.com 38 Editores: Patricia Orellana / Cristian Dávila Coeditor: Alfredo Vicente Coeditor web: Keneth Cruz Diseño: Juan René Chicoj / Emilio Soto Tel.: 2412-5600/Fax: 2230-1379 PROCESIONES HAN SIDO PARTE MEDULAR DEL CATOLICISMO EN EL PAÍS Cortejos de casi cinco siglos POR BRENDA MARTÍNEZ TRADICIÓN E HISTORIA L a conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo ha inspirado una bella y tradicional parafernalia multitudinaria, a nivel de todo el país, que aún sigue vigente después de casi 500 años, en la que confluye un mestizaje cultural de elementos prehispánicos y coloniales. El cronista Francisco de Fuentes y Guzmán, a mediados del siglo XVII, narra el hecho de que previo a la confrontación bélica los guerreros suplicaban a su dios Ixbalanqué les diera la victoria: “…muchos señores, caciques y principales le iban sucesivamente echando alfombrillas de chuchumites y algodón, sobre que pusiesen los pies…” y acompañaban el cortejo músicos con trompetas, flautas, caracoles y otros instrumentos. Esta es una evidencia de procesiones en las que habitantes del territorio que hoy ocupa Guatemala trasladaban deidades con solemnidad, cita Mario Ubico en Procesiones de Cuaresma y Semana Santa en pueblos del antiguo Reino de Guatemala. En la época colonial una de las más tempranas alusiones a las celebraciones cuaresmales es de la autoría de fray Antonio de Remesal, quien relata lo que aconteció en 1547 en Chiapas —que estaba integrada con Guatemala en una sola provincia dominica—, y que asevera fue la primera Cuaresma y Semana Santa que presenciaban los indígenas, expone Luis Luján en su obra Semana Santa tradicional en Guatemala. Narró que los indígenas tomaron los ramos del Domingo de Ramos de la mesa en la iglesia que estaban bendecidos. “Acabaron los oficios divinos con mucha paz y gustaban de hacerlos sin respecto de si se detenían o tardaban; porque los viesen los indios y gustasen del canto y de aquellas santas ceremonias por ser aquel año primera vez que las veían”, expone. En esa ciudad se realizó una procesión el Domingo de Resurrección, lo que evidencia lo temprano que estas se manifestaron en el Reino de Guatemala, siguiendo la tradición española, particularmente de Castilla y Andalucía. EL BARROCO INFLUYE En esta época, por el realismo escultórico español del barroco no se conformaban con conservar en los altares imágenes como Cristos de la Pasión, Cristos Yacentes o Vírgenes de Dolores, sino que se organizan impresionantes procesiones que salen a las calles y plazas a mostrar su dramatismo ante miles de devotos y cargadores. La primera imagen que se talló con ese fin fue la de Jesús Nazareno para la cofradía del templo de la Merced, encargada al escultor Mateo de Zúñiga en 1654. El 27 de marzo de 1655 fue colocada en su capilla y salió por primera vez su cortejo procesional. Desde entonces, se crearon imágenes con esta advocación en todo el país. “El sentido de fuerza iconográfica del Nazareno nació en Guatemala en una corriente eminentemente gestora de un proceso criollo”, señala el his- toriador Haroldo Rodas. También está el culto mariano de la Virgen de Dolores y de la Soledad. En Semana Santa se crearon otras imágenes de bulto para las procesiones, entre ellas Ecce Homo, Jesús de Palmas o Jesús del Pensamiento, entre otras. La temprana presencia de las procesiones en Guatemala a mediados del siglo XVI adquiere sus características más espectaculares y permanentes hacia mediados del siglo XVII, cuando toma auge el barroco con su teatralidad, dramatismo y devociones particulares, dice Luján. La aparición de las cofradías, que estaban a cargo de las celebraciones re- Los modelos procesionales vallisoletanos parecen haber ejercido mayor influencia en Guatemala en cuanto a la organización del desfile procesional con sus penitentes cucuruchos o nazarenos. Las imágenes tuvieron influencia de Sevilla. Es la Pasión de Cristo la que hizo despertar en los artistas una realización del sentimiento colectivo, cuya finalidad era llamar a los pecadores al arrepentimiento, mediante la mortificación y contemplación de los dolores de Cristo y su Madre. Entre estas imágenes las hay esculpidas totalmente y las de vestir o de bastidor, solo con la cabeza, cuello, manos y pies esculpidos, con el fin de que pesen menos, vestidas con una túnica bordada con hilos metálicos. En Sevilla vivió y talló bellas esculturas Juan Martínez Montañés (1568-1649), entre ellas Jesús Nazareno de la Pasión, que se venera en la iglesia del Salvador, y que data de entre 1610 y 1615. Estos modelos sevillanos tuvieron influencia en las imágenes en Guatemala, donde se les agrega el nombre del templo, como Jesús Nazareno de San José, o de los Milagros, debido a que se veneraba en la Ermita de la Cruz del Milagro; Jesús Nazareno de Candelaria o Cristo Rey, conforme a la festividad establecida por el papa Pío XI en 1925, y Jesús de la Parroquia, conocido como Señor de las Tres Potencias, por dicho atributo. 39 Jesús Nazareno de la Pasión Velación Solemnidad Fotografía de inicios del siglo XX. Las reseñas coloniales son antecedentes de las velaciones. Estas son ceremonias que se celebran en el interior de los templos durante la Cuaresma y Semana Santa. El Viernes Santo, además de que los negocios no abrían sus puertas, era mal visto la circulación de caballos y carruajes. Se dice que décadas después, quienes se transportaban ese día en automóvil, eran apedreados en áreas rurales. También se cerraban los mataderos, el tranvía se suspendía y los transeúntes vestían solo de negro. Oficio de tinieblas Consistía en una ceremonia solemne que se llevaba a cabo el Miércoles, Jueves y Viernes Santo al caer la tarde, donde se oficiaban maitines, laudes y vísperas completas. Calle de los Mercaderes, actual 8a. calle, zona 1 Cofradías Grabados El 13 de diciembre de 1787 se registrò que en el Arzobispado de Guatemala había 1 mil 982 cofradías y 153 hermandades, en las 419 parroquias. Este es un grabado de patente de 1789 de la hermandad de Jesús Nazareno de la Santísima Cruz del Milagro, del templo de San José, cuya procesión es una de las más importantes. Casi todas las novenas e impresos piadosos relacionados con la Semana Santa llevaban pequeños grabados populares, trabajados en madera y en cobre. Hay estampas de Jesús Nazareno de la Merced, Jesús Nazareno de la Cruz del Milagro y Jesús de Candelaria, hechos a fines del siglo XVIII o a principios del XIX, así como grabados litográficos de mediados del siglo XIX, de Jesús Nazareno de San José y del Señor Sepultado de San Felipe, como el que se puede observar a la derecha. Guatemala, miércoles 18 de febrero de 2015 desfile procesional de Jesús Nazareno de la Merced, de 1804 Iniciaba con un grupo de indígenas tocando tambores —huehuetles—, pitos y chirimías. Después se portaban las insignias de la Pasión como el cáliz, las cadenas, los clavos o la lanza de Longino. En el llamado “carro de la muerte” estaba un ángel portando una cruz venciendo a la muerte. Seguía una cruz procesional o alta, de madera, revestida de plata o sobredorada, flanqueada por dos ciriales. Luego venían tres estandartes de tafetán morado en los que se identificaba la hermandad, con los emblemas o anagramas tejidos o a Jesús. Cuatro o seis cargadores apoyaban sus hombros en almohadillas de terciopelo morado. Usaban horquillas de soporte. Algunos pedían limosnas para sufragar los gastos de esta actividad. Detrás marchaba una banda de músicos. La música de la Semana Mayor tiene su origen en el siglo XVI. Ilustración adaptada de un grabado de Alcide D’Orbigny que aparece en su obra Voyages Pittoresques dans les deux Ameriques, que muestra una procesión de Quito, Ecuador en 1836. Tradición que perdura en el tiempo Imagen tomada de Contemplaciones Las andas de madera fina tenían patas cubiertas con faldones morados que llegaban hasta el suelo, a la manera andaluza, con palio morado, con varas de plata. Los penitentes o empalados se propinaban golpes a sí mismos con látigos o cadenas. Había participantes que llevaban un capirote o cucurucho negro sobre la cabeza, dejando solo dos agujeros para los ojos, por lo que eran denominados tapados. 600-900 d. de C.: La tradición prehispánica se remonta al período clásico, cuando se hicieron representaciones procesionales, como en este vaso sagrado que muestra a un señor de alto rango sentado en un asiento de tela, cargado en hombros, acompañado de músicos. Jesús Nazareno de la Merced fue tallado por el escultor Mateo de Zúñiga en 1654, y encarnado por Joseph de la Cerda. 325 d. de C.: El emperador romano Constantino I convoca al Concilio de Nicea, en el que se le dio fundamento a la Iglesia Católica y se establecieron sus bases como religión. Con ello se declara la creencia en la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo y otros dogmas del cristianismo. 1528: Se documenta la existencia más antigua de la imagen de Jesús Nazareno en Guatemala. Se refiere a un Nazareno en la Merced que pertenecía a los sacerdotes, de 1582 a 1654, y que veneraban en una capilla. También se habla de una procesión del Santísimo Sacramento, cuando se traslada la ciudad al Valle de Panchoy, en 1543. 1542, 9 de septiembre: El Ayuntamiento acuerda, según iniciativa del obispo Francisco Marroquín, que se haga una procesión cada año, el 11 de septiembre, para conmemorar la destrucción de Santiago, que se produjo el 11 de septiembre de 1541. Es una de las alusiones más antiguas de procesiones en Guatemala. Obispo Francisco Marroquín 1545-1563: En el Concilio de Trento se subraya la legitimidad e importancia de las imágenes para el culto religioso, entre estas las de Semana Santa, proclamado en Guatemala el 19 de agosto de 1565. Surge en el siglo XVI el esplendor de las procesiones en España, tanto en Castilla como en Andalucía. 1582: Se funda la primera cofradía en el Reino de Guatemala, con el fin de organizar una procesión con la imagen de Jesús Nazareno, la cual estaba adscrita a la iglesia de la Merced. Las cofradías eran organizaciones que reunían a grupos dominantes de la época. 1598, 13 de enero: La Santa Sede, según bula de Clemente VIII, se extiende el culto a la Virgen María en su advocación de la Soledad, vinculada con la Semana Santa, para las cofradías que se fundaron en los conventos dominicos en la Indias y que se refiere a que “el Viernes Santo los cofrades también llevarían la imagen de Jesús”. Clemente VIII 1698, 4 de febrero: El Ayuntamiento reitera su obligación a los gremios que, según parece, debían sacar entre 20 y 22 “ángeles llorones” con los símbolos de la Pasión en la procesión del Santo Entierro de Santo Domingo. Estos ángeles fueron parte del cortejo hasta 1851. 1774: A causa de los terremotos de Santa Marta, el 29 de julio de 1773, por razones de seguridad, únicamente se permitieron aquellas procesiones que desfilaran en los atrios de sus iglesias. En 1775 los cortejos recorren las calles de la Nueva Guatemala de la Asunción, a petición de las cofradías. 1797, 20 de marzo: Se prohíbe la salida de procesiones de devotos tapados, penitentes, empalados o disciplinantes, como influencia de las nuevas ideas de filosofía de la Ilustración, en la búsqueda de expresiones más racionales, y para evitar “excesos, desórdenes y osadías”. 1824, 29 de marzo: Se vuelven a prohibir los actos de penitencia pública y el uso de capirotes que cubrieran el rostro para las procesiones de Semana Santa, lo cual ratifica que las anteriores disposiciones no se cumplieron. Infografía Prensa Libre: KEVIN RAMÍREZ / INVESTIGACIÓN: BRENDA MARTÍNEZ Los modelos procesionales vallisoletanos parecen haber ejercido mayor influencia en Guatemala en cuanto a la organización de los cortejos. Grabado de l siglo Guatemala, miércoles 18 de febrero de 2015 iconografía sevillana XVIII P R E N SA L I B R E SÍGANOS EN: influencia española P R E N SA L I B R E CULTURA ligiosas dentro de las que destacan la Semana Santa, se remonta a finales del siglo XV y principios del XVI. Los franciscanos fueron sus principales promotores. En el siglo XVI, estas instituciones recibieron un impulso muy fuerte del Concilio de Trento y en América, con el Tercer Concilio Mexicano, se explica en el libro Contemplaciones. Entre las características de la Semana Santa en Guatemala —Patrimonio Cultural Intangible de la Nación— está la devoción al Nazareno en el siglo XVII, la existencia de una escuela de escultura considerada como la mejor de las colonias españolas y la utilización de instituciones españolas e indígenas —cofradías— para organizar actividades religiosas católicas. Las procesiones son un antiguo legado tridentino y han traspasado las corrientes del pensamiento de la iglesia y de la sociedad, por medio de varios movimientos y tendencias artísticas y políticas, dice el cronista de la Ciudad, Miguel Álvarez. Se han mantenido gracias a que se han adaptado a los cambios, factor que influye en su permanencia arraigo y proyección, concluye.
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