Sermón en el día miércoles 18 de febrero de 2015 Título: EL QUE AMONESTA DESDE LOS CIELOS Biblia: Hebreos 12:1-29 Predicador: Pastor Dong Han David Lee Iglesia Reformada Esperanza Tte. 1ro. Leónidas Escobar 3913 c/ Av. Japón Asunción, Paraguay www.evangelio123.org [email protected] (595) 0972-815-179 / (595) 0981-815-179 ************** Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, desechando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas. Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aún una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo; y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor. INTRODUCCIÓN ¿Qué sintieron cuando vieron el título del sermón de hoy? Seguramente que será uno de los sermones menos leídos y escuchados, pero ¿por qué? Porque si tuvieron siquiera una mínima emoción o sentimiento negativo, o una espina que les pinchó en su corazón, o si al entrar en la iglesia se detuvieron a pensar cuando vieron el título, o sentándose pensaron en su interior “a aguantarse los vientos que venga”, en realidad no seré yo sino el Espíritu Santo quien les amonestará. En cambio lo que yo les diré será otra cosa, si ustedes todavía tienen esos pensamientos es porque aún no están conociendo a Dios suficientemente. Aún les falta mucho por conocer a Dios, y sobre todo necesitan conocer cuánta influencia definitivamente ejerce Jehová Dios en sus vidas. Y mientras eso no suceda, seguirán en deuda, caminarán en falta, y siempre se sentirán mal y perseguidos. Y no solamente eso, sino que sus vidas definitivamente no están bien encaminadas, y yo no querría estar en su lugar. Sacarse de encima ese pensamiento tan erróneo que uno tiene, que “en Jesucristo todas y solamente las cosas buenas me deben pasar”, que siempre debo ser bendecido, que siempre debo progresar, que siempre tengo que tener paz y paz, amor y amor, bendición y bendición. Entonces sí que aún nos faltan muchas jornadas más, necesitamos aprender más y disciplinarnos mejor como corresponde. DESDE EL CONOCIMIENTO DE JESUCRISTO A HIJO Hoy muchísimos creyentes, por más que a sí mismos se quieren autonombrarse como “conocedores” de Dios, como discípulos de Jesucristo, como entendido en las palabras; en realidad son muy niños aún. Tal vez conozcan un poco o algo de Dios, pero aún están lejos de conocer al Dios del Pacto. ¿Por qué? Porque aun piensan en sus cosas, en sus personas, en sus deseos, en sus sueños, en una forma muy infantil y sin querer entender toda la biblia como un entero e inseparable... Todavía son como niños porque se ríen cuando las cosas son buenas para ellos, y se lamentan o lloran cuando las cosas están mal. Cuando todavía piensan que cuando las cosas les va bien, Dios les bendice; y cuando las cosas se ponen duras, cuando las cosas se intensifican en el discipulado, cuando la carga es pesada, cuando se les da responsabilidades, se ponen quejosos y están siempre insatisfechos. Y buscan un culpable como el pastor, o un resentimiento como si su disgusto se deba a un error de terceros. Por tanto, la transición necesaria desde el conocimiento de Jesucristo, y que hoy no pasa de ser un “creyente” que está comenzando a conocer a Dios, y que se ve viciado por las emociones y durezas porque aún es un hombre carnal… hasta crecer y disciplinarse como hijo de Dios serán jornadas muy, pero muy largas, las que restan. Muchas veces observo que los hombres se vuelven más resistentes, más contrarios a seguir disciplinándose cuando “a sí mismo se considera un pequeño conocedor de Jesucristo”. Como dijo el apóstol Pablo decía a los soberbios corintios: “En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo. Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él.” (1 Corintios 8:1-3). Lo que nos dicen estas palabras es lo siguiente, cuando un creyente conoce algo de Jesucristo y se “vuelve soberbio”, y no quiere seguir aprendiendo… en realidad está “envanecido”, no conoce a Dios como debe conocerse; porque la persona quien verdaderamente conoce y ama a Dios como corresponde: primeramente es amado por Dios, y en la persona “se personifica el amor de Jesús”. Y no el envanecimiento como ahora, y son rebeldes a toda amonestación. ¡Quedan largos días y jornadas por disciplinarse! Porque el deseo de Dios, no es que seas creyente, ni que seas envanecido, y menos que te creas “conocedor”, pues en realidad desea que seas hijo. DE HIJO PRÓDIGO A HIJO RESPONSABLE ¿Todavía no sobrepasaron la etapa en que consideran que Dios les debe algo? Pues existen quieren dicen, o se consideran de esta forma: “yo di todo por Dios, y él no me respondió, ni me compensó según sus bendiciones”. ¿Aún están quejosos porque Dios no les ha bendecido como ustedes desean? ¿Siguen sin entender y cuestionan por qué ustedes deben trabajar, deben sudar, deben padecer por Cristo, por qué es necesario morir respecto al mundo? ¿Pues todavía siguen enojados, o decepcionados, o desean cuestionar, o discutir con Dios sobre su situación actual? ¿Te has quejado por qué naciste hombre o naciste mujer? ¿Por qué nací pobre, o rico, o en el lugar o país en donde nací? ¿Aún como el profeta Jonás, por pequeñeces porque una planta que le daba sombra, al otro día murió te hastías de todas las cosas? Entonces, me temo que aún su comprensión de Dios, aún su fe y el entendimiento del reino de los cielos, está como un hijo pródigo. ¡Pero nunca he abandonado ni faltado una sola vez a la iglesia! Seguramente, pero tu mente está fuera, tu corazón está tan alejado, y sobre todo estás resentido contra Dios porque no te da tus deseos, porque buscas intensamente y como que Dios te ha defraudado… ¿no es así? ¡Entonces eres un hijo pródigo! Tu mente, tu corazón, tu ánimo, tu centro está totalmente perdido. El entendimiento que tienes de Dios está torcido, te enseñaron cosas tan distorsionadas. Incluso existen personas quienes tienen siempre la tendencia a acusar y dicen: “yo sé que Dios no es así, pero nuestro pastor es quien enseña mal; yo sé que Dios es bueno y él me entiende”. ¿Te comparas con otros que están a tu lado y te quejas contra Dios por tu suerte, o tu destino, o los males que solo a ti te pasan? ¿A quién preferirías ser si Jesús te diera la opción de elegir tu destino? ¿El ciego que nació ciego y vivió durante cuarenta años pidiendo limosna hasta que Jesús le abrió los ojos, o el paralítico que estuvo paralítico durante treinta y ochos años y nadie le metió en el agua para que se sanase, o la mujer que padecía de flujo de sangre durante doce años, o el endemoniado que vivía en los sepulcros, o que en la mujer vivía siete demonios? ¿O querrías ser como Lázaro, comiendo de la basura del rico y viviendo en la calle hasta que murió como un desconocido? Si todavía no puedes comprender “LA GRACIA DE LA SALVACIÓN DE JESUCRISTO Y SIGUES QUEJOSO, ERES UN HIJO PRÓDIGO”. ¡Y BIEN PRÓDIGO! Y tan soberbio que no sé cuándo, ni quién te abrirá tus entendimientos en una forma dura y áspera. ¿No significa que son niños? ¿No significa que son hijos pródigos porque sus mentes y sus deseos aún siguen perdidos? Hoy se escucha con frecuencia, que todos los creyentes evangélicos, todos dicen que quieren hacer solamente “la absoluta voluntad de Dios”. O dicen, ¡ah sí sólo supiera cuál es la voluntad de Dios, no dudaría en realizar toda la voluntad de Dios! ¡Si solamente supiera cuál es la voluntad de Dios! ¿Y nunca han pensado que justamente de esa situación, de ese pozo en que te encuentras deberías salir primero? ¿Nunca te has pensado que estás todavía como un niño? ¿No te consideras que en mente, en vida, en todos los sentidos aún sigues como un hijo pródigo? ¿Qué ambiente perfecto, qué condiciones perfectas, qué deseos deben cumplirse perfectamente para que ustedes puedan salirse de sus disgustos, de sus necesidades, de sus sueños, de sus decepciones que tienen contra Dios? ¿Les haré unas preguntas? ¿No es suficiente Jesucristo? ¿No les basta que sean hijos de Dios? Les digo que si esta respuesta no la tienen clara, no importará que tengan todo el oro del mundo en su casa, que nunca estarán satisfechos. Significa que falta, falta muchísimo para que ustedes se disciplinen. Y no será ni 2 años, ni 5 años; pues podrán pasar toda su vida y seguirán siendo hijos pródigos. Todavía siguen tentados por el diablo, y son zarandeados, son remecidos, son tocados; y cuando quiere viene el diablo y se quedan postrados en el suelo. No pueden ustedes seguir como niños, o hijos pródigos que luego de conocer tanto, de escuchar tanto, que ustedes se consideren crecidos, que ustedes piensen que son entendidos, pero aún están cuestionando a Dios con cosas tan pequeñas como “Dios me ama”, “Dios no me ama”; “Dios me ama porque me da”, “Dios no me ama porque no me da”. Si aún no podemos despegarnos de la niñez, ¿cuándo nos dedicaremos a los negocios de Dios? ¡De las verdaderas cosas! ¡De cuestiones de adultos! LUCHA CONTRA PRINCIPADOS, POTESTADES Y GOBERNADORES Si aún están peleando y están resentidos contra Dios, si no pueden levantarse simplemente porque son “hijos de Dios”, y con sólo este conocimiento y realidad no se goza, son capaces de levantar, vencen, se enorgullecen, luchan, y caminan por largos días, largas jornadas, grandes padecimientos. ¿Quién les entregará lo verdadero? ¿Quién es encargará lo verdadero? ¿Cómo se podrá pedirles lo verdadero? Que el hecho que tú hoy estés en Jesucristo, que hoy seas hijo de Dios, ¿qué significa? ¿No es todo? Si tu amor o tu desazón por Dios son simplemente porque te escucha, o porque no te responde, o si tu ánimo un día está bien porque te van bien las cosas, o estás por el suelo porque las cosas no van bien. ¿Qué has aprendido de Dios? ¿De qué sirve Jesucristo? ¿CUÁNDO VAN A HONRAR AL PADRE? ¿PARA CUÁNDO PIENSAN HONRAR A JESÚS? ¿CUÁNDO PIENSAS HONRAR AL ESPÍRITU SANTO PORQUE TÚ SABES VIVIR POR ENCIMA DE LAS TORMENTAS? ¿Cuándo se pondrán los pantalones largos, y afrontarán como hijos maduros, entendidos, responsables y en hijos a quienes Dios les ha entregado todo? Como dicen las palabras del apóstol en Efesios 6: “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales. Por tanto, tomad toda la armadura de dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.” Tienes que ser capaz de llevar cargas por dos millas, dar la otra mejilla, y como dice: “por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros. En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad. No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4:8-13) Y hoy, en base a todo lo que has pasado, en base a todo lo que has aprendido, en la firmeza y en la seguridad de la vida eterna, del gozo puesto delante de ti, de los testimonios de vida que Jesucristo te ha dado; tienes que vestirte de toda la armadura de Dios, de fortalecerte en el Señor; y afrontar las luchas como un adulto, como un discípulo. Que en ti, Jehová Dios de los ejércitos se manifieste como dice: “¿Cómo podría perseguir uno a mil, y dos hacer huir a diez mil, si su Roca no los hubiese vendido, y Jehová no los hubiera entregado? Porque la roca de ellos no es como nuestra Roca, y aun nuestros enemigos son de ello jueces”. (Deuteronomio 32:30-31) CONCLUSIÓN Cuando Dios amonesta desde los cielos, es porque en alguna parte, en algún conocimiento, sea en el tiempo del proceso de disciplinado, sea en nuestro carácter, actitud, voluntad, fuerza; necesitamos estar a mayores alturas, a las exigencias de Dios para que podamos nosotros atender y realizar todos los negocios del Padre, ¡hoy! O a prepararnos para mañana. ¿Cuán seguro estás que Dios te dará a conocer su plan? ¿Cuán seguro estás que Dios te incluirá en su obra y que nada hará sin comunicarte o encargarte? “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo? ¿Rugirá el león en la selva sin haber presa? ¿Dará el leoncillo su rugido desde su guarida, si no apresare? ¿Caerá el ave en lazo sobre la tierra, sin haber cazador? ¿Se levantará el lazo de la tierra, si no ha atrapado algo? ¿Se tocará la trompeta en la ciudad, y no se alborotará el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, el cual Jehová no haya hecho? Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas. Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?” (Amós 3:3-8) Todas estas cosas, solamente la podrá ver el que está discipulado y a las alturas de Jesucristo. Es imprescindible que sepas recibir toda amonestación desde el cielo, y estar en las alturas y exigencias a las cuales te prepara el Padre a través del Espíritu Santo. ¡Ten entendimiento, sé capaz! Que Dios te bendiga.
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