Sermón en el día miércoles 11 de febrero de 2015. Título: CUIDANDO TU PRIMOGENITURA Biblia: Hebreos 12:1-29 Predicador: Pastor Dong Han David Lee Iglesia Reformada Esperanza Tte. 1ro. Leónidas Escobar 3913 c/ Av. Japón Asunción, Paraguay www.evangelio123.org [email protected] (595) 0972-815-179 / (595) 0981-815-179 ************** Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas. Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aún una bestia tocare el mente, será apedreada, o pasada con dardo; y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción delas cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor. INTRODUCCIÓN En estos días, una persona me preguntó: ¿Por qué causas una persona puede perder su primogenitura? Realmente nosotros vivimos en una sociedad donde no existe mucha noción ni se da la correcta importancia a la primogenitura. En la biblia, siempre se menciona al primogénito como el principio del vigor de un padre. Pero también Jesús amplía mucho más este concepto diciendo: “Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos”. También podemos considerar como primogénitos aquellos primeros creyentes que fueron llamados y están en la iglesia, como ustedes. ¿Nunca se han preguntado por qué los primeros perderían sus lugares a los postreros? ¿Por qué existirían las raíces de amargura? ¿Por qué existiría un fornicario o profano como Esaú? FORNICARIO, PROFANO, COMIDA En este capítulo, Dios nos muestra dos personas que contrastan. Por un lado, es la persona que corresponde a estas palabras: “Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?” (v. 5-7) En cambio el otro contraste es justamente la persona quien está en el versículo 15-17: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas.” Raíz de amargura, fornicario, profano, Esaú. Estas son las secuencias, dice la biblia en este libro, cómo las personas pierden su primogenitura. Que en lugar de comprender las razones de Dios para disciplinar al hijo, por cualquier motivo, sea porque las cosas son lentas, porque el camino es angosto, porque no quiere morir y aprender a crucificarse juntamente con Cristo Jesús, sea porque no quiere salirse del mundo, sea porque existen excepciones que no quiere ceder, o el apuro por las riquezas, o porque se compara intensamente con el mundo, porque no cree en el poder de Dios, ni en su soberanía, ni tiene el conocimiento de Dios suficiente, o porque está escuchando doctrinas humanas, porque fue contaminado con doctrinas extrañas. Jesús lo explica de una manera simple: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo, así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz, pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? Ninguno puede servir a dos señores, porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. (San Mateo 6:21-24) Y según mis experiencias y observaciones, tanto personales como pastorales, una persona quien no tiene un ojo bueno, quien no se esfuerza constantemente por hacer que su ojo sea bueno, jamás puede avanzar con fuerza, jamás tiene un corazón sincero, jamás se deja enseñar ni confía en las palabras del pastor. ¿LA DISCIPLINA ES DE DIOS O ES DE HOMBRE? Yo sé que es una de las más grandes interrogantes que todos los creyentes tendrán. Y especialmente es duro para las personas que vienen del mundo, es la primera generación de creyente; porque no están acostumbrados a las reglas y leyes de Dios, tampoco tienen la disciplina necesaria respecto a la palabra de Dios. Razón por la cual, les resulta sumamente difícil acostumbrarse a la disciplina tan rigurosa de los mandamientos, a una doctrina tan “diferente” como lo es el camino del Pacto de Abraham, de Isaac y de Jacob. Y especialmente es cierto cuando ustedes se encuentran con personas como yo, muy autoritario, que en muchas cosas no admite discusión, que no entiende de razones, que hace las cosas de una forma que es difícil de aceptar, principalmente cuando las personas vienen del mundo. Soy así porque así he sido disciplinado por Dios el Padre desde mi niñez, y por mantenerme en esta línea de conducta conozco lo que conozco de Dios, y tengo lo que he recibido del Padre. Y soy un convencido en esto, y no existirán cambios respecto a esta personalidad en que fui formado. Aquí vienen las primeras diferencias, y mientras el creyente no aprenda rápidamente a conocer, a entender la palabra, a conocer a Dios, a aceptar y obedecer la autoridad del pastor que le disciplina, seguro que no va a crecer. Siempre existen algunos quienes dicen y se aventuran: “yo puedo aprender solo”. Bueno en la biblia existen algunos casos, pero no es frecuente; pero una cosa es seguro, que el tiempo que Dios se toma para disciplinar a una persona, y el hecho que nazca esa persona para una época especial debe coincidir. Por ejemplo, tenemos el caso de Enoc, séptimo desde Adán, quien después de vivir 65 años tuvo a Matusalén, y vivió durante 300 años caminando con Dios. Pero el ejemplo más cercano es Moisés, pero fíjense que Moisés nace y es criado por unos padres que son muy temerosos de Jehová. Luego siguió su disciplinado con Jehová durante ochenta años, cuarenta en la casa de Faraón donde aprendió que no quería ser llamado hijo de la hija de Faraón, y durante otros cuarenta años en el desierto. Por tanto, si ustedes piensan que pueden disciplinarse solos, pues ¡adelante! ¡Pruébenlo! Les esperan años y años de disciplina. Más bien en lo personal, les puedo decir que eso no va a suceder, porque los tiempos de Dios están mucho más avanzados. No depende que ustedes digan, yo voy a comenzar una nueva era ahora, a mi manera, y en los tiempos que yo quiero. ¿Por qué les digo esto? Porque ese tiempo para esta tierra ya comenzó hace bastante tiempo atrás. Además, tienen que saber que Dios ha puesto al Pastor David, y tienen que saber o deberían saber, o comprender de alguna forma, y cuanto más rápido mejor; que cuando ustedes recusan a aquel que Dios ha puesto para este tiempo, y para esta tierra; tienen que saber que se están rebelando. ¿Ven cuán difícil es? Ya desde el inicio, la primera persona con quien ustedes se encuentran en la iglesia que es el pastor, ya tienen una valla bien alta, que deben superar y en quien deben confiar su persona. Así que si no aplacan las raíces de amargura con una tesón bien firme leyendo la palabra y por lo menos probando lo que enseña y predica el pastor con toda la fe que tienen y oran intensamente por ello, si no se enderezan y entienden, pues caerán en la fornicación con Dios, contra sus palabras y contra la persona a quien Dios ha puesto para este tiempo. Su disgusto, su insatisfacción, su raíz de amargura crecerá y se alimentará muy rápidamente con las palabras de otros como tú, incrédulos y nubes sin agua, como árboles otoñales, que no llevan fruto alguno. También tienen que saber que el tiempo corre y las oportunidades también se terminan, cuando uno sigue creciendo en las raíces de amargura, y aumenta la fornicación porque no le gusta la forma, las palabras; pues cada vez se hará más y más profano. Se endurecerá más y más como los incrédulos del mundo. Y solamente faltará que exista un hambre o una necesidad grande que saque al hombre de su prudencia y reaccionará como Esaú. Cuando vendió su primogenitura a Jacob por un guisado de lentejas ¿O por qué les parece que seiscientos mil hombres se quedaron postrados en el desierto durante cuarenta años sin poder entrar en la tierra prometida luego de su salvación de Egipto? Sólo dos personas entraron. EL EJERCICIO PARA VER A DIOS Siempre existirán aquellos quienes hablen de la metodología de enseñanza, de la forma en que se deben hablar, que hay formas y formas de convencer a la persona, que hay que darle tiempo con mucha paciencia, y sobre todo mucho amor. Son metodologías humanas que desean aplicar en el mundo de Dios, y les digo que muchas veces eso no funciona en el reino de los cielos. Seguro que muchos dirán, si el Pastor David utilizara otros métodos, otra metodología de enseñanza, otra forma de discipular a los miembros, si utilizara otras palabras, si tuviera más paciencia. Seguro que se conseguiría más. Yo particularmente no lo creo, y les digo los por qué: Dios no se queda a esperar eternamente hasta que tú te decidas, porque de esa forma no es fe. Las obras de Dios van avanzando en el tiempo, y yo tengo que acompañar sus pasos, no se puede esperar eternamente a los retrasados, a los amargados, a los resentidos, a los fornicarios, a los profanos. Siempre se debe alcanzar la justicia de Dios que es por fe, y las metodologías humanas son incapaces en este sentido; pues se debe aplicar estrictamente las reglas de “ese mismo sentir que hubo en Cristo Jesús”, que nos habla en el libro de Filipenses. Siempre existen personas quienes desean estar seguros; ¡seguros! ¡Seguros! Y más ¡seguros! Porque no confían en las palabras ni en las enseñanzas y menos en las metodologías, ni en el camino que enseña el Pastor David. Son quienes utilizando el “humanismo individualista”, intenta alcanzar al Dios Celestial. Lo malo es que todos suponen que están próximos a alcanzar a Jesucristo, es por eso que siguen intentando y no han renunciado, pero no saben que al mismo tiempo se están haciendo profanos y fornicarios, y más pronto que lejos serán Esaú, que perdió su primogenitura por un guisado de lentejas. Es por eso que buscan señales, milagros que les resuelvan todos sus problemas de una buena vez, sin necesidad de disciplina, de padecimientos, de muerte como Cristo Jesús; que buscan tener la seguridad de que es la palabra de Dios, que es la voluntad de Dios. ¿Qué creen ustedes? ¿Son porque realmente buscan la voluntad de Dios, o son simplemente profanos a tal punto que su corazón se ha endurecido? Jesús a estas personas, les refiere como cojos, ciegos, sordos, mudos, paralíticos, muertos. Por eso, tienen que siempre ejercitarse en la fe, tienen que ejercitarse para ver a Dios. Tienen que cuidarse de entender bien estas palabras: “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” Vean cómo dice la biblia claramente: levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas. Significa que tú tienes que esforzarte por “entender la palabra de Dios”. No es que la palabra “caerá del cielo o se dejará escuchar del cielo, o que te aparecerá un ángel quien te sacudirá”, sino que tú tienes que poner en práctica la Palabra y en esa “acción y ejecución” irás conociendo a Dios y si es “verdad” sus Palabras y doctrinas. Luego tienes que hacer que tu senda sea derecha y lo que tienes de cojo no se salga del camino. Esto significa que tienes que conocer los mandamientos, los estatutos, las ordenanzas de Dios. Y tienes que hacer un esfuerzo muy grande e intenso para guardar todos los mandamientos que hoy tu entendimiento, lo que el Espíritu Santo te pone en tu corazón. Luego vendrán los siguientes y los siguientes que deberás “obedecer” al pie de la letra. En tercer lugar, como ejercicio para ver a Dios, tienes que “seguir la paz con todos”, tienes que “practicar” a amar a tu prójimo como a ti mismo, como dicen estas palabras: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano es mentiroso pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano. Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues éste es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. Porque todo lo que es nacido de Dios, vence al mundo, y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” (1 Juan 4:20-5:4) Finalmente, como ejercicio para ver a Dios, tiene que “santificarse en todas las cosas”, y para eso, el libro guía es el Levíticos. Tiene que saber separar lo santo de lo inmundo, tiene que santificarse y esforzarse en santificarse todos los días, pues así puede y podrá ver a Dios. Les dije el lunes en la mañana durante la oración de las cinco, ¿no? ¿Qué significa que tú eres la luz del mundo? ¿No es iluminar donde otros están en tinieblas? Entonces, si tú tienes que ser luz, tienes que ver más allá de lo que los otros son capaces de ver, cuando todos están dudando o desorientados en las tinieblas, tú tienes que ver a Dios, y adelantarte, tienes que decir firmemente a los hombres del mundo, que allí está la luz, que está la palabra. Tienes que mostrar que sí tú tienes luz, que sí conoces la luz, que sí Dios está en ti por eso puedes adentrarte en las tinieblas y mostrar la fe, la confianza, al Dios que crees y confías. Y no cuando todo está alumbrado, y uno dice: yo también había visto la luz. Por eso, es importante que tú te ejercites para ver a Dios. Existen personas quienes siempre están diciendo: yo necesito ver la señal de Dios en este tema, si Dios me da la señal, entonces lo haré. ¿Conocen a este tipo de personas? Generalmente siempre están parados, siempre están inmovilizados, siempre están buscando y esperando constantemente la señal de Dios. ¿Y quieren saber un secreto? Difícilmente lo tendrán. ¿Y por qué? Porque ya existen personas quienes están mostrando el camino, están mostrando por medio de la luz con que iluminan en las tinieblas. Y es la razón por qué los primeros se hacen postreros. Porque siguen esperando alguna señal de Dios. Entonces, ¿cómo tiene que ser la luz? He comprobado a Dios hasta estas profundidades, hasta estas alturas, hasta este punto de la senda angosta; así que yo partiré desde este punto. Y desde ese punto debe seguir adelante; pero no está pidiendo y exigiendo señales de la “a, be, ce” Porque yo sé que hasta este punto, Dios estuvo conmigo, me dio las palabras, me hizo conocer la verdad, pude alcanzar las justicias de Dios; por tanto, en base a todo lo que he visto y creo, continúo porque yo sé que esto es lo que agrada a Dios, yo sé que hasta este punto y un poco más, Dios no necesita hablarme, porque conozco el camino. Ahora bien, a partir de este nuevo punto, yo sé que debo seguir por un tiempo, tengo que caminar por un trayecto. Y durante este camino, sé que Dios me dará las palabras. Y cuando las palabras me aparecen, es porque estoy en el camino correcto, estoy en el tiempo correcto. Existen personas quienes en todas las cosas, siempre necesita de las señales de Dios como el a, be, ce; en cambio, aquellas personas quienes están disciplinados, y porque saben de cómo Dios le fortalece, porque sabe cómo Dios le habla, sabe cómo leer o sentir el corazón de Dios, porque ve su rostro, sigue adelante sin necesidad de señales. CONCLUSIÓN Tienes que ejercitarte para ver a Dios, pero siempre es importante algo: que lo hagas “continuamente” porque así conocerás los detalles, los pequeños cambios, conocerás perfectamente la voz de Dios. Cuanto más te esfuerzas en la santidad, verás con más claridad a Dios, comprenderás la Palabra de Dios y su camino en forma más concisa, y porque te santificas todos los conocimientos de Dios se suman, se acumulan y te ayudan conjuntamente. Porque cuanto más te disciplinas en el Padre Celestial, verás que él te habla con palabras más cortas, con una voz más susurrante, simplemente sentirás un empujón del Espíritu Santo, o un viento de Dios. Ejercítate para ver a Dios, y cuida tu primogenitura; porque el que sabe ser siempre primero, nunca perderá su lugar ni lo suyo. Que Dios te dé entendimiento y fuerzas.
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