Noticias de Actualidad Núm. 12, 26 de marzo de 1956

LA AFICIÓN AL
ARTE ES MAYOR
AÑO TRAS AÑO
Algunos lectores nos escriben diciendo que
prefieren un libro en vez de las cincuenta
pesetas que enviamos como premio a la publicación de sus cartas. Al escribir no olvide
mencionar qué recompensa prefiere. -
* **
J UECES
Les ruego me indiquen si ta designación de
los jueces y magistrados se hace en los Estados Unidos de América exclusivamente por
elección popular, o bien si h a y otros procedimientos, tales como el sistema español de oposición entre licenciados de Derecho, la libre
designación por el Gobierno o el nombramiento por concurso de méritos.—Miguel Romon
Montilla, Puertollano (Ciudad Real).
En los Estados Unidos los nueve jueces que
integran el Tribunal Supremo —lo mismo que
los jueces de los tribunales federales inferiores— han de ser nombrados por el Presidente.
El carácter vitalicio de dichos jueces asegura
la independencia judicial.
Sin embargo, en el nombramiento de las
judicaturas locales predomina el sistema de
elección popular.
Hasta 1812 el nombramiento de los jueces
se hacía, generalmente, por los gobernadores,
mas a partir de entonces, y debido a u n a corriente de sentimientos democráticos, la elección popular de los jueces por períodos temporales se fué extendiendo, hasta el punto de
que en treinta y cuatro estados los jueces
son electivos ; en cinco ios magistrados superiores son electos por la legislatura, y los
jueces de inferior categoría, por los electores
populares; y en los nueve restantes se signe
el sistema de nombramiento por el gobernador, ratificado por la legislatura.
Pues bien, les p r e g u n t o : ¿Este sistema de
elección popular, su corta duración en el cargo c incluso —según tengo noticias— el reducido sueldo de las judicaturas locales, no les
da un acusado carácter político a sus miembros?—Enrique Soto Alegría, Murcia.
R,—Parece
usted tan bien informado que
huelga la respuesta. Sin embargo le diremos
que, aunque efectivamente
en algunos casos
los jueces se han dejado llevar por la política
local, en general el sistema ha dado excelentes resultados y los casos de parcialidad son
una excepción.
INDIOS
Tenemos ahora ocasión de conocer datos
verídicos de los Estados Unidos por medio de
su
NOTICIAS DE ACTUALIDAD. Desearía
saber
qué número de indios, «pieles rojas», hay en
la actualidad en los Estados Unidos y dónde
viven.—Jorge L. Solé Guarro, Montblanch
(Tarragona).
R.—Según el censo de 1950 hay en los Estados Unidos 343.410 indios. En mayor o menor número se encuentren en todos los estados de la Unión, pero son m,ás abundantes en
los estados de Arizona, Nuevo Méjico y Oklahoma.
ESPAÑOL EN SAN FRANCISCO
Desearía que me aclarasen si el director de
la Orquesta Sinfónica de San Francisco es español.—Pedro H e r r e r a Herrera, J ó d a r ( J a é n ) .
R.—Efectivamente,
el director de la Orquesta Sinfónica de San Francisco es el español
Enrique Jordá, que hace años daba conciertos en el Monumental
con la Orquesta
Sinfónica de Madrid.
ATCHISSS...
¿Qué enfermedad causa mayores estragos
N o r t e a m é r i c a ? — J u a n Morcillo, Madrid.
R.—Analizándolo
bien, el catarro
corriente
es la enfermedad que causa mayores
estragos
en el tiempo y la productividad
de la moderna sociedad industrial. Si usted padece catarro, tiene usted algo en común con 1*28 millones de norteamericanos
que han estado este
invierno sonándose, tosiendo y en un constante
estornudo.
Aunque nosotros no lo tomamos por lo trágico cuando estamos acatarrados, algunos paen
cienzudos economistas
han estimado que en
los Estados Unidos se pierden todos los años
unos 80.000.000.000 de pesetas en horas de trabajo, sin. incluir el coste de las medicinas y el
tratamiento
médico.
A través de las encuestas realizadas en los
últimos diez años se ha podido apreciar que
los campesinos sufren más resfriados que ningún otro grupo, con lo que se viene abajo la
antigua creencia de que las personas que viven al aire libre tienen menos catarros que
los habitantes de las ciudades.
LA TELEVISIÓN"
¿Qué importancia ha alcanzado la televisión
en los Estados Unidos?—José L. Gómez, Madrid.
R.—De cada cinco hogares
norteamericanos,
tres disfrutan de aparato de televisión. En esta
cifra no están incluidas las
televisiones de los hoteles,
bares, tiendan y ciertas instituciones.
Los aparatos de televisión están a la venta desde el año 1947, lo que significa que la televisión ha
alcanzado
tantos
hogares
(60 por 100) en ocho años
como la radio en treinta,
aunque
todavía
le falta
bastante para alcanzar a
los periódicos, que llegan
al 85 por 100 de los hogares.
Por ahora, los que menos disfrutan de la televisión son los
campesinos.
En el campo hay algo menos de una televisión por
cada cuatro
granjas.
EL SUELDO DEL MAESTRO
En NOTICIAS DE ACTUA-
LIDAD ustedes decían que
un maestro «medio» ganaba unos 3.000 dólares
anuales, o sea, unas 120.000 pesetas ; y aclaraban después que el coste de la vida era algo
más alto en los Estados Unidos que en España. ¿ Podrían decirme las horas que tiene que
trabajar ese maestro p a r a adquirir los siguientes productos : un traje, un kilo de carne, de azúcar, de pan y un litro de leche?—
F . de Ulierte, Comillas (Santander).
R.—Le damos cifras que son aproximaciones, pero que le servirán para resolver sus
dudas: un traje confeccionado de caballero, 40
horas; un hilo de carne, 1 hora 15 minutos;
un kilo de azúcar, 15 minutos; un kilo de pan,
20 minutos; un litro de leche, 15 minutos.
DESPIDOS
Algunas veces Ico en la Prensa cosas como
é s t a : «... t a l o cual empresa norteamericana
ha iniciado el despido de doce mil trabajadores.. . «
Uno se pregunta si allí las empresas despiden a sus obreros porque el trabajo falle. E n
esc caso, los obreros ; se ven desamparados o
son asistidos invariablemente e indefinidamente por el Gobierno?—Marino Ibáñez, Logroño.
R.—El derecho de emplear y despedir a los
obreros está, en Norteamérica,
reservado a la
empresa. En aquellas emptr.sus donde los sindicatos
operan regularmente,
los
despidos temporales y permanentes
se acuerdan en
contratos colectivos
cntic
los obreros y la empresa.
En los períodos de retroceso en la producción, tal como ocurre ahora en la industria del automóvil, se
despide temporalmente
a
los nlyreros, pero éstos están protegidos por el seguro de paro. Ahora están
tam.bién protegidos por el
SIK Ido anual
garantizado,
que ha sido conseguido de
la Ford y la General Motors en contratos
colectivos. En los casos de despido permanente
en que el
obrero no tiene Cïdpa, frecuentemente
recibe u n a
paga de despido y, desde
luego, percibe el seguro de
paro hasta que consiga
otro empleo.
mos y fanatismos irracionales.
Porque en ellas está la raíz de
la g u e r r a .
Tal objetivo no es necesariamente a plazo largo ni dista de
la política práctica. Y debe preceder a una cura completa.
Conocemos la naturaleza de
esa cura y sabemos su resultado, pues allí
donde se ha aplicado han cesado las guerras,
como en I n g l a t e r r a , donde en otra época seis
o siete reinos independientes combatían entre
sí sin cesar, o en Italia y Alemania, compuestas anteriormente de muchos estados. La cura
consiste en la integración y en el establecimiento de un gobierno común.
Son muchas las personas que sugieren que
se extienda la cura y se forme u n gobierno
mundial, con su constitución. Pero la experiencia antigua y moderna demuestra que las
constituciones son inútiles si no están respaldadas por cánones
de conducta política.
Por ejemplo, Inglaterra, qvc no tiene Constitución escrita, lleva
tres siglos sin conocer
levantamientos
armados internos, a pesar
de los grandes cambios
sociales r e g i s t r a d o s
allí.
Herios predicado la
independencia absoluta
como un derecho sagrado, cuya posesión por
pa te de todos asegurará la paz. Ahora bien,
to las las naciones aliadas que combatieron en
arabas guerras mundiales eran independiente i, hasta el p u n t o de que no pudieron forn? ir un frente común lo suficientemente sólido para detener la agresión. Los comunistas
s >rigan la esperanza de que esa incapacidad
de unión continúe y ponga con el tiempo el
mundo occidental a merced suya.»
Hablan seis PremiosNobel de la Paz
L
A revista norteamericana
Collier's ha
hecho a seis distinguidas
personalidades galardonadas con el Premio Nobel de la Paz la siguiente pregunta: «¿Cuál
es, en opinión de usted, la mayor aportación que se puede hacer hoy dia nacional
o individualmente
a la consecución práctica de la pazf» Las seis contestaciones
que
publicamos en estas páginas ponen de manifiesto que la paz es dinámica y qwc hay
que luchar para
conseguirla.
En una introducción dice Collier's : «i2s
esencial que no consideremos la paz como
un intervalo entre las guerras o como una
época de tranquilidad e inacción, sino como una labor infinitamente
más difícil y
ardua que la lucha armada.
La guerra simplifica los puntos de disputa entre las naciones. Con ella parecen
aquéllos, buenos o malos, blancos o negros,
execrables o santos. Con ella llega la victoria o la derrota.
Pero la paz nos devuelve al complejo
proceso de toma y daca, de avenencia y de
reflexión. Parafraseando
a Clausewitz se
puede -decir que la paz no es más que el
desarrollo de las políticas nacionales y de
la rivalidad con otras potencias por medios ajenos a la guerra.
JAI paz non carga con la pesada obligación de resolver problemas para cuya solución ha resultado la guerra un instrumento ineficaz. Nos envuelve en el conflicto de ideas que requiere un esfuerzo creador aún mayor que el necesario para inventar ingenios de guerra.
La energía desarrollada por una bomba
de hidrógeno es enorme, pero deja sin contestar la pregunta de lo que es bueno o
malo. Se calcula menos fácilmente la eficacia de una idea, pero ésta es el arma en
el campo de batalla final, o sea, la mente
humana. Sólo allí podemos plantear las
decisiones definitivas. »
Y ahora cedamos la palabra a los laureados;
GENERAL
GEORGE
C. MARSHALL.
Norteamericano.
Jefe de Estado Mayor de 1939 a
1945 y Secretario de Estado y de Defensa de
1947 a 1949 y de 1950 a 1951,
respectivamente.
«Hubo algunos comentarios cuando se me
concedió a mí, a un militar, el Premio Nobel
de la Paz. A muchos
les pareció absurdo. Pero yo estimé lógico que
se considerara a un militar como defensor de
la paz. Los militares
saben mejor que nadie
lo que es en realidad la
guerra.
El gran fundamento
de nuestra búsqueda de
una paz duradera reside en el mundo docente. Nuestros establecimientos de enseñanza,
y no me refiero sólo a las universidades, sino
también, y m á s especialmente, a los institutos,
deberían tener asignaturas que enseñaran a
los jóvenes el encadenamiento de los sucesos y
circunstancias que han marcado la proximidad
de guerras.
Los estudiantes debían aprender, en !o posible, sin prejuicios nacionales, lo que ha dado
lugar a las últimas tragedias de la h u m a n i d a d .
Estoy seguro de que la solución del problema
general de la paz depende de una m u t u a e imparcial comprensión por p a r t e de los pueblos
no comunistas.
Cuando millones de personas de uno y otro
sexo se den cuenta, por sus estudios, de que
p a r a la supervivencia en este mundo moderno
no es una actividad necesaria la guerra, estaremos en vías de abandonar ésta.»
DOCTOR ALBERT
SCHWEITZER.
Francés.
Sacerdote, misionero, médico y musicólogo. Natural de Alsacià, ha escrito sus obras en alemán, entre las que figura Filosofía de la Civilización.
«Sólo por medio de u n a nueva actitud ment a l reinante en su interior puede el estado
conseguir la paz dentro de sus fronteras, y
sólo por medio de una nueva actitud mental
naciente entre ellos pueden los diferentes estados llegar a entenderse m u t u a m e n t e y a
cesar de destruirse unos a otros.
Tales disertaciones morales sobre el estado
civilizado adquieren un tono especial en una
época en que el estado moderno perece en la
miseria porque se negó en el pasado a continuar siendo espiritualmente ético de alguna
"manera.
P a r a cualquiera que
se haya consagrado al
m u n d o ético y a la
afirmación de la vida,
el porvenir de la humanidad es objeto de ansiedad y esperanza. Lo
que n o s consuela es
que en una época difícil, sin saber cuánto
vamos a conocer de un
mundo mejor, estamos
abriendo el camino hacia él, impulsados solamente por nuestra confianza en el peder
del espíritu, en beneficio de una nueva humanidad civilizada.
Las cláusulas de los t r a t a d o s de paz, por
bien intencionadas que sean y por bien redactadas que estén, no conducen a nada. Sólo la manera de pensar que establezca el imperio de la actitud mental de respeto a la
vida puede traer paz perpetua a la humanidad.»
SIR NORMAN
ANGELL.
Inglés,
naturalizado norteamericano.
Periodista,
conferenciante y autor de libros sobre ciencias
sociales,
económicas y políticas, el más conocido de los
cuales es quizá el titulado La Gran Ilusión.
«La mayor aportación que pudiéramos hacer
nacional o individualmente a la consecución
de la paz sería corregir, por medios que y a
poseemos, pero apenas utilizamos, las fuerzas
antisociales del espíritu h u m a n o , que estallan
en el mundo entero, en forma de nacionalis-
DOCTOR RALPH J, BUNCHE.
Norteamericano de raza negra. Secretario General adjunto de las Naciones
Unidas.
«De no haber paz mundial, h a b r á guerra
atómica. Es evidente, por lo t a n t o , que los
hombres deben conseguir la paz mediante esfuerzos mutuos o perecer casi seguramente
juntos por la falta de ella. Ese es problema,
t a n importante como fatal, que se plantea a
los pueblos y los gobiernos por la virtual
certeza de que en una
guerra futura se emplearían recíprocamente las armas nucleares
creadas por el sorprendente genio científico
del hombre.
Mirando d e s d e ese
ángulo, me parece que
el primer requisito (tal
vez suficiente)
para
asegurar la paz mundial consiste en q u e
tanto los pueblos como los estadistas se den
cuenta de lo que se juega fundamentalmente
en la actual situación internacional.
Existe, por una parte, la incalculable potencia destructora de las armas de desintegración y fusión nuclear. Pero si se logra que
prevalezca el buen sentido y si los pueblos
del mundo entero llegan a comprender la incompatibilidad entre la guerra atómica y la
supervivencia de la civilización, la bomba de
hidrógeno y sus compañeros de devastación,
conocidos y por conocer, podrían resultar el
medio decisivo de disuadir de una tercera
guerra mundial.
Por otra parte, existe el nuevo horizonte,
brillante e ilimitado, de una vida más abundante para todo el mundo, que empieza ahora a delinearse gracias a los progresos conseguidos en el aprovechamiento de la potencia
del átomo para fines pacíficos.»
EMILY GREENE BALCH.
Norteamericana.
Escritora y catedrática de Economía y Sociología. Presidenta honoraria de la Liga Internacional Femenina de Paz y Libertad.
«La grandeza de una aportación a la paz
práctica depende de la
medida en que facilite
la transición a una nueva era en que esté desterrada la guerra. Esa
transición lleva consigo, entre otras cosas,
una revolución psicológ i c a . La guerra está
vinculada a nuestra
historia,
nuestras
creencias y nuestros códigos de moral.
Un paso esencial ha-
cia la paz es hacer que la gente conciba una
comunidad mundial en la cual fueran consideradas las guerras como un absurdo, por
motivos basados en un intrincado conjunto
de intereses comunes y en profundos lazos
morales y sentimentales.
Lo más útil sería que las naciones cesaran
de prepararse para la guerra y se desarmaran,
en el sentido de mantener sólo las fuerzas de
policía consideradas necesarias para mantener
el orden de un mundo donde sólo se esperara
la paz. Con el armamento desaparecería una
de las principales causas de temor, suspicacia
y malevolencia.
En una situación en que todo se relaciona
entre sí resulta difícil especificar la mayor
aportación a la paz, como no sea la inapreciable y benemérita labor desarrollada por el
Presidente Eisenhower.»
LORD BOYD-ORR. Inglés. Técnico en agricultura y nutrición. Director de la Organización para la Alimentación y la Agricultura de
las Naciones Unidas (FAO) de 1945 a 1947.
«Creo que en la situación a que ha llegado
el mundo, la agricultura, la industria y el comercio pueden contribuir tanto como la política a la paz mundial.
En este p e q u e ñ o
m u n d o de ahora, la
guerra entre las grandes potencias para su
destrucción mutua sólo
puede sustituirse p o r
colaboración para beneficio mutuo. Y la carrera de armamentos podría detenerse dedicando parte de sus gastos al desarrollo de los
recursos de la tierra para crear un mundo de
abundancia y prosperidad económica.
Por consiguiente, la mayor aportación que
pudieran hacer las naciones a la consecución
práctica de la paz sería reducir paulatinamente sus presupuestos de defensa. Podrían utilizar la mitad de la cantidad ahorrada para
disminuir el peso intolerable de los impuestos,
lo cual daría por resultado un desarrollo económico en todos los países, con una elevación
del nivel de vida, y la otra mitad como aportación a un fondo de fomento mundial, a administrar por una junta directiva en la que
estuvieran representadas todas las naciones.»
En busca de una cultura
perdida
U
N incansable
investiga dor
norteamericano, Mr. Paul Shirley,
miembro de import a n t e s instituciones
de América y de Europa, ha estado recientemente en España por segunda
vez en busca del manuscrito original de
la Relación de las
cosas de Yucatán, de
Diego de Landa, cuarto obispo de Yucatán,
y otros importantísimos documentos de los indios mayas.
La Historia supone que Diego de Landa quemó estos documentos, poro Mr. Shirley y otros
historiadores creen que existen intactos entre
los papeles polvorientos de algún archivo español, o en la biblioteca de alguna casa particular cuyos propietarios no se hayan percatado de la importancia histórica y cultural de
estos documentos.
Mr. Shirley estuvo recientemente en Cifuentes (Guadalajara), pueblo natal de Diego de
Landa, en donde el alcalde y la ciudad le dispensaron un cariñoso recibimiento. Allí tuvo
ocasión de ver la tumba de Landa, una sencilla piedra en la parroquia del pueblo.
— ¿Por qué —hemos preguntado a Mr. Shirley— siente usted esa inclinación por Diego
de Landa ?
—Porque la merece y porque la Historia ha
sido injusta con él. Se le acusa de haber quemado numerosos manuscritos y códices de los
aborígenes, destruyendo así preciosas fuentes
de información para la historia de la cultura
maya ; pero yo, que llevo cinco años estudiando a Diego de Landa y la cultura maya, opino que Landa no pudo haber destruido documentos de importancia, ya que él era antes que todo un arqueólogo, historiador, etnólogo y antropólogo de gran talla. Los do-
cumentos de valor
histórico deben de
conservarse en algún
lado. No puede pensarse que un hombre
como Landa destrozara la obra de toda
una cultura.
— ¿Y después de
cinco años de búsqueda, no ha perdido fe en sus apreciaciones?
—Mi fe es hoy
más fuerte que nunca y creo que el cerco se va estrechando y que pronto se descubrirá le que busco. Sería maravilloso descubrir el manuscrito original de la Relación de
las cosas de Yucatán y los códices mayas, un
mundo nuevo e interesantísimo se abriría ante
nuestros ojos. Además, ahora cuento con numerosos amigos interesados en ayudarme. En
España cuento, entre otros, con la amistad
del profesor don Manuel Ballesteros. Ustedes
mismos, al publicar este artículo, quizás con
tribuyan a que se encuentren esos documentos.
— ¿Qué espera encontrar entre esos documentos que busca tan afanosamente?
— ¡Quién sabe! Quizá encontremos la clave
qus descubra el misterio de la astronomía, la
ciencia y la religión de los mayas ; la más elevada cultura de la prehistoria americana. Por
ejemplo, el Museo Británico ha obtenido en
estos últimos años preciosas esculturas mayas.
En Venècia existían importantes documentos
que fueron vendidos a un coleccionista.
Estoy convencido de que el esfuerzo de todos, de la Iglesia, de la prensa, de las publicaciones científicas e históricas y de los
centros de enseñanza, pueden salvar de la
oscuridad en que se encuentra, la memoria y
la obra admirable de fray Diego. Yo, por
mi parte, puedo decir que si antes sentía devoción por este sabio, hoy soy un devoto admirador de Diego de Landa.
la día más aficionados al arte
pesar de que carece de toda enseñanza
profesional y con unas manos acostumbradas a las labores de u n obrero de
una factoría de acero en el estado de Nueva
York, Luis Dlugosz, que aparece en nuestra
portada, ha conseguido como escultor la aprobación de la crítica. La escultura que está
contemplando, hecha, como todas las suyas,
en los ratos libres, es la cabeza de arcilla de
un compañero de trabajo negro.
A
Tanto la escultura como la pintura cuentan en los Estados Unidos con u n gran nú-
mero de aficionados de cuyas asociaciones ha
habido una enorme proliferación.
Tal vez una de las razones de este incremento se debe al hecho de que ahora hay más
tiempo libre para dedicarlo a las aficiones.
Otra razón podría ser la vuelta al arte «primitivo», que hace que muchos principiantes
se liberen de su retraimiento en materia de
color, perspectiva y análisis de luz, sombras
y volúmenes.
Pero cualesquiera que sean las razones, la
verdad es que pintura y escultura ocupan hoy
un puesto entre las grandes
aficiones en los Estados Unidos.
El más conocido de los pintores «amateurs» • de Norteamérica es el Presidente Eisenhower. Dice el Presidente
que el pintar da reposo a sus
o j o s y tranquilidad a su
mente.
Eisenhower produce por lo
menos dos o tres telas mensuales, en su mayoría paisajes, aunque también h a hecho
algunos retratos de miembros
de su familia y de algunos
amigos, incluyendo u n conocido retrato del campeón profesional de golf Bobby Jones.
Dirigiéndonos a o t r a esfer a completamente distintai
pero idéntica por lo que a la afición al arte
se refiere, un peluquero de la ciudad de Nueva York, que pinta sólo arte abstracto, ha
dicho :
«La inspiración para empezar a pintar me
vino de la lectura de les grandes filósofos, particularmente de Santo Tomás de Aquino. Y
después de varios años de trabajar investigando y buscando por mi propia cuenta, llegué a una fórmula para usar el color de una
manera muy semejante al estilo de Matisse.»
El caso de este peluquero de Nueva York
es el de otros muchos aficionados de todas las
profesiones. Es frecuente ver a pequeños grupos de pintores o escultores aficionados reunirse a veces en el sótano de un edificio o
en una granja para pintar naturalezas muertas o una modelo cuyos servicios han alquilado.
Uno de estos grupos, que se formó en Washington, estaba integrado por las esposas de
los parlamentarios, tanto republicanos eomo
demócratas, y por esposas de generales, almirantes, embajadores y consejeros del Presidente.
Según la opinión de una de ellas, todas buscaban y todas encontraron en la pint u r a descanso a la agitada y rutinaria vida de comidas y recepciones oficiales.
La más famosa de estas asociaciones
de arte de aficionados es la Asociación de Arte de Médicos Norteamericanos. Fundada en 1939, tiene alrededor de 3.000 socios y ha celebrado 16
exposiciones de categoría nacional.
Los críticos de arte norteamericanos
han hecho notar que les médicos parecen ser muy particularmente atraídos hacia el arte de la paleta y el pincel. Uno de ellos ha escrito que esto se
explica «porque los médicos t r a t a n con
la forma más exquisita del a r t e y de la
belleza, cual es el cuerpo humano».
Además, el médico está como nadie
entrenado en un sentido de aguda observación
y de gran destreza manual.
P a r a responder a este crecimiento en América de la pintura y de las demás artes a las
que el aficionado se ha vuelto con verdadera
fruición, nuevas escuelas de arte han tenido
que formarse en toda la Nación, y las antiguas han debido agregar nuevos cursos a sus
programas.
Una de las más conocidas escuelas de arte
para aficionados está en Westport, estado de
Connecticut, y ofrece cursos en bellas artes y
en arte comercial. El número de matriculados
está próximo a 6.000, entre los cuales hay
alumnos de 32 países.
Otro organismo similar es el «Centro de
Arte del Pueblo», en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, al que asisten unos 500
aficionados, entre los cuales hay amas de
casa, estudiantes, médicos, enfermeras, escritores, ingenieros, secretarias, hombres de negocios, actores de teatro, traductores y otros.
La instrucción que allí se da tiene muy en
cuenta el mayor o menor grado de dominio
de los conceptos básicos del arte y el desarrollo creador de cada individuo.
Hunto de vista
L
A decisión tomada por el Presidente Eisenhower de ofrecer 40.000 kilogramos de
combustible desintegrable para el progreso atómico en los Estados Unidos y las
naciones amigas es el acto más reciente (y
probablemente el más trascendental) en el
programa, cuyo símbolo vemos en el centro de
esta página : el del uso pacífico del átomo.
Si se la somete a un detenido examen se
ve que constituye un paso eminentemente
práctico, del cual se beneficiarán, andando el tiempo, muchos millones de
personas en todo el mundo. Porque
permitirá aumentar el suministro de
energía eléctrica y acelerar la industrialización. También es importante
por el esfuerzo que representa para convencer todavía más de la sinceridad de los
objetivos y políticas del mundo libre, mediante un acto que tiene por fin acercar al mundo
a la abundancia atómica y alejarlo de la guerra nuclear.
El proyecto del Presidente, relacionado con
el problema científico más complicado de
nuestra época, llevaba muchos meses en gestación. En esencia, autoriza la entrega de 40
toneladas de material desintegrable (uranio235 puro) almacenado por el Gobierno norteamericano. Ese material puede venderse o
arrendarse para su empleo en centros de investigación y en centrales de energía atómica.
Ahora bien, la cantidad de combustible atómico cuya entrega se ha autorizado, por enorme que sea, no es necesariamente todo lo que
pueda conceder el Presidente, Si en el porvenir se necesitaran más cantidades para uso
pacífico internacional, podrían también asignarse.
La mitad de ese material desintegrable se
destina a los productores públicos y particu-
lares de energía atómica en los Estados Unidos, y la otra mitad a los Gobiernos amigos
y a los organismos de naciones que no produzcan ese combustible atómico.
No es ocioso recordar que son ya 25 los países, además de España, que han firmado
acuerdos de cooperación en su desarrollo de
energía atómica con los Estados Unidos.
Esas naciones podrán en adelante contar
i con suministro asegurado de material desintegrable para sus reactores de investigación y para sus centrales eléctricas movidas por energía atómica.
No hay que olvidar que sólo cuatro kilogramos de uranio-235 bastan
para el funcionamiento de un reactor
de investigación.
Los técnicos prevén que, una vez asegurado el combustible, serán muchos los países
que aceleren la preparación de los especialistas necesarios para hacer funcionar las máquinas atómicas.
La oferta del Presidente no es meramente
retórica. Es algo concreto, que permitirá añadir millones de kilovatios a la cantidad de
electricidad de que dispone actualmente el
mundo. Es también un indicio de lo que la
verdadera colaboración internacional en el fomento de la energía nuclear puede significar.
La concesión de esos 40.000 kilogramos de
uranio-235 ha sido un paso lógico en el programa de átomos para la paz creado por el
Presidente, lo cual representa el mayor esfuerzo realizado hasta ahora para fomentar
las aplicaciones pacíficas de la energía atómica e invita inevitablemente a una comparación con lo que llevan hecho los comunistas en ese aspecto. Bien se sabe que el puño
cerrado ruso no ha dejado escapar ni un sólo
gramo de material desintegrable.
¡Gracias,
amigos
españoles!
U
N magnífico ejemplo de cooperación hispanoamericana fué ofrecido a finales del
mes pasado en las operaciones de salvamento de un bimotor de transporte C-47,
perteneciente a las Fuerzas Aéreas norteamericanas, que cayó en la sierra del Guadarrama, al norte de Colmenar Viejo (Madrid), y
en cuyo accidente perdieron la vida tres de
los seis ocupantes.
El avión procedía de Chateauroux (Francia), y se dirigía al aeródromo de Getafe,
adonde debía llegar a las ti,30 de la tarde.
Una media hora antes había señalado su posición sobre Somosierra, comunicando que esperaba llegar a la hora prevista. Este fué el
último mensaje recibido del avión.
Al no llegar a su destino, inmediatamente
se organizó su búsqueda.
La aviación española y otros grupos oficiales y particulares ofrecieron su apoyo y
colaboración a las Fuerzas Aéreas norteamericanas para localizar a las víctimas.
Alcaldes, funcionarios y habitantes de todos los pueblos comprendidos en una amplia
zona del lugar donde el avión fué por fin encontrado se unieron a las operaciones de rescate por montañas totalmente cubiertas de
nieve, sufriendo muchos de ellos congelaciones graves.
Escuadrillas norteamericanas de salvamento
marítimo-aéreo llegaron rápidamente de SidiSlimane, África del Norte, y de Sembach,
Alemania, para incorporarse a las operaciones
de búsqueda, la segunda visita
que hacían a esta zona en menos de tres semanas, ya que estos mismos equipos intervinieron
en la localización del avión militar español que se estrelló en
Peñalba de la Sierra, y que fué
encontrado tras una semana de
ímprobos trabajos.
En la Embajada americana y en la Misión
Militar en Madrid se recibieron constantes
llamadas de altos funcionarios del Gobierno
español, autoridades y personas particulares
que se interesaron grandemente por la suerte que pudieran haber corrido los ocupantes
del avión norteamericano siniestrado.
Unas treinta y seis horas después de haberse dado por perdido el avión, los tres supervivientes fueron transportados por un helicóptero norteamericano al hospital que las
Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos tienen
en Peña Grande (Madrid).
Otro helicóptero español trajo los cadáveres de los tres ocupantes muertos a Madrid.
El Embajador de los Estados Unidos en Madrid, Mr. John Davis Lodge, ha enviado cartas a los ministros de Asuntos Exteriores, don
Alberto Martín Artajo, y al del Aire, general
Gallarza, en las que les expresa su más profundo reconocimiento por la heroica colaboración y condolencia expresada por el pueblo
español.
Escribió el embajador : «En mi opinión, no
podría encontrarse homenaje que pusiera mejor de manifiesto el noble carácter del pueblo
español, atestiguado por tantos ejemplos de
callado heroísmo y de simpatía hacia amigos
desconocidos en situación apurada. Estimo
que estos actos son un testimonio más de los
fuertes lazos de amistad que unen ya a 'nuestras dos naciones.»
que se traslado a Minnesota
como médico r u r a l , iniciaron
un sistema de medicina rural
que hoy día se ha transformado en la más renombrada
de las clínicas y un gran centro de investigaciones.
Sinclair Lewis, hijo de otro médico de pueblo, simbolizó en su obra una original forma
de vida.
Cass Gilbert coronó su carrera de arquitecto cuando diseñó los planos para el edificio
de la Corte Suprema de Washington.
A estas y a otras relevantes figuras debe el
estado mucha gratitud. Ellos fueron quienes
fundaron la Universidad del Estado, que hoy
día es la segunda después de la de California
en número de estudiantes. Gracias a aquéllos
hay un sistema de escuelas públicas que algunas autoridades consideran como las mejores de los Estados Unidos.
Minnesota ha jugado un importante papel
en la música y en las bellas artes. La Orques-
Donde las agu as ríen
E
N Minnesota hay agua, mucha agua por
todas partes, no solamente en sus lagos,
cuyo número asciende a más de 10.000
—es famosa la apostilla «el estado de los
10.000 lagcs»—, sino hasta en su misma toponimia. Abundan los ejemplos:
Minnetonka
(Mucha Agua), Minnehaha (Agua que ríe).
La historia del nombre de la ciudad mayor
del estado, Minneapolis, tiene un curioso origen. Es una fusión entre la voz oriunda de
Dakota «Minnehaha» y la griega «Polis» (ciudad), significando, por tanto, «Ciudad de las
aguas que ríen». Afortunadamente, el genio
colonizador que llevó a cabo la ceremonia
del bautizo redujo el nombre de Minnehahapolis a Minneapolis.
El agua ha jugado también un importante
papel en la exploración y desarrollo del estado, y es imposible interpretar la historia de
Minnesota sin relacionarla non los ríos. La
facilidad con que se podía llevar a cabo el
transporte fluvial invitó pronto a los colonizadores a meterse tierra adentro en el estado.
Hacia 1760 el francés Frontenac, al pretender hacer nuevos descubrimientos para ampliar la región llamada Nueva Francia, envió
varias expediciones de aventureros, que ascendieron por el río San Lorenzo.
Sobre las orillas de los ríos se fundaron
las más importantes ciudades ; en sus valles
se establecieron las primeras colonias. Las
vías navegables fueron las primeras carreteras de este estado. Siguiendo el río Saint Croix
se lanzaron los troncos de los árboles que alimentaron la primera industria del estado.
Sobre el Mississippi o sus afluentes se levantaron las más importantes ciudades. Este
es el caso de Minneapolis, hoy centro de na-
vegación sobre el gran río y metrópoli del
estado ; Duluth, que Procter K n o t t inmortalizó en su obra La Ciudad del Cénit del Mar sin Sal, establecida en la
esquina occidental del Lago Superior.
Minnesota, que en 1849 se convertía en
Territorio norteamericano y en 1858 pasaría a ser estado, contaba en 1850 con
una población blanca de solamente 5.000
personas. E r a n , en su mayoría, maderer o s ; otros eran aventureros que seguían,
de puesto en puesto, el avance de la colonización ; otros, auténticos fundadores de un
imperio, habían venido a establecer las instituciones de un nievo estado.
Gradualmente, a! principio, y después a un
ritmo acelerado, las familias de exploradores
mezclaron sus nacionalidades. Un Olsen puede resultar ser más escocés que escandinavo
sí se investiga en su árbol genealógico.
Esta síntesis se ha visto reflejada en la vida
cultural de la gente. Las familias de emigrantes y sus descendientes h a n dado un fruto
generoso. Ole E d v a r t Rolvaag,. por ejemplo,
escribió una obra llamada Gigantea en la Tierra, considerada por muehos como la más
grande novela americana sobre la vida
de colonización.
Olive Fremstad y
F l o r e n c e Macbeth,
magníficos
cantantes de ópera, procedían de ciudades de
Minnesota. También
C h a r l e s A. Lindbergh, que después
de realizar su vuelo
transatlántico sin escalas, colaboró con
el biólogo Alexis Cai r e l en investigaciones fisiológicas que
han marcado u n a
época.
Los primeros colonizadores
crearon
una raza. William y
Charles Mayo, hijos
de un químico inglés
La Sinfónica de Minneapolis es conocida por
los melómanos de todo el país, y, a través de
sus grabaciones, por casi todos los del mundo.
Aunque han sido los hombres, el elemento
humano, la más rica cosecha que haya dado
el estado, hay, además, otras importantes cosechas.
La producción de cebada es la mayor de
todas, y el trigo, el maíz y la avena se producen en grandes cantidades.
No estaría completo este recorrido del estado de Minnesota si no hiciéramos referencia
a su riqueza mineral en hierro, cuyos yacimientos son de los mayores del mundo. Mineral de magnífica calidad se encuentra en Mesabi Range próximo a la superficie.
Gran producción agrícola, una floreciente
industria manufacturera, una riqueza mineral sin parangón, una gente dinámica con vivas tradiciones y una historia estimulante,
¿ qué más se necesita para hacer de Minnesota uno de los más aventajados estados de la
República ?
C
ASI tcdo el mundo pretende realizar
algo audaz. Nc comprendo por qué la
gente no escribe poesía. Eso es audaz.» Así piensa el poeta norteamericano Robert Frost.
Con una mente ágil, a pesar de sus ochenta
años, Frost es une de los poetas más queridos
de los norteamericanos. Cuenta, además, con
cuatro premios Pulitzer, y en 1950 el Senado
le hizo objeto de una resolución por la que
«aquella nación, a la que tan bien ha servido,
le felicita".
Sentado en una silla de terciopelo verde,
estaba en la salita de su casa charlando con
nosotros. Aparecía rodeado de plantas y estantes. El so! llegaba a la estancia filtrándose
por las cortinas de las ventanas. Fuera de la
vieja casa de la calle Brewster soplaba el
aire fresco de la literaria ciudad de Cambridge
(Massachusetts).
«Si la gente busca algo audaz, la poesía les
brinda la oportunidad de encontrarlo», decía.
«Es una de las formas de arriesgarse.»
Hizo un silencio y se frotó las manos. «No
hace falta para ello —prosiguió— más que
valor y denuedo. Un cierto denuedo para cierto castigo. El goce es mayor que el castigo,
considerando las cosas solamente desde ese
punto de vista.»
«No hay bastantes poetas —continuó—. Mi
consejo a la gente joven es que escriba poesía.» Con un tono de familiaridad y salpican-
do gotas de humor abordó uno de sus temas
favoritos —alentar Ü los poetas jóvenes.
«Hay 1.500 universidades en los Estados
l'nidos y año tras año, en cada una de ellas
se gradúan, por término medio, unos diez estudiantes con la máxima puntuación en inglés.
Unos en poesía, otros en prosa. ¿Dónde están
todos ellos? ¿Por qué no siguen algunos? Tienen miedo a la poesía. No sospechan que pueden ser «uno de esos». Creen que no podía
suceder en su familia. O los profesores imaginan que no podría suceder en sus clases.» Hizo
una pausa.
«Recuerdo que me esforcé en trabajar como
periodista. Creo que el mejor sitio lo encontré cuando me fui a trabajar en el campo, en
Derry, estado de New Hampshire. No me había sentido muy bien. Pasé allí siete u ocho
años seguidos. No tuve vida social en absoluto. Solamente las labores del campo, la familia y los hijos.»
Dejó de hablar, miró hacia arriba y sonlió. Se interesó *,or nuestras cosas, nuestro
trabajo. Después le preguntamos cuáles entre sus poemas eran sus favoritos.
«/Favoritos?», dijo, a la vez que dejaba
escapar una sonrisa. «Los padres no tienen
favoritos. Hay mementos efusivos hacia el
último que uno escribe y se le tiene un afecto particular, pero no tengo preferencias.
»E1 placer que se siente al volver a ellos
la mirada se experimenta cuando su misma
fuerza hizo fácil su escritura, porque se vuelve la mirada hacia donde se tuvo felicidad,
no hacia donde se mordieron lápices. Lo que
llena mi alma de placer llena la de otros.
»E1 reconocimiento de la obra personal —siguió— es cosa curiosa. Creo que si se hace algo en arte, bien se logra algún reconocimiento de la obra realizada mientras se vive o
no se consigue nada hasta que uno se ha
muerto. Algunos lo consiguen en vida. Hay
que pensar que uno tiene suerte si logra figurar con una obra en unos cuantos estantes.
»La parte que más satisface es escribir los
poemas. Le sigue el hecho de que la gente
los lea. Otra cosa muy importante es ver los
poemas aparecer en citas, formando parte de
la vida de la gente.
«¿Nuestros tiempos?La gente dice que los
nuestros no son tiempos idóneos para la poesía. Vuelvo la mirada hacia el pasado y veo
que algunas de las mejores obras literarias
se estaban escribiendo como si nada sucediera
en el mundo, cuando la verdad es que estallan en marcha grandes revoluciones. Pensad
en Jane Austen durante toda la tromba napoleónica. Se puede tomar parte en todas es-
tas cosas o puede renunciarse a ello. JLa vida
sigue. La crueldad sigue. La felicidad sigue.
«Eso no quiere decir que une no se preocupe mucho. Pero uno acepta las realidades lo
más sosegadamente posible. La gente pregunta qué derechos tenía Nerón para tocar el
violin cuando Roma estaba en llamas. La gente siempre ha procedido así.
«¿Es ésta una buena época para la poesía?,
dijo repitiendo una vez más nuestras preguntas. No puedo quejarme. Varía de unas familias a otras. Tengo un amigo cuya madre
leía bastante poesía en voz alta. La mía también lo hacía. Recuerdo una gran cantidad de
versos, aunque nunca me propuse aprender
ninguno.
«Tengo un amigo que dice que podría estar
recitando poesía todas las horas que estuviese
despierto durante un crucero entre los Estados Unidos y Europa. Algunas personas no
han leído nunca un poema. Nunca me ha dado
eso mucho que pensar.»
Nos levantamos y le dimos las gracias. Sonrió, nos dio las gracias por su parte y nos
invitó a que-volviéramos. Nos acompañó hasta
la puerta.—Mary Handy.
No es una falla valenciana
sino un desfile de carnaval
en el estado de Minnesota.
(Ver
páginas
12 y 13.)