosa de España nos correspon-. nacifascistas prestaban al franquismo. Suponemos la aseveración que hace en su discurso de que la guerra día contestar, lo que hacemos, después de acuerdo uná sensación que esta afirmación suya habrá causado en el fué perdida por la actuación de las organizaciones sindi nime, en dos formas: pública y privadamente. En la pri mundo y el alivio que habrán experimentado las fuerzas cales...” Yo no hice tari estúpida aseveración. Es falso, mera nos aténemos a mostrar nuestra disconformidad sin coaligadas que nos derrotaron. Por muchas que sean absolutamente falso, totalmente falso. Y niego a ustedes entrar de lleno en la enojosa cuestión por usted plantea las amarguras sufridas, por muy grande que sea la dis derecho de que, no pudiendo encontrarla en pasaje al da. En la segunda, que es esta carta, trataremos de re tancia que le separe de los procedimientos que la orga el guno de mi discurso, la deduzcan afirmando “ que no otra nización sindical empleara en España, no puede anatema futar sus puntos de vista en el orden sindical y fijaremos quise decir al hablar de que nuestra retaguardia estaba tizarla con un baldón tan infamante, porque ello signi el criterio que nosotros sustentamos respecto al mismo. podrida, ya que a todo lo largo de su peroración sólo a fica más que una injusticia, una animosidad inadmisible A l obrar así, mantenemos incólume la línea de conducta los sindicatos ha aludido.” Lo que yo quise decir quedó en un hombre que, aunque indirectamente, la ha venido que desde el primer momento nos hemos trazado de no dicho sin eufemismo y es ilícito atribuirme intenciones que representando durante muchos años. polemizar públicamente en un país extranjero sobre pro no tuve y de las cuales no hay atisbos por ninguna parte. Siguiendo el orden de su discurso, nos encontramos con blemas que sólo al pueblo español compete dilucidar. lo que. usted denomina “el egoísmo sindical” para llegar Ni la retaguardia la formaban únicamente los Sindicatos, Comenzaremos por decir que no encontramos justi ni es cierto que yo aludiera de modo exclusivo a éstos. a la conclusión de que, por encima de los sindicatos, ficación alguna para que en su discurso “Confesiones y ¿Cómo puede estamparse semejante inexactitud? De mi debe hallarse siempre el Estado, “ cuando éste sea fiel ex rectificaciones” introdujera la parte que se refiere a la discurso son las frases siguientes: “Por ser político conoz presión de la voluntad nacional” „cuando es elegido por organización sindical de nuestro país, cuando su propósi co mejor los defectos de la política, y por ser parlamentario, una mayoría, llámese ésta como se llame. Pues bien, to era exclusivamente el de hablar de una etapa anor debiendo mi fama al Parlamento, conozco aún mejor los según su criterio, en una nación en que gobierne -un Es mal, como la que se relaciona con el período de nues defectos del Parlamento. Sería, pues, injusto si limitara tado reaccionario, elevado al poder por una mayoría de tra guerra y cuando sólo se proponía exponer la parte mis críticas a los abusos desbordantes del sindicalismo y votos, la misión de los trabajadores no es otra que la negativa de su labor. de cruzarse de brazos y dejar hacer para no “estorbar no parara atención en los abusos de la política.” Y a con Usted conoce perfectamente, por su larga historia la acción del Estado” . Esto sólo se puede admitir cuan tinuación hablé de la acción política con tanta o mayor dentro del movimiento obrero de nuestro país, que la extensión que de la acción sindical. Cuando se comenta do los trabajadores se encuentren “en la cumbre” , de Unión General de Trabajadores desde su fundación (Agos ningún modo cuando estén “en el llano” . El sostener un texto escrito que se dice haber “estudiado detenida to de 1888, en Barcelona) ha procurado inculcar en las este criterio, es tanto como dar razón a los que pro mente después de haberlo oído,” no resultan admisibles masas a ella afiliadas el sentido de la responsabilidad, afirmaciones como las que, sin base, hacen ustedes en di pugnan por los Sindicatos verticales, de lo que son bue rechazando aquellos métodos que sólo servían para man na prueba los existentes en Alemania, Italia y España. cha parte de la carta y que deben ser desmentidas por tener en una inactividad casi continua a los trabaja Añadamos que esto pugna con los Estatutos de la U. G. mí de modo enérgico y categórico. Lo que ustedes me dores, con el consiguiente perjuicio para sus intereses atribuyen, más que una injusticia, es una idiotez. Y yo, T. y no olvidemos que la Federación Sindical Internacio y los generales de la nación española. Ya en los Esta acertado o erróneo en mis juicios, no me rebajo hasta nal se opuso siempre al ingreso de los Sindicatos So tutos aprobados en su primer Congreso, dice: “Art. 2o.: viéticos en dicha Central por entender que su supedita el punto de consentir que se me haga pasar por idiota. La U. G. T. de España se propone realizar su objeto El comentario de ustedes acerca de mi concepción so ción al Estado no les permitía la libertad de acción para apelando a la huelga bien organizada, y recabando de su lucha. bre las relaciones entre los Sindicatos y el Estado resulta los poderes públicos cuantas leyes favorecen a los intereexcesivamente mañoso. Tenía que ser así para llegar a Nosotros seguimos entendiendo que el Estado es un sés del trabajo.” Y en consecutivos Congresos ratifica poder contra el cual hay que luchar por todos los me la absurda conclusión de que frente a un Estado reaccio esta posición como puede verse: “Art. 19. Recomiéndase nario “la misión de los trabajadores no es otra que la dios y en todos los momentos hasta conseguir que éste a las Secciones que cuando reclamen mejoras a los pa de cruzarse de brazos y dejar hacer para no estorbar no sea un obstáculo para la emancipación total de la tronos lo hagan en forma que facilite su aceptación y la acción del Estado.” Conviene, para fijar bien el alcance clase trabajadora, pues sólo entonces será cuando en evite el desequilibrio que pudiera producirse entre las came fielmente nuestra voluntad. Desechamos, por tan de mi aserción y el valor del comentario que suscita, re industrias de diversas poblaciones.” (Estatutos. Madrid, to, la idea de situar a los Sindicatos bajo el dominio del producir textualmente mis palabras. Helas aquí: “Es pre 28 Noviembre de 1918). Es decir, que la U. G. T. se Estado y circunscribirlos a la labor que apunta en su ciso que analicemos, aunque sea someramente, lo que yo opuso siempre a _la declaración de huelgas irreflexivas, llamaré el egoísmo sindical, el egoísmo gremial, para lle discurso, porque eso sería tanto como renunciar a la lu por lo que sus dirigentes fueron acusados, por otro sec cha de clases de la cual la U. G. T. levantó ^bandera hace gar a la conclusión de que, por encima de los sindicatos tor obrero, de haber enervado el espíritu de lucha de muchos años y en cuya defensa han caído los mejores debe hallarse siempre el Estado, cuando el Estado sea fiel los elementos que la componían. ugetistas. expresión de la voluntad nacional y que nadie, parapetado Naturalmente, que la Unión General de Trabajado Para terminar, sólo nos basta decir que no creemos en las filas sindicales, tiene derecho a estorbar la acción res aspiraba a intervenir en la vida política del país, co que la Unión General de Trabajadores tenga que rectifi del Estado. Conviene una aclaración. Distingamos entre mo lo declara en el artículo 2o. ya expuesto: “recabar acción politica y acción sindical. Yo no niego a las legiones car nada fundamental en cuanto a su conducta anterior, de los Poderes públicos pumitas leyes favorezcan los in de obreros agrupados en los sindicatos el derecho de tuesto que siempre cumplió con su deber — ¡ojalá que tereses del trabajo” , pero circunscribiendo su acción po adueñarme del Estado por la vía legal — o por la vía revoos Partidos políticos hubieran, hecho lo mismo!— En lítica a lo qUe tenía relación con las leyes sociales. Las lucionaria— . Lo que niego a los Sindicatos es el derecho lo futuro, a ella compete señálar su camino. Tenemos conveniencias de los trabajadores y las circunstancias a mediatizar al Estado estorbando su acción. O en la la seguridad de que en cuanto le sea posible procederá políticas excepcionales en que España siempre se ha en a hacer una revisión del pasado, pero no para rectificar cumbre del Estado ellos, gobernando desde allí, o en el contrado, han hecho que interviniera en otras cuestiones llano, dejando gobernar.” Son palabras, a mi juicio, bastan en el sentido señalado por usted en su discurso, sino para que no eran exclusivamente de legislación social, como apretar más sus filas y hacer una defensa más cerrada te diáfanas. Si acaso sólo pueden ofrecer, como punto son: en las reclamaciones hechas contra la ley del te de los intereses de la clase trabajadora. dudoso, el relativo a apreciar cuándo el Estado es fiel rrorismo, la ley de huelgas, contra la represión del anar expresión de la voluntad nacional. Del comentario de us Cordialmente suyo y de la causa obrera, quismo, revisión del proceso de Montjuich, estado de Por el Comité Nacional de la U. G. T., El Presiden tedes parece deducirse —si no fuese así quedo presto a guerra, suspensiones de garantías constitucionales, huel la rectificación— que esa circunstancia sólo se da cuando te, B. TOMAS. El Secretario, R. MIRA. ga general de 1917, golpe de Estado de Septiembre de el Estado se halle totalmente en manos de los trabajadores 1923, movimiento revolucionario de 1930, huelga gene y en tal caso se descartan las situaciones en qüe los obre RESPUESTA DE INDALECIO PRIETO AL COMITE NA ral de 1934 y por último, en 18 de Julio de 1936. En toda ros organizados participan en el Poder, sin ser dueños CIONAL DE LA UNION GENERAL DE TRABAJADORES esta larga etapa de su lucha — 50 años— , no ha tenido la absolutos de él. ¿Estiman ustedes también legítimo en U. G. T. ni un solo acto reprochable, ni como organiza dichas circunstancias que los Sindicatos estorben la acción , DE ESPAÑA ción nacional ni en sus compromisos internacionales. Es del Estado? Situaciones de esa índole las hubo en España, México, D. F., 27 de mayo de 1942. to le valió la admiración de los obreros de todos los países con Gobiernos en los que figuraban las personalidades CIUDAD: y el respetó del capitalismo español que, en ningún mo mas representativas de la U. G. T. y pueden volver a Estimados compañeros: La carta de ese Comité, fe producirse. Ahí está el toque. A l historiar la actuación de mento, encontró el medio de poder romper, ni aun si chada el 16 de mayo, llegó ayer a mis manos. Tal retraso quiera retrasar, la marcha ascendente de este Organismo. V ; G. T . han destacado ustedes, con justicia, la acción sólo puedo explicarlo por haberse puesto en curso la misiva Si el movimiento socialista de nuestro país pudo política de tan gloroso organismo, que es, precisamente, con bastante posterioridad a sú fecha. Hago esta aclaración llegar al primer plano de la política española, se debe su principal característica y por la cual se distingue de a fin de no quedar bajo el cargo de descortesía por demo a la acción decidida de la Unión General de Trabajado otra poderosa colectividad repudiadora de la política. Co ra en la respuesta. res en favor de este Partido. Fueron sus afiliados los mo acaba de verse, yo separé cuidadosamente la acción Comienzan ustedes manifestándome que han acordado política de la acción sindical. ¿Resultaría tolerable, ponga que cumpliendo acuerdos de sus Asambleas y Congresos, contestar a mi discurso del lo. de mayo en dos formas, una mos por ejemplo, que la U. G. T., mediante la acción po iban a depositar en las urnas electorales los votos que pública y otra privada. No espero a que se produzca la habían de dar el triunfo a los candidatos socialistas. Eran lítica, contribuyese a formar un Gobierno, y mediante la primera para contestar a la segunda. sus cajas — con el dinero acumulado por las cuotas— , las que acción sindical estorbase su funcionamiento? En este punto Respeto la apreciación de encontrar injustificada, se volcaban en el Pdo. Socialista para que éste pudiera aten deben converger las meditaciones de todos nosotros. Por atendiendo mi propósito de examinar etapas anormales de der a los gastos que una contienda electoral ocasiona. Y en cuanto afecta a las mías debo decir que maldito si tienen la vida española, la introducción de los pasajes de mi ningún momento la U. G. T. pidió que sus hombres forma que ver con la paparrucha de los sindicatos verticales, en discurso referentes a las organizaciones sindicales, pero ha ran parte de las candidaturas que se confeccionaban, tenien la cual, ustedes, sin motivo y muy alegremente, parecen brá de reconocerse que quien está verdaderamente capa do en ocasiones que ir a defender, contra su voluntad y querer implicarme. Yo no he propugnado — conste bien— citado para juzgar de mis propósitos soy yo mismo, pucontra sus votos, nombres que nada tenían de común con la limitación de la lucha sindical contra el capitalismo. diendo afirmar que tan discutida oración respondió de la clase trabajadora. Esto demuestra de manera clari Mis observaciones se han reducido a la lucha contra el vidente que la vida constante de la U. G. T., ha sido manera exacta a mis propósitos, que notifiqué a quienes Estado cuando este “sea fiel expresión de la voluntad de sacrificios, sin apartarse ni un ápice de sus normas primero me invitaron al acto y de los cuales disentí sobre nacional, fidelaidad que, al decir de ustedes, sólo se pro la conveniencia de que yo hablase, precisamente en razón duce con la completa emancipación de la clase trabajadora estatutarias, elaboradas de la forma democrática que saa esos propósitos míos. bian hacerlo nuestros Congresos. Pero si esto no bastara, pues solo entonces será cuando encarne fielmente nues Eran por completo inútiles los párrafos de su carta tra voluntad, hasta cuyo momento, y según palabras que usted mismo viene a corroborarlo en las citas que hace so bre su actuación al frente de los Ministerios de Hacien consagrados a la historia de la U. G. T., puesto que la he preceden a las copiadas, seguirán “entendiendo que el da y Obras Públicas al solucionar los problemas plan teados con la adquisición del carbón inglés y las me joras solicitadas por el personal ferroviario. Estos pro blemas pudieron ser resueltos de la manera satisfacto J A J T U E U I A ria que apuntaba, gracias al espíritu de comprensión y C A M I S t E I A de sacrificio inculcados a los trabajadores por nuestra Central Sindical y a la autoridad moral de sus dirigentes. de CRESCENCIANO BILBAO Sin ello los conflictos habrían surgido y ho hubiera bas tado para evitarlos la buena voluntad del Ministro por CAMISAS A L A MEDIDA el interés nacional. CORTE INGLES, ESPAÑOL Y Y entramos en el fondo de la cuestión. En la pri S E Ñ O R A S - C A B A L L E R O S AMERICANO mera parte que denomina “Experiencias de la guerra” , Venusiiano Carranza, 43 hace una exposición de hechos ocurridos con gran per 5 de Febrero, 115. Dpto. 17 juicio para la lucha que sostenía el pueblo republicano Dpto. 6. Teléfono Eric. 12-58-51 español en aquellos' momentos. Por si existiera alguna Telf.. 13-09-85.—MEXICO, D. F. duda en cuanto a nuestro pensamiento con respecto a esto, vaya esta afirmación del Comité Nacional de la U. G. T.; Condénsanos esos hechos, desconocidos por nos otros hasta estos momentos, y lamentamos que el Mi Fábrica: G e n e r a l Plata, Mosaicos en toda clase de nistro de Defensa no cumpliera con su deber, señalado por usted también en su discurso. colores y dibujos - Mosai T A B A Q U E R I A Núm. 70. Observatorio TaComo U. G. T-, no se nos puede acusar de haber eos de granito . Azulejos estorbado la acción del gobierno, ni de haber perturbado cubaya. Telf. Eric. 15-23-80Losetas de barro. “HOTEL PR IN C IPA L” la producción de guerra. No negamos que pueda ha berse producido algún hecho aislado de carácter Con Bolívar. No. 29 denable entre la. gran masa de afiliados a nuestra Cen tral Sindical, pero afirmamos rotundamente que la U. Eric. 12-64-23 Mex. L-37-93 G. T. lo dió todo por la defensa de la República. Y aun afirmamos más. Que hubo momentos en que se excedió Atendido por su Dueño en la colaboración prestada al Gobierno. Podríamos IMITACION CANTERA PARA REVESTIMIENTO DE FACHADAS citarle infinidad de casos demostrativos del celo inigua ANGEL DE A V IL A lado i¡ue en la defensa del antifascismo pusieron los M E X I C O , D. F. ugetistas españoles y sus dirigentes, pero nos atendremos a un solo: MADRID. La interrogante que sobre España Í BORDERAS Mosaicos Valencia, S. A. CAFE “ C A N T A B R IC O ” Teléfono Eric. 12-44-47 Venusiiano Carranza, 32 D E L IC IO S O C A F E E X P R E S ★ Cerveza de barril, servida por el m ejor tirador de México ★ M a r i s c o s CCCINA H IJEAN© MEXICANA. M a t e r n i <d ad ... - - = = Española Director: Doctor FERNANDO MARQUEZ Internado a precios módicos. — Atendida por Especialistas. PARTOS Y ENFERMEDADES DE LAS SEÑORAS SERVICIO PERMANENTE CONSULTAS: De 10 a 12 de la mañana y de 4 a 7 de la tarde. Córdoba. No. 123.—To. 14-24-61. MEXICO. D. F. ¡Socialistas! A D ELAN TE necesita la ayuda de todos nosotros Estado es un Poder contra el cual hay que luchar por todos los medios y en todos los momentos hasta conseguir que no sea un obstáculo para dicha emancipación.” Todo esto, demasiado rígido, falto de flexibilidad política —sus conceptos, quizá sin darse cuenta ustedes, son de carácter político y no sindical— parece cerrar el paso al auxilio a regímenes políticos anteriores a la emancipación del proletariado que no la obstaculicen y que incluso la faci liten. O sea que, en el momento presente y contemplando el mundo entero, según tal doctrina, los sindicatos debe rían luchar contra todos los Estados, a excepción única mente del Soviético. Cierran ustedes su carta diciendo que la U. G. T. nada fundamental tiene que rectificar y que será ella la que en el futuro señale su propio camino. Evidentemente que sólo a ella, de modo colectivo, le incumbe trazarlo, claro que sin impedir —porque su tradición democrática se lo prohibiría— que de modo individual cualquier militan te exponga su personal parecer, que es lo que yo hice el lo. de mayo, cumpliendo una vez más lo que mi con ciencia me impuso como un deber, aun a costa de discre pancias cuales las que ustedes señalan y yo anoto dándolas el valor merecido. Muy cordialmente les saluda, INDALECIO PRIETO DECLARACION INSERTA EN EL BOLETIN DE LA U. G. T. A LOS AFILIADOS DE LA U. G. T. DE ESPAÑA La defensa de los millares y millares de trabajadores encuadrados en la Unión General de Trabajadores, unos que padecen el exilio con todo su dramatismo, otros — la mayor parte— supeditados al régimen brutal franquista, así como la de aquellos que han ido cayendo a todo_ lo largo de la historia de esta gran Central Sindical Españo la, nos obliga a hacer pública la siguiente nota: Este Comité Nacional se ha visto lamentablemente _sorprendido con el discurso pronunciado por el compañero Indalecio Prieto el -pasado PRIMERO DE MAYO, con motivo de la celebración de esta gloriosa fecha por los socialistas exiliados en México. Nuestra intervención en este acto, sólo estaba limitada a la organización del mismo, para lo cual fuimos requeridos por el Círculo Cultural “PABLO IGLESIAS” al igual que la C. E. del Partido Socialista Obrero Español y la Minoría Parlamentaria So cialista. Naturalmente, que no se nos informó de los temas que iba a tratar el orador, puesto que de haberlos conoci do hubiéramos declinado nuestra modesta participación en el acto. Hemos creído muy necesario hacer la prece dente observación para conocimiento de todos, aún a pe sar de que Prieto ya sentó la afirmación de que hablaba personalmente y con su sola responsabilidad. No podíamos suponer que se aprovechara una tribuna pública fuera de nuestra patria y una fecha simbólica co mo la de PRIMERO DE MAYO, para verter conceptos tan deplorables sobre la organización sindical española. Basán dose el orador en hechos aislados —inoportunamente aireados, por muy ciertos y dolorosos que éstos sean—;, lanza contra los Sindicatos la acusación de ser los causan tes de la derrota del antifascismo en España. Grave acusa ción que nosotros hemos de recoger, no para contestarla en la forma que merece — la indignación no nos ha hecho olvidar los momentos internacionales que vivimos ni nues tra situación de exiliados, cosas al parecer olvidadas por el compañero Prieto— , sino para de una manera categórica recusarla. Nuestra conciencia de responsabilidad, la edu cación social recibida en los Sindicatos tan injustamente zaheridos en el discurso de referencia, nos veda ahondar en esta cuestión, debiendo únicamente decir que estamos disconformes con el criterio expuesto en esta parte de su peroración y que protestamos enérgicamente en nombre de los ugetistas que han sacrificado y deshecho sus vidas por la defensa de la libertad del pueblo español. Sobre el texto íntegro del discurso, la clase obrera española dará su fallo en su día. A ella, la más autorizada, por ser la más sacrificada, dejamos que enjuicie como se merece este discurso, que nosotras calificamos una vez más de inoportuno e injusto. POR EL COMITE NAC IO N AL DE L A U. G. T.: Rafael Mira, Secretario.— Belarmino Tomás, Presi dente. REPLICA DE INDALECIO PRIETO SEÑORES BELARMIÑO TOMAS Y RAFAEL MIRA. PRESIDENTE Y SECRETARIO DEL COMITE .DE LA UNION GENERAL DE TRABAJADORES DE ESPAÑA. México, D. F., 25 de junio de 1942. Ciudad. Estimados compañeros: Hasta hoy no tuve ocasión de leer el documento que, autorizado por ustedes dos, a nom bre del Comité Nacional de la U. G. T., inserta el Boletín de esa organización en su número 10, correspondiente al día 12 del corriente junio, escrito mediante el cual com pletan su programa de contestar mi discurso del lo. de mayo en dos formas, una pública y otra privada. No divagaré sobre este doble y original procedimiento. Sólo he de decir al respecto que me interesa más el comentario público que el privado y que los dos pueden fundirse aho ra perfectamente en el primero, puesto que ambos se refieren a un acto público. Contestando al comentario “privado” contenido en la carta de ustedes del 16 de mayo, formulé otra el 24 de dicho mes. No he de volver sobre ella sino en su parte fundamental o en la que a mí más me interesa. Desde luego estimo lícito que 'el Comité Nacional de. la U. G. T., participante en la organización del acto, declare que nin guna responsabilidad le alcanza por cuanto yo dije, aunque tal declaración constituya redundancia, ya que me cuidé de advertir al auditorio que yo hablaba por propia y ex clusiva cuenta y, desde luego, reputo correcto que si el Comité de la U. G. T. estimaba conveniente manifestar su disconformidad con mis ideas y apreciaciones, lo hiciera sin rebozo. Pero lo que ya no merece mi aquiesciencia es que las declaraciones de ustedes se apoyen en supuestos falsos. Por ejmeplo, al apelar a la publicidad, dicen nacerlo obligados por “ la defensa de los millares y millares de tra bajadores encuadrados en la Unión General de Trabaja dores,” como si yo -los hubiese atacado, lo cual no es cierto, y protestan “enérgicamente en nombre de los uge tistas que han sacrificado y deshecho sus vidas por la de fensa de la libertad del pueblo español,” como si yo les hubiese ofeñdido, lo cual tampoco es cierto, pues lejos de ello, en el discurso del lo. de mayo dije — y la carta del 27 lo recuerda— que “los sindicatos aportaron masas enor mes de heroicos combatientes.” Mis palabras — acertadas o erróneas— ciñéronse, con cita de casos concretos por nadie desmentidos, a cómo los sindicatos, durante la gue rra, “estorbaron a través -de sus elementos directivos la acción del Gobierno.” No es, por tanto, tolerable desparra mar una crítica limitada a los elementos directivos sobre las masas de heroicos combatientes. Rechazo la habilidad, caso de que pretenda serlo tan torpe interpretación. Sin embargo, lo que más rebasa la raya es imputarme que yo lancé “contra los sindicatos de la acusación de ser los causantes de la derrota del antifascismo en España.” La repetición y la ,publicidad de esa calumnia multiplican el agravio que para mí representan. Dos semanas antes de que ustedes la propagaran a los cuatro vientos les dije en mi referida carta que “yo no hice tan estúpida aseveración.” y les negué el derecho- a que, “no pudiendo encontrarla en pasaje alguno de mi discurso”, la dedujesen arbitra riamente. Por lo visto para nada han servido explicaciones tan sinceras como evidentes. Ustedes, lejos de aceptarlas, insisten en su injuriosa e infundada imputación. Si hubiese sido propósito mío el que, con tamaño irrespetuosidad a lo que está escrito, me atribuyen ustedes, lo hubiese de clarado así. Jamás he negado mis palabras ni he encubier to mis intenciones. Ustedes quieren desposeerme de esa elemental gallardía. Les niego autoridad para ello. Y reite rando cuanto sobre el particular les dije el 27 de mayo, añado ahora, lisa y llanamente que faltan ustedes de modo abierto a la verdad. Les saluda, INDALECIO PRIETO HOTEL “PERLA” LA P A Z - Baja California Lugar encantador para turistas “La Innovación de la M o d a ” TRAJES A MEDIDA PA R A SEÑORA Y CABALLERO Aquiles Serdán, 37 (Frente al jardín).—Teléfono 13-83-51 MEXICO. D. F. Baño en todas las habitaciones EL MEJOR HOTEL DE LA COSTA DEL PACIFICO PRECIOS A L ALCANCE DE LOS MAS M ODESTOS SUELDOS P ág in a 9 O P IN IO N E S S O C IA L IS T A S / / / / P en san d o en t s p a n a y en la P a z Camaradas y amigos: Tras el agradecimiento de ri gor que merecen las frases de elogio con que acaba de abrirme paso hacia vosotros el camarada Azorín, voy a pronunciar unas pocas palabras para explicar, en primer término, por qué esta noche figuro yo como orador. Pese a mis escasísimas aficiones oratorias, cada día menguan tes cuando los compañeros de la directiva del Círculo Cul tural Pablo Iglesias vinieron a invitarme para tomar parte en este acto, yo no encontré razones suficientes que oponer. Creía, y creo, que reuniones de esta naturaleza deben ser frecuentes entre nosotros. Tienen —ya que no un mayor alcance, por lo menos la de esta nochela noble virtud de establecer un diálogo íntimo en el seno del Partido, que debe continuar; y de igual modo que esta noche yo hablaré ante vosotros para expresar unas cuantas opiniones, no sé si acertadas o equivoca das, fruto de mi meditación, otros camaradas deben se guirme después en el uso de la palabra de una manera regular. ’ í Debo añadir que no hablo con otra representación que no sea la mía propia, bien poco valiosa por cierto; no traigo, pues, representación oficial ninguna, y lo que yo diga, bueno o malo, ha de cargarse exclusivamente a mi cuenta particular. L A IL U S IO N D E L R ET O R N O Pensando en España, reza Ja parte primera de mi enunciado. Pensando en España; no en el retorno a España, que es cosa distinta. Tal vez suene un poco a paradoja esta aclaración que acabo de hacer, pero me convenía consignarla para significar con ella que no soy de ésos que cada noche, al tiempo de acostarse y antes de quitarse las zapatillas, dejan _ preparada la maleta con la esperanza de que a la mañana siguiente se dé apre suradamente la orden de partida. Comprendo perfecta mente que esa ilusión, la del retorno a España, este flo reciente en el corazón de todos nosotros; pero es una ilusión a la cual conviene ponerle freno. Y os dire por qué.' La esperanza reiteradamente fallida, y la insisten cia en una ilusión que nace cada mañana y muere cada noche, enferma la voluntad, malea el ánimo .Si insisti mos demasiado en esa ilusión, reiteradamente fracasa da, ello traerá por consecuencia que el presente —un presente más o menos largo, pero un presente que esta mos viviendo y necesitamos vivir plenamente— acabara por carecer de contenido real para nosotros. Es decir, el presente no tendrá para nosotros, en virtud de esa ilusión reiteradamente alimentada y fracasada, sino un valor interino al cual no vale la pena de aplicar esfuer zo. Grave error. No lo digo ahora por primera vez Ha ce tres años —van a cumplirse dentro de pocos días— arribaba yo, con cerca de un millar de compatriotas, al puerto de Veracruz. Nos hizo el_ honor de venir a re cibimos, desviando su viaje, el señor García Téllez, a la sazón ministro de la Gobernación._Y una mañana, en la Escuela Naval de Veracruz, el señor García Téllez pro nunció ante nosotros un bello discurso de bienvenida. Merecí yo, después, el honor de que se me invitase a ser quien contestara con unas cuantas palabras de gratitud el discurso del señor García Téllez. Lo hice con la dis creción que estaba a mi alcance. Y de las palabras que pronuncie aquella mañana en Veracruz recuerdo con precisión, y casi exclusivamente éstas que, también casi textualmente, voy a repetir ante vosotros. “Algunos de nosotros, señor Ministro —dije— quedarán aquí; otros, los más, volveremos a España. Pero sea cual fuere el tiempo de duración de nuestro destierro, sean muchos o pocos los días que hayamos de permanecer acogidos a la hospitalidad mexicana, nuestra conducta ha de ser, exactamente, la que correspondería si todo el resto de nuestra vida hubiéramos de permanecer en México” . Me parece ocasión propicia para repetirlas ahora; y me pa rece también ocasión adecuada para decir en alta voz, ante vosotros, lo que hemos dicho ya en las columnas de nuestro periódico: en estas horas graves para México, México es, más que nunca, nuestra patria. (Muy bien). P E N S A M IE N T O Y E M O C IO N D E E S P A Ñ A Pero es natural —yo soy el primero en compren derlo— que el rosario de los días de nuestro destierro se desgrane pensando en España. Pensando en España, sintiendo a España, descubriendo a España. Porque mu chos de nosotros —me atrevería a decir que la mayoría— empezamos a descubrir a España ahora por primera vez. Empezamos ahora a saber lo que España era, lo que España debe ser. Lo estamos aprendiendo —y por eso abrigo la ilusión de que la lección será fecunda— a tra vés del dolor. No hay peor enemigo de lo español, se ha dicho, que el español mismo. Y es verdad. Si cada uno de nosotros, individualmente, podemos sentimos magní ficos españoles, colectivamente no hemos sabido crear todavía un sentimiento nacional. Y hay que crearlo. Na die se alarme cuando hablo de un sentimiento nacional español. Porque ese sentimiento no tiene nada que ver con un sentimiento nacionalista. Una razón por la cual toda alarma resultará injustificada, es que una de las características más nobles del español es, precisamente, su sentido de universalidad, no sé si debido, tal vez, a aquellas cualidades que Angel Ganivet —el gran Gani vet, a cuya lectura hay que regresar— encontraba en los pueblos insulares o semi-insulares, como es el español. Yo veo en el hallazgo de ese sentimiento nacional espa ñol, a que me estoy refiriendo, una gran fuente creadora. Siendo, como es el nuestro, un pueblo de enorme vitali dad —bien demostrada, tristemente, durante la guerra civil— ; siendo, como es también, un pueblo cuya origi nalidad no ha superado ningún otro, solamente buceando en la entraña española, tratando de encontrarla, iden tificándose con ella, es como esa capacidad potencial de vida, como esa originalidad insuperada, podran dar todo su rendimiento. Si los hombres que hicieron la suble vación militar hubieran sentido a España, yo os aseguro que no se hubiera producido la guerra civil. No la sin tieron, no la sienten. Todo en ellos es extraño, foráneo, antiespañol. Incluso la crueldad fría, calculada, aplicada como razón de Estado, que en España no ha tenido nun ca tradición. Basta, para convencerse de la justeza de estas palabrás mías, la lectura de los periódicos españoles de hoy, desprovistos totalmente de emoción nacional, usando un lenguaje extranjero, ensalzando un rito ex traño a nuestra mentalidad y a nuestra psicología, impo niéndonos, en fin, el disfraz de unas concepciones ajenas con las cuales España no podrá identificarse jamás. En cambio, ¡cómo canta el alma de España en unas palabras que os voy a leer! Veo al autor. Lo veo, recién inicia do nuestro destierro, mirando desde tierras de Francia hacia la raya invisible de los Pirineos... Se le enturbian los ojos; siente entonces toda la emoción española que le brinca _en el pecho. Y nuestro autor escribe: “España sonaba, ¿cómo sonaba?, a rumor de mieses en Castilla, a soleá de torero, a jarcias zurradas por las rachas del Cantábrico, a jota de segador, a andadura de merinos en Extremadura, a zorzico de piloto, a extremecimiento de chopos a orillas del Duero, a sardana de payés, a frotamiento de cepas riojanas, a folia de taba quero... ¿A qué suenas tú, España, cuando no suenas a muerte?” Estas palabras llevan una firma: Julián Zugazagoitia. Julián Zugazogoitia que, poco después, en vísperas de que le diera caza, también en tierras de Francia, la policía de Falange, se preguntaba: “ ¿Vamos a continuar en el mismo escorzo violento más tiempo del que la pro pia vida nos acuerde, prolongando la desesperación a tra vés de nuestros hijos?” Y el propio Zugazagoitia se daba la respuesta: “En tre los que contesten rotundamente no, me inscribo.” Casi al mismo tiempo, otro español y socialista igualmente que rido y admirable, Francisco Cruz Salido, nos enviaba, desde una cárcel de Madrid, aquella carta ejemplar —que conocéis muchos de vosotros—, escrita con pulso firme horas antes de ser conducido ante el piquete de ejecución, y en la que legaba a su mujer y a sus hijos la única herencia que podía legarles: el encargo expreso de que se acordaran de él sin rencor. El franquismo les dió a los dos la misma respuesta. Juntos vivieron, juntos mu rieron y juntos fueron enterrados. Juntos les rendiremos también homenaje un día. C O N V IV E N C IA ESPAÑOLA Tampoco podía dar otra respuesta una España domi nada, como la de hoy, por españoles espúreos. No hu bieran encontrado otra dentro de sí mismos. De cuan do en cuando, a los acordes graves del órgano que canta la epifanía de Nuestro Señor; nimbado por el humo del incienso; trazando la cruz del Redentor con mano blanda en la que brilla el anillo pastoral, algún arzobispo español susurra palagras de piedad y de fraternidad cristiana. ¡Piedad cristiana! ¡Fraternidad cristiana! ¡Conviven cia de! los españoles! Mientras recorran los caminos de España, mendigando su hambre de puerta en puerta, los trabajadores a quienes se les niega autorización para trabajar, no puede hablarse de convivencia; mientras cada día se vistan de luto nuevos hogares españoles, no puede hablarse de convivencia; mientras media España este pagando a los carceleros que guardan en prisión Texto íntegro del discurso pronunciado por nuestro compañero M A N U E L ALBAR, el dia 20 de junio, en el Círculo Cultural " P a b lo Iglesias a la otra media, no puede hablarse de convivencia- mien tras el sol de cada amanecer ilumine sobre las bardas la sangre fresca de los fusilados, no puede hablarse de convivencia; mientras nosotros estemos aquí, no puede hablarse de convivencia. (Muy bien. Aplausos). Y, sin embargo, hay que convivir. Hay que aprender a convivir, que a tanto equivale pensar, sentir y descu brir a España. Hay que aprender a convivir y hay que hacerse al hábito del perdón. Bien sé que hablo a co razones que se sienten heridos con sobrada justicia. También yo tengo afrentas que lavar, agravios que ven gar y muertos que enterrar. Pero con la escasa autori dad que pueda darme esa porción de dolor en el dolor colectivo nuestro, os digo que estamos en la obligación, en el deber imperioso de perdonar. Cuando un día re gresemos a España, nuestra primera obligación consistirá en arrojar al mar, desde la borda del barco que nos lleye, el fardo de nuestros odios personales, poniéndole piedra bien pesada para que nunca vuelva a salir a flote. Pero nue nadie piense tampoco en nuevos abrazos de Vergava. Si cada uno de nosotros, personalmente, estamos en la obligación de perdonar, quien no puede perdonar es España. A los autores de la inmensa tragedia española; a quienes fríamente, calculadamente, refinadamente alen taron el espíritu de Caín; a quienes acudieron en deman da de ayuda extranjera para proteger y extender la ma tanza de españoles; a quienes se han recreado en la des gracia; a quienes están completando la ruina de nuestro país, no puede dispensárseles perdón. Siglo y cuarto lleva España en guerra civil permanente; una guerra ci vil a través de la cual los liberales, eternamente vence dores, resultaron a la postre eternamente vencidos. Pien so que la horrible sangría, sin precedente en la Historia, por que acaba de pasar el pueblo español, seria una ex periencia más perdida si no significara la terminación ra dical de esa guerra civil; mas para ello sera menester que las fuerzas oscuras que hicieron imposible la con vivencia española queden, de una vez para siempre, do blegadas. Y después es cuando podremos hablar real mente de convivencia y empezar a vivir tolerándonos los españoles. (Aplausos). PENSANDO EN L A PAZ Pero pensar en España, cuya situación actual está ligada íntimamente a la fortuna del mundo, es pensar en la paz. Y pensar en la paz —podemos pensar en ella a pesar de los reveses que la guerra pueda ofre cernos—, pensar en la paz, es situarse ante los tremendos problemas que la post guerra va a traer consigo. Em peño difícil. Os lo digo sencillamente, con profunda convicción. Empeño que, por mi gusto, hubiera rehuido. Yo sé las dificultades que acometerlo lleva consigo, be que en el transcurso de las palabras que he_ de decir incurriré en no pocos errores. Mas si desdeño cuanto mi vanidad pudiera reprocharme en orden al riesgo que significa hablar esta noche ante vosotros de esos pro blemas, me queda, en cambio, la satisfacción de saber que cumplo humildemente un deber. Podría hacer lo que hacen otros, más avisados que, erigidos en ves tales de la pureza doctrinal, esperan cautelosamente, atisbando desde su tronera, a que los demas hablen y des cubran su pensamiento. Y después, encontrados los puntos supuesta o realmente vulnerables, salen de su escondite, con aire buido -y. exorcizador, leen los diez mandamientos de la ley socialista, y a continuación asperjean con agua antiherética los cuatro ángulos del recinto sagrado. (Muy bien). El riesgo a equivocarse es un riesgo que, en circuns tancias como las presentes, si no en todas, deben cprrer los hombres y, cuanta mayor sea su responsabilidad, con mejor motivo. Sé el procedimiento para no incurrir nunca en error: callar y sumarse después a la opinión que resulte vencedora. Yo también -—decía— podría sacar ahora del bolsillo mi catecismo socialista y repetir aquellas verdades que desde que tenemos uso de razón política hemos aprendido en los libros y en la boca de nuestros mayores. Pero lo que importa hoy o, por lo menos, lo que importa más, según mi entender, no son tanto las explicaciones de doctrina pura —que se da por sabida— como averiguar cuál es la aplicación que la doc trina tiene en relación con los problemas del instante. Algunos camaradas nuestros han comparecido ya en la tribuna para exponer su criterio. Yo lo voy a hacer esta noche, pidiendo por anticipado toda la benevolencia que un ensayo como ése requiere por parte vuestra, tra tándose de hombre como yo. T R A N S F O R M A C IO N D E L M U N D O Tengo a menudo la sospecha de que son muchas las gentes que todavía no acaban de darse cuenta de la enor me transformación que el mundo va a sufrir. A juzgar por ciertos comentarios, por algunas opiniones que se ha cen públicas, por el estado de ánimo de gentes que se hallan más o menos cerca de nosotros, más de una vez siento desesperanza. A la enorme tragedia española se suma ahora, con carácter general, la otra ingente tra gedia que está padeciendo el mundo. Y frente —nos otros, como españoles, a las dos; el resto del mundo a la segunda— frente a esas tragedias, ¿que rectificaciones mentales hemos hecho? ¿A qué examen de conciencia nos hemos sometido? ¿Qué horas de vigila hemos perdido pensando en las inmensas responsabilidades que a todo?, personal y colectivamente, nos van a caer encima? Si al guien imagina que los ejércitos en combate estan pe leando para que, una vez terminada la guerra, puedan los Consejos de Administración de las grandes empresas repartirse gruesos dividendos, o para que las ricas herederas celebren con fiestas de fantasía la fecha inane de su cumpleaños, ése está en los linderos de la locura. De todo el pasado que va quedando a nuestra espalda, yo os digo —y tal es, además, mi deseo— que van a ser muy pocas las cosas que queden en pie. Y no pienso, ni mucho menos, en soluciones de catástrofe. Todo lo con trario. Cuando aliento la esperanza de una renovación profunda en el mundo, es porque sólo por ese camino, por el de una profunda y audaz renovación, es por el que podrá evitarse que la terminación de lá^guerra, lejos de traer consigo la paz, signifique el recomienzo de una nueva guerra, mucho más atroz, en que las clases sociales no se darán cuartel. Frente a la posición de los que todavía no han encontrado motivos suficientes para someterse a un severo examen de conciencia, esta la de quienes, de una manera más o menos precisa, pe ro viva, se dan cuenta cabal de que el mundo está en trance de parto. Voy a leeros unas palabras que, hace bien pocos días, pronunciaba Mr. Welles, subsecretario de Estado de los Estados Unidos. Decía Mr. Welles así: “Cuan do acabe la guerra, millones de los pueblos del mundo estarán sin hogar. En Europa y en Asia, los sistemas de transporte estarán arruinados, las instalaciones de pro ducción destruidas, las granjas convertidas en escom bros, y las ciudades devastadas. Todos nosotros tendre mos que enfrentarnos a la tarea de convertir a los usos de tiempo de paz industrias completas que ^actualmen te están produciendo municiones de guerra” . He ahí, amigos, un cuadro sintético, muy aproximado, del mun do que nos van a entregar los ejércitos combatientes. Y en otro orden, pero coincidiendo, en sentido general, con las palabras que acabo de leeros, otro representante de la gran República norteamericana, encarnación del sis tema capitalista, ha dicho también, en ocasión reciente, lo que oiréis ahora. Se trata de mister Wallace, vice presidente de los Estados Unidos. Oigámosle: ‘Cuando el tiempo de la paz llegue, el hombre del pueblo se encontrará de nuevo con un deber, con el supremo deber de sacrificar el interés menor al interés mayor del bienestar general. Los hombres que escriban la paz han de escribirla ajustada a la medida universal. Ya no caben los pueblos privilegiados. Nosotros mismos, en los Estados Unidos, tampoco somos una raza domina dora, como no hay ninguna, como no lo son los nazis; y no podemos perpetuar la guerra económica sin sembrar las semillas de una guerra militar. Para llenar nuestra misión en las negociaciones de la paz, hemos de emplear todo nuestro poder para que se construya una paz eco nómica que sea justa, misericordiosa y perdurable” . El discurso de Mr. Wallace no es ciertamente un discurso marxista. Es más bien un discurso religioso de tipo metodista, en el que asoma una profunda inquietud que se sitúa ante el porvenir. Como ése podrían invo carse otros muchos testimonios, pero todos ellos, no ha rían sino robustecer la convicción, que yo estoy tra tando de exponer ante vosotros, de que hacia los cua tro puntos cardinales del mundo cunde la alarma, se siente la proximidad de un cambio histórico sustan cial, y hombres que en lo profundo de su ser miden y pesan el momento porque atraviesa nuestra vida, se adelantan ya a tenderle los brazos con el proposito de que el cambio sea lo menos violento posible. DOS PACTOS TRANSCENDENTALES, Dos antecedentes de extraordinaria significación de ben ser tenidos en cuenta. El uno es el llamado Pacto del Atlántico firmado hace ahora casi un ano. Ese pac to, que no hace más que dibujar en lineas vagas una con cepción futura del mundo, tiene la gran significación de que lo suscriben las dos naciones mas poderosas. Y pese a la vaguedad de las clausulas- del Pacto del Atlán tico en él se aconseja bien claramente la actitud de transformación mental y espiritual en que hay que si tuarse ante el futuro que se nos viene encima. El otro, mucho más reciente, es el pacto acordado por Inglate rra y Rusia, extendido a los Estados Unidos. Todavía es más vago, puesto que ignoramos su contenido con creto este segundo pacto. Pero en cambio ¡que rico en sugerencias es! Porque, ademas de lo que representa como garantía para el mañana el hecho de que las na ciones más poderosas del mundo se erijan en guardianes de una civilización liberal, hay el dato de enorme tras cendencia que representa la firma de Rusia al pie de ese convenio. Es decir, que las^ democracias, las gran des democracias que ahora están pagando sus culpas pasadas — rectificando una política torpe no solo lo reconocen a Rusia el derecho a ser signataria con ellas de un pacto en el que se juega el porvenir inmediato, sino que a su vez Rusia, la condenada, la desdeñada, el país en donde se está ensayando un sistema so cialista da un paso decisivo y se apresta igualmente a ser guardián en la custodia de la democracia y de las libertades del mundo. De esos antecedentes solo pueden sacarse conclusiones venturosas. E N SA Y O S DE PR O G R A M A Yo quisiera aludir ahora a la impaciencia, impacien cia que reputo, desde luego, generosa, de algunos com pañeros nuestros que, a impulsos de una ambición ideal, quisieran que nuestro partido trazara programas ^con cretos para el mañana, como si lo que el porvenir va a ser exactamente pudiéramos leerlo en las rayas de nuestra, mano. Si ni siquiera los grandes gobernantes los que tienen la responsabilidad directa del pre sente, son capaces de definir en líneas precisas cuál va a ser la organización social del mundo, no es mucho que, no el nuestro, todos los partidos políticos, españoles o no se encuentren' en una situación embarazosa en que no’ pueden hacerse afirmaciones rotundas :ni decirse palabras definitivas. Lo más concreto de lo que hasta ahora se ha dicho, al menos de cuanto yo conozco, es lo que ha dicho el Laborismo inglés. El partido labo rista inglés, por boca de su presidente Clement Atlee, en un discurso que nuestro camarada Indalecio Prie to ha comentado recientemente, y con gran agudeza, ha dicho esto — (extracto aquello que me parece mas substancial)— : ., “Es preciso abandonar totalmente la agresión y el uso de la fuerza armada como instrumento político, quedando la guerra fuera de la ley y la ley aceptada como regla. . , . ... , “Siendo la anarquía internacional incompatible con la paz, deberá reconocerse, por interés común, una au toridad internacional superior a los Estados .particula res, provista, no solamente de derechos vis a vis de dichos Estados, sino también de una fuerza capaz de hacer efectivos tales derechos en el dominio político E INCLUSO EN EL DOMINIO ECONOMICO. “ Europa deberá federarse o perecer. “Hay que renunciar al imperialismo y aceptar el principio de que en la administración de colonias o territorios a los cuales no pueda concederse todavía un administración independiente los f r e s e s de los indi genas tendrán prioridad, disfrutando todas las¡nació nes de acceso igual a los mercados y a las materias pri maS Nadie ha dicho, repito, nada más concreto que eso. Y a mayor abundamiento, el Partido Laborista Indepen díente, que figura al ala izquierda del Partido Laboris ta, ha esbozado también un programa que en sus lineas genefales se ajusta casi exactamente a lo que acabo de leCr Evidentemente, esta posición del laborismo seña la de manera harto clara, el camino a seguir. Y nadie podrá recusar una opinión que viene autorizada por una organización política y sindical que, a su enorme fuerza material, une la responsabilidad que hoy le ata a funciones directoras en la guerra y, ademas, el antecedente de ser una organización política que ha caminado siem pre con paso firme y ajena a toda suerte de veleidades demagógicas. Mucha es la esperanza con que yo veo el porvenir, esperanza que no me hace ignorar los sombríos nubarro nes que se ciernen sobre él. Mucha es mi esperanza, pero, precisamnte porque esa esperanza es grande; por que la siento muy cimentada en mi corazón, es por lo que quisiera también que cuando nos pongamos a pensar en el porvenir lo hagamos con la cabeza firme y serena. Yo sé muy bien, —y si alguien viene a deciros lo con trario miente— que el término de la güera, no podra traer como resultado inmediato, un régimen socialista en el mundo. Sé que un régimen socialista no puede levantarse sobre una economía arruinada. Y la economía de Europa, y la de América también, cuando acabe la gue rra, va a ser, en mayor o menor grado, ya lo decía Mr. Welles en las palabras que he leído antes, una economía desarticulada, una economía arruinada. R E S P O N S A B IL ID A D E S DE L A P O S T -G U E R R A La post-guerra, si, como yo digo y pienso, va a ser una post-guerra fecunda en que van a operarse cambios radicales en la estructura económica y política del mun do pero que a la vez ha de venir preñada de tremendos problemas y responsabilidades para nosotros, requirira de todos, organizaciones sociales, partidos políticos, el ciudada no y el sindicato, una preparación especial de animo hacia el sacrificio. La primera tarea que a todos se nos impon drá de una manera imperativa, será ésta: remediar, con nuestro esfuerzo virtuoso y callado, los enormes estra gos que la guerra habrá producido. Y esa situación va a ser idéntica para todos los países, y acaso un poco más grave para nosotros en virtud de la^ terrible trage dia de nuestra contienda civil. ¿Con qué voluntad va mos a aceptar ese cometido histórico? Amigos: yo no he creído nunca, no lo creo tampoco ahora, que la con fesión, pública o no, de nuestras culpas, sea dañosa. Es tema viejo sobre el cual más de una vez hemos emitido opinión. Yo no creo que los males se remedien callán dolos, como no se curan las enfermedades por dejar de hacerles el diagnóstico adecuado. Y cuando nosotros volvemos la vista a nuestro pasado inmediato y descu brimos en nuestra actuación errores graves y los saca mos a la luz pública para procurarles la enmienda co rrespondiente, que nadie se rasgue las vestiduras, por que eso es fecundo; porque declarar las culpas es poner se en situación de remediarlas; porque reconocer el error equivale a hacer examen de conciencia también. Y aun digo más. Digo que nosotros, socialistas y republicanos españoles podemos, sin temor ninguno, pregonar en e l . exilio los errores en que hayamos podido incurrir, por que esos errores, decuplicados, centuplicados si queréis, no alcanzarán nunca el tremendo volumen de las culpas y crímenes que ha cometido y está cometiendo el régi men franquista hoy imperante en España. Ese paralelo no es tolerable Reconocer nuestras culpas no es amino rar ni liquidar las .de los otros. Y cuando alguien quie ra establecer comparaciones mediante las cuales el re parto de responsabilidades por la desgracia de España haya de hacerse en partes iguales, yo seré uno de los que se nieguen a aceptarlo. ¡No! ¡Suya es la culpa ínte gra de la guerra civil; suya es la mayor responsabili dad en el atroz desarrollo de nuestra contienda! ¡No! ¡No hay paralelo ni comparación posibles! ¡Aunque re conozcamos graves nuestras culpas, siempre, siempre, llevaremos nosotros una superioridad infinita sobre ellos en punto a estimación! (Muy bien). E N M A R C H A H A C I A E L S O C IA L IS M O Voces autorizadas han hablado de nuestros proble mas. Por ejemplo, la de un republicano ilustre, cuya opinión me merece el restieto debido, quien en fecha reciente todavía, y desde esta misma tribuna, enfilando su pensamiento principalmente a nuestro partido y a las organizaciones obreras, nos requería para que hicié semos una definición. “ ¿La República —preguntaba— es estación de paso? Pero si es estación de paso ¿qué es eso? ¿Qué quiere decir estación de paso?” Yo reite ro lo que dije al comienzo: que mis palabras, buenas o malas, no tienen alcance oficial ni otra representación que la mía. Pero personalmente, y muy de pasada, voy a permitirme responder por mí este requerimiento que un hombre representativo del republicanismo español ha hecho público desde esta tribuna. Lejos de ser esta ción de paso, la aspiración nuestra, la de los socialistas, ha sido y es que la República sea estación definitiva; pero, naturalmente, nuestra República es una República socialista, que no tiene menos derechos que una Re pública burguesa o capitalista. Y si la República ha de ser, como se pretende, estación en que todos poda mos convivir; si en la República han de conjugarse opiniones e intereses distintos, no van a ser los nuestros los que eternamente estén en desventaja. Se nos puede pedir, y desde ahora concedemos, un sometimiento ín tegro a la voluntad común. Lo que no se nos puede pedir es que al cabo de más de medio siglo de vida socia lista, nosotros vengamos a ser el puntal casi único en que se sustente una República burguesa. Para eso so braban los cincuenta años de socialismo, a los cuales ni yo, ni nadie, hemos de renunciar jamás. (Aplausos!. No podemos aspirar hoy a un régimen socialista pu ro. Yo lo sé. Y aquí queda consignada, en palabras bien terminantes, esta opinión que acaso a algún teórico intransigente le parezca herética; pero a lo que si po demos aspirar y aspiramos es a un régimen orientado hacia el socialismo. Y, o yo me equivoco y no tienen valor práctico ninguno las palabras que os he leído antes de hombres representativos de la democracia uni versal, y carecen de todo contenido los dos pactos a que también hice alusión, o la economia del mundo, termi nada la guerra, tiene forzosamente que orientarse hacia un régimen socialista. Yo sé también que la política oráctica, es decir, la política aplicada en función de go bierno es siempre, siempre, una transacción entre la teo ría y la realidad, entre lo soñado y lo posible. Busque mos, pues, esa línea media entre la teoría y la realidad, entre lo soñado y lo posible. ¿Cuál es esa línea en que tiene que asentarse, a mi ver, la política económica del mundo terminada la guerra? Pues, más o menos acu sadamente, un socialismo de Estado. Un socialismo de Estado en el que, respetando, en la medida de lo indisoonsable, la propiedad privada, se ataque también, en todo aquello que suponga un estorbo para la marcha de la democracia hacia realizaciones sociales de carác ter socialista, la empresa particular. Nacionalización de no pocas industrias, socialización de muchas de ellas. Y cuando esto llegue, los sindicatos tendrán que ser sostén principalísimo de esa economía. E L E S T A D O Y L O S S IN D IC A T O S Sé que algunas críticas que se han hecho de la ac tuación de los sindicatos han producido reacciones a mi juicio. desproporcionadas e injustas. No se ha que rido ver, y es conveniente que lo veamos, que muchas veces, según sea la posición del censor, la dureza de la censura está en relación directa al amor y a la esperan za que se puso en la cosa censurada. Es forzoso el re conocimiento de que en el curso de nuestra guerra civil, no los sindicatos, los partidos políticos también y, sobre todo, ciertos partidos políticos, hemos cometido errores de los cuales hoy debemos arrepentimos y procurar no incurrir en ellos más. Pero, al tiempo que este reco nocimiento se hace público, debemos también reiterar nuestra fe en las ■organizaciones que, como decía antes, a lo largo de más de medio siglo han sido la cantera en la cual hemos trabajado y de la cual hemos extraído a la vez nuestras mejores reservas de energía. A los sindicatos les va a corresponder un papel fundamental en la nueva economía del mundo. Quienes —y empiezo por mí mismo— llevamos en el bolsillo el carnet de un sindicato, meditemos en esa tremenda responsabilidad que vamos a afrontar e, implacablemente —porque no debe importarnos torcerle el cuello al gallo alharaquien to de la demagogia— , implacablemente, preparémonos a ser servidores humildes de esa responsabilidad, carga da de esperanzas y deberes, con la cual nos vamos a encontrar. (Aplausos). Muchos sacrificios se nos im pondrán. Van a ser muchas las renunciaciones volun tarias que habremos de acordar. Y yo os anticipo ya una. Quisiera que cayese en vuestros oidos bien. Des de ahora podemos ir todos haciendo el ánimo a la idea de que una de las renunciaciones a que habremos de llegar será la del derecho de huelga. En la tremenda situación económica que dominará en el mundo, acaba da la guerra, condición fundamental para restaurar la economía —y hablo, naturalmente, ya hice antes las acla raciones del caso, de una economía orientada hacia el socialismo— el primer deber, casi diría yo que el ex clusivo, va a consistir en un trabajo febril, que no ha de interrumpirse por nada ni en ningún instante. Pero claro es que cuando cargo esta partida en el capítulo de deberes de los sindicatos, pongo también su partida correspondiente en el capítulo de las compensaciones. Y digo que a los sindicatos el Estado tiene derecho a exi girles plena subordinación en la medida en que el Es tado tome a su cargo la protección de los intereses obre ros. Es decir, los sindicatos han de subordinarse al Es tado en la medida en que el Estado oriente su esfuerzo creador en un sentido de realizaciones socialistas. (Muy bien). Fuera ilusorio por mi parte — creo que por la de cualquiera—, tratar de formular con líneas concretas y precisas un programa de gobierno. Pero sí podemos, y yo voy a permitirme hacerlo muy someramente ima ginar lo que en rasgos generales tendrá que ser la po lítica de la post-guerra. Yo hablé antes de nacionaliza ción efe industrias y socialización de otras. Creo que habrá de abrirse un cauce anchísimo al movimiento cooperativista, que en España hemos desdeñado muy torpemente, y cuya expresión magnífica tenemos en las realizaciones logradas en los países escandinavos. Un movimiento cooperativista Que puede ser nuestra me jor escuela de socialismo; que es ya un principio de so cialismo. Y creo que el Estado, a traves de convenios internacionales, convenios internacionales de carácter obligatorio, porque si no carecerían de valor —y hay que hacerse al convencimiento de que las soberanías na cionales han muerto en muchos aspectos— , el Estado, decía, vendrá en la obligación, a mi juicio, de hacer frente de una manera radical a estos dos problemas: la absorción completa del paro obrero —vergüenza que acredita hasta qué punto el régimen capitalista es in capaz de resolver sus propias contradicciones—, y ase guramiento a cada trabajador, especialmente a los del campo, de un salario vital mediante el cual no haya un solo hogar en que se pase hambre. Difícil es el empeño; pero si no fuera difícil, tam poco valdría la pena de que pusiéramos en tensión nues tra voluntad. Y lo menos, lo menos que las clases obre ras del mundo tienen derecho a exigir, sean los que fue ren los sacrificios que para ello haya que hacer, sean las que fueren las facultades que haya que cortar y los cercenamientos a que haya que llegar en el régimen de propiedad privada; lo menos que las clases obreras tie nen derecho a pedir es éso; que se les garantice un tra bajo permanente y un salario mínimo vital. LA SUER TE D E E S P A Ñ A , L IG A D A A LA DE EUROPA El tema sería inagotable. De lo dicho podemos ha cer este resumen: Federación Internacional de Estados; unidad del mundo, en la medida de lo posible —y esta posibilidad ha de ser muy amplia— política, económica y cultural; política orientada hacia un socialismo de Esta do. En el engranaje de esa política está España, por su puesto. Quien piense que los problemas españoles van a resolverse espontáneamente, con independencia de su enlazamiento con los problemas del resto del mundo, merced a tal o cual acontecimiento de carácter aislado, se equivoca. El destino de España está ligado indisolu blemente al destino de la guerra. Ganada la guerra, ya hemos esbozado, Bien o mal, cuál va a ser la políti ca internacional por la cual Europa habrá de caminar; y España también. Y ya que hablamos de España, yo quisiera aludir a un problema típicamente español, al cual se le está otor gando en el destierro una importancia equívoca y des medida: el de los particularismos regionales. Los par ticularismos regionales no son un tema de opinar, son un hecho histórico, y en muchos aspectos un hecho feliz. Pero de la consideración de ese hecho histórico, nadie Dodrá llevar a mi ánimo el convencimiento de que de bamos aceptar ni transigir con el separatismo. Yo no transijo con el separatismo. Y voy a decir, además, que tampoco soy deferal. En el programa del partido so cialista, programa redactado hace cincuenta años, se ad(Pasa a la página 4). L a dem ocracia social/ gracias a la solidaridad de intereses, creará en su seno una necesidad de participación gen eral en la organización y en el fin de la colectividad.— M A X A D L E R . E l P a r tid o y los S indicatos E l P artid o Socialista O b rero Español y la U n ión G en eral de T ra bajadores desde qu e se constituyeron han form ado, en nuestro país, un todo arm ónico e indisoluble, como lo ha dejado demostrado, de m anera reiterada y constante, el historial de am bas organizaciones, digno de m ostrarse como ejem plo de conducta a propios y extraños. N i una sola ocasión se ha mostrado desvinculada el P artido de la Unión, ni ésta de aquel. Baste recordar las luchas m antenidas en el área política y en la sindical, de nuestro país. Cada vez qu e las circunstan cias han exigido de nosotros luchar, juntos nos hemos presentado el P artid o y la Unión. En la m em oria de todos están la s gestas del año 1917, del 30, del 31, del 34 -la d e m ayor profundidad entre todas- y los trein ta meses de guerra, en los qu e juntos, como herm anos inseparables, virtieron la sangre a raudales, de m anera generosa, los hom bres del P artid o y los de la Unión. Esa expresión de solidaridad, inquebranta blem ente mantenida, es producto d e la existencia de una concepción del ideal Socialista. E l P artid o com prendió desde los albores de su existencia que sin la plena posesión del poder político no era posible la conquista econó mica, fundam ento de la doctrina. L a teoría a ese respecto es irre b a tible, y se h alla avalada por la práctica, que no debe ser desdeñada. L a U n ión G en eral de T rabajadores, consecuencia de la existencia del Partido, — no éste de aquélla— dirigida p o r socialistas sin perder la personalidad sindical que le es propia, sigue el rum bo que en la vida política española m arca el Partido, y al lado de éste, se halla, res paldándole con su acción y con su fuerza, en todos los acontecimientos político-sociales que se producen en el país. Esa trayectoria — no otra— es la justa, tanto exam inada desde el án gulo de la teoría, como del d e la táctica. Sacar de ese cauce el deslizam iento de la corriente socialista resultaría, por lo menos, absurdo; si no tem erario. U n P a rti do Socialista que no sea obrerista, es decir, qu e no tenga la interven ción activa y directa de la masa obrera puede, es cierto, aspirar a g o b e rn a r y puede, ¿por qué no? gobern ar, pero no lo hará jam ás en sentido netamente socialista, pues carecería del elem ento sustantivo sobre el qu e apoyarse p a ra la realización de la transform ación eco nómica a que se quiere llegar. P ero eso m ism o tampoco fuera posible si los sindicatos, que han de servir como fundam ento de la organización económica socialista, se em peñaran en d irigir la vida política del país D e ahí el que nosotros, socialistas, cream os cum plir con nuestro deber de tales, al discrim inar, de m anera clara e inequívoca, el cam po de acción, lim itado, qu e a los sindicatos les está reservado. Ese cam po de acción no debe — ni puede— ser otro, qu e el de la ayuda eficaz al poder político encarnado en el Partido, produciendo riqueza. A esa aspira ción no hemos renunciado. Antes, p o r el contrario, se halla, hoy más qu e nunca, presente en nuestros deseos m ás vehementes. P ero bueno es qu e lo reiterem os en estos m omentos en que abunda la confusión a fuerza de tanto h ablar y escribir en relación con las téorías m arxislas. L a enseñanza nos viene de lejos. D e P a b lo Iglesias, Intérprete m ejor no lo tuvo jam ás, en España, el m arxism o. D e los maestros (?) de ú l tim a hora nada hemos de aprender. Y no será a fuerza de carteles y propagan da importada, buena p ara otras latitudes, y p ara m entalidad distinta a la del español, como se nos hará v a ria r de rum bo. E l P a r tido Socialista O b rero Español, a lo largo de su dilatada historia, r e pleta de acontecimientos de m agnitud inigualada, ha sido siem pre cla sista y clasista — que no quiere decir dogmático— continuará siendo, pues p o r fortuna en nosotros perm anece íntegra, la creencia en el ideal. T IE M P O PRESENTE ABALORIOS Los dos fundamentales sistemas de gobierno, República y Monarquía —excluimos la moderna teoria nazi por híbrida y pasajera—, admiten mo dos y tonalidades tan diversos como los que podríamos relacionar hoy mis mo repasando las nacionalidades or ganizadas. ¿A qué, pues, esa vinculación de la República a unos conceptos rígidos v personales? —Yo también he sufrido. Ved mis pantalones. Diríamos a quienes se adelantasen a recibimos en los muelles de Vigo, a tiempo que, inclinándonos, ofreciése mos a sus miradas nuestras relucien tes calzas, brillantes como un espejo. Los pantalones de dibujo indescifra ble y los zapatos con respiraderos nos darían el quorum en las primeras Cor tes, a juicio de los opinantes y deno dados defensores de la austeridad. Somos republicanos por convi estimando que el sistema es el cuado para nuestra patria. Den tas porque respondemos a nu sentimientos y prácticas. Pero eso nada tiene que vei nuestras aspiraciones. Una repi democrática con aderezos «socializ 9 netamente socialistas, es tan jable en la puridad de las teoríi mo otra cualquiera que admití principio tales sistema y forma. Bueno está diferenciar entre el es tafilococo y la magnesia calcinada. Nuestra vida particular debe ajustar se a rígidas normas de moral, pero prodigúense los esfuerzos de toda ín dole para la noble tarea de recuperar la libertad de la patria. Por inertes seriamos reprochados y desdeñados. V1*0 es que, por pasión ridicula j miada, hemos de admitir el pr miento con tal de que no esté i Halizado en un monarca? ¿Tendremos que recurrir a c< raciones entre la teocrática repi portuguesa, la militarista que y otras más> con las ** quicas Dinamarca o Suecia? . . el ° rdan político nuestra es r l f t i T la Republica democràtic ro en lo que respecta a la march; nómica del Estado, habremos de ya instalados— a nuestros o convoy 6 V,aje para tranabordar ¡ oJ?JL,COnSUela uno comprobando empezamos a arrojar de sí mism< mfnn^at*0 í aíabsm° que nos tenía Lal?tamente vamos rec ,acci°n, tan necesaria para mostrar la cualidad de seres vítale r J ¡ L Pa?° -que caminábamos bien a im ff teniamos la considerador almas compungidas en espera de píritSusaC° gleran nuestros lastimero Me dicen que no faltan quienes nen que hemos de reducir nue entusiasmos a exhibir la sobria ducta de exilados presentándono; España con el pantalón zurcido, zapatos agujerados y los rostros «lentos. PE N S A N D O El partido socialista es el de más crédito en España. Lo destacó Albar en su conferencia porque está com probado. Hay que hacer honor a esa confian za trabajando con fe para no defrau dar a los que alientan esperanzas. ¡Que gozo se experimenta cuando todos se aprestan a la defensa de la li bertad y la democracia! Los unos por su historia; los otros por la forma de argumentar de las listas negras. El agente viajero del franquismo, después de recorrer la línea del Eje s? h? Postrado ante el Santo Padre! ¿Le habra solicitado su bendición para ei_ proyecto de enviar un millón de españoles al glotón frente ruso? Para tranquilizar la conciencia de S.S. afirmaría que todos serán rojillos. No me preguntes, Ramona, sobre el plazo de permanencia. Alimenta tu anhelo en los cafes. A llí te indicarán hasta la fecha exacta. Variará según d a S ™ ™ de bombas qué arroje la RAF o el flujo y reflujo del frente de Libia. Tranquilízate recordando: “No pasa nada y si pasa no importa” . Con de círtelo cien Veces al introducirte entre las sabanas dormirás como un angelito. ADELANTE N O T IC IA FELIZ EN E SPA Ñ A mite, —ya lo sé—, la posibilidad de la forma federal. Pero el programa del Partido Socialista tardará en ser modificado lo que nosotros tardemos en regresar a Es paña. Yo quiero, aprovechando la circunstancia de ha blar esta noche ante vosotros, que conste ya por antici pado que hay, por lo menos, un socialista que no cree en la solución federal. E L C R E D IT O D E L P A R T I D O S O C I A L I S T A Sigamos con España. Por informaciones cuya au tenticidad puedo garantizar, sabemos con certeza que la situación interior de España es ésta, por lo menos en uno de los aspectos que mas nos interesa recoger: en Espa ña hay fuerzas políticas —hubo, mejor dicho— totalmen-' te desestimadas. Hay otras que cuentan poco o no cuen tan nada; y hay una en la cual la voluntad popular tiene puesto un crédito ilimitado. Esa fuerza política es la nuestra. Y recogiendo el mensaje mudo de esa volunluntad popular española que tiene puesta su esperanza en el Partido Socialista, con palabras muy sencillas, sin llamamientos líricos de ninguna clase, yo apelo al co razón de todos los socialistas, a la conciencia de todos los socialistas, para que veamos hasta qué punto pedemos defraudar esa esperanza. Haciendo honor a la memoria que dentro de España nos dedican los camaradas que allí padecen; haciendo honor a lo que fué y volverá a ser nuestro Partido, yo requiero de todos los socialistas que el espíritu de las viejas virtudes se reavive,’ que el sentimiento que hizo grande a nuestro partido se ro bustezca, qué lo sientan florecer de nuevo aquellos que se lo hayan dejado amustiar. El Partido está en Es paña y aquí. Aquí, en este local, no en otro. Y la Y ción hum ana que de ella m isma surgirá, gracias a las condición de subsistencia que prevalecerán.— M A X A D L E R . Y a están aquí los de Orái Llegó a bordo del buque portugués prohibición rigurosa que tiene de te “Guiñé” el primer grupo compacto de bajar. El que recibe subsidio, se ó refugiados españoles en Orán. A él fiende mal o bien, pero la inmem se agregaron en Casablanca unos mayoría arrastra una existencia mis cuantos procedentes de Marsella, de rabie, pues al cabo de tres años Argel y Casablanca. El total de los pico, la generosidad incluso del m venidos es de 95 personas mayores espléndido, sé ha agotado. Además. ¡ carencia de víveres casi absoluta i: y 5 bebés. Los réfugiados de Orán no han sido pide toda solidaridad. En Orán lo ún verdaderamente afortunados. Como es co que todavía se puede adquirir si sabido, salieron de España a últimos mesura, es el vino y el pan. No i El domingo. 28 del pasado, se ce- de marzo de 1939, algunos el 28 y 29 como Marruecos, donde se encuenti lebró en el Colegio Madrid la fiestaa de dicho mes, horas antes de que las casi de todo. No hay que olvidar qi conmemorativa del primer aniversario0 huestes franquistas e italianas ocupa- Argelia es una colonia y Marrueci de su fundación. Si alguna obra_ rea- ran el litoral levantino español. Su- un protectorado. Oficialmente se ht lizada por la emigración republicanaa frieron, por tanto, dos meses más de cen distribuciones de carne, pescad española en México merece ser ala- guerra que los que habían evacuado azúcar, café, legumbres, aceite,_ ett bada sin tasa —cosa que hacen loss por los Pirineos de Cataluña. Vieron pero en la realidad no sucede así. Eli ajenos, más que los propios— esa es.. cómo quedaban en la zona Centro- da origen al “marché noir” en virtu Lo es por su valor moral, por su fun- Sur millares de compatriotas, compa- del cual el rico come y el pobre ayi cionamiento, por el bien inestimables ñeros de lucha, predestinados a saciar na. El colono francés, propietario d que rinde a la masa emigratoria espa- la infame venganza de la Falange. grande^ fincas, llamadas allí “ fer ñola resolviendo un problema — el es- Sufrieron a principios de marzo el mas” , no pasa privaciones; el expoi colar— que para muchas familias re- desbordamiento de la ambición comu -tador, el negociante, el alto funcioni nista, la que afortunadamente fué rio bien retribuido, los dirigentes d sultaría, de otro modo, insoluble. Más de un millón de pesos, en el1 contenida por el Consejo Nacional de la Legión des Combatants, todas él curso de un año, ha gastado ya el Co. Defensa presidido por el Coronel Mia tos no carecen de nada. Pero el tri e integrado, entre otros, por don baJSdor que vive de un bajo salari! legio Madrid, en donde recibe educa ja Julián Besteiro y el coronel Casado. el indígena, al que pagan con uno ción y sustento un número de niños* Fueron testigos de las luchas calleje- “sueldos” , el funcionario modesto, ; que pasa del millar. La presencia dei ras de Madrid en que las Brigadas el paria “refugié” español, éstos so todos esos niños ofrecía el domingo uni comunistas mandadas por el coronel las víctimas de la situación. Y no < que Argelia, y de un modo predilect espectáculo conmovedor en los parques. Bárdelo (que antes de ser fusilado el Departamento de Orán, no sea ri declaró haber sido engañado por los del propio Colegio, escenario de una1 comunistas) ensangrentaron las calles co y productivo, sino que como tod de las más bellas fiestas que puedeni de la capital de la República. Con- el mundo sabe, las colonias sirve idearse. Todo el riquísimo folklore es. templaron llenos de pavor la fosa en para abastecer a la metrópoli, y en el te caso concreto para suministrar ¡ pañol, alternando con piezas breves de, la que habían sido enterrados vivos ejército italo-alemán que opera e algunos compañeros socialistas en el la literatura clásica, fué puesto en es jardín de la Agrupación Madrileña, en Libia, sin necesidad de atravesar ( cena interpretado, desde luego, por el Paseo de la Castellana: ejemplo de Mediterráneo donde acecha la escua los .pequeños escolares; Servían de pú odio a lo Caín. También presenciaron dra inglesa. No son éstas todas las desdichas d blico —público conmovido— los fa los refugiadas que vienen de Orán, la sublevación fascista de la Base Na los refugiados oraneses. La mayor ; miliares y los invitados especiales, en val de Cartagena, que dió por resul más intranquilizadora es la amenazi tre los cuales destacaban la esposa del tado dejarnos sin ' Flota para prote gravísima que sobre ellos pesa por li Ministro de Relaciones Exteriores, don ger la evacuación. En fin, un sinnú existencia de una organización forra) Ezequiel Padilla, y los señores Ignacio mero de calamidades padecieron es dable de la Falange en aquella ciudai amigos en los dos últimos meses y en el Departamento. Se dice qui Luis Velázquez, Jefe de Migración, y tos llegan a 100,000 los falangistas qui que pasaron en España. sus hijas: don José Couttolenc y su Pero llegados al destierro (al exilio, hay en la región. Nosotros sólo hemoi esposa, y los inspectores de la Secreta como dicen ahora los que han apren visto, y ello cuando Francia aún estabi ría de Educación, señores De la Vega dido un poco de francés), su suerte en guerra, el recibo 17,000 y picc Hay que tener en cuenta que el 91 y Santamaría. Lo más representativo no mejoró. A Orán y su departamento por ciento de la población europea di acostaron los barcos salidos de A li de la emigración republicana españo cante merced a la evacuación casi aquel vasto Departamento es españo la se hallaba también presente. perfecta, seleccionada, que organizó la la, aunque muchos sean “francese Un delicado lunch fué servido a los Federación Socialista de aquella pro de papeles” . De otra parte, el españo que allí emigra es el pobre campesini escolares e invitados, y el festival ter vincia. También atracaron en Orán o menestral del Levante español que un barco salido de Valencia y otro de minó a los acordes del Himno Nacio Cartagena, amén de numerosas em generalmente por incapacidad, ni nal de México, oído en pie y con emo barcaciones menores que tomaron tie puede vivir en su pueblo; otros vai ción por los concurrentes. Merece se rra en distintos puertos de la costa empujados por el hambre, algunos poi la delincuencia y muchos por escapa) ñalarse la magnífica actuación que la oranesa. a sus deberes militares. Gentes sil Hay que reconocer que a nuestra Banda Madrid tuvo en el acto. llegada a Orán fuimos bien recibidos conciencia cívica ni proletaria. Se a Una fiesta de simpatía que rubrica por las masas populares de la pobla sumiso al guardia hasta la indignidai una obra ejemplar para la cual olvi ción, por lo que entonces se llamaba el y al patrono se le sigue llamando “e dan sus alabanzas los que prodigan, en Frente Popular, por los numerosos es amo” . Se pertenece a la Falange por que así lo manda el Cónsul que arre1 cambio, sus dicterios. La J. A. R. E. pañoles que residen en aquella ciudad gla los papeles, o el Cura del Consu y provincia, y encontramos una aco puede sentirse orgullosa de ella. Y nos gida benévola y hasta simpática en las lado que da vales para Asistencia So otros también. autoridades francesas que administran cial. Por cierto que a este Cura 1( aquel territorio. Mas en el curso del llevó hace poco la policía conducid! tiempo, la democracia francesa iba a la frontera. Cuando el amo es espa acentuando sus perfiles fascistas, que ñol y manda hacerse de Falange, to U N A N O T A D E L G . S. S O C IA la han llevado .al desastre actual, y dos obedecen. Naturalmente que estol L IS T A D E A R T E S B L A N C A S . los refugiados españoles que allí lla falangistas son de espuma y no está: man “Colorados” , empezamos a su dispuestas a arriesgar mucho. Pero si frir las consecuencias. Formáronse las tienen unas centurias, encuadrada Compañías de Trabajadores y se en con individuos traídos de España que viaron a construir un ferrocarril en ésos sí, ésos el día que en Orán si el desierto a millares de nuestros com produzca una perturbación del orden patriotas; la mayoría de ellos todavía o bien sea ocupado por fuerzas ita están allí trabajando con picos y pa lianas o alemanas, irán casa por casi las, en un clima inclemente donde buscando a nuestros pobres “Colora nunca quisieron ir a <iabajar ni los dos” , cuyas direcciones saben muj marroquís y moros de Argelia. Hoy iben. Ya ha dicho el cónsul de Fran que el ferrocarril Mediterráneo- co que el día que sea ocupado poi Pese a los dichos de algún m a Níger está en curso, la situación de fuerzas del Eje pasará a poder d< landrín qu e pasea su arrogancia nuestros compatriotas va mejorando, España, y que el problema de los re toda vez que, por no querer los fran fugiados se resolverá inmediatamente p o r las calles de M é x ico , nuestro ceses ir a aquel desierto, son los nues pues la inmensa mayoría serían en camarada Rafael H enche, desgra tros los que van ocupando los pues viados a España para que los juzga ciadamente, sigue siendo un prisio tos de dirección en la explotación fe ran los Tribunales; pero que uno; nero de Franco. A nosotros no nos rroviaria. A llí hay Compañías disci cuantos centenares serían brevemente plinarias a las que se traen los refu liquidados en la tapia del cemente cabe ninguna duda de ello. C om o giados castigados en los Campos de rio. Y ésta es la auténtica y verdade tam poco la tenem os en lo qu e se Francia, lo que prueba que en Bou- ra amenaza que pesa sobre los re refiere a su com portam iento. H aArfa, Colomb-Béchar, Kenadza, etc., fugiados españoles de Orán. Nada im se vive bastante peor que en la me porta si a la postre, los totalitarios 1 bía de estar en la calle, conform e son vencidos; bastaría que Orán es trópoli francesa. a lo que pregonan los reticentes Los qüe ahora hemos venido, en su tuviera un día en poder de las fuer que nos ocupan, y nosotros sos mayoría, no procedemos de los cam zas del Eje, para que se produjera pas; residíamos en Orán. A llí la vida la catástrofe. A llí no sería preciso que tendríamos, ante qu ien fuera, que del refugiado español es dura, por la fuesen los falangistas de Melilla, co la conducta de Rafael H enche, en mo fueron a Burdeos los de San Se su intención, no la supera nadie. bastián; allí están ya preparados pa ra el momento. Tienen nombrado el N uestro gran am igo, nuestro gran Consejo de Administración del Depar maestro —sí, m aestro—, probable tamento y están designados los grupo) m ente carezca de todas las com o que tienen que asesinar a cada uno de los “Colorados” de relieve. didades; de lo qu e no carece, lo Pues bien. De Orán, hasta ahora afirmamos con todas nuestras fu er sólo habían venido algunas personas zas, es d e l tem ple y la dignidad aisladas. Fueron incluidos en tres via v M jt jas las de esta primera expedición, y qu e a m uchos les falta. Sépanlo siempre perdieron el barco. La última quienes creen qu e jugar con con vez fué cuando el “Nyassa” . Llegaron ductas ajenas es entretenim iento LA TIERRA DE LOS DISCRETOS hasta Oujda, en la frontera de Ma qu e no produce quiebras. En otros rruecos, y fueron rechazados por la! Allá por mil seiscientos cincuenta y autoridades otra vez a Orán, a pesar casos, puede qu e sea así. E n este, tantos, si la memoria no nos hace ju de llevar un salvoconducto autoriza en el de H enche, nos com p rom ete garreta. hubo en Córdoba un raro in do por el Gobierno de Vichy, por el mos nosotros a demostrar lo con genio, médico de profesión, que es Gobernador General de Argelia y por cribió un libro titulado así: "Tratado el Prefecto de Orán. Como se ve, la trario a qu ien ta l piense. en el que se demuestra que la nieve unidad del Imperio Francés no rigió H aber estudiado en Salamanca; es blanca y fría". Tan notable alegato entonces, y los de Orán, que habíamos no tuvo, que se sepa, contradictores, vendido los pocos chismes que tenía haber tom ado parte en la defensa con lo que el autor murió en fama de mos para pagarnos el viaje a Casade la R epú blica —qu ién sabe si hombre sabio y prudente. blanca; que habíamos dejado nuestras porqu e no triu n fó la facción en Ahora otro cordobés, curándose en casas, nos encontramos de un día al la localidad donde se habitaba—; salud y buscando, a la vez, curar ma otro sin dinero, sin ropa, sin muebles, les ajenos por el tratamiento original y sin casa y sin esperanzas. Afortunada haber'sido jerarquía en e l E jé rcito definitivo que consiite en matar al en mente y gracias a la Sureté DepartaRepublicano y haber cruzado la fermo, seguro de que no hay enferme mentale de Orán, cuyo Jefe y personal frontera francoespañola con todos dad que resista la prueba, ha escrito se portó en aquella ocasión correctíotro libro encaminado a demostrar que simamente con nosotros,_ envió a uno esos títu los —no es d el m em ento lo blanco es negro, y que lo frío que de los nuestros a Casablanca, quien tu enum erar más— significa m uy p o ma; o viceversa, que tanto importa vo la suerte de hallar en el Cónsul co para atreverse a. difam ar a un empezar a tuertas o a derechas lo que, de México, señor González Roa, el al fin, no ha de tener agarradero po más ferviente partidario de protege: hom bre cuyos actos, absolutam en sible. Córdoba es —se decía— tierra a los que todo lo habían perdido, y te todos, están cim entados a pru e de hombres discretos. Tan señalada con una actividad y celo infatigables, ba de la m ora l más exigente. cualidad le viene, sin duda, de Séneca, pudo lograr la organización de la ex Para d u d a r de Rafael H en maestro sin par. Pero Séneca aconse pedición del “Guiñé” . Los servicios jaba de esta manera: "Llamemos bien consulares de Marsella funcionaron che hace falta ser m uy ruin. Se aventurado al hombre que no tiene por con gran rapidez. La J. A. R. E.. desde puede discrepar de él, no es infa mal o por bien sino el tener bueno o México, dió todas las facilidades, y lib le; poner en tela de ju icio su malo el ánimo". Nuestro autor —no Sé aunque con tiempo demasiado justo, neca, sino _el otro— tiene dañado el llegó la conformidad de la adquisición rectitu d y su am or a la causa de ánimo. Dañado, entre otras cosas, de de los pasajes; y los de Orán, un gru Jos trabajadores, es cosa qu e sólo un principio de megalomanía, que no po insignificante, tuvo la felicidad de queda reservada para seres des es padecimiento mortal, pero conduce poder arribar a este país de libertad preciables. La travesía fué deliciosa: un verda a desvarios. ¿Por qué ponerse a es cribir libros cuando se está en estado dero paseo por un lago suizo. La tripu N os hacemos solidarios de la con de calentura? La serenidad — (atara lación del “Guiñé” , desde su capitán ducta de Rafael H enche. Su nom xia, ataraxia, que pedían los griegos!— al marmitón, todos fueron amables con huye entonces del entendimiento y es nosotros, algunos verdaderamente sim bre es para nosotros —tam bién pa fácil caer en injusticia o asentar dis patizantes. A la llegada a Veracruz re ra otros m uchos españoles— un lates como si fueran verdades inmu cibimos un primer socorro que nos per sím bolo. A qu ien está tan alto no tables. Nuestro autor puede compro mitió proseguir el viaje. A l bajar del le llega e l veneno de los misera barlo a través de una sencilla experien tren en México, capital, nos esperaban cia: la de convertirse en lector de sí muy caros amigos, a los que guarda bles. N o obstante, si éstos persisten mismo. mos gratitud. en sus maniobras, nuestra actitu d "El que carece de entendimiento Gracias a México, que nos acoge, no será contem plativa. ¡ R a f a e l menosprecia a su prójimo; mas el hom Gracias a la J. A . R. E., que ha su bre prudente calla". Sentencia tan ca fragado nuestro viaje. Gracias a todo) H enche tiene nuestra adhesión in bal ' no la hemos inventado nosotros. los que han tenido para nosotros uní con d icion all Está en el libro de los Proverbios. palabra de bienvenida. Y un recuerde Nuestro autor no carece de entendi a los que allá quedan, con el ruego di P o r e l G . S. Socialista de Artes miento, pero habla como si careciese que se haga lo posible por traerlos. Blancas de España en M éxico, de él. ¡Ay! ¿Será que Córdoba ha de G. G. jado de ser la tierra de los discretos? T ritó n Gómez Primer aniversario y su esposa, en de la fundación del Colegio Madrid Londres Noticias fidedignas nos anuncian la llegada a Londres del compañero Tritón Gómez y su esposa. Trifón Gómez, uno de los hombres más va liosos del Partido Socialista y de la Unión General de Trabajadores, ha bía quedado en la zona ocupada por los alemanes al producirse el de rrumbamiento de Francia. Más de una vez hubimos de abrigar serios temores por' su suerte. Constante mente pesaba sobre él la amenaza de ser entregado a Franco, suceso que se dió, en alguna ocasión, por realizado. Afortunadamente, el su puesto no ha resultado cierto. Se gún informes que acabamos de reci bir — sobre cuya procedencia, por elemental discreción, omitimos lo do detalle— Trifón Gómez se en cuentra ya a salvo en Inglaterra. No todas las noticias que nos viehen de Francia han de ser malas. La que ahora comunicamos a nuestros lectores nos compensa, en parle, de otras con las que, a menudo, necesi tamos llenar las columnas de nues tro periódico. Trifón Gómez está, por fin, en lugar seguro. Con él rescata mos —repitámoslo— a uno de nues tros militantes más queridos y pres tigiosos. Enumerar sus méritos tras cendería un poco —por paradoja— a responso funerario. {Tántos hemos escrito ya! Ahora se trata de lo contrario. Es, en realidad, un pre sunto muerto que se nos devuelve a la vida. Con esa alegría se escriben estas líneas, en las que alienta lodo el cariño que sentimos hacia Trifón Gómez, a quien, acaso pronto, poda mos tener en las tierras benditas de América. (Ojalá podamos decir tam bién lo mismo de otros camaradas cuyo recuerdo e interés nos preocu pan de igual manera! LOS REFUGIADOS DE SANTO D O M IN G O Comentario a un documento La fracción comunista y comunistoide de la U.G.T. (Madero, 74), se ha creído obligada a reproducir y divul gar, acatando la consigna, una circu lar hecha por un grupo pequeño de sus afines residentes en Santo Do mingo. La preocupación constante que he mos tenido y tenemos para lograr que mejore la situación de los compatrio tas asilados en aquel país, hace que protestemos de la conducta de los co munistas que, no conformes con ser los responsables de que la JARE se viese obligada a retirar su represen tación de la República Dominicana, por las amenazas __y persecuciones de que eran objeto sus Delegados, debido a las denuncias y provocaciones que los comunistas, aliados de un sargen to del Tercio que responde por Ro dolfo Bosch, le hacían ante las auto ridades dominicanas, quieren ahora impresionar a la opinión con un disco trágico para sacar cuartos y sostener su aparato de agitación. Recordamos perfectamente el timo del “Konsomol” y el más reciente de la suscripción “Pro barco rescate” , cuya recaudación y destino se desconoce por la opinión. La JARE —lo decimos para conoci miento de cuantas personas se intere san por la situación de nuestros com patriotas de la Dominicana— sigue pa gando un subsidio a los residentes en las Colonias creadas por el SERE —campos de concentración donde" hu bieran perecido todos nuestros com patriotas a no ser por la atención que la'JARE les presta desde hace año y medio— , a los inválidos, viudas, an cianos y enfermos que lo necesitan. Sostiene un servicio médico-farmacéu tico gratuito para todos, en el que gas ta NOVECIENTOS Y M IL DOLARES MENSUALES, para atender a una po blación no superior a ochocientos com patriotas. Gracias a ese Servicio han podido recuperar muchos la salud y sostenerse los enfermos crónicos, a to dos los cuales abandonó el SERE, que ha tenido y tiene medios en México, Londres y Moscú para seguir atendien do a esos problemas. Estamos preocupados por la situación de nuestros compatriotas de la Dominican.a. Trabajaremos porque se mejo ren los subsidios y se les atienda en todo lo que merecen, especialmente a los que residen en las Colonias. Pero al pie de cada petición nuestra irá el sello y la firma de una organización responsable, sin dar lugar al equívoco de “Por la Comisión” . La COMISION. Del SERE ni quien se acuerde. La marca de fábrica no está demás „ ®e. dirán los cien beneficiarios de la en ninguna mercancía. resistencia” : Dichoso aquel que huye JUAN SIN TIERRA. del mundanal ruido.... (Viene de la página 3). Una obra admirable L a democracia social realizará verdaderam ente la idea de socialii EN LA PAZ parte que estamos aquí hemos de ser prisioneros sentimen tales y en conciencia de la parte que está allí. Camara das, yo no sé siempre lo que hay que hacer, pero sé muy bien lo que no debe hacerse. Y una de las cosas que no deben hacerse, por ejemplo, y sobre todas, es ésta: arrancamos la piel a tiras mutuamente. ¿En vir tud de qué razón, de qué despechos, en virtud de qué querellas internas más o menos justificadas podemos nosotros romper los vínculos familiares que nos atan a la tradición? En nombre de nada. Y por eso, antes de terminar, he querido pronunciar estas palabras con las cuales aspiro a que cada uno de nosotros rectifique aque llo que en su conducta encuentre rectificable. Termino ya. Quiero acabar exhibiendo ante vos otros una anécdota, seguida de su moraleja, con la cual puse remate también, ya muy avanzada nuestra guerra, al último discurso que pronuncié —me conmueve el re cuerdo profundamente— en la Casa del Pueblo de Ma drid. La anécdota es esta. Una tarde invernal, el gran escritor y pensador escocés Tomás Carlyle recibió en su casa de Londres la visita de un amigo. Se estrecha ron las manos, acercaron los sillones a la chimenea, car garon las pipas y 'fumaron en silencio. Pasado un largo rato, atizaron los leños, cargaron nuevamente las pipas y siguieron fumando. Se cerraba la noche. En los cristales de las ventanas se apelotonaba en grandes vedijas grises y rojizas la niebla londinense. A l cabo, el amigo de Carlyle se levantó, estrechó la mano del escritor y se fué. Pasados los años, Carlyle solía recordar aquel episodio y afirmaba que nunca había tenido una conversación tan grata como aque lla. La moraleja es ésta: en muchas ocasiones, las mejores palabras son aquellas que no se pronuncian. Lo digo pen sando en las mías. Y con que las mías no os hayan pa recido a vosotros de aquellas que están mejor guarda das que dichas, me consideraré contento y agradecido. (Muy bien. Aplausos). Rafaél Henche, sí mbol o de la decencia °io° Felipe García, Vicente Alcañiz, José García Cruz, Luis Morán, Flo rentino Rodríguez, Santos Arévalo, Francisco Hernández Fernández y Enrique Puente. Todas las obras del P artido Socialista han sido obras de sacrificio W mún. Eso querem os qu e sea tam bién el sostenimiento de A D E L A N T E N in g ú n donativo es pequeño si se da con buena voluntad. L o grato es que la voluntad falte. Y a algunos les falta.
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