Cortejos de casi cinco siglos

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PROCESIONES HAN SIDO PARTE MEDULAR DEL CATOLICISMO EN EL PAÍS
Cortejos de casi cinco siglos
POR BRENDA MARTÍNEZ
TRADICIÓN E HISTORIA
L
a conmemoración de
la Pasión, Muerte y
Resurrección de Jesucristo ha inspirado una
bella y tradicional parafernalia multitudinaria, a
nivel de todo el país, que
aún sigue vigente después
de casi 500 años, en la que
confluye un mestizaje cultural de elementos prehispánicos y coloniales.
El cronista Francisco de
Fuentes y Guzmán, a mediados del siglo XVII, narra el hecho de que previo
a la confrontación bélica
los guerreros suplicaban a
su dios Ixbalanqué les diera la victoria: “…muchos
señores, caciques y principales le iban sucesivamente echando alfombrillas de chuchumites y algodón, sobre que pusiesen
los pies…” y acompañaban
el cortejo músicos con
trompetas, flautas, caracoles y otros instrumentos.
Esta es una evidencia
de procesiones en las que
habitantes del territorio
que hoy ocupa Guatemala
trasladaban deidades con
solemnidad, cita Mario
Ubico en Procesiones de
Cuaresma y Semana Santa
en pueblos del antiguo Reino de Guatemala.
En la época colonial
una de las más tempranas
alusiones a las celebraciones cuaresmales es de la
autoría de fray Antonio de
Remesal, quien relata lo
que aconteció en 1547 en
Chiapas —que estaba integrada con Guatemala en
una sola provincia dominica—, y que asevera fue la
primera Cuaresma y Semana Santa que presenciaban los indígenas, expone Luis Luján en su obra
Semana Santa tradicional
en Guatemala.
Narró que los indígenas
tomaron los ramos del Domingo de Ramos de la mesa en la iglesia que estaban
bendecidos. “Acabaron los
oficios divinos con mucha
paz y gustaban de hacerlos
sin respecto de si se detenían o tardaban; porque
los viesen los indios y gustasen del canto y de aquellas santas ceremonias por
ser aquel año primera vez
que las veían”, expone.
En esa ciudad se realizó
una procesión el Domingo
de Resurrección, lo que
evidencia lo temprano que
estas se manifestaron en el
Reino de Guatemala, siguiendo la tradición española, particularmente
de Castilla y Andalucía.
EL BARROCO INFLUYE
En esta época, por el
realismo escultórico español del barroco no se conformaban con conservar
en los altares imágenes como Cristos de la Pasión,
Cristos Yacentes o Vírgenes de Dolores, sino que se
organizan impresionantes
procesiones que salen a las
calles y plazas a mostrar su
dramatismo ante miles de
devotos y cargadores.
La primera imagen que
se talló con ese fin fue la
de Jesús Nazareno para la
cofradía del templo de la
Merced, encargada al escultor Mateo de Zúñiga en
1654. El 27 de marzo de
1655 fue colocada en su
capilla y salió por primera
vez su cortejo procesional.
Desde entonces, se crearon imágenes con esta advocación en todo el país.
“El sentido de fuerza
iconográfica del Nazareno
nació en Guatemala en
una corriente eminentemente gestora de un proceso criollo”, señala el his-
toriador Haroldo Rodas.
También está el culto
mariano de la Virgen de
Dolores y de la Soledad.
En Semana Santa se crearon otras imágenes de bulto para las procesiones,
entre ellas Ecce Homo, Jesús de Palmas o Jesús del
Pensamiento, entre otras.
La temprana presencia
de las procesiones en Guatemala a mediados del siglo XVI adquiere sus características más espectaculares y permanentes hacia mediados del siglo
XVII, cuando toma auge el
barroco con su teatralidad,
dramatismo y devociones
particulares, dice Luján.
La aparición de las cofradías, que estaban a cargo de las celebraciones re-
Los modelos procesionales vallisoletanos parecen haber ejercido mayor influencia en
Guatemala en cuanto a la organización del desfile procesional con sus penitentes
cucuruchos o nazarenos. Las imágenes tuvieron influencia de Sevilla. Es la Pasión de
Cristo la que hizo despertar en los artistas una realización del sentimiento colectivo,
cuya finalidad era llamar a los
pecadores al arrepentimiento,
mediante la mortificación y
contemplación de los dolores
de Cristo y su Madre.
Entre estas imágenes las hay
esculpidas totalmente y las
de vestir o de bastidor, solo
con la cabeza, cuello, manos
y pies esculpidos, con el fin
de que pesen menos,
vestidas con una túnica
bordada con hilos metálicos.
En Sevilla vivió y talló bellas esculturas
Juan Martínez Montañés (1568-1649),
entre ellas Jesús Nazareno de la
Pasión, que se venera en la iglesia del
Salvador, y que data de entre 1610 y
1615. Estos modelos sevillanos tuvieron
influencia en las imágenes en
Guatemala, donde se les agrega el
nombre del templo, como Jesús
Nazareno de San José, o de los
Milagros, debido a que se veneraba en
la Ermita de la Cruz del Milagro; Jesús
Nazareno de Candelaria o Cristo Rey,
conforme a la festividad establecida
por el papa Pío XI en 1925, y Jesús de
la Parroquia, conocido como Señor de
las Tres Potencias, por dicho atributo.
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Jesús Nazareno de la Pasión
Velación
Solemnidad
Fotografía de inicios del siglo XX. Las reseñas
coloniales son antecedentes de las velaciones. Estas
son ceremonias que se celebran en el interior de los
templos durante la Cuaresma y Semana Santa.
El Viernes Santo, además de que los
negocios no abrían sus puertas, era
mal visto la circulación de caballos y
carruajes. Se dice que décadas
después, quienes se transportaban ese
día en automóvil, eran apedreados en
áreas rurales.
También se cerraban los mataderos, el
tranvía se suspendía y los transeúntes
vestían solo de negro.
Oficio de tinieblas
Consistía en una ceremonia solemne que se llevaba a
cabo el Miércoles, Jueves y Viernes Santo al caer la tarde,
donde se oficiaban maitines, laudes y vísperas completas.
Calle de los Mercaderes, actual 8a. calle, zona 1
Cofradías
Grabados
El 13 de diciembre de 1787 se registrò
que en el Arzobispado de
Guatemala había 1 mil 982 cofradías y
153 hermandades, en las 419
parroquias. Este es un grabado de
patente de 1789 de la hermandad
de Jesús Nazareno de la Santísima
Cruz del Milagro, del templo de
San José, cuya procesión es una
de las más importantes.
Casi todas las novenas e impresos piadosos relacionados con la Semana Santa llevaban pequeños grabados
populares, trabajados en madera y en cobre. Hay
estampas de Jesús Nazareno de la Merced, Jesús
Nazareno de la Cruz del Milagro y Jesús de Candelaria,
hechos a fines del siglo XVIII o a principios del XIX, así
como grabados litográficos de mediados del siglo XIX,
de Jesús Nazareno de San José y del Señor Sepultado
de San Felipe, como el que se puede observar a la
derecha.
Guatemala, miércoles 18 de febrero de 2015
desfile procesional de Jesús Nazareno de la Merced, de 1804
Iniciaba con un grupo de
indígenas tocando tambores
—huehuetles—, pitos y chirimías.
Después se portaban las
insignias de la Pasión como
el cáliz, las cadenas, los
clavos o la lanza de Longino.
En el llamado “carro de la muerte”
estaba un ángel portando una cruz
venciendo a la muerte.
Seguía una cruz procesional o alta, de madera, revestida
de plata o sobredorada, flanqueada por dos ciriales.
Luego venían tres estandartes de
tafetán morado en los que se identificaba la hermandad, con los emblemas
o anagramas tejidos o a Jesús.
Cuatro o seis cargadores apoyaban sus
hombros en almohadillas de terciopelo
morado. Usaban horquillas de soporte.
Algunos pedían limosnas para
sufragar los gastos de esta actividad.
Detrás marchaba una banda de
músicos. La música de la Semana
Mayor tiene su origen en el siglo XVI.
Ilustración adaptada de un grabado de Alcide D’Orbigny que aparece en su obra Voyages Pittoresques dans les deux Ameriques, que muestra una procesión de Quito, Ecuador en 1836.
Tradición que perdura en el tiempo
Imagen tomada de Contemplaciones
Las andas de madera fina tenían patas
cubiertas con faldones morados que llegaban
hasta el suelo, a la manera andaluza, con palio
morado, con varas de plata.
Los penitentes o empalados
se propinaban golpes a sí
mismos con látigos o cadenas.
Había participantes que llevaban un capirote o cucurucho
negro sobre la cabeza, dejando solo dos agujeros para los
ojos, por lo que eran denominados tapados.
600-900 d. de C.:
La tradición prehispánica se remonta al período clásico, cuando se
hicieron representaciones procesionales, como en este vaso
sagrado que muestra a un señor de alto rango sentado en un
asiento de tela, cargado en hombros, acompañado de músicos.
Jesús Nazareno de la Merced fue tallado
por el escultor Mateo de Zúñiga en 1654,
y encarnado por Joseph de la Cerda.
325 d. de C.:
El emperador romano Constantino I
convoca al Concilio de Nicea, en el
que se le dio fundamento a la Iglesia
Católica y se establecieron sus
bases como
religión. Con
ello se declara
la creencia en
la Pasión,
Muerte y
Resurrección
de Cristo
y otros
dogmas del
cristianismo.
1528:
Se documenta la
existencia más antigua
de la imagen de Jesús
Nazareno en Guatemala.
Se refiere a un Nazareno
en la Merced que
pertenecía a los
sacerdotes, de 1582 a
1654, y que veneraban en
una capilla. También se
habla de una procesión
del Santísimo Sacramento, cuando se traslada la
ciudad al Valle de
Panchoy, en 1543.
1542, 9 de septiembre:
El Ayuntamiento acuerda, según
iniciativa del obispo Francisco
Marroquín, que se haga una
procesión cada año, el 11 de
septiembre, para
conmemorar la
destrucción de
Santiago, que se
produjo el 11 de
septiembre de 1541.
Es una de las
alusiones más
antiguas de
procesiones en
Guatemala.
Obispo Francisco Marroquín
1545-1563:
En el Concilio de
Trento se subraya la
legitimidad e importancia de las imágenes
para el culto religioso,
entre estas las de
Semana Santa,
proclamado en
Guatemala el 19 de
agosto de 1565. Surge
en el siglo XVI el
esplendor de las
procesiones en España,
tanto en Castilla como
en Andalucía.
1582:
Se funda la primera
cofradía en el Reino
de Guatemala, con
el fin de organizar
una procesión con
la imagen de Jesús
Nazareno, la cual
estaba adscrita a la
iglesia de la Merced.
Las cofradías
eran organizaciones
que reunían a
grupos dominantes
de la época.
1598, 13 de enero:
La Santa Sede, según bula de
Clemente VIII, se extiende el culto a la
Virgen María en su advocación de la
Soledad, vinculada
con la Semana
Santa, para las
cofradías que se
fundaron en los
conventos dominicos en la Indias y
que se refiere a que
“el Viernes Santo los
cofrades también
llevarían la imagen
de Jesús”.
Clemente VIII
1698, 4 de
febrero:
El Ayuntamiento
reitera su
obligación a los
gremios que,
según parece, debían
sacar entre 20 y 22
“ángeles llorones” con
los símbolos de la
Pasión en la
procesión del Santo
Entierro de Santo
Domingo. Estos
ángeles fueron parte
del cortejo hasta 1851.
1774:
A causa de los
terremotos de Santa
Marta, el 29 de julio de
1773, por razones de
seguridad, únicamente
se permitieron
aquellas procesiones
que desfilaran en los
atrios de sus iglesias.
En 1775 los cortejos
recorren las calles de
la Nueva Guatemala de
la Asunción, a petición
de las cofradías.
1797, 20 de marzo:
Se prohíbe la salida de procesiones de
devotos tapados, penitentes, empalados o
disciplinantes, como influencia de las nuevas
ideas de filosofía de la Ilustración, en la
búsqueda de expresiones más racionales, y
para evitar “excesos, desórdenes y osadías”.
1824, 29 de
marzo:
Se vuelven a
prohibir los actos
de penitencia
pública y el uso
de capirotes que
cubrieran el
rostro para las
procesiones de
Semana Santa, lo
cual ratifica que
las anteriores
disposiciones no
se cumplieron.
Infografía Prensa Libre: KEVIN RAMÍREZ / INVESTIGACIÓN: BRENDA MARTÍNEZ
Los modelos procesionales vallisoletanos parecen haber ejercido mayor
influencia en Guatemala en cuanto a la organización de los cortejos.
Grabado de
l siglo
Guatemala, miércoles 18 de febrero de 2015
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iconografía sevillana
XVIII
P R E N SA L I B R E
SÍGANOS EN:
influencia española
P R E N SA L I B R E
CULTURA
ligiosas dentro de las que
destacan la Semana Santa,
se remonta a finales del
siglo XV y principios del
XVI. Los franciscanos fueron sus principales promotores. En el siglo XVI,
estas instituciones recibieron un impulso muy
fuerte del Concilio de
Trento y en América, con
el Tercer Concilio Mexicano, se explica en el libro
Contemplaciones.
Entre las características de la Semana Santa en
Guatemala —Patrimonio
Cultural Intangible de la
Nación— está la devoción
al Nazareno en el siglo
XVII, la existencia de una
escuela de escultura considerada como la mejor de
las colonias españolas y la
utilización de instituciones españolas e indígenas
—cofradías— para organizar actividades religiosas
católicas.
Las procesiones son un
antiguo legado tridentino
y han traspasado las corrientes del pensamiento
de la iglesia y de la sociedad, por medio de varios movimientos y tendencias artísticas y políticas, dice el cronista de la
Ciudad, Miguel Álvarez.
Se han mantenido gracias a que se han adaptado
a los cambios, factor que
influye en su permanencia
arraigo y proyección, concluye.