Madrid merecía más - El Siglo de Europa

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TRIBUNA
Por Miguel Ángel Aguilar
Madrid merecía más
U
n buen amigo venía insistiendo hace décadas en que
la Constitución española debería incluir el reconocimiento del derecho que nos asiste a equivocarnos. Algunos hubieran querido que
este derecho al error se extendiera de forma ilimitada, se enorgullecían del fracaso y reivindicaban margen suficiente para instalarse con placidez en la dulce derrota. En ese peculiar sistema cristalizaba
la Federación Socialista Madrileña, que
ahora se denomina PSM. Recordemos a
José Acosta, tantos años en la Secretaría
General, que parecía abonado a la condición de perdedor. Eran
los años del bipartidismo PP-PSOE, donde la
pugna era entre dos y
para el que quedara el
segundo en la carrera
siempre había una penumbra confortable, ajena al escrutinio implacable que la prensa reserva a los titulares del
poder, pero compensada con muy suculentas
gabelas, como coches oficiales, despachos
con secretarias y asesores, consejos de empresas públicas y cajas de ahorros dotados con sus tarjetas black y su canesú.
Así se explica que el acostismo se hiciera una sola carne con la Federación Socialista Madrileña y se mantuviera como
afiliado invariable a la derrota, sin mostrar impaciencia alguna por revertir la situación. Se decía que el acostismo era la
enfermedad madrileña del guerrismo. Pero los guerristas también sabían ganar en
alcaldías y comunidades autonómicas
mientras que en su versión majos y chulapas mantenían su plena renuncia a la
victoria. Por la base y por la cúspide, los
intentos de desalojar al acostismo se repitieron de forma tan reiterada como inútil. Luego vino Tomás Gómez dispuesto a
ofrecerse como relevo y lo hizo sin aspavientos, para quedarse. Vengan días; caigan duros, como decía Felipe Mellizo. Impasible el ademán, Tomás observaba cómo las sucesivas citas con las urnas iban
reduciendo de manera acelerada las papeletas socialistas y empujando los restos
del PSM hacia la playa de la irrelevancia
sin nada tenía que objetarse a sí mismo.
Su salida de la Secretaría General ha requerido el uso del fórceps. Ha tenido que
convocarse una reunión extraordinaria de
la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE
para proceder a la destitución de Tomás
Gómez como secretario general del PSM
y como candidato a la
Presidencia de la Comunidad de Madrid.
Además ha quedado disuelta la Comisión Ejecutiva regional y se ha
designado una Comisión
Gestora con Rafael Simancas al frente. La lista incluye a Jaime Lissavetzky y da espacio mayoritario al sector crítico
pero también recoge afines o del entorno del compañero Tomás.
Integra nombres procedentes de las agrupaciones de la ciudad de Madrid, como
la de Vicálvaro, pero también de las de
otros municipios como Alcalá de Henares, Las Rozas, Barajas o Majadahonda.
Con independencia de lo que puedan
depararle las vicisitudes procesales en curso, el defenestrado se sabía perdedor irremisible sin mostrar signo alguno de rebelión ni de disconformidad con la derrota
anunciada, imbuido como estaba de ese
saber perder que ha sido marca invariable
de la casa PSM. Pedro Sánchez ha buscado una alternativa pactada con Tomás Gómez pero la resistencia de este último y su
desafío ha llevado a la destitución traumática. Un signo inequívoco de que Ferraz no se resigna a la derrota. Veremos. l
La salida de
Gómez de la
Secretaría
General del
PSM ha
requerido el
uso de fórceps
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16–22 de febrero de 2015. nº 1097
cuencia de los casos de corrupción pasó factura al bipartidismo en los comicios europeos. Para el PSOE, el foco estaba en Andalucía, donde desde hace cerca de seis años
el caso de los ERE viene centrando el debate político, curiosamente, en época electoral; antes de las municipales de 2011 exigió
en un auto a la Junta documentación sobre
las ayudas, antes de las generales de ese mismo año solicitó información sobre la responsabilidad de la Consejería de Economía
con Griñán al frente, antes de las autonómicas de 2012 tomó declaración al exdirector general de Trabajo y principal imputado en el caso, Javier Guerrero, y ahora, a
poco más de un mes de los comicios, reedita la operación de los cursos de formación
que, con la investigación a los antecesores
de Susana Díaz, dan munición a los populares contra los socialistas, en el Gobierno
andaluz desde hace casi cuatro décadas.
“¿Va a actuar contra la corrupción en su
partido en Andalucía o sólo se va a quedar
en Madrid?”, declaraba Juan Manuel Moreno tras conocerse estas dos últimas noticias.
El candidato no se refería a los casos de corrupción que afectan al PP sino al cese de
Tomás Gómez como secretario general del
PSM. También echaba mano del conflicto
interno del PSOE y, tras recordar que van
más de 265 imputados por los ERE, decenas
de detenidos por los cursos de formación,
volvió a preguntar al líder socialista si es que
“no se atreve con Susana Díaz”.
Los socialistas andaluces temían que los
asuntos judiciales pendientes se colaran como han hecho en la precipitada campaña
electoral. Mientras, los populares reciben de
buen grado la ayuda extra para lograr el objetivo irrenunciable de lograr más votos que
sus inmediatos adversarios. Sin embargo, de
no provocar un vuelco en el resultado que
auguran las encuestas, no les conviene pasarse de frenada. Con Izquierda Unida, tras
la abrupta ruptura del pacto de Gobierno a
finales de enero, el pacto se da por descartado. Pero está Podemos. Y la posibilidad de
que los dos grandes partidos hagan frente
común contra la nueva formación –tercera
en intención de voto en las andaluzas, segunda en las generales– está bien vista desde las filas conservadoras. Que sean capaces de ello se verá en 22 de marzo. A modo
de ensayo general. l